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Ciudad Universitaria, Cuidad de México, 2019 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Filosofía y Letras Letras Clásicas NONO DE PANÓPOLIS: PARÁFRASIS DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN, CANTO I TRADUCCIÓN COMENTADA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN LETRAS CLÁSICAS PRESENTA: Edgar Josué Cortés Cruz Asesor: Dr. Raúl Torres Martínez UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ὃς λαλήσει καὶ ἐρεῖ ᾿Ιδὲ τοῦτο καινόν ἐστιν, ἤδη γέγονεν ἐν τοῖς αἰῶσιν τοῖς γενομένοις ἀπὸ ἔμπροσθεν ἡμῶν. Ec. 1:10 AGRADECIMIENTOS Parece irónico que al estudiar filología clásica, la ciencia de las letras, y más aún que al dedicar una tesis por más de un año al Evangelio del Lógos, no encuentre las palabras suficientes para agradecer a quienes han hecho posible este logro. Primeramente, y sobre todos, quiero agradecer a Dios, por quien vivo y para quien todo esto se ha llevado a cabo, y quien, asimismo, me ha otorgado los padres más amorosos, sabios y pacientes que podría haber tenido, Miguel Ángel Cortés Guedea y Sandra Cruz Martínez; quien también me dio un hermano único, divertido, amoroso, irremplazable, Irad Cortés. A esta preciosa famila debo y agradezco todo lo que soy hasta este día. ¡Los amo! Agradezco también a Dámaris Cruz, quien tan insistente y efusivamente me animaba a seguir trabajando con “mis amigos los griegos” (aun cuando era “torturado” por sus eternos parágrafos y versos), de quien también, a causa de su paciencia y fe, he aprendido misterios y cosas que ojo no ha visto, ni oído a oído, ni han subido a corazón de hombre, pero que fueron preparadas para nosotros en este tiempo. A quién más podría agradecer sino a Juan Pablo Jáuregui (quien, por cierto, fungió como algo más que un lector de este trabajo, como casi un asesor) y a Alejandro Curiel, mis mentores y guías en el griego y por quienes decidí permanecer en esta carrera, pues ustedes me enseñaron a amar la lengua de Homero y de los demás poetas. Agradezco a los profesores que tuve a lo largo de mi carrera, a quienes también llegué a tenerles gran aprecio, Miguel Ángel Ramirez Batalla, Gabriel Sánchez Barragán, Iván Salgado, Gregorio De Gante, Pedro Emilio Rivera, José Luis Quezada y Bernardo Berruecos Frank, quienes también aceptaron ser mis lectores. Al Dr. Raúl Torres Martínez, quien, además de tenerme paciencia en los ocho cursos de latín que se imparten en la carrera, amablemente y gustoso aceptó ser mi asesor en esta “odisea noniana”. Agradezco infinitamente a mis compañeros de lucha en esta guerra filológica, Jennifer Guzmán, América Gallegos, Alan Fuentes, Arturo Martínez, Ana Puga, Carolina García, Abraham Tena, Oscar León, Sandra Montoya, Carmen Juárez y Raúl Martínez Limón, quienes, a semejanza de las falanges espartanas, me acompañaron muy de cerca en estos años y con su conocimiento me escudaron para no fenecer en el camino. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría agradeciendo a Donnovan Hernández, Oziel Mancilla, Hazael su hermano, Samuel Goméz, Emilio Morán, Marigen, Dana, Rui y Nuno Moreno, Paola y Hugo Quintero, Lorena López, Jakelin López, Benjamín Zamora y su esposa Lisa, Isabel Romero, Nahúm Hernández, así como de Daniela Sánchez, Geraldine Ortiz, Jair Merino, Cristina Berumen, Ángeles Ovalle y Alejandra Limón Villanueva, amigos que me han apoyado tanto, a quienes amo y también dedico esta tesis. ÍNDICE I. PRÓLOGO………………………………………………………………………..... i II. CUESTIÓN NONIANA………………………………………………………….. vii III. CONTEXTO HISTÓRICO……………………………………………………..... xiv El cristianismo como religión oficial del Imperio romano……………….. xiv Posturas teológicas……………………………………………………….. xix Concilios ecuménicos………………………………………………….… xxv IV. ΜΕΤΑΒΟΛΗ: OTRA FORMA DE CONTAR EL EVANGELIO………….… xxxii Antecedentes del género……………………………………………...… xxxii Influencias literarias………………………………………………….… xxxv Sobre la Paráfrasis (métrica, estilo y contenido)………………………..… xl V. TRADICIÓN MANUSCRITA………………………………………………..… xlvi VI. TEXTO Y TRADUCCIÓN………………………………………………………… 1 VII. COMENTARIO………………………………………………………………...… 24 VIII. BILBIOGRAFÍA………………………………………………………………..… 85 i PRÓLOGO En mis últimos años de estudio (y de mi vida en general) me he dado cuenta de que no existe nada nuevo ni original. Todas las tendencias e innovaciones en el arte, las ciencias, la tecnología y prácticamente cualquier campo son simplemente recreaciones de algo que alguien más ya había realizado; la única diferencia, y es el mérito real de tales innovaciones, consiste en tener la capacidad creativa de tomar lo que ya está hecho y poder adaptarlo a tu contexto para obtener algo diferente. Esta es la idea que Bernardo de Chartres encerraba en su frase “nos esse quasi nannos, gigantium humeris incidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea”.1 El presente trabajo es un ejemplo evidente de esta premisa, pues la obra que aquí traduzco y comento pertenece al más grande innovador de la poesía griega tardo antigua: Nono de Panópolis, poeta egipcio del s. V d. C. que dedicó más de 3600 versos a una paráfrasis del Evangelio de Juan para demostrar su habilidad de recreación e innovación poética. Mi historia con este autor, y particularmente con este texto, es bastante heterodoxa. Recuerdo que en clase de Literatura Griega, tras una lectura de su obra magna, las Dionisíacas, este autor captó grandemente mi atención por su estilo tan exuberante y pomposo. Sin embargo, no tenía conocimiento de la existencia de la Paráfrasis, y no fue sino hasta la preparación de un examen sobre el autor que descubrí, como si se tratase de un tesoro, la Paráfrasis del Evangelio según Juan. Debido a mis creencias, el Evangelio de Juan ha sido particularmente importante para mí, y haber encontrado este texto fue prácticamente perfecto para los propósitos de mi carrera. Este descubrimiento ocurrió en el momento preciso, ya que para esas fechas intentaba elegir un tema para Seminario de Tesis, sin éxito alguno, y al encontrarme con este poema no tuve dudas de que sobre él versaría el proyecto con el cual concluiría mi licenciatura. Poco a poco descubrí un hecho lamentable, y es que en México no existen estudios sobre Nono de Panópolis, ni siquiera sobre las Dionisíacas. Esto me desconcertó al principio, 1 Juan de Salisbury, Met. III. 4. ii pero me hizo enfocar mi proyecto de manera mucho más certera, pues me propuse dar a conocer el texto a nuestros colegas filólogos de la manera más amable posible: con una traducción al español de uno de los cantos de la Paráfrasis. Mi sorpresa fue aún mayor cuando descubrí que no existían traducciones al español de esta obra en particular, y mi entusiasmo creció potencialmente, al igual que mi temor por la escasez de bibliografía en español. Como era de esperarse, la bibliografía en español era nula, y esta fue una delas principales dificultades con las que me topé a lo largo de mi trabajo, pues toda la bibliografía que consulté estaba en inglés, francés, italiano, alemán y latín. Los trabajos en inglés y en latín no eran difíciles de entender, pero la mayoría eran casi imposibles de conseguir. Afortunadamente, los avances tecnológicos, el internet, y la ayuda de algunos colegas europeos, como Hernández de la Fuente y Filip Doroszewski, a quienes pude contactar a través de las plataformas digitales para universitarios, me permitieron conseguir lo fundamental para realizar un trabajo decente. A continuación, explicaré las generalidades de mi trabajo, cómo lo llevé a cabo y las dificultades con las que me encontré. Sobre la introducción En esta sección compilé la información fundamental para entender el texto de la Paráfrasis en su totalidad. Dividí el estudio en 4 partes: “La cuestión noniana”, que explica las teorías sobre la autoría y datación de la Paráfrasis y las Dionisíacas de manera muy general; “Contexto histórico”, donde explico el desarrollo del cristianismo en el Imperio romano, las posturas teológicas que se gestaron en esa época y cuáles de ellas se erigieron como ortodoxas y cuáles fueron criticadas como heréticas, pues todas ellas están presentes dentro del poema; “Μεταβολή”, donde trato temas más específicos de la obra, como los antecedentes del género, las influencias literarias del poeta, tanto cristianas como clásicas (Homero, Cirilo de Alejandría, Calímaco, etc.), y cuestiones generales propias del texto, como la métrica, el estilo del autor y el contenido de la obra; por último, abordo datos generales sobre la tradición manuscrita. iii Sobre la edición empleada En un primer momento elegí la edición de A. Scheindler (Teubner, 1881) por diversas razones: en primer lugar, por ser la última edición completa de la Paráfrasis (las ediciones modernas se han publicado por capítulos); en segundo lugar, por su autoridad (la mayoría de los estudiosos basan sus investigaciones en esta edición); en tercero, porque la edición más reciente del Canto I (De Stefani, 2002) estaba fuera de mi alcance, ya que no existen ejemplares en México. A los pocos días de comenzar a trabajar con esta edición, casi milagrosamente, me enteré de que el propio Claudio De Stefani había publicado una versión descargable de su edición. Esta nueva edición tenía ventajas sobre la otra, en tanto que era mucho más reciente y que incluía una traducción comentada (en italiano), de modo que fue la que finalmente utilicé para mi trabajo. Sobre la traducción Me limité a traducir el primer canto, ya que el poema completo era (a mi juicio) muy extenso para una traducción de licenciatura en Letras Clásicas (alrededor de 3460 versos). Además, pude constatar que el primer capítulo funciona perfectamente como texto introductorio para quien desee más adelante sumergirse en el estudio del poeta de Panópolis. Mis principales interrogantes al acercarme ya directamente al texto, que a su vez me sirvieron como pautas para delimitar mi estudio, fueron las siguientes: ¿es la Paráfrasis un “panfleto” político-religioso para exponer una postura teológica, o un simple ejercicio de creación poética? ¿Qué semejanzas y diferencias existen entre el poeta de Panópolis y Homero? ¿Cómo puedo traducir un poema tan complejo y rico en vocabulario (que es prácticamente inexistente en nuestra lengua)? Para la traducción decidí hacer un texto “escolar”, es decir, una versión en prosa en la que pudiera dar a conocer el texto y manifestar la ideología plasmada en él, en primer lugar, porque como estudiantes de Letras Clásicas no tenemos una formación para ser traductores profesionales, en segundo lugar, porque en mi opinión una traducción versificada (es decir, una versión métrica) solamente puede hacerla un poeta, y es esa una actividad para la que no me considero apto. Esto no significa que haya hecho una versión palabra por palabra; iv traduje la mayoría de las frases en un español entendible, pero que no rompiera con la idea plasmada en el original, sobre todo en los adjetivos y las palabras de cuño innovador, para lo cual tuve que valerme de muchas perífrasis, sinonimia y abundante vocabulario bíblico. La metodología que seguí fue la siguiente: tomé el texto “crudo” y lo leí varias veces en lengua original, anotando el vocabulario que no conocía y las formas que me parecían extrañas. Después comparé el texto con el Evangelio de Juan y separé los pasajes paralelos para tener una idea más clara de las partes difíciles. Posteriormente revisé en algunos léxicos las palabras desconocidas que había anotado y comparé las diferentes entradas para ver cuáles eran más adecuadas para el contexto del pasaje en cuestión. Una vez que obtuve el material suficiente, me dediqué a traducir frase por frase según el contexto bíblico, analizando palabra por palabra los compuestos, las raíces, etc.; comparé las palabras con pasajes de las Dionisíacas (y de Homero) donde también aparecían y las confronté con las referencias bíblicas. Una vez terminada mi primera versión, la comparé con otras traducciones, principalmente con la versión de Claudio De Stefani2 y la de Prost.3 Tras corregir esta versión, procedí a revisar el contexto político-religioso de la obra, especialmente las controversias teológicas que comenzaban a gestarse y que repercutían directa o indirectamente en el poema. La información obtenida me llevó a realizar una tercera versión, más completa y mucho más acertada, de manera que pude comenzar con el comentario. La presentación de la traducción es de manera confrontada, es decir, en una página presento el texto griego del poeta junto con un pequeño apartado que incluye el Evangelio de Juan (también en griego) para que el lector pueda comparar los pasajes paralelos,4 mientras que en la página opuesta presento mi traducción en español, en la que incluyo notas que justifican o aclaran detalles de carácter traductológico. 2 De Stefani, Nonno di Panopoli…, 2002. 3 Prost, Paraphrase of the Gospel…, 2003. 4 Como ayuda visual para el lector, marco en negritas las palabras que comparten el texto noniano y el Evangelio, las cuales, creo yo, el poeta utilizó como indicador del versículo al que su verso era equivalente. v Sobre el comentario Decidí acotar el comentario en dos puntos principales: la idea teológica que encerraba la palabra o el pasaje a comentar y las referencias clásicas y bíblicas a las que apuntaba el pasaje. De manera secundaria hablo de las figuras retóricas presentes en los versos y de los recursos poéticos de los que se valía el Panopolitano para construirlos. En menor medida expongo los vocablos de cuño innovador y los hápax del poeta. Debido a que mi trabajo no se enfoca en la métrica, no hablo de los fenómenos métricos presentes en los versos. No obstante incluyo en notas algunas referencias de autores que hablan al respecto. Por tanto, se puede decir que mi comentario es de tipo léxico y, en cierta medida, teológico. Para realizar el comentario me basé, principalmente, en la tradición bíblica, para lo cual busqué y comparé en el Nuevo Testamento (de manera electrónica) los pasajes que consideraba importantes o equivalentes. Posteriormente revisé los comentarios que otros estudiosos habían hecho sobre cada pasaje. Este proceso fue complicado, sobre todo por la escasa bibliografía que hay sobre el canto en cuestión. Realicé una segunda búsqueda de las palabras y los versos de los que los estudios no decían nada relevante pero que a mí me parecían importantes. Para ello, utilicé una herramienta electrónica llamada Diógenes, la cual posee la base de datos del TLG. Esta labor me llevó mucho tiempo, pero realmente ayudó a completar mi comentario, ya que esta herramienta ofrecelos pasajes concretos en los que aparecen las palabras, de manera que se puede hacer un conteo preciso y una búsqueda mucho más especializada. Una vez hecha la búsqueda, procedí a comentar y comparar con lo que Claudio De Stefani había dicho en su versión. Cabe señalar que la mayoría de las referencias que incluyo en mi comentario pertenecen a este autor, pues, como dije anteriormente, existen muy pocos estudios sobre este canto, y los que existen no estuvieron a mi disposición al momento de hacer mi texto. Por tanto, no extrañe al lector la “omnipresencia” de referencias a De Stefani. Mi aportación con respecto al mismo autor consiste en la explicación dogmática o teológica del poema, ya que De Stefani se limita casi exclusivamente a mencionar las referencias de las palabras y versos que Nono pudo haber retomado de otros autores para la composición de la Paráfrasis; su enfoque carece de explicaciones sobre los pasajes en el sentido dogmático. vi La metodología fue más o menos la misma en todo el comentario, y mientras comentaba o descubría información nueva también cambiaba mi traducción, pues consideré que algunos pasajes no expresaban adecuadamente lo que el poeta quería exponer realmente en el original, hasta que, finalmente, llegué a completar una versión final y definitiva de mi traducción y comentario. vii CUESTIÓN NONIANA La comúnmente llamada “cuestión homérica” debate la autoría, elaboración y datación de los poemas épicos más importantes de la filología clásica, la Ilíada y la Odisea, que, como el nombre de la “cuestión” lo dice, son atribuidos a un autor común llamado Homero. Las obras, compuestas en hexámetros dactílicos, suman un total de 48 cantos (24 cada uno), lo cual da como resultado una magnitud casi imposible de imitar. Sin embargo, para el s. V d. C. un autor se aventuró a realizar una obra casi equivalente a esta, componiendo un poema de 48 cantos, y uno más de 21 (escrito también en hexámetros). Nono de Panópolis, poeta egipcio, es un ejemplo claro de que la grandeza se puede alcanzar a partir de lo que ya ha sido creado y echando mano del contexto en el que se vive para recrearlo como algo innovador. Curiosamente, el Panopolitano no sólo es comparable con Homero por sus poemas, sino también por la incógnita que representan su vida, la datación y la autoría de sus obras, por lo cual los estudiosos se han aventurado a llamar a estas dificultades “cuestión noniana”.5 Sobre el poeta de Panópolis, la enciclopedia bizantina Suda dice:6 ἰστέον δὲ ὡς ἔστι καὶ Νόννος κύριον, Πανοπολίτης, ἐξ Αἰγύπτου, λογιώτατος· ὁ καὶ τὸν παρθένον Θεολόγον παραφράσας δι' ἐπῶν.7 Parece irónico que un autor de dos poemas tan colosales como las Dionisíacas (22,000 versos) y la Paráfrasis del Evangelio según San Juan (3700 versos) aparezca mencionado en tan sólo unas cuantas líneas. No tenemos mucho más que ésta y otras cuantas referencias para conocer la vida de Nono de Panópolis, lo cual es conflictivo 5 Cf. Livrea, “Il poeta ed il vescovo…” en Prometheus 13, 1987, pp. 97-123. Para mayor información sobre la cuestión homérica, consultar el trabajo de Fowler: “The Homeric question” en The Cambridge Companion to Homer, 2004, pp. 220-232. 6 Cabe aclarar que la entrada de la enciclopedia que menciona al Panopolitano no habla de él en primer lugar, sino que habla de los días del mes llamados por los antiguos como “Νόνναι”. La mención del Panopolitano en esta entrada existe sólo en una glosa marginal de la cual hablo más adelante en el trabajo. 7 Suda On Line, s. v. Νόνναι. Consultado el 8 de febrero de 2019 http://www.stoa.org/sol-entries/nu/489 “Debe saberse, sin embargo, que también existe el hombre Nono, [de la ciudad] de Panópolis en Egipto, [hombre] sumamente erudito, quien también parafraseó al Teólogo casto en verso épico”. Todas las traducciones tanto de los textos bíblicos como de los clásicos son de mi autoría, a menos que indique lo contrario. http://www.stoa.org/sol-entries/nu/489 viii para los estudiosos. Algunos, como Mark A. Prost,8 deciden aventurarse en el mar de las hipótesis y conjeturas que se obtienen a partir de la propia obra de Nono, y crean teorías verosímiles, pero incomprobables;9 otros, en cambio, como Domenico Accorinti,10 optan por profundizar filológicamente en el escaso material bibliográfico que tenemos y, exitósamente, obtienen hipótesis mucho más sólidas. A partir de ello, he decidido inclinarme hacia las posturas de Accorinti y exponer aquí algunas de sus aportaciones. La primera cita aquí expuesta no sólo es breve, sino que, además, pertenece a una glosa marginal en un manuscrito de la enciclopedia bizantina Suda, el Marcianus Gr. 448. Es intrigante que la edición de la enciclopedia que carece de la glosa, no mencione al Panopolitano. El manuscrito, según algunos autores, se sitúa en el s. XII y, al igual que los manuscritos Marcianus Gr. 460, Parisinus Gr. 2702 y el Laurentianus plut. 59.2 y 3, ha sido irrefutablemente establecido que es un texto autógrafo de Eustacio de Tesalónica (ca. 1115-1195).11 Los estudios sugieren que las glosas y escolios añadidos al manuscrito son de la misma mano del escritor, lo cual indica que fue el propio Eustacio quien escribió el fragmento referente a Nono. Bajo estas y otras condiciones podemos tratar de descifrar una incógnita importante: ¿por qué la enciclopedia bizantina no menciona la obra magna del poeta, las Dionisíacas? Ya Arthur Ludwich dio señas de esto en el prefacio de su edición del mismo poema: “Ne is quidem, qui Eudociae Augustae nomine abusus Violarium conflavit, maioris operis a Nonno conscripti notitiam videtur habuisse; nam nihil de poeta prodidit memoriae nisi haec: Νόννος Πανοπολίτης ἐξ Αἰγύπτου, λογιώτατος, ὁ καὶ τὸν παρθένον Ἰωάννην παραφράσας δι' ἐπῶν”. 12 8 Prost, “The life and times of Nonnos of Panopolis” en Paraphrase…, 2003, pp. 1-53. 9 Cf. Accorinti “The poet from Panopolis” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, p. 17, n. 15. 10 Accorinti, op. cit. pp. 11-53. 11 Ibid. p. 21. 12 Ludwich, Nonni Panopolitani Dionysiaca, 1909-1911, I, vii. La variante textual Ἰωάννην en lugar del Θεολόγον del manuscrito, dice Accorinti (ibid. p. 20), es obra de Konstantino Palaiokappa, quien “forjó” el Violarium de Pseudo-Eudocia en el que aparece citado este fragmento de la Suda, y fue éste quien simplemente decidió sustituir Θεολόγον por Ἰωάννην. ix Sin embargo, Eustacio cita un breve pasaje de las Dionisíacas en sus comentarios a Homero y a Dionisio Periegeta,13 sin mencionar su autoría: Ταρσὸν ὁμοῦ καὶ Κύδνον ἑνὶ ξύνωσεν ἀγοστῷ.14 Así, es Eustacio quien cita las Dionisíacas (pasando por alto la Paráfrasis), pero las omite en su glosa biográfica de Nono (aunque sí menciona en ese caso la Paráfrasis). Ahora bien, la solución a la interrogante se encuentra en la propia glosa: si leemos cuidadosamente, podemos ver: ὁ καὶ τὸν παρθένον Ἰωάννην παραφράσας δι' ἐπῶν, donde καὶ funciona como una “marca aditiva”, es decir, “quien también parafraseó a San Juan en verso épico”, lo cual constituye una alusión a la cita antes mencionada como parte del trabajo de Nono.15 Así, pues, Domenico Accorinti concluye su hipótesis en estos términos: Eustacio atribuye a Nono la autoría de ambos poemas y, si bien en la Suda se omite uno de ellos, la obra del tesalonicense complementa la información faltante. Por otra parte, contamos con información mucho más sólida respecto a la patria del poeta. Accorinti expone tres indicios especialmente contundentes que revelan que Nono era egipcio, muy probablemente de Panópolis (hoy Akhmim, en la parte alta de Egipto), y que escribió las Dionisíacas en Alejandría.16 El primer indicio es que el poeta habla de Proteo de Faros, y está en Dion. I.11-15: ἄξατέμοι νάρθηκα, τινάξατε κύμβαλα, Μοῦσαι, καὶ παλάμῃ δότε θύρσον ἀειδομένου Διονύσου. ἀλλὰ χοροῦ ψαύοντι Φάρῳ παρὰ γείτονι νήσῳ στήσατέ μοι Πρωτῆα πολύτροπον, ὄφρα φανείη ποικίλον εἶδος ἔχων, ὅτι ποικίλον ὕμνον ἀράσσω.17 El segundo indicio es una referencia muy afectiva al Nilo en Dion. XXVI.236-40: 13 Eust. Ad Hom. Od. 8.166 (1590.55); Ad Dion. Per. 1 (GGM II, 213, .23-25). 14 Nonn. Dion. I.260. 15 Accorinti, op. cit. p. 22. 16 Ibid. p. 23. 17 “Traiganme la férula, hagan resonar los címbalos, Musas, / y denle a mis manos el tirso para el canto dionisiaco. / Pero cuando abrace al coro en la vecina isla de Faros, / traigan a mi presencia al multiforme Proteo, hasta que se revele / con su compleja imagen, pues complejo es el canto que asalto”. x κεῖθι μελαμψήφιδα διαξύων ῥόον ὁπλῇ νήχεται ὑδατόεις ποταμήιος ἵππος ἀλήτης, οἷος ἐμοῦ Νείλοιο θερειγενὲς οἶδμα χαράσσων ναιετάει, βυθίοιο δι' ὕδατος ὑγρὸς ὁδίτης μηκεδαναῖς γενύεσσιν·18 Finalmente, tenemos un epigrama, posiblemente autógrafo de Nono:19 Νόννος ἐγώ· Πανὸς μὲν ἐμὴ πόλις, ἐν Φαρίῃ δὲ ἔγχεϊ φωνήεντι γονὰς ἤμησα Γιγάντων.20 Estos pasajes son (casi) suficientes para establecer que Panópolis fue la ciudad natal del poeta. Sin embargo, vemos que vivió la mayor parte de su vida en Alejandría.21 Entre otros datos, sabemos que perteneció quizá a una familia cristiana de Asia Menor y que fue un viajero que conoció en persona gran parte de Egipto, por lo que es llamado uno de los “wandering poets” egipcios.22 Además, la viveza con la que Nono describe a Béroe como colonia romana fundada por Augusto y su alabanza a la misma como recipiente de la ley romana sugieren que el poeta estuvo inmerso en la escuela de leyes durante el s. V: σκῆπτρον ὅλης Αὔγουστος ὅτε χθονὸς ἡνιοχεύσει, Ῥώμῃ μὲν ζαθέῃ δωρήσεται Αὐσόνιος Ζεὺς κοιρανίην, Βερόῃ δὲ χαρίζεται ἡνία θεσμῶν, ὁππότε θωρηχθεῖσα φερεσσακέων ἐπὶ νηῶν φύλοπιν ὑγρομόθοιο κατευνήσει Κλεοπάτρης· πρὶν γὰρ ἀτασθαλίη πτολιπόρθιος οὔ ποτε λήξει εἰρήνην κλονέουσα σαόπτολιν, ἄχρι δικάζει Βηρυτὸς βιότοιο γαληναίοιο τιθήνη γαῖαν ὁμοῦ καὶ πόντον, ἀκαμπέι τείχεϊ θεσμῶν 18 “Allí también, rasgando la corriente con su pezuña, / nada el hipopótamo, vagando las aguas, / como el habitante de mi querido Nilo, afilando las calurosas olas; / viajero acuático que marcha a través de las profundidades del agua / con sus anchas mandíbulas”. 19 AP. 9.198. 20 “Nono soy yo, y mía es la Polis de Pan, pero en Faros / segué con la hoz de mi boca la estirpe de los Gigantes”. 21 Cf. también Dion. I. 13. 22 Accorinti, op. cit. p. 25. xi ἄστεα πυργώσασα, μία πτόλις ἄστεα κόσμου.23 En cuanto a la datación tanto de su vida como de sus obras hay infinidad de controversias hasta la fecha y ha sido un tema muy debatido entre los estudiosos24. Las especulaciones de Accorinti se basan en un terminus post quem para la datación de las Dionisíacas (y, por tanto, la época de mayor esplendor de Nono como poeta); se trata de la obra del también egipcio Claudio Claudiano25, quien escribió la Gygantomachia (ca. 394) y De raptu Proserpinae (ca. 396-402), de las cuales el Panopolitano muy probablemente tenía conocimiento. En suma, tenemos dos pasajes en las Dionisíacas (XVI.321 y XX.372) que parecen imitar el inicio de un epigrama escrito por Ciro de Panópolis, datado cerca del 441- 42 (AP 9.136): Αἴθε πατήρ μ’ ἐδίδαξε. Posteriormente, Agatias (ca. 532-580) menciona a Nono entre los νέοι ποιηταί en sus Historiae 4.23.5-6: ταῦτα γὰρ οἵ τε πρότερον ποιηταὶ ᾄδουσι καὶ οἱ νέοι παραλαβόντες συνᾴδουσιν. ὧν δὴ καὶ Νόννος, ὁ ἐκ τῆς Πανὸς τῆς Αἰγυπτίας γεγενημένος, ἔν τινι τῶν οἰκείων ποιημάτων, ἅπερ αὐτῷ Διονυσιακὰ ἐπωνόμασται, οὐκ οἶδα ἐφ' ὅτῳ ὀλίγα ἄττα τοῦ Ἀπόλλωνος πέρι ἀφηγησάμενος (οὐ γὰρ δὴ τῶν προηγουμένων ἐπῶν ἐπιμέμνημαι) εἶτα ἐπάγει· Ἐξότε Μαρσύαο θεημάχον αὐλὸν ἐλέγξας Δέρμα παρῃώρησε φυτῷ κολπούμενον αὔραις.26 23 Dion. XLI. 389-98. “Cuando Augusto maneje el cetro del mundo entero, / el Zeus italiano otorgará el señorío a la divina Roma, / pero Béroe tiene la gracia de sostener las riendas de las leyes, / cuando armada con sus flotas blindadas se ponga fin / al estruendo de la batalla naval de Cleopatra. / Porque antes, la violencia arrasadora no dejará de agitar / la paz salvadora de la ciudad, hasta que Beirut, / la protectora de la vida pacífica, traiga justicia / en mar y tierra al fortificar las aldeas con el muro/ inconmovible del derecho, una ciudad por todas las aldeas del mundo”. 24 Accorinti, op. cit. p. 28, n. 56. 25 Por si fuera poco, sabemos poco de la vida de Claudiano. La aseveración de que el poeta es egipcio procede de una interpretación de dos pequeños epigramas autógrafos suyos: “Graiorum populis et nostro cognite Nilo” (Carm. min. 19.3); “conditor hic patriae; sic hostibus ille pepercit” (Carm. min. 22.20); “audiat et commune solum longeque carinis / nota Pharos, flentemque attollens gurgite vultum / nostra gemat Nilus numerosis funera ripis” (Carm. min. 22.56-58). Cf. Accorinti, op. cit. p. 28. 26 Nonn. Dion. I.42-43. xii ὡς μὲν οὖν ἐξ ἐκείνου τὸ μίασμα τοῦτο οὔπω τῷ ἀνθρωπείῳ γένει διέγνωστο, σαφῆ τὰ τεκμήρια καὶ ἀποχρῶντα παρὰ τοῖς ὀρθῶς ἀναθεωρεῖν καὶ τεκμαίρεσθαι τὰ παλαίτατα πεφυκόσιν, ἀλλὰ μὴ ποιητικῇ θεολογίᾳ παρακρουομένοις.27 Esta cita es, sin duda, la referencia más antigua que presenta a Nono como autor de las Dionisíacas y establece un terminus ante quem muy importante para el epos noniano. Finalmente, dos poemas que parecen estar influenciados por Nono, tanto en estilo como en métrica, arrojan indicios mucho más certeros para la datación, a saber, el Encomio al patricio Teágenes, atribuido a Pamprepio y el Encomio a Heraclio de Edesa, que se sitúan ca. 473 y 471 respectivamente. La suma de datos da como resultado que la composición de las Dionisíacas se sitúe no más allá del 470 y, por tanto, se considere que el poeta vivió entre el 400 y el 470 aproximadamente. Discutir la datación precisa de la Paráfrasis es un poco más complicado, así que sólo expondré brevemente lo que Domenico Accorinti dice al respecto28. Tenemos un posible terminus post quem establecido por el Comentario a Juan de Cirilo de Alejandría, obra escrita entre 425 y 42829 y de la cual Nono muy probablemente echó mano para su poema. Algunos autores han propuesto que el término θεοτόκος, otorgado a la Virgen María en el Concilio de Éfeso (431), es muestra de otro terminus post quem para la composición del poema, ya que Nono lo utiliza en tres ocasiones.30 Sin embargo, Accorinti argumenta que éste no es un criterio convincente, ya que el mismo término había sido usado por la Iglesia ya en los ss. II y IV.31 El terminus ante quem es mucho más complejo, y Accorinti se limita a la propuesta de Francis Vian, quien afirma en un ensayo acerca del término μάρτυς, 27 “Esta historia la trataron los poetas de antaño y los nuevos la han retomado para cantarla a su vez; entre ellos Nono, nacido en Pano de Egipto, en una de sus obras poéticas a la que le dio el nombre de Dionisíacas, tras hacer mención de Apolo unos pocos versos antes, no sé a propósito de qué, pues no recuerdo las palabras anteriores, sigue así: … desde el día que castigó de Marsisas la flauta que contendía con los dioses / y suspendió de un árbol su piel, inflada por el viento. Desde entonces esa infamia se había mantenido ignorada por el género humano y de ello son evidentes y manifiestas las pruebas para quienes son capaces de examinar y analizar los testimonios antiguos y no se dejan engañar por los relatos de los poetas sobre los dioses”. Traducción de Villaro Begoña Ortega (Agatías, Historias, 2008). 28 Accorinti, op. cit. p. 30.29 Cf. Accorinti, ibid. n. 69. 30 Par. 2.9, 66 y 19.135, donde aparece como θεητόκος metri causa. 31 Accorinti, op. cit. p. 31. xiii que aparece en la Paráfrasis, que, efectivamente, esta obra fue anterior a las Dionisíacas, es decir, que fue compuesto entre 430 y 450. Otras quaestiones, tales como la identificación del Panopolitano con otros Nonos de la Antigüedad (el obispo de Edesa de 470 a 471 o Pseudo-Nono, comentador de Gregorio Nacianceno en el s. VI) o la discusión sobre la conversión al cristianismo del poeta,32 son temas que han sido altamente estudiados por grandes filólogos y sería imprudente entrar en la discusión (como coloquialmente decimos) “de los adultos”. Por lo tanto, no los abordaré. Además, como dice Accorinti, “every cautious reader knows that the last word on the poet from Panopolis will never be said, unless one happens to meet him in Paradise and pester him with quaestions about his poems”.33 A manera de conclusión, lo único que podemos “afirmar” es que Nono fue un poeta, efectivamente de la ciudad egipcia de Panópolis, que desarrolló su labor en Alejandría entre los años 400 y 470, y que su obra poética está conformada por dos textos épicos, uno referente al dios Dioniso y compuesto por más de 22,000 versos hexamétricos y otro que reelabora el Evangelio según San Juan en una paráfrasis de más de 3600 versos, también hexamétricos. 32 Es lo más sensato aceptar que el poeta pertenecía al cristianismo simplemente si consideramos la creación de una paráfrasis de más de 3000 versos a uno de los Evangelios. Pero bajo una visión filológica, sus creencias deben tomarse muy en cuenta cuando nos acercamos a sus obras (en especial al texto “pagano”), pues estos nos muestran la génesis ideológica de sus poemas. Respecto al mismo tema, cf. Dijkstra, “The Religious Background of Nonnus” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, pp. 75-88. 33 Para quienes deseen adentrarse en este mar de especulaciones, cf. Accorinti, op. cit. p. 32-46, y Robert Shorrock, The myth of paganism, 2011. xiv CONTEXTO HISTÓRICO 1. El cristianismo como religión oficial del Imperio romano34 Para llegar a entender los textos de nuestro autor, y en particular la Paráfrasis del Evangelio según San Juan, de manera más clara y efectiva es necesario conocer la plataforma histórico-social en la que éste se desarrolló como poeta, así como los problemas y discusiones político-religiosos que ocurrieron a lo largo de este período. Para ello, debemos remontarnos al s. II de nuestra era, cuando comenzaron a desarrollarse estos conflictos, hasta llegar al s. IV, cuando el cristianismo ya era la religión imperante del gobierno romano. En torno al s. II comenzaron a desarrollarse dos conceptos dentro de la Iglesia cristiana: “ortodoxia” y “herejía”. Para los primeros cristianos, la herejía (αἵρεσις) significaba una tendencia o inclinación de algún grupo cristiano a cierta interpretación, pero sus discusiones se resolvían dentro de las propias iglesias locales y no significaban un problema. Sin embargo, para mediados de este siglo, algunos autores eclesiásticos, como Justino, Ireneo y Clemente de Alejandría, comenzaron a usar este término para condenar a aquellos que tenían una discrepancia doctrinal y que por ello perturbaban la paz y adulteraban la enseñanza y doctrina apostólicas.35 Por otro lado, las Iglesias acusadas de herejes se indignaron y comenzaron a autoproclamarse ortodoxas y auténticas Iglesias católicas. Así, las discusiones heréticas surgieron por la tendencia de unificación de las Iglesias que se sentían depositarias de la auténtica doctrina de los apóstoles. Las principales discusiones giraban en torno a la figura de Jesús, las cuales analizaremos más adelante a detalle.36 Para el s. III surgió otro tipo de discusiones, tales como la penitencia que debía aplicarse a los adúlteros, la validez del bautismo administrado por herejes, la apostasía de algunos cristianos y su reinclusión en la iglesia, etc. Todo ello dio lugar a diversos concilios, a los 34 El establecimiento del cristianismo como religión oficial no llegó sino hasta el 380 con el Edicto de Tesalónica de Teodosio I, así que esta afirmación diríamos que sólo es válida a partir de esta fecha. 35 Fernández Ubiña, Historia del cristianismo, 2005, pp. 240-41. 36 Infra: Posturas teológicas. xv cuales asistían obispos y clérigos de todas partes para presentar los problemas de sus Iglesias locales. Así, se fortalecía poco a poco la idea de cohesión doctrinal y disciplinaria, y la conciencia de pertenecer a una Iglesia universal.37 En el s. IV la rivalidad entre Constantino y Licino por el trono supuso también una rivalidad doctrinal dentro de la Iglesia, que en realidad disfrazaba la lucha por la nueva forma de poder episcopal. Mientras Constantino procuró la idea del perdón y la reintegración de los apóstatas que habían claudicado a causa de la persecución orquestada por Diocleciano (303-305), lo cual suponía el origen de la relación Estado-Iglesia, hubo otras figuras más rigoristas y cismáticas que condenaban esta idea. Tal es el caso de Donato, quien llegó a ser obispo de Cartago entre 311 y 312. Su elección como prelado frente a su rival Ceciliano, representante de la población y cultura latinas en Cartago, provocó una disputa que se extendió por todo el norte de África y una división de facciones dentro de la comunidad cristiana. Estos fenómenos provocaron un cisma en el cual tuvo que intervenir Constantino y que nos revela las intenciones políticas del monarca, a saber, unificar las opiniones religiosas de sus súbditos a partir de la restauración armónica entre los clérigos y sanar las heridas causadas por los años de guerra, para así mantener un clima de paz religiosa, lo cual se traduciría en estabilidad política38. En este contexto, para el año 313 Constantino estableció un edicto, conocido como El edicto de Milán, en el cual se otorgaba libertad de creencias religiosas en el Imperio, con miras claras a la estabilidad política y al cese de la persecución contra los cristianos. El conflicto donatista continuó por muchos años, pero se limitó a la zona de África y se vio minimizado por un conflicto mucho más importante, un debate teológico que implicaba, a su vez, un debate político en las dos partes del Imperio: el arrianismo, doctrina planteada por Arrio, que consistía en dividir la persona de Cristo de la del Dios Padre, de lo cual hablaremos más adelante a detalle. Este debate se desarrolló en Oriente, principalmente en los territorios de Egipto, Siria y Asia Menor. Durante el conflicto la religión y la política comenzaron a unificarse, lo cual produjo una ruptura que derivó en la conformación de un Imperio de Oriente y uno de Occidente. Como respuesta a esta catástrofe, el emperador 37 Fernández Ubiña, op. cit. p. 257-261. 38Ibid, . p. 350. xvi decidió convocar a un concilio en la ciudad de Nicea, con el fin de determinar una sola doctrina que unificara todas las facciones eclesiásticas. El concilio se llevó a cabo en el 325 y a él asistieron cerca de 250 obispos, principalmente orientales. Ahí se determinó que la doctrina arriana era una herejía y se fijó una “fórmula doctrinal” conocida como el credo Niceno, que describe puntualmente las creencias aceptadas y rechazadas del cristianismo ortodoxo. Arrio fue exiliado de Alejandría, pero continuó militando por su doctrina y ésta se siguió desarrollándo, así que los objetivos del concilio no alcanzaron su cometido. Tras la muerte de Arrio y, poco después, la de Constantino, los conflictos continuaron. No obstante, hubo un “paréntesis” para las discusiones doctrinales con la llegada de Juliano al poder. Como sabemos,Juliano (conocido como el Apóstata) permitió nuevamente la práctica libre de cultos y religiones “paganas” y pretendía la erradicación del cristianismo. En 362 proclamó un edicto que prohibía a los cristianos la enseñanza de la literatura clásica, lo cual suponía un golpe muy duro para los estudiosos cristianos de la época. Sin embargo, esto desató una respuesta contraria en la que autores como Basilio de Cesarea y Apolinar de Laodicea optaron por aplicar la retórica y gramática clásicas a los temas cristianos. Fue éste último el pionero que reelaboró gran parte de las Escrituras en distintos metros y formas clásicas, aunque, lamentablemente, no conservamos nada de su obra.39 Probablemente esta explosión literaria como respuesta a los designios de Juliano fue un precedente importante para el género parafrástico del que nuestro autor de Panópolis abrevaría años después. Una vez cerrado el paréntesis “pagano” con la muerte de Juliano en 363, las disputas doctrinales continuaron, y fue Teodosio I quien, tras subir al trono como emperador en 378, procuró defender fuertemente la tesis de Nicea, para lo cual convocó a otro concilio en Constantinopla en el 381. Este concilio coincidió con la promulgación de una ley que identificaba al cristianismo ortodoxo con el nicenismo y condenaba las demás doctrinas como heréticas. El concilio tenía como objetivo concreto declarar la unidad teológica y la reorganización eclesiástica de Oriente. Acudieron figuras importantes como Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa y Melecio, todos nicenistas. Ahí se redefinió el símbolo 39 Cf. Whitby, M., “Nonnus and Biblical Epic” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, p. 218. xvii niceno y surgió el llamado símbolo niceno-constantinopolitano,40 que condenaba directamente la tesis arriana. Se estableció que ningún obispo podía interferir en los asuntos de otras diócesis y se declaró la primacía de la sede de Constantinopla en Oriente por encima de las sedes apostólicas de Alejandría y Antioquía, no con un fundamento apostólico, sino con uno político, con lo cual esa ciudad se erigió como la nueva Roma en Oriente. La tesis arriana quedó soslayada por algún tiempo, pero no fue eliminada del todo. Siguiendo la línea de Antonio Piñero,41 es preciso hablar en este punto de dos escuelas de pensamiento de la época: la escuela alejandrina y la escuela antioquena, ambas partidarias de entender la naturaleza doble de Jesucristo. La primera adoptó una doctrina antiarriana, pero sus militantes, tales como el ya mencionado Apolinar de Laodicea (315-392) y Eutiquio (378-454), fueron al extremo y proclamaron una postura monofisita (μόνος + φύσις),42 que terminó por ser condenada bajo el criterio del símbolo niceno- constantinopolitano. La segunda proclamaba una teoría inhabitacionista,43 de la que fue partidario Nestorio, personaje del que hablaremos a continuación. Nestorio (381-453) se formó en la ciudad de Antioquía, por lo que adoptó su corriente de pensamiento. Adquirió fama de importante teólogo y predicador, por lo que el entonces emperador Teodosio II lo llamó para ocupar la sede episcopal de Constantinopla alrededor del 428. Durante este período se enfrentó a un conflicto doctrinal basado en la tesis inhabitacionista, en la que se discutía si las dos naturalezas de Cristo implicaban también dos personas y, por tanto, María no podía considerarse “Madre de Dios”. Tal era la postura de Nestorio frente a la de los teólogos de Constantinopla y el asunto llegó hasta Alejandría, donde entonces era obispo Cirilo de Alejandría. La rivalidad entre Alejandría y Constantinopla llevó a Cirilo a presentar la discusión al papa Celestino I en Roma. En 430 se condenó la postura de Nestorio en un sínodo episcopal y un año después se llevó el asunto a un concilio en Éfeso, en el cual se determinó deponer a Nestorio de su cargo 40 Vid. infra: Concilios ecuménicos. 41 Piñero A., Los cristianismos derrotados, 2007, pp. 241-248. 42 Esta postura sostenía que Cristo tenía una sola naturaleza (la divina, entendiendo φύσις como “sustancia” o “esencia”, la cual compartía con el Padre). Esta postura se verá más detalladamente en el apartado dedicado a las Posturas teológicas. 43 Esta postura afirmaba que en el hombre Jesús habitaba o había sido depositada la naturaleza divina del Lógos, pero que éste seguía siendo hombre (vid. infra: Posturas teológicas). xviii eclesiástico. Regresó a su convento en Antioquía fuera de la escena político-eclesiástica, aunque fue exiliado poco después a la zona de Iraq por el obispo Juan y murió alrededor del 453. La crisis nestoriana provocó un resurgimiento de la controversia arriana y, para terminar definitivamente con el problema, se proclamó un concilio ecuménico en Calcedonia en 451, en el cual se rechazó por completo la doctrina arriana y se llegó a un acuerdo entre las posturas alejandrina y antioquena, donde fueron también rechazadas la doctrina monofisita y el nestorianismo. Para cerrar este apartado, se presentará una síntesis de lo antes expuesto. A partir del s. II los conceptos de herejía y ortodoxia ganaron terreno en el ámbito eclesiástico, y poco a poco en el político gracias a la intervención del emperador, quien tenía como fin guardar la unidad en su gobierno. La aceptación del cristianismo como religión oficial del Imperio provocó que los conflictos políticos y religiosos comenzaran a integrarse en una sola entidad, lo que dio lugar a un cisma entre las sedes eclesiásticas, sobre todo en Oriente. La figura de Arrio fue especialmente importante, ya que su postura teológica provocó una división de pensamientos y una ruptura política que llevó al imperio a crear un dogma único para el cristianismo ortodoxo, el símbolo niceno. Más tarde se estableció en Constantinopla un credo mucho más definido y al mismo tiempo se proclamó la preeminencia de esta ciudad como sede eclesiástica de Oriente, lo cual generó un conflicto político-religioso en las sedes orientales de Alejandría y Antioquía. Estos conflictos cultivaron corrientes de pensamiento opuestas, entre las cuales el nestorianismo dio pie a que renaciera el debate arrianista. Finalmente, en 451 se logró “unificar” un pensamiento común en el Concilio de Calcedonia, que dio muerte definitiva al arrianismo y a las doctrinas que le eran adyacentes. Es ahí donde podemos visualizar a nuestro poeta de Panópolis. xix 2. Posturas teológicas Una vez que hemos establecido grosso modo un panorama histórico para nuestro autor, es menester estudiar los conflictos teológicos de manera más profunda. En este apartado estudiaremos tres corrientes teológicas de manera “negativa”, es decir, aquellas posturas que fueron especialmente controversiales y que terminaron por considerarse heréticas hasta desaparecer. Arrianismo En el apartado previo se hizo mención del tema de Arrio como uno de los conflictos más importantes para el cristianismo que se desarrollaron en el s. IV, por lo que ahora compete analizarlo más a fondo. Las ideas de Arrio no nacieron por revelación o por un criterio propio, sino que tuvieron sus orígenes ya desde los primeros cristianos, cuando el judeocristianismo recriminaba a los cristianos gentiles (quienes se autoproclamaban el Israel verdadero)44 que tuvieran “dos dioses” y defendieran que “había dos poderes en el cielo”, en referencia a la divinidad de Jesucristo tras su resurrección, lo cual llevó al judaísmo a separarse definitivamente del cristianismo.45 Poco después, la idea de Cristo como una “proyección” o “modo” de Dios (ὑπόστασις) dio lugar a la afirmación de que el Lógos/Hijo era en verdad divino y estaba subordinado al Dios Padre. A esta doctrina se le denominó monarquianismo o subordinacionismo.46 Esta idea implicaba que el Hijo,aunque divino, ocupaba un rango menor que el Padre. El subordinacionismo fue desarrollado en Alejandría por Orígenes (185-254), cuya postura consistía en que Dios Padre es absolutamente trascendente, incognoscible y totalmente incomprensible, pero el Hijo, como “imagen del Dios invisible”,47 puede ser conocido y sus cualidades ofrecen cierto conocimiento de las propiedades del Padre; de ese modo, la 44 Una respuesta a tales controversias es la Epístola paulina dirigida a los romanos, especialmente los capítulos 9, 10 y 11, donde Pablo defiende la autenticidad de Israel como el pueblo amado de Dios (que incluía ahora también a la Iglesia gentil). 45 Piñero. A. op. cit. p. 224. 46 Ibid. pp. 51, 71. 47 Col. 1:15. xx disposición jerárquica entre el Padre, el Hijo y el Espíritu es estricta.48 “Para Orígenes el Padre es real y absolutamente Dios, mientras que el Hijo es el Verbo, el arquetipo de todas las otras realidades, el médium y el camino hacia el Padre, el que conoce las cualidades del Padre trascendente porque participa de ellas”.49 Un siglo más tarde, Arrio, de origen Libio, se trasladó a Alejandría para formarse como filósofo y teólogo cristiano. Adoptó rápidamente la doctrina origenista y tuvo muchas disputas con los padres eclesiásticos, principalmente con Alejandro de Alejandría, obispo de esta ciudad entre 312 y 328. A continuación se presentan los puntos principales de la doctrina arriana, obtenidos de citas y otros textos, 50 ya que sus escritos no se conservan: Como premisa principal, Dios es un ser único, simple, indiviso e indivisible, solo y primer principio de todo lo demás y, por lo tanto, no lo ha engendrado nadie. Puesto que es absolutamente trascendente, no puede haber nada igual a él. En segundo lugar, el Hijo es distinto del Padre. Por lo tanto, tiene otras “cualidades”. Si se le pensara como exactamente igual a Dios, sería como dividir a Dios en dos. Si el Hijo estuviera “formado” del mismo “sustrato”, cualidad o “materia” que el Padre, habría dos Dioses, lo cual es impensable. Por otro lado, el Lógos es el medio creador de todas las cosas, pero, como el Hijo, ha sido engendrado por el Padre como cualquier otra criatura y, por lo tanto, es una criatura. Todas las cosas han sido creadas, incluido el Hijo, por lo cual hubo un momento en el que no existía. Aunque fue engendrado “antes de los siglos”, en la eternidad, hubo un momento en el que el Hijo no existía. Por lo tanto, es inferior al Padre. Aunque el Lógos/Hijo tiene la categoría de divino, sigue siendo inferior al Padre. Si consideramos a la persona de Jesús como el inhabitado por el Lógos, vendría a ocupar un lugar mucho menor y, por lo tanto, no se le podría llamar “Dios”. 48 Piñero A. op. cit. p. 225. 49 Ibid. 50 Mi explicación está basada en la compilación de Piñero A. op. cit. p. 219-230, quien, a su vez, se basa en los siguientes pasajes: Epiph. Haer. 69, 6-8; Teodor. Hist. eccl. 1, 5, 1-4; Atan. De Synodis, 16; Oratio Contra Arianos, 1, 2-10, De decretis Syn. Nic. 16, De Sent. Dionys. 6; Hilar. De Trinitate, 4, 12-13; 6, 5-6; Socr. Hist eccl. 1, 26, 2, etc. xxi Toda esta tesis está basada en diversos pasajes de la Escritura, principalmente en los siguientes: a) La referencia al Hijo/Sabiduría como principio de la creación de Dios: κύριος ἔκτισέν με ἀρχὴν ὁδῶν αὐτοῦ εἰς ἔργα αὐτοῦ.51 b) El discurso de Pedro donde se ve una subordinación de “poder” y posición secundaria en el Hijo: τοῦτον τὸν Ἰησοῦν ἀνέστησεν ὁ θεός, οὗ πάντες ἡμεῖς ἐσμεν μάρτυρες.52 c) El texto paulino en el que se narra la subordinación voluntaria del Hijo al convertirse en criatura: καὶ σχήματι εὑρεθεὶς ὡς ἄνθρωπος ἐταπείνωσεν ἑαυτὸν γενόμενος ὑπήκοος μέχρι θανάτου, θανάτου δὲ σταυροῦ. διὸ καὶ ὁ θεὸς αὐτὸν ὑπερύψωσεν καὶ ἐχαρίσατο αὐτῷ τὸ ὄνομα τὸ ὑπὲρ πᾶν ὄνομα.53 d) Aquel pasaje donde se expone al Hijo como el primogénito de lo creado: ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου, πρωτότοκος πάσης κτίσεως.54 e) Los Evangelios, donde se prueba que el Hijo no tiene un conocimiento absoluto de las cosas y, por lo tanto, es inferior al Padre: Περὶ δὲ τῆς ἡμέρας ἐκείνης καὶ ὥρας οὐδεὶς οἶδεν, οὐδὲ οἱ ἄγγελοι τῶν οὐρανῶν οὐδὲ ὁ υἱός, εἰ μὴ ὁ πατὴρ μόνος.55 51 Pr. 8:22 “El Señor me creó (sc. la Sabiduría) como el principio de sus caminos en lo que respecta a sus obras”. 52 Hch. 2:32 “A este Jesús Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos”. 53 Fil. 2:8-11 “Y una vez que obtuvo la semejanza de hombre, [Cristo] se rebajó a sí mismo, volviéndose obediente hasta la muerte, y hasta la muerte por cruz. Por tanto, Dios lo elevó al lugar más alto y lo gratificó con el nombre que está por encima de todos los nombres”. 54 Col. 1:15 “Quien es la imagen del Dios invisible, primogénito de todo lo creado”. 55 Mt. 24:36 “Sin embargo, respecto a aquellos días y tiempos nadie tiene conocimiento, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino el Padre solamente”. xxii De este modo, los puntos más importantes y controversiales del arrianismo, y que terminaron por considerarse herejías, son los siguientes:56 El Hijo tiene un principio. El Hijo fue creado por el Padre. Antes de su creación, el Hijo no existía y, por lo tanto, no es eterno. El Hijo no es de la misma naturaleza que el Padre. A Jesús no se le puede llamar Dios propiamente, sino de un modo secundario, pues, aunque el Lógos que lo inhabitaba era divino, éste también era criatura. Monofisismo Como afirmamos en el apartado anterior, la escuela alejandrina siguió una corriente de pensamiento conocida como “monofisismo”, i. e., “de una sola naturaleza” (μόνος + φύσις). Uno de los principales defensores de esta corriente fue Apolinar de Laodicea (315- 392). Su principal objetivo fue oponerse a la doctrina arriana. Ejerció como teólogo, irónicamente, en la ciudad de Antioquía, donde fue escuchado por importantes homólogos como Basilio de Cesarea y Jerónimo, pero su doctrina le acarreó muchos problemas y terminó por ser proscrito por Gregorio de Nisa en 385.57 Su doctrina giraba en torno a la encarnación de la divinidad y la humanidad en la persona de Jesucristo. Afirmaba que Jesucristo tenía una sola naturaleza, la divina, pero encarnada, lo que suponía una naturaleza consustancial con la del Padre. Para Apolinar, Jesucristo era el Lógos, totalmente divino y preexistente. Este teólogo no podía concebir la idea de un Dios y un hombre completo en la misma persona. Estas afirmaciones fueron repetidas por Eutiquio (378-454), quien insistía en que la naturaleza divina del Lógos había sido totalmente asimilada en la encarnación. Sus ideas asumían que Jesús tenía una naturaleza humana previa a la encarnación, la cual en un segundo momento había desaparecido por completo y había sido sustituida por la 56 Una vez más me baso en el cuadro comparativo que presenta Antonio Piñero, op. cit. p. 230. 57 Piñero A. op. cit. p. 243-246. xxiii naturaleza divina del Lógos. Sin embargo, su teología fue condenada en el Concilio de Calcedonia en 451. Así, estas posturas iban completamente en contra del arrianismo, el cual proclamaba una total división entre el Lógos/Hijo y el Padre. Esta doctrina puede resumirse en dos puntos principales: En Jesucristo existe una sola naturaleza divina y una sola persona, igualmente divina. La naturaleza humana de Cristo existió, pero fue remplazada por la divina en la encarnación del Lógos. Inhabitacionismo y nestorianismo Por otra parte tenemos el “inhabitacionismo”, que afirmaba que en Jesucristo había dos naturalezas totalmente distintas, pero en una sola persona. Se concebía a Jesucristo comoun ser humano dentro del cual habitaban el Lógos y su naturaleza divina. Esta dualidad permitía ideas como que el hombre Jesús, completamente hombre, tuviera inteligencia y plena libertad de pensamiento, lo que teóricamente llevaba a pensar que Jesucristo podría haber tomado una decisión errónea como hombre, cosa que, sin embargo, nunca había hecho, por lo que se exaltaba su santidad como hombre histórico que nunca había pecado, lo cual lo validaba como el sacrificio perfecto por los pecados de la humanidad. La dualidad de naturalezas tan distintas llevó a un hombre a negar la maternidad de María como Madre de Dios. Nestorio, teólogo formado en Antioquía a finales del s. IV, adoptó la tesis inhabitacionista y la llevó al máximo, afirmando que Jesucristo no sólo poseía dos naturalezas, sino que éstas estaban unidas en dos personas distintas, una divina y otra humana, todas en una sola carne. Bajo esta premisa, Nestorio negaba que María pudiera considerarse “Madre de Dios”, pues un ser creado no podía concebir al increado (el Lógos divino). No podía considerarse madre de la naturaleza y la persona divinas. Más bien, afirmaba, sólo podía ser madre de la naturaleza y la persona humanas (Madre de Cristo), aunque no negaba que, posteriormente a la concepción, el Lógos había asumido completo control sobre la naturaleza humana de Cristo. xxiv Al pasar los años, la teología de Nestorio fue evolucionando y, aunque nunca salió de la línea antioquena (destacar la naturaleza humana de Jesús), tomó algunos conceptos de la línea alejandrina (destacar la naturaleza divina de Jesús) y llegó a afirmar que las dos naturalezas y personas de Cristo se asumían voluntariamente en una sola persona. El nestorianismo fue condenado por la Iglesia ortodoxa, pero fue defendido por algunos, y actualmente existen algunas iglesias nestorianas que han hecho evolucionar esta doctrina, de modo que ahora coincide con la teología ortodoxa y por tanto se le ha dejado de considerar herética.58 Así, pues, estos son los puntos principales de esta corriente teológica: En Cristo existen dos naturalezas (una divina y otra humana) y dos personas (igualmente, una divina y otra humana). María sólo es madre de la naturaleza humana de Jesús, no de la divina. Por lo tanto, el título de “Madre de Dios” es inadecuado y sólo se le puede considerar “Madre de Cristo”. La unión de la persona divina (Lógos) con la persona humana de Jesús es sólo una inhabitación. Al visualizar esta variedad de teorías y corrientes de pensamiento, y cómo éstas se interrelacionaban unas con otras, cómo se negaban entre sí o coincidían en algunos puntos y cómo se desarrollaron especialmente en el Oriente, podemos entender un poco más el ambiente cismático en el que se desarrolló el poeta de Panópolis y la manera en que esta red de doctrinas influyó en su creación poética. 58 Piñero A. op. cit. p. 254-255. xxv 3. Concilios ecuménicos Anteriormente estudiamos las posturas teológicas que la Iglesia ortodoxa consideraba problemáticas y heréticas. Ahora estudiaremos la corriente “positiva”, que venció como doctrina ortodoxa y que fue más o menos aceptada por todos. Para ello, nos centraremos en los concilios ecuménicos de los siglos IV y V. Concilio de Nicea A diferencia de otro tipo de asambleas, los concilios ecuménicos (universales) tenían un carácter más “institucional”, pues se convocaban para tratar temas complejos concernientes a toda la Iglesia y a la doctrina cristiana. En cambio, los demás concilios sólo discutían problemas locales. El primero, y probablemente el más importante, fue el concilio de Nicea. Organizado por el emperador Constantino, con ayuda de Osio de Córdoba y Silvestre, obispo de Roma, se llevó a cabo en Nicea (actual Iznic, al norte de Turquía) entre mayo y junio del 325. Como vimos anteriormente,59 el concilio tuvo como propósito resolver las disensiones despertadas en Oriente por las disputas ideológicas recientes, lo que repercutía directamente en el propósito de unidad del gobierno de Constantino. Al evento asistieron cerca de 250 obispos, la mayoría orientales. Para resolver los conflictos, se acordó elaborar una fórmula dogmática que guardara la tradición respecto a la divinidad de Jesucristo y que llevara a los heterodoxos a claudicar de sus posturas. Concretamente, la discusión giraba en torno a la tesis arriana, misma que fue censurada en la resolución del concilio. A continuación, presentamos el texto que explica la doctrina ortodoxa “vencedora”, conocido como el símbolo niceno; igualmente, se ofrecen los puntos principales tocados en la reunión: Πιστεύομεν εἰς ἕνα θεόν, πατέρα, παντοκράτορα, πάντων ὁρατῶν τε καὶ ἀοράτων ποιητήν, καὶ εἰς ἕνα κύριον Ἰησοῦν Χριστόν, τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ, γεννηθέντα ἐκ τοῦ πατρὸς μονογενῆ τουτέστιν ἐκ τῆς οὐσίας τοῦ πατρός, θεὸν ἐκ θεοῦ, φῶς ἐκ φωτός, 59 Supra, El cristianismo como religión oficial del Imperio. xxvi θεὸν ἀληθινὸν ἐκ θεοῦ ἀληθινοῦ, γεννηθέντα οὐ ποιηθέντα, ὁμοούσιον τῷ πατρί, δι' οὗ τὰ πάντα ἐγένετο τά τε ἐν τῷ οὐρανῷ καὶ τὰ ἐν τῇ γῇ, τὸν δι' ἡμᾶς τοὺς ἀνθρώπους καὶ διὰ τὴν ἡμετέραν σωτηρίαν κατελθόντα καὶ σαρκωθέντα, ἐνανθρωπήσαντα, παθόντα καὶ ἀναστάντα τῇ τρίτῃ ἡμέρᾳ, ἀνελθόντα εἰς οὐρανοὺς καὶ ἐρχόμενον κρῖναι ζῶντας καὶ νεκρούς. καὶ εἰς τὸ ἅγιον πνεῦμα. τοὺς δὲ λέγοντας ‘ἦν ποτε ὅτε οὐκ ἦν’ καὶ ‘πρὶν γεννηθῆναι οὐκ ἦν’ καὶ ὅτι ’ἐξ οὐκ ὄντων ἐγένετο’ ἢ ἐξ ἑτέρας ὑποστάσεως ἢ οὐσίας φάσκοντας εἶναι ἢ κτιστὸν ἢ τρεπτὸν ἢ ἀλλοιωτὸν τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ ἀναθεματίζει ἡ καθολικὴ ἐκκλησία.60 Como podemos apreciar, el símbolo es, en esencia, una condena directa de las posturas arrianas. La resolución, sin duda, gira en torno al término ὁμοούσιον, que contradice completamente la tesis arriana, ya que Arrio afirmaba que el Hijo era creado y que estaba subordinado al Padre, es decir, que estaba abajo en la jerarquía de la Trinidad. Afirmar que el Hijo y el Padre compartían la misma naturaleza (οὐσία) implicaba que la divinidad se había dividido en dos y, al mismo tiempo, que había (por decirlo de alguna manera) dos Dioses (θεὸν ἐκ θεοῦ), lo cual era impensable para los arrianos, pues para ellos se trataba más bien de una manifestación de Dios de manera “secundaria”. Otros temas tocados en la asamblea fueron, por ejemplo, el de los lapsi, cristianos que habían claudicado a causa de la persecución de Diocleciano, a quienes se decidió excluir del clero durante diez años. Se trató también la separación de las Iglesias y se eligió la política de unidad. Se fortaleció la figura del obispo, del sínodo y del principio de jerarquía. Se incrementaron los requisitos y condiciones para entrar al clero y se fijó un cursum. Se abandonó el cómputo judío para la fijación de la Pascua y se estableció un código de conducta sintetizado en 20 cánones, entre otros puntos. 60 Eusebius, Ep. ad Caes. 8.2-11; Athanasius, De decretis Nic. Synod. 33.8; Socrates, Hist. eccl. I. 8. “Creemos en un solo Dios, Padre, todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles, y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, unigénito engendrado a partir del Padre, esto es, de la esencia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, mas no creado, igual al Padre en esencia, por medio del cual todas las cosas llegaron a existir, tanto las que están en el cielo como las que están en la tierra; quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación descendió y se encarnó, se volvió un hombre, sufrió [hasta la muerte], resucitó al tercer día y ascendió hasta los cielos, pero volverá para juzgar a vivos y muertos. Y [creemos] en el Espíritu Santo. Y a los que argumentan que “hubo un tiempo en elque no existía” y que “antes de ser engendrado no existía” y que “surgió de lo que no existía” o de un origen o sustancia diferente, afirmando que el Hijo de Dios es creado o mutable o sujeto a cambios, la Iglesia católica lo condena”. xxvii Los puntos más destacables del concilio (y que conciernen más a nuestro estudio) son los siguientes: El Hijo es de la misma naturaleza o esencia que el Padre. El Padre no lo creó, sino que lo engendró. Jesús es de naturaleza absolutamente divina. El Hijo no está subordinado al Padre, pues comparten la misma esencia divina. El Lógos/Hijo no tiene principio alguno, ya que ha existido siempre, incluso antes de ser engendrado. Concilio de Constantinopla Puesto que la querella arriana no se vio afectada de manera significativa por el concilio niceno, la doctrina de Arrio continuó propagándose y creciendo por todo Oriente. Para el año 380, Constantinopla estaba repleta de iglesias dirigidas por arrianos. Las Iglesias que seguían la fe nicena eran cada vez más escasas, a tal punto que sus adeptos quedaron desprovistos de templos y comenzaron a reunirse en la capilla de una casa privada, denominada por su líder Gregorio Nacianceno como La Anástasis. Tras su ascenso como emperador y previamente a su ingressus en Constantinopla, Teodosio elaboró un edicto en Tesalónica (380), el cual adelantaba a sus súbditos la visión que tenía acerca de Dios y su postura doctrinal. El texto presentaba el programa de restauración nicena basado en la teología de Occidente. Una parte del programa motivaba a los súbditos a que se viviera en la religión que Pedro había transmitido a los romanos, además de que proporcionaba una descripción de ortodoxia y una fórmula trinitaria que evitaba el polémico término niceno ὁμοούσιον. El edicto probablemente estaba motivado por las peticiones de los nicenos dirigidos por Gregorio.61 La amistad entre Teodosio y Gregorio Nacianceno, a quien estableció como obispo de Constantinopla poco después de su ascenso al poder, dio como resultado una adopción total de la doctrina nicena. Teodosio comenzó a volverse mucho más tajante y estricto en su 61 Fernández Ubiña, op. cit. p. 443-48. xxviii postura teológica y decidió organizar un concilio ecuménico en 381 en su sede imperial, Constantinopla. Como preámbulo del concilio, se promulgó una ley que condenaba a los heréticos arrianos, ordenaba la devolución de Iglesias a los obispos nicenos e identificaba el cristianismo ortodoxo con la fe nicena. El concilio finalmente se llevó a cabo en mayo del 381. En él se declaró una condena contra la herejía arriana y se redactó un símbolo complementario al de Nicea: Afirmaba que el Hijo había sido engendrado por el Padre desde antes de los tiempos. Añadía la intervención de María como instrumento de la encarnación. Proclamaba explícitamente la divinidad del Espíritu, en tanto que procedía del Padre. Declaraba la unidad consubstancial de las tres personas de la Trinidad. A diferencia del concilio de Nicea, éste se enfocó más en los asuntos gubernamentales y de poder, ya que los asuntos doctrinales eran un simple pretexto.62 Concilio de Éfeso Como estudiamos anteriormente, las controversias doctrinales en los años siguientes ya no giraban únicamente en torno a la unicidad de Dios, sino también en torno a la naturaleza y la persona de Jesucristo, controversia desarrollada por las dos escuelas de pensamiento (alejandrina y antioquena).63 Fue precisamente en este período (420-450) en el que Nestorio y Cirilo de Alejandría entraron en conflicto respecto a la naturaleza divina de Cristo y a la aceptación de María como “Madre de Dios” (θεοτόκος). Cirilo envió cartas a Roma con argumentos que demostraban la heterodoxia de Nestorio. La respuesta del Papa Celestino fue positiva para 62 Entre otros puntos, se resolvió que los obispos no interfirieran en los asuntos de otras diócesis y, como punto más importante, se declaró la primacía de la sede de Constantinopla en Oriente, que se convirtió así en la nueva Roma. 63 Vid. supra: El cristianismo como religión oficial del Imperio. xxix el alejandrino, pues le concedió plenos poderes como delegado suyo y ordenó que Nestorio se sometiera a la doctrina ortodoxa planteada por Cirilo. Nestorio acudió al emperador Teodosio II y, para evitar mayores conflictos, en 431 el emperador organizó en Éfeso un concilio que se desarrolló de manera conflictiva, ya que una facción condenaba la doctrina de Nestorio como errónea y otra acusaba a Cirilo de caer en el arrianismo. A la llegada de los legados del Papa Celestino, los conflictos se canalizaron en la condena de Nestorio y de su doctrina. En este concilio las resoluciones más importantes fueron las siguientes: En Cristo existen dos naturalezas (divina y humana) en perfecta armonía, pero en una sola persona. A María se le puede llamar “Madre de Dios” sin ningún problema, ya que es madre de la única persona de Cristo (y, a su vez, de sus dos naturalezas). La unión del Lógos con el alma de Jesús es una unión perfecta de las dos personas en una sola, de tal modo que sólo existe una persona divina.64 Concilio de Calcedonia El último concilio que concierne al contexto de nuestro autor es el de Calcedonia, que se llevó a cabo el año 451, muy cerca de la fecha de composición de la obra poética de Nono.65 El origen de las disputas resueltas en esta asamblea fue la discusión de poderes entre Alejandría y Constantinopla. El objeto del conflicto fue la doctrina monofisita de Eutiquio de Alejandría. Como ya analizamos, Eutiquio afirmaba que la naturaleza divina del Lógos había sido totalmente asimilada en la encarnación y promovía que la naturaleza humana de Jesús había desaparecido por completo tras mezclarse con el Lógos. Los patriarcas de Constantinopla condenaron esta doctrina y Eutiquio acudió al Papa León I, quien, sin embargo, rechazó lo 64 Cf. la carta de Cirilo a Nestorio, aprobada en el concilio (ACOec. I, I 1, 25 s; cf. ibid. pars 2, 13; vol. II, 38; vol. III, 21; vol. V pars 1, 50; Msi IV 1138; Hrd I 1273; II 115; Hfl II 160, 185). 65 Vid. supra: Cuestión noniana. xxx que éste proponía. Poco antes de su muerte, Teodosio II convocó a un sínodo en Éfeso para absolver a Eutiquio, cosa que logró. Tras la muerte del emperador en 450, la situación de Eutiquio dio un giro nuevamente y se convocó el concilio de Calcedonia en 451 para condenarlo. En una de las sesiones del concilio se reconoció la Epístola Dogmática del Papa León I como documento de fe. En ésta se rechazaba por completo el monofisismo, se aceptaba la maternidad de María como “Madre de Dios” y se condenaba nuevamente el arrianismo. Por otra parte, en los cánones del concilio se resolvió declarar a Constantinopla como la segunda sede más importante después de Roma, lo cual dejaba a Alejandría un escalón abajo; esto no pareció agradar a los egipcios, quienes decidieron no aceptar las resoluciones del concilio.66 En conclusión, los tres puntos fundamentales del concilio fueron los siguientes: El sujeto Jesucristo y el Lógos divino están en perfecta unidad, de tal modo que son uno y el mismo.67 Jesucristo tiene dos naturalezas (una humana y otra divina) y es perfectamente consustancial con Dios y con los hombres. Jesucristo tiene dos naturalezas, pero una sola persona, por lo que se puede decir que María es la “Madre de Dios”, en tanto que es Madre de la única persona de Cristo (persona que incluye ambas naturalezas).68 A partir de los puntos obtenidos tanto de las posturas “heréticas” como de las “ortodoxas”, es posible discernir en la obra de Nono cuáles fueron sus tendencias teológicas ycómo éstas fueron útiles para componer sus dos poemas. No obstante, cabe decir que al adentrarnos en su obra (en este caso concreto, en la Paráfrasis) no podemos decir que Nono pertenecía estrictamente a alguna escuela de pensamiento o que era estricto en sus 66 El desacuerdo de los egipcios devino en un cisma conocido como el Cisma del Patriarcado de Alejandría en 457, el cual dio origen a la Iglesia Copta. 67 A este único sujeto se le denomina ὑπόστασις (según la escuela alejandrina) o πρόσωπον (según la escuela antioquena); éste último es el origen del significado que ahora le asignamos al término “persona”. 68 Para satisfacción de los alejandrinos se permitió el término “Madre de Dios” (θεοτόκος) y para satisfacción de los antioquenos se puntualizaba que era Madre en cuanto a la humanidad de éste. xxxi convicciones, pues, aunque podemos atisbar cierta inclinación a la ortodoxia, también podemos encontrar elementos un tanto heréticos. De cualquier manera, este apartado no pretende demostrar a qué facción pertenecía nuestro autor, sino presentar, de forma general, las distintas posturas de las que el poeta podía echar mano como material para sus obras y, a partir ello, que el lector pueda sacar sus propias conclusiones. xxxii ΜΕΤΑΒΟΛΗ: OTRA FORMA DE CONTAR EL EVANGELIO 1. Antecedentes del género Como muchos estudiosos han apuntado, Nono es, probablemente, el poeta más importante de la Antigüedad tardía y, aunque su estilo es muy particular en ambos poemas, la reelaboración del Evangelio de Juan es sumamente compleja, ya que está construida bajo una plataforma teológica estrictamente invariable y “sagrada”. Por ello, la paráfrasis resulta ser la herramienta más útil para el poeta de Panópolis, pues ésta le permite manifestar sus habilidades como poeta y como exégeta, pero sin desviarse grandemente de la línea teológica trazada por el Evangelio. El género parafrástico (bíblico) tiene su aparición en la literatura latina, en la parte occidental del Imperio romano en tiempos de Constantino. Tras la concesión de libertad religiosa propuesta en el Edicto de Milán (313), se produjo un aumento considerable de cristianos cultos y este círculo sintió rápidamente la necesidad de implementar su poesía en la educación cristiana, de manera similar a la que los paganos seguían para implementar la poesía virgiliana y horaciana en su formación intelectual. Entre ellos, el presbítero hispano Juvenco “historiam Domini salvatoris versibus explicavit, nec pertimuit evangelii maiestatem sub metri leges mittere”,69 ímpetu que le llevó a componer su Historia Evangélica, en la cual recrea los cuatro Evangelios con una paráfrasis hexamétrica latina, tomando como modelo precisamente a Virgilio. Podemos decir que Juvenco fue el pionero de la épica cristiana y el primero en utilizar el género parafrástico para reelaborar los textos sagrados del cristianismo. Aunque no podemos afirmar que exista una relación directa entre Juvenco y Nono, sí podemos sostener que el poeta latino es el único parafraste equiparable a Nono, pues con sus más de 3200 versos logra alcanzar casi la misma extensión que la Paráfrasis del Panopolitano. No obstante, los objetivos de cada poeta son muy distintos: Juvenco tiene la convicción de que 69 Hieronymus, Ep. LXX, Ad Magnum, 5: “Juvenco tradujo los versos que hablaban del Señor y salvador, y no se intimidó al someter la majestad del Evangelio a las leyes de la métrica”. xxxiii su carmen le concederá más gloria que la de los poetas clásicos,70 pues estos narraron mentiras, mientras que él narra las verdades de la vida de Cristo. Sobre todo, considera que le servirá para exponer el mensaje de la salvación eterna: Quod si tam longam meruerunt carmina famam, quae veterum gestis hominum mendacia nectunt, nobis certa fides aeternae in saecula laudis inmortale decus tribuet, meritumque rependet. Nam mihi carmen erit Christi vitalia gesta, divinum populis falsi sine crimine donum.71 El fin de Juvenco es crear una obra que le conceda fama como poeta y, sobre todo, evangelizar. En cambio, el fin de Nono (como veremos más adelante), además de demostrar su habilidad poética, es realizar una exégesis bíblica del Evangelio de Juan y presentar algunas de las posturas que tenía respecto a las discusiones dogmáticas del momento;72 no parece haber indicios de un intento de evangelización. Además de Juvenco, existen otros poetas épicos menores, pero a quienes vale la pena mencionar. A finales del s. IV aparece una figura femenina, quien compone un poema en el que describe pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamento únicamente con versos de Virgilio (técnica conocida como centón o centones virgilianos): se trata de Faltonia Betitia Proba, (posible) esposa de Hermogeniano Olibrio (colega de Ausonio). Esta mujer escribió el Cento Virgilianus de laudibus Christi, probablemente para una audiencia senatorial romana. 73 Aunque la obra no es estrictamente una paráfrasis, su importancia radica en la influencia que tuvo sobre la emperatriz Eudocia, a quien mencionaremos en seguida. 70 Evito usar el término “pagano” para referirme a los autores no cristianos y prefiero aplicar el término “clásico” según la premisa expuesta por Dijkstra (vid. infra: n. 84). 71 Juvencus, Hist. Ev., Praef. 15-20: “Pues si esos poemas tal gloria tuvieron, / que hablaban mentiras de antiguos humanos, / también la confianza en un canto durable / dará gloria eterna y un premio a mi oficio. Pues grandes hazañas de Cristo es mi canto, / sin farsas, al hombre divino regalo”. 72 Aunque, como mencioné anteriormente, no es razón suficiente para afirmar que Nono pertenecía a una sola escuela de pensamiento. 73 Whitby, M. “Nonnus and Biblical Epic” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, pp. 219, 229. xxxiv Ahora bien, en la parte Oriental, tras la explosión literaria cristiana que desató el Edicto de Juliano en 362, el cual prohibía a los cristianos la enseñanza de la literatura clásica,74 y con tizones de la crisis arriana aún encendidos, Apolinar de Laodicea decide componer pasajes bíblicos en paráfrasis y otros géneros clásicos, como diálogos platónicos, yambos y hexámetros épicos. La censura de la heterodoxia hizo que estas obras se perdieran y sólo quedaran registradas en la historia como simples menciones. Más tarde, la esposa de Teodosio II, Elia Eudocia Augusta, compuso una paráfrasis del Octateuco y otra del Libro de Daniel y Zacarías (ambas perdidas). Escribió también, quizá por influencia de Proba, un centón homérico (conservado) sobre algunos pasajes bíblicos. Otros textos anónimos de la época también se conservaron, tales como la Paráfrasis de los Salmos,75 escrita probablemente en Egipto y que sigue un método mucho más sencillo en comparación con la Paráfrasis de Nono, pues se atiene al texto original línea por línea de manera casi exacta, en lugar de llevar a cabo una amplificatio poética como la del Panopolitano. Esta tendencia poética fue el cauce en el que Nono entró para destacarse como parafraste cristiano-clasicista. En este campo, logró el mayor éxito entre sus pares, es el mejor conservado, aunque, tristemente, ha sido poco estudiado (al menos en lengua española, sin mencionar los estudios en nuestro país). A continuación presento una breve línea de tiempo a manera de síntesis de los autores mencionados, con la finalidad de que el lector pueda ver, de manera esquemática, los antecedentes del género de los que el Panopolitano pudo haber echado mano. Juvenco Proba Apolinar Eudocia Nono ca. 330 ca. 350 ca. 360 ca. 430 ca. 450 74 Vid. supra: El cristianismo como
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