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Nono-de-Panopolis--parafrasis-del-evangelio-segun-San-Juan-Canto-I

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Ciudad Universitaria, Cuidad de México, 2019 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
Facultad de Filosofía y Letras 
Letras Clásicas 
 
 
 
 
NONO DE PANÓPOLIS: PARÁFRASIS DEL 
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN, CANTO I 
 
 
TRADUCCIÓN COMENTADA 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN LETRAS CLÁSICAS 
 
PRESENTA: 
 
Edgar Josué Cortés Cruz 
 
 
 
 
Asesor: 
Dr. Raúl Torres Martínez
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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ὃς λαλήσει καὶ ἐρεῖ ᾿Ιδὲ τοῦτο καινόν ἐστιν, 
ἤδη γέγονεν ἐν τοῖς αἰῶσιν 
τοῖς γενομένοις ἀπὸ ἔμπροσθεν ἡμῶν. 
Ec. 1:10 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
Parece irónico que al estudiar filología clásica, la ciencia de las letras, y más aún que al 
dedicar una tesis por más de un año al Evangelio del Lógos, no encuentre las palabras 
suficientes para agradecer a quienes han hecho posible este logro. Primeramente, y sobre 
todos, quiero agradecer a Dios, por quien vivo y para quien todo esto se ha llevado a cabo, 
y quien, asimismo, me ha otorgado los padres más amorosos, sabios y pacientes que podría 
haber tenido, Miguel Ángel Cortés Guedea y Sandra Cruz Martínez; quien también me dio 
un hermano único, divertido, amoroso, irremplazable, Irad Cortés. A esta preciosa famila 
debo y agradezco todo lo que soy hasta este día. ¡Los amo! Agradezco también a Dámaris 
Cruz, quien tan insistente y efusivamente me animaba a seguir trabajando con “mis amigos 
los griegos” (aun cuando era “torturado” por sus eternos parágrafos y versos), de quien 
también, a causa de su paciencia y fe, he aprendido misterios y cosas que ojo no ha visto, ni 
oído a oído, ni han subido a corazón de hombre, pero que fueron preparadas para nosotros 
en este tiempo. 
A quién más podría agradecer sino a Juan Pablo Jáuregui (quien, por cierto, fungió como 
algo más que un lector de este trabajo, como casi un asesor) y a Alejandro Curiel, mis 
mentores y guías en el griego y por quienes decidí permanecer en esta carrera, pues ustedes 
me enseñaron a amar la lengua de Homero y de los demás poetas. Agradezco a los 
profesores que tuve a lo largo de mi carrera, a quienes también llegué a tenerles gran 
aprecio, Miguel Ángel Ramirez Batalla, Gabriel Sánchez Barragán, Iván Salgado, Gregorio 
De Gante, Pedro Emilio Rivera, José Luis Quezada y Bernardo Berruecos Frank, quienes 
también aceptaron ser mis lectores. Al Dr. Raúl Torres Martínez, quien, además de tenerme 
paciencia en los ocho cursos de latín que se imparten en la carrera, amablemente y gustoso 
aceptó ser mi asesor en esta “odisea noniana”. 
Agradezco infinitamente a mis compañeros de lucha en esta guerra filológica, Jennifer 
Guzmán, América Gallegos, Alan Fuentes, Arturo Martínez, Ana Puga, Carolina García, 
Abraham Tena, Oscar León, Sandra Montoya, Carmen Juárez y Raúl Martínez Limón, 
quienes, a semejanza de las falanges espartanas, me acompañaron muy de cerca en estos 
años y con su conocimiento me escudaron para no fenecer en el camino. 
 
 
 
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría agradeciendo a Donnovan Hernández, Oziel 
Mancilla, Hazael su hermano, Samuel Goméz, Emilio Morán, Marigen, Dana, Rui y Nuno 
Moreno, Paola y Hugo Quintero, Lorena López, Jakelin López, Benjamín Zamora y su 
esposa Lisa, Isabel Romero, Nahúm Hernández, así como de Daniela Sánchez, Geraldine 
Ortiz, Jair Merino, Cristina Berumen, Ángeles Ovalle y Alejandra Limón Villanueva, 
amigos que me han apoyado tanto, a quienes amo y también dedico esta tesis. 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
I. PRÓLOGO………………………………………………………………………..... i 
II. CUESTIÓN NONIANA………………………………………………………….. vii 
III. CONTEXTO HISTÓRICO……………………………………………………..... xiv 
 El cristianismo como religión oficial del Imperio romano……………….. xiv 
 Posturas teológicas……………………………………………………….. xix 
 Concilios ecuménicos………………………………………………….… xxv 
IV. ΜΕΤΑΒΟΛΗ: OTRA FORMA DE CONTAR EL EVANGELIO………….… xxxii 
 Antecedentes del género……………………………………………...… xxxii 
 Influencias literarias………………………………………………….… xxxv 
 Sobre la Paráfrasis (métrica, estilo y contenido)………………………..… xl 
V. TRADICIÓN MANUSCRITA………………………………………………..… xlvi 
VI. TEXTO Y TRADUCCIÓN………………………………………………………… 1 
VII. COMENTARIO………………………………………………………………...… 24 
VIII. BILBIOGRAFÍA………………………………………………………………..… 85 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
i 
 
PRÓLOGO 
 
En mis últimos años de estudio (y de mi vida en general) me he dado cuenta de que no 
existe nada nuevo ni original. Todas las tendencias e innovaciones en el arte, las ciencias, la 
tecnología y prácticamente cualquier campo son simplemente recreaciones de algo que 
alguien más ya había realizado; la única diferencia, y es el mérito real de tales 
innovaciones, consiste en tener la capacidad creativa de tomar lo que ya está hecho y poder 
adaptarlo a tu contexto para obtener algo diferente. Esta es la idea que Bernardo de Chartres 
encerraba en su frase “nos esse quasi nannos, gigantium humeris incidentes, ut possimus 
plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed 
quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea”.1 El presente trabajo es un 
ejemplo evidente de esta premisa, pues la obra que aquí traduzco y comento pertenece al 
más grande innovador de la poesía griega tardo antigua: Nono de Panópolis, poeta egipcio 
del s. V d. C. que dedicó más de 3600 versos a una paráfrasis del Evangelio de Juan para 
demostrar su habilidad de recreación e innovación poética. 
Mi historia con este autor, y particularmente con este texto, es bastante heterodoxa. 
Recuerdo que en clase de Literatura Griega, tras una lectura de su obra magna, las 
Dionisíacas, este autor captó grandemente mi atención por su estilo tan exuberante y 
pomposo. Sin embargo, no tenía conocimiento de la existencia de la Paráfrasis, y no fue 
sino hasta la preparación de un examen sobre el autor que descubrí, como si se tratase de un 
tesoro, la Paráfrasis del Evangelio según Juan. Debido a mis creencias, el Evangelio de 
Juan ha sido particularmente importante para mí, y haber encontrado este texto fue 
prácticamente perfecto para los propósitos de mi carrera. Este descubrimiento ocurrió en el 
momento preciso, ya que para esas fechas intentaba elegir un tema para Seminario de Tesis, 
sin éxito alguno, y al encontrarme con este poema no tuve dudas de que sobre él versaría el 
proyecto con el cual concluiría mi licenciatura. 
Poco a poco descubrí un hecho lamentable, y es que en México no existen estudios sobre 
Nono de Panópolis, ni siquiera sobre las Dionisíacas. Esto me desconcertó al principio, 
 
1 Juan de Salisbury, Met. III. 4. 
 
ii 
 
pero me hizo enfocar mi proyecto de manera mucho más certera, pues me propuse dar a 
conocer el texto a nuestros colegas filólogos de la manera más amable posible: con una 
traducción al español de uno de los cantos de la Paráfrasis. Mi sorpresa fue aún mayor 
cuando descubrí que no existían traducciones al español de esta obra en particular, y mi 
entusiasmo creció potencialmente, al igual que mi temor por la escasez de bibliografía en 
español. 
Como era de esperarse, la bibliografía en español era nula, y esta fue una delas principales 
dificultades con las que me topé a lo largo de mi trabajo, pues toda la bibliografía que 
consulté estaba en inglés, francés, italiano, alemán y latín. Los trabajos en inglés y en latín 
no eran difíciles de entender, pero la mayoría eran casi imposibles de conseguir. 
Afortunadamente, los avances tecnológicos, el internet, y la ayuda de algunos colegas 
europeos, como Hernández de la Fuente y Filip Doroszewski, a quienes pude contactar a 
través de las plataformas digitales para universitarios, me permitieron conseguir lo 
fundamental para realizar un trabajo decente. A continuación, explicaré las generalidades 
de mi trabajo, cómo lo llevé a cabo y las dificultades con las que me encontré. 
 
Sobre la introducción 
En esta sección compilé la información fundamental para entender el texto de la Paráfrasis 
en su totalidad. Dividí el estudio en 4 partes: “La cuestión noniana”, que explica las teorías 
sobre la autoría y datación de la Paráfrasis y las Dionisíacas de manera muy general; 
“Contexto histórico”, donde explico el desarrollo del cristianismo en el Imperio romano, las 
posturas teológicas que se gestaron en esa época y cuáles de ellas se erigieron como 
ortodoxas y cuáles fueron criticadas como heréticas, pues todas ellas están presentes dentro 
del poema; “Μεταβολή”, donde trato temas más específicos de la obra, como los 
antecedentes del género, las influencias literarias del poeta, tanto cristianas como clásicas 
(Homero, Cirilo de Alejandría, Calímaco, etc.), y cuestiones generales propias del texto, 
como la métrica, el estilo del autor y el contenido de la obra; por último, abordo datos 
generales sobre la tradición manuscrita. 
 
 
iii 
 
Sobre la edición empleada 
En un primer momento elegí la edición de A. Scheindler (Teubner, 1881) por diversas 
razones: en primer lugar, por ser la última edición completa de la Paráfrasis (las ediciones 
modernas se han publicado por capítulos); en segundo lugar, por su autoridad (la mayoría 
de los estudiosos basan sus investigaciones en esta edición); en tercero, porque la edición 
más reciente del Canto I (De Stefani, 2002) estaba fuera de mi alcance, ya que no existen 
ejemplares en México. A los pocos días de comenzar a trabajar con esta edición, casi 
milagrosamente, me enteré de que el propio Claudio De Stefani había publicado una 
versión descargable de su edición. Esta nueva edición tenía ventajas sobre la otra, en tanto 
que era mucho más reciente y que incluía una traducción comentada (en italiano), de modo 
que fue la que finalmente utilicé para mi trabajo. 
 
Sobre la traducción 
Me limité a traducir el primer canto, ya que el poema completo era (a mi juicio) muy 
extenso para una traducción de licenciatura en Letras Clásicas (alrededor de 3460 versos). 
Además, pude constatar que el primer capítulo funciona perfectamente como texto 
introductorio para quien desee más adelante sumergirse en el estudio del poeta de 
Panópolis. Mis principales interrogantes al acercarme ya directamente al texto, que a su vez 
me sirvieron como pautas para delimitar mi estudio, fueron las siguientes: ¿es la Paráfrasis 
un “panfleto” político-religioso para exponer una postura teológica, o un simple ejercicio 
de creación poética? ¿Qué semejanzas y diferencias existen entre el poeta de Panópolis y 
Homero? ¿Cómo puedo traducir un poema tan complejo y rico en vocabulario (que es 
prácticamente inexistente en nuestra lengua)? 
Para la traducción decidí hacer un texto “escolar”, es decir, una versión en prosa en la que 
pudiera dar a conocer el texto y manifestar la ideología plasmada en él, en primer lugar, 
porque como estudiantes de Letras Clásicas no tenemos una formación para ser traductores 
profesionales, en segundo lugar, porque en mi opinión una traducción versificada (es decir, 
una versión métrica) solamente puede hacerla un poeta, y es esa una actividad para la que 
no me considero apto. Esto no significa que haya hecho una versión palabra por palabra; 
 
iv 
 
traduje la mayoría de las frases en un español entendible, pero que no rompiera con la idea 
plasmada en el original, sobre todo en los adjetivos y las palabras de cuño innovador, para 
lo cual tuve que valerme de muchas perífrasis, sinonimia y abundante vocabulario bíblico. 
La metodología que seguí fue la siguiente: tomé el texto “crudo” y lo leí varias veces en 
lengua original, anotando el vocabulario que no conocía y las formas que me parecían 
extrañas. Después comparé el texto con el Evangelio de Juan y separé los pasajes paralelos 
para tener una idea más clara de las partes difíciles. Posteriormente revisé en algunos 
léxicos las palabras desconocidas que había anotado y comparé las diferentes entradas para 
ver cuáles eran más adecuadas para el contexto del pasaje en cuestión. Una vez que obtuve 
el material suficiente, me dediqué a traducir frase por frase según el contexto bíblico, 
analizando palabra por palabra los compuestos, las raíces, etc.; comparé las palabras con 
pasajes de las Dionisíacas (y de Homero) donde también aparecían y las confronté con las 
referencias bíblicas. Una vez terminada mi primera versión, la comparé con otras 
traducciones, principalmente con la versión de Claudio De Stefani2 y la de Prost.3 Tras 
corregir esta versión, procedí a revisar el contexto político-religioso de la obra, 
especialmente las controversias teológicas que comenzaban a gestarse y que repercutían 
directa o indirectamente en el poema. La información obtenida me llevó a realizar una 
tercera versión, más completa y mucho más acertada, de manera que pude comenzar con el 
comentario. 
La presentación de la traducción es de manera confrontada, es decir, en una página presento 
el texto griego del poeta junto con un pequeño apartado que incluye el Evangelio de Juan 
(también en griego) para que el lector pueda comparar los pasajes paralelos,4 mientras que 
en la página opuesta presento mi traducción en español, en la que incluyo notas que 
justifican o aclaran detalles de carácter traductológico. 
 
 
 
2 De Stefani, Nonno di Panopoli…, 2002. 
3 Prost, Paraphrase of the Gospel…, 2003. 
4 Como ayuda visual para el lector, marco en negritas las palabras que comparten el texto noniano y el 
Evangelio, las cuales, creo yo, el poeta utilizó como indicador del versículo al que su verso era equivalente. 
 
v 
 
Sobre el comentario 
Decidí acotar el comentario en dos puntos principales: la idea teológica que encerraba la 
palabra o el pasaje a comentar y las referencias clásicas y bíblicas a las que apuntaba el 
pasaje. De manera secundaria hablo de las figuras retóricas presentes en los versos y de los 
recursos poéticos de los que se valía el Panopolitano para construirlos. En menor medida 
expongo los vocablos de cuño innovador y los hápax del poeta. Debido a que mi trabajo no 
se enfoca en la métrica, no hablo de los fenómenos métricos presentes en los versos. No 
obstante incluyo en notas algunas referencias de autores que hablan al respecto. Por tanto, 
se puede decir que mi comentario es de tipo léxico y, en cierta medida, teológico. 
Para realizar el comentario me basé, principalmente, en la tradición bíblica, para lo cual 
busqué y comparé en el Nuevo Testamento (de manera electrónica) los pasajes que 
consideraba importantes o equivalentes. Posteriormente revisé los comentarios que otros 
estudiosos habían hecho sobre cada pasaje. Este proceso fue complicado, sobre todo por la 
escasa bibliografía que hay sobre el canto en cuestión. Realicé una segunda búsqueda de las 
palabras y los versos de los que los estudios no decían nada relevante pero que a mí me 
parecían importantes. Para ello, utilicé una herramienta electrónica llamada Diógenes, la 
cual posee la base de datos del TLG. Esta labor me llevó mucho tiempo, pero realmente 
ayudó a completar mi comentario, ya que esta herramienta ofrecelos pasajes concretos en 
los que aparecen las palabras, de manera que se puede hacer un conteo preciso y una 
búsqueda mucho más especializada. Una vez hecha la búsqueda, procedí a comentar y 
comparar con lo que Claudio De Stefani había dicho en su versión. Cabe señalar que la 
mayoría de las referencias que incluyo en mi comentario pertenecen a este autor, pues, 
como dije anteriormente, existen muy pocos estudios sobre este canto, y los que existen no 
estuvieron a mi disposición al momento de hacer mi texto. Por tanto, no extrañe al lector la 
“omnipresencia” de referencias a De Stefani. Mi aportación con respecto al mismo autor 
consiste en la explicación dogmática o teológica del poema, ya que De Stefani se limita casi 
exclusivamente a mencionar las referencias de las palabras y versos que Nono pudo haber 
retomado de otros autores para la composición de la Paráfrasis; su enfoque carece de 
explicaciones sobre los pasajes en el sentido dogmático. 
 
vi 
 
La metodología fue más o menos la misma en todo el comentario, y mientras comentaba o 
descubría información nueva también cambiaba mi traducción, pues consideré que algunos 
pasajes no expresaban adecuadamente lo que el poeta quería exponer realmente en el 
original, hasta que, finalmente, llegué a completar una versión final y definitiva de mi 
traducción y comentario. 
 
 
 
 
vii 
 
CUESTIÓN NONIANA 
 
La comúnmente llamada “cuestión homérica” debate la autoría, elaboración y datación de 
los poemas épicos más importantes de la filología clásica, la Ilíada y la Odisea, que, como 
el nombre de la “cuestión” lo dice, son atribuidos a un autor común llamado Homero. Las 
obras, compuestas en hexámetros dactílicos, suman un total de 48 cantos (24 cada uno), lo 
cual da como resultado una magnitud casi imposible de imitar. Sin embargo, para el s. V d. 
C. un autor se aventuró a realizar una obra casi equivalente a esta, componiendo un poema 
de 48 cantos, y uno más de 21 (escrito también en hexámetros). Nono de Panópolis, poeta 
egipcio, es un ejemplo claro de que la grandeza se puede alcanzar a partir de lo que ya ha 
sido creado y echando mano del contexto en el que se vive para recrearlo como algo 
innovador. Curiosamente, el Panopolitano no sólo es comparable con Homero por sus 
poemas, sino también por la incógnita que representan su vida, la datación y la autoría de 
sus obras, por lo cual los estudiosos se han aventurado a llamar a estas dificultades 
“cuestión noniana”.5 
Sobre el poeta de Panópolis, la enciclopedia bizantina Suda dice:6 ἰστέον δὲ ὡς ἔστι καὶ 
Νόννος κύριον, Πανοπολίτης, ἐξ Αἰγύπτου, λογιώτατος· ὁ καὶ τὸν παρθένον Θεολόγον 
παραφράσας δι' ἐπῶν.7 Parece irónico que un autor de dos poemas tan colosales como las 
Dionisíacas (22,000 versos) y la Paráfrasis del Evangelio según San Juan (3700 versos) 
aparezca mencionado en tan sólo unas cuantas líneas. No tenemos mucho más que ésta y 
otras cuantas referencias para conocer la vida de Nono de Panópolis, lo cual es conflictivo 
 
5 Cf. Livrea, “Il poeta ed il vescovo…” en Prometheus 13, 1987, pp. 97-123. Para mayor información sobre la 
cuestión homérica, consultar el trabajo de Fowler: “The Homeric question” en The Cambridge Companion to 
Homer, 2004, pp. 220-232. 
6 Cabe aclarar que la entrada de la enciclopedia que menciona al Panopolitano no habla de él en primer lugar, 
sino que habla de los días del mes llamados por los antiguos como “Νόνναι”. La mención del Panopolitano en 
esta entrada existe sólo en una glosa marginal de la cual hablo más adelante en el trabajo. 
7 Suda On Line, s. v. Νόνναι. Consultado el 8 de febrero de 2019 http://www.stoa.org/sol-entries/nu/489 
“Debe saberse, sin embargo, que también existe el hombre Nono, [de la ciudad] de Panópolis en Egipto, 
[hombre] sumamente erudito, quien también parafraseó al Teólogo casto en verso épico”. Todas las 
traducciones tanto de los textos bíblicos como de los clásicos son de mi autoría, a menos que indique lo 
contrario. 
http://www.stoa.org/sol-entries/nu/489
 
viii 
 
para los estudiosos. Algunos, como Mark A. Prost,8 deciden aventurarse en el mar de las 
hipótesis y conjeturas que se obtienen a partir de la propia obra de Nono, y crean teorías 
verosímiles, pero incomprobables;9 otros, en cambio, como Domenico Accorinti,10 optan 
por profundizar filológicamente en el escaso material bibliográfico que tenemos y, 
exitósamente, obtienen hipótesis mucho más sólidas. A partir de ello, he decidido 
inclinarme hacia las posturas de Accorinti y exponer aquí algunas de sus aportaciones. 
La primera cita aquí expuesta no sólo es breve, sino que, además, pertenece a una glosa 
marginal en un manuscrito de la enciclopedia bizantina Suda, el Marcianus Gr. 448. Es 
intrigante que la edición de la enciclopedia que carece de la glosa, no mencione al 
Panopolitano. El manuscrito, según algunos autores, se sitúa en el s. XII y, al igual que los 
manuscritos Marcianus Gr. 460, Parisinus Gr. 2702 y el Laurentianus plut. 59.2 y 3, ha 
sido irrefutablemente establecido que es un texto autógrafo de Eustacio de Tesalónica (ca. 
1115-1195).11 Los estudios sugieren que las glosas y escolios añadidos al manuscrito son 
de la misma mano del escritor, lo cual indica que fue el propio Eustacio quien escribió el 
fragmento referente a Nono. 
Bajo estas y otras condiciones podemos tratar de descifrar una incógnita importante: ¿por 
qué la enciclopedia bizantina no menciona la obra magna del poeta, las Dionisíacas? Ya 
Arthur Ludwich dio señas de esto en el prefacio de su edición del mismo poema: 
“Ne is quidem, qui Eudociae Augustae nomine abusus Violarium conflavit, 
maioris operis a Nonno conscripti notitiam videtur habuisse; nam nihil de poeta 
prodidit memoriae nisi haec: Νόννος Πανοπολίτης ἐξ Αἰγύπτου, λογιώτατος, ὁ 
καὶ τὸν παρθένον Ἰωάννην παραφράσας δι' ἐπῶν”. 12 
 
8 Prost, “The life and times of Nonnos of Panopolis” en Paraphrase…, 2003, pp. 1-53. 
9 Cf. Accorinti “The poet from Panopolis” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, p. 17, n. 15. 
10 Accorinti, op. cit. pp. 11-53. 
11 Ibid. p. 21. 
12 Ludwich, Nonni Panopolitani Dionysiaca, 1909-1911, I, vii. La variante textual Ἰωάννην en lugar del 
Θεολόγον del manuscrito, dice Accorinti (ibid. p. 20), es obra de Konstantino Palaiokappa, quien “forjó” el 
Violarium de Pseudo-Eudocia en el que aparece citado este fragmento de la Suda, y fue éste quien 
simplemente decidió sustituir Θεολόγον por Ἰωάννην. 
 
ix 
 
Sin embargo, Eustacio cita un breve pasaje de las Dionisíacas en sus comentarios a 
Homero y a Dionisio Periegeta,13 sin mencionar su autoría: Ταρσὸν ὁμοῦ καὶ Κύδνον ἑνὶ 
ξύνωσεν ἀγοστῷ.14 Así, es Eustacio quien cita las Dionisíacas (pasando por alto la 
Paráfrasis), pero las omite en su glosa biográfica de Nono (aunque sí menciona en ese caso 
la Paráfrasis). Ahora bien, la solución a la interrogante se encuentra en la propia glosa: si 
leemos cuidadosamente, podemos ver: ὁ καὶ τὸν παρθένον Ἰωάννην παραφράσας δι' ἐπῶν, 
donde καὶ funciona como una “marca aditiva”, es decir, “quien también parafraseó a San 
Juan en verso épico”, lo cual constituye una alusión a la cita antes mencionada como parte 
del trabajo de Nono.15 Así, pues, Domenico Accorinti concluye su hipótesis en estos 
términos: Eustacio atribuye a Nono la autoría de ambos poemas y, si bien en la Suda se 
omite uno de ellos, la obra del tesalonicense complementa la información faltante. 
Por otra parte, contamos con información mucho más sólida respecto a la patria del poeta. 
Accorinti expone tres indicios especialmente contundentes que revelan que Nono era 
egipcio, muy probablemente de Panópolis (hoy Akhmim, en la parte alta de Egipto), y que 
escribió las Dionisíacas en Alejandría.16 El primer indicio es que el poeta habla de Proteo 
de Faros, y está en Dion. I.11-15: 
ἄξατέμοι νάρθηκα, τινάξατε κύμβαλα, Μοῦσαι, 
καὶ παλάμῃ δότε θύρσον ἀειδομένου Διονύσου. 
ἀλλὰ χοροῦ ψαύοντι Φάρῳ παρὰ γείτονι νήσῳ 
στήσατέ μοι Πρωτῆα πολύτροπον, ὄφρα φανείη 
ποικίλον εἶδος ἔχων, ὅτι ποικίλον ὕμνον ἀράσσω.17 
 
El segundo indicio es una referencia muy afectiva al Nilo en Dion. XXVI.236-40: 
 
 
13 Eust. Ad Hom. Od. 8.166 (1590.55); Ad Dion. Per. 1 (GGM II, 213, .23-25). 
14 Nonn. Dion. I.260. 
15 Accorinti, op. cit. p. 22. 
16 Ibid. p. 23. 
17 “Traiganme la férula, hagan resonar los címbalos, Musas, / y denle a mis manos el tirso para el canto 
dionisiaco. / Pero cuando abrace al coro en la vecina isla de Faros, / traigan a mi presencia al multiforme 
Proteo, hasta que se revele / con su compleja imagen, pues complejo es el canto que asalto”. 
 
x 
 
κεῖθι μελαμψήφιδα διαξύων ῥόον ὁπλῇ 
νήχεται ὑδατόεις ποταμήιος ἵππος ἀλήτης, 
οἷος ἐμοῦ Νείλοιο θερειγενὲς οἶδμα χαράσσων 
ναιετάει, βυθίοιο δι' ὕδατος ὑγρὸς ὁδίτης 
μηκεδαναῖς γενύεσσιν·18 
 
Finalmente, tenemos un epigrama, posiblemente autógrafo de Nono:19 
Νόννος ἐγώ· Πανὸς μὲν ἐμὴ πόλις, ἐν Φαρίῃ δὲ 
ἔγχεϊ φωνήεντι γονὰς ἤμησα Γιγάντων.20 
Estos pasajes son (casi) suficientes para establecer que Panópolis fue la ciudad natal del 
poeta. Sin embargo, vemos que vivió la mayor parte de su vida en Alejandría.21 Entre otros 
datos, sabemos que perteneció quizá a una familia cristiana de Asia Menor y que fue un 
viajero que conoció en persona gran parte de Egipto, por lo que es llamado uno de los 
“wandering poets” egipcios.22 Además, la viveza con la que Nono describe a Béroe como 
colonia romana fundada por Augusto y su alabanza a la misma como recipiente de la ley 
romana sugieren que el poeta estuvo inmerso en la escuela de leyes durante el s. V: 
σκῆπτρον ὅλης Αὔγουστος ὅτε χθονὸς ἡνιοχεύσει, 
Ῥώμῃ μὲν ζαθέῃ δωρήσεται Αὐσόνιος Ζεὺς 
κοιρανίην, Βερόῃ δὲ χαρίζεται ἡνία θεσμῶν, 
ὁππότε θωρηχθεῖσα φερεσσακέων ἐπὶ νηῶν 
φύλοπιν ὑγρομόθοιο κατευνήσει Κλεοπάτρης· 
πρὶν γὰρ ἀτασθαλίη πτολιπόρθιος οὔ ποτε λήξει 
εἰρήνην κλονέουσα σαόπτολιν, ἄχρι δικάζει 
Βηρυτὸς βιότοιο γαληναίοιο τιθήνη 
γαῖαν ὁμοῦ καὶ πόντον, ἀκαμπέι τείχεϊ θεσμῶν 
 
18 “Allí también, rasgando la corriente con su pezuña, / nada el hipopótamo, vagando las aguas, / como el 
habitante de mi querido Nilo, afilando las calurosas olas; / viajero acuático que marcha a través de las 
profundidades del agua / con sus anchas mandíbulas”. 
19 AP. 9.198. 
20 “Nono soy yo, y mía es la Polis de Pan, pero en Faros / segué con la hoz de mi boca la estirpe de los 
Gigantes”. 
21 Cf. también Dion. I. 13. 
22 Accorinti, op. cit. p. 25. 
 
xi 
 
ἄστεα πυργώσασα, μία πτόλις ἄστεα κόσμου.23 
 
En cuanto a la datación tanto de su vida como de sus obras hay infinidad de controversias 
hasta la fecha y ha sido un tema muy debatido entre los estudiosos24. Las especulaciones de 
Accorinti se basan en un terminus post quem para la datación de las Dionisíacas (y, por 
tanto, la época de mayor esplendor de Nono como poeta); se trata de la obra del también 
egipcio Claudio Claudiano25, quien escribió la Gygantomachia (ca. 394) y De raptu 
Proserpinae (ca. 396-402), de las cuales el Panopolitano muy probablemente tenía 
conocimiento. En suma, tenemos dos pasajes en las Dionisíacas (XVI.321 y XX.372) que 
parecen imitar el inicio de un epigrama escrito por Ciro de Panópolis, datado cerca del 441-
42 (AP 9.136): Αἴθε πατήρ μ’ ἐδίδαξε. Posteriormente, Agatias (ca. 532-580) menciona a 
Nono entre los νέοι ποιηταί en sus Historiae 4.23.5-6: 
 
ταῦτα γὰρ οἵ τε πρότερον ποιηταὶ ᾄδουσι καὶ οἱ νέοι παραλαβόντες συνᾴδουσιν. ὧν δὴ 
καὶ Νόννος, ὁ ἐκ τῆς Πανὸς τῆς Αἰγυπτίας γεγενημένος, ἔν τινι τῶν οἰκείων 
ποιημάτων, ἅπερ αὐτῷ Διονυσιακὰ ἐπωνόμασται, οὐκ οἶδα ἐφ' ὅτῳ ὀλίγα ἄττα τοῦ 
Ἀπόλλωνος πέρι ἀφηγησάμενος (οὐ γὰρ δὴ τῶν προηγουμένων ἐπῶν ἐπιμέμνημαι) 
εἶτα ἐπάγει· 
Ἐξότε Μαρσύαο θεημάχον αὐλὸν ἐλέγξας 
Δέρμα παρῃώρησε φυτῷ κολπούμενον αὔραις.26 
 
 
23 Dion. XLI. 389-98. “Cuando Augusto maneje el cetro del mundo entero, / el Zeus italiano otorgará el 
señorío a la divina Roma, / pero Béroe tiene la gracia de sostener las riendas de las leyes, / cuando armada con 
sus flotas blindadas se ponga fin / al estruendo de la batalla naval de Cleopatra. / Porque antes, la violencia 
arrasadora no dejará de agitar / la paz salvadora de la ciudad, hasta que Beirut, / la protectora de la vida 
pacífica, traiga justicia / en mar y tierra al fortificar las aldeas con el muro/ inconmovible del derecho, una 
ciudad por todas las aldeas del mundo”. 
24 Accorinti, op. cit. p. 28, n. 56. 
25 Por si fuera poco, sabemos poco de la vida de Claudiano. La aseveración de que el poeta es egipcio procede 
de una interpretación de dos pequeños epigramas autógrafos suyos: “Graiorum populis et nostro cognite Nilo” 
(Carm. min. 19.3); “conditor hic patriae; sic hostibus ille pepercit” (Carm. min. 22.20); “audiat et commune 
solum longeque carinis / nota Pharos, flentemque attollens gurgite vultum / nostra gemat Nilus numerosis 
funera ripis” (Carm. min. 22.56-58). Cf. Accorinti, op. cit. p. 28. 
26 Nonn. Dion. I.42-43. 
 
xii 
 
ὡς μὲν οὖν ἐξ ἐκείνου τὸ μίασμα τοῦτο οὔπω τῷ ἀνθρωπείῳ γένει διέγνωστο, σαφῆ τὰ 
τεκμήρια καὶ ἀποχρῶντα παρὰ τοῖς ὀρθῶς ἀναθεωρεῖν καὶ τεκμαίρεσθαι τὰ παλαίτατα 
πεφυκόσιν, ἀλλὰ μὴ ποιητικῇ θεολογίᾳ παρακρουομένοις.27 
 
Esta cita es, sin duda, la referencia más antigua que presenta a Nono como autor de las 
Dionisíacas y establece un terminus ante quem muy importante para el epos noniano. 
Finalmente, dos poemas que parecen estar influenciados por Nono, tanto en estilo como en 
métrica, arrojan indicios mucho más certeros para la datación, a saber, el Encomio al 
patricio Teágenes, atribuido a Pamprepio y el Encomio a Heraclio de Edesa, que se sitúan 
ca. 473 y 471 respectivamente. La suma de datos da como resultado que la composición de 
las Dionisíacas se sitúe no más allá del 470 y, por tanto, se considere que el poeta vivió 
entre el 400 y el 470 aproximadamente. 
Discutir la datación precisa de la Paráfrasis es un poco más complicado, así que sólo 
expondré brevemente lo que Domenico Accorinti dice al respecto28. Tenemos un posible 
terminus post quem establecido por el Comentario a Juan de Cirilo de Alejandría, obra 
escrita entre 425 y 42829 y de la cual Nono muy probablemente echó mano para su poema. 
Algunos autores han propuesto que el término θεοτόκος, otorgado a la Virgen María en el 
Concilio de Éfeso (431), es muestra de otro terminus post quem para la composición del 
poema, ya que Nono lo utiliza en tres ocasiones.30 Sin embargo, Accorinti argumenta que 
éste no es un criterio convincente, ya que el mismo término había sido usado por la Iglesia 
ya en los ss. II y IV.31 El terminus ante quem es mucho más complejo, y Accorinti se 
limita a la propuesta de Francis Vian, quien afirma en un ensayo acerca del término μάρτυς, 
 
27 “Esta historia la trataron los poetas de antaño y los nuevos la han retomado para cantarla a su vez; entre 
ellos Nono, nacido en Pano de Egipto, en una de sus obras poéticas a la que le dio el nombre de Dionisíacas, 
tras hacer mención de Apolo unos pocos versos antes, no sé a propósito de qué, pues no recuerdo las palabras 
anteriores, sigue así: … desde el día que castigó de Marsisas la flauta que contendía con los dioses / y 
suspendió de un árbol su piel, inflada por el viento. Desde entonces esa infamia se había mantenido ignorada 
por el género humano y de ello son evidentes y manifiestas las pruebas para quienes son capaces de examinar 
y analizar los testimonios antiguos y no se dejan engañar por los relatos de los poetas sobre los dioses”. 
Traducción de Villaro Begoña Ortega (Agatías, Historias, 2008). 
28 Accorinti, op. cit. p. 30.29 Cf. Accorinti, ibid. n. 69. 
30 Par. 2.9, 66 y 19.135, donde aparece como θεητόκος metri causa. 
31 Accorinti, op. cit. p. 31. 
 
xiii 
 
que aparece en la Paráfrasis, que, efectivamente, esta obra fue anterior a las Dionisíacas, es 
decir, que fue compuesto entre 430 y 450. 
Otras quaestiones, tales como la identificación del Panopolitano con otros Nonos de la 
Antigüedad (el obispo de Edesa de 470 a 471 o Pseudo-Nono, comentador de Gregorio 
Nacianceno en el s. VI) o la discusión sobre la conversión al cristianismo del poeta,32 son 
temas que han sido altamente estudiados por grandes filólogos y sería imprudente entrar en 
la discusión (como coloquialmente decimos) “de los adultos”. Por lo tanto, no los abordaré. 
Además, como dice Accorinti, “every cautious reader knows that the last word on the poet 
from Panopolis will never be said, unless one happens to meet him in Paradise and pester 
him with quaestions about his poems”.33 
A manera de conclusión, lo único que podemos “afirmar” es que Nono fue un poeta, 
efectivamente de la ciudad egipcia de Panópolis, que desarrolló su labor en Alejandría entre 
los años 400 y 470, y que su obra poética está conformada por dos textos épicos, uno 
referente al dios Dioniso y compuesto por más de 22,000 versos hexamétricos y otro que 
reelabora el Evangelio según San Juan en una paráfrasis de más de 3600 versos, también 
hexamétricos.
 
32 Es lo más sensato aceptar que el poeta pertenecía al cristianismo simplemente si consideramos la creación 
de una paráfrasis de más de 3000 versos a uno de los Evangelios. Pero bajo una visión filológica, sus 
creencias deben tomarse muy en cuenta cuando nos acercamos a sus obras (en especial al texto “pagano”), 
pues estos nos muestran la génesis ideológica de sus poemas. Respecto al mismo tema, cf. Dijkstra, “The 
Religious Background of Nonnus” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, pp. 75-88. 
33 Para quienes deseen adentrarse en este mar de especulaciones, cf. Accorinti, op. cit. p. 32-46, y Robert 
Shorrock, The myth of paganism, 2011. 
 
xiv 
 
 CONTEXTO HISTÓRICO 
 
1. El cristianismo como religión oficial del Imperio romano34 
Para llegar a entender los textos de nuestro autor, y en particular la Paráfrasis del 
Evangelio según San Juan, de manera más clara y efectiva es necesario conocer la 
plataforma histórico-social en la que éste se desarrolló como poeta, así como los problemas 
y discusiones político-religiosos que ocurrieron a lo largo de este período. Para ello, 
debemos remontarnos al s. II de nuestra era, cuando comenzaron a desarrollarse estos 
conflictos, hasta llegar al s. IV, cuando el cristianismo ya era la religión imperante del 
gobierno romano. 
En torno al s. II comenzaron a desarrollarse dos conceptos dentro de la Iglesia cristiana: 
“ortodoxia” y “herejía”. Para los primeros cristianos, la herejía (αἵρεσις) significaba una 
tendencia o inclinación de algún grupo cristiano a cierta interpretación, pero sus 
discusiones se resolvían dentro de las propias iglesias locales y no significaban un 
problema. Sin embargo, para mediados de este siglo, algunos autores eclesiásticos, como 
Justino, Ireneo y Clemente de Alejandría, comenzaron a usar este término para condenar a 
aquellos que tenían una discrepancia doctrinal y que por ello perturbaban la paz y 
adulteraban la enseñanza y doctrina apostólicas.35 Por otro lado, las Iglesias acusadas de 
herejes se indignaron y comenzaron a autoproclamarse ortodoxas y auténticas Iglesias 
católicas. Así, las discusiones heréticas surgieron por la tendencia de unificación de las 
Iglesias que se sentían depositarias de la auténtica doctrina de los apóstoles. Las principales 
discusiones giraban en torno a la figura de Jesús, las cuales analizaremos más adelante a 
detalle.36 
Para el s. III surgió otro tipo de discusiones, tales como la penitencia que debía aplicarse a 
los adúlteros, la validez del bautismo administrado por herejes, la apostasía de algunos 
cristianos y su reinclusión en la iglesia, etc. Todo ello dio lugar a diversos concilios, a los 
 
34 El establecimiento del cristianismo como religión oficial no llegó sino hasta el 380 con el Edicto de 
Tesalónica de Teodosio I, así que esta afirmación diríamos que sólo es válida a partir de esta fecha. 
35 Fernández Ubiña, Historia del cristianismo, 2005, pp. 240-41. 
36 Infra: Posturas teológicas. 
 
xv 
 
cuales asistían obispos y clérigos de todas partes para presentar los problemas de sus 
Iglesias locales. Así, se fortalecía poco a poco la idea de cohesión doctrinal y disciplinaria, 
y la conciencia de pertenecer a una Iglesia universal.37 
En el s. IV la rivalidad entre Constantino y Licino por el trono supuso también una 
rivalidad doctrinal dentro de la Iglesia, que en realidad disfrazaba la lucha por la nueva 
forma de poder episcopal. Mientras Constantino procuró la idea del perdón y la 
reintegración de los apóstatas que habían claudicado a causa de la persecución orquestada 
por Diocleciano (303-305), lo cual suponía el origen de la relación Estado-Iglesia, hubo 
otras figuras más rigoristas y cismáticas que condenaban esta idea. Tal es el caso de 
Donato, quien llegó a ser obispo de Cartago entre 311 y 312. Su elección como prelado 
frente a su rival Ceciliano, representante de la población y cultura latinas en Cartago, 
provocó una disputa que se extendió por todo el norte de África y una división de facciones 
dentro de la comunidad cristiana. Estos fenómenos provocaron un cisma en el cual tuvo que 
intervenir Constantino y que nos revela las intenciones políticas del monarca, a saber, 
unificar las opiniones religiosas de sus súbditos a partir de la restauración armónica entre 
los clérigos y sanar las heridas causadas por los años de guerra, para así mantener un clima 
de paz religiosa, lo cual se traduciría en estabilidad política38. En este contexto, para el año 
313 Constantino estableció un edicto, conocido como El edicto de Milán, en el cual se 
otorgaba libertad de creencias religiosas en el Imperio, con miras claras a la estabilidad 
política y al cese de la persecución contra los cristianos. 
El conflicto donatista continuó por muchos años, pero se limitó a la zona de África y se vio 
minimizado por un conflicto mucho más importante, un debate teológico que implicaba, a 
su vez, un debate político en las dos partes del Imperio: el arrianismo, doctrina planteada 
por Arrio, que consistía en dividir la persona de Cristo de la del Dios Padre, de lo cual 
hablaremos más adelante a detalle. Este debate se desarrolló en Oriente, principalmente en 
los territorios de Egipto, Siria y Asia Menor. Durante el conflicto la religión y la política 
comenzaron a unificarse, lo cual produjo una ruptura que derivó en la conformación de un 
Imperio de Oriente y uno de Occidente. Como respuesta a esta catástrofe, el emperador 
 
37 Fernández Ubiña, op. cit. p. 257-261. 
38Ibid, . p. 350. 
 
xvi 
 
decidió convocar a un concilio en la ciudad de Nicea, con el fin de determinar una sola 
doctrina que unificara todas las facciones eclesiásticas. El concilio se llevó a cabo en el 325 
y a él asistieron cerca de 250 obispos, principalmente orientales. Ahí se determinó que la 
doctrina arriana era una herejía y se fijó una “fórmula doctrinal” conocida como el credo 
Niceno, que describe puntualmente las creencias aceptadas y rechazadas del cristianismo 
ortodoxo. Arrio fue exiliado de Alejandría, pero continuó militando por su doctrina y ésta 
se siguió desarrollándo, así que los objetivos del concilio no alcanzaron su cometido. 
Tras la muerte de Arrio y, poco después, la de Constantino, los conflictos continuaron. No 
obstante, hubo un “paréntesis” para las discusiones doctrinales con la llegada de Juliano al 
poder. Como sabemos,Juliano (conocido como el Apóstata) permitió nuevamente la 
práctica libre de cultos y religiones “paganas” y pretendía la erradicación del cristianismo. 
En 362 proclamó un edicto que prohibía a los cristianos la enseñanza de la literatura 
clásica, lo cual suponía un golpe muy duro para los estudiosos cristianos de la época. Sin 
embargo, esto desató una respuesta contraria en la que autores como Basilio de Cesarea y 
Apolinar de Laodicea optaron por aplicar la retórica y gramática clásicas a los temas 
cristianos. Fue éste último el pionero que reelaboró gran parte de las Escrituras en distintos 
metros y formas clásicas, aunque, lamentablemente, no conservamos nada de su obra.39 
Probablemente esta explosión literaria como respuesta a los designios de Juliano fue un 
precedente importante para el género parafrástico del que nuestro autor de Panópolis 
abrevaría años después. 
Una vez cerrado el paréntesis “pagano” con la muerte de Juliano en 363, las disputas 
doctrinales continuaron, y fue Teodosio I quien, tras subir al trono como emperador en 378, 
procuró defender fuertemente la tesis de Nicea, para lo cual convocó a otro concilio en 
Constantinopla en el 381. Este concilio coincidió con la promulgación de una ley que 
identificaba al cristianismo ortodoxo con el nicenismo y condenaba las demás doctrinas 
como heréticas. El concilio tenía como objetivo concreto declarar la unidad teológica y la 
reorganización eclesiástica de Oriente. Acudieron figuras importantes como Gregorio 
Nacianceno, Gregorio de Nisa y Melecio, todos nicenistas. Ahí se redefinió el símbolo 
 
39 Cf. Whitby, M., “Nonnus and Biblical Epic” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, p. 218. 
 
xvii 
 
niceno y surgió el llamado símbolo niceno-constantinopolitano,40 que condenaba 
directamente la tesis arriana. Se estableció que ningún obispo podía interferir en los asuntos 
de otras diócesis y se declaró la primacía de la sede de Constantinopla en Oriente por 
encima de las sedes apostólicas de Alejandría y Antioquía, no con un fundamento 
apostólico, sino con uno político, con lo cual esa ciudad se erigió como la nueva Roma en 
Oriente. La tesis arriana quedó soslayada por algún tiempo, pero no fue eliminada del todo. 
Siguiendo la línea de Antonio Piñero,41 es preciso hablar en este punto de dos escuelas de 
pensamiento de la época: la escuela alejandrina y la escuela antioquena, ambas partidarias 
de entender la naturaleza doble de Jesucristo. La primera adoptó una doctrina antiarriana, 
pero sus militantes, tales como el ya mencionado Apolinar de Laodicea (315-392) y 
Eutiquio (378-454), fueron al extremo y proclamaron una postura monofisita (μόνος + 
φύσις),42 que terminó por ser condenada bajo el criterio del símbolo niceno-
constantinopolitano. La segunda proclamaba una teoría inhabitacionista,43 de la que fue 
partidario Nestorio, personaje del que hablaremos a continuación. 
Nestorio (381-453) se formó en la ciudad de Antioquía, por lo que adoptó su corriente de 
pensamiento. Adquirió fama de importante teólogo y predicador, por lo que el entonces 
emperador Teodosio II lo llamó para ocupar la sede episcopal de Constantinopla alrededor 
del 428. Durante este período se enfrentó a un conflicto doctrinal basado en la tesis 
inhabitacionista, en la que se discutía si las dos naturalezas de Cristo implicaban también 
dos personas y, por tanto, María no podía considerarse “Madre de Dios”. Tal era la postura 
de Nestorio frente a la de los teólogos de Constantinopla y el asunto llegó hasta Alejandría, 
donde entonces era obispo Cirilo de Alejandría. La rivalidad entre Alejandría y 
Constantinopla llevó a Cirilo a presentar la discusión al papa Celestino I en Roma. En 430 
se condenó la postura de Nestorio en un sínodo episcopal y un año después se llevó el 
asunto a un concilio en Éfeso, en el cual se determinó deponer a Nestorio de su cargo 
 
40 Vid. infra: Concilios ecuménicos. 
41 Piñero A., Los cristianismos derrotados, 2007, pp. 241-248. 
42 Esta postura sostenía que Cristo tenía una sola naturaleza (la divina, entendiendo φύσις como “sustancia” o 
“esencia”, la cual compartía con el Padre). Esta postura se verá más detalladamente en el apartado dedicado a 
las Posturas teológicas. 
43 Esta postura afirmaba que en el hombre Jesús habitaba o había sido depositada la naturaleza divina del 
Lógos, pero que éste seguía siendo hombre (vid. infra: Posturas teológicas). 
 
xviii 
 
eclesiástico. Regresó a su convento en Antioquía fuera de la escena político-eclesiástica, 
aunque fue exiliado poco después a la zona de Iraq por el obispo Juan y murió alrededor del 
453. 
La crisis nestoriana provocó un resurgimiento de la controversia arriana y, para terminar 
definitivamente con el problema, se proclamó un concilio ecuménico en Calcedonia en 451, 
en el cual se rechazó por completo la doctrina arriana y se llegó a un acuerdo entre las 
posturas alejandrina y antioquena, donde fueron también rechazadas la doctrina monofisita 
y el nestorianismo. 
Para cerrar este apartado, se presentará una síntesis de lo antes expuesto. A partir del s. II 
los conceptos de herejía y ortodoxia ganaron terreno en el ámbito eclesiástico, y poco a 
poco en el político gracias a la intervención del emperador, quien tenía como fin guardar la 
unidad en su gobierno. La aceptación del cristianismo como religión oficial del Imperio 
provocó que los conflictos políticos y religiosos comenzaran a integrarse en una sola 
entidad, lo que dio lugar a un cisma entre las sedes eclesiásticas, sobre todo en Oriente. La 
figura de Arrio fue especialmente importante, ya que su postura teológica provocó una 
división de pensamientos y una ruptura política que llevó al imperio a crear un dogma 
único para el cristianismo ortodoxo, el símbolo niceno. Más tarde se estableció en 
Constantinopla un credo mucho más definido y al mismo tiempo se proclamó la 
preeminencia de esta ciudad como sede eclesiástica de Oriente, lo cual generó un conflicto 
político-religioso en las sedes orientales de Alejandría y Antioquía. Estos conflictos 
cultivaron corrientes de pensamiento opuestas, entre las cuales el nestorianismo dio pie a 
que renaciera el debate arrianista. Finalmente, en 451 se logró “unificar” un pensamiento 
común en el Concilio de Calcedonia, que dio muerte definitiva al arrianismo y a las 
doctrinas que le eran adyacentes. Es ahí donde podemos visualizar a nuestro poeta de 
Panópolis. 
 
xix 
 
2. Posturas teológicas 
Una vez que hemos establecido grosso modo un panorama histórico para nuestro autor, es 
menester estudiar los conflictos teológicos de manera más profunda. En este apartado 
estudiaremos tres corrientes teológicas de manera “negativa”, es decir, aquellas posturas 
que fueron especialmente controversiales y que terminaron por considerarse heréticas hasta 
desaparecer. 
 
Arrianismo 
En el apartado previo se hizo mención del tema de Arrio como uno de los conflictos más 
importantes para el cristianismo que se desarrollaron en el s. IV, por lo que ahora compete 
analizarlo más a fondo. Las ideas de Arrio no nacieron por revelación o por un criterio 
propio, sino que tuvieron sus orígenes ya desde los primeros cristianos, cuando el 
judeocristianismo recriminaba a los cristianos gentiles (quienes se autoproclamaban el 
Israel verdadero)44 que tuvieran “dos dioses” y defendieran que “había dos poderes en el 
cielo”, en referencia a la divinidad de Jesucristo tras su resurrección, lo cual llevó al 
judaísmo a separarse definitivamente del cristianismo.45 Poco después, la idea de Cristo 
como una “proyección” o “modo” de Dios (ὑπόστασις) dio lugar a la afirmación de que el 
Lógos/Hijo era en verdad divino y estaba subordinado al Dios Padre. A esta doctrina se le 
denominó monarquianismo o subordinacionismo.46 Esta idea implicaba que el Hijo,aunque 
divino, ocupaba un rango menor que el Padre. 
El subordinacionismo fue desarrollado en Alejandría por Orígenes (185-254), cuya postura 
consistía en que Dios Padre es absolutamente trascendente, incognoscible y totalmente 
incomprensible, pero el Hijo, como “imagen del Dios invisible”,47 puede ser conocido y sus 
cualidades ofrecen cierto conocimiento de las propiedades del Padre; de ese modo, la 
 
44 Una respuesta a tales controversias es la Epístola paulina dirigida a los romanos, especialmente los 
capítulos 9, 10 y 11, donde Pablo defiende la autenticidad de Israel como el pueblo amado de Dios (que 
incluía ahora también a la Iglesia gentil). 
45 Piñero. A. op. cit. p. 224. 
46 Ibid. pp. 51, 71. 
47 Col. 1:15. 
 
xx 
 
disposición jerárquica entre el Padre, el Hijo y el Espíritu es estricta.48 “Para Orígenes el 
Padre es real y absolutamente Dios, mientras que el Hijo es el Verbo, el arquetipo de todas 
las otras realidades, el médium y el camino hacia el Padre, el que conoce las cualidades del 
Padre trascendente porque participa de ellas”.49 Un siglo más tarde, Arrio, de origen Libio, 
se trasladó a Alejandría para formarse como filósofo y teólogo cristiano. Adoptó 
rápidamente la doctrina origenista y tuvo muchas disputas con los padres eclesiásticos, 
principalmente con Alejandro de Alejandría, obispo de esta ciudad entre 312 y 328. 
A continuación se presentan los puntos principales de la doctrina arriana, obtenidos de citas 
y otros textos, 50 ya que sus escritos no se conservan: 
 Como premisa principal, Dios es un ser único, simple, indiviso e indivisible, solo y 
primer principio de todo lo demás y, por lo tanto, no lo ha engendrado nadie. Puesto 
que es absolutamente trascendente, no puede haber nada igual a él. 
 En segundo lugar, el Hijo es distinto del Padre. Por lo tanto, tiene otras 
“cualidades”. Si se le pensara como exactamente igual a Dios, sería como dividir a 
Dios en dos. Si el Hijo estuviera “formado” del mismo “sustrato”, cualidad o 
“materia” que el Padre, habría dos Dioses, lo cual es impensable. 
 Por otro lado, el Lógos es el medio creador de todas las cosas, pero, como el Hijo, 
ha sido engendrado por el Padre como cualquier otra criatura y, por lo tanto, es una 
criatura. Todas las cosas han sido creadas, incluido el Hijo, por lo cual hubo un 
momento en el que no existía. Aunque fue engendrado “antes de los siglos”, en la 
eternidad, hubo un momento en el que el Hijo no existía. Por lo tanto, es inferior al 
Padre. 
 Aunque el Lógos/Hijo tiene la categoría de divino, sigue siendo inferior al Padre. Si 
consideramos a la persona de Jesús como el inhabitado por el Lógos, vendría a 
ocupar un lugar mucho menor y, por lo tanto, no se le podría llamar “Dios”. 
 
48 Piñero A. op. cit. p. 225. 
49 Ibid. 
50 Mi explicación está basada en la compilación de Piñero A. op. cit. p. 219-230, quien, a su vez, se basa en 
los siguientes pasajes: Epiph. Haer. 69, 6-8; Teodor. Hist. eccl. 1, 5, 1-4; Atan. De Synodis, 16; Oratio Contra 
Arianos, 1, 2-10, De decretis Syn. Nic. 16, De Sent. Dionys. 6; Hilar. De Trinitate, 4, 12-13; 6, 5-6; Socr. Hist 
eccl. 1, 26, 2, etc. 
 
xxi 
 
Toda esta tesis está basada en diversos pasajes de la Escritura, principalmente en los 
siguientes: 
a) La referencia al Hijo/Sabiduría como principio de la creación de Dios: 
κύριος ἔκτισέν με ἀρχὴν ὁδῶν αὐτοῦ εἰς ἔργα αὐτοῦ.51 
b) El discurso de Pedro donde se ve una subordinación de “poder” y posición secundaria en 
el Hijo: 
τοῦτον τὸν Ἰησοῦν ἀνέστησεν ὁ θεός, οὗ πάντες ἡμεῖς ἐσμεν μάρτυρες.52 
c) El texto paulino en el que se narra la subordinación voluntaria del Hijo al convertirse en 
criatura: 
καὶ σχήματι εὑρεθεὶς ὡς ἄνθρωπος ἐταπείνωσεν ἑαυτὸν γενόμενος ὑπήκοος μέχρι θανάτου, 
θανάτου δὲ σταυροῦ. διὸ καὶ ὁ θεὸς αὐτὸν ὑπερύψωσεν καὶ ἐχαρίσατο αὐτῷ τὸ ὄνομα τὸ ὑπὲρ 
πᾶν ὄνομα.53 
d) Aquel pasaje donde se expone al Hijo como el primogénito de lo creado: 
ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου, 
πρωτότοκος πάσης κτίσεως.54 
e) Los Evangelios, donde se prueba que el Hijo no tiene un conocimiento absoluto de las 
cosas y, por lo tanto, es inferior al Padre: 
Περὶ δὲ τῆς ἡμέρας ἐκείνης καὶ ὥρας οὐδεὶς οἶδεν, οὐδὲ οἱ ἄγγελοι τῶν οὐρανῶν οὐδὲ ὁ υἱός, 
εἰ μὴ ὁ πατὴρ μόνος.55 
 
 
 
51 Pr. 8:22 “El Señor me creó (sc. la Sabiduría) como el principio de sus caminos en lo que respecta a sus 
obras”. 
52 Hch. 2:32 “A este Jesús Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos”. 
53 Fil. 2:8-11 “Y una vez que obtuvo la semejanza de hombre, [Cristo] se rebajó a sí mismo, volviéndose 
obediente hasta la muerte, y hasta la muerte por cruz. Por tanto, Dios lo elevó al lugar más alto y lo gratificó 
con el nombre que está por encima de todos los nombres”. 
54 Col. 1:15 “Quien es la imagen del Dios invisible, primogénito de todo lo creado”. 
55 Mt. 24:36 “Sin embargo, respecto a aquellos días y tiempos nadie tiene conocimiento, ni los ángeles del 
cielo ni el Hijo, sino el Padre solamente”. 
 
xxii 
 
De este modo, los puntos más importantes y controversiales del arrianismo, y que 
terminaron por considerarse herejías, son los siguientes:56 
 El Hijo tiene un principio. 
 El Hijo fue creado por el Padre. 
 Antes de su creación, el Hijo no existía y, por lo tanto, no es eterno. 
 El Hijo no es de la misma naturaleza que el Padre. 
 A Jesús no se le puede llamar Dios propiamente, sino de un modo secundario, pues, 
aunque el Lógos que lo inhabitaba era divino, éste también era criatura. 
 
Monofisismo 
Como afirmamos en el apartado anterior, la escuela alejandrina siguió una corriente de 
pensamiento conocida como “monofisismo”, i. e., “de una sola naturaleza” (μόνος + 
φύσις). Uno de los principales defensores de esta corriente fue Apolinar de Laodicea (315-
392). Su principal objetivo fue oponerse a la doctrina arriana. Ejerció como teólogo, 
irónicamente, en la ciudad de Antioquía, donde fue escuchado por importantes homólogos 
como Basilio de Cesarea y Jerónimo, pero su doctrina le acarreó muchos problemas y 
terminó por ser proscrito por Gregorio de Nisa en 385.57 
Su doctrina giraba en torno a la encarnación de la divinidad y la humanidad en la persona 
de Jesucristo. Afirmaba que Jesucristo tenía una sola naturaleza, la divina, pero encarnada, 
lo que suponía una naturaleza consustancial con la del Padre. Para Apolinar, Jesucristo era 
el Lógos, totalmente divino y preexistente. Este teólogo no podía concebir la idea de un 
Dios y un hombre completo en la misma persona. 
Estas afirmaciones fueron repetidas por Eutiquio (378-454), quien insistía en que la 
naturaleza divina del Lógos había sido totalmente asimilada en la encarnación. Sus ideas 
asumían que Jesús tenía una naturaleza humana previa a la encarnación, la cual en un 
segundo momento había desaparecido por completo y había sido sustituida por la 
 
56 Una vez más me baso en el cuadro comparativo que presenta Antonio Piñero, op. cit. p. 230. 
57 Piñero A. op. cit. p. 243-246. 
 
xxiii 
 
naturaleza divina del Lógos. Sin embargo, su teología fue condenada en el Concilio de 
Calcedonia en 451. 
Así, estas posturas iban completamente en contra del arrianismo, el cual proclamaba una 
total división entre el Lógos/Hijo y el Padre. Esta doctrina puede resumirse en dos puntos 
principales: 
 En Jesucristo existe una sola naturaleza divina y una sola persona, igualmente 
divina. 
 La naturaleza humana de Cristo existió, pero fue remplazada por la divina en la 
encarnación del Lógos. 
 
Inhabitacionismo y nestorianismo 
Por otra parte tenemos el “inhabitacionismo”, que afirmaba que en Jesucristo había dos 
naturalezas totalmente distintas, pero en una sola persona. Se concebía a Jesucristo comoun ser humano dentro del cual habitaban el Lógos y su naturaleza divina. Esta dualidad 
permitía ideas como que el hombre Jesús, completamente hombre, tuviera inteligencia y 
plena libertad de pensamiento, lo que teóricamente llevaba a pensar que Jesucristo podría 
haber tomado una decisión errónea como hombre, cosa que, sin embargo, nunca había 
hecho, por lo que se exaltaba su santidad como hombre histórico que nunca había pecado, 
lo cual lo validaba como el sacrificio perfecto por los pecados de la humanidad. 
La dualidad de naturalezas tan distintas llevó a un hombre a negar la maternidad de María 
como Madre de Dios. Nestorio, teólogo formado en Antioquía a finales del s. IV, adoptó la 
tesis inhabitacionista y la llevó al máximo, afirmando que Jesucristo no sólo poseía dos 
naturalezas, sino que éstas estaban unidas en dos personas distintas, una divina y otra 
humana, todas en una sola carne. Bajo esta premisa, Nestorio negaba que María pudiera 
considerarse “Madre de Dios”, pues un ser creado no podía concebir al increado (el Lógos 
divino). No podía considerarse madre de la naturaleza y la persona divinas. Más bien, 
afirmaba, sólo podía ser madre de la naturaleza y la persona humanas (Madre de Cristo), 
aunque no negaba que, posteriormente a la concepción, el Lógos había asumido completo 
control sobre la naturaleza humana de Cristo. 
 
xxiv 
 
Al pasar los años, la teología de Nestorio fue evolucionando y, aunque nunca salió de la 
línea antioquena (destacar la naturaleza humana de Jesús), tomó algunos conceptos de la 
línea alejandrina (destacar la naturaleza divina de Jesús) y llegó a afirmar que las dos 
naturalezas y personas de Cristo se asumían voluntariamente en una sola persona. El 
nestorianismo fue condenado por la Iglesia ortodoxa, pero fue defendido por algunos, y 
actualmente existen algunas iglesias nestorianas que han hecho evolucionar esta doctrina, 
de modo que ahora coincide con la teología ortodoxa y por tanto se le ha dejado de 
considerar herética.58 
Así, pues, estos son los puntos principales de esta corriente teológica: 
 En Cristo existen dos naturalezas (una divina y otra humana) y dos personas 
(igualmente, una divina y otra humana). 
 María sólo es madre de la naturaleza humana de Jesús, no de la divina. Por lo tanto, 
el título de “Madre de Dios” es inadecuado y sólo se le puede considerar “Madre de 
Cristo”. 
 La unión de la persona divina (Lógos) con la persona humana de Jesús es sólo una 
inhabitación. 
Al visualizar esta variedad de teorías y corrientes de pensamiento, y cómo éstas se 
interrelacionaban unas con otras, cómo se negaban entre sí o coincidían en algunos puntos 
y cómo se desarrollaron especialmente en el Oriente, podemos entender un poco más el 
ambiente cismático en el que se desarrolló el poeta de Panópolis y la manera en que esta 
red de doctrinas influyó en su creación poética. 
 
 
 
 
 
 
58 Piñero A. op. cit. p. 254-255. 
 
xxv 
 
3. Concilios ecuménicos 
Anteriormente estudiamos las posturas teológicas que la Iglesia ortodoxa consideraba 
problemáticas y heréticas. Ahora estudiaremos la corriente “positiva”, que venció como 
doctrina ortodoxa y que fue más o menos aceptada por todos. Para ello, nos centraremos en 
los concilios ecuménicos de los siglos IV y V. 
 
Concilio de Nicea 
A diferencia de otro tipo de asambleas, los concilios ecuménicos (universales) tenían un 
carácter más “institucional”, pues se convocaban para tratar temas complejos concernientes 
a toda la Iglesia y a la doctrina cristiana. En cambio, los demás concilios sólo discutían 
problemas locales. 
El primero, y probablemente el más importante, fue el concilio de Nicea. Organizado por el 
emperador Constantino, con ayuda de Osio de Córdoba y Silvestre, obispo de Roma, se 
llevó a cabo en Nicea (actual Iznic, al norte de Turquía) entre mayo y junio del 325. Como 
vimos anteriormente,59 el concilio tuvo como propósito resolver las disensiones despertadas 
en Oriente por las disputas ideológicas recientes, lo que repercutía directamente en el 
propósito de unidad del gobierno de Constantino. Al evento asistieron cerca de 250 
obispos, la mayoría orientales. Para resolver los conflictos, se acordó elaborar una fórmula 
dogmática que guardara la tradición respecto a la divinidad de Jesucristo y que llevara a los 
heterodoxos a claudicar de sus posturas. Concretamente, la discusión giraba en torno a la 
tesis arriana, misma que fue censurada en la resolución del concilio. 
A continuación, presentamos el texto que explica la doctrina ortodoxa “vencedora”, 
conocido como el símbolo niceno; igualmente, se ofrecen los puntos principales tocados en 
la reunión: 
Πιστεύομεν εἰς ἕνα θεόν, πατέρα, παντοκράτορα, πάντων ὁρατῶν τε καὶ ἀοράτων 
ποιητήν, καὶ εἰς ἕνα κύριον Ἰησοῦν Χριστόν, τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ, γεννηθέντα ἐκ τοῦ 
πατρὸς μονογενῆ τουτέστιν ἐκ τῆς οὐσίας τοῦ πατρός, θεὸν ἐκ θεοῦ, φῶς ἐκ φωτός, 
 
59 Supra, El cristianismo como religión oficial del Imperio. 
 
xxvi 
 
θεὸν ἀληθινὸν ἐκ θεοῦ ἀληθινοῦ, γεννηθέντα οὐ ποιηθέντα, ὁμοούσιον τῷ πατρί, δι' οὗ 
τὰ πάντα ἐγένετο τά τε ἐν τῷ οὐρανῷ καὶ τὰ ἐν τῇ γῇ, τὸν δι' ἡμᾶς τοὺς ἀνθρώπους καὶ 
διὰ τὴν ἡμετέραν σωτηρίαν κατελθόντα καὶ σαρκωθέντα, ἐνανθρωπήσαντα, παθόντα 
καὶ ἀναστάντα τῇ τρίτῃ ἡμέρᾳ, ἀνελθόντα εἰς οὐρανοὺς καὶ ἐρχόμενον κρῖναι ζῶντας 
καὶ νεκρούς. καὶ εἰς τὸ ἅγιον πνεῦμα. τοὺς δὲ λέγοντας ‘ἦν ποτε ὅτε οὐκ ἦν’ καὶ ‘πρὶν 
γεννηθῆναι οὐκ ἦν’ καὶ ὅτι ’ἐξ οὐκ ὄντων ἐγένετο’ ἢ ἐξ ἑτέρας ὑποστάσεως ἢ οὐσίας 
φάσκοντας εἶναι ἢ κτιστὸν ἢ τρεπτὸν ἢ ἀλλοιωτὸν τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ ἀναθεματίζει ἡ 
καθολικὴ ἐκκλησία.60 
 
Como podemos apreciar, el símbolo es, en esencia, una condena directa de las posturas 
arrianas. La resolución, sin duda, gira en torno al término ὁμοούσιον, que contradice 
completamente la tesis arriana, ya que Arrio afirmaba que el Hijo era creado y que estaba 
subordinado al Padre, es decir, que estaba abajo en la jerarquía de la Trinidad. Afirmar que 
el Hijo y el Padre compartían la misma naturaleza (οὐσία) implicaba que la divinidad se 
había dividido en dos y, al mismo tiempo, que había (por decirlo de alguna manera) dos 
Dioses (θεὸν ἐκ θεοῦ), lo cual era impensable para los arrianos, pues para ellos se trataba 
más bien de una manifestación de Dios de manera “secundaria”. 
Otros temas tocados en la asamblea fueron, por ejemplo, el de los lapsi, cristianos que 
habían claudicado a causa de la persecución de Diocleciano, a quienes se decidió excluir 
del clero durante diez años. Se trató también la separación de las Iglesias y se eligió la 
política de unidad. Se fortaleció la figura del obispo, del sínodo y del principio de jerarquía. 
Se incrementaron los requisitos y condiciones para entrar al clero y se fijó un cursum. Se 
abandonó el cómputo judío para la fijación de la Pascua y se estableció un código de 
conducta sintetizado en 20 cánones, entre otros puntos. 
 
60 Eusebius, Ep. ad Caes. 8.2-11; Athanasius, De decretis Nic. Synod. 33.8; Socrates, Hist. eccl. I. 8. 
“Creemos en un solo Dios, Padre, todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles, y en un solo 
Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, unigénito engendrado a partir del Padre, esto es, de la esencia del Padre, 
Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, mas no creado, igual al Padre en 
esencia, por medio del cual todas las cosas llegaron a existir, tanto las que están en el cielo como las que están 
en la tierra; quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación descendió y se encarnó, se volvió un 
hombre, sufrió [hasta la muerte], resucitó al tercer día y ascendió hasta los cielos, pero volverá para juzgar a 
vivos y muertos. Y [creemos] en el Espíritu Santo. Y a los que argumentan que “hubo un tiempo en elque no 
existía” y que “antes de ser engendrado no existía” y que “surgió de lo que no existía” o de un origen o 
sustancia diferente, afirmando que el Hijo de Dios es creado o mutable o sujeto a cambios, la Iglesia católica 
lo condena”. 
 
xxvii 
 
Los puntos más destacables del concilio (y que conciernen más a nuestro estudio) son los 
siguientes: 
 El Hijo es de la misma naturaleza o esencia que el Padre. 
 El Padre no lo creó, sino que lo engendró. 
 Jesús es de naturaleza absolutamente divina. 
 El Hijo no está subordinado al Padre, pues comparten la misma esencia divina. 
 El Lógos/Hijo no tiene principio alguno, ya que ha existido siempre, incluso antes 
de ser engendrado. 
 
Concilio de Constantinopla 
Puesto que la querella arriana no se vio afectada de manera significativa por el concilio 
niceno, la doctrina de Arrio continuó propagándose y creciendo por todo Oriente. Para el 
año 380, Constantinopla estaba repleta de iglesias dirigidas por arrianos. Las Iglesias que 
seguían la fe nicena eran cada vez más escasas, a tal punto que sus adeptos quedaron 
desprovistos de templos y comenzaron a reunirse en la capilla de una casa privada, 
denominada por su líder Gregorio Nacianceno como La Anástasis. 
Tras su ascenso como emperador y previamente a su ingressus en Constantinopla, Teodosio 
elaboró un edicto en Tesalónica (380), el cual adelantaba a sus súbditos la visión que tenía 
acerca de Dios y su postura doctrinal. El texto presentaba el programa de restauración 
nicena basado en la teología de Occidente. Una parte del programa motivaba a los súbditos 
a que se viviera en la religión que Pedro había transmitido a los romanos, además de que 
proporcionaba una descripción de ortodoxia y una fórmula trinitaria que evitaba el 
polémico término niceno ὁμοούσιον. El edicto probablemente estaba motivado por las 
peticiones de los nicenos dirigidos por Gregorio.61 
La amistad entre Teodosio y Gregorio Nacianceno, a quien estableció como obispo de 
Constantinopla poco después de su ascenso al poder, dio como resultado una adopción total 
de la doctrina nicena. Teodosio comenzó a volverse mucho más tajante y estricto en su 
 
61 Fernández Ubiña, op. cit. p. 443-48. 
 
xxviii 
 
postura teológica y decidió organizar un concilio ecuménico en 381 en su sede imperial, 
Constantinopla. Como preámbulo del concilio, se promulgó una ley que condenaba a los 
heréticos arrianos, ordenaba la devolución de Iglesias a los obispos nicenos e identificaba el 
cristianismo ortodoxo con la fe nicena. El concilio finalmente se llevó a cabo en mayo del 
381. En él se declaró una condena contra la herejía arriana y se redactó un símbolo 
complementario al de Nicea: 
 Afirmaba que el Hijo había sido engendrado por el Padre desde antes de los 
tiempos. 
 Añadía la intervención de María como instrumento de la encarnación. 
 Proclamaba explícitamente la divinidad del Espíritu, en tanto que procedía del 
Padre. 
 Declaraba la unidad consubstancial de las tres personas de la Trinidad. 
A diferencia del concilio de Nicea, éste se enfocó más en los asuntos gubernamentales y de 
poder, ya que los asuntos doctrinales eran un simple pretexto.62 
 
Concilio de Éfeso 
Como estudiamos anteriormente, las controversias doctrinales en los años siguientes ya no 
giraban únicamente en torno a la unicidad de Dios, sino también en torno a la naturaleza y 
la persona de Jesucristo, controversia desarrollada por las dos escuelas de pensamiento 
(alejandrina y antioquena).63 
Fue precisamente en este período (420-450) en el que Nestorio y Cirilo de Alejandría 
entraron en conflicto respecto a la naturaleza divina de Cristo y a la aceptación de María 
como “Madre de Dios” (θεοτόκος). Cirilo envió cartas a Roma con argumentos que 
demostraban la heterodoxia de Nestorio. La respuesta del Papa Celestino fue positiva para 
 
62 Entre otros puntos, se resolvió que los obispos no interfirieran en los asuntos de otras diócesis y, como 
punto más importante, se declaró la primacía de la sede de Constantinopla en Oriente, que se convirtió así en 
la nueva Roma. 
63 Vid. supra: El cristianismo como religión oficial del Imperio. 
 
xxix 
 
el alejandrino, pues le concedió plenos poderes como delegado suyo y ordenó que Nestorio 
se sometiera a la doctrina ortodoxa planteada por Cirilo. 
Nestorio acudió al emperador Teodosio II y, para evitar mayores conflictos, en 431 el 
emperador organizó en Éfeso un concilio que se desarrolló de manera conflictiva, ya que 
una facción condenaba la doctrina de Nestorio como errónea y otra acusaba a Cirilo de caer 
en el arrianismo. A la llegada de los legados del Papa Celestino, los conflictos se 
canalizaron en la condena de Nestorio y de su doctrina. 
En este concilio las resoluciones más importantes fueron las siguientes: 
 En Cristo existen dos naturalezas (divina y humana) en perfecta armonía, pero en 
una sola persona. 
 A María se le puede llamar “Madre de Dios” sin ningún problema, ya que es madre 
de la única persona de Cristo (y, a su vez, de sus dos naturalezas). 
 La unión del Lógos con el alma de Jesús es una unión perfecta de las dos personas 
en una sola, de tal modo que sólo existe una persona divina.64 
 
Concilio de Calcedonia 
El último concilio que concierne al contexto de nuestro autor es el de Calcedonia, que se 
llevó a cabo el año 451, muy cerca de la fecha de composición de la obra poética de 
Nono.65 El origen de las disputas resueltas en esta asamblea fue la discusión de poderes 
entre Alejandría y Constantinopla. El objeto del conflicto fue la doctrina monofisita de 
Eutiquio de Alejandría. 
Como ya analizamos, Eutiquio afirmaba que la naturaleza divina del Lógos había sido 
totalmente asimilada en la encarnación y promovía que la naturaleza humana de Jesús había 
desaparecido por completo tras mezclarse con el Lógos. Los patriarcas de Constantinopla 
condenaron esta doctrina y Eutiquio acudió al Papa León I, quien, sin embargo, rechazó lo 
 
64 Cf. la carta de Cirilo a Nestorio, aprobada en el concilio (ACOec. I, I 1, 25 s; cf. ibid. pars 2, 13; vol. II, 38; 
vol. III, 21; vol. V pars 1, 50; Msi IV 1138; Hrd I 1273; II 115; Hfl II 160, 185). 
65 Vid. supra: Cuestión noniana. 
 
xxx 
 
que éste proponía. Poco antes de su muerte, Teodosio II convocó a un sínodo en Éfeso para 
absolver a Eutiquio, cosa que logró. Tras la muerte del emperador en 450, la situación de 
Eutiquio dio un giro nuevamente y se convocó el concilio de Calcedonia en 451 para 
condenarlo. 
En una de las sesiones del concilio se reconoció la Epístola Dogmática del Papa León I 
como documento de fe. En ésta se rechazaba por completo el monofisismo, se aceptaba la 
maternidad de María como “Madre de Dios” y se condenaba nuevamente el arrianismo. Por 
otra parte, en los cánones del concilio se resolvió declarar a Constantinopla como la 
segunda sede más importante después de Roma, lo cual dejaba a Alejandría un escalón 
abajo; esto no pareció agradar a los egipcios, quienes decidieron no aceptar las resoluciones 
del concilio.66 
En conclusión, los tres puntos fundamentales del concilio fueron los siguientes: 
 El sujeto Jesucristo y el Lógos divino están en perfecta unidad, de tal modo que son 
uno y el mismo.67 
 Jesucristo tiene dos naturalezas (una humana y otra divina) y es perfectamente 
consustancial con Dios y con los hombres. 
 Jesucristo tiene dos naturalezas, pero una sola persona, por lo que se puede decir 
que María es la “Madre de Dios”, en tanto que es Madre de la única persona de 
Cristo (persona que incluye ambas naturalezas).68 
A partir de los puntos obtenidos tanto de las posturas “heréticas” como de las “ortodoxas”, 
es posible discernir en la obra de Nono cuáles fueron sus tendencias teológicas ycómo 
éstas fueron útiles para componer sus dos poemas. No obstante, cabe decir que al 
adentrarnos en su obra (en este caso concreto, en la Paráfrasis) no podemos decir que Nono 
pertenecía estrictamente a alguna escuela de pensamiento o que era estricto en sus 
 
66 El desacuerdo de los egipcios devino en un cisma conocido como el Cisma del Patriarcado de Alejandría en 
457, el cual dio origen a la Iglesia Copta. 
67 A este único sujeto se le denomina ὑπόστασις (según la escuela alejandrina) o πρόσωπον (según la escuela 
antioquena); éste último es el origen del significado que ahora le asignamos al término “persona”. 
68 Para satisfacción de los alejandrinos se permitió el término “Madre de Dios” (θεοτόκος) y para satisfacción 
de los antioquenos se puntualizaba que era Madre en cuanto a la humanidad de éste. 
 
xxxi 
 
convicciones, pues, aunque podemos atisbar cierta inclinación a la ortodoxia, también 
podemos encontrar elementos un tanto heréticos. 
De cualquier manera, este apartado no pretende demostrar a qué facción pertenecía nuestro 
autor, sino presentar, de forma general, las distintas posturas de las que el poeta podía echar 
mano como material para sus obras y, a partir ello, que el lector pueda sacar sus propias 
conclusiones. 
 
xxxii 
 
ΜΕΤΑΒΟΛΗ: OTRA FORMA DE CONTAR EL EVANGELIO 
 
1. Antecedentes del género 
Como muchos estudiosos han apuntado, Nono es, probablemente, el poeta más importante 
de la Antigüedad tardía y, aunque su estilo es muy particular en ambos poemas, la 
reelaboración del Evangelio de Juan es sumamente compleja, ya que está construida bajo 
una plataforma teológica estrictamente invariable y “sagrada”. Por ello, la paráfrasis resulta 
ser la herramienta más útil para el poeta de Panópolis, pues ésta le permite manifestar sus 
habilidades como poeta y como exégeta, pero sin desviarse grandemente de la línea 
teológica trazada por el Evangelio. 
El género parafrástico (bíblico) tiene su aparición en la literatura latina, en la parte 
occidental del Imperio romano en tiempos de Constantino. Tras la concesión de libertad 
religiosa propuesta en el Edicto de Milán (313), se produjo un aumento considerable de 
cristianos cultos y este círculo sintió rápidamente la necesidad de implementar su poesía en 
la educación cristiana, de manera similar a la que los paganos seguían para implementar la 
poesía virgiliana y horaciana en su formación intelectual. Entre ellos, el presbítero hispano 
Juvenco “historiam Domini salvatoris versibus explicavit, nec pertimuit evangelii 
maiestatem sub metri leges mittere”,69 ímpetu que le llevó a componer su Historia 
Evangélica, en la cual recrea los cuatro Evangelios con una paráfrasis hexamétrica latina, 
tomando como modelo precisamente a Virgilio. 
Podemos decir que Juvenco fue el pionero de la épica cristiana y el primero en utilizar el 
género parafrástico para reelaborar los textos sagrados del cristianismo. Aunque no 
podemos afirmar que exista una relación directa entre Juvenco y Nono, sí podemos sostener 
que el poeta latino es el único parafraste equiparable a Nono, pues con sus más de 3200 
versos logra alcanzar casi la misma extensión que la Paráfrasis del Panopolitano. No 
obstante, los objetivos de cada poeta son muy distintos: Juvenco tiene la convicción de que 
 
69 Hieronymus, Ep. LXX, Ad Magnum, 5: “Juvenco tradujo los versos que hablaban del Señor y salvador, y no 
se intimidó al someter la majestad del Evangelio a las leyes de la métrica”. 
 
xxxiii 
 
su carmen le concederá más gloria que la de los poetas clásicos,70 pues estos narraron 
mentiras, mientras que él narra las verdades de la vida de Cristo. Sobre todo, considera que 
le servirá para exponer el mensaje de la salvación eterna: 
Quod si tam longam meruerunt carmina famam, 
quae veterum gestis hominum mendacia nectunt, 
nobis certa fides aeternae in saecula laudis 
inmortale decus tribuet, meritumque rependet. 
Nam mihi carmen erit Christi vitalia gesta, 
divinum populis falsi sine crimine donum.71 
El fin de Juvenco es crear una obra que le conceda fama como poeta y, sobre todo, 
evangelizar. En cambio, el fin de Nono (como veremos más adelante), además de demostrar 
su habilidad poética, es realizar una exégesis bíblica del Evangelio de Juan y presentar 
algunas de las posturas que tenía respecto a las discusiones dogmáticas del momento;72 no 
parece haber indicios de un intento de evangelización. 
Además de Juvenco, existen otros poetas épicos menores, pero a quienes vale la pena 
mencionar. A finales del s. IV aparece una figura femenina, quien compone un poema en el 
que describe pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamento únicamente con versos de Virgilio 
(técnica conocida como centón o centones virgilianos): se trata de Faltonia Betitia Proba, 
(posible) esposa de Hermogeniano Olibrio (colega de Ausonio). Esta mujer escribió el 
Cento Virgilianus de laudibus Christi, probablemente para una audiencia senatorial 
romana. 73 Aunque la obra no es estrictamente una paráfrasis, su importancia radica en la 
influencia que tuvo sobre la emperatriz Eudocia, a quien mencionaremos en seguida. 
 
70 Evito usar el término “pagano” para referirme a los autores no cristianos y prefiero aplicar el término 
“clásico” según la premisa expuesta por Dijkstra (vid. infra: n. 84). 
71 Juvencus, Hist. Ev., Praef. 15-20: “Pues si esos poemas tal gloria tuvieron, / que hablaban mentiras de 
antiguos humanos, / también la confianza en un canto durable / dará gloria eterna y un premio a mi oficio. 
Pues grandes hazañas de Cristo es mi canto, / sin farsas, al hombre divino regalo”. 
72 Aunque, como mencioné anteriormente, no es razón suficiente para afirmar que Nono pertenecía a una sola 
escuela de pensamiento. 
73 Whitby, M. “Nonnus and Biblical Epic” en Brill’s Companion to Nonnus…, 2016, pp. 219, 229. 
 
xxxiv 
 
Ahora bien, en la parte Oriental, tras la explosión literaria cristiana que desató el Edicto de 
Juliano en 362, el cual prohibía a los cristianos la enseñanza de la literatura clásica,74 y con 
tizones de la crisis arriana aún encendidos, Apolinar de Laodicea decide componer pasajes 
bíblicos en paráfrasis y otros géneros clásicos, como diálogos platónicos, yambos y 
hexámetros épicos. La censura de la heterodoxia hizo que estas obras se perdieran y sólo 
quedaran registradas en la historia como simples menciones. 
Más tarde, la esposa de Teodosio II, Elia Eudocia Augusta, compuso una paráfrasis del 
Octateuco y otra del Libro de Daniel y Zacarías (ambas perdidas). Escribió también, quizá 
por influencia de Proba, un centón homérico (conservado) sobre algunos pasajes bíblicos. 
Otros textos anónimos de la época también se conservaron, tales como la Paráfrasis de los 
Salmos,75 escrita probablemente en Egipto y que sigue un método mucho más sencillo en 
comparación con la Paráfrasis de Nono, pues se atiene al texto original línea por línea de 
manera casi exacta, en lugar de llevar a cabo una amplificatio poética como la del 
Panopolitano. 
Esta tendencia poética fue el cauce en el que Nono entró para destacarse como parafraste 
cristiano-clasicista. En este campo, logró el mayor éxito entre sus pares, es el mejor 
conservado, aunque, tristemente, ha sido poco estudiado (al menos en lengua española, sin 
mencionar los estudios en nuestro país). A continuación presento una breve línea de tiempo 
a manera de síntesis de los autores mencionados, con la finalidad de que el lector pueda ver, 
de manera esquemática, los antecedentes del género de los que el Panopolitano pudo haber 
echado mano. 
 
Juvenco Proba Apolinar Eudocia Nono 
 
ca. 330 ca. 350 ca. 360 ca. 430 ca. 450 
 
 
74 Vid. supra: El cristianismo como

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