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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA DEPARTAMENTO DE HISTORIA PENAL DE LECUMBERRI: UNA HUELGA DE HAMBRE POR LA LIBERTAD T e s i s Que para obtener el título de: Licenciada en Historia Presenta: Silvia Rosa Martínez Andrade Directora de Tesis: Dra. Ana Saloma Gutiérrez México, Distrito Federal; Ciudad Universitaria, octubre de 2011. http://www.filos.unam.mx/ UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Dedico esta Tesis: A mis Padres: José y Febronia, que llegaron a la ciudad de México en busca de un futuro mejor para sus hijos. A mis hermanos: Joel, José Enrique, Jesús Guadalupe y Tomás, que emprendieron, antes de tiempo, el largo y sinuoso camino… A mis hermanas: Marina, María Eloísa, Carmen, María Teresa y María del Rocío. A mi hermano Carlos Rosario. A todas mis sobrinas y sobrinos. A toda la tribu Martínez Andrade. A mis hijos y nietos: Líber y Pável, León Emilio y Libertad Para Antonio y Maritza Sosa Castro. A Rodolfo Echeverría Martínez, Chicali. Por su apoyo y solidaridad en la realización de esta Tesis Sin todos ellos, ésta Historia no hubiera sido posible… 3 Agradecimientos: Esta Tesis fue posible gracias al apoyo, estímulo y colaboración de mi asesora, Doctora Ana Saloma Gutiérrez, a quien agradezco profundamente su tiempo y su paciencia, su experiencia y sus conocimientos. También le doy las gracias a la Maestra Lucina Ramos Villaseñor. La idea de esta investigación nació en su estimulante cátedra. A la Doctora Virginia Ávila García: desde el principio hasta el final, siempre estuvo presente. A los Maestros Francisco Mancera y Karina Kloster, por sus valiosas observaciones. A todos mis maestros, por sus conocimientos, su esfuerzo y entusiasmo durante sus clases a lo largo de la Carrera. Y a la UNAM, la gran Institución, por siempre y para siempre la UNAM. ¡Gracias! 4 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA DEPARTAMENTO DE HISTORIA PENAL DE LECUMBERRI: UNA HUELGA DE HAMBRE POR LA LIBERTAD CONTENIDO Pág. Introducción ………………………………………………………………………………………………………………………... 6 Capítulo 1. Contexto Histórico …………………………………………………………………………………………….. 13 1.1 Panorama de México en la década de los sesentas……………………………………………………… 13 1.2 Cambios culturales en la década de los sesentas ………………………………………………………… 15 1.3 Antecedentes del movimiento estudiantil ………………………………………………………………….. 26 1.4 El movimiento estudiantil de 1968 en México ……………………………………………………………. 31 Capítulo 2. Una huelga de hambre por la libertad ………………………………………………………………. 56 2.1 La cárcel de Lecumberri ……………………………………………………………………………………………… 56 2.2 Los procesos penales ………………………………………………………………………………………………….. 64 2.3 Preparativos de la huelga de hambre …………………………………………………………………………. 67 2.4 La huelga de hambre ………………………………………………………………………………………………….. 72 2.5 La agresión de los presos comunes…………………………………………………………………………….. 77 2.6 La Operación Fuenteovejuna ……………………………………………………………………………………… 82 2.7 La solidaridad internacional ……………………………………………………………………………………….. 85 2.8 Levantamiento de la huelga de hambre ……………………………………………………………………… 89 Capítulo 3. Libertad bajo protesta y Ley de Amnistía………………………………………………………….. 93 3.1 Las sentencias ……………………………………………………………………………………………………………. 93 3.2 Libertad bajo protesta y exilio ……………………………………………………………………………………. 99 3.3 La Ley de Amnistía ……………………………………………………………………………………………………… 105 Conclusiones ………………………………………………………………………………………………………………………… 111 Bibliografía …………………………………………………………………………………………………………………………… 124 http://www.filos.unam.mx/ 5 Anexo 1. Organigrama. La izquierda en el movimiento estudiantil de 1968 ………………………………………… 115 Anexo 2. Carta de los 86 presos políticos en huelga de hambre a los procuradores General de la República y del Distrito Federal ………………………………………………………………………. 116 Anexo 3. Carta de José Revueltas a Arthur Miller, Presidente del Pen Club Internacional …………………… 120 Anexo 4. Carta de intelectuales italianos contra agresiones a presos políticos ……………………………………. 121 Anexo 5. Carta de los presos políticos en huelga de hambre al Comité Internacional de de apoyo al pueblo de México en lucha, con sede en París, Francia ……………………………………… 122 Imagen 1. Cartel del Consejo Nacional de Huelga: Libertad a los presos políticos ………………………………………………………………………………………………. 38 Imagen 2. Presos políticos en Lecumberri, enero de 1970 …………………………………………………………………….. 55 Imagen 3. Plano de la cárcel de Lecumberri ………………………………………………………………………………………….. 56 Imagen 4. Crujía C de Lecumberri. Algunos presos del 68 ……………………………………………………………………… 92 Imagen 5. José Revueltas en su celda de Lecumberri ……………………………………………………………………………. 110 Ciudad Universitaria, octubre de 2011. 6 INTRODUCCION Este no es el México que deseamos, pero es el único que tenemos y amamos. Juan Rulfo. Esta Tesis tuvo su origen en el curso de Análisis e Investigación V, cuando entrevisté a dos personas que fueron presos políticos por su participación en el movimiento estudiantil de 1968 en México. Aunque las entrevistas se llevaron a cabo en lugares diferentes, ambos mencionaron un acontecimiento ocurrido dentro de la cárcel que llamó particularmente mi atención: su participación en una huelga de hambre por su libertad. En reuniones posteriores, tuve la oportunidad de conocer a otros protagonistas de la historia que aquí se narra. Todos ellos rememoraban ese acontecimiento con mucha emoción y apasionamiento: cuarenta años después, lo recordaban como si hubiera ocurrido recientemente. Los participantes en esa huelga son actualmente protagonistas importantes de la vida nacional. La mayoría de ellos siguió participando en actividades políticas; otros se hicieron periodistas y escritores; fundaron revistas culturales, periódicos, sindicatos, organizaciones civiles y partidos políticos; destacaron en la academia y en las universidades. De una manera o de otra, siguieron contribuyendo en los cambios políticos y culturales que han tenido lugar en nuestro país. Me propuse investigar sobre esa huelga de hambre, contextualizarla en su tiempo y espacio, encontrarle su razón y significado. Es el tema central del presente trabajo. Los presos políticos en Lecumberri. Efectivamente, del 10 de diciembre de 1969 al 21 de enero de 1970, en la cárcel preventiva de la Ciudad de México, conocida como el Palacio Negro de Lecumberri, se realizó una huelga de hambre en la que participaron cerca de un centenar de presospolíticos: estudiantes, maestros, dirigentes políticos, intelectuales y periodistas, detenidos por su participación en el movimiento 7 estudiantil de 1968. Entre los más destacados estuvieron: José Revueltas Sánchez, Eli De Gortari De Gortari, Luis González De Alba, Gilberto Guevara Niebla, Pablo Gómez Álvarez, Raúl Álvarez Garín, Luis Jorge Peña Martínez, Salvador Martínez Della Roca, Eduardo Valle Espinoza, Félix Lucio Hernández Gamundi, Manuel Marcué Pardiñas, Rafael Jacobo García, Gilberto Rincón Gallardo, Eduardo De la Vega de Ávila, Rodolfo Echeverría Martínez, Federico Émery Ulloa, Pablo Alvarado Barrera, Carlos Sevilla González, Arturo Martínez Nateras y Ramón Danzós Palomino. Presos en la cárcel de Lecumberri, padecían el desenlace del movimiento estudiantil. Los procesos jurídicos que se les siguió fueron una muestra de la arbitrariedad a los derechos ciudadanos más elementales. Fueron acusados en la mayoría de los casos de delitos federales y del fuero común: daño en propiedad ajena, ataques a las vías generales de comunicación, sedición, asociación delictuosa, incitación a la rebelión, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones contra agentes de la autoridad, falsificación de documentos y uso de documentos falsos. Su situación jurídica no podía ser más adversa, agravada considerablemente por el hecho de que los jueces que conocían sus expedientes habían empezado a declarar cerrada la fase de las acusaciones y defensa, y bajo estas condiciones, estaban dispuestos a dictar sentencias condenatorias, a pesar de que durante más de un año no se habían cubierto ni las más mínimas formalidades del procedimiento, lo que significaba que prácticamente pretendían dictar dichas sentencias sin previo proceso. La fase de instrucción -donde se presentan las pruebas de ambas partes, testigos, peritajes y los careos necesarios para aclarar las contradicciones que se presentan en el juicio-, no se había llevado a cabo conforme a los tiempos y procedimientos establecidos en la ley; apenas se habían efectuado algunas 8 diligencias en donde nada se aclaró acerca de cuáles eran las acusaciones que se les imputaban. Trece meses en prisión sin ninguna perspectiva clara de obtener su libertad; a un año de que la administración del presidente Gustavo Díaz Ordaz llegara al término de su sexenio y no fuera evidente su interés de resolver el problema; visto el repliegue de un movimiento que parecía olvidar la existencia de los presos políticos del 68, fueron algunas consideraciones que los llevaron a tomar la decisión de una huelga de hambre para reanimar la exigencia de su libertad. Perspectiva teórica-metodológica. Pero, ¿cómo se entrelazan las pequeñas historias con la historia de un país o con la historia contemporánea? La mentalidad, las ideas políticas, los comportamientos de los individuos y de los grupos, las organizaciones políticas y los movimientos sociales, ¿cómo se integran a ese torrente social que finalmente podemos llamar Historia? ¿Para qué nos sirven las preguntas que le hacemos al pasado? ¿Para qué la Historia? El historiador Eric Hobsbawm, en su metodología de historia social, sostiene que el historiador no puede permitirse estudiar al hombre fuera de su contexto socio-económico, y en esa perspectiva, a los hombres no se les puede separar de las ideas que sustentan. El vínculo entre la historia social con los movimientos sociales es indisoluble. Con este enfoque, la historia social debe tomar en cuenta la estructura, la coyuntura y los diferentes cambios políticos y culturales que ocurren en la sociedad.1 Asimismo, la historia social se preocupa por estudiar a los distintos actores históricos que conforman a la sociedad. Dicha metodología también nos 1 Eric Hobsbawm, Sobre la Historia, Barcelona, Grijalbo-Crítica, 1998, p. 298. 9 proporciona los instrumentos necesarios para realizar este tipo de investigación, tales como: la historia oral, la investigación hemerográfica y el análisis de espacio, y por último, entender las continuidades y rupturas de la sociedad mexicana. Sobre la historia oral sabemos que la memoria colectiva se hace tradición y se expresa como una forma de la conciencia. La historia, en cambio, es la recuperación escrita de los eventos más trascendentes que vive una sociedad, destinada a transmitirse a través de diversos medios. Mientras vive un recuerdo pareciera innecesario fijarlo en un texto; pero la vida está cargada de frivolidad y olvido. La memoria colectiva del 68, sus consecuencias y su trágico desenlace, persistirán mientras vivan sus protagonistas, pero es lógico pensar que si esa memoria no cristaliza como historia se condena a desaparecer en el curso de las generaciones. Es por ello que considero a la historia social como la metodología más adecuada para abordar y analizar la historia de este grupo de presos políticos y su lucha por la libertad. Complementario a lo anterior, también me apoyé en la historiografía que se conoce con el nombre de “historia de las mentalidades”, que surge del contacto de la historia con otras ciencias sociales. El concepto de mentalidad se aproxima a lo que se denomina “ideología práctica”, o sea, una compleja relación de ideas, representaciones o imágenes, que se corresponden con ciertos comportamientos y actitudes de los individuos, de tal modo que en su conjunto funciona como la norma que rige la posición concreta de los hombres frente a su historia.2 Este enfoque, derivado de la Escuela de Annales, me sirvió de herramienta para comprender las distintas posiciones políticas y de pensamiento de los huelguistas. 2 Sergio Ortega Noriega, Introducción al estudio de las mentalidades, México, Departamento de Investigaciones Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1970, p. 127. 10 Hipótesis. Me propongo demostrar que los cambios socioeconómicos en México en la década de los sesentas dieron lugar a un cambio en la mentalidad de los jóvenes; que no fue casual que el movimiento estudiantil se gestara en la Universidad; que los cambios políticos y culturales en el mundo tuvieron repercusión en México porque las condiciones eran propicias; que la confrontación del movimiento estudiantil con el gobierno en turno mostró los límites de una forma de gobernar que tenía que cambiar necesariamente; y que la huelga de hambre en la cárcel de Lecumberri fue una expresión más de descontento y rebeldía que significaba la ruptura y continuidad de una época en la historia de nuestro país. La bibliografía del 68. La historia escrita sobre el movimiento del 68 es amplia e interesante. Sin embargo, a propósito de mi trabajo, considero que El movimiento estudiantil de México de Ramón Ramírez; Los días y los años de Luis González de Alba; 1968: Largo camino a la democracia de Gilberto Guevara Niebla y el de Luis Jorge Peña Martínez, Lecumberri-68. Una Huelga por la libertad, fueron básicos, no sólo por la riqueza de datos e información que proporcionan, como es el caso del primero, sino por el hecho de que González de Alba, Guevara Niebla y Jorge Peña, fueron protagonistas destacados no sólo en la dirección del movimiento estudiantil, sino también participantes en la huelga de hambre, crisol de los acontecimientos que se analizan. Aunque este trabajo se inició con la historia oral de dos protagonistas, la investigación bibliográfica y Hemerográfica fue preponderante. Los libros, las revistas, los periódicos, los documentos sobre el tema, fueron mis fuentes principales. Las asesorías de mis maestras y maestros más cercanos, sus cálidas observaciones, me guiaron desde el principio hasta el final del presente trabajo. 11 Éste es un nuevo esfuerzo, nuevas recapitulaciones sobrela trascendencia en los ámbitos político y cultural del movimiento estudiantil del 68 en México, un trabajo con el que trato de justificar mi paso por la Universidad y acredite mi Licenciatura en Historia. Estructura de la Tesis. En la idea de ir de lo general a lo particular, la investigación tiene el siguiente esquema: década de los sesentas, contexto socioeconómico, cambios culturales, movimiento estudiantil, presos políticos, huelga de hambre. Por ello, en el Capítulo 1. Contexto Histórico, comienzo por presentar el panorama social y económico de México y los cambios culturales más importantes en la década de los sesentas. Y en ese contexto, explico los antecedentes y la ruptura que significó el movimiento estudiantil de 1968. La estructura, la coyuntura, los cambios políticos y culturales que Hobsbawm recomienda analizar. En el Capítulo 2 abordo el tema central de la Tesis: Una huelga de hambre por la libertad. Una visita de campo y el estudio del espacio donde ocurrieron los hechos, el Palacio Negro de Lecumberri, cárcel preventiva hasta 1983 y hoy Archivo General de la Nación, me permitieron abordar este capítulo a partir del modelo de prisión conocido como Panóptico, analizado por Michel Foucault en su obra Vigilar y Castigar. Un espacio habitado por prisioneros, construido especialmente para hacer sentir la presencia del poder; un grupo de disidentes políticos lo desafía y lleva a cabo una huelga de hambre, un movimiento civil y pacífico que se propuso la exigencia de su libertad. Capítulo 3. Libertad bajo protesta y Ley de Amnistía. Inmediatamente después del levantamiento de la huelga de hambre vinieron las sentencias dictadas contra los presos políticos del 68. En este capítulo me propuse analizar lo absurdas y desmedidas que fueron dichas sentencias, pero también y sobre todo, el desistimiento final del gobierno, el reconocimiento ante la comunidad nacional e internacional de la existencia de presos políticos en México. 12 Para dejarlos en libertad, tuvieron que atender una de las principales demandas del movimiento estudiantil: la derogación del Artículo 145 del Código Penal Federal, que penaba el delito de disolución social; se recurrió a la propuesta de “exilio voluntario” y a la figura jurídica de “Libertad bajo Protesta”, y finalmente, a su libertad absoluta e incondicional con la promulgación de una Ley de Amnistía. Proemio. Esto ocurrió en el transcurso de 1971. Después de la década de los sesentas México ya no era el mismo: había ocurrido una ruptura; éramos el mismo país pero diferente. Los acontecimientos históricos, lo sabemos, no son puntuales, se extienden en un antes y un después del tiempo, y sólo se revelan gradualmente. Escribo sobre hechos ocurridos que investigué y analicé, en un esfuerzo para que la historia refleje la vida y también le confiera significado. Es la historia de Una Huelga de Hambre por la Libertad, ocurrida en el penal de Lecumberri de la ciudad de México. Es mi aportación a la historiografía del 68. 13 CAPITULO 1. CONTEXTO HISTORICO La prosperidad y el bienestar económico […] son los frutos de la libertad. . Hannah Arendt 1.1 Panorama de México en la década de los sesentas. En la víspera del conflicto de 1968, México ostentaba ante el mundo su éxito económico y estabilidad interna. Eran las élites juveniles de las ciudades, los estudiantes y los profesionistas recién egresados, la prueba masiva de que el México agrario, provinciano y tradicional, quedaba atrás. Los estudiantes del 68 provenían de la clase media, formada en las últimas tres décadas, y eran la generación que culminaría el tránsito y asumiría las riendas del México industrial y cosmopolita, del que esos mismos muchachos eran el embrión y estaban llamados a ser los dirigentes.3 Al crecimiento de la población y a la rápida migración hacia las ciudades, se sumaba el desarrollo de una amplia clase media urbana, cuyas dimensiones no tenían precedente en la historia del país. Su expansión obedecía al aumento de empleados y funcionarios de empresas privadas, de burócratas, profesionistas independientes y pequeños empresarios. Esa clase media se nutrió de la prosperidad económica, del gasto público en salud, educación e infraestructura y, en general, del conjunto de políticas, ideas y valores que asociaban el crecimiento del país a la ampliación del mercado interno. 4 En efecto: entre 1940 y 1968 el país se industrializó, amplió la sustitución de importaciones, conservó la estabilidad cambiaria y la tasa promedio de crecimiento fue de 6.5 por ciento anual. México vivía un auge económico cuando la región latinoamericana enfrentaba graves convulsiones sociales. La clave se encontraba en varios factores: el presidencialismo era el eje de la vida política y el corporativismo permitía absorber institucionalmente las demandas de la sociedad. 3 Héctor Aguilar Camín, Historia ¿Para Qué?, México, Siglo XXI Editores, 1993, p.151. 4 Luis Aboites Aguilar, “El último tramo”, en Historia Mínima de México, México, El Colegio de México, 2008, p. 502. 14 Desde el Estado se impulsaba la modernización. Al país se le pondría al día, a la altura de las exigencias tecnológicas.5 Sin embargo, un cálculo de la distribución del ingreso entre 1954 y 1963 daba el siguiente resultado: 10% de la población concentraba casi la mitad de la riqueza nacional. La desigualdad era por ello un componente esencial de la realidad nacional.6 Era evidente que para lograr un crecimiento económico así, el control gubernamental había llevado a sus límites la tensión política. Los ciudadanos corporativizados7 no tenían posibilidades de expresión ni de organización independiente del poder gubernamental. La oposición y la prensa también enfrentaban la falta de espacios de libre expresión, y todos los movimientos sociales -obreros, campesinos, maestros y otros profesionistas- eran reprimidos.8 En las dos décadas anteriores, sobre todo la del desarrollo estabilizador de la década de los cincuenta, se consideraba que la formación profesional era una garantía de ascenso social y acomodo ocupacional en buenas condiciones. El auge de la industria, el comercio, los servicios y la administración pública necesitaban de profesionales y técnicos formados en las instituciones educativas. Las clases medias en expansión presionaban por mayores oportunidades de educación superior. Veían en la Universidad la posibilidad de su ascenso social y demandaban la ampliación del espacio escolar. Cada vez más, los egresados se incorporaban a las grandes empresas o al aparato gubernamental, como asalariados. Esa creciente presión de las clases medias fue una de las causas de la crisis del sistema político y de la transformación de las universidades, que no 5 Gilberto Guevara Niebla, 1968: Largo camino a la democracia, México, Cal y Arena, 2008, p. 153. 6 Luis Aboites Aguilar, Op. cit., p. 502. 7 Entendemos por corporativismo la subordinación de las organizaciones sociales al Estado. Los líderes de esas organizaciones (obreras, CTM, el Congreso del Trabajo; campesinas, principalmente la Confederación Nacional Campesina y otras de diverso perfil agrupadas en la Confederación Nacional de Organizaciones Populares), consolidaron la alianza con el Estado con el sometimiento de los trabajadores a cambio de recibir privilegios y cargos públicos o de representación popular en el Congreso de la Unión, bajo la bandera del Partido de Estado por excelencia: el Partido Revolucionario Institucional (PRI). 8 Daniel Cazés Menache, “Launiversidad en los procesos de democratización”, Revista de la Universidad de México No. 56, octubre, 2008: 30. 15 estaban preparadas para recibir a una población con nuevas demandas. La inconformidad estudiantil comenzó a darse en muy diversas manifestaciones de descontento, que tuvieron por centro la Universidad, uno de los pocos espacios en que se practicaba la libertad en un entorno profundamente cerrado y autoritario.9 Fueron los estudiantes de la educación superior el sector más sensible de la emergente sociedad urbana de México y también, por una ironía de la historia, un sector sin duda privilegiado, los que dieron la primera y verbalmente excesiva llamada de atención acerca de la aguda problemática social y política, que el indiscutible progreso económico había hasta entonces conseguido oscurecer.10 1.2 Cambios culturales en la década de los sesenta. Corre, camarada, el viejo mundo está detrás de ti. Barrio Latino, París, 1968. En los sesentas se produjo una crisis política, social y cultural que abarcó Europa, Estados Unidos, Asia, África y América Latina. Esta crisis de los sesentas, provocada por los movimientos juveniles, obreros, raciales, de género, contra la guerra de Vietnam y por las independencias nacionales, produjo cambios culturales significativos. En 1968 los estudiantes en París fueron el epicentro de un levantamiento estudiantil de ámbito continental que distó mucho de ser una revolución, pero fue mucho más que un teatro callejero.11 El gobierno y el socialismo real en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) no fue capaz de realizar las reformas económicas y en políticas que se requerían. La Unión Soviética había intervenido en Hungría y Polonia en 1956 para sofocar movimientos sociales, y en Checoslovaquia, en 1968, intervino y reprimió la Primavera de Praga, un intento de renovación socialista, un proyecto 9 Javier Mendoza Rojas, Los Conflictos de la UNAM. En el siglo XX, México, Centro de Estudios sobre la Universidad, UNAM, 2001, pp. 125-126. 10 Carlos Tello, La política económica en México 1970-1976, México, Siglo XXI Editores, 1980, p. 34. 11 Eric Hobsbawm, Historia del Siglo XX, España, Editorial Crítica, 2010, p. 301. 16 frustrado de “socialismo con rostro humano”. Las imágenes de las tropas del Pacto de Varsovia encabezadas por la Unión Soviética invadiendo Checoslovaquia recorrieron el mundo, dando lugar a una revisión del pensamiento socialista y a un deslinde de las prácticas autoritarias de los gobiernos socialistas. Fueron los jóvenes los protagonistas principales de los movimientos sociales en la década de los sesentas. Esto tuvo que ver con un cambio importante de las condiciones materiales. El planeta en su conjunto vivió un auge muy grande tras la Segunda Guerra Mundial. Es decir, después de la guerra hubo un crecimiento de la riqueza, de la economía y de las fuentes de riqueza. La onda de crecimiento económico en esa época favoreció un nuevo aumento demográfico y la extensión de las prestaciones educativas, entre ellas las del ámbito universitario, posibilitando el incremento y la concentración de la masa estudiantil, tanto de hombres como de mujeres. Esto es importante, porque hizo que la composición de la pirámide de edad se transformara e hiciera crecer el segmento demográfico de los jóvenes. Éste segmento creció no sólo en México sino en todo el planeta y se impuso poco a poco, haciendo que las universidades se masificaran y se gestaran movimientos estudiantiles, que en 1968 irrumpieron como actores sociales fundamentales.12 Los focos de tensión se extendieron a todo el mundo. Los principales conflictos se desarrollaron en el continente asiático: Corea, Vietnam y en la península de Indochina. En Medio Oriente, el futuro de Palestina, un problema de alcance regional en principio, se articuló con el conflicto árabe-israelí. Fue la guerra de Vietnam, sin embargo, el conflicto más sangriento y persistente de la guerra fría. Después de una guerra prolongada en ese país, Estados Unidos se vio obligado a modificar su estrategia y su posición se debilitó en el ámbito internacional.13 Las luchas por las independencias nacionales en África también se realizaron en el contexto de la Guerra Fría. Uno de los casos más simbólicos fue la del 12 Ibíd., pp. 302-303. 13 Ramón Villares y Ángel Bahamonde, El Mundo Contemporáneo, Siglo XIX y XX, España, Editorial Taurus, 2006, pp. 325-330. 17 Congo en 1960, donde el asesinato del líder independentista Patricio Lumumba abrió un periodo de inestabilidad política que terminó en una guerra civil y donde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tuvo que intervenir hasta la consolidación de la independencia de ese país. Otro caso fue el de Argelia. La política del gobierno francés de combatir militarmente a la guerrilla organizada en el Frente de Liberación Nacional (FLN) tuvo que ser modificada en 1962. Fue una guerra cruenta. En Francia hubo movilizaciones muy amplias de solidaridad con la lucha por la independencia de Argelia y debates importantes en los que participaron intelectuales como Jean-Paul Sartre y Albert Camus. Aunque las tensiones en el norte africano venían de muy atrás, fue a principios de los años sesenta cuando la lucha en Argelia cobró fuerza; en 1962 alcanzó su independencia y Ahmed Ben Bela fue elegido su primer presidente.14 Los condenados de la Tierra, de Franz Fanon, escritor de La Martinica (entonces colonia francesa) se escribió cuando despuntaba la década de los sesentas. Lo prologó Jean Paul Sartre y fue texto canónico de las izquierdas latinoamericanas en esa década. Las ideas más relevantes, a fuerza de haber sido las más influyentes por entonces, eran los planteamientos a favor de la descolonización y el nacionalismo africano. Los asesinatos en Estados Unidos del presidente John F. Kennedy en 1963, el de su hermano Robert Kennedy dos años después, de Malcom X en 1965 y el de Martin Luther King, activista de los derechos civiles de la población negra, en 1968, conmovieron al mundo. A muchos les puede parecer increíble que en la década de los sesentas en Estados Unidos había movilizaciones multitudinarias contra la discriminación racial y por los derechos plenos de la población afroamericana. Hoy tienen un Presidente de ese origen. ¿Cómo fue posible? Quizá porque “los acontecimientos históricos no son puntuales sino que se extienden en un antes y un después del tiempo, y sólo se revelan gradualmente.”15 14 Ibíd., pp. 457-459. 15 http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/jameson.html, 15 de enero del 2010. http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/jameson.html 18 En los sesentas hubo también en el mundo un movimiento de paz y cantos. The Beatles, The Rolling Stones, Janis Joplin, Bob Dylan, Joan Báez, y muchos otros, dejaron con su música una marca indeleble en la juventud. En semejante escenario de cambios la iglesia católica realizó el Concilio Vaticano II en 1962, que se propuso un cambio de prácticas católicas y sobre todo una mayor tolerancia en su doctrina. Sin embargo, las directrices de la reunión fueron desbordadas por las posiciones de un grupo de sacerdotes latinoamericanos que hicieron una nueva propuesta teórico-práctica: la Teología de la Liberación, como opción pastoral al lado de los pobres y oprimidos.16 En América Latina la década de los sesentas abrió con la victoria de los rebeldes de la Sierra Maestra en Cuba, una de las utopías del siglo XX que permeó al continente americano. Las figuras de Fidel Castro y de Ernesto Che Guevara generaron simpatías en todo el mundo. La revolución cubana fue el centro de las noticias de primera plana.Su resistencia a la invasión estadounidense en Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles que casi provocó la Tercera Guerra Mundial, significaron un momento importante en las luchas antiimperialistas. No sólo era una influencia política sino también cultural. Los jóvenes se identificaban con los insurgentes: el pelo y la barba crecida, la ropa casual y la boina imitando la famosa imagen del Che, se convirtieron en una expresión de rebeldía. Otros, más comprometidos con sus convicciones, partieron a las montañas: Argentina, Colombia, Bolivia, Brasil, Venezuela, Perú, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Uruguay, tuvieron su propia guerra de guerrillas. La teoría del “foquismo” se extendió en Latinoamérica. “Crear dos, tres,… muchos Vietnams”, era la consigna. En nuestro país también se dio la explosión política juvenil que ocurría en las Universidades de muchas partes del 16 Enrique Condés Lara, Rebelión y represión en México (1959-1985), Tomo III, México, Editorial Porrúa, 2009, pp. 141-150. 19 mundo: Stanford, California, Harvard, La Sorbona, Berlín, Tokio, San Paulo, Buenos Aires y Montevideo.17 En México, desde siempre, la parte más importante del trabajo intelectual se ha iniciado y desarrollado en las Universidades y continuamente éstas le han brindado al país estímulo y posibilidad de continuidad, ampliación y expansión. En las universidades públicas se crean y se amplían también los espacios de la creación artística, su desarrollo y difusión. La formación de profesionistas las coloca en las esferas de la cotidianidad social en que actúan e influyen. La elaboración de nuevos conocimientos y todo lo que puede ubicarse como búsqueda y desarrollo en los terrenos del arte, proyectan a la universidad en una dimensión histórica global y la convierten en eje fundamental e indispensable de todo proceso social cuyo marco es la constante organización de la cultura.18 Cultura es un término muy amplio. Ha dado lugar a muchas definiciones. El investigador E. B. Taylor la define como un “concepto complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre”. En su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.19 La cultura -acaso sea mejor hablar de contracultura- de los sesenta, significó una inyección de vitalidad, de energía iconoclasta, de experimentación sexual, de inventiva musical y literaria, de rechazo a los modelos de pulcritud y moral conservadoras y de la explosión libertaria.20 17 Octavio Paz, El peregrino en su patria. Historia y política de México, en Obras Completas, Tomo 8, México, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 273 18 Daniel Cazés Menache, Op. cit., p. 35. 19 Luis Villoro, El concepto de ideología, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 157. 20 Roger Bartra, “1968: derrota, transición, contracultura”, en Álvaro Vázquez Mantecón (compilador), Memorial del 68, México, Turner-Difusión Cultural UNAM, 2007, pp. 172-175. 20 El movimiento estudiantil de 1968 en México es muy probablemente el acontecimiento social, cultural y político más importante de la segunda mitad del siglo XX. Cuarenta años después, sigue revelando su contenido: preparó el advenimiento de la sociedad civil, amplió los horizontes culturales, le dio forma a otro modelo de comportamiento, significó el enfrentamiento más lúcido al autoritarismo y el comienzo del desenvolvimiento de otra idea de juventud; fue un movimiento de contracultura opuesto a las formas tradicionales de vida; se inició la defensa de los derechos humanos. La discusión cultural se empieza a centrar en la ausencia de espacios críticos y en torno a la necesidad de la democracia. Éste debate permitió revisar el verdadero sentido de la tradición y a revalorar el trabajo intelectual y artístico. Por primera vez se cuestionó la estabilidad económica a toda costa sin libertades democráticas. Vistas en perspectiva, las conquistas y avances del feminismo, la planificación familiar, el psicoanálisis que enfatiza la relación entre sexo y psicología, la música (el rock principalmente), fueron expresiones que abrieron nuevos cauces para el cambio de la sociedad. El movimiento de 1968 reivindicó el poder de las masas festivas, la libertad de pensar, opinar, reunirse y asociarse. Vistas desde fuera, parecían masas de jóvenes manipuladas por líderes radicales o movimientos que podían tener una explicación esotérica. Desde dentro, la impresión fue diferente. En el momento justo, cristalizaban experiencias y necesidades de años y un sector excluido decide no delegar ya pasivamente su representación. Sus demandas (concretas, puntuales, fragmentarias) se satisfacen a medias o se convierten en el programa de otro movimiento social. Las sensaciones del impulso que crece, el esplendor de la multitud animada por fines idénticos, los prolongados efectos sobre la vida de los participantes, que “ya no serán los mismos, modifican su visión del mundo, persistan o no en el empeño”.21 Los motivos y trascendencia del movimiento estudiantil son analizados desde diferentes ángulos. 21 Carlos Monsiváis. Entrada Libre. Crónicas de la sociedad que se organiza, México, Ediciones Era, 1994, p.12. 21 Fueron desafíos contra normas sociales que no estaban ni siquiera implícitamente señalados en sus demandas. No fue la caridad por el prójimo, cuyos problemas el estudiante común ni conocía ni se interesaba mucho por ellos en caso de conocerlos. No fue eso, ni el cristianismo ni el socialismo, quienes produjeron las movilizaciones del 68. Fue un carnaval contra la cuaresma obligada de México durante los últimos 50 años, contra el mural que nos pintaba una sociedad estática mientras el mundo se transformaba…Fue una fiesta, una explosión, luego de 50 años de buen comportamiento…Me repito: el 68 no lo explica Lenin, lo explica Freud. 22 Para Marcelino Perelló, dirigente del Consejo Nacional de Huelga (CNH), el papel de los dirigentes era precisamente dar voz, dar nombre a la inquietud compartida, dar forma a lo que no se podía expresar con palabras. Y eso en el 68 fue bien nombrado. Y se llamó, entre otros, Che Guevara y Ho Chi Ming, se llamó Valentín Campa y se llamó Demetrio Vallejo. No podía llamarse de otra manera. Y Freud también estaba ahí. Siempre está en todo lo que se hace y en todo lo que se dice. El que Freud estuviera no impidió que estuvieran otros. Lenin también estaba. Ni modo que fuéramos puro inconsciente. 23 En el 68 las manifestaciones se convirtieron para los participantes en una oportunidad de reunirse y convivir, fraternizar, conocerse, solidarizarse. Fueron concentraciones de alegría juvenil, de entusiasmo por resistir juntos, tal vez porque esta generación ignoraba los altibajos de otros movimientos políticos. porque ésta generación ignoraba los altibajos de otros movimientos políticos. La mayoría provenía de la clase media, que no tenía nada que perder o se desentendía de su situación laboral. Y al no darse el “sentido de conservación”, se acentuó la combinación de movimiento político y comunidad festiva.24 22 Luis González de Alba, “68: La fiesta y la tragedia”, Revista Nexos No. 189, septiembre, 1993: 27 23 Marcelino Perelló y Luis González de Alba, “El 68: cartas cruzadas”, Revista Letras Libres No. 57,septiembre, 2003: 46 Sigmund Freud (1856-1939). Creador del psicoanálisis, técnica de estudio del inconsciente de la mente humana. El acceso a nuestro Yo se encuentra en el estudio de un sitio en el que no tenemos acceso inmediato: el inconsciente, parte de nuestra psique que ordena todo nuestro pensar y sentir. Las cualidades sobresalientes del hombre –su capacidad para pensar y reflexionar, su racionalidad y, sobre todo, su consciencia- únicamente constituyen la punta del icerberg. La consciencia es sólo la parte de la psique que podemos ver, pero bajo la superficie del mar en calma que son nuestras acciones conscientes, se esconde un gigante cuya forma y aspecto apenas podemos intuir: el inconsciente, en Christiane Zschirnt, Libros: todo lo que hay que leer, México, Editorial Taurus, 2005, pp. 192-193. 24 Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Parte de Guerra. Tlatelolco 1968, México, Editorial Nuevo Siglo Aguilar, 1999, p. 159. Clase Media: Profesionales independientes y asalariados, gerentes, profesores, técnicos, burócratas, comerciantes y administradores (pero no empleados de oficina de nivel bajo o dependientes de tienda) que obtenían percepciones familiares más altas que el ingreso promedio. En México, al crecimiento de la población se sumó el desarrollo de una amplia clase media urbana cuyas dimensiones no tenían precedente en la historia del país. A la vez que se expandía la clase media en las ciudades empezaron a formarse 22 Para el escritor José Revueltas el movimiento constituyó, en sí mismo, el primer paso de la autogestión política de todos los sectores del pueblo, con la clase obrera a la cabeza, o sea, de la nueva Revolución que había de cambiar en México el rumbo de la Historia. El movimiento por ello no era una algarada más. La lucha era por una sociedad nueva, libre y justa, en la cual se pudiera pensar, trabajar, crear sin humillaciones, sobresaltos y angustias. La dedicación a la cultura no podía tener otra razón de ser que la de colocar al hombre, al ser humano vivo, tangible y sufriente, en el centro de todas las preocupaciones.25 Artistas e intelectuales profundizaron las críticas al sistema político mexicano, denunciaron sus lacras en el extranjero y aceleraron los cambios de derechos humanos en el interior del país. Así, la generación del 68 sufrió en carne propia la crisis del sistema: al demandar el respeto a la legalidad conoció la represión, al cuestionarlo, enfrentó su perfil criminal. En contraste, dicha generación de mexicanos pronto se convirtió en pieza fundamental del proceso de transición a la democracia que el país ha venido construyendo en las décadas recientes.26 El movimiento de 1968 amplió sus efectos sobre todo en lo que eran los tres espacios de reproducción cultural de la sociedad moderna. En primer lugar, el espacio de la familia; en segundo, el de la escuela; y el tercero, el de los medios de comunicación. Si observamos cada uno de estos ámbitos, veremos que su historia tiene un antes y un después a partir del 68. En el ámbito de la familia, al modelo patriarcal y machista suceden otras formas familiares. Al tener mayor presencia en la sociedad, los jóvenes empezaron a exigir un trato distinto al interior de la familia, a reivindicar sus derechos y a enormes cinturones de migrantes pobres. Un indicador elocuente de esta dinámica social es el incremento de casi quince veces en el número de alumnos de las universidades del país: de 23 mil en 1930 a 335 mil en 1970. En este periodo la Ciudad Universitaria fue inaugurada, en 1954 en Luis Aboites Aguilar, Op. cit., p. 502. 25 José Revueltas, México 68: Juventud y Revolución, Obras Completas, tomo 15, México, Ediciones Era, 2008, p. 136. 26 Daniel Librado Luna Cárdenas, La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968, México, Escuela Nacional de Artes Plásticas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, p. 118. Al llegar a la Presidencia de la República Gustavo Díaz Ordaz, el Fondo de Cultura Económica (FCE) publicó Los Hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, ensayo novelado de una familia pobre, “una autobiografía de la pobreza”, como se le llamó. Por esta publicación, el Presidente hizo renunciar a Arnaldo Orfila, director del Fondo. De esa renuncia y el nutrido apoyo intelectual, surgió la editorial Siglo XXI. Fue el primer distanciamiento del presidente Díaz Ordaz con los intelectuales del país. 23 reclamar su propio espacio. Los movimientos feministas se hicieron presentes. En esa década cobró impulso la participación política de las mujeres, el uso de píldoras anticonceptivas y el acceso a fuentes de trabajo. Las mujeres que estuvieron en el movimiento del 68 procedían de la izquierda, aunque había distintos grados y maneras de entender lo que era la izquierda. Hubo algunas vinculadas al Partido Comunista (PC), otras que pertenecían a la corriente trotskista y otras más se reconocían como marxistas, nada más así. El movimiento feminista comienza en México a partir del núcleo de mujeres que salieron del movimiento del 68.27 Las transformaciones que se dieron en la pedagogía, en los métodos de enseñanza y en la crítica de la escuela tradicionalista, se acentuaron después del 68. Se empezó a cuestionar la estructura jerárquica y vertical que situaba al maestro como única figura activa y de autoridad en la enseñanza y reducía al alumno al papel de un receptor subordinado y pasivo.28 1968 modificó a los medios de comunicación, decisivos en la orientación de la opinión pública y el consumo. Los diarios publicaban los boletines oficiales de cada dependencia. Era lo mismo leer uno que otro periódico, y el motivo para preferir alguno eran sus mejores premios en la rifa semestral para suscriptores. Para asegurar el control, el gobierno mantenía un monopolio en la distribución del papel a través de la Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA). Nadie más que el gobierno podía importar y suministrar papel a periódicos y revistas. Pero la radio y, sobre todo la televisión, eran rigurosamente vigiladas. Los noticieros pasaban por la censura de la Secretaría de Gobernación. En los años siguientes, de manera gradual pero irreversible, los medios de comunicación se fueron abriendo a las diferentes expresiones políticas y culturales.29 27 Martha Lamas, “Surgimiento del movimiento feminista en México”, en Álvaro Vázquez Mantecón (compilador), Op. cit. pp. 164-169. 28 Gilberto Guevara Niebla, Op. cit., p. 137. 29 Luis González de Alba, “La vida cotidiana antes del 68”, Revista Nexos No. 368, agosto, 2008:26. 24 El cine y el teatro, con toda su producción en manos del gobierno y del sindicato, también eran censurados. La Secretaria de Gobernación, a través de la Dirección General de Cinematografía, revisaba argumentos y enviaba representantes a la filmación. Después de 1968, aunque el Estado siguió administrando los proyectos culturales, ya no era el único, y la censura perdió fuerza. Los intentos oficiales de regir la vida cultural en el país empezaron a cuestionarse. Una estrategia de los nuevos narradores fue la subversión del lenguaje: desaparece la retórica tradicional, se elimina el tabú de las “malas palabras”, irrumpen las descripciones sexuales sin rodeos y se establece que lo único verdaderamente obsceno es la censura, es decir, se abrió paso a un movimiento contracultural.30 El cine ha sido una manifestación cultural indisolublemente ligada a la vida nacional. A principios de los sesentas un grupo de críticos proclamó su creencia en el cine de autor y director como responsables y artífices de la película. Tal insistencia ganó paulatinamente adeptos en las universidades y consolidó su influencia a travésde la programación en cine clubes. La actividad de Francisco Piña, Emilio García Riera, José de la Colina y Jorge Ayala Blanco es múltiple y se publicó una revista y un boletín, La Semana en el Cine. En 1965, se convocó al primer concurso de cine experimental que promovió a una nueva generación de cineastas, influida por la urgencia de respetabilidad cultural, que se propuso la reconquista del público de la clase media.31 El cine independiente se propuso abrir nuevas alternativas para el futuro del cine mexicano, algo que se percibió desde algunos años atrás mediante ciertos esfuerzos de renovación, como el nacimiento del grupo Nuevo Cine en 1961, la fundación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) en 1963, los concursos de cine experimental de 1965 y 1967 y el debut de algunos 30 Javier González Rubio (coordinador), México, 30 años en movimiento. Una Cronología, México, Universidad Iberoamericana, 1998, p. 122. 31 Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, en Historia General de México, El Colegio de México, 2006, pp. 1063-1064. 25 cineastas como Juan José Gurrola (Tajimara, 1965); Juan Ibáñez (Los Caifanes, 1966).32 Otros cineastas debutaron en la década de los sesentas. Arturo Ripstein (Tiempo de Morir, 1965) con guión de Gabriel García Márquez y adaptación de Carlos Fuentes; Manuel Michel (Patsy mi amor, 1968), argumento de Gabriel García Márquez; Rubén Gámez (La fórmula secreta, 1965), una colección de paisajes e historias con textos de Juan Rulfo narrados por Jaime Sabines; y Alberto Isaac (En este pueblo no hay ladrones, 1965), entre otros. Por otra parte, los últimos años del gobierno de Díaz Ordaz estuvieron marcados por el endurecimiento de la censura, motivo que influyó, por ejemplo, en la cancelación de La Reseña de Acapulco y la prohibición de algunas películas nacionales y extranjeras, como La Rosa Blanca (1961), basada en la novela de B. Traven dirigida por Roberto Gavaldón, censurada durante once años por mandato presidencial.33 El Grito, documental filmado por los estudiantes del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), dirigidos por Leobardo López Aretche, narró el movimiento estudiantil de 1968 en México y mostró con detalles el aspecto festivo, las sonrisas, la alegría y la protesta como desbordamiento de la pasión juvenil.34 La década de los sesentas marcó el paso del cine tradicional al puramente artístico, con tendencia a la experimentación y a lo europeizante.35 En fin, en esa década se fraguaron los cambios en las pautas de conducta de los jóvenes que resultan ahora intrínsecas a las extensas clases medias. Actualmente la libertad individual se defiende a capa y espada en un mundo que la acepta como uno de los valores de la posmodernidad, y aunque se espera su ampliación a todo el conjunto social, aunque más realista ahora, conserva algo de 32 José Felipe Coria, “El saqueo de moldes clásicos”, Revista Artes de México No. 10, Revisión del Cine Mexicano, 2001: 70. 33 Javier González Rubio, Op. cit., pp. 174-175. 34 Daniel Librado Luna Cárdenas, Op. cit., p. 154. 35 www.softphera.com/.../el-cine-mexicano-experimental-en-los-60s/,15 de octubre de 2010. http://www.softphera.com/.../el-cine-mexicano-experimental-en-los-60s/ 26 la utopía original: la que no reconoce diferencias de clase, de género, de religión o de preferencias sexuales.36 Lo acontecido en México con el movimiento estudiantil en 1968, extendido al de otros países, podría definirse como una revolución sin revolución, porque no atentó contra el Estado, fue apenas la denuncia del autoritarismo y de la fragilidad de las instituciones democráticas, fue la protesta contra la falta de libertades y a favor de la igualdad. En 1968 en México se abrió una grieta en el sistema político mexicano por la zona de sus mayores beneficiarios: los hijos de la clase media. La universalidad juvenil es el verdadero signo de los tiempos: la señal del cambio de tiempo… Oír a cualquier actor o testigo presencial de la revuelta juvenil de mayo de 1968 en París fue una experiencia que puso a prueba la capacidad de juzgar con objetividad. En muchos de los relatos escuchados aparece una nota sorprendente: la tonalidad a un tiempo apasionada y desinteresada de la revuelta como si la acción se confundiese con la representación: el motín convertido en una fiesta y la discusión política en una ceremonia colindante en un extremo con el teatro épico y en el otro con la confesión pública. El secreto de la fascinación que ejerció el movimiento sobre todos aquellos que, inclusive como espectadores, se acercaron a sus manifestaciones, residió en una tentativa por unir la política, el arte y el erotismo.37 1.3 Antecedentes del movimiento estudiantil. Tan sólo han habido dos revoluciones mundiales. La primera se produjo en 1848. La segunda en 1968. Ambas constituyeron un fracaso histórico. Ambas transformaron el mundo… Immanuel Wallerstein Los movimientos sociales y la insurgencia sindical de finales de los cincuenta impactaron el futuro de la vida universitaria. El movimiento del magisterio de la 36 Carlos Martínez Assad, “Imágenes del 68”, Revista de la Universidad de México No. 56, octubre, 2008: 41 37 Octavio Paz, Ideas y costumbres II. Usos y símbolos, en Obras Completas, tomo 10, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 200-202. 27 sección IX del SNTE del Distrito Federal (1959) y el de los ferrocarrileros (1958- 59), serían un antecedente de la paulatina disidencia universitaria de la siguiente década. A partir de los encarcelamientos de los líderes sindicales ferrocarrileros Demetrio Vallejo Martínez y Valentín Campa Salazar, acusados del delito de “disolución social”, se inició la lucha contra esa disposición jurídica y pasaría a ser uno de los puntos del pliego petitorio del movimiento estudiantil de 1968. También a finales de la década de los cincuenta se produjo un viraje hacia la izquierda de políticos e intelectuales. Vicente Lombardo Toledano agregó en 1960 el término Socialista al Partido Popular, fundado en 1948. A ello se sumó la difusión ideológica y política de la Revolución Cubana (1959) y el movimiento de solidaridad que suscitó en México. Esta revolución tuvo simpatizantes entre estudiantes universitarios, políticos e intelectuales. La creación del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) en 1961, encabezado por el ex-presidente Lázaro Cárdenas, al que se sumaron personalidades del PRI y de la izquierda mexicana, se propuso un programa de reivindicaciones democráticas y nacionalistas. El gobierno mismo del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) hizo suya una retórica izquierdista.38 En ese contexto político, los estudiantes de la UNAM, del IPN y de otras universidades del país vivieron un rápido proceso de politización. Desde comienzos de la década de los sesenta se escenificaron distintos conflictos en las universidades del país, muy asociados a las pugnas políticas locales. En 1961 estalló una huelga estudiantil por reformas académicas en la Universidad Autónoma de Puebla y para sustraerla del poder de los grupos locales más tradicionales. Ante las presiones y el movimiento sostenido de los estudiantes, tres años más tarde renunciaría el gobernador del Estado.39 En 1963 en Morelia, Michoacán, estudiantes de derecha se opusieron a la administración encabezada por el rector Eli de Gortari de Gortari. Se suscitaron 38 Javier Mendoza Rojas, Op. cit, pp. 123-124. 39 Javier Mendoza Rojas, “En el 68, desde la Universidad, se desacralizó la imagen autoritaria del régimen”, en Los 100 años de la UNAM, La Jornada, EdiciónEspecial, 2010, p. 73. 28 hechos violentos y murió un estudiante en un enfrentamiento con el ejército. Hubo detenciones y el rector renunció. Tras el conflicto se reunieron estudiantes de todo el país y dieron origen a una organización estudiantil nueva y de signo contrario a las existentes: la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED).40 El 23 de septiembre de 1965 un pequeño grupo atacó el cuartel militar de Madera, Chihuahua. Aunque el brote guerrillero fue rápidamente sofocado, marcó el inicio de un periodo de actividad de varios grupos guerrilleros que, influidos por la experiencia cubana, intentaron transformar el país por la vía armada. Algunos operaban en las ciudades y otros, como los grupos encabezados por los maestros normalistas Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, lo hacían principalmente en el campo, en la sierra de Guerrero.41 En 1965, en la ciudad de México, se escenificaron protestas públicas con participación estudiantil mayoritaria por la guerra de Vietnam y por la invasión de Estados Unidos a la República Dominicana, en las que se dieron enfrentamientos con la policía. En ese mismo año, el movimiento médico anticipó los conflictos universitarios que se desataron poco tiempo después. La huelga, que interrumpió los servicios hospitalarios como medida de presión para que los internos y residentes obtuvieran mejores condiciones de trabajo, tuvo un desenlace represivo por parte del gobierno de Díaz Ordaz y sus líderes también fueron encarcelados.42 En la UNAM, también en 1965, no estaba a la vista ninguna perturbación que explicara la inquietud de los jóvenes, pero la había. Todo movimiento social tiene formas anticipadas. El doctor Ignacio Chávez, rector de la Universidad, enfrentó diversos problemas: sobrepoblación estudiantil, aplicación de reformas académicas (pase automático), personal de vigilancia, corrupción estudiantil, falta de libertad para elegir representaciones estudiantiles. Estos problemas derivaron en una protesta de grupos de estudiantes, principalmente de la Facultad de Derecho. La protesta se generalizó y el doctor Chávez renunció en 1966 junto con 40 Loc. cit. 41 Luis Aboites Aguilar, Op. cit., p. 508. 42 Enrique Condés Lara, Op. cit. p. 182 29 directores de escuelas, facultades, institutos y muchos profesores. De no ser por la Junta de Gobierno no habría sido posible la designación de un nuevo rector y la restructuración interna de la UNAM.43 En 1966 en Guerrero, Durango y Morelia, se vivieron situaciones de conflicto. En el primer caso la pugna fue por el control político de la Universidad; en el segundo, estudiantes de la Universidad Juárez tomaron las instalaciones de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero, con la demanda de beneficios para la población del estado. Ese mismo año estalló otro conflicto en Morelia contra el aumento de las tarifas del transporte público y las instalaciones universitarias fueron tomadas por la policía. En 1967, el ejército intervino en la universidad de Sonora por la oposición de los estudiantes a la imposición del candidato del PRI a gobernador, oposición que llevó a los estudiantes a una huelga universitaria que pedía la desaparición de poderes en el estado; el movimiento fue reprimido.44 Antes del movimiento de 1968, eran principalmente los políticos quienes deseaban el control de los estudiantes por muchas razones: para evitar críticas y disturbios, para usar el poder de los estudiantes contra algún contendiente o, por el contrario, como apoyo personal para prevenir el posible fortalecimiento político de un rector, y muchos otros. La forma de control era principalmente a través de ayuda financiera a grupos de choque y a sociedades de alumnos proclives a las direcciones de algunas escuelas, y a su protección en casos de problemas policiacos.45 En las luchas de los años sesenta se inició una metamorfosis de las viejas tradiciones de lucha estudiantil. La revolución cubana, la insurgencia obrera de 1956-1959, particularmente el movimiento ferrocarrilero, las luchas guerrilleras que se desencadenaron en toda Latinoamérica después del triunfo de la revolución 43 Gastón García Cantú, Conversaciones con Javier Barros Sierra 1968, México, Siglo XXI editores, 1972, pp. 31-46 44 Javier Mendoza Rojas, Op. cit., pp. 127-128. 45 Miguel Basáñez, La lucha por la hegemonía en México 1968-1980, México, Siglo XXI Editores, 1965, p. 113 30 cubana, influyeron decisivamente en la gestación de fuerzas estudiantiles socialistas en los medios universitarios, fuerzas que alcanzaron una presencia preponderante en las luchas de ese periodo y contribuyeron decisivamente para combatir y sepultar las formas corporativas de organización estudiantil.46 Sin embargo, ninguna de esas movilizaciones, universitarias o no, dejó de ser sectorial, restringida a su propio ámbito; ninguna consiguió que el conjunto de la ciudadanía se reconociera en sus demandas, estrategias o acciones. Fue hasta el año de 1968 que el movimiento estudiantil expresaría y aglutinaría fuerzas dispersas. Sus postulados fueron la libertad democrática de expresión, de organización y lucha política, sintetizados en un pliego de seis peticiones. Éstas pudieron parecer coyunturales y puntuales, pero en el fondo entrañaban el cuestionamiento del sistema político y del régimen. La forma en que surgieron los cuestionamientos formulados por el movimiento, permitió que éste lograra una inusitada movilización en torno a esas demandas.47 Los movimientos universitarios adquieren trascendencia política cuando se hacen eco de malestares sociales, los reflejan, los difunden, estimulan las explicaciones de sus causas y proponen soluciones. Su importancia es mayor si en ellos se reconocen fuerzas sociales dispares y dispersas, porque entonces llegan a anticipar a otros movimientos sociales y cambios generales en diversos tipos de relaciones. 48 En el movimiento estudiantil de 1968 la ciudadanía fue parte importante de las movilizaciones y por eso se habló de “movimiento estudiantil-popular”. En ciertos momentos, otros contingentes sociales y la población en general conformaron un grupo social particularmente sensible al autoritarismo gubernamental y a la reducción de espacios democráticos. El gobierno no deseaba ni mencionar las demandas del movimiento. Los gobernantes de entonces consideraron sin duda que sólo analizar esas peticiones retrataría la verdadera dimensión de su autoritarismo y pondría en duda otros aspectos de su legitimidad. Eso explica el 46 Gilberto Guevara Niebla, Op. cit., p. 185. 47 Sergio Zermeño (coordinador), Universidad Nacional y Democracia, México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades UNAM-Editorial Porrúa, 1990, p. 41. 48 Daniel Cazés Menache, Op. cit., p. 31. 31 hecho de que el Presidente haya llegado a proclamar el derecho del gobierno a defenderse de la ciudadanía.49 Así, incapaz de superar su incapacidad de entablar cualquier confrontación mínimamente democrática, el gobierno optó por la represión del movimiento estudiantil. 1.4 El movimiento estudiantil de 1968 en México Los acontecimientos históricos no son puntuales sino que se extienden en un antes y un después del tiempo, y sólo se revelan gradualmente. Fredric Jameson El movimiento estudiantil se inició como una querella callejera entre bandas rivales de adolescentes. La brutalidad policiaca unió a los muchachos. Después, a medida que aumentaba y se extendía la represión y crecía la hostilidad de la prensa, la radio y la televisión, en su casi totalidad entregadas al gobierno, el movimiento se robusteció, se extendió y adquirió conciencia de sí. Los estudiantes, sin habérselopropuesto expresamente, se convirtieron en los voceros de amplias capas de la sociedad; no los voceros de esta o aquella clase, sino en la expresión de una conciencia cívica y política general.50 En efecto, el 22 de julio de 1968, en la Plaza de la Ciudadela de la Ciudad de México, un partido de futbol entre estudiantes politécnicos de las vocacionales 2 y 5 y la preparatoria particular “Isaac Ochoterena”, terminó en una batalla campal. 49 Gustavo Díaz Ordaz, Presidente, Cuarto Informe de Gobierno, Mensaje Político, Capítulo V, El Día, Suplemento de la Sección Testimonios y Documentos, 2 de septiembre de 1968. “:1-4…agotados los medios que aconsejen el buen juicio y la experiencia, ejerceré, siempre que sea estrictamente necesario, la facultad contenida en el artículo 89, fracción VI, de la Constitución General de la República que, textualmente, dice: “Artículo 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: …disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente o sea del ejército terrestre, de la marina de guerra y de la fuerza aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación.”…No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro deber lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos.” 50 Octavio Paz, tomo 8, Op. cit., p. 278. 32 Los preparatorianos se llevaron la peor parte: hubo varios estudiantes golpeados y su plantel fue apedreado.51 Al día siguiente la disputa continuó. Intervinieron los granaderos, respondiendo con bombas lacrimógenas y macanas a los silbidos y pedradas de los estudiantes, principalmente politécnicos, quienes fueron replegados y perseguidos en el interior de sus vocacionales. Algunos maestros que intentaban protegerlos fueron golpeados. Hubo detenidos, pero fueron liberados posteriormente. Fue la chispa que inició la llamarada.52 La violencia de los granaderos en contra de la comunidad politécnica provocó la indignación de amplios sectores estudiantiles, quienes presionaron a la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), organismo cercano al gobierno, a solicitar un permiso para una manifestación el 26 de julio en protesta por los agravios que habían sufrido sus compañeros estudiantes y maestros. La FNET solicitó el permiso a la Dirección de Gobernación del Distrito Federal y la convocó. Las autoridades advirtieron a la directiva estudiantil, “la posibilidad de que elementos provocadores podrían mezclarse con los manifestantes.”53 La manifestación se llevó a cabo. Su punto de partida fue la Plaza de la Ciudadela y concluyó en el Casco de Santo Tomás, lugar donde se ubican varias escuelas del IPN. La Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) era otra organización estudiantil que agrupaba a estudiantes de varios estados de la República. Su plataforma de lucha atendía fundamentalmente aspectos académicos, como por ejemplo: ampliación de los servicios educativos, mayor presupuesto para los centros de educación, becas, comedores, mejores salarios y prestaciones para los profesores. Su lema era “Luchar mientras se estudia”. Esta central de orientación izquierdista había convocado junto con otras organizaciones estudiantiles y políticas (La Juventud Comunista de México y la Liga Comunista Espartaco), para el mismo día 26 de julio, otra marcha para conmemorar el XV aniversario del 51 Raúl Álvarez Garín, La Estela de Tlatelolco: una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil de 68, México, Grijalbo, 1998, p. 30. 52 Carlos Monsiváis, Días de guardar, México, Ediciones Era, 2006, p. 215. 53 Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México, julio-diciembre de 1968, Tomo 1, México, Era, 1969, p. 150. 33 asalto al Cuartel Moncada en Cuba, que había sido el inicio de la revolución cubana. Su punto de partida era la fuente de El Salto del Agua ubicada en la avenida San Juan de Letrán con destino al Hemiciclo a Juárez, en la Alameda Central de la Ciudad de México.54 Las dos manifestaciones convocadas para ese día se realizaron en orden, de acuerdo a los itinerarios y horarios programados. En una de las dos concentraciones, la convocada por la FNET, un grupo de manifestantes invitó a quienes habían participado en la misma a trasladarse al Zócalo de la Ciudad de México con objeto de ampliar su protesta. Fue así como un núcleo de estudiantes se dirigió al centro de la ciudad. Cuando ya se acercaban al Zócalo fueron frenados por un grupo de granaderos; nuevamente varios estudiantes fueron agredidos con macanas y gases lacrimógenos. Mientras ocurrían estos enfrentamientos, en el Hemiciclo a Juárez el acto convocado por la CNED seguía su curso. Más tarde, grupos de estudiantes convocados por la FNET que habían participado en la refriega con los granaderos, se unieron al contingente que conmemoraba el aniversario de la Revolución Cubana. Llegaron los granaderos, se generalizó el enfrentamiento y los manifestantes se vieron obligados a correr, perseguidos por toda la zona del Centro Histórico. Hubo destrozos en los comercios y numerosos estudiantes heridos y detenidos. Un autobús de pasajeros fue incendiado. En las preparatorias 2 y 3 de la UNAM, ubicadas en el antiguo barrio universitario del centro de la ciudad, se refugiaron muchos estudiantes perseguidos y ahí permanecieron hasta la madrugada del día siguiente, 27 de julio. Esa misma noche las oficinas del Comité Central del Partido Comunista Mexicano (PCM) y su periódico, La voz de México, fueron allanadas por agentes de la Dirección Federal de Seguridad y del servicio secreto y algunas personas que ahí trabajaban fueron arrestadas. También fueron detenidos por distintos 54 Alfredo Tecla Jiménez, Universidad, Burguesía y Proletariado, México, Ediciones de Cultura Popular, México, 1976, p. 15. 34 rumbos de la ciudad Arturo Zama Escalante y Félix Goded Andrew, dirigentes de la Juventud Comunista de México (JCM), organización juvenil del PCM.55 Las autoridades gubernamentales informaron que la policía había intervenido a petición del presidente de la FNET. El 27 de julio varios grupos estudiantiles de la UNAM protestaron contra la represión policíaca y demandaron la libertad de los estudiantes detenidos. El problema se agravó a tal grado que para el 30 de julio intervino el ejército. Los militares ocuparon de inmediato la Vocacional No. 7 del IPN y las preparatorias 1 y 2 de la UNAM; con lujo de violencia destruyeron con un bazukazo la simbólica y centenaria puerta de la preparatoria 1 de San Ildefonso. Hubo lesionados y detuvieron a más estudiantes. Al día siguiente, el rector de la UNAM, Ingeniero Javier Barros Sierra, izó la bandera a media asta en la explanada de la rectoría por la violación de la autonomía universitaria y luego encabezó la primera manifestación de protesta. Días después el conflicto se acentuó con la ocupación de la Ciudad Universitaria y el Politécnico por parte del ejército.56 En sólo una semana, del 22 al 30 de julio, la situación se había deteriorado rápidamente. La reacción generalizada de los estudiantes fue de solidaridad y comenzó a cobrar forma una huelga general en los centros de educación media y superior. Varias escuelas de la UNAM y del IPN se declararon en huelga exigiendo castigo a las autoridades gubernamentales responsables de la violencia. Se realizaron reuniones en los planteles para constituir el órgano directivo del movimiento estudiantil: el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Durante los meses de agosto y septiembre el conflicto se extendió a varias universidades públicas del país y a escuelas privadas. Las demandas para terminar la huelga eran, en esos días,castigo a los culpables de las agresiones, indemnización de las víctimas y liberación de los detenidos. Más tarde, en el transcurso del movimiento, se añadieron las demandas de tipo político: libertad a 55 José Luis Concheiro B., “En la lucha por la democracia y la unidad de la izquierda”, en Arnoldo Martínez Verdugo (coordinador), Historia del comunismo en México, México, Grijalbo, 1983, pp. 323-324. 56 Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Op. cit., p. 154. 35 los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos y derogación del Artículo 145 del Código Penal.57 El movimiento estudiantil se propagó rápida y ampliamente. Los actores políticos fueron principalmente sectores de las clases medias. Varias hipótesis surgieron para explicar las causas inmediatas del movimiento. Por un lado había conflictos gubernamentales internos en vista de la sucesión presidencial que se iniciaría en 1969. Otros señalaron el propósito del gobierno de encarcelar a varios dirigentes comunistas durante los Juegos Olímpicos del 68. Hay quienes sostuvieron que fue una acción concebida por los Estados Unidos, pues el director del FBI había declarado a principios del 68, en el contexto de la Guerra Fría, que en México se estaba preparando una conspiración de comunistas.58 Independientemente de por qué, quiénes y cómo se inició el conflicto, el hecho fue que éste creció y se difundió en el país en los siguientes días y meses. Sus causas fueron profundas. Lo que es seguro es que este movimiento conmovió al país, transformándose en una lucha por la democratización de la vida política. Sus objetivos rebasaron los límites del propio movimiento. Sus momentos culminantes fueron las multitudinarias manifestaciones de agosto y septiembre, llegando a ser un movimiento de masas a escala nacional. 57 Artículo 145. Se aplicará prisión de dos a seis años al extranjero o nacional mexicano que, en forma hablada o escrita, o por cualquier otro medio realice propaganda política entre extranjeros o entre nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción de cualquier gobierno extranjero que perturben el orden público o afecte la soberanía del Estado Mexicano. Se perturba el orden público, cuando los actos determinados en el párrafo anterior tiendan a producir rebelión, sedición, asonada o motín. Se afecta la soberanía nacional cuando dichos actos ponen en peligro la integridad territorial de la República, obstaculicen el funcionamiento de sus instituciones legítimas o propaguen el desacato de parte de los nacionales mexicanos a sus deberes cívicos. Se aplicará prisión de seis a diez años al extranjero o nacional mexicano que, en cualquier forma, realice actos de cualquier naturaleza que preparen material o moralmente la invasión del territorio nacional, o la sumisión del país a cualquier gobierno extranjero. Cuando el sentenciado en el caso de los párrafos anteriores sea un extranjero, las penas a las que antes se ha hecho referencia se aplicarán sin perjuicio de la facultad que concede al Presidente de la República el artículo 33 de la Constitución. Artículo 145 bis. Para todos los efectos legales se considerarán como de carácter político, los delitos consignados en este título, con excepción de los previstos en los artículos 136 y 140,en Diario de debates, Legislatura XXXVIII, año II, periodo ordinario, núm. 9, 10 de octubre, 1941, p. 6. La derogación del Artículo 145 del Código Penal había sido el eje principal del movimiento ferrocarrilero de 1958-1959 en su lucha por lograr la libertad de sus dirigentes Demetrio Vallejo y Valentín Campa, detenidos y acusados del delito de Disolución Social. Los artículos 145 y 145 bis del Código Penal habían servido también para procesar, en 1956, a un grupo de estudiantes politécnicos encabezados por Nicandro Mendoza y Mariano Molina; y, en 1959 y 1960, ha opositores políticos como el pintor David Alfaro Siqueiros y al periodista Filomeno Mata, en Enrique Condés Lara, Op. cit., p. 226. 58 Miguel Basáñez, Op. cit., p. 171 36 En efecto, los meses de agosto y septiembre de 1968 fueron importantes en el ascenso del movimiento estudiantil. A principios de agosto, el movimiento ya tenía un programa y comenzaron a elegirse los representantes al CNH: tres por escuela o facultad, elegidos en asambleas en las que participaban sus compañeros. En solo 120 días pasó a ser un movimiento de masas en el que se puso en tela de juicio una serie de valores o mitos: la llamada unidad nacional y la supuesta estabilidad social y económica del país.59 La manifestación del 1 de agosto encabezada por el rector de la UNAM, ingeniero Javier Barros Sierra, representó un momento crucial. Al frente de la manifestación, junto al Rector, marchó el Secretario General de la UNAM, licenciado Fernando Solana y el doctor Pablo González Casanova. Antes de empezar la marcha el rector se pronunció por la defensa de la autonomía, la libertad de los presos y el cese de la represión. En unas cuantas palabras el ingeniero Barros Sierra expuso el ideario esencial del movimiento. Necesitamos demostrar al pueblo de México que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonomía, pero no sólo será la defensa de la autonomía la bandera nuestra en esta expresión pública; será también la demanda, la exigencia por la libertad de nuestros compañeros presos, la cesación de las represiones…En la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con energía, pero siempre dentro del marco de la ley, tantas veces violada pero no por nosotros, afianzaremos no sólo la autonomía y las libertades de nuestras casas de estudios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de México. 60 En torno a este ideario se sumaron las fuerzas de las instituciones agraviadas, principalmente de la UNAM y el IPN. Las pancartas de los manifestantes hacían alusión a los jóvenes detenidos; se exigía el deslinde de responsabilidades y castigo a los culpables de la represión, la renuncia de los mandos directivos de los cuerpos policíacos y de granaderos, generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea Cerecero; la desaparición del Cuerpo de Granaderos y la 59 Elena Poniatowska, Fuerte es el Silencio, México, Era, 1968, p. 52. 60 Raúl Jardón, 1968: El fuego de la esperanza, México, Siglo XXI Editores, 1998, p. 37. 37 indemnización de los estudiantes heridos. Algunas columnas de la manifestación marchaban en absoluto silencio, otras entonaban el Himno Nacional.61 La marcha avanzó en orden. Sin embargo, un fuerte operativo policíaco y militar se interpuso a su paso en las colonias Nápoles y del Valle, por la Avenida Insurgentes. Se decidió cambiar el recorrido para evitar provocaciones y regresar a Ciudad Universitaria. Al finalizar el acto, mientras el rector ondeaba la bandera, se entonó el Himno Nacional. Por vez primera, universitarios y politécnicos, en un ambiente fraterno y solidario, defendían la vigencia de las libertades democráticas en México.62 Al día siguiente la prensa nacional elogió el acto. El periódico El Universal expresó: “fue una demostración de cordura que pasará a la historia de los movimientos estudiantiles en defensa de la Autonomía Universitaria, del civilismo y del derecho”. En el mismo sentido se expresaron otros diarios. El Día en un encabezado de primera página y a cinco columnas decía: “Miles de estudiantes de la UNAM y el IPN realizaron pacífica manifestación”. El informe de la parte militar, en cambio, afirmaba: “grupos de estudiantes efectuando disturbios en diferentes puntos de la ciudad, han tenido encuentros de consideración con elementos de la Policía Preventiva del Departamento del D.F., la que se ha visto impotente para sofocar esos disturbios.”63
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