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1 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO 
 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA 
 DEPARTAMENTO DE HISTORIA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PENAL DE LECUMBERRI: 
UNA HUELGA DE HAMBRE POR LA LIBERTAD 
 
 
T e s i s 
 
Que para obtener el título de: 
 
Licenciada en Historia 
 
 
Presenta: 
 
Silvia Rosa Martínez Andrade 
 
 
 
 
Directora de Tesis: 
 
Dra. Ana Saloma Gutiérrez 
 
 
 
 
 
 
 
 
 México, Distrito Federal; Ciudad Universitaria, octubre de 2011. 
 
 
 
http://www.filos.unam.mx/
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
 
 
Dedico esta Tesis: 
 
 
 
 
 
A mis Padres: 
José y Febronia, 
que llegaron a la ciudad de México 
en busca de un futuro mejor para sus hijos. 
 
 
A mis hermanos: 
Joel, José Enrique, Jesús Guadalupe 
 y Tomás, 
que emprendieron, antes de tiempo, 
el largo y sinuoso camino… 
 
 
A mis hermanas: 
Marina, María Eloísa, Carmen, 
María Teresa y María del Rocío. 
A mi hermano Carlos Rosario. 
A todas mis sobrinas y sobrinos. 
A toda la tribu Martínez Andrade. 
 
 
A mis hijos y nietos: 
Líber y Pável, León Emilio y Libertad 
 
 
Para Antonio y Maritza Sosa Castro. 
 A Rodolfo Echeverría Martínez, Chicali. 
Por su apoyo y solidaridad 
en la realización 
de esta Tesis 
 
 
 
Sin todos ellos, ésta Historia no hubiera sido posible… 
 
 
 
 3 
 
 
Agradecimientos: 
 
Esta Tesis fue posible gracias al apoyo, estímulo y colaboración de mi 
asesora, Doctora Ana Saloma Gutiérrez, a quien agradezco profundamente su 
tiempo y su paciencia, su experiencia y sus conocimientos. 
 
También le doy las gracias a la Maestra Lucina Ramos Villaseñor. La idea 
de esta investigación nació en su estimulante cátedra. 
 
A la Doctora Virginia Ávila García: desde el principio hasta el final, siempre 
estuvo presente. 
 
A los Maestros Francisco Mancera y Karina Kloster, por sus valiosas 
observaciones. 
 
A todos mis maestros, por sus conocimientos, su esfuerzo y entusiasmo 
durante sus clases a lo largo de la Carrera. 
 
Y a la UNAM, la gran Institución, por siempre y para siempre la UNAM. 
 
¡Gracias! 
 
 
 
 
 
 4 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA 
DEPARTAMENTO DE HISTORIA 
 
 
 
 
PENAL DE LECUMBERRI: 
UNA HUELGA DE HAMBRE POR LA LIBERTAD 
 
CONTENIDO 
 
 Pág. 
Introducción ………………………………………………………………………………………………………………………... 6 
 
Capítulo 1. Contexto Histórico …………………………………………………………………………………………….. 13 
 1.1 Panorama de México en la década de los sesentas……………………………………………………… 13 
 1.2 Cambios culturales en la década de los sesentas ………………………………………………………… 15 
 1.3 Antecedentes del movimiento estudiantil ………………………………………………………………….. 26 
 1.4 El movimiento estudiantil de 1968 en México ……………………………………………………………. 31 
 
Capítulo 2. Una huelga de hambre por la libertad ………………………………………………………………. 56 
 2.1 La cárcel de Lecumberri ……………………………………………………………………………………………… 56 
 2.2 Los procesos penales ………………………………………………………………………………………………….. 64 
 2.3 Preparativos de la huelga de hambre …………………………………………………………………………. 67 
 2.4 La huelga de hambre ………………………………………………………………………………………………….. 72 
 2.5 La agresión de los presos comunes…………………………………………………………………………….. 77 
 2.6 La Operación Fuenteovejuna ……………………………………………………………………………………… 82 
 2.7 La solidaridad internacional ……………………………………………………………………………………….. 85 
 2.8 Levantamiento de la huelga de hambre ……………………………………………………………………… 89 
 
Capítulo 3. Libertad bajo protesta y Ley de Amnistía………………………………………………………….. 93 
 3.1 Las sentencias ……………………………………………………………………………………………………………. 93 
 3.2 Libertad bajo protesta y exilio ……………………………………………………………………………………. 99 
 3.3 La Ley de Amnistía ……………………………………………………………………………………………………… 105 
 
Conclusiones ………………………………………………………………………………………………………………………… 111 
 
Bibliografía …………………………………………………………………………………………………………………………… 124 
 
 
 
 
 
 
 
http://www.filos.unam.mx/
 5 
 
Anexo 1. 
Organigrama. La izquierda en el movimiento estudiantil de 1968 ………………………………………… 115 
 
Anexo 2. 
Carta de los 86 presos políticos en huelga de hambre a los procuradores 
General de la República y del Distrito Federal ………………………………………………………………………. 116 
 
Anexo 3. 
Carta de José Revueltas a Arthur Miller, Presidente del Pen Club Internacional …………………… 120 
 
Anexo 4. 
Carta de intelectuales italianos contra agresiones a presos políticos ……………………………………. 121 
 
Anexo 5. 
Carta de los presos políticos en huelga de hambre al Comité Internacional de 
de apoyo al pueblo de México en lucha, con sede en París, Francia ……………………………………… 122 
 
 
 
Imagen 1. 
Cartel del Consejo Nacional de Huelga: 
Libertad a los presos políticos ………………………………………………………………………………………………. 38 
 
Imagen 2. 
Presos políticos en Lecumberri, enero de 1970 …………………………………………………………………….. 55 
 
Imagen 3. 
Plano de la cárcel de Lecumberri ………………………………………………………………………………………….. 56 
 
Imagen 4. 
Crujía C de Lecumberri. Algunos presos del 68 ……………………………………………………………………… 92 
 
Imagen 5. 
José Revueltas en su celda de Lecumberri ……………………………………………………………………………. 110 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria, octubre de 2011. 
 
 
 
 
 6 
INTRODUCCION 
Este no es el México que deseamos, 
pero es el único que tenemos y amamos.
 
 
Juan Rulfo. 
 
Esta Tesis tuvo su origen en el curso de Análisis e Investigación V, cuando 
entrevisté a dos personas que fueron presos políticos por su participación en el 
movimiento estudiantil de 1968 en México. Aunque las entrevistas se llevaron a 
cabo en lugares diferentes, ambos mencionaron un acontecimiento ocurrido dentro 
de la cárcel que llamó particularmente mi atención: su participación en una huelga 
de hambre por su libertad. En reuniones posteriores, tuve la oportunidad de 
conocer a otros protagonistas de la historia que aquí se narra. Todos ellos 
rememoraban ese acontecimiento con mucha emoción y apasionamiento: 
cuarenta años después, lo recordaban como si hubiera ocurrido recientemente. 
Los participantes en esa huelga son actualmente protagonistas importantes de 
la vida nacional. La mayoría de ellos siguió participando en actividades políticas; 
otros se hicieron periodistas y escritores; fundaron revistas culturales, periódicos, 
sindicatos, organizaciones civiles y partidos políticos; destacaron en la academia 
y en las universidades. De una manera o de otra, siguieron contribuyendo en los 
cambios políticos y culturales que han tenido lugar en nuestro país. 
Me propuse investigar sobre esa huelga de hambre, contextualizarla en su 
tiempo y espacio, encontrarle su razón y significado. Es el tema central del 
presente trabajo. 
Los presos políticos en Lecumberri. 
Efectivamente, del 10 de diciembre de 1969 al 21 de enero de 1970, en la 
cárcel preventiva de la Ciudad de México, conocida como el Palacio Negro de 
Lecumberri, se realizó una huelga de hambre en la que participaron cerca de un 
centenar de presospolíticos: estudiantes, maestros, dirigentes políticos, 
intelectuales y periodistas, detenidos por su participación en el movimiento 
 7 
 
estudiantil de 1968. Entre los más destacados estuvieron: José Revueltas 
Sánchez, Eli De Gortari De Gortari, Luis González De Alba, Gilberto Guevara 
Niebla, Pablo Gómez Álvarez, Raúl Álvarez Garín, Luis Jorge Peña Martínez, 
Salvador Martínez Della Roca, Eduardo Valle Espinoza, Félix Lucio Hernández 
Gamundi, Manuel Marcué Pardiñas, Rafael Jacobo García, Gilberto Rincón 
Gallardo, Eduardo De la Vega de Ávila, Rodolfo Echeverría Martínez, Federico 
Émery Ulloa, Pablo Alvarado Barrera, Carlos Sevilla González, Arturo Martínez 
Nateras y Ramón Danzós Palomino. Presos en la cárcel de Lecumberri, padecían 
el desenlace del movimiento estudiantil. 
Los procesos jurídicos que se les siguió fueron una muestra de la arbitrariedad 
a los derechos ciudadanos más elementales. Fueron acusados en la mayoría de 
los casos de delitos federales y del fuero común: daño en propiedad ajena, 
ataques a las vías generales de comunicación, sedición, asociación delictuosa, 
incitación a la rebelión, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones 
contra agentes de la autoridad, falsificación de documentos y uso de documentos 
falsos. 
Su situación jurídica no podía ser más adversa, agravada considerablemente 
por el hecho de que los jueces que conocían sus expedientes habían empezado a 
declarar cerrada la fase de las acusaciones y defensa, y bajo estas condiciones, 
estaban dispuestos a dictar sentencias condenatorias, a pesar de que durante 
más de un año no se habían cubierto ni las más mínimas formalidades del 
procedimiento, lo que significaba que prácticamente pretendían dictar dichas 
sentencias sin previo proceso. 
La fase de instrucción -donde se presentan las pruebas de ambas partes, 
testigos, peritajes y los careos necesarios para aclarar las contradicciones que se 
presentan en el juicio-, no se había llevado a cabo conforme a los tiempos y 
procedimientos establecidos en la ley; apenas se habían efectuado algunas 
 8 
 
diligencias en donde nada se aclaró acerca de cuáles eran las acusaciones que se 
les imputaban. 
Trece meses en prisión sin ninguna perspectiva clara de obtener su libertad; a 
un año de que la administración del presidente Gustavo Díaz Ordaz llegara al 
término de su sexenio y no fuera evidente su interés de resolver el problema; visto 
el repliegue de un movimiento que parecía olvidar la existencia de los presos 
políticos del 68, fueron algunas consideraciones que los llevaron a tomar la 
decisión de una huelga de hambre para reanimar la exigencia de su libertad. 
Perspectiva teórica-metodológica. 
Pero, ¿cómo se entrelazan las pequeñas historias con la historia de un país o 
con la historia contemporánea? La mentalidad, las ideas políticas, los 
comportamientos de los individuos y de los grupos, las organizaciones políticas y 
los movimientos sociales, ¿cómo se integran a ese torrente social que finalmente 
podemos llamar Historia? ¿Para qué nos sirven las preguntas que le hacemos al 
pasado? ¿Para qué la Historia? 
El historiador Eric Hobsbawm, en su metodología de historia social, sostiene 
que el historiador no puede permitirse estudiar al hombre fuera de su contexto 
socio-económico, y en esa perspectiva, a los hombres no se les puede separar de 
las ideas que sustentan. El vínculo entre la historia social con los movimientos 
sociales es indisoluble. Con este enfoque, la historia social debe tomar en cuenta 
la estructura, la coyuntura y los diferentes cambios políticos y culturales que 
ocurren en la sociedad.1 
Asimismo, la historia social se preocupa por estudiar a los distintos actores 
históricos que conforman a la sociedad. Dicha metodología también nos 
 
1
 Eric Hobsbawm, Sobre la Historia, Barcelona, Grijalbo-Crítica, 1998, p. 298. 
 9 
 
proporciona los instrumentos necesarios para realizar este tipo de investigación, 
tales como: la historia oral, la investigación hemerográfica y el análisis de espacio, 
y por último, entender las continuidades y rupturas de la sociedad mexicana. 
Sobre la historia oral sabemos que la memoria colectiva se hace tradición y se 
expresa como una forma de la conciencia. La historia, en cambio, es la 
recuperación escrita de los eventos más trascendentes que vive una sociedad, 
destinada a transmitirse a través de diversos medios. Mientras vive un recuerdo 
pareciera innecesario fijarlo en un texto; pero la vida está cargada de frivolidad y 
olvido. La memoria colectiva del 68, sus consecuencias y su trágico desenlace, 
persistirán mientras vivan sus protagonistas, pero es lógico pensar que si esa 
memoria no cristaliza como historia se condena a desaparecer en el curso de las 
generaciones. 
Es por ello que considero a la historia social como la metodología más 
adecuada para abordar y analizar la historia de este grupo de presos políticos y 
su lucha por la libertad. 
Complementario a lo anterior, también me apoyé en la historiografía que se 
conoce con el nombre de “historia de las mentalidades”, que surge del contacto de 
la historia con otras ciencias sociales. El concepto de mentalidad se aproxima a lo 
que se denomina “ideología práctica”, o sea, una compleja relación de ideas, 
representaciones o imágenes, que se corresponden con ciertos comportamientos 
y actitudes de los individuos, de tal modo que en su conjunto funciona como la 
norma que rige la posición concreta de los hombres frente a su historia.2 
Este enfoque, derivado de la Escuela de Annales, me sirvió de herramienta 
para comprender las distintas posiciones políticas y de pensamiento de los 
huelguistas. 
 
2
Sergio Ortega Noriega, Introducción al estudio de las mentalidades, México, Departamento de 
Investigaciones Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1970, p. 127. 
 10 
Hipótesis. 
Me propongo demostrar que los cambios socioeconómicos en México en la 
década de los sesentas dieron lugar a un cambio en la mentalidad de los jóvenes; 
que no fue casual que el movimiento estudiantil se gestara en la Universidad; que 
los cambios políticos y culturales en el mundo tuvieron repercusión en México 
porque las condiciones eran propicias; que la confrontación del movimiento 
estudiantil con el gobierno en turno mostró los límites de una forma de gobernar 
que tenía que cambiar necesariamente; y que la huelga de hambre en la cárcel de 
Lecumberri fue una expresión más de descontento y rebeldía que significaba la 
ruptura y continuidad de una época en la historia de nuestro país. 
La bibliografía del 68. 
La historia escrita sobre el movimiento del 68 es amplia e interesante. Sin 
embargo, a propósito de mi trabajo, considero que El movimiento estudiantil de 
México de Ramón Ramírez; Los días y los años de Luis González de Alba; 1968: 
Largo camino a la democracia de Gilberto Guevara Niebla y el de Luis Jorge Peña 
Martínez, Lecumberri-68. Una Huelga por la libertad, fueron básicos, no sólo por la 
riqueza de datos e información que proporcionan, como es el caso del primero, 
sino por el hecho de que González de Alba, Guevara Niebla y Jorge Peña, fueron 
protagonistas destacados no sólo en la dirección del movimiento estudiantil, sino 
también participantes en la huelga de hambre, crisol de los acontecimientos que 
se analizan. 
Aunque este trabajo se inició con la historia oral de dos protagonistas, la 
investigación bibliográfica y Hemerográfica fue preponderante. Los libros, las 
revistas, los periódicos, los documentos sobre el tema, fueron mis fuentes 
principales. Las asesorías de mis maestras y maestros más cercanos, sus cálidas 
observaciones, me guiaron desde el principio hasta el final del presente trabajo. 
 
 11 
Éste es un nuevo esfuerzo, nuevas recapitulaciones sobrela trascendencia en 
los ámbitos político y cultural del movimiento estudiantil del 68 en México, un 
trabajo con el que trato de justificar mi paso por la Universidad y acredite mi 
Licenciatura en Historia. 
Estructura de la Tesis. 
En la idea de ir de lo general a lo particular, la investigación tiene el siguiente 
esquema: década de los sesentas, contexto socioeconómico, cambios culturales, 
movimiento estudiantil, presos políticos, huelga de hambre. 
Por ello, en el Capítulo 1. Contexto Histórico, comienzo por presentar el 
panorama social y económico de México y los cambios culturales más importantes 
en la década de los sesentas. Y en ese contexto, explico los antecedentes y la 
ruptura que significó el movimiento estudiantil de 1968. La estructura, la coyuntura, 
los cambios políticos y culturales que Hobsbawm recomienda analizar. 
En el Capítulo 2 abordo el tema central de la Tesis: Una huelga de hambre por 
la libertad. Una visita de campo y el estudio del espacio donde ocurrieron los 
hechos, el Palacio Negro de Lecumberri, cárcel preventiva hasta 1983 y hoy 
Archivo General de la Nación, me permitieron abordar este capítulo a partir del 
modelo de prisión conocido como Panóptico, analizado por Michel Foucault en su 
obra Vigilar y Castigar. Un espacio habitado por prisioneros, construido 
especialmente para hacer sentir la presencia del poder; un grupo de disidentes 
políticos lo desafía y lleva a cabo una huelga de hambre, un movimiento civil y 
pacífico que se propuso la exigencia de su libertad. 
Capítulo 3. Libertad bajo protesta y Ley de Amnistía. Inmediatamente después 
del levantamiento de la huelga de hambre vinieron las sentencias dictadas contra 
los presos políticos del 68. En este capítulo me propuse analizar lo absurdas y 
desmedidas que fueron dichas sentencias, pero también y sobre todo, el 
desistimiento final del gobierno, el reconocimiento ante la comunidad nacional e 
internacional de la existencia de presos políticos en México. 
 12 
Para dejarlos en libertad, tuvieron que atender una de las principales demandas 
del movimiento estudiantil: la derogación del Artículo 145 del Código Penal 
Federal, que penaba el delito de disolución social; se recurrió a la propuesta de 
“exilio voluntario” y a la figura jurídica de “Libertad bajo Protesta”, y finalmente, a 
su libertad absoluta e incondicional con la promulgación de una Ley de Amnistía. 
Proemio. 
Esto ocurrió en el transcurso de 1971. Después de la década de los sesentas 
México ya no era el mismo: había ocurrido una ruptura; éramos el mismo país 
pero diferente. Los acontecimientos históricos, lo sabemos, no son puntuales, se 
extienden en un antes y un después del tiempo, y sólo se revelan gradualmente. 
Escribo sobre hechos ocurridos que investigué y analicé, en un esfuerzo para 
que la historia refleje la vida y también le confiera significado. 
 Es la historia de Una Huelga de Hambre por la Libertad, ocurrida en el penal de 
Lecumberri de la ciudad de México. Es mi aportación a la historiografía del 68. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 13 
CAPITULO 1. 
CONTEXTO HISTORICO 
 
 La prosperidad y el bienestar económico 
 […] son los frutos de la libertad. 
. 
 Hannah Arendt 
 
 
1.1 Panorama de México en la década de los sesentas. 
 
En la víspera del conflicto de 1968, México ostentaba ante el mundo su éxito 
económico y estabilidad interna. Eran las élites juveniles de las ciudades, los 
estudiantes y los profesionistas recién egresados, la prueba masiva de que el 
México agrario, provinciano y tradicional, quedaba atrás. Los estudiantes del 68 
provenían de la clase media, formada en las últimas tres décadas, y eran la 
generación que culminaría el tránsito y asumiría las riendas del México industrial y 
cosmopolita, del que esos mismos muchachos eran el embrión y estaban 
llamados a ser los dirigentes.3 
Al crecimiento de la población y a la rápida migración hacia las ciudades, se 
sumaba el desarrollo de una amplia clase media urbana, cuyas dimensiones no 
tenían precedente en la historia del país. Su expansión obedecía al aumento de 
empleados y funcionarios de empresas privadas, de burócratas, profesionistas 
independientes y pequeños empresarios. Esa clase media se nutrió de la 
prosperidad económica, del gasto público en salud, educación e infraestructura y, 
en general, del conjunto de políticas, ideas y valores que asociaban el crecimiento 
del país a la ampliación del mercado interno.
4 
En efecto: entre 1940 y 1968 el país se industrializó, amplió la sustitución de 
importaciones, conservó la estabilidad cambiaria y la tasa promedio de crecimiento 
fue de 6.5 por ciento anual. México vivía un auge económico cuando la región 
latinoamericana enfrentaba graves convulsiones sociales. La clave se encontraba 
en varios factores: el presidencialismo era el eje de la vida política y el 
corporativismo permitía absorber institucionalmente las demandas de la sociedad. 
 
3
 Héctor Aguilar Camín, Historia ¿Para Qué?, México, Siglo XXI Editores, 1993, p.151. 
4
 Luis Aboites Aguilar, “El último tramo”, en Historia Mínima de México, México, El Colegio de México, 2008, 
p. 502. 
 14 
Desde el Estado se impulsaba la modernización. Al país se le pondría al día, a la 
altura de las exigencias tecnológicas.5 
Sin embargo, un cálculo de la distribución del ingreso entre 1954 y 1963 daba el 
siguiente resultado: 10% de la población concentraba casi la mitad de la riqueza 
nacional. La desigualdad era por ello un componente esencial de la realidad 
nacional.6 
Era evidente que para lograr un crecimiento económico así, el control 
gubernamental había llevado a sus límites la tensión política. Los ciudadanos 
corporativizados7 no tenían posibilidades de expresión ni de organización 
independiente del poder gubernamental. La oposición y la prensa también 
enfrentaban la falta de espacios de libre expresión, y todos los movimientos 
sociales -obreros, campesinos, maestros y otros profesionistas- eran reprimidos.8 
En las dos décadas anteriores, sobre todo la del desarrollo estabilizador de la 
década de los cincuenta, se consideraba que la formación profesional era una 
garantía de ascenso social y acomodo ocupacional en buenas condiciones. El 
auge de la industria, el comercio, los servicios y la administración pública 
necesitaban de profesionales y técnicos formados en las instituciones educativas. 
Las clases medias en expansión presionaban por mayores oportunidades de 
educación superior. Veían en la Universidad la posibilidad de su ascenso social y 
demandaban la ampliación del espacio escolar. Cada vez más, los egresados se 
incorporaban a las grandes empresas o al aparato gubernamental, como 
asalariados. Esa creciente presión de las clases medias fue una de las causas de 
la crisis del sistema político y de la transformación de las universidades, que no 
 
5
 Gilberto Guevara Niebla, 1968: Largo camino a la democracia, México, Cal y Arena, 2008, p. 153. 
6
Luis Aboites Aguilar, Op. cit., p. 502. 
7
 Entendemos por corporativismo la subordinación de las organizaciones sociales al Estado. Los líderes de 
esas organizaciones (obreras, CTM, el Congreso del Trabajo; campesinas, principalmente la Confederación 
Nacional Campesina y otras de diverso perfil agrupadas en la Confederación Nacional de Organizaciones 
Populares), consolidaron la alianza con el Estado con el sometimiento de los trabajadores a cambio de recibir 
privilegios y cargos públicos o de representación popular en el Congreso de la Unión, bajo la bandera del 
Partido de Estado por excelencia: el Partido Revolucionario Institucional (PRI). 
8
 Daniel Cazés Menache, “Launiversidad en los procesos de democratización”, Revista de la Universidad de 
México No. 56, octubre, 2008: 30. 
 15 
estaban preparadas para recibir a una población con nuevas demandas. La 
inconformidad estudiantil comenzó a darse en muy diversas manifestaciones de 
descontento, que tuvieron por centro la Universidad, uno de los pocos espacios en 
que se practicaba la libertad en un entorno profundamente cerrado y autoritario.9 
Fueron los estudiantes de la educación superior el sector más sensible de la 
emergente sociedad urbana de México y también, por una ironía de la historia, un 
sector sin duda privilegiado, los que dieron la primera y verbalmente excesiva 
llamada de atención acerca de la aguda problemática social y política, que el 
indiscutible progreso económico había hasta entonces conseguido oscurecer.10 
 
 
1.2 Cambios culturales en la década de los sesenta. 
 
 
 Corre, camarada, el viejo mundo está detrás de ti. 
 
Barrio Latino, París, 1968. 
 
En los sesentas se produjo una crisis política, social y cultural que abarcó 
Europa, Estados Unidos, Asia, África y América Latina. Esta crisis de los sesentas, 
provocada por los movimientos juveniles, obreros, raciales, de género, contra la 
guerra de Vietnam y por las independencias nacionales, produjo cambios 
culturales significativos. En 1968 los estudiantes en París fueron el epicentro de un 
levantamiento estudiantil de ámbito continental que distó mucho de ser una 
revolución, pero fue mucho más que un teatro callejero.11 
El gobierno y el socialismo real en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas 
(URSS) no fue capaz de realizar las reformas económicas y en políticas que se 
requerían. La Unión Soviética había intervenido en Hungría y Polonia en 1956 
para sofocar movimientos sociales, y en Checoslovaquia, en 1968, intervino y 
reprimió la Primavera de Praga, un intento de renovación socialista, un proyecto 
 
9
Javier Mendoza Rojas, Los Conflictos de la UNAM. En el siglo XX, México, Centro de Estudios sobre la 
Universidad, UNAM, 2001, pp. 125-126. 
10
Carlos Tello, La política económica en México 1970-1976, México, Siglo XXI Editores, 1980, p. 34. 
11
Eric Hobsbawm, Historia del Siglo XX, España, Editorial Crítica, 2010, p. 301. 
 
 16 
frustrado de “socialismo con rostro humano”. Las imágenes de las tropas del Pacto 
de Varsovia encabezadas por la Unión Soviética invadiendo Checoslovaquia 
recorrieron el mundo, dando lugar a una revisión del pensamiento socialista y a un 
deslinde de las prácticas autoritarias de los gobiernos socialistas. 
Fueron los jóvenes los protagonistas principales de los movimientos sociales en 
la década de los sesentas. Esto tuvo que ver con un cambio importante de las 
condiciones materiales. El planeta en su conjunto vivió un auge muy grande tras la 
Segunda Guerra Mundial. Es decir, después de la guerra hubo un crecimiento de 
la riqueza, de la economía y de las fuentes de riqueza. La onda de crecimiento 
económico en esa época favoreció un nuevo aumento demográfico y la extensión 
de las prestaciones educativas, entre ellas las del ámbito universitario, 
posibilitando el incremento y la concentración de la masa estudiantil, tanto de 
hombres como de mujeres. Esto es importante, porque hizo que la composición de 
la pirámide de edad se transformara e hiciera crecer el segmento demográfico de 
los jóvenes. Éste segmento creció no sólo en México sino en todo el planeta y se 
impuso poco a poco, haciendo que las universidades se masificaran y se gestaran 
movimientos estudiantiles, que en 1968 irrumpieron como actores sociales 
fundamentales.12 
Los focos de tensión se extendieron a todo el mundo. Los principales conflictos 
se desarrollaron en el continente asiático: Corea, Vietnam y en la península de 
Indochina. En Medio Oriente, el futuro de Palestina, un problema de alcance 
regional en principio, se articuló con el conflicto árabe-israelí. Fue la guerra de 
Vietnam, sin embargo, el conflicto más sangriento y persistente de la guerra fría. 
Después de una guerra prolongada en ese país, Estados Unidos se vio obligado a 
modificar su estrategia y su posición se debilitó en el ámbito internacional.13 
Las luchas por las independencias nacionales en África también se realizaron 
en el contexto de la Guerra Fría. Uno de los casos más simbólicos fue la del 
 
12
Ibíd., pp. 302-303. 
13
Ramón Villares y Ángel Bahamonde, El Mundo Contemporáneo, Siglo XIX y XX, España, Editorial Taurus, 
2006, pp. 325-330. 
 
 17 
Congo en 1960, donde el asesinato del líder independentista Patricio Lumumba 
abrió un periodo de inestabilidad política que terminó en una guerra civil y donde la 
Organización de las Naciones Unidas (ONU) tuvo que intervenir hasta la 
consolidación de la independencia de ese país. Otro caso fue el de Argelia. La 
política del gobierno francés de combatir militarmente a la guerrilla organizada en 
el Frente de Liberación Nacional (FLN) tuvo que ser modificada en 1962. Fue una 
guerra cruenta. En Francia hubo movilizaciones muy amplias de solidaridad con la 
lucha por la independencia de Argelia y debates importantes en los que 
participaron intelectuales como Jean-Paul Sartre y Albert Camus. Aunque las 
tensiones en el norte africano venían de muy atrás, fue a principios de los años 
sesenta cuando la lucha en Argelia cobró fuerza; en 1962 alcanzó su 
independencia y Ahmed Ben Bela fue elegido su primer presidente.14 
Los condenados de la Tierra, de Franz Fanon, escritor de La Martinica 
(entonces colonia francesa) se escribió cuando despuntaba la década de los 
sesentas. Lo prologó Jean Paul Sartre y fue texto canónico de las izquierdas 
latinoamericanas en esa década. Las ideas más relevantes, a fuerza de haber sido 
las más influyentes por entonces, eran los planteamientos a favor de la 
descolonización y el nacionalismo africano. 
Los asesinatos en Estados Unidos del presidente John F. Kennedy en 1963, el 
de su hermano Robert Kennedy dos años después, de Malcom X en 1965 y el de 
Martin Luther King, activista de los derechos civiles de la población negra, en 
1968, conmovieron al mundo. A muchos les puede parecer increíble que en la 
década de los sesentas en Estados Unidos había movilizaciones multitudinarias 
contra la discriminación racial y por los derechos plenos de la población 
afroamericana. Hoy tienen un Presidente de ese origen. ¿Cómo fue posible? 
Quizá porque “los acontecimientos históricos no son puntuales sino que se 
extienden en un antes y un después del tiempo, y sólo se revelan gradualmente.”15 
 
14
Ibíd., pp. 457-459. 
15
http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/jameson.html, 15 de enero del 2010. 
http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/jameson.html
 18 
En los sesentas hubo también en el mundo un movimiento de paz y cantos. The 
Beatles, The Rolling Stones, Janis Joplin, Bob Dylan, Joan Báez, y muchos otros, 
dejaron con su música una marca indeleble en la juventud. 
En semejante escenario de cambios la iglesia católica realizó el Concilio 
Vaticano II en 1962, que se propuso un cambio de prácticas católicas y 
sobre todo una mayor tolerancia en su doctrina. Sin embargo, las directrices 
de la reunión fueron desbordadas por las posiciones de un grupo de sacerdotes 
latinoamericanos que hicieron una nueva propuesta teórico-práctica: la Teología 
de la Liberación, como opción pastoral al lado de los pobres y oprimidos.16 
En América Latina la década de los sesentas abrió con la victoria de los 
rebeldes de la Sierra Maestra en Cuba, una de las utopías del siglo XX que 
permeó al continente americano. Las figuras de Fidel Castro y de Ernesto Che 
Guevara generaron simpatías en todo el mundo. La revolución cubana fue el 
centro de las noticias de primera plana.Su resistencia a la invasión 
estadounidense en Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles que casi provocó la 
Tercera Guerra Mundial, significaron un momento importante en las luchas 
antiimperialistas. No sólo era una influencia política sino también cultural. Los 
jóvenes se identificaban con los insurgentes: el pelo y la barba crecida, la ropa 
casual y la boina imitando la famosa imagen del Che, se convirtieron en una 
expresión de rebeldía. Otros, más comprometidos con sus convicciones, partieron 
a las montañas: Argentina, Colombia, Bolivia, Brasil, Venezuela, Perú, 
Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Uruguay, tuvieron su propia guerra de 
guerrillas. La teoría del “foquismo” se extendió en Latinoamérica. “Crear dos, 
tres,… muchos Vietnams”, era la consigna. En nuestro país también se dio la 
explosión política juvenil que ocurría en las Universidades de muchas partes del 
 
16
Enrique Condés Lara, Rebelión y represión en México (1959-1985), Tomo III, México, Editorial Porrúa, 2009, 
pp. 141-150. 
 19 
mundo: Stanford, California, Harvard, La Sorbona, Berlín, Tokio, San Paulo, 
Buenos Aires y Montevideo.17 
En México, desde siempre, la parte más importante del trabajo intelectual se ha 
iniciado y desarrollado en las Universidades y continuamente éstas le han 
brindado al país estímulo y posibilidad de continuidad, ampliación y expansión. En 
las universidades públicas se crean y se amplían también los espacios de la 
creación artística, su desarrollo y difusión. La formación de profesionistas las 
coloca en las esferas de la cotidianidad social en que actúan e influyen. La 
elaboración de nuevos conocimientos y todo lo que puede ubicarse como 
búsqueda y desarrollo en los terrenos del arte, proyectan a la universidad en una 
dimensión histórica global y la convierten en eje fundamental e indispensable de 
todo proceso social cuyo marco es la constante organización de la cultura.18 
Cultura es un término muy amplio. Ha dado lugar a muchas definiciones. El 
investigador E. B. Taylor la define como un “concepto complejo que incluye 
conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualesquiera otras 
capacidades y hábitos adquiridos por el hombre”. En su sentido más amplio, la 
cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, 
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad 
o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de 
vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las 
tradiciones y las creencias.19 
La cultura -acaso sea mejor hablar de contracultura- de los sesenta, significó 
una inyección de vitalidad, de energía iconoclasta, de experimentación sexual, de 
inventiva musical y literaria, de rechazo a los modelos de pulcritud y moral 
conservadoras y de la explosión libertaria.20 
 
17
Octavio Paz, El peregrino en su patria. Historia y política de México, en Obras Completas, Tomo 8, México, 
Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 273 
18
 Daniel Cazés Menache, Op. cit., p. 35. 
19
Luis Villoro, El concepto de ideología, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 157. 
20
 Roger Bartra, “1968: derrota, transición, contracultura”, en Álvaro Vázquez Mantecón (compilador), 
Memorial del 68, México, Turner-Difusión Cultural UNAM, 2007, pp. 172-175. 
 20 
El movimiento estudiantil de 1968 en México es muy probablemente el 
acontecimiento social, cultural y político más importante de la segunda mitad del 
siglo XX. Cuarenta años después, sigue revelando su contenido: preparó el 
advenimiento de la sociedad civil, amplió los horizontes culturales, le dio forma a 
otro modelo de comportamiento, significó el enfrentamiento más lúcido al 
autoritarismo y el comienzo del desenvolvimiento de otra idea de juventud; fue 
un movimiento de contracultura opuesto a las formas tradicionales de vida; se 
inició la defensa de los derechos humanos. La discusión cultural se empieza a 
centrar en la ausencia de espacios críticos y en torno a la necesidad de la 
democracia. Éste debate permitió revisar el verdadero sentido de la tradición y a 
revalorar el trabajo intelectual y artístico. Por primera vez se cuestionó la 
estabilidad económica a toda costa sin libertades democráticas. Vistas en 
perspectiva, las conquistas y avances del feminismo, la planificación familiar, el 
psicoanálisis que enfatiza la relación entre sexo y psicología, la música (el rock 
principalmente), fueron expresiones que abrieron nuevos cauces para el cambio 
de la sociedad. El movimiento de 1968 reivindicó el poder de las masas festivas, la 
libertad de pensar, opinar, reunirse y asociarse. 
Vistas desde fuera, parecían masas de jóvenes manipuladas por líderes 
radicales o movimientos que podían tener una explicación esotérica. Desde 
dentro, la impresión fue diferente. En el momento justo, cristalizaban experiencias 
y necesidades de años y un sector excluido decide no delegar ya pasivamente su 
representación. Sus demandas (concretas, puntuales, fragmentarias) se satisfacen 
a medias o se convierten en el programa de otro movimiento social. Las 
sensaciones del impulso que crece, el esplendor de la multitud animada por fines 
idénticos, los prolongados efectos sobre la vida de los participantes, que “ya no 
serán los mismos, modifican su visión del mundo, persistan o no en el empeño”.21 
Los motivos y trascendencia del movimiento estudiantil son analizados desde 
diferentes ángulos. 
 
21
Carlos Monsiváis. Entrada Libre. Crónicas de la sociedad que se organiza, México, Ediciones Era, 1994, 
p.12. 
 21 
Fueron desafíos contra normas sociales que no estaban ni siquiera implícitamente 
señalados en sus demandas. No fue la caridad por el prójimo, cuyos problemas el 
estudiante común ni conocía ni se interesaba mucho por ellos en caso de 
conocerlos. No fue eso, ni el cristianismo ni el socialismo, quienes produjeron las 
movilizaciones del 68. Fue un carnaval contra la cuaresma obligada de México 
durante los últimos 50 años, contra el mural que nos pintaba una sociedad estática 
mientras el mundo se transformaba…Fue una fiesta, una explosión, luego de 50 
años de buen comportamiento…Me repito: el 68 no lo explica Lenin, lo explica 
Freud.
22
 
Para Marcelino Perelló, dirigente del Consejo Nacional de Huelga (CNH), el 
papel de los dirigentes era precisamente dar voz, dar nombre a la inquietud 
compartida, dar forma a lo que no se podía expresar con palabras. 
Y eso en el 68 fue bien nombrado. Y se llamó, entre otros, Che Guevara y Ho 
Chi Ming, se llamó Valentín Campa y se llamó Demetrio Vallejo. No podía llamarse 
de otra manera. Y Freud también estaba ahí. Siempre está en todo lo que se 
hace y en todo lo que se dice. El que Freud estuviera no impidió que estuvieran 
otros. Lenin también estaba. Ni modo que fuéramos puro inconsciente.
23 
En el 68 las manifestaciones se convirtieron para los participantes en una 
oportunidad de reunirse y convivir, fraternizar, conocerse, solidarizarse. Fueron 
concentraciones de alegría juvenil, de entusiasmo por resistir juntos, tal vez 
porque esta generación ignoraba los altibajos de otros movimientos políticos. 
porque ésta generación ignoraba los altibajos de otros movimientos políticos. 
La mayoría provenía de la clase media, que no tenía nada que perder o se 
desentendía de su situación laboral. Y al no darse el “sentido de conservación”, se 
acentuó la combinación de movimiento político y comunidad festiva.24 
 
22
Luis González de Alba, “68: La fiesta y la tragedia”, Revista Nexos No. 189, septiembre, 1993: 27 
23
Marcelino Perelló y Luis González de Alba, “El 68: cartas cruzadas”, Revista Letras Libres No. 57,septiembre, 2003: 46 
Sigmund Freud (1856-1939). Creador del psicoanálisis, técnica de estudio del inconsciente de la mente 
humana. El acceso a nuestro Yo se encuentra en el estudio de un sitio en el que no tenemos acceso 
inmediato: el inconsciente, parte de nuestra psique que ordena todo nuestro pensar y sentir. Las cualidades 
sobresalientes del hombre –su capacidad para pensar y reflexionar, su racionalidad y, sobre todo, su 
consciencia- únicamente constituyen la punta del icerberg. La consciencia es sólo la parte de la psique que 
podemos ver, pero bajo la superficie del mar en calma que son nuestras acciones conscientes, se esconde un 
gigante cuya forma y aspecto apenas podemos intuir: el inconsciente, en Christiane Zschirnt, Libros: todo lo 
que hay que leer, México, Editorial Taurus, 2005, pp. 192-193. 
24
Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Parte de Guerra. Tlatelolco 1968, México, Editorial Nuevo Siglo 
Aguilar, 1999, p. 159. 
Clase Media: Profesionales independientes y asalariados, gerentes, profesores, técnicos, burócratas, 
comerciantes y administradores (pero no empleados de oficina de nivel bajo o dependientes de tienda) que 
obtenían percepciones familiares más altas que el ingreso promedio. En México, al crecimiento de la 
población se sumó el desarrollo de una amplia clase media urbana cuyas dimensiones no tenían precedente 
en la historia del país. A la vez que se expandía la clase media en las ciudades empezaron a formarse 
 22 
Para el escritor José Revueltas el movimiento constituyó, en sí mismo, el primer 
paso de la autogestión política de todos los sectores del pueblo, con la clase 
obrera a la cabeza, o sea, de la nueva Revolución que había de cambiar en 
México el rumbo de la Historia. El movimiento por ello no era una algarada más. 
La lucha era por una sociedad nueva, libre y justa, en la cual se pudiera pensar, 
trabajar, crear sin humillaciones, sobresaltos y angustias. La dedicación a la 
cultura no podía tener otra razón de ser que la de colocar al hombre, al ser 
humano vivo, tangible y sufriente, en el centro de todas las preocupaciones.25 
Artistas e intelectuales profundizaron las críticas al sistema político mexicano, 
denunciaron sus lacras en el extranjero y aceleraron los cambios de derechos 
humanos en el interior del país. Así, la generación del 68 sufrió en carne propia la 
crisis del sistema: al demandar el respeto a la legalidad conoció la represión, al 
cuestionarlo, enfrentó su perfil criminal. En contraste, dicha generación de 
mexicanos pronto se convirtió en pieza fundamental del proceso de transición a la 
democracia que el país ha venido construyendo en las décadas recientes.26 
El movimiento de 1968 amplió sus efectos sobre todo en lo que eran los tres 
espacios de reproducción cultural de la sociedad moderna. En primer lugar, el 
espacio de la familia; en segundo, el de la escuela; y el tercero, el de los medios 
de comunicación. Si observamos cada uno de estos ámbitos, veremos que su 
historia tiene un antes y un después a partir del 68. 
En el ámbito de la familia, al modelo patriarcal y machista suceden otras formas 
familiares. Al tener mayor presencia en la sociedad, los jóvenes empezaron a 
exigir un trato distinto al interior de la familia, a reivindicar sus derechos y a 
 
enormes cinturones de migrantes pobres. Un indicador elocuente de esta dinámica social es el incremento de 
casi quince veces en el número de alumnos de las universidades del país: de 23 mil en 1930 a 335 mil en 
1970. En este periodo la Ciudad Universitaria fue inaugurada, en 1954 en Luis Aboites Aguilar, Op. cit., p. 502. 
25
José Revueltas, México 68: Juventud y Revolución, Obras Completas, tomo 15, México, Ediciones Era, 
2008, p. 136. 
26
Daniel Librado Luna Cárdenas, La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968, México, 
Escuela Nacional de Artes Plásticas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, p. 118. 
Al llegar a la Presidencia de la República Gustavo Díaz Ordaz, el Fondo de Cultura Económica (FCE) publicó 
Los Hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, ensayo novelado de una familia pobre, “una autobiografía de la 
pobreza”, como se le llamó. Por esta publicación, el Presidente hizo renunciar a Arnaldo Orfila, director del 
Fondo. De esa renuncia y el nutrido apoyo intelectual, surgió la editorial Siglo XXI. Fue el primer 
distanciamiento del presidente Díaz Ordaz con los intelectuales del país. 
 23 
reclamar su propio espacio. Los movimientos feministas se hicieron presentes. En 
esa década cobró impulso la participación política de las mujeres, el uso de 
píldoras anticonceptivas y el acceso a fuentes de trabajo. Las mujeres que 
estuvieron en el movimiento del 68 procedían de la izquierda, aunque había 
distintos grados y maneras de entender lo que era la izquierda. Hubo algunas 
vinculadas al Partido Comunista (PC), otras que pertenecían a la corriente 
trotskista y otras más se reconocían como marxistas, nada más así. El movimiento 
feminista comienza en México a partir del núcleo de mujeres que salieron del 
movimiento del 68.27 
Las transformaciones que se dieron en la pedagogía, en los métodos de 
enseñanza y en la crítica de la escuela tradicionalista, se acentuaron después del 
68. Se empezó a cuestionar la estructura jerárquica y vertical que situaba al 
maestro como única figura activa y de autoridad en la enseñanza y reducía al 
alumno al papel de un receptor subordinado y pasivo.28 
1968 modificó a los medios de comunicación, decisivos en la orientación de la 
opinión pública y el consumo. Los diarios publicaban los boletines oficiales de 
cada dependencia. Era lo mismo leer uno que otro periódico, y el motivo para 
preferir alguno eran sus mejores premios en la rifa semestral para suscriptores. 
Para asegurar el control, el gobierno mantenía un monopolio en la distribución del 
papel a través de la Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA). Nadie más 
que el gobierno podía importar y suministrar papel a periódicos y revistas. Pero la 
radio y, sobre todo la televisión, eran rigurosamente vigiladas. Los noticieros 
pasaban por la censura de la Secretaría de Gobernación. En los años siguientes, 
de manera gradual pero irreversible, los medios de comunicación se fueron 
abriendo a las diferentes expresiones políticas y culturales.29 
 
27
 Martha Lamas, “Surgimiento del movimiento feminista en México”, en Álvaro Vázquez Mantecón 
(compilador), Op. cit. pp. 164-169. 
28
 Gilberto Guevara Niebla, Op. cit., p. 137. 
29
 Luis González de Alba, “La vida cotidiana antes del 68”, Revista Nexos No. 368, agosto, 2008:26. 
 24 
El cine y el teatro, con toda su producción en manos del gobierno y del 
sindicato, también eran censurados. La Secretaria de Gobernación, a través de la 
Dirección General de Cinematografía, revisaba argumentos y enviaba 
representantes a la filmación. Después de 1968, aunque el Estado siguió 
administrando los proyectos culturales, ya no era el único, y la censura perdió 
fuerza. Los intentos oficiales de regir la vida cultural en el país empezaron a 
cuestionarse. Una estrategia de los nuevos narradores fue la subversión del 
lenguaje: desaparece la retórica tradicional, se elimina el tabú de las “malas 
palabras”, irrumpen las descripciones sexuales sin rodeos y se establece que lo 
único verdaderamente obsceno es la censura, es decir, se abrió paso a un 
movimiento contracultural.30 
El cine ha sido una manifestación cultural indisolublemente ligada a la vida 
nacional. A principios de los sesentas un grupo de críticos proclamó su creencia 
en el cine de autor y director como responsables y artífices de la película. Tal 
insistencia ganó paulatinamente adeptos en las universidades y consolidó su 
influencia a travésde la programación en cine clubes. La actividad de Francisco 
Piña, Emilio García Riera, José de la Colina y Jorge Ayala Blanco es múltiple y se 
publicó una revista y un boletín, La Semana en el Cine. En 1965, se convocó al 
primer concurso de cine experimental que promovió a una nueva generación de 
cineastas, influida por la urgencia de respetabilidad cultural, que se propuso la 
reconquista del público de la clase media.31 
El cine independiente se propuso abrir nuevas alternativas para el futuro del 
cine mexicano, algo que se percibió desde algunos años atrás mediante ciertos 
esfuerzos de renovación, como el nacimiento del grupo Nuevo Cine en 1961, la 
fundación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) en 1963, 
los concursos de cine experimental de 1965 y 1967 y el debut de algunos 
 
30
Javier González Rubio (coordinador), México, 30 años en movimiento. Una Cronología, México, Universidad 
Iberoamericana, 1998, p. 122. 
31
Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, en Historia General de México, El 
Colegio de México, 2006, pp. 1063-1064. 
 25 
cineastas como Juan José Gurrola (Tajimara, 1965); Juan Ibáñez (Los Caifanes, 
1966).32 
Otros cineastas debutaron en la década de los sesentas. Arturo Ripstein 
(Tiempo de Morir, 1965) con guión de Gabriel García Márquez y adaptación de 
Carlos Fuentes; Manuel Michel (Patsy mi amor, 1968), argumento de Gabriel 
García Márquez; Rubén Gámez (La fórmula secreta, 1965), una colección de 
paisajes e historias con textos de Juan Rulfo narrados por Jaime Sabines; y 
Alberto Isaac (En este pueblo no hay ladrones, 1965), entre otros. Por otra parte, 
los últimos años del gobierno de Díaz Ordaz estuvieron marcados por el 
endurecimiento de la censura, motivo que influyó, por ejemplo, en la cancelación 
de La Reseña de Acapulco y la prohibición de algunas películas nacionales y 
extranjeras, como La Rosa Blanca (1961), basada en la novela de B. Traven 
dirigida por Roberto Gavaldón, censurada durante once años por mandato 
presidencial.33 
El Grito, documental filmado por los estudiantes del Centro Universitario de 
Estudios Cinematográficos (CUEC), dirigidos por Leobardo López Aretche, narró 
el movimiento estudiantil de 1968 en México y mostró con detalles el aspecto 
festivo, las sonrisas, la alegría y la protesta como desbordamiento de la pasión 
juvenil.34 
La década de los sesentas marcó el paso del cine tradicional al puramente 
artístico, con tendencia a la experimentación y a lo europeizante.35 
En fin, en esa década se fraguaron los cambios en las pautas de conducta de 
los jóvenes que resultan ahora intrínsecas a las extensas clases medias. 
Actualmente la libertad individual se defiende a capa y espada en un mundo que la 
acepta como uno de los valores de la posmodernidad, y aunque se espera su 
ampliación a todo el conjunto social, aunque más realista ahora, conserva algo de 
 
32
 José Felipe Coria, “El saqueo de moldes clásicos”, Revista Artes de México No. 10, Revisión del Cine 
Mexicano, 2001: 70. 
33
Javier González Rubio, Op. cit., pp. 174-175. 
34
 Daniel Librado Luna Cárdenas, Op. cit., p. 154. 
35
www.softphera.com/.../el-cine-mexicano-experimental-en-los-60s/,15 de octubre de 2010. 
http://www.softphera.com/.../el-cine-mexicano-experimental-en-los-60s/
 26 
la utopía original: la que no reconoce diferencias de clase, de género, de religión o 
de preferencias sexuales.36 
Lo acontecido en México con el movimiento estudiantil en 1968, extendido al 
de otros países, podría definirse como una revolución sin revolución, porque no 
atentó contra el Estado, fue apenas la denuncia del autoritarismo y de la fragilidad 
de las instituciones democráticas, fue la protesta contra la falta de libertades y a 
favor de la igualdad. En 1968 en México se abrió una grieta en el sistema político 
mexicano por la zona de sus mayores beneficiarios: los hijos de la clase media. 
La universalidad juvenil es el verdadero signo de los tiempos: la señal del 
cambio de tiempo… Oír a cualquier actor o testigo presencial de la revuelta juvenil 
de mayo de 1968 en París fue una experiencia que puso a prueba la capacidad de 
juzgar con objetividad. En muchos de los relatos escuchados aparece una nota 
sorprendente: la tonalidad a un tiempo apasionada y desinteresada de la revuelta 
como si la acción se confundiese con la representación: el motín convertido en 
una fiesta y la discusión política en una ceremonia colindante en un extremo con el 
teatro épico y en el otro con la confesión pública. El secreto de la fascinación que 
ejerció el movimiento sobre todos aquellos que, inclusive como espectadores, se 
acercaron a sus manifestaciones, residió en una tentativa por unir la política, el 
arte y el erotismo.37 
 
 
1.3 Antecedentes del movimiento estudiantil. 
 
Tan sólo han habido dos revoluciones mundiales. 
La primera se produjo en 1848. La segunda en 1968. 
Ambas constituyeron un fracaso histórico. 
Ambas transformaron el mundo… 
 
Immanuel Wallerstein 
 
Los movimientos sociales y la insurgencia sindical de finales de los cincuenta 
impactaron el futuro de la vida universitaria. El movimiento del magisterio de la 
 
36
 Carlos Martínez Assad, “Imágenes del 68”, Revista de la Universidad de México No. 56, octubre, 2008: 41 
37
 Octavio Paz, Ideas y costumbres II. Usos y símbolos, en Obras Completas, tomo 10, México, Fondo de 
Cultura Económica, 1996, pp. 200-202. 
 27 
sección IX del SNTE del Distrito Federal (1959) y el de los ferrocarrileros (1958-
59), serían un antecedente de la paulatina disidencia universitaria de la siguiente 
década. A partir de los encarcelamientos de los líderes sindicales ferrocarrileros 
Demetrio Vallejo Martínez y Valentín Campa Salazar, acusados del delito de 
“disolución social”, se inició la lucha contra esa disposición jurídica y pasaría a ser 
uno de los puntos del pliego petitorio del movimiento estudiantil de 1968. 
También a finales de la década de los cincuenta se produjo un viraje hacia la 
izquierda de políticos e intelectuales. Vicente Lombardo Toledano agregó en 1960 
el término Socialista al Partido Popular, fundado en 1948. A ello se sumó la 
difusión ideológica y política de la Revolución Cubana (1959) y el movimiento de 
solidaridad que suscitó en México. Esta revolución tuvo simpatizantes entre 
estudiantes universitarios, políticos e intelectuales. La creación del Movimiento de 
Liberación Nacional (MLN) en 1961, encabezado por el ex-presidente Lázaro 
Cárdenas, al que se sumaron personalidades del PRI y de la izquierda mexicana, 
se propuso un programa de reivindicaciones democráticas y nacionalistas. El 
gobierno mismo del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) hizo suya una 
retórica izquierdista.38 
En ese contexto político, los estudiantes de la UNAM, del IPN y de otras 
universidades del país vivieron un rápido proceso de politización. 
Desde comienzos de la década de los sesenta se escenificaron distintos 
conflictos en las universidades del país, muy asociados a las pugnas políticas 
locales. En 1961 estalló una huelga estudiantil por reformas académicas en la 
Universidad Autónoma de Puebla y para sustraerla del poder de los grupos locales 
más tradicionales. Ante las presiones y el movimiento sostenido de los 
estudiantes, tres años más tarde renunciaría el gobernador del Estado.39 
En 1963 en Morelia, Michoacán, estudiantes de derecha se opusieron a la 
administración encabezada por el rector Eli de Gortari de Gortari. Se suscitaron 
 
38
Javier Mendoza Rojas, Op. cit, pp. 123-124. 
39
 Javier Mendoza Rojas, “En el 68, desde la Universidad, se desacralizó la imagen autoritaria del régimen”, 
en Los 100 años de la UNAM, La Jornada, EdiciónEspecial, 2010, p. 73. 
 28 
hechos violentos y murió un estudiante en un enfrentamiento con el ejército. Hubo 
detenciones y el rector renunció. Tras el conflicto se reunieron estudiantes de todo 
el país y dieron origen a una organización estudiantil nueva y de signo contrario a 
las existentes: la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED).40 
El 23 de septiembre de 1965 un pequeño grupo atacó el cuartel militar de 
Madera, Chihuahua. Aunque el brote guerrillero fue rápidamente sofocado, marcó 
el inicio de un periodo de actividad de varios grupos guerrilleros que, influidos por 
la experiencia cubana, intentaron transformar el país por la vía armada. Algunos 
operaban en las ciudades y otros, como los grupos encabezados por los maestros 
normalistas Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, lo hacían principalmente en el 
campo, en la sierra de Guerrero.41 
En 1965, en la ciudad de México, se escenificaron protestas públicas con 
participación estudiantil mayoritaria por la guerra de Vietnam y por la invasión de 
Estados Unidos a la República Dominicana, en las que se dieron enfrentamientos 
con la policía. En ese mismo año, el movimiento médico anticipó los conflictos 
universitarios que se desataron poco tiempo después. La huelga, que interrumpió 
los servicios hospitalarios como medida de presión para que los internos y 
residentes obtuvieran mejores condiciones de trabajo, tuvo un desenlace represivo 
por parte del gobierno de Díaz Ordaz y sus líderes también fueron encarcelados.42 
En la UNAM, también en 1965, no estaba a la vista ninguna perturbación que 
explicara la inquietud de los jóvenes, pero la había. Todo movimiento social tiene 
formas anticipadas. El doctor Ignacio Chávez, rector de la Universidad, enfrentó 
diversos problemas: sobrepoblación estudiantil, aplicación de reformas 
académicas (pase automático), personal de vigilancia, corrupción estudiantil, falta 
de libertad para elegir representaciones estudiantiles. Estos problemas derivaron 
en una protesta de grupos de estudiantes, principalmente de la Facultad de 
Derecho. La protesta se generalizó y el doctor Chávez renunció en 1966 junto con 
 
40
Loc. cit. 
41
Luis Aboites Aguilar, Op. cit., p. 508. 
42
 Enrique Condés Lara, Op. cit. p. 182 
 29 
directores de escuelas, facultades, institutos y muchos profesores. De no ser por 
la Junta de Gobierno no habría sido posible la designación de un nuevo rector y la 
restructuración interna de la UNAM.43 
En 1966 en Guerrero, Durango y Morelia, se vivieron situaciones de conflicto. 
En el primer caso la pugna fue por el control político de la Universidad; en el 
segundo, estudiantes de la Universidad Juárez tomaron las instalaciones de la 
Compañía Fundidora de Fierro y Acero, con la demanda de beneficios para la 
población del estado. Ese mismo año estalló otro conflicto en Morelia contra el 
aumento de las tarifas del transporte público y las instalaciones universitarias 
fueron tomadas por la policía. 
En 1967, el ejército intervino en la universidad de Sonora por la oposición de los 
estudiantes a la imposición del candidato del PRI a gobernador, oposición que 
llevó a los estudiantes a una huelga universitaria que pedía la desaparición de 
poderes en el estado; el movimiento fue reprimido.44 
Antes del movimiento de 1968, eran principalmente los políticos quienes 
deseaban el control de los estudiantes por muchas razones: para evitar críticas y 
disturbios, para usar el poder de los estudiantes contra algún contendiente o, por 
el contrario, como apoyo personal para prevenir el posible fortalecimiento político 
de un rector, y muchos otros. La forma de control era principalmente a través de 
ayuda financiera a grupos de choque y a sociedades de alumnos proclives a las 
direcciones de algunas escuelas, y a su protección en casos de problemas 
policiacos.45 
En las luchas de los años sesenta se inició una metamorfosis de las viejas 
tradiciones de lucha estudiantil. La revolución cubana, la insurgencia obrera de 
1956-1959, particularmente el movimiento ferrocarrilero, las luchas guerrilleras que 
se desencadenaron en toda Latinoamérica después del triunfo de la revolución 
 
43
Gastón García Cantú, Conversaciones con Javier Barros Sierra 1968, México, Siglo XXI editores, 1972, pp. 
31-46 
44
Javier Mendoza Rojas, Op. cit., pp. 127-128. 
45
Miguel Basáñez, La lucha por la hegemonía en México 1968-1980, México, Siglo XXI Editores, 1965, p. 113 
 30 
cubana, influyeron decisivamente en la gestación de fuerzas estudiantiles 
socialistas en los medios universitarios, fuerzas que alcanzaron una presencia 
preponderante en las luchas de ese periodo y contribuyeron decisivamente para 
combatir y sepultar las formas corporativas de organización estudiantil.46 
Sin embargo, ninguna de esas movilizaciones, universitarias o no, dejó de ser 
sectorial, restringida a su propio ámbito; ninguna consiguió que el conjunto de la 
ciudadanía se reconociera en sus demandas, estrategias o acciones. 
Fue hasta el año de 1968 que el movimiento estudiantil expresaría y aglutinaría 
fuerzas dispersas. Sus postulados fueron la libertad democrática de expresión, de 
organización y lucha política, sintetizados en un pliego de seis peticiones. Éstas 
pudieron parecer coyunturales y puntuales, pero en el fondo entrañaban el 
cuestionamiento del sistema político y del régimen. La forma en que surgieron los 
cuestionamientos formulados por el movimiento, permitió que éste lograra una 
inusitada movilización en torno a esas demandas.47 
Los movimientos universitarios adquieren trascendencia política cuando se hacen 
eco de malestares sociales, los reflejan, los difunden, estimulan las explicaciones 
de sus causas y proponen soluciones. Su importancia es mayor si en ellos se 
reconocen fuerzas sociales dispares y dispersas, porque entonces llegan a 
anticipar a otros movimientos sociales y cambios generales en diversos tipos de 
relaciones.
48
 
En el movimiento estudiantil de 1968 la ciudadanía fue parte importante de las 
movilizaciones y por eso se habló de “movimiento estudiantil-popular”. En ciertos 
momentos, otros contingentes sociales y la población en general conformaron un 
grupo social particularmente sensible al autoritarismo gubernamental y a la 
reducción de espacios democráticos. El gobierno no deseaba ni mencionar las 
demandas del movimiento. Los gobernantes de entonces consideraron sin duda 
que sólo analizar esas peticiones retrataría la verdadera dimensión de su 
autoritarismo y pondría en duda otros aspectos de su legitimidad. Eso explica el 
 
46
Gilberto Guevara Niebla, Op. cit., p. 185. 
47
 Sergio Zermeño (coordinador), Universidad Nacional y Democracia, México, Centro de Investigaciones 
Interdisciplinarias en Humanidades UNAM-Editorial Porrúa, 1990, p. 41. 
48
 Daniel Cazés Menache, Op. cit., p. 31. 
 31 
hecho de que el Presidente haya llegado a proclamar el derecho del gobierno a 
defenderse de la ciudadanía.49 
Así, incapaz de superar su incapacidad de entablar cualquier confrontación 
mínimamente democrática, el gobierno optó por la represión del movimiento 
estudiantil. 
 
1.4 El movimiento estudiantil de 1968 en México 
Los acontecimientos históricos no son puntuales 
sino que se extienden en un antes 
y un después del tiempo, 
y sólo se revelan gradualmente. 
 
Fredric Jameson 
 
El movimiento estudiantil se inició como una querella callejera entre bandas 
rivales de adolescentes. La brutalidad policiaca unió a los muchachos. Después, a 
medida que aumentaba y se extendía la represión y crecía la hostilidad de la 
prensa, la radio y la televisión, en su casi totalidad entregadas al gobierno, el 
movimiento se robusteció, se extendió y adquirió conciencia de sí. Los 
estudiantes, sin habérselopropuesto expresamente, se convirtieron en los voceros 
de amplias capas de la sociedad; no los voceros de esta o aquella clase, sino en 
la expresión de una conciencia cívica y política general.50 
En efecto, el 22 de julio de 1968, en la Plaza de la Ciudadela de la Ciudad de 
México, un partido de futbol entre estudiantes politécnicos de las vocacionales 2 
y 5 y la preparatoria particular “Isaac Ochoterena”, terminó en una batalla campal. 
 
49
Gustavo Díaz Ordaz, Presidente, Cuarto Informe de Gobierno, Mensaje Político, Capítulo V, El Día, 
Suplemento de la Sección Testimonios y Documentos, 2 de septiembre de 1968. “:1-4…agotados los medios 
que aconsejen el buen juicio y la experiencia, ejerceré, siempre que sea estrictamente necesario, la facultad 
contenida en el artículo 89, fracción VI, de la Constitución General de la República que, textualmente, dice: 
“Artículo 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: …disponer de la totalidad de la 
fuerza armada permanente o sea del ejército terrestre, de la marina de guerra y de la fuerza aérea para la 
seguridad interior y defensa exterior de la Federación.”…No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas 
que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro deber lo haremos; hasta donde 
estemos obligados a llegar, llegaremos.” 
50
Octavio Paz, tomo 8, Op. cit., p. 278. 
 32 
Los preparatorianos se llevaron la peor parte: hubo varios estudiantes golpeados y 
su plantel fue apedreado.51 Al día siguiente la disputa continuó. Intervinieron los 
granaderos, respondiendo con bombas lacrimógenas y macanas a los silbidos y 
pedradas de los estudiantes, principalmente politécnicos, quienes fueron 
replegados y perseguidos en el interior de sus vocacionales. Algunos maestros 
que intentaban protegerlos fueron golpeados. Hubo detenidos, pero fueron 
liberados posteriormente. Fue la chispa que inició la llamarada.52 
La violencia de los granaderos en contra de la comunidad politécnica provocó 
la indignación de amplios sectores estudiantiles, quienes presionaron a la 
Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), organismo cercano al 
gobierno, a solicitar un permiso para una manifestación el 26 de julio en protesta 
por los agravios que habían sufrido sus compañeros estudiantes y maestros. La 
FNET solicitó el permiso a la Dirección de Gobernación del Distrito Federal y la 
convocó. Las autoridades advirtieron a la directiva estudiantil, “la posibilidad de 
que elementos provocadores podrían mezclarse con los manifestantes.”53 La 
manifestación se llevó a cabo. Su punto de partida fue la Plaza de la Ciudadela y 
concluyó en el Casco de Santo Tomás, lugar donde se ubican varias escuelas del 
IPN. 
La Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) era otra organización 
estudiantil que agrupaba a estudiantes de varios estados de la República. Su 
plataforma de lucha atendía fundamentalmente aspectos académicos, como por 
ejemplo: ampliación de los servicios educativos, mayor presupuesto para los 
centros de educación, becas, comedores, mejores salarios y prestaciones para los 
profesores. Su lema era “Luchar mientras se estudia”. Esta central de orientación 
izquierdista había convocado junto con otras organizaciones estudiantiles y 
políticas (La Juventud Comunista de México y la Liga Comunista Espartaco), para 
el mismo día 26 de julio, otra marcha para conmemorar el XV aniversario del 
 
51
Raúl Álvarez Garín, La Estela de Tlatelolco: una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil de 68, 
México, Grijalbo, 1998, p. 30. 
52
Carlos Monsiváis, Días de guardar, México, Ediciones Era, 2006, p. 215. 
53
Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México, julio-diciembre de 1968, Tomo 1, México, Era, 1969, 
p. 150. 
 33 
asalto al Cuartel Moncada en Cuba, que había sido el inicio de la revolución 
cubana. Su punto de partida era la fuente de El Salto del Agua ubicada en la 
avenida San Juan de Letrán con destino al Hemiciclo a Juárez, en la Alameda 
Central de la Ciudad de México.54 
Las dos manifestaciones convocadas para ese día se realizaron en orden, de 
acuerdo a los itinerarios y horarios programados. En una de las dos 
concentraciones, la convocada por la FNET, un grupo de manifestantes invitó a 
quienes habían participado en la misma a trasladarse al Zócalo de la Ciudad de 
México con objeto de ampliar su protesta. Fue así como un núcleo de estudiantes 
se dirigió al centro de la ciudad. Cuando ya se acercaban al Zócalo fueron 
frenados por un grupo de granaderos; nuevamente varios estudiantes fueron 
agredidos con macanas y gases lacrimógenos. 
Mientras ocurrían estos enfrentamientos, en el Hemiciclo a Juárez el acto 
convocado por la CNED seguía su curso. Más tarde, grupos de estudiantes 
convocados por la FNET que habían participado en la refriega con los 
granaderos, se unieron al contingente que conmemoraba el aniversario de la 
Revolución Cubana. Llegaron los granaderos, se generalizó el enfrentamiento y 
los manifestantes se vieron obligados a correr, perseguidos por toda la zona del 
Centro Histórico. Hubo destrozos en los comercios y numerosos estudiantes 
heridos y detenidos. Un autobús de pasajeros fue incendiado. En las preparatorias 
2 y 3 de la UNAM, ubicadas en el antiguo barrio universitario del centro de la 
ciudad, se refugiaron muchos estudiantes perseguidos y ahí permanecieron hasta 
la madrugada del día siguiente, 27 de julio. 
Esa misma noche las oficinas del Comité Central del Partido Comunista 
Mexicano (PCM) y su periódico, La voz de México, fueron allanadas por agentes 
de la Dirección Federal de Seguridad y del servicio secreto y algunas personas 
que ahí trabajaban fueron arrestadas. También fueron detenidos por distintos 
 
54
Alfredo Tecla Jiménez, Universidad, Burguesía y Proletariado, México, Ediciones de Cultura Popular, 
México, 1976, p. 15. 
 34 
rumbos de la ciudad Arturo Zama Escalante y Félix Goded Andrew, dirigentes de 
la Juventud Comunista de México (JCM), organización juvenil del PCM.55 
Las autoridades gubernamentales informaron que la policía había intervenido a 
petición del presidente de la FNET. El 27 de julio varios grupos estudiantiles de la 
UNAM protestaron contra la represión policíaca y demandaron la libertad de los 
estudiantes detenidos. El problema se agravó a tal grado que para el 30 de julio 
intervino el ejército. Los militares ocuparon de inmediato la Vocacional No. 7 del 
IPN y las preparatorias 1 y 2 de la UNAM; con lujo de violencia destruyeron con 
un bazukazo la simbólica y centenaria puerta de la preparatoria 1 de San 
Ildefonso. Hubo lesionados y detuvieron a más estudiantes. Al día siguiente, el 
rector de la UNAM, Ingeniero Javier Barros Sierra, izó la bandera a media asta 
en la explanada de la rectoría por la violación de la autonomía universitaria y 
luego encabezó la primera manifestación de protesta. Días después el conflicto se 
acentuó con la ocupación de la Ciudad Universitaria y el Politécnico por parte del 
ejército.56 
En sólo una semana, del 22 al 30 de julio, la situación se había deteriorado 
rápidamente. La reacción generalizada de los estudiantes fue de solidaridad y 
comenzó a cobrar forma una huelga general en los centros de educación media y 
superior. Varias escuelas de la UNAM y del IPN se declararon en huelga exigiendo 
castigo a las autoridades gubernamentales responsables de la violencia. Se 
realizaron reuniones en los planteles para constituir el órgano directivo del 
movimiento estudiantil: el Consejo Nacional de Huelga (CNH). 
Durante los meses de agosto y septiembre el conflicto se extendió a varias 
universidades públicas del país y a escuelas privadas. Las demandas para 
terminar la huelga eran, en esos días,castigo a los culpables de las agresiones, 
indemnización de las víctimas y liberación de los detenidos. Más tarde, en el 
transcurso del movimiento, se añadieron las demandas de tipo político: libertad a 
 
55
 José Luis Concheiro B., “En la lucha por la democracia y la unidad de la izquierda”, en Arnoldo Martínez 
Verdugo (coordinador), Historia del comunismo en México, México, Grijalbo, 1983, pp. 323-324. 
56
 Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Op. cit., p. 154. 
 35 
los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos y derogación del 
Artículo 145 del Código Penal.57 
El movimiento estudiantil se propagó rápida y ampliamente. Los actores 
políticos fueron principalmente sectores de las clases medias. Varias hipótesis 
surgieron para explicar las causas inmediatas del movimiento. Por un lado había 
conflictos gubernamentales internos en vista de la sucesión presidencial que se 
iniciaría en 1969. Otros señalaron el propósito del gobierno de encarcelar a varios 
dirigentes comunistas durante los Juegos Olímpicos del 68. Hay quienes 
sostuvieron que fue una acción concebida por los Estados Unidos, pues el director 
del FBI había declarado a principios del 68, en el contexto de la Guerra Fría, que 
en México se estaba preparando una conspiración de comunistas.58 
Independientemente de por qué, quiénes y cómo se inició el conflicto, el hecho 
fue que éste creció y se difundió en el país en los siguientes días y meses. Sus 
causas fueron profundas. Lo que es seguro es que este movimiento conmovió al 
país, transformándose en una lucha por la democratización de la vida política. Sus 
objetivos rebasaron los límites del propio movimiento. Sus momentos culminantes 
fueron las multitudinarias manifestaciones de agosto y septiembre, llegando a ser 
un movimiento de masas a escala nacional. 
 
57
Artículo 145. Se aplicará prisión de dos a seis años al extranjero o nacional mexicano que, en forma hablada 
o escrita, o por cualquier otro medio realice propaganda política entre extranjeros o entre nacionales 
mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción de cualquier gobierno extranjero que perturben 
el orden público o afecte la soberanía del Estado Mexicano. Se perturba el orden público, cuando los actos 
determinados en el párrafo anterior tiendan a producir rebelión, sedición, asonada o motín. Se afecta la 
soberanía nacional cuando dichos actos ponen en peligro la integridad territorial de la República, obstaculicen 
el funcionamiento de sus instituciones legítimas o propaguen el desacato de parte de los nacionales 
mexicanos a sus deberes cívicos. Se aplicará prisión de seis a diez años al extranjero o nacional mexicano 
que, en cualquier forma, realice actos de cualquier naturaleza que preparen material o moralmente la invasión 
del territorio nacional, o la sumisión del país a cualquier gobierno extranjero. Cuando el sentenciado en el 
caso de los párrafos anteriores sea un extranjero, las penas a las que antes se ha hecho referencia se 
aplicarán sin perjuicio de la facultad que concede al Presidente de la República el artículo 33 de la 
Constitución. Artículo 145 bis. Para todos los efectos legales se considerarán como de carácter político, los 
delitos consignados en este título, con excepción de los previstos en los artículos 136 y 140,en Diario de 
debates, Legislatura XXXVIII, año II, periodo ordinario, núm. 9, 10 de octubre, 1941, p. 6. 
La derogación del Artículo 145 del Código Penal había sido el eje principal del movimiento ferrocarrilero de 
1958-1959 en su lucha por lograr la libertad de sus dirigentes Demetrio Vallejo y Valentín Campa, detenidos y 
acusados del delito de Disolución Social. Los artículos 145 y 145 bis del Código Penal habían servido también 
para procesar, en 1956, a un grupo de estudiantes politécnicos encabezados por Nicandro Mendoza y 
Mariano Molina; y, en 1959 y 1960, ha opositores políticos como el pintor David Alfaro Siqueiros y al periodista 
Filomeno Mata, en Enrique Condés Lara, Op. cit., p. 226. 
58
Miguel Basáñez, Op. cit., p. 171 
 36 
En efecto, los meses de agosto y septiembre de 1968 fueron importantes en el 
ascenso del movimiento estudiantil. A principios de agosto, el movimiento ya tenía 
un programa y comenzaron a elegirse los representantes al CNH: tres por escuela 
o facultad, elegidos en asambleas en las que participaban sus compañeros. En 
solo 120 días pasó a ser un movimiento de masas en el que se puso en tela de 
juicio una serie de valores o mitos: la llamada unidad nacional y la supuesta 
estabilidad social y económica del país.59 
La manifestación del 1 de agosto encabezada por el rector de la UNAM, 
ingeniero Javier Barros Sierra, representó un momento crucial. Al frente de la 
manifestación, junto al Rector, marchó el Secretario General de la UNAM, 
licenciado Fernando Solana y el doctor Pablo González Casanova. Antes de 
empezar la marcha el rector se pronunció por la defensa de la autonomía, la 
libertad de los presos y el cese de la represión. En unas cuantas palabras el 
ingeniero Barros Sierra expuso el ideario esencial del movimiento. 
Necesitamos demostrar al pueblo de México que somos una comunidad 
responsable, que merecemos la autonomía, pero no sólo será la defensa de la 
autonomía la bandera nuestra en esta expresión pública; será también la demanda, 
la exigencia por la libertad de nuestros compañeros presos, la cesación de las 
represiones…En la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con 
energía, pero siempre dentro del marco de la ley, tantas veces violada pero no por 
nosotros, afianzaremos no sólo la autonomía y las libertades de nuestras casas de 
estudios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas 
libertarias de México.
60 
En torno a este ideario se sumaron las fuerzas de las instituciones agraviadas, 
principalmente de la UNAM y el IPN. Las pancartas de los manifestantes hacían 
alusión a los jóvenes detenidos; se exigía el deslinde de responsabilidades y 
castigo a los culpables de la represión, la renuncia de los mandos directivos de los 
cuerpos policíacos y de granaderos, generales Luis Cueto Ramírez y Raúl 
Mendiolea Cerecero; la desaparición del Cuerpo de Granaderos y la 
 
59
Elena Poniatowska, Fuerte es el Silencio, México, Era, 1968, p. 52. 
60
Raúl Jardón, 1968: El fuego de la esperanza, México, Siglo XXI Editores, 1998, p. 37. 
 37 
indemnización de los estudiantes heridos. Algunas columnas de la manifestación 
marchaban en absoluto silencio, otras entonaban el Himno Nacional.61 
La marcha avanzó en orden. Sin embargo, un fuerte operativo policíaco y militar 
se interpuso a su paso en las colonias Nápoles y del Valle, por la Avenida 
Insurgentes. Se decidió cambiar el recorrido para evitar provocaciones y regresar 
a Ciudad Universitaria. Al finalizar el acto, mientras el rector ondeaba la bandera, 
se entonó el Himno Nacional. Por vez primera, universitarios y politécnicos, en un 
ambiente fraterno y solidario, defendían la vigencia de las libertades democráticas 
en México.62 
Al día siguiente la prensa nacional elogió el acto. El periódico El Universal 
expresó: “fue una demostración de cordura que pasará a la historia de los 
movimientos estudiantiles en defensa de la Autonomía Universitaria, del civilismo y 
del derecho”. En el mismo sentido se expresaron otros diarios. El Día en un 
encabezado de primera página y a cinco columnas decía: “Miles de estudiantes de 
la UNAM y el IPN realizaron pacífica manifestación”. El informe de la parte militar, 
en cambio, afirmaba: “grupos de estudiantes efectuando disturbios en diferentes 
puntos de la ciudad, han tenido encuentros de consideración con elementos de la 
Policía Preventiva del Departamento del D.F., la que se ha visto impotente para 
sofocar esos disturbios.”63

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