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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS OTREDAD, RITUAL Y CONSTRUCCIÓN SOCIAL: EL CASO DE LA PRESENCIA TEOTIHUACANA EN EL YAXCHILÁN DEL CLÁSICO TARDÍO TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS PRESENTA: HILDA DEL CARMEN LANDROVE TORRES TUTOR DR. ROGELIO VALENCIA RIVERA UNIVERSIDAD VERACRUZANA CIUDAD UNIVERSITARIA, CD.MX., SEPTIEMBRE 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. II Índice Índice de figuras - III Agradecimientos - VI Introducción - 2 I. Un recorrido por el contexto y las propuestas interpretativas sobre la presencia teotihuacana en la zona maya I.1 - Internalismo vs externalismo - 11 I.2 - El caso de Piedras Negras. 'Conexión' y 'desconexión' de la élite - 23 I.3 - La particularidad de Yaxchilán y cómo puede ayudarnos a entender el fenómeno del 'resurgimiento teotihuacano' - 29 I.4 - La cuestión del otro (apuntes) - 42 I.5 – El modelo subyacente y por qué cuestionarlo - 49 II. Texto e Imagen: Qué nos dicen de las operaciones rituales - 53 II.1 - La 'invocación' de K'awiil - 55 II.2 - 'Personificación' y 'representación' - 69 II.3 - Uch'ab yak'ab - 79 II-4 - ¿Una 'quimera' maya? - 87 II.5 – Apuntes sobre la relación texto e imagen -100 III. Tlalok y el ‘signo del año’ y sus transformaciones en tierras mayas. III.1 – Tlalok y el 'signo del año'. Atendiendo a las significaciones - 105 III.1a - Tlalok - 105 III.1b - El 'signo del año' - 111 III.2 - De la analogía a la identidad múltiple - 116 III.3 - El problema de Tollan-Zuyua - 122 III.4 – El carácter constitutivo y construido de la alteridad. El 'rey extranjero' y la apropiación de Tollan - 131 Conclusiones - 139 Bibliografía - 148 III Índice de figuras1 1. Dintel 25 de Yaxchilán (Martin y Miller, 2004). The British Museum …………………….. 4 2. Estela 35 y mural de estuco del Templo 21 de Yaxchilán …………………………………… 6 3. Mapa de las ciudades donde ocurrió el fenómeno del 'resurgimiento' teotihuacano. Dibujo de Antonio Jaramillo Arango. ……………………………………………… 12 4. Dintel 2 del Templo 1 de Tikal. Dibujo de W. R. Coe (Jones y Satterthwaite, 1982) ………. 14 5. Estela 6 de Copán. Dibujo de B. Fash (Fash y Fash, 2000) …………........………………… 15 6. a) Estructura 5D-43 Tikal. Signo trilobulado y anteojeras de Tlalok . b) Estructura 10L-29 de Copán 'signo del año' en combinación con glifo winte' naah. Copán, Museo del Sitio ……………………………………………………………………………... 16 7. Altar Q de Copán; al fondo una imagen de Tlalok enmarcada por cráneos en la base del Templo 16. Copán, Museo del sitio …………………………………..…………………………… 17 8. Panel 2 de Piedras Negras. Foto de Hillel Burger (Schele y Miller, 1986). Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University ……………………….. 18 9. Estela 40 de Piedras Negras. (Grube, 2001). Museo Nacional de Arqueología y Etnografía, Ciudad de Guatemala ………………………………………………………………… 19 10. Mural de estuco del Templo 21 de Yaxchilán (detalle): Tlalok emerge de las fauces de la serpiente bicéfala ………………………………………………………………………………….. 20 11. Máscara de "rayos x" con imagen de Tlalok. a) Estela 16 de Dos Pilas (fragmento) b) Estela 2 de Aguateca (fragmento). Dibujos de S. Houston (Houston, 1993) ...……….….. 22 12. Estela 6 de Piedras Negras. Foto de Justin Kerr (Stuart y Graham, 2003) .……………. 23 13. Estelas 'de guerrero' de Piedras Negras. a) Estela 26. Dibujo de J.Montgomery (The John Montgomery Drawing Collection, www.famsi. org) b) Estela 8. Dibujo de D. Stuart (Stuart y Graham, 2003). c) Tlalok; detalle del tocado en la Estela 8 ………………………. 25 14. Escalón VII de la Escalera Jeroglífica 2 de Yaxchilán (fragmento). Dibujo de I. Graham (Graham, 1982) …………………………………………………………………………………….. 28 15. Mapa de Yaxchilán con la ubicación de las principales estructuras que contienen las imágenes objeto de estudio. Dibujo de la autora basado en dibujo de Hellerick (commons.wikimedia.org) ……………………………………………………………….. 30 16. Dintel 8 de Yaxchilán. Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977) ………………… 31 17. Dintel 41 de Yaxchilán (Schele y Miller, 1986). The British Museum ……………………… 31 18. a) Tlalok cómo máscara de "rayos x" en el Dintel 25 de Yaxchilán (detalle). Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977). b) Máscara de Tlalok en el centro de la banda celeste bicéfala del mural de estuco del Templo 21 …………….…………………………………… 32 1 En los casos en que no se especifica el autor de la foto, son propias. IV 19. Dintel 17 de Yaxchilán (Schele y Miller, 1986). The British Museum ……………………. 34 20. Dintel 39 de Yaxchilán. Tzak K’awiil, 'conjura' de K'awiil (A2-B2) por Yaxuun Bahlam. Dibujo de I. Graham (Graham, 1979) …………………………………………………………….. 35 21. Winte’ naah a) 'señor de winte' naah; título de K’inich Yax K’uk Mo’ en la estela 12 de Copán.Dibujo de D. Stuart (Stuart, 2004). b) en la Estructura 5 de Río Amarillo. Dibujo de D. Stuart (Stuart, 2004). c) en el dintel 25 de Yaxchilán …………………………….45 22. Ochk’in kalo’mte’. a) como título de Yaxuun Bahlam en la Estela 1 de Yaxchilán. Dibujo de I. Graham. b) como título de K'ihnich Yax K'uk' Mo' en la Escalera Jeroglífica de Copán. Dibujo de B. Fash (Stuart, 2000) ……………………………………………………. 46 23. 'Conjura’ de K'awiil’. a) Dintel 15 de Yaxchilán (A2-B2/E1-F1-G1). b) Dintel 14 de Yaxchilán (D1-F4). Dibujos de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977) ………………….. 56 24. a) K'awiil en una escena mitológica, Vaso K1882 (detalle). Foto desplegada de Justin Kerr (Robicsek y Hales, 1981) b) Como cetro, Dintel 53 de Yaxchilán (detalle). Dibujo de I. Graham (Graham, 1979) …………………………………………………………………….. 57 25. a) Monumento 1 de Chalcatzingo, "El Rey". Delineado de S. Gillespie sobre foto (Gillespie, 2008) b) Altar 4 de La Venta. Foto de Ruben Charles. https://www.flickr.com/photos/rubencharles/385871737/ ….…………………………………… 59 26. Estela 10 de Yaxchilán (fragmento superior). Dibujo de C. Tate (Tate, 1992) …………. 60 27. Vaso K8457. Foto desenrollada de Justin Kerr (Velásquez, 2001) …………………..…. 66 28. ‘Personificación' en el Dintel 25 de Yaxchilán (G1-G2 /I1-H1). Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977) ………………………………………………………….. 70 29. Dintel 14 Yaxchilán. ‘Personificación’ o representación’. Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977)...…………………………………………………………………….… 74 30. Difrasismo 'su creación su oscuridad' en la Estela 35 de Yaxchilán. Dibujo de Hoppan y Jaquemont (Hoppan y Jaquemont, 2010) ………………………………………………………. 80 31. Estela 35 de Yaxchilán (lado posterior); autosangrado. Foto de Barry Brukoff (Coe y Brukoff, 2012) ……………………………………………………………………………… 81 32. Estela Hauberg. Dibujo de L. Schele (Schele y Miller, 1986) ……………………….. 82 33. Vaso de los Siete Dioses, K 796. Desenrollado de Justin Kerr (Grube, 2001) ……………. 84 34. Dintel 25 Yaxchilán. Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977) …………………. 88 35. 'Quimera' hopi - Pájaro-serpiente hopi, cerámica polícroma (Severi, 2012, fig. 12). Peabody Museum of Archeology and Ethnology ………………………………………………. 90 36. Serpiente bicéfala del Dintel 25. Dibujo basado en L. Schele (Schele y Miller 1986) ……….……………………………………………………………………………………….. 93 37. Dinteles 38, 39 y 40 Yaxchilán. Dibujos de I. Graham (Graham, 1979) .…………….... 96 38. Plano del Templo 21, con la ubicación tentativa de la Estela 35, y plano del Templo 21. Dibujos de Antonio Jaramillo basados en Tate (Tate, 1992) .……………………………….. 97 39. Dintel 15 de Yaxchilán (Schele y Miller, 1986). British Museum ……………………..….. 97 https://www.flickr.com/photos/rubencharles/385871737/ V 40. Dinteles 24, 25 y 26 del Templo 23. (Miller y Martin, 2004) ……………………………….. 98 41. Tlalok A con lirio de agua en la boca, anteojeras y tocado de cinco nudos. Tepantitla, Tlalocan (Pasztory 1974) ………………………………………………………….. 106 42. 'Tlalok-relámpago' (Pasztory 1974) …………………………………………………………. 108 43. Insignia de Tlalok, almena de piedra (Langley 1992) …………………………………….. 108 44. Imagen de Tlalok en el Clásico Temprano maya. a) Estela 11 de Yaxhá. b) Estela 31 de Tikal (Pasztory, 1974) …..………………………………………………….. 110 45. 'Signo del año' en Teotihuacán. a) Tlalok con tocado de 'signo del año', cerámica. Dibujo de Sejourné de bajorrelieve sobre anaranjado (Sejourné, 2002) b) pintados al fresco sobre un caracol (Sejourné 1962) …………………………………………………….. 111 46. Fragmento del 'biescrito' del Templo 26 de Copán. a) Columnas pE-pF. Dibujo de D. Stuart (Stuart, 1995) b) detalle de la figura híbrida K'awiil-Tlalok (Copán, Museo del sitio) ………………………………………………………………………………….. 117 47. Vaso K155. Desenrollado de Justin Kerr (Robicsek y Hales, 1981) ………..………….. 125 Agradecimientos Como toda obra humana, esta investigación es la confluencia de múltiples relaciones y emprendimientos. Mi primer pensamiento va a mis padres, en particular a mi madre, sostén indispensable en estos quehaceres y a la familia que me tocó en la vida, que vela siempre por mí en la distancia. A la familia de la convivencia y las apiraciones; fuente de aprendizaje y soporte permanente. A Rubén, por la rosa náutica que es su amor inagotable; a Delonis, por la compañía y el compromiso en tiempos difíciles; a Citlali, por la calidez y la sonrisa que hacen del viaje una sostenida alegría. A la UNAM, que me abrió la posibilidad de la subsistencia, los viajes y la investigación durante el tiempo necesario y cuya mera existencia como universidad pública y su belleza, son un oasis para el pensamiento y la reflexión; en particular agradezco a la Coordinación de Estudios Mesoamericanos, cuya capacidad organizativa, amplitud de miras y apoyo personal a sus estudiantes, fue en todo momento una continua inspiración a proponerme metas y realizarlas. A la biblioteca Rubén Bonifaz Nuño, del Instituto de Investigaciones Filológicas y sus trabajadores, en particular a Noé, quienes se toman como interés personal, apoyarnos en lo que sea necesario. A Antonio Jaramillo, que me apoyó con los dibujos y estuvo disponible para cualquier ayuda. A México, por recibirme con brazos abiertos y convertirse en mi segunda patria; Esta hermosa tierra guarda todavía una promesa de renacimiento. A Cuba, la primera patria, en la que asumir esta investigación hubiera sido imposible, y a la que regresan una y otra vez mis sentimientos y mis anhelos. A mi tutor, Dr. Rogelio Valencia, quien me orientó insinuando y dialogando caminos posibles, y que me regaló la disposición permanente y la confianza necesaria para explorar libremente los temas que fueron aflorando en la investigación. A los sinodales Dra. Isabel Martínez, Dra. Ana Díaz, Dra. Francisca Zalaquet y Dr. Felix Kupprat, que amablemente aceptaron leer y hacer VII sugerencias al trabajo. A ellos, mi sincero agradecimiento. Gracias a sus sugerencias, críticas y reflexiones, concluir la investigación fue, más que una obligación para obtener un grado académico, un estimulante proceso de reflexión y generación de conocimiento. Esa es la mayor alegría al concluir la redacción final del texto. A los autores en cuyo trabajo me apoyé para construir mi propio argumento. Cercanos como para conocerlos personalmente, o habitantes de otros tiempos y otras geografías, dialogar con ellos me enseñó en la práctica que el conocimiento es siempre un esfuerzo colectivo y como tal, exige la mayor humildad y respeto. Por último, a los artistas mayas, que dejaron obras de tal complejidad y belleza que, siglos después, pueden constituirse en un objeto de estudio para reflexionar, no ya sobre ellos sino, a partir de ellos, sobre y con nosotros mismos. Sus emprendimientos son, como todo emprendimiento humano, una búsqueda de respuestas sobre misterios que no podremos descifrar plenamente pero que nos corresponde intentar desentrañar. Introducción 2 Enunciar la presente investigación como un análisis de la presencia teotihuacana en Yaxchilán durante el Clásico Tardío (600-900 d. C.) puede parecer un contrasentido si se comienza por considerar que, para el momento en el que se ubica su objeto de estudio, Teotihuacán no existía ya como metrópoli y no podría haber constituido, por tanto, una presencia activa en Yaxchilán ni en ningún otro lugar de Mesoamérica. Sin embargo, en variossitios mayas, hacia finales del siglo VII, elementos iconográficos de filiación teotihuacana comenzaron a aparecer en imágenes de dinteles, estelas, murales, cerámica y decoración de estructuras, convirtiéndose en una forma de presencia que puede considerarse un 'resurgimiento' pues, siglos antes, los contactos de la zona maya y el centro de México, habían dejado ya evidencias de diversa índole, entre las cuales los elementos iconográficos ocupaban un lugar significativo. Dos de ellos en particular, Tlalok y el 'signo del año'2 constituyen el foco principal de un recorrido que, aunque centrado en Yaxchilán, incluye también otros sitios de las tierras bajas mayas. ¿Por qué, no existiendo ya Teotihuacán, los gobernantes mayas acuden a la imaginería gráfica teotihuacana? ¿Qué tipo de relaciones y fenómenos sugiere? Comprender el sentido de esta presencia constituye el objetivo de la investigación. Puesto que la aparición de Tlalok y el 'signo del año' en imágenes mayas del Clásico Tardío ocurre en ausencia de contactos directos con teotihuacanos, un punto de partida útil es considerar las motivaciones propias de los mayas de Yaxchilán y otras ciudades vecinas para el uso de los mismos. Sin embargo, colateralmente son examinados datos provenientes del Clásico Temprano, en el que la presencia de estos elementos iconográficos responde a contactos directos. Esta diferencia, y considerar la disyunción temporal entre uno y otro 2 Utilizar las denominaciones Tlalok y 'signo del año' es, obviamente, una decisión adoptada por comodidad en el análisis, pues, para el período en que se ubica el objeto de estudio, ni uno ni otro eran llamados de esa manera y probablemente sus significaciones no eran las mismas que llegaron a adoptar para el período Posclásico. En el tercer capítulo, el asunto es explorado a mayor profundidad. 3 momento, aporta significativos puntos de reflexión que son incorporados al análisis. La hipótesis general que subyace al recorrido elegido en la investigación, es que el fenómeno puede comprenderse como una asimilación de la alteridad que sirve a la construcción social y cosmológica. La alteridad es un tema recurrente de la antropología que, enunciado en la forma más simple, se refiere a la diferenciación y atribución de cualidades entre un 'yo (nosotros)' y 'otro(s)' y los procesos disímiles que se derivan de tales atribuciones3. El estudio de la alteridad involucra, sin embargo, otras complejidades y la necesidad de análisis más diferenciados pues no todos los 'otros' poseen igual relevancia, son asimilados de la misma manera o pertenecen a los mismos ámbitos. Una particularidad que se explora en esta investigación es justamente la posibilidad de la confluencia entre una alteridad de tipo ontológica (asociada a seres no humanos que actúan en otros ámbitos) y una cuya diferenciación está basada en el distanciamiento temporal y geográfico, Teotihuacán en este caso. La alteridad ontológica debe ser entendida, en esta investigación, como una cuya cualidad diferenciadora radica en los atributos y las capacidades de los seres. Quienes la habitan tienen características que los distinguen de los humanos comunes y acceder a ella, no es solo "entrar" a otro territorio o plano cosmológico sino, fundamentalmente, transformar el ser, la persona, y adquirir determinadas capacidades. Por eso está habitada por seres diferentes de los humanos; dioses, entidades anímicas y ancestros, sin que se trate por ello de una realidad inaccesible. En el ritual, tal acceso a través del devenir es posible4 y por tal razón, las operaciones rituales son denominadas también, operaciones ontológicas. Así, se hablará a lo largo del texto tanto de alteridad ontológica como de realidad ontológica, entendiendo por ella el conjunto de condiciones co-constitutivas al ser en el que ocurre la experiencia. 3 Ver por ejemplo Helms (1998). 4 También en sueños, visiones, consumo de plantas alucinógenas y cualquier otra práctica que modifique el estado de conciencia habitual pero, de acuerdo con las imágenes objeto de estudio, el ritual es el espacio privilegiado para la transformación del ser. 4 Para explorar la hipótesis, he seleccionado un grupo de imágenes de Yaxchilán en las que Tlalok y el 'signo del año' aparecen. Ellas son las del Dintel 25 (fig. 1), el Dintel 17 y la Estela 35 (fig. 2) con el mural de estuco del Templo 21 de Yaxchilán y los otros dinteles directamente asociados con ellos5. 5 Estos son los dinteles 24 y 26, que acompañaban al 25 en el templo 23 y constituyen un conjunto, y los dinteles 15 y 16 que acompañan al 17 en el Templo 21. figura 1.Dintel 25 de Yaxchilán (Martin y Miller, 2004). British Museum. 5 Las escenas representadas en ellos giran alrededor de operaciones rituales particulares: el sacrificio de sangre, la invocación de una entidad no humana o sobrenatural y la 'personificación'. Por esa razón, se sumaron al objeto de estudio imágenes de Yaxchilán que no contienen a Tlalok o el 'glifo del año' pero sí hacen referencia a dichas operaciones. Ellas son los dinteles 14, 38, 39 y 40. Considerar estas operaciones que el texto y las imágenes describen como rituales, significa asumir que indican transformaciones y desplazamientos del ser e intentar, por tanto, comprenderlas como expresión de prácticas y experiencias particulares. El ritual es entendido, para ello, como un sistema relacional que, a través de la transformación del ser y su entorno experiencial, permite convivencias e interacciones entre entidades humanas y no humanas. Otro conjunto de escenas es tomado en cuenta en la medida en que, aunque no se trata de imágenes necesariamente rituales, están unidas a las de Yaxchilán por la presencia de elementos teotihuacanos. Son en su mayoría provenientes de tierras bajas del sur y del período Clásico Tardío, fundamentalmente de los sitios de Copán, Tikal y Piedras Negras. Incluirlas en el análisis fue una necesidad debido a que los materiales de Yaxchilán serían, por sí solos, insuficientes e incompletos. Considerar tanto los datos como las interpretaciones producidas sobre ellos en sitios cercanos, provee el entorno inmediato y permite por tanto contextualizar y aportar a temas relevantes para el análisis, tales como las concepciones sobre el ámbito inframundano. Esto es además coherente con el hecho de que el fenómeno de la aparición de iconografía teotihuacana durante el Clásico Tardío, tuvo carácter regional. En el orden lineal del texto, el recorrido elegido para indagar en la hipótesis se organiza en tres capítulos. El primero, que es también el más extendido en geografía y temporalidad constituye básicamente una historiografía mínima para ubicar en contexto al objeto de estudio y la propia investigación. Se analizan las teorías que intentan explicar el fenómeno de la presencia teotihuacana en tierras bajas del sur, particularizando el caso de Piedras Negras con el fin de utilizarlo 6 como contraste. Las diatribas sobre el tema van desde la focalización en las relaciones bilaterales entre mayas y teotihuacanos hasta un modelo más amplio en el que estas son consideradas parte de un sistema de interacciones complejas de carácter continuo y multidireccional en el que Teotihuacán jugó el papel más prominente pero otras zonas de Mesoamérica, como la costa del Golfo o Oaxaca, estuvieron también involucradas (Demarest y Foias, 1993: 171). El contraste de los contextos en los que los elementos iconográficos teotihuacanos aparecen en Piedras Negras, permite establecer una particularidad para el caso de Yaxchilán pues una mirada todavía somera (para este puntode la investigación) a las escenas que constituyen el objeto de estudio central, revela operaciones del ser con un valor propio como expresiones religiosas y rituales y aporta por tanto una perspectiva básica para comprender aspectos particulares del tema que nos ocupa. figura 2. Estela 35 y relieve de estuco de Templo 21 de Yaxchilán 7 A la clarificación de que el contexto de las imágenes de Yaxchilán que contienen elementos teotihuacanos es ritual; le sigue una primera exploración sobre cómo las relaciones con la alteridad pueden servir de marco de referencia al cual remitir el fenómeno de la aparición de elementos iconográficos teotihuacanos en imágenes mayas del Clásico Tardío. El capítulo concluye cuestionando una idea tan resistente como invasiva; aquella según la cual los gobernantes mayas imponían su dominio a una masa amorfa controlada por la propaganda pública y en la que cualquier manifestación no explícitamente política, es solo una herramienta al servicio de la legitimación del gobernante. El segundo capítulo se aleja por un momento del contexto general para sumergirse en una indagación, a partir del texto y la imagen, de las operaciones rituales que están recogidas en los dinteles, la estela y el mural de estuco que constituyen el objeto central de estudio. Las tres operaciones estudiadas son el 'conjuro' o 'invocación' de K'awiil, la 'personificación' y el sacrificio de sangre, expresado por el difrasismo '(es) su sacrificio/creación (es) su oscuridad'. Lo que estas operaciones nos dicen, en una primera mirada, es que el ritual gira alrededor del gobernante, que convoca a través del poder de K'awiil, a una entidad que es presumiblemente un antepasado a la vez que su esposa 'personifica' a otra entidad humana. Estas operaciones, que no son tan diáfanas como aparecen en una descripción mínima y acotada, revelan mucho de la concepción maya de la persona. Puesto que el ritual suele servirse de la extensión de atribuciones de intencionalidad, subjetividad y agencia a objetos y a sujetos no humanos, como K'awiil o Tlalok; puede por tanto revelar las relaciones y las agencias de los actores participantes. Por esa razón, el capítulo se detiene en consideraciones no directamente relacionadas con el tema central pero relevantes en la medida en que permiten comprender mejor las concepciones que pueden ser inferidas sobre el ritual, las formas en que este puede ser reflejado en una imagen gráfica y, en general, sobre la manera en que es asimilada la alteridad. Si el otro puede constituirse en alimento de la vida social, es porque esta llega a incorporarse en la práctica, y el ritual es sin dudas un ámbito fundamental en la vida de las sociedades mayas del período Clásico. 8 El capítulo concluye con algunas reflexiones sobre la relación entre texto e imagen. El capítulo tercero regresa a un marco más amplio para reflexionar sobre el objetivo fundamental: el sentido de la presencia teotihuacana en las imágenes mayas del Clásico tardío, intentando integrar en esa exploración los resultados del segundo capítulo. Es aquí que aparece un análisis particular de Tlalok y el 'signo del año' en Teotihuacán y sus transformaciones en tierras mayas, acudiendo a una exploración de sus posibles significaciones. Para el Clásico Tardío, ambos elementos habían sufrido una variación estilística que da cuenta de su asimilación en el discurso gráfico. Recursos plásticos y visuales que se emplean en las imágenes (como la sustitución y la analogía) contribuyen a revelar la forma y las consecuencias de dicha asimilación. Se trata de una cuyas raíces hay que buscar en la imbricación de la situación particular de Yaxchilán y ciudades aledañas donde ocurrió el fenómeno del 'resurgimiento' teotihuacano y el patrón recurrente de la asimilación de lo foráneo, explorado aquí a la luz de la teoría de Shalins (2008) del 'rey extranjero'6. Considerar la teoría del 'rey extranjero' en el contexto mesoamericano supone explorar lo que, fundamentalmente para el período Posclásico, llegaría a concebirse en la historiografía mesoamericana como la Tollan mítica (Carrasco, 1982; López Austin y López Luján, 1999) pues esta es descrita con frecuencia como un sitio lejano, foráneo, fuente de la legitimidad del linaje gobernante y del orden social. ¿Existía esta concepción durante el Clásico Tardío? ¿Es posible que Teotihuacán haya sido identificado por los mayas de tierras bajas con ese sitio? Y si fuera ese el caso: ¿podríamos considerar esta alusión la forma mesoamericana del patrón universal de la alteridad como rasgo constituyente de la vida social? 6 Esta teoría reconoce y tipifica la recurrencia del fenómeno de filiación foránea (o la atribución de tal foraneidad) de hombres prominentes que moldearon la vida y la cultura de muchas sociedades a lo largo de la historia y lo ubica dentro de las formas más generales de la asimilación de la alteridad en la vida social. 9 Lo que se intenta comprender, es el proceso por el cual un lejano conocido (Teotihuacán) se llega a convertir en una imagen ideal que, a diferencia de una utopía (por definición inalcanzable) es realizable convirtiéndose en su imagen. Esto no ocurre al margen de las condiciones sociales sino imbricado en ellas. Sobre esta base, el capítulo concluye con una reflexión general sobre las resonancias cosmológicas de la vida social y el papel fundacional y constitutivo de la alteridad en ella. Finalmente, el poder del 'otro' es fundamental, y no para legitimarse políticamente, aunque también para eso, sino para constituirse a sí mismo y crear y sostener el mundo. Quizás de eso trate la dinámica de la construcción social: incorporar lo ajeno, aprovechar su poder y hacerlo propio. De la posibilidad de que los mayas de tierras bajas durante el Clásico Tardío hayan entendido y asimilado de esta manera la impronta teotihuacana, y de las formas en que esto pudo haber ocurrido, trata la presente investigación. I. Un recorrido por el contexto y las propuestas interpretativas sobre la presencia teotihuacana en la zona maya 11 I.1 - Internalismo vs externalismo Conviene comenzar ubicando el contexto al que nos remite la aparición de Tlalok y el 'signo del año' en los monumentos de Yaxchilán. Este es el de las relaciones entre la metrópoli teotihuacana y la zona maya. Desde la publicación de las primeras evidencias en Kaminaljuyú y Uaxactún (Kidder et al., 1946; Smith, 1955) muchos estudios se han realizado para dilucidar de qué tipo de relación se trata y cómo entenderla, tanto en términos bilaterales como en referencia al contexto mesoamericano7. En términos generales, las opiniones académicas se han polarizado alrededor de dos perspectivas diferentes; la primera -externalista- asume que se trata de una incursión directa de tipo político o incluso militar y la segunda -internalista- entiende el uso de temas teotihuacanos más como la apropiación local de un simbolismo legitimador que como evidencia de un contacto8 (Stuart, 2000). David Stuart (2000: 466) nota además que estas visiones son resultado de un análisis diacrónico en el que pueden distinguirse dos momentos. En el primero, durante el siglo IV d.C., las evidencias arqueológicas y epigráficas apuntan a una relación directa, aunque no necesariamente una de tipo militar. Esto puede deducirse en particular a través de la narrativa maya proveniente de Tikal y Copán de 'la llegada de los extranjeros', reconocida inicialmente por Tatiana Proskouriakoff (1993) y retomada por el propio Stuart (2000). Un segundo momento, durante los siglos VII y VIII d.C., parece obedecera motivaciones internas de tipo político y social y no a contactos directos pues la 7 Para un recuento cronológico de las evidencias de presencia teotihuacana en la zona maya en esta primera etapa ver Fash y Fash, 2000. Para el fenómeno inverso, la presencia maya en Teotihuacán, ver Taube 2003a; Helmke y Nielsen, 2013. Para una reflexión general sobre las tendencias en la historiografía sobre el tema, ver Braswell, 2003. 8 Braswell (2003) aporta varios elementos críticos sobre las limitaciones de ambos enfoques. Por otra parte, una propuesta que elude esta dicotomía es la de Demarest y Foias (1993). En su modelo de una interacción compleja, continua y multidireccional, notan que en las ciudades mayas se han encontrado bienes y símbolos provenientes no solo de Teotihuacán sino también de otras regiones de Mesoamérica, como la Costa del Golfo y Oaxaca, y que la interacción no se dio solo en momentos puntuales sino a lo largo de varios siglos. 12 gran metrópoli teotihuacana se encontraba para entonces en fase de descomposición. figura 3. Mapa de las ciudades donde ocurrió el fenómeno del 'resurgimiento' teotihuacano. Dibujo de Antonio Jaramillo Arango. Piedras Negras r Palenque I Yaxchilán6.T~al , A Bonampak _r Río Usumocinto Ceibal ----' 6. Copán 13 Estos momentos podrían precisarse aún más si se consideran las evidencias de una etapa intermedia. Es lo que proponen Bonnafoux et al (2011: 66) al referirse a tres etapas; una primera entre 378 y 475 d.C., que abarcaría ciudades como Tikal, Uaxactún y Yaxhá; una segunda entre el 475 d.C. y los finales del siglo VI d.C., marcada por apariciones puntuales de elementos teotihuacanos -por ejemplo, la figurilla-huésped de Becán datada hacia 550-600 d.C.-, y una tercera que correspondería a la reaparición de elementos teotihuacanos de forma sostenida a partir del siglo VII d.C. Jesper Nielsen (2003) denomina 'neo-teotihuacanismo' a la reaparición en la iconografía maya de motivos y temas del México central durante el Clásico Tardío (600-900 d.C.). Este revival es más fuerte y visible en dos ciudades donde sabemos que los delegados teotihuacanos habían sido muy influyentes - Tikal y Copán, así como en un centro en el cual todavía estamos por encontrar evidencia de una presencia teotihuacana en el Clásico Temprano - Piedras Negras (Nielsen, 2003: 243). El 'neo-teotihuacanismo' dejó también huellas en otras ciudades como Palenque, Bonampak, Dos Pilas, Yaxchilán, Ceibal y Aguateca (fig. 3), en las que no hay evidencia de contactos directos durante el Clásico Temprano, o al menos no alguna que sea conclusiva de un evento como 'la llegada de los extranjeros'. En Tikal el 'revival'9 ocurre durante el gobierno de Jasaw Chan K'awiil (682-734 d.C.). Es notable su intención de establecer un vínculo directo con la antigua línea dinástica iniciada por Jatz'om Kuy10, protagonista presuntamente 9 'Revival' es otra denominación que utiliza Nielsen en su análisis como equivalente de 'neo- teotihuacanismo'. Cualquiera de los dos refiere al fenómeno de la aparición, en sitios mayas del Clásico Tardío, de elementos iconográficos teotihuacanos. En lo adelante, me referiré a ellos como 'resurgimiento'. 10 Denominado también Búho Lanzadardos. 14 teotihuacano en la versión tikaleña de 'la llegada de los extranjeros'. Jasaw Chan K'awiil se autodenomina como él, ochk'in kalo'mte'11 y lo rememora en la imagen del Dintel 3 del Templo 1 (al cumplirse el décimo tercer k'atun de su muerte en 439 d.C.), en el que conmemora una victoria militar en 695 d.C. Narra el texto del dintel que 'el sagrado', probablemente el propio Jatz'om Kuy, ha sido invocado (Stuart, 2000: 490). El Dintel 2 del Templo 1 (fig. 4), conmemorativo del mismo evento, representa un guerrero, probablemente el propio Jatz'om Kuy (ibid), sobre un registro toponímico de cactus y juncos, típicos de la vegetación del centro de México12. 'Serpientes de guerra'13 rodean al personaje central (Taube, 1992: 68). En huesos tallados encontrados en la tumba 116, de Jasaw Chan K'awiil, la 'serpiente de guerra' aparece mencionada dos veces (Stuart, 2000: 509). La fachada de estuco de 11 Ochk'in kalo'mte' (Kalo'mte' del Oeste), o solamente Kalo’mte’, es un título que identifica, durante el Clásico Temprano, a personajes de la historia maya de probable filiación teotihuacana; por ejemplo Siyaj K'ak', el extranjero que llega a Tikal en el 378 d.C, y Tajom Uk'ab Tuun, quien aparece como supervisor de un evento en Piedras Negras. Es también un título para la 'serpiente de guerra', cuyo nombre propio es Waxaklajun Ub'aah Chan, que Stuart (2000: 494) traduce como "dieciocho son las cabezas de la serpiente". 12 Según Stuart (2000: 501-502), los glifos del registro toponímico sobre el que se encuentra parado el personaje del dintel, lo identifican como 'lugar de juncos', un probable nombre maya para Teotihuacán. 13 'Serpiente de guerra' es la denominación que da Taube (1992: 59-62) a un tocado de placas de concha en forma de serpiente que es, según él, de filiación teotihuacana. figura 4. Dintel 2 del Templo 1 de Tikal. Dibujo de W. R. Coe (Jones y Satterthwaite 1982) 15 la estructura 5D-57 presenta al gobernante con atavíos teotihuacanos y la decoración de la estructura 5D-43 (fig. 6a) incorpora el característico signo teotihuacano trilobulado, anteojeras de Tlalok y una larga cabeza de serpiente en la decoración de estuco. Con la muerte de Jasaw Chan K'awiil concluye el 'resurgimiento'. En Copán, fue el décimo segundo gobernante K'ahk' Uti' Hu’n Witz' K'awiil (628- 695 d.C.) quien dio inicio a la corriente neo- teotihuacana. La Estela 6 (fig. 5) lo presenta con un tocado compuesto de tres Tlalok con 'signos del año'. Otras dos imágenes de Tlalok emergen de su barra ceremonial formada por dos serpientes entrelazadas. En el texto de la estela hay una mención a la conjura de la Waxaklajun Ub'aah Chan, la 'serpiente de guerra', ochk'in kalo'mte'. Los gobernantes 13 y 15 mantuvieron luego el uso de alusiones teotihuacanas, pero fue Yax Pasaj Chan Yopaat, el gobernante 16, quien lo llevó a su apogeo estableciendo un vínculo directo entre él y el fundador dinástico K'ihnich Yax K'uk Mo'14 en el Altar Q (fig, 7), 14 Hay que considerar sin embargo que, mientras en Tikal los textos que describen la llegada de los enviados de México Central son contemporáneos de los sucesos, en Copán son posteriores y cuentan la historia retrospectivamente. Sin embargo, hay evidencias de elementos teotihuacanos en Copán en los tiempos del fundador dinástico, como el tocado de 'signo del año' con antorchas en la máscara de estuco de la estructura Yehnal, una imagen probable de la apoteosis de K'ihnich Yax K'uk' Mo como dios solar (Taube, 2004: 277, fig 13-7a), o los de la figura 5. Estela 6 de Copán. Dibujo de Barbara Fash (Fash y Fash, 2000). 16 frente al Templo 16, cuya primera fase constructiva (Hunal) alberga su tumba. El templo está decorado con cráneos, cabezas de Tlalok y una imagen del fundador dinástico emergiendo de la boca de una serpiente. En la imagen del altar, K'ihnich Yax K'uk' Mo' entrega un dardo ardiente, una posible alusión a la sucesión dinástica, a Yax Pasaj Chan Yopaat (Taube, 2004: 196, 197). Se cierra en ese gesto, un recorrido de los 16 gobernantes de la línea dinástica copaneca que los coloca como nodos principales de la historia; principio y fin de un ciclo cerrado que evoca además unaestructura cuaternaria. En el texto del Altar Q, se describe la llegada de K'ihnich Yax K'uk' Mo' a Copán en 426 d.C., 152 días después de 'tomar el K'awiil' (expresión para referirse a la ascensión al poder) en winte' naah15 (Martin y Grube, 2008: 193). vasija "Dazzler", cuya pintura de estuco lo presenta como una forma personificada y alada de la estructura Hunal (donde fue enterrado), con su estilo de talud-tablero (Sedat 1997). La forma arquitectónica de la figura es similar a los incensarios-teatro teotihuacanos. 15 El glifo winte' naah aparece en varios registros en Tikal, Copán, Quiriguá, Machaquilá, y el propio Yaxchilán (entre otros sitios), describiendo un lugar donde se realizan actividades rituales relacionadas con la toma de posesión. Su componente fundamental son dos atados de cañas a a b figura 6. a) Estructura 5D-43 Tikal. Signo trilobulado y anteojeras de Tlalok b) Estructura 10L-29 de Copán 'signo del año' en combinación con glifo winte' naah. Copán, Museo del Sitio. 17 En el Templo 26 la iconografía es completamente teotihuacana; incluye imágenes de Tlalok y 'signos del año'. En el interior, entre las ofrendas del santuario del Templo Chorcha (tumba del décimo segundo gobernante), se encontraron 12 tapas de incensario que representan a los hasta entonces 12 gobernantes de Tikal (Martin y Grube, 2008: 202). Entre ellos es posible reconocer a K'ihnich Yax K'uk' Mo' por las anteojeras de Tlalok. En el santuario superior del Templo, hoy destruido, se encuentra un escrito que produce la impresión de una escritura en dos lenguas, una maya y otra "teotihuacana", colocadas en textos paralelos (Stuart, 2000: 496,497). La conocida Escalera Jeroglífica del Templo sigue un recorrido ascendente narrando la secuencia dinástica de Copán y culmina en el nivel superior con la vida de K'ihnich Yax K'uk cruzadas, por lo que se denomina también 'casa de antorchas cruzadas'. Algunas evidencias hacen pensar que se trata de un lugar en el propio Teotihuacán, pero también de edificios caracterizados como teotihuacanos; por ejemplo, la Estructura 10L-16 de Copán (Stuart, 2000: 493). figura 7. Altar Q de Copán; al fondo una imagen de Tlalok enmarcada por cráneos en la base del Templo 16. Copán, Museo del sitio. 18 Mo', el fundador dinástico. Complementan el texto en cinco puntos estatuas de gobernantes copanecos vestidos como teotihuacanos16. Al sur de la Acrópolis el glifo winte' naah adorna estructuras como la 10L-33 y en algunas aparece en combinación con el 'signo del año', como en la 10L-29 (fig. 6b). figura 8. Panel 2 de Piedras Negras. Foto de Hillel Burger (Schele y Miller, 1986). Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University En la zona del Usumacinta, Piedras Negras cuenta con la evidencia más abundante. El Panel 2 (fig. 8), dedicado en 667 d. C. por el gobernante 2, crea una analogía entre el presente y el pasado al describir su propia 'toma del ko'haw' (una versión del tocado de 'serpiente de guerra') y la de Diente de Tortuga en el 16 El Templo 26 puede considerarse, según Martin y Grube (2008: 208), una 'montaña de ancestros' y como tal, la continuidad de los trabajos realizados en ella, dan cuenta de una tradición de reconstrucción de la memoria propia. Desde los tiempos del fundador dinástico, fue seguido un patrón de destrucción, ofrenda y dedicación de la estructura siguiente (Fash y Fash, 2004: 68), superponiendo estructuras que guardaron dentro de sí santuarios y monumentos conmemorativos. Es el caso por ejemplo del Marcador Motmot y la Estela 63, que registran el fin del noveno b'aktun (435 d.C.) y fueron colocados respectivamente en las estructuras Motmot y Papagayo (idem: 74, 76). A partir del gobernante 12, con las ofrendas de su santuario; la primera versión de la escalera jeroglífica, encargada por el gobernante 13 y la conclusión de la inscripción de la historia dinástica con las 5 estatuas por el gobernante 15, esta memoria toma la forma de una alusión teotihuacana. 19 510 d. C. (Martin y Grube, 2008: 141)17. El supervisor es el ochk'in Kalo'mte' Tajom Uk'ab Tuun y las alusiones teotihuacanas aparecen en las anteojeras del acompañante del gobernante 2 (su heredero) y en los tocados de 'signo del año' de los señores de Lacanjá, Yaxchilán y Bonampak que participan (Nielsen, 2003: 239). En una caja de madera de Tabasco, que por el análisis estilístico se puede ubicar en el siglo VIII d.C., hay además una mención de un evento en winte' naah, 155 días antes del suceso central, que lamentablemente es imposible reconstruir dados los daños en la inscripción (Anaya, Mathews y Guenter, 2003). Los gobernantes del 1 al 4 de Piedras Negras erigieron estelas en las que aparecen vestidos con parafernalia de guerreros teotihuacanos entre el 627 d.C. y el 736 d.C. Ellas son la 26, de K'ihnich Yo'nal Ahk I (gobernante 1); la 35 del gobernante 2; las 7 y 8 de K'ihnich Yo'nal Ahk II (gobernante 3); y la 9 del gobernante 4 (Stone, 1989: 155). El gobernante 4 encarga también la Estela 40 (fig. 9), en la que se muestra dejando 17 Un registro contemporáneo de los sucesos es el del Panel 12, cuya narración se ubica en 518 d.C., y menciona a un ochk'in Kalo'mte' en posición de supervisor (Martin y Grube, 2008: 141). Este sería un dato a favor de un vínculo entre Piedras Negras y Teotihuacán en su historia temprana, pero para este momento, 130 años después de la llegada de los extranjeros a Tikal, probablemente se trate más de personajes locales que han asumido el estatus y la indumentaria, que de teotihuacanos propiamente. figura 9. Estela 40 de Piedras Negras. (Grube, 2001). Museo Nacional de Arqueología y Etnografía, Ciudad de Guatemala. 20 caer incienso en un espacio subterráneo ocupado por un personaje que porta un tocado de 'serpiente de guerra'18. En el caso de Palenque, los ejemplos más significativos son el Pilar C del Templo del Sol, donde Tlalok aparece como imagen en un escudo (Schele, 1998; fig. 16); y el Tablero de los Guerreros, en el que puede reconocerse un personaje vestido como teotihuacano con tocado de 'serpiente de guerra' (Taube, 2000; fig. 10.8c). Otros ejemplos, que parecen indicar los comienzos del 'resurgimiento' teotihuacano en Palenque son: el friso del Templo II del Grupo Norte (Tovalín Ahumada y Ceja Manrique, 1994; fig. 5) y la crestería del Templo Olvidado, que consiste en una forma estilizada de Tlalok (Robertson, 1985; fig. 53a y b)19. 18 La suposición de Stuart (2000: 501) sobre este personaje es que se trata de un ancestro pues la alegoría teotihuacana tiene, según él, una fuerte connotación temporal hacia el pasado. 19 En la fachada sur del Templo II del Grupo Norte hay dos mascarones de estuco de estilo teotihuacanoide cuya realización parece ubicarse en el Clásico Tardío; uno de ellos es un personaje ataviado como Tlalok (Stuart y Stuart, 2008: 120). Pudiera tratarse también de una copia del Clásico Tardío, pero su fechamiento continúa siendo discutido y es dudoso; no deben considerarse por tanto dentro del fenómeno del 'resurgimiento' teotihuacano. figura 10. Mural de estuco del Templo 21 de Yaxchilán (detalle). Tlalok emerge de las fauces de la serpiente bicéfala. 21 Las Estelas 16 de Dos Pilas y la 2 de Aguateca (fig. 11), muestran a sus protagonistas ataviados con tocado de balón, 'signo del año' y máscaras de Tlalok. En Bonampak, la Estela 3 muestra al gobernante con un gigantesco tocado de 'serpiente de guerra'. Tlalok aparece también en una forma inusitada, como parte de la decoraciónen vestidos, por ejemplo, en el personaje femenino de la Estela 2 de Bonampak (Uriarte, 2005; fig. 7) En Yaxchilán, el ejemplo más notable de elementos teotihuacanos en la iconografía se encuentra en el Dintel 25 (fig. 1), con el presunto antecesor dinástico emergiendo de la boca de una serpiente bicéfala vestido como guerrero teotihuacano con tocado de balón, 'signo del año' y una máscara de Tlalok. En la boca inferior, emerge otra máscara de Tlalok. En el texto, hay una mención de winte' naah (Nielsen, 2003: 247). Tlalok aparece nuevamente en la Estela 35 (fig. 2), en las fauces de la serpiente bicéfala de la escena y en la banca-banda celeste del mural de estuco del Templo 21 (fig. 10) en la que aparecen tres imágenes de Tlalok con tocado de 'signo del año'; dos laterales que emergen de las fauces de la serpiente bicéfala y miran hacia el centro, y una central. La protagonista de la imagen de la Estela 35 lleva tocado de 'signo del año', al igual que la del dintel 17 (fig.19). Como resulta notable de esta breve revisión, que está lejos de agotar todas las alusiones al México central en la iconografía maya, el ‘resurgimiento' teotihuacano ocurre en sitios en los que datos epigráficos e iconográficos permiten suponer una interacción con la metrópoli teotihuacana durante el Clásico Temprano, y también en otros donde no hay indicios de ella. La naturaleza de dicha interacción, sin embargo, no debe ser definida como 'histórica' sin dejar espacio para la reevaluación continua de los datos. Incluso la narrativa de 'la llegada de los extranjeros' (Stuart, 2000), según la cual personajes teotihuacanos habrían irrumpido en Tikal, deponiendo a la dinastía local e instaurando una de fuertes vínculos con la metrópoli del centro de México, ha sido objetada y contrastada con varias alternativas posibles de interpretación de los datos epigráficos e iconográficos (ver Braswell, 2003: 23-27). Una de ellas 22 (Laporte y Fialko, 1990) propone que Siyaj K'ahk (el presunto teotihuacano que arriba a Tikal en 378 d.C.) es un señor del propio Tikal, pero de un linaje rival. De la misma forma, en Copán, es probable que K'inich Yax K'uk Mo' haya sido un foráneo no teotihuacano que asumió el poder y estableció una nueva línea dinástica apoyándose para ese fin en la imaginería teotihuacana (ver Sharer et al, 1998). En cualquier caso, hacia los siglos VII y VIII d.C. el 'resurgimiento' fue probablemente un fenómeno regional que se extendió por tierras bajas mayas, alimentado por una historia de contactos con la metrópoli a fines del siglo IV y quizás a inicios del VI y utilizado en función de motivaciones internas. Sin embargo, no es expresado de la misma manera en todos los sitios, como mostrará el ejemplo de Piedras Negras, en el que veremos una forma particular de incorporar las referencias teotihuacanas. figura 11. Máscara de "rayos x" con imagen de Tlalok. a) Estela 16 de Dos Pilas (fragmento) b) Estela 2 de Aguateca (fragmento). Dibujos de S. Houston (Houston, 1993). 23 I.2 - El caso de Piedras Negras. 'Conexión' y 'desconexión' de la élite El modelo explicativo de Andrea Stone (1989) en su estudio de las razones para el uso de motivos y temas teotihuacanos en Piedras Negras es uno de los más socorridos. Stone basa su interpretación en un paradigma analítico compuesto de las categorías de 'conexión' y 'desconexión', que servirían para explicar estrategias del grupo en el poder para acercarse o alejarse del resto de la sociedad, según las necesidades del contexto político. En Piedras Negras, la estrategia de 'conexión' se habría concretado en el momento de la ascensión del gobernante al poder y la de 'desconexión' en las celebraciones de fin de k'atun. Las estelas de ascensión, conocidas como estelas ‘de nicho’ (fig. 12; Proskouriakoff, 1950: 119), enfatizan los motivos cosmogónicos y los elementos clave del sistema iconográfico maya como la Deidad Ave Principal, las bandas cósmicas o el Monstruo cósmico. Por su asociación con el maíz, el sacrificio de sangre y el monstruo cósmico, el gobernante personifica la fertilidad y la creación cósmica en asociación con su toma de poder. Aunque estos poderes sobrenaturales elevan su estatus, él se encuentra en el corazón de las preocupaciones y los valores fundamentales de la comunidad (Stone, 1989: 155) figura 12.Estela 6 de Piedras Negras. Foto de Justin Kerr (Stuart y Graham, 2003) 24 Por otra parte, las estelas encargadas por los gobernantes para celebrar los fines de k'atun, conocidas como estelas 'de guerrero' (Proskouriakoff, 1950) tienen un carácter diferente; enfatizan la actitud dominadora del gobernante, a menudo con cautivos, y vistiendo ropa militar. El énfasis se pone en estos casos en su valor personal como conquistador o guerrero, y en esa intención se recurre a temas y motivos ajenos a la comunidad, en este caso, del centro de México. La desconexión de las masas tiene muchos usos para la élite gobernante. Justifica comportamientos tales como el militarismo despiadado, que podría ser considerado repugnante para los valores dominantes. La desconexión justifica también la implementación de una línea dinástica exclusiva que se define a sí misma en términos de cualidades diferentes que no se ven en la población general. Estas cualidades exóticas pueden incluir un origen o afiliación no local de prestigio. Una estrategia de desconexión puede ser ventajosa para las élites de sociedades que se están expandiendo a través de la guerra o de cambios en la administración política (Stone, 1989: 155). Después de un detallado análisis de los motivos teotihuacanos que aparecen en estos retratos de gobernantes ataviados como guerreros, Stone concluye que "el complejo pictórico teotihuacano está circunscrito contextualmente" (ibid: 157), con lo cual se refiere tanto a la temporalidad con que los gobernantes se representan con atavíos teotihuacanos (la celebración de los cuartos de k'atun y determinadas alineaciones astronómicas) como a la alusión guerrerista de los retratos20. Es importante notar además que, para esta autora, la aparición de elementos teotihuacanos está circunscrita a su incorporación al atuendo militar y aparece, por extensión, en escenas de tema militarista, aplicando la etiqueta más bien a imágenes donde hay presencia de implementos de guerra, cautivos, referencias a conflictos armados en los textos acompañantes y ausencia de otros temas dominantes. "Este 'atuendo militar teotihuacano' (...) pudiera haberse extraído de 20 Según Linda Schele, el contexto inmediato de las alusiones teotihuacanas es la guerra o el autosacrificio, detonado por eventos astronómicos significativos como la primera aparición de Venus como estrella matutina, sus elongaciones máximas y los puntos estacionarios de Júpiter (Schele y Miller, 1986). 25 un conjunto de rasgos tanto teotihuacanos como mayas de tierras bajas para crear muchas versiones de la vestimenta"21 (ibid: 156). 21 Los componentes más relevantes de este conjunto, para el caso de Piedras Negras, son el yelmo de mosaico, la vara de cabeza de serpiente, el tocado de globo, la bolsa de muñeca y la armadura de algodón. c a b figura 13. Estelas 'de guerrero' de Piedras Negras. a) Estela 26; el gobernante lleva un inmenso tocado de 'serpiente de guerra'. Dibujo de J. Montgomery (The John Montgomery Drawing Collection, www.famsi. org). b) Estela 8. Dibujo de D. Stuart (Stuart y Graham, 2003. c) Tlalok; detalle del tocado en la Estela 8. 26 En esta interpretación, Stone es acompañada por otros investigadores que consideran igualmente que, para los gobernantes mayas, la usanza teotihuacanaera parte del atavío de la guerra22. Esta propuesta nos ofrece un argumento valioso que vale la pena considerar; el de un alejamiento del resto de la sociedad validado y reforzado por el uso de atavíos ajenos. Sin embargo, para que ello resultara funcional, valores tales como el militarismo guerrero, expresado en victorias militares y captura de cautivos, tendrían que ser considerados como ajenos a la sociedad maya, al menos tan ajenos como para necesitar una justificación. Parece más probable que, para el momento en que el gobernante 1 instaura en Piedras Negras la costumbre de representarse como guerrero teotihuacano con la Estela 26 (627 d.C.) (fig. 13a), tal argumento no resultara necesario, considerando que los emprendimientos militares eran, para entonces, parte de la dinámica social de las ciudades mayas. Por otra parte, resulta curioso que las estelas 'de guerrero' sean realizadas con una regulación temporal tan estricta. Esto no niega que conmemoren o consignen eventos o programas particulares, pero sí supera su sentido más allá de una justificación puntual determinada23. Utilizando ejemplos también de Piedras Negras, David Stuart (2000: 498) considera por su parte que la utilización de elementos teotihuacanos involucra una dimensión temporal que remite al pasado histórico y al papel de Teotihuacán en él. Es utilizado en el recuento de eventos pretéritos, en la rememoración de ancestros como fundadores dinásticos y para crear un efecto de arcaísmo. Sería el caso de la Estela 40 de Piedras Negras (fig. 9), donde la persona en la cámara subterránea sobre la que el gobernante asperja incienso no sería necesariamente un teotihuacano sino un antepasado representado como tal. En 22 Para Bonnafoux et al (2011: 66) por ejemplo, se trata de "(...) un complejo de insignias guerreras tomadas de Teotihuacán (...) que componen una tradición esporádica y discontinua (...). Los elementos del complejo (...) están ligados claramente a la guerra y el sacrificio". Ver también Proskouriakoff (1950) y Schele (1984). 23 Un tercer argumento crítico sobre esta tesis de Stone se refiere justamente a la separación del gobernante del resto de la sociedad. Volveré sobre ello más adelante. 27 el Panel 2 de Piedras Negras (fig. 8) el efecto de unir pasado y presente a través de una analogía (la misma ceremonia es descrita en dos momentos, el 658 d.C. y el 510 d.C.), es reforzado por la utilización de elementos teotihuacanos. Sin embargo, es importante considerar que el recurso de unir dos momentos del tiempo a través de una acción común es bastante utilizado en el Clásico Tardío y no involucra necesariamente una alusión teotihuacana. Lo utiliza también por ejemplo Yaxuun Bahlam IV (752-768 d.C.) -gobernante que hizo un prolijo uso de referencias teotihuacanas en otros monumentos- en el Dintel 21 de Yaxchilán al enlazarse, a través de un evento ocurrido 297 años antes, con el séptimo gobernante de la sucesión dinástica (Mathews, 1997: 193-194; Stuart, 1998: 390-391). De hecho, en algunos casos, esta unión presente-pasado se extiende considerablemente más allá de sucesos y personajes que pudieran ser reconocidos como históricos. En Palenque, por ejemplo, K'ihnich Ahkal Mo’ Nahb desarrolló una narrativa en la que presenta su entronización como una recreación de la historia mítica primordial; estableciendo una conexión directa con la llamada “primera entronización” de G1, el progenitor de la tríada palencana y convirtiéndolo así en el sustento legítimo de su gobierno (Stuart, 2010b: 189). Así mismo, el escalón VII de la Escalera Jeroglífica 2 de Yaxchilán (fig. 14) conecta la narración de un juego de pelota en edades remotas con la imagen de Yaxuun Bahlam IV como jugador, aludiendo a una analogía entre él y los jugadores del pasado mítico (Martin y Grube, 2008: 130). Por tanto, no siempre que se consignan este tipo de analogías de eventos en diferentes tiempos, se alude necesariamente a Teotihuacán. Sin embargo, esta referencia parece haber sido una de las que asumió el recurso de la síntesis temporal que ocurre invocando a un poder extemporáneo. De ese carácter, de su conexión con el origen fundacional, se derivaría su poder de otorgar legitimidad. Así, es posible reafirmar el linaje identificando a los ancestros y los eventos del pasado como teotihuacanos (aunque como vimos, no 28 necesariamente) y estableciendo analogías entre ellos y gobernantes y sucesos del presente. figura 14. Escalón VII de la Escalera Jeroglífica 2 de Yaxchilán (fragmento). Dibujo de I. Graham (Graham, 1982) 29 I.3 - La particularidad de Yaxchilán y cómo puede ayudarnos a entender el fenómeno del 'resurgimiento' teotihuacano En Yaxchilán no hay evidencia de contactos con Teotihuacán antes del siglo VII que pudiera justificar el uso de elementos teotihuacanos, en particular Tlalok y el 'signo del año'. Frente a este hecho, si asumimos que el 'resurgimiento' necesita una base histórica en la cual sostenerse, habremos de atribuir la ausencia de evidencias tempranas a las limitadas excavaciones en los niveles más antiguos de las estructuras; a una posible labor reconstructiva de la historia llevada a cabo por Yaxuun Bahlam IV durante su reinado entre 752 y 768 d.C.24 (Martin y Grube, 2008: 129) o al hecho sugerido por Miller (1991) de que Yaxchilán fue durante largo tiempo subyugado por Piedras Negras25. Pudiera ser el caso, no obstante, que Yaxchilán no hubiera tenido contacto temprano con Teotihuacán y que el uso particular que hicieron de iconografía teotihuacana resultara de la influencia de ciudades vecinas, en particular de Piedras Negras o simplemente de un imaginario regional compartido, bien asentado para fines del siglo VIII. De cualquier forma, es interesante constatar que en este sitio -y es una de sus peculiaridades dentro del conjunto que hemos analizado- los elementos 24 Como ejemplos de esta labor de reescritura histórica, en la que las esculturas fueron utilizadas "como herramientas de la memoria social para la legitimación de su autoridad" (O'Neil, 2011: 250), Yaxuun Bahlam comisionó nuevas representaciones y narraciones del pasado y el presente y además "manipuló antiguos dinteles, colocándolos en las estructuras 22 y 12" (ibidem). Así mismo agrandó la Escalera Jeroglífica 1 (ibid: 259; Martin y Grube, 2008: 116, 129), introduciendo ligeras diferencias con el recuento dinástico de la estructura 12. Ciertamente, habría que considerar poco probable que Yaxuun Bahlam hubiera deseado remover deliberadamente reminiscencias de un pasado teotihuacano, a juzgar por la importancia que les atribuyó en su programa iconográfico, pero la posibilidad debe permanecer abierta hasta tanto la excavación arqueológica alcance los estratos más antiguos de la historia de la ciudad. 25 Hay también una posibilidad de que los orígenes de Yaxchilán se encuentren fuera del sitio propiamente, si se toma en cuenta la aparición de su 'glifo emblema' (de probable lectura pa'chan, 'cielo partido' o sihyaj chan, 'nacido(a) en el cielo'), en El Zotz (Houston et al, 2007: 395, 413-417). 30 teotihuacanos no se presentan de la misma forma que en Piedras Negras, en estelas 'de guerrero'. El 'signo del año' aparece como parte del tocado de uno de los personajes de los dinteles 8 (fig. 16) y 17 (fig. 19). El uso del 'signo del año' en el dintel 8 está en consonancia con la idea de Stone según la cual el contexto de los elementos teotihuacanos es el de los atavíos de guerra. Lo porta un sajal de Yaxchilánque aparece junto a Yaxuun Bahlam IV mostrando a dos cautivos. En el caso del dintel 17 (fig. 19) aparece ciertamente como parte del tocado, pero la escena no es de tema militarista sino ritual, y es una mujer su portadora. Aparecen en ella una mujer y un hombre sentados frente a frente. A la izquierda, ella atraviesa su lengua con una cuerda y a la derecha, él perfora su pene, lo cual podemos inferir de su posición y de que sostiene entre sus manos un perforador. Entre ellos, hay figura 15. Mapa de Yaxchilán con la ubicación de las principales estructuras que contienen las imágenes objeto de estudio. Dibujo de la autora basado en dibujo de Hellerick (commons.wikimedia.org). 31 figura 16. Dintel 8 Yaxchilán. Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977). figura 17. Dintel 41 de Yaxchilán (Schele y Miller, 1986). The British Museum. 32 un cuenco con los implementos de sacrificio. Adicionalmente, el texto nos dice que se trata de las imágenes de Yaxuun Bahlam IV e Ixik Mut Bahlam en ocasión del nacimiento de Chel te' Chan K'ihnich, el heredero de Yaxuun Bahlam. En el Dintel 8 (fig. 16), Yaxuun Bahlam IV porta un tocado de 'mariposa jaguar' (coronado por un 'signo del año') que, según Taube (2000), es una variante del tocado de 'serpiente de guerra'. Con este mismo aparece en el dintel 41 (fig.17). En el dintel 25 (fig. 1) encontramos a Tlalok y el 'signo del año' y una referencia en el texto a winte' naah que, como ya hemos visto, parece aludir a un sitio en el propio Teotihuacán o a uno caracterizado como teotihuacano. Tlalok aparece aquí emergiendo de las fauces de una serpiente bicéfala erguida. De la boca inferior emerge su imagen descarnada en forma de máscara y de la superior un guerrero con parafernalia teotihuacana (fig. 18a): escudo, atlatl, tocado de globo figura 18. a) Tlalok como máscara de "rayos x" frente al rostro del guerrero que emerge de las fauces de la serpiente bicéfala, Dintel 25 de Yaxchilán (detalle). Dibujo de I. Graham (Graham y Von Euw, 1977) b) Máscara de Tlalok en el centro de la banda celeste bicéfala del mural de estuco del Templo 21. 33 con 'signo del año' y porta a Tlalok como máscara de "rayos x"26, un artilugio iconográfico que permite ver a la vez al portador y a la máscara. Este recurso parece encontrar su paralelo epigráfico en la expresión ub’aahila’n ('es la personificación de'), indicadora de que un ser humano ha encarnado la imagen de una entidad sobrenatural (Velásquez, 2007). En la Estela 35 (fig. 2) encontramos nuevamente a Tlalok emergiendo al menos de la boca inferior de la serpiente bicéfala de la escena (la superior no se distingue completamente) y la mujer que realiza el ritual (Ixik Uh Chanaal, madre de Yaxuun Bahlam IV) porta un tocado con 'signo del año'. En el mural de estuco del Templo 21, una banda celeste sobre la que están sentados cinco personajes femeninos, culmina en dos bocas que se miran de frente; de ellas emergen dos imágenes de Tlalok con tocados de 'signo del año'. En el centro, otra cabeza central semeja una máscara de Tlalok con tocado de 'signo del año' (fig. 18b). El cuerpo de la serpiente está compuesto de cruces kan y marcas circulares, lo cual parece remitir a que está usada aquí en su función de homófono (la palabra maya chan es tanto serpiente como cielo) e indica la división de dos reinos cósmicos (Tate, 1992: 198). El dintel 25 pertenece a un conjunto de tres que forman parte del Templo 23 (fig. 40), dedicado por Kokaaj Bahlam III (681-742 d.C.) a su esposa Ixik K'abal Xook. Su gobierno (con más especificidad, el último tercio de su reinado) fue un momento de florecimiento de la ciudad y estuvo signado por una efervescencia constructiva y artística que dejó varios templos y grabados en estelas, altares y dinteles27. Aunque las fechas de cada dintel abarcan poco más de cuarenta años de diferencia, parecen integrar un conjunto narrativo. Los dinteles, ocupando el espacio de las tres entradas del edificio representan, en el extremo izquierdo, el 26 Erick Velásquez (2007) nota que, aunque este artilugio puede representar a diversas deidades e incluso humanos, en particular la que representa a Tlalok aparece en contextos asociados con parafernalia teotihuacana. 27 Además del conjunto de dinteles 24, 25 y 26, otros resultados de su obra constructiva son el Templo 44 con sus dinteles 44, 45 y 46; las estelas del Templo 4; 15, 16, 18, 19 y 20 y el Templo 33 (Tate, 1992; Martin y Grube, 2008: 123-126). 34 autosangrado ritual de la señora K'abal Xook (Dintel 24). En el centro, ella misma observa al humano personificado como Tlalok emerger de las fauces de una serpiente (Dintel 25). En el extremo derecho, está de pie entregando a su esposo Kokaaj Bahlam III un casco para la guerra (Dintel 26) (Schele y Miller, 1986; Tate, 1992; Mathews, 1997; Martin y Grube, 2008). Antes de Kokaaj Bahlam III, ningún programa iconográfico similar había sido intentado en Yaxchilán ni en ninguno de los sitios que hemos analizado. Esta innovación dejó una huella que su hijo intentó emular en un conjunto similar de dinteles (15, 16 y 17 del Templo 21). figura 19. Dintel 17 de Yaxchilán: La mujer porta tocado de 'signo del año' (Schele y Miller, 1986). The British Museum. 35 La llegada al poder de Yaxuun Bahlam IV, hijo de Kokaaj Bahlam III, ocurrió después de un interregno de 10 años que, por su duración, indica que hubo luchas internas por el poder debido a la dificultad de demostrar la legitimidad necesaria (Mathews, 1997: 175-177). La única referencia a un gobernante durante ese período proviene de Piedras Negras. Yopaat Bahlam aparece como 'señor sagrado' en el Panel 3, supervisando el aniversario de un k'atun del reinado del Gobernante 4 en 749 (Martin y Grube, 2008: 127). Curiosamente, no aparece referido en ningún monumento dentro del propio Yaxchilán. Esta ausencia, y el propio programa iconográfico de Yaxuun Bahlam IV, confirman el justificado empeño que puso en mostrarse luego como genuino heredero de su padre. Años después de su entronización, encargó varios monumentos, entre ellos la Estela 35 (fig. 2 y fig. 31)28, en la cual se narra un evento que habría ocurrido días antes de su entronización: la 'conjura del k'awiil', realizado por su madre, Ixik Uh Chanaal. Esta es también la principal acción del conjunto de dinteles 38, 39 (fig. 20) y 40. Esta narrativa, fruto de la innovación de Kokaaj Bahlam III y copiada por su hijo y su nieto en sus respectivos gobiernos, dan cuenta de que el sangramiento y la 28 El evento narrado en la Estela 35 (la 'conjura' de K'awiil), está repetido en los dinteles 13 y 39. En el 39 es el propio Yaxuun Bahlam IV el protagonista y en el 13 él mismo es acompañado por la señora Chak Joloom en una ceremonia de sangramiento y visión presumiblemente en honor del nacimiento de su hijo Chel Te' Chan K'ihnich. Figura 20. Dintel 39 de Yaxchilán. Tzak K’awiil, 'conjura' de K'awiil (A2-B2) por Yaxuun Bahlam. Dibujo de I. Graham (Graham, 1979) 36 'conjura' de K'awiil eran acciones rituales fundamentales que los gobernantes, y si juzgamos por las escenas de Yaxchilán, sus esposas, debían realizar como parte de los deberes de gobierno, y merecían ser documentadas. Este breve recorrido por la historia detrás de los monumentos y la observación de su contexto temático, nos indica que la utilización de elementos teotihuacanos no parece responder aquí a los mismos resortes que en Piedras Negras. Aunque en el caso de los dinteles 8 (fig. 16) y 41 (fig. 17) el uso del tocado de 'signo del año' concuerda con la descripción general de Stone (1989), el componente ritual de las otras escenas de Yaxchilán nos orienta en una dirección diferente.Sería pertinente la idea de Stuart de una asociación con el pasado y el origen, si consideramos que el humano que emerge de las fauces de la serpiente en el Dintel 25 es un ancestro. Los hechos descritos en las escenas no remiten a otros similares en el pasado o al menos no está indicado en el texto (como sí por ejemplo en el Panel 12 de Piedras Negras, ver nota 2), pero quizás son precisamente los elementos teotihuacanos los que indican esta alegoría. Por otra parte, Stone (1989) señala como detonante del uso de atavíos teotihuacanos, una situación coyuntural de crisis que habría obligado a los gobernantes a buscar fuera de su propio medio social una fuente de legitimidad. Ciertamente, si observamos el caso de Yaxchilán, tal parece haber sido la situación de Yaxuun Bahlam IV, quien buscó vincularse a su padre a través de continuas referencias y la copia de una narrativa que, entre otros intereses reconocibles, pretende resaltar la posición de su madre29. No es, sin embargo, el caso de su predecesor Kokaaj Bahlam III, quien no se encontraba en una posición desventajosa al acceder al poder. Por el contrario, fue él el probable impulsor de la soberanía de Yaxchilán y el responsable de su crecimiento en un largo reinado de 60 años. 29 La madre de Yaxuun Bahlam no aparece junto a Kokaaj Bahlam en ningún monumento encargado por él. Yaxuun Bahlam comisionó varios de carácter retrospectivo en los que su padre y su madre comparten protagonismo, como el dintel 53, en el que ella sostiene un bulto frente a Kokaaj Bahlam en danza ritual con el cetro K'awiil; el dintel 32, que contiene una escena similar, y la Estela 35 (Tuszynska, 2009: 6-7). 37 Entre otros autores, Michelet y Arnaud (2006: 82) insisten en que las alusiones teotihuacanas implican "una movilización ideológica de este origen (extranjero) para ayudar a superar situaciones de crisis". Como ejemplo señalan los casos de Jasaw Chan K'awiil (682-734 d.C.) en Tikal, quien logró sacudirse del yugo que Calakmul había impuesto sobre sus cuatro predecesores y el de K'ahk' Jopaj Chan K’awiil (738-749 d. C.) en Copán, sucesor del rey que había sido capturado y decapitado por Quiriguá. Como contraste con estas situaciones particulares, es importante considerar el caso de Piedras Negras, donde representarse como teotihuacano en las estelas conmemorativas de los cuartos de k'atun se convirtió en una práctica instaurada por K'ihnich Yo'nal Ak' (603-639 d. C.) y seguida por tres gobernantes entre el 627 y el 736 d.C. De ellos, fue el cuarto el que enfrentó una situación de crisis, pues no correspondía en la sucesión dinástica, lo cual implicó la movilización de recursos legitimadores que están mejor expresados probablemente en la Estela 40 (fig. 9), que lo muestra asperjando incienso sobre una cámara subterránea en la que aparece un personaje ataviado como teotihuacano, probablemente un antecesor. El texto parece indicar que se trata de su propia madre y que de ella reclamaba su derecho al gobierno (Martin y Grube, 2008: 148). Sin embargo, a pesar de su necesidad de legitimación, el Gobernante 4 estaba utilizando la forma particular de representarse establecida tres gobernantes antes que él. Su gobierno fue el comienzo de una nueva línea dinástica y su santuario (Estructura 0-13) se convirtió para sus sucesores en foco de conmemoración. Varios monumentos posteriores, como el Panel 3, encargado por el gobernante final de Piedras Negras, fueron erigidos a su memoria. Estos carecen, sin embargo, de alusiones teotihuacanas. Una tradición más duradera y menos coyuntural parece haber sido también el caso de Copán pues sus gobernantes del 12 al 16 se empeñaron en el culto al fundador dinástico K'ihnich Yax K'uk Mo' de manera sostenida, en las formas que Stuart (2000) señala que fueron más propicias para las alusiones históricas: 38 retratando al fundador del linaje como teotihuacano y vinculándolo así a un origen foráneo. Además del criterio temporal, que permite distinguir emprendimientos particulares de otros que tuvieron una continuidad de cuatro o cinco gobiernos, uno que es también pertinente al caso de Yaxchilán puede resultar ilustrativo. Este se refiere a los contextos históricos de los gobernantes que utilizaron elementos teotihuacanos Es posible distinguir por una parte los casos de disrupción en la línea dinástica en los que se desarrolla un programa del que puede deducirse la intención de acudir a fuentes de legitimidad para establecer su derecho al poder. Se trata de un problema interno y los ejemplos serían el Gobernante 4 de Piedras Negras, Yaxuun Bahlam IV de Yaxchilán y Janaab Pakal y Kan Bahlam, de Palenque. Por otra, se trata de casos en los que una ciudad alcanzó por diversas circunstancias (una victoria militar o la independencia respecto a un centro dominante) una posición favorable y desarrolló un programa acorde con el crecimiento de la ciudad. Este contexto atañe más a la posición y la relación de un centro con otros que a una problemática propia de la herencia dinástica en una ciudad determinada. Los ejemplos serían los gobiernos de Kokaaj Bahlam III de Yaxchilán, Jasaw Chan K'awiil de Tikal y K'ahk’ Uti' Hu’n Witz' K'awiil de Copán30. En el caso de Kokaaj Bahlam III, su gobierno fue el primero que disfrutó de la ausencia del poder hegemónico que había sometido a Yaxchilán hasta ese momento, probablemente Piedras Negras (Martin y Grube, 2008: 123). El gobierno de Jasaw Chan K'awiil constituyó un renacimiento después de un largo silencio marcado por la victoria de Caracol sobre Wak Chan K'awiil (537-562 d.C.). Jasaw Chan K'awiil no solo desarrolló un programa para asociarse 30 Podríamos añadir aquí al gobernante 3 de Dos Pilas, quien para el momento en que se representa como guerrero teotihuacano en la Estela 16 y la 2 de Aguateca como captor del rey de Ceibal, se encuentra en pleno apogeo de su actividad; la ciudad está expandiéndose y nuevos territorios están siendo conquistados (Sharer, 1998: 227). 39 directamente a los "extranjeros" del pasado "histórico"31 de Tikal sino que recuperó la tradición de construir templos dobles en las celebraciones de fin de k'atun (Sharer, 1998: 260). Su intención, expresada en su programa constructivo e iconográfico, fue devolver a Tikal su antigua gloria. Si consideramos estos casos veremos que, en sentido general, la utilización de parafernalia y en general las alusiones teotihuacanas sirven más al segundo caso que al primero, por lo cual sería más conveniente comprender el fenómeno, al menos en su sentido social, como forma de reafirmación de una condición alcanzada y no como una justificación orientada a legitimar una disrupción en el orden social y la transmisión del poder dinástico. Regresando al caso de Copán, este resulta significativo pues gracias a la excavación arqueológica hemos podido conocer mucho de su historia. Ella nos muestra que con K'ahk' Uti' Hu'n Witz' K'awiil (el décimo segundo gobernante) hay un cambio radical en la manera en que se alude al pasado pues hasta entonces, los descendientes de K'ihnich Yax K'uk' Mo' se habían representado a sí mismos sistemáticamente como hombres del Petén32. El gobierno de K'ahk' Uti' Hu'n Witz' K'awiil fue el primero en recuperar los elementos teotihuacanos en su imagen y sus emprendimientos arquitectónicos. Después de él y hasta el gobernante décimo sexto, la historia copaneca fue reinterpretada a través del prisma del teotihuacanismo. Como habíamos visto en el epígrafe anterior, la conexión con un origen en el pasado no solo ocurre a través de alusiones teotihuacanas, lo cual nos remite a un marco más amplio que el de las relaciones (existentes o no) con Teotihuacán. Este marco mayor se relaciona con las formas
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