En algunos niños y niñas la representación gráfica del dibujo sugiere la presencia del otro inscrito en escenarios de imaginación o fantásticos. Lo...
En algunos niños y niñas la representación gráfica del dibujo sugiere la presencia del otro inscrito en escenarios de imaginación o fantásticos. Los amigos imaginarios, las galaxias y los planetas perdidos en el universo entran a sustituir el significado referencial de aquellos que forman parte de entornos complejos como la familia, la escuela o la comunidad. En estos casos excepcionales el niño y la niña de 5 y 6 años todavía movilizan un pensamiento que pone a dialogar la realidad con la fantasía. La otredad es un campo abstracto y todavía no reconoce los límites entre lo concreto y lo simbólico. Esta es una forma de significación, en la que el dibujo adquiere una fisonomía, una ubicuidad y una forma que no puede ser censurada o reprochada. Es una manifestación expresiva que nace en la percepción interna del dibujante. La otredad imaginada, fantástica o idealizada es en la edad preescolar un factor identitario diferencial, porque conecta el mundo infantil con el de su creatividad, la subjetividad individual como un espacio de creación en el que indistintamente el yo se comparte con otros así, estos pertenezcan a espacios no tangibles.
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