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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA EL PAPEL DEL DOCENTE DE SECUNDARIA EN EL MANEJO DEL ACOSO ESCOLAR. T E S I N A QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: RODOLFO GARCÍA LÓPEZ DIRECTOR DE LA TESINA: MTRO. FERNANDO PASCUAL VÁZQUEZ PINEDA México, D. F., Enero 2012. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. II Para Eva, molde y causa. III Para Rodolfo. IV Dedico esta tesina a todas las personas que han sido de gran importancia en mi vida y en mi desarrollo profesional: En primer lugar, a mis amados padres y a mi hermana Ana Laura. A mi abuelito Zefe. A mis amigos, tesoros invaluables: Ing. Miguel Ángel Moreno Piña, Dr. Stephen John Howes y Antonio Salinas Hernández. Gracias por su presencia y apoyo constante e incondicional. A mis queridos maestros, que me formaron no sólo académicamente, sino que me enseñaron la importancia de ser psicólogo: Dra. Alicia Roca Cogordán, Mtra. Victoria González Ramírez, Dr. Rogelio Escobar Hernández y Mtra. Verónica Marín Fuentes. A la Mtra. Antynea Meza Muñoz, por su papel en mi historia y en mi formación. A mi hermano Edmundo. V Agradecimientos A la Facultad de Psicología de esta casa de estudios, por permitirme concluir esta etapa en mi vida profesional. Al Mtro. Fernando Vázquez Pineda, por su dirección y su valioso tiempo a lo largo de estos meses. A la Dra. Maritza García Montañez, por su amable disposición para enriquecer la construcción de este trabajo. Al Lic. Juan Manuel Gálvez Noguez quien estuvo pendiente de cada etapa en la elaboración de esta tesina. A mi comité de revisión, Dra. Ángeles Mata Mendoza, Dra. Mariana Gutiérrez Lara, Dr. Ariel Vite Sierra y Lic. Gabriel Hugo Vázquez Fernández. A Miguel y a Steve por su asesoría en la elaboración de algunas secciones de este trabajo. VI Índice RESUMEN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VIII ABSTRACT. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX INTRODUCCIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1. CAPÍTULO I. EL ACOSO ESCOLAR DENTRO DE LAS AULAS DE EDUCACIÓN SECUNDARIA: UN ABORDAJE CONDUCTUAL Y ECOLÓGICO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.1. Agresión y violencia. . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.2. El concepto de acoso escolar. . . . . . . . . . . . 8 1.3. Género y acoso escolar. . . . . . . . . . . . . . 12 1.4. Incidencia del acoso escolar. . . . . . . . . . . 14 1.5. La educación secundaria en México y el acoso Escolar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 1.6. Análisis conductual del acoso escolar. . . . . . . 21 1.7. Modelo ecológico del desarrollo humano. . . . . . 25 2. CAPÍTULO II. INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS RELACIONADAS CON LA PREVENCIÓN Y EL MANEJO DEL ACOSO ESCOLAR. . . . . . 27 2.1. Programa Olweus para la prevención del acoso escolar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 2.2. Características de los procesos de manejo del acoso escolar sugeridas por Ortega. . . . . . . . . . . 36 2.3. Paquete PEACE para la reducción del acoso escolar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 2.4. El cazador de agresores. .. . . . . . . . . . . . 43 PROPUESTA DEL TALLER “APRENDIENDO A MANEJAR EL ACOSO ESCOLAR. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Sesión 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Sesión 2. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Sesión 3. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 VII Cartas descriptivas. . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Alcances y limitaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Referencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 Anexo 1. Ejemplo de análisis funcional. . . . . . . . . . .69 Anexo 2. Ejemplo de registro de muestreo temporal. . . . . 70 VIII EL PAPEL DEL DOCENTE DE SECUNDARIA EN EL MANEJO DEL ACOSO ESCOLAR RESUMEN El acoso escolar es un fenómeno que consiste en el maltrato entre pares, con finalidades, como la obtención de reforzamiento secundario por parte de las víctimas. Este fenómeno se caracteriza por un desbalance de poder entre el agresor y su víctima. Las conductas relacionadas con el acoso escolar son aprendidas y están determinadas por sus consecuencias. El presente trabajo propone un taller para capacitar a profesores en el manejo conductual del acoso escolar dentro del salón de clases, debido al papel que desempeñan en la formación de los estudiantes. Este taller está basado en el análisis conductual aplicado y en el modelo ecológico de Urie Bronfenbrenner del desarrollo humano (1979). Este taller brindará herramientas a los profesores para poder registrar e intervenir de manera contingente a las conductas que desean modificarse; y a que puedan gestionar el modelo ecológico dentro de la comunidad que conforma el contexto de los estudiantes. Palabras clave: Acoso escolar, análisis conductual aplicado, modelo ecológico, profesores, taller, manejo conductual IX THE ROLE OF THE SECONDARY SCHOOL TEACHER IN THE MANAGEMENT OF BULLYING ABSTRACT Bullying is a phenomenon that consists of maltreatment among peers, for purposes such as obtaining secondary reinforcement by the victims. This phenomenon is characterized by an imbalance of power between the aggressor and the victim. The behaviors associated with bullying are learned and determined by their consequences. This paper proposes a workshop to train teachers in behavioral management of bullying in the classroom, given the role they play in educating students. This workshop is based on applied behavior analysis and Urie Bronfenbrenner’s ecological model of human development (1979). This workshop will provide tools for teachers to register and intervene in a contingent way on the behaviors that must be modified; they will also manage the ecological model within the community that forms the context of the students. Key words: Bullying, applied behavior analysis, ecological model, teachers, workshop, behavioral management 1 INTRODUCCIÓN En los escenarios escolares, a menudo encontramos situaciones como el maltrato de un estudiante hacia otro que no lo ha provocado, o que un alumno se dirige a sus compañeros por medio de apodos, o que roba su almuerzo. A esto se le ha denominado acoso escolar. El acoso escolar, es un problema frecuente que ha sido estudiado desde hace varias décadas. Sin embargo, últimamente este tema ha llamado la atención de los medios de comunicación masiva y por ende, ha comenzado a ser de dominio público. El propósito de las instituciones educativas, es proveer a los alumnos de herramientasacadémicas en campos de conocimiento generales y específicos, para contribuir con su formación. El acoso escolar es un fenómeno del comportamiento que dificulta este propósito, ya que desvía la atención de los estudiantes implicados, así como del personal encargado del proceso educativo, al intentar disminuir la frecuencia, la duración, o la intensidad de este problema. El acoso escolar es la victimización persistente de un estudiante por uno o más de sus pares, dentro de la cual, el acosado es expuesto a daño físico o verbal intencional por parte de sus agresores, sin que la víctima los haya agredido previamente. Los involucrados en este fenómeno pueden asumir el rol de agresores, víctimas, espectadores, o agresores y víctimas a la vez. El objetivo de esta tesina es hacer un análisis del acoso escolar y sus variables relacionadas, así como una recopilación de procedimientos empleados para su prevención y manejo. El presente documento intenta responder a la necesidad del docente de manejar de manera práctica las distintas formas que toma el este fenómeno en escenarios de 2 educación secundaria en México. Esta tarea se basa en el análisis de la interacción social entre los alumnos, subrayando el papel de los procesos de agresión y adolescencia. A partir de la revisión sobre acoso escolar, en esta tesina se presenta el diseño de un taller para capacitar a profesores de secundaria en la prevención y el manejo del acoso desde una perspectiva conductual. El acoso escolar es un fenómeno cuyo estudio representa un reto para los investigadores de muchas disciplinas. Sin embargo, los avances en este campo y el análisis de sus componentes, no sólo ayudarán a cumplir las metas educativas, sino que mejorarán la calidad de vida de los estudiantes. 3 CAPÍTULO I. EL ACOSO ESCOLAR DENTRO DE LAS AULAS DE EDUCACIÓN SECUNDARIA: UN ABORDAJE CONDUCTUAL Y ECOLÓGICO. El acoso escolar entre los alumnos de secundaria de nuestro país, ha llegado a considerarse como un elemento habitual en la forma de relacionarse de los estudiantes y en muchas ocasiones el personal educativo no presta una atención especial a este problema (Castillo & Pacheco, 2008). Es por esto que debemos concientizar a los profesores sobre la gravedad que implica este fenómeno y hacer una descripción de sus componentes. 1.1. Agresión y violencia Para comprender el concepto de acoso escolar y su manejo apropiado, también es importante comprender los conceptos de agresión y violencia, así como estudiar las conductas agresivas o violentas de aquellos que las ejercen. En esta tesina asumiremos que las conductas asociadas al acoso escolar son aprendidas, mantenidas por sus consecuencias y susceptibles de ser modificadas, es decir, nos referimos a conducta operante. La agresión podría ser definida como el dolor infringido por una persona sobre otra. Sin embargo, esta definición puede ser ambigua, ya que una persona puede causar dolor a otra sin que necesariamente sea una agresión, por ejemplo, un médico al aplicar una inyección a un paciente. Es por esto que puede ser complicado diferenciar entre un evento agresivo de uno aversivo (Patterson, 1982). Otro ejemplo, es la presentación de un estímulo aversivo para moldear la conducta de una persona en su beneficio. Dentro del ambiente familiar, podemos encasillar a las conductas agresivas cuando son aversivas y contingentes (e. g. cuando un niño comienza una 4 rabieta y en el acto, su mamá le da un golpe). Por otra parte, esta definición puede confundirse con el concepto de violencia, ya que las variaciones son muy sutiles. Para Garaigordobil y Oñederra (2010), la agresión es una conducta predeterminada por nuestra especie, así como en el resto del reino animal, que cumple funciones adaptativas, relacionándose con la autoprotección o con conductas de ataque o retirada. Generalmente la agresión está dirigida a causar una lesión física a otros sujetos. Knutson (1977, en Patterson, 1982) dividió la agresión en irritable e instrumental. La agresión instrumental está controlada por reforzamiento positivo (R+) o un reforzamiento secundario y no tiene un componente emocional, tal es el ejemplo de la agresión criminal. La agresión irritable es refleja, evocada por un antecedente aversivo y la cual funciona para provocar un reforzamiento negativo (R-), al retirar el estímulo o evento previo, por ejemplo, ante una amenaza o una provocación. Garaigordobil y Oñederra (2010), añaden un tipo de agresión, llamada agresión pro-activa, la cual está asociada a comportamientos de coerción o intimidación, en la cual se establece una relación de control sobre una persona para poder obtener, por ejemplo, beneficios materiales, o sexuales. Se considera un caso de coerción porque hay una advertencia verbal, en la cual el agresor establece que en caso de que la víctima no haga lo que él demanda, procederá a ejercer la agresión, sea cual sea ésta. Los métodos de intervención para controlar conductas agresivas en niños tradicionalmente son erráticos y vagamente sustentados, hasta que son definidos operacionalmente y manejados con base en dicha definición. De esta forma se 5 compararán las repuestas agresivas antes y después de haber realizado una intervención (Patterson, 1982). Patterson (1982), descartó que el tratamiento para conductas agresivas deba estar basado únicamente en el reporte verbal de los padres, o en una postura que limite la observación directa de quien las ejerce, ya que es importante un análisis funcional de la conducta problema. El análisis funcional está definido como el estudio de las relaciones entre estímulos antecedentes y consecuentes que mantienen una conducta específica. La conducta a analizar debe ser registrada en términos de topografía, duración, frecuencia o intensidad (Cooper, Heron & Heward, 2007). Bandura (1977, en Patterson, 1982) asume que cualquier conducta, incluyendo la agresiva, es modelada por las interacciones sociales de los individuos. En un salón de clases, o en algún núcleo donde interactúan niños que emiten conductas agresivas, podemos observar que presentan distintos niveles de agresión o que emiten otros tipos de respuestas agresivas. Pese a estar en el mismo contexto, cada uno de los niños ha tenido un método diferente de crianza en casa y, por lo tanto, ha aprendido a emitir un repertorio distinto de respuestas en circunstancias específicas. La observación del entorno familiar provee elementos fundamentales para la explicación de la adquisición y mantenimiento de las conductas agresivas en los niños, aunque hay situaciones en que puede ser insuficiente, ya que es posible omitir aspectos como las interacciones agresivas entre los miembros de la familia cuando se sienten observados (Paterson, 1982). Por otro lado, los niños tienden a repetir en muchas ocasiones conductas emitidas por sus padres. Cooper, et al. (2007), ejemplificaron un método de castigo que puede 6 traducirse en un modelamiento no deseado. Si un padre golpea a su hijo mientras le dice: “Esto te enseñará a no golpear a tus compañeros”, es más probable que el niño repita la conducta de golpear, y no la que el padre pretende modelar por medio del mando verbal. Es común ver que los golpes son utilizados entre los miembros de una familia, para que el que el agresor pueda obtener un reforzador, ya sea por el golpe mismo, cuando, por ejemplo, el R+ es una manifestación de dolor por parte de la víctima; o para que la víctima responda a un mando específico por medio de ese golpe. Los miembros de la familia no siempre tienen la paciencia o cuentan con la formación para aplicar otra consecuencia que no sea el castigo físico. Los niños agresivos que han sido sometidos a tratamientos paradetener los patrones de conducta agresiva, repiten el patrón de respuestas experimentado en el contexto familiar en otros ambientes donde interactúan con los individuos agredidos, un ejemplo evidente es la escuela (Patterson, 1982). Según Patterson (1982), los casos más severos de agresión entre infantes, derivan en la mayoría de los casos en conductas antisociales durante la edad adulta, por lo cual, es importante la intervención oportuna de un profesional para evitar que esto ocurra, interrumpiendo el ciclo de desarrollo del comportamiento antisocial y agresivo. Otro concepto que también debe ser comprendido antes de pasar a la definición del acoso escolar, es la violencia. La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la violencia como el uso de fuerza física o algún grado de poder, ya sea como una amenaza o en ejercicio, en contra de otra persona, de uno mismo, o de una comunidad o grupo, y que provoque o pueda provocar lesiones físicas, trastornos del desarrollo, 7 privaciones, daños psicológicos, o la muerte (Garaigordobil & Oñederra, 2010; Baños et al., 2011). La conducta violenta no tiene funciones de adaptación, sino que está controlada directamente por el reforzamiento que implica. Garaigordobil y Oñederra (2010), clasifican la violencia en dos tipos, en caliente y en frío. La violencia en caliente está asociada a un episodio de ira, pero no tiene ningún tipo de planificación. Cuando se presenta este tipo de violencia, el sujeto atacante puede percibir que fue víctima de corrupción, de un engaño, o daño por parte de otro y esto desencadena su respuesta. En este caso, las reacciones fisiológicas promueven la disminución de las inhibiciones, y los impulsos para responder de forma violenta se incrementan. A menudo, los graves resultados que puede provocar este tipo de violencia son lamentados por aquellos que la llevaron a cabo. La violencia en frío, de acuerdo con estos autores, es aquella que se presenta cuando el que la ejerce premedita la acción en contra de un sujeto o grupo de sujetos en específico. La historia de reforzamiento de las personas puede conducir a la violencia en frío cuando las condiciones son propicias, así que, en determinadas circunstancias, cualquier persona puede ejercer la violencia en contra de otros (Garaigordobil & Oñederra, 2010). Existen distintas respuestas agresivas y violentas que forman parte de lo que se conoce actualmente como acoso escolar. 8 1.2. El concepto de “acoso escolar” El acoso escolar es un concepto que se acuñó en psicología a partir de conceptos etológicos y culturales (Olweus, 2010, Garaigordobil & Oñederra, 2010; García- Montañez & Giangiacomo, 2010). Hay autores, que incluso describen al acoso escolar como una etapa natural del desarrollo dentro de la cual se establecen jerarquías, en este caso, dentro de un salón de clases (Bukowski & Sippola, 2001, en Nishina, 2004). El concepto de “acoso escolar” fue acuñado por Dan Olweus en 1974, y se refiere a la victimización constante de un estudiante por un par o grupo de pares, dentro de la cual el acosado es expuesto a daño físico o verbal intencional por parte de sus agresores. Este término se emplea en países hispanoparlantes, y es la traducción más comprensible del vocablo bullying (Sanmartín, 2006), aunque algunas veces ambas formas son utilizadas indistintamente. Por otra parte, García-Montañez (comunicación personal, agosto 17, 2011), señala que la traducción más apropiada para México, es maltrato o intimidación entre pares, ya que en este país, la palabra acoso tiene una connotación sexual, y si una parte del concepto hace uso de la palabra “escolar”, puede entenderse que se trata de un fenómeno exclusivo de las instituciones educativas. El término bullying anteriormente era conocido como mobbing, haciendo referencia al fenómeno etológico estudiado por Konrad Lorenz, en el cuál un grupo de animales pertenecientes a una especie atacaban a otro grupo de animales de otra especie. Sin embargo, el término fue modificado para que no se confundiera con otro tipo de violencia (Olweus, 2010; Garaigordobil & Oñederra, 2010). El término bullying, procede de la palabra inglesa bully, que 9 quiere decir matón o bravucón, a su vez es derivada de la palabra bull que significa toro, en inglés, y fue acuñada del holandés boel, debido a su similitud fonética. La palabra boel significa búfalo y es homófona del vocablo vöel, el cual se define como amante o hermano, y también “lo que yo te hago sentir” (García-Montañez & Giangiacomo, 2010; García- Montañez, comunicación personal, agosto 17, 2011). El acoso escolar se da generalmente sin que la víctima haya agredido previamente a su o sus atacantes y es persistente a través del tiempo (Del Rey & Ortega, 2008; Olweus, 1993; Rodríguez, 2009). Las agresiones físicas pueden desembocar en lesiones que requieren atención médica o quirúrgica (Baeza, Vidrio, Martínez & Godoy, 2010). Ortega (1994, en Garaigordobil & Oñederra, 2010), delimita el concepto de acoso escolar, como “una situación social en que uno o varios escolares toman como objeto de su actuación injustamente agresiva a otro compañero y lo someten, por tiempo prolongado a agresiones físicas, burlas, hostigamiento, amenaza, aislamiento social o exclusión social, aprovechándose de su inseguridad, miedo, o dificultades personales para pedir ayuda o defenderse” (p. 134). En esta definición, no es claro el criterio que deriva en la calificación de agresión injusta y tampoco podemos delimitar a qué se refiere con “un tiempo prolongado”, ya que puede tratarse de un período específico dentro del ciclo escolar, o de un intervalo de tiempo en una jornada. En la dinámica del acoso escolar, existen cuatro tipos de participantes: el agresor, que es el sujeto que emite la respuesta violenta; la víctima, que es el receptor de la conducta violenta; y el espectador, o testigo, que es el sujeto pasivo que únicamente observa; por otra parte, hay sujetos que en situaciones determinadas asumen el rol de 10 agresor y en otras situaciones, el rol de víctima. (Garaigordobil & Oñederra, 2010). Según Olweus (1993; 2010) y Sanmartín (2006), para que la violencia entre alumnos sea considerada como acoso escolar, debe existir un desequilibro de poder real o imaginario entre la víctima y el agresor. Según el Cuestionario Olweus para Agresores y Víctimas (1983, en Olweus, 1993) existen características particulares en los agresores y en las víctimas de acoso escolar. Los estudiantes agredidos difícilmente interactúan con las personas, a menos que sea necesario, cuentan un autoconcepto devaluado, presentan cuadros de ansiedad, tendencias depresivas y por lo general poseen menor fuerza física que sus compañeros. En cambio, para los agresores, el hecho de someter a sus pares representa una recompensa, no son empáticos con sus víctimas, son agresivos incluso con sus profesores y con otros adultos, algunas veces consumen drogas, presentan conductas relacionadas a vandalismo; y poseen más fuerza física que sus compañeros. El hecho de saber si una persona se siente intimidada o atemorizada, es difícilmente cuantificable, es por esto que, las víctimas deben hacer un reporte verbal para poder determinar que efectivamente está siendo agredida (Sanmartín, 2006). De manera reciente, Pepler, Craig, Yuile y Connoly (2004), establecieron que la relación desequilibrada de poder entre los alumnos que ejercen el acoso escolar y sus víctimas, pueden ser diferencias en el tamaño corporal, en fuerza, edad o estado socioeconómico, o incluso en que el agresor se encuentre familiarizado con las vulnerabilidades de su víctima. El acoso escolar, al ser un problema que afecta las relaciones con los sujetos de unmismo contexto, 11 se convierte en un riesgo a futuro de quien lo ejerce y de quien es víctima. El rango de conductas tan amplio que abarca el acoso escolar (e.g. golpes, agresiones verbales, robo del almuerzo, etc.), el desbalance de poder entre el acosador y su víctima, y las circunstancias en que se da, entre otras características, hacen que este fenómeno sea difícil de reconocer y medir; ya que para disminuir la frecuencia del acoso escolar, se necesita una definición operacional y una identificación de sus componentes para que pueda ser controlada por el personal educativo. También hay casos en los cuales se asume al acoso escolar como un conjunto de comportamientos aceptables y que forman parte del desarrollo de los estudiantes (Ross & Horner, 2009; Slee, 2010). Bukowski y Sippola (2001, en Nishina, 2004), establecen desde una perspectiva biológico-social, que la exclusión y victimización de algunos estudiantes, puede deberse a que no contribuyen o dificultan la cohesión, la homogeneidad o la evolución del grupo, entendiendo a la evolución, como la capacidad de adaptarse a las necesidades del ambiente. Sin embargo, esta perspectiva encasillaría a los estudiantes en, aquellos que facilitan o impiden los objetivos del grupo, y, por otro lado, asumiría que los estudiantes agresivos estarían actuando en pro de las necesidades de su grupo (Nishina, 2004). Desde esta perspectiva, Bukowski y Sippola (2001, en Nishina, 2004) sugieren que la victimización de pares en el contexto escolar puede cubrir la necesidad de establecer una jerarquía y mantener un orden interno, en el cual sólo tengan autoridad aquellos que, en sus términos, contribuyen con la evolución del grupo, y por otro lado que existan características que distingan al grupo de otro externo. En 12 este sentido, las autoridades escolares pueden diseñar estrategias de intervención para manejar el acoso escolar entre los miembros de un grupo, y también el acoso que puede ser manifestado entre grupos. En la dinámica de acoso escolar sugerida por Bukowski y Sippola (2001, en Nishina, 2004), la dificultad de una intervención conductual radica en la jerarquía de poder establecida, ya que si la conducta del agresor principal es controlada, otro de los alumnos puede asumir su rol. 1.3. Género y acoso escolar En términos de género, según estudios recientes (Pepler et al., 2004), el fenómeno de acoso escolar no ha proliferado en la misma magnitud entre varones y mujeres. La presencia de acoso escolar entre mujeres es mucho menor que entre hombres. Según la literatura de investigación en Estados Unidos, la participación en conducta criminal o antisocial es menos frecuente en mujeres (Pepler et al., 2004; Olweus, 1993). Es por esto que la mayor parte de las investigaciones sobre acoso escolar se ha centrado en niños u hombres adolescentes, que en niñas o mujeres adolescentes; no por esto es menos importante la investigación centrada en una población femenina. El acoso escolar ejercido por mujeres, suele ser distinto a aquel practicado por varones. Usualmente las niñas o adolescentes hacen uso de la agresión social, como la exclusión (Pepler et al., 2004; Olweus, 1993). En diversas ocasiones, el acoso escolar en personas de distinto género, puede ser una forma de llamar la atención del otro sujeto, empleándose como una especie de cortejo. Esta situación se da cuando quien ejerce el acoso, ha obtenido el reforzamiento previamente con esta estrategia, y 13 no con otras que no involucren agresión. Tal es el ejemplo de iniciar una conversación. El hecho de utilizar métodos aversivos como forma de cortejo puede poner en riesgo la calidad de las relaciones interpersonales posteriores, de quien emite este tipo de conductas, incluso en la etapa adulta. Otra causa encontrada por Pepler, et al. (2004), para la aparición del acoso escolar, es el cambio de un nivel académico a otro. Esto puede explicarse no sólo como un medio para establecer una posición de poder dentro del nuevo entorno, sino solamente para poder consolidar un sentido de pertenencia y aceptación dentro del grupo. Los niños que ejercen acoso escolar y a la vez son víctimas de él, tienen un riesgo mayor de fracasar en las relaciones con sus pares durante todas sus etapas de desarrollo, debido a su dificultad sistemática para interactuar con ellos. Según los autores, las consecuencias a largo plazo en las personas que presentan conductas relacionadas al acoso escolar pueden afectar en la crianza de los hijos, al momento de entrenarlos para desarrollarse socialmente. Otras probables consecuencias visibles de ser víctima o al ejercer el acoso escolar, son la disminución en el rendimiento escolar y la presentación de alteraciones de sueño. Existen roles que asumen los alumnos ante la presencia de acoso en su entorno escolar (Olweus, 2006). El acosador evidentemente tiene un papel activo en esta situación. Puede tener seguidores, que actúan por imitación y se convierten en agresores, sin que hayan comenzado el conflicto. Hay otros alumnos que apoyan verbalmente el hecho de ver a los agresores actuando. Otros gustan del acoso pero no lo 14 expresan, son elementos pasivos. Hay compañeros que se muestran indiferentes ante la situación. Por otra parte, hay alumnos que no gustan de este tipo de prácticas, pero no forman parte activa para intervenir en contra de ellas; y finalmente hay otros estudiantes que asumen el papel de defensores, o al menos lo intentan. Los roles pueden ser relativamente estables a lo largo del tiempo, o modificarse (Olweus, 2006). 1.4. Incidencia del acoso escolar. Hasta hace poco tiempo, la investigación sobre acoso escolar en México era prácticamente nula, los datos que podían darnos una referencia al respecto de este fenómeno, sólo se encontraban en estudios extranjeros (García-Montañez, comunicación personal, agosto 17, 2011). García-Montañez y Giangiacomo, (2010), realizaron una investigación en el Distrito Federal para determinar la incidencia del acoso escolar. Diseñaron el cuestionario de las relaciones de maltrato e intimidación entre compañeros (CURMIC). Este cuestionario fue aplicado a una población de 1,500 participantes de 4°, 5° y 6° año de primaria, y 1,430 alumnos de secundaria y de preparatoria de escuelas públicas y privadas. Los resultados de este cuestionario, arrojaron que el fenómeno de acoso escolar se presenta sin diferencia entre grado, turno o género, que se presenta más frecuentemente en el salón de clase o en el patio de recreo, que ocurre menos frecuentemente a la hora de la entrada salida, o en los sanitarios. Los resultados de este estudio también arrojaron que el mayor número de casos de acoso escolar se trata de maltrato físico, aislamiento e insultos, en menor medida el robo, el acoso por medio de internet o maltrato sexual, y en una 15 frecuencia más baja, la amenaza con armas. El 40 % de las víctimas, reportó que se defienden al ser agredidos y el 20 % no. Cuando son agredidos, a la persona que le informan con mayor frecuencia es a la madre, después a los amigos y por último al personal escolar y al padre. En este estudio, también se estableció que el 63% de los participantes fungen como agresores, víctimas y testigos. Greif (2009), condujo un estudio en tres países, dentro del cual se reportan datos sobre acoso escolar en 9722 alumnos de educación media en California, Estados Unidos, Israel y Guatemala. En este estudio, se hizo una comparación del tipo de acoso al que están expuestos los estudiantes según su contexto. Por ejemplo, en Estados Unidos e Israel se tomaron en cuenta aspectos raciales, ya que en la muestra estadounidense hubo alumnos latinos y blancos, y en la muestra israelí,estudiantes judíos y árabes. Por otra parte, en Guatemala se evaluaron estudiantes de instituciones públicas y privadas. Se aplicó un cuestionario a la población estudiada y posteriormente se analizaron los resultados. Como se muestra en la Tabla 1, la población con mayores recursos, donde se incluyen los alumnos blancos de California, alumnos judíos de Israel y alumnos guatemaltecos de escuelas privadas; reportaron ser víctima de acoso verbal y daño físico de baja severidad. Por otro lado, la población con menos recursos, como es el caso de los latinos, árabes y los estudiantes guatemaltecos de escuelas públicas reportaron ser víctimas de acoso verbal y maltrato físico más severo, incluso acoso relacionado con armas. Greif (2009), documentó que los estudiantes varones de Israel y California reportaron tasas más altas de acoso que las mujeres. En cambio, las estudiantes de Guatemala 16 reportaron una mayor incidencia de acoso escolar que los hombres. Según Greif (2009), el acoso escolar dirigido a las mujeres es más frecuente en localidades donde la violencia de género ocurre regularmente, sin importar la edad. Tabla 1. Prevalencia de experiencias de victimización por subgrupo y genero en California, Guatemala e Israel (Greif, 2009). Por otra parte, Del Rey y Ortega (2008) y Romera, Del Rey y Ortega (2011), argumentan que los estudios relacionados al acoso escolar se han centrado principalmente en países desarrollados. Es por esto que estudiaron su incidencia en Nicaragua. Del Rey y Ortega (2008) evaluaron a 2813 estudiantes de educación secundaria, de los cuales el 55% eran mujeres y el California Guatemala Israel Subgrupo Género Subgrupo Género Subgrupo Género Tipo de acoso Blanco (%) Latino/a Hombre Mujer Privada Pública Hombre Mujer Judío Árabe Hombre Mujer 1. Haber sido golpeado o pateado 20 13.3 30.3 7.8 26 15.7 22.4 18.8 36.4 30.3 46.7 17.7 2. Haber sido cortado con un cuchillo 1.9 2.8 4.6 0.8 2.7 2.8 3.5 1.7 2.7 6.3 6.8 1.6 3. Haber sido golpeado con una piedra u otro objeto 11.8 12 18.3 7.6 16 12.5 14.6 13.8 18.6 19 26.8 9.2 4. Daño o destrucción de pertenencias 20.6 16.1 24.4 14.5 36.1 19.9 28.7 27.1 18.5 16.5 21.5 12.8 5. Robo de pertenencias 36.3 37.5 40.8 34.2 62.6 56.5 59.1 60.2 40.1 29.7 37.1 32.8 6. Haber sido insultado 66.9 55.9 70.7 55.7 51.1 35.6 40.9 47 80.4 53.9 76.1 57.7 7. Haber sido amenazado con un arma de fuego 1.1 2.2 2.6 0.9 0 1.9 0.8 1.1 1.1 3.1 3.1 0.9 8. Haber sido humillado o haber recibido burlas 67.1 46 60.7 54.6 45.7 25 35 35.9 68.3 43.9 61.1 51.4 9. Haber sido amenazado con una navaja 1.9 2.7 4 1.1 2.3 2.3 2 2.8 3.7 8.7 9.7 1.8 N= 9722 17 45% hombres. Se aplicó un cuestionario realizado por Ortega y del Rey (2003, en Del Rey & Ortega, 2008). Los resultados arrojaron que el 35% de la población formaba parte activa en el acoso escolar. 12.4% era víctimas, 10.9% agresores, y 11.7%, agresores y víctimas a la vez. De estos resultados, el 56.9% de las víctimas eran mujeres y el 43.1% restante eran hombres. En la Tabla 2 se muestran los resultados del tipo de acoso escolar al que estuvo expuesta la población evaluada. Porcentajes Tipo de acoso Espectador Víctima Agresor Agresor victimizado Físico esporádico 18.3 30 27.5 20.1 Físico persistente 0 0 30.1 47.3 Psicológico esporádico 11.9 12.9 29.4 22.9 Psicológico persistente 1.8 3.7 12.1 25.6 Social esporádico 15.1 20.6 24.8 20.4 Social persistente 0 0 14.7 32.3 Sexual esporádico 2.7 2.3 2 4 Sexual persitente 2.6 3.1 4.9 5.5 Uso de armas esporádico 2.2 3.7 7.8 7.9 Uso de armas persistente 0.5 2.3 3.6 10.4 Tabla 2. Formas de implicación en el acoso escolar (Del Rey & Ortega, 2008). Una de las conclusiones más importantes de este estudio, según sus autoras, es la cantidad de estudiantes que están involucrados tanto en el rol de víctima, como en el de acosador, ya que la incidencia de este rol en Nicaragua es más elevada que en países europeos y la intervención en estos casos es más complicada (Olweus, 2001, en Del Rey & Ortega, 2008). 18 1.5. La educación secundaria en México y el acoso escolar La educación secundaria es la segunda etapa (3 años) del nivel básico de enseñanza en nuestro país (9 años). En este nivel educativo, asisten estudiantes con un rango de edad entre 12 y 15 años (Sandoval, 2008). Los alumnos de nuevo ingreso a la secundaria, experimentan cambios sustanciales en su contexto, ya que por ejemplo, les son asignados diferentes profesores según las asignaturas, mientras que en la primaria eran evaluados principalmente por un sólo profesor, los métodos de evaluación varían entre docentes, etcétera. Por otra parte estos cambios pueden ser más representativos, ya que coinciden con el término de la niñez de los estudiantes, el intento por consolidar su identidad y su necesidad de pertenecer a un grupo (Sandoval, 2008). La Secretaría de Educación Pública (SEP), ha dotado a este nivel educativo de reglamentos específicos que norman la disciplina de los alumnos dentro de las instituciones educativas. Estas normas, deben ser dirigidas por los profesores y los prefectos (Sandoval, 2008). Sin embargo los comportamientos relacionados con el acoso escolar dificultan que estos códigos puedan efectuarse y, por lo tanto, que el objetivo de la institución que es proveer a los estudiantes de herramientas académicas no se lleve a cabo (Garaigordobil & Oñederra, 2010). Por otra parte, la SEP también ha provisto a los profesores de recursos escritos para que puedan tener nociones sobre la violencia y el acoso escolar, planteando estrategias para poder afrontarlo. Tal es el caso del Curso básico de formación continua para maestros en servicio 2011, impartido a nivel nacional (Baños et al., 2011.). 19 En este curso se aborda la definición de violencia de la OMS y la definición de acoso escolar de Dan Olweus. La violencia, de acuerdo con los autores de este curso, tiene un componente individual, uno doméstico y uno social. A nivel individual, los factores que determinan la violencia, pueden ser la edad, el sexo, la exposición temprana a la violencia, el nivel socioeconómico y académico, el consumo de alcohol o drogas. A nivel doméstico, se encuentra el tamaño y la densidad del hogar, la estructura y normas del hogar y las historias de violencia familiar. A nivel social comunitario, puede influir la existencia de puntos de venta de armas y drogas, violencia en los medios de comunicación, el manejo de la violencia en el contexto educativo, la criminalidad del vecindario, la inseguridad ciudadana, las historias de violencia social, la desigualdad social, la debilidad de las instituciones de justicia y los cuerpos de seguridad, la aplicación no sistemática de las leyes, corrupción, impunidad, desempleo y exclusión, falta de oportunidades educativas y laborales, y la falta de espacios recreativos en la comunidad. Para poder intervenir ante conducta violenta, los autores proponen la aplicación de cuestionarios, cuyos resultados deben ser discutidos entre profesores, alumnos y padres de familia para poder intervenir. En términos de acoso escolar, Baños et al. (2011) hacen una propuesta para poder realizar una intervención cualitativa. En esta propuesta, que se muestra en la Tabla 3, se debe hacer una descripción del problema, y de los estudiantes que participan en eventos relacionados con acoso escolar, tanto agresores, como agredidos y espectadores. Igualmente se detallarán sugerencias de intervención que 20 involucren a padres, maestros, las autoridadesno docentes de la escuela, e incluso otras instituciones. Escuela (s): Nivel (es): Descripción del problema: Actores y su descripción Agresores Agredidos Espectadores Propuesta de acciones Maestros Padres de familia Escuela 1. 2. Otras instituciones Tabla 3. “Propuesta de acciones para generar una comunidad segura” (Baños et al., 2011). La propuesta de Baños et al. (2011), consiste en que las intervenciones deben discutirse entre las autoridades educativas y los padres de familia por medio de cuatro ejes, el primero orientado a los valores y actitudes que orientan la convivencia entre el alumnado, las formas de organización y acciones en la institución para la toma de decisiones, de realización de acuerdos, negociación y resolución de conflictos, las formas de participación de padres, alumnos, maestros y la comunidad; así como el manejo de la autoridad y el ejercicio del poder. Las herramientas vistas en este curso, al igual que otros métodos de intervención (cf. Olweus, 2010), incluyen a personas de los diferentes contextos relacionados con los alumnos. Sin embargo, la descripción de este modelo de intervención carece de datos en concreto que puedan 21 garantizar su efectividad. La utilidad de esta propuesta radica en que, aunque sus características son cualitativas, se pueden emplear métodos basados en evidencia. 1.6. Análisis conductual del acoso escolar Para explicar los componentes del acoso escolar y poder realizar un manejo apropiado, es útil abordar una perspectiva teórica que haya demostrado resultados efectivos en su aplicación. El análisis conductual aplicado es una aproximación teórica que se encarga de predecir, describir y manejar la conducta de los sujetos en su contexto. Está fundamentado en la investigación básica, el empirismo, y los resultados de su estudio son replicables (Copper et al., 2007). En esta sección abordaremos los conceptos de evaluación e intervención conductual, análisis funcional del comportamiento, generalización, extinción de la conducta, y moldeamiento. Un conjunto de respuestas que emite un sujeto en una situación específica, está determinado por las consecuencias que recibió en emisiones previas y en situaciones similares (Cooper et al., 2007; Keller & Schoenfeld, 1950). Por lo tanto, las respuestas que en conjunto podemos conceptualizar como acoso escolar, están determinadas por el efecto que ocasionaron anteriormente. Por ejemplo, que otra persona haya volteado a ver al agresor, que demuestre una expresión de sorpresa, o incluso si provoca la llamada de atención de un profesor. En otro caso, si la conducta obtuvo una consecuencia negativa, o no obtuvo la consecuencia esperada, por ejemplo, si recibe abucheos por parte de sus compañeros, o una respuesta defensiva por parte de su víctima, la probabilidad de que dicha conducta aparezca en el futuro, 22 disminuye. A la desaparición de una conducta derivada de la ausencia de consecuencias o la presentación de castigos, se le denomina extinción (Cooper, et al, 2006; Keller & Schoenfeld, 1950). Tal como estableció Bandura (1977, en Patterson, 1982), las interacciones sociales son un componente importante en la conducta de los sujetos. Como mencionamos en un ejemplo anterior, si hay interacciones violentas en el entorno doméstico, algunos elementos del hogar pueden ser similares en un contexto escolar. Es así, que se establece una generalización de estímulos, la cual señala la probabilidad de que se desencadene una respuesta agresiva en ese otro contexto. Definimos a la generalización de estímulos, como la situación en que un organismo está condicionado a responder a un estímulo y responde de forma parecida a otros semejantes. La generalización de estímulos ocurre usualmente cuando éstos cuentan con propiedades similares; por ejemplo, escalas de tonos, colores, ruidos, el brillo de un estímulo luminoso o su temperatura (Keller & Schoenfeld, 1950). En este caso, más allá de enfocarnos en elementos muy pequeños, como variaciones en el color de las paredes, podemos enfocarnos en la generalización de las características de las víctimas, para que señalen la ocasión de ataque por parte del victimario. Por ejemplo, si un agresor siempre consigue consecuencias positivas de un compañero con sobrepeso, como la obtención de su almuerzo por medio de amenazas, es más probable que sus víctimas futuras tengan sobrepeso. Un concepto importante en el tratamiento del acoso escolar, es el moldeamiento. El moldeamiento está definido como el proceso de reforzamiento diferencial y sistemático que da como resultado, la emisión de respuestas específicas 23 por medio de aproximaciones sucesivas (Cooper et al., 2007). Por ejemplo, cuando un niño aprende a escribir, comenzará a reforzarse un conjunto de respuestas, tales como la manipulación de un lápiz, y posteriormente se irán reforzando respuestas más específicas, en principio tal vez un garabato, hasta que el niño escriba de manera efectiva y comprensible, letras y palabras. En el acoso escolar, un ejemplo de moldeamiento, sería el reforzamiento de conductas incompatibles con las respuestas agresivas más comunes presentadas por un estudiante, mientras se van extinguiendo las respuestas agresivas. Por otra parte, el desarrollo del acoso escolar también puede describirse como un moldeamiento, en el cual el agresor podrá comportarse de una forma tal que obtenga el reforzamiento deseado por medio de su conducta violenta, después de cierto número de ensayos. Para poder intervenir de manera efectiva ante el acoso escolar, es importante hacer un registro detallado de las conductas que deben modificarse (Cooper et al., 2007). El registro puede hacerse por observación directa, entrevistas, por medio de una registro anecdótico, etcétera. La conducta a modificarse se denomina “conducta blanco”, esta deberá ser definida operacionalmente, para facilitar su identificación y manejo Una definición operacional, es la descripción de un concepto en términos que puedan ser medibles y manipulables (Cozby, 2004). En el registro anecdótico, por ejemplo, se debe enlistar de manera continua la aparición de conductas con sus estímulos antecedentes y sus estímulos consecuentes. De esta forma se puede determinar qué cambios podrán hacerse en los estímulos para modificar las respuestas agresivas (Cooper et al, 2007). El análisis funcional del comportamiento, es la evaluación de los eventos antecedentes y consecuentes que 24 permite la adquisición y el mantenimiento de una conducta. De igual manera, este análisis puede determinar los elementos a modificarse en caso de que se esté estudiando una conducta problemática. En el análisis funcional se estudian tres elementos, el estímulo discriminativo, que es aquel que señala la ocasión para que ocurra una respuesta; la respuesta misma; y el reforzador que obtiene después de la emisión de la respuesta (Cooper et al., 2007). Retomando el ejemplo del robo del refrigerio, el estímulo discriminativo puede ser un estudiante con su almuerzo en las manos; la respuesta del agresor, será decirle a su compañero que si no le da su almuerzo le dará un puñetazo; el reforzador será la entrega del almuerzo, y, por lo tanto, aumentará la probabilidad de que en el futuro incurra en amenazas con sus compañeros para que pueda lograr sus objetivos. No podemos dejar de lado el comportamiento del sujeto agredido. En el ejemplo anterior, el agresor actúa por reforzamiento positivo, y la víctima lo hace por reforzamiento negativo. El reforzamiento negativo es la evitación o el escape de una estimulación aversiva por medio de la emisión de ciertas respuestas. (Cooper et al, 2007). De esta forma, el análisis funcionalde la conducta de la víctima sería, que el estímulo discriminativo, es el agresor amenazándolo con darle un puñetazo, la respuesta es entregarle su almuerzo y el reforzador negativo, puede ser la evitación del puñetazo, o el escape de la situación amenazante, lo cual aumentará la probabilidad de que en el futuro para evitar ser golpeado se desprenderá de sus pertenencias. En el anexo 1, se muestra una lista para la elaboración del análisis funcional. 25 Por ejemplo, en el estudio conducido por Ross y Horner (2009) en una escuela primaria, los alumnos fueron entrenados para eliminar cualquier consecuencia que pudiera promover el hecho de ser agredidos. Cuando un niño era víctima o presenciaba que uno de sus compañeros estaba siendo victimizado, debía decirle la palabra “detente” al agresor, haciendo un gesto con la mano levantada, y retirarse de la escena, o llevándose a su compañero agredido. En caso de que la agresión continuara, debía informarse a un adulto a cargo. Igualmente se entrenó a los alumnos para que, en el momento de que les dijeran la palabra “detente”, respiraran profundamente, dejaran de hacer lo que hacían en contra de sus compañeros y continuaran con su día. De esta manera, al cambiar las consecuencias reforzantes a los alumnos que cometían las agresiones, disminuyó la aparición de conductas agresivas. 1.7. Modelo ecológico del desarrollo humano. Otra perspectiva que puede ayudar en el manejo y comprensión del acoso escolar y está relacionada en varios aspectos con el análisis conductual, es el modelo ecológico de Bronfenbrenner (Torrico, Santín, Andrés, Menéndez & López, 2002). Este modelo parte del supuesto de que la conducta de las personas está influida principalmente por su entorno natural y la interacción con otros entornos que no se relacionan de manera tan cercana. El modelo ecológico comienza con los microsistemas a estos microsistemas, los rodea un mesosistema que a su vez está rodeado por un exosistema y finalmente ese último está rodeado por un macrosistema. Los microsistemas son por ejemplo, las personas y los lugares con los que el sujeto interactúa de manera más 26 cercana y frecuente, como su familia, escuela y amigos. El mesosistema consiste en las interrelaciones que hay entre los microsistemas. En el caso del acoso escolar, por ejemplo, la comunicación que hay entre los padres de familia y el personal escolar al respecto del tema es una de sus características. El exosistema, es el conjunto de fenómenos que ocurren dentro de los contextos en los que se desenvuelve el sujeto y los afectan, aunque el mismo sujeto no forme parte activa, por ejemplo, la relación entre sus padres, o la situación financiera de su escuela. Finalmente el macrosistema incluye las características sociales y culturales de la sociedad en que se encuentra el sujeto, por ejemplo, la perspectiva que tiene esa sociedad al respecto del acoso escolar, la situación política, económica y cultural del país, etcétera. Al conocer estos sistemas podremos tener una noción más certera sobre las características que influyen en el comportamiento de los alumnos al respecto del acoso escolar, y qué factores debemos tomar en cuenta para poder intervenir. Las intervenciones conductuales para el manejo del acoso escolar requieren de la colaboración de los padres, los alumnos y los profesores (Olweus & Limber, 2010). En ocasiones, los padres no muestran interés en estos comportamientos, por lo cual es necesario proveer de herramientas, al menos a los profesores, para que puedan intervenir en caso de que haya acoso escolar dentro de las aulas o en el resto del entorno educativo. En el próximo capítulo, se abordarán algunos procedimientos para el manejo del acoso escolar. 27 CAPÍTULO II. INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS RELACIONADAS CON LA PREVENCIÓN Y EL MANEJO DEL ACOSO ESCOLAR. El acoso escolar es un fenómeno, cuyo estudio ha sido prioritario en diversos países debido a su incidencia y se han desarrollado distintos programas y propuestas para poder manejarlo. Sin embargo, la mayoría de ellos, independientemente de sus resultados, no han sido sometidos a una evaluación sistemática. Por lo tanto es difícil saber con certeza cuáles de ellos funcionan y cuáles no (Olweus & Limber, 2010; Serrano, 2006; Nishina, 2004). Para Elliot (1999, en Olweus & Limber, 2010) los criterios que debe seguir un programa efectivo para el manejo del acoso escolar, son los siguientes: Que el programa haya producido efectos significativos en la población a quien fue dirigida; que los efectos hayan durado por lo menos un año; y que los resultados hayan producido efectos positivos en al menos un escenario distinto al original. Por otro lado, para Garaigordobil y Oñederra (2010), las intervenciones para el manejo del acoso escolar, deben ser claras, inmediatas y con resultados que puedan mantenerse a largo plazo. La eficacia de las intervenciones será proporcional a las definiciones operacionales delimitadas en cada situación de acoso, la cual puede ser muy diferente, dependiendo del caso abordado, así como de su contexto. De igual forma, Robles-Piña, Norman y Campbell-Bishop. (2010), señalan que un programa efectivo en el manejo del acoso escolar debe seguir un modelo ecológico, donde estén involucrados todos los protagonistas del contexto de los estudiantes. También deben ser longitudinales, dirigidos a población de una edad específica, y adaptados al contexto 28 sociocultural de los estudiantes. Estos procedimientos deben tener un espacio destinado a la instrucción de habilidades sociales, también deberá haber una reestructuración en la política escolar que ponga énfasis en la prevención y el manejo del acoso escolar. El personal educativo y los adultos involucrados en el programa a instrumentar deben estar debidamente capacitados para intervenir, ya que de esto dependen los resultados del procedimiento. La última característica que deben poseer estos programas, es que deben estar basados en evidencias, deben ser lo más precisos posibles y deberán mejorar su estructura con el paso del tiempo y el avance en la investigación sobre el tema (Robles-Piña et al., 2010). En este capítulo abordaremos cuatro programas que han sido utilizados para el manejo del acoso escolar. 2.1. Programa Olweus para la prevención del acoso escolar. El programa que ha obtenido mejores resultados en el manejo y prevención del acoso escolar, es el Programa Olweus para la Prevención del Acoso Escolar (OBPP, por sus siglas en inglés), instrumentado por Dan Olweus (Osher & Dwyer, 2006, en Ross & Horner, 2009; Del Rey & Ortega, 2008). El OBPP, surgió a partir de una campaña del Ministerio de Educación de Noruega, debido a que tres víctimas adolescentes de acoso escolar se quitaron la vida (Olweus & Limber, 2010). Los objetivos principales del OBPP, se centran en la reducción de los problemas existentes relacionados con el acoso escolar, la prevención el surgimiento de este fenómeno y el fomento de relaciones cordiales entre compañeros de clase, por medio de una reestructuración del ambiente social de los estudiantes en su entorno educativo. Esta 29 reestructuración se hace por medio de la reducción o desaparición de las consecuencias reforzantes que obtienen quienes ejercen el acoso después de agredir a sus víctimas. Por otro lado, se promueven las conductas de cordialidad y apoyo entre estudiantes por medio de reforzamiento positivo, y se sensibiliza a los adultos relacionados en el proceso educativo sobre este fenómeno (Olweus & Limber, 2010). El OBPP se basa en principios específicos, como las muestras de interés en la vida de los estudiantes por parte de sus padres y maestros, el establecimiento de límites cuandose presentan conductas inaceptables. Por otro lado la evitación a toda costa el castigo físico o la hostilidad como consecuencia de la presentación de conductas relacionadas con acoso escolar y a la vez, los adultos involucrados deben servir como modelo de los estudiantes con su propia conducta (Olweus & Limber, 2010). La literatura ha demostrado que los programas de prevención e intervención muestran resultados favorables si hay apoyo conjunto de los padres y los docentes (Olweus, 2006; Serrano, 2006). En este programa se explican diversas formas para que los padres de familia y el personal académico puedan detectar el acoso escolar. La detección de violencia escolar por parte de los adultos implicados es de gran importancia, ya que, por medio de indicadores específicos, se puede determinar si algún alumno es una víctima, o un agresor. Por ejemplo, los padres pueden notar si su hijo no interactúa socialmente con las personas, como lo hacía en situaciones previas, que abandona sus actividades cotidianas, o que disminuye su rendimiento académico. En algunas ocasiones, también pueden presentar síntomas psicógenos con regularidad, como vómito, dolor abdominal o dolores de cabeza antes de ingresar a su centro de estudios. Puede quejarse verbalmente de agresiones 30 sufridas por parte de sus compañeros; mostrar moretones, heridas o la ropa rasgada, etcétera. También existen indicadores para los profesores en caso de que un alumno sea víctima de acoso escolar. Por ejemplo, el estudiante comienza a ausentarse a clase, evita interactuar con sus compañeros, prefiere trabajar solo, regresa del tiempo de recreo con golpes evidentes, es sistemáticamente agredido dentro y fuera del aula, por uno o varios compañeros. En caso de que el estudiante sea el agresor, el profesor puede detectar si transgrede las normas escolares, si agrede constantemente a sus compañeros de forma física o verbal, si busca reforzamiento social por parte de sus compañeros después de haber intimidado a otros, etcétera (Serrano, 2006). La primera vez que se presentó el OBPP, participaron 2,500 estudiantes de Noruega en un estudio longitudinal que duró dos años y medio, entre 1983 y 1985. La incidencia del acoso escolar se evaluó por medio de un cuestionario diseñado por Olweus para agresores y víctimas. Se hizo una evaluación comparativa al año siguiente de la instrumentación del programa y otra al final del estudio. Se compararon los resultados de ambas evaluaciones con los resultados del inicio del estudio. Los resultados de la evaluación revelaron disminución significativa en la incidencia de acoso escolar. La reducción relativa de víctimas en la evaluación de 1984 fue de 62% (de 10% a 3.8%) y de 33% la de ser el agresor (de 7.6% a 5.1%). En la evaluación final la disminución de víctimas fue de 64% (de 10% a 3.6%) y la disminución de agresores fue de 52.6% (de 7.6% a 3.6%). Se obtuvieron resultados similares en la 31 evaluación de variables extra, como ser agresor o víctima de acoso únicamente dentro del salón de clase. Los resultados del estudio también mostraron disminuciones significativas en la incidencia de conducta antisocial en general, como vandalismo y robo. Por otra parte, los estudiantes reportaron sentirse satisfechos con el ambiente social dentro del salón de clases, mostraron conductas relacionadas con disciplina en general y tuvieron una actitud más positiva ante el trabajo de la escuela y la escuela en general (Olweus & Limber, 2010). Las investigaciones indican que la instrumentación del OBPP puede variar sustancialmente entre escuelas y entre estudiantes. Los profesores son agentes muy importantes dentro de la instrumentación del OBPP, ya que la eficacia de los procedimientos de este programa dependen directamente de su destreza para poder aplicarlos (Olweus & Limber, 2010; Serrano, 2006). Aunque los componentes del OBPP han permanecido sin cambios, los contextos culturales en los que se ha instrumentado el programa han requerido ciertas adaptaciones. Por ejemplo, en los Estados Unidos se ha agregado un componente a nivel comunidad para el manejo del acoso escolar. Los componentes del OBPP (mostrados en la Tabla 4), son: a nivel escolar, a nivel salón de clases, a nivel individual y a nivel comunidad. El componente escolar comienza con la estructuración de un comité coordinador para la prevención del acoso escolar, el cual debe ser el responsable de llevar a cabo las tareas relacionadas con el programa en toda la escuela. El OBPP sugiere que este comité conste de 8 a 15 miembros, incluyendo al director escolar, a los profesores de cada grupo, a un 32 psicólogo u orientador educativo, a un representante que no esté relacionado directamente con las actividades académicas, como puede ser el caso de un chofer, a uno o dos padres de familia y a uno o dos estudiantes que cumplan la función de consejeros escolares. Las responsabilidades de los miembros del comité, deben ser la asistencia a una capacitación de dos días, brindada por un entrenador del OBPP certificado; el desarrollo de un plan para instrumentar el programa dentro de la escuela; la difusión del plan a los padres y alumnos; y la elaboración de consensos con los miembros del comité para poder adaptar el programa a las necesidades específicas de la escuela. El comité debe estar dirigido por el psicólogo u orientador educativo, u otra persona que maneje la información del programa y que no pertenezca al personal docente. Para iniciar el programa se deben explicar detalladamente las características del OBPP a toda la comunidad escolar y a los padres de familia. Los lineamientos del OBPP recomiendan que esto se haga cada año, para informar sobre el programa a los estudiantes de nuevo ingreso. Cuando se presenta el programa, también se deben marcar pautas de detección de acoso escolar por parte de los padres y del personal académico. Al principio de la instauración del programa, debe aplicarse el Cuestionario de Acoso Escolar Olweus, el cual está diseñado para evaluar a los estudiantes en función de las experiencias y actitudes hacia el acoso escolar. Este cuestionario deberá aplicarse al inicio de la instauración del OBPP y preferentemente cada año, para poder comparar los resultados. El cuestionario consta de 40 reactivos y provee además de información detallada sobre los índices de acoso entre género y grupos. Otro objetivo de la aplicación de este 33 cuestionario, es la evaluación individual de los alumnos a través del tiempo. Después de la capacitación del personal escolar, del comité y de la aplicación del cuestionario, deben hacerse reuniones grupales constantes coordinadas por algún miembro del comité, para discutir temas al respecto de los avances del programa reflejados en la conducta de los estudiantes. También se acordarán los refuerzos y los castigos que se presentarán en función del comportamiento de los alumnos. El OBPP establece cuatro reglas específicas para los estudiantes: “No agrediremos a nuestros compañeros”; “Ayudaremos o intentaremos ayudar a nuestros compañeros que estén siendo agredidos”; “Incluiremos o intentaremos incluir a los compañeros que se apartan del grupo” y “Si sabemos que alguien es víctima de acoso escolar, le diremos a un adulto dentro de la escuela y a un adulto en nuestra casa”. Estas reglas cubren formas directas e indirectas de acoso, incluyendo, por ejemplo, la exclusión de los compañeros de clase. Estas reglas deberán ponerse a la vista de toda la población escolar y deberán ser aclaradas por el personal académico, el cual se hará cargo de la aplicación de consecuencias positivas o negativas para apuntalar las reglas. Los componentes del OBPP a nivel salón de clases, abarcan las discusiones sobreaspectos importantes de la aplicación del programa entre profesores y alumnos de cada aula, de esta forma el personal académico podrá saber si los alumnos están entendiendo efectivamente la lógica del programa. Igualmente se deberá discutir acerca de la administración del reforzamiento y el castigo en caso de seguir o no las reglas del programa. De esta forma también se coordinarán los reglamentos de cada salón para poder unificar 34 criterios ante el acoso escolar en toda la escuela, e incluso de asumir esos criterios dentro de la política interna de disciplina en la escuela. Dentro del salón de clases, también se deben mantener encuentros con los padres, y discutir de forma personalizada los avances o problemas dentro de la aplicación del programa en cada salón. Los componentes a nivel individual, comienzan con la capacitación dada al personal académico para supervisar particularmente a los alumnos que son víctimas de acoso escolar de aquellos que lo ejercen. También deben estar entrenados para intervenir en tanto sea posible, al momento de que esté ocurriendo el acoso y así poder administrar la consecuencia correspondiente. El personal académico estará capacitado para identificar los problemas asociados con el acoso escolar y en primer lugar deberá hablar con los estudiantes involucrados, intentando sensibilizar a quien comete el acoso y a la víctima sobre el papel que están representando y las consecuencias a las que conllevan las agresiones. Igualmente se hablará con los padres de la víctima y del agresor, y en caso de ser necesario, el psicólogo u orientador educativo deberá asesorar a los padres y a los estudiantes para promover la disminución del acoso. La escuela debe ser responsable de la elaboración de planes individuales elaborados por un profesional capacitado. Los componentes a nivel comunidad, surgieron porque las conductas relacionadas al acoso escolar no se limitan al contexto educativo. Dentro de este componente, se intentará sensibilizar a personas que se encuentren en entornos donde se reúnen los alumnos fuera de la escuela para poder intervenir en caso de acoso entre estudiantes. 35 Componentes del OBPP Componentes a nivel escuela Establecer un comité coordinador para la prevención del acoso escolar. Entrenar al comité y al personal responsable de los estudiantes. Aplicar el cuestionario de acoso escolar Olweus en toda la escuela. Llevar a cabo encuentros grupales del personal responsable de los estudiantes. Presentar a la escuela las reglas en contra del acoso escolar. Revisar y refinar el sistema de supervisión escolar. Llevar a cabo un evento inaugural para presentar el programa. Involucrar a los padres de familia. Componentes a nivel salón de clases Publicar y difundir las reglas en contra del acoso escolar por toda la escuela. Sostener encuentros regulares dentro de clase para abordar aspectos relacionados con el programa. Llevar a cabo encuentros con los padres de los estudiantes. Componentes a nivel individual Supervisar las actividades de los estudiantes. Estar seguros de que las personas a cargo del programa actúen en el punto de ocurrencia del acoso. Conducir pláticas serias con los estudiantes involucrados en el acoso escolar. Conducir pláticas serias con los padres de los estudiantes involucrados en el acoso escolar. Desarrollar planes de intervención individuales para los estudiantes involucrados. Componentes a nivel comunidad Involucrar a los miembros de la comunidad al comité coordinador para la prevención del acoso escolar. Desarrollar buena comunicación con la comunidad para que apoyen el programa. Ayudar a difundir mensajes en contra del acoso escolar en la comunidad. Tabla 4. Componentes del OBPP (Olweus & Limber, 2010). Según Olweus y Limber (2010), el OBPP fue diseñado partiendo del supuesto de que el acoso escolar no debe ser un fenómeno cotidiano o una experiencia que sea parte de la formación escolar. Los resultados del OBPP confirman que la incidencia del acoso escolar puede ser reducida por medio de intervenciones sistemáticas, en las cuales se involucre el esfuerzo de los padres, los alumnos y los profesores. Una de las desventajas del OBPP, es el costo económico que implica la capacitación por parte de los entrenadores del Instituto Olweus, ya que debe ser una institución con recursos económicos de nivel medio alto a alto. Difícilmente 36 una secretaría de educación nacional podría asumir estos costos para disminuir la presencia de un fenómeno como el acoso escolar. 2.2. Características de los procesos de manejo de acoso escolar sugeridas por Ortega. Ortega (2004, en Garaigordobil & Oñederra, 2010), establece que un método de intervención apropiado para el manejo de acoso escolar, no debe centrarse en el agresor o la víctima, ya que se esa forma se les estaría etiquetando con una característica que presenta en determinados contextos. Al igual que el OBPP, el autor menciona que deben incluirse otros compañeros, los padres de familia, así como el personal de la escuela. El análisis del acoso escolar debe hacerse desde una perspectiva ecológica, en la cual se estudie a los sujetos en su contexto, en vez de hacer un análisis psicológico individualista (Garaigordobil & Oñederra, 2010). Ortega (2004, en Garaigordobil & Oñederra, 2010), señala que se pueden conducir programas de intervención preventiva y programas de intervención directa. Dentro de los programas preventivos, el autor propone tres estrategias: círculos de calidad, mediación de conflictos y ayuda entre iguales. Un círculo de calidad, es un grupo de 5 a 12 personas encargado de la identificación y el análisis de conflictos cotidianos que puedan derivar en acoso escolar, para poder e tomar medidas preventivas en estudiantes que sean agresores potenciales o que se encuentren en situación de riesgo de ser víctimas. La mediación de conflictos, es la intervención que se lleva a cabo cuando hay discrepancia en opiniones o intereses dentro de un grupo en un escenario escolar y que se está 37 desviando de una solución pacífica (e. g. cuando los alumnos comienzan a insultarse mientras están discutiendo). La ayuda entre iguales es un método cualitativo, en el cual un grupo de estudiantes se reúne para discutir temas relacionados al acoso escolar, pueden relatar sus experiencias y apoyar a algún miembro que esté siendo víctima de acoso. Este método debe estar por un adulto capacitado, ya sea un psicólogo o un orientador educativo. Dentro de este modelo existen tres niveles de intervención para el manejo del acoso escolar. La intervención primaria se refiere a la prevención del acoso, la intervención secundaria, es el control contingente del acoso, y la intervención terciaria, se trata de la erradicación del acoso ya existente. En la intervención primaria, se constituyen estrategias para evitar que el acoso escolar se produzca. Los autores plantean que este nivel debe constar de nueve secciones, una asamblea o reunión periódica del grupo de clase, un círculo de calidad, comisiones de adultos, aprendizaje cooperativo, la aplicación de una hora social o tutoría, la mediación o ayuda entre iguales, actividades comunes positivas, reuniones de padres y profesores, y la utilización de la dramatización y el juego de roles (Ortega, 2004, en Garaigordobil & Oñederra, 2010). En la asamblea o reunión periódica del grupo de clase, los compañeros deberán tratar temas acerca de la disciplina, el cumplimiento de las reglas en el salón, las relaciones entre pares y los problemas que pueden presentarse eventualmente. En los círculos de calidad, se debe formar un grupo específicode estudiantes que analizan un problema y formulan 38 posibles soluciones, que posteriormente deben ser comunicadas a la dirección escolar para considerar su aplicación. Las comisiones de alumnos, tienen como tarea el análisis de temas específicos relacionados con el problema estudiado en los círculos de calidad. En el aprendizaje cooperativo, algunos miembros del círculo de calidad deberán encargarse de que todo el grupo esté enterado de las propuestas ya expuestas para la resolución de problemas dentro del salón de clases. En la aplicación de la hora social o tutoría (Ortega, 2004, en Garaigordobil & Oñederra, 2010; Olweus, 1993), los profesores deberán reunirse con los alumnos para determinar las normas a seguir dentro de la institución, así como las recompensas o consecuencias negativas derivadas del cumplimiento del reglamento. En la mediación o ayuda entre iguales, si hay algún problema entre compañeros, podrán acudir a otro alumno, preferentemente miembro del círculo de calidad, para poder dar solución al conflicto. Dentro de las actividades comunes positivas, se deben promover actividades extraescolares para que los compañeros puedan interactuar en otros contextos y de una forma distinta. En las reuniones de padres y profesores, de forma preventiva, los profesores encargados de la intervención deberán sensibilizar a los padres sobre el acoso escolar y los capacitarán para que tengan herramientas apropiadas para abordar el tema con sus hijos en sus hogares. En la utilización de la dramatización y el juego de roles, se estudiará la reacción que tienen los alumnos ante un acoso eventual. 39 En la intervención secundaria, aparte de la identificación de los comportamientos de riesgo entre compañeros, se modificarán de dichas conductas. En este tipo de intervención, los involucrados en el acoso escolar, tanto víctimas como agresores, deberán ser orientados por sus padres, profesores o pares. Este tipo de intervención consta de tres secciones, los sistemas de ayuda, el alumno consejero, y los mediadores escolares. En los sistemas de ayuda, se deberá entrenar a algunos estudiantes para que puedan ser de apoyo a sus compañeros en sus actividades cotidianas dentro del contexto escolar, y así asumir el rol de tutores pares. El modelo de alumno consejero, consiste en un entrenamiento especializado, para que un alumno sea capaz de escuchar a otro y poder ser de ayuda en problemas relacionados con el acoso escolar. Si en algún caso no puede intervenir, deberá acudir directamente a una autoridad escolar para dar respuesta al conflicto. Los mediadores escolares son autoridades escolares capacitadas para intervenir en la solución de conflictos derivados del acoso escolar entre alumnos, o entre profesores y alumnos. Finalmente, en el nivel terciario, están incluidas estrategias de intervención para conflictos específicos y se deberán enfocar en la erradicación del acoso escolar. En caso de que existan casos graves de acoso, las intervenciones deberán ser realizadas directamente por psicólogos u otros profesionales capacitados (Ortega, 2004, en Garaigordobil & Oñederra, 2010). Los autores mencionan como ejemplos, al método Pikas, al círculo de amigos, y a los tribunales escolares. 40 El método Pikas fue diseñado por el profesor sueco Anatol Pikas, y consiste en la entrevista a los miembros involucrados en el acoso escolar, y el acuerdo de estrategias individuales de apoyo a las víctimas por medio de la sensibilización de los agresores. El círculo de amigos consiste en la inclusión de alumnos que se encuentren en situaciones de aislamiento por alguna discapacidad física, por alguna deficiencia en el desarrollo, por haber sido víctima de acoso escolar, etcétera. Por otro lado, los tribunales escolares fueron instaurados en Inglaterra por la organización Kidscape. Se trata de la creación de un tribunal de arbitraje constituido por cuatro estudiantes elegidos por profesores y compañeros, y un profesor, para dar solución a los conflictos derivados del acoso escolar. Este tribunal, también se encarga de la aplicación de castigos para los agresores, así como de la difusión de los resultados de sus intervenciones. En la recopilación de Ortega (2004, en Garaigordobil & Oñederra, 2010), no se mencionan los datos obtenidos al realizar esas intervenciones. 2.3. Paquete PEACE para la reducción del acoso escolar. Slee (2010), partiendo del supuesto de que el acoso escolar es un fenómeno que debe manejarse entre miembros de una comunidad, diseñó un programa de intervención, en el cual, al igual que el OBPP, involucra a las personas que pertenecen a los contextos en los cuales se desenvuelven los estudiantes. A estas personas, les denomina, capital social. El paquete PEACE es un programa diseñado en Australia cuyo nombre es un acrónimo de los pasos que sigue, estos son: Preparación, Educación, Acción, Control y Evaluación. 41 La preparación, consiste en la identificación del personal que constituirá la conducción del trabajo y la evaluación del fenómeno por medio de entrevistas. La primera vez que se aplicó este programa fue en 2001, en cuatro escuelas secundarias en Australia. En el paso correspondiente a la preparación, se recabó información en todas las escuelas acerca de la incidencia de acoso escolar. En esta etapa, un comité conformado por estudiantes también distribuyó un cuestionario, en el cual los alumnos debían escribir qué entendían por acoso escolar. En la sección de educación se debe instruir a todos los miembros involucrados en el programa acerca de la temática correspondiente al acoso. En la sección de acción, los profesores, alumnos, padres de familia y otros miembros de la comunidad, como los conserjes deben establecer los planes para instrumentar las intervenciones. En este paso es necesario identificar las relaciones funcionales que hay entre las situaciones de acoso escolar y los eventos medioambientales que lo controlan. Se da un énfasis en la prevención más que en la aplicación de algún castigo. En la sección de control, el objetivo principal es que los estudiantes y la comunidad involucrada tengan una visión clara de lo que significa la escuela y el obstáculo que implica la presencia del acoso escolar. Los casos de acoso escolar deben ser reportados en su totalidad y se les debe dar seguimiento después de la intervención inmediata. Se debe promover una relación cordial entre los estudiantes. Dentro del currículo escolar, se deberán incluir actividades en las cuales, aparte de la enseñanza académica, pueda haber una mayor interacción entre los estudiantes, que en las clases cotidianas. 42 En la última sección de evaluación, se deberán estudiar los resultados del programa y publicarlos en lugares accesibles para toda la población escolar, y en lugares que frecuente la comunidad cercana. Después de la primera instrumentación del paquete PEACE, se efectuó una investigación longitudinal, en una población de 954 estudiantes de secundaria australianos, de los cuales 458 eran hombres y 496 eran mujeres en un período de dos años, con evaluaciones anuales. Para llevar a cabo el estudio, se elaboró un instrumento que recolectaba datos como edad, género, grado escolar, así como reactivos de tipo Likert para determinar las experiencias relacionadas al acoso escolar en los alumnos. El diseño del estudio fue cuasiexperimental y se evaluó por medio de un pre-test y un post-test. Los resultados arrojaron que el 29% de los estudiantes varones y el 20% de las mujeres, reportaron una disminución en el maltrato el primer año, y en el segundo año, la disminución llegó a 32 y 30% respectivamente. De forma internacional, el paquete PEACE fue traducido e instrumentado
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