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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA CARRERA DE PSICOLOGÍA T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: PREVALENCIA DE BULLYING A NIVEL PRIMARIA: UNA COMPARACIÓN ENTRE ESCULAS DE TIPO PÚBLICAS Y PRIVADAS NORMA VALERIA SOTO BALTAZAR JURADO DEL EXAMEN DICIEMBRE 2014 MÉXICO, D.F. TUTORA: DRA. ANA MARÍA BALTAZAR RAMOS COMITÉ: DR. EDUARDO ALEJANDRO ESCOTTO CORDOVA MTRA. ALEJANDRA LUNA GARCÍA MTRA. GABRIELA VERÓNICA ESPINOSA RUBIO MTRA. ANA LILIA MUÑOZ CORONA UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos Especiales A los directivos de las escuelas primarias Instituto Pedagógico Diana Spencer Clave 09PJN3805K Directora Técnica: Miss Marytere Quintero Salgado Juan Escutia Clave 09DPR1268Z Director: Lic. Alfonso Gómez Álvarez Mujeres Insurgentes Clave 09DPR3167P Directora: Lic. Josefina Salgado Vázquez Por brindarme el apoyo y la oportunidad de ingresar a sus instalaciones para realizar esta investigación. Agradezco especialmente a cada uno de los niños que formó parte de esta experiencia, por permitirme conocerlos un poco más ya que sin ellos hubiese sido imposible llevar la investigación a su fin. Agradezco infinitamente a la Dra. Adriana Marín-Martínez por su inmenso apoyo aún en los momentos más difíciles, en el análisis estadístico de datos y por elaborar un instrumento que permite medir el acoso escolar en niños mexicanos. Al Lic. Fernando López por su apoyo, disposición a siempre ayudar y nunca cerrarme las puertas, por sus oportunas observaciones. Agradecimientos A mis padres Por darme la vida y por mostrarme el valor de la vida. Por siempre dejarme elegir lo que quiero, por su valentía y fuerza. ¡Jamás conoceré a seres tan valientes como ustedes! Gracias por su inmenso amor hacía mí. A mi madre Silvia Por enseñarme que en esta vida se lucha por lo que uno quiere, que se vale soñar y que las cosas no son fáciles pero tampoco son imposibles. Porque a pesar de la distancia nunca has dejado de apoyarme y no ha pasado ni un solo día que no te sienta junto a mí. A mi padre Aarón Por no rendirte nunca, por ser la persona sencilla y humilde que eres. Porque has sido testigo de mi crecimiento día con día, siempre has estado conmigo en los momentos más difíciles y juntos aprendimos a enfrentar las dificultades. A mi hermana Lisseth Por ser mí segunda madre y sacrificar tu vida. Por tus carcajadas, tu coraje, fuerza e inteligencia. Por ser un ejemplo para mí y por darme la oportunidad de conocer a Erick, Ángel y Sophia, tres seres llenos de luz. A mi hermana Maricela (Mary, Mar, Margot, Mich, Marsupial, Manguito)… Por tu alegría, por ser mi compañera de vida y estar conmigo a cada momento, por ser mi confidente y por tus siempre atinados consejos. Porque nunca te detienes y no te intimidas fácilmente. Porque durante este último año no ha pasado ni un sólo día que no me escuches hablar sobre la tesis, por el tiempo que te he restado y por tu comprensión al respecto. A Mateo... A mis tíos Claudia, Demis y Erick Por demostrarme que cuento incondicionalmente con ellos, por los buenos momentos, las charlas y las risas (carcajadas). A mis abuelitos Elena y Elías Por hacerme sentir que su casa es mi hogar, por su sencillez, su nobleza, por compartir conmigo sus historias y su exquisita comida. A mis amigos Que siendo pocos son verdaderos, por siempre escucharme y apoyarme, y estar a mi lado en las dificultades. A mi mejor amiga Itzel Por enseñarme el valor de la amistad y porque el paso de los años la ha consolidado. Por ser alegre, divertida, despreocupada. Porque junto a ti emprendí nuevas aventuras y en los peores momentos no me has abandonado. A mi gran amigo David Por siempre ser fiel, apoyarme, escucharme sin importar la hora y ayudarme desinteresadamente. Por tu grata compañía, bromas y pláticas. A Carlos Por siempre motivarme a seguir, por los momentos e intereses compartidos. Por cuidar de Sony. A Isaac, Iván (Robot), Omar, Gerardo (Sexy Jerry), José Luis… A los que estuvieron… A mi comité de titulación A la Dra. Ana María Baltazar porque sin dudarlo aceptó ser mi guía en este proyecto, por sus observaciones, su paciencia, comprensión y apoyo incondicional, A la Mtra. Alejandra Luna por su tiempo, su apoyo y sus cuestionamientos. Al Dr. Alejandro Escotto, la Mtra. Gabriela Espinosa y la Mtra. Ana Lilia Muñoz, quienes a partir de su trayectoria y experiencia me apoyaron para concluir esta investigación. Al Lic. Eduardo Contreras quien en tiempo y forma me permitió llevar a cabo este proceso. ¡Gracias infinitas! Valeria Soto Índice Introducción ............................................................................................................................ 2 CAPÍTULO 1 EL BULLYING O ACOSO ESCOLAR 1.1 Agresividad y violencia ........................................................................................ 5 1.2 Antecedentes y definición de bullying .................................................................. 6 1.3 Tipos de acoso .................................................................................................... 10 1.4 Características de los involucrados ................................................................... 12 1.5 Género y edad..................................................................................................... 18 1.6 Consecuencias .................................................................................................... 20 CAPÍTULO 2 DESARROLLO DURANTE LA NIÑEZ INTERMEDIA 2.1 Niñez intermedia...................................................................................................... 23 2.2 Procesos de socialización........................................................................................ 24 2.3 Emociones................................................................................................................ 25 2.4 Amistades y popularidad ......................................................................................... 27 CAPÍTULO 3 ESCUELAS 3.1 Definición de Escuela .............................................................................................. 30 3.2 Acoso escolar según la Secretaria de Educación Pública ...................................... 31 3.2 La violencia en escuelas públicas y privadas.......................................................... 33 3.3 Factores de riesgo en el ambiente escolar .............................................................. 35 Planteamiento del problema ............................................................................................. 37 Preguntas de investigación ................................................................................................. 37 Metodología .........................................................................................................................38 OBJETIVO GENERAL ........................................................................................................... 38 OBJETIVOS ESPECÍFICOS:.................................................................................................... 38 VARIABLES: ....................................................................................................................... 38 DISEÑO .............................................................................................................................. 39 TIPO DE ESTUDIO................................................................................................................ 39 PARTICIPANTES .................................................................................................................. 40 INSTRUMENTO.................................................................................................................... 40 PROCEDIMIENTO ................................................................................................................ 41 Resultados ............................................................................................................................ 43 Análisis ................................................................................................................................. 51 Conclusiones ........................................................................................................................ 56 Referencias bibliográficas .................................................................................................. 61 1 Resumen El objetivo de esta investigación fue identificar la prevalencia de bullying en estudiantes de primaria en escuelas públicas y privadas. Se realizó un muestreo aleatorio de tipo probabilístico; se aplicó el cuestionario “Así nos llevamos en la escuela” a 113 estudiantes, las muestras se conformaron de la siguiente manera, 45 alumnos que acuden a la primaria pública Juan Escutia, 40 pertenecientes a la primaria pública Mujeres Insurgentes y 28 que asisten a una escuela privada, el Instituto Pedagógico Diana Spencer, de los cuales el 57% fueron hombres y el 43% mujeres. El criterio de inclusión fue tener entre 9 y 11 años de edad y estar cursando los grados 4°, 5° y 6° de primaria. Los resultados muestran que existen diferencias en la prevalencia y la manifestación del bullying en alumnos de las escuelas públicas y la escuela privada; estas diferencias se centran en el porcentaje de víctimas y agresores de acuerdo a la edad y el grado escolar, observando principalmente la presencia de acoso físico y psicológico. 2 Introducción Las relaciones de convivencia que se establecen en el ámbito escolar se han ido modificando con el paso del tiempo. Si bien es sabido que en toda relación interpersonal existen discusiones o conflictos, ocasionalmente las agresiones en contra de compañeros se presentan deliberadamente intimidando para ejercer dominio sobre ellos, es una situación que va más allá de los simples altercados tan frecuentes en la infancia. La falta de respeto y los abusos en contra de compañeros en las escuelas se convierten en formas de socialización, se toleran y se tratan como algo normal. Con lo anterior se hace referencia al bullying o acoso escolar. El bullying es un fenómeno social que si bien ha existido desde tiempo atrás, las denuncias en torno al mismo se han incrementado notoriamente en los últimos años. Olweus (1999; p.10, citado en Del Rey & Ortega, 2007) explica que “un alumno es maltratado o victimizado cuando está expuesto repetidamente y a lo largo del tiempo a acciones negativas de otro o un grupo de estudiantes”. Se produce una acción negativa cuando alguien de forma intencionada causa daño a otra persona (Olweus, 2005). Existe además un desequilibrio de poder en el cual el alumno considerado víctima tiene dificultades para pedir ayuda o defenderse. Es de suponerse que uno de los objetivos de las escuelas sea propiciar el desarrollo tanto intelectual como personal de los niños y prepararlos para la vida cotidiana. Habilitarlos desarrollando sus aptitudes, su aprendizaje y otras capacidades, así como la autoestima y confianza en sí mismos. En este contexto la “educación” es más que una escolarización oficial y engloba un amplio espectro de experiencias vitales y procesos de aprendizaje. (INN, UNICEF, OACNUDH 2007, citado en Zurita, 2009). Empero, la realidad es que cada día los niños se enfrentan a grandes desafíos ante la creciente violencia que se desarrolla dentro del contexto educativo. Nos encontramos, pues, ante un fenómeno de amplias repercusiones que afecta a toda la comunidad educativa: alumnos, padres, profesores y autoridades educativas. Afecta a un número considerable de escolares sin distinguir entre género, edad o nivel socioeconómico, no obstante, existen diferencias en la manifestación. 3 En investigaciones se ha reportado un porcentaje mayor de alumnos involucrados a nivel primaria que en secundaria. En general, los hombres están más implicados que las mujeres en situaciones de agresión física, mientras que la agresión indirecta mediante exclusión social es más usada por las niñas (Romera, Del Rey & Ortega, 2011). Respecto a la edad se sitúa en torno a los siete y 18 años, con mayor frecuencia a los 10 años de edad (Luis, 2010). Como consecuencia del acoso, las víctimas viven bajo una continua amenaza sin saber qué hacer ni a quién acudir para evitarlo. Por su parte los agresores refuerzan pautas de comportamiento desadaptadas e intimidatorias que conducen a la aparición de diferentes problemas en la edad adulta (Kostelnik, Phipps, Soderman & Gregory, 2009). Los estudios coinciden en que la presencia de acoso y victimización entre los estudiantes, genera problemas emocionales en ocasiones graves y duraderos (Rigby, 2003). Cabe señalar que numerosas investigaciones se han enfocado en conocer las características e incidencia de bullying en escuelas a nivel primaria o secundaria, siendo escasos los estudios que intentar realizar comparaciones entre un mismo nivel escolar y los diferentes tipos de escuela: pública o privada. A partir de esta información, considerando las características del bullying y las consecuencias que para la salud conlleva, el propósito de esta investigación es realizar una comparación sobre la prevalencia de bullying en estudiantes a nivel primaria que asisten a escuelas de tipo pública y privada, con el objetivo de identificar si existen diferencias en la prevalencia y la manifestación del fenómeno. De este modo, en el capítulo 1 se revisará lo relacionado con el bullying, desde los antecedentes, definiciones aportadas por diferentes autores, las características que permiten definir a un niño como víctima, agresor u observador dentro del contexto educativo y el rol que desempeñan los padres de familia y el profesorado en el desarrollo y permanencia del fenómeno. Se aborda la manifestación del bullying de acuerdo al género y edad y los principales tipos de acoso, además de las consecuencias que conlleva para los involucrados. El capítulo 2 se enfoca en el desarrollo humano durante la niñez intermedia, enfatizando los procesos de socialización e identificación y expresión de emociones, así como las amistades y popularidad. 4 Se proporciona en el capítulo 3 una definición de escuela, entendida como uno de los principales escenarios que propicia el desarrollo de los niños y se define bullying desde la perspectiva de la Secretaria de Educación Pública (SEP, 2014). Se presentan estadísticas de estudiantes involucrados a nivel nacional e internacional, factores de riesgo relacionados directamente con el centro educativo y algunas diferencias en la manifestación del bullying en escuelas primarias de tipopública y privada. Finalmente en el apartado de metodología se especifica el procedimiento utilizado en la investigación, especificando el tipo de estudio, las preguntas de investigación y objetivos, el procedimiento que se llevó a cabo para la aplicación de los cuestionarios a los estudiantes de nivel primaria, las pruebas estadísticas empleadas para realizar el análisis de datos, que a partir de los hallazgos permite desarrollar un análisis y concluir acerca de la prevalencia de bullying en estudiantes de primarias públicas y privadas. A su vez se explican las limitaciones de esta investigación con la intención de que futuras investigaciones contribuyan a mitigar los vacíos de conocimiento al respecto. 5 CAPÍTULO 1 EL BULLYING O ACOSO ESCOLAR 1.1 Agresividad y violencia Los términos agresividad y violencia frecuentemente son utilizados indistintamente, sin embargo, algunos autores señalan diferencias argumentando que la agresividad posee una raíz inherente a todo ser humano, mientras que la violencia tiene una base meramente social y cultural. Como conducta inherente de las especies animales, la agresividad es una forma que contribuye a la supervivencia de los más fuertes, de los más sanos y de los más aptos, garantizando la supervivencia del grupo, la agresividad es un comportamiento que manifiestan todos los seres humanos y que entre las personas contribuye a la formación de la identidad y del carácter bajo ciertas circunstancias (Cerezo, 2002; citado en Torres & Zanabria, 2013). La violencia es definida como la intención de causar daño a uno mismo o a otro individuo y en la intensidad con que se ejecuta la acción con que se tiende a dañar (Sánchez, 2009). García y Ramos (1998; citados en Luis, 2010) afirman que la violencia se distingue de la agresión por el exceso de fuerza que se ejerce en el acto en cuestión, así como por el papel que cumple el daño infligido. Corsi (2003) considera que la violencia se define desde lo cultural a partir del desequilibrio de poder y es mediatizada por lo psicológico, que constituirá la intención de daño. Cobo y Tello (2008; citados en Luis, 2010) hacen referencia a la definición de violencia aportada por la UNICEF, que desglosa los siguientes puntos: Toda acción violenta conlleva dos intenciones: causar daño y ejercer abuso de poder. 6 Los actos violentos atentan contra la integridad física, psicológica, sexual o moral. Considerando estas definiciones, y conjuntándolas, se entiende que la violencia tiene un origen cultural y que se desarrolla con la intención de causar daño y ejercer poder sobre otra persona. Características que se observan en el fenómeno del bullying y que se describirán en los siguientes apartados. 1.2 Antecedentes y definición de bullying Durante un periodo bastante largo, la investigación y el trabajo sobre bullying fueron prácticamente desconocidos fuera de los países nórdicos. Fue un doctor en medicina sueco, llamado Peter-Paul Heinemann, alrededor de los años 1972 y 1973, el primero en describir esta conducta a partir de sus propias observaciones en patios de recreo lo que le llevó a escribir un artículo en el que demandaba la situación de injusticia que se presentaba en los centros escolares. De esta manera, en Suecia, surgió en primer lugar, un interés de toda la sociedad por los problemas de agresores y víctimas. Durante la década de los años setenta en Noruega, el psicólogo y profesor sueco Dan Olweus, publicó un estudio sobre bullying, dando como resultado que el concepto apareciera en el panorama científico (Ortega, 2010) definiendo el fenómeno e implementando los primeros instrumentos orientados a ubicar y evaluar esta problemática (Cervantes & Pedroza, 2012). Fue entonces que estos problemas se convirtieron durante varios años en un tema de preocupación general en los medios de comunicación y entre los profesores y padres, pero las autoridades educativas no se comprometieron con el fenómeno de manera oficial. En los últimos meses de 1982, un periódico de Noruega informó que tres estudiantes con edades comprendidas entre los 10 y 14 años se habían suicidado con toda probabilidad como consecuencia del grave acoso al que le sometían sus compañeros. Estos hechos fueron la causa de una cadena de reacciones, cuyo resultado final fue una campaña a escala nacional 7 contra los problemas de agresores y víctimas en escuelas de educación primaria y secundaria que puso en marcha el Ministerio de Educación en 1983 (Olweus, 2005). Desde las primeras aproximaciones a la comprensión del problema, el propio Olweus realizó estudios longitudinales sobre las víctimas, lo que le permitió concluir que a la edad de 23 años todas tenían pobre autoestima y eran propensas a deprimirse debido al abuso al que fueron sometidas. Esto explica por qué la mayoría de estudios sobre bullying en los colegios de Europa y Australia se han concentrado en las consecuencias que conlleva para la salud ser persistentemente víctima de acoso. A pesar de que las conclusiones han sido diferentes dependiendo de cómo se conceptualiza y evalúa el problema, los estudios coinciden en que la presencia de acoso y victimización entre los estudiantes, genera problemas emocionales en ocasiones graves y duraderos (Rigby, 2003). Para identificar cómo se manifiesta el bullying, los primeros estudios se centraron en las formas directas como el insulto verbal o la agresión física. No obstante, años más tarde se subrayó la necesidad de incorporar manifestaciones más sutiles de violencia, como el maltrato psicológico y la exclusión social, incluso cuando en ocasiones no eran reconocidas como bullying por los propios escolares (Romera, Del Rey & Ortega, 2011). Se considera que aproximadamente en los años noventa, la investigación y la preocupación pública sobre el bullying pasó de aquellas primeras experiencias escandinavas a estar en un plano internacional (Ortega, 2010). A partir de este momento, sobresalió un amplio y prolífero campo de investigación en el que se está concluyendo sobre la naturaleza del fenómeno así como su prevalencia, factores de riesgo asociados, consecuencias y formas de prevención e intervención (Del Rey & Ortega, 2008). Definición de bullying Para comprender este fenómeno se requiere explorar sus expresiones y características. Aunque parece existir un acuerdo sobre la definición de bullying, ciertos autores han realizado interesantes contribuciones para la comprensión del mismo. 8 El término inglés bullying es aceptado internacionalmente, no existe una palabra castellana que lo defina literalmente. Se le ha traducido al español como matonismo, matonaje o matoneo y hace alusión a la agresión intimidatoria principalmente de tipo físico entre pares. A quien comete la agresión se le denomina bully –si son varias personas bullies– y significa matón, bravucón, abusón o acosador (Áviles, 2002). Al deberse a una traducción no adecuada, se utilizan indistintamente términos como, intimidación, maltrato, acoso y abuso (Sánchez, 2009). Algunas definiciones de bullying se mencionan brevemente: Joffre, et al. (2011) señalan que el bullying es un tipo de violencia presente en el ámbito escolar; en el que están involucrados los propios alumnos e implica la presencia de conductas agresivas llevadas a cabo por uno o varios escolares contra otro, aprovechándose de su inseguridad, miedo y dificultades personales para pedir ayuda o defenderse. Ortega (1998) explica las dos leyes que mantienen el maltrato entre escolares: la ley del silencio y la ley del dominio-sumisión. De acuerdo al autor, estas leyes posibilitan que el bullying se mantenga. Primero, las personas implicadas directa e indirectamente, tienden a mantener en silencio lo que está sucediendo, dificultando que deje de ocurrir; y, segundo, laspersonas implicadas directamente mantienen un vínculo por el cual uno aprende a dominar y otro, a ser sumiso a esta dominación. Rigby (2003), ha limitado el bullying al abuso de poder de uno sobre otro u otros. Algunos autores lo han resumido como el abuso sistemático de poder, lo consideran como el deseo de hacer daño o presionar a otro e incluyen en la definición el daño que el agresor ejerce sobre la víctima (Hazler, 1996; Smith y Sharp,1994; Tattum, 1993; citados en Del Rey & Ortega, 2007). Existe, sin embargo, una definición de bullying más citada y aceptada por la comunidad científica que pertenece a Dan Olweus, siendo preciso señalar que para esta investigación 9 se entenderá bullying a partir de lo expuesto por este autor. Olweus (1999; p.10, citado en Del Rey & Ortega, 2007) refiere que “un alumno es maltratado o victimizado cuando está expuesto repetidamente y a lo largo del tiempo a acciones negativas de otro o un grupo de estudiantes”. Y para aclarar el significado de acciones negativas señala “se produce una acción negativa cuando alguien de forma intencionada, causa daño, hiere o incomoda a otra persona. Se pueden cometer acciones negativas de palabra (amenazas, burlas, etc.) o por medio del contacto físico (golpes, empujones o patadas). Es posible llevar a cabo acciones negativas sin el uso de la palabra y sin el contacto físico, mediante muecas, gestos obscenos o excluyendo de un grupo a alguien” (Olweus 1998; p.25; citado en Paredes, Álvarez, Lega, & Vernon, 2008). Señala además que en el bullying, a diferencia de otros tipos de violencia, no media una provocación por parte de la víctima (Olweus, 2005). El autor considera necesario que se cumplan tres criterios para que una conducta violenta entre escolares sea considerada como bullying: 1. Frecuencia de las agresiones: estas deben ser repetidas y ejercidas hacía un mismo alumno. Deben haber ocurrido durante un tiempo prolongado, no se puede determinar por una sola acción aislada, es decir, se excluyen las acciones negativas ocasionales que en un momento se dirigen a un estudiante y en otra ocasión a otro, aunque se consideren graves (Del Rey & Ortega, 2007). 2. Intención de hacer daño: son aquellas agresiones que no tienen justificación (Ortega, et al., 2001), que son perjudiciales, hirientes, incómodas, que provocan perjuicio psicológico en la víctima (Avilés, 2002) o que se ejercen con un deseo consciente de lastimar a otro y ponerlo bajo tensión (Aluedse, 2006). 3. Desequilibrio de poder: el alumno considerado víctima tiene dificultades para defenderse (existe una relación de poder asimétrica). Situación que no puede referirse a una pelea concreta entre dos individuos en igualdad de condiciones, ni en equilibrio social o psicológico. 10 1.3 Tipos de acoso Cuando se habla de situaciones violentas en contextos escolares se piensa en peleas, robos o destrozos en el material y las instalaciones de los centros. Pero las situaciones violentas incluyen otros hechos, no siempre tan explícitos, y que se refieren como “comportamientos propios de la infancia”, “cosas de niños, en las que no hay que meterse”, “siempre han ocurrido” y, además, “ayudan a fortalecer” el carácter del joven. Pero esta agresividad está pasando a convertirse en algo preocupante, ha adquirido mayor relevancia últimamente por el eco que recibe en los medios de comunicación, por la elevada incidencia con la que se produce y porque altera el normal desenvolvimiento de la vida escolar (Rodríguez, Seoane & Pedreira, 2005). A continuación se explican algunas de las formas más comunes que toma el acoso escolar. Acoso físico Incluye acciones en las que media el contacto directo del cuerpo, constituye el tipo de acoso más visible por las huellas que deja. Se consideran agresiones de tipo físico los empujones, golpes, patadas, puñetazos y agresiones con objetos. Además se presenta de forma indirecta por medio de ataques a la propiedad como el robo o la destrucción de materiales de estudio así como de las pertenencias de la víctima (Joffre, et al. 2011). Esta forma de maltrato es aparentemente más frecuente a nivel primaria, sin embargo, es más grave porque provoca lesiones más fuertes principalmente en secundaria (Áviles, 2002). Existe relación entre el incremento de la edad en niños pequeños y la intensidad de la agresión física, aunque llegando a la adolescencia parecen disminuir estas conductas Luis, 2010). 11 Acoso verbal Se trata de acoso no físico. Se relaciona con insultos, burlas, utilizar apodos o ridiculizar, además de menospreciar en público. Es frecuente que los agresores resalten y hagan énfasis de manera constante en algún defecto físico de las víctimas (Rodríguez, Seoane & Pedreira, 2005). Acoso psicológico Relacionado con afectar la autoestima para crear inseguridad y temor. Se considera acoso psicológico la coacción, entendida como la presión que ejercen los acosadores para que la víctima realice cosas en contra de su voluntad, mismas que termina haciendo porque es presionada, chantajeada o por temor a represalias (Luis, 2010). Acoso social Especialmente manifiesto en la propagación de rumores descalificadores y humillantes que pretenden la exclusión y aislamiento del grupo de la víctima hasta su total aislamiento, se rechaza, ignora e impide su participación influyendo en el grupo de amigos para que no hablen con ella, en el curso de esta condición, la situación crea en la víctima un sentimiento de marginación y soledad (Rodríguez, Seoane & Pedreira, 2005). Ciberbullying Hace referencia al maltrato por medios virtuales, apoyado por el auge y manejo de nuevas tecnologías de la comunicación. El ciberbullying se manifiesta a través de los celulares o las múltiples formas de comunicación por internet (mensajes, correos electrónicos, redes sociales, etcétera), (Avilés, Irurtis, García & Caballo, 2011; Rigby, 2008). Cabe señalar que más de una modalidad de maltrato sobre una misma persona se encuentra presente en casi todos los casos de bullying, y en todos ellos aparece el maltrato psicológico de forma latente (Rodríguez, Seoane & Pedreira, 2005). 12 1.4 Características de los involucrados Las estadísticas muestran los altos índices de niños involucrados en este fenómeno; por ejemplo, en una investigación efectuada en Guadalajara se reportó que hasta un 68% de los alumnos encuestados habían sido intimidados en algún momento. Una investigación realizada en 2003 en con más de un millón de estudiantes de primaria y secundaria, de diversas ciudades en Brasil, documentó que 83.4% habían mencionado la existencia de bullying en su escuela (Abramovay, 2005). Un reporte publicado por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) en el año 2006 evidenció que prácticamente la cuarta parte de los encuestados habían sido víctimas de bullying en algún momento (UNICEF México; Informe Nacional Sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México; Secretaria de Educación Pública, 2009; citado en Joffre, et al., 2011). Ante este panorama es necesario conocer y reconocer las características que predominan en los estudiantes para que sean considerados como agresores o víctimas dentro de este escenario, considerando que en ocasiones un mismo alumno puede ser tanto la víctima como el agresor o bien fungir con el rol de observador. Los agresores El agresor o acosador es quien ejerce la violencia generalmente sobre un igual. Durante el proceso puede involucrar a otros pares, quienes participan de forma activa o pasiva en la conducta (Loredo, Perea & López, 2008). Entre las características de los agresores destacan: Ser mayores que sus víctimas. Baja autoestima. Impulsividad. Introversión. Necesidad de dominar a los demás. Tener poca empatía por las víctimas.13 De acuerdo a Olweus (2005) los agresores son más fuertes físicamente que el promedio y en concreto, más fuertes que las víctimas. Sin embargo, esta relación es débil dado que un número elevado de niños fuertes no necesariamente son agresivos, lo que podría resultar interesante es que la fuerza física les suministra los medios con que defenderse en caso de ser acosados. Cerezo (2008), explica que los agresores perciben su ambiente familiar y escolar con cierto grado de conflicto. Su actitud hacia la escuela es negativa por lo que frecuentemente exhiben conductas desafiantes incluso con los adultos y su rendimiento escolar es bajo. El pronóstico para un futuro social y emocional exitoso, es pobre (Olweus, 1991; citado en Moreno, Vacas & Roa, 2006). Por otra parte, a los niños que participan en las intimidaciones, pero que no toman la iniciativa, se les denomina agresores pasivos. Ellos respaldan las acciones de quien les lidera y, en ocasiones ejecutan las tareas que les son encomendadas por el agresor. Se considera una explicación ante este comportamiento, el miedo a convertirse en víctimas pareciéndoles más seguro colaborar con quien realiza el acoso (Luis, 2010). La percepción de los agresores de que sus padres y los profesores reaccionan de manera permisiva constituye un incentivo para el reforzamiento de estas conductas agresivas (Joffre, et al., 2011). Las víctimas Son individuos que por diversas razones muestran inferioridad física, psicológica o social. Un nivel de autoestima bajo o la incapacidad de adaptación al contexto, son condiciones que hacen débil o susceptible a un individuo (Loredo et al., 2008). En la medida en que se ha investigado este fenómeno se observa que el rol de víctima no es homogéneo y que se pueden diferenciar al menos dos tipos: las víctimas clásicas, que son victimizadas sin previa provocación y las víctimas proactivas, que en realidad provocan, en parte, su situación de victimización, la forma que se comportan genera irritación y tensión a 14 su alrededor siendo despreciados por sus pares e incluso por personas adultas, lo cual no significa que sean culpables (Pikas, 1989; citado en Del Rey & Ortega, 2007). No es común que las víctimas clásicas (también llamadas víctimas pasivas) inicien un ataque agresivo o que afirmen sus derechos cuando los agreden (Kostelnik, et al., 2009). De acuerdo a Swearer (2000; citado en Moreno, et al., 2006) las víctimas se distinguen por: Presentar elevada inseguridad. Desplegar conductas de llanto y ansiedad. Pobres habilidades sociales. Déficit en habilidades asertivas. Ser impopulares y tener pocos amigos. Tener una actitud negativa ante la violencia o una reacción negativa a conflictos con sus pares. Presentar diferencias marcadas con el resto de sus pares (algún defecto físico). Se les discrimina por el nivel socioeconómico, religión, indumentaria, uso de lentes, por ciertos ademanes y actitudes o bien por tener algún tipo de discapacidad. Su rendimiento escolar es de medio a bajo, pero tiende a ser superior al de quienes les acosa (Olweus, 1998; citado en Luis, 2010) Una forma efectiva para detectar a las víctimas es ubicando a los alumnos aislados que evitan trabajar con sus compañeros, ya que una manifestación frecuente del bullying es la exclusión y con ello el fracaso de la víctima en los intentos de interacción con sus pares, debido en parte a las deficiencias que presentan en habilidades sociales (Cervantes & Pedroza, 2012). La víctima sufre, se siente incómoda y desea librarse de estas circunstancias, conforme pasa el tiempo el acoso repercute en su estado de ánimo, autoestima y salud, dejándola en estado de indefensión ante los actos de amedrentamiento constante a que es sometida (Luis, 2010), siendo incapaz de pedir ayuda aunado a la percepción que tiene de que los profesores no intervienen, no se dan cuenta o no solucionan las situaciones de acoso (Joffre, et al., 2011). 15 Por otra parte, de acuerdo con Luis (2010) las víctimas provocadoras se distinguen por: Presentar una combinación de alta ansiedad y patrones de reacción agresiva. Tener problemas de concentración. Buscar la atención de los demás. Llorar fácilmente. Agredir a quienes consideran más débiles que ellos. Suscitan reacciones violentas porque adoptan una actitud demasiado defensiva o de enojo cuando no conviene o porque se equivocan al interpretar como agresión verbal una simple broma o chiste, como resultado son vistos como niños que “reciben lo que merecen”. Cualquiera que sea la causa, cada vez que una víctima participa en episodios de agresión sus respuestas ineficaces refuerzan la conducta del agresor, propiciando que el ciclo de intimidación continúe (Kostelnik, et al., 2009). Los observadores No participan directamente acosando, pero tampoco delatan a los agresores, ante estas circunstancias su comportamiento es pasivo. Pueden o no aprobar el bullying, sin embargo, lo refuerzan a través de su risa, actitud o la omisión de intervención alguna. Les afecta la agresión, aun cuando no participen en ella, temen por su seguridad personal o convertirse en blanco del acoso expresándolo a través de: Miedo. Frustración. Ira. Desamparo. Culpa por no ayudar a sus compañeros víctimas o se sienten un poco poderosos si apoyan el acto violento. Influyen en lo que sucede durante la intimidación al apoyar al agresor o a la víctima. Si ignoran lo que está sucediendo, envían un mensaje a ambos: consideran correcta la 16 intimidación o nada puede hacerse para evitarla. En conclusión su actitud indica hasta qué punto se acepta o se rechaza la intimidación como un aspecto normal (Kostelnik, et al., 2009). Además de conocer las características de los involucrados directamente en el bullying, es menester señalar la importancia de la familia y de los profesores en el desarrollo y prevalencia. Al desconocer la situación, al no participar y al no poner un alto, contribuyen a que persistan las agresiones dentro y fuera de los planteles educativos. En algunos trabajos de corte etnográfico que llevó a cabo Gómez (2005; p. 694), en secundarias públicas de la Ciudad de México y contrastando sus datos con información recabada en otros estudios de la República Mexicana, considera la violencia “no únicamente como una forma de relación social concreta, referida a los distintos tipos de interacción que se dan en la institución escolar, comprendida no sólo desde el punto de vista de los participantes, de sus conductas e intenciones, sino también desde la lógica de la normatividad institucional”. Es decir que forma parte de las mismas relaciones que se dan en la familia, la sociedad, la cultura y lo que los medios de comunicación proponen. Y añade que uno de los rasgos distintivos del problema es que no hay quien atienda lo que sucede ni los padres, ni los maestros, ni las autoridades escolares; nadie está dispuesto a ofrecer alguna solución a la violencia que ocurre entre compañeros. Familia La importancia de la familia radica en que en ésta se inicia la llamada socialización primaria que se complementará cuando los niños ingresen a la escuela. Es en el seno de la familia donde se producen poderosos procesos de socialización en los que los niños a través de la convivencia familiar aprenden una serie de modelos de comportamiento y valores. Si la relación afectiva de los primeros años no es adecuada, si el niño ve que en su hogar se producen conductas de victimización o son maltratados por sus cuidadores, puede determinar que tenga mayor probabilidad de desarrollar o recibir conductas violentas; existiendo una generalización a otras situaciones que le impedirán el desarrollo de una 17 adecuada relación social; de ahí la responsabilidad e importancia familiar en su evitación (Shields,Cicchetti, 2001; Neufeld, 2002; citados en Moreno et al., 2006; Rigby, 2003). De acuerdo a Moreno et al. (2006) los factores asociados a la familia que guardan una relación positiva con la violencia escolar son: el aumento en la tasa de separaciones y divorcios junto a los conflictos y alteraciones asociados; el bajo apoyo emocional y los estilos de crianza punitivos y hostiles. Se han realizado investigaciones en donde se destaca la importancia de la familia en el fenómeno del bullying, por ejemplo Cava, Musitu y Murgui (2006) encontraron que la comunicación familiar adecuada y una valoración paterna de la escuela en términos positivos se relacionan con menor rechazo de los escolares a las figuras de autoridad en el ámbito educativo y con menor número de conductas violentas. No obstante, dentro de la misma unidad familiar afirmaciones como “tienes que aprender a defenderte de los demás” o “si te pegan tú también pega”, pueden vincularse al origen de la violencia en los individuos llevando a solucionar los diferentes conflictos interpersonales a través de la misma (Berkowitz, 1996; Fernández, 1999; citado en Pérez, Yuste, Lucas & Fajardo 2008). Además acudir a soluciones agresivas a los conflictos y animar a los hijos a utilizar la fuerza cuando son provocados por sus compañeros, son prácticas que pueden favorecer el desarrollo de respuestas agresivas por parte de los niños (Beltran & Carpintero, 2009). Se ha reportado la existencia de cierta confusión en los padres al no resultarles tan fácil categorizar a sus hijos dentro de la condición “agresor” en oposición a “víctima”. Pérez, Yuste, Lucas y Fajardo (2008) señalan que los padres tienden a asumir que su hijo no es un agresor, mientras que dudan más acerca de si es víctima, mencionando que quizá detrás de estas opiniones se oculte un desconocimiento por parte de los padres de lo que realmente sucede en las escuelas. 18 Profesores La mayoría de los estudiantes son conocedores de este fenómeno de prepotencia y victimización que sufren algunos de sus compañeros o ellos mismos, pero no sucede lo mismo con el profesorado. Ciertamente, uno de los aspectos que más se repite en las investigaciones sobre malos tratos entre escolares es la ignorancia en la que viven tutores, profesores y demás agentes educativos respecto de los fenómenos de relaciones interpersonales que los alumnos mantienen entre sí (Del Rey & Ortega, 2001). La falta de información e ignorancia no es el único problema con el que se enfrentan los docentes, en investigaciones se ha encontrado que presentan dificultades basadas principalmente en la capacidad para enfrentar el acoso entre iguales una vez identificado. Los docentes se perciben más capacitados para hablar con las víctimas y apoyarlas, que para tratar con los agresores. La mayoría del profesorado informa sobre su falta de preparación para enfrentarse a alumnos agresivos. Nicolaides y col. (2001; citado en Fernández, García & Benítez, 2006) reportaron que los profesores perciben como muy complicado hablar con los padres de agresores, hablar con los agresores sin culparles de lo sucedido y hacer que dejen de maltratar. Un hecho interesante se relaciona con el profesorado a nivel primaria, quienes creen tener mayor competencia que los de secundaria para detectar los malos tratos entre iguales. Quizá debido a que las formas de violencia en secundaria empiezan a ser en su mayoría indirectas, tal como el rechazo social (Scheithauer, 2006; citado en Fernández, García & Benítez, 2006), lo que dificulta su detección por parte del profesorado. 1.5 Género y edad Un análisis de la producción científica respecto a las diferencias entre niños y niñas, muestra que en general, los hombres están más implicados que las mujeres. Realidad particularmente significativa en situaciones de agresión física mientras que la agresión indirecta mediante exclusión social es más usada por las niñas (Romera, Del Rey & Ortega, 2011). 19 Cajigas et al. (2006) han encontrado que son los hombres quienes presentan en mayor medida que las mujeres una actitud facilitadora de la violencia, comportamientos agresivos físicos y verbales, aunado a un menor control de los impulsos. A menudo molestan y hacen bromas a sus compañeros. Esta información es apoyada por un estudio realizado en Yucatán, México, por Castillo y Pacheco (2008) encontrando que en el abuso sufrido como víctimas existe diferencia entre el género masculino y femenino. Aun cuando se observó que el maltrato verbal era el más frecuente en ambos géneros, son los niños quienes reciben más insultos, se ven más afectados cuando se trata de agresiones físicas (golpes) y ante el hecho de que sus compañeros les escondan las cosas. Los datos obtenidos en un estudio realizado por Cava et al. (2006) confirman la mayor incidencia de agresiones de tipo directo, como pegar, robar o insultar, en hombres. No obstante, no sólo las agresiones directas son más frecuentes, sino que también sus actitudes hacia la autoridad escolar parecen ser más negativas que las de las niñas. Además señalan hallazgos en estudios recientes (por ejemplo; Olweus, 2005) en los que se ha encontrado la existencia en las mujeres de un tipo de agresión más indirecta y sutil, incluyendo conductas como el aislamiento o la difusión de rumores. Existe consistencia en los descubrimientos de diferentes países europeos como en Latinoamérica sobre el bullying. Además de los ya mencionados, Ortega (2010), reportó que en Nicaragua, los hombres (a nivel primaria) sufren mayores índices de violencia en todas sus expresiones. En síntesis puede afirmarse que en los varones predomina el acoso físico, mientras que en las mujeres predominan las agresiones indirectas. Cerezo (2008), explica que estos hechos tienen un marcado origen social y cultural, pues se concede mayor aprobación a la agresividad en el hombre por considerarlo un rasgo viril, mientras que en la mujer se espera un comportamiento de sumisión. Además influye que los padres reaccionan más negativamente a las conductas agresivas de las niña que a las de los niño (Beltran & Carpintero, 2009). 20 Ahora bien, la edad de los involucrados en el bullying, se sitúa en torno a los 10 años en educación primaria y a los 13 años en educación secundaria, siendo los últimos cursos de primaria y los primeros de secundaria los que registran mayor frecuencia. En general se ha visto que a medida que aumenta la edad disminuye la percepción de violencia escolar. También se afirma que percibirse como víctima disminuye con la edad y el porcentaje como observador aumenta (Contador, 2001). Olweus (2005) en su estudio de Bergen presentó resultados similares al aseverar que el porcentaje de alumnos agredidos disminuye en los grados superiores. Reportó que el porcentaje de estudiantes de educación primaria que recibía agresiones era el doble que el de los alumnos de educación secundaria. En cuanto a la forma en que se lleva a cabo la agresión se observó una tendencia manifiesta hacia un uso menor de los medios físicos en los grados superiores. 1.6 Consecuencias Tello (2005) explica lo peligroso que es la percepción distorsionada de la violencia, cuando está se convierte en parte del medio ambiente, en parte de lo normal, la capacidad de reconocerla disminuye y por lo tanto, es introyectada por los individuos que la viven como algo natural. Esto permite acrecentar el problema lejos de disminuirlo, pues la violencia se reproduce y se vuelve exponencial. Tradicionalmente, hablar de situaciones violentas en los contextos escolares se ha interpretado como referirse a peleas entre los alumnos. Sin embargo, las situaciones violentas incluyen fenómenos de acoso o maltrato entre los estudiantes que dan lugar, por decir lo menos, a casos de niños que se rehúsan a ir a la escuelasin motivo aparente o que fingen dolencias físicas que justifiquen ante sus padres la no asistencia, antes de confesar que están siendo víctimas de intimidación (Joffre et al., 2011). Parte de las agresiones que se manifiestan en el fenómeno del bullying favorecen la aparición de trastornos como la depresión dificultando así su integración en el medio 21 escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes provocando que los niños asistan con menor frecuencia a la escuela hasta el grado de la deserción escolar. El bullying y la victimización se consideran un factor de riesgo para la salud, Aluedese (2006), indica que existe el riesgo de daño psicológico en los jóvenes afectados. De acuerdo a Kostelnik et al., (2009) las víctimas expresan su malestar por medio de: Falta de apetito. Insomnio. Enfermedades reales o imaginarias. Crisis inexplicables de llanto. Inseguridad. Aumento de miedo para enfrentar a los demás. Incapacidad para concentrarse. Menor rendimiento académico. Evitan integrarse a actividades con sus compañeros. Muestran una actitud agresiva contra otros (hermanos menores, mascotas, etcétera). Sobre este particular Rigby (2003), mostró que entre las consecuencias para la víctima se encuentra bajo bienestar subjetivo expresado en: Disgusto general. Angustia. Enojo. Tristeza. Ansiedad. Malestar físico. Pobre adaptación social que implica aversión al ambiente social, aislamiento y ausentismo escolar. Depresión. Pensamientos suicidas. Suicidio. 22 A mediano plazo se pueden generar cuadros de estrés postraumático que darán lugar a cambios permanentes en el comportamiento del niño, quien a edad adulta será vulnerable a otras formas de acoso y violencia (Oliveros, et al., 2008). Además se ha observado (Loredo, et al., 2008) que al final todos los involucrados, víctimas y agresores, tienen mayor riesgo de sufrir: Enuresis. Dolor abdominal. Cefalea. Sensación de rechazo social. Baja autoestima. Una percepción de minusvalía. Adicionalmente, Loredo, Perea y López (2008), señalan que incluso las consecuencias van más allá de lo esperado, pues no solo las víctimas sino también los observadores y el propio agresor terminan siendo dañados por el fenómeno. Cuando para los agresores el acoso se convierte en un comportamiento habitual, hay cuatro veces más probabilidades de observarlo en ellos durante la edad adulta (Aluedse, 2006; Kostelnik, et al., 2009) violencia doméstica. Maltrato a los hijos. Gran inestabilidad laboral. Delitos violentos. Encarcelamiento. Paradójicamente, para la víctima el impacto del acoso se reduce cuando los niños ven a otros ser acosados, al parecer porque sienten que no son los únicos que padecen esta situación (Nishina & Juvonen, 2005; citado en Kail & Cavanaugh, 2011). Aunque la mayoría de los niños son más felices cuando ya no son victimizados, los efectos nocivos son perdurables en algunos de ellos: siguen siendo solitarios y tristes a pesar de haber dejado de ser víctimas por uno o dos años. 23 CAPÍTULO 2 DESARROLLO DURANTE LA NIÑEZ INTERMEDIA El desarrollo del hombre ha de ser estudiado en el contexto en el que se produce considerando que el hombre es un ser bio-psico-social. Se entiende “contexto” a partir de lo expresado por Campbell y O‟Rand (1988; citado en Hoffman, Paris & Hall, 1995) al explicar que no engloba simplemente el entorno físico de la persona, sino que incluye los escenarios creados por las personas presentes, lo que hacen, cuándo y cómo lo hacen. Las teorías culturales contextuales presuponen que el tiempo histórico y la cultura tienen profundos efectos en diversos aspectos del desarrollo. La estructura de una sociedad y sus instituciones marcan los límites en el campo de la conducta y la adaptación de sus miembros. Al mismo tiempo los modelos de desarrollo que prevalecen en un momento dado, dentro de cualquier sociedad, repercuten en el posterior cambio y desarrollo del contexto en el que crecen las nuevas generaciones. A pesar de que el desarrollo humano es un proceso que dura toda la vida, este capítulo está enfocado en describir el desarrollo durante la niñez intermedia. Es en esta etapa, como resultado de su ingreso a la escuela que los niños amplían sus relaciones interpersonales, interactuando no solo con la familia, sino con otros niños de distintas edades y con figuras de autoridad. 2.1 Niñez intermedia Primero es importante establecer el periodo que se entiende como niñez intermedia. Según Papalia, Wendkos y Duskin (2005) se denominan años intermedios de la niñez a partir de los seis años y hasta los once, a menudo definidos como años escolares, pues en esta época la escuela es la experiencia central, es un punto focal para el desarrollo físico, cognoscitivo y psicosocial. 24 El desarrollo físico y psicomotor sigue una secuencia previamente ordenada y establecida, no obstante, las diferencias individuales se hacen evidentes en relación con la edad en que ocurren algunos episodios decisivos del desarrollo. Entre los cambios físicos que se observan están el aumento de peso, de estatura y mayor fuerza, además adquieren habilidades motoras necesarias para participar en juegos y deportes organizados Papalia, Wendkos y Duskin (2005). Las conductas adquieren complejidad con el desarrollo de nuevas habilidades motoras y procesos mentales complejos. Incluye el proceso de interiorización de las normas de conducta en la relación con los demás, para que las conductas afectivas se adecúen a las esperadas por el medio en el que está inserto. Es un proceso que siempre se produce en sociedad; en el seno de la familia, en contacto con los compañeros, etcétera (Álvarez & Jurado, 2011). 2.2 Procesos de socialización Al tiempo en que se presentan los cambios físicos, al estar inserto en la sociedad, el niño se apropia de herramientas que le permitirán desarrollar habilidades con el objetivo de integrarse y adaptarse. Desde este punto de vista Álvarez y Jurado (2011) expresan que el ser humano es un ser social desde los primeros meses y durante toda su vida. A través de la socialización se forma adquiriendo las pautas culturales, costumbres y valores de su grupo de pertenencia. Es el proceso mediante el cual los individuos pertenecientes a una sociedad o cultura aprenden e interiorizan un repertorio de normas, valores y formas de percibir la realidad, que los dotan de las capacidades necesarias para desempeñarse satisfactoriamente en la interacción social, y aún más allá de ésta, puesto que las habilidades intelectuales y emocionales se adquieren por medio de actividades interactivas. En este sentido Moraleda (1999) indica que socialmente es un periodo de adaptación y asimilación. Adaptación a las reglas, al grupo, a la clase, acompañada no pocas veces de 25 conflictos y frustraciones. Durante el periodo de asimilación el niño no sólo almacena un cúmulo de conocimientos considerables para su edad, sino que aprende los mecanismos sociales y las actitudes que influirán sobre el desarrollo de su vida ulterior. El proceso de socialización es factible gracias a los agentes sociales, es decir, las instituciones e individuos representativos con capacidad para transmitir los elementos culturales apropiados. Los agentes sociales más representativos son la familia y la escuela. Es un proceso de influjo entre una persona y sus semejantes, un proceso que resulta de aceptar las pautas de comportamiento social y de adaptarse a ellas. De acuerdo con Álvarez y Jurado (2011) la socialización se puede describir desde dos puntos de vista: objetivamente, a partir del influjo que la sociedad ejerce en el individuo, en cuanto proceso que moldea al sujeto y lo adapta a las condiciones de una sociedaddeterminada; y por otra parte subjetivamente, a partir de la respuesta o reacción del individuo a la sociedad. 2.3 Emociones Con el ingreso a la escuela el niño se encuentra expuesto a compañeros de la misma y distinta edad, con intereses, personalidades y circunstancias diferentes. Es entonces que se enfrenta al reconocimiento de que los otros tienen ideas y puntos de vista que pueden diferir del suyo. El niño de esta edad será capaz de interpretar de forma más exacta las emociones de los demás (Clemente & Hernández, 1996). Se acentúa en él una tendencia a la reflexión sobre las cosas que hace así como las repercusiones de su conducta en los que le rodean. Kostelnik, Phipps, Soderman y Gregory (2009) señalan que la capacidad de reconocer e interpretar las emociones de los individuos es una habilidad importante que va perfeccionándose con el tiempo. Las relaciones interpersonales mediarán e influirán en el desarrollo emocional de los niños, pues se tornan clave las interacciones entre los iguales (Beltran & Carpintero, 2009). 26 Tras un lento inicio en los primeros años de vida, la identificación de las emociones avanza aceleradamente en el periodo preescolar y en la primaria. En esta etapa el niño combina información física, situacional e histórica para entender e interpretar las emociones. Gracias a una mayor madurez y experiencia logra identificar que alguien está triste por diversas situaciones y no simplemente porque llore. Aprende que las causas de los sentimientos pueden ser internas, físicas y situacionales. Por ejemplo, sabe que los recuerdos pueden producir sentimientos aun cuando el estímulo inicial haya desaparecido. Específicamente, los niños entre los ocho y 11 años comprenden que un mismo hecho puede producir sentimientos múltiples y contrarios hacia una misma situación. En un principio les parece que las emociones ocurren de forma consecutiva, no simultánea, es decir, no coexisten sino que una remplaza a la otra (Beltran & Carpintero, 2009). Otra característica emocional del niño en los últimos años de primaria consiste en que no modifica sus estados emocionales con la misma rapidez que en etapas anteriores. Las emociones duran más tiempo, están arraigadas en el pasado y en el futuro, en el aquí y en el ahora (Kostelnik, et al., 2009). Rotenberg y Eisenberg (1997; citado en Aguirre, 2011) describen que el control de las emociones negativas es una muestra del crecimiento emocional. Los niños identifican qué los hace sentir enojados, temerosos o tristes y cómo reaccionan otras personas cuando exhiben esas emociones, aprendiendo a adaptar su conducta. Para Kostelnik et al. (2009) los niños comprenden la diferencia entre tener una emoción y expresarla, en los últimos años de primaria están más conscientes de sus emociones y de cómo usar palabras para comunicarlas, sin embrago, hay menos probabilidad de que sean expresadas en comparación con niños de menor edad, debido a que entre los siete y 12 años pueden tratar de ocultarlas o darles poca importancia. El niño no declara despreocupadamente lo que piensa, siente o quiere, sino que regula sus manifestaciones de acuerdo con el punto de vista y la repercusión entre las personas que lo rodean (Remplein, 1980). Este comportamiento es debido a que el niño conoce bien las reglas sociales que rigen la conducta emocional y desean evitar los costos sociales negativos que conlleva expresar 27 ciertos sentimientos (Kostelnik, et al., 2009). Desafortunadamente, la incongruencia entre sus emociones reales y lo que a su juicio debería ser, les causa gran frustración. Cuando un niño oculta sus emociones, no tiene oportunidad de descubrir que comparte experiencias con otras personas. Esto a su vez produce aislamiento, duda de sí mismo y sentimientos de inferioridad. En tales circunstancias llegan a creer que sus emociones no son naturales o que no coinciden con las de los demás ni con las normas sociales. Cuanto más intensa es esta percepción, mayor daño le ocasiona. En términos generales, el desarrollo socio-afectivo se relaciona con la adquisición de habilidades afectivas y sociales, incluye los procesos de conocimiento del entorno y de sí mismo, que permiten la significación y reconocimiento de conductas afectivas en el propio sujeto y en los demás, así como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, con el fin de alcanzar una mejor adaptación en el medio (Álvarez & Jurado, 2011). Distinto de esta afirmación, Remplein (1980) expone que en niños hacia los nueve y 10 años se observa una mayor frialdad afectiva. Relatan acciones sin conmoverse, observan fríamente a personas que tienen algún defecto físico, llegando incluso a burlarse de ellas, debido a la dificultad en los niños para comprender el dolor y la pena de los demás, ya que de ello no tienen experiencia. 2.4 Amistades y popularidad Al ingresar a la escuela el niño establece relaciones con sus compañeros, enfocadas primeramente en el trabajo escolar o darse por el simple hecho de coincidir en un salón de clase. Con el paso del tiempo, en esta etapa las relaciones se vuelven más significativas y se consolidan las amistades, estas interacciones implican más que el simple hecho de compartir el salón de clases o jugar juntos. Para los niños de tres a cinco años, afirma Selman (1981; citado en Lefrançois, 2001) un amigo es solo un compañero de juegos y la amistad es simplemente jugar juntos. En esta etapa los niños no tienen el concepto de amistad como una relación duradera. 28 Para los 11 o 12 años los niños entienden que las amistades avanzan con el tiempo y que entrañan compartir de manera recíproca ideas y pensamientos, así como un buen grado de confianza mutua. Mientras que los más pequeños asumen que los mejores amigos son los que viven cerca y que quieren jugar, los mayores se dan cuenta de que son aquellos que comparten intereses, que se apoyan y se agradan uno a otro. De acuerdo a Kail y Cavanaugh (2011) a medida que los niños crecen, sus amistades se tornan más complejas. Para los niños de escuela primaria (de ocho a 11 años de edad), además del grado mutuo y las actividades compartidas, intervienen otras características como la confianza y la ayuda. A esta edad, los niños esperan poder confiar y recibir ayuda de sus amigos cuando la necesiten. En general, la progresiva conciencia del niño de las normas sociales será aplicada al mundo de las interacciones con sus iguales. Las conductas prosociales como compartir y ayudar se incrementan, pero además, cambia la forma en que se presentan. Mientras los niños más pequeños prestan su ayuda sin tener en cuenta si ésta es solicitada o no, los niños mayores ofrecen su ayuda y esperan que el otro la acepte (Clemente & Hernández, 1996). En la línea de una mayor sensibilidad a las acciones prosociales y empáticas, la incidencia de la agresión disminuye y también cambia de forma. Aumentan las muestras de agresión verbal y la agresión física disminuye (Beltran & Carpintero, 2009). Este último tipo de agresión se presenta más en los niños que en las niñas, ya que estas manifiestan una mayor preferencia por las acusaciones y las burlas (Clemente & Hernández, 1996). Al formar amistades con niños que comparten ciertos intereses, apenas sorprende que los niños muy agresivos busquen la compañía de otros también agresivos, aunque estas amistades se caractericen por “conflictos frecuentes, prolongados e intensos” (Lefrançois, 2001). Una de las principales diferencias entre las amistades de niñas y niños es que las relaciones de las primeras suelen tener más amabilidad, empatía y revelaciones personales, esto es, las amistades de las niñas son más íntimas. Además, la costumbre en la escuela primaria, explica Erwin (1993; citado en Lefrançois, 2001), es que los niños tengan más amistades que las niñas y que jueguenen grupos grandes. Más aún, su juego es más agresivo y competitivo en todas las edades. 29 Durante la niñez intermedia, la popularidad adquiere mayor importancia. Los niños pasan más tiempo con sus pares y las opiniones afectan considerablemente su autoestima. Las relaciones con los pares en la niñez intermedia son certeros predictores del ajuste posterior (Basten & Coastworth, 1998; citados en Aguirre, 2011). Es probable que los escolares que agradan a sus pares tengan un buen ajuste en la adolescencia. Los que tienen problemas para llevarse bien con sus compañeros adquieren mayor probabilidad de abandonar la escuela, convertirse en delincuentes o desarrollar problemas psicológicos (Hartup, 1993; citados en Aguirre, 2011). La forma en que un niño viva sus relaciones sociales en el aula depende, al menos en parte, su futura integración en la sociedad. Una mala adaptación social en la infancia puede estar asociada más tarde con problemas de ajuste social como la delincuencia. Por otro lado las relaciones afectan a todo el comportamiento y por tanto son un elemento importante para el desarrollo general (Clemente & Hernández, 1996). 30 CAPÍTULO 3 ESCUELAS 3.1 Definición de Escuela Después de la familia la escuela es el contexto que tiene mayor importancia en el desarrollo infantil, es considerado clave para el desarrollo de la madurez y la socialización del niño (Garaigordobil & Oñederra, 2010). El ambiente educativo se define como un marco en el que tienen lugar procesos de enseñanza-aprendizaje. La escuela se entiende entonces como un escenario cuya influencia en el desarrollo se lleva a través de la educación formal, donde los procesos de enseñanza aprendizaje ocurren entre un emisor (profesor), un receptor (alumno) y en torno a determinados contenidos y actividades (currículum) (Clemente & Hernández, 1996). A su vez se establecen relaciones entre iguales, es decir, relaciones interactivas autónomas entre niños de edad similar sin la intervención directa del adulto (Álvarez & Jurado, 2011). La escuela es un ámbito fundamental para el desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes; y, aunque constituye un derecho de todo niño, la educación no se remite sólo a la instrucción formal. Es sobre todo, un medio para: “preparar al niño para la vida cotidiana, fortalecer su capacidad de disfrutar de todos los derechos humanos y fomentar una cultura en la que prevalezcan unos valores de derechos humanos adecuados. El objetivo es habilitar al niño desarrollando sus aptitudes, su aprendizaje y otras capacidades, autoestima y confianza en sí mismo. En este contexto la „educación‟ es más que una escolarización oficial y engloba un amplio espectro de experiencias vitales y procesos de aprendizaje que permiten al niño, ya sea de manera individual o colectiva, desarrollar su personalidad, dotes y aptitudes y llevar una vida plena y satisfactoria en el seno de la sociedad (INN, UNICEF, OACNUDH 2007, citado en Zurita, 2009). 31 De acuerdo con Abramovay (2005) la escuela es crucial para el desarrollo de la autonomía, de la capacidad crítica así como en la formación de la identidad y reporta que un porcentaje significativamente mayor de alumnos tiene un mayor aprovechamiento pedagógico cuando la violencia es un fenómeno ausente de la rutina escolar o por lo menos, que se presenta con menor frecuencia e intensidad. Y añade que el tomar en cuenta las características que presupone la educación hace que todos los gobiernos la supongan obligatoria hasta determinados niveles, es por esta razón que se le considera un derecho fundamental. Se entiende entonces que el desarrollo del niño en la escuela no solo está enfocado en la apropiación de contenidos mediante la instrucción formal, sino que además las relaciones interpersonales permiten el desarrollo de habilidades y la apropiación de normas y valores. A partir de estas definiciones de escuela y tomando en cuenta la importancia que tiene en el desarrollo infantil, se esperaría que en las mismas reinara un clima propicio que favoreciera el óptimo desarrollo de los alumnos, sin embargo, niños y adolescentes experimentan cotidianamente desafíos ante la creciente violencia aun en aquellos espacios en los cuales su seguridad, cuidado y atención deberían estar absolutamente garantizados. Éste es el caso de las escuelas de nivel básico en México, donde una proporción significativa de niños y adolescentes menores de 16 años acuden entre cuatro y siete horas diarias durante 200 días al año y donde no siempre encuentran un ambiente que asegure tanto el aprendizaje como el respeto pleno a sus derechos (Zurita, 2009). 3.2 Acoso escolar según la Secretaria de Educación Pública En México, el tema del acoso escolar no ha sido abordado formalmente, el primer antecedente de cifras sobre el maltrato escolar infantil son las consultas juveniles e infantiles realizadas por el Instituto Federal Electoral (IFE, 2012) en los años 2000 y 2003; en los que se reporta que el 32% de los menores de 15 años consultados afirmaron ser víctimas de maltrato en la escuela; más de 15% aseguró ser insultado y 13% dijo ser golpeado por sus compañeros. Derivado de estos datos, el Instituto Nacional de Pediatría 32 decidió iniciar un estudio serio y profundo sobre el tema. Sus conclusiones fueron presentadas a finales de 2008 y confirmaron que el acoso entre alumnos está aumentando. La Secretaria de Educación Pública (SEP, 2014) define la violencia escolar como cualquier forma de actividad violenta dentro del marco escolar, se presenta mediante maltrato verbal, psicológico o físico; y se realiza de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Es una agresión metódica y sistemática, en la que el agresor somete a la víctima, a través del silencio, la manipulación, la indiferencia y bajo la complicidad de otros compañeros. Para reducir el nivel de violencia escolar la SEP (2014) propone: 1. Unificar criterios y estrategias de intervención a nivel nacional en todos los niveles de la educación básica, con la intervención de las autoridades educativas locales. 2. Empoderar a padres de familia y a maestros con estrategias y prácticas de crianza que promuevan una educación de calidad. 3. Fortalecer en los niños una educación en valores y dotarlos de un ambiente escolar y familiar adecuado para un desarrollo sano y equilibrado. 4. Desarrollar un marco de corresponsabilidad nacional para llevar a cabo estrategias para una política nacional libre de violencia, con medidas de intervención a corto, mediano y largo plazo. En el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 (SEP, 2014) en su meta nacional “México con educación de calidad”, en su respectivo enfoque transversal, Estrategia II “Gobierno Cercano y Moderno”, y entre sus líneas de acción establece “actualizar el marco normativo general que rige la vida de las escuelas de educación básica con el fin de que las autoridades educativas Estatales dispongan de los parámetros necesarios para regular el quehacer de los planteles, y se establezcan con claridad deberes y derechos de los maestros, padres de familia y los alumnos y definir estándares de gestión escolar para mejorar el desempeño de los planteles educativos”. 33 3.2 La violencia en escuelas públicas y privadas La mayoría de los niños en edad escolar se enfrentan a algún acto agresivo ocasional, un empujón o patada, o los insultos dañinos de alguien que quiere parecer superior. No obstante se sabe que alrededor del 15% de niños en escuelas primarias y secundarias, tanto en Europa como en Estados Unidos son víctimas crónicas de agresiones (Nanse, 2001; citado en Kail & Cavanaugh, 2011). En México, la Dirección General de Planeación y Estadística Educativa emitió un compendio con los resultados más relevantes sobreestadística e indicadores del sector educativo que reúne información del ciclo escolar 2012-2013. El porcentaje de alumnos que asisten al sector público es de 90.6% y sólo el 9.4% al sector privado, lo que equivale a 13 526 632 y 1 262 774 alumnos respectivamente (SEP, 2013). Investigaciones realizadas en México proporcionan información valiosa acerca del estado que guarda la violencia en la educación tanto en escuelas públicas como privadas de nivel básico en el país. Las Consultas Infantiles y Juveniles emprendidas en los años 2000, 2003 y 2006 por el IFE proporcionan hallazgos que permiten tener una idea sobre la violencia que, desde la perspectiva de los niños y adolescentes, experimentan en diferentes ámbitos de su vida cotidiana. En particular, los datos proporcionados por la Consulta 2003 acerca de la violencia que viven los escolares de seis a nueve años de edad, mostraron que en un 3.5% abusan de su cuerpo; a un 15.7% le pegan y a un 15.8% lo insultan. Estos actos fueron reconocidos principalmente por hombre que por mujeres. Se encontró que en ambos géneros mientras aumenta la edad disminuye la percepción de maltrato en la escuela (Zurita, 2009). En este sentido, los datos proporcionados por la Consulta Infantil y Juvenil correspondiente al año 2012, permiten corroborar la prevalencia de acoso en las escuelas. En los niños con un rango de edad entre 10 a 13 años se reportó que un 15.3% de mujeres y un 20.6% de hombres son acosados y humillados por algunos de sus compañeros (IFE, 2012). Resultados que son congruentes con los de consultas anteriores. 34 Ahora bien, en el año 2007 fue publicada la primera investigación exploratoria sobre violencia en escuelas primarias y secundarias de México realizada por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Este estudio se centró en las percepciones de alumnos y maestros sobre la violencia, la disciplina y el consumo de sustancias nocivas. A partir de los resultados fue posible confirmar que estos fenómenos existen en las escuelas primarias y secundarias tanto públicas como privadas del país. Los principales hallazgos del informe del INEE mostraron que las peleas son la forma de violencia en la que un mayor porcentaje de alumnos reconoce participar (19% primaria y 11% secundaria). A esta forma le siguen la amenaza e intimidación a otros alumnos; y, por último, el robo. Llama la atención que los alumnos de primaria reconozcan participar más en actos de violencia en contraste con los de escuelas secundarias. Desde la perspectiva de los alumnos, hay mayor ocurrencia de actos de violencia en primarias indígenas y secundarias privadas, los estudiantes participan con mayor frecuencia en actos de violencia cuando consideran que la disciplina escolar es nada estricta (11.5 en primaria y 11.1 en secundaria) o muy estricta (10.2 en primaria y 5.9 en secundaria). Esta situación prevalece más entre los estudiantes de primaria (Zurita, 2009). En relación a la percepción que tienen los profesores sobre de la violencia, los datos más relevantes indican que los maestros de primaria perciben menos violencia en sus escuelas que la que aprecian sus colegas de secundaria. Las modalidades educativas donde los maestros reportan mayores niveles de violencia dentro de las escuelas son las secundarias técnicas (20.6%), las generales (20.4%) y las primarias urbanas públicas (9.6%) (Zurita, 2009). Los resultados de las Consultas Infantil y Juvenil proporcionan información de la violencia que se vive en escuelas públicas y privadas, no hacen distinciones o comparaciones entre ambas. A pesar de que no existe cuantiosa información que permita establecer si existen diferencias en la prevalencia de violencia de acuerdo al tipo de escuela, ya sea pública o privada, los resultados del informe del INEE muestran una mayor prevalencia de violencia en secundarias privadas. En este mismo informe y de acuerdo a los profesores que participaron se reportó mayor violencia en las primarias urbanas públicas. 35 Existen pocos datos sobre la posible influencia que pudiera tener el tipo de establecimiento educacional en cuanto a si es público o privado, sin embargo se ha observado que los alumnos de escuelas secundarias privadas se atribuyen menos conductas de intimidación que los alumnos de otras escuelas (Contador, 2001). En este sentido los estudios del Defensor del Pueblo (2007), destacan un elemento importante el cual tiene que ver con el carácter público o privado de las escuelas, donde se ha observado una mayor incidencia en las privadas, señalando como posible causa, la homogeneidad del ambiente que propicia la falta de tolerancia y discriminación. 3.3 Factores de riesgo en el ambiente escolar El maltrato entre iguales que se da en la escuela no puede explicarse sólo mediante las variables relativas al propio centro. Junto a los factores más relacionados con el medio escolar, existen factores sociales y culturales implicados con el fenómeno cuyo conocimiento permite la comprensión del mismo en toda su complejidad (Garaigordobil & Oñederra, 2010). Todo parece indicar que la violencia hacía los compañeros, en sus diferentes grados y modalidades, es aceptada de forma diferente en las distintas culturas. Por ello puede esperarse que el fenómeno del maltrato entre iguales presente diferencias en cuanto a prevalencia y manifestación en los múltiples países estudiados (Garaigordobil & Oñederra, 2010). Una variable asociada a la problemática del bullying que ha sido descrita por Contador (2001) es el nivel socioeconómico, prevaleciendo en los sectores de ingresos bajos. Recientemente, en diversos países europeos se ha encontrado que los niños de nivel socioeconómico bajo tienen más probabilidad de ejercer actos agresivos, y que las escuelas con alta violencia se relacionan con áreas urbanas donde el desempleo, la pobreza, drogas y familias con problemas son frecuentes, lo que investigadores en Canadá y en Inglaterra han confirmado. 36 Contrariamente Olweus (1978; 1981; citado en Olweus, 2005) señala que las condiciones económicas y sociales de la familia, incluidos los ingresos, el nivel de estudios de los padres y el tipo de vivienda son factores que no se relacionan con la agresividad de los niños. Y añade que la proporción de alumnos agresivos (y no agresivos) es similar en todas las clases sociales, y lo mismo se puede decir sobre las víctimas. Por consiguiente el hecho de que un alumno sea agresor o víctima no se puede explicar como una consecuencia de pobres condiciones sociales y económicas de la familia. Sin embargo, aclara que esta ausencia de relación, puede ser consecuencia, en cierta medida, de la relativa homogeneidad de los países escandinavos en este aspecto. Por tanto es posible que estudios de otros países con mayores desigualdades económicas y sociales muestren una relación más directa entre la presencia de problemas de agresores y de víctimas y las condiciones socioeconómicas de la familia. Un estudio realizado en población uruguaya (Cajigas, et al., 2006) de nivel socioeconómico medio bajo, señala que no es posible individualizar la incidencia del aspecto económico en la agresión. En general, es un factor que para un grupo importante de investigadores es percibido como un comportamiento que atraviesa las clases sociales. Para las escuelas situadas en zonas de ingresos altos existen muy pocos estudios, además entran en juego otras variables, por ejemplo, las culturas son muy diferentes o algunos contextos sociales son de violencia y guerrilla generalizados, aunado a la forma diferente de recolectar los datos que no permite comparar sistemáticamente las dos poblaciones (ingresos bajos y altos). Blaya (2005; citado en Garaigordobil & Oñederra, 2010) en el IX Encuentro Internacional sobre Biología y Sociología de la Violencia:
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