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Estudio-exploratorio-sobre-schadenfreude

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
DIVISIÓN DE ESTUDIOS PROFESIONALES 
 
 
ESTUDIO EXPLORATORIO SOBRE SCHADENFREUDE 
 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
PRESENTA: 
 
 
LUIS ANTONIO VALVERDE BUENDÍA 
 
 
DIRECTORA: DRA. LUCY MARÍA REIDL MARTÍNEZ 
REVISORA: DRA. SOFÍA RIVERA ARAGÓN 
 
SINODALES: 
DR. RAFAEL LUNA SÁNCHEZ 
DRA. TANIA ESMERALDA ROCHA SÁNCHEZ 
DR. CARLOS ARTURO ROJAS ROSALES 
 
 
MÉXICO, CDMX 2017. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
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Agradecimientos 
 
Primero quisiera agradecer a mi alma máter, desde el Cch me ha 
brindado todo lo que una persona puede anhelar, formación profesional, las 
mejores experiencias, familia… simplemente, es un orgullo pertenecer a la 
Unam. 
“[…] Por su azul y oro, luchemos sin cesar cubriendo así de gloria, su 
nombre inmortal”… ¡¡México, Pumas, Universidad!! 
 
A la Dra. Lucy Reidl, por la atención brindada durante la 
realización y sobre todo la culminación de este proyecto; con esa cordialidad 
que la caracteriza y con la mejor disposición para orientarnos como sus 
alumnos. A quién guardo respeto y admiración, considerando un honor el 
haberla conocido, como un ejemplo de personal, al igual que la institución 
académica que representa. 
A la Dra. Sofía Rivera Aragón, por estar al pendiente en todo 
momento; sin su atención y tiempo, la realización esta investigación no sería 
posible. 
A cada uno de mis sinodales, al Dr. Rafael Luna Sánchez, el 
Dr. Carlos Arturo Rojas Rosales y la Dra. Tania Esmeralda 
Rocha Sánchez, por brindarme la atención y el apoyo para que este 
proyecto se llevara a cabo. 
 
Al maestro Gustavo Zazueta, por el conocimiento compartido, la 
confianza y obre todo, permitirme colaborar en su proyecto de investigación. 
Desde luego a la Maestra Gisela y Félix por el apoyo recibido desde el 
primer momento en el laboratorio de emociones. 
 
Al coach Félix, un ejemplo de persona y admiración, dentro y fuera del 
campo, y a los Búfalos Fca., que permitieron alcanzar la gloria. 
 
“Por mi raza hablará el espíritu”. 
 
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Dedicatorias 
 
Al coleccionista amante de la lectura, nunca pesó tu ausencia; pero se 
extraña el antagonismo… A mi padre. 
A Geli, Gloria, Vero, Rocío, Leo e Ivonne, compartimos vida, 
apellido, sangre; pero lo mejor de todo… una estupenda mujer como madre. 
Gracias por apoyarme y saber que siempre contaré con ustedes. Cada uno 
ocupa un espacio muy especial en todo esto, de principio a fin, como siempre… 
como nunca. 
 En especial, faltarían palabras para definir a alguien que me ha brindado 
su apoyo incondicional, que ha significado mucho a lo largo de mi vida y 
siempre encontraré, allí, donde quiera que me encuentre. Por el privilegio de 
ser tu hijo… A mi madre. 
Guameru, que te puedo decir, más que: hermano; a quién me ha soportado 
por mucho tiempo, y como reacción en cadena; Toño, Mario, Cinthya y 
Nandita, son muestra que existe familia lejos de casa. 
A Elba, con el aprecio y cariño de siempre; por forjar lo más constante e 
inestable en mi vida, hemos tenido altas y bajas pero aquí seguimos y 
seguiremos… 
A cada uno de los M´s: Aliss, Beta, Beto, Dv, Fosi, Gabo, 
Ivon, Juancho, Karen, Luz, Manuel, Omar, Roque, Sustos, 
Vic, Wally, ¿Cuántos brindis, cuántas muestras de afecto, cuántas 
melodías? siempre es un honor y placer encontrarme con ustedes… incluso con 
Chofo. 
Pat, nadie ha estado más al borde del edén y del averno, y aunque el 
futuro siempre fue incierto, eres y serás parte de esto. 
Ale, Jano, Nan, y Pepe Toño, han sido un gran apoyo, lo saben, 
por eso puedo decir: ¡lo logramos! 
Isra, Bruno, Gabypatylu, Ángel, Vale, Ami y las Borregas, por 
todos esos buenos momentos en los que me compartieron parte de lo que son. 
La pandilla, Blererucker, Querida, Gerard, Valmont, los quiero 
bastante, por estar en las buenas, pero sobre todo, por lo que nos falta recorrer. 
 
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“Schadenfreude es la alegría más bella, ya que es sincera.” 
 
Frase popular alemana. 
 
 “La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que 
es capaz de utilizar.” 
 
Friedrich W. Nietzsche. 
 
 
5 
 
ÍNDICE 
RESUMEN ............................................................................................................... 6 
ABSTRACT .............................................................................................................. 7 
INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 8 
CAPÍTULO I ........................................................................................................ 11 
1.1 EMOCIONES ................................................................................................... 11 
1.2 LOS ELEMENTOS ESPECÍFICOS DE LA EMOCIÓN .................................. 16 
1.3 CLASIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES ...................................................... 18 
1.4 EMOCIONES SOCIALES ............................................................................. 21 
1.5 EMOCIÓN COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL ............................................. 24 
1.6 EMOCIÓN COMUNICADA, NO COMUNICADA Y LENGUAJE .................... 28 
1.7 EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS .................................................... 31 
1.8 EL DESARROLLO Y CONSTRUCCIÓN DE EMOCIONES POSITIVAS Y 
NEGATIVAS............................................................................................................ 36 
CAPÍTULO II ....................................................................................................... 39 
2.1 SCHADENFREUDE ......................................................................................... 39 
2.2 SCHADENFREUDE Y ENVIDIA ................................................................... 42 
2.3 SCHADENFREUDE Y AUTOESTIMA .......................................................... 46 
2.4 SCHADENFREUDE Y COMPARACIÓN SOCIAL ......................................... 47 
2.5 SCHADENFREUDE Y RESENTIMIENTO .................................................... 49 
2.6 SCHADENFREUDE Y MERECIMIENTO ...................................................... 50 
CAPÍTULO III ...................................................................................................... 56 
3.1 SCHADENFREUDE: CONSIDERACIONES DEL COMPORTAMEINTO SOCIAL
 ................................................................................................................................... 56 
CAPÍTULO IV ..................................................................................................... 62 
4.1 HACIA LA PRAGMÁTICA EMOCIONAL DE SCHADENFREUDE .................... 62 
4.2 LAS EMOCIONES NEGATIVAS Y SCHADENFREUDE ............................... 63 
4.3 LA TEORÍA DEL HUMOR Y LA RELACIÓN CON SCHADENFREUDE ........ 67 
4.4 TEORÍA DEL HUMOR .................................................................................. 69 
4.5 LATEORÍA DE LA SUPERIORIDAD ............................................................ 74 
CAPÍTULO V ...................................................................................................... 78 
5.1 MÉTODO ......................................................................................................... 78 
5.1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ........................................................ 78 
5.2 JUSTIFICACIÓN ........................................................................................... 80 
5.3 OBJETIVOS.................................................................................................. 83 
5.4 PARTICIPANTES ......................................................................................... 83 
5.5 PROCEDIMEINTO........................................................................................ 85 
CAPÍTULO VI ..................................................................................................... 89 
6.1 RESULTADOS ................................................................................................. 89 
6.2 LA OBTENCIÓN DE SCHADENFREUDE Y SUS REPERCUSIONES EN LA 
INTENSIDAD .......................................................................................................... 90 
6.3 TEMAS DE CATEGORIZACIÓN; PRODUCTO DE LA CODIFICACIÓN ....... 93 
6.4 BALANCE: ESTATUS Y EMOCIONES NEGATIVAS EN LA INTENSIDAD DE 
SCHADENFREUDE ................................................................................................ 94 
6.5 DISTRIBUCIÓN RELATIVA PARA GÉNERO ............................................... 99 
6.6 DISTRIBUCIÓN RELATIVA PARA LUGAR DE PERTENENCIA ................ 106 
DISCUSIÓN ......................................................................................................... 113 
CONCLUSIÓNES ................................................................................................ 124 
Referencias ................................................................................................... 128 
ANEXOS .............................................................................................................. 142 
I Instrumento ..................................................................................................... 142 
II Formato de codificación de relatos ................................................................ 146 
III Glosario ........................................................................................................ 148 
IV Comparación entre CDMX Y Sonora ............................................................ 152 
 
file:///C:/Users/VALVERDE/Downloads/PROFASE8.doc%23_Toc494373355
 
6 
 
RESUMEN 
Schadenfreude o el placer ante el sufrimiento de otra persona, es una 
emoción inherente a la condición humana; su estudio no ha sido definido 
puntualmente y en ocasiones se ha encontrado limitado. 
Este trabajo constituye una integración teórica, de las situaciones que 
pueden generar schadenfreude, agrupadas en tres categorías: emociones 
negativas dirigidas hacia la persona que le ocurre el infortunio (envidia, enojo, 
odio, resentimiento, desagrado, desprecio, rencor, coraje y venganza), 
comparación social, específicamente en sus formas ascendente y descendente 
y el humor, dentro de elementos cognitivos establecidos por el contexto social, 
en una muestra de 390 estudiantes mexicanos de la UNAM y el ITSON. 
Por medio de un instrumento, se solicitó a los participantes describir una 
situación donde algo malo le haya ocurrido a alguien, experimentando placer 
(gusto o satisfacción) al respecto, y mediante una escala Likert reportaron la 
intensidad en la que disfrutaron el evento, emociones negativas y nivel de 
estatus percibido. Posteriormente, al realizar un análisis discursivo se 
desarrolló una categorización de sus relatos, la cual fue comparada en 
diferentes aspectos mediante correlaciones bilaterales; dentro de los dos 
sectores de la población, Sonora y CDMX, así como una comparativa de 
género. Finalmente, se encontraron niveles que indican que el modelo de éstas 
tres categorías se ajusta significativamente con la muestra, es decir; las 
emociones negativas, la comparación social y el humor pueden explicar las 
situaciones donde se presenta schadenfreude, así como diferencias 
significativas entre ambas entidades. Estos hallazgos fortalecen la importancia 
de regular a las emociones negativas y contribuyen como uno de los primeros 
estudios de esta emoción dentro de población mexicana. Del mismo modo, el 
desarrollo de este modelo permitió conocer, de manera teórica, la construcción 
social que representa esta emoción e insertarla dentro de las emociones 
morales. 
 
Palabras clave: schadenfreude, humor, comparación social, emociones 
negativas, categorización. 
 
 
7 
 
ABSTRACT 
Schadenfreude, or pleasure in the face of another's suffering, is an emotion 
inherent in the human condition; its study has not been defined on time and has 
sometimes been limited. 
This work constitutes a theoretical integration of the situations that can 
generate schadenfreude, grouped into three categories: negative emotions 
directed towards the person who happens the misfortune (envy, anger, hatred, 
resentment, dislike, contempt, anger, anger and revenge), social comparison, 
specifically in its ascending and descending forms and humor, within cognitive 
elements established by the social context, in a sample of 390 Mexican 
students from UNAM and ITSON. 
Through an instrument, participants were asked to describe a situation where 
something bad happened to someone, experiencing pleasure (enjoyment or 
satisfaction) about it, and using a Likert scale reported the intensity of the event, 
negative emotions and level of perceived status. Subsequently, when 
performing a discursive analysis, a categorization of their stories was 
developed, this was compared in different aspects through bilateral correlations; 
within the two sectors of the population, Sonora and CDMX, as well as a gender 
comparison. Finally, we found levels that indicate that the model of these three 
categories is adjusted significantly with the sample, i.e.; negative emotions, 
social comparison and humor may explain the situations where schadenfreude 
occurs, as well as significant differences between the two entities. These 
findings reinforce the importance of regulating negative emotions and contribute 
as one of the earliest studies of this emotion within Mexican population. In the 
same way, the development of this model allowed to know, in a theoretical way, 
the social construction that represents this emotion and to insert it within the 
moral emotions. 
 
Keywords: schadenfreude, humor, social comparison, negative emotions, 
categorization. 
 
 
 
8 
 
INTRODUCCIÓN 
 
La psicología se ha interesado en analizar, explicar y predecir el 
comportamiento humano a lo largo de su historia. En el campo de las 
emociones no ha sido diferente. Esto la ha sumergido en el desarrollo teórico e 
investigativo, no siempre centrado en la salud, la adaptación y los aspectos 
positivos de las personas. De hecho durante muchos años los ha ignorado, es 
así que por largo tiempo ha estado centrado en las emociones negativas y la 
debilidad humana en general, propiciando su observación disciplinar desde un 
marco patogénico (Vera, 2006). No obstante, algunas emociones y la conducta 
misma llegan a presentarse en forma positiva para el individuo, pero negativa 
para un tercero. Uno de los puntos de interés en este trabajo es planteado por 
schadenfreude; la aparición esencial de placer ocurrida por la desgracia de otra 
persona. De esta forma, dicha emoción está fortaleciendo el bienestar del 
individuo por aprovechar oportunamente la situación negativa que otra está 
padeciendo. Esta situación permite conocer los alcances del espectro humano, 
ya que los contextosen los que se obtiene placer no han sido únicamente los 
estimados tradicionalmente. 
Experimentar schadenfreude es parte del ser humano, nadie escapa a esta 
circunstancia humana y el sentimiento aparente del placer ante la desgracia de 
otros que es parte de esta condición. Ya sea ante la derrota de un equipo rival, 
el fracaso de alguna persona que nos desagrada, o por algún pequeño tropiezo 
hilarante cometido por un desconocido, estamos a la orden de sentir tal 
emoción. Si bien, dicha emoción actualmente aborda parámetros definidos, no 
se han desglosado con detenimiento y es aquí donde se desarrolla toda una 
serie de planteamientos tratando de resolver la pertenencia, causalidad y 
elementos que ponen en escena a esta emoción. 
Aunque el concepto de la schadenfreude ha sido delimitado por algunos 
factores, la existencia de schadenfreude debe ser investigada en diferentes 
culturas para verificar la universalidad de este estado emocional (Hofmann, 
Ruch y Platt, 2012). Es importante señalar que no se trata de hacer una 
revisión cronológica a partir de la evolución del concepto, sino de constituir la 
schadenfreude con referentes actuales. 
 
9 
 
Existen diversos trabajos que han logrado clasificar a las emociones, no 
obstante, algunas reacciones están inclinadas a la mala voluntad, o a los 
deseos intransigentes hacia alguien más. Al enfocarnos en los contextos, es 
importante señalar que se pueden generar las mismas situaciones y no 
provocar schadenfreude en otra persona; situaciones ocurren, pero la carga 
cognitiva o afectiva que brindemos es lo que la hace significativa. Por lo tanto, 
cuando la referencia recae en los participantes se pudo entender la forma en la 
que esta emoción se regulaba y que su identificación se basa en el impacto 
que se tiene con los demás. Es como la interpretación de schadenfreude ofrece 
un panorama complejo al tratar de enfocarse al placer o al infortunio, ya que 
esto les ocurre a dos personas al mismo tiempo. Así, el reconocimiento de 
schadenfreude está ligado a un equivalente de supervivencia, y como al resto 
de las emociones, el clasificarlas proporciona un margen de entendimiento e 
identificación con los demás. Y aunque no pudiera externarse de manera 
normal en la mayoría de las ocasiones, es preciso saber en qué medida, lo que 
ocurre; sentir placer cuando alguien tiene un percance, puede encontrarse 
estereotipado. 
Ésta investigación pretende establecer referentes de schadenfreude 
mediante una categorización, ya que se han tratado de identificar las causas 
para que schadenfreude aparezca. También se mantiene el perfil de cómo es 
que se yuxtaponen placer y el sufrimiento de otra persona, mediante 
comparación social, emociones negativas y humor; desarrollando toda una 
serie de planteamientos para abordar esta emoción y los diversos elementos 
que entran en juego. Además falta delimitar si la intensidad y parámetros de la 
misma son los esperados o de un alcance mayor, estableciendo un patrón de 
reconocimiento entre las posibles causas de schadenfreude, valiéndonos de si 
alguna causa es más intensa que otra. De la misma forma es importante 
señalar el trabajo realizado comparando algunos rasgos como; el género y 
ubicación geográfica. 
Para analizar la schadenfreude, es esencial tener un concepto de emoción, 
así como algunas aproximaciones teóricas, sobre los tipos de emociones que 
existen. Aunque el espectro que abarcan las emociones es muy amplio, la 
literatura actual proporciona una base sólida a fin de elucidar los patrones que 
 
10 
 
las caracterizan, siendo un campo efervescente con varias líneas de 
investigación (Jankowski y Takahashi, 2014). 
Y como señalan Cacioppo, Gardner y Bernston (1999), constituyen un 
elemento fundamental, ya que dirigen la atención, guían la toma de decisiones, 
estimulan el aprendizaje y disparan la conducta. Las emociones han sido vistas 
como fenómenos complejos multifactoriales que incluyen: una evaluación 
cognoscitiva de las situaciones, un conjunto diverso de cambios fisiológicos, 
una serie de expresiones visibles o manifiestas, un componente motivacional 
que se refleja en una intención o tendencia a la acción y, por último, un estado 
subjetivo experiencial o de sentimiento (Barrón y Bazán, 2004). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
11 
 
CAPÍTULO I 
1.1 EMOCIONES 
 
La relación que existe entre el organismo y su ambiente alberga diversas 
vertientes para su comprensión; muchos mecanismos actúan para conferirle 
fluidez, como la adaptación conductual y cognoscitiva, sin embargo la mayoría 
de las respuestas necesitan una conexión entre estos dos elementos (Reidl, 
2005). 
Las emociones son un mediador entre el organismo y su ambiente. Dicha 
mediación le confiere al individuo la evaluación de la relevancia que ocupan 
estos estímulos, así como la posible acción ante los mismos, ya sea fisiológica 
o psicológica, y la comunicación de las reacciones puede identificar estados e 
intenciones al ambiente social circundante (Reidl, 2005). 
Las emociones han sido investigadas por todas las ramas de la Psicología, 
lo que ha contribuido a la proliferación de muchas aproximaciones teóricas que 
mantienen puntos de vista diferentes. Esto provoca que no haya una definición 
de emoción comúnmente aceptada (Mayor, 1988). Y a medida que la 
Psicología como disciplina general experimenta cambios, el concepto de 
emoción lo ha hecho también. No obstante, las diferentes aportaciones han 
dirigido a la investigación existente. Lazarus y Lazarus (1994) indican que las 
emociones son centrales para la comprensión del comportamiento y 
experiencia humanos; en cualquier nivel de análisis científico- sociológico, 
psicológico y fisiológico, sería difícil mencionar los encuentros, acciones y 
preferencias significativas que se manifiestan carentes de emoción. 
Asimismo, las diferentes experiencias emocionales conocidas en el ser 
humano, han dado origen a diversos enfoques teóricos, en su mayoría 
concordantes con el aspecto multidimensional que poseen, así como de las 
relaciones que guardan con el comportamiento y las esferas fisiológicas, 
sociales y psicológicas (Cortina, 2004). Desde este punto de vista, el campo de 
estudio de las emociones es muy amplio, no obstante, no se debe depender de 
un rango exclusivamente, sino realizar un análisis de sus características más 
sobresalientes. 
 
12 
 
En 1872 Darwin publicó que ciertas emociones son innatas y universales 
(DeCatanzaro, 2001), además producto de la evolución, señalando que hay 
evidentes predisposiciones innatas de expresión ante determinadas 
emociones, provocando que la musculatura facial sea dependiente de la 
sensación (Fernández y Garzón, 2009). 
En tanto Freud, (1930/2005), reconoce la fuerza de los instintos y las 
pulsiones y que éstas son capaces de causar enfermedades nerviosas y 
psíquicas. Para el psicoanálisis los afectos son, una cantidad de energía que 
acompaña y determina la vida psíquica, pero también tienen una cualidad. Para 
Freud sólo existen 2 afectos: placer y displacer y de ellos se derivan otros 
tantos. El placer entonces se produce por la satisfacción de la necesidad y del 
deseo, mientras que el displacer por la frustración (Freud, 1930/2005). 
De la misma forma Zanjoc (1980) expone a las emociones como reacciones 
fundamentales e innatas que favorecen la adaptación, no dependen de la 
cognición y pueden darse antes que ella, por lo que el procesamiento 
emocional se produce como reacción afectiva preliminar (sentimiento) al 
pensamiento (procesamiento de la información). 
Por otro lado Gal`Perin (1976) consideraba que los humanos no tienen 
instintos, ya que parten de necesidades sociales, necesidades orgánicas, 
diferente a las de los animales; constituidas por necesidades biológicas. Por 
ello refiere que el hombre no tiene necesidades biológicasdebido a que su 
comportamiento no sólo parte de estructuras específicas y determinadas por la 
genética, donde además, es incompatible con los cambios en la sociedad. 
Asimismo, Averil (1997) destaca a las emociones como papeles sociales 
transitorios que incluyen una valoración de la situación e interpretación en 
términos afectivos, por lo que las normas sociales conforman las emociones y 
estás son representadas psicológicamente como estructuras cognitivas. 
Las perspectivas de índole psicológico, como los estudios sobre 
personalidad (Goldberg, 2002), y desarrollo psicológico como Piaget, y 
Vigotsky (en Papalia et al. 2005) han arrojado información que delata la 
compleja interacción que sucede entre la emoción, los procesos cognitivos y la 
propia historia del sujeto. 
Entre las explicaciones centradas en factores cognitivos se encuentra la de 
Lazarus (1991) que argumenta que sentir una emoción, depende del 
 
13 
 
pensamiento respecto de la situación que la ocasiona, de manera que las 
emociones son un proceso post-cognitivo en el que la evaluación precede 
siempre a la emoción. 
Por otra parte, Izard (1977) plantea que las emociones son activadas por las 
conexiones nerviosas directas, los sistemas sensomotores, los sistemas 
motivacionales y los sistemas cognitivos. También resalta la importancia de 
estimular las emociones para tener un desarrollo sano y aminorar 
consecuencias psicológicas y conductuales negativas (Mostow, Izard, Fine y 
Trentacosta, 2002). 
Algunos autores como LeDoux (1995), Damasio, (2006) y Derek, (2011), 
formularon parte de las hipótesis experimentales actuales; buscan situar 
aquellas estructuras cerebrales que forman parte en el desarrollo de la emoción 
y la interacción que hay entre las emociones y la cognición. Pero con una 
relación directa con el sistema límbico (Kandel, Schwartz y Jessel, 2001, Pinel, 
2001, Carlson, 2007 y LeDoux, 1995), principalmente, y con neurotransmisores 
tales como la dopamina, la serotonina, la noradrenalina, los aminoácidos, así 
como péptidos y hormonas (Damasio, 2006). 
No obstante, el sustrato neuroanatómico y neurofisiológico ha tenido mayor 
repercusión en el ámbito del estudio de las enfermedades o de las lesiones 
cerebrales, y ha presentado menor efecto en el ámbito de la clínica, en el 
desarrollo de las emociones y sobre todo en la forma en que pueden 
interactuar elementos emocionales y cognitivos. 
Una rama de la neurociencia, la que se auto nombra social, ha mencionado 
que el estudio del tema de las emociones deben contener: la relación de 
múltiples niveles de conexión y procesos conectados, la investigación 
compartida entre estudios, sistemas artificiales y la naturaleza dinámica de las 
emociones (Kappas, 2002). Por ello, Chóliz y Gómez (2002) apuntan que, las 
emociones no pueden entenderse si no se analiza el contexto en el que 
aparecen y la relación que se establece con los demás. Gil-Juárez (2004), por 
su parte, dice: la emoción es siempre social, es un proceso y es discursiva. 
Esto sugiere que las interacciones sirven como un estímulo para evocar 
respuestas emocionales, pero como las interacciones siguen, éstas 
proporcionan una estimulación adicional que retroalimenta la emoción inicial, y 
en algunas ocasiones, la amplifica. 
 
14 
 
Así surge la idea de la auto-regulación, manifestándola como un concepto 
de la homeostasis biológica y psicológica. En términos biológicos los 
mecanismos regulatorios; por ejemplo, sudoración y escalofríos, logran 
recuperar un nivel óptimo de la temperatura corporal. En el sentido psicológico 
se considera a la auto-regulación como un proceso en el que las personas 
establecen metas, generan planes y establecen criterios. 
Entre las corrientes que explican el estudio de los aspectos biológicos, 
conductuales, cognitivos y sociales de las emociones, está Reeve (2010) quien 
refiere que todos los elementos participan en la emoción como una serie de 
eventos; inicialmente, la emoción activa los sistemas autónomo y hormonal 
preparando al organismo para desatar la conducta, la cual tiene una meta 
establecida por el componente subjetivo (cognición) para finalmente expresar 
las posturas, vocalizaciones y expresiones faciales que comunican a otros la 
emoción. 
Sánchez (2010) identifica a las emociones como “reacciones biológicas” que 
surgen cuando se presenta una situación, por ejemplo nuevas oportunidades o 
desafíos. Asume que las emociones tienen un importante papel para preparar y 
generar rápidas respuestas motoras en el individuo, de esta forma facilita el 
aprendizaje y la toma de decisiones. Las emociones se manifiestan a través de 
actitudes psicológicas, cognoscitivas, sociales y culturales. 
Sánchez (2010) considera crucial a la reacción emocional para motivar y 
organizar conductas adaptativas, previniendo niveles estresantes de 
emociones negativas y de conductas inadaptativas. Barret, Mesquita, Ochsner 
y Gross (2007) discuten que la emoción influye sobre toda la experiencia 
humana y en las conductas sin que intervenga la razón consciente. 
Contrariamente, para Covarrubias y Cuevas (2008) las emociones son 
procesos íntimos establecidos por personas, cosas y contextos, por lo que el 
comportamiento está determinado por la forma en que se perciben esos 
estímulos y se reproducen en el mundo interior dando lugar a la respuesta 
afectiva. 
La versatilidad con la que se desenvuelven las emociones ha sido constante. 
Para Foucault (1970), las ideas básicas que la gente considera verdades 
permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad, cambian a lo largo de 
la historia. Además detalla la preferencia clínica por la categorización, hecho 
 
15 
 
que repercutió en la preferencia del estudio de las emociones por el 
establecimiento de taxonomías. Sin embargo, la integración ha sido 
consecuencia de muchos trabajos para unificar distintas corrientes. Por 
ejemplo: Ekman (1994) se enfoca en el aspecto cognitivo, social y cultural de 
las emociones; argumenta, son breves y de fundamental importancia, ya que 
poseen un valor adaptativo en la evolución, sin embargo, concluye que el papel 
biológico de las emociones son el núcleo causal de su existir. En este sentido, 
Damasio (2001) refiere que la emoción es un conjunto de reacciones químicas 
y nerviosas que producen reacciones en el cerebro al detectarse un estímulo 
emocional (objeto o situación). 
También, Palmero, Fernández, Martínez y Chóliz, (2002) se refieren a las 
emociones como procesos episódicos de corta duración provocados por un 
estímulo interno o externo evaluados y valorados, capaces de producir un 
cambio orgánico y respuestas cognitivas, fisiológicas, motoras y expresivas, 
relacionadas con la adaptación a condiciones específicas del medio ambiente 
cambiante. Además, Fredrickson y Branigan (2005) indican que las emociones 
son experiencias de corta vida con cambios coordinados de pensamiento, 
acciones y respuestas fisiológicas. 
Eventualmente, las diferentes perspectivas teóricas matizaron a las 
emociones como “cosas” que provocaban un cambio fisiológico en el cuerpo, el 
cual dirigía nuestra conducta hacía la búsqueda del bienestar o una regulación 
de equilibrio inmediata. La mayoría de éstas aproximaciones se basan en la 
lógica, en el razonamiento derivado de la constante observación y otras veces 
en la metafísica, llegándose a convertir en un tema enigmático del ser humano 
explicado en un formato aforístico, ya que al ser un tema moralista y joven, 
además de la complejidad que presenta su estudio, su análisis se basaba en la 
apreciación propia del fenómeno durante la experiencia. 
Al considerar el modelo evaluativo, donde se cuenta con diversas 
herramientas que intentan acercarse a obtener una medida que permita decir el 
estado cognitivo del sujeto, en el marco de las emociones, se cuenta con 
menor cantidad de pruebas de tamizaje y en su mayoríase evalúa mediante la 
consideración de la percepción del propio sujeto ante su situación, escenario 
que no sucede con otros procesos cerebrales como en la evaluación de la 
memoria o de la planeación. 
 
16 
 
Sin embargo, debido a estos desafíos transdisciplinarios, la primera 
problemática a considerar es precisamente las exigencias que estos marcos 
plantean, como son los límites epistemológicos y ontológicos propios de cada 
disciplina científica (Rosenblueth, 1982). De manera que el primer desafío 
surge de la flexibilidad propia de cada investigador y de las herramientas que 
estén disponibles. 
 
1.2 LOS ELEMENTOS ESPECÍFICOS DE LA EMOCIÓN 
 
La mayoría de las emociones comparten características entre sí, hasta cierto 
punto, estereotipadas y reconocibles por encima de diferencias culturales y 
raciales en todos los seres humanos. Ya que desde sus primeros estudios, la 
emoción no fue considerada un hecho aislado, de ella se derivaron una serie 
de condiciones y tipologías, por ejemplo: pueden estar acompañadas de 
patrones de conducta tales como respuestas faciales, motoras, vocales, 
endocrinas y autonómicas. Algunos autores tratan de reconocer los 
componentes que la definen en gran medida. 
Por ejemplo, Reeve (2010) propone que las emociones son 
multidimensionales existen como fenómenos sociales, subjetivos, biológicos e 
intencionales. Define cuatro componentes de la emoción: el primer componente 
es el “sentimental”, este involucra emociones con “experiencias subjetivas”; el 
segundo se le denomina componente de “estimulación corporal”, que incluye la 
activación neuronal y fisiológica (biológica), así como la actividad de sistemas 
autónomos como hormonales; el componente intencional de la emoción va 
dirigido al carácter y el componente “social – expresivo”, el cual se basa en 
posturas, gesticulaciones, vocalización y expresiones faciales. Bosch (2009) 
define a la emoción como la combinación de reacciones bioquímicas 
energéticas y fisiológicas, y estas son las encargadas de enviar con rapidez 
información al cerebro para prepararlo para la acción. Una vez identificados los 
cuatro componentes, Reeve (2010) y Bosch (2009) definen a la emoción como 
un fenómeno de “corta duración”. 
Scherer (1984), por su parte, identifica algunos componentes de la emoción, 
los cuales pueden especializarse para realizar ciertas funciones. El 
componente del procesamiento cognoscitivo de los estímulos es utilizado para 
 
17 
 
evaluar el ambiente, ya sea para encontrar perturbaciones o atraer nuestra 
atención; los procesos neurofisiológicos afines son aprovechados para regular 
el sistema; el componente motivacional y de predisposición conductual, sirve 
para preparar al organismo para la acción; el componente de la expresión 
motora ayuda para comunicar intenciones, y el estado subjetivo del sentimiento 
provee el soporte para que el organismo monitoree su estado general y 
examine la situación. 
Schachter y Singer (1962) formularon una teoría, denominada 
genéricamente teoría de los dos factores, en la que defienden que en una 
emoción es imprescindible una activación y una evaluación. Ahora bien, la 
evaluación tiene que ver con la comparación, la medición. Y eso es lo que 
señala el propio Schachter (1964), quien argumenta que la evaluación se 
realiza en relación con los cambios fisiológicos. 
Para Russell (2003), una emoción también contiene un conjunto de estados 
mediadores, los cuales reciben el nombre de afecto, que puede ser de tipo 
positivo o negativo. Este estado mediador, de acuerdo con Larsen y Diener 
(1992) y Averill (1997), se manifiesta a través de la activación alta o baja de 
emociones. 
Al respecto, se le atribuye un mayor bienestar humano a una versatilidad 
emocional, esto se refiere al experimentar la gran gama de emociones 
existentes. Particularmente, Tugade, Fredrickson y Barrett, (2004) sugieren que 
el aumento en afecto positivo promueve una mejor salud física. Por otra parte, 
la facilidad del pensamiento para elegir la mejor solución ante un problema se 
asocia al aumento de emociones positivas (Isen, 2007) y a la actividad de la 
conducta hacia situaciones gratificantes (Robles y Paéz, 2003), al igual que a la 
capacidad de responder con flexibilidad a las circunstancias cambiantes 
(Kashdan y Rottenberg, 2010). 
En cambio, la presencia de mayor activación en el afecto negativo (AN) se 
asocia con el aumento de síntomas depresivos (Peeters, Berkhof, Delespaul, 
Rottenberg y Nicolson, 2006), a la angustia (Kashdan y Rottenberg, 2010) y la 
enfermedad mental (Trull et al., 2008; Waugh, Thompson y Gotlib, 2011). 
También es un indicador de la predisposición a experimentar emociones 
negativas, disminución del autoconcepto y baja satisfacción en la vida (Carr, 
2007; Chico y Ferrando, 2008). Es por ello que a partir de dichos resultados, 
 
18 
 
existe predominantemente un enfoque en disminuir la variabilidad de 
emociones negativas (Linehan, Bohus y Lynch, 2007). 
En conjunto, estos estados afectivos comparten la función de favorecer la 
adaptación al medio para producir conductas y experiencias que influyen en la 
salud mental. En concordancia con esta idea, aunque se han documentado los 
estados emocionales, pocos estudios han explorado el bienestar, el óptimo 
funcionamiento y el malestar, directamente relacionados con las emociones 
positivas, si éstas atañen a un tercero. 
 
1.3 CLASIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES 
 
Existe una amplia gama de acciones que podrían considerarse como una 
respuesta emocional, algunas de estas respuestas pueden estar sujetas a 
pautas sociales apropiadas; tal es el caso de observar los éxitos y fracasos de 
los demás o cuando una persona sufre un infortunio que va desde sentir 
simpatía o preocupación empática; y en ocasiones, la respuesta ante la 
desgracia de los demás no es la que está establecida en las normas sociales y 
se inclina más por una intuición personal, sintiendo placer o satisfacción por la 
desgracia de otros. 
El identificar y etiquetar a las emociones hace consciencia de las propias y 
crea conocimiento, logrando así poner un nombre a la emoción o emociones 
que se sienten y reconociendo las de los demás, en algunos casos por medio 
de la empatía. Por ejemplo: emociones como la felicidad favorecen los vínculos 
sociales y relaciones interpersonales, mientras que la ira puede generar 
repuestas de evitación o de confrontación. De cualquier manera, la expresión 
de las emociones puede considerarse como una serie de estímulos 
discriminativos que facilitan la realización de las conductas apropiadas por 
parte de los demás (Fernández-Abascal et al., 2003). Esto sugiere que el 
ordenar o clasificar las emociones es de suma importancia ya que al saber las 
características de cada una de ellas, se pueden distinguir y manejar de una 
manera más eficaz. 
Ekman y Friesen (1975) señalan un aspecto común y general en las 
emociones; ellos denominaron “emociones universales o básicas”, a aquellas 
expresiones generalizables a nivel universal (emociones pluriculturales), como 
 
19 
 
el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el desagrado y la sorpresa. De igual forma 
Evans (2002) menciona que las emociones básicas son “universales e innatas” 
e identifica a la alegría, la aflicción, la ira, el miedo, la sorpresa y la 
repugnancia. 
Cada una de estas emociones está acompañada de patrones de conducta 
tales como respuestas faciales, motoras, vocales, endócrinas y autonómicas, 
que son hasta cierto punto estereotipadas y reconocibles por encima de 
diferencias culturales y raciales en todos los seres humanos. Es decir, son 
emociones compartidas por cualquier individuo de forma universal. De forma 
adicional a las emociones universales, distinguen también otros tipos de 
emociones, denominadas “emociones secundarias”, como la envidia, la 
vergüenza, la culpa, la calma, la depresión,entre otras, las cuales se presentan 
con un componente cognoscitivo más alto y que también se asocian siempre a 
las relaciones y contexto social. 
Para Escobar y Gómez (2006) las emociones se pueden clasificar en tres 
categorías: emociones básicas, emociones primarias y emociones sociales. 
Con respecto a las emociones primarias Chabot y Chabot (2009) identifican a 
seis, al miedo, la cólera, la tristeza, la aversión, la sorpresa y la felicidad. 
Asimismo, comprobaron que estas emociones, tienen su particularidad y se 
encuentran en todas las culturas, razas, lenguas, religiones o costumbres. 
Dichas emociones según Chabot y Chabot (2009) sirven para “asegurar la 
supervivencia” humana. Identifican que las emociones secundarias y sociales 
son aprendidas y que se constituyen a partir de las emociones primarias, por lo 
tanto la educación y la cultura son fundamentales para la adquisición de las 
emociones primarias. 
Redorta, Obiols y Bisquerra, (2006) mencionan que las emociones se 
pueden clasificar en: emociones negativas, emociones positivas y emociones 
ambiguas. Las emociones negativas, son el resultado desfavorable del 
bienestar del individuo y estas son: el miedo, la ira, la tristeza, la culpa, la 
envidia y el disgusto. 
André y Lelord (2002) señalan que la envidia se presenta cuando el individuo 
se siente inferior, desvalorizado por el éxito de los demás; en esta emoción 
solo intervienen dos personas el que envidia y el que es envidiado. Si esta 
 
20 
 
emoción se dirige de forma positiva, el individuo ayuda a la superación y 
fomenta la motivación. 
Cuando se siente un rechazo hacia alguien, aparece la emoción de disgusto, 
hacia algo o a alguna situación provocando violencia, repulsión, asco; haciendo 
que esa sensación se quede grabada en la memoria creando situaciones 
aversivas en el individuo (Redorta et al. 2006). 
A diferencia de la ira, las emociones como la envidia y el disgusto, 
comparten una cognición más compleja, ya que pueden elaborarse esquemas 
de representación en torno a un sujeto; además pueden deslindarse de otras 
emociones importantes para la interacción, como la empatía. 
Cuando las emociones son el resultado favorable del bienestar del individuo 
aparecen las emociones positivas, ejemplo de estas son: el amor y la felicidad. 
Las emociones ambiguas, tienen componentes favorables o desfavorables 
según la situación que se presente, y estas son: la sorpresa, el interés y la 
admiración. 
Al presentar interés, aumenta la actividad neuronal ayudando al individuo a 
sentir placer, sentirse pleno ya que existe una motivación y atención hacia un 
objetivo; cuando esta emoción no es controlada, aparece el hastío, haciendo 
que el individuo no tenga ningún interés y su vida sea monótona haciendo que 
no exista un avance personal (Redorta et al 2006). 
La admiración es una emoción que produce acción en el individuo ya que 
imita e idealiza a otro afectando las decisiones; es una emoción transitoria ya 
que se ve al otro individuo como líder, causando que no exista una crítica 
negativa hacia el individuo que se admira y como resultado existe una 
distorsión cognitiva (Redorta et al 2006). 
Las emociones positivas no son factores de riesgo para contraer 
enfermedades físicas o mentales a diferencia de las emociones negativas 
(Piqueras, Ramos, Martínez y Oblitas, 2009). En concreto, Piqueras et al., 
(2009) revelan que las emociones como el miedo, la tristeza, la ira y el asco, 
cuando son intensas y frecuentes llegan a afectar de manera negativa la 
calidad de vida, y como consecuencia, generan enfermedades tanto físicas 
como mentales. 
El saber sobre las emociones permite controlarlas, especialmente aquéllas 
que lastiman, que impiden realizar bien el trabajo o trastornan las relaciones 
 
21 
 
sociales que se establecen (Lazarus y Lazarus, 1994). Es por eso que se han 
desarrollado una gran variedad de investigaciones y modelos explicativos en el 
amplio espectro que abarcan las emociones; sin embargo, algunas emociones 
tienen un espectro de interpretación muy sinuoso y la clasificación al tipo de 
emociones al que pertenecen resulta complicada. Una de las emociones más 
controversiales y que pretende enfocarse en este estudio, es la llamada 
“schadenfreude”. 
 
1.4 EMOCIONES SOCIALES 
 
Las relaciones interpersonales asumen un papel importante en la vida 
cotidiana, no sólo por el flujo de información mediado por la comunicación, 
sino porque ayudan a determinar una tarea interpersonal muy importante a la 
hora de identificar experiencias, analizar las consecuencias ante sus 
reacciones, desarrollar diferentes habilidades para reconocer contextos 
adecuados dónde manifestarlas, consolidando parte del mismo accionar de la 
conducta humana. 
La mayor parte de la actividad relacional es de naturaleza social: las 
emociones motivan la búsqueda de proximidad o la evitación social. A estas 
emociones se les da el nombre de emociones sociales. Algunas de las 
características de las emociones sociales es que se trata de experiencias que 
tienen sentido en su relación con los demás, surgen en un contexto social 
determinado, que es el que les confiere significación, y necesitan del análisis 
de los otros para poder entenderse apropiadamente (Chóliz, y Gómez, 2002). 
Las emociones sociales son estados afectivos provocados durante las 
interacciones sociales y sirven para la promoción social, integrar conductas 
apropiadas y desalentar socialmente las inadecuadas; además sirven para 
mantener las relaciones interpersonales (Jankowski y Takahashi, 2014). 
Los seres humanos son sociales por naturaleza y se encuentran con muchos 
problemas de sobrevivencia dentro de las relaciones sociales (Baumeister y 
Learly, 1995). Reidl (2005) y Scherer (1994), mencionan que las emociones 
surgen de las transacciones en las que participa la persona, especialmente en 
el ambiente social. Las reacciones a dicha interacción se resumen en algunos 
casos como resultado de las emociones, ya que son adaptaciones o soluciones 
 
22 
 
a problemas específicos relacionados con la formación o mantenimiento de 
relaciones sociales: ciertas emociones y disposiciones emocionales motivan 
comportamientos individuales e interactivos que permiten al individuo formar 
lazos sociales (Watson , Clark, McIntyre y Hamaker, 1992), y aunque no se 
asevera que definirán el comportamiento del agente que las experimenta, es un 
hecho que cualquier transacción persona-ambiente puede tener un significado 
emocional (Reidl, 2005). 
El estudio del comportamiento y, particularmente del comportamiento social 
que el individuo mantiene con otro(s), genera diversas aproximaciones, así 
como la interrelación de múltiples factores como reguladores del desarrollo de 
patrones de conducta (Santoyo, y Espinosa, 2006). 
 
1.4.1Función social de las emociones 
 
Es por eso que Manstead (1991), identifica cinco tipos de conexiones entre 
las emociones y la vida social: 
1. El impacto de los estados afectivos sobre el juicio y percepción sociales. 
Por ejemplo, el estado de ánimo tiende a influir en los juicios que se hacen, de 
manera que los estados positivos dan como resultado juicios más positivos de 
uno mismo, de otros y de objetos sociales. 
2. La influencia de los factores sociales contextuales sobre la expresión y 
experiencia emocional. Por ejemplo, los fenómenos culturales como el 
lenguaje, la ideología y los valores pueden influir sobre la experiencia de las 
emociones. 
3. El papel que juegan las emociones en crear, mantener y disolver 
relaciones sociales. Las relaciones con los otros seres humanos tienen que ver 
principalmente con las emociones que sentimos, o son resultado de esas 
relaciones. 
4. La comunicación intencional o no de la emoción a otros, ya sea por 
medios verbales o no verbales. La vida afectiva, a pesar de ser algo privado en 
términos de su experienciasubjetiva, es algo que con frecuencia se comparte 
con otros, a veces queriendo y otras no. 
5. Las funciones sociales que tienen las emociones. Estas se refieren al 
hecho de que permiten apoyar y sostener sistemas culturales de creencias, 
 
23 
 
valores y comportamientos; involucran valores sociales internalizados de tal 
manera que cuando un individuo experimenta una emoción socialmente 
apropiada, establece su adherencia a los valores que la sustentan; se puede 
considerar que muchas emociones tienen una relación prescriptiva con ciertos 
valores culturales o morales, por ejemplo los celos, que salvaguardan la 
fidelidad conyugal. 
Una de las funciones sociales descritas por Walden y Smith (1997) es que 
las emociones informan acerca de las intenciones conductuales de otros; esto 
es que revelan si algo es bueno o malo, además proporcionan guiones que 
dirigen la conducta social ( Averill, 1980; Keltner y Busswell, 1997). 
La aproximación sociofuncional de la emoción es atribuida a Keltner y Kring 
(1998), y describe particularmente las características interpersonales de las 
emociones. Esta aproximación se refiere a las emociones como respuestas de 
canales múltiples. También le permiten al individuo responder de manera 
adaptativa a los problemas sociales y tomar ventaja de las oportunidades 
sociales en el contexto de las interacciones en las que se implique (Fridja y 
Mesquita, 1995). 
Las funciones de todas las emociones deben cumplir ciertas normas, ser 
útiles y benéficas; en este caso Reeve citado por Fernández – Abascal (2009) 
muestra tres funciones importantes, la adaptativa, la social y la motivacional. 
Sus principales efectos son: la función adaptativa prepara al organismo para la 
acción, en cambio, la función social se encarga de comunicar el estado de 
ánimo, y finalmente, la motivacional, facilita las conductas motivadas. 
La relación entre motivación y emoción no se limitan al hecho de que en toda 
conducta motivada se producen reacciones emocionales, sino que una 
emoción puede determinar la aparición de la propia conducta motivada, dirigirla 
hacia determinado objetivo y hacer que se ejecute con intensidad. Por tanto 
toda conducta motivada produce una reacción emocional y a su vez la emoción 
facilita la aparición de conductas motivadas. 
En contraste, Averill (1994), argumenta que es difícil hablar de las funciones 
de la emoción porque ello implicaría pensar que todas las emociones 
comparten las mismas funciones. Es decir, especifican las consecuencias que 
se supone debe tener una respuesta dada en un ambiente relevante. En virtud 
de lo anterior, se puede decir que las emociones coordinan las interacciones 
 
24 
 
sociales de manera que le ayudan al ser humano a mantener relaciones 
benéficas para él (Zanjoc 1980). 
 
1.5 EMOCIÓN COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL 
 
La cultura es uno de los objetos de estudio más predominantes, al ser dentro 
de una colectividad de habitantes donde se pueden analizar sus elementos; 
dicho de otra forma, se pueden examinar las palabras, las historias y teorías 
que provienen de sus miembros. De esta manera la cultura puede evaluar 
estos productos, determinar si son adecuados, observarlos, aconsejar cambios 
y entonces optar por la tradición o la revolución (Gardner, 1994). 
Pero el análisis resulta complicado, ya que entran diversos elementos en 
juego a la hora de hablar de cultura, así como su posible aislamiento; por 
ejemplo: existen una serie de elementos subjetivos que imprimen los referentes 
culturales a la identidad genérica por lo que la idea social de ser hombre o ser 
mujer representa la construcción de un imaginario colectivo, que parece exigir a 
los géneros ciertas formas de comportamiento social, público o privado 
(Montesinos, 2002). Con las emociones sucede lo mismo, ya que dependen en 
gran medida de la cultura, de una determinada dinámica social y una 
evaluación previa a su manifestación (Fridja, 1996). 
En ocasiones, las pautas sociales no escritas pueden dictar las respuestas 
emocionales apropiadas. Esto se debe fundamentalmente a la normatividad 
establecida cómo un conjunto social (Freethey, 2006). Dichas respuestas no 
están sujetas únicamente a los miembros presenciales de esta acción 
plenamente emocional y a sus consecuencias. Esta experimentación y 
expresión de las emociones producen consecuencias sociales benéficas para 
los individuos y sus relaciones, así como beneficios sociales acumulativos a 
largo plazo. 
Bruner (1996) advierte que la cultura interviene continuamente en la forma 
en la que los seres humanos se van adaptando a su grupo social, ya que 
establece modelos que usualmente determinan la pertinencia de la forma en la 
que se expresan emociones, se hacen interpretaciones y se emiten conductas 
alineadas a los estándares. 
 
25 
 
El efecto cultural se vuelve un aspecto fundamental en el estudio de las 
emociones, así como la cualidad, ya que a pesar de ser considerada una 
reacción evolutiva y universal, la historia filogenética permeada por la cultura 
podía modular los efectos más evidentes de las expresiones emocionales. Es 
decir, el efecto de tales expresiones puede ser modulado por la cultura 
(Fernández y Garzón, 2009). Parkinson (1995) argumenta que una emoción 
individual no es algo básico y esencial que podría darse autónomamente, su 
manifestación interpersonal o las categorías culturales que le permite 
interpretarla son indispensables. 
Harré (1986) también hace hincapié en la naturaleza contextual de las 
emociones y, en particular, su dependencia de lo que él llama el orden moral 
local. Armon-Jones (1986) sugiere que las emociones tienen una función social 
en el apoyo y la validación del orden moral. Ella sostiene que una respuesta 
emocional no sólo es esperada, pero a menudo se requiere cuando se viola la 
moral local. 
Tal es el caso de las llamadas emociones morales, cuya experiencia 
subjetiva y expresión motora se originan en función de los intereses o del 
bienestar, ya sea de la sociedad en su conjunto o bien de personas distintas de 
quien experimenta la emoción (Mercadillo, Díaz y Barrios 2007). Estas 
emociones complejas surgen por la percepción del quebrantamiento de normas 
morales o por un comportamiento moralmente motivado y por lo tanto ocurren 
ante factores culturales y sociales que participan en su manifestación, como 
puede ser la aparición de un público o la referencia a un valor (Haidt, 2003). 
Moll, Garrido, Bramati, Caparelli-Daquer, Paiva, Zahn, Grafman (2007) 
caracterizan a las emociones morales como el producto del conocimiento social 
contextual; esto es, integrando el conocimiento de eventos, conocimientos 
sociales, semántica, y los estados emocionales y motivacionales. Esta clase de 
emociones representa el reconocimiento y la adopción de normas 
universalmente aceptadas y convenciones culturalmente definidas (Tangney, 
Stuewig, Mashek, 2007). 
Además, Mercadillo y cols., (2007) indican que las emociones morales 
surgen por la pérdida de las “normas sociales”; éstas ocurren ante elementos 
culturales y sociales incluyendo acciones ocasionadas por la empatía, la 
vergüenza y la culpa, así como el significado de los conceptos entre lo “bueno y 
 
26 
 
lo malo” o la “justicia o el ideal”; estas emociones tienden a asumir 
comportamientos agradables o desagradables, conduciendo a la aprobación o 
desaprobación del comportamiento. 
Mientras Belli e Íñiguez-Rueda (2008) señalan que las emociones se 
resisten a ser reguladas por las normas sociales, cuya función es, 
precisamente, regularlas; Markus y Kitayama (1995) hablan de la forma en que 
las normas y valores culturales pueden transformarse en las necesidades 
psicológicas de cada miembro y sugieren que el análisis de la socialización de 
la emoción es indispensable para comprender el corpus de lo cultural y lo 
social. Así la experiencia social posibilitaríaadquirir el conocimiento emocional 
mediante la socialización de la emoción. En la medida que se incluye 
plasticidad en las relaciones, se puede detectar y responder a la emoción 
sentida por otros o a su particular configuración de comportamientos 
expresivos. La experiencia subjetiva, los aspectos expresivos y los cambios 
fisiológicos asociados, se encuentran abiertos a la influencia de la socialización 
(Reidl, 2005). Además a la hora de comunicar las reacciones, no sólo se está 
reportando una simple descripción, de igual forma, permite al que la comparte, 
involucrarse en una comparación social con otros, encontrarle sentido a la 
experiencia emocional, resguardar un sentido de sí mismo y lograr la 
reintegración social con quienes se comparte la experiencia (Rimé, Mesquita, 
Philippot y Boca, 1991). 
Algunos estudios revelaron emociones ligadas a la educación y a la 
moralidad. Chabot y Chabot (2009) identifican a la culpa, la pena, a los celos, a 
la timidez y la humillación como las más sobresalientes. Existe otro tipo de 
emociones morales que se originan por la admiración, y se denominan como 
emociones relacionadas con la “sensibilidad”; así mismo son consideradas 
“emociones positivas”, por ejemplo acciones de gratitud, admiración y devoción 
(Mercadillo y cols., 2007). 
Sin negar el soporte fisiológico que conlleva a un estado emocional, el 
individuo experimentará una u otra emoción, y el centro de atención al que se 
dirija durante la situación o episodio emocional al momento de reportarlo, 
dependerá de la evaluación o interpretación que haga de su entorno y se 
comportará de una u otra manera (Casullo, 2002; Reidl, 2005). 
 
27 
 
Existe una serie de trabajos previos enfocados en la construcción social de 
las emociones, por ejemplo: Edwards (1997), Harré (1986), Stenner (1993). No 
obstante Belli, Íñiguez-Rueda (2008), han centrado la atención en el binomio 
emoción-lenguaje con el propósito de elaborar argumentos que sirvan para 
diferenciar la relación entre estos dos términos. Es decir, si las emociones se 
pueden “localizar” en el lenguaje o si a través del lenguaje se accede a las 
emociones (Harré y Finlay-Jones, 1986; Bax, 1986; Good, M., Good, B. y 
Fischer, 1988). De esta forma se profundiza en el estudio de la construcción 
social de las emociones como evolución natural del binomio anterior, siempre 
teniendo como eje el discurso (Harré, 1984; Stearns y Stearns, 1985; Ibáñez, 
1994; Harré y Stearns, 1995). 
La construcción de la emoción se basa en dos principales recursos 
culturales: la creencia de que las emociones requieren la expresión de ser 
experimentada de forma saludable y la comprensión de la emoción como 
existente en una relación binaria con la razón, con la aceptación del otro 
(Howard, Tuffin y Stephens 2000). 
En lugar de ser vistas como etiquetas descriptivas para procesos internos 
dentro de la persona, los construccionistas sociales las consideran formas 
producidas por la práctica social, en y a través de la interacción-conversación 
(Edwards y Potter, 1992). Y de ahí que la construcción social de las emociones 
ha basado su estudio teniendo siempre en cuenta como eje, al discurso, como 
se mencionó anteriormente (Harré, 1984; Stearns y Stearns, 1985; Ibáñez, 
1988; Harré, Stearns, 1995). 
La existencia de variaciones culturales otorga el grado en el que es 
apropiado o no expresar una emoción, ya que depende de que se haya 
aprendido a inhibirla o no en función del valor particular o importancia social, 
con los lineamientos establecidos por una cultura o subcultura (Reidl, 2005). 
Otro aspecto sobresaliente es que las emociones son destacadas sobre todo 
durante la infancia, éstas se moderan acorde con la edad (DeCatanzaro, 2001). 
Resalta el hecho que la construcción de las emociones parte de un proceso 
más que de un conjunto establecido para cada individuo. 
 
 
 
 
28 
 
1.6 EMOCIÓN COMUNICADA, NO COMUNICADA Y LENGUAJE 
 
Expresar las emociones es de suma importancia para todos los individuos, 
ya que de alguna forma, las emociones tienden a expresarse por medio del 
cuerpo. Redorta, Obiols y Bisquerra, (2006), indican que se puede observar 
que tipo de emoción está experimentando el individuo por medio del lenguaje 
no verbal, como el tono de voz y la expresión facial. De esta forma las 
emociones tienen que surgir y dar el mensaje de cómo es que el individuo está 
viviendo alguna situación y con ello poder manejarlas. 
Al mismo tiempo, Clore (1994) señala que la función primordial de las 
emociones es la de proporcionar información a los demás por medio de 
expresiones vocales y faciales distintivas, y a uno mismo por medio de 
sentimientos y pensamientos distintivos. Esto corresponde a la cuestión del 
binomio antes mencionado por Harré, Finlay-Jones, (1986), Bax, (1986) y 
Good, et al. (1988), si las emociones se pueden situar en el lenguaje o si es 
que a través del lenguaje se puede acceder a las emociones. 
Mead citado por McPhail y Rexroat (1979) dice: “debemos ser los otros si 
queremos ser nosotros mismos”. Para la mayoría de la gente, una emoción es 
muy difícil de comunicar, simplemente las reacciones que se manifiestan son 
complicadas o en ocasiones desconocidas por el propio agente. El lenguaje 
forma una parte primordial, no solo en las relaciones interpersonales, sino 
también en los códigos y símbolos que ayudan a establecer un patrón para 
medir o evaluar lo que puede estar cerca, constituido o considerado como 
emoción. 
Mead y Blumer citados por McPhail y Rexroat (1979), apoyan la idea de que 
los humanos interpretan los significados a través de símbolos, y se crea así un 
interaccionismo simbólico. La teoría sostiene que el comportamiento humano 
en general y el habla en particular, no tienen significado inherente. Sino que los 
humanos interpretan el comportamiento de otros, como algo parecido a un 
código de símbolos que debe ser decodificado. El significado de una conducta 
se forma en la interacción social. 
Los símbolos son construcciones ideales que denotan y transmiten 
significados como función expresiva, empleados para representar cierta 
información a través de palabras, cuadros y números. Ayudan a entrelazar 
 
29 
 
entidades como el sistema nervioso con sus estructuras y funciones y la cultura 
con sus papeles y actividades. Adquieren su máxima utilidad cuando entran en 
el diseño de productos simbólicos completos creados para transmitir un 
conjunto de significados, es decir que otros individuos inmersos en una misma 
cultura pueden interpretar, apreciar, criticar o transformar (Gardner, 1994). La 
gran cantidad de simbolismos existentes en la vida cotidiana repercute en la 
visión del mundo y de las personas, reflejando sus creencias en la interacción 
conductual y afectiva con la que el sujeto se desenvolverá a lo largo de su vida. 
Aunque la teoría plantea que los significados y la interpretación son 
esenciales para conformar la realidad de las sociedades, no es este un 
elemento al que se reducen las representaciones sociales. El conjunto de 
factores socioculturales ejercen importancia en la lectura que le dan los 
individuos al mundo y relacionado con estímulos individuales, logran estructurar 
una realidad común (Ibañez, 1988). 
Las representaciones sociales además ayudan a los individuos a 
relacionarse en una realidad conjunta. Para que los seres humanos 
pertenecientes a cierta cultura puedan interactuar y entenderse, deben crear 
códigos sobre los contenidos del mundo. Dichos códigos como ya se mencionó 
anteriormente, resultan de la interacción del sujeto como un ente activo en un 
contexto social determinado (Suárez, 2009). 
Fridja y Mesquita (1995), Kelter y Kring (1998), señalan que la emoción que 
expresa una persona le indica a otras el potencial emocional de la situación; 
esto se refiere a una afirmación social acerca de la situación y acerca de unomismo y los demás; si la evaluación que el sujeto hace de la situación y la 
emoción que se siente, se conforman o no con las normas culturales en 
cuestión. Todo ello conforma algunas de las implicaciones sociales que tienen 
las emociones. 
Así mismo, Ekman (1994) dice que las emociones son breves y tienen una 
expresión facial particular asociada; por ejemplo: se ha demostrado que existen 
pautas universales para la expresión facial de ciertas emociones básicas como 
la ira, el enojo, la alegría, el disgusto, la ansiedad y la tristeza (Coulson, 2004; 
Ekman, 1993; Meston, Heiman, Trapnell y Carlin, 1999; Sternglanz y Depaulo, 
2004). Las aproximaciones anteriores, plantean en términos generales, que las 
emociones se producen en situaciones con otros sujetos u objetos, por lo tanto 
 
30 
 
identifican condiciones antecedentes o causales. Además, cada emoción tiene 
un discurso distintivo reconocible, que define lo que se cree que está pasando 
y la importancia que tiene para el individuo (Reidl, 2005). 
Por su parte, DeCatanzaro (2001) apoya la “teoría de las emociones de 
Darwin”, demostrando que estas emociones provienen de diversas fuentes, 
incluyendo la expresión facial. Cuando la expresión facial se relaciona con las 
emociones básicas se considera una conducta “universal” que se halla en 
todas las culturas. Se realizaron diversas investigaciones en donde se encontró 
que las expresiones básicas no son aprendidas. El origen de la emoción en la 
expresión facial humana, así como la postura corporal, son consideradas como 
un “lenguaje primitivo”; este lenguaje no verbal se manifiesta tanto a familiares 
como a la comunidad, y de esta manera muestra los estados “motivacionales” e 
“impulsos” de la persona (DeCatanzaro, 2001). 
Howard, Tuffin y Stephens (2000) han estudiado las emociones no 
comunicadas explícitamente pero que se construyen en las diferentes 
relaciones sociales. Esta especie de represión discursiva se debe a que se 
considera que algunas emociones, como el miedo y la ira, no pueden ser 
comunicadas por ser calificadas como extremamente peligrosas. 
La comunicación facial mediante los gestos de la cara y la expresividad 
corporal es de suma importancia en el ser humano dado que somos seres 
sociales. El sonreír es una forma de comunicación gestual muy empática que 
nos acerca a los demás. Pero la sonrisa, para que sea efectiva, debe ser 
sincera, no fingida ni forzada. Una sonrisa falsa o de compromiso fácilmente se 
delata por sí misma. En 1862, Duchenne realizó diversos estudios sobre el 
efecto de la electricidad en el cuerpo humano, investigaciones que emprendió 
para conocer la relación entre los músculos, particularmente los faciales, los 
que se usan para transmitir una emoción y lo que entonces todavía se entendía 
como el “alma”. Su principal interés era el devalar en qué consistía una sonrisa 
genuina, cómo se obtenía, qué mecanismos de la fisiología humana se ponían 
en funcionamiento para lograrla, etc. Para conseguir su objetivo, Duchenne 
aplicó descargas eléctricas en personas, fotografiando el efecto que dichas 
corrientes tenían sobre sus músculos y sus expresiones, trazando un mapa del 
recorrido que seguía la electricidad a lo largo del cuerpo. Sus estudios 
revelaron la complejidad que comprenden los músculos faciales, así como los 
 
31 
 
principios fisiológicos de la sonrisa auténtica (Ekman, Davidson y Friesen,1990; 
Hofmann, Ruch y Platt 2012;Johnson, Waugh y Fredrickson, 2013). 
Las emociones son respuestas que tienen como objetivo garantizar la 
adaptación y supervivencia del organismo en determinados momentos y cada 
emoción posee un patrón específico de respuesta fisiológica (Arnold, 1960), ya 
que los seres humanos son “creadores”, y están intrínsecamente motivados 
para actuar sobre el ambiente. En su teoría, Arnold señala que la percepción es 
el factor detonante, luego se valora automáticamente como bueno o malo para 
los individuos. Esta valoración crea un impulso inmediato a actuar. Se produce 
una segunda valoración, en la que el individuo evalúa las acciones requeridas, 
para aproximarse o evitar el objeto. 
El ser humano tiene la capacidad de experimentar emociones, solo basta el 
estímulo adecuado para que se produzca una alteración en su estado actual, 
resaltando la relevancia que se le asigna, e incluso puede trascender en un 
dominio de los impulsos o pérdida de control, así como la búsqueda o la 
anulación que la refuerce; y aunque no todas se manifiestan de la misma 
forma, debido su intensidad, algunas pueden acontecer ante situaciones y 
estados de ánimo en especial, y pueden estar acompañadas de otras 
emociones. 
 
1.7 EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS 
 
Anteriormente se mencionó la importancia de identificar los tipos de 
emoción y la relación con la supervivencia; asimismo que la escasa e 
inapropiada regulación de emociones constituye uno de los componentes más 
frecuentes, entre los problemas individuales e interpersonales. 
La regulación de las emociones, para Sánchez (2010), es considerada como 
un “sistema de apego” el cual es manejado inconscientemente y que influye en 
las reacciones emocionales sobre todo cuando la persona siente que 
amenazan su seguridad. Al respecto Lazarus (2000) considera que las 
emociones dependen directamente del aprendizaje, se aprende lo que es 
peligroso o inofensivo en la sociedad. Esto lleva al plano de las emociones 
positivas y negativas, las cuales tienen un papel importante, que van desde su 
 
32 
 
clasificación, hasta su adecuada regulación, ya sea en el aspecto individual o 
social. 
Lazaruz, Kanner y Folkman (1980) señalan que cuando la transacción se ve 
como amenazante o dañina, si obstaculiza, retrasa o imposibilita la satisfacción 
de necesidades, el logro de metas o compromisos, así como la realización de 
valores positivos, surgen las emociones negativas. Cuando es percibida como 
potencialmente o realmente benigna o positiva, surgen las emociones positivas; 
esto condiciona la aparición de las emociones positivas y negativas, durante 
aquellas transacciones con el entorno, donde la persona juzga que tienen 
implicaciones para el bienestar o malestar propio. 
Las emociones positivas se activan frecuentemente con base en actividades 
sociales, individuales y de satisfacción física (Fredrickson, 2009).Fredrickson y 
Joiner (2002) desarrollaron una escala para medir el afecto positivo, la 
ampliación mental y la tendencia a manejar tensiones. Aunque la asociación de 
manejar tensiones difiere con el afecto positivo de manera intrínseca, los 
estudios revelaron que el afecto positivo está relacionado con la capacidad de 
hacer frente a los problemas y con una mayor afectividad positiva; concluyeron 
que el efecto ampliatorio permite fortalecer la resiliencia para enfrentar y 
superar situaciones adversas. En general, se ha establecido una relación entre 
emociones positivas y las capacidades de afrontamiento para manejar el estrés 
(Fredrickson, Mancuso, Branigan y Tugade, 2000). 
Al examinar las consecuencias intrapersonales e interpersonales 
relacionadas con la búsqueda o proximidad de otras personas, específicamente 
para compartir cosas buenas (capitalización), Gable, Reis, Impett y Asher 
(2004) demostraron que la comunicación de eventos personales positivos a 
otros está asociado con el afecto positivo diario y el bienestar en mayor medida 
cuando son percibidos de manera activa y constructiva. De igual forma la 
estrecha relación entre personas se asocia a un mayor bienestar cuando los 
intentos de capitalización son correspondidos de manera entusiasta. 
En concordancia, en el contexto de la prevención de enfermedades cabe 
replantear la función de las emociones positivas, no sólo en la supervivencia de 
la especie (Jones y Felps, 2013), sino conjuntamente en la causa y 
consecuencia de las actividades e interacciones sociales (Lucasy Diener, 
2003) e ineludiblemente en la salud (Carruthers y Hood, 2004; Vázquez, 
 
33 
 
Hernangómez y Hervás, 2004). Por otra parte, las emociones negativas pueden 
provocar problemas interpersonales y sociales tremendos, que amenazan no 
sólo las relaciones de trabajo con otros, sino la misma existencia como 
individuos y miembros de una subcultura, ya que logran estimular reacciones 
que pudieran derivar en violencia (Lazarus y Lazarus, 1994). 
Asimismo Ekman, citado por Bisquerra (2011) considera que las emociones 
positivas provienen de los placeres sensoriales, que produce placer en palpar, 
ser tocado, observando imágenes, sonidos, palabras, música, degustando los 
sabores o con los olores de la naturaleza, por ejemplo. Las emociones 
negativas se activan excepcionalmente y lo hacen ante hechos estresantes. 
Estas comparten el deseo de dañar a otros, o a uno mismo, y pueden llevar a 
todo tipo de problemas individuales, comunitarios e incluso sociales (Lazarus y 
Lazarus, 1994). 
Sy y Côté (2005) examinaron las consecuencias del estado de ánimo y 
descubrieron que cuando los líderes de un grupo se encontraban en estado de 
ánimo positivo, los demás miembros del grupo sentían más experiencia 
positiva, una mayor coordinación y realizaban menos esfuerzo en comparación 
con grupos en condiciones de estado de ánimo negativo. 
Muchas formas de psicopatología incluyen trastornos emocionales; 
conductas antisociales, particularmente la psicopatía o Trastorno Antisocial de 
la Personalidad, porque las emociones se dan en exceso, deficientemente, de 
manera incoherente, o incongruente, ya sea con la situación que las evoca, la 
forma en que se expresan o ambos (Reidl, 2005). Además, estas situaciones 
se caracterizan regularmente por la falta de empatía, la despreocupación por 
los sentimientos y seguridad de los demás, así como el quebrantamiento 
constante de las reglas y las obligaciones sociales (Mercadillo y cols., 2007). 
Los trabajos de Alcázar et al. (2010) se enfocaron en explicar algunos 
trastornos emocionales, identificando que los delincuentes violentos se 
caracterizan por las anormalidades que se encuentran en su funcionamiento 
biológico. Por ejemplo, cuando el individuo da una respuesta condicionada por 
el miedo y le es imposible detectarla en el aprendizaje de la experiencia. Esto 
se debe a que las emociones negativas orientan rápidamente la atención y por 
ende a la acción, aunque a largo plazo son minimizadas e influyen menos en la 
elaboración cognitiva a largo plazo. Lo contrario ocurre con las emociones 
 
34 
 
positivas: pierden su intensidad más lentamente en el recuerdo e influyen más 
los procesos cognitivos y de atribución de significado a largo plazo (Watson, 
2000). 
En perspectiva, Fernández-Abascal (2009) considera que las emociones 
negativas generalmente tienen una mayor duración, a diferencia de las 
positivas, inclusive por la movilización del recurso de afrontamiento, para lograr 
un objetivo. Las emociones negativas cumplen algunas funciones aunque 
tienden a restringir y orientar la atención, pensamiento y acción hacia la causa 
de las mismas provocando ciertas consecuencias, que pueden ser 
desadaptativas o dañinas, ya sea a nivel personal o grupal. 
Es importante señalar que tanto las emociones negativas como las positivas 
se han asociado al crecimiento personal e interpersonal, sugiriendo que ambos 
tipos motivan la mejora o crecimiento, o que la coexistencia de ambos tiene un 
papel sinérgico. Este estado de ambivalencia emocional es primordial para el 
individuo (Harris 1989; Harter 1977), y juega un papel adaptativo, ya que 
combina las tendencias asociadas a las emociones positivas de amplificación 
de recursos mentales y sociales con las tendencias a la focalización y cambio 
de la situación vinculadas a las emociones negativas (Carrera, Muñoz y 
Caballero, 2009). 
Existen situaciones donde las reacciones emocionales son muy claras y 
diferenciadas, no obstante, algunas situaciones provocan una serie de estados 
emocionales caracterizados por la combinación de diversos sentimientos o 
sensaciones, incluso contradictorios entre sí y dan lugar a lo que se conoce 
como ambivalencia emocional. 
El tema de un estado de ambivalencia emocional asumió relevancia, ya que 
un gran número de situaciones cotidianas provocan sentimientos positivos y 
negativos al mismo tiempo, por ejemplo, Keltner y Haidt (2003), consideran a la 
admiración como una emoción ambivalente. Describen que comprende dos 
elementos: la intensidad y acomodación. La intensidad se refiere a la sensación 
de experimentar algo en cantidades mayores, comparada con las que la 
persona presenta habitualmente, y el acomodamiento al proceso de ajuste de 
la estructura mental para asimilar una nueva experiencia, dando por hecho que 
se encuentra en un contexto entendido o no entendido. Para Fredrickson 
(2009) la ambivalencia que caracteriza a la admiración está asentada en: lo 
 
35 
 
positivo como una emoción que produce humildad y sensación de estar ante 
algo superior que sumerge a la persona en un estado de asimilación de la 
belleza, y, en lo negativo como una emoción que se mezcla con el miedo y la 
inseguridad. 
El orgullo, claramente genera conductas positivas supeditadas a logros y 
autoestima (Herrald y Tomaka, 2002). Sin embargo, también es considerada 
una emoción negativa asociada al narcisismo, a la agresión, hostilidad, la 
vergüenza y la culpa que lleva a problemas interpersonales (Paulhus, Robins, 
Trzesniewski y Tracy, 2004), es por ello que teórica y empíricamente se le 
vincula a una categoría ambivalente. Por un lado, de manera positiva se basa 
en logros concretos (académicos, sociales, morales e interpersonales) 
acompañados por un genuino sentimiento de autoestima. En otro caso, es 
explicado por la arrogancia y un proceso de autoevaluación con un sentido 
menos auténtico de la persona en sí misma (percepción de engrandecimiento) 
(Tracy y Robins, 2007). Se plantea entonces que, el orgullo depende de la 
atribución que la persona le otorgue al evento (Tracy y Robins, 2004). 
En ocasiones cualquier emoción puede producirnos una ambivalencia 
emocional por los referentes significativos que se encuentren relacionados. En 
la estrecha relación entre el enamoramiento y celos, se considera a esta última 
como una emoción secundaria que diverge de la inicial, a pesar de estar 
ampliamente relacionadas: una se refiere a emociones positivas y la otra 
alberga emociones negativas. Aunque el enamoramiento acostumbra 
evocaciones agradables y socialmente es una experiencia que suele celebrarse 
y aceptarse como profundamente deseable, los celos, entre otras cosas, 
pueden ser un soporte para mantener relaciones a largo plazo pero carece de 
aceptación social (Buss, 1992; Chóliz y Gómez, 2002). 
No obstante, las emociones “ambivalentes” carecen de marcadores 
específicos como ocurre característicamente con las emociones negativas, las 
cuales motivan respuestas conscientes ante la evaluación de peligro o molestia 
(Frijda, 2005). 
Aunque se han extendido conclusiones sobre el papel de las emociones 
negativas, la mayor parte de la literatura al respecto le da énfasis a las 
emociones negativas (miedo, ira, tristeza) como concurrentes en la 
vulnerabilidad humana (Fredrickson, 2000). Sin embargo, las emociones 
 
36 
 
positivas y negativas comparten aspectos de las personas para responder tanto 
a lo que afecta (decaimiento) como a lo que lo mantiene en óptimas 
condiciones (bienestar). Es entonces que, ambas son indicadores del progreso 
o desmejora de la salud mental. Así, las emociones positivas asociadas a 
formas de pensar y actuar creativas, amplían el repertorio de respuestas 
posibles y a largo plazo, creando recursos psicológicos e interpersonales. 
Conjuntamente las emociones negativas, que se activan rápidamente, orientan 
el pensamiento

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