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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA DIVISIÓN DE ESTUDIOS PROFESIONALES ESTUDIO EXPLORATORIO SOBRE SCHADENFREUDE T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN PSICOLOGÍA PRESENTA: LUIS ANTONIO VALVERDE BUENDÍA DIRECTORA: DRA. LUCY MARÍA REIDL MARTÍNEZ REVISORA: DRA. SOFÍA RIVERA ARAGÓN SINODALES: DR. RAFAEL LUNA SÁNCHEZ DRA. TANIA ESMERALDA ROCHA SÁNCHEZ DR. CARLOS ARTURO ROJAS ROSALES MÉXICO, CDMX 2017. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Agradecimientos Primero quisiera agradecer a mi alma máter, desde el Cch me ha brindado todo lo que una persona puede anhelar, formación profesional, las mejores experiencias, familia… simplemente, es un orgullo pertenecer a la Unam. “[…] Por su azul y oro, luchemos sin cesar cubriendo así de gloria, su nombre inmortal”… ¡¡México, Pumas, Universidad!! A la Dra. Lucy Reidl, por la atención brindada durante la realización y sobre todo la culminación de este proyecto; con esa cordialidad que la caracteriza y con la mejor disposición para orientarnos como sus alumnos. A quién guardo respeto y admiración, considerando un honor el haberla conocido, como un ejemplo de personal, al igual que la institución académica que representa. A la Dra. Sofía Rivera Aragón, por estar al pendiente en todo momento; sin su atención y tiempo, la realización esta investigación no sería posible. A cada uno de mis sinodales, al Dr. Rafael Luna Sánchez, el Dr. Carlos Arturo Rojas Rosales y la Dra. Tania Esmeralda Rocha Sánchez, por brindarme la atención y el apoyo para que este proyecto se llevara a cabo. Al maestro Gustavo Zazueta, por el conocimiento compartido, la confianza y obre todo, permitirme colaborar en su proyecto de investigación. Desde luego a la Maestra Gisela y Félix por el apoyo recibido desde el primer momento en el laboratorio de emociones. Al coach Félix, un ejemplo de persona y admiración, dentro y fuera del campo, y a los Búfalos Fca., que permitieron alcanzar la gloria. “Por mi raza hablará el espíritu”. 3 Dedicatorias Al coleccionista amante de la lectura, nunca pesó tu ausencia; pero se extraña el antagonismo… A mi padre. A Geli, Gloria, Vero, Rocío, Leo e Ivonne, compartimos vida, apellido, sangre; pero lo mejor de todo… una estupenda mujer como madre. Gracias por apoyarme y saber que siempre contaré con ustedes. Cada uno ocupa un espacio muy especial en todo esto, de principio a fin, como siempre… como nunca. En especial, faltarían palabras para definir a alguien que me ha brindado su apoyo incondicional, que ha significado mucho a lo largo de mi vida y siempre encontraré, allí, donde quiera que me encuentre. Por el privilegio de ser tu hijo… A mi madre. Guameru, que te puedo decir, más que: hermano; a quién me ha soportado por mucho tiempo, y como reacción en cadena; Toño, Mario, Cinthya y Nandita, son muestra que existe familia lejos de casa. A Elba, con el aprecio y cariño de siempre; por forjar lo más constante e inestable en mi vida, hemos tenido altas y bajas pero aquí seguimos y seguiremos… A cada uno de los M´s: Aliss, Beta, Beto, Dv, Fosi, Gabo, Ivon, Juancho, Karen, Luz, Manuel, Omar, Roque, Sustos, Vic, Wally, ¿Cuántos brindis, cuántas muestras de afecto, cuántas melodías? siempre es un honor y placer encontrarme con ustedes… incluso con Chofo. Pat, nadie ha estado más al borde del edén y del averno, y aunque el futuro siempre fue incierto, eres y serás parte de esto. Ale, Jano, Nan, y Pepe Toño, han sido un gran apoyo, lo saben, por eso puedo decir: ¡lo logramos! Isra, Bruno, Gabypatylu, Ángel, Vale, Ami y las Borregas, por todos esos buenos momentos en los que me compartieron parte de lo que son. La pandilla, Blererucker, Querida, Gerard, Valmont, los quiero bastante, por estar en las buenas, pero sobre todo, por lo que nos falta recorrer. 4 “Schadenfreude es la alegría más bella, ya que es sincera.” Frase popular alemana. “La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.” Friedrich W. Nietzsche. 5 ÍNDICE RESUMEN ............................................................................................................... 6 ABSTRACT .............................................................................................................. 7 INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 8 CAPÍTULO I ........................................................................................................ 11 1.1 EMOCIONES ................................................................................................... 11 1.2 LOS ELEMENTOS ESPECÍFICOS DE LA EMOCIÓN .................................. 16 1.3 CLASIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES ...................................................... 18 1.4 EMOCIONES SOCIALES ............................................................................. 21 1.5 EMOCIÓN COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL ............................................. 24 1.6 EMOCIÓN COMUNICADA, NO COMUNICADA Y LENGUAJE .................... 28 1.7 EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS .................................................... 31 1.8 EL DESARROLLO Y CONSTRUCCIÓN DE EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS............................................................................................................ 36 CAPÍTULO II ....................................................................................................... 39 2.1 SCHADENFREUDE ......................................................................................... 39 2.2 SCHADENFREUDE Y ENVIDIA ................................................................... 42 2.3 SCHADENFREUDE Y AUTOESTIMA .......................................................... 46 2.4 SCHADENFREUDE Y COMPARACIÓN SOCIAL ......................................... 47 2.5 SCHADENFREUDE Y RESENTIMIENTO .................................................... 49 2.6 SCHADENFREUDE Y MERECIMIENTO ...................................................... 50 CAPÍTULO III ...................................................................................................... 56 3.1 SCHADENFREUDE: CONSIDERACIONES DEL COMPORTAMEINTO SOCIAL ................................................................................................................................... 56 CAPÍTULO IV ..................................................................................................... 62 4.1 HACIA LA PRAGMÁTICA EMOCIONAL DE SCHADENFREUDE .................... 62 4.2 LAS EMOCIONES NEGATIVAS Y SCHADENFREUDE ............................... 63 4.3 LA TEORÍA DEL HUMOR Y LA RELACIÓN CON SCHADENFREUDE ........ 67 4.4 TEORÍA DEL HUMOR .................................................................................. 69 4.5 LATEORÍA DE LA SUPERIORIDAD ............................................................ 74 CAPÍTULO V ...................................................................................................... 78 5.1 MÉTODO ......................................................................................................... 78 5.1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ........................................................ 78 5.2 JUSTIFICACIÓN ........................................................................................... 80 5.3 OBJETIVOS.................................................................................................. 83 5.4 PARTICIPANTES ......................................................................................... 83 5.5 PROCEDIMEINTO........................................................................................ 85 CAPÍTULO VI ..................................................................................................... 89 6.1 RESULTADOS ................................................................................................. 89 6.2 LA OBTENCIÓN DE SCHADENFREUDE Y SUS REPERCUSIONES EN LA INTENSIDAD .......................................................................................................... 90 6.3 TEMAS DE CATEGORIZACIÓN; PRODUCTO DE LA CODIFICACIÓN ....... 93 6.4 BALANCE: ESTATUS Y EMOCIONES NEGATIVAS EN LA INTENSIDAD DE SCHADENFREUDE ................................................................................................ 94 6.5 DISTRIBUCIÓN RELATIVA PARA GÉNERO ............................................... 99 6.6 DISTRIBUCIÓN RELATIVA PARA LUGAR DE PERTENENCIA ................ 106 DISCUSIÓN ......................................................................................................... 113 CONCLUSIÓNES ................................................................................................ 124 Referencias ................................................................................................... 128 ANEXOS .............................................................................................................. 142 I Instrumento ..................................................................................................... 142 II Formato de codificación de relatos ................................................................ 146 III Glosario ........................................................................................................ 148 IV Comparación entre CDMX Y Sonora ............................................................ 152 file:///C:/Users/VALVERDE/Downloads/PROFASE8.doc%23_Toc494373355 6 RESUMEN Schadenfreude o el placer ante el sufrimiento de otra persona, es una emoción inherente a la condición humana; su estudio no ha sido definido puntualmente y en ocasiones se ha encontrado limitado. Este trabajo constituye una integración teórica, de las situaciones que pueden generar schadenfreude, agrupadas en tres categorías: emociones negativas dirigidas hacia la persona que le ocurre el infortunio (envidia, enojo, odio, resentimiento, desagrado, desprecio, rencor, coraje y venganza), comparación social, específicamente en sus formas ascendente y descendente y el humor, dentro de elementos cognitivos establecidos por el contexto social, en una muestra de 390 estudiantes mexicanos de la UNAM y el ITSON. Por medio de un instrumento, se solicitó a los participantes describir una situación donde algo malo le haya ocurrido a alguien, experimentando placer (gusto o satisfacción) al respecto, y mediante una escala Likert reportaron la intensidad en la que disfrutaron el evento, emociones negativas y nivel de estatus percibido. Posteriormente, al realizar un análisis discursivo se desarrolló una categorización de sus relatos, la cual fue comparada en diferentes aspectos mediante correlaciones bilaterales; dentro de los dos sectores de la población, Sonora y CDMX, así como una comparativa de género. Finalmente, se encontraron niveles que indican que el modelo de éstas tres categorías se ajusta significativamente con la muestra, es decir; las emociones negativas, la comparación social y el humor pueden explicar las situaciones donde se presenta schadenfreude, así como diferencias significativas entre ambas entidades. Estos hallazgos fortalecen la importancia de regular a las emociones negativas y contribuyen como uno de los primeros estudios de esta emoción dentro de población mexicana. Del mismo modo, el desarrollo de este modelo permitió conocer, de manera teórica, la construcción social que representa esta emoción e insertarla dentro de las emociones morales. Palabras clave: schadenfreude, humor, comparación social, emociones negativas, categorización. 7 ABSTRACT Schadenfreude, or pleasure in the face of another's suffering, is an emotion inherent in the human condition; its study has not been defined on time and has sometimes been limited. This work constitutes a theoretical integration of the situations that can generate schadenfreude, grouped into three categories: negative emotions directed towards the person who happens the misfortune (envy, anger, hatred, resentment, dislike, contempt, anger, anger and revenge), social comparison, specifically in its ascending and descending forms and humor, within cognitive elements established by the social context, in a sample of 390 Mexican students from UNAM and ITSON. Through an instrument, participants were asked to describe a situation where something bad happened to someone, experiencing pleasure (enjoyment or satisfaction) about it, and using a Likert scale reported the intensity of the event, negative emotions and level of perceived status. Subsequently, when performing a discursive analysis, a categorization of their stories was developed, this was compared in different aspects through bilateral correlations; within the two sectors of the population, Sonora and CDMX, as well as a gender comparison. Finally, we found levels that indicate that the model of these three categories is adjusted significantly with the sample, i.e.; negative emotions, social comparison and humor may explain the situations where schadenfreude occurs, as well as significant differences between the two entities. These findings reinforce the importance of regulating negative emotions and contribute as one of the earliest studies of this emotion within Mexican population. In the same way, the development of this model allowed to know, in a theoretical way, the social construction that represents this emotion and to insert it within the moral emotions. Keywords: schadenfreude, humor, social comparison, negative emotions, categorization. 8 INTRODUCCIÓN La psicología se ha interesado en analizar, explicar y predecir el comportamiento humano a lo largo de su historia. En el campo de las emociones no ha sido diferente. Esto la ha sumergido en el desarrollo teórico e investigativo, no siempre centrado en la salud, la adaptación y los aspectos positivos de las personas. De hecho durante muchos años los ha ignorado, es así que por largo tiempo ha estado centrado en las emociones negativas y la debilidad humana en general, propiciando su observación disciplinar desde un marco patogénico (Vera, 2006). No obstante, algunas emociones y la conducta misma llegan a presentarse en forma positiva para el individuo, pero negativa para un tercero. Uno de los puntos de interés en este trabajo es planteado por schadenfreude; la aparición esencial de placer ocurrida por la desgracia de otra persona. De esta forma, dicha emoción está fortaleciendo el bienestar del individuo por aprovechar oportunamente la situación negativa que otra está padeciendo. Esta situación permite conocer los alcances del espectro humano, ya que los contextosen los que se obtiene placer no han sido únicamente los estimados tradicionalmente. Experimentar schadenfreude es parte del ser humano, nadie escapa a esta circunstancia humana y el sentimiento aparente del placer ante la desgracia de otros que es parte de esta condición. Ya sea ante la derrota de un equipo rival, el fracaso de alguna persona que nos desagrada, o por algún pequeño tropiezo hilarante cometido por un desconocido, estamos a la orden de sentir tal emoción. Si bien, dicha emoción actualmente aborda parámetros definidos, no se han desglosado con detenimiento y es aquí donde se desarrolla toda una serie de planteamientos tratando de resolver la pertenencia, causalidad y elementos que ponen en escena a esta emoción. Aunque el concepto de la schadenfreude ha sido delimitado por algunos factores, la existencia de schadenfreude debe ser investigada en diferentes culturas para verificar la universalidad de este estado emocional (Hofmann, Ruch y Platt, 2012). Es importante señalar que no se trata de hacer una revisión cronológica a partir de la evolución del concepto, sino de constituir la schadenfreude con referentes actuales. 9 Existen diversos trabajos que han logrado clasificar a las emociones, no obstante, algunas reacciones están inclinadas a la mala voluntad, o a los deseos intransigentes hacia alguien más. Al enfocarnos en los contextos, es importante señalar que se pueden generar las mismas situaciones y no provocar schadenfreude en otra persona; situaciones ocurren, pero la carga cognitiva o afectiva que brindemos es lo que la hace significativa. Por lo tanto, cuando la referencia recae en los participantes se pudo entender la forma en la que esta emoción se regulaba y que su identificación se basa en el impacto que se tiene con los demás. Es como la interpretación de schadenfreude ofrece un panorama complejo al tratar de enfocarse al placer o al infortunio, ya que esto les ocurre a dos personas al mismo tiempo. Así, el reconocimiento de schadenfreude está ligado a un equivalente de supervivencia, y como al resto de las emociones, el clasificarlas proporciona un margen de entendimiento e identificación con los demás. Y aunque no pudiera externarse de manera normal en la mayoría de las ocasiones, es preciso saber en qué medida, lo que ocurre; sentir placer cuando alguien tiene un percance, puede encontrarse estereotipado. Ésta investigación pretende establecer referentes de schadenfreude mediante una categorización, ya que se han tratado de identificar las causas para que schadenfreude aparezca. También se mantiene el perfil de cómo es que se yuxtaponen placer y el sufrimiento de otra persona, mediante comparación social, emociones negativas y humor; desarrollando toda una serie de planteamientos para abordar esta emoción y los diversos elementos que entran en juego. Además falta delimitar si la intensidad y parámetros de la misma son los esperados o de un alcance mayor, estableciendo un patrón de reconocimiento entre las posibles causas de schadenfreude, valiéndonos de si alguna causa es más intensa que otra. De la misma forma es importante señalar el trabajo realizado comparando algunos rasgos como; el género y ubicación geográfica. Para analizar la schadenfreude, es esencial tener un concepto de emoción, así como algunas aproximaciones teóricas, sobre los tipos de emociones que existen. Aunque el espectro que abarcan las emociones es muy amplio, la literatura actual proporciona una base sólida a fin de elucidar los patrones que 10 las caracterizan, siendo un campo efervescente con varias líneas de investigación (Jankowski y Takahashi, 2014). Y como señalan Cacioppo, Gardner y Bernston (1999), constituyen un elemento fundamental, ya que dirigen la atención, guían la toma de decisiones, estimulan el aprendizaje y disparan la conducta. Las emociones han sido vistas como fenómenos complejos multifactoriales que incluyen: una evaluación cognoscitiva de las situaciones, un conjunto diverso de cambios fisiológicos, una serie de expresiones visibles o manifiestas, un componente motivacional que se refleja en una intención o tendencia a la acción y, por último, un estado subjetivo experiencial o de sentimiento (Barrón y Bazán, 2004). 11 CAPÍTULO I 1.1 EMOCIONES La relación que existe entre el organismo y su ambiente alberga diversas vertientes para su comprensión; muchos mecanismos actúan para conferirle fluidez, como la adaptación conductual y cognoscitiva, sin embargo la mayoría de las respuestas necesitan una conexión entre estos dos elementos (Reidl, 2005). Las emociones son un mediador entre el organismo y su ambiente. Dicha mediación le confiere al individuo la evaluación de la relevancia que ocupan estos estímulos, así como la posible acción ante los mismos, ya sea fisiológica o psicológica, y la comunicación de las reacciones puede identificar estados e intenciones al ambiente social circundante (Reidl, 2005). Las emociones han sido investigadas por todas las ramas de la Psicología, lo que ha contribuido a la proliferación de muchas aproximaciones teóricas que mantienen puntos de vista diferentes. Esto provoca que no haya una definición de emoción comúnmente aceptada (Mayor, 1988). Y a medida que la Psicología como disciplina general experimenta cambios, el concepto de emoción lo ha hecho también. No obstante, las diferentes aportaciones han dirigido a la investigación existente. Lazarus y Lazarus (1994) indican que las emociones son centrales para la comprensión del comportamiento y experiencia humanos; en cualquier nivel de análisis científico- sociológico, psicológico y fisiológico, sería difícil mencionar los encuentros, acciones y preferencias significativas que se manifiestan carentes de emoción. Asimismo, las diferentes experiencias emocionales conocidas en el ser humano, han dado origen a diversos enfoques teóricos, en su mayoría concordantes con el aspecto multidimensional que poseen, así como de las relaciones que guardan con el comportamiento y las esferas fisiológicas, sociales y psicológicas (Cortina, 2004). Desde este punto de vista, el campo de estudio de las emociones es muy amplio, no obstante, no se debe depender de un rango exclusivamente, sino realizar un análisis de sus características más sobresalientes. 12 En 1872 Darwin publicó que ciertas emociones son innatas y universales (DeCatanzaro, 2001), además producto de la evolución, señalando que hay evidentes predisposiciones innatas de expresión ante determinadas emociones, provocando que la musculatura facial sea dependiente de la sensación (Fernández y Garzón, 2009). En tanto Freud, (1930/2005), reconoce la fuerza de los instintos y las pulsiones y que éstas son capaces de causar enfermedades nerviosas y psíquicas. Para el psicoanálisis los afectos son, una cantidad de energía que acompaña y determina la vida psíquica, pero también tienen una cualidad. Para Freud sólo existen 2 afectos: placer y displacer y de ellos se derivan otros tantos. El placer entonces se produce por la satisfacción de la necesidad y del deseo, mientras que el displacer por la frustración (Freud, 1930/2005). De la misma forma Zanjoc (1980) expone a las emociones como reacciones fundamentales e innatas que favorecen la adaptación, no dependen de la cognición y pueden darse antes que ella, por lo que el procesamiento emocional se produce como reacción afectiva preliminar (sentimiento) al pensamiento (procesamiento de la información). Por otro lado Gal`Perin (1976) consideraba que los humanos no tienen instintos, ya que parten de necesidades sociales, necesidades orgánicas, diferente a las de los animales; constituidas por necesidades biológicas. Por ello refiere que el hombre no tiene necesidades biológicasdebido a que su comportamiento no sólo parte de estructuras específicas y determinadas por la genética, donde además, es incompatible con los cambios en la sociedad. Asimismo, Averil (1997) destaca a las emociones como papeles sociales transitorios que incluyen una valoración de la situación e interpretación en términos afectivos, por lo que las normas sociales conforman las emociones y estás son representadas psicológicamente como estructuras cognitivas. Las perspectivas de índole psicológico, como los estudios sobre personalidad (Goldberg, 2002), y desarrollo psicológico como Piaget, y Vigotsky (en Papalia et al. 2005) han arrojado información que delata la compleja interacción que sucede entre la emoción, los procesos cognitivos y la propia historia del sujeto. Entre las explicaciones centradas en factores cognitivos se encuentra la de Lazarus (1991) que argumenta que sentir una emoción, depende del 13 pensamiento respecto de la situación que la ocasiona, de manera que las emociones son un proceso post-cognitivo en el que la evaluación precede siempre a la emoción. Por otra parte, Izard (1977) plantea que las emociones son activadas por las conexiones nerviosas directas, los sistemas sensomotores, los sistemas motivacionales y los sistemas cognitivos. También resalta la importancia de estimular las emociones para tener un desarrollo sano y aminorar consecuencias psicológicas y conductuales negativas (Mostow, Izard, Fine y Trentacosta, 2002). Algunos autores como LeDoux (1995), Damasio, (2006) y Derek, (2011), formularon parte de las hipótesis experimentales actuales; buscan situar aquellas estructuras cerebrales que forman parte en el desarrollo de la emoción y la interacción que hay entre las emociones y la cognición. Pero con una relación directa con el sistema límbico (Kandel, Schwartz y Jessel, 2001, Pinel, 2001, Carlson, 2007 y LeDoux, 1995), principalmente, y con neurotransmisores tales como la dopamina, la serotonina, la noradrenalina, los aminoácidos, así como péptidos y hormonas (Damasio, 2006). No obstante, el sustrato neuroanatómico y neurofisiológico ha tenido mayor repercusión en el ámbito del estudio de las enfermedades o de las lesiones cerebrales, y ha presentado menor efecto en el ámbito de la clínica, en el desarrollo de las emociones y sobre todo en la forma en que pueden interactuar elementos emocionales y cognitivos. Una rama de la neurociencia, la que se auto nombra social, ha mencionado que el estudio del tema de las emociones deben contener: la relación de múltiples niveles de conexión y procesos conectados, la investigación compartida entre estudios, sistemas artificiales y la naturaleza dinámica de las emociones (Kappas, 2002). Por ello, Chóliz y Gómez (2002) apuntan que, las emociones no pueden entenderse si no se analiza el contexto en el que aparecen y la relación que se establece con los demás. Gil-Juárez (2004), por su parte, dice: la emoción es siempre social, es un proceso y es discursiva. Esto sugiere que las interacciones sirven como un estímulo para evocar respuestas emocionales, pero como las interacciones siguen, éstas proporcionan una estimulación adicional que retroalimenta la emoción inicial, y en algunas ocasiones, la amplifica. 14 Así surge la idea de la auto-regulación, manifestándola como un concepto de la homeostasis biológica y psicológica. En términos biológicos los mecanismos regulatorios; por ejemplo, sudoración y escalofríos, logran recuperar un nivel óptimo de la temperatura corporal. En el sentido psicológico se considera a la auto-regulación como un proceso en el que las personas establecen metas, generan planes y establecen criterios. Entre las corrientes que explican el estudio de los aspectos biológicos, conductuales, cognitivos y sociales de las emociones, está Reeve (2010) quien refiere que todos los elementos participan en la emoción como una serie de eventos; inicialmente, la emoción activa los sistemas autónomo y hormonal preparando al organismo para desatar la conducta, la cual tiene una meta establecida por el componente subjetivo (cognición) para finalmente expresar las posturas, vocalizaciones y expresiones faciales que comunican a otros la emoción. Sánchez (2010) identifica a las emociones como “reacciones biológicas” que surgen cuando se presenta una situación, por ejemplo nuevas oportunidades o desafíos. Asume que las emociones tienen un importante papel para preparar y generar rápidas respuestas motoras en el individuo, de esta forma facilita el aprendizaje y la toma de decisiones. Las emociones se manifiestan a través de actitudes psicológicas, cognoscitivas, sociales y culturales. Sánchez (2010) considera crucial a la reacción emocional para motivar y organizar conductas adaptativas, previniendo niveles estresantes de emociones negativas y de conductas inadaptativas. Barret, Mesquita, Ochsner y Gross (2007) discuten que la emoción influye sobre toda la experiencia humana y en las conductas sin que intervenga la razón consciente. Contrariamente, para Covarrubias y Cuevas (2008) las emociones son procesos íntimos establecidos por personas, cosas y contextos, por lo que el comportamiento está determinado por la forma en que se perciben esos estímulos y se reproducen en el mundo interior dando lugar a la respuesta afectiva. La versatilidad con la que se desenvuelven las emociones ha sido constante. Para Foucault (1970), las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad, cambian a lo largo de la historia. Además detalla la preferencia clínica por la categorización, hecho 15 que repercutió en la preferencia del estudio de las emociones por el establecimiento de taxonomías. Sin embargo, la integración ha sido consecuencia de muchos trabajos para unificar distintas corrientes. Por ejemplo: Ekman (1994) se enfoca en el aspecto cognitivo, social y cultural de las emociones; argumenta, son breves y de fundamental importancia, ya que poseen un valor adaptativo en la evolución, sin embargo, concluye que el papel biológico de las emociones son el núcleo causal de su existir. En este sentido, Damasio (2001) refiere que la emoción es un conjunto de reacciones químicas y nerviosas que producen reacciones en el cerebro al detectarse un estímulo emocional (objeto o situación). También, Palmero, Fernández, Martínez y Chóliz, (2002) se refieren a las emociones como procesos episódicos de corta duración provocados por un estímulo interno o externo evaluados y valorados, capaces de producir un cambio orgánico y respuestas cognitivas, fisiológicas, motoras y expresivas, relacionadas con la adaptación a condiciones específicas del medio ambiente cambiante. Además, Fredrickson y Branigan (2005) indican que las emociones son experiencias de corta vida con cambios coordinados de pensamiento, acciones y respuestas fisiológicas. Eventualmente, las diferentes perspectivas teóricas matizaron a las emociones como “cosas” que provocaban un cambio fisiológico en el cuerpo, el cual dirigía nuestra conducta hacía la búsqueda del bienestar o una regulación de equilibrio inmediata. La mayoría de éstas aproximaciones se basan en la lógica, en el razonamiento derivado de la constante observación y otras veces en la metafísica, llegándose a convertir en un tema enigmático del ser humano explicado en un formato aforístico, ya que al ser un tema moralista y joven, además de la complejidad que presenta su estudio, su análisis se basaba en la apreciación propia del fenómeno durante la experiencia. Al considerar el modelo evaluativo, donde se cuenta con diversas herramientas que intentan acercarse a obtener una medida que permita decir el estado cognitivo del sujeto, en el marco de las emociones, se cuenta con menor cantidad de pruebas de tamizaje y en su mayoríase evalúa mediante la consideración de la percepción del propio sujeto ante su situación, escenario que no sucede con otros procesos cerebrales como en la evaluación de la memoria o de la planeación. 16 Sin embargo, debido a estos desafíos transdisciplinarios, la primera problemática a considerar es precisamente las exigencias que estos marcos plantean, como son los límites epistemológicos y ontológicos propios de cada disciplina científica (Rosenblueth, 1982). De manera que el primer desafío surge de la flexibilidad propia de cada investigador y de las herramientas que estén disponibles. 1.2 LOS ELEMENTOS ESPECÍFICOS DE LA EMOCIÓN La mayoría de las emociones comparten características entre sí, hasta cierto punto, estereotipadas y reconocibles por encima de diferencias culturales y raciales en todos los seres humanos. Ya que desde sus primeros estudios, la emoción no fue considerada un hecho aislado, de ella se derivaron una serie de condiciones y tipologías, por ejemplo: pueden estar acompañadas de patrones de conducta tales como respuestas faciales, motoras, vocales, endocrinas y autonómicas. Algunos autores tratan de reconocer los componentes que la definen en gran medida. Por ejemplo, Reeve (2010) propone que las emociones son multidimensionales existen como fenómenos sociales, subjetivos, biológicos e intencionales. Define cuatro componentes de la emoción: el primer componente es el “sentimental”, este involucra emociones con “experiencias subjetivas”; el segundo se le denomina componente de “estimulación corporal”, que incluye la activación neuronal y fisiológica (biológica), así como la actividad de sistemas autónomos como hormonales; el componente intencional de la emoción va dirigido al carácter y el componente “social – expresivo”, el cual se basa en posturas, gesticulaciones, vocalización y expresiones faciales. Bosch (2009) define a la emoción como la combinación de reacciones bioquímicas energéticas y fisiológicas, y estas son las encargadas de enviar con rapidez información al cerebro para prepararlo para la acción. Una vez identificados los cuatro componentes, Reeve (2010) y Bosch (2009) definen a la emoción como un fenómeno de “corta duración”. Scherer (1984), por su parte, identifica algunos componentes de la emoción, los cuales pueden especializarse para realizar ciertas funciones. El componente del procesamiento cognoscitivo de los estímulos es utilizado para 17 evaluar el ambiente, ya sea para encontrar perturbaciones o atraer nuestra atención; los procesos neurofisiológicos afines son aprovechados para regular el sistema; el componente motivacional y de predisposición conductual, sirve para preparar al organismo para la acción; el componente de la expresión motora ayuda para comunicar intenciones, y el estado subjetivo del sentimiento provee el soporte para que el organismo monitoree su estado general y examine la situación. Schachter y Singer (1962) formularon una teoría, denominada genéricamente teoría de los dos factores, en la que defienden que en una emoción es imprescindible una activación y una evaluación. Ahora bien, la evaluación tiene que ver con la comparación, la medición. Y eso es lo que señala el propio Schachter (1964), quien argumenta que la evaluación se realiza en relación con los cambios fisiológicos. Para Russell (2003), una emoción también contiene un conjunto de estados mediadores, los cuales reciben el nombre de afecto, que puede ser de tipo positivo o negativo. Este estado mediador, de acuerdo con Larsen y Diener (1992) y Averill (1997), se manifiesta a través de la activación alta o baja de emociones. Al respecto, se le atribuye un mayor bienestar humano a una versatilidad emocional, esto se refiere al experimentar la gran gama de emociones existentes. Particularmente, Tugade, Fredrickson y Barrett, (2004) sugieren que el aumento en afecto positivo promueve una mejor salud física. Por otra parte, la facilidad del pensamiento para elegir la mejor solución ante un problema se asocia al aumento de emociones positivas (Isen, 2007) y a la actividad de la conducta hacia situaciones gratificantes (Robles y Paéz, 2003), al igual que a la capacidad de responder con flexibilidad a las circunstancias cambiantes (Kashdan y Rottenberg, 2010). En cambio, la presencia de mayor activación en el afecto negativo (AN) se asocia con el aumento de síntomas depresivos (Peeters, Berkhof, Delespaul, Rottenberg y Nicolson, 2006), a la angustia (Kashdan y Rottenberg, 2010) y la enfermedad mental (Trull et al., 2008; Waugh, Thompson y Gotlib, 2011). También es un indicador de la predisposición a experimentar emociones negativas, disminución del autoconcepto y baja satisfacción en la vida (Carr, 2007; Chico y Ferrando, 2008). Es por ello que a partir de dichos resultados, 18 existe predominantemente un enfoque en disminuir la variabilidad de emociones negativas (Linehan, Bohus y Lynch, 2007). En conjunto, estos estados afectivos comparten la función de favorecer la adaptación al medio para producir conductas y experiencias que influyen en la salud mental. En concordancia con esta idea, aunque se han documentado los estados emocionales, pocos estudios han explorado el bienestar, el óptimo funcionamiento y el malestar, directamente relacionados con las emociones positivas, si éstas atañen a un tercero. 1.3 CLASIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES Existe una amplia gama de acciones que podrían considerarse como una respuesta emocional, algunas de estas respuestas pueden estar sujetas a pautas sociales apropiadas; tal es el caso de observar los éxitos y fracasos de los demás o cuando una persona sufre un infortunio que va desde sentir simpatía o preocupación empática; y en ocasiones, la respuesta ante la desgracia de los demás no es la que está establecida en las normas sociales y se inclina más por una intuición personal, sintiendo placer o satisfacción por la desgracia de otros. El identificar y etiquetar a las emociones hace consciencia de las propias y crea conocimiento, logrando así poner un nombre a la emoción o emociones que se sienten y reconociendo las de los demás, en algunos casos por medio de la empatía. Por ejemplo: emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y relaciones interpersonales, mientras que la ira puede generar repuestas de evitación o de confrontación. De cualquier manera, la expresión de las emociones puede considerarse como una serie de estímulos discriminativos que facilitan la realización de las conductas apropiadas por parte de los demás (Fernández-Abascal et al., 2003). Esto sugiere que el ordenar o clasificar las emociones es de suma importancia ya que al saber las características de cada una de ellas, se pueden distinguir y manejar de una manera más eficaz. Ekman y Friesen (1975) señalan un aspecto común y general en las emociones; ellos denominaron “emociones universales o básicas”, a aquellas expresiones generalizables a nivel universal (emociones pluriculturales), como 19 el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el desagrado y la sorpresa. De igual forma Evans (2002) menciona que las emociones básicas son “universales e innatas” e identifica a la alegría, la aflicción, la ira, el miedo, la sorpresa y la repugnancia. Cada una de estas emociones está acompañada de patrones de conducta tales como respuestas faciales, motoras, vocales, endócrinas y autonómicas, que son hasta cierto punto estereotipadas y reconocibles por encima de diferencias culturales y raciales en todos los seres humanos. Es decir, son emociones compartidas por cualquier individuo de forma universal. De forma adicional a las emociones universales, distinguen también otros tipos de emociones, denominadas “emociones secundarias”, como la envidia, la vergüenza, la culpa, la calma, la depresión,entre otras, las cuales se presentan con un componente cognoscitivo más alto y que también se asocian siempre a las relaciones y contexto social. Para Escobar y Gómez (2006) las emociones se pueden clasificar en tres categorías: emociones básicas, emociones primarias y emociones sociales. Con respecto a las emociones primarias Chabot y Chabot (2009) identifican a seis, al miedo, la cólera, la tristeza, la aversión, la sorpresa y la felicidad. Asimismo, comprobaron que estas emociones, tienen su particularidad y se encuentran en todas las culturas, razas, lenguas, religiones o costumbres. Dichas emociones según Chabot y Chabot (2009) sirven para “asegurar la supervivencia” humana. Identifican que las emociones secundarias y sociales son aprendidas y que se constituyen a partir de las emociones primarias, por lo tanto la educación y la cultura son fundamentales para la adquisición de las emociones primarias. Redorta, Obiols y Bisquerra, (2006) mencionan que las emociones se pueden clasificar en: emociones negativas, emociones positivas y emociones ambiguas. Las emociones negativas, son el resultado desfavorable del bienestar del individuo y estas son: el miedo, la ira, la tristeza, la culpa, la envidia y el disgusto. André y Lelord (2002) señalan que la envidia se presenta cuando el individuo se siente inferior, desvalorizado por el éxito de los demás; en esta emoción solo intervienen dos personas el que envidia y el que es envidiado. Si esta 20 emoción se dirige de forma positiva, el individuo ayuda a la superación y fomenta la motivación. Cuando se siente un rechazo hacia alguien, aparece la emoción de disgusto, hacia algo o a alguna situación provocando violencia, repulsión, asco; haciendo que esa sensación se quede grabada en la memoria creando situaciones aversivas en el individuo (Redorta et al. 2006). A diferencia de la ira, las emociones como la envidia y el disgusto, comparten una cognición más compleja, ya que pueden elaborarse esquemas de representación en torno a un sujeto; además pueden deslindarse de otras emociones importantes para la interacción, como la empatía. Cuando las emociones son el resultado favorable del bienestar del individuo aparecen las emociones positivas, ejemplo de estas son: el amor y la felicidad. Las emociones ambiguas, tienen componentes favorables o desfavorables según la situación que se presente, y estas son: la sorpresa, el interés y la admiración. Al presentar interés, aumenta la actividad neuronal ayudando al individuo a sentir placer, sentirse pleno ya que existe una motivación y atención hacia un objetivo; cuando esta emoción no es controlada, aparece el hastío, haciendo que el individuo no tenga ningún interés y su vida sea monótona haciendo que no exista un avance personal (Redorta et al 2006). La admiración es una emoción que produce acción en el individuo ya que imita e idealiza a otro afectando las decisiones; es una emoción transitoria ya que se ve al otro individuo como líder, causando que no exista una crítica negativa hacia el individuo que se admira y como resultado existe una distorsión cognitiva (Redorta et al 2006). Las emociones positivas no son factores de riesgo para contraer enfermedades físicas o mentales a diferencia de las emociones negativas (Piqueras, Ramos, Martínez y Oblitas, 2009). En concreto, Piqueras et al., (2009) revelan que las emociones como el miedo, la tristeza, la ira y el asco, cuando son intensas y frecuentes llegan a afectar de manera negativa la calidad de vida, y como consecuencia, generan enfermedades tanto físicas como mentales. El saber sobre las emociones permite controlarlas, especialmente aquéllas que lastiman, que impiden realizar bien el trabajo o trastornan las relaciones 21 sociales que se establecen (Lazarus y Lazarus, 1994). Es por eso que se han desarrollado una gran variedad de investigaciones y modelos explicativos en el amplio espectro que abarcan las emociones; sin embargo, algunas emociones tienen un espectro de interpretación muy sinuoso y la clasificación al tipo de emociones al que pertenecen resulta complicada. Una de las emociones más controversiales y que pretende enfocarse en este estudio, es la llamada “schadenfreude”. 1.4 EMOCIONES SOCIALES Las relaciones interpersonales asumen un papel importante en la vida cotidiana, no sólo por el flujo de información mediado por la comunicación, sino porque ayudan a determinar una tarea interpersonal muy importante a la hora de identificar experiencias, analizar las consecuencias ante sus reacciones, desarrollar diferentes habilidades para reconocer contextos adecuados dónde manifestarlas, consolidando parte del mismo accionar de la conducta humana. La mayor parte de la actividad relacional es de naturaleza social: las emociones motivan la búsqueda de proximidad o la evitación social. A estas emociones se les da el nombre de emociones sociales. Algunas de las características de las emociones sociales es que se trata de experiencias que tienen sentido en su relación con los demás, surgen en un contexto social determinado, que es el que les confiere significación, y necesitan del análisis de los otros para poder entenderse apropiadamente (Chóliz, y Gómez, 2002). Las emociones sociales son estados afectivos provocados durante las interacciones sociales y sirven para la promoción social, integrar conductas apropiadas y desalentar socialmente las inadecuadas; además sirven para mantener las relaciones interpersonales (Jankowski y Takahashi, 2014). Los seres humanos son sociales por naturaleza y se encuentran con muchos problemas de sobrevivencia dentro de las relaciones sociales (Baumeister y Learly, 1995). Reidl (2005) y Scherer (1994), mencionan que las emociones surgen de las transacciones en las que participa la persona, especialmente en el ambiente social. Las reacciones a dicha interacción se resumen en algunos casos como resultado de las emociones, ya que son adaptaciones o soluciones 22 a problemas específicos relacionados con la formación o mantenimiento de relaciones sociales: ciertas emociones y disposiciones emocionales motivan comportamientos individuales e interactivos que permiten al individuo formar lazos sociales (Watson , Clark, McIntyre y Hamaker, 1992), y aunque no se asevera que definirán el comportamiento del agente que las experimenta, es un hecho que cualquier transacción persona-ambiente puede tener un significado emocional (Reidl, 2005). El estudio del comportamiento y, particularmente del comportamiento social que el individuo mantiene con otro(s), genera diversas aproximaciones, así como la interrelación de múltiples factores como reguladores del desarrollo de patrones de conducta (Santoyo, y Espinosa, 2006). 1.4.1Función social de las emociones Es por eso que Manstead (1991), identifica cinco tipos de conexiones entre las emociones y la vida social: 1. El impacto de los estados afectivos sobre el juicio y percepción sociales. Por ejemplo, el estado de ánimo tiende a influir en los juicios que se hacen, de manera que los estados positivos dan como resultado juicios más positivos de uno mismo, de otros y de objetos sociales. 2. La influencia de los factores sociales contextuales sobre la expresión y experiencia emocional. Por ejemplo, los fenómenos culturales como el lenguaje, la ideología y los valores pueden influir sobre la experiencia de las emociones. 3. El papel que juegan las emociones en crear, mantener y disolver relaciones sociales. Las relaciones con los otros seres humanos tienen que ver principalmente con las emociones que sentimos, o son resultado de esas relaciones. 4. La comunicación intencional o no de la emoción a otros, ya sea por medios verbales o no verbales. La vida afectiva, a pesar de ser algo privado en términos de su experienciasubjetiva, es algo que con frecuencia se comparte con otros, a veces queriendo y otras no. 5. Las funciones sociales que tienen las emociones. Estas se refieren al hecho de que permiten apoyar y sostener sistemas culturales de creencias, 23 valores y comportamientos; involucran valores sociales internalizados de tal manera que cuando un individuo experimenta una emoción socialmente apropiada, establece su adherencia a los valores que la sustentan; se puede considerar que muchas emociones tienen una relación prescriptiva con ciertos valores culturales o morales, por ejemplo los celos, que salvaguardan la fidelidad conyugal. Una de las funciones sociales descritas por Walden y Smith (1997) es que las emociones informan acerca de las intenciones conductuales de otros; esto es que revelan si algo es bueno o malo, además proporcionan guiones que dirigen la conducta social ( Averill, 1980; Keltner y Busswell, 1997). La aproximación sociofuncional de la emoción es atribuida a Keltner y Kring (1998), y describe particularmente las características interpersonales de las emociones. Esta aproximación se refiere a las emociones como respuestas de canales múltiples. También le permiten al individuo responder de manera adaptativa a los problemas sociales y tomar ventaja de las oportunidades sociales en el contexto de las interacciones en las que se implique (Fridja y Mesquita, 1995). Las funciones de todas las emociones deben cumplir ciertas normas, ser útiles y benéficas; en este caso Reeve citado por Fernández – Abascal (2009) muestra tres funciones importantes, la adaptativa, la social y la motivacional. Sus principales efectos son: la función adaptativa prepara al organismo para la acción, en cambio, la función social se encarga de comunicar el estado de ánimo, y finalmente, la motivacional, facilita las conductas motivadas. La relación entre motivación y emoción no se limitan al hecho de que en toda conducta motivada se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede determinar la aparición de la propia conducta motivada, dirigirla hacia determinado objetivo y hacer que se ejecute con intensidad. Por tanto toda conducta motivada produce una reacción emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de conductas motivadas. En contraste, Averill (1994), argumenta que es difícil hablar de las funciones de la emoción porque ello implicaría pensar que todas las emociones comparten las mismas funciones. Es decir, especifican las consecuencias que se supone debe tener una respuesta dada en un ambiente relevante. En virtud de lo anterior, se puede decir que las emociones coordinan las interacciones 24 sociales de manera que le ayudan al ser humano a mantener relaciones benéficas para él (Zanjoc 1980). 1.5 EMOCIÓN COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL La cultura es uno de los objetos de estudio más predominantes, al ser dentro de una colectividad de habitantes donde se pueden analizar sus elementos; dicho de otra forma, se pueden examinar las palabras, las historias y teorías que provienen de sus miembros. De esta manera la cultura puede evaluar estos productos, determinar si son adecuados, observarlos, aconsejar cambios y entonces optar por la tradición o la revolución (Gardner, 1994). Pero el análisis resulta complicado, ya que entran diversos elementos en juego a la hora de hablar de cultura, así como su posible aislamiento; por ejemplo: existen una serie de elementos subjetivos que imprimen los referentes culturales a la identidad genérica por lo que la idea social de ser hombre o ser mujer representa la construcción de un imaginario colectivo, que parece exigir a los géneros ciertas formas de comportamiento social, público o privado (Montesinos, 2002). Con las emociones sucede lo mismo, ya que dependen en gran medida de la cultura, de una determinada dinámica social y una evaluación previa a su manifestación (Fridja, 1996). En ocasiones, las pautas sociales no escritas pueden dictar las respuestas emocionales apropiadas. Esto se debe fundamentalmente a la normatividad establecida cómo un conjunto social (Freethey, 2006). Dichas respuestas no están sujetas únicamente a los miembros presenciales de esta acción plenamente emocional y a sus consecuencias. Esta experimentación y expresión de las emociones producen consecuencias sociales benéficas para los individuos y sus relaciones, así como beneficios sociales acumulativos a largo plazo. Bruner (1996) advierte que la cultura interviene continuamente en la forma en la que los seres humanos se van adaptando a su grupo social, ya que establece modelos que usualmente determinan la pertinencia de la forma en la que se expresan emociones, se hacen interpretaciones y se emiten conductas alineadas a los estándares. 25 El efecto cultural se vuelve un aspecto fundamental en el estudio de las emociones, así como la cualidad, ya que a pesar de ser considerada una reacción evolutiva y universal, la historia filogenética permeada por la cultura podía modular los efectos más evidentes de las expresiones emocionales. Es decir, el efecto de tales expresiones puede ser modulado por la cultura (Fernández y Garzón, 2009). Parkinson (1995) argumenta que una emoción individual no es algo básico y esencial que podría darse autónomamente, su manifestación interpersonal o las categorías culturales que le permite interpretarla son indispensables. Harré (1986) también hace hincapié en la naturaleza contextual de las emociones y, en particular, su dependencia de lo que él llama el orden moral local. Armon-Jones (1986) sugiere que las emociones tienen una función social en el apoyo y la validación del orden moral. Ella sostiene que una respuesta emocional no sólo es esperada, pero a menudo se requiere cuando se viola la moral local. Tal es el caso de las llamadas emociones morales, cuya experiencia subjetiva y expresión motora se originan en función de los intereses o del bienestar, ya sea de la sociedad en su conjunto o bien de personas distintas de quien experimenta la emoción (Mercadillo, Díaz y Barrios 2007). Estas emociones complejas surgen por la percepción del quebrantamiento de normas morales o por un comportamiento moralmente motivado y por lo tanto ocurren ante factores culturales y sociales que participan en su manifestación, como puede ser la aparición de un público o la referencia a un valor (Haidt, 2003). Moll, Garrido, Bramati, Caparelli-Daquer, Paiva, Zahn, Grafman (2007) caracterizan a las emociones morales como el producto del conocimiento social contextual; esto es, integrando el conocimiento de eventos, conocimientos sociales, semántica, y los estados emocionales y motivacionales. Esta clase de emociones representa el reconocimiento y la adopción de normas universalmente aceptadas y convenciones culturalmente definidas (Tangney, Stuewig, Mashek, 2007). Además, Mercadillo y cols., (2007) indican que las emociones morales surgen por la pérdida de las “normas sociales”; éstas ocurren ante elementos culturales y sociales incluyendo acciones ocasionadas por la empatía, la vergüenza y la culpa, así como el significado de los conceptos entre lo “bueno y 26 lo malo” o la “justicia o el ideal”; estas emociones tienden a asumir comportamientos agradables o desagradables, conduciendo a la aprobación o desaprobación del comportamiento. Mientras Belli e Íñiguez-Rueda (2008) señalan que las emociones se resisten a ser reguladas por las normas sociales, cuya función es, precisamente, regularlas; Markus y Kitayama (1995) hablan de la forma en que las normas y valores culturales pueden transformarse en las necesidades psicológicas de cada miembro y sugieren que el análisis de la socialización de la emoción es indispensable para comprender el corpus de lo cultural y lo social. Así la experiencia social posibilitaríaadquirir el conocimiento emocional mediante la socialización de la emoción. En la medida que se incluye plasticidad en las relaciones, se puede detectar y responder a la emoción sentida por otros o a su particular configuración de comportamientos expresivos. La experiencia subjetiva, los aspectos expresivos y los cambios fisiológicos asociados, se encuentran abiertos a la influencia de la socialización (Reidl, 2005). Además a la hora de comunicar las reacciones, no sólo se está reportando una simple descripción, de igual forma, permite al que la comparte, involucrarse en una comparación social con otros, encontrarle sentido a la experiencia emocional, resguardar un sentido de sí mismo y lograr la reintegración social con quienes se comparte la experiencia (Rimé, Mesquita, Philippot y Boca, 1991). Algunos estudios revelaron emociones ligadas a la educación y a la moralidad. Chabot y Chabot (2009) identifican a la culpa, la pena, a los celos, a la timidez y la humillación como las más sobresalientes. Existe otro tipo de emociones morales que se originan por la admiración, y se denominan como emociones relacionadas con la “sensibilidad”; así mismo son consideradas “emociones positivas”, por ejemplo acciones de gratitud, admiración y devoción (Mercadillo y cols., 2007). Sin negar el soporte fisiológico que conlleva a un estado emocional, el individuo experimentará una u otra emoción, y el centro de atención al que se dirija durante la situación o episodio emocional al momento de reportarlo, dependerá de la evaluación o interpretación que haga de su entorno y se comportará de una u otra manera (Casullo, 2002; Reidl, 2005). 27 Existe una serie de trabajos previos enfocados en la construcción social de las emociones, por ejemplo: Edwards (1997), Harré (1986), Stenner (1993). No obstante Belli, Íñiguez-Rueda (2008), han centrado la atención en el binomio emoción-lenguaje con el propósito de elaborar argumentos que sirvan para diferenciar la relación entre estos dos términos. Es decir, si las emociones se pueden “localizar” en el lenguaje o si a través del lenguaje se accede a las emociones (Harré y Finlay-Jones, 1986; Bax, 1986; Good, M., Good, B. y Fischer, 1988). De esta forma se profundiza en el estudio de la construcción social de las emociones como evolución natural del binomio anterior, siempre teniendo como eje el discurso (Harré, 1984; Stearns y Stearns, 1985; Ibáñez, 1994; Harré y Stearns, 1995). La construcción de la emoción se basa en dos principales recursos culturales: la creencia de que las emociones requieren la expresión de ser experimentada de forma saludable y la comprensión de la emoción como existente en una relación binaria con la razón, con la aceptación del otro (Howard, Tuffin y Stephens 2000). En lugar de ser vistas como etiquetas descriptivas para procesos internos dentro de la persona, los construccionistas sociales las consideran formas producidas por la práctica social, en y a través de la interacción-conversación (Edwards y Potter, 1992). Y de ahí que la construcción social de las emociones ha basado su estudio teniendo siempre en cuenta como eje, al discurso, como se mencionó anteriormente (Harré, 1984; Stearns y Stearns, 1985; Ibáñez, 1988; Harré, Stearns, 1995). La existencia de variaciones culturales otorga el grado en el que es apropiado o no expresar una emoción, ya que depende de que se haya aprendido a inhibirla o no en función del valor particular o importancia social, con los lineamientos establecidos por una cultura o subcultura (Reidl, 2005). Otro aspecto sobresaliente es que las emociones son destacadas sobre todo durante la infancia, éstas se moderan acorde con la edad (DeCatanzaro, 2001). Resalta el hecho que la construcción de las emociones parte de un proceso más que de un conjunto establecido para cada individuo. 28 1.6 EMOCIÓN COMUNICADA, NO COMUNICADA Y LENGUAJE Expresar las emociones es de suma importancia para todos los individuos, ya que de alguna forma, las emociones tienden a expresarse por medio del cuerpo. Redorta, Obiols y Bisquerra, (2006), indican que se puede observar que tipo de emoción está experimentando el individuo por medio del lenguaje no verbal, como el tono de voz y la expresión facial. De esta forma las emociones tienen que surgir y dar el mensaje de cómo es que el individuo está viviendo alguna situación y con ello poder manejarlas. Al mismo tiempo, Clore (1994) señala que la función primordial de las emociones es la de proporcionar información a los demás por medio de expresiones vocales y faciales distintivas, y a uno mismo por medio de sentimientos y pensamientos distintivos. Esto corresponde a la cuestión del binomio antes mencionado por Harré, Finlay-Jones, (1986), Bax, (1986) y Good, et al. (1988), si las emociones se pueden situar en el lenguaje o si es que a través del lenguaje se puede acceder a las emociones. Mead citado por McPhail y Rexroat (1979) dice: “debemos ser los otros si queremos ser nosotros mismos”. Para la mayoría de la gente, una emoción es muy difícil de comunicar, simplemente las reacciones que se manifiestan son complicadas o en ocasiones desconocidas por el propio agente. El lenguaje forma una parte primordial, no solo en las relaciones interpersonales, sino también en los códigos y símbolos que ayudan a establecer un patrón para medir o evaluar lo que puede estar cerca, constituido o considerado como emoción. Mead y Blumer citados por McPhail y Rexroat (1979), apoyan la idea de que los humanos interpretan los significados a través de símbolos, y se crea así un interaccionismo simbólico. La teoría sostiene que el comportamiento humano en general y el habla en particular, no tienen significado inherente. Sino que los humanos interpretan el comportamiento de otros, como algo parecido a un código de símbolos que debe ser decodificado. El significado de una conducta se forma en la interacción social. Los símbolos son construcciones ideales que denotan y transmiten significados como función expresiva, empleados para representar cierta información a través de palabras, cuadros y números. Ayudan a entrelazar 29 entidades como el sistema nervioso con sus estructuras y funciones y la cultura con sus papeles y actividades. Adquieren su máxima utilidad cuando entran en el diseño de productos simbólicos completos creados para transmitir un conjunto de significados, es decir que otros individuos inmersos en una misma cultura pueden interpretar, apreciar, criticar o transformar (Gardner, 1994). La gran cantidad de simbolismos existentes en la vida cotidiana repercute en la visión del mundo y de las personas, reflejando sus creencias en la interacción conductual y afectiva con la que el sujeto se desenvolverá a lo largo de su vida. Aunque la teoría plantea que los significados y la interpretación son esenciales para conformar la realidad de las sociedades, no es este un elemento al que se reducen las representaciones sociales. El conjunto de factores socioculturales ejercen importancia en la lectura que le dan los individuos al mundo y relacionado con estímulos individuales, logran estructurar una realidad común (Ibañez, 1988). Las representaciones sociales además ayudan a los individuos a relacionarse en una realidad conjunta. Para que los seres humanos pertenecientes a cierta cultura puedan interactuar y entenderse, deben crear códigos sobre los contenidos del mundo. Dichos códigos como ya se mencionó anteriormente, resultan de la interacción del sujeto como un ente activo en un contexto social determinado (Suárez, 2009). Fridja y Mesquita (1995), Kelter y Kring (1998), señalan que la emoción que expresa una persona le indica a otras el potencial emocional de la situación; esto se refiere a una afirmación social acerca de la situación y acerca de unomismo y los demás; si la evaluación que el sujeto hace de la situación y la emoción que se siente, se conforman o no con las normas culturales en cuestión. Todo ello conforma algunas de las implicaciones sociales que tienen las emociones. Así mismo, Ekman (1994) dice que las emociones son breves y tienen una expresión facial particular asociada; por ejemplo: se ha demostrado que existen pautas universales para la expresión facial de ciertas emociones básicas como la ira, el enojo, la alegría, el disgusto, la ansiedad y la tristeza (Coulson, 2004; Ekman, 1993; Meston, Heiman, Trapnell y Carlin, 1999; Sternglanz y Depaulo, 2004). Las aproximaciones anteriores, plantean en términos generales, que las emociones se producen en situaciones con otros sujetos u objetos, por lo tanto 30 identifican condiciones antecedentes o causales. Además, cada emoción tiene un discurso distintivo reconocible, que define lo que se cree que está pasando y la importancia que tiene para el individuo (Reidl, 2005). Por su parte, DeCatanzaro (2001) apoya la “teoría de las emociones de Darwin”, demostrando que estas emociones provienen de diversas fuentes, incluyendo la expresión facial. Cuando la expresión facial se relaciona con las emociones básicas se considera una conducta “universal” que se halla en todas las culturas. Se realizaron diversas investigaciones en donde se encontró que las expresiones básicas no son aprendidas. El origen de la emoción en la expresión facial humana, así como la postura corporal, son consideradas como un “lenguaje primitivo”; este lenguaje no verbal se manifiesta tanto a familiares como a la comunidad, y de esta manera muestra los estados “motivacionales” e “impulsos” de la persona (DeCatanzaro, 2001). Howard, Tuffin y Stephens (2000) han estudiado las emociones no comunicadas explícitamente pero que se construyen en las diferentes relaciones sociales. Esta especie de represión discursiva se debe a que se considera que algunas emociones, como el miedo y la ira, no pueden ser comunicadas por ser calificadas como extremamente peligrosas. La comunicación facial mediante los gestos de la cara y la expresividad corporal es de suma importancia en el ser humano dado que somos seres sociales. El sonreír es una forma de comunicación gestual muy empática que nos acerca a los demás. Pero la sonrisa, para que sea efectiva, debe ser sincera, no fingida ni forzada. Una sonrisa falsa o de compromiso fácilmente se delata por sí misma. En 1862, Duchenne realizó diversos estudios sobre el efecto de la electricidad en el cuerpo humano, investigaciones que emprendió para conocer la relación entre los músculos, particularmente los faciales, los que se usan para transmitir una emoción y lo que entonces todavía se entendía como el “alma”. Su principal interés era el devalar en qué consistía una sonrisa genuina, cómo se obtenía, qué mecanismos de la fisiología humana se ponían en funcionamiento para lograrla, etc. Para conseguir su objetivo, Duchenne aplicó descargas eléctricas en personas, fotografiando el efecto que dichas corrientes tenían sobre sus músculos y sus expresiones, trazando un mapa del recorrido que seguía la electricidad a lo largo del cuerpo. Sus estudios revelaron la complejidad que comprenden los músculos faciales, así como los 31 principios fisiológicos de la sonrisa auténtica (Ekman, Davidson y Friesen,1990; Hofmann, Ruch y Platt 2012;Johnson, Waugh y Fredrickson, 2013). Las emociones son respuestas que tienen como objetivo garantizar la adaptación y supervivencia del organismo en determinados momentos y cada emoción posee un patrón específico de respuesta fisiológica (Arnold, 1960), ya que los seres humanos son “creadores”, y están intrínsecamente motivados para actuar sobre el ambiente. En su teoría, Arnold señala que la percepción es el factor detonante, luego se valora automáticamente como bueno o malo para los individuos. Esta valoración crea un impulso inmediato a actuar. Se produce una segunda valoración, en la que el individuo evalúa las acciones requeridas, para aproximarse o evitar el objeto. El ser humano tiene la capacidad de experimentar emociones, solo basta el estímulo adecuado para que se produzca una alteración en su estado actual, resaltando la relevancia que se le asigna, e incluso puede trascender en un dominio de los impulsos o pérdida de control, así como la búsqueda o la anulación que la refuerce; y aunque no todas se manifiestan de la misma forma, debido su intensidad, algunas pueden acontecer ante situaciones y estados de ánimo en especial, y pueden estar acompañadas de otras emociones. 1.7 EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS Anteriormente se mencionó la importancia de identificar los tipos de emoción y la relación con la supervivencia; asimismo que la escasa e inapropiada regulación de emociones constituye uno de los componentes más frecuentes, entre los problemas individuales e interpersonales. La regulación de las emociones, para Sánchez (2010), es considerada como un “sistema de apego” el cual es manejado inconscientemente y que influye en las reacciones emocionales sobre todo cuando la persona siente que amenazan su seguridad. Al respecto Lazarus (2000) considera que las emociones dependen directamente del aprendizaje, se aprende lo que es peligroso o inofensivo en la sociedad. Esto lleva al plano de las emociones positivas y negativas, las cuales tienen un papel importante, que van desde su 32 clasificación, hasta su adecuada regulación, ya sea en el aspecto individual o social. Lazaruz, Kanner y Folkman (1980) señalan que cuando la transacción se ve como amenazante o dañina, si obstaculiza, retrasa o imposibilita la satisfacción de necesidades, el logro de metas o compromisos, así como la realización de valores positivos, surgen las emociones negativas. Cuando es percibida como potencialmente o realmente benigna o positiva, surgen las emociones positivas; esto condiciona la aparición de las emociones positivas y negativas, durante aquellas transacciones con el entorno, donde la persona juzga que tienen implicaciones para el bienestar o malestar propio. Las emociones positivas se activan frecuentemente con base en actividades sociales, individuales y de satisfacción física (Fredrickson, 2009).Fredrickson y Joiner (2002) desarrollaron una escala para medir el afecto positivo, la ampliación mental y la tendencia a manejar tensiones. Aunque la asociación de manejar tensiones difiere con el afecto positivo de manera intrínseca, los estudios revelaron que el afecto positivo está relacionado con la capacidad de hacer frente a los problemas y con una mayor afectividad positiva; concluyeron que el efecto ampliatorio permite fortalecer la resiliencia para enfrentar y superar situaciones adversas. En general, se ha establecido una relación entre emociones positivas y las capacidades de afrontamiento para manejar el estrés (Fredrickson, Mancuso, Branigan y Tugade, 2000). Al examinar las consecuencias intrapersonales e interpersonales relacionadas con la búsqueda o proximidad de otras personas, específicamente para compartir cosas buenas (capitalización), Gable, Reis, Impett y Asher (2004) demostraron que la comunicación de eventos personales positivos a otros está asociado con el afecto positivo diario y el bienestar en mayor medida cuando son percibidos de manera activa y constructiva. De igual forma la estrecha relación entre personas se asocia a un mayor bienestar cuando los intentos de capitalización son correspondidos de manera entusiasta. En concordancia, en el contexto de la prevención de enfermedades cabe replantear la función de las emociones positivas, no sólo en la supervivencia de la especie (Jones y Felps, 2013), sino conjuntamente en la causa y consecuencia de las actividades e interacciones sociales (Lucasy Diener, 2003) e ineludiblemente en la salud (Carruthers y Hood, 2004; Vázquez, 33 Hernangómez y Hervás, 2004). Por otra parte, las emociones negativas pueden provocar problemas interpersonales y sociales tremendos, que amenazan no sólo las relaciones de trabajo con otros, sino la misma existencia como individuos y miembros de una subcultura, ya que logran estimular reacciones que pudieran derivar en violencia (Lazarus y Lazarus, 1994). Asimismo Ekman, citado por Bisquerra (2011) considera que las emociones positivas provienen de los placeres sensoriales, que produce placer en palpar, ser tocado, observando imágenes, sonidos, palabras, música, degustando los sabores o con los olores de la naturaleza, por ejemplo. Las emociones negativas se activan excepcionalmente y lo hacen ante hechos estresantes. Estas comparten el deseo de dañar a otros, o a uno mismo, y pueden llevar a todo tipo de problemas individuales, comunitarios e incluso sociales (Lazarus y Lazarus, 1994). Sy y Côté (2005) examinaron las consecuencias del estado de ánimo y descubrieron que cuando los líderes de un grupo se encontraban en estado de ánimo positivo, los demás miembros del grupo sentían más experiencia positiva, una mayor coordinación y realizaban menos esfuerzo en comparación con grupos en condiciones de estado de ánimo negativo. Muchas formas de psicopatología incluyen trastornos emocionales; conductas antisociales, particularmente la psicopatía o Trastorno Antisocial de la Personalidad, porque las emociones se dan en exceso, deficientemente, de manera incoherente, o incongruente, ya sea con la situación que las evoca, la forma en que se expresan o ambos (Reidl, 2005). Además, estas situaciones se caracterizan regularmente por la falta de empatía, la despreocupación por los sentimientos y seguridad de los demás, así como el quebrantamiento constante de las reglas y las obligaciones sociales (Mercadillo y cols., 2007). Los trabajos de Alcázar et al. (2010) se enfocaron en explicar algunos trastornos emocionales, identificando que los delincuentes violentos se caracterizan por las anormalidades que se encuentran en su funcionamiento biológico. Por ejemplo, cuando el individuo da una respuesta condicionada por el miedo y le es imposible detectarla en el aprendizaje de la experiencia. Esto se debe a que las emociones negativas orientan rápidamente la atención y por ende a la acción, aunque a largo plazo son minimizadas e influyen menos en la elaboración cognitiva a largo plazo. Lo contrario ocurre con las emociones 34 positivas: pierden su intensidad más lentamente en el recuerdo e influyen más los procesos cognitivos y de atribución de significado a largo plazo (Watson, 2000). En perspectiva, Fernández-Abascal (2009) considera que las emociones negativas generalmente tienen una mayor duración, a diferencia de las positivas, inclusive por la movilización del recurso de afrontamiento, para lograr un objetivo. Las emociones negativas cumplen algunas funciones aunque tienden a restringir y orientar la atención, pensamiento y acción hacia la causa de las mismas provocando ciertas consecuencias, que pueden ser desadaptativas o dañinas, ya sea a nivel personal o grupal. Es importante señalar que tanto las emociones negativas como las positivas se han asociado al crecimiento personal e interpersonal, sugiriendo que ambos tipos motivan la mejora o crecimiento, o que la coexistencia de ambos tiene un papel sinérgico. Este estado de ambivalencia emocional es primordial para el individuo (Harris 1989; Harter 1977), y juega un papel adaptativo, ya que combina las tendencias asociadas a las emociones positivas de amplificación de recursos mentales y sociales con las tendencias a la focalización y cambio de la situación vinculadas a las emociones negativas (Carrera, Muñoz y Caballero, 2009). Existen situaciones donde las reacciones emocionales son muy claras y diferenciadas, no obstante, algunas situaciones provocan una serie de estados emocionales caracterizados por la combinación de diversos sentimientos o sensaciones, incluso contradictorios entre sí y dan lugar a lo que se conoce como ambivalencia emocional. El tema de un estado de ambivalencia emocional asumió relevancia, ya que un gran número de situaciones cotidianas provocan sentimientos positivos y negativos al mismo tiempo, por ejemplo, Keltner y Haidt (2003), consideran a la admiración como una emoción ambivalente. Describen que comprende dos elementos: la intensidad y acomodación. La intensidad se refiere a la sensación de experimentar algo en cantidades mayores, comparada con las que la persona presenta habitualmente, y el acomodamiento al proceso de ajuste de la estructura mental para asimilar una nueva experiencia, dando por hecho que se encuentra en un contexto entendido o no entendido. Para Fredrickson (2009) la ambivalencia que caracteriza a la admiración está asentada en: lo 35 positivo como una emoción que produce humildad y sensación de estar ante algo superior que sumerge a la persona en un estado de asimilación de la belleza, y, en lo negativo como una emoción que se mezcla con el miedo y la inseguridad. El orgullo, claramente genera conductas positivas supeditadas a logros y autoestima (Herrald y Tomaka, 2002). Sin embargo, también es considerada una emoción negativa asociada al narcisismo, a la agresión, hostilidad, la vergüenza y la culpa que lleva a problemas interpersonales (Paulhus, Robins, Trzesniewski y Tracy, 2004), es por ello que teórica y empíricamente se le vincula a una categoría ambivalente. Por un lado, de manera positiva se basa en logros concretos (académicos, sociales, morales e interpersonales) acompañados por un genuino sentimiento de autoestima. En otro caso, es explicado por la arrogancia y un proceso de autoevaluación con un sentido menos auténtico de la persona en sí misma (percepción de engrandecimiento) (Tracy y Robins, 2007). Se plantea entonces que, el orgullo depende de la atribución que la persona le otorgue al evento (Tracy y Robins, 2004). En ocasiones cualquier emoción puede producirnos una ambivalencia emocional por los referentes significativos que se encuentren relacionados. En la estrecha relación entre el enamoramiento y celos, se considera a esta última como una emoción secundaria que diverge de la inicial, a pesar de estar ampliamente relacionadas: una se refiere a emociones positivas y la otra alberga emociones negativas. Aunque el enamoramiento acostumbra evocaciones agradables y socialmente es una experiencia que suele celebrarse y aceptarse como profundamente deseable, los celos, entre otras cosas, pueden ser un soporte para mantener relaciones a largo plazo pero carece de aceptación social (Buss, 1992; Chóliz y Gómez, 2002). No obstante, las emociones “ambivalentes” carecen de marcadores específicos como ocurre característicamente con las emociones negativas, las cuales motivan respuestas conscientes ante la evaluación de peligro o molestia (Frijda, 2005). Aunque se han extendido conclusiones sobre el papel de las emociones negativas, la mayor parte de la literatura al respecto le da énfasis a las emociones negativas (miedo, ira, tristeza) como concurrentes en la vulnerabilidad humana (Fredrickson, 2000). Sin embargo, las emociones 36 positivas y negativas comparten aspectos de las personas para responder tanto a lo que afecta (decaimiento) como a lo que lo mantiene en óptimas condiciones (bienestar). Es entonces que, ambas son indicadores del progreso o desmejora de la salud mental. Así, las emociones positivas asociadas a formas de pensar y actuar creativas, amplían el repertorio de respuestas posibles y a largo plazo, creando recursos psicológicos e interpersonales. Conjuntamente las emociones negativas, que se activan rápidamente, orientan el pensamiento
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