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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA ESTUDIO PILOTO PARA EVALUAR LOS EFECTOS DE UN PROGRAMA DE PREVENCION DE TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA BASADO EN REALIDAD VIRTUAL Y HABILIDADES SOCIALES T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A : MIRIAM CASTELÁN RODRÍGUEZ México, D.F. 2010 DIRECTORA DE TESIS: Dra. Gilda Gómez Pérez-mitré REVISORA: Dra. Corina Cuevas Renaud. POR MI R A Z A H A B L R A A S P IR IT V E E L UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 AGRADECIMIENTOS A la Universidad Nacional Autónoma de México, por acobijarme en sus aulas en las que se plasma el espíritu de fuerza y perseverancia, y hacerme sentir orgullosa de pertenecer a ella. Con cariño a mis padres por ser parte de mis esfuerzos durante tantos años, y que sin ellos no hubiera logrado este sueño. A mis hermanas por estar cerca de mí y hacerme la vida con un sinfín de matices, las amo. A Marco por ser un pilar importante, brindándome su apoyo para concluir uno de tantos proyectos de la vida. A mis amigos por su apoyo y las risas compartidas que me hacen sentir viva. A la Dra. Gilda Gómez Pérez-mitré por la dirección de este trabajo, pero sobretodo por las enseñanzas durante este camino recorrido. A la Dra. Corina Cuevas Renaud con admiración por la dedicación hacia su trabajo brindándome su apoyo incondicional y confianza en todo momento. Gracias a Silvia Platas, Rodrigo León, Rosalía Rodríguez y Martha por tenerme paciencia, entenderme, darme las armas para concretar mi meta, pero sobretodo porque en mí me llevo parte de su esencia su perseverancia ante la vida. A mis sinodales, Lic. Miriam Camacho, Dr. Jorge R. Pérez, y Mtra. Olga Bustos, por su tiempo dedicado a las observaciones realizadas para optimizar mi trabajo. A los que facilitaron mi trabajo dentro de la secundaria 146 en especial la subdirectora y el doctor del turno matutino. A todas esas personas que en los momentos difíciles me animaron a seguir adelante y me hicieron inmune ante adversidades para luchar con coraje y amor hacia este trabajo: Cony, Guadalupe, Emilio, Mtra. Alejandra, Guillermina, Lulú, Moisés, Andy, Israel y Ale Carrera. 3 CONTENIDO 4 CONTENIDO pp AGRADECIMIENTOS 2 RESUMEN 5 INTRODUCCIÓN 7 CAPÍTULO I. SALUD Y ENFERMEDAD. 11 1. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad. 12 2. Prevención de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) 14 3. Técnicas para la prevención de los TCA. 16 A. Educación alimentaria y nutricional 16 B. Autoestima 17 C. Presión sociocultural, estereotipos corporales y actitud crítica. 20 D. Estilos de vida saludable y actividad física. 21 E. Información sobre los propios trastornos y detección precoz. 21 F. Habilidades emocionales y sociales. 23 4. Entrenamiento de habilidades sociales. 24 5. Realidad virtual como nueva tecnología, en el tratamiento de los TCA. 30 CAPÍTULO II. TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA. 36 1. Anorexia Nerviosa (AN). 39 A. Etiología de la AN. 40 i. Aspectos psicológicos. 40 ii. Aspectos familiares. 41 iii. Aspectos socioculturales. 42 B. Criterio diagnóstico. 42 2. Bulimia nerviosa (BN). 45 A. Etiología de BN. 46 i. Aspectos psicológicos. 46 ii. Aspectos familiares. 47 iii. Aspectos socioculturales. 48 B. Criterio diagnóstico. 48 3. Trastorno de la conducta alimentaria no especificada. 50 4. Factores de riesgo de los TCA. 51 CAPÍTULO III. PLAN DE INVESTIGACIÓN. 64 CAPÍTULO IV. RESULTADOS. 81 CAPÍTULO V. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES. 114 REFERENCIAS. 123 ANEXOS. 131 5 RESUMEN La presente investigación, tiene como objetivo determinar si una intervención apoyada en un Programa de Realidad Virtual* y Habilidades Sociales (PRVHS), disminuye los factores de riesgo desencadenantes de Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), específicamente, aquellos asociados con la Imagen Corporal (IC). Se trabajó con una muestra total (N=20) no probabilística, que se extrajo de una muestra mayor (N=100) formada por adolescentes de sexo femenino que cursaban el segundo grado de secundaria en una escuela pública. Para realizar la selección se aplicaron instrumentos de auto reporte con propiedades psicométricas aceptables asimismo, se tomaron medidas de talla y peso, para obtener el Índice de Masa Corporal (IMC), con la finalidad de identificar a las jóvenes en riesgo (IMC menor a 27 y que hayan elegido las figuras más delgadas como su figura ideal). La investigación estuvo constituida en total por siete sesiones: dos sesiones pretest y dos postest del programa de realidad virtual y tres sesiones para el taller de entrenamiento de habilidades sociales. Se utilizó un diseño cuasiexperimental con mediciones dependientes pre-test, postest. Los resultados permitieron observar resultados positivos y estadísticamente significativos para las variables, insatisfacción de la imagen corporal, deseo de una figura ideal delgada, habilidad para expresar opiniones o sentimientos en situaciones sociales, así como para decir no o defender derechos. *Forma parte de una investigación mayor: Programa de realidad virtual. Modelo escolar en la prevención de trastornos alimentarios y obesidad. Proyecto PAPIIT IN305006, bajo la responsabilidad de la Dra. Gómez- Pérez-mitré. 6 INTRODUCCIÓN 7 INTRODUCCIÓN En diversas épocas de la historia el ser humano ha padecido trastornos en su alimentación (aunque no se le llamaba de esta forma), ya sea por cuestiones religiosas, culturales o sociales. Sin embargo, esto pasaba desapercibido en la medida en que respondían, precisamente, a un conjunto de reglas previamente establecidas. Hoy día, ante la “ausencia” de dichas pautas, y el creciente aumento de muertes a nivel mundial, tanto de mujeres, niñas e inclusive hombres, relacionadas con la conducta alimentaria; desde hace varias décadas atrás se ha volteado la mirada hacia el tema, y se han realizado un sinfín de estudios, desde diversas disciplinas, buscando prevenir y detectar posibles situaciones de riesgo que fomenten el desarrollo de lo que la Asociación Psiquiátrica Americana (2002), ha definido como Trastorno de la Conducta Alimentaria. De acuerdo con criterios diagnósticos del DSM-IV-TR (2002), los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) incluyen la anorexia nerviosa (AN), la bulimia nerviosa (BN) y los trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TCANE). Estos trastornos constituyen cuadros de gran relevancia social, especialmente en población de más alto riesgo: mujeres jóvenes y adolescentes ya sea tanto de países desarrollados o en vías de desarrollo. En esta población se ha producido un incremento de dos a cinco veces en las cifras de prevalencia de TCA en las últimas tres décadas, aceptándose un porcentaje de 0.5-1% de anorexia nerviosa (AN), de 1-3% de bulimia nerviosa (BN) y de aproximadamente 3% de Trastornos de la Conducta Alimentaria noEspecificados (TCANE), según el Protocolo de los TCA del Instituto Nacional de la Salud (INSALUD, 1995) y la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-IV-TR, 2002). Al año, en México, se registran 20 mil casos de anorexia y bulimia que afecta a más de 2 millones de personas (IMSS, 2008). 8 Estas patologías se caracterizan por factores como la elevada resistencia al tratamiento y riesgo de recaídas (Kaye et. al., 2000; Mizes & Palermo, 1997; Vitello & Lederhendler, 2000), así como alto grado de comorbilidad o presencia de otros trastornos como depresión, y baja autoestima social y corporal (APA, 2002; Gila, Castro, Gómez & Toro, 2005; Lindberg & Hjern, 2003). En el caso de la AN el trastorno es asociado además a un elevado riesgo de mortalidad y reducido porcentaje de recuperación (Kaye et al., 2000; Mizes & Palermo, 1997; Vitello & Lederhendler, 2000). Debido a estos factores entre otros, los TCA constituyen hoy la tercera enfermedad crónica entre la población femenina adolescente (Peláez, et.al., 2005). Por lo anterior, en la actualidad coexisten distintos enfoques para llevar a cabo el tratamiento de la prevención de la AN, BN y TCANE variando en sus postulados teóricos básicos, en las técnicas empleadas y, por supuesto, en su efectividad. En la última década, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado en estudios controlados ser la más efectiva en el tratamiento de la anorexia nerviosa. No obstante, un problema que presentan estos procedimientos han sido sus deficiencias para eliminar el trastorno de la imagen corporal (IC) que presentan los pacientes. En algunos casos la actitud ante la IC ha sido uno de los factores predisponentes, desencadenantes y mantenedores del trastorno alimentario. Desde el modelo cognitivo de los trastornos alimentarios se asume que esta misma actitud ante la IC es un buen predictor de futuras recaídas. Ante ello, y dentro del mismo enfoque, surge la propuesta de la generación de los entornos virtuales como una herramienta útil para tratar los trastornos de la conducta alimentaria, de la cual en México representa un primer acercamiento avance importante. Paralelamente a esto, crece el interés por la prevención, que ha reconocido las dificultades de su tratamiento, o por lo menos, de las dificultades que entraña su recuperación. 9 Es por ello, que la presente investigación incluye una aproximación de un programa preventivo, con el objetivo de disminuir factores de riesgo asociados con Imagen Corporal, mediante un programa de Realidad Virtual y entrenamiento en Habilidades Sociales en una muestra de mujeres adolescentes. La presente investigación se compone de cinco capítulos, los cuales, el primero incluye una revisión de la promoción de la salud y prevención de la enfermedad, las técnicas preventivas más utilizadas dentro de los TCA y el entrenamiento de las habilidades sociales y realidad virtual, justificándolos como parte integral del programa preventivo de esta investigación. En el capítulo segundo se describen los trastornos de la conducta alimentaria, su clasificación y los factores de riesgo. El tercer capítulo se refiere al plan de investigación. Los resultados y las conclusiones se incluyen en los capítulos cuatro y cinco respectivamente. 10 CAPÍTULO I. SALUD Y ENFERMEDAD 11 Capitulo I. SALUD Y ENFERMEDAD La salud al ser considerada esencial para la existencia del hombre, ha representado al mismo tiempo que la enfermedad, una inquietud para las sociedades. Ante esto, el hombre ha intentado descubrir cómo y por qué se enferma. Para ello, ha sido necesario elaborar conceptos de lo que se considera salud y enfermedad. Estas definiciones han variado a lo largo del tiempo, debido a los aspectos socioculturales. No obstante, dada la estrecha relación entre la salud y la enfermedad es necesario comprender las características de ambas para tener una visión completa de su dinámica. En la actualidad, y de acuerdo con Rodríguez-Salgado (1999), se considera que la salud no es un estado que se deba conservar, sino desarrollar. Para desarrollarla es necesario alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social, donde un individuo o un grupo sea capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente. La enfermedad, por otro lado, es definida como un desequilibrio físico, psicológico y social, limitando al individuo en el desarrollo de sus necesidades y capacidades. Así, cuando la enfermedad se hace presente, es necesario tomar medidas, con el objetivo de eliminar el indicio de su aparición y conseguir una mejor calidad de vida. Para lograrlo, se han elaborado estrategias de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, encaminadas precisamente, a conservar la salud (Morales, 1999). 12 1. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad. En lo que se refiere a la promoción de la salud, durante muchos años los servicios sanitarios, en mayor o menor grado, han realizado acciones que pueden considerarse dentro del concepto actual de promoción de la salud. Hoy en día ha aumentado el interés por la misma, tanto por su definición como por la búsqueda de formas de organización y el uso de recursos tecnológicos para su realización. En la promoción de la salud las estrategias se llevan a cabo con el propósito de mantener y mejorar la salud, sin que esté presente alguna amenaza de enfermedad. Dichas estrategias deben tener carácter multisectorial y multidisciplinario, implicando un importante compromiso de las autoridades políticas (Morales, 1999). En virtud de lo anterior, en la declaración de la OMS realizada en Yakarta (1997), se identificaron y establecieron como prioridades para la promoción de la salud en el siglo XXI: 1. Promover la responsabilidad social para la salud. 2. Incrementar las inversiones para el desarrollo de la salud. 3. Expandir la colaboración para la promoción de la salud. 4. Incrementar la capacidad de la comunidad y el empoderamiento de los individuos. 5. Garantizar una infraestructura para la promoción de la salud (OMS, 1997 p.7- 10). Así, de acuerdo con los lineamientos establecidos por la OMS, la promoción de la salud es un proceso orientado a que las personas tomen medidas necesarias (ya sea en 13 forma individual o grupal), dado que se hace con la gente, por la gente y para la gente. La finalidad de la promoción, es fortalecer aptitudes y capacidades de los individuos para tomar medidas; así como, actuar colectivamente para controlar los factores determinantes de la salud y lograr un cambio positivo, activando un estado de bienestar físico, social y mental (Marín, 1985). Respecto a la prevención de la enfermedad, en virtud de que ésta se considera como un conflicto a resolver, es imprescindible precisar el concepto de prevención dentro de un marco general, que conlleve al análisis y estudio de la relación existente entre los factores de riesgo y los procesos de salud-enfermedad, permitiendo con ello, elaborar medidas y concretar acciones colectivas para el desarrollo de la salud. Prevenir significa reducir y controlar riesgos que atentan contra la salud de las personas y la salud de la población con el fin de evitar la aparición de la enfermedad (Jauregui. & Suárez, 2004). De acuerdo con Fernández (1998), la estructura adecuada para realizar programas preventivos, debe realizarse en tres etapas: 1. Primaria: Esta etapa pretende evitar la aparición inicial de alguna enfermedad. Tiene una acción más directa en la reducción de la incidencia de un trastorno. La información va dirigida a los sujetos de riesgo y a sus familias y, en segundo lugar,a la población en general. 2. Secundaria: Su objetivo es detener o retardar la enfermedad ya presente y sus efectos, a través de la detección temprana y el tratamiento adecuado. 14 3. Terciaria: Su tarea consiste en reducir posible recidividad (posibilidad de recaer) y el establecimiento de la cronicidad, mediante rehabilitación o cirugía reparadora (p.51). Ante esto, y a diferencia del pasado cuando el acceso a los tratamientos era mucho más costoso y menos igualitario; hoy existe la posibilidad de prevenir las enfermedades, reduciendo su número y su gravedad. Por tal motivo, el proveer de estrategias a la población, los convierte en agentes multiplicadores de formas de cuidado y promoción de la salud. Sin embargo, a pesar de la enorme cantidad de estrategias preventivas que se han implementado a nivel mundial, es indudable que día con día surjan enfermedades que requieren el diseño de estrategias adecuadas al contexto en que emergen. Como ejemplo de lo anterior, podemos citar la aparición de los TCA. 2. Prevención de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Los TCA tienen consecuencias graves para la calidad de vida; altos costos tanto en nivel individual como social. Este tipo de enfermedades caracterizadas como trastornos psicológicos, dentro de las cuales se encuentran la AN y la BN, se han incrementado en pleno siglo XXI, principalmente en los adolescentes del mundo occidental, por lo que la prevención es considerada como requisito esencial. Los investigadores involucrados en la salud mental de todo el mundo, se han dado a la tarea de identificar los factores de riesgo y prevenir los TCA. Algunas de las investigaciones revisadas, en cuanto a la prevención se refiere, centran su campo de acción dentro del ámbito escolar, afirmando que éste es el espacio idóneo para dotar a los adolescentes de factores de protección. Algunos de estos estudios han conseguido los efectos esperados tras evaluar el seguimiento a largo plazo, en cuanto a detección precoz de casos de riesgo y en su caso a través de de la intervención en los talleres 15 (Buddeberg y Reed, 2001; Petit, De la Corte y Astral, 2002, Ruiz- Lázaro, 1999; Ruiz Lázaro 2000; Ruiz- Lazaro, y Comet, 2003). De tal forma, las estrategias de carácter educativo enmarcadas en la prevención primaria, se centran principalmente en: a) la información a la población en general y en particular a la población en riesgo, comenzando ya desde la educación escolar; b) la identificación de grupos de riesgo para intensificar las medidas; c) las actuaciones dirigidas a modificar aquellas conductas que podrían favorecer el comienzo de la enfermedad, en particular en relación con la dieta y, d) las intervenciones sobre los estereotipos culturales y el negocio del adelgazamiento y la belleza, muchas veces en manos de personas desinformadas (García-Camba, 2001 p.24 ). En el mismo sentido, se plantea que los programas de prevención tengan como objetivos principales: la adquisición de hábitos alimentarios saludables, el desarrollo de una autoestima adecuada, el entrenamiento en habilidades emocionales y sociales, y el fomento de una actitud crítica. Así también, las dramatizaciones y los juegos de rol son algunas de las actividades de aplicación práctica más recomendadas. Cabe señalar que no siempre y no en todas las propuestas se da a conocer la estrategia de intervención. Sin embargo, se sugiere aplicar técnicas activas y participativas, que impliquen a los alumnos y sean significativas para ellos (De Francisco, 2001; Ruiz-Lázaro, 1999; Littleton y Ollendick, 2003). Por lo tanto, nuestra tarea como psicólogos consiste en diseñar programas que hagan uso de las virtudes, pero que incluyan elementos adicionales a fin de cambiar las actitudes y conductas que a la larga se mantienen, así como reducir el riesgo ya sea 16 suprimiendo los factores que los provocan o logrando que el individuo sea invulnerable a ellos. Algunas de las técnicas sugeridas se exponen a continuación. 3. Técnicas para la prevención de los TCA. A. Educación alimentaria y nutricional. La educación alimentaria y nutricional es el tema más frecuentemente utilizado entre las distintas propuestas. Así, la promoción de hábitos saludables (dieta equilibrada, orden diario en las comidas, entre otras) es objetivo común en todas ellas. Entre las precauciones en el desarrollo de un programa de prevención de los TCA destaca; el evitar un excesivo cálculo de calorías y nutrientes en la valoración y/o elaboración de la dieta, ya que puede llegar a convertirse en una práctica habitual e incluso obsesiva, lo que sería contraproducente en cualquier caso (Alcázar, et.al., 1998). En este sentido, los establecimientos que comercian los alimentos dentro de las escuelas pueden tener una influencia en los hábitos alimentarios de los alumnos. Este aspecto puede resultar muy interesante, ya que se trata de un elemento clave, no solo en la promoción de hábitos de alimentación adecuados, sino también para la detección de sujetos con actitudes y comportamientos anormales hacia la comida. (López Nomdedeu, et. al. 1999). 17 Autores como Carter, Stewart, Dunn y Fairburn, (1997), sugieren que los objetivos de un programa de prevención de TCA, estén dirigidos a la reducción de la frecuencia de las dietas, y la prevención de las actitudes y conductas alimentarias perjudiciales. Al diseñar los programas, se debe tomar en cuenta el riesgo de sensibilizar a las jóvenes respecto de temas relacionados con el control de peso y la imagen corporal, para no volverlas más vulnerables a las dietas. B. Autoestima. Cada persona es la medida del amor que tiene hacia sí misma, su autoestima es el marco de referencia desde el cual se proyecta (Rodríguez, 1988). Rodríguez propone seis pasos que llevan al conocimiento y desarrollo adecuado de la autoestima: El autoconocimiento que es identificar las manifestaciones, necesidades y habilidades del yo, así como los roles que vive el individuo, saber cómo es, cómo actúa y que siente. Al conocer todos los elementos del yo, el individuo logrará tener una personalidad fuerte y unificada, dejando de lado sentimientos de deficiencia y devaluación de sí mismo. Autoconcepto que se refiere al conjunto de creencias que se tiene sobre sí mismo y se manifiestan en la conducta. Autoevaluación que refleja la habilidad que tiene el individuo para evaluar las cosas y reconocer si le permiten crecer y aprender, si le son benéficas o por el contrario si son malas y pudieran dañarlo. 18 Autoaceptación que es admitir y reconocer todas las partes de sí mismo como la forma de ser y sentir y ver de manera positiva la posibilidad del cambio. Autorrespeto que se manifiesta al cuidar y satisfacer las necesidades y valores de uno mismo, expresando sentimientos y emociones sin dañarse o culparse. Por tanto, la autoestima es la síntesis de todos los pasos anteriores. Por ejemplo, si una persona se conoce, se acepta y se respeta, crea una escala de valores y desarrolla sus capacidades, tendrá un nivel adecuado de ésta. Ahora bien, para el desarrollo de la autoestima es importante la interacción de los padres con el niño, ya que el nivel de autoestima está determinado por ciertas condiciones del núcleo familiar, como son: (Coopersmith, 1967) Una total aceptación del niño con sus cualidades y defectos por parte de los padres. La presencia de límites claros y consistentes en la familia. El respeto hacia el niño y sus intereses. Las personas con alto nivel de autoestima se criaron bajo condiciones de respeto, aceptación y definición de reglas claras, son personas que confían en sus percepciones y juicios, y creen que sus esfuerzos las conducirán a soluciones favorables y al logro de sus objetivos.Pero las personas con una baja autoestima se criaron bajo condiciones de rechazo, falta de respeto e inseguridad provocados por la carencia de límites; desconfían de sí 19 mismos y constantemente necesitan de la aprobación de los demás, lo que conlleva a fracasar en las diferentes áreas en las que se desenvuelve. Dentro de cada individuo varía el nivel de autoestima y diversos son los factores determinantes, desde el medio ambiente hasta nosotros mismos, como agentes causales, competidores, activos y creadores de nuestra propia vida (Rodríguez, 1988). Así, y tomando en cuenta que los TCA tienen una estrecha relación con el nivel de autoestima, uno de los principales objetivos en los programas preventivos de los TCA, es el desarrollo de una autoestima adecuada, donde se incluyan técnicas que refuercen el autoconocimiento, autoconcepto, autoevaluación, autoaceptación y autorespeto. Sobre todo tomando en cuenta que los principales cambios, tanto a nivel físico como psicológico, tienen lugar durante la adolescencia (López Nomdedeu et.al., 1999; O´Dea, 2004). A los temas relacionados con el mejoramiento de la autoestima en los programas preventivos, se han incorporado contenidos que tienen como fin inmunizar las conductas de los TCA, como la aceptación del peso y la talla, hábitos saludables, manejo de las presiones socioculturales entre otras; de las cuales se han obtenido resultados exitosos. Leadelle, Sapia, Nathanson y Nelson (2000), llevaron a cabo un programa preventivo de los TCA, el cual tiene como objetivo promover aquellos factores de resiliencia y al mismo tiempo aminorar los factores de riesgo de TCA que han sido identificados. Este programa se compone de seis sesiones, en las cuales se manejaron temas de autoestima física, crítica del impacto sociocultural, construcción de competencia personal, aspectos biológicos de la pubertad, así como el testimonio de mujeres rehabilitadas después de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria. De este programa se obtuvo el incremento en la construcción de la autoestima del propio cuerpo y competencia personal y la reducción de la insatisfacción con la imagen corporal. 20 Cabe mencionar que este programa, así como otros, menciona la importancia de establecer metas realistas, es decir, ajustadas a las propias posibilidades y limitaciones de las jóvenes participantes en un programa preventivo, con el fin de que puedan adaptarse a las mismas con coherencia y sin excesivas presiones. Por último, se busca que los programas preventivos donde se hable de autoestima, involucren a los padres y profesores de los jóvenes. De esta manera, el enfoque preventivo de los TCA, se considera, será más efectivo (Ruiz-Lázaro, 2002; Marín 2002). C. Presión sociocultural, estereotipos corporales y actitud crítica. Una de las finalidades comunes en todos los programas de prevención tiene que ver con la presión sociocultural, los estereotipos corporales y la actitud crítica frente a los mensajes publicitarios. Por ello, los jóvenes deben desarrollar una habilidad crítica en general a los medios de comunicación social, con especial énfasis en lo que respecta a modelos y estereotipos corporales y reconocer lo apropiado o no de sus mensajes. En el análisis de los modelos o estereotipos corporales predominantes en la sociedad actual se sugiere cuestionar creencias y tópicos respecto al cuerpo y a la alimentación y compararlos con los de otras épocas y otras culturas (López Nomdedeu, 1999; Tor i Palau, 2001). La valoración de las asimetrías entre ambos sexos influye en la presión por alcanzar determinados cánones de belleza (De Francisco, 2001; Tor i Palau, 2001). 21 D. Estilos de vida saludable y actividad física. Aunque no se trata precisamente de una de las temáticas predominantes y más desarrolladas, el promover y potenciar hábitos de vida saludables, acompañados de práctica de ejercicio físico como actividad saludable, aparece como un elemento a abordar en varios de los programas (De Francisco, 2001; Tor i Palau, 2001). En este sentido, la mayoría de programas consultados no especifican contenidos concretos a trabajar, entre los que sí señalan algunos se recoge el ejercicio físico como regulador del peso corporal, la responsabilidad y el respeto hacia el propio cuerpo con relación a la práctica de actividad física y los efectos del ejercicio físico excesivo. Cuando se plantean actividades para ponerlas en práctica, la transmisión de información al respecto aparece como primera respuesta; y únicamente una de estas propuestas (De Francisco, 2001) plantea ejercicios de toma de decisiones en el caso concreto de cómo mantenerse en una buena forma física. E. Información sobre los propios trastornos y detección precoz Uno de los aspectos que se plantean de manera más controvertida es la conveniencia o no de informar sobre los propios trastornos. Así, algunos autores consideran necesario un conocimiento de los TCA en lo que respecta a las principales causas, síntomas y consecuencias de los mismos (Alcázar et.al., 1998; De Francisco, 2001); en alguno de los casos, justificado en la importancia de generar en los alumnos la responsabilidad individual para evitar estos trastornos y la solidaridad colectiva para no fomentarlos (De Francisco, 2001). 22 Por su parte, Ruiz-Lázaro (1999) entiende que ofrecer demasiada información, alertar en exceso y ofrecer una publicidad sensacionalista de estos trastornos, puede ser en muchos casos contraproducente. Respecto a las estrategias de prevención de los TCA relativas a una detección precoz, que tienen por objeto la identificación de sujetos en riesgo de desarrollar alguno de estos desórdenes, la intervención con los mismos, y su orientación y derivación hacia profesionales competentes, es un elemento que incluyen en la mayoría de las propuestas. De Francisco (2001), sugiere que integrar al Departamento de Educación Física, en el que identifica a posibles alumnos en riesgo a partir de la medición del IMC y la realización de una encuesta específica, es una estrategia importante a considerar (evitando en cualquier caso hablar de los propios trastornos). Quizá se trata de una forma de detección algo arriesgada, ya que el hecho de medir y pesar a los alumnos puede resultar contraproducente por las connotaciones, reticencias y obsesiones que puede generar, precisamente en aquellos alumnos más sensibles. Otro programa, en principio más acertado por las estrategias que emplea para la identificación de sujetos en riesgo, es el presentado por López Nomdedeu (1999), que plantea la detección de estos sujetos observando y valorando aquellos comportamientos, cambios emocionales y de aspecto físico de los alumnos, que pudieran hacer pensar en un TCA o en una predisposición especial hacia alguno de ellos. 23 Por último, señalar la anotación que realizan Ruiz-Lázaro (2002), sobre la necesidad de que los educadores reciban una formación suficiente sobre estos desórdenes (signos de alarma, recursos asistenciales, entre otros), que les permita llevar a cabo una adecuada detección precoz. F. Habilidades emocionales y sociales. En relación a las habilidades emocionales y sociales, la mayoría de los programas coinciden en las ventajas de desarrollar la capacidad de reconocer y exteriorizar sentimientos y emociones, el autocontrol, y el afrontamiento del estrés y la ansiedad, por lo que son considerados elementos importantes en la prevención de los TCA. Que los preadolescentes y adolescentes sean capaces de comunicar sus dudas y sus inseguridades, es fundamental en la resolución de conflictos. Y consecuentemente, la toma de decisiones y la habilidad para resolver problemas, se constituyen como factores importantes en la prevención. Los anterioreselementos se desarrollan mediante el juego de roles; ésta es la actividad de aplicación práctica más referida entre las distintas propuestas consultadas para trabajar este tipo de contenidos (Moriarty, et.al. 1990; Paxtón, 1993). Existe un elemento clave en la incidencia de los TCA en estas edades, que es la presión de grupo (especialmente en lo que se refiere al grupo de iguales), necesariamente ligado a la comunicación y a la convivencia interpersonales, por tal motivo se torna fundamental desarrollar la resistencia a estas presiones. 24 Con base en los antecedentes de prevención de TCA, en la presente investigación se decidió retomar; 1) el entrenamiento de las habilidades sociales, pues resulta uno de las estrategias mayormente recomendada dentro del ámbito de prevención de estos trastornos y por otro lado se determinó utilizar un método innovador 2) Técnicas de la Realidad Virtual. Ésta última se justifica, por el hecho de que si bien todas las técnicas hasta aquí presentadas son útiles, existen algunos aspectos del constructo "imagen corporal" que parecen estarse omitiendo; la tridimensionalidad del cuerpo, la gradación de la exposición al mismo cuando existen problemas de evitación, la credibilidad de las imágenes presentadas e incluso el grado de aceptación de los pacientes ante estas técnicas. En los apartados siguientes se expone una breve revisión documental acerca de estas dos estrategias. 4. Entrenamiento de Habilidades Sociales En épocas pasadas, la vida era más simple, había menos sistemas, la movilidad social era menor y las relaciones eran relativamente claras, los papeles que los individuos tenían que seguir estaban claramente definidos. En la sociedad occidental contemporánea, el ritmo de vida es más rápido y complejo, y las reglas cambian según en el sistema en el que el individuo se inserte. A menudo se le obliga a funcionar en dos o más sistemas simultáneamente, y esto requiere una considerable destreza social (Caballo, 1993). Una revisión histórica del estudio de las habilidades sociales señala que éste tiene sus raíces en los trabajos realizados en aspectos de la conducta social en niños, aspectos que hoy en día se podrían considerar dentro del campo de las habilidades sociales (Jack, 1934; Page, 1936, Williams, 1935 y Thompson, 1952, citado en Caballo, 1993). 25 No obstante, el estudio científico y sistemático del tema tiene, principalmente tres fuentes. La primera, considerada la más importante, que se apoya en el trabajo más temprano de Salter (1949) denominado “Terapia de los reflejos condicionados”, influido por los estudios de Pavlov sobre la actividad nerviosa superior. El trabajo de Salter fue continuado por Wolpe (1958), quien fue el primer autor en emplear el término “asertivo”. Por su parte Alberti y Emmons publican el primero dedicado exclusivamente al tema de la asertividad y lleva por título “Estás en tu perfecto derecho”. Por su parte, Zigler y Phillips (1969; 1961 citado en Caballo, 1993) abordan el tema de la “competencia social”. Sus investigaciones con adultos institucionalizados mostraron que cuanto mayor es la competencia social previa de los pacientes que son internados en el hospital; menor es la duración de su estancia en él, y más baja la tasa de sus recaídas. Una tercera fuente del movimiento de las habilidades sociales tiene sus raíces en Inglaterra con el concepto de “Habilidad” aplicado a las interacciones hombre-máquina, en donde la analogía con estos sistemas implicaba características perceptivas, decisorias, motoras y, otras relativas al procesamiento de la información (Caballo, 1993). El término “habilidades sociales” ha evolucionado constantemente. Mientras que Salter (1949) emplea el término “expresión excitatoria”, más tarde, Wolpe lo sustituye por “conducta asertiva”. Posteriormente algunos autores propusieron cambiar el término de Salter por otros como “libertad emocional” (Lazarus), “efectividad personal” (Liberman), sin ningún éxito. Para los años setenta el término “habilidades sociales” ya se empleaba en Inglaterra sustituyendo a “conducta asertiva” (Caballo, 1993). 26 De esta forma, en la actualidad con los términos “entrenamiento asertivo o “entrenamiento en habilidades sociales” se designa prácticamente el mismo conjunto de elementos de tratamiento y el mismo grupo de categorías a entrenar. Se ha utilizado con frecuencia, como sinónimos, los términos “habilidades sociales y “competencia social”. Sin embargo se les ha intentado separar para designar aspectos diferentes del campo de las habilidades sociales. En las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI, el tema de las habilidades sociales es abordado con frecuencia. Hoy se le conceptualiza como una deficiencia que puede ser remediada con el entrenamiento de una habilidad específica. Las definiciones se han centrado en torno a la expresión emocional, la autoexpresión, el autodescubrimiento y la capacidad de establecer valoración de sí mismo. Por tal motivo, se hace referencia a formas de comunicación sobre intimidad, expresión de los derechos, efectos de la autoafirmación en el medio ambiente y clases de respuestas específicas capaces de ser generadas ante determinadas situaciones, tomando en cuenta que los seres humanos tienen derecho a expresarse, sin olvidar el respeto hacia el otro individuo y que las consecuencias del comportamiento deben ser satisfactorias para ambos miembros de la interacción (Michelson, Sugai, Wood y Kazdin, 1987). Por su parte, Rimm y Masters (1980), mencionan que la conducta asertiva es la conducta interpersonal que implica la expresión honesta y relativamente recta de los sentimientos. Por lo tanto, la asertividad es entendida como la habilidad para expresar nuestros sentimientos y preferencias cuando las sentimos, sin incomodar a otros, ejerciendo nuestros propios derechos sin violar los derechos de los demás. Para Michelson, (et. al., 1987), la habilidad para iniciar y mantener una interacción social positiva con los demás, es considerada como una consecuencia esencial del desarrollo, las interacciones sociales proporcionan a los niños la oportunidad de aprender y efectuar habilidades sociales que pueden influir de forma crítica, en su posterior adaptación social, emocional y académica. 27 Michelson (et. al., 1987, p.19) enlista una serie de comportamientos que benefician la adquisición de habilidades sociales: 1. Las habilidades sociales se adquieren, principalmente, a través del aprendizaje (por ejemplo, mediante la observación, la imitación, el ensayo y la información). 2. Las habilidades sociales incluyen comportamientos verbales y no verbales, específicos y discretos. 3. Las habilidades sociales suponen iniciativas y respuestas efectivas y apropiadas. 4. Las habilidades sociales acrecientan el reforzamiento social (por ejemplo, las respuestas positivas del propio medio social). 5. Las habilidades sociales son recíprocas por naturaleza y suponen una correspondencia efectiva y apropiada (por ejemplo, la reciprocidad y coordinación de comportamientos específicos). 6. La práctica de las habilidades sociales está influida por las características del medio (por ejemplo, especificidad situacional). Es decir, factores como la edad, el sexo y el estatus del receptor, afectan la conducta social del sujeto. 7. El déficit y excesos de la conducta social pueden ser especificados y objetivados a fin de intervenir. Al tratar de definir la conducta socialmente habilidosa surgen algunos problemas. En primera instancia, la habilidad social debe considerarse dentro de un marco cultural determinado, y los patrones de comunicación varían ampliamente entre las culturas y dentro de una misma cultura, dependiendo de factores como la edad, el sexo, la clase socialy la educación. Además, el grado de efectividad de una persona depende de lo que se desea lograr en la situación en la que se encuentre. La conducta considerada apropiada en una situación puede ser, obviamente, inapropiada en otra. El individuo 28 trae consigo sus actitudes, valores, creencias, capacidades cognitivas y un estilo único de interacción (Wilkinson & Canter, 1982). Aunque en contextos experimentales se puede demostrar que es probable que determinadas conductas logren un objetivo concreto, una respuesta competente es, normalmente, aquella sobre la que la gente está de acuerdo que es apropiada para un individuo en una situación en particular. De igual forma, no puede haber una manera correcta de comportarse que sea universal, sino una serie de enfoques diferentes que pueden variar de acuerdo con el individuo. Así, dos personas pueden comportarse de un modo totalmente distinto en una misma situación, o la misma persona actuar de manera diferente en dos situaciones similares, y se consideran dichas respuestas con el mismo grado de habilidad social, por consiguiente, la conducta socialmente habilidosa deberá definirse, en términos de efectividad en una situación (Caballo 1993). Ahora bien, se pueden identificar tres tipos básicos de consecuencias positivas de establecer relaciones socialmente habilidosas: 1.- La efectividad para alcanzar los objetivos de la respuesta (efectividad en los objetivos). 2.-La efectividad para mantener o mejorar la relación con la otra persona en la interacción (efectividad en la relación). 3.-La efectividad para mantener la autoestima de la persona socialmente habilidosa (efectividad en el respeto a uno mismo) (Linehan, 1984, citado en Caballo, 1993 p.4). En el mismo sentido, la probabilidad de ocurrencia de cualquier habilidad en cualquier situación crítica está determinada por factores ambientales, variables de las personas y la interacción entre ambos. Por consiguiente, una adecuada conceptualización de la 29 conducta socialmente habilidosa implica la especificación de tres componentes de la habilidad social: una dimensión conductual (tipo de habilidad), la dimensión personal (las variables cognitivas) y una dimensión situacional (el contexto ambiental). Poniendo énfasis en la dimensión conductual la habilidad social: a) Es una característica de la conducta, no de las personas. b) Es una característica específica a la persona y a la situación, no universal. c) Debe contemplarse en el contexto cultural del individuo, así como en términos de otras variables situacionales. d) Está basada en la capacidad de un individuo de escoger libremente su acción. e) Es una característica de la conducta socialmente efectiva, no dañina (Alberti, 1984, citado en Caballo 1993, p. 7). Desde la de práctica clínica, (Lazarus, citado en Caballo 1993, p 8.) las principales clases de respuesta conductuales que abarcan las habilidades sociales, son cuatro: 1.- La capacidad de decir “no”. 2.- La capacidad de pedir favores y hacer peticiones. 3.- La capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos. 4.- La capacidad de iniciar, mantener y terminar conversaciones. A partir de estas respuestas, los individuos manifiestan en la vida diaria sus habilidades sociales, de la siguiente manera: Al hacer cumplidos, aceptar cumplidos, hacer peticiones, expresar amor, agrado y afecto, iniciar y mantener conversaciones, defender los propios derechos, rechazar peticiones, expresar opiniones personales (incluido el 30 desacuerdo); así como, la expresión justificada de molestia, desagrado o enfado, peticiones de cambio de conducta del otro, ofrecer disculpas o admitir ignorancia y, afrontar críticas (Caballo 1993). 5. Realidad Virtual como nueva tecnología en el tratamiento de los TCA Del Pino (1995) y Arellano (2005), recopilan históricamente el desarrollo de la realidad virtual, por lo que se mencionan, los hechos más representativos de su evolución. La Realidad Virtual (RV), tiene su inicio en la industria del cine, cuando intentaban crear formatos de imagen y sonido que hiciesen creer al espectador que se encontraba formando parte de la escena. Posteriormente, en la Universidad de UTHA (1960), Sutherland logra el próximo paso en el desarrollo de gráficas computarizadas al utilizar el “head mounted display”. Más tarde Mort Heiling, crea el sistema sensorama con el que combinaba realidad virtual y movimientos. En 1968 Sutherland y Evans crean el primer generador de escenarios con imágenes tridimensionales, datos almacenados y aceleradores. A finales de los años 70 el departamento de la defensa de los Estados Unidos empezó a utilizar simuladores de vuelo en la clase de aviación con el objetivo de reducir costos, tiempo y sobre todo de poder practicar sus clases de vuelo sin arriesgar su vida. A principios de los ochenta la realidad virtual es reconocida como una tecnología viable. Para este entonces Jaron Lanier acuña la expresión Realidad Artificial y colabora en el desarrollo de aparatos de interface RV. Para 1994, la Sociedad de Realidad Virtual se funda. Y a partir de la creación de dispositivos más sofisticados, se entra de lleno a la 31 carrera comercial. Al popularizarse los sistemas de realidad virtual, se crea un fácil acceso a estos dispositivos, pudiendo lograr avances en la ciencia y la salud. De esta manera, en el ámbito psicológico las propiedades y posibilidades de esta nueva tecnología la han convertido en un instrumento versátil para ser utilizado en distintas terapias, ajustando el mundo a las posibilidades del paciente. Con el escenario virtual no se altera nada de lo que se ha considerado tradicionalmente fundamental en la psicoterapia, la creencia en la posibilidad del cambio, la fe en el terapeuta como experto, las expectativas positivas hacia la terapia etc. En consecuencia, el paciente puede actuar sin sentirse amenazado. Al mismo tiempo, el escenario virtual permite al paciente, conocer la situación que siempre ha considerado amenazadora y le ayuda a hacerlo en la medida en que él quiera, con la seguridad absoluta de protección, de que no puede ocurrirle nada de lo que tanto teme. Así, además la RV ofrece nuevas posibilidades para el juego de roles, como en el caso de poder lograr salir de la propia piel y ponerse en la piel de otra persona o algún "otro yo", lo que se convierte en pieza fundamental para lograr un cambio de creencias. En otras palabras, el escenario virtual permite al paciente conocer a fondo las situaciones que siempre ha considerado amenazadoras, así como graduar la situación de tal modo que el paciente puede ir avanzando desde las ejecuciones más fáciles hasta las más difíciles (Mahíques, 2000). Dentro del aspecto motivacional en la conducta humana, la RV ha contribuido a una mayor efectividad en el mejoramiento y mantenimiento del aprendizaje e interés intrínseco. El interés contribuye al aprendizaje, por tanto, estudia el impacto del interés como aspecto esencial para la motivación intrínseca. En este aspecto, el ambiente 32 virtual provee un sentido de presencia, lo que posibilita la creación de escenarios que estimulan la curiosidad, la memoria y el interés para el aprendizaje. El tratamiento de fobias juega un lugar muy importante dentro de la psicología, cada año millones de personas acuden a psicólogos para el tratamiento de fobias que van desde tratamiento de Agorafobia (miedo a lugares abiertos), Acrofobia (miedo a ascender a lugares muy elevados), miedo a volar, miedo a las alturas, a las arañas, claustrofobia, miedo a manejar, entre otros. Las herramientas basadas en técnicas de realidad virtual han demostrado su utilidad en el tratamiento de fobias. Ante esto, los entornos virtuales permiten al terapeuta un control absoluto de la exposición;por su parte, el enfermo puede enfrentarse a los miedos, que por su enfermedad nunca se hubiera atrevido (Ponce Belmont, 2004). En este contexto, durante los últimos años se han desarrollado estrategias que han aportado recursos novedosos para el tratamiento de los TCA con notable éxito, uno de ellos es la RV que como se señaló anteriormente, se puede definir como un entorno generado por un ordenador informático en el que los participantes pueden “entrar físicamente” e interactuar con él, desplazandose por su interior o modificándolo de cualquier forma (Mahíques, 2000). Esta tecnología informática porporciona una interfaz para un mundo generado por el ordenador; pero una interfaz tan convincente que el usuario cree que realmente está en un mundo tridimensional, aunque sólo exista en la memoria del ordenador y en la mente del usuario (Baños, et.al. 2000). El trabajo precursor en el tratamiento de la imagen corporal en población no clínica mediante técnicas de RV, fue llevado a cabo por Riva, Melis y Bolzoni (The Virtual Body 33 Project; 1997). Posteriormente, este mismo equipo de investigadores comenzó a aplicar las técnicas de RV en pacientes con anorexia nerviosa. Estas técnicas permitían confrontar a pacientes con estímulos especialmente ansiógenos y difícilmente modificables, como la imagen corporal. En investigaciones más recientes, la mejora significativa en variables de psicopatología general y alimentaria no sólo se han mantenido tras seis meses de seguimiento, sino que en la mayor parte de las variables evaluadas, la mejoría ha seguido progresando (Baños et. al. 2000). La tecnología RV es capaz de representar una figura humana en 3D dentro de un sistema inmersivo, es decir, la persona siente «estar ahí» modelando su propio cuerpo y teniéndolo frente afrente. Además, el cuerpo puede evaluarse en su totalidad o por partes, puede situarse en diferentes contextos (p. ej., en la cocina, antes y después de comer, frente a una persona atractiva, etc.), se pueden realizar tests conductuales en esos contextos y se pueden combinar diferentes índices de discrepancia relacionados con el peso y la figura (Perpiñá, Baños y Botella 2003). Así, la RV ayuda dentro del tratamiento de los TCA a influenciar el nivel de conciencia corporal. La RV posibilita modelar, plasmar y “corporizar” la imagen corporal de una persona con TCA, permitiéndole “comunicarlo” y hacerlo conocer al terapeuta, dando, a su vez, la oportunidad de que la persona se enfrente cara a cara con su representación mental. En segundo lugar, la RV facilita concretar y mostrar aspectos centrales de la imagen corporal como son sus aspectos perceptivos, cognitivos, emocionales y comportamentales en determinado contexto significativo. Al mismo tiempo, la RV ofrece la sensación de realismo, proporcionando con brevedad una imagen corporal distorsionada, pues el sistema informático lo señala y demuestra; sus efectos se muestran en el incremento de la motivación al tratamiento, reduciendo las resistencias y por último se prepara el camino para la vida real, pues hace que las 34 pacientes se atrevan a proseguir su aventura más allá de los gráficos del ordenador. En definitiva, se comprueba que el tratamiento de la imagen corporal mediante RV parece ser útil en el campo de los trastornos alimentarios ya que aborda más directamente a la imagen corporal que las técnicas tradicionales (Baños, et.al. 2000). En resumen, la RV consiste en simular todas las posibles percepciones de una persona, como los gráficos para la vida, sonido, tacto e incluso sensaciones de aceleración o movimiento por medio de un sistema interactivo que permite sintetizar un mundo tridimensional ficticio, donde el usuario tiene el control absoluto de los movimientos, respondiendo a sus órdenes, esto crea una sensación de que el usuario realmente está dentro del ambiente virtual, hasta el punto de dejar de percibir la realidad. Lo dicho define una característica clave de la RV. La interactividad en tiempo real. Aquí el término “tiempo real” significa que el ordenador es capaz de detectar las entradas efectuadas por el usuario y de reaccionar a ellas modificando instantáneamente el mundo virtual. Gracias a su poder de atracción, la interactividad contribuye al sentimiento de inmersión que experimenta el usuario al participar en la interacción que se desarrolla en la pantalla. Pero la RV va más lejos aún y se dirige a todos los canales sensoriales de la persona. En realidad los usuarios no se limitan a ver y a manipular objetos gráficos en una pantalla, también pueden tocarlos y sentirlos táctilmente, incluso algunos investigadores hablan del sentido del olfato y del gusto (Baños, et.al., 2000). 35 CAPÍTULO II. TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA 36 Capitulo II. TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA. Describir los antecedentes históricos de los trastornos de alimentación permite entender mejor ésta problemática, dado que al estudiar lo que perdura en el tiempo frente a lo que varía, se logra conocer lo esencial del cuadro, es decir, los síntomas y los signos estables. Es complicado establecer una fecha específica de la aparición de los trastornos alimentarios, sin embargo la información de consulta remite a la época egipcia antigua, donde se consideraba que el acto de ayunar constituía una purificación espiritual y corporal, los antiguos egipcios ayunaban antes de entrar en los templos para preservar un espíritu puro (Chichilla, 2003). En el Imperio Romano los TCA ya hacían sus apariciones en banquetes y fiestas; la ingesta masiva de alimentos seguida de conducta purgante. Años más tarde, la vida monacal se convirtió en excusa y refugio para muchas mujeres, el ayuno les permitía liberarse de su propio cuerpo femenino, considerado verdadero origen del pecado. A partir de los siglos XIV y XV, estos trastornos empiezan a extenderse entre las mujeres, prolongándose durante los siglos XVI, XVII y XVIII, pues era el único medio con que contaban para afirmar su independencia y revelarse frente a los abusos sexuales de los varones (Gómez Sánchez, 2003). Una vez entrado el siglo XIX, Laségue en Francia y Gull en Inglaterra hacen una descripción casi simultánea de casos de restricción alimentaria que sugerían la Anorexia Nervosa (AN). Laségue partió de una hipótesis psicogenética, señalando que la anorexia comenzaba entre los 15 y 20 años. Y que la evolución de la enfermedad se 37 dividía en tres etapas: la primera al momento en que el paciente restringe sus alimentos y aumenta la actividad física, la segunda cuando hay un empeoramiento del estado mental del paciente y, en el caso de las mujeres, la menstruación se hace irregular, la tercera cuando se presenta un deterioro físico evidente. Por su parte, Gull propone una causa orgánica, definiendo la perturbación alimentaria como un trastorno del aparato digestivo, y describe un cuadro clínico que coincide en prácticamente todos los contenidos esenciales descritos por Laségue (Fernández, 1998). Fernández (1998) realiza una revisión exhaustiva de la anorexia desde el enfoque psicodinámico, donde menciona a los autores más destacados. Abraham (1916) resalta el papel del sadismo oral en la inhibición del apetito. Wulff (1932) y Hernard (1939), sientan las bases neuróticas (el trauma del destete, el rechazo de la penetración y el embarazo, las fijaciones pregenitales en la fase oral y su resurgimiento en cada fase crítica); Fenichel (1941), estudia el significado dinámico de la AN en los conflictos propios de cada estructura psicopatológica; Cremieux (1942), afirma la autonomía del trastorno y su origen psicogenético; por su parte Boutonnier y Lebovici (1948),insisten sobre la importancia del papel de la madre en la génesis de la anorexia. Este periodo está marcado por las explicaciones psicopatológicas profundas que se basan en su mayor parte en el modelo de la neurosis. El diagnóstico se precisa y se insiste en la diferencia que debe establecerse entre anorexia primaria y secundaria. Para 1980, la Asociación Psiquiátrica Americana reconoció formalmente la existencia de anomalías alimentarias desde un punto de vista psicopatológico, y fue necesario que empezara a incrementarse la incidencia de las mismas para que aparecieran en el DSM III (Gómez Peresmitré, 1995). Ahora bien, mientras que los científicos buscaban alternativas para controlar esta enfermedad, en el ámbito sociocultural de principios del siglo XX la mujer se aficiona a 38 los ejercicios físicos con objeto de lograr cierto grado de delgadez. “Este ideal nace en las clases favorecidas, como si, la restricción voluntaria se convirtiera en un lujo suplementario” (Fernández, 1998, p.56). Posteriormente las revistas de moda marcarían las estrategias para conseguir una figura esbelta, pasando por regímenes adelgazantes, cirugías y los ejercicios físicos más rigurosos. Actualmente, con el desarrollo de la tecnología es muy sencillo observar en las revistas imágenes de modelos retocadas y mejoradas digitalmente para desaparecer imperfecciones físicas, haciendo que las mujeres que las leen vivan descontentas con su apariencia. De esta forma, en los últimos años el Internet se ha convertido en un medio para acceder a un sinnúmero de información, que permite a las jóvenes encontrar, sin censura, una amplia gama de guías para perjudicar su salud. En la red existen centenares de páginas proanorexia y probulimia. La mayoría de ellas han sido creadas por jóvenes entre 13 y 18 años, que promueven estas enfermedades como un “estilo de vida”. En estas páginas se muestran fotos de mujeres sumamente delgadas y plagadas de destructivos consejos, con dietas que oscilan entre 400 y 800 calorías, la promoción del ayuno total, ejercicio excesivo, uso de laxantes, consejos para engañar no sólo al hambre sino también a familiares y amigos, diarios, foros de apoyo, brazaletes para conocerse entre sí y una defensa a ultranza de su “estilo de vida”. Así como una serie de textos que animan a las jóvenes a desear ser delgadas: “ser flaca es lo más importante en la vida, por eso uno se siente culpable cada vez que come” o “ser flaca y no comer son señales de voluntad y éxito”. Buena parte de los textos están presentados como confesiones, tienen la forma de diario o manual de consejos online y están firmados por chicas orgullosas de su condición física (Sosa, 2004). El acceso indiscriminado de Internet, puede ser uno de los tantos factores que contribuyen a la aparición de los trastornos alimentarios y posiblemente sea una de las causas de que estas enfermedades se presentan a más temprana edad. 39 En síntesis, los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han existido siempre y su significado ha variado circunstancialmente a lo largo del tiempo, pues el ajuste de las necesidades básicas (hambre como necesidad de ingerir alimentos y sexualidad como fuente de placer, condicionante de requisitos estéticos para la autoestima y atracción) supone la existencia en una sociedad marcada por normas que varían en función de aspectos culturales, religiosos o estéticos. 1. Anorexia Nervosa (AN). La palabra anorexia (del vocablo griego anorektous) se ha conocido desde siempre como sinónimo de falta de apetito, aunque posteriormente se ha demostrado que en la enfermedad conocida como AN no existe dicha carestía, sino que es una negación a comer con el único objetivo de no engordar y lograr un ideal de delgadez (García, 1993). El deseo irracional de estar delgada se convierte en una obsesión que se satisface con la pérdida significativa de peso, por debajo del nivel normal. Esta pérdida de peso lleva asociada un trastorno hormonal que se manifiesta en la mujer como amenorrea. La persona que padece AN se ve afectado su entorno psico-socio-biológico, por lo que su intervención deberá contener estos últimos aspectos. 40 A. Etiología de la AN. Para una mejor comprensión de la etiopatogenia, es decir, el origen de la AN, es necesario tener en cuenta los siguientes aspectos que pueden incidir en el desarrollo y mantenimiento de esta patología. Estos son: biológicos (genéticos y endócrinos), psicológicos, familiares y socioculturales (García- Camba, 2001). De estos, los tres últimos son los que en esta investigación se retoman ya que, lo que nos interesa no es abordar aquéllos casos de TCA que tengan una causal biológica; sino aquéllos que tiene una relación directa con el contexto social. 1. Aspectos psicológicos En lo que respecta a los factores psicológicos, la persona anoréxica se rehúsa a mantener un peso corporal ligeramente por arriba del peso mínimo normal, mostrando además, un temor intenso a ganar peso (lipofobia) o a tener sobrepeso, temor que no disminuye aún frente a la pérdida progresiva de peso corporal y distorsión grave de su imagen corporal (dismorfia): las chicas se ven gordas, cuando en realidad pueden estar en los huesos. Entre otros rasgos, la persona anoréxica suele realizar diferentes dietas y ejercicio excesivo, experimentando graduales cambios de personalidad, volviéndose reservadas y desconfiadas. Así mismo, se manifiesta la negación, depresión, autoimagen deteriorada, pensamientos obsesivos y compulsivos por el deseo de adelgazar. Presentan disminución de interés sexual, rigidez, autocontrol y suelen ser muy perfeccionistas (Brunch, 1982). 41 2. Aspectos familiares. El contexto familiar desempeña también un papel importante. En su mayoría, las jóvenes anoréxicas crecen en un ambiente de familias sobreprotectoras, con poca libertad para la autorealización y el desarrollo de patrones de autoestima. La historia clínica de las pacientes suelen mostrar conflictos pasados o presentes durante la niñez con sus padres, y sobresalen los problemas en torno a la figura de la madre (Gómez- Peresmitré, 2001). Así entonces, existen características en la familia que tienden a actuar como desencadenantes de la AN: 1. Rigidez. 2. Límites confusos e intrusivos. 3. Sobreproteccción. 4. Falta de relaciones objetales y empatía. 5. Falta de privacidad, independencia y autonomía. 6. Poca o nula resolución de conflicto. 7. Triangulación. 8. Lealtad al grupo. 9. Demandantes y controladores. 10. Falta de expresión de los deseos y los conflictos de forma abierta. 11. Manifestaciones fóbicas. 12. Alianzas secretas entre los miembros de la familia (Ruiz, et.al., 2004 p.13-14). 42 3. Aspectos socioculturales. Hasta hace poco tiempo se consideraba que la anorexia era una patología propia de las mujeres blancas, de clase social acomodada, en sociedades occidentales del primer mundo. Hasta la década de los 70´s y 80´s, los estudios en culturas no occidentales parecían apoyar esta idea. Sin embargo, actualmente se ven aflorar reportes de investigación en los cuales se muestran datos de numerosos casos y de un incremento en la incidencia de los TCA en sociedades con características socioeconómicas y culturales diversas (Hoek, et. al. 2003, Smolak, et.al. 2001). El rango de edad ha ido variando a lo largo de la historia de la enfermedad, sin embargo, en la actualidad el inicio del trastorno se sitúa entre los 14 y los 18 años, encontrándose la franja de riesgo entre los 10 y los 24 años, cuyo porcentaje más alto es de mujeres. No obstante, en años recientes se han encontrado casos en niñas cada vez más pequeñas. A pesar de ello, en la mayoría de los casos el inicio de la enfermedad suele coincidir con el de laadolescencia (Buil, 2007). B. Criterio diagnóstico. Es un cuadro relativamente fácil de diagnosticar, ya que la sintomatología es explícita y no precisa complejas exploraciones. Sin embargo dado su inicio insidioso, asociado a la pretensión de adelgazar tan común en nuestra sociedad, hace que cuando se detecta el problema haya pasado un tiempo precioso y algunas estructuras familiares, necesarias para la recuperación, ya están dañadas (Turón, 2007). 43 Los criterios diagnósticos para la anorexia nervosa según el DSM-IV de la Asociación Americana de Psiquiatría son: Criterio Diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica DSM IV-TR (2002), para la Anorexia Nervosa: a) Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla. b) Miedo intenso a ganar peso o convertirse en obeso, incluso estando por debajo de su peso normal. c) Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, exagerando su importancia en la auto evaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal. d) En las mujeres pos puberales, presencia de amenorrea; ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos, sin otro motivo que lo justifique. Subtipos en la anorexia nervosa: Tipo restrictivo: este subtipo describe cuadros clínicos en los que la pérdida de peso se consigue haciendo dieta, ayunando o realizando ejercicio intenso. Durante los episodios de anorexia nervosa, estas personas no recurren a atracones ni purgas. Tipo compulsivo / purgativo: este subtipo se utiliza cuando el individuo recurre regularmente a atracones y purgas (o ambos). La mayoría de los individuos que pasan por los episodios de atracones también recurren a purgas, provocándose el vómito o utilizando diuréticos, laxantes o enemas de una manera excesiva. Existen algunos 44 casos incluidos en este subtipo que no presentan atracones, pero que suelen recurrir a purgas, incluso después de ingerir pequeñas cantidades de comida (p.650-670). Criterios Diagnóstico de la OMS “CIE-10” para la Anorexia Nervosa: a) Pérdida significativa de peso (índice de masa corporal o de Quetelet de menos de 17.5). Los enfermos pre-púberes no pueden experimentar la ganancia de peso propia del período de crecimiento. b) La pérdida de peso está originada por el propio enfermo a través de la evitación de consumo de alimentos que cree que "engordan" y por uno o más de uno de los síntomas siguientes: i) vómitos autoprovocados, ii) purgas intestinales, iii) ejercicio excesivo, iiii) consumo de fármacos anorexígenos o diuréticos. c) Distorsión de la imagen corporal, se caracteriza por la persistencia, con el carácter de idea sobrevalorada intrusa, de pavor ante la gordura o flacidez de las formas corporales, de modo que el enfermo se impone a sí mismo el permanecer por debajo de un límite máximo de peso corporal. d) Trastorno endocrino generalizado que afecta al eje hipotálamo-hipofisario- gonadal manifestándose en la mujer como amenorrea, no se considera menstruación si se utilizan hormonas sustitutorias, y en el varón como una pérdida del interés y de la potencia sexuales (p.145-146). 45 También pueden presentarse concentraciones altas de hormonas del crecimiento y de cortisol, alteraciones del metabolismo periférico de la hormona tiroidea y anomalías en la secreción de insulina. Si el inicio es anterior a la pubertad, se retrasa la secuencia de las manifestaciones de la pubertad, o incluso ésta se detiene (cesa el crecimiento; en las mujeres no se desarrollan las mamas y hay amenorrea primaria; en los varones persisten los genitales infantiles). Si se produce una recuperación, la pubertad suele completarse, pero la menarquía es tardía. 2. Bulimia Nervosa (BN). De los comportamientos ingestivos incontrolados se tienen referencias históricas abundantes. Algunas que datan del siglo XVIII están emparentadas con la bulimia actual. Las más antiguas las encontramos en el "Physical Dictionary de Blanckaart" de 1708 y en el Diccionario Médico de Quincy de 1726. En 1743 el diccionario médico de la ciudad de Londres describe un cuadro denominado "true boulimus", caracterizado por la preocupación por la comida, ingestas voraces y períodos de ayuno. Otro cuadro descrito es el "caninus apetitus" en el cual el vómito sigue al atracón. Para Russell en 1979, el primero en describir y dar nombre a la bulimia nerviosa en su concepción actual, la bulimia no sería más que una variante ominosa de la anorexia, y es un hecho comprobado que un gran porcentaje, de 40% al 60%, de las pacientes bulímicas tienen antecedentes de haber padecido anorexia nerviosa. La aportación más reciente al cuadro son aquellos aspectos de la enfermedad 46 relacionados con la figura y el peso, donde los factores socio-culturales han sido influyentes y la vinculan, en este aspecto, con la anorexia (Turón, 2007). Hoy en día, el CIE-10 refiere que la BN es un síndrome caracterizado por episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos y por una preocupación exagerada por el control del peso corporal, lo que lleva al enfermo a adoptar medidas extremas para mitigar el aumento de peso producido por la ingesta de la comida. A. Etiología de la BN. De la misma forma que en la AN la etiología, de la bulimia responde a un componente multifactorial. 1. Aspectos psicológicos. Frecuentemente aparecen juntas la bulimia y la anorexia (bulimiarexia). Sin embargo son marcadas las diferencias entre los dos grupos. Las personas con bulimia no presentan problemas de adelgazamiento pronunciado (emaciación) y no es frecuente la aparición de amenorrea. En la BN existe una excesiva preocupación por la comida, existiendo un trastorno en el control de los impulsos, con una gran dificultad para evitar atracones (consumo rápido de grandes cantidades de alimentos en períodos cortos). Estos episodios de ingesta compulsiva de alimentos en donde se suelen consumir grandes cantidades 47 (llegando a consumir de 6,000 a 8,000 kilocalorías diarias) conducen a conductas compensatorias como el vómito autoinducido. Este no es el único método compensatorio para evitar la ganancia de peso, entre otros se encuentran: dietas restringidas, abuso de laxantes y diuréticos, periodos de ayuno, consumo de fármacos o consumir diuréticos para incrementar el volumen de orina o anoréxicos –pastillas que eliminan el hambre–, los cuales representan factores de riesgo (Gómez Peresmitré, et.al., 2001). Esta misma autora menciona que el abuso de laxantes y diuréticos, se asocia a cualquier situación de tensión, ansiedad, depresión y labilidad emocional, donde simplemente la visión de la comida puede ser el desencadenante del ciclo atracón- purga. El perfil de personalidad de la adolescente bulímica suele caracterizarse por poseer baja autoestima, falta de control de los impulsos, poca tolerancia a la frustración, elevado egocentrismo, autoimagen negativa, tendencia al perfeccionismo, frecuentes estados de depresión, neurosis de angustia, vergüenza, conductas regresivas, inestabilidad emocional, labilidad afectiva, vulnerabilidad y deseo de aceptación, entre otras (Ruiz, et.al.,2004). 2. Aspectos familiares. Entre las características principales de la familia en donde se desarrolla un miembro con BN se encuentran (Ruiz. et.al., 2004): 1. Impulsiva, caótica. 48 2. Indirecta y crónica expresión de conflicto. 3. Yuxtaposición de límites caracterizada por hostilidad, enojo, manipulación y devaluación. 4. Oscilación de ambivalencia como parte de la rigidez. 5. Sentimiento de soledad vs lealtad al grupo. 6. Conciencia de apariencias. 7. Atribución de significado especial a los alimentos. 8. A pesar del aislamiento de susmiembros, dependencia y falta de asertividad. 9. Pocos límites y confusos. 10. Orientación hacia el éxito, perfeccionismo. 11. Ambiente hostil, desorganizado, separatista. 12. Falta de compromiso (p. 14). 3. Aspectos socioculturales La BN ha aumentado en las últimas décadas. El número de víctimas, preferentemente, mujeres se produce en una edad promedio de 18 años que, por otra parte, es también la edad en la que se han observado las tasa más altas de insatisfacción con el propio cuerpo. Asimismo, la BN se considera como una enfermedad o anomalía socialmente trasmitida, en tanto que las técnicas de purga se aprenden, frecuentemente de los amigos y la televisión (Gómez Peresmitré, 1993). 49 B. Criterio diagnóstico. Criterio Diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica DSM IV-TR (2003), para la Bulimia Nervosa. 1.-La presencia de atracones recurrentes. Un atracón se caracteriza por: a) La ingesta de alimento en un corto período de tiempo en cantidad superior a lo que la mayoría de las personas ingerirían en un período de tiempo similar y en las mismas circunstancias. b) Sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento. 2.-Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida, con el fin de no ganar peso, como son provocación del vómito; uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos; ayuno y ejercicio excesivo. 3.-Los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar, como promedio, al menos dos veces por semana durante un período de 3 meses. 4.- La autoevaluación está exageradamente influida por el peso y la silueta corporales. 5.- La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de la anorexia nervosa. 50 Especificar el tipo: Tipo purgativo: este subtipo describe cuadros clínicos en los que el enfermo se ha provocado el vómito y ha hecho un mal uso de laxantes, diuréticos y enemas durante el episodio. Tipo no purgativo: este subtipo describe cuadros clínicos en los que el enfermo ha empleado otras técnicas compensatorias inapropiadas, como ayunar o practicar ejercicio intenso, pero no se ha provocado el vómito ni ha hecho un mal uso de laxantes, diuréticos o enemas durante el episodio (p. 665 ). Criterios Diagnósticos de Bulimia Nervosa de la OMS (CIE-10): 1. Preocupación continúa por la comida, con deseos irresistibles de comer, de modo que el enfermo termina de sucumbir a ellos, con episodios de polifagia durante los cuales consume grandes cantidades de comida en periodos cortos de tiempo. 2. El enfermo intenta contrarrestar el aumento de peso así producido mediante vómitos autoprovocados, abuso de laxantes, periodos de ayuno, anorexígenos, extractos tiroideos o diuréticos. Cuando la bulimia se presenta en un enfermo diabético, éste puede abandonar su tratamiento con insulina. 3. El trastorno psicopatológico básico de la bulimia consiste en un miedo morboso a engordar. El enfermo se fija de forma estricta un peso muy inferior al que tenía antes de la enfermedad, o al de su peso óptimo o sano. Con frecuencia, pero no siempre, existen antecedentes previos de anorexia nervosa con un intervalo entre ambos trastornos de varios meses o años. Este episodio precoz de 51 anorexia puede manifestarse de una forma florida o por el contrario adoptar una forma menor o larvada, con una moderada pérdida de peso o una fase transitoria de amenorrea (p.146). 3. Trastorno Alimentario no Especificado de la conducta alimentaria no especificada (TANES). Los TANES se refieren a los trastornos de la conducta alimentaria que no cumplen los criterios para AN o BN. Sin embargo para su diagnóstico el DSM-IV TR (2002) presenta los criterios para este trastorno: 1. En mujeres se cumplen todos los criterios diagnósticos para la anorexia nervosa pero las menstruaciones son regulares. 2. Se cumplen todos los criterios diagnósticos para la anorexia nervosa excepto que, a pesar de existir una pérdida de peso significativa, el peso del individuo se encuentra dentro de los límites de la normalidad. 3. Se cumplen todos los criterios diagnósticos para la bulimia nervosa con la excepción de que los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas aparecen menos de 2 veces por semana o durante menos de 3 meses. 4. Empleo regular de conductas compensatorias inapropiadas después de ingerir pequeñas cantidades de comida por parte del individuo de peso normal (p. Ej., provocación del vómito después de haber comido dos galletas). 5. Masticar y expulsar, pero no tragar, cantidades importantes de comida. 6. Trastorno por atracón: se caracteriza por atracones recurrentes en ausencia de la conducta compensatoria inapropiada típica de la bulimia nervosa (pp.665-666). 52 4. Factores de riesgo de los TCA. El riesgo se puede definir como la exposición a circunstancias que aumentan la probabilidad de manifestar algún comportamiento desviado. El riesgo a desarrollar alguna alteración es el resultado de interacción de disposiciones personales y de factores de riesgo. La exposición a diversos factores de riesgo tiene efectos acumulativos: la probabilidad de enfermar es proporcional al número y severidad (duración y toxicidad) de los factores de riesgo, pero también diversos trastornos comparten ciertos factores de riesgo que son antecedentes comunes (Gómez Peres- mitré, 2001). Los factores de riesgo se pueden clasificar en tres tipos según Crispo, (et. al., 1998). En primer lugar se encuentran los factores predisponentes, que son aquellos que favorecen la disposición del individuo a presentar el trastorno. Aquí se encuentran los factores, socioculturales, familiares e individuales, como la presión social y el ideal de belleza. En segundo lugar están los factores precipitantes que son aquellos que son el detonante para que se presente un trastorno, como son los estresores, las actitudes anormales con el peso y la figura, las dietas extremas y la pérdida de peso. En tercer lugar se encuentran los factores perpetuantes. En el caso de los TCA, los factores perpetuantes son aquellos que favorecen el mantenimiento de la enfermedad, como los atracones y las purgas, así como las secuelas fisiológicas y psicológicas de los TCA. Cuando en una persona se presentan combinaciones específicas de éstos factores, es más vulnerable a padecer un TCA. 53 Respecto a los factores de riesgo para los TCA, Gómez Peresmitré (2001) los engloba en cuatro categorías: 1.- Asociados con la imagen corporal. Donde se encuentra la satisfacción-insatisfacciòn con la imagen corporal; alteración de la imagen corporal (sobreestimaciòn- subestimaciòn); preocupación por el peso y la comida; actitud hacia la obesidad/delgadez; autoatribuciòn positiva/negativa; figura ideal delgada, figura real e imaginaria; peso deseado y atractivo corporal ligado a la delgadez. 2.-Asociados con la conducta alimentaria. El más importante es el seguimiento de dieta restringida; atracones; conducta alimentaria compulsiva; hábitos alimentarios inadecuados; ayunos; saltarse alguno de los alimentos principales (desayuno, comida o cena); disminuir o evitar alimentos considerados de alto contenido calórico (engordadores); o consumo de productos light. 3.-Aquellos relacionados con los aspectos físicos o biológicos del cuerpo (Peso corporal; talla o estatura, madurez sexual precoz/tardía y/o amenorrea). 4.- Conductas compensatorias. En donde se encuentran el ejercicio excesivo (más de diez horas a la semana), y uso de alguno de los siguientes productos con el propósito de control de peso: inhibidores de hambre, laxantes, diuréticos y consumo excesivo de agua (más de dos litros por día) y de fibra (Gómez Peresmitré, 2001, p.21-22). De estos factores de riesgo, para efectos de la presente esta
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