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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA PRESENTA ARACELI GUTIÉRREZ GONZÁLEZ DIRECTOR DE TESIS: LIC. JORGE AMETH VILLATORO VELÁZQUEZ REVISORA: DRA. EMILY ITO SUGIYAMA RELACIÓN ENTRE PARENTALIDAD, ABUSO DE ALCOHOL Y CONDUCTAS ANTISOCIALES EN ESTUDIANTES UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 AGRADECIMIENTOS En primer lugar quiero agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México por permitirme ser parte de ella y darme la formación necesaria para cumplir con mis proyectos y sueños. En segundo lugar a la Facultad de Psicología por acogerme y así formar parte de mi, como mi segundo hogar. A todos mis maestros de la Facultad de Psicología que me enseñaron a amar esta profesión y por brindar su conocimiento sin condiciones, especialmente a los que marcaron mi formación e inclinación académica: Rafael Luna Sanchéz, Miriam Camacho Valladanes, Verónica Alcalá, Héctor Lara Tapia y Pablo Fernández Chirstlies. De manera muy especial, agradezco a mi director de tesis Jorge Ameth Villatoro Velázquez, como persona y como profesional, por la gran oportunidad, el apoyo, la confianza y sobre todo por las enseñanzas que me ha dado ya que me ha dejado huella en mi vida. A la licenciada Midiam Moreno por la dedicación, confianza y apoyo brindados para la realización de este trabajo. A la Dra. Emily Ito le agradezco enormemente el apoyo incondicional y la gran confianza tanto en mí como en el presente trabajo. Admiro su gran dedicación y compromiso como profesionista, pero más aun esa calidad humana para expresarse. 2 Así mismo agradecer a mis amigos su amistad incondicional y los momentos de alegría y de tristeza compartidos: mis padres a quienes los amo eternamente y mi hermana a quien adoro con toda el alma. Un agradecimiento especial a la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM, al Programa Transdisciplinario en Investigación y Desarrollo para Facultades y Escuelas, a través del Macroproyecto: “Desarrollo de Nuevos Modelos para la Prevención y el Tratamiento de Conductas Adictivas” Especialmente al proyecto MP6-7 “El consumo de alcohol, tabaco y otras drogas en la UNAM”. Singularmente un sincero agradecimiento al Lic. Jorge A. Villatoro Velázquez y al Instituto Nacional de Psiquiatría, División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales. 3 DEDICATORIAS Con gran dedicación por el gran apoyo que siempre ha estado sin titubear son mis padres que solo tengo una palabra para describir lo que siento por ellos: “amor”, gracias por los valores que me han inculcado hasta este momento, esa confianza para la toma de decisiones; así mismo, el amor con el que crecí al lado de mi hermana Jaki que adoro, no tienes idea del cariño que siento por ti, recuerda que siempre estaré ahí para lo que necesites y sé que me respondes de la misma manera. Cabe resaltar que el presente trabajo es además, un ofrecimiento por apoyarme y escucharme en todo momento Sandy, Martha, y en esta etapa de mi vida aunadas Tania y Valeria ya que nuestras sesiones han hecho historia para fortalecernos como mujeres, amigas, hermanas; no sin olvidar el apoyo y los buenos concejos de mi admirable amiga Leticia y Katia, que a pesar de la distancia la confianza y alegría alimenta nuestra gran amistad. Humberto gracias por todo el apoyo incondicional, vales mil, solo se paciente que pronto llegará lo que tanto añoras. No me gustaría dejar a nadie fuera de los agradecimientos, solo quiero agradecer a cada una de las personas que han dejado huella en mi vida y que me recuerden con cariño, por que hasta este momento agradezco por los grandes aprendizajes y los momentos felices que hemos disfrutado. Con gran emoción brindo el presente escrito, a esa niñez y ternura que me rodea, por compartir y provocar una sonrisa en mi rostro, por brindarme esa linda inocencia. Pero muy en especial dedicatoria con todo el amor de mi corazón para Frida, ya que llegara tu momento y mejor aun el momento en el que puedas leer la tesis de tu mami. Espero siempre encontrar la moneda del amor… Te doy este presente porque formas parte de mi vida además de ser un pilar primordial para que siga adelante. 4 INTRODUCCIÓN ÍNDICE RESUMEN 6 INTRODUCCIÓN 8 CAPÍTULO 1. EL CONSUMO DE ALCOHOL 12 1.1 Perspectiva Histórica sobre el consumo de alcohol 14 1.2 Historia del consumo de alcohol en México 16 1.3 Definición de abuso y dependencia al alcohol 22 1.4 Patrones de consumo 24 1.5 Encuestas de hogares y de estudiantes 26 CAPÍTULO 2. ENTORNO FAMILIAR Y PARENTALIDAD 30 2.1 La familia 32 2.2 Aspectos generales de la familia mexicana 33 2.3 Parentalidad 34 CAPÍTULO 3. CONDUCTA ANTISOCIAL DEL ESTUDIANTE 38 3.1 Conducta antisocial 41 3.2 Factores asociados con la conducta antisocial 43 CAPÍTULO 4: MÉTODO 49 4.1 Objetivo general 49 4.2 Objetivos específicos 49 4.3 Hipótesis conceptual 49 4.4 Variables 50 4.5 Población y muestra 52 4.6 Instrumento 54 4.7 Procedimiento 68 4.8 Análisis de datos 59 5 CAPÍTULO 5: RESULTADOS 61 5.1 Características sociodemográficas 61 5.2 Conductas antisociales y abuso de alcohol 64 CAPÍTULO 6: DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 69 BIBLIOGRAFÍA 78 APÉNDICES 84 1. Definición y clasificación de bebidas alcohólicas 85 2. Estrategias preventivas en el ambiente familiar 86 3. Estrategias preventivas en el grupo de estudiantes y pares 88 4. Cuestionario para estudiantes 89 6 RESUMEN El presente trabajo forma parte de la Encuesta sobre Consumo de Drogas en Estudiantes de la de Nivel Medio Superior y Superior (MACROPROYECTO) que se levantó en 2007. El objetivo principal es analizar la relación entre abuso de alcohol, estilos de parentalidad y actos antisociales en estudiantes de nivel medio superior y superior que forma parte de una muestra realizada en el D.F. y área metropolitana. Se presenta la descripción del método utilizado, así como una visión general acerca del consumo de alcohol (en nuestro país) en jóvenes estudiantes de nivel medio superior y superior. Se presenta una aproximación al concepto de parentalidad en cuanto al monitoreo, involucramiento entre otros factores, abuso de alcohol en México y sus jóvenes estudiantes y la influencia que esta tiene en el desarrollo de los jóvenes en cuanto a sus actos antisociales. Los hallazgos demostraron que en estudiantes que consumen alcohol, es más probable el riesgo de cometer actos antisociales graves a comparación de actos antisociales leves. En cuanto al nivel educativo, existe una diferencia ya que quienes estudian el bachillerato son más propensos a cometer actos antisociales graves.Esto podría deberse a los cambios emocionales e influencias del entorno social y a falta de una buena interacción familiar. En los estudiantes de nivel licenciatura, quienes cometer actos antisociales leves, la formación en valores y ética que reciben en la profesión propicia en ella una mayor estabilidad emocional. Las variables predictoras como abuso de alcohol, falta de involucramiento familiar, presencia de monitoreo excesivo, falta de aliento positivo por parte de los padres, 7 presencia de disciplina inconsistente, se relacionan notablemente para que los estudiantes corran el riesgo de cometer actos antisociales, por la falta de supervisión adecuada de los padres. Además de que los más propensos a tener el riesgo de cometer dichos actos son los hombres. Palabras clave: Consumo de alcohol, actos antisociales, parentalidad, estudiantes, familia, drogas legales, nivel bachillerato y licenciatura. 8 INTRODUCCIÓN La mayoría de los autores que han escrito acerca de las adicciones y sus causas (Medina-Mora 2004, 2006; Villatoro 2003, Natera 2000, Rojas 1999) coinciden en pensar que no existe un único motivo que pueda considerarse responsable de la adicción a las drogas, sino que es la suma o interacción de diversos factores lo que puede determinar la incidencia y prevalencia de consumo de sustancias legales e ilegales, conducta que se inicia durante la adolescencia. La etapa de la adolescencia se caracteriza por cambios drásticos y rápidos en el desarrollo físico, mental, emocional y social, que provocan ambivalencias y contradicciones en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la sociedad a la que el adolescente desea incorporarse (Rodrigo et al., 2004). Por ello, puedo decir que los adolescentes y en este caso estudiantes, de alguna manera, son moldeables y receptivos, además de que están muy abiertos a las influencias de los modelos sociales y de los entornos de vida que frecuentan. La adolescencia es una etapa decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos de vida, ya que pueden fortalecer algunas tendencias de comportamiento adquiridas en la infancia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos entornos de influencia. Rodríguez (1985) señala que las conductas humanas son, como la misma naturaleza, algo que está en continuo cambio y sujeto a múltiples influjos. El uso de drogas sería, por lo tanto, "el resultado de toda una constelación de elementos, algunos de los cuales son incluso imprevisibles, y que gravitan sobre un sujeto o grupo de individuos en un momento de su historia personal o social" (Sanz et al., 2004). Actualmente, el alcohol aunque generalmente no se considera como una droga, es una sustancia psicotrópica (droga legal) muy fuerte y altamente consumida en el mundo. El alcohol actúa principalmente como depresor, pero se experimenta como 9 una droga que estimula la sociabilidad ya que su consumo es permisible. Esto se debe a que el alcohol tiene un efecto depresivo sobre los mecanismos inhibitorios del cerebro, con lo cual se desinhiben las emociones (Moya, 2007). El consumo abusivo de bebidas alcohólicas está claramente relacionado con el desarrollo de discapacidad y de distintas enfermedades, así como con violencia, maltrato infantil, marginación y conflictos con la familia y en la escuela. El alcohol está presente en una proporción muy importante de accidentes de tráfico, laborales y domésticos (Moya, 2007). En cuanto el panorama epidemiológico en México, desde hace algunos años, han sido varias encuestas sobre consumo de drogas legales e ilegales que se han conducido en el país, además de investigaciones específicas sobre el tema. La Encuesta Nacional de Adicciones 2002 (ENA 2002), las encuestas estatales de estudiantes de secundaria o preparatoria en Aguascalientes, Baja California, Sonora, Querétaro, Nuevo León, Yucatán, Campeche, Tlaxcala (Villatoro et al., 2003, 2007, en prensa), la encuesta de consumo de drogas en estudiantes del Distrito Federal (Villatoro et al., 2007) y Tamaulipas (Gaither et al., 2004), son algunos de los estudios que se han realizado sobre esta temática y que nos brindan un marco de cambios en el contexto nacional de las adicciones entre otras problemáticas (en proceso la ENA 2008, encuesta de estudiantes de Jalisco y la encuesta del Estado de México).Además de estos estudios, se siguen realizando investigaciones en conjunto con varias instituciones trabajan en esta temática como la prevención y tratamiento. En la encuesta de estudiantes en Ciudad de México, que se realizó en el 2003, cabe resaltar lo que ha ocurrido en nuestro país en cuanto al consumo de drogas legales. Hay un incremento en el consumo especialmente en alcohol, le siguen las drogas ilegales (mariguana y metanfetaminas), aun cuando el índice general de consumo se ha mantenido estable. Trabajar siendo menor de edad, junto con 10 llevar más tiempo haciéndolo, ha incrementado la probabilidad de consumir drogas, aún y cuando el adolescente se encuentre estudiando (Villatoro, 2005). En la encuesta estatal del 2003 Aguascalientes, se encontró una problemática muy fuerte en el abuso de alcohol, que alcanza al 40% de la población de bachillerato (Villatoro, 2007).Por otra parte, se sigue observando que las mujeres han incrementado su consumo de drogas. De manera específica, el reporte de la encuesta del 2007 muestra que en alcohol en conjunto con el tabaco en algunas delegaciones de Ciudad de México, hay mayor prevalencia de mujeres que las consumen (Villatoro, 2007). El consumo de alcohol se ha venido incrementando en forma consistente y el nivel de consumo es de más del 60% para el alcohol (Villatoro, 2007). Este resultado debe llamar nuestra atención, a fin de incluir un módulo importante en los distintos programas de prevención sobre el tema, además de que tradicionalmente hemos sido una sociedad con una alta tolerancia ante el uso y abuso del alcohol, así que este puede ser el inicio al consumo de drogas ilegales. La investigación científica ha tratado de identificar los factores que influyen en que algunas personas usen drogas y en este caso, una de las drogas legales como es el alcohol; como los personales, los interpersonales y los del medio ambiente social y cultural. Pero hay pocas explicaciones sobre por qué la mayoría de los individuos que las prueban después las abandonan, mientras otros las continúan usando. Tampoco hay absoluta certeza sobre los factores que hacen que la mayor parte de la población no las consuma jamás, a pesar de estar igualmente expuesta al estrés social, a la disponibilidad de las sustancias y a otras realidades adversas en su vida personal y colectiva. Si bien se requiere un análisis más detallado sobre el abuso del alcohol y las conductas que siguen los estudiantes, ya que investigaciones anteriores muestran que el consumo y abuso de drogas legales e ilegales está vinculadas con conductas antisociales tanto en los hombres como en las mujeres; y lo 11 relacionaremos con la relación parental que tengan estos estudiantes. En este sentido la presente investigación, lejos de aspirar a crear un modelo teórico que explique íntegramente el consumo alcohol, pretende confirmar la existencia de factores de riesgo y factores de protección que afectan y actúan sobre la conducta antisocial. Se trata de una contribución al conocimiento científico que, desde una realidad basada en datos epidemiológicos, contribuya de distintas maneras y se sume al planteamiento de hipótesis sobre las interacciones entre los factores de riesgo y los factores de protección dentro del contexto de las influencias ambientales, todo ello guiado por un marco teórico que dé sentido a los fenómenos observados y los resultados obtenidos en el cuestionario como parte de una encuestade estudiantes. 12 CAPITULO I. EL CONSUMO DE ALCOHOL En este apartado conoceremos el origen e historia del alcohol, así como sus mecanismos de acción; además de las repercusiones a la salud en el corto y largo plazo que trae consigo el uso y abuso de esta sustancia. El consumo de alcohol no es una conducta nueva; desde antigüedad ha sido una constante en muchas civilizaciones, apareciendo unido en diferentes culturas a ritos, ceremonias o reuniones de festejo (Villatoro et al., 2005). El consumo de alcohol en nuestro tiempo se extiende prácticamente a todas las sociedades, y está presente de manera cotidiana y natural en comidas, fiestas y actos sociales diversos. Los problemas derivados del alcohol surgen cuando el consumo de esta sustancia llega a ser excesivo, registrándose situaciones que resultan perjudiciales para el individuo y su entorno social y familiar. En este sentido, se alude al síndrome del alcoholismo, enfermedad caracterizada por un consumo elevado de alcohol, una dependencia del mismo y un conjunto de patologías derivadas de la ingesta abusiva y constante (Gil, 2008). Parte de los estudios sobre el consumo de alcohol por los jóvenes estudiantes se ha centrado en identificar variables relacionadas con este fenómeno. Algunas de estas variables aparecen como factores de riesgo, es decir situaciones objetivas o disposiciones subjetivas que propician o refuerzan el consumo de alcohol, mientras otras son estudiadas como factores de protección, o variables que contribuyen a prevenir, reducir o modular el consumo y que hacen a los individuos menos vulnerables ante los factores de riesgo (Félix, 1992 como se citó en Gil, 2008). La edad de inicio en el consumo es un elemento importante para decidir en qué momento se deben programar estrategias de intervención dentro de la población, 13 y de esta manera, prevenir problemas posteriores que hacen más difícil su tratamiento. En México, los estudios realizados sobre las adicciones en poblaciones escolares de enseñanza media y media superior establecen ya una trayectoria, lo que ha permitido que se conozcan algunos riesgos que se asocian con el abuso de alcohol. No obstante, la investigación sobre el abuso de alcohol en población universitaria ha sido un campo menos explorado, particularmente en lo referente a la identificación de las variables que predicen el consumo excesivo de alcohol. Según investigaciones internacionales recientes (Mora-Ríos, Natera y Juárez, 2005) sobre los factores asociados con el abuso de alcohol en esta población, indica que es entre los universitarios donde el consumo alto o explosivo tiende a ser mayor, inclusive entre los jóvenes que no asisten a la universidad, y que el periodo de mayor consumo se da entre los 18 y 21 años de edad. El proceso por el que se obtiene el alcohol, componente básico de las bebidas alcohólicas, es la fermentación anaeróbica de los hidratos de carbono, proceso conocido como “fermentación alcohólica”. Este proceso se lleva a cabo por la transformación del azúcar en etanol mediante la actuación de unas levaduras sobre ciertos frutos o granos, como la uva, la manzana, la cebada o el arroz. Se utiliza la palabra “alcohol” cuando nos referimos al alcohol etílico o etanol (CH3- CH2-0H); líquido claro, incoloro, volátil, inflamable, de infinita solubilidad en agua y miscible en cloroformo y éter. Su liposolubilidad es unas 30 veces menor que su hidrosolubilidad. En lo relacionado con su valor nutritivo, 1 gramo de alcohol aporta al organismo 7.1 Kcal.; este aporte energético no se acompaña de un aporte nutritivo como minerales, proteínas o vitaminas. (Moya, 2007). En cuanto a la farmacología y metabolismo del alcohol por vía oral se absorbe mayoritariamente en el tramo proximal del intestino delgado (más del 80%) y menos en el estómago (hasta un 20%). La velocidad de absorción del alcohol determina la magnitud de sus concentraciones plasmáticas así como la intensidad 14 y duración de sus efectos farmacológicos. Esta velocidad depende de muchos factores. Así, es más rápida si se administra en ayunas o con el estómago vacío (concentración máxima a los 30-60 minutos) y más lenta en presencia de alimentos. La concentración de alcohol en la bebida también influye, siendo la absorción más veloz cuando tiene una graduación alcohólica del 20-30% en comparación con bebidas del 3-10%. Si se administran bebidas del 40% o más el vaciamiento gástrico disminuye. Las bebidas alcohólicas que contienen gas carbónico (por ejemplo el cava) o mezcladas con bebidas carbónicas (soda) presentan una absorción más rápida. Los alimentos retrasan la absorción, produciendo concentraciones mucho menores de etanol en sangre que cuando se toma en ayunas. En cuanto a la distribución del alcohol, es una molécula altamente hidrosoluble y por ello se esparce por toda el agua corporal, siendo las concentraciones similares a las de la sangre en la mayoría de tejidos y órganos. Debido a su pobre liposolubilidad no difunde bien en la grasa. Tras administrar una misma dosis ajustada al peso, las concentraciones sanguíneas de alcohol son mayores en las mujeres que en los hombres (Moya, 2007). 1.1 Perspectiva Histórica sobre el consumo de alcohol A partir de la aparición de la cerámica, a principio del periodo neolítico, el hombre tiene la posibilidad de realizar el proceso de fermentación de jugos vegetales y el almacenamiento de sustancias líquidas, más adelante el procesado de los cereales. En cuanto el origen de las bebidas alcohólicas, los primeros destilados se conocieron con el nombre de "aguavite" o sea, aguardiente (Berruecos, 2007). Hasta hace aproximadamente un siglo, sólo se extraía el alcohol del vino o del orujo. Sólo en Reino Unido se extraía de la cebada, tomando en cuenta que en la época prehispánica se obtenía el pulque de los magueyes. 15 La creciente demanda y la diversidad de usos, obligó a buscar esta sustancia en los más variados productos vegetales y hoy ocupa primerísimo lugar el alcohol de cereales y de caña o melaza de azúcar. De acuerdo con la literatura, entre los años 4000 y 3500 a .c. Y se utilizaban las bebidas (cerveza y el vino) en las civilizaciones de Egipto, China y en la cultura Mesopotámica, adquiriendo el uso de sustancias en la mayoría de los casos un carácter ritual, mágico – religioso (Barnato, 2002 como se citó en Labal, 2005). Esta misma tendencia por el pueblo griego, quienes identificaron a las bebidas alcohólicas con figuras mitológicas. Más adelante, en la Edad Media, en el siglo IX, aparece la destilación, lo que probablemente facilitó la disponibilidad de bebidas alcohólicas de alta concentración poder de intoxicación Difundiéndose esa técnica rápidamente a toda Europa. El descubrimiento y la colonización, ayudaron a la expansión de bebidas alcohólicas en ambos continentes entre América y Europa, lo que llevó al uso masivo de alcohol en situaciones que no estaban dentro del contexto ritual mágico y religioso. Sin dejar a un lado, que el pulque ya existía antes de la conquista (Barnato, 2002 como se citó en Labal, 2005). El consumo de bebidas alcohólicas es un hábito ampliamente extendido y culturalmente aceptado en la mayoría de las sociedades. En la actualidad, beber alcohol no es un hábito exclusivo de la población adulta, los jóvenes también lo hacen y cada día son más los adolescentes que acostumbran hacerlo, especialmente durante el tiempo que dedican al ocio durante el fin de semana. Actualmente, el consumo de alcohol es uno de los principales factores que se relacionan con la salud de los individuos y de las poblaciones y sus consecuencias tienen un gran impacto tanto en términos de salud como en términos sociales. La Organización Mundialde la Salud (OMS) ha advertido de la magnitud de los problemas de salud pública asociados al consumo de alcohol, y ha enfatizado su preocupación ante las tendencias de consumo y abuso de sustancias que se ha 16 observado en investigaciones pasadas entre la etapa de la adolescencia en la sociedad (Medina-Mora, 2005). 1.2 Historia del consumo de alcohol en México En lo que concierne al consumo de alcohol en territorio mexicano, éste tuvo sus inicios en la época prehispánica, donde existían reglas muy claras acerca de quién podía beber, en qué cantidad y en qué ocasiones. La bebida más popular (en las antiguas poblaciones con testimonios materiales de que se cultivaba 6500 a.C y puesto que esa región es muy seca, por tanto se puede suponer que se buscaban sustitutos del agua para beber moderadamente), era el pulque u octli (bebida fermentada obtenida del maguey), cuyo uso era comunal y estaba asociado con la agricultura, la religión y los ciclos vitales como nacimientos, matrimonios y muerte. La ebriedad que se producía durante los actos religiosos era aceptada socialmente (Berruecos, 2002; Medina-Mora, 1998; Soberón, 1998). En cuanto al problema del consumo de alcohol y el alcoholismo en México, sabemos que no es un fenómeno nuevo en tanto que ha sido documentado desde el siglo XVI: había una gran variedad de bebidas fermentadas que eran consumidas por los diferentes grupos indígenas que vivían en el país. Los sacerdotes, celosos de su tarea mediadora con lo divino, prohibieron a la población el uso de la sustancia sagrada fuera de ciertas ceremonias. La prohibición era clara pero no universal. Había matices y diferencias: los castigos más severos estaban dirigidos a la élite gobernante y los estratos populares recibían penas menores; en cambio, los ancianos mayores de 50 años podían beber pulque a placer, según creían para, calentar la sangre y poder dormir sin excederse. En esa época, de acuerdo con las investigaciones de Berruecos (1986, 2002 y 2006), las nociones de moderación parecían centrarse en las ocasiones en las que 17 se podía beber, en quién podía hacerlo y menos en cuánto se consumía. En ocasiones rituales, en las que estaba permitido el consumo de alcohol, los hombres adultos aparentemente podían beber hasta el estupor sin vergüenza. Este mismo autor identifica dos patrones de consumo primordiales: consumo sólo por parte de la nobleza, con fuertes penas para los transgresores, y consumo popular en ocasiones rituales asociadas con la agricultura, la religión y los ciclos de la vida, como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, con penas menores a quienes violaban estas disposiciones. Otros investigadores sugieren la existencia de normas diferentes para grupos de la población y de acuerdo con las ocasiones de consumo. Según otros autores, ((Medina-Mora, 1998; Berruecos, 2002) el permiso de intoxicarse durante ciertas fiestas se extendía a las mujeres; al respecto, también el Códice Mendocino señala la edad de 60 años para que hombres y mujeres empezaran a beber sin restricciones, si los jóvenes bebían más de lo permitido o en situaciones prohibidas, cometían una ofensa grave y se les castigaba o apaleaba hasta la muerte en casos extremos. Cuando incurrían en el exceso por primera vez eran rapados en la plaza pública y en caso de reincidir, se les derribaba su casa, dándoles a entender que quienes lo hacían no eran dignos de tener casa en el pueblo, pues este castigo era un aislamiento social, medida que resultaba muy eficaz. Con esas medidas, la sociedad pudo tener control sobre el consumo de pulque durante un periodo prolongado, hasta la conquista (Medina-Mora, 1998), en cambio cuando esto pasaba con un noble el que se emborrachaba era acreedor a golpes secretamente Posterior a la época prehispánica, en el periodo colonial, el consumo de alcohol se modificó en toda la población. Estas modificaciones fueron en dirección al abuso, hasta llegar al punto de volverse un gran problema para la Nueva España. La conquista española trajo consigo la modificación de los patrones tradicionales de consumo, éstos cambiaron de un uso ocasional, limitado a ciertas festividades, a otro profano indiscriminado. Más tarde se introdujeron las bebidas destiladas y la 18 cantidad de personas que bebían y se intoxicaban se incrementó. De acuerdo con Berruecos esto se asoció con tres factores: 1) la inclusión de una proporción mayor de aquéllos que formaban parte del grupo social de estrato social menor, esto es, los más pobres, llamados "macehuales", en el grupo de bebedores; 2) el ajuste de la intoxicación ritual a las numerosas festividades del calendario cristiano, y 3) a la comercialización del pulque. Otras razones pudieron estar relacionadas con la ausencia de normas que restringían el uso con la disminución de la autoridad de los líderes indígenas y de la ausencia de una normatividad efectiva de las nuevas autoridades (Medina-Mora, 1998 y Berruecos, 2002). Estos cambios tienen varios orígenes. Entre ellos se comenta el uso indiscriminado de alcohol; ya que entre los aztecas el uso estaba restringido. Además, se trajeron de España las bebidas destiladas, que contienen una mayor concentración de alcohol. El índice de comercialización del pulque y embriaguez aumentaron considerablemente. La antigua embriaguez exclusiva de los ritos aztecas se ajustó a las numerosas festividades de la iglesia católica convirtiéndose en una forma de evasión de la realidad avergonzante de su sometimiento al conquistador. Además, de que las autoridades indígenas ya no ejercían ningún control para evitar el abuso. En efecto casi todas la bebidas alcohólicas que se elaboraban en el México colonial fueron consideradas por las autoridades como nocivas para la salud, no solo por que provocan embriagues al ser consumidas en exceso sino porque a muchas de ellas principalmente el pulque se les agregaban raíces y hierbas para fortalecerlas como el ocpatli o cuapatle, popotle, la cal viva, la frutilla del árbol de Perú, cascaras de manzana, limones, palo de timbre, la raíz del árbol de xixique, chile y gusano de maguey (Medina-Mora, 1998). A pesar de que la cultura católica prescribía restricciones para el consumo del alcohol, tanto en las celebraciones rituales, como en la vida cotidiana; estas no resultaron efectivas en la práctica. Es así que, las etnias, libres de las antiguas restricciones, aumentaron su consumo. Por todos estos factores que coincidieron 19 en el tiempo, se incrementa la ingesta de alcohol y comienzan a surgir los problemas sociales derivados de esta ingesta. Se han encontrado relatos en los que según las autoridades, el vino era el responsable de parte de los desordenes sociales, las sanciones que se llegaron a aplicar y cómo podían aumentar en función de la edad y posición social. En el periodo de la Independencia, proliferó la fabricación del pulque. A tal grado llegó esta industria a ser importante, que muchas de las familias que formaron parte de la gran aristocracia mexicana, debían sus fortunas a la fabricación de esta bebida, o al cultivo del maguey en sus extensas haciendas. Durante la época del Porfiriato, además de las grandes haciendas pulqueras, florecieron sembradíos de vid, hubo mucho auge en la fabricación de tequila y en igual forma, la industria cervecera comenzó a tener importancia (Argüelles, 1991). Actualmente, el consumo de alcohol entre los diferentes grupos indígenas es muy variado. Entre los chamulas, por un lado, está integrado en todos los aspectos de la vida; en otro extremo están los tarahumaras, quienes lo restringen a ocasiones especiales (Escotto, 1999; Medina-Mora, 1998). Aun cuando existen reportes de estudios médicos enfocados a los efectos del consumo en el organismo humano que datan de finales del siglo XIX, lainvestigación psicosocial y cultural sobre este problema se remonta apenas a los años setenta con el surgimiento del Instituto Nacional de Psiquiatría y su División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, sin dejar atrás los estudios y los cuadernillos de Centro Mexicano de estudios en Salud Mental (CEMESAM) en la década de los sesentas, instancia que más estudios realizado en el tema. El consumo de drogas legales e ilegales es un problema que ha trascendido en diversos campos, personales, sociales, económicos y políticos, hoy en día es difícil encontrar un país en el que no se observe este fenómeno. 20 En México, a partir de la década de los años 70, se establece el estudio continuo del uso y abuso de drogas, iniciándose las primeras encuestas en hogares, así como los estudios periódicos en población estudiantil y grupos vulnerables; posteriormente, en la década de los 80, se amplía el Sistema de Registro de Información en Drogas (SRID) en Ciudad de México, para incluir los casos detectados en instituciones de salud y de procuración de justicia. Durante los años 90 se establece el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (SISVEA) y se lleva a cabo un estudio de menores trabajadores en espacios abiertos en 100 ciudades. Finalmente, al iniciar la primera década de este siglo, se plantea la necesidad de disponer de información actualizada, sistematizada y obtenida con métodos comparables, por lo que se crea el Observatorio Epidemiológico en Drogas (CONADIC, 2002). La definición de droga propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere a todas las sustancias psicoactivas como: "cualquier sustancia que, al interior de un organismo viviente, puede modificar su percepción, estado de ánimo, cognición, conducta o funciones motoras". Esto incluye el alcohol, el tabaco y los solventes y excluye las sustancias medicinales sin efectos psicoactivos. Las convenciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el control de drogas no establecen una distinción entre drogas legales o ilegales; sólo señalan el uso como lícito o ilícito. Pero en general, se emplea el término droga ilegal o ilícita al hablar de aquéllas que están bajo un control internacional, que pueden o no tener un uso médico legítimo, pero que son producidas, traficadas y/o consumidas fuera del marco legal. El alcohol y el tabaco, en estas organizaciones internacionales, son generalmente mencionados como sustancias más que drogas, debido a que no están sujetas al control político internacional, con lo que se trata de pasar por alto que, además de sus fuertes propiedades adictivas, son las que causan mayores daños a la salud individual y pública en prácticamente todo el mundo (Tapia, 2007). 21 El proceso de la adicción al alcohol aparece tras el consumo crónico de cantidades abusivas de alcohol y, al igual que el resto de las adicciones a drogas, es el resultado de la interacción entre las características farmacológicas de la sustancia (en este caso el alcohol), el individuo que la consume (variables individuales, como por ejemplo características genéticas) y la sociedad (hábitos de consumo de alcohol, disponibilidad y accesibilidad a las bebidas alcohólicas, etc.). (Moya, 2007). “La experimentación del adolescente con sustancias psicoactivas está determinada en buena medida por los efectos del modelamiento simbólico, con el grupo de iguales o la propia familia” (Moral, Ovejero y Pastor, 2004), como principales baluartes psicosociales de tendencias que se unen. Motivadores y hábitos de consumo ligados a semejantes dependencias representan factores, ya sea de riesgo o de protección, en función de sus indicadores. En relación con el índice de consumo de alcohol de los adolescentes, se reporta que cerca del 65.8% ya ha usado alcohol alguna vez en su vida, y el 35.2% reportó consumo en el último mes. Sumándose a esto, las Encuestas Nacionales de Adicciones (ENA) evidencian una tendencia ascendente de prevalencia global del consumo de alcohol a través de los años, siendo que para los hombres en 1998 y 2002 se encontró una prevalencia de un 27% y 35% para el año 2002, y para las mujeres 18% al 25% en estos mismos años. También se señalan diferencias respecto al nivel educativo, se estima que el 24.4% de los estudiantes de secundaria habían consumido alcohol en el último mes, esta proporción se duplica en el nivel de bachillerato (51.7%) (Villatoro, cols., 2005). En los párrafos anteriores se dio una visión general de los orígenes del consumo de alcohol en distintas épocas. Estos son algunos de los antecedentes remotos del consumo de alcohol y a partir del siguiente apartado se analiza el problema del consumo que se tiene constantemente o permanente. Además, se señalan los criterios definidos sobre lo que se entiende por abuso y dependencia al alcohol. 22 1.3 Definición de abuso y dependencia al alcohol Los manuales de diagnóstico internacionales de clasificación (DSM-IV y CIE-10) diferencian entre “abuso” y “dependencia” del alcohol. Por un lado, existen individuos que consumen alcohol reiteradamente de forma excesiva, pero que nunca llegan a mostrar el síndrome de abstinencia (cuadro sintomático que aparece en una persona consumidora de alcohol debido a la disminución de los niveles en sangre de la sustancia); por otro lado, hay personas que, abusando igualmente del alcohol, muestran síntomas de abstinencia cuando dejan de beber. Estas diferencias definen el abuso y la dependencia. El término abuso o uso inadecuado puede tener diversos significados en distintos países de acuerdo con lo que se considera un problema de abuso de drogas en una cultura específica. Además, la expresión abuso de drogas no hace una distinción entre los que las consumen de manera ocasional, habitual o presentan dependencia hacia las sustancias. En general, se ha optado por emplear indistintamente los términos usar o consumir; el concepto de abuso incluye un daño a la salud física o mental del consumidor, o se aplica a un patrón de consumo que es frecuente e interfiere con otros aspectos de la vida, o se presenta de manera ocasional en periodos de consumo intenso (Tapia, 2007). En cuanto a la tolerancia y dependencia, de acuerdo con la OMS, tolerancia es la necesidad de recurrir a cantidades crecientes de la sustancia para alcanzar la intoxicación (o el efecto deseado) o una notable disminución de los efectos de la sustancia con su uso continuado a las mismas dosis. La tolerancia desde la perspectiva del sistema fisiológico, se explica por la proliferación de las membranas lisas del retículo endoplásmico, de las células hepáticas, las cuales incrementan su capacidad para metabolizar etanol. La tolerancia suele disminuir después de varias semanas sí se consigue un periodo de abstinencia (liberaddictus.org). 23 En conjunto con lo anterior, el síndrome de dependencia es definido como el conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que se desarrollarían después del uso repetido de una sustancia. Usualmente estos fenómenos incluyen un fuerte deseo de tomar la sustancia, pérdida de control sobre su uso, consumo persistente a pesar de sus consecuencias perjudiciales, priorización del uso de drogas por encima de otras actividades y obligaciones, tolerancia incrementada y síndrome de abstinencia cuando el uso de la droga es interrumpido(OMS, 1994). La dependencia que el consumo de etanol produce, es tanto de habituación psíquica como física, las cuales tienen relación con los diferente patrones de consumo que van desde la ingestión regular diaria de grandes cantidades de alcohol, hasta largos intervalos de sobriedad mezclados con periodos de embriaguez cotidiana (liberaddictus.org). Aunque estos dos patrones de consumo parecen evidentes y pueden serobservados independientemente en la población, hoy en día no se tienen suficientes datos para defender su existencia como categorías totalmente separadas. Uno de los problemas es la eventualidad, es decir, no sabemos si un individuo que abusa del alcohol necesariamente se convertirá en un individuo dependiente o si el abuso no lleva inevitablemente a la dependencia. Lo que sí es evidente es que para desarrollar dependencia del alcohol, es necesario abusar de él. Además, ambos síndromes presentan características comunes (Valdez, 2005). Ambas clasificaciones mencionan la presencia de tolerancia, abstinencia, deterioro del control, negligencia en las actividades, aumento del tiempo centrado en la bebida, beber a pesar de las consecuencias perjudiciales, compulsión por la bebida, uso en situaciones peligrosas (por ejemplo, antes de accionar maquinaria pesada, antes de manejar) y presencia de problemas legales. Se puede detectar que estos criterios incluyen los cambios en las reacciones fisiológicas hacia el alcohol, el patrón de consumo y las consecuencias adversas. Así pues, la dependencia al alcohol provoca reacciones fisiológicas y cambios en la conducta (que va a estar enfocada en conseguir y consumir alcohol) que generan problemas 24 en la salud física y mental, además de las consecuencias familiares y sociales negativas. Cabe mencionar que el alcohol es considerado como una droga legal, o sea que es permitida por las leyes (pero a partir de los 18 años), por lo que su uso no amerita un castigo. Su consumo es aceptado en negocios que de dedican a permitir el consumo, como bares, discotecas, restaurantes, por lo cual se ha llegado a asociar con la falsa idea de que “si su uso está permitido y es socialmente aceptado, entonces no hace daño”. El consumo de esta droga legal es promovido en los medios de comunicación relacionándolo con valores deseables como el poder, el dinero, la juventud, la elegancia, etc. (Medina-Mora, Natera y Borges, 2002). 1.4 Patrones de consumo En México, la investigación científica sobre los patrones de consumo podríamos decir que es un tema reciente (un par de décadas) a raíz de su reconocimiento como problema de salud pública. Esto se agrava en aquellos donde sus efectos se conjugan con graves retrasos en lo económico y social: ése es el caso de nuestro país (Berruecos, 1988). Se puede decir que este tipo de conductas es el conjunto de factores arriba mencionados que determinan una forma particular de uso: tipo de sustancia psicoactiva de impacto, de inicio, edad de inicio, frecuencia, cantidad, vía de administración, tiempo de exposición, episodios de consumo e intoxicación, contexto del consumo y problemas asociados. Abordando el punto de los patrones de consumo, la cantidad y la frecuencia de alcohol que se ingiere marcan la diferencia entre el consumo moderado, el abuso, hasta llegar a la dependencia. En investigaciones nacionales, se menciona que el 25 patrón de consumo más característico es imprevisto y en cada ocasión se ingieren grandes cantidades de alcohol (Medina-Mora, 2002). Es por ello que, además de los criterios internacionales para establecer un diagnóstico preciso entre abuso y dependencia, en las investigaciones nacionales se han establecido patrones de consumo específicos. Esta delimitación señala criterios claros y libres de ambigüedades para clasificar el tipo de consumo en función al número y frecuencia de copas ingeridas. En el caso específico de estudiantes, dado su rango de edad en el que aún no desarrollan una dependencia o un consumo consuetudinario, de acuerdo con la ENA y encuestas para estudiantes, la forma regular en como se ha clasificado el consumo para analizar el abuso ha sido la siguiente (Villatoro et al., 2005): a) No bebedor: Aquella persona que no ha consumido una sola copa de alcohol en su vida. b) Bebedor: Aquella persona que ha consumido por lo menos en una ocasión una copa completa de alcohol. c) Abuso: Aquella persona que por lo menos en una sola ocasión en el último mes ha tomado 5 ó más copas de cualquier bebida alcohólica (Villatoro et al., 2001). De acuerdo con la clasificación que reporta la Encuesta Nacional de Adicciones, en su estudio de 1998, se consideran 8 patrones de consumo de alcohol: a) Abstemios: son las personas que no consumieron alcohol en el último año, o a las que han consumido antes del último año, sin importar la cantidad por ocasión. b) Bebedores poco frecuentes de bajo nivel: son las personas que reportaron consumir en el último año, pero nunca 5 copas o más por ocasión. 26 c) Bebedores poco frecuentes de alto nivel: son las personas que han consumido en el último año, en alguna ocasión bebieron 5 copas o más, pero no en el último mes. d) Bebedores moderados de bajo nivel: son las personas que consumieron en el último mes y nunca bebieron 5 copas o más. e) Bebedores moderados de alto nivel: son las personas que consumieron en el último mes y, en el último año o en el último mes, bebieron 5 copas o más en alguna de las ocasiones. f) Bebedores frecuentes de bajo nivel: son las personas que consumieron en la última semana pero nunca bebieron en el último año 5 copas o más. g) Bebedores frecuentes de alto nivel: son las personas que consumieron en la última semana y en el último año o en el último mes bebieron 5 copas o más, en alguna de las ocasiones. h) Bebedores frecuentes consuetudinarios: son las personas que consumieron en la última semana y en una de esas ocasiones tomaron 5 copas o más (Medina- Mora et al., 2003). 1.5 Encuestas de Hogares y de Estudiantes Se cuenta con información referente al índice de consumidores de drogas a través de la aplicación de la cuarta Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), en el año 2002. Dicho estudio señala una ligera tendencia al mantenimiento de las prevalencias de consumo de drogas, con relación a 1998. Entre las encuestas más recientes están la encuesta de estudiantes 2006 y ahora también los resultados publicados de la ENA 2008. Dentro de los resultados, siguen 27 destacando como principales drogas de consumo entre los estudiantes las de tipo legal: alcohol y tabaco. Datos de la Encuesta Nacional de Adicciones de 1998 (CONADIC, 1999) señalan que 29% de las mujeres adultas, habitantes de zonas urbanas del país y que tienen o han tenido pareja, han sufrido violencia física por parte de ésta. En 60% de los casos de este tipo de violencia, el alcohol estuvo involucrado. En una encuesta de hogares llevada a cabo en la ciudad de Pachuca, Hidalgo (Natera, López, 1997), se encontró que a mayor intensidad de la violencia, mayor es la participación del alcohol, con índices que oscilaron entre 8% en el caso de la violencia verbal, 23% y 26% cuando la violencia incluyó golpes y 52% cuando se forzó a una relación o contacto sexual. En esta misma ciudad, se estimó que en uno de cada tres ingresos a las agencias del Ministerio Público había estado involucrado el alcohol durante el acto de violencia. El riesgo de que una persona con patrón de consumo frecuente ingrese por lesiones a una de esas agencias a hospitales de urgencias, es cuatro veces mayor comparada con la probabilidad de que sea detenido (Natera; López, 2000). Se observó que además de ser joven, consumir alcohol y reportar eventos de celos en la relación con la pareja, explicaban el 52% de la varianza de los actos de violencia que se cometen en contra de la pareja (Natera, Tiburcio, Villatoro, 1997). De acuerdo con la encuesta en hogares del 2002, existen en nuestro país poco más de 32.3 millones de personas que consumen bebidas con alcohol; de éstos, 22.7 millones reportan que la cerveza es su bebida de preferencia, 14.7 millones los destilados, 7.3 millones los vinos de mesa, 3.8 las bebidas preparadascomo los “coolers” y una proporción menor que es 2.4 millones bebidas como los aguardientes, el pulque o el alcohol de 96° ingerido como bebida alcohólica que son consumidos con más frecuencia en poblaciones rurales (SSA, CONADIC, INP, DGE, INEGI, 2004). 28 Así mismo, siguiendo los hallazgos de esta encuesta, se menciona que los adolescentes parecen estar desarrollándose en un ambiente en donde se tolera y hasta podría decirse, se promueve el consumo de alcohol, desde pequeños, en su ambiente. Los datos de la encuesta reportan un incremento en el índice de consumo entre los adolescentes, de 27% en 1998 a 35% en 2002 entre los varones y de 18% a 25% respectivamente en las mujeres. En su mayoría, el patrón de consumo es poco frecuente e ingieren de una a dos copas por ocasión; sin embargo, 10.5% de los varones reportan consumir altas cantidades de alcohol (5 copas o más por ocasión de consumo en el último mes) (INEGI, 2004). A pesar de que la mayor parte de los adolescentes no tienen problemas con el consumo de alcohol, las consecuencias del abuso reportadas con mayor frecuencia fueron: problemas con la policía suscitados mientras usaban bebidas alcohólicas, iniciar peleas mientras la persona estaba tomando y haber sido arrestado mientras conducía después de haberse tomado unas copas (INEGI, 2004), esto nos lleva a relacionar la conducta antisocial que presentan con el abuso en el consumo del alcohol. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventud 2005, más del 60% de los jóvenes admiten consumir actualmente algún tipo de bebida alcohólica, el 42% de ellos reporta que ha bebido alguna vez en su vida, y que en casi el 20% consume de 6 a 10 copas por semana (Webmaster, 2009). En cuanto a los resultados de la encuesta de estudiantes 2006 en Ciudad de México, indica que 25.2% de los estudiantes consumen 5 copas o más por ocasión de consumo, al menos una vez al mes, porcentaje similar al reportado en la encuesta anterior que fue de 23.8% (Villatoro et al., 2007). El consumo de alcohol representa mayores proporciones que el de tabaco. El 65% de los estudiantes en general, reportó haber consumido alcohol alguna vez en la vida, mientras que el 35.2% dijo haber consumido alcohol en el último mes, de acuerdo con los reportes de CONADIC de 2010. 29 Otro indicador elocuente es el de la organización denominada Centros de Integración Juvenil (CIJ). De enero de 2007 a junio de 2008, 82.4% de los niños que acudieron a tratamiento por adicciones en sus servicios de rehabilitación, consumieron alcohol alguna vez, mientras que 30.4% llegó ahí específicamente por alcoholismo. De estos últimos, 29.5% provienen del Distrito Federal. El principal detonador de abuso de alcohol durante la secundaria, revelan cifras de Centros de Integración Juvenil, es la convivencia frecuente con consumidores habituales (así ocurre en 71% de los casos de los adolescentes adictos). De esta manera, nos podemos dar cuenta con las encuestas que se han realizado paulatinamente, que a lo largo de la historia el consumo del alcohol de ha ido incrementando a tempranas edades y en diferentes niveles estudiantiles. Por lo que es necesario buscar las estrategias pertinentes para la prevención del consumo a edades tempranas. Así mismo, se busca la reducción de las grandes estadísticas en nuestro país, con el fin de mejorar la calidad de vida en los estudiantes y sus familias. Como es posible observar, el panorama de consumo de alcohol a nivel mundial, pero en especial México, entre estudiantes no es muy alentador, pues a través de los diversos resultados aquí expuestos, se muestran las repercusiones en la permisibilidad sobre el consumo de bebidas alcohólicas en estudiantes. Resultado de ello, durante las últimas tres décadas el consumo de drogas ha ido en creciente ascenso y con marcadas variaciones referentes al tipo de sustancia que se consume, incrementando en abuso de alcohol; lo que esto podría ocasionar involucrarse en conductas de riesgo; resaltando la influencia de los amigos, y especialmente el papel de la familia como primer agente de socialización y transmisor de un sano desarrollo. 30 CAPÍTULO 2. ENTORNO FAMILIAR Y PARENTALIDAD Si bien ha habido numerosas investigaciones que han detectado múltiples factores de riesgo familiar, éstos tienen que ver con la composición familiar (familias numerosas, desintegradas o monoparentales), el estatus socioeconómico bajo, la existencia de una historia familiar de problemas de conducta y un funcionamiento familiar caracterizado por la baja cohesión, el conflicto, las pobres interacciones entre padres e hijos, el estilo de socialización negligente y la disciplina coercitiva (Domenech, 2002, 2003; Pons, J. Berjano, E, 1997; Villatoro, 2006).En este capítulo se revisarán algunos aspectos relacionados con la familia, las escalas de parentalidad, sin dejar de lado el entorno familiar de nuestro país y el estudiante. La familia desempeña, entre otras, una función psicológica esencial para el ser humano (en este caso para el adolecente estudiante): la socialización. A través de la socialización, las personas se integran a la sociedad, interiorizan las normas que regulan las relaciones sociales y se forman una imagen de lo que son y del mundo que les rodea. La familia propicia en el niño las bases de su identidad y le enseña a apreciarse a sí mismo, es decir, desarrolla su autoconcepto y su autoestima (Lila y Marchetti, 1995, Amador, 2003). En términos generales, los estilos parentales apoyadores y afectivos, al contrario que los cohercitivos y reprobadores, desarrollarán en los hijos confianza en sí mismos, alta autoestima y capacidad de autocontrol. Cuando, con la llegada de la adolescencia, se incremente la importancia del juicio de los iguales para valorarse a uno mismo, el adolescente educado en los términos anteriores podrá ser menos vulnerable a la presión grupal, variable que ha sido ampliamente relacionada con el consumo de alcohol (Parra, 1994, como se citó en Pons, 1997). El sistema familiar, por otro lado, juega un papel fundamental para explicar la aparición de numerosas conductas “desadaptativas” que causan una inestabilidad en los hijos. Los padres, intencionadamente o no, son la fuerza primordial en la vida de sus hijos, además de la influencia de otros contextos sociales (medios de comunicación, grupo de iguales, escuela). 31 En efecto, se observa que la calidad de las relaciones familiares puede operar en un doble sentido: potenciando la capacidad del adolescente para desarrollar relaciones de apoyo dentro y fuera de la familia cuando las relaciones familiares son positivas, o bien inhibiendo esas capacidades cuando las relaciones son problemáticas. En este sentido, de acuerdo con otros autores (Sanz, 2004), unas relaciones positivas en la familia se relacionan con un mayor desarrollo de recursos personales y sociales del adolescente. La adolescencia se caracteriza por cambios drásticos y rápidos en el desarrollo físico, mental, emocional y social, que provocan ambivalencias y contradicciones en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la sociedad a la que el adolescente desea incorporarse. Por ello, los adolescentes son una “materia” moldeable y receptiva que está muy abierta a las influencias de los modelos sociales y de los entornos de vida que frecuentan. La adolescencia es una etapa decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos de vida, ya que se consolidan algunas tendencias de comportamiento adquiridas en la infancia por la propia familia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos entornos de influencia. Numerosos estudios indican que la influencia de la familia trasciende hacia la relación del adolescente con los iguales. Así, la escasa presencia física o accesibilidadde los padres y la falta de supervisión de éstos, acompañada por una ausencia de comunicación con los hijos en relación con las actividades de la vida diaria, se asocian con una mayor tendencia a relacionarse con iguales conflictivos y a realizar conductas de riesgo o de carácter antisocial (Muñoz et al, 2002; Alvarado 2004). Asimismo, un mayor apoyo percibido de la familia se asocia a un menor consumo de tabaco, alcohol (Pons y Berjano, 1997) y drogas en el/la adolescente, incluso cuando su grupo de iguales presenta un consumo mayor. No obstante, determinados ambientes familiares pueden favorecer las conductas de riesgo en los adolescentes. Así, la existencia de normas explícitas en la familia que prohíben solo el uso de drogas ilegales predice un mayor riesgo de consumo 32 de alcohol y tabaco. Probablemente, los hijos entienden que las drogas legales son menos peligrosas o menos dañinas para la salud, al no ser expresamente rechazadas por los padres (Muñoz-Rivas y Graña, 2001). Se ha encontrado que las variables que predicen el consumo excesivo de alcohol son un inicio temprano del consumo, tener muchos hermanos (un factor que se suele asociar a familias multiproblema), baja supervisión parental, bajas expectativas académicas y un mayor número de síntomas de externalizar, como impulsividad y agresividad. Asimismo, la pauta de embriaguez en las chicas (no la simple experimentación) está relacionada con sentimientos de infelicidad y dificultades en la comunicación familiar. La dificultad de comunicación con los padres se asocia con la dificultad de comunicación con los amigos, con tener malestar físico y psicológico y con un mayor consumo de tabaco y alcohol desde edades tempranas (Rodrigo et al., 2004). 2.1 La familia De las diversas influencias socializadoras, los padres o tutores ejercen los efectos más poderosos sobre la mayor parte del desarrollo social de los niños. Para bien o para mal, actúan como modelos, articulan actitudes y creencias, y comunican y aplican demandas conductuales. De esta forma, los niños adquieren muchas de sus actitudes y valores que con el paso del tiempo se han ido arraigando. Además, las creencias y prácticas paternas de crianza de los niños ejercen efectos de largo alcance en el desarrollo social de los niños (Good y Brophy, 1996). Durante la fase de la adolescencia, se dan una serie de cambios dirigidos a la búsqueda de una identidad personal; el adolescente está dedicado a la tarea de afrontar los cambios inherentes a la pubertad, este proceso podría verse matizado por el contexto sociocultural en que se desarrolla cada individuo. 33 La familia ha ido teniendo cambios drásticos. En la actualidad, el niño desde pequeño comienza su “educación” asistiendo a la guardería. La convivencia entre padres e hijos es mínima y ya no es obligatorio que los hijos participen en los cultos familiares, además, de que la pareja tiene que trabajar y permanece mayor tiempo fuera de casa, y esto lleva a que en general, se vayan perdiendo las tradiciones (Vieyra, 2007). 2.2 Aspectos generales de la familia mexicana Desde la época prehispánica, se hizo énfasis en la educación de los hijos y lo que a cada miembro le correspondía dentro de la familia, dejando claro el trabajo respecto al género; es decir, en el hogar, el padre educaba a los varones y la madre, a las mujeres, formándose así un conjunto específico de valores en los hijos (Vieyra, 2007). La familia reproduce patrones culturales en el individuo, en este sentido es importante considerar que, tanto la estructura como las funciones de la familia se han ido transformando a lo largo de la historia (Alvarado y Cruz, 2004). La familia mexicana se ha visto que es una unidad relativamente sólida y dependiente de la estructura social global. De esta última, retoma sus características propias, así como sus diversos valores fundamentales; de modo que la modificación y la variedad macroestructural por lo general determinan el tipo y el cambio de la vida familiar (Velasco y Sinibaldi, 2001). Para López (2001), en México existe una larga tradición de estudios sobre familia desde distintas disciplinas y enfoques teórico-metodológicos, lo que ha permitido contar con información sobre el tamaño y estructura de los grupos familiares; ésta proviene tradicionalmente del análisis que la demografía hace de censos y encuestas de hogares. Sin embargo, pese a su enorme potencialidad, estos 34 análisis no permiten estudiar a la familia como una estructura social cualitativamente diferente y más compleja que la simple adición de sus miembros individuales. Varios estudios de carácter social y demográfico en México, constatan que en el transcurso de las últimas dos décadas han ocurrido profundas transformaciones en los hogares y las familias mexicanas, entre las cuales destacan: el incremento de hogares ampliados y compuestos frente a los nucleares; la reducción del número de hijos por familia; el aumento de hogares formados por la pareja sin hijos; la creciente proporción de los hogares encabezados por mujeres; el incremento de familias monoparentales; el mayor número de familias reconstituidas y, la mayor proporción de hogares formados por personas que viven solas (López, 2001). 2.3 Parentalidad Hoy en día, el hogar es el espacio social de la reproducción cotidiana y generacional de la población, a su interior ocurren hechos vitales y situaciones familiares que afectan positiva y negativamente la salud mental de sus integrantes, teniendo mayor peso en el desarrollo social de los niños. A este respecto, Baumrind (en Santrock., 2002) sostiene que los padres no deben ser punitivos ni huraños, más bien, deben desarrollar reglas para que los niños las cumplan, siendo al mismo tiempo apoyadores y nutridores. Baumrind (Amador y Cavero, 2004) opina que los estilos de crianza pueden clasificarse en cuatro tipos principales: • El estilo paternal autoritario es restrictivo y punitivo. Los padres autoritarios exhortan a sus hijos a que los obedezcan y respeten; establecen límites y controles firmes en sus hijos y permiten muy poco intercambio verbal. Los hijos de 35 estos padres a menudo se comportan de maneras socialmente incompetentes. Tienden a mostrarse ansiosos ante las comparaciones sociales, fracasan al iniciar una actividad y cuentan con destrezas pobres de comunicación. • El estilo paternal autoritativo impulsa a los niños a ser independientes, pero aún impone límites y controles sobre sus acciones, se permite la negociación verbal y los padres son cálidos y apoyan a los hijos. Los hijos de estos padres tienden a comportarse socialmente de forma adecuada, tienden a ser independientes, saben posponer la gratificación, se llevan bien con sus compañeros y muestran una alta autoestima. El estilo paternal autoritario está asociado con prohibición, más de cerca con la poca confianza de las habilidades y un bajo autoestima y orientación del niño hacia los demás, poco competente. En tanto que el estilo paternal autoritativo, está relacionado más de cerca con el desarrollo de iniciativa, autonomía y aceptación en los niños. Las combinaciones de estas conductas paternas predisponen a los niños hacia patrones de desarrollo social diferentes. Así mismo, cabe mencionar que éste ultimo estilo de parentalidad, son padres que responden a las demandas y preguntas de sus hijos mostrando atención e interés, explican las razones de las normas que establecen, reconocen y respetan su independencia, negocian con ellos y toman decisiones en conjunto. Ponen límites a sus hijos de manera racional, haciéndoles entender la utilidad de un cierto control y las consecuencias de la conducta, este estilo fomenta el intercambio verbal y utiliza como disciplina básicamente la induccióny algún uso de la fuerza. La meta es conseguir que el joven acepte las reglas de los demás sin perder su independencia. • El estilo paternal indiferente es una forma permisiva de ejercer la paternidad, en la cual los padres no se involucran en la vida de sus hijos. Los niños de padres indiferentes a menudo se comportan socialmente de formas inadecuadas. Tienden 36 a tener un pobre autocontrol, limitan la independencia y no están motivados hacia el logro. • El estilo paternal permisivo es un estilo en el que los padres se encuentran muy involucrados con sus hijos pero les imponen pocos límites o restricciones sobre su comportamiento. El resultado real es que estos niños por lo general, no aprenden a controlar su comportamiento. Este tipo de padres no toma en cuenta el desarrollo total del niño. Muchos de los hallazgos sobre la conducta paterna y los efectos en los niños están organizados alrededor de dos dimensiones importantes de conducta paterna: amor – hostilidad y restricción – permisividad. Retomando los dos últimos estilos de parentalidad, se puede decir que la mayoría de los padres no son extremos en ambas dimensiones, de modo que ejercen influencias menos extremas, aunque en las direcciones indicadas. Determinar cual patrón de conducta es óptimo requiere hacer juicios de valor respecto a los resultados deseados en el niño. Para obtener un óptimo desarrollo infantil es necesario un equilibrio entre la restricción y la permisividad. De esta manera evitar el desarrollo los niños egocéntricos e indisciplinados. Por otro lado, la dinámica no es la misma en todas las familias, ya que esta se encuentra diferenciada por el número y tipo de componentes, nivel cultural y económico; Dulanto (2000, como se citó en Alvarado y Cruz, 2004) considera que la familia tiene muchos problemas y dificultades relacionados con la educación y formación familiar lo que lleva a que atraviese por graves conflictos que suelen orillarla a crisis. La primera dificultad que se presenta en las familias con estudiantes es el reajuste emocional en el que obligadamente entran los hijos por el proceso de maduración emocional, que los transforma y les separa gradualmente de la familia, como la única fuente de convivencia e intercambio afectivo. 37 A este respecto, Conger (1980, como se citó en Alvarado y Cruz, 2004) señala que es durante esta etapa cuando los padres y los hijos adolescentes deben aprender a establecer nuevas clases de relaciones mutuas. La adaptación a esta nueva clase de relación será más difícil para algunos padres – y adolescentes - que para otros. Es importante recordar que en esta etapa, la autoestima es trastocada por los ajustes globales propios del estudiante. Prácticas de parentalidad En México, hay un vacío en la investigación de la función compartida por familia específicamente parentalidad de forma conductual, abuso de alcohol y la conducta antisocial (actos leves y graves) de los adolescentes. En cuanto a este último se abordara a continuación. López (como se citó en Juárez, 1999), afirma que el papel de los padres, durante la adolescencia, es el de estar ahí para que el hijo pueda cuestionar las actitudes de los padres y para servir de punto de referencia en la búsqueda para encontrar sus valores y ambiente propio. Los padres ejercen cierto control, pero en realidad la conducta del adolescente dependerá de qué tan bien fueron incluidas normas y valores en su repertorio conductual durante los primeros años de vida, es casi imposible enseñarle esas pautas de comportamiento de manera tardía o espaciados, después de la pubertad. Hemos visto, que el consumo de alcohol así como el ambiente social y familiar influyen en la conducta del estudiante. Se observó que los ambientes problemáticos pueden generar conductas problemáticas, concretamente el riesgo de presentar actos antisocial, la cual ha sido definida desde diferentes perspectivas teóricas. Algunas de ellas serán definidas en el siguiente capítulo. 38 CAPÍTULO 3. CONDUCTA ANTISOCIAL DEL ESTUDIANTE Los datos de distintos estudios señalan que el desarrollo de habilidades sociales en los estudiantes y los estilos de parentalidad positiva son factores que protegen en forma importante ante las conductas, así mismo los estudiantes pasan por una serie de cambios tanto físicos y psicológicos. Dichos cambios pueden llegar a tener una falta de estabilidad en la etapa de la adolescencia, que es cuando se pueden tener conductas antisociales (Quiroz, 2006). De acuerdo con el crecimiento de los estudiantes, se observa un período de edad crítico para el comienzo de los cambios físicos, éstos se presentan en forma precipitada y no en la misma edad para todos/as, ya que el crecimiento corporal ocurre de forma asimétrica, y frecuentemente no coincide con la madurez emocional y sexual. Resulta un tanto complicado en la adolescencia, identificar cuándo el comportamiento está entrando en un proceso antisocial (hasta qué punto entra en la “norma social”), sobre todo si tomamos en cuenta que éste es un periodo de grandes cambios biológicos, psicológicos y sociales que se han caracterizado por una inconsistencia y fluctuaciones en el comportamiento, los cuales algunas veces no están al alcance de la comprensión de los adultos que rodean al estudiante, sin dejar de lado la presión social que se vive tanto en escuela como en casa. Esta conducta se puede dar en los jóvenes estudiantes por el proceso de búsqueda de identidad, la cual genera una experiencia de individuación compleja, donde los esfuerzos resistentes, opuestos, rebeldes, las etapas de experimentación, el probar y caer en excesos tendrán un beneficio positivo en el proceso de autoaceptación (Alvarado y Cruz, 2004). El Inconveniente de esta conducta en el estudiante es que causa inestabilidad y conflictos en muchos casos, el proceso es tan amenazador para algunas personas, que consideran 39 “anormal” a un hijo ante cualquier desviación de los valores parentales, aun que en algunas familias sí se toleran. La conducta antisocial en general, ha sido estudiada como síntoma de un trastorno antisocial de la personalidad, el cual también ha recibido otras denominaciones como trastorno psicopático de la personalidad. Con estos términos se intentó resaltar la influencia del temperamento y las características mentales del sujeto en el primero y de la sociedad en el segundo, a través de la evaluación del daño que la conducta desviada del sujeto provoca a la sociedad (Alvarado y Cruz, 2004). Por otro lado, la conducta antisocial es un término amplio que engloba rasgos que en mayor o menor medida, se pueden dar en muchos estudiantes en algún momento de la vida. El trastorno de carácter antisocial, es en cambio, una determinada expresión de la conducta antisocial que se establece ya como una forma patológica de personalidad y que no debe ser diagnosticada como tal antes de los 18 años. El trastorno antisocial se da en una proporción de doble a uno para los varones en comparación con las mujeres. Los trastornos en los que las conductas antisociales forman los síntomas predominantes son el Trastorno Disocial y el Trastorno Antisocial de la Personalidad. El primero se diagnostica durante la infancia y, sobre todo, a principios de la adolescencia; el segundo, por definición, corresponde a la edad adulta. Sin embargo, ambos comparten un cuadro sintomático que varía poco; incluso, se asegura que los niños que han padecido un Trastorno Disocial, es muy probable que evolucionen a un Trastorno Antisocial de la Personalidad. Parece ser que el Trastorno Negativista Desafiante, antecede a la aparición de un Trastorno Disocial en la adolescencia (Alvarado y Cruz, 2004). Cabe mencionar que Muñoz (2002) da tres grupos de teorías acerca del trastornode carácter antisocial: las psicogenéticas, las orgánicas, las ambientales mismas que pueden superponerse y asociarse. 40 Las paternidades adolescentes, las familias grandes, los hogares deshechos e incluso la pobreza u otros, influyen negativamente más por las situaciones de discordia, depresivas o conflictivas que generan, que por la situación en sí misma. La crianza es el factor crítico de riesgo. La hostilidad, el maltrato, la falta de atención, entre otros, tienen un efecto importante sobre los vínculos y sobre el proceso conductual del estudiantes. El padre está ausente o fuertemente desvalorado, no aparece en ningún caso como representante de la autoridad, ni de la ley. La madre es una figura ambivalente, pasa de la sumisión a la agresividad, del afecto a la indiferencia, de la rigidez moral a la complicidad. Genera una situación caótica que impregna la vida del niño desde muy pequeño. Aunque la asociación entre consumo de alcohol y violencia es conocida, las investigaciones realizadas no presentan datos concluyentes. Decir que el alcohol causa violencia es una simplificación; existen muchos ejemplos de que también puede darse la relación contraria: una situación violenta facilita y mantiene el consumo de alcohol y, hasta algo que parecería extraño, las víctimas de la violencia de otro tienden a consumir alcohol de forma peligrosa, cuando antes no lo hacían (Moya, 2007).Es decir, la adolescencia se convierte en una etapa de vulnerabilidad y facilitadora para el inicio de conductas de riesgo como es el consumo de drogas. El fenómeno de las drogas es altamente complejo, multicausal que no reconoce límites territoriales, ni sociales, tampoco de edad. En esta línea, cabe destacar los nuevos patrones de consumo de los estudiantes, manteniendo una prevalencia incrementada de consumo de drogas en los últimos años. Por sus características evolutivas, como la búsqueda de identidad personal e independencia, el alejamiento de los valores familiares y el énfasis en la necesidad de aceptación por el grupo de iguales, la adolescencia se convierte en una etapa de vulnerabilidad y facilitadora para el inicio de conductas de riesgo como es el consumo de drogas (Fraile, Riquelme, y Pimenta, 2004). El contacto de los estudiantes con las drogas aparece cada vez a edades más tempranas. 41 Sugiriendo que presentar conductas antisociales en la niñez y adolescencia puede ser un factor de predisposición para una mayor inadaptación social en la adultez, resaltando la importancia de identificar la conducta antisocial precozmente en las primeras etapas tempranas de desarrollo, a fin de prevenir problemas como el consumo de drogas. En México, a finales de los 90´s se estima, que en uno de cada tres ingresos de los adolescentes a las agencias del Ministerio Público, había estado involucrado el alcohol durante el acto de violencia. El riesgo de que una persona con patrón de consumo frecuente ingrese por lesiones a hospitales de urgencias, es cuatro veces mayor comparada con la probabilidad de que sea detenido (Natera y López, 2000). Es importante señalar que el consumo de alcohol se ha venido incrementando en forma consistente y que el nivel de consumo es muy elevado, con más del 60% para el alcohol en estudiantes, de acuerdo con la Encuesta de Estudiantes 2006. Esta situación está relacionada con dos aspectos muy importantes; se observan bajos niveles de percepción de riesgo y una alta tolerancia social, en comparación con el uso de drogas ilegales. Si bien se requiere un análisis más detallado sobre los senderos que estas conductas siguen en los adolescentes, los datos muestran que el consumo de drogas está altamente vinculado con conductas antisociales (Villatoro et al., 2004). 3.1 Conducta Antisocial El concepto de conducta antisocial es poco común en el campo de la psicopatología, pues básicamente no se define en términos de rasgos psicológicos anormales, sino de características de comportamiento que contravienen las normas sociales (Rutter, 2002). El comportamiento antisocial se refiere a una 42 amplia gama de manifestaciones conductuales que incluye robar, mentir, vagar, desafiar a la autoridad, actuar agresivamente, conductas que violan principios, normas y expectativas sociales. Por ende, se define como la conducta que atenta contra el orden social establecido (Quiroz, 2006). Durante la etapa de adolescencia temprana, se presenta un cierto grado de rebelión contra los adultos y sus valores, narcisismo interno, dependencia hacia la subcultura formada por el grupo de edad, intensificación de urgencias y sentimientos sexuales, incremento de la agresividad, así como las capacidades intelectuales y emocionales, además de conductas y actitudes que son intentos para experimentar situaciones nuevas (Juárez, 1999). En este ámbito, estudios centrados en el análisis de rasgos de personalidad en la infancia y adolescencia que pudieran estar implicados en el posterior consumo de sustancias tanto legales como ilegales, han señalado repetidamente la relevancia de determinadas variables psicológicas como son un pobre control de las emociones, la inconvencionalidad y la introversión social (Brook, como se citó en Muñoz 2002) así como la timidez, la agresividad y la personalidad depresiva (Kellam, como se citó en Muñoz 2002). Si la conducta agresiva presente en la infancia persiste en la adolescencia, es un potente predictor de abuso de alcohol, del abuso de drogas y de la conducta agresiva en años posteriores (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002). Los niños irritables, fácilmente distraibles, con frecuentes rabietas y peleas con los hermanos y con conductas que predicen a la delincuencia tienen mayor probabilidad de consumir alcohol y otras drogas en la adolescencia (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002). A continuación, se hace una semblanza de los estudios psicosociales realizados sobre la conducta delictiva y actos antisociales en población de estudiantes, así como de las variables que se han asociado a este tipo de conductas. 43 Varios estudios realizados a partir de 1985, como la escala de actos antisociales en el nivel medio superior, que reporta que los hechos delictivos más frecuentes: la participación de riñas, seguido por golpear y dañar cosas que no le pertenecían, golpear o herir a personas y tomar un auto sin permiso del dueño, en un rango de 5.5% a 13.9% de alumnos que los cometieron en el año previo a la aplicación del instrumento (Castro, 1990 como se citó en Juárez, 1999); hacer evidente cómo va en aumento la conducta delictiva. 3.2 Factores asociados con la conducta antisocial Numerosas investigaciones de CONADIC han demostrado que los hogares desintegrados y los cambios familiares (divorcio y separación) se asocian con la delincuencia, pero las pruebas sugieren que es fundamentalmente una función de la asociación con las desavenencias familiares (Quiroz, 2006). De las muestras estudiadas en décadas pasadas, pocos estudiantes desarrollaron conductas agresivas físicas al final de la infancia o la adolescencia si es que no habían desarrollado ya tales conductas en una temprana infancia. La mayoría de ellos en cambio, superaron las conductas agresivas iniciales. De cualquier modo, los datos parecen señalar que si la conducta agresiva continúa hasta el comienzo de la adolescencia (13 años), puede ser considerada como un potente predictor del abuso de sustancias como el alcohol y de la conducta agresiva en los años posteriores (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002). Se ha visto que son muchos los orígenes de la conducta antisocial y por lo tanto la idea de que una sola disciplina o un solo modelo teórico es suficiente para comprenderla y tratarla, resulta ilusorio. Dicha conducta puede ser multicausal. Para comprender al joven
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