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Relacion-entre-parentalidad-abuso-de-alcohol-y-conductas-antisociales-en-estudiantes

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 
LICENCIADA EN PSICOLOGÍA 
 
PRESENTA 
 
ARACELI GUTIÉRREZ GONZÁLEZ 
 
 
 
DIRECTOR DE TESIS: 
 
LIC. JORGE AMETH VILLATORO VELÁZQUEZ 
 
REVISORA: 
 
DRA. EMILY ITO SUGIYAMA 
 
RELACIÓN ENTRE PARENTALIDAD, ABUSO DE ALCOHOL Y 
CONDUCTAS ANTISOCIALES EN ESTUDIANTES 
 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
1 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
En primer lugar quiero agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México 
por permitirme ser parte de ella y darme la formación necesaria para cumplir con 
mis proyectos y sueños. 
 
En segundo lugar a la Facultad de Psicología por acogerme y así formar parte de 
mi, como mi segundo hogar. 
 
A todos mis maestros de la Facultad de Psicología que me enseñaron a amar esta 
profesión y por brindar su conocimiento sin condiciones, especialmente a los que 
marcaron mi formación e inclinación académica: Rafael Luna Sanchéz, Miriam 
Camacho Valladanes, Verónica Alcalá, Héctor Lara Tapia y Pablo Fernández 
Chirstlies. 
 
De manera muy especial, agradezco a mi director de tesis Jorge Ameth Villatoro 
Velázquez, como persona y como profesional, por la gran oportunidad, el apoyo, 
la confianza y sobre todo por las enseñanzas que me ha dado ya que me ha 
dejado huella en mi vida. 
 
A la licenciada Midiam Moreno por la dedicación, confianza y apoyo brindados 
para la realización de este trabajo. 
 
A la Dra. Emily Ito le agradezco enormemente el apoyo incondicional y la gran 
confianza tanto en mí como en el presente trabajo. Admiro su gran dedicación y 
compromiso como profesionista, pero más aun esa calidad humana para 
expresarse. 
 
2 
 
Así mismo agradecer a mis amigos su amistad incondicional y los momentos de 
alegría y de tristeza compartidos: mis padres a quienes los amo eternamente y mi 
hermana a quien adoro con toda el alma. 
 
Un agradecimiento especial a la Secretaría de Desarrollo Institucional de la 
UNAM, al Programa Transdisciplinario en Investigación y Desarrollo para 
Facultades y Escuelas, a través del Macroproyecto: “Desarrollo de Nuevos 
Modelos para la Prevención y el Tratamiento de Conductas Adictivas” 
 
Especialmente al proyecto MP6-7 “El consumo de alcohol, tabaco y otras drogas 
en la UNAM”. Singularmente un sincero agradecimiento al Lic. Jorge A. Villatoro 
Velázquez y al Instituto Nacional de Psiquiatría, División de Investigaciones 
Epidemiológicas y Sociales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 
 
DEDICATORIAS 
Con gran dedicación por el gran apoyo que siempre ha estado sin titubear son mis 
padres que solo tengo una palabra para describir lo que siento por ellos: “amor”, 
gracias por los valores que me han inculcado hasta este momento, esa confianza 
para la toma de decisiones; así mismo, el amor con el que crecí al lado de mi 
hermana Jaki que adoro, no tienes idea del cariño que siento por ti, recuerda que 
siempre estaré ahí para lo que necesites y sé que me respondes de la misma 
manera. 
 
Cabe resaltar que el presente trabajo es además, un ofrecimiento por apoyarme y 
escucharme en todo momento Sandy, Martha, y en esta etapa de mi vida aunadas 
Tania y Valeria ya que nuestras sesiones han hecho historia para fortalecernos 
como mujeres, amigas, hermanas; no sin olvidar el apoyo y los buenos concejos 
de mi admirable amiga Leticia y Katia, que a pesar de la distancia la confianza y 
alegría alimenta nuestra gran amistad. Humberto gracias por todo el apoyo 
incondicional, vales mil, solo se paciente que pronto llegará lo que tanto añoras. 
 
No me gustaría dejar a nadie fuera de los agradecimientos, solo quiero agradecer 
a cada una de las personas que han dejado huella en mi vida y que me recuerden 
con cariño, por que hasta este momento agradezco por los grandes aprendizajes y 
los momentos felices que hemos disfrutado. 
 
Con gran emoción brindo el presente escrito, a esa niñez y ternura que me rodea, 
por compartir y provocar una sonrisa en mi rostro, por brindarme esa linda 
inocencia. Pero muy en especial dedicatoria con todo el amor de mi corazón para 
Frida, ya que llegara tu momento y mejor aun el momento en el que puedas leer la 
tesis de tu mami. 
 
Espero siempre encontrar la moneda del amor… 
Te doy este presente porque formas parte de mi vida además de ser un pilar 
primordial para que siga adelante. 
4 
 
INTRODUCCIÓN 
 
ÍNDICE 
RESUMEN 6 
INTRODUCCIÓN 8 
 
CAPÍTULO 1. EL CONSUMO DE ALCOHOL 12 
1.1 Perspectiva Histórica sobre el consumo de alcohol 14 
1.2 Historia del consumo de alcohol en México 16 
1.3 Definición de abuso y dependencia al alcohol 22 
1.4 Patrones de consumo 24 
1.5 Encuestas de hogares y de estudiantes 26 
 
CAPÍTULO 2. ENTORNO FAMILIAR Y PARENTALIDAD 30 
2.1 La familia 32 
2.2 Aspectos generales de la familia mexicana 33 
2.3 Parentalidad 34 
 
CAPÍTULO 3. CONDUCTA ANTISOCIAL DEL ESTUDIANTE 38 
3.1 Conducta antisocial 41 
3.2 Factores asociados con la conducta antisocial 43 
 
CAPÍTULO 4: MÉTODO 49 
4.1 Objetivo general 49 
4.2 Objetivos específicos 49 
4.3 Hipótesis conceptual 49 
4.4 Variables 50 
4.5 Población y muestra 52 
4.6 Instrumento 54 
4.7 Procedimiento 68 
4.8 Análisis de datos 59 
5 
 
 
CAPÍTULO 5: RESULTADOS 61 
5.1 Características sociodemográficas 61 
5.2 Conductas antisociales y abuso de alcohol 64 
 
CAPÍTULO 6: DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 69 
 
BIBLIOGRAFÍA 78 
 
APÉNDICES 84 
1. Definición y clasificación de bebidas alcohólicas 85 
2. Estrategias preventivas en el ambiente familiar 86 
3. Estrategias preventivas en el grupo de estudiantes y pares 88 
4. Cuestionario para estudiantes 89 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
RESUMEN 
 
 
El presente trabajo forma parte de la Encuesta sobre Consumo de Drogas en 
Estudiantes de la de Nivel Medio Superior y Superior (MACROPROYECTO) que 
se levantó en 2007. 
 
El objetivo principal es analizar la relación entre abuso de alcohol, estilos de 
parentalidad y actos antisociales en estudiantes de nivel medio superior y superior 
que forma parte de una muestra realizada en el D.F. y área metropolitana. 
 
Se presenta la descripción del método utilizado, así como una visión general 
acerca del consumo de alcohol (en nuestro país) en jóvenes estudiantes de nivel 
medio superior y superior. 
 
Se presenta una aproximación al concepto de parentalidad en cuanto al 
monitoreo, involucramiento entre otros factores, abuso de alcohol en México y sus 
jóvenes estudiantes y la influencia que esta tiene en el desarrollo de los jóvenes 
en cuanto a sus actos antisociales. 
 
Los hallazgos demostraron que en estudiantes que consumen alcohol, es más 
probable el riesgo de cometer actos antisociales graves a comparación de actos 
antisociales leves. En cuanto al nivel educativo, existe una diferencia ya que 
quienes estudian el bachillerato son más propensos a cometer actos antisociales 
graves.Esto podría deberse a los cambios emocionales e influencias del entorno 
social y a falta de una buena interacción familiar. En los estudiantes de nivel 
licenciatura, quienes cometer actos antisociales leves, la formación en valores y 
ética que reciben en la profesión propicia en ella una mayor estabilidad emocional. 
 
Las variables predictoras como abuso de alcohol, falta de involucramiento familiar, 
presencia de monitoreo excesivo, falta de aliento positivo por parte de los padres, 
7 
 
presencia de disciplina inconsistente, se relacionan notablemente para que los 
estudiantes corran el riesgo de cometer actos antisociales, por la falta de 
supervisión adecuada de los padres. Además de que los más propensos a tener el 
riesgo de cometer dichos actos son los hombres. 
 
Palabras clave: Consumo de alcohol, actos antisociales, parentalidad, 
estudiantes, familia, drogas legales, nivel bachillerato y licenciatura.
8 
 
INTRODUCCIÓN 
 
La mayoría de los autores que han escrito acerca de las adicciones y sus causas 
(Medina-Mora 2004, 2006; Villatoro 2003, Natera 2000, Rojas 1999) coinciden en 
pensar que no existe un único motivo que pueda considerarse responsable de la 
adicción a las drogas, sino que es la suma o interacción de diversos factores lo 
que puede determinar la incidencia y prevalencia de consumo de sustancias 
legales e ilegales, conducta que se inicia durante la adolescencia. 
 
La etapa de la adolescencia se caracteriza por cambios drásticos y rápidos en el 
desarrollo físico, mental, emocional y social, que provocan ambivalencias y 
contradicciones en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la 
sociedad a la que el adolescente desea incorporarse (Rodrigo et al., 2004). Por 
ello, puedo decir que los adolescentes y en este caso estudiantes, de alguna 
manera, son moldeables y receptivos, además de que están muy abiertos a las 
influencias de los modelos sociales y de los entornos de vida que frecuentan. La 
adolescencia es una etapa decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos 
de vida, ya que pueden fortalecer algunas tendencias de comportamiento 
adquiridas en la infancia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos 
entornos de influencia. 
 
Rodríguez (1985) señala que las conductas humanas son, como la misma 
naturaleza, algo que está en continuo cambio y sujeto a múltiples influjos. El uso 
de drogas sería, por lo tanto, "el resultado de toda una constelación de elementos, 
algunos de los cuales son incluso imprevisibles, y que gravitan sobre un sujeto o 
grupo de individuos en un momento de su historia personal o social" (Sanz et al., 
2004). 
 
Actualmente, el alcohol aunque generalmente no se considera como una droga, es 
una sustancia psicotrópica (droga legal) muy fuerte y altamente consumida en el 
mundo. El alcohol actúa principalmente como depresor, pero se experimenta como 
9 
 
una droga que estimula la sociabilidad ya que su consumo es permisible. Esto se 
debe a que el alcohol tiene un efecto depresivo sobre los mecanismos inhibitorios 
del cerebro, con lo cual se desinhiben las emociones (Moya, 2007). 
 
El consumo abusivo de bebidas alcohólicas está claramente relacionado con el 
desarrollo de discapacidad y de distintas enfermedades, así como con violencia, 
maltrato infantil, marginación y conflictos con la familia y en la escuela. El alcohol 
está presente en una proporción muy importante de accidentes de tráfico, 
laborales y domésticos (Moya, 2007). 
 
En cuanto el panorama epidemiológico en México, desde hace algunos años, han 
sido varias encuestas sobre consumo de drogas legales e ilegales que se han 
conducido en el país, además de investigaciones específicas sobre el tema. 
 
La Encuesta Nacional de Adicciones 2002 (ENA 2002), las encuestas estatales de 
estudiantes de secundaria o preparatoria en Aguascalientes, Baja California, 
Sonora, Querétaro, Nuevo León, Yucatán, Campeche, Tlaxcala (Villatoro et al., 
2003, 2007, en prensa), la encuesta de consumo de drogas en estudiantes del 
Distrito Federal (Villatoro et al., 2007) y Tamaulipas (Gaither et al., 2004), son 
algunos de los estudios que se han realizado sobre esta temática y que nos 
brindan un marco de cambios en el contexto nacional de las adicciones entre 
otras problemáticas (en proceso la ENA 2008, encuesta de estudiantes de Jalisco 
y la encuesta del Estado de México).Además de estos estudios, se siguen 
realizando investigaciones en conjunto con varias instituciones trabajan en esta 
temática como la prevención y tratamiento. 
 
En la encuesta de estudiantes en Ciudad de México, que se realizó en el 2003, 
cabe resaltar lo que ha ocurrido en nuestro país en cuanto al consumo de drogas 
legales. Hay un incremento en el consumo especialmente en alcohol, le siguen las 
drogas ilegales (mariguana y metanfetaminas), aun cuando el índice general de 
consumo se ha mantenido estable. Trabajar siendo menor de edad, junto con 
10 
 
llevar más tiempo haciéndolo, ha incrementado la probabilidad de consumir 
drogas, aún y cuando el adolescente se encuentre estudiando (Villatoro, 2005). 
 
En la encuesta estatal del 2003 Aguascalientes, se encontró una problemática 
muy fuerte en el abuso de alcohol, que alcanza al 40% de la población de 
bachillerato (Villatoro, 2007).Por otra parte, se sigue observando que las mujeres 
han incrementado su consumo de drogas. De manera específica, el reporte de la 
encuesta del 2007 muestra que en alcohol en conjunto con el tabaco en algunas 
delegaciones de Ciudad de México, hay mayor prevalencia de mujeres que las 
consumen (Villatoro, 2007). 
 
El consumo de alcohol se ha venido incrementando en forma consistente y el nivel 
de consumo es de más del 60% para el alcohol (Villatoro, 2007). Este resultado 
debe llamar nuestra atención, a fin de incluir un módulo importante en los distintos 
programas de prevención sobre el tema, además de que tradicionalmente hemos 
sido una sociedad con una alta tolerancia ante el uso y abuso del alcohol, así que 
este puede ser el inicio al consumo de drogas ilegales. 
La investigación científica ha tratado de identificar los factores que influyen en que 
algunas personas usen drogas y en este caso, una de las drogas legales como es 
el alcohol; como los personales, los interpersonales y los del medio ambiente 
social y cultural. Pero hay pocas explicaciones sobre por qué la mayoría de los 
individuos que las prueban después las abandonan, mientras otros las continúan 
usando. Tampoco hay absoluta certeza sobre los factores que hacen que la mayor 
parte de la población no las consuma jamás, a pesar de estar igualmente expuesta 
al estrés social, a la disponibilidad de las sustancias y a otras realidades adversas 
en su vida personal y colectiva. 
Si bien se requiere un análisis más detallado sobre el abuso del alcohol y las 
conductas que siguen los estudiantes, ya que investigaciones anteriores muestran 
que el consumo y abuso de drogas legales e ilegales está vinculadas con 
conductas antisociales tanto en los hombres como en las mujeres; y lo 
11 
 
relacionaremos con la relación parental que tengan estos estudiantes. En este 
sentido la presente investigación, lejos de aspirar a crear un modelo teórico que 
explique íntegramente el consumo alcohol, pretende confirmar la existencia de 
factores de riesgo y factores de protección que afectan y actúan sobre la conducta 
antisocial. Se trata de una contribución al conocimiento científico que, desde una 
realidad basada en datos epidemiológicos, contribuya de distintas maneras y se 
sume al planteamiento de hipótesis sobre las interacciones entre los factores de 
riesgo y los factores de protección dentro del contexto de las influencias 
ambientales, todo ello guiado por un marco teórico que dé sentido a los 
fenómenos observados y los resultados obtenidos en el cuestionario como parte 
de una encuestade estudiantes. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
12 
 
CAPITULO I. EL CONSUMO DE ALCOHOL 
 
En este apartado conoceremos el origen e historia del alcohol, así como sus 
mecanismos de acción; además de las repercusiones a la salud en el corto y 
largo plazo que trae consigo el uso y abuso de esta sustancia. 
 
El consumo de alcohol no es una conducta nueva; desde antigüedad ha sido una 
constante en muchas civilizaciones, apareciendo unido en diferentes culturas a 
ritos, ceremonias o reuniones de festejo (Villatoro et al., 2005). El consumo de 
alcohol en nuestro tiempo se extiende prácticamente a todas las sociedades, y 
está presente de manera cotidiana y natural en comidas, fiestas y actos sociales 
diversos. 
 
Los problemas derivados del alcohol surgen cuando el consumo de esta sustancia 
llega a ser excesivo, registrándose situaciones que resultan perjudiciales para el 
individuo y su entorno social y familiar. En este sentido, se alude al síndrome del 
alcoholismo, enfermedad caracterizada por un consumo elevado de alcohol, una 
dependencia del mismo y un conjunto de patologías derivadas de la ingesta 
abusiva y constante (Gil, 2008). 
 
Parte de los estudios sobre el consumo de alcohol por los jóvenes estudiantes se 
ha centrado en identificar variables relacionadas con este fenómeno. Algunas de 
estas variables aparecen como factores de riesgo, es decir situaciones objetivas o 
disposiciones subjetivas que propician o refuerzan el consumo de alcohol, 
mientras otras son estudiadas como factores de protección, o variables que 
contribuyen a prevenir, reducir o modular el consumo y que hacen a los individuos 
menos vulnerables ante los factores de riesgo (Félix, 1992 como se citó en Gil, 
2008). 
 
La edad de inicio en el consumo es un elemento importante para decidir en qué 
momento se deben programar estrategias de intervención dentro de la población, 
13 
 
y de esta manera, prevenir problemas posteriores que hacen más difícil su 
tratamiento. 
 
En México, los estudios realizados sobre las adicciones en poblaciones escolares 
de enseñanza media y media superior establecen ya una trayectoria, lo que ha 
permitido que se conozcan algunos riesgos que se asocian con el abuso de 
alcohol. No obstante, la investigación sobre el abuso de alcohol en población 
universitaria ha sido un campo menos explorado, particularmente en lo referente a 
la identificación de las variables que predicen el consumo excesivo de alcohol. 
Según investigaciones internacionales recientes (Mora-Ríos, Natera y Juárez, 
2005) sobre los factores asociados con el abuso de alcohol en esta población, 
indica que es entre los universitarios donde el consumo alto o explosivo tiende a 
ser mayor, inclusive entre los jóvenes que no asisten a la universidad, y que el 
periodo de mayor consumo se da entre los 18 y 21 años de edad. 
 
El proceso por el que se obtiene el alcohol, componente básico de las bebidas 
alcohólicas, es la fermentación anaeróbica de los hidratos de carbono, proceso 
conocido como “fermentación alcohólica”. Este proceso se lleva a cabo por la 
transformación del azúcar en etanol mediante la actuación de unas levaduras 
sobre ciertos frutos o granos, como la uva, la manzana, la cebada o el arroz. Se 
utiliza la palabra “alcohol” cuando nos referimos al alcohol etílico o etanol (CH3-
CH2-0H); líquido claro, incoloro, volátil, inflamable, de infinita solubilidad en agua y 
miscible en cloroformo y éter. Su liposolubilidad es unas 30 veces menor que su 
hidrosolubilidad. En lo relacionado con su valor nutritivo, 1 gramo de alcohol 
aporta al organismo 7.1 Kcal.; este aporte energético no se acompaña de un 
aporte nutritivo como minerales, proteínas o vitaminas. (Moya, 2007). 
 
En cuanto a la farmacología y metabolismo del alcohol por vía oral se absorbe 
mayoritariamente en el tramo proximal del intestino delgado (más del 80%) y 
menos en el estómago (hasta un 20%). La velocidad de absorción del alcohol 
determina la magnitud de sus concentraciones plasmáticas así como la intensidad 
14 
 
y duración de sus efectos farmacológicos. Esta velocidad depende de muchos 
factores. Así, es más rápida si se administra en ayunas o con el estómago vacío 
(concentración máxima a los 30-60 minutos) y más lenta en presencia de 
alimentos. La concentración de alcohol en la bebida también influye, siendo la 
absorción más veloz cuando tiene una graduación alcohólica del 20-30% en 
comparación con bebidas del 3-10%. Si se administran bebidas del 40% o más el 
vaciamiento gástrico disminuye. Las bebidas alcohólicas que contienen gas 
carbónico (por ejemplo el cava) o mezcladas con bebidas carbónicas (soda) 
presentan una absorción más rápida. Los alimentos retrasan la absorción, 
produciendo concentraciones mucho menores de etanol en sangre que cuando se 
toma en ayunas. En cuanto a la distribución del alcohol, es una molécula 
altamente hidrosoluble y por ello se esparce por toda el agua corporal, siendo las 
concentraciones similares a las de la sangre en la mayoría de tejidos y órganos. 
Debido a su pobre liposolubilidad no difunde bien en la grasa. Tras administrar una 
misma dosis ajustada al peso, las concentraciones sanguíneas de alcohol son 
mayores en las mujeres que en los hombres (Moya, 2007). 
 
 
1.1 Perspectiva Histórica sobre el consumo de alcohol 
 
A partir de la aparición de la cerámica, a principio del periodo neolítico, el hombre 
tiene la posibilidad de realizar el proceso de fermentación de jugos vegetales y el 
almacenamiento de sustancias líquidas, más adelante el procesado de los 
cereales. 
En cuanto el origen de las bebidas alcohólicas, los primeros destilados se 
conocieron con el nombre de "aguavite" o sea, aguardiente (Berruecos, 2007). 
Hasta hace aproximadamente un siglo, sólo se extraía el alcohol del vino o del 
orujo. Sólo en Reino Unido se extraía de la cebada, tomando en cuenta que en la 
época prehispánica se obtenía el pulque de los magueyes. 
15 
 
La creciente demanda y la diversidad de usos, obligó a buscar esta sustancia en 
los más variados productos vegetales y hoy ocupa primerísimo lugar el alcohol de 
cereales y de caña o melaza de azúcar. 
De acuerdo con la literatura, entre los años 4000 y 3500 a .c. Y se utilizaban las 
bebidas (cerveza y el vino) en las civilizaciones de Egipto, China y en la cultura 
Mesopotámica, adquiriendo el uso de sustancias en la mayoría de los casos un 
carácter ritual, mágico – religioso (Barnato, 2002 como se citó en Labal, 2005). 
Esta misma tendencia por el pueblo griego, quienes identificaron a las bebidas 
alcohólicas con figuras mitológicas. 
 
Más adelante, en la Edad Media, en el siglo IX, aparece la destilación, lo que 
probablemente facilitó la disponibilidad de bebidas alcohólicas de alta 
concentración poder de intoxicación Difundiéndose esa técnica rápidamente a 
toda Europa. El descubrimiento y la colonización, ayudaron a la expansión de 
bebidas alcohólicas en ambos continentes entre América y Europa, lo que llevó al 
uso masivo de alcohol en situaciones que no estaban dentro del contexto ritual 
mágico y religioso. Sin dejar a un lado, que el pulque ya existía antes de la 
conquista (Barnato, 2002 como se citó en Labal, 2005). 
 
El consumo de bebidas alcohólicas es un hábito ampliamente extendido y 
culturalmente aceptado en la mayoría de las sociedades. En la actualidad, beber 
alcohol no es un hábito exclusivo de la población adulta, los jóvenes también lo 
hacen y cada día son más los adolescentes que acostumbran hacerlo, 
especialmente durante el tiempo que dedican al ocio durante el fin de semana. 
Actualmente, el consumo de alcohol es uno de los principales factores que se 
relacionan con la salud de los individuos y de las poblaciones y sus consecuencias 
tienen un gran impacto tanto en términos de salud como en términos sociales. La 
Organización Mundialde la Salud (OMS) ha advertido de la magnitud de los 
problemas de salud pública asociados al consumo de alcohol, y ha enfatizado su 
preocupación ante las tendencias de consumo y abuso de sustancias que se ha 
16 
 
observado en investigaciones pasadas entre la etapa de la adolescencia en la 
sociedad (Medina-Mora, 2005). 
 
 
1.2 Historia del consumo de alcohol en México 
 
En lo que concierne al consumo de alcohol en territorio mexicano, éste tuvo sus 
inicios en la época prehispánica, donde existían reglas muy claras acerca de quién 
podía beber, en qué cantidad y en qué ocasiones. La bebida más popular (en las 
antiguas poblaciones con testimonios materiales de que se cultivaba 6500 a.C y 
puesto que esa región es muy seca, por tanto se puede suponer que se buscaban 
sustitutos del agua para beber moderadamente), era el pulque u octli (bebida 
fermentada obtenida del maguey), cuyo uso era comunal y estaba asociado con la 
agricultura, la religión y los ciclos vitales como nacimientos, matrimonios y muerte. 
La ebriedad que se producía durante los actos religiosos era aceptada 
socialmente (Berruecos, 2002; Medina-Mora, 1998; Soberón, 1998). 
En cuanto al problema del consumo de alcohol y el alcoholismo en México, 
sabemos que no es un fenómeno nuevo en tanto que ha sido documentado desde 
el siglo XVI: había una gran variedad de bebidas fermentadas que eran 
consumidas por los diferentes grupos indígenas que vivían en el país. 
Los sacerdotes, celosos de su tarea mediadora con lo divino, prohibieron a la 
población el uso de la sustancia sagrada fuera de ciertas ceremonias. La 
prohibición era clara pero no universal. Había matices y diferencias: los castigos 
más severos estaban dirigidos a la élite gobernante y los estratos populares 
recibían penas menores; en cambio, los ancianos mayores de 50 años podían 
beber pulque a placer, según creían para, calentar la sangre y poder dormir sin 
excederse. 
En esa época, de acuerdo con las investigaciones de Berruecos (1986, 2002 y 
2006), las nociones de moderación parecían centrarse en las ocasiones en las que 
17 
 
se podía beber, en quién podía hacerlo y menos en cuánto se consumía. En 
ocasiones rituales, en las que estaba permitido el consumo de alcohol, los 
hombres adultos aparentemente podían beber hasta el estupor sin vergüenza. 
Este mismo autor identifica dos patrones de consumo primordiales: consumo sólo 
por parte de la nobleza, con fuertes penas para los transgresores, y consumo 
popular en ocasiones rituales asociadas con la agricultura, la religión y los ciclos 
de la vida, como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, con penas menores a 
quienes violaban estas disposiciones. 
Otros investigadores sugieren la existencia de normas diferentes para grupos de la 
población y de acuerdo con las ocasiones de consumo. Según otros autores, 
((Medina-Mora, 1998; Berruecos, 2002) el permiso de intoxicarse durante ciertas 
fiestas se extendía a las mujeres; al respecto, también el Códice Mendocino 
señala la edad de 60 años para que hombres y mujeres empezaran a beber sin 
restricciones, si los jóvenes bebían más de lo permitido o en situaciones 
prohibidas, cometían una ofensa grave y se les castigaba o apaleaba hasta la 
muerte en casos extremos. Cuando incurrían en el exceso por primera vez eran 
rapados en la plaza pública y en caso de reincidir, se les derribaba su casa, 
dándoles a entender que quienes lo hacían no eran dignos de tener casa en el 
pueblo, pues este castigo era un aislamiento social, medida que resultaba muy 
eficaz. Con esas medidas, la sociedad pudo tener control sobre el consumo de 
pulque durante un periodo prolongado, hasta la conquista (Medina-Mora, 1998), 
en cambio cuando esto pasaba con un noble el que se emborrachaba era 
acreedor a golpes secretamente 
 
Posterior a la época prehispánica, en el periodo colonial, el consumo de alcohol se 
modificó en toda la población. Estas modificaciones fueron en dirección al abuso, 
hasta llegar al punto de volverse un gran problema para la Nueva España. 
La conquista española trajo consigo la modificación de los patrones tradicionales 
de consumo, éstos cambiaron de un uso ocasional, limitado a ciertas festividades, 
a otro profano indiscriminado. Más tarde se introdujeron las bebidas destiladas y la 
18 
 
cantidad de personas que bebían y se intoxicaban se incrementó. De acuerdo con 
Berruecos esto se asoció con tres factores: 1) la inclusión de una proporción 
mayor de aquéllos que formaban parte del grupo social de estrato social menor, 
esto es, los más pobres, llamados "macehuales", en el grupo de bebedores; 2) el 
ajuste de la intoxicación ritual a las numerosas festividades del calendario 
cristiano, y 3) a la comercialización del pulque. Otras razones pudieron estar 
relacionadas con la ausencia de normas que restringían el uso con la disminución 
de la autoridad de los líderes indígenas y de la ausencia de una normatividad 
efectiva de las nuevas autoridades (Medina-Mora, 1998 y Berruecos, 2002). 
Estos cambios tienen varios orígenes. Entre ellos se comenta el uso 
indiscriminado de alcohol; ya que entre los aztecas el uso estaba restringido. 
Además, se trajeron de España las bebidas destiladas, que contienen una mayor 
concentración de alcohol. El índice de comercialización del pulque y embriaguez 
aumentaron considerablemente. La antigua embriaguez exclusiva de los ritos 
aztecas se ajustó a las numerosas festividades de la iglesia católica 
convirtiéndose en una forma de evasión de la realidad avergonzante de su 
sometimiento al conquistador. Además, de que las autoridades indígenas ya no 
ejercían ningún control para evitar el abuso. 
 
En efecto casi todas la bebidas alcohólicas que se elaboraban en el México 
colonial fueron consideradas por las autoridades como nocivas para la salud, no 
solo por que provocan embriagues al ser consumidas en exceso sino porque a 
muchas de ellas principalmente el pulque se les agregaban raíces y hierbas para 
fortalecerlas como el ocpatli o cuapatle, popotle, la cal viva, la frutilla del árbol de 
Perú, cascaras de manzana, limones, palo de timbre, la raíz del árbol de xixique, 
chile y gusano de maguey (Medina-Mora, 1998). 
 
A pesar de que la cultura católica prescribía restricciones para el consumo del 
alcohol, tanto en las celebraciones rituales, como en la vida cotidiana; estas no 
resultaron efectivas en la práctica. Es así que, las etnias, libres de las antiguas 
restricciones, aumentaron su consumo. Por todos estos factores que coincidieron 
19 
 
en el tiempo, se incrementa la ingesta de alcohol y comienzan a surgir los 
problemas sociales derivados de esta ingesta. Se han encontrado relatos en los 
que según las autoridades, el vino era el responsable de parte de los desordenes 
sociales, las sanciones que se llegaron a aplicar y cómo podían aumentar en 
función de la edad y posición social. 
 
En el periodo de la Independencia, proliferó la fabricación del pulque. A tal grado 
llegó esta industria a ser importante, que muchas de las familias que formaron 
parte de la gran aristocracia mexicana, debían sus fortunas a la fabricación de 
esta bebida, o al cultivo del maguey en sus extensas haciendas. 
 
Durante la época del Porfiriato, además de las grandes haciendas pulqueras, 
florecieron sembradíos de vid, hubo mucho auge en la fabricación de tequila y en 
igual forma, la industria cervecera comenzó a tener importancia (Argüelles, 1991). 
Actualmente, el consumo de alcohol entre los diferentes grupos indígenas es muy 
variado. Entre los chamulas, por un lado, está integrado en todos los aspectos de 
la vida; en otro extremo están los tarahumaras, quienes lo restringen a ocasiones 
especiales (Escotto, 1999; Medina-Mora, 1998). 
Aun cuando existen reportes de estudios médicos enfocados a los efectos del 
consumo en el organismo humano que datan de finales del siglo XIX, lainvestigación psicosocial y cultural sobre este problema se remonta apenas a los 
años setenta con el surgimiento del Instituto Nacional de Psiquiatría y su División 
de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, sin dejar atrás los estudios y los 
cuadernillos de Centro Mexicano de estudios en Salud Mental (CEMESAM) en la 
década de los sesentas, instancia que más estudios realizado en el tema. 
El consumo de drogas legales e ilegales es un problema que ha trascendido en 
diversos campos, personales, sociales, económicos y políticos, hoy en día es 
difícil encontrar un país en el que no se observe este fenómeno. 
 
20 
 
En México, a partir de la década de los años 70, se establece el estudio continuo 
del uso y abuso de drogas, iniciándose las primeras encuestas en hogares, así 
como los estudios periódicos en población estudiantil y grupos vulnerables; 
posteriormente, en la década de los 80, se amplía el Sistema de Registro de 
Información en Drogas (SRID) en Ciudad de México, para incluir los casos 
detectados en instituciones de salud y de procuración de justicia. Durante los años 
90 se establece el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones 
(SISVEA) y se lleva a cabo un estudio de menores trabajadores en espacios 
abiertos en 100 ciudades. Finalmente, al iniciar la primera década de este siglo, se 
plantea la necesidad de disponer de información actualizada, sistematizada y 
obtenida con métodos comparables, por lo que se crea el Observatorio 
Epidemiológico en Drogas (CONADIC, 2002). 
 
La definición de droga propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) 
se refiere a todas las sustancias psicoactivas como: "cualquier sustancia que, al 
interior de un organismo viviente, puede modificar su percepción, estado de 
ánimo, cognición, conducta o funciones motoras". Esto incluye el alcohol, el tabaco 
y los solventes y excluye las sustancias medicinales sin efectos psicoactivos. 
 
Las convenciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el 
control de drogas no establecen una distinción entre drogas legales o ilegales; 
sólo señalan el uso como lícito o ilícito. Pero en general, se emplea el término 
droga ilegal o ilícita al hablar de aquéllas que están bajo un control internacional, 
que pueden o no tener un uso médico legítimo, pero que son producidas, 
traficadas y/o consumidas fuera del marco legal. 
 
El alcohol y el tabaco, en estas organizaciones internacionales, son generalmente 
mencionados como sustancias más que drogas, debido a que no están sujetas al 
control político internacional, con lo que se trata de pasar por alto que, además de 
sus fuertes propiedades adictivas, son las que causan mayores daños a la salud 
individual y pública en prácticamente todo el mundo (Tapia, 2007). 
21 
 
El proceso de la adicción al alcohol aparece tras el consumo crónico de 
cantidades abusivas de alcohol y, al igual que el resto de las adicciones a drogas, 
es el resultado de la interacción entre las características farmacológicas de la 
sustancia (en este caso el alcohol), el individuo que la consume (variables 
individuales, como por ejemplo características genéticas) y la sociedad (hábitos de 
consumo de alcohol, disponibilidad y accesibilidad a las bebidas alcohólicas, etc.). 
(Moya, 2007). 
 
“La experimentación del adolescente con sustancias psicoactivas está 
determinada en buena medida por los efectos del modelamiento simbólico, con el 
grupo de iguales o la propia familia” (Moral, Ovejero y Pastor, 2004), como 
principales baluartes psicosociales de tendencias que se unen. Motivadores y 
hábitos de consumo ligados a semejantes dependencias representan factores, ya 
sea de riesgo o de protección, en función de sus indicadores. 
 
En relación con el índice de consumo de alcohol de los adolescentes, se reporta 
que cerca del 65.8% ya ha usado alcohol alguna vez en su vida, y el 35.2% 
reportó consumo en el último mes. Sumándose a esto, las Encuestas Nacionales 
de Adicciones (ENA) evidencian una tendencia ascendente de prevalencia global 
del consumo de alcohol a través de los años, siendo que para los hombres en 
1998 y 2002 se encontró una prevalencia de un 27% y 35% para el año 2002, y 
para las mujeres 18% al 25% en estos mismos años. También se señalan 
diferencias respecto al nivel educativo, se estima que el 24.4% de los estudiantes 
de secundaria habían consumido alcohol en el último mes, esta proporción se 
duplica en el nivel de bachillerato (51.7%) (Villatoro, cols., 2005). 
 
En los párrafos anteriores se dio una visión general de los orígenes del consumo 
de alcohol en distintas épocas. Estos son algunos de los antecedentes remotos 
del consumo de alcohol y a partir del siguiente apartado se analiza el problema del 
consumo que se tiene constantemente o permanente. Además, se señalan los 
criterios definidos sobre lo que se entiende por abuso y dependencia al alcohol. 
22 
 
1.3 Definición de abuso y dependencia al alcohol 
 
Los manuales de diagnóstico internacionales de clasificación (DSM-IV y CIE-10) 
diferencian entre “abuso” y “dependencia” del alcohol. Por un lado, existen 
individuos que consumen alcohol reiteradamente de forma excesiva, pero que 
nunca llegan a mostrar el síndrome de abstinencia (cuadro sintomático que 
aparece en una persona consumidora de alcohol debido a la disminución de los 
niveles en sangre de la sustancia); por otro lado, hay personas que, abusando 
igualmente del alcohol, muestran síntomas de abstinencia cuando dejan de beber. 
Estas diferencias definen el abuso y la dependencia. 
 
El término abuso o uso inadecuado puede tener diversos significados en distintos 
países de acuerdo con lo que se considera un problema de abuso de drogas en 
una cultura específica. Además, la expresión abuso de drogas no hace una 
distinción entre los que las consumen de manera ocasional, habitual o presentan 
dependencia hacia las sustancias. En general, se ha optado por emplear 
indistintamente los términos usar o consumir; el concepto de abuso incluye un 
daño a la salud física o mental del consumidor, o se aplica a un patrón de 
consumo que es frecuente e interfiere con otros aspectos de la vida, o se presenta 
de manera ocasional en periodos de consumo intenso (Tapia, 2007). 
 
En cuanto a la tolerancia y dependencia, de acuerdo con la OMS, tolerancia es la 
necesidad de recurrir a cantidades crecientes de la sustancia para alcanzar la 
intoxicación (o el efecto deseado) o una notable disminución de los efectos de la 
sustancia con su uso continuado a las mismas dosis. La tolerancia desde la 
perspectiva del sistema fisiológico, se explica por la proliferación de las 
membranas lisas del retículo endoplásmico, de las células hepáticas, las cuales 
incrementan su capacidad para metabolizar etanol. La tolerancia suele disminuir 
después de varias semanas sí se consigue un periodo de abstinencia 
(liberaddictus.org). 
 
23 
 
En conjunto con lo anterior, el síndrome de dependencia es definido como el 
conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que se 
desarrollarían después del uso repetido de una sustancia. Usualmente estos 
fenómenos incluyen un fuerte deseo de tomar la sustancia, pérdida de control 
sobre su uso, consumo persistente a pesar de sus consecuencias perjudiciales, 
priorización del uso de drogas por encima de otras actividades y obligaciones, 
tolerancia incrementada y síndrome de abstinencia cuando el uso de la droga es 
interrumpido(OMS, 1994). La dependencia que el consumo de etanol produce, es 
tanto de habituación psíquica como física, las cuales tienen relación con los 
diferente patrones de consumo que van desde la ingestión regular diaria de 
grandes cantidades de alcohol, hasta largos intervalos de sobriedad mezclados 
con periodos de embriaguez cotidiana (liberaddictus.org). 
 
Aunque estos dos patrones de consumo parecen evidentes y pueden serobservados independientemente en la población, hoy en día no se tienen 
suficientes datos para defender su existencia como categorías totalmente 
separadas. Uno de los problemas es la eventualidad, es decir, no sabemos si un 
individuo que abusa del alcohol necesariamente se convertirá en un individuo 
dependiente o si el abuso no lleva inevitablemente a la dependencia. Lo que sí es 
evidente es que para desarrollar dependencia del alcohol, es necesario abusar de 
él. Además, ambos síndromes presentan características comunes (Valdez, 2005). 
 
Ambas clasificaciones mencionan la presencia de tolerancia, abstinencia, deterioro 
del control, negligencia en las actividades, aumento del tiempo centrado en la 
bebida, beber a pesar de las consecuencias perjudiciales, compulsión por la 
bebida, uso en situaciones peligrosas (por ejemplo, antes de accionar maquinaria 
pesada, antes de manejar) y presencia de problemas legales. Se puede detectar 
que estos criterios incluyen los cambios en las reacciones fisiológicas hacia el 
alcohol, el patrón de consumo y las consecuencias adversas. Así pues, la 
dependencia al alcohol provoca reacciones fisiológicas y cambios en la conducta 
(que va a estar enfocada en conseguir y consumir alcohol) que generan problemas 
24 
 
en la salud física y mental, además de las consecuencias familiares y sociales 
negativas. 
 
Cabe mencionar que el alcohol es considerado como una droga legal, o sea que 
es permitida por las leyes (pero a partir de los 18 años), por lo que su uso no 
amerita un castigo. Su consumo es aceptado en negocios que de dedican a 
permitir el consumo, como bares, discotecas, restaurantes, por lo cual se ha 
llegado a asociar con la falsa idea de que “si su uso está permitido y es 
socialmente aceptado, entonces no hace daño”. El consumo de esta droga legal 
es promovido en los medios de comunicación relacionándolo con valores 
deseables como el poder, el dinero, la juventud, la elegancia, etc. (Medina-Mora, 
Natera y Borges, 2002). 
 
 
1.4 Patrones de consumo 
 
En México, la investigación científica sobre los patrones de consumo podríamos 
decir que es un tema reciente (un par de décadas) a raíz de su reconocimiento 
como problema de salud pública. Esto se agrava en aquellos donde sus efectos se 
conjugan con graves retrasos en lo económico y social: ése es el caso de nuestro 
país (Berruecos, 1988). 
 
Se puede decir que este tipo de conductas es el conjunto de factores arriba 
mencionados que determinan una forma particular de uso: tipo de sustancia 
psicoactiva de impacto, de inicio, edad de inicio, frecuencia, cantidad, vía de 
administración, tiempo de exposición, episodios de consumo e intoxicación, 
contexto del consumo y problemas asociados. 
 
Abordando el punto de los patrones de consumo, la cantidad y la frecuencia de 
alcohol que se ingiere marcan la diferencia entre el consumo moderado, el abuso, 
hasta llegar a la dependencia. En investigaciones nacionales, se menciona que el 
25 
 
patrón de consumo más característico es imprevisto y en cada ocasión se ingieren 
grandes cantidades de alcohol (Medina-Mora, 2002). 
 
Es por ello que, además de los criterios internacionales para establecer un 
diagnóstico preciso entre abuso y dependencia, en las investigaciones nacionales 
se han establecido patrones de consumo específicos. Esta delimitación señala 
criterios claros y libres de ambigüedades para clasificar el tipo de consumo en 
función al número y frecuencia de copas ingeridas. 
 
En el caso específico de estudiantes, dado su rango de edad en el que aún no 
desarrollan una dependencia o un consumo consuetudinario, de acuerdo con la 
ENA y encuestas para estudiantes, la forma regular en como se ha clasificado el 
consumo para analizar el abuso ha sido la siguiente (Villatoro et al., 2005): 
 
a) No bebedor: Aquella persona que no ha consumido una sola copa de alcohol en 
su vida. 
 
b) Bebedor: Aquella persona que ha consumido por lo menos en una ocasión una 
copa completa de alcohol. 
 
c) Abuso: Aquella persona que por lo menos en una sola ocasión en el último mes 
ha tomado 5 ó más copas de cualquier bebida alcohólica (Villatoro et al., 2001). 
 
De acuerdo con la clasificación que reporta la Encuesta Nacional de Adicciones, 
en su estudio de 1998, se consideran 8 patrones de consumo de alcohol: 
 
a) Abstemios: son las personas que no consumieron alcohol en el último año, o a 
las que han consumido antes del último año, sin importar la cantidad por ocasión. 
 
b) Bebedores poco frecuentes de bajo nivel: son las personas que reportaron 
consumir en el último año, pero nunca 5 copas o más por ocasión. 
26 
 
c) Bebedores poco frecuentes de alto nivel: son las personas que han consumido 
en el último año, en alguna ocasión bebieron 5 copas o más, pero no en el último 
mes. 
 
d) Bebedores moderados de bajo nivel: son las personas que consumieron en el 
último mes y nunca bebieron 5 copas o más. 
 
e) Bebedores moderados de alto nivel: son las personas que consumieron en el 
último mes y, en el último año o en el último mes, bebieron 5 copas o más en 
alguna de las ocasiones. 
 
f) Bebedores frecuentes de bajo nivel: son las personas que consumieron en la 
última semana pero nunca bebieron en el último año 5 copas o más. 
 
g) Bebedores frecuentes de alto nivel: son las personas que consumieron en la 
última semana y en el último año o en el último mes bebieron 5 copas o más, en 
alguna de las ocasiones. 
 
h) Bebedores frecuentes consuetudinarios: son las personas que consumieron en 
la última semana y en una de esas ocasiones tomaron 5 copas o más (Medina-
Mora et al., 2003). 
 
 
1.5 Encuestas de Hogares y de Estudiantes 
 
Se cuenta con información referente al índice de consumidores de drogas a través 
de la aplicación de la cuarta Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), en el año 
2002. Dicho estudio señala una ligera tendencia al mantenimiento de las 
prevalencias de consumo de drogas, con relación a 1998. Entre las encuestas 
más recientes están la encuesta de estudiantes 2006 y ahora también los 
resultados publicados de la ENA 2008. Dentro de los resultados, siguen 
27 
 
destacando como principales drogas de consumo entre los estudiantes las de tipo 
legal: alcohol y tabaco. 
 
Datos de la Encuesta Nacional de Adicciones de 1998 (CONADIC, 1999) señalan 
que 29% de las mujeres adultas, habitantes de zonas urbanas del país y que 
tienen o han tenido pareja, han sufrido violencia física por parte de ésta. En 60% 
de los casos de este tipo de violencia, el alcohol estuvo involucrado. En una 
encuesta de hogares llevada a cabo en la ciudad de Pachuca, Hidalgo (Natera, 
López, 1997), se encontró que a mayor intensidad de la violencia, mayor es la 
participación del alcohol, con índices que oscilaron entre 8% en el caso de la 
violencia verbal, 23% y 26% cuando la violencia incluyó golpes y 52% cuando se 
forzó a una relación o contacto sexual. En esta misma ciudad, se estimó que en 
uno de cada tres ingresos a las agencias del Ministerio Público había estado 
involucrado el alcohol durante el acto de violencia. El riesgo de que una persona 
con patrón de consumo frecuente ingrese por lesiones a una de esas agencias a 
hospitales de urgencias, es cuatro veces mayor comparada con la probabilidad de 
que sea detenido (Natera; López, 2000). Se observó que además de ser joven, 
consumir alcohol y reportar eventos de celos en la relación con la pareja, 
explicaban el 52% de la varianza de los actos de violencia que se cometen en 
contra de la pareja (Natera, Tiburcio, Villatoro, 1997). 
 
De acuerdo con la encuesta en hogares del 2002, existen en nuestro país poco 
más de 32.3 millones de personas que consumen bebidas con alcohol; de éstos, 
22.7 millones reportan que la cerveza es su bebida de preferencia, 14.7 millones 
los destilados, 7.3 millones los vinos de mesa, 3.8 las bebidas preparadascomo 
los “coolers” y una proporción menor que es 2.4 millones bebidas como los 
aguardientes, el pulque o el alcohol de 96° ingerido como bebida alcohólica que 
son consumidos con más frecuencia en poblaciones rurales (SSA, CONADIC, INP, 
DGE, INEGI, 2004). 
 
28 
 
Así mismo, siguiendo los hallazgos de esta encuesta, se menciona que los 
adolescentes parecen estar desarrollándose en un ambiente en donde se tolera y 
hasta podría decirse, se promueve el consumo de alcohol, desde pequeños, en su 
ambiente. Los datos de la encuesta reportan un incremento en el índice de 
consumo entre los adolescentes, de 27% en 1998 a 35% en 2002 entre los 
varones y de 18% a 25% respectivamente en las mujeres. En su mayoría, el 
patrón de consumo es poco frecuente e ingieren de una a dos copas por ocasión; 
sin embargo, 10.5% de los varones reportan consumir altas cantidades de alcohol 
(5 copas o más por ocasión de consumo en el último mes) (INEGI, 2004). 
 
A pesar de que la mayor parte de los adolescentes no tienen problemas con el 
consumo de alcohol, las consecuencias del abuso reportadas con mayor 
frecuencia fueron: problemas con la policía suscitados mientras usaban bebidas 
alcohólicas, iniciar peleas mientras la persona estaba tomando y haber sido 
arrestado mientras conducía después de haberse tomado unas copas (INEGI, 
2004), esto nos lleva a relacionar la conducta antisocial que presentan con el 
abuso en el consumo del alcohol. 
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventud 2005, más del 60% de los 
jóvenes admiten consumir actualmente algún tipo de bebida alcohólica, el 42% de 
ellos reporta que ha bebido alguna vez en su vida, y que en casi el 20% consume 
de 6 a 10 copas por semana (Webmaster, 2009). 
En cuanto a los resultados de la encuesta de estudiantes 2006 en Ciudad de 
México, indica que 25.2% de los estudiantes consumen 5 copas o más por 
ocasión de consumo, al menos una vez al mes, porcentaje similar al reportado en 
la encuesta anterior que fue de 23.8% (Villatoro et al., 2007). 
 
El consumo de alcohol representa mayores proporciones que el de tabaco. El 65% 
de los estudiantes en general, reportó haber consumido alcohol alguna vez en la 
vida, mientras que el 35.2% dijo haber consumido alcohol en el último mes, de 
acuerdo con los reportes de CONADIC de 2010. 
29 
 
 
Otro indicador elocuente es el de la organización denominada Centros de 
Integración Juvenil (CIJ). De enero de 2007 a junio de 2008, 82.4% de los niños 
que acudieron a tratamiento por adicciones en sus servicios de rehabilitación, 
consumieron alcohol alguna vez, mientras que 30.4% llegó ahí específicamente 
por alcoholismo. De estos últimos, 29.5% provienen del Distrito Federal. 
 
El principal detonador de abuso de alcohol durante la secundaria, revelan cifras de 
Centros de Integración Juvenil, es la convivencia frecuente con consumidores 
habituales (así ocurre en 71% de los casos de los adolescentes adictos). 
 
De esta manera, nos podemos dar cuenta con las encuestas que se han realizado 
paulatinamente, que a lo largo de la historia el consumo del alcohol de ha ido 
incrementando a tempranas edades y en diferentes niveles estudiantiles. Por lo 
que es necesario buscar las estrategias pertinentes para la prevención del 
consumo a edades tempranas. 
 
Así mismo, se busca la reducción de las grandes estadísticas en nuestro país, con 
el fin de mejorar la calidad de vida en los estudiantes y sus familias. 
 
Como es posible observar, el panorama de consumo de alcohol a nivel mundial, 
pero en especial México, entre estudiantes no es muy alentador, pues a través de 
los diversos resultados aquí expuestos, se muestran las repercusiones en la 
permisibilidad sobre el consumo de bebidas alcohólicas en estudiantes. 
Resultado de ello, durante las últimas tres décadas el consumo de drogas ha ido 
en creciente ascenso y con marcadas variaciones referentes al tipo de sustancia 
que se consume, incrementando en abuso de alcohol; lo que esto podría 
ocasionar involucrarse en conductas de riesgo; resaltando la influencia de los 
amigos, y especialmente el papel de la familia como primer agente de 
socialización y transmisor de un sano desarrollo. 
 
30 
 
CAPÍTULO 2. ENTORNO FAMILIAR Y PARENTALIDAD 
 
Si bien ha habido numerosas investigaciones que han detectado múltiples factores 
de riesgo familiar, éstos tienen que ver con la composición familiar (familias 
numerosas, desintegradas o monoparentales), el estatus socioeconómico bajo, la 
existencia de una historia familiar de problemas de conducta y un funcionamiento 
familiar caracterizado por la baja cohesión, el conflicto, las pobres interacciones 
entre padres e hijos, el estilo de socialización negligente y la disciplina coercitiva 
(Domenech, 2002, 2003; Pons, J. Berjano, E, 1997; Villatoro, 2006).En este 
capítulo se revisarán algunos aspectos relacionados con la familia, las escalas de 
parentalidad, sin dejar de lado el entorno familiar de nuestro país y el estudiante. 
 
La familia desempeña, entre otras, una función psicológica esencial para el ser 
humano (en este caso para el adolecente estudiante): la socialización. A través de 
la socialización, las personas se integran a la sociedad, interiorizan las normas 
que regulan las relaciones sociales y se forman una imagen de lo que son y del 
mundo que les rodea. La familia propicia en el niño las bases de su identidad y le 
enseña a apreciarse a sí mismo, es decir, desarrolla su autoconcepto y su 
autoestima (Lila y Marchetti, 1995, Amador, 2003). En términos generales, los 
estilos parentales apoyadores y afectivos, al contrario que los cohercitivos y 
reprobadores, desarrollarán en los hijos confianza en sí mismos, alta autoestima y 
capacidad de autocontrol. Cuando, con la llegada de la adolescencia, se 
incremente la importancia del juicio de los iguales para valorarse a uno mismo, el 
adolescente educado en los términos anteriores podrá ser menos vulnerable a la 
presión grupal, variable que ha sido ampliamente relacionada con el consumo de 
alcohol (Parra, 1994, como se citó en Pons, 1997). El sistema familiar, por otro 
lado, juega un papel fundamental para explicar la aparición de numerosas 
conductas “desadaptativas” que causan una inestabilidad en los hijos. Los padres, 
intencionadamente o no, son la fuerza primordial en la vida de sus hijos, además 
de la influencia de otros contextos sociales (medios de comunicación, grupo de 
iguales, escuela). 
31 
 
En efecto, se observa que la calidad de las relaciones familiares puede operar en 
un doble sentido: potenciando la capacidad del adolescente para desarrollar 
relaciones de apoyo dentro y fuera de la familia cuando las relaciones familiares 
son positivas, o bien inhibiendo esas capacidades cuando las relaciones son 
problemáticas. En este sentido, de acuerdo con otros autores (Sanz, 2004), unas 
relaciones positivas en la familia se relacionan con un mayor desarrollo de 
recursos personales y sociales del adolescente. 
 
La adolescencia se caracteriza por cambios drásticos y rápidos en el desarrollo 
físico, mental, emocional y social, que provocan ambivalencias y contradicciones 
en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la sociedad a la que 
el adolescente desea incorporarse. Por ello, los adolescentes son una “materia” 
moldeable y receptiva que está muy abierta a las influencias de los modelos 
sociales y de los entornos de vida que frecuentan. La adolescencia es una etapa 
decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos de vida, ya que se 
consolidan algunas tendencias de comportamiento adquiridas en la infancia por la 
propia familia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos entornos de 
influencia. 
 
Numerosos estudios indican que la influencia de la familia trasciende hacia la 
relación del adolescente con los iguales. Así, la escasa presencia física o 
accesibilidadde los padres y la falta de supervisión de éstos, acompañada por una 
ausencia de comunicación con los hijos en relación con las actividades de la vida 
diaria, se asocian con una mayor tendencia a relacionarse con iguales conflictivos 
y a realizar conductas de riesgo o de carácter antisocial (Muñoz et al, 2002; 
Alvarado 2004). Asimismo, un mayor apoyo percibido de la familia se asocia a un 
menor consumo de tabaco, alcohol (Pons y Berjano, 1997) y drogas en el/la 
adolescente, incluso cuando su grupo de iguales presenta un consumo mayor. No 
obstante, determinados ambientes familiares pueden favorecer las conductas de 
riesgo en los adolescentes. Así, la existencia de normas explícitas en la familia 
que prohíben solo el uso de drogas ilegales predice un mayor riesgo de consumo 
32 
 
de alcohol y tabaco. Probablemente, los hijos entienden que las drogas legales 
son menos peligrosas o menos dañinas para la salud, al no ser expresamente 
rechazadas por los padres (Muñoz-Rivas y Graña, 2001). 
 
Se ha encontrado que las variables que predicen el consumo excesivo de alcohol 
son un inicio temprano del consumo, tener muchos hermanos (un factor que se 
suele asociar a familias multiproblema), baja supervisión parental, bajas 
expectativas académicas y un mayor número de síntomas de externalizar, como 
impulsividad y agresividad. Asimismo, la pauta de embriaguez en las chicas (no la 
simple experimentación) está relacionada con sentimientos de infelicidad y 
dificultades en la comunicación familiar. La dificultad de comunicación con los 
padres se asocia con la dificultad de comunicación con los amigos, con tener 
malestar físico y psicológico y con un mayor consumo de tabaco y alcohol desde 
edades tempranas (Rodrigo et al., 2004). 
 
 
2.1 La familia 
 
De las diversas influencias socializadoras, los padres o tutores ejercen los efectos 
más poderosos sobre la mayor parte del desarrollo social de los niños. Para bien o 
para mal, actúan como modelos, articulan actitudes y creencias, y comunican y 
aplican demandas conductuales. De esta forma, los niños adquieren muchas de 
sus actitudes y valores que con el paso del tiempo se han ido arraigando. Además, 
las creencias y prácticas paternas de crianza de los niños ejercen efectos de largo 
alcance en el desarrollo social de los niños (Good y Brophy, 1996). 
 
Durante la fase de la adolescencia, se dan una serie de cambios dirigidos a la 
búsqueda de una identidad personal; el adolescente está dedicado a la tarea de 
afrontar los cambios inherentes a la pubertad, este proceso podría verse matizado 
por el contexto sociocultural en que se desarrolla cada individuo. 
 
33 
 
La familia ha ido teniendo cambios drásticos. En la actualidad, el niño desde 
pequeño comienza su “educación” asistiendo a la guardería. La convivencia entre 
padres e hijos es mínima y ya no es obligatorio que los hijos participen en los 
cultos familiares, además, de que la pareja tiene que trabajar y permanece mayor 
tiempo fuera de casa, y esto lleva a que en general, se vayan perdiendo las 
tradiciones (Vieyra, 2007). 
 
 
2.2 Aspectos generales de la familia mexicana 
 
Desde la época prehispánica, se hizo énfasis en la educación de los hijos y lo que 
a cada miembro le correspondía dentro de la familia, dejando claro el trabajo 
respecto al género; es decir, en el hogar, el padre educaba a los varones y la 
madre, a las mujeres, formándose así un conjunto específico de valores en los 
hijos (Vieyra, 2007). 
 
La familia reproduce patrones culturales en el individuo, en este sentido es 
importante considerar que, tanto la estructura como las funciones de la familia se 
han ido transformando a lo largo de la historia (Alvarado y Cruz, 2004). 
 
La familia mexicana se ha visto que es una unidad relativamente sólida y 
dependiente de la estructura social global. De esta última, retoma sus 
características propias, así como sus diversos valores fundamentales; de modo 
que la modificación y la variedad macroestructural por lo general determinan el 
tipo y el cambio de la vida familiar (Velasco y Sinibaldi, 2001). 
 
Para López (2001), en México existe una larga tradición de estudios sobre familia 
desde distintas disciplinas y enfoques teórico-metodológicos, lo que ha permitido 
contar con información sobre el tamaño y estructura de los grupos familiares; ésta 
proviene tradicionalmente del análisis que la demografía hace de censos y 
encuestas de hogares. Sin embargo, pese a su enorme potencialidad, estos 
34 
 
análisis no permiten estudiar a la familia como una estructura social 
cualitativamente diferente y más compleja que la simple adición de sus miembros 
individuales. 
 
Varios estudios de carácter social y demográfico en México, constatan que en el 
transcurso de las últimas dos décadas han ocurrido profundas transformaciones 
en los hogares y las familias mexicanas, entre las cuales destacan: el incremento 
de hogares ampliados y compuestos frente a los nucleares; la reducción del 
número de hijos por familia; el aumento de hogares formados por la pareja sin 
hijos; la creciente proporción de los hogares encabezados por mujeres; el 
incremento de familias monoparentales; el mayor número de familias 
reconstituidas y, la mayor proporción de hogares formados por personas que viven 
solas (López, 2001). 
 
 
2.3 Parentalidad 
 
Hoy en día, el hogar es el espacio social de la reproducción cotidiana y 
generacional de la población, a su interior ocurren hechos vitales y situaciones 
familiares que afectan positiva y negativamente la salud mental de sus integrantes, 
teniendo mayor peso en el desarrollo social de los niños. 
 
A este respecto, Baumrind (en Santrock., 2002) sostiene que los padres no deben 
ser punitivos ni huraños, más bien, deben desarrollar reglas para que los niños las 
cumplan, siendo al mismo tiempo apoyadores y nutridores. Baumrind (Amador y 
Cavero, 2004) opina que los estilos de crianza pueden clasificarse en cuatro tipos 
principales: 
 
• El estilo paternal autoritario es restrictivo y punitivo. Los padres autoritarios 
exhortan a sus hijos a que los obedezcan y respeten; establecen límites y 
controles firmes en sus hijos y permiten muy poco intercambio verbal. Los hijos de 
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estos padres a menudo se comportan de maneras socialmente incompetentes. 
Tienden a mostrarse ansiosos ante las comparaciones sociales, fracasan al iniciar 
una actividad y cuentan con destrezas pobres de comunicación. 
 
• El estilo paternal autoritativo impulsa a los niños a ser independientes, pero aún 
impone límites y controles sobre sus acciones, se permite la negociación verbal y 
los padres son cálidos y apoyan a los hijos. Los hijos de estos padres tienden a 
comportarse socialmente de forma adecuada, tienden a ser independientes, saben 
posponer la gratificación, se llevan bien con sus compañeros y muestran una alta 
autoestima. 
 
El estilo paternal autoritario está asociado con prohibición, más de cerca con la 
poca confianza de las habilidades y un bajo autoestima y orientación del niño 
hacia los demás, poco competente. En tanto que el estilo paternal autoritativo, 
está relacionado más de cerca con el desarrollo de iniciativa, autonomía y 
aceptación en los niños. Las combinaciones de estas conductas paternas 
predisponen a los niños hacia patrones de desarrollo social diferentes. 
 
Así mismo, cabe mencionar que éste ultimo estilo de parentalidad, son padres que 
responden a las demandas y preguntas de sus hijos mostrando atención e interés, 
explican las razones de las normas que establecen, reconocen y respetan su 
independencia, negocian con ellos y toman decisiones en conjunto. Ponen límites 
a sus hijos de manera racional, haciéndoles entender la utilidad de un cierto 
control y las consecuencias de la conducta, este estilo fomenta el intercambio 
verbal y utiliza como disciplina básicamente la induccióny algún uso de la fuerza. 
La meta es conseguir que el joven acepte las reglas de los demás sin perder su 
independencia. 
 
• El estilo paternal indiferente es una forma permisiva de ejercer la paternidad, en 
la cual los padres no se involucran en la vida de sus hijos. Los niños de padres 
indiferentes a menudo se comportan socialmente de formas inadecuadas. Tienden 
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a tener un pobre autocontrol, limitan la independencia y no están motivados hacia 
el logro. 
 
• El estilo paternal permisivo es un estilo en el que los padres se encuentran muy 
involucrados con sus hijos pero les imponen pocos límites o restricciones sobre su 
comportamiento. El resultado real es que estos niños por lo general, no aprenden 
a controlar su comportamiento. Este tipo de padres no toma en cuenta el 
desarrollo total del niño. Muchos de los hallazgos sobre la conducta paterna y los 
efectos en los niños están organizados alrededor de dos dimensiones importantes 
de conducta paterna: amor – hostilidad y restricción – permisividad. 
 
Retomando los dos últimos estilos de parentalidad, se puede decir que la mayoría 
de los padres no son extremos en ambas dimensiones, de modo que ejercen 
influencias menos extremas, aunque en las direcciones indicadas. Determinar cual 
patrón de conducta es óptimo requiere hacer juicios de valor respecto a los 
resultados deseados en el niño. Para obtener un óptimo desarrollo infantil es 
necesario un equilibrio entre la restricción y la permisividad. De esta manera evitar 
el desarrollo los niños egocéntricos e indisciplinados. 
 
Por otro lado, la dinámica no es la misma en todas las familias, ya que esta se 
encuentra diferenciada por el número y tipo de componentes, nivel cultural y 
económico; Dulanto (2000, como se citó en Alvarado y Cruz, 2004) considera que 
la familia tiene muchos problemas y dificultades relacionados con la educación y 
formación familiar lo que lleva a que atraviese por graves conflictos que suelen 
orillarla a crisis. La primera dificultad que se presenta en las familias con 
estudiantes es el reajuste emocional en el que obligadamente entran los hijos por 
el proceso de maduración emocional, que los transforma y les separa 
gradualmente de la familia, como la única fuente de convivencia e intercambio 
afectivo. 
 
37 
 
A este respecto, Conger (1980, como se citó en Alvarado y Cruz, 2004) señala 
que es durante esta etapa cuando los padres y los hijos adolescentes deben 
aprender a establecer nuevas clases de relaciones mutuas. La adaptación a esta 
nueva clase de relación será más difícil para algunos padres – y adolescentes - 
que para otros. Es importante recordar que en esta etapa, la autoestima es 
trastocada por los ajustes globales propios del estudiante. 
 
 
Prácticas de parentalidad 
 
En México, hay un vacío en la investigación de la función compartida por familia 
específicamente parentalidad de forma conductual, abuso de alcohol y la conducta 
antisocial (actos leves y graves) de los adolescentes. En cuanto a este último se 
abordara a continuación. 
 
López (como se citó en Juárez, 1999), afirma que el papel de los padres, durante 
la adolescencia, es el de estar ahí para que el hijo pueda cuestionar las actitudes 
de los padres y para servir de punto de referencia en la búsqueda para encontrar 
sus valores y ambiente propio. Los padres ejercen cierto control, pero en realidad 
la conducta del adolescente dependerá de qué tan bien fueron incluidas normas y 
valores en su repertorio conductual durante los primeros años de vida, es casi 
imposible enseñarle esas pautas de comportamiento de manera tardía o 
espaciados, después de la pubertad. 
 
Hemos visto, que el consumo de alcohol así como el ambiente social y familiar 
influyen en la conducta del estudiante. Se observó que los ambientes 
problemáticos pueden generar conductas problemáticas, concretamente el riesgo 
de presentar actos antisocial, la cual ha sido definida desde diferentes 
perspectivas teóricas. Algunas de ellas serán definidas en el siguiente capítulo. 
 
 
38 
 
CAPÍTULO 3. CONDUCTA ANTISOCIAL DEL ESTUDIANTE 
 
Los datos de distintos estudios señalan que el desarrollo de habilidades sociales 
en los estudiantes y los estilos de parentalidad positiva son factores que protegen 
en forma importante ante las conductas, así mismo los estudiantes pasan por una 
serie de cambios tanto físicos y psicológicos. Dichos cambios pueden llegar a 
tener una falta de estabilidad en la etapa de la adolescencia, que es cuando se 
pueden tener conductas antisociales (Quiroz, 2006). 
 
De acuerdo con el crecimiento de los estudiantes, se observa un período de edad 
crítico para el comienzo de los cambios físicos, éstos se presentan en forma 
precipitada y no en la misma edad para todos/as, ya que el crecimiento corporal 
ocurre de forma asimétrica, y frecuentemente no coincide con la madurez 
emocional y sexual. 
 
Resulta un tanto complicado en la adolescencia, identificar cuándo el 
comportamiento está entrando en un proceso antisocial (hasta qué punto entra en 
la “norma social”), sobre todo si tomamos en cuenta que éste es un periodo de 
grandes cambios biológicos, psicológicos y sociales que se han caracterizado por 
una inconsistencia y fluctuaciones en el comportamiento, los cuales algunas veces 
no están al alcance de la comprensión de los adultos que rodean al estudiante, sin 
dejar de lado la presión social que se vive tanto en escuela como en casa. 
 
Esta conducta se puede dar en los jóvenes estudiantes por el proceso de 
búsqueda de identidad, la cual genera una experiencia de individuación compleja, 
donde los esfuerzos resistentes, opuestos, rebeldes, las etapas de 
experimentación, el probar y caer en excesos tendrán un beneficio positivo en el 
proceso de autoaceptación (Alvarado y Cruz, 2004). El Inconveniente de esta 
conducta en el estudiante es que causa inestabilidad y conflictos en muchos 
casos, el proceso es tan amenazador para algunas personas, que consideran 
39 
 
“anormal” a un hijo ante cualquier desviación de los valores parentales, aun que 
en algunas familias sí se toleran. 
 
La conducta antisocial en general, ha sido estudiada como síntoma de un 
trastorno antisocial de la personalidad, el cual también ha recibido otras 
denominaciones como trastorno psicopático de la personalidad. Con estos 
términos se intentó resaltar la influencia del temperamento y las características 
mentales del sujeto en el primero y de la sociedad en el segundo, a través de la 
evaluación del daño que la conducta desviada del sujeto provoca a la sociedad 
(Alvarado y Cruz, 2004). Por otro lado, la conducta antisocial es un término amplio 
que engloba rasgos que en mayor o menor medida, se pueden dar en muchos 
estudiantes en algún momento de la vida. El trastorno de carácter antisocial, es en 
cambio, una determinada expresión de la conducta antisocial que se establece ya 
como una forma patológica de personalidad y que no debe ser diagnosticada 
como tal antes de los 18 años. El trastorno antisocial se da en una proporción de 
doble a uno para los varones en comparación con las mujeres. 
 
Los trastornos en los que las conductas antisociales forman los síntomas 
predominantes son el Trastorno Disocial y el Trastorno Antisocial de la 
Personalidad. El primero se diagnostica durante la infancia y, sobre todo, a 
principios de la adolescencia; el segundo, por definición, corresponde a la edad 
adulta. Sin embargo, ambos comparten un cuadro sintomático que varía poco; 
incluso, se asegura que los niños que han padecido un Trastorno Disocial, es muy 
probable que evolucionen a un Trastorno Antisocial de la Personalidad. Parece ser 
que el Trastorno Negativista Desafiante, antecede a la aparición de un Trastorno 
Disocial en la adolescencia (Alvarado y Cruz, 2004). 
 
Cabe mencionar que Muñoz (2002) da tres grupos de teorías acerca del trastornode carácter antisocial: las psicogenéticas, las orgánicas, las ambientales mismas 
que pueden superponerse y asociarse. 
 
40 
 
Las paternidades adolescentes, las familias grandes, los hogares deshechos e 
incluso la pobreza u otros, influyen negativamente más por las situaciones de 
discordia, depresivas o conflictivas que generan, que por la situación en sí misma. 
La crianza es el factor crítico de riesgo. La hostilidad, el maltrato, la falta de 
atención, entre otros, tienen un efecto importante sobre los vínculos y sobre el 
proceso conductual del estudiantes. El padre está ausente o fuertemente 
desvalorado, no aparece en ningún caso como representante de la autoridad, ni 
de la ley. La madre es una figura ambivalente, pasa de la sumisión a la 
agresividad, del afecto a la indiferencia, de la rigidez moral a la complicidad. 
Genera una situación caótica que impregna la vida del niño desde muy pequeño. 
 
Aunque la asociación entre consumo de alcohol y violencia es conocida, las 
investigaciones realizadas no presentan datos concluyentes. Decir que el alcohol 
causa violencia es una simplificación; existen muchos ejemplos de que también 
puede darse la relación contraria: una situación violenta facilita y mantiene el 
consumo de alcohol y, hasta algo que parecería extraño, las víctimas de la 
violencia de otro tienden a consumir alcohol de forma peligrosa, cuando antes no 
lo hacían (Moya, 2007).Es decir, la adolescencia se convierte en una etapa de 
vulnerabilidad y facilitadora para el inicio de conductas de riesgo como es el 
consumo de drogas. 
 
El fenómeno de las drogas es altamente complejo, multicausal que no reconoce 
límites territoriales, ni sociales, tampoco de edad. En esta línea, cabe destacar los 
nuevos patrones de consumo de los estudiantes, manteniendo una prevalencia 
incrementada de consumo de drogas en los últimos años. Por sus características 
evolutivas, como la búsqueda de identidad personal e independencia, el 
alejamiento de los valores familiares y el énfasis en la necesidad de aceptación 
por el grupo de iguales, la adolescencia se convierte en una etapa de 
vulnerabilidad y facilitadora para el inicio de conductas de riesgo como es el 
consumo de drogas (Fraile, Riquelme, y Pimenta, 2004). El contacto de los 
estudiantes con las drogas aparece cada vez a edades más tempranas. 
41 
 
Sugiriendo que presentar conductas antisociales en la niñez y adolescencia puede 
ser un factor de predisposición para una mayor inadaptación social en la adultez, 
resaltando la importancia de identificar la conducta antisocial precozmente en las 
primeras etapas tempranas de desarrollo, a fin de prevenir problemas como el 
consumo de drogas. 
 
En México, a finales de los 90´s se estima, que en uno de cada tres ingresos de 
los adolescentes a las agencias del Ministerio Público, había estado involucrado el 
alcohol durante el acto de violencia. El riesgo de que una persona con patrón de 
consumo frecuente ingrese por lesiones a hospitales de urgencias, es cuatro 
veces mayor comparada con la probabilidad de que sea detenido (Natera y López, 
2000). 
 
Es importante señalar que el consumo de alcohol se ha venido incrementando en 
forma consistente y que el nivel de consumo es muy elevado, con más del 60% 
para el alcohol en estudiantes, de acuerdo con la Encuesta de Estudiantes 2006. 
Esta situación está relacionada con dos aspectos muy importantes; se observan 
bajos niveles de percepción de riesgo y una alta tolerancia social, en comparación 
con el uso de drogas ilegales. 
 
Si bien se requiere un análisis más detallado sobre los senderos que estas 
conductas siguen en los adolescentes, los datos muestran que el consumo de 
drogas está altamente vinculado con conductas antisociales (Villatoro et al., 2004). 
 
 
3.1 Conducta Antisocial 
 
El concepto de conducta antisocial es poco común en el campo de la 
psicopatología, pues básicamente no se define en términos de rasgos psicológicos 
anormales, sino de características de comportamiento que contravienen las 
normas sociales (Rutter, 2002). El comportamiento antisocial se refiere a una 
42 
 
amplia gama de manifestaciones conductuales que incluye robar, mentir, vagar, 
desafiar a la autoridad, actuar agresivamente, conductas que violan principios, 
normas y expectativas sociales. Por ende, se define como la conducta que atenta 
contra el orden social establecido (Quiroz, 2006). 
 
Durante la etapa de adolescencia temprana, se presenta un cierto grado de 
rebelión contra los adultos y sus valores, narcisismo interno, dependencia hacia la 
subcultura formada por el grupo de edad, intensificación de urgencias y 
sentimientos sexuales, incremento de la agresividad, así como las capacidades 
intelectuales y emocionales, además de conductas y actitudes que son intentos 
para experimentar situaciones nuevas (Juárez, 1999). 
 
 En este ámbito, estudios centrados en el análisis de rasgos de personalidad en la 
infancia y adolescencia que pudieran estar implicados en el posterior consumo de 
sustancias tanto legales como ilegales, han señalado repetidamente la relevancia 
de determinadas variables psicológicas como son un pobre control de las 
emociones, la inconvencionalidad y la introversión social (Brook, como se citó en 
Muñoz 2002) así como la timidez, la agresividad y la personalidad depresiva 
(Kellam, como se citó en Muñoz 2002). 
 
Si la conducta agresiva presente en la infancia persiste en la adolescencia, es un 
potente predictor de abuso de alcohol, del abuso de drogas y de la conducta 
agresiva en años posteriores (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002). Los niños 
irritables, fácilmente distraibles, con frecuentes rabietas y peleas con los hermanos 
y con conductas que predicen a la delincuencia tienen mayor probabilidad de 
consumir alcohol y otras drogas en la adolescencia (Muñoz, Graña, Peña y 
Andreu, 2002). 
 
A continuación, se hace una semblanza de los estudios psicosociales realizados 
sobre la conducta delictiva y actos antisociales en población de estudiantes, así 
como de las variables que se han asociado a este tipo de conductas. 
43 
 
Varios estudios realizados a partir de 1985, como la escala de actos antisociales 
en el nivel medio superior, que reporta que los hechos delictivos más frecuentes: 
la participación de riñas, seguido por golpear y dañar cosas que no le pertenecían, 
golpear o herir a personas y tomar un auto sin permiso del dueño, en un rango de 
5.5% a 13.9% de alumnos que los cometieron en el año previo a la aplicación del 
instrumento (Castro, 1990 como se citó en Juárez, 1999); hacer evidente cómo va 
en aumento la conducta delictiva. 
 
 
3.2 Factores asociados con la conducta antisocial 
 
Numerosas investigaciones de CONADIC han demostrado que los hogares 
desintegrados y los cambios familiares (divorcio y separación) se asocian con la 
delincuencia, pero las pruebas sugieren que es fundamentalmente una función de 
la asociación con las desavenencias familiares (Quiroz, 2006). 
 
De las muestras estudiadas en décadas pasadas, pocos estudiantes desarrollaron 
conductas agresivas físicas al final de la infancia o la adolescencia si es que no 
habían desarrollado ya tales conductas en una temprana infancia. La mayoría de 
ellos en cambio, superaron las conductas agresivas iniciales. De cualquier modo, 
los datos parecen señalar que si la conducta agresiva continúa hasta el comienzo 
de la adolescencia (13 años), puede ser considerada como un potente predictor 
del abuso de sustancias como el alcohol y de la conducta agresiva en los años 
posteriores (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002). 
 
Se ha visto que son muchos los orígenes de la conducta antisocial y por lo tanto la 
idea de que una sola disciplina o un solo modelo teórico es suficiente para 
comprenderla y tratarla, resulta ilusorio. Dicha conducta puede ser multicausal. 
Para comprender al joven

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