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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA PORCENTAJE DE ÁREA OCUPADA POR DOS ESPECIES DE COLIBRÍES (Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris) EN LA RESERVA ECOLÓGICA DEL PEDREGAL DE SAN ÁNGEL T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: BIÓLOGA P R E S E N T A : Pastora Montserrat Vilchis Domínguez DIRECTOR DE TESIS: Dr. José Jaime Zúñiga Vega Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 A la memoria de Ian Rodrigo Vilchis Domínguez Te llevo conmigo hasta el fin del mundo… 3 AGRADECIMIENTOS Quiero comenzar agradeciendo a la Universidad Nacional Autónoma de México, particularmente a la Facultad de Estudios Superiores Iztacala por la formación académica brindada. Al director de esta tesis, al Dr. José Jaime Zúñiga Vega porque sin él, nada de esto hubiera sido posible. Gracias por la oportunidad, el conocimiento, el tiempo y la paciencia brindados. A la Dirección General de Asuntos del Personal Académico por el apoyo al proyecto PAPIIT IV200117 "Análisis ecosocial de una reserva urbana para la sustentabilidad en el campus de Ciudad Universitaria". Gracias a mis sinodales por los comentarios tan acertados y por la disponibilidad que tuvieron a lo largo de este trabajo. Dr. Hibraim Adán Pérez Mendoza, Dr. Pedro Eloy Mendoza Hernández, Dra. María del Coro Arizmendi Arriaga y Dra. Patricia Ramírez Bastida. A los técnicos académicos y personas que me ayudaron en campo y/o laboratorio: Dr. Pedro E. Mendoza Hernández, Dra. Mariana Hernández Apolinar, M. en C. Israel Solano Zavaleta, M. en C. Gonzalo A. Ramírez Cruz, M. en C. Víctor Emmanuel Argaez Márquez, M. en C. Rubén Ortega Álvarez y Estrella Serrano. Principalmente quiero agradecer a mis padres, Luz Domínguez Quijano y Alfonso Vilchis Peluyera, por el apoyo absoluto que me han brindado. En un párrafo no puedo expresar el amor y agradecimiento infinito que siento hacia ustedes. Muchas gracias por guiarme, apoyarme, escucharme, regañarme, acompañarme y amarme incondicionalmente. Ustedes son mi ejemplo a seguir y siempre estaré en deuda con ustedes. 4 A Daniel Ibrahim Tovar Flores. Gracias por brindarme todos los recursos que estuvieran a tu disposición para que yo pudiera salir adelante. Gracias por presionarme tanto para que acabara de escribir, por cuidarme absolutamente todo el tiempo que estuvimos en campo, por levantarme de las rocas cuando caía, por hacerme de comer en el depa de Karol cuando estaba enferma, por tranquilizarme cuando me enfadaba, por explicarme conceptos, por distraerme cuando lo necesitaba, por obligarme a parar en las mañanas para irnos a campo y por un sinfín de cosas más. Gracias por amarme incondicionalmente. Por ti estoy aquí hoy. A Karol Granados por habernos aceptado a Daniel y a mí como roomies. Gracias por llevarnos a comer todos los jueves tacos al pastor 2x1, por soportar el olor fétido de los pies de Dani regresando de campo, por escuchar en repetidas ocasiones “Karol, ya no puedo”, por recoger nuestro colchón desinflado cada mañana, por ver telenovelas a las 7pm, entre miles de cosas más. También quiero agradecer a todos mis amigos que me apoyaron durante este proceso y muchos otros. Gracias por preocuparse, regañarme y presionarme. Gracias: Emmanuel Cantú, Karla Baca, Gaby Ortiz, Mariana Rodríguez, Angie Sánchez, Rubén González, Marcos Monzón, Esther Quintana, Yago Llamas, Angie Villegas, Karen Cepeda, Mónica García, Rosalba Huerta, Gaby Huerta y Rodolfo Oceguera. Los amo. Y por último, quiero agradecer con todo mi corazón y dedicar esta tesis a mi hermano Ian Rodrigo quien creyó en mí y me alentó a estudiar esta carrera. Él me enseñó a luchar siempre por lo que quiero, a tener la frente en alto ante cualquier circunstancia, a ser valiente y a ser, simplemente, yo. 5 ÍNDICE RESUMEN………………………………………………………………………………………………………….....7 INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………………….8 El estado de conservación de los colibríes…………………………………………………9 Biología general de los colibríes…………………………………………………………………10 Interacciones entre colibríes y plantas………………………………………………………12 OBJETIVOS……………………………………………………………………………………………………………14 HIPÓTESIS…………………………………………………………………………………………………………….14 MÉTODOS…………………………………………………………………………………………………………….14 Especies de estudio…………………………………………………………………………………..14 Especies de plantas con flor que potencialmente son fuente de alimento para colibríes……………………………………………………………………......16 Área de estudio………………………………………………………………………………………….21 Métodos de campo……………………………………………………………………………………23 Modelos de ocupación………………………………………………………………………………24 Factor de interacción de especies (SIF)………………………………………………………27 RESULTADOS…………………………………………………………………………………………………………28 Probabilidad de detección…………………………………………………………………………28 Probabilidad de ocupación………………………………………………………………………..35 Modelos de ocupación para dos especies………………………………………………….45 DISCUSIÓN…………………………………………………………………………………………………………….52 Factores que favorecen la detección de Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris………………………………………………………………………………….53 6 Factores que favorecen la ocupación de Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris………………………………………………………………………………..54 Interacciones entre colibríes y plantas……………………………………………………..57 Implicaciones para la conservación de los colibríes…………………………………..59 REFERENCIAS……………………………………………………………………………………………………….61 7 RESUMEN En todo el mundo existen un total de 365 especies de colibríes, de las cuales 60 especies se encuentran en México y 6 de ellas están dentro de alguna categoría de riesgo. Los principales riesgos son la pérdida, degradación y fragmentación del hábitat. Los colibríes son importantes polinizadores y constituyen un componente fundamental de la avifauna tropical del continente americano. Sin embargo, existen muy pocos trabajos que hayan evaluado el estado cuantitativo de poblaciones de estas aves. En esta investigación calculé el porcentaje de área ocupada por dos especies de colibríes (Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris) en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA). Además, examiné los factores que favorecen su presencia y la relación entre la ocupación de estos colibríes con la presencia de cuatro géneros de plantas (Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis). Se seleccionaron 100 puntos de observación de manera aleatoria en toda la REPSA que fueron visitados entre 5 y 7 veces durante tres temporadas: secas cálidas, lluvias y secas frías. En cada visita se registró la detección o no detección de las dos especies de colibríes, además de seis diferentes características ambientales. A partir de estos datos, estimé las probabilidades de ocupación y detección a través de procedimientos de máxima verosimilitud implementados en el programa MARK. Los resultados indicaron que la ocupación de A. beryllina depende principalmente del porcentaje de cobertura arbustiva, i.e., su ocupación aumenta en sitioscon mayor cobertura de arbustos. En el caso de C. latirostris su ocupación depende primordialmente de la cobertura de árboles (la ocupación aumenta en sitios con cobertura arbórea) y del manejo (poda y riego). El factor de interacción de especies mostró una relación positiva entre los géneros Wigandia y Leonotis con las dos especies de colibríes. Esto sugiere que las dos especies de plantas pueden ser una fuente de alimentación importante para estas aves. Por todo lo anterior, se recomienda mantener la mayor cantidad de árboles y arbustos en zonas urbanas, además de continuar los programas de protección de flora y fauna en las zonas de conservación de la reserva. Palabras clave: Colibrí, conservación, MARK, ocupación, polinización, REPSA. 8 INTRODUCCIÓN La biodiversidad es la parte central de todos los ecosistemas. Éstos proveen una amplia gama de servicios elementales para el sustento de la humanidad. Sin embargo, los ecosistemas naturales se encuentran en algún grado de alteración, disminuyendo de manera acelerada (López, 2011). Entre las principales causas de pérdida de diversidad en el mundo se encuentran el cambio de uso del suelo, la fragmentación y pérdida de hábitat, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales, con un fuerte dominio en la esfera económica (Grez et al., 2006). Dichos factores disminuyen la viabilidad de las poblaciones de animales silvestres, pudiendo provocar la extinción de algunas especies (Álvarez & Morrone, 2004). La agricultura, la cacería, la tala de bosques, la introducción de fauna exótica y el desarrollo urbano tienen fuertes efectos sobre las comunidades de vertebrados, específicamente de aves, porque alteran la estructura local de la vegetación, reducen la calidad del hábitat y causan disminuciones rápidas en las poblaciones de aves (Donnelly & Marzluff, 2006; Birdlife International, 2013; IUCN, 2013). En la actualidad, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) ha descrito un total de 10,284 especies de aves en todo el mundo. Lamentablemente 2,346 especies se encuentran dentro de alguna categoría de riesgo, lo que representa el 22.8% a nivel mundial. En la categoría “casi amenazadas” se encuentran 971 especies. En la categoría “vulnerable” se encuentran 741 especies. En la categoría “en peligro” se encuentran 416 especies y dentro de la categoría “en peligro crítico” se encuentran 218 especies de aves. Las aves son un grupo clave cuando se diseñan estrategias de conservación de la biodiversidad (Navarro-Sigüenza et al., 2014), por ello uno de los aspectos fundamentales es generar conocimiento básico sobre las diversas especies de aves. 9 El estado de conservación de los colibríes Los colibríes son uno de los grupos de aves más numerosos y diversos del mundo. Se distribuyen exclusivamente en el continente americano (Arizmendi & Berlanga, 2014). Sin embargo, cada especie de colibrí tiene requerimientos ambientales particulares y muchas de ellas solamente se encuentran en áreas geográficas muy limitadas (Torres-Chávez & Navarro, 2000). Hasta la fecha, la IUCN reconoce un total de 365 especies de colibríes y 56 de ellas se encuentran dentro de alguna categoría de riesgo. En dicha lista, para México se encuentran incluidas un total de 60 especies de colibríes y 6 de estas especies se encuentran dentro de alguna categoría de riesgo. Por otro lado, dentro de la NOM-059-SEMARNAT-2010 se encuentran enlistadas un total de 20 especies de colibríes. En dicha lista, 8 especies se encuentran en la categoría de “sujetas a protección especial”, 9 se encuentran en la categoría de “amenazadas” y 3 especies se encuentran “en peligro de extinción” (SEMARNAT, 2010). Además, todas las especies de colibríes, excepto una, se encuentran en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que incluye a todas las especies que, aunque no se encuentren en peligro de extinción, podrían llegar a estarlo a menos que el comercio de dichas especies esté sujeto a un control eficaz. La especie Glaucis dohrnii es la única especie presente en el apéndice I en el cual se prohíbe el comercio internacional de especímenes de esta especie debido a que se encuentra en peligro de extinción (CITES, 2017). A pesar de que en México existen especies de colibríes que se encuentran dentro de la categoría de “menor preocupación” de acuerdo con la IUCN, la tasa de urbanización y pérdida del hábitat pueden provocar que dichas especies entren en riesgo (Pauw & Louw, 2012). Por lo tanto, dentro de las acciones para prevenir que estas especies que ahora parecen estar saludables, es necesario generar conocimiento básico sobre distintos aspectos ecológicos como por ejemplo, cuáles son los factores que favorecen su presencia. 10 Biología general de los colibríes Los colibríes se pueden encontrar desde Alaska hasta Chile aunque la mayor diversidad de especies se encuentra en la región tropical (Colwell, 1986; Ortíz-Pulido & Vargas-Licona, 2008). Habitan en gran diversidad de ambientes que van desde las selvas húmedas a los bosques templados, las zonas costeras, desiertos y algunos dentro de las ciudades (Torres-Chávez, & Navarro, 2000). Son comúnmente llamados chuparrosas, chupamirtos, huitzilin o huitzil, en náhuatl (Santos et al., 2009; Torres-Chávez, & Navarro, 2000). Pertenecen a la familia Trochilidae. Su peso oscila entre 6 y 12 gramos y miden de 10 a 13 cm, aunque entre las excepciones encontramos al colibrí abeja (Mellisuga helenae) que pesa 2 gramos y mide 5.6 cm y al colibrí gigante (Patagona gigas) que pesa 20 gramos y mide aproximadamente 20 cm de longitud. Los colibríes en libertad viven entre 6 y 12 años pero en cautiverio pueden vivir hasta 17 (Ketz-Riley & Sanchez, 2014). A pesar de su pequeño tamaño, algunas especies migran grandes distancias hacia las regiones de invernación durante el otoño, y de regreso a sus sitios de reproducción en primavera (Torres-Chávez & Navarro, 2000). Los colibríes, al igual que las otras especies migratorias, tienen sitios de descanso, refugio y reabastecimiento, en los que pueden permanecer desde unos días hasta unas semanas para reponer la energía perdida durante el vuelo (Arizmendi & Berlanga, 2014). El colibrí fue un animal sagrado para los antiguos Aztecas quienes lo consideraban hijo de Huitzilopochtli o su mismo Dios de la guerra, al cual representaban en sus códices con una armadura brillante hecha a base de oro puro y un gran penacho. Otro sustento en su “parecido” con este dios es que ambos se hacían presentes en épocas de lluvias, marcando los ciclos de lluvias y secas (Santos et al., 2009). La coloración en los colibríes ha sido explicada como un resultado de selección sexual (Parra, 2010). La coloración brillante iridiscente generalmente se adquiere en la madurez sexual. Los machos, al presentar conductas de cortejo, territorialidad o agresión hacia otros machos suelen tener colores más brillantes que las hembras. La mayoría de las hembras exhiben una coloración críptica, esto tal vez por la 11 vulnerabilidad que presentan hacia los depredadores, ya que todas las actividades asociadas con la anidación y crianza de polluelos son llevadas a cabo principalmente por ellas (Kirkpatrick, 1987; Parra, 2010; Hernández, 2014). La territorialidad en los colibríes se ve reflejada al defender ciertas áreas con plantas en floración (Wolf, 1975; Mendiola-Islas et al., 2016). Esta conducta puede estar ligada a factores como la edad y el sexo de los individuos, dependiendo de sus características morfológicas y del número de colibríes que estén interactuando en el lugar, así como a la abundancia y al patrón de distribución espacial de las flores que utilizan (Bribiesca, 2012). Los machos de colibríes algunasveces defienden un territorio en el que se alimentan, el cual es a menudo independiente del territorio de apareamiento y puede ser defendido dentro o fuera de la estación reproductiva (Wolf, 1975; Levesque, 2007). Machos de ciertas especies son territoriales únicamente cuando las flores son moderadamente o poco abundantes, mientras que la defensa de un territorio por parte de las hembras es más probable cuando los machos son escasos (Hernández, 2014). Diversos estudios han mostrado que estas aves pueden polinizar cerca del 15% de las especies de angiospermas en una comunidad vegetal. La polinización ocurre cuando los colibríes visitan las flores de las especies de plantas que les proveen su alimento principal, el néctar. La mayoría de las especies de colibríes están obligadas a consumir néctar debido a sus altos requerimientos energéticos (López-Calleja et al., 1997; Ortíz-Pulido & Vargas-Licona, 2008). Por lo general, las aves ingieren diariamente una cantidad de alimento que equivale el 25-30% de su peso corporal sin embargo, los colibríes deben consumir en promedio la mitad de su peso en alimento al día dado su alto metabolismo (Cano, 2010). Esto significa que un colibrí no puede pasar en promedio más de 10 minutos al día sin comer en sus horas de actividad (Arizmendi & Berlanga, 2014). De este modo, tienen algunas de las tasas metabólicas más altas entre los vertebrados (Suarez & Gass, 2002). 12 Interacciones entre colibríes y plantas Algunos de los factores importantes que regulan la organización ecológica de la comunidad de colibríes, es la cantidad y calidad de néctar producido por las flores (Bribiesca, 2012), lo cual promueve que se encuentren restringidos a las áreas de floración de sus plantas (Partida et al., 2012; Ketz-Riley & Sánchez, 2014). Para los colibríes, los costos de la territorialidad son el tiempo y la energía asociados con la defensa y el posible riesgo de depredación. Ellos defienden territorios donde se encuentra la comida por cortos períodos de tiempo y a menudo los abandonan tan pronto como los niveles de néctar se vuelven improductivos (Cotton, 1998). Los colibríes tienen una función muy importante en los ecosistemas como polinizadores (Chávez, 1999; Torres et al., 2008). En términos ecológicos, más del 80% de las 250,000 plantas con flor conocidas en el mundo requiere polinización para llevar a cabo su reproducción sexual (Arizmendi, 2009). La mayoría de las especies de plantas polinizadoras por los colibríes son hierbas, epífitas, arbustos o árboles pequeños (Abrahamczyk & Kessler, 2015). Las características típicas de las plantas que visitan son las flores de colores brillantes como rojo, amarillo o anaranjado (Arizmendi & Rodríguez- Flores, 2012). Ellos tienen preferencia por la forma de las flores y no por sus aromas (Hayden, 2014). La corola de las flores que atraen a estas aves es alargada y tubular porque pueden remover más alimento de ellas (Lara & Ornelas, 2001; Abrahamczyk & Kessler, 2015). Por otro lado, la forma del pico determina las flores de las cuales obtendrán el néctar (Ketz-Riley & Sánchez, 2014). Un ejemplo es el colibrí caribeño gorgimorado (Eulampis jugularis) donde los machos son 25% más grandes que las hembras, pero ellas presentan los picos 20% más largos y 40% más curvos. Esta diferencia se debe a que la alimentación primaria de los machos es la planta Heliconia caribaea, la cual tiene flores cortas y rectas, mientras que la alimentación primaria de las hembras es la planta Heliconia bihai, que presenta flores largas y curveadas (Temeles et al., 2010). Darwin (1862) fue uno de los primeros en documentar que la gran diversidad de estructuras florales generalmente ha evolucionado a través de la diversa gama de 13 interacciones con los diferentes polinizadores. Dicha modificación ocurre cuando las plantas son visitadas por una proporción relativamente pequeña de los polinizadores disponibles en una comunidad y, viceversa, cuando los polinizadores restringen el uso de los recursos florales a unas pocas especies de plantas (Maglianesi et al., 2014). Un ejemplo de coevolución y adaptación alimenticia son las especies de colibríes que presentan una extraordinaria variación en las longitudes del pico, que van desde los 5 mm (Ramphomicron microrhynchum) hasta los 100 mm (Ensifera ensifera), lo que coincide con las dimensiones de las flores que son visitadas por dichas aves. Por otro lado, la cantidad de néctar y la concentración de azúcar son consideradas como adaptaciones importantes en la evolución de las plantas ya que usualmente secretan volúmenes de entre 16% - 28% de néctar debido a los altos requerimientos energéticos de los colibríes (Brockmeyer & Schaefer, 2012). Como ha sido señalado y debido a la gran importancia biológica y ecológica de los colibríes, resulta indispensable generar conocimiento sobre las poblaciones de estos organismos. Por lo tanto, la presente investigación trata de evaluar: el porcentaje de área ocupada por dos especies de colibríes en una reserva ecológica urbana. Junto con los factores que favorecen la presencia de estas especies y las interacciones que se dan entre estas aves y algunas especies de plantas con las que presumiblemente se encuentran asociadas. Cabe señalar que la reserva ecológica donde se llevó a cabo esta tesis (la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, REPSA), es muy particular porque se encuentra inmersa en una ciudad universitaria, que a su vez está incluida en la región sur de la Ciudad de México. En la REPSA se encuentran presentes un total de 12 especies de colibríes (Lot & Cano-Santana, 2009). Esta tesis se enfocó en las dos especies más abundantes: Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris. Los resultados obtenidos pueden ser de utilidad para guiar futuras acciones de conservación para ambas especies. 14 OBJETIVOS 1. Calcular el porcentaje de área ocupada por dos especies de colibríes (Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris) en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel. 2. Conocer las características ambientales que favorecen la presencia de estas especies de colibríes. 3. Examinar cuáles son las especies de plantas con flor que favorecen la presencia de estos colibríes. HIPÓTESIS Debido a la fuerte dependencia de los colibríes hacia sus fuentes de alimento (Brockmeyer & Schaefer, 2012), la ocupación de ambas especies de estudio en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel estará fuertemente asociada a la incidencia de plantas con flores especialmente rojas, anaranjadas y tubulares. MÉTODOS Especies de estudio Colibrí pico ancho - Cynanthus latirostris Habita en zonas áridas, selvas tropicales y laderas con matorrales (0-2500 msnm). Se distribuye desde el suroeste de Estados Unidos hasta el sur de México. Mide 10 cm y pesa de 3-4 g. El macho adulto tiene la corona, nuca y espalda verde brillante. El pico es largo y recto, mayormente de color rojo (Fig. 1). La garganta es de color azul y 15 el pecho verde azul. La cola es ancha y bifurcada de color azul negruzca con las plumas cobertoras inferiores blancas. La hembra adulta es más opaca y tiene una franja blanca estrecha detrás de los ojos. Los jóvenes se parecen a la hembra adulta (Dunn & Alderfer, 2006; Arizmendi & Berlanga, 2014). Fig. 1. Fotografía de Cynanthus latirostris. Foto: Rubén Ortega-Álvarez. Colibrí berilo - Amazilia beryllina Habita en bosque de encino, pino-encino y en claros con matorrales (500 – 2500 msnm). Es común en la zona urbana. Se distribuye desde el suroeste de Estados Unidos atravesando el occidente de México (Sierra Madre Occidental, Eje Neovolcánico y Sierra Madre del Sur) hasta el centro de Honduras. Mide de 8 – 10 cm y pesa de 4 – 4.4 g. La parte superior del cuerpo es de color verde mientras que la parte inferior, las alas, rabadillay cola son de color canela (Fig. 2). En los machos adultos la parte superior del cuerpo es verde brillante, el vientre es canela grisáceo y la cola es de color canela 16 intenso. Las hembras adultas son muy parecidas a los machos pero tienen la garganta y el vientre inferior más pálidos o grisáceos. Los jóvenes son similares a la hembra (Grosselet & Burcsu, 2005; Dunn & Alderfer, 2006; Arizmendi & Berlanga, 2014; Jiménez & Ornelas, 2016). Fig. 2. Fotografía de Amazilia beryllina. Foto: Rubén Ortega-Álvarez. Especies de plantas con flor que potencialmente son fuente de alimento para colibríes Opuntia Pertenecen a la familia Cactaceae y son nativas del continente Americano. El género Opuntia comprende alrededor de 200 especies que crecen en toda América. México cuenta con 93 especies aproximadamente y la mayoría son endémicas (Orozco, 2002; Palacios, 2010). Dentro de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel se encuentran presentes 5 especies (Opuntia robusta, O. tomentosa, O. sarca, O. rzedowskii y O. streptacantha, Lot & Cano-Santana, 2009). Todas las especies son productoras de tunas comestibles, tienen flores diurnas y hermafroditas y presentan raíces fibrosas muy extendidas y superficiales (Castillo-Argüero, 2009; Palacios, 2010). Las flores suelen ser rojas, amarillas, amarillas con tintes rojos, anaranjadas, anaranjadas 17 con manchas rojas, entre otras (Fig. 3, Márquez et al., 2013). Los brotes florales empiezan cuando la temperatura mensual supera los 16 C (en el hemisferio norte en marzo o abril y en el hemisferio sur en septiembre u octubre) y su período de floración suele ser de 3 – 5 semanas. La cantidad del néctar que producen varía entre especies (Oliveira et al., 1999; Reyes-Agüero et al., 2006). Para efectos de este trabajo se consideró al género en su conjunto sin hacer distinción entre las especies. Fig. 3. Organismo completo del género Opuntia. Foto: Daniel Ibrahim Tovar Flores y Pastora Montserrat Vilchis Domínguez. Echeveria México es un importante centro de distribución para la familia Crassulaceae, a la cual pertenece el género Echeveria. Dicho género se distribuye desde el sur de Texas hasta Sudamérica (Uhl, 1992). En la REPSA se encuentran presentes dos especies de dicho género (Echeveria coccinea y E. gibbiflora). Ambas especies son nativas de la REPSA (Castillo-Argüero, 2009; Lot & Cano-Santana, 2009). Son plantas perennes con hojas y tallos suculentos que suelen crecer en sitios rocosos (Carrillo-Reyes et al., 2009). 18 Las hojas están dispuestas en forma de roseta, tienen una cutícula gruesa y cuentan con una cera protectora (Fig. 4, Jimeno, 2008; Verastegui, 2009). Las flores son pequeñas y sus pétalos tienen diminutas líneas rojas (Carrillo-Reyes et al., 2009). Además, presentan una simetría radial y son pentámeras. Estas plantas tienen desde 8 a 25 o más flores (García-Ruiz et al., 2016). Producen relativamente bajas cantidades de néctar (8.4 ± 5.7 µL) pero lo compensan con los altos números de flores que tienen (Vargas & Parra-Tabla, 2002). E. gibbiflora suele florecer de noviembre a febrero (Sánchez-León et al., 2016), mientras que E. coccinea florece entre otoño e invierno (Espino & de la Cruz, 2009). Para efectos de este trabajo consideré al género en su conjunto sin hacer distinción entre ambas especies. Fig. 4. Flor perteneciente al género Echeveria. Foto: Daniel Ibrahim Tovar Flores y Pastora Montserrat Vilchis Domínguez. 19 Wigandia La familia Hydrophyllaceae se distribuye en Norte, Centro y Sudamérica, Europa, Asia, África y Oceanía (Pérez, 2007). Dentro de dicha familia se encuentra el género Wigandia, el cual está representado en todo México por dos especies: Wigandia urens y W. caracasana. El género Wigandia se distribuye desde Norteamérica hasta Argentina y en México, W. urens se encuentra ampliamente distribuida (Castillo, 1996; Vargas, 2014). Su intervalo altitudinal va desde los 1260 hasta los 2700 msnm (Reyes, 2001). En la REPSA es una especie abundante (Lot, & Cano-Santana, 2009). Es una planta perenne que suele considerarse como arbusto o árbol pequeño (Pérez-Estrada et al., 2000; Zavala-Sánchez et al., 2009). Crece en lugares perturbados y secos como campos abandonados, matorrales, a lo largo de carreteras y grietas y orificios de paredes de casas (Castillo, 1996; González-Zertuche et al., 2001; Reyes, 2001; Pérez, 2007; Vargas, 2014). Se caracteriza por presentar en sus hojas tricomas urticantes que al ser tocados producen dolor y escozor y suelen aumentar en temporadas de sequía (Cano-Santana & Oyama, 1992, 1994; Pérez-Estrada et al., 2000; Vargas, 2014). La floración va de septiembre a febrero, la fructificación, de febrero a mayo y las plántulas se establecen en la temporada de lluvias (Castillo, 1996; González-Zertuche et al., 2001; Gamboa-de Buen et al., 2006; Pérez, 2007). Las flores suelen ser de color morado, violáceas, azules o lilas (Fig. 5, Vargas, 2014). Algunas comunidades utilizan esta planta para tratar dolores musculares y reumatoides y problemas inflamatorios (Pérez, 2007; Zavala-Sánchez et al., 2009). Cabe resaltar que no existe información sobre la cantidad de néctar que produce W. urens, sin embargo, consideré a dicha planta en este escrito debido a que en las observaciones en campo presencié que fueron una fuente de alimento para los colibríes. 20 Fig. 5. Flores del género Wigandia. Foto: Daniel Ibrahim Tovar Flores y Pastora Montserrat Vilchis Domínguez. Leonotis Dentro de la familia Lamiaceae se encuentran 224 géneros y 5600 especies, aproximadamente (Cornejo-Tenorio & Ibarra-Manríquez, 2011), incluyendo al género Leonotis. Dentro de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel se encuentra una única especie de este género (Leonotis nepetifolia), la cual es una especie introducida en la reserva (Castillo-Argüero, 2009; Lot, & Cano-Santana, 2009). L. nepetifolia es una planta herbácea originaria de África que se encuentra distribuida ampliamente en el sur de la India y en regiones tropicales de América (Maravilla-Romero, 2011; Oliveira et al., 2015). Sin embargo, fue introducida en América, particularmente en México Centroamérica y las Antillas. Es común verlas a lo largo de las carreteras y en algunos campos (Gill & Conway, 1979). La floración de esta planta es en los meses de enero y febrero. Sus flores son anaranjadas y con aspecto aterciopelado. El cáliz cuenta con 8- 10 dientes desiguales y terminados en espina y la corola mide de 1.5 – 4 cm de largo (Fig. 6, Méndez, 2007). El néctar en L. nepetifolia contiene glucosa, fructosa y sacarosa y contiene 8.66 ± 3.82 µL (Gill & Conway, 1979). Esta planta tiene muchos usos 21 medicinales y sus hojas suelen usarse en infusiones de té contra la malaria, además de que tiene propiedades antioxidantes y anticancerígenas (Veerabadran et al., 2013; Oliveira et al., 2015). Fig. 6. Flor anaranjada del género Leonotis. Foto: Daniel Ibrahim Tovar Flores y Pastora Montserrat Vilchis Domínguez. Área de estudio La Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) es una reserva natural inmersa en un entorno urbano como el de Ciudad Universitaria, sirve como refugio para muchas especies, tanto animales como vegetales (Cano-Santana et al., 2008). Es particular por su valoración recreativa y educativa, por su biodiversidad, geomorfología y valor paisajístico (Ruelas & Aguilar, 2010). Se localiza al suroeste de la Ciudad de México, dentro del campus de Ciudad Universitaria, entre las coordenadas 19 18’ 31” – 19 19’ 17” N y 99 10’ 20” – 99 11’ 52” O. El intervalo altitudinal va de 2,200 a 2,365 22 msnm (Soto-Trejo et al., 2011). Cuenta con un área total de 237.3 ha (Fig. 7). El clima es templado subhúmedo con lluvias en verano. La precipitación media anual es de 833 mm y la temperaturamedia anual es de 15.6C. Presenta una marcada estacionalidad. La época de lluvias es de junio a octubre y la de secas de noviembre a mayo (Pérez-Estrada et al., 2000; Santibáñez-Andrade et al., 2009). Los tipos de microambientes son: planos, oquedades, grietas, hondonadas y promontorios (Castillo-Argüero et al., 2009). La REPSA puede estructurarse en tres diferentes zonas (Fig. 7). La zona núcleo consiste en todas las áreas que se encuentran bajo protección especial y que no permiten el acceso de personas. La zona de amortiguamiento involucra todas las áreas que también se consideran zonas de conservación del ecosistema local pero que reciben algún tipo de manejo y por lo tanto permiten el acceso a personas. La zona urbana consiste en todas las áreas en las que están presentes estructuras hechas por el hombre (edificios, jardines, estacionamientos y calles, Lot & Cano-Santana, 2009). La comunidad vegetal dominante se compone de matorral de palo loco (Pittocaulon praecox), tepozán (Buddleia sp.), mala mujer (Wigandia urens), copal (Bursera sp.), entre otras (Rojo & Rodríguez, 2002; Manzanares, 2015). En la REPSA se tienen reportadas 148 especies de aves, distribuidas en 14 órdenes y 37 familias, de las cuales 84 son residentes y 64 son migratorias. Las especies de colibríes registradas son 12, de las cuales seis se consideran raras, tres son comunes y tres son abundantes (Lot & Cano-Santana, 2009). 23 Fig. 7. Mapa de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel con las zonas núcleo y de amortiguamiento además de los sitios de observación. Mapa elaborado por Gonzalo Ramírez Cruz. Métodos de Campo Para la obtención de los datos de campo se seleccionaron 100 puntos de observación de manera aleatoria dentro de toda la REPSA, incluyendo la zona núcleo, zona de amortiguamiento y zona urbana (Fig. 7). Cada punto fue visitado 5 veces como mínimo y 7 veces como máximo durante tres temporadas: la temporada de secas cálidas 24 corresponde al mes de mayo de 2015, la temporada de lluvias corresponde a septiembre de 2015 y la temporada de secas frías a enero de 2016. Cada visita consistió en un período de observación de 15 minutos en un radio de 20 metros con respecto al centro de cada punto de observación. En cada visita se registró la detección o no detección de Cynanthus latirostris y Amazilia beryllina. Además, se registraron seis diferentes características ambientales que pudieran influir directamente en la presencia de ambas especies de colibríes. Registré el porcentaje de cobertura vegetal en tres diferentes estratos (arbóreo, arbustivo y herbáceo) y el porcentaje del sitio cubierto por basura, por medio de estimaciones directas. También registré si los puntos de observación presentaban o no algún tipo de manejo/mantenimiento como el riego y la poda y medí la distancia del centro de observación de cada punto a la infraestructura más cercana por medio de Google Earth (Google, 2017). Lo anterior lo llevé a cabo en el radio de 20 m para cada punto de observación y para cada temporada. También se registró la detección o no detección de especies de plantas con flores que potencialmente pudieran favorecer la presencia de los colibríes. Los géneros de las plantas que se registraron fueron: Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis. Me enfoqué en estos géneros porque son abundantes en toda el área de estudio y, por lo tanto, me permitieron obtener estimaciones precisas de sus probabilidades de detección y ocupación. Modelos de ocupación Los modelos de ocupación fueron la herramienta principal en esta investigación (MacKenzie et al., 2002, 2006), los cuales estiman la probabilidad de ocupación (Ψ que se interpreta también como porcentaje de área ocupada) y la probabilidad de detección (p). Las estimaciones de Ψ y p las realicé a través de procedimientos de máxima verosimilitud efectuados en el programa MARK (Lebreton et al., 1992; White & Burnham, 1999). Calculé ambos parámetros demográficos como una función de las 25 diferentes variables ambientales que registré en campo, utilizando un procedimiento en dos fases: Fase 1 En esta primera fase busqué la mejor parametrización de la probabilidad de detección (p). Para esto, definí distintos modelos en los que p es una función lineal del porcentaje de la cobertura de árboles (CA1), arbustos (CA2) y hierbas (CH) y de la presencia o ausencia de actividades de manejo (MA). También estimé el efecto de las diferentes zonas (ZN, ZA y ZU). Construí modelos con efectos aditivos de pares de las variables explicativas anteriores afectando a p (e.g., CA2 + zonas, MA + CH, CA1 + CA2, etc.). En todos estos modelos la probabilidad de ocupación (Ψ) se mantuvo constante. En total fueron 16 modelos que probaron distintas fuentes de variación (hipótesis) para p, incluyendo un modelo en el que p se mantuvo también constante (i.e., el modelo nulo). El ajuste de todos los modelos realizados se evaluó utilizando el criterio de información de Akaike ajustado para muestras pequeñas (AICc) (Akaike, 1973; Burnham & Anderson, 2002). El menor valor de AICc representa al modelo con el mejor ajuste a los datos, o dicho de otra manera, el modelo con el menor AICc es el modelo que, en teoría, se aproxima más a la verdad, dados los datos observados (Anderson, 2008). Cabe señalar que cuando existen modelos cuyos valores de AICc difieren en menos de dos unidades con respecto al mejor modelo (modelos con un AICc < 2), dichos modelos también tendrán apoyo en los datos, por lo que no podrán ser descartados (Burnham & Anderson, 2002). Adicionalmente, calculé el peso AICc (w) para cada modelo, que es una medida del apoyo relativo que tiene en los datos (Amstrup et al., 2005). Cuando fue seleccionado el modelo con el mayor apoyo en p, se procedió a la segunda fase. Fase 2 En esta fase mantuve siempre a p como una función de las variables ambientales seleccionadas en el paso anterior (i.e., el modelo que tuvo el menor valor de AICc para p) y probé el efecto de las siguientes variables sobre la probabilidad de ocupación (Ψ): porcentaje de cobertura de árboles (CA1), arbustos (CA2) y hierbas (CH), presencia o no de manejo (MA), porcentaje de basura en el sitio (BA) y la distancia desde el punto de 26 observación hasta la zona urbana (DZ), además del efecto de las tres zonas (ZN, ZA y ZU). De la misma manera que hice con p, puse a prueba efectos aditivos de pares de todas las variables anteriores sobre Ψ (e.g., CA2 + zonas, MA + DZ, CA1 + CH, etc.). De nuevo utilicé el AICc para identificar al mejor modelo. Ambas etapas de selección de modelos, en las que encontré la mejor parametrización para p y Ψ, las llevé a cabo por separado para las dos especies de colibríes (Cynanthus latirostris y Amazilia beryllina), para las plantas (Opuntia, Echeveria, Wigandia urens y Leonotis nepetifolia), y para cada temporada (secas cálidas, lluvias y secas frías). Para reportar el porcentaje de área ocupada de la REPSA por C. latirostris y A. beryllina en las tres temporadas, utilicé el valor predicho de Ψ derivado del modelo con el mejor apoyo y que representa el valor esperado de Ψ para el valor promedio de las covariables involucradas en este mejor modelo. Para conocer si la presencia de plantas con flor es un factor determinante en la ocupación de los colibríes (en otras palabras, si la presencia de los colibríes depende de la presencia de las plantas con flor), utilicé modelos de ocupación para dos especies (MacKenzie et al., 2004; Richmond et al., 2010). Para esto, utilicé las covariables seleccionadas para p y Ψ, por cada especie de colibrí y para las cuatro especies de plantas. Después, para cada temporada, ajusté dos tipos de modelos (condicional y no condicional). Para ello utilicé simultáneamente las historias de detección de cada colibrí junto con las historias de detección de cadaespecie de planta (MacKenzie et al., 2004). El primer modelo denominado “modelo condicional”, representa que la probabilidad de ocupación de un colibrí depende de la ocupación de una planta con flor. Se le denomina de dicha manera porque la presencia del colibrí está condicionada a la presencia o ausencia de las plantas con flor. Para el segundo modelo, llamado “modelo no condicional”, la probabilidad de ocupación de un colibrí no depende de la ocupación de una planta con flor. Se le denomina así porque la presencia del colibrí es independiente de la presencia o ausencia de la planta con flor. Si el modelo con mejor ajuste en los datos es el modelo condicional, indica que existe una interacción entre el colibrí y la planta con flor, ya sea negativa (el colibrí evita a la planta) o positiva (el colibrí está presente predominantemente en sitios donde la 27 planta está presente). Por otro lado, si el modelo más apoyado es el modelo no condicional, hay evidencia de que la probabilidad de ocupación del colibrí no se encuentra afectada (es independiente) de la ocupación de la planta con flor. Factor de interacción de especies (SIF) A partir de los modelos condicionales calculé el factor de interacción entre especies, que se denota con forma abreviada como SIF (por sus siglas en inglés “species interaction factor”, MacKenzie et al., 2006) para saber qué tipo de interacción existe entre colibríes y plantas (positiva = coexisten o negativa = se evitan). Este SIF se calcula de la siguiente manera: donde, ΨAB representa la probabilidad de que ambas especies estén presentes, ΨA representa la probabilidad de que A se encuentre presente (independientemente de la presencia de B) y ΨB representa la probabilidad de que B esté presente (independientemente de la presencia de A). A representó a cada una de las plantas con flor y B representó a cada colibrí. Los modelos de ocupación de dos especies permiten calcular los tres parámetros anteriores (ΨAB, ΨA y ΨB) de manera independiente a partir de las historias de detección y a través de máxima verosimilitud (MacKenzie et al., 2004). Los valores obtenidos del SIF se pueden interpretar de la siguiente manera. Si SIF = 1 (ΨAB = ΨA × ΨB) quiere decir que las especies están presentes en el área de manera independiente; por lo tanto, no hay interacción entre éstas. Si SIF > 1 (ΨAB > ΨA × ΨB) quiere decir que las especies coexisten más de lo esperado por azar; por lo tanto, hay una interacción positiva (i.e., el colibrí prefiere sitios donde la planta está presente). Por el contrario, si SIF < 1 (ΨAB < ΨA × ΨB) quiere decir que las especies coexisten menos de lo que se espera por azar (i.e., el colibrí tiende a evitar sitios donde la planta está presente). Calculé el SIF para examinar la posible interacción entre cada especie de colibrí y cada especie de planta durante cada temporada. 28 RESULTADOS Probabilidad de detección (p) Para la probabilidad de detección de Amazilia beryllina en la temporada de secas cálidas, el modelo con mejor ajuste en los datos incluyó a la cobertura de hierbas. La probabilidad de detección disminuye cuando aumenta la cobertura de hierbas (Fig. 8a). En la temporada de lluvias, el modelo más apoyado incluyó el efecto de las zonas (i.e., diferencias entre zona núcleo, zona de amortiguamiento y zona urbana). La probabilidad de detección es menor en la zona urbana, a diferencia de la zona núcleo y la zona de amortiguamiento (Fig. 8b). Por otro lado, en la temporada de secas frías el modelo mejor apoyado incluyó el efecto aditivo de la cobertura de arbustos y la cobertura de hierbas. En las Figuras 8c y 8d se observa una relación positiva entre la probabilidad de detección y ambas coberturas. 29 Figura 8. Relación entre la probabilidad de detección (p) de Amazilia beryllina y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las tres distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a), lluvias (b) y secas frías (c y d). Las líneas y los puntos rojos indican la estimación puntual de p mientras que las líneas grises y barras de error indican los intervalos de confianza (95%). ZN = zona núcleo, ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. Por otro lado, el modelo mejor apoyado para la probabilidad de detección (p) de Cynanthus latirostris en la temporada de secas cálidas incluyó el efecto aditivo de las zonas y la cobertura de arbustos. En la Fig. 9a se observan dos patrones. En primer lugar, la detección aumenta conforme aumenta la cobertura de arbustos en las tres zonas. En segundo lugar, en general la detección en la zona núcleo (ZN) es mayor con respecto a la zona de amortiguamiento (Fig. 9b) y la zona urbana (Fig. 9c). En la temporada de lluvias, la variable explicativa más apoyada fue la cobertura de arbustos. A mayor porcentaje de cobertura arbustiva, se aprecia un ligero incremento en la probabilidad de detección (Fig. 9d). En la última temporada, el modelo mejor apoyado incluyó un 30 efecto aditivo de las zonas y la cobertura de árboles. En todas las zonas conforme aumenta el porcentaje de cobertura arbórea, la probabilidad de detección disminuye (Fig. 9e-g). Además, la detección fue en general ligeramente mayor en la zona núcleo. Figura 9. Relación entre la probabilidad de detección (p) de Cynanthus latirostris y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las tres distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a, b y c), lluvias (d) y secas frías (e, f y g). Las líneas verdes indican la estimación puntual de p mientras que las líneas grises indican los intervalos de confianza (95%). ZN = zona núcleo, ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. En cuanto a las especies vegetales, los resultados para la probabilidad de detección del género Opuntia en la temporada de secas cálidas, lluvias y secas frías fueron los siguientes. Para las primeras dos temporadas (secas cálidas y lluvias), las variables explicativas mejor apoyadas fueron la cobertura de árboles y la cobertura de arbustos. En todos estos casos la probabilidad de detección tuvo una relación positiva con el porcentaje arbóreo y arbustivo (Fig. 10a-d). Por otro lado, en la temporada de secas frías el modelo más apoyado incluyó las zonas y la cobertura de arbustos. La Fig. 10e muestra que la probabilidad de detección en zona núcleo (ZN) es mayor, seguida de 31 la zona urbana (ZU) (Fig. 10f) y, por último, la zona de amortiguamiento (ZA) (Fig. 10g). En todos estos casos la detección aumenta conforme aumenta la cobertura de arbustos. Figura 10. Relación entre la probabilidad de detección (p) del género Opuntia y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las tres distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c y d) y secas frías (e, f y g). Las líneas azules indican la estimación puntual de p mientras que las líneas grises indican los intervalos de confianza (95%). ZN = zona núcleo, ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. Para el género Echeveria en la temporada de secas cálidas y lluvias, el modelo con mejor ajuste en los datos incluyó a la cobertura de arbustos y al manejo. Para ambas temporadas, la relación entre la probabilidad de detección y la cobertura arbustiva fue positiva (Fig. 11a y c). En el caso del manejo para ambas temporadas, la detección es mayor cuando hay ausencia del mismo, mientras que cuando hay manejo la detección es menor (Fig. 11b y d). En la temporada de secas frías el manejo fue la variable explicativa mejor apoyada. Cuando no hay manejo la probabilidad de detección es ligeramente mayor que cuando sí está presente (Fig. 11e). 32 Figura 11. Relación entre la probabilidad de detección (p) del género Echeveria y distintas variables ambientales durante lastemporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c y d) y secas frías (e). Las líneas y los puntos azules indican la estimación puntual de p mientras que las líneas grises y barras de error indican los intervalos de confianza (95%). El modelo más apoyado para la probabilidad de detección del género Wigandia en las temporadas de secas cálidas incluyó al manejo y a la basura. Cuando no hay manejo existe ligeramente una mayor probabilidad de detección a diferencia de cuando se encuentra presente (Fig. 12a). La detección también aumenta cuando el porcentaje de basura es mayor (Fig. 12b). En cuanto a la temporada de lluvias, las variables explicativas más apoyadas fueron la cobertura de arbustos y la cobertura de hierbas. En ambos casos la relación es positiva: a mayor porcentaje de ambas coberturas, hay una mayor probabilidad de detección (Fig. 12c-d). En la temporada de secas frías, los 33 modelos más apoyados incluyeron a la cobertura de arbustos y al manejo. En dicha temporada, la p aumenta cuando la cobertura de arbustos también aumenta (Fig. 12e). En el caso del manejo, hay una ligeramente mayor probabilidad de detección cuando no hay manejo en comparación con sitios en los que no hay estas actividades (Fig. 12f). Figura 12. Relación entre la probabilidad de detección (p) del género Wigandia y distintas variables ambientales durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c y d) y secas frías (e y f). Las líneas y los puntos rosas indican la estimación puntual de p mientras que las líneas grises y barras de error indican los intervalos de confianza (95%). Para el caso del género Leonotis en la temporada de secas cálidas, las variables explicativas mejor apoyadas fueron la cobertura de hierbas y la basura. En ambos casos la relación con la probabilidad de detección es claramente positiva (Fig. 13a-b). En la temporada de lluvias, el modelo mejor apoyado incluyó diferencias entre zonas y la cobertura de árboles. La relación es negativa: conforme aumenta la cobertura arbórea en todas las zonas, la p disminuye (Fig. 13c-e). Además, la detección fue por lo general 34 más alta en la zona de amortiguamiento. Por último, en la temporada de secas frías, las variables explicativas mejor apoyadas fueron la cobertura de árboles y la cobertura herbácea. En ambas coberturas, la relación con la p fue claramente negativa (Fig. 13f-g). Figura 13. Relación entre la probabilidad de detección (p) del género Leonotis y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las tres distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c, d y e) y secas frías (f y g). Las líneas amarillas indican la estimación puntual de p mientras que las líneas grises indican los intervalos de confianza (95%). ZN = zona núcleo, ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. 35 Probabilidad de ocupación (Ψ) Los resultados de la ocupación de Amazilia beryllina en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías se presentan a continuación. En el Cuadro 1 se muestra la lista de los modelos más apoyados para las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías. Con respecto a la temporada de secas cálidas, el modelo con mejor ajuste en los datos incluyó a la cobertura de árboles y al manejo. La probabilidad de ocupación (Ψ) aumenta conforme aumenta el porcentaje de la cobertura de árboles, mientras que la Ψ es mayor cuando no hay manejo (Fig. 14a-b). En la temporada de lluvias la variable explicativa más apoyada fue la cobertura de arbustos. En la Figura 14c se observa que, a mayor cobertura de arbustos, hay una mayor probabilidad de ocupación. Por último, para la temporada de secas frías, la variable que mejor explica los datos también fue la cobertura de arbustos. La relación es también positiva, a mayor porcentaje de cobertura arbustiva, la probabilidad de ocupación (Ψ) aumenta (Fig. 14d). Cuadro 1. Modelos más apoyados en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías para la probabilidad de ocupación de Amazilia beryllina. El menor valor de AICc (criterio de información de Akaike ajustado para muestras pequeñas) identifica al modelo con un mejor ajuste en los datos. El AICc muestra la diferencia en los valores del AICc entre el modelo más apoyado con respecto a los demás modelos. El peso AICc (w) indica el apoyo relativo de cada modelo. En el cuadro se muestran los modelos con un ΔAICc < 2 y el primer modelo con un ΔAICc > 2. Temporada Modelo AICc AICc w Secas cálidas Cobertura de árboles + manejo 483.37 0 0.29 Cobertura de árboles 484.98 1.60 0.13 Cobertura de árboles + distancia a la zona urbana 486.00 2.64 0.08 Lluvias Cobertura de arbustos 560.47 0 0.25 Cobertura de arbustos + distancia a la zona urbana 561.56 1.09 0.14 Cobertura de arbustos + basura 561.76 1.29 0.13 36 Cobertura de arbustos + manejo 562.70 2.23 0.08 Secas frías Cobertura de arbustos 494.87 0 0.23 Cobertura de árboles + cobertura de arbustos 495.07 0.20 0.21 Zonas + cobertura de arbustos 495.77 0.90 0.15 Cobertura de arbustos + distancia a la zona urbana 496.58 1.71 0.10 Cobertura de arbustos + basura 496.69 1.82 0.09 Cobertura de arbustos + cobertura de hierbas 497.10 2.23 0.08 37 Figura 14. Relación entre la probabilidad de ocupación (Ψ) de Amazilia beryllina y distintas variables ambientales durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c) y secas frías (d). Las líneas y los puntos rojos indican la estimación puntual de Ψ mientras que las líneas grises y barras de error indican los intervalos de confianza (95%). En cuanto a Cynanthus latirostris, en el Cuadro 2 se muestra la lista de los modelos más apoyados para las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías. En cuanto a la temporada de secas cálidas, el modelo más apoyado incluyó la diferencia entre zonas (zona núcleo, zona de amortiguamiento y zona urbana) y la cobertura de árboles. La relación fue positiva: conforme aumenta la cobertura arbórea en todas las zonas, la Ψ aumenta. Además, la ocupación fue mayor en las zonas núcleo y de amortiguamiento (Fig.15a-c). En la temporada de lluvias, la variable explicativa mejor apoyada fue el manejo. En la Fig. 15d se aprecia que cuando no hay manejo hay una 38 mayor probabilidad de ocupación, a diferencia de cuando sí hay manejo. En la temporada de secas frías, las dos variables explicativas más apoyadas fueron el manejo y el porcentaje de basura. Cuando no hay manejo, hay una mayor Ψ. Por otro lado, la relación con el porcentaje de basura fue negativa. Conforme aumenta el porcentaje de basura, disminuye la probabilidad de ocupación (Fig. 15e-f). Cuadro 2. Modelos más apoyados en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías para la probabilidad de ocupación de Cynanthus latirostris. El menor valor de AICc (criterio de información de Akaike ajustado para muestras pequeñas) identifica al modelo con un mejor ajuste en los datos. El AICc muestra la diferencia en los valores del AICc entre el modelo más apoyado con respecto a los demás modelos. El peso AICc (w) indica el apoyo relativo de cada modelo. En el cuadro se muestran los modelos con un ΔAICc < 2 y el primer modelo con un ΔAICc > 2. Temporada Modelo AICc AICc w Secas cálidas Zonas + Cobertura de árboles 526.30 0 0.68 Zonas 530.02 3.72 0.11 Lluvias Manejo 371.23 0 0.14 Distancia a la zona urbana 372.04 0.81 0.09 Cobertura de arbustos 372.26 1.04 0.08 Cobertura de arbustos + manejo 372.48 1.25 0.08 Manejo + distancia a la zona urbana 372.50 1.27 0.08 Manejo + basura 373.38 2.15 0.05 Secas frías Manejo + basura 415.55 0 0.41 Coberturade arbustos + basura 418.55 2.99 0.09 39 Figura 15. Relación entre la probabilidad de ocupación (Ψ) de Cynanthus latirostris y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las tres distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a, b y c), lluvias (d) y secas frías (e y f). Las líneas y puntos verdes indican la estimación puntual de Ψ mientras que las líneas grises indican los intervalos de confianza (95%). ZN = zona núcleo, ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. Con respecto a las especies vegetales, en el Cuadro 3 se muestra la lista de los modelos que presentaron un mejor apoyo en los datos durante las tres temporadas (secas cálidas, lluvias y secas frías) para los cuatro géneros de plantas. Para el género Opuntia, en la temporada de secas cálidas, las variables explicativas más apoyadas fueron la diferencia entre zonas y la cobertura de arbustos. Con respecto a las zonas, estas cactáceas estuvieron presentes y fueron detectadas en la totalidad de la zona núcleo. Por lo que para esta zona Ψ = 1. En las otras dos zonas, la relación entre Ψ y la cobertura de arbustos es positiva: conforme aumenta la cobertura de arbustos en las zonas de amortiguamiento y urbana, la probabilidad de ocupación también aumenta (Fig. 16a-b). En la temporada de lluvias, el modelo más apoyado incluyó a la cobertura de arbustos y al manejo. Conforme aumenta el porcentaje de cobertura arbustiva también aumenta la probabilidad de ocupación (Fig. 16c). Cuando no hay manejo, la 40 probabilidad de ocupación es claramente mayor a diferencia de cuando sí hay manejo (Fig. 16d). En la temporada de secas frías las dos variables explicativas más apoyadas fueron la cobertura de arbustos y la basura. Para ambos casos, la relación es positiva. A mayor porcentaje de cobertura arbustiva y de basura, hay una mayor probabilidad de ocupación (Fig. 16e-f). Sin embargo, la relación positiva con la basura fue apenas perceptible (Fig. 16f). Cuadro 3. Modelos más apoyados en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías para la probabilidad de ocupación de los géneros Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis. Todos estos modelos obtuvieron el menor valor de AICc (criterio de información de Akaike ajustado para muestras pequeñas) para cada temporada. El peso AICc (w) indica el apoyo relativo de cada modelo. Temporada Modelo w Opuntia Secas cálidas Zonas + cobertura de arbustos 0.38 Lluvias Cobertura de arbustos + manejo 0.78 Secas frías Cobertura de arbustos + basura 0.40 Echeveria Secas cálidas Zonas + cobertura de arbustos 0.46 Lluvias Zonas + cobertura de arbustos 0.46 Secas frías Cobertura de arbustos + distancia a la zona urbana 0.65 Wigandia Secas cálidas Cobertura de arbustos + distancia a la zona urbana 0.30 Lluvias Cobertura de arbustos 0.25 Secas frías Cobertura de árboles + cobertura de arbustos 0.35 Leonotis Secas cálidas Cobertura de arbustos + distancia a la zona urbana 0.31 Lluvias Cobertura de arbustos + distancia a la zona urbana 0.48 Secas frías Manejo + distancia a la zona urbana 0.42 41 Figura 16. Relación entre la probabilidad de ocupación (Ψ) del género Opuntia y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c y d) y secas frías (e y f). Las líneas y puntos azules indican la estimación puntual de Ψ mientras que las líneas grises indican los intervalos de confianza (95%). ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. En la zona núcleo estas plantas siempre estuvieron presentes (Ψ=1). Para el género Echeveria en la temporada de secas cálidas y en lluvias, los modelos que tuvieron un mejor ajuste incluyeron a la diferencia entre zonas y la cobertura de arbustos. En ambos modelos la relación es positiva: conforme aumenta el porcentaje de cobertura de arbustos en las tres diferentes zonas (zona núcleo, zona de amortiguamiento y zona urbana), la probabilidad de ocupación (Ψ) también aumenta (Fig. 17a-e). Sin embargo, en el caso particular de la temporada de secas cálidas, estas plantas estuvieron presentes en la totalidad de la zona núcleo (Ψ = 1). En la temporada de secas frías, las dos variables explicativas fueron la cobertura de arbustos y la distancia 42 a la zona urbana. Para ambas variables la relación también fue positiva. Conforme aumenta la cobertura de arbustos y la distancia a la zona urbana, aumenta también la probabilidad de ocupación (Fig. 17f-g). Figura 17. Relación entre la probabilidad de ocupación (Ψ) del género Echeveria y distintas variables ambientales, así como diferencias entre las distintas zonas dentro de la REPSA, durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c, d y e) y secas frías (f y g). Las líneas y puntos azules indican la estimación puntual de Ψ mientras que las líneas grises indican los intervalos de confianza (95%). ZA = zona de amortiguamiento, ZU = zona urbana. En la zona núcleo estas plantas siempre estuvieron presentes (Ψ = 1). Para el género Wigandia en la temporada de secas cálidas, las variables explicativas mejor apoyadas fueron la cobertura de arbustos y la distancia a la zona urbana. Conforme aumenta el porcentaje de cobertura arbustiva y la distancia a la zona urbana, la probabilidad de ocupación es mayor (Fig. 18a-b). Sin embargo, los intervalos de confianza de la relación entre ocupación y distancia a la zona urbana fueron muy amplios (Fig. 18b), lo que indica incertidumbre con respecto a esta relación. En la temporada de lluvias, el modelo más apoyado incluyó a la cobertura de arbustos. La 43 probabilidad de ocupación incrementa cuando el porcentaje de cobertura de arbustos es mayor (Fig. 18c). En la temporada de secas frías, las dos variables más apoyadas fueron la cobertura de árboles y la cobertura de arbustos. La relación entre la cobertura arbórea y la probabilidad de ocupación es negativa, ya que cuando el porcentaje de esta cobertura aumenta, la probabilidad de ocupación es menor (Fig. 18d). Por el contrario, cuando el porcentaje de cobertura arbustiva aumenta, la Ψ de estas plantas también aumenta (Fig. 18e). Figura 18. Relación entre la probabilidad de ocupación (Ψ) del género Wigandia y distintas variables ambientales durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c) y secas frías (d y e). Las líneas rosas indican la estimación puntual de Ψ mientras que las líneas grises y barras de error indican los intervalos de confianza (95%). 44 Finalmente, para el género Leonotis en la temporada de secas cálidas y en lluvias, el modelo más apoyado incluyó la cobertura de arbustos y la distancia a la zona urbana en los dos casos. Cuando el porcentaje de cobertura arbustiva aumenta, la probabilidad de ocupación también aumenta (Fig. 19a y c). Por el contrario, cuando la distancia a la zona urbana aumenta, la probabilidad de ocupación disminuye (Fig. 19b y d). En la temporada de secas frías, las dos variables explicativas más apoyadas fueron el manejo y la distancia a la zona urbana. Cuando no hay manejo, la probabilidad de ocupación es mayor a diferencia de cuando sí hay (Fig. 19e). Además, conforme aumenta la distancia a la zona urbana, la Ψ disminuye, tal como observé en secas cálidas y lluvias (Fig. 19f). Figura 19. Relación entre la probabilidad de ocupación (Ψ) del género Leonotis y distintas variables ambientales durante las temporadas de secas cálidas (a y b), lluvias (c y d) y secas frías (e y f). Las líneas y los puntos amarillos indican la estimación puntual de Ψ mientras que las líneas grises y barras de error indican los intervalos de confianza (95%). 45 En promedio, las estimaciones del porcentaje del área total de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel que estáocupada por Amazilia beryllina son las siguientes. En la temporada de secas cálidas, este colibrí ocupa el 54% de la REPSA. En la temporada de lluvias este porcentaje aumentó a 66% y en la temporada de secas frías fue del 58%. Por otro lado, el porcentaje de área ocupada por Cynanthus latirostris en la REPSA en la temporada de secas cálidas difirió notablemente entre zonas (Cuadro 2). En la zona núcleo la ocupación fue de 98%, en la zona de amortiguamiento fue de 92% y en la zona urbana fue notablemente más bajo: 36%. En las otras dos temporadas no hubo diferencias entre zonas (Cuadro 2). En la temporada de lluvias el porcentaje de área ocupada fue de 47% y en la temporada de secas frías fue de 40%. Modelos de ocupación para dos especies Amazilia beryllina Los resultados de los modelos de ocupación de dos especies en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías para Amazilia beryllina cuando están presentes Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis se muestran en el Cuadro 4. En dicho cuadro se presenta la comparación del ajuste del modelo condicional con respecto al modelo no condicional (a través de los valores de AICc, AICc y w) para la posible interacción entre este colibrí y cada uno de estos géneros de plantas. Mostrar Con respecto al género Opuntia para las tres temporadas el modelo más apoyado fue el modelo no condicional. Sin embargo, en las temporadas de lluvias y secas frías, los modelos condicionales tuvieron un AICc de 0.69 y 0.16 respectivamente, por lo que al tener un AICc < 2, no se puede descartar por completo la dependencia del colibrí hacia la presencia o ausencia de dicha cactácea. De hecho, los valores del SIF derivados de estos modelos condicionales que tuvieron cierto apoyo fueron < 1, indicando que el colibrí tiende a evitar sitios con Opuntia (Fig. 20a). 46 En secas cálidas el modelo no condicional para la interacción entre el género Echeveria y A. beryllina tuvo estadísticamente más apoyo que el modelo condicional (AICc = 3.18). Por el contrario, en la temporada de lluvias el modelo más apoyado fue el condicional. En esta temporada, el SIF fue estadísticamente menor a 1 solamente en la zona urbana (Fig. 20b), lo que indica que en esta zona este colibrí evita sitios con Echeveria. En las otras dos zonas el SIF fue estadísticamente igual a 1. En la temporada de secas frías ambos modelos tuvieron un ajuste similar en los datos (AICc < 2) y el SIF no fue estadísticamente distinto de 1 (Fig. 20b). En cuanto al género Wigandia, en la temporada de secas cálidas el modelo no condicional tuvo notablemente más apoyo que el modelo condicional (Cuadro 4). En contraste, en las temporadas de lluvias y secas frías los modelos más apoyados fueron los modelos condicionales. Sin embargo, en la temporada de secas frías el modelo no condicional también tuvo un buen ajuste, con un AICc = 1.85. En estas dos temporadas el SIF fue estadísticamente mayor a 1 (Fig. 20c), lo que indica que la presencia de Wigandia favorece la ocupación de este colibrí. Por último, para el género Leonotis en las temporadas de secas cálidas y secas frías el modelo no condicional tuvo notablemente más apoyo que el modelo condicional. Por el contrario, en la temporada de lluvias el modelo más apoyado fue el modelo condicional. En este caso el valor del SIF fue estadísticamente mayor a 1 (Fig. 20d), lo que sugiere una relación positiva (i.e., la presencia de Amazilia beryllina se favorece por la presencia del género Leonotis). Cuadro 4. Modelos que examinan la probabilidad de ocupación (Ψ) de Amazilia beryllina cuando algún representante de los géneros Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis está presente (modelo condicional). Estos modelos condicionales se contrastan con modelos no condicionales en los que la ocupación del colibrí no depende de las plantas. El menor valor de AICc (criterio de información de Akaike ajustado para muestras pequeñas) identifica al modelo con un mejor ajuste en los datos. El AICc muestra la diferencia en los valores del AICc entre el modelo más apoyado con respecto al otro modelo. El peso AICc (w) indica el apoyo relativo de cada modelo. Interacción y temporada Modelo AICc AICc w Opuntia – A. beryllina Secas cálidas No condicional 925.53 0 0.84 Condicional 928.92 3.39 0.15 47 Lluvias No condicional 1053.54 0 0.59 Condicional 1054.23 0.69 0.41 Secas frías No condicional 927.98 0 0.52 Condicional 928.14 0.16 0.48 Echeveria – A. beryllina Secas cálidas No condicional 948.75 0 0.83 Condicional 951.92 3.18 0.17 Lluvias Condicional 1007.74 0 0.78 No condicional 1010.31 2.57 0.22 Secas frías No condicional 859.35 0 0.63 Condicional 860.38 1.03 0.37 Wigandia – A. beryllina Secas cálidas No condicional 1093.79 0 0.93 Condicional 1099.03 5.24 0.07 Lluvias Condicional 1107.19 0 0.97 No Condicional 1114.31 7.13 0.03 Secas frías Condicional 963.10 0 0.72 No condicional 964.95 1.85 0.28 Leonotis – A. beryllina Secas cálidas No condicional 883.64 0 0.98 Condicional 891.12 7.48 0.02 Lluvias Condicional 921.58 0 0.85 No condicional 925.10 3.52 0.15 Secas frías No condicional 897.01 0 0.93 Condicional 902.12 5.12 0.07 48 Fig. 20. Factor de interacción de especies (SIF) calculado para Amazilia beryllina y los cuatro distintos géneros de plantas: a) Opuntia, b) Echeveria, c) Wigandia y d) Leonotis en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías. Las barras de error indican los intervalos de confianza (95%). Los valores faltantes del SIF corresponden a aquellos casos en los que este parámetro no pudo ser estimado con precisión. El cuadro representa la zona núcleo, el triángulo representa la zona de amortiguamiento y el rombo representa la zona urbana para aquellos casos en los que la ocupación difiere entre zonas. Cynanthus latirostris Los resultados de los modelos de ocupación de dos especies en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías para Cynanthus latirostris cuando están presentes Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis, se muestran en el Cuadro 5. En dicho cuadro se presenta la comparación del ajuste del modelo condicional con respecto al modelo no condicional (a través de los valores de AICc, AICc y w) para la posible interacción entre este colibrí y cada uno de estos géneros de plantas. Para el género Opuntia en la temporada de secas cálidas, el modelo condicional tuvo el apoyo más alto en los datos. Sin embargo, en esta temporada el modelo no condicional tuvo un AICc = 0.17. Por lo tanto, el valor del SIF fue estadísticamente similar a 1 tanto en la zona urbana como en la zona de amortiguamiento (Fig. 21a). Por el contrario, en las temporadas de lluvias y secas frías, los modelos más apoyados fueron 49 los modelos no condicionales (Cuadro 5). No obstante, en la temporada de lluvias, el modelo condicional tuvo un AICc < 2, por lo que no se puede descartar por completo la dependencia del colibrí hacia esta cactácea. Con respecto al género Echeveria para las tres temporadas el modelo más apoyado fue el modelo no condicional. En los tres casos, el modelo condicional tuvo un AICc > 2 lo que sugiere que no existe interacción entre el colibrí y Echeveria en ninguna de las temporadas (Fig. 21b). En las temporadas de secas cálidas y secas frías para el género Wigandia, los modelos no condicionales fueron los más apoyados (Cuadro 5). En contraste, en la temporada de lluvias el modelo condicional tuvo mejor ajuste en los datos. En esta última temporada el SIF fue estadísticamente mayor a 1 (Fig. 21c), lo que sugiere una mayor ocupación de Cynanthus latirostris cuando el género Wigandia está presente. En cuanto al género Leonotis, el modelo condicional fue el modelo más apoyado en la temporada de lluvias. Para este caso, el SIFfue estadísticamente mayor a 1 (Fig. 21d), lo que sugiere que la ocupación de C. latirostris se favorece cuando Leonotis se encuentra presente. Por otro lado, los modelos no condicionales fueron los más apoyados en las temporadas de secas cálidas y secas frías. Cuadro 5. Modelos que examinan la probabilidad de ocupación (Ψ) de Cynanthus latirostris cuando algún representante de los géneros Opuntia, Echeveria, Wigandia y Leonotis está presente (modelo condicional). Estos modelos condicionales se contrastan con modelos no condicionales en los que la ocupación del colibrí no depende de las plantas. El menor valor de AICc (criterio de información de Akaike ajustado para muestras pequeñas) identifica al modelo con un mejor ajuste en los datos. El AICc muestra la diferencia en los valores del AICc entre el modelo más apoyado con respecto al otro modelo. El peso AICc (w) indica el apoyo relativo de cada modelo. Interacción y temporada Modelo AICc AICc w Opuntia – C. latirostris Secas cálidas Condicional 969.28 0 0.52 No condicional 969.46 0.17 0.48 Lluvias No condicional 863.99 0 0.58 Condicional 864.60 0.61 0.42 50 Secas frías No condicional 849.44 0 0.96 Condicional 855.57 6.13 0.04 Echeveria – C. latirostris Secas cálidas No condicional 992.67 0 0.73 Condicional 994.71 2.04 0.27 Lluvias No condicional 820.70 0 0.85 Condicional 824.13 3.43 0.15 Secas frías No condicional 780.57 0 0.94 Condicional 786.25 5.68 0.06 Wigandia – C. latirostris Secas cálidas No condicional 1137.71 0 0.98 Condicional 1145.40 7.68 0.02 Lluvias Condicional 918.85 0 0.95 No Condicional 924.82 5.97 0.05 Secas frías No condicional 886.29 0 0.91 Condicional 891.02 4.73 0.09 Leonotis – C. latirostris Secas cálidas No condicional 927.57 0 0.80 Condicional 930.35 2.78 0.20 Lluvias Condicional 732.14 0 0.84 No condicional 735.49 3.35 0.16 Secas frías No condicional 818.35 0 0.96 Condicional 824.60 6.25 0.04 51 Fig. 21. Factor de interacción de especies (SIF) calculado para Cynanthus latirostris y los cuatro distintos géneros de plantas: a) Opuntia, b) Echeveria, c) Wigandia y d) Leonotis en las temporadas de secas cálidas, lluvias y secas frías. Las barras de error indican los intervalos de confianza (95%). Los valores faltantes del SIF corresponden a aquellos casos en los que este parámetro no pudo ser estimado con precisión. El cuadro representa la zona núcleo, el triángulo representa la zona de amortiguamiento y el rombo representa la zona urbana para aquellos casos en los que la ocupación difiere entre zonas. 52 DISCUSIÓN Las estimaciones demográficas de poblaciones animales representan un reto debido a que la mayoría son organismos móviles y censarlos con precisión ha sido un tema de amplia discusión y que ha generado el desarrollo de múltiples métodos de cuantificación (Otis et al., 1978; Buckland et al., 2004; Amstrup et al., 2005). El principal problema en la estimación demográfica radica en que una especie de interés puede llegar a no ser detectada, incluso cuando ésta se encuentra presente (i.e., la detección indica la presencia de una especie y la no detección no implica necesariamente que la especie se encuentre ausente) (MacKenzie et al., 2002). Es por ello, que la probabilidad de detección puede variar en el tiempo, entre sitios y entre especies (MacKenzie et al., 2006). Por todo lo antes señalado, los modelos de ocupación que utilicé en esta investigación se basan en las historias de detección y estiman, tanto la probabilidad de detección como la probabilidad de ocupación a través de procedimientos de máxima verosimilitud (MacKenzie et al., 2002; 2003). Cabe señalar que, una suposición importante es que la población se encuentra cerrada a cambios en la ocupación (i.e., no hay nacimientos, muertes, inmigración ni emigración). Además, la detección de las especies debe ser independiente entre sitios y entre visitas (White & Burnham, 1999; Cooch & White, 2015). Los modelos de ocupación estiman con precisión la variación en la probabilidad de detección (i.e., la probabilidad de detección es un componente necesario para hacer inferencias acerca de la ocurrencia de las especies, MacKenzie et al., 2006; Chaves et al., 2017). Por su parte, la probabilidad de ocupación puede ser utilizada para reflejar el estado de una población y, a través de estos modelos, es posible estimar extinciones locales y la probabilidad de colonización, entre otros parámetros (MacKenzie et al., 2003). Estos modelos de ocupación son relativamente recientes (MacKenzie et al., 2002, 2006; Bailey et al., 2014), por lo que su aplicación apenas se encuentra en ascenso en investigaciones ecológicas. Este es el primer trabajo donde, además de proveer la estimación del porcentaje de área ocupada por Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris, también propongo diferentes escenarios ecológicos acerca de los factores 53 que pudieran estar afectando dicha ocupación en una reserva inmersa en un ambiente urbano (la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel). Factores que favorecen la detección de Amazilia beryllina y Cynanthus latirostris En la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, la detectabilidad de Amazilia beryllina en la temporada de lluvias difiere entre las tres diferentes zonas (zona núcleo, zona de amortiguamiento y zona urbana). La probabilidad de detectarlos en la zona núcleo y en la zona de amortiguamiento es mayor con respecto a la zona urbana. Cabe señalar que la zona núcleo y la zona de amortiguamiento son zonas relativamente conservadas, por lo que es posible que A. beryllina lleve a cabo sus actividades en sitios donde la diversidad vegetal sea mayor, ya que la urbanización reduce la calidad del hábitat para especies como los colibríes, sobre todo porque hay menos abundancia de plantas (Donnelly & Marzluff, 2006). Además, otro factor que favorece la detectabilidad de este colibrí en la temporada de secas frías fue el porcentaje de cobertura arbustiva. La distribución de las aves está fuertemente influenciada por la composición y estructura vegetal (Dickson et al., 2009; Frey et al., 2016), y en este caso los arbustos podrían favorecer la actividad de este colibrí. Al parecer, es más fácil detectar a Amazilia beryllina cuando hay mayor porcentaje de arbustos. Por otro lado, la probabilidad de detección de Cynanthus latirostris en la REPSA fue relativamente menor con respecto a la detectabilidad de Amazilia beryllina. Mientras que la detectabilidad de A. beryllina tuvo un valor máximo de 0.83, la detectabilidad máxima de C. latirostris fue de 0.76. El factor determinante de dicha detectabilidad para C. latirostris es el porcentaje de cobertura arbustiva. En la temporada de secas cálidas y lluvias, la detección aumenta conforme aumenta la cobertura de arbustos. Cabe señalar que en la temporada de secas cálidas la detectabilidad también difiere entre zonas. En la zona núcleo (la zona más conservada), existe una mayor probabilidad de detectarlos. Al igual que con A. beryllina, es posible que la actividad de C. latirostris sea mayor en zonas más conservadas y con mayor abundancia y diversidad de plantas. Por el contrario, la urbanización reduce 54 drásticamente la presencia de diversas especies de aves (Bolger et al., 1997; Greig et al., 2017). Curiosamente, en la temporada de secas frías, la probabilidad de detectar a C. latirostris es menor cuando aumenta la cobertura arbórea. Lo anterior puede deberse a que cuando el follaje de los árboles es denso, es más difícil ver a los colibríes realizando sus actividades (alimentándose, perchando, anidando, etc.). Los estudios previos que examinan la probabilidad de detección en especies de colibríes son escasos. Fischer y Lindenmayer en 2002 identificaron 31 especies
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