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0 Universidad Nacional Autónoma De México PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN PSICOLOGÍA PSICOLOGÍA SOCIAL Y AMBIENTAL VICISITUDES DE LA INTIMIDAD: ANTECEDENTES Y CONSECUENTES. TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTORADO EN PSICOLOGÍA PRESENTA: SHUYIN DURÁN TORRES DIRECTORA: DRA. SOFÍA RIVERA ARAGÓN FACULTAD DE PSICOLOGÍA COMITÉ: DRA. ISABEL REYES LAGUNES FACULTAD DE PSICOLOGÍA DRA. MIRTA MARGARITA FLORES GALAZ UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE YUCATÁN DRA. LUCY REIDL MARTÍNEZ FACULTAD DE PSICOLOGÍA DR. JOSÉ DE JESÚS GONZÁLEZ NÚÑEZ FACULTAD DE PSICOLOGÍA México D.F. Diciembre 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 AGRADECIMIENTOS A mi mamá, por el amor incondicional, el apoyo constante y la comprensión continua hacia mí durante este proceso. Por decirme que soy la mitad de tu vida y tu corazón. Tu fuerza y valentía me inspiran todos los días. A mi papá, por el apoyo, cariño, comprensión, consejos, oraciones, rezos y el abrazo siempre oportuno en tiempos de debilidad. Gracias por el gran cariño y amor que nos tenemos. Nancy, gracias por el cariño y el afecto que me tienes y que te tengo y por el apoyo e interés que tuviste hacia mí en este tiempo. A mis hermanos: Leví, por tu compañía, por nuestras conversaciones, por estar siempre conmigo y por tu cariño; Sergio, por tu apoyo, tu cariño, tus ideas, por la convivencia que hemos tenido juntos y tu abrazo; y Nancy Analí, por tu risa, tu brillo y por permitirme estar cerca de tu corazón. A mis abuelos Esperanza y Francisco, que se fueron durante este proceso. Siempre serán parte de mí. A Sofi, por enseñarme, por instruirme, por contenerme, por tus conocimientos que me compartiste, por tu cariño y por tu apoyo. Sin ti, no hubiera aprendido lo que ahora sé. Te agradezco este esfuerzo y tu compañía constante en este camino. A la Doctora Isabel Reyes Lagunes por sus asesorías, comentarios y consejos siempre oportunos; su presencia, su apoyo y su conocimiento han sido de un gran valor para mí. A la Doctora Mirta Margarita Flores Galaz, por su calidez, por su continua atención en este proyecto, su apoyo y sus observaciones. A la Doctora Lucy Reidl Martínez, por sus comentarios, sus señalamientos puntuales, por su acompañamiento y la admiración que le tengo. Al Doctor José de Jesús González Núñez, por su apoyo, su disposición siempre amable y sus consejos que hicieron diferencia. A mis amigos y amigas que me apoyaron, que me acompañaron en este camino, y que me escucharon. A mis alumnos y alumnas por su continuo apoyo e interés en este proyecto. Gracias a todos aquellos que formaron parte de este proceso y que han influido en mí para ser lo que soy hasta el día de hoy. 2 Índice Página Resumen 4 Abstract 5 1. Introducción 6 2. La intimidad en las relaciones interpersonales 14 2.1 Definiciones 15 2.2 La intimidad en las interacciones 20 2.3 La intimidad en las relaciones 23 2.4 La intimidad como capacidad individual 25 2.5 Los componentes de la intimidad 28 2.6 Medición de la Intimidad 30 2.7 La intimidad y la auto divulgación 33 2.8 La intimidad vs. Sexo 36 2.9 Relaciones íntimas vs. Relaciones no íntimas 39 2.10 Miedo a la intimidad 41 2.11 Intimidad y desarrollo 43 2.12 Intimidad y pareja 56 2.13 La intimidad desde la perspectiva intergeneracional 68 2.14 Modelos de intimidad 75 3. El apego y la intimidad 3.1 El apego y desarrollo 83 3.2 El apego, la intimidad y la pareja 86 3.3 El apego y la familia 91 4. El género y la intimidad 4.1 El género y el sexo 94 4.2 El género y el desarrollo 100 4.3 El género, la intimidad y la pareja 104 4.4 El género y la familia 114 5. La Familia y la Autoridad Personal 5.1 Antecedentes de la familia 119 5.2 Definiciones de la familia 122 5.3 Clasificación de la familia 124 5.4 Aproximaciones teóricas de la familia 128 5.5 Factores que influyen en la composición de la familia 129 5.6 Antecedentes de la familia mexicana 131 5.7 Modelos teóricos sobre la familia mexicana 133 5.8 El impacto de la familia en la vida adulta 135 3 Página 5.9 La individuación en la psicología 137 5.10 Diferencia entre individuación y diferenciación 141 5.11 La familia de origen, la pareja y la diferenciación del sí mismo 143 5.12 La familia y la diferenciación del sí mismo desde la perspectiva de Bowen (1978/ 1998) 145 5.13 La diferenciación del sí mismo y la autoridad personal en el sistema familiar 149 5.14 Instrumentos que evalúan la diferenciación del sí mismo 155 5.15 Antecedentes del desarrollo del Cuestionario de Autoridad Personal en el Sistema Familiar 170 5.16 Investigaciones relacionadas con la autoridad personal 178 5.17 La intimidad y la diferenciación del sí mismo en el sistema familiar 191 6. Satisfacción marital 6.1 La intimidad y la satisfacción marital 194 7. Método 198 7.1 Fase I 7.1.1 Exploratorio I. Exploración de la diferenciación del sí mismo en el sistema familiar 202 7.1.2 Exploratorio II. Desarrollo y análisis psicométrico de la prueba 215 7.2 Fase II 7.2.1 Descriptivo I. Correlación de variables 246 7.3 Fase III 7.3.1 Modelo Explicativo 307 Referencias 360 4 Resumen La intimidad es un tema que ha generado curiosidad entre los profesionales de la salud, del comportamiento humano y las humanidades debido a su multidimensionalidad (Díaz-Loving & Sánchez, 2004). Sin embargo, se ha observado que el apego, la autoridad personal en el sistema familiar, el género y la satisfacción marital son factores que intervienen en la intimidad de la pareja, no obstante han sido poco explorados en su conjunto en las investigaciones en México (Osnaya, Díaz-Loving & Rivera, 1998). Esta investigación tuvo como propósito proponer un modelo de la intimidad como mediadora entre variables antecedentes y la satisfacción marital. Se realizaron tres fases. Los participantes fueron mayores de edad, voluntarios, casados o en unión libre, con ocupación y número de hijos variables, garantizándoseles la confidencialidad. La primera fase consistió en la delimitación del constructo de diferenciación del sí mismo en el sistema familiar con un cuestionario exploratorio y el análisis psicométrico del Cuestionario de Autoridad Personal en el Sistema Familiar. En la segunda fase se correlacionaron las variables propuestas y en la tercera fase, se evaluó un modelo explicativo de la intimidad. Se hizo un análisis de regresión lineal con la intimidad como interviniente observándose que para los hombres fue más importante la instrumentalidad positiva para predecir la intimidad (ß=.255) y a su vez, la frecuencia de intimidad para predecir la satisfacción marital (β=.383), mientras que para las mujeres fue el apego ambivalente para predecir la intimidad (ß=-.391) y únicamente la presencia de intimidad (ß=.658) predijo la satisfacción marital. 5 Abstract Intimacy has generated curiosity among human health and behavior professionals, as well as humanities because ofits multidimensionality (Díaz-Loving & Sánchez, 2004). Although some research shows that intimacy is related to adult attachment, personal authority in family system, gender and marital satisfaction there is not enough research focused on studying them all together in Mexican culture (Osnaya, Díaz-Loving & Rivera, 1998). The aim of this study was to incorporate these variables in one model to predict intimacy and at the same time to observe the mediation role that intimacy has on marital satisfaction. There were three phases. All participants were adult volunteers who were married or who lived with a formal partner at the time of the research. They were Mexico City´s or metropolitan area residents with different occupations and from different age groups. Confidentiality was guaranteed. The first phase was focused on the exploration of self-differentiation in the family system construct with an exploratory questionnaire and with the psychometric analysis of the Personal Authority in Family System Questionnaire. The second phase consisted on the correlation of the variables and in the third phase a linear regression model was proposed for intimacy as a mediator variable. Positive instrumentality was the first indicator for predicting intimacy (ß=.255), as well as intimacy frequency was the indictor for predicting marital satisfaction (β=.383) for men, but for women, ambivalent attachment was the first predictor for intimacy (ß=-.391) and only the presence of intimacy predicted marital satisfaction (ß=.658). 6 I. Introducción La intimidad ha sido estudiada desde distintas disciplinas del conocimiento humano, fuera del ámbito de la psicología y las relaciones personales, tales como la etología, la perspectiva evolutiva, las neurociencias y el psicoanálisis. A continuación se describe cada una de ellas. La etología ha intentado estudiar a la intimidad desde el comportamiento animal. Lorenz (1986) ha tratado de explicar el comportamiento humano a partir del comportamiento animal basados en las teorías evolutivas. Las interacciones sociales, la elección de pareja, la fidelidad, la construcción del nido o la elección del lugar donde se va a criar a la progenie son conductas similares que la raza humana también presenta con las variaciones que le corresponden a su especie. Desde esta perspectiva, se ha observado que varios de los animales inferiores como los superiores (incluyendo al hombre), tienden a ser gregarios. La formación de grupos de la misma especie proporciona un sentido de pertenencia. A esto, Lorenz le llama “la multitud anónima”. De acuerdo a este autor, la multitud anónima es precisamente la sociedad más primitiva y no la familia como algunos sociólogos y antropólogos podrían suponer. Es la unión de varios individuos en un grupo, sin jefes ni subordinados, que se influyen y se comunican entre sí, como es el caso de los peces. Sin embargo, también entre los animales existe lo que se llama “distancia individual” que garantiza la delimitación de los territorios, es decir, que los animales, así como el hombre, pueden formar grupos, incluso buscarlos, pero con un sentido coexistente de pertenencia que hace defender las propiedades ante cualquier invasor. Los vínculos entre miembros de la misma especie han podido ser observados en el reino animal, como los pactos de no agresión que pudiesen semejar a un acto amistoso al acostumbrarse a la presencia del individuo invasor. Para que se genere un vínculo, el cual es definido por Lorenz (1986) como un lazo personal, es necesaria una identificación particular e individual del compañero en cualquier situación de la vida, “y que no depende únicamente de reacciones 7 innatas, como suele ser el caso de las multitudes anónimas” (p.188). El prototipo que daría como inicio el vínculo individual y la formación del grupo sería la pareja que se encarga de su progenie. El valor del apareamiento para la supervivencia es evidente (Tinbergen, 1981). Cada especie tiene sus propias características, sus propios movimientos, su comportamiento instintivo que le permite llevar a cabo sus conductas de apareamiento. El comportamiento instintivo para la formación de pareja está basado en un patrón llamado “instinto de compromiso” (Lorenz, 1970). En el reino animal existe una etapa de cortejo, e incluso “regalo de bodas” como en el caso de las arañas y de los mosquitos macho, por el simple hecho de satisfacer el estómago de la hembra elegida (Wendt como se citó en Tinbergen, 1981). La intimidad desde este punto de vista inicia a partir del reconocimiento del otro. La forma en que se distinguen los animales unos de otros denota una sorprendente capacidad para no mezclar sus especies y asegurar, de esta manera, sus próximas generaciones, aunque algunas veces, la naturaleza puede equivocarse. Por lo anterior podría inferirse que la intimidad en el reino animal tiene un alcance más profundo, lejos del simple apareamiento, también incluye compañerismo y compañía. Tal como se vería en el grupo humano cuando se comparten experiencias, sentimientos, pensamientos y actividades dando lugar a un proceso de vinculación entre los miembros, generando cohesión e intimidad. Lorenz (1970) comenta que igual que en los humanos, lo que hace diferenciarse a los animales unos de otros es la fisonomía de la cabeza, la voz, la locomoción particular, incluso, en varias aves, la cara denota las características visuales del individuo. El nivel de adaptación al medio y la evolución de la especie permiten al animal desarrollar ciertas pautas. Entre más se acerque a lo que podrían llamarse conductas antropomórficas, más evolucionada está su especie. Desde la perspectiva evolutiva, Morris (1975) comenta que con la evolución de la especie humana de los monos primitivos, se volvieron más erectos y eficientes, a tal grado de formar una noción de organización social. Su cerebro se volvió más complejo y aprendieron a utilizar las armas. Los machos se dedicaban a la casa y las hembras al cuidado de las crías, pero al hacerse más largas las 8 excursiones de caza, la nueva especie necesitaba una morada, un lugar al que volver con sus presas donde le esperara la hembra y sus hijos para compartir del fruto de la caza. En cuanto se produjo este cambio, la vida del mono cazador cambió en el aspecto sexual, familiar y social. Parece ser que la evolución biológica va a un ritmo más lento que la evolución cultural, ya que esta última ha tenido exigencias y reglas de conducta que no suelen coincidir con la evolución biológica (Liebert, Lagenbach & Spiegler, 2000). Según Morris (1975), el cambio del estilo de vida produjo un cambio que no compartió con los otros carnívoros ancestrales, la diferenciación de los sexos tenía que hacerse más evidente. Los monos cazadores macho y hembra tenían que enamorarse y guardarse fidelidad. Esto era común en otros animales, pero no entre los primates. Con la organización sexual, el macho se quedaba con una sola hembra para evitar rivalidades sexuales. También el crecimiento de los hijos exigía un papel más complicado de los padres y del comportamiento familiar, esto como otra razón para establecer una pareja firme. A partir de aquí, podría decirse que comienza la intimidad de pareja: una de las tareas más difíciles era conservar lo que ya tenía. El mono desnudo se había enamorado y tenía que seguir enamorado para conservar el lazo que lo unía a su pareja y para el largo proceso de crianza. El comportamiento sexual es parte del desarrollo de la intimidad en la pareja De acuerdo a Morris (1972/ 1975), este comportamiento sucede en la especie humana pasando por tres fases que son: formación de la pareja, actividad precopulativa, y cópula, aunque el orden puede variar. Este mismo autor dice que la fase del galanteo puede durar semanas e inclusomeses, por lo que se considera prolongada desde una escala animal. El contacto físico es aparentemente indispensable para realizar una conducta que conlleve a la intimidad. En el desarrollo del ser humano, estos contactos íntimos se van ampliando. Desde bebés, el hombre y la mujer tienen contacto físico con la madre, estableciendo una relación íntima con ella (Bowlby, 1969, 1973, 1980; Cozolino, 2002). Según Morris (1972), las madres de los monos mantienen continuamente la 9 intimidad del contacto corporal con sus hijos varias semanas, aún después de varias semanas después del nacimiento. En el caso del primate superior, esto se prolonga durante varios años. A medida que van creciendo, los círculos de contacto se van desarrollando a partir de las conductas sociales, familia, amigos, maestros. Es a partir de la adolescencia donde comienza el acercamiento hacia las personas del sexo opuesto en el caso de las preferencias heterosexuales. Es a través de la madurez física-sexual en la que el humano se inicia en la experiencia de nuevas señales de contacto, de atracción del sexo, las cuales tienen la función de incitar al hombre o la mujer a contactos recíprocos con una intención mayor que la amistad. Algunas señales sexuales pueden ser consideradas universales de la especie humana, y otras por diferencias culturales, de sexo y de comportamiento pueden variar. Para Morris (1972), el amor es biológico porque los actos del amor son claramente observables y por lo tanto, afirma que “intimidad significa unión”. De acuerdo con lo anterior, la intimidad implica contacto físico. Este autor señala que la primera intimidad comienza con el contacto físico que el ser humano tiene con la madre. Las intimidades que se tienen dentro del útero pueden dar explicación a las intimidades infantiles y éstas a su vez pueden explicar las intimidades de la vida adulta. Desde la perspectiva neurocientífica, la intimidad puede explicarse a partir del cerebro límbico, que es la estructura cerebral encargada de coordinar y armonizar la fisiología para la preparación del cuerpo al exterior. Tiene una aportación al sistema endócrino que permite que los estados emocionales afecten funciones corporales como la inmunidad y el metabolismo. El cerebro límbico evalúa las intenciones de los demás, si son agresivos, amistosos, sumisos, a partir de la expresión facial, la postura e incluso el aroma de los otros (Lewis et al., 2001). Rizzolati y Sinigaglia (2006) señalan que existe una región cerebral llamada ínsula, la cual se conforma de la ínsula agranular, desagranular y granular. Está ubicada en la cisura lateral o de Silvio y está conectada con la corteza cerebral y los centros subcorticales. Tiene dos funciones diferentes, la región anterior visceral que está unida a los centros olfativos y gustativos y está conectada al 10 surco temporal en la cual existen muchas neuronas que responden a los rostros, y la región polimodal, cuyas conexiones son más bien auditivas, sensoriales y premotoras. La activación de la corteza insular es importante para percibir un estado emotivo semejante en la cara de otra persona. Todo parece indicar que existe un mecanismo espejo que es capaz de codificar la experiencia sensorial en términos emocionales para poder comprender los estados emotivos ajenos. La red de las neuronas espejo es “el prerrequisito fundamental del comportamiento empático que subyace en buena parte de nuestras relaciones interindividuales” (Rizzolati y Sinigaglia, 2006, p.182). Si es una persona conocida o con la cual se está ligado emocionalmente, se activará la resonancia emotiva causada por la visión de los gestos o posturas y se moverá hacia determinada acción. Aún cuando la persona no sea agradable afectivamente, la percepción de su condición emocional se percibirá. Berscheid (2002) comenta que desde la perspectiva evolutiva, las emociones no son ese componente irracional o frívolo, sino más bien las emociones están al servicio de la vida y la muerte para que el ser humano pueda sobrevivir tan bien como pueda. De acuerdo a Cozolino (2002) y Rizzolati y Sinigaglia (2006), las formas de interacción más elaboradas como la imitación o la comunicación intencional se apoyan en sistemas de neuronas espejo más articuladas y complejas. Una vez codificadas las percepciones de los rostros y los gestos en términos visceromotores, motiva a una acción de coparticipación empática promoviendo las relaciones interpersonales. A partir de interacciones empáticas constantes en el tiempo, las relaciones interpersonales generan un sentimiento de mutualidad y cohesión, permitiendo la intimidad entre las personas (Olson, 1978; Wynne, 1984). La comunión o el agrado social, comúnmente llamada afiliación, junto con la agencia, forman parte de un rasgo de personalidad de mayor orden llamado extraversión (Digman, 1990). La afiliación entre las personas refleja el disfrutar y valorar los lazos afectivos que se presentan en las relaciones cercanas y el ser cálido y afectivo en contraposición con la agencia, que se refiere a un dominio 11 social, a disfrutar los roles de ser líder y un sentido subjetivo de cumplir con metas (Depue y Morrone-Strupinsky, 2005). Desde el punto de vista neuroconductual, la experiencia subjetiva de la calidez y el afecto refleja “la capacidad de experimentar una gratificación que es permitida por una gran fila de estímulos afiliativos” (p. 316). Esta capacidad puede proveer de los elementos necesarios que permiten el desarrollo y el mantenimiento de lazos afectivos a largo plazo definidos como los apegos sociales, los cuales se pueden observar en relaciones como las de padre- hijo, entre las parejas adultas y otras organizaciones humanas. La necesidad de afiliación es una necesidad innata que varía de persona a persona y en ella pueden influir factores bioquímicos como la producción de oxitocina, hormona que al parecer se asocia con los vínculos sociales (Hansen, 2003). De acuerdo a Depue y Morrone-Strupinsky (2005), la sociabilidad es cuantitativa. Esto significa que la frecuencia de establecer contacto es conductual, y por tanto involucra realizar actividades con otros. Algunos ejemplos de afiliación son el cortejo, la seducción, apareamiento, las caricias suaves y algunos patrones maternales como el amamantar. El psicoanálisis también ofrece una explicación al fenómeno de la intimidad. La intimidad es poco retomada en la literatura psicoanalítica, aunque algunos clínicos comentan que los problemas de la intimidad pueden ser universales (Alperin, 2001). La investigación sobre la intimidad se ha basado en la mayor parte de las veces, en la relación del analista con el paciente, en donde éste último se debe de sentir seguro en un ambiente que le permita compartir sus sentimientos y pensamientos y donde el analista pueda proveer de una empatía y entendimiento emocional para entender los estados conscientes e inconscientes del paciente (Alperin, 2006). Existen algunos conflictos que inhiben el desarrollo de la intimidad, tales como el miedo a la pérdida del objeto, a la fusión, también debido a cuestiones de ansiedad de tipo paranoide-esquizoide y sexuales (Alperin, 2001, 2006). La intimidad es mayor que el amor, y aún cuando suele ser un componente de las relaciones amorosas saludables, puede ocurrir en situaciones donde el amor no se ha desarrollado, tal como las relaciones de amistad, entre la familia o 12 en el ámbito clínico. Para que ocurra la intimidad, se necesitan sentimientos de atracción o de similitud, pero no necesariamente el amor (Alperin, 2006). El desarrollo de la capacidad de una persona para establecer relaciones íntimas tiene origen, desde la perspectiva psicoanalítica, en el periodo preedípico, que es cuando la madre provee al hijo(a) de un ambiente seguro. Es aquí donde el reciénnacido tiene sus primeras experiencias de compartir y de entender los sentimientos positivos a través de las acciones de chupar, tocar, sostener, arrullar y reír pues ocurren en esta relación diádica, lo que para el niño serían sus primeros acercamientos a la intimidad (Alperin, 2006; Erlich, 1998). Por lo tanto, el fundamento de las relaciones objetales íntimas se establece en la calidad de la maternidad en este periodo. Mahler (1972) comenta que la fase simbiótica es de suma importancia para establecer este tipo de relaciones ya que es cuando el infante experimenta la fusión con la madre. Para Alperin (2006), la unión entre la madre y el hijo es el prototipo de las relaciones íntimas posteriores en el ciclo vital. El miedo a la sofocación y al abandono inhibe la capacidad de ser íntimo, lo cual depende del proceso de separación-individuación, así como del nivel de desarrollo adquirido. La ambitendencia es la responsable de los problemas de cercanía y distancia en las relaciones (Mahler, 1972). Erlich (1998) señala que las experiencias de relacionarse se basan en dos dimensiones: el ser y el hacer. Son dos formas de experimentar la soledad y cada una presenta una etiología, curso y pronóstico diferentes. La soledad es la contraparte de la relación, es parte inherente de la humanidad, ya que por un lado el ser humano puede ser autónomo y autosuficiente, mientras que por el otro, tiene la necesidad de complementariedad para poder escapar a su naturaleza psicológica de deseo. Varias de las relaciones interpersonales contienen emociones como el amor y el odio, la intimidad requiere de la integración de aquellas emociones y de la aceptación de la ambivalencia (Alperin, 2006). La resolución incompleta del desarrollo de la intimidad puede transformarse en la soledad adulta (Erlich, 1998). El poder relacionarse, la cercanía y la unidad son factores que se entrelazan en la intimidad. Erickson (1968) ya había concebido el logro de la 13 intimidad como parte del desarrollo crítico en la adolescencia para pasar a la adultez. El adolescente comienza a integrar la mezcla de las dos modalidades de ser y hacer para poder proporcionar la respuesta adecuada al dilema que se plantea en la formación de la identidad (Erlich, 1998). La integración de ambas modalidades presenta a la verdadera intimidad. La solución de intimidad presentada sólo en la modalidad del “hacer” sólo sería un impulso de dominación y no ahondaría en la pregunta erótica de “¿quién hace qué a quién?”(Erlich, 1998, p.157). Por el otro lado, la intimidad que se resuelve sólo en la modalidad de “ser”, sería una especie de encuentro espiritual, como aquellos que se observan en las comunidades religiosas o místicas. Un abordaje meramente del “hacer” no podría proveer de una alternativa para los encuentros necesarios entre los sexos opuestos que se unen mental, física y espiritualmente para formar una familia. 14 2. La intimidad en las relaciones interpersonales El surgimiento de la intimidad en la historia de la vida privada e individual corresponde con la Edad Media de acuerdo a Ariès y Duby (1988 en Mancillas, 2006). El surgimiento implica la aparición del individuo, y en la vida individual, “la búsqueda de la intimidad con una pareja surge precondicionada por la constitución de la identidad: hasta que no se haya formado una identidad definida, la persona partirá de sí mismo para el encuentro con otro” (Mancillas, 2006, p. 40). Firestone y Catlett (2000) señalan que las relaciones interpersonales son la fuente suprema de felicidad o miseria; que el amor es capaz de tener el potencial para proporcionar un placer intenso y una sensación de realización, o tal vez de provocar dolor y sufrimiento considerables. El sentido básico del sí mismo se forma principalmente en “una constelación de relaciones que predispone actitudes hacia nosotros mismos, hacia los otros y al resto del mundo” (p. 13). Hendrick (1981) señala que las relaciones de cualquier tipo son parte de la vida cotidiana. Las relaciones tienen una base romántica con una estructura ya sea de amistad o de encuentros fortuitos. Esta autora señala que los teóricos intentan descubrir la razón y la forma en que las relaciones se forman, se mantienen y se disuelven. Firestone y Catlett (2000) comentan que en el ámbito del apego y la cercanía con alguno de los padres o con ambos, o con alguna persona significativa en el inicio temprano de la vida, se desarrollan los sentimientos que se tienen acerca de ella. Las primeras relaciones de apego promueven sentimientos de plenitud y seguridad, o por el contrario, estados de ansiedad e inseguridad que continúan por toda la vida (Ainsworth, 1989). Firestone y Catlett (2000) señalan que el equilibrio ideal entre la compañía amorosa y el contacto sexual en las relaciones a largo plazo tendría que llevar a la salud mental y física. El amor tendría que tener como meta suavizar la desesperación existencial y el dolor de la condición humana. El estudio del fenómeno de la pareja humana ha formado parte de varias investigaciones en distintas disciplinas del conocimiento humano, entre ellas, la psicología. La pareja actual en México, específicamente, ha tenido un cambio importante, “de una postura fija, pasiva y reglamentada por papeles 15 sexuales bien definidos dictada por una socio cultura tradicional, a una concepción en transición que incorpora una postura activa de ajuste constante...” (Díaz- Loving & Sánchez, 2004, p. 60). Uno de los temas que ha generado curiosidad entre los profesionales de la salud, del comportamiento humano y las humanidades ha sido el fenómeno de la intimidad compartida en la pareja debido a su complejidad, historia y multidimensionalidad (Díaz-Loving & Sánchez, 2004; Osnaya, Díaz-Loving & Rivera, 1998; Shaefer & Olson, 1981; Sternberg, 1989). A lo largo de varias investigaciones se ha observado que este fenómeno incrementa la cohesión entre los miembros de la díada, llámese padres-hijos (Walker & Thompson, 1983; Walters, Carter, Papp & Silverstein, 1991) amigo(a)-amigo(a) (Sanderson, Rahm & Beigbeder, 2005); novio-novia (Heller & Wood, 1998; Moret, Glaser, Page y Bargeron, 1998); esposo-esposa (p.e., Waring, McElrath, Lefcoe & Weisz, 1981), e incluso investigador-investigado (Cohn, 2008). Por lo anterior, es en un tema de interés no sólo entre las profesiones afines que tienen como finalidad el estudio de la conducta humana, sino también entre la población en general. 2.1 Definiciones de intimidad El Diccionario Etimológico Vox (1993) señala que la palabra intimidas proviene del latín intimus que se refiere a la familia o a la amistad. El adjetivo “íntimo” significa más interior o interno. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (1992) define la palabra intimidad como “amistad íntima; zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia” (p.1182). De acuerdo a lo anterior, al remitirse a la palabra intimar, esta misma fuente propone tres acepciones dentro de las cuales la que más se acerca al fenómeno del presente estudio es “introducirse en el afecto o ánimo de uno, estrechar la amistad con él” (p. 1182). Esta definición apunta a la existencia de una relación como precedente para que exista la intimidad y que conlleva a un afecto entre los partícipes de dicha relación, aunque la relación que intenta describir es la amistad y no define otro tipo de relación apegándose estrictamente 16 a su raíz latina. Weingarten (1991) hace un análisis de la palabra intimidad y dice que proviene de la palabra en latín intus, que significa “consigo”, y está relacionada con intimare, que significa “hacer conocido”. Menciona que la palabra tiene dos raíces, el primero que se refiere a “consigo” a lo que ella llama un discurso de capacidadindividual, que implica que la intimidad es una capacidad personal. Este discurso sugiere que la auto revelación, sobre todo de los sentimientos, es la manera en que esta capacidad se lleva a cabo (p.287). En lo que se refiere a la segunda raíz, hacer conocido, llamado por ella la cualidad de relacionarse, es un discurso que “construye la intimidad como un producto de un tipo de relación donde los individuos son capaces de conocerse entre ellos profunda y extensamente”(p. 287). Prager (1995) señala que existen diferentes tipos de definiciones de intimidad dependiendo de las diferentes teorías de personalidad y de las relaciones interpersonales. Una función que debería tener la definición de intimidad es que debería esclarecer las convergencias entre las distintas perspectivas teóricas. También una buena definición de intimidad debería definir la relación entre la propia posición de intimidad y la del otro. Acitelli y Duck (1987) han hecho hincapié en que las definiciones de intimidad suelen fallar para especificar si la intimidad se refiere a una capacidad individual, a propiedades de la interacción o es una característica de la relación. Prager (1995) comenta entonces que una buena definición de intimidad debe facilitar la comprensión de las relaciones entre la intimidad en una relación diádica y las relaciones íntimas, e incorporar la definición popular de la palabra de tal manera que señale la experiencia individual. Perlman y Fehr (1987) señalan que una buena definición de intimidad también debería esclarecer las diferencias que tiene con otros conceptos relacionados, tales como el amor, la auto divulgación, la cercanía, el apoyo, el apego, la sexualidad y los lazos afectivos. Prager (1995) dice que la definición de trabajo de intimidad debe reconocer que una definición única del concepto no se puede obtener debido a que la intimidad es un concepto cambiante y enmarañado, y se requiere tener la capacidad de integrar las tendencias teóricas y las 17 experiencias populares o laicas, de tal manera que enmarque la experiencia de intimidad de las personas. La intimidad es un fenómeno al que se le ha dado diferentes definiciones aunque se coincide en que la palabra conlleva un sentido de que la intimidad entre dos personas se desarrolla cuando el ámbito se da en el “entre” (Franklin & Desatnik, 1998). Osnaya (2003) hace un análisis de varias lenguas romances y observa que la intimidad significa: El conocimiento profundo que una persona puede tener de la realidad de otra. Es un conocimiento privilegiado de lo que se divulga en la privacidad de una relación interpersonal, oculto a una audiencia pública, y que se genera no sólo por un deseo unilateral o un compañerismo compulsivo, sino por consentimiento mutuo (p. 6). Esta misma autora comenta que el concepto de intimidad implica algo que es personal, privado y cercano. Moore (1998) dice que la intimidad significa vivir en el lugar `más interior´ de la relación, mirar más allá de la superficie y debajo de ella. Lo íntimo está relacionado con lo “más de dentro o lo más interior” (p. 47) por lo que en las relaciones íntimas están involucradas dimensiones más interiores de uno mismo y de la otra persona. Esto no quiere decir, según el autor, que sea un ensimismamiento o narcisismo. Dos personas pueden tener un momento íntimo mientras juegan algún deporte, o a las cartas, sostienen una conversación, viajan juntas, discuten acaloradamente o están sentadas en una habitación leyendo cada una un libro en silencio. La interioridad de la persona se revela a través de la expresión de las emociones, sus pensamientos y al estar en contacto con su alma. Para él, “la intimidad empieza en la casa de uno mismo. De nada sirve buscar intimidad con los amigos, amantes y familiares si se parte del aislamiento y la división dentro de uno mismo” (p.48). Mancillas (2006) señala que la intimidad designa dos vías en un camino, el del encuentro o vínculo a la que llama intimidad personal y el de la apertura o diálogo al que llama intimidad interpersonal. Para Sternberg (1989), la intimidad es uno de los tres componentes principales del amor, junto con la pasión y el compromiso. Él define a la intimidad 18 como “aquellos sentimientos dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo y la conexión” (p.37). Perlman y Fehr (1987) definen la intimidad como “la cercanía y la interdependencia de los compañeros, la amplitud de la auto divulgación y el afecto experimentado en la relación” (p. 16). Reis y Shaver (1988) señalan que la intimidad es Un proceso interpersonal en el que dos compañeros en interacción experimentan y expresan sus sentimientos, se comunican verbal y no verbalmente, satisfacen sus motivos sociales, aumentan o reducen sus miedos sociales, hablan y aprenden acerca de sí mismos y de sus características únicas y se convierten en cercanos (psicológicamente y físicamente: tocarse, utilizar nombres íntimos y tonos de voz, tal vez tener sexo) (p.387-388). Shaefer y Olson (1981) dicen que la intimidad se refiere a un proceso y una experiencia que resulta de la revelación de asuntos íntimos, así como de compartir experiencias íntimas. Estos autores añaden que una revelación inapropiada, sin sensibilidad y sin autenticidad puede producir conflicto y enojo, más que una sensación de cercanía. La revelación de asuntos privados y personales parece ser un elemento importante dentro de la intimidad, por lo que Larson, Hammond y Harper (1998) añaden que la intimidad tiene que ver con un sentido intuitivo de compañía entre ambas partes que están comprometidas en la relación, resultante de la experiencia de compartir valores, creencias y sucesos. Heller y Wood (1998) hacen hincapié en que la intimidad consiste en “el nivel de intimidad reportada por cada uno de los miembros de la pareja (medida subjetivamente), similitud en la experiencia íntima entre los miembros (medida objetivamente) y, una alta predicción o entendimiento entre la pareja (medida objetivamente)” (p.274). De acuerdo a las autoras anteriores, es importante la reciprocidad de entendimiento, así como la similitud de la experiencia íntima, ya que son dimensiones que conducen hacia la co-creación del proceso mutuo de intimidad. Erikson (1968) hace alusión a la intimidad como una fusión interpersonal, lo cual implica una pérdida de identidad, por lo que el adulto necesita reservar una fuerza interna, debido a que la intimidad exige un compromiso con el otro. Franklin y Desatnik (1998) dicen que “las relaciones entre las personas se desarrollan en 19 un proceso en el que un ser busca a otro ser, al mismo tiempo que este otro ser puede comunicarse con él en una esfera común a los dos, pero a la vez, sobre pasa el campo propio de cada uno”(p. 10). De acuerdo a lo anterior, la intimidad involucra mutualidad. Heller y Wood (1998) comentan que la relación no es íntima si no implica sentimientos semejantes de intimidad. Osnaya (2003) propone una definición concreta de la intimidad en la pareja, la cual será la utilizada para este estudio: Un proceso entre dos personas, caracterizado por los pensamientos y sentimientos de ser el uno para el otro, compartir círculos sociales, tener relaciones sexuales y sentimientos positivos. Antes de que la pareja tenga sexo, hay aceptación, tolerancia y un fortalecimiento continuo de su nexo, lo que ayuda a mantener las relaciones de pareja a través del tiempo como una interacción positiva y satisfactoria (p. 5). Esta definición fue elaborada para este contexto específico, y está fundamentada en investigación empírica en población mexicana, la cual fue base para la construcción del instrumento de intimidad que se propone para este proyecto. Por lo tanto, de acuerdo a estas definiciones, la concepción de la intimidad es un fenómeno multifactorial en elque interviene un proceso de vinculación interpersonal donde se comparten experiencias, pensamientos, sentimientos, actividades e implica aceptación y compromiso hacia la otra persona. Es un espacio exclusivo que existe debido a sentimientos de mutualidad. Osnaya (2003) concluye que la intimidad consiste en tres áreas, la primera, la intimidad se refiere a una relación entre dos, o tal vez más individuos que comparten privacidad o algo personal; la segunda, se refiere a una relación de índole personal, familiar, amistosa o cercana; y tercera, la intimidad podría referirse a una relación sexual o erótica. Prager (1995) sugiere que la intimidad es un concepto sobre ordinario, es decir, que puede dividirse en interacciones íntimas y en relaciones íntimas. Las interacciones se refieren a conductas diádicas que tienen un lugar y un tiempo definidos como marco de referencia. Una vez asentado que el escenario del comportamiento dual ha cesado, la interacción termina. En cambio, las relaciones 20 íntimas se sustentan en un escenario más amplio en el espacio y tiempo. El comienzo y el fin de las mismas es difícil de identificar, ya que incluso pueden continuar aún en la ausencia de cualquier conducta observable entre las personas. Esta autora comenta que el ambiente físico puede afectar la interacción íntima, pero tiene un efecto mínimo en la relación íntima. Por lo tanto, las personas íntimas pueden compartir varias actividades, sin que estas interacciones necesariamente sean íntimas y aún así, los individuos tienen una relación íntima. Las interacciones íntimas no siempre ocurren en las relaciones. Es por esto que las interacciones íntimas y las relaciones íntimas se entienden mejor por separado aunque las una el mismo fenómeno. 2.2 La intimidad en las interacciones Prager (1995) comenta que las interacciones íntimas pueden existir sin la necesidad de estar en una relación íntima, aunque la presencia de una relación íntima permite la frecuencia de este tipo de interacciones. Las interacciones íntimas pueden dividirse en conducta íntima y experiencia íntima. Las interacciones íntimas tienen tres condiciones necesarias: la conducta de auto divulgación, la involucración positiva y los entendimientos compartidos (Prager, 2009). Esta autora comenta que la conducta íntima se refiere a las conductas observables con las que la gente se compromete cuando interactúan íntimamente, ya sea de forma verbal o no verbal. Un ejemplo de lo anterior podría ser el escuchar con atención, que sería una conducta de involucración positiva. Prager (1995) dice que las experiencias íntimas se refieren a “los sentimientos y las percepciones que las personas tienen durante y debido a las interacciones íntimas” (p.20). Como ejemplos de las experiencias íntimas está la percepción de calidez, de afecto o de placer. Las interacciones íntimas tienen lugar cuando los individuos comparten un acto afectuoso tales como una expresión verbal, comparten información personal o mantienen un entendimiento mutuo, que no podrían tener bajo otras circunstancias, y entonces, la palabra íntimo señala a la información en sí misma, 21 como en la revelación íntima. Morton (1978) señala que en las interacciones íntimas no precisamente debe haber divulgación verbal sobre asuntos personales. Aunque Weingarten (1992) añade que pueden existir factores como el tiempo, el interés o las circunstancias que pueden influir en el movimiento de la interacción íntima hacia la intimidad. Reis y Shaver (1988) comentan que la intimidad debe conceptuarse como un proceso, ya que es dinámica y es afectada por las metas de los participantes y la historia de la relación. No es una condición estática y marca a las relaciones como íntimas. El término de intimidad muestra una connotación de rutina que se encuentra en la sociedad contemporánea (Franklin & Desatnik, 1998; Holt, Devlin, Flamez & Eckstein, 2009; Prager, 2009). Compartir verbalmente involucra la auto divulgación sobre asuntos personales, opiniones, pensamientos, creencias y expresividad emocional, mientras que compartir de forma no verbal puede incluir un instante significativo, un acercamiento físico afectuoso, expresiones emocionales como la risa o el llanto, e incluso la sexualidad. Estos momentos están relacionados con compartir algo profundo y un entendimiento mutuo. Cuando la auto divulgación es recíproca y los individuos se sienten comprendidos, cada persona divulga algo personal sobre sí misma al otro, incluso si la reciprocidad no es verbal, se puede devolver a través de una expresión corporal, como el abrazo, lo cual lleva a una mayor satisfacción en la relación (Prager, 1995, 2009). Dandeneau y Johnson (1994) proponen una definición operacional de la intimidad como “un evento relacional en donde la auto divulgación confiable se responde con empatía comunicada” (p.18). La intimidad es concebida como un proceso que se crea entre los miembros a partir de su interacción. Este punto de vista puede encontrar su soporte teórico en la construcción social, la cual considera que “los sistemas humanos son existentes sólo en el terreno del significado o de la realidad lingüística intersubjetiva. Es a través del lenguaje que somos capaces de mantener un contacto humano significativo entre personas” (Anderson & Goolishian, 1988, p. 371). Weingarten (1991) hace énfasis en su descripción con relación a la intimidad desde esta postura. Esta autora toma en 22 consideración que las construcciones alrededor de la intimidad surgen a través de ciertos discursos que prevalecen con los demás. De acuerdo a esta autora, hay dos tipos de discursos que explican la intimidad. Dice que ambas posturas no prestan la debida atención a las instancias únicas de interacción que las personas construyen como íntimas o no íntimas. El primero es el discurso de la capacidad individual, que se refiere a un conocimiento que tiene el individuo (el sí mismo) de escoger a otro u a otros, siendo desde la perspectiva de construcción social, fuera de contexto, porque la existencia del sí mismo se comprueba mediante la interacción cotidiana con las demás personas. A partir de su definición de intimidad, el sí mismo se reinventa cada vez que se tiene una interacción. Entonces, el objetivo de la relación y de las interacciones íntimas pueden ser descritas como “la habilidad de volver a hacer una historia de la propia vida al co-crear significados con los demás sin constreñir ni limitar, en lugar de la habilidad de traer a una relación una clara historia de uno mismo” (p.289). El discurso de la capacidad individual hace énfasis en la auto revelación, especialmente, la revelación de los sentimientos particulares y acerca de la relación como elemento clave para dar lugar a la intimidad. Por otro lado, desde el discurso de la cualidad de la relación, su atención está fuera de la necesidad de comportarse íntimamente de una forma constante, si uno desea mantener la intimidad. De este modo, las relaciones o encuentros ocasionales con extraños no pueden considerarse como verdaderamente íntimos. Hay varias personas, según Weingarten (1991/ 1992) y Franklin y Desatnik (1998), que expresan haber tenido encuentros íntimos con extraños, como en el cine, o en el tren, por ejemplo. Esto es, “cuando la gente está en situaciones en donde el nivel de coordinación de las acciones requeridas por el contexto puedan llevarse a cabo con el grado de significado que ellos comparten o co-crean el uno con el otro, la intimidad puede suceder” (Weingarten, 1991, p.293). La interacción íntima se refiere a compartir y co-crear el significado y la experiencia de ser entendido, en lugar de sentirse cercano o cálido con las personas con las que se mantiene una conversación (Weingarten, 1992). Por lo anterior, se puede añadir que las interacciones íntimas no puedenser sólo definidas a través de las 23 conductas, sino también de las experiencias de cada uno de los miembros durante o como resultado de la interacción, lo que hace de la intimidad un fenómeno diádico (Prager, 1995). Acitelli y Duck (1987) señalan que una de las dificultades en las nociones diádicas es que los investigadores y los clínicos tratan de considerar los puntos de vista de cada miembro de la interacción por separado, siendo que en ocasiones una persona no experimenta la interacción como íntima, mientras que el otro participante sí lo percibió de esa manera. Cuando se tiene sólo una perspectiva de la interacción íntima, la información está incompleta. 2.3 La intimidad en las relaciones Prager (1995, 2009) señala que la relación íntima es la base para las interacciones íntimas, de tal manera que permite que ocurran con mayor frecuencia y sean predecibles. Conforme las interacciones íntimas se vuelven más afectivas y cálidas, las relaciones se prolongan en el tiempo haciéndose más duraderas, por lo que aún, cuando las personas estén en conflicto, el afecto persistirá. Esta autora comenta que las relaciones íntimas son necesarias para mantener una intimidad relacional. Esto es, que la intimidad relacional es un rasgo indispensable para las relaciones íntimas. El incluir rasgos de las relaciones en la definición de las relaciones íntimas tendrá que ver con la afectividad sostenida entre las personas, confianza mutua y cohesión con los miembros de la relación. Lo anterior contribuye al mantenimiento de la intimidad relacional. Las relaciones íntimas son concebidas desde tres categorías principales. La primera está relacionada con la descripción comprensiva de las relaciones íntimas (concepciones relacionales), la segunda, pone énfasis en el afecto o los sentimientos que la gente tiene hacia los demás en una relación, y la tercera, describe los patrones de conducta en una relación íntima (concepciones conductuales), las interacciones en el contexto en las relaciones íntimas (Prager, 1995). En la amistad y en las relaciones románticas son los dos tipos de relaciones en las que se puede observar con mayor amplitud el impacto de la intimidad (Prager, 2009). 24 Las definiciones enfocadas a las relaciones íntimas tienen dos objetivos. En primer lugar, intentan hacer una definición comprensiva, multidimensional de una relación íntima, ya que se encuentran enfocadas en los patrones de conducta a lo largo del tiempo, lo que a veces da por resultado listas de características de rasgos de relaciones y en segundo lugar, reconocen explícitamente que la intimidad es un proceso (Prager, 1995). Las definiciones tradicionales de intimidad suelen acompañarse de la cercanía, la auto divulgación, el compartir tiempo, la sexualidad y el afecto (Heller & Wood, 1998; Patrick, Sells, Giordano & Tollerud, 2007). Prager (1995) añade que las definiciones relacionales suelen proveer de modelos para comprobar hipótesis aunque pueden ser abstractas y multidimensionales e incluir componentes de relaciones íntimas que no son definidas precisamente como tales. Hatfield (1982) definió la intimidad como un proceso, que podía darse en diferentes relaciones tales como la amistad, los amantes, los cónyuges, los padres y los niños. Este proceso involucraba varias características como la intensidad de querer o amar, la profundidad y amplitud de la información intercambiada, el valor de los recursos intercambiados, la sustitución de los recursos, el compromiso y la unidad de análisis, incluyendo el yo, el tú y el nosotros. Hatfield (1984) señala que la intimidad es un proceso en el que se intenta lograr la cercanía con otro, con el objetivo de explorar las similitudes y diferencias a partir de lo que se piensa, se siente y se comporta cada uno de los individuos. Las personas suelen identificar y definir la intimidad de acuerdo a como se relaciona con la conceptuación de las relaciones y los matrimonios (Moss & Schwebel, 1993). Moss y Schwebel (1993) señalan que la intimidad en las relaciones románticas está determinada por el nivel de compromiso y el afecto positivo, así como la cercanía cognoscitiva y física que cada quien experimenta con su pareja en una relación recíproca, aunque no siempre simétrica. Prager (1995) señala que el contacto íntimo fluctúa y suele depender de lo que la pareja haga y lo que ha estado haciendo en el contexto de la relación. En las relaciones íntimas, se reconoce que la pareja está comprometida con la interacción íntima. Mientras que las experiencias íntimas 25 pueden aparecer espontáneamente y son impredecibles, una relación íntima implica trabajo, esfuerzo y tiempo para mantenerla (Shaefer & Olson, 1981). La experiencia íntima siempre es a nivel individual, mientras que la conducta íntima es a un nivel diádico (Prager, 1995). 2.4 La intimidad como capacidad individual Levine (1991) señala que el primer paso hacia la intimidad comienza con la capacidad de compartir los pensamientos y experiencias internas con el otro. Desde algunas teorías de desarrollo se ha señalado que el nivel de intimidad que el individuo experimenta en una relación a largo plazo conlleva una influencia profunda en el éxito obtenido a través de las etapas de desarrollo, de las amistades, del ajuste psicológico y de la salud física (Erickson, 1993; Shaefer & Olson, 1981; Sullivan, 1953). Miller y Lefcourt (1982) señalan que la intimidad suele predecir la respuesta individual al estrés y a la salud física y psicológica. Para Erickson (1968, 1986), la capacidad de intimidad depende del grado en que la persona se va convirtiendo en adulto. Es la habilidad de integración que se desarrollaron en las etapas anteriores, para permitir que las debilidades de la niñez se transformen en fuerzas generacionales. Orlofsky (1978) señala que la capacidad de intimidad incluye habilidades para conservar la identidad en una relación, de tal manera que se establezca un compromiso con ésta y se tenga una involucración profunda. La percepción de la relación de intimidad representa un componente importante en la habilidad de las personas para formar relaciones satisfactorias y de larga duración (Holt et al., 2009). Rogers (1980) propone que los seres humanos están intrínsecamente dotados de una tendencia auto actualizante, lo cual los motiva a ser lo mejor de sí mismos. Todo depende de las condiciones de desarrollo en las que una persona se desenvuelve, tales como el aprecio positivo incondicional, es decir, una aceptación incondicional por parte de los padres hacia el hijo, así como empatía y congruencia (Cloninger, 2003). Miller, Perlman y Brehm (2007) señalan que existen cuatro tipos de diferencias personales que pudiesen afectar las relaciones 26 cercanas: las diferencias por sexo, de género, las debidas a la personalidad y las diferencias de autoestima. Prager (1995) indica que las concepciones de la capacidad de intimidad suelen estar enfocados en la definición de las diferencias individuales, como las necesidades, los deseos o las habilidades para la intimidad. Suelen describir características individuales que incrementan las probabilidades de que una persona pueda participar en una interacción íntima o tener una relación de intimidad. También tienden a hacer predicciones acerca de quién pudiera encontrar satisfacción en las relaciones íntimas y quién podrá ser capaz de sostener una relación de este tipo. Por ejemplo, Sullivan (1953) y Maslow (1970) señalan que se busca la compañía de las personas para cubrir una necesidad de seguridad y compañía. Osnaya (2003) indica que las teorías humanistas enfocadas a la descripción de la personalidad consideran a la intimidad como una forma de experimentar los procesos de desarrollo de la personalidad de una manera más profunda. McAdams (1980) y Atkinson, Heyns y Veroff(como se citó en McAdams & Constantian, 1983) describe que existen dos tipos de motivos sociales enfocados a las relaciones personales cercanas, que son la motivación a la intimidad y la motivación a la afiliación. McAdams y Constantian (1983) señalan que el motivo de afiliación o la necesidad de afiliación es uno de los constructos más tradicionales de personalidad, el cual se refiere a una preferencia continua, tanto a nivel cognoscitivo como conductual, de establecer, preservar y restaurar el afecto positivo en una relación. Las personas con un motivo de afiliación alto suelen estar socialmente orientados, pero al mismo tiempo, presentan ansiedad debido a una constante preocupación de no lastimar a los demás. El motivo de intimidad ha estado relacionado con el ajuste psicológico (McAdams & Vaillant, 1982). La diferencia entre la motivación de afiliación y de intimidad es que la primera suele enfatizar una orientación activa, de esfuerzo y de hacer en las relaciones, mientras que la segunda tienen una orientación pasiva, de ausencia de control y de ser. 27 McAdams y Constantian (1983) encontraron en su estudio que las personas con un alto motivación a la intimidad manifiestan más el afecto positivo que las personas con baja motivación de intimidad en el momento de interactuar con otros individuos, sin embargo, cuando hay una ausencia de interacción, las personas con alta intimidad son más similares a las personas con baja intimidad con respecto al afecto positivo. Por otro lado, la motivación de afiliación no estuvo relacionada con los pensamientos interpersonales o el afecto positivo en las interacciones, aunque estuvo relacionada positivamente para el afecto positivo en las interacciones entre mujeres. Las personas con una alta motivación a la afiliación tienden más a desear la interacción personal que una persona con baja motivación a la afiliación. Por lo tanto, se describe un ser comunal, orientado a los demás y con una insatisfacción de estar solo. Entre mayor sea la motivación individual a la intimidad, mayor será el esfuerzo por comprometerse con conductas íntimas que resulten estimulantes. Sanderson, Rahm y Beigbeder (2005) hablan sobre la amistad y comentan que las personas con metas fuertes hacia la intimidad se comprometen y permiten altos niveles de auto divulgación de su compañero(a). Aquellos que tienen el enfoque en la intimidad como meta, suelen percibir que el otro cercano también lo tiene, incluso mayor que el propio y suelen estar más satisfechos con la relación. Estos autores señalan que las personas que invierten más en estár satisfechas con la relación, utilizan estrategias más constructivas para resolver los conflictos y obtienen mayores beneficios. El apoyo social mutuo permite a los(as) compañeros(as) sentirse cómodos colaborando juntos(as), buscando el consejo o guía del otro u otra relacionado con algún problema. Prager (1995) hace hincapié en que aún cuando las concepciones sobre la capacidad individual de la intimidad en ocasiones sean incluidas en las teorías y tengan una influencia importante dentro de la explicación de la misma, no son parte de la intimidad tal cual, debido a que el fenómeno tiene una calidad de interacción. 28 2.5 Los componentes de la intimidad A la intimidad se le ha vinculado con el afecto en las relaciones personales. Por ejemplo, a la intimidad se le ha relacionado con el amor (Hendrick & Hendrick, 1986; Sternberg, 1989), incluso en algunos instrumentos de medición del amor, se suele incluir a la intimidad. Prager (1995) comenta que no en todas las relaciones donde hay afecto, hay intimidad. En contraste, una relación íntima no puede sostenerse si existe ausencia de afecto. Weingarten (1992) señala que existen otros factores como el ambiente, el humor, el tiempo, el interés o la situación que pudieran influir en la interacción íntima para que diera lugar a la intimidad. A la intimidad también se le ha relacionado con la confianza (Reis & Shaver, 1988). La confianza se refiere a la actitud o expectativas que tiene una persona hacia otra, de tal manera que le permita arriesgarse en una interacción íntima sabiendo que no va a ser lastimada, ni traicionada o decepcionada (Bagarozzi, 1997; Prager, 1995). Debido a que la intimidad se refiere también a dejar al descubierto la vulnerabilidad personal, la confianza es importante para la continuidad de una interacción íntima. Dandenau y Johnson (1994) proponen una definición operacional de la intimidad como “un evento relacional en el que la auto divulgación confiada es respondida con empatía” (p. 18). Estos autores comentan que la auto divulgación puede incrementar el sentido de vulnerabilidad, pero para el logro de la intimidad debe necesariamente arriesgarse la revelación de la vulnerabilidad a otro individuo (Descutner & Thelen, 1991). La cohesión también ha sido considerada un ingrediente necesario para la interacción íntima ya que es lo que mantiene a las personas juntas de diferentes maneras a través de varios tipos de contacto, tal como la escritura, el contacto telefónico, el encuentro personal, aunque la cohesión por sí sola no incluye intimidad (Prager, 1995; Olson, 1978, 1991). La actividad cohesiva sirve como parte aguas para la interacción íntima. Las relaciones pueden compartir interacciones íntimas, sentir afecto, confianza y cohesión (Prager, 1995). El compartir las experiencias íntimas es una precondición para la cohesión (Shaefer & Olson, 1981; Waring & Reddon, 29 1983). Prager (2009) señala que la intimidad se expresa en tres formas posibles: apoyo emocional, expresiones positivas de consideración y en la sexualidad. Tolstedt y Stokes (como se citó en Prager, 1995) identifican tres dimensiones de la intimidad que son la verbal, la emocional y la física. La intimidad verbal ser refiere a la auto divulgación, la física, está relacionada con acercamientos físicos y/o sexuales, mientras que la emocional, refleja la intención de cercanía y vínculo emocional como la intensidad del gusto, el apoyo moral y habilidad para tolerar los defectos del otro. Morton (1978) dice que la intimidad se divide en dos tipos, la primera es la intimidad evaluativa que se refiere a la divulgación de los propios sentimientos o juicios, en contraste con el no mencionar o enunciar los sentimientos personales de otros, y la segunda, es la intimidad descriptiva, la cual provee de hechos acerca del sí mismo que son privados en contraposición de lo conocido públicamente. Reis y Shaver (1988) incluyen en su definición de intimidad al compromiso, la dependencia mutua, la comunicación verbal y no verbal, la expresión de sentimientos, el acercamiento físico, la satisfacción y el sexo, coincidiendo con los componentes que Miller, Perlman y Brehm (2007) señalan, agregando que el conocimiento y la interdependencia también deben estar incluidas. Sternberg (1989) por su parte, incluye en la intimidad el deseo de promover el bienestar de la persona amada, el sentimiento de felicidad junto a la persona amada, respeto por el ser amado, la capacidad de contar con el apoyo del otro, el entendimiento mutuo, la entrega de uno mismo, recepción y entrega de apoyo emocional, comunicación y valorar al otro. Para él los ingredientes clave de la intimidad son la honestidad, la confianza, seguridad, lealtad, constancia, reciprocidad, compresión y aceptación. Miller y Lefcourt (1982) resaltan que el tiempo que se pasa con la pareja, la auto divulgación, la expresión de afecto, la comprensión y la cercanía hacia la pareja son los factores indispensables en la intimidad. Page, Nisan, Eckstein y Ane (2008) hacen hincapié en que la intimidad necesariamente se compone de la receptividad y de la calidez porque cuando las personas revelan asuntos personales, necesitan que el otro demuestre simpatía, comprensión,apoyo y respeto. Rogers (1981) ya había identificado en el ambiente terapéutico que la aceptación, la calidez y la 30 preocupación por el otro son condiciones medulares para el cambio. La receptividad se refiere a la conducta que conlleva atención, interés, entendimiento y empatía por la perspectiva del otro (Prager, 2009). Si existe calidez, la persona se auto divulgará en mayor grado. Una pareja cálida y receptiva también permite la revelación (Reis & Shaver, 1988). Según Shaefer y Olson (1981), la intimidad tiene una naturaleza multidimensional. La intimidad es un proceso que tiene lugar en el tiempo y no tiene fin. Estos autores dicen que si las parejas piensan que han logrado la intimidad completa con sus parejas o que no tienen la necesidad de seguir trabajando en ella para mantenerla, entonces podrían estar creando falsas expectativas. Olson (1975) describió siete tipos de intimidad: 1) la intimidad emocional, en donde se experimenta una cercanía de sentimientos; 2) intimidad social, la experiencia de tener amigos en común y similitudes en sus redes de trabajo, 3) intimidad intelectual, la experiencia de compartir ideas; 4) intimidad sexual, la experiencia de compartir afecto general y/o actividad sexual; 5) intimidad recreativa, experiencias compartidas de intereses en actividades de tiempo libre, participación mutua en eventos deportivos; 6) intimidad espiritual, la experiencia de compartir preocupaciones fundamentales, un sentido similar del significado de la vida y/o creencias religiosas; 7) intimidad estética, la cercanía que resulta de la experiencia de compartir la belleza. 2.6 Medición de la Intimidad Distintos tipos de instrumentos que evalúan la intimidad incluyen varios componentes. Siguiendo con estos componentes, Shaefer y Olson (1981) diseñaron el instrumento de Valoración Personal de Intimidad en las Relaciones (Personal Assessment of Intimacy in Relationships, PAIR) que mide las distintas áreas de las que se compone la intimidad divididas en cinco categorías que son la intimidad emocional, la intimidad social, la intimidad sexual, la intimidad intelectual y la intimidad recreativa. En cuanto a otros instrumentos que miden la intimidad, Waring y Chelune (1983), Waring y Reddon (1983) y Waring (1984) hacen una identificación de ocho 31 componentes que constituyen la intimidad marital en su Cuestionario de Intimidad de Waring (Waring Intimacy Questionnaire, WIQ) que son: 1) resolución de conflicto; 2) afecto; 3) cohesión; 4) sexualidad; 5) identidad; 6) compatibilidad; 7) autonomía; y 8) expresividad. Bagarozzi (1997) señala que la evaluación de la intimidad conyugal debe contener la fuerza de la necesidad global de intimidad de cada cónyuge, la fuerza de la necesidad de cada componente para cada cónyuge, la satisfacción de cada cónyuge con la apertura, receptividad, sensibilidad y habilidad para conocer y satisfacer la necesidad particular en cuestión, y la satisfacción de cada cónyuge con la habilidad de la pareja para ser recíproco de forma similar con el compartir, la apertura, la auto divulgación y el intercambio personal. Este autor propone que la intimidad debe medirse en los nueve componentes que la conforman que son la intimidad emocional, la intimidad psicológica, la intimidad intelectual, la intimidad espiritual, la intimidad sexual, la intimidad estética, la intimidad social, la intimidad física y la intimidad temporal, la cual se refiere al tiempo mínimo deseado para invertirse en la convivencia con la pareja. Van den Broucke, Vertommen y Vandereycken (1995) construyeron un instrumento que mide la intimidad llamado Cuestionario de Intimidad Marital (Marital Intimacy Questionnaire, MIQ) que se aplicó y se estandarizó en población danesa. Los factores que conforman la intimidad son cinco dimensiones que son los problemas de intimidad, consenso, apertura, afecto y compromiso. El factor que les llamó la atención fue el de problemas de intimidad, señalando que el área negativa de la intimidad afecta a las demás dimensiones. Holt et al. (2009) identificaron tres componentes de la intimidad, la emocional, la física y la intelectual lo que permitió el desarrollo del Cuestionario de Relación de Intimidad de Holt (Holt Relationship Intimacy Questionnaire, HRIQ). La intimidad emocional se refiere a la accesibilidad mutua, ser natural, la desposesión y el compromiso con la relación. La intimidad física ser refiere a los acercamientos físicos, los abrazos, el placer sexual, así como la habilidad para expresar los sentimientos de forma física, mientras que la intimidad intelectual involucra compartir ideas y la presentación social del sí mismo. Page et al. (2008) resaltan la importancia de medir la intimidad en una relación tomando en cuenta la auto 32 percepción, la percepción de la pareja sobre el participante y lo que el participante cree que su pareja le dará como evaluación en las áreas laboral, en la intimidad social, en cuanto al sí mismo y la familia. Sólo así se puede comparar la intimidad en la interacción en su ambiente interno y externo. En México, cabe señalar que existen algunas investigaciones relevantes sobre el tema como la que realizaron Osnaya, Díaz-Loving y Rivera (1998) quienes diseñaron un instrumento para evaluar la intimidad, indicando que en este país se encontró que la intimidad está compuesta por 14 elementos distribuidos en tres áreas: la positiva, la negativa y la sexual. Los 14 elementos son: intimidad positiva, respeto, altruismo, amistad con otras personas y/o parejas, aceptación, tolerancia, comunicación sexual, colaboración, pensamientos y sentimientos de ser el uno para el otro, emociones precedentes al sexo, fortalecimiento de la relación, alejamiento-soledad, temor e intimidad negativa. Osnaya (2003) posteriormente realizó un estudio utilizando este mismo instrumento con el objetivo de explorar el significado que tienen los mexicanos sobre la intimidad, así como su conceptuación y variables que la determinan. La intimidad en este estudio se conformó de siete factores que son el apoyo emocional, ser el uno para el otro, emociones precedentes al sexo, aceptación, amistad con otras personas y/ o parejas y tolerancia. Mancillas (2006), por otro lado, realizó una investigación de corte cualitativo sobre la intimidad en parejas con nivel socioeconómico bajo que habitaban en una zona conurbada de la Ciudad de México. En su investigación encontró que el fenómeno de la intimidad percibida en la pareja está construido por cinco factores: sexual, afectiva, comunicativa, cognoscitiva e interactiva. La pobreza fue un factor de cohesión y conflicto para la cotidianidad de la vida en pareja, así como el tener una casa representaba seguridad y sentido de pertenencia. Los hijos también fueron una variable importante para que la pareja deseara continuar unida. La utilización de instrumentos de medición de la intimidad permite una cuantificación y generalización del constructo a partir de una aplicación a un mayor número de participantes. Los instrumentos desarrollados para evaluar la intimidad coinciden en que el área afectiva, la sexualidad, el compartir el tiempo e intereses, 33 y la recreación mutua son elementos que conforman la intimidad. Sin embargo, no todos coinciden en la dimensión intelectual o espiritual de la intimidad. La perspectiva cualitativa coincide con algunas dimensiones propuestas cuantitativamente como la cohesión, el afecto y la sexualidad. A diferencia de la cuantificación del constructo, en este caso, la visión cualitativa obtuvo que el poseer una casa proporciona seguridad, y como consecuencia un sentido de intimidad con la pareja. 2.7 La intimidad y la auto divulgación Varios investigadores han conceptuado a la intimidad de varias formas, pero un factor en común es señalar a la intimidad comoun sentido de auto divulgación, el compartir el sí mismo interno y sentirse cerca de la pareja (McAdams & Vaillant, 1982; Prager, 1995; Reis & Shaver, 1988). La autodivulgación es “el proceso de decirle al otro acerca de los propios sentimientos, actitudes y experiencias” (Sprecher & Hendrick, 2004, p. 858). Uno de los precursores en el estudio de la auto divulagación es Jourard (1959), quien señala que en la medida en que la persona desee revelar información personal a otro individuo marca el inicio de la cercanía de la relación, del afecto, el amor o la confianza que prevalece entre dos personas. En términos generales, la autodivulagación y la catexis hacia la otra persona pueden estar correlacionadas. Una persona que auto divulga en un mayor grado hacia otra persona, puede esperar recibir también divulgación del otro, una persona que conoce mucho sobre otra debería ser bien conocido por él/ ella. Este autor resalta que la antipatía o la indiferencia entre dos personas se espera que como consecuencia que se produzca una baja auto divulgación hacia y poco conocimiento de otra persona. La autodivulgación está relacionada con una involucración emocional mayor al expresar las emociones vulnerables, con el cumplimiento de necesidades y con la satisfacción de la relación (Prager, 2009). También implica una aceptación del otro, así como un compromiso hacia la relación (Gilbert como se citó en Prager, 1995). Aunque la autodivulgación ha sido aceptada entre las teorías que explican la intimidad, como la base fundamental de la misma, no se pueden equiparar 34 debido a que no todas las formas de auto divulgación son íntimas (Prager, 1995). Incluso algunos autores que ponen énfasis en el papel de la auto divulgación suelen señalar que la auto divulgación negativa, en la que se expresan sentimientos negativos hacia la pareja, no suelen promover intimidad (Jourard, 1959). Waring y Chelune (1983) señalan que la auto divulgación puede ser clasificada como una expresión de emoción, como una expresión de necesidad, una expresión de sentimientos, creencias, actitudes y fantasías o autoconciencia. Las últimas dos son definidas como autodivulgación cognoscitiva. El interés en la auto divulgación reside en la idea del impacto en el bienestar personal para luego expandirlo en la explicación de las relaciones íntimas, ayuda a formar nuevas relaciones y a mantener las anteriores (Prager, 1995, 2009). Jourard (1959) explica que las díadas tienden a desarrollar grados de intimidad. El gusto precede a la auto divulgación y viceversa. Una vez que se hace el contacto entre dos personas, se procede al descubrimiento de ellas mismas ante cada una a un paso regulado. Según este autor, en la auto divulgación existen dos extremos, uno el que representa a una persona con alto nivel de divulgación, el cual provee de información personal sin siquiera tomar en consideración el contexto social o el interés de sus oyentes y otro, el que tiene baja divulgación optando por ocultar su vida personal, aún de las personas por las que siente atracción o interés. L. Wynne y Wynne (1986) señalan que las divulgaciones pueden ocurrir en las interacciones íntimas entre personas extrañas precisamente por la idea de la improbabilidad de una relación cercana y de una futura traición. Cozby (1972) propone una relación curvilínea entre la reciprocidad y la autodivulgación asentando que las recompensas de la auto divulgación recíproca se incrementa hasta cierto punto, pero después la intimidad que se incrementa provoca que la auto divulgación sea amenazante y con costos altos, por lo que se deja de experimentar la reciprocidad. La auto divulgación está relacionada con la atracción o agrado por la persona y esto hace que varíe la salida de la revelación y de querer saber más de la gente que es agradable, más que de aquellos que 35 agradan menos (Jourard, 1959). La auto divulgación parece ser bidireccional en sus efectos, es decir, influye otras variables y es influida por ellas (Hendrick, 1981). Tanto la conducta verbal como la no verbal pueden ser consideradas como auto reveladoras (Prager, 2009). Una de las aproximaciones teóricas que intenta explicar la reciprocidad de la auto divulgación es la propuesta por Altman y Taylor (1973) referente a la teoría de la penetración social, la cual explica la formación de relaciones sociales tomando en cuenta a la auto divulgación como una variable importante en el desarrollo de estas relaciones. La auto divulgación es tomada en cuenta por estos autores como un concepto básico en el desarrollo de la relación, tanto al principio cuando se empiezan a revelar temas personales, como cuando se comienza a desarrollar la intimidad a partir de revelaciones más profundas y en la relación se fomenta la cercanía. Estos autores comentan que la auto revelación no es un estímulo automático que permite la cercanía interpersonal, pero sí un catalizador que permite la interacción de las personas a expresar similitud, apoyo y gusto del uno por el otro. La auto divulgación ha sido estudiada como uno de los factores existentes y de gran valor en la amistad (Fehr, 2004) y en la relación marital (Hendrick, 1981; Waring & Chelune, 1983). Waring y Chelune (1983) encontraron que al facilitarse la auto divulgación, se incrementa la intimidad. La compatibilidad y la expresividad son los aspectos de la intimidad que parecen estar relacionados significativamente con la auto divulgación, como por ejemplo la divulgación de enunciados positivos de una forma afectiva sobre temas personales importantes forman parte de la conducta íntima (Sprecher & Hendrick, 2004; Waring & Chelune, 1983). Waring y Chelune (1983) manifiestan que la divulgación suele explicar la mayor parte de la varianza con respecto a la intimidad. Sprecher y Hendrick (2004) proponen el espacio de la dialéctica para explicar la auto divulgación. Esto se refiere a la necesidad de apertura y de conexión en un momento en la relación, así como a la necesidad de cierre y privacidad en otro punto de la relación. Altman y Taylor (1973) resaltan que es importante la reacción 36 de la persona que recibe la auto divulgación. Las reacciones positivas y válidas ante la revelación son la mejor recompensa para el que auto divulga. Hendrick (1981) comenta que las mujeres suelen obtener puntajes más altos en la auto divulgación que los hombres. Sobre todo las mujeres que perciben a su pareja como revelador de asuntos personales, tienden a permanecer más tiempo con su pareja (Sprecher & Hendrick, 2004). Hendrick (1981) por otro lado encontró en su estudio que el tiempo en la relación de pareja suele tener una relación negativa, pero el nivel educativo fue por el contrario, positivo con respecto a la auto divulgación. La auto divulgación es un acto de intimidad y una estrategia de mantenimiento en las relaciones (Sprecher & Hendrick, 2004). La auto divulgación es el aspecto de la intimidad con el que más se le ha relacionado con un mejor bienestar personal (Prager, 2009). La auto divulgación es un elemento importante en cualquier modelo cuyo objetivo sea la exploración de la intimidad debido a que permite la expresión de sentimientos y pensamientos en la díada, y por lo tanto, a medida que la interacción se hace más frecuente y la auto divulgación está dirigida al bienestar de la pareja, incrementa el sentido de mutualidad. 2.8 La intimidad vs. Sexo De acuerdo a Morris (1972), existe un problema entre los adultos al llamar a la intimidad corporal, sexo. Es fácil confundir ambos términos debido a que la copulación exige contacto íntimo de dos cuerpos, salvo en la inseminación artificial. Shaefer y Olson (1981) comentan que tradicionalmente se ha relacionado a la intimidad con la involucración sexual, o nivel de cortejo, suponiendo que a una mayor involucración sexual,
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