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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM IZTACALA “Violencia en el noviazgo y preferencias musicales: Un estudio de correlación.” T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE L IC EN C IAD A EN PS IC OLOGÍA P R E S E N T A D i a n a L e ó n O r o p e z a Directora: Mtra. Claudia Elisa Canto Maya Dictaminadores: Lic. Gerardo Abel Chaparro Aguilera Dra. María de Lourdes Jacobo Albarrán Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos. A mis padres, por el apoyo, la confianza, el entusiasmo y sobre todo la paciencia. Mamá, gracias porque además de todo fuiste asesora de redacción y soporte técnico, y en general, por ser esa ayuda que se adecuaba a cada uno de mis momentos de crisis, no sólo en este proceso sino durante toda mi vida. Papá, gracias por creer en mí y por acompañarme siempre. Gracias por las pláticas, la música y las películas. Los amo, y sé que mucho de lo que he logrado es gracias a que han estado conmigo; son la mejor elección que he hecho. A mi familia, por preocuparse e interesarse en las cosas que hago y por apoyarme siempre. A mis amigos, porque el poco o mucho tiempo que han estado conmigo, lo valoro inmensamente: Monse, Viri, gracias por estar conmigo toda mi vida, porque a pesar de la distancia y las diferencias han estado en los momentos clave de mi vida. Ruth, te amo, gracias por tu amistad, por los cafés y todas las pláticas. Gus, Rafa, qué bueno que siguen en mi vida después de tantos años, espero que sean muchos más. A las grandes personas que conocí en la Facultad: Gina, gracias por ser mi confidente, mi asesora y BBF. Brenda, gracias por las caminatas, por los consejos y tu amistad. Ale, gracias por ser la voz de la razón muchas veces, por ser mi amiga, y mi equipo. Mimi, gracias por combinar amistad con profesionalismo, fuimos un gran equipo dentro y fuera de las aulas. Alma, gracias por el tiempo de calidad, y los comentarios tan atinados. Las quiero montones. Víctor, Ricardo, Alberto, Alan, gracias por no dejar que me ahogara en el mar de estrógeno de Psicología; valoro mucho las comidas, las pláticas y la música compartida. Gracias a mi asesora, Claudia Canto, por el entusiasmo y el apoyo a lo largo de este proceso. A los profesores Gerardo Chaparro y María de Lourdes Jacobo, gracias por la disposición y el apoyo. Por último, a la Universidad Nacional Autónoma de México, porque los ocho años que pasé dentro de sus aulas fueron extremadamente valiosos y significativos. ÍNDICE RESUMEN 1 INTRODUCCIÓN 2 1. VIOLENCIA 5 1.1 Definición 5 1.2 Características 6 1.3 Causas 7 1.4 Tipos de violencia 10 1.4.1 Violencia física 10 1.4.2 Violencia psicológica 11 1.4.3 Violencia económica 11 1.4.4 Violencia sexual 12 1.5 Consecuencias 13 2. ADOLESCENCIA 16 2.1 Definición 16 2.2 Principales características 19 2.2.1 Características físicas 19 2.2.2 Características cognitivas 21 2.2.3 Identidad del adolescente 25 2.3 El adolescente y sus relaciones 27 2.3.1 El adolescente y la familia 28 2.3.2 El adolescente y los amigos 31 2.4 Noviazgo adolescente 35 2.4.1 Definición 35 2.4.2 Características del noviazgo 37 2.4.3 Conflictos en la relación de noviazgo 40 3. MÚSICA Y CULTURA 45 3.1 Definición de música 45 3.2 Géneros musicales 46 3.3 Percepción musical 55 3.4 Música y contexto sociocultural 59 3.5 Música e identidad 64 4. METODOLOGÍA 70 4.1 Objetivos 70 4.2 Justificación 71 4.3 Método 72 4.3.1 Procedimiento 73 5. RESULTADOS 75 5.1 Resultados del cuestionario de preferencias musicales 79 6. CONCLUSIONES 82 7. BIBLIOGRAFÍA 85 ANEXOS RESUMEN La música es una de las principales manifestaciones artísticas y culturales de la humanidad. Se ha utilizado en diversas actividades grupales como fiestas, funerales y rituales espirituales. La música está inmersa en nuestra vida, en lo individual y en lo colectivo, y ejerce influencia (y se ve influida) en la resignificación de acontecimientos representativos. Por otro lado, la violencia es un tema que atañe al individuo, tanto en lo particular como en lo colectivo, y supone un problema importante en distintos ámbitos. En particular, la violencia ejercida en la relación de noviazgo genera problemas de detección dadas las distintas manifestaciones de la misma, así como cuestionamientos a cerca de sus posibles causas y orígenes, es por eso que el objetivo de la presente es establecer si existe relación entre el género musical más frecuentemente escuchado (preferido) y el ejercicio de violencia en la relación de noviazgo, esto a través del análisis estadístico con la prueba no paramétrica de chi cuadrado. En los resultados se obtuvo que el género musical preferido está relacionado con la violencia recibida, sin embargo, no guarda relación alguna con la violencia ejercida. De acuerdo con esta investigación, se concluye que las ideas planteadas en canciones repercuten en la manera de reaccionar hacia situaciones de violencia, pero no detonan de manera directa comportamientos violentos, además se observan las situaciones en que los adolescentes escuchan música, las cuales tienen que ver con situaciones emocionales. INTRODUCCIÓN La violencia es un problema social de gran impacto que atraviesa fronteras de edad, religiosas, educativas, raciales y socioeconómicas, es un fenómeno que lesiona los derechos de los seres humanos (Instituto Mexicano de la Juventud, 2004, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007). Respecto a la violencia de pareja, se han llevado a cabo múltiples estudios, basados principalmente en la violencia ejercida de hombres hacia mujeres y en parejas casadas; mientras que los noviazgos, en comparación, pasan desapercibidos; Magally (2002, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007) menciona que la violencia en el noviazgo pasa desapercibida porque el maltrato se asocia a las parejas casadas y con hijos, no se reconoce, principalmente por la desvalorización de las relaciones amorosas entre adolescentes, ya que son considerados como cosas de la edad. Esta percepción de la violencia en el noviazgo resulta contrastante con las cifras sobre su frecuencia en México, ya que, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Juventud (2008, en Rojas-Solís, 2013), el 76% de los jóvenes ha sufrido violencia psicológica, 15% violencia física y 16.5% violencia sexual. Dado loanterior, las investigaciones respecto a la violencia en el noviazgo resultan necesarias, con el fin de entender el por qué se da este fenómeno, y trabajar, principalmente, en su prevención. Además del noviazgo y demás relaciones sociales e interpersonales, la música es una parte importante en la vida y desarrollo del adolescente. Durante esta etapa, la música se convierte en un elemento que ocupará diferentes funciones en su vida. Las más destacadas están relacionadas con aspectos propios de la adolescencia, como el desarrollo de la identidad y las relaciones sociales (Flores, 2008). Si tomamos en cuenta que la violencia es una cuestión social, y que la música influye significativamente en el adolescente y sus relaciones sociales, se considera pertinente el realizar una investigación que involucre la relación que existente entre ambos conceptos. Se han realizado algunas investigaciones y/o análisis con relación a la música y las relaciones de pareja y los conflictos que se suscitan dentro de las mismas. 3 Miranda (2009) realiza un análisis de las letras de distintos tangos y boleros y su relación con la educación sentimental, concluyendo que las referencias al amor de tipo romántico (vinculado a relaciones estables o matrimoniales) y el rol del hombre y la mujer dentro de dichas canciones deviene en cuatro consecuencias: la violencia de pareja, los amores líquidos, la insuficiencia funcional del matrimonio por amor y los errores relacionales. Referente a la violencia, menciona que se relaciona con las letras de las canciones en medida que éstas traten sobre el derecho del hombre para castigar a la que considere una mala mujer y la disputa que hay entre hombres por una mujer que los traiciona. Inclusive menciona que su análisis tiene la propuesta didáctica de crear talleres con adolescentes, con el fin de propiciar una escucha más consciente de las letras de las canciones. Quien aterriza mejor la idea es Llorens (2013) pues presenta una estrategia didáctica para trabajar la igualdad y la violencia de género dentro del aula, que se basa en la escucha de canciones de los géneros más populares entre la juventud española. Además, se toma en cuenta el contenido: estereotipos sexistas, desigualdad y violencia de género. Con dicha propuesta, la autora busca fomentar la inteligencia verbal y musical, además de la emocional, a través de la reflexión, el diálogo, la introspección, la tolerancia a la diversidad de opiniones y la creatividad. Los estudios anteriormente mencionados, destacan la interacción existente entre la escucha de cierto tipo de música y las creencias y comportamiento de los adolescentes respecto a sus emociones y, a su vez, sus emociones se ven inmiscuidas en el comienzo de sus relaciones interpersonales y la manera en que van a desarrollar las mismas. Actualmente, la violencia hacia la pareja es un tema considerado como un problema social; no porque sea reciente sino porque últimamente se habla más al respecto y se han abierto más redes de apoyo hacia las mujeres y los hombres que sufren o han sufrido violencia por parte de su cónyuge o pareja. La violencia es una construcción social, por lo tanto es aprendida y se relaciona estrechamente con el contexto, las creencias, la personalidad y la manera de interactuar con los otros. Al ser de esta manera y bajo una visión preventiva de esta situación, es necesario conocer y ahondar un poco más en todos aquellos factores 4 que conforman lo anteriormente mencionado, para saber qué características en concreto, influyen de manera significativa en el ejercicio de violencia. La adolescencia es una etapa en la que la persona está en búsqueda de su identidad y amplía sus relaciones, por lo que la familia deja de ser su principal contacto con la sociedad, y la escuela y los amigos (sus iguales) se convierten en su principal fuente de relaciones sociales. Dentro de éstas, el adolescente conoce y experimenta cosas nuevas, determinando qué le gusta y qué no. En estos gustos se incluye la música, que es una de las principales fuentes de entretenimiento del adolescente. La música es una expresión artística que se ve influenciada (y a la vez influye) por el contexto social y la expresión de sentimientos y emociones. La música supone una fuente de aprendizaje y entendimiento de los adolescentes. Por lo que se considera el determinar si la música influye de manera significativa en cómo los adolescentes vislumbran sus relaciones amorosas y cómo se desenvuelven dentro de éstas; principalmente respecto al tema que atañe esta investigación: la violencia en la relación de pareja. 1. VIOLENCIA 1.1 Definición Violencia viene del latín “violentia”, cualidad de “violentus”, que deriva de “vis” que significa “fuerza” y “lentus”, que como sufijo hace referencia a lo continuo; por lo tanto, se refiere a “el que continuamente usa la fuerza” y es un término muy amplio que está inmerso en distintas situaciones, la Organización Mundial de la Salud (2002), menciona que la violencia es un fenómeno sumamente difuso y complejo cuya definición no puede tener exactitud científica, ya que es una cuestión de apreciación. Es por ello se han encontrado distintas definiciones. El Diccionario de la lengua española, en su 22.a edición (2001, en Castellano y Castellano, 2012) define a la violencia como: 1. “f. Cualidad de violento. 2. f. Acción y efecto de violentar o violentarse. 3. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder. 4. f. Acción de violar a una mujer”. Donde violento/a se define de la siguiente manera (Diccionario de la lengua española, 22a edición, 2001): 1. “adj. Que está fuera de su natural estado, situación o modo. 2. adj. Que obra con ímpetu y fuerza. 3. adj. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias. 4. adj. Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones. 5. adj. Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente por la ira. 6. adj. Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural. 7. adj. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia. 8. adj. Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien. 6 Con base en estas definiciones, el término violencia podría referirse a aquella acción impetuosa e intensa que está fuera de las condiciones normales o regulares del contexto o situación a la que se esté refiriendo, y que puede considerarse brusco y/o arrebatado. Por otro lado, Domenach, Laboril, Joxe, Galtung, Senghaas, Klineberg, Halloran, Shupilov, Poklewsky-Koziell, Khan, Spitz, Mertens y Boulding, 1981) definen la violencia como el uso de la fuerza, abierta u oculta, con el fin de obtener de un individuo, o de un grupo, algo que no quiere consentir libremente. Mientras que Castellano y Castellano (2012) mencionan que, dentro del habla corriente, el término “violencia” hace referencia a los hechos que tienen como consecuencia el daño a la víctima, ya sea como fin o como medio para obtener algún beneficio. Dado lo anterior, se puede definir a la violencia como la acción continua de dañar a una o varias personas a través de la fuerza, con la finalidad de obtener un beneficio. 1.2 Características Para Moreno (2009), es conveniente abordar la perspectiva actual de la violencia desde una triple perspectiva: el acto, que incluiría la definición del término violencia (mencionada anteriormente), los actores (cuando un agresor individual o colectivo causa un mal, ya sea a una persona o un grupo) y la significación de la acción, es decir, que será violencia cuando el agresor, el agredido o un observador dieran al acto una significación negativa para la víctima, siendo la intención de dañar el eje articuladorde dicha acción. La violencia es, como ya se ha mencionado, un término bastante difuso y bastante amplio, por lo que se considera pertinente detallar algunas características con el fin de ampliar y dar una mejor explicación de lo que abarca el término y la manifestación de la violencia. Domenach, Laboril, Joxe, Galtung, Senghaas, Klineberg, et. al. (1981) consideran que existe una distinción entre la violencia: la denominada instrumental, que se lleva a cabo con una intención deliberada de alcanzar fines particulares; y por otro lado, se encuentra la violencia constituida por reacciones 7 impulsivas que conducen a tumultos. Es decir, estos autores consideran que la violencia puede ser un acto planeado o bien, un acto impulsivo. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su Informe mundial sobre la violencia y la salud (2002) también realiza una clasificación de la violencia, y la divide en tres categorías, según el autor del acto violento: violencia contra uno mismo, violencia interpersonal y violencia colectiva. La violencia hacia uno mismo hace referencia a pensamientos o acciones que una persona puede tener hacía sí, en aras de infligirse daño, el suicidio o el pensamiento suicida son considerados violentos dentro de ésta clasificación. La violencia interpersonal, la dividen en dos: violencia intrafamiliar o de pareja y violencia comunitaria. La primera se refiere a los actos violentos dirigidos entre miembros de una familia y/o compañeros sentimentales, mientras que la segunda hace referencia a los actos violentos hacia personas que pueden o no conocerse y que no están relacionadas entre sí. Por último, la violencia comunitaria abarca los actos violentos realizados por grupos de personas frente a otros, y que conllevan intereses políticos, sociales o económicos. Dadas las clasificaciones anteriores, se observa que la violencia puede ser infligida por una persona, o un grupo de personas, que de igual manera quien la recibe puede ser un solo individuo o varios, y que tanto los actos violentos, como a quién van dirigidos y los motivos por los que se violenta pueden llegar a ser muy variados. 1.3 Causas La violencia es un fenómeno sumamente complejo que hunde sus raíces en la interacción de muchos factores biológicos, sociales, culturales, económicos y políticos (Organización Mundial de la Salud, 2002). De acuerdo a esta concepción de la violencia, la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), propone un modelo ecológico, con la finalidad de intentar dar una explicación de por qué se genera la violencia. En este modelo ecológico, se lleva a cabo un análisis de diversos factores involucrados en la aparición de la violencia, dichos factores los clasifican en cuatro niveles: 8 Primer nivel: abarca los factores biológicos y de la historia personal, que influyen en el comportamiento del individuo, en dicho comportamiento se incluye tanto la probabilidad de ser ejecutor de la violencia, como víctima. Segundo nivel: hace referencia a las relaciones más cercanas, como las mantenidas con familiares, amigos, pareja y los compañeros. Tercer nivel: se toman en cuenta los contextos comunitarios en los que se desarrollan las relaciones mencionadas en el nivel anterior. Algunos de los contextos explorados son los vecindarios, las escuelas y los lugares de trabajo. Cuarto nivel: explora, de manera más general, los aspectos referentes a la estructura social, tales como las normas socioculturales, la manera en que se perciben ciertos fenómenos sociales, la forma en que perciben las estructuras y relaciones entre familias, parejas, etc. Como puede apreciarse, los niveles del modelo ecológico van de lo particular a lo general, tomando en cuenta factores individuales y factores sociales. Además, dada la naturaleza de sus componentes, también puede apreciarse que los factores de un determinado nivel pueden influir en los factores de otro, haciendo que la combinación de factores de todos los niveles hagan más o menos propensa a una persona de comportarse de manera violenta. Domenach, Laboril, Joxe, Galtung, Senghaas, Klineberg, et. al. (1981) realizan un compilado de teorías sobre el por qué se origina la violencia. En primer lugar mencionan la distinción entre agresión y violencia, abarcando las teorías que mencionan que la violencia es inherente en el ser humano al ser parte de su condición biológica, y que incluso es común entre especies animales cercanas al ser humano. La conclusión de los autores es que, si bien biológicamente tenemos la capacidad de comportarnos de manera violenta, no es razón suficiente para hacerlo, y no consideran los actos violentos ni inevitables, ni universales, ni instintivos, teniendo como prueba la diferencia en los niveles de violencia entre ciertos individuos o grupos. Otro aspecto importante es la violencia como algo aprendido, sobre todo, a través de los medios de comunicación masivos, en especial cine y televisión; Liebert y Liebert, (1974, en Domenach, Laboril, Joxe, Galtung, Senghaas, Klineberg, et. al., 1981) 9 concluyen que cuanto mayor es el nivel de violencia televisada que presencia el niño, más dispuesto está a recurrir a la violencia, a proponerla como solución de un conflicto y a considerarla eficaz. Es decir, los medios de comunicación proponen un estilo de confrontación hacia las dificultades que conlleva violencia y que, al ser visto por la audiencia, les enseña que esa es una manera aceptada de dar solución a algún conflicto. Algo que también abordan estos autores es la interacción entre lo que muestran los medios de comunicación masivos y las creencias y/o hábitos populares, es decir, que si bien como ya se mencionó los medios de comunicación muestran episodios violentos que pueden llegar a ser aprendidos por las personas, también están influenciados por las formas de vida y las creencias de dichas personas. Se forma una especie de círculo vicioso donde los medios influyen en la gente, pero también la gente influye en los medios, y ambos se vuelven reflejo del otro. Se aborda además, el hecho de que en algunos casos y lugares, culturalmente algún tipo de violencia es aceptado, e incluso se llega a percibir como una subcultura. Respecto a la violencia dentro de la pareja, Koch y Koch (1983, en Trujano, Nava, Tejeda y Gutiérrez, 2006), mencionan que ésta suele estar relacionada con la interacción de diferentes factores como la actitud ante la violencia, las circunstancias socioeconómicas y la conducta de los miembros de la diada, así como el sexo y las ideas que sostienen sobre sí mismos y sobre su rol de género. La aparición de violencia no puede atribuírsele a una sola cosa en específico, al igual que su definición y percepción, las causas de la violencia son variadas, son una combinación de factores biológicos, personales, interpersonales y socioculturales. Lo que vemos, lo que oímos, lo que en nuestro contexto es aceptado y lo que no, la manera que tenemos de percibir, asimilar y reaccionar ante diversas situaciones, cómo interactuamos con amigos, familiares y demás personas, etc. son factores que están en constante interacción, que influyen unos en otros y que, bajo esta influencia e interacción pueden hacernos o no propensos a la violencia. 10 1.4 Tipos de violencia Algo que se ha observado a lo largo de este capítulo, es que la violencia es un fenómeno sumamente amplio, con causas y manifestaciones igual de variadas, es por eso, que en la literatura se ha hecho una distinción sobre los tipos de violencia, de acuerdo a sus características. Debe aclararse que pueden presentarse varios tipos de violencia simultáneamente. 1.4.1 Violencia física La violencia física ocurre cuando una persona que está en una relación de poder respecto a otra, le inflige daño no accidental, pormedio del uso de la fuerza física o de algún tipo de armas, que puede provocar o no lesiones externas, internas o ambas. El maltrato repetido no severo también se considera violencia física (Sagot y Carcedo, 2000). Es quizá el tipo de violencia más fácilmente identificable. Rey- Anacona (2009, en Peña, Zamorano, Hernández, Hernández, Vargas y Parra, 2013) menciona que la violencia física está conformada por cachetadas, puñetazos, patadas, empujones, sofocaciones, ataques con un arma, etc. Por otro lado, Larrain (1994), divide la violencia física en dos categorías: la primera, considerada violencia física menos grave está conformada por tirar un objeto, empujar o zamarrear, pegar cachetadas o puñetes; mientras que la violencia física grave incluye patear o morder, golpear con un objeto, quemar, amenazar y agredir con arma. La violencia física es todo aquel acto intencionado y dañino, que se vale de la fuerza física, usando ya sea el propio cuerpo o algún objeto o arma y que provoca afectaciones corporales, Núñez y Castillo (2013) mencionan que las zonas más afectadas son la cabeza, el cuello, zonas pectoral y torácica, abdomen y cara. 11 1.4.2 Violencia psicológica Es toda acción u omisión que dañe la autoestima, la identidad o el desarrollo de la persona. Incluye los insultos constantes, la negligencia, el uso de gestos intimidatorios, la humillación, el no reconocer aciertos, el chantaje, la degradación, el aislamiento de amigos y familiares, la destrucción de objetos apreciados, el ridiculizar, rechazar, manipular, amenazar, explotar, comparar, etc. (Sagot y Carcedo, 2000). De acuerdo con Echeburúa y De Corral (2002, en Núñez y Castillo, 2013), este tipo de maltrato puede ser reflejo de distintas actitudes por parte del maltratador: hostilidad que se manifiesta en forma de reproches, insultos y amenazas; desvalorización, que supone un desprecio de las opiniones, de las tareas o incluso del propio cuerpo; e indiferencia, que representa una falta total de atención a las necesidades afectivas y los estados de ánimo. A diferencia de la violencia física, en la violencia psicológica no se observan afectaciones visibles, es decir, no hay indicios en el cuerpo (físicos), que indiquen que se sufre violencia. Se realizaron estudios de violencia en la relación de noviazgo por parte del Servicio de Atención a la Mujer del Módulo Psicosocial de Deusto-San Ignacio en el 2007 (Cantera, Estébanez, Vázquez, 2009, en Estébanez, 2010) en los que se encontró que eran frecuentes los comportamientos correspondientes al ámbito psicológico en las parejas de jóvenes; sin embargo, el tema había sido poco estudiado hasta el momento debido a las dificultades por definir este tipo de violencia, y por la percepción subjetiva que se tiene de la misma, porque como ya se ha mencionado, al no dejar marcas visibles o tan concretas como un moretón o una lesión, es difícil conocer si está presente o no este tipo de violencia. 1.4.3 Violencia económica Son todas aquellas medidas tomadas u omisiones del agresor, que afectan la sobrevivencia o el bienestar de la víctima, así como el despojo o destrucción de sus bienes personales o (si es el caso) de la sociedad conyugal. Incluye también la 12 negación a cubrir cuotas alimenticias para las hijas o hijos, o gastos básicos para la sobrevivencia del núcleo familiar, así como control de los gastos e ingresos (Sagot y Carcedo, 2000). De acuerdo con Núñez y Castillo (2013) la violencia económica se da en la familia y ocurre cuando la o las víctimas son privadas o tienen restringido el manejo del dinero, la administración de los bienes propios y/o ganancias o mediante conductas delictivas ven impedido su derecho de propiedad sobre los mismos. También se llama violencia económica cuando alguien usa el poder económico para provocar un daño a otro. Dadas estas definiciones, se concluye que la violencia económica tiene de por medio al dinero o algún bien inmobiliario o personal y puede darse de dos maneras: ya sea utilizando bienes y recursos propios para dañar y/o someter a las personas, o despojándolas y/o administrándoles y restringiendo sus ganancias o bienes de tal manera que sufran daño y carencias, o dependan, aunque sea sólo económicamente, de su agresor. Es la forma de dañar o controlar con base en el dinero. 1.4.4 Violencia sexual Es todo acto en que una persona, por medio de la fuerza física, la coerción o intimidación psicológica, obliga a otra a ejecutar un acto sexual contra su voluntad, o a participar en interacciones sexuales que propician su victimización y de las que el ofensor obtiene gratificación. La violencia sexual ocurre en una variedad de situaciones como violación en el matrimonio o unión de hecho, abuso sexual infantil, incesto, acoso sexual y violación en una cita. Incluye, entre otras cosas caricias no deseadas, relaciones emocionales sexualizadas, penetración anal, oral o vaginal con el pene u otros objetos, exposición obligatoria a material pornográfico, vouyerismo y exhibicionismo (Sagot y Carcedo, 2000). Dentro de ésta definición se observa el uso de conceptos tales como fuerza física o intimidación psicológica, que si bien son temas que ya se abordaron anteriormente, es importante mencionar que en este 13 caso se toman en cuenta también dado que el fin de ejercerlos es obtener beneficios sexuales no consensuados. Favieres (2001, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007), también menciona las principales manifestaciones de violencia sexual: violaciones vaginales, anales o bucales, tocamientos y vejaciones, pudiendo llegar hasta la penetración anal y vaginal con la mano, puño u objetos. Se han llevado a cabo investigaciones sobre la violencia sexual y sus causas, Walker (2009) realizó un estudio sobre el maltrato a la mujer en la relación marital, y encontró que los maltratadores solían utilizar la coacción sexual para humillar y avergonzar a las mujeres, lo cual les facilitaba la posibilidad de conseguir el control psicológico deseado. Por otro lado, el psiquiatra español Luis Rolas Marcos (1995, en Núñez y Castillo, 2013) ha observado que muchos violadores, más que perseguir el placer sexual, lo que buscan es satisfacer, de ese modo violento sus ansias de dominio, competitividad, masculinidad y poder. De acuerdo con lo anterior, puede decirse que a veces el tipo de violencia ejercido desencadena otros tipos de violencia, y que el beneficio y/o la satisfacción obtenida no necesariamente van relacionados con la forma en que se manifiesta el acto violento; tanto el acto como las consecuencias conllevan implicaciones diversas que no sólo afectan el ámbito violentado. 1.5 Consecuencias Como se ha observado a lo largo de este capítulo, las causas y los tipos de violencia son diversos, y eso mismo sucede con las consecuencias y, del mismo modo en que los tipos de violencia pueden combinarse entre sí, también provocan consecuencias que no necesariamente afectan de la forma en que se violentó, es decir, al sufrir violencia física, pueden observarse secuelas que no sólo afectan el ámbito físico, sino que también pueden causar daño psicológico, por ejemplo. Núñez y Castillo (2013) mencionan que la violencia sexual trae consigo consecuencias psicológicas, tales como actos que despiertan fuertes sentimientos de soledad, abandono, indefensión, de desconfianza general, y de un temor insuperable que inducen a la 14 víctima a ocultar lo ocurrido antes de pasar por la tortura que para ellos representa tener que recordar los detalles del suceso delante de extraños (médicos, policías, jueces). De acuerdo con Domínguez (2002, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007), algunas consecuencias de la violencia son depresión, aislamiento, fracaso escolar, bajo rendimiento laboral, etc. Por otro lado, Walker(2009) de acuerdo con una investigación realizada con mujeres maltratadas, habla acerca del Síndrome de la Mujer Maltratada (SIMAM) que, tal como se concibió al principio, estaba constituido por un patrón de síntomas encontrados en las mujeres después de haber mantenido una relación íntima en la que padecieron abusos físicos, psicológicos o sexuales, y en la que la pareja (normalmente un hombre, aunque no siempre) ejerció el poder y control sobre la mujer con el fin de obligarla a satisfacer sus deseos sin tener en cuenta sus deseos o sentimientos, debido a que el estudio no se ha llevado a cabo con hombres violentados, es que el síndrome sólo se refiere a mujeres. Dicho síndrome está constituido por seis grupos de criterios; los tres primeros son los mismos que en el Trastorno de Estrés Postraumático, y los otros se encuentran presentes en las víctimas de violencia conyugal íntima. Los criterios son: 1. Recuerdos perturbadores del acontecimiento traumático. 2. Hiperexcitación y elevados niveles de ansiedad. 3. Conducta elusiva y entumecimiento emocional expresados normalmente en forma de depresión, disociación, minimización, represión y renuncia. 4. Relaciones interpersonales conflictivas debido al poder ejercido por el agresor y sus medidas de control. 5. Distorsión de la imagen corporal y dolencias físicas y/o somáticas. 6. Problemas sexuales. Debido a lo reportado por estos autores, puede decirse que la violencia tiene consecuencias diversas que afectan la integridad de la víctima, provocándole malestares físicos (fracturas, contusiones, hematomas, desgarres vaginales o anales en caso de violación, enfermedades de transmisión sexual, etc.) y malestares psicológicos y emocionales, que provocan un cambio en la cotidianidad, el estilo de 15 vida e incluso la percepción que tienen de sí mismas y de las cosas, personas y situaciones que les rodean. Cabe aclarar, que no todas las consecuencias se presentan juntas o en la misma proporción; como se ha mencionado, va a depender del tipo de violencia ejercida, la intensidad de la misma y, al igual que en las causas de violencia, dependerá de factores inherentes a la víctima, tales como sus características personales, su contexto y su historia de vida en general. 2. ADOLESCENCIA 2.1 Definición La palabra adolescencia viene de “adolescere” que significa crecer. Es pues, un período de crecimiento, no solamente físico sino también intelectual, de la personalidad y de todo el ser. La adolescencia es un período entre la infancia y la edad adulta, que trae consigo un conjunto especial de dificultades de adaptación, a causa de los cambios que ocurren en todos los sentidos (Parolari, 1995). Por su parte, Nicholson y Ayers (2004, en Páramo, 2009) definen la adolescencia como un estadio transicional entre la niñez y la adultez; un período de desarrollo biológico, social, emocional y cognitivo, el cual, si no es negociado satisfactoriamente, puede llevar a problemas emocionales y comportamentales en la vida adulta. Plantean su comienzo aproximado entre los 10 y 13 años y su finalización entre los 18 y 22 años de edad, y la subdividen en adolescencia temprana, media y tardía. Como puede observarse, ambas definiciones, coinciden con que la adolescencia es una etapa definida por la transformación de la niñez a la vida adulta, y que dicha transformación es integral, es decir, abarca aspectos de todo tipo: biológicos, psicológicos, emocionales y sociales. Respecto a esto último, algo que puede resaltarse, es el hecho de que, dentro de una de estas definiciones, se menciona una negociación; esto puede atribuírsele al hecho de que, además de ser una etapa en el desarrollo del individuo, la adolescencia es una concepción social, es decir, a pesar de que existan cambios biológicos innegables e inamovibles, también hay cambios en la aceptación y los roles sociales, que estarán sujetos al contexto y las diversas situaciones en que el adolescente se desarrolle. Para ahondar más en el asunto, se puede mencionar la definición de Krauskopf (2000, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007), quien menciona que el desarrollo adolescente es un proceso de cambios y transformaciones, que permite un enriquecimiento personal y progresivo en una delicada interacción con los entes sociales del entorno; su valoración tiene como referente no solo la biografía del individuo, sino también la historia y el presente de su sociedad. Esto es, existirán transformaciones de todo tipo en el 17 adolescente, y dichas transformaciones serán interpretadas por el sujeto y por su contexto social de acuerdo a la historia personal y las concepciones que se tengan en dicho contexto y época acerca de estos cambios. Para aclarar mejor esta idea, se menciona la afirmación de Páramo (2009), quien concibe a la adolescencia como un proceso que no es meramente biológico, sino también psicológico y social, que asume características diferentes en las múltiples y variadas estructuras sociales y culturales en las que crecen los jóvenes. Por esta razón, se habla de diferentes adolescencias y juventudes, que coexisten en nuestra sociedad contemporánea, aún dentro de un mismo país. A pesar de lo anterior, algunos autores han dividido el proceso de adolescencia en fases, con el fin de entender mejor la serie de cambios y procesos dados en esta etapa. Anteriormente se ha mencionado, dentro de la definición de Nicholson y Ayers, que las etapas o fases son adolescencia temprana, media y tardía; Gómez (2001, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007), también la divide en tres fases, pero las denomina fase puberal, adolescencia media y final del período adolescente. Es importante mencionar que este autor hace hincapié en que dichas fases no se dan siempre tal cual se mencionan en la literatura, pues puede haber variaciones dependiendo de la cultura, los recursos personales, la situación socioeconómica y las interacciones con el entorno. En la fase puberal, dada entre los 10 y los 14 años, la preocupación psicológica gira, principalmente, sobre lo físico y emocional. Se produce una reestructuración de la imagen corporal, se vive un ajuste a los cambios corporales emergentes, el ánimo es fluctuante, hay una fuerte autoconciencia de las necesidades y deseo de comprensión y apoyo por parte de los mayores (Gómez, 2001, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007). En esta primera fase, el adolescente nota los cambios corporales que empiezan a sucederle; los nota y se preocupa por ellos, por eso está al pendiente de los mismos, los cuestiona y es por eso que necesita de los mayores (principalmente sus padres), que pueden servirle de guía y apoyo en cuestión de dichos cambios, qué tanto se parecen a los que en su momento tuvieron ellos, o que les traten de explicar el por qué y cómo es que van sucediendo. 18 La adolescencia media, por su parte, se da entre los 14 y 16 años, y ahora las preocupaciones psicológicas se dan en torno a la afirmación personal-social y afloran vivencias del amor. La búsqueda de canalización de los emergentes impulsos sexuales, la exploración de las capacidades sociales, y el apoyo en la aceptación por el grupo de pares dinamizan la afirmación personal y social en la adolescencia (Gómez, 2001, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007). Ya en la adolescencia media se deja un tanto del lado la relación con los padres, y se empieza a buscar el apoyo, y sobre todo la aceptación de los iguales. Las preocupaciones dejan de caer exclusivamente en sí mismos y se extienden hacia los pares, en el sentido de poder pertenecer y comprenderse entre ellos. En esta etapa la transformación gira en torno a los nuevos roles que el adolescente va adquiriendo conforme se va relacionando con grupos sociales externos a la familia. En lafase final de la adolescencia, se comienza a evolucionar de un proyecto de vida complementario con el proyecto familiar a una forma de enfrentamiento personal y social propia que deberá ir poniendo a prueba en la práctica concreta que ayudará a la consolidación e identidad de roles (Gómez, 2001, en Escoto, González, Muñoz y Salomón, 2007). En esta última etapa el adolescente integra las experiencias que tuvo en las dos etapas anteriores y concreta una identidad basada en las formas en que interactuó, primero en la familia y luego con sus iguales. Como puede observarse, la adolescencia consta de muchos cambios y muchas situaciones de diversa índole que, interactuando unas con otras, conforman un desarrollo integral que llevan a la persona hacia la adaptación social, la adquisición de nuevos roles y una forma de percibirse a sí mismo así como de interacción con los demás. Se han mencionado diversos cambios que tal vez fueron explicados de manera muy general de acuerdo a las diferentes fases de la adolescencia, sin embargo, éstos serán explicados de manera más detallada en el siguiente apartado. 19 2.2 Principales características 2.2.1 Características físicas Los sellos biológicos de la adolescencia son una notable aceleración en el ritmo de crecimiento, un rápido desarrollo de los órganos de reproducción y la aparición de características sexuales secundarias como el vello corporal, el incremento de grasa en el cuerpo y la masa muscular, así como el crecimiento y la maduración de los órganos sexuales. Algunos de estos cambios ocurren en niños y niñas, como la mayor estatura, fuerza y vigor, pero la mayoría son específicos de cada sexo (Craig, 1995, en Páramo, 2009). Estos cambios son producidos por las hormonas, algunas de las cuales aparecen por primera vez mientras que otras simplemente se producen en cantidades mucho mayores que anteriormente. Los cambios que producen estas hormonas afectan al aumento de la longitud del cuerpo, a su forma y a las relaciones entre las partes, al desarrollo de los órganos reproductivos y a los caracteres sexuales secundarios (Delval, 2002). Esta serie de cambios físicos son llamados pubertad, palabra que deriva del latín pubertas que significa edad de la madurez. Coleman y Hendry (2003), mencionan que el inicio de la pubertad está marcado por la primera menstruación (menarquía) en las chicas, y la aparición de vello púbico en los chicos. Sin embargo, se encuentra una discordancia respecto a esto, ya que Barón (1995, en Páramo, 2009), menciona que el inicio de la pubertad en los hombres inicia con la primera emisión seminal. Por otro lado, de acuerdo con Parolari (1995), en la pubertad se da la maduración de los testículos y los ovarios, que comienzan a producir células germinativas (espermatozoides y óvulos, respectivamente) y el desarrollo de los órganos genitales externos, con características sexuales definidas. Además de los cambios en testículos y ovarios, y la aparición de la menstruación y la eyaculación, que son conocidas como características sexuales primarias, ambos sexos sufren otros cambios secundarios relacionados con la madurez sexual. Los muchachos desarrollan pelo en el rostro y el torso, y sus voces se hacen más 20 profundas, mientras que las muchachas experimentan el crecimiento de los senos y ensanchamiento de caderas; ambos sexos desarrollan vello púbico (Páramo, 2009). Uno de los cambios asociados con la pubertad, y que es común tanto en hombres como mujeres, es el “estirón”. Se considera que este término se refiere a la tasa acelerada de aumento en talla y peso que se produce durante la adolescencia temprana. En los chicos el estirón puede comenzar a los 9 años, pero también retrasarse hasta los 15, mientras que en las chicas el mismo proceso puede comenzar a los 7 u 8 años, o no hacerlo hasta los 12, o 13, incluso 14 (Coleman y Hendrý, 2003). Tanto el estirón como los demás cambios asociados a la pubertad, no tienen una edad de inicio fija; si bien se establece una edad promedio, la aparición y desarrollo de dichos cambios es distinta de una persona a otra, tal como lo menciona Parolari (1995), el inicio de la pubertad es muy variable, dependiendo de las diferencias raciales, hereditarias, climáticas e individuales. Además del desarrollo sexual y los cambios físicos visibles (estirón y aparición de vello) existen cambios en distintos órganos del cuerpo, por ejemplo, Coleman y Hendry (2003), mencionan que el peso del corazón aumenta casi al doble en esta época, hay un crecimiento acelerado de los pulmones y una disminución en el metabolismo basal. Además, se produce un aumento en los glóbulos rojos de la sangre y aumento en la presión arterial sistólica, que cabe mencionar, son mucho mayores en los hombres respecto a las mujeres. Tanner (1978, en Delval, 2002), señala que estos cambios hacen al varón más capaz de realizar ejercicio físico. Como puede observarse, los cambios físicos durante la adolescencia ocurren en todas dimensiones: el ámbito sexual, hormonal, muscular, el tono de voz, presión sanguínea, el metabolismo, etc. y si bien todos estos cambios se dan en hombres y mujeres, el proceso y resultado son distintos, ya que el desarrollo y los cambios físicos están encaminados a diferenciar más explícitamente a los hombres de las mujeres. Dado lo anterior, se puede decir que el inicio de los cambios físicos durante la adolescencia están bien definidos y que es claramente observable un antes y un después en cuanto a la pubertad. Debe entenderse también, que la pubertad no es un sinónimo de adolescencia, más bien es el nombre que se le da al conjunto de 21 cambios físicos presentes en el adolescente, y que dichos cambios pueden ser anteriores o paralelos a los demás cambios dados en esta etapa (cognitivos, emocionales, sociales, etc.). Los cambios físicos y el desarrollo biológico en la adolescencia, van más encaminados a una cuestión reproductiva, de tal manera que propician la atracción entre los sexos; sin embargo, en esta y muchas otras cuestiones, entran el juego los demás aspectos desarrollados durante la adolescencia. 2.2.2 Características cognitivas El desarrollo cognitivo en la adolescencia es una de las áreas de maduración menos patente para los observadores. No hay signos externos o visibles para evidenciar lo que está sucediendo, como ocurre con el desarrollo físico. Sin embargo, en esta esfera se están produciendo cambios constantemente. Además, las alteraciones en la función intelectual tienen implicaciones para diversos comportamientos y actitudes (Coleman y Hendry, 2003). De acuerdo con Aguirre (1994) lo cognitivo (el conocer) implica una serie de procesos mentales complejos, tales como la atención, la percepción, la memoria, el aprendizaje, el pensamiento, el razonamiento, etc. y durante la adolescencia se presentan formas de conocimiento parecidas a las del adulto. El aspecto cognitivo es un tanto más difícil de entender y evidenciar, ya que no muestra cambios tan obvios como el proceso biológico, sin embargo es de vital importancia ya que de éste derivan las actitudes y las diversas conductas que presenta el adolescente a lo largo de su desarrollo. Dentro de la esfera cognitiva, existen distintas teorías que tratan de explicar cómo es que se va desarrollando; una de las más populares, es la creada por Jean Piaget, quien menciona en su obra “Seis estudios de psicología” (1973, en Páramo, 2009) que el cambio cognitivo de la adolescencia es la aparición del pensamiento operacional formal. Para Paiget, existen cuatro estadios de desarrollo cognitivo: el estadio sensomotor (0-2 años), estadio preoperacional (2-7 años), estadio de las operaciones concretas (7-11 años) y el estadio de las operaciones formales (de los 11 años en adelante), por supuesto las edades de dichosestadios, al igual que 22 muchos otros aspectos del desarrollo humano, pueden variar dependiendo de las características de cada sujeto. Respecto a la etapa de la adolescencia, hacia los 12 años de edad, se produce una transformación fundamental en el pensamiento, que indica el paso del pensamiento concreto, caracterizado por operaciones concretas de la inteligencia, es decir, las referidas a la realidad y los objetos tangibles susceptibles de ser manipulados y sometidos a experiencias efectivas, al pensamiento formal o hipotético-deductivo (Páramo, 2009). Este último tipo de pensamiento hace referencia al hecho de ya no sólo pensar en lo meramente observable y/o manipulable, sino que se refiere a la capacidad de inferir o, como su nombre lo dice, deducir lo que puede o no suceder a raíz de un hecho sin necesidad de llevarlo a cabo, con base en una estructura lógica; esto no quiere decir que puede prescindir de la manipulación o experimentación, lo que sí es que puede concluir cuántas y cuáles son las probabilidades de que se den las cosas de cierta manera, cosa que, ahora sí con ayuda de la experimentación, podrá reafirmar; como lo mencionan Coleman y Hendry (2003), con la aparición de las operaciones formales, le es posible al individuo pensar en los constructos mentales como objetos que se pueden manipular, y aceptar las nociones de probabilidad y creencia. La importancia de este tipo de pensamiento, y lo que marca la diferencia entre el pensamiento de un niño y un adolescente, es el hecho de que las operaciones formales facilitan al pensamiento un poder totalmente nuevo, que equivale a desligarlo y liberarlo de lo real para permitirle trazar a su antojo, reflexiones y teorías, es decir, la libre actividad de la reflexión espontánea (Páramo, 2009). A pesar de estas diferencias, el pensamiento adolescente aún guarda una importante diferenciación respecto al pensamiento adulto, ya que, a pesar de ser capaces de reflexionar y teorizar sobre varios aspectos de la vida, dichas teorías son un tanto ingenuas debido a la falta de experiencia. Páramo (2009), menciona que el adolescente también muestra tendencia al egocentrismo, asumiendo rígidamente que sólo su opinión es correcta, lo cual se explica por el hecho de que todo nuevo poder de la vida mental empieza incorporándose al mundo en una asimilación egocéntrica, para encontrar el equilibrio y componerse con una acomodación en lo real. Por lo tanto, existe un egocentrismo intelectual de la adolescencia, manifestado 23 por la creencia de que el mundo debería someterse a los sistemas y no los sistemas a la realidad. Dentro de este egocentrismo adolescente, se encuentran dos fenómenos mencionados por Elkind. El primero es llamado fábula personal, y sucede que el adolescente tiene la creencia de que es tan importante para varias personas que llega a ver sus preocupaciones y sentimientos como muy especiales, incluso únicos. Dicho fenómeno se refiere, más específicamente, a la historia del individuo sobre sí mismo, el mito que se crea, que bien puede incluir fantasías de omnipotencia e inmortalidad (Elkind, 1967, en Coleman y Hendry, 2003). Por otro lado, se encuentra la audiencia imaginaria, que sucede cuando el adolescente no logra diferenciar sus pensamientos de los pensamientos de otras personas. Gracias a esto, los adolescentes comienzan a ser conscientes de qué es lo que piensan los otros de ellos y se preocupan por la crítica imaginaria de sus pares, lo cual, los hace conscientes de sí mismos en muchas situaciones (Elkind, 1979, en Páramo, 2009). Dichos fenómenos, si bien se sitúan en un ámbito egocéntrico, también dan pauta a un pensamiento que los sitúa en un ambiente social, ya que, en el caso de la audiencia imaginaria, el adolescente se concibe en comparación con sus iguales, aunque no sea de una forma real u objetiva. Dada esta situación, se menciona también la teoría del conocimiento social, que se ocupa de los procesos mediante los cuales los niños y jóvenes conceptualizan a los demás y aprenden a comprenderlos: sus pensamientos, sus deseos, sus sentimientos, sus actitudes hacia los otros y comportamiento social (Selman, 1980, en Coleman y Hendry, 2003). Si bien parece que esta teoría hace referencia a un ámbito más social que cognitivo, es importante mencionar, que, como se dijo al principio del apartado, el desarrollo de éste último aspecto contribuye en las actitudes y conductas, que a su vez determinan el cómo va a desarrollarse el adolescente en el aspecto social, entre otros, por eso el estudio de lo social como un pensamiento, en primer lugar, puede ayudar a la comprensión de la relación del adolescente con los demás. De acuerdo a esta teoría de conocimiento social, se identifican cuatro niveles evolutivos de perspectivas sociales (Selman, 1980, en Coleman y Hendry, 2003): 24 1. Estadio de adopción diferencial o subjetiva de perspectivas. Se da de los 5 a los 9 años de edad, y sucede cuando los niños se dan cuenta de que otras personas pueden tener una perspectiva social diferente a la suya. 2. Pensamiento autorreflexivo o adopción recíproca de perspectivas. Se da de los 7 a los 12 años, y el niño se da cuenta de que otras personas no sólo tienen su propia perspectiva, sino que pueden estar pensando de hecho en la propia perspectiva del niño. El avance cognitivo crucial es la capacidad para tener en cuenta la perspectiva del otro. 3. Adopción de perspectivas de terceras personas o mutuas. Se da de los 10 a los 15 años, el joven va más allá de adoptar simplemente la perspectiva del otro y puede ver todas las partes desde una perspectiva más generalizada de tercera persona. 4. Adopción de perspectivas sociales profundas. Va de los 15 años en adelante, durante este estadio, el adolescente puede avanzar a un nivel todavía más alto y más abstracto de adopción de perspectivas interpersonales, que implica coordinar las perspectivas de la sociedad con las del individuo y el grupo. De acuerdo con estos estadios, el niño y el adolescente van percibiendo las perspectivas sociales, primero de un individuo, luego de un grupo, y al final de la sociedad. Este avance gradual de comprensión de perspectivas ayuda al individuo a interiorizar los pensamientos, actitudes y conductas de los otros, con la finalidad de generar los propios y poder desenvolverse en un ámbito social. Con el fin de no desviar el tema de lo cognitivo a lo social e interpersonal, se ahondará en el tema del comportamiento y el desarrollo social más adelante. El desarrollo y los cambios cognitivos son tan importantes y a su vez complementarios de los cambios biológicos. El desarrollo cognitivo le ayuda al adolescente a entender qué es lo que le está pasando a su cuerpo, qué le sucede respecto a los demás (familiares, amigos y en general con las personas que lo rodean), a interiorizar situaciones cotidianas y nuevas, y a abstraer conceptos que no tienen una manifestación física como tal, y que pueden o no ser nuevos para él, algunos sentimientos, sensaciones y conceptos abstractos manejados por su entorno. Moreno y del Barrio (2000, en Páramo, 2009) afirman que estos cambios en 25 la capacidad reflexiva permiten al adolescente una evolución en el conocimiento de: el yo y los otros, las habilidades para desenvolverse en situaciones sociales, el funcionamiento social y los principios morales. También mencionan que el desarrollo intelectual se ve influido por las experiencias sociales y culturales de las personas, las cuales están insertas en un contexto determinado. 2.2.3 Identidad del adolescente Erickson (1950, en Flores, 2008) menciona que el desarrollo de la identidad se produce a partir de ocho etapas ordenadas de la niñez a la vida adulta, y caracterizada cada una por su crisis correspondiente; sin embargo, a pesar de este proceso continuoy dadas las ocho etapas, Erikson consideraba que la adolescencia (que ocupa el lugar de la quita etapa) era el momento clave en que el adolescente trataba de encontrar su lugar en la sociedad, y que la formación de la identidad personal era la principal tarea a resolver. Respecto a la identidad, la adolescencia es, por tanto, una época de cambio y consolidación, y esto debido a varias razones. En primer lugar, los importantes cambios físicos traen consigo una alteración en la imagen del cuerpo. En segundo lugar, el crecimiento intelectual hace posible un autoconcepto más complejo y perfeccionado. En tercer lugar, parece probable que se produzca cierto desarrollo del autoconcepto como resultado de la independencia emocional creciente y el planteamiento de decisiones fundamentales relacionadas con la ocupación, los valores, el comportamiento sexual, las elecciones de amigos, etc. Por último, parece probable que la naturaleza transicional del período adolescente y, en particular, los cambios de rol experimentados en esta época, estén asociados con algunas modificaciones del autoconcepto (Coleman y Hendry, 2003). 1 1 Es importante mencionar que, debido a los distintos autores, se utilizan tanto el término de identidad como el término de autoconcepto. En el caso de Coleman y Hendry, se menciona una problemática de terminología, donde se hace alusión al recurrente uso arbitrario (por parte de otros autores) de conceptos tales como “autoestima” y “autoconcepto” por un lado, y “autoconcepto” e “identidad” por otro, es por eso que en el párrafo anterior se menciona autoconcepto en lugar de identidad, porque los autores lo manejan así y mencionan “identidad” cuando se refieren a las distintas teorías que citan y en las cuales respaldan su trabajo. 26 De acuerdo con lo anterior, la construcción de la identidad durante la adolescencia es crucial dados los cambios de distinta índole que se dan simultáneamente dentro de esta etapa. El hecho de que el adolescente note cambios significativos en su cuerpo, que de hecho las demás personas también notan, y que en ambos casos dan la pauta para determinar que se están desarrollando y dejando atrás una etapa de su vida, provoca que las personas empiecen a darles un trato distinto, que significa la adopción de nuevos roles y responsabilidades, y que también ellos mismos generen dudas y percepciones sobre su nuevo cuerpo, el hecho de empezar a desarrollar la capacidad de reflexionar y deducir ciertos aspectos, provoca que, precisamente, reflexionen acerca de esta serie de cambios y de qué son en este momento, además de lo que podrían llegar a ser dados los cambios, gustos y vivencias durante esta nueva etapa. Existen diferentes tipos de identidad: la primera es la identidad objetiva social, que viene asignada desde el exterior y se consigna desde el momento de nacimiento, esta identidad es única e incluye datos como el lugar y fecha de nacimiento, nombre, familia, género, etc., y a lo largo de la vida va incorporando otros factores como la profesión, estado civil, paternidad, etc. La segunda es la identidad objetiva, que en este caso es de carácter biológico, que consiste en un código genético propio e irrepetible. Y la tercera, la identidad subjetiva, que es la percepción que el individuo tiene sobre sí mismo. Esta identidad se empieza a construir desde el nacimiento, y en muchos casos se seguirá perfilando durante toda la vida (Chiland, 2006, en Flores, 2008). Tradicionalmente, se le atribuye a la identidad subjetiva del adolescente actitudes como la transgresión, la voluntad de independencia, el interés por la sexualidad o la ruptura con sus progenitores. No obstante, el por qué de estas características no es arbitrario, sino que responde a factores psicosociales como el autoconcepto y la autoestima, así como al contexto al que pertenece el adolescente. Por eso, también es necesario analizar y tener en cuenta su entorno social y económico (Ruiz, 2015). Por su parte, Páramo (2009), menciona que el adolescente, en la búsqueda de su identidad se apoya en sus pares y se incluye en la vida grupal con sus códigos y 27 rituales propios, enfrentando a la familia si es necesario; a pesar de ello, el adolescente acepta y pide límites. Todo esto sucede porque busca modelos de identificación, aunque no siempre los encuentra. Si bien, al ser una identidad subjetiva es distinta para cada individuo, en la adolescencia se suelen generalizar de cierta forma, los componentes que conforman la identidad; esto debido tal vez, al proceso en que se lleva a cabo la búsqueda y conformación de dicha identidad. En la adolescencia, las relaciones familiares pierden protagonismo, y son las relaciones con los iguales las que se tornan importantes para el adolescente, dentro de éstas, se observan y adoptan roles y actividades nuevas que contribuirán en la formación de la identidad de acuerdo en la forma en que el adolescente las vaya asimilando. Como puede observarse, en la formación de la identidad no solo actúan elementos individuales como los cambios físicos y el desarrollo cognitivo, sino que también influyen elementos sociales e interpersonales, que resultan determinantes en la formación de la identidad, dadas las implicaciones resultantes de los roles nuevos que adoptan conforme amplían sus círculos, así como las tomas de decisiones ante situaciones y contextos nuevos. Respecto a dicho tema social, se ahondará más específicamente en el siguiente apartado. 2.3 El adolescente y sus relaciones En el desarrollo social del adolescente, pueden apreciarse dos características: primero, las experiencias sociales, sean en el entorno familiar, o escolar, con los amigos o la pareja, están en el centro de interés de la vida adolescente, y en segundo lugar, el paso a la adolescencia implica una notable expansión en la diversidad y complejidad de la vida social de la persona (Moreno y del Barrio, 2000, en Páramo, 2009). El desarrollo social del adolescente, y por ende sus relaciones, son una parte importante que se relaciona estrechamente con su desarrollo identitario y personal; en este apartado, se aborda en primer lugar, la relación del adolescente con su familia, ya que ésta da la pauta para la conformación y el desarrollo de sus demás 28 experiencias sociales y, en segundo lugar, lo correspondiente al adolescente y sus amistades, abarcando desde la relación uno a uno (con sus iguales) y/o en grupos pequeños, hasta la relación con tribus urbanas o grupos más amplios, que cuentan con características propias hasta una serie de normas y conductas que dan al adolescente sentido de pertenencia. 2.3.1 El adolescente y la familia La familia es un sistema social, el cual establece un conjunto de reglas en donde se asignan roles, una estructura de poder y estrategias para resolver diferencias. En la actualidad existen diferentes tipos de familia: nuclear, extendida, uniparental, ensamblada, etc. Estas familias poseen subsistemas que son los de la pareja, padres y hermanos; los cuales pueden influenciarse mutuamente (Nicolson y Ayers, 2004, en Páramo, 2009). Por su parte, Leñero (2002, en Gómez, 2008) menciona que es en la dimensión familiar donde se adquieren las normas, valores, derechos, obligaciones y roles; además de preparar a la persona para el papel que desempeñará en el futuro. Loa familia es considerada como el primer sistema social en el que se desarrolla el adolescente; es ahí donde conoce que las personas desempeñan roles y actividades diferentes. Adopta reglas que permiten que dichos roles se desarrollen de la manera más óptima posible y hace de su conocimiento el hecho de que todas las actividades tienen un por qué y facilitan la convivencia y funcionalidad de la familia. A pesar de cumplircon tareas específicas anteriormente mencionadas, la estructura familiar y la relación entre sus miembros es muy diversa, y va a variar de familia a familia, dependiendo cómo está estructurada y cuáles son los roles y actividades que se le asignan a cada quien, así como la manera en que se enseñan y hacen cumplir las normas. Coleman y Hendry (2003) mencionan que al pensar en el ambiente familiar y sus efectos sobre los adolescentes y su desarrollo, se tiene que examinar el papel de los padres, y en particular su estilo de educación. Existen dos dimensiones del comportamiento educativo que es necesario distinguir: la sensibilidad de los padres y 29 su exigencia. Los padres varían entre estas dos dimensiones, y también que éstas son más o menos independientes entre sí (Baumrid, 1971, en Coleman y Hendrý, 2003). Maccoby y Martin (1983, en Coleman y Hendrý, 2003) mencionan que los padres pueden variar en exigencia y sensibilidad para dar cuatro tipos de comportamiento educativo. Se puede clasificar a los padres como: Indulgentes: Se comportan de una manera benigna y aceptadora, pero esencialmente pasiva. Es poco probable que establezcan normas o que tengan expectativas elevadas para sus hijos, y no ven el castigo como importante. Indiferentes: A menudo reciben el calificativo de descuidados. Están poco enterados de lo que hacen sus hijos e intentan minimizar el tiempo dedicado a actividades de cuidado del hijo. Con autoridad: Son cálidos pero firmes. Establecen normas y se atienen a los límites, pero es más probable que den explicaciones y que razonen con el adolescente a que lo castiguen. Autoritarios: Dan gran valor a la obediencia y conformidad. Es más probable que castiguen por una mala conducta y tienden a no fomentar la autonomía. De acuerdo con lo anterior, puede decirse que hay diversas maneras en que los padres se relacionan con sus hijos y, por ende también se asimila de distinta forma el conjunto de normas, responsabilidades, derechos y actividades que inculca la familia. Se ha descubierto que el ambiente familiar más propicio es el que se propone incrementar al máximo la interacción adulto-adolescente, aumentar la confianza y la legitimación de papeles y proporcionar ocasiones en que el adolescente experimente confianza en sí mismo (Páramo, 2009). La forma en que los padres se relacionan y educan a sus hijos es determinante en el desarrollo social y personal del adolescente, y en ambos aspectos pueden presentarse factores de riesgo en mayor o menor medida, dependiendo de la manera en que interactúan. En cuanto a las relaciones con cada figura paterna, la presencia del padre como figura de apoyo actúa como un factor de protección proximal, es decir, que influye en 30 el adolescente mientras esté presente, mientras que los problemas de comunicación con la madre constituyen un factor de riesgo distal, lo que significa que no se requiere de la presencia inmediata para surtir efecto, ya que ejerce una influencia indirecta en la conducta riesgosa, minimizando los recursos de apoyo percibidos del padre. Así, la calidad de las relaciones del adolescente con su madre pueden estar influyendo en sus modelos internos, en las relaciones con su padre y en su capacidad para percibir apoyo paterno (Jiménez, Musitu y Murgui, 2005, en Gómez, 2008). Para Páramo (2009), los adultos de la familia son ejemplos de cómo se representan papeles de género o laborales que funcionan como prototipos con los que los hijos evalúan otras interpretaciones de dichos papeles. Si bien la familia es el primer escenario de naturaleza social en que el adolescente se ve inmerso, es importante que el papel que desempeña, así como las consecuencias del mismo, estén claras y diferenciadas del rol que desempeña cada uno de los adultos involucrados en la dinámica familiar; conforme el adolescente va desarrollándose también se va alejando de cierta forma del ambiente familiar para adentrarse a ambientes más extensos como la escuela, la comunidad y en general con sus iguales, la relación y el rol que lleva a cabo en este primer contexto es importante y determinante para la manera en que va a desenvolverse en los demás. Varios estudios han encontrado que la dificultad de comunicación con los padres se encuentra asociada a la dificultad de comunicación con los amigos, a tener malestar físico y psicológico y a un mayor consumo de tabaco y alcohol desde edades tempranas (Gómez, 2008). Dado lo anterior, se observa que el adolescente, al ampliar sus contextos sociales lleva consigo los hábitos y actividades con las que se relacionó dentro de la familia; y que, además, esto último no sólo repercute en sus relaciones sino también en su bienestar físico y mental. El conflicto progenitor-adolescente es llamado vacío intergeneracional. Por lo común, los padres y el público general creen que los años adolescentes traen consigo conflicto y desacuerdo en el hogar, así como opiniones ampliamente divergentes en asuntos como el sexo, las drogas y la moralidad. Los investigadores, por otra parte, comunican buenas relaciones entre los padres y los adolescentes, con relativamente pocos datos de vacío intergeneracional en actitudes hacia la carrera, la educación y 31 la moralidad. A pesar de ello, sí existen diferencias entre las generaciones, tanto en función del gusto personal como en relación con las disposiciones de la vida diaria (Coleman y Hendry, 2003). Para Páramo (2009) los principales conflictos que pueden surgir en una familia con adolescentes, tiene que ver con determinados asuntos que se repiten bastante en la convivencia cotidiana como el horario de llegada al hogar por la noche, el uso de vestimenta o adornos específicos, el desorden en la habitación, la elección de amigos, las relaciones sexuales y el consumo de alcohol y de drogas. Si bien se habla de la existencia de conflictos entre los padres y los adolescentes, es común que estos estén relacionados a la forma en que perciben su contexto social, y los hábitos y actividades que realiza cada uno. Como ya se ha mencionado, el adolescente sufre diversos cambios, en distintos campos, por lo que es común que sus intereses, actividades, gustos y amistades varíen junto con su cuerpo, su pensamiento y su identidad; lo que puede provocar discordancia y/o malestar con los padres, respecto al cambio suscitado en su hijo y de cierta manera en su ambiente familiar, y también dada la forma en que se van llevando a cabo dichos cambios. Como se ha mencionado, la familia es sumamente importante en el desarrollo personal y social del adolescente. La forma en que son educados así como la comunicación existente entre padres e hijos es determinante en la manera de desenvolvimiento social, además de los nuevos roles y hábitos que el adolescente irá adoptando conforme su desarrollo. 2.3.2 El adolescente y los amigos Durante la niñez, el individuo ha sido un reflejo de la identidad de sus progenitores. Sin embargo, durante la adolescencia el joven deberá hacer frente a una serie de elecciones que van desde sus preferencias, su ocio o su ideología hasta su profesión y su futuro. Conseguir la autonomía necesaria para convertirse en adulto y tomar sus propias decisiones requiere un cambio en las relaciones personales con padres y profesores. La pérdida de lazos con estas figuras de autoridad se compensa con el incremento de su relación con sus semejantes (Flores, 2008). De acuerdo con Craig 32 (1995, en Páramo, 2009), los adolescentes buscan apoyo de otros para enfrentar las transformaciones físicas, emocionales, y sociales de su edad, y lo buscan entre quienes pasan por las mismas experiencias: sus compañeros. Las redes de compañeros son esenciales para el desarrollo de las habilidades sociales de los adolescentes. La igualdad recíproca que caracteriza susrelaciones también ayuda a fomentar respuestas positivas a las diversas crisis que estos jóvenes encaran. Durante la niñez, la persona va adoptando una serie de hábitos, responsabilidades, normas y roles del ámbito familiar, pero al ir creciendo y teniendo los cambios propios de la adolescencia se amplía el contexto donde se desarrolla y también adopta una serie de características de sus iguales. Además de la adopción de dichas singularidades y nuevos roles, la relación entre coetáneos, le permite al adolescente contar con apoyo para enfrentar los diversos cambios físicos, cognitivos y personales propios de esta etapa de vida. Si bien la familia también juega un papel importante, el apoyo de los contemporáneos se ve sustentado por la comprensión de quien tiene (o ha tenido de manera reciente) que pasar por los mismos cambios. De acuerdo con Flores (2008), el grupo proporciona al joven seguridad, sobre todo en sus momentos difíciles, ya sea por la relación con sus padres, o los problemas vinculados a la juventud. Sus amigos pueden ser un elemento importante para la comprensión, por estar atravesando una edad y unas dificultades similares. En la adolescencia los amigos buscan comprensión compartida, sinceridad, confianza y aceptación. Además se satisfacen las necesidades emocionales y sociales, y se resuelven los problemas. Como el proceso requiere igualdad en el dar y tomar, los amigos son la clave para comprender el mundo social por medio del intercambio mutuo de ideas, sentimientos y pensamientos que se ofrecen para comentario y evaluación. El resultado evolutivo último debería ser un sentimiento de individualidad y, sin embargo, de conexión con los demás (Coleman y Hendry, 2003). En esta etapa, los amigos tienen diversas funciones que culminan en dos resultados determinantes para el adolescente: el desarrollo de su individualidad y su inmersión en el ámbito social. El compartir ideas, emociones y experiencias con los otros, y a su vez escuchar las ideas, emociones y vivencias de ellos, provoca que el adolescente se sienta escuchado, apoyado y comprendido, y que a su vez pueda 33 escuchar y apoyar a los demás haciendo uso de sus habilidades; además, comienza a comprender cómo es que funciona la interacción de las personas en un ambiente distinto al de la familia. Algunos padres tienden a adoptar una actitud obstaculizadora respecto a que sus hijos tengan un grupo de amigos, por dos motivos: evitar posibles “malas compañías” y poderlos controlar mejor. Es lógico que adviertan a sus hijos sobre la convivencia de su amistad con determinadas personas, pero ese aviso se debe hacer con mucho cuidado, pues se corre el peligro de causar efectos contrarios a los deseados. Si un adolescente tiene un amigo, difícilmente tolerará que se le critique y, si sucede eso, le defiende más allá de lo que él considera justo. Es comprensible que los padres pretendan mantener a sus hijos vinculados a ellos, pero no deben olvidar sus necesidades de independencia y de disponer de un círculo de amistades (Páramo, 2009). La amistad y/o la convivencia con los iguales es de suma importancia en esta etapa de la vida, tan es así, que los padres esperan que sus hijos no tengan lo que ellos consideran malas compañías; el hecho de que la relación con iguales ayude a que el adolescente adopte nuevos roles y costumbres, y que haga de ellos una fuente importante de apoyo, hace que se vuelvan vulnerables hasta cierto punto, y puede suceder que no todo lo que se aprenda sea positivo o funcional. Respecto al punto de los roles y costumbres, entra un aspecto importante de la convivencia entre iguales: las llamadas culturas juveniles, que refieren a la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintivos, localizados, fundamentalmente en el tiempo libre o intersticiales de la vida constitucional (Feixas y Porcio, 2004, en Bernete, 2007). En este punto, se deja un tanto de lado el apoyo emocional, al menos de manera directa, ya que las culturas juveniles son más bien un escape de la vida cotidiana del adolescente; si bien es importante que generen una identidad colectiva que influirá en la identidad personal y que comparta experiencias con su grupo de amigos, también es importante que se genere un equilibrio, y que el grupo no absorba todo el tiempo y toda la identidad del adolescente. Bernete (2007) menciona que las culturas juveniles pueden ser abordadas como formas de abrir espacios, tiempos y expresividades porque los 34 jóvenes buscan la manera de habitar en ciertos lugares donde no están los mayores o las instituciones con sus normas, o están solo lo justo para el mantenimiento de ese lugar cuyo uso pretenden decidir los jóvenes sin injerencias de los mayores; buscan la manera de llenar su tiempo, o más bien de matarlo cuando no tienen proyectos ni metas a largo plazo, buscan la manera de dotarse de identidad social, aunque, sin invertir tiempo y esfuerzo en su construcción, las identidades que presentan a la sociedad de los adultos están tan acotadas como los espacios y rutas que frecuentan. Si bien es importante que los adolescentes tengan otros contextos de interacción social además de su familia, también es importante que no se caiga en el otro extremo y se busque dejar al mínimo la interacción con sus padres o demás figuras de autoridad. De igual forma, debe tenerse en cuenta que la formación de identidad personal no debe estar basada casi en su totalidad en el grupo de amigos o iguales con los que el adolescente convive. Si es importante que adopte algunas características, pero no debe limitar lo que es y cómo se percibe a como lo perciben los demás, o lo que los demás le dicen que es. En este punto deben entrar en juegos lo aprendido en la familia, así como la construcción de su identidad propia y los cambios que ha tenido a lo largo de su desarrollo, especialmente en el ámbito cognitivo, además de sus experiencias en ese grupo y en otros contextos. Claro que en este punto ya se dejó un tanto de lado lo que generalmente se espera en el desarrollo social y la aparición de las amistades; sin embargo son riesgos a los que muchos adolescentes están expuestos, y es importante conocerlos para tratar de prevenirlos si es que se empiezan a presentar. Gaborit (2005), trata el tema de las pandillas y los maras en Centroamérica (los cuales generan problemáticas de violencia sobre la seguridad ciudadana), y menciona el impacto que las macroestructuras sociales tienen en crear condiciones que terminan marginando a muchos jóvenes de la sociedad en general y que, paralelamente, favorecen la integración de algunos de ellos a las maras. Dicha marginación no sólo es de carácter económico, sino que incluye la desvinculación del ideario que sustenta una visión de sociedad compartida y de los distintos contratos sociales implícitos entre los distintos grupos que se relacionan al interior de esa 35 sociedad. Sin embargo, señala que no se le puede atribuir el origen de éstas problemáticas a un solo factor, e incluye dentro de éstos la privación material de muchas familias, el hacinamiento, la ausencia de espacios recreativos y el deterioro físico del hábitat natural, la carencia de recursos sociales, la poca o pobre relación que algunos padres tienen con sus hijos(as), la exclusión del sistema de educación formal y la exclusión del mercado laboral, entre otros. Tal vez el caso de los maras anteriormente mencionado sea un caso un tanto extremo, sin embargo es un buen ejemplo del riesgo que existe cuando los adolescentes forman parte de algún grupo bajo condiciones que van más allá de la necesidad de comprensión y apoyo emocional y social. 2.4 Noviazgo adolescente 2.4.1 Definición El noviazgo se puede entender como una etapa
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