Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO DOCTORADO EN CIENCIAS BIOMÉDICAS INSTITUTO DE ECOLOGÍA MONOGAMIA SERIAL Y FIDELIDAD EN EL BOBO DE PATAS AZULES TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: DOCTOR EN CIENCIAS PRESENTA: OSCAR GUILLERMO SÁNCHEZ MACOUZET TUTOR: DR. HUGH DRUMMOND DUREY INSTITUTO DE ECOLOGÍA COMITÉ TUTOR: DR. CARLOS RAFAEL CORDERO MACEDO INSTITUTO DE ECOLOGÍA DRA. MARGARITA MARTÍNEZ GÓMEZ INSTITUTO DE INVESTIGACIONES BIOMÉDICAS / UATX CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ii El trabajo de investigación que presento en esta tesis fue desarrollado en el Laboratorio de Conducta Animal del Instituto de Ecología de la UNAM, bajo la dirección del Dr. Hugh Drummond y con el apoyo financiero de la Universidad (PAPIIT 1991-93, IN211491, IN- 200702-3, IN206610-3, IN205313), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (1986-88, 4722-N9407, C01-47599, D112-903581, PCCNCNA-031528, 31973-H, 34500V, 104313) y la National Geographic Society. La realización del trabajo de campo en la Isla Isabel no hubiera sido posible sin el apoyo logístico brindado por la M.C. Cristina Rodríguez, la Secretaría de Marina-Armada de México, el personal del Parque Nacional Isla Isabel y la siempre generosa comunidad de pescadores de San Blas y Boca de Camichín — a todos y cada uno de ellos, mi más sincero agradecimiento. Monogamia Serial y Fidelidad en el Bobo de Patas Azules 2017, O Sánchez Macouzet 108p. English Title: Serial Monogamy and Mate Fidelity in the Blue-Footed Booby PDFs available at: oscarsanmac.github.io iii Comité tutor: Dr. Carlos Rafael Cordero Macedo Instituto de Ecología, UNAM Dra. Margarita Martínez Gómez Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta, UATX Dr. Hugh Drummond Durey (tutor) Instituto de Ecología, UNAM Jurado de grado: Dra. María del Coro Arizmendi Arriaga FES Iztacala, UNAM Dr. Raúl Cueva del Castillo Mendoza FES Iztacala, UNAM Dr. Rolando Díaz Loving Facultad de Psicología, UNAM Dr. Juan Francisco Ornelas Rodríguez INECOL Xalapa Dr. Hugh Drummond Durey (tutor) Instituto de Ecología, UNAM iv Índice Prefacio v Resumen 1 Abstract 2 Parte I – Introducción general Capítulo 1 Introducción 4 Capítulo 2 Pair fidelity and serial monogamy in the Blue-footed Booby (Sula nebouxii) 23 Parte II – Beneficios de la fidelidad social Capítulo 3 Better stay together: pair bond duration increases individual fitness independent of age-related variation 34 Capítulo 4 Coordination and cooperation in shared parental care increase with pair bond duration 55 Parte III – El costo de la familiaridad Capítulo 5 An unsuspected cost of mate familiarity: increased loss of paternity 79 Parte IV – Discusión general Capítulo 6 Síntesis y conclusiones 91 Apéndice A 102 Apéndice B 106 v Prefacio Los humanos hemos estado interesados en la monogamia y las relaciones de pareja de los animales desde el comienzo mismo de nuestra historia. Durante siglos, docenas de naturalistas detallaron maravillados las ‘virtudes maritales’ observadas en algunas aves y mamíferos, llegando incluso a describir sus relaciones de pareja como una auténtica forma de ‘matrimonio animal’†. No obstante, el desarrollo y uso de técnicas moleculares para la asignación de paternidad hacia mediados de los 1980s reveló que en la mayoría de las especies monógamas tanto los machos como las hembras incurren con frecuencia en engaños y en una variedad de conductas extra-pareja. Este cambio de paradigma aparentemente simple no solamente revolucionó el entendimiento que se tenía acerca de los sistemas de apareamiento animales, sino que también evidenció la necesidad de hacer clara y explicita la distinción entre los conceptos de monogamia social y monogamia sexual y/o genética. La monogamia social se refiere esencialmente al sistema de apareamiento espacio- temporal en el que un macho y una hembra crían exclusivamente con una pareja a la vez, sin que esto haga referencia alguna a la fidelidad sexual entre los individuos (monogamia sexual) o al monopolio de un solo macho sobre la paternidad obtenida (monogamia genética). En este contexto, el componente temporal es de primera importancia debido a que, contrario a lo que se pensó por mucho tiempo, los lazos de pareja entre dos individuos tampoco suelen durar para toda la vida; de hecho, son solo unos cuantos los organismos que establecen lazos de pareja permanentes a lo largo de toda su vida en la naturaleza. En cambio, lo que parece caracterizar a la mayoría de las especies socialmente monógamas es una enorme variación en la estabilidad y la duración de sus lazos de pareja (fidelidad social). En esta tesis ofrezco algunas pistas acerca de las raíces conductuales y evolutivas del componente social de la monogamia, investigando en un modelo no humano algunas de las variables conductuales involucradas en el mantenimiento de los lazos de pareja de largo plazo en la naturaleza. † Este tipo de paralelos abundan en la historia natural desde los tiempos de Aristóteles y la Roma antigua, probablemente debido a que el fenómeno animal parecía reflejar las virtudes sociales y el ideal de vida vigentes en su tiempo. Para muestra, basta leer la adornada prosa con la que Georges Louis Leclerc de Buffon detalló las virtudes sociales de la paloma en su Histoire Naturelle de 1771: “Son encanto de la sociedad, apegadas a sus compañeros y siempre fieles a su pareja […] Una flama eterna, de ardor duradero […] Su tiempo entero dedicado al amor y a su progenie […] y las tareas compartidas mutuamente […] Si el hombre tan solo pudiera emularles, ¡qué grandes modelos a imitar!” 1 Resumen El estudio de los distintos sistemas de apareamiento ha sido tema central en la biología evolutiva durante los últimos 50 años — especialmente a la luz del conflicto y la promiscuidad entre los sexos. No obstante, el origen y evolución de la monogamia social y las relaciones de pareja en humanos y en otros animales continúa intrigando a biólogos evolutivos y al público general. Aunque inusual entre los mamíferos, la monogamia ha evolucionado en múltiples taxa y es el sistema de apareamiento más común entre las aves; donde más del 90% de las especies crían con un solo individuo a la vez. Psicólogos y ornitólogos han sugerido por décadas que permanecer con la misma pareja podría brindar ventajas de familiaridad y coordinación reproductiva, pero hasta ahora los mecanismos formales rara vez habían sido explorados. En esta tesis investigué la relación entre la duración del lazo de pareja y el desempeño reproductivo del bobo de patas azules Sula nebouxii, un ave marina de vida larga que forma lazos de pareja de hasta 13 años. Combinando un extraordinario juego de datos históricos con observaciones detalladas en campo, investigué si permanecer con la misma pareja (i) brinda ventajas de experiencia y familiaridad permitiendouna anidación más temprana y un mayor éxito reproductivo; (ii) mejora la coordinación y la cooperación en el cuidado parental entre el macho y la hembra; y (iii), afecta el riesgo de ser engañado por la pareja social. Los resultados muestran múltiples beneficios de la fidelidad social, aunque el juego de intereses entre los individuos reveló también costos que hasta ahora no sospechábamos. Los bobos, como los humanos, tienen tasas de divorcio relativamente altas y ofrecen un excelente modelo para entender el papel que juegan las relaciones de largo plazo en un contexto completo de historia de vida. 2 Abstract The study of animal mating systems has been central to evolutionary biology over the past 50 years — particularly in the light of sexual conflict theory and the promiscuity observed between the sexes. Nevertheless, the origins and evolution of social monogamy in humans and other animals continue to puzzle biologists and the general public to this day. Unusual for mammals, monogamy has evolved multiple times across a variety of taxa and is the prevailing mating system among birds, where more than 90% of species breed with a single partner at a time. Psychologists and ornithologists have suggested for decades that remaining with same partner could bring benefits such as increased familiarity and reproductive coordination, but formal mechanisms had rarely been explored. In this thesis, I studied the relationship between pair fidelity and reproductive performance in the blue-footed booby Sula nebouxii, a long-lived seabird with pair bonds of up to 13 years. By combining an impressive long-term dataset with detailed field observations, I was able to test whether remaining with the same partner (i) offers advantages of increased familiarity and experience, allowing an earlier onset of breeding and greater reproductive success; (ii) improve coordination and cooperation in shared parental tasks; and (iii), affects the risk of being cheated by the social partner. Overall, my results show multiple benefits of social fidelity, although an interplay of interests between males and females also revealed a cost that we did not suspect. Boobies, like humans, switch partners at a relatively high rate, which makes them an ideal model for understanding the drivers of long-term monogamy within a complete life-history context. 3 PARTE I Introducción general 4 Capítulo 1 Introducción 5 El estudio de los distintos sistemas de apareamiento ha sido tema central en la biología evolutiva durante los últimos 50 años (Shuster y Wade 2003, Shuker y Simmons 2014), particularmente a la luz de la teoría del conflicto sexual y la promiscuidad entre machos y hembras (sensu Trivers 1972, Parker 1979). No obstante, el origen y evolución de la monogamia social y las relaciones de pareja en humanos y en otros animales continúan intrigando a biólogos evolutivos y al público general (e.g., Quinlan y Quinlan 2007, Gavrilets 2012, Henrich et al. 2012, Kappeler 2013). Tal interés se debe en gran medida a que la vida en pareja requiere un cambio fundamental en la estrategia reproductiva típica de los machos (i.e., una disminución en su potencial reproductivo por unidad de tiempo y, en muchos casos, un mayor involucramiento en el cuidado de la progenie), y a que múltiples hipótesis han sido propuestas para explicar su existencia sin haber llegado, todavía, a un consenso empírico. Aunque inusual entre los mamíferos, la monogamia social ha evolucionado múltiples veces a través de una variedad de taxa, incluyendo grupos de animales tan diversos como helmintos, artrópodos, peces, ranas, aves, reptiles y, por supuesto, humanos y algunos otros primates (Reichard y Boesch 2003). Una de las principales hipótesis para explicar su origen sugiere que la monogamia podría ser una estrategia de resguardo de pareja surgida en sistemas donde los machos no eran capaces de defender el acceso a múltiples hembras (Emlen y Oring 1977, Shuster y Wade 2003), ya sea por conflictos de tolerancia entre ellas, o por que éstas se encontraban segregadas espacialmente (Orians 1969, Reichard y Boesch 2003, Lukas y Clutton-Brock 2013). Alternativamente, también se ha propuesto que podría ser consecuencia de la selección directa sobre alguna forma de contribución parental por parte de los machos, como por ejemplo su participación en el cuidado y alimentación de la progenie, o su protección contra el infanticidio en manos de machos rivales (van Schaik 2000, Opiea et al. 2013). En el caso de los mamíferos, donde ocurre en aproximadamente 3–5% de las especies (Kleiman 1977), la monogamia social parece haber surgido como una estrategia de reguardo de pareja (Lukas y Clutton-Brock 2013, Opiea et al. 2013), ya que la gestación interna y la lactancia femeninas parecen más bien facilitar la promiscuidad masculina y favorecer un sesgo en la inversión parental femenina (Orians 1969, Reichard y Boesch 2003). En las aves, en cambio, donde 92% de las especies forman lazos de pareja 6 socialmente monógamos (Lack 1968), parece haber evolucionado debido a que el cuidado parental por parte de los machos resulta indispensable (Birkhead y Møller 1996); para la mayoría de las especies de aves el éxito de una nidada depende de la inversión conjunta por parte de ambos padres (Black y Gowaty 1996, Cockburn 2006), lo que obliga a los machos a permanecer con su pareja durante un periodo extendido de tiempo, efectivamente limitando la búsqueda de nuevas parejas tras un apareamiento exitoso (Orians 1969, Birkhead y Møller 1996). A pesar de que los estudios comparativos en estos dos grupos de animales han brindado una buena oportunidad para explorar la dinámica evolutiva alrededor de la vida en pareja (Royle et al. 2002), en las últimas dos décadas gran parte de la investigación sobre sistemas de monogamia social y relaciones de pareja se ha centrado en los conflictos de interés que ocurren entre machos y hembras socialmente apareados; especialmente los relativos a las funciones adaptativas del divorcio (Choudhury 1995, McNamara et al. 1999, Henrich et al. 2012, Culina et al. 2015), la conducta extra-pareja (Birkhead y Møller 1996, Arnqvist y Kirkpatrick 2005, Clutton-Brock y Isvaran 2006, Griffith et al. 2008) y la explotación del cuidado parental por alguno de los sexos (Royle et al. 2002, Bulit et al. 2008). En contraste con este enfoque, muchísimo menos esfuerzo ha sido dedicado al entendimiento de las estrategias a través de las cuales los miembros de parejas socialmente monógamas podrían cooperar parar el mejoramiento de su objetivo último en común: la producción de progenie en el corto y en el largo plazo. Entender estos beneficios, y no solo los costos y el conflicto, resulta fundamental si queremos comprender la evolución de la monogamia social y la vida en pareja de manera más completa. Una de las claves más importantes para lograr este entendimiento podría haber estado a la vista de todos por mucho tiempo: la tremenda variación que se observa en la duración de los lazos de pareja socialmente monógamos. La inmensa mayoría de los animales que forman lazos de pareja durante la reproducción también son iteróparos (Bennet y Owens 2002) y crían con más de una individuo a lo largo de su carrera reproductiva (Reichard y Boesch 2003). Este proceso de sucesión secuencial de parejas es conocido como monogamia serial y es de especial interés debido a que implica una disyuntiva fundamental acerca de la continuidad de cada una de las relaciones en la vida 7 de un individuo. Y es que cuando los dos miembros de una pareja sobreviven entre un evento reproductivo y otro, cada consorte se ve enfrentado a la decisión de (a) mantenerse con la misma pareja anterior (fidelidad social) o (b) descartarla en favor de encontrar una nueva(divorcio). El desenlace de dicho predicamento tiene el potencial de determinar la dinámica social y reproductiva de las especies, pero su entendimiento depende del reconocimiento preciso de las consecuencias adaptativas de dicha resolución. Beneficios de la fidelidad social Por décadas los ornitólogos han sugerido que permanecer con la misma pareja social podría brindar ventajas como una mayor familiaridad y coordinación reproductiva entre los miembros de una pareja. Esta idea tiene sus orígenes en los trabajos clásicos de Bryan Nelson con aves marinas (Nelson 1965, 1972) y sugiere que la experiencia entre dos individuos podría mejorar la efectividad y la coordinación de su conducta reproductiva. Según sus observaciones originales en súlidos, las parejas recién formadas cuyo cortejo era poco sincronizado continuaban ‘practicando’ por largos periodos de tiempo hasta lograr una mejor coordinación, mientras que las parejas que ya habían estado juntas en años anteriores simplemente repasaban su repertorio e iniciaban la reproducción sin mucho más preámbulo. Esta noción anecdótica tuvo gran resonancia en la comunidad ornitológica de finales del siglo pasado y derivó en una de las hipótesis más relevantes acerca de los posibles beneficios de la fidelidad social: la hipótesis del Efecto de Familiaridad (‘Mate Familiarity Effect’, Black 1996a p.11-13). La hipótesis (Black 1996a) propone que la familiaridad y la experiencia previa compartida entre los miembros de una pareja podrían ayudar a mejorar su desempeño en la reproducción, por ejemplo a través de una reducción de los costos en tiempo y energía asociados a buscar, evaluar y establecerse con un nuevo individuo (Choudhury 1995, Black 1996a), lo que en muchas especies podría brindar ventajas importantes como un inicio más temprano de la reproducción (e.g., Perrins 1970, Bronson 1985). Además, cuando ambos sexos contribuyen durante la crianza, la cooperación persistente entre dos individuos podría reducir el conflicto sobre el cuidado parental y optimizar la coordinación de tareas parentales compartidas a lo largo de la relación (sensu Coulson 8 1972). En las aves, donde la monogamia social es más común, esta hipótesis parece ser apoyada por incontables estudios correlacionales (revisados en Rowley 1983, Black 1996b, 2001, van de Pol et al. 2006, Griggio y Hoi 2011) y al menos un estudio experimental con una especie de vida corta: utilizando una población cautiva de pinzones cebra (Taeniopygia guttata), Adkins-Regan y Tomaszycki (2007) demostraron que los individuos que se quedan con la misma pareja son más rápidos para iniciar una segunda puesta que aquellos a los que se les obligó a cambiar de pareja separándolos de aviario. Este resultado indica un claro beneficio de la fidelidad social para una especie de vida corta, aunque el mecanismo que demuestra parece no ser universal: en un experimento similar, van de Pol et al. (2006) descubrieron que las parejas fieles de ostreros Haematopus ostralegus, un ave costera de vida larga, efectivamente iniciaban su reproducción más temprano en la temporada reproductiva que las divorciadas experimentalmente, sin embargo esto no se debió a que a las aves divorciadas les tomara más tiempo formar una nueva pareja ya que en todos los casos encontraron un reemplazo días después de la manipulación (i.e., un año antes del siguiente evento reproductivo). Por otra parte, han sido muy pocos los estudios que han intentado investigar las mejoras en la coordinación reproductiva entre individuos socialmente apareados a lo largo del tiempo. Durante mucho tiempo se ha especulado que permanecer con la misma pareja podría facilitar la negociación y ajuste de tareas parentales energéticamente demandantes como la incubación o el resguardo de la progenie (Coulson 1972), potencialmente reduciendo el costo del cuidado parental para los padres, o generando un beneficio para la progenie. Incluso a nivel hormonal la coordinación lograda entre un macho y una hembra podría mejorar con el tiempo, mejorando el desempeño reproductivo de la pareja (Hirschenhauser 2012, Prior y Soma 2015). Además, un cuerpo creciente de literatura en humanos, peces y aves sugiere que la compatibilidad conductual de las parejas podría tener efectos importantes en su desempeño reproductivo (e.g., Gaunt 2006, Rammstedta et al. 2013, Ihle et al. 2015, Mariette y Griffith 2015, Bulla et al. 2016, Laubu et al. 2016), muy probablemente a través de un mejoramiento en distintas formas de coordinación. Aunque muchos estudios longitudinales reportan mejoras en el desempeño reproductivo de los individuos que permanecen con la misma pareja durante varios eventos reproductivos (revisados en Rowley 1983, Black 1996b), en la mayoría de los 9 casos estos no han logrado descartar el efecto confundido de factores importantes como la edad y la experiencia reproductiva de los individuos (Fowler 1995, Ens et al. 1996). Para abordar este problema, estudios posteriores han utilizado técnicas de regresión-múltiple en un intento por separar la contribución estadística de la duración de los lazos de pareja. Lamentablemente, esta aproximación técnica a menudo carece de poder estadístico y por tanto requiere tamaños de muestra más grandes de los que suele ser posible obtener (Graham 2003). Por otro lado, los enfoques transversales rara vez permiten descartar la posibilidad de un sesgo sistemático en la calidad fenotípica de los individuos de diferente fidelidad social (van de Pol et al. 2006). Por ejemplo, el divorcio selectivo o la mortalidad diferencial de parejas de baja calidad podrían dar origen a patrones en los que las parejas más fieles son también aquellas de mayor calidad (Ens et al. 1996). Uno de los grandes problemas del cuerpo de evidencia acerca de los efectos positivos de la fidelidad social es que el mejor apoyo empírico disponible proviene de trabajos en unas cuantas especies (todas de aves) donde los individuos suelen quedarse juntos toda la vida. Estos modelos de estudio incluyen algunas especies de gansos, ostreros y pinzones, donde las tasas de divorcio son de apenas 2, 8 y 10% anual, respectivamente (Black 1996b, Heg et al. 2003, Adkins-Regan y Tomaszycki 2007; ver cuadro 1 como referencia comparativa). Este problema no es menor ya que agrava los efectos intercorrelacionales de la edad, la experiencia y la duración de los lazos de pareja, haciendo a éste tipo especies las menos ideales para evaluar las disyuntivas adaptativas entre el divorcio y la fidelidad social. Es en especies de vida larga con altas tasas de divorcio en las que podemos encontrar un contexto más adecuado para medir y explicar la relación entre costos y beneficios de la monogamia serial y las relaciones de largo plazo en general. El posible costo de la familiaridad Debido a que en la mayoría de los sistemas socialmente monógamos ninguno de los padres suele abandonar a su pareja una vez iniciado un ciclo de reproducción, con frecuencia se ha sugerido que el divorcio ofrece una manera de corregir por una relación subóptima (Culina et al. 2015). Tal escenario puede ocurrir, por ejemplo, como resultado 10 de errores en la elección inicial de una pareja (Choudhury 1995) o simplemente para asegurar una descendencia genéticamente más diversa (Arnqvist y Kirkpatrick 2005). Si bien el divorcio representa una buena solución post hoc, los individuos muchas veces podrían sacar una mayor ventaja propia al hacer correcciones en ‘tiempo real’, por ejemplo a través de su conducta extra-pareja. No obstante, la participación en este tipo de actividades puede tener repercusiones negativas para ambos sexos, incluyendo la posibilidad de represalias directas por parte de la pareja social (e.g., el divorcio, la agresión, la disminución del cuidado parental o incluso el infanticidio). De hecho, estetipo de riesgos son los que han llevado a que en muchos sistemas socialmente monógamos la conducta extra-pareja sea una actividad de tipo más bien clandestino. En este contexto de clandestinidad, al menos para los machos el riesgo de ser engañados por su pareja social podría aumentar con la duración de los lazos de pareja si la familiaridad y la experiencia compartida permiten a las hembras discernir cuándo es más ventajosa la infidelidad/paternidad extra-pareja, o en qué momento es más sencillo burlar a su pareja. La fidelidad social y la familiaridad previa entre dos individuos podrían revelar con el tiempo la baja fertilidad o calidad/compatibilidad genética de un macho, y las hembras que experimentan un bajo éxito reproductivo podrían, en consecuencia, buscar mejorar la calidad de su progenie a través la paternidad extra-pareja (sensu Hasson y Stone 2009). Esta hipótesis fue propuesta para sistemas humanos mucho tiempo antes de la invención de las técnicas modernas para la asignación de paternidad (Rasmussen 1981), y quedó relegada por décadas y en ausencia de apoyo empírico que la sostenga (Hasson y Stone 2009). Aunque el conjunto de dilemas presentado en esta introducción ha fascinado a los naturalistas por siglos (e.g., Plinio 77d. C., Buffon 1771, Wundt 1894), la evidencia empírica que contribuya a desenmascarar los factores que impulsan su evolución aún es muy limitada. En animales no humanos esto se debe principalmente a las limitaciones que existen para estudiar lazos de pareja que en ocasiones pueden extenderse hasta por décadas, así como a la falta de datos observacionales y experimentales provenientes de poblaciones silvestres. Como otras aves, el bobo de patas azules (Sula nebouxii) ofrece un excelente sistema de estudio para evaluar la función y los mecanismos conductuales asociados a la fidelidad social y la monogamia serial. En primer lugar, se trata de una 11 especie ampliamente utilizada en estudios de selección sexual, cuya ecología e historia de vida se conocen en gran detalle. En segundo, su particular biología combina una alta sobrevivencia de adultos (~90% anual) con una elevada tasa de divorcio (30–50% anual), facilitando el estudio de la fidelidad social y los lazos de pareja en un contexto dinámico de monogamia serial — la forma de monogamia que es más común en la naturaleza. Figura 1. Famosos por su distintivo color de patas, los pájaros bobos de patas azules son aves pelágicas de talla mediana (aprox. 1.6 m de envergadura y 1.5 kg de peso) y dimorfismo sexual inverso (i.e., las hembras son ligeramente más grandes que los machos). En esta especie el cortejo y la elección de pareja son mutuos, siendo el azul brillante de sus patas un carácter sexualmente seleccionado de primera importancia para machos y hembras. El bobo de patas azules, Sula nebouxii El bobo de patas azules es un ave marina que anida en colonias insulares del Océano Pacífico oriental (Nelson 2006). Su rango de distribución se extiende desde las costas subtropicales de Perú hasta el Golfo de California en México, donde su periodo reproductivo es marcadamente estacional y se limita casi exclusivamente a los meses secos del invierno y primavera (Nelson 1978). Los bobos de patas azules son aves longevas que pueden llegar a vivir más de 20 años (la sobrevivencia anual de adultos es cercana al 91%; Oro et al. 2010). Machos y hembras comienzan su vida reproductiva alrededor de los 4 años de edad (machos: 4.3 años, hembras: 3.9 años; Drummond et al. 2003) y suelen reproducirse anualmente, 12 tomando en promedio un par de sabáticos durante su vida (Sánchez-Macouzet et al. 2014). La mayoría de los individuos crían con varias parejas en la vida (i.e., en monogamia serial), formando lazos reproductivos socialmente monógamos que pueden extenderse por varios años (López-Rull 2001, Sánchez-Macouzet et al. 2014). Estos lazos de pareja, aunque temporales, son continuamente reforzados a través de una elaborada conducta de cortejo mutuo y una variedad de comportamientos afiliativos que persisten hasta avanzada la crianza (Nelson 1972, 1978). Aún así, el divorcio y la infidelidad también son comunes entre los bobos. Estudios previos indican que 30–50% de las parejas en una población se separan entre una temporada reproductiva y otra (López-Rull 2001), y que algunos individuos pueden incluso llegar a cambiar de pareja dentro de una misma temporada (Pérez-Staples et al. 2013). Observaciones detalladas en campo también han revelado que 54–61% de las machos y 38–54% de las hembras se involucran en affaires extra-pareja (i.e., cortejan y/o copulan con otros individuos; Osorio-Beristain and Drummond 1998, Pérez-Staples and Drummond 2005), y casi un 11% de todas las nidadas contienen progenie que no es del padre social (Ramos et al. 2014). En esta especie, cada evento reproductivo puede extenderse por hasta 6 meses que comprenden el aseguramiento de un territorio; la elección de una pareja; el establecimiento del nido; la incubación de los huevos; y, finalmente, el cuidado y la alimentación de las crías hasta que alcanzan la independencia (Nelson 1978). Las hembras suelen poner 2 huevos por evento reproductivo (rango: 1–3 huevos) y una pareja típicamente logra sacar adelante entre 1 y 2 volantones (Nelson 2006). Ambos sexos participan por igual en el cuidado de la progenie durante un periodo de 6–7 semanas de incubación y casi 3 meses de resguardo y alimentación de las crías (Nelson 1978, Guerra y Drummond 1995). Debido a que los huevos y las crías más jóvenes requieren la presencia de al menos uno de los dos padres en todo momento, macho y hembra alternan sus periodos en el nido con viajes diurnos de alimentación que suelen extenderse por varias horas (Nelson 1978). Los adultos generalmente se alimentan en un radio de ~30 km alrededor de la colonia reproductiva (Anderson y Ricklefs 1987, Weimerskirch et al. 2009), echando clavados en picada y haciendo buceos cortos para capturar sardinas, arenques y anchovetas que más tarde comparten con sus crías (Zavalaga et al. 2007, Ancona et al. 2012). Las hembras, que son más grandes y 32% más pesadas que los 13 machos, realizan viajes más largos hacia aguas abiertas (Weimerskirch et al. 2009) y contribuyen con una mayor cantidad de alimento para las crías (Guerra y Drummond 1995). Los machos, en cambio, se alimentan en aguas más cercanas a la colonia e invierten un poco más en la defensa del nido y del territorio (Guerra y Drummond 1995, Sánchez-Macouzet y Drummond 2011). Estudios experimentales han mostrado que las hembras, pero no los machos, son capaces de ajustar su esfuerzo parental en respuesta a la demanda de las crías, incluso en detrimento de su propia condición corporal (Velando y Alonso-Alvarez 2003). Aún así, el fracaso reproductivo de las parejas es común (Drummond et al. 1986, Nelson 2006) y las crías de mayor edad frecuentemente eliminan a sus hermanos cuando la provisión de alimento por parte de los padres es insuficiente (Drummond et al. 1986, Drummond y García-Chavelas 1989). Múltiples variables ambientales y de historia de vida influyen en el desempeño reproductivo de los bobos de patas azules. Al igual que en muchas otras aves, las crías provenientes de las puestas más tempranas en la temporada reproductiva tienen una mayor probabilidad de sobrevivir que las crías provenientes de las puestas más tardías (Peña 2009). Asimismo, cuanto más tarde eclosionan las crías en el año, menor es su probabilidad de reclutar a la población como adultos reproductores (Drummond et al. 2003). Se sabe también que las condiciones oceanográficas asociadas al fenómeno de El Niño (i.e., aguas más cálidas y menor productividad marina) afectan fuertemente la participación y el éxito de anidación de los adultos (Ancona et al. 2011). Por otro lado, ambos sexos presentansenescencia reproductiva y muestran una diminución progresiva de sus capacidades a partir de los 8–10 años de edad (Velando et al. 2006, Beamonte- Barrientos et al. 2010, Ortega-Ramírez 2016). Estudios recientes sugieren, además, que la combinación de las edades de los padres puede afectar la calidad y la viabilidad de la progenie que producen: las crías de padres con una mayor diferencia de edades presentan una menor carga de ectoparásitos y una mayor probabilidad de reclutamiento que las crías de padres con edades similares (Drummond & Rodríguez 2015; Ramos & Drummond en prep.). La población filopátrica de bobos de patas azules que anida en el Parque Nacional Isla Isabel, Nayarit (21°52’N, 105°54’W), ofrece un excelente sistema para estudiar a detalle la fidelidad de largo plazo y la monogamia serial en condiciones naturales. En esta 14 población, ambos sexos son fieles a sus sitios de anidación (la dispersión reproductiva promedio de machos y hembras es de solo 13.1 m y 15.6 m, respectivamente; Kim et al. 2007) y rara vez se dispersan hacia colonias en otras islas (Kim et al. 2007). Esta característica permite hacer un seguimiento completo de la historia reproductiva de los individuos, a partir de una extraordinaria base de datos que compila los registros de miles de aves anilladas a lo largo de casi 30 años de estudio ininterrumpido de esta población. El estudio de largo plazo de la Isla Isabel Desde 1988, el Laboratorio de Conducta Animal del Instituto de Ecología de la UNAM lleva a cabo censos anuales en dos áreas del este de la Isla Isabel que contienen la mayor concentración de nidos en la colonia (ver cuadro 2). Año tras año, normalmente durante los meses de febrero a julio, todos los nidos dentro de estas dos áreas son marcados y monitoreados por observadores que cada 3–6 días registran la identidad de las parejas, la fecha de puesta, la eclosión de los huevos y la sobrevivencia de crías hasta cerca de la edad de emplumado (detalles en Drummond et al. 2003). Cada cría registrada se identifica inicialmente con un anillo de plástico numerado que a los 70 días de edad es sustituido de manera definitiva por un anillo de acero permanente (figura 2). Este protocolo anual de marcaje y monitoreo hoy permite conocer la identidad de aproximadamente 90% de los adultos que se reproducen en las áreas de estudio. Figura 2. Poco antes de emplumar, cada ave nacida en el sitio recibe en la pata izquierda un anillo de acero grabado con un código alfa-numérico que la identifica de por vida; más de 23,000 anillos han sido colocados desde que inició el marcaje sistemático de volantones en el año de 1988. La base de datos que deriva del monitoreo de largo plazo en la colonia reproductiva de bobos de patas azules de la Isla Isabel compila todo intento de anidación observado en las áreas de estudio desde 1988 y recoge la historia reproductiva de casi 15 15,000 distintas parejas en el sitio, así como una variedad de parámetros y medidas acerca de su desempeño en la reproducción. Objetivos y estructura de la tesis El objetivo general de esta tesis fue estudiar la monogamia serial y la fidelidad de largo plazo en el bobo de patas azules, evaluando en campo algunas de las hipótesis más relevantes acerca de los beneficios y los posibles costos de permanecer con la misma pareja social durante varios eventos reproductivos. Combinando casi 30 años de datos históricos con observaciones detalladas en campo, investigué si permanecer con la misma pareja (i) brinda ventajas de experiencia y familiaridad permitiendo una anidación más temprana y un mayor éxito reproductivo; (ii) mejora la coordinación y la cooperación en el cuidado parental entre el macho y la hembra; y (iii) eleva el riesgo de ser engañado por la pareja social. La tesis está dividida en cuatro partes principales: una parte introductoria general, una sección acerca de los beneficios de la fidelidad social, una sección explorando los posibles costos de la familiaridad y, por último, una discusión general a modo de síntesis y conclusiones – cada una de estas partes está compuesta por uno o más capítulos y cada capítulo aborda un tema de investigación en particular. Para comenzar, en el Capítulo 2 de esta parte introductoria presento una descripción general de la monogamia serial y los lazos de pareja en el bobo de patas azules. Este estudio descriptivo detalla por primera vez el sistema de apareamiento social de la especie, a partir de la historia reproductiva de 7,895 parejas y el seguimiento longitudinal de más de 500 individuos a lo largo de toda su vida. Los resultados del capítulo sientan las bases de historia natural necesarias para poner en contexto las hipótesis presentadas en los capítulos subsiguientes. La segunda parte de la tesis comprende dos estudios (Capítulos 3 y 4) que tuvieron como objetivo evaluar los beneficios de la fidelidad de largo plazo en el bobo de patas azules. En el Capítulo 3 presento una evaluación de la hipótesis del Efecto de la Familiaridad, utilizando 26 años de datos históricos y un enfoque analítico que hizo posible, por primera vez, la separación del efecto de la fidelidad social del de otros atributos de historia de vida confundidos como son la edad y la experiencia reproductiva. 16 Específicamente investigué si los individuos que han permanecido por más tiempo con la misma pareja establecen sus puestas más temprano en la temporada y tienen un mayor éxito en la reproducción (i.e., mayores tamaños de puesta o nidada y mayor producción de volantones). Por otra parte, en el Capítulo 4 presento una evaluación de los efectos de la familiaridad y la duración del lazo de pareja sobre la coordinación parental y el reparto del esfuerzo reproductivo entre ambos padres. Utilizando tecnología de última generación para dar seguimiento a la conducta parental de medio centenar de parejas, en este estudio investigué si los individuos que llevan más tiempo juntos son más eficientes turnando su presencia en el nido y si además invierten de manera más simétrica en el cuidado de su progenie (en términos de su contribución relativa en las tareas parentales y de su condición y desgaste fisiológico durante la etapa de crianza). La tercera parte de la tesis (Capítulo 5) comprende un estudio colaborativo en el que evaluamos una desafiante hipótesis acerca de los posibles costos de la familiaridad: la hipótesis de que, para los machos, un costo potencial de la familiaridad y la experiencia compartida es el aumento en el riesgo de ser engañado por su pareja (i.e., una mayor probabilidad de sufrir paternidad extra-pareja). Esta hipótesis fue propuesta para humanos hace décadas pero había sido notoriamente ignorada en sistemas de monogamia social no humanos. Aprovechando un excepcional juego de datos de paternidad colectado en 2011 para más de 400 familias de bobos de patas azules, en este estudio nos dimos a la tarea de evaluar un costo hasta ahora poco sospechado para un animal silvestre, controlando por efectos como la edad y el desempeño reproductivo de las parejas. Finalmente, en la discusión general (Capítulo 6) presento una síntesis de los resultados y conclusiones más importantes de cada capítulo, discutiendo su originalidad y relevancia para el entendimiento de los sistemas de apareamiento socialmente monógamos. 17 Cuadro 1. Histograma de las tasas de divorcio observadas en 158 especies de aves provenientes de diversos linajes†. Aunque la fidelidad de largo plazo es común entre las aves, casi la mitad de las especies presentan tasas de divorcio superiores al 20% anual; los flamencos, por ejemplo, tienen una tasa de divorcio de prácticamente 100% anual, en tanto que Súlidos y humanos de sociedades occidentales industrializadas ambos tienen tasas de divorcio de aproximadamente 40–50%††. Condatos de: † Jeschke y Kokko (2008) Mortality and other determinants of bird divorce rate. Behav. Ecol. Sociobiol. 63, p. 3. †† Milius S. 1998 When birds divorce: Who splits, who benefits, and who gets the nest. Science News 153, pp. 154–155. 18 Cuadro 2. Descripción del sitio de estudio. Localizada 300 km al sureste de la boca del Golfo de California, la Isla Isabel yace 28 km mar adentro frente a las costas y humedales del estado de Nayarit. Esta pequeña isla de origen volcánico cuenta con una superficie rocosa de aproximadamente 76 ha que en su mayoría están cubiertas por vegetación tropical caducifolia y zonas de pastizal costero (ver descripción detallada del sitio en CONANP 2005). Notoria por su riqueza biológica, la Isla Isabel es sitio de refugio y reproducción para un total de nueve especies de aves marinas†, incluido un importante número de parejas de bobos de patas azules (1,500–2,000 parejas, aproximadamente). La mayoría de estas parejas anida en los bosques y pastizales a lo largo de la costa este, aunque una pequeña parte de la población anida también en cerros y escarpados al sur de la isla. El estudio de largo plazo se realiza año con año en dos áreas sobre la costa este, Zona de Trabajo y Costa Fragatas, que juntas concentran aproximadamente dos terceras partes de todos los nidos de bobo de patas azules presentes en la isla††; estas áreas abarcan una superficie conjunta de 26,890 m2 y en ellas anidan un promedio de 958 ± 394 parejas al año, a densidades máximas de hasta 3 nidos por m2. † CONANP. 2005 Programa de conservación y manejo del Parque Nacional Isla Isabel. pp. 21–41. †† Ancona et al. 2011 El Niño in the warm tropics: local sea temperature predicts breeding parameters and growth of blue- footed boobies. J. Anim. Ecol. 80, p. 801. 19 Literatura citada Adkins-Regan, E., & Tomaszycki, M. (2007). Monogamy on the fast track. Biology Letters, 3, 617– 619. Ancona, S., Calixto-Albarrán, I., & Drummond, H. (2012). Effect of El Niño on the diet of a specialist seabird, Sula nebouxii, in the warm eastern tropical Pacific. Marine Ecology Progress Series, 462, 261–271. Ancona, S., Sánchez-Colón, S., Rodríguez, C., & Drummond, H. (2011). El Niño in the warm tropics: local sea temperature predicts breeding parameters and growth of blue-footed boobies. Journal of Animal Ecology, 80, 799–808. Anderson, D. J., & Ricklefs, R. E. (1987). Radio-tracking masked and blue-footed boobies (Sula spp.) in the Galapagos Islands. National Geographic Research, 3, 152–163. Arnqvist, G., & Kirkpatrick, M. (2005). The evolution of infidelity in socially monogamous passerines: the strength of direct and indirect selection on extrapair copulation behavior in females. The American Naturalist, 165, s23–s37. Beamonte-Barrientos, R., Velando, A., Drummond, H., & Torres, R. (2010). Senescence of maternal effects: aging influences egg quality and rearing capacities of a long-lived bird. The American Naturalist, 175, 469–480. Bennet, P. M., & Owens, I. P. F. (2002). Evolutionary ecology of birds: life histories, mating systems and extinction. Oxford, UK: Oxford University Press. Birkhead, T. R., & Møller, A. P. (1996). Monogamy and sperm competition in birds. En J. M. Black (Ed.), Partnerships in birds: The study of monogamy (pp. 323–343). Oxford, UK: Oxford University Press. Black, J. M. (1996a). Introduction: Pair bonds and partnerships. En J. M. Black (Ed.), Partnerships in birds: The study of monogamy (pp. 3–20). Oxford, UK: Oxford University Press. Black, J. M. (1996b). Partnerships in birds: The study of monogamy. Oxford, UK: Oxford University Press. Black, J. M. (2001). Fitness consequences of long-term pair bonds in barnacle geese: Monogamy in the extreme. Behavioral Ecology, 12, 640–645. Black, J. M., & Gowaty, P. A. (1996). Battle of the sexes and origins of monogamy. En J. M. Black (Ed.), Partnerships in birds: The study of monogamy (pp. 21–52). Oxford, UK: Oxford University Press. Bronson, F. H. (1985). Mammalian reproduction: an ecological perspective. Biology of Reproduction, 32, 1–26. Buffon, G. L. L. comte de. (1771). Histoire Naturelle, générale et particulière, avec la description du Cabinet du Roi. Histoire Naturelle. Paris, FR: Imprimerie Royale. Bulit, F., Palmerio, A. G., & Massoni, V. (2008). Differences in rates of nest-visitation and removal of faecal sacs by male and female White-rumped Swallows. Emu, 108, 181–185. Bulla, M., Valcu, M., Dokter, A. M., Dondua, A. G., Kosztolányi, A., Rutten, A. L., … Kempenaers, B. (2016). Unexpected diversity in socially synchronized rhythms of shorebirds. Nature, 540, 109–113. Choudhury, S. (1995). Divorce in birds: a review of the hypotheses. Animal Behaviour, 50, 413–429. Clutton-Brock, T. H., & Isvaran, K. (2006). Paternity loss in contrasting mammalian societies. Biology Letters, 2, 513–516. Cockburn, A. (2006). Prevalence of different modes of parental care in birds. Proceedings of the Royal Society B, 273, 1375–1383. Coulson, J. C. (1972). The significance of the pair bond in the kittiwake Rissa tridactyla. Proceedings 20 of the International Ornithological Congress 1972, 15, 424–433. Culina, A., Radersma, R., & Sheldon, B. C. (2015). Trading up: the fitness consequences of divorce in monogamous birds. Biological Reviews, 90, 1015–1034. Drummond, H., & García-Chavelas, C. (1989). Food shortage influences sibling aggression in the blue-footed booby. Animal Behaviour, 37, 806–819. Drummond, H., González, E., & Osorno, J. L. (1986). Parent-offspring cooperation in the blue- footed boody (Sula nebouxii): Social roles in infanticial brood reduction. Behavioral Ecology and Sociobiology, 19, 365–372. Drummond, H., & Rodríguez, C. (2015). Viability of booby offspring is maximized by having one young parent and one old parent. PLoS one, 10, e0133213. Drummond, H., Torres, R., & Krishnan, V. V. (2003). Buffered development: Resilience after aggressive subordination in infancy. The American Naturalist, 161, 794–807. Emlen, S. T., & Oring, L. W. (1977). Ecology, sexual selection, and the evolution of mating systems. Science, 197, 215–223. Ens, B., Choudhury, S., & Black, J. M. (1996). Mate fidelity and divorce in monogamous birds. En J. M. Black (Ed.), Partnerships in birds: The study of monogamy (pp. 344–401). Oxford, UK: Oxford University Press. Fowler, G. S. (1995). Stages of Age-Related Reproductive Success in Birds: Simultaneous Effects of Age, Pair-Bond Duration and Reproductive Experience. Integrative and Comparative Biology, 35, 318–328. Gaunt, R. (2006). Couple Similarity and Marital Satisfaction: Are Similar Spouses Happier? Journal of Personality, 74, 1401–1420. Gavrilets, S. (2012). Human origins and the transition from promiscuity to pair-bonding. Proceedings of the National Academy of Sciences, 109, 9923–9928. Graham, M. H. (2003). Confronting multicollinearity in ecological multiple regression. Ecology, 84, 2809–2815. Griffith, S. C., Owens, I. P. F., & Thuman, K. A. (2008). Extra pair paternity in birds: a review of interspecific variation and adaptive function. Molecular Ecology, 11, 2195–2212. Guerra, M. C., & Drummond, H. (1995). Reversed sexual size dimorphism and parental care: minimal division of labour in the blue-footed booby. Behaviour, 132, 479–496. Hasson, O., & Stone, L. (2009). Male infertility, female fertility and extrapair copulations. Biological Reviews, 84, 225–244. Heg, D., Bruinzeel, L. W., & Ens, B. (2003). Fitness consequences of divorce in the oystercatcher, Haematopus ostralegus. Animal Behaviour, 66, 175–184. Henrich, J., Boyd, R., & Richerson, P. J. (2012). The puzzle of monogamous marriage. Philosophical Transactions of the Royal Society B, 367, 657–669. Hirschenhauser, K. (2012). Testosterone and Partner Compatibility: Evidence and Emerging Questions. Ethology, 118, 799–811. Ihle, M., Kempenaers, B., & Forstmeier, W. (2015). FitnessBenefits of Mate Choice for Compatibility in a Socially Monogamous Species. PLoS Biology, 13, e1002248. Kappeler, P. M. (2013). Why male mammals are monogamous. Science, 341, 469–470. Kim, S.-Y., Torres, R., Domínguez, C. A., & Drummond, H. (2007). Lifetime philopatry in the blue-footed booby: a longitudinal study. Behavioral Ecology, 18, 1132–1138. Kleiman, D. G. (1977). Monogamy in mammals. The Quarterly Review of Biology, 52, 39–69. Lack, D. L. (1968). Ecological adaptations for breeding in birds. London, UK: Methuen and Co. Ltd. Laubu, C., Dechaume-Moncharmont, F.-X., Motreuil, S., & Schweitzer, C. (2016). Mismatched 21 partners that achieve postpairing behavioral similarity improve their reproductive success. Science Advances, 2, e1501013. López-Rull, I. (2001). Fidelidad y divorcio en el bobo de patas azules. Universidad Nacional Autónoma de México. Lukas, D., & Clutton-Brock, T. H. (2013). The Evolution of Social Monogamy in Mammals. Science, 341, 526–530. Mariette, M. M., & Griffith, S. C. (2015). The adaptive significance of provisioning and foraging coordination between breeding partners. The American Naturalist, 185, 270–280. McNamara, J. M., Forslund, P., & Lang, A. (1999). An ESS model for divorce strategies in birds. Philosophical Transactions of the Royal Society B, 354, 223–236. Nelson, J. B. (1965). The behaviour of the Gannet. British Birds, 58, 233–288. Nelson, J. B. (1972). Evolution of the pair bond in Sulidae. International Ornithological Congress, 15, 371–388. Nelson, J. B. (1978). The Sulidae: Gannets and boobies. Oxford, UK: Oxford University Press. Nelson, J. B. (2006). Pelicans, Cormorants, and their relatives: The Pelecaniformes. Oxford, UK: Oxford University Press. Opiea, C., Atkinsonb, Q. D., Dunbarc, R. I. M., & Shultzd, S. (2013). Male infanticide leads to social monogamy in primates. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110, 13328–13332. Orians, G. H. (1969). On the Evolution of Mating Systems in Birds and Mammals. The American Naturalist, 103, 589–603. Oro, D., Torres, R., Rodríguez, C., Velando, A., & Drummond, H. (2010). Climatic influence on demographic parameters of a tropical seabird varies with age and sex. Ecology, 91, 1205–1214. Ortega-Ramírez, S. (2016). Desarrollo y senescencia del cuidado parental en el bobo de patas azules. Universidad Nacional Autónoma de México. Osorio-Beristain, M., & Drummond, H. (1998). Non-aggressive mate-guarding by the blue-footed booby: a balance of female and male control. Behavioral Ecology and Sociobiology, 43, 307–315. Parker, G. A. (1979). Sexual selection and sexual conflict. En M. S. Blum & N. A. Blum (Eds.), Sexual selection and reproductive competition in insects (pp. 123–166). London, UK: Academic Press. Peña, B. (2009). Variación de la fecha de puesta del bobo de patas azules. Universidad Nacional Autónoma de México. Pérez-Staples, D., & Drummond, H. (2005). Tactics, effectiveness and avoidance of mate guarding in the blue-footed booby (Sula nebouxii). Behavioral Ecology and Sociobiology, 59, 115–123. Pérez-Staples, D., Osorio-Beristain, M., Rodríguez, C., & Drummond, H. (2013). Behavioural roles in booby mate switching. Behaviour, 150, 337–357. Perrins, C. M. (1970). The Timing of birds’ breeding seasons. Ibis, 112, 242–255. Plinio, G. (77d. C.). Naturalis Historiae. Naturalis Historia. Prior, N. H., & Soma, K. K. (2015). Neuroendocrine regulation of long-term pair maintenance in the monogamous zebra finch. Hormones and Behaviour, 76, 11–22. Quinlan, R. J., & Quinlan, M. B. (2007). Evolutionary ecology of human pair-bonds: cross-cultural tests of alternative hypotheses. Cross-Cultural Research, 41, 149–169. Rammstedta, B., Spinathb, F. M., Richterc, D., & Schuppc, J. (2013). Partnership longevity and personality congruence in couples. Personality and Individual Differences, 54, 832–835. Ramos, A. G., & Drummond, H. (s/f). Booby chicks with different-aged parents have the fewest ticks and best body condition. Ramos, A. G., Nunziata, S. O., Lance, S. L., Rodríguez, C., Faircloth, B. C., Gowaty, P. A., & Drummond, H. (2014). Habitat structure and colony structure constrain extra-pair paternity 22 in a colonial bird. Animal Behaviour, 95, 121–127. Rasmussen, D. R. (1981). Pair-bond strength and stability and reproductive success. Psychological Review, 88, 274–290. Reichard, U. H., & Boesch, C. (2003). Monogamy: Mating strategies and partnerships in birds, humans and other mammals. Cambridge, UK: Cambridge University Press. Rowley, I. (1983). Re-mating in birds. En P. Bateson (Ed.), Mate choice (pp. 331–360). Cambridge, UK: Cambridge University Press. Royle, N. J., Hartley, I. R., & Parker, G. A. (2002). Sexual conflict reduces offspring fitness in zebra finches. Nature, 416, 733–736. Sánchez-Macouzet, O., & Drummond, H. (2011). Sibling bullying during infancy does not make wimpy adults. Biology Letters, 7, 869–871. Sánchez-Macouzet, O., Rodríguez, C., & Drummond, H. (2014). Better stay together: pair bond duration increases individual fitness independent of age-related variation. Proceedings of the Royal Society B, 281, 20132843. Shuker, D., & Simmons, L. (2014). The Evolution of Insect Mating Systems. Oxford, UK: Oxford University Press. Shuster, S. M., & Wade, M. J. (2003). Mating systems and strategies. Princeton, NJ: Princeton University Press. Trivers, R. (1972). Parental investment and sexual selection. En B. Campbell (Ed.), Sexual selection and the descent of man (pp. 136–172). Chicago, USA: Aldine-Atherton. van de Pol, M., Heg, D., Bruinzeel, L. W., Kuijper, B., & Verhulst, S. (2006). Experimental evidence for a causal effect of pair-bond duration on reproductive performance in oystercatchers (Haematopus ostralegus). Behavioral Ecology, 17, 982–991. van Schaik, C. P. (2000). Primate Males: Causes and Consequences of Variation in Group Composition. En P. M. Kappeler (Ed.), Primate Males: Causes and Consequences of Variation in Group Composition (pp. 61–71). Cambridge, UK: Cambridge University Press. Velando, A., & Alonso-Alvarez, C. (2003). Differential body condition regulation by males and females in response to experimental manipulations of brood size and parental effort in the blue-footed booby. Journal of Animal Ecology, 72, 846–856. Velando, A., Drummond, H., & Torres, R. (2006). Senescent birds redouble reproductive effort when ill: confirmation of the terminal investment hypothesis. Proceedings of the Royal Society B, 273, 1443–1448. Weimerskirch, H., Shaffer, S. A., Tremblay, Y., Costa, D. P., Gadenne, H., Kato, A., … Aurioles, D. (2009). Species- and sex-specific differences in foraging behaviour and foraging zones in blue- footed and brown boobies in the Gulf of California. Marine Ecology Progress Series, 391, 267– 278. Wundt, W. (1894). Lecture XXVIII. Animal Marriage. En Lectures on Human and Animal Psychology (pp. 411–413). London, UK: Swan Sonnenschein & Co. Zavalaga, C. B., Benvenuti, S., Dall’Antonia, L., & Emslie, S. D. (2007). Diving behavior of blue- footed boobies Sula nebouxii in northern Peru in relation to sex, body size and prey type. Marine Ecology Progress Series, 336, 291–303. 23 Capítulo 2 Pair fidelity and serial monogamy in the Blue-footed Booby (Sula nebouxii) Oscar Sánchez-Macouzet, Cristina Rodríguez y Hugh Drummond 24 Abstract More than 90% of all bird species form socially monogamous pair bonds but the occurrence of prolonged pair bonding, or pair fidelity, varies widely between and within species. Surprisingly, despite a great deal of interest in studying life-lasting pair bonds, documentation of pair fidelity in species with more variable bond durations remains notably scarce. Here, we used detailed longitudinal data collected over a 26-year field study to describe, for the first time,pair fidelity and serial monogamy in the socially monogamous Blue-footed Booby (Sula nebouxii), a long-lived tropical seabird with frequent divorce and serial remating. In contrast to predominating models of lifelong monogamy and popular belief, pair fidelity in this species averaged only 1.7 breeding events, with virtually all pairs showing fidelities that ranged between 1 and 4 reproductive events together. Interestingly, both males and females showed similar numbers of partners in life, with no apparent difference in the mean bond lengths between the sexes. Our results expand the taxonomic and phenomenological span of current analyses on avian pair fidelity, providing important reference for future literature reviews and meta- analytical studies. 25 Introduction Monogamy is by far the prevailing mating system among birds: 92% of all species breed in socially monogamous pair bonds that are maintained over the course of at least one reproductive event (Lack 1968). However, the continuance of these social partnerships over multiple breeding episodes shows considerable variation across species (reviews in Rowley 1983 and Black 1996). Prolonged pair bonds, or pair fidelity, occur in about 50% of the avian orders (Black 1996) and include some remarkable examples where the social bond between males and females can virtually persist for life. While most birds depart from this depiction of extreme monogamy (divorce has been recorded in more than 90% of socially monogamous species, Jeschke & Kokko 2008), a renewed interest in the function of avian pair bonds is making evident that research has mainly focused on a few species where breeders remain together for most of their lives (e.g., some highly monogamous finches, shorebirds or geese). In view of such bias, documentation of pair fidelity in species with more variable bond durations becomes essential if we want to address avian monogamy more comprehensively. To abridge this bias, we here present long-term data describing pair fidelity in the socially monogamous Blue-footed Booby (Sula nebouxii, Milne-Edwards 1882), a long-lived tropical seabird with frequent mate switching and serial remating (Nelson 2006). Blue- footed Boobies are seasonal breeders that often reach ages of 20 years or more (annual survival of adults is approximately 91%, Oro et al. 2010). Males and females usually start reproducing at the age of 3–5 years (with females starting 0.47 years earlier than males; Drummond et al. 2003) and continue to breed annually, taking occasional sabbaticals. Contrary to popular belief, most individuals breed with a number of partners in life (i.e., in serial monogamy), forming strong seasonal partnerships that are cemented through mutual courtship and bonding behaviors (Nelson 2006), and that often persist for several years (Sánchez-Macouzet et al. 2014). Previous studies have indicated that 30–50% of pairs in a breeding population can split from one year to the next (López-Rull 2001), and that individuals sometimes switch mates within a single breeding season, though generally before a clutch is produced (Pérez-Staples et al. 2013). This booby provides an attractive context for measuring and analyzing pair fidelity. First, high annual survival of adults and elevated divorce rates result in an interesting 26 system of variable pair durations that contrasts with predominant models of near-lifelong monogamy. Second, recognizable differences in the life-histories of males and females enable us to explore whether pair fidelity and serial monogamy also differ between the two sexes. By exploiting a 26-year dataset from a longitudinal field study, we were able to detail this species’ pair fidelity and serial monogamy at both the population and the individual levels, while also testing for potential differences by sex. Methods We studied birds from a highly philopatric, individually banded population on Isla Isabel, off the west coast of Mexico (21°52′N, 105°54′W). Every year from 1988 to 2014, reproduction was monitored in two study plots (26,889 m2) containing two thirds of all breeding pairs on the island. In each season, usually from February through July, all nests in these plots were marked and breeders were identified by observers that surveyed nest contents every 3–6 days (annual population monitoring is detailed in Drummond et al. 2003). Paired breeders were identified by up to three independent readings of their leg- bands and each pair member was reliably sexed by voice (males whistle whereas females grunt, Nelson 2006). Since mean breeding dispersal in this population is just 13.1 m and 15.6 m for males and females, respectively (Kim et al. 2007), nests located up to 20 m outside the study plots were also marked and surveyed if at least one of the breeders was banded. This annual protocol allowed for the effective detection of all breeding attempts in the area that involved the establishment of at least a clutch. Using the breeding histories of all identified pairs in our long-term field records, we computed two metrics of pair fidelity: the maximum number of consecutive breeding seasons a pair remained together, in years, and the total number of breeding events a pair bred together over the seasons, consecutive or not. Our sample comprised all 7895 pairs that could be reliably identified (i.e., where both pair members were banded) and where each partner bred at least twice (in order to exclude transient birds). Then, on a separate longitudinal sample of all 240 males and 325 females that were banded as fledglings and bred over 10 reproductive events or more (range: 10–20 breeding events), we assessed this species’ degree of serial monogamy by estimating for each individual its number of 27 partners in life, as well as the average duration of its different pair bonds. In some cases, individuals were recorded breeding with multiple non-banded partners that we pooled and counted as a single additional mate, yielding a conservative estimate of the number of partners in life. In order to test whether male and female boobies differ in their degree of serial monogamy (i.e., the number of partners in life and the average duration of pair bonds), we built generalized linear mixed models controlling for the effects of age at first reproduction and total number of breeding events in life, and including natal cohort as a random effect. Significance was assessed by comparing nested models differing only in this specific predictor of interest (sex) by means of single likelihood ratio tests. All of the analyses were performed using R v.3.2.0 (R Core Team 2015), and the reported means are presented with standard deviations unless otherwise stated. Results In this population, an average of 30.8% of booby pairs remained together from one season to the next (range: 13.2%–54.6%, estimated from seasons 1988–1990 and 1993–2013), independent of the number of pairs that bred in any given season (Spearman rank correlation: rs = –0.13, N = 24, P = 0.54). Of all 7895 pairs identified, 35.5% (2802 pairs) maintained pair bonds that lasted over two or more breeding events (Fig. 1) and 64.5% (5093 pairs) bred together only once. While practically all pairs (94.6%) exhibited pair bonds lasting between 1 and 4 breeding events (Table 1), a total of 20 pairs were recorded breeding together for 10 reproductive events or more; two of them still doing so with a recorded maximum of 13 breeding events up to 2014 (Table 1). When considering all the events a pair bred together over the seasons, the mean pair fidelity of this species was of 1.74 ± 1.39 breeding events (range: 1–13 total events). Counting only the maximum number of consecutive seasons a pair remained together, pair duration dropped to a n average of 1.53 ± 1.02 years (range: 1–12 consecutive years). Maleand female boobies from our individual-based longitudinal sample bred with a total of 6.18 ± 2.13 and 6.47 ± 2.08 different partners in life, remaining with each for an average of 2.16 ± 1.12 and 2.05 ± 0.90 reproductive events, respectively. That being 28 so, we detected no significant difference in the degree of serial monogamy exhibited by each sex, whether expressed as the number of partners in life (χ2 = 3.39, P = 0.64) or as the average duration of its different pair bonds (χ2 = 8.73, P = 0.12). Discussion Our analyses of the reproductive histories of thousands of pairs of Blue-footed Boobies show that even though mate switching is frequent in this species, pair fidelity is also relatively common: nearly 36% of all identified pairs remated at least once over the seasons, with some pairs staying together over a staggering 10 reproductive events or more. Nevertheless, the mean duration of all recorded pair bonds remained generally short (1.74 breeding events). Interestingly, the pattern of fidelities observed in Fig. 1 seemed to follow that of an exponential distribution, with short partnerships being overrepresented as compared to rather long ones. An exponential pattern is consistent with a memory-less process in which every season individuals make an independent decision on whether or not to keep their previous partner, but this remains to be tested. Despite predictable differences in the life histories of both sexes, such as an earlier recruitment of females, male and female Blue-footed Boobies exhibited similar bond lengths and similar numbers of social partners in life. Recent comparative evidence suggests that low fidelity rates co-occur with unbalanced adult sex ratios. Liker et al. (2014) showed that breaking of pair bonds seems to be far more frequent whenever females outnumber the males in the pool of breeders. This is unlikely to be case in this species, however. The adult sex ratio of Blue-footed Boobies is expected to be somewhat balanced, or even slightly male biased (during 1989, sex ratios at hatching and fledging were moderately skewed towards males; proportion of males in all 751 chicks studied = 0.56, Torres & Drummond 1999). Moreover, in this study of males and females the two sexes did not differ in their patterns of serial monogamy; they had a similar number of partners in life and comparable durations of pair bonds. Our results are in sharp contrast with the widespread misconception that pairs of boobies tend to stay together for life (see Burton & Burton 2002, p. 263), an error that has found its way into comparative studies and meta-analyses (e.g., Caro et al. 2016). At 29 least for the two booby species for which data are available, Sula nebouxii and the closely related Sula granti, the social mating system is one of serial remating with frequent divorce (30-50% annual), and certainly not life-long monogamy (López-Rull 2001; Maness & Anderson 2007). In conclusion, this study expands the taxonomic and life-history span of current analyses on socially monogamous pair bonds and avian pair fidelity, and can be of importance for future literature reviews and meta-analyses. Furthermore, the breeding biology of the Blue-footed Booby is uniquely well documented, making this species a valuable natural model for investigating the proximate mechanisms underlying pair bond maintenance in birds – an issue that continues to intrigue theoreticians and empiricists alike and one that could help explain the widespread evolution of social monogamy in birds. Acknowledgements We are grateful to all the volunteers that helped collecting data, and to José Luis Osorno and Roxana Torres for important contributions to the long-term study and database. Fieldwork on Isla Isabel depended on the vital logistical support of the Mexican Navy (Secretaría de Marina – Armada de México), the staff of Isla Isabel National Park and our fishermen friends from San Blas and Boca de Camichín. This paper is a partial fulfillment of OSM’s doctoral studies at the Universidad Nacional Autónoma de México – Programa de Doctorado en Ciencias Biomédicas; OSM acknowledges a scholarship from CONACYT (369647) and support from UNAM (IN205313). Finance for the long-term study was provided by CONACYT (1986-88, 4722-N9407, C01-47599, D112-903581, 31973-H, 34500V, 104313), UNAM (PAPIIT: 1991-93, IN211491, IN2007023, IN206610, IN205313) and the National Geographic Society (years 1992, 1996). Literature cited Black, J. M. 1996. Introduction: Pair bonds and partnerships. - In: Black, J. M. (ed), Partnerships in birds: The study of monogamy. Oxford University Press, pp. 3–20. Burton, M. and Burton, R. 2002. International Wildlife Encyclopedia. - Marshall Cavendish. Caro, S. M., West, S. A. and Griffin, A. S. 2016. Sibling conflict and dishonest signaling in birds. - Proc. Natl. Acad. Sci.: 1–6. Drummond, H., Torres, R. and Krishnan, V. V. 2003. Buffered development: Resilience after aggressive subordination in infancy. - Am. Nat. 161: 794–807. 30 Jeschke, J. M. and Kokko, H. 2008. Mortality and other determinants of bird divorce rate. - Behav. Ecol. 63: 1–9. Kim, S.-Y., Torres, R., Domínguez, C. A. and Drummond, H. 2007. Lifetime philopatry in the blue- footed booby: a longitudinal study. - Behav. Ecol. 18: 1132–1138. Lack, D. L. 1968. Ecological adaptations for breeding in birds. - Methuen and Co. Ltd. Liker, A., Freckleton, R. P. and Székely, T. 2014. Divorce and infidelity are associated with skewed adult sex ratios in birds. - Curr. Biol. 24: 880–884. López-Rull, I. 2001. Fidelidad y divorcio en el bobo de patas azules. Maness, T. J. and Anderson, D. J. 2007. Serial monogamy and sex ratio bias in Nazca boobies. - Proc. R. Soc. B 274: 2047–2054. Milne-Edwards, A. 1882. Recherches sur la faune des Régions Australes. - Ann. des Sci. Nat. 6: Art. 4, 37. Nelson, J. B. 2006. Pelicans, Cormorants, and their relatives: The Pelecaniformes. - Oxford University Press. Oro, D., Torres, R., Rodríguez, C., Velando, A. and Drummond, H. 2010. Climatic influence on demographic parameters of a tropical seabird varies with age and sex. - Ecology 91: 1205– 1214. Pérez-Staples, D., Osorio-Beristain, M., Rodríguez, C. and Drummond, H. 2013. Behavioural roles in booby mate switching. - Behaviour 150: 337–357. R Core Team 2015. R: A language and environment for statistical computing. in press. Rowley, I. 1983. Re-mating in birds. - In: Bateson, P. (ed), Mate choice. Cambridge University Press, pp. 331–360. Sánchez-Macouzet, O., Rodríguez, C. and Drummond, H. 2014. Better stay together: pair bond duration increases individual fitness independent of age-related variation. - Proc. R. Soc. B 281: 20132843. Torres, R. and Drummond, H. 1999. Variably male-biased sex ratio in a marine bird with females larger than males. - Oecologia 118: 16–22. 31 Table 1. Frequency of pair fidelity, measured as the total number of breeding events together, among the 7895 different pairs that were identified in our 1988-2014 breeding records. Pair fidelity Number of pairs % Cumulative % 1 5093 64.51 64.51 2 1472 18.64 83.15 3 585 7.41 90.56 4 315 3.99 94.55 5 173 2.19 96.74 6 117 1.48 98.23 7 67 0.85 99.08 8 35 0.44 99.52 9 18 0.23 99.75 10 9 0.11 99.86 11 8 0.10 99.96 12 1 0.01 99.97 13 2 0.03 100.00 32 Figure 1. Distribution of pair fidelities among the 35.5 % of pairs (N = 2802) that maintained bonds over two or more breeding events. 33 PARTE II Beneficios de la fidelidad social 34 Capítulo 3 Better stay together: pair bond duration increases individual fitness independent of age-related variation Oscar Sánchez-Macouzet, Cristina Rodríguez y Hugh DrummondProceedings of the Royal Society B 281, 20132843 DOI: 10.1098/rspb.2013.2843 http://dx.doi.org/10.1098/rspb.2013.2843 35 Abstract Prolonged pair bonds have the potential to improve reproductive performance of socially monogamous animals by increasing pair familiarity and enhancing coordination and cooperation between pair members. However, this has proved very difficult to test robustly because of important confounds such as age and reproductive experience. Here, we address limitations of previous studies and provide a rigorous test of the mate familiarity effect in the socially monogamous blue-footed booby, Sula nebouxii, a long-lived marine bird with a high divorce rate. Taking advantage of a natural disassociation between age and pair bond duration in this species, and applying a novel analytical approach to a 24 year database, we found that those pairs which have been together for longer establish their clutches five weeks earlier in the season, hatch more of their eggs and produce 35% more fledglings, regardless of age and reproductive experience. Our results demonstrate that pair bond duration increases individual fitness and further suggest that synergistic effects between a male and female's behaviour are likely to be involved in generating a mate familiarity effect. These findings help to explain the age- and experience-independent benefits of remating and their role in life-history evolution. 36 Introduction A variety of animals, from crustaceans to humans, form socially monogamous pair bonds that are maintained during reproduction [1]. This is particularly common in birds, where most species breed exclusively with one partner at a time [2]. However, socially monogamous animals often breed multiple times throughout their lifespan, and some partnerships can extend for several reproductive events [1,3]. Theoretically, bonded breeders repeatedly face the choice of whether to retain their current mate or divorce and switch to a different one [4]. To understand adaptiveness of this behaviour, costs and benefits of both remating and divorce should be considered. Although long-lasting pair bonds have fascinated naturalists for centuries, in recent decades it is exploitation of partners and sexual conflict that have preoccupied theoreticians and empiricists [5–8], and the potential individual benefits of monogamous bonds have been largely overlooked. Current research on monogamy is notoriously focused on conflict and pair bond dissolution, and a plethora of functional hypotheses have been proposed to explain avian divorce [4,9–11]. Consequently, there is little theory to explain remating with the same partner over prolonged pair bonds, and few studies have attempted to test the long- claimed fitness benefits of persistent partnerships in birds [3]. Remating can potentially reduce time and energy costs associated to mate sampling and bond formation, enabling earlier breeding [12–14], which in birds is generally more successful [15]. Remaining with the same partner could also facilitate the adjustment of within-pair behaviour by increasing pair familiarity and enhancing coordination in shared breeding activities such as territory acquisition, anti-predator defence, breeding site preparation, and offspring attendance and provisioning [16–21]. These synergistic advantages bring mutual benefits to individuals in a long-term partnership and may lead to improved reproductive success, but this is yet to be demonstrated [22]. Although a number of avian studies report an improvement in reproductive performance over successive breeding events with the same partner (the ‘mate familiarity effect’ [3]) [23–28], most fail to rule out important confounds owing to intercorrelational issues that have made it difficult, if not impossible, to reliably separate the effects of bond duration from those of age and reproductive experience — which also tend to covary 37 [25,29]. To address this problem, many studies have used multiple regression analyses in an attempt to disentangle the statistical contribution of pair bond duration (reviewed in [24,30]). Unfortunately, owing to heavy multicollinearity this statistical approach often lacks power and thus requires larger samples than can usually be obtained [28,31]. On the other hand, cross-sectional approaches are generally unable to discount the possibility of a systematic bias in the phenotypic quality of individuals of different bond durations [28]. For instance, selective divorce or mortality of low-quality breeders could result in long-bonded pairs being of higher quality [25]. To our knowledge, two studies have attempted to explicitly address these limitations under natural conditions. Black's [32] investigation of the effect of pair bond duration on reproductive success of the barnacle goose, Branta leucopsis, addressed the age- related variation that comes with longitudinal approaches by using the cumulative number of offspring as a single, lifetime measure of reproductive performance. This allowed him to demonstrate a positive association between stable, sustained bonds and fitness, while attempting to statistically control for the confounding effect of individual quality and its potential association with longer lifespan [28,32]. Van de Pol et al. [28] found that lay date, egg survival and fledgling production of pairs of oystercatchers, Haematopus ostralegus, improved over the natural duration of their pair bond, but only up to a point, after which they declined. This quadratic effect was interpreted as being statistically independent of age-related variation, although only 16% of the population was of known age and collinearity issues precluded including variables other than reproductive experience in the analyses [28]. Nevertheless, at least one positive age- and experience-independent effect of bond duration was validated by experimentally inducing some birds to bond with a new mate and finding that newly formed pairs progressively advanced their timing of egg laying over the following years [28]. We should generalize only with caution from the studies reporting a mate familiarity effect because the best support comes from studies of two species where pairs generally stay together for most of their lives (annual divorce rate is approximately 2% for barnacle geese [32] and approximately 8% for oystercatchers [33]). Several authors have noted that studies which failed to detect an effect of bond duration were mostly of species with high divorce rates (approximately 19% annually [25,28]), whereas the clearest 38 effects were observed in species where pairs maintain long, continuous bonds that sometimes extend into the non-breeding season [25,32]. Long-lived species with high divorce rates demand further exploration and may provide the most promising context for measuring and explaining the benefits of persistent pair bonds, if potential confounds can be controlled. Here, we used long-term data on the socially monogamous blue-footed booby, Sula nebouxii, a long-lived marine bird with a particularly high annual divorce rate (approximately 50%), to test whether duration of the pair bond affects onset of breeding and reproductive output, independently of age-related variation. Taking advantage of an unprecedentedly large sample, we were able to address most concerns over previous pair bond analyses by exploiting the natural disassociation between age and bond duration in this species, and by controlling for the separate effects of age and reproductive experience without the constraints of multivariate statistical approaches. Additionally, we were able to test whether an association between pair bond duration and reproductive performance is due to superior phenotypic quality of longer bonded individuals. Material and methods Study
Compartir