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OCTAVA EDICION MAITLAND Manipulación vertebral Índice de capítulos Cubierta Portada Página de créditos Colaboradores Biografía Prefacio Agradecimientos In memoriam: Kevin Banks (1959-2012) Glosario 1. El concepto Maitland: valoración, exploración y tratamiento de los trastornos del movimiento mediante el movimiento pasivo Compromiso personal con el paciente Un modo de pensar: primacía de la evidencia clínica Técnicas Exploración Valoración Conclusiones 4 kindle:embed:0002?mime=image/jpg 2. Razonamiento clínico: más allá del concepto Maitland Introducción Razonamiento clínico y práctica basada en la evidencia Pensamiento crítico y razonamiento clínico Importancia del razonamiento clínico experto para la práctica experta Razonamiento clínico y el modelo biopsicosocial de salud y discapacidad Razonamiento clínico como proceso orientado por hipótesis y colaborativo Razonamiento clínico y conocimiento Razonamiento clínico y conocimiento/metacognición Interrogatorio experto, importante para el pensamiento y el aprendizaje críticos Interrogatorio experto, importante para la práctica clínica Facilitación de la aplicación de la práctica biopsicosocial: estrategias de razonamiento clínico y categorías de las hipótesis Categorías hipotéticas Reconocimiento de patrones Complejidad del razonamiento clínico Errores en el razonamiento clínico Mejora del razonamiento clínico: aprendizaje a través del razonamiento clínico Todos somos impostores 3. Comunicación y relación terapéutica Introducción Relación terapéutica Comunicación e interacción Proceso del establecimiento colaborativo de objetivos Fases críticas en el proceso terapéutico Ejemplos textuales Conclusión 4. Abordaje de los trastornos de la columna cervical: enfoque neuroortopédico Introducción Epidemiología del dolor de cuello, cabeza y brazo Síndromes frecuentes en la región cervical y sus presentaciones 5 Razonamiento clínico y modelo biopsicosocial Una definición para dolor Mecanismos del dolor Mecanismos de estímulo dominantes Dolor asociado a cambios en el sistema nervioso Mecanismos de origen central Cerebro y dolor Mecanismos de respuesta Exploración de la región cervical Exploración física Palpación de los nervios periféricos Pruebas neurodinámicas Cribado previo al tratamiento de la columna cervical: implicaciones en la exploración Tratamiento de la región cervical Tratamiento con referencias neurodinámicas 5. Tratamiento de los trastornos de la columna dorsal Introducción: columna dorsal y concepto Maitland Indicios en la exploración subjetiva de la afectación de la columna dorsal Mejoría de los signos y síntomas en áreas alejadas de la columna tras movilización pasiva de la región vertebral mediodorsal Movilización/manipulación del tórax: ¿cuándo se deben incorporar técnicas que aborden directamente los signos/síntomas neurodinámicos en el proceso de curación de una lesión de discos intervertebrales lumbares? Exploración para determinar el uso de las técnicas de movilización pasiva y las intervenciones asociadas Técnicas de exploración y tratamiento 6. Tratamiento de los trastornos de la columna lumbar Introducción Desmedicalización y conceptualización del DLI Ámbito de actuación de los fisioterapeutas en lo que respecta al DLI Razonamiento clínico Exploración de la columna lumbar: valoración subjetiva Exploración física Técnicas terapéuticas de movilización y manipulación 6 Estudio de casos 7. Tratamiento de los trastornos sacroilíacos y pélvicos Introducción Teoría aplicada y evidencia que sirve de apoyo a la práctica Razonamiento clínico Valoración subjetiva Planificación de la exploración física («reflexión estructurada») Exploración física Tratamiento Presentaciones clínicas frecuentes 8. Mantenimiento de la capacidad funcional y el rendimiento Introducción Papel del movimiento pasivo en el fomento del movimiento activo y la actividad física Programas de recuperación funcional y autotratamiento Principios cognitivo-conductuales Conclusión Apéndice 1: Teoría de los diagramas de movimiento y realización de los mismos Apéndice 2: Ejemplos clínicos de diagramas de movimiento Apéndice 3: Refinamientos para la exploración y diagramas de movimientos Apéndice 4: Registro Índice alfabético 7 Capítulo 1 El concepto Maitland: valoración, exploración y tratamiento de los trastornos del movimiento mediante movimiento pasivo Compromiso personal con el paciente – La necesidad de realizar un esfuerzo consciente (particularmente en la primera consulta) para ganarse la confianza del paciente sirve para convertir en algo fiable, relajado y cómodo aquello que, en principio, era una experiencia generadora de ansiedad. La consecución de esta relación de confianza requiere de diversas capacidades, pero la atención es el pilar esencial en este ámbito. Concepto Maitland, puntos clave – Compromiso personal, modo de pensar, técnicas, exploración y valoración. Concepto Maitland, requisitos fundamentales – Requiere amplitud de miras y agilidad y disciplina mental, asociadas a un proceso lógico y metódico de valorar las causas y efectos. El planteamiento central requiere un compromiso personal positivo (empatía) para comprender lo que la persona (el paciente) está padeciendo. Modelo de razonamiento clínico simbólico de la «pared de ladrillo permeable» – Enfoque que distingue el razonamiento teórico de la información clínica en los procesos de toma de decisiones clínicas, de modo que la información procedente de un área puede filtrarse en otra. Así, los conceptos teóricos influyen en la exploración y el tratamiento, en tanto que estos determinan a su vez una reconsideración de las premisas teóricas. Es esencial que el conocimiento teórico y la información derivada de la «práctica basada en la evidencia» se empleen para documentar el trabajo clínico con los pacientes. Sin embargo, ello no debe derivar en el establecimiento de perspectivas restringidas ni impedir las prácticas innovadoras cuando estas sean necesarias. Modo de pensar – La «ciencia» de la fisioterapia capacita a los fisioterapeutas para establecer diagnósticos y aplicar el «arte» de su aptitud física. No obstante, el fundamento teórico de la profesión está en permanente evolución y expuesto a continuos cambios. Es esencial que los terapeutas se muestren siempre dispuestos a acceder a nuevos conocimientos y mantengan una actitud abierta ante las cuestiones que son objeto de controversia. Incluso en los casos en los que se recurre a fundamentos científicos contrastados, aplicados en un contexto idóneo, el desarrollo de diagnósticos y tratamientos fisioterapéuticos significativos solo será posible a partir de una información precisa en relación con los signos y síntomas del paciente (en lo que respecta a su capacidad de movimiento). Comparar los hallazgos físicos con determinadas teorías relativas a los conocimientos anatómicos, biomecánicos y patológicos, así como asignar «etiquetas» concretas a los trastornos de los 26 pacientes, no siempre es lo más adecuado. Los terapeutas deben mantener una actitud abierta, dado que los tratamientos evolucionan y los pacientes son reevaluados considerando el modo en el que progresan sus trastornos y las correspondientes respuestas a los abordajes terapéuticos. En todo momento, la evidencia clínica ha de ser la base sobre la que se asiente el trabajo clínico. Valoración – Se emplean numerosos medios para proceder al seguimiento de las distintas fases del proceso terapéutico: 1. Valoración analítica de la fase inicial 2. Técnicas de reevaluación antes y después de la aplicación de las intervenciones terapéuticas, así como al principio de las sucesivas sesiones 3. Valoración durante la aplicación de las intervenciones terapéuticas 4. Valoración retrospectiva, valoración analítica final en la fase terminal del proceso terapéutico 27 Capítulo 2 Razonamiento clínico: más allá del concepto Maitland Categorías de hipótesis – Categorías de decisiones quelos fisioterapeutas proponen para avanzar en la exploración y el tratamiento de sus pacientes. Conocimiento no proposicional – Conocimiento generado fundamentalmente a partir de la experiencia práctica. Conocimiento proposicional – Conocimiento generado formalmente a través de la investigación y el estudio. Esquemas de enfermedad – Teorías implícitas de los individuos sobre la enfermedad que se utilizan para interpretar las amenazas a la salud y para responder a ellas, incorporando los síntomas asociados, las creencias sobre las consecuencias inmediatas y a largo plazo del problema y sobre su evolución temporal, y los criterios referidos a la causa del problema y a los medios que pueden afectar a su curación. Estrategias de razonamiento clínico – Comprenden los diversos enfoques de razonamiento utilizados por los fisioterapeutas, por ejemplo, los razonamientos diagnóstico, narrativo, referido a las técnicas, interactivo, cooperativo formativo, predictivo o ético. Factores contribuyentes – Factores predisponentes o afines (p. ej., ambientales, psicosociales, conductuales, físicos/biomecánicos, hereditarios), implicados en el desarrollo o mantenimiento del problema del paciente. Interrogatorio socrático – Arte de formular preguntas y obtener respuestas planteado por Sócrates, basado en la noción de que el pensamiento (es decir, las interpretaciones, opiniones, análisis y conclusiones) tiene una lógica o estructura que los sustenta que, de manera característica, no resulta evidente en su expresión inicial. El objetivo del cuestionamiento socrático es clarificar y comprender la lógica de los pensamientos de una persona (incluyendo sus propias reflexiones críticas). Mapa mental – Representación esquemática del conocimiento de una persona sobre un determinado tema y de la organización de dicho conocimiento. Mecanismos del dolor – Mecanismos de entrada, procesamiento y salida que subyacen a la restricción en la actividad/participación, las perspectivas desalentadoras y los trastornos físicos del paciente. Metacognición – Autoconocimiento reflexivo y autocontrol del pensamiento, el conocimiento y la funcionalidad. Modelo biopsicosocial – Se trata de un marco conceptual o enfoque originalmente propuesto por el psiquiatra George L. Engel de la University of Rochester. El modelo propone que los factores biológicos, psicológicos (incluyendo pensamientos, emociones y comportamientos) y los factores sociales, contribuyen todos ellos al desarrollo de las funciones, la salud y la enfermedad de los seres humanos. Está planteado en contraposición al 28 modelo biomédico reduccionista, que anteriormente dominaba el ámbito de la medicina y la fisioterapia, y en virtud del cual el estado de enfermedad era solo atribuido a agentes patógenos, factores genéticos, alteraciones del desarrollo o lesiones. Perspectivas del paciente – Pensamientos/creencias, motivaciones, sentimientos, objetivos, expectativas y criterios de autoeficacia del paciente relativos a su experiencia del dolor y la discapacidad (estado psicosocial). Preguntas de detección selectiva – Preguntas (formuladas a través de una entrevista o un cuestionario) destinadas a identificar información potencialmente importante del paciente que no haya sido expresada voluntariamente por este. Razonamiento deductivo – Razonamiento que parte de una premisa general para llegar a una conclusión específica (asociada a la prueba de una hipótesis). Razonamiento diagnóstico – Razonamiento asociado a la formulación de un «diagnóstico» de fisioterapia, relacionado con la(s) limitación(es) funcional(es) y asociado a trastornos físicos en los que se consideran los mecanismos causantes del dolor, la patología de los tejidos y el amplio campo de los potenciales factores contribuyentes. Razonamiento inductivo – Razonamiento anterógrado desarrollado a partir de referencias específicas para llegar a un criterio general (asociado al reconocimiento de patrones). Razonamiento narrativo – Proceso de conocimiento de las experiencias de dolor, enfermedad y/o discapacidad del paciente a partir de la «historia» referida por él al respecto. En ella se incorporan el conocimiento de su problema y el efecto que tiene en su vida, sus expectativas sobre el tratamiento, sus sentimientos y capacidad de afrontamiento, y los efectos que las perspectivas personales tienen en la presentación clínica, en particular en lo que respecta a la facilitación o la obstrucción de la recuperación. 29 Capítulo 3 Comunicación y relación terapéutica Axioma de Watzlawick et al. (1969) – «La no comunicación no existe»; indica que la comunicación no verbal y la propia ausencia de palabras pueden ser, en realidad, medios de trasmisión de un mensaje importante. Banderas amarillas – Factores de riesgo psicosociales que pueden dificultar la recuperación plena de la funcionalidad. Capacidad de escuchar – Los fisioterapeutas han de desarrollar aptitudes de escucha activas y pasivas que favorezcan el desarrollo de un clima en el que los pacientes se sientan libres para revelar informaciones que consideren importantes. Comunicación – Verbal y no verbal. Se puede considerar un proceso de intercambio de mensajes que debe ser descodificado. Un mensaje puede contener diversos aspectos: su propio contenido, un llamamiento, una indicación de la relación con la persona a la que el mensaje va dirigido o un factor que revela información sobre quien envía el mensaje (Shultz von Thun, 1981). Establecimiento colaborativo de objetivos – Proceso a través del cual el fisioterapeuta define los resultados deseados del tratamiento, con el paciente y no para él. Se trata de un proceso que se sucede en todas las sesiones. Incluye objetivos de tratamiento, selección de intervenciones y parámetros destinados a valorar los resultados terapéuticos. Fases críticas del proceso terapéutico – A lo largo de todo el proceso fisioterapéutico hay algunas fases «críticas» específicas en las que determinadas informaciones deben ser requeridas o aportadas. Saltarse alguna de estas fases puede hacer que el fisioterapeuta omita información relevante en lo que respecta al diagnóstico o la valoración. Por otra parte, el hecho de saltarse alguna de las fases dificulta a veces la relación terapéutica, puesto que el paciente puede no comprender el propósito de determinadas intervenciones. Frases, palabras y gestos clave – Se trata de elementos que requieren atención durante todo el proceso fisioterapéutico. Si se captan y se reacciona a ellos, el fisioterapeuta puede recibir información importante en las intervenciones de valoración y reevaluación. Además, en ocasiones aportan pistas sobre los pensamientos, creencias y emociones del paciente, que pueden ser factores que contribuyan a la discapacidad presente debida al dolor. Paralelismo – Importante técnica de comunicación en la que el fisioterapeuta sigue la línea de pensamiento del paciente, en vez de dejar que prevalezcan las técnicas fisioterapéuticas de valoración subjetiva. Preguntas de respuesta inmediata – En varias fases del proceso de recopilación de información (sesiones iniciales, reevaluaciones), el 30 fisioterapeuta puede necesitar interrumpir al paciente, intercalando una pregunta «de respuesta inmediata», para aclarar alguna información aportada por el paciente. Ello es particularmente importante durante la valoración subjetiva de la sesión inicial y en las intervenciones de reevaluación, en las que las «afirmaciones de hecho» deben ser en ocasiones transformadas en términos comparativos. Reflejo – Técnica de comunicación que puede ser aplicada por los fisioterapeutas para orientar al paciente hacia una concienciación creciente en lo que respecta a la utilización del cuerpo, la postura o los elementos de la experiencia individual de la enfermedad. A menudo se expresa con términos introductorios tales como «Veo que usted hace…» o «He oído que usted dice…». Relación terapéutica – Diferenciada de la relación personal. La comunicación y el desarrollo consciente de unarelación terapéutica se consideran factores importantes para el favorecimiento de un clima en el que el paciente pueda aprender, adquirir confianza y recuperar plenamente su funcionalidad. 31 Capítulo 4 - Abordaje de los trastornos de la columna cervical: enfoque neuroortopédico Alodinia – Dolor debido a un estímulo que normalmente no lo causa. Biopsicosocial – Término que define un concepto personal de actitudes y creencias relacionadas con la lesión y el dolor y con el modo en que estos interactúan con influencias sociales, culturales, lingüísticas y laborales (Butler, 2000). Para «modelo biopsicosocial», véase la definición en el capítulo 2 de este glosario. Cuerpo virtual – Representación del cuerpo real en el cerebro. La identificación del dolor y de los síntomas con él relacionados siempre son expresados en el cuerpo virtual del cerebro. Disestesia – Sensación desagradable anómala, espontánea o evocada. Dolor neuropático – Dolor causado por una lesión o enfermedad del sistema nervioso somatosensitivo. Dolor neuropático periférico – Dolor causado por una lesión o enfermedad del sistema nervioso somatosensitivo periférico. Dolor nociceptivo – Dolor ocasionado por un daño real o una amenaza del mismo que afecta a tejido no neural y que es debido a activación de nocirreceptores. Dolor radicular – Dolor observado en la distribución de un dermatoma o una vía neural conocida, posiblemente debido a inflamación o a otro tipo de irritación de la raíz nerviosa. Estímulo nociceptivo – Episodio real o potencialmente nocivo para los tejidos transducido y codificado por nocirreceptores. Estímulo nocivo – Estímulo que produce daño, o amenaza con producirlo, a los tejidos normales. Hiperalgesia – Sensación de dolor aumentada por un estímulo que normalmente produce dolor. Hipoalgesia – Sensación de dolor disminuida en respuesta a un estímulo que normalmente produce dolor. Modelo de organismo maduro – (Gifford, 1998) Modelo conceptual utilizado para incorporar los mecanismos del dolor a la ciencia de la biología del estrés y al modelo biopsicosocial del dolor. También se llama modelo circular (Butler, 2000). Neuralgia – Dolor en la distribución de un nervio o nervios. Neurofirma/neurotag – Estímulos de la neuromatriz (Melzack, 1999) y del patrón de actividad que crea la percepción de cualquier estimulación sensitiva del cerebro. La percepción del dolor puede considerase una neurofirma (Butler y Moseley, 2003), que determina las cualidades y otras propiedades de la experiencia del dolor y de la conducta con ella relacionada. 32 Neuromatriz – Puede considerarse como una extensa red plástica de interconexión, altamente flexible, de neuronas activadas en el cerebro y modeladas por todas las actividades y experiencias de la vida (Melzack, 1990), la cual integra los diversos estímulos de entrada para producir el patrón de respuesta de salida que evoca el dolor (Melzack, 1999). Neurona nociceptiva – Neurona central o periférica del sistema nervioso somatosensitivo capaz de codificar estímulos nocivos. Neuropatía – Trastorno de una función o cambio patológico en un nervio (mononeuropatía), en varios (mononeuropatía múltiple) o en varios de forma difusa y bilateral (polineuropatía). Nocicepción – Proceso neural de codificación de estímulos nocivos. Nocirreceptor – Receptor sensitivo de umbral elevado del sistema nervioso somatosensitivo periférico, que es capaz de transducir y codificar estímulos nocivos. Parestesia – Sensación anómala, espontánea o provocada. Radiculopatía – Término que no define un trastorno específico, sino más bien un problema en uno o más nervios, que se ven afectados y no funcionan apropiadamente (neuropatía). Representación – El sistema nervioso central es el principal sistema de representación. Tiene la capacidad de representar la anatomía, la fisiología, el movimiento, el dolor, las emociones y la enfermedad del cuerpo en su conjunto (Melzack, 1990). Sensibilización – Incremento de la respuesta de las neuronas nociceptivas a su estimulación normal y/o reclutamiento de una respuesta a los estímulos por debajo del umbral normal. Sensibilización central – Aumento de la respuesta de las neuronas nociceptivas en el sistema nervioso central con respecto a su entrada aferente normal o inferior al valor umbral. Sensibilización periférica – Respuesta aumentada y umbral reducido de las neuronas nociceptivas periféricas ante la estimulación de sus campos receptivos. TALC – Trastornos asociados a latigazo cervical. 33 Capítulo 5 Tratamiento de los trastornos de la columna dorsal Biopsicosocial – Marco conceptual o enfoque originalmente propuesto por el psiquiatra George L. Engel, de la University of Rochester. Para «modelo biopsicosocial», véase la definición en el capítulo 2 de este glosario. «Hacer que las cosas encajen» – Uno de los principales elementos de la valoración del paciente. El fisioterapeuta manual debe decirle al paciente que su problema se asemeja a un rompecabezas y que su trabajo consiste en «hacer que las piezas encajen», para lo cual necesita ayuda y colaboración. Como consecuencia de esta colaboración, la información clínica, el conocimiento del terapeuta y el paciente y la experiencia del terapeuta pueden analizarse y vincularse conjuntamente, a fin de adoptar las decisiones terapéuticas más eficaces. Múltiples áreas, múltiples síntomas – Término aplicado a pacientes con problemas complejos y crónicos que a menudo presentan numerosas áreas sintomáticas, que les afectan de diversas formas. En estos casos, los terapeutas deben considerarlos como parte de un problema con estímulos neurológicos y estructurales diferenciados y aislados. Procesos somáticos que simulan los viscerales, viscerales que simulan los somáticos – El conocimiento de la anatomía, de la inervación de los tejidos corporales, del dolor referido, de los estudios clínicos y de la experiencia clínica garantiza que los terapeutas han de ser conscientes de que un estímulo doloroso en un tejido somático (p. ej., las articulaciones intervertebrales dorsales) puede simular un dolor de origen visceral (p. ej., de la vesícula biliar) y viceversa. En ciertos casos, ambas situaciones coexisten. Señales de alarma – Signos y síntomas indicativos de la presencia de una patología grave y de necesidad de atención médica urgente. Técnicas de movilización pasiva – Técnicas de terapia manual aplicadas, habitualmente, por un terapeuta al paciente. Las técnicas se aplican de manera (estiramiento oscilatorio/sostenido, posición en amplitud, velocidad, ritmo, duración) que siempre queden bajo el control del paciente. 34 Capítulo 6 Tratamiento de los trastornos de la columna lumbar Desmedicalización del dolor lumbar – Necesidad de que una alteración sea tratada en el ámbito de la comunidad más que en un hospital. Dolor lumbar – Caracterizado por dolor y molestias localizados por debajo del borde costal y por encima del pliegue glúteo inferior, con o sin dolor en la pierna. «Hacer que las cosas encajen» – Véase definición en capítulo 5, en este glosario. Pronóstico – Previsión de la evolución futura del trastorno del paciente, basándose en la probabilidad de recuperación física, psicológica y funcional del paciente y del trastorno. 35 Capítulo 7 Tratamiento de trastornos sacroilíacos y pélvicos Cierre de forma, cierre de fuerza – Propiedades biomecánicas que contribuyen a la estabilidad de la cintura pélvica. El cierre de forma hace referencia a la situación estable definida por el ajuste estrecho de las superficies articulares, en el que no son necesarias fuerzas adicionales para mantener el estado del sistema cuando recibe cierto grado de carga. El cierre de fuerza se consigue a través de los sistemas de músculos estabilizadores locales y globales de la pelvis, la columna lumbar y las piernas. Dolor de cintura pélvica – Generalmente asociado a embarazo, traumatismo, artritis o artrosis. Se padece entre la cresta ilíaca posterior y el pliegue glúteo, particularmente en la proximidad de laarticulación sacroilíaca (ASI). El dolor puede irradiar al muslo posterior y, conjunta y/o separadamente, a la sínfisis. La capacidad de resistencia para estar de pie, caminar o sentarse se ve reducida. El diagnóstico de dolor de cintura pélvica (DCP) puede concretarse tras descartar posibles causas lumbares. El dolor o los trastornos funcionales relacionados con el DCP han de ser reproducibles mediante pruebas clínicas específicas (Vleeming et al., 2008). 36 Capítulo 8 Mantenimiento de la capacidad funcional y el rendimiento Establecimiento colaborativo de objetivos – Proceso a través del cual se definen los objetivos del tratamiento, los parámetros para controlar los resultados terapéuticos y la selección de intervenciones, con el paciente más que para el paciente. Es esencial que este concepto se tenga en cuenta a lo largo de todas las sesiones del tratamiento y no en una sola al comienzo de la secuencia de visitas. De hecho, la información y el establecimiento de objetivos continuados han de considerarse elementos esenciales en el proceso de tratamiento individualizado. Fases de la recuperación funcional hacia una capacidad de movimiento plena – En los programas de restablecimiento funcional, los fisioterapeutas necesitan adaptar el tratamiento a las distintas fases de la capacidad funcional: etapas aguda y subaguda, fase de restablecimiento funcional y fase de fomento de un estilo de vida saludable en lo que respecta a la actividad y el reposo. Las movilizaciones pasivas pueden desempeñar un papel importante durante las fases aguda y subaguda. No obstante, todos los movimientos pasivos deben considerarse como un elemento desencadenante del movimiento activo y de la mejora de la percepción del movimiento corporal. Los terapeutas deben aprender a reconocer qué pacientes pueden desarrollar dolor y discapacidad, adaptando consecuentemente el enfoque de su tratamiento. En todas las fases se recomienda seguir planteamientos cognitivo-conductuales en lo que respecta a la práctica clínica. Principios cognitivo- conductuales – Aspectos cognitivo-conductuales esenciales que en ocasiones es necesario integrar en los enfoques fisioterapéuticos; entre ellos se cuentan los siguientes: • Reconocimiento de los potenciales obstáculos para la recuperación funcional plena. • Proceso de establecimiento colaborativo de objetivos. • Fases del cambio conductual. • Favorecimiento del cumplimiento. • Educación del paciente. Recuperación funcional y capacidad de movimiento – Desde el punto de vista profesional específico de los fisioterapeutas, el restablecimiento funcional se centra en el mantenimiento de una capacidad de movimiento óptima de la persona. Los objetivos terapéuticos comprenden mejora de las funciones motoras, del bienestar y de las actividades de la vida diaria; con el fin de que los pacientes puedan elegir su participación en ellas (en sus papeles de pareja, familiar o amigo; o en los deportes y actividades de ocio o de trabajo). Teoría del continuo del movimiento – Esta teoría describe el movimiento humano desde un micronivel a un macronivel. Sirve como base para el 37 desarrollo del cuerpo de conocimiento de los fisioterapeutas y engloba todos los conceptos y métodos propios de la práctica fisioterapéutica. 38 Apéndice 4 Registro Comentarios SOEP – El registro de las sesiones de tratamiento ha de incluir información detallada, aunque breve y sencilla, para que se identifique a primera vista. En tal contexto se emplean los llamados comentarios SOEP (Weed, 1964; Kirk, 1988), acrónimo inglés (SOAP) que hace referencia a las distintas partes del proceso de valoración, a saber: 1. Obtención de información subjetiva. 2. Obtención de información objetiva. 3. Realización de la evaluación. 4. Desarrollo y formulación de un plan. RMOP – Registros médicos orientados al problema. 39 Bibliografía Butler DS. The sensitive nervous system. Adelaide: NOI Publications; 2000. Butler DS, Moseley GL. Explain pain. Adelaide: NOI Publications; 2003. Gifford L. Pain, the tissues and the nervous system: a conceptual model. Physiotherapy. 1998;84:27–33. Kirk D. Problem orientated medical records: guidelines for therapists. London: Kings Fund Centre; 1988. Melzack R. Phantom limbs and the concept of a neuromatrix. Trends in Neuroscience. 1990;13:88–92. Melzack R. From the gate to the neuromatrix. Pain Supplement. 1999;6:S121–S126. Schulz von Thun F. Miteinander Reden – Störungen und Klärungen. Allgemeine Psychologie der Kommunikation. Reinbek bei Hamburg: Rowohlt Taschenbuch Verlag; 1981. Vleeming A, Albert HB, Östgaard HC, et al. European Guidelines for the diagnosis and treatment of pelvic girdle pain. European Spine Journal. 2008;17:794–819. Watzlawick P, Beavin J, Jackson DJ. Menschliche Kommunikation. Bern: Huber Verlag; 1969. Weed L. Medical records, medical education and patient care. Irish Journal of Medical Science. 1964;6:271–282. 40 El concepto Maitland: valoración, exploración y tratamiento de los trastornos del movimiento mediante el movimiento pasivo Geoffrey D. Maitland CONTENIDOS DEL CAPÍTULO Introducción 1 Compromiso con el paciente 2 Primacía de la evidencia clínica 2 Técnicas 5 Exploración 6 Valoración 7 Términos clave Primacía de la evidencia clínica, compromiso hacia el paciente, habilidades de comunicación, movimiento pasivo, movilización, manipulación Me resultaría difícil, como individuo que ha estado implicado en la práctica de la fisioterapia de manipulación en Australia durante las tres últimas décadas, valorar de forma objetiva mi contribución concreta a esta disciplina. Por eso, voy a empezar este capítulo, a modo de explicación y justificación, con una cita importante y pertinente de Lance Twomey: Desde mi punto de vista, el abordaje Maitland al tratamiento se diferencia de otros, no en la mecánica de la técnica, sino más bien en la aproximación al paciente y su problema concreto. Es única en Fisioterapia su atención a los 41 detalles de la exploración, el tratamiento y la respuesta, y considero que merece la pena abordar con cierto detenimiento: • El desarrollo de sus conceptos de valoración y tratamiento. • Su insistencia en una base sólida de conocimientos biológicos básicos. • La necesidad de un alto nivel de habilidad. • La evolución de los conceptos. No «surgió» como un tema totalmente desarrollado, sino que es un ser vivo, que se desarrolla y amplía. • Necesidad de una exploración clínica detallada y de un abordaje basado en la exploración/tratamiento/nueva exploración. Este tema debe ser tenido en consideración de forma especial porque para mí constituye la esencia de «Maitland». Aunque el texto de este capítulo aborda el «movimiento pasivo», debe quedar claro que este autor no considera que dicho movimiento pasivo sea la única forma de tratamiento capaz de aliviar los trastornos musculoesqueléticos. Este capítulo trata de aportar un marco conceptual para un tratamiento, que muchos autores consideran único. Por tanto, para conseguir una mejor expresión en este capítulo se va a aludir al abordaje especial de la valoración, exploración y tratamiento como «el concepto Maitland» y posteriormente se usará solo la expresión «el concepto». Resulta difícil abordar todos los aspectos de «el concepto» con el mero lenguaje escrito, dado que gran parte de él depende de un patrón clínico concreto de razonamiento. Este abordaje no es solo metódico, sino que también implica participación y por eso resulta difícil describirlo de forma adecuada sin una demostración clínica. El concepto Maitland exige una mentalidad abierta, una mente ágil y una disciplina mental vinculada con un proceso de valoración de la causa y el efecto lógico y metódico. El aspecto central necesita un compromiso personal positivo (empatía) para comprender lo que la persona (paciente) está soportando. Los aspectos claves de «el concepto» que deben ser explicados son el compromiso personal, el modo de pensamiento, las técnicas, la exploración y la valoración. 42 Compromiso personalcon el paciente Todos los clínicos defienden que tienen un alto grado de compromiso personal con cada paciente. Aunque esto puede ser cierto, muchas áreas de la fisioterapia exigen un compromiso más profundo del habitual para conseguir ciertos conceptos terapéuticos. Por tanto, el fisioterapeuta debe tener un compromiso personal con la asistencia y ser capaz de tranquilizar, comunicar, escuchar e inspirar confianza. Todos los terapeutas deben realizar un esfuerzo consciente (sobre todo durante la primera consulta) para conseguir ganarse la confianza del paciente, su seguridad y una confianza relajada, a partir de lo que podría ser inicialmente una experiencia generadora de ansiedad. Conseguir esta relación de confianza exige muchas habilidades, pero es esencial que se aporte un cuidado correcto. En los primeros minutos, el clínico debe conseguir que el paciente crea que tiene interés en conocer sus sentimientos; el tema más importante no es lo que siente el médico u otra persona, sino lo que el propio paciente siente. Este abordaje tranquiliza de forma inmediata al paciente porque le demuestra que estamos preocupados por sus síntomas y los efectos que tienen. Debemos emplear la terminología de los pacientes en nuestras discusiones; debemos adaptar nuestro lenguaje (y jerga) para conseguirlo; debemos mostrar nuestra preocupación por los síntomas de una forma que se adapte a los sentimientos del paciente hacia ellos. Dicho de otro modo, deberíamos adaptar nuestro abordaje al modo de expresión de cada paciente, no tratar de conseguir que el paciente se adapte a nuestra personalidad o conocimientos. El paciente también debe ser tranquilizado sobre la confianza y comprensión del terapeuta. La comunicación es otra habilidad que los clínicos deberían aprender a emplear de forma eficaz y adecuada. En lo que respecta al compromiso personal, este pasa por comprender los aspectos verbales y no verbales de la comunicación, de forma que usarla contribuya todavía más a reforzar la relación entre el paciente y el clínico. Algunas personas encuentran grandes dificultades para conseguirlo, pero, sea cual sea el esfuerzo exigido, esta habilidad debe ser aprendida y empleada. La escucha del paciente se debe hacer de forma abierta y exenta de prejuicios. Es muy importante aceptar la historia que refiere el paciente, al tiempo que se está preparado para preguntarle de forma detallada sobre ella. La capacidad de aceptar y escuchar es muy exigente y demanda un alto nivel de objetividad. Resulta muy triste escuchar a los pacientes decir que su médico o fisioterapeuta no les escuchó con suficiente cuidado o simpatía, sensibilidad o atención al detalle. La siguiente frase recogida de The Age (1982), un periódico australiano diurno, establece de forma clara las características de esta 43 «escucha»: Escuchar es, en sí mismo, un arte y en esto se diferencia de limitarse a oír. Oír es un acto pasivo, mientras que escuchar es activo. Oír es algo involuntario, pero escuchar exige atención. Oír es algo natural, pero escuchar necesita una disciplina adquirida. Es clave aceptar al paciente y su historia si se quiere establecer una relación de confianza entre el paciente y el clínico. Se deben aceptar y apreciar las sutilezas de los comentarios sobre la enfermedad, aunque suenen raros. Dicho de otra manera, tanto el paciente como sus síntomas son «inocentes, hasta que se demuestre lo contrario» (es decir, lo que el paciente cuenta es verdadero y fiable hasta que se confirme que no lo es, que está sesgado o que es mentira). En este contexto, se debería guiar al paciente para que comprenda que su cuerpo puede contarle aspectos vinculados con su trastorno y su comportamiento, y que nosotros, como clínicos, no podremos conocerlos salvo que nos los cuente. La relación debería inspirar confianza y generar una relación de confianza entre las dos partes. Este concepto central dentro del compromiso total deber comenzar desde el primer minuto de la primera consulta y mantenerse hasta que culmine todo el período de tratamiento. Otros aspectos importantes de la comunicación se analizan más adelante en los epígrafes «Exploración» y «Valoración» (y en el capítulo 3). 44 Un modo de pensar: primacía de la evidencia clínica Como fisioterapeutas formados, hemos absorbido mucha información científica y obtenido una gran experiencia clínica, y estos dos factores resultan claves para poder aplicar un tratamiento eficaz. La «ciencia» de nuestra disciplina nos permite establecer diagnósticos y aplicar el «arte» apropiado de nuestra habilidad física. Sin embargo, la base teórica aceptada de nuestra profesión está en un proceso de desarrollo y cambio constante. La norma de ayer mañana se convierte en una mera habladuría. Resulta esencial mantenerse abierto a los nuevos conocimientos y tener la mente abierta en los campos de incertidumbre para que la inflexibilidad o la visión en «túnel» no se traduzcan en una mala aplicación de nuestro «arte». Incluso aplicando la ciencia bien demostrada en el contexto adecuado y con la información precisa en relación con los síntomas y signos del paciente, a menudo resulta difícil establecer el diagnóstico correcto. Puede que no siempre sea adecuado tratar de ajustar los hallazgos clínicos a una teoría concreta del conocimiento anatómico, biomecánico o patológico con el fin de adjudicar una «etiqueta» determinada al cuadro del paciente. Los terapeutas deberían mantener la mente abierta mientras el tratamiento está en curso, reevaluando al paciente en relación a la evolución de su condición y de la respuesta al tratamiento. En resumen, la base científica que subyace a la actual gama de diagnósticos de los trastornos de la columna se comprende de forma incompleta. También se están produciendo cambios rápidos por los avances en el conocimiento, situación que se va a mantener. En este contexto, el terapeuta puede sentirse seguro de la evidencia clínica obtenida a partir de la anamnesis y los signos clínicos, pero debe evitar caer en la tentación de «encuadrar el diagnóstico» en la lista inflexible e incompleta de opciones existentes en la actualidad. El fisioterapeuta debe mantener su mente abierta, no solo en la primera consulta, sino también durante la posterior valoración y tratamiento, para poder observar las cambiantes respuestas del paciente. Cuando el terapeuta está trabajando en un «área relativamente poco clasificada», como los trastornos de la columna vertebral humana, no se debería dejar influir demasiado por la masa poco fiable de datos biomecánicos, síntomas y patologías comprendidos de forma inadecuada. Como consecuencia de todo lo anterior, se ha elaborado una lista de pasos prácticos que se deben seguir. En los primeros años de su evolución, el «concepto Maitland» tenía como base los siguientes estadios dentro de un tratamiento: 1. Tras valorar el efecto de un trastorno en el paciente, aplicar una sola técnica terapéutica. 2. Tomar nota con cuidado de lo que sucede durante la realización de dicha técnica. 45 3. Tras completar la técnica, valorar el efecto que esta ha tenido sobre los síntomas del paciente, incluido el movimiento. 4. Tras valorar los pasos 2 y 3 y teniendo en consideración los conocimientos teóricos existentes, planificar el siguiente abordaje terapéutico y repetir el ciclo desde el paso 1. Resulta evidente que esta secuencia podrá resultar útil e informativa solo cuando tanto la anamnesis como la exploración física sean exactas. El verdadero patrón del concepto obliga a mantener el pensamiento en dos compartimentos distintos, pero interdependientes: el marco teórico y la valoración clínica. Podemos aclarar estos conceptos con un ejemplo. Sabemos que un disco intervertebral se puede herniar y provocar dolor, con frecuencia referido hacia la pierna. Sin embargo, una hernia puede provocar muchas presentaciones distintas (tabla 1.1). Tabla 1.1 Un diagnóstico con muchas presentaciones Sin embargo, lo contrario también es cierto. Un paciente puede tener un conjunto desíntomas para los cuales se puede aplicar más de un título diagnóstico (MacNab, 1971; tabla 1.2). Tabla 1.2 Diagnósticos diferenciales a partir de un conjunto de signos y síntomas 46 Teoría Clínica Diagnóstico: hernia H.1 (historia); Sí1 (síntomas); discal ~ s, (signos) H,2 Sí2 S2 H,3 Sí3 S3 etc. Dadas las circunstancias recogidas en las tablas 1.1 y 1.2, es evidente que no siempre se puede tener un diagnóstico (biomédico) preciso de los pacientes tratados. Cuanto más adecuado y completo sea el marco teórico que tengamos, más apropiado resultará el tratamiento. Si el marco teórico está equivocado o tiene deficiencias (como se admite en la mayoría de los casos), podrá llegar a ser imposible comprender de forma exacta y completa el trastorno del paciente. Por eso resulta fundamental que el terapeuta sea humilde y mantenga la mente abierta para no colgar al paciente una etiqueta diagnóstica errónea de forma prematura. Sin embargo, los componentes teóricos y clínicos deben influirse entre sí. Con esta idea en la cabeza, he desarrollado un abordaje que separa el conocimiento teórico de la información clínica a través de lo que he denominado pared de ladrillos permeables simbólica (tabla 1.3). Este muro permite separar la teoría de la práctica y también logra que cada una ocupe su propio compartimento (aunque no de forma exclusiva). De este modo, la información de un lado se puede filtrar al otro, y esto permite que los conceptos teóricos influyan sobre la exploración y el tratamiento y también que la exploración y el tratamiento lleven a reconsiderar los aspectos teóricos. Tabla 1.3 Pared de ladrillos permeable simbólica 47 Teoría Diagnóstico 1 Diagnóstico 2 =========~3~► Diagnóstico 3 Diagnóstico 4 Hx. historia; S, signos; Sí, síntomas. Clínica Hx; Sí; S Con este modelo de pensamiento, el concepto de la pared de ladrillos libera la mente del clínico de prejuicios y permite al terapeuta valorar las posibles razones del trastorno de un paciente; especular, valorar una hipótesis y comentar con otras personas las posibilidades diagnósticas vinculadas con otros posibles diagnósticos sin que realmente nadie conozca la respuesta, aunque siempre desde la base de una clara comprensión de los síntomas y signos vinculados del paciente (fig. 1.1). FIGURA 1.1 Diagrama de flujo que muestra las relaciones y contextos de los conocimientos teóricos y clínicos con las hipótesis relacionadas. (Hx, historia; S, signos; Si, síntomas.) Reproducido de Twomey LT, Taylor JR, eds. (1988) Physical therapy of the low back, p. 140, Churchill Livingstone con autorización de Elsevier. Este modo de pensamiento necesita un lenguaje preciso, mientras que el 48 Teoría L Clínica A p D A R R E L D L Diagnóstico o Hx; Sí; S Hx, historia; S, signos; Si, síntomas. CONOCIMIENTO TEÓRICO Anatomía, fisiología, biomecánica, patología ••----•- INFORMACIÓN CLÍNICA Hx; Sí; S. Hechos e «impresiones» HIPJ ESIS -•-----~ 1 ♦ DEMOSTRACIÓN DE LAS HIPÓTESIS 1 DIAGNÓSTICO uso inadecuado de las palabras se acompaña de un razonamiento defectuoso. La forma de afirmar algo de un individuo permite a la persona que le escucha hacerse una idea de lo que está pensando y del marco de referencia en el que se enmarca la afirmación. Un sencillo ejemplo nos permitirá aclarar este punto. Imagine que un clínico está presentando a un paciente en un seminario clínico y le pide que indique la zona donde siente el dolor. Durante la discusión posterior, el clínico puede describir el dolor del paciente como «dolor sacroilíaco». Estas palabras están mal elegidas. Para adaptarse «al concepto» que hemos comentado, se deben mantener la información clínica y la interpretación teórica por separado, lo que nos obligaría a describir el dolor sencillamente como «un dolor en la región sacroilíaca». Se considera una asunción injustificada sugerir que el origen del dolor es una patología de la articulación sacroilíaca, aunque la descripción previa se pudiera interpretar en ese sentido. Por otro lado, al decir «dolor de la región sacroilíaca» estamos indicando que se plantean orígenes adicionales para el dolor, además de las propias articulaciones sacroilíacas, de forma que nuestras opciones diagnósticas se mantienen abiertas hasta disponer de más evidencia. Este es un elemento fundamental de «el concepto». Algunos lectores pueden considerar que prestar atención a este tipo de detalles resulta innecesario y pedante. Sin embargo, no es verdad. La selección cuidadosa y correcta de las palabras indica disciplina mental y ausencia de prejuicios, que condicionan todas las intervenciones diagnósticas, incluido todo el proceso de exploración, tratamiento e interpretación de las respuestas de los pacientes. La forma de escribir los hallazgos de la exploración y la respuesta al tratamiento de los clínicos también demuestra de forma clara si los procesos mentales del terapeuta son correctos o erróneos. Un abordaje científico genuino consiste en un pensamiento lógico, con componente vertical y lateral y razonamiento deductivo e inductivo. Se necesita para ello una mente libre de ataduras generadas por una teoría confusa y no demostrada, que al mismo tiempo sea capaz de utilizar los hechos demostrados y conservar la capacidad crítica para distinguir entre las pruebas bien confirmadas y las opiniones no sustentadas. Necesita una mente honesta, metódica y autocrítica, pero también capaz de tener la máxima amplitud posible en aspectos como la improvisación y la innovación. 49 Técnicas Muchos fisioterapeutas clínicos están continuamente buscando técnicas nuevas de movilización articular. Cuando escuchan un nombre nuevo o cuando un autor nuevo escribe una obra sobre manipulación, tratan de adquirir las «nuevas» capacidades técnicas y aplicarlas de forma inmediata. En realidad, las técnicas solo tienen una importancia secundaria. Por supuesto, cuando se aplican de forma inadecuada o errónea, el tratamiento podrá fallar y el terapeuta perderá la confianza en ellas. Sin embargo, yo considero que existen muchas técnicas aceptables, cada una de las cuales se puede modificar para adaptarse al trastorno de un paciente y al estilo y la forma física del clínico. En consecuencia, opino que ningún conjunto de técnicas concreto puede pertenecer o atribuirse a una persona aislada. No deberían ponerse límites a la selección de las técnicas: las técnicas de base biomecánica de Kaltenborn; las técnicas de «desplazamiento» de McKenzie; la técnica de los movimientos combinados de Edwards; la técnica osteopática y quiropráctica; las técnicas de Cyriax; la técnica de Stoddard; las técnicas de los ajustadores de huesos; las técnicas de Maigne; y las técnicas de Mennell. Todas estas técnicas pertenecen a nuestros tiempos y todos los terapeutas expertos deben sentirse totalmente libres para emplear cualquiera de ellas. La consideración más importante es que la técnica elegida sea adecuada para el paciente o la situación concreta y que se realice una valoración detenida y continua de su efecto. Técnicas de tratamiento Dentro del amplio concepto de este capítulo, existen una serie de técnicas de tratamiento que se utilizan de forma continua, pero no se describen por otros autores. Dichas técnicas se exponen a continuación. A la hora de tratar los trastornos muy dolorosos, es posible emplear los movimientos pasivos terapéuticos de forma oscilatoria («agitación de la superficie», como describió Maitland, 1985), pero con dos importantes condiciones: 1. El movimiento oscilatorio se realiza sin que el paciente tenga dolor ni tampoco molestia alguna. 2. El movimiento solo debe realizarse en la parte del arco de movimiento en el que no se encuentre resistencia, es decir, en el que no aparezcan rigidez o espasmo muscular que limiten la oscilación. Cabría preguntarse cómo es posible que un movimiento oscilatorio indoloro, que evita cualquier intento de distender las estructuras, consiga mejora alguna de los síntomas del paciente. Se ha sugerido una respuestacientífica a esta duda (Maitland, 1985), pero existe una conclusión clínica todavía más importante. Se ha demostrado de forma repetida en la clínica que este tipo de técnica consigue una mejora medible en el arco de 50 movimiento, con reducción del dolor y la discapacidad, sin efectos lesivos demostrables. Esto demuestra que el tratamiento es correcto a nivel clínico y, por tanto, «científico», aunque no se disponga todavía de una explicación teórica adecuada para su eficacia. Una demostración fiable y repetida de la eficacia debe validar un método terapéutico. Saber cómo un método consigue un resultado es un problema teórico que la ciencia debe resolver. La comprobación «científica» debe ajustarse a la observación clínica principal, dado que este es el aspecto del cual podemos estar seguros. Este ejemplo vuelve a demostrar cómo este modo de pensamiento tan importante para el «concepto» resulta necesario para el desarrollo posterior de los métodos de tratamiento. Sin este modo de pensamiento, nunca habríamos descubierto que los procedimientos terapéuticos mediante el movimiento pasivo pueden contribuir con éxito a la consolidación de las fracturas que no se consolidan (McNair y Maitland, 1983; McNair, 1985). Antes se ha hablado sobre los movimientos oscilatorios como parte importante del movimiento pasivo en relación con el tratamiento del dolor, pero existe otra técnica de tratamiento que necesita movimientos oscilatorios para resultar eficaz. Se trata del estiramiento intermitente de las estructuras ligamentosas y capsulares. Existen unas áreas claramente definidas de aplicación de este tratamiento que se describen en otro lugar (Maitland, 1985). En algunos casos es preciso realizar el movimiento terapéutico pasivo comprimiendo las superficies articulares contrapuestas (Maitland, 1980). Sin este componente de compresión, la técnica no conseguiría ninguna mejora de los síntomas del paciente. Para «el concepto» resulta fundamental emplear los movimientos y posiciones en las que el paciente reproduce sus síntomas como prueba inicial obligada. Esta táctica, como la exploración formalizada de los movimientos combinados (la contribución original en colaboración con Edwards, 1979) es muy especial para «el concepto». Aunque con frecuencia se reconoce que es posible emplear la elevación de la pierna extendida como técnica de tratamiento para los trastornos lumbares bajos, no se aprecia de forma general que es posible aumentar la eficacia de esta intervención realizando dicha elevación de la pierna extendida en posición de desplome (slump test) (Maitland, 1979). En la misma posición de desplome, es posible emplear de forma eficaz el componente de flexión del cuello en la posición cuando este movimiento reproduce el dolor lumbar bajo del paciente. Los movimientos «accesorios», que se producen mediante la aplicación de presión alternante en las partes palpables de las vértebras, también son muy importantes en relación con las técnicas y el «concepto Maitland». En cualquier concepto terapéutico que no incluya estas técnicas faltará un vínculo crítico fundamental para comprender totalmente los efectos de la manipulación en los pacientes con trastornos lumbares bajos. Es importante recordar que no existe ningún dogma o conjunto de normas claro que se pueda aplicar para la selección y aplicación de las técnicas de 51 movimiento pasivo; la selección es abierta. Una técnica es una creación del ingenio. «Los logros se limitan al alcance del pensamiento lateral y lógico de cada uno» (Hunkin, 1985). 52 Exploración El cuidado, la precisión y la amplitud de la exploración que deben realizar las personas que aplican este «concepto» son superiores y más exigentes que los necesarios para otros métodos clínicos que he observado. Las exigencias de «el concepto» son distintas a las de otros métodos en muchos aspectos. La anamnesis y la exploración exigen un compromiso total hacia el conocimiento de lo que siente el paciente y los efectos que para él tienen el dolor y la discapacidad. Naturalmente, tratamos continuamente de comprender la causa del trastorno (el compartimento teórico de «el concepto»). La exploración debe tratar de aclarar de forma sensible la relación de los síntomas del paciente con: 1. Un área determinada indicada sobre la superficie corporal. 2. La profundidad a la que se perciben los síntomas. 3. Si el dolor se origina en más de un punto y si los focos múltiples se solapan o están separados. 4. Cambios de los síntomas en respuesta a los movimientos o diferencias en las posiciones articulares en las distintas regiones corporales. La siguiente parte importante y propia de la exploración es que el paciente repita el movimiento que mejor pone de manifiesto el trastorno o, si se puede, que reproduzca el movimiento que ocasionó la lesión. Posteriormente se analizan la función o el movimiento dividiéndolos en sus componentes, para poder comprender el sentido clínico de las respuestas al dolor de un movimiento articular concreto, que se puedan aplicar a la queja del paciente. La exploración habitual de los movimientos fisiológicos se realiza con un grado de precisión que raras veces es empleado por otros profesionales. Si el trastorno del paciente se produce al «final del arco de movimiento», los detalles de la exploración del movimiento necesarios serán: 1. ¿En qué punto del arco aparecen por vez primera los síntomas; cómo se modifican al seguir el movimiento; y cómo se comportan los síntomas dentro del arco sintomático? 2. De la misma forma y con el mismo grado de precisión, ¿en qué medida varían el espasmo muscular o la resistencia durante el arco sintomático? 3. Por último, ¿cuál es la relación entre los síntomas: a) el espasmo o la resistencia (respuestas motoras), y b) durante el propio movimiento? A pesar de todo, puede no existir relación alguna y en este caso, por ejemplo, la rigidez tendrá relativamente poca importancia. Sin embargo, cuando la conducta de los síntomas se ajusta al comportamiento de la rigidez, ambos deberían mejorar de forma paralela durante el tratamiento. Un método eficaz para registrar los hallazgos de todos los componentes de un trastorno del movimiento es representarlos a través de un «diagrama de movimiento». Esto constituye también una parte innovadora de «el concepto». El uso de los diagramas de movimiento facilita la demostración de 53 los cambios en la situación del paciente de una forma más precisa y objetiva. Estos aspectos se comentan en detalle en el apéndice 4. Si el trastorno del paciente es «dolor dentro del arco de movimiento», los detalles de la exploración del movimiento necesarios serán: 1. ¿En qué punto del arco de movilidad aumentan por vez primera el dolor o la molestia? 2. ¿Cómo se comportan los síntomas si el movimiento se inicia a una distancia cercana a la aparición de las molestias? ¿Aumenta mucho la intensidad o se amplía la zona de dolor referido? 3. ¿Se corresponde el movimiento con un movimiento fisiológico normal dentro del arco disponible o está protegido por espasmo muscular o rigidez? Hay que tratar de oponerse al movimiento anormal y observar cualquier cambio en la respuesta sintomática, comparándolo con los datos observados en la entrada 2 para valorar su repercusión durante el tratamiento. Técnicas de palpación Los movimientos accesorios se exploran mediante técnicas de palpación, que buscan el mismo tipo y cantidad de información que se han descrito con anterioridad. Se realiza la exploración en distintas posiciones articulares. Las tres fundamentales son: 1. Posición en arco medio neutro para cada movimiento disponible, es decir, a mitad de camino entre la flexión y la extensión, la rotación a la derecha o la izquierda, la flexión lateral derecha o izquierda, y la distensión y la compresión. 2. La articulación se encuentra en una «posición máxima» (MacConaill y Basmajian, 1969) en el momento en que aparecen los síntomas del paciente o empiezan a aumentar. 3. La posición se encuentra en los límites del arco de movilidaddisponible. Estas técnicas de palpación para la exploración y el tratamiento son propias de «el concepto» desde sus inicios. Además de buscar respuestas sintomáticas al movimiento, como se ha descrito anteriormente, la palpación permite también valorar trastornos posicionales y alteraciones de los tejidos blandos, que resultan por lo menos igual de importantes para el «concepto» que las pruebas de movimiento. La valoración de los movimientos fisiológicos y accesorios se puede combinar de distintas formas en un intento de encontrar el signo de movimiento comparable más estrechamente relacionado con el trastorno del paciente. Edwards (1983) fue el autor que originalmente describió un método formal para analizar las respuestas sintomáticas y tratar a los pacientes adecuados con «técnicas de movimiento combinadas». Además, se pueden comprimir las superficies articulares, bien de forma prolongada y mantenida con una presión firme, bien como complemento de los movimientos fisiológicos y accesorios. Estos son dos ejemplos más de la exploración desarrollada dentro del «concepto Maitland». 54 Las pruebas de diferenciación son ejemplos perfectos de técnicas de exploración física que demuestran la forma de pensamiento tan básica del «concepto Maitland». Cuando cualquier grupo de movimientos reproduce unos síntomas, el «concepto» exige un análisis lógico y meditado para establecer qué movimientos y qué articulación se afectan. El ejemplo más sencillo es la supinación pasiva de la mano y el antebrazo, que cuando se mantienen en extensión reproducen los síntomas del paciente. Los estadios de esta prueba son los siguientes: 1. Mantenga la mano/el antebrazo totalmente supinados en la conocida posición que reproduce el dolor. 2. Mantenga la mano estable y prone la articulación radiocubital distal 2.ª o 3.ª. 3. Si el dolor se origina en la muñeca, aumentará, porque al pronar la articulación radiocubital distal se aumenta el estrés por supinación a nivel de las articulaciones radiocarpiana y mediocarpiana 4. Manteniendo la posición de la entrada 1 y sujetando la mano, aumente la supinación de la articulación radiocubital distal. De este modo disminuirá la distensión por supinación de las articulaciones de la muñeca y se reducirá cualquier dolor originado en la muñeca. Sin embargo, si el origen del dolor fuera la articulación radiocubital distal, el aumento de la distensión por supinación agravaría el dolor. Para todos estos tipos de pruebas de diferenciación es preciso seguir el mismo procedimiento ordenado de forma lógica. Estas pruebas funcionales siguen la misma lógica descrita en los modos de valoración subjetiva descritos al principio de este capítulo y aportan evidencias adicionales que permiten un diagnóstico exacto. 55 Valoración En estos últimos años parecería que los fisioterapeutas han descubierto una nueva «habilidad», que recibe el curioso nombre de «resolución de problemas». Este aspecto siempre ha sido, y siempre debería ser, parte clave de cualquier tratamiento en fisioterapia. Ser capaz de resolver los problemas diagnósticos y terapéuticos y conseguir aliviar de este modo los síntomas del paciente es justamente lo que los fisioterapeutas han aprendido a hacer. Durante muchos años se ha clasificado correctamente la fisioterapia basada en la manipulación como un tratamiento empírico. Sin embargo, desde que los fisioterapeutas que aplican la manipulación empezaron a implicarse de forma más intensa en las capacidades para la resolución de problemas, el tratamiento ha pasado a ser menos empírico y más lógico. Basándose en el hecho de que la patología sigue siendo desconocida en la mayor parte de los casos y los efectos del tratamiento sobre los tejidos se desconocen (a diferencia de lo que sucede con los síntomas), en cierto sentido el tratamiento sigue siendo empírico. Esto sucede con casi toda la ciencia médica. A pesar de todo, la aproximación al paciente y la fisioterapia se han vuelto más lógicas y científicas dentro del «concepto Maitland». La mente existía antes de que se desarrollaran los ordenadores, y los terapeutas de manipulación están formados para elegir y acceder a la «información entrante» para poder elaborar una «respuesta» más lógica y adecuada. La lógica de resolución de problemas adecuada tratará de relacionar los hallazgos clínicos con la patología y los trastornos mecánicos. Este proceso de «selección» se ha denominado valoración, y resulta clave para realizar un tratamiento de manipulación adecuado y exitoso, que, dada la fiabilidad de este abordaje detenido y lógico, debería traducirse en un tratamiento cada vez mejor de los pacientes. La valoración se emplea en seis situaciones distintas: 1. Valoración analítica en la primera consulta. 2. Valoración previa al tratamiento. 3. Revaloración durante cada una de las sesiones de tratamiento para demostrar la eficacia de una técnica en un estadio de tratamiento concreto. 4. Valoración progresiva. 5. Valoración retrospectiva. 6. Valoración analítica final. Valoración analítica Para la primera consulta se necesitan habilidades en muchos aspectos, pero los objetivos exigen decisiones y juicios acerca de las cinco áreas siguientes: 1. Diagnóstico. 2. Fase del trastorno. 3. Grado de estabilidad del trastorno en el momento del tratamiento. 56 4. Síntomas y signos de presentación. 5. Características de la persona. Sin comunicación y sin crear un clima de confianza, no será posible obtener las respuestas para las distintas técnicas de evaluación (1-5). Será posible juzgar las características del paciente usando el propio marco de referencia y tratando de comprender el marco de referencia propio del paciente. Usar las habilidades no verbales, elegir las frases o palabras clave, conocer el tipo de información que se debe emplear y reconocer y utilizar preguntas de «respuesta inmediata-automática» (todos estos aspectos se describen a continuación), permitirá obtener la información exacta en una primera consulta. La exploración física se analiza en el epígrafe «Exploración». Valoración previa al tratamiento Cada sesión de tratamiento se inicia con una valoración específica que debe medir el efecto de la sesión anterior sobre el trastorno del paciente (los síntomas y los cambios en el movimiento). Dado que la primera consulta incluye la exploración y el tratamiento del movimiento, la valoración realizada en la segunda sesión de tratamiento no resultará tan útil para la terapia como las siguientes. Cuando el paciente acuda a realizarse más sesiones de tratamiento, será necesaria una valoración física y también subjetiva, en términos de cómo se encuentra; la respuesta objetiva serán los cambios que se identifican en la calidad, el arco de movimientos y la respuesta de dolor relacionada. Cuando se aborda la vertiente subjetiva de la evaluación, es importante buscar los comentarios espontáneos del paciente. Es erróneo preguntar: «¿Cómo se ha encontrado esta mañana al levantarse en comparación con cómo se sentía antes?». Sería mejor empezar con: «¿Cómo ha estado?» o alguna otra pregunta de tipo general que permita al paciente darle la información que considere más relevante. Esta información puede tener más valor porque es espontánea. Otro aspecto importante de la valoración subjetiva es que las afirmaciones realizadas por el paciente deben compararse con las afirmaciones previas. Tras esta evaluación subjetiva, el primer aspecto que se debería recoger en la historia del paciente sería una evaluación comparativa y también se debería registrar una anotación de comparación que recoja la opinión del paciente sobre los efectos del tratamiento (el segundo registro en la historia clínica del paciente es la comparación de los cambios observados en las pruebas de movimiento objetivas). Para poder realizar esta valoración subjetiva, las habilidades de comunicación tendrán una importancia clave. Existen muchos componentes en esta capacidad, pero dos tienen una especial importancia: 1. Palabras o frases clave. Tras la pregunta «¿Cómo ha estado?»,el paciente podrá responder de una forma muy general y poco informativa. Sin embargo, durante su respuesta podría incluir la palabra «lunes», por ejemplo. Usted deberá aferrarse a este término, lunes, porque significa algo para el paciente y 57 debe tratar de descubrir qué significa y utilizarlo: «¿Qué le ocurrió el lunes? ¿Por qué mencionó el lunes?». 2. Un paciente con frecuencia dice cosas que necesitan una pregunta de respuesta inmediata-automática. En respuesta a la pregunta de introducción que se ha mencionado anteriormente, el paciente podría responder: «Me encuentro mejor». La respuesta inmediata-automática que se debe hacer ante esta afirmación, sin darle tiempo ni siquiera de respirar o decir nada más, sería «¿mejor que cuándo?» o «¿mejor de qué?». Podría ocurrir que se sintiera peor tras el tratamiento y que se sienta mejor que en ese momento, pero no mejor que antes de recibirlo. Un aspecto del tratamiento previo es que provoca (a menudo de un modo intencionado) cierto grado de malestar. Esto se asocia a dolorimiento, de forma que cuando el paciente diga que siente más dolor, el clínico deberá determinar si se trata de un dolor asociado al tratamiento o a la propia enfermedad. Por ejemplo, un paciente puede tener dolor irradiado a la parte inferior de la espalda y el tratamiento consiste en apretar a nivel de la columna lumbar. Se le pide que se ponga de pie y se le pregunta en ese momento: «¿Cómo se siente ahora en comparación con antes de que le presionara en la espalda?». La respuesta podría ser: «Me duele mucho». Si en ese momento se le pregunta «¿Dónde le duele?» y el paciente responde: «En el centro», el clínico podrá interpretar que posiblemente se trata de un dolor secundario al tratamiento. Sin embargo, si la respuesta del paciente fuera: «me duele en toda la espalda», el clínico podría llegar a la conclusión de que es un dolor secundario al proceso. Si se tratara de un dolor asociado al tratamiento, solo se referiría en los lugares en los que se haya aplicado presión, pero si la molestia se extiende por toda la espalda, la técnica terapéutica puede haber alterado el proceso patológico. A la hora de realizar una valoración subjetiva, se debe incorporar un proceso de educación del paciente en cómo reflejarla. Si el paciente es un testigo muy bueno, las respuestas a las preguntas serán muy claras, pero si no lo es, la valoración subjetiva resultará difícil. Los pacientes deberían aprender a entender lo que el clínico necesita saber. Al final de la primera consulta, se debería enseñar al paciente la importancia de anotar cualquier cambio en los síntomas. Deberían referir todos los cambios, aunque consideren que son triviales. El clínico debería explicarles que: «Nada es trivial. Nunca podrá contarme demasiadas cosas; si se le olvida algún detalle, por considerarlo irrelevante, puede que establezca un juicio erróneo acerca del tratamiento». Es preciso asegurar a los pacientes de que no se trata de quejas, sino de información. En aquellos casos en los que un paciente no va a ser revisado durante unos días o se necesitan detalles completos en apariencia triviales, se debería pedir al enfermo que lo anote por escrito. Se ha criticado que pedir a los pacientes que escriban sus síntomas les vuelve hipocondríacos. Esta idea no es correcta, según mi experiencia, dado que de esta manera se obtiene información que de otro modo nunca se habría recuperado. Existen cuatro momentos específicos en los que los cambios de los síntomas 58 del paciente pueden indicar un efecto del tratamiento, que son: 1. Inmediatamente después del tratamiento. Se puede preguntar: «¿Cómo se sintió al salir de la consulta la última vez en comparación con cómo se sentía al entrar?». Puede que un paciente se sienta mucho mejor inmediatamente después de recibir el tratamiento, pero sufra una exacerbación de los síntomas a las 1-2 h. Cualquier mejoría que no persista durante más de una hora indica un efecto meramente paliativo del tratamiento. La mejoría que persiste más de 4 h indica un cambio en relación con el tratamiento. 2. Cuatro horas después del tratamiento. El intervalo de 4 h desde el tratamiento es arbitrario y podría elegirse cualquier otro entre 3 y 6 h. Se trata de un intervalo de tiempo «umbral» por encima del cual se puede considerar que cualquier mejoría a la exploración indica un éxito o, en caso contrario, fracaso del tratamiento. Del mismo modo, si los síndromes del paciente se exacerban por el tratamiento, el paciente lo percibiría en este período. 3. La tarde del tratamiento. La tarde del día en que se recibe el tratamiento aporta información sobre el grado de conservación de las posibles mejorías secundarias al mismo. También una exacerbación observada nada más recibir el tratamiento podría aumentar por la tarde. Esto se considera un dato desfavorable. Por el contrario, cuando la exacerbación disminuye, es importante saber si la reducción ha vuelto a valores similares a los previos al tratamiento o si se encuentra mejor que el día previo al mismo. Esta respuesta se consideraría muy favorable, demostrando de forma clara que el tratamiento ha aliviado el trastorno original. 4. Al levantarse a la mañana siguiente. Posiblemente se trate del momento más informativo de todos para valorar una mejoría general. Un paciente puede no percibir cambios en los síntomas durante el día o la noche en que se realizó la sesión de tratamiento, pero puede notarlos al levantarse de la cama al día siguiente, momento en que el dolor o la rigidez matutinos de la espalda pueden haber disminuido o ceder con mayor rapidez de la habitual. Incluso en este intervalo de tiempo, será posible atribuir los cambios al tratamiento. Sin embargo, los cambios que se perciben durante el día posterior al tratamiento o al levantarse de la cama al segundo día del tratamiento tienen muchas menos probabilidades de ser consecuencia del mismo. A pesar de ello, se debería preguntar al paciente de forma exhaustiva para valorar los motivos a los que se podrían atribuir los cambios, aparte del tratamiento. Dado que la valoración exacta se vincula de una forma tan esencial y estrecha con la respuesta al tratamiento, cada sesión terapéutica debe estar organizada de forma que no se pueda confundir la evaluación por cambios en el tratamiento. Por ejemplo, si un paciente tiene un trastorno en el que está resultando muy difícil ayudarle y en la octava sesión refiere encontrar cierto cambio favorable en relación con el último tratamiento, el clínico no tiene alternativa a la hora de preparar la octava sesión de tratamiento y deberá repetir exactamente la misma intervención realizada en la séptima. Si no lo hiciera así, la valoración en la novena sesión podría resultar confusa. Sin embargo, si en la octava sesión se repite la intervención de la séptima, nada 59 que diga o presente el paciente podrá confundir el efecto atribuible al tratamiento. Si entre la séptima y la octava sesión se obtuvo mejoría (y el octavo tratamiento fue una repetición idéntica del séptimo), pero entre la octava y la novena no se objetiva mejoría, puede que la mejoría observada previamente no sea atribuible al tratamiento. Existe otra situación en la que el clínico debe reconocer que no existe ninguna alternativa para el octavo tratamiento. Si no se ha conseguido mejoría alguna con los seis primeros tratamientos y en el séptimo se emplea una técnica totalmente nueva, el paciente podría referir una mejoría importante y sorprendente de los síntomas. Puede que esta mejoría inesperada se deba al tratamiento o puede que tenga un origen de tipo desconocido. Solo existe una forma de dar respuesta a esta pregunta: la sesión de tratamiento no debería incluir ninguna técnica de tratamiento en absoluto. Se puede realizar la evaluación objetiva, pero no se deberían aplicar intervenciones terapéuticas. En la novena sesión, si los síntomas del paciente han empeorado de forma notable, no se podría implicar al tratamiento como causa, dado que no se habría utilizado ninguno. Posteriormente,el clínico podría repetir el empleado en la séptima sesión y comprobar si se consigue la espectacular mejoría observada antes. Si fuera así, cabría asumir que se debe a dicho tratamiento. Todo lo que se hace en una sesión de tratamiento se debería realizar de forma que no pueda confundir la valoración cuando el paciente regrese a la consulta. Otro ejemplo distinto es un paciente que afirma al comienzo de la sesión de tratamiento que sigue «igual», en el que los signos del movimiento indican que mejora de forma satisfactoria, por lo que cabría esperar una mejoría de los síntomas. Para aclarar esta discrepancia, será preciso realizar preguntas específicas. Puede que considere que está «igual» porque sigue teniendo la espalda igual de rígida y dolorida al levantarse por la mañana que al principio del tratamiento. Un interrogatorio específico puede demostrar que no tiene problemas para sentarse y que actualmente puede subir y bajar las escaleras en el trabajo sin dolor. Aunque ha mejorado su capacidad para sentarse, subir o bajar escaleras, los síntomas por la mañana no han mejorado y por eso considera que su estado es «igual». Las pruebas de movimiento objetivas habrán mejorado en paralelo con esta mejoría de la capacidad para sentarse o subir escaleras. Valoración durante cada sesión de tratamiento Es necesario demostrar la utilidad o el fracaso de una técnica aplicada durante la sesión de tratamiento. La valoración (resolución de problemas) debería formar parte de todos los aspectos de la fisioterapia. En este capítulo se relaciona con el movimiento pasivo. Hay cuatro tipos de valoración y posiblemente en el que la mayor parte de las personas piensan inicialmente es aquel en el que el clínico trata de demostrar el valor de una técnica que se está 60 aplicando a un paciente. Demostración de la utilidad de una técnica Incluso antes de seleccionar la técnica que se va a utilizar, es preciso saber qué síntomas tiene el paciente y en qué medida se afectan sus movimientos, tanto en términos de arco de movilidad como de respuesta dolorosa durante el movimiento. La selección de una técnica de tratamiento depende, en parte, de saber qué debería conseguir la técnica durante su realización. Dicho de otro modo, si el objetivo es ocasionar molestias y, si fuera así, qué grado de las mismas es permisible. También es preciso tener una expectativa de lo que debería conseguir la técnica cuando se aplica. Considerando estos aspectos, es preciso ir modificando la técnica de tratamiento hasta que consiga el objetivo esperado al aplicarla. Asumiendo que sea así y que la técnica se haya aplicado durante el tiempo necesario, se debería pedir al paciente que se pusiera de pie y observar posibles gestos que aporten información sobre la situación de su espalda. La primera pregunta sería: «¿Cómo se encuentra ahora en relación a como se sentía cuando se levantaba antes de aplicar esta técnica?». Posteriormente hace falta aclarar cualquier duda sobre la interpretación de las sensaciones que refiere. Es importante entender lo que el paciente quiere decir si se quiere determinar de forma útil el efecto subjetivo de la técnica. Tras valorar de forma subjetiva el efecto de la técnica, es preciso volver a explorar los principales movimientos defectuosos y compararlos con la situación previa a la técnica. Un aspecto importante de comprobar y volver a comprobar los movimientos es que el problema del paciente puede tener más de un componente. Por ejemplo, una persona podría tener dolor de espalda, de cadera o del conducto raquídeo, y todos estos aspectos pueden contribuir a los síntomas que refiere en la parte distal de la pierna. Al reevaluar al paciente tras la aplicación de una técnica, es preciso evaluar al menos un movimiento separado de cada uno de los componentes, para determinar qué ha conseguido la técnica para cada uno de ellos. Sigue siendo preciso evaluar todos los componentes, aunque se espere que solo uno de ellos haya sufrido cambios. Tras terminar estas evaluaciones de comparación, se podrá registrar el efecto concreto de la técnica en el estadio específico de la enfermedad. Valoración progresiva En cada sesión de tratamiento se valoran los cambios en los síntomas y los signos en relación con las sesiones de tratamiento previas y las actividades «extracurriculares». Aproximadamente después de la cuarta sesión se realiza una valoración subjetiva, en la que se compara la sensación que tiene el paciente en ese momento y la que tuvo en los cuatro tratamientos previos. El objetivo de esta evaluación progresiva es aclarar y confirmar el tratamiento mediante la valoración de la respuesta al mismo. A menudo se sorprende uno 61 ante la respuesta del paciente a una pregunta como: «¿Cómo se siente ahora mismo en comparación a cómo se sentía hace 10 días (cuatro tratamientos)?». El objetivo es mantener la valoración entre tratamientos con una perspectiva adecuada en relación con el trastorno original del paciente. Valoración retrospectiva El primer tipo de valoración retrospectiva es el realizado de forma habitual en cada grupo de tres o cuatro sesiones de tratamiento, cuando se comparan los síntomas y signos del paciente con los que tenía antes del tratamiento, como se ha descrito anteriormente. Un segundo tipo de valoración retrospectiva se realiza hacia el final del tratamiento, y en este caso las consideraciones guardan relación con una evaluación final. Esto implica que el clínico debe determinar: 1. Si se debe proseguir el tratamiento. 2. Si se está consiguiendo una recuperación espontánea. 3. Si se necesitan otros tratamientos médicos o pruebas adicionales. 4. Si los componentes médicos del trastorno están impidiendo la recuperación completa. 5. Cuál es el pronóstico futuro del paciente. Un tercer tipo de valoración retrospectiva se realiza cuando el trastorno del paciente deja de mejorar en las últimas sesiones de tratamiento. En estas circunstancias, la evaluación subjetiva, que precisa una gran habilidad, y sus hallazgos tendrán una importancia muy superior a la realizada con pruebas objetivas. El clínico debe saber qué información concreta buscar. Este comentario no resulta tan obvio, dado que es el campo en el que con más frecuencia se cometen errores que arruinan, de este modo, la utilidad de la evaluación. Los tipos de preguntas que el clínico debería realizar incluyen: «¿Algo que hayamos hecho durante el tratamiento ha empeorado su situación?» «De todas las medidas que le he aplicado, ¿cuál es la que siente que más le ha ayudado?» «¿Le dice su cuerpo algo sobre lo que le gustaría que se le hiciera para empezar a mejorar?» «¿Le dice su cuerpo algo sobre lo que le gustaría que se le hiciera para que el efecto del tratamiento empezara a mejorar?» «¿Le indican sus síntomas que podría ser buena idea detener el tratamiento, durante dos semanas, por ejemplo, y posteriormente repetir la evaluación y la toma de decisiones?» Se debe continuar con este interrogatorio hasta obtener dos o tres respuestas positivas, que deberían orientar las medidas adicionales que se deberían adoptar. Las preguntas son aquellas que tratan de involucrar al paciente en la toma de decisiones y, posteriormente, orientar al clínico a la hora de adoptar una decisión final sobre el tratamiento. Existe un cuarto tipo de valoración retrospectiva. Si el tratamiento sigue 62 obteniendo cierta mejoría, pero a una velocidad inferior a la esperada, un buen plan sería detener el tratamiento durante dos semanas para luego volver a evaluar la situación del paciente. Si el paciente hubiera mejorado en este período de dos semanas, sería preciso saber si dicha mejoría se había observado día a día, lo que indicaría cierto grado de mejoría espontánea. Si la mejoría solo se produjera durante los dos primeros días tras el último tratamiento, parecería que la última sesión tuvo buenos resultados y que se deberían administrar tres o cuatro sesiones de tratamiento más, seguidas de un período de 2 semanas sin tratamiento antes de una nueva evaluación.
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