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�� Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM IZTACALA La autoestima: Un trabajo para la autorrealización en adolescentes, una visión desde la perspectiva de género T E S I N A QUE PARA OBTENER EL T ÍTULO DE L I C E N C I A D A E N P S I C O L O G Í A P R E S E N T A M a r t h a G a b r i e l a R o j a s V i l l a Directora: Dra. María Antonieta Dorantes Gómez Dictaminadores: Mtra. Margarita Martínez Rivera� Lic. Lucía Alicia Cruz Yáñez Tlalnepantla, Edo. de Mex. Noviembre 2010 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. �� AGRADECIMIENTOS En primer lugar, agradezco a Dios por darme guía y dirección en este andar, poniéndome en el lugar indicado para poder realizar uno de tantos sueños, que hoy sea hecho realidad. También doy gracias a Dios por las personas maravillosas que puso en mi camino. Agradezco a mis padres, principalmente a mi mamá: Martha, porque sin su apoyo no hubiera podido terminar; por estar conmigo en las buenas y las no tan buenas; y por las palabras de aliento que siempre me brinda. Gracias ¡te amo mami! A mi hermana Yalhi, porque puede contar con ella cuando la necesitaba. Y a mi hermano Omar, porque a su manera siempre me motivo a continuar. A mis sobrinas: Betzabé y Danahe, porque me impregnaron de su alegría, creatividad y entusiasmo. A la maestra Antonieta por haberme orientado en la elaboración de este trabajo y ser una pieza fundamental para concluirla. A las maestras Margarita y Lucia, por haber colaborado y dar sus puntos de vista en pro de un trabajo de calidad. Y finalmente agradezco a todas las personas de mí alrededor, que de manera directa e indirectamente me ayudaron a lograr una de tantas metas. “Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán, llamen a la puerta, y se les abrirá” �� ÍNDICE INTRODUCCIÓN 1 CAPÍTULO 1. PERSPECTIVA DE GÉNERO Y ADOLESCENCIA 6 1. 1. Género-sexo ¿naturaleza o cultura? 7 1. 2. Roles y estereotipos de género 11 1. 3. Formación de la identidad de género 14 CAPÍTULO 2. MIRANDO DESDE DENTRO: AUTOESTIMA EN LA ADOLESCENCIA 22 2. 1. Jerarquía de necesidades de A. Maslow 25 2. 2. Problemas de autoestima en la adolescencia 29 CAPÍTULO 3. LA VIDA SIN SENTIDO 43 3. 1. Identidad como sentido de vida 44 3 .2. El entorno y yo 50 CONCLUSIONES 64 BIBLIOGRAFÍA 71 � �� RESUMEN El objetivo del presente trabajo, es analizar el concepto de autoestima en los adolescentes e identificar las aportaciones de la perspectiva de género. Así que en el primer capítulo se hizo una descripción de la perspectiva de género, la cual posibilitó percibir los aspectos culturales e históricos que han influido en la concepción de los y las adolescentes. Especificando la parte teórico-conceptual que sirvió como base del análisis de la vida personal de los jóvenes, y con ello ubicar a la autoestima. En el capítulo dos se abordó el concepto de autoestima a partir de las aportaciones del enfoque humanista de Abraham Maslow para relacionarlos con las condiciones de los adolescentes y con ello vincularla a la perspectiva de género. En el capítulo tres se explicó la manera de cómo los estereotipos y valores proyectados en los medios de difusión (televisión, radio, internet) determinan la estimación de los adolescentes; a partir de las demandas que pide para cada uno, y con ello lograr la aceptación social o el rechazo como castigo, dejando entrever el impacto que tiene en la manera de relacionarse con las demás personas. Después de la descripción de los tres capítulos se llegó a la conclusión de que los adolescentes están conformados por una parte social – mencionada en la perspectiva de género–, y una individual –indicada en el enfoque humanista de Maslow–, reconociendo que ambas son indispensables para la estimación de los adolescentes, por lo cual, cuando se llega a un equilibrio permite a cada persona dirigirse hacia su desarrollo personal y por ende a su salud. Con lo anterior el joven se representa a sí mismo y al mundo, en donde reconoce qué es lo que ha favorecido o perjudicado, qué es lo que importa y vale la pena en la formación de su autoestima. Y cuando llega a valorar y reconocer la autenticidad de cada hombre y mujer, crea el cimiento de su autoestima personal y colectiva en pro de la equidad. En donde el adolescente puede asumir con responsabilidad sus decisiones y adoptar estilos de vida responsables, respetuosos…, donde comiencen con cada uno/a, con el propósito de establecer relaciones equitativas con los demás personas (sean hombres o mujeres). �� INTRODUCCIÓN “La peor desgracia que le puede suceder a un hombre es pensar mal de sí mismo” Johann Goethe Actualmente la problemática en los jóvenes adolescentes se relaciona íntimamente con cuestiones de autoestima. La autoestima es el aprecio y el auto respeto que se tiene cada persona, es la base del desarrollo humano, es la expresión de cada uno/a. Igualmente es un elemento indispensable en la vida del individuo, porque contribuye a que su existencia sea más satisfactoria, además de ser un indicador de salud (física y mental) y bienestar. Este bienestar se refleja en las relaciones con los otros/otras, en el éxito que podemos manifestar, en la creatividad que podemos expresar y en tantos otros aspectos de nuestra vida personal (Naranjo, 2007). El adolescente que manifiesta autoestima alta expresa el sentimiento de que es lo suficientemente bueno y capaz, se siente amado, valioso y competente, y tiene sentido de pertenencia. La baja autoestima muestra insatisfacción, rechazo y el desprecio a sí mismo. Si la persona se percibe como inútil, dependiente, angustiado y con miedo; esas sensaciones pueden llevarlo a aislarse o a comportarse de manera violenta, y/o manifestar depresión, anorexia o bulimia; adicción al tabaco, alcohol, etcétera. Conocer la importancia de la autoestima en la adolescencia, lleva a visualizar y apreciar las cualidades y habilidades vitales de cada joven, para lograr potenciarlas y compartirlas con los demás. El éxito de la persona, depende de cómo cada uno/a interprete el mundo que lo rodea. Cada uno ha creado una imagen de sí mismo, aunque no se esté plenamente consciente de ello, pero ésta refleja la idea de quiénes somos como persona, y cuan valiosos somos con respecto a otros. Se corresponda o no con la realidad, esta imagen es el punto de �� referencia con respecto al mundo que nos rodea, es la base para tomar decisiones, y es la guía para todo lo relacionado con nuestro diario transitar en la vida –dándole sentido y dirección–. Nuestra vida no es más que un reflejo de lo que existe en nuestro interior y, lo que le da sentido a ella. Nuestros pensamientos, palabras y emociones le han dado forma a lo que hoy llamamos vida propia. Sin embargo, al estar inmersos en una sociedad dadora de significados de cómo pensar, comportarse y, sentir a través del “debe ser” de un hombre y una mujer posibilita u obstaculiza su estimación.Por ejemplo; en los medios de difusión, envían mensajes explícitos e implícitos a través de canciones, caricaturas, telenovelas y publicidad de lo que es la estimación de los adolescentes, aprobando y reproduciendo comportamientos, tales como drogarse, beber alcohol, vivir a mil por hora, ser apático, no comprometerse, tener relaciones ocasionales, estar a la moda, etcétera; lo cual hace que los individuos pierdan su autenticidad al copiar estos patrones. La formación de la autoestima tiene una dimensión individual y una social, la primera está conformada por una acumulación de opiniones y sentimientos que el individuo tiene de sí mismo, sea favorable o desfavorable. La segunda está constituida a partir de las expectativas, anhelos y deseos que manifiesta la familia, los vecinos, amigos, los maestros, y en general toda la sociedad. Aquí los estereotipos de género tienen una gran importancia, pues, el género, entendiéndolo como un conjunto de valores y creencias, normas, prácticas, símbolos y representaciones acerca de la manera en que se comportan hombres y mujeres; es la base con la que parten generalmente los jóvenes, y con ello construyen su identidad individual y social (Amezcua y Pichardo; 2000). Por lo tanto el objetivo de este trabajo es, “analizar el concepto de autoestima en los adolescentes e identificar las aportaciones de la perspectiva de género”. Para cubrir con el objetivo en el capítulo uno, se hizo una revisión del concepto de género y, sus elementos teóricos-conceptuales claves, lo suficientemente finos para poder comprender la complejidad de los procesos de construcción que se �� han adscrito en la sociedad, para poder hablar de los aportes que da este enfoque a la vida de un adolescente. Al señalar “Género-sexo ¿naturaleza o cultura?”, da pie a conocer la relevancia de la categoría género, ya que ésta surge como respuesta a la necesidad sentida por mujeres y hombres de desmitificar la categoría o constructo sexo, y con ello permitir una mejor comprensión de la existencia humana, en especial en el periodo de la adolescencia, donde hay constantes cambios tanto físicos, psicológicos y sociales. La sociedad o cultura a través de sus costumbres, valores, creencias, atributos y funciones, manifiesta como debe comportarse cada individuo a partir de su sexo, con el cual crean su feminidad o masculinidad. Así que, los prototipos y estereotipos de género permiten a cada joven articular su subjetividad a través de sus comportamientos, pensamientos y sentimientos normados por la cultura, cumpliendo tareas o funciones tradicionalmente aceptadas, con las cuales experimente en su vivencia el sentirse mujer u hombre. Se señala, cómo cada ser humano construye a través de la convivencia con sus padres o personas significativas el cimiento de su identidad (de género), ya que ellos depositan una serie de significados y pensamientos (de lo que debe usar, aprender y hacer si es hombre o mujer), y con ayuda de sus prácticas explícitas e implícitas le enseñan a la niña o niño que es ser una mujer u hombre. Para que posteriormente en el periodo de la adolescencia reafirme o modifique su forma de comportarse haciendo una valoración de cómo se ve y como lo ven los demás y construir su autoestima. El capítulo dos se retoma el concepto de autoestima y los aportes de la psicología humanista de Abraham Maslow, para relacionarlos con las condiciones de los adolescentes desde la perspectiva de género. Además se plantean los conflictos de autoestima que viven los jóvenes y la manera que los afrontan. En este apartado se recupera la “Jerarquía de necesidades de Abraham Maslow”. A partir de su teoría de la motivación humana, basada en las necesidades básicas �� y las superiores (fisiológicas, de seguridad física y emocional, de amor, afecto y sentido de pertenencia, de estima y autorrealización), las cuales sirven para dar energía y dirección a su comportamiento, en la que cuando la necesidad más básica se satisface, aparece una nueva (más alta y así sucesivamente). En el caso de la necesidad de estima, en el período de la adolescencia hace que los jóvenes busquen a un valuador, pues están en el proceso en el que no saben con exactitud quiénes son y a dónde van, pues ni son niños ni adultos, ocasionando declive o aumento en su autoestima, lo cual dependerá de su experiencia vivida. Así que, los “Problemas de autoestima en la adolescencia” son los medios por los cuales los adolecentes creen obtener estimación, ya que es la única manera que conocen y no ven más allá. En el Capítulo tres se detalla la forma de cómo los estereotipos y valores proyectados en los medios de difusión (televisión, radio, internet), hacen que el adolescente se estime; a partir de los requerimientos que pide para cada uno, para poder ser o no ser aceptados socialmente, viendo el impacto que tiene en su manera de relacionarse con las personas. La “Identidad como sentido de vida” contribuye a entender al “yo” como una capacidad organizadora del adolescente, el cual le permite definirse a sí mismo y a cada uno de los otros de manera clara, y esto se traduce en la manera de hacerse responsable de sus elecciones y la congruencia de sus actos, dándole sentido a su vida. En cambio a veces se delega toda responsabilidad a otros, y se vive y siente a través del “deber ser” (hombre o mujer) que impone la sociedad (en los medios de difusión). En el apartado “El entorno y yo” se pone de manifiesto como la cultura con ayuda de los medios de difusión, que divulgan los roles y estereotipos de género, con los cuales supuestamente el adolescente puede obtener estima. En donde los valores humanos no son las pautas significantes que nos hacen semejantes, sino los productos de consumo, así que todo es relativo, encontrando ataques a su dignidad, logrando convertir al ser humano en un objeto y a su realidad en una realidad virtual. �� Sin embargo, no todo está perdido, la aportación de la perspectiva de género, nos ayuda a darnos cuenta desde donde se está viviendo –con que anteojos estamos percibiendo–, si es lo que le satisface o no, y que puede hacer para afrontar los obstáculos que hay en la vida como mujer u hombre. Y desde la visión de A. Maslow se puede encontrar un camino sano al equilibrio de las exigencias externas del “deber ser” y las demandas internas “lo que es” cada individuo. Aquí las gafas con que se mira a nuestro ser, permite ver las cualidades y defectos que nos pueden servir para potenciar nuestras virtudes y autorrealizarnos. El poder vincular ambos enfoques contribuye a obtener otras herramientas que permitan promover la equidad de género a partir de la autenticidad de cada sujeto. Pues lo importante es reconocer que todos tenemos necesidades básicas y eso es lo que nos hace iguales, y la diferencia la base de la búsqueda de su propio ser. �� CAPÍTULO 1. PERSPECTIVA DE GÉNERO Y ADOLESCENCIA “Género significa hacer y deshacer «cuerpos» en un mundo contestable; un concepto del género es una teoría de la experiencia como encarnación significante y significadora” Donna J. Haraway Este capítulo nos da a conocer el concepto de género y sus elementos teóricos- conceptuales claves, como, la identidad de género, estereotipos y roles de género; para comprender la complejidad de los procesos de construcción que se han adscrito en la sociedad o cultura, y la forma de cómo los percibe y vive, la y el adolescente. Dentro de la subjetividad humana y el ser social, vista en el actuar cotidiano, sus representaciones del mundo, las construcciones afectivas, los encuentros y desencuentros sociales, los deseos, las necesidades individuales, “querer ser”, las negaciones de ser lo que no se quiere ser, las carencias de pertenencia, entre otras. En este sentidose ha pretendido revisar y dar cuenta de algunos constructos subjetivos que la permanencia a una categoría genérica implica, se nace mujer o hombre (sexo) pero también aprendemos de la feminidad y la masculinidad (género) a través de una serie de normas, reglas y conductas, entre otras, se puede decir que se trata de una construcción simbólica que estereotipa, reglamenta y condiciona la conducta tanto objetiva como subjetiva de los individuos. En específico, en la adolescencia o juventud, ya que es el transcurso de un periodo de cambios constantes y momentos claves en el proceso de socialización del individuo. El sujeto vive el paso de la niñez a la adultez con una serie de deberes y exigencias sociales propios de la vida adulta, tanto en lo referido al ámbito profesional como en la de sus relaciones con otras personas de la familia, con la pareja y los amigos.� � Visualizar a los y las adolescentes desde esta perspectiva conocida como Estudios de género, ayuda a concebir a estos de una forma más equitativa, donde se aceptan las diferencias entre hombres y mujeres reflejándose en la igualdad de oportunidades libres de desarrollar sus potencialidades, los mismos derechos y obligaciones, ya que ambos son constructos sociales que van de la mano. 1. 1. Género-sexo ¿naturaleza o cultura? El género, es una categoría de análisis de la sociedad y de la cultura. La entrada de este concepto a las ciencias sociales, dio pie a una nueva comprensión de las mujeres en las diversas sociedades humanas, y por qué no, también, de los hombres, siendo una de las contribuciones teóricas de los estudios de la mujer y de las nuevas masculinidades, integradas en la perspectiva de género. Los estudios de género o perspectiva de género, “opta por una concepción epistemológica que se aproxima a la realidad desde las miradas de los géneros y sus relaciones de poder” (Lamas, 2009). Hablar de género, es incluir al hombre y a la mujer, ya que ambos están inmersos y ligados a una sociedad dadora de significados de cómo ser, actuar y pensar a partir de su opuesto, entonces no se podría hablar, entender y/o comprender a uno sin la referencia del otro. Tomando en cuenta que, en la sociedad occidental en la que vivimos se caracteriza por tener un pensamiento dicotómico, entendido como la tendencia a clasificar las experiencias según dos categorías, por ejemplo: bien-mal, mente-cuerpo, emotivo-racional, subjetivo-objetivo, dolor-placer, mujer- hombre, etc.; cuenta con una tradición judeocristiana encargada de estructurar jerárquicamente a la sociedad; estos elementos permiten a cada ser humano interpretar al mundo a través de costumbres, mitos, tabús, creencias, valores, normas, entre otros. Pero ¿qué entendemos por género?, Robert Stoller (1968) menciona que es, una asignación y adquisición que determina la identidad y el comportamiento masculino o femenino y no el sexo biológico, sino las expectativas sociales, �� costumbres, ritos y experiencias que se viven sobre el hecho de haber nacido mujer u hombre (Inmujeres, 2007). Para Penley (1990), el género “es visto como forma de referirse a los orígenes exclusivamente sociales de las identidades subjetivas de hombres y mujeres, para enfatizar un sistema total de relaciones que pueden incluir al sexo, pero no está directamente determinado por el sexo o la sexualidad” (Lamas, 2009). Para Scott es, “un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder” (Lamas, 1999). Martha Lamas (2009) dice que el género es una categoría transdisciplinaria, que fomenta un sentido globalizador y apunta a los rasgos y funciones psicológicas y socioculturales que se le asigna a cada uno de los sexos en cada momento histórico y en cada sociedad. Las producciones históricas del género (masculino o femenino) expresan los sistemas de poder a través de un discurso hegemónico, evidenciando los conflictos sociales existentes. Logrando romper con la idea del carácter natural en las relaciones de género, donde lo femenino o lo masculino no se refiere al sexo de las personas, sino a las conductas consideradas femeninas o masculinas. Así que, la categoría de género puede pensarse como una explicación de la forma de adquirir las relaciones entre géneros, aportando una visión que contribuye a construir una nueva forma de convivencia, diferente al patriarcado. La distinción entre sexo y género, se sistematiza como natural y cultural, ya que señalan a distintos procesos: El “sexo” se refiere a las diferencias y características biológicas, cromosómicas, fisiológicas y anatómicas de los seres humanos que los definen como mujeres u hombres; esto quiere decir que se nace con esas características, ya que son universales e inmodificables. Ejemplo: sólo los hombres tienen la capacidad de producir espermatozoides; únicamente las mujeres tienen ovarios y matriz (Lamas, 1999). �� El “género” es, el conjunto de ideas, creencias, normas, reglas, expectativas y atribuciones sociales, construidas en cada cultura y momento histórico, tomando como base la diferencia sexual, y a partir de ello se constituyen los conceptos de “masculinidad” y “feminidad”, donde cada individuo se asume como perteneciente a un género, en función de lo que cada cultura establece; delimitando comportamientos, las características e incluso los pensamientos y emociones que son adecuados a cada ser humano. Entonces hablar de la feminidad y masculinidad, nos remonta a las cualidades de cada sujeto, es decir, al aglomerado de normas, valores, atributos, funciones y comportamientos, asignados desde el orden social a las mujeres u hombres. Los hombres masculinos, “tradicionalmente” son aquellos que son agresivos, fuertes, vigorosos, seguros de sí mismos, viriles, valientes, lógicos e incapaces de padecer o sentir. Creyendo que lo adquirirán por medio del status, teniendo éxito en lo profesional, cuando sean admirados. Y los hombres que no tienen tal éxito sienten que tienen que probar su valía a sí mismos de otras formas, y lo hacen a través de una imagen de hombre más fuerte y duro en relación con cualquier otro, o siendo capaz de seducir y dominar a una mujer. La mujer verdaderamente femenina, “tradicionalmente” es la que es sumisa, pasiva, sensible, tiernas, afectivas, sentimental, dependientes y emotivas; las que no son agresivas, ni ruidosas, mucho menos vulgar a la hora de hablar o comportarse (Fernández, 1998). En otras palabras, la feminidad y masculinidad consiste en aprender qué significa ser hombre o mujer, y cómo relacionarse dentro del contexto social en que vive. Esto quiere decir que, a través de un proceso de socialización permanente, cada persona incorpora el contenido de estas construcciones socioculturales, que de igual manera pueden modificarse, dado que han sido aprendidas. Por ejemplo: en épocas pasadas, sólo los hombres podían heredar. En países como China, a las mujeres que pertenecían a determinadas clases sociales sólo se les enseñaba bordado y canto (Inmujeres, 2007). ��� A través de esta distinción, no se niega la existencia de diferencias sexuales, lo que se pretende es que esta diferencia no marque de forma definitiva la vida humana, ya que el ser humano a lo largo de sus experiencias vividas va marcando su forma de ser de acuerdo a las necesidades emergidas en el momento. Éstas se irán reflejando en cada etapa de su vida, pero la que mayor impacto tiene es en la adolescencia. La adolescencia es un proceso que todo ser humano pasa, definirla y entenderla implica mencionar tres características importantes por las que atraviesan: 1. El duelo por el cuerpo infantil, aquel cuerpo que ya no tiene y que está siendo sustituido por uno que todavía no conoce y que le genera sentimientosencontrados de vergüenza y aceptación, lo que es claramente un signo de crecimiento. 2. El duelo por la personalidad infantil, que afronta al adolescente a pensar y ver la vida de forma distinta. 3. El duelo por los padres infantiles, la percepción de ellos se transforma, ya no son aquellos héroes o ídolos perfectos que uno miraba hacia arriba, sino que ahora se convierten en seres humanos con defectos, virtudes, aciertos y equivocaciones (Cobo, 2006). El adolescente en general, atraviesa una búsqueda de sí mismo y de su identidad; va de tendencias individuales a tendencias grupales, un comportamiento en el que busca uniformidad y una consolidación a tantos cambios; sufre crisis de actitudes sociales, manifestándose en las contradicciones de la conducta y del pensamiento, donde se sufre de constantes variaciones del estado de ánimo y del humor. También, vive una separación progresiva de los padres, atraviesa por una evolución sexual que va desde el autoerotismo hasta la sexualidad adulta; está en un proceso de adaptación a cambios físicos, intelectuales, sociales y emocionales, intentando desarrollar un concepto positivo de sí mismo, así como experimentar y crecer hasta conseguir su independencia. También está concentrado en ��� desarrollar un concepto de identidad y de valores personales y sociales, así como en experimentar la aceptación social, la identificación y el afecto entre sus pares. Otra de las tareas que surge en esta etapa es el desarrollar enfoques positivos respecto de la sexualidad, que incluyan valores, consideración, placer, emoción y deseo dentro del contexto de unas relaciones cariñosas y responsables, para finalmente llegar a ser plenamente conscientes del mundo social que les rodea, así como de su habilidad para enfrentarlo y de su capacidad para responder de forma constructiva al mismo y, poder establecer relaciones con adultos, en las que puedan tener lugar dichos procesos de crecimiento (Cobo, 2006). 1. 2. Roles y estereotipos de género El rol es un conjunto de funciones, tareas, responsabilidades que se generan como expectativas o exigencias sociales y subjetivas: es decir, una vez asumido el rol por una persona, la gente en su entorno exige que lo cumpla y pone sanciones si no se lleva a cabo (Inmujeres, 2007). Rol de género es, un conjunto de expectativas de comportamientos exigidos a hombres y mujeres quienes ocupan una posición determinada a través de lo que es “femenino” o “masculino” (García y Carrasco, 2003). Para Lamas (1986), el rol de género es el conjunto de conductas asociadas a un lugar y/o a un status y que son esperados recíprocamente por los actores sociales. También se entiende como el conjunto de comportamientos asignados a uno u otro sexo. En otras palabras, es todo aquello que una persona dice y hace para indicar a los demás y a sí misma el grado en que es hombre o mujer, es decir, es la expresión externa de la condición masculina y femenina en el contexto social. Por ejemplo: se espera que el hombre sea jefe, mecánico, político, mientras que la mujer ama de casa, maestra, enfermera. En la adolescencia, se espera que los hombres sigan el rol de conquista sexual, y ser el primero en la vida sexual de la mujer es una forma de probar su propia masculinidad. En cuanto para las mujeres, el rol prescrito es la pasividad, en caso ��� de que la joven haya tenido relaciones sexuales se le estigmatiza como “mujer mala” (González, Molina, Montero, Martínez y Leyton, 2007). Los roles llegan a intercalarse en los estereotipos, éstos son creencias que crean y comparten en y entre los grupos dentro de una cultura determinad. Dichas creencias son ideas o pensamientos que suelen ser duraderas e intensas, y contribuyen a percibir tal cual es la situación o distorsionar la realidad, en otras palabras, pueden ser verdaderas o falsas. Y sólo son suprimidas o sustituidas cuando la realidad demuestra que eran falsas o bien alcanzan una explicación de “orden superior” (Barberá y Martínez, 2004). Tanto roles y estereotipos sólo llegan a denominarse sociales cuando son asumidos por un gran número de personas dentro de un contexto social (comunidad, país, pueblo). Esto quiere decir que se trata de definiciones simplificadoras usadas para señalar las personas, a partir de convencionalismos en donde no se toma en cuenta las capacidades y sentimientos de manera analítica (González, Molina, Montero, Martínez y Leyton, 2007). Estereotipos de género, son la fijación de un sistema de creencias populares sobre las actividades, los roles, rasgos, características o atributos compartidas acerca de los grupos de hombres y de mujeres en general o sobre las características de masculinidad y de feminidad por ellos desarrollados en un contexto social y cultural. Por ejemplo, que los hombres visten de azul y las mujeres de rosa, o que éstas son sentimentales y los hombres son más racionales. En los adolescentes de la cultura mexicana el estereotipo de hombre está ligado al prototipo del rol instrumental, que se traduce en las actividades productivas, encaminadas a la manutención y provisión de la familia, determinada por ser autónomo , orientado al logro, fuerte, exitoso y proveedor, en tanto que la mujer se vincula a las actividades afectivas encaminadas al cuidado de los hijos, del hogar y de la pareja, así como de tener características tales como la sumisión y la dependencia (Rocha, 2000 citado en Rocha y Díaz; 2005). Rice (2000) señala que, los roles y estereotipos de género pueden causar conflictos en la vivencia de las personas. Uno de los problemas que menciona es ��� que cuando se aplican los patrones a todos los miembros de un sexo, las personalidades individuales pueden verse distorsionadas. Donde la sociedad espera que todo el mundo se conforme con las expectativas, independientemente de las diferencias individuales. Además, dichos estereotipos ponen limitaciones en las relaciones que las personas son capaces de formar, así como sobre las carreras profesionales o logros personales. Por ejemplo, tradicionalmente, las mujeres son vistas como sumisas, no agresivas, débiles e incapaces de mantenerse por sí mismas, ilógicas y emotivas; por ello no merecían asumir las posiciones de liderazgo. En cambio habitualmente se pensaba los hombres no debían mostrar sus sentimientos, ni llorar, ni ser sensibles, sino que debían ser incapaces de sentir pena y dolor, y ser capaces de “tomárselo como un hombre”. Como resultado, algunos hombres consideraron que no era digno de un hombre decir a su pareja “te quiero o te amo” o dar a sus hijos un abrazo y un beso. Sin embargo se les animaba a estar interesados por el sexo porque el “hombre de verdad” era viril, pero con frecuencia se les pedía que fueran indiferentes al amor. El resultado produjo hombres insensibles y mujeres sensibles intentando aprender a vivir juntos en el mismo mundo. En donde uno debía mostrar (la mujer) y, el otro suprimir (el hombre), reflejando una convivencia sin comunicación y comprensión, donde era difícil para los hombres y las mujeres ser verdaderamente amigos y compañeros. Otro de los dilemas relacionados a los estereotipos es cuando, el hombre intenta ser “supermasculino” se perjudica y también a otros hombres, pues la adherencia a un rol masculino tradicional se ha asociado con el suicidio, con problemas de salud, estrés, abuso de sustancias y enfermedades emocionales (Good y Mintz, 1990; citado en Rice, 2000). Donde el ser abiertamente dominante, agresivo, independiente, e insensible es autodestructivo y peligroso, ya que se mete en problemas consigo mismo, con la familia, los amigos y la sociedad. Para que se pueda dar un cambio favorable en la relación entre las personas o parejas, los hombres deben aprender a ser menos agresivos y más cooperativos, expresivos y sensibles; mientras quelas mujeres tienen que aprender a ser más ��� asertivas y menos pasivas. Es decir, ambos deben de ser sensibles y tiernos en sus sentimientos y en sus relaciones el uno con el otro. Además de compartir de forma cooperativa las funciones, dando lugar a un mayor compromiso y confianza entre las personas (o pareja, familia, amigos, etc.) y a mayores oportunidades para establecer relaciones significativas. Así que, el rol de género es el “deber ser” de cada persona en un momento histórico-cultural donde se juega ese ser actual con el tradicional estableciendo los estereotipos de género entendidos como “ideales”, que si no se cumplen traen consecuencias como la discriminación, exclusión, etcétera. En la adolescencia, los jóvenes generalmente lo asumen y a veces construye su forma de ser, su afectividad y autoestima en torno a estos. 1. 3. Formación de la identidad de género Identidad de género, es el papel social que se asigna culturalmente a un individuo a partir de la condición biológica que define si le corresponde un rol social masculino o femenino (Armendáriz y Cuevas, 2008). Éste designa aquello que es propio de un individuo o grupo y lo singulariza. Las expresiones de la identidad varían en función de las referencias culturales, profesionales, religiosas, geográficas, lingüísticas, entre otras. A pesar de su variedad semántica, el concepto de identidad permite esclarecer las relaciones entre el individuo y su entorno. Donde el término de género “alude al modo en que el ser hombre o mujer viene prescrito socialmente por la combinación del rol y estatus atribuidos a una persona en función de su sexo y que es apropiado por cada persona. Las dependientes con los asignados al otro; así por ejemplo, dependencia en las mujeres e independencia en los hombres” (citado en Inmujeres, 2007). Para Stoller (citado en García, 2003) la identidad de género es esa parte del yo compuesta por un conjunto de convicciones o creencias relacionadas con la masculinidad y feminidad, la cual está formada por la combinación de ambas, lo que implica que las dos están presentes en cualquier persona pero que en ��� diferente forma y grado. Entendiéndolo como el sentido interno del individuo o la percepción de ser masculino o femenino. La identidad de género, al igual que los estereotipos y roles de género se instauran más o menos a la misma edad en que el infante adquiere el lenguaje entre los 2-3 años y, es anterior a su conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos. A partir de dicha identidad, el niño organiza su experiencia vital; el género al que pertenece lo hace identificarse en todas sus expresiones, es decir, por medio de sentimientos o actitudes de "niño" o de "niña" en comportamientos, juegos, etcétera. Posteriormente de establecida la identidad de género, cuando un niño se asume y sabe como perteneciente al grupo de lo masculino y una niña al de lo femenino, ésta se convierte en un tamiz por el que pasan todas sus vicisitudes. Es común observar a niños rechazar algún juguete porque es del género contrario, o aceptar sin cuestionar ciertas tareas porque son del propio género (Lamas, 2009). Entonces, podríamos decir que los padres desde el momento de recibir la noticia de que van a ser papás y el sexo biológico del futuro integrante generan en ellos una serie de expectativas y significaciones diferentes sobre su comportamiento, su desarrollo, sus capacidades, habilidades, entre otras. Sin embargo la que se ha encargado de establecer estos patrones en los niños y niñas es la madre, ya que por tener la tarea principal de ser educadora de ellos y el padre de salir a trabajar para cumplir su rol de proveedor, ella construye de manera inconsciente niños activos, fuertes e inteligentes y a las niñas más cariñosas, sensibles y sociables por la manera indistinta de relacionarse con cada uno de ellos (Oliver, 1992). Donde claramente queda de manifiesto que las expectativas y deseos de los progenitores principalmente de la madre marcan o significan al hijo o hija desde su nacimiento. Este proceder diferenciado de los padres y las mujeres hacia su niño o niña, en función de su sexo biológico, se sigue manifestado durante su infancia reflejada en aspectos tales como la forma en que se decora la habitación, la ropa y los juguetes que se compran y el tipo de juego que los padres realizan con ellos. ��� Con respecto al tipo de juego que realizan los padres tiene que ver con la apropiación de su identidad, por ejemplo con sus hijos es mucho más activo y desordenado, porque desde el seno de la madre se le ha investido estos significantes, y el que realizan con sus hijas, que siempre tiende a ser más pasivo, ordenado y con un importante componente verbal, esto tiene que ver con la manera afectiva que ha vivido con la madre donde de alguna manera hace que se comporte como ella para poder conseguir el afecto del padre (Oliver, 1992). Al llegar al momento de separación de la madre y el hijo o hija, por la incorporación al preescolar, trae consigo nuevos comportamientos paternos y maternos que influyen de manera importante en la construcción de la identidad de género se hacen aún más extremos en este periodo. En el cual, la mayoría de las madres, pero sobre todo los padres ponen una atención especial en el hecho de que la conducta de sus hijos e hijas aparezcan claramente estereotipada considerando que puede haber conflictos si dichas conductas no se manifiestan de la forma que se considera, normalmente, adecuada. A este respecto es importante señalar que es el “comportamiento inadecuado” de los chicos el que se corrige y reprende de una manera más activa. Justamente por ejemplo, no se genera tanta preocupación en los progenitores que una niña juegue con balones y coches o que se comporte de una forma ruda, como que un niño juegue con una muñeca o manifieste “excesivos signos de sensibilidad”. El entrar a la educación formal, hace que los padres se reformulen nuevas expectativas diferenciales entre un niño y una niña, referidas básicamente al desarrollo de determinadas capacidades, directa o indirectamente relacionadas con los aprendizajes escolares. Cuando se hace un análisis más profundo del origen de estas diferencias, de nuevo, encontramos que no se trata de diferencias existentes “a priori”, sino que más bien responden a ciertas formas de comportamiento aprendidas, y cuyo origen se sitúan en los diferentes modos de interacción que los educadores establecen con sus vástagos dependiendo del sexo biológico de esta última (Barberá, 2005). � � La adolescencia o juventud es un período de la vida donde los individuos se enfrentan con una gran necesidad consistente en tener que rehacer nuevamente la identidad de género, y redefinir la nueva situación del o de la adolescente en el mundo y, por tanto, elaborar nuevamente su mundo de relaciones sociales, incluido su rol de género y sus preferencias sexuales. En muchas ocasiones el actuar respecto del mismo modo de los chicos y las chicas se vuelven tremendamente estereotipada, siguiendo las pautas de comportamiento asociadas a los roles de género tradicionales. Encontrando situaciones en donde el comportamiento de los padres puede contribuir a que esta circunstancia se perpetúe. Por ejemplo: los padres y las madres son mucho más exigentes con sus hijas adolescentes en relación a temas tales como: salidas, horarios, y control de las amistades; que con sus hijos a quienes –pensando erróneamente que ocurren menos peligro- les conceden mayores dosis de libertad. Entonces, los padres son los que depositan sus expectativas, sueños, deseo a sus hijos cuando son pequeños, después la sociedad les demandará otras cosas, así que cuando llegan a la adolescencia ellos empiezan a buscar sus intereses con la base que les enseñaron sus padres (y la sociedad), es decir,sólo trasforman ese deseo de sus papás en algo propio. En este periodo buscan su identidad, para conseguirla evalúan su entorno para verificar que es lo que se necesita en su contexto social para poder decir que ya forma parte de él. El propósito del joven es tener un sentimiento de confianza en sí mismo, para ello lucha o acepta la concepción que tiene de sí y la compara con la visión que tienen de él/ella los demás. García y Freire (2003), mencionan que evidentemente los papás enseñan diferentes comportamientos, pensamientos y prácticas dependiendo si se es niña o niño. Si es varón se les socializa para la producción y para progresar en el ámbito público (en lo laboral, profesional, político, tecnológico, etc.), donde el deseo de los padres es de que él sea exitoso en dicho ámbito, para eso se le prepara y se le educa, y para poder obtener gratificación y autoestima tiene que buscarlo en el ámbito público. En consecuente se le reprime la esfera afectiva ��� (sentimientos, expresión de afectos), se le potencian libertades, talentos, ambiciones, por lo que se les estimula bastante a eso, así que se les orienta hacia la independencia económica, afectiva, de acción y de criterio, hacia lo exterior, es decir, a lo macrosocial. Donde el valor del trabajo –asalariado– se le inculca como una obligación prioritaria y como definitorio de su condición de hombre. Esto tiene como ventaja la independencia y como desventaja el tener sólo una opción – automantenerse–. Así, se les induce a sentirse responsables del sustento económico de los otros –esposa e hijos–, y se les evita el trabajo doméstico. Mientras que si es mujer, se las socializa para la reproducción y para permanecer en el ámbito privado (doméstico, afectivo). Donde el deseo de los padres es que sean exitosas en dicho ámbito preparándolas y educándolas para ello, y para poder obtener gratificación y autoestima tiene que buscarlo en el ámbito privado. Por lo que se le fomenta en la esfera afectiva, se le reprime diversas libertades. No se le fomenta e incluso se reprime la diversificación de talentos y ambiciones (limitándolo a lo privado), así que reciben poca estimulación. Orientándolas hacia la intimidad, hacia la dependencia económica, afectiva, de acción y de criterio, hacia lo interior, es decir, hacia lo micro social. El valor del trabajo –asalariado – no se les inculca ni como obligación, ni como definitorio de su condición como mujer, teniendo como desventaja la dependencia hacia otro(s) y la ventaja de poder optar automantenerse o ser mantenida. Sin embargo el trabajo doméstico se les inculca como una obligación exclusiva de su sexo, además de inducirlas a sentirse responsables del sustento afectivo de otros –marido, hijos, ancianos. La categoría de género alude tanto a una realidad subjetiva como a un principio organizador de la interacción social y de las relaciones existentes entre los sexos. Permitiendo analizar las experiencias de los adolescentes y su apropiación a través del proceso de socialización, que condiciona nuestro modo de percibir y hacer el mundo, hasta la manera de enfermar. La perspectiva de género, nos contribuye a reconocer algunas aportaciones a la vida de la y el adolescente, entre las que podemos señalar: ��� • Ayuda a identificar la presencia de estereotipos de género en nuestra cultura en hábitos, creencias, comportamientos, medios de comunicación, educación, entre otros, para poder construir nuevos discursos y argumentaciones capaces de cambiar estereotipos de género con la apuesta por modelos más equitativos y humanos. • Contribuye a darse cuenta de la propia identidad, para poder conocer la importancia que la identificación tiene en los procesos de socialización, los sentimientos y las actitudes. • Favorece a que cada persona se dé cuenta de la influencia que ejercen los patrones culturales en las expectativas y proyectos personales. • Permite conocer cómo el proceso de socialización de género limita la expresión de los sentimientos por el hecho de ser hombres y mujeres. • Ayuda a analizar cómo los deseos, los sentimientos…, son clasificados como masculinos y femeninos y son definidos culturalmente. • Contribuye a potenciar la toma de conciencia de nuestra riqueza expresiva y el uso de nuestros sentimientos en las relaciones interpersonales y con nosotros y nosotras mismas sin que estén basadas en relaciones de poder. • Favorece una actitud crítica y creativa ante los estereotipos sexistas con los que educa esta sociedad (juegos y juguetes, medios de comunicación, modelos). • Permite tomar conciencia de la propia identidad. • Ayuda a conocer la importancia que en la identificación tiene el proceso de socialización, los sentimientos y las actitudes. • Permite responsabilizarse de la importancia de participar activamente en nuestro propio proceso. Además de respetar y valorar las diferencias. ��� En resumen, podemos concluir que los cambios de la y el adolescente influyen directamente en la imagen corporal, que es el esquema psicológico que el sujeto tiene de su cuerpo como consecuencia de sus experiencias personales, la forma de apropiárselas y el ambiente sociocultural, es decir, la imagen corporal está ligada al género, que se refiere a las diferencias entre los hombres y las mujeres en cuanto a ideas, valores y modo de actuar. Ésta es propia de cada persona y le permite expresarse y comunicarse con otras personas. La imagen corporal está relacionada con la autoestima, que es la capacidad de tener confianza y respeto por sí mismo(a). La autoestima empieza a construirse desde el momento del nacimiento, o antes, ya que las expectativas y los sentimientos de los padres hacia el niño o la niña recién nacida producen la seguridad de ser querido(a) o ser rechazado(a). Es en el seno familiar donde el niño o niña, adquieren los cimientos para construir adecuada o inadecuadamente la autoestima. La comunicación verbal y no verbal (traducidas en acciones y actitudes) de la madre y el padre son el instrumento que permite a los hijos(as) el desarrollo de confianza en sí mismos(as), la capacidad de valorarse y valorar a los demás y, por lo tanto, una adecuada autoestima. Culturalmente está actividad es realizada por la mujer, ya que su rol es asociado a la crianza y el cuidado de los hijos, mientras que el hombre se encuentra en muchas de las ocasiones ausente, por la asignación que le toca de ser proveedor de los medios económicos. Los padres actúan como “espejos” que reflejan las cualidades y defectos de sus hijos. Este mirarse en el espejo de los padres dará como resultado la seguridad personal. Así, si los padres reflejan sólo cualidades o lo contrario solamente los defectos, promoverán en sus hijos(as), una imagen fragmentada, insegura y temerosa para dar y recibir. Durante de la adolescencia, la autoestima se debilita ya que el cuerpo cambia y, por consiguiente, los y las adolescentes tienden a cuestionar su imagen corporal, lo que les permitirá construir su identidad. Conforme el adolescente se acostumbra ��� a los cambios, o mejor dicho, los acepta; empieza la preocupación por su apariencia, el deseo de poseer un cuerpo más atractivo y la fascinación por la moda. Al finalizar la adolescencia se esperaría que existiera una aprobación del cuerpo y por lo tanto una imagen corporal satisfactoria y una adecuada autoestima (Aguilar, Botello y Yee, 1998). ��� CAPÍTULO 2. MIRANDO DESDE DENTRO: AUTOESTIMA EN LA ADOLESCENCIA “No se puede elegir sabiamente una vida a memos que se atreva uno a escucharse a sí mismo, a su propio yo, en cada momento de la vida” Abraham H. Maslow Hablar de autoestima nos remite a diversas clasificaciones de nombres, en la que mismos términos toman diferentes significados de acuerdo a las diferentesteorías. Estas expresiones son utilizadas por diferentes teóricos para referir aparentemente el mismo fenómeno. Algunos de los nombres relacionados puede incluir términos como: amor a sí mismo, auto-confianza, auto-respeto, apreciación de sí mismo, auto-valía, auto-eficiencia, sentido competencia, auto-concepto y congruencia ideal del sí mismo, entre otros. (Wells y Maxwell, 1976; citado en Paul, 2006). Estas palabras y sus significados son en realidad condiciones de la autoestima; las cuales no se quedan en el vacío de las personas sino están íntimamente relacionadas a los procesos de pensamiento, y acciones que se viven en diversas circunstancias (Branden, 2004; citado en Paul, 2006). Desde la perspectiva humanista, Maslow dice que la mayoría de las personas que no han desarrollado un alto nivel de estima, nunca llegan a autorrealizarse. Para Maslow existen dos tipos de necesidades de estima, la propia y aquella que proviene de las otras personas (Naranjo, 2007). En la adolescencia, al ser un periodo de constantes cambios (tanto físicos, psíquicos y sociales) para los adolescentes tienden a preocuparse constantemente por la forma en que los ven los demás, y con ello, comienzan a compararse. La imagen resultante puede hacerlo/la mostrarse sumamente tímido/a e inseguro/a algunas veces, y otras arrogante, confiado/a y provocador/a. ��� Se ha visto que cada individuo posee diferentes grados de autoestima, dado que cada persona tiende a percibir la realidad de manera disímil. En este capítulo se presenta el enfoque humanista de Abraham Maslow. Se retoman sus conceptos sobre la autoestima para relacionarlos con las condiciones de los adolescentes y vincularla en la perspectiva de género. La psicología humanista también es conocida como la «tercera fuerza»�es una nueva concepción del hombre, una nueva filosofía de la vida, es decir, de la ciencia, la educación, la religión, la psicoterapia, la política, la economía, entre otras. De acuerdo con Maslow: “Hoy día la psicología humanística supone muchas cosas: un movimiento cultural, una red social, una serie de experiencias de personas, un conjunto de técnicas, un sistema de valores, una organización y una teoría. Idealmente, cada uno de ellos interactúa y enriquece a los demás” (Maslow, 1991, pág. 375) En base a lo anterior, los principios teóricos fundamentales que caracterizan la psicología humanista son: • El ser humano es una totalidad que excede a la suma de sus partes. El énfasis holista de la psicología humanista lo distingue claramente de otras posturas atomistas o reduccionistas. • El hombre posee un núcleo central estructurado. Es el elemento que se conoce como “yo” o el “si mismo” que estructura y organiza el mundo subjetivo y objetivo. • El hombre tiende en forma natural a la autorrealización, es decir, busca experiencias facilitadoras del crecimiento. • El hombre lleva a cabo su existencia en un contexto humano. Su naturaleza se expresa en su relación con otros seres humanos. • El hombre es consciente, la conciencia forma parte esencial de su ser (Carpintero, Mayor y Zalbidea, 1990). ��� • El hombre es consciente de sí mismo y de su existencia. Se refiere a una perspectiva existencial de aquí y ahora, acentuando que siempre se vive sólo en el momento presente. • El hombre tiene facultades para decidir. Esto es aceptar la responsabilidad de las propias acciones y experiencias. • El hombre es intencional. Los actos volativos o intencionales de la persona se reflejan en sus propias decisiones o elecciones (Maslow; 1991 y Nye, 2002). La teoría de Maslow, se sitúa sobre la motivación humana y la autorrealización, descrita en la jerarquía de necesidades, este trabajo es contrastante con los modelos freudianos y conductistas. Sin embargo para Maslow es una síntesis creativa de su trabajo con dichos modelos y una prolongación de las tendencias modernas de la psicología (Maslow, 1991). El estudio de la motivación va enfocado, en parte, al estudio de los fines, de los medios, de los deseos o de las necesidades del ser humano. Bajo este marco se analizan los procesos internos que brindan al comportamiento su energía y dirección. Los elementos capaces de dar al comportamiento fuerza y propósito (energía y dirección, es decir, los motivos) son: las necesidades, las cogniciones, emociones y acontecimientos externos. Las necesidades son condiciones dentro del individuo que resultan esenciales y necesarias para mantener la vida, el crecimiento y el bienestar, ya que organizan sus posibilidades de acción e incluso crean la realidad externa. Las cogniciones son representaciones del pensamiento (como las creencias, expectativas, y autoconceptos). Las emociones organizan cómo nos sentimos, la forma en que reaccionan nuestros cuerpos, nuestro sentido de propósito y la forma en que expresamos nuestras experiencias. Los acontecimientos externos son estímulos circunstanciales (como contextos, situaciones y climas ambientales, la sociedad y cultura) que sirven para provocar comportamientos que tienen consecuencias positivas, y lo alejan de aquellos que muestran consecuencias de aversión (Reeve, 2003). ��� 2. 1. Jerarquía de necesidades de A. Maslow La base de la teoría de la motivación de Maslow es la proposición de que los seres humanos poseen necesidades, las cuales están interrelacionadas (las que alienta el crecimiento) gobiernan y organizan todas las otras necesidades dentro de una jerarquía. Maslow las ordenó jerárquicamente en cinco necesidades: a) las necesidades fisiológicas, b) las necesidades de seguridad, c) las necesidades de amor, afecto y sentido de pertenencia, d) las necesidades de estima y e) las necesidades de autorrealización. a) Las necesidades fisiológicas. Las necesidades fisiológicas serían las básicas y fundamentales. Aquí encontramos las�necesidades que tenemos de oxígeno, de beber agua, de comer, consumir proteínas, sal, azúcar, etc. Otras necesidades incluidas aquí son aquellas dirigidas a mantenernos activos, a dormir, a descansar, a eliminar desperdicios (como sudor, orina y heces), a evitar el dolor y a tener sexo. La insatisfacción de estas necesidades puede tener efectos como: ganas de dormir, fatiga, ausencia de energía, anhelo, pereza, entre otras, pero si son gratificadas el individuo tiene vitalidad, energía, vigor, entre otras. Cuando una necesidad está satisfecha (en un 80%) en seguida surgen otras (superiores) necesidades y éstas dominan más que el hambre fisiológica, y así sucesivamente. Sin embargo, puede que aparezca de nuevo la misma necesidad, esto se debe a que son frustradas. Pero una necesidad ya satisfecha deja de ser una necesidad. b) Las necesidades de seguridad física y emocional. Entre las necesidades de seguridad encontramos a la estabilidad, la dependencia, la protección, la ausencia de miedo, ansiedad y caos, necesidad de una estructura de orden, de ley y de límites. ��� La frustración de esta necesidad trae consecuencias como el miedo, la presión, la ansiedad, la tensión y el nerviosismo, etc. Al estar satisfechas hay carencia de ansiedad, falta de nerviosismo, laxitud, confianza en el futuro, afirmación y seguridad. La necesidad de seguridad muchas veces hace que busquemos el bienestar en un trabajo fijo y estable, el deseo de una cuenta de ahorros y de un seguro médico, de desempleo, de incapacidad, de vejez. c) Las necesidades (sociales) de amor, afecto y sentido de pertenencia. La necesidad de amor supone dar y recibir. Cuando están insatisfechas, una persona sentirá intensamente la ausencia de amigos, de compañeros o de hijos. Hay una cosa que aclarar, el amor no es sinónimo de sexo. El sexo se puede estudiar como una necesidad puramente fisiológica, aunque el comportamiento sexual humano sea determinado por diversos factores, es decir, no sólo está determinadopor las necesidades sexuales sino también por otras necesidades, como el amor y cariño. La necesidad de sentido de pertenencia está motivada por un ansia profunda de sentimiento de grupo, de contacto, o de unión verdadera. d) Las necesidades de estima. Todos los seres humanos tienen la necesidad o deseo de una valoración generalmente alta de sí mismos, con una base firme y estable, es decir, la necesidad de autorrespeto o de autoestima propia, y de la estima de otros. La necesidad de estima propia tiene como características el deseo de fuerza, logro, adecuación, competencia, confianza ante el mundo, independencia y libertad. Y la necesidad de estima o respeto por las demás personas tiene como característica el deseo de reputación o prestigio, el estatus, la fama y la gloria, la dominación, el reconocimiento, la atención, la importancia, la dignidad o el aprecio. La satisfacción de la necesidad de autoestima conduce a sentimientos de autoconfianza, valía, fuerza, capacidad y suficiencia, de ser útil y necesario en el � � mundo. Pero la frustración de estas necesidades produce sentimientos de inferioridad, de debilidad y de desamparo. e) La necesidad de autorrealización. Esta necesidad se refiere al deseo de la persona por la autosatisfacción, a saber, la tendencia en ella de hacer realidad lo que ella es en potencia. Donde vemos no sólo la superficie, sino también las realidades, las potencialidades. La autorrealización surge del crecimiento no de la carencia. Para que el crecimiento se dé de manera saludable se necesitan fundamentalmente dos direcciones: una es la autonomía y la otra la apertura a la experiencia. Deci y Ryan (1991) señalan que, la autonomía significa alejarse de la heteronomía y alcanzar una capacidad cada vez más creciente para depender del propio yo y para regular la conducta personal. Mittelman (1991) dice que, la apertura significa una forma de recibir información y sentimientos de modo que ninguno se reprima, ignore, filtre o distorsione por deseos, temores o experiencias pasadas (Reeve, 2003). La verdadera gratificación o satisfacción de una necesidad básica tiende al perfeccionamiento, fortalecimiento y desarrollo sano del individuo, no sólo mejora su estructura de carácter, sino también como ciudadano en el contexto social y cultural y, asimismo, en las relaciones con los demás. Recordemos que el exceso o la carencia de gratificación o satisfacción de las necesidades llevan a los individuos a estar menos sanos, y los puede conducir a tener una patología. Todo esto depende de cómo perciban y signifiquen a las necesidades, por ejemplo: en la actualidad se ha visto que en México hay problemas de obesidad relacionada a una necesidad de hambre crónica y extrema, que hace que ciertos individuos tiendan a pensar que, si solamente se le garantiza el alimento para el resto de su vida, será perfectamente feliz y nunca necesitará nada más. La vida misma tiende a definirse en términos de comer. ¿Y a qué se debe esto? A que dichas personas le dieron a la comida el significado de felicidad y de bienestar. Otro ejemplo, es cuando algunos adolescentes que carecen de respeto y lo buscan, se ponen una fachada de agresividad y de seguridad (porque para ellos/as esa conducta es el medio para obtener respeto). ��� Hasta este momento, la finalidad de Maslow es mostrar que el ser humano puede a seguir dos caminos: uno de ellos lo estanca en las deficiencias, provocando patologías la mayoría de veces; y otro enfocado a potencializar las capacidades de cada individuo a través del crecimiento, teniendo como resultado una vida sana (haciendo énfasis en éste). Maslow (1991) dice que el individuo elige que camino seguir, dependiendo de su personalidad. Y la personalidad se forma a través de la satisfacción o insatisfacción de las necesidades, ya que ellas juegan el papel de motivos, es decir, dan energía y dirección a sus pensamientos, emociones y conductas. Esto se realiza a través de la motivación interna (o intrínseca) y externa (extrínseca) – ambas ligadas e interrelacionadas–. La motivación interna tiene una conducta expresiva (que refleja el estado de la persona o de su ser) y tiene como características: que es un fin o meta, es inconsciente la mayoría de veces, es espontánea, no es aprendida, es incontrolable frecuentemente, no tiene el fin de producir cambios si lo hace es involuntariamente. Esta motivación lleva a los individuos a ejercitar sus capacidades personales y de esa forma buscar y dominar los desafíos de la vida, expresando sus intereses y curiosidades. La motivación externa, tiene una conducta denominada de funcionamiento determinada por elementos externos provenientes del medio cultural o social. Además posee otras características como: ser un medio para reducir la amenaza y gratificar las necesidades, es consciente, tiene una intención, es útil, requiere de esfuerzo, es aprendida, se puede controlar, produce cambios al entorno la mayor parte de los casos. La motivación externa significa un medio para un fin (“actúa así y ganarás aquello”, “haz esto y obtendrás aquello” o “has esto para obtener esto”). La personalidad del adolescente es fundamental para sus vivencias emocionales, ya que, en este periodo los jóvenes presentan una confusión de lo que son y lo que creen que son, es decir, de su concepción de sí mismos y de la valía que se otorgan. Así que la autoestima de los adolescentes puede disminuir o aumentar de acuerdo a la subjetividad y percepción de cada individuo en relación con su ��� entorno (la familia, la escuela, la comunidad, etc.). Por ejemplo: los fracasos, las experiencias negativas y el miedo pueden bajar la autoestima, mientras que los éxitos, las buenas relaciones y el amor pueden aumentarla. 2. 2. Problemas de autoestima en la adolescencia La autoestima es una necesidad muy importante del ser humano y es el ingrediente que proporciona dignidad a la existencia; es indispensable para el desarrollo sano y tiene un valor de supervivencia. El grado de autoestima del adolescente influye sobre el equilibrio emocional, el progreso en la escuela y las aspiraciones vocacionales, la competencia interpersonal y el ajuste social, entre otras (Rice, 2000). En la adolescencia los jóvenes fortalecen o disminuyen la autoestima debido a que comienzan a hacer valoraciones sobre sí mismos, comparando no sólo los aspectos físicos sino las capacidades intelectuales y las habilidades sociales con sus iguales, o con algún adulto que estimen (pueden ser cualquiera de sus padres o ambos). Este es un momento en el que manifiestan la necesidad de elegir y tomar control de su propia vida, buscando los medios para formar nuevas pautas de su conducta (Bauman y Riche, 1991). El tipo de medios que utilice el adolescente dependerá del grado de valoración que posea. Cuando la autoestima es alta el individuo busca medios favorecedores para mantener su estima, permitiéndose potencializar sus habilidades y capacidades, en cambio si la autoestima es baja (es decir, tiene carencias) se pensaría que el individuo, busca diversos recursos para incrementar su estima, sin embargo muchas veces al percibirse con poca valía utiliza medios qué de lugar de fortalecer la autoestima, la repercute y la baja aún más. En la juventud hay comportamientos denominados “problemas típicos” de los adolescentes que corresponden al ámbito social, tales como adicción a drogas, no teniendo amigos, aislarse de los padres, negándose a ir a la escuela (o bajo rendimiento escolar) y dificultad para ajustarse a un trabajo o actividad ��� denominada “adulta” (Coleman, 1987; Conger, 1980; y Kaplan, 1986). Estos conflictos o comportamientos son medios para obtener algo, y en este apartado vamos a averiguarlo. Los jóvenes pueden mostrar ciertas conductas “conflictivas” como la rebeldía o irresponsabilidad,irritabilidad o ira, escurridiza o evasividad, presuntuosidad, depresión e incluso son reservados o tímidos, porque piensan que nadie los entiende, principalmente sus padres (Bauman y Riche, 1991). La adolescencia es un período de contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones con el medio familiar y social. Donde la responsabilidad para el adolescente no tiene el mismo significado que el de los padres (o adultos), para ellos ser responsable implica que el joven amplié sus fronteras intelectuales, mejore sus relaciones sociales, y que tenga la iniciativa de pensar en una carrera futura, para que después se inicie en la vida adulta trabajando. Sin embargo los jóvenes conocen la preocupación de los papás sobre su futuro, solo que ellos los ven de forma diferente, ya que éste puede ser el sábado por la noche, la semana próxima, mañana o dentro de diez minutos. El cual involucra un planeamiento, una profunda reflexión para cada experiencia, ya que es percibida como nueva, pues en esta época las necesidades, las actitudes y los intereses de los muchachos están cambiando rápidamente en lo interior (en la forma de pensarse, verse y sentirse) y lo exterior (comportarse y relacionarse con los demás sujetos). Donde comienzan a reconocer los cambios físicos, los cuales les dan una señal de que es el momento de nuevos modos de relacionarse con el mundo. La irresponsabilidad tiene dos caras, una, muestra la intención de valorar las habilidades y destrezas que tiene cada adolescente para formar su autoconcepto y autoestima. La otra, manifiesta que los padres no quieren dejar crecer a sus hijo, ya que se ven amenazados, porque en la infancia ellos eran los encargados de decidir su vida y vivirla por ellos, no exigían ninguna responsabilidad y de un momento a otro “la piden”, sin embargo los jóvenes no saben qué hacer, ni cómo ��� responder a estas exigencias, entonces, los papás ya fastidiados terminan asumiendo la responsabilidad del adolescente. El adolescente no sólo debe enfrentar al mundo de los adultos para lo cual no está del todo preparado, sino que además debe desprenderse de su mundo infantil en el cual y con el cual, vivía cómoda y placenteramente (Aberastury y Knobel, 1993) El adolescente se esfuerza por controlar su propio destino (es decir su independencia) y lo primero que ven es el enfrentamiento de los papás contra ellos/as para obtener el control. Y el único recurso que a menudo el percibe es volverse resentido y actuar con ira (o irritabilidad). El muchacho quiere sentirse útil en la vida y para ello desea independizarse y se da cuenta que aún depende de sus padres en cuanto las necesidades de la vida y las comodidades de ésta, este hecho puede causarle ira, pues, encuentra frustrante que no tiene los medios para irse a vivir solo y lograr convertirse en un adulto pleno. En este periodo el adolescente inseguro generalmente le puede resultar aterrador, hostil y agobiante la vida adulta, porque se está probando a sí mismo por primera vez y no siempre se siente adecuado para vivir la vida adulta, entonces responde con una conducta defensiva es un contraataque más que ataque por sí mismo a los otros (principalmente a los padres). La conducta destructiva es a menudo un síntoma, un tipo de comportamiento que puede ser consecuencia de muchos factores. La hostilidad del adolescente frente a los padres y al mundo en general se expresa en su desconfianza, en la idea de no ser comprendido, en su rechazo de la realidad, pues, sufre cambios de susceptibilidad y de celos, exige y necesita vigilancia y dependencia. Pero sin transición surge en él un rechazo al contacto con los padres y la necesidad de independencia de huir de ellos (Aberastury y Knobel, 1993). La ira tiene dos caras una muestra la intención de autodescubrirse y como acto de supervivencia. El otro manifiesta el rechazo de sobreprotección de los padres que no dejan potencialezar las capacidades de su hijo. ��� Los adolescentes necesitan tiempo para tomar sus decisiones acerca de sí mismo. Todo ser humano o la mayoría de ellos, de cualquier edad tienden a evitar los problemas para no sentirse mal, esto es evadir la confrontación (Bauman y Riche, 1991). Los adolescentes no están exentos de declinar en ciertas situaciones que perciben como amenazadoras, ya que son lo bastante poco realistas y tan fallos de experiencia como para creer a veces que, por arte de magia, no llegará el momento de rendir cuentas o de afrontar las circunstancias de sus actos. Los jóvenes tienden a decir mentiras en momentos y en circunstancias inadecuados. Pero las mentiras en la juventud tienen mayor relevancia por sus consecuencias, porque tiene que ver con drogas, sexo, deberes escolares, etc. Así que, las mentiras de los y las adolescentes suelen ser intentos mal encauzados para enfrentar su problema o una situación desagradable. La evasividad puede no ser una mentira directa El lado positivo, En un esfuerzo por ejercer su independencia, a veces los y las adolescentes tienen a ser evasivos. La evasividad puede no intentarse como una mentira deliberada y directa, pero es un modo de decir menos que la verdad completa. Es como tener un poco de privacidad de lo que está haciéndolo un rasgo de independencia. Cuando van más allá de la evasividad, a veces las mentiras son una cobertura con la cual los adolescentes salvan las apariencias en cuanto a una percibida insuficiencia dentro de sí mismos. La mentira es simplemente una indicación de que un chico no ha encontrado el modo de desenvolverse bien en alguna área particular de su vida. En la época de la adolescencia hay grandes expectativas, donde los jóvenes son inquietos y desean alcanzar el futuro en ese instante. Donde la realidad no siempre coincide con sus expectativas, por lo que a veces les resulta poco estimulante la vida y surge el aburrimiento. Además de que el joven se da cuenta que la cultura consumista le da nuevas expectativas (exageradas o hasta irreales) de la vida adulta. En el que el joven debe abandonar la mayoría de los placeres de la niñez, y se encuentran en un punto en que desea avanzar, pero a veces todo le ��� resulta muy poco amistoso y familiar como para que desee hacerlo. Inseguro talvez duda que alguna vez puedan definir por sí mismos una dirección clara para la actividad futura de adulto. La actitud de aburrimiento tiene varias facetas una de ellas tiene la intención de ayudar a salvar la autoestima, así que éste actúa como mecanismo de defensa para evitar el rechazo. En otra el aburrimiento es una manifestación de lo que siente (o sea enojo) el adolescente, ya que a veces los padres no les permiten tener autonomía en el hogar. Tal situación de resentimiento suprimido hace que el joven no tenga ganas de realizar ninguna tarea en casa. El objetivo inconsciente es el de fastidiar a los padres mediante una conducta pasiva-agresiva, un modelo que los padres suelen considerar como holgazanería (Bauman y Riche, 1991). El aburrimiento también es una actitud que sirve como protección y evita que hieran al adolescente. Asimismo el aburrimiento acompañado de depresión puede provocar una catástrofe en el adolescente (donde puede llegar al suicidio). En la adolescencia hay nuevos intereses cada día en la vida de cada joven, nuevos sentimientos sexuales, nuevas posibilidades a explorar. Para muchos de ellos, en cierto momento de su existir, la escuela les parece mucho menos importante que conseguir la estima o el muchacho(a) del asiento de al lado. En este momento perciben que hay otros aprendizajes que no tienen que ver con las matemáticas, la geografía o el inglés. La baja estima hace que el joven abandone o fracase deliberadamente en la escuela, en un esfuerzo por llamar la atención de sus padres. Los sentimientos de falta de valor personal a menudo setrasladan al trabajo en la escuela, donde empiezan a tener notas bajas. Los jóvenes que tienen actitudes negativas hacia sí mismos imponen limitaciones sobre su propio logro. Sienten que hagan lo que hagan, no serán capaces de realizarlo, o que no son lo suficientemente inteligentes. Por lo que no manifiestan aspiraciones vocacionales y evitan tener cargos que implique liderar, para evitar ser supervisados por otros es una forma de evadir la crítica y el juicio de los ��� demás. Tal vez eso se deba a que se le exige al adolescente que defina su vocación y, al mismo tiempo, se le reprenden los primeros tanteos de esa vocación. La comunicación en la adolescencia es importante, porque ellos de esa manera pueden expresar sus sentimientos, deseos e intereses. Así que se esperaría que todo adulto entablara el diálogo con el joven desde el nacimiento, porque sino es así, el adolescente tiene menos probabilidad de acercarse al adulto en este período. Si un joven es poco comunicativo, eso puede ser porque no colabora en la casa. Esta actitud puede hacer que el adolescente dude en cuanto a su propia autoestima, en lugar de ser apreciado por ser un adulto razonable, inteligente, perceptivo y controlado, de pronto se ve tratado como un tonto o un necio (Bauman y Riche, 1991). La falta de comunicación del joven con los adultos puede ser porque el adolescente está en un proceso de reflexión tratando de descubrir por sí mismos quiénes son, qué harán y en qué se convertirán. También están averiguando cuál es su posición frente al otro sexo, cómo se llevan con los miembros de su propio sexo, en qué medida son diferentes individuos y en qué otra son iguales. Por otra parte la falta de comunicación tiene la intención de evadir las responsabilidades. Así que muy a menudo los adolescentes se preguntan si alguna vez podrán dominar las habilidades sociales de los adultos que ven a su alrededor. En este período los jóvenes están desarrollando identidades individuales y pasan a la fase en que hacen planes por sí mismos, tienden a considerar a sus compañeros más crítica y selectivamente. Y ellos mismos al mismo tiempo son evaluados de igual modo, tienden a hacer esfuerzos para adecuarse a lo que sus colegas esperan de ellos. Donde lo más importante es “ser una persona aceptada”, ya que, ser aceptado es una prescripción para el éxito. Para el adolescente no siempre es fácil el proceso de descubrir cuál es el ambiente en donde encaja. ��� Los adolescentes que sienten agudamente del rechazo de sus compañeros con frecuencia sufren una gran pérdida de autoestima, y el joven se cree que es un fracasado, un inadaptado social. La incapacidad de formar amistades o conocer gente nueva durante la adolescencia, es un ajuste social pobre. Los muchachos(chas) con baja autoestima tienden a estar pendientes de su propia invisibilidad. A ellos(as) no se les destaca o se les selecciona como líderes, y no participan con frecuencia en clase, en clubes o en actividades sociales, y con frecuencia son los blanco (de bromas crueles) principales de los adolescentes más “fuertes”. Estos jóvenes, con frecuencia, tienden a tener sentimientos de aislamiento y de soledad (Rice, 2000). El joven que no encaja fácilmente en el grupo, posiblemente sea porque no está dispuesto todavía para tomar su lugar entre sus compañeros. O no saben cuáles son sus intereses, o pueden pensar que lo saben pero es aún demasiado tímido para probarse. Sin embargo el adolescente tímido (aislado) puede tener otra forma de canalizar sus sentimientos de aprobación convirtiéndose en un artista, el cerebro, el científico, un cómico brillante, un filósofo. El asunto de encontrar amigos para cada joven lleva tiempo, pues, la meta principal de la adolescencia –o de toda la existencia- es descubrir quiénes somos y seguir a nuestro propio ritmo. A veces hay adolescentes muy sensibles y propensos al pensamiento profundo, por lo cual no es necesariamente malo el que no tenga amigos, siempre y cuando esté feliz o satisfecho con su modo particular de encarar la vida. Las personas conocidas como “populares” a menudo se vanaglorian de su fama, coleccionando amigos y mostrándolos como objetos materiales, como si fueran una colección de dijes. En realidad, esta conducta es un mecanismo de defensa, para compensar y eludir sentimientos depresivos, tales jóvenes suelen coleccionar gente para sostener su autoestima. El tener montones de chicos que persiguen a uno todos los cuales esperan lograr éxito, no es popularidad, es desesperación. La decisión final de con quién juntarse, es del propio adolescente. ��� Los amigos verdaderos son una parte importante del desarrollo de un adolescente, porque cuando los adolescentes encuentran su propio círculo particular de amigos, están en camino de definir para sí mismo (y para el mundo) quiénes son, pues comparten algo de su visión nueva, además de intereses, afinidades y gustos. A veces el adolescente solamente tiene un amigo, éste le da al adolescente una sensación de total protección y aceptación todo el tiempo. Un amigo íntimo ayuda a que el joven se preparé a crear amistades adicionales con una variedad de personas, que van de las superficiales a las profundamente leales (Bauman y Riche, 1991). Los compañeros en cierta forma tienen la función protectora que los padres proporcionaban en la infancia, esta sensación de seguridad lleva al adolescente a confiar y seguir cualquier tipo de conducta (constructiva o destructiva). La influencia de los “amigos” tiene que ver mucho con la experimentación de la droga en la actualidad, muchas veces prueban algún tipo de droga (alcohol, marihuana o cigarro) para sentirse aceptados en un grupo. Los chicos con poca autoestima tienden a relacionarse con otros jóvenes con el mismo problema y existe el peligro de que se dediquen a consumir drogas y a otros hábitos socialmente indeseables. En otras ocasiones los adolescentes que sienten fastidio o resentimiento hacia sus padres tienden de manera inconsciente a castigarlos frecuentando jóvenes que sus padres desaprueban y/o al consumo de drogas. Sin embargo en ocasiones la curiosidad de los muchachos/as hace que experimenten y prueben las drogas. La experimentación es una cosa que tal vez deba esperarse, pero los chicos que caen en el consumo habitual de la droga o alcohol, tabaco, o de todo, son jóvenes con problemas que, están tratando de evadirse de la vida. Las drogas son un modo de anular los constantes sentimientos “depresivos” que experimentan como consecuencia de una variedad de inconvenientes que no han sido solucionados (Rice, 2000). � � El aburrimiento, la ira, la falta de responsabilidad, la incapacidad de comunicarse con los padres, un resultado escolar malo, la falta de amigos (o incluso tener algunos compañeros inestables) son factores que posibilitan a los jóvenes el consumo habitual y en exceso de drogas. Tener baja autoestima es un factor que influye en el abuso de drogas y el embarazo no deseado (Blinn, 1987; Horn y Rudolph, 1987; citados en Rice, 2000). El embarazo no deseado es con frecuencia un intento por parte de las jóvenes para mejorar su autoestima. Ya que, tienen relaciones sexuales porque quieren conseguir aceptación por su pareja. La baja autoestima, puede estar asociada también con los trastornos alimenticios como la anorexia y bulimia, y con la depresión y la ansiedad. El adolescente intenta desarrollar una falsa imagen, es decir una fachada con la que enfrentarse al mundo. Este es un mecanismo de compensación utilizado para superar el sentimiento de no tener valía, convenciendo a otros de que uno es valioso. Llevarlo a la práctica produce tensión. La autoestima como medio sirve como vehículo para alcanzar algo. Cuando se tiene una estima alta en la adolescencia, se ocupa para obtener la independencia, tener