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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO 
 
 
 
 
FACULTAD PSICOLOGÍA 
 
LA TERAPIA COMO DIÁLOGO HERMENÉUTICO Y 
CONSTRUCCIONISTA PARA EL FORTALECIMIENTO DE 
LA AUTOESTIMA EN ALUMNOS DEL CCH. 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 LICENCIADA EN PSICOLOGÍA. 
 
P R E S E N T A: 
MÓNICA ORTIZ ESTRADA 
 
DIRECTOR DE TESIS: 
DR. GILBERTO LIMÓN ARCE 
 
COMITÉ DE TESIS: 
Maestro Jorge Orlando Molina Avilés 
Maestra Patricia Paz de Buen Rodríguez 
Maestra Inda Guadalupe Sáenz Romero 
Maestro Enrique Buzo Casanova 
 
Ciudad Universitaria, CDMX, 2016 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
2 
 
ÍNDICE 
Agradecimientos………………………………………….…………………………… 4 
Resumen………………………………………………………………………………. 7 
Capítulo 1 
La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista………………..…… 9 
A manera de antesala…………………………………………………………........... 11 
Implicaciones en el campo terapéutico……………….. ……... ……... ……………. 14 
Interpretación y flexibilidad, bondades de la Hermenéutica………………..…….. 18 
La propuesta……………………………………………………………………..……. 20 
La relación terapéutica……………………………………………………………….. 24 
El concepto de deco-construcción…………………………………………….…….. 28 
Los elementos complementarios…………………………………………………….. 30 
El proceso terapéutico………………………………………………………………… 32 
Capítulo 2 
La adolescencia……………………………………………………………………….. 38 
Definiciones y características………………………………………………………… 39 
Pensamiento adolescente……………………………………………………………. 54 
Construcción de la identidad en el adolescente…………………………………… 58 
Aspectos socio-culturales……………………………………………………………. 60 
Capítulo 3 
Autoestima……………………………………………………………………………… 65 
Algunas definiciones………………………………………………………………….. 65 
Construcción del autoconcepto……………………………………………………… 67 
Componentes de la autoestima……………………………………………………… 72 
La autoestima en la adolescencia…………………………………………………… 77 
 
3 
 
Desde la terapia como diálogo hermenéutico……………………………………… 80 
Capítulo 4 
Objetivos………………………………………………………………………………... 87 
Metodología…………………………………………………………………………….. 87 
Instrumentos aplicados……………………………………………………………….. 88 
Caso 1 ………………………………………………………………………………….. 88 
Caso 2…………………………………………………………………………………… 93 
Caso 3………………………………………………………………………………….. 104 
Capítulo 5 
Resultados…………………………………………………………………………….. 112 
Conclusiones………………………………………………………………………….. 122 
Referencias……………………………………………………………………………. 124 
 
4 
 
Agradecimientos 
A mis padres; Martha Estrada Trejo y Alfonso Ortiz y Silva, por haberme dado la 
oportunidad de participar de este mundo; por mi genotipo y mi fenotipo, de los cuales 
me siento más que agradecida; por la educación que recibí de ellos, enfocada siempre 
en hacer el bien, en dejar una huella favorable a mi paso por la vida y en perseverar 
hasta lograr mis objetivos. 
Agradezco especialmente a Alejandro, mi esposo, por su apoyo incondicional en este 
proyecto de mi vida, porque me brindó su ayuda a cada instante. Por su comprensión 
en los momentos de mayor presión y en aquellos que limitaron nuestra convivencia. 
Porque jamás escuché un reproche de su parte, sino palabras de amor, aliento y 
comprensión. 
A mis hermanos; Alfonso, Martha, Norma y Alejandro, por su ejemplo y por estar ahí 
cada que he necesitado de su apoyo. 
A mis compañeros de generación, por enriquecer en gran medida mi paso por la 
Facultad, pues con cada participación en clase, cada exposición, cada opinión que de 
ellos escuché, aumentaba mi conocimiento y mi curiosidad por el aprendizaje. 
Agradezco además todos los momentos de grata convivencia con ellos, que 
condimentaron tan ricamente esta experiencia y que decoraron bellísimamente mi 
salón de los recuerdos. A todos ellos: ¡MUCHAS GRACIAS! 
A mis profesores de SUA, ya que la mayoría de ellos mostraron un gran compromiso 
para con nosotros, yendo más allá de los programas de estudio, buscando una 
formación más completa e integral en los alumnos. 
Agradezco enormemente a la Maestra Elsa Rangel, Coordinadora del Programa de 
Atención Especializada al Estudiante, por haberme guiado durante mis prácticas 
profesionales en el CCH Vallejo, de donde se obtuvo el material para realizar este 
trabajo. Por su flexibilidad, al permitirme llevar una nueva modalidad de terapia a la 
 
5 
 
práctica, ya que en todo momento estuvo abierta a escuchar nuevas propuestas y me 
permitió, además, conducir la terapia sin restricciones en cuanto al marco teórico. 
A la Maestra Maricela Calzada Romo, Coordinadora del Departamento de 
Psicopedagogía del CCH Vallejo, por su flexibilidad, apoyo y confianza; por su entrega 
para con los alumnos y porque siempre estuvo al pendiente del bienestar de ellos, 
algunas veces excediéndose en sus funciones para lograrlo. 
A los estudiantes del CCH Vallejo que depositaron su confianza en mí, permitiéndome 
acompañarlos por un momento en el arduo periodo que suele ser la adolescencia. 
A mi director de tesis, Dr. Gilberto Limón Arce, por su guía y apoyo en mi formación y 
en este proceso de titulación, por su confianza, paciencia y comprensión, ya que 
siempre estuvo ahí para alentarme y resolver mis dudas. 
A mis sinodales: Maestra Patricia Paz de Buen Rodríguez, Maestro Jorge Molina Avilés, 
Maestra Inda Sáenz Romero y Maestro Enrique Buzo Casanova, por su amable 
disposición para acompañarme en el paso final de este proyecto. 
Y por supuesto, a la UNAM, por haberme brindado esta gran oportunidad. Me siento 
más que congratulada por haber cursado mi formación profesional en tan noble 
institución, una de las más reconocidas en el mundo y la que ha formado parte de mi 
familia y mi vida desde que tengo uso de razón. 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando las personas recurren a una psicoterapia es que 
tienen una historia que contar… Para muchas de ellas se 
trata de una historia formada por episodios calamitosos que 
amenazan su sentido del bienestar, su autoestima o su 
eficacia…Bajo una forma u otra, el terapeuta se halla frente a 
una narración…Inevitablemente tiene que responder a esta 
historia, y todo lo que sucederá en el decurso del proceso 
terapéutico tendrá sentido e importancia en tanto de 
respuesta a este relato. 
Kenneth J. Gergen 
 
 
7 
 
RESUMEN 
El presente trabajo aborda la problemática de la baja autoestima en adolescentes 
que cursan el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel 
Vallejo, empleando para el efecto una perspectiva postmoderna de intervención 
terapéutica: la Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista. 
Para ello se presenta una investigación bibliográfica sobre las terapias de corte 
post moderno, en especial de la Terapia como Diálogo Hermenéutico y 
Construccionista, que conjunta la hermenéutica y el Construccionismo Social, 
Teoría del conocimiento en donde convergen factores sociales y culturales en la 
construcción de la realidad personal y circundante del individuo, exponiéndose 
también las características de este tipo de proceso terapéutico. 
Posteriormente se explora el tema de la adolescencia, sus particularidades como 
fase en el ciclo de vida, sus factores de riesgo, etc., esto desde distintas 
perspectivasteóricas: biológica, cognoscitiva, psicoanalítica y socio-cultural, lo que 
permitirá ver esta etapa desde diferentes puntos de vista. Así también se explica el 
concepto de autoestima, los elementos que la componen, los factores que influyen 
en ella y cómo impacta en la calidad de vida del estudiante. 
Finalmente se presentan tres casos de estudiantes cuyo motivo de consulta fue la 
baja autoestima y que solventaron este problema por medio de la intervención 
terapéutica como un proceso de diálogo hermenéutico, en el que lograron re 
significar la percepción de sí mismos y deco-construir significados que les 
permitieron elaborar su propia historia de una manera mucho más afable, con lo 
 
8 
 
que lograron ampliar el abanico de posibilidades para enfrentar los nuevos retos 
que la vida les presenta en esta etapa de su existencia. 
Desde esta visión de terapia, no se consideran los instrumentos psicométricos 
como una forma de evaluación, ninguno de ellos se emplea para determinar un 
procedimiento a seguir, sin embargo, en este trabajo se presentan los resultados 
de dos de ellos: Inventario de Depresión de Beck e Inventario de Ansiedad de 
Beck. Dichos instrumentos forman parte del protocolo de atención del 
Departamento de Psicopedagogía del plantel Vallejo del CCH, los resultados son 
utilizados por la Institución con fines informativos y estadísticos. En este caso, 
únicamente son un dato que puede servir de comparativo del antes y después del 
proceso, además de ser una referencia para quienes aborden la terapia desde 
otros marcos teóricos. 
 
 
 
9 
 
Si uno sabe lo que hará, está limitado, pero si 
sabe mejor lo que no hará, entonces habrá una 
enorme cantidad de cosas que podrá hacer. 
Goolishian 
CAPÍTULO 1 
La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista 
Introducción 
La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista es una propuesta que 
constituye una forma flexible de abordar la problemática de las personas que 
solicitan ayuda en la terapia. A diferencia de las perspectivas tradicionales, esta 
visión permite el diálogo más horizontal entre terapeuta y consultante, consiente 
una charla en la que se pueden exponer diversas formas, y no una, de entender la 
realidad conflictiva por la que atraviesa la persona que solicita el servicio. Ofrece 
una nueva forma de ejercer la psicoterapia, basada en el lenguaje, la 
interpretación y la libertad de ser, o dejar de ser, como mejor convenga a los 
intereses y realidades de las personas. 
Esta propuesta teórica, y la modalidad terapéutica que se desprende de ella, están 
relacionadas con el Programa Entrenamiento teórico/práctico en terapias 
narrativas y postmodernas, dentro del Programa de prácticas de formación 
profesional supervisada, que se realiza en el Centro de Servicios Psicológicos, 
“Dr. Guillermo Dávila”, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional 
Autónoma de México. Dicho programa está coordinado por el doctor Gilberto 
Limón Arce, profesor titular de dicha Facultad, cuyos principales planteamientos y 
procedimientos fueron publicados en su más reciente libro La terapia como diálogo 
hermenéutico y construccionista. Prácticas de libertad y deco-construcción en los 
juegos relacionales de lenguaje y de significado. 
Basada en el Magnus Opus del Construccionismo Social, la propuesta de Limón 
también retoma ciertos elementos de algunas perspectivas terapéuticas de corte 
postmoderno, como la Terapia Breve Centrada en Soluciones, la Terapia 
Sistémica y la Terapia colaborativa. Su principal característica es que propicia una 
 
10 
 
mayor flexibilidad y libertad tanto para el consultante como para el terapeuta, 
extendiendo los límites de acción para ambos. 
Esta idea de proceso terapéutico implica una actualización del mismo, ya que 
incluye características actuales del contexto de la vida y lo cotidiano, lo que 
permite ayudar de forma más humanitaria a las personas, pues se las ve como 
parte de un todo, y como partícipes en la construcción de ese todo, de ese mundo 
en el que viven, y no como un problema del mismo. 
La hermenéutica es el segundo brazo de la visión que nos presenta Limón, 
entendiéndose ésta, de acuerdo con Gadamer, como la teoría de la verdad y el 
método que expresa la universalización del fenómeno interpretativo desde la 
concreta y personal historicidad (RAE, 2015) 
Esta forma de terapia emplea la hermenéutica como elemento sustancial para 
entender los problemas que exponen los consultantes, ya que supone que no hay 
una forma única de entender la vida; lo que para algunos puede ser una 
catástrofe, para otros resulta una nimiedad y viceversa. Así, de lo que se trata es 
de entender la forma en que una persona está interpretando lo que le acontece y 
de ayudarle a encontrar otras significaciones más agradables que le guíen hacia 
un nuevo resultado, hacia una mejor manera de comprender su realidad y re 
direccionar sus miras si es necesario. 
Se trata de entablar un diálogo sobre los modos de ser, de ver y de estar; de 
establecer un vínculo más llano en el que ambas partes, consultante y terapeuta, 
puedan aportar sus herramientas y perspectivas en la situación planteada, y en 
donde el consultante obtenga diversas formas de observar y percibir, tanto de la 
problemática que le aqueja, como de las posibles vías de solución a ella. 
 
 
11 
 
A manera de antesala 
Antes de entrar de lleno al planteamiento de esta nueva forma de hacer terapia es 
importante contextualizar sus bases teóricas, revisar sus cimientos para 
comprender mejor de lo que nos habla el Dr. Gilberto Limón. 
Comenzaremos con el Construccionismo Social, teoría postmoderna del 
conocimiento que pone en tela de juicio los paradigmas orientados hacia una 
visión positivista del conocimiento y de la práctica terapéutica, mismos que limitan 
el campo de acción en este rubro, pues nos hacen ver en una sola dirección, 
restringiendo nuestro campo visual periférico, obrando como una especie de 
glaucoma teórico. 
Esta postura cuestiona la noción del conocimiento dualista: objeto de 
conocimiento-sujeto cognoscente, ya que el observador participa en la 
construcción de lo observado, pues no hay nada que sea por sí mismo; dada su 
historia, todo objeto se construye tal como es conocido para cada cultura, (Jorge 
Molina, comunicación personal en presentación PP, 30 de abril del 2014). Difiere 
de la visión romántica del mundo que establecía que había una esencia en el 
individuo, la cual estaba más allá de la observación, escapando a los sentidos; 
también se contrapone a la visión moderna de la realidad, que aseguraba que no 
existe algo más allá de la materia corpórea, por lo que la persona puede llegar a 
conocerse en su totalidad sólo por medio de la observación, (Gergen, 2006). 
Los construccionistas sociales se oponen a esa mirada individualista del 
pensamiento y de la realidad, que sólo se fija en lo inmediato. Esta teoría nos dice 
que todo aquello que pensamos y percibimos es producto de una construcción 
social, un producto cultural. Kenneth Gergen (2005), principal representante de 
esta postura, nos habla de la multiplicidad de realidades de las que la humanidad 
participa, por lo que resulta un poco absurdo monopolizar la verdad, la normalidad, 
tal como lo han hecho los paradigmas occidentales que nos dicen cómo es la 
realidad, cómo piensan las personas y cómo se debe hacer terapia. 
 
12 
 
Por ejemplo, lo que importa para el conductista es la actividad, los resultados 
tangibles, respuestas establecidas a estímulos determinados, todo aquello que no 
pueda medirse y comprobarse objetivamente no es relevante; para el modelo 
psicodinámico, el comportamiento está guiado por fuerzas internas poderosas, las 
acciones de una persona están determinadas por estas fuerzas, como la culpa, la 
pulsión de muerte, la sexual etc. y en cuanto a la terapia,para el psicoanalista es 
imprescindible hurgar en el pasado del paciente, ya que , de acuerdo a las 
investigaciones de Freud, “los síntomas presentados por sus pacientes no eran 
arbitrarios ni incidentales, sino que se relacionaban con eventos significativos de 
la vida”, (Zimbardo, 2005, p.321). 
Así, cada paradigma ofrece una explicación de la conducta humana, aportando 
una concepción particular de la realidad. Sin embargo, resulta muy difícil aceptar 
que alguna de las teorías aquí mencionadas sea auténtica poseedora de la 
verdad, y que sólo con una sola de estas perspectivas se pueda dar solución a la 
problemática de las personas que solicitan una vía de solución a sus conflictos por 
medio de la terapia. 
Desde el enfoque construccionista, todo lo dado por cierto, por auténtico, ya sea 
en lo cotidiano o en el plano científico, es una construcción social, un producto de 
la cultura (Gergen, 2005). Para este autor “el Construccionismo Social es una 
serie de conversaciones que se desarrollan en todas partes del mundo, y 
participan en un proceso que tiende a generar significados y valores colectivos”. 
Por tanto, todas las hipótesis sobre el acontecer cotidiano e histórico son 
cuestionadas, ya que éstas no son más que un producto de la comunicación entre 
grupos, aun sus comprobaciones obedecen a estructuras culturales que las 
validan; las hipótesis siempre están sujetas a la concepción de ciencia que se 
tiene en cada cultura. Habrá nociones de saber y de ciencia que no coincidan con 
las nuestras y en las cuales las mismas hipótesis no sean buenas suposiciones, o 
incluso puedan parecernos absurdas. 
 
13 
 
La tradición fundamentalista privilegia el diagnóstico sobre la cultura común ya 
que, afirma: la cultura está llena de prejuicios, malentendidos y supersticiones, 
mientras que la visión del profesional es más exacta y abarcativa, (Gergen y 
Warhus, 2014, p.6). Por su parte, Feyerabend (1993, p.34), nos dice que la 
ciencia no tiene estructura, ya que no hay elementos universales aplicables a 
todas las áreas de conocimiento; además, afirma que “la ciencia está más cerca 
de las artes, o de las humanidades, de lo que afirman nuestras teorías favoritas 
del conocimiento”. Este autor explica que la historia de la ciencia y su metodología 
no consta de hechos, sino de ideas e interpretaciones de los hechos. Continúa 
diciendo que “todo conocimiento está interpretado de alguna forma”; …“el 
individuo, entonces, no es el agente único o directo del saber, de la razón o la 
emoción, ya que estos conceptos no residen en la mente del individuo, sino en la 
interrelación”. 
El saber científico es una clase de discurso, pues tanto las ciencias como las 
técnicas llamadas de punta se apoyan en el lenguaje, desde las humanistas hasta 
las ciencias duras, y ha sido por medio del lenguaje que se confrontan las diversas 
teorías científicas y se dirimen los conflictos entre los distintos saberes (Lyotard 
1990, p.6) 
A la afirmación de que innegablemente hay un mundo fáctico que se puede 
percibir y se debe conocer, Gergen (2007, p. 97) argumenta que el hecho de que 
vivamos en un mundo socialmente construido no lo convierte en un mundo de 
menor importancia; propone la siguiente analogía: saber que un cuadrangular sólo 
es parte de un juego no disminuye el suspenso cuando se están corriendo las 
bases. Es decir, se debe estar consciente de la contingencia de nuestro acontecer, 
lo cual, además, nos proveerá de cierto grado de humildad. Por el contrario, 
continúa Gergen, asegurar que las verdades locales son universales, no sólo es 
arrogante, sino que prepara el terreno para el conflicto. 
Lo que se considera real es un subproducto de una construcción comunal, ya que, 
invariablemente, cuando se describe cualquier fenómeno, se parte de una 
inteligibilidad compartida, se hace por medio del lenguaje. Si nos referimos a la 
 
14 
 
mente individual lo hacemos desde una tradición cultural, ya que el concepto de 
mente y de lo individual varía de acuerdo a cada civilización. (Gergen 2007 P. 98). 
Implicaciones en el campo terapéutico 
En lo referente al proceso terapéutico, la visión construccionista de terapia nos 
dice que es importante no abordar al consultante con suposiciones y métodos de 
rutina, ya que los elementos que suelen emplearse para evaluación psicológica o 
intervención, también son construcciones sociales y limitan la atención a las 
necesidades de nuestro interlocutor. Estos métodos constriñen la relación 
terapeuta-consultante, pues buscan encajar el discurso del segundo en los moldes 
terapéuticos del primero (Gergen 2005 p32). 
Gergen (1997, p.97) nos dice que tradicionalmente ha habido tres aspectos que se 
han erigido como pilares de la ciencia psicológica tradicional: enfatizar la mente 
individual, la concepción de un mundo cognoscible objetivamente y el lenguaje 
como portador de la verdad. Sin embargo, agrega, el concebir la racionalidad 
como un producto individual constituye en sí un problema, pues la supuesta 
objetividad y el conocimiento del mundo se manifiestan por medio del lenguaje, y 
este “es un sistema que a la vez precede y sobreviene al individuo”, es decir, para 
manifestar la racionalidad individual, debe hacerse a través de un medio cultural. 
Gergen (2005, p. 117) explica que, al llegar una persona a terapia, trae consigo 
una historia que contar, un discurso en el cual presenta toda su problemática, y 
que esta historia de vida es exacta para él; lo que procede, entonces, es localizar 
en el marco planteado las formas de acción y de relación que permitan mejorar 
esta circunstancia. 
Cada sociedad tiene su propia realidad, incluso cada individuo, misma que ha 
construido a la par de sus congéneres, y desaprueba otras realidades 
considerándolas absurdas, falsas o incomprensibles porque, desde su mirada, la 
de los otros no tiene sentido. Por ejemplo, Harris Marvin, en su libro Vacas, 
cerdos, guerras y brujas, los enigmas de la cultura, nos habla de los jefes 
amerindios de la tribu kwakiutl que suelen quemar sus posesiones para demostrar 
 
15 
 
su poderío y riqueza, incluso sus propias casas; los hindúes no comen carne de 
vaca, sin importar cuán hambrientos estén; el judaísmo considera tabú la carne de 
cerdo; otras culturas tienen su “verdad” sobre el origen del mundo y del humano. 
Andersen (1994, p.38) nos dice que “hay siempre más para ver de lo que uno ve” 
y que “dos personas probablemente establecerán diferentes versiones de una 
misma situación o diferentes ‘mapas’, como dijo Bateson”. Continúa explicando 
que hay mucha gente que cree que hay una historia correcta, y “pueden sentirse 
intrigados por lo que otra persona vio, oyó, olió, gustó o tocó en una situación”, 
pues tal vez no coincidan en sus percepciones, sin embargo, estas diferencias, 
nos dice Andersen, contribuyen a matizar los cuadros que están en movimiento 
aun, los que se están configurando. 
Así también, tenemos el aporético problema de la moral, pues no hay una forma 
de considerar una percepción de ésta como “normal” o “anormal”, por lo que 
resultaría incongruente establecer semejantes categorías para englobar las 
prácticas de una persona, aun perteneciendo a la misma cultura que nosotros, 
pues un mismo acto puede ser percibido de distinta manera por diferentes 
individuos. Por ejemplo, cada vez es más común encontrar parejas de un mismo 
sexo unidas en matrimonio, madres y padres solteros, o clubes en donde se 
intercambian parejas (swingers), lo que no podría establecerse como bueno, malo, 
correcto o inmoral sin violentar los derechos del otro a vivir del modo que haya 
elegido vivir. 
Algunas críticas a esta postura han enarbolado la idea del libertinaje, del todo se 
vale y nada se puede hacer; sin embargo, existen realidades contextuales, que por 
el hecho de haber sido creadas colectivamente, se apela a ellas de la misma 
forma,como las prácticas institucionales de educación, de religión, etc. A este 
respecto Limón emplea la frase “todo vale y sirve, ‘ma non troppo’”, al considerar 
que cada persona tiene todo el derecho de hacer lo que desee siempre y cuando 
no afecte los derechos de otros. Nos habla de una flexibilidad, de una ampliación 
de límites, no de la desaparición de los mismos. 
 
16 
 
Otra crítica aduce que el Construccionismo Social se contradice al decir que no 
hay verdades absolutas ni conocimientos sin sesgos de valor, por lo que sus 
bases se contradicen y se convierten precisamente en lo que pretenden atacar. 
(Gergen 1997 p.103). A esto Gergen responde que “el Construccionismo Social no 
realiza aseveraciones acerca de la verdad, la objetividad, la universalidad o la 
superioridad moral de su propia posición”. 
No intenta anular los conocimientos previos o dados por ciertos, sino establecer su 
origen; el hecho de que el conocimiento humano sea una construcción comunal no 
le resta veracidad o eficacia, las verdades son contextuales, pero no por ello dejan 
de ser verdades en su contexto de origen. El Construccionismo Social valida todos 
los discursos, pues todos, de acuerdo con su visión del mundo, son verdaderos. 
Gergen nos dice que todos somos interdependientes, y que tenemos la capacidad 
de transformar colectivamente las construcciones que hemos hecho de nuestra 
personalidad y del mundo. 
Esta postura enfatiza el entrecruzamiento de ideas en nuestras conversaciones 
Anderson y Goolishian (Cit. en Limón, 2005 p. 4) “Las comprensiones creadas 
moldean y son moldeadas por otras ideas”. Entonces, cuando se hace una 
interpretación, en realidad ésta se va formando colectivamente; cada significado 
que pudiera considerarse como único, es sólo uno de los varios posibles, ya que 
los significados mutan a lo largo del tiempo y por medio del intercambio de ideas. 
“Las verdades últimas o fundamentales son vistas con gran escepticismo por los 
construccionistas sociales” (Limón 2005, p.5) 
El Construccionismo Social se contrapone a los supuestos del conocimiento 
individual y la verdad objetiva, enfatiza “la construcción común del conocimiento, la 
objetividad como un logro relacional y el lenguaje como un medio pragmático a 
través del cual se constituyen las verdades locales”, (Gergen, p. 97, 2003). 
Complementa diciendo que no hay medios para declarar que el mundo está “allá 
afuera”, y que el individuo lo refleja en su interior, ya que para asimilar cualquier 
mundo hay necesidad del lenguaje, que es una construcción social, cada palabra 
 
17 
 
con la que se describa, como los olores, los materiales o las estructuras, son 
concebidas en el lenguaje. 
Por tanto “lo que tomamos como real, como verdad transparente acerca del 
funcionamiento humano, es un subproducto de la construcción comunal” (Gergen, 
p.99, 2007) Esto nos permite una mayor flexibilidad al momento de hacer terapia, 
pues no se trata de hacer entrar al “paciente” en un molde prefabricado, sino 
comprenderlo, desde su discurso, su realidad, y entender cómo la está 
percibiendo y mostrando, para luego ayudarle, por medio del diálogo, a mirar en 
varias direcciones, a fin de que se percate de que hay diversas formas de ver y 
abordar un mismo problema de la vida. 
En la práctica, el posmodernismo usa varias técnicas, no esgrime un método en 
particular, el giro radica en “el cambio de significados y comprensiones, más que 
en el cambio de conductas, sentimientos o pensamientos” (Limón 2005, p.5). Los 
terapeutas se centran en los significados que las personas adjudican a los hechos 
y en las historias que envuelven la conducta, no la conducta por sí misma. 
Robinson (2012, p.23), en un estudio que realiza acerca del pensamiento de 
Wittgenstein sobre el lenguaje, refiere que el significado es siempre compartido 
como algo social e intersubjetivo y que se establece por medio de criterios 
sociales; es fluido y dinámico. Parafraseando a Wittgenstein, continua Robinson, 
“las palabras, los enunciados y las acciones humanas adquieren significados 
específicos en un contexto especial determinado”. 
Wittgenstein aseveró que todo lo relacionado con la vida humana no se 
comprende más que en conexión con el lenguaje. Aportó la perspectiva de los 
juegos del lenguaje y las formas de vida; desde ésta, concibe al hombre como un 
ser esencialmente lingüístico. Todo lo que se dice es básicamente una forma de 
acción. Decir algo va mucho más allá de una mera descripción, en palabras del 
propio Wittgenstein: “cada cosa que decimos es un movimiento en un determinado 
juego de lenguaje, el cual a su vez está en una relación interna con una 
determinada forma de vida” (Tomasini 2013, p. 8). 
 
18 
 
Lyotard (1990 p.11) habla sobre estos “juegos del lenguaje” de Wittgenstein, 
analogando la conversación con un combate, en el sentido lúdico del término. “No 
necesariamente se juega para ganar, sino que se puede hacer una jugada por el 
placer de inventarla”, como ocurre en la literatura. 
Warhus y Gergen (2014, p.5) hablan de la inteligibilidad terapéutica, es decir, 
echar mano de todo lo que pueda servir en el contexto inmediato al momento de 
hacer terapia, sin seguir un método. Cuando la terapia se ajusta formalmente a un 
método, equivale a “congelar el significado cultural”, concluyen estos autores. 
De acuerdo con Gergen (2005 p.54), “la terapia es un proceso de vocalización que 
sugiere que para cualquier voz que el cliente nos hace escuchar, retiene otras que 
orientarían la conversación en una dirección diferente”. Añade que la tarea del 
terapeuta es escudriñar sin descanso nuevas alternativas, llevando la 
conversación sin un derrotero específico, haciendo una analogía con la danza, 
pues ha de llevarse cierto compás en el diálogo. 
Interpretación y flexibilidad, bondades de la hermenéutica. 
La hermenéutica es el segundo gran complemento contextual de esta propuesta 
terapéutica presentada por Limón. En un principio, la hermenéutica se entendía 
como el arte y ciencia de interpretar textos, especialmente los de carácter 
sagrado; interviene donde no hay un solo sentido, es decir, donde hay polisemia. 
Sin embargo, la noción de texto ha cambiado mucho; Gadamer propone el diálogo 
como texto, pero más abierto que el escrito, pues éste se encuentra cerrado, 
terminado, mientras que la conversación puede tomar cualquier rumbo, (Beuchot, 
2005). 
No hay ningún enunciado que se pueda entender únicamente por su contenido, ya 
que cada enunciado conlleva una motivación y unos presupuestos que no está 
manifestando. Así también, no hay ningún enunciado que no sea a la vez una 
especie de respuesta, “por eso, la comprensión de un enunciado tiene como única 
norma suprema la comprensión de la pregunta a la que responde” (Gadamer, 
2002, p. 17). 
 
19 
 
Fidalgo (1996, p.7), explica que la hermenéutica como interpretación de textos 
bíblicos presenta dos fuertes limitaciones: la primera es que la interpretación está 
subordinada a una autoridad; en segundo término, el tener como objetivo 
exclusivo un texto literario excluye otros tipos de lenguaje. Entonces, la posibilidad 
de tomar el texto en un sentido amplio, permite su independencia de la escritura, 
por lo que puede tomarse como texto “todo conjunto de signos susceptible de un 
desciframiento, como un sueño, un síntoma neurótico, un rito, un mito, una obra 
de arte o una creencia”. Continúa el autor citando a Ricoeur “la interpretación es el 
propio discurso; todo discurso es interpretación”. 
Habermas (Cit. en Aguilar, 2002) enmarca la ciencias hermenéuticas en las 
ciencias culturales e históricas, ya que se guían por el interés en asegurar el 
entendimiento mutuo; “…garantizan la autocomprensión que oriente la acción de 
individuos y grupos, y la comprensión recíproca entre ellos. Estas ciencias hacen 
posible el consenso sin coerciones y también hacen posiblela fluidez de la acción 
comunicativa”. Continúa: “Las ciencias hermenéuticas se relacionan con un nivel 
antropológico de la acción humana, que es el de la dimensión de la comprensión 
comunicativa, con diferencia de las ciencias de la naturaleza, las cuales, guiadas 
por el interés técnico, se relacionan con la reproducción. Las ciencias 
hermenéuticas rompen el círculo de la simple reproducción de la vida”. 
La hermenéutica ha pasado por diversas etapas en su historia, desde la 
interpretación de textos bíblicos, hasta la interpretación del discurso cotidiano. Fue 
a partir de la década de los ochenta cuando una nueva escuela encabezada por 
Andrés Ortiz-Osés, en España, planteó que la hermenéutica contemporánea “tiene 
su origen en el descubrimiento de la realidad ontológica de la interpretación y del 
lenguaje”, proponiéndola como el espacio idóneo para lograr la confrontación entre 
las culturas en términos de interpretación y de comprensión, (Lanceros, 2006). 
Hoy la hermenéutica está muy involucrada en las ciencias sociales, su uso se ha 
generalizado, llegando a ser “una suerte de koiné, de idioma común, de la cultura 
occidental (…) un clima difundido, una sensibilidad general, o bien sólo una 
 
20 
 
especie de presupuesto con el que todos se sienten más o menos llamados a 
pasar cuentas” (Vattimo, cit. en Moreno, 2002. P.490). 
La propuesta 
La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista representa un nuevo 
cuerpo de metáforas para la psicoterapia, lo importante, destaca Limón, es que 
tiene que ver con un nuevo sistema de inteligibilidad o manera de conocer, que es 
favorecido por el Construccionismo Social, y también con la contribución de éste 
para ayudar a interpretar/entender, para transformar, de ser necesario, la manera 
de ser y de pensar que tiene la gente para conducir sus propias formas de vivir la 
vida (Limón, 2012). 
Esta nueva forma de hacer terapia no se erige como un método, como un conjunto 
de reglas a seguir, sino como una propuesta flexible, abierta a muchas 
posibilidades. En lugar de seguir una guía, un protocolo, y de guiar al consultante, 
esta idea permite la libertad a este de guiar la conversación, manifestando un total 
respeto por el discurso de quien consulta y el significado que éste le atribuya. No 
se trata, entonces, de escudriñar sobre el verdadero significado de las palabras de 
nuestro interlocutor, sino de tomar lo que él nos quiere decir tal como lo expresa. 
El autor nos presenta una selección de planteamientos que contribuyen a 
conformar este marco teórico; por ejemplo, nos habla de las prácticas de libertad y 
del cuidado de sí que se practicaban en la antigua Grecia mencionadas por 
Foucault, y del papel que éste atribuía a los intelectuales, así como de la 
deconstrucción derridiana. 
Es importante hacer énfasis en que no se trata de un método, sino de un nuevo 
cuerpo de metáforas y modalidades relacionales que ayudan a transformar la 
manera de pensar para conducir su propia forma de vida. Los juegos relacionales, 
de lenguaje y de significado son parte sustancial de esta visión, llamada también 
hermenéutica por el énfasis que pone en las interpretaciones. La interpretación se 
mueve dentro de lo ya comprendido y se nutre de ello, se mueve en un círculo en 
el que hay que entrar de manera adecuada (de la Maza, 2005 p.128) 
 
21 
 
Aquí el terapeuta se deshace de la investidura de autoridad y le deja colgada en el 
perchero de manera indefinida, para sumergirse en el entramado del cual forma 
parte ahora, junto con el consultante y el contexto en el que viven y se desarrollan 
ambos. “Entramos a terapia con el convencimiento de que llevamos con nosotros 
un conjunto de creencias y valores que, de alguna u otra manera, pasarán a 
formar parte de los juegos de lenguaje que establezcamos con los consultantes.” 
(Limón, 2012 p.27) Así, continúa, en un proceso relacional hay una influencia 
recíproca, en donde por medio del diálogo se puede llegar a narrativas 
liberadoras, a fin de obtener un proyecto alternativo de vida. 
La postura construccionista de terapia no ve a las personas por medio de 
diagnósticos y clasificaciones al margen de sus propios contextos, como lo hacen 
algunas orientaciones teóricas con perspectiva positivista. El extraer a las 
personas de su medio, “tratarlas” aisladamente y luego arrojarlas de nuevo al 
mismo, implicaría desajustar el ámbito en el que se desenvuelven y, por supuesto, 
distorsionar la dinámica del grupo al que pertenecen, pues al “ajustarlas” a una 
normalidad preestablecida, se interfiere en la normalidad de la persona y de su 
colectividad (Gergen, 2005). Se trata, entonces, de conversar con los 
consultantes sobre las “capas de sentido” de sus creencias y valores, 
respetándolas siempre, aun cuando no las compartamos. 
Otro punto importante es la no intromisión en el pasado, en este tipo de proceso 
terapéutico el terapeuta no hurga en el pasado del consultante para buscar 
explicaciones a la problemática, se busca que las personas logren visualizar un 
futuro más alentador, una perspectiva más satisfactoria. A este respecto, nuestro 
autor cita a Faucault, sobre “cambiar algo en el espíritu de la gente, mostrarles 
que son más libres de lo que realmente se sienten”, lo que implica una ampliación 
de los márgenes de libertad (Limón, 2012 p.32). 
Es muy común que las personas lleguen a terapia sintiéndose atrapados, como en 
una especie de laberinto, en donde ya se han cansado de buscar una salida. El 
pensar en llegar más allá de donde habían supuesto, flexibilizar el pensamiento, 
ver desde otra perspectiva, alivia la tensión y permite al consultante replantearse 
 
22 
 
el problema. De esta forma el terapeuta es una especie de guía que le acompaña 
por dicho laberinto, recorriéndolo junto con él para conocer la conflictiva que le 
preocupa, aprendiendo de ella, y con la conversación como mapa y guía. 
La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista (TDHC) se presenta 
como una nueva forma de relación intra, e interpersonal, a fin de que las personas 
que buscan ayuda en la terapia encuentren una nueva manera de 
interpretar/entender su problemática y, en su caso, transformar la manera de ser y 
de pensar, pero de acuerdo con sus propias formas de ver y de vivir la vida 
(Limón, 2012). Desde esta visión, respetuosa del contexto de la persona, el 
individuo tiene todo el derecho de expresarse, de exponer su particular punto de 
vista sin esperar un diagnóstico a cambio, sino un entendimiento y un diálogo en el 
que él mismo puede re estructurar su propia narrativa y darle un mejor argumento 
a su historia. En todo caso, se seleccionan los elementos positivos que siempre se 
encuentran en todo relato, y se visibilizan ante nuestro interlocutor a fin de 
relativizar las experiencias desagradables que haya tenido, procurando que su 
campo visual se abra y descubra que hay otro punto, no tan álgido, al cual puede 
dirigir la mirada. 
Otra característica de esta propuesta es la inclusión, ya que no impide el paso a 
ningún marco teórico, no restringe ni su campo de acción ni el de otros, pues 
reconoce la validez de todos sus predecesores. No es necesario negar al otro para 
hacerse visible, incluso se puede echar mano de algún elemento surgido de otra 
teoría. Limón, entre otros autores, menciona que toda teoría psicológica es 
ecléctica, pues ninguna se ha desarrollado por sí misma, sino que todas tienen 
bases fundacionales tomadas de múltiples aportaciones que vertebran sus marcos 
teóricos. 
Esta visión permite el intercambio conceptual, amplía los márgenes de libertad de 
las concepciones de las personas, al tiempo que es flexible con sus propios 
márgenes. De este modo, no busca necesariamente un cambio en la persona; 
como ya se ha dicho, el cambio no es condición para solucionar una conflictiva. No 
se trata de modificar la forma de pensar de losconsultantes, sino de hacerles ver, 
 
23 
 
por medio de su propio discurso, los “puntos ciegos” en donde hay cosas 
positivas; conversar abiertamente con ellos sobre las múltiples posibilidades 
existentes y sus implicaciones, para ayudarles a editar los próximos capítulos de 
sus propias historias. Nuestro autor hace énfasis en que la gran multiplicidad de 
formas de ser y de estar en el mundo, insta a “ampliar nuestra visión del mundo y 
de recursos personales para permitir la existencia simultánea de diferentes 
maneras de existir, más allá, inclusive, de cualquier estereotipo cultural específico” 
(Limón, 2012 p. 36). 
El cambio es un derecho y una posibilidad, no un condicionante. Cuando se 
presenta el caso de que las personas decidan conservar su forma de vida, la 
conversación terapéutica puede buscar reforzar su sistema de creencias, 
buscando estrategias para relacionarse mejor con el entorno y consigo mismo. En 
contraparte, cuando el consultante busca un cambio, el diálogo puede 
encaminarse a analizar y reorganizar las capas de sentido del sistema de 
creencias dominante, para que le permita construir nuevas formas de relación para 
consigo y para con el entorno. 
Todos llevamos con nosotros un conjunto de creencias y valores que formarán 
parte de los juegos del lenguaje que se establecen con los consultantes. Es por 
esto que se debe considerar que el terapeuta forma parte del escenario en el que 
ocurre la terapia, en donde por medio de la conversación se encontrará un nuevo 
camino, una salida a la conflictiva planteada por el consultante, siempre 
anteponiendo la flexibilidad, la negociación en lugar de la imposición. 
El ampliar los márgenes no significa navegar sin rumbo e ir hacia donde el viento 
nos lleve, ya que existe una realidad contextual creada socialmente y a la que 
pertenece el consultante. Así también, no se trata de que cada quién haga lo que 
le parezca conveniente por el sólo hecho de que desde su particular punto de vista 
eso está bien hecho, porque siempre estará el derecho de los otros, que objetarán 
alguna invasión o falta cuando son perturbados en algún momento. 
 
24 
 
Son formas de ser que tienen que ver con el respeto y la pluralidad (Limón 2012, 
p. 104). Destaca también que en cada proceso terapéutico se pone en marcha un 
aprendizaje que implica tomar en cuenta los juegos relacionales de lenguaje y de 
significado de las personas que están a nuestro alrededor (los vecinos, el trabajo, 
el centro comercial, la compañía de luz, un colega o amigo al otro lado del mundo, 
la familia en todas sus ramas, etc.) 
La relación terapéutica 
Limón (2012) plantea un problema en este rubro, ya que, culturalmente, la imagen 
del terapeuta tiene una connotación jerárquica, lo cual se contrapone a las 
pretensiones de su propuesta. Harlene Anderson (2012, p.103), propone el no-
saber como estrategia terapéutica, asegura que no se necesita ser experto en 
cómo deberían vivir los clientes; esta libertad del no saber, afirma, “expande 
nuestra imaginación y creatividad”. 
Así mismo, esta autora expone que la posición de aprendiz que toma el terapeuta 
respecto del cliente, permite una indagación mutua, en donde ambas partes 
exploran los problemas y el desarrollo de posibilidades, uniéndose en “un proceso 
de dar y recibir, un intercambio, un diálogo, un entrecruzamiento de ideas, 
opiniones y preguntas”. 
En resumen nos dice Anderson: 
Cliente y terapeuta pasaron a ser compañeros en una conversación, donde 
la pericia del cliente sobre sí mismo se combinaba con la pericia del 
terapeuta sobre un proceso, para crear nuevos conocimientos, 
comprensiones, sentidos y posibilidades para todos. Nuestra relación con 
nuestros clientes y el proceso de la terapia se hicieron más colaborativos; la 
naturaleza dualista, jerárquica, de la relación y del sistema terapéutico 
comenzó a desdibujarse y a disolverse. La responsabilidad por la terapia y 
su resultado pasó a ser compartida. 
 
25 
 
La TDHC, además de retomar las valiosas aportaciones de Anderson, contempla 
la idea foucaultiana sobre las relaciones de poder para ayudar a mantener una 
“postura más equilibrada y práctica, sobre todo para trasladarla ponderadamente a 
nuestro quehacer terapéutico” (Limón, 2012, p.39). 
Para Foucault, el poder está presente en toda relación humana, en algún 
momento de la vida ejerceremos poder sobre otros y otros ejercerán poder sobre 
nosotros. En sus estudios sobre los diferentes modos de subjetivación del ser 
humano, encontró que, al tratar de analizar al sujeto, siempre surgía el tema del 
poder, y este, abarca todo el espectro de lo social, desde las relaciones cara a 
cara, hasta las relaciones estructurantes (Piedra, 2004 p.125) 
Foucault explica que el poder no es algo que se posee y que nunca se encuentra 
enteramente de una parte nada más, sino que “se ejerce sobre toda la superficie 
del campo social”, esto ocurre a través de elementos como la familia, las 
relaciones sexuales, la vecindad, etc. siendo, además, fluctuante, dinámico, pues 
“se juega constantemente, se arriesga. El poder se gana como una batalla y se 
pierde de igual forma”. “A cada instante, se juega en pequeñas partidas 
singulares” (Foucault, 1988, p.212) 
En la relación terapéutica ocurre un juego similar, no se encuentra el poder 
depositado en la figura del terapeuta, sino que es dinámico, oscila entre la 
sapiencia de la persona que consulta, al saber sobre sí misma, sobre su historia, y 
la pericia del terapeuta en la conversación. 
Limón (2012), complementa con una consideración de Gergen, en la que se 
resalta la importancia de involucrarse con las personas en un diálogo 
construccionista e interpretativo para ayudar a que logren ver sus experiencias de 
vida de una manera distinta, buscando en sus propios juegos relacionales y de 
significado para favorecer nuevas formas de relacionarse. 
Al hablar de relación no sólo nos referimos al trato con los otros, ya que la relación 
intrapersonal es tan importante como la relación con los demás y, de hecho, se da 
 
26 
 
gracias a la interacción. Gergen (2005), nos dice que el tener un yo equivale a 
estar relacionado con los demás, cambia el ser uno mismo por un yo relacional. 
Por su parte, Limón nos recuerda que, hoy día, prácticamente todas las disciplinas 
sociales siguen la premisa de que la realidad y la existencia de las personas no 
puede concebirse sin su relación con los otros. Nos recuerda también lo efímero 
de los vínculos humanos y lo cambiante que puede ser la percepción de uno 
mismo. Bauman (2002), hace la analogía de las identidades humanas con la 
costra que se endurece una y otra vez por encima de la lava volcánica, ya que se 
funde y se disuelve constantemente, sin dar tiempo a solidificarse. Este autor 
asegura que las identidades sólo parecen estables cuando se ven desde afuera; 
en este mundo, continúa, parece que las cosas son deliberadamente inestables, 
por lo que uno debe estar alerta para proteger la propia flexibilidad y la capacidad 
de readaptación. 
Continuando con la propuesta de Limón, el privilegiar la relación intrapersonal de 
las personas, permite conversar sobre alternativas para estar consigo mismo y, 
por ende, lograr un mejor vínculo en el entorno social. Aun cuando la relación con 
uno tiene su origen en lo social, ésta es mucho más estable que los vínculos 
interpersonales, por eso no debe descuidarse, siendo la conversación la principal 
herramienta de la que se vale el terapeuta para que el consultante logre encontrar 
nuevas formas de recrear sus propias historias de una manera más agradable. 
Por medio del lenguaje se puede lograr la comunicación con uno mismo y con los 
demás, y es la “materia prima” del terapeuta. Sin embargo, de Shazer (1994), nos 
dice que no se debe equiparar el término terapia al de conversación, ya que ésta 
no constituye en sí una terapia, sinoque sólo es el elemento sustancial de la 
misma. Las sesiones terapéuticas, continúa, incluyen a dos o más personas 
interactuando, principalmente, mediante el lenguaje y éste se encuentra lejos de 
ser algo sencillo, ya que cada palabra depende siempre de otras. “Siempre 
estamos esperando la palabra que dará sentido a la anterior. Una frase posterior 
cambia el sentido que se les dio a las primeras y a las siguientes”. 
 
27 
 
Wittgenstein (Cit. en Limón, 2012) decía que el lenguaje era un conglomerado de 
juegos, relacionándolos con particulares formas de vida, a lo que Limón agrega 
que ese conglomerado de juegos puede coexistir de manera enriquecedora en 
una misma persona, tanto en juegos relacionales consigo misma, como en juegos 
relacionales con los demás. Las personas disponemos, continúa, de creencias y 
valores, de peculiaridades que se pueden manifestar en múltiples situaciones, lo 
que le ha llevado, en la práctica, a respetar las distintas modalidades relacionales, 
y verlas todas como opciones legítimas dentro del marco 
hermenéutico/construccionista en el que se lleva a cabo esta terapia. 
 
 
28 
 
El concepto de deco-construcción 
La deconstrucción arribó al ámbito terapéutico bajo dos versiones: como el 
desmantelamiento del discurso dominante, y como un método para el análisis del 
sentido que está contenido en un discurso o texto (Limón 2005). En terapia, nos 
dice el autor, es la primera forma la que se emplea, pues implica el 
desmantelamiento de la historia con la que llegan las personas, para establecer 
posteriormente una versión alternativa. La propuesta de Derrida de deconstrucción 
no se ciñe al texto escrito, sino que se extiende al lenguaje hablado, lo cual es 
imprescindible en la labor terapéutica. Una conversación es un texto hablado, que 
está en constante movimiento e interacción. 
Debido a su origen judío, Derrida tuvo que salir huyendo de Argelia, donde vivió su 
adolescencia, interrumpiendo sus estudios de bachillerato; esto debido al régimen 
totalitario impuesto por Vichy, en 1942, que pretendía erradicar la diversidad étnico 
religiosa. Este breve panorama nos da una idea del porqué de la constante 
defensa de Derrida por encontrar “lo otro” en el discurso, la posibilidad de 
interpretarlo y su aporte a la filosofía con el estudio del concepto de la 
deconstrucción (Krieger, 2004). 
En este punto, es importante mencionar que el autor da un giro a este concepto, 
ya que Derrida habla sobre la deconstrucción como descomponer, des-sedimentar 
estructuras, todo tipo de ellas (Peñalver, cit. en Derrida,1990). En cambio, Limón 
nos plantea una nueva forma de de-construir: la deco-construcción, en donde no 
se deshace, no se echa abajo todo lo previo para luego construir sobre nuevos 
cimientos, sino que, cuando se analizan las capas de sentido de una narración, 
adicionalmente se construye una perspectiva diferente, ampliada y 
presumiblemente más liberadora. 
Explica que no es posible dejar en blanco a una persona, no se puede retirar lo 
conocido, lo asimilado, para luego construir encima, sino que se analizan o 
interpretan las capas de sentido y sistemas de significados involucrados, para 
 
29 
 
derivar en alternativas de futuro más satisfactorias, a lo que llama proyecto de vida 
alternativo o complementario. 
Hay dos visiones del concepto de deconstrucción en el campo terapéutico, una 
contempla el desmantelamiento del discurso dominante de la persona, y otra 
implica un análisis del sentido implícito en un discurso. Las terapias narrativas y 
postmodernas toman la primera visión de este concepto, pues tiene qué ver más 
con el desmantelamiento de la historia con la que llegan las personas a terapia, 
para que puedan concebir posteriormente una visión alternativa de la misma. 
(Limón 2012). 
Una segunda versión de la deconstrucción, habla de un método para des 
sedimentar las capas de sentido de un texto, en donde se logra apreciar el 
contexto histórico y los significados que de él se desprenden, lo que constituye 
una visión más a propósito para la práctica terapéutica, ya que posibilita explorar 
el sistema de significados de las personas, lo que nos ayuda a encontrar, por 
medio de la conversación, el apego de las personas a ciertas formas de ser y de 
pensar, explorándolos desde todos los puntos de vista para obtener información 
de cómo está constituido dicho sistema y encontrar lo que está impidiendo 
“destrabar” el conflicto, ampliando su visión del mundo. 
Tom Andersen (1994, p. 34), nos dice que cuando se dice una palabra, ésta pasa 
del que la emite al que la recibe, pero que muchas veces no tiene el mismo 
significado para ambos. Nos habla de un “multiverso”, en donde hay más de una 
realidad , en donde cada persona describe la misma situación de acuerdo a su 
propia versión, misma que no es ni mejor ni peor que las de los otros, simplemente 
diferente, pero igualmente válida. 
De lo que se trata es de ampliar la perspectiva de las personas y que tengan 
múltiples visiones sobre un mismo tema o un mismo conflicto; ampliando su 
percepción, se puede intentar que los consultantes se deshagan de las 
concepciones que no les están sirviendo en su vida, y que adquieran nuevas ideas 
que sí les ayuden a solucionar los problemas. 
 
30 
 
Para Gergen y Kaye (Cit. en Limón 2012, p.55), la reescritura es un proceso 
terapéutico en donde se propone una narración más funcional, que genere nuevos 
significados a través del diálogo, ya que por este medio puede entenderse el 
sistema de creencias en donde se mueve el consultante, lo que permite, a su vez, 
pensar en formas más agradables de permanecer en ese contexto y esa realidad, 
sin ir en detrimento de sus propias creencias y valores, ya que éstas pueden 
mantenerse presentes como recuerdos. 
Limón ajusta un poco más la tuerca, aportando a este proceso conversacional de 
la terapia el concepto de deco-construcción, separándose un poco del concepto de 
deconstrucción que propone la eliminación de ciertas creencias y valores para 
poner otras en su lugar, permitiendo, en cambio, diversas formas de estar en el 
mundo, a través de un análisis/interpretación de las capas de sentido y sistemas 
de significados involucrados para derivar alternativas. Esto permite entender el 
conjunto complejo de significados que hace a una persona ser como es, volverlos 
a pensar para redimensionar nuevas forma de comprensión y de estar en el 
mundo. 
Los elementos complementarios 
Como se había mencionado, esta forma de hacer terapia, retoma algunos 
elementos de otras propuestas, tales como las excepciones, que se manejan en la 
Terapia Centrada en Soluciones, modelo desarrollado por Steve de Shazer a partir 
del trabajo de un grupo de terapeutas que laboraba en el Mental Research 
Institute de Palo Alto, California, y también del trabajo de Milton Erickson a fines 
de los años 70, (Tarragona, S., 2006) 
De Jong y Kim (Cit. en Tarragona, 2006, p. 517) La excepción es aquel momento 
en el cual no se presenta el problema que trajo a consulta a la persona, o al 
menos es menos frecuente o intenso. Esto es muy importante porque permite al 
consultante percibir un punto ciego, percatarse de que no siempre el conflicto está 
presente y de que hay momentos y circunstancias en las que puede no 
 
31 
 
presentarse, incluso que hay situaciones en las que él o ella misma han logrado 
enfrentar o inclusive solucionar el problema. 
Otro importante elemento es la “pregunta del milagro”. Se trata de una proyección 
al futuro en donde la persona intenta visualizar el conflicto que le ha traído a 
consulta ya resuelto. Con esto se busca aterrizar la solución en conductas y 
situaciones posibles para saber cómo es que actuaría él mismo o determinada 
persona con la que se esté presentando algún problema. 
En realidad se trata de una serie de preguntas que puede llegar a ocupar todo el 
tiempo deuna sesión. Se plantea de la siguiente forma: 
Supongan que esta noche, mientras están durmiendo, sucede una especie 
de milagro y los problemas que les han traído aquí se resuelven, no como en 
la vida real, poco a poco y con el esfuerzo de todos, sino de repente, de 
forma milagrosa. Como están durmiendo no se dan cuenta de que este 
milagro se produce. ¿Qué cosas van a notar diferentes mañana que les 
hagan darse cuenta de que este Milagro se ha producido? (Beyebach 2006 
p.8) 
Regularmente, explica Beyebach, la gente responde a estas preguntas en 
forma de quejas, y el trabajo terapéutico debe enfocarse en tratar de 
transformar las respuestas en objetivos útiles para la terapia, proponer los 
cambios de forma positiva, modificar el significado que le asignan a los 
propios conflictos. 
Por otra parte, el equipo reflexivo se retoma de la modalidad empleada por Tom 
Andersen, quien narra el surgimiento de este elemento en su libro “El equipo 
reflexivo” (1994). Este consiste en un grupo de terapeutas que está observando la 
sesión, ya sea dentro o fuera de la habitación en donde se encuentra el 
consultante y su terapeuta. El equipo está escuchando toda la sesión y, llegado el 
 
32 
 
momento, el terapeuta a cargo le consulta para intercambiar opiniones sobre el 
caso. 
Lo novedoso y relevante de esta reunión es que el equipo hace sus comentarios 
en presencia del consultante, por lo que este se nutre no sólo de las aportaciones 
de su terapeuta, sino de los diversos puntos de vista de cada integrante del 
equipo, teniendo así, más vías de solución a sus conflictos. 
Esta idea, nos dice Andersen, tuvo un periodo de gestación muy largo, y vio la luz 
en un momento en que una terapia familiar se encontraba en un brete. Buscando 
“destrabar” una situación familiar muy conflictiva, se sugirió que tanto la familia 
como el médico tratante pudieran escuchar la discusión del equipo. 
La aportación del equipo de reflexión es muy enriquecedora, tanto para el 
consultante como para el propio equipo. Recordemos que Andersen nos habla de 
un “multiverso”, en donde cada explicación depende del observador y cada 
persona puede tener una visión propia de un mismo acontecimiento, siendo todas 
igualmente válidas. No sólo se deben aceptar y validar todas las explicaciones 
posibles, sino “promover la ulterior búsqueda de las que todavía no se hayan 
encontrado”, “nuestra tarea es en lo posible entablar un diálogo para comprender 
de qué manera las distintas personas crearon sus descripciones y sus 
explicaciones”. (Andersen, 1994). 
El proceso terapéutico 
Esta es una breve descripción de cómo se lleva a cabo el proceso de intervención 
del que derivó el trabajo de Limón Arce que, como se advirtió anteriormente, no se 
trata de una metodología rigurosa, sino de hablar de flexibilidad, de extender los 
límites, tanto para dar un mayor margen de acción al terapeuta, como para dar un 
espacio más amplio de percepción e interpretación de su propia realidad al 
consultante. 
Los terapeutas, en la primera entrevista, buscan obtener la mayor cantidad posible 
de información para establecer cuál es la problemática que aqueja al consultante. 
 
33 
 
Se le conmina a estructurar y exponer su problemática por medio del discurso, es 
decir, ponerla en palabras para poder “aterrizar” mejor el problema. Al final de la 
primera sesión se pregunta sobre las expectativas que el o los consultantes 
tienen de la terapia y la forma en que les gustaría que se les ayudara, lo que 
facilita que ellos mismos comiencen a vislumbrar los posibles caminos a seguir 
durante el proceso. Posteriormente, se les explica la forma de trabajo. 
El tiempo considerado para cada sesión es de entre una y dos horas, sin tener un 
límite específico de las mismas. En este caso, dependió de la disponibilidad de las 
cámaras de Gesell del Centro de Servicios Psicológicos de la Facultad. 
Durante cada sesión se conversa sobre los temas que vaya pautando el 
consultante, regularmente se consideran algunos objetivos de cada sesión, pero 
estos pueden variar de acuerdo a lo que el usuario tenga en mente, ya que puede 
ocurrir que, aun cuando se establezca el tema de la reunión, al llegar a ella, 
durante la semana, haya ocurrido algo relevante que haga cambiar el rumbo de la 
entrevista. 
Una vez que se ha conversado lo suficiente, cuando se ha obtenido la debida 
información, poco antes de terminar la sesión, el o los terapeutas, salen un 
momento de la sala para reunirse con el equipo de reflexión. Esta reunión con el 
equipo consiste en intercambiar puntos de vista sobre el problema que trajo a la 
persona a consulta. Se trata de conocer la perspectiva de cada uno de los 
miembros del equipo, siempre enfatizando la importancia de ver las 
potencialidades del consultante, el trabajo que ya ha realizado por cuenta propia y 
las herramientas con las que cuenta para solucionar lo que le queda pendiente. 
Posteriormente, el o los terapeutas regresan con el consultante junto con el equipo 
reflexivo, y se disponen a escuchar las reflexiones que cada uno de los integrantes 
del equipo ha elaborado respecto a la conflictiva presentada. Después de 
intercambiar comentarios, el equipo se retira y, retomando lo dicho por éste, se 
hacen observaciones finales. El consultante expresa su propia opinión sobre lo 
expresado por el equipo y manifiesta cuáles aportaciones de las expuestas por 
 
34 
 
éste son las que le hacen más sentido para la resolución de su problema; después 
pueden establecerse nuevos temas de conversación para la siguiente entrevista y 
se cierra la sesión. Este proceso permite a la persona que consulta obtener más 
puntos de vista sobre una misma cuestión, y por tanto, más alternativas de 
solución a ésta. 
El procedimiento de salir a recabar los puntos de vista del equipo reflexivo se 
repite en cada una de las sesiones, estas observaciones “están pensadas para 
ampliar los márgenes de libertad de los consultantes, incluso con observaciones, 
incluso con observaciones u opiniones diferentes o contrapuestas entre los 
integrantes del equipo” (Limón 2012, p. 64). 
El hecho de que en algún momento los miembros del equipo reflexivo no estén de 
acuerdo, no significa que haya un conflicto o que pueda entrar en contradicciones 
el consultante. Todo lo contrario, lo que se logra es enriquecer la conversación y 
aumentar el número de posibilidades de resolución de un problema, esto brinda un 
panorama alentador al consultante y le permite tomar el camino que mejor 
convenga a sus deseos e intereses. Sobre la práctica de esta nueva forma de 
hacer terapia, Limón comenta que los puntos de vista del equipo de trabajo 
muestran a los consultantes que existen diversas formas de ser y de pensar, 
además de hacerles ver a sí mismos y a su entorno relacional de una manera 
diferente. 
Es importante tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Al momento de 
hacer las reflexiones y devolverlas al consultante, se debe tomar en cuenta qué 
tan sensible es él o ella a ciertos temas. Andersen (1994 p.78), explica la 
importancia de este punto, pues durante la entrevista se ponen en evidencia los 
puntos álgidos que la persona prefiere no mencionar. Enfatiza que las reglas a 
seguir son pocas y se enfocan más en lo que no se debe hacer, “no hacemos 
reflexiones sobre algo que pertenece a un contexto distinto del de la conversación 
del sistema de entrevista y no debemos dar connotaciones negativas”. 
 
35 
 
Finalmente, se pueden establecer los temas de conversación que los consultantes 
quieran tratar en las siguientes sesiones, ya que son ellos quienes saben mejor lo 
que les aqueja, son ellos también quienes decidirán sobre qué hablar y en qué 
momento. 
Es por medio de los relatos que nos cuentan los consultantes que podemos 
conocer su historia, y por medio de ellas es que se podrá encontrar una nueva 
forma de contarlas.Cada historia puede transformarse, resignificarse, para ser 
narrada de una manera cada vez más amigable para quien la cuenta. “Al cambiar 
la historia, cambian los significados vinculados con los eventos, las conductas y 
las interacciones”. (Hoffman, cit. en Limón, 2005 p.14) 
 
 
 
36 
 
Conclusión 
La TDHC es una postura novedosa que retoma elementos de diversas propuestas 
terapéuticas posmodernistas. Teniendo el Construccionismo Social como principal 
sustento, esta modalidad de terapia propone una forma más flexible y empática de 
relacionarse con los consultantes, ya que implica entender que cada persona tiene 
una particular concepción de los problemas que le aquejan y que todas las formas 
de mirar un conflicto son igualmente válidas, pues no existe una realidad tangible 
e inalterable que todos debamos percibir de igual forma para considerarnos 
“normales” o sanos mentalmente, sino que cada realidad es socialmente 
construida y, por tanto, que ésta puede ser alterada, abandonada o incluso 
mantenida, aunque Limón prefiere hablar de una forma de ser ampliada. 
Así también, declina las formas tradicionales de hacer terapia, en donde se utiliza 
la observación de conductas para determinar cuáles son adaptativas y cuáles 
deben ser modificadas, considera también innecesaria una interpretación para ver 
más allá de lo que el paciente nos dice, o para conocer mejor al consultante. 
Steve de Shazer (1994), asegura que no es necesario leer entre líneas, sino que 
basta con leer las líneas, puesto que no se trata de interpretar las interacciones 
humanas, sino de entenderlas y describirlas. Ese elemento, entre otros varios, son 
los que retoma Limón en su propuesta terapéutica, la cual nos guía no sólo en una 
dirección, sino que permite varias formas para dar solución a un mismo problema, 
y descubrir, por medio del diálogo, cómo las personas adjudican diversos 
significados a una misma circunstancia, y cómo los propios consultantes tienen su 
particular manera de lidiar con los problemas y de buscarles solución. 
En palabras de Limón: “pensamos que los problemas que llegan a terapia son 
muy diversos y, por tanto, que algunos pueden resolverse de manera útil y efectiva 
sin llegar a trastocar las creencias y valores sustantivos de las personas” (Limón 
2013, p.59). 
El validar los puntos de vista de las personas que acuden a terapia es el principio 
de una relación basada en la confianza, y permite, en principio, que los 
 
37 
 
consultantes se perciban a sí mismos como personas, no como enfermos que 
deban ser diagnosticados y tratados por un experto. El terapeuta, de acuerdo con 
Anderson y Goolishian, (Anderson 2012 p. 116) es sólo un experto en la 
conversación, es un artista, “cuya pericia se manifiesta en el campo de la creación 
de un espacio que facilite la conversación”. 
Así, de lo que se trata es de entender que estamos tratando con personas, que 
las personas no son predecibles y que las causas de sus problemas no son 
lineales, no hay un determinismo en ellas. La terapia como diálogo hermenéutico y 
construccionista permite, justamente, una nueva forma de resolver conflictos en 
las personas por medio del diálogo, a través de una manera de conversación 
terapéutica que acepta las interpretaciones que cada persona asigna a sus 
experiencias de vida y en donde el terapeuta ayuda a encontrar nuevos 
significados y reescribir historias de una manera más apropiada y agradable, 
descubriendo que la forma de percibir su realidad puede verse de distintas formas, 
incluyendo una manera diferente de concluirlas, de tal manera que les permitan 
estar mejor consigo mismos y con su entorno significativo. 
 
38 
 
 Hablarle a un adolescente de los hechos de la vida 
 es como dar un baño a un pez. 
Arnold H.Glasgow 
Capítulo 2 
La adolescencia 
Introducción 
La adolescencia ha sido considerada, en muchas culturas y épocas, una etapa 
crítica de la vida. Suele ser un periodo en donde se deben tomar decisiones 
importantes por primera vez, como la elección de una pareja sentimental, el 
ingreso a determinados círculos sociales, la elección de una profesión, etc. 
Ha sido un periodo en constante estudio a lo largo de la historia, ya Platón y 
Aristóteles identificaban las diferentes etapas del desarrollo humano, y otorgaron 
especial importancia al progreso del raciocinio en esta fase. 
El concepto de adolescencia, como lo conocemos ahora, ha sido de construcción 
relativamente reciente. En las sociedades ancestrales no influenciadas por 
Occidente, el paso de la niñez a la adultez se realiza regularmente a través de una 
dolorosa prueba de iniciación, como saltar desde 10 metros de altura atados a una 
cuerda, introducir una mano en un hormiguero o lacerar la espalda a manera de 
que al cicatrizar ésta, de la impresión de tener escamas de cocodrilo, animal 
sagrado de los papúes de Nueva Guinea. A lo largo de la historia los jóvenes han 
tenido papeles distintos, y no siempre se ha considerado necesario un periodo 
especial de transición entre la infancia y la edad adulta (Mannoni, 2001). 
Por ejemplo, en la Edad Media, no había distingos entre niños y adultos, los 
pequeños no gozaban de ningún tipo de canonjía por el hecho de ser niños, 
especialmente entre las clases más desfavorecidas económicamente. Los niños 
entraban al mundo de los adultos apenas fueran lo suficientemente fuertes para 
desempeñar un trabajo, incluso se les vestía igual que a los mayores (Papalia 
2004). 
 
39 
 
La UNICEF (2011) habla de la nueva adolescencia, refiriéndose a ella como una 
etapa llena de oportunidades, que exige un compromiso mayor por parte del 
mundo para que los niños en la primera década de su vida tengan el apoyo 
suficiente para que puedan afrontar toda la problemática que implica hoy día el 
paso por la adolescencia. 
En el presente capítulo se explorarán algunas de las perspectivas más 
importantes desde las cuales se ha estudiado la adolescencia: la biológica, la 
social, la cognoscitiva y la psicoanalítica, haciendo hincapié en la parte social, ya 
que es la perspectiva que más se adecua a la propuesta terapéutica presentada 
en este trabajo, considerando que la concepción de esta etapa tal como la 
conocemos hoy, es una construcción social. 
Definiciones y características 
Desde la perspectiva biológica 
Es común que se confunda la adolescencia con la pubertad, debido a que son 
periodos coincidentes, pero en realidad son distintos. La pubertad es una etapa 
puramente biológica en la que se desarrollan los caracteres sexuales secundarios, 
como el vello púbico, los senos en las mujeres y la masa muscular característica 
de los hombres. Abarca un periodo corto, aproximadamente de dos a cuatro años, 
y sigue casi el mismo proceso en todos los humanos; forma parte de la 
adolescencia, pero no equivale a ella, ya que la adolescencia comprende todas las 
fases de la madurez, no sólo la sexual, desde el inicio de la pubertad hasta 
muchos años después de concluir la madurez sexual (Hurlock, 1994). 
La pubertad coincide regularmente con el inicio de la adolescencia, implica 
cambios anatómicos y fisiológicos muy notorios orientados a lograr la madurez 
sexual de la especie. Es el resultado del aumento en la producción de las 
hormonas relacionadas con el sexo, lo cual ocurre en dos etapas: adrenarquia y 
gonadarquia. 
 
40 
 
La adrenarquia comienza alrededor de los ocho años, en esta etapa las glándulas 
suprarrenales segregan gradualmente niveles mayores de andrógenos, lo que 
produce crecimiento del vello púbico, axilar y facial, además del crecimiento 
corporal más acelerado. Durante la gonadarquia los ovarios aumentan la 
secreción de estrógenos, lo cual estimula el crecimiento de los genitales 
femeninos, así como el aumento en los senos y vello púbico y axilar. En las niñasocurre también la menarquia, lo que implica la capacidad de procrear. La 
espermarquia, que es la primera eyaculación en los hombres, es mucho más 
variable en edad, pero es común que ocurra alrededor de los 13 años (Papalia, 
2004 p.467). 
En general, la pubertad ocurre en las mujeres alrededor de los 8 años y en los 
hombres alrededor de los 9, identificándose por la aparición de los caracteres 
sexuales secundarios, como el crecimiento de las mamas y el ensanchamiento de 
las caderas en las mujeres y el cambio de voz; vello facial y ensanchamiento de 
espalda en los hombres. 
Todos estos repentinos cambios físicos suelen sorprender a los adolescentes, aun 
cuando los hayan previsto, pues experimentarlos en propia piel es muy distinto a 
verlos teóricamente en los libros de texto. Actualmente la pubertad se presenta 
antes de lo que regularmente ocurría hace algunas décadas, sin embargo, las 
responsabilidades adultas se han retrasado, como el matrimonio o la 
autosuficiencia económica (Papalia 2004 p.461). 
La perspectiva biológica concibe la adolescencia como el proceso de maduración 
física y sexual durante el cual tienen lugar importantes cambios evolutivos en el 
cuerpo del infante (Rice, 2000). Esta postura afirma que son los factores genéticos 
los que determinan los cambios en el adolescente, tanto en el ámbito conductual 
como en el psicológico. El desarrollo ocurre siguiendo un patrón universal y no 
admite la influencia del ambiente en el mismo. 
Desde esta postura, se considera la genética como la principal fuente del 
comportamiento, supone que la evolución y la herencia son determinantes en el 
 
41 
 
comportamiento, en general, no confiere al aspecto social casi ninguna injerencia 
sobre cómo se desarrollará el individuo a lo largo de su vida. A pesar de esta 
limitación las aportaciones de la Biología han sido de gran importancia para 
entender varios de los procesos fisiológicos que ocurren durante la adolescencia, 
tanto corporales como mentales. 
La visión cognoscitiva de la adolescencia 
Piaget presenta el desarrollo cognitivo como la transición hacia formas de 
pensamiento cada vez más complejas, que tienen como meta el pensamiento 
formal (Delgado, 2009). Divide la secuencia del desarrollo en estadios, cuya 
duración se establece en base a criterios cronológicos de edad; aunque tienen un 
orden específico, no necesariamente todos los niños los cursan a la misma edad, 
ya que cada individuo tiene su propio ritmo de desarrollo, puede ocurrir, incluso, 
que no todos alcancen el final de la secuencia (Richmond 2000). 
Etapas del desarrollo cognoscitivo desarrolladas por Piaget: 
Estadio sensorio-motriz 
Abarca los primeros dos años de vida, durante este periodo, el niño comprende 
físicamente el mundo que le rodea. Al nacer, no tiene conciencia del yo y del 
no-yo, tampoco hace diferencia entre objeto, tiempo y espacio. Sin embargo, 
cuenta con un sistema innato capaz de tener sensaciones procedentes del interior 
de su cuerpo y de su entorno próximo inmediato, a las cuales reacciona de forma 
limitada (Richmond, 2000). 
El recién nacido cuenta con reflejos innatos, como el de succión o prensión, 
mismos que va modulando de acuerdo a la experiencia que va adquiriendo al 
emplearlos. Por ejemplo, el niño advierte que no todos los objetos tienen las 
mismas propiedades de succión, y conoce por medio de la boca sus diferentes 
características. Así, irá modificando su tendencia general a la succión de acuerdo 
con el tipo de objeto con el que se enfrenta. 
 
42 
 
De igual forma, va adaptando los ojos a la luz y a seguir los movimientos, lo que 
ocurre también con la prensión ante los distintos estímulos táctiles, adquiriendo la 
destreza necesaria para interactuar con el ambiente. Al principio va haciendo 
discriminaciones sencillas, succiona y ase todo, hasta que conoce qué y cómo 
puede aplicar cada acción con cada objeto, por ejemplo, comprende de qué objeto 
puede obtener alimento al succionar y de cual no. 
Piaget deduce de esta conducta que el objeto existe en la mente del niño como un 
modelo sensorio-motriz, derivado de la acción que ha realizado con él. Es decir, el 
reconocimiento del objeto se produce a través de la repetición de una actividad 
motriz realizada anteriormente con dicho objeto (Piaget 2005). 
Cerca de cumplir el primer año de vida, las acciones del infante se vuelven 
claramente intencionales y experimentales, mismas que practica de diversas 
formas para conocer los efectos que producen, provocando cada vez mayor 
curiosidad y mayor experimentación. 
Aplica lo aprendido a base de ensayo y error hasta llegar a reducir a un mínimo los 
yerros. Poco a poco el niño va inventando nuevos métodos de actividad. Cerca del 
final de esta etapa, los objetos se harán permanentes, es decir, comprenderá que 
siguen existiendo aunque deje de percibirlos con la vista; el niño ahora puede 
crear un sistema de relación entre él y los objetos (Richmond 2000). 
Desarrollo del pensamiento simbólico: aproximadamente de los 18 meses a los 
cinco años. 
Todas las actividades desempeñadas por el niño crean en él representaciones 
mentales de carácter sensorio-motriz, mismas que se van utilizando poco a poco 
en contextos diferentes de aquellos en los que fueron adquiridas. Paulatinamente, 
el niño va utilizando elementos sustitutivos en el medio para asistir su 
manipulación mental simbólica, por ejemplo, al “hacer comer” a su muñeco, 
sustituyendo la comida por cuentas de colores u otro objeto que considere para el 
efecto (Richmond 2000, p. 28). 
 
43 
 
Disocia la representación de su conducta de su propio cuerpo y la aplica fuera de 
sí. Es decir, puede exteriorizar y representar su propia conducta; recrear sus 
acciones le permite jugar, explorar, hacer una imitación diferida, no necesita ver en 
tiempo real la actividad a recrear. 
El lenguaje aumenta espectacularmente en esta etapa. Piaget atribuye este hecho 
a la aparición de la función simbólica, ya que las palabras en sí son símbolos y la 
base de la actividad mental es el lenguaje. La palabra deja de ser sólo 
acompañante de la acción para convertirse en una evocación, una reconstrucción 
del pasado. Las palabras también se usan para corporeizar conceptos. Piaget 
califica de pre-conceptual la actividad simbólica del niño en esta edad, habla de 
preconceptos, pues los símbolos con los que cuenta para una manipulación 
mental y que están expresados en lenguaje, están limitados (Piaget, 2005). 
La naturaleza exclusivamente personal de las representaciones del niño durante 
estos años limita su uso en un contexto social, es a lo que Piaget llama 
egocentrismo; que es la incapacidad para pensar en otro punto de vista que no 
sea el propio (Maier, H. 2000). 
En esta fase, el niño no tiene propiamente un concepto del espacio, sino que este 
queda incluido en la figura de las cosas, en su proximidad o separación entre sí. 
Así mismo, el tiempo no está todavía conceptualizado, sólo percibe los ritmos de 
la vida cotidiana y la duración de los acontecimientos en virtud de los guiones de 
la vida diaria: comidas, juegos, día, noche, etc (Piaget, 2005). 
Desarrollo del pensamiento operacional: alrededor de los cuatro a los ocho años. 
Aumenta notablemente la inteligencia social del niño, lo que dispara sus procesos 
intelectuales, ya que la interacción social requiere comunicación, el individuo trata 
de expresar sus pensamientos y de dar sentido a los pensamientos de los demás, 
el lenguaje se convierte en el vehículo del pensamiento, no sólo de la acción. 
En esta etapa ordena y relaciona sus representaciones más acorde a la naturaleza 
conceptual del lenguaje, lo que le permite una comunicación más coherente. 
 
44 
 
Todavía no asimila el tiempo y el espacio como conceptos, aunque percibe que los 
objetos están en un espacio y que las distancias pueden modificarse. En cuanto al 
tiempo, es incapaz

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