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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO FACULTAD PSICOLOGÍA LA TERAPIA COMO DIÁLOGO HERMENÉUTICO Y CONSTRUCCIONISTA PARA EL FORTALECIMIENTO DE LA AUTOESTIMA EN ALUMNOS DEL CCH. T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGÍA. P R E S E N T A: MÓNICA ORTIZ ESTRADA DIRECTOR DE TESIS: DR. GILBERTO LIMÓN ARCE COMITÉ DE TESIS: Maestro Jorge Orlando Molina Avilés Maestra Patricia Paz de Buen Rodríguez Maestra Inda Guadalupe Sáenz Romero Maestro Enrique Buzo Casanova Ciudad Universitaria, CDMX, 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 ÍNDICE Agradecimientos………………………………………….…………………………… 4 Resumen………………………………………………………………………………. 7 Capítulo 1 La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista………………..…… 9 A manera de antesala…………………………………………………………........... 11 Implicaciones en el campo terapéutico……………….. ……... ……... ……………. 14 Interpretación y flexibilidad, bondades de la Hermenéutica………………..…….. 18 La propuesta……………………………………………………………………..……. 20 La relación terapéutica……………………………………………………………….. 24 El concepto de deco-construcción…………………………………………….…….. 28 Los elementos complementarios…………………………………………………….. 30 El proceso terapéutico………………………………………………………………… 32 Capítulo 2 La adolescencia……………………………………………………………………….. 38 Definiciones y características………………………………………………………… 39 Pensamiento adolescente……………………………………………………………. 54 Construcción de la identidad en el adolescente…………………………………… 58 Aspectos socio-culturales……………………………………………………………. 60 Capítulo 3 Autoestima……………………………………………………………………………… 65 Algunas definiciones………………………………………………………………….. 65 Construcción del autoconcepto……………………………………………………… 67 Componentes de la autoestima……………………………………………………… 72 La autoestima en la adolescencia…………………………………………………… 77 3 Desde la terapia como diálogo hermenéutico……………………………………… 80 Capítulo 4 Objetivos………………………………………………………………………………... 87 Metodología…………………………………………………………………………….. 87 Instrumentos aplicados……………………………………………………………….. 88 Caso 1 ………………………………………………………………………………….. 88 Caso 2…………………………………………………………………………………… 93 Caso 3………………………………………………………………………………….. 104 Capítulo 5 Resultados…………………………………………………………………………….. 112 Conclusiones………………………………………………………………………….. 122 Referencias……………………………………………………………………………. 124 4 Agradecimientos A mis padres; Martha Estrada Trejo y Alfonso Ortiz y Silva, por haberme dado la oportunidad de participar de este mundo; por mi genotipo y mi fenotipo, de los cuales me siento más que agradecida; por la educación que recibí de ellos, enfocada siempre en hacer el bien, en dejar una huella favorable a mi paso por la vida y en perseverar hasta lograr mis objetivos. Agradezco especialmente a Alejandro, mi esposo, por su apoyo incondicional en este proyecto de mi vida, porque me brindó su ayuda a cada instante. Por su comprensión en los momentos de mayor presión y en aquellos que limitaron nuestra convivencia. Porque jamás escuché un reproche de su parte, sino palabras de amor, aliento y comprensión. A mis hermanos; Alfonso, Martha, Norma y Alejandro, por su ejemplo y por estar ahí cada que he necesitado de su apoyo. A mis compañeros de generación, por enriquecer en gran medida mi paso por la Facultad, pues con cada participación en clase, cada exposición, cada opinión que de ellos escuché, aumentaba mi conocimiento y mi curiosidad por el aprendizaje. Agradezco además todos los momentos de grata convivencia con ellos, que condimentaron tan ricamente esta experiencia y que decoraron bellísimamente mi salón de los recuerdos. A todos ellos: ¡MUCHAS GRACIAS! A mis profesores de SUA, ya que la mayoría de ellos mostraron un gran compromiso para con nosotros, yendo más allá de los programas de estudio, buscando una formación más completa e integral en los alumnos. Agradezco enormemente a la Maestra Elsa Rangel, Coordinadora del Programa de Atención Especializada al Estudiante, por haberme guiado durante mis prácticas profesionales en el CCH Vallejo, de donde se obtuvo el material para realizar este trabajo. Por su flexibilidad, al permitirme llevar una nueva modalidad de terapia a la 5 práctica, ya que en todo momento estuvo abierta a escuchar nuevas propuestas y me permitió, además, conducir la terapia sin restricciones en cuanto al marco teórico. A la Maestra Maricela Calzada Romo, Coordinadora del Departamento de Psicopedagogía del CCH Vallejo, por su flexibilidad, apoyo y confianza; por su entrega para con los alumnos y porque siempre estuvo al pendiente del bienestar de ellos, algunas veces excediéndose en sus funciones para lograrlo. A los estudiantes del CCH Vallejo que depositaron su confianza en mí, permitiéndome acompañarlos por un momento en el arduo periodo que suele ser la adolescencia. A mi director de tesis, Dr. Gilberto Limón Arce, por su guía y apoyo en mi formación y en este proceso de titulación, por su confianza, paciencia y comprensión, ya que siempre estuvo ahí para alentarme y resolver mis dudas. A mis sinodales: Maestra Patricia Paz de Buen Rodríguez, Maestro Jorge Molina Avilés, Maestra Inda Sáenz Romero y Maestro Enrique Buzo Casanova, por su amable disposición para acompañarme en el paso final de este proyecto. Y por supuesto, a la UNAM, por haberme brindado esta gran oportunidad. Me siento más que congratulada por haber cursado mi formación profesional en tan noble institución, una de las más reconocidas en el mundo y la que ha formado parte de mi familia y mi vida desde que tengo uso de razón. 6 Cuando las personas recurren a una psicoterapia es que tienen una historia que contar… Para muchas de ellas se trata de una historia formada por episodios calamitosos que amenazan su sentido del bienestar, su autoestima o su eficacia…Bajo una forma u otra, el terapeuta se halla frente a una narración…Inevitablemente tiene que responder a esta historia, y todo lo que sucederá en el decurso del proceso terapéutico tendrá sentido e importancia en tanto de respuesta a este relato. Kenneth J. Gergen 7 RESUMEN El presente trabajo aborda la problemática de la baja autoestima en adolescentes que cursan el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Vallejo, empleando para el efecto una perspectiva postmoderna de intervención terapéutica: la Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista. Para ello se presenta una investigación bibliográfica sobre las terapias de corte post moderno, en especial de la Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista, que conjunta la hermenéutica y el Construccionismo Social, Teoría del conocimiento en donde convergen factores sociales y culturales en la construcción de la realidad personal y circundante del individuo, exponiéndose también las características de este tipo de proceso terapéutico. Posteriormente se explora el tema de la adolescencia, sus particularidades como fase en el ciclo de vida, sus factores de riesgo, etc., esto desde distintas perspectivasteóricas: biológica, cognoscitiva, psicoanalítica y socio-cultural, lo que permitirá ver esta etapa desde diferentes puntos de vista. Así también se explica el concepto de autoestima, los elementos que la componen, los factores que influyen en ella y cómo impacta en la calidad de vida del estudiante. Finalmente se presentan tres casos de estudiantes cuyo motivo de consulta fue la baja autoestima y que solventaron este problema por medio de la intervención terapéutica como un proceso de diálogo hermenéutico, en el que lograron re significar la percepción de sí mismos y deco-construir significados que les permitieron elaborar su propia historia de una manera mucho más afable, con lo 8 que lograron ampliar el abanico de posibilidades para enfrentar los nuevos retos que la vida les presenta en esta etapa de su existencia. Desde esta visión de terapia, no se consideran los instrumentos psicométricos como una forma de evaluación, ninguno de ellos se emplea para determinar un procedimiento a seguir, sin embargo, en este trabajo se presentan los resultados de dos de ellos: Inventario de Depresión de Beck e Inventario de Ansiedad de Beck. Dichos instrumentos forman parte del protocolo de atención del Departamento de Psicopedagogía del plantel Vallejo del CCH, los resultados son utilizados por la Institución con fines informativos y estadísticos. En este caso, únicamente son un dato que puede servir de comparativo del antes y después del proceso, además de ser una referencia para quienes aborden la terapia desde otros marcos teóricos. 9 Si uno sabe lo que hará, está limitado, pero si sabe mejor lo que no hará, entonces habrá una enorme cantidad de cosas que podrá hacer. Goolishian CAPÍTULO 1 La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista Introducción La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista es una propuesta que constituye una forma flexible de abordar la problemática de las personas que solicitan ayuda en la terapia. A diferencia de las perspectivas tradicionales, esta visión permite el diálogo más horizontal entre terapeuta y consultante, consiente una charla en la que se pueden exponer diversas formas, y no una, de entender la realidad conflictiva por la que atraviesa la persona que solicita el servicio. Ofrece una nueva forma de ejercer la psicoterapia, basada en el lenguaje, la interpretación y la libertad de ser, o dejar de ser, como mejor convenga a los intereses y realidades de las personas. Esta propuesta teórica, y la modalidad terapéutica que se desprende de ella, están relacionadas con el Programa Entrenamiento teórico/práctico en terapias narrativas y postmodernas, dentro del Programa de prácticas de formación profesional supervisada, que se realiza en el Centro de Servicios Psicológicos, “Dr. Guillermo Dávila”, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Dicho programa está coordinado por el doctor Gilberto Limón Arce, profesor titular de dicha Facultad, cuyos principales planteamientos y procedimientos fueron publicados en su más reciente libro La terapia como diálogo hermenéutico y construccionista. Prácticas de libertad y deco-construcción en los juegos relacionales de lenguaje y de significado. Basada en el Magnus Opus del Construccionismo Social, la propuesta de Limón también retoma ciertos elementos de algunas perspectivas terapéuticas de corte postmoderno, como la Terapia Breve Centrada en Soluciones, la Terapia Sistémica y la Terapia colaborativa. Su principal característica es que propicia una 10 mayor flexibilidad y libertad tanto para el consultante como para el terapeuta, extendiendo los límites de acción para ambos. Esta idea de proceso terapéutico implica una actualización del mismo, ya que incluye características actuales del contexto de la vida y lo cotidiano, lo que permite ayudar de forma más humanitaria a las personas, pues se las ve como parte de un todo, y como partícipes en la construcción de ese todo, de ese mundo en el que viven, y no como un problema del mismo. La hermenéutica es el segundo brazo de la visión que nos presenta Limón, entendiéndose ésta, de acuerdo con Gadamer, como la teoría de la verdad y el método que expresa la universalización del fenómeno interpretativo desde la concreta y personal historicidad (RAE, 2015) Esta forma de terapia emplea la hermenéutica como elemento sustancial para entender los problemas que exponen los consultantes, ya que supone que no hay una forma única de entender la vida; lo que para algunos puede ser una catástrofe, para otros resulta una nimiedad y viceversa. Así, de lo que se trata es de entender la forma en que una persona está interpretando lo que le acontece y de ayudarle a encontrar otras significaciones más agradables que le guíen hacia un nuevo resultado, hacia una mejor manera de comprender su realidad y re direccionar sus miras si es necesario. Se trata de entablar un diálogo sobre los modos de ser, de ver y de estar; de establecer un vínculo más llano en el que ambas partes, consultante y terapeuta, puedan aportar sus herramientas y perspectivas en la situación planteada, y en donde el consultante obtenga diversas formas de observar y percibir, tanto de la problemática que le aqueja, como de las posibles vías de solución a ella. 11 A manera de antesala Antes de entrar de lleno al planteamiento de esta nueva forma de hacer terapia es importante contextualizar sus bases teóricas, revisar sus cimientos para comprender mejor de lo que nos habla el Dr. Gilberto Limón. Comenzaremos con el Construccionismo Social, teoría postmoderna del conocimiento que pone en tela de juicio los paradigmas orientados hacia una visión positivista del conocimiento y de la práctica terapéutica, mismos que limitan el campo de acción en este rubro, pues nos hacen ver en una sola dirección, restringiendo nuestro campo visual periférico, obrando como una especie de glaucoma teórico. Esta postura cuestiona la noción del conocimiento dualista: objeto de conocimiento-sujeto cognoscente, ya que el observador participa en la construcción de lo observado, pues no hay nada que sea por sí mismo; dada su historia, todo objeto se construye tal como es conocido para cada cultura, (Jorge Molina, comunicación personal en presentación PP, 30 de abril del 2014). Difiere de la visión romántica del mundo que establecía que había una esencia en el individuo, la cual estaba más allá de la observación, escapando a los sentidos; también se contrapone a la visión moderna de la realidad, que aseguraba que no existe algo más allá de la materia corpórea, por lo que la persona puede llegar a conocerse en su totalidad sólo por medio de la observación, (Gergen, 2006). Los construccionistas sociales se oponen a esa mirada individualista del pensamiento y de la realidad, que sólo se fija en lo inmediato. Esta teoría nos dice que todo aquello que pensamos y percibimos es producto de una construcción social, un producto cultural. Kenneth Gergen (2005), principal representante de esta postura, nos habla de la multiplicidad de realidades de las que la humanidad participa, por lo que resulta un poco absurdo monopolizar la verdad, la normalidad, tal como lo han hecho los paradigmas occidentales que nos dicen cómo es la realidad, cómo piensan las personas y cómo se debe hacer terapia. 12 Por ejemplo, lo que importa para el conductista es la actividad, los resultados tangibles, respuestas establecidas a estímulos determinados, todo aquello que no pueda medirse y comprobarse objetivamente no es relevante; para el modelo psicodinámico, el comportamiento está guiado por fuerzas internas poderosas, las acciones de una persona están determinadas por estas fuerzas, como la culpa, la pulsión de muerte, la sexual etc. y en cuanto a la terapia,para el psicoanalista es imprescindible hurgar en el pasado del paciente, ya que , de acuerdo a las investigaciones de Freud, “los síntomas presentados por sus pacientes no eran arbitrarios ni incidentales, sino que se relacionaban con eventos significativos de la vida”, (Zimbardo, 2005, p.321). Así, cada paradigma ofrece una explicación de la conducta humana, aportando una concepción particular de la realidad. Sin embargo, resulta muy difícil aceptar que alguna de las teorías aquí mencionadas sea auténtica poseedora de la verdad, y que sólo con una sola de estas perspectivas se pueda dar solución a la problemática de las personas que solicitan una vía de solución a sus conflictos por medio de la terapia. Desde el enfoque construccionista, todo lo dado por cierto, por auténtico, ya sea en lo cotidiano o en el plano científico, es una construcción social, un producto de la cultura (Gergen, 2005). Para este autor “el Construccionismo Social es una serie de conversaciones que se desarrollan en todas partes del mundo, y participan en un proceso que tiende a generar significados y valores colectivos”. Por tanto, todas las hipótesis sobre el acontecer cotidiano e histórico son cuestionadas, ya que éstas no son más que un producto de la comunicación entre grupos, aun sus comprobaciones obedecen a estructuras culturales que las validan; las hipótesis siempre están sujetas a la concepción de ciencia que se tiene en cada cultura. Habrá nociones de saber y de ciencia que no coincidan con las nuestras y en las cuales las mismas hipótesis no sean buenas suposiciones, o incluso puedan parecernos absurdas. 13 La tradición fundamentalista privilegia el diagnóstico sobre la cultura común ya que, afirma: la cultura está llena de prejuicios, malentendidos y supersticiones, mientras que la visión del profesional es más exacta y abarcativa, (Gergen y Warhus, 2014, p.6). Por su parte, Feyerabend (1993, p.34), nos dice que la ciencia no tiene estructura, ya que no hay elementos universales aplicables a todas las áreas de conocimiento; además, afirma que “la ciencia está más cerca de las artes, o de las humanidades, de lo que afirman nuestras teorías favoritas del conocimiento”. Este autor explica que la historia de la ciencia y su metodología no consta de hechos, sino de ideas e interpretaciones de los hechos. Continúa diciendo que “todo conocimiento está interpretado de alguna forma”; …“el individuo, entonces, no es el agente único o directo del saber, de la razón o la emoción, ya que estos conceptos no residen en la mente del individuo, sino en la interrelación”. El saber científico es una clase de discurso, pues tanto las ciencias como las técnicas llamadas de punta se apoyan en el lenguaje, desde las humanistas hasta las ciencias duras, y ha sido por medio del lenguaje que se confrontan las diversas teorías científicas y se dirimen los conflictos entre los distintos saberes (Lyotard 1990, p.6) A la afirmación de que innegablemente hay un mundo fáctico que se puede percibir y se debe conocer, Gergen (2007, p. 97) argumenta que el hecho de que vivamos en un mundo socialmente construido no lo convierte en un mundo de menor importancia; propone la siguiente analogía: saber que un cuadrangular sólo es parte de un juego no disminuye el suspenso cuando se están corriendo las bases. Es decir, se debe estar consciente de la contingencia de nuestro acontecer, lo cual, además, nos proveerá de cierto grado de humildad. Por el contrario, continúa Gergen, asegurar que las verdades locales son universales, no sólo es arrogante, sino que prepara el terreno para el conflicto. Lo que se considera real es un subproducto de una construcción comunal, ya que, invariablemente, cuando se describe cualquier fenómeno, se parte de una inteligibilidad compartida, se hace por medio del lenguaje. Si nos referimos a la 14 mente individual lo hacemos desde una tradición cultural, ya que el concepto de mente y de lo individual varía de acuerdo a cada civilización. (Gergen 2007 P. 98). Implicaciones en el campo terapéutico En lo referente al proceso terapéutico, la visión construccionista de terapia nos dice que es importante no abordar al consultante con suposiciones y métodos de rutina, ya que los elementos que suelen emplearse para evaluación psicológica o intervención, también son construcciones sociales y limitan la atención a las necesidades de nuestro interlocutor. Estos métodos constriñen la relación terapeuta-consultante, pues buscan encajar el discurso del segundo en los moldes terapéuticos del primero (Gergen 2005 p32). Gergen (1997, p.97) nos dice que tradicionalmente ha habido tres aspectos que se han erigido como pilares de la ciencia psicológica tradicional: enfatizar la mente individual, la concepción de un mundo cognoscible objetivamente y el lenguaje como portador de la verdad. Sin embargo, agrega, el concebir la racionalidad como un producto individual constituye en sí un problema, pues la supuesta objetividad y el conocimiento del mundo se manifiestan por medio del lenguaje, y este “es un sistema que a la vez precede y sobreviene al individuo”, es decir, para manifestar la racionalidad individual, debe hacerse a través de un medio cultural. Gergen (2005, p. 117) explica que, al llegar una persona a terapia, trae consigo una historia que contar, un discurso en el cual presenta toda su problemática, y que esta historia de vida es exacta para él; lo que procede, entonces, es localizar en el marco planteado las formas de acción y de relación que permitan mejorar esta circunstancia. Cada sociedad tiene su propia realidad, incluso cada individuo, misma que ha construido a la par de sus congéneres, y desaprueba otras realidades considerándolas absurdas, falsas o incomprensibles porque, desde su mirada, la de los otros no tiene sentido. Por ejemplo, Harris Marvin, en su libro Vacas, cerdos, guerras y brujas, los enigmas de la cultura, nos habla de los jefes amerindios de la tribu kwakiutl que suelen quemar sus posesiones para demostrar 15 su poderío y riqueza, incluso sus propias casas; los hindúes no comen carne de vaca, sin importar cuán hambrientos estén; el judaísmo considera tabú la carne de cerdo; otras culturas tienen su “verdad” sobre el origen del mundo y del humano. Andersen (1994, p.38) nos dice que “hay siempre más para ver de lo que uno ve” y que “dos personas probablemente establecerán diferentes versiones de una misma situación o diferentes ‘mapas’, como dijo Bateson”. Continúa explicando que hay mucha gente que cree que hay una historia correcta, y “pueden sentirse intrigados por lo que otra persona vio, oyó, olió, gustó o tocó en una situación”, pues tal vez no coincidan en sus percepciones, sin embargo, estas diferencias, nos dice Andersen, contribuyen a matizar los cuadros que están en movimiento aun, los que se están configurando. Así también, tenemos el aporético problema de la moral, pues no hay una forma de considerar una percepción de ésta como “normal” o “anormal”, por lo que resultaría incongruente establecer semejantes categorías para englobar las prácticas de una persona, aun perteneciendo a la misma cultura que nosotros, pues un mismo acto puede ser percibido de distinta manera por diferentes individuos. Por ejemplo, cada vez es más común encontrar parejas de un mismo sexo unidas en matrimonio, madres y padres solteros, o clubes en donde se intercambian parejas (swingers), lo que no podría establecerse como bueno, malo, correcto o inmoral sin violentar los derechos del otro a vivir del modo que haya elegido vivir. Algunas críticas a esta postura han enarbolado la idea del libertinaje, del todo se vale y nada se puede hacer; sin embargo, existen realidades contextuales, que por el hecho de haber sido creadas colectivamente, se apela a ellas de la misma forma,como las prácticas institucionales de educación, de religión, etc. A este respecto Limón emplea la frase “todo vale y sirve, ‘ma non troppo’”, al considerar que cada persona tiene todo el derecho de hacer lo que desee siempre y cuando no afecte los derechos de otros. Nos habla de una flexibilidad, de una ampliación de límites, no de la desaparición de los mismos. 16 Otra crítica aduce que el Construccionismo Social se contradice al decir que no hay verdades absolutas ni conocimientos sin sesgos de valor, por lo que sus bases se contradicen y se convierten precisamente en lo que pretenden atacar. (Gergen 1997 p.103). A esto Gergen responde que “el Construccionismo Social no realiza aseveraciones acerca de la verdad, la objetividad, la universalidad o la superioridad moral de su propia posición”. No intenta anular los conocimientos previos o dados por ciertos, sino establecer su origen; el hecho de que el conocimiento humano sea una construcción comunal no le resta veracidad o eficacia, las verdades son contextuales, pero no por ello dejan de ser verdades en su contexto de origen. El Construccionismo Social valida todos los discursos, pues todos, de acuerdo con su visión del mundo, son verdaderos. Gergen nos dice que todos somos interdependientes, y que tenemos la capacidad de transformar colectivamente las construcciones que hemos hecho de nuestra personalidad y del mundo. Esta postura enfatiza el entrecruzamiento de ideas en nuestras conversaciones Anderson y Goolishian (Cit. en Limón, 2005 p. 4) “Las comprensiones creadas moldean y son moldeadas por otras ideas”. Entonces, cuando se hace una interpretación, en realidad ésta se va formando colectivamente; cada significado que pudiera considerarse como único, es sólo uno de los varios posibles, ya que los significados mutan a lo largo del tiempo y por medio del intercambio de ideas. “Las verdades últimas o fundamentales son vistas con gran escepticismo por los construccionistas sociales” (Limón 2005, p.5) El Construccionismo Social se contrapone a los supuestos del conocimiento individual y la verdad objetiva, enfatiza “la construcción común del conocimiento, la objetividad como un logro relacional y el lenguaje como un medio pragmático a través del cual se constituyen las verdades locales”, (Gergen, p. 97, 2003). Complementa diciendo que no hay medios para declarar que el mundo está “allá afuera”, y que el individuo lo refleja en su interior, ya que para asimilar cualquier mundo hay necesidad del lenguaje, que es una construcción social, cada palabra 17 con la que se describa, como los olores, los materiales o las estructuras, son concebidas en el lenguaje. Por tanto “lo que tomamos como real, como verdad transparente acerca del funcionamiento humano, es un subproducto de la construcción comunal” (Gergen, p.99, 2007) Esto nos permite una mayor flexibilidad al momento de hacer terapia, pues no se trata de hacer entrar al “paciente” en un molde prefabricado, sino comprenderlo, desde su discurso, su realidad, y entender cómo la está percibiendo y mostrando, para luego ayudarle, por medio del diálogo, a mirar en varias direcciones, a fin de que se percate de que hay diversas formas de ver y abordar un mismo problema de la vida. En la práctica, el posmodernismo usa varias técnicas, no esgrime un método en particular, el giro radica en “el cambio de significados y comprensiones, más que en el cambio de conductas, sentimientos o pensamientos” (Limón 2005, p.5). Los terapeutas se centran en los significados que las personas adjudican a los hechos y en las historias que envuelven la conducta, no la conducta por sí misma. Robinson (2012, p.23), en un estudio que realiza acerca del pensamiento de Wittgenstein sobre el lenguaje, refiere que el significado es siempre compartido como algo social e intersubjetivo y que se establece por medio de criterios sociales; es fluido y dinámico. Parafraseando a Wittgenstein, continua Robinson, “las palabras, los enunciados y las acciones humanas adquieren significados específicos en un contexto especial determinado”. Wittgenstein aseveró que todo lo relacionado con la vida humana no se comprende más que en conexión con el lenguaje. Aportó la perspectiva de los juegos del lenguaje y las formas de vida; desde ésta, concibe al hombre como un ser esencialmente lingüístico. Todo lo que se dice es básicamente una forma de acción. Decir algo va mucho más allá de una mera descripción, en palabras del propio Wittgenstein: “cada cosa que decimos es un movimiento en un determinado juego de lenguaje, el cual a su vez está en una relación interna con una determinada forma de vida” (Tomasini 2013, p. 8). 18 Lyotard (1990 p.11) habla sobre estos “juegos del lenguaje” de Wittgenstein, analogando la conversación con un combate, en el sentido lúdico del término. “No necesariamente se juega para ganar, sino que se puede hacer una jugada por el placer de inventarla”, como ocurre en la literatura. Warhus y Gergen (2014, p.5) hablan de la inteligibilidad terapéutica, es decir, echar mano de todo lo que pueda servir en el contexto inmediato al momento de hacer terapia, sin seguir un método. Cuando la terapia se ajusta formalmente a un método, equivale a “congelar el significado cultural”, concluyen estos autores. De acuerdo con Gergen (2005 p.54), “la terapia es un proceso de vocalización que sugiere que para cualquier voz que el cliente nos hace escuchar, retiene otras que orientarían la conversación en una dirección diferente”. Añade que la tarea del terapeuta es escudriñar sin descanso nuevas alternativas, llevando la conversación sin un derrotero específico, haciendo una analogía con la danza, pues ha de llevarse cierto compás en el diálogo. Interpretación y flexibilidad, bondades de la hermenéutica. La hermenéutica es el segundo gran complemento contextual de esta propuesta terapéutica presentada por Limón. En un principio, la hermenéutica se entendía como el arte y ciencia de interpretar textos, especialmente los de carácter sagrado; interviene donde no hay un solo sentido, es decir, donde hay polisemia. Sin embargo, la noción de texto ha cambiado mucho; Gadamer propone el diálogo como texto, pero más abierto que el escrito, pues éste se encuentra cerrado, terminado, mientras que la conversación puede tomar cualquier rumbo, (Beuchot, 2005). No hay ningún enunciado que se pueda entender únicamente por su contenido, ya que cada enunciado conlleva una motivación y unos presupuestos que no está manifestando. Así también, no hay ningún enunciado que no sea a la vez una especie de respuesta, “por eso, la comprensión de un enunciado tiene como única norma suprema la comprensión de la pregunta a la que responde” (Gadamer, 2002, p. 17). 19 Fidalgo (1996, p.7), explica que la hermenéutica como interpretación de textos bíblicos presenta dos fuertes limitaciones: la primera es que la interpretación está subordinada a una autoridad; en segundo término, el tener como objetivo exclusivo un texto literario excluye otros tipos de lenguaje. Entonces, la posibilidad de tomar el texto en un sentido amplio, permite su independencia de la escritura, por lo que puede tomarse como texto “todo conjunto de signos susceptible de un desciframiento, como un sueño, un síntoma neurótico, un rito, un mito, una obra de arte o una creencia”. Continúa el autor citando a Ricoeur “la interpretación es el propio discurso; todo discurso es interpretación”. Habermas (Cit. en Aguilar, 2002) enmarca la ciencias hermenéuticas en las ciencias culturales e históricas, ya que se guían por el interés en asegurar el entendimiento mutuo; “…garantizan la autocomprensión que oriente la acción de individuos y grupos, y la comprensión recíproca entre ellos. Estas ciencias hacen posible el consenso sin coerciones y también hacen posiblela fluidez de la acción comunicativa”. Continúa: “Las ciencias hermenéuticas se relacionan con un nivel antropológico de la acción humana, que es el de la dimensión de la comprensión comunicativa, con diferencia de las ciencias de la naturaleza, las cuales, guiadas por el interés técnico, se relacionan con la reproducción. Las ciencias hermenéuticas rompen el círculo de la simple reproducción de la vida”. La hermenéutica ha pasado por diversas etapas en su historia, desde la interpretación de textos bíblicos, hasta la interpretación del discurso cotidiano. Fue a partir de la década de los ochenta cuando una nueva escuela encabezada por Andrés Ortiz-Osés, en España, planteó que la hermenéutica contemporánea “tiene su origen en el descubrimiento de la realidad ontológica de la interpretación y del lenguaje”, proponiéndola como el espacio idóneo para lograr la confrontación entre las culturas en términos de interpretación y de comprensión, (Lanceros, 2006). Hoy la hermenéutica está muy involucrada en las ciencias sociales, su uso se ha generalizado, llegando a ser “una suerte de koiné, de idioma común, de la cultura occidental (…) un clima difundido, una sensibilidad general, o bien sólo una 20 especie de presupuesto con el que todos se sienten más o menos llamados a pasar cuentas” (Vattimo, cit. en Moreno, 2002. P.490). La propuesta La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista representa un nuevo cuerpo de metáforas para la psicoterapia, lo importante, destaca Limón, es que tiene que ver con un nuevo sistema de inteligibilidad o manera de conocer, que es favorecido por el Construccionismo Social, y también con la contribución de éste para ayudar a interpretar/entender, para transformar, de ser necesario, la manera de ser y de pensar que tiene la gente para conducir sus propias formas de vivir la vida (Limón, 2012). Esta nueva forma de hacer terapia no se erige como un método, como un conjunto de reglas a seguir, sino como una propuesta flexible, abierta a muchas posibilidades. En lugar de seguir una guía, un protocolo, y de guiar al consultante, esta idea permite la libertad a este de guiar la conversación, manifestando un total respeto por el discurso de quien consulta y el significado que éste le atribuya. No se trata, entonces, de escudriñar sobre el verdadero significado de las palabras de nuestro interlocutor, sino de tomar lo que él nos quiere decir tal como lo expresa. El autor nos presenta una selección de planteamientos que contribuyen a conformar este marco teórico; por ejemplo, nos habla de las prácticas de libertad y del cuidado de sí que se practicaban en la antigua Grecia mencionadas por Foucault, y del papel que éste atribuía a los intelectuales, así como de la deconstrucción derridiana. Es importante hacer énfasis en que no se trata de un método, sino de un nuevo cuerpo de metáforas y modalidades relacionales que ayudan a transformar la manera de pensar para conducir su propia forma de vida. Los juegos relacionales, de lenguaje y de significado son parte sustancial de esta visión, llamada también hermenéutica por el énfasis que pone en las interpretaciones. La interpretación se mueve dentro de lo ya comprendido y se nutre de ello, se mueve en un círculo en el que hay que entrar de manera adecuada (de la Maza, 2005 p.128) 21 Aquí el terapeuta se deshace de la investidura de autoridad y le deja colgada en el perchero de manera indefinida, para sumergirse en el entramado del cual forma parte ahora, junto con el consultante y el contexto en el que viven y se desarrollan ambos. “Entramos a terapia con el convencimiento de que llevamos con nosotros un conjunto de creencias y valores que, de alguna u otra manera, pasarán a formar parte de los juegos de lenguaje que establezcamos con los consultantes.” (Limón, 2012 p.27) Así, continúa, en un proceso relacional hay una influencia recíproca, en donde por medio del diálogo se puede llegar a narrativas liberadoras, a fin de obtener un proyecto alternativo de vida. La postura construccionista de terapia no ve a las personas por medio de diagnósticos y clasificaciones al margen de sus propios contextos, como lo hacen algunas orientaciones teóricas con perspectiva positivista. El extraer a las personas de su medio, “tratarlas” aisladamente y luego arrojarlas de nuevo al mismo, implicaría desajustar el ámbito en el que se desenvuelven y, por supuesto, distorsionar la dinámica del grupo al que pertenecen, pues al “ajustarlas” a una normalidad preestablecida, se interfiere en la normalidad de la persona y de su colectividad (Gergen, 2005). Se trata, entonces, de conversar con los consultantes sobre las “capas de sentido” de sus creencias y valores, respetándolas siempre, aun cuando no las compartamos. Otro punto importante es la no intromisión en el pasado, en este tipo de proceso terapéutico el terapeuta no hurga en el pasado del consultante para buscar explicaciones a la problemática, se busca que las personas logren visualizar un futuro más alentador, una perspectiva más satisfactoria. A este respecto, nuestro autor cita a Faucault, sobre “cambiar algo en el espíritu de la gente, mostrarles que son más libres de lo que realmente se sienten”, lo que implica una ampliación de los márgenes de libertad (Limón, 2012 p.32). Es muy común que las personas lleguen a terapia sintiéndose atrapados, como en una especie de laberinto, en donde ya se han cansado de buscar una salida. El pensar en llegar más allá de donde habían supuesto, flexibilizar el pensamiento, ver desde otra perspectiva, alivia la tensión y permite al consultante replantearse 22 el problema. De esta forma el terapeuta es una especie de guía que le acompaña por dicho laberinto, recorriéndolo junto con él para conocer la conflictiva que le preocupa, aprendiendo de ella, y con la conversación como mapa y guía. La Terapia como Diálogo Hermenéutico y Construccionista (TDHC) se presenta como una nueva forma de relación intra, e interpersonal, a fin de que las personas que buscan ayuda en la terapia encuentren una nueva manera de interpretar/entender su problemática y, en su caso, transformar la manera de ser y de pensar, pero de acuerdo con sus propias formas de ver y de vivir la vida (Limón, 2012). Desde esta visión, respetuosa del contexto de la persona, el individuo tiene todo el derecho de expresarse, de exponer su particular punto de vista sin esperar un diagnóstico a cambio, sino un entendimiento y un diálogo en el que él mismo puede re estructurar su propia narrativa y darle un mejor argumento a su historia. En todo caso, se seleccionan los elementos positivos que siempre se encuentran en todo relato, y se visibilizan ante nuestro interlocutor a fin de relativizar las experiencias desagradables que haya tenido, procurando que su campo visual se abra y descubra que hay otro punto, no tan álgido, al cual puede dirigir la mirada. Otra característica de esta propuesta es la inclusión, ya que no impide el paso a ningún marco teórico, no restringe ni su campo de acción ni el de otros, pues reconoce la validez de todos sus predecesores. No es necesario negar al otro para hacerse visible, incluso se puede echar mano de algún elemento surgido de otra teoría. Limón, entre otros autores, menciona que toda teoría psicológica es ecléctica, pues ninguna se ha desarrollado por sí misma, sino que todas tienen bases fundacionales tomadas de múltiples aportaciones que vertebran sus marcos teóricos. Esta visión permite el intercambio conceptual, amplía los márgenes de libertad de las concepciones de las personas, al tiempo que es flexible con sus propios márgenes. De este modo, no busca necesariamente un cambio en la persona; como ya se ha dicho, el cambio no es condición para solucionar una conflictiva. No se trata de modificar la forma de pensar de losconsultantes, sino de hacerles ver, 23 por medio de su propio discurso, los “puntos ciegos” en donde hay cosas positivas; conversar abiertamente con ellos sobre las múltiples posibilidades existentes y sus implicaciones, para ayudarles a editar los próximos capítulos de sus propias historias. Nuestro autor hace énfasis en que la gran multiplicidad de formas de ser y de estar en el mundo, insta a “ampliar nuestra visión del mundo y de recursos personales para permitir la existencia simultánea de diferentes maneras de existir, más allá, inclusive, de cualquier estereotipo cultural específico” (Limón, 2012 p. 36). El cambio es un derecho y una posibilidad, no un condicionante. Cuando se presenta el caso de que las personas decidan conservar su forma de vida, la conversación terapéutica puede buscar reforzar su sistema de creencias, buscando estrategias para relacionarse mejor con el entorno y consigo mismo. En contraparte, cuando el consultante busca un cambio, el diálogo puede encaminarse a analizar y reorganizar las capas de sentido del sistema de creencias dominante, para que le permita construir nuevas formas de relación para consigo y para con el entorno. Todos llevamos con nosotros un conjunto de creencias y valores que formarán parte de los juegos del lenguaje que se establecen con los consultantes. Es por esto que se debe considerar que el terapeuta forma parte del escenario en el que ocurre la terapia, en donde por medio de la conversación se encontrará un nuevo camino, una salida a la conflictiva planteada por el consultante, siempre anteponiendo la flexibilidad, la negociación en lugar de la imposición. El ampliar los márgenes no significa navegar sin rumbo e ir hacia donde el viento nos lleve, ya que existe una realidad contextual creada socialmente y a la que pertenece el consultante. Así también, no se trata de que cada quién haga lo que le parezca conveniente por el sólo hecho de que desde su particular punto de vista eso está bien hecho, porque siempre estará el derecho de los otros, que objetarán alguna invasión o falta cuando son perturbados en algún momento. 24 Son formas de ser que tienen que ver con el respeto y la pluralidad (Limón 2012, p. 104). Destaca también que en cada proceso terapéutico se pone en marcha un aprendizaje que implica tomar en cuenta los juegos relacionales de lenguaje y de significado de las personas que están a nuestro alrededor (los vecinos, el trabajo, el centro comercial, la compañía de luz, un colega o amigo al otro lado del mundo, la familia en todas sus ramas, etc.) La relación terapéutica Limón (2012) plantea un problema en este rubro, ya que, culturalmente, la imagen del terapeuta tiene una connotación jerárquica, lo cual se contrapone a las pretensiones de su propuesta. Harlene Anderson (2012, p.103), propone el no- saber como estrategia terapéutica, asegura que no se necesita ser experto en cómo deberían vivir los clientes; esta libertad del no saber, afirma, “expande nuestra imaginación y creatividad”. Así mismo, esta autora expone que la posición de aprendiz que toma el terapeuta respecto del cliente, permite una indagación mutua, en donde ambas partes exploran los problemas y el desarrollo de posibilidades, uniéndose en “un proceso de dar y recibir, un intercambio, un diálogo, un entrecruzamiento de ideas, opiniones y preguntas”. En resumen nos dice Anderson: Cliente y terapeuta pasaron a ser compañeros en una conversación, donde la pericia del cliente sobre sí mismo se combinaba con la pericia del terapeuta sobre un proceso, para crear nuevos conocimientos, comprensiones, sentidos y posibilidades para todos. Nuestra relación con nuestros clientes y el proceso de la terapia se hicieron más colaborativos; la naturaleza dualista, jerárquica, de la relación y del sistema terapéutico comenzó a desdibujarse y a disolverse. La responsabilidad por la terapia y su resultado pasó a ser compartida. 25 La TDHC, además de retomar las valiosas aportaciones de Anderson, contempla la idea foucaultiana sobre las relaciones de poder para ayudar a mantener una “postura más equilibrada y práctica, sobre todo para trasladarla ponderadamente a nuestro quehacer terapéutico” (Limón, 2012, p.39). Para Foucault, el poder está presente en toda relación humana, en algún momento de la vida ejerceremos poder sobre otros y otros ejercerán poder sobre nosotros. En sus estudios sobre los diferentes modos de subjetivación del ser humano, encontró que, al tratar de analizar al sujeto, siempre surgía el tema del poder, y este, abarca todo el espectro de lo social, desde las relaciones cara a cara, hasta las relaciones estructurantes (Piedra, 2004 p.125) Foucault explica que el poder no es algo que se posee y que nunca se encuentra enteramente de una parte nada más, sino que “se ejerce sobre toda la superficie del campo social”, esto ocurre a través de elementos como la familia, las relaciones sexuales, la vecindad, etc. siendo, además, fluctuante, dinámico, pues “se juega constantemente, se arriesga. El poder se gana como una batalla y se pierde de igual forma”. “A cada instante, se juega en pequeñas partidas singulares” (Foucault, 1988, p.212) En la relación terapéutica ocurre un juego similar, no se encuentra el poder depositado en la figura del terapeuta, sino que es dinámico, oscila entre la sapiencia de la persona que consulta, al saber sobre sí misma, sobre su historia, y la pericia del terapeuta en la conversación. Limón (2012), complementa con una consideración de Gergen, en la que se resalta la importancia de involucrarse con las personas en un diálogo construccionista e interpretativo para ayudar a que logren ver sus experiencias de vida de una manera distinta, buscando en sus propios juegos relacionales y de significado para favorecer nuevas formas de relacionarse. Al hablar de relación no sólo nos referimos al trato con los otros, ya que la relación intrapersonal es tan importante como la relación con los demás y, de hecho, se da 26 gracias a la interacción. Gergen (2005), nos dice que el tener un yo equivale a estar relacionado con los demás, cambia el ser uno mismo por un yo relacional. Por su parte, Limón nos recuerda que, hoy día, prácticamente todas las disciplinas sociales siguen la premisa de que la realidad y la existencia de las personas no puede concebirse sin su relación con los otros. Nos recuerda también lo efímero de los vínculos humanos y lo cambiante que puede ser la percepción de uno mismo. Bauman (2002), hace la analogía de las identidades humanas con la costra que se endurece una y otra vez por encima de la lava volcánica, ya que se funde y se disuelve constantemente, sin dar tiempo a solidificarse. Este autor asegura que las identidades sólo parecen estables cuando se ven desde afuera; en este mundo, continúa, parece que las cosas son deliberadamente inestables, por lo que uno debe estar alerta para proteger la propia flexibilidad y la capacidad de readaptación. Continuando con la propuesta de Limón, el privilegiar la relación intrapersonal de las personas, permite conversar sobre alternativas para estar consigo mismo y, por ende, lograr un mejor vínculo en el entorno social. Aun cuando la relación con uno tiene su origen en lo social, ésta es mucho más estable que los vínculos interpersonales, por eso no debe descuidarse, siendo la conversación la principal herramienta de la que se vale el terapeuta para que el consultante logre encontrar nuevas formas de recrear sus propias historias de una manera más agradable. Por medio del lenguaje se puede lograr la comunicación con uno mismo y con los demás, y es la “materia prima” del terapeuta. Sin embargo, de Shazer (1994), nos dice que no se debe equiparar el término terapia al de conversación, ya que ésta no constituye en sí una terapia, sinoque sólo es el elemento sustancial de la misma. Las sesiones terapéuticas, continúa, incluyen a dos o más personas interactuando, principalmente, mediante el lenguaje y éste se encuentra lejos de ser algo sencillo, ya que cada palabra depende siempre de otras. “Siempre estamos esperando la palabra que dará sentido a la anterior. Una frase posterior cambia el sentido que se les dio a las primeras y a las siguientes”. 27 Wittgenstein (Cit. en Limón, 2012) decía que el lenguaje era un conglomerado de juegos, relacionándolos con particulares formas de vida, a lo que Limón agrega que ese conglomerado de juegos puede coexistir de manera enriquecedora en una misma persona, tanto en juegos relacionales consigo misma, como en juegos relacionales con los demás. Las personas disponemos, continúa, de creencias y valores, de peculiaridades que se pueden manifestar en múltiples situaciones, lo que le ha llevado, en la práctica, a respetar las distintas modalidades relacionales, y verlas todas como opciones legítimas dentro del marco hermenéutico/construccionista en el que se lleva a cabo esta terapia. 28 El concepto de deco-construcción La deconstrucción arribó al ámbito terapéutico bajo dos versiones: como el desmantelamiento del discurso dominante, y como un método para el análisis del sentido que está contenido en un discurso o texto (Limón 2005). En terapia, nos dice el autor, es la primera forma la que se emplea, pues implica el desmantelamiento de la historia con la que llegan las personas, para establecer posteriormente una versión alternativa. La propuesta de Derrida de deconstrucción no se ciñe al texto escrito, sino que se extiende al lenguaje hablado, lo cual es imprescindible en la labor terapéutica. Una conversación es un texto hablado, que está en constante movimiento e interacción. Debido a su origen judío, Derrida tuvo que salir huyendo de Argelia, donde vivió su adolescencia, interrumpiendo sus estudios de bachillerato; esto debido al régimen totalitario impuesto por Vichy, en 1942, que pretendía erradicar la diversidad étnico religiosa. Este breve panorama nos da una idea del porqué de la constante defensa de Derrida por encontrar “lo otro” en el discurso, la posibilidad de interpretarlo y su aporte a la filosofía con el estudio del concepto de la deconstrucción (Krieger, 2004). En este punto, es importante mencionar que el autor da un giro a este concepto, ya que Derrida habla sobre la deconstrucción como descomponer, des-sedimentar estructuras, todo tipo de ellas (Peñalver, cit. en Derrida,1990). En cambio, Limón nos plantea una nueva forma de de-construir: la deco-construcción, en donde no se deshace, no se echa abajo todo lo previo para luego construir sobre nuevos cimientos, sino que, cuando se analizan las capas de sentido de una narración, adicionalmente se construye una perspectiva diferente, ampliada y presumiblemente más liberadora. Explica que no es posible dejar en blanco a una persona, no se puede retirar lo conocido, lo asimilado, para luego construir encima, sino que se analizan o interpretan las capas de sentido y sistemas de significados involucrados, para 29 derivar en alternativas de futuro más satisfactorias, a lo que llama proyecto de vida alternativo o complementario. Hay dos visiones del concepto de deconstrucción en el campo terapéutico, una contempla el desmantelamiento del discurso dominante de la persona, y otra implica un análisis del sentido implícito en un discurso. Las terapias narrativas y postmodernas toman la primera visión de este concepto, pues tiene qué ver más con el desmantelamiento de la historia con la que llegan las personas a terapia, para que puedan concebir posteriormente una visión alternativa de la misma. (Limón 2012). Una segunda versión de la deconstrucción, habla de un método para des sedimentar las capas de sentido de un texto, en donde se logra apreciar el contexto histórico y los significados que de él se desprenden, lo que constituye una visión más a propósito para la práctica terapéutica, ya que posibilita explorar el sistema de significados de las personas, lo que nos ayuda a encontrar, por medio de la conversación, el apego de las personas a ciertas formas de ser y de pensar, explorándolos desde todos los puntos de vista para obtener información de cómo está constituido dicho sistema y encontrar lo que está impidiendo “destrabar” el conflicto, ampliando su visión del mundo. Tom Andersen (1994, p. 34), nos dice que cuando se dice una palabra, ésta pasa del que la emite al que la recibe, pero que muchas veces no tiene el mismo significado para ambos. Nos habla de un “multiverso”, en donde hay más de una realidad , en donde cada persona describe la misma situación de acuerdo a su propia versión, misma que no es ni mejor ni peor que las de los otros, simplemente diferente, pero igualmente válida. De lo que se trata es de ampliar la perspectiva de las personas y que tengan múltiples visiones sobre un mismo tema o un mismo conflicto; ampliando su percepción, se puede intentar que los consultantes se deshagan de las concepciones que no les están sirviendo en su vida, y que adquieran nuevas ideas que sí les ayuden a solucionar los problemas. 30 Para Gergen y Kaye (Cit. en Limón 2012, p.55), la reescritura es un proceso terapéutico en donde se propone una narración más funcional, que genere nuevos significados a través del diálogo, ya que por este medio puede entenderse el sistema de creencias en donde se mueve el consultante, lo que permite, a su vez, pensar en formas más agradables de permanecer en ese contexto y esa realidad, sin ir en detrimento de sus propias creencias y valores, ya que éstas pueden mantenerse presentes como recuerdos. Limón ajusta un poco más la tuerca, aportando a este proceso conversacional de la terapia el concepto de deco-construcción, separándose un poco del concepto de deconstrucción que propone la eliminación de ciertas creencias y valores para poner otras en su lugar, permitiendo, en cambio, diversas formas de estar en el mundo, a través de un análisis/interpretación de las capas de sentido y sistemas de significados involucrados para derivar alternativas. Esto permite entender el conjunto complejo de significados que hace a una persona ser como es, volverlos a pensar para redimensionar nuevas forma de comprensión y de estar en el mundo. Los elementos complementarios Como se había mencionado, esta forma de hacer terapia, retoma algunos elementos de otras propuestas, tales como las excepciones, que se manejan en la Terapia Centrada en Soluciones, modelo desarrollado por Steve de Shazer a partir del trabajo de un grupo de terapeutas que laboraba en el Mental Research Institute de Palo Alto, California, y también del trabajo de Milton Erickson a fines de los años 70, (Tarragona, S., 2006) De Jong y Kim (Cit. en Tarragona, 2006, p. 517) La excepción es aquel momento en el cual no se presenta el problema que trajo a consulta a la persona, o al menos es menos frecuente o intenso. Esto es muy importante porque permite al consultante percibir un punto ciego, percatarse de que no siempre el conflicto está presente y de que hay momentos y circunstancias en las que puede no 31 presentarse, incluso que hay situaciones en las que él o ella misma han logrado enfrentar o inclusive solucionar el problema. Otro importante elemento es la “pregunta del milagro”. Se trata de una proyección al futuro en donde la persona intenta visualizar el conflicto que le ha traído a consulta ya resuelto. Con esto se busca aterrizar la solución en conductas y situaciones posibles para saber cómo es que actuaría él mismo o determinada persona con la que se esté presentando algún problema. En realidad se trata de una serie de preguntas que puede llegar a ocupar todo el tiempo deuna sesión. Se plantea de la siguiente forma: Supongan que esta noche, mientras están durmiendo, sucede una especie de milagro y los problemas que les han traído aquí se resuelven, no como en la vida real, poco a poco y con el esfuerzo de todos, sino de repente, de forma milagrosa. Como están durmiendo no se dan cuenta de que este milagro se produce. ¿Qué cosas van a notar diferentes mañana que les hagan darse cuenta de que este Milagro se ha producido? (Beyebach 2006 p.8) Regularmente, explica Beyebach, la gente responde a estas preguntas en forma de quejas, y el trabajo terapéutico debe enfocarse en tratar de transformar las respuestas en objetivos útiles para la terapia, proponer los cambios de forma positiva, modificar el significado que le asignan a los propios conflictos. Por otra parte, el equipo reflexivo se retoma de la modalidad empleada por Tom Andersen, quien narra el surgimiento de este elemento en su libro “El equipo reflexivo” (1994). Este consiste en un grupo de terapeutas que está observando la sesión, ya sea dentro o fuera de la habitación en donde se encuentra el consultante y su terapeuta. El equipo está escuchando toda la sesión y, llegado el 32 momento, el terapeuta a cargo le consulta para intercambiar opiniones sobre el caso. Lo novedoso y relevante de esta reunión es que el equipo hace sus comentarios en presencia del consultante, por lo que este se nutre no sólo de las aportaciones de su terapeuta, sino de los diversos puntos de vista de cada integrante del equipo, teniendo así, más vías de solución a sus conflictos. Esta idea, nos dice Andersen, tuvo un periodo de gestación muy largo, y vio la luz en un momento en que una terapia familiar se encontraba en un brete. Buscando “destrabar” una situación familiar muy conflictiva, se sugirió que tanto la familia como el médico tratante pudieran escuchar la discusión del equipo. La aportación del equipo de reflexión es muy enriquecedora, tanto para el consultante como para el propio equipo. Recordemos que Andersen nos habla de un “multiverso”, en donde cada explicación depende del observador y cada persona puede tener una visión propia de un mismo acontecimiento, siendo todas igualmente válidas. No sólo se deben aceptar y validar todas las explicaciones posibles, sino “promover la ulterior búsqueda de las que todavía no se hayan encontrado”, “nuestra tarea es en lo posible entablar un diálogo para comprender de qué manera las distintas personas crearon sus descripciones y sus explicaciones”. (Andersen, 1994). El proceso terapéutico Esta es una breve descripción de cómo se lleva a cabo el proceso de intervención del que derivó el trabajo de Limón Arce que, como se advirtió anteriormente, no se trata de una metodología rigurosa, sino de hablar de flexibilidad, de extender los límites, tanto para dar un mayor margen de acción al terapeuta, como para dar un espacio más amplio de percepción e interpretación de su propia realidad al consultante. Los terapeutas, en la primera entrevista, buscan obtener la mayor cantidad posible de información para establecer cuál es la problemática que aqueja al consultante. 33 Se le conmina a estructurar y exponer su problemática por medio del discurso, es decir, ponerla en palabras para poder “aterrizar” mejor el problema. Al final de la primera sesión se pregunta sobre las expectativas que el o los consultantes tienen de la terapia y la forma en que les gustaría que se les ayudara, lo que facilita que ellos mismos comiencen a vislumbrar los posibles caminos a seguir durante el proceso. Posteriormente, se les explica la forma de trabajo. El tiempo considerado para cada sesión es de entre una y dos horas, sin tener un límite específico de las mismas. En este caso, dependió de la disponibilidad de las cámaras de Gesell del Centro de Servicios Psicológicos de la Facultad. Durante cada sesión se conversa sobre los temas que vaya pautando el consultante, regularmente se consideran algunos objetivos de cada sesión, pero estos pueden variar de acuerdo a lo que el usuario tenga en mente, ya que puede ocurrir que, aun cuando se establezca el tema de la reunión, al llegar a ella, durante la semana, haya ocurrido algo relevante que haga cambiar el rumbo de la entrevista. Una vez que se ha conversado lo suficiente, cuando se ha obtenido la debida información, poco antes de terminar la sesión, el o los terapeutas, salen un momento de la sala para reunirse con el equipo de reflexión. Esta reunión con el equipo consiste en intercambiar puntos de vista sobre el problema que trajo a la persona a consulta. Se trata de conocer la perspectiva de cada uno de los miembros del equipo, siempre enfatizando la importancia de ver las potencialidades del consultante, el trabajo que ya ha realizado por cuenta propia y las herramientas con las que cuenta para solucionar lo que le queda pendiente. Posteriormente, el o los terapeutas regresan con el consultante junto con el equipo reflexivo, y se disponen a escuchar las reflexiones que cada uno de los integrantes del equipo ha elaborado respecto a la conflictiva presentada. Después de intercambiar comentarios, el equipo se retira y, retomando lo dicho por éste, se hacen observaciones finales. El consultante expresa su propia opinión sobre lo expresado por el equipo y manifiesta cuáles aportaciones de las expuestas por 34 éste son las que le hacen más sentido para la resolución de su problema; después pueden establecerse nuevos temas de conversación para la siguiente entrevista y se cierra la sesión. Este proceso permite a la persona que consulta obtener más puntos de vista sobre una misma cuestión, y por tanto, más alternativas de solución a ésta. El procedimiento de salir a recabar los puntos de vista del equipo reflexivo se repite en cada una de las sesiones, estas observaciones “están pensadas para ampliar los márgenes de libertad de los consultantes, incluso con observaciones, incluso con observaciones u opiniones diferentes o contrapuestas entre los integrantes del equipo” (Limón 2012, p. 64). El hecho de que en algún momento los miembros del equipo reflexivo no estén de acuerdo, no significa que haya un conflicto o que pueda entrar en contradicciones el consultante. Todo lo contrario, lo que se logra es enriquecer la conversación y aumentar el número de posibilidades de resolución de un problema, esto brinda un panorama alentador al consultante y le permite tomar el camino que mejor convenga a sus deseos e intereses. Sobre la práctica de esta nueva forma de hacer terapia, Limón comenta que los puntos de vista del equipo de trabajo muestran a los consultantes que existen diversas formas de ser y de pensar, además de hacerles ver a sí mismos y a su entorno relacional de una manera diferente. Es importante tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Al momento de hacer las reflexiones y devolverlas al consultante, se debe tomar en cuenta qué tan sensible es él o ella a ciertos temas. Andersen (1994 p.78), explica la importancia de este punto, pues durante la entrevista se ponen en evidencia los puntos álgidos que la persona prefiere no mencionar. Enfatiza que las reglas a seguir son pocas y se enfocan más en lo que no se debe hacer, “no hacemos reflexiones sobre algo que pertenece a un contexto distinto del de la conversación del sistema de entrevista y no debemos dar connotaciones negativas”. 35 Finalmente, se pueden establecer los temas de conversación que los consultantes quieran tratar en las siguientes sesiones, ya que son ellos quienes saben mejor lo que les aqueja, son ellos también quienes decidirán sobre qué hablar y en qué momento. Es por medio de los relatos que nos cuentan los consultantes que podemos conocer su historia, y por medio de ellas es que se podrá encontrar una nueva forma de contarlas.Cada historia puede transformarse, resignificarse, para ser narrada de una manera cada vez más amigable para quien la cuenta. “Al cambiar la historia, cambian los significados vinculados con los eventos, las conductas y las interacciones”. (Hoffman, cit. en Limón, 2005 p.14) 36 Conclusión La TDHC es una postura novedosa que retoma elementos de diversas propuestas terapéuticas posmodernistas. Teniendo el Construccionismo Social como principal sustento, esta modalidad de terapia propone una forma más flexible y empática de relacionarse con los consultantes, ya que implica entender que cada persona tiene una particular concepción de los problemas que le aquejan y que todas las formas de mirar un conflicto son igualmente válidas, pues no existe una realidad tangible e inalterable que todos debamos percibir de igual forma para considerarnos “normales” o sanos mentalmente, sino que cada realidad es socialmente construida y, por tanto, que ésta puede ser alterada, abandonada o incluso mantenida, aunque Limón prefiere hablar de una forma de ser ampliada. Así también, declina las formas tradicionales de hacer terapia, en donde se utiliza la observación de conductas para determinar cuáles son adaptativas y cuáles deben ser modificadas, considera también innecesaria una interpretación para ver más allá de lo que el paciente nos dice, o para conocer mejor al consultante. Steve de Shazer (1994), asegura que no es necesario leer entre líneas, sino que basta con leer las líneas, puesto que no se trata de interpretar las interacciones humanas, sino de entenderlas y describirlas. Ese elemento, entre otros varios, son los que retoma Limón en su propuesta terapéutica, la cual nos guía no sólo en una dirección, sino que permite varias formas para dar solución a un mismo problema, y descubrir, por medio del diálogo, cómo las personas adjudican diversos significados a una misma circunstancia, y cómo los propios consultantes tienen su particular manera de lidiar con los problemas y de buscarles solución. En palabras de Limón: “pensamos que los problemas que llegan a terapia son muy diversos y, por tanto, que algunos pueden resolverse de manera útil y efectiva sin llegar a trastocar las creencias y valores sustantivos de las personas” (Limón 2013, p.59). El validar los puntos de vista de las personas que acuden a terapia es el principio de una relación basada en la confianza, y permite, en principio, que los 37 consultantes se perciban a sí mismos como personas, no como enfermos que deban ser diagnosticados y tratados por un experto. El terapeuta, de acuerdo con Anderson y Goolishian, (Anderson 2012 p. 116) es sólo un experto en la conversación, es un artista, “cuya pericia se manifiesta en el campo de la creación de un espacio que facilite la conversación”. Así, de lo que se trata es de entender que estamos tratando con personas, que las personas no son predecibles y que las causas de sus problemas no son lineales, no hay un determinismo en ellas. La terapia como diálogo hermenéutico y construccionista permite, justamente, una nueva forma de resolver conflictos en las personas por medio del diálogo, a través de una manera de conversación terapéutica que acepta las interpretaciones que cada persona asigna a sus experiencias de vida y en donde el terapeuta ayuda a encontrar nuevos significados y reescribir historias de una manera más apropiada y agradable, descubriendo que la forma de percibir su realidad puede verse de distintas formas, incluyendo una manera diferente de concluirlas, de tal manera que les permitan estar mejor consigo mismos y con su entorno significativo. 38 Hablarle a un adolescente de los hechos de la vida es como dar un baño a un pez. Arnold H.Glasgow Capítulo 2 La adolescencia Introducción La adolescencia ha sido considerada, en muchas culturas y épocas, una etapa crítica de la vida. Suele ser un periodo en donde se deben tomar decisiones importantes por primera vez, como la elección de una pareja sentimental, el ingreso a determinados círculos sociales, la elección de una profesión, etc. Ha sido un periodo en constante estudio a lo largo de la historia, ya Platón y Aristóteles identificaban las diferentes etapas del desarrollo humano, y otorgaron especial importancia al progreso del raciocinio en esta fase. El concepto de adolescencia, como lo conocemos ahora, ha sido de construcción relativamente reciente. En las sociedades ancestrales no influenciadas por Occidente, el paso de la niñez a la adultez se realiza regularmente a través de una dolorosa prueba de iniciación, como saltar desde 10 metros de altura atados a una cuerda, introducir una mano en un hormiguero o lacerar la espalda a manera de que al cicatrizar ésta, de la impresión de tener escamas de cocodrilo, animal sagrado de los papúes de Nueva Guinea. A lo largo de la historia los jóvenes han tenido papeles distintos, y no siempre se ha considerado necesario un periodo especial de transición entre la infancia y la edad adulta (Mannoni, 2001). Por ejemplo, en la Edad Media, no había distingos entre niños y adultos, los pequeños no gozaban de ningún tipo de canonjía por el hecho de ser niños, especialmente entre las clases más desfavorecidas económicamente. Los niños entraban al mundo de los adultos apenas fueran lo suficientemente fuertes para desempeñar un trabajo, incluso se les vestía igual que a los mayores (Papalia 2004). 39 La UNICEF (2011) habla de la nueva adolescencia, refiriéndose a ella como una etapa llena de oportunidades, que exige un compromiso mayor por parte del mundo para que los niños en la primera década de su vida tengan el apoyo suficiente para que puedan afrontar toda la problemática que implica hoy día el paso por la adolescencia. En el presente capítulo se explorarán algunas de las perspectivas más importantes desde las cuales se ha estudiado la adolescencia: la biológica, la social, la cognoscitiva y la psicoanalítica, haciendo hincapié en la parte social, ya que es la perspectiva que más se adecua a la propuesta terapéutica presentada en este trabajo, considerando que la concepción de esta etapa tal como la conocemos hoy, es una construcción social. Definiciones y características Desde la perspectiva biológica Es común que se confunda la adolescencia con la pubertad, debido a que son periodos coincidentes, pero en realidad son distintos. La pubertad es una etapa puramente biológica en la que se desarrollan los caracteres sexuales secundarios, como el vello púbico, los senos en las mujeres y la masa muscular característica de los hombres. Abarca un periodo corto, aproximadamente de dos a cuatro años, y sigue casi el mismo proceso en todos los humanos; forma parte de la adolescencia, pero no equivale a ella, ya que la adolescencia comprende todas las fases de la madurez, no sólo la sexual, desde el inicio de la pubertad hasta muchos años después de concluir la madurez sexual (Hurlock, 1994). La pubertad coincide regularmente con el inicio de la adolescencia, implica cambios anatómicos y fisiológicos muy notorios orientados a lograr la madurez sexual de la especie. Es el resultado del aumento en la producción de las hormonas relacionadas con el sexo, lo cual ocurre en dos etapas: adrenarquia y gonadarquia. 40 La adrenarquia comienza alrededor de los ocho años, en esta etapa las glándulas suprarrenales segregan gradualmente niveles mayores de andrógenos, lo que produce crecimiento del vello púbico, axilar y facial, además del crecimiento corporal más acelerado. Durante la gonadarquia los ovarios aumentan la secreción de estrógenos, lo cual estimula el crecimiento de los genitales femeninos, así como el aumento en los senos y vello púbico y axilar. En las niñasocurre también la menarquia, lo que implica la capacidad de procrear. La espermarquia, que es la primera eyaculación en los hombres, es mucho más variable en edad, pero es común que ocurra alrededor de los 13 años (Papalia, 2004 p.467). En general, la pubertad ocurre en las mujeres alrededor de los 8 años y en los hombres alrededor de los 9, identificándose por la aparición de los caracteres sexuales secundarios, como el crecimiento de las mamas y el ensanchamiento de las caderas en las mujeres y el cambio de voz; vello facial y ensanchamiento de espalda en los hombres. Todos estos repentinos cambios físicos suelen sorprender a los adolescentes, aun cuando los hayan previsto, pues experimentarlos en propia piel es muy distinto a verlos teóricamente en los libros de texto. Actualmente la pubertad se presenta antes de lo que regularmente ocurría hace algunas décadas, sin embargo, las responsabilidades adultas se han retrasado, como el matrimonio o la autosuficiencia económica (Papalia 2004 p.461). La perspectiva biológica concibe la adolescencia como el proceso de maduración física y sexual durante el cual tienen lugar importantes cambios evolutivos en el cuerpo del infante (Rice, 2000). Esta postura afirma que son los factores genéticos los que determinan los cambios en el adolescente, tanto en el ámbito conductual como en el psicológico. El desarrollo ocurre siguiendo un patrón universal y no admite la influencia del ambiente en el mismo. Desde esta postura, se considera la genética como la principal fuente del comportamiento, supone que la evolución y la herencia son determinantes en el 41 comportamiento, en general, no confiere al aspecto social casi ninguna injerencia sobre cómo se desarrollará el individuo a lo largo de su vida. A pesar de esta limitación las aportaciones de la Biología han sido de gran importancia para entender varios de los procesos fisiológicos que ocurren durante la adolescencia, tanto corporales como mentales. La visión cognoscitiva de la adolescencia Piaget presenta el desarrollo cognitivo como la transición hacia formas de pensamiento cada vez más complejas, que tienen como meta el pensamiento formal (Delgado, 2009). Divide la secuencia del desarrollo en estadios, cuya duración se establece en base a criterios cronológicos de edad; aunque tienen un orden específico, no necesariamente todos los niños los cursan a la misma edad, ya que cada individuo tiene su propio ritmo de desarrollo, puede ocurrir, incluso, que no todos alcancen el final de la secuencia (Richmond 2000). Etapas del desarrollo cognoscitivo desarrolladas por Piaget: Estadio sensorio-motriz Abarca los primeros dos años de vida, durante este periodo, el niño comprende físicamente el mundo que le rodea. Al nacer, no tiene conciencia del yo y del no-yo, tampoco hace diferencia entre objeto, tiempo y espacio. Sin embargo, cuenta con un sistema innato capaz de tener sensaciones procedentes del interior de su cuerpo y de su entorno próximo inmediato, a las cuales reacciona de forma limitada (Richmond, 2000). El recién nacido cuenta con reflejos innatos, como el de succión o prensión, mismos que va modulando de acuerdo a la experiencia que va adquiriendo al emplearlos. Por ejemplo, el niño advierte que no todos los objetos tienen las mismas propiedades de succión, y conoce por medio de la boca sus diferentes características. Así, irá modificando su tendencia general a la succión de acuerdo con el tipo de objeto con el que se enfrenta. 42 De igual forma, va adaptando los ojos a la luz y a seguir los movimientos, lo que ocurre también con la prensión ante los distintos estímulos táctiles, adquiriendo la destreza necesaria para interactuar con el ambiente. Al principio va haciendo discriminaciones sencillas, succiona y ase todo, hasta que conoce qué y cómo puede aplicar cada acción con cada objeto, por ejemplo, comprende de qué objeto puede obtener alimento al succionar y de cual no. Piaget deduce de esta conducta que el objeto existe en la mente del niño como un modelo sensorio-motriz, derivado de la acción que ha realizado con él. Es decir, el reconocimiento del objeto se produce a través de la repetición de una actividad motriz realizada anteriormente con dicho objeto (Piaget 2005). Cerca de cumplir el primer año de vida, las acciones del infante se vuelven claramente intencionales y experimentales, mismas que practica de diversas formas para conocer los efectos que producen, provocando cada vez mayor curiosidad y mayor experimentación. Aplica lo aprendido a base de ensayo y error hasta llegar a reducir a un mínimo los yerros. Poco a poco el niño va inventando nuevos métodos de actividad. Cerca del final de esta etapa, los objetos se harán permanentes, es decir, comprenderá que siguen existiendo aunque deje de percibirlos con la vista; el niño ahora puede crear un sistema de relación entre él y los objetos (Richmond 2000). Desarrollo del pensamiento simbólico: aproximadamente de los 18 meses a los cinco años. Todas las actividades desempeñadas por el niño crean en él representaciones mentales de carácter sensorio-motriz, mismas que se van utilizando poco a poco en contextos diferentes de aquellos en los que fueron adquiridas. Paulatinamente, el niño va utilizando elementos sustitutivos en el medio para asistir su manipulación mental simbólica, por ejemplo, al “hacer comer” a su muñeco, sustituyendo la comida por cuentas de colores u otro objeto que considere para el efecto (Richmond 2000, p. 28). 43 Disocia la representación de su conducta de su propio cuerpo y la aplica fuera de sí. Es decir, puede exteriorizar y representar su propia conducta; recrear sus acciones le permite jugar, explorar, hacer una imitación diferida, no necesita ver en tiempo real la actividad a recrear. El lenguaje aumenta espectacularmente en esta etapa. Piaget atribuye este hecho a la aparición de la función simbólica, ya que las palabras en sí son símbolos y la base de la actividad mental es el lenguaje. La palabra deja de ser sólo acompañante de la acción para convertirse en una evocación, una reconstrucción del pasado. Las palabras también se usan para corporeizar conceptos. Piaget califica de pre-conceptual la actividad simbólica del niño en esta edad, habla de preconceptos, pues los símbolos con los que cuenta para una manipulación mental y que están expresados en lenguaje, están limitados (Piaget, 2005). La naturaleza exclusivamente personal de las representaciones del niño durante estos años limita su uso en un contexto social, es a lo que Piaget llama egocentrismo; que es la incapacidad para pensar en otro punto de vista que no sea el propio (Maier, H. 2000). En esta fase, el niño no tiene propiamente un concepto del espacio, sino que este queda incluido en la figura de las cosas, en su proximidad o separación entre sí. Así mismo, el tiempo no está todavía conceptualizado, sólo percibe los ritmos de la vida cotidiana y la duración de los acontecimientos en virtud de los guiones de la vida diaria: comidas, juegos, día, noche, etc (Piaget, 2005). Desarrollo del pensamiento operacional: alrededor de los cuatro a los ocho años. Aumenta notablemente la inteligencia social del niño, lo que dispara sus procesos intelectuales, ya que la interacción social requiere comunicación, el individuo trata de expresar sus pensamientos y de dar sentido a los pensamientos de los demás, el lenguaje se convierte en el vehículo del pensamiento, no sólo de la acción. En esta etapa ordena y relaciona sus representaciones más acorde a la naturaleza conceptual del lenguaje, lo que le permite una comunicación más coherente. 44 Todavía no asimila el tiempo y el espacio como conceptos, aunque percibe que los objetos están en un espacio y que las distancias pueden modificarse. En cuanto al tiempo, es incapaz
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