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Factores-psicologicos-psicosociales-y-socioculturales-en-el-desarrollo-del-sobrepeso-y-la-obesidad-como-problemas-de-salud-publica-en-Mexico

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
 
 
 FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
 
 
 
 
 
 FACTORES PSICOLÓGICOS, PSICOSOCIALES Y 
 SOCIOCULTURALES EN EL DESARROLLO DEL 
 SOBREPESO Y LA OBESIDAD COMO PROBLEMAS 
 DE SALUD PÚBLICA EN MÉXICO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 T E S I S 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
 P R E S E N T A : 
 IVONNE LIZBETH VIZCARRA ZAMORA 
 
 
 
 
 
 DIRECTORA DE TESIS: DRA. GILDA GÓMEZ-PERESMITRÉ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 MEXICO, D.F. 2010 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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A nuestra Universidad, 
Facultad de Psicología 
Maestros y compañeros 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
A mis padres: Martha y Rafael 
 
Quienes me han brindado su apoyo incondicional 
y amor en todos los momentos de mi vida y a 
quienes ni siquiera necesito decir palabra 
alguna para sentir que estarán allí 
cada vez que lo necesite. 
Gracias por su cariño, 
su comprensión 
 y enseñanzas. 
 
 
 
 
A mis hermanos: Karina y Rafael 
 
Quienes han sido mis mejores compañeros 
en la vida. Gracias por estar a mi 
lado en este momento. 
 
 
A Jesús: 
 
Quien ha sido mi fortaleza y mi luz 
para guiarme durante esta 
experiencia. Gracias 
por tu amor. 
 
 
 
A mis amigas: 
 
Quienes siempre han estado dispuestas a 
escucharme. Gracias por su amistad. 
 
 
 
 
A mi asesora de tesis: Gilda 
 
Quien me ha dado un gran ejemplo de 
vocación, tan útil para mi trabajo. 
Gracias por su atención, 
 aceptación y tiempo. 
 
 
 
Índice 
 
Introducción…………………………………………………………………………….6 
 
I. Generalidades 
1.1 Breve historia de la obesidad………………………………………..9 
1.2 Definición de sobrepeso y obesidad……………………………....11 
1.3 Medidas antropométricas como índices del sobrepeso y 
obesidad…………………………………………………………………..12 
1.4 Clasificación de la obesidad………………………………………..17 
1.5 Consecuencias físicas de la obesidad…………………………….19 
1.6 Epidemiología de la obesidad en el mundo………………………20 
Prevalencia de obesidad en adultos…………………………….…20 
Prevalencia de obesidad en niños y adolescentes……………….23 
1.7 Obesidad Infantil……………………………………………………..25 
1.8 Obesidad en la adolescencia……………………………………….27 
 
II. Salud Pública en México 
2.1 Proceso salud-enfermedad…………………………………………30 
2.2 Derecho constitucional de Protección a la Salud………………...33 
2.3 Medicina preventiva y Promoción de la salud…………………….34 
2.4 Definición de salud pública…………………………………………38 
2.5 Funciones de la salud pública……………………………………...39 
2.6 Historia de la salud pública en México…………………………….41 
2.7 Desventajas de la atención a la salud en México………………..44 
Gasto en salud en el país……………………………………………44 
Recursos Humanos…………………………………………………..45 
Acceso a los servicios de salud…………………………………….46 
 
III. Factores en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad como problemas 
de salud pública en México 
3.1 Factores biológicos………………………………………………….47 
3.1.1 Genéticos…………………………………………………………..47 
3.1.2 Bajo peso al nacer ………………………………………………..50 
3.1.3 Elevado peso al nacer…………………………………………….51 
3.1.4 Lactancia……………………………………………………………51 
3.2 Factores psicológicos……………………………………………….52 
3.2.1 Principales teorías psicológicas sobre el origen de la 
obesidad…………………………………………………………………..52 
3.2.2 Personalidad……………………………………………………….54 
3.2.3 Emociones…………………………………………………….……56 
3.2.4 Comportamiento alimentario……………………………………..57 
3.2.5 Autoestima e Imagen corporal…………………………………...59 
3.2.6 Psicopatología……………………………………………………..61 
Depresión……………………………………………………………...62 
Abuso de sustancias…………………………………………………63 
Trastornos de la conducta alimentaria……………………………..64 
Trastorno por atracón……………………………………………65 
Bulimia……………………………………………………………..68 
Anorexia…………………………………………………………...68 
Síndrome del comedor nocturno………………………………..68 
3.3 Factores sociales…………………………………………………….69 
3.3.1 Familia………………………………………………………………70 
3.3.2 Estilos de vida poco saludables y malos hábitos de 
alimentación……………………………………………………………....72 
3.3.3 Sedentarismo……………………………………………………....75 
3.3.4 Obesidad y televisión……………………………………………..76 
3.3.5 Factores socioeconómicos……………………………………….77 
3.4 Factores culturales…………………………………………………..80 
 
IV. Sobrepeso y obesidad como problemas de salud pública en México 
4.1 El sobrepeso y la obesidad como problemas de salud pública en 
México……………………………………………………………………..83 
4.2 La acción del gobierno mexicano ante la problemática…………83 
4.2.1 Programa Nacional de Salud 2007-2012……………………….85 
4.2.2 Ley General de Salud……………………………………………..88 
4.2.3 Normas Oficiales Mexicanas……………………………………..90 
4.3 Principales instituciones para el apoyo a la salud pública en 
México y sus acciones contra la problemática………………………..92 
4.3.1 Secretaria de Salud (SS)…………………………………………92 
4.3.2 Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)…………………..94 
4.3.3 Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores 
del Estado (ISSSTE)……………………………………………………..98 
4.3.4 Facultad de Psicología (UNAM) ……………………………...100 
4.4 Atención privada del sobrepeso y la obesidad en México……..105 
4.5 Acciones recomendadas para combatir el sobrepeso y la 
obesidad y promover la salud de la población en México………….107 
Etapa de Prevención Universal……………………………………108 
Etapa de Prevención Selectiva……………………………………110 
Etapa de Prevención Indicada…………………………………….113 
 
Conclusiones……………………………………………………………115 
 
Referencias……………………………………………………………...119 
 
 
 
6 
 
INTRODUCCIÓN 
 
La obesidad es una enfermedad que adquiere relevancia social por los riesgos 
que implica en la salud, declarada por la Organización Mundial de la Salud 
como epidemia desde 1998 y con un costo al sistema de salud mexicano de 42 
mil millones de pesos al año. De aquí que sea importante conocer y 
comprender su desarrollo histórico como enfermedad que ha acaparado la 
atención de las autoridades de salud, no sólo en México sino a nivel mundial, 
porque implica conocer su identidad y su formación como un problema de salud 
pública. 
 
En México la prevalencia de obesidad y sobrepeso ha ido en aumento de 
manera acelerada, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y 
Nutrición (2006) siete de cada diez mexicanos los padecen, siendo las mujeres 
las que tienen la mayor prevalencia de obesidad mientras que los hombres 
tienen la mayor prevalencia de sobrepeso. Así mismo la obesidad infantil va en 
ascenso en el país, dentro de los escolares el 25% tiene algún grado de 
sobrepeso u obesidad, siendo de gran importancia por las consecuencias a 
nivel emocional que trae consigo (Shama-Levy, Villalpando-Hernández & 
Rivera-Dommarco, 2007). 
 
El Programa Nacional de Salud 2007-2012 refiere que entre los riesgos de 
salud que pueden desarrollarse potencialmente a consecuencia de la obesidad 
están la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, las cuales son hoy en 
día, las dos primeras causas de mortalidad en el país. 
 
La obesidad responde a una etiología multifactorial, es una combinación de 
factoresbiológicos, psicológicos, sociales y culturales. En nuestro país, como 
en muchos otros, el bombardeo publicitario en conjunción con la insuficiencia 
salarial, han provocado que amplios sectores de la población, sobre todo de los 
estratos sociales más bajos, sustituyan el consumo de alimentos básicos por la 
comida chatarra, que en muchos casos constituye su principal fuente de 
ingesta diaria de calorías. Paradójicamente, el exceso de aporte calórico de los 
carbohidratos y azúcares refinados representa también una forma de 
7 
 
desnutrición que afecta a las comunidades más pobres, en donde la 
penetración de la comida chatarra ha generado una caída en el consumo de 
alimentos tradicionales (Obesidad y salud pública, 2008). 
 
Por otro lado, la industrialización y el desarrollo de la tecnología han colmado 
de comodidades los estilos de vida, sin embargo también han traído 
consecuencias negativas como el mayor sedentarismo o las comidas 
procesadas con gran cantidad de hidratos de carbono y grasas, sin que hasta 
el momento se haya creado alguna legislación en el país que regule su venta y 
distribución, principalmente en las escuelas, debido a intereses económicos y 
políticos. 
 
La creación de una cultura contemporánea con estereotipos de belleza 
inalcanzables, en la que la restricción y el autocontrol parecen ser valores 
importantes de una ideología proveniente de occidente, explican la 
discriminación que sufre el obeso así como las actitudes negativas a las que 
se ven expuestos sobre todo en etapas susceptibles como lo es la niñez. Esta 
situación puede provocar problemas relacionados con la imagen corporal y una 
baja autoestima que afectan sus relaciones interpersonales y aumentan sus 
emociones negativas que intentan manejar a su vez con la ingesta. A pesar de 
ello aún no se ha encontrado una tipología de personalidad en los obesos ni 
tampoco mayores problemas psicológicos que en el resto de la población, sólo 
en dos poblaciones bien definidas, los comedores compulsivos y los individuos 
con obesidad mórbida. 
 
Debido a la importancia de este problema en el país y la creciente necesidad 
de combatirlo se decidió realizar una investigación documental analizando e 
identificando los factores psicológicos, psicosociales y socioculturales que han 
tenido el mayor impacto, para el desarrollo del sobrepeso y la obesidad como 
problemas de salud en el país con el propósito de contribuir al desarrollo de 
mejores estrategias de prevención. 
 
8 
 
En el primer capítulo se revisan aspectos generales relacionados con la 
obesidad como lo son su historia, su definición, clasificación, consecuencias y 
su prevalencia tanto a nivel mundial como nacional. 
 
El segundo capítulo se encuentra dedicado a la Salud Pública en México 
incluyendo la legislación del derecho a la protección a la salud en el país, 
intentando enfatizar la importancia de la prevención debido a las desventajas 
en la atención a la salud en nuestro país. 
 
En el tercero se analizan los factores tanto biológicos, psicológicos, sociales y 
culturales que inciden en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad como 
problemas de salud pública en México. 
 
En el cuarto y último capítulo se examinan las acciones del gobierno mexicano 
para combatir la problemática a través de sus principales instituciones. Se 
finaliza haciendo una serie de recomendaciones a nivel preventivo para 
disminuir la prevalencia de sobrepeso y obesidad en el país. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
9 
 
 I. GENERALIDADES 
 
1.1 Breve historia de la obesidad 
 
A través del tiempo la concepción de obesidad ha cambiado 
considerablemente. El obeso en el pasado estaba relacionado con salud, 
fuerza y fertilidad, como lo muestran las representaciones artísticas desde la 
prehistoria. Un ejemplo es la Venus de Willendorf, una escultura con una edad 
aproximada de 25 mil años en la cual se observa una silueta femenina 
marcadamente redonda simbolizando la fertilidad. Mientras que para los 
griegos implicaba riesgos para la salud. Hipócrates escribió en sus textos que 
la muerte súbita es más común en gordos que en delgados y consideró a la 
obesidad como causa de infertilidad en mujeres, aparte de reducir la frecuencia 
de sus menstruaciones. Sugirió para su tratamiento el trabajo intenso antes de 
cada comida acompañándose de vino diluido, así como comer solo una vez al 
día (Sánchez-Castillo, et al., 2002). 
 
En la antigua Roma, Galeno pensaba que la obesidad se generaba por 
desobediencia a las leyes de la naturaleza y la clasificó en dos tipos: moderada 
e inmoderada. La primera era catalogaba como natural y la segunda como 
mórbida. Durante la Edad Media, la religión cristiana influyó poderosamente en 
las actitudes hacia la comida y el peso corporal. La obesidad era un regalo de 
Dios, por que era poco frecuente dada la escasez de comida y lo común de las 
plagas, pero la gula era considerada un pecado capital (Sánchez-Castillo, et al., 
2002). Los placeres del buen comer con la consecuente obesidad eran 
privilegio solo de las clases sociales altas, como los reyes, cardenales y papas 
(Martínez, 2005). 
 
En el México prehispánico, en numerosos pueblos el adelgazar significaba 
peligro e inclusive enfermedad terrible (Sánchez-Castillo, et al., 2002). En la 
cultura Olmeca hay algunos ejemplos de estatuas de mujeres gordas con 
vientre abultado, piernas y muslos gruesos símbolo de fertilidad (Álvarez, 
2004). De acuerdo con testimonios de los cronistas de la época, a Moctezuma 
se le enviaban más de 400 platillos diferentes para que seleccionara los de su 
10 
 
gusto durante las fiestas, donde no sólo se preparaban los platillos más ricos y 
elaborados sino que se comía en abundancia. Con la llegada de los españoles 
se fue generando una serie de cambios en la alimentación creando así una 
gastronomía producto del mestizaje (Sánchez-Castillo, et al., 2002). 
 
Los modelos de belleza desde el Renacimiento hasta el siglo XVIII, reproducían 
en mucho los estereotipos griegos que serían actualmente clasificados como 
obesos con el actual ideal de extrema delgadez. Las mujeres que pintó Rubens 
en el siglo XVI y XVII, por ejemplo en su obra las tres gracias, hace un 
homenaje a carnes rosadas y exuberantes. Las figuras femeninas de Boticcelli, 
Leonardo, Rafael, Rembrand y otros fueron delgadas pero con busto y caderas 
abultadas y en Botero está la representación del mundo actual con modelos 
obesos (Álvarez, 2004). 
 
A partir del siglo XIX con el desarrollo tecnológico y su afán de satisfacer la 
demanda alimentaria, tanto en calidad, facilidad de transporte y rapidez de 
preparación aparecieron productos con alto contenido de grasas y glúcidos 
identificados por su exquisito sabor y abuso de compuestos aditivos que crean 
concentraciones de nutrientes de manera desproporcionada al metabolismo 
humano y que se van acumulando en forma de grasa. Las sociedades 
modernas, urbanas en su mayoría, convergen hacia el consumo de dietas con 
este tipo de productos en asociación con un estilo de vida cada vez más 
sedentario (Martínez, 2005). 
 
La inactividad asociada con dietas mal balanceadas con alto contenido calórico 
se relaciona con condiciones crónicas del adulto, entre las más relevantes son 
las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y algunos tipos de cáncer que 
aparecen a edades cada vez más tempranas (Martínez, 2005). 
 
En la cultura contemporánea, la salud asociada al culto por el cuerpo se 
apodera de todos los medios de comunicación. Los expertos haciendo uso de 
su conocimiento lo disponen al servicio del bienestar colectivo, y lo que al 
principio eran advertencias o conjeturas, en la actualidad adquiere el rango de 
justificación objetiva, desde el momento en que la obesidad es delatora de una 
11 
 
futura morbilidad, de ahí que se desprenda la necesidad de una terapéutica 
seguray eficaz (Massa, 1999). 
 
 1.2 Definición de sobrepeso y obesidad 
 
Aunque los términos de sobrepeso y obesidad puedan sonar similares, 
representan técnicamente dos cosas diferentes. El sobrepeso es definido como 
cualquier exceso en el peso corporal que puede ser debido a un exceso de 
grasa, una estructura ósea gruesa o a un desarrollo del tejido muscular 
producido por la práctica prolongada de una actividad física. Por lo que una 
persona puede tener sobrepeso sin ser obesa. Sin embargo cuando el 
sobrepeso es debido a un exceso de grasa se utiliza el término de obesidad 
(Jones, Shainberg & Curtis, 1995). 
 
En la Norma Oficial Mexicana para el manejo integral de la obesidad (2000), 
ésta se define como una enfermedad crónica y al sobrepeso como su estado 
premórbido. La obesidad es descrita como el almacenamiento excesivo de 
tejido adiposo en el organismo, acompañada de alteraciones metabólicas que 
predisponen a la presentación de trastornos que deterioran el estado de salud, 
asociada en la mayoría de los casos a patología endocrina, cardiovascular y 
ortopédica. 
 
Gómez-Peresmitré (1993b) define a la obesidad como un exceso de grasa 
corporal, es decir que su masa total de tejido adiposo crece 
desproporcionadamente en relación con otros tejidos del cuerpo. 
 
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2006) la obesidad se describe 
como el resultado de un desequilibrio entre la ingestión y el gasto energético. 
Este desequilibrio es frecuentemente consecuencia de la ingestión de dietas 
con alta densidad energética y bajas en fibra, que se combina con una escasa 
actividad física asociada a la urbanización, al crecimiento económico, a los 
cambios en la tecnología para la producción de bienes y servicios, y a los 
estilos de vida poco saludables. 
 
12 
 
Para la Fundación Mexicana para la Salud (2002) la obesidad es una entidad 
patológica crónica y recidivante, que se caracteriza por una proporción 
excesiva de grasa corporal y que se relaciona con importantes riesgos para la 
salud. 
 
Dado que el grado de adiposidad es un continuo, la definición de obesidad 
puede resultar arbitraria. Por ello, la determinación de exceso no es fácil de 
establecer e involucra el punto en el cual se incrementan los riesgos para la 
salud. Por lo que las definiciones operativas de sobrepeso y obesidad se han 
ido modificando con el tiempo hasta llegar a estándares que establezcan 
puntos de corte o índices que se asocien con una mayor morbilidad o 
mortalidad. 
Por dicha razón la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1995 sugirió el 
uso del Índice de Masa Corporal (IMC) para clasificar el peso normal, el 
sobrepeso y la obesidad facilitando las comparaciones internacionales y la 
uniformidad entre sexos. En esta clasificación el peso normal se encuentra 
ubicado entre los IMC de 18.5 a 24.9, el sobrepeso esta catalogado desde el 
IMC de 25.0 hasta el 29.9, y la obesidad esta clasificada en grado 1, 2 y 3 
dependiendo del nivel de riesgos para salud del exceso de grasa, con rangos 
de índices de masa corporales de 30 a 34.9, 35.0 a 39.9, y 40.0, 
respectivamente (Saldaña & Tomàs, 1999). 
 1.3 Medidas antropométricas como índices del sobrepeso y obesidad 
 
La existencia de obesidad se establece de manera indirecta ya que no siempre 
se dispone de métodos directos para valorar la masa de grasa. Por ello las 
definiciones operativas de obesidad toman en cuenta información como el 
peso, la estatura, las circunferencias corporales y el grosor de pliegues 
cutáneos, correlacionándolos con los riesgos para la salud que han sido 
asociados al exceso de masa corporal. La medición de las variaciones en las 
dimensiones físicas y en la composición total del cuerpo humano es definida 
como antropometría (Fundación Mexicana para la Salud [FUNSALUD], 2002). 
13 
 
A continuación se presentan algunas medidas antropométricas que sirven 
como índices para el sobrepeso y la obesidad: 
 
 Peso relativo o porcentaje de sobrepeso. Una forma de apreciar el grado 
de exceso de peso entre el peso actual y el peso de tabla es calculando 
el peso relativo. El porcentaje de sobrepeso se obtiene de la siguiente 
ecuación: 
 
[Peso real X 100] / Peso recomendable (ideal)= Porcentaje de sobrepeso 
 
Éste cálculo sirve para comparar el peso del sujeto con el peso promedio de las 
personas de su misma estatura (peso ideal). El sujeto es obeso si el exceso de 
peso para su talla es mayor de 20% o 120% al aplicar la ecuación 
(FUNSALUD, 2002). 
 
 Circunferencia de la cintura y la cadera. Se mide con una cinta métrica 
que debe colocarse en el nivel más estrecho del tronco o cintura. En 
personas muy obesas no existe cintura por lo que se medirá la 
circunferencia mínima del abdomen en la zona media. Para la 
circunferencia de cintura se utilizaron dos clasificaciones: a) la propuesta 
por un panel de expertos convocados por los Institutos Nacionales de 
Salud de Estados Unidos (ATPIII), la cual define como punto de corte en 
hombres >102 cm y en mujeres >88 cm., y que son también indicadores 
de riesgo de síndrome metabólico y de alto riesgo para enfermedades 
crónicas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); y b) la 
propuesta por la Secretaría de Salud (SSA), que clasifica como 
circunferencia abdominal saludable ≤80 cm en mujeres y ≤90 cm en 
hombres (Olaiz-Fernández, et al., 2006). 
 
 
 
 
 
14 
 
Para la medición de la cadera se realiza con el sujeto en ropa interior, midiendo 
la circunferencia máxima de la saliente de las nalgas a nivel del punto más 
amplio de dicha zona (FUNSALUD, 2002). La relación entre estas dos medidas 
se puede realizar con la siguiente fórmula: 
 
Circunferencia de la cintura (cm)/ Circunferencia de la cadera (cm) 
 
En sujetos mexicanos se considera anormalmente elevada una relación 
cintura-cadera .93 en varones y .84 en mujeres, y se ha sugerido ésta como 
predisponerte adicional de riesgos a la salud en función de una mayor 
acumulación de grasa corporal en el segmento superior, denominada también 
obesidad androide (FUNSALUD, 2002). 
 
 Pliegues cutáneos. Se utiliza un plicómetro para determinar el espesor 
de varios pliegues. El porcentaje de grasa corporal se calcula mediante 
la suma del valor de cuatro pliegues de la piel (bicipital, tricipital, 
subescapular y suprailiaco) que se compara con las tablas de referencia 
(FUNSALUD, 2002) 
 
 Índice de masa corporal (IMC). Es una medida de asociación entre el 
peso y la talla de un individuo. Fue ideado por el estadístico belga 
Quetelet, por lo que también se conoce como índice de Quetelet. El 
nombre Body Mass Index (BMI) o índice de masa corporal (IMC) en 
español, fue asignado y popularizado por Keys, Fidanza, Karvonen, 
Kinura y Taylor (1972) en sus estudios en los cuales determinaron que el 
uso del BMI es un buen indicador del índice de sobrepeso y obesidad en 
adultos. La relación está representada por la siguiente ecuación: 
 
IMC= Peso (kg)/ Estatura (m2) 
 
La OMS (1995) realizó una clasificación de los diferentes pesos corporales 
utilizando el IMC, proponiendo la utilización de clases y grados para la 
obesidad los cuales indican los niveles ascendentes de posibles riesgos físicos 
para la salud dada la asociación del exceso de grasa con diversas 
15 
 
enfermedades como la diabetes e hipertensión. En esta clasificación las 
personas que tienen un IMC menor a 18.5 están catalogadas con bajo peso 
mientras que un IMC de 18.5 a 24.9 kg/m2 pertenece a la clase 0 o peso 
normal consideradas con un grado 0 de obesidad que significa que tienen muy 
pocos riesgos para la salud. A la clase I o sobrepeso le corresponde un IMC de 
25 a 29.9 kg/m2, catalogado con un grado 1 de obesidad que representa un 
riesgo bajo para la salud. Las personas con un IMC de 30 a 34.9 kg/m2 
corresponden a la clase II, catalogado con el grado 2 de obesidad y un riesgo 
moderadopara sufrir consecuencias físicas. La clase III, también con grado 2, 
comprende el IMC de 35 a 40 kg/m2 que constituye un riesgo alto para sufrir 
enfermedades relacionadas con la obesidad. Y finalmente los valores de IMC 
superiores a 40 kg/m2, son catalogados en la clase IV, con un grado 3 de 
obesidad que representa un riesgo muy elevado para la salud de padecer 
enfermedades relacionadas con el exceso de grasa (Saldaña & Tomàs, 1998). 
 
En México, la Norma oficial para el manejo integral de la obesidad (2000), 
establece la existencia de obesidad en adultos cuando hay un IMC >27 y en 
población de talla baja cuando el IMC es >25. Se considera talla baja en 
mujeres adultas a una medida menor a 1.50m y para el varón adulto, menor de 
1.60m (Olaiz-Fernández, et al., 2006). 
 
En 1995, la OMS también recomendó el uso del IMC para establecer los puntos 
de corte para definir el sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes. Estos 
valores son específicos para cada sexo y edad. Son utilizados desde los 6 
hasta los 19 años y están basados en los puntos de corte establecidos en el 
International Obesity Task Force que mostraron al IMC como medida razonable 
para determinar obesidad en niños y adolescentes. Los puntos de corte a partir 
del percentil 85 indican la presencia de sobrepeso y en el percentil 95, 
obesidad. Estos valores fueron escogidos de tal manera que concordaran con 
los puntos de corte para adultos con IMC de 25 a 29.9 a la edad de 18 años 
(Ogden, Yanovski, Carroll & Flegal, 2007). 
 
En los Estados Unidos, un comité de expertos recomendó el uso del IMC para 
determinar obesidad con un punto de corte ubicado en el percentil 95, 
16 
 
utilizando el mismo criterio sugerido por la OMS, pero considero que los niños 
con valores de IMC entre el percentil 85 y 95 sólo tienen la posibilidad de tener 
sobrepeso para edades desde los 2 hasta los 19 años, creando una nueva 
denominación para esta categoría, considerándolos en riesgo de sobrepeso, 
clasificación que hace referencia a la designación de un niño quien esta en 
riesgo de convertirse en obeso en el futuro pero que todavía no lo es (Ogden, 
Yanovski, et al., 2007). 
 
En México el sobrepeso infantil se establece a partir del percentil 75 en las 
curvas de IMC de nuestra población y la obesidad infantil a partir del percentil 
85 de acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública (2006). 
 
Para el caso de adolescentes y preadolescentes en México, hombres y 
mujeres, Gómez-Peresmitré y Saucedo (1997) realizaron un estudio en el cual 
determinaron la validez diagnostica del uso del IMC comparando tres diferentes 
criterios: el criterio propuesto por Vargas y Casillas (1993), el segundo por 
Gómez-Peresmitré (1993a, 1993b, 1995) y el último por Sepúlveda (1990). Los 
resultados obtenidos con la muestra de adolescentes permitieron confirmar que 
el criterio propuesto por Vargas y Casillas es el más adecuado para el 
diagnóstico de bajo peso (sensibilidad=100%, especificidad=16.9%), en tanto 
que el de Gómez-Peresmitré resultó ser operacional y funcionalmente el más 
conveniente para el diagnóstico de sobrepeso (sensibilidad=69%, 
especificidad=93%) y obesidad (sensibilidad=54%, especificidad=99%). 
 
Hallaron que los valores alcanzados por los tres criterios sometidos a 
validación son sumamente desequilibrados en la muestra de preadolescentes, 
así que ninguno de los criterios de los IMC revisados resultó conveniente para 
la clasificación de masa corporal en sujetos entre 10 y 12 años de edad, por lo 
que se concluyó que no era recomendable el uso del IMC en este tipo de 
población. 
 
 
 
 
17 
 
Tabla 1. Valores y puntos de corte de IMC 
Puntos de corte del IMC 
IMC Clasificación 
< 15 Emaciación (peso muy por abajo del normal)
15 – 18.9 Peso por abajo del normal 
19-22.9 Peso medio o normal 
23 – 27 Sobrepeso 
> 27 Obesidad I 
> 31 Obesidad II o mórbido 
Fuente: “Validez diagnóstica del IMC (Índice de masa corporal) en una muestra de 
adolescentes mexicanos”, de T. J. Saucedo-Molina. & G. Gómez-Peresmitré, 1997, Acta 
Pediátrica de México, 18, pp. 19-27. 
 
Dado que para los niños y adolescentes no es claro el criterio de riesgo para la 
salud de la obesidad que se utiliza para determinar los puntos de corte del IMC 
en adultos, no existen valores basados en el riesgo para determinar sobrepeso 
a estas edades. Por lo que la definición estadística de sobrepeso basada en el 
percentil 85 al 95 y la obesidad a partir de este último utilizada por la OMS 
(1995) es sólo una referencia utilizada para la niñez y la adolescencia. Estas 
definiciones son estadísticas y especificas para cada edad y para cada sexo, 
así que las comparaciones entre edades, sexos y diferentes poblaciones 
tendrían que tomarse con precaución, y se recomienda el uso simultaneo de 
otro tipo de criterios o pruebas de laboratorio para determinar obesidad y 
sobrepeso en los niños y adolescentes (Ogden, Yanovski, et al., 2007). 
 
 1.4 Clasificación de la obesidad 
 
Existen diversos sistemas o formas de clasificar la obesidad dependiendo del 
criterio a estudiar. Se puede hacer en función de la distribución anatómica y 
los rasgos morfológicos del tejido adiposo o también en función de la edad de 
comienzo. 
 
Bouchard (1989) propone cuatro tipos principales de obesidad en relación a la 
distribución anatómica del tejido adiposo: difusa, central o androide, visceral y 
18 
 
ginecoide. La obesidad difusa hace referencia al exceso de masa corporal o del 
porcentaje de grasa localizada en la totalidad del cuerpo. La obesidad androide 
se caracteriza por la localización de la grasa subcutánea a nivel del tronco y el 
abdomen. En la obesidad visceral el predominio de la acumulación de grasa se 
encuentra en la región que rodea las vísceras intraabdominales. Y por último la 
obesidad ginecoide se refiere a la grasa acumulada en la región gluteofemoral. 
 
Teniendo en cuenta los rasgos morfológicos del tejido adiposo se puede 
distinguir entre obesidad hipertrófica y obesidad hiperplástica. La primera hace 
referencia al aumento del tamaño del adipocito debido a un exceso en los 
depósitos grasos intracelulares. Mientras que la segunda es un aumento del 
número de las células. La medición de la grasa corporal debe efectuarse a 
través de una biopsia, densitometría, impedancia, iconografía, tomografía 
computarizada (TC), resonancia magnética (RM) o técnicas dilucionales. 
(Vague, 1991). 
 
Es importante la clasificación de la obesidad dependiendo de la edad de 
aparición debido a que ésta puede ser es un indicador para el tratamiento como 
para el pronóstico. Al respecto se distinguen dos tipos: con inicio en la infancia 
o la adolescencia (obesidad infantojuvenil) anterior a los 18 años, o en la edad 
adulta (Obesidad del adulto) comenzando después de los 18 años de edad. La 
obesidad infantojuvenil se asocia a hiperplasia celular y tiene un tratamiento y 
evolución menos favorable en términos de regresión del sobrepeso. Mientras 
que en la obesidad con surgimiento durante la edad adulta predomina el 
mecanismo de hipertrofia celular, el cual se asocia más frecuentemente a 
obesidad adbominovisceral y complicaciones metabólicas. Parece haber una 
línea divisoria en los datos estadísticos de morbilidad alrededor de los 40 años, 
punto de corte que indica mayores riesgos para la salud, edades menores a los 
40 años, parecen indicar una disminución notoria del riesgo estadístico (Lisher, 
1994). 
 
 
 
 
19 
 
1.5 Consecuencias físicas de la obesidad 
 
La obesidad es una enfermedad crónica que afecta a gran parte de la 
población y condiciona el aumento, tanto de la morbilidad como de la 
mortalidad, por las consecuencias metabólicas de la acumulación excesiva de 
tejido adiposo. Las consecuencias pueden darse en aparatos y sistemas 
produciendo enfermedades que afectan la salud de los individuos. 
 
En loreferente al aparato circulatorio, la obesidad puede desarrollar 
hipertensión arterial, enfermedad cardiaca isquémica e infarto al miocardio 
debido al exceso de grasa acumulado en venas y arterias (Chinchilla, 2005). 
 
En el aparato respiratorio el exceso de peso dificulta a la persona tomar 
respiraciones profundas acarreando como resultado que la sangre tenga 
demasiado dióxido de carbono e insuficiente oxígeno produciendo afecciones 
como el Síndrome de Pickwick cuyos síntomas son la somnolencia excesiva 
durante el día, hipoventilación, incremento del riesgo de accidentes o errores 
en el trabajo y depresión. Este síndrome casi siempre viene acompañado por 
apnea de sueño en la cual una persona tiene episodios de suspensión de la 
respiración al dormir lo que explica la somnolencia excesiva (Chinchilla, 2005). 
 
En lo que se refiere al aparato digestivo están, la hernia hiatal, la litiasis 
vesicular o presencia de cálculos vesiculares y los trastornos funcionales 
digestivos entre los cuales se encuentra el síndrome del intestino irritable 
caracterizado por la presencia de dolor abdominal y alteración del tránsito 
intestinal, consistente en diarrea y constipación o la alternancia de ambas 
(Chinchilla, 2005). 
 
Los sistemas afectados son el reproductor y el muscoloesquelético. En el 
primero puede producir esterilidad e infertilidad debido a que dietas ricas en 
grasa y colesterol o saturadas de proteínas de origen animal pueden producir 
desequilibrios hormonales. Mientras que en el segundo el excesivo peso 
produce un desgaste en los cartílagos que se encuentran en las articulaciones 
haciendo que los huesos se rocen entre si provocando dolor, hinchazón y 
20 
 
pérdida de movimiento, enfermedad conocida como osteoartritis. El aumento 
en los niveles de ácido úrico en el cuerpo de una persona obesa (enfermedad 
gotosa o gota), afecta también las articulaciones al acumularse en ellas 
produciendo inflamación y dolor (Sánchez-Castillo, et al., 2002). 
 
Asimismo la obesidad puede estar involucrada en el desarrollo del Síndrome 
endocrino-metabólico, que entre sus afecciones se encuentran: el Síndrome de 
resistencia a la insulina, la intolerancia a los carbohidratos, el trastorno de la 
glucemia en ayunas, el trastorno de la prueba de tolerancia a la glucosa, la 
diabetes mellitus, la dislipidemia, el hiperandrogenismo (en mujeres), la 
hipotestosteronemia (en hombres), la disminución de la hormona del 
crecimiento, la hiperuricemia, así como la litiasis urinaria o cálculos renales 
(Chinchilla, 2005). 
 
Igualmente la obesidad puede estar involucrada en el desarrollo de neoplasias 
o diferentes tipos de cáncer entre los que se encuentran: el cáncer de colon, el 
cáncer de endometrio, el cáncer de mama y el de próstata (Moreno, Monereo & 
Álvarez, 2004). 
 
1.6 Epidemiología de la obesidad en el mundo 
 
Prevalencia de obesidad en adultos 
 
Existen diferencias en la distribución geográfica de la obesidad pero resulta 
evidente que la prevalencia de la misma ha mostrado un incremento casi 
constante en todo el mundo. 
 
De acuerdo con la OMS (2008) actualmente existen en el mundo más de un 
billón de adultos con sobrepeso, y al menos 300 millones de ellos son obesos. 
También predice que para el año 2015 la cifra aumentará a más de dos billones 
de personas adultas con sobrepeso y de ellos 700 millones serán obesos lo 
que representará más del 10% de la población mundial (McClean, Kee, Young 
& Elborn, 2008). 
 
21 
 
La prevalencia de obesidad en el mundo tiene rangos desde <5% en China, 
Japón y algunas naciones en África, a >75% en algunas Islas de Polinesia. En 
la India cerca del 19% de los hombres tienen sobrepeso y en las mujeres 
alcanza cifras de 30%. En Europa la prevalencia de obesidad se ha triplicado 
en las últimas dos décadas. Entre 30% y 80% de adultos tiene sobrepeso en la 
mayoría de los países europeos. En Inglaterra la prevalencia de obesidad en 
mujeres de 25 a 34 años incrementó de 12% a 24% en solo nueve años entre 
1993 y 2002 (Ogden, Yanovski, et al., 2007). 
 
En Estados Unidos se encuentran unos de los índices más altos de sobrepeso 
y obesidad en el mundo. Las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición 
(NHANES) mostraban índices de obesidad de 11% en hombres y 16% en 
mujeres de 20 a 74 años de edad a principios de los años 60´s con 
relativamente pocos cambios a través del tiempo hasta 1980. Sin embargo 
entre 1988 a 1994, la prevalencia de obesidad incrementó considerablemente a 
cerca de 21% en hombres y 26% en mujeres (Ogden, Yanovski, et al., 2007) 
manteniendo los incrementos hasta las últimas NHANES con porcentajes de 
31.1% en varones y de 33.2% en mujeres en el periodo 2003-2004 y de 33.3% 
en varones y 35.3% en mujeres en 2005-2006 (Ogden, Carroll, McDowell & 
Flegal, 2007). 
 
En Canadá la prevalencia de obesidad en adultos incrementó de 10.4% a 
principios de los años 70`s a 22.7% en 2004 tanto en hombres como en 
mujeres. En países de Latinoamérica como Brasil la prevalencia de obesidad 
incrementó de 2.7% durante 1974-1975 a 8.8% durante 2002-2003 en hombres 
y de 7.4% a 13.0% en mujeres (Ford & Mokdad, 2008). Mientras que en México 
la prevalencia de sobrepeso y obesidad reportada en la Encuesta Nacional de 
Nutrición de 1999 (ENN), para las mujeres en edad reproductiva fue de 51.8%, 
y aumentó hasta 71% en la ENSANUT (2006). Comparando el incremento solo 
en los porcentajes de sobrepeso para 2006 entre hombres y mujeres, éstas 
tuvieron un incremento de 10 puntos porcentuales (34.5% comparado con 
24.2% igualando casi a los porcentajes en Estados Unidos) en comparación de 
cinco puntos en los hombres (37.4%. comparado con 42.5%) (Olaiz-Fernández, 
et al., 2006). 
22 
 
 
La prevalencia elevada de sobrepeso y obesidad en mujeres en edad 
reproductiva es trascendente porque se asocia con una mayor morbilidad 
materno-infantil, incluyendo preeclampsia, complicaciones en el trabajo de 
parto, diabetes gestacional, y anomalías en el producto. Además, la obesidad 
materna en esta etapa incrementa la probabilidad de tener niños obesos, 
quienes tendrán a su vez un mayor riesgo de ser adultos obesos (Sebire, et al., 
2001). 
 
Las diferencias geográficas de la obesidad en el mundo hacen referencia a los 
contrastes entre países desarrollados y subdesarrollados. El peso corporal esta 
asociado con el nivel socioeconómico, sin embargo, la magnitud y la dirección 
de esta asociación difiere entre el nivel de desarrollo de cada país, el sexo y el 
nivel educativo (Ogden, Carroll, et al., 2007). 
 
En países menos desarrollados un peso elevado puede estar asociado con 
riqueza, abundancia y prosperidad, y puede haber una asociación positiva 
entre estatus socioeconómico y peso corporal tanto en hombres como en 
mujeres. Históricamente, en muchos contextos, un mayor peso corporal, mayor 
altura, musculatura y gordura eran símbolo de poder, dominancia, riqueza o la 
pertenencia a una clase social alta (Ogden, Carroll et al., 2007). 
 
Para los hombres de países desarrollados la estatura esta asociada 
positivamente con el estatus socioeconómico pero el peso y el IMC no lo esta. 
En el caso de las mujeres en estos países el peso y el IMC tienen una relación 
inversa con el nivel socioeconómico y el nivel educativo debido a la 
sobrevaloración de la esbeltez del cuerpo, misma que en el pasado podría 
reflejar crisis económica, limitado acceso a la comida o la necesidad de laborar 
en un trabajo duro ahora puede hasta requerir gasto de dinero, tiempo y 
esfuerzo para conseguirlo (Ogden, Carroll, et al., 2007). 
 
En países subdesarrollados la relación entre IMC y nivel educativo es positiva 
en ambos sexos, una posible explicación es la relación entre ocupación y 
educación dado que en estos países la gente menos educada tiene labores 
23 
 
intensas de trabajo, además de que también lucha contra otro problemaopuesto al tratado en este trabajo que es la desnutrición, y las personas con 
una mayor educación viven de manera más sedentaria en zonas urbanas que 
adoptan cada vez más el estilo de vida de países desarrollados incrementando 
la ingesta calórica y reduciendo el gasto energético (Shukla, Gupta, Mehta & 
Hebert, 2002). 
 
Por lo que en países subdesarrollados se encontrará que la prevalencia de 
obesidad refleja y comprende inequidad social. El estilo de vida moderno que 
se esta adoptando bajo las condiciones específicas del país hace que el 
desarrollo del sobrepeso y la obesidad vaya en continuo aumento aún cuando 
la mayoría de la población tenga un bajo nivel socioeducativo. 
 
Prevalencia de obesidad en niños y adolescentes 
 
Se ha estimado que en el mundo, 22 millones de niños menores de cinco años 
tienen sobrepeso. En los Estados Unidos, la prevalencia de sobrepeso y 
obesidad infantil ha mostrado un crecimiento importante, especialmente en los 
escolares y adolescentes dado que el número de niños escolares con 
sobrepeso se ha duplicado (de 6.5% en 1976-1980 a 15.8% en 1999-2002) 
mientras que el de adolescentes se ha triplicado desde 1980 (de 5.0% en 1976-
1980 a 16.1% en 1999-2002) (Ogden, et al. 2006). Mientras que en Canadá la 
prevalencia de obesidad en niños de 7 a 13 años incremento de 5% en niños 
en 1981 a 13.5% en 1996 y de 5% a 11.8% en niñas (Ford & Mokdad, 2008). 
 
De manera similar, en países europeos cerca de 20% de escolares y 
adolescentes presentan sobrepeso, y un tercio de éstos son obesos en la 
actualidad. Por ejemplo, en España, de acuerdo con el estudio enKid (1998-
2000) se demuestra que un 26.3% de niños y adolescentes presentan 
sobrepeso y un 13.9% obesidad. En Francia, la prevalencia de sobrepeso y 
obesidad en niños ha pasado del 3% en 1960 al 16% en el 2000 (OMS, 2007). 
Mientras que en Asia, China tiene incrementos en la prevalencia de obesidad 
de niños y adolescentes de 1.5% en 1989 a 12.6% en 1997 (Ogden, Yanovski, 
et al., 2007). 
24 
 
 
En México, en la Encuesta Nacional de Nutrición de 1999, la prevalencia de 
sobrepeso y obesidad fue de 5.5% en niños menores de cinco años, de 18.6% 
para los escolares, y de 21.6% para los adolescentes. Las mismas 
prevalencias en la Encuesta de Salud y Nutrición de 2006, corresponden a 5.3, 
26 y 29.6% respectivamente, mostrando un incremento de casi nueve puntos 
porcentuales en los escolares y de casi cinco en los adolescentes (Shama-
Levy, et al., 2007). 
 
La misma tendencia, aunque de menor magnitud, se ha observado en otros 
países de América Latina. Por ejemplo, la prevalencia de obesidad en 
adolescentes en Argentina aumentó de 12.1% en 1987 a 15.4% en 1993, y 
20.8% en 2003 (Britos, et al., 2004). 
 
 En Chile, comparando los datos de 1987 con los de 2000 en escolares de seis 
años, la prevalencia de sobrepeso casi se triplicó, tanto en niños (de 5.1 a 
14.7%) como en niñas (de 4 a 15.8%) (Amigo, 2003). En Brasil del periodo de 
1974-1975 a 1996-1997 la prevalencia incrementó de 2.9 a 13.1% en hombres 
y de 5.3% a 14.8% en mujeres (Ford & Mokdad, 2008). 
 
El comportamiento en la prevalencia de sobrepeso para niños menores de 
cinco años, entre 1990-1999 y 2000-2006 para otros países de la región de 
Latinoamérica, se presenta en el reporte de la OMS (2008). Este reporte 
informa que en República Dominicana, la prevalencia aumentó de 6.9 a 8.6%; 
en El Salvador de 3.9 a 5.8%; Honduras reporta un incremento de 2.4 a 5.8%; 
Nicaragua de 3.5 a 7.1%; y Perú de 9.9 a 11.8%. 
 
La obesidad como la nueva epidemia mundial no sólo tiene alta prevalencia en 
adultos de países desarrollados, sino que también es emergente en los países 
en transición al desarrollo (los denominados nuevos países occidentalizados o 
coca-colonizados, como es el caso de China, Brasil, México y los países del 
este de Europa, donde conviven obesidad y desnutrición) en todos los grupos 
de edad siendo los niños y adolescentes los más afectados ante los cambios 
en los patrones de alimentación (Tojo & Leis, 2002). 
25 
 
 
Uno de los cambios más significativos en la dieta de los niños y adolescentes 
occidentalizados ha sido el aumento del consumo de alimentos de origen 
animal y el aumento de comidas o picoteos en forma de snacks y el consumo 
de bebidas azucaradas, la mayoría de ellos bajos en nutrientes y de alto 
contenido en grasa y/o azúcares refinados, sal y densos en energía, 
circunstancias que coinciden con un aumento de la prevalencia de obesidad en 
niños y adolescentes aunado al sedentario que ha traído las nuevas 
tecnologías y la gran cantidad de horas dedicadas a ver televisión o jugar 
videojuegos (Tojo & Leis, 2002). 
 
La tendencia mundial en el aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad 
en niños y adolescentes es particularmente alarmante, porque la obesidad 
infantil y juvenil es un factor predictor de obesidad en la edad adulta, así como 
un factor de riesgo para diabetes mellitus tipo 2, dislipidemias y enfermedad 
cardiovascular. Por consiguiente es de importancia dentro de los retos que los 
sistemas de salud tendrán que enfrentar en las próximas generaciones (López-
Alarcón & Rodríguez-Cruz, 2008). 
 
 1.7 Obesidad Infantil 
 
La obesidad infantil como problema de salud pública es un fenómeno 
relativamente reciente y está relacionado con el conocimiento de que la 
obesidad en la infancia constituye un factor de riesgo de obesidad en la edad 
adulta y que se asocia con alteraciones metabólicas (Braguinsky, 1999). 
 
Brook (1972) señala los períodos sensibles o vulnerables en el desarrollo de la 
obesidad como estadios del desarrollo en los cuales las alteraciones 
fisiológicas incrementan su prevalencia. Éstos períodos coinciden con etapas 
de rápido crecimiento del tejido adiposo en las cuales factores externos, como 
la sobrealimentación, estimulan un mayor crecimiento con aumento en el 
numero de adipositos. Se reconocen tres etapas que parecen presentar estos 
períodos vulnerables: 1) el período prenatal y posnatal temprano (primer año 
de vida); 2) el comprendido entre los 5 y 7 años, y 3) la adolescencia. 
26 
 
 
En el boletín de práctica médica efectiva del Instituto Nacional de Salud Pública 
(2006) describe los múltiples factores que contribuyen a que la obesidad infantil 
este en aumento en México, clasificándolos en nutricionales, conductuales y 
biológicos: 
 
Nutricionales: 
 Está documentado que más del 95% de la obesidad infantil se debe a 
esta causa. 
 En México el factor de riesgo que más se asocia a la obesidad en los 
niños es la modificación en los patrones de alimentación con dietas con 
un alto valor calórico, y la disminución en el grado de actividad física. 
 Con respecto a la alimentación el estudio realizado a partir de la 
Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, en el año 1998 
describe el incremento en el porcentaje de alimentos ricos en 
carbohidratos refinados como refrescos, mientras que disminuyó el 
consumo de frutas, vegetales, carnes y lácteos. 
 Otra aportación interesante de este estudio describe que los productos 
en los cuales más gastan los mexicanos no satisfacen todas las 
necesidades nutricionales de un grupo importante de hogares. 
 Con respecto a la actividad física, la obesidad está asociada al 
sedentarismo producto del esquema de las condiciones de la vida 
urbana lo que conlleva a un mayor tiempo dedicado a ver la televisión y 
a los videojuegos; en la población mexicana se estimó que por cada 
hora de televisión incrementa 12% el riesgo de obesidad en niños de 9 a 
16 años, en los cuales se encontró que dedican en promedio 4.1+ / – 2.2 
horas/día a ver televisión o jugar videojuegos (pp. 2). 
 
Factores conductuales: 
 Disminución del tiempo para actividad física y reemplazo por tiempo 
dedicado a la televisión, videojuegos y computadora. 
 Niños que evitan el desayuno, pero que consumenuna colación en la 
escuela. 
 Horarios de comida no establecidos; con largos periodos de ayuno 
27 
 
y/o unión de comidas. 
 Hábitos alimentarios inadecuados (dietas altas en lípidos, hidratos de 
carbono refinados) y aumento en el consumo de alimentos 
industrializados. 
 Familias en las cuales ambos padres trabajan. 
 Bajo consumo de verduras, vegetales y fibra (pp.3). 
 
Factores biológicos: 
 Antecedentes de obesidad en familiares de primer grado 
 Si uno de los padres es obeso, el riesgo de ser obeso en la edad adulta 
se triplica. 
 Ablactación temprana (antes de los 6 meses de edad). 
 Hijo de madre con diabetes gestacional o madre diabética. 
 Hijo de madre obesa. 
 Retraso de crecimiento intrauterino. 
 Nivel social, económico y cultural bajos (pp.3). 
 
1.8 Obesidad en la adolescencia 
 
Los cambios en la adiposidad y la distribución de la grasa durante la pubertad 
se originan en las interacciones entre factores genéticos y ambientales que 
ocurren durante el crecimiento. Haciendo crucial esta etapa de la vida para el 
desarrollo de obesidad en la edad adulta por la estrecha relación entre la 
maduración sexual y los cambios en la grasa corporal (Amador, 2000). 
 
El comportamiento alimentario del adolescente está influido, por un lado, por 
los hábitos familiares, la mayor vinculación social con sus pares y la creciente 
preocupación acerca de la imagen corporal y, por el otro, por las necesidades 
de energía alimentaria que aumentan con el desarrollo físico. Truswell (1985 
citado en Amador, 2000) señala 10 factores que caracterizan ese 
comportamiento: 1) omisión de comidas, especialmente el desayuno; 
2) consumo de alimentos dulces; 3) ingestión de comida rápida; 4) consumo de 
alimentos inusuales ; 5) inicio del hábito de consumir bebidas alcohólicas; 
6) consumo excesivo de bebidas gaseosas; 7) preferencia o aversión por 
28 
 
determinados alimentos; 8) consumo de cantidades altas de energía; 
9) consumo inadecuado de algunos nutrientes y, 10) práctica de dietas para 
bajar de peso. Con respecto a la omisión del desayuno o el consumo de un 
desayuno inadecuado, los estudios indican que esos hábitos pueden conducir a 
insuficiencias alimentarias que rara vez se compensan con las otras comidas 
(Amador, 2000). 
 
Post y Kemper (1993) en un estudio longitudinal realizado con niños 
holandeses observaron que la maduración biológica que se produce durante la 
adolescencia afecta el consumo alimentario. Concluyeron que los individuos 
que maduraban temprano consumían menos cantidad de energía y proteínas 
por kilogramo de peso corporal que los que maduraban tarde, pero después 
eran más gruesos en la edad adulta. Por otra parte, una maduración tardía 
coincidía con un equilibrio más apropiado de la energía durante los años de 
pubertad. Por lo tanto, los adolescentes que maduran más temprano suelen ser 
más gruesos y tener porcentajes mayores de grasa en el tronco; y los niños y 
las niñas más gruesos son más altos y alcanzan la madurez física y sexual 
antes que los más delgados (Amador, 2000). 
 
La creciente preocupación por la imagen corporal en la adolescencia derivada 
de los valores culturales que enfatizan la importancia de la delgadez ante los 
estereotipos de belleza que propagan los medios de comunicación masiva 
hacen que la obesidad este asociada a consecuencias psicosociales y 
comportamentales importantes debidas a la estigmatización que hace la 
sociedad de las personas obesas (Neumark-Sztainer & Haines, 2003). 
 
Varios estudios han sugerido que las actitudes negativas acerca de la obesidad 
en los jóvenes adolescentes, particularmente hacia las mujeres, las hace 
menos deseables para ser candidatas para una relación sentimental así que 
tienen menos citas comparadas con adolescentes de peso normal. También 
corren mayor riesgo de ser molestados o sufrir bromas debido a su peso por 
sus pares lo cual puede desencadenar en dificultades sociales, baja 
autoestima, desordenes alimentarios o algún otro trastorno mental 
29 
 
dependiendo del potencial de impacto de estas situaciones sobre sus vidas 
(Neumark-Sztainer & Haines, 2003). 
 
Es así como la obesidad puede entonces posicionarse como factor de riesgo 
para algún desorden mental y sumando la excesiva preocupación por la 
imagen corporal, la insatisfacción y distorsión de la misma, la falta de 
autoestima, las burlas y los bombardeos de los medios de comunicación que 
fomentan un estereotipo irreal de belleza en extremo delgado, pueden ser la 
puerta de entrada para algún trastorno de la alimentación tras realizar una dieta 
que se sale de control (Neumark-Sztainer & Haines, 2003). 
 
Uno de los aspectos más importantes sobre la adolescencia se refiere a la 
posibilidad de prevenir o reducir durante esta etapa los factores de riesgo para 
la salud asociados con el exceso de grasa. Como lo demuestran Braddon, 
Rodgers, Wadsworth y Davies (1986) en un estudio que incluyó a una gran 
cohorte nacional de individuos en el Reino Unido desde el nacimientos hasta 
los 36 años, donde encontraron que el valor predictivo de la obesidad en la 
niñez es poco (20%), pero que el riesgo aumenta cuando hay un exceso de 
grasa desde la pubertad (80%), y aún más cuando los individuos tienen 
predisposición genética (Guo, Roche, Chumlea, Gardner & Siervogel, 1994). 
 
Por lo tanto la adolescencia es sumamente vulnerable a los factores 
ambientales, en particular los relacionados con la alimentación y la nutrición. A 
su vez, el comienzo y el ritmo del desarrollo sexual pueden influir en el 
consumo de alimentos. Por lo que las medidas preventivas de la obesidad en 
los adultos deben comprender la identificación de los riesgos genéticos y 
ambientales a los que están expuestos los adolescentes y así evitar 
consecuencias en el futuro. 
 
 
 
 
 
 
30 
 
II. SALUD PÚBLICA EN MÉXICO 
 
2.1 Proceso salud-enfermedad 
 
Salud y enfermedad son dos grados extremos en la variación biológica 
resultados del éxito o del fracaso del organismo para adaptarse física, mental y 
socialmente a las condiciones del ambiente. Por lo tanto un individuo sano es 
aquel que muestra y demuestra una armonía física, mental y social con su 
ambiente, de tal forma que puede contribuir con su trabajo productivo y social 
al bienestar individual y colectivo. Se trata entonces de un estado de equilibrio 
entre el medio interno y el medio externo del individuo, estado que toma en 
cuenta las diferencias genéticas entre los individuos y las diferencias en sus 
condiciones de vida (San Martín, 1992). 
 
En 1978, en la reunión de Alma-Ata en Rusia, la Organización Mundial de la 
Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 
definieron la salud como el estado completo de bienestar físico, mental y social 
y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (Mora & Hersch, 
1984). 
 
Actualmente esta definición es muy utilizada, sin embargo tiene, por ser una 
declaración que busca consenso entre gobiernos y sistemas sociales, 
limitaciones importantes. Entre las críticas que se le pueden hacer a la 
definición encontramos las siguientes: a) considera a la salud como un estado y 
no como un proceso, poniendo mayor énfasis en el punto opuesto a la salud, 
es decir, en la enfermedad; b) tiende a centrar las políticas de atención 
sanitaria en la cura de la enfermedad más que en la promoción de la salud 
(Flórez, 1991); c) la cuantificación de la salud expresada en estos términos es 
difícil por que la enfermedad es más fácilmente medible que el bienestar, por lo 
que se sigue midiendo el daño, la incapacidad y la muerte; d) no se le da a la 
salud una categoría de fenómeno social e histórico (Mora & Hersch, 1984) y 
por último, e) la salud es considerada como un estado de bienestar completo y 
estático, y no como una situación relativa, variable y dinámica(San Martín & 
Pastor, 1988). 
31 
 
 
La noción de salud implica ideas de variación y de adaptación continuas por lo 
que no puede admitirse que la salud sea la sola ausencia de enfermedad dado 
que entre los estados de salud y enfermedad existe una escala de variación, 
con estados intermedios, que va de la adaptación perfecta (difícil de obtener) 
hasta la desadaptación que se llama enfermedad (San Martín, 1984). 
 
La salud es un proceso dinámico, complejo e histórico, por que cambia de 
acuerdo con la época y con las condiciones de las poblaciones y la ideología 
predominante (San Martín, 1984). Además es social por que los factores 
biológicos de daño y recuperación quedan insertados en la vida social, que es 
donde se comprende, determina y actúa sobre el proceso, de acuerdo a las 
leyes propias de todo fenómeno social (Mora & Hersch, 1984). 
 
Por lo tanto se ha creado la llamada definición estratégica de salud que estipula 
que el mejor estado de salud de la población de un país corresponde al mejor 
estado de equilibrio entre los riesgos que afectan la salud de cada individuo y 
de la población y los medios existentes en la colectividad para controlar estos 
riesgos, teniendo en cuenta la cooperación activa de la población (San Martín, 
1992). 
 
En el lado opuesto encontramos que la enfermedad es un estado de 
desequilibrio ecológico en el funcionamiento del organismo vivo. La 
enfermedad tiene sentido cuando se toma al hombre como una unidad 
biológica, psicológica y social. En esta forma la enfermedad podría definirse 
como un desequilibrio o como una falla de los mecanismos de adaptación del 
organismo y una falta de reacción a los estímulos exteriores a los que esta 
expuesto que termina por producir una perturbación de la fisiología o de la 
anatomía del individuo (San Martín, 1992). 
 
En la evolución histórica de los patrones de enfermedad, se encuentra primero 
el predominio de las enfermedades infecciosas; segundo, el predominio de las 
enfermedades crónico-degenerativas y por último el de las enfermedades 
asociadas a un estilo de vida moderno, como es el caso de la obesidad. En las 
32 
 
enfermedades crónico-degenerativas el objetivo de la atención médica ya no es 
atacar las causas subyacentes de la enfermedad, como en la caso de las 
infecciones, sino disminuir el dolor, la molestia y la incapacidad que ocasiona. 
Por lo que algunas medidas relevantes incluyen variables sobre el uso de los 
servicios médicos, el nivel de incapacidad y duración de la enfermedad 
(Schlaepfer-Padrazzini & Infante-Castañeda, 1990). 
 
En las enfermedades asociadas a un estilo de vida moderno el enfoque se 
desvía hacia los comportamientos dado que las personas son vistas como 
participantes activos del proceso social y de la atención a la salud. Dentro de 
este contexto se incorpora la prevención de las enfermedades y la promoción 
de la salud como medidas específicas para modificar la conducta de la 
población mejorando su estilo de vida (Schlaepfer-Padrazzini, & Infante-
Castañeda, 1990). 
 
Advirtiendo que la salud y la enfermedad son vistas como un proceso, en su 
trabajo Aproximaciones a la Epidemiología de la Salud, Terris (1980) establece 
el concepto del continuo salud-enfermedad. La salud y la enfermedad 
formarían un continuo en que la enfermedad ocuparía el polo negativo, en cuyo 
extremo estaría la muerte, y la salud ocuparía su polo positivo, en cuyo 
extremo se situaría el óptimo de salud. En el centro habría una zona neutra 
donde sería imposible separar lo normal de lo patológico, pues ambas 
situaciones coexisten. Tanto en el polo positivo (salud), como en el negativo 
(enfermedad) podrían distinguirse diferentes grados de salud o enfermedad. Al 
aplicar el esquema del continuo salud-enfermedad a la comunidad, dado que 
el óptimo de salud es difícilmente alcanzable y la muerte es inevitable, éstos 
términos se sustituyen por los de “elevado nivel de bienestar y funcionamiento” 
y “muerte prematura”. 
 
Por lo tanto la salud como la enfermedad son altamente influenciables por 
factores sociales, culturales, económicos y ambientales. Todos estos factores 
actúan sobre la zona neutra del continuo, provocando la evolución hacia la 
salud o hacia la enfermedad de acuerdo a su mala o buena calidad (Piédrola, 
2001). 
33 
 
2.2 Derecho constitucional de Protección a la Salud 
 
La salud debe ser atendida y entendida no sólo como un valor biológico, sino 
como un bien social y cultural, tutelada por la Constitución, regulada por la Ley 
General de Salud y vigilada por el Sistema Nacional de Salud (Yáñez, 2002). 
 
Para satisfacer las demandas de la sociedad en cuanto a salud, se encuentra 
el artículo cuarto constitucional y el Sistema Nacional de Salud cuyo objetivo 
primordial es hacer efectivo el otorgamiento de servicios de salud a todos los 
mexicanos. Por lo tanto los servicios asistenciales pasan a ser una garantía 
individual y se universaliza a todos los miembros de la sociedad sin tomar en 
cuenta su posición económica, política y cultural. Dentro del derecho a la 
protección de la salud enunciado en el artículo cuarto de nuestra constitución 
se incluyen, tanto servicios personales (atención médica, preventiva, curativa y 
rehabilitación) como servicios dirigidos hacia la comunidad y el ambiente, este 
derecho no se refiere a garantizar la salud, sino su protección, ya que la salud 
debe ser entendida como un proceso dinámico, complejo y social (Martínez, 
2005). 
 
En la actualidad el sistema nacional de salud está constituido por las 
instituciones de seguridad social (IMSS, ISSSTE, PEMEX y otros), que prestan 
servicios a sus derechohabientes (trabajadores del sector formal de la 
economía y sus familias); la Secretaría de Salud, los Servicios Estatales de 
Salud (SESA) y el programa IMSS-Oportunidades, que prestan servicios a la 
población que no tiene seguridad social, y el sector privado, que presta 
servicios a la población con capacidad de pago. Los servicios que prestan las 
instituciones de seguridad social a sus derechohabientes se financian con 
recursos gubernamentales, recursos del empleador (que en el caso del ISSSTE 
también son recursos del gobierno) y contribuciones de los empleados. La 
Secretaría de Salud y los SESA se financian con recursos del gobierno federal 
y los gobiernos estatales, además de una pequeña proporción correspondiente 
a las cuotas de recuperación que pagan los individuos al recibir la atención. El 
sector privado se financia con pagos directos que hacen los individuos al 
momento de recibir la atención y con las primas de los seguros médicos 
34 
 
privados. La Secretaría de Salud y los SESA también atienden a su población 
de responsabilidad en sus propias clínicas y hospitales, y con su personal. 
Finalmente, en el sector privado, los prestadores privados atienden, en clínicas 
y hospitales privados, a la población que paga directamente por sus servicios o 
que paga través de sus compañías aseguradoras. El Seguro Popular de Salud 
está financiado con recursos del gobierno federal, recursos de los gobiernos 
estatales y cuotas familiares, y compra servicios de salud a la Secretaría de 
Salud y los SESA para sus afiliados (Plan Nacional de Salud 2007-2012, 2007). 
 
El derecho a la Protección de la Salud procura como principal objetivo, el 
promover el bienestar, físico y mental del hombre para lograr un pleno 
desarrollo personal mediante el mejoramiento de la calidad de vida por medio 
de la prestación de servicios a la salud y asistencia a toda la población. Para 
lograr este propósito es necesario concientizar a la población de tomar 
actitudes responsables en la prevención y conservación de la salud, así como 
respetar y dar apoyo a las medidas que se tomen a favor del mejoramiento de 
las condiciones de salud para, de esta forma, contribuir al desarrollo social (Ley 
General de Salud, 1984)2.3 Medicina preventiva y promoción de la salud 
 
En el concepto de Leavell y Clark (1958), la medicina preventiva es la ciencia y 
el arte de prevenir las enfermedades, prolongar la vida y promover la salud y 
eficiencia física y mental ejercida con el fin de oponerse a las enfermedades en 
cualquier fase de su evolución existiendo tres niveles de acción preventiva: 
primaria, secundaria y terciaria. La prevención primaria tiene como finalidad 
evitar que la enfermedad se presente, la prevención secundaria tiene como 
meta detener la progresión de los procesos patológicos y por último, la 
prevención terciaria realiza el propósito de limitar las secuelas o rehabilitar a las 
personas ya inválidas. 
 
La prevención primaria tiene lugar durante la fase prepatogénica de la historia 
natural de la enfermedad, mediante: a) la promoción de la salud y b) la 
protección de la salud. La prevención secundaria tiene efecto por medio de: 
35 
 
a) el diagnostico temprano y b) el tratamiento oportuno cuando la enfermedad 
ocurre es decir en la fase patogénica. Por último la prevención terciaria se lleva 
a cabo: a) limitando la presentación de secuelas o bien, b) rehabilitando, 
cuando éstas ya están presentes (Vega, 1992). 
 
En relación a la naturaleza de la prevención, los múltiples objetivos se integran 
en dos categorías; los objetivos proximales, que están dirigidos a reducir el 
riesgo o a incrementar la resiliencia y, los objetivos distales, que se dirigen a 
evitar o eliminar la aparición de la enfermedad (Cowen, 1997). 
 
En un intento por esclarecer y puntualizar las acciones de prevención en el 
área de salud mental, el Instituto de Medicina de EEUU (Mrazek & Haggerty, 
1994), lanzaron una propuesta argumentado que debido a la naturaleza de las 
acciones de prevención, el termino prevención terciaria debe ser 
reconsiderado, ya que está más asociado con los objetivos de un tratamiento. 
Esta institución propone dividir el estatuto de prevención primaria en dos 
categorías diferenciadas. La primera de ellas es la prevención universal, la cual 
está dirigida al total de una población vulnerable. Este tipo de prevención 
reduce el gasto económico en materia de salud. La segunda categoría es la 
llamada prevención selectiva, en este nivel las acciones se dirigen a la 
población en riesgo (pero no sintomática). La prevención selectiva fue 
propuesta como un tipo de prevención primaria. La tercera categoría propuesta 
fue la prevención indicada, ésta se enfoca a la población de muy alto riesgo, 
que aun no presenta un cuadro sintomático completo, sin embargo puede 
presentar síntomas precursores de una enfermedad, este tipo de prevención se 
puede ubicar dentro de la prevención secundaria. 
 
Por lo que un punto importante dentro de las estrategias de prevención es el 
nivel de riesgo de los participantes ya que el riesgo de los participantes 
determina la eficacia de las intervenciones ya que se ha documentado que la 
prevención universal, la cual esta dirigida a población general, produce 
menores efectos cuando se compara con las estrategias de prevención 
selectiva, que están dirigidas a población en riesgo (Vega, 1992). 
 
36 
 
Asimismo las estrategias de prevención deben estar basados en un modelo 
etiológico claramente definido, ya que esto brindaría las bases teóricas 
necesarias para mejorar los programas de prevención, también estos mismos 
deben ser aplicados por un experto en el ámbito, ya que el instruir a los 
profesores o al personal académico puede influir en el efecto de las 
intervenciones y por último se deben extender las estrategias de prevención a 
los ambientes sociales y/o ecológicos tales como la familia, los pares y los 
medios de comunicación para que de esta forma se pueden producir mejores 
resultados (Piédrola, 2001). 
 
Las acciones de protección de la salud tienen como objetivo promover el 
bienestar físico y mental del hombre para lograr un pleno desarrollo personal 
mediante el mejoramiento de la calidad de vida por medio de la prestación de 
servicios de salud y asistencia a toda la población. Para lograr esto es 
necesario concientizar a la población de tomar actitudes responsables en la 
prevención y conservación de la salud, así como respetar y dar apoyo a las 
medidas que tomen a favor del mejoramiento de las condiciones de salud y de 
esta forma contribuir al desarrollo social (Ley General de Salud, 1984). 
 
Las acciones de protección de la salud están dirigidas al control del medio 
ambiente en su sentido más amplio, se trata de prevenir los riesgos biológicos, 
físicos o químicos respecto a la salud del hombre. Clásicamente se distingue 
entre: a) medidas de vigilancia y control del medio ambiente y saneamiento 
ambiental; y b) medidas dirigidas a evitar la contaminación de alimentos y a 
garantizar su calidad nutritiva y sanitaria (Piédrola, 2001). 
 
Actualmente, existe bastante confusión entre promoción de la salud y 
prevención (primaria) de la enfermedad. A nivel conceptual, ambos términos 
hacen referencia a cosas distintas: prevención es un término relacionado con la 
enfermedad y su referente es la patogénesis mientras que promoción es un 
término relacionado con la salud y su referente es ésta misma. Ciertamente, la 
promoción de la salud es bastante más que la evitación de la enfermedad o del 
riesgo de la misma ya que supone un cambio revolucionario en el eje salud-
enfermedad dirigido fundamentalmente hacia la investigación sobre cómo se 
37 
 
adquieren las creencias, actitudes, motivaciones y conductas a favor de la 
salud y a la elaboración y puesta en práctica de los adecuados programas para 
la implantación y mantenimiento de las mismas (Simón, 1999). 
 
Con esta dirección centrada en el objetivo de la protección, mantenimiento y 
acrecentamiento del potencial de salud, dos son las posibles aproximaciones 
en la promoción de la salud: 
a) las aproximaciones centradas en el individuo, esto es, la mejora del 
potencial de salud de los sujetos, lo que correspondería al tipo de 
actuaciones propio de la tradición clínica, y 
b) las aproximaciones centradas en la comunidad, esto es, la mejora del 
potencial de salud socioecológico, lo que correspondería al tipo de 
actuaciones propio de la promoción de la salud en las comunidades 
(Simón, 1999). 
 
Según las dos aproximaciones señaladas, las estrategias en promoción de la 
salud posibles serían dos, las cuales deben ser complementarias y no vistas 
como alternativas: 
a) centradas en el sujeto a través de una nutrición adecuada, ejercicio 
físico, inmunización contra agentes infecciosos, información sobre salud, 
aumento de la motivación para la salud, potenciación de hábitos 
saludables, etc. y, 
b) centradas en el ambiente a través del aprovechamiento de los servicios 
de salud, búsqueda de apoyo social, evitación de ambientes insanos, 
participación activa en la salubridad ambiental, etc. (Simón, 1999). 
 
En resumen la promoción de la salud y la prevención de enfermedad 
comprenden aquellas actividades dirigidas al fomento y a la defensa de la salud 
y prevención de la enfermedad, respectivamente, mediante acciones que 
actúen individual o colectivamente sobre las persona ocupando métodos 
eficaces como lo son campañas de vacunación, educación para la salud, 
consejo sanitario y detección de enfermedades (Piédrola, 2001). 
 
38 
 
Respecto a la acciones de prevención del sobrepeso y la obesidad, las bases 
son la enseñanza y la práctica de un estilo de vida más saludable, con 
modificación en la oferta alimentaria e incorporación de trabajo físico al 
cotidiano, no sólo de forma individual, sino también en el ámbito poblacional 
(Chinchilla, 2005). 
 
2.4 Definición de salud pública 
 
La salud pública es la respuesta organizada de una sociedad para satisfacer 
las necesidades de salud de sus integrantes (Loo, 2005). En el Informe 
Acheson (1987)se define a la salud pública como el arte y la ciencia de 
prevenir las enfermedades, promover la salud y prolongar la vida mediante los 
esfuerzos organizados de la sociedad. La definición actual de salud pública 
comprende el esfuerzo organizado de la comunidad dirigido a proteger, 
fomentar y promocionar el bienestar de la población cuando está sana y a 
reestablecer o restaurar su salud cuando ésta se pierde y, en caso de 
necesitarlo, rehabilitar y reinsertar al enfermo, integrándolo de nuevo a su 
medio social, laboral y cultural (Piédrola, 2001). 
 
La definición de salud pública propuesta por Winslow (1920 citado en Piédrola, 
2001) es la más conocida y ampliamente aceptada. En esta concepción la 
salud pública es la ciencia y el arte de impedir enfermedades, prolongar la vida 
y fomentar la salud y la eficiencia mediante el esfuerzo organizado de la 
comunidad para: 
a) el saneamiento del medio; 
b) el control de las infecciones transmisibles; 
c) la educación de los individuos en higiene personal; 
d) la organización de los servicios médicos y de enfermería para el 
diagnóstico temprano y el tratamiento preventivo de las enfermedades y, 
e) el desarrollo de un mecanismo social que asegure a cada uno un nivel de 
vida adecuado para la conservación de la salud, organizando estos 
beneficios de tal modo que cada ciudadano se encuentre en condiciones 
de gozar de un derecho natural a la salud y a la longevidad (pp.6) 
 
39 
 
Para Lalonde (1974 citado en Piédrola, 2001) el nivel de salud de una 
comunidad esta influido por cuatro grandes grupos de categorías, las cuales 
cuentan con diversos determinantes que influyen en el continuo salud-
enfermedad: 
a) la biología humana, como lo es la constitución física, la carga genética, el 
desarrollo y el envejecimiento; 
b) el medio ambiente, con la contaminación física, química y biológica, así 
como aspectos psicosociales y sociocultural; 
c) los estilos de vida y conductas de salud, dado el consumo de drogas, el 
sedentarismo, la mala alimentación, el estrés, la violencia y la mala 
utilización de los servicios sanitarios; y 
d) el sistema de asistencia sanitaria, en la mala utilización de recursos, los 
sucesos adversos producidos por la asistencia sanitaria, las listas de 
espera excesivas y la burocratización de la asistencia social (pp. 5) 
 
2.5 Funciones de la salud pública 
 
La Organización Panamericana de la Salud (2000) menciona que las funciones 
esenciales de la salud pública sirven para cumplir con las necesidades de salud 
de la sociedad. 
 
Las funciones van dirigidas hacia el seguimiento, la evaluación y el análisis de 
la situación de salud en el país, la vigilancia de la salud pública, la investigación 
y el control de riesgos y daños en salud pública. También a la promoción de la 
salud y a la participación de los ciudadanos en materia de salud con el fin de 
ayudar a su comunidad. Es importante además el desarrollo de políticas y el 
aumento de la capacidad institucional de planificación, y gestión en salud 
pública con el fortalecimiento de la capacidad institucional. Al igual que la 
evaluación y promoción para el acceso equitativo a los servicios de salud 
necesarios para cumplir con los requerimientos de salud de las personas a 
nivel nacional (Loo, 2005). 
 
El desarrollo de recursos humanos y capacitación en salud pública con el 
propósito de garantizar y mejorar la calidad de los servicios de salud 
40 
 
individuales y colectivos es una función esencial. Sin olvidar la necesidad de 
investigación en salud pública para la reducción del impacto de las 
emergencias y desastres en la salud de la población (Loo, 2005). 
 
Las acciones de salud pública adaptadas al continuo salud-enfermedad se 
pueden resumir en: protección de la salud, prevención de la enfermedad, 
promoción de la salud y restauración de la salud (Piédrola, 2001). 
 
En México el sector salud tiene las siguientes funciones: a) integrar a las 
instituciones de salud, que estaban tradicionalmente dispersas; b) promover la 
programación integral de salud, c) autonomía técnica y organizativa de los 
integrantes del sector, d) concretar e incidir los sectores social y privado, y e) la 
creación de la infraestructura necesaria para cubrir los requerimientos de la 
sociedad (Martínez, 2005). 
 
El modelo de atención que existe actualmente en nuestro país ha recibido 
importantes críticas debido a diversos aspectos, dentro de los cuales se 
destacan las siguientes: 
a) Fomenta la concepción individualista en el origen de los problemas de 
salud y relega la consideración del contexto ambiental y social. 
b) Se encuentra centrado en el tratamiento que es dirigido hacia las 
personas identificadas con problemas o en riesgo, por lo que fracasa en 
desarrollar acciones preventivas. 
c) Su acción se desarrolla en una estancia receptiva-pasiva, donde el 
profesional espera a que los usuarios lleguen demandando un servicio 
(Costa & López, 1986). 
d) Las acciones preventivas que contempla son fundamentalmente las de 
atención personal, como las inmunizaciones y no comunitarias. 
e) Satisface las necesidades de salud de forma incompleta por falta de 
infraestructura y organización. 
f) Los servicios ofrecidos son básicamente curativos y corresponden a una 
atención medico-hospitalaria costosa y de impacto limitado sobre la 
salud de la población (Soberón & Arroyo, 1985). 
41 
 
g) El sistema de salud se encuentra burocratizado, por lo que se observa 
que las personas con un cargo público se preocupa más por mantener 
su puesto que por identificar las verdades causas de los problemas de 
salud y de esta manera lograr intervenir de la forma más eficaz y 
eficiente (Saforcada, 1999). 
h) La infraestructura médica esta especializada en la atención de 
enfermedades transmisibles, mientras que las tasas de mortalidad por 
tipo de enfermedad revelan el incremento de las tasas de mortalidad por 
enfermedades no transmisibles por lo que será necesario contar con una 
mejor infraestructura médica y se requerirá una reconversión de los 
sistemas de salud pública (Calidad de los servicios de salud pública, 
2002). 
 
2.6 Historia de la salud pública en México 
 
El sistema de salud pública en México tiene como pilares la asistencia pública y 
la seguridad social. La asistencia pública con financiamiento público surgió 
como una función obligatoria del Estado en la década de los treinta cuando la 
salud se estableció como un derecho de todos los individuos (Martínez, 2005). 
 
En 1943 se constituye la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), 
resultado de la fusión de la Secretaría de Asistencia Pública y el Departamento 
de Salubridad. Además se crea la Sociedad Mexicana de Higiene, que a partir 
de 1962 se convierte en la Sociedad Mexicana de Salud Pública (Fajardo, 
Carrillo & Neri, 2002). 
 
También en el año 1943, se fundó el Instituto Mexicano del Seguro Social 
(IMSS) mediante un financiamiento tripartito entre trabajadores-empresas-
gobierno para apoyar la industrialización del país, pero no fue hasta 1957 a 14 
años de su establecimiento, cuando se iniciaron las actividades de medicina 
preventiva, creándose en el instituto un departamento de Medicina preventiva. 
Ante la creciente participación del Estado en la economía y el incremento de su 
burocracia se creó en 1959 el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los 
Trabajadores del Estado (ISSSTE). Posteriormente, Petróleos Mexicanos 
42 
 
PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) desarrollaron sistemas de 
seguridad social, así como la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la 
Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina, entre otras 
(Martínez, 2005). 
 
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) se establece 
en 1977, resultado de la fusión del Instituto Mexicano para la Infancia y la 
Familia (IMPIF)

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