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Florecimiento-de-la-sociedad-disciplinaria--un-analisis-de-las-formas-del-poder-desde-Michel-Foucault

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 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 DIVISIÓN DE ESTUDIOS PROFESIONALES 
 
 
 “Florecimiento de la sociedad disciplinaria: 
 Un análisis de las formas del poder desde Michel Foucault” 
 
 
 TESIS 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
 
 PRESENTA: 
 Arturo Martínez Martínez 
 
 Director: Mtro. Juan Carlos Huidobro Márquez 
 
 Revisora: Lic. Blanca Estela Reguero Reza 
 Sinodales: Dr. Pablo Fernández Christlieb 
 Mtra. Tania Jimena Hernández Crespo 
 Dr. Carlos Arturo Rojas Rosales 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria, Ciudad de México, 2019 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
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Florecimiento de la sociedad disciplinaria: un análisis de las formas de poder desde Michel 
Foucault 
Agradecimientos………………………………………………………………………………….6 
Introducción general……………………………………………………………………………..8 
Capítulo I. Comprender a la bestia: precisiones del concepto de poder……….……………18 
Introducción al capítulo I…………………………………………………………….…………18 
Foucault y el poder en la Historia de la locura…………………………………...21 
Foucault y los insensatos………………………………………………………….26 
Precisiones sobre el método arqueológico y genealógico………………...………29 
Las funciones del concepto de dispositivo………………………………….…….30 
Los intelectuales y el dispositivo: la lectura de Deleuze y Agamben…………….32 
Escuchar la orden del autor: la función del discurso en Foucault…………..……34 
La definición foucaultiana de poder en la Historia de la sexualidad………….….42 
Relaciones de poder…………………………………………………………..…..46 
El método del poder: sus técnicas…………………………………………..…….47 
La cualidad física del poder: el polemos, la guerra……………………………….49 
 Sobre la función de la verdad en el ejercicio del poder………………..…………51 
 Acerca de la resistencia al poder…………………………………….……………52 
 La función de la filosofía en el poder……………………………………….……53 
 Disciplina…………………………………………………………………..……..56 
 Sobre la disciplinarización de los saberes……..……..……..……..……….…..…57 
Capítulo II. Las formas del poder en Michel Foucault……………………………….………60 
Introducción al capítulo II……..……..……..……..……..……..……..……..……..…..…..…60 
Poder pastoral……..……..……..……..……..……..……..……..………….……64 
 El poder de la confidencia……..……..……..……..……..……..……..…70 
 El ritual de la confesión en el discurso……..……..……..……..…….…..71 
 La confesión y su función para la verdad……..……..……..……........…72 
 La relación entre el poder de la confidencia y sexualidad………….……74 
3 
 
Represión y sexualidad……..……..……..……..……..……..……..…….76 
Poder soberano……..……..……..……..……..……..……..……..……..……..…80 
El poder psiquiátrico: Una primera aproximación a la relación de 
soberanía…………………………………………………………………..80 
La gran criatura, el Leviatán……..……..……..……..……..……..….…..82 
La corona y todo el poder: La figura del soberano……..……..………….88 
Poder disciplinario……..……..……..……..……..……..……..……..…………..94 
Defender la sociedad: hacia una caracterización del poder 
disciplinario…………………………………………………………….…94 
Capítulo III. Las formas del poder en la historia de la sexualidad en Michel Foucault…..106 
Introducción al capítulo III……..……..……..……..…..……..……..……..……….………..106 
Vigilar y castigar: la función de verdad y poder. ……..……..……..……..……108 
Los discursos de verdad son necesarios para una producción económica y poder 
político. ……..……..……..……..……..……..……..……..……..…………..…110 
Pensar una historia de la confesión y la sexualidad……..……..……..……..…..111 
La edad de la represión……..……..……..……..……..……..……..……..…….117 
El siglo XVII-XVIII y la búsqueda por una teoría general de la sexualidad…....119 
La hipótesis represiva de la sexualidad……..……..……..……..………….……123 
En contra de la hipótesis represiva del sexo……..……..……..……..…...……..124 
El cambio de la iglesia por la institución médica, scientia sexualis: la escucha 
clínica……..……..……..……..……..……..……..……..……..……..……..…..127 
La construcción del modelo medicalizador……..……..……..……..……..…....132 
El modelo confesionario-hospitalario……..……..……..……..……..….....……134 
La estructura moralizante: la escuela……..……..……..……..……….…..…….136 
La medicina para el control infantil……..……..……..……..……..……..……..138 
El Estado: la función económica como aplicación del poder……..……..…...…139 
La sexualidad, una vía de paso para las relaciones de poder……..……..…....…144 
Las estrategias discursivas para el control infantil……..……..…….……..…….146 
 Mecanismos del poder aplicados a la sexualidad……..……..……..……...…….147 
4 
 
Burguesía victoriana durante el siglo XIX y XX: el modelo de la familia…...…150 
La confesión en la modernidad……………………………………………….…151 
Capítulo IV. Sobre las estructuras del poder en la modernidad: florecimiento de la sociedad 
disciplinaria…………………………..………………………………………………………...153 
Introducción al capítulo IV……………………….………………………………………..….153 
 Re pensar el poder disciplinario……..……..……..……..……..……..……..….154 
La disciplina en la sociedad moderna: surgimiento de la microfísica del 
poder…………………………………………………………………………......155 
 El poder ejercido en las sociedades modernas y sociedad de control…………..159 
Poder disciplinario y el Panóptico……..……..……..……..……..……..…...…163 
Foucault y Deleuze: sobre la sociedad de control……..……..……..…………..167 
Final: Hacia la construcción del sujeto moderno……..……..……..……..…….170 
Conclusiones……..……..……..……..……..……..……..……..……..…………..……..……..175 
Referencias……..……..……..……..……..……..……..……..……..……..……..……..…..…200 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5 
 
 
“And in the end, 
The love you take 
Is equal to the love you make”. 
-The Beatles. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Agradecimientos 
A Jetzabeth mi madre, por ser la figura inspiracional de mi vida. Gracias te doy por lo que has 
construido en mí, cada lección y razón para continuar con cada etapa de mi vida. 
A Arturo mi padre, el luchador que me acompaña en cada paso que doy, gracias por cada uno de 
tus momentos donde me reconozco y me inspiras a continuar sea cual sea la adversidad. 
A mi hermosa Kuki, hermana que me entregó los mejores momentos de mi infancia, acompañó 
toda dicha y dolor de mi juventud. Gracias por dejarme reconocer la belleza en cada forma de 
vida. Te sigo esperando. 
A Rocío Barba, por tu inefable cariño y acompañamiento durante este efímero y precioso 
momento de mi existencia. Lo evoco y protejo una y otra vez. Finalmente, lo pongo en tus manos 
como recuerdo no de un rocío sobre aquello que fue, sino como recuerdo hacia la trascendencia. 
A la familia Martínez Blanco y Martínez Flores, abuelitos, abuelitas, tíos, tías, primos y primas 
por cada una de las lecciones que han colocado en mi persona y mostrarme el cariño familiar 
desde mi infancia hasta este momento. 
A mis queridos amigos y amigas con quien tuve la fortuna de formarme a lo largo de mi proceso 
universitario y me apoyaron para la generación de esta investigación. Su escucha a lo largo de 
este fragmento de mi vida y apoyo inmenso
a lo largo de estos años es un gesto invaluable que 
protegeré como troyano defendiendo Ilión: Alejandra, Anahí, Daniel, Diego, Edith, Lesly, 
Marinthia, Marlen, Saúl, Sayra, Yessica. 
A mis amigos y amigas que me han acompañado durante uno de los periodos más preciosos de 
mi vida, la preparatoria número 9 “Pedro de Alba”: Ángel, Brito, Carlos, Daniel Yela, Gerardo, 
Jordi, Sandra. 
Al profesor Juan Carlos Huidobro Márquez y profesora Blanca Reguero Meza quienes me 
apoyaron durante todo este proceso de autoconocimiento y reflexión para la elaboración de esta 
tesis, su guía, escucha y retroalimentación. 
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Finalmente, a la Universidad Nacional Autónoma de México que permite formarme con cada uno 
de los profesores y profesoras en la Helena Facultad de Psicología y colocar en cada aula, sesión 
y diálogo, el compromiso aristotélico por el saber. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Introducción general 
Pensar nuestra sociedad posmoderna para problematizar sus fenómenos conlleva todo un trabajo, 
inicialmente teórico, posteriormente práctico y consecuentemente una experiencia afectiva, o lo 
que denominaríamos en psicología, vivencia emocional. La cuestión fundamental es el 
enfrentamiento que tenemos con dicha sociedad todo el tiempo. Así, nos vemos inmersos en un 
océano de posibilidades, mantenemos acceso a grandes cantidades de información en línea, nos 
podemos comunicar mediante máquinas muy complejas a través de programas muy específicos 
en donde hallamos, en forma de un bit, toda nuestra información: nombre, edad, gustos, cuentas, 
historiales, grados, lugares que frecuentamos, amigos, personas cercanas, familia, y un largo 
etcétera. En fin, nos hemos convertido con el paso del tiempo en información que fácilmente 
puede ser localizada dentro de un dispositivo tecnológico (por ejemplo) que instituciones, 
personas o inteligencia artificial puede utilizar a su conveniencia y ofrecernos todo un conjunto 
de productos, ideas y creencias por consumir. Más allá de la función del mercado que regula el 
tipo de economía de los países y que ello nos lleva a los tipos de productos que consumimos, se 
teje en la sociedad toda una maquinaria curiosa que ata, desata, aprisiona y libera a los 
individuos: la disciplina. 
Como los ateos en el desembarco en Ilión para su consecuente asedio, la cuestión de la 
disciplina se convierte en un aparato enorme que para escalar o intentar hallar una entrada es 
fundamental re pensar toda una serie de concepciones: poder, dispositivo, resistencia, verdad, 
historia, etcétera. Conceptos que serán centrales, primero para tener un bagaje teórico, 
posteriormente para comprender la forma en cómo se relacionan y se llevan a cabo en la 
maquinaria que lleva al sometimiento de los individuos. La responsabilidad para aquél que 
intente penetrar en el enorme palacio será el de enfrentarse a una sociedad donde la disciplina es 
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ley: escuelas que fomentan maneras de comportamiento, hospitales que determinan quién es el 
enfermo y quién no, cárceles que señalan aquel que recibirá el castigo, pequeños celulares que 
determinan lo que debemos consumir, lo que no, aquello que debemos decir, aquello que 
debemos apoyar y/ó prohibir. 
Por ello, como primera parte de este proyecto vivencial, pues nos corresponde analizar, 
determinar y repensar la sociedad en la que vivimos, la presente investigación tiene por objeto 
brindar una revisión teórica acerca de los postulados del pensador francés Michel Foucault, 
específicamente acerca de su concepción del poder, las formas en las que el poder se manifiesta y 
cómo este concepto funge como elemento primordial en su obra para poder comprender las 
sociedades llamadas disciplinarias. 
¿Por qué el pensador francés? Michel Foucault nos ofrece un panorama amplio a través de 
su análisis histórico, filosófico y psicológico acerca de diferentes grupos sociales como los 
llamados enfermos mentales, minorías sexuales, presos, el niño sexualizado, y como sustantivo 
que reúne a todos: los anormales. Nacido en Poitiers, Francia hacia 1926, el filósofo y también 
psicólogo Michel Foucault es uno de los pensadores que más ha influido el siglo XX. De manera 
biográfica, es importante señalar que fue alumno de la École Normale y encabezó el 
departamento de Filosofía de la Universidad de Vincennes (Foucault, 2011a). En los setenta, es 
elegido en el Collège de France como profesor de Historia de los Sistemas de Pensamiento, cuya 
cátedra dicta hasta su fallecimiento en junio de 1984 a causa de complicaciones de salud, 
producto de la enfermedad del SIDA. 
Esta investigación versa sobre el problema del poder y cómo éste se va gestando hasta la 
Historia de la sexualidad de Michel Foucault, publicado su primer volúmen en 1976. Partiendo 
10 
 
de la idea de que los seres humanos vivimos a partir de relaciones humanas en comunidades y 
grupos sociales, y que éstas se dividen en clases (aludiendo a la condición marxista), o bien, bajo 
el fundamento dialéctico hegeliano del amo y del esclavo, la pregunta de investigación radica en 
cuestionar no sólo qué grupos se encontraron y encuentran sometidos al poder, sino bajo qué 
mecanismos están siendo apresados y cuáles son los procedimientos de dichos mecanismos. Una 
vez pensado ello, me permitirá articular las características de las sociedades disciplinarias hasta 
las sociedades de control. 
Sin embargo, para poder entender estos fenómenos, lo primordial es tener una concepción 
clara acerca del poder. Si bien Foucault parte de la idea que somos seres que interactuamos bajo 
relaciones de poder; no obstante, sus escritos apuntan de manera separada a diversas definiciones 
sobre el concepto y no hay una sistematización como tal, pues en el filósofo ocurre un proceso de 
cambio intelectual a medida que pasa el tiempo. 
Hasta este punto, la relevancia que tiene el responder a la pregunta de investigación 
consiste primordialmente en: 
1) Sistematizar el concepto de poder y generar un análisis para la comprensión de los 
mecanismos de éste y sus dispositivos en la historia de la sexualidad según Michel 
Foucault. 
2) Permite la comprensión de las formas del poder: pastoral, soberano y disciplinario. Esto 
nos llevará al análisis de diferentes momentos históricos y sociales vistos desde un punto 
de vista filosófico. 
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3) Permite la comprensión del vocabulario foucaultiano y su aplicación tanto en la Historia 
de la sexualidad (obra publicada en 1976) como la forma en que opera el poder en la 
sociedad moderna. 
Ahora bien, para comprender por qué razón se da el polemos griego, esto es, la guerra, 
primero es necesario conocer la historia por la que han pasado los individuos, ello permite el 
replanteamiento de las circunstancias y tener un conocimiento claro sobre su futura acción. 
Michel Foucault, por ejemplo, utiliza el método genealógico como herramienta para generar su 
análisis y proveer ideas que puedan impactar la percepción que se tiene sobre los grupos para, 
finalmente, poder realizar acciones. 
De manera histórica, cuando se conoce la raíz de un problema, éste puede ser pensado desde 
sus más entramadas ramas. La función del poder para la psicología permite en primer caso 
conocer cuáles son las carencias, desventajas, condición social, política y económica de los 
individuos. Pero no sólo eso, sino distinguir las razones o justificaciones de por qué dichos 
individuos son oprimidos y cómo pueden resolver esa situación desde su lugar de acción. 
Esta problemática ha sido pensada y estudiada desde muchos siglos antes. Retomando 
estudios clásicos, tenemos que La República de Platón (versión traducida en 2014), la cual fue 
escrita en el año 380 antes de nuestra era, cuestiona cómo debe estar estructurado un Estado para 
la dirección de una sociedad y bajo qué mecanismos debe articular su dominio. Siglos más 
adelante, hacia 1532 El Príncipe de Maquiavelo
(traducción de 2014) se convierte en una obra 
fundamental donde se articula cómo los individuos y pueblos acatan conductas, decisiones y 
acciones cuando una ley es establecida por una figura de autoridad. Hobbes (tomado de la 
traducción de 1980) por su parte, hacia 1651 en su Leviatán propone la idea de un Estado que 
depende de la sociedad que le da vida, pero al mismo tiempo ejerce su poder hacia la población. 
12 
 
Por su parte Rousseau escribe hacia 1762 su Contrato social (se toma la traducción de 2014), el 
cual busca averiguar cómo se da un orden civil y bajo qué regla de administración se constituye. 
Ello le permite articular que la fuerza no constituye el derecho, por ejemplo. Nietzsche en el siglo 
XIX (2014) por otra parte, articula la voluntad de poder como un motor de acción que le lleva al 
ser humano a lograr sus deseos y encontrar el lugar que le corresponde en la naturaleza. Con este 
breve esquema general histórico, podemos observar cómo el poder ha sido abordado de manera 
filosófica, política y psicológica. 
En relación con los avances que han tenido las investigaciones sobre la teoría 
foucaultiana, Edgardo Castro (2005), en su obra El vocabulario de Michel Foucault, ofrece una 
revisión en forma de diccionario donde el trabajo que ha realizado es la unión de diferentes 
concepciones de la literatura de Foucault y la generación de definiciones específicas. Ello ha 
logrado concentrar de manera clara concepciones que van desde el concepto de poder, hasta la 
libertad, el inconsciente, la homosexualidad, etcétera. Por otro lado, García (2009) realiza una 
descripción acerca de la conceptualización de sexo y sexualidad en la obra de Michel Foucault; 
ello le ha permitido analizar las repercusiones de lo que se ha denominado “teoría queer” a partir 
de las tesis foucaultianas sobre homosexualidad, psicoanálisis, etc. 
Ahora bien, Lagos (2011) analiza la noción de gubernamentalidad para establecer las 
relaciones de poder y los procesos de subjetivización en la sociedad neoliberal a partir de la obra 
de Foucault. Otra de las motivaciones que llevan el análisis de la obra de Foucault consiste en 
señalar puntos de inflexión con intelectuales como Edward Said, como lo realiza Rodríguez 
(2011). Así, se rastrean los trabajos donde Said se ocupó de Foucault para reescribirlos, con el fin 
de distanciarse del pensador, a la vez que criticarlo. Según Rodríguez, el resultado fue un análisis 
de la política palestina dentro del ámbito académico. Por su parte, en el área de la biopolítica, 
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López (2012) da cuenta de los motivos que orientan los análisis de Foucault hacia la cuestión de 
la gubernamentalidad liberal y del sesgo que en este marco adquiere su consideración de la 
biopolítica como un poder caracterizado por “hacer vivir y dejar morir”. Para lo anterior, parte de 
un análisis biopolítico del ejercicio del poder. 
Por otro lado, Narváez (2015) propone una compilación de las obras de Foucault referidas 
al derecho y poder. Esta compilación de su obra favorece en la sistematización de sus aportes (los 
cuales se encuentran fragmentados) en el área multidisciplinar del derecho, el poder y lo jurídico. 
Hay que agregar también que referencias biográficas son fundamentales para poder 
conocer las motivaciones en Foucault. Un análisis que rescata Carassai (2016) destaca partes 
históricas del filósofo francés que le llevaron a escribir su Historia de la sexualidad como lo fue 
el caso de la enfermedad del SIDA. Asimismo, conocer la influencia que dejó en él la obra de 
Friederich Nietszsche, Carl Marx, Maurice Blanchot, Georges Bataille, Charles Baudelaire, 
Andre Bretón, Samuel Beckett, entre otros. 
Otro análisis es propuesto por Huarte (2017) en donde destaca la necesidad de encontrar 
puntos de comunicación entre las obras del pensador francés con la obra de Ludwig Wittgenstein. 
Esta relación está dada gracias a las áreas éticas y políticas. Así, lo que propone es indicar la 
influencia directa de Wittgenstein sobre Foucault acerca de conceptos en específicos de la 
historia como el poder. 
Finalmente, en los últimos años se ha seguido abordando la teoría foucaultiana del poder. 
Tal es así que la tesis de licenciatura de Vargas (2018), por ejemplo, propone resaltar el carácter 
de la disciplina sociológica que tiene el potencial de examinar, analizar y reflexionar en torno a 
las prácticas de instrucción de los alumnos, su dinámica de convivencia, saberes que imperan y 
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relaciones. Con ello, la lectura de Foucault abre un debate en torno al concepto del biopoder en el 
ámbito educativo al proponer que es el alumno la figura que responde en la escuela. 
Una vez explicitado lo anterior, este trabajo permitirá al psicólogo o psicóloga interesado 
comprender estas relaciones de poder que se dan dentro de la sociedad para poder visibilizarlas 
específicamente dentro de las diferentes prácticas propias al ejercicio profesional de la disciplina 
psicológica como por ejemplo: terapia, trabajo con comunidades, grupos, o bien, la intervención 
y evaluación social. 
Ahora bien, al ser una tesis de corte teórica, las motivaciones principales tienen por objeto 
dar un análisis detallado de una parte de la obra de Michel Foucault. Si bien sabemos, Foucault 
no busca sistematizar el concepto de poder a manera de definiciones específicas, sino que utiliza 
un análisis histórico para determinar en diferentes grados y formas cómo el poder (lo llamaré 
relaciones de poder para ser más específico) se presenta en la sexualidad, hospitales psiquiátricos, 
escuelas, prisiones, etc. 
Asimismo, esta tesis tiene por objeto no sólo delimitar un concepto en específico, sino 
analizar cómo las relaciones de poder se gestan en un momento histórico y bajo qué mecanismos 
lo hacen. De allí su perspectiva práctica, pues nos permite poder utilizar el método foucaultiano 
de la genealogía para llevar a cabo otras investigaciones. 
La propuesta de este trabajo así, será la reconstrucción de los principales argumentos de 
Michel Foucault y determinar el concepto de poder según nuestro autor a partir de variadas obras. 
Como objetivos específicos, esta investigación busca caracterizar los dispositivos del 
poder: su funcionamiento, tipo de institución, objetivos, población a la que afectan y mecanismos 
de acción. Finalmente, realizar un análisis de la historia de la sexualidad de Foucault, y detectar 
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cómo y en qué forma los dispositivos del poder fueron aplicados, así como sus repercusiones en 
la población. 
Para ello, esta investigación está dividida en cuatro capítulos con sus respectivas 
conclusiones en el último apartado. En el primer capítulo caracterizaré el concepto de poder y 
todo lo que a este fenómeno rodea, por ejemplo, el caso de los dispositivos, resistencia, relaciones 
de poder, etc. En el segundo capítulo mi intención es dar las características de las formas en que 
el poder se manifiesta, para ello hablaré del poder pastoral, posteriormente el poder soberano y el 
poder disciplinario. Una vez realizado lo anterior, me permitirá pensar la Historia de la 
sexualidad de Foucault donde distingo cómo estas formas del poder aparecen y de qué forma 
actúan en la sexualidad, específicamente en los cuerpos. Finalmente, en mi cuarto capítulo 
retomo el poder disciplinario como último paso del poder para articular que nuestra sociedad 
moderna se encuentra inmersa dentro de esta forma. Ello me llevará a caracterizar la sociedad de 
control donde todo un conjunto de dispositivos generan discursos que buscan la normalización de 
los individuos, su nula participación política y que los individuos construidos por el poder 
únicamente se encarguen de repetir discursos. 
A grandes rasgos, esta investigación se compromete con los siguientes argumentos 
1) Las sociedades disciplinarias desde el siglo XVIII hasta la actualidad utilizan dispositivos 
de poder para modificar la condición
sexual y reglamentarla. 
2) A partir de las instituciones religiosas, médicas, prisiones y escuelas se ejercen 
dispositivos específicos que permiten el control del creyente, enfermo, prisionero, 
estudiante, parejas, familias, respectivamente desde la Edad Media. 
3) El primer contacto que tienen los mecanismos del poder atañe al cuerpo de los individuos. 
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4) Las sociedades disciplinarias se convierten en sociedades de control porque utilizan 
dispositivos para normalizar un conjunto de discursos en la sociedad y que estos se 
encarguen de repetirlos. 
Para responder a lo anterior, esta investigación versará sobre estas hipótesis: 
1) A lo largo de la historia de la sexualidad, los mecanismos de poder han buscado limitar la 
función sexual a través de la religión, confesión, medicina, hospitales, cárcel y escuelas. 
2) Aquellas condiciones de la sexualidad individual que no se encuentran relacionadas con la 
normatividad (el homosexual, el libertino, el niño masturbador, por ejemplo) serán 
modificados a través de la confesión, encierro, desecho o reeducación. 
Finalmente, el enfoque con el cual voy a realizar esta investigación será a partir de una 
reconstrucción de argumentos y análisis de obras específicas. La elección de las obras está basada 
por su carácter de investigación genealógica, además por ser las obras fundamentales donde 
articula conceptos de forma puntual y con ejemplos. Por su parte, las entrevistas nos ofrecen 
definiciones y esclarecimiento de conceptos que pudo haber afirmado en sus obras cumbre. 
Aunque retomo su Historia de la Locura en la Época clásica, obra que escribe en 1961, la cual es 
un pilar sobre su concepción arqueológica; únicamente la retomo como documento histórico para 
su análisis teórico. Determinado así, realizaré la reconstrucción de los principales argumentos 
propuestos por Foucault en su Historia de la Sexualidad I (escrito de 1976), Microfísica del 
poder (publicado en 1978), Vigilar y castigar (escrito en 1975), Historia de la locura en la época 
clásica (escrito en 1961), Hay que defender la sociedad (curso dado por Foucault hacia 1976 en 
el Collége de France, y publicado en español en 1992), y El poder: una bestia magnífica (las 
cuales son una serie de entrevistas recopiladas desde 1975 a 1979 y publicadas años posteriores). 
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Fundamental es reconocer que los alcances que tiene esta investigación solo versan en 
determinar conceptos que nos permitan pensar y articular cómo fueron determinadas las 
sociedades disciplinarias: qué características tienen, qué tipo de estructuras utilizan, sus 
consecuencias y cómo han funcionado históricamente. Por ello, quedan de lado sus 
investigaciones sobre el biopoder y la biopolítica, que conllevan un extenso e interesante análisis 
del modelo neoliberal y las funciones del mercado. Dichas investigaciones se tienen 
contempladas para un proyecto más amplio en un futuro trabajo. El plan final de este trabajo es 
ofrecer al lector todo un aparato teórico foucaultiano con el cual pueda distinguir cómo están 
funcionando las sociedades disciplinarias: arquitectura, historia, formas del ejercicio del poder, 
entre otros. Una vez que ha sido expuesto la forma histórica en que el poder disciplinario se ha 
ido gestando, proveerá al lector de las herramientas necesarias para preguntarse acerca de 
fenómenos sociales diversos donde la disciplina está todo el tiempo siendo ejercida: modelos 
conductuales, diferentes tipos de terapias para la población, formas de enseñanza a partir del 
reforzamiento-castigo, diagnóstico de la enfermedad mental a partir de escalas, estadística o 
pruebas y un largo etcétera en nuestra era de acceso a la información 
 
 
 
 
 
 
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Capítulo I. Comprender a la bestia: precisiones del concepto de poder 
Introducción al capítulo I: 
Este primer capítulo versa sobre concepciones generales acerca del pensamiento del filósofo 
francés Michel Foucault. De forma específica, articularé que el poder no es una institución que 
domine voluntades, no se normaliza a la sociedad y no se establece como sistema de dominación 
sobre grupos. Por el contrario, me concentraré en que el poder es una relación de fuerza que se 
ejerce en un campo específico y la caracterizaré como una relación horizontal. De esta relación 
horizontal es fundamental hablar de sus características. En primer caso su omnipresencia, pues se 
establece en toda relación de un punto hacia otro o bien, de un individuo hacia otro. Asimismo, 
no es algo que se adquiera o comparta, sino que se ejerce desde diferentes puntos. El poder no 
presenta un principio en cuanto a relaciones, por ello no encuentra un inicio sobre quiénes son los 
dominadores y dominados. Donde se da el poder se presenta resistencia al mismo. Estos puntos 
de resistencia se encuentran presentes en todas partes dentro de la red que configura el poder. 
Asimismo, dichas resistencias se encuentran distribuidas de manera irregular a través de puntos, 
nudos, focos de resistencia en tiempo y espacio. 
Una vez establecido lo anterior, procederé a especificar qué es una relación de poder. De 
ella desprendo que son actos de involucramiento entre individuos y es necesario un 
reconocimiento del otro para que finalmente pueda ocurrir una relación de poder. Dichas 
relaciones se dan entre aquél que sabe y el que no sabe, por ejemplo. Esta relación se gesta a 
través de micro luchas o pequeños enfrentamientos donde puede cambiar la relación, por tanto, 
no son fijas. Ahora, dichas relaciones no deben entenderse como efectos de dominación 
generalizado, pues para que se presente un fenómeno de dominación, primero es fundamental 
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que presenten pequeñas relaciones de poder que en lo consecuente presentan relaciones más 
amplias. Finalmente, es fundamental comprender que ninguna relación de poder triunfa por 
completo y la dominación de una siempre es posible combatir. 
De estas relaciones, las cuales pueden ser entre un par de individuos o bien, varios 
miembros formando grupos o instituciones, desprendo que han utilizado métodos y técnicas que 
han cambiado a lo largo de periodos históricos. Ejemplo de ello son las relaciones entre sacerdote 
y creyente, padres e hijos, profesor con alumno. Gracias a estas relaciones a lo largo de periodos 
históricos es como se presentan diferenciaciones entre grupos o personas. Con esto, se comienza 
a dar un fenómeno de diferenciación entre grupos sociales, lo podemos ver con los enfermos 
mentales, ladrones, pero también en las relaciones más personales como la familia, profesores, 
sacerdotes. 
En relación con la guerra, el poder se encuentra inevitablemente ligado al término y se da 
siempre en relación con la diferencia social entre grupos: étnica, religiosa; también se presenta 
por explotación, por ejemplo. La estructura principal que determina estas relaciones de 
dominación es por excelencia el Estado. Éste vela por los intereses individuales y colectivos, con 
el fin de asegurar la salvación de cualquier índole (moral, religiosa, guerra). También tiene por 
objeto estar en contra de cualquier forma de explotación. Así, son las sociedades feudales las que 
se han caracterizado por la búsqueda de dominación. 
En relación con el Estado, es una construcción que siglo tras siglo se fue construyendo. 
Utiliza toda una compleja red de técnicas y tecnología con el fin de individualizar a los cuerpos 
que pertenecen a un territorio. El Estado moderno por su parte es una reelaboración del poder 
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pastoral, pues guía a los individuos para alcanzar una salvación moral y religiosa, así como la 
obtención de cualquier medio que les asegure sobrevivencia. 
Ahora, no podemos pensar el poder sin la presencia del concepto de verdad. Este concepto 
depende en primer término de toda una construcción lingüística; es decir, el discurso. La verdad 
se desprende como categoría lógica del discurso pues dice algo del
mundo, lo describe y, por ser 
tan variado, pues es dependiente también de una subjetividad (un proceso mental individual), se 
generan tantos y tan variados discursos sobre un fenómeno que únicamente la relación de poder 
que establezca una mejor caracterización o, también, un efecto de dominio en los individuos, se 
quedará presente y se establecerá como verdadero. La religión establece su verdad gracias a 
documentos, textos o testigos de un fenómeno. El mismo caso ocurre con las ciencias empíricas, 
las cuales ofrecen explicaciones de fenómenos específicos en el mundo. 
Abordo también el concepto de resistencia, el cual tiene por objeto desprenderse o 
desligarse de una relación de poder. Específicamente, la resistencia permite oponerse a una 
fuerza, dominio de un sujeto; o bien, institución determinada. Se establece así una relación de 
dependencia entre relación de poder y resistencia al poder. Cualquier contacto que se da entre un 
individuo o institución genera una mecánica del poder y, al mismo tiempo, una resistencia por no 
dejarse encontrar como sujeto del otro frente a un dominio. 
Foucault plantea también que la filosofía tiene un papel en cuanto al pensamiento y 
conceptualización del poder. La filosofía se convierte así en una de las formas con las cuales se 
puede pensar las relaciones de poder que establecemos con cualquier sujeto. De allí se desprende 
su analítica del poder. Esta analítica del poder tiene por objeto delimitar las formas mediante las 
cuales se da una existencia del poder más allá de las relaciones del bien y el mal. De esta analítica 
21 
 
del poder veremos que tiene por objeto comprender el estado de lucha. Sus objetivos de estudio 
no se convierten en calificar o alabar el poder de forma masiva o global, sino de estudiar las 
relaciones de poder como tácticas y estrategias, por ejemplo, la sexualidad, prisión, medicina, etc. 
La disciplina por su parte es uno de los principales conceptos para estudiar de forma más 
específica el poder. Este concepto se articula como aquellas técnicas que los sistemas de poder 
utilizan con el fin de singularizar a los individuos. De aquí se desprende el concepto de 
normalización, el cual busca acatar a un cuerpo y pensamiento a toda una serie de normas o 
reglas que deberá cumplir. Su historia se remite desde comienzos del cristianismo y la 
antigüedad, y su repercusión se encuentra ubicada inclusive hasta nuestro siglo. Establezco 
también una disciplinarización de los saberes, la cual tiene como objetivo establecer un 
conocimiento específico en una sociedad. Establece así toda una organización del saber técnico y 
tecnológico. La intervención del Estado y las instituciones son fundamentales para esta 
disciplinarización, pues ellos determinan la eliminación o descalificación de saberes inútiles, 
también la normalización de saberes determinados, clasificación jerárquica y una centralización 
piramidal. Finalmente, es durante esta disciplinarización como surge la ciencia. Se abandona con 
ello a la filosofía como saber fundamental así como la exigencia de verdad para instaurar todos 
los saberes que brinda la ciencia empírica. 
Foucault y el poder en la Historia de la locura 
Entre los temas de vital importancia que el pensador francés Michel Foucault discutió 
ampliamente podemos enumerar el poder, la locura, la sexualidad, la política. Todos ellos tan 
separados, pero al mismo tiempo adentrados en una línea de pensamiento que recorre cada una de 
las formas en que estos se manifiestan; a saber: el sujeto. Retomando un primer Foucault que 
22 
 
observa todo lo que acontece en hospitales, procedimientos y enfermos, comienza a desarrollar 
una historia sobre cómo estos individuos a quienes se les refiere con el nombre de locos han ido 
adquiriendo su lugar en el mundo. Caso curioso es, pues el loco se convierte en una figura que 
está cuestionando aquello considerado formal, orden, normas. En una palabra que reúne a todas 
las mencionadas: la razón. 
¿Por qué nos interesa la locura para posteriormente dialogar con el poder desde este 
primer Foucault? Porque es a través de este primer método al que denominó arqueológico como 
recupera fuentes históricas, realiza análisis de acontecimientos específicos para documentar y 
establecer una óptica histórica donde las figuras de autoridad han gestado una serie de discursos 
en relación con los individuos no apegados a la razón, catalogados, discriminados y finalmente 
desplazados. Así, lo que nos interesa recapitular son las formas en cómo el poder se ha gestado en 
su Historia de la locura y sus formas para finalmente establecer una primera definición sobre el 
poder. Derrida en su Escritura y la diferencia escribe acerca de La historia de la locura: 
(…) Foucault ha querido que la locura fuese el tema, el «sujeto» de su libro; el sujeto en 
todos los sentidos de la palabra: el tema de su libro y el sujeto hablante, el autor de su 
libro, la locura hablando de sí. Escribir la historia de la locura misma, es decir, a partir de 
su propio instante, de su propia instancia, y no en el lenguaje de la razón, en el lenguaje 
de la psiquiatría sobre la locura —de manera que la dimensión agonística y la dimensión 
retórica del sobre se recubren aquí—, sobre una locura ya aplastada bajo ella, dominada, 
abatida, recluida, es decir, constituida en objeto y exilada como lo otro de un lenguaje y 
de un sentido histórico que se ha querido confundir con el logos mismo. «Historia no de la 
psiquiatría, dice Foucault, sino de la locura misma, en su vivacidad, antes de toda captura 
por el saber» (Derrida, 1989, p.51). 
23 
 
Publicada así su Historia de la locura en la época clásica (1976), se convierte en una 
reflexión crítica y constantemente renovada en sus posteriores obras para desarrollar un diálogo 
relacionado con la sexualidad, nacimiento de la clínica, biopolítica, etc. Nos narra Foucault 
(1976) la imagen que impera durante los siglos XVII y XVIII. ¿Qué encontramos en estos siglos? 
Según el pensador, aparece una primera percepción social acerca de la locura y sostiene que ésta, 
en tanto que enfermedad, se convierte en un invento reciente. Ello trae como consecuencia que la 
experiencia moderna con la locura tiene un lugar y cumple una función en específico en cada uno 
de los discursos e instituciones cercanas a nosotros. Finalmente, ese modo de ser tiene una 
historia cercana caduca que puede determinarse por medio del método arqueológico. Ejemplo de 
ello son el encierro de los locos en el Hospital General o casas de corrección durante la época 
clásica, y la forma en cómo son encerrados posteriormente en asilos. 
A fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, podemos distinguir que son dos 
formas de aislamiento considerablemente distintas. A lo anterior hay que señalar que la rama de 
la medicina se ocupa de los locos durante el siglo XVII, la cual habla de las enfermedades de los 
nervios, humores, enfermedades de la cabeza, pero nada tiene que ver con lo que se convierte 
posteriormente en psiquiatría (Foucault, 1976). 
Ahora, Foucault (1976) parte de la articulación práctica del decir, esto es: discursos sobre 
la locura a través de la historia, y del hacer: formas de internamiento. Ello le permite conocer qué 
criterios de castigo se han delimitado para que la locura sea castigada. Pero Foucault también 
tiene una preocupación acerca de cómo se construye el aparato institucional de la psiquiatría, en 
qué condiciones e intereses ocultos nace con este discurso científico del siglo XIX. Así, 
encontramos una historia de los límites, sobre cómo la cultura rechaza un sector de la población, 
convirtiéndolo en lo anómalo, extraño, y su encierro. Finalmente, se desplaza y oculta a la locura, 
24 
 
pues es algo apartado de la razón, es aquello que le cuestiona, hace tambalear la norma y la 
locura no puede seguir reproduciéndose: 
Al final de la Edad Media, la lepra
desaparece del mundo occidental. En los márgenes de 
la comunidad, en las puertas de las ciudades, se abren terrenos, como grandes playas, en 
los cuales ya no acecha la enfermedad, la cual, sin embargo, los ha dejado estériles e 
inhabitables por mucho tiempo. Durante siglos, estas extensiones pertenecerán a lo 
inhumano. Del siglo XIV al XVII, van a esperar y a solicitar por medio de extraños 
encantamientos una nueva encarnación del mal, una mueca distinta del miedo, una magia 
renovada de purificación y de exclusión (Foucault, 1976, p. 13). 
Foucault parte de esta descripción para desarrollar cómo han sido estructurados los 
métodos de exclusión. Si bien la lepra y el leproso desaparecen, ello no implica que ocurra lo 
mismo con la estructura que los ha excluido anteriormente, pues reaparecen tres siglos más tarde. 
Sin embargo, el primer objetivo de Foucault es mostrar cómo se articulan a lo largo de la historia 
discursos diferentes sobre la locura con prácticas de encierro, exclusión, mostrando que las 
concepciones de la locura van cambiando y todo el aparato que hay detrás de ellas. Ejemplo de 
ello es la llamada Stultifera Navis, la cual se convierte en un objeto nuevo que aparece durante el 
Renacimiento. Los locos vagan en él a la deriva al ser expulsados de las ciudades. El loco tiene 
una función de amenaza durante el siglo XV, pues se inaugura con él la muestra de la sinrazón en 
el mundo, la pequeñez humana, recuerda el tema de la muerte y es una muestra alegórica de carne 
y hueso que dibuja el final seguro de cada individuo. 
Los elementos están ahora invertidos. Ya no es el fin de los tiempos y del mundo lo que 
retrospectivamente mostrará que los hombres estaban locos al no preocuparse de ello; es 
25 
 
el ascenso de la locura, su sorda invasión, la que indica que el mundo está próximo a su 
última catástrofe, que la demencia humana llama y hace necesaria (Foucault, 2015, p. 34). 
La demencia es un cuerpo caminante que va mostrando sus pensamientos a los razonables 
hombres de la modernidad. Lo que no dan cuenta es que dicha demencia es la señal de que el 
mundo llegará a su final. Ya lo ha retratado Ingmar Bergman hacia 1957 en su Séptimo sello. La 
locura es una sombra oscura que recorre toda Europa y que en la medida en que avanza lo único 
que deja son cuerpos inmóviles, que se reúnen con la muerte para danzar una y otra vez. No sólo 
es la demencia, es la experiencia de la locura la que está vinculada también con ese saber oscuro. 
Continuemos distinguiendo cómo la locura es separada de la sociedad y cuáles son sus 
motivos. En el mundo literario, la locura es una sátira moral: presunción (pues el loco se da 
atributos que no posee bajo ninguna circunstancia), castigo (su sinrazón sobreviene por los 
excesos de la pasión) y verdad, pues cumple una doble mentira. Su mundo es así considerado 
como ilusión, un mundo conocido y poco a poco menos temible. Con el paso de los siglos, 
cambia su panorama amenazador. Entonces desciende del barco, es tomado entre brazos y, como 
un niño pequeño, es llevado y abandonado nuevamente a su suerte en otro lugar al que llamaron 
hospital. El loco así es retenido en el mundo y encerrado durante el siglo XVII. Ocurre entonces 
lo que Foucault (1976) titula: El gran encierro. 
Durante el gran encierro, Foucault (1976) narra que la locura nuevamente es silenciada y 
es durante el siglo XVII cuando se crean grandes internados. Entre pobres, desocupados, mozos 
de correccional y otros, el loco se entremezcla. Curioso es el caso del ya mencionado Hospital 
General en París, pues no tiene relación alguna con lo médico. Se convierte en una instancia 
únicamente de orden burgués y monárquico, vinculado a la justicia. Estas instituciones de 
26 
 
encierro van apareciendo por toda Europa durante esta época y la práctica de encierro se 
generaliza. Aparece también la condena hacia la ociosidad y no por criterios de curación, sino 
como imperativos del trabajo. Su patria, su suelo, se convierte en el confinamiento y se incluyen 
también los desocupados y mendigos, con la novedad de que se extraerá de ellos trabajo 
productivo. Disimulando su miseria social, se aprovecha como mano de obra. Podemos ver 
claramente que el criterio de trabajo y ociosidad justifica el espacio de la reclusión. 
Podemos articular entonces que los locos también son identificados con la ociosidad y ello 
trae su inutilidad social. Foucault (1976) distingue una trascendencia ética a partir de estas dos 
características. También habla de un criterio moral el que anima dicha condena, pues el taller de 
trabajo forzado se convierte en la institución moral que se encarga de brindar castigo. Este 
criterio de productividad desaparece a lo largo del siglo XVII y deja al descubierto un carácter 
represivo de estas instituciones de encierro: administra el comercio y la economía. 
Hasta este punto, la locura es percibida en relación con la pobreza, su incapacidad para 
trabajar y la falta de valores éticos. El criterio de exclusión claramente es la razón y la moral; 
ellas fundamentan la práctica del confinamiento. Si pudiéramos afirmar que la locura tiene un 
grado de libertad antes de la Edad Media, podemos decir que finaliza entre cuatro paredes. 
Foucault y los insensatos 
La sinrazón tiene muchos rostros, entre ellos se encuentran los licenciosos (sinónimo de 
vicioso), blasfemos, libertinos, criminales y alienados, los cuales son encerrados en un espacio 
correccional. Sin embargo, hay una clase en específico que es diferenciado de todo este aparato 
27 
 
que configura lo que no va acorde con la razón, estos son los insensatos. Se convierten así en un 
espectáculo público con visitas organizadas: 
Puede verse cómo la experiencia de la locura que se expresa en la práctica del 
internamiento, y que sin duda se forma también a través de ella, es ajena a la que, desde el 
derecho romano de los juristas del siglo XVIII, se encuentra formulada en la conciencia 
jurídica. Para los hombres del derecho, la locura atañe esencialmente a la razón, alterando 
así a la voluntad, al hacerla inocente: “Locura o extravagancia, es alienación de espíritu, 
desarreglo de la razón que nos impide distinguir lo verdadero de lo falso y que, por una 
agitación continua del espíritu, pone a quien está afectado fuera de la capacidad de poder 
dar algún consentimiento (Foucault, 1976, p. 221). 
De toda la población que se encuentra en la sinrazón, la cual es encerrada en secreto y 
vergüenza, ahora se hace una excepción con los locos y son mostrados. Se señala y marca como 
escándalo más que como enfermedad. Como una especie extraña de ser vivo son mirados, 
cosificados y se quiebra su grado de humanidad. Foucault (1976) comenta que la locura es 
marcada durante el siglo XVIII bajo un criterio de animalidad. Ahora el loco no es un enfermo, es 
un animal salvaje. Bajo ese criterio, el embrutecimiento y la actividad de la doma (la cual es una 
actividad para domar y domesticar animales de ganado) se convierten en los métodos para su 
dominación. Aquí aparecen las prácticas de castigo dentro de los internados: latigazos, 
encadenamientos, palizas, maltratos de cualquier índole que son justificados por la mencionada 
animalidad de la locura. 
Con estos castigos también se trabaja la cuestión moral, pues se utilizan a las diferentes 
formas de la locura como aquellos seres en quienes pueden convertirse aquellos que no sigan una 
28 
 
vida correcta desde el punto de vista de la cristiandad. Finalmente, observamos que el loco es 
culpable de su propia condición no humana y su caída en lo animal. Se termina de configurar un 
tablero de la racionalidad donde aquello que no pertenece a lo moral y correcto queda excluido de 
la sociedad en primer lugar, para luego ser recluido en el asilo en donde se castiga. 
Después de esta breve reconstrucción, podemos definir cómo está planteando la cuestión 
del poder en Foucault.
Nuestro filósofo da cuenta de que el poder es un ejercicio discursivo que 
va desde un sujeto o grupo de individuos que tienen una cualidad de reconocer algo del mundo, 
como las instituciones, grupos sociales amplios, en correccionales u hospitales, entre otros; y 
ellos someten dicho discurso(s) hacia un sector de la población. En este caso, el sector que trabaja 
Foucault son los llamados locos. Asimismo, podemos distinguir que entre el abanico de 
población en general al cual se está remitiendo se incluyen aquellos individuos que no realizan 
una función en la sociedad o que han cometido crímenes. 
El tipo de poder que se aplica cumple con la característica de poder vertical. Éste trabaja a 
partir de jerarquías donde hay una figura de autoridad o superior que ejecuta acciones sobre 
alguien que se encuentra en una situación desfavorable. Entre las características que tiene aquél 
que ejerce el poder encontramos una alta condición económica (por ejemplo, el rey), posición 
social superior (un soldado, a diferencia de un preso, por ejemplo), o institucional (como el caso 
de un sacerdote y un individuo quien le confiesa sus pecados). Según la Historia de la locura, 
este poder ha ido variando en cuanto a técnicas, pero su fin es explícito: represión, prohibición y 
exclusión de los individuos que no cumplen con ciertas características dentro de una población. 
Posteriormente son enviados a espacios diferentes o encarcelados. Las estructuras como vimos 
cambian. Inicialmente es la nave de los locos, posteriormente se realiza el gran encierro bajo la 
apariencia de hospitales, después de ello se les apresa y castiga de forma violenta para que 
29 
 
finalmente cambie esta estructura y finalice con hospitales psiquiátricos que trabajan bajo un 
discurso científico, el cual avala la condición biológica de un individuo a través de un 
diagnóstico. 
Como veremos, Foucault articula el nombre de poder soberano a este tipo de ejecución. 
Sin embargo, es necesario reconocer estas primeras formas de ejercicio del poder, pues con el 
paso de los años el pensador realiza una serie de definiciones sobre el poder que irán cambiando 
desde su forma de aplicación hasta los individuos que se convierten en víctimas del poder. 
Mostraré a continuación la versión del poder horizontal, la cual será el objeto de esta 
investigación. 
Precisiones sobre el método arqueológico y genealógico 
Para Foucault, el hecho de hablar del concepto de dispositivo conlleva un análisis sobre los tipos 
de métodos que ha utilizado a la hora de escribir. Así, gracias al apartado que nos ofrece Edgardo 
Castro en su Vocabulario de Michel Foucault (2004) encontramos dos tipos de uso muy distinto 
que parten desde una concepción arqueológica y otra genealógica. Según Castro (2004), el 
pensamiento del filósofo en sus obras Las palabras y las cosas (publicado en 1966), y La 
arqueología del saber (publicado hacia 1969) tienen como método la concepción arqueológica, 
mientras que Vigilar y castigar (del que dijimos es publicado en 1975), así como La voluntad de 
saber (nombre de su Historia de la sexualidad I, publicación de 1976) son obras que mantienen 
una estructura genealógica. Ahora, que un par de obras se dediquen a la arqueología y el otro para 
la genealogía, ¿qué importancia tienen en esta investigación? Pues bien, el primer par tiene como 
características la descripción de la episteme; esto es, poder estructurar una teoría del 
conocimiento y los problemas metodológicos que dicha teoría implica. El segundo par (al cual 
30 
 
me referiré en esta investigación) realiza una descripción puntual del concepto de dispositivo y 
sus usos: dispositivo disciplinario, dispositivo de sexualidad. Relacionándolo con lo anterior, la 
teoría del conocimiento (episteme) es el objeto de la descripción arqueológica, mientras que el 
dispositivo se articula como objeto de descripción genealógica. 
Retomando a Castro citando a Foucault (2004), ambas perspectivas planteadas y su objeto 
de análisis responden a las dificultades descriptivas de la arqueología y, con ello, una 
introducción del análisis del poder. La arqueología le permite describir discursos de diferentes 
teorías del conocimiento como el periodo moderno, clásico o renacentista, por ejemplo. Pero 
siempre encerrada en lo discursivo; no tenía la capacidad de describir los cambios, sino 
únicamente sus resultados. El trabajo del análisis del poder le brinda la relación entre lo 
discursivo y no discursivo. Finalmente, a esta necesidad responde el concepto de dispositivo 
como el mencionado objeto de la descripción genealógica. 
Las funciones del concepto de dispositivo 
Foucault articula a lo largo de sus obras que el concepto de dispositivo está ligado a la disciplina, 
encarcelamiento, poder y como palabra que los reúne a todos: control. De lo anterior se articulan 
conceptos como: dispositivos disciplinarios, dispositivo carcelario, dispositivos de poder, 
dispositivos de saber, dispositivo de sexualidad, dispositivo de alianza, dispositivo de 
subjetividad, dispositivo de verdad, etc. 
Delimitando el concepto a partir de su s Dits et écrits III (1994) (Dichos y escritos III), 
podemos encontrar que cumple las siguientes características: 
a) El dispositivo es una red de relaciones que puede ser establecida entre elementos 
heterogéneos, a saber: enunciados científicos, condiciones administrativas, arquitectura, 
31 
 
discursos, leyes, reglamentos, instituciones, proposiciones morales, filosóficas, lo dicho y no 
dicho. 
b) El dispositivo corresponde a una formación que en un momento determinado ha tenido 
la función y objetivo de responder a una urgencia o necesidad. El dispositivo tiene una función 
estratégica. Por ejemplo, la reabsorción de una masa de población flotante que era excesiva para 
una economía mercantilista (hay que rescatar que este imperativo estratégico jugó como 
dispositivo que se convirtió poco a poco en el control de la locura, enfermedad mental, neurosis). 
c) El dispositivo establece la naturaleza entre la unión que se puede presentar entre 
elementos heterogéneos. Así, el discurso puede aparecer como programa de una institución, como 
un elemento que puede justificar u ocultar una práctica o, bien, funcionar como una 
interpretación de esta práctica para ofrecerle un campo nuevo de racionalidad. 
d) Además de definirse por la estructura de elementos heterogéneos, un dispositivo se 
define por su génesis. Foucault distingue al respecto dos momentos esenciales: un primer 
momento del predominio del objetivo estratégico; un segundo momento de la constitución del 
dispositivo propiamente dicho. 
e) El dispositivo, una vez constituido, permanece tal en la medida en que tiene lugar un 
proceso de sobre determinación funcional: cada efecto, positivo o negativo, querido o no-querido, 
entra en resonancia o contradicción con los otros y exige un reajuste. Un ejemplo es el caso de la 
prisión. El sistema carcelario produjo un efecto que no estaba previsto de antemano, ni tiene nada 
que ver con la astucia estratégica de un sujeto histórico que lo habría planificado. Este efecto fue 
la constitución de un medio delincuente diferente de las ilegalidades del siglo XVIII. La prisión 
sirvió como filtro, concentración y profesionalización del medio delincuente. Pero a partir de 
32 
 
1830 asistimos a una reutilización de este efecto involuntario y negativo; el medio delincuente es 
utilizado para fines políticos y económicos diversos (por ejemplo, la organización de la 
prostitución) (Foucault, 1994). 
Los intelectuales y el dispositivo: la lectura de Deleuze y Agamben 
Como comentadores de Foucault, partiré ahora de las definiciones que nos ofrecen intelectuales 
en la obra de nuestro pensador francés. Para poder distinguir la función de dispositivo en 
Foucault, parto en primer caso de la distinción que realiza Guilles Deleuze (1990) en su ensayo 
¿Qué es un dispositivo?
Según Deleuze, la filosofía de Foucault se encuentra analizando 
dispositivos concretos, con una historicidad en tiempos y áreas geográficas bien determinadas. 
Por esa razón, Deleuze piensa el concepto de forma abstracta, esto es, desde sus caracteres 
diferenciales. 
Deleuze lo define como una máquina para hacer ver y hacer hablar. Esta máquina 
funciona acoplada a lo que hemos mencionado: regímenes históricos y áreas geográficas 
específicas de enunciación y visibilidad. Estos regímenes van distribuyendo lo invisible y visible, 
aquello enunciable y no enunciable al hacer nacer o desaparecer el objeto que no existe fuera de 
ellos. Así, por ejemplo, la prisión se convierte en una enorme máquina de óptica que observa sin 
ser visto. Esta función no se encuentra necesariamente relacionada con otros dispositivos, sino 
que tienen su funcionamiento individual. Así los movimientos sociales, discursos científicos, 
estado de derecho se diferencian de los anteriores, pues ellos se encargan de enunciar lo visible. 
Una segunda característica de los dispositivos es su grado de inteligibilidad. Esta depende 
de su inscripción en un determinado régimen u orden que se reproduce. Esta reproducción nos 
remite a las nociones de relaciones sociales de saber/poder y al campo de relaciones de fuerzas 
33 
 
que las constituye. El dispositivo implica para Deleuze (1990) líneas de fuerzas que van de un 
punto singular al otro formando una trama, una red de poder, saber y subjetividad. El dispositivo 
produce subjetividad, pero no de cualquier clase. Por ejemplo, la ciudad ateniense, pues designa 
la invención de una subjetivación; ésta está dada una línea de fuerzas que pasa por la rivalidad 
entre hombres libres definiendo quiénes son hombres libres y cómo deben organizarse las 
relaciones entre ellos. Los hombres que dan cuenta de la ciudad ateniense, pensaría Deleuze, son 
el dispositivo. 
Por otro lado, el pensador italiano Giorgio Agamben (2006) también nos ofrece una 
concepción de dispositivo. Dicha concepción está relacionada con la idea de positividad, la cual 
es un conjunto de creencias, reglas o rituales que se encuentren en una sociedad específica en un 
momento histórico definido. Todas estas ideas son impuestas a los individuos desde lo exterior. 
Basándose en una lectura hegeliana, Agamben propone que la cualidad de positividad está 
relacionada con los sentimientos que son impresos en las almas de los individuos mediante 
coacción y comportamientos asociados, los cuales son resultado de una relación de mando y 
obediencia, y que son cumplidos sin un interés directo de por medio. Según Agamben (2006), el 
objetivo de Foucault al referirse a dispositivos, no es el de reconciliar historia y razón, sino 
investigar los modos concretos en que dichas positividades o dispositivos actúan en las 
relaciones, mecanismos y juegos de poder. 
¿Qué es un dispositivo para Agamben? Es un objeto o cosa que tenga la capacidad de 
aprehender, orientar, determinar, modelar, interceptar, controlar y asegurar que acciones, gestos, 
opiniones y discursos de seres vivos sean establecidos y reproducidos. Como veremos, ello trae 
como conclusión que no solo las prisiones, panóptico, manicomio, escuelas, el ejercicio de la 
confesión, fabricas o disciplinas se convierten en dispositivos que aseguren la repetición de ideas 
34 
 
o acciones, sino que objetos pequeños pero cercanos a los individuos puedan cumplir la misma 
función. Aparece la escritura, internet, teléfono celular, computadoras, radio, televisión e 
inclusive el lenguaje mismo como dispositivos, sólo que no en sí mismos, sino en tanto que 
conforman o forman parte de una red amplia de saber/poder. Así definido, un dispositivo es un 
mecanismo que produce distintas posiciones de sujetos precisamente por esa disposición en red: 
el individuo puede convertirse en un lugar donde acontecen todo un conjunto procesos de 
subjetividad. 
Lo último que nos falta por agregar es que Agamben (2006) plantea que no existen por un 
lado individuos y por otro dispositivos, sino que hay un tercer elemento fundamental para 
entender los procesos de subjetivación, control e individuación. A esta característica la denomina 
“el cuerpo a cuerpo entre individuo y dispositivos” (Agamben, 2006a, p. 11). El sujeto es 
entonces lo que resulta de la relación entre lo humano y los dispositivos, ya que éstos existen sólo 
en la medida en que subjetivan y no hay proceso de subjetivación sin que sus efectos produzcan 
una identidad y a la vez una sujeción de poder externo. Ello trae como conclusión que cada vez 
que un individuo asume una identidad, dicha identidad también queda subyugada. Finalmente, 
Agamben (2006) plantea el problema de nuestra actualidad, el cual consiste en que los 
dispositivos tanto subjetivan como producen procesos de de-subjetivación, los cuales consisten la 
negación de un sujeto que ha sido creado. 
Escuchar la orden del autor: la función del discurso en Foucault 
Foucault (1992) en su obra publicada hacia 1970 El orden del discurso, nos ofrece un análisis 
acerca de la génesis de los discursos, sus autores y cómo estos gestan verdad. Según el pensador 
francés, todo discurso responde a un conjunto de procedimientos que diferentes dispositivos 
35 
 
utilizan para generar poder en quienes les escuchen. Pero no corramos demasiado sin haber dado 
un primer paso, a saber: ¿Qué entiende Foucault por discurso? 
En este breve pero contundente artículo, Foucault (1992) narra cómo las sociedades 
producen los ya mencionados discursos. Sin embargo, estos discursos se encuentran controlados, 
seleccionados y redistribuidos por todo un conjunto de procedimientos que tienen como objetivo 
evitar el peligro y, por el contrario, dominar el acontecimiento aleatorio y “esquivar su pesada y 
temible materialidad” (Foucault, 1992, p. 12). 
Foucault caracteriza a su sociedad contemporánea como aquella que utiliza 
procedimientos de exclusión. Según el pensador, el más evidente y común es lo prohibido. Así, 
sabemos que no tenemos derecho a decirlo todo, que no se puede hablar de todo en una cierta 
circunstancia y que, en fin, no se puede hablar de cualquier cosa. 
Para poder trabajar con el concepto de discurso, en primer caso es necesario abordar la 
idea de verdad dentro de un discurso. Posteriormente pasaré a definir cómo se construye dicho 
discurso. Según Foucault (1992), la verdad depende del saber y este saber tiene como cuerpo el 
discurso. Formalmente, el discurso está constituido por proposiciones que contienen también una 
distinción entre lo falso y verdadero; los cuales no son ni arbitrarios, ni modificables, ni 
institucionales y tampoco violentos. Sin embargo, si nos planteamos desde otro punto de 
observación, es decir, si se plantea la cuestión de saber cuál ha sido y cuál es la verdad que ha 
atravesado siglos de historia o, bien, cuál es el tipo de separación que rige nuestro saber, daremos 
cuenta según Foucault (1992) que se va dibujando un sistema amplio de exclusión. Este consiste 
en un sistema histórico modificable e institucionalmente coactivo, obligatorio. 
36 
 
Una vez establecido lo anterior, Foucault (1992) parte del concepto de comentario, el cual 
es una construcción previa del discurso. Dicho concepto lo define como aquellas ideas 
expresadas de forma individual gracias a un complejo aparato físico que permite compartir 
pensamientos. La idea de comentario está relacionada con el entorno en que el individuo está 
inmerso. Una vez que los comentarios se enuncian de forma social, se construyen relatos. Éstos 
se convierten en descripciones o narraciones conocidas por un número amplio de individuos y 
comparten, o no, una cualidad de verdadero en el entorno. Aquí Foucault (1992) se pregunta si 
hay sociedades en las que no existan relatos que se cuenten, repitan o cambien. Sin embargo, 
asumiendo la existencia de dichos relatos, su configuración
parte de fórmulas, textos, 
conjunciones que recitan circunstancias determinadas. Algunos de estos relatos se mantienen 
porque esconden secretos o riquezas, y únicamente los que garantizan la consecución de un saber, 
se mantendrán. 
A lo anterior, hay que agregar la relación que establece el concepto de deseo con el 
discurso. Según el filósofo (1992), el deseo entra en un orden azaroso del discurso, pues tiene la 
cualidad de ser tajante y decisivo. Su relación es tan estrecha porque expresa necesidades e 
impulsos más profundos de quien emite dicho discurso. El deseo cosifica y da cuenta de verdades 
hacia la población. Un punto más amplio es que en la medida en que deseo, verdad y discurso se 
funden, estamos de acuerdo en que generan un impacto en quienes le escuchan (sin importar si 
cumplen o no, dichas reglas o establecimientos del discurso). Sin embargo, cuando el discurso es 
institucionalizado, esas reglas o normas tienen un alcance más amplio y pueden ser utilizados, 
por ejemplo, para establecer criterios de acción. Foucault escribe: 
El deseo dice: «No querría tener que entrar yo mismo en este orden azaroso del discurso; 
no querría tener relación con cuanto hay en él de tajante y decisivo; querría que me 
37 
 
rodeara como una transparencia apacible, profunda, indefinidamente abierta, en la que 
otros responderían a mi espera, y de la que brotarían las verdades, una a una; yo no 
tendría más que dejarme arrastrar, en él y por él, como algo abandonado, flotante y 
dichoso». Y la institución responde: «No hay por qué tener miedo de empezar; todos 
estamos aquí para mostrarte que el discurso está en el orden de las leyes, que desde hace 
mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha preparado un lugar que le honra pero 
que le desarma, y que, si consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros 
de quien lo obtiene» (Foucault, 1992, p. 12). 
Antes de continuar con la función institucional, es importante mencionar que la primera 
etapa del discurso, correspondiente a los relatos, se convierten éstos en discursos en la medida en 
que son repetidos. Su segundo consiste en adquirir una cualidad de saber y verdad. Verdad, que 
está relacionada con la funcionalidad de determinado discurso. Por ejemplo, cualidades naturales 
en el mundo que les rodea. Realizado lo anterior, se establecen criterios de diferencia entre los 
discursos, por ejemplo, los textos religiosos, jurídicos, políticos, filosóficos. Foucault escribe: 
En resumen, puede sospecharse que hay regularmente en las sociedades una especie de 
nivelación entre discursos: los discursos que «se dicen» en el curso de los días y de las 
conversaciones, y que desaparecen con el acto mismo que los ha pronunciado; y los 
discursos que están en el origen de un cierto número de actos nuevos de palabras, en 
resumen, discursos que, indefinidamente, más allá de su formulación, son dichos, 
permanecen dichos, y están todavía por decir. Los conocemos en nuestro sistema de 
cultura: son los textos religiosos o jurídicos, son también esos textos curiosos, cuando se 
considera su estatuto, y que se llaman «literarios»; y también en una cierta medida los 
textos científicos (Foucault, 1992, p. 25). 
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Finalmente, en esta distinción, el concepto de autor es utilizado en Foucault (1992) como 
el individuo que delimita un discurso. Es un individuo no sólo que habla o que ha pronunciado y 
escrito un texto, también es el principio de agrupación del discurso. Unifica y da origen a sus 
significaciones a partir de coherencia. Su función como veremos, cambia con los años. En la 
Edad Media, el autor es un indicador de veracidad. Sus proposiciones vienen justificadas e 
inclusive le dan una valoración científica a su discurso. Por otro lado, desde el siglo XVII, su 
función se oscurece dentro del discurso científico y apenas funciona para dar el nombre a un 
teorema (Pitágoras), a un efecto (Doppler), o un síndrome (Tourette). Leamos al filósofo: 
Pero, en los terrenos en los que la atribución a un autor es indispensable —literatura, 
filosofía, ciencia—, se percibe que no juega siempre la misma función; en el orden del 
discurso científico, la atribución a un autor era, durante la Edad Media, un indicador de su 
veracidad (Foucault, 1992, p. 26). 
Hasta este punto podemos hacer una caracterización del discurso, a saber: que es aquello 
que un individuo puede realizar a partir de sus órganos. Con su lenguaje puede articular ideas, 
estas ideas se convierten en un pensamiento bien estructurado que, en la medida en que es 
manifestado hacia una sociedad, puede nombrar o señalar algo. Sin embargo, dada esta exclusión, 
ni todas las personas, ni todas las ideas pueden ser dichas. Foucault nos comparte ejemplos: 
“Resaltaré únicamente que, en nuestros días, las regiones en las que la malla está más apretada, 
en la que se multiplican los compartimentos negros, son las regiones de la sexualidad y las de la 
política” (Foucault, 1992, p. 12). 
Continuemos rodeando el concepto de discurso. Hemos dicho que prohibiciones recaen 
sobre los discursos, pero ¿cuáles son las razones por las cuales se busca una negación, exclusión? 
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A este punto Foucault responde que es gracias a su vinculación con el ya mencionado deseo y el 
poder. Lo anterior está dado gracias a que el discurso no solo muestra lo que manifiestan los 
deseos, se convierte también en el objeto mismo del deseo. El discurso no es simplemente 
aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que se lucha. 
Foucault finaliza este pasaje: “aquel poder del que quiere uno adueñarse” (Foucault, 1992, p. 12). 
Gracias a este último pasaje, a nuestra definición anterior podemos agregar que el discurso 
mismo es una herramienta del poder del cual los individuos queremos adueñarnos. 
Retomemos ahora ciertos pasajes históricos clave donde el discurso adquiere su función 
vital de saber y verdad. Para Foucault (1992), los poetas griegos del siglo VI configuran el 
discurso en su cualidad de verdadero gracias a su cualidad de intensidad y valoriza el sentido de 
la palabra. El discurso así genera respeto y terror, es aquél al que el individuo se somete, pues 
dicho discurso reina. ¿Quién lo pronuncia? Aquél quien tiene el derecho. Dicha figura decidía 
con el discurso la justicia y atribuye a cada uno su parte. No sólo anuncia lo que va a pasar, sino 
que contribuye a su realización y arrastra consigo la adhesión de los hombres para engarzarlos 
con el destino. 
Un siglo más tarde el discurso cambia su función, la verdad superior no reside más en lo 
que el discurso es o lo que hacía, sino que reside en lo que decía: 
Llegó un día en que la verdad se desplazó del acto ritualizado, eficaz y justo, de 
enunciación, hacia el enunciado mismo: hacia su sentido, su forma, su objeto, su relación 
con su referencia. Entre Hesíodo y Platón se establece una cierta separación, disociando el 
discurso verdadero y el discurso falso; separación nueva, ya que en lo sucesivo el discurso 
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verdadero no será más el discurso precioso y deseable, ya que no será más el discurso 
ligado al ejercicio del poder. El sofista ha sido expulsado (Foucault, 1992, p.17). 
Ahora, desde esta arqueología que Foucault construye y narra en su Historia de la locura 
en la época clásica (2015), se da cuenta que la figura del loco adquiere vital importancia en 
cuanto a discurso se refiere, ya que éste no puede hacer circular lo que dice como los otros 
individuos. Así, se convierte en una individualidad excluida: 
Llega a suceder que su palabra es considerada como nula y sin valor, no conteniendo ni 
verdad ni importancia, no pudiendo testimoniar ante la justicia, no pudiendo autentificar 
una partida o un contrato, no pudiendo ni siquiera, en el sacrificio de la misa, permitir la 
transubstanciación y hacer del pan un cuerpo; en cambio suele ocurrir también que se le 
confiere,
opuestamente a cualquier otra, extraños poderes, como el de enunciar una 
verdad oculta, el de predecir el porvenir, el de ver en su plena ingenuidad lo que la 
sabiduría de los otros no puede percibir (Foucault, 1992, p. 13). 
Así, durante los siglos XVI y XVII es como aparece una voluntad de saber que comienza 
a dibujar planes de objetos posibles, observables, medibles, clasificables. Esta voluntad de saber 
impone al sujeto una cierta posición, una forma de mirar y una función: “ver más que leer, 
verificar más que comentar” (Foucault, 1992, p.18). Esta voluntad de saber prescribe de un modo 
general el nivel técnico del que los conocimientos deberían otorgar para ser verificables y útiles. 
Durante estos siglos, por ejemplo, El gran encierro (Foucault, 1976) se convierte en una 
separación entre la razón y la locura. Se da una separación entre la norma y lo no ajustado. 
Asimismo, se registra el número de individuos que ingresan a hospitales: vagabundos, ociosos, 
enfermos configuran un aparato que con los siglos se va afinando. Poco a poco el discurso 
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religioso y científico se relacionan para señalar, cosificar y aislar todos los discursos que no estén 
acordes con la norma social. 
Por otro lado, hacia finales del siglo XVIII el discurso cambia su función como 
generadora de saber. Al médico se le ocurre la idea de querer saber lo que se dice y más 
específicamente: ¿Cómo se dice?, ¿por qué se dice? La escucha se ejerce hacia la población, 
siempre manteniendo un cierto reposo. Se escucha el discurso porque se encuentra revestido por 
el deseo y, nuevamente, se le supone cargado de terribles males y poderes. Foucault expresa: “Si 
bien es necesario el silencio de la razón para curar los monstruos, basta que el silencio esté alerta 
para que la separación permanezca” (Foucault, 1992, p.15). 
Así establecido el criterio de verdad desde siglos anteriores, Foucault (1992) relata que 
durante el siglo XIX no hay ya una conexión con la cultura clásica. A saber, la voluntad de 
verdad no coincide en sus formas, objetos a los que se dirige, ni las técnicas en las que se apoya. 
Ahora, esta condición de verdad, como los sistemas de exclusión, se encuentran apoyados en un 
soporte institucional. Este soporte se refuerza y acompaña por una densa serie de prácticas donde 
la pedagogía lo encabeza, el sistema de libros, edición, bibliotecas, sociedades de sabios, 
laboratorios actuales. A las anteriores se agrega la forma que tiene el saber de colocarse en 
práctica dentro de la sociedad, así los discursos se valorizan, distribuyen, reparten y se atribuyen. 
Foucault (1992) advierte que, si el discurso adquiere un carácter de verdad y saber, así 
como su relación con aparatos institucionales, la parte del derecho toma poco a poco su función 
como normalizadora, pues establece cimientos, justificaciones bajo una teoría del derecho. Con 
ello se establecen castigos de corte jurídico. Pero no sólo es el derecho, durante el siglo XIX el 
saber sociológico, psicológico, médico y psiquiátrico formalizan la unión de disciplinas para 
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neutralizar el discurso libre y más bien, autorizarlo después de un largo proceso de revisión que 
finaliza en su normalización como discurso verdadero. 
Con esta revisión histórica, podemos entonces visibilizar las tres formas de exclusión que 
afectan al discurso: la palabra prohibida, separación de la locura y voluntad de verdad, así como 
la institucionalización de los discursos. Finalmente, sobre este punto Foucault (1992) afirma que 
existen muchos otros procedimientos de control y delimitación del discurso que funcionan como 
sistemas de exclusión. Como veremos en su Microfísica del poder (publicación de 1978), existen 
relaciones en la sociedad que poco a poco van delimitando lo que es verdadero, por ejemplo, en 
la relación entre padres e hijos, profesores y alumnos, etc. 
La definición foucaultiana de poder en la Historia de la sexualidad 
Para comprender el concepto de poder en Michel Foucault, me remitiré a la última parte de la 
obra del pensador francés, es decir, la que va desde Vigilar y castigar hasta su Historia de la 
sexualidad I y realizar con ello una recopilación, análisis y sistematización del concepto. Con 
base en el mismo, me permitiré especificar el concepto de poder disciplinario. 
En su Historia de la sexualidad I Foucault articula ideas relacionadas al concepto. En un 
primer caso, su método consiste en caracterizar lo que no es el poder. Así delimita: 
Por poder no quiero decir “el Poder”, como conjunto de instituciones y aparatos que 
garantizan la sujeción de los ciudadanos en un Estado determinado. Tampoco indico un 
modo de sujeción que, por oposición a la violencia, tendría la forma de regla. Finalmente, 
no entiendo por poder un sistema general de dominación ejercida por un elemento o un 
grupo sobre otro, y cuyos efectos, merced a sucesivas derivaciones, atravesarían el cuerpo 
social entero (Foucault, 2011, p. 86). 
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 De aquí desprendemos que el poder: 
1) No es una institución o aparato que domine la voluntad de los ciudadanos en un espacio 
determinado. 
2) Esta sujeción no se establece como regla; es decir, no se normaliza en la sociedad. 
3) El poder no es un sistema de dominación que se da por un grupo o individuo sobre 
otro(s). 
 Ahora bien, Foucault (2011) una vez que ha hecho la señalización sobre qué no es, afirma 
lo que sí debe entenderse por poder. De éste afirma que para hablar del poder primero: 
a) Debe comprenderse la multiplicidad de las relaciones de fuerza. 
b) Comprender el campo en el que se ejercen. 
c) La organización que ambas características brindan. 
 Aparece también el juego que por medio de luchas y enfrentamientos transforma, 
refuerza, e invierte la misma condición. Foucault (2011) señala: 
(…) Los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo 
que formen cadena o sistema, o, al contrario, los desniveles, las contradicciones que aíslan 
a unas de otras, las estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general 
o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la 
ley, en las hegemonías sociales (Foucault, 2011, p. 87). 
 Asimismo, el pensador francés distingue una cualidad fundamental: su omnipresencia. 
Según Foucault (2011), en el primer volumen de su Historia de la sexualidad, el poder se 
produce a cada instante y se manifiesta en toda relación de un punto hacia otro, un individuo 
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hacia otro. Se encuentra en todas partes y viene de todas partes. Asimismo, el poder es un efecto 
de conjunto que se articula a partir de movimiento, un movimiento encadenado que llega a fijar 
dichas partes que le componen. 
 El poder no es una institución, tampoco una estructura ni una cualidad de potencia de la 
que algunos individuos están dotados: “poder es el nombre que se presta a una situación 
estratégica compleja en una sociedad dada” (Foucault, 2011, p. 87). 
 En sus siguientes líneas, Foucault nos apoya con una serie de proposiciones para llegar a 
entender el poder: 
 a) El poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o se 
deje escapar; el poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de relaciones 
móviles no igualitarias (Foucault, 2011). 
 b) Las relaciones de poder no se encuentran en posición de exterioridad respecto de 
otros tipos de relaciones; por ejemplo: las relaciones económicas, conocimiento, relaciones 
sexuales. Estas últimas son inmanentes y constituyen los efectos inmediatos de las desigualdades 
y desequilibrios que se producen. Finalmente, las relaciones de poder no se hallan en posición de 
superestructura, con un simple papel de prohibición o reconducción; desempeñan allí donde 
actúan un papel directamente productor (Foucault, 2011). 
 c) El poder viene de abajo, no hay en

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