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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS Facultad de Filosofía y Letras EL CIEGO ESPACIO DE LA VOZ La construcción del espacio en el radioteatro de Severo Sarduy T E S I S que para optar por el grado de MAESTRÍA EN LETRAS (LETRAS LATINOAMERICANAS) presenta JUDITH NAVARRO SALAZAR Asesor: ALEJANDRO GONZÁLEZ ACOSTA UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. CONTENIDO Introducción 4 Capítulo I. ¿Ver con el oído?: el espacio en el radioteatro 10 I.I. Elementos de representación en el radioteatro 12 I.II. La radio: origen y funciones 13 I.III. Orígenes del radioteatro 15 I.IV. Puesta en escena y puesta en antena 17 I.V. Representación sonora 19 Capítulo II. Severo Sarduy 23 II.I. Datos biográficos 23 II.II. La producción artística 27 II.III. Relación con el radioteatro 33 Capítulo III. El espacio neobarroco 36 III.I. Espacio medieval, renacentista y barroco 37 III.II. Estética neobarroca 43 III.III. Barroco y neobarroco 44 III.IV. Neobarroco como método de lectura 47 III.V. El espacio y el tiempo en la obra sarduyana 52 III.VI. El vacío central 53 Capítulo IV. Análisis 60 IV.I. Caleidoscopio: La playa 60 IV.I.I. La obra 61 IV.I.II. Análisis del espacio: caleidoscopio 66 IV.II. Paréntesis: La caída 69 IV.II.I. La obra 71 IV.II.II. Análisis del espacio: paréntesis 72 IV.III. Espejo: Relato 78 IV.III.I. La obra 83 IV.III.II. Análisis del sonido: silencio 83 IV.III.III. Análisis del espacio: cuadros 84 IV.III.III.I. Relación espacio–tiempo 88 IV.IV. Galaxias: Los matadores de hormigas 89 IV.IV.I. La obra 90 IV.IV.II. Interpretación 92 IV.IV.III. Análisis del espacio: galaxias 96 IV.V. Biombo: Tanka 101 IV.V.I. La obra 102 IV.V.II. Análisis del espacio: biombo 105 IV.VI. Matrioshka: Je vous écoute 108 IV.VI.I. La obra 108 IV.VI.II. Análisis del espacio: matrioshka 110 Conclusión. El espacio neobarroco en Severo Sarduy 112 Fuentes 124 Apéndice I. Imágenes de Relato 131 Apéndice II. El contexto histórico de Los matadores de hormigas 133 Apéndice III. La traducción de Je vous écoute 141 INTRODUCCIÓN Las obras teatrales de Beckett son y podrían seguir siendo guiones radiofónicos […] Este contestatario de la palabra sólo se expresa realmente por la palabra desnuda. Su público ideal es un hombre solitario y silencioso que cierra los ojos, se abstrae de cuanto le rodea y recibe de la nada, en la inmovilidad y la renuncia crítica, un postrer mensaje que le desnuda. LÉON THOORENS Aunque no ha sido un éxito editorial como los escritores del llamado boom, Severo Sarduy es considerado una figura clave de las letras latinoamericanas, pues dio al español una conciencia de sí mismo, una dimensión estilística inusitada en América Latina, revitalizando el barroco y relacionándolo con un concepto bautizado por él mismo como “cubanidad”. Gustavo Guerrero, uno de los editores de la Obra completa de Severo Sarduy para la Colección Archivos, describe el trabajo sarduyano como un vasto conjunto “donde se confunden la pintura china, las religiones orientales, el barroco y el neobarroco, la tradición mística española y hasta la teoría del Big Bang”,1 y creo que lo dice simplificando mucho el abanico de intereses que nutren la obra del cubano. Mi primera lectura de la obra de Severo Sarduy me hizo ver esta dimensión estilística neobarroca como un tipo de misterio impenetrable, que la hacía parecer una literatura para iniciados. Sin embargo, no pude considerarla como algo que no se comprende íntegramente y se hace a un lado; la comprensión se volvió un reto: el de la relectura, de la disposición a aceptar otras lógicas, otros órdenes, otras posibilidades de inteligibilidad de los textos. Y este reto se convirtió en un interés que me hizo emprender una 1 Guerrero, “La religión del vacío”, en Sarduy, Obra completa, p. 1691. investigación formal y metódica de la obra del cubano, que comienza en el estudio de su radioteatro, más específicamente: de la construcción y el funcionamiento de la dimensión espacial de las piezas que se inscriben en este género. Este trabajo de tesis partirá de un concepto del que hablaba al principio, y que está indisolublemente vinculado con la obra sarduyana: el neobarroco, cuya estética se relaciona con una larga serie de conceptos de muy distinta índole: barroco, retórica clásica y de la trasgresión, proliferación, teatralidad, ironía, dispersión, ambivalencia, despilfarro, parodia, artificio, enmascaramiento, distorsión, etcétera. El desarrollo de la investigación me permitirá ir estableciendo y/o clarificando tales relaciones; para, finalmente, asir una estética que propiciará una lectura más profunda de las obras de radioteatro de Severo Sarduy. La relación entre el movimiento barroco y el escritor cubano oscila entre el culto y la burla, entre el homenaje, la imitación y la sátira: eso es precisamente el neobarroco. Ha dicho Moulin Civil que “la obra entera de Severo Sarduy se construye a partir y alrededor del barroco, expandiéndose constantemente, tanto a nivel de su práctica novelesca como de su trabajo teórico”.2 Ahora mi objeto de estudio está limitado al análisis del espacio en la obra dramática sarduyana, compuesta por cinco obras escritas en español: La playa, La caída, Relato, Los matadores de hormigas y Tanka; y una en francés: Je vous écoute. Si bien Sarduy escribió otras obras para teatro, éstas son las únicas en cuya realización estuvo presente, asistió y tomó parte, e incluso llegó a introducir su voz. Algunas de las razones que influyeron en la limitación del corpus de esta investigación a la obra dramática de Sarduy son las siguientes: la primera, la voluntad de abarcar, de cierta manera, un “todo”, un conjunto íntegro de 2 Moulin Civil, “Invención y epifanía del neobarroco”, en Sarduy, Obra completa, p. 1651. textos relacionados entre sí por alguna característica común, que en este caso es el género. La segunda, que, a diferencia de la obra circunscrita en otros géneros literarios, sobre todo la novela, el teatro de Sarduy ha sido muy poco estudiado por la crítica; de hecho, los estudios literarios que pretenden hablar de la obra completa, proceden como si la (radio) dramaturgia no existiera; y, aunque hay una compañía teatral cubana que ha puesto en escena obras relacionadas con el trabajo de Sarduy, se dedica a adaptar sus novelas para tales fines, y no a la representación de los textos dramáticos. La hipótesis de la que parte esta investigación es la siguiente: Severo Sarduy elabora una teoría del neobarroco para propiciar una nueva lectura del arte latinoamericano, pero que al mismo tiempo se convierte en un “método” de escriturade sus propios textos. Ahora: esta misma teoría debería funcionar como una forma de lectura e interpretación de su misma obra; en este caso se aplicará a su producción dramática para analizar cómo se construye y cómo funciona el espacio en sus piezas de radioteatro; lo que permitirá comprender la estructura interna y el sentido general de cada una. Esta hipótesis comparte la idea de Françoise Moulin Civil, que relaciona a Sarduy con un “resurgimiento contemporáneo del barroco histórico como modelo operatorio para la lectura de ciertas obras modernas”. En el apartado correspondiente se explicará con detalle esta teoría–método de escritura–método de lectura, con base, principalmente, en la postura de Sarduy frente al concepto que estudio, que puede vislumbrarse mediante la lectura atenta de su producción literaria y de sus ensayos, sobre todo de Barroco3 y “El barroco y el neobarroco”.4 Regularmente al hablar de teatro se piensa en el hecho escénico, en la imagen y el sonido que percibiríamos al presenciarlo, y podríamos suponer que esto depende del encargado de la puesta en escena; sin embargo, dejando 3 Buenos Aires, Sudamericana, 1974 4 En C. Fernández Moreno, América Latina en su literatura, México Siglo XXI, 1972. de lado por ahora el proceso completo de dicho fenómeno escénico, diré que cada texto dramático ofrece cierta información que sirve como guía con respecto de la imaginación del receptor; y que tiene ante él una doble función: por un lado debe fomentarla para que vaya construyendo una atmósfera virtualmente tridimensional, para que conciba no sólo un espacio físico, sino una idea de la época, de la temperatura, de la iluminación, de los olores y de los sonidos; por otro lado, limitarla, en el caso de que el autor pretenda que el lector/espectador/oyente piense en un objeto, persona o lugar determinados, que se imagine tal ciudad y no otra, el rey de un país concreto, en lugar de un rey imaginario o cualquier otro rey, etcétera. En el caso de las obras de radioteatro, las estrategias para lograr esta concepción tienen un fundamento particular, pues en el momento de la escritura el autor está conciente de que la concreción de su obra se hará solamente con sonido. La estrategia de Severo Sarduy para construir la concepción del espacio está vinculada con el neobarroco; y entender este concepto nos hará comprender mejor la obra sarduyana. Como no hay una biografía amplia de Severo Sarduy, antes habrá que hacer una síntesis biográfica —tomando datos de sus textos autobiográficos, fichas curriculares, ensayos de sus amigos y conocidos, lectura de la edición de su correspondencia, y notas biográficas que hay en internet— que permita conocer generalidades de la vida y la situación en que escribió su obra: lugar de nacimiento, primeras influencias, grupos intelectuales a los que perteneció, etcétera. Por otro lado, habrá que hablar de la particularidad del medio concebido por el autor para la difusión de su obra dramática: la radio, pues éste es un elemento importante para la comprensión de los textos que pretendo analizar. En la antología que Gustavo Guerrero hace de textos sarduyanos dice: Dos décadas de estructuralismo y la casi diaria compañía de Roland Barthes aguzaron además una percepción atenta a la materialidad del signo verbal en sus más diversas manifestaciones. No es de extrañar así la intensa atracción que sentía por los mundos de la voz […] sabía que la voz también significa.5 El mismo Severo Sarduy, entre líneas, asume todos sus textos dramáticos como “textos vocales”, y habla de ellos en un pequeño artículo titulado “Soy una Juana de Arco electrónica, actual”, que cito ampliamente: De modo que escribo para radio. Además: me gano la vida como periodista radiofónico […] Pero no sólo las emisiones de radio sino todo lo que escribo se presta para la difusión, es esencialmente vocal […] Ahora bien, la escritura radiofónica es una consecuencia, el resultado de una escucha inicial. Pero se me podría preguntar: ¿Por qué la voz y no la imagen, por ejemplo? / La respuesta es muy simple: por motivos puramente eróticos, alabado sea Freud […] Una textura, una entonación, una rugosidad, un timbre, un deje: algo que une al cuerpo con otra cosa, que a la vez lo centra, lo motiva y lo transciende; algo que es como el doble del cuerpo y del que emite la voz en otra esfera, en una cámara de eco que es su espacio verdadero, su verdad. De allí que, para la radio y para mí mismo, he pasado años y años a la escucha de algunas voces, que mi escritura ha girado alrededor de ellas como un ciclón alrededor de un centro calmo, de rumores casi inescuchables, sin pájaros. / Mejor sería, casi, no nombrar esas voces. Para cada oyente ―y la palabra nunca estuvo mejor empleada […]― pudiera fantasmarlas, encarnarlas en el cuerpo que él quisiera. Mejor sería no anclarlas.6 Por lo tanto, será necesario estudiar cuáles son para Sarduy los elementos que determinan el neobarroco y cómo éstos funcionan en el teatro radiofónico para construir un espacio, cuyo análisis permitirá comprender la estructura de las 5 Guerrero, “Sarduy en sus trabajos y en sus días”, prólogo a Sarduy, Antología, p. 12. 6 Guerrero, “Sarduy en sus trabajos y en sus días”, prólogo a Sarduy, Antología, pp. 30–31. piezas y el sentido profundo de su concepción, pues las obras a estudiar no sólo son libretos que indican acciones, lugares, personajes y parlamentos; sino complejas creaciones literarias que conforman un universo destinado al oído. El mismo Sarduy ha determinado los radiosemas que complementarán el mensaje (música, palabras, efectos especiales, ruidos, silencios y sonidos puros), y éstos son los elementos a analizar. Si bien no encontramos en el texto las indicaciones técnicas (fade out, duración del sonido, etcétera), sí tenemos exactamente qué sonidos conformarán el paisaje sonoro de las obras. CAPÍTULO I ¿VER CON EL OIDO?: EL ESPACIO EN EL RADIOTEATRO Porque el radio es una máquina nueva y peculiar, deberá desarrollar una nueva y peculiar técnica en que la palabra ceda cada vez más el puesto al sonido puro y en que todas aquellas veces que sea imprescindible, recuerde que va a ser oída, y no vista ni leída. SALVADOR NOVO Desde que se concibe, el texto dramático está indisolublemente vinculado con una comprensión del espacio en el que se va a concretar; cuando un autor escribe teatro tradicional (con todas las reservas con las que debería ser usado este término y sin entrar ahora en discusiones acerca de él) tiene que circunscribir los espacios de su obra dentro de los límites que impone el tipo de estructura física de teatro que tenga en mente, así como los recursos técnicos que conciba (aunque en el momento de la puesta en escena éstos sean más simples o más complejos: eso es otro proceso en el que ahora no pienso); en cambio, si escribe textos radiofónicos estos límites se expanden casi infinitamente: la libertad de espacio es absoluta. Por lo tanto, estamos hablando de un tipo de teatro muy particular, con características muy específicas que lo diferencian de aquél, pues está escrito para ser apreciado solamente por el oído, y no también por la vista, que es el sentido en el que comúnmente se centra la apreciación teatral convencional. En “La radio y sus nuevas posibilidades”, Alejo Carpentier menciona una verdad de Perogrullo que debe considerarse al momento de hablar de este tema: la audición radiofónica excluye todo elemento visual; no se trata solamente de transmitir por radio la interpretación de una obra escrita para ser representada en un escenario, sino de crear obras concientes de esta apertura de los límites condicionada por la carencia de elementos visuales que se tengan que concretar en algúnmomento.7 Este tipo de obras, según el mismo Carpentier, carecen de una preceptiva profunda, pero él esboza una en la que se establecen reglas básicas: utilizar imágenes directas, lenguaje sencillo, un estilo interpelativo (“hablando siempre al oyente en presente de indicativo: yo entro, tú eres, él dice”),8 llevar un ritmo rápido, evitar silencios, no incluir diálogos, decir las cosas importantes más de una vez, utilizar la música no como valor en sí, sino como elemento evocativo, etcétera; a esto agrega: “Cualquier tema es bueno para ser desarrollado en teatro radiofónico, a condición de que no sea comedia ni drama —que no sea teatro escrito para el teatro”.9 Fernando Curiel habla también del tema; afirma que la radio debe ser un medio creador que se rija con leyes autónomas, que no sean ni las de la música, ni las del teatro, ni las de la poesía o de la novela, con el fin de tener la capacidad de configurar un universo específico y excluyentemente sonoro que exprese la realidad. Una realidad, en cambio, no sólo sonora. Me explico. La radio nombra —debería hacerlo de nuevo—, con sonidos, una realidad polisémica: táctil, visual, auditiva, sápida, olfativa. Y psicológica. Porque su función de recrear según sus propias normas lo real no puede agotarse en los datos exteriores. Su naturaleza invita a la fantasía, el rumor del deseo, la corriente de la conciencia, la alquimia poética, etcétera.10 7 Carpentier, Selección de ensayos, p. 124. 8 Carpentier, Selección de ensayos, p. 124. 9 Carpentier, Selección de ensayos, p. 127. 10 Curiel, La escritura radiofónica, p. 12. En síntesis, estos autores invitan a explorar —y explotar— las posibilidades de un medio que ha sido un poco olvidado, pero que ofrece, como veremos más adelante, muchísimas opciones a la creación artística. I.I. Elementos de representación en el radioteatro Es probable que por la dinámica de vida que llevamos en las ciudades de principios del siglo XXI, nos sea difícil comprender la importancia que la radio tuvo hace apenas algunas décadas. En nuestros días, la televisión es el principal medio de comunicación; cumple a la vez muchas funciones: informa, entretiene, educa, transmite la cultura, e incluso acompaña; se ha incorporado de tal forma a la vida cotidiana, que a veces sorprende saber que es un invento realizado hace poco más de medio siglo. Antes de esto, las funciones mencionadas eran cumplidas por la radio. Como podemos advertir, y según veremos con detalle más adelante, esto no ha significado para este medio una suplantación absoluta, sino un desplazamiento y algunos cambios. Desde su invención, el televisor se presentó como un medio de comunicación más atractivo, pues es mucho más complejo en el sentido de que el receptor capta lo transmitido no sólo por medio del oído, sino que, además, recibe una imagen que puede apreciar con la vista, que es el sentido privilegiado en nuestra época; pocas personas no han escuchado más de una vez la tan gastada frase: “Una imagen dice más que mil palabras”. La velocidad de implantación de la televisión en Estados Unidos, Inglaterra y Japón hizo creer que la radio pronto sería obsoleta. Sorprendentemente, la radio, sonido sin imagen, no murió ante este “dos por uno” (como lo hizo el cine mudo, imagen sin sonido, ante la aparición del cine sonoro), aunque sí tuvo que “modificar sus hábitos y su estilo”,11 aprovechando al máximo ciertas ventajas que tiene ante la televisión: que se 11 Albert y Andre–Jean Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, p. 149. puede escuchar mientras se lleva a cabo otra actividad (principalmente en las casas, en los talleres y en los automóviles),12 y que el aparato receptor es más barato, por ejemplo. He mencionado algunas de las diversas funciones que cumple —sí, sigue cumpliendo— la radio, pero ahora me centraré en una: la cultural; atenderé su dimensión artística, pues me interesa conocer la naturaleza, los alcances y el papel que desempeña un género artístico nacido en el recién concluido siglo XX: el radioteatro. Con este fin es pertinente ahora hacer un somero repaso para conocer la manera en que la radiodifusión fue incorporándose en la sociedad, la importancia que adquirió, las funciones que cumplía y los cambios que sufrió a partir de la invención del televisor; luego el papel que jugó el teatro radiofónico. I.II. La radio: origen y funciones La historia de la radiodifusión comenzó en 1887, cuando Heinrich Hertz (1857–1894) produjo, con base en descubrimientos anteriores de Ampère, Ohm, Faraday y Clerck, las ondas sonoras llamadas hertzianas. A partir de entonces el mundo conoció un medio de comunicación de largo alcance que habría de experimentar una serie de perfeccionamientos que harían de él un elemento muy importante en muchos aspectos, a tal punto que al periodo de tiempo que va de 1930 a 1960 se la ha llamado “la era de la radiodifusión”.13 Antes de funcionar como ahora, la radio fue utilizada como instrumento político, sobre todo en tiempos de guerra: por medio de ella se transmitía 12 Dice Arnheim: “la radio no sólo ofrece al oyente la posibilidad de concentrarse en las palabras y en la música, sino que le permite dejar vagar sus pensamientos todo lo lejos que desee. El sonido no se encuentra unido a un lugar determinado de una imagen: sigue al oyente allá a donde vaya, lo cual hace que los programas radiofónicos puedan servir de decorado sonoro a las actividades de la vida cotidiana”. Estética radiofónica, p. 12. 13 Albert y Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, p. 37. información militar, se popularizaban ideologías, se fraguaban sublevaciones, e incluso se desmoralizaba a los enemigos. Durante la Segunda Guerra Mundial la radio fue, sobre todo, un arma psicológica, no sólo por sus emisiones de información, sino también por la “intoxicación” producida a sus adversarios; éste fue el papel de las radios negras que ocultaban su origen para contaminar la opinión de los países enemigos: los ingleses llegaron a ser maestros en la materia con Selfon Delmer, durante mucho tiempo periodista en Berlín, quien lanzaba una Radio–Secret como si se tratara de emisiones clandestinas en la misma Alemania. Existió también una Radio–Livourne, que se hacía pasar por un emisor instalado en un barco de Livourne.14 Se vislumbra entonces en estas “radios negras” una versión no artística de la ficción radiofónica. Desde la Segunda Guerra, la radio se convirtió en el medio de comunicación privilegiado; a partir de la importancia adquirida, comenzó a diversificar sus funciones, que se podrían reducir a tres: entretenimiento, información y cultura. Al principio se crearon estaciones emisoras de radio que pretendían “divulgar sus experiencias y popularizar sus técnicas difundiendo conciertos o noticias”,15 pronto se establecieron vínculos entre el medio y otros aspectos de la vida cultural. Cuando el 2 de noviembre de 1920 la estación KDKA, de Estados Unidos realizó un reportaje sobre la elección de Warren G. Harding, el candidato republicano, la radiodifusión fue inaugurada como medio de información política; algunos meses más tarde —en julio de 1921— la difusión, por una estación de la Radio Corporation of America (RCA) en Hobnoken, del combate de boxeo Dempsey–Carpentier estableció lazos indisolubles entre el deporte y la radio.16 14 Vid. Albert y Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, pp. 61 y ss. 15 Albert y Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, p. 22. 16 Albert y Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, p. 23. La creación de estaciones de broadcasting fomentó la relación de la radio con el espectáculo. En esta época, las emisiones eran financiadas conjuntamente por los fabricantesy los distribuidores de aparatos radiofónicos, pero pronto la American Telephone and Telegraph (AT&T) encontró otra forma de cubrir estos gastos: lanzó una emisión financiada por la empresa privada; esto determinó el vínculo entre el medio y la publicidad. Con el tiempo la empresa cobró mucha importancia: en 1925 había aproximadamente setecientas emisoras a nivel mundial; la cifra se multiplicó, y en 1944 había ya cuatro mil ochenta y siete, y en 1961, doce mil setecientas. Este crecimiento estuvo determinado por la fabricación en serie de aparatos receptores más baratos que multiplicaron las adquisiciones. Por ejemplo, en Estados Unidos pasó de cincuenta mil en 1921, a diez millones en 1929. La programación de la radio también se fue diversificando con el tiempo, sobre todo a causa de la competencia: pues aunque desde el inicio la música ocupó un lugar de privilegio, “la preocupación de atraer oyentes (para sacar provecho de las tarifas de la publicidad comercial y justificarlas) condujo rápidamente a otorgar una mayor importancia a la música popular, música bailable y canciones, y a las variedades”.17 Este mismo móvil comercial es el que propició la creación del género artístico que ahora nos interesa: el radioteatro. I.III. Orígenes del radioteatro Debido a esta intención de diversificar el contenido de las emisiones de radio comenzaron a hacerse retransmisiones de conciertos musicales, óperas y obras de teatro. Si bien al principio fueron bien recibidos, pronto se advirtieron problemas: éstos eran espectáculos que originalmente no habían sido planeados para ser transmitidos por medio de la radio, por lo tanto el acto de 17 Albert y Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, p. 24. comunicación enfrentaba múltiples obstáculos. La misma competencia obligó a la profesionalización y perfeccionamiento del medio, a la creación de obras concientes de esta apertura.18 Al transformarse en un asunto profesional, los programas de radio se especializaron y se extendieron a casi todo el día. Muchas emisiones retransmitían actividades que no habían sido concebidas para la radio (conciertos, canciones, obras de teatro, conferencias, lecturas de extractos de libros o periódicos); pero poco a poco, bajo la influencia de la nueva técnica, fueron apareciendo nuevos géneros: radioteatro y novelas radiofónicas, cuyo efecto sobre el auditorio llegó a ser sorprendente.19 Estos géneros incipientes experimentaron modificaciones que le darían mucha importancia cultural: a partir de los años treinta mucha de las emisoras de radio europeas incorporaron “no sólo a los cuadros de autores y actrices sino también a dramaturgos tan conocidos en su época y actualmente como Bertold Brecht, los hermanos Machado, Gómez de la Serna y Samuel Beckett”,20 por lo que los programas radiales adquirieron cada vez más prestigio en el ámbito artístico. En contraste, la radiodifusión como elemento cultural ha perdido terreno en nuestros tiempos; Léon Thoorens habla del arte radiofónico como un “arte muerta al nacer”;21 por su parte, Lluís Bassets dice: la radio en los treinta tiene una importancia artística mucho mayor que la actual [… pues ésta ahora] es fundamentalmente un medio 18 Vid. Carpentier, Selección de ensayos, p. 124. 19 Albert y Tudesq, Historia de la radio y de la televisión, pp. 41–42. Un ejemplo de esto último es La guerra de los mundos, adaptación a la radio de la novela de Herbert George Wells, que transmitió Orson Wells el 30 de octubre de 1938. El programa se puede escuchar en http://www.earthstation1.com/WOTW/War_of_the_Worlds.ram 20 http://www.portalmundos.com/mundoradio/generos/teatro.htm 21 Vid. Thoorens “¿Una nueva literatura?”, en Gros, La literatura… p. 293. informativo y de entretenimiento, en el sentido menos artístico de la expresión. Su valor social viene determinado tanto por su rapidez informativa como por su especial posición en el hogar, de acompañante charlatán cuyo flujo no cesa y a quien a veces se escucha pero que puede ser desatendido. Los géneros dramáticos de gran audiencia, los grandes concursos “cara al público” o las grandes emisiones de interés humano destinadas precisamente a poner a prueba las posibilidades infinitas de la audiencia, son hoy terreno casi exclusivo de la televisión.22 Como se ve, el panorama no es muy alentador. I.IV. Puesta en escena y puesta en antena Cuando, en un teatro, la cortina se levanta, su escenario es inmediatamente obvio y el público recibe toda la información contextual para el inicio de la pieza. Así debe ocurrir con el teatro hertziano. FERNANDO CURIEL He mencionado ya que la implantación de la televisión hizo suponer el fin de la radio, y sin embargo, en el siglo XXI seguimos escuchándola, lo que nos hace reflexionar acerca de lo que ésta puede ofrecer especialmente al receptor. En el ámbito de la creación artística, la “rivalidad” entre un medio que ofrece imagen y sonido y otro que sólo ofrece el segundo, está representada por disciplinas hermanas: el teatro y el radioteatro. A pesar del parentesco, se podría pensar que el segundo está en condiciones inferiores: al prescindir del sentido de la vista, el radioteatro es un teatro ciego. Sabemos que se ve obligado a sustituir la imagen íntegra: el movimiento, el gesto, el vestuario, el paisaje, etcétera, por el sonido, que debe transmitir el mensaje completo al oyente, quien tiene que asimilar el universo 22 En el prólogo de Estética radiofónica, p. 8. de la obra sólo mediante el oído; mientras que en el teatro convencional se apoyaría en varios sentidos (principalmente vista y oído, aunque puede recurrirse al olfato, al tacto e incluso al gusto). Y el hombre moderno está tan acostumbrado a la imagen, que privilegia de modo muy claro la vista sobre los demás sentidos, tanto que le resulta difícil concebir el aspecto sonoro “como algo más que un complemento del visual”.23 El teórico teatral Pierre Larthomas dice que un dramaturgo contemporáneo, que escribe para un teatro mucho más dotado de elementos que completan el texto, no está obligado a dar en el mismo tantas indicaciones acerca del lugar, el momento del día, las características de la ropa de los personajes, etcétera, pues todos estos “datos complementarios” son determinados por otros elementos. En otras épocas, por el contrario, cuando la obra se pensaba para un escenario parco, un decorado casi ausente, vestuarios no históricos y una misma iluminación durante toda la pieza (se refiere a la época de la tragedia clásica francesa), los dramaturgos estaban obligados a precisar tales rasgos en el texto, como un “elemento de compensación”.24 Los autores de radioteatro enfrentan este mismo reto: la creación de un decorado sonoro, de un paisaje, una iluminación, un vestuario, un espacio abierto o cerrado, rural o urbano, etcétera, solamente con sonidos (palabras, ruidos, música, silencios). Se trata también de lograr lo que Claudel tanto admiraba del teatro japonés, que creaba tras el drama “una especie de tapicería sonora, en la que los colores deleitan y aligeran al espectador e inundan con sus destellos agradables la acedía de una descripción o de una explicación. Y es para el oído lo que el telón de fondo es a la vista”.25 23 Arnheim, Estética radiofónica, p. 85. 24 Vid. Larthomas, Le langage dramatique. Sa nature, ses procedes, p. 121. 25 En el original: “Elle crée quand il le faut derrière le drame une espèce de tapisserie sonore dont les couleurs amusent et soulagent le spectateur et baignent de leurs reflets agréables l’acidité d’une descrption ou une explication. Elle est pour l’oreille ce que la I.V. Representación sonora He hablado de teatro ciego, y se sabe que la ceguera implica en síun defecto (en el sentido de carencia); sin embargo, los recursos para suplir la imagen con el sonido son varios y pueden ser muy bien utilizados;26 por lo tanto, no se debe pensar en términos de superioridad o inferioridad, sino simplemente en que, ante el teatro —que ha acompañado a nuestra cultura casi desde el principio y que tiene una larguísima tradición—, el incipiente radioteatro ha tenido que ir creando sus propias reglas, su código de lectura, su lógica y su público. El radioteatro puede compensar su desventaja ante el teatro de diversas maneras, algunas de las cuales pueden constituir, por el contrario, ventajas; por ejemplo: el texto destinado a la representación escénica está determinado por una comprensión del lugar en el que se va a concretar. Por lo tanto, como ya he mencionado, el autor debe circunscribir no sólo el espacio sino también el tiempo de su obra dentro de los límites que impone el tipo de estructura física de teatro que tenga en mente; en cambio, si se escriben textos radiofónicos estos límites se expanden de una manera hiperbólica. Al respecto, Rudolf Arnheim, dice que la radio permite ir de una escena a otra, de una época a otra puesto que todo está libre de cualquier limitación espacial y temporal;27 a esto agrega una información que ilustra acerca de otra de las toile de fond est pour le regard”, Larthomas, Le langage dramatique. Sa nature, ses procedes, p. 111. En adelante, anoto en el cuerpo del texto mi propia traducción de las citas de obras en lenguas extranjeras, y a pie de página los fragmentos del original. 26 Incluso, y como ejemplo, en “¿Una nueva literatura?” Thoorens, habla de La dernière bande, “una pieza radiofónica, cuya transposición a la escena la empequeñece al añadirle la presencia física de Krapp, la habitación y el magnetófono”, en Gros, La literatura… p. 285. 27 Esto implica, por supuesto una ruptura de las unidades aristotélicas del teatro clásico (sobre todo de tiempo y de espacio). Sin embargo, el nacimiento de la radio “artística” se da en el siglo XX, cuando las vanguardias han propiciado esta “dislocación”, no sólo en el teatro; hacen lo propio el cubismo, la música “concreta” y el arte cinético. virtudes que ofrece la radio como medio de la ficción dramática, y que, según la época, la ideología y las tendencias artísticas en boga, puede ser más o menos aprovechado: La radio no sólo no está supeditada a referencias de tipo geográfico, sino que también le está permitido utilizar formas sonoras para plasmar ideas, sueños, criaturas fantásticas, dioses o personificación de cosas, con suficiente fuerza expresiva tanto para obras como El proceso de Lucullus de Brecht, como para representar las fábulas espectrales de Dürrenmatt o las complicadas representaciones teatrales de un Ionesco.28 Por lo tanto, hay una gran diferencia entre un oyente y un espectador: el radioteatro apela a la imaginación, el espectáculo visual (teatro, cine, televisión), no; el primero supone un oyente capaz, mientras que el segundo asume un espectador pasivo. Pero es precisamente por prescindir de la imagen que el radioteatro enfrenta problemas técnicos de manera distinta, en ciertos aspectos se le exige mayor precisión. Por ejemplo: el componente principal de la obra sonora es el habla humana, los personajes son sólo voces, la caracterización es sólo acústica, y depende de su matiz, tono, acento, etcétera; las características vocales que exige cada papel constituyen el único disfraz.29 Por lo tanto, el reparto de las voces, dice Arnheim, debe ser muy claro, no sólo para proporcionar a la obra acústica una mayor riqueza de sonidos y para diferenciar a los actores que intervienen en ella, sino también con el propósito de simbolizar el carácter de los personajes, eligiendo las voces más adecuadas para que lo representen. Este simbolismo puede hacerse de modo rudo como cuando el malvado 28 Arnheim, Estética radiofónica, p. 13. 29 Vid. Arnheim, Estética radiofónica, p. 31. habla hipócrita e irónicamente con lengua pegajosa, o utilizarse hasta el punto de refinamiento psicológico que se desee.30 Cuando el mensaje artístico se limita al aspecto acústico, los sonidos no son sólo un complemento: entre otras funciones, conforman el paisaje (con la resonancia se da idea de un lugar abierto o cerrado, pequeño o amplio), constituyen la ambientación (con sonidos característicos de ciertos ambientes se transmite la sensación), dan la idea de movimiento (pues el oído tiene el sentido de distancia, que puede ser simulada con recursos de la radio como filtros, tubos, distintas sensibilidades del micrófono, etcétera), pueden sustituir a un personaje (con motivos sonoros como el chirrido de una silla de ruedas, el oyente advierte la presencia del personaje, aun si éste no habla). Dice Fernando Curiel que “además de fungir como signos de puntuación, y describir lugares, cosas y caracteres, los sonidos de la radio, llámense música, voz, efectos especiales, ruidos y etcétera, atienden asimismo la estrategia narrativa”;31 agrega que funcionan como estímulos dramáticos, indican una atmósfera y funcionan como estructura. Por lo tanto, el radioteatro enfrenta una mayor responsabilidad que el teatro en el manejo de los sonidos: aunque una obra se base en un texto bien escrito, con buenos diálogos, aunque los actores hagan bien su trabajo, y se componga música adecuada, puede arruinarse con una mala distribución de ruidos, por su escasez, por su abuso o por su impertinencia. El empleo de la música de escena, por ejemplo, tiene una función valorisante —dice Pierre Larthomas—: puede incidir al inicio “para poner al espectador en condición y establecer una transición entre la vida común y la vida soñada, entre el universo de la sala y la de la escena”, o puede aparecer entre los actos “para destacar la importancia y el patetismo de una situación, 30 Arnheim, Estética radiofónica, p. 30. 31 Curiel, La escritura radiofónica, p. 33. para hacerla más eficaz o para ‘hacer pasar’ un fragmento de escena que el director considere más débil”.32 Curiel cita las funciones que propone Mario Kaplún del radiosema música (parte principal del superradiosema atmósfera acústica): Gramatical: se intercala para marcar las separaciones de las distintas fracciones que componen la emisión. Expresiva: suscita o subraya un clima emocional de las situaciones y el carácter de los personajes. Descriptiva: describe un paisaje, da el decorado de un lugar. Reflexiva: hace pausas para que el oyente recapitule y reflexione. Ambiental: cuando la música está contenida en la escena que se reproduce.33 Por otro lado, los ruidos participan también en el drama, tienen un valor poético, una función rítmica, o puede ser que funcionen más que como signos, como señales.34 Incluso la ausencia de música o de ruido es sólo aparente, pues esto también tiene un sentido en el conjunto de la composición sonora, que significa tanto como los elementos verbales, sobre todo en las piezas sarduyanas de radioteatro. 32 En el original: “Elle peut intervenir au début de la pièce ou de chaque acte pour meter le spectateur en condition et établir une transition entre la vie courante et la vie revé, entre l’univers de la salle el celui de la scène. Elle intervient aussi au cours d’un acte, soit pour souligner l’importance et le pathétique d’une situation, soit parfois pour rendre plus efficace ou pour ‘faire passer’ un fragment de scène que le metteur en scène considère, à tort ou à raison, comme plus faible”. Larthomas, Le langage dramatique. Sa nature, ses procedes, p. 110. 33 Curiel, La escritura radiofónica, pp. 20–21. 34 Vid. Larthomas,Le langage dramatique. Sa nature, ses procedes, p. 113. CAPÍTULO II SEVERO SARDUY II.I. Datos biográficos Severo Sarduy, según sus propias declaraciones —nunca se encontró su acta de nacimiento, a pesar de la persistente investigación a que se entregaron sus estudiosos en las sacristías de su ciudad natal— nació en Camagüey, Cuba, el 25 de febrero de 1937. Su nombre de bautismo, parece ser, fue Eleanora, aunque para los suyos, siempre fue Nora, y luego, para Gustavo Guerrero, Juana Pérez. Para ella misma, fue sucesivamente María Antonieta Pons, Blanquita Amaro, Rosa Carmina, Tongolele o Ninón Sevilla, según fueron cambiando, con el tiempo, sus preferencias cinematográficas o rumberas. SEVERO SARDUY, Lady S.S. El epígrafe con el que abro este apartado transmite una idea muy fiel del estilo, los temas y la personalidad del autor que ahora nos interesa; es un fragmento de un “autorretrato”. El lugar y la fecha del nacimiento son reales. Fue hijo de un trabajador ferroviario, vivió hasta los trece años en un cruce de ferrocarriles llamado Cuatro Compañeros; ahí, por tradición familiar, comenzó a improvisar décimas, luego comenzó a escribir. En 1955 concluyó el bachillerato en Ciencias y Letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. En 1953 publicó por primera vez: “Tres”, un poema de vanguardia; también colaboró en El Camagüeyano y en otras publicaciones locales. En 1956 se fue a vivir a La Habana junto con sus padres y su hermana. Ahí comenzó estudios de medicina; solamente cursó un año, pues el dictador Fulgencio Batista cerró la universidad. Ese mismo año comenzó a trabajar en el Departamento de Redacción y Nuevas Ideas de la agencia Técnica Publicitaria Panamericana y se relacionó con las revistas Ciclón (fundada por Virgilio Piñera y José Rodríguez Feo), Carteles (donde Cabrera Infante publicó su primer cuento en 1957), El Mundo y Diario de la Marina. En 1958 algunos de sus poemas fueron antologados por Samuel Feijóo en Colección de poetas de la ciudad de Camagüey. En 1959, participa en la fundación de la Unión Nacional de Jóvenes Dramaturgos Cubanos, cuyo manifiesto apareció en el diario Mañana Libre el seis de febrero de ese mismo año. Al hablar de los principios literarios de Severo Sarduy, Gustavo Guerrero dice que por su “vena” no es de extrañar que Rodríguez Feo lo haya incorporado rápidamente al círculo de jóvenes escritores que gravitaban en torno de la revista Ciclón y lo hay introducido, además, en el medio del teatro y las artes plásticas. Sarduy entró en las letras cubanas con el grupo que Roberto Branly nombró “Archipiélago” (integrado además por Roberto Branly, Manuel Díaz Martínez, Raimundo Fernández Bonilla y Frank Rivera). Cuando triunfó la revolución, Sarduy se encargó de la página de cultura del Diario Libre, luego participó como crítico de arte en el periódico Revolución, y empezó a colaborar en Lunes, suplemento literario dirigido por Guillermo Cabrera Infante. Gracias a esto, tuvo la oportunidad de salir de su país en condiciones favorables. En 1959, a los 22 años, viajó junto con Manuel Díaz Martínez a España, gracias una beca otorgada por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación (MINED) para estudiar crítica de arte en L’École du Louvre, en París; ahí fue nombrado alumno titular de la Escuela Práctica de Altos Estudios de la Universidad de La Sorbona, donde cursó arte griego, así como metodología estructuralista con Roland Barthes. También tomó cursos con Roger Bastide. Desde París siguió colaborando por algún tiempo en publicaciones cubanas (Combate 13 de Marzo, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí y Nueva Revista Cubana); escribió para Lunes de Revolución hasta septiembre de 1960, y en 1961 publicó un artículo en la revista Artes Plásticas. También colaboró en publicaciones de varios países, en Francia: Mundo Nuevo, Ruedo Ibérico, Margen, Páginas en Blanco, La Quinzaine Litteraire, France Observateur, Les Lettres Nouvelles, Confrontations, L'Action Theatrale, L’Art Vivant, Art Press, Les Nouvelles Litteraires, Vogue, Le Monde; en Argentina: Sur, El Mundo, Primera Plana, El Cielo, La Nación; en Venezuela: Zona Franca, Imagen, Papeles; en México: Diálogos, Revista de la Universidad Autónoma de México, Plural, Vuelta; en España: Papeles de Son Armadans, El Urogallo, Revista 1, La rosa cúbica, y en Estados Unidos: Revista Iberoamericana, Hispamérica, Escandalar, Latin American Literary Review y Point of Contact; entre otras. En 1960 se instaló en las orillas de París y jamás regresó a su patria debido a un rechazo por parte del régimen castrista, que le negó la nacionalidad cubana, por lo cual debió naturalizarse francés en 1968.35 Manuel Díaz describe el ambiente de la ciudad que sedujo a Sarduy: Era el París en que se exigía la libertad de los demócratas y comunistas encarcelados en España y Portugal, y se daban vivas a la revolución cubana. Triunfaban Dubuffet y Jacques Tati, se tarareaba “Les enfants du Pirée”, Ionesco se eternizaba en el teatro de la calleja Du Chat qui Péche y “Orfeo negro” se imponía en los cines y en los tocadiscos de los bares. La terraza del Chalet du Parc y los senderos del parque de Montsouris fueron testigos de aquellas 35 El conflicto emocional que esto le causó puede leerse en las notas que Manuel Díaz Martínez hace a las cartas y postales de Severo Sarduy, quien no sólo no pudo regresar a su país, sino que la gente que conocía en la isla era espiada por el sistema para evitar que mantuviera algún tipo de contacto con él. Díaz Martínez, que sí regresó a Cuba, escribe en una parte de la introducción que se refiere al año 1968: “fui interrogado por funcionarios del Comité Central del Partido y oficiales de la Seguridad del Estado. En uno de los interrogatorios me mostraron una carta mía dirigida por correo a Severo y me comentaron la respuesta de ésta, y terminaron reprendiéndome por mantener relaciones epistolares con un traidor a la revolución que se había quedado en París”, Sarduy, Cartas, pp. 14–15. conversaciones, en las que siempre, de alguna manera, aparecía la revolución cubana como un enigma. Nuestros criterios y predicciones divergían: Severo no sólo no era marxista, sino que detestaba la política.36 Como no regresó en el tiempo estipulado, cambió su situación como ciudadano, e incluso fue ignorado por la historia oficial de la literatura cubana. Y, a pesar de esto, dice Gustavo Guerrero, tres décadas de vida en Francia no lograron borrar la traza de origen: Severo Sarduy fue siempre un escritor cubano. Aún más: fue el más cubano de los escritores cubanos de París, aquel que llevaba la isla en peso a cualquier lugar al que fuera y podía situarla o descubrirla en un paisaje de la India o de Birmania, como varias veces lo hizo.37 Según Manuel Díaz, Sarduy siempre comparó los días fríos y grises de Europa, con la calidez y el colorido caribeños. Sin embargo, gracias al exilio nostálgico, “su más auténtica estrategia para el retorno, pudo volver a la raíz del español como quien regresa a su tierra, como quien trae a casa un idioma más rico que ese que un día se llevó consigo”.38 Pudo ver su isla y su idioma desde fuera, con una perspectiva que enriqueció su obra, y con ella, toda la literatura hispanoamericana.39 36 Díaz Martínez, prólogo a Sarduy, Cartas, p. 13. 37 Guerrero, introducción a Sarduy, Obra Completa. 38 Guerrero, introducción a Sarduy, Obra Completa. 39 En “Severo de la Rue Jacob”, François Wahl habla de la relación entre el imaginario cubano tradicional y la experiencia parisina vanguardista que nutrieron la obra sarduyana: “Son oeuvre pense dans un concept de l’écriture français une sensibilité et une imaginaire cubains portés par l’amour du castillan classique […] Tout le siècle d’or espagnol en sont lespiots fixes; mais Severo n’était pas de ceux qui écrivent sans concept, et sa conceptualité —qui nourrit entièrement l’écriture— était française: celle de ses En Francia vivió una situación privilegiada, entró en un grupo intelectual importante, Tel Quel, gracias a la relación de amistad que estableció con François Wahl y la personal con Roland Barthes. Entonces, colaboró en la revista Mundo Nuevo y escribió para algunas publicaciones periódicas literarias e intelectuales, entre ellas: Plural, Papeles de son armadans, Sur, La Quinzaine Litteraire y Ruedo Ibérico. Sarduy editó la colección latinoamericana para una de las casas editoras más importantes de Francia, Editions du Seuil; así introdujo en ese país a autores como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Manuel Puig y los cubanos José Lezama Lima, Reinaldo Arenas y Virgilio Piñera, entre muchos otros. En 1972 Sarduy recibió el Premio Médicis Internacional por la novela Cobra; y en 1991 estuvo encargado de reiniciar La Croix du Sud (de la editorial Gallimard), primera colección especializada en literatura iberoamericana, creada por Roger Callois. Severo Sarduy murió en París el 8 de julio de 1993, a consecuencia del SIDA, que le había sido detectado tres años antes. II.II. La producción artística Cuatro de las obras de radioteatro sarduyano que ahora estudio fueron publicadas en libro por primera vez por Julián Ríos en Madrid; el volumen, titulado Para la voz (Madrid, Espiral, 1978), incluye La playa, La caída, contemporains parisiens. En sorte qu’il a fait passer par le crible du savoir et de sa rigoeur prescrivant l’avant–garde, la dynamique et la générosité d’un rythme qui le conduisait d’invention verbale en paradoxe narratif. Son expérience aussi était devenue française, qui sous–tend plus qu’il n’y semble tout ce qu’il a écrit: non, certes, qu’il se détachât de son enfance et de sa première jeunesse cubaines, ou de l’essence de l’être cubain, mais parce qu’il s’était fait à un autre espace de vie qu’il tenait tout autant pour le sien. Son amour du monde cubain, c’étaient ses racines, mais comme un de ces amours originaires q’un écrivain ne peut vivre qu’a distance”, p. 1448. Relato y Los cazadores de hormigas; Tanka apareció en 1988 en la revista Bitzoc de Mallorca; Je vous écoute estaba inédita hasta su aparición en la edición de Archivos. Las seis están recopiladas en Obra completa; sobre las primeras cuatro Gustavo Guerrero, dice que su edición trata intenta hacerlas legibles otra vez, ya que “la disposición abigarrada de los textos en Para la voz, amén de un buen número de errores (los personajes, por ejemplo, no siempre coincidían con sus discursos), no favorecía en modo alguno ni la lectura ni la apreciación de la obra dramática de nuestro autor”.40 Además de este género, la producción de Severo Sarduy abarca muchos otros: fue pintor, novelista, ensayista, poeta. Por si fuera poco, dice en una entrevista: “Me gano la vida como periodista científico especializado sobre todo en astronomía y en cosmología, y escribo piezas para la radio”.41 Gustavo Guerrero dice que “a lo largo de su carrera, el cubano obtuvo un amplio reconocimiento básicamente qua novelista […] Pero no es menos cierto que la fama del novelista ocultó, con demasiada frecuencia, al poeta y al ensayista, y no favoreció su apreciación”.42 No olvidemos que el radioteatro que estudio ahora es solamente una parte (la menos atendida por la crítica, y de la que menos hablaba el autor) de un artista, término genérico que se usa para englobar una serie de actividades creativas en las cuales se desarrolló el cubano: además de radiodramaturgo (perdóneseme el neologismo), fue pintor, novelista, ensayista y poeta (además de otras actividades como conductor de radio, actor de radioteatro y reportero científico). Entre estas diversas artes, buscó establecer una relación de mutua fecundación; tiene razón Andrés Sánchez Robayna cuando dice que 40 Guerrero, introducción a Sarduy, Obra completa, p. XXV. 41 En “Conversación con Severo Sarduy: La máxima distanciación para hablar de Cuba”, entrevista con Jacobo Machover, p. 70. 42 Guerrero, introducción a Sarduy, Obra completa, p. XXIII. El diálogo interartístico está en pleno centro de la poética sarduyana como uno de los generadores mismos de la escritura, como uno de sus principios o impulsos básicos, y desde la descripción “secreta” o simulada de determinados cuadros hasta la absorción icónica o signográfica de la pintura por parte de la escritura, puede encontrarse en la obra del escritor cubano toda una gama de “interflujos” plástico–literarios.43 En una entrevista con su amigo Emir Rodríguez Monegal se toca el tema de la hermandad que para él había entre la escritura y la pintura, una actividad que Sarduy nunca dejó de lado y que constituía una parte importante de su creación; las palabras exactas son la siguientes: —Severo, ¿por qué pintas? —Pues te diré: pinto porque escribo. —¿Hay alguna relación entre las dos cosas? —Para mí, sencillamente es lo mismo. El mismo perro con distinto collar. Claro está, el resultado es diferente. Aunque no tanto… Pero en fin, la pintura y la escritura son las dos vertientes de un mismo techo, las dos caras de una misma moneda […] yo escribo únicamente para curarme, yo escribo para tratar de ser normal, para ser como todo el mundo, ya que, con absoluta evidencia, no lo soy. Soy un ser neurótico, fóbico, lleno de obsesiones y de ansiedades. Y en lugar de ir a un psicoanalista, o de suicidarme, o de alcoholizarme, o de entregarme a la droga, escribo, y esa es mi terapia. O pinto, me curo con los colores. Escribí este libro [De donde son los cantantes] para curarme. ¿Para curarme de qué? De la saudade, de la nostalgia, del exilio, del alejamiento”.44 43 Sánchez Robayna, “El ideograma y el deseo (La poesía de Severo Sarduy)” Sarduy, Obra completa, p. 1555. 44 “Conversación con Severo Sarduy”, Entrevista de Emir Rodríguez Monegal. De hecho, en los últimos años de su vida Sarduy se dedicó a la pintura con éxito y en 1993, poco antes de morir, expuso en París. Por otro lado, está la narrativa de Sarduy, en la que aspiraba a realizar un equivalente del action painting (una escritura “gestual”, que constituyera una suerte de action writing).45 En 1963 aparece la primera novela Gestos; la segunda es De donde son los cantantes, escrita entre 1964 y 1967; de ésta dice Gustavo Guerrero: es “una obra singularmente musical en la que se produce el advenimiento de un estilo marcado por las inflexiones de la voz y por la precisión de la imagen”.46 La tercera novela es Cobra, escrita entre 1971 y 1972; ésta dio a Sarduy una sólida reputación como novelista. La cuarta novela es Maitreya, que es “un relato de dobles en el espacio y dobles en el tiempo dentro de una estructura bipartita y organicalmente dual”.47 La quinta novela es Colibrí, escrita en 1983, en la que se marca aún más el interés barroco del autor: “Sarduy se muestra en estas páginas, menos como un millonario de palabras —su preocupación no es el léxico— que como un consumado artífice de las estructuras de nuestra lengua.”48 La sexta novela es Cocuyo, escrita en 1990; ésta cuenta la historia de la iniciación de sexual de Cocuyo a manos de las gitanas. La última novela es Pájaros de la playa, que Severo Sarduy termina de escribir en enero de 1993, ocho meses antes de su muerte, aunque nunca la vio publicada. Para hablar de la poesía, hay que mencionar que, en lo que respecta a la escritura sarduyana, es difícil concebir géneros diferenciados; al respecto dice Sánchez Robayna: 45 Vid. Sánchez Robayna, “El ideograma yel deseo (La poesía de Severo Sarduy)”, en Sarduy, Obra completa, p. 1554. 46 Sarduy, Obra completa, p. XVII. 47 Sarduy, Obra completa, p. XX. 48 Sarduy, Obra completa, p. XXX. Frecuentemente, la prosa narrativa del escritor cubano incluye poemas en su interior como parte de una estrategia textual tendente a anular fronteras y convenciones de género, estrategia a la que contribuyen asimismo, en parte no pequeña, una prosodia y una sintaxis que, en razón del profundo subrayado materialista del lenguaje y de su peculiar diseño fraseológico, dan lugar a una prosa que he llamado, en otra ocasión, neoplasticista, de carácter inconfundiblemente poético.49 Ya sea novela, poesía, ensayo, cuento o teatro radiofónico, la de Sarduy es una escritura esencialmente integradora, en cuyo seno se diluyen la poesía y la prosa. Según el mismo Sánchez Robayna, la poesía de Severo Sarduy, inspirada en los cuadros del pintor norteamericano Franz Kline, y en los ideogramas orientales, es “una tentativa de abrir la lengua poética a formas que, sin perder el rigor (el verso tiende aquí a la regularidad del endecasílabo y del alejandrino), no estuvieran necesariamente sujetas a cauces tradicionales”.50 Aunque Sarduy había publicado poemas en Ciclón, Carteles, El Mundo y Diario de la Marina y había escrito un libro inédito titulado Cautela, el primer poemario “oficial” de Severo Sarduy es Poemas bizantinos; después, reunidos bajo el título de Big Bang, están los poemarios “Flamenco”, “Mood Indigo”, “Big Bang” y “Otros poemas”; siguen la lista Un testigo fugaz y disfrazado, Un testigo perenne y delatado, [Últimos poemas] y Poesía bajo programa. 49 Sánchez Robayna “El ideograma y el deseo (la poesía de Severo Sarduy)”, en Sarduy, Obra completa, p. 1551. 50 Sánchez Robayna “El ideograma y el deseo (la poesía de Severo Sarduy)”, en Sarduy, Obra completa, p. 1553. Por otro lado, la producción ensayística del cubano se reúne en cinco conjuntos:51 Escrito sobre un cuerpo (Buenos Aires, Sudamericana, 1969), que es una recopilación de textos publicados anteriormente, sobre todo en la revista Mundo Nuevo; “Del Yin al Yang” es una serie de comentarios, con un marco conceptual francés, de textos latinoamericanos y franceses; “Horror al vacío” es el primer análisis sarduyano del barroco; “Dispersión” es el primero de los homenajes a Lezama Lima; y “Estructuras primarias” es un análisis de la estética minimalista y del Pop art. Barroco (Buenos Aires, Sudamericana, 1974) es una exposición sistemática de su trabajo artístico y teórico. Aquí construye, alrededor del barroco (considerado como concepto más que como estilo) la síntesis de sus intereses plásticos, literarios y científicos, y establece entre éstos la mediación de otro concepto fundamental: el de retombée. La simulación (Caracas, Monte Ávila, 1982, aunque apareció antes en francés con el título de La doublure, París, Flammarion, 1981) es un conjunto de textos que Sarduy había publicado desde 1971 en diversos medios; todos giran en torno de conceptos relacionados con la simulación, como el travestismo, el enmascaramiento y el disfraz. Las principales bases son la estética de Lezama Lima y el pensamiento de Roger Callois. Nueva estabilidad (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1987) es un ensayo dedicado a Octavio Paz, en el que Sarduy revisa y hace una limitación y una apología del barroco, estigmatizado por las definiciones que la moda ha ampliado, deformado, etcétera. En cierto sentido, es una relectura de Barroco. El último grupo está compuesto por ensayos sueltos: “El barroco y el neobarroco”, 1972; “La emigración de los tatuajes”, 1987; “El heredero”, 1988; “El texto devorado (Apuntes para un ensayo sobre Las virtudes del 51 Vid. Wahl “Severo de la Rue Jacob”, en Sarduy, Obra completa, pp. 1516–1528. pájaro solitario de Juan Goytisolo”, 1989; “Prólogo para leer como un epílogo”, 1989; “Paz en Oriente”, 1990; “Imágenes del tiempo inmóvil”, 1991; “Pas de deux”, 1991; “Arecibo”, 1991, y “A la sombra del Arecibo (Mito y novela hoy)”, 1991. II.III. Relación con el radioteatro El mundo sonoro, el de la radio, tiene para Severo Sarduy una importancia primordial, pues él considera que este medio ofrece grandes posibilidades, no sólo al teatro, sino también a otros géneros potenciales; dice: la brusca y abusiva irrupción de la imagen en el mundo contemporáneo de nuestra comunicación redundante ha impedido que se explore este continente, paradójicamente abandonado antes de ser conquistado, que es el de la radio, el de la voz. Queda mucho por descubrir. Pienso que, para emplear una comparación plástica, lo que oímos por radio es comparable a los paisajes pompier y a los ramos de flores de los almanaques de esos mismos bomberos, que es la comparación que se emplea en francés para dar una imagen del estereotipo en todo su esplendor, de lo más grosero y camp. La radio abstracta no ha llegado todavía. No ha llegado aún el Kandinsky que haga bascular, virando un cuadro al revés, lo más ramplonamente figurativo hacia la libertad de la abstracción, hacia la verdadera definición de un vocabulario personal, de un estilo, de un modo de escuchar: un modo de ser. /La era de la voz está por venir.52 La relación de Sarduy con la ficción para ser difundida por radio es temprana: Cuba tiene una muy rica tradición de radionovelas, radioseries, folletines radiofónicos, etcétera; y él se crió en una cultura fuertemente influenciada por obras de radio. En los cuarenta, el mundo latinoamericano consumía mucha 52 Sarduy, Obra completa. El subrayado es del original. radionovela, cuya producción estaba encabezada por Cuba, que hacía densos dramas que dieron origen al culebrón, “fórmula infalible para construir héroes sin sustento, suponer como máximas aspiraciones de la gente: tener abolengo social y ver el sueño cumplido cuando la empleada doméstica logra casarse con el hijo bueno de sus patrones millonarios”.53 Los móviles eran amores, adulterios, suicidios, pasiones, encuentros, herencias, devociones y crímenes. Félix B. Caignet escribió el primer culebrón de fama internacional: El derecho de nacer; luego vendrían Simplemente María, Tamakún, El vengador errante, La culpa de los padres, Los tres Villalobos, El gavilán, La usurpadora, Cuando los hombres son bestias, El pecado de ser madre, Griselda, la hija de la gitana, El filo de la navaja y muchas otras, que “sin duda configuraron el imaginario de millones de mujeres y hombres en esa época”.54 Francisco Javier Ordóñez afirma incluso que “los formatos dramatizados para la radio, y la radionovela en particular, cumplen un papel fundamental: recuperan la oralidad y se inscriben en la retórica para expresar la comprensión colectiva que tenemos de la realidad y del mundo que nos rodea”.55 La dimensión de este género en la isla es reflejada en La tía Julia y el escribidor, novela del peruano Mario Vargas Llosa. Por supuesto, lo que hace Sarduy está muy alejado de la radionovela, con una historia a seguir y unos personajes que dialogan; por el contrario, las suyas son obras en las que se evita la narración por el diálogo; son relatos teatralizados solamente por la pluralidad de voces 53 Ordóñez Andrade, II Congreso Internacional de la Lengua Española, La radionovela como instrumento de poder en Latinoamérica, http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/valladolid//ponencias/el_espanol_en_la_sociedad/2 _la_radio_en_espanol/ordonez_f.htm, 01/07/2007. 54 Ordóñez Andrade, La radionovela como instrumento de poder en Latinoamérica. 55 Ordóñez Andrade, La radionovela como instrumento de poder en Latinoamérica. que participan en su enunciación. Pero está claro que proviene de un país en elque la radio era muy importante, esto se refleja en el hecho de que, además de la radionovela, se transmitían programas de enorme importancia popular, como el de Clavelito, que era un personaje influyente, un médium radiofónico en el que la gente tenía fe; o como La Guantanamera, de Joseíto Fernández, y que era una especie de “crónica roja”, cantada con versos improvisados. Por otro lado, el ambiente parisino, donde Sarduy trabajó como periodista radiofónico, es diferente en cuestión de tradición de la radio; sin embargo, Radio Francia Internacional, empresa para la que trabajó muchos años, tiene una gran importancia tanto en la vida cultural europea, como en la hispanoamericana. Además, en los años setenta se produjeron innovaciones y se exploró este medio; dice Alejo Carpentier, refiriéndose a esta época: Hay en París un hombre joven, profundamente culto e inteligente; con grandes medios a su alcance, que se ha propuesto revolucionar, en cierto modo, la técnica de las emisiones radiofónicas. Y ya lo va logrando. Se llama Paul Deharme […] Aspira ahora a fundar un laboratorio experimental de radio...56 Nuestro autor está plenamente conciente de las posibilidades que ofrece la radiodifusión al momento de concebir los espacios, las atmósferas, los tiempos y el ambiente sonoro de sus textos vocales; y como mostraré más adelante, se sirve bien de ellas. 56 Carpentier, Alejo. “La radio y sus nuevas posibilidades”, en Selección de ensayos, pp. 122–123. CAPÍTULO III EL ESPACIO NEOBARROCO Nuestra cosmología es la línea de horizonte en que todo se encuentra, en que todo se refleja. También, ese límite, emisor de luz, que suscita todo posible reflejo. Hasta el del sujeto, incluido en ese espejeo, y cegado por su propio brillo. SEVERO SARDUY En Nueva inestabilidad, Severo Sarduy dice: “Dime cómo imaginas el mundo y te diré en qué orden te incluyes, a qué sentido perteneces”; la ideología vigente determina las relaciones de oposición y analogía entre la idea del mundo y los demás aspectos de la vida del hombre. Para entender el pensamiento neobarroco de Severo Sarduy, partiré de una somera explicación de las teorías astronómicas y su influencia en cada una de las esferas que conforman la cosmovisión. Éstas no sólo son ideas que influyen en el pensamiento científico, también repercuten de manera definitiva en los ámbitos moral, intelectual, religioso, artístico, etcétera. Esto es lo que el cubano denomina retombée —concepto fundamental tanto en su creación como en su pensamiento teórico—: la relación anacrónica de los esquemas cosmológicos, causalidad entre lo sucedido, lo que está por suceder y las posibilidades virtuales —que no por ser virtuales son menos válidas— presentes entre estas instancias. Lo que hay que visualizar principalmente es el paso de lo clásico a lo barroco; de las “categorizaciones” de los juicios orientadas a las homologaciones establemente ordenadas, a las “categorizaciones” que desestabilizan el orden del sistema sometiéndolo a una fluctuación que atrofia la capacidad de decisión de los valores.57 Lo clásico y lo barroco son formas subyacentes a los fenómenos culturales que determinan las estructuras, la morfología; por lo tanto, entender esta transición ampliará el horizonte y ayudará a comprender la estructura de las obras sarduyanas. III.I. Espacio medieval, renacentista y barroco Para empezar a definir los términos del análisis del espacio en las obras de radioteatro de Severo Sarduy, explicaré primero el concepto en sentido amplio; para llegar así a ver cómo lo concibe el autor, y cómo lo estructura en sus piezas de radioteatro. Para esto, hay que entender el proceso de cambio que ha experimentado la concepción espacial hasta llegar a la barroca, base de la construcción neobarroca que ahora me interesa. Dice Sarduy que ha existido durante mucho tiempo un prejuicio en contra de lo barroco, pues se ha relacionado con lo excéntrico, lo exótico, lo barato y lo kitsch, y que esto se debe a que es considerado una “desviación” o “anomalía” de la forma precedente, clásica, que es vista como equilibrada y pura. Para entender el complicado sistema de consideraciones que confluyen en esta idea, hay que entender cómo este paso de una estética a otra se debe a un complejo proceso en el que intervienen las creencias, las “verdades” científicas vigentes, etcétera. Tomando en cuenta un aspecto, clarificándolo, se puede entender mejor dicho sistema. En este caso, tomaré como punto de partida la concepción del espacio —tema central de esta tesis— para ver las relaciones sutiles con otros ámbitos, basándome principalmente en el pensamiento de Severo Sarduy. La determinación del espacio está relacionada con pautas culturales de muy diversa índole, pero principalmente morales, teológicas y cosmológicas, las cuales se generan, influyen y limitan recíprocamente. En Barroco, Severo 57 Vid. Calabrese, La era neobarroca, p. 43. Sarduy analiza los procesos de cambio originados por la cosmología, ciencia cuyo objeto es el Universo como un todo, por lo cual sintetiza los modelos que pueden figurar la episteme y la “verdad” de una época, pues Movimiento/fuerza, masa/energía, longitud/duración no existen en sí, solamente significan algo, y ese algo es diferente para los diferentes observadores obligadamente en movimiento: el mundo no es aprehensible más que desde mi punto de vista e inconcebible desde un punto de vista totalizante que sería el de nadie. Ese punto imaginario, situado en el infinito, arrastra la producción de símbolos, haciéndolos cada vez más generales, y funciona como su propio límite.58 Citando a Cassirer, Sarduy dice que ya Platón y Aristóteles habían construido con la figura del círculo su imagen intelectual del Cosmos. Ya en la República hay una visión de éste como un complejo sistema de círculos concéntricos — de estrellas y planetas, entre los cuales se cuenta la Luna— en cuyo centro está la Tierra, que fija y ordena a su alrededor los movimientos circulares y uniformes de los cuerpos, que se desplazan en distintas esferas. Y esta imagen, basada en un relato, estableció una ideología que había de perdurar muchos siglos, fundamentar distintas etapas del pensamiento, y configurar toda una lógica; de manera tan sólida que cuando, dieciocho siglos antes de Copérnico, Aristarco de Samos59 aventuró la hipótesis de que la Tierra es un planeta como los otros, y que todos giran alrededor del Sol, no sólo fue rechazado, sino también reprobado, pues la idea de la Tierra como centro de un universo 58 Sarduy, Barroco, en Obra completa, p. 1245. 59 Aristarco de Samos (310 a.C. –230 d.C.), astrónomo y matemático; fue el primero en proponer el modelo heliocéntrico. Los astrónomos de la época veían a los planetas y al Sol dar vueltas sobre nuestro cielo a diario. Los planteamientos de Aristóteles, hechos pocos años antes, no dejaban lugar a dudas y venían a reforzar dicha tesis. circular estaba fuertemente canonizada, e incluso determinaba la construcción de las ciudades en relación con un centro, como reflejo de una ciudad celestial. Esto, a pesar de que ya se había cuestionado el sistema circular a partir de observaciones tales como las trayectorias errantes de Venus y Marte. Copérnico60 viene a perturbar este orden de las esferas perfectas con una “deposición radical del centro”,61 planteamiento con el cual se desarticula la idea vigente del Cosmos, y quedan abolidos el lugar y la dirección privilegiados, la jerarquía. Esta homogeneización del espacio exige una división ordenada y una distribución métrica de las figuras: se “geometriza”. En el discurso pictórico esta geometrización es el fundamento de la figuración perspectiva —de un nuevo orden, del trompe –l’oleil—, queempieza a clasificar las cosas por su tamaño y su relación en la profundidad ficticia de la tela. En el discurso urbano, la ciudad deja de ser considerada un reflejo de la ciudad divina, se objetiviza y se convierte en algo racional, humano; y esto conlleva implicaciones morales, religiosas, estéticas e incluso de higiene: la ciudad ya no es un doble imperfecto, un reflejo de lo divino, “la existencia terrestre ya no es considerada solamente como una etapa hacia la vida celeste: el hombre que mide no está de paso, su vida no es un olvidable prólogo, vale la pena mejorarla, prolongarla […] el centro se exilia, el hombre se instala”.62 60 Nicolás Copérnico (Polonia, 1473–1543) matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico, gobernador, administrador, líder militar, diplomático y economista. Fue el astrónomo que formuló la primera teoría heliocéntrica del Sistema Solar. Su libro De Revolutionibus Orbium Coelestium (De las revoluciones de las esferas celestes) es usualmente concebido como el punto inicial de la astronomía moderna. Mientras que la teoría heliocéntrica había sido formulada por sabios griegos, hindúes y musulmanes siglos antes que Copérnico, su reiteración de que el Sol (en lugar de la Tierra) está en el centro del Sistema Solar es considerada como una de las teorías más importantes en la historia de la ciencia occidental. Vid. Wikipedia. 61 Sarduy, Barroco, en Obra completa, p. 1209. 62 Sarduy, Barroco, en Obra completa, pp. 1213 –1214. Luego viene la teoría de Galileo, que no se aleja del todo del esquema circular aristotélico, y que refuerza la idea del círculo como forma del Cosmos: si todos los cuerpos se mueven infinitamente, su movimiento no puede ser más que circular, “Dicho de otro modo: el plano horizontal real es una superficie esférica”.63 Además de “fetichizar” el círculo, Galileo se aferra a la autoridad de similitud: Macrocosmos/Microcosmos, Hombre/Cosmos, e introduce la idea de corrupción: los elementos son corruptibles; el Sol no es una esfera perfecta, sino que tiene manchas y es irregular; la Luna es, como la Tierra, irregular y montañosa; la Vía Láctea es un conglomerado irregular de estrellas. Sin embargo, las cosas deben permanecer naturales; en el ámbito estético, la mentalidad galileana rechaza la “perversión” del artificio (y esto es un rechazo fundamental a la polisemia, soporte del barroco): la alegoría “oscurece el sentido original y lo deforma con sus invenciones alambicadas e inútiles”;64 del mismo modo que la anamorfosis es una perversión de la perspectiva. Después, tres leyes aparentemente simples revolucionan, por primera vez en el sentido propio de la palabra, el pensamiento cosmológico (y, por ende, cultural): las leyes del movimiento de los planetas alrededor del Sol que enuncian que 1) Los planetas describen elipses de las cuales el centro del sol es uno de los centros, 2) El radio que une el centro del Sol al centro del planeta recorre áreas iguales en tiempos iguales, y 3) La relación del cubo de la mitad del eje mayor al cuadrado del período es la misma para todos los planetas. 63 Galileo, De Revolutionibus Orbium Coelestium, apud. Sarduy, Barroco, en Obra completa, pp. 1218. 64 Sarduy, Barroco, en Obra completa, p. 1219. Esta revolución del pensamiento fue iniciada por Kepler,65 quien formula una teoría moderna que altera todo el soporte científico del saber de la época. Según Sarduy, él propone un punto de referencia con relación al cual se sitúa, explícitamente o no, toda actividad simbólica: algo se descentra, o más bien, duplica su centro, se desdobla; ahora la figura maestra no es el círculo, de centro único, irradiante, luminoso y paternal, sino la elipse, que opone a ese foco visible otro igualmente operante, igualmente real, pero obturado, muerto, nocturno, el centro ciego, reverso del Yang germinador del Sol, el ausente.66 La cosmología kepleriana implica, por la aceptación de la elipse, el descentramiento y la perturbación del círculo, lo cual tiene profundas resonancias teológicas, que también repercuten en el espacio urbano: las ciudades pre–barrocas son semánticas, y están construidas a semejanza del cuerpo humano: el ombligo corresponde al centro, conformado por la plaza principal el palacio del príncipe y las instituciones primordiales. Y alrededor 65 Johannes Kepler (Alemania, 1571–1630), astrónomo y matemático, fundamentalmente conocido por sus leyes sobre el movimiento de los planetas sobre su orbita alrededor del sol. En un principio, consideró que el movimiento de los planetas debía de cumplir las leyes pitagóricas de la armonía. Esta teoría es conocida como la música o la armonía de las esferas celestes. En su visión cosmológica no era casualidad que el número de planetas conocidos en su época fuera uno más que el número de poliedros perfectos. Siendo un firme partidario del modelo copernicano, intentó demostrar que las distancias de los planetas al Sol estaban dadas por esferas en el interior de poliedros perfectos, anidadas sucesivamente unas en el interior de otras. En la esfera interior estaba Mercurio mientras que los otros cinco planetas (Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno) estarían situados en el interior de los cinco sólidos platónicos correspondientes también a los cinco elementos clásicos. 66 Sarduy, Barroco, en Obra completa, p. 1223. de este centro se ordenan, con una estricta jerarquía religiosa y económica, las demás construcciones. Por el contrario, la ciudad barroca “se presenta como una trama abierta, no referible a un significante privilegiado que la imante y le otorgue sentido”, además, “Instaura lo cifrable y repetitivo […] metaforiza en la frase urbana la infinitud articulable en unidades, instaura […] la ruptura sorpresiva y como escénica de esa continuidad, insiste en lo insólito, valoriza lo efímero, amenaza la perennidad de todo orden”.67 El espacio barroco es, también, el de la superabundancia y el desperdicio. En el campo estético el espacio barroco está caracterizado por la saturación, la proliferación ahogante de los elementos, por el horror vacui (cada espacio que podría estar despejado se llena con algo que signifique). En el ámbito del lenguaje, contrariamente al “comunicativo, económico, austero, reducido a su funcionalidad —servir de vehículo de información—, el lenguaje barroco se complace en el suplemento, en la demasía y la pérdida parcial de su objeto”.68 Sarduy encuentra una correlación —una retombée— entre la geometría y la retórica, entre el espacio y la gramática barrocas: la elipse corresponde a la elipsis; la hipérbola a la hipérbole. En síntesis podemos decir que el pensamiento cosmológico ha determinado principalmente tres tipos de espacio: a) El espacio medieval que sería geocéntrico, teocéntrico y circular; b) el espacio renacentista, heliocéntrico, antropocéntrico y circular; y c) el espacio barroco, heliocéntrico y elíptico. 67 Sarduy, Barroco, en Obra completa, p. 1227. 68 Sarduy, Barroco, en Obra completa, p. 1250. III.II. Estética neobarroca La estética del neobarroco se relaciona con una larga serie de conceptos de muy distinta índole: retórica clásica y de la trasgresión, proliferación, teatralidad, ironía, dispersión, ambivalencia, despilfarro, parodia, artificio, enmascaramiento, distorsión, etcétera; pero hay un concepto al que está ligado fundamentalmente: el barroco, con el cual hay que establecer una diferencia. Para empezar, hablaré del primero; luego de la relación entre ambos; luego, del segundo. Como he explicado ya, el barroco nace por una revolución cosmológica; el mismo Sarduy sintetiza las manifestaciones múltiples y simultáneas que tuvo este cambio de ideología en muy distintos ámbitos culturales, principalmente
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