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01068 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FilOSOFíA Y lETRAS DIVISiÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO • • LA ESCRITURA DE LA CIUDAD • '!o' '" • EN LA LITERATURA LATINOAMERICANA: EL JOVEN DE SALVADOR NOVO TESI S QUE PARA OBTENER El TíTULO DE MAESTRA EN lETRAS (lETRAS LATINOAMERICANAS) PRESENTA: MERITXELL HERNANDO MARSAL DIRECTOR DE TESIS: DR. IGNACIO DíAZ RUIZ MÉXICO, D.F. DIVISION DI U'fY»lOS DI POS(i;UJe 2005 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. F.l;WtiZOa la Dirección Gill~rat c)G 8ibHotecall de la UNAMa difundir en formato ~r6nico eir,;preso el contenido de mi trabajo recepcional. NOMBRE: ggr¡¡¡it':!: d~~:!IU¡) O ~~::: ;{if!tll5: ¿ oOS- Ante todo agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México el haberme dado la oportunidad de ampliar mi conocimiento y mi pasión por la literatura latinoameric ana. En sus aulas aprendí la exigencia y la amistad que llenan sus seminarios, las pláticas entre compañeros, la relación con los maestros . Agradezco el valioso apoyo del Doctor Ignacio Díaz Ruiz durante los tres años que cursé la maestría. Sus comentarios guiaron y enriquecieron esta tesis, pero sobre todo su aprecio y su confianza me animaron a concluirla. Fue inestimable la colaboración del Doctor Rafael Olea Franco , de cuyo rigor y espíritu crítico aprendí mucho. Asimismo agradezco las recomendaciones y la paciente lectura de este trabajo a la Maestra Valqu iria Wey ya las Doctoras Nair María Anaya y Lourdes Franco. Esta tesis está dedicada a mis padres, Marisol y Paci á, quienes, a pesar de la distancia , siempre animaron mis aventuras académicas , a mis hermanos Xavier y David, a toda la familia de Barcelona. A la familia y a los amigos de acá, Gilberto , Mariana, Mayté , Nati , Enrique, Alberto , Pablo, Emiliano, Javier y la banda: Gerardo y Ana, David y Tania, Carlos y Dani, el Checo y Dana, Pablo y Gerardo. Y a Fernando , claro. También va para Cravan, por sus travesura s y cariño . y sobre todo, especialmente, para Miguel. Sólo tú sabes cuánto hay de ti en estas páginas. Importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje. Walter Benjamin Salvador Novo por Manuel Rodríguez Lozano, 1924. INTRODUCCiÓN I. EL ARTISTA y LA CIUDAD 1. LA CIUDAD EN LA NOVELA REALISTA 2. LA CIUDAD MODERNA: CHARLES BA UDELAIRE 3 . LA CIUDAD DEL SIMBOLISMO A LA VANGUARDIA n. LA CIUDA D EN AMÉRICA LATINA l. EL NACIMIENTO DE LAS CIUDADES 2 . LA CIUDAD LATINOAMERICANA EN EL SIGLO XIX 3. L A CIUDAD EN LOS AÑOS VEINTES: LAS VANGUARDIAS IlI . RETRAT O DE SALVADOR NOVO l . EL DANDY 2. EL ESTILO 3. LA MODERNIDAD 4. LA ACTITUD CRÍTICA DE LOS CONTEMPORÁNEOS IV. EL JOVEN: LA CIUDAD DE ULlSES l . LA ÉPOCA 2 . EL TEXTO 3. M OTIVOS 3. l . LA CONVALECENCIA 3.2. EL CAMBIO 3.3 . LA ESCUELA NACIONAL PRE PARATORIA 3.4 . PROYECTO CULTURAL 3 .5 . MIRADA FINAL A LA CIUDAD 4. CONCLUSIÓN : LA NARRATIVA DE CONTEMPORÁNEOS CONCLUSiÓN BIBLIOGRAFÍA 4 4 6 16 22 23 30 39 58 59 72 80 84 92 93 99 1 14 114 115 127 134 143 14 4 14 9 152 INTRODUCCIÓN EL IMPURO AMOR DE LAS CIUDADES Esta tesis tiene su origen en el asombro. La fascinación que embarga a todo viajero que llega a la ciudad de México en avión un día más o menos despejado. La ciudad se extiende literalmente infinita ante sus ojos: ¿puede caber todo eso en un libro? Una vez en tierra la pregunta continúa en suspenso. El laberinto es inabarcable y solamente al cabo de los meses se puede entrar en confianza con algunas calles y colonias. Claudia Magris confesaba que de todas las ciudades recorridas, la de México era la única en la que temía perderse. Este trabajo se propone, pues, dar respuesta a esta pregunta elemental: ¿cómo la ciudad latinoamericana se inscribe en la literatura?, ¿cómo se acomoda su abigarrada superficie, sus contradicciones , en la página en blanco? Para responder es necesario ver primero cómo el tema urbano va transformándose en la literatura europea y adquiriendo unas formas que determinarán su expresión latinoamericana. La literatura urbana moderna nace con las grandes ciudades industriales, en el siglo XIX, y poco a poco va dominando la imaginación de escritores y lectores. Se hace parte de la vida cotidiana, único universo posible, y es necesario referirse a ella para explicarse a uno mismo. Leer la ciudad y escribirla a cada paso, forjar una retórica del andar que es, trasladada a la página del libro, un recorrido del decir: una trayectoria literaria que se extiende desde los escritores realistas, que pretendían abarcar el entorno urbano, ordenarlo y otorgarle un sentido, al fundamental descubrimiento de Baudelaire : la modernidad que se gesta en el seno de la ciudad, percibida íntimamente por el poeta, que al abandonar toda precaución y sumergirse literalmente en la multitud, abre la puerta por la que ésta debía entrar en la literatura; desde los simbolistas, que extremaron al máximo la percepción minuciosa de los estímulos urbanos, a las vanguardias que la exaltaron como divisa y programa. Pero el punto de vista europeo no es suficiente para revelar la singularidad de la literatura urbana latinoamericana. Las ciudades de América Latina tienen, desde su misma creación, unas características que las singularizan y las hacen debatirse durante toda su historia en la tensión entre la dependencia y la búsqueda de la expresión propia. Por ello el segundo capítulo de este trabajo está dedicado a la evolución de las ciudades en América: su fundación como sueño de la razón renacentista, seno a la vez del poder y la utopía; la crisis del rígido universo colonial que estalla frente a las necesidades reales de cada país en la Independencia; la evolución de las sociedades urbanas en el siglo XIX, su acceso a la modernidad industrial y su expresión literaria modernista; y, finalmente, la transformación de las ciudades en el último siglo y su entrada en la literatura latinoamericana con las vanguardias: es éste el final del recorrido . Los movimientos de vanguardia, influidos por sus contemporáneos europeos, hacen de la ciudad un símbolo, y al forzar la síntesis de la propia identidad y los nuevos tiempos, inauguran el escenario intrínsecamente americano de la modernidad . Planteo, pues, dos acercamientos a la escritura de la ciudad : el primer capítulo es fundamentalmente teórico ; quiere definir el concepto de modernidad y fijar la ciudad como el ámbito espacial donde ésta se desarrolla. El segundo, más histórico, quisiera revelar la singularidad latinoamericana del tema. Los dos iluminan desde perspectivas diferentes la versión que Salvador Novo ofrece del espacio urbano en El joven. Novo (1904-1974), miembro central de la generación de Contemporáneos, la más importante de la literatura mexicana de la primera mitad del siglo XX, destacó precisamente por su estrecha vinculación con la ciudad de México y por la modernidad que quiso encarnar en su obra y su persona. Perfecto personaje vanguardista , dandy, insolente y audaz, esbozar su imagen es una manera de definir la vivencia literaria de la ciudad de los años veinte. Para ello no trazo un recorrido biográfico ni un retrato generacional, que son las principales formas con que la crítica ha comentado a este escritor, sino queintento describirlo desde los rasgos de modernidad que lo caracterizan: el dandismo, la rebeldía, el individualismo autobiográfico , el estilo, la cultura popular y la tensión crítica. Una de las características más sorprendentes de Novo, que me hizo elegirlo como sujeto de mi investigación (además de un estilo perfecto por lo preciso y ameno), es su solícita atención a la ciudad. Desde muy temprano hizo de ella el tema de sus poemas, relatos, ensayos, crónicas y artículos períodísticos . Y en 1965 fue nombrado, tardíamente , dada su incesante actividad, Cronista Oficial de la Ciudad de México. Así pues, en este trabajo intento dar respuesta a la sugerencia de Miguel Capistrán, conocedor riguroso de su 2 obra, para el cual "la oficial designación de Novo de ejecutor de una noble función que por voluntad propia realiza desde siempre, la de cronista -sería mejor decir amante- de su ciudad, es una incitación a seguir la huella escrita de ese ejercicio?'. La justa ambición reduce la labor de exégesis propuesta, desproporcionada para los límites de esta tesis, al análisis de El joven. Este texto de 1923 resume y ejemplifica de manera brillante el abordaje vanguardista de la ciudad: los nuevos recursos expresivos con los que ésta se fija (collage, fragmentación , multiperspectivismo, ironía y mirada cinematográfica), los valores que encama como representación de la naciente modernidad que transforma al país y el modelo cultural que el autor propone para asumir estos cambios . El joven es un texto especialmente valioso para mostrar las tensiones que caracterizan la época porque no se limita a ficcionalizar el espacio urbano. Hay en él un ejercicio de reflexión, una especie de hermenéutica cultural que selecciona los motivos de la ciudad y del momento (la publicidad , Freud, los automóviles, los medios de comunicación de masas) que revelan su transformación y su porvenir. Hay en él, incluso, un retrato de la propia generación de vanguardia, avizorada entre los estudiantes en las mesas del café América, y una propuesta cultural basada en la traducción y la divulgación de las tendencias más nuevas, que desafia las directrices que el nacionalismo empezaba a imponer por esos años. Con un estilo irónico y elusivo, como de comentario banal, plenamente vanguardista, Salvador Novo aborda los conflictos e intereses que desde un ámbito continental hemos explicado en el segundo capítulo. Así, desde perspectivas diversas, la mirada general a la ciudad latinoamericana, la observación concreta de la ciudad de México de Salvador Novo, los diferentes apartados de este trabajo se responden y reflejan para dar expresión al asombro que lo generó y mostrar cómo el tema de la ciudad es un punto de vista privilegiado para comprender la literatura latinoamericana del siglo XX. 1 Miguel Capistrán, Los Contemporáneos por sí mismos . México , CONACULTA, 1994. p. 130. 3 I. EL ARTISTA y LA CIUDAD The two great subjects of modern literature are the artist and the city. Richard Lehan, The city in literature Como afirma Richard Lehan , la ciudad es el tema privilegiado de la literatura moderna' , Si bien la ciudad ha aparecido en la literatura desde siempre, no cobra su capital import ancia hasta mediados del siglo XIX , cuando las ciudades, a causa del proceso de industrialización, empiezan concentrar, en Inglaterra y Francia sobre todo , grandes masas de población. La primera corriente literaria en ofrecer vivos cuadros urbanos es el realismo. Según Maria Teresa Zubiaurre: " la nove la realista es, en verdad, la gran creadora, la gran iniciadora del espacio urbano en la literatura. Con la ficción decimonónica, éste inaugura la fructífera trayectoria que desembocará más adelante en los grandes Grosstadtromane de la narrativa moderna y contempor ánea?'. 1. La ciudad en la novela realista El acercamiento de los novelistas realistas al espacio urbano es cauteloso, la mayoría de veces teñido de pesimismo y nostalgia por el ámbito natural perdido. El escritor se distanc ia de la ciudad; intenta percibirla, comprenderla, pero sin entrar en estrecho contacto con ella: la observa desde lejos con ojos muchas veces criticos. De ahí que el espacio urbano se subordine frecuentemente al espacio interior y que los temas espaciales preferidos en este momento para captar la ciudad sean la vista pano rámica, el jardín y la ventana. Es emblemático el inicio de La regenta de Leopoldo Alas , que nos ofrece la imagen de la ciudad de Vetusta precisamente desde la torre de la iglesia: "E l magis tral , olvidado de los campaneros, paseaba lentamente sus miradas por la ciudad escudriñando sus rincones, 2 Richard Lehan, The city in Literature, Berkeley, University of California Press, 1998, p. 106. Uso el concepto de literatura moderna en el sentido amplio que la tradición crítica anglosajona le ha dado al de modernism y que Juan Ramón Jiménez define como un movimiento general de renovación que tuvo lugar desde mediados del siglo XIX: "Las escuelas son parnasianismo, simbolismo, dadaísmo, cubismo, impresionismo, etc. Todo cae dentro del modernismo porque todo es expresión en busca de algo nuevo hacia el futuro". Juan Ramón Jiménez, El modernismo. Notas de un curso (/ 953), México, Aguilar, 1962, p. 229. ) María Teresa Zubiaurre, El espacio en la novela realista , México, fCE, 2000, p. 229. 4 levantando con la imaginación los techos, aplicando su espíritu a aquella inspección minuciosa, como el naturalista estudia con poderoso microscopio las pequeñeces de los cuerpos. No miraba a los campos, no contemplaba la lontananza de montes y nubes; sus miradas no salían de la ciudad,,4. Este recelo frente a la ciudad tiene mucho que ver con la particular ideología y modo de hacer de la novela realista, que coincide con el sentir y el pensamiento de la burguesía: el autor quiere presentar un retrato objetivo de la realidad contemporánea, transmitir un determinado conocimiento de la sociedad y sus costumbres, con afán didáctico y moralizante. Este espejo de la realidad o tranche de vie aspira a la totalidad; se trata en verdad de un esfuerzo de sistematización del mundo: frente a la naturaleza cada vez más ingobernable y amenazadora de la ciudad, la novela realista trata de abarcarla y hacerla comprensible a través de la observación y el conocimiento científico. En cierta manera, la novela realista constituye la muestra de las posibilidades artísticas del positivismo. La respuesta del realismo frente a la ciudad es ambivalente. Estas novelas traslucen a la vez atracción y repulsión por el espacio urbano; para Balzac París era "el más delicioso de los monstruos' ". Los escritores intuyen el misterio y las potencialidades narrativas que encierra la ciudad moderna pero no se atreven a abordarla sin reservas, directamente. Imponen siempre la distancia del observador y del moralista. Como don Fermín de Pas consideran que la ciudad es el espacio a conquistar pero, como él, la espían desde la torre de la iglesia y con un catalejo. El uso de este instrumento es significativo: al querer hacer de ella un entorno abarcable, accesible a los sentidos y a la comprensión, la ciudad es representada en la novela realista como una organizada colección o cadena de espacios delimitados; esto ha llevado a la crítica a hablar de una "visión caleidoscópica" 6 de la ciudad, frente a la "visión laberíntica" propia de la literatura contemporánea, que da cabida a una realidad dinámica y desordenada. En el fondo, la novela realista privilegia el control de las circunstancias, el poder de acotar un espacio y agotar sus posibilidades descriptivas; esto es, identificar y dar nombre a las cosas que lo forman. Constituye una manera de ponerle bridas a la realidad desbordante y hasta de encauzar la imaginación hacia unos determinados objetivos e intereses. Pero a • Leopoldo Alas "Clarín", La Regenta, Madrid, Castalia, 1990, p. 105. 5 Honoré de Balzac, Ferragus , Barcelona, Minúscula, 2002, p. 20. ó Cf Zubiaurre,op. cit., p. 232. 5 medida que avanza el siglo XIX esto se va haciendo cada vez más difícil. La ciudad concentra en sí misma tales fuerzas que deja a la burguesía y a sus pretensiones fuera de lugar. No es el novelista burgués quien podrá captarlas. Éste a bien seguro retrocederá horrorizad o. Es el poeta, el artista hipersensible, enamorado de la ciudad ("Pocos mortales habrá que amen a esta ciudad de México tan desinteresada, tan puramente como yo. Sus cronis tas [oo. ] no ponen en amarla el fuego ignorante e irracional, todo presente , que me anima a hacerlo'"), quien le dará su lugar en la literatura . Balzac, el novel ista real ista por excelencia, en su magnífica Ferragus, intuye ya esta nueva sensibilidad urbana: ¡ah, París!, quien no ha admirado tus sombríos paisajes, tus claroscuros, tus callejones profundos y silenciosos; quien no ha oido tus murmullos entre la media noche y las dos de la madrugada, nada sabe todav ía de tu verdadera poesia, ni de tus extraños y grandes contrastes. Hay un corto número de aficionados, de gentes que no andan nunca como unos atolondrados, que degustan su Paris, que están tan penetrados de su fisonomia que perciben cualquier verruga, grano o mancha. Para los demás, Paris es siempre esta monstruosa maravilla, sorprendente trabazón de movimientos, máquinas e ideas, la ciudad de las cien mil novelas, la cabeza del mundo. Pero para aquellos París está triste o alegre, está vivo o muerto; para ellos París es una criatura; cada hombre, cada fracción de casa es un lóbulo del tejido celular de esta gran cortesana de la que conocen perfectamente la cabeza, el corazón y las costumbres antojadizas. Estos son los amantes de París", 2. La ciudad modern a: Charles Baudelaire El poeta que hará de la ciudad el tema privilegiado de la literatura moderna es Charles Baudelaire. Con Baudelaire la ciudad se convierte en personaje literario, objeto único de arte moderno. La conciencia del poeta invade lo visto y funda la ciud ad . Richard Lehan describe el proceso que lleva a Baudelaire a hacer de la ciudad el centro de su poética: In the first edition of Les fl eurs du mal (1857), Baudelaire's poetry is mostly introspective. After a court order demanded the removal of six poems on grounds of indecency, Baudelaire wrote a series of poems he added to a second edition (1861) , in which he begins J Salvador Novo , Viajes y ensayos, 1, México, FCE, 1996, pp. 107-108. H Balzac, op. cit., pp. 21-22. 6 to make use of the city as his main subject. The observer in these poems identifies with an urban subject, usually someone who steps out of the crowd, and then through a process of association and memory connects this impression with his own experience [...] Baudelaire in the crowd embodies the artist in the city, the move from an objective to a subjective view ofthe city -the move, that is, from naturalism to modernism". La ciudad ya no es captada desde fuera, recreada a distancia , juzgada y condenada desde la altura moral de un narrador omnisc iente . Desde Baudel aire, el artista se siente parte de su entorno; en med io de la mult itud, la ciudad lo configura y da form a a sus pensamientos e imaginación. Hay una especie de simbiosis entre el hombre y la ciudad, que es lo que le confiere a Baudelaire su modernidad: es capaz de revelar el alma humana que impregna las calles, las fábricas, las multitudes, y colmarlas de sentido. Por tanto , lo que hace de él el punto de partida de la literatura urbana moderna no es el hecho de incluir en sus poemas la vida cotidiana de las grandes ciudades. Si su innovación solamente tuviera que ver con la introducción de unos motivos más o menos novedosos, no sería más que un descubrimiento superficial. La ciudad aparece en los poemas de Baudelaire no como escenario, sino como parte de la sensibilidad del artista. T.S. Eliot señala precisamente esto: " I t is not merely in the use of imagery of common life, not merely in the use of imagery of the sordid life of a great metropolis, but in the elevation of such imagery to the firs t intensity - presenting it as it is, and yet making it represen t something much more than itself- that Baudelaire has created a mode of release and expression for other men?'". El poeta francé s fue consciente de esta nueva forma de conocimiento que nacía del apremio de las grandes ciudad es. En el prólogo de Le spleen de Paris dirig ido a su editor, Arséne Houssaye, vincu la la necesidad de un nuevo lenguaje, en el límite de los géneros, precisamente a la vivencia de la ciudad: Quel est celui de nous qui n'a pas, dans ses jours d'ambition, rév é le miracle d'une prose poétique, musicale sans rythme et sans rime, assez souple et assez heurtée pour s' adapter 9 Lehan, op . cit., pp. 72-73. 10 T.S. Eliot, Selected Prose ofT.S. Eliol, Nueva York,Harvest, 2002, p. 234. 7 - -- - - - - - aux mouvements Iyriques de l' árne, aux ondulations de la réverie, aux soubresauts de la conscience? C'est surtout de la fréquentation des villes énorrnes, c'est du croisement de leurs innombrables rapport s que nait cet idéal obs édant" . Lo que se transparenta tras estas palabras es la atracción de Baudelaire por la multitud , que representa metonímicamente a la ciudad entera. En ella reside el bullicio y la soledad , la tensión y el asombro, la exaltación y la angustia, el cambio y la fugacidad : lo que constituye la experiencia moderna . Nadie antes se había acercado de forma tan intensa a las sensaciones del hombre que vive en una gran ciudad y que nutrirán toda la literatura del siglo XX: 11 n 'e st pas donné achacun de prendre un bain de multitude: jouir de la foule est un art; et celui-lá seul peut faire, aux dépens du genre humain, une ribote de vitalité, aqui une fée a insufflé dans son berceau le go út du travesti ssement et du masque , la haine du domic ile et la passion du voyage. Multitude , solitude: termes égaux et convertible s pour le po éte actif et fécond .[...] Ce que les hommes nomment amour est bien petit, bien restreint et bien faible, comparé a cette ineffable orgie, acette sainte prostitution de l' áme qui se donne tout enti ére, poésie et charité , al'impr évu qui se montre, al'inconnu qui passe". Este fragmento tiene su eco en uno de los sonetos más importantes de Les fleurs du mal, "A. une passante". En él no se nombra a la multitud , pero su presencia es insoslayable. La sentimos en cada verso. Esta imposición de la masa en el ánimo del lector , que aún sin verla no puede escapar de ella, es característica de la tensión que inflige la ciudad y que Baudelaire capta de forma precisa y sutil. De esta multitud invisible, surge la belleza fugaz de la modernidad que el poeta encama en los ojos de la viuda: La rue assourdissante autour de moi hurlait. Longue , mince, en grand deuil , douleur majestueuse, Une femme passa, d'une main fastueuse 11 Charl es Baudel aire, Petits po émes en prose, París, Gallimard, 1973, p. 22. 12 lbid. , p. 46. 8 Soulevant , balancant le feston et l' ourlet; Agile et noble, avec sa jambe de statue . Moi, je buvais, crispé comme un extravagant, Dans son oeil, ciellivide OU germe ]' ouragan, La douceur qui fascine et le plaisir qui tue. Un éclair... puis la nuit ! - Fugitive beauté Dont le regard m'a fait soudainement renaitre, Ne te verrai-je plus que dans I'étemité? Ailleur s, bien loin d'ici! Trop tard! Jamais peut-étre! Car j'ignore OU tu fuis, tu ne sais OU je vais, 6 toi quej'eusse aimée, ó toi qui le savais!" Walter Benjamin capta muy bien el sentido de este poema. Declara insuficiente la explicación de Thibaudet de que los versos se explican por su filiación urbana . Hay en ellos algo mucho más decisivo; el sentimiento amoroso ha sido transformado por la fugacidad : "El significado del soneto es, en una frase, el que sigue: la aparición que fascina al habitante de la metrópolis -lejos de tener en la multitud sólo su antítesis , sólo un elemento hostil- le es traída sólo por la multitud. El éxtasis del ciudadano no es tanto un amor a primera vista como a 'última vista'. Es una despedida para siempre, que coincide en la poesía con el instante del encanto't'". Con esto Walter Benjamin define la experiencia de la modernidad fundándola en la paradoja; la multitud ofrece el amor para arrebatarlo al instante , de la misma manera que la pérdida de la amante es lo que le otorga su fascinación . Y en el centro mismo de la tensión de fuerzas, es donde se encuentra la expresión moderna del arte, "el instante del encanto". Las novelas de Kafka, los poemas de Eliot, El joven de Novo, los cuadros de Chagall, con ser muy distintos, casi irreconciliablemente diversos, coinciden en la búsqueda y expresión de esta tensión . 13 Charles Baudelaire, Les fleurs du mal, París, Gallimard , 1996, pp. 133-134 . 14 Walter Benjamin, Ensayos escogidos , México , Ediciones Coyoacán, 2001, p. 19. 9 Pero hay algo más en los ojos de la viuda perdidos para siempre: la ciudad moderna se caracteriza también por un vacío espiritual y una carencia de comunidad que Benjamin define como la pérdida del aura. Lo formuló en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica y es en Baudelaire donde encuentra su expresión artística : "Quien es mirado o se cree mirado levanta los ojos. Advertir el aura de una cosa significa dotarla de la capacidad de mirar. Lo cual se ve confirmado por los descubrimientos de la mémoire involontaire. Estos son por lo demás irrepetibles: huyen al recuerdo que trata de encasillarlos. Así vienen a apoyar un concepto de aura según el cual ésta es la aparición irrepetible de una lejaníav". Pero en Baudelaire la espera de la mirada se ve muchas veces decepcionada. Los ojos se mantienen duros, opacos, lo que sin embargo los dota de un inconfundible atractivo : "Se podría decir que tanto más subyugante es una mirada cuanto más profunda es la ausencia de quien la mira. En ojos que se limitan a reflejar esta ausencia permanece intacta. Justamente debido a que esos ojos no conocen lejanía?". En los ojos incapaces de mirar cifra Benjamin la pérdida del aura (ausencia , alineación, tiempo desintegrado , destrucción de lo sagrado y de la existencia singular) que caracteriza a la sociedad moderna . Casi en un eco perfecto, Baudelaire responde a Benjamin en uno de los textos cruciales para conocer su visión del arte: El pintor de la vida moderna, que dedica al ilustrador Constantin Guys. Este texto es esencial porque constituye una clara forma de autocrítica; al describir a Guys Baudelaire se describe a sí mismo y su manera de entender la expresión estética . El artista, él mismo, penetra en la multitud al igual que en un inmenso receptáculo de electricidad. También se le puede comparar con un espejo tan inmenso como esta multitud, a un caleidoscopio dotado de conciencia que, en cada uno de sus movimientos, representa la vida múltiple y la gracia dinámica de todos los elementos de la vida. Es un yo insaciable del no yo, que a cada 15 Ibid., p. 36. 16 lbid., p. 38. 10 instante lo restituye y lo manifiesta en imágenes más vivas que la vida misma, siempre inestable y fugitiva" . Esto es: el individuo seducido precisamente por lo que lo anula, ese "no yo" , la multitud, que lo sumerge en lo heterogéneo y lo caótico en que se ha convertido la vida cotidiana. El espacio urbano va a simbolizar a partir de Baudelaire la confusión y el desconcierto del individuo ante un universo cada vez más complejo. La realidad moderna, encamada en la ciudad, ya no puede contemplarse como totalidad, y se presenta como espacio fragmentado e inconexo. Más adelante el autor precisa este carácter inasible de lo moderno y su esencia, el cambio: "La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo , lo contingente, la mitad del arte , cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable'l'" . Esta definición conlleva una alteración radical de paradigmas culturales. Ya no es la tradición, el respeto al saber acumulado, a la autoridad de los antiguos, la que sanciona el arte , sino todo lo contrario. Es lo que ha llamado Octavio Paz, acentuando la paradoja de la que incesantemente se nutre nuestra época, tradición de la ruptura: La modernidades una tradición polémica y que desaloja a la tradición imperante, cualquiera que ésta sea; pero la desaloja sólo para, un instante después, ceder el sitio a otra tradición que, a su vez, es otra manifestación momentánea de la actualidad. La modernidad nunca es ella misma: siempre es otra. Lo moderno no se caracteriza únicamente por su novedad, sino por su heterogeneidad. Tradición heterogénea o de lo heterogéneo, la modernidad está condenada a la pluralidad: la antigua tradición era siempre la misma, la moderna es siempre distinta. La primera postula la unidad entre el pasado y el hoy; la segunda, no contenta con subrayar las diferencias entre ambos, afirma que ese pasado no es uno sino plural. Tradición de lo moderno: heterogeneidad,pluralidad de pasados, extrañeza radical". El impulso del cambio hace que lo moderno esté cont inuamente tendido hacia el futuro , hacia la perfectibilidad. La audacia, la energía, la creatividad dinámica lo caracterizan. Aunque llame para renovarse a elementos muy antiguos, como T.S. Eliot acud ió a Dante, 17 Charles Baudel aire , El pinto r de la vida moderna, en El dandismo , Barcel ona , Anagrama, 1974, p. 89. 1~ lbid. , p. 91. 19 Octavio Paz, Los hijos del limo, Barcelona, Seix Barral , 1993, p. 18. 11 siempre es para cifrarlos en un nuevo paso más allá. Esto nos informa de la indisoluble vinculación de la modernidad con la época en que nace: es la burguesía y la revolución económica capitalista a que dio lugar a principios del siglo XIX en Europa, la que transforma las ciudades y engendra la pasión incontenible por el cambio y la ruptura, es decir, dicho con una palabra muy positivista, por el progreso. Marshall Berman en la obra que dedica a explicar el fenómeno moderno lo expone con claridad: "Los burgueses se han erigido en la primera clase dominante cuya autoridad no se basa solamente en quiénes eran sus antepasados, sino en qué hacen ellos realmente. Han producido imágenes y paradigmas nuevos y vívidos de la buena vida como una vida de acción. Han probado que es posible, a través de una acción organizada y concentrada, cambiar realmente el mundo' r'". Este dinamismo y actividad imparable que la burguesía impuso a su época fue reconocido por Karl Marx, que al definir las relaciones económicas del momento intuyó certeramente los rasgos fundamentales de un tiempo que aún es el nuestro : Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas , con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse . Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres al fin se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones rec íprocas" . De hecho , si Walter Benjamin estudió con profundidad la ciudad de Haussmann y Baudelaire fue para captar en la época de mayor esplendor de la burguesía francesa los signos para comprender su propio momento: "Cada época sueña la siguiente y al soñarla la impulsa hacia el despertar't" , Benjamin buscó en el Paris del Segundo Imperio la prehistoria del siglo XX: la ilusión de la novedad en la moda y el comercio, "las fantasmagorías" que la ciudad materializa en los bulevares, los atiborrados interiores burgueses y los pasajes , la dialéctica cultural de la mercancía y del arte vuelto objeto de 20 Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire, Madrid, Siglo XXI, 1991, p. 88. 21 Karl Marx citado en ibid., pp. 89-90. 22 Walter Benjamin , París, capital del siglo XIX, México , Madero, 1971, p. 53. 12 consumo:"Baudelaire sabía lo que de verdad pasaba con el literato: se dirige al mercado como un gandul; y piensa que para echar un vistazo, pero en realidad va a encontrar un comprador" 23. De ahí que para Beatriz Sarlo el París de Walter Benjamin sea "un complejo artefacto urbano examinado en sus dimensiones materiales y simbólicas; no una ciudad, sino la espacialización del capitalismo y del arte moderno,,24. Benjamin señaló con lucidez el inmenso poder del mercado en la vida cotidiana, su invasión de todas las esferas, desde el arte a la conciencia: es él quién dice qué merece la pena y qué no, qué es digno u honorable, quién es uno mismo (cuánto vale) y qué es la realidad. Frente a ello el artista, como señala Carlos Fuentes, sólo puede optar por la crítica : "Nuestro dilema es ser burgueses, vivir corno burgueses y sin embargo rechazar las mentiras que nos sostienen . Al rechazarlas, se puede hacer un arte importante ' r" . La modernidad tiene, pues, dos caras. Constituye el momento histórico de consolidación del capitalismo industrial y de la mentalidad burguesa y, a la vez, supone la manifestación artística de la crisis de dicho modelo. Matei Calinescu lo precisa de esta manera: Lo que es cierto es que en algún momento de la primera mitad del siglo XIX se produ ce una irreversible separación entre la modernidad como un momento de la historia de la civilización occ idental - producto del progreso científi co y tecn ológ ico, de la revolución indus tria l, de la economia arrolladora y los cambios sociales del capitalismo- y la modernidad como un concepto estético . Desde entonces, la relación entre las dos modernidades ha sido irreductiblemente hostil , pero no sin permitir, e incluso estimular, una variedad de influencias mutuas en su cólera por la mutua destrucci órr". Como vemos, el tema de la ciudad implica a la vez transformaciones estéticas y cambios económicos , históricos y sociales. De ahí su riqueza. La cultura se sumerge profundamente en su medio materíal; ciudad y literatura moderna se implican como producciones simbólicas y se presuponen como experiencia. La ciudad al penetrar profundamente en el 23 Walter Benjamín, Iluminaciones 11. Poesía y capitalismo, Madrid, Taurus, 1998, p. 47. 24 Beatriz Sarlo, Siete ensayos sobre Walter Benjamin, México, FCE, 2001, p. 18. 25 Carlos Fuentes, Los narradores ante el público, México, INBA / Joaquín Mortiz,1966, p. 144. 26 Matei Calinescu, Cinco caras de la modernidad, Madrid, Tecnos, 1991, p. 50. 13 universo literario es signo de una transformación en todos los órdenes de la vida: "The city and the literary text have had inseparable histories, and reading the city is only another kind of textual reading. Moreover, such readings concern intellectual or cultural history that has informed the city and contributed to the way it has been depicted by literary imagination'r" . Antes de dejar a Baudelaire, que me ha servido para definir el nuevo carácter que toma la ciudad en la literatura moderna y, consecuentemente, lo que constituye la vida en esta ciudad, es decir, la experiencia de la modernidad, quiero detenerme en una de las figuras más paradigmáticas que el poeta francés establece: el fláneur, pues la experiencia de la ciudad se capta en muchas obras, y El joven es una de ellas , recorriéndola. El flán eur es el paseante ocioso, indolente, eternamente deseoso de ver, medio dandy y medio príncipe (hay un cierto aristocratismo en él), que degusta la ciudad a cada paso . Ser aparte de la sociedad, su única embriaguez es la de experimentar las calles , moverse en las masas como pez en el agua : Su pasión y su profesión es desposarse con la multitud. Para el perfecto deambulador, para el observador apasionado, constituye un inmenso goce el poder elegir domicilio entre lo numeroso, entre lo ondulante, entre el movimiento, entre lo fugitivo y lo infinito. Estar fuera de casa y, no obstante, sentirse en cualquier lugar como en ella; ver el mundo, estar en el centro del mundo, y permanecer oculto para el mundo: éstos son algunos de los placeres esenciales para esos espíritus independientes, apasionados e ímparciales, a los que el lenguaje sólo puede definir torpemente. El observador es un principe que goza, donde quíera que esté, de su incógnito". Una vez más la visión moderna se conforma en paradojas. El flán eur goza en la multitud pero solamente al conservar su personalidad; es la soledad, el anonimato entre la muchedumbre lo que le deleita. En ese sentido, la modernidad conlleva una nueva exaltación del individualismo romántico, la reivindicación una vez más de los valores del sujeto frente a las exigencias de la sociedad en su totalidad: frente al gobierno, la moral , las 27 Lehan , op. cit.. p. 289. 28 Baudel aire, El pintor de la vida moderna, p. 88. 14 convenciones. El héroe moderno es casi siempre un rebelde; abjura de las virtudes y de las leyes, y goza en sentirse aparte , solo en la multitud, en los arrabales de la sociedad y la gran ciudad. Es el antihéroe, tan característico de la literatura del siglo XX, el Bartleby de Melville, vulgar, don nadie, tocado a la vez de misterío; "El hombre de la multitud" de Poe que tanto fascinó a Baudelaire. "¿Los héroes de la gran ciudad son inmundicia? -se pregunta Walter Benjamin- ¿O no es más bien héroe el poeta que edifica su obra con esa materia? La teoría de lo moderno concede ambas cosas.?" El personaje que Baudelaire recrea en sus poemas está tentado al mismo tiempo por la luz y la oscuridad. Al héroe moderno capaz del éxtasis, de la sensibilidad más exquisita y la obra imperecedera, como Adrian Leverkühn de Mann, lo acecha la renuncia, parece predeterminado a hundirse. De ahí que el nihilismo, la pasión destructiva, la atracción del abismo, sea la otra cara de la moneda de la época: en los años veinte en que se sitúa El joven la fantasía auroral del nuevo siglo y las vanguardias convive junto al desencanto de la Gran Guerra. Finalmente, hay un último rasgo que Baudelaire encuentra en Poe, su autoconciencia estética, que caracteriza a la literatura de la modernidad y, con ello, a la forma con que el escrítor se enfrenta a la ciudad. Según Edmund Wilson "los escritos críticos de Poe fueron la más temprana Biblia del movimiento simbolista, pues , equivalentes a un nuevo programa literarío, en ellos corregía las libertades románticas y desmochaba sus extravagancias, a la vez que proponía no efectos naturalistas, sino ultrarrománticos"; entre ellos destacaban "la fusión de imágenes, la deliberada mezcolanza de las metáforas, la combinación de pasión e ingenio -de ademanes nobles y prosaicos-, la audaz amalgama de lo material con lo espiritual' r'". Frente a la ingenuidad y el idealismo con que preferían vestirse los escritores románticos, el artista moderno es muy consciente de sus medios expresivos. La modernidad es una época eminentemente autorreflexiva; la crítica impregna el objeto literario que al mismo tiempo se cuestiona a sí mismo y al mundo que representa. Octavio Paz explica con clarídad esta omnipresencia del ánimo analítico en la literatura: 29 Benjamín, Iluminaciones 11, pp. 98-99 . JO Edmund Wilson, El castillo de Axel, Barcelona, Destino, 1996, p. 22-23 . 15 Sólo hasta la edad moderna los poetas se dan cuenta de la naturaleza vertiginosa y contradictoria de esta idea: escribir un poema es construir una realidad aparte y autosuficiente. Se introduce así la noción de la crítica "dentro" de la creación poética. Nada más natural, en apariencia: la literatura moderna, según corresponde a una edad crítica, es una literatura crítica. Pero se trata de una modernidad que, vista de cerca, resulta paradójica : en muchas de sus obras más violentas y características -pienso en esa tradición que va de los románticos a los surrealistas- la literatura moderna es una apasionada negación de la modernidad; en otra de sus tendencias más persistentes y que abraza a la novela tanto como a la poesía lírica - piensoahora en esa tradición que culmina en un Mallarmé y en un Joyce- nuestra literatura es una crítica no menos apasionada y total de sí misma. Crítica del objeto de la literatura: la sociedad burguesa y sus valores; crítica de la literatura como objeto: el lenguaje y sus significados. De ambas maneras la literatura moderna se niega y, al negarse, se afirma y confirma su modernidad31• 3. La ciudad del simbolismo a la vanguardia Los simbolistas partieron de los hallazgos de Baudelaire y Poe . El artista enfrentado como fl áneur a la ciudad hace de ella la fuente de sus sensaciones . Disparadoras de la imaginación, las ca lles y las gentes se fun den en la mente del poeta junto a las impresiones que evocan. Los esteticistas ingleses y los decadentistas franceses , Walter Pater, Ose ar Wilde o Joris Karl Huysrnans.r leen" la ciudad co mo si fuera un texto o un obje to estético . Se trata de un movimiento des de el sentimiento, peculiarmente romántico, a la sensibilidad. O como diría Dorían Gray en la decisiva novela de Wil de: Yes: there was to be, as Lord Henry had prophesied, a new Hedonism that was to recreate life, and to save it from that harsh, uncomely puritanism that is having, in our own day, its curious reviva!. It was to have its service of the intellect, certainly; yet, it was never to accept any theory or system that would involve the sacrifice of any mode of passionate experience. Its aim, indeed, was to be experience itself, and not the fruits of experience, sweet or bitter as they might be. Of the asceticism that deadens the senses, as of the vulgar )\ Paz. op. cit., pp. 56-57. 16 protligacy that dulls them, it was to know nothing . But it was to teach man to concentrate himselfupon the moments ofa life that is itselfbut a mornenr", Esta nueva manera de captar la realidad se explicita en la obra de Huysmans. Arevours es una novela estática, espacial izada, casi sin tiempo ni argumento , que como un cuadro impresion ista se forma a pinceladas , episodios sueltos que se organizan en tomo al protagonista, abstraído y abismado en su propia contemp lación. El impresionismo descubre el carácter paisajístico de la ciudad, y lo describe desde la subjetividad intensa, esteticista, cúmulo de sensaciones y trazos mínimos , del observador urbano. Rile Mosnier de Manet , Boulevard des Italiens de Pissarro o Pont-Neuf de Renoir son una buena muestra de ello. Según Walter Benjamin: "La técnica de la pintura impresionista, que extrae la imagen del caos de las manchas de color, sería por lo tanto un reflejo de experienc ias que se han vuelto familiares para el ojo del habitante de una gran ciudad . Un cuadro como La catedral de Chartres, de Monet , que es una especie de hormiguero de piedras, podría ilustrar esta hip ótesis' r" . La ciudad se convierte en el más grande estímulo; el yo se concibe en la concienci a, en el acto de percibir, y en correspondencia con el entorno . De esta manera, la ciudad deviene una extensión del propio autor, casi un estado mental. Rodenbach, en su prefacio a Brujas, la muerta, novela de enorme influencia en la época, declara : En este estudio pasional, hemos querido evocar también, y principa lmente una Ciudad, la Ciudad como un personaje esencial , asociado a los estados de alma ; personaje que aconseja , disuade y determina a obrar. De esta manera, en la realidad , esta Brujas, que nos hemos comp lacido en elegir, aparece casi humana ... Se estab lece un ascendente que va de ella a los que en ella residen. Ella los moldea según sus parajes y sus campanas . He aquí lo que hemos deseado sugerir : la Ciudad oríentando una acción; no considerar sus paisajes urbanos como un mero cuadro de fondo o como temas descriptivos escogidos algo arbitrariamente, sino ligados al accidente mismo de la narraci ón" . 32 Osear Wilde , The pic ture 01Dorian Gray , Londre s, Penguin Books, 1994, p. 151. 33 Benjamin, Ensayos escogidos, p. 23. 34 Georges Rodenbach, Brujas . la muerta , Buenos Aires, Espasa-Ca1pe, 1948, p. 13. 17 Para Raymond Williams la aguda conciencia de sí mismo del escritor simbolista, aunque alejada del análisis objetivo de la realidad, aporta una nueva comprensión de la ciudad: "Estos procesos componen una enérgica reacción ante lo que se conoce, incluso convencionalmente, como la experiencia de la ciudad, pero aun cuando se los lleve a niveles que parecen puramente estéticos, están profundamente relacionados con modelos subyacentes de vida y sociedad; de manera tan clara, como cuando se superponen en forma explícita con versiones ideológicas de un aislamiento, una alienación y una pérdida de comunidad esenciales' r". Más adelante, los movimientos artísticos de vanguardia intentan dar una respuesta, en múltiples direcciones estéticas e ideológicas, a la modernidad de principios del siglo XX, y la ciudad deviene un punto de referencia insoslayable. Los primeros en reivindicar su dinamismo y energía fueron, desde 1909, los futuristas . Marinetti y Maiakovski exaltaron la modernidad en plenitud, haciendo de los adelantos técnicos que transformaban las ciudades su proyecto y su bandera. Los caracterizó un entusiasmo vital, juvenil, por las nuevas formas de vida urbana, las multitudes trabajadoras, la tecnología aplicada a la cotidianidad, los medios de transporte mecánicos, la velocidad, la voluntad, la multiplicación de las máquinas, el estruendo de las grandes ciudades: "Un automobile da corsa col suo cofano adorno di grossi tubi simili a serpenti dall 'alito esplosivo... un automobile ruggente, che sembra correre sulla mitraglia, e piú bello della Vittoria di Samotracid't", afirmaba en su primer manifiesto Marinetti. Junto a la asunción optimista y activa de la modernidad los futuristas presentaban también un carácter agresivo y hostil contra todo lo anterior, contra las formas estéticas e ideológicas de la burguesía. Todos los movimientos de vanguardia se caracterizaron por su rebeldía , por su tensión viva hacia el cambio y la renovación, pero en el caso de los futuristas la reivindicación del hombre nuevo contenía un agresivo desprecio por el pasado , del que pedía su completo olvido y la destrucción de sus vestigios (bibliotecas, museos , monumentos), y para ello exaltaba incluso la violencia y la guerra. 35 Raymond Williams, El campo y la ciudad, Buenos Aires , Paidós, 2001 , p. 305. 36 F.T. Marinetti, en Umbro Apollonio, Futurismo, Milán , Gabriele Mazzott a Editore , 1976, p. 47. 18 De muy diferente signo, irónico, burlón y absurdo, fue el dadaísmo. Surgido de la hecatombe de la I Guerra Mundial, el dadaísmo es el reverso del futurismo en su actitud hacia el nuevo siglo: carece de fe en el futuro y de cualquier ánimo constructivo; todo lo contrario, su sin-sentido quiere poner de manifiesto la crisis de la modernidad. Proclama la inutilidad del arte, exalta el azar como principio generador y niega los valores de la civilización industrial y urbana, muchas veces en forma de boutades y bromas descaradas : de ahí, los ready-mades de Duchamp, su Fuente y su Aire de París. La ciudad al revés: lo que consagran los dadaístas con sarcasmo son los deshechos urbanos, la basura y la vulgaridad tecnológica. Esto queda claro en los collages de Kurt Schwitters hechos de materiales encontrados en la calle, recortes de periódico, tarjetas postales , restos de telas, sellos de correos ...: son las construcciones MERZ, acumulación de las materias arrojadas cotidianamente por la ciudad industrial , visión de un mundo en quiebra caracterizado por la existencia precaria y fugaz de los hombres y las cosas. Dadá es una mueca, un gesto entre desesperado y divertido, profundamente desengañado , contra los aspectos más atroces e insensatos de la realidad del momento . El expresionismo coincide en parte con ese gesto. La deformación subjetiva y el color puro, empleados como reveladores de los sentimientos y la sensibilidad , hablan de la tensión estética y existencial que en el hombre provocala vida moderna. Sin embargo, la suya es aún una fe intensa por la ciudad. Defiende una poética anti-Iírica, opuesta al concepto tradicional de inspiración, que se alza en intérprete de la frenética actividad urbana. En su manifiesto de 1914 "Instrucciones para pintar la gran ciudad" L. Meidner proclama: "Debemos comenzar, finalmente, a pintar el lugar donde hemos nacido, la gran ciudad, a la que amamos con amor infinito. Nuestras manos febriles deberían trazar sobre telas innumerables, grandes como frescos, toda la magnificencia y la extrañeza, toda la monstruosidad y lo dramático de las avenidas, estaciones, fábricas y torres,,37. El cubismo, de naturaleza eminentemente formalista , confiado en una inteligencia a la vez lúcida e intuitiva, aspira a la espacialización de la poesía. Guillaume Apollinaire J7 L. Meidner, " Instrucciones para pintar la gran ciudad" , Escritos de arte de vanguardia 1900/1945 , Madrid , Istmo, 1999. p. 115. 19 intenta trasladar las técnicas de la pintura cubista (multiperspectivismo, simultaneidad, montaje) al medio verbal. Formula una estética de lo discontinuo y fragment ario que busca comunicar la vivencia de la ciudad: aparece en el poema el lenguaj e cotidiano y, gracias a la yuxtaposición de imágenes , el tiempo se inmoviliza, presente continuo, y el espacio se torna fluido y múltiple. Según Saúl Yurkievich "Apollinaire propone un ready -made dialógico; la poeticidad la da su condición de zambullida en el medio oral circundante, su valor de símil de una experiencia de lo real urbano . Apollinaire, el gran premonitor, hace obra gruesa , arte pobre o antiarte : pasa directamente al otro lado del confin artístico para vitalizarlo por irrupción no estilizada de lo real inmediato,,38. En 1917 Apollinaire redactó su testamento estético , la conferencia L 'Esprit nouveau et les poétes, en que intentaba conciliar la experimentación vanguardista con el espíritu crítico de los clásicos, y en el que consagraba la ideología de lo nuevo en la esfera de las artes. En homenaje a Apollinaire en 1920 se fundó en París la revista L 'Esprit Nouveau, que dio a conocer las nuevas corrientes de vanguardia, y en la que publicaron Marinetti, Epstein , Dermée, Cocteau y Huidobro, entre otros. El surreal ismo, en fin, surge en 1924 muy influenciado por las teorías freudianas del sueño y del inconsciente. De raigambre romántica recupera el entusiasmo idealista de los primeros vanguardismos, su descaro , el gesto de desafio, y se esfuerza por vincular indisolublemente literatura y vida. La realidad objetiva es desechada desde el principio, y la ciudad se convierte en el escenario propicio para que habite el humor, el azar, los encuentros inesperados, la transformación de la realidad cotidiana, lo inquietante y lo misterioso . El joven de Salvador Novo se sitúa en este momento. Escrita en 1923 esta novela condensa todo el fervor por la modernidad que las vanguardias reivindicaron : ahí están las multitudes , los autos y camiones que ya empiezan a colapsar las calles de México, el dinamismo, el cine, la renovación cultural y las modas, la fragmentariedad de la prosa y una atención eminentemente subjetiva al entorno urbano ; su mirada a la ciudad delata , sin embargo, rasgos propios y una problemática inequívocamente mexicana. 38 Saúl Yurkievich, Suma Crítica, México, FCE, 1997, p. 127. 20 Por ello, una vez descrita la progresiva penetración del tema urbano en la literatura occidental es necesario hacer referencia al contexto latinoamericano, pues en él la ciudad cobra unas caracteristicas específicas y tiene, aunque en relación con lo que acaece en los grandes centros artisticos , su particular evolución. 21 11. LA CIUDAD EN AMÉRICA LATINA Esto es lo que los hombres han construido, con tanta frecuencia de manera magnífica, ¿no es pues todo posible? Raymond Williams, El campo y la ciudad América Latina nace con sus ciudades. Una vez en el continente americano los españoles hicieron de sus asentamientos urbanos el punto de llegada de los pobladores y el punto de partida de nuevas expediciones. La ciudad fue fuerte y bastión; el instrumento con que los conquistadores se apropiaron del territorio e impusieron su dominio. Para José Luis Romero su importancia en la historia del continente es capital: "La historia de Latinoamérica , naturalmente, es urbana y rural. Pero si se persiguen las claves para la comprensión del desarrollo que conduce hasta su presente, parecería que es en sus ciudades, en el papel que cumplieron sus sociedades urbanas y las culturas que crearon, donde hay que buscarlas?" . Este predominio lo impone el mismo proyecto de la conquista. España quería crear en América un vasto imperio, una sociedad nueva, estrechamente vinculada a la metrópolis , a la vez reflejo y proyección del mundo europeo del siglo XVI, que era inequívocamente urbano. Le interesaba tanto el dominio económico sobre las nuevas tierras como el dominio cultural. Y ello se llevó a cabo con la fundación de las ciudades , que en la época eran consideradas la forma más alta que podía alcanzar una sociedad . Éstas antes de tener entidad propia, de tomar forma en un territorio determinado y adquirir sus peculiaridades. eran una realidad pensada, un designio ideológico que se fue imponiendo en los diversos puntos del territorio. Las ciudades fueron diseñadas fisica y jurídicamente en Europa, e implantadas sobre una tierra desconocida que tenían que someter y ordenar. Por ello las describe Ángel Rama como el sueño de la razón renacentista: Desde la remodelación de Tenochtitlan, luego de su destrucción por Hemán Cortés en 1521. hasta la inauguración en 1960 del más fabuloso sueño de urbe de que han sido capaces los 30 José Luis Romero, Latinoamérica. Las ciudades y las ideas, México, Siglo XXI, 1976, p. 9. 22 americanos, la Brasilia de Lucio Costa y Osear Niemeyer, la ciudad latinoamericana ha venido siendo básicamente un parto de la inteligencia, pues quedó inscripta en un ciclo de la cultura universal en que la ciudad pasó a ser el sueño de un orden y encontró en las tierras del Nuevo Continente, el único sitio propicio para encarnar". 1. El nacimiento de las ciudades El ritual de fundación era siempre el mismo y constituía un acto político, fruto no de la necesidad de desarrol1o de una región, sino de la voluntad de dominio de los españoles: el marco jurídico era semejante para todas las ciudades, como el acta, cuidadosamente redactada con toda clase de formalidades notariales, y también como la traza, en damero, con la plaza en el centro y manzanas generalmente cuadradas. La plaza mayor era el núcleo de la ciudad y a su alrededor se erigían la iglesia y el palacio de gobierno. Esta rígida disposición urbanística imponía simbólica y materialmente la ideología de los conquistadores: un orden político y una jerarquía social que se querían inamovibles. Las sociedades urbanas del nuevo continente se concibieron como núcleos compactos y militantes, que aseguraran la preeminencia europea (de la lengua, la religión, las costumbres, la estructura social) por encima de una realidad que consideraban virgen y amorfa. Esta idea fue básica para el carácter que tomó América Latina. En la mayoría de los casos los españoles no tuvieron en cuenta la preexistencia de sociedades indígenas ni moldearon su establecimiento en el territorio a partir de ellas. Actuaron como si la tierra recién descubierta estuviera culturalmente vacía, dispuesta para satisfacer sus propósitos de rápido enriquecimiento, y poblada por individuos que debían ser redimidos de sus creencias y prácticas . La destrucción de las culturas indígenas, que fue justificada desde premisas religiosas y políticas, era necesaria para el magno proyecto de expansión que perseguían los conquistadores: la fundación de una nueva Europa. La imposición de una geografia calcada de la Península Ibérica (regiones como Nova Lusitania , Nueva Galicia, Nuevo León, Nueva Granada,y ciudades como Val1adolid, Salamanca, Trujillo, Cartagena, Córdoba , etc.) obedece a este deseo. Quizá el ejemplo más significativo de la voluntad política que guiaba el desprecio a las culturas indígenas fue la destrucción de Tenochtitlan por Cortés. Si la mayor parte de la 40 Ángel Rama, La ciudad letrada, Hanover , Ediciones del Norte, 1984, p. 1. 23 América prehispánica fue rural , los españoles no pudieron ignorar las pujantes civilizaciones inca y azteca que ofrecían en sus principales ciudades, Cuzco y Tenochtitlan, la prueba fehaciente de su esplendor cultural. El asombro de los españoles frente aquellas ciudades que les parecían de sueño no tenía límites . Es famosa la mirada asombrada con que Bernal Díaz del Castillo contempla el valle del Anáhuac : y desque vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblazones, y aquella calzada tan derecha y por nivel cómo iba a Méjico, nos quedamos admirados, y decíamos que parescía a las cosas de encantamientoque cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cues y edificios que tenían dentro en el agua, y todos de calicanto, y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que vían, si era entre sueños, y no es de maravillar que yo lo escriba aquí desta manera, porque hay mucho que ponderar en ello que no sé cómo lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni vistas, ni aun soñadas, • 41como vlamos . La destrucción por Cortés de la ciudad que tanto les maravilló, además de un evidente carácter pragmático (desmantelar las estructuras sociales, económicas y políticas de los aztecas, reconvertir sus prácticas a elementos culturales europeos: justo sobre los templos destruidos se construyeron las iglesias de la nueva fe impuesta) , comportaba una intención simbólica: sobre las ruinas del imperio azteca se edificaría la capital de la Nueva España. En esta nomenclatura que reduplica una realidad preexistente, se advierte cómo la fundación de las ciudades americanas abrigó también un impulso utópico. América fue durante mucho tiempo el Nuevo Mundo, una tierra literalmente nueva, virgen, que adquiere los atributos de la tierra prometida, y sobre la que se proyectan fantasías como El Dorado o la leyenda de Jauja. De hecho , Cristóbal Colón frente a la desembocadura del Orinoco creyó haber dado con uno de los ríos que provenían del Paraíso. Ante una naturaleza que los deslumbraba, los conquistadores impusieron sus sueños a las nuevas tierras : los europeos veían en ellas la posibilidad cierta de superar la realidad propia, sus restricciones y miserias; el lugar ideal para realizarse plenamente. Este impulso guiará a muchos a hacer el viaje trasatlántico, no sólo durante la época de la conquista, sino 41 Bemal Díaz del Castillo , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Madrid , Espasa-Calpe , 1968, p. 178. 24 también durante toda la colonia y hasta nuestros días. El enorme flujo migratorio que a finales del siglo XIX y principios del XX arribó a América parte, en cierto modo, de este anhelo. Uno de los testimonios del carácter utópico que adquirió América fue la influencia que el nuevo continente tuvo en Tomás Moro. Éste redactó su Utopía (1516), crítica nada velada a la sociedad inglesa contemporánea y propuesta de una sociedad justa y racional , inspirándose en los relatos de Colón y Vespucio, y en noticias acerca de los descubrimientos. Otras utopías de la época, como The New Atlantic de Francis Bacon, y La cittá del sale de Campanella , también contienen , según Estuardo Núñei2, diversos elementos americanos . Ahora bien, esta utopía encerraba una paradoja : en lugar de albergar la perfección y la libertad absolutas se hallaba inmersa en el sistema de relaciones creado por Europa y dirigido por ella; era, en verdad, una utopía destinada a la dependencia . La ciudad latinoamericana tenía la misión de imponer sobre la nueva realidad la ideología de la metrópolis: para ello se conformó como una sociedad cerrada, homogénea y militante, depositaria de los valores europeos que reproducía con reverente fidelidad. Las ciudades latinoamericanas eran por ello ciudades-calco, sin carácter propío, encuadradas dentro de un rígido sistema político y religioso de naturaleza jerárquica; siempre pendientes de la norma peninsular, estas ciudades no debían tener un desarrollo autónomo que las pudiera diferenciar de su modelo. La sociedad que se estableció en América debía ser monolítica. Como dice José Luis Romero : "La red de ciudades debía crear una América hispánica, europea, católica ; pero, sobre todo, un imperio colonial en el sentido estricto del vocablo , esto es, un mundo dependiente y sin expresión propia , periferia del mundo metropolitano al que debía reflejar y seguir en todas sus acciones y reacciones,,43. A su vez, las ciudades debían ejercer su dominio, tanto económica como culturalmente, imponiendo la norma metropolitana sobre las gentes y el territorio en el que se asentaban. Por ello las ciudades fueron la sede del poder y las instituciones , allí donde se hallaba el palacio del Virrey y del Gobernador, la Audiencia, el Arzobispado y la Universidad . De esta manera toma forma lo que Ángel Rama denominó la ciudad letrada: 42 Estuardo Núñez , "Lo americano en otras literaturas", América Latina en su literatura, México , Siglo XXI I UNESCO , 1998, p. 96. 43 Romero, op. cit., p. 14. 25 En el centro de toda ciudad, según los diversos grados que alcanzaban su plenitud en las capitales virreinales, hubo una ciudad letrada que componía el anillo protector del poder y el ejecutor de sus órdenes: Una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesionales, escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que manejaban la pluma, estaban estrechamente asociados a las funciones del poder y componían lo que Georg Friederici ha visto como un país modelode funcionariado y burocracia". Frente a la palabra hablada, insegura y variable, penetrada desde el inicio de la conquista por voces y elementos indígenas, el poder se imponía mediante la escritura, dotada casi de un carácter sagrado, puesto que era el instrumento de la elite peninsular y marginaba a la mayor parte de la población. Los letrados tenían a su cargo la administración colonial, es decir, los múltiples mecanismos y procedimientos que vinculaban las ciudades amerícanas con la metrópolí, y la imposicíón de los valores culturales europeos entre la inmensa poblacíón indígena analfabeta. Desde el púlpito, la cátedra o el teatro, los letrados orientaban las sociedades coloniales en una determinada dirección ideológica. Dueños de los instrumentos de comunicación social , hacen que el poder colonial penetre en la vida cotidiana de la ciudad . Sin embargo, la ciudad real, mestiza, criolla, va adquiriendo con el tiempo un carácter propio, netamente americano, y se va deslindando del modelo formal , escritural, impuesto desde las metrópolis. Los propios letrados formulan e introducen nuevas ideologías adecuadas al medio y a las necesidades particulares de la nueva sociedad, proyectos que intentan responder a las expectativas de cada región, y que entran en conflicto o alientan la disidencia frente a la doctrina impuesta desde la Península. De esta manera las ciudades americanas van perdiendo progresivamente su carácter genérico y adquiriendo un espíritu particular. En esta tensión entre la ciudad ideológica y la ciudad real es donde hay que situar el verdadero nacimiento de las ciudades latinoamericanas. El proceso de desarrollo se da lentamente a 10 largo de la colonia. José Luis Romero 45 señala dos fuerzas que van a procurar la fisonomía particular de las ciudades 44 Rama, op. cit., p. 25. 45 Romero, op. cit.. pp. 18-20. 26 latinoamericanas: una autónoma, que responde a las condiciones y necesidades propias de cada ciudad, a sus componentes sociales y a las relaciones que establece con las áreas rurales; y la otra heterónoma, venidade fuera, impuesta por las metrópolis extranjeras, España y Portugal durante la colonia , pero también las grandes potencias económicas que aspiran a incorporar a América Latina a su área de influencia: Francia, Inglaterra y Estados Unidos, este último en forma muy intensa a partir del siglo XX; a este modelo externo procuran adherirse las élites urbanas para lograr el progreso del país. En la tensión de estas dos fuerzas, propia de la condición colonial, se definirá el carácter de las ciudades latinoamericanas durante toda su historia. Este rasgo es muy importante para comprender tanto la naturaleza de las sociedades latinoamericanas como la forma, las vacilaciones y las polémicas que caracterizan su literatura . La condición colonial implica en este ámbito la tensión entre el prestigio de los modelos literarios recibidos y la búsqueda una identidad propia . Las opciones de los mejores escritores latinoamericanos se inscriben ineludiblemente en esta dialéctica. Durante los años veinte, la época de afirmación de la imagen de la ciudad en la literatura latinoamericana, el enfrentamiento entre nacionalismo y cosmopolitismo será muy marcado, con polémicas periodísticas, como la argentina entre los grupos de Boedo y Florida, o la mexicana, de gran virulencia, orquestada en contra de los Contemporáneos en 1932. La respuesta más valiosa vendrá signada, como veremos , por la necesidad de síntesis entre los dos polos que encontramos formulada en la antropofagia de Oswald de Andrade , en la obra de Jorge Luis Borges o en El joven de Salvador Novo. Este juego de fuerzas da razón de la vitalidad de una cultura que no deja abolir sus raíces ni se estanca en una expresión cerrada a las corrientes renovadoras, y que adquiere su naturaleza subvirtiendo y dando una respuesta propia a los estímulos y valores impuestos . La cultura latinoamericana se define, como señala César Fernández Moreno, en el mestizaje: La solución a aquella falsa opción entre 10 americano y lo europeo consistió en ser ambas cosas, en ser mestizo, real o metafóricamente: es decir, el hombre europeo modificado por América y viceversa. Triunfa asi en la cultura superior latinoamericana una concepci ón sintética de sí misma, donde se reconocen no sólo los aportes de las culturas autóctonas , sino también los de las culturas europeas descubridoras, la fundamental aportación africana 27 que llega a América a través de la esclavitud, y por último el refrescamiento de las fuentes universales implícitas en los movimientos inmigratorios del siglo XIX46. En este breve trazo del surgimiento de las ciudades latinoamericanas hemos dejado de lado al Brasil, puesto que en un primer momento la conquista portugues a tomó una forma eminentemente rural. El Brasil se explotó por medio de ingenios agrícolas , que eran las unidades económicas y sociales sobre las que se organizó la vida de la colonia, dedicados a abastecer de azúcar, tabaco y algodón a la metrópoli . La aristocracia rural administraba este imperio y las ciudades constituían pequeñas sedes administrativas sin gran importancia (con la única excepción de Salvador de Bahía y, sobre todo, de la Recife holandes a). Esta situación dio un vuelco en el siglo XVIII , cuando el Brasil se incorporó activamente en calidad de abastecedor de materias primas al capitalismo mercantil que desde las principales naciones europeas se expandía por todo el mundo. Empiezan a surgir importantes centros urbanos , con sus burguesías cada vez más vigorosas , como Río de Janeiro o Sao Paulo. El siglo XVIII será también muy importante para las ciudades de la América española: por un lado el ingreso a la economía mercantil procura el surgimiento de una dinámica burguesía criolla, celosa de sus intereses; por otro, la filosofia de la Ilustración , traída desde Francia y, en versión menos radical, desde España y Portugal a través de funcionarios reformistas como Vértiz , Bucareli , Mayorga, Revillagigedo o Lavradío , da forma a las ansias de libertad, de educación, de un gobierno justo, una administración racional y una economía eficaz , que cundirán por toda América . La necesidad de un cambio se hacía ineludible. La sociedad se había transformado irremediablemente y el rígido sistema jerárquico heredado de la colonia era incapaz de contenerla. El reducido número de peninsulares que detentaba los cargos del poder no podía ignorar la pujanza de la burguesía criolla , cada vez más poderosa y arraigada. Y la clase popular que se suponía inmóvil se descubrió numerosísima y mestiza , una fuerza social que no podía continuar siendo relegada a una posición marginal : Humboldt calculaba que la América española contaba con unos 15 millones de habitantes , de los cuales solamente 46 César Fernández Moreno , "Introducción", América Latina en su literatura , p. 12. 28 200.000 eran europeos, tres millones criollos blancos, y el resto pertenecía a las diversas castas", Todas estas fuerzas se dan encuentro en la ciudad , que se convierte en el escenario de vivas tensiones ideológicas: estaba en disputa nada menos que un modelo de nación , que implicaba propuestas políticas, económicas y sociales. El reformismo ilustrado prende en las clases altas criollas y poco a poco se va radicalizando, extremando sus demandas hasta dar forma a una ideología disidente y crítica, que desembocó en un revolucionario proyecto de cambio : la Independencia. Como señala José Luis Romero : "Sin duda, el proyecto reformista llevaba implícito el proyecto revolucionario: fue una coyuntura favorable lo que empujó a las burguesías criollas a optar por el segundo . Aceptaron el desafío en algunas ciudades y desencadenaron revoluciones defínidamente urbanas, con las que dieron los pasos irrevocables que las sacaron del viejo camino y las pusieron sobre el nuevo,,48. De la alianza de la burguesía criolla y las clases populares, emergerán los alzamientos definitivos, aprovechando el debilitamiento peninsular causado por la invasión napoleónica: en Charcas, Buenos Aires, Asunción, Santiago de Chile, en Querétaro y San Miguel Allende surgen a partir de 1810 los movimientos de emancipación que se extenderán por todo el territorio americano. En este contexto se gesta la primera novela de la literatura latinoamericana, novela urbana por excelencia, el Periquillo Sarniento del mexicano José Joaquín Femández de Lizardi. La obra, publicada en 1816, pertenece al género picaresco: el protagonista nos cuenta su vida con intención moralizante, haciendo hincapié en todo aquello que debería mejorarse de la sociedad de la época; en ello se advierte la formación neoclásica de su autor y el carácter ejemplar que le da a la literatura. El protagonista se convierte, pues , en un agudo observador de la vida cotidiana de México en los primeros años del siglo XIX, y nos ofrece un abigarrado panorama de la ciudad del momento: tabernas, escuelas, cárceles , plazas públicas, por todos los lugares lleva el Periquillo al lector, con una riqueza de detalles impagable. 47 Romero, op. cit., p. 123. 4R Ibid., p. 168. 29 La novela, planeada para publicarse como un folletín por entregas, está impregn ada del medio en el que surgió : el periódico. Esta actividad puramente urbana, nacida en América Latina en las últimas décadas del siglo XVIII , aguza el espíritu critico de Lizard i, convirtiéndolo en un perspicaz testigo de la realidad social. Lizardi fundó y dirigió diversos periódicos, el más famoso de los cuales, El pensador mexicano (1812-1814), le dio su seudónimo. La actividad periodística cotidianamente ejercida transmite a la novela su tono decididamente popular, la amenidad y el talante ejemplar. Pero la aportación más importante de Lizardi es la creación literaria de un lenguaje netamente americano, plagado de voces indígenas , expresiones populares, términos considerados incorrectos o vulgares , dialectos y jergas. Es éste el rasgo que más destaca Salvador Novo en su caracterización del Pensadormexicano: "Perseguido, acorralado, se disfraza en personajes respetables que hace dialogar con las palabras con que se habla todos los días ... Y esta cualidad indiscutible de quien como él, no trata sino de que lo entienda el vulgo, de llegar hasta él -lográndolo siempre-, le iba a ser criticada duramente en su tiempo y en el nuestro , tomada por defecto , iba a echarle encima el desprecio aplastante de nuestros críticos 'en frío' ,,4 9. A pesar del descrédito académico, el de Lizardi, como bien sabía Salvador Novo, es un lenguaje muy rico, real y espontáneo, vivo todavía, manifestación primera de una literatura que busca su expresión propia. 2. La ciudad latinoamericana en el siglo XIX La aparición de la ciudad moderna en la literatura latinoamericana tiene lugar en los últimos años del siglo XIX. Hacia 1880, cuando se estabilizan los procesos políticos y sociales en los diferentes países, las ciudades de América Latina empiezan a transformarse vertiginosamente y entran de lleno en el ritmo de la modernidad. El desarrollo de las grandes potencias industriales incluyó en su proceso de expansión a las nacientes repúblicas americanas que, desde la periferia y en situación de dependencia, las abastecían de materias primas y constituían un buen mercado para sus productos: por un lado, la obsesión de estar a tono con las modas europeas hacía que las clases acomodadas americanas fueran consumidoras asiduas de todo lo que provenía de Francia e Inglaterra: muebles, telas, sombreros, vajillas, vinos, etc; por otra, la necesidad de hacer progresar al país suponía •• Salvador Novo , Viajes y ensayos . 1, México, FCE, 1996, p. 73. 30 invertir fuertes cantidades de dinero en máquinas de vapor, vías férreas e infraestructura industrial; cantidades que los bancos extranjeros pusieron a disposición de los gobiernos americanos. Pero además, las principales empresas que explotaban los recursos de los distintos países eran de capital extranjero, extranjeros sus gerentes y las ganancias que acumulaban. Este círculo fue el inicio de la sujeción económica de América Latina a las grandes potencias industriales, nuevo tipo de colonización, que con el tiempo y las exigencias de la modernización se iba a hacer cada vez más intensa. Este ingreso en la economía industrial modificó radicalmente el aspecto de las ciudades: la pujanza económica, resultado en buena medida del comercio de importación y exportación, las renovó, iluminándolas con gas, movilizándolas con tranvías, dándoles un aspecto casi-francés, con grandes bulevares haussmannianos, parques, pasajes en hierro y cristal , estaciones de ferrocarril al estilo de la Victoria londinense y elegantes petit-hotels; aparecieron en ellas también las primeras industrias y un incipiente proletariado que renovaría las clases populares. Con el aumento de la población, a causa de la masiva inmigración europea y rural , las ciudades fueron creciendo, y se crearon nuevos barrios y suburbios, se abrieron plazas y avenidas, y surgieron nuevas zonas residenciales (como la colonia Roma en la ciudad de México, La Alameda en Santiago de Chile o Miraflores en Lima) alejadas del centro de la ciudad colonial. El vértigo del progreso las atrapaba: las ciudades latinoamericanas se vieron inmersas en el torbellino de la actividad económica, los intercambios comerciales, las inversiones, la especulación que engendraba la riqueza y el lujo, la necesidad de imitar las formas de vida europeas. Y la burguesía que nutría todo este desarrollo encontró en el positivismo (Spencer, James , Stuart MilI y Comte adaptados por el mexicano Gabino Barreda, el peruano Alejandro Deustúa, el cubano Enrique Varona y el argentino José Ingenieros) un pensamiento a su medida : la justificación doctrinaria de una sociedad cimentada en el progreso material, los adelantos científicos, la eficacia y el éxito económico. En este contexto, el realismo y después el naturalismo empiezan a interesarse por los ambientes urbanos. Estos autores (Luis Orrego Luco y Alberto Blest Gana , chilenos; Aluísio Azevedo, brasileño; Manuel Payno, Emilio Rabasa y Federico Gamboa, mexicanos; 31 Tomás Carrasquilla, colombiano; Eugenio Cambaceres y Roberto 1. Payró, argentinos), que parten de la corriente costumbrista y de la difusión de la tradición francesa de Balzac y Zola, practican un realismo de carácter social y psicológico a través del cual, o bien hacen de la ciudad un escenario para retratar las costumbres burguesas (esto es, la convierten en el sustrato material de la imaginación sociológica propia del positivismo) , o bien le dan una categoría simbólica, haciéndole encarnar a la manera modernista la decadencia de la sociedad: es el caso de Santa de Federico Gamboa. Pues el realismo latinoamericano se caracteríza en sus mejores realizaciones por un fecundo eclecticismo , que conjuga tendencias diversas como la tradición costumbrista, el realismo de raigambre europea, el naturalismo y el modernismo. Así, en Santa conviven, en una lograda mélange que hizo las delicias del público, la intención moralizante del narrador omnisciente, característicamente realista, junto al sentimentalismo romántico, la crudeza naturalista y la rica imaginería modernista. La ciudad, depravada y lúgubre, se opone al entorno idílico de Chimalistac , donde la protagonista pasa su infancia. El contraste espacial es a la vez un contraste moral. La ciudad, sus multitudes, sus ruidos y fiestas, las costumbres que cobija, es juzgada muy negativamente, aunque recreada con morbosa delectación: Una noche excepcional, en que Santa considerábase reina de la entera ciudad corrompida: florescencia magnifica de la metrópoli secular y bella, con lagos para sus arrullo s y volcanes para sus iras, pero pecadora, pecadora, cien veces pecadora: manchada por los pecados de amor de razas idas y civilizaciones muertas que nos legaron el recuerdo preciso de sus incógnitos refinamientos de primitivos; manchada por los pecados de amor de conquistadores brutales, que indistintamente amaban y mataban ; manchada por los pecados de amor de varias invasiones de guerreros rubios y remotos , forzadores de algunas de sus trincheras y elegidos de algunas de sus damas ; manchada por los pecados complicados y enfermizos del amor moderno ... 50 También se inscríben en la corriente realista toda una seríe de obras de marcado carácter nostálgico, rechazo a la modernización, que relatan (o imaginan) cómo era la ciudad antes del acelerado proceso de cambios: una especie de edad de oro, con clara función ideológica, 50 Federico Gamboa , Santa. México , Grijalbo, 1994, p. 116. 32 a salvo del desarrollo industri al y la inmigración. Entre ellas destacan las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma , La gran aldea del argentino Lucio V. López , los Recuerdos del pasado del chileno Vicente Pérez Rosales y Los cuentos del General del mexicano Vicente Riva Palacio . Beatriz Sarlo lo explica de esta manera: Cuando cambios acelerados en la sociedad suscitan sentimientos de incertidumbre, muchas veces no del todo verbalizados o resistentes a integrar discursos explicitos; cuando, por otra parte, esos cambios coinciden con la infancia y adolescencia y afectan no sólo a actores y prácticas ya constituidos sino a los restos que la memoria conserva; frente a transformaciones que alteran relaciones sociales y económicas, pero también perfiles urbanos, los planos y las perspectivas del paisaje, las topografías naturales, la cultura suele elaborar estrategias simbólicas y de representación que, convertidas en tópico, han merecido el nombre de 'edad dorada' . Un viejo orden recordado o fantaseado es reconstruido por la memoria como pasado. Contra ese horizonte se coloca y se evalúa el presente' I . Hay, no obstante, una excep ción : en las novelas de Machado de Assis el ámbito urbano aparece retratado con gran riqueza de matices, desembarazado de todo pintores quismo y color local. Los personajes, oscuros y complejos,
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