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LA IMAGEN / LO TECNOLÓGICO 
 
UNA TIPOLOGÍA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
ESCUELA NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS 
 
“LA IMAGEN / LO TECNOLÓGICO 
UNA TIPOLOGÍA” 
 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
LICENCIADO EN ARTES VISUALES 
 
PRESENTA 
RICARDO SALVADOR URIÓSTEGUI FIGUEROA 
 
DIRECTOR DE TESIS: 
MTRO. EUGENIO GARBUNO AVIÑA 
 
México, D.F., 2006 
 
 
 
Si una frondosa tesis cae con estrépito en la 
 
mitad del bosque de los anales universitarios 
 
y nadie lo atestigua ¿en realidad cayó? 
 
Agradezco a quienes –por cualquier motivo- se 
 
acerquen a estas páginas, ya que de esta manera 
 
las están justificando. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hay algunos méritos que quisiera para mí 
 
y que tal vez no tenga. Me gusta pensar 
 
-por ejemplo- que antes de conocer a 
 
Melquíades Herrera, lo anticipaba, como se 
 
prevé, entre familiar y distante, a un arquetipo. 
 
 Vaya este escrito como un pequeño 
 
homenaje a la memoria del maestro. 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
 
 
 
 
 INTRODUCCIÓN 
 
- DELIMITACIÓN……………………………………………………………………... 14 
 
- EL CAMPO DE INVESTIGACIÓN …………………………………………………. 15 
 
 
 
PLANTEAMIENTO............................................................................ 17 
 
 
- LÍNEA METODOLÓGICA……………………………………………………………... 19 
 
- PROTOCOLO PARA UNA DISECCIÓN………………………………………………. 21 
 
- EL SUJETO……………………………………………………………………………… 23 
 
- FUNCIÓN DE MAGIA………………………………………………………………..... 24 
 
- LA TECNOLOGÍA Y EL CONOCIMIENTO………………………………………..... 28 
 
 
 
 
 VERTICALIDAD (CAPÍTULO 1)..................................................... 30 
 
- LA CONSTITUCIÓN DE LA GAMA DE IMÁGENES POR 
 
PRESENTAR……………………………………………………………………………. 31 
 
- POSTURAS HISTÓRICAS…………………………………………………………….. 32 
 
 
 
HORIZONTALIDAD (CAPÍTULO 2)………………………………………. 35 
 
- CONSIDERACIONES SEMÁNTICAS………………………………………………… 35 
- UN ACERCAMIENTO DESDE LAS IMÁGENES…………………………………… 38 
 
 
 DISECCIÓN A PLENO SOL…………………………………………………….. 41 
 
- ACERCA DE LA FUNCIÓN………………………………………………………….... 43 
- CRITERIO DE SEMEJANZA Y DIFERENCIA……………………………………….. 46 
- LOS TIPOS……………………………………………………………………………… 47 
- PARA UNA TABULACIÓN DE LO PRESENTADO………………………………… 48 
 
 CAPÍTULO 1 
 A. EL BIOSIQUISMO DETRÁS DE NUESTROS ACTOS ……… ..51 
- CAMINO AL SER HUMANO………………………………………………………….. 52 
- DEL INGENIO A LA INVENTIVA ……………………………………………………. 54 
 
B. MODELOS PARTICULARES DE EVOLUCIÓN......................57 
- EL LENGUAJE VERBAL ……………………………………………………………... 57 
- LA PRODUCCIÓN SIMBÓLICA ……………………………………………………… 62 
 
 C. LA CONSTRUCCIÓN CULTURAL.…………………………………… 64 
 - EL CARÁCTER DE LOS PROCESOS TÉCNICOS EN LA ANTIGÜEDAD………… 66 
- LA LÓGICA DETRÁS DE LAS TECNOLOGÍAS ESPECÍFICAS……………………. 68 
 - AVATARES CULTURALES DE LO TÉCNICO………………………………………. 70 
 
 D. RECEPCIÓN DE LA CIRCUNSTANCIA TECNOLOGICA...72 
 - LA CONVIVENCIA CON LA IMAGEN………………………………………………. 73 
 - ÍCONOS Y EVOLUCIÓN……………………………………………………………….75 
 - LA SUSTITUCIÓN DE LA ILUSIÓN…………………………………………………. 77 
 
 
 
E. LA CONDUCTA TECNOLÓGICA SISTEMATIZADA………..80 
- CRÓNICA DE LO QUE NUNCA FUE ……………………………………………….. 80 
- LAS MARCAS EN EL TIEMPO……………………………………………………….. 82 
- DUALIDAD REPRESENTATIVA……………………………………………………… 84 
 
 F. CONFLUENCIA DE CIRCUNSTANCIAS …………………………… 86 
- CULTURA DE MASAS…………………………………………………………………. 87 
- CULTURA POPULAR………………………………………………………………….. 90 
- EL IDEAL TECNOLÓGICO……………………………………………………………..91 
 
 
 CAPÍTULO 2 
 
 A. LA CRESTA DE LO TECNOLÓGICO…………………………………. 96 
- UN MUNDO COMPARTIDO………………………………………………………… 96 
- CRITERIO MÍNIMO DE ESTUDIO ……………………………………………………. 98 
- EL ENFOQUE GENERAL……………………………………………………………… 99 
- EL MÉTODO PARTICULAR……………………………………………………………105 
- ADQUISICIÓN DE CAPACIDADES …………………………………………………. 107 
- APLICACIONES PRODUCTIVAS…………………………………………………….. 110 
- ALGUNOS EFECTOS DE CONSUMO………………………………………………… 111 
- EJEMPLO.- THOMAS HERZOG, ARQUITECTURA …………………………………. 114 
 
 
 
 B. EL FESTEJO DE LOS INSTRUMENTOS……………………………..120 
 - TECNOLOGÍA Y TRANSGRESIÓN………………………………………………….. 120 
- CRITERIO MÍNIMO DE ESTUDIO…………………………………………………… 122 
- LA TENDENCIA COMO ENFOQUE………………………………………………….. 124 
- EL MARCO PARA VALORAR……………………………………………………… 130 
- ADQUISICIÓN DE CAPACIDADES………………………………………………… 137 
- EJEMPLO.- RAFAEL LOZANO-HEMMER, ALZADO VECTORIAL………………… 141 
 
 C. VENTURA Y CONFLICTO DE LO TECNOLÓGICO………… 145 
 - FILIAS Y FOBIAS…………………………………………………………………….. 146 
 - LAS COMARCAS DE LA SIGNIFICACIÓN………………………………………… 147 
 - PARADIGMAS, CLICHÉS, NEGACIÓN…………………………………………….. 149 
 - EJEMPLO.- MARC THORPE, GUERRA DE ROBOTS………………………………. 152 
 
 CONCLUSIONES……………………………………………………… 160 
 
 APÉNDICES…………………………………………………………………166 
 - DISTINGUIENDO ENTRE TÉCNICA Y TECNOLOGÍA……………………………. 166 
 - LA PERCEPCIÓN Y SU NARRATIVA: DOS ANIMALES METAFÍSICOS………….. 169 
 - LA INVENCIÓN DEL DIABLO………………………………………………………. 170 
 
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………174 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
 
 
 
 
 
 DELIMITACIÓN 
 
 “Por cualquier puerta se sale al mundo”, dice Cervantes cuando Alonso Quijano se 
encamina a su vida de aventuras partiendo por la salida más discreta del granero. El tema 
sobre el cual escribo tiene que ver tanto más con puertas, que con los posibles mundos a los 
que éstas conducen. Sin mayores preámbulos descubro las cartas con las que voy a jugar: 
- Estoy acercándome con este texto a la historia de las representaciones; 
- Mi área de interés es la tecnología en relación a las imágenes; 
- Mi aproximación es a partir de una descripción mayormente y… 
- Dentro del universo de investigación que le corresponde a ésta, mi procedimiento de 
estudio concreto es el método historiográfico de la tipología. 
 
 Teniendo que elegir alguna ruta con destino hacia lo tecnológico, me encamino a la 
tarea, tal como aquel que toma su canasta y se va al monte a recolectar hongos tras las 
primeras lluvias. Y si bien estoy consciente de que en el trayecto voy a caminar por 
veredas, esta no sería una pizca a tientas, sino una que inicia con una tarea de agrimensura 
de las zonas culturales en las que es previsible tener encuentros felices –tal como el que 
colecta lo más selecto del reino Fungi, busca precisamente en las zonas húmedas y a la 
sombra-. Por eso precisamente, el ensayo tendrá sobre todo la forma deuna relación de 
hechos y sus correspondencias, enumerando también los escenarios conocidos que de 
alguna manera tocan el asunto: me apoyaré en la revisión de la naturaleza de la inteligencia, 
de la percepción, de los impulsos animales del ser humano; en las versiones históricas que 
le han dado seguimiento al cuerpo de objetos, mecanismos y procedimientos manifiestos 
desde el fondo de las eras hasta el presente; en las motivaciones y creencias que se expresan 
en la actualidad con respecto a la actividad práctica. Pero en el último término, en la 
posibilidad de relacionar todo lo anterior con las imágenes del diario; las que nos rondan en 
la calle, nos abordan por conducto de la televisión o nos guiñan desde una galería. 
 Con un pie en este terreno tan propicio, espero encontrar algunos conceptos relativos, 
tanto a la tecnología, como a las imágenes, con la intención de colocarlos dentro de un 
mismo conjunto de ideas, el de las formas de conocer. Me parece razonable hacer 
cuestionamientos en torno a la mecánica de la adquisición de conocimientos sobre el tema, 
en lugar de dirigirme al grueso del conocimiento tecnológico mismo o hacia su crónica. El 
trabajo entonces, consistirá en presentar una panorámica de eventos y relaciones en los que 
están presentes tanto las imágenes y como la tecnología. En este recuento se espera 
reconocer antecedentes de su actual asociación y obtener algunas pistas sobre la relación 
de ambas materias con el conocimiento en general. 
 
 Al recoger de aquí y de allá, intentaré contribuir de manera metódica a una tarea que 
compete a toda la humanidad: construir con los pequeños fragmentos de realidad que 
podemos apreciar, una memoria para ser compartida. Aunque ésta tenga que ser, 
probablemente, laxa y firme; áspera y suave; un edificio del recuerdo en donde –
alternativamente- los esclarecimientos espanten al mito como razones y las intuiciones lo 
atraigan nuevamente como creencias, como proyecciones, como utopías y monstruos. Un 
depósito multicolor y contradictorio porque, a final de cuentas, uno se colecciona a sí 
mismo. 
 
 
 EL CAMPO DE INVESTIGACIÓN 
 
 Nos señala Gustav Meyrink que “Los hechos pueden parecer piedras miliares y sin 
embargo, no son más que cáscaras de huevo vacías. Son en realidad el insistente ruido del 
corcho del champagne en las mesas de los bullangueros, que sólo el simple considera lo 
esencial del banquete” (1915). Estando en completo acuerdo con el escritor austriaco, 
habría que hacer notar que en este caso, los hechos son apabullantes; bastante más ruidosos 
e intrusivos que el corcho del champagne. Infinidad de artilugios, objetos y procedimientos 
nos rodean, nos abrazan en sueños y nos acompañan en nuestras labores diarias. Numerosos 
y persuasivos, dirigen su asalto hacia nuestro entendimiento, nuestras creencias y nuestra 
imaginación. Cuesta trabajo creer que, en el fondo, son simplemente hechos, elementos 
simples que pertenecen a una situación completa que los circunda y les da forma. 
Personalmente, me hace falta un punto donde reposar mis sentidos y desprejuiciar mi 
pensamiento; una pausa para mirar con cierta distancia el horizonte cultural que nuestra 
comprensión de lo tecnológico nos obsequia en el presente. 
 
 A manera de plataforma para hacer este ejercicio de reflexión, me dispongo a trabajar 
en un terreno familiar para mí y muy afín también al tema de lo tecnológico: el área de las 
imágenes. Estas se han venido constituyendo en un factor primordial para la aprehensión 
social de la inteligencia práctica con su progenie de artefactos y de prodigios. Funcionan 
como un semáforo, que da los tiempos y el sentido de circulación, dentro de una 
cotidianeidad que inunda al ciudadano común de una amplia oferta de apariencias. El 
público en general no conoce el basamento de la actividad tecnológica, así como no esta 
avezado en los supuestos del sistema económico-político que la aloja. Entiende sin 
embargo ambas cosas vivencialmente, dentro de un ámbito de pertenencia social, en 
dinámicas de consumo, desde las divisiones sociales, a partir de conflictos de mentalidades, 
etc.; en un conjunto amasijado distinto a los productos y procedimientos en su redonda 
abstracción (Baudrillard, 1968). 
 Debido a tal función metabolizante de las imágenes, que sintetiza lo subjetivo y lo 
sensible con lo estrictamente técnico, se hace posible un complejo escenario de realidades 
humanas, compartido entre la versión ideal de lo tecnológico (formalización metódica, 
racionalización del entorno humano, armonía de la forma y la función, etc.) y otros 
productos típicos de la cultura (ritualidades, ideologías, mitologías, altermundismos, etc.). 
 En esta posición intermedia, las imágenes son compatibles con lo tecnológico; en 
algunos lapsos, han sido vistas como homologables a él -durante el Renacimiento, el arte 
ilusionista representó un modelo de progreso (Gombrich, 1959)- y todavía lo son, de 
manera ingenua, para la visión popular. Actualmente habría una tendencia con más 
fundamentos hacia esa identificación, en la medida en que nuestros hábitos perceptivos 
adoptan a las imágenes como parte de su modelo de conocimiento; en el grado en que se 
incorporan cada vez más entre las márgenes de los lenguajes; en el supuesto de que, cada 
vez más, estamos predispuestos ambientalmente a procesar el mundo a través de ellas. 
 Pero vamos por partes. Es cierto que imágenes y tecnología tienen cosas en común, 
como el ser ambos fenómenos una pulsión primitiva, a la manera del gesto, la 
muscularidad, la rítmica, la mecánica, etc. (Baudrillard, op. cit.). Pero aunque estén 
estrechamente ligadas en la estructuración de una sociedad y de su tiempo, cada cual tiene 
particularidades que –hoy por lo pronto-, se pueden analizar por separado con provecho. 
 En este espacio se pretende consignar esas especificidades del espíritu humano que 
las engendra, hurgando en los engañosos contornos de un bolo uniformado por una 
digestión mental apresurada. Todo ello tomará forma en una relación del espectro que 
adoptan las imágenes dentro del entorno tecno-científico, sin adentrarnos forzadamente, en 
el umbral de su posible síntesis. 
 
 
PLANTEAMIENTO 
 
 
 En esta situación se plantea un reto que acepto de inicio: construir una forma de 
aproximación al problema. Señalando esta tarea como punto de atención, estoy solicitando 
del lector, el transitar por estas páginas con el ánimo de dirigirse sobre todo hacia los 
antecedentes, en forma de impulso, del fenómeno tecnológico. Una petición por completo 
adecuada porque existe el riesgo, cuando se trata el tema, de quedarse atorado en los 
asombros, en las certezas y en los convencimientos provocados por la ráfaga de 
manifestaciones materiales actuales, por su expectativa. Precisamente porque la 
estructuración del texto es un interés de orden central en la presente reflexión, me extiendo 
en una larga introducción, para asentar las ideas de las que parto hacia la constitución del 
documento. 
 Lo tecnológico se resiste a ser abarcado por un método historiográfico convencional. 
Podemos mencionar el escaso éxito que han tenido los listados de inventos, las 
monografías, las hagiografías y las cronologías en el estudio consecuente de la sustancia 
tecnológica, debido a la hiperespecialización de las diversas áreas del saber y el poco 
espacio que dejan en su natural expansión para otras versiones del pensamiento -ya Ortega 
y Gasset (1930) desdeñaba las antiguas denominaciones de ignorante y sabio, en este 
mundo en el que los científicos bien pueden actuar como “sabios-ignorantes”, cuando se 
conducen pretendiendo que todo se reduce a sus diferentes especialidades, dando la espalda 
a la interacción de múltiples elementos en el proceso constructivode la civilización, a 
través de un conocimiento incluyente; estamos lindando la barbarie (de acuerdo al filósofo 
español), de la mano de los especialistas-. 
 Se puede anotar también, que de acuerdo al interés específico de la investigación, la 
actitud general va a variar. Por ejemplo, en el plano del análisis histórico en general, reunir 
como elementos de trabajo, la Historia con la Tecnología, ha resultado ser un dolor de 
cabeza para los aventurados en esos terrenos, quienes aceptan explícitamente las 
dificultades de tal suma interdisciplinaria (Gille, 1978). Pero, en un plano más específico de 
esta ecuación, la Teoría e Historia del Arte, embarcadas en estudiar la intervención 
tecnológica en la producción de imágenes, aparentemente no resienten mayores obstáculos 
y contradicciones, si acaso, la frustración habitual de ir fatalmente rezagados de la 
producción. Los más entusiastas han llegado a proponer una especialidad artística aparte, 
para las manifestaciones más recientes: los estudios digitales – visualización remota tal vez, 
de un ideal de paridad temporal entre los recursos materiales para la producción artística y 
la capacidad de análisis de la misma-. 
 Es pasmoso encontrar en unos estudiosos aprensión, orfandad de métodos e 
incapacidad para sacar conclusiones; en otros, regocijo, naturalidad y obviedad. En un caso 
parece hablarse de continentes del conocimiento separados y en el otro, de una feliz 
asociación. 
 Me parece buena idea intentar desde otro ángulo; por ejemplo, recurrir a lo novedoso 
de acercarse a los clásicos. En una de las lecturas posibles de la obra de Jorge Luis Borges, 
pareciera sugerirse que una de las principales actividades de la Historia es delimitar el 
campo de sus acciones a partir del método (estarán de acuerdo con esto los especialistas 
responsables). El escritor ironiza sobre las posibilidades reales de la materia de indagar en 
el pasado de los seres humanos, pero no es escéptico del todo respecto a sus alcances; sabe 
que lo impensable es una forma radical de lo monstruoso y que, en este razonamiento, lo 
verdaderamente monstruoso es lo inhumano. Así que quiere otorgarle crédito a las 
fórmulas de la imaginación para acercarse a los problemas remotos, a los planteamientos 
extravagantes. Separando las experiencias humanas típicas del grado más simple al más 
complejo, tal vez juzga inconveniente desvelar una cronología de la crueldad, una 
“Enumeración de la maldad de todos los tiempos”, pero cuando este rasgo oscuro de la 
personalidad se fragmenta en sus múltiples derivados –traición, perversión, barbarie… - y 
la cavilación se centra en uno solo, la dificultad se vuelve cada más física y menos mental; 
llegamos al terreno de la selección etérea; nos encontramos con un monstruo teórico, un 
minúsculo objeto de debate moral que no tiene forma a falta del sistema de medición 
adecuado. El literato propone las unidades métricas apropiadas entonces, mínimas, 
risueñas, ilustrando con algunos cuentos una “Historia universal de la infamia” (1935). Lo 
altamente improbable, para él, aspira a atisbar en su ilusión, una rendija infinitesimal de 
realidad. Borges advierte sutilmente con esta solución que, el fantasma de los hechos, 
aquello que se nos escapa en el tiempo y el espacio; lo que está fuera del registro de los 
sentidos y la memoria, acaso esté fundando la construcción de una imaginación y de un 
espíritu, de una memoria colectiva. Es por eso que, con el mismo ánimo indagatorio 
(guardando las distancias, por supuesto); otorgándole todo el mérito posible a la ilusión de 
lo que se puede abarcar en un recuento, me apropio de la tarea de escribir respecto a lo 
tecnológico. 
 
 
 LÍNEA METODOLÓGICA 
 
 Con la intención de investigar predispuesta por este tenor de pensamiento, es que 
busco a tientas el método que más me sirva en esta oportunidad. Durand incluye en la 
introducción a su imprescindible recopilación de arquetipos exhibida en las “Estructuras 
antropológicas del imaginario” (1999), una frase de Leroi-Gourhan, que me encauza en la 
investigación: “Si con demasiada frecuencia el documento escapa a la historia, no puede 
escapar de la clasificación” (1945ª, p. 18) 
 De modo que, para rozar las espinosas contradicciones del asunto, esperando no 
encallar en ellas, ensayaré un procedimiento tipológico. Sobre este particular diría que: 
 
- Se puede definir como “El seguimiento de los cambios orgánicos de un tipo (de 
cosas) a través de sus interrelaciones”( Sigfried Giedion ,1978, p. 27) 
 
- La técnica tipológica se basa en el diseño de una métrica de comparaciones y 
relaciones entre objetos de diferente naturaleza, que es a la vez una interpretación. 
Los tipos van a ser abstracciones que excluyen algunas características de los objetos, 
con la intención de tener un espectro manejable en su simplicidad y para tener 
lineamientos conceptuales favorables al tema de estudio (Rodríguez, n.d.). 
 
- Se pretende que una tipología funcione como una hipótesis en sí misma, como un 
planteamiento provisional en espera de la incorporación de nuevos elementos que la 
reviertan o modifiquen (Rodríguez, n.d.). Atendiendo esta calidad de transitorio que 
tiene el procedimiento de investigación, propongo un esquema lo más general y 
sencillo posible, pero estoy a la espera de los argumentos que alteren el 
planteamiento 
 
- Como toda acción de agrupar, la tipología tiene sus limitantes, pero…“Una 
clasificación, aunque sea heteróclita y arbitraria, salvaguarda la riqueza y la 
diversidad del inventario. Al decidir que hay que tener en cuenta todo, facilita la 
constitución de una memoria” (Levi-Strauss, op. cit. p.34). 
 
 Siendo así que… 
 
 Pensando en una adivinanza cuyo tema sea una manzana, ¿cuál es la única palabra 
que no me está permitido mencionar? (manzana, por supuesto). Encontramos en esta 
articulación lógica una pregunta, una respuesta y una conexión entre una y otra cosa. La 
propuesta para trabajar este escrito tiene una estructura similar, consistente en: 
 
- La horizontalidad. La pregunta. Sería el conjunto de nociones que pueden sugerir 
un universo tecnológico clasificable. Esto se verá en el primer capítulo. 
 
- La verticalidad. La respuesta. Que contempla una enumeración de las formas que 
adopta la imagen respecto a la tecnología en una situación dada y sus implicaciones. 
Esto se verá en el segundo capítulo. 
 
- El puente. La conexión. Sería el criterio para estudiar el asunto, desde la síntesis de 
dos partes complementarias: una relación de carácter horizontal primero, encargada 
de establecer un espectro de las imágenes en un entorno dado, y una relación de 
orden vertical después, que se ocupe de detallar las características de los tipos 
posibles cada imagen encontrada. Una tipología, pues, de la cual se dará cuenta 
extensamente en esta introducción. 
 
 La “manzana”, (la solución de la adivinanza, que no necesariamente el único objeto 
de interés intelectual), serán ejemplos concretos de obra plástica o del diseño, identificables 
por su modo de asociación con lo tecnológico. 
 Esto, como un esquema abstracto de trabajo relativo al método, pero, para presentar 
un discurso más amable; para ir reportando las incidencias, avances y resultados sobre el 
tema en general con un tono de divulgación, me permitiré hacer especialmente para la 
ocasión, un símil de este procedimiento con la ancestral actividad de la disección 
anatómica (por cualquier eventualidad, se tramita un permiso de la Secretaria de Salud). 
 
 
 PROTOCOLO PARA UNA DISECCIÓN 
 
 De acuerdo a nuestros hábitos de movimiento y a nuestro gusto, comúnmente forjados 
por los artilugios industriales y los productos de consumo masivo, pensaríamos que 
estamos alejados de un tipo de vida ligado a los eventos naturales,a sus organismos, ritmos 
y ciclos; distantes además, de las imágenes que antaño simbolizaron al mundo. Pero 
probablemente esta lejanía sería sólo en apariencia; pues las figuras envolventes, 
protectoras, proveedoras (como podrían ser la Madre Tierra, el Padre Tiempo y las diversas 
deidades animistas) estarían enmascaradas de modos ingeniosos dentro de las que implican 
dominio, adquisición, manipulación, inventario, control; aquellas que sugieren un universo 
humanamente construido. Propongo caminar por ambas veredas por un momento, para 
imaginar un moderno vehículo -un barco para ser más precisos-, en el que cupieran los seis 
mil millones de personas que habitan la tierra, más el recuerdo de todas aquellas que nos 
antecedieron en ella. A tal navío insignia podríamos llamarlo “Technos” –bajo un criterio 
comercial- o nombrarlo “Téjnos” -atendiendo a su etimología- y tenerlo como referencia a 
continuación. Para este ejercicio, me gustaría más la idea de una descomunal ballena azul 
trasladando a todos los seres humanos, porque en ella podría aprovecharse su cobijo y 
estela para viajar en el exterior como una rémora o en sus cavernosos interiores para 
simular ser una semilla, un nuevo Jonás (Arreola, 1958). Sin embargo, en este caso es de lo 
más importante la imagen a la cual nos encomendamos para escribir. Volteo entonces hacia 
nuestra capacidad de asombro para darle el crédito que se merece: de nuestras 
características como especie (comunicación, organización, imaginación, actuación, etc.), 
nos captura en esta época la posibilidad de poner el ingenio y la inventiva al servicio de la 
innovación, para poder incidir en el entorno en un sentido que consideramos, de una u otra 
manera, favorecedor. El hecho de que esto resulte en materialidad palpable en forma de 
maquinaria, comunicaciones, cadenas productivas, habitabilidad, comodidad, facilidad de 
desplazamiento, realidades virtuales, etc., es parte del encanto; la otra es que, en una 
sociedad secularizada, política y económicamente homogeneizada, esta potencia productiva 
y transformadora es el sucedáneo de los credos; un símil de utopía que quiere llenar una 
necesidad anímica social, en un terreno descampado de ideologías. 
 Ésta es la vertiente emocional que nos predispone a favor de tal escenario, pero, por 
otro lado, tenemos un boleto comprado para tal fantasía (o realidad, según se quiera ver), 
porque una parte influyente de la humanidad la contagia, la cede, la concesiona al resto de 
sus pares, quienes la consumen, la adoptan (y la adaptan), la asimilan, la disfrutan (o la 
padecen). De modo que estamos todos inmersos en esta versión de nosotros mismos, que 
entre todas las opciones históricas, se pretende como la cúspide de las aspiraciones y los 
deseos por alcanzar (naturalmente). Lo queramos o no, esta posibilidad forma parte de un 
fondo de pertenencia, común a toda la humanidad, de una sensación de realidad en donde 
nos podemos reconocer, contrastar y conflictuar. 
 Pues bien, estando en la borda de este gigantesco y a la vez pequeño navío, emblema 
de los tiempos que corren, me pregunto por las cosas que me acercan o me distancian de los 
demás pasajeros; sobre las creencias, saberes, sueños que nos hacen posible coincidir en 
este punto. Lo atrayente del hecho de tener a toda la humanidad conviviendo en la cubierta, 
los pasillos y las salas de dicho transporte, es que éste se convierte en un gran marco de 
referencia, en una mesa de disección (Foucault, 1966) en donde podemos estudiarnos en 
nuestras conductas y pareceres. 
 
 
 EL SUJETO 
 
 Para recortar el tema buscando la posibilidad concreta, el enfoque particular, 
selecciono para el estudio disectivo a especímenes que son especialmente representativos 
del Homo faber y su universo de lo práctico: la comunidad de los artistas visuales y los 
diseñadores (en adelante englobaré bajo este nombre a diseñadores gráficos, industriales, 
urbanísticos, arquitectónicos y audiovisuales, -¿cabría añadir interactivos?-), quienes 
fundan su actividad, desde sus respectivos orígenes en consideraciones sobre los lenguajes 
y en apropiaciones tecnológicas (Acha, 1994), que se concretan en imágenes. 
 Para estos profesionales, como para el resto de los mortales, el entorno cambia 
constantemente; la necesidad y la capacidad de actuar propia de la especie, se ejerce en 
condiciones diferentes en cada oportunidad: en una radiografía de la acción humana se 
parte inicialmente de la discriminación consciente o inconsciente de las posibilidades 
(¿hago esto o aquello?), como primer paso en un proceso orientado hacia un logro (Villoro, 
1982). A este espectro concreto de opciones valoradas se corresponde una circunstancia, 
también concreta, en la que alguna de ellas se volverá viable, pues no todo es posible en 
cualquier época. 
 
 Para intervenir el mundo con sentido práctico, buscando satisfacer una necesidad 
cualquiera, se considera el gran conjunto de lo que se puede hacer (lo intervenible, lo 
realizable), integrado por los hechos y razonamientos de lo tecno-científico 
(conceptualizables verbal, matemática y/o gráficamente), además del registro social de lo 
tecnológico (sentires, conjuntos simbólicos, reflejos históricos e imágenes en general). 
 Teniendo en cuenta que, lo posible, es un aspecto que pasta en los campos vastos, 
generosos, pero etéreos, de lo ideal y lo asequible es otro asunto, terrenal e imperfecto, 
pero más a la mano. La manera en que están dispuestas las cosas para que alguna iniciativa 
se materialice en un logro, así como la descripción de la circunstancia y de los cursos de 
acción de lo tecnológico, estarán relatados para la gente, en buena medida, por diseñadores, 
artistas plásticos y espontáneos que hacen este retrato también para sí mismos. Las 
imágenes son su instrumento y la gama de la percepción cultural, la antena receptora de 
este mensaje. 
 Su interpretación visual del gran conjunto de productos y actividades del diario, 
derivadas de lo tecnológico, está motivada por las necesidades operativas de este mundo de 
instrumentos y procesos, por imposiciones del mercado, por posturas personales, por el 
empuje de la tradición. Pero fundamentalmente, por la necesidad de volver concreto y 
social aquello que no se puede comprender de manera abstracta. El complemento sensible 
a la inteligencia -más aún, una inteligencia sensible (Gardner, 1983)- se vuelve un 
elemental requerimiento de consonancia para ubicar, en el universo de lo conocido, 
aquellos productos que derivan de la actividad humana, dando un lugar ya sea de privilegio 
a lo que forma parte de nuestra familiaridad o excéntrico, a las cosas sin una conexión 
reconocible. En todo caso, la necesidad de coherencia busca lo catalogable, lo que tiene 
acomodo en su saber; pues con frecuencia las fórmulas, las lógicas y los procedimientos 
prácticos, no tienen los signos o los símbolos que el ciudadano corriente puede captar. 
 
 
 FUNCIÓN DE MAGIA 
 
 La disección que se ensayaría aquí no está ligada a la añeja curiosidad humanista que, 
a la par con el Renacimiento y guiada por los artistas arquetípicos, alumbraba con velas los 
estudios anatómicos, en algún sótano florentino. Tampoco se relaciona con la sofisticada 
actividad de Gunter Von Hagens en la preservación plastificada de cadáveres; quien 
mediante el uso de anticorruptores, la administración de líquidos de relleno, la eliminación 
de tejido conjuntivo, previos a un destazamiento milimétrico, nos aterriza a la mitad de una 
galería, en un montaje en donde el morbo cómodamente se disfraza de interés científico. 
 La incruenta tarea que me ocupa, será más parecida a una función de magia en una 
carpa itinerante. Aquel aparato del que se valían los maestros de la ilusión en escena para 
partir en dos asu bella ayudante, a golpe de serrucho, ya está muy visto en su versión 
clásica; por ello quisiera darle un giro volviéndolo de utilidad para el presente caso. El 
interés residiría en poder dividir -ante el asombro del respetable público- al sujeto 
seleccionado en dos partes fundamentales para el desarrollo de la conducta tecnológica. 
Obtendríamos dos pulsiones –un par de versiones muy libres de la pulsión del Yo freudiana; 
que se refiere a la autoconservación-, químicamente impuras, pero que para efectos del 
estudio bajo el microscopio, manejamos por separado: 
 
 Pulsión homínida.- La determinación de la psique y la percepción homínida, es una 
cualidad que nos otorgó ventajas en términos de adaptación al medio ambiente natural –“El 
cerebro no es un órgano del pensamiento, sino de la sobrevivencia, como las zarpas y los 
colmillos. Está hecho de tal forma, que nos hace ver como realidades, aquellas cosas que 
sólo son ventajas”. (Albert Szent Gyorgi, citado por Blanck y Cerejeido, 1988, p. 35)-, 
permitió entre otras cosas, la imaginación abstracta. Saber, por ejemplo, que las huellas 
marcadas en la arena devienen eventualmente en la pieza de caza por cobrar, aunque no 
haya evidencia sensorial inmediata del animal en sí. 
 La posibilidad de captar la situación de acuerdo al biosiquismo antropomórfico, que 
evalúa y responde computando, anticipando, proyectando, permite el acceso hacia la 
abstracción, hacia la especialización de la inteligencia. Se buscarán así, soluciones 
específicas desde el planteamiento de los problemas, sin esperar a que se den las 
condiciones naturales imperiosas que los demanden. 
 Podemos decir que, la trayectoria hacia el pensamiento abstracto de la cultura 
occidental está llena de registros de especificidad, aquí algunos ejemplos: 
 
- Hessen (1926) nos describe como muchas de las materias del conocimiento que nos 
son familiares hoy, se fueron desgranando en un lento proceso desde una disciplina 
madre, la Filosofía. 
 
- Marina (1993) nos dice que la inteligencia se sirve de programas, de intenciones 
para adquirir contornos propios, justo como el agua toma la forma del recipiente que 
la contiene. 
 
- Descartes nos arroja sin paracaídas, desde el gran conjunto de similitudes y el 
sistema de correspondencias de la Edad Media (Foucault, 1966), hasta el 
racionalismo que se mueve desde la simplicidad lógica… 
 
 Pulsión humanizada.- La naturaleza social del ser humano, nos pone en la línea 
biológica de un nardo (eflorecencia) y no en la del tulipán (flor simple); somos una 
colmena y no una abeja; nos semejamos a un tejido y no a una célula. Esto se traduce en 
que al desempeñarse en las acciones individuales de todos los días, como cuando 
seleccionamos el color de los calcetines, al vestirnos apresurados rumbo al trabajo; 
mientras revisamos el menú en un restaurante; al desempeñarnos en alguna labor; etc., nos 
referimos a una estructura dialogal que nos aporta la sociedad a la que pertenecemos, 
formada por patrones de búsqueda, motivos, sentimientos, restricciones, criterios, temas. 
(Marina, op. cit). Tal estructura no es tanto una conquista de la razón, como de un modelo 
de organización derivado de una tendencia orgánica; del equipamiento original de la 
especie moldeado por el poder de la circunstancia; de nuestros rasgos animales 
transfigurados (Marina, op. cit.). 
 Cuando la supervivencia es posible únicamente en comunidad, la inteligencia se 
vuelve también incorporante, dándole un lugar a las cosas dentro de un armazón de lo 
concreto; de una realidad social; en un universo lógico compartido que, como una segunda 
naturaleza, nos respalda otorgando sentido a nuestras iniciativas, eventos, emociones, 
pensamientos, etc. Si algo tiene existencia como un hecho perceptivo o teórico, cabe dentro 
de una estructura lógica; se asimila bajo una modalidad de expresión, de utilización, de 
valoración, de jerarquización. Todo ello para procurar coherencia; para minimizar las 
contradicciones, las inconsistencias. Es un mecanismo instintivo para asegurar la 
continuidad del grupo, que tiene muchas manifestaciones. Tomemos para ejemplificar el 
caso de lo verbal: 
 El lenguaje hablado es una red formada por numerosos espacios, en donde habitan las 
cosas del mundo. En el nombre, cada una de estas cosas tiene su morada y sus contornos; el 
conjunto de ellos semejan una ciudad en la que se combinan y complementan alturas y 
anchuras, porosidad y densidad, cambio y estatismo, etc. (Cohen, 2000). Esta metrópolis 
tendría sus terrenos baldíos; plazas vacantes para denominaciones ausentes. Por puro 
horror vacui los intentamos llenar con los nombres que tenemos a la mano. Éstos, en su 
calidad de esquiroles van a provocar resonancias extrañas, pero ajustados los tiempos, 
pasadas esas reverberancias, los remedos serán incluidos en la trama con el pasaporte de la 
familiaridad, refiriendo finalmente a una sensibilidad y a una aprehensión de la 
circunstancia vivida, tanto como las acepciones que corresponden formalmente a un 
espacio en la urdimbre. Palabras como felicidad, amor, justicia, libertad, tecnología, arte, 
etc., tienen una significación abierta, pues se aposentan en los vacíos de nuestra necesidad y 
nos sirven muchas veces para ajustar nuestras ideas, cuando nos quedan un poco holgadas. 
 
 Todo grupo humano se provee a sí mismo de este entramado lógico e incorporante 
(Levi-Strauss, 1962), aunque seamos perfectamente incapaces de reconocer y comprender 
el mundo ajeno. Sin embargo, la posibilidad operativa de armar cualquiera de estas 
complejas estructuras de sentido para la colectividad es el producto humano por excelencia: 
la cultura. 
 
 La combinatoria.- Entre la pulsión homínida y la humanizada, se encuentra el 
espectro de las Eras, como escenario de interrelación entre una y otra. En la constante 
implicación de tales impulsos, en su roce incesante, se va abriendo camino la historia. 
 Los momentos de relativo reposo de esta maquinaria nos muestran una imagen de los 
edificios de la apropiación del mundo –creencias, usos, costumbres, valores-; así como de 
las instituciones de comprensión del mismo –leyes generales, teorías científicas, 
interpretaciones filosóficas, dogmas religiosos-, siendo ambos grupos como pausas 
mayores o menores aguardando los sacudimientos; los lapsos en que los miembros de una 
sociedad tienen la incómoda sospecha de que el universo que ellos conocen, puede ser de 
cualquier otra manera, pero distinta a la que tienen presente. 
 En esta zona de incertidumbre se agazapa tras las sombras, el presentimiento del 
Orden en su estado más decantado (Foucault, op. cit.), que, como principio de cambio, va a 
criticar los códigos fundamentales de una cultura, los relativos al lenguaje, los esquemas 
perceptivos, las prácticas comunitarias, la imaginación, etc. 
 No hay manera de explicar esta dinámica histórica de sustitución constante. Se 
intenta hacerlo bajo los supuestos de teorías de los actos (Moles, 1983), praxeologías 
motivadas por los términos del costo-beneficio de la sociedad industrial y por el interés 
académico de la psicología social. Pero sus preceptos y métodos están muy en ciernes. 
 
 Una vez que se reconocen en el sujeto disectado, sus tejidos, órganos y aparatos, se 
puede deducir con alto grado de confiabilidad su funcionamiento, implicaciones orgánicas, 
sus esquemas metabólicos; pero tomar al individuo concreto que se desplaza en el mundo 
con este armazón y especular -a partir exclusivamente de su constitución física- sobre las 
infinitas posibilidades de aplicación vital de su corporalidad y aún más, sobre cuáles serán 
las prioridades, los criterios, los cursos de su actividad pensante sobre su actualidad, su 
pasado y devenir, es un acto de meroilusionismo, pura imaginación. 
 Es lo mismo que sucede al tratar de establecer las líneas fundamentales de la 
actividad espontánea y animal que está escondida detrás de la apariencia calculada y 
prevista de lo tecnológico, a partir de la estela innumerable que va dejando su rastro 
material: los objetos, la iconicidad. Es por eso que el ejercicio de imaginación desarrollado 
en este escrito, es simplemente una puesta en escena, un ensayo para las tandas de un teatro 
de revista. 
 
 
 LA TECNOLOGÍA Y EL CONOCIMIENTO 
 
 El tiempo-espacio que limita nuestra mesa de disección, es una combinación de: 
 
- La naturaleza particular de la que estamos dotados. 
- La circunstancia circundante que nos es posible distinguir desde ella. 
- Las respuestas que damos al medio externo desde nuestras necesidades y 
capacidades. 
 
 Los límites de trabajo concretos de esta plancha no cambian de ningún modo con la 
elección de darle los contornos de un barco y las dimensiones del universo humano. En ella 
irán quedando expuestos los impulsos ancestrales que nos mueven a servirnos de utensilios 
y a valernos de un lenguaje, a integrarnos en sociedades y culturas para producir un 
conjunto coherente que podemos entender como mundo. 
 Desde este examen se puede contar con una pista sobre la conducta práctica del ser 
humano. Entonces, el presente esfuerzo de imaginación se ocupará -de preferencia- de 
buscar en las constantes de relación de las capacidades prácticas, con los diferentes medios 
culturales que les sean propios, antes que en el vértigo de la variabilidad histórica. Una de 
tales constantes es el esfuerzo cognoscitivo que está detrás de la actividad práctica: 
tradicionalmente, se consideró a la reflexión y a la actitud reflexiva, como los depósitos 
epistémicos por excelencia pero, por exigencias de nuestra realidad de artificios y 
virtualidades, recientemente debe considerarse como parte de las fuentes del conocer a lo 
tecnológico y a los resortes que lo mueven; a la energía motora de las actividades 
cotidianas. (Piscitelli, 15 / 08 / 2005) 
 Así pues, con la intención de construir la tipología que presentaré en esta oportunidad, 
tendré como material a desmenuzar, a las imágenes –en su asociación con lo tecnológico-, 
y me voy a atener a las correspondencias que éstas tienen con la sociedad de donde surgen, 
a la que están ligadas desde diferentes sistemas de producción, de consumo y críticos. En 
este sentido y pensando que este mundo no es meramente cosmológico o discursivo, sino 
fundamentalmente práctico y creativo (Piscitelli, op. cit.), me voy desinteresar un tanto de 
las justificaciones (plasmadas en discursos) de sus productores, porque los argumentos que 
pudieran esgrimir, por interesantes e informados que fueran, estarán previsiblemente 
ligados como acciones singulares, a la mentalidad específica que les conviene tener (por ser 
la de su tiempo, sencillamente), en un espectro multiforme y cambiante. Lo que si me 
ocupa son las motivaciones de los productores (manifestadas en conductas) para hacer lo 
que hacen, para responder como responden. Si las justificaciones son los múltiples caminos 
que individualmente se toman y que dejan como rastro una tenue estela para reconstruir los 
pasos del andante, el conjunto motivacional será como una rosa de los vientos que señala 
una dirección simplemente, no un destino. La inteligencia orientada desde estos puntos 
cardinales, no construye monumentos abstractos, ni se solaza en pirotecnia efectista; es una 
inteligencia esforzada en apuntalar las estructuras sociales con las que se identifica desde la 
conducta que se adopta. 
 
 
 
HORIZONTALIDAD (Acerca del CAPÍTULO 1) 
 
 
 
 ¿Cómo imaginarnos el origen en el tiempo de la escalada tecnológica que nos 
encontramos cotidianamente?, ¿cuáles son sus elementos característicos?, ¿cuáles son las 
condiciones que la propician?, ¿cuáles son los modos en que se vivencia?, ¿de qué manera 
se adopta una conducta tecnológica? 
 
 Voy a argumentar alrededor de estas interrogantes para construir una 
“Horizontalidad”, como un conjunto de nociones que, a mi juicio, permiten pensar en un 
universo clasificable, por el hecho de extenderse como una gama de actuación proveniente 
de la naturaleza humana interactuando con su medio. 
 Lo que ubico en el plano horizontal, serán los relato de modos y momentos en los que 
el impulso tecnológico ha quedado atrapado como denominación, en la red incluyente de la 
naturaleza humana. Los datos, fechas, eventos, y personajes relevantes para una historia de 
la tecnología, están en segundo plano, pues lo principal es un recorrido por la sensibilidad 
que liga la conducta práctica con las imágenes. Para este propósito, inicio considerando tres 
apartados clasificatorios, que se asocian respectivamente a la percepción, al procesamiento 
cultural del medio, a los razonamientos para las conductas prácticas. Las características, 
capacidades, funciones, cualidades, efectos, etc., de tales parcialidades, provendrán de una 
base tanto orgánica como social. 
 
 
 POSTURAS HISTÓRICAS 
 
 Para emprender el trabajo, pienso junto con Gille (op. cit) que, tanto el ejercicio de lo 
tecnológico, como las condiciones socioculturales en que se da su práctica, guardan un 
equilibrio constante, una importancia similar. En la suma de estos dos factores se observa el 
universo material que nos corresponde en la actualidad. Hay elementos suficientes para 
justificar esta postura que aboga por el promedio de los dos aspectos, pero se observan 
dificultades cuando se quiere demostrar como se ha ido dando la interacción de este par 
dialéctico dentro de la dinámica histórica, pues hay algunas variables posibles. 
 Las propuestas ideológicas que se derivan de considerar el hacer tecnológico, el 
entorno particular en el que se pone en marcha y la gama de su interrelación, van a variar 
mucho, dependiendo de a quién se le prenda la veladora de nuestra devoción hacia lo 
“Práctico” y consecuentemente, cambiará el tipo de respuesta social: 
 
- Hay quien piensa que la sociedad da rumbo a lo tecnológico y supone en el ente 
social, una autoridad moral con injerencia decisiva sobre los medios de producción 
y sus posibilidades técnicas. 
 
- También está quien afirma que la tecnología define la dirección de la sociedad, 
apostando por las teorías económicas y su instrumentación, basada en la 
metodización y la tecnificación. 
 
 Asumir de lleno, cualquiera de estas dos últimas posturas o sus matices, es la 
tendencia más recurrida actualmente para encontrar explicaciones a los intercambios 
prácticos del ser humano con su medio. 
 Y es que, en la escala de la acción, siempre se procederá más resueltamente hacia la 
actividad de cualquier tipo desde la erradicación de las dudas, que se da por antonomasia en 
la afiliación a una seguridad intelectual o emocional. Gombrich (1979) aseveraba que, para 
hallar nuestro camino en el mundo, hay que dar una buena parte de él como leído. Sin 
embargo viene bien aclarar que, certeza y convicción, como cualidades del sujeto 
pragmático, no significan necesariamente conocimientos, sino creencias. Al necio le 
bastarán sus seguridades para “abarcar” todos los aspectos, de todos los asuntos. Un 
político profesional es un ejemplo maravilloso en este sentido, porque ilustra la condición 
humana sin afeites: no representa al ser de elevados sentimientos o al ser de ideas, al justo 
que buscaba Diógenes con su lámpara; es un homínido rasurado y trajeado, que se desplaza 
generalmente arengando y justificando; no busca la sapiencia, el conocimiento de una 
situación, sino prevalecer, convenciendo como sea. Su objetivo primario es el de cualquier 
otro organismo viviente, sus recursoslos del animal humano. 
 Tratándose de lo tecnológico, resulta conveniente evaluar periódicamente qué es lo 
que podemos considerar conocimiento o qué se puede catalogar como creencia, qué es lo 
que se presenta como una motivación o qué entra dentro del campo de las justificaciones. 
 
 
 LA CONSTITUCIÓN DE LA GAMA DE IMÁGENES POR PRESENTAR 
 
 Las migraciones africanas que abandonaron el continente negro –siendo ya unos 
Homo sapiens con toda la barba-, hará unos 70,000 años, llevaban consigo para dispersarse 
y prosperar sobre la superficie del globo, el mismo fundamento fisiológico y cognoscitivo 
que empleamos actualmente para apropiarnos del entorno, salvo que sus vivencias eran por 
completo distintas. Su reconocimiento y adentramiento en el entorno pasaba por filtros 
desconocidos para nosotros. 
 Nuestra naturaleza es a la vez biosíquica y cultural, puesto que para entender un 
objeto, evento, espacio o ser como significante y/o vital, propiamente dichos, las 
condiciones perceptuales que se nos presentan exteriormente, tienen que ser completadas 
desde el cultivo cultural; desde una representación previa del mundo. 
 Hay numerosos ejemplos de ello: 
 
- Antiguamente había la necesidad de reconocer un nuevo territorio, homologando los 
puntos sobresalientes de su geografía, con el modelo celeste conocido por el pueblo 
descubridor. Planetas, estrellas, constelaciones, cometas; empatados con colinas, 
llanos, barrancas, ríos, etc., para poder visualizarlo en su universo de lo asimilado, 
antes de ocuparlo (Eliade, 1951). 
 
- Cuando Bernal Diaz del Castillo (1568) hace la crónica de la entrada del ejército 
incursor español a la capital imperial mexica, hace evidente su arrobamiento, pues 
reconoce un paisaje urbano proporcionado, funcional, armonioso; ve indicadores de 
refinamiento y civilización por doquier. Sin embargo, al pasar de las impresiones a 
la descripción, el soldado tiene que recurrir a los parámetros europeos de juicio 
visual y espacial que le son familiares, como las almenas, palacios, iglesias, 
fortalezas, etc., para poder hacerse de la presencia citadina exótica que se le 
manifestaba. De otra manera se le habría escapado; se le habría convertido en un 
monstruo perceptual. 
 
- De entre las citas posibles al respecto, finalizo con una analogía fabulada de Arreola: 
“Antes de devorarla, el búho digiere mentalmente a su presa. No se hace cargo de 
una rata entera, si no se ha formado un concepto previo de cada una de sus partes” 
(1958, p. 89) 
 
 La salida de los ancestros africanos fue propiciada por el repliegue de los mantos 
helados hacia los polos; en adelante, sus descendientes enfrentarían los vaivenes drásticos 
del clima por todo el planeta y no sólo en el terruño primigenio. La vestimenta, los aprestos 
de cacería, el conocimiento de las presas y de lo colectable no eran más importantes para la 
sobrevivencia del género humano, que la peculiar percepción de la que están dotados. Ésta 
capta los estímulos del derredor, al mismo tiempo que los tramita y les da forma desde 
nuestra comprensión, flexible y humanizada del medio. Recepción sensorial e 
interpretación en una misma operación. 
 En los últimos miles de años hubo una tregua meteorológica que proporcionó las 
condiciones suficientes de estabilidad en el medio natural, como para hacer crecer la 
infraestructura del pensamiento, de su condición de ventaja adaptativa hacia un programa 
vital prefigurado, hacia una concepción antropomórfica que ya no se quedaba en simple 
respuesta al ambiente y sus agentes. El predominio de las contingencias externas fue 
cediendo lugar a la acumulación de experiencias de los grupos humanos; a las 
construcciones hipotéticas del nicho ecológico humano, cada vez más complejas; se las 
construye ya entonces sobre bases culturales. 
 
 Se puede decir que el grado mínimo de la inteligencia está depositado en la 
percepción (Marina, op. cit.); siendo ésta en su origen, reactiva ante los estímulos, como la 
de cualquier animal, también es la avanzada inicial sobre el mundo para construirlo 
imaginativamente, dado que las situaciones se presentan cada vez de forma distinta. Desde 
allí, por obra y gracia de un ambiente culturizado; de su universo de motivaciones, la 
inteligencia se multiplica y se especializa (Gardner, op. cit.) 
 Se da paso así a lo que se considera el dominio pleno de los esfuerzos humanos en 
interacción con su medio: los proyectos civilizatorios; el extenso cultivo de un círculo 
cultural dentro de un área primigeniamente natural; las herramientas del conocimiento, 
lenguajes, creencias, procesos, representaciones, teorías, razones, historia, etc. 
 
 En esta magnífica exhibición de recursos del Homo faber, estoy basándome para 
estructurar el primer capítulo y sus diferentes segmentos. Porque se puede asociar su 
sensibilidad práctica del ser humano con: 
 
- La percepción-interpretación (subcapítulo A).- El biosiquismo que está detrás de 
nuestras actos. 
- Las construcciones culturales (subcapítulo B).- El andamiaje de supuestos que 
digieren para nosotros el medio natural. 
- La pretensión tecnológica (subcapítulo C).- Las iniciativas de control sistemático 
del entorno humano. 
 
 Una vez revisados estas partes fundamentales del tema, en un segundo apartado del 
capítulo, pasamos a los cómos; los cuestionamientos que me van a definir las modalidades 
de apropiación tecnológica que se van a estudiar en el resto del trabajo: 
 
- Cómo se vivencia popular, intuitivamente la tecnología (subcapítulo D). 
- Cómo vemos a la tecnología; qué ideas concretas genera (subcapítulo E). 
- Cómo vemos desde la tecnología; qué formas concretas genera (subcapítulo F). 
 
 Tenemos la facultad de hacer estas interrogantes desde el ámbito de las imágenes, 
porque, como lo hiciera notar, entre otros, Gombrich (op. cit) desde su análisis de piezas 
artísticas producidas en diferentes momentos, por diferentes pueblos: no se puede separar 
lo que se ve de lo que se sabe. 
 
 
VERTICALIDAD (acerca del CAPÍTULO 2) 
 
 ¿Cómo y cuándo es posible atribuir a un objeto, mecanismo o procedimiento 
motivaciones tecnológicas?, ¿Cómo y cuándo es posible atribuir a tal objeto, mecanismo o 
procedimiento justificaciones tecnológicas?, ¿Qué hacer con el hipotético abanico de 
respuestas a estas preguntas, dentro de los parámetros de esta investigación, basada en las 
imágenes? 
 Respondiendo a ello es que pretendo armar lo que llamo “Verticalidad”, que 
contempla una enumeración de las formas que adopta la imagen respecto a la tecnología 
en la situación actual. La ventaja de estudiar a la producción de imágenes como un 
indicador de nuestras formas de aprehensión tecnológica, es que no discrimina a ninguna de 
las interpretaciones sobre el asunto, pues no busca lo verdadero (Filosofía), ni lo correcto 
(Lógica), sino que se sirve de lo que hay, sencillamente; con una diversidad y amoralidad 
que refleja las certezas de una época, sus supuestos, sus aspiraciones, la conflictividad 
latente en la contraposición de las versiones de Mundo, etc. 
 
 
 CONSIDERACIONES SEMÁNTICAS 
 
 En su calidad de vocablos, tecnología y técnica no salieron de la nada, como es de 
suponerse; lo que sorprende es que tratándose de un tema tan antiguo como el ser humano 
mismo, los antecedentes históricos sobre el sentido que puede dárseles en la actualidad, son 
bastante recientes: “Tecnología” se empezó a usar como palabra, en forma muy discreta, en 
la Europa del siglo XVIII, y a usar de modo extensivo a nivel mundial, a partir de la 
segunda mitad del XX (Cardwell, op. cit); prefiriéndose en ese intermedio “Técnica” para 
referirse a la actividad práctica sobre el mundo material. 
 Así como todoslos inventos asombrosos, todas las novedades y prodigios que nos 
despiertan cada mañana, tales vocablos tienen un génesis remoto, una compleja 
circunstancia que los antecede. Como cualquiera de los términos que usamos, tienen un 
origen reconocible y su utilización, significación, adaptación, nos hablan de la mentalidad 
de una época (Foucault, op. cit): 
 El occidente industrializado proviene de pautas históricas que le dan un perfil 
favorable a la tecnificación: receptividad a las nuevas ideas; filosofía o religión permisivas; 
geografía propicia; libertad para viajar, aprender, cambiar de trabajo, experimentar; 
disponibilidad de personal técnico de apoyo; acceso a materiales adecuados, en cantidades 
suficientes; etc. (Cardwell, op. cit.). Otras culturas se desarrollaron con condiciones 
geográficas y de recursos físicos muy diferentes: distintos animales y plantas disponibles 
para domesticarse; condiciones diversas para el desplazamiento físico que resultarían en 
comunicación o en aislamiento, en difusión de los conocimientos o en ostracismo; variada 
densidad poblacional y la correspondiente complejidad social. Esta es una posible respuesta 
al por qué de las diferencias tecnológicas y económicas actuales, de los pueblos esparcidos 
sobre la faz de la tierra (Diamond, 1997). 
 
 Antes de que sea posible entrar en materia, resulta necesario detenernos en las 
definiciones populares, en las enciclopédicas, y en las académicas. Como ciudadanos 
comunes, ¿estaríamos en condiciones de hacer una diferenciación entre la técnica y la 
tecnología?, ¿podríamos entrar en los pormenores de cada una de ellas?, ¿sabríamos cómo 
se relacionan con otros aspectos culturales? En el Apéndice 1, hago una descripción sobre 
este aspecto, que podría resultar de ayuda en un esfuerzo de esclarecimiento, a pesar de su 
sencillez (o tal vez precisamente por ella). 
 El punto es que, en la percepción social, la gama de lo que puede ser nombrado 
tecnológico va mucho más allá de su definición de diccionario. La validez operacional de 
este concepto es laxa; constituye uno de los terrenos baldíos del lenguaje que se 
mencionaba páginas atrás. El campo de aplicación de la idea en la vida diaria es muy 
extenso (que la tecnología esto, que la tecnología aquello…), pero las posibilidades de 
implicación, de decir algo sustancioso al nombrarla, están también muy diluidas en la 
variedad de vivencias del fenómeno, que son muestras de sensibilidad ante una realidad 
palpable, canales para la comprensión de los hechos del derredor, pantallas para proyectar 
ilusiones y fantasmas: 
 Los occidentales y los occidentalizados (nosotros) no escapamos de la permanente 
convivencia con lo precientífico, con la tradición y la experiencia; es por ello que con suma 
facilidad caeremos en el terreno de las libres asociaciones y de las creencias, en este campo 
de la tecnología como en cualquier otro (el más rigurosamente lógico de nosotros sigue 
perteneciendo al reino animal y guiándose bajo sus dictados). 
 
 Es posible que especificar académicamente la distinción entre tecnología, técnica, 
tecnilia y demás vocablos afines tenga una utilidad circunscrita a lo industrial y a las aulas 
escolares, pero que si nos ocupáramos de su interpretación y aceptación en círculos de la 
población más amplios, estas precisiones serían apenas un referente y no una ley (ni 
siquiera una regla). A nivel de definición: 
 
- Técnica. Conjunto de actividades prácticas. Contempla las múltiples formas en que 
se manifiesta el proceder práctico, a través de habilidades que siguen una serie de 
reglas para conseguir algo; con actividades simples en las que se emplean los 
recursos materiales, los instrumentos intelectuales y el desempeño físico apropiados 
para una tarea concreta, de manera intuitiva y/o tradicional. 
 
- Tecnilia (Katzman, 1999). Cuerpo técnico metodizado. Se trata de la certidumbre en 
el proceder práctico. Es la expresión de una propensión elemental por lo metódico; 
la consciencia de que en este mundo, todo tiene su derechera. Esta inclinación 
desecha las más variadas opciones para la acción, en su ruta hacia lo optimizable, lo 
correcto, lo viable. 
 
 
- Tecnología. Cuerpo técnico sistematizado. Comprende la obtención sistemática de la 
certidumbre en el proceder práctico. Le da a la técnica ancestral, una dirección 
cultural contemporánea; hace de la tecnilia una base teorizable, un recurso operativo 
para la construcción de un proyecto económico, social y político muy amplio. 
 
 A nivel de uso común, se acepta que la técnica son las viejas usanzas prácticas y que 
la tecnología es la incorporación de nuevos elementos a las fórmulas productivas de nuestra 
sociedad; mientras más novedosos, más clara la distinción en este orden de ideas. Según se 
puede observar: la tendencia general es identificar a la tecnología con la materialidad de 
los objetos y sus asociaciones, a veces con sus procesos productivos y casi nunca con los 
bienes y procesos intelectuales. Lo cual es otra forma de decir que, lo que se entiende en 
general como tecnología es, en buena parte, únicamente el imaginario de la tecnología en 
sí. 
 
 Después de estas consideraciones sobre el término, tengo que confesar que mi idea 
personal sobre este particular, es digna del “Cosmopolitan”: 
 La tecnología es una forma de ser; un estado de ánimo - un tipo de dinámica mental 
socializada y socializable, que mueve las acciones prácticas. Tal dinámica está insertada en 
un curso de acción histórico (y geográfico, político, económico, social, etc.) que le da 
calidades y valores distintivos a la producción material vigente - es el vehículo de tú 
expresión…. 
 No puedo ser más vago, de acuerdo, pero debido a que el estudio que me ocupa 
tampoco tiene una intención semántica, sino tipológica, debo buscar la forma de hacer 
espacio a la producción material, tanto como a la intelectual cuando hablo de lo 
tecnológico. No estoy calificando para la Real Academia de la Lengua de este modo, pero 
si me estoy procurando cierto margen de maniobra en un terreno sembrado de minas, bajo 
la forma de inconsistencias y aproximaciones. 
 
 
 
 
 UN ACERCAMIENTO DESDE LA IMAGEN 
 
 Este puede ser un mundo de acumulaciones, de superposiciones y entretejidos; un 
universo de efectos multiplicados, en el que una mariposa bate sus alas en un punto remoto 
de la geografía y provoca un desastre en el otro extremo…pero no es un mundo de 
casualidades: si le damos crédito a la afirmación de Foucault, mencionada líneas atrás, de 
que la mentalidad de una sociedad se refleja en el lenguaje verbal mediante términos y 
significaciones específicas, veremos que la súbita consciencia del fenómeno tecnológico 
evidenciada en la genealogía de sus vocablos característicos, nos explota en las manos 
estando a la mitad de un proceso en el que se han abandonado las visiones tradicionales 
sobre el hacer, sin estar plenamente asentados en otra realidad. En la carencia de los 
instrumentos de pensamiento para adaptarnos a la situación de modo expedito, no teníamos 
los elementos para aproximarnos a la idea sino hasta hace poco y, una vez teniéndolos, nos 
cuesta trabajo comprenderlos. La idea clásica de téjne, que antaño orientaba en este sentido 
–concepto del hacer humano asociada al entretejido de los modos de vida, la imaginación, 
la sensibilidad, el ingenio, etc. (Aspe, 1993)-, se quedó en el fondo de algún olvidado cajón, 
cerrado con siete llaves de ignorancia. 
 Nos impactan, tanto los artículos propios de nuestra civilización, como recaer en el 
hecho de que somos responsables por la cultura material que acompaña nuestra existencia, 
que no hay un Prometeo detrás de la escalada tecnológica, que no hay tampoco magia de 
hombre blancoque medie entre las necesidades y sus satisfactores. Puede sonar extraño, 
pero, nos toma por sorpresa darnos cuenta de que somos el Homo faber, y a veces 
preferimos vestir la situación de mitos para declinar un poco la responsabilidad que ésto 
conlleva. 
 
 En cuanto a las imágenes, me parece que el asalto “súbito” de la realidad tecnológica 
ha seguido un proceso natural de desarrollo y socialización por la vía de los diseños, que 
incorporaron con presteza tanto los conceptos como las prácticas exigidas por el quehacer 
tecnológico. Afines al ritmo y los modos de producción industrial primero, hermanadas con 
la profusión comunicativa después, estas implementaciones solícitas, se saltaron los 
prejuicios que se pudieron derivar -en su momento- de la militancia en las tradiciones 
artísticas o evitando los recelos de la percepción educada en éstas. Uno de los derivados de 
la producción a gran escala de imágenes, es la típica iconósfera citadina, poblada por 
diferentes clases de imágenes. En ella se refleja de forma ambiental y muchas veces acrítica 
hacia los consumidores, la oferta icónica contemporánea, que de tan presente a veces ya no 
la tenemos en cuenta. Otra expresión ligada a nuestro tiempo es el espacio virtual y los 
medios electrónicos que se le asocian, con la dinámica del hipertexto como la ruta para ir y 
venir a través de un espacio de información, sin un itinerario fijo. 
 
 Pero en las artes visuales -que son otra materia que se encarga de las imágenes en 
nuestra cultura- la situación es diferente, porque la irrupción de instrumentos mecánicos 
primero, electrónicos después, aterriza en una cultivada tradición a la cual ayudan a 
subvertir. No hay obviedad puesto que con la incorporación de las herramientas técnicas 
novedosas, también se ha procesado una redefinición de la función social del productor 
plástico, desde los tiempos de los impresionistas, hasta nuestros días. En este estado de 
cosas, se presentan varios frentes, como pudieran ser entre otros: 
 
- Un estado permanente de adecuación a un medio transitorio, representado por una 
base técnica en constante cambio.- En una disciplina muy comprometida con la 
historia, entrar en un terreno de movilidad, por el hecho de allegarse recursos de 
actuación que se renuevan constantemente, genera incertidumbre. Cada quien 
defenderá su posición particular en el manejo de los instrumentos, pero como una 
respuesta al ambiente y no a las lógicas de los lenguajes y sus poéticas particulares, 
que se encuentren muchas veces al margen del asunto. 
 
- La adquisición de los elementos técnico-expresivos en sí.- Las escuelas de arte 
harían una discriminación previa de qué herramientas ofrecer a los educandos, como 
parte de una política institucional, y éstos a su vez, decidirían por cuáles recursos 
materiales inclinarse para realizar su trabajo, en una lectura de su actualidad o por 
simple sentido de la conveniencia. Lo que alcanzaría apenas como una introducción 
material al mundo de las posibilidades electrónicas, en el que, el dominio de los 
medios se ha constituido como una línea de conducción de las búsquedas plásticas. 
Debido a un momento en el que hay una dependencia de los instrumentos como 
generadores principales de significado a expensas de las operaciones conceptuales o 
en su tendencia a la dispersión efectista, se da un hartazgo que busca allegarse un 
balance recurriendo a una exigencia en cuanto a los contenidos en las piezas 
plásticas. 
 
- Los instrumentos se relacionarán con un problema de identidad, justo como lo son 
los asuntos de género y étnicos respecto a la producción plástica.- Así como el gay 
cuando voltea hacia sus preferencias sexuales como un tema de trabajo; como la 
mujer que toma su condición femenina como estandarte; como el negro, el amarillo, 
el cobrizo que miran hacia sus antecedentes culturales buscando una afirmación que 
los guíe dentro de los avatares de su quehacer…el hecho de que constantemente se 
mencione a la tecnología como un problema a considerar, implica que estamos lejos 
de tomar el hecho con naturalidad en su presencia y sus posibilidades. 
 
- La circunstancia material actual obliga a una nueva definición de los conceptos de 
trabajo para los productores de imágenes.- En vista de que no sólo se han 
modificado las formas de producción -que ahora acogen una multitud de nuevas 
prácticas-, sino que también han cambiado los modos de distribución –con acceso 
electrónico-mediático, con difusión abierta-, y por supuesto, los tipos de consumo –
simbolicidad, imaginario colectivo, factor de identidad, relación social, etc.). Ante lo 
cual habría necesidad de resignificación de los términos relevantes para la labor de 
los productores de imágenes, en su papel de generadores de conocimiento y fuentes 
de reflexividad por la vía de su trabajo; pero también es pertinente una reflexión 
sobre los supuestos de trabajo en su rol de socializadores de productos sensibles para 
el público general. 
 
 
 
 
 
 
 
DISECCIÓN A PLENO SOL 
 
 
 Las enumeraciones tienen un sutil encanto para ciertos gustos literarios, (el mío se 
cuenta entre ellos, como se podrá apreciar a lo largo del texto). Ellas reservan al lector, una 
espacialidad virtual, un ritmo sonoro, una idea de abundancia y frecuentemente una cierta 
pasión, pues descartando a la burocracia con sus obligaciones administrativas, no 
cualquiera se enfrasca en hacer listados, si no hay de por medio ira, oprobio, escarnio, 
admiración, embeleso, identificación, envanecimiento, etc. Lo interesante es estudiar lo que 
está detrás de este recurso, elemental pero efectivo. Tomemos a Ángel Kalenberg (citado 
por Ortiz, 2004): “Hoy por hoy, la historia y la teoría del arte, en irrefrenable expansión, 
incorporan nuevos términos, entre los cuales son frecuentes los neologismos = ciberarte, 
realidad virtual, telemática, interfaz, telepistemología, tyebrowser, software art, arte 
autogenerativo, tiempo real, soundtoys, vida artificial, arte fractal, robótica, knowbots, 
nonotecnología, flashers; hacker , cracker y freacker art; net.art, web.art, redes rizomáticas, 
holomáticos, hipercortex, espacios entrópicos, arquitectura de la cibercepción, web 
mapping, hipermedia, netmagazines, distopías, computopías y comopucronías 
posmodernas, cyborgs (híbridos y dinámicos), sistemas bióticos, trasgénicos, posbiología, 
etc.” 
 
 Las denominaciones de reciente cuño que aquí se mencionan, llevan un dejo de 
orgullo, como el de los padres que muestran el álbum fotográfico de la familia a sus 
amistades. A la estupenda colección de gemas –poéticas plásticas, modos de hacer- que se 
supone escondidas detrás de estos vocablos, habrá quien las examine individualmente, para 
detallar su cristalografía, su geometría, sus reflejos e iridiscencias; existirá el que se 
encargue de su asociación como joyas –tendencias, estéticas-, con otras piedras y metales, 
en conjuntos proporcionados y engarces provechosos; yo me ocupo de esta invaluable 
colección haciéndole un gabinete lustroso, de interior aterciopelado, con una iluminada 
vitrina; para que en él descanse, ligera e implícita. Aprestando el serrucho y el cepillo, 
acercándome el cedro y la taracea; me voy dedicando ya a este trabajo de ebanistería. 
 
 ¿Cómo voy a asignarle un lugar en mi exhibidor a todos los elementos que recién 
mencioné, además de todos los que omití? Empezaría por darle algún valor a la idea de 
función, para después extender sus implicaciones a manera de criterios de diferenciación. 
Lo que va a quedar tras este largo periplo introductorio, serían los tipos en su forma 
definitiva. 
 
 
 ACERCA DE LA FUNCIÓN 
 
 Para hacerse de los elementos que permitan una clasificación, hay que acudira las 
diferentes maneras de concebir los principios, medios y fines de la producción específica en 
las artes y los diseños. Se puede decir entonces que, en relación con lo tecnológico, la 
producción de imágenes es un asunto más relativo al proceder mental en que se inserta la 
acción, que a los instrumentos y procedimientos utilizados en ésta (Acha, 1997). 
 El acercamiento desde diferentes ángulos, con intenciones distintas, a su materia de 
trabajo, provoca para los profesionales involucrados, una diferenciación de los usos y las 
funciones de lo tecnológico. Ésta se ha ido dando a partir de situaciones históricas 
registradas principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX a la fecha. 
 Para explicar un poco más ampliamente la circunstancia de la producción de 
imágenes, menciono un par de ejemplos de la compleja situación en la que puede visualizar 
el panorama de antecedentes, uno es relativo a la reflexión sobre los recursos materiales y 
otro más en torno a las definiciones de uso común empleadas acerca del tema. Muy 
sumariamente: 
 
- La adopción de una filosofía humanista durante el renacimiento impulsó el arte 
ilusionista. El encanto de la representación del universo de lo humano constituyó 
parte del modelo de progreso en ese momento (Gombrich, op. cit.) y siguió 
influyendo en tal sentido hasta que la revolución científica y la industrial reclamaron 
para sí ese lugar social, apoyadas en la consolidación de un gran aparato 
económico-político complementario. El uso de instrumentos mecánicos (fotografía y 
sucesivos), surgidos en el entorno del modelo industrial, hizo accesible la 
generación de imágenes para los no iniciados en la academia; lo que reorientó la 
función de la práctica artística y, en última instancia, obliga desde entonces a un 
esfuerzo de diferenciación de la mecánica mental de producción, respecto a las 
actividades técnica y tecnológicas relacionadas a lo visual, objetual, espacial. 
 
- En el siglo XVIII, alrededor de la idea de belleza se construye una materia particular 
de estudio, la Estética. Su objetivo se tiene que revisar en los inicios de la vigésima 
centuria; son necesarias mayores precisiones pues los productores plásticos 
reaccionan a los preceptos impuestos por las convenciones establecidas, ensayando 
intenciones de vanguardia; buscando la emancipación humana estética-social; 
extendiendo lo estético más allá de los recintos privilegiados; desmercantilizando el 
arte; desplegando el universalismo estético por fuera de los límites eurocéntricos; 
socializando la creación, haciendo participantes en ella a los receptores (Sánchez 
Vázquez, 1991). Al ampliarse las características y los efectos posibles de lo estético 
se multiplican también los objetos que caben en sus parámetros –por mencionar a un 
autor, Sánchez Vázquez, en su “Invitación a la estética” (1992), hace referencia 
además de a la consabida belleza, a categorías estéticas como lo feo, lo sublime, lo 
trágico, lo cómico, lo grotesco-, por lo que a lo artístico se le diferenciará por su 
inclinación a la ruptura histórica y a su interés en explorar los códigos comunicativos 
(Acha, 1988). Los neologismos enlistados por Kalenberg líneas atrás, son un botón 
de muestra de la actividad febril en este sentido. 
 
 Derivando de los dos puntos previos, podría decir que, en un arte de “laboratorio”, de 
búsquedas propositivas, el uso (convencional o transgresivo) de los recursos materiales 
traducidos en visualidad, se remite siempre a un marco de comprensión, de construcción de 
sentido, que les darían las investigaciones temáticas, las especulaciones lingüísticas, las 
refutaciones históricas; que alimentan las intenciones artísticas. En tanto que, la generación 
de imágenes para que circulen dentro de los sistemas de comunicación a nivel masivo, con 
los numerosos canales a sus disposición, es una función que tiene en los diseñadores a sus 
mejores exponentes. 
 Y sin embargo, al interior de los círculos de productores plásticos, se tiende a pensar 
más en la función como la relación directa con los instrumentos tecnológicos, para 
explotarlos en sus capacidades o en vulnerarlos en su naturaleza. En este caso el usuario es 
aquel que se restringe al mero empleo de los instrumentos que les proporciona un 
programador, por ejemplo. Iría un paso adelante el que se asocia con un ingeniero, para co-
diseñar sus herramientas electrónicas, y supondría una especie aparte, el que se involucra 
en la transdisciplina, para que con conocimientos de dos materias diferentes, esté en 
posibilidades de ser su propio asesor técnico y su consultor conceptual. Esta versión 
funcional de las tareas de la imagen, la entiendo como una segunda esfera en el ecosistema 
humano; como una necesidad cultural. Pero, este ya es un asunto para tratarse en otro 
espacio 
 
 Debo enfatizar que, el criterio para definir la función para los fines de este escrito, es 
un poco diferente de la anterior consideración, está basado en la lógica del aparato de 
consumo y su liga con la tecnología, como una superestructura en la que acontecen 
diferentes fenómenos sociales. Dentro de esta interpretación, los artistas plásticos, son 
usuarios, mientras que los diseñadores son colaboradores directos de su entorno 
tecnológico. Estos últimos profesionales, por más homogeneizados y predecibles que se 
vuelvan con su dinámica de trabajo, se apegan sin embargo, al impulso biológico que anima 
en su origen a la tecnología, proporcionando recursos sensibles al ser humano para 
adaptarse a un medio y prevalecer en él. Es una lectura de la función que según yo 
entiendo, está arropada en una primera instancia genética, en una necesidad vital. 
 
 La necesidad de hacer diferenciaciones de aplicación de los términos es complicada 
en este caso, porque el hecho de vivir en un ambiente dominado por la idea de lo 
tecnológico –quizá un tanto más que por sus productos- origina satisfacciones 
y…fantasmas. De entre ellos, habría un tipo de angustia existencial y gremial en torno a la 
semántica del vocablo, entre los productores de imágenes. Envueltos en la ansiedad, los 
artesanos quieren llamar “arte popular” a sus productos, para no quedarse atrás en la 
apreciación social; en tanto que los artistas reniegan del término “técnica”, asociado a su 
labor, porque la tendencia general es la de participar -como sea- en los patrones culturales 
dominantes; tal como la tecnología lo es en las sociedades industrializadas, así que se 
tiende a usar los términos relacionados con la tecnología y la imagen, a semejanza de su 
utilización en el área de la comunicación, donde se les utiliza originalmente. Esta reacción 
es una batalla perdida históricamente hablando, pero no en la percepción general, dándose 
el escenario en que la promiscuidad de conceptos, corrobora la complejidad de la situación 
actual. 
 
 
 CRITERIO DE SEMEJANZA Y DIFERENCIA 
 
 He de decir pues que, bajo mi particular punto de vista, se pueden distinguir tres 
grandes grupos de actitudes hacia lo tecnológico que los productores de imágenes han 
adoptado, como recursos para incluirse en su medio. Se puede hacer una diferenciación en 
parcialidades al distinguir que, en su contexto social y desde el conjunto de las 
motivaciones, se da una influencia a veces inductiva, a veces condicionante. 
 
 Inductiva.- Aquí habría dos modalidades, que se presentan como una relación de 
semejanza, con respecto a un conjunto de referencia, que en este caso son las formas de 
consumo en nuestra cultura: 
a) Una de ellas, cuando los productores se involucran en la lógica adecuada para el 
engranaje productivo de nuestro modelo económico-social, en una escala mayúscula 
de consumo. En las aportaciones a este cuerpo organizativo, los

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