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LA IMAGEN / LO TECNOLÓGICO UNA TIPOLOGÍA UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO ESCUELA NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS “LA IMAGEN / LO TECNOLÓGICO UNA TIPOLOGÍA” TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN ARTES VISUALES PRESENTA RICARDO SALVADOR URIÓSTEGUI FIGUEROA DIRECTOR DE TESIS: MTRO. EUGENIO GARBUNO AVIÑA México, D.F., 2006 Si una frondosa tesis cae con estrépito en la mitad del bosque de los anales universitarios y nadie lo atestigua ¿en realidad cayó? Agradezco a quienes –por cualquier motivo- se acerquen a estas páginas, ya que de esta manera las están justificando. Hay algunos méritos que quisiera para mí y que tal vez no tenga. Me gusta pensar -por ejemplo- que antes de conocer a Melquíades Herrera, lo anticipaba, como se prevé, entre familiar y distante, a un arquetipo. Vaya este escrito como un pequeño homenaje a la memoria del maestro. ÍNDICE INTRODUCCIÓN - DELIMITACIÓN……………………………………………………………………... 14 - EL CAMPO DE INVESTIGACIÓN …………………………………………………. 15 PLANTEAMIENTO............................................................................ 17 - LÍNEA METODOLÓGICA……………………………………………………………... 19 - PROTOCOLO PARA UNA DISECCIÓN………………………………………………. 21 - EL SUJETO……………………………………………………………………………… 23 - FUNCIÓN DE MAGIA………………………………………………………………..... 24 - LA TECNOLOGÍA Y EL CONOCIMIENTO………………………………………..... 28 VERTICALIDAD (CAPÍTULO 1)..................................................... 30 - LA CONSTITUCIÓN DE LA GAMA DE IMÁGENES POR PRESENTAR……………………………………………………………………………. 31 - POSTURAS HISTÓRICAS…………………………………………………………….. 32 HORIZONTALIDAD (CAPÍTULO 2)………………………………………. 35 - CONSIDERACIONES SEMÁNTICAS………………………………………………… 35 - UN ACERCAMIENTO DESDE LAS IMÁGENES…………………………………… 38 DISECCIÓN A PLENO SOL…………………………………………………….. 41 - ACERCA DE LA FUNCIÓN………………………………………………………….... 43 - CRITERIO DE SEMEJANZA Y DIFERENCIA……………………………………….. 46 - LOS TIPOS……………………………………………………………………………… 47 - PARA UNA TABULACIÓN DE LO PRESENTADO………………………………… 48 CAPÍTULO 1 A. EL BIOSIQUISMO DETRÁS DE NUESTROS ACTOS ……… ..51 - CAMINO AL SER HUMANO………………………………………………………….. 52 - DEL INGENIO A LA INVENTIVA ……………………………………………………. 54 B. MODELOS PARTICULARES DE EVOLUCIÓN......................57 - EL LENGUAJE VERBAL ……………………………………………………………... 57 - LA PRODUCCIÓN SIMBÓLICA ……………………………………………………… 62 C. LA CONSTRUCCIÓN CULTURAL.…………………………………… 64 - EL CARÁCTER DE LOS PROCESOS TÉCNICOS EN LA ANTIGÜEDAD………… 66 - LA LÓGICA DETRÁS DE LAS TECNOLOGÍAS ESPECÍFICAS……………………. 68 - AVATARES CULTURALES DE LO TÉCNICO………………………………………. 70 D. RECEPCIÓN DE LA CIRCUNSTANCIA TECNOLOGICA...72 - LA CONVIVENCIA CON LA IMAGEN………………………………………………. 73 - ÍCONOS Y EVOLUCIÓN……………………………………………………………….75 - LA SUSTITUCIÓN DE LA ILUSIÓN…………………………………………………. 77 E. LA CONDUCTA TECNOLÓGICA SISTEMATIZADA………..80 - CRÓNICA DE LO QUE NUNCA FUE ……………………………………………….. 80 - LAS MARCAS EN EL TIEMPO……………………………………………………….. 82 - DUALIDAD REPRESENTATIVA……………………………………………………… 84 F. CONFLUENCIA DE CIRCUNSTANCIAS …………………………… 86 - CULTURA DE MASAS…………………………………………………………………. 87 - CULTURA POPULAR………………………………………………………………….. 90 - EL IDEAL TECNOLÓGICO……………………………………………………………..91 CAPÍTULO 2 A. LA CRESTA DE LO TECNOLÓGICO…………………………………. 96 - UN MUNDO COMPARTIDO………………………………………………………… 96 - CRITERIO MÍNIMO DE ESTUDIO ……………………………………………………. 98 - EL ENFOQUE GENERAL……………………………………………………………… 99 - EL MÉTODO PARTICULAR……………………………………………………………105 - ADQUISICIÓN DE CAPACIDADES …………………………………………………. 107 - APLICACIONES PRODUCTIVAS…………………………………………………….. 110 - ALGUNOS EFECTOS DE CONSUMO………………………………………………… 111 - EJEMPLO.- THOMAS HERZOG, ARQUITECTURA …………………………………. 114 B. EL FESTEJO DE LOS INSTRUMENTOS……………………………..120 - TECNOLOGÍA Y TRANSGRESIÓN………………………………………………….. 120 - CRITERIO MÍNIMO DE ESTUDIO…………………………………………………… 122 - LA TENDENCIA COMO ENFOQUE………………………………………………….. 124 - EL MARCO PARA VALORAR……………………………………………………… 130 - ADQUISICIÓN DE CAPACIDADES………………………………………………… 137 - EJEMPLO.- RAFAEL LOZANO-HEMMER, ALZADO VECTORIAL………………… 141 C. VENTURA Y CONFLICTO DE LO TECNOLÓGICO………… 145 - FILIAS Y FOBIAS…………………………………………………………………….. 146 - LAS COMARCAS DE LA SIGNIFICACIÓN………………………………………… 147 - PARADIGMAS, CLICHÉS, NEGACIÓN…………………………………………….. 149 - EJEMPLO.- MARC THORPE, GUERRA DE ROBOTS………………………………. 152 CONCLUSIONES……………………………………………………… 160 APÉNDICES…………………………………………………………………166 - DISTINGUIENDO ENTRE TÉCNICA Y TECNOLOGÍA……………………………. 166 - LA PERCEPCIÓN Y SU NARRATIVA: DOS ANIMALES METAFÍSICOS………….. 169 - LA INVENCIÓN DEL DIABLO………………………………………………………. 170 BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………174 INTRODUCCIÓN DELIMITACIÓN “Por cualquier puerta se sale al mundo”, dice Cervantes cuando Alonso Quijano se encamina a su vida de aventuras partiendo por la salida más discreta del granero. El tema sobre el cual escribo tiene que ver tanto más con puertas, que con los posibles mundos a los que éstas conducen. Sin mayores preámbulos descubro las cartas con las que voy a jugar: - Estoy acercándome con este texto a la historia de las representaciones; - Mi área de interés es la tecnología en relación a las imágenes; - Mi aproximación es a partir de una descripción mayormente y… - Dentro del universo de investigación que le corresponde a ésta, mi procedimiento de estudio concreto es el método historiográfico de la tipología. Teniendo que elegir alguna ruta con destino hacia lo tecnológico, me encamino a la tarea, tal como aquel que toma su canasta y se va al monte a recolectar hongos tras las primeras lluvias. Y si bien estoy consciente de que en el trayecto voy a caminar por veredas, esta no sería una pizca a tientas, sino una que inicia con una tarea de agrimensura de las zonas culturales en las que es previsible tener encuentros felices –tal como el que colecta lo más selecto del reino Fungi, busca precisamente en las zonas húmedas y a la sombra-. Por eso precisamente, el ensayo tendrá sobre todo la forma deuna relación de hechos y sus correspondencias, enumerando también los escenarios conocidos que de alguna manera tocan el asunto: me apoyaré en la revisión de la naturaleza de la inteligencia, de la percepción, de los impulsos animales del ser humano; en las versiones históricas que le han dado seguimiento al cuerpo de objetos, mecanismos y procedimientos manifiestos desde el fondo de las eras hasta el presente; en las motivaciones y creencias que se expresan en la actualidad con respecto a la actividad práctica. Pero en el último término, en la posibilidad de relacionar todo lo anterior con las imágenes del diario; las que nos rondan en la calle, nos abordan por conducto de la televisión o nos guiñan desde una galería. Con un pie en este terreno tan propicio, espero encontrar algunos conceptos relativos, tanto a la tecnología, como a las imágenes, con la intención de colocarlos dentro de un mismo conjunto de ideas, el de las formas de conocer. Me parece razonable hacer cuestionamientos en torno a la mecánica de la adquisición de conocimientos sobre el tema, en lugar de dirigirme al grueso del conocimiento tecnológico mismo o hacia su crónica. El trabajo entonces, consistirá en presentar una panorámica de eventos y relaciones en los que están presentes tanto las imágenes y como la tecnología. En este recuento se espera reconocer antecedentes de su actual asociación y obtener algunas pistas sobre la relación de ambas materias con el conocimiento en general. Al recoger de aquí y de allá, intentaré contribuir de manera metódica a una tarea que compete a toda la humanidad: construir con los pequeños fragmentos de realidad que podemos apreciar, una memoria para ser compartida. Aunque ésta tenga que ser, probablemente, laxa y firme; áspera y suave; un edificio del recuerdo en donde – alternativamente- los esclarecimientos espanten al mito como razones y las intuiciones lo atraigan nuevamente como creencias, como proyecciones, como utopías y monstruos. Un depósito multicolor y contradictorio porque, a final de cuentas, uno se colecciona a sí mismo. EL CAMPO DE INVESTIGACIÓN Nos señala Gustav Meyrink que “Los hechos pueden parecer piedras miliares y sin embargo, no son más que cáscaras de huevo vacías. Son en realidad el insistente ruido del corcho del champagne en las mesas de los bullangueros, que sólo el simple considera lo esencial del banquete” (1915). Estando en completo acuerdo con el escritor austriaco, habría que hacer notar que en este caso, los hechos son apabullantes; bastante más ruidosos e intrusivos que el corcho del champagne. Infinidad de artilugios, objetos y procedimientos nos rodean, nos abrazan en sueños y nos acompañan en nuestras labores diarias. Numerosos y persuasivos, dirigen su asalto hacia nuestro entendimiento, nuestras creencias y nuestra imaginación. Cuesta trabajo creer que, en el fondo, son simplemente hechos, elementos simples que pertenecen a una situación completa que los circunda y les da forma. Personalmente, me hace falta un punto donde reposar mis sentidos y desprejuiciar mi pensamiento; una pausa para mirar con cierta distancia el horizonte cultural que nuestra comprensión de lo tecnológico nos obsequia en el presente. A manera de plataforma para hacer este ejercicio de reflexión, me dispongo a trabajar en un terreno familiar para mí y muy afín también al tema de lo tecnológico: el área de las imágenes. Estas se han venido constituyendo en un factor primordial para la aprehensión social de la inteligencia práctica con su progenie de artefactos y de prodigios. Funcionan como un semáforo, que da los tiempos y el sentido de circulación, dentro de una cotidianeidad que inunda al ciudadano común de una amplia oferta de apariencias. El público en general no conoce el basamento de la actividad tecnológica, así como no esta avezado en los supuestos del sistema económico-político que la aloja. Entiende sin embargo ambas cosas vivencialmente, dentro de un ámbito de pertenencia social, en dinámicas de consumo, desde las divisiones sociales, a partir de conflictos de mentalidades, etc.; en un conjunto amasijado distinto a los productos y procedimientos en su redonda abstracción (Baudrillard, 1968). Debido a tal función metabolizante de las imágenes, que sintetiza lo subjetivo y lo sensible con lo estrictamente técnico, se hace posible un complejo escenario de realidades humanas, compartido entre la versión ideal de lo tecnológico (formalización metódica, racionalización del entorno humano, armonía de la forma y la función, etc.) y otros productos típicos de la cultura (ritualidades, ideologías, mitologías, altermundismos, etc.). En esta posición intermedia, las imágenes son compatibles con lo tecnológico; en algunos lapsos, han sido vistas como homologables a él -durante el Renacimiento, el arte ilusionista representó un modelo de progreso (Gombrich, 1959)- y todavía lo son, de manera ingenua, para la visión popular. Actualmente habría una tendencia con más fundamentos hacia esa identificación, en la medida en que nuestros hábitos perceptivos adoptan a las imágenes como parte de su modelo de conocimiento; en el grado en que se incorporan cada vez más entre las márgenes de los lenguajes; en el supuesto de que, cada vez más, estamos predispuestos ambientalmente a procesar el mundo a través de ellas. Pero vamos por partes. Es cierto que imágenes y tecnología tienen cosas en común, como el ser ambos fenómenos una pulsión primitiva, a la manera del gesto, la muscularidad, la rítmica, la mecánica, etc. (Baudrillard, op. cit.). Pero aunque estén estrechamente ligadas en la estructuración de una sociedad y de su tiempo, cada cual tiene particularidades que –hoy por lo pronto-, se pueden analizar por separado con provecho. En este espacio se pretende consignar esas especificidades del espíritu humano que las engendra, hurgando en los engañosos contornos de un bolo uniformado por una digestión mental apresurada. Todo ello tomará forma en una relación del espectro que adoptan las imágenes dentro del entorno tecno-científico, sin adentrarnos forzadamente, en el umbral de su posible síntesis. PLANTEAMIENTO En esta situación se plantea un reto que acepto de inicio: construir una forma de aproximación al problema. Señalando esta tarea como punto de atención, estoy solicitando del lector, el transitar por estas páginas con el ánimo de dirigirse sobre todo hacia los antecedentes, en forma de impulso, del fenómeno tecnológico. Una petición por completo adecuada porque existe el riesgo, cuando se trata el tema, de quedarse atorado en los asombros, en las certezas y en los convencimientos provocados por la ráfaga de manifestaciones materiales actuales, por su expectativa. Precisamente porque la estructuración del texto es un interés de orden central en la presente reflexión, me extiendo en una larga introducción, para asentar las ideas de las que parto hacia la constitución del documento. Lo tecnológico se resiste a ser abarcado por un método historiográfico convencional. Podemos mencionar el escaso éxito que han tenido los listados de inventos, las monografías, las hagiografías y las cronologías en el estudio consecuente de la sustancia tecnológica, debido a la hiperespecialización de las diversas áreas del saber y el poco espacio que dejan en su natural expansión para otras versiones del pensamiento -ya Ortega y Gasset (1930) desdeñaba las antiguas denominaciones de ignorante y sabio, en este mundo en el que los científicos bien pueden actuar como “sabios-ignorantes”, cuando se conducen pretendiendo que todo se reduce a sus diferentes especialidades, dando la espalda a la interacción de múltiples elementos en el proceso constructivode la civilización, a través de un conocimiento incluyente; estamos lindando la barbarie (de acuerdo al filósofo español), de la mano de los especialistas-. Se puede anotar también, que de acuerdo al interés específico de la investigación, la actitud general va a variar. Por ejemplo, en el plano del análisis histórico en general, reunir como elementos de trabajo, la Historia con la Tecnología, ha resultado ser un dolor de cabeza para los aventurados en esos terrenos, quienes aceptan explícitamente las dificultades de tal suma interdisciplinaria (Gille, 1978). Pero, en un plano más específico de esta ecuación, la Teoría e Historia del Arte, embarcadas en estudiar la intervención tecnológica en la producción de imágenes, aparentemente no resienten mayores obstáculos y contradicciones, si acaso, la frustración habitual de ir fatalmente rezagados de la producción. Los más entusiastas han llegado a proponer una especialidad artística aparte, para las manifestaciones más recientes: los estudios digitales – visualización remota tal vez, de un ideal de paridad temporal entre los recursos materiales para la producción artística y la capacidad de análisis de la misma-. Es pasmoso encontrar en unos estudiosos aprensión, orfandad de métodos e incapacidad para sacar conclusiones; en otros, regocijo, naturalidad y obviedad. En un caso parece hablarse de continentes del conocimiento separados y en el otro, de una feliz asociación. Me parece buena idea intentar desde otro ángulo; por ejemplo, recurrir a lo novedoso de acercarse a los clásicos. En una de las lecturas posibles de la obra de Jorge Luis Borges, pareciera sugerirse que una de las principales actividades de la Historia es delimitar el campo de sus acciones a partir del método (estarán de acuerdo con esto los especialistas responsables). El escritor ironiza sobre las posibilidades reales de la materia de indagar en el pasado de los seres humanos, pero no es escéptico del todo respecto a sus alcances; sabe que lo impensable es una forma radical de lo monstruoso y que, en este razonamiento, lo verdaderamente monstruoso es lo inhumano. Así que quiere otorgarle crédito a las fórmulas de la imaginación para acercarse a los problemas remotos, a los planteamientos extravagantes. Separando las experiencias humanas típicas del grado más simple al más complejo, tal vez juzga inconveniente desvelar una cronología de la crueldad, una “Enumeración de la maldad de todos los tiempos”, pero cuando este rasgo oscuro de la personalidad se fragmenta en sus múltiples derivados –traición, perversión, barbarie… - y la cavilación se centra en uno solo, la dificultad se vuelve cada más física y menos mental; llegamos al terreno de la selección etérea; nos encontramos con un monstruo teórico, un minúsculo objeto de debate moral que no tiene forma a falta del sistema de medición adecuado. El literato propone las unidades métricas apropiadas entonces, mínimas, risueñas, ilustrando con algunos cuentos una “Historia universal de la infamia” (1935). Lo altamente improbable, para él, aspira a atisbar en su ilusión, una rendija infinitesimal de realidad. Borges advierte sutilmente con esta solución que, el fantasma de los hechos, aquello que se nos escapa en el tiempo y el espacio; lo que está fuera del registro de los sentidos y la memoria, acaso esté fundando la construcción de una imaginación y de un espíritu, de una memoria colectiva. Es por eso que, con el mismo ánimo indagatorio (guardando las distancias, por supuesto); otorgándole todo el mérito posible a la ilusión de lo que se puede abarcar en un recuento, me apropio de la tarea de escribir respecto a lo tecnológico. LÍNEA METODOLÓGICA Con la intención de investigar predispuesta por este tenor de pensamiento, es que busco a tientas el método que más me sirva en esta oportunidad. Durand incluye en la introducción a su imprescindible recopilación de arquetipos exhibida en las “Estructuras antropológicas del imaginario” (1999), una frase de Leroi-Gourhan, que me encauza en la investigación: “Si con demasiada frecuencia el documento escapa a la historia, no puede escapar de la clasificación” (1945ª, p. 18) De modo que, para rozar las espinosas contradicciones del asunto, esperando no encallar en ellas, ensayaré un procedimiento tipológico. Sobre este particular diría que: - Se puede definir como “El seguimiento de los cambios orgánicos de un tipo (de cosas) a través de sus interrelaciones”( Sigfried Giedion ,1978, p. 27) - La técnica tipológica se basa en el diseño de una métrica de comparaciones y relaciones entre objetos de diferente naturaleza, que es a la vez una interpretación. Los tipos van a ser abstracciones que excluyen algunas características de los objetos, con la intención de tener un espectro manejable en su simplicidad y para tener lineamientos conceptuales favorables al tema de estudio (Rodríguez, n.d.). - Se pretende que una tipología funcione como una hipótesis en sí misma, como un planteamiento provisional en espera de la incorporación de nuevos elementos que la reviertan o modifiquen (Rodríguez, n.d.). Atendiendo esta calidad de transitorio que tiene el procedimiento de investigación, propongo un esquema lo más general y sencillo posible, pero estoy a la espera de los argumentos que alteren el planteamiento - Como toda acción de agrupar, la tipología tiene sus limitantes, pero…“Una clasificación, aunque sea heteróclita y arbitraria, salvaguarda la riqueza y la diversidad del inventario. Al decidir que hay que tener en cuenta todo, facilita la constitución de una memoria” (Levi-Strauss, op. cit. p.34). Siendo así que… Pensando en una adivinanza cuyo tema sea una manzana, ¿cuál es la única palabra que no me está permitido mencionar? (manzana, por supuesto). Encontramos en esta articulación lógica una pregunta, una respuesta y una conexión entre una y otra cosa. La propuesta para trabajar este escrito tiene una estructura similar, consistente en: - La horizontalidad. La pregunta. Sería el conjunto de nociones que pueden sugerir un universo tecnológico clasificable. Esto se verá en el primer capítulo. - La verticalidad. La respuesta. Que contempla una enumeración de las formas que adopta la imagen respecto a la tecnología en una situación dada y sus implicaciones. Esto se verá en el segundo capítulo. - El puente. La conexión. Sería el criterio para estudiar el asunto, desde la síntesis de dos partes complementarias: una relación de carácter horizontal primero, encargada de establecer un espectro de las imágenes en un entorno dado, y una relación de orden vertical después, que se ocupe de detallar las características de los tipos posibles cada imagen encontrada. Una tipología, pues, de la cual se dará cuenta extensamente en esta introducción. La “manzana”, (la solución de la adivinanza, que no necesariamente el único objeto de interés intelectual), serán ejemplos concretos de obra plástica o del diseño, identificables por su modo de asociación con lo tecnológico. Esto, como un esquema abstracto de trabajo relativo al método, pero, para presentar un discurso más amable; para ir reportando las incidencias, avances y resultados sobre el tema en general con un tono de divulgación, me permitiré hacer especialmente para la ocasión, un símil de este procedimiento con la ancestral actividad de la disección anatómica (por cualquier eventualidad, se tramita un permiso de la Secretaria de Salud). PROTOCOLO PARA UNA DISECCIÓN De acuerdo a nuestros hábitos de movimiento y a nuestro gusto, comúnmente forjados por los artilugios industriales y los productos de consumo masivo, pensaríamos que estamos alejados de un tipo de vida ligado a los eventos naturales,a sus organismos, ritmos y ciclos; distantes además, de las imágenes que antaño simbolizaron al mundo. Pero probablemente esta lejanía sería sólo en apariencia; pues las figuras envolventes, protectoras, proveedoras (como podrían ser la Madre Tierra, el Padre Tiempo y las diversas deidades animistas) estarían enmascaradas de modos ingeniosos dentro de las que implican dominio, adquisición, manipulación, inventario, control; aquellas que sugieren un universo humanamente construido. Propongo caminar por ambas veredas por un momento, para imaginar un moderno vehículo -un barco para ser más precisos-, en el que cupieran los seis mil millones de personas que habitan la tierra, más el recuerdo de todas aquellas que nos antecedieron en ella. A tal navío insignia podríamos llamarlo “Technos” –bajo un criterio comercial- o nombrarlo “Téjnos” -atendiendo a su etimología- y tenerlo como referencia a continuación. Para este ejercicio, me gustaría más la idea de una descomunal ballena azul trasladando a todos los seres humanos, porque en ella podría aprovecharse su cobijo y estela para viajar en el exterior como una rémora o en sus cavernosos interiores para simular ser una semilla, un nuevo Jonás (Arreola, 1958). Sin embargo, en este caso es de lo más importante la imagen a la cual nos encomendamos para escribir. Volteo entonces hacia nuestra capacidad de asombro para darle el crédito que se merece: de nuestras características como especie (comunicación, organización, imaginación, actuación, etc.), nos captura en esta época la posibilidad de poner el ingenio y la inventiva al servicio de la innovación, para poder incidir en el entorno en un sentido que consideramos, de una u otra manera, favorecedor. El hecho de que esto resulte en materialidad palpable en forma de maquinaria, comunicaciones, cadenas productivas, habitabilidad, comodidad, facilidad de desplazamiento, realidades virtuales, etc., es parte del encanto; la otra es que, en una sociedad secularizada, política y económicamente homogeneizada, esta potencia productiva y transformadora es el sucedáneo de los credos; un símil de utopía que quiere llenar una necesidad anímica social, en un terreno descampado de ideologías. Ésta es la vertiente emocional que nos predispone a favor de tal escenario, pero, por otro lado, tenemos un boleto comprado para tal fantasía (o realidad, según se quiera ver), porque una parte influyente de la humanidad la contagia, la cede, la concesiona al resto de sus pares, quienes la consumen, la adoptan (y la adaptan), la asimilan, la disfrutan (o la padecen). De modo que estamos todos inmersos en esta versión de nosotros mismos, que entre todas las opciones históricas, se pretende como la cúspide de las aspiraciones y los deseos por alcanzar (naturalmente). Lo queramos o no, esta posibilidad forma parte de un fondo de pertenencia, común a toda la humanidad, de una sensación de realidad en donde nos podemos reconocer, contrastar y conflictuar. Pues bien, estando en la borda de este gigantesco y a la vez pequeño navío, emblema de los tiempos que corren, me pregunto por las cosas que me acercan o me distancian de los demás pasajeros; sobre las creencias, saberes, sueños que nos hacen posible coincidir en este punto. Lo atrayente del hecho de tener a toda la humanidad conviviendo en la cubierta, los pasillos y las salas de dicho transporte, es que éste se convierte en un gran marco de referencia, en una mesa de disección (Foucault, 1966) en donde podemos estudiarnos en nuestras conductas y pareceres. EL SUJETO Para recortar el tema buscando la posibilidad concreta, el enfoque particular, selecciono para el estudio disectivo a especímenes que son especialmente representativos del Homo faber y su universo de lo práctico: la comunidad de los artistas visuales y los diseñadores (en adelante englobaré bajo este nombre a diseñadores gráficos, industriales, urbanísticos, arquitectónicos y audiovisuales, -¿cabría añadir interactivos?-), quienes fundan su actividad, desde sus respectivos orígenes en consideraciones sobre los lenguajes y en apropiaciones tecnológicas (Acha, 1994), que se concretan en imágenes. Para estos profesionales, como para el resto de los mortales, el entorno cambia constantemente; la necesidad y la capacidad de actuar propia de la especie, se ejerce en condiciones diferentes en cada oportunidad: en una radiografía de la acción humana se parte inicialmente de la discriminación consciente o inconsciente de las posibilidades (¿hago esto o aquello?), como primer paso en un proceso orientado hacia un logro (Villoro, 1982). A este espectro concreto de opciones valoradas se corresponde una circunstancia, también concreta, en la que alguna de ellas se volverá viable, pues no todo es posible en cualquier época. Para intervenir el mundo con sentido práctico, buscando satisfacer una necesidad cualquiera, se considera el gran conjunto de lo que se puede hacer (lo intervenible, lo realizable), integrado por los hechos y razonamientos de lo tecno-científico (conceptualizables verbal, matemática y/o gráficamente), además del registro social de lo tecnológico (sentires, conjuntos simbólicos, reflejos históricos e imágenes en general). Teniendo en cuenta que, lo posible, es un aspecto que pasta en los campos vastos, generosos, pero etéreos, de lo ideal y lo asequible es otro asunto, terrenal e imperfecto, pero más a la mano. La manera en que están dispuestas las cosas para que alguna iniciativa se materialice en un logro, así como la descripción de la circunstancia y de los cursos de acción de lo tecnológico, estarán relatados para la gente, en buena medida, por diseñadores, artistas plásticos y espontáneos que hacen este retrato también para sí mismos. Las imágenes son su instrumento y la gama de la percepción cultural, la antena receptora de este mensaje. Su interpretación visual del gran conjunto de productos y actividades del diario, derivadas de lo tecnológico, está motivada por las necesidades operativas de este mundo de instrumentos y procesos, por imposiciones del mercado, por posturas personales, por el empuje de la tradición. Pero fundamentalmente, por la necesidad de volver concreto y social aquello que no se puede comprender de manera abstracta. El complemento sensible a la inteligencia -más aún, una inteligencia sensible (Gardner, 1983)- se vuelve un elemental requerimiento de consonancia para ubicar, en el universo de lo conocido, aquellos productos que derivan de la actividad humana, dando un lugar ya sea de privilegio a lo que forma parte de nuestra familiaridad o excéntrico, a las cosas sin una conexión reconocible. En todo caso, la necesidad de coherencia busca lo catalogable, lo que tiene acomodo en su saber; pues con frecuencia las fórmulas, las lógicas y los procedimientos prácticos, no tienen los signos o los símbolos que el ciudadano corriente puede captar. FUNCIÓN DE MAGIA La disección que se ensayaría aquí no está ligada a la añeja curiosidad humanista que, a la par con el Renacimiento y guiada por los artistas arquetípicos, alumbraba con velas los estudios anatómicos, en algún sótano florentino. Tampoco se relaciona con la sofisticada actividad de Gunter Von Hagens en la preservación plastificada de cadáveres; quien mediante el uso de anticorruptores, la administración de líquidos de relleno, la eliminación de tejido conjuntivo, previos a un destazamiento milimétrico, nos aterriza a la mitad de una galería, en un montaje en donde el morbo cómodamente se disfraza de interés científico. La incruenta tarea que me ocupa, será más parecida a una función de magia en una carpa itinerante. Aquel aparato del que se valían los maestros de la ilusión en escena para partir en dos asu bella ayudante, a golpe de serrucho, ya está muy visto en su versión clásica; por ello quisiera darle un giro volviéndolo de utilidad para el presente caso. El interés residiría en poder dividir -ante el asombro del respetable público- al sujeto seleccionado en dos partes fundamentales para el desarrollo de la conducta tecnológica. Obtendríamos dos pulsiones –un par de versiones muy libres de la pulsión del Yo freudiana; que se refiere a la autoconservación-, químicamente impuras, pero que para efectos del estudio bajo el microscopio, manejamos por separado: Pulsión homínida.- La determinación de la psique y la percepción homínida, es una cualidad que nos otorgó ventajas en términos de adaptación al medio ambiente natural –“El cerebro no es un órgano del pensamiento, sino de la sobrevivencia, como las zarpas y los colmillos. Está hecho de tal forma, que nos hace ver como realidades, aquellas cosas que sólo son ventajas”. (Albert Szent Gyorgi, citado por Blanck y Cerejeido, 1988, p. 35)-, permitió entre otras cosas, la imaginación abstracta. Saber, por ejemplo, que las huellas marcadas en la arena devienen eventualmente en la pieza de caza por cobrar, aunque no haya evidencia sensorial inmediata del animal en sí. La posibilidad de captar la situación de acuerdo al biosiquismo antropomórfico, que evalúa y responde computando, anticipando, proyectando, permite el acceso hacia la abstracción, hacia la especialización de la inteligencia. Se buscarán así, soluciones específicas desde el planteamiento de los problemas, sin esperar a que se den las condiciones naturales imperiosas que los demanden. Podemos decir que, la trayectoria hacia el pensamiento abstracto de la cultura occidental está llena de registros de especificidad, aquí algunos ejemplos: - Hessen (1926) nos describe como muchas de las materias del conocimiento que nos son familiares hoy, se fueron desgranando en un lento proceso desde una disciplina madre, la Filosofía. - Marina (1993) nos dice que la inteligencia se sirve de programas, de intenciones para adquirir contornos propios, justo como el agua toma la forma del recipiente que la contiene. - Descartes nos arroja sin paracaídas, desde el gran conjunto de similitudes y el sistema de correspondencias de la Edad Media (Foucault, 1966), hasta el racionalismo que se mueve desde la simplicidad lógica… Pulsión humanizada.- La naturaleza social del ser humano, nos pone en la línea biológica de un nardo (eflorecencia) y no en la del tulipán (flor simple); somos una colmena y no una abeja; nos semejamos a un tejido y no a una célula. Esto se traduce en que al desempeñarse en las acciones individuales de todos los días, como cuando seleccionamos el color de los calcetines, al vestirnos apresurados rumbo al trabajo; mientras revisamos el menú en un restaurante; al desempeñarnos en alguna labor; etc., nos referimos a una estructura dialogal que nos aporta la sociedad a la que pertenecemos, formada por patrones de búsqueda, motivos, sentimientos, restricciones, criterios, temas. (Marina, op. cit). Tal estructura no es tanto una conquista de la razón, como de un modelo de organización derivado de una tendencia orgánica; del equipamiento original de la especie moldeado por el poder de la circunstancia; de nuestros rasgos animales transfigurados (Marina, op. cit.). Cuando la supervivencia es posible únicamente en comunidad, la inteligencia se vuelve también incorporante, dándole un lugar a las cosas dentro de un armazón de lo concreto; de una realidad social; en un universo lógico compartido que, como una segunda naturaleza, nos respalda otorgando sentido a nuestras iniciativas, eventos, emociones, pensamientos, etc. Si algo tiene existencia como un hecho perceptivo o teórico, cabe dentro de una estructura lógica; se asimila bajo una modalidad de expresión, de utilización, de valoración, de jerarquización. Todo ello para procurar coherencia; para minimizar las contradicciones, las inconsistencias. Es un mecanismo instintivo para asegurar la continuidad del grupo, que tiene muchas manifestaciones. Tomemos para ejemplificar el caso de lo verbal: El lenguaje hablado es una red formada por numerosos espacios, en donde habitan las cosas del mundo. En el nombre, cada una de estas cosas tiene su morada y sus contornos; el conjunto de ellos semejan una ciudad en la que se combinan y complementan alturas y anchuras, porosidad y densidad, cambio y estatismo, etc. (Cohen, 2000). Esta metrópolis tendría sus terrenos baldíos; plazas vacantes para denominaciones ausentes. Por puro horror vacui los intentamos llenar con los nombres que tenemos a la mano. Éstos, en su calidad de esquiroles van a provocar resonancias extrañas, pero ajustados los tiempos, pasadas esas reverberancias, los remedos serán incluidos en la trama con el pasaporte de la familiaridad, refiriendo finalmente a una sensibilidad y a una aprehensión de la circunstancia vivida, tanto como las acepciones que corresponden formalmente a un espacio en la urdimbre. Palabras como felicidad, amor, justicia, libertad, tecnología, arte, etc., tienen una significación abierta, pues se aposentan en los vacíos de nuestra necesidad y nos sirven muchas veces para ajustar nuestras ideas, cuando nos quedan un poco holgadas. Todo grupo humano se provee a sí mismo de este entramado lógico e incorporante (Levi-Strauss, 1962), aunque seamos perfectamente incapaces de reconocer y comprender el mundo ajeno. Sin embargo, la posibilidad operativa de armar cualquiera de estas complejas estructuras de sentido para la colectividad es el producto humano por excelencia: la cultura. La combinatoria.- Entre la pulsión homínida y la humanizada, se encuentra el espectro de las Eras, como escenario de interrelación entre una y otra. En la constante implicación de tales impulsos, en su roce incesante, se va abriendo camino la historia. Los momentos de relativo reposo de esta maquinaria nos muestran una imagen de los edificios de la apropiación del mundo –creencias, usos, costumbres, valores-; así como de las instituciones de comprensión del mismo –leyes generales, teorías científicas, interpretaciones filosóficas, dogmas religiosos-, siendo ambos grupos como pausas mayores o menores aguardando los sacudimientos; los lapsos en que los miembros de una sociedad tienen la incómoda sospecha de que el universo que ellos conocen, puede ser de cualquier otra manera, pero distinta a la que tienen presente. En esta zona de incertidumbre se agazapa tras las sombras, el presentimiento del Orden en su estado más decantado (Foucault, op. cit.), que, como principio de cambio, va a criticar los códigos fundamentales de una cultura, los relativos al lenguaje, los esquemas perceptivos, las prácticas comunitarias, la imaginación, etc. No hay manera de explicar esta dinámica histórica de sustitución constante. Se intenta hacerlo bajo los supuestos de teorías de los actos (Moles, 1983), praxeologías motivadas por los términos del costo-beneficio de la sociedad industrial y por el interés académico de la psicología social. Pero sus preceptos y métodos están muy en ciernes. Una vez que se reconocen en el sujeto disectado, sus tejidos, órganos y aparatos, se puede deducir con alto grado de confiabilidad su funcionamiento, implicaciones orgánicas, sus esquemas metabólicos; pero tomar al individuo concreto que se desplaza en el mundo con este armazón y especular -a partir exclusivamente de su constitución física- sobre las infinitas posibilidades de aplicación vital de su corporalidad y aún más, sobre cuáles serán las prioridades, los criterios, los cursos de su actividad pensante sobre su actualidad, su pasado y devenir, es un acto de meroilusionismo, pura imaginación. Es lo mismo que sucede al tratar de establecer las líneas fundamentales de la actividad espontánea y animal que está escondida detrás de la apariencia calculada y prevista de lo tecnológico, a partir de la estela innumerable que va dejando su rastro material: los objetos, la iconicidad. Es por eso que el ejercicio de imaginación desarrollado en este escrito, es simplemente una puesta en escena, un ensayo para las tandas de un teatro de revista. LA TECNOLOGÍA Y EL CONOCIMIENTO El tiempo-espacio que limita nuestra mesa de disección, es una combinación de: - La naturaleza particular de la que estamos dotados. - La circunstancia circundante que nos es posible distinguir desde ella. - Las respuestas que damos al medio externo desde nuestras necesidades y capacidades. Los límites de trabajo concretos de esta plancha no cambian de ningún modo con la elección de darle los contornos de un barco y las dimensiones del universo humano. En ella irán quedando expuestos los impulsos ancestrales que nos mueven a servirnos de utensilios y a valernos de un lenguaje, a integrarnos en sociedades y culturas para producir un conjunto coherente que podemos entender como mundo. Desde este examen se puede contar con una pista sobre la conducta práctica del ser humano. Entonces, el presente esfuerzo de imaginación se ocupará -de preferencia- de buscar en las constantes de relación de las capacidades prácticas, con los diferentes medios culturales que les sean propios, antes que en el vértigo de la variabilidad histórica. Una de tales constantes es el esfuerzo cognoscitivo que está detrás de la actividad práctica: tradicionalmente, se consideró a la reflexión y a la actitud reflexiva, como los depósitos epistémicos por excelencia pero, por exigencias de nuestra realidad de artificios y virtualidades, recientemente debe considerarse como parte de las fuentes del conocer a lo tecnológico y a los resortes que lo mueven; a la energía motora de las actividades cotidianas. (Piscitelli, 15 / 08 / 2005) Así pues, con la intención de construir la tipología que presentaré en esta oportunidad, tendré como material a desmenuzar, a las imágenes –en su asociación con lo tecnológico-, y me voy a atener a las correspondencias que éstas tienen con la sociedad de donde surgen, a la que están ligadas desde diferentes sistemas de producción, de consumo y críticos. En este sentido y pensando que este mundo no es meramente cosmológico o discursivo, sino fundamentalmente práctico y creativo (Piscitelli, op. cit.), me voy desinteresar un tanto de las justificaciones (plasmadas en discursos) de sus productores, porque los argumentos que pudieran esgrimir, por interesantes e informados que fueran, estarán previsiblemente ligados como acciones singulares, a la mentalidad específica que les conviene tener (por ser la de su tiempo, sencillamente), en un espectro multiforme y cambiante. Lo que si me ocupa son las motivaciones de los productores (manifestadas en conductas) para hacer lo que hacen, para responder como responden. Si las justificaciones son los múltiples caminos que individualmente se toman y que dejan como rastro una tenue estela para reconstruir los pasos del andante, el conjunto motivacional será como una rosa de los vientos que señala una dirección simplemente, no un destino. La inteligencia orientada desde estos puntos cardinales, no construye monumentos abstractos, ni se solaza en pirotecnia efectista; es una inteligencia esforzada en apuntalar las estructuras sociales con las que se identifica desde la conducta que se adopta. HORIZONTALIDAD (Acerca del CAPÍTULO 1) ¿Cómo imaginarnos el origen en el tiempo de la escalada tecnológica que nos encontramos cotidianamente?, ¿cuáles son sus elementos característicos?, ¿cuáles son las condiciones que la propician?, ¿cuáles son los modos en que se vivencia?, ¿de qué manera se adopta una conducta tecnológica? Voy a argumentar alrededor de estas interrogantes para construir una “Horizontalidad”, como un conjunto de nociones que, a mi juicio, permiten pensar en un universo clasificable, por el hecho de extenderse como una gama de actuación proveniente de la naturaleza humana interactuando con su medio. Lo que ubico en el plano horizontal, serán los relato de modos y momentos en los que el impulso tecnológico ha quedado atrapado como denominación, en la red incluyente de la naturaleza humana. Los datos, fechas, eventos, y personajes relevantes para una historia de la tecnología, están en segundo plano, pues lo principal es un recorrido por la sensibilidad que liga la conducta práctica con las imágenes. Para este propósito, inicio considerando tres apartados clasificatorios, que se asocian respectivamente a la percepción, al procesamiento cultural del medio, a los razonamientos para las conductas prácticas. Las características, capacidades, funciones, cualidades, efectos, etc., de tales parcialidades, provendrán de una base tanto orgánica como social. POSTURAS HISTÓRICAS Para emprender el trabajo, pienso junto con Gille (op. cit) que, tanto el ejercicio de lo tecnológico, como las condiciones socioculturales en que se da su práctica, guardan un equilibrio constante, una importancia similar. En la suma de estos dos factores se observa el universo material que nos corresponde en la actualidad. Hay elementos suficientes para justificar esta postura que aboga por el promedio de los dos aspectos, pero se observan dificultades cuando se quiere demostrar como se ha ido dando la interacción de este par dialéctico dentro de la dinámica histórica, pues hay algunas variables posibles. Las propuestas ideológicas que se derivan de considerar el hacer tecnológico, el entorno particular en el que se pone en marcha y la gama de su interrelación, van a variar mucho, dependiendo de a quién se le prenda la veladora de nuestra devoción hacia lo “Práctico” y consecuentemente, cambiará el tipo de respuesta social: - Hay quien piensa que la sociedad da rumbo a lo tecnológico y supone en el ente social, una autoridad moral con injerencia decisiva sobre los medios de producción y sus posibilidades técnicas. - También está quien afirma que la tecnología define la dirección de la sociedad, apostando por las teorías económicas y su instrumentación, basada en la metodización y la tecnificación. Asumir de lleno, cualquiera de estas dos últimas posturas o sus matices, es la tendencia más recurrida actualmente para encontrar explicaciones a los intercambios prácticos del ser humano con su medio. Y es que, en la escala de la acción, siempre se procederá más resueltamente hacia la actividad de cualquier tipo desde la erradicación de las dudas, que se da por antonomasia en la afiliación a una seguridad intelectual o emocional. Gombrich (1979) aseveraba que, para hallar nuestro camino en el mundo, hay que dar una buena parte de él como leído. Sin embargo viene bien aclarar que, certeza y convicción, como cualidades del sujeto pragmático, no significan necesariamente conocimientos, sino creencias. Al necio le bastarán sus seguridades para “abarcar” todos los aspectos, de todos los asuntos. Un político profesional es un ejemplo maravilloso en este sentido, porque ilustra la condición humana sin afeites: no representa al ser de elevados sentimientos o al ser de ideas, al justo que buscaba Diógenes con su lámpara; es un homínido rasurado y trajeado, que se desplaza generalmente arengando y justificando; no busca la sapiencia, el conocimiento de una situación, sino prevalecer, convenciendo como sea. Su objetivo primario es el de cualquier otro organismo viviente, sus recursoslos del animal humano. Tratándose de lo tecnológico, resulta conveniente evaluar periódicamente qué es lo que podemos considerar conocimiento o qué se puede catalogar como creencia, qué es lo que se presenta como una motivación o qué entra dentro del campo de las justificaciones. LA CONSTITUCIÓN DE LA GAMA DE IMÁGENES POR PRESENTAR Las migraciones africanas que abandonaron el continente negro –siendo ya unos Homo sapiens con toda la barba-, hará unos 70,000 años, llevaban consigo para dispersarse y prosperar sobre la superficie del globo, el mismo fundamento fisiológico y cognoscitivo que empleamos actualmente para apropiarnos del entorno, salvo que sus vivencias eran por completo distintas. Su reconocimiento y adentramiento en el entorno pasaba por filtros desconocidos para nosotros. Nuestra naturaleza es a la vez biosíquica y cultural, puesto que para entender un objeto, evento, espacio o ser como significante y/o vital, propiamente dichos, las condiciones perceptuales que se nos presentan exteriormente, tienen que ser completadas desde el cultivo cultural; desde una representación previa del mundo. Hay numerosos ejemplos de ello: - Antiguamente había la necesidad de reconocer un nuevo territorio, homologando los puntos sobresalientes de su geografía, con el modelo celeste conocido por el pueblo descubridor. Planetas, estrellas, constelaciones, cometas; empatados con colinas, llanos, barrancas, ríos, etc., para poder visualizarlo en su universo de lo asimilado, antes de ocuparlo (Eliade, 1951). - Cuando Bernal Diaz del Castillo (1568) hace la crónica de la entrada del ejército incursor español a la capital imperial mexica, hace evidente su arrobamiento, pues reconoce un paisaje urbano proporcionado, funcional, armonioso; ve indicadores de refinamiento y civilización por doquier. Sin embargo, al pasar de las impresiones a la descripción, el soldado tiene que recurrir a los parámetros europeos de juicio visual y espacial que le son familiares, como las almenas, palacios, iglesias, fortalezas, etc., para poder hacerse de la presencia citadina exótica que se le manifestaba. De otra manera se le habría escapado; se le habría convertido en un monstruo perceptual. - De entre las citas posibles al respecto, finalizo con una analogía fabulada de Arreola: “Antes de devorarla, el búho digiere mentalmente a su presa. No se hace cargo de una rata entera, si no se ha formado un concepto previo de cada una de sus partes” (1958, p. 89) La salida de los ancestros africanos fue propiciada por el repliegue de los mantos helados hacia los polos; en adelante, sus descendientes enfrentarían los vaivenes drásticos del clima por todo el planeta y no sólo en el terruño primigenio. La vestimenta, los aprestos de cacería, el conocimiento de las presas y de lo colectable no eran más importantes para la sobrevivencia del género humano, que la peculiar percepción de la que están dotados. Ésta capta los estímulos del derredor, al mismo tiempo que los tramita y les da forma desde nuestra comprensión, flexible y humanizada del medio. Recepción sensorial e interpretación en una misma operación. En los últimos miles de años hubo una tregua meteorológica que proporcionó las condiciones suficientes de estabilidad en el medio natural, como para hacer crecer la infraestructura del pensamiento, de su condición de ventaja adaptativa hacia un programa vital prefigurado, hacia una concepción antropomórfica que ya no se quedaba en simple respuesta al ambiente y sus agentes. El predominio de las contingencias externas fue cediendo lugar a la acumulación de experiencias de los grupos humanos; a las construcciones hipotéticas del nicho ecológico humano, cada vez más complejas; se las construye ya entonces sobre bases culturales. Se puede decir que el grado mínimo de la inteligencia está depositado en la percepción (Marina, op. cit.); siendo ésta en su origen, reactiva ante los estímulos, como la de cualquier animal, también es la avanzada inicial sobre el mundo para construirlo imaginativamente, dado que las situaciones se presentan cada vez de forma distinta. Desde allí, por obra y gracia de un ambiente culturizado; de su universo de motivaciones, la inteligencia se multiplica y se especializa (Gardner, op. cit.) Se da paso así a lo que se considera el dominio pleno de los esfuerzos humanos en interacción con su medio: los proyectos civilizatorios; el extenso cultivo de un círculo cultural dentro de un área primigeniamente natural; las herramientas del conocimiento, lenguajes, creencias, procesos, representaciones, teorías, razones, historia, etc. En esta magnífica exhibición de recursos del Homo faber, estoy basándome para estructurar el primer capítulo y sus diferentes segmentos. Porque se puede asociar su sensibilidad práctica del ser humano con: - La percepción-interpretación (subcapítulo A).- El biosiquismo que está detrás de nuestras actos. - Las construcciones culturales (subcapítulo B).- El andamiaje de supuestos que digieren para nosotros el medio natural. - La pretensión tecnológica (subcapítulo C).- Las iniciativas de control sistemático del entorno humano. Una vez revisados estas partes fundamentales del tema, en un segundo apartado del capítulo, pasamos a los cómos; los cuestionamientos que me van a definir las modalidades de apropiación tecnológica que se van a estudiar en el resto del trabajo: - Cómo se vivencia popular, intuitivamente la tecnología (subcapítulo D). - Cómo vemos a la tecnología; qué ideas concretas genera (subcapítulo E). - Cómo vemos desde la tecnología; qué formas concretas genera (subcapítulo F). Tenemos la facultad de hacer estas interrogantes desde el ámbito de las imágenes, porque, como lo hiciera notar, entre otros, Gombrich (op. cit) desde su análisis de piezas artísticas producidas en diferentes momentos, por diferentes pueblos: no se puede separar lo que se ve de lo que se sabe. VERTICALIDAD (acerca del CAPÍTULO 2) ¿Cómo y cuándo es posible atribuir a un objeto, mecanismo o procedimiento motivaciones tecnológicas?, ¿Cómo y cuándo es posible atribuir a tal objeto, mecanismo o procedimiento justificaciones tecnológicas?, ¿Qué hacer con el hipotético abanico de respuestas a estas preguntas, dentro de los parámetros de esta investigación, basada en las imágenes? Respondiendo a ello es que pretendo armar lo que llamo “Verticalidad”, que contempla una enumeración de las formas que adopta la imagen respecto a la tecnología en la situación actual. La ventaja de estudiar a la producción de imágenes como un indicador de nuestras formas de aprehensión tecnológica, es que no discrimina a ninguna de las interpretaciones sobre el asunto, pues no busca lo verdadero (Filosofía), ni lo correcto (Lógica), sino que se sirve de lo que hay, sencillamente; con una diversidad y amoralidad que refleja las certezas de una época, sus supuestos, sus aspiraciones, la conflictividad latente en la contraposición de las versiones de Mundo, etc. CONSIDERACIONES SEMÁNTICAS En su calidad de vocablos, tecnología y técnica no salieron de la nada, como es de suponerse; lo que sorprende es que tratándose de un tema tan antiguo como el ser humano mismo, los antecedentes históricos sobre el sentido que puede dárseles en la actualidad, son bastante recientes: “Tecnología” se empezó a usar como palabra, en forma muy discreta, en la Europa del siglo XVIII, y a usar de modo extensivo a nivel mundial, a partir de la segunda mitad del XX (Cardwell, op. cit); prefiriéndose en ese intermedio “Técnica” para referirse a la actividad práctica sobre el mundo material. Así como todoslos inventos asombrosos, todas las novedades y prodigios que nos despiertan cada mañana, tales vocablos tienen un génesis remoto, una compleja circunstancia que los antecede. Como cualquiera de los términos que usamos, tienen un origen reconocible y su utilización, significación, adaptación, nos hablan de la mentalidad de una época (Foucault, op. cit): El occidente industrializado proviene de pautas históricas que le dan un perfil favorable a la tecnificación: receptividad a las nuevas ideas; filosofía o religión permisivas; geografía propicia; libertad para viajar, aprender, cambiar de trabajo, experimentar; disponibilidad de personal técnico de apoyo; acceso a materiales adecuados, en cantidades suficientes; etc. (Cardwell, op. cit.). Otras culturas se desarrollaron con condiciones geográficas y de recursos físicos muy diferentes: distintos animales y plantas disponibles para domesticarse; condiciones diversas para el desplazamiento físico que resultarían en comunicación o en aislamiento, en difusión de los conocimientos o en ostracismo; variada densidad poblacional y la correspondiente complejidad social. Esta es una posible respuesta al por qué de las diferencias tecnológicas y económicas actuales, de los pueblos esparcidos sobre la faz de la tierra (Diamond, 1997). Antes de que sea posible entrar en materia, resulta necesario detenernos en las definiciones populares, en las enciclopédicas, y en las académicas. Como ciudadanos comunes, ¿estaríamos en condiciones de hacer una diferenciación entre la técnica y la tecnología?, ¿podríamos entrar en los pormenores de cada una de ellas?, ¿sabríamos cómo se relacionan con otros aspectos culturales? En el Apéndice 1, hago una descripción sobre este aspecto, que podría resultar de ayuda en un esfuerzo de esclarecimiento, a pesar de su sencillez (o tal vez precisamente por ella). El punto es que, en la percepción social, la gama de lo que puede ser nombrado tecnológico va mucho más allá de su definición de diccionario. La validez operacional de este concepto es laxa; constituye uno de los terrenos baldíos del lenguaje que se mencionaba páginas atrás. El campo de aplicación de la idea en la vida diaria es muy extenso (que la tecnología esto, que la tecnología aquello…), pero las posibilidades de implicación, de decir algo sustancioso al nombrarla, están también muy diluidas en la variedad de vivencias del fenómeno, que son muestras de sensibilidad ante una realidad palpable, canales para la comprensión de los hechos del derredor, pantallas para proyectar ilusiones y fantasmas: Los occidentales y los occidentalizados (nosotros) no escapamos de la permanente convivencia con lo precientífico, con la tradición y la experiencia; es por ello que con suma facilidad caeremos en el terreno de las libres asociaciones y de las creencias, en este campo de la tecnología como en cualquier otro (el más rigurosamente lógico de nosotros sigue perteneciendo al reino animal y guiándose bajo sus dictados). Es posible que especificar académicamente la distinción entre tecnología, técnica, tecnilia y demás vocablos afines tenga una utilidad circunscrita a lo industrial y a las aulas escolares, pero que si nos ocupáramos de su interpretación y aceptación en círculos de la población más amplios, estas precisiones serían apenas un referente y no una ley (ni siquiera una regla). A nivel de definición: - Técnica. Conjunto de actividades prácticas. Contempla las múltiples formas en que se manifiesta el proceder práctico, a través de habilidades que siguen una serie de reglas para conseguir algo; con actividades simples en las que se emplean los recursos materiales, los instrumentos intelectuales y el desempeño físico apropiados para una tarea concreta, de manera intuitiva y/o tradicional. - Tecnilia (Katzman, 1999). Cuerpo técnico metodizado. Se trata de la certidumbre en el proceder práctico. Es la expresión de una propensión elemental por lo metódico; la consciencia de que en este mundo, todo tiene su derechera. Esta inclinación desecha las más variadas opciones para la acción, en su ruta hacia lo optimizable, lo correcto, lo viable. - Tecnología. Cuerpo técnico sistematizado. Comprende la obtención sistemática de la certidumbre en el proceder práctico. Le da a la técnica ancestral, una dirección cultural contemporánea; hace de la tecnilia una base teorizable, un recurso operativo para la construcción de un proyecto económico, social y político muy amplio. A nivel de uso común, se acepta que la técnica son las viejas usanzas prácticas y que la tecnología es la incorporación de nuevos elementos a las fórmulas productivas de nuestra sociedad; mientras más novedosos, más clara la distinción en este orden de ideas. Según se puede observar: la tendencia general es identificar a la tecnología con la materialidad de los objetos y sus asociaciones, a veces con sus procesos productivos y casi nunca con los bienes y procesos intelectuales. Lo cual es otra forma de decir que, lo que se entiende en general como tecnología es, en buena parte, únicamente el imaginario de la tecnología en sí. Después de estas consideraciones sobre el término, tengo que confesar que mi idea personal sobre este particular, es digna del “Cosmopolitan”: La tecnología es una forma de ser; un estado de ánimo - un tipo de dinámica mental socializada y socializable, que mueve las acciones prácticas. Tal dinámica está insertada en un curso de acción histórico (y geográfico, político, económico, social, etc.) que le da calidades y valores distintivos a la producción material vigente - es el vehículo de tú expresión…. No puedo ser más vago, de acuerdo, pero debido a que el estudio que me ocupa tampoco tiene una intención semántica, sino tipológica, debo buscar la forma de hacer espacio a la producción material, tanto como a la intelectual cuando hablo de lo tecnológico. No estoy calificando para la Real Academia de la Lengua de este modo, pero si me estoy procurando cierto margen de maniobra en un terreno sembrado de minas, bajo la forma de inconsistencias y aproximaciones. UN ACERCAMIENTO DESDE LA IMAGEN Este puede ser un mundo de acumulaciones, de superposiciones y entretejidos; un universo de efectos multiplicados, en el que una mariposa bate sus alas en un punto remoto de la geografía y provoca un desastre en el otro extremo…pero no es un mundo de casualidades: si le damos crédito a la afirmación de Foucault, mencionada líneas atrás, de que la mentalidad de una sociedad se refleja en el lenguaje verbal mediante términos y significaciones específicas, veremos que la súbita consciencia del fenómeno tecnológico evidenciada en la genealogía de sus vocablos característicos, nos explota en las manos estando a la mitad de un proceso en el que se han abandonado las visiones tradicionales sobre el hacer, sin estar plenamente asentados en otra realidad. En la carencia de los instrumentos de pensamiento para adaptarnos a la situación de modo expedito, no teníamos los elementos para aproximarnos a la idea sino hasta hace poco y, una vez teniéndolos, nos cuesta trabajo comprenderlos. La idea clásica de téjne, que antaño orientaba en este sentido –concepto del hacer humano asociada al entretejido de los modos de vida, la imaginación, la sensibilidad, el ingenio, etc. (Aspe, 1993)-, se quedó en el fondo de algún olvidado cajón, cerrado con siete llaves de ignorancia. Nos impactan, tanto los artículos propios de nuestra civilización, como recaer en el hecho de que somos responsables por la cultura material que acompaña nuestra existencia, que no hay un Prometeo detrás de la escalada tecnológica, que no hay tampoco magia de hombre blancoque medie entre las necesidades y sus satisfactores. Puede sonar extraño, pero, nos toma por sorpresa darnos cuenta de que somos el Homo faber, y a veces preferimos vestir la situación de mitos para declinar un poco la responsabilidad que ésto conlleva. En cuanto a las imágenes, me parece que el asalto “súbito” de la realidad tecnológica ha seguido un proceso natural de desarrollo y socialización por la vía de los diseños, que incorporaron con presteza tanto los conceptos como las prácticas exigidas por el quehacer tecnológico. Afines al ritmo y los modos de producción industrial primero, hermanadas con la profusión comunicativa después, estas implementaciones solícitas, se saltaron los prejuicios que se pudieron derivar -en su momento- de la militancia en las tradiciones artísticas o evitando los recelos de la percepción educada en éstas. Uno de los derivados de la producción a gran escala de imágenes, es la típica iconósfera citadina, poblada por diferentes clases de imágenes. En ella se refleja de forma ambiental y muchas veces acrítica hacia los consumidores, la oferta icónica contemporánea, que de tan presente a veces ya no la tenemos en cuenta. Otra expresión ligada a nuestro tiempo es el espacio virtual y los medios electrónicos que se le asocian, con la dinámica del hipertexto como la ruta para ir y venir a través de un espacio de información, sin un itinerario fijo. Pero en las artes visuales -que son otra materia que se encarga de las imágenes en nuestra cultura- la situación es diferente, porque la irrupción de instrumentos mecánicos primero, electrónicos después, aterriza en una cultivada tradición a la cual ayudan a subvertir. No hay obviedad puesto que con la incorporación de las herramientas técnicas novedosas, también se ha procesado una redefinición de la función social del productor plástico, desde los tiempos de los impresionistas, hasta nuestros días. En este estado de cosas, se presentan varios frentes, como pudieran ser entre otros: - Un estado permanente de adecuación a un medio transitorio, representado por una base técnica en constante cambio.- En una disciplina muy comprometida con la historia, entrar en un terreno de movilidad, por el hecho de allegarse recursos de actuación que se renuevan constantemente, genera incertidumbre. Cada quien defenderá su posición particular en el manejo de los instrumentos, pero como una respuesta al ambiente y no a las lógicas de los lenguajes y sus poéticas particulares, que se encuentren muchas veces al margen del asunto. - La adquisición de los elementos técnico-expresivos en sí.- Las escuelas de arte harían una discriminación previa de qué herramientas ofrecer a los educandos, como parte de una política institucional, y éstos a su vez, decidirían por cuáles recursos materiales inclinarse para realizar su trabajo, en una lectura de su actualidad o por simple sentido de la conveniencia. Lo que alcanzaría apenas como una introducción material al mundo de las posibilidades electrónicas, en el que, el dominio de los medios se ha constituido como una línea de conducción de las búsquedas plásticas. Debido a un momento en el que hay una dependencia de los instrumentos como generadores principales de significado a expensas de las operaciones conceptuales o en su tendencia a la dispersión efectista, se da un hartazgo que busca allegarse un balance recurriendo a una exigencia en cuanto a los contenidos en las piezas plásticas. - Los instrumentos se relacionarán con un problema de identidad, justo como lo son los asuntos de género y étnicos respecto a la producción plástica.- Así como el gay cuando voltea hacia sus preferencias sexuales como un tema de trabajo; como la mujer que toma su condición femenina como estandarte; como el negro, el amarillo, el cobrizo que miran hacia sus antecedentes culturales buscando una afirmación que los guíe dentro de los avatares de su quehacer…el hecho de que constantemente se mencione a la tecnología como un problema a considerar, implica que estamos lejos de tomar el hecho con naturalidad en su presencia y sus posibilidades. - La circunstancia material actual obliga a una nueva definición de los conceptos de trabajo para los productores de imágenes.- En vista de que no sólo se han modificado las formas de producción -que ahora acogen una multitud de nuevas prácticas-, sino que también han cambiado los modos de distribución –con acceso electrónico-mediático, con difusión abierta-, y por supuesto, los tipos de consumo – simbolicidad, imaginario colectivo, factor de identidad, relación social, etc.). Ante lo cual habría necesidad de resignificación de los términos relevantes para la labor de los productores de imágenes, en su papel de generadores de conocimiento y fuentes de reflexividad por la vía de su trabajo; pero también es pertinente una reflexión sobre los supuestos de trabajo en su rol de socializadores de productos sensibles para el público general. DISECCIÓN A PLENO SOL Las enumeraciones tienen un sutil encanto para ciertos gustos literarios, (el mío se cuenta entre ellos, como se podrá apreciar a lo largo del texto). Ellas reservan al lector, una espacialidad virtual, un ritmo sonoro, una idea de abundancia y frecuentemente una cierta pasión, pues descartando a la burocracia con sus obligaciones administrativas, no cualquiera se enfrasca en hacer listados, si no hay de por medio ira, oprobio, escarnio, admiración, embeleso, identificación, envanecimiento, etc. Lo interesante es estudiar lo que está detrás de este recurso, elemental pero efectivo. Tomemos a Ángel Kalenberg (citado por Ortiz, 2004): “Hoy por hoy, la historia y la teoría del arte, en irrefrenable expansión, incorporan nuevos términos, entre los cuales son frecuentes los neologismos = ciberarte, realidad virtual, telemática, interfaz, telepistemología, tyebrowser, software art, arte autogenerativo, tiempo real, soundtoys, vida artificial, arte fractal, robótica, knowbots, nonotecnología, flashers; hacker , cracker y freacker art; net.art, web.art, redes rizomáticas, holomáticos, hipercortex, espacios entrópicos, arquitectura de la cibercepción, web mapping, hipermedia, netmagazines, distopías, computopías y comopucronías posmodernas, cyborgs (híbridos y dinámicos), sistemas bióticos, trasgénicos, posbiología, etc.” Las denominaciones de reciente cuño que aquí se mencionan, llevan un dejo de orgullo, como el de los padres que muestran el álbum fotográfico de la familia a sus amistades. A la estupenda colección de gemas –poéticas plásticas, modos de hacer- que se supone escondidas detrás de estos vocablos, habrá quien las examine individualmente, para detallar su cristalografía, su geometría, sus reflejos e iridiscencias; existirá el que se encargue de su asociación como joyas –tendencias, estéticas-, con otras piedras y metales, en conjuntos proporcionados y engarces provechosos; yo me ocupo de esta invaluable colección haciéndole un gabinete lustroso, de interior aterciopelado, con una iluminada vitrina; para que en él descanse, ligera e implícita. Aprestando el serrucho y el cepillo, acercándome el cedro y la taracea; me voy dedicando ya a este trabajo de ebanistería. ¿Cómo voy a asignarle un lugar en mi exhibidor a todos los elementos que recién mencioné, además de todos los que omití? Empezaría por darle algún valor a la idea de función, para después extender sus implicaciones a manera de criterios de diferenciación. Lo que va a quedar tras este largo periplo introductorio, serían los tipos en su forma definitiva. ACERCA DE LA FUNCIÓN Para hacerse de los elementos que permitan una clasificación, hay que acudira las diferentes maneras de concebir los principios, medios y fines de la producción específica en las artes y los diseños. Se puede decir entonces que, en relación con lo tecnológico, la producción de imágenes es un asunto más relativo al proceder mental en que se inserta la acción, que a los instrumentos y procedimientos utilizados en ésta (Acha, 1997). El acercamiento desde diferentes ángulos, con intenciones distintas, a su materia de trabajo, provoca para los profesionales involucrados, una diferenciación de los usos y las funciones de lo tecnológico. Ésta se ha ido dando a partir de situaciones históricas registradas principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX a la fecha. Para explicar un poco más ampliamente la circunstancia de la producción de imágenes, menciono un par de ejemplos de la compleja situación en la que puede visualizar el panorama de antecedentes, uno es relativo a la reflexión sobre los recursos materiales y otro más en torno a las definiciones de uso común empleadas acerca del tema. Muy sumariamente: - La adopción de una filosofía humanista durante el renacimiento impulsó el arte ilusionista. El encanto de la representación del universo de lo humano constituyó parte del modelo de progreso en ese momento (Gombrich, op. cit.) y siguió influyendo en tal sentido hasta que la revolución científica y la industrial reclamaron para sí ese lugar social, apoyadas en la consolidación de un gran aparato económico-político complementario. El uso de instrumentos mecánicos (fotografía y sucesivos), surgidos en el entorno del modelo industrial, hizo accesible la generación de imágenes para los no iniciados en la academia; lo que reorientó la función de la práctica artística y, en última instancia, obliga desde entonces a un esfuerzo de diferenciación de la mecánica mental de producción, respecto a las actividades técnica y tecnológicas relacionadas a lo visual, objetual, espacial. - En el siglo XVIII, alrededor de la idea de belleza se construye una materia particular de estudio, la Estética. Su objetivo se tiene que revisar en los inicios de la vigésima centuria; son necesarias mayores precisiones pues los productores plásticos reaccionan a los preceptos impuestos por las convenciones establecidas, ensayando intenciones de vanguardia; buscando la emancipación humana estética-social; extendiendo lo estético más allá de los recintos privilegiados; desmercantilizando el arte; desplegando el universalismo estético por fuera de los límites eurocéntricos; socializando la creación, haciendo participantes en ella a los receptores (Sánchez Vázquez, 1991). Al ampliarse las características y los efectos posibles de lo estético se multiplican también los objetos que caben en sus parámetros –por mencionar a un autor, Sánchez Vázquez, en su “Invitación a la estética” (1992), hace referencia además de a la consabida belleza, a categorías estéticas como lo feo, lo sublime, lo trágico, lo cómico, lo grotesco-, por lo que a lo artístico se le diferenciará por su inclinación a la ruptura histórica y a su interés en explorar los códigos comunicativos (Acha, 1988). Los neologismos enlistados por Kalenberg líneas atrás, son un botón de muestra de la actividad febril en este sentido. Derivando de los dos puntos previos, podría decir que, en un arte de “laboratorio”, de búsquedas propositivas, el uso (convencional o transgresivo) de los recursos materiales traducidos en visualidad, se remite siempre a un marco de comprensión, de construcción de sentido, que les darían las investigaciones temáticas, las especulaciones lingüísticas, las refutaciones históricas; que alimentan las intenciones artísticas. En tanto que, la generación de imágenes para que circulen dentro de los sistemas de comunicación a nivel masivo, con los numerosos canales a sus disposición, es una función que tiene en los diseñadores a sus mejores exponentes. Y sin embargo, al interior de los círculos de productores plásticos, se tiende a pensar más en la función como la relación directa con los instrumentos tecnológicos, para explotarlos en sus capacidades o en vulnerarlos en su naturaleza. En este caso el usuario es aquel que se restringe al mero empleo de los instrumentos que les proporciona un programador, por ejemplo. Iría un paso adelante el que se asocia con un ingeniero, para co- diseñar sus herramientas electrónicas, y supondría una especie aparte, el que se involucra en la transdisciplina, para que con conocimientos de dos materias diferentes, esté en posibilidades de ser su propio asesor técnico y su consultor conceptual. Esta versión funcional de las tareas de la imagen, la entiendo como una segunda esfera en el ecosistema humano; como una necesidad cultural. Pero, este ya es un asunto para tratarse en otro espacio Debo enfatizar que, el criterio para definir la función para los fines de este escrito, es un poco diferente de la anterior consideración, está basado en la lógica del aparato de consumo y su liga con la tecnología, como una superestructura en la que acontecen diferentes fenómenos sociales. Dentro de esta interpretación, los artistas plásticos, son usuarios, mientras que los diseñadores son colaboradores directos de su entorno tecnológico. Estos últimos profesionales, por más homogeneizados y predecibles que se vuelvan con su dinámica de trabajo, se apegan sin embargo, al impulso biológico que anima en su origen a la tecnología, proporcionando recursos sensibles al ser humano para adaptarse a un medio y prevalecer en él. Es una lectura de la función que según yo entiendo, está arropada en una primera instancia genética, en una necesidad vital. La necesidad de hacer diferenciaciones de aplicación de los términos es complicada en este caso, porque el hecho de vivir en un ambiente dominado por la idea de lo tecnológico –quizá un tanto más que por sus productos- origina satisfacciones y…fantasmas. De entre ellos, habría un tipo de angustia existencial y gremial en torno a la semántica del vocablo, entre los productores de imágenes. Envueltos en la ansiedad, los artesanos quieren llamar “arte popular” a sus productos, para no quedarse atrás en la apreciación social; en tanto que los artistas reniegan del término “técnica”, asociado a su labor, porque la tendencia general es la de participar -como sea- en los patrones culturales dominantes; tal como la tecnología lo es en las sociedades industrializadas, así que se tiende a usar los términos relacionados con la tecnología y la imagen, a semejanza de su utilización en el área de la comunicación, donde se les utiliza originalmente. Esta reacción es una batalla perdida históricamente hablando, pero no en la percepción general, dándose el escenario en que la promiscuidad de conceptos, corrobora la complejidad de la situación actual. CRITERIO DE SEMEJANZA Y DIFERENCIA He de decir pues que, bajo mi particular punto de vista, se pueden distinguir tres grandes grupos de actitudes hacia lo tecnológico que los productores de imágenes han adoptado, como recursos para incluirse en su medio. Se puede hacer una diferenciación en parcialidades al distinguir que, en su contexto social y desde el conjunto de las motivaciones, se da una influencia a veces inductiva, a veces condicionante. Inductiva.- Aquí habría dos modalidades, que se presentan como una relación de semejanza, con respecto a un conjunto de referencia, que en este caso son las formas de consumo en nuestra cultura: a) Una de ellas, cuando los productores se involucran en la lógica adecuada para el engranaje productivo de nuestro modelo económico-social, en una escala mayúscula de consumo. En las aportaciones a este cuerpo organizativo, los
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