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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONÓMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERORES ARAGÓN LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA “LA MUERTE COMO CONTENIDO EDUCATIVO EN LA ETAPA INFANTIL” T E S I S QUE PARA OBTENER EL TITULO DE LICENCIADA EN PEDAGOGÍA P R E S E N T A N: SOLÓRZANO MARTÍNEZ MARISOL SORIA SALAZAR BEATRIZ ASESORA DE TESIS: LIC. MARÍA DEL PILAR SILVIA GARCÍA RAMÍREZ SAN JUAN DE ARAGÓN, MÉXICO, 2008. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 D E D I C A T O R I A S A mis padres: Porque son dos de las personas más maravillosas, especiales e importantes en mi vida, ya que consecutivamente me han manifestado su amor invaluable, continuo e incondicional en cada uno de los proyectos que he emprendido y porque constantemente me motivan para continuar superándome y por su contagio de entusiasmo, constancia y felicidad. A mi hermano: Porque es un ser fantástico, que permanentemente me muestra su apoyo desinteresado y me alienta a tener fe y confianza. A mi compañera de tesis y amiga Quien emprendió conmigo un proyecto de gran importancia en nuestra vida personal, académica y profesional y por todos los momentos en los que compartimos experiencias inolvidables. A mis profesores: Quienes siempre nos proporcionaron conocimientos y herramientas para desarrollarnos laboralmente, pero en especial a nuestra asesora de tesis la profesora María del Pilar Silvia García Ramírez por el constante apoyo que nos brindo, por el tiempo que nos dedicó para prepararnos y por su colaboración para concluir este trabajo de investigación. MARISOL SOLÓRZANO MARTÍNEZ. 2 BEATRIZ SORIA SALAZAR A MIS PADRES: Gracias por todo el amor, cariño y comprensión que me han brindado a lo largo de toda mi vida, gracias por sacrificar parte de su vida para educarme y convertirme en una persona de provecho, gracias por estar siempre a mi lado y por ser las personas más extraordinarias del mundo. ESPECIALMENTE A MI MAMI: Gracias por alentarme en los momentos difíciles, por los consejos, el amor, ternura y comprensión que me has dedicado, por las noches de desvelo, porque aunque no te diga, tu siempre sabes lo que me pasa y sufres y sonríes conmigo, gracias por estar en todo momento a mi lado para guiar mi camino, nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí. CON AMOR: Les dedico este trabajo a todos mis primos y tíos gracias por su apoyo y confianza en mí, y especialmente a mis abuelitos agradeciendo todo el cariño que me han demostrado. CON MUCH O CA RIÑO A MIS HERMANOS: Fabian, Heri y Sabi, gracias pr su apoyo incondicional, por las alegrías, tristezas y peleas compartidas, por ser las personas más maravillosas del mundo y por su confianza en mí. A MIS AMIGAS: Adriana, Eunice e Iris, gracias por su amistad incondicional, por estar conmigo en las situaciones más difíciles, por los consejos y por tantos momentos compartidos , enojos, alegrías, tristezas que nunca voy a olvidar; siempre contarán conmigo. 3 A MI AMIGA YAMILET: Por ser una personita muy especial en mi vida, gracias por la amistad y el cariño que me has brindado, por ser un gran ser humano, por ayudarme a salir adelante, por tu apoyo y confianza en mí. Te quiero mucho. ESPECIALEMENTE A TI MARISOL: Gracias por ser una persona maravillosa, por tu amistad que para mí es muy valiosa y espero perdure siempre, por todos los momentos que hemos compartido y deseo que nunca terminen, por tu apoyo en la realización de este trabajo que nos ha brindado la oportunidad de establecer una hermosa amistad. Siempre cuentas conmigo. CON AMOR A MARIO: Gracias por enseñarme lo hermosa y especial que es la vida, por ser una personita tan importante en mi vida, por escucharme y comprenderme, por todo el amor que me brindas, por estar a mi lado en las alegrías, tristezas, nunca terminaré de agradecer todo lo que haces por mí. Te amo mucho. A MIS MAESTROS: Gracias por todos los saberes transmitidos, por brindarnos las herramientas necesarias para desempeñar nuestra profesión con cariño y convicción y especialmente a la maestra Pilar, gracias por todo el apoyo brindado porque sin usted este trabajo no habría sido posible. 4 "Entre tantos quehaceres y tan urgentes me olvidé de que también es preciso morir... irresponsablemente desatendí esa obligación o la asumí de un modo superficial... a partir de mañana todo cambiará... empezaré a morir cuidadosamente con inteligencia y optimismo sin perder un solo instante". TADEUSZ ROSEWICZ Í N D I C E Dedicatorias……………………………………………………………………...…… Introducción…………………………………………………………………………… Pág. 1 5 CAPÍTULO I EL CONCEPTO DE LA MUERTE VISTO A TRAVÉS DE LA HISTORIA EN SUS DIVERSAS DIMENSIONES. 1.1.-Evolución del concepto de muerte……………………………………………... 1.2.-Dimensiones del concepto de la muerte………………………………………. 1.2.1.-Dimensión filosófica………………………………………………………. 1.2.2.- Dimensión sociocultural…………………………………………………. 1.2.3.- Dimensión pedagógica…………………………………………………… Pág. 11 13 13 17 28 CAPÍTULO II PERCEPCIONES DE LA MUERTE A LO LARGO DE LA VIDA. 2 .- Percepciones de la muerte a lo largo de la vida…………………………….. 2.1.- Percepción de la muerte en el infante…………………………………………. 2.2.- Percepción de la muerte en el adolescente…………………………………… 2.3.- Percepción de la muerte en el adulto………………………………………….. 2.4.-Percepción de la muerte en la tercera edad…………………………………… Pág. 35 38 48 53 56 CAPÍTULO III PROCESO DE ACEPTACIÓN DE LA MUERTE EN LOS NIÑOS. 3 .- Proceso de aceptación de la muerte en los niños…………………………. 3. 1.- Actitudes ante la muerte y el morir………………………………………….. 3.1.1.- Negación……………………………………………………………...... 3.1.2.- Ira……………………………………………………………………...... 3.1.3.- Ansiedad……………………………………………………………….. 3.1.4.- Depresión………………………………………………………………. 3.1.5.- Aceptación……………………………………………………………... 3. 2.- Proceso de duelo……………………………………………………………… Pág. 65 69 71 73 74 76 77 78 CAPÍTULO IV LA MUERTE COMO CONTENIDO EDUCATIVO EN LA ETAPA INFANTIL. 4.1.- Antecedentes de la muerte como parte del contenido escolar….………… 4.2.-Propuesta pedagógica para abordar La muerte como contenido educativo en la etapa infantil…………………………………………………... Pág. 85 92 CONCLUSIONES…………………………………………………………………… ANEXOS……………………………………………………………………………….. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………… 114 119 124 4 "Entre tantos quehaceres y tan urgentes me olvidé de que también es preciso morir... irresponsablemente desatendí esa obligación o la asumí de un modo superficial... a partir de mañana todo cambiará... empezaré a morir cuidadosamente con inteligencia y optimismo sin perder un solo instante". TADEUSZ ROSEWICZ 5 INTRODUCCIÓN “Claro que uno se puede enfrentar a la enfermedad y a la muerte con quietud, pero es necesario haber ganadoesa quietud con anterioridad.” Krishanananda. Es en esta época, en la que asistimos al fenómeno del consumo en general, “el hombre consume, luego existe”; el deseo por objetos, parece irresistible inclusive hacia aquellos que no son esenciales para la subsistencia en los planos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales, atrayendo de tal manera la energía de una gran masa de hombres y mujeres. A pesar de que el consumismo se nos presenta como una red que aprisiona y a la vez que da forma a nuestra manera de vivir, podemos ver la insatisfacción de las personas, encontrando así una sociedad rara, desorientada y sin esperanzas, donde existen diversas segmentaciones en la visión de la vida y por lo tanto de la muerte, dentro de lo cual no todo es negro, ya que a partir de esto podemos rescatar todas los aspectos positivos que existen dentro de este gran contraste de pensamientos, enriqueciendo de esta forma nuestros conocimientos y estrategias para elevar nuestra calidad de vida, permitiéndonos crecer como seres humanos y disfrutar más de la vida en general, valorando la existencia de cada ser vivo y tomando decisiones más correctas dentro de nuestro existir. Sin embargo, para poder realizar lo que anteriormente se había planteado, es preciso contemplar y abordar lo que es la muerte, ya que una sin la otra –la vida y la muerte- no puede existir. Pero es aquí, cuando nos encontramos en un problema, debido a que simplemente la palabra muerte provoca temor con el simple hecho de evocarla, a pesar de que se encuentra latente en las plantas, en los animales, en los seres humanos, en los objetos 6 mismos que pueden romperse o perderse y que día a día nos topamos con ella rehusándonos a enfrentarla, porque con ella se ven truncados nuestros sueños, anhelos y metas; desechando la idea de que representa un crecimiento en nuestros valores como ser humano y en la comprensión de nuestra vida. Un hecho tan cotidiano como la muerte siempre nos toma por sorpresa, es prematura, inevitable e impredecible; sin embargo, nos pasamos la vida educando a los niños hablándoles siempre del futuro, de lo que serán cuando grandes, que harán, que estudiarán, olvidándonos que el valor de la vida se encuentra precisamente en ese vivir día a día, disfrutar cada instante, dándole importancia a las cosas pequeñas, buenas y malas, encontrándole sentido a tu tiempo, demostrando tus emociones. Es cierto que debemos desarrollar un proyecto de vida, pero este tendrá un significado cuando hayamos comprendido que las metas propuestas se van construyendo con nuestro quehacer diario. A pesar de ello, la sociedad actual fortalece la idea que las personas somos inmortales, basadas en las creencias sociales, culturales y religiosas, demostrando nuestra fragilidad y desconocimiento ante tal cuestión, muriendo casi a escondidas, no podemos permitirnos vivir un duelo, porque la vida sigue, hay que trabajar para poder producir, fortaleciendo así la teoría del consumismo y otorgándole mayor valor a las cosas superficiales, olvidándonos de lo que sentimos. Es frecuente excluir a los niños y adolescentes de la participación de los ritos que acompañan al fallecimiento de un ser querido, como si se tratara de cosas mayores y ellos no estuvieran preparados; sin embargo, “La participación de los niños en la verdad de la muerte y en los momentos importantes de los ritos fúnebres es un acierto para ayudarlos a vivir sanamente la pérdida y para acompañarles en el proceso educativo”.1 Es decir, que la muerte se debe de presentar a los niños como un hecho cotidiano, que aparece en todas partes (en la televisión, en las noticias, en el radio, en la prensa), se debe de educar a 1 BERMEJO, José Carlos. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. Pág. 65. 7 los niños de una manera sana ante está situación, enfrentarla y no ocultarla. Debemos enseñarles todos los fundamentos de los saberes humanos. Por tales motivos, pretendemos contribuir a la creación de nuevas aperturas y puntos de partida para futuras investigaciones, en múltiples sentidos, en un proceso de construcción, crítica e investigación que creemos irreversible; ya que se busca de alguna forma una educación que colabore a adoptar como eje la madurez personal y social, mediante la valoración real de la vida. El panorama que se abre no sólo resulta interesante o atractivo, sino sobre todo útil para orientar la propia vida a la amplitud y la profundidad, centrada en una reestructuración social donde se busca en la evolución humana que tanto nos merecemos. Tomando en cuenta que la vida es una unidad contradictoria; amor y sufrimiento, sueño y desencanto, nacimiento y muerte, estas unidades pelean mutuamente, pero no puede ser posible comprender el uno sin el otro, es entonces, que por medio de este trabajo de investigación proyectamos en cada uno de sus capítulos el valor de la vida- muerte como el más bello espectáculo que necesita ser educado para poder disfrutarlo al máximo. Este trabajo fundamenta, una tesis pedagógica sobre “LA MUERTE COMO CONTENIDO EDUCATIVO EN LA ETAPA INFANTIL”, un tema que en nuestro país ha sido poco afrontado y en el cual pretendemos explicitar la importancia de trabajar en el aula educativa la vida-muerte como una dualidad desde edades muy tempranas, para contribuir al pleno desarrollo del niño, tomando en cuenta sus necesidades y experiencias, encontrando así el significado de la vida misma. Por tal razón es que dividimos este trabajo en cuatro capítulos que nos permitirán abordar el tema y finalmente planteándonos una propuesta de trabajo, así como un análisis y algunas conclusiones generales personales. En el primer capítulo titulado “El concepto de la muerte visto a través de la historia en sus diversas dimensiones”, pretende en primera instancia explicar 8 de forma sencilla la evolución del concepto de muerte, como era vista desde la era paleolítica, en la cual ya se tenía la certeza de que este hecho era inevitable, como un ciclo de vida que se cumple, sin embargo, desde entonces se mostraba una constante evasiva sobre tal cuestión, creyendo en la postergación de la vida; es así que ese miedo a la muerte se ha transmitido a lo largo del tiempo, fortalecido por las creencias culturales de nuestros antepasados. También abordamos las diferentes esferas en las que se contempla el tema de la muerte, la dimensión filosófica que habla de cómo los grandes filósofos concebían la muerte y la existencia y las interpretaciones que le dan a ésta, entendiendo desde esta perspectiva que la vida y muerte son dos unidades dialécticas que no pueden ser entendidas una sin la otra, porque de lo contrario, la vida no tendría sentido, ¿para que vivir, si de cualquier manera la vida será eterna?. Desde entonces al reflexionar sobre la muerte nos invade un sentimiento de miedo ante lo desconocido. En el aspecto sociocultural abordamos como se concebía la muerte desde nuestros antepasados, los rituales que se hacían y que aún siguen vigentes, marcando diferencias entre las culturas, porque mientras unas evitan hablar de la muerte, otros la enfrentan y preparan a los individuos para el día de su muerte. Sin lugar a dudas la sociedad, cultura y la religión que se practica, son aspectos que influyen en la formación de los individuos, ya que no son seres aislados, sino que adoptan actitudes, formas de pensar, costumbres y valores del medio en el que se desenvuelven para ser aceptados, es así, que cada cultura, religión y sociedad va formando su propio concepto de muerte el cual es transmitido de generación en generación. La dimensión pedagógica es a la que damos mayor relevancia dentro de nuestra investigación, por ser la plataforma principal en la formación de losindividuos, ya que contribuye al proceso educativo permitiendo una madurez personal, que posibilite la evolución de los individuos; sin embargo, a lo largo de este proceso nos percatamos de que la educación y la pedagogía, no toman en cuenta el educar para la muerte ni si quiera porque forma parte de un ciclo 9 de vida, y entonces, cuando se presenta un caso de muerte dentro del aula educativa no sabemos como reaccionar ante ello dando solamente evasivas, obstaculizando el proceso de formación de los individuos. Es en este capítulo que resaltamos la importancia de educar para la muerte, y así, lograr un desarrollo integral en el individuo que le permita comprenderse como un ser natural dotado de diferentes competencias, capacidades y habilidades que deben ser estimuladas para alcanzar una mejor calidad de vida. En el segundo capítulo hablamos sobre las percepciones que tiene el individuo de la muerte a lo largo de la vida, ya que conforme avanza el tiempo, le tememos más a la muerte porque se acerca la hora de nuestra partida, afectando nuestro mundo material y truncando nuestros sueños. Es cierto que no sabemos cuando llegará el día de nuestra muerte y que lo ideal es que suceda cuando ya estemos viejos, porque entonces el ciclo de vida se habrá cumplido, pero también nos encontramos con miles de accidentes que suceden día con día y que simplemente no podemos prever, por medio de los cuales nos damos cuenta de la realidad de la muerte, que no respeta edades y en cualquier momento nos puede sorprender, por lo cual debemos estar preparados para ello. Por tales motivos en este capítulo reflexionamos sobre las diferentes etapas de la vida del ser humano, el concepto que se tiene de muerte en cada una de ellas desde la infancia, la adolescencia, la edad adulta y vejez, dando mayor importancia a la primera, ya que es en la que basamos nuestro trabajo de investigación, porque la consideramos la etapa más rica, abierta y creativa, en la que los niños están deseosos por conocer más acerca de su entorno natural, buscando explicaciones de todos los fenómenos que ocurren a su alrededor, planteando hipótesis, experimentando y estableciendo sus propias conclusiones; además, no se encuentran tan influenciados por las creencias socioculturales del medio en el que se desenvuelven y poseen la capacidad de comprender el suceso de la muerte como parte complementaria de la vida misma. 10 En el tercer apartado se aborda el proceso de aceptación de la muerte en los menores, para profundizar más en la percepción que tienen los niños en la muerte, abarcando lo que son las actitudes que tienen frente a este fenómeno y sus etapas de duelo, ya que sus manifestaciones son diferentes a las de los adultos, independientemente de que las actitudes se inician a imitar y aprehender en esta etapa. Dentro del último capítulo y el de mayor peso, se aborda y analiza de forma práctica los antecedentes educativos referentes a la muerte, profundizando en nuestro país, donde podemos percibir el olvido que ha tenido la educación es este sentido, por lo cual en este mismo apartado establecemos una propuesta pedagógica considerando los aspectos propios de nuestra cultura para considerar el tema de la muerte como contenido educativo en la etapa infantil, partiendo de los antecedentes de esta educación; concluyendo de tal forma con un programa de prevención con un enfoque alejado de la angustia y laico, titulado “La muerte como contenido educativo en la etapa infantil”, el cual define determinadas acciones para contribuir a la superación y la evolución personal desde la infancia, contemplando además a los padres de familia y a los profesores de educación primaria. Pretendemos que este trabajo favorezca el crecimiento personal, así como la mejora de la calidad de vida, aportando así una propuesta que colabore a una educación más integral y a su vez fortalecer al gremio pedagógico, mostrando una perspectiva más de su campo de acción. 11 CAPÍTULO 1 EL CONCEPTO DE LA MUERTE VISTO A TRAVÉS DE LA HISTORIA EN SUS DIVERSAS DIMENSIONES. 12 CAPÍTULO 1 “No nos es dado contemplar inmutables ni al sol ni la muerte” La Rochefoucauld (1613 – 1680) EL CONCEPTO DE LA MUERTE VISTO A TRAVÉS DE LA HISTORIA EN SUS DIVERSAS DIMENSIONES. 1. 1.- EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE LA MUERTE. Es importante mencionar que a lo largo de la historia, la Humanidad ha manifestado una constante y universal preocupación con respecto a la muerte. Desde la época paleolítica, el homo sapiens produjo una gran diversidad de imágenes con respecto a la muerte, las cuales han servido como origen para la transformación de la percepción humana de la vida, de la muerte y del mundo. Sin embargo, dicha preocupación e intentos que se han realizado por definir este tema han sido problemáticos y múltiples, a pesar de que es un hecho cotidiano, implícito en el ciclo de la vida y posiblemente la única certeza que tiene el ser humano; reflejándose en la evasión y postergación de esta idea por la mayoría de los humanos, por lo menos en nuestra cultura, provocando que solo su presencia nos llene de miedo, dolor y sufrimiento al no saber como tratarla, ni estar preparados para asumirla con naturalidad. En los últimos años, el hombre ha mostrado mayor auge e interés por este tema, las razones son diversas y el principal motivo se debe a que forma parte vital dentro de cualquier ciclo de vida de los seres vivos. Sin embargo, “es aprehendida por la inteligencia, no es su propia muerte la que la conciencia conoce. No conoce sino la muerte de los demás y, de la suya, la angustia de tener que afrontarla”2. 2 ZIEGLER, Jean. “Los vivos y la muerte”. Pág. 143. 13 Con respecto a lo anterior, se puede observar que existe una gran variedad de estudios con respecto al fenómeno de la muerte, abordado desde diferentes perspectivas -biológicas, psicológicas, sociológicas, médicas, legales, por mencionar algunas-; sin embargo, cabria hacernos algunas preguntas al respecto de estas averiguaciones, ¿Qué tan concientes estamos referente a este tema? y ¿Realmente existe una relación entre todas las investigaciones realizadas sobre ésta?. En el párrafo anterior, mencionamos que somos concientes pero de la muerte del otro y no de la nuestra, generando de esta forma una conciencia fragmentada y un miedo absurdo a lo desconocido. Así también, constantemente se puede observar que los estudios realizados son en atención a casos concretos y con cierta dependencia del momento filosófico, sociocultural y pedagógico en que se emprende, sucediendo de la misma forma que el tema de la vida misma, ya que “el sujeto vive la catástrofe y la mutación o la destrucción de su conciencia, de manera diferente según las sociedades, las épocas, las clases y las culturas que son las suyas”3. A pesar de lo anterior, la muerte a lo largo de la evolución humana, ha carecido de la misma valoración e interés en los diferentes aspectos primariamente mencionados, los cuales son esenciales para formar nuestra visión sobre la muerte, como a continuación se exponen. 1. 2.- DIMENSIONES DEL CONCEPTO DE MUERTE. 1. 2.1.- Dimensión filosófica. Dentro del tema de la muerte, el aspecto filosófico juega un papel muy importante al respecto, ya que al paso del tiempo diversos filósofos le han dado distintas interpretaciones a esta etapa de la vida que es imposible evitar. En este sentido, Platón afirmó que la filosofía es una meditación de la muerte. 3 Ibídem. Pág.144. 14 Veinte siglos después Santayana dijo que una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte. Por otrolado, la muerte puede ser entendida de dos maneras. Ante todo, de un modo ambiguo, luego, de una manera restringida. Ampliamente entendida, la muerte es la designación de todo fenómeno en el que se produce una interrupción de la vida misma. En sentido restringido, en cambio, la muerte es considerada exclusivamente como la muerte humana. Lo habitual ha sido atenerse a este último significado, a veces por una razón puramente terminológica y a veces porque se ha considerado que sólo en la muerte humana adquiere plena significación el hecho de morir. Esto es especialmente evidente en las direcciones más «existencialistas» del pensamiento filosófico, no sólo las actuales, sino también las pasadas. Como el hecho del nacimiento, el de la muerte es una de esas realidades que constantemente nos ciernen y nos conciernen. Pero si el primero, que marca nuestra incursión en el mundo, goza por lo general de nuestra aceptación satisfecha, en el sentido de que prácticamente a nadie le molesta haber nacido, la muerte nos angustia y nos produce toda clase de rechazos y de huidas encubridoras, pues prácticamente nadie quiere marcharse de este mundo, sobre todo si aún goza de sus plenas facultades o aún no ha sentido esa mordedura del dolor que hace clamar incluso por la muerte, con tal de no sufrirlo más. Desde el punto de vista filosófico la vida no puede ser entendida, sin plantearse el tema de la muerte. “la estructura misma del hombre su dinamismo, su sentido de planificación o proyecto vital, son razones suficientes para esperar en otra vida la plenitud y el cumplimiento de sus más profundos anhelos, por lo cual la muerte no se le aparece como el límite a sus aspiraciones”4, con la cita anterior, podemos confirmar una vez más, que el ser humano, vive pensando que aún después de la muerte podrá cumplir sus más profundos anhelos. 4 ALIZADE, Alcira Mariam. Clínica con la muerte. Pág. 55. 15 Además, se ha planteado desde siempre el hecho de la muerte como un problema. Prácticamente no hay pensador o pensadora que no haya reflexionado sobre la realidad de nuestra finitud y contingencia, en otras palabras, el hecho de nuestro evidente carácter mortal. A tal extremo podemos llegar con esta constatación, que habría que señalar que casi nadie se plantea como núcleo de su filosofar el hecho de la natalidad, nuestro carácter de seres que han nacido, de seres que llegan a un mundo que les preexiste, y en el cual, como iniciados e iniciadores, han de realizarse a partir de la libertad que los distingue, y que es precisamente la capacidad de comenzar con sus acciones, eventos y sucesos, trayendo así al mundo lo inesperado e impredecible. Heidegger, por ejemplo, deja claro desde el primer momento que nadie muere en cabeza ajena, eso es tanto más cierto tratándose de la muerte. Por más que intentemos imaginar, al conocer de la muerte de otro, o tener experiencia directa de ella, lo que será la propia muerte, o cómo será, no lograremos saber de ningún tipo, ni siquiera una leve intuición orientadora el significado de este proceso. “En el morir se echa de ver que la muerte se constituye ontológicamente por medio del ser -cada vez - mío y de la existencia”5. Derivado de lo anterior podemos afirmar que la muerte es siempre la propia muerte, frente a la cual, por más experiencias que tengamos, reaccionamos siempre con angustia, esa angustia que, tanto para Heidegger como para Sartre, es el sentimiento, o la tonalidad afectiva que nos embarga cuando nos enfrentamos a la nada. Y desde el punto de vista existencialista, ¿qué más nada que la muerte, que nos conduce a dejar de estar en el mundo? dejando el plano mucho más tranquilizante del estar en el mundo en medio de la pluralidad de los demás, entre los cuales me realizo y ante los cuales aparezco y me muestro como ser humano dotado de la libertad. Así mismo, esta filosofía, considera que el estar vivo es ser trágicamente consciente de nuestra mortalidad; desde ese momento cada vez más el existir 5 HEIDEGGER, Martín: El Ser y el Tiempo. Pág. 261. 16 comenzará a ser irreducible a la vida por la rara conciencia que el existir alcanza de ese enfrentamiento ineludible entre vida y muerte. Es decir, que aparece una angustia ante la existencia que es exclusiva del hombre porque hay una incertidumbre ante la vida, ante lo que nos va a deparar el futuro y ante lo desconocido de la muerte, la angustia es ante la nada, al no saber que nos espera más allá de la muerte. Desde está perspectiva, la muerte no equivale más que al fin. La existencia; que dependiendo de la vida que se haya tenido se enfrentará con o sin alivio ante la muerte. La visión existencialista de la muerte tiende a concebir a la persona humana como un ser limitado; en donde su existencia es lo más importante, ya que no habrá más después de la vida, como un ser angustiado ante la nada, pero ¿cómo podemos entender ese temor a lo desconocido?, a algo que no sabemos si es bueno o malo. En realidad nadie tiene la certeza de lo que pasa después de la muerte, hasta que cada persona la experimenta por sí mismo; como bien dice el filósofo Sócrates: “Temer a la muerte, amigos, es confiar en una falsa sabiduría, y aparentar saber lo que se desconoce. Nadie conoce la muerte, ni se considera para el hombre el mayor de todos los bienes, pues todos la temen al comprender que es el mayor de todos los males. ¿Y no se cae en la mayor ignorancia cuando se piensa saber lo que no se sabe?”6. Por tal motivo, es que consideramos que la muerte debe formar parte de nuestros valores, ya que forma parte de nuestra vida, aunque ninguno sabe lo que pasa realmente, hasta que lo experimenta por el mismo, pero para entonces ya no podrán expresar lo que se siente o lo que sucede, porque ya estarán muertos. Es cierto que hay muertes mejores y peores, dignas y cobardes, pero cuando vivimos conscientes de este hecho, es posible morir con tranquilidad. 6 BERMEJO, José Carlos. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. Pág. 43. 17 En la perspectiva psicoanalítica Freud nos dice que el hombre posee una identidad simbólica que lo particulariza respecto a los demás seres vivos: tiene nombre, tiene historia... sin embargo, no puede vencer a la muerte, a la que le teme como un final ineludible; es decir, la idea de la muerte es inherente al pensamiento del ser humano, porque siempre estamos preocupados por la muerte y el morir, aunque no tenemos una representación de lo que esto significa tememos el día de su llegada, porque el estar muertos es una idea que no podemos concebir. “Solo porque tenemos sentido común, es decir, sólo porque la Tierra no está habitada por un hombre, sino por los hombres, podemos confiar en nuestra inmediata experiencia sensible. Sin embargo, hemos de recordarnos a nosotros mismos que un día dejaremos este mundo común, que seguirá como antes y para cuya continuidad resultamos superfluos, si es que queremos comprender la soledad, la experiencia de ser abandonados por todo y por todos”7. Es decir, que visto desde la filosofía la gran pérdida que afrontamos con la muerte, es el hecho de que ya no actuaremos más, ya no iniciaremos nada, y ni siquiera tendremos nuestra realidad cotidiana y repetitiva, suponiendo que la valoremos privada de todo lo que nos hace ser realmente humanos. Por eso, ante tal posibilidad tan propia, como dice Heidegger, reaccionamos con la angustia que nos desazona y paraliza. Pues una cosa es tratar sobre esto cuando estamos sanos y bien portantes, y otra enfrentarnos cara a cara con el momento decisivo de nuestra vida. En general, el concepto de muerte visto desde la filosofía misma, nos expresa la influenciaque los individuos ejercemos como parte de una sociedad para definir nuestro propio concepto de muerte y vida. 1. 2.2.- Dimensión sociocultural. Es momento de hablar de la influencia que tienen la cultura y sociedad, sobre la concepción que los seres humanos poseen respecto a la muerte; ya 7 ARENDT, Hannah: Los Orígenes del Totalitarismo. Pág. 576. 18 que sin duda alguna, los individuos no son seres aislados, nacen, crecen y se desenvuelven dentro de una sociedad que los va formando, adquiriendo de esta forma valores, costumbres, tradiciones e ideologías, entre muchas otras cosas más, que determinan su forma de vida. En este sentido, se puede resaltar que mientras en algunas culturas ocultan y evitan hablar de la muerte, como es la cultura occidental, algunas otras la enfrentan y hasta preparan a las personas para su fallecimiento. Como bien sabemos, la formación de una persona comienza desde la niñez, donde la familia y la sociedad juegan un papel de gran importancia para su desarrollo, por lo que la teoría cognoscitiva de Vigotsky resalta igualmente la importancia del contexto social y la capacidad de imitación de los niños, entendiendo así que el infante va construyendo su concepto de muerte a través de operaciones y habilidades cognoscitivas que se inducen en la interacción social, debido a que todo individuo no se constituye de un aislamiento, más bien de una interacción, donde influyen mediadores que guían al niño. Razón por la cual es importante retomar la cuestión de México, ya que es un país caracterizado por transformar la muerte en algo familiar y cotidiano. El mexicano para disfrazar su temor a la muerte se mofa de ella y traduce ese miedo en la creación de calaveras, en las que ridiculizan a las personas aún vivas, y además se “come” a la muerte representada en las calaveras de azúcar o en el tan exquisito “pan de muerto”; pero a pesar de esto se le respeta y venera cada 2 de noviembre, manifestando una rica gama de actividades, ritos, ceremonias, costumbres y creencias, que son de tal colorido y riqueza folklórica, que no hay lugar en el mundo en donde exista tanto arraigo y expresión tan profunda para los muertos como en México. La concepción que actualmente se tiene de la muerte en México, es resultado de la fusión de las culturas prehispánicas y de los españoles cuando llegaron a su conquista. 19 Diversas culturas que se desarrollaron en la época precolombina heredaron una riquísima visión de la muerte, que se distingue por sus valores éticos y filosóficos, y que aún sobreviven a pesar de que existe una gran influencia occidental. La cultura Náhuatl consideraba que el destino del hombre era perecer y la muerte para ellos significaba la desagregación y dispersión de los componentes del ser humano; este concepto se detecta en los escritos de esa época, como se muestra en el poema del rey poeta Nezahualcóyotl que nos habla sobre la muerte: “Somos mortales, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra... como una pintura nos iremos borrando. Como una flor nos hemos de secar sobre la tierra. Cual ropaje de plumas de Quetzal, del zacúan, del azulejo, iremos pereciendo, iremos a su casa. Meditar señores águilas y tigres, aunque sean de jade, aunque sean de oro, también allá irán. Al lugar de los descansos. Tendremos que despertar, nadie habrá de quedar”8. A través de este poema podemos percibir que el culto a la muerte es uno de los elementos básicos de la cosmovisión de los antiguos mexicanos, ya que creían que la muerte y la vida constituyen una unidad, que son complementarias y que una no podía entenderse sin la otra. Para los pueblos prehispánicos la muerte no era el fin de la existencia, sino más bien la fuente de la vida, era un camino de transición hacia algo mejor y más importante, siendo así ésta un paso a la vida eterna. 8 MARTÍNEZ, José Luís. Nezahualcóyotl. Pág. 143. 20 Sin embargo, en el México contemporáneo tenemos un sentimiento especial ante el tema de la muerte y el dolor que nos produce, lo cual se debe a la forma en que se nos ha transmitido este asunto y a la gran influencia de otras culturas y modas que sólo nos alejan más de nuestras raíces y de esa gran filosofía indígena, generando entre nosotros una falsa idea sobre la muerte (temor y angustia) y sobre nuestra vida (consumismo y supuestamente modernismo). Ahora, el “morir se convierte así en una simple transacción ordinaria, en un acto que los vivos pueden integrar a su vil conciencia de consumidores”9, por lo que día con día se puede observar la perdida de valores y ritos fúnebres. “La manera de considerar la muerte depende enormemente de los aspectos sociales del superyo determinado por las creencias sociales y la opinión pública”10. Es decir, que cada cultura tiene su propio concepto de muerte y cada quien la celebra de manera distinta, pero al final, todas coinciden en tomar a la muerte como parte de la vida, algo natural que es imposible de evadir; sin embargo, el tema es eludido y visto con cierto temor y angustia por todos desde temprana edad, ya que se nos impregna de todo ese aire de misterio, esperando que esta parte de nuestro ciclo de vida no se cumpla, porque es entonces que nos encontramos con nosotros mismos y reflexionamos acerca de los hechos de nuestra vida. En este sentido, Santo Tomas de Aquino señala que la muerte es un aspecto paradójico, es de algún modo algo natural, pero también de algún modo algo antinatural. Es natural porque la vida y la muerte biológicas forman un ciclo necesario y es antinatural porque es un mal, pues parece suponer perder el bien humano más precioso: la vida. La muerte es realmente el mayor de todos los males naturales, y en el culminan en última instancia todos los demás, porque es la privación del bien que hace posible los demás bienes: la vida y el ser. “De todas las desgracias humanas, la muerte es la mayor de ellas”11. 9 ZIEGLER, Jean. Op Cit. Pág. 159. 10 ALIZADE, Alcira Mariam.. Op. cit., Pág. 19. 11 AQUINO, Tomas. Cuestiones diputadas de malo. Pág. 227. 21 “La muerte misma puede ser experimentada como una experiencia final mayor dentro del contexto de la vida o servir de pretexto para empobrecer la calidad de vida cotidiana”12. Es entonces que la muerte puede ser vista como un fracaso, ya que no logramos cumplir nuestros propósitos y nos damos cuenta de que la vida no es eterna. Ante lo anterior, el existencialismo refiere que el hombre es lo que él se va haciendo a lo largo de su existir, sin acabar nunca de estar hecho del todo, mientras realmente existe y que sólo la muerte cierra. Por tal motivo es que se cree al hombre capaz de elegir su propio camino en la vida, su propio proyecto de vida y la clase de persona que quiere llegar a ser, sin embargo vive la angustia de su existencia, ante la incertidumbre de la vida. Del mismo modo, esta misma corriente considera que el hombre es un ser para la muerte, ya que ésta última forma parte de la estructura ontológica del ser humano, cada instante de vida es un acercamiento a la muerte. La muerte se dirige a la inmovilidad y al nunca más, y pareciera que más que temerle a la muerte, tenemos miedo a la vida, al no saber enfrentarnos a las situaciones que se nos presentan, la angustia ante la muerte es angustia ante el poder ser más peculiar, irreverente e irrechazable. Ahora, otro factor que influye en la concepción que los seres humanos tenemos acerca de la muerte es el teológico, donde “la negación de la muerte tiene su sistematizada organización mental en la creencia en la inmortalidad que ha caracterizado a la mayor parte de religionesexistentes”13, desafortunadamente, ya que muchos tienen la creencia de que la vida perdura y no se acaba, y es entonces cuando no nos preocupamos por vivir la realidad plenamente. 12 ALIZADE, Alcira Mariam. Op. Cit., Pág. 14. 13 HINTON, John. Experiencia y expectativa ante la muerte. Pág. 11. 22 “Los sistemas de creencias y el fértil mundo de las religiones intentan confirmar una cierta inmortalidad procurando alivio y seguridad interior”14. Es decir, que desde el punto de vista religioso la muerte significa un nuevo amanecer, es un acto de transformación, de creación hacia una forma nueva, tienen la esperanza de la resurrección y la perspectiva de volver a nacer y redimir sus pecados. Sin embargo, la Filosofía Moderna niega la inmortalidad reduciéndola a simple e imaginaria proyección del ansia de supervivencia sobre el más allá (Feuerbach) o considerando la muerte como aniquilamiento de todo hombre, único medio de liberarse de la angustia vital (Heidegger y Sartre), acontecimiento necesario para el progreso de la sociedad y para el triunfo del proletariado (Marxismo). La religión, las culturas y la misma sociedad, trasmiten de generación a generación, la percepción que cada uno de ellos posee con referencia a la muerte; es cierto que “De todos los seres vivos, el hombre es el único que tiene conciencia de su propia finitud. Pero el hombre no puede conceptualizar la muerte como algo meramente biológico, la muerte es parte de su historia y de su forma de vivir dentro de un entorno social, y la idea que tiene sobre la muerte es un fenómeno cultural”15. Es decir, que el medio ambiente en el que nos desarrollamos determina la forma en que el individuo concibe a la muerte como un fenómeno natural; por ejemplo, entre las tribus indonesias consideran la muerte como un paso instantáneo de la presente vida mortal a una existencia espiritual y eterna. Los ritos y costumbres funerarias son algo exclusivo de nuestra especie, estas prácticas están estrechamente vinculadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida posterior. Cumplen una función social importante y están revestidas de simbolismo, el estudio del tratamiento que cada pueblo le da a sus muertos nos permite comprender mejor su forma de vivir, sus valores y su pensamiento. Tal situación, se puede percibir actualmente en México, donde el día de muertos es una de las 14 ALIZADE, Alcira Mariam. Op. Cit. Pág. 36. 15 Ibídem. Pág. 34 – 35. 23 celebraciones más importantes, la cual ha llegado a formar parte del patrimonio cultural, debido a sus rezos, cantos, música y baile, que como ya se había mencionado anteriormente, constituyen de tal forma una identidad enraizada en la fusión de rituales prehispánicos y católicos, predominando los segundos, no porque los orígenes de este culto en México en sus primeras civilizaciones hallan sido pobres, sino por el contrario, la muerte era percibida con respeto pero sin temor, solo que a partir del siglo XVI se hace dominante la religión católica, la cual sigue vigente hasta nuestros días, minimizando, de cierta forma, algunos principios prehispánicos por el peso de las estructuras virreinales. Las primeras prácticas funerarias de las que se tienen evidencias provienen de grupos de Homo Sapiens, el hombre de Neanderthal pintaba a sus muertos con ocre rojo y los adornaba con objetos religiosos o amuletos, además los instalaba “…en posición sedente, con tobillos y muñecas atados como fetos en espera, prometidos para una segunda vida”16. En cambio, en el antiguo Egipto el tratamiento del cadáver era meticuloso, las técnicas de embalsamamiento tenían como finalidad preservar el cuerpo para que pudiera pasar intacto a la siguiente vida. Entre los mayas se diferenciaba el enterramiento según la clase social del muerto, la gente ordinaria se enterraba bajo el piso de la casa, a los nobles se los incineraba y sobre sus tumbas se construían templos funerarios. En cambio, los aztecas creían en la existencia del Paraíso y del Infierno, por lo que preparaban a sus muertos para luchar a lo largo de un camino lleno de obstáculos al final del cual los esperaba el Señor de los Muertos, que decidía sus destinos. Sin embargo, en la actualidad dentro de la cultura occidental los ritos y costumbres funerarias están sufriendo una decadencia, ya que estos se están reduciendo debido a la sociedad capitalista en que se vive, interpreta que sí se realizan los ritos comunes, no solamente el difunto deja de producir y consumir, sino que también, las personas allegadas de éste cesan temporalmente sus operaciones, y así mismo el morir se convierte en un acto 16 ZIEGLER, Jean. Op Cit. Pág. 145. 24 costoso y de estratificación social. Ocultando el terror y miedo con el ruido de la ciudad, la muerte solo se ve como “Un cambio de registro civil, una distribución de bienes, simple o complicada; eso es todo”17. Pero en general, la muerte es considerada la interrupción de la vida, lo opuesto a ella, es inevitable y universal pero totalmente desconocida, incontrolable y por lo tanto, peligrosa. Encarna todas las fantasías de separación y abandono, introduce el desorden dentro de nuestro micro mundo ordenado y equilibrado. Es inimaginable para nosotros mismos o para nuestros seres más amados, produciéndonos ansiedad y temor, prolongamos nuestro ser más allá de la muerte y nos imaginamos como espectros vacíos y eternamente incomunicados. Es decir que a lo que le tememos, es a lo desconocido, a lo que vendrá más allá de la muerte, al solo hecho de pensar, que seremos olvidados por que dejaremos de existir; que ya no formaremos parte de una sociedad y que nuestra voz se dejará de escuchar. Todos y cada uno de nosotros tenemos respuestas, las nuestras, nuestras concepciones, de lo que es la muerte y lo que sucederá tras la muerte y de hecho podemos entenderla como un problema (y le damos la espalda) o la entendemos como un misterio (como algo que hay que afrontar). “La imagen de la muerte, las representaciones que los hombres se hacen de ella, son de origen social, por lo tanto, investidas, trabajadas, colmadas, por la experiencia de edad, de clase, de región, de clima, de cultura, de lucha y de utopía”18. Cada cultura responde de diferentes modos y con distintos rituales en el proceso del morir y de la muerte, así como en la evacuación del cadáver y del sentido de la vida del moribundo, (el alma, vida después de la vida.) Además, contribuyen en educar cómo resolver el entendimiento de las situaciones. Hay culturas con una preparación experimental considerable de estados de consciencia alterados, incluyendo enfrentamientos simbólicos con la muerte. 17 Ibídem. Pág. 159. 18 Ibídem. Pág. 150. 25 La aproximación de la muerte se afronta dentro del contexto de la familia, clan o tribu y con su apoyo; algunas veces, incluso, con consejos específicos y expertos acerca de las fases sucesivas de la muerte. Por otro lado, “La religión es, entre otras cosas, un medio para que la gente se resigne al hecho de que algún día ha de morir, ya sea prometiéndole que tendrá una vida mejor después de la muerte, que renacerá, o ambas cosas”19. Los occidentales, por ejemplo, plantean la muerte como el final de una línea recta que ha comenzado con el nacimiento y acaba con la muerte. Los budistas en cambio consideran la vida y muerte como un todo único, en el que la muerte es el inicio de otro capítulo de la vida, siendo por ello por lo que dividen nuestra existencia en cuatro realidades continuamente entrelazadas: la primera es la vida, la segunda el morir y la muerte,la tercera después de la muerte y la cuarta y última es el renacimiento. Como se puede ver, las religiones juegan un papel relevante en la forma de ver la muerte, ya sea de modo positivo, negativo o neutro al pensar en su propia muerte o sobrellevar las muertes ajenas. Por lo que Corbí, señala que las grandes religiones hablan de la muerte en un triple sentido: • Proponen creencias acerca del más allá de la muerte. • "Usan" el poder de la muerte para desplazar a los hombres de la manera cotidiana de ver, entender y sentir las realidades. • Hablan de la muerte desde la profundidad de la experiencia sagrada de la existencia. Dentro de las religiones de origen judío-cristianas estigmatizan al hombre a sufrir durante toda su existencia debido a que nace con pecados, resignadamente, intentando recibir el perdón divino y, de este modo, aspirar al encuentro con la gracia divina después de la muerte. Durante su existencia el hombre vive, casi que de una manera compulsiva una vida de pecados en su 19 HERM, Gerhard. Fenicios el imperio de la púrpura en la antigüedad. Pág. 156. 26 relación con Dios y las leyes divinas. Esa noción del pecado, tan importante en las religiones cristianas, termina imprimiendo en el mundo psicológico de todos los involucrados, un permanente, aunque a veces difuso, sentimiento de culpa. Para los cristianos, en cambio tienen la firme creencia en la fe de la encarnación de Dios en Jesucristo. Por lo que el verdadero cristiano vive con el anhelo de la inmortalidad, porque cree en la resurrección de Jesucristo. Jesucristo aceptó la muerte cambiando de esta forma su significado, la elevó a la función de redentora y la trascendió por la resurrección. En su muerte transformó para todos los hombres el sentido de su mortalidad. La victoria de Jesucristo se actualiza en la muerte de cada uno de los hombres. El hombre entra en la eternidad por la muerte, convirtiéndose ésta en el enlace entre el modo de ser temporal y el modo de ser eterno. Así mismo, los cristianos consideran que el alma surge con la concepción y a partir de ese momento es eterna. Por lo que la muerte sólo implica al cuerpo, el alma permanece por siempre. Los cristianos deben tener presente la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte para purificarse y gozar de Dios. La vida terrena es un tránsito hacia otra superior y eterna, no acaba sino que se transforma. La muerte es la entrada anhelada en el cielo para gozar de forma definitiva de Dios en plena unión. Según la iglesia, el cristianismo debe preparar a sus concurrentes durante la vida para una muerte que siempre es incierta, pero inevitable. No se acentúa tanto la necesidad de aprender a morir como la de prepararse para ganar los dones de la otra existencia y ser merecedor de la vida eterna en el paraíso. Por otro lado, los budistas creen que la muerte no es más que un tránsito. Los actos positivos realizados a lo largo de nuestra vida nos permitirán gozar de un karma favorable y los actos negativos inducirán un karma negativo. Renaceremos bajo una forma determinada por esta ley de causa y efecto. Por eso la muerte no es un final, más bien parece un cambio de ropajes. Si has enriquecido tu vida con muchos actos positivos, si has rezado para renacer en el campo de la beatitud podrás estar en él de forma efectiva después de la 27 muerte. Cada individuo puede reencarnarse en seis mundos diferentes. Un séptimo modo de renacimiento es el del Campo de Beatitud. Pero la meta final es el Despertar, única consagración de un espíritu que haya alcanzado la Iluminación. El islamismo se basa en la oración ritual, el ayuno, la profesión de fe, la limosna y la peregrinación a la Meca. Tras la muerte del cuerpo físico el Alma es conducida al paraíso o al infierno. También creen en el juicio universal y en la resurrección de los cuerpos. Cuando un musulmán muere su cadáver es inhumado. El cuerpo se lava, perfuma y se envuelve en sudarios depositándose en la tumba sin ataúd. En el Islam, aunque creen en la resurrección, utilizan la conciencia de la muerte como instrumento de sabiduría y conocimiento. Argumentan que “hay que morir antes de morir” y quien sea capaz de ver, comprender y sentir, habiendo muerto a la construcción que hace el yo necesitado, verá a su Señor. Para los hebreos el hombre no es un espíritu encarnado sino un cuerpo animado, cuyo destino es una cuestión puramente terrenal. Hemos salido del polvo y hemos de volver a él. Esa es la base de la sabiduría y la consecuencia del pecado original. No se habla de la resurrección hasta fecha muy reciente, después del exilio y por influencia persa. En cambio, los judíos consideran que la salvación se hace posible mediante la práctica de buenas acciones, la plegaria y el arrepentimiento de las faltas o pecados cometidos. Para ellos la muerte la da Dios, como la vida, y debe ser tomada con resignación, creyendo en la justicia y sabiduría del ser divino. El alma es trascendente e inmortal, porque ha sido creada por Dios. De esta forma, nos podemos dar cuenta entonces, de que tanto la muerte como el morir tienen diversas percepciones y formas de abordarse en las diferentes culturas, permitiendo que cada individuo forme su concepto de esta, sin dejar de lado otra esfera muy importante que es la pedagógica. 28 1. 2.3.- Dimensión pedagógica. Queremos finalizar este capítulo exponiendo el enfoque pedagógico, el cual es el más importante dentro de nuestra investigación; y el cual ha mostrado un olvido en la concepción y el afrontamiento de la muerte, que no supone otra cosa que incluir del tema de la muerte como contenido educativo en la etapa infantil, con la finalidad de transmitir dicho tema, evitando la explicación desde la angustia y favoreciendo una explicación realista que permita la calidad de vida a través del aprecio y la estima por ésta. Educar para la muerte, es educar para la vida, porque “el enfrentarse a la propia muerte de forma realista da muestra de la autenticidad de la vida, ya que este encuentro con la muerte propia lo puede realizar tan sólo la persona, el ser consciente y responsable de su existir…”20. Es decir, que en la medida de que el ser humano esta consciente de que va a morir, trata de vivir más plenamente y de disfrutar cada día, aprovechando cada minuto y no dejando las cosas para el mañana. Es entonces que nos preguntamos ¿prepara la educación actual para la vida-muerte?, la respuesta todos la conocemos y es no, ya que en lugar de preparar al ser humano o conscientizarlo, ya que “La conciencia de la muerte nos anima a vivir más”21; sin embargo, con respecto a este acontecimiento lo único que hacemos es encajonarlo, reducirlo y disimularlo con flores y olores de prejuicio, sin contemplar que el “comprendiendo significativamente (adecuada, funcional y autónomamente) el sentido de la muerte, se vive mejor”22. Mucho menos permitimos que los niños intervengan en tales asuntos; ya que, los excluimos por el simple hecho de que los consideramos incapaces de comprender este suceso tan cotidiano, generando de esta forma la represión 20 GORDILLO, Álvarez Lourdes. Aprender a vivir, aprender a morir. Pág. 93. 21 COHELO, Paulo. Veronika decide morir. Pág.180. 22 HERRÁN, Agustín de la, et. al. ¿Todos los caracoles mueren siempre? Como tratar la muerte en educación infantil. Pág. 16. 29 de sus sentimientos y propiciando mayor ansiedad cuando encuentren información en los medios de comunicación, ya que, “la televisión les da a los niños sorprendentes piezas complejas de información, pero este conocimiento está desintegrado y le falta suficiente contexto y significado”23. Por lo cual, es de suma importancia que nosotroscomo adultos guiemos esta información. El ocultar por completo la realidad de la muerte a los niños puede producir en ellos un sentimiento de ira o de temor a lo desconocido, ya que el niño descubre la muerte desde que nace, comprende que la vida se acaba alguna vez y aplica este conocimiento a su propia existencia, teniendo como consecuencia de este descubrimiento una gran inquietud, al observar la reacción que los adultos presentan ante este hecho. “La exclusión de los niños tanto de la noticia de la muerte como de la participación en los ritos y encuentros relacionados con ella, pueden favorecer interpretaciones equivocas y crear mayor ansiedad”.24 Con esto reafirmamos una vez más que los niños deben participar en los acontecimientos de la muerte, no se les debe de excluir de los lugares donde acontecen las cosas, si no por el contrario, es necesario ayudarles a entender la realidad de la muerte, ellos deben de estar presentes durante todo su proceso para que puedan afrontar la etapa del duelo más rápidamente; por tal motivo, es que consideramos necesario educar a los niños ante este acontecimiento tan importante de la vida, que no podemos evitar que se cumpla. Además, coincidimos con C. Rogers cuando hace mención que las personas tienen tendencia actualizante, con impulso hacia el crecimiento y el ajuste, por lo que consideramos que debemos de propiciar condiciones que conlleven al crecimiento y desarrollo adecuado e integral de las personas y que mejor que iniciar a temprana edad, con la finalidad de que aprehendan a expresar sus emociones e impulsos para que puedan reconocerse de manera armónica, logrando así lo que Dewey llama la autorrealización del individuo, lo 23 MOODY, Kate. “Growing Up on Television”. Pág. 53. 24 BERMEJO, José Carlos. Op. Cit. Pág.66. 30 cual consideraba que era el objeto de la educación y que A. Maslow la coloca como una necesidad básica de los seres humanos. Sin embargo, es una situación difícil, ya que vivimos en una época de crisis donde predomina una catástrofe ideológica, y una creciente y desmesurada idea de progreso, lo cual nos han conducido al nihilismo, al escepticismo, al pensamiento cuantificable, mensurable y calculador. El hombre actualmente habita entre el aislamiento y la indiferencia de un mundo cada vez más ajeno y extranjero. Incluso, hasta la muerte se torna racista, “…La imagen de la muerte es una imagen estratificada”25, ya que valoramos de una manera distinta la defunción de unos ciudadanos mexicanos que de iraníes o estadounidenses, Así como tampoco le damos el mismo nivel de aceptación al fallecimiento de un infante, que el de una persona de la tercera edad; por lo cual se dice que existe una desigualdad ante la muerte y el morir, ya que esto también “…determina también numerosas excepciones en el ritual normal”26, se nos ha enseñado de forma inconsciente a aceptar la muerte de acuerdo a lo que nosotras llamamos diferentes categorías, como son: de acuerdo a la etapa evolutiva, al estatus social -no es lo mismo que muera un obrero a un reconocido investigador o un famoso artista-, a las relaciones afectivas -no es lo mismo que muera un familiar cercano a un lejano o un vecino o desconocido, ya que en ocasiones hasta se genera un acto morboso- y por el tipo de muerte -no es lo mismo que sea natural, por enfermedad o violenta, porque incluso calificamos al cadáver como algo antiestético-. “Todos los que mueren de muerte violenta o por accidente, mujeres muertas en partos, ahogados, muertos repentinamente o suicidados, son frecuentemente objeto de ritos especiales. Su cadáver inspira el horror más intenso se deshacen de él precipitadamente y sus huesos no reunirán con los de los otros miembros del grupo muertos convenientemente”27; sin embargo, tal situación parece invisible para la educación y cultura de los países. 25 ZIEGLER, Jean. Op. Cit. Pág. 150. 26 HERTZ, Robert. Op. Cit. Pág. 100. 27 Idem. 31 En el saber morir hay una pedagogía, donde consideramos que la institución educativa y la familia juegan un papel sumamente importante, ya que son quienes deben emprender esta tarea de incluirse en el tratamiento de la muerte. El problema de educar para la muerte puede afrontarse rehaciendo el modo de celebrar y de vivir la muerte en esas fórmulas externas y sociales. Ésta sería una manera de transmitir un nuevo modo de vivir y enfocar la muerte; no disimulándola sino humanizándola, desmitificándola y aprendiendo a convivir con ella. Partimos de educar para la vida y la muerte a niños y niñas, partiendo del conocimiento personal, cultural y social para que podamos todos no sólo vivir sino también morir con dignidad. Además, "ante una experiencia trágica vivida por un niño, se puede hacer bastante más que consolarle o dejar pasar el tiempo, para que el problema se vaya solucionando más o menos solo, con jarabe de tiempo... Se deben enseñar los rudimentos de todos los saberes adultos desde los primeros años."28. Con respecto a lo anterior, se considera pertinente abarcar este tema desde la educación infantil, ya que es la más rica y creativa del ser humano en cuanto a realizaciones y se debería comenzar a afrontar en esta etapa todos los temas de nuestra naturaleza, como son los ciclos de vida, educación ambiental, sexual..., de lo contrario no se estará enseñando impartiendo una educación integral. El ser humano está sometido a toda suerte de aprendizajes, a lo largo de su existencia, aprender a morir debería ser uno de ellos, ya que supone aprender a vivir intensamente. Quien aprende a morir es el que está vivo, y al hacerlo obtiene un beneficio. La conciencia de la muerte no supone necesariamente tener que asumirla como un factor negativo en todas las situaciones sino ampliar el horizonte de autonomía de las personas. Hay que aprender, pues, a relacionarse con la muerte y a aceptarla de forma vivencial. 28 HERRÁN, A. de la, et. al. ¿Cómo Educar para la Muerte?. Pág. 23. 32 Aprender a convivir con la muerte en todos sus niveles, abordarla como tema educativo son labores que podrán ayudarnos a entender que quien no acepta y comprende la muerte, no ama verdaderamente la vida. Debemos ser capaces de redescubrir porque hoy se nos enseña a negar la muerte, y se nos enseña que no es otra cosa que aniquilación y pérdida. Quizá por eso intentamos ignorarla, la escondemos, la nombramos sólo en contadas ocasiones, aplazando hablar de ella hasta encontrar momentos más propicios, en la absurda esperanza de que nunca llegue. Así, parece que vivimos en la ilusión de que la muerte no existe o que no tiene que ver con nosotros en este aquí y ahora en que nos encontramos. Eso quiere decir que la mayor parte del mundo vive o bien negando la muerte o bien aterrorizado por ella. El mero hecho de hablar sobre la muerte es considerada socialmente morboso y como muchas personas creen que con el sólo hecho de mencionarla se corre el riesgo de atraerla. Lo que no significa que tales valoraciones sean absolutamente unánimes. El enfermo y el anciano, cuando conservan un cierto sentido de la realidad, intuyen la proximidad del fin y, en función de su capacitación previa, estarán en mejores o peores condiciones para hacerle frente. Sin embargo, nada nos prepara para afrontarla como un fenómeno decisivo y que debe integrar nuestra propia percepción vital, y no sólo para mantener una relación definitoria con sus límites. No se trata, pues solamente de avanzar en la vida y establecer con la muerte una relación a través de jalones premonitorios. De lo que se trata es de construir las bases para que las personas puedan integrar la muerte como un aspectopositivo de sus vidas, no para negarla, sino para alcanzarla sin mengua de su calidad de vida. Con todo, en nuestra sociedad, cada vez con mayor fuerza, se abre paso una tendencia a abordar la muerte como algo público que merece ser considerado bajo perspectivas vinculadas a la mejora de nuestra salud, facilitando la decisión autónoma de las personas, y en su caso, a establecer las bases para que morir no signifique una ampliación del sufrimiento humano. La educación, creemos, no puede sustraerse a investigar y si es posible, a 33 contribuir al establecimiento de vías que, mejoren la calidad de vida y, a través suyo, la calidad de la muerte. La ausencia de una perspectiva socioeducativa consideramos que incrementa el miedo y el estrés ante las pérdidas de familiares, amigos o ante la idea de la nuestra propia y, por tanto, afecta negativamente en la calidad de vida. Si es cierto que educar es poner en práctica una filosofía de la vida, como efectivamente lo creemos, es ineludible considerar al fenómeno educativo como una preparación para la vida, y ¿por qué no?, para la muerte. Debemos considerar que no es para las aulas que se educa al individuo, sino para la vida misma. Todos los conocimientos que se brinden, los hábitos y actitudes que se favorezcan a través del proceso educativo, los valores que se ayuden a clarificar en el alumno, no pueden quedar limitados a su paso por las instalaciones escolares, sino que deben ser para que los aplique en su vida diaria. No sólo se trata de favorecer una forma de pensar, sino que sobre todo se pretende que adquiera una forma de vivir de acuerdo a los más altos ideales, es transformar nuestra realidad gradualmente para mejorar como seres humanos día con día. Por eso es importante la influencia que el profesor pueda llegar a tener sobre el infante en las aulas de clase, ya que ésta puede resultar determinante para el logro de los fines educativos y personales del individuo. Una verdadera educación (integral) debe comprender necesariamente la suma total de la naturaleza humana. Pero debe interpretarse de manera cabal la naturaleza del hombre, como un ser complejo, dotado de potencias y capacidades. Podemos concluir este capítulo, mencionando que las tres esferas anteriormente abordadas son de extrema importancia dentro del concepto y 34 percepción que los seres humanos tenemos con respecto a la muerte. Por lo que integramos de esta forma, el siguiente esquema: Así mismo, es elemental comentar que estos conceptos o percepciones también tienen una gran variación de acuerdo a la etapa evolutiva en la que se encuentra la persona, situación que abordaremos en el siguiente capítulo. DIMENSIÓN FILOSÓFICA DIMENSIÓN PEDAGÓGICA DIMENSIÓN SOCIOCULTURAL CONCEPTO DE MUERTE 35 CAPÍTULO 2 PERCEPCIONES DE LA MUERTE A LO LARGO DE LA VIDA. 36 CAPÍTULO 2 “Algunos han vivido mucho tiempo pero han vivido poco. Nos pasamos la vida y educamos a nuestros hijos siempre hablándoles del futuro, en lo que haremos y en lo que serán, pero el sentido de la vida no está en ese tiempo cronológico.” Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592). PERCEPCIONES DE LA MUERTE A LO LARGO DE LA VIDA. En este capítulo se ahonda sobre la forma en que la muerte es percibida en las diferentes etapas de la vida, ya que en gran medida de esto depende la concepción que cada individuo va construyendo acerca de su propia muerte y su manera de afrontarla. Si bien es cierto, que el tema central de este trabajo hace referencia al concepto que los infantes tienen sobre el tema de la muerte, consideramos relevante reflexionar sobre los cambios que se presentan en las estructuras del pensamiento del individuo a lo largo de su vida; tomando en consideración que la etapa de la infancia juega un papel trascendental en el desarrollo y formación de conceptos de las personas, resaltando que dentro del proceso de socialización, los adultos les transmiten pensamientos, emociones y actitudes que modifican su percepción de la muerte. La muerte es una experiencia que nadie jamás en vida podrá conocer a ciencia cierta, por tal motivo, nuestra tendencia es a alejar a la muerte de nuestro espectro de vida, ya que nos genera ansiedad al no saber lo que pasará. Sin embargo, tanto la muerte como el nacimiento forman parte de un ciclo de vida, “la muerte no solo es propia del hombre y los seres vivos sino que afecta todo lo que tiene dimensión temporal: las sociedades, los sistemas 37 culturales, los objetos, se desmoronan, se desgastan, desaparecen”29; es decir, que es un proceso inevitable, y tanto la vida como la muerte están indicados por importantes cambios biológicos y culturales que puntúan la existencia de cada persona. Nuestra sociedad, aunque es mortal, evade el tema de la muerte y a cambio de eso, encontramos a la televisión inundando de información distorsionada sobre la muerte a los niños, produciendo así una paradoja, en la cual por temor al impacto que pueda causarle el acontecimiento a nuestros niños le ocultamos la información, sin embargo permitimos que por medio de la televisión accedan a información contaminada con violencia que genera a su vez mayor incertidumbre. Como analizamos en el capítulo anterior, nuestro rechazo a la muerte es algo que se ha construido junto con nuestra evolución cultural, en el sentido que, nuestro desarrollo cultural occidentalizado se ha planteado en términos de significaciones culturales que consideramos esenciales para vivir. La muerte ataca la misma raíz fundamental de los valores que estamos persiguiendo en nuestras sociedades, debemos recordar que vivimos en un mundo rodeado de relaciones afectivas muy estrechas y la muerte nos priva de la presencia de seres queridos, lo cual es un suceso muy difícil de aceptar; por tal motivo, la vivimos como una agresión a la integridad de las personas. También se ve atacada la necesidad humana de vivir en un mundo predecible (la ciencia), seguro y conocido lo cual va muy ligado al concepto de revelar los misterios desconocidos por el hombre y hoy vulnerables por la ciencia. La muerte entonces es socialmente rechazada, en cuanto viola a nuestro mundo material, el único que existe para los seres humanos. Por tales razones nos vemos culturalmente motivados a dedicarle menos tiempo a la muerte, por que el morir perjudica la productividad, la tristeza debe resolverse lo antes posible, dado que el mundo "real" requiere de los cuerpos y las mentes limpias 29 CASULLO, Maria Martina. Comportamientos suicidas en la adolescencia. Pág.12. 38 de los que trabajan para su crecimiento. Esta vida en sociedad exige ciertos sacrificios, entre ellos el desconocer a la muerte como parte de este mundo. El significado de la muerte se expresa claramente en la vida, pero la gente ve lo que los demás quieren que vean. Cuando por fin comprendamos que en la muerte hay mucho mas que aprender sobre la vida y seamos capaces de aceptar la muerte sin maquillarla, solo entonces podremos comenzar a vivir, por que la única postura coherente y sólida ante la muerte, es enfrentarla cara a cara, tomando conciencia de ella, conocerla hasta donde sea humanamente posible ; y solo así entenderemos el verdadero significado de la vida y aprenderemos a valorar cada día de nuestra existencia. 2. 1- PERCEPCIÓN DE LA MUERTE EN EL INFANTE. Es elemental comenzar por definir el concepto de infancia; ya que es una de las categorías más importantes que planteamos dentro de nuestro trabajo de tesis y en la que fundamentamos el concepto de muerte. “la infancia es considerada como una etapa de organización y de conquista... lo que hace que un niñosea un niño no es el hecho de que ignora; es el hecho de que desea saber más, de que tiende a ser más”.30 Es en la etapa de la infancia que los niños exploran acerca del mundo que los rodea queriendo encontrar explicaciones de todos los fenómenos que observa. Por naturaleza el niño es un ser reflexivo, analítico y curioso capaz de comprender en cierta manera lo que ocurre a su alrededor, empelando su propio lenguaje. “El niño reacciona positivamente a los elementos nuevos, extraños, incongruentes y misteriosos de su ambiente, dirigiéndose hacia ellos, explorándolos o manipulándolos, muestran un deseo de conocer más sobre si mismos y su ambiente...”.31 Sin embargo, los adultos debido a las presiones sociales, en la forma de advertencias y castigos, controlamos esa curiosidad 30 JOSEPH, Leif. Textos de psicología del niño y del adolescente. Pág.75. 31 HURLOCK, Elizabeth B. Desarrollo de niño. Pág. 218. 39 manifestada por los pequeños, considerándolos como seres inmaduros, incapaces de comprender la realidad de la muerte. Es importante aclarar que la infancia para algunos autores abarca desde que se nace hasta los 14 años, pero la edad varía de acuerdo al nivel de maduración que alcanzan los niños, influenciados sobre todo por el contexto emocional, social y cultural en el que se desenvuelven. Así mismo, dentro de esta etapa se consideran cuatro subetapas que corresponden a la neonatal que es de los 0 a los 18 meses, la infancia y adquisición de los primeros pasos que va de los 18 meses a los 3 años, la infancia en la etapa preescolar de los 3 a los 6 años y la infancia en la etapa escolar de los 6 a los 12 años. Sin embargo, en este trabajo de tesis se toma como base la última etapa anteriormente citada. Así pues, se comenzará por resaltar las características emocionales, sociales y de pensamiento que se presentan en los niños de acuerdo a su desarrollo, retomando algunas características del pensamiento de los niños menores de 5 años, a la par que se describirá el concepto que ellos perciben de la muerte de acuerdo a su edad cronológica. Los niños menores de cinco años no son capaces de formarse un concepto de la muerte, su percepción del tiempo y del espacio es muy limitada, en ellos prima el miedo de separación a la madre. “Esta edad se destaca por el progresivo empleo de símbolos, juego simbólico y lenguaje”.32 El infante posee un pensamiento egocéntrico, que le impide separar con claridad el reino de la existencia y las posibilidades personales de todo lo demás. En ese momento el desarrollo psicológico del niño percibe a la muerte como una continuación de la vida, morirse es un tipo de acto de simulación; el cual se asocia con una partida, en especial la de la figura materna. Su aparato psíquico se encuentra en esta etapa centrado en su propia perspectiva y en la realidad vivenciada desde sí mismo, por lo cual se muestra claramente que el 32 GRACE, Graif J. Desarrollo psicológico. Pág. 263. 40 niño quiere ser el centro de atención, para las personas que se localizan a su alrededor. A esta edad solo perciben los concepto de nacer y crecer en el ciclo de vida y se olvidan de que los seres vivos también tienen que morir; no reconocen a la muerte como un suceso final, además en esta etapa el niño distorsiona sus experiencias en la formación de su realidad; ya que configura en su mente circunstancias que él particularmente prefiere. “Los niños menores de 5 años a menudo demuestran su pensamiento en formas tanto divertidas como estimulantes... los niños se transforman de magos que aparecen cosas al voltear a verlas y las desaparecen con cerrar los ojos “33. La incompleta formación de su individualidad, que aún está en desarrollo hace que la muerte para el niño tenga un significado libre en gran medida de angustia y crueldad, por lo cual difiere de la significación adulta de la muerte. Sin embargo, el niño vivencia el morir como un viaje o un abandono, por lo que puede experimentarlo con mucha ansiedad y considerar esta dolorosa separación como un acto de agresividad contra él. “En efecto la exclusión de los niños tanto de la noticia de la muerte como de la participación en los ritos y encuentros relacionados con ella, pueden favorecer a interpretaciones equivocadas y crear mayor ansiedad”34. Debido a que realizan suposiciones que fracturan su esquema emocional, como por ejemplo: “mi abuelo se fue por que ya no me quiere, o no quiere estar conmigo”, las cuales son, en la mayoría de los casos, estimuladas por los adultos, ya que en lugar de decir, la verdad a los pequeños, la ocultan proponiendo excusas que los niños no comprenden. Todo esto, además de temor le produce ira, pues como ya dijimos, el niño cree que la muerte es una ofensa contra él, dado que el morir por así decirlo, es para él dejarse morir sin perder la vida, es solamente alejarse como en un viaje muy largo del cual se tiene la esperanza de que esa persona amada 33 Ibídem. Pág. 254. 34 BERMEJO, José Carlos. Op. Cit. Pág. 66. 41 regrese algún día, y esto provoca que se formen concepciones equivocadas sobre la muerte. A su vez los niños también desconocen la posibilidad de su propia muerte dado que ésta constituye algo externo, ajeno, que pasará cuando ya sean personas mayores y hayan disfrutado de la vida, ignorando que cualquier persona está expuesta a este fenómeno, no importando la edad que se tenga. En este sentido los niños tienden a ver la muerte como algo remoto en cuanto a la hostilidad que les provoca, esto los obliga a alejarla hasta el punto que quede fuera de su realidad inocente. Los infantes creen que el que evita la muerte, engañándola, no muere, solo se cambia de domicilio y se aleja, motivo por el cual ya no ve más a esa persona. Esta es una característica de su pensamiento egocéntrico, el cual no le permite entender la muerte por que va más allá de su experiencia personal, y además es consecuencia de que los niños tienen en parte la noción de lo inevitable que es la muerte. Es a partir de los 5 años que “descubren qué pueden controlar y qué no, tratan de generalizar de la experiencia, su raciocinio cambia de la mera asociación a la lógica incipiente y adquieren el lenguaje necesario para expresar sus necesidades”35. Los niños comienzan a separar la realidad mental de la física y a comprender ciertas normas sociales, entienden numerosos puntos de vista, y poseen una gran sensibilidad; esta mayor sensibilidad hacia los demás contribuye a la transición de un pensamiento más socio céntrico que egocéntrico, que conlleva a la comprensión de lo que otros piensan o sienten. “Los preescolares se encuentran en constante lucha con ellos mismos y con los demás... tratan de acomodar los sentimientos en las estructuras de aceptabilidad impuestas por el mundo exterior”.36 Los pequeños son muy 35 GRACE, Graif J. Op Cit. Pág. 254. 36 Ibídem. Pág. 301. 42 abiertos a las demostraciones de sentimientos positivos como la alegría; sin embargo, es la propia sociedad la que le va marcando pautas de conducta que le impiden expresarse abiertamente, y es su cultura la que le va transmitiendo diferentes tipos de miedos como por ejemplo el temor a la muerte. Es importante mencionar que los preescolares tienden a utilizar el pensamiento mágico para explicar los sucesos como el de la muerte; el cual, le tolera estructurar ideas para no ver fracturada su realidad por la ausencia de un ser querido, y así sobreponerse al sentimiento de abandono que le produce este fenómeno. Entonces nos percatamos que la concepción de muerte comienza a
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