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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONÓMA 
DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERORES 
ARAGÓN 
 
 
 
LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA 
 
 
 
“LA MUERTE COMO CONTENIDO EDUCATIVO EN LA 
ETAPA INFANTIL” 
 
 
 
T E S I S 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE 
LICENCIADA EN PEDAGOGÍA 
P R E S E N T A N: 
SOLÓRZANO MARTÍNEZ MARISOL 
SORIA SALAZAR BEATRIZ 
 
 
 
 
ASESORA DE TESIS: 
LIC. MARÍA DEL PILAR SILVIA GARCÍA RAMÍREZ 
 
 
 
 
 
SAN JUAN DE ARAGÓN, MÉXICO, 2008. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 1
D E D I C A T O R I A S 
 
A mis padres: 
 
Porque son dos de las personas más 
maravillosas, especiales e importantes 
en mi vida, ya que consecutivamente 
me han manifestado su amor 
invaluable, continuo e incondicional en 
cada uno de los proyectos que he 
emprendido y porque constantemente 
me motivan para continuar 
superándome y por su contagio de 
entusiasmo, constancia y felicidad. 
 
 
A mi hermano: 
 
Porque es un ser fantástico, que 
permanentemente me muestra su 
apoyo desinteresado y me alienta a 
tener fe y confianza. 
 
 
A mi compañera de tesis y amiga 
 
Quien emprendió conmigo un proyecto 
de gran importancia en nuestra vida 
personal, académica y profesional y por 
todos los momentos en los que 
compartimos experiencias inolvidables. 
 
 
A mis profesores: 
 
Quienes siempre nos proporcionaron 
conocimientos y herramientas para 
desarrollarnos laboralmente, pero en 
especial a nuestra asesora de tesis la 
profesora María del Pilar Silvia García 
Ramírez por el constante apoyo que 
nos brindo, por el tiempo que nos 
dedicó para prepararnos y por su 
colaboración para concluir este trabajo 
de investigación. 
 
 
MARISOL SOLÓRZANO MARTÍNEZ. 
 
 2
 BEATRIZ SORIA SALAZAR 
 
A MIS PADRES: 
Gracias por todo el amor, cariño y 
comprensión que me han brindado a lo 
largo de toda mi vida, gracias por 
sacrificar parte de su vida para educarme 
y convertirme en una persona de 
provecho, gracias por estar siempre a mi 
lado y por ser las personas más 
extraordinarias del mundo. 
 
ESPECIALMENTE A MI MAMI: 
 
Gracias por alentarme en los 
momentos difíciles, por los consejos, 
el amor, ternura y comprensión que 
me has dedicado, por las noches de 
desvelo, porque aunque no te diga, 
tu siempre sabes lo que me pasa y 
sufres y sonríes conmigo, gracias 
por estar en todo momento a mi 
lado para guiar mi camino, nunca 
podré agradecerte todo lo que has 
hecho por mí. 
 
CON AMOR: 
Les dedico este trabajo a todos mis 
primos y tíos gracias por su apoyo y 
confianza en mí, y especialmente a mis 
abuelitos agradeciendo todo el cariño que 
me han demostrado. 
 
CON MUCH O CA RIÑO A MIS 
HERMANOS: 
Fabian, Heri y Sabi, gracias pr su 
apoyo incondicional, por las alegrías, 
tristezas y peleas compartidas, por 
ser las personas más maravillosas 
del mundo y por su confianza en mí. 
 
A MIS AMIGAS: 
Adriana, Eunice e Iris, gracias por su 
amistad incondicional, por estar conmigo 
en las situaciones más difíciles, por los 
consejos y por tantos momentos 
compartidos , enojos, alegrías, tristezas 
que nunca voy a olvidar; siempre contarán 
conmigo. 
 
 3
 A MI AMIGA YAMILET: 
Por ser una personita muy especial 
en mi vida, gracias por la amistad y 
el cariño que me has brindado, por 
ser un gran ser humano, por 
ayudarme a salir adelante, por tu 
apoyo y confianza en mí. Te quiero 
mucho. 
 
ESPECIALEMENTE A TI MARISOL: 
Gracias por ser una persona maravillosa, 
por tu amistad que para mí es muy valiosa 
y espero perdure siempre, por todos los 
momentos que hemos compartido y deseo 
que nunca terminen, por tu apoyo en la 
realización de este trabajo que nos ha 
brindado la oportunidad de establecer una 
hermosa amistad. Siempre cuentas 
conmigo. 
 
CON AMOR A MARIO: 
Gracias por enseñarme lo hermosa y 
especial que es la vida, por ser una 
personita tan importante en mi vida, 
por escucharme y comprenderme, 
por todo el amor que me brindas, por 
estar a mi lado en las alegrías, 
tristezas, nunca terminaré de 
agradecer todo lo que haces por mí. 
Te amo mucho. 
 
A MIS MAESTROS: 
Gracias por todos los saberes 
transmitidos, por brindarnos las 
herramientas necesarias para 
desempeñar nuestra profesión con cariño 
y convicción y especialmente a la maestra 
Pilar, gracias por todo el apoyo brindado 
porque sin usted este trabajo no habría 
sido posible. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 4
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Entre tantos quehaceres y tan urgentes me olvidé de que también es preciso 
morir... irresponsablemente desatendí esa obligación o la asumí de un modo 
superficial... a partir de mañana todo cambiará... empezaré a morir 
cuidadosamente con inteligencia y optimismo sin perder un solo instante". 
 
TADEUSZ ROSEWICZ 
 
 
 
 
 
 
 
Í N D I C E 
 
 
Dedicatorias……………………………………………………………………...……
Introducción……………………………………………………………………………
Pág.
1 
5 
 
 
 
CAPÍTULO I 
EL CONCEPTO DE LA MUERTE VISTO A TRAVÉS DE LA HISTORIA 
EN SUS DIVERSAS DIMENSIONES. 
 
1.1.-Evolución del concepto de muerte……………………………………………...
1.2.-Dimensiones del concepto de la muerte……………………………………….
1.2.1.-Dimensión filosófica……………………………………………………….
1.2.2.- Dimensión sociocultural………………………………………………….
1.2.3.- Dimensión pedagógica……………………………………………………
Pág. 
11 
13 
13 
17 
28 
 
 
 
CAPÍTULO II 
PERCEPCIONES DE LA MUERTE A LO LARGO DE LA VIDA. 
 
 2 .- Percepciones de la muerte a lo largo de la vida……………………………..
2.1.- Percepción de la muerte en el infante………………………………………….
2.2.- Percepción de la muerte en el adolescente……………………………………
2.3.- Percepción de la muerte en el adulto…………………………………………..
2.4.-Percepción de la muerte en la tercera edad……………………………………
Pág.
35 
38 
48 
53 
56 
 
 
 
CAPÍTULO III 
 
PROCESO DE ACEPTACIÓN DE LA MUERTE EN LOS NIÑOS. 
 
 3 .- Proceso de aceptación de la muerte en los niños…………………………. 
3. 1.- Actitudes ante la muerte y el morir………………………………………….. 
3.1.1.- Negación……………………………………………………………......
3.1.2.- Ira……………………………………………………………………...... 
3.1.3.- Ansiedad……………………………………………………………….. 
3.1.4.- Depresión………………………………………………………………. 
3.1.5.- Aceptación……………………………………………………………... 
3. 2.- Proceso de duelo……………………………………………………………… 
Pág. 
65 
69 
71 
73 
74 
76 
77 
78 
 
 
 
CAPÍTULO IV 
 
 LA MUERTE COMO CONTENIDO EDUCATIVO EN LA ETAPA INFANTIL. 
 
4.1.- Antecedentes de la muerte como parte del contenido escolar….…………
4.2.-Propuesta pedagógica para abordar La muerte como contenido 
educativo en la etapa infantil…………………………………………………...
Pág. 
85 
 
92 
 
 
 
CONCLUSIONES…………………………………………………………………… 
 
ANEXOS………………………………………………………………………………..
 
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………… 
114
 
119
 
124
 
 4
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Entre tantos quehaceres y tan urgentes me olvidé de que también es preciso 
morir... irresponsablemente desatendí esa obligación o la asumí de un modo 
superficial... a partir de mañana todo cambiará... empezaré a morir 
cuidadosamente con inteligencia y optimismo sin perder un solo instante". 
 
TADEUSZ ROSEWICZ 
 
 
 
 
 
 
 
 5
INTRODUCCIÓN 
 
“Claro que uno se puede enfrentar 
a la enfermedad y a la muerte con quietud, 
 pero es necesario haber ganadoesa quietud con anterioridad.” 
 Krishanananda. 
 
 
Es en esta época, en la que asistimos al fenómeno del consumo en 
general, “el hombre consume, luego existe”; el deseo por objetos, parece 
irresistible inclusive hacia aquellos que no son esenciales para la subsistencia 
en los planos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales, atrayendo de tal 
manera la energía de una gran masa de hombres y mujeres. 
 
A pesar de que el consumismo se nos presenta como una red que 
aprisiona y a la vez que da forma a nuestra manera de vivir, podemos ver la 
insatisfacción de las personas, encontrando así una sociedad rara, 
desorientada y sin esperanzas, donde existen diversas segmentaciones en la 
visión de la vida y por lo tanto de la muerte, dentro de lo cual no todo es negro, 
ya que a partir de esto podemos rescatar todas los aspectos positivos que 
existen dentro de este gran contraste de pensamientos, enriqueciendo de esta 
forma nuestros conocimientos y estrategias para elevar nuestra calidad de vida, 
permitiéndonos crecer como seres humanos y disfrutar más de la vida en 
general, valorando la existencia de cada ser vivo y tomando decisiones más 
correctas dentro de nuestro existir. 
 
Sin embargo, para poder realizar lo que anteriormente se había 
planteado, es preciso contemplar y abordar lo que es la muerte, ya que una sin 
la otra –la vida y la muerte- no puede existir. Pero es aquí, cuando nos 
encontramos en un problema, debido a que simplemente la palabra muerte 
provoca temor con el simple hecho de evocarla, a pesar de que se encuentra 
latente en las plantas, en los animales, en los seres humanos, en los objetos 
 6
mismos que pueden romperse o perderse y que día a día nos topamos con ella 
rehusándonos a enfrentarla, porque con ella se ven truncados nuestros sueños, 
anhelos y metas; desechando la idea de que representa un crecimiento en 
nuestros valores como ser humano y en la comprensión de nuestra vida. 
 
Un hecho tan cotidiano como la muerte siempre nos toma por sorpresa, 
es prematura, inevitable e impredecible; sin embargo, nos pasamos la vida 
educando a los niños hablándoles siempre del futuro, de lo que serán cuando 
grandes, que harán, que estudiarán, olvidándonos que el valor de la vida se 
encuentra precisamente en ese vivir día a día, disfrutar cada instante, dándole 
importancia a las cosas pequeñas, buenas y malas, encontrándole sentido a tu 
tiempo, demostrando tus emociones. Es cierto que debemos desarrollar un 
proyecto de vida, pero este tendrá un significado cuando hayamos 
comprendido que las metas propuestas se van construyendo con nuestro 
quehacer diario. 
 
A pesar de ello, la sociedad actual fortalece la idea que las personas 
somos inmortales, basadas en las creencias sociales, culturales y religiosas, 
demostrando nuestra fragilidad y desconocimiento ante tal cuestión, muriendo 
casi a escondidas, no podemos permitirnos vivir un duelo, porque la vida sigue, 
hay que trabajar para poder producir, fortaleciendo así la teoría del 
consumismo y otorgándole mayor valor a las cosas superficiales, olvidándonos 
de lo que sentimos. 
 
Es frecuente excluir a los niños y adolescentes de la participación de los 
ritos que acompañan al fallecimiento de un ser querido, como si se tratara de 
cosas mayores y ellos no estuvieran preparados; sin embargo, “La participación 
de los niños en la verdad de la muerte y en los momentos importantes de los 
ritos fúnebres es un acierto para ayudarlos a vivir sanamente la pérdida y para 
acompañarles en el proceso educativo”.1 Es decir, que la muerte se debe de 
presentar a los niños como un hecho cotidiano, que aparece en todas partes 
(en la televisión, en las noticias, en el radio, en la prensa), se debe de educar a 
 
1 BERMEJO, José Carlos. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. Pág. 65. 
 7
los niños de una manera sana ante está situación, enfrentarla y no ocultarla. 
Debemos enseñarles todos los fundamentos de los saberes humanos. 
 
Por tales motivos, pretendemos contribuir a la creación de nuevas 
aperturas y puntos de partida para futuras investigaciones, en múltiples 
sentidos, en un proceso de construcción, crítica e investigación que creemos 
irreversible; ya que se busca de alguna forma una educación que colabore a 
adoptar como eje la madurez personal y social, mediante la valoración real de 
la vida. 
 
El panorama que se abre no sólo resulta interesante o atractivo, sino 
sobre todo útil para orientar la propia vida a la amplitud y la profundidad, 
centrada en una reestructuración social donde se busca en la evolución 
humana que tanto nos merecemos. Tomando en cuenta que la vida es una 
unidad contradictoria; amor y sufrimiento, sueño y desencanto, nacimiento y 
muerte, estas unidades pelean mutuamente, pero no puede ser posible 
comprender el uno sin el otro, es entonces, que por medio de este trabajo de 
investigación proyectamos en cada uno de sus capítulos el valor de la vida-
muerte como el más bello espectáculo que necesita ser educado para poder 
disfrutarlo al máximo. 
 
Este trabajo fundamenta, una tesis pedagógica sobre “LA MUERTE 
COMO CONTENIDO EDUCATIVO EN LA ETAPA INFANTIL”, un tema que en 
nuestro país ha sido poco afrontado y en el cual pretendemos explicitar la 
importancia de trabajar en el aula educativa la vida-muerte como una dualidad 
desde edades muy tempranas, para contribuir al pleno desarrollo del niño, 
tomando en cuenta sus necesidades y experiencias, encontrando así el 
significado de la vida misma. Por tal razón es que dividimos este trabajo en 
cuatro capítulos que nos permitirán abordar el tema y finalmente 
planteándonos una propuesta de trabajo, así como un análisis y algunas 
conclusiones generales personales. 
 
 En el primer capítulo titulado “El concepto de la muerte visto a través de 
la historia en sus diversas dimensiones”, pretende en primera instancia explicar 
 8
de forma sencilla la evolución del concepto de muerte, como era vista desde la 
era paleolítica, en la cual ya se tenía la certeza de que este hecho era 
inevitable, como un ciclo de vida que se cumple, sin embargo, desde entonces 
se mostraba una constante evasiva sobre tal cuestión, creyendo en la 
postergación de la vida; es así que ese miedo a la muerte se ha transmitido a lo 
largo del tiempo, fortalecido por las creencias culturales de nuestros 
antepasados. 
 
 También abordamos las diferentes esferas en las que se contempla el 
tema de la muerte, la dimensión filosófica que habla de cómo los grandes 
filósofos concebían la muerte y la existencia y las interpretaciones que le dan a 
ésta, entendiendo desde esta perspectiva que la vida y muerte son dos 
unidades dialécticas que no pueden ser entendidas una sin la otra, porque de 
lo contrario, la vida no tendría sentido, ¿para que vivir, si de cualquier manera 
la vida será eterna?. Desde entonces al reflexionar sobre la muerte nos invade 
un sentimiento de miedo ante lo desconocido. 
 
 En el aspecto sociocultural abordamos como se concebía la muerte 
desde nuestros antepasados, los rituales que se hacían y que aún siguen 
vigentes, marcando diferencias entre las culturas, porque mientras unas evitan 
hablar de la muerte, otros la enfrentan y preparan a los individuos para el día 
de su muerte. Sin lugar a dudas la sociedad, cultura y la religión que se 
practica, son aspectos que influyen en la formación de los individuos, ya que no 
son seres aislados, sino que adoptan actitudes, formas de pensar, costumbres 
y valores del medio en el que se desenvuelven para ser aceptados, es así, que 
cada cultura, religión y sociedad va formando su propio concepto de muerte el 
cual es transmitido de generación en generación. 
 
 La dimensión pedagógica es a la que damos mayor relevancia dentro de 
nuestra investigación, por ser la plataforma principal en la formación de losindividuos, ya que contribuye al proceso educativo permitiendo una madurez 
personal, que posibilite la evolución de los individuos; sin embargo, a lo largo 
de este proceso nos percatamos de que la educación y la pedagogía, no toman 
en cuenta el educar para la muerte ni si quiera porque forma parte de un ciclo 
 9
de vida, y entonces, cuando se presenta un caso de muerte dentro del aula 
educativa no sabemos como reaccionar ante ello dando solamente evasivas, 
obstaculizando el proceso de formación de los individuos. Es en este capítulo 
que resaltamos la importancia de educar para la muerte, y así, lograr un 
desarrollo integral en el individuo que le permita comprenderse como un ser 
natural dotado de diferentes competencias, capacidades y habilidades que 
deben ser estimuladas para alcanzar una mejor calidad de vida. 
 
 En el segundo capítulo hablamos sobre las percepciones que tiene el 
individuo de la muerte a lo largo de la vida, ya que conforme avanza el tiempo, 
le tememos más a la muerte porque se acerca la hora de nuestra partida, 
afectando nuestro mundo material y truncando nuestros sueños. Es cierto que 
no sabemos cuando llegará el día de nuestra muerte y que lo ideal es que 
suceda cuando ya estemos viejos, porque entonces el ciclo de vida se habrá 
cumplido, pero también nos encontramos con miles de accidentes que suceden 
día con día y que simplemente no podemos prever, por medio de los cuales 
nos damos cuenta de la realidad de la muerte, que no respeta edades y en 
cualquier momento nos puede sorprender, por lo cual debemos estar 
preparados para ello. 
 
 Por tales motivos en este capítulo reflexionamos sobre las diferentes 
etapas de la vida del ser humano, el concepto que se tiene de muerte en cada 
una de ellas desde la infancia, la adolescencia, la edad adulta y vejez, dando 
mayor importancia a la primera, ya que es en la que basamos nuestro trabajo 
de investigación, porque la consideramos la etapa más rica, abierta y creativa, 
en la que los niños están deseosos por conocer más acerca de su entorno 
natural, buscando explicaciones de todos los fenómenos que ocurren a su 
alrededor, planteando hipótesis, experimentando y estableciendo sus propias 
conclusiones; además, no se encuentran tan influenciados por las creencias 
socioculturales del medio en el que se desenvuelven y poseen la capacidad de 
comprender el suceso de la muerte como parte complementaria de la vida 
misma. 
 
 10
 En el tercer apartado se aborda el proceso de aceptación de la muerte 
en los menores, para profundizar más en la percepción que tienen los niños en 
la muerte, abarcando lo que son las actitudes que tienen frente a este 
fenómeno y sus etapas de duelo, ya que sus manifestaciones son diferentes a 
las de los adultos, independientemente de que las actitudes se inician a imitar y 
aprehender en esta etapa. 
 
 Dentro del último capítulo y el de mayor peso, se aborda y analiza de 
forma práctica los antecedentes educativos referentes a la muerte, 
profundizando en nuestro país, donde podemos percibir el olvido que ha tenido 
la educación es este sentido, por lo cual en este mismo apartado establecemos 
una propuesta pedagógica considerando los aspectos propios de nuestra 
cultura para considerar el tema de la muerte como contenido educativo en la 
etapa infantil, partiendo de los antecedentes de esta educación; concluyendo 
de tal forma con un programa de prevención con un enfoque alejado de la 
angustia y laico, titulado “La muerte como contenido educativo en la etapa 
infantil”, el cual define determinadas acciones para contribuir a la superación y 
la evolución personal desde la infancia, contemplando además a los padres de 
familia y a los profesores de educación primaria. 
 
 Pretendemos que este trabajo favorezca el crecimiento personal, así 
como la mejora de la calidad de vida, aportando así una propuesta que 
colabore a una educación más integral y a su vez fortalecer al gremio 
pedagógico, mostrando una perspectiva más de su campo de acción. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 11
CAPÍTULO 1 
 
EL CONCEPTO DE LA MUERTE VISTO A TRAVÉS DE 
LA HISTORIA EN SUS DIVERSAS DIMENSIONES. 
 
 12
CAPÍTULO 1 
 
“No nos es dado contemplar inmutables ni al sol ni la muerte” 
La Rochefoucauld (1613 – 1680) 
 
 
EL CONCEPTO DE LA MUERTE VISTO A TRAVÉS DE LA 
HISTORIA EN SUS DIVERSAS DIMENSIONES. 
 
1. 1.- EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE LA MUERTE. 
 
Es importante mencionar que a lo largo de la historia, la Humanidad ha 
manifestado una constante y universal preocupación con respecto a la muerte. 
Desde la época paleolítica, el homo sapiens produjo una gran diversidad de 
imágenes con respecto a la muerte, las cuales han servido como origen para la 
transformación de la percepción humana de la vida, de la muerte y del mundo. 
Sin embargo, dicha preocupación e intentos que se han realizado por definir 
este tema han sido problemáticos y múltiples, a pesar de que es un hecho 
cotidiano, implícito en el ciclo de la vida y posiblemente la única certeza que 
tiene el ser humano; reflejándose en la evasión y postergación de esta idea 
por la mayoría de los humanos, por lo menos en nuestra cultura, provocando 
que solo su presencia nos llene de miedo, dolor y sufrimiento al no saber como 
tratarla, ni estar preparados para asumirla con naturalidad. 
 
En los últimos años, el hombre ha mostrado mayor auge e interés por este 
tema, las razones son diversas y el principal motivo se debe a que forma parte 
vital dentro de cualquier ciclo de vida de los seres vivos. Sin embargo, “es 
aprehendida por la inteligencia, no es su propia muerte la que la conciencia 
conoce. No conoce sino la muerte de los demás y, de la suya, la angustia de 
tener que afrontarla”2. 
 
 
2 ZIEGLER, Jean. “Los vivos y la muerte”. Pág. 143. 
 13
 Con respecto a lo anterior, se puede observar que existe una gran 
variedad de estudios con respecto al fenómeno de la muerte, abordado desde 
diferentes perspectivas -biológicas, psicológicas, sociológicas, médicas, 
legales, por mencionar algunas-; sin embargo, cabria hacernos algunas 
preguntas al respecto de estas averiguaciones, ¿Qué tan concientes estamos 
referente a este tema? y ¿Realmente existe una relación entre todas las 
investigaciones realizadas sobre ésta?. En el párrafo anterior, mencionamos 
que somos concientes pero de la muerte del otro y no de la nuestra, generando 
de esta forma una conciencia fragmentada y un miedo absurdo a lo 
desconocido. Así también, constantemente se puede observar que los estudios 
realizados son en atención a casos concretos y con cierta dependencia del 
momento filosófico, sociocultural y pedagógico en que se emprende, 
sucediendo de la misma forma que el tema de la vida misma, ya que “el sujeto 
vive la catástrofe y la mutación o la destrucción de su conciencia, de manera 
diferente según las sociedades, las épocas, las clases y las culturas que son 
las suyas”3. 
 
 A pesar de lo anterior, la muerte a lo largo de la evolución humana, ha 
carecido de la misma valoración e interés en los diferentes aspectos 
primariamente mencionados, los cuales son esenciales para formar nuestra 
visión sobre la muerte, como a continuación se exponen. 
 
 
1. 2.- DIMENSIONES DEL CONCEPTO DE MUERTE. 
 
1. 2.1.- Dimensión filosófica. 
 
Dentro del tema de la muerte, el aspecto filosófico juega un papel muy 
importante al respecto, ya que al paso del tiempo diversos filósofos le han dado 
distintas interpretaciones a esta etapa de la vida que es imposible evitar. En 
este sentido, Platón afirmó que la filosofía es una meditación de la muerte. 
 
3 Ibídem. Pág.144. 
 14
Veinte siglos después Santayana dijo que una buena manera de probar el 
calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte. 
 
Por otrolado, la muerte puede ser entendida de dos maneras. Ante todo, 
de un modo ambiguo, luego, de una manera restringida. Ampliamente 
entendida, la muerte es la designación de todo fenómeno en el que se produce 
una interrupción de la vida misma. En sentido restringido, en cambio, la muerte 
es considerada exclusivamente como la muerte humana. Lo habitual ha sido 
atenerse a este último significado, a veces por una razón puramente 
terminológica y a veces porque se ha considerado que sólo en la muerte 
humana adquiere plena significación el hecho de morir. Esto es especialmente 
evidente en las direcciones más «existencialistas» del pensamiento filosófico, 
no sólo las actuales, sino también las pasadas. 
 
Como el hecho del nacimiento, el de la muerte es una de esas realidades 
que constantemente nos ciernen y nos conciernen. Pero si el primero, que 
marca nuestra incursión en el mundo, goza por lo general de nuestra 
aceptación satisfecha, en el sentido de que prácticamente a nadie le molesta 
haber nacido, la muerte nos angustia y nos produce toda clase de rechazos y 
de huidas encubridoras, pues prácticamente nadie quiere marcharse de este 
mundo, sobre todo si aún goza de sus plenas facultades o aún no ha sentido 
esa mordedura del dolor que hace clamar incluso por la muerte, con tal de no 
sufrirlo más. 
 
Desde el punto de vista filosófico la vida no puede ser entendida, sin 
plantearse el tema de la muerte. “la estructura misma del hombre su 
dinamismo, su sentido de planificación o proyecto vital, son razones suficientes 
para esperar en otra vida la plenitud y el cumplimiento de sus más profundos 
anhelos, por lo cual la muerte no se le aparece como el límite a sus 
aspiraciones”4, con la cita anterior, podemos confirmar una vez más, que el ser 
humano, vive pensando que aún después de la muerte podrá cumplir sus más 
profundos anhelos. 
 
4 ALIZADE, Alcira Mariam. Clínica con la muerte. Pág. 55. 
 15
Además, se ha planteado desde siempre el hecho de la muerte como un 
problema. Prácticamente no hay pensador o pensadora que no haya 
reflexionado sobre la realidad de nuestra finitud y contingencia, en otras 
palabras, el hecho de nuestro evidente carácter mortal. A tal extremo podemos 
llegar con esta constatación, que habría que señalar que casi nadie se plantea 
como núcleo de su filosofar el hecho de la natalidad, nuestro carácter de seres 
que han nacido, de seres que llegan a un mundo que les preexiste, y en el cual, 
como iniciados e iniciadores, han de realizarse a partir de la libertad que los 
distingue, y que es precisamente la capacidad de comenzar con sus acciones, 
eventos y sucesos, trayendo así al mundo lo inesperado e impredecible. 
 
Heidegger, por ejemplo, deja claro desde el primer momento que nadie 
muere en cabeza ajena, eso es tanto más cierto tratándose de la muerte. Por 
más que intentemos imaginar, al conocer de la muerte de otro, o tener 
experiencia directa de ella, lo que será la propia muerte, o cómo será, no 
lograremos saber de ningún tipo, ni siquiera una leve intuición orientadora el 
significado de este proceso. “En el morir se echa de ver que la muerte se 
constituye ontológicamente por medio del ser -cada vez - mío y de la 
existencia”5. 
 
Derivado de lo anterior podemos afirmar que la muerte es siempre la 
propia muerte, frente a la cual, por más experiencias que tengamos, 
reaccionamos siempre con angustia, esa angustia que, tanto para Heidegger 
como para Sartre, es el sentimiento, o la tonalidad afectiva que nos embarga 
cuando nos enfrentamos a la nada. Y desde el punto de vista existencialista, 
¿qué más nada que la muerte, que nos conduce a dejar de estar en el mundo? 
dejando el plano mucho más tranquilizante del estar en el mundo en medio de 
la pluralidad de los demás, entre los cuales me realizo y ante los cuales 
aparezco y me muestro como ser humano dotado de la libertad. 
 
Así mismo, esta filosofía, considera que el estar vivo es ser trágicamente 
consciente de nuestra mortalidad; desde ese momento cada vez más el existir 
 
5 HEIDEGGER, Martín: El Ser y el Tiempo. Pág. 261. 
 16
comenzará a ser irreducible a la vida por la rara conciencia que el existir 
alcanza de ese enfrentamiento ineludible entre vida y muerte. Es decir, que 
aparece una angustia ante la existencia que es exclusiva del hombre porque 
hay una incertidumbre ante la vida, ante lo que nos va a deparar el futuro y 
ante lo desconocido de la muerte, la angustia es ante la nada, al no saber que 
nos espera más allá de la muerte. 
 
Desde está perspectiva, la muerte no equivale más que al fin. La 
existencia; que dependiendo de la vida que se haya tenido se enfrentará con o 
sin alivio ante la muerte. La visión existencialista de la muerte tiende a 
concebir a la persona humana como un ser limitado; en donde su existencia es 
lo más importante, ya que no habrá más después de la vida, como un ser 
angustiado ante la nada, pero ¿cómo podemos entender ese temor a lo 
desconocido?, a algo que no sabemos si es bueno o malo. 
 
En realidad nadie tiene la certeza de lo que pasa después de la muerte, 
hasta que cada persona la experimenta por sí mismo; como bien dice el filósofo 
Sócrates: “Temer a la muerte, amigos, es confiar en una falsa sabiduría, y 
aparentar saber lo que se desconoce. Nadie conoce la muerte, ni se considera 
para el hombre el mayor de todos los bienes, pues todos la temen al 
comprender que es el mayor de todos los males. ¿Y no se cae en la mayor 
ignorancia cuando se piensa saber lo que no se sabe?”6. 
 
Por tal motivo, es que consideramos que la muerte debe formar parte de 
nuestros valores, ya que forma parte de nuestra vida, aunque ninguno sabe lo 
que pasa realmente, hasta que lo experimenta por el mismo, pero para 
entonces ya no podrán expresar lo que se siente o lo que sucede, porque ya 
estarán muertos. Es cierto que hay muertes mejores y peores, dignas y 
cobardes, pero cuando vivimos conscientes de este hecho, es posible morir 
con tranquilidad. 
 
 
6 BERMEJO, José Carlos. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. Pág. 43. 
 17
En la perspectiva psicoanalítica Freud nos dice que el hombre posee una 
identidad simbólica que lo particulariza respecto a los demás seres vivos: tiene 
nombre, tiene historia... sin embargo, no puede vencer a la muerte, a la que le 
teme como un final ineludible; es decir, la idea de la muerte es inherente al 
pensamiento del ser humano, porque siempre estamos preocupados por la 
muerte y el morir, aunque no tenemos una representación de lo que esto 
significa tememos el día de su llegada, porque el estar muertos es una idea 
que no podemos concebir. 
 
“Solo porque tenemos sentido común, es decir, sólo porque la Tierra no 
está habitada por un hombre, sino por los hombres, podemos confiar en 
nuestra inmediata experiencia sensible. Sin embargo, hemos de recordarnos a 
nosotros mismos que un día dejaremos este mundo común, que seguirá como 
antes y para cuya continuidad resultamos superfluos, si es que queremos 
comprender la soledad, la experiencia de ser abandonados por todo y por 
todos”7. Es decir, que visto desde la filosofía la gran pérdida que afrontamos 
con la muerte, es el hecho de que ya no actuaremos más, ya no iniciaremos 
nada, y ni siquiera tendremos nuestra realidad cotidiana y repetitiva, 
suponiendo que la valoremos privada de todo lo que nos hace ser realmente 
humanos. Por eso, ante tal posibilidad tan propia, como dice Heidegger, 
reaccionamos con la angustia que nos desazona y paraliza. Pues una cosa es 
tratar sobre esto cuando estamos sanos y bien portantes, y otra enfrentarnos 
cara a cara con el momento decisivo de nuestra vida. 
 
En general, el concepto de muerte visto desde la filosofía misma, nos 
expresa la influenciaque los individuos ejercemos como parte de una sociedad 
para definir nuestro propio concepto de muerte y vida. 
 
1. 2.2.- Dimensión sociocultural. 
 
Es momento de hablar de la influencia que tienen la cultura y sociedad, 
sobre la concepción que los seres humanos poseen respecto a la muerte; ya 
 
7 ARENDT, Hannah: Los Orígenes del Totalitarismo. Pág. 576. 
 18
que sin duda alguna, los individuos no son seres aislados, nacen, crecen y se 
desenvuelven dentro de una sociedad que los va formando, adquiriendo de 
esta forma valores, costumbres, tradiciones e ideologías, entre muchas otras 
cosas más, que determinan su forma de vida. 
 
En este sentido, se puede resaltar que mientras en algunas culturas 
ocultan y evitan hablar de la muerte, como es la cultura occidental, algunas 
otras la enfrentan y hasta preparan a las personas para su fallecimiento. 
 
Como bien sabemos, la formación de una persona comienza desde la 
niñez, donde la familia y la sociedad juegan un papel de gran importancia para 
su desarrollo, por lo que la teoría cognoscitiva de Vigotsky resalta igualmente la 
importancia del contexto social y la capacidad de imitación de los niños, 
entendiendo así que el infante va construyendo su concepto de muerte a través 
de operaciones y habilidades cognoscitivas que se inducen en la interacción 
social, debido a que todo individuo no se constituye de un aislamiento, más 
bien de una interacción, donde influyen mediadores que guían al niño. 
 
Razón por la cual es importante retomar la cuestión de México, ya que es 
un país caracterizado por transformar la muerte en algo familiar y cotidiano. El 
mexicano para disfrazar su temor a la muerte se mofa de ella y traduce ese 
miedo en la creación de calaveras, en las que ridiculizan a las personas aún 
vivas, y además se “come” a la muerte representada en las calaveras de 
azúcar o en el tan exquisito “pan de muerto”; pero a pesar de esto se le respeta 
y venera cada 2 de noviembre, manifestando una rica gama de actividades, 
ritos, ceremonias, costumbres y creencias, que son de tal colorido y riqueza 
folklórica, que no hay lugar en el mundo en donde exista tanto arraigo y 
expresión tan profunda para los muertos como en México. 
 
La concepción que actualmente se tiene de la muerte en México, es 
resultado de la fusión de las culturas prehispánicas y de los españoles cuando 
llegaron a su conquista. 
 
 19
Diversas culturas que se desarrollaron en la época precolombina 
heredaron una riquísima visión de la muerte, que se distingue por sus valores 
éticos y filosóficos, y que aún sobreviven a pesar de que existe una gran 
influencia occidental. 
 
La cultura Náhuatl consideraba que el destino del hombre era perecer y 
la muerte para ellos significaba la desagregación y dispersión de los 
componentes del ser humano; este concepto se detecta en los escritos de esa 
época, como se muestra en el poema del rey poeta Nezahualcóyotl que nos 
habla sobre la muerte: 
“Somos mortales, 
todos habremos de irnos, 
todos habremos de morir en la tierra... 
como una pintura nos iremos borrando. 
Como una flor nos hemos de secar sobre la tierra. 
Cual ropaje de plumas de Quetzal, del zacúan, del azulejo, 
iremos pereciendo, iremos a su casa. 
Meditar señores águilas y tigres, aunque sean de jade, 
aunque sean de oro, 
también allá irán. 
Al lugar de los descansos. 
Tendremos que despertar, nadie habrá de quedar”8. 
 
A través de este poema podemos percibir que el culto a la muerte es uno 
de los elementos básicos de la cosmovisión de los antiguos mexicanos, ya que 
creían que la muerte y la vida constituyen una unidad, que son 
complementarias y que una no podía entenderse sin la otra. Para los pueblos 
prehispánicos la muerte no era el fin de la existencia, sino más bien la fuente 
de la vida, era un camino de transición hacia algo mejor y más importante, 
siendo así ésta un paso a la vida eterna. 
 
 
8 MARTÍNEZ, José Luís. Nezahualcóyotl. Pág. 143. 
 20
Sin embargo, en el México contemporáneo tenemos un sentimiento 
especial ante el tema de la muerte y el dolor que nos produce, lo cual se debe 
a la forma en que se nos ha transmitido este asunto y a la gran influencia de 
otras culturas y modas que sólo nos alejan más de nuestras raíces y de esa 
gran filosofía indígena, generando entre nosotros una falsa idea sobre la 
muerte (temor y angustia) y sobre nuestra vida (consumismo y supuestamente 
modernismo). Ahora, el “morir se convierte así en una simple transacción 
ordinaria, en un acto que los vivos pueden integrar a su vil conciencia de 
consumidores”9, por lo que día con día se puede observar la perdida de valores 
y ritos fúnebres. 
 
“La manera de considerar la muerte depende enormemente de los 
aspectos sociales del superyo determinado por las creencias sociales y la 
opinión pública”10. Es decir, que cada cultura tiene su propio concepto de 
muerte y cada quien la celebra de manera distinta, pero al final, todas 
coinciden en tomar a la muerte como parte de la vida, algo natural que es 
imposible de evadir; sin embargo, el tema es eludido y visto con cierto temor y 
angustia por todos desde temprana edad, ya que se nos impregna de todo ese 
aire de misterio, esperando que esta parte de nuestro ciclo de vida no se 
cumpla, porque es entonces que nos encontramos con nosotros mismos y 
reflexionamos acerca de los hechos de nuestra vida. En este sentido, Santo 
Tomas de Aquino señala que la muerte es un aspecto paradójico, es de algún 
modo algo natural, pero también de algún modo algo antinatural. Es natural 
porque la vida y la muerte biológicas forman un ciclo necesario y es antinatural 
porque es un mal, pues parece suponer perder el bien humano más precioso: 
la vida. La muerte es realmente el mayor de todos los males naturales, y en el 
culminan en última instancia todos los demás, porque es la privación del bien 
que hace posible los demás bienes: la vida y el ser. “De todas las desgracias 
humanas, la muerte es la mayor de ellas”11. 
 
 
9 ZIEGLER, Jean. Op Cit. Pág. 159. 
10 ALIZADE, Alcira Mariam.. Op. cit., Pág. 19. 
11 AQUINO, Tomas. Cuestiones diputadas de malo. Pág. 227. 
 21
“La muerte misma puede ser experimentada como una experiencia final 
mayor dentro del contexto de la vida o servir de pretexto para empobrecer la 
calidad de vida cotidiana”12. Es entonces que la muerte puede ser vista como 
un fracaso, ya que no logramos cumplir nuestros propósitos y nos damos 
cuenta de que la vida no es eterna. 
 
Ante lo anterior, el existencialismo refiere que el hombre es lo que él se 
va haciendo a lo largo de su existir, sin acabar nunca de estar hecho del todo, 
mientras realmente existe y que sólo la muerte cierra. Por tal motivo es que se 
cree al hombre capaz de elegir su propio camino en la vida, su propio proyecto 
de vida y la clase de persona que quiere llegar a ser, sin embargo vive la 
angustia de su existencia, ante la incertidumbre de la vida. Del mismo modo, 
esta misma corriente considera que el hombre es un ser para la muerte, ya que 
ésta última forma parte de la estructura ontológica del ser humano, cada 
instante de vida es un acercamiento a la muerte. 
 
La muerte se dirige a la inmovilidad y al nunca más, y pareciera que más 
que temerle a la muerte, tenemos miedo a la vida, al no saber enfrentarnos a 
las situaciones que se nos presentan, la angustia ante la muerte es angustia 
ante el poder ser más peculiar, irreverente e irrechazable. 
 
Ahora, otro factor que influye en la concepción que los seres humanos 
tenemos acerca de la muerte es el teológico, donde “la negación de la muerte 
tiene su sistematizada organización mental en la creencia en la inmortalidad 
que ha caracterizado a la mayor parte de religionesexistentes”13, 
desafortunadamente, ya que muchos tienen la creencia de que la vida perdura 
y no se acaba, y es entonces cuando no nos preocupamos por vivir la realidad 
plenamente. 
 
 
12 ALIZADE, Alcira Mariam. Op. Cit., Pág. 14. 
13 HINTON, John. Experiencia y expectativa ante la muerte. Pág. 11. 
 22
 “Los sistemas de creencias y el fértil mundo de las religiones intentan 
confirmar una cierta inmortalidad procurando alivio y seguridad interior”14. Es 
decir, que desde el punto de vista religioso la muerte significa un nuevo 
amanecer, es un acto de transformación, de creación hacia una forma nueva, 
tienen la esperanza de la resurrección y la perspectiva de volver a nacer y 
redimir sus pecados. Sin embargo, la Filosofía Moderna niega la inmortalidad 
reduciéndola a simple e imaginaria proyección del ansia de supervivencia sobre 
el más allá (Feuerbach) o considerando la muerte como aniquilamiento de todo 
hombre, único medio de liberarse de la angustia vital (Heidegger y Sartre), 
acontecimiento necesario para el progreso de la sociedad y para el triunfo del 
proletariado (Marxismo). 
 
La religión, las culturas y la misma sociedad, trasmiten de generación a 
generación, la percepción que cada uno de ellos posee con referencia a la 
muerte; es cierto que “De todos los seres vivos, el hombre es el único que tiene 
conciencia de su propia finitud. Pero el hombre no puede conceptualizar la 
muerte como algo meramente biológico, la muerte es parte de su historia y de 
su forma de vivir dentro de un entorno social, y la idea que tiene sobre la 
muerte es un fenómeno cultural”15. Es decir, que el medio ambiente en el que 
nos desarrollamos determina la forma en que el individuo concibe a la muerte 
como un fenómeno natural; por ejemplo, entre las tribus indonesias consideran 
la muerte como un paso instantáneo de la presente vida mortal a una 
existencia espiritual y eterna. 
 
Los ritos y costumbres funerarias son algo exclusivo de nuestra especie, 
estas prácticas están estrechamente vinculadas con las creencias religiosas 
sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida posterior. Cumplen 
una función social importante y están revestidas de simbolismo, el estudio del 
tratamiento que cada pueblo le da a sus muertos nos permite comprender 
mejor su forma de vivir, sus valores y su pensamiento. Tal situación, se puede 
percibir actualmente en México, donde el día de muertos es una de las 
 
14 ALIZADE, Alcira Mariam. Op. Cit. Pág. 36. 
15 Ibídem. Pág. 34 – 35. 
 23
celebraciones más importantes, la cual ha llegado a formar parte del patrimonio 
cultural, debido a sus rezos, cantos, música y baile, que como ya se había 
mencionado anteriormente, constituyen de tal forma una identidad enraizada en 
la fusión de rituales prehispánicos y católicos, predominando los segundos, no 
porque los orígenes de este culto en México en sus primeras civilizaciones 
hallan sido pobres, sino por el contrario, la muerte era percibida con respeto 
pero sin temor, solo que a partir del siglo XVI se hace dominante la religión 
católica, la cual sigue vigente hasta nuestros días, minimizando, de cierta 
forma, algunos principios prehispánicos por el peso de las estructuras 
virreinales. 
 
Las primeras prácticas funerarias de las que se tienen evidencias 
provienen de grupos de Homo Sapiens, el hombre de Neanderthal pintaba a 
sus muertos con ocre rojo y los adornaba con objetos religiosos o amuletos, 
además los instalaba “…en posición sedente, con tobillos y muñecas atados 
como fetos en espera, prometidos para una segunda vida”16. En cambio, en el 
antiguo Egipto el tratamiento del cadáver era meticuloso, las técnicas de 
embalsamamiento tenían como finalidad preservar el cuerpo para que pudiera 
pasar intacto a la siguiente vida. Entre los mayas se diferenciaba el 
enterramiento según la clase social del muerto, la gente ordinaria se enterraba 
bajo el piso de la casa, a los nobles se los incineraba y sobre sus tumbas se 
construían templos funerarios. En cambio, los aztecas creían en la existencia 
del Paraíso y del Infierno, por lo que preparaban a sus muertos para luchar a 
lo largo de un camino lleno de obstáculos al final del cual los esperaba el Señor 
de los Muertos, que decidía sus destinos. 
 
Sin embargo, en la actualidad dentro de la cultura occidental los ritos y 
costumbres funerarias están sufriendo una decadencia, ya que estos se están 
reduciendo debido a la sociedad capitalista en que se vive, interpreta que sí se 
realizan los ritos comunes, no solamente el difunto deja de producir y 
consumir, sino que también, las personas allegadas de éste cesan 
temporalmente sus operaciones, y así mismo el morir se convierte en un acto 
 
16 ZIEGLER, Jean. Op Cit. Pág. 145. 
 24
costoso y de estratificación social. Ocultando el terror y miedo con el ruido de la 
ciudad, la muerte solo se ve como “Un cambio de registro civil, una distribución 
de bienes, simple o complicada; eso es todo”17. 
 
Pero en general, la muerte es considerada la interrupción de la vida, lo 
opuesto a ella, es inevitable y universal pero totalmente desconocida, 
incontrolable y por lo tanto, peligrosa. Encarna todas las fantasías de 
separación y abandono, introduce el desorden dentro de nuestro micro mundo 
ordenado y equilibrado. Es inimaginable para nosotros mismos o para nuestros 
seres más amados, produciéndonos ansiedad y temor, prolongamos nuestro 
ser más allá de la muerte y nos imaginamos como espectros vacíos y 
eternamente incomunicados. Es decir que a lo que le tememos, es a lo 
desconocido, a lo que vendrá más allá de la muerte, al solo hecho de pensar, 
que seremos olvidados por que dejaremos de existir; que ya no formaremos 
parte de una sociedad y que nuestra voz se dejará de escuchar. 
 
Todos y cada uno de nosotros tenemos respuestas, las nuestras, 
nuestras concepciones, de lo que es la muerte y lo que sucederá tras la muerte 
y de hecho podemos entenderla como un problema (y le damos la espalda) o la 
entendemos como un misterio (como algo que hay que afrontar). 
 
“La imagen de la muerte, las representaciones que los hombres se hacen 
de ella, son de origen social, por lo tanto, investidas, trabajadas, colmadas, por 
la experiencia de edad, de clase, de región, de clima, de cultura, de lucha y de 
utopía”18. Cada cultura responde de diferentes modos y con distintos rituales 
en el proceso del morir y de la muerte, así como en la evacuación del cadáver y 
del sentido de la vida del moribundo, (el alma, vida después de la vida.) 
Además, contribuyen en educar cómo resolver el entendimiento de las 
situaciones. Hay culturas con una preparación experimental considerable de 
estados de consciencia alterados, incluyendo enfrentamientos simbólicos con 
la muerte. 
 
17 Ibídem. Pág. 159. 
18 Ibídem. Pág. 150. 
 25
 
La aproximación de la muerte se afronta dentro del contexto de la familia, 
clan o tribu y con su apoyo; algunas veces, incluso, con consejos específicos y 
expertos acerca de las fases sucesivas de la muerte. Por otro lado, “La religión 
es, entre otras cosas, un medio para que la gente se resigne al hecho de que 
algún día ha de morir, ya sea prometiéndole que tendrá una vida mejor 
después de la muerte, que renacerá, o ambas cosas”19. 
 
Los occidentales, por ejemplo, plantean la muerte como el final de una 
línea recta que ha comenzado con el nacimiento y acaba con la muerte. Los 
budistas en cambio consideran la vida y muerte como un todo único, en el que 
la muerte es el inicio de otro capítulo de la vida, siendo por ello por lo que 
dividen nuestra existencia en cuatro realidades continuamente entrelazadas: la 
primera es la vida, la segunda el morir y la muerte,la tercera después de la 
muerte y la cuarta y última es el renacimiento. 
 
Como se puede ver, las religiones juegan un papel relevante en la forma 
de ver la muerte, ya sea de modo positivo, negativo o neutro al pensar en su 
propia muerte o sobrellevar las muertes ajenas. Por lo que Corbí, señala que 
las grandes religiones hablan de la muerte en un triple sentido: 
 
• Proponen creencias acerca del más allá de la muerte. 
• "Usan" el poder de la muerte para desplazar a los hombres de la manera 
cotidiana de ver, entender y sentir las realidades. 
• Hablan de la muerte desde la profundidad de la experiencia sagrada de 
la existencia. 
 
Dentro de las religiones de origen judío-cristianas estigmatizan al hombre 
a sufrir durante toda su existencia debido a que nace con pecados, 
resignadamente, intentando recibir el perdón divino y, de este modo, aspirar al 
encuentro con la gracia divina después de la muerte. Durante su existencia el 
hombre vive, casi que de una manera compulsiva una vida de pecados en su 
 
19 HERM, Gerhard. Fenicios el imperio de la púrpura en la antigüedad. Pág. 156. 
 26
relación con Dios y las leyes divinas. Esa noción del pecado, tan importante en 
las religiones cristianas, termina imprimiendo en el mundo psicológico de todos 
los involucrados, un permanente, aunque a veces difuso, sentimiento de culpa. 
 
Para los cristianos, en cambio tienen la firme creencia en la fe de la 
encarnación de Dios en Jesucristo. Por lo que el verdadero cristiano vive con el 
anhelo de la inmortalidad, porque cree en la resurrección de Jesucristo. 
Jesucristo aceptó la muerte cambiando de esta forma su significado, la elevó a 
la función de redentora y la trascendió por la resurrección. En su muerte 
transformó para todos los hombres el sentido de su mortalidad. La victoria de 
Jesucristo se actualiza en la muerte de cada uno de los hombres. El hombre 
entra en la eternidad por la muerte, convirtiéndose ésta en el enlace entre el 
modo de ser temporal y el modo de ser eterno. 
 
Así mismo, los cristianos consideran que el alma surge con la concepción 
y a partir de ese momento es eterna. Por lo que la muerte sólo implica al 
cuerpo, el alma permanece por siempre. Los cristianos deben tener presente la 
fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte para purificarse y gozar de 
Dios. La vida terrena es un tránsito hacia otra superior y eterna, no acaba sino 
que se transforma. La muerte es la entrada anhelada en el cielo para gozar de 
forma definitiva de Dios en plena unión. 
 
Según la iglesia, el cristianismo debe preparar a sus concurrentes durante 
la vida para una muerte que siempre es incierta, pero inevitable. No se acentúa 
tanto la necesidad de aprender a morir como la de prepararse para ganar los 
dones de la otra existencia y ser merecedor de la vida eterna en el paraíso. 
 
Por otro lado, los budistas creen que la muerte no es más que un tránsito. 
Los actos positivos realizados a lo largo de nuestra vida nos permitirán gozar 
de un karma favorable y los actos negativos inducirán un karma negativo. 
Renaceremos bajo una forma determinada por esta ley de causa y efecto. Por 
eso la muerte no es un final, más bien parece un cambio de ropajes. Si has 
enriquecido tu vida con muchos actos positivos, si has rezado para renacer en 
el campo de la beatitud podrás estar en él de forma efectiva después de la 
 27
muerte. Cada individuo puede reencarnarse en seis mundos diferentes. Un 
séptimo modo de renacimiento es el del Campo de Beatitud. Pero la meta final 
es el Despertar, única consagración de un espíritu que haya alcanzado la 
Iluminación. 
 
El islamismo se basa en la oración ritual, el ayuno, la profesión de fe, la 
limosna y la peregrinación a la Meca. Tras la muerte del cuerpo físico el Alma 
es conducida al paraíso o al infierno. También creen en el juicio universal y en 
la resurrección de los cuerpos. Cuando un musulmán muere su cadáver es 
inhumado. El cuerpo se lava, perfuma y se envuelve en sudarios 
depositándose en la tumba sin ataúd. En el Islam, aunque creen en la 
resurrección, utilizan la conciencia de la muerte como instrumento de sabiduría 
y conocimiento. Argumentan que “hay que morir antes de morir” y quien sea 
capaz de ver, comprender y sentir, habiendo muerto a la construcción que hace 
el yo necesitado, verá a su Señor. 
 
Para los hebreos el hombre no es un espíritu encarnado sino un cuerpo 
animado, cuyo destino es una cuestión puramente terrenal. Hemos salido del 
polvo y hemos de volver a él. Esa es la base de la sabiduría y la consecuencia 
del pecado original. No se habla de la resurrección hasta fecha muy reciente, 
después del exilio y por influencia persa. 
 
En cambio, los judíos consideran que la salvación se hace posible 
mediante la práctica de buenas acciones, la plegaria y el arrepentimiento de las 
faltas o pecados cometidos. Para ellos la muerte la da Dios, como la vida, y 
debe ser tomada con resignación, creyendo en la justicia y sabiduría del ser 
divino. El alma es trascendente e inmortal, porque ha sido creada por Dios. 
 
De esta forma, nos podemos dar cuenta entonces, de que tanto la muerte 
como el morir tienen diversas percepciones y formas de abordarse en las 
diferentes culturas, permitiendo que cada individuo forme su concepto de esta, 
sin dejar de lado otra esfera muy importante que es la pedagógica. 
 
 
 28
1. 2.3.- Dimensión pedagógica. 
 
 Queremos finalizar este capítulo exponiendo el enfoque pedagógico, el 
cual es el más importante dentro de nuestra investigación; y el cual ha 
mostrado un olvido en la concepción y el afrontamiento de la muerte, que no 
supone otra cosa que incluir del tema de la muerte como contenido educativo 
en la etapa infantil, con la finalidad de transmitir dicho tema, evitando la 
explicación desde la angustia y favoreciendo una explicación realista que 
permita la calidad de vida a través del aprecio y la estima por ésta. 
 
Educar para la muerte, es educar para la vida, porque “el enfrentarse a la 
propia muerte de forma realista da muestra de la autenticidad de la vida, ya que 
este encuentro con la muerte propia lo puede realizar tan sólo la persona, el ser 
consciente y responsable de su existir…”20. Es decir, que en la medida de que 
el ser humano esta consciente de que va a morir, trata de vivir más plenamente 
y de disfrutar cada día, aprovechando cada minuto y no dejando las cosas para 
el mañana. 
 
Es entonces que nos preguntamos ¿prepara la educación actual para la 
vida-muerte?, la respuesta todos la conocemos y es no, ya que en lugar de 
preparar al ser humano o conscientizarlo, ya que “La conciencia de la muerte 
nos anima a vivir más”21; sin embargo, con respecto a este acontecimiento lo 
único que hacemos es encajonarlo, reducirlo y disimularlo con flores y olores 
de prejuicio, sin contemplar que el “comprendiendo significativamente 
(adecuada, funcional y autónomamente) el sentido de la muerte, se vive 
mejor”22. 
 
Mucho menos permitimos que los niños intervengan en tales asuntos; ya 
que, los excluimos por el simple hecho de que los consideramos incapaces de 
comprender este suceso tan cotidiano, generando de esta forma la represión 
 
20 GORDILLO, Álvarez Lourdes. Aprender a vivir, aprender a morir. Pág. 93. 
21 COHELO, Paulo. Veronika decide morir. Pág.180. 
22 HERRÁN, Agustín de la, et. al. ¿Todos los caracoles mueren siempre? Como tratar la muerte 
en educación infantil. Pág. 16. 
 29
de sus sentimientos y propiciando mayor ansiedad cuando encuentren 
información en los medios de comunicación, ya que, “la televisión les da a los 
niños sorprendentes piezas complejas de información, pero este conocimiento 
está desintegrado y le falta suficiente contexto y significado”23. Por lo cual, es 
de suma importancia que nosotroscomo adultos guiemos esta información. 
 
El ocultar por completo la realidad de la muerte a los niños puede producir 
en ellos un sentimiento de ira o de temor a lo desconocido, ya que el niño 
descubre la muerte desde que nace, comprende que la vida se acaba alguna 
vez y aplica este conocimiento a su propia existencia, teniendo como 
consecuencia de este descubrimiento una gran inquietud, al observar la 
reacción que los adultos presentan ante este hecho. 
 
“La exclusión de los niños tanto de la noticia de la muerte como de la 
participación en los ritos y encuentros relacionados con ella, pueden favorecer 
interpretaciones equivocas y crear mayor ansiedad”.24 Con esto reafirmamos 
una vez más que los niños deben participar en los acontecimientos de la 
muerte, no se les debe de excluir de los lugares donde acontecen las cosas, si 
no por el contrario, es necesario ayudarles a entender la realidad de la muerte, 
ellos deben de estar presentes durante todo su proceso para que puedan 
afrontar la etapa del duelo más rápidamente; por tal motivo, es que 
consideramos necesario educar a los niños ante este acontecimiento tan 
importante de la vida, que no podemos evitar que se cumpla. 
 
Además, coincidimos con C. Rogers cuando hace mención que las 
personas tienen tendencia actualizante, con impulso hacia el crecimiento y el 
ajuste, por lo que consideramos que debemos de propiciar condiciones que 
conlleven al crecimiento y desarrollo adecuado e integral de las personas y que 
mejor que iniciar a temprana edad, con la finalidad de que aprehendan a 
expresar sus emociones e impulsos para que puedan reconocerse de manera 
armónica, logrando así lo que Dewey llama la autorrealización del individuo, lo 
 
23 MOODY, Kate. “Growing Up on Television”. Pág. 53. 
24 BERMEJO, José Carlos. Op. Cit. Pág.66. 
 30
cual consideraba que era el objeto de la educación y que A. Maslow la coloca 
como una necesidad básica de los seres humanos. 
 
 Sin embargo, es una situación difícil, ya que vivimos en una época de 
crisis donde predomina una catástrofe ideológica, y una creciente y 
desmesurada idea de progreso, lo cual nos han conducido al nihilismo, al 
escepticismo, al pensamiento cuantificable, mensurable y calculador. El 
hombre actualmente habita entre el aislamiento y la indiferencia de un mundo 
cada vez más ajeno y extranjero. Incluso, hasta la muerte se torna racista, 
“…La imagen de la muerte es una imagen estratificada”25, ya que valoramos de 
una manera distinta la defunción de unos ciudadanos mexicanos que de iraníes 
o estadounidenses, Así como tampoco le damos el mismo nivel de aceptación 
al fallecimiento de un infante, que el de una persona de la tercera edad; por lo 
cual se dice que existe una desigualdad ante la muerte y el morir, ya que esto 
también “…determina también numerosas excepciones en el ritual normal”26, se 
nos ha enseñado de forma inconsciente a aceptar la muerte de acuerdo a lo 
que nosotras llamamos diferentes categorías, como son: de acuerdo a la etapa 
evolutiva, al estatus social -no es lo mismo que muera un obrero a un 
reconocido investigador o un famoso artista-, a las relaciones afectivas -no es 
lo mismo que muera un familiar cercano a un lejano o un vecino o desconocido, 
ya que en ocasiones hasta se genera un acto morboso- y por el tipo de muerte 
-no es lo mismo que sea natural, por enfermedad o violenta, porque incluso 
calificamos al cadáver como algo antiestético-. “Todos los que mueren de 
muerte violenta o por accidente, mujeres muertas en partos, ahogados, 
muertos repentinamente o suicidados, son frecuentemente objeto de ritos 
especiales. Su cadáver inspira el horror más intenso se deshacen de él 
precipitadamente y sus huesos no reunirán con los de los otros miembros del 
grupo muertos convenientemente”27; sin embargo, tal situación parece invisible 
para la educación y cultura de los países. 
 
 
25 ZIEGLER, Jean. Op. Cit. Pág. 150. 
26 HERTZ, Robert. Op. Cit. Pág. 100. 
27 Idem. 
 31
 En el saber morir hay una pedagogía, donde consideramos que la 
institución educativa y la familia juegan un papel sumamente importante, ya 
que son quienes deben emprender esta tarea de incluirse en el tratamiento de 
la muerte. El problema de educar para la muerte puede afrontarse rehaciendo 
el modo de celebrar y de vivir la muerte en esas fórmulas externas y sociales. 
Ésta sería una manera de transmitir un nuevo modo de vivir y enfocar la 
muerte; no disimulándola sino humanizándola, desmitificándola y aprendiendo 
a convivir con ella. 
 
 Partimos de educar para la vida y la muerte a niños y niñas, partiendo del 
conocimiento personal, cultural y social para que podamos todos no sólo vivir 
sino también morir con dignidad. Además, "ante una experiencia trágica vivida 
por un niño, se puede hacer bastante más que consolarle o dejar pasar el 
tiempo, para que el problema se vaya solucionando más o menos solo, con 
jarabe de tiempo... Se deben enseñar los rudimentos de todos los saberes 
adultos desde los primeros años."28. Con respecto a lo anterior, se considera 
pertinente abarcar este tema desde la educación infantil, ya que es la más rica 
y creativa del ser humano en cuanto a realizaciones y se debería comenzar a 
afrontar en esta etapa todos los temas de nuestra naturaleza, como son los 
ciclos de vida, educación ambiental, sexual..., de lo contrario no se estará 
enseñando impartiendo una educación integral. 
 
 El ser humano está sometido a toda suerte de aprendizajes, a lo largo de 
su existencia, aprender a morir debería ser uno de ellos, ya que supone 
aprender a vivir intensamente. Quien aprende a morir es el que está vivo, y al 
hacerlo obtiene un beneficio. La conciencia de la muerte no supone 
necesariamente tener que asumirla como un factor negativo en todas las 
situaciones sino ampliar el horizonte de autonomía de las personas. Hay que 
aprender, pues, a relacionarse con la muerte y a aceptarla de forma vivencial. 
 
 
28 HERRÁN, A. de la, et. al. ¿Cómo Educar para la Muerte?. Pág. 23. 
 
 32
 Aprender a convivir con la muerte en todos sus niveles, abordarla como 
tema educativo son labores que podrán ayudarnos a entender que quien no 
acepta y comprende la muerte, no ama verdaderamente la vida. 
 
 Debemos ser capaces de redescubrir porque hoy se nos enseña a negar 
la muerte, y se nos enseña que no es otra cosa que aniquilación y pérdida. 
Quizá por eso intentamos ignorarla, la escondemos, la nombramos sólo en 
contadas ocasiones, aplazando hablar de ella hasta encontrar momentos más 
propicios, en la absurda esperanza de que nunca llegue. Así, parece que 
vivimos en la ilusión de que la muerte no existe o que no tiene que ver con 
nosotros en este aquí y ahora en que nos encontramos. Eso quiere decir que la 
mayor parte del mundo vive o bien negando la muerte o bien aterrorizado por 
ella. El mero hecho de hablar sobre la muerte es considerada socialmente 
morboso y como muchas personas creen que con el sólo hecho de 
mencionarla se corre el riesgo de atraerla. Lo que no significa que tales 
valoraciones sean absolutamente unánimes. El enfermo y el anciano, cuando 
conservan un cierto sentido de la realidad, intuyen la proximidad del fin y, en 
función de su capacitación previa, estarán en mejores o peores condiciones 
para hacerle frente. 
 
 Sin embargo, nada nos prepara para afrontarla como un fenómeno 
decisivo y que debe integrar nuestra propia percepción vital, y no sólo para 
mantener una relación definitoria con sus límites. No se trata, pues solamente 
de avanzar en la vida y establecer con la muerte una relación a través de 
jalones premonitorios. De lo que se trata es de construir las bases para que las 
personas puedan integrar la muerte como un aspectopositivo de sus vidas, no 
para negarla, sino para alcanzarla sin mengua de su calidad de vida. 
 
 Con todo, en nuestra sociedad, cada vez con mayor fuerza, se abre paso 
una tendencia a abordar la muerte como algo público que merece ser 
considerado bajo perspectivas vinculadas a la mejora de nuestra salud, 
facilitando la decisión autónoma de las personas, y en su caso, a establecer las 
bases para que morir no signifique una ampliación del sufrimiento humano. La 
educación, creemos, no puede sustraerse a investigar y si es posible, a 
 33
contribuir al establecimiento de vías que, mejoren la calidad de vida y, a través 
suyo, la calidad de la muerte. 
 
 La ausencia de una perspectiva socioeducativa consideramos que 
incrementa el miedo y el estrés ante las pérdidas de familiares, amigos o ante 
la idea de la nuestra propia y, por tanto, afecta negativamente en la calidad de 
vida. 
 Si es cierto que educar es poner en práctica una filosofía de la vida, como 
efectivamente lo creemos, es ineludible considerar al fenómeno educativo 
como una preparación para la vida, y ¿por qué no?, para la muerte. 
 
 Debemos considerar que no es para las aulas que se educa al individuo, 
sino para la vida misma. Todos los conocimientos que se brinden, los hábitos y 
actitudes que se favorezcan a través del proceso educativo, los valores que se 
ayuden a clarificar en el alumno, no pueden quedar limitados a su paso por las 
instalaciones escolares, sino que deben ser para que los aplique en su vida 
diaria. 
 
 No sólo se trata de favorecer una forma de pensar, sino que sobre todo se 
pretende que adquiera una forma de vivir de acuerdo a los más altos ideales, 
es transformar nuestra realidad gradualmente para mejorar como seres 
humanos día con día. 
 
 Por eso es importante la influencia que el profesor pueda llegar a tener 
sobre el infante en las aulas de clase, ya que ésta puede resultar determinante 
para el logro de los fines educativos y personales del individuo. 
 
 Una verdadera educación (integral) debe comprender necesariamente la 
suma total de la naturaleza humana. Pero debe interpretarse de manera cabal 
la naturaleza del hombre, como un ser complejo, dotado de potencias y 
capacidades. 
 
 Podemos concluir este capítulo, mencionando que las tres esferas 
anteriormente abordadas son de extrema importancia dentro del concepto y 
 34
percepción que los seres humanos tenemos con respecto a la muerte. Por lo 
que integramos de esta forma, el siguiente esquema: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Así mismo, es elemental comentar que estos conceptos o percepciones 
también tienen una gran variación de acuerdo a la etapa evolutiva en la que se 
encuentra la persona, situación que abordaremos en el siguiente capítulo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DIMENSIÓN FILOSÓFICA 
DIMENSIÓN PEDAGÓGICA DIMENSIÓN 
SOCIOCULTURAL 
CONCEPTO 
DE 
MUERTE 
 35
CAPÍTULO 2 
 
 
PERCEPCIONES DE LA MUERTE A LO LARGO DE LA 
VIDA. 
 36
CAPÍTULO 2 
 
“Algunos han vivido mucho tiempo pero han vivido poco. 
Nos pasamos la vida y educamos a nuestros hijos siempre hablándoles del futuro, 
en lo que haremos y en lo que serán, 
pero el sentido de la vida no está en ese tiempo cronológico.” 
Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592). 
 
 
PERCEPCIONES DE LA MUERTE A LO LARGO DE LA VIDA. 
 
En este capítulo se ahonda sobre la forma en que la muerte es percibida 
en las diferentes etapas de la vida, ya que en gran medida de esto depende la 
concepción que cada individuo va construyendo acerca de su propia muerte y 
su manera de afrontarla. 
 
Si bien es cierto, que el tema central de este trabajo hace referencia al 
concepto que los infantes tienen sobre el tema de la muerte, consideramos 
relevante reflexionar sobre los cambios que se presentan en las estructuras del 
pensamiento del individuo a lo largo de su vida; tomando en consideración que 
la etapa de la infancia juega un papel trascendental en el desarrollo y formación 
de conceptos de las personas, resaltando que dentro del proceso de 
socialización, los adultos les transmiten pensamientos, emociones y actitudes 
que modifican su percepción de la muerte. 
 
La muerte es una experiencia que nadie jamás en vida podrá conocer a 
ciencia cierta, por tal motivo, nuestra tendencia es a alejar a la muerte de 
nuestro espectro de vida, ya que nos genera ansiedad al no saber lo que 
pasará. Sin embargo, tanto la muerte como el nacimiento forman parte de un 
ciclo de vida, “la muerte no solo es propia del hombre y los seres vivos sino que 
afecta todo lo que tiene dimensión temporal: las sociedades, los sistemas 
 37
culturales, los objetos, se desmoronan, se desgastan, desaparecen”29; es decir, 
que es un proceso inevitable, y tanto la vida como la muerte están indicados 
por importantes cambios biológicos y culturales que puntúan la existencia de 
cada persona. 
 
Nuestra sociedad, aunque es mortal, evade el tema de la muerte y a 
cambio de eso, encontramos a la televisión inundando de información 
distorsionada sobre la muerte a los niños, produciendo así una paradoja, en la 
cual por temor al impacto que pueda causarle el acontecimiento a nuestros 
niños le ocultamos la información, sin embargo permitimos que por medio de la 
televisión accedan a información contaminada con violencia que genera a su 
vez mayor incertidumbre. 
 
Como analizamos en el capítulo anterior, nuestro rechazo a la muerte es 
algo que se ha construido junto con nuestra evolución cultural, en el sentido 
que, nuestro desarrollo cultural occidentalizado se ha planteado en términos de 
significaciones culturales que consideramos esenciales para vivir. 
 
La muerte ataca la misma raíz fundamental de los valores que estamos 
persiguiendo en nuestras sociedades, debemos recordar que vivimos en un 
mundo rodeado de relaciones afectivas muy estrechas y la muerte nos priva 
de la presencia de seres queridos, lo cual es un suceso muy difícil de aceptar; 
por tal motivo, la vivimos como una agresión a la integridad de las personas. 
También se ve atacada la necesidad humana de vivir en un mundo predecible 
(la ciencia), seguro y conocido lo cual va muy ligado al concepto de revelar los 
misterios desconocidos por el hombre y hoy vulnerables por la ciencia. 
 
La muerte entonces es socialmente rechazada, en cuanto viola a nuestro 
mundo material, el único que existe para los seres humanos. Por tales razones 
nos vemos culturalmente motivados a dedicarle menos tiempo a la muerte, por 
que el morir perjudica la productividad, la tristeza debe resolverse lo antes 
posible, dado que el mundo "real" requiere de los cuerpos y las mentes limpias 
 
29 CASULLO, Maria Martina. Comportamientos suicidas en la adolescencia. Pág.12. 
 38
de los que trabajan para su crecimiento. Esta vida en sociedad exige ciertos 
sacrificios, entre ellos el desconocer a la muerte como parte de este mundo. 
 
El significado de la muerte se expresa claramente en la vida, pero la 
gente ve lo que los demás quieren que vean. Cuando por fin comprendamos 
que en la muerte hay mucho mas que aprender sobre la vida y seamos 
capaces de aceptar la muerte sin maquillarla, solo entonces podremos 
comenzar a vivir, por que la única postura coherente y sólida ante la muerte, es 
enfrentarla cara a cara, tomando conciencia de ella, conocerla hasta donde sea 
humanamente posible ; y solo así entenderemos el verdadero significado de la 
vida y aprenderemos a valorar cada día de nuestra existencia. 
 
2. 1- PERCEPCIÓN DE LA MUERTE EN EL INFANTE. 
 
Es elemental comenzar por definir el concepto de infancia; ya que es una 
de las categorías más importantes que planteamos dentro de nuestro trabajo 
de tesis y en la que fundamentamos el concepto de muerte. “la infancia es 
considerada como una etapa de organización y de conquista... lo que hace que 
un niñosea un niño no es el hecho de que ignora; es el hecho de que desea 
saber más, de que tiende a ser más”.30 Es en la etapa de la infancia que los 
niños exploran acerca del mundo que los rodea queriendo encontrar 
explicaciones de todos los fenómenos que observa. Por naturaleza el niño es 
un ser reflexivo, analítico y curioso capaz de comprender en cierta manera lo 
que ocurre a su alrededor, empelando su propio lenguaje. 
 
“El niño reacciona positivamente a los elementos nuevos, extraños, 
incongruentes y misteriosos de su ambiente, dirigiéndose hacia ellos, 
explorándolos o manipulándolos, muestran un deseo de conocer más sobre si 
mismos y su ambiente...”.31 Sin embargo, los adultos debido a las presiones 
sociales, en la forma de advertencias y castigos, controlamos esa curiosidad 
 
30 JOSEPH, Leif. Textos de psicología del niño y del adolescente. Pág.75. 
31 HURLOCK, Elizabeth B. Desarrollo de niño. Pág. 218. 
 39
manifestada por los pequeños, considerándolos como seres inmaduros, 
incapaces de comprender la realidad de la muerte. 
 
Es importante aclarar que la infancia para algunos autores abarca desde 
que se nace hasta los 14 años, pero la edad varía de acuerdo al nivel de 
maduración que alcanzan los niños, influenciados sobre todo por el contexto 
emocional, social y cultural en el que se desenvuelven. Así mismo, dentro de 
esta etapa se consideran cuatro subetapas que corresponden a la neonatal que 
es de los 0 a los 18 meses, la infancia y adquisición de los primeros pasos que 
va de los 18 meses a los 3 años, la infancia en la etapa preescolar de los 3 a 
los 6 años y la infancia en la etapa escolar de los 6 a los 12 años. Sin embargo, 
en este trabajo de tesis se toma como base la última etapa anteriormente 
citada. 
 
Así pues, se comenzará por resaltar las características emocionales, 
sociales y de pensamiento que se presentan en los niños de acuerdo a su 
desarrollo, retomando algunas características del pensamiento de los niños 
menores de 5 años, a la par que se describirá el concepto que ellos perciben 
de la muerte de acuerdo a su edad cronológica. 
 
Los niños menores de cinco años no son capaces de formarse un 
concepto de la muerte, su percepción del tiempo y del espacio es muy limitada, 
en ellos prima el miedo de separación a la madre. “Esta edad se destaca por el 
progresivo empleo de símbolos, juego simbólico y lenguaje”.32 El infante posee 
un pensamiento egocéntrico, que le impide separar con claridad el reino de la 
existencia y las posibilidades personales de todo lo demás. 
 
En ese momento el desarrollo psicológico del niño percibe a la muerte 
como una continuación de la vida, morirse es un tipo de acto de simulación; el 
cual se asocia con una partida, en especial la de la figura materna. Su aparato 
psíquico se encuentra en esta etapa centrado en su propia perspectiva y en la 
realidad vivenciada desde sí mismo, por lo cual se muestra claramente que el 
 
32 GRACE, Graif J. Desarrollo psicológico. Pág. 263. 
 40
niño quiere ser el centro de atención, para las personas que se localizan a su 
alrededor. 
 
A esta edad solo perciben los concepto de nacer y crecer en el ciclo de 
vida y se olvidan de que los seres vivos también tienen que morir; no 
reconocen a la muerte como un suceso final, además en esta etapa el niño 
distorsiona sus experiencias en la formación de su realidad; ya que configura 
en su mente circunstancias que él particularmente prefiere. “Los niños menores 
de 5 años a menudo demuestran su pensamiento en formas tanto divertidas 
como estimulantes... los niños se transforman de magos que aparecen cosas al 
voltear a verlas y las desaparecen con cerrar los ojos “33. 
 
La incompleta formación de su individualidad, que aún está en desarrollo 
hace que la muerte para el niño tenga un significado libre en gran medida de 
angustia y crueldad, por lo cual difiere de la significación adulta de la muerte. 
 
Sin embargo, el niño vivencia el morir como un viaje o un abandono, por 
lo que puede experimentarlo con mucha ansiedad y considerar esta dolorosa 
separación como un acto de agresividad contra él. “En efecto la exclusión de 
los niños tanto de la noticia de la muerte como de la participación en los ritos y 
encuentros relacionados con ella, pueden favorecer a interpretaciones 
equivocadas y crear mayor ansiedad”34. Debido a que realizan suposiciones 
que fracturan su esquema emocional, como por ejemplo: “mi abuelo se fue por 
que ya no me quiere, o no quiere estar conmigo”, las cuales son, en la mayoría 
de los casos, estimuladas por los adultos, ya que en lugar de decir, la verdad a 
los pequeños, la ocultan proponiendo excusas que los niños no comprenden. 
 
Todo esto, además de temor le produce ira, pues como ya dijimos, el niño 
cree que la muerte es una ofensa contra él, dado que el morir por así decirlo, 
es para él dejarse morir sin perder la vida, es solamente alejarse como en un 
viaje muy largo del cual se tiene la esperanza de que esa persona amada 
 
33 Ibídem. Pág. 254. 
34 BERMEJO, José Carlos. Op. Cit. Pág. 66. 
 41
regrese algún día, y esto provoca que se formen concepciones equivocadas 
sobre la muerte. 
 
A su vez los niños también desconocen la posibilidad de su propia muerte 
dado que ésta constituye algo externo, ajeno, que pasará cuando ya sean 
personas mayores y hayan disfrutado de la vida, ignorando que cualquier 
persona está expuesta a este fenómeno, no importando la edad que se tenga. 
En este sentido los niños tienden a ver la muerte como algo remoto en cuanto a 
la hostilidad que les provoca, esto los obliga a alejarla hasta el punto que 
quede fuera de su realidad inocente. 
 
Los infantes creen que el que evita la muerte, engañándola, no muere, 
solo se cambia de domicilio y se aleja, motivo por el cual ya no ve más a esa 
persona. Esta es una característica de su pensamiento egocéntrico, el cual no 
le permite entender la muerte por que va más allá de su experiencia personal, y 
además es consecuencia de que los niños tienen en parte la noción de lo 
inevitable que es la muerte. 
 
Es a partir de los 5 años que “descubren qué pueden controlar y qué no, 
tratan de generalizar de la experiencia, su raciocinio cambia de la mera 
asociación a la lógica incipiente y adquieren el lenguaje necesario para 
expresar sus necesidades”35. Los niños comienzan a separar la realidad 
mental de la física y a comprender ciertas normas sociales, entienden 
numerosos puntos de vista, y poseen una gran sensibilidad; esta mayor 
sensibilidad hacia los demás contribuye a la transición de un pensamiento más 
socio céntrico que egocéntrico, que conlleva a la comprensión de lo que otros 
piensan o sienten. 
 
“Los preescolares se encuentran en constante lucha con ellos mismos y 
con los demás... tratan de acomodar los sentimientos en las estructuras de 
aceptabilidad impuestas por el mundo exterior”.36 Los pequeños son muy 
 
35 GRACE, Graif J. Op Cit. Pág. 254. 
36 Ibídem. Pág. 301. 
 42
abiertos a las demostraciones de sentimientos positivos como la alegría; sin 
embargo, es la propia sociedad la que le va marcando pautas de conducta que 
le impiden expresarse abiertamente, y es su cultura la que le va transmitiendo 
diferentes tipos de miedos como por ejemplo el temor a la muerte. 
 
Es importante mencionar que los preescolares tienden a utilizar el 
pensamiento mágico para explicar los sucesos como el de la muerte; el cual, le 
tolera estructurar ideas para no ver fracturada su realidad por la ausencia de un 
ser querido, y así sobreponerse al sentimiento de abandono que le produce 
este fenómeno. 
 
Entonces nos percatamos que la concepción de muerte comienza a

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