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La-perifrasis-modal-deber-de--infinitivo-en-el-espanol-de-Mexico

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
 
Facultad de Filosofía y Letras 
 
 
 
 
 
 
 
LA PERÍFRASIS MODAL DEBER DE + INFINITIVO 
EN EL ESPAÑOL DE MÉXICO 
 
 
 
 
 
Tesis que para obtener el grado de 
Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas 
 
 
 
 
presenta 
 
 
 
 
Mónica Mirna Villicaña Hernández 
 
 
 
con la asesoría de 
María Eugenia Vázquez Laslop 
 
 
 
 
 
 
México, D.F., julio de 2008 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
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objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Agradecimientos 
 
La realización de esta tesis de licenciatura se debe en gran parte al apoyo 
que El Colegio de México me brindó durante el tiempo (septiembre de 2005 
a junio de 2007) que me desempeñé como becaria de investigación de su 
Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios. 
Como tal, fue fundamental para mí la incorporación al proyecto de 
investigación “Polisemia de los verbos modales del español” bajo la 
responsabilidad de María Eugenia Vázquez Laslop, a quien debo mi 
agradecimiento por invitarme a participar dentro de este proyecto, en cuyo 
seno se gestó el trabajo que ahora presento como tesis de licenciatura 
titulada La perífrasis modal deber de + infinitivo en el español de México, y 
a quien debo también la cumplida asesoría de la investigación. 
Extiendo igualmente mi reconocimiento a Gilberto Anguiano Peña 
del equipo lexicográfico del Diccionario del Español de México de El 
Colegio de México, a Erandi García Cabrera de la Fonoteca y Archivo de 
Tradiciones Populares de El Colegio de México y a Julio Serrano, por la 
valiosa aportación de sus conocimientos a la buena marcha y 
enriquecimiento del presente trabajo. 
Reservo un sitio especial para expresar mi gratitud a Pedro Martín 
Butragueño del Laboratorio de Estudios Fónicos de El Colegio de México 
por haber contribuido en más de una forma con su apoyo, académico y 
personal, a la feliz conclusión de este proyecto. 
Dejo constancia, por último, de la atenta lectura y las certeras 
observaciones que a partir de una versión previa del trabajo llevaron a cabo 
Elizabeth Luna Traill, Fulvia Colombo Airoldi, María Luisa Quaglia 
Arduino y Axel Hernández Díaz, integrantes del jurado para el examen 
profesional. Estoy convencida de que las placenteras charlas sostenidas con 
ellas a propósito de aquella primera versión se tradujeron en el 
mejoramiento de la misma y ayudaron a ampliar, por mucho, mi ángulo de 
visión inicial. 
Índice 
 
 
Agradecimientos II
 
Presentación III
 
Índice IV
 
 
Capítulo 1. Modalidad 1
 
1.1 Introducción 1
1.2 Definición de modalidad 2
1.3 Tipos de modalidad 6
1.4 Medios de expresión de la modalidad 13
1.5 Conclusión 15
 
 
Capítulo 2. Perífrasis verbales 17
 
2.1 Generalidades 17
2.2 Definición de perífrasis verbal y caracterización del verbo auxiliar 18
2.3 Propiedades sintácticas de la perífrasis verbal 25
2.3.1 Renuncia a la autonomía del auxiliar 28
2.3.1.1 Selección de sujeto y objeto 28
2.3.1.2 Transformación pasiva 30
2.3.1.3 Pronombres clíticos 30
2.3.2 Renuncia a la autonomía del auxiliado 31
2.3.2.1 Sustitución por un elemento no verbal 32
2.3.2.2 Transformación interrogativa 33
2.3.2.3 Coordinación con un elemento no verbal 34
2.3.3 Balance de las propiedades 35
2.4 Clasificación de las perífrasis verbales 35
2.4.1 Perífrasis de infinitivo 38
2.4.1.1 Perífrasis temporales 38
2.4.1.2 Perífrasis aspectuales 39
2.4.1.3 Perífrasis modales 39
2.4.2 Perífrasis de gerundio y participio 40
2.5 Deber (de) + infinitivo y las perífrasis modales 40
 
 
Capítulo 3. Deber (de) + infinitivo 45
 
3.1 Generalidades 45
3.2 Deber (de) + infinitivo y la aplicación de los criterios semánticos y sintácticos 46
3.3 Sentidos modales de deber (de) + infinitivo: deóntico y epistémico 47
 V
3.4 Propiedades sintácticas de deber (de) + infinitivo 49
3.4.1 Propiedades sintácticas de deber (de) + infinitivo con sentido deóntico 50
3.4.2 Propiedades sintácticas de deber (de) + infinitivo con sentido 
epistémico 51
3.5 Deber + infinitivo y deber de + infinitivo: la “confusión” 52
3.6 Deber de + infinitivo en el español de México 59
3.7 Deber de + infinitivo en el español de México y los antecedentes 60
 
 
Capítulo 4. Deber de + infinitivo: delimitación del estudio 66
 
4.1 Generalidades 66
4.2 Delimitación del estudio 67
4.2.1 Hipótesis de trabajo 68
4.2.2 Variables del estudio 69
4.2.2.1 Sentidos modales de deber de 70
4.2.2.1.1 Sentido deóntico 70
4.2.2.1.2 Sentido epistémico 73
4.2.2.2 Variación lingüística 74
4.2.2.2.1 Variación cronológica (sincrónica) 75
4.2.2.2.2 Variación diatópica (México) 75
4.2.2.2.3 Variación diastrática 76
4.2.2.2.4 Variación diafásica (lengua oral y escrita, registro 
formal y no formal) 78
4.2.2.3 Variables gramaticales (modo, tiempo y persona) 90
4.3 Recapitulación 91
 
 
Capítulo 5. Deber de + infinitivo en el español de México 93
 
5.1 Introducción 93
5.2 Objetivo general 93
5.3 Hipótesis generales 94
5.4 Metodología 94
5.5 Conformación del corpus 96
5.5.1 Corpus del Español Mexicano Contemporáneo (CEMC) 97
5.5.2 Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) 98
5.5.3 Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México (CSCM) 100
5.6 Obtención de datos 103
5.6.1 Codificación de ocurrencias 103
5.6.2 Trabajo en base de datos 104
5.7 Análisis de datos 105
5.7.1 Análisis estadístico 105
5.7.1.1 Análisis de frecuencias 106
5.7.1.1.1 Sentido modal 107
5.7.1.1.2 Sentido modal y lengua (oral / escrita) 108
5.7.1.1.3 Sentido modal y registro 110
 VI
5.7.1.1.4 Sentido modal y modo 111
5.7.1.1.5 Sentido modal y tiempo 113
5.7.1.1.6 Sentido modal y persona 120
5.7.1.1.7 Sentido modal y corpus 124
5.7.1.2 Análisis probabilístico 129
5.8 Discusión de resultados 137
5.9 La preposición de y el énfasis deóntico 150
 
 
Conclusión 153
 
Bibliografía 157
 
Presentación 
 
 
La perífrasis modal deber de + infinitivo en el español de México es un estudio de corte 
sincrónico desarrollado en el marco del proyecto de investigación de El Colegio de México 
“Polisemia de los verbos modales del español” a cargo de María Eugenia Vázquez Laslop. 
Con esta investigación me he propuesto estudiar, a partir de datos estadísticos derivados del 
trabajo con una amplia muestra de español mexicano actual, la relación de los sentidos 
modales deóntico (o de obligación) y epistémico (o de probabilidad) de la perífrasis deber 
de + infinitivo con respecto a variables diafásicas (lengua oral / escrita y registro formal / 
no formal) y gramaticales (modo, tiempo y persona). 
 La exposición del asunto se hará a lo largo de cinco capítulos. En el primero de ellos 
abordaré el tema de la modalidad, el problema de su caracterización y clasificación, así 
como los medios por los cuales se expresa. En el segundo capítulo me ocuparé por extenso 
de las perífrasis verbales, su definición, propiedades y clasificación, para dar paso, en el 
tercer capítulo, al tratamiento específico del par deber / deber de + infinitivo a la luz de 
estos planteamientos. 
Los capítulos cuarto y quinto se concentran propiamente en trazar los alcances de 
mi propuesta. En el capítulo cuarto emprenderé la delimitación del estudio, según las 
variables implementadas para el mismo a partir de un horizonte general de variación 
lingüística. Finalmente, en el capítulo quinto tocaré algunas cuestiones metodológicas 
relacionadas con la ejecucióndel proyecto y ofreceré los pormenores del análisis estadístico 
aplicado a los datos extraídos de los corpus consultados durante la investigación, presentaré 
las tablas de frecuencia asociadas y la indispensable discusión de los resultados. 
 
Capítulo 1 
 
Modalidad 
 
 
In short, a better understanding of modality 
will give us a better understanding of language. 
 
Ferdinand de Haan (1998: 125) 
 
1.1 Introducción 
En el panorama de la lingüística contemporánea el estudio de la modalidad ha ido cobrando 
importancia en años recientes. Dentro del prefacio a la segunda edición de Mood and 
modality, Palmer señala que en 1982 un taller de modalidad en el Congreso Internacional 
de Lingüistas atrajo a solamente cuatro expertos. Diez años más tarde un simposio de Modo 
y modalidad en la Universidad de Nuevo México logró reunir a más de cuarenta 
investigadores (2001: XV). Desde entonces, el interés por la modalidad es notable y los 
congresos y las publicaciones en torno al tema han ido en aumento. 
 Considerada como fenómeno lingüístico, la modalidad corresponde a una categoría 
difícil de definir. Algo de ese carácter inaprensible se refleja al momento de intentar 
analizarla en sus diversos tipos. Ahora bien, por lo que se refiere a su manifestación en las 
lenguas naturales, cabe señalar que la modalidad se expresa por medio de una gran variedad 
de recursos. Tradicionalmente se la relaciona con el modo y los verbos modales, pero es 
indudable que su esfera de acción sobrepasa ese ámbito. 
 En los siguientes apartados centraré mi interés en la compleja categoría de la 
modalidad, para lo cual recurriré a algunas caracterizaciones que conocidos estudiosos del 
tema han presentado en diversas obras, examinaré asimismo algunas propuestas 
 2
clasificatorias de los diversos tipos de modalidad y abordaré, por último, la cuestión de sus 
principales medios de expresión. 
 
1.2 Definición de modalidad 
Existe actualmente una buena cantidad de obras en torno al tema de la modalidad. Sin 
embargo, hallar entre todas las propuestas un consenso en cuanto a la posible manera de 
definirla resulta una labor ardua. De hecho, según veremos en seguida, en opinión de 
algunos autores se trataría de una categoría más bien difusa. Pero ello no constituye 
obstáculo para emprender aquí, de la mano de intentos más autorizados, una somera 
caracterización del fenómeno. 
 En la primera edición de Mood and modality, estudio ya clásico sobre el tema,1 
Palmer considera la modalidad como una categoría gramatical comparable al aspecto, 
tiempo, número, género, etc. (1986: 1), cuya función semántica es menos obvia y mucho 
más vaga que la de éstos (1986: 1-2), por lo que permite un número de posibles 
definiciones. Entre ellas, Palmer (1986: 2) encontrará “prometedoras” las palabras de 
Lyons (1977: 452) en torno a la “‘opinion or attitude’ of the speaker”. 
 Con este razonamiento Palmer apuntaba directamente a la discusión que varios años 
atrás Lyons había dedicado en su libro Semantics al tema de la modalidad en la lengua, a la 
que definió como “[speaker’s] opinion or attitude towards the proposition that the sentence 
expresses or the situation that the proposition describes” (1977: 452). 
 
1 Destaco tan sólo que a la fecha se han publicado dos ediciones de Mood and modality, la primera en 1986 y 
la segunda, revisada y modificada en varias partes por el autor, en 2001. Ambas versiones resultan valiosas 
para la comprensión del tema, pero en la exposición que haré en los párrafos siguientes me limito, salvo 
indicación expresa, a la primera edición por considerarla más fiel al espíritu original de su autor. 
 3
Retomando esta idea de Lyons, Palmer (1986: 16) puntualizará poco después: 
“modality could, that is to say, be defined as the grammaticalization of speakers’ 
(subjective) attitudes and opinions”. Se desprenden de esta cita dos aspectos que serán 
fundamentales para la concepción de la categoría: uno, el componente subjetivo que el 
hablante añade a sus palabras y dos, la presuposición de un cierto grado de 
gramaticalización en la expresión de la modalidad. 
En otro conocido estudio, The evolution of grammar. Tense, aspect and modality in 
the languages of the world, importante para el caso debido a sus aportaciones al 
conocimiento de los elementos modales en su desarrollo diacrónico, Bybee, Perkins y 
Pagliuca (1994: 176) sostienen que el modo y la modalidad no son tan fácilmente definibles 
como lo son tiempo y aspecto, con lo cual cuestionaban abiertamente los alcances de los 
intentos previos por definir aquellas nociones.2 
Basados en estudios translingüísticos recientes acerca del modo y la modalidad, 
Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 176) consideran que la noción de modalidad se extiende 
mucho más allá de lo que incluye su definición como gramaticalización de las actitudes y 
opiniones (subjetivas) del hablante. En la misma línea llegarán a establecer que, “in fact, it 
may be impossible to come up with a succinct characterization of the notional domain of 
modality and the part of it that is expressed grammatically”. De tal manera que estos 
autores optan por adherirse a un planteamiento previo de Bybee (1985: 191-196), por el 
cual concebirán la categoría de modo como una serie de funciones relacionadas 
 
2 Más avanzada la lectura de esta obra encuentro, sin embargo, un comentario que, según me parece, podría 
funcionar bien como tentativa de definición de tales categorías. Se trata de una manera de distinguir el modo y 
la modalidad, sugerida por Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 181) a partir de investigaciones anteriores de 
Bybee (1985): “modality is the conceptual domain, and mood is its inflectional expression”. 
 4
diacrónicamente, a partir de cuyo estudio podría surgir un entendimiento real de la 
modalidad. 
Vale la pena rescatar entre estos planteamientos la crítica a la visión formal de 
Palmer (1986) en cuanto al dominio nocional de la modalidad y la porción de éste que se 
gramaticaliza. Por otra parte, la afirmación radical acerca de que, de hecho, puede ser 
imposible encontrar una caracterización sucinta en esta dirección no deja de reflejar un 
cierto pesimismo, que más adelante hallará un contrapeso en la propuesta de explorar 
sistemáticamente uno de los recursos gramaticales de expresión de la modalidad, el modo, 
en su evolución histórica a fin de acceder a una comprensión profunda del asunto, lo cual 
abre sin duda una perspectiva atrayente. 
Poco después de la aparición de la obra de Bybee, Perkins y Pagliuca (1994) se 
publicará Modality in grammar and discourse, una colección de dieciocho trabajos 
originalmente presentados en un simposio sobre modo y modalidad celebrado en 1992. 
Dentro de este volumen figura un “ensayo introductorio” en el que las editoras, Bybee y 
Fleischman (1995: 2), emprenden la delimitación de la categoría de la modalidad en los 
siguientes términos: 
[…] Modality, on the other hand, is the semantic domain pertaining to elements of 
meaning that languages express. It covers a broad range of semantic nuances –jussive, 
desiderative, intentive, hypothetical, potential, obligative, dubitative, hortatory, 
exclamative, etc.– whose common denominator is the addition of a supplement or 
overlay of meaning to the most neutral semantic value of the proposition of an 
utterance, namely factual and declarative. 
 
Se trata de un intento más concreto por acotar con claridad los alcances del concepto 
de modalidad. Lo importante es que en este pasaje las autoras reconocen que se trata de un 
dominio semántico que cubre una extensa gama de matices capaces de añadir un 
suplemento de significado al componente proposicional neutro de los enunciados. Lo cual, 
 5
si bien no coincide enteramente con los razonamientos de Palmer, al menos trae a la mente 
aquellaopinión suya en cuanto a que “modality in language is, then, concerned with 
subjective characteristics of an utterance, and it could even be further argued that 
subjectivity is an essential criterion for modality” (1986: 16). 
Habría que destacar, por lo demás, que este último punto, el de la subjetividad (o 
suplemento de significado) es, en efecto, consistente en varios acercamientos al concepto 
de modalidad, los cuales, más allá de prestar atención al contenido proposicional de los 
enunciados, han reconocido también el papel relevante del componente no proposicional de 
la lengua, en virtud de que es justamente en él donde radica la subjetividad del hablante. 
 Existen indudablemente otras muchas aproximaciones al concepto de modalidad. 
Entre ellas, podría destacarse, por ejemplo, la de van der Auwera y Plungian (1998: 80), 
quienes proponen usar el término modalidad “for those semantic domains that involve 
possibility and necessity as paradigmatic variants, that is, as constituting a paradigm with 
two possible choices, possibility and necessity”. O bien, la de Hengeveld (2004: §1), para 
quien “the category of modality is concerned with the modification of the content of speech 
acts”. 
No es difícil darse cuenta de que cada una de estas aproximaciones parte de las 
respectivas preocupaciones de sus autores, pero habría que admitir asimismo que todas 
ellas tienden a poner de relieve algún aspecto específico concerniente a esta categoría, lo 
cual, desde luego, no hace sino contribuir a la configuración de un panorama mucho más 
completo de la misma. Sin embargo, habrá que tener cuidado de no extenderse demasiado 
en un análisis minucioso de una cantidad indiscriminada de propuestas a fin de no quedar 
atrapados en un callejón sin salida. 
 6
Además de ello, dentro del presente trabajo razones de espacio impiden abordar un 
sin número de obras importantes en relación con el tema, a pesar de que la complejidad de 
éste probablemente así lo aconsejaría. Me parece, no obstante, que los intentos reseñados 
son suficientes en vista de que cumplen con dos propósitos básicos, brindar una visión 
general de la categoría de la modalidad y conjuntamente trazar una órbita más o menos 
precisa sobre la que me desplazaré a lo largo de las siguientes páginas. No abundaré, pues, 
más en el asunto. 
Resta tan sólo añadir que, a partir de las propuestas analizadas, la concepción de 
modalidad que manejaré para los efectos de la actual investigación apunta igualmente a ese 
fundamental componente subjetivo de la lengua. Por consiguiente, mi noción de modalidad 
habrá de entenderse en términos de la actitud del hablante hacia lo que dice, tomando 
hablante y dice en un sentido amplio que abarca tanto al que se expresa oralmente como al 
que lo hace por escrito.3 
 
1.3 Tipos de modalidad 
La complicación que entraña el estudio de la categoría de la modalidad no se limita a la 
dificultad para definirla, sino también para clasificarla, porque, de hecho, ambos problemas 
se encuentran intrínsecamente relacionados. Al igual que he comentado en el caso de las 
distintas propuestas de caracterización de la modalidad, el interés que despierta su 
clasificación en distintos tipos suele también estar en función de las preocupaciones o 
temáticas específicas de cada autor. 
 
3 La manera específica en que interpreto la noción de actitud del hablante en relación concreta con las 
modalidades expresadas por la perífrasis deber de + infinitivo será objeto de discusión extensa en §§3.3 y 
4.2.2.1. 
 7
 No es sorprendente, entonces, experimentar en este plano la sensación de 
encontrarse en un terreno movedizo. Esto es particularmente cierto por cuanto se refiere a 
la nomenclatura relativa a los distintos tipos de modalidad, la cual puede variar 
considerablemente de una obra a otra, tratándose incluso del mismo autor. 
 Lógicamente, esta variedad terminológica puede desembocar en confusión. Sobre 
todo cuando los autores recurren a términos de otros y los reinterpretan desde un ángulo 
personal, o bien, cuando entre ellos usan términos distintos para referirse a nociones más o 
menos equivalentes.4 A esto habría que agregar que algunos más no definen 
suficientemente los términos que emplean y puede darse también el caso de alguna 
inconsistencia. 
 A pesar de los inconvenientes que ello pueda arrastrar consigo, considero que es una 
tarea ineludible, si realmente se pretende contar con una visión más o menos integral sobre 
el tema de la modalidad, abordar también la perspectiva general de sus distintas 
clasificaciones. En lo que sigue sintetizaré algunas propuestas sobresalientes que, a mi 
entender, pueden contribuir a la clarificación del panorama en ese sentido. 
 La primera de estas clasificaciones parte de la lógica modal, y se relaciona con las 
nociones lógicas de posibilidad y necesidad. Lyons (1977 y 1981) dedica respectivamente 
al tema de la modalidad el último capítulo de Semantics y de Lenguaje, significado y 
contexto. En estos libros el autor propone, haciendo eco de las ideas de von Wright y otros, 
tres tipos de modalidad: modalidad alética (del gr. ‘verdad’), modalidad deóntica (del gr. 
‘deber’) y modalidad epistémica (del gr. ‘conocimiento’). 
 
4 Tal sería el caso de Hengeveld (2004: §3.2), quien explícitamente aclara que sus modalidades orientadas al 
participante “are better known from the literature as agent-oriented modalities” (las cursivas son mías). 
 8
 La modalidad alética se refiere a la necesidad o posibilidad concernientes a la 
verdad (o falsedad) de una proposición (véase Lyons 1977: 791 y 1981: 236), como en 
“Todos los hombres son mortales” (necesariamente verdadera), “Los delfines son aves” 
(necesariamente falsa) y “Colón descubrió América” (contingente). 
 La modalidad deóntica alude a la obligación o permiso de los actos realizados por 
agentes moralmente responsables (véase Lyons 1977: 823). Según Lyons, la obligación 
podría ser interpretada como necesidad deóntica y el permiso como posibilidad deóntica 
(véase Lyons 1977: 823, 832 y 836), como en “Los estudiantes deben (de)5 presentar su 
credencial a la entrada del colegio” y “Juan puede estacionar su auto en el garage de su 
jefe”, respectivamente. 
 La modalidad epistémica pone en relación la necesidad y la posibilidad con el 
conocimiento o creencia del hablante hacia la verdad de una proposición (véase Lyons 
1977: 791 y 793), como en “Pedro debe (de) tener cincuenta años (porque nació en 1957)” 
(necesidad epistémica) y “Pedro puede tener cincuenta años (por su aspecto de hombre 
mayor)” (posibilidad epistémica). 
Basándose sobre todo en Jespersen, von Wright, Rescher y Searle, Palmer propone 
una clasificación similar en dos tipos de modalidad: modalidad deóntica y modalidad 
epistémica. Según este autor, a la modalidad deóntica pertenecerían los tipos modales que 
contienen un elemento de voluntad (1986: 96), tales como los que expresan actos directivos 
y comisivos (1986: 97). Para Palmer también los actos volitivos y evaluativos podrían 
considerarse dentro de este grupo. En la modalidad epistémica, en cambio, quedarían 
 
5 Es bien sabido que el español actual cuenta con dos perífrasis modales, deber + infinitivo y deber de + 
infinitivo, que formalmente se distinguen entre sí sólo por la presencia o ausencia de la preposición de. No es 
mi intención abundar aquí en las semejanzas o diferencias sintácticas y semánticas entre ambas estructuras, 
puesto que ése será el tema central del tercer capítulo, pero acéptese por el momento que, como lo sugiere la 
indicación deber (de), en los ejemplos propuestos pueden alternar ambas construcciones. 
 9
incluidos los juicios y los evidenciales, que indican un grado de compromiso del hablante 
hacia lo que dice (1986:51). Por tal motivo, en algunas lenguas habría que admitir dentro 
de este grupo también ciertos tipos de modalidad que transmiten actos declarativos e 
interrogativos. 
 En todo caso, la ventaja que ofrece contar con una clasificación como ésta, es decir, 
justamente en dos tipos de modalidad, la deóntica y la epistémica, estriba en que en algunas 
lenguas los mismos medios lingüísticos sirven para la expresión de ambas modalidades. 
Esto es cierto, por ejemplo, para los verbos modales del inglés, el alemán, el griego 
moderno (Palmer 1986: 19) y otras lenguas europeas, como las lenguas romances, entre 
ellas el español. Aunque, de hecho, el fenómeno se extiende también a lenguas no europeas, 
como el tamil, el ngiyambaa, el tütatulabal, el chino y el árabe coloquial del Cairo, en los 
que una determinada forma es igualmente usada para expresar modalidad deóntica y 
modalidad epistémica (Palmer 1986: 121-123). 
 Sin embargo, no se trata de una clasificación exenta de críticas. Una de las 
observaciones más severas que se han hecho en torno a ella es la de su profunda 
dependencia de ciertas nociones de la lógica, incapaces de explicar toda la diversidad de 
matices expresivos de las lenguas naturales. De la mano de lo anterior va otra crítica, según 
la cual esta clasificación pasa por alto algunas nociones semánticas –como la de capacidad 
(mental o física), por ejemplo– dignas también de consideración por encontrarse 
evolutivamente relacionadas con la categoría de la modalidad. 
Motivada por este panorama y por sus propias necesidades de investigación 
diacrónica y comparativa entre lenguas, Bybee (1985) propuso un cambio en la 
clasificación de los tipos modales en modalidad orientada al agente, modalidad epistémica 
y modalidad orientada al hablante (Bybee y Fleischman 1995: 6). 
 10
 La modalidad orientada al agente “encompasses all modal meanings that predicate 
conditions on an agent with regard to the completion of an action referred to by the main 
predicate” (Bybee y Fleischman 1995: 6). Tales significados modales son: obligación, 
deseo, capacidad, permiso y posibilidad de raíz.6 La modalidad epistémica se mantiene 
aproximadamente como indicación del compromiso del hablante hacia la verdad de una 
proposición. Y, finalmente, la modalidad orientada al hablante representa actos de habla a 
través de los cuales el hablante intenta mover al oyente a una determinada acción, por lo 
que incluye elementos tales como imperativos, optativos o permisivos, que denotan actos 
directivos. 
 Claramente se aprecia que la modalidad orientada al agente y la orientada al 
hablante de esta propuesta dividen la antigua esfera de la modalidad deóntica. En opinión 
de Bybee y Fleischmann (1995: 6), estos tipos “better reflects general morphosyntactic 
trends in expression type”, por lo que resultan más aptos para la explicación de las rutas de 
evolución y cambio lingüístico a través de distintas lenguas. 
 Algunos otros autores coinciden en la necesidad de proponer una reclasificación de 
los distintos tipos de modalidad. Así, Hengeveld (2004: §3.1.1) formulará, según la meta de 
la evaluación, es decir, según la parte del enunciado que se modaliza, los siguientes tipos: 
modalidad orientada al participante, modalidad orientada al evento y modalidad orientada 
a la proposición. 
La modalidad orientada al participante se refiere a la relación entre (las 
propiedades de) un participante en un evento y la realización potencial de tal evento 
 
6 Según Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 178), la posibilidad de raíz o root possibility “reports on general 
enabling conditions and is not restricted to the internal condition of ability, but also reports on general 
external conditions, such as social or physical conditions”. Sin embargo, algunos autores, como Coates, 
Palmer, De Haan y el propio Hofmann sencillamente equiparan “root” con “no epistémico” (van der Auwera 
y Plungian 1998: 84). 
 11
(Hengeveld 2004: §3.1.1), de manera que corresponde a la modalidad orientada al agente 
de la propuesta anterior. Hengeveld (2004: §3.2) justifica esta sustitución en vista de que el 
término agente le parece poco “afortunado”, pues sugiere que “only controlling participants 
in dynamic events may be subject to this type of modalization”, en tanto que el término 
participante le resulta más “neutral” en este sentido. 
La modalidad orientada al evento afecta la descripción del evento contenido en un 
enunciado, es decir, la parte descriptiva de un enunciado, y concierne a la valoración 
objetiva del estatus de realidad del evento (Hengeveld 2004: 3.1.1). La modalidad 
orientada a la proposición incide sobre el contenido proposicional de un enunciado y 
corresponde a la especificación del grado de compromiso del hablante hacia la proposición 
que presenta (Hengeveld 2004: 3.1.1). 
A estos tres tipos de modalidad en un plano horizontal, Hengeveld (2004: §3.1.2) 
opone en dirección vertical, según el dominio de la evaluación, esto es, según la perspectiva 
desde la cual se efectúa la evaluación, otros cinco tipos de modalidad: modalidad 
facultativa (basada en las capacidades intrínsecas o adquiridas), modalidad deóntica 
(referente a lo que es legal, social o moralmente permisible), modalidad volitiva (relativa a 
lo que es deseable), modalidad epistémica (concerniente a lo que es sabido acerca del 
mundo real) y modalidad evidencial (relacionada con la fuente de información contenida en 
una oración). 
Algunas puntualizaciones del complejo sistema de Hengeveld (2004) son 
retomadas, a su vez, por otros autores, sobre todo la crítica a la nomenclatura de modalidad 
orientada al agente. Entre tales autores se encuentran van der Auwera y Plungian (1998: 
79), quienes, apoyados principalmente en Bybee, Perkins y Pagliuca (1994) y en literatura 
de tradición no inglesa sobre modalidad, exponen su propio sistema de los tipos de 
 12
modalidad como sigue: modalidad interna al participante, modalidad externa al 
participante, modalidad deóntica y modalidad epistémica. 
La modalidad interna al participante se refiere a la posibilidad o necesidad internas 
a un participante sumergido en un estado de cosas; la modalidad externa al participante 
concierne a las circunstancias externas al participante (si lo hay) sumergido en un estado de 
cosas posible o necesario; la modalidad deóntica identifica las circunstancias externas al 
participante que le permiten o lo obligan a sumergirse en un estado de cosas (y es un 
subdominio o caso especial de la modalidad externa al participante) y, por último, la 
modalidad epistémica remite a un juicio del hablante por el cual una proposición es 
considerada incierta o probable en relación con otros juicios (van der Auwera y Plungian 
1998: 80-81). 
En esta visión de van der Auwera y Plungian (1998) se integran de manera crítica 
algunos puntos destacados de las aportaciones previas. Algo notable en ella es que sus 
autores recuperan las nociones de modalidad deóntica y modalidad epistémica, al tiempo 
que distinguen entre modalidades internas y externas al participante, lo que dota a su 
propuesta de una mayor especificidad y le permite ciertos contrastes, de otro modo 
impracticables, entre estas dos dimensiones. 
El bosquejo anterior refleja algo del intrincado panorama que se ha ido 
configurando en los últimos años en torno a las tentativas clasificatorias de la modalidad en 
sus diversos tipos. Como hemos visto, en un principio los estudiosos de la modalidad en las 
lenguas naturales recurrieron a algunas de las antiguas nociones de la lógica modal. Más 
tarde hubo que admitir que tales parámetros resultaban insuficientes a la hora de abordar el 
fenómeno desde perspectivas específicas, como la diacrónica y comparativa. En última 
 13
instancia, esto produjo una mayor variedad de intentos de análisis de la modalidad en sus 
diferentestipos. 
Ahora bien, entre tal variedad difícilmente podría determinarse si tal o cual 
clasificación es más o menos válida que otra. Como queda dicho, cada una de las 
propuestas clasificatorias es adecuada en la medida que responde a los intereses de estudio 
de quien se sirve de ella. 
Por tal razón, he decidido, a fin de llevar a cabo el análisis de la perífrasis deber de 
+ infinitivo en una muestra del español mexicano, partir de una estimación de sus valores 
modales que remita a un esquema clasificatorio en dos tipos de modalidad, la modalidad 
deóntica y la modalidad epistémica. Esto debido a que considero que el valor deóntico de 
obligación y el valor epistémico de probabilidad son los dos valores básicos que se pueden 
expresar mediante la construcción con deber de, según explicaré puntualmente en §§3.3 y 
4.2.2.1. 
Mi decisión se ve favorecida, además, por la ventaja que supone contar con un 
esquema clasificatorio de esta naturaleza, cuando de lo que se trata es de estudiar un 
recurso lingüístico apto para la expresión justamente de esos dos tipos de modalidades (Cf. 
supra en este mismo apartado). 
 
1.4 Medios de expresión de la modalidad 
La modalidad se expresa en las lenguas naturales de muchas maneras, ya sea morfológica, 
sintáctica, léxica o prosódicamente. Algunas lenguas han llegado a desarrollar, de hecho, 
sistemas modales muy complejos al combinar varios de sus recursos expresivos (Palmer 
1986: 33-50). 
 14
 Entre los marcadores gramaticales que propone Hengeveld (2004: §4.1) para la 
expresión de distinciones modales se encuentran los siguientes: partículas, flexión, 
conjunciones (nexos subordinantes), auxiliares, construcciones perifrásticas y derivación. 
Este repertorio de instrumentos para expresar modalidad está en correspondencia 
aproximada con los que manejan otros autores, como veremos a continuación. 
 A propósito de los procedimientos para modificar el grado de compromiso 
epistémico, Lyons (1981: 238) señala que todas las lenguas naturales habladas cuentan con 
recursos prosódicos (acento y entonación), en tanto que algunas de ellas, no todas, 
gramaticalizan esos grados de compromiso epistémico en el modo, y algunas más los 
lexicalizan o semilexicalizan mediante verbos modales (como poder, haber de), adjetivos 
modales (como posible) y adverbios modales (como quizás). 
 Palmer (1986: 33-50) analiza en específico el papel de los verbos modales, el modo, 
las partículas y los clíticos como marcas gramaticales de modalidad. Por último, en su 
estudio diacrónico sobre las correspondencias entre forma y significado en la expresión de 
tiempo, aspecto y modalidad a través de distintas lenguas, Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 
2) recurren al concepto de grams, morfemas gramaticales asociados al verbo en posición 
fija, que pueden ser afijos, cambios en la raíz, reduplicación, auxiliares, partículas o 
construcciones complejas como la del inglés be going to. 
Tal como lo confirman los repertorios anteriores, la modalidad en las lenguas puede 
expresarse mediante una gran variedad de recursos, sean éstos prosódicos, gramaticales o 
léxicos. Es importante hacer notar, no obstante, que una buena parte de los estudios 
dedicados al tema de la modalidad se enfocan exclusivamente en el comportamiento de 
algunos elementos modales gramaticalizados o con cierto grado de gramaticalización 
(véase §1.2). Con ello dejan fuera del análisis algunos otros recursos de expresión de la 
 15
modalidad, tales como los prosódicos y los léxicos. Vale la pena hacer el apunte a fin de no 
generar una visión distorsionada de este fenómeno lingüístico. 
Ahora bien, en las lenguas europeas el uso de los verbos auxiliares como vehículo 
de expresión de la modalidad es un rasgo característico, pero no exclusivo de ellas (Palmer 
1986: 38-39). En su carácter de lengua europea, el español tiende a hacer un uso constante 
de los verbos auxiliares, y de las construcciones perifrásticas correspondientes, para 
expresar muy distintos valores, entre los que se encuentran los valores modales. 
Como veremos detalladamente en el siguiente capítulo, dentro de la lengua española 
deber de + infinitivo conforma una perífrasis verbal, en la que figura el verbo auxiliar 
deber, apta para la expresión de las modalidades deóntica y epistémica. El comportamiento 
de sus modalidades ante ciertas variables será, precisamente, el propósito de mi análisis 
ulterior. 
 
1.5 Conclusión 
Es posible estudiar la modalidad en las lenguas a partir de una perspectiva gramatical, 
semántica, pragmática, sociolingüística. El asunto reviste una profunda complejidad, ya 
que, como hemos visto, el ámbito de acción de la modalidad se extiende a todos los niveles 
de la lengua, ya sea a la gramática, al vocabulario o a la prosodia. 
 La modalidad guarda una relación específica con las categorías tradicionales de 
modo, tiempo, aspecto e incluso con la negación (véase De Haan 1998: 125), pero hasta 
hace poco había recibido menor atención que ellas. En la medida en que se pueda remediar 
ese descuido se accederá a un mejor conocimiento de la modalidad y, como apunta el 
epígrafe de De Haan, nuestro saber acerca de la lengua en general será más profundo. 
 16
Podríamos ir un paso más allá y decir que un mayor conocimiento de la modalidad 
conduciría, a su vez, a un mejor entendimiento del ser humano, ya que en la modalidad se 
refleja lingüísticamente algo de los compromisos que los hombres adquieren con sus 
semejantes y con su manera de concebir la realidad, algo de sus interrelaciones sociales y, 
al mismo tiempo, lo más íntimo de sus pensamientos y creencias. 
 
Capítulo 2 
 
Perífrasis verbales 
 
 
A pesar de todo, el tema de la perífrasis verbal es 
harto delicado y no se deja aprehender fácilmente, 
pues son muchos los problemas que plantea y que 
aún no han encontrado solución, y muchos los 
matices que expresan y que dependen en gran 
medida de cuestiones pragmáticas. 
 
Leonardo Gómez Torrego (1988: 6) 
 
 
2.1 Generalidades 
El tema de las perífrasis verbales es sin duda uno de los que mayor interés –y desconcierto– 
ha causado entre los estudiosos de la lengua. De ello queda constancia en la copiosa 
bibliografía relativa al asunto. En efecto, causa asombro enterarse de que, cuando 
constituye perífrasis verbal, la unión de un verbo conjugado más una forma no personal del 
verbo tiene un comportamiento sui generis. Especialmente sugestivo es que con las 
perífrasis la forma no personal parece adquirir, en contra de todos los pronósticos, el 
control sintáctico y semántico total al momento de establecer relaciones con otros 
elementos oracionales. 
 Este peculiar comportamiento de las perífrasis verbales ha llevado a los gramáticos 
del español a dedicarles, por lo general, un apartado especial dentro de sus obras.1 En este 
capítulo revisaré algunas de las características más sobresalientes del comportamiento 
perifrástico y presentaré también una clasificación de tales construcciones a fin de dar un 
marco adecuado a mi análisis posterior sobre deber de + infinitivo en el español de México. 
 
 
1 En esos textos las construcciones a las que me refiero pueden aparecen catalogadas como conjugaciones 
perifrásticas, frases verbales o perífrasis verbales. He adoptado la última de estas denominaciones por 
parecerme que actualmente es la más generalizada y la menos proclive a equívocos. 
 18
2.2 Definición de perífrasis verbal y caracterización del verbo auxiliar 
Existe la opinión generalizada de que el español es una lengua rica en perífrasis verbales, 
las cuales sirven como recurso de expresión de diversos matices temporales, aspectuales, 
modales, afectivos e incluso estilísticos.2 A lo largo de este trabajo se entenderá por 
perífrasis verbal la unión de un verbo conjugado3 más una forma no personal del verbo 
–sea un infinitivo,4 un participioo un gerundio– que conforma una unidad sintáctica y 
semántica5 capaz de funcionar como núcleo de predicación de una oración simple. 
 La tradición gramatical ha acuñado el término de verbo auxiliar para la forma 
conjugada que entra a formar parte de una perífrasis y recientemente se habla también de 
verbo auxiliado para referirse a la forma no personal (Fernández de Castro 1999: 16). El 
uso de estos dos términos provoca una serie de conflictos, principalmente a la hora de 
determinar cuándo se está en presencia de un verbo auxiliar. 
 Grandes esfuerzos se han hecho con el fin de dilucidar qué características debe 
reunir un verbo para ser considerado auxiliar. Tradicionalmente se ha prestado atención, 
sobre todo, al mayor o menor desgaste semántico del mismo, de modo que las posturas van 
de un extremo a otro. Partiendo de un “criterio restrictivo”, Gili Gaya (1964: §89) plantea 
que “para distinguir si un verbo está empleado como auxiliar basta fijarse si ha perdido su 
 
2 Resultaría excesivo enumerar aquí los autores que comparten tal opinión. Simplemente reproduzco, a modo 
de ilustración, el testimonio de Luna Traill (1980: 141): “No parece haber desacuerdo ni en cuanto a que 
mediante las perífrasis verbales se logran precisiones temporales, aspectuales, diatésicas, modales, ni en 
cuanto a su estructura formal: verbo conjugado + verboide, algunas veces mediando un nexo”. Para una 
información ampliada sobre los diversos valores expresados por las perífrasis verbales del español, véase 
sobre todo Roca Pons (1958) y Gómez Torrego (1988). 
3 Aunque bajo determinadas circunstancias llegan a darse casos, como uno que revisaremos en §5.7.1.1.6, en 
los que este primer verbo componente de la perífrasis no aparece conjugado. 
4 No hay que perder de vista que en algunos casos la unión entre el verbo conjugado y el infinitivo se lleva a 
cabo mediante que, como en Hay que alimentarse sanamente, o bien, mediante las preposiciones a, de o por, 
como en Empezó a nevar, Dejó de venir y Acabó por aceptar. 
5 Cf. infra en este mismo apartado para aclarar los alcances que concedo a la expresión unidad sintáctica y 
semántica. 
 19
significado propio”. Con ello se negaría el carácter auxiliar a algunos verbos como empezar 
a y, en ciertos usos, a deber (de), por lo que su unión con el infinitivo no sería perifrástica. 
 A propósito de esto último, el mismo autor señala que deber (además de algunos 
otros) “mantienen íntegro su contenido semántico recto o figurado, por regla general”, de 
modo que “sólo excepcionalmente tienen estos verbos la función de auxiliares” (1964: 
§95). Más adelante, en un parágrafo añadido al Curso superior de sintaxis española en 
ediciones posteriores a la de 1943, Gili Gaya (1964: §100 bis) explica el sentido original de 
su valoración: “el verbo deber –decíamos– indica por sí mismo obligación (deben 
trabajar), como las perífrasis haber de y tener que; pero no lo considerábamos como 
auxiliar, porque el sentido obligativo nace de su significado normal, y no del sintagma en 
que aparece”.6 
Por el contrario, al estudiar las perífrasis de infinitivo en el habla culta de la Ciudad 
de México, Valadez Pérez (1969: 2) elimina “todas las restricciones posibles” y recoge 
“construcciones formadas por un verbo auxiliar y un auxiliado en infinitivo, formando 
ambos una unidad, un solo predicado”. En seguida aclara la autora que, aunque advierte 
claramente la distinción que existe entre verbos auxiliares gramaticalizados y no 
gramaticalizados, no se limitará a los primeros como hace Gili Gaya (Valadez Pérez 1969: 
2), por lo que considera perífrasis verbal incluso construcciones del tipo obligar a, prohibir 
y necesitar + infinitivo. 
También Lenz en su obra La oración y sus partes había sido criticado ya por Gili 
Gaya (1964) y Luna Traill (1980), en vista de que su parámetro para reconocer un verbo 
auxiliar y su repertorio de perífrasis son muy amplios (véase Lenz 1944: §§255 y 266-275). 
 
6 El parágrafo aludido, es decir, el §100 bis, se añade a la obra a partir de la octava edición de 1961 
(Fernández de Castro 1999: 232 nota 79). 
 20
Lo que sucede con Lenz (1944: §§246 y 247) es que, en su opinión, la pérdida de 
significado es una característica (en ocasiones difícil de determinar) de algunos verbos 
auxiliares –junto a la cual podría considerarse también el comportamiento gramatical de 
éstos ante los pronombres complementarios–, pero no es el criterio diferenciador. 
 Para Roca Pons (1958: 12), en cambio, un verbo llega a convertirse en “verdadero 
auxiliar” sólo cuando ha seguido un proceso de gramaticalización. Sin embargo, como este 
mismo autor reconoce, en ese proceso no siempre se alcanza una pérdida completa del 
sentido concreto, pues con frecuencia el verbo auxiliar conserva algún carácter de su 
significado originario o incluso puede darse el caso extremo de algunos verbos (como 
seguir y continuar + gerundio), entre los que podrían contarse los “auxiliares de modo” 
(poder, querer, desear, etc.), que en realidad no experimentan ningún proceso de 
gramaticalización (1958: 14 y 58). 
El problema de establecer los límites en este sentido lleva a Roca Pons (1958: 12) a 
configurar algunos grupos fundamentales de verbos auxiliares “según el mayor o menor 
grado de «vaciedad» significativa y otras circunstancias”. Como resultado de esta 
clasificación Roca Pons (1958: 15) llegará a afirmar que entre los verbos que con más 
derecho pueden llamarse auxiliares y los que apenas cambian su sentido fundamental se 
presenta una gran variedad de posibilidades. 
No es difícil darse cuenta de que basar la delimitación de los verbos auxiliares sobre 
el criterio de la erosión semántica puede resultar muy problemático, en vista de que algunos 
de los verbos normalmente considerados auxiliares (v. gr. empezar a) mantienen en las 
perífrasis que conforman su significado originario, que es prácticamente el mismo con el 
que figuran hoy en día en otras construcciones no perifrásticas. 
 21
Aunada a esto, surge la dificultad de establecer en qué punto exacto comienza a 
gramaticalizarse un verbo que se une a una forma no personal o a qué altura de ese proceso 
puede hablarse de “pérdida parcial” o “pérdida total” de su significado fundamental, al 
menos en los casos en que este último fuera rastreable. Gómez Torrego (1999: §51.2.2) 
comparte estos puntos de vista y señala, además, que no es fácil “trazar una frontera entre 
lo que es una parcial desemantización o gramaticalización y lo que es un uso metafórico”. 
De lo anterior se desprende que resulta materialmente imposible llegar a un acuerdo 
sobre qué verbos son auxiliares y específicamente cuándo funcionan como tales. De hecho, 
una somera revisión de algunas gramáticas del español revelaría a este respecto que cada 
autor ha tendido a incorporar nuevos auxiliares (con lo que la lista de perífrasis verbales 
varía también de un autor a otro), siguiendo sus propios criterios, que en ocasiones difieren 
considerablemente de los de otros estudiosos.7 
Bajo estas circunstancias, cabe preguntarse cuál ha sido entonces la razón de 
mantener un criterio tan confuso, el del desgaste semántico, como parámetro de la 
auxiliaridad verbal. La respuesta puede hallarse al comparar en este punto el español con el 
inglés (Fernández de Castro 1999: 17). En efecto, los auxiliares españoles no presentan las 
características formales tan claramente indicadoras de auxiliaridad que presentan los 
auxiliares ingleses. 
 
7 A propósito de estas divergencias, Fernández de Castro (1999: 18) ha realizado un interesante estudio en el 
que recoge la lista de perífrasis verbales propuestas por once autores distintos entre los años de 1930 a 1984. 
Sus observaciones son abrumadoras: “Baste observar que, mientras la mediaaritmética de propuestas por 
autor es de 31, entre los once se recogen 106 construcciones diferentes, a veces muy desigualmente 
representadas; desviación que habla por sí sola sobre la extrema disparidad de los criterios seguidos al 
elaborar estas listas. Aunque construcciones como poder + infinitivo o ir + gerundio habían sido 
consensuadamente anotadas por casi todos los estudiosos, numerosas propuestas respondían a puntos de vista 
extremadamente personales”. 
 22
Entre ellas, la más evidente es quizá la inmovilización de las formas, la cual lleva a 
hablar, en el caso de los auxiliares ingleses, de un alto grado de gramaticalización, por la 
especialización tanto formal como semántica. Al carecer los auxiliares españoles de esa 
particularidad formal tan distintiva (y de otras), no quedaba otro camino que poner el 
énfasis en la cuestión semántica de la pérdida de significado (Cf. Fernández de Castro: 
1999: 17). 
Ante este panorama desalentador, fue a partir de la década de los años setenta que 
los lingüistas interesados en el tema comenzaron a ensayar otros caminos para la 
delimitación del verbo auxiliar.8 Uno de los intentos más productivos en esa dirección fue, 
sin duda alguna, el de Fontanella de Weinberg (1970), cuyo artículo “Los auxiliares 
españoles” se ha convertido en un texto de referencia obligado. 
En ese trabajo, Fontanella de Weinberg (1970: 61) se propuso establecer para el 
español una delimitación entre los verbos auxiliares y otros de características 
aparentemente similares, partiendo de cinco criterios de base sintáctica: relación gramatical 
con otros constituyentes de la oración, posibilidad de construcción con elementos 
equivalentes a los verboides, comportamiento frente a la transformación pasiva, 
comportamiento frente a la transformación interrogativa y posibilidad de construcciones 
ambiguas.9 
El artículo de Fontanella de Weinberg abrió el sendero a una serie de publicaciones 
posteriores que reflejarían intereses similares a los de esta autora. La contribución más 
sustancial de ese conjunto de trabajos fue haber hecho notar la necesidad de considerar 
 
8 Para una semblanza muy general de tales esfuerzos, véase Fernández de Castro (1999: 19-21). 
9 No entraré aquí en los detalles, puesto que los primeros cuatro criterios de esta propuesta se han convertido 
en pruebas fundamentales para caracterizar el comportamiento de las perífrasis verbales, de modo que serán 
abordados más adelante en §2.3. 
 23
otros criterios, más allá del semántico, en la delimitación de los auxiliares del español. Ello 
resultaba de vital importancia para el estudio de las perífrasis verbales, pues, tomando en 
cuenta que éstas se conforman por la unión de verbo auxiliar + verbo auxiliado, era 
ineludible contar con criterios más confiables para saber cuándo se estaba en presencia de 
un verbo auxiliar. 
No es mi intención negar que en la mayoría de los casos, en efecto, los verbos 
sufren modificaciones en su significado cuando funcionan como auxiliares en una perífrasis 
verbal. Sin embargo, en vista de los problemas que el seguimiento de un criterio de esta 
naturaleza genera para la identificación de las perífrasis verbales, consideraré –con Gómez 
Torrego (1999: 51.2.2)– que una caracterización del verbo auxiliar debe partir de una 
delimitación de la perífrasis verbal y no al contrario. 
Desde esta óptica, asumiré que verbo auxiliar es todo aquel que, por lo general, 
aparece conjugado en una perífrasis verbal, sin que por ello se pueda decir que constituye 
su núcleo. De hecho, cuando se trata de una perífrasis verbal difícilmente podría hablarse 
de una función nuclear por parte de uno de sus dos componentes, a menos que se los 
considere como una unidad y, entonces sí, se puede afirmar que ambos constituyen el 
núcleo verbal de una oración que, en tal caso, es siempre una oración simple. 
En términos gramaticales, la función del auxiliar es la de comportar la información 
referida a los accidentes de modo, tiempo, número y persona, que corresponden a toda la 
unidad verbal constituida por verbo auxiliar + verbo auxiliado. Ha de advertirse, empero, 
que de ninguna manera es el verbo auxiliar el que establece las relaciones sintácticas o 
semánticas con los otros elementos oracionales, sino el verbo auxiliado (véase §2.3.1.1). 
He mencionado antes que la perífrasis verbal constituye una unidad. 
Sintácticamente esto quiere decir que ninguno de sus componentes (auxiliar o auxiliado) 
 24
tiene mayor, menor o igual jerarquía que el otro: simplemente conforman un todo. Ello no 
implica que entre ambos componentes no puedan interponerse, en ocasiones, algunos 
elementos “ajenos” a la construcción, como en Va poco a poco anocheciendo. Tal como se 
advierte, a pesar de la interrupción de poco a poco, la unidad perifrástica ir + gerundio se 
conserva. Esto demuestra que, en contra de las apariencias, en el caso de la perífrasis no se 
tienen dos núcleos, sino sólo uno, por lo que en todo momento se trata de una oración 
simple. 
Ahora bien, como acertadamente apunta Gómez Torrego (1999: §51.2.3), aparte de 
ser considerada una unidad sintáctica, con frecuencia también se dice que la perífrasis 
verbal es una unidad semántica, en tanto que “el verbo auxiliar no significa por y para sí 
mismo sino que lo que hace es modificar, determinar o matizar el significado o el contenido 
del verbo principal”, como sucede con tener en tener que + infinitivo o con deber en deber 
(de) + infinitivo, que matizan el significado del infinitivo correspondiente con los valores 
modales de obligación, probabilidad, etc. 
No obstante, como el mismo Gómez Torrego (1999: §51.2.3) hace ver, caben dos 
puntualizaciones en este sentido. Por una parte, existen otras construcciones, como todas 
aquellas en que figura un verbo modal (necesitar, desear, querer, etc.), que manifiestan la 
misma unidad semántica y, sin embargo, no son perífrasis. Y, por otra parte, “los 
significados modal, aspectual o de otros tipos que muestren las perífrasis pueden 
desprenderse directamente de todo el conjunto perifrástico o bien pueden proyectarse desde 
el auxiliar al auxiliado”. Como se aprecia, respectivamente, en Tengo que pagar, donde el 
 25
significado modal de obligación surge del conjunto perifrástico, y en Termino de comer, 
donde el significado aspectual procede del ‘modo de acción’ del auxiliar.10 
Por lo tanto, para los efectos del presente trabajo consideraré que la perífrasis es una 
unidad, además de sintáctica también semántica, en virtud de que en ella el verbo auxiliar y 
el auxiliado constituyen colectivamente el núcleo del predicado de una oración simple y, a 
fin de cuentas, no significan cada uno por su lado, sino en conjunto, independientemente de 
cómo se conjuguen los matices que aporta cada verbo para dar como resultado final ese 
significado unitario. 
 
2.3 Propiedades sintácticas de la perífrasis verbal 
En las líneas precedentes he hablado de la perífrasis verbal como unidad sintáctica y 
semántica, aunque sin entrar en los detalles del comportamiento sintáctico de tales 
construcciones. Antes de hacerlo, me interesa detenerme a comentar brevemente por qué el 
análisis de las propiedades del comportamiento perifrástico en el nivel sintáctico es visto 
ahora como un recurso más confiable en la delimitación de las perífrasis verbales. 
 Como hemos visto antes, atenerse para este fin a las características morfológicas de 
las perífrasis verbales o de los verbos auxiliares del español es poco recomendable por una 
sencilla razón: el español no posee el mismo grado de fijación formal que poseen otras 
lenguas. De modo que en este nivel los auxiliares españoles no se han gramaticalizado y las 
perífrasis del español, pese a ser unidades sintácticas y semánticas, no presentan la misma 
resistencia a ser segmentadas que presentan las perífrasis de otraslenguas o, para no ir más 
lejos, las propias formas compuestas de la conjugación española. 
 
10 Mayores detalles acerca de la perífrasis verbal como unidad sintáctica y semántica pueden consultarse en 
Gómez Torrego (1999: §§51.1.1 y 51.2.3). 
 26
Recurrir a un criterio semántico para llevar a cabo esta delimitación tampoco ha 
rendido grandes frutos. Como sabemos, en cuestión semántica los auxiliares españoles 
tampoco se han gramaticalizado lo suficiente, pues una buena parte de ellos conserva total 
o parcialmente el significado que tenía en su origen o el que tiene hoy en día en otros usos 
no auxiliares. A esto se suma la dificultad para establecer con precisión qué matices de 
significado aporta cada perífrasis al sistema verbal español y cómo se conjugan en ella los 
significados de los dos verbos, auxiliar y auxiliado, que la conforman. 
Precisamente esta última dificultad ha llegado a ocasionar que algunas perífrasis 
verbales sean clasificadas en distintos grupos por los diversos autores. Como ejemplo 
puede citarse el caso de soler + infinitivo que, según se pensaba antes, debía clasificarse 
entre las perífrasis modales, mientras que ahora se reconoce sin problema su matiz 
frecuentativo, por lo que se la considera una perífrasis aspectual (véase Roca Pons 1958: 
58-59). 
Dados los inconvenientes que plantea la aplicación de los criterios formal y 
semántico para la delimitación de las perífrasis verbales (y de los verbos auxiliares), no es 
de extrañar que los estudiosos del fenómeno recurrieran con el tiempo a la observación del 
comportamiento sintáctico de estas construcciones como un parámetro más confiable a fin 
de caracterizarlas. 
Vistas así las cosas, resulta entonces primordial determinar, bajo este nuevo 
parámetro, en qué casos puede hablarse propiamente de perífrasis verbal. Como queda 
dicho, el rasgo sintáctico más relevante de una perífrasis es su carácter unitario. Según éste, 
el verbo auxiliar renuncia a sus peculiaridades de verbo pleno en favor del auxiliado, que a 
su vez también renuncia a sus peculiaridades de derivado verbal, con el fin de consolidar 
esa unión recíproca (véase Fernández de Castro: 1999: 20-21). 
 27
Son estos dos rasgos sintácticos los que subyacen a una serie de pruebas diseñadas 
por diversos estudiosos para el reconocimiento confiable de las perífrasis verbales. Una 
buena parte de ellas se basa en los criterios que Fontanella de Weinberg (1970) –cuyo 
artículo citado seguiré de cerca en esta sección– sugirió para delimitar los auxiliares 
españoles. Con el tiempo se han ido agregando algunas otras pruebas que también reseñaré 
a continuación. 
Fernández de Castro (1999: 20-21) ha hecho notar con acierto que estas pruebas del 
comportamiento perifrástico responden básicamente a la renuncia mutua a la “autonomía 
sintagmática” por parte de ambos componentes de la perífrasis. Y, asimismo, dicho autor ha 
puesto de relieve la conveniencia de agrupar tales pruebas según que esa renuncia a la 
autonomía se lleve a cabo por parte del verbo auxiliar o del auxiliado. 
En los apartados que siguen trataré también de ceñirme a esa distinción por su 
capacidad clarificadora del comportamiento sintáctico de la perífrasis verbal, razón por la 
cual se percibirá en mi exposición una gran influencia del modelo de Fernández de Castro 
(1999). Se observarán, no obstante, algunos ajustes motivados por mi interés en simplificar 
dicha propuesta y por mi propósito de servirme de ella, en lo que atañe a la progresión de 
las ideas, para satisfacer los fines de mi investigación (se extiende esto a la selección de los 
ejemplos). 
Visto así, me concentraré entonces en el comportamiento sintáctico de las perífrasis 
de infinitivo y trataré, mediante el análisis de los ejemplos, de remitir siempre a las 
particularidades de ese comportamiento en el caso específico de deber (de) + infinitivo. 
Aunque en menor medida, también abordaré en los apartados siguientes el comentario y los 
ejemplos relativos a las perífrasis de gerundio y participio. 
 
 28
2.3.1 Renuncia a la autonomía del auxiliar 
2.3.1.1 Selección de sujeto y objeto 
Dice Fontanella de Weinberg (1970: 62), siguiendo a Chomsky en Aspects of the theory of 
syntax, que un verbo pleno se caracteriza por su capacidad para seleccionar sujeto y objeto. 
En consecuencia, cabe esperar que un verbo que se une a otro sea pleno si conserva esta 
capacidad, pero auxiliar si la pierde. En este último caso, se trataría, desde luego, de una 
perífrasis verbal. Considérense los siguientes ejemplos: 
(1) Los niños hacen la tarea diariamente. 
(1a) Los niños deben (de) hacer la tarea diariamente. 
(2) Todos aprobamos el examen. 
(2a) Todos deseamos aprobar el examen. 
En (1) hacen selecciona el sujeto los niños y el objeto la tarea. En (1a) igualmente, a pesar 
de la presencia de deben (de), es hacer el verbo que continúa seleccionando el sujeto los 
niños y el objeto la tarea, mientras que deben aporta los accidentes gramaticales y el matiz 
modal. Piénsese tan sólo que si interpretáramos la tarea como objeto de deben alteraríamos 
por completo la idea original del ejemplo. Por lo tanto, (1a) contiene una perífrasis verbal, 
compuesta por el auxiliar deben (de) y el auxiliado hacer, la cual funciona como núcleo de 
una oración simple. 
 En (2) tenemos que el sujeto de aprobamos es todos y su objeto es el examen. En 
cambio, en (2a) notamos que es deseamos el verbo que selecciona el sujeto todos y el 
objeto aprobar el examen, en vista de que si atribuyéramos el objeto el examen a deseamos 
faltaríamos completamente a lo que se quiere dar a entender con este ejemplo. 
Consecuentemente no hay perífrasis verbal en (2a), sino un verbo pleno, deseamos, que es 
 29
verbo principal con respecto al subordinado aprobar, con lo que se tiene una oración 
compuesta. 
 En los ejemplos anteriores se aprecia bien cómo opera esta propiedad sintáctica con 
respecto a la selección del objeto, pero quizá no queda muy claro su funcionamiento en 
cuanto a la selección del sujeto. Para ilustrar mejor este último punto se puede recurrir al 
empleo de expresiones impersonales, en las que sí se observa de manera precisa que la 
selección –o no selección– del sujeto la lleva a cabo, en el caso perifrástico, el verbo 
impersonal auxiliado. 
(3) El día de hoy nieva intensamente. 
(3a) El día de hoy puede nevar intensamente. 
(4) Hay dos mil aficionados en el estadio. 
(4a) Debe (de) haber dos mil aficionados en el estadio. 
En estos usos los verbos nevar y haber son impersonales y, como tales, van conjugados en 
tercera persona, como en (3) y (4). Por esa razón, cuando entran a formar parte, como 
verbos auxiliados, de una perífrasis verbal, obligan a que el auxiliar vaya igualmente en 
tercera persona, como en los casos anteriores de (3a) y (4a). 
 De este rasgo característico de las perífrasis verbales se deduce que, al menos 
gramaticalmente, no es posible que el auxiliar y el auxiliado de una perífrasis lleven 
distinto sujeto (véase Fernández de Castro 1999: 26). Desde luego, esto “no quiere decir 
que siempre que el sujeto de uno de los dos verbos coincida con el referente del sujeto del 
otro verbo tengamos una perífrasis verbal” (Gómez Torrego 1999: §51.1.2.3), tal como se 
comprueba en el caso de (2a). 
 
 30
2.3.1.2 Transformación pasiva 
Particularmente relacionado con la renuncia del auxiliar a la capacidad selectiva de sujeto y 
objeto es el comportamiento de las perífrasis ante la transformación a voz pasiva. Con 
ejemplos análogos a los de Fontanella de Weinberg (1970: 63): 
(5) El verdugo debe (de) castigar a las víctimas. 
(6) El verdugo quiere castigar a las víctimas. 
Si deseamos transformarlas a voz pasiva, tendremos: 
(5a) Las víctimas deben (de) ser castigadas por el verdugo. 
(6a) Las víctimas quieren ser castigadas por el verdugo. 
(6a’) El verdugoquiere que las víctimas sean castigadas. 
En el caso de (5) no hay duda alguna de que su correspondiente transformación pasiva da 
como resultado (5a); pero en el caso de (6) es evidente que la transformación adecuada 
requiere de (6a’) y no de (6a). 
Ello se debe a que en (5) hay perífrasis y por ello la transformación pasiva afecta a 
todo el conjunto verbal, correspondiente al núcleo de una sola oración simple. Esto no 
sucede en (6), puesto que hay dos núcleos verbales y como consecuencia dos oraciones, una 
principal y una subordinada: la transformación pasiva afecta a esta última (véase Fontanella 
de Weinberg 1970: 63-65). 
 
2.3.1.3 Pronombres clíticos 
Cuando se trata de una perífrasis verbal, dado que la unión de verbo auxiliar + verbo 
auxiliado conforma una unidad, en caso de existir pronombres clíticos, como apunta Gómez 
Torrego (1999: §51.1.2.7), éstos pueden anteponerse o posponerse a la perífrasis: 
(7) Debo (de) ayudarlo o Lo debo (de) ayudar. 
 31
(8) Pretendo ayudarlo o *Lo pretendo ayudar.11 
Este comportamiento se extiende a los casos de clíticos agrupados: 
(9) Puedo perdonártelo o Te lo puedo perdonar. 
(10) Pretendo perdonártelo o *Te lo pretendo perdonar. 
Como bien advierte Gómez Torrego (1999: §51.1.2.7), aunque este rasgo es característico 
de las perífrasis verbales, no es exclusivo de ellas, puesto que otras construcciones no 
perifrásticas también presentan esa peculiaridad. Algunos de sus ejemplos son: No sé 
hacerlo y No lo sé hacer o Mandé matarlo y Lo mandé matar. Esto mismo sucede con 
ciertos verbos, como ir y venir, que no conforman perífrasis, pero sí admiten la 
anteposición y posposición de los clíticos: Fui a comprártelo y Te lo fui a comprar o Vino 
a traérmelo y Me lo vino a traer. 
 
2.3.2 Renuncia a la autonomía del auxiliado 
Es bien sabido que las formas no personales de la conjugación –infinitivo, gerundio y 
participio– reúnen dos tipos de categorías gramaticales en sí mismas. En el infinitivo 
coexisten la de verbo y la de sustantivo, en el gerundio la de verbo y la de adverbio y en el 
participio la de verbo y la de adjetivo. 
Ahora bien, al entrar a conformar una perífrasis verbal, tanto el infinitivo como el 
gerundio y el participio renuncian necesariamente a sus categorías no verbales, esto es, de 
sustantivo, de adverbio y de adjetivo, respectivamente. Si al efectuarse la unión entre forma 
conjugada y forma no personal se da el caso de que esta última conserva su carácter no 
 
11 La presencia del asterisco significa tan sólo que desde un punto de vista normativo tales expresiones son 
gramaticalmente inaceptables. Es posible, no obstante, que en ciertas variedades del español –ya sea a nivel 
dialectal, social o situacional– se sancione como aceptable alguna expresión propuesta aquí como inaceptable 
o viceversa. 
 32
verbal, no podrá hablarse de perífrasis (Gómez Torrego 1999: §51.1.2.1). Las siguientes 
propiedades sintácticas se fundan sobre ese supuesto. 
 
2.3.2.1 Sustitución por un elemento no verbal 
Esta propiedad parte del hecho de que, tras haber renunciado a su carácter no verbal, el 
infinitivo, el gerundio y el participio de una perífrasis verbal no pueden ser sustituidos por 
elementos que cubran correspondientemente la función sintáctica de un sustantivo, un 
adverbio y un adjetivo (véase Fernández de Castro 1999: 37). Centrándonos en el caso del 
infinitivo: 
 (11a) Desea trabajar Desea un trabajo / Desea que trabajemos / Desea eso / Lo 
desea. 
 
 (11b) Debe (de) trabajar *Debe un trabajo / *Debe que trabajemos / *Debe eso 
/ *Lo debe.12 
 
Se observa que en (11a) es posible sustituir el infinitivo trabajar por prácticamente 
cualquier elemento que pueda cubrir la función sustantiva de un objeto directo, lo que 
demuestra que desea corresponde a un verbo pleno y (11a) no es una perífrasis. En cambio, 
en (11b) es imposible realizar la sustitución debido a que trabajar presenta exclusivamente 
un carácter verbal y forma una unidad con debe (de), es decir, debe (de) trabajar constituye 
perífrasis (véase Fontanella de Weinberg 1970: 62-63). 
 Nótese que, por lo que se refiere a (11b), la última sustitución tendría sentido si se 
agregara el verbo hacer: Lo debe (de) hacer, que reproduce el esquema sintáctico de la 
perífrasis verbal (véase Fernández de Castro1999: 31). Por supuesto, en (11a) también es 
posible añadir hacer a la última sustitución, pero ello resulta innecesario. 
 
12 Las expresiones Debe un trabajo, Debe eso y Lo debe resultan gramaticalmente aceptables cuando el 
sentido de deber corresponde al de ‘deuda’ como en Debo quinientos pesos. Obviamente en los ejemplos 
citados en (11b) no me refiero a ese empleo de deber. Esto vale asimismo para los ejemplos de (12b) y (15b). 
 33
2.3.2.2 Transformación interrogativa 
Un comportamiento muy semejante puede observarse en las perífrasis verbales al efectuar 
la transformación interrogativa: 
 (12a) Desea trabajar ¿Qué desea? 
 (12b) Debe (de) trabajar *¿Qué debe? 
 (13a) Llegó conduciendo ¿Cómo llegó? 
 (13b) Sigue conduciendo *¿Cómo sigue? 
 (14a) Tienen resguardado el edificio ¿Cómo tienen el edificio? 
 (14b) Llevan vendidas cien entradas *¿Cómo llevan cien entradas? 
Los ejemplos en (a) presentan sin problema una construcción y su correspondiente 
interrogativa. En los ejemplos en (b), en cambio, la forma interrogativa, aunque pudiera 
catalogarse de gramatical, no corresponde al sentido de partida, razón por la cual la 
interpreto, en estos contextos específicos, como inaceptable. Nótese, por lo demás, que 
también aquí la dificultad se resuelve reestructurando la pregunta con ayuda del verbo 
hacer: ¿Qué debe (de) hacer?, ¿Qué sigue haciendo? y ¿Qué llevan hecho? (véase Gómez 
Torrego 1999: §51.1.2.2 y Fernández de Castro 1999: 33-34). 
 En estos casos comportamiento de la perífrasis verbal se explica en vista de que en 
ella el verbo auxiliar y el verbo auxiliado se interpretan como un todo, según lo demuestra 
el esquema interrogativo con el verbo hacer: –¿Qué debe (de) hacer? frente a –¿Qué desea 
[hacer]? En este último caso no es necesaria la presencia de hacer, pues simplemente se 
pregunta por el objeto directo del verbo principal desea (véase Fontanella de Weinberg 
1970: 67). 
 
 34
2.3.2.3 Coordinación con un elemento no verbal 
Debido a que la forma no personal de una perífrasis ha renunciado a su carácter no verbal, 
es improcedente coordinarla con un elemento equivalente: un sustantivo para el infinitivo, 
un adverbio para el gerundio o un adjetivo para el participio (véase Fernández de Castro 
1999: 37-38). Con los mismos ejemplos de §2.3.2.2: 
(15a) Desea trabajar y dinero. 
 (15b) *Debe (de) trabajar y dinero. 
 (16a) Llegó conduciendo y repentinamente. 
 (16b) *Sigue conduciendo y repentinamente. 
 (17a) Tienen resguardado y limpio el edificio. 
 (17b) *Llevan vendidas y limpias cien entradas. 
La coordinación es factible en los ejemplos (a), pero impracticable en los (b). Ello significa 
que en el primer caso se tienen construcciones no perifrásticas, ya que las formas no 
personales son perfectamente combinables con elementos de categoría no verbal 
equivalente. En contraste, en los ejemplos (b) esto es imposible, pues se trata de verdaderas 
perífrasis en las que las formas no personales han renunciado a su carácter no verbal.13 
 
 
13 Suele agregarse a estas pruebas la del comportamiento ante estructuras enfáticas, que no trataré aquí por ser 
una prueba que ofrece serios problemas en su aplicación. A partir de ella se establece que, en el caso de las 
construcciones no perifrásticas la forma no personal puede ser enfatizada por sí sola, al contrario de lo que 
sucede con las perífrasis, que tienden a enfatizar como un todo la unión de auxiliar + auxiliado con ayuda delverbo hacer (véase Fernández de Castro 1999: 34-36). Compárese: Deseas trabajar Lo que deseas es 
trabajar con Sueles trabajar *Lo que sueles es trabajar / Lo que sueles hacer es trabajar. No obstante, hay 
ocasiones en que escisión enfática de auténticas perífrasis verbales no parece extraña: Deberías (de) trabajar 
 Lo que deberías (de) [hacer] es trabajar y, por el contrario, hay ocasiones en que construcciones no 
perifrásticas rechazan la estructura enfática Dejó caer el bolso *Lo que dejó fue caer el bolso (véase 
Gómez Torrego 1999: §51.1.2.6 y Fernández de Castro 1999: 69). 
 35
2.3.3 Balance de las propiedades 
En un principio me he referido a las propiedades sintácticas de las perífrasis verbales como 
“pruebas”, puesto que con esa denominación se las suele encontrar en la bibliografía 
relativa al tema. Sin embargo, debe quedar claro que se trata simplemente de una serie de 
rasgos que caracterizan el comportamiento sintáctico de tales construcciones. Mas no han 
de entenderse, por ningún motivo, como una lista de requisitos que tengan que cubrir las 
perífrasis para ser consideradas como tales. 
 Lo anterior se explica por dos razones fundamentales: habrá perífrasis 
incuestionables que no “cumplan” con todas esas propiedades y, por el contrario, habrá 
construcciones no perifrásticas que exhiban muchas de ellas (véase Fernández de Castro 
1999: 39). Por consiguiente, hay que insistir en que se trata tan sólo de “propiedades” o 
rasgos que caracterizan el comportamiento sintáctico de una perífrasis verbal, lo que no 
significa que forzosamente todas tengan que estar presentes en cada perífrasis verbal para 
que ésta pueda ser admitida como lo que es. 
 
2.4 Clasificación de las perífrasis verbales 
Si, en efecto, existen perífrasis verbales que responden por completo a las propiedades 
sintácticas reseñadas y otras que no lo hacen de modo óptimo, puede concluirse entonces 
que “el fenómeno perifrástico tiene carácter gradual” y esto explicaría, en parte, las 
dificultades entre los estudiosos para llegar a un acuerdo en cuanto a las construcciones que 
habrán de considerarse perífrasis y las que no (Gómez Torrego 1999: §51.1.4.1). 
 Como bien señala Fernández de Castro (1999: 39) “este gradualismo es, en parte, 
necesario en el estudio de las perífrasis”. Precisamente con base en ese gradualismo 
diversos autores han tendido a elaborar sus propios sistemas clasificatorios de las perífrasis 
 36
verbales. En el caso del español las clasificaciones suelen partir de la forma externa de estas 
construcciones, de manera que, según el tipo de verbo auxiliado que entra en su 
conformación, se puede hablar de perífrasis de infinitivo, perífrasis de participio y perífrasis 
de gerundio.14 Dentro de éstas, en función de los matices que cada perífrasis aporta, se 
puede hablar a su vez de perífrasis temporales, perífrasis aspectuales y perífrasis modales. 
Aunque a veces se conjugan varios de esos matices en una sola perífrasis y ello dificulta la 
tarea taxonómica. 
 Visto así, no resulta extraño entonces que las clasificaciones propuestas por los 
diversos autores lleguen a ser tan desiguales entre sí. No es la finalidad de este trabajo 
ensayar un nuevo modelo clasificatorio, sino únicamente mostrar con trazos muy generales 
una sola clasificación de las perífrasis verbales del español, de entre varias posibles, que 
pueda servir como marco de orientación para ubicar dentro de ese panorama global la 
construcción que constituye mi objeto de estudio, la perífrasis modal deber de + infinitivo. 
 Por tal motivo, en el CUADRO 1 presento, basada en la investigación y el repertorio 
propuestos por Luna Traill (1980), una clasificación de las perífrasis correspondientes al 
habla culta de la Ciudad de México. Cabe señalar que Luna Traill considera perífrasis 
algunas construcciones que no lo serían para otros autores, por ejemplo estar a punto de + 
infinitivo o sentirse + participio. Su clasificación, no obstante, es un punto de partida 
necesario y sirve adecuadamente a mi propósito de configurar una idea general de las 
perífrasis verbales frecuentes en una de las variedades del español mexicano. 
 
14 Algunos autores, como Gili Gaya (1964: §91), han tratado de justificar esta clasificación acudiendo a 
fundamentos semánticos: “Esta clasificación no es puramente formal, sino que responde al sentido general 
que cada uno de los grupos tiene o ha tenido en la historia del idioma. Las formadas por un verbo auxiliar 
seguido de infinitivo dan a la acción carácter progresivo y orientado relativamente hacia el futuro; el gerundio 
mira hacia el presente y comunica carácter durativo; el participio imprime a la acción sentido perfectivo y la 
sitúa en relativa posición pretérita”. Véase también Roca Pons (1958: 61-63). 
 37
CUADRO 1. PERÍFRASIS VERBALES CORRESPONDIENTES 
AL HABLA CULTA DE LA CIUDAD DE MÉXICO 
 
 
INFINITIVO 
 
 
GERUNDIO 
 
PARTICIPIO 
 
TEMPORALES
 
 
ir a + inf. 
haber de + inf. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ASPECTUALES
 
empezar a + inf. 
comenzar a + inf. 
principiar a + inf. 
echarse a + inf. 
ponerse a + inf. 
entrar a + inf. 
pasar a + inf. 
meterse a + inf. 
dar por + inf. 
ir a + inf. 
estar por + inf. 
estar a punto de + inf. 
acabar de + inf. 
llegar a + inf. 
venir a + inf. 
acabar por + inf. 
dejar de + inf. 
volver a + inf. 
acostumbrar a + inf. 
soler + inf. 
 
 
 
 
 
 
 
 
estar + ger. 
andar + ger. 
ir + ger. 
venir + ger. 
seguir + ger. 
quedarse + ger. 
soltarse + ger. 
salir + ger. 
 
 
 
 
 
 
 
andar + part. 
estar + part. 
ir + part. 
quedarse + part. 
sentirse + part. 
tener + part. 
traer + part. 
verse + part. 
 
 
 
 
MODALES 
 
poder + inf. 
tener que + inf. 
haber de + inf. 
haber que + inf. 
deber (de) + inf. 
tratar de + inf. 
pensar + inf. 
 
 
 
 Como fácilmente se puede apreciar, algunas de las construcciones del CUADRO 1 
aparecen en más de un grupo. Ello se debe a que, tal como comenté antes, algunas 
perífrasis verbales reúnen matices diversos. O, dicho de otra manera, con relación a estas 
 38
construcciones las fronteras entre las nociones de tiempo, aspecto y modo llegan a tornarse 
difusas. 
 A continuación comento algunas generalidades oportunas para la clasificación que 
se desprende a partir de este cuadro.15 Sólo me detendré a tratar con mayor detalle el grupo 
de las perífrasis de infinitivo y, dentro de éste, el subgrupo de las perífrasis modales. Me 
ocuparé, de manera más específica, de las comúnmente llamadas perífrasis “obligativas” e 
“hipotéticas”, por ser las que más interesan a mi propósito de situar dentro de la 
clasificación general de perífrasis verbales a deber de + infinitivo. 
 
2.4.1 Perífrasis de infinitivo 
Están conformadas por un verbo auxiliar + infinitivo (mediando o no la partícula que o las 
preposiciones a, de o por) y son las más numerosas y variadas. En los datos de Luna Traill 
(1980: 166) obtuvieron el 73.4% del total de perífrasis en el habla culta de la Ciudad de 
México. Las perífrasis de infinitivo pueden emplearse para expresar valores temporales, 
aspectuales o modales. 
 
2.4.1.1 Perífrasis temporales 
Llama la atención lo reducido de este grupo, sólo dos perífrasis para expresar la 
temporalidad –ir a y haber de + infinitivo–, que además presentan otros valores: aspectual, 
la primera y modal, la segunda. Gómez Torrego (1999: §51.1.5.1) comenta que en español 
“no tenemos perífrasis temporales propiamente dichas”. Por ello se comprende que, aunque 
 
15 Cuando la exposición así lo requiera me valdré no sólo de las explicaciones de Luna Traill (1980), sino 
también de las reflexiones de otros autores, en cuyo caso se hará la indicación correspondiente. 
 39
las dos perífrasis en cuestión presentan a veces un valor temporal, éste no es siempre 
discernible de los otros.

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