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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO Los gemidos del silencio, estrategias de lo obsceno en la película silente pornográfica mexicana Viaje de bodas Artículo de investigación que para optar por el grado de Maestro en Historia del Arte presenta: Juan Gabriel Solís Ortega Asesor: Álvaro Vázquez Mantecón Agosto de 2009 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Los gemidos del silencio, estrategias de lo obsceno en la película silente pornográfica mexicana Viaje de bodas Juan Solís 3 A Naye y Santiago (la savia) A la Tribu: Chago, Jose, Betóstenes y Fey (la raíz) 4 Agradecimientos Este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo del programa de becas de la Coordinación de Estudios de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Agradezco en primera instancia la invaluable colaboración y entusiasmo de Álvaro Vázquez Mantecón, quien en su calidad de tutor guió y supervisó minuciosamente la elaboración del proyecto desde su origen. Las atentas lecturas que hicieron de las distintas versiones del texto Laura González Déborah Dorotinsky, Julia Tuñón y José Luis Barrios, miembros del comité tutorial, generaron precisos comentarios que modificaron exitosamente el rumbo del proyecto. Vaya un agradecimiento especial a Linda Báez, que revisó y comentó una versión alterna de este artículo, así como a Jaime Cuadriello, quien realizó interesantes comentarios al primer borrador del texto. Agradezco también a Francisco Gaytán, de la Filmoteca de la UNAM, por los datos aportados sobre la colección, así como al personal del Departamento de Documentación de la Filmoteca, cuya colaboración facilitó en mucho la ubicación y revisión del material. Por último, un agradecimiento especial a Nayeli, por quitar peso a las horas de escritura solitaria con su linda presencia solidaria; a Santiago, héroe de intensas batallas, pequeño guerrero de sonrisa ligera, por estar aquí para darle a la vida algo que sólo de una manera imperfecta describe la palabra felicidad; y a mi Tribu, como siempre y por lo mismo, con los pies en el barrio y el grito en el cielo (Sabina dixit). 5 Es en el cine no oficial, este pobre cine erótico de quien nadie habla y que se va a ver a escondidas, donde se encuentran fragmentos de libertad, ventoleras de aire fresco ¡Y es aquí donde a veces se encuentran personas que hacen el amor con alegría! Ado Kyrou Una sexualidad que domina el cuerpo sólo puede producir el fantasma de una abolición del cuerpo. El erotismo disciplinario desemboca en la pornografía pangenital en la que el cuerpo orgánico está suplantado por los órganos sin cuerpo. Pascal Bruckner y Alan Finkielkraut 6 Índice Preludio/ 7 1. El cuerpo del delito/ 11 El contexto/ 11 La colección/ 15 La producción/ 18 La exhibición/ 22 La cinta/ 24 2. El cura y la recién casada/ 28 Guardar las formas/ 29 3. Adán y Eva detrás de las cámaras/ 45 4. ¡Disparen sobre el confesionario!/ 51 5. Y en porno te convertirás/ 58 6. Vamos por partes/ 62 Epílogo/ 67 Conclusiones/ 70 Bibliografía/ 73 Imágenes/ 77 7 Preludio Mediados de mayo de 1947, en la ciudad de México. El joven detective Jorge Villalobos, estudiante de leyes y miembro de la Policía Judicial del Distrito, llega al restaurante Ladies Bar Sayula, ubicado en el número 223 de la calzada de Las Palmas en la aristocrática colonia Chapultepec Morales. Villalobos se hace pasar por un “joven ‘bien’ ansioso de aventuras y alegría dislocante”1. En el sitio abundan las meseras jóvenes y guapas. No son asalariadas, reciben una comisión por cada cliente con el que bailan, al que emborrachan y a quien posteriormente invitan a un sitio secreto. Se hace amigo de varias. Una de ellas, Ramona García, le revela que en la parte alta del bar hay una sala de cine con cuartos aledaños. Para entrar necesita una recomendación, que no tarda en conseguir. El detective está cerca del objetivo de su búsqueda: un cine pornográfico clandestino. El precio por ver una cinta es de 10 pesos, el doble de lo que cuesta en la época una entrada al cine Alameda o un lugar en la luneta del teatro Arbeu, dos veces lo que hay que pagar por un boleto para ver a Tin-Tán y Marcelo en el Follies, el triple de lo que vale la entrada al Palacio de Bellas Artes para ver El Gesticulador, de Rodolfo Usigli, dramaturgo al que Salvador Novo golpea por esos días, pelea no tan esperada como la que sostendrían Wolf Rubinski y el Tarzán López en la Coliseo, y que sería posible ver por la módica cuota de $2.50 A la sala se llega por una escalera secreta. El detective entra al sitio oscuro, que tiene varias salidas para poder escabullirse sin problemas. Más tarde sabrá que en la sala coincidían, sin verse, famosos personajes del mundo de las finanzas, generales, artistas de 1 “Detienen a un depravado tipo y le clausuran su negocio”, El Nacional, 30 de mayo de 1947, 2ª sección, p. 4 8 cine, banqueros y hasta un diputado cuya influencia con la policía garantizaba el funcionamiento del sitio. El agente constata el género de las cintas, se retira para avisar a la procuraduría capitalina. El miércoles 28 la policía judicial ingresa al local y detiene al español Amadeo Pérez Mendoza y a su ayudante, Luis Siqueiros. Luego de la detención, Amadeo Pérez declara poseer una librería en la avenida Hidalgo donde –según los reporteros—“se vale de obras morbosas para medrar”2. También regentea un cabaret en la calle de Amsterdam y un “cine sicalíptico” en la calle de Donceles. Por si fuera poco, Pérez ya contaba con varias detenciones por el mismo delito, así como por comprar cosas robadas3. La autoridad decomisa tres películas: dos de manufactura estadounidense y una realizada en la ciudad de México. Las notas periodísticas de la época4 no dan más datos sobre las cintas. No obstante, a juzgar por las descripciones que los agentes hacen a los reporteros –que denotan amplia experiencia en el ramo--, “jamás se había visto tanta inmundicia en la elaboración de películas obscenas.”5 ¡Cine pornográfico realizado en México en la primera mitad del siglo XX! El hallazgo sorprendió a los reporteros en 1947 y continúa causando sorpresa en la primera década del siglo XXI. El azoro aumenta ante la evidencia de que el género pornográfico se 2 Ibídem 3 Amadeo Pérez era todo un personaje en la industria porno de la capital. Tenía una librería conocida como “La Tarjeta”, en el número 12 de Isabel la Católica (que ya había sido clausurado en 1939 por funcionar como cine pornográfico), y desde 1946 dirigía la revista Forma: Revista Popular de Arte y Cultura Física, en la que publicaba fotos de desnudos, que también eran vendidas en formato postal, de manera clandestina, en sus negocios. Según el testimonio de María CandelariaLópez, modelo de desnudos pornográficos, aparecido en el número 28 de la revista Vea (1 de abril de 1950), el hombre que le tomaba fotografías desnuda –por 2 pesos la hora--, surtía de material a Amadeo Pérez. En Luna Córnea, No. 25, Intimidad expuesta, México, Conaculta, 2002, p. 30 Ver también Miguel Ángel Morales Hemerografía galante: La Tarjeta de Pérez Mendoza, suplemento Sábado, Unomásuno, 29 de julio y 5 de agosto de 1995 4 “Clausura de un cine elegante y obsceno”, Excelsior, 30 de mayo de 1947, 2ª sección, p. 1, “Captura del explotador de un centro de vicio”, El Universal, 30 de mayo de 1947, 2ª sección, p. 1 5 “Detienen a un depravado tipo y le clausuran su negocio”, op. cit. 9 instaló en la cinematografía nacional desde la época silente. Así lo constata la colección de cortometrajes porno silentes mexicanos que conserva la Filmoteca de la UNAM. A juzgar por las secuencias documentales que contienen o por el formato en que están filmados, se sabe que fueron realizados entre la primera y la quinta década del siglo pasado. Se desconoce, por otro lado, quiénes fueron los realizadores o los actores6. Carecen de créditos, rasgo propio de obras que circulaban al margen de la ley y a contracorriente de la condena eclesiástica. En tanto documentos ofrecen, ya en la manera de registrar el sexo explícito, ya en las diversas temáticas de las tramas que contextualizan estos actos, una serie de elementos a partir de los cuales es posible analizar las estrategias que los realizadores y actores usaron para desarrollar el discurso de la obscenidad desde la clandestinidad. Se entiende aquí obscenidad como una palabra bifronte. Por un lado, y de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, lo obsceno es “impúdico, torpe, ofensivo al pudor”7. Por otro lado, y de acuerdo a la etimología latina, lo obsceno es lo que está fuera de la escena. Desarrollar un discurso obsceno, es decir, que ofenda al pudor, precisa mostrar lo que está fuera de la escena, lo que no se ve, lo que está oculto. Hacer visible lo que se quiere mantener invisible requiere estrategias. Identificar y analizar esas estrategias en una de las cintas de la colección es el objetivo de este artículo. Se ha elegido para tal fin el cortometraje titulado Viaje de bodas, 6 Miguel Ángel Morales atribuye al fotógrafo Adrián Devars Jr. la dirección de un cortometraje pornográfico en el que aparece precisamente un fotógrafo teniendo sexo con dos modelos, en Miguel Ángel Morales, Prostitutas, mesdames, ficheras, retratistas, fotorreporteros y fotógrafos en la ciudad de México (1930-1946), Alquimia, No. 17, Ritos privados, imágenes públicas, México, Sinafo, enero-abril 2003, p. 36 7 www.rae.es 10 debido a la eficacia del manejo del lenguaje cinematográfico de la que hace gala, y a su muy particular temática, que incluye a un sacerdote como personaje. Hemos optado por evadir la discusión sobre el concepto de pornografía. El tema es extenso y sus múltiples aristas implican un problema ajeno a los objetivos de este artículo. Baste señalar que entenderemos lo pornográfico como aquella representación de sexo explícito cuyo objetivo para con el espectador es la excitación sexual. El término se asocia con lo que Julia Tuñón define como genitalidad, es decir, el registro fílmico de una actividad relacionada básicamente con los órganos reproductivos8. Ante la carencia de documentos históricos a propósito de la cinta, se ha optado por un análisis formal que devele las influencias del cine de la época e identifique las trasgresiones al mismo9. Si bien el corto no es una obra notable formalmente, su lenguaje fílmico denota rasgos típicos del cine hollywoodense, así como el uso en la edición de estrategias semejantes a las usadas por la vanguardia soviética o por el expresionismo alemán, aunque con fines y resultados muy distintos. Por otro lado se hará una revisión de cada uno de los personajes para localizar su importancia a partir del contexto histórico en que la película fue producida y exhibida. De acuerdo a datos de la Filmoteca de la UNAM, se calcula que Viaje de bodas pudo haber sido filmada en 1928. De ser así, la cinta fue producida y exhibida en plena guerra cristera. En ese contexto el personaje del sacerdote adquiere un papel más trascendental, como se verá más adelante. 8 Julia Tuñón, Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano, la construcción de una imagen: 1939-1952, México, Colmex, 1998, p. 236. La autora diferencia el término genitalidad del de sexualidad (impulso creativo que tiende a la reproducción de la vida y se dirige a un objeto al que se carga de amor), y erotismo (construcción cultural alrededor del amor sexual). 9 De acuerdo al diccionario de la RAE, transgredir es “quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto”, no implica necesariamente un cambio radical como consecuencia. El cine porno es transgresor en varios sentidos. 11 Por último se hará un análisis de la cinta desde la perspectiva feminista (que a su vez recurre al sicoanálisis), con el fin de ubicar el papel de la única mujer que aparece en la trama, así como la manera en que la cámara registra y disecciona su cuerpo para satisfacer las necesidades de consumo visual de los espectadores. Lo que aquí se demostrará es que para desarrollar el discurso de lo obsceno, el realizador de Viaje de bodas utilizó estrategias formales, diegéticas y políticas, que transgreden las premisas del cine institucional vigente en la época. 11 1. El cuerpo del delito 1.1 El contexto Si el cine se da en la oscuridad, el cine porno se da en lo oscurito. Para mostrar, no se muestra, se oculta tras el artificio. La clandestinidad es su naturaleza. Eso explica su invisibilidad, incluso cuando las cintas ya forman parte de un archivo fílmico. El cine pornográfico mexicano se desarrolló en esa aparente invisibilidad durante la segunda y la tercera década de este siglo. Tenía todo en contra, comenzando por la ley. El primer Reglamento Cinematográfico, publicado en 1913 bajo el gobierno de Victoriano Huerta, otorgaba al gobernador del Distrito Federal la facultad para suspender la exhibición de películas “que contengan ataques a las autoridades, a terceros, a la moral, las buenas costumbres, la paz y al orden públicos”1. En 1919 se promulga el Reglamento de Censura Cinematográfica, que en su artículo noveno otorga al Consejo de Censura la facultad de aprobar “aquellas cintas o vistas que no ofendan a la moral pública en su contenido y en sus leyendas, debiendo negar aprobación a todas las demás”2. La estructura censora no tuvo cambios sino hasta 1938, con Lázaro Cárdenas en el poder. Pero ¿Qué era lo que legalmente ofendía a la moral? La respuesta puede estar en el artículo 2 de la Ley de Imprenta, publicada en 1917, también bajo el mandato de Venustiano Carranza. De acuerdo a dicho artículo, constituyen un ataque a la moral palabras o imágenes que propaguen vicios, faltas o delitos. Sergio González Rodríguez agrega que en dicho artículo “también se condenan las ofensas públicas ‘al pudor, a la decencia o a las buenas costumbres’, o a las excitaciones ‘a 1 Virgilio Anduiza, Legislación cinematográfica mexicana, México, UNAM, 1984, p. 17 2 Ibid., p. 260 12 la prostitución o a la práctica de actos licenciosos o impúdicos, teniéndose como tales, todos aquellos que, en el concepto público, estén calificados de contrarios al pudor’”.3 Mientras los jueces a su buen entender definían lo impúdico, la Ley condenaba de paso escritos e imágenes “de carácter obsceno o que representen actos lúbricos”.4 El Código Penal de 1931 establece las penas para quien produzca este tipo de imágenes y para quien las distribuya. Eso no impide la circulaciónde novelas eróticas y pornográficas o de publicaciones satíricas. Los puntos de fuga se multiplican. A pesar de la represión policiaca el teatro de revista se reafirma como espacio de la crítica política y los atrevimientos sexuales. En 1932 se crea el Comité de Moral Pública de la Cámara de Diputados y en octubre de ese mismo se acusa de delitos contra la moral a la revista Examen, dirigida por Jorge Cuesta, por la publicación de 3 capítulos –que contenían lenguaje tildado de obsceno- -, de la novela Cariátide, de Rubén Salazar Mallén. Al año siguiente se crea la Liga Mexicana de la Decencia, órgano que publicará el boletín Apreciaciones sobre Películas Cinematográficas. A pesar de todo, como acota Armando Bartra “el erotismo es el gran filón de la industria cultural posrevolucionaria. A través de los medios de difusión masiva, como el cine, la radio, la música impresa y las revistas populares, los mexicanos y mexicanas acceden por fin –más allá de susurros y risitas ahogadas--, a las cuestiones que en verdad les obsesionan.”5 3 Sergio González Rodríguez, Los amorosos, relatos eróticos mexicanos, México, Cal y Arena, 1993, p. 28 4 Ibid., p. 29 5 Armando Bartra, Entre la fina urdimbre de una falda: Vea, Niuglo y el deshabillé, Luna Córnea, No. 25, México, Conaculta, 2002, p. 59 13 De ahí el éxito de publicaciones como la revista Vea, fundada en 1934 y especializada en espectáculos y desnudos. De ahí también las agresivas campañas moralizantes contra los concurridos cabarets y salones de baile, o bien las estrictas determinaciones sanitarias para frenar la sífilis que, de acuerdo a algunas cifras, se desarrollaba en el 60% de la población. Tal es el contexto en el que se genera la fallida campaña de educación sexual para niños emprendida por Narciso Bassols desde la Secretaría de Educación Pública, que culminó con su renuncia ante la presión de grupos de padres de familia católicos. Se desconoce el poder de convocatoria del cine pornográfico en la época, pero debió ser parecido al de las publicaciones impresas del género, las cuales eran más accesibles. Según las cifras oficiales para 1955 se imprimían entre 150 y 200 mil ejemplares semanales, aparte de las 55 mil fotografías pornográficas producidas en el mismo lapso. En las primera mitad del siglo, a pesar de las prohibiciones, se asienta el culto privado a la imagen condenada en público. Acota González Rodríguez: “En la década de los veintes, comienza a desplegarse una estrategia de enlace cultural a través de los medios impresos, y también a través de mensajes auditivos, escenificaciones teatrales y uso de símbolos públicos, que privilegia la imagen (…)Así aparecen las primeras campañas publicitarias que capitalizan la imagen del cuerpo hecho para la moda o la belleza, con el ejemplo de mujeres hermosas y elegantes, como en los exquisitos dibujos Art-Déco de Ernesto García Cabral.”6 El cine de circulación legal no es tan osado. Salvo por las cintas pornográficas, la producción silente mexicana es pudorosa y sigue los patrones de escandalosos éxitos extranjeros exhibidos en el país. Ángel Miquel atribuye a este fenómeno la filmación de 6 Sergio González Rodríguez, op. cit., p. 31 14 cintas como La Tigresa, dirigida por Enrique Rosas y Mimí Derba en 1917, en la que se retoma el estereotipo de la vampiresa, gestado en el cine nórdico. “También significó que se hicieran tímidos acercamientos a películas extranjeras como Vírgenes y hombres (B.A. Rolfe, 1916), Sexo (Fred Niblo, 1920), y La fruta prohibida (Cecil B. DeMille, 1921), que basaban su popularidad en argumentos picantes, el sex-appeal de las estrellas y eventualmente desnudos femeninos ‘artísticos’, como en Cuerpo y alma (Robert Z. Leonard, 1921), en la que Audrey Munson hacía el personaje –en el que se refugió durante mucho tiempo el desnudo femenino cinematográfico--, de modelo de artista…”7 Ese México, que transita entre el pudor y el destape, que abre la puerta a las vanguardias europeas, pero al mismo tiempo se embalsama de nacionalismo, que oculta su cuerpo rural, pero presume su rostro urbano, ese país es el escenario en que se desarrolla una industria del sexo, a través de la prostitución, la venta de material fotográfico y literario, o la exhibición de películas. Para Robert Darnton, el sexo es un vehículo, una herramienta que ayuda a que las cosas adquieran sentido. Según el historiador estadounidense, los pornógrafos del siglo XVIII “usaron el sexo para expresar todas las ideas fundamentales de la Ilustración: la naturaleza, la felicidad, la libertad, la igualdad.”8 ¿Qué sentido habrá aportado el cine pornográfico que circulaba en las décadas de los veinte o los treinta en México? ¿Cuál habrá sido su verdadero significado más allá de ser un apoyo masturbatorio? Encontrar las posibles respuestas es uno de los objetivos de este artículo. Coincidimos con Darnton en que “Si la pornografía fue un género, fue un género tan 7 Angel Miquel, Imágenes femeninas en fotografías y películas eróticas mexicanas de los años veinte, en Angel Miquel comp. Placeres en imagen. Fotografía y cine eróticos 1900-1960, México, Ediciones sin Nombre, 2009. p. 77 8 Robert Darnton, El coloquio de los lectores, México, FCE, p.72 15 mezclado que desafía cualquier intento que se haga por aislar una variedad pura. Sus impurezas suministraron los elementos mismo que hicieron del sexo algo tan bueno para reflexionar.”9 1.2 La colección La colección de cine porno silente de la Filmoteca se ha integrado casi por azar. La institución nunca se propuso crearla, pero tampoco se negó a recibir las cintas cuando fueron llegando a sus bóvedas por diversos medios10. Algunas películas, como Viaje de bodas, llegaron en paquetes de material no pornográfico, vendidos al archivo por coleccionistas particulares, o que fueron adquiridos en mercados de viejo en México o el extranjero. Otra de las cintas, llamada El sueño de Fray Vergazo venía en un conjunto de materiales adquirido en La Lagunilla. Por su parte, El monje loco venía en un paquete de material expresamente porno. Desgraciadamente la Filmoteca no cuenta con el registro de entrada que permita saber cuál era ese material. En la colección también hay un alucinante cortometraje de animación con algunos rasgos presuntamente mexicanos, que sin embargo aparece en una colección francesa11. La completan cortometrajes realizados en Estados Unidos. 9 Ibid., p. 83 10 Según datos de la Filmoteca de la UNAM la colección se integra por 26 cortometrajes nacionales y 15 de procedencia extranjera 11 Buried treasure, 1925, incluida en la antología The good old naughty days, dirigida por Michel Reilhac, 2003 16 “La característica de estas cintas es que son copias de copias de copias. Vienen muy rayadas y dañadas. La calidad no es la mejor”, señala Francisco Gaytán, director de restauración de la Filmoteca de la UNAM.12 Gaytán afirma que la fecha aproximada de filmación se calcula a partir del material documental incluido en las mismas. Las marcas de fabricación de la cinta, cuando las hay, pueden ayudar a fechar la copia, pero no la realización de la película. Lamenta que hasta el momento no se haya localizado un negativo. La mayoría de las cintas de la colección no tienen nombres. En aras de integrarlas a su sistema de clasificación, la Filmoteca ha optado por endilgarles títulos apócrifos, que responden a su temática situacional. Los realizadores y actores prefieren omitir los créditos, o bien recurrir a seudónimos que son un ejemplo de la retórica popular. Una de las cintas, llamada El monje loco, está dirigida por un tal Agapito Vélez Obando (evidentemente, no sepuede acotar: sin albur).13 Sólo pocas cintas están completas. De algunas vienen pedazos, tal es el caso de una secuencia de una película pornográfica filmada en los 50 basada en el caso de Goyo Cárdenas, el asesino de Tacuba. Secuencias de esta cinta fueron utilizadas en 1972 por Juan José Gurrola para integrarlas a la película experimental Robarte el arte, codirigida con Arnaldo Cohen y Gelsen Gas. Gaytán agrega que estas cintas estuvieron vigentes en los circuitos de distribución y exhibición clandestinos durante casi cuatro décadas, por lo que no se descarta que alguna de ellas haya sido la cinta mexicana decomisada por la policía en el Ladies Bar Sayula. 12 Francisco Gaytán, entrevista personal, septiembre de 2008 13 El albur se inserta incluso en la productora de una película: Marca registrada y repelada 17 Algunas de las cintas fueron transferidas a video para su exhibición pública en los últimos años. Una selección de las mismas se ha presentado en lugares como el Museo José Luis Cuevas o en festivales como el de cine erótico en la ciudad de México (2005), el de Morelia (2007) y Expresión en Corto, en Guanajuato (2005). En su formato original no han vuelto a proyectarse. Salvo estas exhibiciones, realizadas todas a partir de la presente década, la colección ha mantenido su invisibilidad. Esto puede explicar los pocos estudios académicos existentes en torno a la misma y su ausencia en las historias del cine mexicano14. En conjunto, los materiales nacionales constituyen hasta la fecha los únicos documentos fílmicos mexicanos de la etapa silente en su género. Su incómoda presencia demuestra que en la siempre incompleta geografía del cine mudo mexicano no sólo habitan El automóvil gris 15 o El tren fantasma16, también hay sitio para personajes como Fray Vergazo, Chema y Juana. 1.3 La producción Si bien escasea la información documental sobre las películas, éstas contienen datos que pueden ayudar a construir hipótesis sobre su realización. A partir de una revisión del material disponible en videocasete y DVD en el Departamento de Documentación de la 14 Destaca el estudio de Juan Felipe Leal Anales del cine mexicano, v.7, 1901: El cine y la pornografía, México, Voyeur, 2005, y la compilación de Angel Miquel Placeres en imagen. Fotografía y cine eróticos 1900-1960. En este último libro hay una referencia específica a la colección en el ensayo de Angel Miquel Imágenes femeninas en fotografías y películas eróticas de los años veinte, p.80 y ss. Por otro lado, el investigador Miguel Ángel Morales ha dedicado desde la década de los noventa varios artículos al tema, entre ellos: Adrián Devars Jr. ¿Pornógrafo clandestino?, en El Ángel, reforma, 14 de mayo del 2000, y La Meca del cine porno (1930-1943). Tijuana, escenario clandestino, Reforma, 22 de febrero de 1998. También la BBC de Londres utilizó fragmentos para un documental relativo a la pornografía en México. 15 Dirigida por Enrique Rosas en 1919, El automóvil gris es una de las mejores películas mexicanas, que se conservan de la era silente. Narra las fechorías de un grupo de bandidos, que vestidos a la usanza del ejército, robaban casas de burgueses en la época carrancista. La cinta –sonorizada tiempo después--, incluye la secuencia documental del fusilamiento de los ladrones. 16 El tren fantasma y El puño de hierro fueron realizadas en Orizaba, Veracruz, en 1927, por Gabriel García Moreno. Son películas de acción influenciadas por el cine estadounidense 18 Filmoteca de la UNAM hemos detectado un equipo de trabajo que participó al menos en la realización de Viaje de bodas, Antonio Vargas Heredia, Sueños de opio, Amor árabe y Campesina Un indicio de que las cintas fueron producidas por el mismo equipo es que los actores se repiten. La actriz que protagoniza Viaje de bodas aparece como concubina en Amor árabe y como una breve alucinación en Sueños de opio. El actor que interpreta a Chema es el protagonista de Antonio Vargas Heredia, Sueños de opio y Campesina. Suponemos que dicho equipo trabajaba en una casa, adaptada como estudio y con un limitado número de muebles como escenografía, que se reciclan de cinta a cinta17. La escultura, al parecer de un caballo, que aparece como ornamento de la habitación del hotel en Viaje de bodas, es parte del decorado del sultán en Amor árabe . Una cortina y un sarape que adornan su palacio cubren la cama sobre la que retozan el mataor Antonio Vargas Heredia y dos bailaoras. La cama se repite en varias cintas (Ver imágenes 1.1 a 1.5) El porno exige un guión mínimo. El equipo seguramente contaba con un argumentista que establecía por escrito la situación a partir de la cual dos o más personajes se encuentran. Ésta parece ser la única variante en las cintas. Luego del encuentro viene una serie de secuencias que generalmente siguen un canon: felación, penetración, eyaculación. Las circunstancias son varias y aluden a tópicos de la época. Baste citar, por lo pronto, que las cintas de la colección incluyen temas como la alucinación narcótica (Sueños de opio), el anticlericalismo (Viaje de bodas), el oriente como materialización de fantasías 17 La adaptación escenográfica de espacios para la producción de materiales pornográficos clandestinos era una práctica ususal en la fotografía y así continuó al menos hasta la década de los cuarenta. Según Armando Bartra, los desnudos de Brenda Conde o Naná que aparecían en revistas como Vea, surgían de sesiones “en cuartos de hotel o recámaras por falta de presupuesto, pero la escenografía resultó idónea para recrear encueres supuestamente privados, falsificados testimonios de lujuria doméstica.” En Armando Bartra, op. cit., p. 44 19 sensuales (Amor árabe), la fiesta brava (Antonio Vargas Heredia), y la mitificación en estado embrionario del campo mexicano (Campesina). Mención aparte merece el sueño como zona de tolerancia lúbrica. Al menos dos cintas (El monje loco y El sueño de Fray Vergazo), matizan las secuencias de sexo explícito ubicándolas en espacios oníricos. En el caso de El monje loco, el sueño es de una mujer estimulada por un programa de radio. Es un ejemplo de reivindicación del deseo femenino en una época en que el cine mexicano opta por esconderlo. Hay temas en los que coinciden cintas porno francesas y mexicanas realizadas por la misma época, como el orientalismo, tema de la cinta gala Mektoub, en la que un fotógrafo occidental toma fotos a las mujeres de un harén sin consentimiento del sultán. Como castigo un sirviente lo sodomiza. Otros temas en común son la relación entre trabajadoras o trabajadores y patrones o patronas (una especie de anulación lúbrica de la división de clases o reivindicación de la cama como espacio democrático), patente en la cinta mexicana La señora y la criada y en las francesas El chofer de las damas y Monsieur est servi; o bien la utilización del campo o el bosque como escenario del deseo (Campesina, El monje loco, Le grand bigarre, La sauva geonne). Hay en la colección de la Filmoteca cintas realizadas por otros equipos de producción, como El sueño de fray Vergazo o El monje loco. Ambas cintas tienen una producción más acabada, e incluso la primera es la única en la colección que está filmada en 35 mm, un formato profesional. Estas dos cintas, junto con Viaje de bodas, incluyen a miembros del clero como partes activas del acto sexual. Es otra tendencia que se nota en cintas francesas como Abott Bitt at convent (1925) y Devoirs de vacances (1920), protagonizadas por monjas. En 20 México, la inclusión de clérigos en cintas porno de alguna manera responde a una época de agudos conflictos entre la iglesia y el estado. Deducimos que los equipos de producción contaban al menos con una personaencargada de hacer la edición, probablemente el encargado de la cámara, como sucedía en los primeros años del cine. Hay un manejo rústico del lenguaje cinematográfico, que por un lado responde al ya instaurado estilo hollywoodense y, por otro, va construyendo el canon que el porno mantiene en la actualidad para las escenas de sexo explícito. El cine porno francés de la época utilizaba a prostitutas como actrices. En México pudo haber sucedido lo mismo. Autores como Casto Escópico, en Sólo para adultos: historia del cine X afirman que en la ciudad de Tijuana, en la década de los treinta, se daban todas las condiciones para que prostitutas pudieran participar incluso en cintas zoofílicas.18 Por su parte, Miguel Ángel Morales asegura que el fotógrafo Adrián Devars Junior y Amadeo Pérez hicieron películas porno utilizando a prostitutas como actrices19. Esta práctica también se dio en la fotografía. Una colección de imágenes estereoscópicas de tema erótico propiedad de Ava Vargas, muestra a un grupo de mujeres, probablemente prostitutas de alguna casa de citas, posando ante la cámara. Están tomadas en la década de los veinte y no hay secuencias de sexo, quizá eso justifique la gracia y la naturalidad que expresan esas mujeres.20 (Ver imágenes 2.1 a 2.4) Las cintas analizadas arrojan una evidencia más: es notable la diferencia en los niveles interpretativos entre hombres y mujeres. Éstas no muestran tanta naturalidad. 18 Citado en Miguel Ángel Morales, Cine porno en Tijuana, en miguelangelmoralex.blogspot.com 19 Miguel Ángel Morales, Cine porno mexicano 1896-1942, en miguelangelmoralex.blogspot.com 20 También en Yucatán existe un archivo que conserva imágenes de prostitutas tomadas en el estudio Guerra. Ver José Carlos Magaña, La prostitución y la pornografía en imágenes del estudio fotográfico Guerra, en Alquimia No. 17, op cit. 21 Voltean a la cámara constantemente, en ocasiones se cubren el rostro, se muestran con cierto pudor. Por su parte el individuo que interpreta a Chema y el que da vida al sacerdote en Viaje bodas, así como los que protagonizan El sueño de Fray Vergazo y El monje loco son evidentemente actores cuyos movimientos y gestualidad encajan en un cine carente de palabras ¿Dónde podían encontrarse actores tan osados, tan irreverentes, en la época? Muy probablemente en el teatro de revista, lúdica zona de tolerancia de donde pudo haber surgido también el guionista y quizá hasta el director. “En el teatro frívolo –escribe Carlos Monsiváis--, la cercanía lo es todo. Cercanía con la escena, con la historia inmediata allí ridiculizada, con el anticlericalismo y el antimilitarismo. Cercanía de satirizadotes y satirizados. Los generales jóvenes festejan las bromas sobre el desconocido ‘olor de la pólvora’ y los políticos ríen al aludirse a su oportunismo o su corrupción. A lo largo de los veintes, abundan las parodias salvajes sobre los gobernantes, sus familias, sus defectos físicos y morales, sus crímenes y latrocinios, sus rebeliones y caídas.”21 1.4 La exhibición De París llegó el cine. El artefacto presentado por los hermanos Lumiere en diciembre de 1895 hizo su debut en la ciudad de México en agosto del año siguiente. Y 21 Carlos Monsiváis, Escenas de pudor y liviandad, México, Grijalbo, 1988, p. 31 22 mientras don Porfirio Díaz inauguraba el mexican star system, en Francia, la pornografía comenzaba a tomar por asalto la película perforada.22 Lo obsceno no fue una invención del cine. Lo pornográfico ya estaba cuando el aparato llegó. Vivía no sólo en las novelas eróticas en boga23, sino en fotografías estereoscópicas, en versos populares que eran verdaderos artificios del lenguaje, en grabados que daban cuenta de la gimnasia sexual, en pinturas embodegadas en los museos. Siempre al margen del cine industrial, el porno encontró vías clandestinas de distribución en México, como las “salas para hombres solos”, originalmente creadas para teatro. Una de ellas estaba ubicada en los altos del Salón Venecia, cercano a la Plaza de la Santa Veracruz.24 De la exhibición se pasó, si no a la producción, al menos sí al registro documental. En su libro testimonial Valente Cervantes: primeras andanzas cinematográficas en México, Aurelio de los Reyes extrae de su entrevistado –un exhibidor itinerante--, un dato sorprendente por la similitud con el proceso de producción del porno amateur actual: “Había un mexicano que hacía películas inmorales –cuenta Cervantes--, no me acuerdo cómo se llamaba, un gordo él, ya no me acuerdo del nombre… él hacía películas inmorales…llegaba aquí a Puebla, me invitó en una ocasión, y se ocupaba de sorprender a parejas que llegaban a los hoteles, y allí estaba él con sus aparatitos silencioso tomando 22 En 1896 el cineasta francés Eugène Pirou filmó el cortometraje Le coucher de la Marié, considerada la cinta porno más antigua de la que se tenga noticia, si bien su contenido dista mucho de lo que hoy se considera pornográfico 23 En las décadas de los veinte y los treinta circularon en México novelas eróticas o pornográficas procedentes de España. Entre los autores más famosos se encuentran Felipe Trigo, Eduardo Zamacois y Emilio Carrere 24 Juan Felipe Leal, et al., Anales del cine en México, 1895-1911, tomo VII, 1901: El cine y la pornografía, México, Voyeur, 2005, p. 68 Miguel Ángel Morales cita también al cine Sapho, de Arturo Altuzarra, en Cine pornográfico mexicano 1896-1942, op. cit. 23 películas inmorales. Luego las andaba exhibiendo en los cines después de la función, o hacía reuniones en determinados sitios.”25 Si bien no hay datos o fuentes al respecto, es muy probable que material pornográfico nacional o extranjero circulara también en los burdeles mexicanos durante las tres primeras décadas del siglo XX, siguiendo una tradición francesa26. En estos sitios, el cliente encontraba una estimulación extra, el distribuidor: un canal, el realizador hallaba actrices y el dueño (o dueña), incrementaba sus ganancias. Era un negocio que podía prosperar ajeno al torbellino bélico exterior.27 Importados de Francia en tiempos de don Porfirio, los burdeles y casas de citas tuvieron su auge en México entre 1880 y 1960, periodo que, a decir de Carlos Monsiváis estuvo “marcado por el lento desvanecimiento de las tradiciones semifeudales y la instalación bárbara de la modernidad.”28 A la mitología parisina construida por el One, two, two, Le chabannais y Le Sphinx, le responde la leyenda nacional de La casa de la Bandida. La revolución mexicana no les hizo sombra. Según el Ayuntamiento Constitucionalista de la Ciudad de México, entre 1918 y 1919 había 114 establecimientos entre casas de asignación (donde asisten las prostitutas sin vivir en ellas), casas de tolerancia o burdeles y casas de citas (lugares de encuentro), en las calles de Cuauhtemotzin, Estrella, Camelia, Moctezuma, Querétaro, Héroes, Nunó, San Miguel, Pajaritos, Libertad e Icazbalceta.29 25 Aurelio de los Reyes, Valente Cervantes: primeras andanzas cinematográficas en México, México, Filmoteca, 2001, citado en Juan Felipe Leal, op. cit., p. 68 26 En 1946, después de la Segunda Guerra Mundial, había 120 burdeles en París en donde se exhibía cine porno. El 13 de abril de ese mismo año se proclamó la ley a través de la cual fueron cerrados. 27 Una colección de cortometrajes pornográficos silentes de los que se tiene certeza que eran proyectados en burdeles franceses pueden localizarse en los DVD Films interdits des maison closes, Anthologie de l’erotisme des annes 20 et 30 28 Carlos Monsiváis (Prol.), La casa de citas en el barrio galante, México, Grijalbo, 1991, p. 7 29 Ava Vargas (comp.), La casa de citas en el barrio galante,op. cit., p. 17 24 Carlos Monsiváis apunta que “a las casas de citas las rodea la industria del objeto que reafirma la existencia del sexo: las figurillas de barro con penes gigantescos, las cajitas de donde salta un muñeco excitado, las artesanías que divulgan los abrazos impíos de una cura y una monja, la gran variedad de estampas y tarjetas postales que provienen de Francia, Italia y Estados Unidos, y que en México hallan abundante mercado, en especial las postales de mujeres desnudas que fingen calidad de objeto raro y apreciable en la soledad de una recámara o un jardín (por lo que revelan los acervos conocidos, estas fotos de ‘la sensualidad que aguarda’ tienen aquí mucha mayor demanda que las dedicadas a presentar sin ambages la penetración o sus prolegómenos.)”30 Tales menesteres serán la materia prima de cintas pornográficas como Viaje de bodas. 1. 5 La cinta En la colección hay tres copias de Viaje de bodas. La analizada en este artículo es una transferencia a video digital de una copia positiva, en 16 mm,31 comprada a un coleccionista, que a su vez la adquirió en Uruguay. Viaje de bodas es un cortometraje en blanco y negro con duración de 13 minutos y 2 segundos. Carece de créditos y, hasta hace no mucho, de título. Fue exhibida por la Filmoteca de la UNAM bajo el nombre de Chema y Juana.32 30 Carlos Monsiváis, op. cit., p. 11 31 Este formato es diferente al de 35 mm que utilizaba el cinematógrafo Lumiere. 32 El nombre alude a los personajes del Cancionero Picot: Chema y Juana, quienes tienen cierto parecido físico con el par de recién casados de la película, entrevista personal con Francisco Gaytán, subdirector de Filmoteca de la UNAM, septiembre de 2008 25 Recientemente, la Filmoteca adquirió dos copias más de la película. En una de ellas, comprada en la colonia Doctores, se incluye el nombre real de la misma: Viaje de bodas, así como el nombre apócrifo de la productora: Huaracho Mex. Las secuencias y la duración de las tres copias son idénticas, por lo que se deduce que al menos en lo esencial no hubo alteración alguna. Al carecer de créditos, la cinta tampoco tiene referencias en cuanto a la fecha de producción. A partir de las imágenes documentales contenidas en la cinta, en las que se ve un tren y un automóvil, expertos del archivo deducen que pudo haber sido filmada hacia 1928.33 Sin embargo, el formato aporta otros datos. Al tratarse de una cinta silente, es lógico pensar que haya sido filmada antes de 1931, año en el que comienza la era del cine sonoro en el país,34 no obstante el porno se siguió filmando en película silente no sólo en México, sino en Europa y Estados Unidos, debido entre otras cosas a que la mayoría de las cintas se grababan en 16 mm. Este formato fue patentado por la compañía Kodak en 1923. Fue creado para filmaciones caseras, razón por la cual el material del que estaba hecho no tenía la condición explosiva del nitrato de celulosa. El formato de 16 mm tuvo banda sonora hasta 1935. Durante su periodo silente fue utilizado para filmaciones de aficionados y proyectos educativos. No se descarta la posibilidad de que Viaje de bodas haya sido filmada en 35 mm y posteriormente transferida a 16 mm, sin embargo es poco probable. El proceso era caro, y el formato de 16 mm se adapta mejor al sistema clandestino de filmación, distribución y exhibición que requiere el 33 Miguel Ángel Morales (Cine pornográfico mexicano, op. cit.), refiriéndose a la cinta como Luna de miel, la ubica en la década de los treinta, mientras que Al di Lauro y Gerald Rabkins, en Dirty Films, se refieren a una cinta llamada Mexican honeymoon, filmada presuntamente en Tijuana en 1935 o 1939 (Morales, Cine porno en Tijuana, op. cit.), que al menos en el título coincide con la trama de Viaje de bodas. 34 Santa, dirigida por Antonio Moreno, es la primera cinta con sonido óptico realizada en México, según consigna Federico Dávalos Orozco, en Albores del cine mexicano, México, Clío, 1996, p. 64 26 porno. Equivalía en su época a lo que en la actualidad implica poseer algún medio digital de registro de imágenes en movimiento (cámara de video, web cam o teléfono celular) y grabar en casa –o en algún otro sitio--, sexo explícito. No se requiere equipo profesional, un estudio, distribuidoras y exhibidoras. Con una cámara y un espacio a manera de locación, un par de “actores” y un guión mínimo, todo era posible. O casi todo. La iluminación implicaba un problema para una película ortocromática de baja sensibilidad. En la primera secuencia de Viaje de bodas, filmada en exteriores, se echa mano de la luz solar. Hay evidentes sobreexposiciones, que se repiten en las secuencias filmadas en interiores. Aquí, a juzgar por las sombras, se usó una sola fuente de iluminación, colocada detrás de la cámara y unos centímetros arriba del objetivo. Todo lo que capta la cámara de frente está iluminado. El formato daba otra ventaja propia del cine de la época: la posibilidad de copiar cientos de veces una película para su distribución. Lo único que pierde la película, paulatinamente, es calidad visual, pero mantiene eso que Walter Benjamin llama aura: el aparecimiento único de una lejanía por más cercana que pueda estar35. Es decir: su quintaesencia. Lo que la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica pierde, el cine porno –que no es, ni le interesa ser arte--, lo gana. Se aprovecha de la capacidad de reproducción técnica para expander su mensaje básico: sexo en detalle. “La técnica de reproducción, se puede formular en general, separa a lo producido del ámbito de la tradición. Al multiplicar sus reproducciones, pone, en lugar de su aparición 35 Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, México, Itaca, 2003 27 única, su aparición masiva. Y al producir que la reproducción se aproxime al receptor en su situación singular actualiza lo reproducido”, escribe Benjamin36. El cine, que reproduce su valor de culto al ejercer masivamente su valor de exhibición, echa mano –en especial en el género porno--, de las dos características que le atribuye Benjamin a la reproducción técnica: es más independiente y puede resaltar aspectos asequibles sólo a la lente (los acercamientos, la cámara irreal, los diversos puntos de vista), y en su calidad de copia puede acercarse a diversos receptores. Una prueba de esta reproductibilidad –que no refleja más que la voracidad de un mercado--, es la mala calidad de las tres copias que conserva la Filmoteca (la cual, por otro lado, también puede ser achacada a las malas condiciones de conservación o a errores en la filmación); también lo es el hecho de que una de las mismas haya sido localizada en Uruguay y que en España circule una cinta titulada El semental mejicano, con un argumento parecido al de Viaje de bodas.37 ¿Cuál fue la intención del director al filmarla? ¿Es un mero divertimento para excitar a un público masculino? ¿Es un producto realizado al vapor con el objeto de satisfacer al mercado clandestino? ¿Qué estrategias hay detrás de la película para mostrar el discurso de lo obsceno? Tal es la problemática a abordar. 36 Ibid., p. 44 37 Emili Olcina, en su texto No cruces las piernas. Un ensayo sobre el cine pornográfico, (Barcelona, Laertes, 1997, p. 125), menciona una cinta en la que un sacerdote tiene sexo con una dama que espera a su novio para casarse. La línea argumental propuesta por la autora encaja con las imágenes de Viaje de bodas, aunque la lectura que nosotros le damos es otra: la pareja ya está casada, llegan a la capital y el novio deja a su esposa con el cura para que se confiese. 28 2. El cura y la recién casadaA bordo de un tren llegan a la capital. Ella es joven y guapa. Tiene el cabello negro. Viste prendas típicas del ambiente rural en México: falda amplia de china poblana, blusa de manga corta y abombada y un rebozo amarrado al pecho como si fueran cananas. Él: espigado, bigotón y con ropa de charro, incluido el sombrero. Se instalan en un hotel y ahí el marido da rienda suelta a sus deseos a través de varias posiciones que ella acepta sumisa. Luego llega el sueño, el breve descanso que da lugar a una segunda incursión. Amanece. El marido tiene que ir a algún sitio, así que van a la iglesia donde la deja con el sacerdote, junto con una maleta. La dama aprovecha la oportunidad para descargar su conciencia en la confesión. Es probable que se sienta culpable de haber sentido placer. De rodillas, frente al cura sentado, dice algo. Él le toma las manos y acerca su rostro al de ella, como para escuchar mejor. Él es sacerdote católico. Lo delatan la sotana negra, el alzacuellos y el bonete. También es joven. Y osado. Olvida pronto el voto de castidad. Acaricia el rostro y los brazos de la mujer, le arrebata sonrisas que inmediatamente se disipan para dar paso a la seriedad. Se pone de pie y se levanta la sotana debajo de la cual no porta ropa interior. Ella entiende las intenciones del cura y comienza la felación. Él no tiene suficiente, así que la lleva a un sillón donde la penetra. Satisface sus deseos momentos antes de que llegue el marido con una cajas y una jaula con un perico. Con cordialidad, el ministro les da la bendición y los despide. 2.1 Guardar las formas Viaje de bodas es, en su simplicidad, una película en cuya estructura se nota la influencia del estilo clásico hollywoodense. Narración, continuidad y causalidad son las premisas que sostienen su discurso fílmico. 29 Para el año en que se cree que fue realizada (1928), ya el estilo clásico1 llevaba cerca de 11 años establecido en el cine estadounidense, que era el que los espectadores mexicanos consumían mayoritariamente. De alguna manera, ya estaban adaptados a un producto visual que le permitía elaborar hipótesis, crear expectativas y sacar conclusiones. El porno sólo era una variante.2 Hay quien no está de acuerdo. Paul Willemen afirma que las estrategias tradicionales del cine institucional no están abiertas al cine porno. “La especificidad del género requiere un número máximo de imágenes de sexo explícito, lo que necesariamente fragmenta la narrativa, produce constantes repeticiones y crea suspenso o un elemental sentido de la verosimilitud virtualmente imposible. Las imágenes deben ostentar de verosimilitud realista, la narrativa no puede.”3 Sin embargo Viaje de bodas da mucha importancia a la escenificación, al proceso de ubicación espacial y social de ambos protagonistas4. La narrativa no está fragmentada, por el contrario: sigue una lógica coherente con los estipulados del cine clásico de la época, y esto sin sacrificar la verosimilitud. El autor agrega que el proceso de identificación con el protagonista es rudimentario pues no hay tiempo ni contexto. De ahí el uso masivo de estereotipos y situaciones 1 “Los principios que Hollywood reclama como propios se basan en nociones de decoro, proporción, armonía formal, respeto a la tradición, mímesis, modestia artesanal y un control impasible de la respuesta del receptor, cánones que los críticos de cualquier medio suelen denominar clásicos.” En David Bordwell, El cine clásico de Hollywood. Estilo cinematográfico y modo de producción hasta 1960, Barcelona, Paidós, 1997 , p. 4 2 “Cada género crea sus propias reglas, y el espectador juzga cualquier elemento determinado a la luz de su adecuación a las convenciones del género.” David Bordwell, op. cit., p. 22 3 Paul Willemen, Letter to John, en Screen, The sexual subject. A Screen Reader in sexuality, London, Routledge, 1992, p. 177 4 En lo estrictamente diegético, Viaje de bodas rebasa la genitalidad para ubicarse en lo que Julia Tuñón define como erotismo, es decir: una construcción cultural alrededor del amor sexual. “Es básicamente en este nivel en donde residen los afanes homosexuales y las llamadas perversiones, o sea aquellos recursos que rebasan el nivel meramente reproductivo.” Julia Tuñón, op. cit., p. 236 30 conocidas. La narrativa se transforma en una yuxtaposición de escenas de fantasía que tienen que ver más con la lógica del catálogo que con la de la narración5. No obstante, con excepción de las secuencias sexuales, las otras que integran al cine pornográfico, por pequeñas que sean, siguen las normas del estilo clásico, en las que el espacio y el tiempo cinematográficos están supeditados a la lógica narrativa.6 Viaje de bodas no es la excepción. El título de la cinta funciona a manera de un intertítulo situacional. La narración comienza antes de la acción. La expectativa del público es ver qué sucede en ese viaje de bodas, a partir de la información que se maneja en la colectividad: viaje de bodas es luna de miel, es decir sexo legítimo entre una pareja heterosexual. El único intertítulo que se conoce de la cinta es expositivo: “Del terruño a la capital van llegando Chema y Juana”7. El dato de que la pareja es rural abre el horizonte de expectativas, sobre todo si se sabe que llegan a la ciudad, y ésta se vislumbra, a contraluz del inmaculado ambiente rural, como la sede del vicio, el carnaval de las tentaciones ante el cual la pareja –por su origen rural--, está desprotegida. Ese alto contraste entre el campo y la ciudad es un tema abordado en el cine de la época. Ahí está Santa (Moreno, 1931), la joven bella y virtuosa de Chimalistac que deviene prostituta fogosa de la ciudad (el adjetivo tiene más sentido en la novela que en las versiones fílmicas). Ahí está también Sunrise (1927), la obra maestra de Murnau, que plantea la contaminación moral que implica para una comunidad rural la llegada de una 5 Willemen encuentra similitudes entre la estructura del porno y la del musical. En ambas la narrativa es simple y está enfocada a dar pie a interrupciones sexuales o musicales, que funcionan como piezas independientes. Agrega que “en ambos géneros los segmentos que interrumpen están constituidos por cuerpos exhibiendo su fisicalidad, ya en soledad, ya rítmicamente al unísono.” Ibid., p. 182 6 David Bordwell, op. cit., p. 13 7 El intertítulo expositivo prácticamente había desaparecido en la última etapa del cine silente. Había sido sustituido por el de diálogo. En este caso, el intertítulo cumple con otra función del cine clásico: informar al espectador de los sucesos previos a la acción que vemos. David Bordwell, op. cit., p. 31 31 joven citadina. La dama pretende seducir a un joven campirano, que está casado, para que huyan a la ciudad. En una secuencia espléndida, mientras ambos están tirados en la hierba, la seductora le cuenta de la urbe al joven mientras en el cielo –la mitad superior del encuadre--, aparecen carros, luces de neón, atributos de un espacio hedonista y moderno. Una gran parte del film se centra en el periplo del matrimonio rural por la ciudad. El espacio caótico y plagado de tentaciones se transforma en un sitio para la diversión y la reconciliación. La urbe cambia la hostilidad por la amabilidad. En una secuencia clásica, detiene incluso su ritmo vertiginoso para que la pareja reconciliada se bese. Ante la imagen cruel y agresiva de la urbe, el campo es, por contraste, el sitio de la virtud y la pureza. Sin embargo, llama la atención que este ambiente silvestre, cercano a la naturaleza, sea relacionado con una sexualidad más abierta. Esto es notable en cintas pornográficas como Campesina o El monje loco, cuyas secuencias sexuales se dan en exteriores, en parajes campiranos o en claros del bosque. Imaginar todo lo que le puedepasar en la ciudad a un par de visitantes detona las expectativas. A eso juega el director, a que los escenarios que caben en el tiempo compartido que disfrutará la pareja en la ardiente Sodoma se multipliquen en las mentes de unos espectadores vacunados contra la posibilidad de transformarse en estatuas de sal. El estilo clásico es redundante. Las imágenes deben reiterar lo que ya dijeron las palabras (se da por entendido que en el aparecimiento único que constituye el evento cinematográfico no se puede volver atrás, como en el texto). El arribo está dividido en cinco planos unidos por una lógica espacial y direccional: plano general del tren en reversa, plano general del arribo del tren a la estación (muy semejante a una de las primeras vistas de los Lumiere: La llegada del tren), plano general del descenso de Chema y Juana del vagón, plano general en que la pareja se despide de otros compañeros de viaje y camina 32 hacia la cámara saliendo a la izquierda del encuadre, y plano general de la pareja saliendo de la estación para ascender a un carro. (Ver imágenes 3.1 a 3.5) Para los fines del porno esta secuencia situacional es un exceso. El intertítulo seguido de la entrada de la pareja al hotel bastaría para ubicar al espectador, sin embargo el realizador hace gala de un manejo eficaz de los recursos del lenguaje fílmico para reiterar que la pareja viene de otro contexto, de su terruño ubicado en un lugar lejano a donde llega el tren. La intención se ve acentuada en el contraste implícito en la vestimenta de Chema y Juana y la de su compañero de viaje, este último un hombre de edad mediana vestido con traje y corbata y con el rostro afeitado. Un hombre urbano, un espécimen del México posrevolucionario. La segunda secuencia inicia tras una elipsis. La pareja sube al carro. Corte. La pareja llega al hotel. Corte. La pareja entra en su habitación. La cámara está de frente. Ellos caminan hacia la misma y salen del encuadre por la izquierda. Corte. Plano general de ambos instalándose. Por fin la pareja está en el sitio en que la ubicaban las expectativas del espectador. El director juega con las mismas para que el espectador produzca hipótesis simultáneas, crea suspenso (¿Por qué no inician? ¿Ocultan algo? ¿alguien los observa?). Ella está sentada en la cama, él en una silla. El espectador aguarda el inicio del encuentro, sin embargo Chema señala hacia un lugar a la derecha, fuera de cuadro. Se levanta y sale del encuadre. Corte. Entra a cuadro por la izquierda, cierra la puerta y regresa. Corte. Entra a cuadro por la derecha y ocupa de nuevo su lugar en la silla. (Ver imágenes 4.1 a 4.4) Con todo este preámbulo, el realizador echa mano de varias premisas del cine clásico. La primera de ellas tiene que ver con la historia. Es un viaje de bodas y la pareja ya está en el hotel. Es una pareja alevosamente caracterizada, una ridiculización del estereotipo del matrimonio rural al que se le atribuye de antemano ingenuidad. A esta 33 primera información sobre los personajes y su situación, que establecerá las líneas de las acciones, se le conoce en el cine clásico como principio de primacía. En Viaje de bodas todo el peso argumental cae en los personajes. Escribe Bordwell que en el estilo clásico: “de un modo más habitual se indican los rasgos sobresalientes del personaje –por medio de un título explicativo, a través de la descripción de otros personajes--, y su aparición inicial los confirma como destacados. De esta forma, el espectador tiene una primera impresión clara sobre los personajes como entidades homogéneas”8 En este proceso entra en juego la caracterización, a la que podemos achacar ese factor extraño en la pareja que no encaja en el contexto. El bigote que porta el marido es un accesorio que exagera su virilidad al tiempo que constituye un atributo de su mexicanidad. El rebozo cruzado de la mujer, a la manera de las soldaderas, y la falda de china poblana son indicios de una sugerida identidad nacional. Una reiteración del estereotipo, que para el cine clásico nunca está de más. Como ya se señaló, el anónimo actor que hace las veces de Chema denota una formación histriónica. Camina desenvuelto, no ve a la cámara, se alisa los enormes bigotes constantemente y en ocasiones se acomoda para que no se le caigan. Este gesto de tan recurrente refuerza la coherencia del personaje, pero también delata un doble juego. El bigote es disfraz y antifaz, es decir: es parte de la caracterización de un personaje, pero también es un objeto que oculta la verdadera identidad del actor. En una secuencia en la que tiene las manos ocupadas, voltea el rostro hacia arriba en un intento desesperado por evitar que el bigote caiga del rostro. Tal desesperación contrasta con su aparición en otros 8 David Bordwell, op. cit., p. 15 34 cortometrajes en donde sin problemas muestra la cara (Antonio Vargas Heredia, Sueños de opio). Por su parte, la mujer que interpreta a Juana se nota rígida al caminar. Sus movimientos se limitan a las manos, voltea constantemente a la cámara y en ocasiones se cubre el rostro. Como ya se apuntó, suponemos que este tipo de papeles eran encarnados por prostitutas sin experiencia actoral, pero con la desenvoltura necesaria para ejecutar un acto sexual ante la cámara con un reducido margen de pudor. Se entiende que ambos se desean, tal es su motivación psicológica, pero para dar rienda suelta a su deseo –cumplimiento del objetivo--, deben superar obstáculos, mínimos en el porno (llegar, instalarse, cerrar la puerta, desnudarse). Y es precisamente en el momento de desnudarse cuando la cámara comienza la revuelta contra el estilo clásico o, más bien, lo adapta para satisfacer las necesidades visuales del espectador. Entre que Chema y Juana se desnudan y se asean luego del acto sexual, los emplazamientos de cámara se multiplican y diversifican alrededor de la cama, que es el escenario del coito. Son alrededor de ocho los emplazamientos desde los cuales es registrado el acto. Algunas veces la cámara está ubicada aproximadamente a 1.50 metros sobre el nivel del piso, respetando el canon clásico (1.50 a 1.80 metros, mirada del cuerpo humano erguido), a partir del cual el espectador se siente más identificado. En otras ocasiones la cámara está a ras de cama. El ojo del espectador está a escasos 50 centímetros de los cuerpos copulando. (Ver esquema 1) Tal número de encuadres para una escena en interior es inusitada en el cine mexicano de la época. El género pornográfico permite diseccionar el espacio en función del 35 registro somático. El encuadre ya no será una copia del escenario teatral o de la escena pictórica, se diversificará para dotar de volumen al acto filmado, le otorgará el trato visual del que goza la escultura. El acto sexual se transforma en el eje espacial. La cámara gravita a su alrededor. El privilegio es el del observador, que manteniéndose estático en su butaca se mueve alrededor de la cama. Se acerca y se aleja. Se agacha u observa de pie. La cámara adopta la virtual inclinación de la cabeza y en ocasiones se atreve a realizar picadas totales (full shot). Bordwell señala que antes de mediados de la década de los veinte, los planos picados y contrapicados se usaban sólo en paisajes, cámara subjetiva o plano/ contraplano (siempre que en una conversación una persona estuviera a mayor altura que la otra). Añade que “un plano medio de un objeto o una figura humana rara vez estarían encuadrados con un picado o un contrapicado pronunciados.”9 El mismo autor señala que es hasta finales de la década de los veinte que cintas como El capitán Drummond (1929) y El palacio de las maravillas (1927), incluyen picados y contrapicados drásticos.10 No obstante, los ángulos inusitados ya eran parte de los recursos –además de la fotografíade vanguardia--, del cine surrealista francés, del cine expresionista alemán y del cine de montaje soviético. Este último incluía primeros planos extremos, ángulos inclinados y patrones compositivos que tendían a desorientar al espectador. Las motivaciones de los encuadres en el expresionismo alemán o del cine de montaje soviético son estéticas, las del porno son funcionales. Planos inclinados o picados 9 David Bordwell, op. cit. p.7 10 En las décadas de los treinta y los cuarenta “las angulaciones compensaban la excesiva teatralidad producto del sonido, poco a poco se transformaron en equivalentes funcionales de los encuadres normales.”, Ibídem. 36 son la mejor manera de registrar a dos cuerpos que interactúan en una superficie horizontal, sea la cama, o el piso. Y eso es en México o en Francia. En la cinta pornográfica silente Monsieur est servi, filmada en Francia en la década de los veinte, los emplazamientos de cámara alrededor de una cama son muy similares a los usados por el realizador de Viaje de bodas en la primera secuencia sexual. (Ver imagen 5) El cine francés va más allá. En la misma cinta hay un acercamiento a una penetración vaginal que en un intento de aproximación pierde el foco. En la cinta Au sivant! las tomas alrededor de la cama llegan incluso a utilizar el recurso de la cámara irreal, es decir que hay una toma desde la cabecera. La cinta culmina con una picada total del cuerpo de la dama a punto del éxtasis. Un plano de este tipo, a vista de pájaro, es una ruptura con el estilo clásico ya que “destruye las bases expresivas de la narrativa, porque el realizador clásico carece de esquemas para ejecutar una orientación tal y el espectador no tiene un repertorio de expectativas adecuado”.11 Pero al mismo tiempo es la materialización de una expectativa imaginaria del Voyeur: tener la panorámica del panto crator, ser el panto videns. ¿Qué une a los planos diversos12 de una secuencia sexual filmada con la tecnología de la década de los veinte? La lógica en la yuxtaposición y el ritmo, no sólo en los cuerpos registrados, sino también en la frecuencia y la duración de los planos que los registran. A lo largo de seis planos generales Chema desnuda a Juana. Los planos se alternan entre los que captan la acción desde un ángulo de la cama y los que lo hacen desde fuera de la habitación. Si se toma en cuenta que la puerta está cerrada, esta toma es una cámara 11 David Bordwell, op. cit., p. 61 12 Si bien en un conteo se registraron 37 planos, la cifra no es exacta toda vez que las cintas pudieron haber perdido planos en su trajín de exhibición y reproducción 37 irreal que se adapta al deseo del Voyeur trasgrediendo la clausura, penetrando con la mirada la frontera del espacio privado. (Ver imagen 6) El séptimo plano es una toma inclinada del cuerpo desnudo de la mujer, que se regodea mirándose en el espejo del ropero. Cuerpo y reflejo son captados por la cámara esta vez con un sentido estético, reforzado por el contraplano: plano medio de Chema observando con gusto la escena mientras se alisa el bigote. Sin corte, la cámara realiza un breve paneo hasta donde reposa Juana desnuda. Este movimiento no responde más que a la causalidad. Aquí hay otra trasgresión: que un marido observe la desnudez de su esposa. Era práctica común en el Porfiriato el uso de la Sábana Santa, que cubre la desnudez de la mujer en el encuentro sexual, dejando sólo una abertura a la altura de la vagina. Anota Carlos Monsiváis que entre las formas de castidad que reconocía la iglesia estaba la conyugal, que “se abstiene de los placeres carnales ilícitos y usa con moderación lo permitido en el matrimonio.”13 Existen fuentes que constatan que esta práctica fue difundida por la iglesia católica en la Nueva España desde su arribo en el siglo XVI hasta principios del siglo XX. En el siglo XIX el mandato llegaba a clases ilustradas a través de libros moralizantes como La mujer cristiana (1865), o a sectores iletrados de la sociedad desde el púlpito. El objetivo era el mismo, dejar en claro que el placer es un sendero al infierno, sobre todo para la mujer. Ya San Agustín –que algo sabía al respecto--, había advertido que el sexo sin motivo de procreación era pecado y que las parejas casadas debían dejar de tener sexo después del primer o segundo hijo ( y no como forma de contención demográfica). San 13 Carlos Monsiváis, prol., La casa de citas en el barrio galante, México, op. cit., p. 8 38 Jerónimo, por su parte, consideraba adúltero al hombre que hacía el amor a su mujer con frecuencia. Escribe Stephen Halliczer que de acuerdo al catolicismo “el sexo en el matrimonio debía hacerse raramente y con espíritu de moderación en lugar de lascivia, puesto que ‘nada es más sucio que practicar el sexo con tu esposa como si lo hicieras con otra mujer”14. Ante esta perspectiva el único camino legítimo lo constituía la relación natural, es decir: el coito con fines de procreación en posición de misionero. Las otras posiciones eran pecados veniales si se hacían sólo por placer. El orgasmo –de alcanzarse--, era pecado mortal. Acota José Luis Trueba Lara que en el México católico de entre siglos “el matrimonio se transformó en un espacio de contención, un sitio donde el placer estaba prohibido y la desnudez era una posibilidad indeseable e imposible.”15 Chema y Juana, sin sábana santa que se interponga, rompen todas las reglas del buen matrimonio cristiano, excepto una: la mujer debe ser pasiva en el acto sexual. Juana sólo muestra un dejo de iniciativa cuando está con el sacerdote. En la contemplación de Juana hay un error de continuidad: antes de que la cámara se mueva se ve a Chema levantarse de su silla. Luego del corte hay tres tomas de la mujer desnuda en diferentes posiciones. Tales posturas coinciden con la pose que ostentan las postales pornográficas que circulaban en la época. En este breve lapsus el cine se pone al servicio del discurso fotográfico, lo recodifica. De alguna manera es un síntoma de modernidad evocar las poses femeninas importadas de Francia. El decorado en Viaje de bodas no es tan ostentoso como en otras cintas de la colección (Mamaíta, El sueño de Fray Vergazo), lo moderno está en la pose, en 14 Stephen Halliczer, Sexualidad en el confesionario, un sacramento profanado, Madrid, Siglo XXI, 1998, p. 176 15 José Luis Trueba Lara, Historia de la sexualidad en México, México, Grijalbo, 2008, p. 244 39 la manera en que Juana se extiende sobre la cama en tres posiciones distintas que muestran la belleza de su cuerpo. (Ver imágenes 7.1 a 7.4) Aunque tales encuadres están encapsulados en una película, bien podrían haber sido para consumo público a través de la fotografía. Según Bernard Noël para que la foto de desnudo se vuelva pública debe hacer olvidar la sexualidad de su imagen volviendo la mirada hacia otra referencia. “El arte otorga esta referencia: odalisca, bañista, esclava, etcétera, y ofrece también un género: el estudio del desnudo. Pero suministra sobre todo la única situación donde la desnudez se expone en público sin escándalo: la pose.”16 El que tales encuadres hayan servido para que un fotógrafo de fijas, un stillman, capturara imágenes que a la postre serían vendidas es una posibilidad latente. El hecho embona perfectamente con la lógica de la producción de material pornográfico y con las prácticas habituales del cine. El cuerpo desnudo de Juana se aprecia entero, pleno sobre la cama. No mira a la cámara y aquí hay una analogía con la fotografía. Al referirse a la serie de desnudos masculinos de Luis Márquez Romay, realizados por la época en que deducimos que está filmada la película, Déborah Dorotinskyy Laura González advierten que la falta de confrontación visual entre la mirada del modelo y el espectador convierten al primero en un cuerpo receptivo que incita al espectador a poseerlo simbólicamente con la mirada. Juana, no la actriz, sino la modelo fotográfica, al evadir la cámara con la mirada ya no es sujeto, es objeto de deseo, como los Efebos captados por la lente de Márquez17. 16 Bernard Noël, desnudo y desnudez, en Flavia Puppo (comp.), Mercado de deseos, una introducción en los géneros del sexo, Buenos Aires, La Marca Editora, p. 73 17 Déborah Dorotinsky y Laura González, Las máscaras de Eros, en Desnudos. Fotografías de Luis Márquez Romay 1926-1932, México, Conaculta-UNAM, 2006, p. 28 40 No obstante, el objetivo más evidente de tales poses lo constituye el enfatizar la disponibilidad del cuerpo femenino. Es la contemplación que precede la incursión. Como afirma Emili Olcina: “Su cuerpo, lo único de ella que interviene en la imagen pornográfica, es una agencia necesaria y suficiente, operativa y eficiente en la ejecución material del acto: su cuerpo, instrumentalizado, coopera en el acto, el cual se consuma plenamente mediante ese cuerpo, y las posiciones y colocaciones de ese cuerpo son las adecuadas, son óptimas para la ejecución del acto…”18 Luego de la contemplación viene un plano de Chema levantándose de nuevo para despojarse del pantalón. El salto es abrupto, pero hay continuidad. Una nueva panorámica lleva a Chema a acostarse al lado de Juana. Aquí los planos comienzan a alternarse en función de la ubicación de la cámara. El plano/contraplano es direccional. Toma a la pareja de un lado de la cama y luego del otro (montaje plano/ contraplano). Se acerca y se aleja sobre el mismo eje (montaje analítico). Así es el proceso constructivo de la película pornográfica, explotación ansiosa de las posibilidades espaciales y angulares de una cámara, “dulce baile con un centro de interés como denominador común”.19 Para el cine clásico –y su variante porno--, es muy importante la repetición de posición de cámara porque así el espectador ignora la edición y concentra su atención en aquellos factores narrativos que cambian de un plano a otro. De igual manera, si se concentra en un factor central del encuadre, se olvidará de los márgenes de la pantalla. El porno utiliza ambas estrategias. Disfraza el artificio. 18 Emili Olcina, op. cit., p. 46 19 David Bordwell, op. cit., p. 61 41 En la primera penetración Chema está de pie y Juana acostada. La cámara, en plano inclinado hace un recorrido desde la zona genital de ambos hasta la cabeza de Juana. Hay un gusto reiterado del camarógrafo por recorrer el espigado cuerpo de la actriz. De nueva cuenta entra en juego la causalidad. Hay un cambio de encuadre para tomar la misma acción: Chema no puede penetrar a Juana, de la cual no se ve más que su zona púbica. Corte. Chema se escupe la mano y en un travelling descendente la cámara capta cómo el hombre usa su saliva como lubricante. En el estilo clásico, toda cámara es diegética: cuenta algo, disipa dudas. Y de paso crea expectativas ¿Juana es virgen? Es su luna de miel y el director en lugar de mostrar las consecuencias fisiológicas de la ruptura del himen (¿pudor? ¿decoro? ¿buen gusto?), sintetiza en la aparente estrechez vaginal de la esposa su inexperiencia sexual. Las secuencias de sexo explícito son tomadas en planos generales, desde diversos puntos de vista, que dan paso a detalles de la zona genital. Es el ritmo de la copulación lo que une a los planos, lo que permite al espectador orientarse cuando el encuadre está saturado por fragmentos de carne en movimiento. Esta manera de juntar los planos se asemeja a la de la llamada secuencia de montaje o de intervalo temporal, utilizada para comprimir longitudes de tiempo o para reducir procesos a sus momentos más significativos. En el caso de la secuencia sexual pornográfica, el acto copulatorio se reduce a una serie de posiciones tomadas desde diversos ángulos y acercamientos. (Ver imágenes 8.1 a 8.4) Contrasta que en Viaje de bodas el tiempo del acto se comprime, mientras que en una cinta de porno actual, se dilata a niveles que rebasan la media. Esto puede deberse a las características del soporte: la cinta está grabada en 16 mm, formato diseñado para cintas de poco metraje. No obstante, el espectador entiende que el acto representado tiene otra 42 duración en la realidad. Bordwell cita a Gombrich al asegurar que así como no podemos juzgar la distancia de un objeto en el espacio antes de haberlo identificado y haber estimado su tamaño, “no podemos estimar el paso del tiempo en una película sin interpretar el acontecimiento representado.”20 Si bien en la secuencia de montaje los planos se unen por transiciones ópticas no bruscas (fundidos, sobreimpresiones), en la secuencia sexual porno la unión es más abrupta y se da a través de cortes. El papel de nexo que en la secuencia de montaje tiene la sobreimpresión de imágenes, en la sexual lo aporta el ritmo visual de la copulación. En ambas destaca la narración a través de primeros planos exagerados y ángulos inclinados. El espectador entiende que pasó toda una noche, a lo largo de la cual los esposos protagonizaron dos encuentros sexuales, interrumpidos por un leve sueño. Hay un par de planos que destacan: el primero es el plano inclinado que toma a Chema acostado mientras, a partir de movimientos pélvicos, logra que su pene flácido describa una trayectoria circular como si fuera la manecilla de un reloj. El detalle pudo tener un motivo humorístico, no obstante es la reiteración de una virilidad que es directamente proporcional al tamaño de su miembro. Al final de la secuencia hay un par de planos de detalle a la zona genital de ambos personajes. Cuando la cámara enfoca a Chema se ve una eyaculación, trasgresora desde la perspectiva religiosa en el sentido de que el acto no fue con fines reproductivos, pero coherente con el porno. Cuando toma a Juana registra la limpieza que hace de su zona vaginal (puede que sea un acto voluntario de la actriz, ya que hace lo mismo al terminar un encuentro sexual en Amor árabe). No se descarta una intención pedagógica. Curiosamente, ella tiende la cama antes de salir de la habitación del hotel ¿Énfasis de la ingenuidad que se 20 David Bordwell, op. cit., p. 52 43 le atribuye a la mujer provinciana? Nunca está de más una reiteración para afianzar el estereotipo. (Ver imágenes 9.1 y 9.2) Salen de la habitación. Corte con elipsis incluida. Llegan a la sacristía en donde los espera el sacerdote. El plano de grupo en el que los tres conversan, antes de la partida de Chema, no responde a la colocación espacial de los personajes en el cine clásico. El sacerdote está de frente, pero Chema y Juana prácticamente dan la espalda a la cámara, cierran el círculo. Por el contrario, cuando regresa Chema, luego del encuentro sexual entre Juana y el sacerdote, el realizador divide el plano grupal en tres close ups a los personajes respondiendo al canon: están de frente o de tres cuartos. Bordwell asegura que esta frontalidad es herencia de la pintura occidental, la que a su vez la retomó del teatro griego y romano. (Ver imágenes 10.1 a 10.5) Juana y el sacerdote se quedan en la sacristía. Ella se ubica en la silla de la derecha, pero seguramente a una indicación del director intercambia sitio con el cura, quien inicia el acoso y logra que ella, de rodillas, toque
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