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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE LETRAS HISPÁNICAS MOTIVOS RELIGIOSOS Y ALUSIONES BÍBLICAS EN LA TRILOGÍA LOS MERCADERES DE ANA MARÍA MATUTE T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS P R E S E N T A: SANDRA LETICIA RÍOS MARTÍNEZ ASESOR: DR. JOSÉ MARÍA VILLARÍAS ZUGAZAGOITIA MÉXICO, D.F. 2007 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mi madre, por su ejemplo. M i a g r a d e c i m i e n t o: A Dios, por todas las bendiciones que hasta el día de hoy me ha dado, por permitirme concluir una etapa más en mi vida y llevar a buen término la elaboración de la presente tesis. A mis padres, Alfredo Jorge y María del Sagrado Corazón, por el amor, el apoyo y los consejos brindados a lo largo de mi existencia. A Mony, estupenda hermana, amiga y confidente; por su valiosa ayuda en las cuestiones de computación y por el respaldo en cada una de las decisiones que tomo. Al Dr. José María Villarías Zugazagoitia, por la confianza depositada en mí para la realización de esta tesis, por el tiempo y los conocimientos empleados en ella, y muy en especial, por su entusiamo, buena disposición e infinita paciencia. A los honorables miembros del jurado: Dr. Juan Coronado, Dra. Marcela Palma, Mtra. Gloria Báez y Mtro. Galdino Morán, por los acertados comentarios enfocados a mejorar esta investigación. A mis amigas: Sonia, Karina, Guadalupe, Catalina, Betsy, Rocío, Susana, Haydee, Berenice, Orly, Sara y Yaremi, por contar siempre con su tiempo, apoyo, confianza y buena vibra. A Lucía, Adriana y Elisa Gabriela, por el interés demostrado durante el desarrollo de este proyecto. ÍNDICE Página Introducción 1 1. Ubicación de Ana María Matute como narradora en su tiempo y su permanencia en la narrativa española actual 4 1.1. La generación del Medio siglo 4 1.2. Opinión de la crítica sobre su obra literaria 8 1.3. Defensa de la escritora ante sus críticos 10 2. Vida y obra de Ana María Matute 13 2.1. Semblanza biográfica 13 2.2. Semblanza literaria 16 2.3. Consideraciones de la escritora sobre la escritura y la creación literaria 25 2.4. Técnicas estilísticas y generalidades de la obra de Ana María Matute 28 3. Análisis estructural de la trilogía Los mercaderes 33 3.1. Primera memoria o novela de la primera traición 33 3.2. Los soldados lloran de noche o la adhesión a un sacrificio inútil 40 3.3. La trampa o la historia de una venganza absurda 45 4. Categorización de los símbolos de la trilogía Los mercaderes 51 4.1. Los de orden numérico 51 4.2. El uso simbólico del color 52 4.3. Elementos de la naturaleza: 53 4.3.1. Meteorológicos 53 4.3.2. Animalización 54 4.3.3. Espacios geográficos 55 4.4. La importancia de los objetos materiales y de índole abstracta 56 4.5. Miembros del cuerpo humano 60 4.6. Símbolos bíblicos 60 4.7. Los mercaderes como esencia de la trilogía 61 5. Temática general de la trilogía Los mercaderes 65 5.1. El universo de la adolescencia y la retención de la infancia 65 5.2. Las relaciones de amor y amistad entre los personajes de la trilogía 68 5.3. Invención y búsqueda del lazo paterno 72 5.4. La ausencia de la figura materna y su repercusión en la maternidad de los personajes femeninos 75 6. Temas de carácter bíblico 78 6.1. El cainismo o la renovación de la lucha entre hermanos 78 6.2. La traición como debilidad del amor 85 6.3. Culpas adquiridas y culpas impuestas 89 6.4. El sacrificio como rechazo al mundo de los adultos 92 Conclusiones 98 Bibliohemerografía 104 Páginas electrónicas 108 INTRODUCCIÓN El interés por profundizar en la obra de Ana María Matute surge hace varios semestres en un curso de Literatura Española actual. El descubrimiento de una escritora tan prolífica impacta a cualquier lector, al grado de motivarnos a revisar tres de sus novelas −La torre vigía (1971), Aranmanoth (2000) y Primera memoria (1959)− en cursos posteriores. Desde el primer acercamiento me sentí atraída por el carácter profundamente humano de sus personajes y más aún por la temática desarrollada en su producción literaria, en la cual es fácil encontrar una inagotable versatilidad. En efecto, uno de los aspectos más señalados por numerosos críticos y estudiosos de su literatura es el componente religioso, un motivo constante en la obra de esta autora. El asistir a un colegio de monjas francesas −donde el mal trato, las burlas y los temores infundados por las religiosas eran “el pan de cada día”−, las láminas de episodios bíblicos colocadas en el salón de clase y los primeros textos e ilustraciones con algún tipo de enseñanza moral realizados en su adolescencia −leídos por el párroco durante la catequesis una vez por semana− favorecen notablemente el apego a dicho tema. Ana María Matute introduce, a menudo, material bíblico-religioso para expresar una filosofía personal, ofreciendo una perspectiva adicional en el desarrollo de sus personajes. En obras como Los Abel (1948), Fiesta al noroeste (1952), En esta tierra (1955), Los hijos muertos (1958); en relatos de El tiempo (1957) y El arrepentido (1961) −por mencionar sólo algunas de las más representativas−, la relación amor−odio existente entre los personajes principales nos recuerda el episodio de Caín y Abel. En la trilogía Los mercaderes −integrada por Primera memoria (1959), Los soldados lloran de noche (1964) y La trampa (1969)−, la novelista actualiza y recrea algunos temas bíblicos en sus argumentos, gracias a la utilización de pasajes correspondientes al Antiguo y Nuevo Testamento, y al empleo de varios elementos, ya observados por la crítica, a saber: epígrafes, objetos y prácticas religiosas, nombre de los personajes, el uso de referencias bíblicas, entre otros. 2 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Introducción La intención de esta tesis es demostrar e interpretarla unidad y secuencia temática características de las tres novelas que integran Los mercaderes desde una perspectiva bíblico-simbólica,1 utilizando elementos estructurales (formas de las novelas, caracterización de personajes), estilísticos (uso de símbolos bíblicos y de tipo general) y de carácter biográfico (varios momentos de la vida de la autora barcelonesa aparecen reflejados en sus obras). El desarrollo de la tesis se centra especialmente en los símbolos destacados por la autora y en el planteamiento de los temas de inspiración bíblica. La inclusión de símbolos ayuda a comprender mejor la lectura global del conjunto narrativo, pero mediante la revisión minuciosa de los textos, se advierte que los elementos simbólicos adquieren otra significación, la que le es otorgada por la novelista. La selección y organización de los temas de origen bíblico manifiestan las preocupaciones de la escritora española en cuanto a la pérdida de los principios y valores en los seres humanos. A fin de demostrar la secuencia temática de la trilogía, se establece el cainismo como causa y fundamento de los temas restantes; veremos cómo la traición, la culpa y el sacrificio son consecuencias del primero. La tesis está constituida por seis capítulos. En el primero se exponen los orígenes, integrantes y características de la generación del medio siglo para dar paso, posteriormente, a la polémica que la obra de Ana María Matute ha generado entre los críticos desde sus primeras publicaciones. En el segundo capítulo se hace una reseña biográfica y literaria, en esta última se incluye un breve argumento de sus obras más importantes y los galardones obtenidos. Además, se introducen algunas opiniones de la novelista respecto a la escritura y la creación literaria atendiendo a los conceptos en los que se ha cimentado su obra. Enseguida, como aproximación a la labor literaria de la autora, se mencionan las técnicas estilísticas más empleadas en su producción narrativa, así como las generalidades de su obra. 1 Para una primera aproximación a este tema, véase el artículo de Margaret Jones. “Religious Motifs and Biblical Allusions in the Works of Ana María Matute”, en Hispania, v. LI, núm. 3, 1968, pp. 416-423. 3 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Introducción En el tercer capítulo se ofrece un análisis estructural de cada una de las novelas que conforman la trilogía Los mercaderes. El análisis contiene el resumen argumental de la obra, la descripción de los personajes, el ambiente físico y psicológico en el cual se realiza la acción; también cuestiones elementales como la constitución de las novelas, temas, tiempo y narradores. En el cuarto capítulo se hace una presentación de los símbolos más frecuentes y significativos de la trilogía en razón de su funcionalidad e importancia, los cuales aparecen agrupados bajo distintos rubros: numéricos, colores, elementos de la naturaleza (meteorológicos, animalización y espacios geográficos), objetos materiales y abstractos, miembros del cuerpo humano, los símbolos bíblicos y −como extensión de este último− la figura de los “mercaderes”. El orden de dicha categorización intenta corresponder a la interpretación de la autora, cuya visión personal queda expuesta por medio de sus personajes y de las historias narradas. En el quinto capítulo se analiza −a través de las relaciones que sostienen los personajes principales y su entorno− la temática general de la trilogía: infancia, adolescencia, amor, amistad, paternidad y maternidad. El tratamiento de cada uno de ellos destaca las vivencias infantiles y el sentir de Ana María Matute con relación a los citados conceptos. En el sexto capítulo se profundiza en cuatro temas específicos, todos de carácter bíblico −a los que hemos dado mayor prioridad−: cainismo, traición, culpa y sacrificio. En menor medida que en el capítulo anterior, la raíz autobiográfica aflora en el desarrollo de los temas. La exposición de ambas temáticas está vinculada a otros temas secundarios con los que se complementan. Finalmente, se incluyen las conclusiones tras el último de los capítulos reseñados arriba. Además, por razones metodológicas se empleó una bibliohemerografía mínima como fuente de primera mano y se consultaron varias páginas electrónicas (véanse las secciones correspondientes al final de esta tesis). 4 1. Ubicación de Ana María Matute como narradora en su tiempo y su permanencia en la narrativa española actual 1.1. La generación del Medio siglo La década de los cincuenta se destaca por un auténtico resurgimiento en la novelística española de posguerra. Las constantes publicaciones de los novelistas de la generación anterior o “promoción del 36”1 −Ignacio Agustí, Camilo José Cela, Miguel Delibes, Carmen Laforet, Gonzalo Torrente Ballester y Juan Antonio de Zunzunegui− no impiden la aparición de los inminentes aires de renovación de la novelística. En mayor o menor medida, circunstancias históricas como la incorporación de España a la órbita internacional, la primera apertura al diálogo con los exiliados, la evolución socioeconómica del país, la entrada del turismo extranjero, la situación política y económica (emigraciones del campo a la ciudad), entre otros factores, favorecen y condicionan esta renovación. Muy pronto surge un grupo de escritores ávidos por ofrecer su testimonio crítico ante la situación vivida en España. La nueva generación de narradores, denominada “generación del medio siglo”, “del cincuenta” o de “los niños de la guerra”,2 está conformada por Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio y Ana María Matute −representantes de la tendencia neorrealista−;3 José Manuel Caballero Bonald, Antonio Ferres, Juan García Hortelano, Juan y Luis Goytisolo, Alfonso Grosso, Jesús López Pacheco, Armando López Salinas, Juan Marsé, Ramón Nieto, Lauro Olmo y Daniel Sueiro −adscritos a la tendencia de la novela social o realismo social−; sus integrantes nacen entre 1924 y 1935, por lo que, en su gran mayoría, cuentan con ocho y doce años de 1 Santos Sanz Villanueva alude al nombre otorgado por José Ramón Marra-López a este grupo de escritores. “La generación del medio siglo”, en Francisco Rico (ed.) Historia y crítica de la literatura española: Época contemporánea 1939-1980. v. 8. Barcelona: Crítica, 1980, p. 331. 2 Sanz Villanueva refiere otras denominaciones aceptadas por la crítica respecto a esta generación: “del cincuentaicuatro [sic] (L. Azancot [1974]), P. Gil Casado [19732]), sesentista (R. Bosch [1971]), intermedia (J. Rodríguez [1977], D. Santos [1962]), del realismo histórico (J. M. Castellet [1963]) y testimonial (J. C. Curutchet [1966])”. Ibid., p. 332. 3 “Los ‘neorrealistas’ [...] serían aquellos que, dentro de la generación, se diferencian de los demás por la combinación de un tono más humanista que político y una acusada voluntad formal, en un equilibrio entre lo que se dice y el modo de decirlo que no se vuelve a dar en el resto de los autores hasta la irrupción de Tiempo de silencio”. Luis Miguel Fernández. “El acercamiento humanitario a la realidad: un aspecto del neorrealismo literario español”, en Anales de Literatura Española Contemporánea, núm. 16, 1991, pp. 255-256. 5 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... edad al estallar la Guerra civil española en 1936. Los “niños de la guerra” quedan marcados por la dura experiencia infantil en la cual “habían presenciado cosas atroces que luego olvidaron para, llegados al filo de la juventud, hacer memoria y, en el caso de los novelistas, sentir la necesidad de vaciarse catárticamente”, señala Juan Goytisolo.4 En efecto, el tema de la guerra aflora en sus obras como fiel testimonio de aquellos años, comprendidoentre dos periodos sucesivos: la historia de una infancia en guerra −vivida en absoluta y plena libertad− y una adolescencia y juventud en la inmediata posguerra −de peores consecuencias que la guerra misma debido a la permanente represión a la que están sujetos−. Josefina Rodríguez Aldecoa, haciendo un recuento nostálgico de la etapa infantil que les tocó vivir, señala que aun en medio de la catastrófica devastación que imperaba en el país, fue posible cultivar importantes hábitos: Nuestra infancia fue austera pero rica. Tuvimos una adolescencia y una juventud privadas de las cosas agradables de la sociedad de consumo. Pero, como no teníamos coches, paseábamos. Como no teníamos discos, charlábamos. Como no teníamos televisión, mirábamos a nuestro alrededor. Como no viajábamos al extranjero, recorríamos en trenes incómodos las tierras de España. Luchábamos por conseguir los libros que no nos dejaban leer. Leíamos el teatro que no se podía representar. Soñábamos el cine que algún día llegaríamos a ver. Y no nos aburríamos nunca.5 Unidos por fuertes vínculos de amistad, los miembros de la generación del medio siglo participan en tertulias de varios cafés en Madrid y Barcelona. Colaboran y publican sus obras en revistas como La Hora, Laye, Revista española (fundada por Antonio Rodríguez Moñino) y Acento cultural −esta última y el concurso “Sésamo” fomentan la narrativa corta, género de gran importancia dentro de la citada generación−; años después, en editoriales comunes, como Destino y Seix Barral; asimismo se benefician con el apoyo y patrocinio crítico de Carlos Barral, José María Castellet, Ricardo Doménech y Rafael Vázquez Zamora. 4 Ignacio Soldevila Durante. “La generación de 1950 o de los niños en la guerra”, en La novela desde 1936 (Historia de la literatura española actual, II). Madrid: Alhambra, 1980, p. 201. 5 Josefina Rodríguez Aldecoa. Los niños de la guerra. Madrid: Ediciones Generales Anaya, 1983, p.11. 6 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... Aunque entre ellos existan grandes diferencias, compartir preocupaciones temáticas y formales es también uno de sus puntos en común. La necesidad de una novela propia hace que los escritores ensayen las nuevas técnicas narrativas provenientes de varias latitudes: reciben estímulos de la novela norteamericana, del neorrealismo italiano −por las vías literaria y cinematográfica−, y, en menor grado, de la narrativa francesa. En el aspecto formal, las obras de esta generación se caracterizan por el empleo del monólogo interior, la omnisciencia-omnipresencia del autor, la doble o múltiple narración simultánea, la descripción cinematográfica, el manejo de diversos planos espacio-temporales −que suele concentrarse en un lugar y en una pequeña duración externa−, el relato objetivista, el personaje poco analizado psicológicamente y la sustitución del protagonista individual por otro colectivo. La predilección por los temas de tipo social los lleva a recurrir al testimonio y a la denuncia. A lo largo del decenio de los cincuenta, tres hechos significativos registran el asentamiento de la nueva situación. El año 1951 es una fecha clave gracias a la aparición de La colmena de Camilo José Cela, novela fundamental en la que se evidencia una técnica conductista y un contenido crítico; las formas narrativas empleadas en esta novela cobran fuerza y a partir de ella se imponen dentro de una línea objetivista. El año 1954 marca la aparición novelística de sus miembros más destacados y algunas de las obras más significativas de toda la década: Los bravos (Jesús Fernández Santos), El fulgor y la sangre (Ignacio Aldecoa), Juegos de manos (Juan Goytisolo) y Pequeño teatro (Ana María Matute); “a los que hay que sumar un año después El balneario y en 1956 El Jarama”.6 En 1956, con la publicación de El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, la tendencia realista se establece definitivamente. En su momento, la obra despierta encontradas opiniones, siendo las aportaciones más importantes: la acertada configuración del personaje colectivo, la técnica cinematográfica y la transcripción eficaz del lenguaje coloquial. 6 Fernández, op. cit., p. 256. 7 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... Dentro de la corriente neorrealista, Luis Miguel Fernández logra distinguir tres aspectos relevantes en el tratamiento humanitarista de Ana María Matute en relación con sus compañeros de generación: Amor frente a odio que se materializa en el mito cainita, profusamente empleado por la autora y traducción del enfrentamiento bélico de los españoles. La lucha entre hermanos que representan el rencor, la falsa caridad y el egoísmo, de un lado; y el amor, la solidaridad y la justicia, del otro. [...] El amor auténtico choca con la falsa caridad de los poderosos. [...] Una falsa caridad asociada [...] a la Iglesia y sus prácticas. Finalmente, un tercer aspecto de su ternurismo [...] es el que muestra por niños y adolescentes que, poseídos por un extraño fatalismo, son llevados a desear cosas que están más allá de la realidad y conducidos a la muerte.7 Por su parte, Stefka Vassileva Kojouharova, en un artículo que recoge la ardua investigación realizada en torno a la clasificación de la autora, llega a la siguiente conclusión: Lo que ante todo aleja a Matute de los demás escritores del medio siglo en general es su modo de escribir, distinto del tipo de narrativa cultivado por éstos. La narrativa mencionada se conoce por varios nombres: novela social, realismo social, realismo objetivo, literatura testimonial, etc. Frente a ella, la obra de Matute [...] posee una serie de rasgos específicos, resumidos con gran concisión por V. Fuentes: ‘Su exacerbado lirismo subjetivo, que la lleva a una dislocación poética de la realidad −realismo que frecuentemente adquiere en su obra dimensiones míticas y simbólicas− y la continua repetición de temas y personajes a lo largo de su obra, dan a su mundo de ficción una unidad y un acento personales, rara vez conseguidos en la novelística actual’.8 A mediados de los años cincuenta la literatura realista se bifurca en dos direcciones: la denuncia de la situación del obrero y la condena de la amoralidad burguesa. Finalmente, hacia los años sesenta con la publicación de Tiempo de silencio (1961) de Luis Martín Santos, se cierra el camino de la tendencia social-realista y se abren nuevos rumbos dentro de la literatura española. 7 Ibid., pp. 267-268. 8 Stefka Vassileva Kojouharova. “La difícil ubicación de Ana María Matute en la narrativa española de posguerra”, en Compás de Letras, núm. 4, junio 1994, pp.40-41. 8 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... 1.2. Opinión de la crítica sobre su obra literaria La polémica en torno a la ubicación de Ana María Matute en la narrativa española de posguerra9 ha suscitado opiniones encontradas acerca del estilo empleado en sus obras. Desde sus inicios, la novelista se mantiene fiel a los elementos y técnicas utilizadas en sus creaciones literarias, mismos que la han llevado a conformar y definir un estilo peculiar, diferenciador y único con relación a los trabajos realizados por miembros de su generación: Estilo que, aunque progresivamente evolucionado y perfeccionado a lo largo de su nada exigua obra, es claramente perceptible desde sus primeras realizaciones, pese a ser éstas productos de una verdadera precocidad. 10 La obtención de importantes premios11 no le garantiza el buen recibimiento de la crítica. Los comentarios de Eugenio G. de Nora fueron desfavorables, debido a la imposibilidad de encasillarla en alguna tendencia: Debe notarse que la precocidad [de sus obras] [...] evidencia el talentonatural de la escritora, explica también el aspecto inmaduro y vacilante de su orientación estética, los residuos de romanticismo evasivo, de ingenuidad novelera, de barroquismo formal que, en menor o mayor grado, encontramos en su obra. Si nos fijamos, para empezar, en su estilo, vemos que es, ante todo coloreado, vibrante, plástico y sensorial, rico −hasta el exceso− en adjetivación, abundante en imágenes briosas −pero con frecuencia superpuestas y reiterativas−, hasta casi anularse unas a otras. [...] La escritora piensa por imágenes, intuye a ráfagas, y expresa, dejándose llevar por las palabras, un mundo subjetivo centrado en lo sensorial, en las ideas primarias, de raíz instintiva, en los impulsos casi inexplicables. En ese orden de cosas su penetración es aguda. Pero cuando pretende sobrepasar el mundo cerrado de sus personajes [...], su capacidad de comprensión o creación se revela, a nuestro juicio, insuficiente..12 Situándose a una distancia de treinta y ocho años desde la aparición de la primera novela publicada de la autora, Ignacio Soldevila destaca el equilibrio logrado en su producción literaria: 9 Según Vassileva, el premio Eugenio Nadal obtenido por Los Abel (1948) convirtió a Ana María Matute en la primera novelista editada de su generación. Por esta razón, al menos en sus comienzos, podría situarse entre ambas generaciones: la de los años cuarenta y la del medio siglo. Ibid., pp. 39-40. 10 Manuel García-Viñó. Novela española actual. Madrid: Guadarrama, 1967, p. 152. 11 De los cuales se hablará en el apartado 2.2. 12 Eugenio G. de Nora. La novela española contemporánea (1939-1967), 2ª ed. ampliada, t. 3, Madrid: Gredos, 1970, pp. 265-267. 9 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... Tanto los elogios como los reproches giran en torno de lo que de más personal tiene la obra de Matute: la fantasía, el lirismo y la truculencia que a veces confina con lo grotesco, el lenguaje en el que todo ello tiene correspondencia y soporte. La obra entera de Matute está demasiado vuelta a una constante temática, demasiado construida en torno a una concepción del mundo exterior y del mundo interior para que resulte imposible ignorarlo. Los aspectos obsesivos y obsesionantes de su obra, la uniformidad de su lenguaje, que abarca desde sus precoces comienzos hasta su última producción novelesca, revelan un mundo encerrado en sí mismo que manifiesta su decepción frente a la realidad social y revela las frustraciones que ésta le produce, pero que busca comunicar y hacer compartir, tal vez con la secreta esperanza de que el mundo acabe por semejarse al soñado.13 La crítica define a Ana María Matute como una escritora imaginativa y fantasiosa −por tratarse de elementos que aparecen a lo largo de su obra y a los que aludiremos más adelante−. Si consideramos juicios más recientes, observaremos que en la actualidad tales opiniones se mantienen con muy pocas modificaciones. No obstante, para Alicia Redondo Goicoechea: “La escritura de Ana María Matute ha sido siempre diferente tanto de lo que se hacía en esos años [en sus inicios] como lo que se hace ahora [...] tampoco escribía como un hombre ni como una mujer de su momento”.14 Por su parte, afirma Miguel Delibes: Ana María Matute es la más asidua y personal de cuantas mujeres escriben hoy en España. No le falta imaginación, que no ha abandonado desde sus inicios [...], en sus obras más recientes refleja una notoria evolución. Ahora ensaya técnicas más modernas, donde el espacio y el tiempo novelescos presentan grandes huecos por donde dar entrada a la imaginación del lector. Es una gran escritora que se aparta momentáneamente del hilo narrativo para estallar en un torrente de adjetivos −sobre todo adjetivos fuertes−, frases sonoras, brillantes y poéticas.15 A lo largo de su carrera literaria, Ana María Matute ha ido oscilando entre la realidad histórica, la recreación imaginativa y la profundización en varios temas recurrentes −como la injusticia, la guerra, el paso de la infancia a la adolescencia, la falta de comprensión entre las personas, la denuncia social, etcétera− reflejados en historias “realistas y crueles”, llenas de frustración, inadaptación, soledad o muerte, en las que reconstruye pasajes de su infancia, sobre todo en las primeras novelas, contrario a lo 13 Soldevila, op. cit., p. 250. 14 Alicia Redondo Goicoechea. Ana María Matute(1926-). Barcelona: Ediciones del Orto, 2000, p. 56. 15 Miguel Delibes. España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela. Barcelona: Destino, 2004, pp. 89-90. 10 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... que se hacía en la década de los sesenta, periodo marcado por el auge de la literatura testimonial y casi absolutamente realista. Por lo anterior, su obra es considerada una de las aportaciones más significativas a la literatura de posguerra. 1.3. Defensa de la escritora ante sus críticos En distintos recintos académicos y culturales, críticos y universitarios aún cuestionan a Ana María Matute sobre los aspectos temáticos de sus obras. Suelen preguntarle el porqué rechaza tocar temas “actuales” o más atrayentes para la juventud, como la drogadicción; además, le sugieren dejar de lado un tema tan trillado como la guerra. Ana María Matute responde que no han entendido su obra ya que no todos sus libros hablan de la guerra; por supuesto, aclara que no escribe determinado libro porque esté de moda o por obligación. Sin embargo, respeta a quienes así lo hacen, y precisa que ella no permitiría ese tipo de imposiciones. Los reproches de no encontrar en su obra los aspectos positivos de la vida, así como la predilección de relaciones amorosas o familiares difíciles son generalizados. La novelista reconoce en ellos un rasgo autobiográfico, al declarar que las relaciones con sus familiares y amigos lo fueron −asegura que en su mayoría, lo son−. Si la crueldad está tan presente en sus libros es porque la ha vivido muy de cerca, sobre todo el egoísmo y la maldad contra la gente que no tiene voz para expresarse o defenderse. Las impresiones de no apreciar el sentido de las novelas hasta las últimas páginas son las quejas más comunes entre sus lectores; la escritora sostiene la idea de que no importan los personajes de forma individual, sino en función del libro. Para comprender mejor el terreno de lo fantástico y de lo imaginario en la literatura de Ana María Matute es necesario remontarnos a la infancia de la escritora. Sirvan las siguientes anécdotas para justificar el empleo, a veces desmesurado, de imprescindibles elementos. 11 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... Ana María Matute aprende a leer y a escribir a muy temprana edad; se siente atraída por los cuentos que le contaban o leían la “tata”, la cocinera y otras empleadas de la casa. Los cuentos son el germen de su actividad literaria y estimulan cada vez más su imaginación. Su familia, sin antecedentes artísticos o literarios, veía tan normal que ella escribiera como que otra de sus hermanas acostara a sus muñecas. Es una niña introvertida y, según lo ha señalado, su madre la castigaba encerrándola en un cuarto oscuro de la casa −como era costumbre por aquellos años−. Aquel cuarto de castigo se convierte en su lugar favorito y adquiere relevancia cuando se produce ante sus ojos todo un descubrimiento para ella: Un día saqué, de entre las muchas cosas que llevaba en el bolsillo, un terrón de azúcar, lo rompí, y, en mitad de la oscuridad surgió una llamita de luz. Me quedé sorprendidísima al ver cómo esa lucecita azul me salía de las manos. Como nunca había visto tal cosa y no sabía que ese fenómeno era natural y, sin embargo, solía pasar, me quedé impresionada y sentí una emoción enorme, y exclamé“¡Soy maga! [...] ¡Soy maga, y como soy maga, soy escritora!”. Y, desde luego, lo era, porque empecé a escribir y escribir es una forma de magia.16 Desde los seis años de edad, Ana María Matute comienza su afición por hablar con las cosas y los objetos de la casa: tazas, esponjas, frascos, etcétera −a los que considera sus amigos−, al grado de molestarse por mirar en el cajón de los cubiertos el que unos y otros se hubieran mezclado: “En cuanto veía alguna [cuchara] mal puesta, la colocaba bien, en su sitio, para que no sufriera”;17 lo mismo ocurría con sus útiles escolares (cuadernos, lápices). Las peladuras de naranjas −dentro de las cuales observa variadas formas y figuras− que guarda en un cajón de su habitación y el cariño por seres mitológicos −que conviven con ella y para los que coloca trozos de merienda− como gnomos, elfos y trasgos, explican mejor la sumersión de la escritora en ese mundo mágico desde sus primeros trabajos literarios. 16 Marie-Lise Gazarian-Gautier. Ana María Matute. La voz del silencio. Madrid: Espasa-Calpe, 1997, p. 49. 17 Ibid., p. 57. 12 Poco a poco su espíritu fantástico se acrecienta al memorizar los nombres de árboles y flores; en Mansilla de la Sierra disfruta de internarse en los bosques y contemplar su entorno. Los antecedentes Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Ubicación... referidos darán rienda suelta a su imaginación y motivarán su acercamiento a la naturaleza en obras posteriores. Como veíamos en el apartado anterior, los estudiosos de su literatura se aferran al elemento fantástico al momento de hacer la valoración de su obra. La exclusividad de un criterio tan limitado desilusiona y molesta a la autora pues se le da mayor atención a este aspecto y no a la trascendencia de su obra, aun cuando la propia escritora haya reconocido en reiteradas ocasiones esta fascinación: Es que yo siempre he vivido en ese mundo. Lo que pasa es que cuando entré ya en el mundo literario y empecé a conocer escritores y a dar conferencias y teorías literarias, pues en esos momentos yo pensé que esto era algo que yo tenía que frenar como un caballo. Entonces yo empecé a pensar que yo tenía demasiada fantasía. Solamente dos o tres personas importantes me dijeron que no. Pero veía que ya el mundo iba hacia otros derroteros. [...] Entonces, pues, me dije a mí misma con una severidad: “No, Ana María, frena tu fantasía, éstas son cosas que pertenecen a tu infancia y a tu mundo secreto”. Y me aguantaba. Pero salió porque yo no me podía aguantar, porque yo era así y yo escribía así.18 Ana María Matute sigue siendo considerada una de las grandes novelistas españolas del siglo XX. A lo largo de cincuenta y ocho años ha logrado mantener un mundo narrativo propio que no ha sucumbido ante usos, costumbres, políticas o regímenes. La constante reedición de sus libros en España y la traducción de sus obras a más de veinticinco lenguas −entre ellas, el francés, el japonés, el hebreo y el ruso− le confieren vigencia a nivel internacional. 18 Michael Scott Doyle. “Entrevista con Ana María Matute: ‘Recuperar otra vez cierta inocencia’”, en Anales de Literatura Española Contemporánea, 1985, núm. 10, pp. 240-241. 13 2. Vida y obra de Ana María Matute 2.1. Semblanza biográfica Ana María Matute Ausejo nace en el seno de una familia acomodada un 26 de julio de 1926 en Barcelona. Es la segunda de cinco hijos −dos varones y tres mujeres−. Los cinco hermanos crecen bajo los cuidados y atenciones de Anastasia, su niñera. Su padre, un industrial catalán, es dueño de una fábrica de paraguas y toldos. Su madre, de origen castellano, es ama de casa. Con esta última mantiene una relación difícil durante su infancia y su adolescencia. Sin embargo, el apoyo recibido en su faceta literaria es importantísimo, respeta mucho su vocación y gracias a ella es posible conservar sus primeros manuscritos. La familia Matute tiene casa en Barcelona y en Madrid. Vivir entre ambas ciudades les impide a ella y a sus hermanos concluir sus cursos, ya que a medio año cambian de ciudad, por negocios de su padre, siendo ésta la causa principal de no tener amigos −en Barcelona les llaman “los madrileños” y en Madrid “los catalanes”−. En cambio, pasan los veranos en la finca materna “La fundición” en Mansilla de la Sierra, cerca de Logroño (La Rioja), donde transcurren felices los tres meses de vacaciones. De niña, el temor a su madre −sobre todo cuando ésta la llama y escucha sus tacones por el pasillo−, le provoca tartamudez, la cual desaparece tras el primer bombardeo. En el Colegio de Saint Maur, es motivo de burlas por parte de sus compañeras debido al nerviosismo que la acompaña al decir la lección, y de las monjas francesas −a las que denomina las “Damas Negras”− quienes logran acomplejarla lo suficiente para conseguir que no sobresalga en la clase. Ana María Matute es una niña que no muestra sus sentimientos, manera de ser heredada de su madre que tiene cierto carácter anglosajón. Su entorno familiar y educativo la vuelven una niña callada, tímida y solitaria. El aislamiento en el que vive la lleva a tomar conciencia de su verdadera 14 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... vocación: “[…] creo que es lógico pensar que siendo una niña solitaria, tenía que acabar siendo escritora, música, pintora o algo de eso”. 1 Cuenta apenas con diez años de edad cuando comienza la Guerra civil española. Aunque Ana María Matute no pierde a nadie de su familia, una de sus profesoras muere cuando intenta escapar a Francia. Sin embargo, durante el conflicto bélico −transcurrido en Barcelona− su padre pierde la fábrica y la fortuna familiar. Uno de sus pasatiempos favoritos, y la más importante distracción durante los años de la guerra, es jugar con su teatro de marionetas en el que invierte horas inventando historias que amenizan las noches de sus hermanos. A su regreso a Madrid la mudan al Colegio Nelly, institución que se distingue por ser de otra mentalidad, pero sus intentos por entenderse con las niñas no tienen demasiado éxito. En su juventud estudia dibujo, pintura y violín; además, gusta de ir al teatro y de visitar museos. Aunque no asiste a la universidad, tiene una formación autodidacta; en esta etapa de su vida es fiel lectora de Sophie Segur, Fedor Dostoievski, Hermann Hesse y Lajos Zilahy. Luego de un breve noviazgo, en 1952 se efectúa su matrimonio con el poeta y novelista Ramón Eugenio de Goicoechea. El enlace le acarrea infinidad de problemas a la escritora. Al casarse en contra de la voluntad de su madre, sólo consigue que ésta la desherede tiempo después y que su vida matrimonial devenga en un rotundo fracaso atribuido a la incompatibilidad de caracteres. No obstante, su unión conyugal se prolonga por diez años, durante los cuales se encarga de mantener a la familia que, ya para el año 1954, cuenta con un nuevo miembro: Juan Pablo −su único hijo−, por lo que se ve en la necesidad de escribir varios cuentos semanales que publica en revistas y periódicos de Barcelona y Madrid. 1 Gazarian-Gautier, op. cit., p. 51. 15 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... En 1962 muere su madre, a los pocos meses se separa legalmente de su marido y afronta la pérdida de su hijo durante tres años, el tiempo que dura el juicio para recuperar la custodia del niño, el cual permanece bajo el cuidado de su suegra. Ana María Matute viaja a los Estados Unidos en compañía de su hijo y de Julio Brocard, su segundo marido; recorre numerosas universidades norteamericanas en calidad de visiting lecturer (profesor universitario visitante) y es invitada a impartir cursos de literaturaespañola, dar conferencias sobre la influencia de la guerra civil en la joven generación de novelistas, así como charlas reveladoras sobre su oficio de escritora residiendo en Bloomington (Indiana) y en Norman (Oklahoma) de 1965 a 1968. En esos años se desempeña como traductora al español de obras clásicas en el género infantil, en particular de los cuentos de Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm y Mark Twain. De regreso a España, se instala en Sitges −un pueblo marinero junto a Barcelona− donde vive años felices y creativos dedicándose de lleno a la carpintería y a las manualidades. Sin embargo, durante la década de los setenta atraviesa una profunda depresión que la mantiene alejada de la escritura durante cuatro lustros. Para superar el estado anímico en el que se encuentra, se somete a tratamiento por tres años. Pero en 1990 sufre un duro e insuperable golpe, el fallecimiento de Julio Brocard −su compañero durante veintiocho años− justo en el momento en que se disponen a celebrar el sexagésimo cuarto aniversario de la escritora. Hoy en día, la novelista vive con su hijo y su nuera en Barcelona, ciudad a la que se muda por problemas de salud. En los últimos años es intervenida quirúrgicamente en varias ocasiones; su ingreso en la sala de operaciones mejora en gran medida las cataratas, el hígado, la sordera y otros padecimientos que conlleva la vejez.2 2 Aunque desde niña la autora barcelonesa ha tenido una frágil salud: a los cuatro años de edad se siente al borde de la muerte debido a las complicaciones generadas por una infección de riñón; a los nueve años cae enferma y es enviada por sus padres a la casa de sus abuelos en Mansilla de la Sierra para que convalezca. 16 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... 2.2. Semblanza literaria La pequeña “Tutitos”, como le decían de cariño en casa, entra en contacto con la literatura gracias a los cuentos transmitidos por la niñera y las empleadas domésticas, así como los que inventa ella misma; de tal manera que inicia su trayectoria dentro de este género a la edad de cinco años. Durante la guerra empieza a escribir una historia sobre un niño en la época de la Revolución francesa. El niño, aunque vive en Francia, es inglés y se llama John, pero, a final de cuentas, lo denomina Juanito. A diario escribe sus aventuras y por las noches va al cuarto de sus hermanos donde se las lee a la luz de la linterna. A los diez años se dedica a elaborar Shibil, la revista que redacta para toda la familia, la cual acompaña con dibujos y anuncios de la fábrica de paraguas de su padre con el propósito de que parezca auténtica. Gracias a la amistad de sus tías con el párroco y otros clérigos encargados de impartir catequesis a los niños en el Centro de Amigos del Catecismo, Ana María Matute es invitada a colaborar con ellos como dibujante; una vez que hay confianza, la joven Matute les propone elaborar ella misma las historias que debían tener algún tipo de enseñanza moral −trabajo que entregaba cada semana y por el cual obtuvo su primer pago−. A los diecisiete años, en su estancia en Zumaya −el pueblo de su querida Anastasia− escribe su primera novela, Pequeño teatro (Premio Planeta,31954) que merece la atención y el elogio de Ignacio Agustí −por aquellas fechas director de la editorial Destino− quien cree en ella y le pide algunos cuentos para la revista editorial. “El chico de al lado” y “Mentiras” escritos a los quince y diecisiete años, respectivamente, incluidos en El tiempo, son los primeros cuentos publicados que la dan a conocer. Además de la aprobación de su novela, obtiene un contrato por tres mil pesetas con la promesa de publicar su obra que no sale a la luz hasta 1954. 3 El Premio Planeta de novela es el de mayor cuantía de los que se entregan en España: ocho millones cuatrocientos mil pesos. Fue creado por el editor José Manuel Lara en 1952, animado por el deseo de promocionar a los autores españoles. El premio se ha convertido en un acontecimiento no sólo literario, sino social, que cumple fielmente la finalidad que se propuso: situar a los galardonados en unos niveles de difusión y de popularidad jamás alcanzados. Se concede el 15 de octubre de cada año. (Esta información y toda la referente a los premios literarios ha sido tomada de las siguientes páginas electrónicas: http://www.epdlp.com/premios.php? y http://es.wikipedia.org/wiki/Premios) 17 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Pequeño teatro, situada en un escenario mítico, de atmósfera marinera y melancólica, tiene como protagonista a Eroriak, un joven inocente de gran corazón que conoce la crueldad del mundo y el precio a pagar por ser diferente. Las marionetas y la vida de los titiriteros dotan a la novela de un ambiente mágico y legendario. Es una reflexión sobre la inocencia, el destino y la sabiduría que hay en la mirada del loco, del niño y del poeta. A los diecinueve años escribe su segunda novela, Los Abel (finalista del Premio Nadal,41947), pero la primera en ser publicada, en 1948. En esta obra narra la historia de una familia sacudida por pasiones y odios, con el cainismo como tema central. Está relatada por dos voces narrativas que cuentan la historia desde su propio punto de vista. El primer narrador no es un personaje principal de la historia y tiene que acudir a lo que unos y otros conocen. Valva Abel, la segunda narradora, escribe su diario desde un yo adolescente, lleno de dudas y dominado por una lúcida tristeza que retrata la ruina moral de su familia. A los veintidós años escribe Luciérnagas (presentada al Premio Nadal de 1949). Ana María Matute lleva el material a la editorial Destino, pero no es publicada por problemas con la censura, la cual considera que su obra destruye los valores sociales, la familia y la religión. Después la lleva a la editorial Planeta donde corre con la misma suerte, pero antes que ceder, opta por guardar la novela. Años más tarde la corrige y, en 1955, la presenta con el título de En esta tierra.5 Luciérnagas es una novela de la guerra civil vista desde la óptica de unos adolescentes. La escritora la define como “la novela de los seres ignorados que se encontraron con la guerra sin ninguna responsabilidad, la de los antihéroes”.6 4 El Premio Nadal de novela es el más antiguo que se otorga en España. Fue creado en 1944 y desde el año 1945, lo concede Ediciones Destino. Se entrega la noche del 6 de enero de cada año en el hotel Ritz de Barcelona. La cuantía de este premio asciende a doscientos cincuenta y dos mil pesos. 5 La novelista manifiesta su desagrado por dicha obra, ya que la necesidad de publicar un libro convirtió la historia de esta novela en otra muy distinta de la idea original, por ello queda excluida de sus Obras completas. 6 Alicia Redondo Goicoechea. “Entrevista a Ana María Matute”, en Compás de Letras, núm. 4, junio 1994, p. 21. 18 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Con su primer marido reside una temporada en Madrid y juntos frecuentan el Café Gijón donde conoce a Camilo José Cela, Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Delibes, José Manuel Caballero Bonald y otros miembros de la generación del medio siglo. Gracias al contacto estrecho con este grupo de escritores, la joven Ana María sigue consolidando su labor como novelista. Así, en 1953 aparece su primera obra maestra, Fiesta al noroeste (Premio Café Gijón,71952), con un notable éxito editorial que la afianza como escritora. Es una novela corta sobre la relación amor-odio entre Juan Medinao y su hermanastro Pablo. De nuevo se presenta el tema del cainismo: el fratricidio. En 1956 publica las colecciones de cuentos Losniños tontos y El país de la pizarra, este último escrito para su hijo.8 Los niños tontos es una recopilación de textos cuya longitud no excede a la de un poema y narran breves historias de unos niños que son vistos por una mirada rebosante de amor y comprensión. En este sentido, es una clara muestra de su preocupación por los abusos que se cometen con la infancia: “No es precisamente un libro de cuentos ni mucho menos un libro para niños”,9 reconoce la escritora. En tanto, las doce narraciones que componen El tiempo10 −publicado un año después− son relatos de gran calidad en los que se cuentan aventuras de niños solitarios. Entre 1958 y 1969 salen a la luz sus obras más importantes. A este periodo exclusivamente literario, Alicia Redondo Goicoechea lo denomina la “década prodigiosa” por la publicación de cuatro novelas (Los hijos muertos y la trilogía Los mercaderes) y once libros de narraciones cortas (Paulina, el mundo y las estrellas, Caballito loco, El saltamontes verde, A la mitad del camino, El arrepentido, Tres y un sueño, Libro de juegos para los niños de los otros, Historias de la Artámila, El río, El polizón del 7 Junto a un grupo de amigos con los que compartían tertulia en el célebre café de Madrid, el escritor Eusebio García Luengo y el actor Fernando Fernán Gómez promovieron el premio Café Gijón en 1949. Cinco años después, el 31 de marzo de 1954, el Ayuntamiento de Gijón hacía oficial este galardón literario. El importe de este galardón es equivalente al del premio Nadal. Se entrega durante el mes de septiembre. 8 El nacimiento de Juan Pablo la impulsó a continuar escribiendo cuentos para niños. 9 Redondo Goicoechea. “Entrevista a ...”, op. cit., p. 18. 10 El relato que da nombre a la colección, lo había publicado en solitario en La Novela del Sábado bajo el título de La pequeña vida. 19 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Ulises y Algunos muchachos). Para 1958 publica Los hijos muertos (Premio de la Crítica,111958, y Premio Nacional de Literatura, 1959). La novela es una extensa crónica sobre la Guerra civil y el testimonio de su brutalidad. Tiene como escenarios Mansilla, Barcelona y Mallorca. Para recrearla, Ana María Matute acude a muchas personas, como fuente de primera mano, y recurre, también, a sus memorias: “Creo que es un libro muy verdadero del que nadie nunca podrá decir que lo que conté es mentira.”12 Al año siguiente, aparece Primera memoria (Premio Nadal, 1959) −novela de apertura a la trilogía Los mercaderes− y en 1960 publica Paulina, el mundo y las estrellas, la protagonista vive con sus abuelos un largo invierno durante el cual descubre el valor de la amistad gracias a la relación con Nin, un niño ciego. A partir de 1961 sigue escribiendo relatos cortos y cuentos, cuyos protagonistas son niños diferentes al resto, los cuales serán reunidos en Historias de la Artámila y A la mitad del camino. Son cuentos que están influidos por escritores infantiles como Hans Christian Andersen, Jacob y Wilhelm Grimm, Lewis Carroll, Charles Perrault y Antón Chéjov. En ese mismo año publica también El saltamontes verde y Libro de juegos para los niños de los otros. El personaje central del primero es Yungo, a quien le han robado la voz y, por ello, se ve obligado a superar esa carencia en un viaje cargado de simbología que la autora gusta de plasmar en sus relatos dedicados al niño. Libro de juegos para los niños de los otros, cuyo texto va acompañado con fotografías de niños pobres, es un discurso contra la injusticia social y la infancia desamparada. Tres y un sueño (1961) reúne tres historias sobre la infancia. Componen este libro “La razón”, en la que la infancia se pierde porque el niño crece; “La isla”, relata la vida de un niño que deja de serlo porque muere y “La oveja negra”, cuya protagonista es una niña que crece por fuera pero no por dentro. 11 Los Premios de la Crítica fueron creados en el año 1956 y se conceden a los mejores libros de narrativa y poesía publicados en España a lo largo del año anterior en las cuatro lenguas del Estado (castellano, catalán, vasco y gallego). El jurado está formado normalmente por veintidós miembros de la Asociación Española de Críticos Literarios. Es un galardón sin dotación económica. 12 Gazarian-Gautier, op. cit., p. 75. 20 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... En 1963 publica El río, su libro más autobiográfico, donde recoge textos acerca de personas, paisajes y recuerdos de su infancia en el pueblo de Mansilla. Al año siguiente publica Los soldados lloran de noche (Premio Fastenrath de la Real Academia de la Lengua Española,131969). En 1965 aparece El polizón del Ulises (Premio Nacional Lazarillo,141965), excelente novela para niños con tono de fábula que cuenta las peripecias de un niño abandonado recién nacido a la puerta de una casa habitada por tres hermanas que lo educan de acuerdo con la particular forma de ser de cada una de ellas. Pero Jujú, el protagonista, encuentra en el desván de la casa el lugar donde dar forma a sus sueños y en la amistad con un preso fugado, la oportunidad para la difícil transición de la infancia a la adolescencia. En 1969 publica La trampa, último volumen de la trilogía Los mercaderes, con la que cierra el conjunto de novelas testimoniales. En Sitges, escribe La torre vigía (1971).15 Relatada por el protagonista, la novela cuenta el rito de paso de la adolescencia a la edad adulta de un joven aspirante a caballero asesinado por sus propios hermanos. La obra está contada a la manera de las leyendas, con elaborado lenguaje y extrema sensorialidad, donde se hace una reflexión poética sobre los conceptos del bien y del mal. Después de varios años de silencio narrativo, ve la luz Sólo un pie descalzo (Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil,161984). Ana María Matute vuelve a tratar la realidad de una niña con carencias afectivas, desde una especial visión del mundo de la infancia, con un estilo depurado y una ágil estructura a la hora de desarrollar ese asunto. El título del mismo está inspirado en un hecho común 13 El Premio Fastenrath fue creado el 12 de mayo de 1909 en honor al ilustre publicista Juan Fastenrath. Se concede anualmente a una obra de creación literaria y se otorga por turno sucesivo a novela, poesía y ensayo, publicados en los tres años precedentes. El valor del premio en su última edición era de ciento sesenta y ocho mil pesos. 14 Creado en 1958, es el galardón más antiguo y uno de los de mayor prestigio entre los dedicados a promocionar la literatura infantil en España. El premio tiene una dotación de ciento seis mil cuatrocientos pesos y convoca las modalidades de textos literarios (narrativa, poesía o teatro), ilustración y edición. La resolución del premio se hace pública en el mes de diciembre durante la celebración de la Semana del Libro Infantil y Juvenil. 15 Esta novela, junto con Olvidado rey Gudú y Aranmanoth, constituyen la trilogía medieval o fantástica. 16 El Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil fue instituido en 1978. El premio tiene como finalidad reconocer y estimular la creación literaria de calidad dirigida a niños y jóvenes, etapa fundamental para la adquisición de hábitos lectores. Tiene una dotación de doscientos diez mil pesos. 21 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... de su infancia: en las fotos familiares, la niña Ana María, casi siempre aparece sin un zapato −la mayoría de las veces por haber extraviado alguno−. En 1990 retoma su oficio literario que continúa hasta el día de hoy. Reaparece con La virgen de Antioquía, colección de relatos, y en 1993 publica la versión original de Luciérnagas. En medio de la publicaciónde esta última surge la idea de escribir El verdadero final de la Bella Durmiente (Premio Ciudad de Barcelona,171995), en ese cuento se mezclan recuerdos de infancia, lo que queda de aquel cuento en su imaginación y de cómo se lo contaron a ella. Su obra cumbre, Olvidado rey Gudú −que comienza a escribir en Sitges−, es publicada hasta 1996 y es actualmente su novela más leída; además, es considerada por la autora su testamento literario: Es el libro que siempre deseé escribir, podría decir sin exageración que desde que era chiquita −porque escribo desde muy joven− quería siempre haber escrito este libro, lo llevaba dentro. Ha ido creciendo conmigo, dentro de mí, se fue transformando como se fue transformando mi persona, se ha ido enriqueciendo, se ha ido pervirtiendo en algunos momentos como hacemos todos, se ha ido conformando como tiene que ser.18 Esta novela se desarrolla en un hipotético siglo X y es la crónica de una dinastía medieval y su reino, Olar. Su personaje, Gudú, es un personaje incapacitado para amar, por lo que está a salvo de un sentimiento que es el mayor peligro de la vida, aunque sea el acto más humano de todos. Sin embargo, lo que esta compleja historia muestra, en el fondo, es justamente lo contrario: la ausencia del amor destruye aún más que su dolorosa presencia. La obra está impregnada de la literatura fantástica clásica, llena de leyendas y personajes como hadas, trasgos y elfos. 17 El Premio Ciudad de Barcelona lo entrega cada año el Ayuntamiento de Barcelona a la creación artística y a la investigación científica más destacada de la ciudad. 18Antonio Ruiz Camacho. “Entrevista a Ana María Matute: ‘Siempre he sido una rarita’”, en http://ourworld.compuserve.com/homepages/Roberto_Murguia/ammatute.htm 22 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... En el 2000, aparece su última novela hasta la fecha, Aranmanoth, que continúa con la misma línea de fantasía de Olvidado rey Gudú. Es una fábula sobre la brevedad de la vida y la naturaleza del deseo. Por ahora trabaja en un antiguo proyecto, Paraíso inhabitado, novela que tratará sobre cómo el deseo, al cumplirse se estropea. En este libro, Ana María Matute introducirá muchos elementos autobiográficos de su infancia. La protagonista se llamará Adriana y será una muchacha que se siente rechazada por el mundo y en su entorno familiar tiene problemas con su madre. Al realizar un recorrido por su obra literaria, llama la atención que su producción novelística le haya permitido obtener casi todos los galardones literarios de importancia que se conceden en España. A éstos se suman otros logros en el exterior: en 1970 es finalista en el Premio Andersen de Literatura Infantil y es propuesta, también, para el Premio Nobel por Artur Lundkvist, miembro del Comité Nobel de la Academia Sueca. En la Mugar Memorial Library de la Universidad de Boston −donde se conservan originales de escritores de todo el mundo− se encuentra la Colección de Ana María Matute. Es una exposición que reúne todas sus obras desde sus primeras creaciones elaboradas a los cinco años con ilustraciones propias. Entre sus nombramientos, destaca el ser miembro honorario de la Hispanic Society of America y de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese. En 1996, es elegida académica de número de la Real Academia de la Lengua Española para ocupar el sillón ‘K’, vacante tras el fallecimiento de Carmen Conde, convirtiéndose en la tercera mujer en pertenecer a esta institución en sus trescientos años de existencia −otra de las escritoras académicas fue Elena Quiroga−. Toma posesión el 18 de enero de 1997 con un discurso titulado En el bosque.Defensa de la fantasía. 23 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Ha sido merecedora de otras distinciones, entre ellas: Letras de Oro, 1993, galardón que concede el Instituto de Estudios Ibéricos; Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, 1996; el homenaje de la Feria del Libro de Madrid, 1997; Premio de la Hispanidad, 1997; en el 2001, recibe la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Barcelona y la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Por su parte, la editorial Torremozas le brinda un reconocimiento al instituir el premio Ana María Matute de Narrativa de mujeres en 1998. Algunas de sus obras son llevadas a las pantallas chica y grande: se hacen dos versiones televisivas del cuento “La rama seca”, incluido en Historias de la Artámila; asimismo, El polizón del Ulises se exhibe en las salas cinematográficas. También es adaptada al teatro, por capítulos y con un final diferente, su novela Pequeño teatro. 24 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... OBRAS Novelas Los Abel (1948) Fiesta al noroeste.(1953) Pequeño teatro (1954) En esta tierra (1955) Los hijos muertos (1958) Primera memoria (1959) Los soldados lloran de noche (1964) La trampa (1969) La torre vigía (1971) Obras completas, 5 vols. (1971-1975) Luciérnagas (1993) Olvidado rey Gudú (1996) Aranmanoth (2000) Narraciones y cuentos Los niños tontos (1956) El tiempo (1957) A la mitad del camino (1961); relatos autobiográficos El arrepentido (1961) Tres y un sueño (1961) Libro de juegos para los niños de los otros (1961) Historias de la Artámila (1961) El río (1963); relatos autobiográficos Algunos muchachos (1968) La virgen de Antioquía y otros relatos (1990) De ninguna parte y otros relatos (1993) Casa de juegos prohibidos (1996) Todos mis cuentos (2001) Cuentos de infancia (2002)19 Historias y novelas para niños El país de la pizarra (1956) Paulina, el mundo y las estrellas (1960) Caballito loco (1961) El saltamontes verde (1961) El polizón del Ulises (1964) Carnavalito (1972) El aprendiz (1972) Sólo un pie descalzo (1983) El verdadero final de la Bella Durmiente (1995) 19 Recopilación de nueve cuentos escritos entre los cinco y los catorce años. 25 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... 2.3. Consideraciones de la escritora sobre la escritura y la creación literaria El malestar en el mundo, el no poder expresarse igual que las otras niñas y el sentirse aislada de la sociedad que le rodeaba son las principales razones que la llevaron a escribir. Después de atravesar una profunda depresión, Ana María Matute comprendió el papel que la literatura representa en su vida: “La literatura fue para mí una liberación, fue hallar el medio para comununicarme con el mundo exterior y expresar mi espíritu”.20 Aspectos como la imaginación, la fantasía, la inspiración y la realidad son cuestiones fundamentales en el acto creativo de esta magnífica autora. Sin embargo, no es nuestra intención ahondar en ellos −ya que la presente tesis no pertenece a la trilogía medieval o fantástica− pero sí nos parece importante señalar, de manera muy escueta, la trascendencia de tales conceptos. La escritora afirma que el surgimiento de la inspiración puede llegar de un momento a otro; para Ana María Matute es un estado de ánimo que predispone a escribir. Más que la búsqueda de una musa, su gran inspiración ha sido siempre la vida misma y la soledad. Ana María Matute define la imaginación como aquello que “hace pasar de la realidad diaria a la fantasía y, a partir de ahí, a la libertad y al mundo”.21 Los cuentos que moldearon su infancia le permitieron asomarse a un mundo nuevo del cual le ha sido imposible apartarse. Por lo anterior, la escritora se rehúsa a creer que la sociedad tecnológica en la que vivimos haya acabado con la imaginación. No obstante, el uso que se hace de la televisión influye negativamente enla pérdida de esta facultad. Pero si al niño se le da todo hecho, no tiene que hacer ningún esfuerzo en imaginar lo que le ofrecen. Es preciso, entonces, fomentar en los menores el hábito de la lectura −en la cual es posible inventar a su modo, como ella lo hacía− y explorar más en un campo abierto y poco trabajad o en 20 Gazarian-Gautier, op. cit., p. 40. 21 Ibid., p. 181. 26 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... España: “Considero que la literatura infantil, como género tendría que ser muy importante en este mundo, es la que debe acercar la literatura a los posibles lectores futuros”. 22 En su discurso de ingreso en la Real Academia Española titulado En el bosque. Defensa de la fantasía, Ana María Matute hace un elogio de la fantasía y la imaginación en la literatura considerando que para ella representan algo tan vital como el comer y el dormir. El bosque, desde luego, es una de sus obsesiones literarias −desde su infancia supo que se movería dentro de ese ámbito−. La imagen del “bosque” le sugiere siempre una gran cantidad de historias y leyendas, y representa para ella “el mundo de la imaginación, de la fantasía y del ensueño”.23 En efecto, los bosques tienen un valor fundamental para la novelista y no pueden faltar en algunas de sus obras24 proporcionando el toque fantástico. Ana María Matute afirma que la literatura es inventarse un mundo, pero éste no debe alejarse del real. Por eso −y puesto que la realidad la mantiene perpleja− la novelista catalana recurre a los días de verano en Mansilla donde jugaba con los niños del campo. De no haber pasado los veranos ahí “no habría sabido nunca cómo vivían otros niños”.25 Las impresiones causadas en aquella región fueron imborrables, en sus primeros libros están presentes sus paisajes y algunas de sus personas −aunque muchos de los sucesos ahí transcurridos han sido transformados por su imaginación−. El contraste entre la vida de los suyos −como miembro de una familia burguesa− y la de los niños del pueblo −carentes de todo, hasta de instrucción, que en cuanto cumplían los once años se iban al campo a trabajar para ayudar a sus padres− representa el primer choque con la realidad de la vida. 22 Ibid., p. 138. 23 Ana María Matute. “En el bosque. Defensa de la fantasía”, en http://aragonesasi.com/casal/matute/matute05. htm 24 Ana María Matute se declara una mujer enamorada de la Edad Media, motivo que la lleva a escribir una trilogía ambientada en esa época: “El mundo medieval, ese mundo de señores con perros, me fascina, esa mezcla de grosería y refinamiento, de espiritualidad y barbarie, es un contraste que me apasiona. Un mundo en que se mezclan la brutalidad más extrema con una espiritualidad tremenda”. Gazarian-Gautier, op. cit., p. 181. 25 Ibid., p. 37. 27 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Otro episodio crucial es la guerra misma; al principio solía jugar con sus primos porque aún no estaban conscientes del significado de la guerra; no mucho tiempo después comenzó a escasear la comida, cambiando su vida de una manera drástica. Durante la contienda civil, tuvo contacto por primera vez con la muerte: mientras se encontraba formada para recibir alimentos con uno de sus hermanos, vio a una persona acribillada entre las vallas de un solar cercano, aquel hombre llevaba barba y, probablemente, se trataba de un fraile. Las dicotomías fantasía/realidad e imaginación/inspiración no están divorciadas en la literatura; por tratarse de elementos completamente válidos en la creación artística; Ana María Matute continuamente nos invita a conocerlos y a no ignorar la existencia de lo que ella juzga “otros mundos”: “Siempre he creído, y sigo creyendo, que la imaginación y la fantasía son muy importantes, puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida”.26 Con respecto a la concepción del proceso narrativo, Ana María Matute la compara con una receta de cocina, en la cual: Primero hay que saber qué ingredientes harán falta, y luego en qué orden [...] tengo que encontrar el tono adecuado. Una vez hallado éste, todo va sobre ruedas. Entonces la novela empieza a tomar cuerpo, con sus argumentos y sus personajes, y se hace carne y vida [...] Por supuesto, no significa que en el camino no se modifique algo, pero sustancialmente, no.27 Lo anterior demuestra la planeación y la disciplina de Ana María Matute, quien no escribe sin bases sólidas. De su “decálogo del escritor” nos comparte los siguientes puntos: acostumbra hacer dos versiones de un libro, una absolutamente torrencial y otra más en la que corrige de manera exhaustiva. Al momento de escribir, se encuentra libre de cualquier distractor y no piensa en el lector, sólo en el libro. Pero dibujar a sus personajes, divertirse durante el proceso creativo y escribir por la noche −sin horario fijo y de preferencia sobre la cama− entre otros hábitos, la ayudan a disfrutar su oficio como escritora. 26 Matute, op. cit., p. 4. 27 Gazarian-Gautier, op. cit., pp. 169-170. 28 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Algunos consejos que Ana María Matute suele dar a los escritores noveles, con base en su experiencia, son los siguientes: creer en el libro que se está escribiendo y en los personajes, que, ante todo, tienen que ser reales y estar apoyados en cualquier referencia del entorno, algo que se haya visto o se haya oído, que intente despertar en el lector una curiosidad, una búsqueda, una pregunta.28 Crear el ambiente adecuado para el desarrollo de la historia. Procurar influir en el lector y lograr que éste viaje con su obra. Ser auténticos, pero sin perder la sensibilidad. No desesperarse porque la escritura implica dolor, fatiga y dedicación. En la manera de lo posible se debe escribir del modo más sencillo, prestando especial atención al primer párrafo con el propósito de atrapar al lector. El final debe ser abierto para que el lector juzgue y haga sus propias conjeturas. Por último, no preocuparse demasiado por el título del libro, ya que en ocasiones aparece espontáneamente. 2.4. Técnicas estilísticas y generalidades de la obra de Ana María Matute Willis L. Allahar29, John R. McCain30 y María Ángeles Jiménez Martín31 son algunos de los estudiosos cuyos trabajos describen el universo narrativo de Ana María Matute. De acuerdo con ellos, las características esenciales de su obra son el empleo de estructuras narrativas diversas, el estilo y el tratamiento de los temas. La novelista catalana recurre a dos diferentes voces narrativas. Su obra, entonces, fluctúa entre la narración en primera y tercera persona, aunque en muchas de ellas juega con el tiempo narrativo. La mayoría de los narradores en primera persona son niños o adolescentes, los cuales rememoran el paraíso perdido de su infancia −aun tratándose de personajes maduros, siempre vuelven a su niñez−. 28 Dice la escritora: “La novela ya no puede ser meramente de pasatiempo y de evasión. A la par que un documento de nuestro tiempo y que un planteamiento de los problemas del hombre actual, debe herir, por decirlo de alguna forma, la conciencia de la sociedad en un deseo de mejorarla”. José Luis Cano. “Una novela de Ana María Matute”, en Ínsula, núm. 214, septiembre 1964, p. 8. 29Willis Lancelot Allahar. La creación literaria de Ana María Matute. Santiago de Compostela: El autor, 1985, 23 p. (Extracto de tesis doctoral) 30John R. McCain. Solitude in Selected Works of Ana María Matute. Oklahoma: El autor, 1966, 11 p. 31María Ángeles Jiménez Martín. El personaje infantil en la obra de Ana María Matute. Granada: El autor,1978, 26 p. (Resumen de tesis doctoral) 29 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... Entre las técnicas estructurales más empleadas en sus cuentos es posible distinguir la estructura viaje-búsqueda, la estructura circular, la técnica de fragmentación y el fluir del subconsciente. En las novelas se sirve del estilo indirecto libre, el monólogo interior −para revelar los pensamientos y emociones de los personajes−, el soliloquio y el contrapunto. Pero la técnica más usada es la retrospección por medio de la analepsis interna y externa. El empleo de letras cursivas indica la aparición de citas bíblicas o referencias a cuentos infantiles, también sirve para introducir los diálogos entre los personajes. La abundancia de largos párrafos de evocaciones líricas marcados entre paréntesis −en los que se alterna el tiempo pasado y el momento actual de la narración−, así como las acotaciones sirven para precisar recuerdos o reflexiones de los personajes. Los cuentos y las novelas de Ana María Matute tienen como escenarios los pueblos de Castilla, la ciudad de Barcelona y la isla de Mallorca; sin embargo, nunca se mencionan los nombres de los pueblos, ciudades o países por los que transitan sus personajes. Este recurso es totalmente intencional; más allá de la latitud geográfica, para la escritora son más importantes los conflictos que enfrentan los personajes a nivel personal, familiar y social. Ana María Matute vierte en su obra elementos autobiográficos32 que acentúan su estilo personal, manifestando sus gustos, temores y obsesiones: su aprecio por la naturaleza y los animales; los protagonistas infantiles aman la naturaleza y se sienten relacionados con tres elementos: el río, el mar o el bosque− no olvidar que la autora vive de niña en una ciudad marítima y pasa sus veranos en un pueblo del interior−; el miedo a crecer, los terrores infantiles ante el mundo de los adultos y el trato con personas que han dejado una fijación en su mente− a las cuales ha modificado sólo un poco para poder 32 Ana María Matute sólo aborda experiencias personales de su infancia, casi nunca habla de su vida juvenil o adulta, por tal motivo no considera autobiográficas sus obras (véase Janet Winecoff Díaz. “The Autobiographical Element in the Works of Ana María Matute”, en Kentucky Romance Quarterly, vol. 15, núm. 2. Lexington: University of Kentucky, 1968, pp. 139-148). En el desarrollo de esta tesis, sí los tomaremos como tales. 30 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... presentarlas en sus obras−. En este sentido, el contenido de la mayoría de sus obras es altamente subjetivo. La personificación de la naturaleza y el uso de los colores blanco, negro y rojo son muy frecuentes en sus obras. La descripción de escenarios y objetos se ve deformada en momentos cruciales para reflejar el estado de ánimo de los personajes. Estos últimos son presentados psicológicamente e incluso muchos de ellos tienen cualidades simbólicas. La huida, la búsqueda de algo mejor −a lo que Ana María Matute llama “Santo Grial”− y la muerte son elementos a los que recurre una y otra vez, aunque de manera inconsciente. El acercamiento de sus personajes con la muerte se da en diferentes circunstancias; no obstante, en sus obras encontramos siempre a un niño como testigo del asesinato cometido a uno de sus semejantes, sobre todo en las novelas que tienen como fondo la guerra civil, huella autobiográfica de la autora que vivió a los diez años la contienda española. Por lo general, varios de los personajes infantiles están predestinados a morir, pero no se oponen a su muerte. Como en toda su obra, los personajes femeninos son los más sobresalientes y están mejor caracterizados que los masculinos. La autora provee a las protagonistas de rasgos físicos y psicológicos muy similares a la gente de su entorno, en consecuencia, los roles femeninos repiten frases, acciones y actitudes análogas entre una novela y otra. Como conocedora del mundo infantil, Ana María Matute introduce en sus obras a los cómicos ambulantes, los títeres, los gitanos, los muñecos, los disfraces, los duendes, las bicicletas, el teatro de marionetas, el circo y otros elementos de la época infantil. Las familias que retrata son poco numerosas, apareciendo constantemente hijos únicos en sus páginas. Asimismo, la preferencia por manifestar el que los hijos biológicos no sean reconocidos por el amo rico hasta después de ocurrida la muerte de éste, contrasta las desigualdades sociales, lo que explica 31 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... mejor la disposición de Ana María Matute a volverse sobre un prójimo desvalido ante la injusticia, el egoísmo y el odio. Los temas más destacados en su producción son el tiempo, la soledad, la guerra civil, la desintegración familiar, el choque entre la realidad y la fantasía, la falsa caridad, la violencia, la muerte, la injusticia social o de cualquier tipo33, el cainismo, la infancia y la adolescencia −los dos últimos temas se centran en las relaciones familiares, casi siempre opresoras, la falta de comprensión entre el niño y el adulto, así como en la capacidad del niño para escapar momentáneamente de la realidad a través de su imaginación, sueños e ilusiones−. Por regla general, los finales de sus historias son abiertos y trágicos; además, el recurso de la sorpresa final es constante en su producción literaria. En todas sus obras, incluso las más realistas, hay siempre un elemento fantástico. Jiménez Martín34 percibe la existencia de lo que ella denomina ‘la fantasía del subsuelo’, fantasía referida a los personajes infantiles; la encontramos en Primera memoria cuando Matia dice: “Imaginé líquidos tesoros mezclados a los resplandecientes huesos de los muertos, debajo de la tierra, en las raíces de los bosques...” (PM, p. 33).35 Otro ejemplo se aprecia en el relato de la celebración del domingo de resurrección en el claustro donde se encuentra recluido Manuel: [...] y todo estaba empapado aún de la recentísima tempestad, parecía que aún estaban ocultos debajo de la tierra los relámpagos, los enormes y blancos estallidos del cielo, que nuestros oídos de niño aún podían presentir; el trueno que rodaba y se precipitaba hasta el fondo del mar y las montañas, alentando bajo nuestros pies descalzos, en el huerto (LSN, p. 17).36 Con frecuencia, el encantamiento por lugares lejanos es mencionado en sus obras, ya sean países o islas 33 Respecto a esta preocupación, declara la escritora: “Una de las cosas que más me han dolido y dañado desde niña es la injusticia. Y la injusticia está siempre en todos mis libros. Sale por allí como una herida incurable”. Doyle, op. cit., p. 241. 34 Jiménez Martín, op. cit., p. 23. 35 Ana María Matute. Primera memoria [1959] 5ª ed. Barcelona: Destino, 1969, 245 p. A partir de este momento citaré esta edición de la siguiente manera: PM. 36 Ana María Matute. Los soldados lloran de noche [1964] 3ª ed. Barcelona: Destino, 1990, 227 p. A partir de este momento citaré esta edición de la siguiente manera: LSN. 32 Motivos religiosos y alusiones bíblicas... Vida y obra... que nos transportan a sitios maravillosos, tanto por sus aromas como por sus paisajes (las islas griegas, la India, etcétera). La ilusión por viajar es también un factor autobiográfico, pues Ana María Matute gusta de emprender viajes alrededor del mundo o, como algunos de sus personajes, a través de la imaginación. 33 3. Análisis estructural de la trilogía Los mercaderes 3.1. Primera memoria o novela de la primera traición La historia de Primera memoria narra el paso de la niñez a la adolescencia de
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