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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Violencia y autonomía La experiencia chiapaneca, 1994 - 2000 Tesis que para optar por el título de Maestra en Estudios Latinoamericanos Presenta Lucila Polo Herrera 2006 Asesora: Dra. Raquel Sosa Elízaga UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Índice Introducción ...........................................................................................1 Primera Parte. La estrategia de la violencia Introducción.………………………………………………………………………………………………………… 7 1. 1994: Una cronología de los “doce días” .……………………………………………8 2. Del desconcierto a los primeros cercos militares.…………………………….15 3. Otros actores del conflicto, otras estrategias…………………………………….21 Las organizaciones campesinas……………………………………………………………………………….22 Los movimientos por los derechos políticos……………………………………………………………26 El movimiento por los derechos humanos………………………………………………………………28 4. La contrainsurgencia: la estrategia de la violencia.………………………….31 Los paramilitares.………………………………………………………………………………………………42 Segunda parte: La estrategia de la resistencia Introducción.…………………………………………………………………………………………………………48 1. La autonomía como resistencia ..…………………………………………………………………49 Territorio y gobierno ……………………………………………………………………………………………….56 2. Los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ).…………………….60 Etapas Una nueva geografía política definida a través de una campaña militar ……………..63 Expansión, reafirmación territorial zapatista y apertura nacional e internacional .………………………………………………………………………………………………………….65 Suspensión del diálogo y trabajo hacia adentro de las regiones, municipios y comunidades …………………………………………………………………………………………………………….66 La resistencia a los ataques policiaco militares ……………………………………………………..69 Coordinación regional y redefinición de la relación con el gobierno del estado ………………………………………………………………………………………………………………..73 3. La estrategia del pequeño: las redes de apoyo del EZLN ..…………………….79 4. La civilización alternativa y la autonomía…………………………………………………..85 Conclusiones .………………………………………………………………………………………………………..95 Mapas Los grupos paramilitares en Chiapas ……………………………………………………………………101 Los municipios autónomos en la geografía chiapaneca .………………………………………102 Municipios autónomos atacados .……………………………………………………………………………103 Los municipios autónomos desde 1998.…………………………………………………………………104 Las Juntas de Buen Gobierno …………………………………………………………………………………106 Anexos Cuadro comparativo entre los Acuerdos de San Andrés y la reforma constitucional sobre derechos y cultura indígena …………………………………………………………………………107 Bibliografía ………………………………………………………………………………………………………………113 1 Introducción Debo comenzar reconociendo que no fue fácil separar la propia vivencia de la búsqueda de información o de su acomodo y redacción para dar forma a esta investigación; en realidad el presente escrito es el producto de muchos años de acumulación de datos e interpretación. No es lo mismo plantear hipótesis de trabajo y concretarse a conseguir la información suficiente para su sustento, que iniciar un viaje en donde la realidad rebasa los supuestos y encontrarse con situaciones múltiples y complejas que nos arrastran a vivirlas y a palparlas. Ese fue mi caso cuando regresé a Chiapas, mi casa de muchos años, a organizar la tesis y a reincorporarme a la dinámica de la vida en las comunidades indígenas. Nunca he creído conocer suficiente del pensamiento de los pueblos de Chiapas como para hablar por ellos. No ha sido fácil en trece años flexibilizar mis propios “usos y costumbres” para entender las culturas y la profundidad filosófica de cada una de ellas. El aprendizaje de un idioma indígena abrió una ventana por la que he podido asomarme a aquellos “arcanos” que los no indígenas encontramos en un sistema cultural y social diferente al nuestro a pesar de que nos topamos con él cada día porque es parte de nuestras propias raíces históricas como nación. Una de estas incógnitas, vistas a través de esta ventana, son las ideas o formulaciones que me parecían intemporales, como atrapadas en un tiempo lejano pero que se repite como una espiral en diferentes momentos de la historia. Así, cuando alguna vez escuché a los ancianos tzotziles de comunidades de San Andrés hablar de una historia en la que no recuerdan fechas sino acontecimientos, y luego a los hombres más jóvenes hablar de la autonomía como futuro, un horizonte que tiene poco que ver con ese pasado de civilización antigua, me parece percibir todo el aprendizaje transmitido por generaciones y su proyección en un historia incierta. Pero he visto también la otra cara de la moneda: la reacción de un poder cuestionado, tocado, que se encuentra de pronto amenazado por quienes considera que deben estar conformes y hasta agradecidos de ser tomados en cuenta aunque sólo sea de vez en cuando, a quienes se les ha tratado de “incluir” en el “progreso” nacional sin mucho éxito por lo visto pues todavía son productores dedicados a la agricultura de autoconsumo; a quienes no se les deja morir pues se les “otorgan” recursos económicos a través de instituciones para ellos, o sea, indigenistas. El análisis de la violencia política ha sido mi interés constante; el objetivo de plantearme una vista panorámica de diez años de estrategia de violencia en Chiapas 2 (1994 a 2000) no fue motivado por la fascinación zapatista que ha motivado a miles de personas a acercarse a la problemática del sureste mexicano, para fortuna de las comunidades indígenas tanto tiempo olvidadas. De alguna manera el objetivo era encontrar las nuevas y viejas dinámicas de la violencia que podían contrastarse con la feroz represión a los movimientos campesinos de por lo menos dos décadas atrás, tema que desarrollé en mi tesis de licenciatura y que, ese sí, fue motivado por mi simpatía y militancia en una organización indígena. Pero la vivencia que ya he señalado me llevó a plantearme otro asunto que no había percibido antes con claridad: el desarrollo de formas de resistencia que estaban dando un salto cualitativo en cuanto al planteamiento de un proyecto político más acabado e integral. La apreciación de que existen formas novedosas de resistencia a esa violencia estructural del Estado, la he tenido desde mis primeras experiencias en Chiapas: en 1993, cuando trabajaba en Palenque, las comunidades organizadas habían dedicado una intensa reflexión a las reformas al artículo 27 constitucional y a la Nueva Ley Agraria que modificó el régimen de propiedad de la tierra. En una de las visitas del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari a Chiapas para promocionar el Programa Nacional de Solidaridad PRONASOL, las comunidades de esa zona organizaron una protesta muy particular; en un contexto porque en los tiempos del gobernador Patrocinio González Garrido la represión era abierta e indiscriminada y la visita de Salinas estaba fuertemente custodiada. Hombres y mujeres organizados se disfrazaron de acarreados al mitin y ocuparon las primeras filas; ya instalados cuando el evento estaba en su apogeo, sacaron los carteles que habían dobladoperfectamente para esconderlos en sus pequeños morrales y bolsas. La sorpresa y el enojo de los organizadores fueron grandes cuando las consignas y demandas aparecieron en primera fila e inmediatamente se lanzaron a intentar desalojar a los manifestantes. Yo estaba junto a Pedro, un tzeltal de apenas un metro cincuenta, de carácter normalmente tranquilo y callado. De pronto un miembro del estado mayor presidencial se puso enfrente de Pedro con actitud más que amenazante: un enorme guardaespaldas que lo veía hacia abajo como a punto de pisarlo. Nunca se me olvidará la mirada de Pedro (de costumbre tan risueña, igual al modo de los tzeltales), tan llena de odio y coraje, pero sobre todo, sin miedo viendo hacia arriba a ese militar. Esa imagen la volví a ver muchas otras veces en las comunidades. La foto de Pedro Valtierra que ganó el premio de fotografía en 1996 con las mujeres tzotziles empujando a los soldados en la comunidad de X’oyep, logró captar una escena bien 3 cotidiana en las comunidades en la última década y se convirtió prácticamente en un icono que ha dado la vuelta al mundo. Esa imagen es la que me parece más acertada para ilustrar los esfuerzos de las autonomías indígenas en México: un esfuerzo de los indígenas que parece pequeño, casi invisible, de quienes hasta hace poco más de una década este país consideraba incapaces de gobernarse a si mismos y de plantear propuestas de transformación nacional. Una imagen de la violencia ancestral hacia los indios pero con un moderno armamento y con nuevas estrategias. La autonomía en ese contexto aparece como una estrategia de resistencia y al mismo tiempo una propuesta de modernidad y civilización alternativa en la crisis de este Estado y esta idea de nación. Pero es también una imagen de una lucha desigual: históricamente el estado ha destinado una gran cantidad de recursos políticos, económicos y militares para sofocar las rebeliones o los signos de protesta de los indios. Pero históricamente también, los indios han resistido todas las formas de exterminio y siguen encontrando salidas y mecanismos para contrarrestar las estrategias dominación. La coyuntura de 1994 me llevó a ver en toda su dimensión esta desigualdad en un contexto de conflicto armado: la represión de los ochenta fue brutal, pero la violencia que desató el gobierno federal a partir del levantamiento zapatista en las comunidades indígenas chiapanecas, no tuvo comparación. Siempre reviviré con angustia esos primeros días de incertidumbre y toda la impotencia que, quienes la vivimos, sentíamos ante la amenaza sobre una población civil pobre e indefensa. La respuesta social que se volcó desde muchas regiones del país y del planeta cambió esa sensación de indefensión e impotencia por una oportunidad para la organización. Lo que siguió de ahí es la historia que aún se está escribiendo: no el triunfo del poder que fue cuestionado y desnudado con las palabras más sencillas de los indios, sino batallas de una guerra que se ha librado fundamentalmente en el plano político, pero que ha cobrado vidas humanas, en su inmensa mayoría de campesinos e indígenas. En medio del acoso militar y paramilitar y de la represión abierta, las comunidades zapatistas desarrollaron el proyecto de la autonomía a través de la creación de Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas MAREZ, como una forma de poner en los hechos los derechos indígenas reconocidos por el gobierno mexicano con la firma del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo en 1989 y nuevamente confirmados al firmar los Acuerdos de San Andrés. 4 La organización comunitaria para la constitución y desarrollo de los MAREZ es un ejercicio político de las comunidades indígenas; es una forma de resistencia pero también de propuesta de lo que los indios en el México del tercer milenio quieren como horizonte de futuro. Las políticas indigenistas representan la relación que el Estado se plantea con los pueblos indios; es una representación del Estado mismo frente a los indios incluyendo el gobierno federal actual. Por su parte, la libre determinación es una representación de la relación que los indios se plantean con el Estado y de la relación entre los propios pueblos, sus organizaciones y movimientos. En esta etapa en que ambas representaciones se enfrentan, las estrategias de ambos para defenderlas y llevarlas a la práctica concreta chocan entre sí. Cuando han surgido las rebeliones indígenas el poder ha encontrado las formas de mejorar y afinar sus mecanismos de dominación y control. La violencia a los indios es la expresión más constante y evidente de la relación con el poder. ¿Hasta qué punto las nuevas formas de violencia han logrado desgastar o destruir los movimientos y las organizaciones populares? ¿Cómo se puede caracterizar al Estado que utiliza cada vez más la violencia como la relación principal con aquellas organizaciones o movimientos que le cuestionan? ¿Cuáles son las perspectivas reales de estos pequeños gigantes frente a ese poder del Estado? ¿Cuál es la importancia de esta experiencia para América Latina? Desde la experiencia pequeña en Chiapas he podido observar el vasto panorama latinoamericano, y viceversa, el acontecer de América Latina me hace revisar constantemente mi visión y mi práctica en el pequeño universo de la investigación sobre “lo indígena”. Y lo indígena tiene ahora todo que ver con el tipo de Estado latinoamericano, con la multiculturalidad, con la reconceptualización de la nación, con la democracia, etc. Aunque se ha calificado a los regímenes latinoamericanos como democráticos, las democracias actuales están limitadas a lo electoral. La violencia política es otra expresión de la crisis del Estado y de la incapacidad de los gobiernos neoliberales de solucionar el hambre, la pobreza, la marginación y exclusión de tres cuartas partes de la población. El Estado ha salvado momentáneamente la capacidad de acumulación económica pero no la capacidad de conducción política de las fuerzas que pugnan por un cambio democrático. El Estado “gigante en lo policial y enano en lo social” del neoliberalismo, atiende cada vez menos los derechos colectivos; ello hace ver cada vez más lejano el reconocimiento de los derechos indígenas. 5 ¿Cuáles serán las “nuevas” formas de contención de los movimientos indígenas y populares? ¿Cuáles serán los mecanismos de control y represión en la siguiente década en América Latina? Sin olvidar que Estados Unidos ha desarrollado diversas estrategias político militares hacia el continente y que en la última década parece haber diversificado los mecanismos de la violencia en las distintas realidades latinoamericanas, hay señales alentadoras en los cambios de gobierno en algunos países del continente. La primera parte de esta investigación es el análisis de la violencia política en Chiapas desde el levantamiento armado en 1994. Sin embargo, la violencia hacia el movimiento campesino no empieza en el 94: hay una continuidad de procesos regionales anteriores y que son parte de las causas de la rebelión. La diferencia en esta continuidad es una estrategia diferente que retoma tácticas contrainsurgentes y que se mezcló y combinó con formas de violencia utilizadas por los grupos locales de poder político y económico. En las formas de represión y dominación que se van construyendo históricamente podemos observar esta continuidad en las décadas de los ochenta y los noventa: encarcelamientos intimidatorios, desalojos violentos de protestas y recuperaciones de tierra, asesinatos selectivos, torturas ejemplares, etc., aparecen también otras formas como la irrupción militar en la vida cotidiana de las comunidades con su secuela de actos represivos y violentos que van desde la intimidación abierta y colectiva a la contaminación del hábitat indígena; la violenciamasiva realizada por los grupos paramilitares, principalmente los desplazamientos forzados y las masacres. Y la violencia dirigida no sólo en contra de bases de apoyo zapatista sino en contra de otros sectores afines que es una de las características de este conflicto armado de nuevo tipo. La segunda parte de este escrito es un esfuerzo por entender parte de la estrategia zapatista, la formación de municipios autónomos, en un doble filo: por un lado, como parte de un proyecto y un horizonte mucho más amplio de los pueblos indígenas por ejercer su derecho a la libre determinación, en este en el entendido de que no es el zapatismo el que demanda por vez primera la autonomía, sino que esta es una demanda indígena de larga data. Y por otro lado, la propuesta autonómica del zapatismo como un movimiento político-militar crítico del poder y de su práctica en el sistema político mexicano y que en el discurso propone una nueva forma de hacer política a través de una concepción del poder basada en el bien del colectivo y en el servicio. 6 Además de las iniciativas políticas que a lo largo de más de una década ha impulsado el EZLN, sus bases de apoyo indígenas y sus redes sociales de apoyo, en Chiapas esa nueva forma de hacer política puede tener su germen en los llamados Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y la articulación regional de éstos en Juntas de Buen Gobierno, con sus propias contradicciones internas y conflictos con otros actores locales. He desarrollado en esta investigación las formas de violencia, pero sobre todo las características del conflicto armado en Chiapas y la recuperación del aporte de un movimiento indígena de alcance nacional y más allá de las fronteras. Para ello he recogido innumerables testimonios a través de entrevistas, pláticas informales, talleres de derechos humanos y derechos indígenas especialmente en las regiones Altos, Selva y Norte de Chiapas; la revisión bibliográfica y hemerográfica ha sido permanente y necesaria. Todo ello ha sido material de primera mano para este escrito, pero sobre todo, ha sido el alimento para mi crecimiento humano el cual no ha estado exento de experiencias dolorosas ante el sufrimiento de los otros pero también de visiones esperanzadoras ante los muchos más que toman en sus manos y construyen su propia historia. 7 PRIMERA PARTE La estrategia de la violencia Introducción Nuevamente la memoria de las rebeliones, casi inscrita en la piel indígena, se repetía una vez más. La decisión de empezar la guerra, fue un paso difícil para las comunidades zapatistas. La consulta que se realizó para decidir por la guerra fue un proceso duro porque significaba tristeza e incertidumbre. Para quienes vivíamos en las comunidades, era un secreto a voces lo que se preparaba. Pero nadie que conociera el contexto de violencia y represión a las organizaciones campesinas y civiles de Chiapas, la larga lista de justificaciones de un campesino empobrecido, pero organizado y reprimido, podía sorprenderse al conocer la noticia de un levantamiento indígena. El levantamiento armado fue la reacción armada a la violencia que se ejercía contra las organizaciones indígenas con absoluta impunidad. Y sin embargo, nadie podía saber en qué momento y de qué manera se desarrollarían los acontecimientos en los meses que siguieron a la decisión de iniciar la confrontación armada. Tampoco nadie podía sustraerse a la incertidumbre sobre el destino de la población civil. Los sucesos de 1993 como la “desaparición” de dos militares en el municipio de San Cristóbal de Las Casas o la batalla de Corralchén, entre otros, eran señales claras de la inminencia del estallido. Algunos antropólogos e historiadores han abordado las causas de las rebeliones indígenas como una respuesta a la opresión económica, al despojo y amenaza sobre las tierras comunales, al atentado en contra de los derechos o símbolos indígenas y hasta la violación de normas establecidas o tradicionalmente respetadas.1 En Chiapas, la rebelión zapatista de 1994 abrió nuevamente el ciclo de resistencia indígena de siglos, pero sintetizaba veinte años de historia de movimiento campesino y de represión. 1 Enrique Florescano, Etnia, Estado y Nación, México, Ed. Aguilar, 1997; Juan Pedro Viqueira, “Las causas de una rebelión india: Chiapas 1712, Chiapas los rumbos de otra historia, UNAM-CIESAS, 2002; Carlos Montemayor, La rebelión indígena de Chiapas, Ed. Era, 8 1. 1994: Una cronología de los “doce días” El 1 de enero los milicianos zapatistas atacaron los cuarteles de las policías municipales de las cabeceras de Ocosingo, Las Margaritas, Altamirano. También atacan el cuartel Rancho Nuevo, sede de la 31 zona militar. El 3 de enero es hecho prisionero el general Absalón Castellanos Domínguez. Fue liberado hasta el 16 de febrero, en un acto en el que se le acusó públicamente de los crímenes durante su gobierno y se le perdonó; la humillación pública de un general, hacendado y ex gobernador hizo historia en una tierra en la que los indios habían sido siempre los mozos y peones. Absalón Castellanos, general de formación y terrateniente fue la mano dura del PRI para enfrentar un movimiento campesino que se extendió en todo el estado desde finales de los setenta. Como gobernador (1982-1986), el general prosiguió la tarea de su antecesor Juan Sabines en el perfeccionamiento de los cuerpos policiacos: la Policía de Seguridad Pública y la Judicial tuvo más protagonismo en los asesinatos y encarcelamientos mediante fabricación de delitos. Pero la represión a las organizaciones campesinas alcanzó uno de los niveles más altos: 102 asesinatos, 327 desapariciones, 590 detenidos, 427 secuestros y torturas, 261 heridos, 27 amenazas de desalojo, 548 amenazas de expulsión, 29 ataques a marchas de protesta y 4 allanamientos de organizaciones sociales y políticas. Sin embargo, el récord de violaciones a los derechos humanos sería de Patrocinio González Garrido: 8 mil 36 casos; en 1994 él era Secretario de Gobernación. El 4 de enero el entonces obispo de la diócesis de San Cristóbal Don Samuel Ruiz hizo un llamado a una tregua y al cese de hostilidades. El papel de la diócesis de San Cristóbal había sido importante en el proceso de organización de los campesinos y de la concientización indígena sobre los derechos. El peso de Don Samuel en el escenario político era muy grande; sin embargo, desde hacía unos años antes del levantamiento, particularmente durante el gobierno de Patrocinio González, los conflictos habían subido de nivel entre funcionarios de gobierno y la diócesis debido a su labor en la defensa y organización de los indígenas inspirada en la teología de la liberación y la opción 9 por los pobres. Así que el protagonismo de Don Samuel en la intermediación del conflicto, y el activismo de muchos agentes de pastoral por la paz digna y justa, convertiría posteriormente a estos mismos agentes en blanco de agresiones de agentes gubernamentales. Sólo de 1994 a 1997 se realizaron 97 actos de agresión a agentes de pastoral (religiosas y religiosos, diáconos, catequistas, etc.) de la diócesis de San Cristóbal: encarcelamientos, expulsiones y torturas. El 5 de enero el EZLN emitió un comunicado con su balance de los enfrentamientos: “1. Bajas de las fuerzas zapatistas: 9 muertos y 20 heridos graves atendidos en nuestros hospitales de campaña. Un número indeterminado de heridos leves que se reintegraron a sus puestos de combate y 12 perdidos en acción. No hemos incluido en esta cuenta a nuestros combatientes que, heridos, fueron arteramente ejecutados a sangre fría con el tiro de gracia por oficiales del Ejército Federal. El número de estos compañeros no ha sido determinado todavía pues nuestras tropas siguencombatiendo en Ocosingo. 2. Baja de las fuerzas enemigas (incluyen policías y soldados federales): 27 muertos, 40 heridos y 180 prisioneros que se rindieron a nuestras fuerzas y fueron liberados posteriormente intactos en su salud física. Hay otros 30 muertos, al menos, en el Ejército Federal no confirmados. Estas bajas, junto a un número indeterminado de heridos, se habían producido el día 4 de enero en las montañas al sur de San Cristóbal de las Casas cuando bombas arrojadas por los aviones de la F.A.M. habían caído sobre los camiones de soldados que maniobraban en esa zona. 3. Material de guerra enemigo destruido o averiado: 3 helicópteros artillados de la F.A.M. (uno en la cabecera municipal de Ocosingo y dos en SCLC) y 3 aeronaves artilladas de la F.A.M. (los 3 en la cabecera de SCLC), 15 radio patrullas, 15 vehículos de transporte, 4 centros de tortura de la Policía Judicial del estado. 4. Prisioneros liberados: 230 en las 4 cárceles atacadas y liberadas por nuestras fuerzas (2 en SCLC, 1 en Ocosingo y 1 en Las Margaritas). 5. Material de guerra recuperado: Aproximadamente 207 armas de distintos calibres (M-16, G-3, M-2, lanza granadas, escopetas y pistolas) y un número indeterminado de parque de diversos calibres. Mil 266 kilogramos de dinamita y 10 mil detonantes de TNT. Más de 20 vehículos de transporte. 10 Un número indeterminado de aparatos de radio comunicación, utilizados por la policía, ejército y fuerza aérea. El 7 de enero mientras que dos torres de alta tensión fueron derribadas en Puebla y Michoacán y los bombardeos seguían en comunidades de los Altos de Chiapas, en su primer mensaje al pueblo de México, el presidente Salinas negó que se tratara de un alzamiento indígena y ofreció "el perdón" a los rebeldes que depusieran las armas. “¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!", que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el 11 derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el estómago? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?”2 El EZLN planteó como condiciones para establecer el diálogo con el gobierno federal el reconocimiento como fuerza beligerante, el cese al fuego de ambas partes, el retiro de las tropas federales, el cese al bombardeo indiscriminado y la conformación de una comisión nacional de intermediación. El 8 de enero El gobierno anunció la creación de una Comisión Especial formada por Eraclio Zepeda, Andrés Fábregas y Eduardo Robledo Rincón. Las comisiones y delegaciones del gobierno para dialogar o negociar con el EZLN estaban destinadas al fracaso desde el principio, las crisis del diálogo en sus diferentes etapas tuvieron como trasfondo una incapacidad de los representantes del gobierno por entender las demandas del EZLN y de la sociedad nacional. Por ejemplo, en cuanto a los derechos indígenas, la visión se limitaba al indigenismo practicado desde los 50 “¿Reconocer la cultura indígena? ¿No es acaso reconocer el derecho de los pueblos a hacer sus fiestas, vestir sus trajes llenos de colorido y “folclor”, mantener sus costumbres? ¿No se había hecho eso con la modificación al artículo cuarto de la Constitución en 1992?” 2 Comunicado del EZLN, 18 de enero de 1994. 12 Todo el planteamiento de la reforma profunda del Estado no sería comprendido en su totalidad. La estrategia gubernamental siempre fue, desde el principio, buscar la rendición del EZLN a cambio de unas cuantas concesiones; y ante el crecimiento del consenso de las demandas zapatistas, el achicamiento, el acorralamiento, el vacío, la violencia, el desprestigio o de plano, el silencio… El 9 de enero el Ejército mexicano impidió el paso a una caravana ciudadana por la paz que buscaba romper el cerco militar y forzar una tregua, mientras continuaron los bombardeos. El 10 de enero empezaron los cambios en el gabinete: Jorge Carpizo sustituye a José Patrocinio González Garrido en la Secretaría de Gobernación; Manuel Camacho Solís es nombrado Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas. Manuel Tello es designado secretario de Relaciones Exteriores y Diego Valadéz, procurador general de la República. El 19 de enero renunció el gobernador interino, Elmar Setter y lo sustituyó Javier López Moreno. La crisis política en el gobierno federal provocada por el levantamiento ya era inevitable, y fueron las primeras resonancias políticas a nivel nacional del levantamiento armado. Desde Absalón Castellanos Domínguez (que gobernó de diciembre de 1982 a diciembre de 1988) y Patrocinio González Garrido (que gobernó de diciembre de 1988 a enero de 1993 fecha en la que asumió la secretaría de gobernación), ambos electos, se han sucedido interinatos y gobiernos sustitutos: Elmar Setzer Marseille fue interino hasta el primero de enero de 1994; de esa fecha hasta diciembre del mismo año fue interino Javier López Moreno; fue sustituidopor Eduardo Robledo Rincón quien “gobernó” de diciembre de 1994 a febrero de 1995. El interinato fue para Julio César Ruiz Ferro quien abandonó el cargo en enero de 1998 como consecuencia de la masacre de Acteal. Roberto Albores fue el sustituto de enero de 1998 hasta las elecciones de 2000 en las que resultó electo Pablo Salazar Mendiguchía, ex priísta que compitió como candidato de una alianza de partidos. El 12 de enero el presidente Carlos Salinas de Gortari declaró el cese unilateral del fuego. Sin embargo, las violaciones a los derechos humanos cometidas en su mayoría por militares seguirían registrándose. Del 14 al 24 de enero, las primeras brigadas de observación ingresaron a la zona de enfrentamientos. * * * En este brevísimo recuento cronológico de esos doce días, se expresa una coyuntura que dejó al descubierto la violencia estructural entendida como la 13 violencia política originada cuando «los sustentadores del poder y las élites nacionales impiden la satisfacción de las necesidades básicas de los ciudadanos», así como la violencia represiva, entendida como el conjunto de «formas de represión generalmente usadas por el Estado tales como los asesinatos políticos, torturas, detenciones, desapariciones, hostigamiento de los ciudadanos»3 con la que había sido respondido el movimiento campesino y que finalmente fue una del conjunto de causas que provocaron la rebelión. La violencia reactiva fue la respuesta de los campesinos a la violencia estructural y represiva y el EZLN es la expresión sintetizada del descontento campesino que se acumuló durante décadas. Los primeros comunicados del EZLN dejan claro que las demandas, el discurso y la estrategia zapatista se ubicaba en la guerra de guerrillas y apostaba por una transformación radical de carácter nacional. El balance de la respuesta social al levantamiento y la negociación de las posturas al interior de la dirigencia zapatista determinó la estrategia política que con los años se transformó en una exitosa estrategia de redes sociales apoyada en una novedosa e inteligente estrategia mediática para difundir los objetivos y acciones del movimiento; y aunque las demandas siempre fueron de carácter nacional, el abordaje crítico a asuntos medulares de la globalización económica y política atrajo simpatizantes de todo el mundo a la causa zapatista. Asimismo, y dado que fue una rebelión de base indígena, el impacto al proyecto indio en México ya cimentado y desarrollado por muchas organizaciones indígenas en el país, nutrió la propuesta guerrillera de una profunda cosmovisión indígena. Las características del EZLN definieron el tipo de conflicto armado en Chiapas desde 1994. El EZLN es una organización político militar, con objetivos y estrategias de movimiento social más que de ejército: que no se plantea la toma del poder sino transformar el modo como se ejerce, y más que la destrucción del Estado plantea su reforma; su estrategia principal se basa en la convocatoria a actos de movilización social y política, con un discurso incluyente y con demandas de carácter nacional e incluso global; con una identidad indígena que permeó a la dirigencia y que ha llegado a ser parte del discurso zapatista. De cualquier modo se trató de una irrupción violenta revolucionaria y para el gobierno federal y los grupos de poder que conformaban la vieja estructura político económica chiapaneca, se impuso la respuesta represiva. Sin embargo, esta sería diferente a la violencia represiva que se dirigió contra el movimiento 3 Castillo, Ma. Isabel, et. al. Voces y ecos de violencia: Chile, El Salvador, México y Nicaragua, ILAS- 14 campesino y cívico de los últimos veinte años. En esta nueva estrategia se conjugaron nuevas tácticas con las ya existentes. CESOC, Chile, 1998. 15 2. Del desconcierto a los primeros cercos militares “En las primeras horas del día primero de enero, grupos armados se posesionaron de las cabeceras municipales de San Cristóbal al de las Casas, Ocosingo, Las Margaritas y Altamirano e intentaron ocupar las de los municipios de La Trinitaria y Chanal en el Estado de Chiapas. [...] Los hechos mencionados afectan a un máximo de 6 de los 110 municipios de Chiapas, los que se integran en una región que tiene grave marginación y altos índices de monolingüismo y que ha sido objeto de un Programa Especial de Solidaridad, que se incrementó considerablemente a partir de agosto de 1993.” Comunicado de la Secretaría de Gobernación, 3 de enero de 1994. El general Miguel Ángel Godínez, el mismo que había sido jefe del Estado mayor presidencial durante el sexenio de López Portillo y que en 1993 estaba a cargo de la Comandancia de la 7a Región Militar en Tuxtla Gutiérrez, fue sorprendido por la noticia del ataque armado a instalaciones policíacas y en la madrugada del 1 de enero de noventa y cuatro. En San Cristóbal de Las Casas, periodistas y curiosos se amontonaban para entrevistar a los armados en la plaza, mientras que en los municipios de Ocosingo, Huixtán, Las Margaritas se desataba el infierno. Al descontrol inicial, siguió la contraofensiva del Ejército Mexicano el 2 de enero: movilizaciones militares, ataques aéreos y, días después, el reconocimiento y la penetración del Ejército Mexicano en comunidades alejadas de la selva lacandona en busca de insurgentes zapatistas y el bombardeo de comunidades en los alrededores de SCLC y en la selva para “limpiar y rastrear”, operación conocida como la “operación rastrillo”. El Ejército descubrió la resistencia de la población civil en las montañas que rodean el valle de Jovel cuando intentó colocar bases. Entonces sustituyó la respuesta defensiva por lo que las organizaciones llamaron entonces la “operación rastrillo”. A través de esta operación el Ejército inició la búsqueda de civiles para intimidar y atemorizar a la población civil; el 6 de enero el Ejército movilizó 17,000 soldados y a la Fuerza Aérea para establecer un cerco alrededor de lo que en ese momento estaba considerada como el área de conflicto, con Ocosingo 16 como el centro; en esta área estaban los municipios de Margaritas, Altamirano, Huixtán y el propio Ocosingo. Además de las operaciones militares, el Ejército Mexicano tomó el control del poder civil. Se impuso un cerco militar y estado de sitio alrededor de los municipios que habían sido tomados por el EZLN; al interior de estos cercos suspendió de facto las garantías individuales e impidió el ingreso de la ayuda humanitaria por lo que los abusos del Ejército Mexicano se repitieron. Únicamente la observación civil posibilitó, semanas después de la violencia de los primeros días, dar cuenta de estos abusos en las comunidades. Uno de los primeros reportes de las caravanas civiles que se adentraron en las comunidades para conocer la situación de la población civil, describe así el escenario: “El ambiente es tenso, el Ejército se encuentra en todos lados, hay una enorme fila de mujeres haciendo cola para recoger una dotación de alimentos que escasean mucho por la situación, todos los comercios cerrados, el palacio municipal visiblemente dañado por el fuego, en las iglesias un momento de recogimiento espiritual y de oración dirigidos por el Obispo, el mercado testigo visible del combate y restos de olor a sangre derramada, un avión de fabricación israelí surcando por los aires, los periodistas a la caza de noticias alentadoras, los ganaderos y pequeños propietarios manifestando su protesta por lo que llaman “el saqueo” de los transgresores, las mujeres jóvenes expresando sus temores [...] Todos quieren hablar y todos se lesescucha. Se habla de muertos, de muchos muertos. Se habla de que la paz no puede ser posible si no va acompañada de una respuesta a las demandas de justicia que claman todos y principalmente los indígenas.”4 El número de civiles que perdieron la vida durante los enfrentamientos aún es aproximado; después de los primeros comunicados ninguno de los ejércitos volvió a dar cifras sobre sus bajas. Sin embargo, hay testimonios que indican que el Ejército levantó cuerpos de civiles y los llevó a lugares desconocidos o fueron enterrados en fosas comunes; otros reportes de organizaciones independientes hablan de cuerpos de civiles cremados. Tan sólo durante las primeras 36 horas del conflicto se contabilizaron unos 43 heridos, de los cuales 31 eran policías, 11 militares y 2 socorristas de la Cruz Roja. En tan sólo esas horas, los hospitales y las autoridades municipales reportaron 129 personas lesionadas en su mayoría 4 Reporte de la Caravana Cristiana por la Paz y la Reconciliación, 14 de enero de 1994. Archivo Histórico de la CONAI. 17 civiles, mientras que la Red Todos los Derechos para Todos recibió 7 casos personas lesionadas en 4 eventos distintos.5 Mientras que los conteos oficiales hablan de 50 a 100, algunos informes hablan de que del 5 al 12 de enero fueron asesinados más de 600 civiles; el descubrimiento de zapatistas con el tiro de gracia en la nuca fue una prueba irrefutable de las ejecuciones por parte del Ejército Mexicano. Fellowship of reconciliation, habla de varias mujeres y por lo menos un niño (Agustín Guzmán García de 6 años, muerto por un cohete mientras acompañaba a su padre, Agustín Guzmán Lorenzo) asesinados al interior de sus casas en Ocosingo. También hubo víctimas del fuego cruzado: durante los enfrentamientos, el fuego cruzado en las cercanías del mercado de Ocosingo mató a Basilia Cruz López de 50 años. Algunos datos fueron proporcionados por testigos presenciales: la parroquia de Ocosingo por ejemplo, registró hasta el 13 de enero, catorce nombres de civiles muertos por disparos en las calles, personas sorprendidas en las calles por el combate, pero otros reportes refieren que elementos del Ejército Mexicano dispararon a civiles deliberadamente en el marco del sitio a las ciudades, como indica el siguiente testimonio: “... el 3 de enero a las 12:00 pm Huvelio Rosales González, preocupado por la situación de su hijo, se dirigió a la casa de este ubicada cerca del área comercial del centro de Ocosingo. De acuerdo a los testigos, efectivos militares dispararon deliberadamente al señor Rosales en el pecho. El señor Rosales tenía 72 años; era cojo y vestía una camisa azul claro. No podía habérsele confundido fácilmente con un combatiente del EZLN.”6 Las religiosas del Hospital San Carlos, en el municipio de Altamirano, fueron hostigadas desde el 4 de enero por el Ejército Mexicano porque atendieron a los heridos de los dos ejércitos. Desde entonces y durante los próximos meses, las religiosas del hospital fueron hostigadas con revisiones, al igual que los enfermos que llegaban a recibir cualquier tipo de atención médica. Aunque se habló formalmente de doce días de enfrentamientos por el cese al fuego decretado por Salinas de Gortari, todos los reportes de los observadores en la zona indican que los enfrentamientos e incluso los bombardeos a poblaciones en Ocosingo, continuaron después del 12 de enero de 1994, en el marco de la operación militar rastrillo del Ejército. 5 Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos, Informe Para ser escuchados, 1994, p. 36. 6 Reporte de la organización Fellowship of Reconciliation Task Force on Latin America and Caribbean. Visita realizada del 10 al 15 de enero de 1994, Chiapas, México. 18 Durante esos días y en lo sucesivo, se realizaron detenciones arbitrarias regularmente acompañadas de torturas. Por ejemplo, la detención de 32 hombres en el ejido Morelia, cuando 8 de los cuales fueron trasladados a Tuxtla en un helicóptero de la Policía judicial y los demás al cuartel militar de la ciudad de Comitan en donde fueron torturados. La Red Todos los derechos, documentó 26 ejecuciones en el primer semestre de 1994, y la presunta desaparición de 15 de los cadáveres, escondidos por los militares para evitar la investigación jurídica. Para la investigación de la responsabilidad del Ejército en las ejecuciones, intervinieron la PGR, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el mismo Ejército Mexicano, sin que se ejerciera ningún tipo de acción penal.7 Las violaciones8 generalizadas a la población no fueron únicamente los ataques aéreos (no hay que olvidar los disparos a un microbús y a una combi, hechos en los murieron 20 personas incluyendo a una menor); además la Procuraduría General de la República y el Ejército Mexicano instigaron a la población a delatar a los presuntos zapatistas, lo cual fue aprovechado por autoridades municipales, caciques o civiles para acusar indiscriminadamente a los opositores políticos. Por consiguiente, se realizaron detenciones masivas de miembros de la sociedad civil. A partir del cese al fuego, el Ejército tomó posiciones estratégicas de control de las comunidades con la instalación de nuevas zonas militares y el establecimiento de retenes en las carreteras de Chiapas para controlar el tránsito de personas. Utilizando como táctica psicológica el rumor, empezó a dividir aún más a las comunidades; también aumentó la intimidación con los sobrevuelos con aviones y helicópteros, los patrullajes constantes (muchas veces acompañados de civiles que hacían señalamientos de presuntos zapatistas y muchas otras haciendo 7 “Las sospechas de que había habido ejecuciones sumarias surgieron principalmente después del descubrimiento de una fosa común en el cementerio de Ocosingo, el 17 de enero. La exhumación y examinación forense de los 11 cuerpos encontrados, que se realizó bajo la supervisión de la CNDH, demostró que ninguno de los cuerpos (un civil y diez presuntos zapatistas) exhibía pruebas de ejecución sumaria (en general una perforación de bala en la parte posterior de la cabeza, el llamado "tiro de gracia"), sino que más bien parecían haber caído durante los enfrentamientos entre las dos facciones. Hubo también el caso de los cuarenta y nueve cuerpos que el ejército transportó en helicópteros desde Ocosingo a Tuxtla Gutiérrez y enterró en el cementerio de San Marcos en tumbas de cemento (gavetas), identificadas solamente con un número. Los testigos oculares declararon que: 1) eran todos hombres, 2) eran de varias edades, 3) ninguno llevaba el uniforme del EZLN, 4) presentaban heridas en todo el cuerpo. Estos datos sugieren que las víctimas eran civiles víctimas de los combates, pero sin certeza.” Fellowship of Reconciliation, op.cit. El 16 de enero de 1994, fueron detenidos por un soldado en el parque del municipio Las Margaritas Jorge Mariano Solís Pérez de 21 años y Eduardo Gómez Hernández de 22 años y llevados a la cárcel municipal. El 24 de enero fueron encontrados sus cadáveres en Agua Prieta, municipio de Comitan, con huellas de tortura, sin orejas ni lengua. 19 movimientos envolventes), y con entrenamientos militares realizados al límite de la comunidad e incluso en las calles principales como una demostración de fuerza. Durante los primeros meses de la violencia tras el levantamiento, la estrategia militar fue cercar lo que en ese momento se creía la zona de conflicto o de influencia del EZLN como guerrilla. Además de la concentración de tropas y armamento y la instalación de puestos de revisión a la entrada de las poblaciones, se empezaron a entregar despensas y a dar atención médica en algunas comunidades, muchas vecescondicionada a la investigación de la militancia política de las personas que las recibían. Entre el 13 de enero y junio de 1994, elementos del Ejército Mexicano cometieron el 63% de las violaciones registradas hasta ese momento. El restante 37% fueron cometidas por policías, autoridades estatales y locales. Las denuncias de las violaciones cometidas por miembros del Ejército Mexicano no fueron aceptadas por la institución. El Ejército Mexicano acusó a las organizaciones de difamación y rechazó haber cometido violaciones a los derechos humanos. En su boletín de prensa número 18, la Secretaría de la Defensa Nacional decía: “A últimas fechas diversos medios de difusión y particularmente organizaciones privadas, tanto nacionales como extranjeras, llamadas defensoras de los derechos humanos, han acusado al Ejército Mexicano de diversos actos violatorios en contra de los derechos humanos en Chiapas. Tales acusaciones las rechaza la SDN por considerarlas falsas estimándose que únicamente se basan en simples rumores, supuestos y actitud amarillista de quienes han propalado tales infundios, que lejos de contribuir a la solución del conflicto, producen confusión y desorientación de la opinión pública”.9 El Ejército optó por la negación de los hechos y en lo sucesivo, dirigió acciones represivas en contra de las organizaciones sociales, principalmente aquellas que se encargaron de la documentación y denuncia de las violaciones a los derechos humanos. Desde entonces hasta la fecha, el gobierno mexicano ha intentado poner en duda la veracidad de los hechos denunciados por las organizaciones sociales y de derechos humanos nacionales e internacionales para proteger con la impunidad a autoridades responsables. Después llegaron las campañas de 8 Durante los enfrentamientos el 49.3% de las violaciones fueron cometidas por la Sedena. El EZLN cometió, según denuncias de la población, 6.8% del total. Autoridades de municipios fueron responsables de 4.1% de violaciones a los derechos humanos. 9 Citado en el Informe Preliminar de las organizaciones civiles a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1994, p. 19. 20 difamación y las acusaciones directas a las organizaciones, acompañada de acciones de violencia directa como detenciones y tortura. Se perfiló una estrategia militar, específicamente una estrategia contrainsurgente. Mientras que por su parte, la estrategia militar zapatista se modificó cuando otros actores entraron en el escenario político nacional y local. Sin embargo, las tácticas de desgaste ya estaban en marcha. 21 3. Otros actores del conflicto, otras estrategias Desde los primeros días de enero, una parte de la sociedad civil rehusó sentarse a escuchar las noticias sobre lo que ocurría en Chiapas frente a su televisor y se dio cuenta de que podía y debía desempeñar un papel activo. Fue entonces, cuando tomamos conciencia de que con nuestra presencia pacífica y nuestro trabajo podíamos ganar un espacio para colaborar en la construcción de una paz con democracia y justicia social. Pronunciamiento de organizaciones sociales, 7 febrero de 1994 Las primeras caravanas y delegaciones de ciudadanas y ciudadanos dispuestos a arriesgar su integridad física para romper los cercos militares fueron las señales de que otros actores sociales, entrarían en la escena política y tendrían gran peso en la definición de los rumbos del conflicto armado. Las organizaciones de derechos humanos, las organizaciones sociales y ciudadanas empezaron a articularse en redes y coordinaciones (Coordinadora de Organizaciones No gubernamentales por la Paz, Red de derechos humanos Todos los Derechos para Todos, etc.). Por su parte, también las organizaciones campesinas empezaron a articularse a nivel estatal y nacional aunque con una dinámica propia. Desde los primeros días de 1994, la presión social rompió el cerco militar. La observación ciudadana en la zona de conflicto fue clave para documentar violaciones a derechos humanos que tal vez no hubieran salido a la luz pública debido a las condiciones de presión militar en la zona. Las caravanas y grupos de observadores significaron desde el principio un vínculo importante entre la población indígena y los sectores sociales cuya única preocupación fue salvar vidas y salvaguardar las libertades de otras personas. A mediados de enero de 1994, trece organizaciones con trabajo en salud, desarrollo rural, defensoría legal, derechos humanos, información, servicios, entre otros, formaron la Coordinación de los Organismos No gubernamentales de San Cristóbal de Las Casas por la Paz (CONPAZ) para responder a las necesidades humanitarias de la población. La CONPAZ se constituyó como una coordinación de organizaciones sociales y de derechos humanos que inició la movilización de civiles para viajar de San Cristóbal de Las Casas a la selva y a otros municipios que permanecían bajo el cerco militar. Para ello, estableció comunicación con la Comisión Nacional de Derechos Humanos y finalmente se realizó la primera 22 Caravana por la Paz y los Derechos Humanos hacia las comunidades del sur de San Cristóbal, en donde constataron las consecuencias de los combates y los bombardeos; casi de inmediato se organizó otra Caravana por la paz y los derechos humanos al municipio de Las Margaritas los días 15 y 16 de enero. La Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todos”, que en 1994 estaba formada por 33 organizaciones realizó una tarea fundamental en la documentación y denuncia de violaciones a los derechos humanos. Podemos hablar de un movimiento por los derechos humanos y la paz que tuvo su auge durante la década de los noventa y que favoreció la consolidación de organizaciones sociales de promoción y defensa de los derechos humanos y la paz. La Iglesia católica también jugó desde el principio del conflicto un papel de primera línea en la búsqueda de soluciones pacíficas; en los primeros días de enero de 1994 fue convocada por Don Samuel Ruiz la formación de la Comisión Cristiana por la Paz y la Reconciliación en la que participaron Manuel Camacho Solís, Pablo González Casanova, el obispo católico de Huautla, Oaxaca, Miguel Alvarez y Javier Vargas, laicos católicos, religiosas, indígenas de Estados Unidos y evangélicos. Las organizaciones campesinas Un primer impacto fundamental del levantamiento fue el impulso al movimiento campesino (duramente reprimido durante la década anterior) y el empuje a la recuperación de tierras. Las organizaciones campesinas no son actores nuevos sino protagonistas de las luchas agraria y política desde los setentas. A partir del Congreso Indígena en 1974 se formaron y desarrollaron organizaciones indígenas en diferentes regiones, la mayoría de ellas en demanda de tierra y otras demandas referidas a la comercialización y a la producción. En el marco de un movimiento nacional por lograr canales de interlocución con el Estado, se formaron organizaciones como la Kiptik ta Lecubtesel, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, la Unión de Ejidos Tierra y Libertad, la Asociación Rural de Interés Colectivo ARIC – Unión de Uniones, etc., en su mayoría centradas en la lucha por la tierra y el poder político de los ayuntamientos. Los mecanismos de violencia y los actores que la aplicaron respondieron a ese proceso organizativo del campesino y a sus demandas específicas. En la década 23 siguiente, estos mecanismos y actores cambiaron para responder a los nuevos actores y a las nuevas estrategias que estos desarrollaron. 10 En enero de 1994, las organizaciones campesinas se articularon en torno al Consejo Estatal de OrganizacionesIndígenas y Campesinas (CEOIC) que agrupó a 285 organizaciones, algunas con muchos años de lucha por la tierra. El signo variado de la multiplicidad de organizaciones campesinas que lo formaban, impidió que el CEOIC se consolidara como un bloque más homogéneo; aunque el CEOIC simpatizaba con las demandas del EZLN, algunas organizaciones presionaban por un rápido arreglo de su situación, sobre todo aquellas que veían un desalojo inminente de sus bases en los predios disputados. La mayoría de las organizaciones recuperaron tierras en diferentes regiones del estado durante el primer semestre de 1994. Como continuidad a la tendencia de las dos décadas anteriores, la lucha agraria y municipalista fueron los campos de conflicto más agudos durante la década de los noventa. Los propietarios afectados se movilizaron, principalmente los de la zona de conflicto Altamirano, Ocosingo, Comitán, Las Margaritas, Frontera Comalapa, La Trinitaria, bajo el liderazgo de Constantino Kánter, un ganadero nacido en Comitán, a quien pronto se unieron los propietarios afectados de otros municipios que solicitaron la intervención del Ejército y amenazaban con desalojar por propia mano. Algunos propietarios eligieron la vía del arreglo directo con los campesinos y otros más presionaron al gobierno para negociar el pago de sus tierras. Los propietarios constituyeron la Coalición de Organizaciones Ciudadanas del Estado de Chiapas (COCECH) cuyas principales demandas eran el desalojo de predios, el restablecimiento del estado de derecho, el fin de las invasiones la salida de la iglesia de los asuntos políticos y del conflicto armado, el desarme del EZLN y que la intervención del Ejército; mediante acciones de movilización lograron establecer un acuerdo con el gobierno para que éste desalojara los predios invadidos después del 14 de abril de 1994, fecha en que firmó el acuerdo con el CEOIC. Entre enero y abril de 1994, fueron asesinados por lo menos 20 campesinos. En algunos casos, se presume que los asesinos fueron pistoleros pagados por 10 En una década (mediados de los setenta a mediados de los ochenta) se registraron cuatro mil 731 casos de violencia como asesinatos, detenciones, encarcelamientos, secuestros, tortura, desapariciones, expulsiones, desalojos. Desde 1974 hasta 1985 aproximadamente, fueron asesinadas 165 personas, la mayoría a manos de pistoleros y guardias blancas. La región que más muertos registra es la del norte, subregión tzotzil-ch’ol-tzeltal y representa el 28% del total, con 47 asesinatos. Subregión tseltal-ch’ol, 36 asesinatos, o sea 22.5%; región valles centrales, 33 asesinatos 20%; región fronteriza 25 asesinatos, 14.4%; altos, 24 asesinados, 14.4%. Araceli Burguete Cal y Mayor, Chiapas: cronología de un etnocidio reciente (represión política a los indios 1974-1987), Academia Mexicana de Derechos Humanos, A.C., México, D.F., septiembre de 1987. Documento en fotocopias. 24 terratenientes o incluso, policías municipales.11 Entre junio de 1994 y julio de 1995 se realizaron 18 desalojos, en ocho de los cuales participaron guardias blancas.12 Pero la diferencia de la lucha agraria de la década anterior, es que el marco del conflicto era una negociación más amplia entre el EZLN y el gobierno federal y se planteaba una transformación que iba hacia la modificación constitucional y hacia el viraje de la política agraria y comercial gubernamental. Para romper la centralidad del tema el gobierno federal estableció una mesa paralela para dividir al movimiento campesino y romper el apoyo de las organizaciones campesinas al EZLN. En abril de 1994 estableció una mesa de negociación con el CEOIC y se firmó un convenio sustentado en cuatro puntos: no se realizarían más invasiones, se buscarían soluciones, suspensión de órdenes de aprehensión y el compromiso de reuniones entre el gobernador del estado, el CEOIC y los dirigentes de los propietarios. Aunque las demandas seguían siendo básicamente las mismas, el contexto en el que se desarrollaron los movimientos campesinos después del levantamiento tiene notables diferencias con respecto a la década anterior: Una evidente es la ya expuesta acerca de que las acciones campesinas se realizaron en un contexto diferente de negociación entre el gobierno federal y el EZLN como un actor que se erigió como representante de las demandas agrarias indígenas para llevarlas a un plano de negociación nacional y estructural. Otra diferencia es la demanda de políticas de transformación nacional como marco no ceñidas únicamente a la propiedad de la tierra, sino enmarcadas en la autonomía y la reforma del Estado. Una diferencia característica es la presencia de otros actores sociales y políticos que apoyaron y que se vincularon con las demandas campesinas e indígenas. Finalmente una diferencia que será clave hacia el final de la década de los noventa es que el EZLN, en su etapa de consolidación como organización político militar con una territorialidad, va a tratar de expandir sus bases sociales y a desarrollar su proyecto político en diferentes zonas. Hacia mediados de los ochenta hubo conflictos entre organizaciones cuando el conflicto central no estaba ya exclusivamente entre el Estado y los campesinos o entre propietarios y campesinos, sino que se dieron conflictos entre las organizaciones campesinas por 11 Dos casos entre decenas: los asesinatos de Mariano Pérez Díaz, líder de la Organización Emiliano Zapata (OCEZ) y coordinador del CEOIC, amenazado de muerte por autoridades del ayuntamiento de Simojovel y asesinado por un pistolero pagado por sus detractores, y Mariano Pul, de la organización independiente Tres Nudos asesinado el 22 de abril de 1994. 25 la posesión de predios como producto de la política agraria; hacia 1997 – 98, empiezan a ser más notables los conflictos entre el EZLN y las organizaciones campesinas independientes que incluso comparten las demandas zapatistas. A finales de 1994 se crearon fideicomisos en un intento del gobierno por controlar la compra de predios desde una perspectiva legal. Se instaló la Mesa Interinstitucional Agraria (Secretaría de la Reforma Agraria, Procuraduría Agraria, Secretaría de Desarrollo Agrario) para controlar los fideicomisos agrarios con la intención de institucionalizar el compromiso de las organizaciones, dar por terminado el reparto agrario y mantener el esquema de creación de minifundios. La lucha por la tierra se proyectó como lucha por la recuperación y defensa del territorio; mientras que la lucha por el control municipal fortaleció la trayectoria de demandas por la democracia local, por los derechos políticos ciudadanos y por la ciudadanía diferente, y finalmente por la autonomía municipal con la creación de municipios autónomos por parte de los zapatistas. En su primera etapa El Consejo Estatal de Organizaciones Independientes de Chiapas (CEOIC) dio nuevo impulso a la lucha agraria; a pesar de la división en su interior generado por las elecciones de 1994, durante la participación del CEOIC en la Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco (AEDPCH) las acciones de resistencia civil convocadas en 1995 y las recuperaciones de tierra hicieron que en ese momento convergieran los movimientos políticos y campesinos. Algunos dirigentes de los propietarios incursionaron en la política estatal debilitando la organización pero favoreciendo el posicionamiento político de sus intereses. En 1995, los ganaderos de la zona norte abandonaron las movilizaciones y se hizo pública la formación de grupos de autodefensa, justificados según los ganaderos por la incapacidad del gobierno para instaurar el estado de derecho. Hasta 1997 con el Fideicomiso de compras de tierras y la disminución de las invasiones, el conflicto entre propietarios,gobierno y organizaciones disminuyó. En diciembre de ese año se anunció el fin de los Acuerdos Agrarios, y también en ese año la AEDPCH anunció su desaparición. En octubre de 1997 se forma la COAECH formada por bloques de la extinta AEDPCH. El CEOIC oficial que apoyó al candidato del PRI a la gubernatura se convirtió en un espacio de negociación con el gobierno, para recibir apoyos o programas agrarios. Aunque la lucha por la regularización agraria y por conseguir la tierra sigue vigente hasta hoy, la constitución de municipios autónomos zapatistas y la 12 Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de Las Casas”, Informe sobre la situación de derechos humanos 1995. 26 proyección de otros territorios autónomos por parte de organizaciones indígenas en el estado de Chiapas ha llevado el conflicto a otra dimensión: la disputa por los recursos.13 En cuanto a las formas de violencia usadas para reprimir al movimiento campesino, en la década de los noventa hay una continuidad en prácticas como los desalojos, los asesinatos selectivos de líderes, los encarcelamientos injustos bajo acusaciones prefabricadas y la tortura. Este protagonismo de los ganaderos y propietarios, que fue evidente en los ochenta, se mantuvo hasta mediados de los noventa, cuando aparecen los grupos paramilitares como el instrumento principal para contrarrestar a la movilización social y a la insurgencia. En este continum de violencia de dos décadas, los ganaderos y finqueros no desaparecen como actores, pero quedan “disimulados” en primera instancia porque el campo de conflicto principal aparece entre el EZLN como una organización político militar, de base mayoritariamente indígena pero con demandas de carácter nacional, y el Estado mexicano que intentará aplicar una estrategia de achicamiento y aislamiento del EZLN como explicaré en un apartado más adelante. Esta violencia ya institucionalizada va a ser una base importante para desarrollar tácticas de contrainsurgencia entre éstas particularmente los grupos paramilitares, favorecida por un contexto económico muy adverso después del 94. Los movimientos por derechos políticos En los primeros cuatro meses de 1994 fueron tomadas 19 presidencias municipales y se realizaron 8 manifestaciones contra alcaldes por parte de diversos actores sociales y políticos demandando la instalación de Consejos Municipales. En los siguientes meses se formaron frentes cívicos o movimientos sin predominancia de ningún partido en las regiones norte y altos. Las elecciones del 21 agosto de 1994, marcaron un momento importante en la lucha municipalista. El proceso electoral provocó la primera ruptura en el CEOIC: la fracción independiente se unió a otras organizaciones para crear la Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco (AEDPCH), que se formó con 120 organizaciones, participó en las elecciones con un candidato de la sociedad civil, y definió una 13 Una de las características de la expansión capitalista en esta etapa es la explotación de los recursos a través de empresas multinacionales dedicadas a la investigación y la biotecnológica y el saqueo en las reservas bajo el argumento de la conservación. Un ejemplo es el conflicto por el asentamiento de comunidades zapatistas en la Reserva de la Biosfera de Montes Azules en el cual intervinieron nuevos actores como dependencias gubernamentales dedicadas al medio ambiente, organizaciones nacionales e internacionales por la conservación, empresas multinacionales dedicadas a la comercialización de semillas agrícolas genéticamente modificadas como Monsanto y el gobierno del estado con proyectos de ecoturismo. 27 estrategia de lucha y demandas afines al EZLN. El CEOIC oficial apoyó al candidato del PRI a la gubernatura y se convirtió en un espacio de negociación con el gobierno, para recibir apoyos o programas agrarios. El fraude electoral provocó protestas en todo el estado y se creó la Procuraduría Estatal del Pueblo Chiapaneco para investigarlo. En diciembre toma posesión Eduardo Robledo Rincón y paralelamente don Amado Avendaño como gobernador en rebeldía al frente de un Gobierno de Transición en Chiapas. Las organizaciones que conformaban el Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CEOIC), se lanzaron a la resistencia civil declarando autónomos o en rebeldía una gran cantidad de municipios en todo el estado. Las invasiones de tierra en los próximos meses se realizaron junto con otras protestas civiles por el fraude electoral. Los “viejos” actores de la violencia agraria de las décadas anteriores siguieron utilizando las formas “tradicionales”, como los desalojos de predios agrarios y los asesinatos selectivos de dirigentes campesinos. Pero a partir de 1995, la estrategia de la violencia se dirigió a estos actores con el fin de romper el apoyo al zapatismo. Los actores como los ganaderos, finqueros y otros grupos con poder económico que habían utilizado sus propios instrumentos represivos como las guardias blancas o los pistoleros pagados a sueldo que habían actuado en coordinación con las policías locales, también se unieron a la nueva estrategia contrainsurgente. Aunque el movimiento por los derechos políticos ha seguido en curso durante los últimos años demandando transparencia en el manejo de los recursos municipales y espacios de participación ciudadana en los ayuntamientos, la creación de municipios autónomos zapatistas le dio otra dimensión a la lucha política en el estado, aspecto que abordaré en la segunda parte de este trabajo. El movimiento por los derechos humanos Un actor importante durante la década de los noventa son las organizaciones civiles y de derechos humanos que en diferentes coyunturas de violencia tuvieron un papel clave no sólo como dique a la violación de derechos humanos sino en la conceptualización de los derechos humanos y del propio conflicto armado. En enero de 1994 cuando estalló el conflicto, 33 organizaciones del país eran parte de la Red de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todos. Para febrero del siguiente año ya eran 40 organizaciones de 30 estados de la República. Un crecimiento que se notaría durante toda la década y que es un 28 indicador tanto del aumento de la violencia en el país como de los esfuerzos organizativos de un movimiento por los derechos humanos que comenzó desde la década de los ochenta. En Chiapas, las organizaciones civiles y sociales también se articularon: además de la CONPAZ que se formó con 13 organizaciones con trabajo en salud, desarrollo rural, defensoría legal, derechos humanos, información, otras iniciativas de articulación se sucedieron en los meses siguientes y lograron detener los enfrentamientos.14 Tuvieron también un papel importante en la documentación de las violaciones a los derechos humanos y en la difusión nacional e internacional del conflicto, sus causas y su desarrollo. La atención humanitaria primero y la atracción al zapatismo después, han llevado miles de esfuerzos humanos a las regiones indígenas de Chiapas. Desde las primeras caravanas por la paz y los derechos humanos en 1994, las acciones para proteger a la población civil,15 y las actividades de solidaridad en otros países con las comunidades indígenas chiapanecas, abrieron un terreno inexplorado para la vinculación entre organizaciones sociales y las comunidades indígenas. En el campo específico de los derechos humanos, las organizaciones enfocadas a la documentación y denuncia, fueron factor de distensión porque lograron ganar interlocución con el gobierno federal. La difusión documentada de las violaciones a los derechos humanos y el intenso trabajode cabildeo en organismos internacionales de derechos humanos, le dieron a las organizaciones de este campo legitimidad y estatuto de actor frente al Estado mexicano; el cuestionamiento internacional ha sido uno de los factores que eleva el costo político de la violencia al gobierno mexicano y por tanto, si bien aún está lejos el 14 El Espacio por la Paz (con 73 organizaciones no gubernamentales de diversos ámbitos pertenecientes a 24 estados del país); el Grupo Plural de Observación por la paz en Chiapas; la Comisión Internacional de Observación (integrada por Pastores por la Paz, el Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vittoria”; la Red Universitaria por la Democracia, la Caravana Universitaria Ricardo Pozas, entre otros); Grupo de Académicos de la Universidad Autónoma de México y la Universidad Nacional Autónoma de México; Misión Eclesial por la Paz; Delegación Ecuménica; Misión civil de observación (periodistas, politólogos, analistas y líderes de la sociedad civil), etc. 15 Se instalaron campamentos civiles por la paz, planteados como “corredores de paz” por Don Samuel Ruiz, a partir del desplazamiento de miles de familias por el avance militar en la selva en 1995: “Cientos de hombres y mujeres se desplazaron a la selva y a los Altos, decenas de brigadas de lo más plural verificó con nosotros la destrucción y el terror que ocasionó la ofensiva. Representantes populares, intelectuales, amas de casa, miembros de iglesias, grupos ecologistas, artistas, grupos feministas, estudiantes, obreros, indígenas del país y de diversos países visitaron la zona en coordinación con Comisión Nacional de Intermediación CONAI, Coordinadora de Organismos no Gubernamentales por la Paz CONPAZ, Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de Las Casas” CDHFBLC. Hombres y mujeres preocupados por la posible ruptura de la frágil paz entraron en contacto directo con las víctimas de esta agresión en la zona.” Archivo histórico de CONAI, Referencia 5123001. 29 disfrute y garantía de los derechos individuales y colectivos, esa presión ha detenido la represión desbocada.16 Hacia las organizaciones y comunidades indígenas la promoción y defensa de los derechos humanos permitió fomentar la denuncia por parte de las víctimas de la violencia política, algo que difícilmente se había realizado durante la década anterior.17 Sin embargo, el enfoque de los derechos individuales hizo que los organismos de derechos humanos dejaran de lado un enfoque de los derechos colectivos de los pueblos pero sobre todo, la reformulación que las organizaciones indígenas estaban elaborando en el campo de los derechos a partir de la etapa. De manera que las organizaciones de derechos humanos tendrían que recoger los aprendizajes del diálogo intercultural de los últimos años. Este tema será abordado en el apartado siguiente. Estos actores, viejos y nuevos, cada uno con sus propias estrategias, así como la propia estrategia del EZLN, dieron al conflicto armado de Chiapas características novedosas. 16 En septiembre de 1996 la Red de derechos humanos “Todos los Derechos para Todos” dirigió una carta a la Gobiernos, Parlamentos y Organismos Multilaterales de la Unión Europea, para que la cláusula de derechos humanos en el acuerdo comercial que se firmó ese año se tomara en cuenta la situación de violaciones a los derechos humanos en México, denunciando la tortura como método de interrogatorio utilizado por los cuerpos policíacos, la intervención creciente del Ejército en asunto civiles, la expulsión de observadores internacionales, etc. Estas denuncias fueron llevadas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, solicitando la intervención de estos organismos en la situación de derechos humanos realizando visitas in loco a México. Como producto de estas gestiones, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitó México por vez primera en el mes de julio de 1996. El informe de la CIDH sobre la situación de los derechos humanos en México, las peticiones individuales sobre violaciones a derechos humanos, la solicitud de medidas cautelares en los casos de amenazas de muerte (particularmente a los defensores de derechos humanos y miembros de organizaciones civiles), fueron algunas de las actividades con que la CIDH dio seguimiento a su visita y que desarrollaría en los siguientes años. Durante los siguientes años, la Red impulsó la visita de diversos mecanismos de la ONU a México y a Chiapas: Relator Especial sobre Ejecuciones Extrajudiciales Sumarias o Arbitrarias (1999), el Relator especial sobre la Tortura visitó México, el Relator de Independencia de Jueces y Abogados, Presidenta del Grupo Especial de Pueblos Indios; Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias; en 2000 la ONU abrió una oficina especial de derechos humanos en México. 17 La denuncia de las violaciones a los derechos humanos provinieron de las iglesias; en Chiapas, como en otros estados con regiones indígenas con presencia de la iglesia católica progresista, se formaron las primeras agrupaciones defensoras de derechos humanos que crecieron y se multiplicaron en las décadas siguientes. 30 4. La contrainsurgencia: la estrategia de la violencia “El día 5 de enero de 1998 como a la una de la tarde, elementos del Ejército Federal entraron en Mitontic 21 camionetas, 2 camiones, y una tanqueta, avanzaron hasta en la colonia Belisario Domínguez Municipio de Chenalhó, de ahí bajaron en sus carros bien armados, después se dividieron en 2 grupos, luego avanzaron a pie un grupo avanzó hacia la comunidad de San José, cuando llegaron en la comunidad de San José, rápidamente rodearon y tomaron su posición de ataque, como 30 minutos después avanzaron más adelante otro grupo avanzó hacia la comunidad de la Revolución; pero el mismo tiempo cuando avanzaban, sobre volaba del helicóptero razante estaban avanzando en líneas de tiros, en la comunidad estuvieron como una hora y 30 minutos amenazando personas en el lugar. Cuando supieron la entrada del Ejército Federal rápidamente las comunidades cercanas, hombres, mujeres, niños, y ancianos se juntaron para impedir la entrada de los grupos del Ejército Federal que avanzaban rumbo a un cerro cerca del pueblo de Aldama (Magdalena). Cuando encontraron los soldados federales donde avanzaban, empezaron a decirle; que no permitan el paso, no necesitan la presencia de los soldados federales; judiciales, seguridad pública, PGR, etc. Le dijeron que regresen en sus cuarteles, después retrocedieron los 2 grupos que habían avanzado hasta llegar en la colonia donde habían dejado sus carros, después subieron en sus carros fueron rumbo a Mitontic, pero los sobre vuelos de helicópteros, aviones del Ejército Federal continuaron.” Denuncia de las comunidades Belisario Domínguez, Niojoj, San José Fiú, Jolxic, San Antonio Caridad, Cotzilnam, Xuxch’en, Sac’lum, Atzamil, Santa Cruz Yabchivít, Magdalena, municipio de San Andrés, 5 de enero de 1998. El 19 diciembre de 1994 el EZLN rompió el cerco militar y declaró la creación de 33 municipios autónomos en varias regiones del estado con lo que abrió una nueva etapa de su estrategia política. Esta estrategia política fue respondida en enero de 1995, con una nueva estrategia militar: el presidente Ernesto Zedillo acusó al EZLN de preparar un ataque armado y con eso justificó un avance militar en comunidades de los municipios de Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, San Andrés y Simojovel. Fue la luz verde para una estrategia más unificada del Ejército, Procuraduría General de la República y las policías locales (Policía Judicial del Estado y Policía de Seguridad Pública), en la que el Ejército Mexicano 31 asumiría la dirección y la intervención en las
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