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1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales “La comunidad reconstituida: cotidianidad, migración y discurso en las sociedades rurales. El caso de Santiago Mexquititlán. ” Tesis para obtener el grado de Licenciada en Sociología Presenta: Evelyn Mejía Carrasco Asesor: Dr. Nicanor Rebolledo Recendiz 2007 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Agradecimientos Para la realización de este trabajo tuve el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) con una beca que me otorgó para trabajar la tesis y contribuir con el proyecto de investigación “Bilingüismo, Lectocomprensión y Comunicación Intercultural. Un Estudio en la Escuela Primaria ‘Alberto Correa’.” Asimismo agradezco al Director del Proyecto y asesor de esta tesis, Dr. Nicanor Rebolledo Recendiz, su invitación para formar parte del equipo y acercarme a una realidad hasta hace tiempo poco conocida. De la misma forma, a la Maestra Ma. del Pilar Miguez y mis compañeros Alejandra, Cristina y Manuel con quienes compartí opiniones y experiencias en el proceso de trabajo. A Karla y Severo agradezco de manera especial por compartir los trabajos de campo realizados en el Distrito Federal y en Santiago Mexquititlán. A todas las personas que contribuyeron con información, los hñöhñö de Santiago Mexquititlán presentes en el pueblo y en particular a Martha Teodoro Evaristo, Antonio Pérez García, Ana Torres Ferrer, Pedro Bonifacio Gudelio, Gerardo Bonifacio Cecilio, Eustacio Esteban Ventura, Juana Juan Pascual y Martha Pedro Matías. También a los habitantes de los predios de Guanajuato, Chapultepec 342 y 380, Zacatecas y Durango migrantes a la ciudad de México y los niños que asisten a la Escuela Primaria ‘Alberto Correa’ por haberse visto envueltos voluntaria o involuntariamente en el proceso de investigación, Gracias. 3 Agradezco profundamente a los lectores del trabajo sin cuyos comentarios no hubiera sido posible culminarlo: Guadalupe Valencia García, María Reyna Carretero Rangel y Evangelina Sánchez. En particular al detonador de mis preocupaciones, culpable de incitar mis inquietudes hacia lo rural, quien compartiendo sencillamente su pasión por esa realidad me dejó atada a ella, Sergio Sarmiento Silva gracias por tu tiempo. Como siempre, como todos, he tenido muchos compañeros de vida que han estado presentes durante los distintos procesos que confluyen en esta tesis, no podría vislumbrar mi sentido si alguno de ellos faltara. Alma y Jacob quienes haciéndome cómplice de su profunda alianza me han permitido atestiguar el amor y fortaleza que ambos profesan. Esto es de ustedes. Los amo. Florencia, Iván, Sofía, Christian, Bernardo, Héctor, Omar y Dante. ‘Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos’. Descubrirlos finalmente ha sido de los mejores hallazgos que he experimentado. Tania, Noé y Sol transitando épocas, viajando juntos. Como buenos andantes volveremos instintivamente al camino conocido, originario, aún con las distancias, contratiempos o trastabilleos que antecedan el retorno. Lupe y Ale incondicionales. Agradecida por los tiempos y espacios compartidos, su compañía infinita, absoluta. Paty, gracias por enlazarte. A la presencia constante de la familia pues sin su apoyo los últimos tiempos, nuestros más difíciles, hubiesen sido intransitables. También a muchos otros personajes significativos, no nombrados, que subyacen a otras tantas vivencias fundamentales. 4 Índice Introducción Pp. 5 Capítulo 1. La cotidianidad como un espacio temporal. Pp. 14 I. Espacio. La territorialización del espacio. El espacio en su dimensión simbólica. II. Tiempo. El tiempo social. Los tiempos de la cotidianidad. Capítulo 2. La comunidad presencial. Pp. 36 La comunidad presencial: identidad, cultura y etnicidad. La dimensión discursiva. Relaciones Interétnicas: indígenas/mestizos. Capítulo 3. El acontecimiento migratorio, la comunidad escindida. Pp. 65 Santiago Mexquititlán y sus orígenes. Historia reciente. Prolegómenos de la partida. Santiago Mexquititlán en nuestros días. La migración como acontecimiento. La comunidad escindida. Capítulo 4. La comunidad reconstituida. Pp. 96 En torno al acontecimiento. Antes y después. ¿Por qué se quedan? La comunidad reconstituida. Conclusiones Pp. 122 Anexo Pp. 130 Bibliografía Pp. 131 5 Introducción En el contexto actual, en nuestro momento, el mundo rural sufre transformaciones al igual que el resto de las realidades. Diversos factores estructurales, históricos, económicos, tecnológicos, han hecho que la realidad rural sea de difícil vivencia, su cotidianidad afrenta constante los modos de vida instituidos por la globalización. Siendo así, las sociedades que en ese escenario se hallan inmersas buscan sortear los embates de un mundo ordenado en derredor de las grandes urbes y la industria a fin de resarcir, o al menos disipar, las distancias (materiales, educativas, etc.) existentes entre ambas realidades. Tomando lo anterior como punto de partida, se puede decir que la migración es en la actualidad uno de los principales medios a partir de los cuales las comunidades rurales de nuestro país intentan proveerse de recursos que permitan a sus familias y comunidades lograr una mejor calidad de vida. La incapacidad productiva de la tierra, originada por la falta de medios para trabajarla, subsidios, deficiencias naturales, el agotamiento de la misma, etc..; la inexistencia de alternativas laborales en diversas regiones; la ineficiencia de políticas públicas dirigidas a la creación de proyectos productivos competitivos en el mercado global; bajos salarios; entre muchas otras causas han impulsado la movilización de la población rural. De esta manera, somos testigos de intensos flujos migratorios, tanto al interior del país como al exterior del mismo, que producen modificaciones en diversos ámbitos de la realidad. Sincretismo cultural; nuevas relaciones políticas, económicas o simbólicas con el lugar de origen y con aquel que nos recibe; incursión laboral en oficios no experimentados anteriormente; transformaciones en los roles familiares y sociales; entre otras modificaciones, devienen de este proceso. Debido a su relevancia el fenómeno de la migración es ahora de fundamentalimportancia en el estudio de la cotidianidad de las sociedades rurales de nuestro país. Es por esto que el proyecto que se presenta a continuación centra su atención, de manera general, en este fenómeno y concretamente en la multiplicidad de efectos simbólicos, que de su existencia devienen, en la comunidad de origen, en la vida de quienes se quedan y atestiguan la partida de sus familiares, amigos, vecinos o paisanos. 6 A simple vista podemos identificar muchas de las implicaciones que este hecho produce para todos aquellos quienes se ven inmiscuidos en su acontecer. Lo que me lleva a prestar interés en lo imperceptible, lo escurridizo, de este fenómeno es la necesidad de ampliar la óptica sobre el problema. Es decir, asistimos a una multiplicación de estudios, investigaciones y análisis de cómo es que los migrantes transitan, por dónde, hacia dónde, para qué; ya que han llegado al lugar donde se dirigen, a qué se enfrentan, cómo subsisten, cuáles son sus estrategias de sobrevivencia y reproducción; cómo rememoran su lugar de origen; la identificación de distintas vías a partir de las cuales dan continuidad al vínculo con su punto de partida, entre otras cuestiones. Pero, el movimiento migratorio implica también a los no migrantes. Ser un no migrante en una comunidad o población expulsora de migrantes merece atención. Esto debido a que es también para ellos el fenómeno de la migración un suceso trascendente a partir del cual se sitúan dentro de un nuevo contexto cuyas situaciones plantean retos tanto a nivel personal como colectivo. De esta manera se encuentran inmersos en nuevos procesos a los cuales es necesario atender. Acerca de los no migrantes se han producido trabajos dirigidos principalmente al entendimiento de las distintas causas que impulsan a la población a tomar la decisión de migrar; lo relacionado a la migración y sus efectos materiales o económicos para la comunidad ‘expulsora’; quizás a cómo se establecen los lazos con los migrantes y algunos de los contrastes que surgen con su regreso. Yo he decidido encaminar el trabajo a los no migrantes, a los que permanecen en las comunidades expulsoras, justo porque he hallado vacíos en lo referente a la vivencia ‘pasiva’ del fenómeno migratorio de la cual son sujetos. Con esto quiero decir que mi principal objetivo en este trabajo es analizar a los no migrantes y su experiencia del fenómeno migratorio. Así que este trabajo es un primer intento de acercamiento a algunos de los retos que enfrentan quienes deciden continuar viviendo en el lugar donde nacieron. Siendo así, abordaré el caso de la comunidad hñöhñö de Santiago Mexquititlán1. Mi primer acercamiento con ellos ocurrió en la ciudad de México debido a mi participación en un proyecto de investigación que se llevó a cabo en una escuela de la colonia Roma, la escuela primaria ‘Alberto Correa’. Dicha escuela tiene una característica que la hace 1 De aquí en adelante lo llamaré Santiago M. 7 especial: asisten al turno vespertino alumnos que, habiendo migrado con sus padres a la Cd. de México, son en su mayoría hñöhñö provenientes de esa comunidad. Esta es la puerta a través de la cual pude entrar para estudiar una realidad por mí desconocida. Tras ella aparecieron un sinnúmero de acertijos y cuestionamientos que, al igual que los personajes donde encarnan, parten del mismo punto: Santiago M. Así que, mirando de cerca a los migrantes decidí pensar en los no migrantes. ¿Cómo es que viven una realidad marcada por la ausencia de todos aquellos que están lejos, en la ciudad? ¿Cómo se siente? ¿Qué desafíos encierra? Ente muchas otras, fueron estas las preguntas iniciales que me llevaron a la formulación de la presente investigación. En ella concibo al fenómeno de la migración como un acontecimiento que tiene la cualidad de trastocar la vivencia de la comunidad en su cotidianidad específica y escindir a ésta tan profundamente que es necesario para ella, para la parte de ella que continúa en el pueblo, reconstituirse. Para llegar a esto, es importante decir que aquí tiempo y espacio conforman la relación a partir de la cual pretendo profundizar analíticamente en la existencia cotidiana de una comunidad indígena. Pienso ambos, tiempo y espacio, como construcciones sociales y dimensiones constitutivas de lo social, cuya compleja relación es, para este caso, profunda y necesaria. Un tiempo erigido a partir de la interacción, como un factor inherente a la existencia del hombre en la naturaleza, así como una noción que provee orientación y organización temporal del mundo y la vida para quienes lo utilizan. Un espacio natural, geográfico, territorializado, asimismo relacional y simbólico a partir del cual se establecen vínculos específicos entre individuos y sociedades. Ambos, tiempo y espacio, en su multiplicidad de expresiones y contenidos confluyen en la vivencia de la cotidianidad haciendo de ella el punto fundamental de contacto entre lo dado y lo que se está dando, donde su constante devenir ofrece la oportunidad de transformación o permanencia. Entonces es el ámbito de la vida cotidiana el escenario donde sitúo mi problema de investigación. Es ella, construida espacio-temporalmente, única y exclusiva de quienes la viven y es esta vivencia la que al volverse historia común, identifica y relaciona a diversos niveles de profundidad a sus participantes, en este caso, a los no migrantes. Asimismo, creo que es a partir de este incesante devenir cotidiano que se vuelve posible la reconstrucción o 8 transformación de categorías, símbolos, discursos, experiencias e historias particulares. Pensando en la especificidad de la vida cotidiana se vuelve necesario abordar los contenidos por los cuales cobra sentido. Como he mencionado, la vida cotidiana a la que me remito se erige dentro de los marcos específicos de una comunidad. Detallar la concepción de comunidad desde la cual parte el planteamiento en mi trabajo no supone, por el momento, desarrollar a profundidad los diversos debates actuales en torno al tema. Aún con ello y a fin de aclarar mi postura inicio diciendo que la noción de comunidad de la cual parto no concibe a ésta como única y homogénea sino, por el contrario, como integradora de la diversidad identitaria de sus participantes. En este sentido vale decir que su capacidad integradora se manifiesta justo cuando hallamos en ella distinciones cualitativas entre sus miembros, es decir, en realidad vemos que las personas quienes forman parte de una misma comunidad establecen distinciones entre sí. A pesar de ello la comunidad, en términos ideales, es capaz de contenerlos a todos. Otro aspecto que define a la comunidad es su carácter dinámico y multifacético. Situada en su incesante devenir, en un presente constante, la comunidad se replantea. Frente a una realidad desafiante, cuestionadora y en continua construcción la comunidad no se mantiene estática. Responde, actúa y restituye a su paso, a su manera. Es debido a ello, a lo dinámico de su existencia, que le es posible generar una multiplicidad de imágenes en torno a sí misma. Tomando como punto de partida esos dos aspectos, su capacidad integradora y su carácter dinámico y multifacético, la idea de comunidad que me interesa construir pretende responder a dos demandas. Primero, a justificar la aseveración de que una comunidad adquiere, aunada a su importancia simbólica, relevancia vivencial. Es decir que experimentar en el incesante devenir cotidiano, construido espacio-temporalmente, sus lógicas y articulaciones hace de sus participantes incesantes constructores de ella. De esto surge la concepción de comunidad a la que llamo comunidad presencial, noción que articula las dimensiones simbólica y vivencial propias a su existencia. Hablar de lo vivencial entonces supone la copresenciay participación de los miembros de una comunidad dentro de su complejidad espacio-temporal, cuya articulación otorga sentido y significación a la vida cotidiana que construyen. Es dentro de esta experiencia comunitaria 9 cotidiana que sus miembros son partícipes de ésta dinamicidad y ejercen la transformación o permanencia. Por otro lado, la dimensión simbólica el concepto de comunidad presencial que planteo se distingue en su interior en tres categorías: identidad, cultura y etnicidad. Los límites entre ellas son establecidos por sutiles trazos que, articulados, pueden entenderse como las particularidades que hacen de una comunidad inconfundible. Esta es histórica, aprehendida por medio del proceso de socialización, recreada por quienes pertenecen a ella y susceptible también a la transformación. Una marca inconfundible en la formulación de estas nociones para el caso de la comunidad hñöhñö que aquí se estudia es la confrontación, histórica también, con la otredad mestiza. Visibles son las huellas de su nada fácil coexistencia, por ello juega un papel determinante en la construcción mental que hacen acerca de sí mismos y su comunidad. La comunidad presencial aún cohesionada se vive, piensa, perpetua o modifica en el devenir de su existencia. Parte de ella es el discurso. La lengua, el hñöhñö en el caso de los pobladores de Santiago M., es un importante elemento de cohesión, aspecto central en la construcción de las categorías constitutivas de la comunidad presencial y factor determinante en el establecimiento de fronteras frente a los otros. Contemplada en su manifestación discursiva, es a partir de ella que se vuelve posible acceder a muchas de las dimensiones imperceptibles a las cuales me he referido. Pensando el discurso en términos de su referencia a contextos sociales específicos, me interesa rescatar que es ejercido en el ‘aquí y ahora’ social. Es decir, surge en el devenir de la interacción cotidiana, respondiendo de alguna manera a las necesidades que plantea. De la misma forma, su aparente inmediatez no puede ser de manera alguna limitada a ella pues, otra de las características del discurso es justo su capacidad de trascender. Me refiero a que los actores al ejercer sus ‘discursos cotidianos’ consciente o inconscientemente inciden en su realidad, de alguna manera la modifican. El segundo elemento al que pretende responder la noción de comunidad en este trabajo es al surgimiento de otra forma de comunidad. Vinculada a la materialización del acontecimiento migratorio la comunidad presencial adquiere nuevos sentidos de ser experimentada. Para quienes continúan en Santiago M. la ausencia de los migrantes ejerce modificaciones profundas en múltiples dimensiones de su existencia. Encontramos así la 10 emergencia de una comunidad escindida. Es ésta una imagen distinta que adquiere la comunidad al enfrentar los efectos que provoca la migración para sus miembros. Así que la idea de comunidad escindida busca por un lado, contemplar la existencia de ambas comunidades presenciales bajo una misma idea simbólica de comunidad que genera la sensación de continuidad y coherencia relacional entre unos y otros, entre migantes y no migrantes. Por otro, atender al quebranto que supone el acontecimiento migratorio para la construcción cotidiana comunitaria en términos presenciales, es decir, a las rupturas que implica para la experiencia comunitaria cotidiana. Entonces, entendiendo la vida cotidiana de una comunidad presencial en los términos planteados podemos ubicar a la migración como un acontecimiento que irrumpe, trastoca y cuestiona su continuidad. Su materialización estremece múltiples dimensiones inmiscuidas en el devenir de su vida cotidiana, incitando a la redefinición de muchas de ellas, marcando profundamente a quienes lo viven desde sus diferenciadas posiciones y por tanto a la comunidad presencial, también una comunidad que se percibe escindida. El acontecimiento migratorio entonces, es el eje a partir del cual los miembros de la comunidad experimentan y distinguen la (s) continuidad (es) y discontinuidad (es) en sus contenidos, sus vivencias compartidas y en el establecimiento de relaciones entre sí, y con los ausentes. A partir de ello es posible establecer la hipótesis que guía el trabajo: los no migrantes, los que continúan viviendo en Santiago M., ejercen una especie de ‘transformación adaptativa’ en el devenir de su cotidianidad con el fin de permanecer, donde el discurso es una de las herramientas que les permite la reidentificación como comunidad presencial así como la restitución del sentido de su existencia. El compartir una nueva cotidianidad marcada por la ausencia de los familiares, amigos, vecinos o paisanos, permite reinventar la comunidad presencial. El discurso entonces nos permite asir cómo es que los miembros de la comunidad presencial, escindida, piensan y sienten el acontecimiento migratorio y sus implicaciones. Entre otras muchas, el discurso es un elemento empleado ‘estratégicamente’ por la comunidad para lograr la restitución. Así los no migrantes en su experiencia discursiva cotidiana ejercen, incluso inconscientemente, su recomposición. La palabra y sus múltiples sentidos y significados se dirigen principalmente a la ‘continuidad en el cambio’. Es por medio de ella que reaccionan 11 frente a las transformaciones y cuestionamientos que la migración supone para la comunidad y sus contenidos. Por tanto, la entrevista a profundidad es el medio que utilizo para lograr una aproximación al problema que me interesa abordar. En este sentido existe en este trabajo un sesgo importante. Las entrevistas realizadas en el trabajo de campo en Santiago M., tomadas como una muestra del ejercicio discursivo de los miembros de la comunidad, fueron habladas en español. Deriva de una limitación que tengo, no soy hablante del hñöhñö de Santiago M., ni de ninguna otra variante. Sé que hasta ahora he subrayado constantemente la importancia que reviste el lenguaje para la especificidad de un mundo de vida, y lo sigo creyendo, sólo que aprender cabalmente el manejo del hñöhñö para la realización de esta tesis me resultó imposible. Así que gracias a mi acompañante durante el trabajo de campo, hablante originario del hñöhñö del Valle del Mezquital y aprendiz académico de su variante en Santiago M., me fue menos difícil el acceso tanto a la comunidad y su mundo de vida, como a algunas pláticas y encuentros. De esta manera la información recopilada en las entrevistas habladas en español, se obtuvo con personas bilingües2. Las entrevistas con hablantes, bilingües pasivos, de español conduce a una ‘pérdida de sentido’ en la información obtenida, ya que en el proceso de traducción se disipan sentidos, datos y aspectos relevantes que quizás en la lengua original, en hñöhñö, resulten más o probablemente menos sorprendentes. Aún con ello, los resultados que arrojan sirven para evidenciar el punto central de esta tesis. Siendo este un trabajo fundamentalmente cualitativo, el análisis de las entrevistas así como la recopilación de éstas, son guiados por las categorías fundamentales que se utilizan en el planteamiento del mismo. Identidad, cultura, etnicidad, tiempo, espacio, vida cotidiana, comunidad y migración aunque no aparezcan literalmente en muchas de las peguntas dirigidas a los informantes subyacen en éstas debido a su carácter estructurador del problema. Así es como a partir del planteamiento de preguntas abiertas intenté que fueran ellos mismos, los no migrantes, quienes hablaran de los contenidos que cada una de las categorías sustentan. Por tanto, rastrear coincidencias entre ellas vuelve posible hablar de algunos aspectos ‘objetivos’ de su existencia que aunados a la experiencia propia de los 2 Al final del trabajo se incluye un Anexoque contiene información general de los entrevistados que puede permitirnos definir aspectos bastante concretos acerca de las personas que nos hablan. 12 sujetos que las nombran me permitieron aproximarme a las cuestiones centrales de este trabajo. Como se dijo, es el caso de Santiago M. el que permite indagar estos temas. Por tanto gracias al trabajo de campo realizado en esta comunidad de migrantes a la Ciudad de México y al trabajo realizado en la comunidad originaria, se logra en la tesis un acercamiento y breve descripción de cómo es este momento migratorio. A partir de ello escudriñar sobre los temas mencionados para acercarnos así a algunas posibles respuestas a las preguntas planteadas, y asimismo, identificar si la reconstrucción discursiva sucede o no. Entonces, el primer capítulo se enfoca a establecer por qué es conveniente situar el tema de investigación en el campo de la vida cotidiana. En dicho ámbito se definen los elementos espacio-temporales que en ella confluyen y nos permiten enfatizar su ‘subjetividad’, es decir, los rasgos que la hacen ser única y específica para quienes en ella se ven inmersos; así como los aspectos por los cuales es el lugar donde se vuelve posible la transformación o la permanencia. Asimismo, es también objetivo de este apartado asentar las bases que me permiten creer en la importancia presencial, en términos de espacios y tiempos cotidianamente construidos y compartidos, de los miembros de la comunidad y su experiencia de ella. El segundo capítulo, busca articularse con el anterior pues contiene la dimensión significante de la existencia de una comunidad. En él se disocian las categorías contenidas en el término comunidad presencial. Identidad, cultura y etnicidad son definidas y las relaciones entre ellas establecidas para el estudio de la comunidad hñöhñö de Santiago M. Asimismo, encontré la necesidad de realizar un apartado para abordar las relaciones interculturales de indígenas y mestizos pues, para el caso de esta comunidad es fundamental la comprensión del establecimiento de fronteras frente a la otredad y determina, en muchos sentidos, la construcción de relaciones dentro y fuera de ella. Es también parte de este capítulo la sección referente a la dimensión discursiva de la comunidad. Siendo inherente a la especificidad de una comunidad presencial, se define al discurso en términos de su importancia en el contexto interactual y de ‘realizaciones estratégicas’ que le aportan sentido como factor activo en el acaecer de la vida social. Se da por terminado así el planteamiento que nos permite acceder al mundo de vida de la comunidad de Santiago M. 13 En el tercer capítulo se abordan con mayor precisión la historia y los hechos que formaron el proceso expulsor de migrantes en la comunidad hñöhñö y nos llevan a su vez a conocer su momento migratorio actual. Así llegamos a la breve descripción de cómo se desenvuelve la cotidianidad comunitaria actual y porque la migración es un acontecimiento que tiene la capacidad de estremecerla. Sin duda uno de los efectos que produce es el surgimiento de la ya mencionada comunidad escindida. Dentro de ella se describen algunos de los vínculos relacionales ahora existentes entre los miembros de la comunidad presencial que se quedan y los que se van. La comunidad escindida pretende atender a la coexistencia de ambos, dentro de marcos espacio-temporales distintos, pensando que los vínculos entre ellos se mantienen pues continúa siendo el principal referente para los migrantes Santiago M. Por tanto, en este capítulo asistimos a la descripción y breve análisis de la población parte de la comunidad que ha migrado a la Ciudad de México, quienes por su parte se reconstruyen dentro de su nuevo contexto cotidiano. En el cuarto y último capítulo volvemos a Santiago M. para abordar el tema central de este trabajo: la reconstitución de la comunidad. El principal interés de este radica en hablar acerca de cómo viven la migración y sus implicaciones los no migrantes. Así que se tocan aspectos cruciales en la experiencia comunitaria de la migración, donde interviene la vivencia personal del mismo, que nos llevan a comprender el impacto ejercido por ella en las distintas dimensiones definidas en los anteriores capítulos. De esta forma, la vida cotidiana de la comunidad presencial, también escindida, refleja las marcas dejadas por la vivencia de la migración y abre las posibilidades de permanencia o transformación. Se habla entonces de los elementos que me permiten creer en la necesaria reconstrucción de la comunidad que tiene como uno de sus principales objetivos permanecer, así como la utilización del discurso hablado como la herramienta que la posibilita. Vayamos pues al desarrollo de esta tesis que pretende aproximarse un poco, acercarse temerosamente, a la vivencia de la migración para los no migrantes. 14 14 Capítulo I La cotidianidad como un espacio temporal La cotidianidad o vida cotidiana ha sido, en la sociología, una dimensión ampliamente debatida y caracterizada de diversas maneras. Su importancia radica en la capacidad analítica que posee para el estudio de la dinámica social, es decir, permite un profundo acercamiento a las distintas formas de hacer y deshacer en el mundo social. Todas aquellas discusiones en las que se ha visto envuelta esta categoría no encuentran aquí lugar de expresión, simplemente se mencionan como el antecedente histórico de la principal herramienta conceptual que se ha elegido para el estudio del problema que se pretende abordar. Sin embargo, es importante aludir con relación a lo anterior que...las estructuras conceptuales revisadas solamente tienen foco para alumbrar las configuraciones sociales de la modernidad capitalista, dejando un margen bastante reducido para razonar, nombrar y elaborar problemas de estudio sobre otros patrones de sociedad y cultura que pueden haber no nacido ni ajustarse a ese recorte espaciotemporal.3 Siendo así este trabajo tiene la pretensión de hacer uso del pequeño resquicio teórico que queda para las realidades no capitalistasmodernas. Entonces, intentar lograr un acercamiento a partir de construcciones analíticas surgidas dentro de la lógica y razonamiento de la modernidad a una realidad no sujeta en su totalidad a las exigencias y marcos por ella dictados, como la de la comunidad hñöhñö que aquí se estudia, hace necesario un manejo cuidadoso de las herramientas conceptuales disponibles. Bajo esta advertencia sólo queda indicar que el uso de la información documental y empírica de la realidad de los hñöhñö de Santiago M. es parte de este intento de acercamiento. Es necesario entonces delimitar el contenido que se le da en esta investigación al término vida cotidiana o cotidianidad, designación aquí indistinta. Empezando por decir que el móvil que nos permite creer en lo cotidiano como principal espacio de expresión de 3 León Vega, Emma. El tiempo y el espacio en las teorías modernas sobre la cotidianeidad. Pp. 53 15 la vida social es, siguiendo a Alicia Lindón, porque “es allí donde se hace, se deshace, y se vuelve a hacer el vínculo social, es decir, las relaciones entre los hombres.4 Es allí donde individuo y sociedad, memoria y olvido, acción o inacción, la alteridad y la otredad, historia y transformación, pasado y futuro, tiempo y espacio, objetivo y subjetivo, interior y exterior, lo propio y lo extraño, confluyen. Planteada en esos términos la cotidianidad aparece ante nuestros ojos como lo es ante la experiencia, como un lugar caótico, de encuentro y enfrentamiento por un lado, y como repetición, seguridad y permanencia, por otro. Siendo así, una manera de definir el devenir de la cotidianidad es <mediante una operación de oposición y al mismo tiempo de complementariedad>5.Esto sugiere que podemos hallar en su dialéctica la oposición entre reproducción e innovación, entre lo dado y lo que se está dando, así como su complementariedad en el juego de la reiteración y el cambio. “La vida cotidiana se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en su compleja pluralidad de símbolos y de interacciones ya que se trata del espacio donde se encuentran las prácticas y las estructuras, del escenario de la reproducción y simultáneamente, de la innovación social.”6 Nos interesa pues utilizar la cotidianidad en estos términos: como un devenir que se construye a partir de la constante interacción y diálogo tanto de sujetos que la viven, como de las nociones que portan, atendiendo al contenido histórico, estructural y común que a sus prácticas subyacen, donde todo puede ser o no posible. Estudiar la vida cotidiana instituida e instituyente de una sociedad nos permite acceder a las prácticas que le dan permanencia así como a aquellas que la modifican, centrando la atención en este caso en las primeras como estrategias de resistencia frente al cambio. “...la vida cotidiana,..., es centralmente el escenario de la re-producción social, está indisociablemente vinculada a lo que en un momento específico y a una cultura particular se asume como legítimo, normal, necesario para garantizar la continuidad. Por tanto, la vida 4 Lindón Villoria, Alicia. Del campo de la vida cotidiana y su espacio- temporalidad. (Una presentación) En Del Campo de la vida cotidiana y su espacio-temporalidad. 2000. pp. 9 5 Reguillo, Rossana. La clandestina centralidad de la vida cotidiana. En: Del Campo de la vida cotidiana y su espacio-temporalidad. 2000. Pp.78 6 Ibidem.PP.77 16 cotidiana es histórica, es decir, no puede pensarse al margen de las estructuras que la producen y simultáneamente producidas (y legitimadas) por ella.”7 Lo mencionado es, como se dijo, el punto de partida para la construcción de la vida cotidiana que aquí utilizaremos. Otros tantos elementos presentes en la densidad de la cotidianidad serán precisados en el desarrollo de este capítulo y algunos subsecuentes siendo el elemento central que permite articular este análisis. En este apartado se tiene la intención de hacer evidente que la vida cotidiana es única y particular para las personas que en ella se encuentran inmersas, es decir, posee la especificidad del contexto por y dentro del cual emerge. Para esto se han elegido, de entre los muchos caminos que nos permiten discernir la vida cotidiana, a dos dimensiones clave en el estudio de la misma: el espacio y el tiempo. Tanto espacio como tiempo, así como la relación entre ambos, ha comenzado a ser concebida más allá de la unicidad y homogeneidad aparentes del sistema-mundo actual. La existencia de múltiples espacios y tiempos es cada vez más enfatizada dentro de los debates epistemológicos tanto de las ciencias naturales como de las sociales y humanidades, siendo de esta manera, parte del reordenamiento conceptual en el que nos encontramos inmersos.8 Lo cierto es que en la realidad tenemos la convivencia y estrecho contacto entre múltiples vertientes espacio-temporales: un tiempo y espacio objetivos-globales/ tiempo y espacio subjetivos-locales; tiempo homogéneo-cuantitativo/espacio geopolítico-administrativo; tiempo-espacio perceptivo-individual/tiempo-espacio construido-social;.... De entre las distintas perspectivas que abordan espacio y tiempo nos acogemos aquí a la que postula la relación siempre presente, y necesaria, entre ambos. A pesar de aquellas que evidencian la separación inminente entre ellos a partir de los avances tecnológicos; o las discusiones filosóficas que emancipan el dominio del tiempo sobre el espacio, o quizás la visión de los geógrafos, en sus diversas escuelas, que nos llevan a pensar que sin espacio simplemente no hay nada; preferimos adoptar una postura más integradora. 9 7 Íbidem. Pp.78 8 Wallerstein, Immanuel. El espaciotiempo como base del conocimiento. 9 Consultar: Giddens, Anthony. Consecuencias de la modernidad; Bauman, Zygmunt. Time and Space reunited. 17 Para nuestros propósitos tanto tiempo como espacio tienen sentido y significación por la existencia de su relación, ‘encuentran su lugar de inteligibilidad en su propia asociación’, ambos son partes del continuum que construyen. Sabemos que hablar de tiempo y espacio merece precisiones. Un hecho innegable es su presencia como elementos del ‘mundo natural’, el cual posee sus propios tiempos y espacios. Nosotros como parte de este entorno nos encontramos sometidos a los distintos ciclos y procesos naturales que nos permiten la vida, ‘la vida cotidiana sigue estando recorrida y atravesada por los grandes ritmos cósmicos y vitales: los días y las noches, los meses y las estaciones y, más precisamente, los ritmos biológicos.’10 Pero esta realidad de tiempo y espacio es también creada por nosotros mismos, es decir, al estar en el mundo y tener contacto con él, y todos aquellos presentes, estoy interactuando y es por medio de esta interacción que estamos creando nuestra realidad. Entonces, concebimos al espacio y el tiempo como creaciones sociales históricas, que se van dando y reconstituyendo en la realidad, en el devenir de la cotidianidad. Sin embargo, la manera en que aprehendemos a uno y otro se encuentra permeada por los distintos modelos o estructuras que los hacen de una u otra forma para nosotros significativos. “Aprehendo la realidad de la vida cotidiana como una realidad ordenada. ...La realidad de la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea, constituida por un orden de objetos que han sido designados como objetos antes de que yo apareciese en escena.”11 En esos términos podemos decir que no llegamos a nuestra percepción de tiempo y espacio a partir de la nada sino que al tener conciencia de ellos tenemos también cierta noción de lo que son, y la definición de ese ser no está únicamente determinada por nosotros. Patrones culturales, de razonamiento, estructurales, incluso filosóficos o históricos dan forma y contenido a lo que llamamos tiempo y espacio. En este caso, podemos decir que principalmente “...los recuperamos para el campo de la vida cotidiana como ‘fenómenos sociales totales’, es decir como construcciones 10 Lefebvre, Henri y Catherine Régulier. El proyecto Ritmoanalítico.. En Ramos, Torres Ramón. 1992. pp.263. 11 Berger, Peter y Thomas Luckmann. La construcción social de la realidad. Pp.39 18 sociales constituidas a través de las prácticas o acciones con significado de los sujetos. Así, el tiempo y el espacio cotidianos son productos de lo social y productores de lo social.”12 Entonces es bajo estas premisas que aquí se concibe al espacio y el tiempo en su correspondencia: como elementos inherentes a la naturaleza; como fenómenos construidos por medio de la interacción y; finalmente, nociones históricamente fundadas, parte del acervo de conocimiento que nos habilita para actuar en el mundo. Recapitulando: la vida cotidiana es la herramienta conceptual a partir de la que pretendo acercarnos a la realidad de la comunidad hñöhñö de Santiago M., tras esbozar brevemente cómo entiendo aquí esta categoría voy a precisar en este apartado dos elementos que considero fundantes, el espacio y el tiempo. Los disociamos únicamente con fines analíticos pues, como he dicho, sólo obtienen sentido en su mutua correspondencia. Estableciéndolo podemos dar cimientos al problema de investigación y posteriormente continuar con el desarrollo de los elementos teórico-metodológicos que nos llevan a la comprensión de éste. I Espacio Es momento de precisar algunos aspectos a través de los cuales planteamos una idea de espacio que articula dialécticamente las diversasdimensiones espaciales existentes en el mundo de vida, en el mundo social de vida, que realizamos a partir de la espacialización. Aspectos varios del espacio que intervienen en la vida cotidiana, para el caso que nos ocupa son: el hogar y el pueblo, la milpa y la iglesia, la escuela y la plaza, es decir, todos aquellos espacios significativos por su recurrencia en el tránsito del mundo de la vida cotidiana. En otro nivel podemos ubicar como espacio significativo el pueblo, como lugar de origen, y la ciudad como el de llegada, ambos concebidos de manera particular y con 12 Lindón Villoria, Alicia De la trama de la cotidianidad a los modos de vida urbanos. El Valle de Chalco. Pp.35. 19 efectos simbólicos profundos para los sujetos que los viven. Demos paso pues a la estructuración de la idea de espacio que aquí utilizamos. La territorialización del espacio. Como se dijo ya el espacio es, antes que otra cosa, un espacio físico o natural dado “constituido por todos los elementos físico-naturales y del ciclo de la naturaleza que se hallan presentes en el espacio geográfico y que poseen su propia dinámica.”13 Es importante este aspecto del espacio debido a que las características del medio geográfico son el contexto dentro del cual se desarrolla la actividad del hombre, su <campo de acción>, que de diversas formas posibilita o constriñe su desenvolvimiento, así como de alguna manera determina las condiciones de vida de quienes lo ocupan, es decir, no es de ninguna manera lo mismo habitar, tener como <tu campo de acción>, el desierto que la selva. En ese sentido, “la percepción del espacio es dinámica por que está relacionada con la acción –lo que puede hacerse en un espacio dado-.” Así se podría establecer la relación hombre-espacio geográfico como premisa para establecer la relación espacio geográfico-sociedad, en palabras de Joan-Eugeni Sánchez, “...el espacio geográfico representa el medio en el cual se desarrolla la actividad del hombre, la acción humana y social, o sea, el marco de toda acción, relación, articulación o suceso en el que participa como variable el espacio físico y en el que desarrollan su vida y su actividad los hombres.”14 Pero, la actividad humana que se ejecuta dentro de un espacio físico tiene la intención de transformación, o sea, de intervenir sobre éste a fin de modificarlo en relación a los intereses de los hombres a través del trabajo. Al espacio que surge tras esta intervención se le llama <espacio producido>. Entonces la relación espacio geográfico- espacio social es de mutua correspondencia y constante interacción. Podemos, de esta forma, considerar como una dimensión del espacio social “al espacio geográfico transformado que resulta de la actuación del hombre y de la sociedad 13 Sánchez, Joan-Eugeni. Espacio, Economía y Sociedad.pp.5 14 Ibidem.pp.3 20 sobre el medio físico, al incidir en él y al manipular sus leyes naturales propias. Por ello, el espacio social en un territorio concreto cambiará con el tiempo, según sean los procesos históricos a que se haya sometido y la estructura social que en cada momento estuviese asentada en él.”15 Al decir que el hombre se apropia y transforma según sus intereses el espacio físico nos adentramos en otro aspecto del espacio que aquí nos interesa: el espacio como territorio. Ahora, a manera de paréntesis, precisamos que formar parte de una sociedad y ser partícipe de estos procesos de diferenciación territorial respecto de los otros no puede ser entendida sin el tema de identidad y cultura pero, debido a que estos aspectos son motivo de otro capítulo aquí no profundizaremos en la mayoría de los elementos que los conforman, sino se indicará cómo se expresan en la dimensión espacial. Entonces para la territorialización es necesaria la apropiación, la valoración y también la delimitación16 del espacio. “El territorio sería el espacio apropiado y valorizado –simbólica e instrumentalmente- por los grupos humanos.”17 Siendo estas dos las premisas que permiten a una sociedad delimitar su territorio respecto a los otros o, como diría Edward T. Hall, ‘...una extensión de espacio que defiende contra los miembros de su propia especie’. Por un lado, la apropiación instrumental está íntimamente ligada con los intereses que algún grupo fija en una extensión de espacio físico, en relación a las posibilidades económicas o geopolíticas que en él pueda encontrar. Digamos que en este sentido es trabajo, subsistencia, delimitación político-administrativa, área de comercio o barrio, etc. Por otro lado, la apropiación y valoración simbólica nos ancla a un territorio específico por medio de representaciones significativas y emotivas que nos hacen ser parte de una sociedad y su cultura. Profundizaremos más sobre este aspecto en el siguiente apartado pues es tema de fundamental importancia para el problema a indagar. En realidad, lo que nos interesa subrayar acerca de la existencia de un territorio socialmente construido es la dualidad que lo crea, las dimensiones tangible e intangible que lo componen así como el valor que reviste para un grupo específico. “El territorio es en 15Ibidem. p.65 16 Ver: Giménez Montiel, Gilberto. Territorio, cultura e identidades. La región socio-cultural. 17 Cita de Raffestin, 1980: 129 y ss. En el texto de Gilberto Giménez arriba mencionado. 21 todos sentidos de la palabra una prolongación del organismo, marcado por señales visuales, vocales y olfativas. El hombre ha creado prolongaciones materiales de la territorialidad, así como señaladores territoriales visibles e invisibles.”18 Otro aspecto relevante, para nuestros fines, acerca del territorio son las distinciones de las que echamos mano para identificar a qué lugar pertenecemos, dónde volcamos nuestra identidad socio-territorial, cuál es el sitio donde se entrelazan las dimensiones de lo visible y lo invisible. Siguiendo la cita que realiza Gilberto Giménez de Hoerner, podemos decir que la percepción nos permite clasificar el territorio de dos formas: los territorios próximos o identitarios como el pueblo, el barrio, la colonia la ciudad, etc.; y los territorios vastos como el Estado-nación, los de los conjuntos supranacionales y los territorios de la “globalización”. Donde la región es “la bisagra o punto de conjunción entre ambos”. En la realidad entonces, todos ellos se encuentran imbricados, siendo el territorio identitario de particular interés para nosotros. Éste se caracterizaría “por el papel primordial de la vivencia y del marco natural inmediato (piedemontes, valles y colinas), juntamente con la posibilidad de desplazamientos frecuentes, si no cotidianos. Serían a la vez espacios de sociabilidad cuasicomunitaria”-agregaríamos nosotros comunitaria también- “y refugios frente a las agresiones externas de todo tipo.”19 Entonces, puede contemplarse como complemento del territorio próximo la pertenencia socio-territorial. “La pertenencia socio-territorial designa el status de pertenencia a una colectividad (por lo general tipo gemeinschaft) caracterizada prevalentemente en sentido territorial, es decir, en el sentido de que la dimensión territorial caracteriza de modo relevante la estructura misma de la colectividad y de los papeles asumidos por los actores.”20 Retomamos esta noción pues, en el caso de una comunidad rural como la que se pretende investigar, el trabajo relacionado con la tierra y los papeles y funciones desempeñados dentro de la división del trabajo, estrechamente vinculados son el entorno natural y la estructuración territorial, son determinantes en la construcción espacio- temporal de la vida cotidiana. 18 Hall, Edward Twitchell. La dimensión oculta. pp.127 19 Giménez, Gilberto.Op.Cit. pp. 26 20 Ibidem. pp.31 22 Para terminar, pues comienza a dificultarse hablar de territorio sin profundizar en su complemento simbólico, queremos dejar claro que éstas articulaciones espaciales, en su expresión territorial, son en términos de lo cotidiano la posibilidad de actuación y movilidad que moldean nuestros “territorios de vida” individuales y colectivos. “El territorio se construye a través de las prácticas, las estrategias, las percepciones y las maneras de leer el espacio que tienen los miembros del grupo que lo construyen...un denominador común. El territorio está así conformado por las relaciones directas con el espacio, enfocadas en todas sus dimensiones.”21 El territorio aquí planteado comprendería entonces: el espacio socialmente valorado, apropiado y producido; en su dualidad constitutiva: natural-social, instrumental y simbólico, perceptible e imperceptible; como territorio próximo, regional y vasto, siendo la estructuración del territorio determinante en la vivencia del espacio; y finalmente, el espacio territorial de la vida cotidiana, aquel que nos permite el alejamiento y la proximidad, a través de la movilidad, con nuestra comunidad y la vida social que involucra. El espacio en su dimensión simbólica Para las diversas maneras que tienen los grupos humanos, sociedades, de aproximarse al espacio y transformarlo en ‘espacio simbólico’ existen también distintas formas de hacerlo, es decir, se manifiesta en múltiples campos del quehacer social. Como se dijo ya tanto espacio simbólico como territorial son la dualidad que nos permite construir el espacio de la cotidianidad que utilizaremos, y al igual que no podemos comprender al tiempo sin el espacio, no podemos comprender al espacio territorial sin el simbólico en su constante diálogo y complementariedad. Al igual que el territorio, el espacio simbólico es dual, es tangible e intangible, lo encontramos en un monte o en la evocación de éste, en la plaza o en la emoción que encuentro al cruzarla, el hecho es que lo vivo y lo encuentro. Esto evidencia que el espacio se encuentra para la sociedad y los individuos matizado por imágenes almacenadas en sus memorias, que se expresan y conviven en el 21 Canaval Cristiani, Beatriz y José Joaquín Flores Félix. La Montaña de Guerrero, México: regionalización y estrategias de sobrevivencia en el medio indígena. Pp.114. 23 marco de la vida cotidiana, “...la percepción del espacio depende en gran medida de la memoria histórica de sus habitantes”. El espacio social e individual así como algunos elementos que contienen presentan así referentes compartidos, objetivados. La definición del espacio simbólico, en un primer momento, proviene en parte de la memoria de la colectividad a la cual los individuos se adscriben y por tanto reproducen. Es decir, es la pertenencia a una sociedad y su cultura la que nos habilita interpretativamente para lograr nuestros acercamientos con el espacio. “...la cultura hace existir una colectividad en la medida que constituye su memoria, contribuye a cohesionar sus actores y permite legitimar sus acciones. Lo que equivale a decir que la cultura es a la vez socialmente determinada y determinante, a la vez estructurada y estructurante.” 22 De esta manera estamos hablando de la existencia de los espacios histórico-culturales, de los ‘territorios tatuados de historia’. Al ser la cultura transmitida a los sujetos son también, por medio de ella, transmitidos los ‘sitios de memoria’, parte de su contenido, que se encuentran dentro de la identidad articulando la noción de continuidad y la idea de totalidad. “La constancia del lugar es una base formidable para establecer un fuerte sentido de igualdad. -..-Como resultado, constituyen un fiable locus de memorias y generalmente sirve como el mayor foci de la nostalgia personal así como grupal. En proveernos con algún sentido de permanencia, ayudan a promover el mayor tranquilizador conservador de la ilusión de que nada de lo fundamental ha cambiado realmente. La constancia de un lugar también nos permite “ver” virtualmente la gente que una vez ocupó el espacio que nosotros ocupamos ahora. De hecho, el lugar juega un rol mayor en la retórica de la identidad...”23 Los lugares marcados por la memoria colectiva son aquellos donde es posible el contacto con quienes alguna vez estuvieron, los ausentes, con nuestra historia, con la herencia y a la vez, ellos encontrarnos a nosotros. “Los <lugares de memoria> colectivos se supone que son capaces de concentrar un conjunto de significaciones válidas para un número importante de personas-...-Los lugares de memoria se inscriben en la historia, esta 22 Giménez, Gilberto. Op.Cit. Citando a Bassand, 1981. Pp. 28 23 Zerubavel, Eviatar. Mapas del tiempo. Memoria colectiva y la forma social del pasado. Traducción propia. pp. 41-42. 24 es la forma de oficializar las memorias colectivas.”24 Son espacios de memoria colectiva la iglesia y el panteón, la plaza y el cerro o quizás la cantina y la estación, los lugares que en la cotidianidad están ahí y estuvieron desde mucho tiempo antes que los notáramos. También parte de ésta espacialización histórico-cultural es el uso de estos lugares con actividades y prácticas sociales que por un momento hacen de un sitio contenedor de lo que somos, de lo que portamos como partícipes de una colectividad. Nos referimos a los espacios que son significativos porque es en ellos donde festejamos nuestra identidad, donde bailamos a nuestros ancestros, donde ritualizamos nuestras vidas. “Conmemorar, no es sólo la existencia de un evento pasado, real o mítico, sino también volver a conferirle a un lugar el peso otorgado a dicho acontecimiento en el relato que constituye la historia de una colectividad.”25 Asimismo, los lugares significativos son lo que son pues producen en nosotros una sensación. La emotividad de un espacio está vinculada también a <estructuras culturales asociadas con emociones particulares>26. Es decir, al apropiarnos de los lugares de memoria de la cultura de la cual formamos parte es por medio de ésta también que nos son transmitidas algunas de las sensaciones o emociones que debemos sentir al estar ahí. No pretendemos con esto ser deterministas, sino simplemente apuntar que la memoria colectiva es, en términos sensitivos, el referente primordial cuando hablamos sobre lugares de memoria colectiva. “...la naturaleza social de la memoria humana es evidentemente no sólo en el contenido actual de nuestros recuerdos sino también en la manera que están mentalmente empacados. Después de todo, recordar involucra más que solo recordar los hechos, varios filtros mentales que son bastante independientes de esos hechos afectan sin embargo la manera que los procesamos en nuestra mente.”27 Como ejemplo de esto podemos mencionar la conmemoración de una batalla en nuestra plaza en la que, dicen, murieron gran parte de los antiguos habitantes de nuestro pueblo. Entonces el sentimiento trágico, la tristeza o el enojo son algunas de las sensaciones que están presentes, y estuvieron, cuando este fatídico suceso aconteció. Así, nuestro lugar de memoria colectiva 24 Javeau, Calude. Lugares de memoria individuales y estructuración de las interacciones: acerca de los síndromes de Lamartine y Proust. En Del Campo de la vida cotidiana y su espacio-temporalidad. 2000. Pp.174 25 Ibidem. pp.174. 26 Geertz, Clifford. Reflexiones antropológicas sobre temas filosóficos. Es una cita que realiza acerca de un texto de Rosaldo que habla sobre la constitución cultural de la emoción. Pp.201 27 Zerubavel, Eviatar. Op. Cit. Pp.4 25 estará por mucho tiempo recordado y ambientado con la manera particular en que procesamos este conjunto de sensaciones en nuestracomunidad, orientando así nuestro sentir acerca de ese espacio. A lo que queremos llegar con esto es a puntualizar que un espacio significativo, espacio vivido para quienes ahí estuvieron, está cargado también de emociones, no es sólo un lugar de tránsito o festejo si no estar ahí produce algo en nosotros, nos hace sentir algo. En términos de la colectividad ese algo está vinculado a la manera como lo recordamos, lo ‘empacamos mentalmente’. Al hablar de sensaciones y emociones estamos llegando al nivel del sujeto, es decir, quien siente es el individuo. Hemos hablado del espacio histórico-cultural marcado simbólicamente para la colectividad, pero el espacio es también significativo para el individuo según su experiencia. Sabemos que el sujeto no vive de ninguna manera vinculado únicamente con la vida de su comunidad, sino experimenta ésta simultáneamente a su vida íntima, personal. Entonces, el espacio para el sujeto presenta también marcas personales, vivenciales. “Para el actor, las situaciones, <arenas físicas> (Goffman, 1979) que sirven de localización y de escenario a las situaciones vividas, construyen <marcas> en el recorrido de la existencia cotidiana.-...-Puede ocurrir, sin embargo, que un lugar de paso rutinario, se encuentre repentinamente cargado de una <fuerza de evocación> especial por que sirvió de escenario a un evento connotado en la vida personal del actor.”28 Entonces es la situación vivida en éste espacio, ahora en el recuerdo, lo que produce una sensación completamente subjetiva y por tanto difícilmente expresable. Todos tenemos nuestros lugares de memoria <indexicales>, aquellos que trascienden las palabras, los que han marcado nuestro recorrido biográfico, los que significan. La indexicalidad que reviste un lugar puede ser individual o colectiva, no a la manera de un lugar de memoria histórico-cultural pues éste es significativo para un número mayor de personas. La importancia de los lugares de memorias indexicales en el marco de la vida cotidiana, el segmento de realidad que nos interesa, se encuentra vinculado a que su existencia es parte de la estructuración mental que poseemos del espacio y por tanto 28 Javeau, Claude. Op. Cit. El autor llama a estos espacios como lugares de memoria indexicales atendiendo al sentido que Harold Garfinkel le dio al término <indexical>. “...se refiere al carácter incompleto de las palabras que sólo adquieren su sentido integral en el contexto de producción. En otros términos, la indexicalidad implica que cada palabra pronunciada tiene un sentido transituacional y otro situacional.” Pp. 172. 26 interviene en la manera que nos desenvolvemos en él. “Como los escenarios cotidianos, los lugares de memoria indexicales, contribuyen a estructurar las interacciones, es decir, a organizar encuentros y a orientar el desarrollo de los mismos.”29 Podemos ahora hacer un recuento sobre las distintas acepciones que le damos al espacio en su dimensión simbólica. Creemos que el espacio tiene como base de su estructuración la historia acumulada en él, interpretada desde esquemas culturales que lo hacen significativo. Aprehendemos, como sujetos parte de una colectividad, el valor y las sensaciones que le otorgan sentido haciéndolos así nuestros. Un espacio simbólico, trasfondo o escenario de la cotidianidad marcado por la herencia, un fragmento de nuestro acervo de conocimiento. Asimismo, el espacio es para el sujeto parte de su experiencia. Como dijimos, la manera en que lo ha vivido reviste los lugares para él importantes con intimidad y significados personales. Para terminar lo que nos importa subrayar es que el espacio simbólico es en unión con el espacio territorial, en términos de la cotidianidad, nuestro espacio de vida. Una manera de definirlo que nos puede ayudar con la dilucidación que aquí hemos hecho es que “El espacio de vida puede ser visto como un grupo de lugares frecuentados por un grupo social o por un individuo, en los cuales el individuo o el grupo se sienten parte de ese espacio, se genera un sentido de pertenencia.” 30 Entonces la importancia del espacio de vida para nosotros radica justo en eso, en que te sientes parte de él y lo haces parte de ti por medio de las distintas estrategias que hemos mencionado. Hasta aquí nos hemos encargado de construir el espacio en su dualidad, territorial y simbólico, que nos permite definir cómo entendemos el espacio de la cotidianidad. Pues bien, es hora de aproximarnos al tiempo. 29 Ibidem. pp.180 30 Lindón, Villoria Alicia. Op. Cit. 1999. pp. 160. 27 II El Tiempo Hablar de tiempo conlleva bastantes más problemas que hablar de espacio debido a su absoluta intangibilidad. Innegablemente todos somos testigos de la existencia de ese <algo> que llamamos Tiempo, diversas son las caras y vivencias que de él tenemos, algunas veces aliado, otras enemigo, compañero, algunas tantas verdugo, es una presencia que pareciera trascendernos. Sin embargo, el objetivo aquí es delimitar cómo pensamos que el tiempo es una construcción social, cómo se entiende el tiempo en el contexto de la cotidianidad, así también discernir algunos de los diversos niveles temporales imbricados en nuestra experiencia y, finalmente en esta investigación. Siendo así, importa realizar una precisión antes de comenzar la construcción de la idea que aquí se utiliza acerca de la existencia del tiempo. Creemos pues que el tiempo, antes que nada, es algo inherente a la naturaleza, es decir, los hombres al ser parte de ella somos parte también de su transcurso temporal, retomando a Elias, la premisa necesaria para comprender el tiempo: “no se trata del <hombre> y la <naturaleza>, como hechos separados, sino del <hombre en la naturaleza>”31, enunciado que remite a la idea de coprocesualidad y coexistencia de lo natural y lo social, del mundo natural y el humano. “En realidad al operar con el tiempo, siempre están en juego hombres en su entorno, esto es, procesos sociales al mismo tiempo que físicos.”32 De manera similar a nuestro punto de partida con relación al espacio, entendemos que los grupos humanos, las sociedades, no son de forma alguna independientes del contexto natural dentro del cual desarrollan su actividad, y por tanto parece a nuestros ojos imposible no mencionar este dato cuando tratamos de identificar cómo se expresa esta relación en las construcciones temporales. Siguiendo también a Elias, creemos que las nociones de tiempo, las que dan forma a nuestra percepción de éste, son parte del acervo mínimo de conocimiento acumulado que 31 Elias, Norbert. Sobre el tiempo, FCE, México 2000. pp.18 32 Ibidem. pp. 19 28 poseemos como miembros de una sociedad, y al igual que con el espacio, se encuentra permeada por él. “...hay hechos que son perceptibles como tales en el devenir sucesivo, esto es, en el tiempo y el espacio, sin que los sujetos perceptores sean conscientes del carácter simbólico del tiempo y el espacio. Como no tienen consciencia de ello, les pasa por alto que una síntesis consciente de hombres organizadores y aprendida es necesaria para percibir procesos sensibles desplegados en el tiempo y el espacio.”33 Podemos a partir de esta perspectiva abordar las distintas dimensiones temporales que confluyen en la vida cotidiana. El tiempo social Decíamos que el tiempo o la idea de éste en la actualidad dominante, nos hace pensar en la existencia de un tiempo homogéneo, cuantitativo y objetivo dentro del cual se desarrollan todos los procesos inherentes a la vida social. Aparentemente nos encontramos dentro del flujo constante de un tiempo que nos rebasa, del cual no somos dueños, un tiempo inamovible que siempre ha estado ahí y nunca dejará de estar. Digamos que nos enfrentamos a un tiempo ‘objetivado’,a la manera de Simmel34, nuestra propia creación del tiempo nos ha despojado de nuestra capacidad de recrearlo. Pero, la realidad nos muestra la presencia de diversos niveles temporales que interactúan en su devenir, todos ellos creaciones sociales, todos ellos tiempo, todos ellos nuestros. Lo que nos interesa aclarar ahora es ¿cómo es que el tiempo es tiempo social? Más allá del transcurso temporal de la naturaleza en el cual estamos inmersos, los hombres tenemos la capacidad de producir nuestro mundo por medio del pensamiento y de esta forma crear nuestra propia noción de tiempo, moldeada por rasgos culturales y de creación de conocimiento, que la hacen de alguna manera funcional y significativa para la organización social de la cual formamos parte. Asistimos de esta forma a una multiplicidad de tiempos mentales, conceptuales, presentes en el mundo social. 33 Ibidem. pp.45 34 El autor lo menciona en relación al dinero en su texto Filosofía del dinero, donde la modernidad intensifica la separación entre el creador (el sujeto) y su creación (en este caso el dinero), por medio de marcos valorativos culturales que distancian el sujeto del objeto, haciendo parecer a éste independiente de quienes lo han creado. 29 Asimismo, estamos en un mundo que se constituye por medio de la interacción, donde el contacto con los otros produce una dimensión social de la experiencia temporal. Es a partir de ella que podemos hablar de ritmos sociales, estructurados en relación al constante diálogo con la otredad, con los procesos que se generar debido a la interacción, tan dinámicos como ella. Para dejarlo más claro, en palabras de Nowotny: “El término <tiempo social> hace alusión a la experiencia del tiempo interpersonal producto de la interacción social, tanto en el plano de la conducta, como en el plano simbólico. Según su naturaleza comunitaria, las diferentes sociedades y grupos dentro de las sociedades crean unas formas variables y específicas del tiempo social. Los procesos sociales ocultos, a través de los cuales se generan las formas del tiempo social, los define la literatura como <estructuración del tiempo>.”35 Entonces lo que importa enfatizar es justo que cada grupo social, cada comunidad, es creadora de sus tiempos, simbólicos y empíricos, de su organización temporal particular; que el tiempo es heterogéneo y que en términos de su concepción, existe gracias a que alguien lo percibe, lo nombra y le da contenido; y que es a partir de la interacción que se vuelve posible la abstracción del tiempo y es también a partir de ella que se vive el mismo. No descartamos, por todo lo dicho anteriormente, que el tiempo que vivimos en la actualidad es también marcado y en gran medida referido al tiempo cuantitativo, el del calendario y las horas también creaciones sociales, lo que no aceptamos es su dominio sobre las otras construcciones temporales presentes en la vida social. Planteado en estos términos, nos queda un vasto campo de discusión acerca de las diversas modalidades del tiempo social que no profundizaré debido a la complejidad que representa. Menciono pues su existencia y la distingo de aquellas concepciones totalizadoras y homogeneizadoras del tiempo y le confiero, para nuestros fines, la naturaleza social que lo crea. Atiendo también a su dinámica dentro del mundo social y por tanto, al constante diálogo entre sus principales dimensiones constitutivas. “Visto de otra forma, la dialéctica temporal atañe a la relación entre sucesión y duración, entre lo interno y lo externo, entre lo móvil y lo inmóvil, entre lo permanente y lo fugitivo. Estos distintos 35 Nowotny, H. Estructuración y medición del tiempo: sobre la interrelación entre los instrumentos de medición del tiempo y el tiempo social. En Ramos, Ramón. 1992. Pp.135 30 criterios atañen a la relación antes-después y a la espesura del presente, con sus múltiples pasados y futuros, por cuanto es el presente el territorio temporal en el que se articulan los distintos modos de estas cuatro modalidades dialécticas.”36 Hablar de tiempo social involucra hablar también de las dimensiones conceptuales, particulares, que le dan contenido tales como: el pasado, el futuro y el presente; así como de memoria, proyección y vivencia. Todas ellas, y sus relaciones, nos interesan pues confluyen en aquella otra modalidad de la temporalidad que nos ocupa, la cotidianidad. Entonces todos los apartados subsecuentes tienen como punto de referencia el tiempo como construcción social y se encuentran pues referidos a él, implícita o explícitamente. Los tiempos de la cotidianidad La especificidad del tiempo social, como ya se dijo, está estrechamente vinculada al contenido simbólico que a esta noción se le atribuye, así como a la experiencia del mismo a través de la interacción. La vida en común legitima o pone en duda constantemente el valor y contenido que reviste el tiempo de todos. “...los sistemas de cómputo temporal reflejan las actividades sociales del grupo. Sus fuentes de iniciación son colectivas; su continuada observancia es demandada por necesidades sociales. Surgen del círculo de la vida grupal, están ampliamente determinados por la rutina de las actividades religiosas y el orden diario de las actividades, son perpetuados por las necesidades de coordinación social y son esencialmente un producto de la interacción social.”37 El tiempo y sus herramientas son funcionales a la estructura social a la que pertenecemos. Tener noción de ellos, haberlos aprehendido, es parte de nuestra constitución como seres sociales. Funcionan como símbolos comunicativos; medios de orientación; como reguladores de la conducta y sensibilidad humanas; como construcciones sociales de 36 Valencia, García Guadalupe. El tiempo social y sus formas: una aproximación. Pp.106-107. 37 Sorokin, Pitrim A. Y Robert K. Merton. El tiempo social, un análisis metodológico y funcional. En Ramos, Ramón. 1992. Pp.78 31 alto nivel de abstracción, de las que no tenemos conciencia aparente; y finalmente en un plano superior de reflexión, tomamos conciencia de ellos.38 Siendo así, queda claro que la presencia de un tiempo socialmente construido responde a las necesidades que cada comunidad tiene para la organización de su vida, por tanto, es en el marco de la vida cotidiana que encontramos claramente la articulación de los distintos niveles que lo componen, donde se recrea o modifica. “La vida social del grupo se refleja en las expresiones temporales. Los nombres de los días, meses, estaciones e incluso los años los fija el ritmo de la vida colectiva. La homogeneidad de los latidos sociales y las pulsaciones de actividades hacen innecesarios los marcos astronómicos de referencia. Cada grupo, con su nexo íntimo con un ritmo de actividades común y entendido al unísono, fija su tiempo para acoplarse al círculo de su conducta.”39 Entonces podemos afirmar que el tiempo de la vida cotidiana es el tiempo presente, el de la experiencia. Nos adentramos en otro ámbito de la discusión sobre el tiempo social, es decir, cómo se construyen las relaciones entre las distintas dimensiones que en ella confluyen, o sea, entre presente, pasado y futuro. Para acercarnos a la discusión retomamos la propuesta de Luhmann, quien dice: “...propongo definir el tiempo como la interpretación de la realidad con respecto a la diferencia entre el pasado y el futuro. Esta definición presupone, desde luego, que la vida cotidiana proporciona la experiencia del cambio y contiene en sí misma el punto de partida para su propia <temporalización> (<timing>).40” Por lo pronto profundizaremos únicamente en la articulación entre pasado, presente y futuro y posteriormente, en otro apartado retomamos el tema del cambio. Decíamos quees el presente el tiempo de la cotidianidad y que es a partir de él que interpretamos nuestro pasado y construimos un futuro. Con esto queremos decir que nuestra posición en el presente determina en diversos sentidos por un lado, la manera en que utilizamos nuestra memoria, recordamos, el pasado; y por otro, la proyección que hacemos de nosotros en el horizonte, el futuro. “Significa esto concebir tanto el futuro como el 38 Elias, Norbert. Ibidem. pp.43-45 39 Sorokin, Pitrim A. Y Robert K. Merton. Op. Cit. pp.77 40 Por temporalización Luhmann entiende la relevancia de todas las relaciones temporales entre pasado y futuro que inherentes al presente (la vida cotidiana), donde movimiento y tiempo (culturalmente constituido, significativo) son una dualidad que permite profundizar en el análisis de los distintos tiempos. Luhmann, Niklas. El futuro no puede empezar: estructuras temporales en la sociedad moderna. En Ramos Torre, Ramón. 1992. 32 pasado como horizontes del presente. El presente, pues, adquiere un estatus especial gracias a su función de integrar el tiempo y la realidad y representar un conjunto de constricciones de cara a la integración temporal del futuro y el pasado.”41 Atendiendo a esto, no negamos que existe la conciencia histórica como parte del cúmulo de conocimiento social que poseemos, sino por el contrario precisamos que las diversas formas de memoria u olvido se vean de cierta forma modeladas desde el punto en que la miramos, el presente. “...en el paso el condicionamiento de eso que está teniendo lugar por eso que ha tenido lugar, del presente por el pasado, está ahí. El pasado en ese sentido está en el presente; y, en lo que llamamos experiencia consciente, su presencia está exhibida en la memoria, y en el aparato histórico que extiende la memoria, como esa parte de la naturaleza condicionante del paso que se refleja dentro de la experiencia del individuo orgánico.” 42 Establecemos así la relación entre presente y pasado como necesaria y parte fundamental de la construcción temporal del mundo, en constante diálogo y reconstrucción. Por otro lado, el futuro no es más que un proceso mental que hace uso de las herramientas conceptuales presentes en nuestra conciencia, sin demeritarlo coincidimos con Luhmann y su afirmación de que ‘el futuro no puede empezar’.La construcción de una proyección mental hacia lo desconocido tiene como trasfondo la incertidumbre de su acontecer, es decir, estructurar una idea de aquello que puede ser es un ejercicio mental sin certeza alguna en su materialización, como señala este autor: “La característica esencial de un horizonte es que no podamos nunca tocarlo, alcanzarlo, sobrepasarlo, aunque, a pesar de ello, contribuya a la definición de la situación. Cualquier movimiento o cualquier operación mental se limita a cambiar el horizonte en cuestión, sin alcanzarlo nunca.”43 La relación entre pasado y futuro, entonces se encuentra mediada por el presente en su constante devenir. Ambas son dimensiones temporales en constante movimiento y reconstrucción debido a la dinámica y acontecimientos que ocurren en el presente. Nuestro plano temporal mental, que incluye las tres dimensiones, no es algo estático y estable sino, se desdibuja y reescribe constantemente. “Los pasados y futuros a los cuales nos referimos se extienden más allá de estas relaciones contiguas en el paso. Los extendemos hacia fuera en la memoria y la historia, en 41 Ibidem. pp. 170 42 Mead, Herbert George. La Filosofía del presente. Pp. 17 43 Luhmann, Niklas. Op. cit. Pp.170 33 la anticipación y el pronóstico. Son prominentemente el campo de la ideación, y encuentran su locus en lo que es llamado mente. Mientras están en el presente, se refieren a eso que no está en ese presente, como está indicado por su relación al pasado y futuro. Refieren más allá de sí mismos y fuera de esta referencia se levanta su naturaleza representacional.-...-En otras palabras su situación involucra un ajuste mirando hacia atrás en un pasado, y selectividad sensitiva mirando hacia adelante en el futuro.” 44 Vinculamos así esta idea de <temporalización> con el tiempo social diciendo que presente, pasado y futuro son parte de él, y que a su vez éstos presentan características que les son proveídas por la especificidad de la sociedad en la que surgen. Lo que importa de esta articulación temporal para la investigación, es la manera en que se modifica la construcción temporal instituida para un grupo tras la llegada de un acontecimiento, en este caso, la migración. Como se ha dicho esto es motivo de otro apartado, pero se vuelve inevitable mencionarlo ahora. Decíamos pues que es en el devenir de la vida cotidiana donde concurren todas las formaciones temporales. La convivencia de distintos tiempos se evidencia no sólo en términos simbólicos sino también empíricos. Así, llegamos a otro aspecto del tiempo en la cotidianidad, su composición rítmica, empírica. La multiplicidad de concepciones temporales se expresa también en la multiplicidad de tiempos vivenciales. “La organización rítmica del tiempo cotidiano es, en cierto sentido, lo más personal, lo más interior. También es lo más exterior... No se trata ni de una ilusión, ni de una ideología, sino de una realidad. Los ritmos adquiridos son, al mismo tiempo, interiores y sociales.”45 La relevancia de la presencia de un ritmo en la experiencia temporal radica justo en eso, en que es la vivencia simultánea de la temporalidad, la propia y la ajena. La vida en común construye su propio ritmo, que atañe a quienes en él se incluyen de manera diferenciada, desde distintas trincheras, pero que le dan contenido y densidad al tiempo compartido, al común. “Para que haya ritmo, tiene que aparecer en el movimiento tiempos fuertes y tiempos débiles que se repitan de acuerdo con una regla o ley –tiempos largos y breves, repetidos de forma reconocible-, paradas, silencios, suspensiones, repeticiones e intervalos; 44 Mead, Herbert George. Op. Cit. Pp. 24. 45 Lefebvre, Henri y Catherine Régulier. El proyecto ritmoanalítico. en Ramos, Ramón. 1992. pp.265 34 con regularidad. El ritmo supone, pues, un tiempo diferenciado, una duración cualificada.”46 Así, es la experiencia de la vida cotidiana un ‘campo polirrítmico’ donde conviven ritmos naturales, individuales y sociales; donde la repetición y el devenir constituyen la dualidad de su especificidad que permite ver la articulación de todos ellos dentro de una misma tesitura, dentro de los marcos de su tiempo social. En el aspecto vivencial, me interesa enfatizar que es el tiempo, bajo las acepciones aquí utilizadas, compartido con otros lo que nos permite involucrar el aspecto sensible de la experiencia temporal. “Los ritmos sociales, además, coadyuvan a la creación de un presente común mediante la sincronización entre los presentes comunes de los grupos que comparten una ‘organización rítmica’. El ritmo es repetición y variación, multiplicidad heterogénea, relación de duraciones y de intensidades.”47 Compartir el presente con las personas presentes también, nos permite establecer vínculos y relaciones emocionales que trascienden la experiencia actual. Ser parte de un grupo que vivencialmente se encuentra situado en los mismos espacios y participando de los mismos tiempos favorece el fortalecimiento o la destrucción, de los lazos sensibles que nos unen, así como la estructuración de relaciones con alto contenido afectivo que de alguna manera en ellos se producen. Podríamos describir pues como otro aspecto de la cotidianidad a la dimensión sensible que en ella se ve involucrada. Para terminar, esperando que hayan quedado claros los aspectos temporales hasta aquí abordados, queda decir que la importancia de todos ellos,
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