Logo Studenta

La-comunidad-reconstituida--cotidianidad-migracion-y-discurso-en-las-sociedades-rurales--el-caso-de-Santiago-Mexquititlan

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1
 
 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales 
 
 
 
 
 
 
 
 
“La comunidad reconstituida: cotidianidad, migración y discurso en las 
sociedades rurales. El caso de Santiago Mexquititlán. ” 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tesis para obtener el grado de Licenciada en Sociología 
Presenta: Evelyn Mejía Carrasco 
Asesor: Dr. Nicanor Rebolledo Recendiz 
2007 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2
 
Agradecimientos 
 
 
Para la realización de este trabajo tuve el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y 
Tecnología (CONACYT) con una beca que me otorgó para trabajar la tesis y contribuir con 
el proyecto de investigación “Bilingüismo, Lectocomprensión y Comunicación 
Intercultural. Un Estudio en la Escuela Primaria ‘Alberto Correa’.” 
 
Asimismo agradezco al Director del Proyecto y asesor de esta tesis, Dr. Nicanor Rebolledo 
Recendiz, su invitación para formar parte del equipo y acercarme a una realidad hasta hace 
tiempo poco conocida. De la misma forma, a la Maestra Ma. del Pilar Miguez y mis 
compañeros Alejandra, Cristina y Manuel con quienes compartí opiniones y experiencias 
en el proceso de trabajo. A Karla y Severo agradezco de manera especial por compartir los 
trabajos de campo realizados en el Distrito Federal y en Santiago Mexquititlán. 
 
A todas las personas que contribuyeron con información, los hñöhñö de Santiago 
Mexquititlán presentes en el pueblo y en particular a Martha Teodoro Evaristo, Antonio 
Pérez García, Ana Torres Ferrer, Pedro Bonifacio Gudelio, Gerardo Bonifacio Cecilio, 
Eustacio Esteban Ventura, Juana Juan Pascual y Martha Pedro Matías. También a los 
habitantes de los predios de Guanajuato, Chapultepec 342 y 380, Zacatecas y Durango 
migrantes a la ciudad de México y los niños que asisten a la Escuela Primaria ‘Alberto 
Correa’ por haberse visto envueltos voluntaria o involuntariamente en el proceso de 
investigación, Gracias. 
 
 
 
 
 3
 
Agradezco profundamente a los lectores del trabajo sin cuyos comentarios no hubiera sido 
posible culminarlo: Guadalupe Valencia García, María Reyna Carretero Rangel y 
Evangelina Sánchez. En particular al detonador de mis preocupaciones, culpable de incitar 
mis inquietudes hacia lo rural, quien compartiendo sencillamente su pasión por esa realidad 
me dejó atada a ella, Sergio Sarmiento Silva gracias por tu tiempo. 
 
Como siempre, como todos, he tenido muchos compañeros de vida que han estado 
presentes durante los distintos procesos que confluyen en esta tesis, no podría vislumbrar 
mi sentido si alguno de ellos faltara. 
Alma y Jacob quienes haciéndome cómplice de su profunda alianza me han permitido 
atestiguar el amor y fortaleza que ambos profesan. Esto es de ustedes. Los amo. 
Florencia, Iván, Sofía, Christian, Bernardo, Héctor, Omar y Dante. ‘Andábamos sin 
buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos’. Descubrirlos finalmente ha 
sido de los mejores hallazgos que he experimentado. 
Tania, Noé y Sol transitando épocas, viajando juntos. Como buenos andantes volveremos 
instintivamente al camino conocido, originario, aún con las distancias, contratiempos o 
trastabilleos que antecedan el retorno. 
Lupe y Ale incondicionales. Agradecida por los tiempos y espacios compartidos, su 
compañía infinita, absoluta. Paty, gracias por enlazarte. 
A la presencia constante de la familia pues sin su apoyo los últimos tiempos, nuestros más 
difíciles, hubiesen sido intransitables. 
También a muchos otros personajes significativos, no nombrados, que subyacen a otras 
tantas vivencias fundamentales. 
 
 
 
 4
Índice 
 
 Introducción Pp. 5 
 
 Capítulo 1. La cotidianidad como un espacio temporal. Pp. 14 
I. Espacio. 
La territorialización del espacio. 
El espacio en su dimensión simbólica. 
II. Tiempo. 
El tiempo social. 
Los tiempos de la cotidianidad. 
 
Capítulo 2. La comunidad presencial. Pp. 36 
 La comunidad presencial: identidad, cultura y etnicidad. 
 La dimensión discursiva. 
 Relaciones Interétnicas: indígenas/mestizos. 
 
Capítulo 3. El acontecimiento migratorio, la comunidad escindida. Pp. 65 
 Santiago Mexquititlán y sus orígenes. 
 Historia reciente. Prolegómenos de la partida. 
 Santiago Mexquititlán en nuestros días. 
 La migración como acontecimiento. 
 La comunidad escindida. 
 
 Capítulo 4. La comunidad reconstituida. Pp. 96 
 En torno al acontecimiento. 
 Antes y después. 
 ¿Por qué se quedan? 
 La comunidad reconstituida. 
 
 Conclusiones Pp. 122 
 Anexo Pp. 130 
 Bibliografía Pp. 131 
 5
Introducción 
 
En el contexto actual, en nuestro momento, el mundo rural sufre transformaciones al 
igual que el resto de las realidades. Diversos factores estructurales, históricos, económicos, 
tecnológicos, han hecho que la realidad rural sea de difícil vivencia, su cotidianidad afrenta 
constante los modos de vida instituidos por la globalización. Siendo así, las sociedades que 
en ese escenario se hallan inmersas buscan sortear los embates de un mundo ordenado en 
derredor de las grandes urbes y la industria a fin de resarcir, o al menos disipar, las 
distancias (materiales, educativas, etc.) existentes entre ambas realidades. 
Tomando lo anterior como punto de partida, se puede decir que la migración es en 
la actualidad uno de los principales medios a partir de los cuales las comunidades rurales de 
nuestro país intentan proveerse de recursos que permitan a sus familias y comunidades 
lograr una mejor calidad de vida. 
La incapacidad productiva de la tierra, originada por la falta de medios para 
trabajarla, subsidios, deficiencias naturales, el agotamiento de la misma, etc..; la 
inexistencia de alternativas laborales en diversas regiones; la ineficiencia de políticas 
públicas dirigidas a la creación de proyectos productivos competitivos en el mercado 
global; bajos salarios; entre muchas otras causas han impulsado la movilización de la 
población rural. 
De esta manera, somos testigos de intensos flujos migratorios, tanto al interior del 
país como al exterior del mismo, que producen modificaciones en diversos ámbitos de la 
realidad. Sincretismo cultural; nuevas relaciones políticas, económicas o simbólicas con el 
lugar de origen y con aquel que nos recibe; incursión laboral en oficios no experimentados 
anteriormente; transformaciones en los roles familiares y sociales; entre otras 
modificaciones, devienen de este proceso. 
Debido a su relevancia el fenómeno de la migración es ahora de fundamentalimportancia en el estudio de la cotidianidad de las sociedades rurales de nuestro país. Es 
por esto que el proyecto que se presenta a continuación centra su atención, de manera 
general, en este fenómeno y concretamente en la multiplicidad de efectos simbólicos, que 
de su existencia devienen, en la comunidad de origen, en la vida de quienes se quedan y 
atestiguan la partida de sus familiares, amigos, vecinos o paisanos. 
 6
A simple vista podemos identificar muchas de las implicaciones que este hecho 
produce para todos aquellos quienes se ven inmiscuidos en su acontecer. Lo que me lleva a 
prestar interés en lo imperceptible, lo escurridizo, de este fenómeno es la necesidad de 
ampliar la óptica sobre el problema. Es decir, asistimos a una multiplicación de estudios, 
investigaciones y análisis de cómo es que los migrantes transitan, por dónde, hacia dónde, 
para qué; ya que han llegado al lugar donde se dirigen, a qué se enfrentan, cómo subsisten, 
cuáles son sus estrategias de sobrevivencia y reproducción; cómo rememoran su lugar de 
origen; la identificación de distintas vías a partir de las cuales dan continuidad al vínculo 
con su punto de partida, entre otras cuestiones. 
Pero, el movimiento migratorio implica también a los no migrantes. Ser un no 
migrante en una comunidad o población expulsora de migrantes merece atención. Esto 
debido a que es también para ellos el fenómeno de la migración un suceso trascendente a 
partir del cual se sitúan dentro de un nuevo contexto cuyas situaciones plantean retos tanto 
a nivel personal como colectivo. De esta manera se encuentran inmersos en nuevos 
procesos a los cuales es necesario atender. 
Acerca de los no migrantes se han producido trabajos dirigidos principalmente al 
entendimiento de las distintas causas que impulsan a la población a tomar la decisión de 
migrar; lo relacionado a la migración y sus efectos materiales o económicos para la 
comunidad ‘expulsora’; quizás a cómo se establecen los lazos con los migrantes y algunos 
de los contrastes que surgen con su regreso. Yo he decidido encaminar el trabajo a los no 
migrantes, a los que permanecen en las comunidades expulsoras, justo porque he hallado 
vacíos en lo referente a la vivencia ‘pasiva’ del fenómeno migratorio de la cual son sujetos. 
Con esto quiero decir que mi principal objetivo en este trabajo es analizar a los no 
migrantes y su experiencia del fenómeno migratorio. Así que este trabajo es un primer 
intento de acercamiento a algunos de los retos que enfrentan quienes deciden continuar 
viviendo en el lugar donde nacieron. 
Siendo así, abordaré el caso de la comunidad hñöhñö de Santiago Mexquititlán1. Mi 
primer acercamiento con ellos ocurrió en la ciudad de México debido a mi participación en 
un proyecto de investigación que se llevó a cabo en una escuela de la colonia Roma, la 
escuela primaria ‘Alberto Correa’. Dicha escuela tiene una característica que la hace 
 
1 De aquí en adelante lo llamaré Santiago M. 
 7
especial: asisten al turno vespertino alumnos que, habiendo migrado con sus padres a la Cd. 
de México, son en su mayoría hñöhñö provenientes de esa comunidad. Esta es la puerta a 
través de la cual pude entrar para estudiar una realidad por mí desconocida. Tras ella 
aparecieron un sinnúmero de acertijos y cuestionamientos que, al igual que los personajes 
donde encarnan, parten del mismo punto: Santiago M. Así que, mirando de cerca a los 
migrantes decidí pensar en los no migrantes. ¿Cómo es que viven una realidad marcada por 
la ausencia de todos aquellos que están lejos, en la ciudad? ¿Cómo se siente? ¿Qué desafíos 
encierra? 
Ente muchas otras, fueron estas las preguntas iniciales que me llevaron a la 
formulación de la presente investigación. En ella concibo al fenómeno de la migración 
como un acontecimiento que tiene la cualidad de trastocar la vivencia de la comunidad en 
su cotidianidad específica y escindir a ésta tan profundamente que es necesario para ella, 
para la parte de ella que continúa en el pueblo, reconstituirse. 
Para llegar a esto, es importante decir que aquí tiempo y espacio conforman la 
relación a partir de la cual pretendo profundizar analíticamente en la existencia cotidiana de 
una comunidad indígena. Pienso ambos, tiempo y espacio, como construcciones sociales y 
dimensiones constitutivas de lo social, cuya compleja relación es, para este caso, profunda 
y necesaria. Un tiempo erigido a partir de la interacción, como un factor inherente a la 
existencia del hombre en la naturaleza, así como una noción que provee orientación y 
organización temporal del mundo y la vida para quienes lo utilizan. Un espacio natural, 
geográfico, territorializado, asimismo relacional y simbólico a partir del cual se establecen 
vínculos específicos entre individuos y sociedades. 
Ambos, tiempo y espacio, en su multiplicidad de expresiones y contenidos 
confluyen en la vivencia de la cotidianidad haciendo de ella el punto fundamental de 
contacto entre lo dado y lo que se está dando, donde su constante devenir ofrece la 
oportunidad de transformación o permanencia. 
Entonces es el ámbito de la vida cotidiana el escenario donde sitúo mi problema de 
investigación. Es ella, construida espacio-temporalmente, única y exclusiva de quienes la 
viven y es esta vivencia la que al volverse historia común, identifica y relaciona a diversos 
niveles de profundidad a sus participantes, en este caso, a los no migrantes. Asimismo, creo 
que es a partir de este incesante devenir cotidiano que se vuelve posible la reconstrucción o 
 8
transformación de categorías, símbolos, discursos, experiencias e historias particulares. 
Pensando en la especificidad de la vida cotidiana se vuelve necesario abordar los 
contenidos por los cuales cobra sentido. 
Como he mencionado, la vida cotidiana a la que me remito se erige dentro de los 
marcos específicos de una comunidad. Detallar la concepción de comunidad desde la cual 
parte el planteamiento en mi trabajo no supone, por el momento, desarrollar a profundidad 
los diversos debates actuales en torno al tema. Aún con ello y a fin de aclarar mi postura 
inicio diciendo que la noción de comunidad de la cual parto no concibe a ésta como única y 
homogénea sino, por el contrario, como integradora de la diversidad identitaria de sus 
participantes. En este sentido vale decir que su capacidad integradora se manifiesta justo 
cuando hallamos en ella distinciones cualitativas entre sus miembros, es decir, en realidad 
vemos que las personas quienes forman parte de una misma comunidad establecen 
distinciones entre sí. A pesar de ello la comunidad, en términos ideales, es capaz de 
contenerlos a todos. 
Otro aspecto que define a la comunidad es su carácter dinámico y multifacético. 
Situada en su incesante devenir, en un presente constante, la comunidad se replantea. Frente 
a una realidad desafiante, cuestionadora y en continua construcción la comunidad no se 
mantiene estática. Responde, actúa y restituye a su paso, a su manera. Es debido a ello, a lo 
dinámico de su existencia, que le es posible generar una multiplicidad de imágenes en torno 
a sí misma. 
Tomando como punto de partida esos dos aspectos, su capacidad integradora y su 
carácter dinámico y multifacético, la idea de comunidad que me interesa construir pretende 
responder a dos demandas. Primero, a justificar la aseveración de que una comunidad 
adquiere, aunada a su importancia simbólica, relevancia vivencial. Es decir que 
experimentar en el incesante devenir cotidiano, construido espacio-temporalmente, sus 
lógicas y articulaciones hace de sus participantes incesantes constructores de ella. De esto 
surge la concepción de comunidad a la que llamo comunidad presencial, noción que 
articula las dimensiones simbólica y vivencial propias a su existencia. Hablar de lo 
vivencial entonces supone la copresenciay participación de los miembros de una 
comunidad dentro de su complejidad espacio-temporal, cuya articulación otorga sentido y 
significación a la vida cotidiana que construyen. Es dentro de esta experiencia comunitaria 
 9
cotidiana que sus miembros son partícipes de ésta dinamicidad y ejercen la transformación 
o permanencia. 
Por otro lado, la dimensión simbólica el concepto de comunidad presencial que 
planteo se distingue en su interior en tres categorías: identidad, cultura y etnicidad. Los 
límites entre ellas son establecidos por sutiles trazos que, articulados, pueden entenderse 
como las particularidades que hacen de una comunidad inconfundible. Esta es histórica, 
aprehendida por medio del proceso de socialización, recreada por quienes pertenecen a ella 
y susceptible también a la transformación. Una marca inconfundible en la formulación de 
estas nociones para el caso de la comunidad hñöhñö que aquí se estudia es la confrontación, 
histórica también, con la otredad mestiza. Visibles son las huellas de su nada fácil 
coexistencia, por ello juega un papel determinante en la construcción mental que hacen 
acerca de sí mismos y su comunidad. La comunidad presencial aún cohesionada se vive, 
piensa, perpetua o modifica en el devenir de su existencia. 
Parte de ella es el discurso. La lengua, el hñöhñö en el caso de los pobladores de 
Santiago M., es un importante elemento de cohesión, aspecto central en la construcción de 
las categorías constitutivas de la comunidad presencial y factor determinante en el 
establecimiento de fronteras frente a los otros. Contemplada en su manifestación discursiva, 
es a partir de ella que se vuelve posible acceder a muchas de las dimensiones 
imperceptibles a las cuales me he referido. Pensando el discurso en términos de su 
referencia a contextos sociales específicos, me interesa rescatar que es ejercido en el ‘aquí y 
ahora’ social. Es decir, surge en el devenir de la interacción cotidiana, respondiendo de 
alguna manera a las necesidades que plantea. De la misma forma, su aparente inmediatez 
no puede ser de manera alguna limitada a ella pues, otra de las características del discurso 
es justo su capacidad de trascender. Me refiero a que los actores al ejercer sus ‘discursos 
cotidianos’ consciente o inconscientemente inciden en su realidad, de alguna manera la 
modifican. 
El segundo elemento al que pretende responder la noción de comunidad en este 
trabajo es al surgimiento de otra forma de comunidad. Vinculada a la materialización del 
acontecimiento migratorio la comunidad presencial adquiere nuevos sentidos de ser 
experimentada. Para quienes continúan en Santiago M. la ausencia de los migrantes ejerce 
modificaciones profundas en múltiples dimensiones de su existencia. Encontramos así la 
 10
emergencia de una comunidad escindida. Es ésta una imagen distinta que adquiere la 
comunidad al enfrentar los efectos que provoca la migración para sus miembros. Así que la 
idea de comunidad escindida busca por un lado, contemplar la existencia de ambas 
comunidades presenciales bajo una misma idea simbólica de comunidad que genera la 
sensación de continuidad y coherencia relacional entre unos y otros, entre migantes y no 
migrantes. Por otro, atender al quebranto que supone el acontecimiento migratorio para la 
construcción cotidiana comunitaria en términos presenciales, es decir, a las rupturas que 
implica para la experiencia comunitaria cotidiana. 
Entonces, entendiendo la vida cotidiana de una comunidad presencial en los 
términos planteados podemos ubicar a la migración como un acontecimiento que irrumpe, 
trastoca y cuestiona su continuidad. Su materialización estremece múltiples dimensiones 
inmiscuidas en el devenir de su vida cotidiana, incitando a la redefinición de muchas de 
ellas, marcando profundamente a quienes lo viven desde sus diferenciadas posiciones y por 
tanto a la comunidad presencial, también una comunidad que se percibe escindida. El 
acontecimiento migratorio entonces, es el eje a partir del cual los miembros de la 
comunidad experimentan y distinguen la (s) continuidad (es) y discontinuidad (es) en sus 
contenidos, sus vivencias compartidas y en el establecimiento de relaciones entre sí, y con 
los ausentes. 
A partir de ello es posible establecer la hipótesis que guía el trabajo: los no 
migrantes, los que continúan viviendo en Santiago M., ejercen una especie de 
‘transformación adaptativa’ en el devenir de su cotidianidad con el fin de permanecer, 
donde el discurso es una de las herramientas que les permite la reidentificación como 
comunidad presencial así como la restitución del sentido de su existencia. 
 El compartir una nueva cotidianidad marcada por la ausencia de los familiares, 
amigos, vecinos o paisanos, permite reinventar la comunidad presencial. El discurso 
entonces nos permite asir cómo es que los miembros de la comunidad presencial, escindida, 
piensan y sienten el acontecimiento migratorio y sus implicaciones. Entre otras muchas, el 
discurso es un elemento empleado ‘estratégicamente’ por la comunidad para lograr la 
restitución. Así los no migrantes en su experiencia discursiva cotidiana ejercen, incluso 
inconscientemente, su recomposición. La palabra y sus múltiples sentidos y significados se 
dirigen principalmente a la ‘continuidad en el cambio’. Es por medio de ella que reaccionan 
 11
frente a las transformaciones y cuestionamientos que la migración supone para la 
comunidad y sus contenidos. 
Por tanto, la entrevista a profundidad es el medio que utilizo para lograr una 
aproximación al problema que me interesa abordar. En este sentido existe en este trabajo un 
sesgo importante. Las entrevistas realizadas en el trabajo de campo en Santiago M., 
tomadas como una muestra del ejercicio discursivo de los miembros de la comunidad, 
fueron habladas en español. Deriva de una limitación que tengo, no soy hablante del 
hñöhñö de Santiago M., ni de ninguna otra variante. Sé que hasta ahora he subrayado 
constantemente la importancia que reviste el lenguaje para la especificidad de un mundo de 
vida, y lo sigo creyendo, sólo que aprender cabalmente el manejo del hñöhñö para la 
realización de esta tesis me resultó imposible. Así que gracias a mi acompañante durante el 
trabajo de campo, hablante originario del hñöhñö del Valle del Mezquital y aprendiz 
académico de su variante en Santiago M., me fue menos difícil el acceso tanto a la 
comunidad y su mundo de vida, como a algunas pláticas y encuentros. De esta manera la 
información recopilada en las entrevistas habladas en español, se obtuvo con personas 
bilingües2. Las entrevistas con hablantes, bilingües pasivos, de español conduce a una 
‘pérdida de sentido’ en la información obtenida, ya que en el proceso de traducción se 
disipan sentidos, datos y aspectos relevantes que quizás en la lengua original, en hñöhñö, 
resulten más o probablemente menos sorprendentes. Aún con ello, los resultados que 
arrojan sirven para evidenciar el punto central de esta tesis. 
Siendo este un trabajo fundamentalmente cualitativo, el análisis de las entrevistas 
así como la recopilación de éstas, son guiados por las categorías fundamentales que se 
utilizan en el planteamiento del mismo. Identidad, cultura, etnicidad, tiempo, espacio, vida 
cotidiana, comunidad y migración aunque no aparezcan literalmente en muchas de las 
peguntas dirigidas a los informantes subyacen en éstas debido a su carácter estructurador 
del problema. Así es como a partir del planteamiento de preguntas abiertas intenté que 
fueran ellos mismos, los no migrantes, quienes hablaran de los contenidos que cada una de 
las categorías sustentan. Por tanto, rastrear coincidencias entre ellas vuelve posible hablar 
de algunos aspectos ‘objetivos’ de su existencia que aunados a la experiencia propia de los 
 
2 Al final del trabajo se incluye un Anexoque contiene información general de los entrevistados que puede 
permitirnos definir aspectos bastante concretos acerca de las personas que nos hablan. 
 12
sujetos que las nombran me permitieron aproximarme a las cuestiones centrales de este 
trabajo. 
Como se dijo, es el caso de Santiago M. el que permite indagar estos temas. Por 
tanto gracias al trabajo de campo realizado en esta comunidad de migrantes a la Ciudad de 
México y al trabajo realizado en la comunidad originaria, se logra en la tesis un 
acercamiento y breve descripción de cómo es este momento migratorio. A partir de ello 
escudriñar sobre los temas mencionados para acercarnos así a algunas posibles respuestas a 
las preguntas planteadas, y asimismo, identificar si la reconstrucción discursiva sucede o 
no. 
Entonces, el primer capítulo se enfoca a establecer por qué es conveniente situar el 
tema de investigación en el campo de la vida cotidiana. En dicho ámbito se definen los 
elementos espacio-temporales que en ella confluyen y nos permiten enfatizar su 
‘subjetividad’, es decir, los rasgos que la hacen ser única y específica para quienes en ella 
se ven inmersos; así como los aspectos por los cuales es el lugar donde se vuelve posible la 
transformación o la permanencia. Asimismo, es también objetivo de este apartado asentar 
las bases que me permiten creer en la importancia presencial, en términos de espacios y 
tiempos cotidianamente construidos y compartidos, de los miembros de la comunidad y su 
experiencia de ella. 
El segundo capítulo, busca articularse con el anterior pues contiene la dimensión 
significante de la existencia de una comunidad. En él se disocian las categorías contenidas 
en el término comunidad presencial. Identidad, cultura y etnicidad son definidas y las 
relaciones entre ellas establecidas para el estudio de la comunidad hñöhñö de Santiago M. 
Asimismo, encontré la necesidad de realizar un apartado para abordar las relaciones 
interculturales de indígenas y mestizos pues, para el caso de esta comunidad es fundamental 
la comprensión del establecimiento de fronteras frente a la otredad y determina, en muchos 
sentidos, la construcción de relaciones dentro y fuera de ella. Es también parte de este 
capítulo la sección referente a la dimensión discursiva de la comunidad. Siendo inherente a 
la especificidad de una comunidad presencial, se define al discurso en términos de su 
importancia en el contexto interactual y de ‘realizaciones estratégicas’ que le aportan 
sentido como factor activo en el acaecer de la vida social. Se da por terminado así el 
planteamiento que nos permite acceder al mundo de vida de la comunidad de Santiago M. 
 13
En el tercer capítulo se abordan con mayor precisión la historia y los hechos que 
formaron el proceso expulsor de migrantes en la comunidad hñöhñö y nos llevan a su vez a 
conocer su momento migratorio actual. Así llegamos a la breve descripción de cómo se 
desenvuelve la cotidianidad comunitaria actual y porque la migración es un acontecimiento 
que tiene la capacidad de estremecerla. Sin duda uno de los efectos que produce es el 
surgimiento de la ya mencionada comunidad escindida. Dentro de ella se describen algunos 
de los vínculos relacionales ahora existentes entre los miembros de la comunidad presencial 
que se quedan y los que se van. La comunidad escindida pretende atender a la coexistencia 
de ambos, dentro de marcos espacio-temporales distintos, pensando que los vínculos entre 
ellos se mantienen pues continúa siendo el principal referente para los migrantes Santiago 
M. Por tanto, en este capítulo asistimos a la descripción y breve análisis de la población 
parte de la comunidad que ha migrado a la Ciudad de México, quienes por su parte se 
reconstruyen dentro de su nuevo contexto cotidiano. 
En el cuarto y último capítulo volvemos a Santiago M. para abordar el tema central 
de este trabajo: la reconstitución de la comunidad. El principal interés de este radica en 
hablar acerca de cómo viven la migración y sus implicaciones los no migrantes. Así que se 
tocan aspectos cruciales en la experiencia comunitaria de la migración, donde interviene la 
vivencia personal del mismo, que nos llevan a comprender el impacto ejercido por ella en 
las distintas dimensiones definidas en los anteriores capítulos. De esta forma, la vida 
cotidiana de la comunidad presencial, también escindida, refleja las marcas dejadas por la 
vivencia de la migración y abre las posibilidades de permanencia o transformación. Se 
habla entonces de los elementos que me permiten creer en la necesaria reconstrucción de la 
comunidad que tiene como uno de sus principales objetivos permanecer, así como la 
utilización del discurso hablado como la herramienta que la posibilita. 
Vayamos pues al desarrollo de esta tesis que pretende aproximarse un poco, 
acercarse temerosamente, a la vivencia de la migración para los no migrantes. 
 
 
 
 
 
 14
 
14
Capítulo I
La cotidianidad como un espacio temporal
La cotidianidad o vida cotidiana ha sido, en la sociología, una dimensión 
ampliamente debatida y caracterizada de diversas maneras. Su importancia radica en la 
capacidad analítica que posee para el estudio de la dinámica social, es decir, permite un 
profundo acercamiento a las distintas formas de hacer y deshacer en el mundo social. Todas 
aquellas discusiones en las que se ha visto envuelta esta categoría no encuentran aquí lugar 
de expresión, simplemente se mencionan como el antecedente histórico de la principal 
herramienta conceptual que se ha elegido para el estudio del problema que se pretende 
abordar. 
Sin embargo, es importante aludir con relación a lo anterior que...las estructuras 
conceptuales revisadas solamente tienen foco para alumbrar las configuraciones sociales 
de la modernidad capitalista, dejando un margen bastante reducido para razonar, nombrar y 
elaborar problemas de estudio sobre otros patrones de sociedad y cultura que pueden haber 
no nacido ni ajustarse a ese recorte espaciotemporal.3 Siendo así este trabajo tiene la 
pretensión de hacer uso del pequeño resquicio teórico que queda para las realidades no 
capitalistasmodernas. 
Entonces, intentar lograr un acercamiento a partir de construcciones analíticas 
surgidas dentro de la lógica y razonamiento de la modernidad a una realidad no sujeta en su 
totalidad a las exigencias y marcos por ella dictados, como la de la comunidad hñöhñö que 
aquí se estudia, hace necesario un manejo cuidadoso de las herramientas conceptuales 
disponibles. Bajo esta advertencia sólo queda indicar que el uso de la información 
documental y empírica de la realidad de los hñöhñö de Santiago M. es parte de este intento 
de acercamiento. 
Es necesario entonces delimitar el contenido que se le da en esta investigación al 
término vida cotidiana o cotidianidad, designación aquí indistinta. Empezando por decir 
que el móvil que nos permite creer en lo cotidiano como principal espacio de expresión de 
 
3 León Vega, Emma. El tiempo y el espacio en las teorías modernas sobre la cotidianeidad. Pp. 53
15
la vida social es, siguiendo a Alicia Lindón, porque “es allí donde se hace, se deshace, y 
se vuelve a hacer el vínculo social, es decir, las relaciones entre los hombres.4 Es allí 
donde individuo y sociedad, memoria y olvido, acción o inacción, la alteridad y la otredad, 
historia y transformación, pasado y futuro, tiempo y espacio, objetivo y subjetivo, interior y 
exterior, lo propio y lo extraño, confluyen.
Planteada en esos términos la cotidianidad aparece ante nuestros ojos como lo es 
ante la experiencia, como un lugar caótico, de encuentro y enfrentamiento por un lado, y 
como repetición, seguridad y permanencia, por otro. Siendo así, una manera de definir el 
devenir de la cotidianidad es <mediante una operación de oposición y al mismo tiempo de 
complementariedad>5.Esto sugiere que podemos hallar en su dialéctica la oposición entre 
reproducción e innovación, entre lo dado y lo que se está dando, así como su 
complementariedad en el juego de la reiteración y el cambio.
“La vida cotidiana se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en 
su compleja pluralidad de símbolos y de interacciones ya que se trata del espacio donde se 
encuentran las prácticas y las estructuras, del escenario de la reproducción y 
simultáneamente, de la innovación social.”6
Nos interesa pues utilizar la cotidianidad en estos términos: como un devenir que se 
construye a partir de la constante interacción y diálogo tanto de sujetos que la viven, como 
de las nociones que portan, atendiendo al contenido histórico, estructural y común que a sus 
prácticas subyacen, donde todo puede ser o no posible. 
Estudiar la vida cotidiana instituida e instituyente de una sociedad nos permite 
acceder a las prácticas que le dan permanencia así como a aquellas que la modifican, 
centrando la atención en este caso en las primeras como estrategias de resistencia frente al 
cambio. “...la vida cotidiana,..., es centralmente el escenario de la re-producción social, está 
indisociablemente vinculada a lo que en un momento específico y a una cultura particular 
se asume como legítimo, normal, necesario para garantizar la continuidad. Por tanto, la vida 
 
4 Lindón Villoria, Alicia. Del campo de la vida cotidiana y su espacio- temporalidad. (Una presentación) En 
Del Campo de la vida cotidiana y su espacio-temporalidad. 2000. pp. 9
5 Reguillo, Rossana. La clandestina centralidad de la vida cotidiana. En: Del Campo de la vida cotidiana y su 
espacio-temporalidad. 2000. Pp.78
6 Ibidem.PP.77
16
cotidiana es histórica, es decir, no puede pensarse al margen de las estructuras que la 
producen y simultáneamente producidas (y legitimadas) por ella.”7
Lo mencionado es, como se dijo, el punto de partida para la construcción de la vida 
cotidiana que aquí utilizaremos. Otros tantos elementos presentes en la densidad de la 
cotidianidad serán precisados en el desarrollo de este capítulo y algunos subsecuentes 
siendo el elemento central que permite articular este análisis.
En este apartado se tiene la intención de hacer evidente que la vida cotidiana es 
única y particular para las personas que en ella se encuentran inmersas, es decir, posee la 
especificidad del contexto por y dentro del cual emerge. Para esto se han elegido, de entre 
los muchos caminos que nos permiten discernir la vida cotidiana, a dos dimensiones clave 
en el estudio de la misma: el espacio y el tiempo.
Tanto espacio como tiempo, así como la relación entre ambos, ha comenzado a ser 
concebida más allá de la unicidad y homogeneidad aparentes del sistema-mundo actual. La 
existencia de múltiples espacios y tiempos es cada vez más enfatizada dentro de los debates 
epistemológicos tanto de las ciencias naturales como de las sociales y humanidades, siendo 
de esta manera, parte del reordenamiento conceptual en el que nos encontramos inmersos.8
Lo cierto es que en la realidad tenemos la convivencia y estrecho contacto entre múltiples 
vertientes espacio-temporales: un tiempo y espacio objetivos-globales/ tiempo y espacio 
subjetivos-locales; tiempo homogéneo-cuantitativo/espacio geopolítico-administrativo; 
tiempo-espacio perceptivo-individual/tiempo-espacio construido-social;.... 
De entre las distintas perspectivas que abordan espacio y tiempo nos acogemos aquí 
a la que postula la relación siempre presente, y necesaria, entre ambos. A pesar de aquellas 
que evidencian la separación inminente entre ellos a partir de los avances tecnológicos; o 
las discusiones filosóficas que emancipan el dominio del tiempo sobre el espacio, o quizás 
la visión de los geógrafos, en sus diversas escuelas, que nos llevan a pensar que sin espacio 
simplemente no hay nada; preferimos adoptar una postura más integradora. 9
 
7 Íbidem. Pp.78
8 Wallerstein, Immanuel. El espaciotiempo como base del conocimiento. 
9 Consultar: Giddens, Anthony. Consecuencias de la modernidad; Bauman, Zygmunt. Time and Space 
reunited.
17
Para nuestros propósitos tanto tiempo como espacio tienen sentido y significación 
por la existencia de su relación, ‘encuentran su lugar de inteligibilidad en su propia 
asociación’, ambos son partes del continuum que construyen. 
Sabemos que hablar de tiempo y espacio merece precisiones. Un hecho innegable es 
su presencia como elementos del ‘mundo natural’, el cual posee sus propios tiempos y 
espacios. Nosotros como parte de este entorno nos encontramos sometidos a los distintos 
ciclos y procesos naturales que nos permiten la vida, ‘la vida cotidiana sigue estando 
recorrida y atravesada por los grandes ritmos cósmicos y vitales: los días y las noches, los 
meses y las estaciones y, más precisamente, los ritmos biológicos.’10
Pero esta realidad de tiempo y espacio es también creada por nosotros mismos, es 
decir, al estar en el mundo y tener contacto con él, y todos aquellos presentes, estoy 
interactuando y es por medio de esta interacción que estamos creando nuestra realidad. 
Entonces, concebimos al espacio y el tiempo como creaciones sociales históricas, que se 
van dando y reconstituyendo en la realidad, en el devenir de la cotidianidad. 
Sin embargo, la manera en que aprehendemos a uno y otro se encuentra permeada 
por los distintos modelos o estructuras que los hacen de una u otra forma para nosotros 
significativos. “Aprehendo la realidad de la vida cotidiana como una realidad ordenada. 
...La realidad de la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea, constituida por un orden 
de objetos que han sido designados como objetos antes de que yo apareciese en escena.”11 
En esos términos podemos decir que no llegamos a nuestra percepción de tiempo y espacio 
a partir de la nada sino que al tener conciencia de ellos tenemos también cierta noción de lo 
que son, y la definición de ese ser no está únicamente determinada por nosotros. Patrones 
culturales, de razonamiento, estructurales, incluso filosóficos o históricos dan forma y 
contenido a lo que llamamos tiempo y espacio.
En este caso, podemos decir que principalmente “...los recuperamos para el campo 
de la vida cotidiana como ‘fenómenos sociales totales’, es decir como construcciones 
 
10 Lefebvre, Henri y Catherine Régulier. El proyecto Ritmoanalítico.. En Ramos, Torres Ramón. 1992. 
pp.263.
11 Berger, Peter y Thomas Luckmann. La construcción social de la realidad. Pp.39
18
sociales constituidas a través de las prácticas o acciones con significado de los sujetos. Así, 
el tiempo y el espacio cotidianos son productos de lo social y productores de lo social.”12
Entonces es bajo estas premisas que aquí se concibe al espacio y el tiempo en su 
correspondencia: como elementos inherentes a la naturaleza; como fenómenos construidos 
por medio de la interacción y; finalmente, nociones históricamente fundadas, parte del 
acervo de conocimiento que nos habilita para actuar en el mundo.
Recapitulando: la vida cotidiana es la herramienta conceptual a partir de la que 
pretendo acercarnos a la realidad de la comunidad hñöhñö de Santiago M., tras esbozar 
brevemente cómo entiendo aquí esta categoría voy a precisar en este apartado dos 
elementos que considero fundantes, el espacio y el tiempo. Los disociamos únicamente con 
fines analíticos pues, como he dicho, sólo obtienen sentido en su mutua correspondencia. 
Estableciéndolo podemos dar cimientos al problema de investigación y posteriormente 
continuar con el desarrollo de los elementos teórico-metodológicos que nos llevan a la 
comprensión de éste.
I
Espacio
Es momento de precisar algunos aspectos a través de los cuales planteamos una idea 
de espacio que articula dialécticamente las diversasdimensiones espaciales existentes en el 
mundo de vida, en el mundo social de vida, que realizamos a partir de la espacialización. 
Aspectos varios del espacio que intervienen en la vida cotidiana, para el caso que 
nos ocupa son: el hogar y el pueblo, la milpa y la iglesia, la escuela y la plaza, es decir, 
todos aquellos espacios significativos por su recurrencia en el tránsito del mundo de la vida 
cotidiana. En otro nivel podemos ubicar como espacio significativo el pueblo, como lugar 
de origen, y la ciudad como el de llegada, ambos concebidos de manera particular y con 
 
12 Lindón Villoria, Alicia De la trama de la cotidianidad a los modos de vida urbanos. El Valle de Chalco.
Pp.35.
19
efectos simbólicos profundos para los sujetos que los viven. Demos paso pues a la 
estructuración de la idea de espacio que aquí utilizamos.
La territorialización del espacio.
Como se dijo ya el espacio es, antes que otra cosa, un espacio físico o natural dado 
“constituido por todos los elementos físico-naturales y del ciclo de la naturaleza que se 
hallan presentes en el espacio geográfico y que poseen su propia dinámica.”13
Es importante este aspecto del espacio debido a que las características del medio 
geográfico son el contexto dentro del cual se desarrolla la actividad del hombre, su <campo 
de acción>, que de diversas formas posibilita o constriñe su desenvolvimiento, así como de 
alguna manera determina las condiciones de vida de quienes lo ocupan, es decir, no es de 
ninguna manera lo mismo habitar, tener como <tu campo de acción>, el desierto que la 
selva. En ese sentido, “la percepción del espacio es dinámica por que está relacionada con 
la acción –lo que puede hacerse en un espacio dado-.” 
Así se podría establecer la relación hombre-espacio geográfico como premisa para 
establecer la relación espacio geográfico-sociedad, en palabras de Joan-Eugeni Sánchez, 
“...el espacio geográfico representa el medio en el cual se desarrolla la actividad del 
hombre, la acción humana y social, o sea, el marco de toda acción, relación, articulación o 
suceso en el que participa como variable el espacio físico y en el que desarrollan su vida y 
su actividad los hombres.”14
Pero, la actividad humana que se ejecuta dentro de un espacio físico tiene la 
intención de transformación, o sea, de intervenir sobre éste a fin de modificarlo en relación 
a los intereses de los hombres a través del trabajo. Al espacio que surge tras esta 
intervención se le llama <espacio producido>. Entonces la relación espacio geográfico-
espacio social es de mutua correspondencia y constante interacción. 
Podemos, de esta forma, considerar como una dimensión del espacio social “al 
espacio geográfico transformado que resulta de la actuación del hombre y de la sociedad 
 
13 Sánchez, Joan-Eugeni. Espacio, Economía y Sociedad.pp.5
14 Ibidem.pp.3
20
sobre el medio físico, al incidir en él y al manipular sus leyes naturales propias. Por ello, el 
espacio social en un territorio concreto cambiará con el tiempo, según sean los procesos 
históricos a que se haya sometido y la estructura social que en cada momento estuviese 
asentada en él.”15
Al decir que el hombre se apropia y transforma según sus intereses el espacio físico 
nos adentramos en otro aspecto del espacio que aquí nos interesa: el espacio como 
territorio. 
Ahora, a manera de paréntesis, precisamos que formar parte de una sociedad y ser 
partícipe de estos procesos de diferenciación territorial respecto de los otros no puede ser 
entendida sin el tema de identidad y cultura pero, debido a que estos aspectos son motivo 
de otro capítulo aquí no profundizaremos en la mayoría de los elementos que los 
conforman, sino se indicará cómo se expresan en la dimensión espacial.
Entonces para la territorialización es necesaria la apropiación, la valoración y 
también la delimitación16 del espacio. “El territorio sería el espacio apropiado y valorizado
–simbólica e instrumentalmente- por los grupos humanos.”17
Siendo estas dos las premisas que permiten a una sociedad delimitar su territorio 
respecto a los otros o, como diría Edward T. Hall, ‘...una extensión de espacio que defiende 
contra los miembros de su propia especie’.
Por un lado, la apropiación instrumental está íntimamente ligada con los intereses 
que algún grupo fija en una extensión de espacio físico, en relación a las posibilidades 
económicas o geopolíticas que en él pueda encontrar. Digamos que en este sentido es 
trabajo, subsistencia, delimitación político-administrativa, área de comercio o barrio, etc.
Por otro lado, la apropiación y valoración simbólica nos ancla a un territorio 
específico por medio de representaciones significativas y emotivas que nos hacen ser parte 
de una sociedad y su cultura. Profundizaremos más sobre este aspecto en el siguiente 
apartado pues es tema de fundamental importancia para el problema a indagar.
En realidad, lo que nos interesa subrayar acerca de la existencia de un territorio 
socialmente construido es la dualidad que lo crea, las dimensiones tangible e intangible que 
lo componen así como el valor que reviste para un grupo específico. “El territorio es en 
 
15Ibidem. p.65
16 Ver: Giménez Montiel, Gilberto. Territorio, cultura e identidades. La región socio-cultural.
17 Cita de Raffestin, 1980: 129 y ss. En el texto de Gilberto Giménez arriba mencionado.
21
todos sentidos de la palabra una prolongación del organismo, marcado por señales visuales, 
vocales y olfativas. El hombre ha creado prolongaciones materiales de la territorialidad, así 
como señaladores territoriales visibles e invisibles.”18
Otro aspecto relevante, para nuestros fines, acerca del territorio son las distinciones 
de las que echamos mano para identificar a qué lugar pertenecemos, dónde volcamos 
nuestra identidad socio-territorial, cuál es el sitio donde se entrelazan las dimensiones de lo 
visible y lo invisible. Siguiendo la cita que realiza Gilberto Giménez de Hoerner, podemos 
decir que la percepción nos permite clasificar el territorio de dos formas: los territorios 
próximos o identitarios como el pueblo, el barrio, la colonia la ciudad, etc.; y los territorios 
vastos como el Estado-nación, los de los conjuntos supranacionales y los territorios de la 
“globalización”. Donde la región es “la bisagra o punto de conjunción entre ambos”. En la 
realidad entonces, todos ellos se encuentran imbricados, siendo el territorio identitario de 
particular interés para nosotros. Éste se caracterizaría “por el papel primordial de la 
vivencia y del marco natural inmediato (piedemontes, valles y colinas), juntamente con la 
posibilidad de desplazamientos frecuentes, si no cotidianos. Serían a la vez espacios de 
sociabilidad cuasicomunitaria”-agregaríamos nosotros comunitaria también- “y refugios 
frente a las agresiones externas de todo tipo.”19
Entonces, puede contemplarse como complemento del territorio próximo la 
pertenencia socio-territorial. “La pertenencia socio-territorial designa el status de 
pertenencia a una colectividad (por lo general tipo gemeinschaft) caracterizada 
prevalentemente en sentido territorial, es decir, en el sentido de que la dimensión territorial 
caracteriza de modo relevante la estructura misma de la colectividad y de los papeles 
asumidos por los actores.”20
Retomamos esta noción pues, en el caso de una comunidad rural como la que se 
pretende investigar, el trabajo relacionado con la tierra y los papeles y funciones 
desempeñados dentro de la división del trabajo, estrechamente vinculados son el entorno 
natural y la estructuración territorial, son determinantes en la construcción espacio-
temporal de la vida cotidiana.
 
18 Hall, Edward Twitchell. La dimensión oculta. pp.127
19 Giménez, Gilberto.Op.Cit. pp. 26 
20 Ibidem. pp.31
22
Para terminar, pues comienza a dificultarse hablar de territorio sin profundizar en su 
complemento simbólico, queremos dejar claro que éstas articulaciones espaciales, en su 
expresión territorial, son en términos de lo cotidiano la posibilidad de actuación y 
movilidad que moldean nuestros “territorios de vida” individuales y colectivos. “El 
territorio se construye a través de las prácticas, las estrategias, las percepciones y las 
maneras de leer el espacio que tienen los miembros del grupo que lo construyen...un 
denominador común. El territorio está así conformado por las relaciones directas con el 
espacio, enfocadas en todas sus dimensiones.”21
El territorio aquí planteado comprendería entonces: el espacio socialmente valorado, 
apropiado y producido; en su dualidad constitutiva: natural-social, instrumental y 
simbólico, perceptible e imperceptible; como territorio próximo, regional y vasto, siendo la 
estructuración del territorio determinante en la vivencia del espacio; y finalmente, el 
espacio territorial de la vida cotidiana, aquel que nos permite el alejamiento y la 
proximidad, a través de la movilidad, con nuestra comunidad y la vida social que involucra.
El espacio en su dimensión simbólica
Para las diversas maneras que tienen los grupos humanos, sociedades, de 
aproximarse al espacio y transformarlo en ‘espacio simbólico’ existen también distintas 
formas de hacerlo, es decir, se manifiesta en múltiples campos del quehacer social. 
Como se dijo ya tanto espacio simbólico como territorial son la dualidad que nos 
permite construir el espacio de la cotidianidad que utilizaremos, y al igual que no podemos 
comprender al tiempo sin el espacio, no podemos comprender al espacio territorial sin el 
simbólico en su constante diálogo y complementariedad. Al igual que el territorio, el 
espacio simbólico es dual, es tangible e intangible, lo encontramos en un monte o en la 
evocación de éste, en la plaza o en la emoción que encuentro al cruzarla, el hecho es que lo 
vivo y lo encuentro.
Esto evidencia que el espacio se encuentra para la sociedad y los individuos 
matizado por imágenes almacenadas en sus memorias, que se expresan y conviven en el 
 
21 Canaval Cristiani, Beatriz y José Joaquín Flores Félix. La Montaña de Guerrero, México: regionalización y 
estrategias de sobrevivencia en el medio indígena. Pp.114.
23
marco de la vida cotidiana, “...la percepción del espacio depende en gran medida de la 
memoria histórica de sus habitantes”. El espacio social e individual así como algunos 
elementos que contienen presentan así referentes compartidos, objetivados.
La definición del espacio simbólico, en un primer momento, proviene en parte de la 
memoria de la colectividad a la cual los individuos se adscriben y por tanto reproducen. Es 
decir, es la pertenencia a una sociedad y su cultura la que nos habilita interpretativamente 
para lograr nuestros acercamientos con el espacio. “...la cultura hace existir una 
colectividad en la medida que constituye su memoria, contribuye a cohesionar sus actores y 
permite legitimar sus acciones. Lo que equivale a decir que la cultura es a la vez 
socialmente determinada y determinante, a la vez estructurada y estructurante.” 22 De esta 
manera estamos hablando de la existencia de los espacios histórico-culturales, de los 
‘territorios tatuados de historia’.
Al ser la cultura transmitida a los sujetos son también, por medio de ella, 
transmitidos los ‘sitios de memoria’, parte de su contenido, que se encuentran dentro de la 
identidad articulando la noción de continuidad y la idea de totalidad. “La constancia del 
lugar es una base formidable para establecer un fuerte sentido de igualdad. -..-Como 
resultado, constituyen un fiable locus de memorias y generalmente sirve como el mayor 
foci de la nostalgia personal así como grupal. En proveernos con algún sentido de 
permanencia, ayudan a promover el mayor tranquilizador conservador de la ilusión de que 
nada de lo fundamental ha cambiado realmente. La constancia de un lugar también nos 
permite “ver” virtualmente la gente que una vez ocupó el espacio que nosotros ocupamos 
ahora. De hecho, el lugar juega un rol mayor en la retórica de la identidad...”23 
Los lugares marcados por la memoria colectiva son aquellos donde es posible el 
contacto con quienes alguna vez estuvieron, los ausentes, con nuestra historia, con la 
herencia y a la vez, ellos encontrarnos a nosotros. “Los <lugares de memoria> colectivos se 
supone que son capaces de concentrar un conjunto de significaciones válidas para un 
número importante de personas-...-Los lugares de memoria se inscriben en la historia, esta 
 
22 Giménez, Gilberto. Op.Cit. Citando a Bassand, 1981. Pp. 28
23 Zerubavel, Eviatar. Mapas del tiempo. Memoria colectiva y la forma social del pasado. Traducción propia. 
pp. 41-42. 
24
es la forma de oficializar las memorias colectivas.”24 Son espacios de memoria colectiva la 
iglesia y el panteón, la plaza y el cerro o quizás la cantina y la estación, los lugares que en 
la cotidianidad están ahí y estuvieron desde mucho tiempo antes que los notáramos. 
También parte de ésta espacialización histórico-cultural es el uso de estos lugares 
con actividades y prácticas sociales que por un momento hacen de un sitio contenedor de lo 
que somos, de lo que portamos como partícipes de una colectividad. Nos referimos a los 
espacios que son significativos porque es en ellos donde festejamos nuestra identidad, 
donde bailamos a nuestros ancestros, donde ritualizamos nuestras vidas. “Conmemorar, no 
es sólo la existencia de un evento pasado, real o mítico, sino también volver a conferirle a 
un lugar el peso otorgado a dicho acontecimiento en el relato que constituye la historia de 
una colectividad.”25
Asimismo, los lugares significativos son lo que son pues producen en nosotros una 
sensación. La emotividad de un espacio está vinculada también a <estructuras culturales 
asociadas con emociones particulares>26. Es decir, al apropiarnos de los lugares de 
memoria de la cultura de la cual formamos parte es por medio de ésta también que nos son 
transmitidas algunas de las sensaciones o emociones que debemos sentir al estar ahí. No 
pretendemos con esto ser deterministas, sino simplemente apuntar que la memoria colectiva 
es, en términos sensitivos, el referente primordial cuando hablamos sobre lugares de 
memoria colectiva. “...la naturaleza social de la memoria humana es evidentemente no sólo 
en el contenido actual de nuestros recuerdos sino también en la manera que están 
mentalmente empacados. Después de todo, recordar involucra más que solo recordar los 
hechos, varios filtros mentales que son bastante independientes de esos hechos afectan sin 
embargo la manera que los procesamos en nuestra mente.”27 Como ejemplo de esto 
podemos mencionar la conmemoración de una batalla en nuestra plaza en la que, dicen, 
murieron gran parte de los antiguos habitantes de nuestro pueblo. Entonces el sentimiento 
trágico, la tristeza o el enojo son algunas de las sensaciones que están presentes, y 
estuvieron, cuando este fatídico suceso aconteció. Así, nuestro lugar de memoria colectiva 
 
24 Javeau, Calude. Lugares de memoria individuales y estructuración de las interacciones: acerca de los 
síndromes de Lamartine y Proust. En Del Campo de la vida cotidiana y su espacio-temporalidad. 2000.
Pp.174
25 Ibidem. pp.174. 
26 Geertz, Clifford. Reflexiones antropológicas sobre temas filosóficos. Es una cita que realiza acerca de un 
texto de Rosaldo que habla sobre la constitución cultural de la emoción. Pp.201
27 Zerubavel, Eviatar. Op. Cit. Pp.4
25
estará por mucho tiempo recordado y ambientado con la manera particular en que 
procesamos este conjunto de sensaciones en nuestracomunidad, orientando así nuestro 
sentir acerca de ese espacio.
A lo que queremos llegar con esto es a puntualizar que un espacio significativo, 
espacio vivido para quienes ahí estuvieron, está cargado también de emociones, no es sólo 
un lugar de tránsito o festejo si no estar ahí produce algo en nosotros, nos hace sentir algo. 
En términos de la colectividad ese algo está vinculado a la manera como lo recordamos, lo 
‘empacamos mentalmente’. Al hablar de sensaciones y emociones estamos llegando al 
nivel del sujeto, es decir, quien siente es el individuo. 
Hemos hablado del espacio histórico-cultural marcado simbólicamente para la 
colectividad, pero el espacio es también significativo para el individuo según su 
experiencia. Sabemos que el sujeto no vive de ninguna manera vinculado únicamente con la 
vida de su comunidad, sino experimenta ésta simultáneamente a su vida íntima, personal. 
Entonces, el espacio para el sujeto presenta también marcas personales, vivenciales.
“Para el actor, las situaciones, <arenas físicas> (Goffman, 1979) que sirven de 
localización y de escenario a las situaciones vividas, construyen <marcas> en el recorrido 
de la existencia cotidiana.-...-Puede ocurrir, sin embargo, que un lugar de paso rutinario, se 
encuentre repentinamente cargado de una <fuerza de evocación> especial por que sirvió de 
escenario a un evento connotado en la vida personal del actor.”28 Entonces es la situación 
vivida en éste espacio, ahora en el recuerdo, lo que produce una sensación completamente 
subjetiva y por tanto difícilmente expresable. Todos tenemos nuestros lugares de memoria 
<indexicales>, aquellos que trascienden las palabras, los que han marcado nuestro recorrido 
biográfico, los que significan. La indexicalidad que reviste un lugar puede ser individual o 
colectiva, no a la manera de un lugar de memoria histórico-cultural pues éste es 
significativo para un número mayor de personas.
La importancia de los lugares de memorias indexicales en el marco de la vida 
cotidiana, el segmento de realidad que nos interesa, se encuentra vinculado a que su 
existencia es parte de la estructuración mental que poseemos del espacio y por tanto 
 
28 Javeau, Claude. Op. Cit. El autor llama a estos espacios como lugares de memoria indexicales atendiendo 
al sentido que Harold Garfinkel le dio al término <indexical>. “...se refiere al carácter incompleto de las 
palabras que sólo adquieren su sentido integral en el contexto de producción. En otros términos, la 
indexicalidad implica que cada palabra pronunciada tiene un sentido transituacional y otro situacional.” Pp. 
172.
26
interviene en la manera que nos desenvolvemos en él. “Como los escenarios cotidianos, los 
lugares de memoria indexicales, contribuyen a estructurar las interacciones, es decir, a 
organizar encuentros y a orientar el desarrollo de los mismos.”29
Podemos ahora hacer un recuento sobre las distintas acepciones que le damos al 
espacio en su dimensión simbólica. Creemos que el espacio tiene como base de su 
estructuración la historia acumulada en él, interpretada desde esquemas culturales que lo 
hacen significativo. Aprehendemos, como sujetos parte de una colectividad, el valor y las 
sensaciones que le otorgan sentido haciéndolos así nuestros. Un espacio simbólico, 
trasfondo o escenario de la cotidianidad marcado por la herencia, un fragmento de nuestro 
acervo de conocimiento. 
Asimismo, el espacio es para el sujeto parte de su experiencia. Como dijimos, la 
manera en que lo ha vivido reviste los lugares para él importantes con intimidad y 
significados personales.
Para terminar lo que nos importa subrayar es que el espacio simbólico es en unión 
con el espacio territorial, en términos de la cotidianidad, nuestro espacio de vida. Una 
manera de definirlo que nos puede ayudar con la dilucidación que aquí hemos hecho es que 
“El espacio de vida puede ser visto como un grupo de lugares frecuentados por un grupo 
social o por un individuo, en los cuales el individuo o el grupo se sienten parte de ese 
espacio, se genera un sentido de pertenencia.” 30 Entonces la importancia del espacio de 
vida para nosotros radica justo en eso, en que te sientes parte de él y lo haces parte de ti por 
medio de las distintas estrategias que hemos mencionado. 
Hasta aquí nos hemos encargado de construir el espacio en su dualidad, territorial y 
simbólico, que nos permite definir cómo entendemos el espacio de la cotidianidad. Pues 
bien, es hora de aproximarnos al tiempo. 
 
29 Ibidem. pp.180
30 Lindón, Villoria Alicia. Op. Cit. 1999. pp. 160.
27
II
El Tiempo
Hablar de tiempo conlleva bastantes más problemas que hablar de espacio debido a 
su absoluta intangibilidad. Innegablemente todos somos testigos de la existencia de ese 
<algo> que llamamos Tiempo, diversas son las caras y vivencias que de él tenemos, 
algunas veces aliado, otras enemigo, compañero, algunas tantas verdugo, es una presencia 
que pareciera trascendernos. 
Sin embargo, el objetivo aquí es delimitar cómo pensamos que el tiempo es una 
construcción social, cómo se entiende el tiempo en el contexto de la cotidianidad, así 
también discernir algunos de los diversos niveles temporales imbricados en nuestra 
experiencia y, finalmente en esta investigación. 
Siendo así, importa realizar una precisión antes de comenzar la construcción de la 
idea que aquí se utiliza acerca de la existencia del tiempo. Creemos pues que el tiempo, 
antes que nada, es algo inherente a la naturaleza, es decir, los hombres al ser parte de ella 
somos parte también de su transcurso temporal, retomando a Elias, la premisa necesaria 
para comprender el tiempo: “no se trata del <hombre> y la <naturaleza>, como hechos 
separados, sino del <hombre en la naturaleza>”31, enunciado que remite a la idea de 
coprocesualidad y coexistencia de lo natural y lo social, del mundo natural y el humano. 
“En realidad al operar con el tiempo, siempre están en juego hombres en su entorno, esto 
es, procesos sociales al mismo tiempo que físicos.”32
De manera similar a nuestro punto de partida con relación al espacio, entendemos 
que los grupos humanos, las sociedades, no son de forma alguna independientes del 
contexto natural dentro del cual desarrollan su actividad, y por tanto parece a nuestros ojos 
imposible no mencionar este dato cuando tratamos de identificar cómo se expresa esta 
relación en las construcciones temporales. 
Siguiendo también a Elias, creemos que las nociones de tiempo, las que dan forma a 
nuestra percepción de éste, son parte del acervo mínimo de conocimiento acumulado que 
 
31 Elias, Norbert. Sobre el tiempo, FCE, México 2000. pp.18
32 Ibidem. pp. 19
28
poseemos como miembros de una sociedad, y al igual que con el espacio, se encuentra 
permeada por él. “...hay hechos que son perceptibles como tales en el devenir sucesivo, esto 
es, en el tiempo y el espacio, sin que los sujetos perceptores sean conscientes del carácter 
simbólico del tiempo y el espacio. Como no tienen consciencia de ello, les pasa por alto que 
una síntesis consciente de hombres organizadores y aprendida es necesaria para percibir 
procesos sensibles desplegados en el tiempo y el espacio.”33 Podemos a partir de esta
perspectiva abordar las distintas dimensiones temporales que confluyen en la vida 
cotidiana. 
El tiempo social
Decíamos que el tiempo o la idea de éste en la actualidad dominante, nos hace 
pensar en la existencia de un tiempo homogéneo, cuantitativo y objetivo dentro del cual se 
desarrollan todos los procesos inherentes a la vida social. Aparentemente nos encontramos 
dentro del flujo constante de un tiempo que nos rebasa, del cual no somos dueños, un 
tiempo inamovible que siempre ha estado ahí y nunca dejará de estar. Digamos que nos 
enfrentamos a un tiempo ‘objetivado’,a la manera de Simmel34, nuestra propia creación del 
tiempo nos ha despojado de nuestra capacidad de recrearlo. 
Pero, la realidad nos muestra la presencia de diversos niveles temporales que 
interactúan en su devenir, todos ellos creaciones sociales, todos ellos tiempo, todos ellos 
nuestros. Lo que nos interesa aclarar ahora es ¿cómo es que el tiempo es tiempo social? 
Más allá del transcurso temporal de la naturaleza en el cual estamos inmersos, los 
hombres tenemos la capacidad de producir nuestro mundo por medio del pensamiento y de 
esta forma crear nuestra propia noción de tiempo, moldeada por rasgos culturales y de 
creación de conocimiento, que la hacen de alguna manera funcional y significativa para la 
organización social de la cual formamos parte. Asistimos de esta forma a una multiplicidad 
de tiempos mentales, conceptuales, presentes en el mundo social.
 
33 Ibidem. pp.45
34 El autor lo menciona en relación al dinero en su texto Filosofía del dinero, donde la modernidad intensifica 
la separación entre el creador (el sujeto) y su creación (en este caso el dinero), por medio de marcos 
valorativos culturales que distancian el sujeto del objeto, haciendo parecer a éste independiente de quienes lo 
han creado.
29
Asimismo, estamos en un mundo que se constituye por medio de la interacción, 
donde el contacto con los otros produce una dimensión social de la experiencia temporal. 
Es a partir de ella que podemos hablar de ritmos sociales, estructurados en relación al 
constante diálogo con la otredad, con los procesos que se generar debido a la interacción, 
tan dinámicos como ella.
Para dejarlo más claro, en palabras de Nowotny: “El término <tiempo social> hace 
alusión a la experiencia del tiempo interpersonal producto de la interacción social, tanto en 
el plano de la conducta, como en el plano simbólico. Según su naturaleza comunitaria, las 
diferentes sociedades y grupos dentro de las sociedades crean unas formas variables y 
específicas del tiempo social. Los procesos sociales ocultos, a través de los cuales se 
generan las formas del tiempo social, los define la literatura como <estructuración del 
tiempo>.”35
Entonces lo que importa enfatizar es justo que cada grupo social, cada comunidad, 
es creadora de sus tiempos, simbólicos y empíricos, de su organización temporal particular; 
que el tiempo es heterogéneo y que en términos de su concepción, existe gracias a que 
alguien lo percibe, lo nombra y le da contenido; y que es a partir de la interacción que se 
vuelve posible la abstracción del tiempo y es también a partir de ella que se vive el mismo. 
No descartamos, por todo lo dicho anteriormente, que el tiempo que vivimos en la 
actualidad es también marcado y en gran medida referido al tiempo cuantitativo, el del 
calendario y las horas también creaciones sociales, lo que no aceptamos es su dominio 
sobre las otras construcciones temporales presentes en la vida social.
Planteado en estos términos, nos queda un vasto campo de discusión acerca de las 
diversas modalidades del tiempo social que no profundizaré debido a la complejidad que 
representa. Menciono pues su existencia y la distingo de aquellas concepciones 
totalizadoras y homogeneizadoras del tiempo y le confiero, para nuestros fines, la 
naturaleza social que lo crea. Atiendo también a su dinámica dentro del mundo social y por 
tanto, al constante diálogo entre sus principales dimensiones constitutivas. “Visto de otra 
forma, la dialéctica temporal atañe a la relación entre sucesión y duración, entre lo interno y 
lo externo, entre lo móvil y lo inmóvil, entre lo permanente y lo fugitivo. Estos distintos 
 
35 Nowotny, H. Estructuración y medición del tiempo: sobre la interrelación entre los instrumentos de 
medición del tiempo y el tiempo social. En Ramos, Ramón. 1992. Pp.135
30
criterios atañen a la relación antes-después y a la espesura del presente, con sus múltiples 
pasados y futuros, por cuanto es el presente el territorio temporal en el que se articulan los 
distintos modos de estas cuatro modalidades dialécticas.”36
Hablar de tiempo social involucra hablar también de las dimensiones conceptuales, 
particulares, que le dan contenido tales como: el pasado, el futuro y el presente; así como de 
memoria, proyección y vivencia. Todas ellas, y sus relaciones, nos interesan pues 
confluyen en aquella otra modalidad de la temporalidad que nos ocupa, la cotidianidad. 
Entonces todos los apartados subsecuentes tienen como punto de referencia el tiempo como 
construcción social y se encuentran pues referidos a él, implícita o explícitamente.
Los tiempos de la cotidianidad
La especificidad del tiempo social, como ya se dijo, está estrechamente vinculada al 
contenido simbólico que a esta noción se le atribuye, así como a la experiencia del mismo 
a través de la interacción. La vida en común legitima o pone en duda constantemente el 
valor y contenido que reviste el tiempo de todos. “...los sistemas de cómputo temporal 
reflejan las actividades sociales del grupo. Sus fuentes de iniciación son colectivas; su 
continuada observancia es demandada por necesidades sociales. Surgen del círculo de la 
vida grupal, están ampliamente determinados por la rutina de las actividades religiosas y el 
orden diario de las actividades, son perpetuados por las necesidades de coordinación social 
y son esencialmente un producto de la interacción social.”37
El tiempo y sus herramientas son funcionales a la estructura social a la que 
pertenecemos. Tener noción de ellos, haberlos aprehendido, es parte de nuestra constitución 
como seres sociales. Funcionan como símbolos comunicativos; medios de orientación; 
como reguladores de la conducta y sensibilidad humanas; como construcciones sociales de 
 
36 Valencia, García Guadalupe. El tiempo social y sus formas: una aproximación. Pp.106-107.
37 Sorokin, Pitrim A. Y Robert K. Merton. El tiempo social, un análisis metodológico y funcional. En Ramos, 
Ramón. 1992. Pp.78
31
alto nivel de abstracción, de las que no tenemos conciencia aparente; y finalmente en un 
plano superior de reflexión, tomamos conciencia de ellos.38
Siendo así, queda claro que la presencia de un tiempo socialmente construido 
responde a las necesidades que cada comunidad tiene para la organización de su vida, por 
tanto, es en el marco de la vida cotidiana que encontramos claramente la articulación de los 
distintos niveles que lo componen, donde se recrea o modifica. “La vida social del grupo se 
refleja en las expresiones temporales. Los nombres de los días, meses, estaciones e incluso 
los años los fija el ritmo de la vida colectiva. La homogeneidad de los latidos sociales y las 
pulsaciones de actividades hacen innecesarios los marcos astronómicos de referencia. Cada 
grupo, con su nexo íntimo con un ritmo de actividades común y entendido al unísono, fija 
su tiempo para acoplarse al círculo de su conducta.”39
Entonces podemos afirmar que el tiempo de la vida cotidiana es el tiempo presente, 
el de la experiencia. Nos adentramos en otro ámbito de la discusión sobre el tiempo social, 
es decir, cómo se construyen las relaciones entre las distintas dimensiones que en ella 
confluyen, o sea, entre presente, pasado y futuro. 
Para acercarnos a la discusión retomamos la propuesta de Luhmann, quien dice: 
“...propongo definir el tiempo como la interpretación de la realidad con respecto a la 
diferencia entre el pasado y el futuro. Esta definición presupone, desde luego, que la vida 
cotidiana proporciona la experiencia del cambio y contiene en sí misma el punto de partida 
para su propia <temporalización> (<timing>).40” Por lo pronto profundizaremos 
únicamente en la articulación entre pasado, presente y futuro y posteriormente, en otro 
apartado retomamos el tema del cambio. 
Decíamos quees el presente el tiempo de la cotidianidad y que es a partir de él que 
interpretamos nuestro pasado y construimos un futuro. Con esto queremos decir que nuestra 
posición en el presente determina en diversos sentidos por un lado, la manera en que 
utilizamos nuestra memoria, recordamos, el pasado; y por otro, la proyección que hacemos 
de nosotros en el horizonte, el futuro. “Significa esto concebir tanto el futuro como el 
 
38 Elias, Norbert. Ibidem. pp.43-45
39 Sorokin, Pitrim A. Y Robert K. Merton. Op. Cit. pp.77
40 Por temporalización Luhmann entiende la relevancia de todas las relaciones temporales entre pasado y 
futuro que inherentes al presente (la vida cotidiana), donde movimiento y tiempo (culturalmente constituido, 
significativo) son una dualidad que permite profundizar en el análisis de los distintos tiempos. Luhmann, 
Niklas. El futuro no puede empezar: estructuras temporales en la sociedad moderna. En Ramos Torre, 
Ramón. 1992. 
32
pasado como horizontes del presente. El presente, pues, adquiere un estatus especial gracias 
a su función de integrar el tiempo y la realidad y representar un conjunto de constricciones 
de cara a la integración temporal del futuro y el pasado.”41 Atendiendo a esto, no negamos 
que existe la conciencia histórica como parte del cúmulo de conocimiento social que 
poseemos, sino por el contrario precisamos que las diversas formas de memoria u olvido se 
vean de cierta forma modeladas desde el punto en que la miramos, el presente. 
“...en el paso el condicionamiento de eso que está teniendo lugar por eso que ha 
tenido lugar, del presente por el pasado, está ahí. El pasado en ese sentido está en el 
presente; y, en lo que llamamos experiencia consciente, su presencia está exhibida en la 
memoria, y en el aparato histórico que extiende la memoria, como esa parte de la naturaleza 
condicionante del paso que se refleja dentro de la experiencia del individuo orgánico.” 42
Establecemos así la relación entre presente y pasado como necesaria y parte fundamental de 
la construcción temporal del mundo, en constante diálogo y reconstrucción.
Por otro lado, el futuro no es más que un proceso mental que hace uso de las 
herramientas conceptuales presentes en nuestra conciencia, sin demeritarlo coincidimos con 
Luhmann y su afirmación de que ‘el futuro no puede empezar’.La construcción de una 
proyección mental hacia lo desconocido tiene como trasfondo la incertidumbre de su 
acontecer, es decir, estructurar una idea de aquello que puede ser es un ejercicio mental sin 
certeza alguna en su materialización, como señala este autor: “La característica esencial de 
un horizonte es que no podamos nunca tocarlo, alcanzarlo, sobrepasarlo, aunque, a pesar de 
ello, contribuya a la definición de la situación. Cualquier movimiento o cualquier operación 
mental se limita a cambiar el horizonte en cuestión, sin alcanzarlo nunca.”43 
La relación entre pasado y futuro, entonces se encuentra mediada por el presente en 
su constante devenir. Ambas son dimensiones temporales en constante movimiento y 
reconstrucción debido a la dinámica y acontecimientos que ocurren en el presente. Nuestro 
plano temporal mental, que incluye las tres dimensiones, no es algo estático y estable sino, 
se desdibuja y reescribe constantemente. 
“Los pasados y futuros a los cuales nos referimos se extienden más allá de estas 
relaciones contiguas en el paso. Los extendemos hacia fuera en la memoria y la historia, en 
 
41 Ibidem. pp. 170
42 Mead, Herbert George. La Filosofía del presente. Pp. 17
43 Luhmann, Niklas. Op. cit. Pp.170
33
la anticipación y el pronóstico. Son prominentemente el campo de la ideación, y encuentran 
su locus en lo que es llamado mente. Mientras están en el presente, se refieren a eso que no 
está en ese presente, como está indicado por su relación al pasado y futuro. Refieren más 
allá de sí mismos y fuera de esta referencia se levanta su naturaleza representacional.-...-En 
otras palabras su situación involucra un ajuste mirando hacia atrás en un pasado, y 
selectividad sensitiva mirando hacia adelante en el futuro.” 44
Vinculamos así esta idea de <temporalización> con el tiempo social diciendo que 
presente, pasado y futuro son parte de él, y que a su vez éstos presentan características que 
les son proveídas por la especificidad de la sociedad en la que surgen.
Lo que importa de esta articulación temporal para la investigación, es la manera en 
que se modifica la construcción temporal instituida para un grupo tras la llegada de un 
acontecimiento, en este caso, la migración. Como se ha dicho esto es motivo de otro 
apartado, pero se vuelve inevitable mencionarlo ahora.
Decíamos pues que es en el devenir de la vida cotidiana donde concurren todas las 
formaciones temporales. La convivencia de distintos tiempos se evidencia no sólo en 
términos simbólicos sino también empíricos. Así, llegamos a otro aspecto del tiempo en la 
cotidianidad, su composición rítmica, empírica. La multiplicidad de concepciones 
temporales se expresa también en la multiplicidad de tiempos vivenciales.
“La organización rítmica del tiempo cotidiano es, en cierto sentido, lo más personal, 
lo más interior. También es lo más exterior... No se trata ni de una ilusión, ni de una 
ideología, sino de una realidad. Los ritmos adquiridos son, al mismo tiempo, interiores y 
sociales.”45 La relevancia de la presencia de un ritmo en la experiencia temporal radica 
justo en eso, en que es la vivencia simultánea de la temporalidad, la propia y la ajena. La 
vida en común construye su propio ritmo, que atañe a quienes en él se incluyen de manera 
diferenciada, desde distintas trincheras, pero que le dan contenido y densidad al tiempo 
compartido, al común. 
“Para que haya ritmo, tiene que aparecer en el movimiento tiempos fuertes y 
tiempos débiles que se repitan de acuerdo con una regla o ley –tiempos largos y breves, 
repetidos de forma reconocible-, paradas, silencios, suspensiones, repeticiones e intervalos; 
 
44 Mead, Herbert George. Op. Cit. Pp. 24.
45 Lefebvre, Henri y Catherine Régulier. El proyecto ritmoanalítico. en Ramos, Ramón. 1992. pp.265
34
con regularidad. El ritmo supone, pues, un tiempo diferenciado, una duración 
cualificada.”46
Así, es la experiencia de la vida cotidiana un ‘campo polirrítmico’ donde conviven 
ritmos naturales, individuales y sociales; donde la repetición y el devenir constituyen la 
dualidad de su especificidad que permite ver la articulación de todos ellos dentro de una 
misma tesitura, dentro de los marcos de su tiempo social.
En el aspecto vivencial, me interesa enfatizar que es el tiempo, bajo las acepciones 
aquí utilizadas, compartido con otros lo que nos permite involucrar el aspecto sensible de la 
experiencia temporal. “Los ritmos sociales, además, coadyuvan a la creación de un presente 
común mediante la sincronización entre los presentes comunes de los grupos que 
comparten una ‘organización rítmica’. El ritmo es repetición y variación, multiplicidad 
heterogénea, relación de duraciones y de intensidades.”47
Compartir el presente con las personas presentes también, nos permite establecer 
vínculos y relaciones emocionales que trascienden la experiencia actual. Ser parte de un 
grupo que vivencialmente se encuentra situado en los mismos espacios y participando de 
los mismos tiempos favorece el fortalecimiento o la destrucción, de los lazos sensibles que 
nos unen, así como la estructuración de relaciones con alto contenido afectivo que de 
alguna manera en ellos se producen. Podríamos describir pues como otro aspecto de la 
cotidianidad a la dimensión sensible que en ella se ve involucrada. 
Para terminar, esperando que hayan quedado claros los aspectos temporales hasta 
aquí abordados, queda decir que la importancia de todos ellos,

Continuar navegando