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La-produccion-del-espacio-como-riesgo--Ciudad-de-Mexicali

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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
Este viaje no hubiera sido posible sin la generosa contribución de diversas 
personas que intervinieron en las distintas fases del recorrido, a todas ellas agradezco el 
interés, el esfuerzo y sobre todo, la paciencia depositada a favor de este proyecto. 
A mis tutoras Georgina Calderón, Rosa Imelda Rojas y Nicole Diesbach, 
agradezco su gentileza de zarpar conmigo y acompañarme durante todo el trayecto de 
este arduo viaje con las mejores provisiones en las alforjas. Gracias Georgina por 
invitarme a bogar en aguas profundas; Nicole, muchas gracias por traer las estrellas; 
gracias Rosa por no olvidar el camino de regreso. 
De manera muy especial deseo agradecer a Fabiola Denegri por hacerse de los 
remos entre pairos y derivas para impulsar esta aventura académica hacia su oportuno 
término. A Enrique Priego, por su amable inteligencia de navegante sabio. 
Mi gratitud para Edward Sadalla, Guillermo Álvarez, Efrain León, Juan Manuel 
Rodríguez y Norma Fimbres por sus oportunas y valiosas indicaciones. A Lupita Valadez, 
Mónica Ochoa y Juanita por proveer los mapas, las soluciones y los libros, pero sobre 
todo, por su cautelosa vigilia del arribo de regreso. 
Agradezco a quienes proporcionaron los medios para que esta travesía se llevara 
a cabo: al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por el apoyo económico brindado; al 
Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California por 
las facilidades otorgadas; y a la Facultad de Filosofía y Letras e Instituto de Geografía de 
la Universidad Nacional Autónoma de México por brindarme la oportunidad de formar 
parte del programa de doctorado. 
 
 
 
 
 
 
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A las García, por su inagotable magia 
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LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO COMO RIESGO: CIUDAD DE MEXICALI 
 
INDICE 
 
Introducción...................................................................................................................1 
I. LOS ESPACIOS DEL RIESGO DE DESASTRE ........................................................8 
I.1. El concepto de riesgo ..........................................................................................8 
I.1.1. Riesgo como probabilidad .............................................................................8 
I.1.2. Riesgo como exposición al peligro ................................................................9 
I.1.3.Riesgo como vulnerabilidad al peligro ..........................................................11 
I.1.4. Riesgo como construcción social ................................................................13 
I.2. La producción del espacio .................................................................................19 
I.2.1. El espacio-producto: las rugosidades..........................................................20 
I.2.2. Los momentos en la producción del espacio...............................................21 
I.2.3. Desarrollo geográfico desigual: oquedades en el oleaje del capital.............22 
I.3. Nota metodológica .............................................................................................28 
I.3.1. El modelo de presión y liberación................................................................29 
I.3.2. Los momentos del espacio..........................................................................30 
II. LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO-RIESGO: MEXICALI.........................................34 
II.1. Origen integrado a la economía de California ...................................................34 
II.1.1. Primer oleaje del capital: la agricultura .......................................................35 
II.1.2. La posguerra: ola de consumo y baja de precios del algodón ....................43 
II.1.3. Contracción del capital ...............................................................................51 
II.1.4. Inicios de la vulnerabilidad .........................................................................55 
II.2. Primeras medidas de integración al resto del país ............................................58 
II.2.1. El reparto agrario: desarrollo agrícola desigual ..........................................59 
II.2.2. La Segunda Guerra Mundial: expansión de la economía local ...................65 
II.2.3. Posguerra: contracción de la economía local .............................................70 
II.2.4. Un nuevo escenario de riesgo....................................................................73 
II.3. Nuevas medidas de integración al resto del país ..............................................76 
II.3.1. Segundo oleaje del capital: la industrialización fronteriza ...........................76 
II.3.2. Crecimiento urbano y planeación ...............................................................85 
II.3.3. Manifestaciones del riesgo.........................................................................92 
II.3.4. Algunos elementos de vulnerabilidad urbana .............................................97 
II.4. Reforzamiento de la vinculación de Mexicali al exterior......................................100 
II.4.1. Inicios de la apertura para el flujo de capital extranjero ............................100 
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II.4.2. Apertura plena: tercer oleaje del capital ...................................................108 
II.4.3. Contracción del capital .............................................................................115 
II.4.4. Nuevos elementos de vulnerabilidad urbana............................................119 
II.5. Reflexión sobre el espacio-riesgo de Mexicali.................................................123 
III. LAS DIMENSIONES DEL ESPACIO-RIESGO .................................................126 
III.1. El espacio material: espacio-producto............................................................127 
III.1.1. Subespacios-riesgo: traslape de condiciones inseguras..........................128 
III.2. La representación del espacio: espacio planeado en Mexicali .......................132 
III.2.1. El plan regulador de Mexicali ..................................................................134 
III.2.2. Plan de 1984 ...........................................................................................144 
III.2.3. Programa de 1993: inducción industrial...................................................149 
III.2.4. Programa de 1998: la planeación emergente ..........................................153 
III.2.5. Programa de 2005: la planeación “racional” ............................................164 
III.2.6. Planeación del espacio-riesgo: espacio planeado vs. espacio material ...166 
III.3. El espacio vivencial........................................................................................169 
III.3.1.Los que viven ahí .....................................................................................171 
III.3.2. Los sismos ..............................................................................................172 
III.3.3. Las inundaciones ....................................................................................182III.3.4. Vivencia del espacio-riesgo: espacio vivencial vs espacio material .........194 
III.4. El riesgo en los momentos del espacio ..........................................................196 
Conclusión general....................................................................................................199 
Referencias...............................................................................................................202 
Anexo 1. Relación de entrevistados en las zonas de Río Nuevo y Palaco de la ciudad 
de Mexicali ...............................................................................................................217 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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ÍNDICE DE FIGURAS 
 
Núm. Nombre. 
1. Mapa de la ciudad de Mexicali ................................................................................7 
2. Modelo de presión y liberación ..............................................................................29 
3. Esquema metodológico .........................................................................................31 
4. Traza original de Mexicali y cambios en el Río Nuevo y el ferrocarril por la 
inundación...................................................................................................................37 
5. Planos inclinados y flujo del agua en el delta del Río Colorado .............................38 
6. Secciones de Mexicali en 1928 .............................................................................47 
7. Distribución de fallas y centros de dispersión en el valle de Mexicali.....................49 
8. Elementos de presión y liberación en el periodo del origen de Mexicali integrado a 
la economía de California............................................................................................57 
9. Actividad sísmica en mayo de 1940 ......................................................................63 
10. Crecimiento urbano de Mexicali desde su origen hasta 1960................................72 
11. Elementos de presión y liberación en el periodo de inicios de la integración de 
Mexicali al resto del país .............................................................................................75 
12. Crecimiento de la ciudad de Mexicali hasta 1970 ..................................................87 
13. Zonificación 1973 ..................................................................................................89 
14. Zonificación 1977 ..................................................................................................89 
15. Crecimiento de la ciudad de Mexicali hasta 1980 ..................................................92 
16. Elementos de presión y liberación en el periodo de nuevas medidas de integración 
de Mexicali al resto del país ........................................................................................99 
17. Usos de suelo de la ciudad de Mexicali ...............................................................111 
18. Ubicación del proyecto del Río Nuevo en su primera etapa ................................112 
19. Talud en el bulevar Río Nuevo ............................................................................113 
20. Talud en el bulevar Río Nuevo ............................................................................113 
21. Radios de afectación de eventos industriales (1990-2000) y crecimiento urbano en 
Mexicali .....................................................................................................................119 
22. Elementos de presión y liberación en el periodo de desintegración de Mexicali al 
interior del país y vinculación al exterior ....................................................................122 
23. Fragilidad de la vivienda ante sismos..................................................................129 
24. Zonificación de inestabilidad de laderas ..............................................................129 
25. Frecuencia de inundaciones por colonia (1964-2005) .........................................130 
26. Frecuencia de emergencias químicas por colonia (1964-2005)...........................131 
27. Traslape de riesgos.............................................................................................132 
28. Ampliación del área urbana en 1973 ...................................................................137 
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29. Problemas ambientales a inicios de los ochenta .................................................141 
30. Zonas industriales propuestas para la reubicación de la Gasera y PEMEX.........152 
31. Localización de los Programas Parciales ............................................................162 
 
ÍNDICE DE TABLAS 
 
Núm. Nombre. 
1. Población en Mexicali (1930-1960)........................................................................67 
2. Evolución anual de maquiladoras en Baja California (1966-1983).........................82 
3. Programas federales destinados a la frontera norte de México .............................83 
4. Evolución de la población urbana en Mexicali (1950-1970) ...................................86 
5. Asentamientos informales (1960-1980) .................................................................88 
6. Inundaciones relevantes en Mexicali de 1960 a 1980............................................94 
7. Número anual de establecimientos maquiladores en Mexicali (1981-2000).........103 
8. Fraccionamientos populares en Mexicali (1989 y 1990) ......................................105 
 
ÍNDICE DE GRÁFICAS 
 
Núm. Nombre. 
1. Crecimiento demográfico vs. políticas y programas en Mexicali ............................68 
2. Número anual de empleados y establecimientos del sector maquilador en Mexicali 
(1995-2004)...............................................................................................................116 
 
 
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RESUMEN 
 
La presente investigación explora la génesis del riesgo de desastre desde la producción 
del espacio. En esta perspectiva se considera que los riesgos que se viven actualmente 
tienen un origen remoto y a partir de la lectura del espacio es posible develar el proceso 
en el cual éstos han sido creados. Para ello, se seleccionó como caso de estudio la 
ciudad de Mexicali, una ciudad fronteriza que nace en el territorio mexicano integrada a la 
economía estadounidense, y que por esta circunstancia, desde su origen ha estado sujeta 
a presiones demográficas y económicas intensas que confluyen en la producción de un 
espacio desigual, el cual se caracteriza por la presencia de subespacios frágiles ante el 
mosaico de peligros del lugar. Sin embargo, el riesgo construido no es necesariamente 
evidente para los habitantes urbanos, ni para los expertos encargados de orientar el 
desarrollo de la ciudad, presentándose invisibilidades que incrementan el riesgo de 
desastre. Por lo anterior, este trabajo tuvo como objetivos explorar el proceso de 
producción de la ciudad de Mexicali como riesgo y analizar la relación que guardan entre 
sí tres momentos espaciales: la planeación urbana (espacio concebido), la vivencia de la 
gente (espacio vivido) y el espacio material (espacio físico) resultante. Con este fin, se 
llevó a cabo una aproximación progresiva-regresiva que tomó como punto de partida la 
realidad presente y se trasladó al pasado para rastrear los procesos sociales, económicos 
y políticos que contribuyeron en la conformación del espacio como riesgo. En esta 
investigación se observó que, con el paso del tiempo, se generan desgastes u oquedades 
en el desarrollo del asentamiento humano, las cuales se materializan como vulnerabilidad 
ante los cambios bruscos del entorno, estas oquedades también se presentan en la 
relación que guardan las tres dimensiones espaciales, constituyéndose un escenario 
propiciopara la reproducción del espacio como riesgo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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 1
Introducción 
 
La presente investigación pretende contribuir desde la geografía a la discusión sobre la 
génesis del riesgo de desastre. Desde esta perspectiva se considera que los riesgos que 
vivimos actualmente tienen un origen remoto, y que a partir de la lectura del espacio es 
posible develar el proceso en el cual éstos han sido creados. 
Los desastres han sido tema de investigación durante varias décadas 
especialmente a partir de que Naciones Unidas, con la idea de promover la prevención en 
los países del mundo, declaró la década de los noventa el Decenio Internacional de 
Reducción de Desastres Naturales (DIRDN) y dirigió numerosos esfuerzos hacia el 
fortalecimiento de la protección civil y el manejo de desastres en los países del mundo. 
Décadas precedentes se caracterizaron por el predominio de las ciencias naturales y 
aplicadas en la descripción de los hechos desastrosos y el conocimiento de los procesos 
geofísicos apoyados en la concepción de los “desastres naturales” como sinónimos de 
“fuerzas extremas de la naturaleza”. Esta comprensión del desastre empezó a desviar su 
curso cuando, contrario a lo esperado, los años noventa se transformó en la década de 
amplificación de desastres –con el mayor número de sucesos y daños ocurridos hasta la 
fecha1– y el siglo veintiuno llegó acompañado del peor escenario mundial de riesgo de 
desastre2. 
La revisión de eventos y daños también ha mostrado que en las áreas urbanas es 
donde se presentan las mayores pérdidas materiales y humanas, como también, que los 
pequeños y medianos desastres contribuyen en una mayor proporción que los eventos 
catastróficos en estos perjuicios. Las ciudades son lugares propicios para la magnificación 
de los desastres porque en ellas se concentran gran cantidad de actividades productivas y 
tres cuartas partes de la población mundial, además existe la posibilidad de que se 
susciten encadenamientos de eventos naturales y químicos que multiplican las posibles 
formas de daño. 
 
1 Los desastres ocurridos en la década de los noventa triplicaron a los sucedidos en la década de los setenta. 
Para mayor información acerca de las estadísticas de desastres consultar: Guha-Sapir,D., Hargitt,D. & Hoyois, 
P. (2004). Thirty years of natural disasters 1974-2003: the numbers. Belgium: Presses universitaires de 
Louvain. Disponible en línea: http://www.emdat.be/Documents/Publications/publication_2004_emdat.pdf. 
2 Con el tsunami y terremoto ocurrido en Asia en el 2004, los huracanes en el Gran Caribe y Golfo de México 
en el 2005, los terremotos en Pakistán a finales del 2005, los sismos recientes en China e inundaciones en 
México, entre otros eventos, se muestra un incremento significativo en el número de desastres mundiales. 
Se estima que actualmente 75% de la población mundial se encuentra en situación de riesgo de desastre por 
fenómenos naturales y un porcentaje inferior por fenómenos químico-tecnológicos. Para mayor información 
sobre este tema consúltese: Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (2006). La reducción del 
riesgo de desastres: un llamado a la acción. @local.glob, (3):2-7. 
 
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 2
El ingreso de las ciencias sociales en la discusión del tema se lleva a cabo con el 
reconocimiento de que “los desastres son selectivos” pues si bien, éstos se manifiestan 
en todo el planeta, son los países con menores niveles de desarrollo quienes padecen las 
consecuencias más severas (el mayor porcentaje de pérdidas humanas por evento y 
pérdidas económicas muy superiores a su producto interno bruto), observándose que los 
hechos desastrosos destruyen los adelantos logrados por estos países conduciéndolos a 
un nivel cada vez más bajo de desarrollo3. 
De esta manera, los desastres son considerados “problemas no resueltos del 
desarrollo” y por lo tanto, su comprensión rebasa la simple lectura de la peligrosidad de 
los fenómenos naturales para insertarse en los procesos económicos, políticos y sociales 
que llevan a una sociedad a ser cada vez más vulnerable ante ellos. Uno de los trabajos 
más reveladores en este sentido es Interpretations of Calamity de Keneth Hewitt (1983) 
donde se hace una crítica profunda a la visión “fisicalista” preponderante y se propone 
una forma alternativa de estudiar el desastre, esto es, como un proceso social. 
El término vulnerabilidad representó un impulso cualitativo en el estudio de los 
desastres con un nuevo sendero teórico-metodológico que permitió explicarlos como 
fenómenos sociales que se desenvuelven en el tiempo, y significó transitar de la lectura 
de los hechos desastrosos a la exploración del proceso dinámico en el cual se gestan, es 
decir, a la construcción del riesgo. Una contribución importante en esta dirección, es At 
risk4 de Blaikie et al. (1994), donde se propone un modelo explicativo del riesgo de 
desastre, en el cual se busca desentrañar las relaciones complejas entre procesos que se 
llevan a cabo en diferentes ritmos y escalas (local, regional, mundial, etc.) generando 
condiciones locales particulares frente a las amenazas naturales. 
En América Latina, la creación de La Red5 a inicios de los años noventa, con la 
premisa de que “los desastres no son naturales”, abrió un foro permanente de reflexión 
sobre los desastres en los países en desarrollo. En diversos trabajos realizados por este 
grupo de investigadores se muestra, que pese a la complejidad que entraña la génesis del 
riesgo, “los desastres son locales” porque es en esta escala donde se experimentan los 
 
3 Según la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres (EIRD), el 90% de las pérdidas 
humanas ocurren en los países en desarrollo. Consúltese en línea el artículo “Iniciativa para el desarrollo de 
temas transversales: reducción de desastres naturales en Asia, América Latina y el Caribe” publicado el 2003 
en línea: http://www.eird.org/esp/revista/No8_2003/index_No8e.htm, y la base de datos de EM-DAT 
(Emergency Events Database) disponible en: http://www.emdat.be/ 
4 En español se publicó en 1996 con el título: Vulnerabilidad: el entorno social, político y económico de los 
desastres. 
5 La Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina cuya página se encuentra en 
línea: http://www.desenredando.org 
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 3
daños. De ahí el interés de La Red por encontrar formas de gestión local del riesgo que 
incidan en el desarrollo del lugar con la participación de los actores locales. 
Una aportación adicional al debate del riesgo desde las ciencias sociales lo 
constituyen los trabajos de Mary Douglas6, quien desde una perspectiva antropológica, 
aborda el riesgo como entidad subjetiva que abarca los imaginarios y visiones de los 
distintos actores, y participa en la aceptabilidad o rechazo de un riesgo concreto. El 
planteamiento de Douglas enriquece considerablemente la propuesta hecha por Paul 
Slovic (2000) en el campo de la sicología, plasmada en su trabajo The perception of risk, y 
se suma a los planteamientos teóricos de los sociólogos Beck (1992, 2000 y 2006) y 
Giddens (2002) sobre la sociedad del riesgo como consecuencia de la modernidad. 
Sin embargo, quien se enfrenta al cuerpo teórico en materia de desastres desde 
las ciencias sociales, como la autora del presente trabajo, no puede menos que reconocer 
que este conjunto se nos ofrece como un todo desarticulado, donde los trabajos que 
relacionan riesgo-desarrollo difícilmente se enlazan a aquellos que exploran la relación 
riesgo-aceptabilidad, pues si bien, se reconoce la manufactura social de los riesgos 
“físicos” y los “percibidos”, subsiste un vacío explicativo entre ellos, es decir, cómo la 
sociedad crea a la par los desastres cómo expresiones materialesy como expresiones 
perceptuales, y cómo en la relación entre ambas expresiones se gesta la vulnerabilidad. 
 En el camino a la respuesta, la geografía puede brindar, desde la lectura del 
espacio, una forma integral de aproximarse al riesgo, esto es porque los procesos 
sociales no son intangibles o abstractos, sino que definen su propio marco espacial, es 
decir, cuando Keneth Hewitt (1983) señala que los desastres se gestan a la par del 
desarrollo de los asentamientos humanos, sugiere que el riesgo está inmerso en la 
producción social del espacio, entonces desde la geografía social cabe formularse la 
siguiente pregunta ¿cómo la sociedad produce el espacio como riesgo? El trabajo teórico 
sobre el desarrollo geográfico desigual de David Harvey7, Neil Smith (1984) y Milton 
Santos (1986 y 1990), vierte una luz en el camino a la respuesta. En ellos se revela la 
forma particular que tiene la sociedad contemporánea de producir el espacio: el 
capitalista, que con la desigualdad como sustento promueve el desarrollo de un lugar a 
 
6 Ejemplos de ello son los siguientes libros: La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales (1996), 
Essays in the Sociology of Perception (1982), así como el trabajo publicado de la autora en conjunto con 
Aaron Wildawsky en 1983 Risk and Culture. 
7 David Harvey tiene numerosas sobre el tema, algunas de ellas son las siguientes: Los límites del capitalismo 
y la teoría marxista (1992), Justice, Nature and the Geography of Difference (1996), Spaces of Capital (2001), 
The New Imperialism (2003) y Spaces of Global Capitalism (2006). 
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 4
expensas de otro, genera riqueza apoyado en la producción de pobreza y erosiona 
espacios para la acumulación en otro. 
Según Lefebvre (2005), la producción del espacio es un proceso complejo que 
involucra tres momentos: el espacio físico o material, el espacio concebido por los 
agentes de planeación o expertos, y el espacio vivido por las personas. Con este 
planteamiento, Lefebvre abre la posibilidad de establecer lazos entre instancias distintas 
de la sociedad que participan en la construcción del espacio, pero ¿cómo se relacionan 
los momentos material-concebido-vivido en la producción del espacio como riesgo? Es 
decir, cómo desde la teoría del desarrollo geográfico desigual se puede explicar la 
relación entre la práctica de gobierno, las vivencias de la gente y el espacio urbano 
producido como riesgo. 
En este sentido, tomando en consideración la imagen de las “rugosidades” 
propuesta por Milton Santos (1986 y 1990) para hacer alusión a los capitales fijados al 
suelo durante el movimiento del capital en el mundo, en este trabajo se incorporó el 
término “oquedad” para explicar que en el espacio urbano y en las distintas escalas 
(mundial, regional, nacional, urbana, familiar, etc.) se generan desgastes en el desarrollo 
que se materializan como vulnerabilidad o estados de debilidad ante los cambios bruscos 
en el ambiente (físico-natural, económico, social, etc.), por lo que las oquedades y los 
desastres guardan una estrecha relación, y se ven inmersos en un círculo progresivo 
donde, por un lado, el desastre hace más profunda la oquedad, y por otro, la oquedad 
hace posible al desastre. 
Desde esta perspectiva, explorar la construcción de la ciudad de Mexicali como 
riesgo resulta sumamente atractivo, no sólo porque el asentamiento nace en una zona 
recurrentemente amenazada por fenómenos naturales8, sino porque se lleva a cabo en el 
límite entre Estados Unidos y México. La localidad se origina con el flujo de capital 
estadounidense destinado a la agricultura en el territorio mexicano y, con el paso del 
tiempo, se fortaleció este vínculo con la presencia de nuevos flujos de capital dirigidos a la 
industria. Así, la ciudad se encuentra en permanente tensión, no sólo porque se sitúa 
entre dos países con niveles de desarrollo distinto, sino porque participa en la 
construcción de la hegemonía del país que durante las últimas décadas ha sido el más 
poderoso del mundo, condición que demarca procesos económicos, políticos y sociales 
 
8 La ciudad de Mexicali se asienta en la provincia fisiográfica del desierto sonorense con las más altas 
temperaturas registradas a nivel nacional, se ubica en medio del sistema de fallas de San Andrés en la zona 
de más alta sismicidad en México, y en una zona que ha sido históricamente inundada por los excedentes del 
Río Colorado. Aunado a lo anterior, en las últimas décadas se ha incrementado la planta industrial y por lo 
tanto, el riesgo químico-tecnológico. 
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 5
muy particulares y por ende, contextos de riesgo específicos derivados de la forma de 
producir este espacio fronterizo. 
Para el caso de estudio, el término “oquedad” permitió conectar la teoría del 
desarrollo geográfico desigual a la producción del espacio urbano como riesgo, y 
relacionar los tres momentos del espacio. Esto fue posible, en la etapa final del presente 
trabajo, cuando se identificaron en la ciudad de Mexicali dos subespacios-riesgo (las 
zonas de Palaco y Río Nuevo) y se apreció que las oquedades se presentaron en el 
espacio físico, en la planeación urbana y en el conocimiento de la gente común. 
Las preguntas que dieron origen a la presente investigación ¿cómo la sociedad 
produce el espacio como riesgo?, y ¿cómo se relacionan los momentos material-
concebido-vivido en la producción del espacio como riesgo?, se resolvieron desde la 
observación de la producción de un espacio concreto, la ciudad de Mexicali. Por lo que los 
objetivos principales de este trabajo fueron explorar el proceso de producción de la ciudad 
de Mexicali como riesgo, y analizar la relación que guardan los momentos espaciales con 
el espacio-riesgo producido. 
Para ello, se llevó a cabo una aproximación “progresiva-regresiva” que tomó como 
punto de partida la realidad presente y se trasladó al pasado para rastrear los procesos 
que intervinieron en el desarrollo del asentamiento humano configurando el espacio-
riesgo. De este recorrido de ida y vuelta se obtuvo la transformación del espacio-riesgo en 
el tiempo y el impacto que en él han tenido las amenazas del lugar, esto a partir de la 
consulta de material bibliográfico, información hemerográfica, documentos oficiales así 
como entrevistas a profundidad a los habitantes de zonas en riesgo. 
Frente a un escenario de valiosos pero escasos trabajos de investigación acerca 
de la producción del espacio como riesgo, y sobre todo, en la relación que guardan los 
momentos del espacio en este proceso, el presente trabajo pretende sumarse a estos 
esfuerzos para contribuir, dentro de sus propias limitantes, en colocar una delgada capa 
en la oquedad que existe en el debate del riesgo. 
Este documento está organizado de la siguiente manera: En el primer capítulo, se 
revisan los distintos conceptos de riesgo, los aspectos teóricos de la producción del 
espacio en el desarrollo geográfico desigual y se explica la metodología que orientó la 
investigación. En el segundo capítulo, se bosqueja el proceso de producción del espacio-
riesgo de Mexicali, desde el origen de la localidad hasta la actualidad, con base en el 
modelo de Presión y Liberación, observáncodes la progresión de la vulnerabilidad local a 
partir de las decisiones y medidas implementadas por México y Estados Unidos. En el 
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 6
tercer capítulo se retoman los momentos del espacio para revisar a mayor profundidad 
tanto el espacio planeado -plasmado en los documentos oficiales- como el espacio vivido 
–expresado por los habitantes- desde la relación que guardan con el espacio-riesgo 
material. Por último, se presentan las conclusiones donde se reflexiona sobre los 
principales hallazgos de la investigación. Ante la evidencia de la producción de 
oquedadesen el proceso de desarrollo de la ciudad, se revela el modo particular que 
tiene la sociedad contemporánea de producir y reproducir el espacio urbano como riesgo, 
esto es, transcribiendo el patrón de desarrollo geográfico desigual mundial en la escala 
urbana y trastocando los momentos espaciales. 
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 7
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8
I. LOS ESPACIOS DEL RIESGO DE DESASTRE 
 
I.1. El concepto de riesgo 
 
Según Luhman (1992:38) no existe un concepto de riesgo que pueda satisfacer las 
exigencias de la ciencia, consecuentemente cada disciplina requiere moldear su propio 
concepto, por lo que no es extraño que existan múltiples definiciones de riesgo, que 
incluso pueden llegar a ser contradictorias. Luhman sugiere que “es necesario, por lo 
tanto, poner en duda que se sepa realmente de qué se habla” cuando se habla de 
riesgo. 
A diferencia del desastre, que es un hecho consumado, el riesgo no es un 
objeto que pueda ser descrito (Luhman,1992), plenamente medido o explicado porque 
en esencia es incertidumbre, su estado latente o potencial lo convierte en una especie 
de imaginario que sólo puede ser corroborado cuando ya no existe, es decir, cuando 
sobreviene la eventual catástrofe (Beck,2000). 
Asimismo, riesgo es una palabra de uso común y cuando decimos que vamos a 
arriesgarnos o correr el riesgo, significa que podemos perder algo pero asumimos esta 
posibilidad por perseguir un beneficio u objetivo, de esta forma riesgo está 
estrechamente ligado a una decisión (Luhman,1992). Este aspecto es quizás uno de 
los menos visibles del riesgo, pues conlleva a plantearnos la siguiente pregunta ¿quién 
toma las decisiones sobre los riesgos que vivimos? Indagarlo puede conducir al 
rastreo de las decisiones e indecisiones que guían hacia el desastre. Es en este 
sentido que Argüello y Lavell (2001) expresan que “el riesgo es muchas veces 
producto de un conflicto de intereses y objetivos entre los actores que lo generan y los 
que lo sufren”, entre quienes deciden y quienes lo viven. 
Para comprender cómo se ha ido construyendo el concepto de riesgo en el 
ámbito científico, en esta sección se abordan las nociones de riesgo como 
probabilidad, exposición al peligro y vulnerabilidad propuesta por la visión tradicional 
de las ciencias naturales y aplicadas, para finalmente asumir el riesgo como una 
construcción social del lugar desde el enfoque alternativo proveniente de las ciencias 
sociales. 
 
I.1.1. Riesgo como probabilidad 
 
La definición más común de riesgo es la “probabilidad de daños y pérdidas” y el 
cálculo de esta probabilidad ha motivado por varias décadas los esfuerzos técnico-
científicos a través de lo que se denomina “análisis de riesgo probabilístico”. Cázarez y 
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9
Garza-Cuevas (1997:447) utilizan la siguiente ecuación para mostrar que el riesgo 
(consecuencias en el tiempo) es producto de la frecuencia y magnitud de los eventos. 
 
Riesgo (consecuencia / tiempo) = Frecuencia (eventos / tiempo) x Magnitud 
(consecuencia / evento) 
 
El cálculo de las consecuencias de los eventos en el tiempo ha sido de gran 
ventaja para las compañías aseguradoras quienes encuentran un área de oportunidad 
en los riesgos de tipo crónico (con daños frecuentes de baja magnitud) y un área de 
inoportunidad en los riesgos catastróficos (con daños poco frecuentes pero de gran 
magnitud); también ha sido útil para identificar los eventos que deben ser controlados 
–aunque no prescindidos– por su “desastrosidad”. Sin embargo, la simple 
cuantificación de los hechos desastrosos no clarifica qué tanto éstos deben ser 
disminuidos o en qué punto se debe trazar la línea que separe los riesgos aceptables 
de los rechazables, ni quién deberá tomar estas decisiones. 
 
I.1.2. Riesgo como exposición al peligro 
 
A partir del desarrollo de modelos de evaluación y análisis de riesgos ambientales1 se 
desarrollaron formas más complejas de aproximarse cuantitativamente a los riesgos a 
través del “análisis de riesgo cuantitativo”. En estos modelos, el riesgo es la 
“probabilidad de que se produzcan efectos adversos como resultado de la exposición a 
un peligro” (INE, 1997:14). Así, se considera que los agentes o peligros poseen una 
capacidad intrínseca de dañar y la hacen efectiva cuando alguien o algo se expone a 
ellos (LaGrega, Buckinham y Evans, 1996), por esta razón, el escenario de exposición 
resulta la pieza clave en la estimación del riesgo. 
 
Riesgo = exposición (magnitud) x peligro (intensidad) 
 
Con base en lo anterior, no resulta extraño encontrar que los esfuerzos en 
materia de riesgo se destinaran a estudiar y medir la peligrosidad de los procesos 
naturales y tecnológicos para identificar las vías por las cuales el peligro puede entrar 
 
1 Por ejemplo, la Environmental Protection Agency (EPA) de Estados Unidos ha diseñado y aplicado 
diversos modelos de evaluación del riesgo a la salud humana y ecosistémica. Consúltese en línea: 
http://cfpub.epa.gov/ncea/cfm/nceariskassess.cfm?ActType=RiskAssess. 
La EPA también ha desarrollado y propuesto una serie de programas de cómputo para la simulación 
ambiental como herramientas de apoyo a la toma de decisión en el manejo del riesgo. 
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10
en contacto con los receptores o víctimas, tales como las rutas de exposición2, áreas 
de afectación3 o zonas expuestas4. De acuerdo con Hewitt (1983), esta versión 
fisicalista centrada en el peligro se convirtió en “la visión dominante”, de ella derivan 
diversas estrategias de mitigación de riesgos, que apoyadas en la tecnología e 
ingeniería, se centran en la predicción de los “eventos extremos” de la naturaleza o los 
“accidentes mayores” relacionados con la tecnología (monitoreo predictivo), la 
aplicación de medidas de emergencia durante el evento y la contención o aislamiento 
de las amenazas mediante ingeniería (Hewitt,1983:6). 
Con la premisa de que el peligro es el que genera el desastre, la geografía del 
riesgo fue entendida como sinónimo de la geometría del peligro, ésta última plasmada 
en mapas sísmicos, hidrográficos, climáticos, de pendientes de terreno, taludes 
inestables, plumas de dispersión de contaminantes, entre otros, que facilitaron la 
identificación de zonas propensas a ser “atacadas" por peligros naturales e 
industriales. 
Si el riesgo está ligado a decisiones, como se argumentó anteriormente, al 
asumir que el desastre es un hecho de la naturaleza o un accidente, la postura 
dominante orienta a la conclusión de que la naturaleza y el azar han tomado las 
decisiones por la sociedad, es decir, la naturaleza y el azar han precisado cómo y a 
quién poner en riesgo, por lo que estaría justificado emprender una cruenta batalla 
contra estos malhechores. 
Catástrofes como las ocurridas en Chernóbil5 en la antigua Unión Soviética y 
Bophal6 en la India a mediados de los años ochenta, o las explosiones en San 
Juanico7 y Guadalajara8 en México en los ochenta y noventa, revelan el modelo 
“ensayo-error” que rige la incorporación de ciertos peligros: una vez que se 
materializan los efectos de las innovaciones técnico-científicas –para estos casos 
 
2 Las rutas de exposición fueron utilizadas en la evaluación de riesgos a la salud humana y ecológica 
desde un enfoque toxicológico para detectar las vías por las cuales una sustancia peligrosa puede entrar 
en contacto con un ser humano u otro ser vivo, o con un órgano del cuerpo humano. 
3 Las áreas de afectación se obtienen generalmente para el riesgo tecnológico (fuga de sustancias, 
explosiones, incendios, dispersión de contaminantes) a partirde modelos de dispersión de contaminantes 
y con el uso de software de simulación como el ALOHA, CAMEO y ARCHIE desarrollados por la EPA. 
4 Un ejemplo de ello son los atlas de peligros naturales donde se identifican zonas inundables, proximidad 
a fallas, localización de epicentros, entre otros patrones de los peligros. Véase metodología de Cenapred 
(2004). 
5 La explosión del reactor nuclear ocurrida en Chernóbil, URSS el 26 de abril de 1986. Consúltese en 
línea: http://www.chernobyl.co.uk/ o http://archive.greenpeace.org/comms/nukes/chernob/. 
6 La fuga de sustancias tóxicas en Bophal, India en 1984 ocasionó la muerte de 20,000 personas. 
Consúltese en línea: 
http://www.greenpeace.org.mx/php/gp.php?target=%2Fphp%2Fboletines.php%3Fc%3Dtox%26n%3D302 
7 Explosión ocurrida en San Juan Ixhuatepec, estado de México, el 19 de noviembre de 1984. Provocada 
por la fuga de grandes cantidades de gas L.P. Más información consultar en línea: 
http://www.terra.com.mx/noticias/articulo/020952/pagina1.htm 
8 Explosión ocurrida el 22 de Abril de 1992 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco detonada por la fuga de 
gasolina del poliducto Salamanca-Guadalajara. En línea: 
http://www.jornada.unam.mx/2002/abr02/020422/034n1est.php?origen=estados.html 
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11
energía nuclear, industria química y del petróleo– a través de explosiones y fugas de 
sustancias tóxicas se procede a implementar medidas de control y mitigación, es decir 
“cuando se manifiesta el desastre, se empieza a hablar de riesgo”, con lo que se hace 
evidente que existe un desfase temporal entre las decisiones que incorporan los 
riesgos, las consecuencias de éstas y las decisiones que tienden a controlarlos, por 
ello, Beck (1992:69) afirma que “la sociedad se está volviendo un laboratorio”, el 
laboratorio de los expertos. 
Los expertos en riesgos a través de cálculos minuciosos pueden descifrar el 
entorno probabilístico del desastre y proponer claramente lo que ha de considerarse 
confiable y seguro con base en la “evidencia” científica, esto es lo que Beck (2006) 
denomina la “moralidad matematizada”, la cual toma de los “riesgómetros” los 
argumentos cuantitativos irrefutables para sustentar la seguridad colectiva. De ahí la 
crítica de Giddens (2002:125) a los expertos quienes frecuentemente asumen riesgos 
en nombre de las personas profanas “encubriendo o falseando la verdadera naturaleza 
de estos riesgos, o incluso el hecho de que existan los mismos”. De esta forma, se 
puede observar que el debate del riesgo se da en el campo del conocimiento en torno 
a las probabilidades y no a las decisiones, por lo que los desastres se vuelven 
manifestaciones de un conocimiento imperfecto, inacabado, y no de una sociedad 
imperfecta. 
En estas versiones de “determinismo físico” y “determinismo cognitivo” del 
desastre, el espacio funciona como un marco prefabricado e independiente de los 
procesos sociales que lo configuran, por lo que las ciudades son concebidas, al igual 
que las personas, como entidades estáticas o pasivas donde los fenómenos naturales 
y tecnológicos simplemente ocurren y sólo es posible reaccionar ante ellos para 
enfrentarlos o resistirlos. 
 
I.1.3. Riesgo como vulnerabilidad al peligro 
 
Desde un enfoque sistémico Wilches-Chaux (1993) explica que los desastres son 
crisis emanadas de la relación entre los sistemas comunidad y medio ambiente, por lo 
que un fenómeno natural o tecnológico sólo adquirirá la condición de riesgo cuando se 
encuentre con una comunidad vulnerable a éste, relación expresada en la siguiente 
ecuación tomada de Calderón (2001b:67). 
 
Riesgo = Peligro x vulnerabilidad 
 
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12
Desde esta perspectiva, el riesgo se relaciona con la capacidad que tiene una 
comunidad para “absorber” o “auto-ajustarse” a los cambios, a la que Pelling (2003) 
denomina resiliencia y que en algunos países, comunidades y personas suele ser 
limitada o reducida. Así, emerge un segundo elemento que juega un papel 
fundamental en la producción del riesgo: la vulnerabilidad, opuesto al concepto de 
resiliencia porque implica la “propensidad a sufrir daño” (Lavell,1999:3). 
Para Wilches-Chaux (1993), el concepto de vulnerabilidad es eminentemente 
social, pues se refiere a las características que le impiden a un determinado sistema 
humano adaptarse a un cambio del medio ambiente. El autor explica que la 
vulnerabilidad global (del sistema) se compone de los siguientes ángulos o 
vulnerabilidades (subsistemas): natural, física, económica, social, política, técnica, 
ideológica, cultural, educativa, ecológica e institucional, de donde se puede entender 
que un desastre es producto de una combinación “desfavorable” de características de 
una comunidad en la interacción con los peligros del entorno, pero no es muy claro 
cómo se relacionan estos subsistemas entre sí para llegar al desastre. En este punto 
la versión de Wilches-Chaux resulta importante para rechazar la versión universalista 
del riesgo donde la resiliencia es globalmente compartida y homogénea, pero se 
aproxima a una nueva versión fisicalista del riesgo que considera a la resiliencia como 
un hecho sin pasado, por lo que asumir esta perspectiva de vulnerabilidad implica 
ocultar las decisiones y procesos sociales que la conforman. 
En su trabajo sobre Nigeria Watts (1983) muestra cómo un peligro natural 
(sequía) funciona como un catalizador de eventos que llevan al desastre (hambruna), 
pero el desastre no es un simple problema de “adaptación” humana a la naturaleza, 
sino que emerge de una crisis social que se fue desarrollando en el tiempo a distintas 
escalas (local, regional, internacional). El trabajo de Watts muestra a la vulnerabilidad 
como un fenómeno social, no sólo porque alude a las características de la comunidad, 
sino porque se revela el origen social de su producción. 
Por lo tanto, el riesgo de desastre requiere de una interpretación distinta o una 
visión alternativa como la que ofrece Hewitt (1983), quien considera que los desastres 
son socialmente manufacturados, pero más allá de la observación del “hecho”, el autor 
se interesa en descifrar la forma en la que los procesos sociales van creando las 
condiciones para que un evento cualquiera culmine en desastre. 
El término vulnerabilidad permite explicar por qué dos fenómenos de igual 
magnitud tienen impactos diferentes en dos comunidades distintas o en una misma 
comunidad en el transcurso del tiempo, donde la génesis del riesgo se encuentra 
enraizada en la producción social de la vulnerabilidad hacia un peligro, y en su 
explicación, el tiempo y el espacio se tornan dimensiones básicas. Entonces, la 
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13
vulnerabilidad puede ser entendida como grados de debilidad que desarrolla una 
persona o comunidad en el tiempo en relación a un peligro, y se traduce en una 
capacidad limitada de anticipación, supervivencia, resistencia y recuperación del 
impacto de la amenaza (Blaikie et al., 1994:7), es así que el posible encuentro de una 
población vulnerable con un peligro en un tiempo y lugar dado define el riesgo de 
desastre. 
 
I.1.4. Riesgo como construcción social 
 
La inclusión de las ciencias sociales en el debate del riesgo se da principalmente al 
asumir que el riesgo es una construcción social. Esta afirmación conduce a una 
disyuntiva teórica que Virginia Acosta (2005) plantea en su artículo El riesgo como 
construcción social y la construcción social de riesgos donde la autora identifica dos 
formas de entender cómo la sociedad construye el riesgo, una asociada a la 
percepción social, y otra, a la vulnerabilidad y la desigualdad social, que en términos 
prácticos implica la construcción de “saberse” en riesgo y de “estar” en riesgo. En los 
siguientes párrafos se aborda a mayor profundidad esta relación. 
 
Saberse en riesgo 
 
En la perspectiva de Mary Douglas y otros (Douglas,1982 y 1996; Douglasy 
Wildawsky, 1983) la construcción social del riesgo se relaciona con el nacimiento del 
riesgo como concepto, demarcando con ello el origen social de las categorías que nos 
sirven para pensar el mundo, por lo que la sociedad construye el riesgo como noción, 
lo codifica orientando la percepción y la aceptabilidad de éste. 
 Para los estudiosos de la percepción del riesgo, desde el campo de la 
sicología, la existencia de percepciones y aceptaciones distintas de los riesgos entre 
las personas y sobre todo, con respecto a los expertos, se explica a partir de los 
procesos mentales9 y de las características tanto de las personas10 como de los 
peligros11 en cuestión. Así las taxonomías mental, individual y de los eventos resultan 
fundamentales para explicar la indiferencia y aversión social hacia ciertos peligros, así 
como, para hacer de la percepción un fenómeno cuantificable y predecible. La 
geografía del comportamiento asumió este enfoque para estudiar la acción humana en 
el entorno edificado especialmente a partir de las decisiones de desplazamiento que 
 
9 Véase a Tversky y Kahnemann (1973 y 1974), MacLeod y Campbell (1992) y Margolis (1996). 
10 Paulhus, Fridhandler y Hayes (1997), Weinstein (1989), Wills (1984), Lambert, Burroughs y Nguyen 
(1999), Bord y O’Connor (1997), Higbee (1969). 
11 Véase Slovic (2000) y Royal Society Study Group (1986). 
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14
toman las personas, los patrones resultantes y la elaboración de mapas cognitivos 
con respecto a los peligros (véase a Colledge y Stimson,1987; Gärling y 
Colledge,1993). Aceptar el planteamiento anterior, sugerido por la sicología, implica 
considerar que la noción del riesgo se construye individualmente en el universo de los 
procesos mentales, ajeno a los procesos sociales. 
Retomando de los planteamientos de Douglas (1996:68) que la experiencia que 
los seres humanos tienen de su entorno es mediada por categorías conceptuales 
elaboradas durante la interacción social, se puede esperar por un lado, que la noción 
de riesgo se encuentre en constante construcción y por otro, que sea en el campo de 
las relaciones sociales donde se lleve a cabo la codificación de los riesgos del entorno. 
 Douglas y Wildavsky (1983:14) señalan que “cada cultura, cada conjunto de 
valores compartidos e instituciones sociales de soporte, está inclinada a enfatizar 
ciertos riesgos y apagar otros”. De acuerdo a los autores, del universo de riesgos, la 
sociedad realiza una selección para incluir en su “portafolio de riesgos” aquellos que 
serán motivo de preocupación y rechazo social. Esto significa que si un grupo de 
personas ignora algunos riesgos aparentes es porque su entramado social les 
estimula a obrar así, produciéndose en la diferencia con otros un “sesgo cultural” en la 
percepción del riesgo. 
Entonces, las nociones del riesgo son construidas culturalmente, en el campo 
de las interacciones sociales donde se enfatizan algunos aspectos del peligro y se 
ignoran otros, se crea así, una cultura del riesgo que varía según la posición social de 
los actores, y que ordena la forma de percibir los riesgos. Sin embargo, estas 
construcciones no forzosamente responden a las necesidades de protección de las 
personas, e incluso, como muestran Douglas (1996) y Tierney (1999), en muchos 
casos responden a las necesidades de corporaciones y organizaciones que se 
benefician de los riesgos colectivos y manipulan “lo que se dice” del riesgo en los 
medios masivos de comunicación y ciertos ámbitos científicos. 
Hablar de riesgo y vulnerabilidad desde esta forma de construcción del riesgo 
implica, como lo señala Wisner (2001), reconocer que en los procesos socioculturales 
se generan obstáculos, erosión o devaluación del conocimiento local que deriva en 
desatención y prácticas desafortunadas de protección ante las amenazas existentes, 
es decir, ciertas nociones del riesgo conllevan al desastre. 
 
 
 
 
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15
La sociedad del riesgo 
 
Los sociólogos Beck (1992, 2000 y 2006), Giddens (2000 y 2002) y Luhman (1992) 
anuncian el surgimiento de la sociedad del riesgo: una sociedad global que descubre 
los efectos de las innovaciones técnico-científicas en sí misma. Giddens (2000:39) lo 
expresa de la siguiente manera: “Empezamos a preocuparnos menos por lo que la 
naturaleza puede hacernos, y más sobre lo que podemos hacerle a la naturaleza. Esto 
marca la transición del predominio del riesgo externo al predominio del riesgo 
manufacturado”, es decir, se empieza a gestar la visión de los riesgos como entidades 
provenientes de la sociedad, acompañada de una emergente preocupación por la 
distribución justa de los “males” que tiende a sustituir a la añeja preocupación por la 
distribución justa de los “bienes” (Beck,1992:20). Al respecto, Lash (2000) comenta 
que no hay un incremento en el riesgo en tiempos contemporáneos, en cambio, existe 
sólo un incremento en el riesgo percibido. 
Para sustentar la diferencia entre las sociedades de clase y del riesgo, Beck 
(1992:37-42) argumenta que mientras “la pobreza es jerárquica, el smog es 
democrático” por lo que “las posiciones de riesgo no son posiciones de clase” 
(Beck,1992:39). El autor asegura que los riesgos tienden a universalizarse porque, al 
igual que sucede con el aire, “tampoco los riesgos industriales y la destrucción tienen 
algún respeto por las fronteras nacionales” e independientemente del lugar donde se 
producen “eventualmente regresan a los países industrializados vía la cadena 
alimenticia” entonces “tarde que temprano los riesgos también alcanzan a aquellos 
quienes los producen o se benefician con ellos”, efecto que Beck denomina “bumerang 
social” y que puede traducirse en un “bumerang espacial” en una geografía 
globalizada. 
La noción de sociedad del riesgo tiene diversas implicaciones, por un lado 
ofrece la idea de una sociedad donde la percepción y el rechazo del riesgo se 
incrementan. Por otro, las imágenes de riesgos globales, contaminación democrática y 
bumerang social, con las que Beck muestra a las sociedades del mundo como una 
gran sociedad homogénea. Sin embargo, valdría la pena cuestionar, no sólo el 
aventurado despego con respecto a las posiciones de clase, sino la lectura ingenua 
que puede derivarse de ella. 
Por ejemplo, en la catástrofe ocurrida en Chernóbil, se hace evidente que si 
bien la radiación liberada en este lugar se esparció por todo el planeta y por ello puede 
considerarse “ambientalmente democrática”, los daños inmediatos y de mayor 
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16
magnitud se presentaron en las comunidades del lugar, donde por cierto, aún 
prevalecen los efectos irreversibles de este desastre12. 
O bien, si los países ricos inicialmente reciben los efectos de ciertas 
innovaciones, también sucede que estos países tienden a transferirlas a los países 
pobres quienes no están en condiciones de controlarlas. Por lo que no es extraño que 
las tecnologías más contaminantes, los desechos peligrosos y los productos más 
dañinos, se concentren en éstos últimos13. Esta transferencia ocurre porque en las 
sociedades con bajos niveles de satisfacción de necesidades el riesgo ambiental no 
ocupa un lugar prioritario como problema (Lezama,1999). 
Si se espera que los ecosistemas apliquen justicia a través del “bumerang 
social” (y espacial), también sucede, como menciona Scott (2000) que la riqueza 
ofrece protección (relativa) a los riesgos, ya que ciertos riesgos pueden ser 
disminuidos o atenuados a través de la adquisición de tecnologías y productos “más 
limpios”, información oportuna, instrumentos y equipos de protección, e incluso pólizas 
de seguros, por lo que el riesgo difícilmente puede ser social y espacialmente 
homogéneo. 
A diferencia de Beck, resulta fundamental entender que las posiciones del 
riesgo son posiciones de clase materializadas,en ello es importante no perder de vista 
que existe un desfase temporal y espacial entre quienes deciden y/o se benefician con 
los riesgos y quienes los padecen o experimentan. Esto es lo que el discurso de la 
“sociedad del riesgo” en su afán generalizador puede ocultar. Frente a este hecho es 
importante subrayar que existe una diferenciación social y territorial del riesgo que, 
como menciona Rinkevicius (2000), marca la existencia de sociedades de “doble- 
riesgo” cuya situación de pobreza las lleva a aceptar menores niveles de seguridad, y 
por lo tanto, el rechazo del riesgo tiene escasa posibilidad de ser incorporado a las 
decisiones. La reflexión de Rinkevicius conduce a una segunda perspectiva teórica 
 
12 En los primeros días de la explosión murieron 32 personas en Chernóbil y docenas sufrieron 
quemaduras por radiación, se estima que 5000 ciudadanos soviéticos murieron eventualmente de cáncer 
y otras enfermedades relacionadas con la radiación, así como millones más tuvieron efectos adversos en 
su salud. El pueblo de Pripyat fue abandonado desde el día del evento con la evacuación de sus 50,000 
habitantes y desde entonces se convirtió en un pueblo fantasma. Para más información consúltese en 
línea: 
http://www.history.com/minisite.do?content_type=Minisite_Generic&content_type_id=57785&display_order
=6&mini_id=57517 
13 Ante el envío de residuos peligrosos de países industrializados a países no industrializados, surge el 
Convenio de Basilea (1989) en el marco de Naciones Unidas para combatir el tráfico ilícito transfronterizo 
de desechos peligrosos hacia los países en desarrollo ya que éstos tienen capacidad limitada para 
manejarlos. Ante esta realidad la transferencia de residuos se convirtió en transferencia de industrias y 
tecnologías contaminantes. El convenio ha sufrido enmiendas para prohibir cualquier tipo de exportación 
de materiales contaminantes, pero aún no ha sido ratificada por el número de países que se requiere. 
Actualmente existe una preocupación internacional por la intensa transferencia de basura electrónica 
hacia Asia y África expresada en la conferencia de Naciones Unidas en Nairobi. Para mayor información 
consúltese en línea: http://www.basel.int/ 
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17
sobre la construcción social del riesgo referida al inicio de esta sección, que consiste 
en cómo la sociedad construye el “estar” en riesgo. 
 
Estar en riesgo 
 
El segundo enfoque de la construcción social del riesgo lo constituye lo que Acosta 
(2005:22) refiere como “la construcción material de riesgos”, la cual remite a las 
“formas en que la sociedad construye contextos frágiles” que llevan a situaciones 
catastróficas, de ella deriva la comprensión de los desastres como procesos 
históricamente construidos, y desentramar estos procesos, constituye el objetivo 
principal de la visión alternativa propuesta por Hewitt (1983). 
La construcción material del riesgo está inmersa en los procesos sociales 
relacionados con la distribución de la riqueza en la sociedad, por ejemplo, Susman, 
O'Keefe y Wisner (1983) proponen un modelo de marginación para observar la 
relación dinámica entre un ambiente físico deteriorado y una población que se mueve 
cada vez más hacia el subdesarrollo, y muestran que en América Latina los “temblores 
de tierra” son en realidad “temblores de clase” pues dañan principalmente a los países 
y las familias más pobres, quienes a razón del desastre ven aminorado su desarrollo, y 
por lo tanto, son cada vez más vulnerables. 
De igual forma, Watts y Bohle (1993) formulan un modelo explicativo del 
desastre a partir de tres procesos que generan vulnerabilidad: la economía política, el 
acceso al poder y el acceso a derechos en una sociedad. Los autores explican que “la 
vulnerabilidad es un espacio social multicapas y multidimensional definido por las 
capacidades políticas, económicas e institucionales de las personas en lugares 
específicos en tiempos específicos” cuya progresión en el tiempo se hace evidente por 
la presencia de desastres cada vez más intensos. 
Así, la forma en que la sociedad construye el “estar en riesgo” se relaciona de 
manera estrecha con la producción de ciclos de vulnerabilidad en concordancia con el 
proceso de desarrollo desigual en el mundo. Estos planteamientos ofrecen un 
importante camino teórico para la comprensión de la génesis de los desastres, donde 
la vulnerabilidad requiere de una “larga cadena explicativa que comienza con los 
grandes modelos de acumulación forjados por los grupos dominantes de la sociedad” 
(Argüello y Lavell, 2001) que se traducen en presiones locales y culminan en la 
materialización de múltiples condiciones inseguras frente a los procesos naturales 
propios de los lugares y los peligros tecnoindustriales incorporados a éstos (véase 
modelo de presión y liberación de Blaikie et al., 1994). Por lo que hablar de riesgo y 
vulnerabilidad en esta forma de construcción del riesgo requiere, como señala 
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18
Calderón (2001b) echar un vistazo a las relaciones sociales desde el control 
económico, político e ideológico. 
De acuerdo con Harvey (2006:123) los procesos sociales no ocurren en los 
espacios, sino que cada proceso define su propio marco espacial, por lo que si se 
retoman las construcciones del riesgo desde la disyuntiva planteada por Acosta (2005) 
se puede entender que los procesos sociales que conducen a “estar” en riesgo y 
aquellos que derivan en “saber” el riesgo no están disociados sino que se conjugan en 
la construcción del lugar. 
 
La visión del lugar 
 
Hewitt y Burton (1971) en su trabajo The hazardousness of a place, orientan el estudio 
de los desastres hacia el lugar, entendiendo que cada lugar posee múltiples peligros o 
amenazas, y éstas pueden combinarse sinérgicamente y aditivamente (Zeigler, 
Johnson y Brunn, 1983) en el tiempo, conformando la peligrosidad del lugar. Cutter 
(1996) toma este trabajo como referencia para argumentar que si bien, los lugares 
pueden ser peligrosos porque poseen “un paisaje de amenazas”, para hablar de riesgo 
sería necesario considerar que en cada lugar se desarrollan capacidades distintas 
para resistirlas, por lo que “el peligro se filtra a través del tejido social para determinar 
la vulnerabilidad del lugar”. Esta perspectiva resulta importante para situar el problema 
del riesgo en las ciudades, donde la población se encuentra en riesgo porque, como 
señala Calderón (2001b:14), ha habido una producción de espacios que se convierten 
en riesgosos. 
 Las ciudades son espacios construidos como riesgo a partir de procesos 
sociales, que derivan tanto en la materialización del riesgo, como en la noción del 
riesgo, por lo que se puede entender que la vulnerabilidad y los riesgos no sólo “están” 
en la ciudad o se “refieren” a ella, sino que han sido moldeados “con” la ciudad como 
un todo en una relación dinámica, donde la noción de la gente interviene en la 
construcción-deconstrucción del “estar” en riesgo, a su vez que la materialización del 
riesgo participa en la construcción-deconstrucción del “saber” el riesgo, por lo que el 
reto teórico consiste en develar las conexiones entre ambas formas de construcción en 
el todo “espacio-riesgoso” resultante. 
Desde la visión alternativa propuesta por Hewitt (1983), el riesgo de desastre 
se construye en las relaciones diarias con el hábitat, o bien, a la par del desarrollo de 
los asentamientos humanos en la coevolución riesgo-desarrollo (Pelling,2003), por lo 
que en el espacio cotidiano, se van moldeando las condiciones que traducen cualquier 
amenaza en desastre. En este sentido, el riesgo está inmerso en la producción social 
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19
del espacio y es característico tanto de las sociedades como de los lugares donde 
acontecen, por lo tanto, el estudio del riesgo de desastre no debe perder devista el 
proceso de producción del espacio como riesgo. 
 
I.2. La producción del espacio 
 
La palabra espacio se presta para múltiples interpretaciones, la más usual hace 
referencia al espacio como una extensión que contiene a la materia (Diccionario de la 
Real Academia Española,1992), es así un espacio formado por cosas, por objetos 
geográficos (naturales y artificiales) que en conjunto integran el mundo, la naturaleza, 
el todo material. Este es el espacio absoluto donde la gente existe como un elemento 
más contenido en él, es también el espacio relativo donde se desplazan los objetos, el 
espacio-paisaje que puede percibirse. En esta concepción del espacio como entidad 
activa y determinante de la sociedad, la lectura de los riesgos implica asumir un 
entorno amenazante ante una sociedad pasiva. 
Una segunda versión del espacio se refiere al espacio abstracto de las 
relaciones sociales, el espacio social que es en esencia inmaterial y por lo tanto, está 
descobijado de la naturaleza y del espacio físico. En esta concepción del espacio 
existe un despego de lo que Harvey (2006:77-90) denomina el “empotrado material de 
los procesos sociales” por lo que en realidad se trata de un espacio vacío, inerte. Así, 
el riesgo emerge en el escenario virtual de las relaciones sociales, con un entorno 
pasivo ante un riesgo socialmente determinado. 
 La noción del espacio a la que se pretende llegar en el presente trabajo es a 
aquella que plantea Santos (1986) cuya esencia es social, porque cada fracción de la 
naturaleza abriga una fracción de la sociedad actual, pero como muestra Smith (1990), 
se trata de una naturaleza que ha sido transformada por el trabajo del hombre, una 
naturaleza socializada14 o segunda naturaleza. En esta perspectiva, el espacio es una 
instancia de la sociedad, que contiene y es contenido por las demás instancias 
(cultural, económica, etc.) cuyo principio activo son los procesos sociales, procesos 
que sólo adquieren plena significación (pleno sentido) cuando se materializan 
(Santos,1986:6). Desde esta concepción del espacio se puede asumir que el riesgo 
está inmerso en la compleja relación espacio-sociedad donde todas las instancias 
permanecen activas. 
 
14 Neil Smith en su trabajo Uneven geographical development, muestra que la naturaleza pura u originaria 
no existe como tal, porque ésta ha sido apropiada por el hombre quien ha transformado sus procesos y la 
ha socializado por medio del trabajo. Por lo que la naturaleza primera dejó de existir cuando el hombre se 
transformó en un ser social, desde entonces vivimos en una segunda naturaleza. Naturaleza y espacio 
son sinónimos si la primera se considera una naturaleza socializada o transformada. 
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I.2.1. El espacio-producto: las rugosidades 
 
La comprensión del espacio como producto social remite hacia el proceso en el cual 
éste ha sido creado, es decir, a la “producción del espacio”, concepto que resulta 
fundamental para explicar la relación unitaria espacio-sociedad. Cuando Santos 
(1990:205) señala que “la utilización del territorio por parte de un pueblo crea el 
espacio” sugiere que el espacio es moldeado por las prácticas sociales, y como 
“sociedades diferentes usan y organizan el espacio en formas distintas y los patrones 
geográficos que resultan llevan la impresión clara de la sociedad que usa y organiza 
este espacio” (Smith,1990:76-77), puede entenderse que las prácticas sociales 
producen espacio de maneras particulares. Pero el espacio, como otros productos 
sociales, una vez producido condiciona u orienta las prácticas sociales, 
estableciéndose así una singular relación espacio-sociedad, que no podría 
considerarse unívoca (o vis á vis) como se verá más adelante. 
Santos (1990:205) aclara que “se llama espacio una vez que se enfrenta a la 
sucesión histórica de las situaciones de ocupación efectiva por un pueblo” y con ello 
orienta hacia una lectura diacrónica de los contextos que configuran el espacio, y que 
en sí son testimonios de la evolución de la sociedad. Pero el espacio “no evoluciona al 
mismo ritmo, ni en la misma dirección que las demás instancias de la sociedad” 
(Santos,1990:159), las formas espaciales, al ser también materia, se resisten al 
cambio social. 
La ciudad, como espacio15 humano, es un producto inacabado que se presenta 
como una trama de etapas subsecuentes, pues si bien el proceso de urbanización es 
la creación de espacio físico con la inversión de capitales, dicho proceso implica 
trabajar sobre un espacio preexistente, es decir, en la transformación del espacio 
heredado. Así, las ciudades se configuran como espacios humanos complejos donde 
es legible la historia de los capitales invertidos en su producción, como acumulación 
de acciones de diferentes momentos, “el espacio, considerado como un mosaico de 
diversas épocas, sintetiza, por una parte, la evolución de la sociedad, y por otra, 
explica situaciones que se presentan en la actualidad” (Santos,1986:24) atestiguando 
sobre un momento del mundo, de la humanidad. 
En sus trabajos, Santos (1986 y 1990) utiliza el término “rugosidades” para 
atrapar la imagen de una geomorfología del capital como espacio construido, que a 
manera de capas se va fijando a una superficie originalmente plana (espacio vacío) 
transformándola en un área irregular de capitales (o rastros de capitales) acumulados 
 
15 En este trabajo se considera la ciudad como un espacio, como un todo, pese a la sugerencia de Santos 
de denominar espacios a las naciones y subespacios a otras escalas. 
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en el tiempo, por ello comenta que “las rugosidades son el espacio construido, el 
tiempo histórico que se transforma en el paisaje, incorporado al espacio” (Santos, 
1990:154). 
Los lugares, a manera de rugosidades, son “resultado de acciones 
multilaterales que se realizan en tiempos desiguales sobre cada uno y en todos los 
puntos de la superficie terrestre” (Santos,1990:227). Con esto puede observarse que 
la conformación de cada lugar involucra acciones en tiempos y escalas diversas, 
situación que finalmente define combinaciones específicas o particularidades en el 
empotrado material de cada grupo social y de las personas que lo integran. 
I.2.2. Los momentos en la producción del espacio 
 
Desde la perspectiva de Lefebvre (2005:33) el espacio se produce en tres momentos o 
dimensiones: el espacio físico o material, la representación del espacio y el espacio 
representacional. 
a) El espacio material o físico (L’espace perçu), es el espacio-producto, el táctil, el 
palpable, el que se puede captar con los sentidos, el espacio urbano de calles 
y edificios, el espacio que sintetiza la historia del lugar. 
b) El espacio representado o conceptual (L’espace conçu) es el espacio 
concebido por tecnócratas, el abstracto, el espacio especializado de los 
modelos y mapas, el espacio que representa el poder y el capital. 
c) El espacio representacional o vivencial (L’espace veçu) es el espacio vivido por 
la gente común, el espacio de símbolos, imaginación y significados, el espacio 
cotidiano de la experiencia humana en el espacio material. 
Las prácticas sociales producen sus propios espacios que son materiales, 
conceptuales y vivenciales, marcando una relación dinámica entre los momentos del 
espacio, los cuales se encuentran en constante tensión entre sí (Harvey,2006:119-
148). Por ejemplo, la ciudad como espacio material se relaciona con la urbanística, la 
cual interviene no sólo “dibujando” cambios urbanos sino como una práctica de 
regulación del uso social del espacio y por lo tanto, influye en la experiencia que los 
habitantes tienen en la ciudad. De igual manera, la apropiación del espacio físico por 
los habitantes puede incidir en la práctica urbanística y en la transformaciónmaterial 
del espacio. De esta forma, la producción física del espacio es también la producción 
de significados, conceptos y conciencia del espacio (Smith,1984:77). 
En este planteamiento se puede rescatar el término “rugosidades” (o rastros de 
capital acumulado) utilizado por Santos (1990:154) para referirse al espacio producido 
como un todo, en este caso, para describir la acumulación de capitales en las 
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dimensiones material, conceptual y vivencial del espacio, como también para dar 
lectura a las oquedades generadas en dichos momentos espaciales durante el 
proceso de producción del espacio. 
 
I.2.3. Desarrollo geográfico desigual: oquedades en el oleaje del capital 
 
Si bien hasta este punto se han subrayado algunas características del espacio-
producto, aún resta dilucidar acerca del proceso en el cual éste es producido. Harvey 
(1990 y 2006) y Smith (1990) hacen un esfuerzo importante por revelarnos cómo la 
producción del espacio, en el capitalismo, culmina en el desarrollo geográfico desigual, 
situación se explicará brevemente en los siguientes párrafos, donde se aborda la 
formación de oquedades en el desarrollo el desarrollo geográfico desigual desde la 
dinámica de la circulación del capital y la relación que guarda con la introducción de 
innovaciones tecnológicas, las infraestructuras sociales y la vida cotidiana en. 
La producción de bienes para la satisfacción de necesidades ha involucrado la 
apropiación y transformación de la naturaleza por medio del trabajo, por ello la 
actividad capitalista debe estar cimentada en alguna parte. Sin embargo, “el 
capitalismo no se desarrolla sobre una superficie plana dotada por todas partes de 
materias primas y de fuerza de trabajo homogénea” (Harvey, 1990:418) sino que se 
desenvuelve en un ambiente geográfico heterogéneo, donde ciertos contextos ofrecen 
mayores oportunidades de acumulación de capital que otros. 
Estos contextos distan de ser “naturales”, en cambio, han sido configurados a 
manera de rugosidades por etapas subsecuentes de circulación de capital16. En este 
sentido “podemos pensar en el mundo como una ‘superficie de ganancia’ producida 
por el mismo capital” donde “[…] el capital se mueve hacia donde la tasa de ganancia 
es la más alta (o al menos alta)” (Smith,1990:148). Pero la superficie de ganancia es 
dinámica, y los lugares que originalmente ofrecen grandes oportunidades, una vez 
abiertos a la circulación del capital, ven aminorada paulatinamente su ventaja. Esto 
ocurre en un entorno contradictorio, pues si bien el desarrollo de las fuerzas 
productivas en un lugar contribuye a disminuir el desempleo, mejorar el salario y 
fortalecer las organizaciones de trabajadores, justo por esta razón el lugar se torna 
poco atractivo para continuar el desarrollo. Caso contrario son las zonas poco 
desarrolladas donde la carencia de capital, altos niveles de desempleo, sueldos bajos 
y escasa organización de trabajadores son condiciones ampliamente atractivas para 
un rápido desarrollo (Smith,1990:149). 
 
16 El capital se mueve como mercancías, como dinero, o como fuerza de trabajo (Harvey,1990:379). 
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El patrón de desarrollo desigual generado por el vaivén del capital, es más 
notorio en las ciudades donde el capital presenta mayor movilidad. En ellas, “el 
desarrollo de áreas subdesarrolladas conduce a un incremento rápido de la renta de la 
tierra y la frustración, después de un punto, de mayor desarrollo” (Smith,1990:149) por 
lo que dos situaciones están en constante choque, por un lado la intensa urbanización 
“hacia fuera” para transformar usos de suelo de menor renta en uno de mayor renta; y 
por otro, la suburbanización “hacia dentro” especialmente por deterioro de zonas de 
alto nivel de renta hasta hacerlas nuevamente atractivas al capital y puedan ser 
reurbanizadas. En los ciclos urbanización-suburbanización-reurbanización se suscitan 
cruentas luchas entre capitalistas financieros, desarrolladores, dueños de la propiedad 
y el gobierno por apropiarse de la renta diferencial. La renta de la tierra es uno de los 
elementos que permite entender la lógica que subyace al desarrollo urbano en el 
capitalismo avanzado. 
 
Innovaciones tecnológicas 
 
Las innovaciones vienen a jugar un papel importante en el ritmo de acumulación del 
capital y en la transformación del espacio (véase Santos,1986). La incorporación de 
innovaciones ofrece una ventaja al capitalista que las promueve inicialmente, claro 
está que la tasa de ganancia tiende a disminuir conforme las innovaciones son 
difundidas e incorporadas por el resto de los capitalistas. Sin embargo, como señala 
Santos (1990:179) “el acto de producir es a la vez, un acto de producción espacial” y 
el rompimiento con mezclas tecnológicas pasadas es también el desmantelamiento de 
las configuraciones espaciales establecidas y la transformación de viejas estructuras 
espaciales en nuevas. La incorporación de un haz de innovaciones a menudo provoca 
una devaluación masiva, a la vez que el no ‘racionalizar’ la inserción de éstas sirve de 
base a las crisis de acumulación excesiva (Harvey,1990:397). 
Esto no significa que todos los lugares sean transformados simultáneamente, al 
contrario, ciertos puntos geográficos reciben primero las innovaciones brindándoles la 
posibilidad de influir sobre los demás y de mantenerse en primera fila para la 
recepción de posteriores innovaciones, en cambio, el resto de los lugares padecen de 
desfases o retrasos (Santos,1986:35) que en el ciclo del capital implica una tasa de 
ganancia en declive y por ello, la propensión a la devaluación. De ahí, que las 
devaluaciones sean específicas de los lugares, como observa Harvey (1990), pero 
sólo de algunos lugares. 
 
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Las infraestructuras sociales 
 
Las infraestructuras físicas y sociales han sido creadas a través del tiempo para 
desempeñar múltiples funciones, constituyen un recurso complejo que no se ajusta 
instantáneamente a los requerimientos del capital e incluso puede ofrecer cierta 
resistencia al cambio, por lo que el capital debe ser lo suficientemente flexible para 
adaptarse a ellas. Las infraestructuras físicas (carreteras, puentes, viviendas, 
escuelas, hospitales, parques industriales, centros comerciales, etc.) son capitales que 
se fijan al territorio para apoyar tanto a la producción como al consumo y requieren del 
flujo continuo de capital para su mantenimiento. Las infraestructuras sociales, en 
cambio, no están fijadas al territorio en su sentido literal, pero su uso está 
territorialmente delimitado (servicios de salud, educación, vivienda, transporte, 
esparcimiento, religiosos, bancarios, legislativos, administración pública, juzgados, 
protección civil y militar, etc.), absorben gran cantidad de capital y requieren de cierta 
estabilidad para ser efectivas (Harvey,1990:401-402). 
Las infraestructuras sociales se sostienen a partir de valores gravados al 
capital, por lo que están erigidas sobre una base económica, esto no implica que 
exista una relación directa de extracción-aplicación de la tributación obtenida, pues 
generalmente ciertos organismos –como la Iglesia, el Fondo Monetario Internacional y 
los gobiernos, entre otras– concentran el valor gravado (u obtenido) y lo redistribuyen 
a diferentes escalas de acuerdo con sus propios intereses o estrategias. El 
planteamiento de Harvey (1990:402) es que “la circulación del capital transforma, crea, 
sostiene e incluso resucita ciertas infraestructuras sociales a expensas de otras” por lo 
que se puede esperar que las infraestructuras respondan a un desarrollo geográfico 
desigual. 
Las corrientes destinadas a infraestructuras se pueden ver como inversiones 
diseñadas para fomentar las condiciones físicas y sociales favorables a la producción 
de excedentes

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