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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES CENTRO DE INVESTIGACIONES SOBRE AMERICA DEL NORTE CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIOISGIPLINARIA5 FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLAN "LAS FRONTERAS DE LA POUTICA Y LOS NUEVOS ESPACIOS PARA El QUEHACER POLIT!CO. ARGENTINA 1990 - 2004'' T E s I s PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTORA EN CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES ORIENTACION CIENCIAS POLITICAS P R E s E N T A MARIA ANTONIA MU~OZ COMITE TUTORAL: TUTOR PRINCIPAL: BENJAMIN ARDITI KARLIK MIEMBROS: FERNANDO CASTAÑOS ZUNO FERNANDO CASTA~EDA SABIDO JULIO AIBAR SANTIAGO CARASSALE CIUDAD DE MEXICO, 2007. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 1 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO. Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Instituto de Investigaciones Sociales. Centro de Investigaciones sobre América del Norte. Centro regional de Investigaciones Multidisciplinarías. Facultad de Estudios Superiores de Acatlán. “Las fronteras de la política y los nuevos espacios para el quehacer político. Argentina 1990-2004” Tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, orientación Ciencias Políticas. Presenta: María Antonia Muñoz. Comité Tutoral: Tutor Principal: Benjamín Arditi Karlik. Miembros: Fernando Castaños Zuno. Fernando Castañeda Sabido. Julio Aibar. Santiago Carassale. Ciudad de México, 2007. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 2 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 3 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. Agradecimientos y dedicatoria. Ha sido un camino de más de cuatro años y son muchas las personas que han contribuido de una u otra forma y en mayor y menor medida a que este trabajo se haya plasmado en este impreso. A todos ellos mi más sincero agradecimiento y mis disculpas si la prisa, el nerviosismo y mala memoria hacen que los omita. Quiero agradecer al Dr. Benjamín Arditi su dedicación y entusiasmo al aportar ideas, sugerencias y recomendaciones fundamentales para el texto que aquí se presenta. También, y tal vez lo más importante, quiero dar las gracias por su profunda solidaridad, paciencia y apoyo en los momentos más difíciles de esta etapa. Por su parte, el Dr. Aibar fue un sugestivo flujo de ideas y una fuente de discusión que me permitieron enriquecer de manera invaluable el presente trabajo. También, muchas gracias por su amistad. Además, mis más sinceras gracias por su tiempo, lectura y contribuciones para los Drs. Castaños, Castañeda y Carassale, quienes, desde sus diferentes enfoques y teorías me ayudaron a mejorar notablemente la tesis. Quiero expresar mi inmensa gratitud a los maestros, secretarias y trabajadores del Posgrado de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM que me ayudaron y facilitaron el trabajo para que esta tesis haya llegado a su fin. También quiero agradecer a mis amigos en México que han sido vitales por brindarme su afecto y respaldo. Abel, Daniela, Gisela, Karina, Natalia y sobre todo a Arturo y Jaime; todo mi agradecimiento. Quiero destacar que mis amigas y amigos que viven en Argentina han sido muy importantes porque me han ayudado a buscar información clave para la tesis y han sido un respaldo emocional durante estos cuatro años. Sobre todo a Anita y Flia., Ferchi, Ferto, Flaca, Juan y Flia., Lidia y Flia., Martín, Nico, Yla, Por las discusiones, por los mates, por la pasión compartida, muchas gracias! También a Aníbal Viguera por haberme acogido en una estancia pero antes que todo por haberme abierto los caminos a este México querido. Otros que han sido claves para que ésta tesis fuera posible han sido los militantes y participantes de diversas organizaciones; la Corriente Clasista y Combativa, Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, Frente Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 4 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. Popular Darío Santillán, Federación de Tierra y Vivienda, Movimiento Barrial Octubres, Movimiento Barrios de Pié, Movimiento Patriótico 20 de diciembre, Movimiento Sin Trabajo “Teresa Vive”, Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita, Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, Movimiento Territorial de Liberación, Movimiento Teresa Rodríguez. Vaya mi gratitud a todos los entrevistados. Al Choca sobre todo por su enorme paciencia en momentos de crisis, por sus sabios consejos en situaciones donde tenía que tomar decisiones importantes y por su apoyo para que pudiera desarrollar mis deseos y motivaciones. Finalmente, muchas gracias por su lectura atenta y por sus correcciones de estilo. Quiero también agradecer a mi familia porque además de todo el amor que me ofrecen, son una fuente de inspiración ética porque han sido valientes, coherentes y fieles a sus principios tanto en su participación de la historia como en la vida que hoy enfrentan. Viejos; muchas gracias. Además les debo un reconocimiento a mis hermanos, Lucía y Juan, a las “Abus”, a Andrés (que me salvó de trámites casi imposibles), a Jose, a Patricia y a Faby y Amalia. Agradezco el soporte económico mediante una beca de posgrado que me otorgó durante los tres primeros años del desarrollo de esta investigación la Dirección General de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. También, doy las gracias a la Red de Macrouniversidades por favorecerme para una beca de estancia en extranjero por 5 meses que realice en La Plata, Argentina. Finalmente, quiero dedicar la tesis a aquellos que entregaron la vida por un mundo más justo, a todos aquellos que en la actualidad piensan que otro mundo es posible, a los que aún en la pérdida no se sienten derrotados y a los que día a día construyen con su coherencia y convicción un presente y futuro distintos para los que han quedado al borde de la historia. A mis tíos desaparecidos, a mis viejos, a las abuelas, a los compañeros ausentes y a los presentes, a los niños perdidos... Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 5 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. INTRODUCCIÓN. 7 CAPÍTULO 1. LA POLÍTICA: INSTITUCION Y CONFLICTO. (Algunas coordenadas conceptuales) 13 1.1 Introducción. 13 1.2. Lo político como conflicto por la constitución de lo común. 15 1.3. La política como dominio de lo político. 20 1.4. La representación política como forma mediación y creación de voluntades colectivas. 24 1.5. Conflicto político, antagonismos y desacuerdos: recuperar el registro de lo político. 28 1.6 Algunas preguntas abiertas. 34 CAPITULO 2. DOS ESTRATEGIAS HEGEMÓNICAS. (La economía en el lugar del progreso y el Estado en ellugar de la reparación) 37 2.1. Introducción 37 2.2. Una orientación para la política. 38 2.2.1. Las decisiones vinculantes. 40 2.2.2. Bien colectivo, plenitud social y los caminos para alcanzarlos. 45 a- La estabilidad bien colectivo a defender, la justicia social como plenitud social a alcanzar. 46 b- Inflación y caos; nombres para los enemigos de la sociedad argentina. 50 c- El nuevo pueblo (moderno y globalizado). 52 2.2.3. Intercambio y articulación. 56 2.3. La otra política: el Estado en el lugar del mito. 62 CAPITULO 3. FORMAS POLÍTICAS DE IRRUPCIÓN Y DESARTICULACIÓN 1: “Los piqueteros.” 67 3.1. Introducción. 67 3.2. Algunas interpretaciones sobre los piqueteros. 72 3.3. Los piqueteros; conflicto político y los lentos caminos de la identificación de la injusticia. 75 3.3.1. La cuestión del origen. 78 3.3.2. El reconocimiento parcial de los otros. 83 3.3.3. El gobierno: “no hay conflicto”. 86 3.4. La constitución del escenario polémico. 92 CAPITULO 4. FORMAS POLÍTICAS DE IRRUPCIÓN Y DESARTICULACIÓN 2: “Que se vayan todos” 97 4.1. Introducción. 97 4.2. Las asambleas: de la economía a la representación institucional como objeto del conflicto. 103 4.3 “Que se vayan todos”: “los poderosos” como límite de lo social. 106 4.3.1. Estar en contra es la puesta en común. 111 Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 6 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 4.3.2. La multiplicación de los lugares de enunciación. 118 4.3.3.¿Antagonismo sin fuerza antagonizada? 120 4.4. ¿El fracaso de la una articulación hegemónica o la creación de otras prácticas políticas? Las estrategias desde la mirada de los sujetos. 125 4.5. Más allá de la agitación; los efectos de vinculación tras el enemigo común. 139 CAPITULO 5. ESTRATEGIAS DE GOBIERNO. (La reconstrucción hegemónica frente a la pluralidad de las resistencias) 149 5.1 Introducción. 149 5.2. Las decisiones vinculantes. 154 5.3. Las huellas de la fractura como eje de la nueva hegemonía. 158 a- El lugar mítico del Estado. 161 b- De nuevo el pueblo: reconocimiento del daño y control de demandas. 165 c- Neoliberalismo: el enemigo público número uno. 172 5.4. Intercambios políticos verticales: 177 estrategias de poder gubernamental y tácticas de resistencia. 177 a- Reconocimiento de las demandas discretas y fuga en el tiempo. 179 b- Tratamiento institucional: dividir, judicializar, desplazar y normalizar. 181 c -Más allá del Estado liberal, más acá del Estado garante de la igualdad. 185 d- las demandas de “orden”. 192 CONCLUSIONES GENERALES. 201 Prácticas hegemónicas y acciones de resistencia. 203 Alcances de los ámbitos de acción política no convencional. 208 Anexo 1. 211 Metodología. 211 Anexo 2. 221 La variable económica como causa parcial del agotamiento de las políticas neoliberales. 221 Anexo 3. 225 La transformación de las formas de mediación entre “Sociedad” y “Estado” como causa parcial de la crisis política. 225 1. Introducción 225 2. “La política” puesta en cuestión. 227 3. El lugar en la política de los partidos políticos. 230 4. El lugar en la política de los sindicatos. 237 5. Competencia por la representación política. 242 Anexo 4. 251 Construcción de nuevos sentidos y su disponibilidad en el espacio público. 251 1. Los discursos desde los partidos políticos. 252 2. Los discursos sindicales y no sindicales. 257 3. El gobierno de la Alianza. 261 Anexo 5. 265 Cuadros y gráficos. 265 Anexo 6. 275 Manifestaciones y tendencias de la protesta. 275 BIBLIOGRAFÍA. 285 Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 7 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. Introducción. “Si, yo creo que existe un pueblo múltiple, un pueblo de mutantes, un pueblo de potencialidades que aparece y desaparece, que se encarna en hechos sociales, en hechos literarios, en hechos musicales. Es común que me acusen de exagerado, bestial y estúpidamente optimista, de no ver la miseria de los pueblos. Puedo verla, pero... no sé, tal vez sea delirante, pero pienso que estamos en un período de productividad, de proliferación, de creación, de revoluciones absolutamente fabulosas desde el punto de vista de la emergencia de un pueblo. Es la revolución molecular: no es una consigna, un programa, es algo que siento, que vivo, en algunos encuentros, en algunas instituciones, en los afectos, y también a través de algunas reflexiones” (Guattari, 1982)1 En muchos países de América Latina y, en particular, en Argentina, la década de los noventa fue comúnmente caracterizada como el triunfo de la ideología neoliberal, como el período de contracción del Estado frente al avance de la “libertad del mercado”. Aquellas tendencias que parecían terminantes son actualmente contrarrestadas, en el lenguaje y en las acciones, por varios gobiernos de aquel continente. Los mercados sin controles y el Estado mínimo, pares que se solían utilizar como inseparables de la democracia, son actualmente puestos en el lugar de los enemigos del “pueblo”. En otras palabras, la comprensión en torno al lugar de la política en la sociedad varió de forma significativa. En la Argentina de los noventa, las recomendaciones producidas por el “Consenso de Washington” impactaron de manera singular. Además de la privatización de las empresas públicas y el debilitamiento de las políticas de regulación y control, la fórmula “neoliberal” se tradujo en una moneda sobrevaluada, en el fortalecimiento del sector financiero por sobre el sector productivo, y en un importante crecimiento del déficit público. Este principio de lectura sobre el tipo de relación que debían sostener las instituciones públicas con la economía, tuvo amplias consecuencias sociales y políticas. El impacto no se redujo al empleo, al consumo y a la industria sino que se extendió a las 1 Citado en Guattari y Rolnik, 2005; 7. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 8 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. identidades colectivas, a la función integradora del Estado, al sistema de representación, a las formas de participación, etc. En un principio, la creación de esta orientación política y económica no se instituyó sobre un terreno ausente de resistencias.2 No obstante, ésta pudo sobreponerse a las acciones fragmentadas, intermitentes y, sobre todo, orientadas por demandas relacionadas con las consecuencias sociales negativas del modelo económico (desocupación, pobreza, precariedad laboral, etc.). Hacia fines de los noventa, las promesas políticas comenzaron a ser cuestionadas. La economía entró en un proceso recesivo producido, principalmente, por la fuga de capitales que hizo insostenible el plan de “Convertibilidad” (eje vertebral de las políticas neoliberales). A la vez que esto ocurría, se registró un aumento acelerado de las protestas y movilizaciones sociales. Además, aparecieron organizaciones críticas a la primacía de la lógica del libre mercado y a los gobiernos se los denunciaba como cómplices de los costos sociales y políticos que sufría la ciudadanía. En el mes de diciembre del año 2001, la fuga de capitales se acentuó, los depósitos de ahorros quedaron congelados, las protestas y movilizaciones se profundizaron y los partidos políticos mayoritarios se enfrentaron de tal forma que se hizo insostenible el ejercicio del poder ejecutivo. Estos sucesos derivaron en la renuncia del presidente electo Fernando de la Rúa y en la sucesión de cuatro presidentes interinos en diez días. Durante los primeros meses del año 2002 se observaron dos procesos paralelos. Por un lado, el gobierno conducido por el presidente Eduardo Duhalde, emprendió la reconstrucción del espacio social fragmentado a través de una estrategia política; instituyócomo enemigo político al neoliberalismo y sus aliados, resolvió múltiples demandas a través de la creación de nuevas instituciones, leyes y normas y autoproclamó al Estado como medio para alcanzar la plenitud social y como agente reparador social. Por otro lado, continuó el crecimiento de las 2 Un estudio que releva el número de protestas realizadas en contra de los gobiernos y su política económica entre los años 1989 y 2003 demuestra que el período que va del año 1989 al año 1999 concentra la mayor cantidad de protestas. “La mayor proporción de protestas se distribuye en los dos mandatos de Carlos Menem (42% y 32% respectivamente). El promedio de protestas de cada mandato muestra que se protestó mensualmente más durante los gobiernos de Menem que en los gobiernos de De la Rúa y de Eduardo Duhalde” (Schuster et al, 2006; 69). Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 9 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. organizaciones políticas que criticaban la complicidad entre la política reducida a la representación territorial y funcional y la existencia de un sistema económico excluyente. Durante todo el año 2002 estas tuvieron gran capacidad de estructurar la agenda política y poner en suspenso las decisiones tomadas por el gobierno. Finalmente, pasado el año 2002, dichas posiciones políticas dejaron de ser una referencia para dividir aguas a favor y en contra. A pesar de ello, continuaron interviniendo en el espacio público a través de las protestas, elevando propuestas legislativas o programáticas, generando redes sociales y productivas a nivel barrial e intentando disputar el espacio de los líderes territoriales del partido en el poder. Este giro del escenario político, sobre todo entre diciembre del año 2001 y enero del 2002, estuvo marcado por el auge de la participación ciudadana fuera y en contra de los canales convencionales. La retórica progresista de los gobiernos posteriores a aquella crisis confirmaron que algo había pasado en la política argentina; sus fronteras se habían transformado y desplazado a otras áreas de la vida social. Este deslizamiento se caracterizó por la centralidad de la inclusión social como objetivo declarado de la política, la inversión de la relación política / economía, la revalorización de la participación de la sociedad civil, la crítica al modelo neoliberal, la apelación al pueblo como sujeto de la política y la incorporación de la “promesa de plenitud democrática”. A pesar de que muchos diagnósticos querían señalar el “empoderamiento” de la sociedad civil e incluso mostrar el nacimiento de una nueva forma de construir poder, cuatro años después de diciembre del año 2001, el movimiento de asambleas casi desapareció, el piquetero se dividió y fragmentó y ninguna de las organizaciones sociales pudo convertirse en representante del discurso crítico, incluso aquellas que tenían pretensiones de articular posiciones más allá de sus demandas particulares. Es decir, aunque pareció existir una relación entre la aparición de un movimiento socio – político crítico y los cambios en las coordenadas del sistema político luego del año 2001, las organizaciones que fueron soporte de estos discursos críticos fueron perdiendo centralidad en el escenario político así como apoyo público. En síntesis, la paradoja principal es que a medida que se fue consolidando el giro político marcado por una retórica Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 10 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. ordenada en torno a la inclusión social y la revalorización de “la política” por sobre “los mercados”, aquellos movimientos y organizaciones fueron influyendo cada vez menos sobre los temas públicos y las decisiones políticas. El auge de los movimientos de protesta como los piqueteros, las asambleas y las fábricas tomadas ha sido motivo de la producción de una innumerable cantidad de textos de carácter académico. 3 Después de una década de aparente desertificación de lo político, muchas veces caracterizada como el “reino del pensamiento único”,4 se comprende porqué el entusiasmo en torno a dichos movimientos. La mayoría de los estudios de carácter empírico tendieron a analizar, desde diferentes enfoques teóricos metodológicos, a los movimientos como una reacción con pretensión defensiva o emancipadora, frente a las políticas de orientación neoliberal. En general, estos estudios explican a los movimientos como una reacción frente al dominio ideológico y reconstruyen la trama interna de la formación de tales sujetos. La influencia de las teorías de la acción colectiva, más enfocadas en la construcción de la identidad y/o en el uso de los recursos, impactó sobre las miradas de los investigadores que eligieron centrarse más en las dinámicas internas de los movimientos, organizaciones o protestas colectivas, que en su interacción con el sistema político. El límite de este tipo de análisis es que se debilita la dimensión constitutiva de los antagonismos y sus efectos sobre el orden. En otras palabras, se pierde de vista el registro de lo político que introducen estos sujetos, lo que es fundamental para comprender su aparición, identidad y permanencia en el tiempo. Además, introducir en el análisis el contexto político más general, permite arrojar luz sobre el funcionamiento del sistema político democrático.5 3 Almeyra, 2004; Giarraca, 2002; Massetti, 2004; Recalde, 2003; Svampa y Pereyra., 2003; Schuster et al., 2005 y 2005b. 4 “El reino del pensamiento único” era como se denominaba al dominio de la perspectiva neoliberal entre los gobiernos occidentales. Ver http://www.rebelion.org/opinion/montalban280701.htm y www.forosocialmundial.org.ve/foro_resp.php?idtema=4 - 24k (fecha de consulta 23 de mayo del 2006). 5 Con esto no se quiere quitar importancia a la dimensión de la identidad política, sino más bien señalar que ésta está en función del contexto más general en la donde la interacciónn con los otros es fundamental. Lejos de interpretar a las identidades como valores intrínsecos, se partirá de la Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 11 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. En la presente investigación se partirá de la idea de que, para explicar la variación del escenario político previo al año 2001 y posterior a él, es necesario explicar el impacto político de aquellas prácticas políticas no convencionales adscribiendo a cierto enfoque conceptual que distinga entre la política y lo político. A pesar de que en el capítulo uno se analizará los principales aspectos teóricos que respaldan la investigación, será clarificador hacer un breve avance del enfoque elegido. Este distingue entre dos dimensiones de la política. El primer concepto hace referencia al subsistema político, un sistema más dentro del orden social, con su propia lógica funcional. El segundo hace referencia al dispositivo general, a lo político como puesta en suspensión e institución de nuevas formas de ordenación. Esta concepción permite explicar las mutaciones institucionales de los sistemas políticos y las relaciones que se van estableciendo entre los subsistemas porque otorga un marco más general que permite hacer entrar en la escena a sujetos que cuentan en la producción general del orden y que no son ni el parlamento, ni el Estado, ni los partidos políticos. Es decir, que no son los que encuadran dentro de un formato liberal de la democracia. Para ampliar estas consideraciones teóricas y analíticas el capítulo uno se centrará en desarrollar algunos conceptos claves que apuntan a entender esta doble inscripción de la política como sistema y como el momento de interrupción delmismo. En el capítulo dos se analizarán las coordenadas sobre las cuáles se estructuró la hegemonía neoliberal en Argentina. Esto permitirá entender cómo se articuló política y economía durante los noventa y que consecuencias tuvo esto sobre el sistema político. Se sentarán las bases para analizar en qué contexto y qué es lo que desarticula la polémica que tuvo como protagonista a organizaciones políticas no electorales a fines de la década de los noventa. Se describirá brevemente cuál fue la forma de entender la política según los gobiernos posteriores al año 2002 para comprender qué cambios se efectuaron después de la crisis del período 2001-2002. idea de que éstas son producto de las relaciones que establecen con otras y son susceptibles de ser transformadas en ese proceso de interacción. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 12 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. En el capítulo tres desarrollarán las formas de actuación antagónica de las organizaciones piqueteras. En particular se estudiará cómo fueron deconstruyendo las formas de legitimación de la hegemonía neoliberal en la interacción polémica con el gobierno y otros actores políticos. En el capítulo cuatro se analizará cómo diferentes demandas se vincularon detrás de la consigna “que se vayan todos” que permitió metaforizar la frontera social expresada en contra de “la clase política”. Se mostrará cómo este tipo de prácticas tuvieron sus efectos políticos a pesar de que se distanciaron del tipo de intervención hegemónica caracterizada por la articulación equivalente de las demandas tras una propuesta común para superar la dislocación. En el capítulo quinto se describirá la actuación del gobierno para reconstruir el espacio social fracturado y debilitar a sus enemigos políticos o forzarlos a abandonar su actuación antagónica. Esto permitirá mostrar en qué sentido se ampliaron y transformaron las fronteras de la política, qué hegemonía se instaló y cuáles han sido los recursos con que disponía el gobierno, a diferencia de las acciones “desde la sociedad civil”, para actuar superando la crisis política. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 13 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. CAPÍTULO 1. LA POLÍTICA: INSTITUCION Y CONFLICTO. (Algunas coordenadas conceptuales) 1.1 Introducción. “Y si hay alguna conclusión que deseo particularmente evitar es la conclusión estéril de que una política virtuosa buscaría la sencillez y se apartaría de las alteraciones ambiguas, de que debemos tratar de resolver la ambivalencia y la ambigüedad de nuestras políticas o, por lo menos hallar una fórmula con la que puedan desvanecerse.” (Oakeshott, 1998:47) Se ha señalado en la introducción algunos sentidos del giro de la política en Argentina antes y después de los conflictos políticos de los años 2001 y 2002. No obstante, será imprescindible preguntarse acerca de qué tipo y cómo se produjeron esas transformaciones, si fueron significativas y en qué sentido lo fueron. La dificultad de estos interrogantes reside en el hecho de que existe una polémica en torno a cuál es la definición y el objeto de la política. Algunas posiciones prestan mayor atención a la política como formación y búsqueda de un bien común a través de ciertas tendencias comunes al género humano como el diálogo o la razón. Ciertas versiones la entienden como una práctica asociada a búsqueda de universales como la justicia o equidad.6 Otras perspectivas la identifican con una forma de regulación y administración de los diversos intereses sociales; la política no puede más que intentar diseñar un orden en el cuál se minimicen los costos individuales. Sería fácil concluir que todas tienen algo de razón si se asume que la política es constitutivamente compleja y atiende tanto a los momentos en donde el orden social se pone en entredicho como a aquellos donde se reconstituye. Para Michel Oakeshott (1998) la política en el mundo moderno es una actividad constitutivamente ambigua, resultado de la tensión entre dos estilos opuestos: la política de la fe y la política del escepticismo. Pero más allá de esta ambigüedad 6 Estas tres posiciones pueden ser representadas por tres autores; Habermas, Nozick y Rawls. Para ahondar en estas teorías consultar: Habermas, Jürgen (2000), Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático en términos de teoría del discurso, Madrid, Editorial Trotta; Nozick, Robert (1974), Anarchy, State and Utopia, New York; Basic Books; Rawls, John (1978), Teoría de la Justicia, F.C.E. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 14 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. constitutiva, es necesario intentar dominar el concepto. Por este motivo, es necesario repasar algunas propuestas y discusiones en torno a que es lo político, no solamente como un ejercicio interesante de reflexión conceptual, sino porque es central para pensar el problema y responder la pregunta que guía el presente estudio. Para ello se destacarán dos formas de pensar a la política. El primer enfoque la circunscribe a una región independiente de la vida social, un sistema diferenciado y autónomo que procesa demandas y realiza decisiones que afectan y vinculan al conjunto de la sociedad. La segunda perspectiva no desconoce que existe una esfera donde se institucionalizan y tratan los conflictos, pero señala que es necesario prestar mayor atención a los mecanismos generales por los cuáles fue posible esta separación. Para esta perspectiva lo político es entendido como el momento de negación y re institución del orden social, donde la unidad de la sociedad es posible a pesar de las diferencias. 7 Reconocer esta doble inscripción de la política permite posar la mirada tanto en los intercambios institucionalizados como en el momento donde éstos se suspenden, otorgando una visión más dinámica de las transformaciones y de las posibilidades de aquella. En otras palabras, abre un nuevo mundo de observaciones al comprender que la política posee fronteras móviles y cambiantes y que sus sujetos son múltiples y variados. No obstante, así cómo es importante incluir en el análisis la dimensión ontológica, no es menor las argumentaciones que han nacido de los enfoques más centrados en la otra dimensión, la óntica. Al respecto del amplio debate Arditi comenta que; “si bien esta discusión enriqueció nuestra compresión de lo político, 7 Para Lefort (1990) lo político es el momento de inscripción donde se instituye la sociedad a pesar de las diferencias, es decir, es el momento donde la contingencia se hace presente a través de la visibilidad de las opciones posibles que pueden dar forma al orden. La política, en cambio, es lo inscripto, es la esfera o el sistema donde tiene lugar los intercambios institucionalizados del conflicto. Es el espacio donde se circunscribe la actividad política, la competencia por el poder, y las decisiones socialmente vinculantes tomadas por los gobernantes. Es decir, las formas institucionalizadas, legalizadas o legitimadas, de aparición de lo político. En esta definición se puede observar la coincidencia entre las definiciones de Bobbio y de Lefort en relación con la política ya que para el primero, el sistema político es entendido como el conjunto de relaciones de interdependencia entre los diversos entes que median los conflictos, dan cohesión y defensa frente a otros grupos. No obstante, en el desarrollo teórico queda congelado el momento de lo político. Las fronteras de la política ylos nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 15 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. no procedió a elaborar una reflexión análoga acerca del estatuto de la política como subsistema o como algo más que eso” (2005; 222). 1.2. Lo político como conflicto por la constitución de lo común. Desde el punto de vista de la sociología, la demarcación de la política dentro de una esfera particular o subsistema es producto de un aumento de la complejidad social en la modernidad. En otras palabras, las sociedades modernas están trazadas por diferentes lógicas o lenguajes funcionales que hacen posible diferenciar la economía, la religión, el arte, la política.8 Esto no solamente debe ser visto como es un producto histórico innegable sino funcional a la democracia. La delimitación entre esferas institucionales aumenta la visibilidad de la competencia por los cargos públicos y la contingencia de las decisiones vinculantes tomadas por los gobernantes (Sartori, 2000; Nafarrate, 2004).9 Pero, como señala Lefort (1990b), reflexionar en torno a la separación y la lógica de una esfera propiamente política, no invalida pensar los mecanismos que hacen posible esa separación. Para él es imprescindible interrogarse acerca de la forma social bajo la que cuál se presenta y se ve legitimada ésta separación entre diversas esferas de la realidad. La preocupación por el orden social no solamente es objeto de la filosofía. Aún entre los que han destacado el descentramiento de la política desde una perspectiva sociológica, existe una preocupación en torno a los mecanismos que permiten generar la convivencia social.10 Esta inquietud se puede entrever tanto en los argumentos que intentan definir un bien común para 8 Habermas (2000) comparte con Beck y Lhumann que la complejidad social elude a un proceso histórico moderno de diferenciación de esferas que se arrogan su propia lógica y formas de legitimación. También para Sartori (2000) este es un producto propio de la modernidad. Para él no fue hasta el siglo XIX que la política obtuvo su estatus diferenciado y autárquico gracias al descubrimiento de la sociedad y la economía como espacios autónomos del Estado. 9 Para Hansen (1991) la distancia estructural entre gobierno y votantes es la única manera en que se puede instituir la rendición de cuentas horizontal (accountability) y la responsabilidad (responsiveness). Aunque es cierto que otras formas de gobierno sin representación harían imposibles estas formas de puesta a prueba del poder, la democracia representativa no elimina la posibilidad de que existan prácticas dirigidas a cuestionar las formas institucionalizadas de la democracia y que se suspendan las diferencias nacidas del lugar político que cada uno ocupa (gobernantes o gobernados). 10 De la idea de descentramiento se deduce que la producción del orden social no depende exclusivamente de la existencia de la política. Con ésta convive con otro conjunto de sistemas con diferentes códigos y que poseen la misma prioridad en dicha tarea. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 16 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. fundar la comunidad como en las concepciones que sustentan que la unidad social solamente es posible a través de diferentes combinaciones sistémicas.11 ¿En virtud de qué procesos se creó y legitimó el sistema político democrático? “Lo esencial, a mi modo de ver, es que la democracia se instituye y se mantiene por la disolución de los referentes de certeza. Inaugura una historia en la que los hombres experimentan una indeterminación última respecto al fundamento del poder, de la ley y del saber, y respecto al fundamento de la relación del uno con el otro en todos lo registros de la vida social.” (Lefort, 2004; 50) Para Lefort, la democracia supone la inauguración histórica de un orden simbólico en el cuál se han disuelto los mecanismos de certeza que estructuraban a las sociedades medievales o teológicas. En la sociedad democrática el poder adquiere un nuevo estatus ya que no puede ser encarnado por ningún cuerpo específico; el lugar del poder está vacío porque ningún gobernante ni grupo social pueden serle consustanciales. Desde ésta perspectiva, el conjunto de mecanismos que reglan la competencia y someten a los gobernantes a revisión periódica no alcanzarían para definir la naturaleza de la democracia. Estos son dispositivos institucionales o inscripciones de aquella mutación simbólica que permiten que el poder quede “inocupable”. Lo que los argumentos minimalistas o procedimentalistas de la democracia no abordarían sería justamente la dimensión de la inscripción (Schumpeter, 1975; Dahl, 1989; Przeworski, 1991), de la cual las formas institucionales son deudoras. Al sostenerse sobre la competición que deriva del lugar vacío del poder, el régimen democrático legitima al conflicto social, poniendo en jaque la presentación de la sociedad como una totalidad cerrada, orgánica. Por ello, la democracia es por excelencia el orden que aloja en el corazón de la política el reconocimiento y el enaltecimiento de la aparición de lo político. En la misma línea de argumentación que Lefort, Žižek (2003) señala que el funcionamiento del sistema político democrático tiende a asegurar la cohesión del orden social haciendo visible y conservando la afronta del conflicto político. La 11 Entre las primeras se pueden encontrar las propuestas de justicia de Rawls o la libertad negativa en el caso de Berlin y entre las segundas se pueden encontrar la teoría de sistemas de Luhmann. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 17 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. política opera juzgando a los fundamentos no como verdaderos/falsos sino como legítimos/ilegítimos, legaliza la oposición y la crítica y otorga visibilidad a la construcción contingente del orden al basarse en la competencia política. Así, la figura del poder queda atrapada en la temporalidad de su reproducción y subordinada al conflicto de las voluntades colectivas. Visto desde esta perspectiva, el sistema político democrático no solamente permitiría que el poder sea sometido a la contingencia de los procesos sino que los principios democráticos, como la igualdad, se dispersen a diversas áreas de la vida social. Las relaciones familiares, las relaciones de género, las relaciones económicas, las relaciones étnicas y culturales son susceptibles de convertirse en territorio de la lucha política. La importancia de liberar la política y a la democracia de un lugar y una forma específica posee un valor heurístico para investigar las luchas políticas en Argentina durante la década los noventa y pasado el año 2000. En primer lugar, permitirá reflexionar sobre el estatus político de los movimientos sociales y organizaciones no electorales ya que no eran meros demandantes sino sujetos políticos que polemizaron en torno a las fronteras mismas de la política. En segundo lugar, hará posible arrojar luz sobre las mutaciones más generales del orden social, esto es, las formas en que se legitimaron las relaciones entre Estado, economía y sociedad, escapándose del detalle de los cambios institucionales para explicar la escena política durante dicho período. Un enfoque que permite abordar estos procesos y que es compatible con el reconocimiento de la falta de fundamento y la decisión como elementos inevitables de la política, lo ofrece la teoría de la hegemonía. Sus principales exponentes, Ernesto Laclau y Chantall Mouffe, desarrollaron un cuerpo teórico centrado en la redefinición del concepto de hegemonía de Gramsci. Hegemonía es, según ellos, “un tipo de relación política; una forma, si se quiere, de la política”,y agregan “no una localización precisable en el campo de una topografía de lo social” (2004; 183).12 Es una relación por la cual una fuerza social o demanda particular asume 12 Aunque en los primeros trabajos de Laclau y Mouffe la hegemonía era solo un tipo de relación política, en textos posteriores, Laclau postula a la hegemonía como la forma universal de la Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 18 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. la representación de una totalidad que es inconmensurable con ella. Esta relación paradojal es posible a través de la articulación de diversas luchas en una cadena de equivalencias, la creación de una demanda que asume la representación de toda la cadena y la delimitación de una frontera interna a lo social. Según la teoría de la hegemonía, la construcción de una relación equivalencial entre luchas discretas es posible porque las demandas están internamente escindidas. Además de sus reclamos particulares, aquellas contienen un exceso de sentido que es lo que permite la vinculación entre las diversas reivindicaciones. Este exceso es entendido como la experiencia de una falta, la percepción de cada una de las luchas como ser deficiente pero también supone el reconocimiento de una plenitud que se encuentra ausente. Esto da paso a las otras operaciones necesarias para la constitución de un espacio de representación hegemónica. Por un lado, es imprescindible la creación de un elemento negativo que sirva como explicación de esa plenitud ausente. Por otro, la constitución de una voluntad colectiva depende de la producción de ciertas demandas que sirven de anclaje de los sentidos articulados. Así, la existencia de una fuerza no se limita a su propia concreción sino que representa el horizonte imaginario del campo hegemonizado (ya se trate del género, las relaciones laborales o las políticas públicas económicas), otorgándole una nueva identidad “La necesidad y objetividad de lo social dependería de una hegemonía estable y los períodos de crisis orgánica serían aquellos en que se debilitan las articulaciones básicas y en que un número cada vez mayor de elementos sociales adquieren el carácter de significantes flotantes” (Laclau, 2000a; 45). Las identidades colectivas pueden alcanzar períodos de estabilidad gracias al “olvido” de su propia contingencia y al carácter arbitrario de las exclusiones sobre las que han sido fundadas. No obstante, éstas pueden retornar para política. Dos citas pueden demostrar este desplazamiento conceptual. “[...] la universalidad hegemónica es la única que una sociedad puede alcanzar” (2004b; 9). “La dispersión de los antagonismos y las demandas sociales, figuras típicas de la era del capitalismo globalizado, necesitan de la construcción política de toda identidad social, algo que solo es posible si las relaciones equivalenciales entre elementos heterogéneos son establecidas y si la dimensión hegemónica de la nominación está presente. Esta es la razón de porqué toda identidad política es necesariamente popular” (2006; 680) Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 19 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. someter a la hegemonía a la apertura sobre la que está fundada. Así, para la teoría de la hegemonía, el momento político se hace efectivo cuando dicha articulación es amenazada por la recurrencia de lo excluido. Para Laclau y Mouffe, la política se ajustaría al formato de la lucha hegemónica, entendida como una batalla librada por los límites de inclusión/exclusión de la comunidad. La distinción de la política en democracia sería otorgada por la instauración de procedimientos que permitan que las fronteras de la política sean siempre móviles. En otras palabras, la democracia depende de mecanismos que hagan posible “el retorno de lo excluido”, forzando una expansión y rearticulación de los principios básicos de la democracia (Butler, 2000). Pero destacar que la democracia es por excelencia el régimen de la indeterminación, no implica que la unidad y estabilidad social no sean posibles. Žižek señala que dimensión política está doblemente inscripta; “es un momento del todo social, uno más dentro de sus subsistemas, y también el terreno en el que se decide el destino del todo, en que se diseña y suscribe el nuevo pacto” (2003, 253). Dentro del sistema político, la negatividad que funda al acto de poder ha sido domesticada dentro del ordenamiento institucional a través de un doble juego de visibilidad y ocultamiento. Visibilidad porque la división se hace evidente en la competencia y se valora como algo positivo. Ocultamiento porque se intenta constantemente legitimar la acción política en principios (inexistentes) de ordenación humana. A través del establecimiento de ciertos procedimientos, lo político es dominado, el conflicto es reglado, se establece qué y cómo decidir, quiénes deben decidir y qué es lo común de la comunidad.13 Hasta el momento queda claro que la política es “el fundamento del poder de gobernar en ausencia de fundamento” (Rancière, 2006; 74) por lo que se 13 Entendiendo esta doble dimensionalidad de la política, se comprende la disputa entre dos enfoques teóricos. Algunos más atentos a las reglas y las instituciones que permiten alcanzar acuerdos y tomar decisiones vinculantes de manera democrática. Otros más centrados en la demostración de que en última instancia no existe un bien común, ni leyes ni reglas inherentes a la coexistencia social. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 20 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. comprende porqué “la política se realiza, sobre todo, tomando decisiones” (Nafarrate, 2004; 177). Queda por definir, entonces, cómo se ejerce ese gobierno y cómo el sistema político toma esas decisiones vinculantes. 1.3. La política como dominio de lo político. Un denominador común de los autores que definen a la política como sistema es que le asignan a éste la capacidad de tomar decisiones vinculantes (Nafarrate, 2004; Bobbio et al., 1991; Sartori, 2000). A estos autores no se les escapa que el sistema político da respuesta al problema de producción de la sociedad pero le prestan mayor atención al momento de lo instituido. Si el orden social es un producto a construir y no está dado por un principio natural, entonces uno de los problemas con la cuál se enfrenta la sociedad es la necesidad de asegurar la vinculación colectiva más allá de la divergencia o fluctuación de la opinión de los afectados. Pero, para esta perspectiva, el sistema político es uno más dentro de la producción general del orden y las decisiones vinculantes son la vía específica por la cuál el sistema político es solidario con ésta producción.14 “Solamente las decisiones políticas, ya bajo formas de leyes o de disposiciones de otra índole, se aplican con fuerza coercitiva a la generalidad de los ciudadanos. Y si se entiende por decisiones colectivizadas aquellas sustraídas a la discrecionalidad de los particulares, entonces las decisiones políticas pueden definirse como decisiones colectivizadas soberanas a las que es más difícil sustraerse, tanto por su ámbito territorial restringido como por su identidad coercitiva.” (Sartori, 2000: 221).15 Los autores destacan que el sistema obstaculiza a largo plazo la aplicación de decisiones que tienen su fundamento en el interés de unos pocos. Aún en contextos autoritarios, las decisiones se toman en 14 Para Norberto Bobbio justamente la política sedefine por el “proceso complejo mediante el cual, en una comunidad humana cualquiera, se forman las decisiones imperativas que la guían” (Bobbio et al. 1991: 1465). 15 Los autores también destacan que el uso de la coerción es propio también del poder político “Lo que caracteriza al poder político es la exclusividad del uso de la fuerza respecto de todos los grupos que actúan en un determinado contexto social, exclusividad que es el resultado de un proceso que se desarrolló en toda sociedad organizada hacia la monopolización, la posesión y el uso de los medios con los cuales es posible ejercer la coacción física.” (Bobbio et al., 1991: 1218) No obstante, esto es un medio y no un fin de la actividad del sistema político; la fuerza policial serviría como una forma para mantener la capacidad de tomar decisiones que sean vinculantes. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 21 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. contextos complejos y no excluyen la posibilidad de ser cambiadas por nuevas decisiones, por lo que siempre se somete al sistema político a la visibilidad de la contingencia del rumbo tomado. Además, formalmente las decisiones vinculan también al agente que las ha realizado, eliminado cualquier jerarquía o la sustracción del gobernante a la propia regla. Si bien esta concepción incluye en el ámbito de acción del sistema a una serie de instituciones y sujetos variados, incluso las decisiones que toma la ciudadanía en las elecciones, el gobierno se constituye en unos de los principales actores de la escena política.16 Para Luhmann, el hecho de que la democracia introdujera una nueva comprensión o semántica del poder político como contingente cambió el código por el cuál el sistema político se diferencia del resto de los sistemas; gobierno /oposición. “Este código llena todas las características de un código de preferencia: es preferible ser parte del gobierno que se parte de la oposición. Sólo el gobierno ocupa los cargos en los que se decide la vinculación. La oposición puede tan sólo lamentarse, criticar, articular exigencias y así, en general, reflejar la contingencia de todas las decisiones políticas. El valor positivo `gobierno` es el valor de designación del sistema; el valor `negativo` es el valor de reflexión del sistema” (Nafarrate, 2004; 159). Un problema fundamental que surge de la aceptación de que la política implica la toma de decisiones vinculantes es cómo tratar el componente de arbitrariedad e indeterminación estructural que encierra. Es decir, si no existen fundamentos para tomar “decisiones correctas”, entonces cuáles deberían ser los contenidos de éstas, cómo se deben tomar, quiénes las toman y en virtud de qué y quiénes se realizan. Varios conceptos han sido utilizados para abordar este problema en contextos democráticos. Algunos son la definición de un bien común, la legitimidad con origen en los procedimientos y el sistema de representación política. El problema típico de considerar al bien común como fórmula que permite instituir un límite a la arbitrariedad de las decisiones es que su definición es materia de conflicto público e imposible de localizar como el producto de un 16 Por ejemplo, para Bobbio, la relación entre gobernantes y gobernados es la relación política paradigmática. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 22 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. consenso racional o como resultado de un cálculo de ingeniería conceptual.17 El pluralismo desde la teoría liberal y las concepciones anteriormente explicadas del post estructuralismo han sido dos frentes críticos a esta alternativa para “racionalizar” las decisiones políticas. Otro criterio es el de la legitimidad democrática que emana del respeto a las reglas que definen la selección de los gobernantes; las elecciones libres y justas, el sufragio inclusivo y el derecho a competir electoralmente a prácticamente todos adultos. Ésta también depende de la existencia de una serie de derechos políticos como libertad de expresión, acceso a la información, derechos a la asociación, etc. (Dahl, 1989). Estos mecanismos permiten que el gobierno tome decisiones vinculantes en las que intervienen una serie de actores que disputan una serie de posiciones y temas, además de que se fuerza a que la intervención pública se sustraiga de ofender ciertas garantías colectivas e individuales. Se impone un límite al poder político a la vez que se le otorga la capacidad de tomar decisiones. El debate en torno a la legitimidad es amplio y no culmina con esta mínima definición. Sin pretender abordar todos los aspectos de este complejo debate, algunos argumentos son importantes porque permiten arrojar luz sobre la crisis del gobierno en el año 2001, la creciente desafección política en Argentina hacia fines de la década de los noventa y la aparición de movimientos críticos hacia la clase política. Ciertos enfoques señalan la dimensión normativa de la legitimidad y la eficacia de los regimenes políticos en materia de inclusión social y política como suplemento necesario de los puros procedimientos. Para Nun (2001) las democracias no se pueden reducir a un método de selección de gobernantes porque estas han logrado alcanzar el consentimiento ciudadano gracias a las promesas de ampliación de los derechos de ciudadanía. “Es que las instituciones de una sociedad no constituyen solamente sistemas de 17 Bobbio plantea que si bien la política es por definición la lucha por la definición de lo que debería ser el bien colectivo, existe una finalidad que está fuera de toda polémica; el orden público interno y la defensa de la integridad nacional en relación con otros estados tiene que ser garantizado por todo gobierno. De allí la necesidad de monopolizar la fuerza, ya que es en última instancia la que impide la disgregación del grupo. En conclusión, para Bobbio la política no puede pensarse sin el poder y la coerción, la relación entre gobernantes y gobernados vinculados por la legitimidad (entendida como los argumentos que fundamentan o justifican el ejercicio del poder) y finalmente la búsqueda permanente de un fin o bien común entendido como el sostenimiento de la comunidad. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 23 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. reglas o modos de organizar y de distribuir funciones. S Son siempre la puesta en acto – mas o menos fiel, mas o menos distorsionada- de ciertos valores, ideas y normas y es por eso que unas y otras – instituciones y prácticas- pueden ser pensadas como una especie de lenguaje objetivo que habla la sociedad”. (2001; 99). O´donnell (2001) plantea que las teorías procedimentalistas pretenden liberarse del plano normativo en relación con la legitimidad. No obstante, al incluir a los derechos políticos y civiles como soporte de las elecciones libres y justas, reintroducen de contrabando la cuestión de los valores, ya que aquellos derechos nunca están explícitos del todo e, incluso, muchas veces entran en contradicción. De esta manera, los mismos procedimientos y los derechos se convierten en materia de polémica y lucha política, no un antecedente o estructura exterior que regula el conflicto. Mouffe (2000), citando a Wittgenstein, señala que los procedimientos siempre implican compromisos éticos sustanciales. Para que éstos sean operativos es necesario que previamente exista un número considerable de acuerdos en los juicios y en formas compartidas de vida.18 En conclusión, los procedimientos no aseguran que las decisiones estén libres de discrecionalidad y no siempre logran ser un medio de control ciudadano eficiente. Por ello es importanteno confundir dos planos del análisis: si bien los procedimientos son necesarios para tratar las divisiones y conflictos políticos, estos se pueden volver obsoletos y hasta antidemocráticos. Las instituciones liberales no son más que un modo de organización de un régimen democrático. Ahora bien, el sistema político se define por mantener la capacidad de tomar decisiones que ordenan lo social pero esto no quiere decir que el conflicto desaparezca dentro del mismo. Los gobiernos adquieren la prerrogativa para tomar decisiones vinculantes pero están forzados a exponer los motivos y las preferencias al someterse a la crítica de aquellos que no están de acuerdo con la elección tomada. Las decisiones colectivas siempre están sujetas al conflicto ya 18 Wittgenstein (1988) afirma que para que haya acuerdo (o desacuerdo) en las opiniones primero ha de haber acuerdo en el lenguaje utilizado. En otras palabras, antes de decidir que lo que es verdadero y falso, primero hay que decidir qué lenguaje se usa y qué se dice que es cierto y falso. Por ello, la política es el momento donde se interrumpe este lenguaje o regla compartida. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 24 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. que no contienen previamente instrucciones para resolver entre alternativas que pueden sostener otras posiciones. Y más aún si se trata de gobiernos en regimenes de democracias representativas. 1.4. La representación política como forma mediación y creación de voluntades colectivas. Otro mecanismo de sustraer las decisiones políticas del ámbito discrecional ha sido la representación política; ésta permite, a la vez, expresar y superar los conflictos sociales y hacer participar de la toma de decisiones a una amplia variedad de agentes. Pero no se trata de pensar a la representación como una relación transparente entre ciudadanía y gobernantes. Hanna Pitkin (1985) define a la representación como una relación entre dos partes, representado y representante, en donde la acción sustantiva es constitutiva de la misma. El representante no es un mero fiduciario del mandato de los votantes, éste no pierde la capacidad de acción y de toma de decisiones. Tampoco la representación se acuña en el otro extremo de la relación, donde el represente impone su voluntad sobre los representados. La representación significa, pues, actuar por otros, tomando en cuenta los intereses y las demandas de estos otros por los cuales se actúa. “Representación significa aquí actuar en interés de los representados, de una manera sensible antes ellos. El representante debe actuar independientemente; su acción implica discreción y discernimiento, debe ser él quien actúe” (Pitkin, 1985: 233). La representación se ubica en una serie de posiciones intermedias entre “el cuidar” del ciudadano (extremo que le quita la capacidad de acción a este último) y ser un depositario del elector (quitándose él mismo la capacidad de acción, siendo un mero transmisor de la “voluntad popular”). Ambos extremos (mantener independencia absoluta sobre sus votantes o atenerse al mandato) representan los límites externos del concepto, límites que no lo definen. Si bien el representante actúa en nombre de otros, no debe perder nunca la vinculación con sus representados. No obstante, esta relación no es lineal ni transparente el primero toma decisiones que no están previamente establecidas ni Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 25 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. consultadas sobre temas que tienen que ver con la acción y sobre lo que debería hacerse. Éste actúa en un campo donde las acciones a seguir no están previamente decididas, campo en el cual debe desplegar una serie de valores y argumentaciones para llegar a acuerdos y negociaciones. Allí donde el interés se ve implicado, donde las decisiones no son meras decisiones convenidas, allí es necesaria la representación sustantiva. El representante se maneja en un terreno de “indecibilidad” que no puede ser erradicado si el representante es responsable. Ambas partes actúan en escenarios complejos y diversos. El representante se enfrenta a una entidad heterogénea y muchas veces apática, que no posee un interés común, claro o preciso. Además, actúa en un contexto institucional, por ejemplo, un partido político, una organización o el parlamento, al que debe responder. En otras palabras éste debe recrear la voluntad que representa en un terreno que es sustancialmente diferente al de los representados.19 En este proceso, el representante se maneja en un corredor que va desde la modificación de los intereses previos, por ejemplo, en caso de que represente a grupos organizados, a la formación de nuevos intereses, en el caso de que en un principio aquellos no están definidos o se generan conflictos entre intereses iniciales contrapuestos.20 Hasta aquí pareciera que el representante es el único actor en la escena, pero para que realmente se trate de una relación de representación, los representados no son meros receptores sino que actúan a través del primero, poseen un control parcial sobre sus acciones y una capacidad de acción propia a partir de la demanda. Si bien la representación puede ser traducida a cualquier ámbito de acción (sindicatos, partidos políticos, etc.), el gobierno representativo ha sido una forma por la cuál el liberalismo como teoría y como ideología ha introducido una forma de control ciudadano sobre la forma en que las decisiones son tomadas. Para Bernard Manin (1998) un gobierno representativo es una forma mediatizada o 19 Por ejemplo, en el caso de un legislador parlamentario, éste debe mediar entre una serie de intereses locales que muchas veces se confrontan a los nacionales, lo que lo obliga a arbitrar y reorganizar las relaciones entre los ciudadanos y La Nación. 20 Por ejemplo, entre intereses locales e intereses nacionales, o entre la disparidad de intereses que puede tener sus representados, o cuando interpela a sectores excluidos que no están organizados o que poseen identidades colectivas débiles Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 26 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. indirecta del gobierno del pueblo que posee cuatro características: 1- elecciones de los representantes a intervalos regulares, 2- independencia parcial de los representantes, 3- libertad de la opinión pública, y 4- un proceso de discusión que se puede dar en diferentes lugares pero que es imprescindible que exista previamente a la toma de decisiones públicas. Estas cuatro características del gobierno representativo se mantienen en el tiempo, a pesar de que ciertos aspectos se fueron transformando. El primer punto establece el principio de división entre los que gobiernan y los gobernados. La elección se establece como un procedimiento de designación lo que seculariza al gobierno al legitimar a los representantes solamente a través del voto e impone al ciudadano como el núcleo básico del gobierno representativo a través de la norma de la igualdad de los votantes. Las elecciones a intervalos regulares es una forma de control que ejercen los gobernados, puesto que siempre está la amenaza de no ser reelegidos si el comportamiento de los representantes no satisface a los electores. Así las orientaciones de las decisiones vinculantes son sometidas a la temporalidad. El segundo principio hace referencia a la independencia de los representantes. Sobre este punto Manin pone de manifiesto la idea de actuación sustantiva por parte de los gobernantes. Este margen impide la presencia del mandato imperativo en los gobiernos representativosy se suplanta por la facultad de despedir a los gobernantes al término de un mandato si este no les complace. Esto permite aumentar la efectividad en el proceso de representación debido a que pueden tomarse cierto tipo de iniciativas que si bien en un momento públicamente se consideran adversas, se puede especular que a largo plazo los resultados de la decisión tomada puede revertir la opinión del electorado. Puede ser el caso de que ciertas decisiones están influidas por información que los votantes no manejan. La división de trabajo que constituye esta distancia obliga a una especialización de la práctica política en los representantes que los faculta para tomar decisiones sobre la base del conocimiento que está fuera del alcance de los representados. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 27 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. El tercer principio es la opinión pública sobre temas políticos que puede expresarse fuera del control de los gobernantes y presenta una forma de control a la actuación de éstos últimos. Este supone la información pública de las decisiones que toman los gobernantes como la libertad de expresión. Este principio además permite que los representantes no se arroguen la identidad plena con los representados: los representantes en un gobierno con estas características nunca pueden decir “nosotros somos el pueblo”. Por último, la decisión colectiva en un gobierno debe ser tomada al término de la discusión. La discusión permite que la instancia colectiva ocupe una posición central. La asamblea se presenta como el espacio de deliberación donde no se busca la decisión que se acerca a la posición común, puesto que ésta no está prefijada. El papel de la asamblea consiste en producir una unidad en el marco de una heterogeneidad que constituyen los representantes elegidos por las localidades e ideologías diversas. Queda claro cómo la representación política puede ser, aunque no siempre, constitutiva en la formación de identidades colectivas o intereses sociales. Los representantes incluso pueden dar visibilidad a demandas que no llegaban al espacio público o crear nuevas demandas que no estaban presentes en el escenario político. También es evidente que, en el marco de un sistema representativo, a pesar de que sólo los gobernantes pueden tomar decisiones vinculantes, existen más garantías de que los ciudadanos influyan sobre aquellas.21 Al ser un proceso de carácter público y en el cual intervienen diversidad de actores e instituciones, los representados pueden influir sobre las decisiones que toman los representantes. Por ejemplo, a través de protestas o manifestaciones se pueden introducir nuevos temas y volverlos relevantes lo que, a la vez, puede cambiar los sentidos de la acción gubernamental y pelear por las 21 Es evidente desde esta concepción, que la representación no corresponde a una relación individual entre dos personas sino que excede este ámbito. Se comprende mejor el concepto si se lo piensa como una estructura global donde las partes son producto de la interacción de los diferentes grupos participantes, lo cual constituye una ventaja para que la representación sea más efectiva. Incluso en el marco más general de un gobierno representativo, la representación política adquiere otras dimensiones. En la medida que la representación trata del “actuar por otros”, requiere una acción sensible a los deseos de los representados. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 28 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. nuevas orientaciones.22 No obstante, si bien la introducción de demandas y temas en la agenda política es posible a través de la participación en el espacio público, no existe una relación estricta de “control” entre gobernantes y gobernados. Dicho de otra manera, el debate puede orientar los sentidos de las decisiones vinculantes pero no las determina. La complejidad del gobierno representativo genera mecanismos para que no se monopolicen las orientaciones de las decisiones políticas y no se sedimenten en el espacio político ciertas exclusiones de una vez y para siempre. No obstante, es indudable que en ciertos períodos colectivos logran instalar y fijar ciertos temas, bloquean la aparición de otros y establecen coordenadas claves que guían las políticas públicas. Sobre todo si se trata del cuestionamiento a las propias instituciones y procedimientos que afectan al poder de actores beneficiados por estas instituciones y procedimientos.23 1.5. Conflicto político, antagonismos y desacuerdos: recuperar el registro de lo político. Entender a la política como un sistema que mantiene la capacidad de tomar decisiones vinculantes (y todos los procedimientos que ello conlleva) no contradice la concepción de Lefort en torno a la política como institucionalización de los conflictos. No obstante, centra mucho la atención en figuras típicas de la democracia liberal como, por ejemplo, los partidos políticos, el parlamento, el voto, el gobierno y la oposición, el ciudadano como individuo, etc. Aunque son 22 El gobierno representativo no se reduce la participación de la ciudadanía al voto sino que necesita de una esfera pública y ciertos mecanismos menos institucionalizados para expresar las divisiones sociales. El voto puede llegar a ser producto de una decisión no muy reflexionada ni medida pero gracias a las mediaciones existentes entre votante y gobernante (instituciones, redes sociales, organizaciones sociales y políticas, manifestaciones y huelgas, etc.) la respuesta del sistema de representación puede ser más sensible a la opinión pública, buscando el interés público o general. 23 Por ello, algunos autores, como Balibar (2004) y Rancière (2007) proponen revalorizar la dimensión popular de la democracia. Para Balibar, por ejemplo, la ciudadanía democrática es el resultado de luchas que mantienen una referencia directa a la soberanía popular. Ésta es un suplemento del juego de lugares entre representes y representados porque aparece como un fantasma, como un elemento inexacto de esa relación. La soberanía popular le quita al representante la prerrogativa para tomar decisiones vinculantes y la suspende por un momento transformando los derechos y las instituciones. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 29 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. fundamentales para entender la forma por la cual la producción del orden se sostiene, esta reflexión deja poco espacio para pensar lo político por fuera de aquellas formas institucionales como, por ejemplo, los movimientos sociales o colectivos políticos no electorales, organizaciones de la sociedad civil, redes ciudadanas. ¿Qué lugar ocupan en el sistema político? ¿Cuáles son sus medios y formas de acción política? ¿Cuáles son las estrategias por las cuáles pueden impactar sobre la política?24 Para abordar el problema del papel de éstos sujetos en la política será útil recuperar la perspectiva con el cuál se inició este capítulo; es necesario separar las formas generales de institución de una sociedad, que implica la aceptación del momento de negatividad y su superación, de la forma concreta en que se institucionaliza lo político.25 Esto implica despegarse un poco de las estructuras formales del sistema político y preguntarse acerca del carácter de los sujetos políticos o movimientos que actúan por fuera de los formatos clásicos de la democracia liberal.26 Algunos ejemplos surgen de la experiencia argentina reciente. Tanto “los piqueteros” como “las asambleas barriales” actuaron orientados al sistema político sin ser actores institucionalizados o reconocidos legalmente porél. Si bien las demandas eran restringidas (trabajo, eliminación de la pobreza, mayor 24 Podría decirse que los movimientos, como el de piqueteros y las asambleas barriales en Argentina, pertenecen al campo de la oposición, pero es necesario recordar que la característica de “oposición” es que es intercambiable por el de “gobierno”. Muchas de las organizaciones que hacen de soporte material a esos movimientos han rechazado cualquier posibilidad de participar de los cargos públicos que tienen como responsabilidad tomar decisiones vinculantes. Reducirlo a éste código provocará la pérdida de la riqueza y singularidad del fenómeno. 25 Zizek propone ver en el sistema político como el elemento sintomático de la sociedad, aquello que debe caer fuera para que aquella se pueda constituir. La política representa como subsistema el elemento político para el resto de los subsistemas, es decir, debe olvidar que se funda sobre una negatividad para que el campo social funcione. Así, la lectura se invierte, no es la excepción un paso o momento de transición entre “normalidad” y “normalidad”, sino al contrario, la normalidad funciona gracias a la domesticación de esa negatividad. Lo que implica que el sistema político funciona solo con la condición de que ese elemento de negatividad radical se olvide y quede reducido a un subsistema entre otros. 26 Por nombrar solo algunas formas típicas: los partidos políticos, los cargos públicos y el voto. No obstante, otra forma de gestión del conflicto social típica en Argentina fue la corporativista, donde sindicatos, organizaciones de empresarios y el gobierno creaban políticas públicas a partir de las negociaciones entre los tres sectores. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 30 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. representación), el conflicto desplegado se desarrollaba por fuera y, la mayoría de las veces, criticando a las instituciones de representación territorial y funcional. Dos teorías que ayudan a pensar este tipo de acciones son la teoría de la hegemonía de Laclau y Mouffe (2004) y la concepción del desacuerdo de Rancière (1996). Ambos cuerpos teóricos sostienen que la política está asociada a la interrupción de lo social por efecto de la aparición de un sujeto heterogéneo.27 A pesar de esta coincidencia, estas dos estrategias conceptuales para abordar lo político ponen el acento en lugares diferentes de este “subvertir y reconstruir” el orden social. Se ha avanzado sobre la teoría de la hegemonía, aunque es necesario decir más acerca de definición acerca de los antagonismos. Estos suponen la suspensión o el límite de la objetividad social al introducir en el espacio comunitario la presencia de dos discursos inconmensurables que lo atraviesan y lo fracturan. “Los antagonismos presuponen la total exterioridad entre la fuerza antagónica y la fuerza antagonizada; sino hubiera relación de total exterioridad entre las dos, había algo en la objetividad social que explicaría el antagonismo como tal, y en este caso, el antagonismo podría ser reducido a una relación objetiva” (Laclau, 1997: 130).28 El mecanismo simbólico por el cuál se opera la conformación de esta forma de enemistad ya ha sido explicado. No obstante, es necesario prestar atención a otras dimensiones de la operación hegemónica. En primer lugar, que la articulación política solo puede ser de tipo hegemónica, esto es, se produce una nueva identidad a partir de la constitución de un mito. “El trabajo del mito consiste en suturar ese espacio dislocado a través de la constitución de un nuevo espacio de representación. La eficacia del mito es así esencialmente hegemónica: consiste en constituir una nueva objetividad a través de la rearticulación de los elementos dislocados.” (Laclau, 2000a; 77) Los imaginarios sociales se constituyen cuando 27 Este abordaje recupera el pensamiento de Lefort y la diferencia entre la política y lo política, ya desarrollado anteriormente. 28 “No es la objetividad social, la relación de producción, por ejemplo, la que explica el antagonismo, sino la relación entre una objetividad social y otra objetividad social exterior a ella. El antagonismo realmente está representando los límites de la objetividad social, y sin embargo, no se cierra en, ni expresa a una subjetividad social como tal.” (Laclau, 1997: 132) Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 31 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. ese mito se convierte en una metáfora o superficie de inscripción de otras demandas. Así, los movimientos podrían tener la capacidad de instituir nuevas formas de comprensión del orden social al instalar demandas que se conviertan en superficies de inscripción de otras demandas.29 De esta forma de pensar la política surgen varias preguntas ¿Siempre es necesario que las luchas creen una nueva identidad colectiva a través de un mundo compartido de representaciones que tenga efectos totalizadores sobre el campo social fracturado? Aquí se propondrá responder por la negativa. Toda crítica a un orden supone, aunque sea de mínima, una vaga idea de lo que sería un futuro superador. Pero no por ello el principal efecto político es que se genera una nueva identidad con capacidad de rearticular el espacio social. Pero además, al centrar la mirada en el nivel de la constitución de las identidades se pierde de vista otras dimensiones de la acción política. Por ejemplo, el movimiento piquetero produjo efectos de frontera social a partir del tratamiento de una exclusión interpretada como daño social. No obstante, este movimiento no generó un mito entendido como proyecto político compartido ni supuso la constitución de un sujeto hegemónico.30 Justamente, la falta de articulación entre demandas detrás un proyecto “piquetero” (podría decirse lo mismo de otros movimientos como el de asambleas o fábricas tomadas) fue la oportunidad para que otros actores “hegemonizaran” esas demandas dispersas en el espacio social. Otra perspectiva que permite analizar la actuación de estos movimientos como formas de irrupción sobre el orden político es la de Jacques Rancière. Este se ha orientado a pensar la política como efecto de un desacuerdo que impacta sobre la re configuración del territorio de lo visible, de lo pensable y de lo posible 29 Esta guía conceptual en torno a cómo se estructuran los sujetos políticos posee algunas dificultades señaladas ya por Arditi (2007a). 30 En estricto sentido, Laclau no iría contra la idea de que un sujeto es menos político por la simple razón de que no logró reconstruir lo social a partir de un mito hegemónico, ya que para él “hay política porque hay subversión y dislocación de lo social” (2000a, 77). No obstante, parecería que la única manera de “subvertir” y “dislocar” es a través de la constitución de identidades definidas por la construcción de cadenas de equivalencias tras la constitución de una demanda que ejerce de superficie de inscripción y de mito suturador del espacio social dislocado. Sobre la constitución de las identidades se volverá más adelante. Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. Argentina 1990-2004. 32 María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. dentro del orden. En sintonía con Laclau, la política se orienta a la redistribución de las posiciones, de lo común y lo privado. Pero a diferencia de aquel, la política aparece eventualmente y se produce a través de una estrategia discursiva singular (también denominado “el método de la igualdad”).31 Esta supone la puesta en marcha de escenarios de interlocución y de manifestación que singularizan y ponen a prueba la igualdad sobre la que se funda el poder
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