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Las-fronteras-de-la-politica-y-los-nuevos-espacios-para-el-quehacer-politico--Argentina-19902004

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO 
PROGRAMA DE POSGRADO EN CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES 
CENTRO DE INVESTIGACIONES SOBRE AMERICA DEL NORTE 
CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIOISGIPLINARIA5 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLAN 
"LAS FRONTERAS DE LA POUTICA Y LOS NUEVOS 
ESPACIOS PARA El QUEHACER POLIT!CO. ARGENTINA 
1990 - 2004'' 
T E s I s 
PARA OBTENER EL GRADO DE 
DOCTORA EN CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 
ORIENTACION CIENCIAS POLITICAS 
P R E s E N T A 
MARIA ANTONIA MU~OZ 
COMITE TUTORAL: 
TUTOR PRINCIPAL: BENJAMIN ARDITI KARLIK 
MIEMBROS: FERNANDO CASTAÑOS ZUNO 
FERNANDO CASTA~EDA SABIDO 
JULIO AIBAR 
SANTIAGO CARASSALE 
CIUDAD DE MEXICO, 2007. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
1 
María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO. 
 
Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales. 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. 
Instituto de Investigaciones Sociales. 
Centro de Investigaciones sobre América del Norte. 
Centro regional de Investigaciones Multidisciplinarías. 
Facultad de Estudios Superiores de Acatlán. 
 
“Las fronteras de la política y los nuevos 
espacios para el quehacer político. 
Argentina 1990-2004” 
 
Tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, orientación 
Ciencias Políticas. 
 
Presenta: 
María Antonia Muñoz. 
Comité Tutoral: 
Tutor Principal: Benjamín Arditi Karlik. 
Miembros: Fernando Castaños Zuno. 
 Fernando Castañeda Sabido. 
 Julio Aibar. 
 Santiago Carassale. 
 
 
Ciudad de México, 2007. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
2 
María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
3 
María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
Agradecimientos y dedicatoria. 
Ha sido un camino de más de cuatro años y son muchas las personas que 
han contribuido de una u otra forma y en mayor y menor medida a que este trabajo 
se haya plasmado en este impreso. A todos ellos mi más sincero agradecimiento y 
mis disculpas si la prisa, el nerviosismo y mala memoria hacen que los omita. 
Quiero agradecer al Dr. Benjamín Arditi su dedicación y entusiasmo al 
aportar ideas, sugerencias y recomendaciones fundamentales para el texto que 
aquí se presenta. También, y tal vez lo más importante, quiero dar las gracias por 
su profunda solidaridad, paciencia y apoyo en los momentos más difíciles de esta 
etapa. Por su parte, el Dr. Aibar fue un sugestivo flujo de ideas y una fuente de 
discusión que me permitieron enriquecer de manera invaluable el presente trabajo. 
También, muchas gracias por su amistad. Además, mis más sinceras gracias por 
su tiempo, lectura y contribuciones para los Drs. Castaños, Castañeda y 
Carassale, quienes, desde sus diferentes enfoques y teorías me ayudaron a 
mejorar notablemente la tesis. Quiero expresar mi inmensa gratitud a los 
maestros, secretarias y trabajadores del Posgrado de Ciencias Políticas y Sociales 
de la UNAM que me ayudaron y facilitaron el trabajo para que esta tesis haya 
llegado a su fin. 
También quiero agradecer a mis amigos en México que han sido vitales por 
brindarme su afecto y respaldo. Abel, Daniela, Gisela, Karina, Natalia y sobre todo 
a Arturo y Jaime; todo mi agradecimiento. Quiero destacar que mis amigas y 
amigos que viven en Argentina han sido muy importantes porque me han ayudado 
a buscar información clave para la tesis y han sido un respaldo emocional durante 
estos cuatro años. Sobre todo a Anita y Flia., Ferchi, Ferto, Flaca, Juan y Flia., 
Lidia y Flia., Martín, Nico, Yla, Por las discusiones, por los mates, por la pasión 
compartida, muchas gracias! También a Aníbal Viguera por haberme acogido en 
una estancia pero antes que todo por haberme abierto los caminos a este México 
querido. 
Otros que han sido claves para que ésta tesis fuera posible han sido los 
militantes y participantes de diversas organizaciones; la Corriente Clasista y 
Combativa, Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, Frente 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
4 
María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
Popular Darío Santillán, Federación de Tierra y Vivienda, Movimiento Barrial 
Octubres, Movimiento Barrios de Pié, Movimiento Patriótico 20 de diciembre, 
Movimiento Sin Trabajo “Teresa Vive”, Movimiento de Trabajadores Desocupados 
Evita, Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, Movimiento 
Territorial de Liberación, Movimiento Teresa Rodríguez. Vaya mi gratitud a todos 
los entrevistados. 
Al Choca sobre todo por su enorme paciencia en momentos de crisis, por 
sus sabios consejos en situaciones donde tenía que tomar decisiones importantes 
y por su apoyo para que pudiera desarrollar mis deseos y motivaciones. 
Finalmente, muchas gracias por su lectura atenta y por sus correcciones de estilo. 
Quiero también agradecer a mi familia porque además de todo el amor que 
me ofrecen, son una fuente de inspiración ética porque han sido valientes, 
coherentes y fieles a sus principios tanto en su participación de la historia como en 
la vida que hoy enfrentan. Viejos; muchas gracias. Además les debo un 
reconocimiento a mis hermanos, Lucía y Juan, a las “Abus”, a Andrés (que me 
salvó de trámites casi imposibles), a Jose, a Patricia y a Faby y Amalia. 
Agradezco el soporte económico mediante una beca de posgrado que me 
otorgó durante los tres primeros años del desarrollo de esta investigación la 
Dirección General de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma 
de México. También, doy las gracias a la Red de Macrouniversidades por 
favorecerme para una beca de estancia en extranjero por 5 meses que realice en 
La Plata, Argentina. 
Finalmente, quiero dedicar la tesis a aquellos que entregaron la vida por un 
mundo más justo, a todos aquellos que en la actualidad piensan que otro mundo 
es posible, a los que aún en la pérdida no se sienten derrotados y a los que día a 
día construyen con su coherencia y convicción un presente y futuro distintos para 
los que han quedado al borde de la historia. A mis tíos desaparecidos, a mis 
viejos, a las abuelas, a los compañeros ausentes y a los presentes, a los niños 
perdidos... 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
5 
María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
INTRODUCCIÓN. 7 
 
CAPÍTULO 1. 
LA POLÍTICA: INSTITUCION Y CONFLICTO. (Algunas coordenadas conceptuales) 13 
 
1.1 Introducción. 13 
1.2. Lo político como conflicto por la constitución de lo común. 15 
1.3. La política como dominio de lo político. 20 
1.4. La representación política como forma mediación y creación de voluntades colectivas. 24 
1.5. Conflicto político, antagonismos y desacuerdos: recuperar el registro de lo político. 28 
1.6 Algunas preguntas abiertas. 34 
 
CAPITULO 2. 
DOS ESTRATEGIAS HEGEMÓNICAS. (La economía en el lugar del progreso y 
el Estado en ellugar de la reparación) 37 
 
2.1. Introducción 37 
2.2. Una orientación para la política. 38 
2.2.1. Las decisiones vinculantes. 40 
2.2.2. Bien colectivo, plenitud social y los caminos para alcanzarlos. 45 
a- La estabilidad bien colectivo a defender, la justicia social como plenitud social a 
alcanzar. 46 
b- Inflación y caos; nombres para los enemigos de la sociedad argentina. 50 
c- El nuevo pueblo (moderno y globalizado). 52 
2.2.3. Intercambio y articulación. 56 
2.3. La otra política: el Estado en el lugar del mito. 62 
 
CAPITULO 3. 
FORMAS POLÍTICAS DE IRRUPCIÓN Y DESARTICULACIÓN 1: 
“Los piqueteros.” 67 
 
3.1. Introducción. 67 
3.2. Algunas interpretaciones sobre los piqueteros. 72 
3.3. Los piqueteros; conflicto político y los lentos caminos de la identificación de la 
injusticia. 75 
3.3.1. La cuestión del origen. 78 
3.3.2. El reconocimiento parcial de los otros. 83 
3.3.3. El gobierno: “no hay conflicto”. 86 
3.4. La constitución del escenario polémico. 92 
 
CAPITULO 4. 
FORMAS POLÍTICAS DE IRRUPCIÓN Y DESARTICULACIÓN 2: 
“Que se vayan todos” 97 
 
4.1. Introducción. 97 
4.2. Las asambleas: de la economía a la representación institucional como objeto del 
conflicto. 103 
4.3 “Que se vayan todos”: “los poderosos” como límite de lo social. 106 
4.3.1. Estar en contra es la puesta en común. 111 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
6 
María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
4.3.2. La multiplicación de los lugares de enunciación. 118 
4.3.3.¿Antagonismo sin fuerza antagonizada? 120 
4.4. ¿El fracaso de la una articulación hegemónica o la creación de otras prácticas 
políticas? Las estrategias desde la mirada de los sujetos. 125 
4.5. Más allá de la agitación; los efectos de vinculación tras el enemigo común. 139 
 
CAPITULO 5. 
ESTRATEGIAS DE GOBIERNO. (La reconstrucción hegemónica frente a la pluralidad de 
las resistencias) 149 
 
5.1 Introducción. 149 
5.2. Las decisiones vinculantes. 154 
5.3. Las huellas de la fractura como eje de la nueva hegemonía. 158 
a- El lugar mítico del Estado. 161 
b- De nuevo el pueblo: reconocimiento del daño y control de demandas. 165 
c- Neoliberalismo: el enemigo público número uno. 172 
5.4. Intercambios políticos verticales: 177 
estrategias de poder gubernamental y tácticas de resistencia. 177 
a- Reconocimiento de las demandas discretas y fuga en el tiempo. 179 
b- Tratamiento institucional: dividir, judicializar, desplazar y normalizar. 181 
c -Más allá del Estado liberal, más acá del Estado garante de la igualdad. 185 
d- las demandas de “orden”. 192 
 
CONCLUSIONES GENERALES. 201 
Prácticas hegemónicas y acciones de resistencia. 203 
Alcances de los ámbitos de acción política no convencional. 208 
 
Anexo 1. 211 
Metodología. 211 
Anexo 2. 221 
La variable económica como causa parcial del agotamiento de las políticas neoliberales. 221 
Anexo 3. 225 
La transformación de las formas de mediación entre “Sociedad” y “Estado” como causa 
parcial de la crisis política. 225 
1. Introducción 225 
2. “La política” puesta en cuestión. 227 
3. El lugar en la política de los partidos políticos. 230 
4. El lugar en la política de los sindicatos. 237 
5. Competencia por la representación política. 242 
Anexo 4. 251 
Construcción de nuevos sentidos y su disponibilidad en el espacio público. 251 
1. Los discursos desde los partidos políticos. 252 
2. Los discursos sindicales y no sindicales. 257 
3. El gobierno de la Alianza. 261 
Anexo 5. 265 
Cuadros y gráficos. 265 
Anexo 6. 275 
Manifestaciones y tendencias de la protesta. 275 
 
BIBLIOGRAFÍA. 285 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
Introducción. 
 
“Si, yo creo que existe un pueblo múltiple, un pueblo de mutantes, un 
pueblo de potencialidades que aparece y desaparece, que se encarna en hechos 
sociales, en hechos literarios, en hechos musicales. Es común que me acusen de 
exagerado, bestial y estúpidamente optimista, de no ver la miseria de los pueblos. 
Puedo verla, pero... no sé, tal vez sea delirante, pero pienso que estamos en un 
período de productividad, de proliferación, de creación, de revoluciones 
absolutamente fabulosas desde el punto de vista de la emergencia de un pueblo. 
Es la revolución molecular: no es una consigna, un programa, es algo que siento, 
que vivo, en algunos encuentros, en algunas instituciones, en los afectos, y 
también a través de algunas reflexiones” (Guattari, 1982)1 
 
En muchos países de América Latina y, en particular, en Argentina, la 
década de los noventa fue comúnmente caracterizada como el triunfo de la 
ideología neoliberal, como el período de contracción del Estado frente al avance 
de la “libertad del mercado”. Aquellas tendencias que parecían terminantes son 
actualmente contrarrestadas, en el lenguaje y en las acciones, por varios 
gobiernos de aquel continente. Los mercados sin controles y el Estado mínimo, 
pares que se solían utilizar como inseparables de la democracia, son actualmente 
puestos en el lugar de los enemigos del “pueblo”. En otras palabras, la 
comprensión en torno al lugar de la política en la sociedad varió de forma 
significativa. 
En la Argentina de los noventa, las recomendaciones producidas por el 
“Consenso de Washington” impactaron de manera singular. Además de la 
privatización de las empresas públicas y el debilitamiento de las políticas de 
regulación y control, la fórmula “neoliberal” se tradujo en una moneda 
sobrevaluada, en el fortalecimiento del sector financiero por sobre el sector 
productivo, y en un importante crecimiento del déficit público. Este principio de 
lectura sobre el tipo de relación que debían sostener las instituciones públicas con 
la economía, tuvo amplias consecuencias sociales y políticas. El impacto no se 
redujo al empleo, al consumo y a la industria sino que se extendió a las 
 
1 Citado en Guattari y Rolnik, 2005; 7. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
identidades colectivas, a la función integradora del Estado, al sistema de 
representación, a las formas de participación, etc. 
En un principio, la creación de esta orientación política y económica no se 
instituyó sobre un terreno ausente de resistencias.2 No obstante, ésta pudo 
sobreponerse a las acciones fragmentadas, intermitentes y, sobre todo, orientadas 
por demandas relacionadas con las consecuencias sociales negativas del modelo 
económico (desocupación, pobreza, precariedad laboral, etc.). 
Hacia fines de los noventa, las promesas políticas comenzaron a ser 
cuestionadas. La economía entró en un proceso recesivo producido, 
principalmente, por la fuga de capitales que hizo insostenible el plan de 
“Convertibilidad” (eje vertebral de las políticas neoliberales). A la vez que esto 
ocurría, se registró un aumento acelerado de las protestas y movilizaciones 
sociales. Además, aparecieron organizaciones críticas a la primacía de la lógica 
del libre mercado y a los gobiernos se los denunciaba como cómplices de los 
costos sociales y políticos que sufría la ciudadanía. En el mes de diciembre del 
año 2001, la fuga de capitales se acentuó, los depósitos de ahorros quedaron 
congelados, las protestas y movilizaciones se profundizaron y los partidos políticos 
mayoritarios se enfrentaron de tal forma que se hizo insostenible el ejercicio del 
poder ejecutivo. Estos sucesos derivaron en la renuncia del presidente electo 
Fernando de la Rúa y en la sucesión de cuatro presidentes interinos en diez días. 
Durante los primeros meses del año 2002 se observaron dos procesos 
paralelos. Por un lado, el gobierno conducido por el presidente Eduardo Duhalde, 
emprendió la reconstrucción del espacio social fragmentado a través de una 
estrategia política; instituyócomo enemigo político al neoliberalismo y sus aliados, 
resolvió múltiples demandas a través de la creación de nuevas instituciones, leyes 
y normas y autoproclamó al Estado como medio para alcanzar la plenitud social y 
como agente reparador social. Por otro lado, continuó el crecimiento de las 
 
2 Un estudio que releva el número de protestas realizadas en contra de los gobiernos y su política 
económica entre los años 1989 y 2003 demuestra que el período que va del año 1989 al año 1999 
concentra la mayor cantidad de protestas. “La mayor proporción de protestas se distribuye en los 
dos mandatos de Carlos Menem (42% y 32% respectivamente). El promedio de protestas de cada 
mandato muestra que se protestó mensualmente más durante los gobiernos de Menem que en los 
gobiernos de De la Rúa y de Eduardo Duhalde” (Schuster et al, 2006; 69). 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
organizaciones políticas que criticaban la complicidad entre la política reducida a 
la representación territorial y funcional y la existencia de un sistema económico 
excluyente. Durante todo el año 2002 estas tuvieron gran capacidad de estructurar 
la agenda política y poner en suspenso las decisiones tomadas por el gobierno. 
Finalmente, pasado el año 2002, dichas posiciones políticas dejaron de ser 
una referencia para dividir aguas a favor y en contra. A pesar de ello, continuaron 
interviniendo en el espacio público a través de las protestas, elevando propuestas 
legislativas o programáticas, generando redes sociales y productivas a nivel barrial 
e intentando disputar el espacio de los líderes territoriales del partido en el poder. 
Este giro del escenario político, sobre todo entre diciembre del año 2001 y 
enero del 2002, estuvo marcado por el auge de la participación ciudadana fuera y 
en contra de los canales convencionales. La retórica progresista de los gobiernos 
posteriores a aquella crisis confirmaron que algo había pasado en la política 
argentina; sus fronteras se habían transformado y desplazado a otras áreas de la 
vida social. Este deslizamiento se caracterizó por la centralidad de la inclusión 
social como objetivo declarado de la política, la inversión de la relación política / 
economía, la revalorización de la participación de la sociedad civil, la crítica al 
modelo neoliberal, la apelación al pueblo como sujeto de la política y la 
incorporación de la “promesa de plenitud democrática”. 
A pesar de que muchos diagnósticos querían señalar el “empoderamiento” 
de la sociedad civil e incluso mostrar el nacimiento de una nueva forma de 
construir poder, cuatro años después de diciembre del año 2001, el movimiento de 
asambleas casi desapareció, el piquetero se dividió y fragmentó y ninguna de las 
organizaciones sociales pudo convertirse en representante del discurso crítico, 
incluso aquellas que tenían pretensiones de articular posiciones más allá de sus 
demandas particulares. Es decir, aunque pareció existir una relación entre la 
aparición de un movimiento socio – político crítico y los cambios en las 
coordenadas del sistema político luego del año 2001, las organizaciones que 
fueron soporte de estos discursos críticos fueron perdiendo centralidad en el 
escenario político así como apoyo público. En síntesis, la paradoja principal es que 
a medida que se fue consolidando el giro político marcado por una retórica 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
ordenada en torno a la inclusión social y la revalorización de “la política” por sobre 
“los mercados”, aquellos movimientos y organizaciones fueron influyendo cada vez 
menos sobre los temas públicos y las decisiones políticas. 
El auge de los movimientos de protesta como los piqueteros, las asambleas 
y las fábricas tomadas ha sido motivo de la producción de una innumerable 
cantidad de textos de carácter académico. 3 Después de una década de aparente 
desertificación de lo político, muchas veces caracterizada como el “reino del 
pensamiento único”,4 se comprende porqué el entusiasmo en torno a dichos 
movimientos. La mayoría de los estudios de carácter empírico tendieron a 
analizar, desde diferentes enfoques teóricos metodológicos, a los movimientos 
como una reacción con pretensión defensiva o emancipadora, frente a las políticas 
de orientación neoliberal. En general, estos estudios explican a los movimientos 
como una reacción frente al dominio ideológico y reconstruyen la trama interna de 
la formación de tales sujetos. 
La influencia de las teorías de la acción colectiva, más enfocadas en la 
construcción de la identidad y/o en el uso de los recursos, impactó sobre las 
miradas de los investigadores que eligieron centrarse más en las dinámicas 
internas de los movimientos, organizaciones o protestas colectivas, que en su 
interacción con el sistema político. El límite de este tipo de análisis es que se 
debilita la dimensión constitutiva de los antagonismos y sus efectos sobre el 
orden. En otras palabras, se pierde de vista el registro de lo político que introducen 
estos sujetos, lo que es fundamental para comprender su aparición, identidad y 
permanencia en el tiempo. Además, introducir en el análisis el contexto político 
más general, permite arrojar luz sobre el funcionamiento del sistema político 
democrático.5 
 
3 Almeyra, 2004; Giarraca, 2002; Massetti, 2004; Recalde, 2003; Svampa y Pereyra., 2003; 
Schuster et al., 2005 y 2005b. 
4 “El reino del pensamiento único” era como se denominaba al dominio de la perspectiva neoliberal 
entre los gobiernos occidentales. Ver http://www.rebelion.org/opinion/montalban280701.htm y 
www.forosocialmundial.org.ve/foro_resp.php?idtema=4 - 24k (fecha de consulta 23 de mayo del 
2006). 
5 Con esto no se quiere quitar importancia a la dimensión de la identidad política, sino más bien 
señalar que ésta está en función del contexto más general en la donde la interacciónn con los otros 
es fundamental. Lejos de interpretar a las identidades como valores intrínsecos, se partirá de la 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
En la presente investigación se partirá de la idea de que, para explicar la 
variación del escenario político previo al año 2001 y posterior a él, es necesario 
explicar el impacto político de aquellas prácticas políticas no convencionales 
adscribiendo a cierto enfoque conceptual que distinga entre la política y lo político. 
A pesar de que en el capítulo uno se analizará los principales aspectos teóricos 
que respaldan la investigación, será clarificador hacer un breve avance del 
enfoque elegido. Este distingue entre dos dimensiones de la política. El primer 
concepto hace referencia al subsistema político, un sistema más dentro del orden 
social, con su propia lógica funcional. El segundo hace referencia al dispositivo 
general, a lo político como puesta en suspensión e institución de nuevas formas 
de ordenación. Esta concepción permite explicar las mutaciones institucionales de 
los sistemas políticos y las relaciones que se van estableciendo entre los 
subsistemas porque otorga un marco más general que permite hacer entrar en la 
escena a sujetos que cuentan en la producción general del orden y que no son ni 
el parlamento, ni el Estado, ni los partidos políticos. Es decir, que no son los que 
encuadran dentro de un formato liberal de la democracia. Para ampliar estas 
consideraciones teóricas y analíticas el capítulo uno se centrará en desarrollar 
algunos conceptos claves que apuntan a entender esta doble inscripción de la 
política como sistema y como el momento de interrupción delmismo. 
En el capítulo dos se analizarán las coordenadas sobre las cuáles se 
estructuró la hegemonía neoliberal en Argentina. Esto permitirá entender cómo se 
articuló política y economía durante los noventa y que consecuencias tuvo esto 
sobre el sistema político. Se sentarán las bases para analizar en qué contexto y 
qué es lo que desarticula la polémica que tuvo como protagonista a 
organizaciones políticas no electorales a fines de la década de los noventa. Se 
describirá brevemente cuál fue la forma de entender la política según los 
gobiernos posteriores al año 2002 para comprender qué cambios se efectuaron 
después de la crisis del período 2001-2002. 
 
idea de que éstas son producto de las relaciones que establecen con otras y son susceptibles de 
ser transformadas en ese proceso de interacción. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
En el capítulo tres desarrollarán las formas de actuación antagónica de las 
organizaciones piqueteras. En particular se estudiará cómo fueron deconstruyendo 
las formas de legitimación de la hegemonía neoliberal en la interacción polémica 
con el gobierno y otros actores políticos. En el capítulo cuatro se analizará cómo 
diferentes demandas se vincularon detrás de la consigna “que se vayan todos” 
que permitió metaforizar la frontera social expresada en contra de “la clase 
política”. Se mostrará cómo este tipo de prácticas tuvieron sus efectos políticos a 
pesar de que se distanciaron del tipo de intervención hegemónica caracterizada 
por la articulación equivalente de las demandas tras una propuesta común para 
superar la dislocación. 
En el capítulo quinto se describirá la actuación del gobierno para reconstruir 
el espacio social fracturado y debilitar a sus enemigos políticos o forzarlos a 
abandonar su actuación antagónica. Esto permitirá mostrar en qué sentido se 
ampliaron y transformaron las fronteras de la política, qué hegemonía se instaló y 
cuáles han sido los recursos con que disponía el gobierno, a diferencia de las 
acciones “desde la sociedad civil”, para actuar superando la crisis política. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
CAPÍTULO 1. 
LA POLÍTICA: INSTITUCION Y CONFLICTO. 
(Algunas coordenadas conceptuales) 
 
1.1 Introducción. 
“Y si hay alguna conclusión que deseo particularmente evitar es la conclusión 
estéril de que una política virtuosa buscaría la sencillez y se apartaría de las alteraciones 
ambiguas, de que debemos tratar de resolver la ambivalencia y la ambigüedad de 
nuestras políticas o, por lo menos hallar una fórmula con la que puedan desvanecerse.” 
(Oakeshott, 1998:47) 
 
Se ha señalado en la introducción algunos sentidos del giro de la política en 
Argentina antes y después de los conflictos políticos de los años 2001 y 2002. No 
obstante, será imprescindible preguntarse acerca de qué tipo y cómo se 
produjeron esas transformaciones, si fueron significativas y en qué sentido lo 
fueron. La dificultad de estos interrogantes reside en el hecho de que existe una 
polémica en torno a cuál es la definición y el objeto de la política. 
Algunas posiciones prestan mayor atención a la política como formación y 
búsqueda de un bien común a través de ciertas tendencias comunes al género 
humano como el diálogo o la razón. Ciertas versiones la entienden como una 
práctica asociada a búsqueda de universales como la justicia o equidad.6 Otras 
perspectivas la identifican con una forma de regulación y administración de los 
diversos intereses sociales; la política no puede más que intentar diseñar un orden 
en el cuál se minimicen los costos individuales. 
Sería fácil concluir que todas tienen algo de razón si se asume que la 
política es constitutivamente compleja y atiende tanto a los momentos en donde el 
orden social se pone en entredicho como a aquellos donde se reconstituye. Para 
Michel Oakeshott (1998) la política en el mundo moderno es una actividad 
constitutivamente ambigua, resultado de la tensión entre dos estilos opuestos: la 
política de la fe y la política del escepticismo. Pero más allá de esta ambigüedad 
 
6 Estas tres posiciones pueden ser representadas por tres autores; Habermas, Nozick y Rawls. 
Para ahondar en estas teorías consultar: Habermas, Jürgen (2000), Facticidad y validez. Sobre el 
derecho y el Estado democrático en términos de teoría del discurso, Madrid, Editorial Trotta; 
Nozick, Robert (1974), Anarchy, State and Utopia, New York; Basic Books; Rawls, John (1978), 
Teoría de la Justicia, F.C.E. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
constitutiva, es necesario intentar dominar el concepto. Por este motivo, es 
necesario repasar algunas propuestas y discusiones en torno a que es lo político, 
no solamente como un ejercicio interesante de reflexión conceptual, sino porque 
es central para pensar el problema y responder la pregunta que guía el presente 
estudio. 
Para ello se destacarán dos formas de pensar a la política. El primer 
enfoque la circunscribe a una región independiente de la vida social, un sistema 
diferenciado y autónomo que procesa demandas y realiza decisiones que afectan 
y vinculan al conjunto de la sociedad. La segunda perspectiva no desconoce que 
existe una esfera donde se institucionalizan y tratan los conflictos, pero señala que 
es necesario prestar mayor atención a los mecanismos generales por los cuáles 
fue posible esta separación. Para esta perspectiva lo político es entendido como el 
momento de negación y re institución del orden social, donde la unidad de la 
sociedad es posible a pesar de las diferencias. 7 
Reconocer esta doble inscripción de la política permite posar la mirada 
tanto en los intercambios institucionalizados como en el momento donde éstos se 
suspenden, otorgando una visión más dinámica de las transformaciones y de las 
posibilidades de aquella. En otras palabras, abre un nuevo mundo de 
observaciones al comprender que la política posee fronteras móviles y cambiantes 
y que sus sujetos son múltiples y variados. 
No obstante, así cómo es importante incluir en el análisis la dimensión 
ontológica, no es menor las argumentaciones que han nacido de los enfoques 
más centrados en la otra dimensión, la óntica. Al respecto del amplio debate Arditi 
comenta que; “si bien esta discusión enriqueció nuestra compresión de lo político, 
 
7 Para Lefort (1990) lo político es el momento de inscripción donde se instituye la sociedad a pesar 
de las diferencias, es decir, es el momento donde la contingencia se hace presente a través de la 
visibilidad de las opciones posibles que pueden dar forma al orden. La política, en cambio, es lo 
inscripto, es la esfera o el sistema donde tiene lugar los intercambios institucionalizados del 
conflicto. Es el espacio donde se circunscribe la actividad política, la competencia por el poder, y 
las decisiones socialmente vinculantes tomadas por los gobernantes. Es decir, las formas 
institucionalizadas, legalizadas o legitimadas, de aparición de lo político. En esta definición se 
puede observar la coincidencia entre las definiciones de Bobbio y de Lefort en relación con la 
política ya que para el primero, el sistema político es entendido como el conjunto de relaciones de 
interdependencia entre los diversos entes que median los conflictos, dan cohesión y defensa frente 
a otros grupos. No obstante, en el desarrollo teórico queda congelado el momento de lo político. 
Las fronteras de la política ylos nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
no procedió a elaborar una reflexión análoga acerca del estatuto de la política 
como subsistema o como algo más que eso” (2005; 222). 
 
1.2. Lo político como conflicto por la constitución de lo común. 
Desde el punto de vista de la sociología, la demarcación de la política 
dentro de una esfera particular o subsistema es producto de un aumento de la 
complejidad social en la modernidad. En otras palabras, las sociedades modernas 
están trazadas por diferentes lógicas o lenguajes funcionales que hacen posible 
diferenciar la economía, la religión, el arte, la política.8 Esto no solamente debe ser 
visto como es un producto histórico innegable sino funcional a la democracia. La 
delimitación entre esferas institucionales aumenta la visibilidad de la competencia 
por los cargos públicos y la contingencia de las decisiones vinculantes tomadas 
por los gobernantes (Sartori, 2000; Nafarrate, 2004).9 
Pero, como señala Lefort (1990b), reflexionar en torno a la separación y la 
lógica de una esfera propiamente política, no invalida pensar los mecanismos que 
hacen posible esa separación. Para él es imprescindible interrogarse acerca de la 
forma social bajo la que cuál se presenta y se ve legitimada ésta separación entre 
diversas esferas de la realidad. La preocupación por el orden social no solamente 
es objeto de la filosofía. Aún entre los que han destacado el descentramiento de la 
política desde una perspectiva sociológica, existe una preocupación en torno a los 
mecanismos que permiten generar la convivencia social.10 Esta inquietud se 
puede entrever tanto en los argumentos que intentan definir un bien común para 
 
8 Habermas (2000) comparte con Beck y Lhumann que la complejidad social elude a un proceso 
histórico moderno de diferenciación de esferas que se arrogan su propia lógica y formas de 
legitimación. También para Sartori (2000) este es un producto propio de la modernidad. Para él no 
fue hasta el siglo XIX que la política obtuvo su estatus diferenciado y autárquico gracias al 
descubrimiento de la sociedad y la economía como espacios autónomos del Estado. 
9 Para Hansen (1991) la distancia estructural entre gobierno y votantes es la única manera en que 
se puede instituir la rendición de cuentas horizontal (accountability) y la responsabilidad 
(responsiveness). Aunque es cierto que otras formas de gobierno sin representación harían 
imposibles estas formas de puesta a prueba del poder, la democracia representativa no elimina la 
posibilidad de que existan prácticas dirigidas a cuestionar las formas institucionalizadas de la 
democracia y que se suspendan las diferencias nacidas del lugar político que cada uno ocupa 
(gobernantes o gobernados). 
10 De la idea de descentramiento se deduce que la producción del orden social no depende 
exclusivamente de la existencia de la política. Con ésta convive con otro conjunto de sistemas con 
diferentes códigos y que poseen la misma prioridad en dicha tarea. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
fundar la comunidad como en las concepciones que sustentan que la unidad 
social solamente es posible a través de diferentes combinaciones sistémicas.11 
¿En virtud de qué procesos se creó y legitimó el sistema político democrático? 
“Lo esencial, a mi modo de ver, es que la democracia se instituye y se 
mantiene por la disolución de los referentes de certeza. Inaugura una historia en la 
que los hombres experimentan una indeterminación última respecto al fundamento 
del poder, de la ley y del saber, y respecto al fundamento de la relación del uno 
con el otro en todos lo registros de la vida social.” (Lefort, 2004; 50) Para Lefort, la 
democracia supone la inauguración histórica de un orden simbólico en el cuál se 
han disuelto los mecanismos de certeza que estructuraban a las sociedades 
medievales o teológicas. 
En la sociedad democrática el poder adquiere un nuevo estatus ya que no 
puede ser encarnado por ningún cuerpo específico; el lugar del poder está vacío 
porque ningún gobernante ni grupo social pueden serle consustanciales. Desde 
ésta perspectiva, el conjunto de mecanismos que reglan la competencia y 
someten a los gobernantes a revisión periódica no alcanzarían para definir la 
naturaleza de la democracia. Estos son dispositivos institucionales o inscripciones 
de aquella mutación simbólica que permiten que el poder quede “inocupable”. Lo 
que los argumentos minimalistas o procedimentalistas de la democracia no 
abordarían sería justamente la dimensión de la inscripción (Schumpeter, 1975; 
Dahl, 1989; Przeworski, 1991), de la cual las formas institucionales son deudoras. 
Al sostenerse sobre la competición que deriva del lugar vacío del poder, el 
régimen democrático legitima al conflicto social, poniendo en jaque la presentación 
de la sociedad como una totalidad cerrada, orgánica. Por ello, la democracia es 
por excelencia el orden que aloja en el corazón de la política el reconocimiento y 
el enaltecimiento de la aparición de lo político. 
En la misma línea de argumentación que Lefort, Žižek (2003) señala que el 
funcionamiento del sistema político democrático tiende a asegurar la cohesión del 
orden social haciendo visible y conservando la afronta del conflicto político. La 
 
11 Entre las primeras se pueden encontrar las propuestas de justicia de Rawls o la libertad negativa 
en el caso de Berlin y entre las segundas se pueden encontrar la teoría de sistemas de Luhmann. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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política opera juzgando a los fundamentos no como verdaderos/falsos sino como 
legítimos/ilegítimos, legaliza la oposición y la crítica y otorga visibilidad a la 
construcción contingente del orden al basarse en la competencia política. Así, la 
figura del poder queda atrapada en la temporalidad de su reproducción y 
subordinada al conflicto de las voluntades colectivas. 
Visto desde esta perspectiva, el sistema político democrático no solamente 
permitiría que el poder sea sometido a la contingencia de los procesos sino que 
los principios democráticos, como la igualdad, se dispersen a diversas áreas de la 
vida social. Las relaciones familiares, las relaciones de género, las relaciones 
económicas, las relaciones étnicas y culturales son susceptibles de convertirse en 
territorio de la lucha política. 
La importancia de liberar la política y a la democracia de un lugar y una 
forma específica posee un valor heurístico para investigar las luchas políticas en 
Argentina durante la década los noventa y pasado el año 2000. En primer lugar, 
permitirá reflexionar sobre el estatus político de los movimientos sociales y 
organizaciones no electorales ya que no eran meros demandantes sino sujetos 
políticos que polemizaron en torno a las fronteras mismas de la política. En 
segundo lugar, hará posible arrojar luz sobre las mutaciones más generales del 
orden social, esto es, las formas en que se legitimaron las relaciones entre Estado, 
economía y sociedad, escapándose del detalle de los cambios institucionales para 
explicar la escena política durante dicho período. 
Un enfoque que permite abordar estos procesos y que es compatible con el 
reconocimiento de la falta de fundamento y la decisión como elementos inevitables 
de la política, lo ofrece la teoría de la hegemonía. Sus principales exponentes, 
Ernesto Laclau y Chantall Mouffe, desarrollaron un cuerpo teórico centrado en la 
redefinición del concepto de hegemonía de Gramsci. Hegemonía es, según ellos, 
“un tipo de relación política; una forma, si se quiere, de la política”,y agregan “no 
una localización precisable en el campo de una topografía de lo social” (2004; 
183).12 Es una relación por la cual una fuerza social o demanda particular asume 
 
12 Aunque en los primeros trabajos de Laclau y Mouffe la hegemonía era solo un tipo de relación 
política, en textos posteriores, Laclau postula a la hegemonía como la forma universal de la 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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la representación de una totalidad que es inconmensurable con ella. Esta relación 
paradojal es posible a través de la articulación de diversas luchas en una cadena 
de equivalencias, la creación de una demanda que asume la representación de 
toda la cadena y la delimitación de una frontera interna a lo social. 
Según la teoría de la hegemonía, la construcción de una relación 
equivalencial entre luchas discretas es posible porque las demandas están 
internamente escindidas. Además de sus reclamos particulares, aquellas 
contienen un exceso de sentido que es lo que permite la vinculación entre las 
diversas reivindicaciones. Este exceso es entendido como la experiencia de una 
falta, la percepción de cada una de las luchas como ser deficiente pero también 
supone el reconocimiento de una plenitud que se encuentra ausente. 
Esto da paso a las otras operaciones necesarias para la constitución de un 
espacio de representación hegemónica. Por un lado, es imprescindible la creación 
de un elemento negativo que sirva como explicación de esa plenitud ausente. Por 
otro, la constitución de una voluntad colectiva depende de la producción de ciertas 
demandas que sirven de anclaje de los sentidos articulados. Así, la existencia de 
una fuerza no se limita a su propia concreción sino que representa el horizonte 
imaginario del campo hegemonizado (ya se trate del género, las relaciones 
laborales o las políticas públicas económicas), otorgándole una nueva identidad 
“La necesidad y objetividad de lo social dependería de una hegemonía estable y 
los períodos de crisis orgánica serían aquellos en que se debilitan las 
articulaciones básicas y en que un número cada vez mayor de elementos sociales 
adquieren el carácter de significantes flotantes” (Laclau, 2000a; 45). 
Las identidades colectivas pueden alcanzar períodos de estabilidad gracias 
al “olvido” de su propia contingencia y al carácter arbitrario de las exclusiones 
sobre las que han sido fundadas. No obstante, éstas pueden retornar para 
 
política. Dos citas pueden demostrar este desplazamiento conceptual. “[...] la universalidad 
hegemónica es la única que una sociedad puede alcanzar” (2004b; 9). “La dispersión de los 
antagonismos y las demandas sociales, figuras típicas de la era del capitalismo globalizado, 
necesitan de la construcción política de toda identidad social, algo que solo es posible si las 
relaciones equivalenciales entre elementos heterogéneos son establecidas y si la dimensión 
hegemónica de la nominación está presente. Esta es la razón de porqué toda identidad política es 
necesariamente popular” (2006; 680) 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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someter a la hegemonía a la apertura sobre la que está fundada. Así, para la 
teoría de la hegemonía, el momento político se hace efectivo cuando dicha 
articulación es amenazada por la recurrencia de lo excluido. 
Para Laclau y Mouffe, la política se ajustaría al formato de la lucha 
hegemónica, entendida como una batalla librada por los límites de 
inclusión/exclusión de la comunidad. La distinción de la política en democracia 
sería otorgada por la instauración de procedimientos que permitan que las 
fronteras de la política sean siempre móviles. En otras palabras, la democracia 
depende de mecanismos que hagan posible “el retorno de lo excluido”, forzando 
una expansión y rearticulación de los principios básicos de la democracia (Butler, 
2000). 
Pero destacar que la democracia es por excelencia el régimen de la 
indeterminación, no implica que la unidad y estabilidad social no sean posibles. 
Žižek señala que dimensión política está doblemente inscripta; “es un momento 
del todo social, uno más dentro de sus subsistemas, y también el terreno en el que 
se decide el destino del todo, en que se diseña y suscribe el nuevo pacto” (2003, 
253). 
Dentro del sistema político, la negatividad que funda al acto de poder ha 
sido domesticada dentro del ordenamiento institucional a través de un doble juego 
de visibilidad y ocultamiento. Visibilidad porque la división se hace evidente en la 
competencia y se valora como algo positivo. Ocultamiento porque se intenta 
constantemente legitimar la acción política en principios (inexistentes) de 
ordenación humana. A través del establecimiento de ciertos procedimientos, lo 
político es dominado, el conflicto es reglado, se establece qué y cómo decidir, 
quiénes deben decidir y qué es lo común de la comunidad.13 
Hasta el momento queda claro que la política es “el fundamento del poder 
de gobernar en ausencia de fundamento” (Rancière, 2006; 74) por lo que se 
 
13 Entendiendo esta doble dimensionalidad de la política, se comprende la disputa entre dos 
enfoques teóricos. Algunos más atentos a las reglas y las instituciones que permiten alcanzar 
acuerdos y tomar decisiones vinculantes de manera democrática. Otros más centrados en la 
demostración de que en última instancia no existe un bien común, ni leyes ni reglas inherentes a la 
coexistencia social. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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comprende porqué “la política se realiza, sobre todo, tomando decisiones” 
(Nafarrate, 2004; 177). Queda por definir, entonces, cómo se ejerce ese gobierno 
y cómo el sistema político toma esas decisiones vinculantes. 
 
1.3. La política como dominio de lo político. 
Un denominador común de los autores que definen a la política como 
sistema es que le asignan a éste la capacidad de tomar decisiones vinculantes 
(Nafarrate, 2004; Bobbio et al., 1991; Sartori, 2000). A estos autores no se les 
escapa que el sistema político da respuesta al problema de producción de la 
sociedad pero le prestan mayor atención al momento de lo instituido. Si el orden 
social es un producto a construir y no está dado por un principio natural, entonces 
uno de los problemas con la cuál se enfrenta la sociedad es la necesidad de 
asegurar la vinculación colectiva más allá de la divergencia o fluctuación de la 
opinión de los afectados. Pero, para esta perspectiva, el sistema político es uno 
más dentro de la producción general del orden y las decisiones vinculantes son la 
vía específica por la cuál el sistema político es solidario con ésta producción.14 
“Solamente las decisiones políticas, ya bajo formas de leyes o de 
disposiciones de otra índole, se aplican con fuerza coercitiva a la generalidad de 
los ciudadanos. Y si se entiende por decisiones colectivizadas aquellas sustraídas 
a la discrecionalidad de los particulares, entonces las decisiones políticas pueden 
definirse como decisiones colectivizadas soberanas a las que es más difícil 
sustraerse, tanto por su ámbito territorial restringido como por su identidad 
coercitiva.” (Sartori, 2000: 221).15 Los autores destacan que el sistema obstaculiza 
a largo plazo la aplicación de decisiones que tienen su fundamento en el interés 
de unos pocos. Aún en contextos autoritarios, las decisiones se toman en 
 
14 Para Norberto Bobbio justamente la política sedefine por el “proceso complejo mediante el cual, 
en una comunidad humana cualquiera, se forman las decisiones imperativas que la guían” (Bobbio 
et al. 1991: 1465). 
15 Los autores también destacan que el uso de la coerción es propio también del poder político “Lo 
que caracteriza al poder político es la exclusividad del uso de la fuerza respecto de todos los 
grupos que actúan en un determinado contexto social, exclusividad que es el resultado de un 
proceso que se desarrolló en toda sociedad organizada hacia la monopolización, la posesión y el 
uso de los medios con los cuales es posible ejercer la coacción física.” (Bobbio et al., 1991: 1218) 
No obstante, esto es un medio y no un fin de la actividad del sistema político; la fuerza policial 
serviría como una forma para mantener la capacidad de tomar decisiones que sean vinculantes. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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contextos complejos y no excluyen la posibilidad de ser cambiadas por nuevas 
decisiones, por lo que siempre se somete al sistema político a la visibilidad de la 
contingencia del rumbo tomado. Además, formalmente las decisiones vinculan 
también al agente que las ha realizado, eliminado cualquier jerarquía o la 
sustracción del gobernante a la propia regla. 
Si bien esta concepción incluye en el ámbito de acción del sistema a una 
serie de instituciones y sujetos variados, incluso las decisiones que toma la 
ciudadanía en las elecciones, el gobierno se constituye en unos de los principales 
actores de la escena política.16 Para Luhmann, el hecho de que la democracia 
introdujera una nueva comprensión o semántica del poder político como 
contingente cambió el código por el cuál el sistema político se diferencia del resto 
de los sistemas; gobierno /oposición. “Este código llena todas las características 
de un código de preferencia: es preferible ser parte del gobierno que se parte de la 
oposición. Sólo el gobierno ocupa los cargos en los que se decide la vinculación. 
La oposición puede tan sólo lamentarse, criticar, articular exigencias y así, en 
general, reflejar la contingencia de todas las decisiones políticas. El valor positivo 
`gobierno` es el valor de designación del sistema; el valor `negativo` es el valor de 
reflexión del sistema” (Nafarrate, 2004; 159). 
Un problema fundamental que surge de la aceptación de que la política 
implica la toma de decisiones vinculantes es cómo tratar el componente de 
arbitrariedad e indeterminación estructural que encierra. Es decir, si no existen 
fundamentos para tomar “decisiones correctas”, entonces cuáles deberían ser los 
contenidos de éstas, cómo se deben tomar, quiénes las toman y en virtud de qué 
y quiénes se realizan. Varios conceptos han sido utilizados para abordar este 
problema en contextos democráticos. Algunos son la definición de un bien común, 
la legitimidad con origen en los procedimientos y el sistema de representación 
política. El problema típico de considerar al bien común como fórmula que permite 
instituir un límite a la arbitrariedad de las decisiones es que su definición es 
materia de conflicto público e imposible de localizar como el producto de un 
 
16 Por ejemplo, para Bobbio, la relación entre gobernantes y gobernados es la relación política 
paradigmática. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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consenso racional o como resultado de un cálculo de ingeniería conceptual.17 El 
pluralismo desde la teoría liberal y las concepciones anteriormente explicadas del 
post estructuralismo han sido dos frentes críticos a esta alternativa para 
“racionalizar” las decisiones políticas. 
Otro criterio es el de la legitimidad democrática que emana del respeto a las 
reglas que definen la selección de los gobernantes; las elecciones libres y justas, 
el sufragio inclusivo y el derecho a competir electoralmente a prácticamente todos 
adultos. Ésta también depende de la existencia de una serie de derechos políticos 
como libertad de expresión, acceso a la información, derechos a la asociación, 
etc. (Dahl, 1989). Estos mecanismos permiten que el gobierno tome decisiones 
vinculantes en las que intervienen una serie de actores que disputan una serie de 
posiciones y temas, además de que se fuerza a que la intervención pública se 
sustraiga de ofender ciertas garantías colectivas e individuales. Se impone un 
límite al poder político a la vez que se le otorga la capacidad de tomar decisiones. 
El debate en torno a la legitimidad es amplio y no culmina con esta mínima 
definición. Sin pretender abordar todos los aspectos de este complejo debate, 
algunos argumentos son importantes porque permiten arrojar luz sobre la crisis del 
gobierno en el año 2001, la creciente desafección política en Argentina hacia fines 
de la década de los noventa y la aparición de movimientos críticos hacia la clase 
política. Ciertos enfoques señalan la dimensión normativa de la legitimidad y la 
eficacia de los regimenes políticos en materia de inclusión social y política como 
suplemento necesario de los puros procedimientos. 
Para Nun (2001) las democracias no se pueden reducir a un método de 
selección de gobernantes porque estas han logrado alcanzar el consentimiento 
ciudadano gracias a las promesas de ampliación de los derechos de ciudadanía. 
“Es que las instituciones de una sociedad no constituyen solamente sistemas de 
 
17 Bobbio plantea que si bien la política es por definición la lucha por la definición de lo que debería 
ser el bien colectivo, existe una finalidad que está fuera de toda polémica; el orden público interno 
y la defensa de la integridad nacional en relación con otros estados tiene que ser garantizado por 
todo gobierno. De allí la necesidad de monopolizar la fuerza, ya que es en última instancia la que 
impide la disgregación del grupo. En conclusión, para Bobbio la política no puede pensarse sin el 
poder y la coerción, la relación entre gobernantes y gobernados vinculados por la legitimidad 
(entendida como los argumentos que fundamentan o justifican el ejercicio del poder) y finalmente la 
búsqueda permanente de un fin o bien común entendido como el sostenimiento de la comunidad. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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reglas o modos de organizar y de distribuir funciones. S Son siempre la puesta en 
acto – mas o menos fiel, mas o menos distorsionada- de ciertos valores, ideas y 
normas y es por eso que unas y otras – instituciones y prácticas- pueden ser 
pensadas como una especie de lenguaje objetivo que habla la sociedad”. (2001; 
99). 
O´donnell (2001) plantea que las teorías procedimentalistas pretenden 
liberarse del plano normativo en relación con la legitimidad. No obstante, al incluir 
a los derechos políticos y civiles como soporte de las elecciones libres y justas, 
reintroducen de contrabando la cuestión de los valores, ya que aquellos derechos 
nunca están explícitos del todo e, incluso, muchas veces entran en contradicción. 
De esta manera, los mismos procedimientos y los derechos se convierten en 
materia de polémica y lucha política, no un antecedente o estructura exterior que 
regula el conflicto. Mouffe (2000), citando a Wittgenstein, señala que los 
procedimientos siempre implican compromisos éticos sustanciales. Para que éstos 
sean operativos es necesario que previamente exista un número considerable de 
acuerdos en los juicios y en formas compartidas de vida.18 
En conclusión, los procedimientos no aseguran que las decisiones estén 
libres de discrecionalidad y no siempre logran ser un medio de control ciudadano 
eficiente. Por ello es importanteno confundir dos planos del análisis: si bien los 
procedimientos son necesarios para tratar las divisiones y conflictos políticos, 
estos se pueden volver obsoletos y hasta antidemocráticos. Las instituciones 
liberales no son más que un modo de organización de un régimen democrático. 
Ahora bien, el sistema político se define por mantener la capacidad de 
tomar decisiones que ordenan lo social pero esto no quiere decir que el conflicto 
desaparezca dentro del mismo. Los gobiernos adquieren la prerrogativa para 
tomar decisiones vinculantes pero están forzados a exponer los motivos y las 
preferencias al someterse a la crítica de aquellos que no están de acuerdo con la 
elección tomada. Las decisiones colectivas siempre están sujetas al conflicto ya 
 
18 Wittgenstein (1988) afirma que para que haya acuerdo (o desacuerdo) en las opiniones primero 
ha de haber acuerdo en el lenguaje utilizado. En otras palabras, antes de decidir que lo que es 
verdadero y falso, primero hay que decidir qué lenguaje se usa y qué se dice que es cierto y falso. 
Por ello, la política es el momento donde se interrumpe este lenguaje o regla compartida. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
que no contienen previamente instrucciones para resolver entre alternativas que 
pueden sostener otras posiciones. Y más aún si se trata de gobiernos en 
regimenes de democracias representativas. 
 
1.4. La representación política como forma mediación y creación de 
voluntades colectivas. 
Otro mecanismo de sustraer las decisiones políticas del ámbito discrecional 
ha sido la representación política; ésta permite, a la vez, expresar y superar los 
conflictos sociales y hacer participar de la toma de decisiones a una amplia 
variedad de agentes. Pero no se trata de pensar a la representación como una 
relación transparente entre ciudadanía y gobernantes. 
Hanna Pitkin (1985) define a la representación como una relación entre dos 
partes, representado y representante, en donde la acción sustantiva es constitutiva 
de la misma. El representante no es un mero fiduciario del mandato de los 
votantes, éste no pierde la capacidad de acción y de toma de decisiones. 
Tampoco la representación se acuña en el otro extremo de la relación, donde el 
represente impone su voluntad sobre los representados. La representación 
significa, pues, actuar por otros, tomando en cuenta los intereses y las demandas 
de estos otros por los cuales se actúa. 
“Representación significa aquí actuar en interés de los representados, de 
una manera sensible antes ellos. El representante debe actuar 
independientemente; su acción implica discreción y discernimiento, debe ser él 
quien actúe” (Pitkin, 1985: 233). La representación se ubica en una serie de 
posiciones intermedias entre “el cuidar” del ciudadano (extremo que le quita la 
capacidad de acción a este último) y ser un depositario del elector (quitándose él 
mismo la capacidad de acción, siendo un mero transmisor de la “voluntad 
popular”). Ambos extremos (mantener independencia absoluta sobre sus votantes 
o atenerse al mandato) representan los límites externos del concepto, límites que 
no lo definen. 
Si bien el representante actúa en nombre de otros, no debe perder nunca la 
vinculación con sus representados. No obstante, esta relación no es lineal ni 
transparente el primero toma decisiones que no están previamente establecidas ni 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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consultadas sobre temas que tienen que ver con la acción y sobre lo que debería 
hacerse. Éste actúa en un campo donde las acciones a seguir no están 
previamente decididas, campo en el cual debe desplegar una serie de valores y 
argumentaciones para llegar a acuerdos y negociaciones. Allí donde el interés se 
ve implicado, donde las decisiones no son meras decisiones convenidas, allí es 
necesaria la representación sustantiva. El representante se maneja en un terreno 
de “indecibilidad” que no puede ser erradicado si el representante es responsable. 
Ambas partes actúan en escenarios complejos y diversos. El representante 
se enfrenta a una entidad heterogénea y muchas veces apática, que no posee un 
interés común, claro o preciso. Además, actúa en un contexto institucional, por 
ejemplo, un partido político, una organización o el parlamento, al que debe 
responder. En otras palabras éste debe recrear la voluntad que representa en un 
terreno que es sustancialmente diferente al de los representados.19 En este 
proceso, el representante se maneja en un corredor que va desde la modificación 
de los intereses previos, por ejemplo, en caso de que represente a grupos 
organizados, a la formación de nuevos intereses, en el caso de que en un principio 
aquellos no están definidos o se generan conflictos entre intereses iniciales 
contrapuestos.20 Hasta aquí pareciera que el representante es el único actor en la 
escena, pero para que realmente se trate de una relación de representación, los 
representados no son meros receptores sino que actúan a través del primero, 
poseen un control parcial sobre sus acciones y una capacidad de acción propia a 
partir de la demanda. 
Si bien la representación puede ser traducida a cualquier ámbito de acción 
(sindicatos, partidos políticos, etc.), el gobierno representativo ha sido una forma 
por la cuál el liberalismo como teoría y como ideología ha introducido una forma 
de control ciudadano sobre la forma en que las decisiones son tomadas. Para 
Bernard Manin (1998) un gobierno representativo es una forma mediatizada o 
 
19 Por ejemplo, en el caso de un legislador parlamentario, éste debe mediar entre una serie de 
intereses locales que muchas veces se confrontan a los nacionales, lo que lo obliga a arbitrar y 
reorganizar las relaciones entre los ciudadanos y La Nación. 
20 Por ejemplo, entre intereses locales e intereses nacionales, o entre la disparidad de intereses 
que puede tener sus representados, o cuando interpela a sectores excluidos que no están 
organizados o que poseen identidades colectivas débiles 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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indirecta del gobierno del pueblo que posee cuatro características: 1- elecciones 
de los representantes a intervalos regulares, 2- independencia parcial de los 
representantes, 3- libertad de la opinión pública, y 4- un proceso de discusión que 
se puede dar en diferentes lugares pero que es imprescindible que exista 
previamente a la toma de decisiones públicas. Estas cuatro características del 
gobierno representativo se mantienen en el tiempo, a pesar de que ciertos 
aspectos se fueron transformando. 
El primer punto establece el principio de división entre los que gobiernan y 
los gobernados. La elección se establece como un procedimiento de designación 
lo que seculariza al gobierno al legitimar a los representantes solamente a través 
del voto e impone al ciudadano como el núcleo básico del gobierno representativo 
a través de la norma de la igualdad de los votantes. Las elecciones a intervalos 
regulares es una forma de control que ejercen los gobernados, puesto que 
siempre está la amenaza de no ser reelegidos si el comportamiento de los 
representantes no satisface a los electores. Así las orientaciones de las decisiones 
vinculantes son sometidas a la temporalidad. 
El segundo principio hace referencia a la independencia de los 
representantes. Sobre este punto Manin pone de manifiesto la idea de actuación 
sustantiva por parte de los gobernantes. Este margen impide la presencia del 
mandato imperativo en los gobiernos representativosy se suplanta por la facultad 
de despedir a los gobernantes al término de un mandato si este no les complace. 
Esto permite aumentar la efectividad en el proceso de representación debido a 
que pueden tomarse cierto tipo de iniciativas que si bien en un momento 
públicamente se consideran adversas, se puede especular que a largo plazo los 
resultados de la decisión tomada puede revertir la opinión del electorado. Puede 
ser el caso de que ciertas decisiones están influidas por información que los 
votantes no manejan. La división de trabajo que constituye esta distancia obliga a 
una especialización de la práctica política en los representantes que los faculta 
para tomar decisiones sobre la base del conocimiento que está fuera del alcance 
de los representados. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
El tercer principio es la opinión pública sobre temas políticos que puede 
expresarse fuera del control de los gobernantes y presenta una forma de control a 
la actuación de éstos últimos. Este supone la información pública de las 
decisiones que toman los gobernantes como la libertad de expresión. Este 
principio además permite que los representantes no se arroguen la identidad plena 
con los representados: los representantes en un gobierno con estas 
características nunca pueden decir “nosotros somos el pueblo”. 
Por último, la decisión colectiva en un gobierno debe ser tomada al término 
de la discusión. La discusión permite que la instancia colectiva ocupe una posición 
central. La asamblea se presenta como el espacio de deliberación donde no se 
busca la decisión que se acerca a la posición común, puesto que ésta no está 
prefijada. El papel de la asamblea consiste en producir una unidad en el marco de 
una heterogeneidad que constituyen los representantes elegidos por las 
localidades e ideologías diversas. 
Queda claro cómo la representación política puede ser, aunque no siempre, 
constitutiva en la formación de identidades colectivas o intereses sociales. Los 
representantes incluso pueden dar visibilidad a demandas que no llegaban al 
espacio público o crear nuevas demandas que no estaban presentes en el 
escenario político. También es evidente que, en el marco de un sistema 
representativo, a pesar de que sólo los gobernantes pueden tomar decisiones 
vinculantes, existen más garantías de que los ciudadanos influyan sobre 
aquellas.21 Al ser un proceso de carácter público y en el cual intervienen diversidad 
de actores e instituciones, los representados pueden influir sobre las decisiones 
que toman los representantes. Por ejemplo, a través de protestas o 
manifestaciones se pueden introducir nuevos temas y volverlos relevantes lo que, 
a la vez, puede cambiar los sentidos de la acción gubernamental y pelear por las 
 
21 Es evidente desde esta concepción, que la representación no corresponde a una relación 
individual entre dos personas sino que excede este ámbito. Se comprende mejor el concepto si se 
lo piensa como una estructura global donde las partes son producto de la interacción de los 
diferentes grupos participantes, lo cual constituye una ventaja para que la representación sea más 
efectiva. Incluso en el marco más general de un gobierno representativo, la representación política 
adquiere otras dimensiones. En la medida que la representación trata del “actuar por otros”, 
requiere una acción sensible a los deseos de los representados. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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nuevas orientaciones.22 No obstante, si bien la introducción de demandas y temas 
en la agenda política es posible a través de la participación en el espacio público, 
no existe una relación estricta de “control” entre gobernantes y gobernados. Dicho 
de otra manera, el debate puede orientar los sentidos de las decisiones 
vinculantes pero no las determina. 
La complejidad del gobierno representativo genera mecanismos para que 
no se monopolicen las orientaciones de las decisiones políticas y no se 
sedimenten en el espacio político ciertas exclusiones de una vez y para siempre. 
No obstante, es indudable que en ciertos períodos colectivos logran instalar y fijar 
ciertos temas, bloquean la aparición de otros y establecen coordenadas claves 
que guían las políticas públicas. Sobre todo si se trata del cuestionamiento a las 
propias instituciones y procedimientos que afectan al poder de actores 
beneficiados por estas instituciones y procedimientos.23 
 
1.5. Conflicto político, antagonismos y desacuerdos: recuperar el 
registro de lo político. 
Entender a la política como un sistema que mantiene la capacidad de tomar 
decisiones vinculantes (y todos los procedimientos que ello conlleva) no contradice 
la concepción de Lefort en torno a la política como institucionalización de los 
conflictos. No obstante, centra mucho la atención en figuras típicas de la 
democracia liberal como, por ejemplo, los partidos políticos, el parlamento, el voto, 
el gobierno y la oposición, el ciudadano como individuo, etc. Aunque son 
 
22 El gobierno representativo no se reduce la participación de la ciudadanía al voto sino que 
necesita de una esfera pública y ciertos mecanismos menos institucionalizados para expresar las 
divisiones sociales. El voto puede llegar a ser producto de una decisión no muy reflexionada ni 
medida pero gracias a las mediaciones existentes entre votante y gobernante (instituciones, redes 
sociales, organizaciones sociales y políticas, manifestaciones y huelgas, etc.) la respuesta del 
sistema de representación puede ser más sensible a la opinión pública, buscando el interés público 
o general. 
23 Por ello, algunos autores, como Balibar (2004) y Rancière (2007) proponen revalorizar la 
dimensión popular de la democracia. Para Balibar, por ejemplo, la ciudadanía democrática es el 
resultado de luchas que mantienen una referencia directa a la soberanía popular. Ésta es un 
suplemento del juego de lugares entre representes y representados porque aparece como un 
fantasma, como un elemento inexacto de esa relación. La soberanía popular le quita al 
representante la prerrogativa para tomar decisiones vinculantes y la suspende por un momento 
transformando los derechos y las instituciones. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
fundamentales para entender la forma por la cual la producción del orden se 
sostiene, esta reflexión deja poco espacio para pensar lo político por fuera de 
aquellas formas institucionales como, por ejemplo, los movimientos sociales o 
colectivos políticos no electorales, organizaciones de la sociedad civil, redes 
ciudadanas. ¿Qué lugar ocupan en el sistema político? ¿Cuáles son sus medios y 
formas de acción política? ¿Cuáles son las estrategias por las cuáles pueden 
impactar sobre la política?24 
Para abordar el problema del papel de éstos sujetos en la política será útil 
recuperar la perspectiva con el cuál se inició este capítulo; es necesario separar 
las formas generales de institución de una sociedad, que implica la aceptación del 
momento de negatividad y su superación, de la forma concreta en que se 
institucionaliza lo político.25 Esto implica despegarse un poco de las estructuras 
formales del sistema político y preguntarse acerca del carácter de los sujetos 
políticos o movimientos que actúan por fuera de los formatos clásicos de la 
democracia liberal.26 
Algunos ejemplos surgen de la experiencia argentina reciente. Tanto “los 
piqueteros” como “las asambleas barriales” actuaron orientados al sistema político 
sin ser actores institucionalizados o reconocidos legalmente porél. Si bien las 
demandas eran restringidas (trabajo, eliminación de la pobreza, mayor 
 
24 Podría decirse que los movimientos, como el de piqueteros y las asambleas barriales en 
Argentina, pertenecen al campo de la oposición, pero es necesario recordar que la característica 
de “oposición” es que es intercambiable por el de “gobierno”. Muchas de las organizaciones que 
hacen de soporte material a esos movimientos han rechazado cualquier posibilidad de participar de 
los cargos públicos que tienen como responsabilidad tomar decisiones vinculantes. Reducirlo a 
éste código provocará la pérdida de la riqueza y singularidad del fenómeno. 
25 Zizek propone ver en el sistema político como el elemento sintomático de la sociedad, aquello 
que debe caer fuera para que aquella se pueda constituir. La política representa como subsistema 
el elemento político para el resto de los subsistemas, es decir, debe olvidar que se funda sobre una 
negatividad para que el campo social funcione. Así, la lectura se invierte, no es la excepción un 
paso o momento de transición entre “normalidad” y “normalidad”, sino al contrario, la normalidad 
funciona gracias a la domesticación de esa negatividad. Lo que implica que el sistema político 
funciona solo con la condición de que ese elemento de negatividad radical se olvide y quede 
reducido a un subsistema entre otros. 
26 Por nombrar solo algunas formas típicas: los partidos políticos, los cargos públicos y el voto. No 
obstante, otra forma de gestión del conflicto social típica en Argentina fue la corporativista, donde 
sindicatos, organizaciones de empresarios y el gobierno creaban políticas públicas a partir de las 
negociaciones entre los tres sectores. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
Argentina 1990-2004. 
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representación), el conflicto desplegado se desarrollaba por fuera y, la mayoría de 
las veces, criticando a las instituciones de representación territorial y funcional. 
Dos teorías que ayudan a pensar este tipo de acciones son la teoría de la 
hegemonía de Laclau y Mouffe (2004) y la concepción del desacuerdo de 
Rancière (1996). Ambos cuerpos teóricos sostienen que la política está asociada a 
la interrupción de lo social por efecto de la aparición de un sujeto heterogéneo.27 A 
pesar de esta coincidencia, estas dos estrategias conceptuales para abordar lo 
político ponen el acento en lugares diferentes de este “subvertir y reconstruir” el 
orden social. 
Se ha avanzado sobre la teoría de la hegemonía, aunque es necesario 
decir más acerca de definición acerca de los antagonismos. Estos suponen la 
suspensión o el límite de la objetividad social al introducir en el espacio 
comunitario la presencia de dos discursos inconmensurables que lo atraviesan y lo 
fracturan. “Los antagonismos presuponen la total exterioridad entre la fuerza 
antagónica y la fuerza antagonizada; sino hubiera relación de total exterioridad 
entre las dos, había algo en la objetividad social que explicaría el antagonismo 
como tal, y en este caso, el antagonismo podría ser reducido a una relación 
objetiva” (Laclau, 1997: 130).28 
El mecanismo simbólico por el cuál se opera la conformación de esta forma 
de enemistad ya ha sido explicado. No obstante, es necesario prestar atención a 
otras dimensiones de la operación hegemónica. En primer lugar, que la 
articulación política solo puede ser de tipo hegemónica, esto es, se produce una 
nueva identidad a partir de la constitución de un mito. “El trabajo del mito consiste 
en suturar ese espacio dislocado a través de la constitución de un nuevo espacio 
de representación. La eficacia del mito es así esencialmente hegemónica: consiste 
en constituir una nueva objetividad a través de la rearticulación de los elementos 
dislocados.” (Laclau, 2000a; 77) Los imaginarios sociales se constituyen cuando 
 
27 Este abordaje recupera el pensamiento de Lefort y la diferencia entre la política y lo política, ya 
desarrollado anteriormente. 
28 “No es la objetividad social, la relación de producción, por ejemplo, la que explica el 
antagonismo, sino la relación entre una objetividad social y otra objetividad social exterior a ella. El 
antagonismo realmente está representando los límites de la objetividad social, y sin embargo, no 
se cierra en, ni expresa a una subjetividad social como tal.” (Laclau, 1997: 132) 
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Argentina 1990-2004. 
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María Antonia Muñoz Larrieu. FCPyS-UNAM. 
ese mito se convierte en una metáfora o superficie de inscripción de otras 
demandas. Así, los movimientos podrían tener la capacidad de instituir nuevas 
formas de comprensión del orden social al instalar demandas que se conviertan en 
superficies de inscripción de otras demandas.29 
De esta forma de pensar la política surgen varias preguntas ¿Siempre es 
necesario que las luchas creen una nueva identidad colectiva a través de un 
mundo compartido de representaciones que tenga efectos totalizadores sobre el 
campo social fracturado? Aquí se propondrá responder por la negativa. Toda 
crítica a un orden supone, aunque sea de mínima, una vaga idea de lo que sería 
un futuro superador. Pero no por ello el principal efecto político es que se genera 
una nueva identidad con capacidad de rearticular el espacio social. 
Pero además, al centrar la mirada en el nivel de la constitución de las 
identidades se pierde de vista otras dimensiones de la acción política. Por 
ejemplo, el movimiento piquetero produjo efectos de frontera social a partir del 
tratamiento de una exclusión interpretada como daño social. No obstante, este 
movimiento no generó un mito entendido como proyecto político compartido ni 
supuso la constitución de un sujeto hegemónico.30 Justamente, la falta de 
articulación entre demandas detrás un proyecto “piquetero” (podría decirse lo 
mismo de otros movimientos como el de asambleas o fábricas tomadas) fue la 
oportunidad para que otros actores “hegemonizaran” esas demandas dispersas en 
el espacio social. 
Otra perspectiva que permite analizar la actuación de estos movimientos 
como formas de irrupción sobre el orden político es la de Jacques Rancière. Este 
se ha orientado a pensar la política como efecto de un desacuerdo que impacta 
sobre la re configuración del territorio de lo visible, de lo pensable y de lo posible 
 
29 Esta guía conceptual en torno a cómo se estructuran los sujetos políticos posee algunas 
dificultades señaladas ya por Arditi (2007a). 
30 En estricto sentido, Laclau no iría contra la idea de que un sujeto es menos político por la simple 
razón de que no logró reconstruir lo social a partir de un mito hegemónico, ya que para él “hay 
política porque hay subversión y dislocación de lo social” (2000a, 77). No obstante, parecería que 
la única manera de “subvertir” y “dislocar” es a través de la constitución de identidades definidas 
por la construcción de cadenas de equivalencias tras la constitución de una demanda que ejerce 
de superficie de inscripción y de mito suturador del espacio social dislocado. Sobre la constitución 
de las identidades se volverá más adelante. 
Las fronteras de la política y los nuevos espacios del quehacer político. 
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dentro del orden. En sintonía con Laclau, la política se orienta a la redistribución 
de las posiciones, de lo común y lo privado. Pero a diferencia de aquel, la política 
aparece eventualmente y se produce a través de una estrategia discursiva singular 
(también denominado “el método de la igualdad”).31 Esta supone la puesta en 
marcha de escenarios de interlocución y de manifestación que singularizan y 
ponen a prueba la igualdad sobre la que se funda el poder

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