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Poesia--comunicacion-constante-mas-alla-de-la-muerte

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
ACATLÁN 
 
 
 
POESÍA: COMUNICACIÓN CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA 
MUERTE 
 
 
TESINA 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN PERIODISMO Y COMUNICACIÓN COLECTIVA 
PRESENTA 
JORGE ARTURO SÁNCHEZ JIMÉNEZ 
 
ASESOR: LIC. JOSÉ ANTONIO ACUÑA PÉREZ 
 
OCTUBRE DE 2009 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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A DOÑA REYNA, DUEÑA ÚNICA Y ABSOLUTA DEL TERCIO, TERCER 
MUNDO, TERCERO, et. ál. POR LOS BUENOS TIEMPOS. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A mi madre Olimpia S. J. y mi hermana Carolina S. J., por ser aporte y soporte; en fin, 
por soportarme. Tal vez no he sido el hijo y el hermano que esperaban, pero lo he 
intentado. Os juro. 
 
A Florentina, por su lealtad para con un hombre que no ha sabido ser leal. 
 
A mi querida (y a veces malquerida) generación 1999-2000: por el año en que perdimos 
todo y, por ende, ganamos todo. En estricto desorden: Timoteo (–mon semblable, –mon 
frère!), Orlando (sin llorar Morro), Octavio (Camarada), Karla (товарищ!), Marcos 
(Tatanka, mi Jefe precioso), Paco (la bandota), Antares (Niñota), Sergio (Chespiro), 
Roberto (Caballero), Carlos (Chiquillo), Los Manitos (no muy malos: Miguel, Oscar, 
Víctor, Pascual), las Kikas: Erika-Gringa)–Erika-CEDEP–Erika-Solís, Ana (la Loca), 
Violeta, Luis (Morrison), Oscar (El Chacal), Cristóbal (Tato), Julia, Oso Pooh, Carlitos, 
David (Brenan), Susana, Queta, Heavy, Diego (Señor), Nancy, Saúl, Omar (mi Rey), 
Carlos (Marx), Ricardo (Pollo), Juan (Barney), Carmen (sita), Lidia, Ale Pooh, Omar 
(El Guapo), Mario (Pavo), Judith (Judas), Susana, Adriana, Ricardo (Doctor Bacha). No 
estoy seguro de que estén todos los que son, pero SÍ son todos los que están. A los del 
CCH-N: Darío, Edgar (Choro), Eliseo (Cheo). 
 
A Miguelito y Chanito: amigos y hermanos entrañables. Gracias por su generosidad. 
 
A mis generación de carrera (Per. y Com. Col.): Alejandro (Moha), César Javier, 
Gerardo, Luis Antonio, Ramsés, Abraham, Rose Mary. 
 
A mi otra generación (f,l,m.): Lobsang (Master), Elvia (Madre), Alí, Álvaro, Vite 
(m’ijo), Noé, Daniela, Brenda, Priego (My Lord), Jorge (Tocayo), Toriz (My Golden 
Boy), Sigifredo (Mi Maestro), Edith V. L. (not a fucking single day that I can stop 
thinking of you), Tonatiuh, Abril, Jaír, Kuri (†). Los mayores: Eduardo Langagne, 
Verónica Volkow, Bernardo Ruiz. 
 
A mis profesores de Acatlán: José Guadalupe Martínez (Что делать?), Leticia Urbina 
(por su sinceridad sin reparos), Olga Gallo (el rigor que se agradece), Henoc Valencia 
(la pasión por la palabra), Mario Montes (†), Margarita Sosa, Luis Fernando Martínez. 
Y muy especialmente a mi asesor José Antonio Acuña, por su amable paciencia y 
generosa ayuda. A todos: gracias por sus apreciables e invaluables enseñanzas. 
 
A mis Maestros de siempre: E. M. Cioran, Fernando Pessoa, Jaime Sabines, José Emilio 
Pacheco, Francisco de Quevedo, Emily Dickinson, Luis Cernuda, Alejandra Pizarnik, 
Antonio Porchia, Nicolás Gómez Dávila, Francisco Hernández, Héctor Carreto, 
Eduardo Lizalde, Francisco Cervantes, Paul Celan, Catulo, Arthur Rimbaud, Charles 
Baudelaire, Ramón Rodríguez, H. P. Lovecraft, Charles Bukowski, Isabel Fraire, 
Vicente Huidobro, Safo, Jorge Luis Borges, José Alfredo Jiménez, José Donoso, 
Vicente Anaya, Rubén Bonifaz Nuño, Miguel Hernández, Clive Barker, W. H. Auden, 
Konstantinos Kavafis, Efraín Huerta, Carlos Pellicer, Ambrose Bierce, T. S. Eliot, Ezra 
Pound, Roberto Juarroz, Albert Caraco, Julio Scherer, Oliverio Girando, Nicanor Parra, 
Ricardo Yánez. A los que faltan y, sobre todo, a los que se acumulen. 
 
Finalmente: a todos aquellos que creen en la poesía. Poesía: lo cura. 
 
 
Índice 
 
Introducción 1 
 
1.- El origen 8 
1.1.- ¿Es posible definir la poesía? (o Rara avis in terris) 10 
 
2.- Arte(s) poética(s) 17 
2.1.- El legado griego 19 
2.2.- Aristóteles: génesis de la poética 19 
2.3.- Horacio y la segunda gran poética 23 
2.4.- Boileau: una summa estética 26 
2.5.- Los movimientos: formas de entender y comunicar el mundo 28 
 2.5.1.- Romanticismo: el pensamiento en otra parte 31 
 2.5.2.- Parnasianismo: el arte por el arte 34 
 2.5.3.- Simbolismo: mundo=símbolo 35 
 2.5.4.- Modernismo: ¿romper las cadenas? 37 
 2.5.5.- Las vanguardias: lo extraño, lo fantástico, lo inesperado 39 
 2.5.5.1.- Futurismo: el futuro llegó para quedarse 40 
 2.5.5.2.- Dadaísmo: el discurso de la sinrazón 42 
 2.5.5.3.- Surrealismo: el asalto del sueño 45 
 2.5.6.- Los ecos de las vanguardias en Hispanoamérica 48 
 2.5.6.1.- Creacionismo: Non serviam 49 
 2.5.6.2.- Ultraísmo: todos caben aquí 51 
 2.5.7.- Vanguardias varias: los saldos 55 
 2.5.8.- Generación del 27 y Los Contemporáneos: 
 ¿Fin al margen de las vanguardias? 59 
 
3.- Poesía, comunicación y pensamiento: otras voces, otros ámbitos 63 
3.1.- Ezra Pound: el artesano mayor 65 
3.2.- Tomas Stearns Eliot: tras las huellas del maestro 69 
3.3.- Paul Valery: el sueño de la poesía 73 
3.4.- Heidegger: la poesía como el arte supremo 76 
3.5.- Jakobson: más allá de la estructura 79 
3.6.- ¿Poesía: comunicación? La polémica española 83 
3.7.-Octavio Paz: ¿la última summa poética? 88 
 
Conclusiones 95 
 
Anexo 1 99 
 
Anexo 2 157 
 
Bibliografía 160 
 
Hemerografía 164 
 
1 
 
INTRODUCCIÓN 
 
Es todo, 
yo iba a decir algo, yo iba a inventar algo. 
 
José Carlos Becerra 
 
 
Periodismo y literatura: ¿un binomio indisoluble? Varios problemas, controversias, 
polémicas: ¿es pertinente hablar todavía de medios de comunicación cuando lo único que 
hacen es difundir las noticias? ¿No es más prudente y responsable llamarlos medios de 
difusión colectiva? Informan y entretienen, de eso no hay duda. Pero, difícilmente se puede 
asegurar que se establezca una comunicación e interacción que realmente ponga en común 
tanto a los que emiten como a los que reciben y, peor aún, una realidad cada vez más 
perversa: lo que se ha llamado medios de comunicación colectiva no han sido otra cosa que 
instrumentos de control y mediatización; han educado y uniformado el pensamiento con 
fines políticos, mercantilistas, religiosos, y un largo etcétera. Pero ese es otro tema. 
 ¿El periodismo comunica o informa? ¿Será que sólo la literatura tiene el poder de 
comunicar? ¿Por qué? ¿El periodismo es un género literario, una suerte de literatura menor, 
una subliteratura o qué? Una certeza, producto de algunas enseñanzas: el periodismo es 
acaso una línea delgada que divide la información de la literatura. 
 Cierto: la literatura la mayoría de las veces es ficción, fantasía, imaginación, es decir, 
invención. El periodismo aspira a retratar y testimoniar la realidad, dar cuenta de ella: no 
puede ni debe inventar: su materia de trabajo es simple y sencillamente lo que ocurre y 
tiene repercusión en la sociedad. Es bueno hacer memoria de lo ya sabido: en el periodismo 
hay géneros y todos tienen sus reglas, posibilidades y alcances. El reportaje, la crónica y la 
entrevista son flexibles en cuanto a la creatividad; tienen posibilidades literarias; pueden 
llegar a ser literatura. Lo anterior aplica también para los géneros de opinión (artículo, 
columna, editorial, ensayo periodístico y lo que se acumule). Pero, el género mayor −la 
nota informativa− que reina sobre los anteriores es, en esencia, el más cerrado y estricto en 
cuanto a forma y estructura: sólo una cosa importa, una pregunta: ¿Qué? (seguida de otras 
2 
 
dos: ¿Quién? ¿Cuándo?). No hay más. Less is more (menos es más), nos aconseja la 
máxima minimalista de Mies van der Rohe. 
 Es necesario volver a contemplar y re-definir las posibilidades y potencialidades del 
periodismo: cada vez más las fronteras que separan al periodismo de la literatura se diluyen 
de manera acelerada −los tiempos así lo exigen− y lo que antes eran códigos cerrados de 
información ahora son formas híbridas y laxas de narración de noticias y acontecimientos, 
¿es posible reconocer hoy que el periodismo es literatura? Literatura de la realidad. Es otra 
literatura, la real, necesaria e indispensable: la que da cuenta, reporta y testimonia los 
hechos de gran envergadura que repercuten y nos afectan −directa o indirectamente− día 
con día. Claro está, sin olvidar sus deberes y responsabilidades éticas; su irrestricto 
compromiso (de informar) para con la sociedad. 
 Si a lo anterior se le suma una verdadera reflexión y la noticia deja de ser algo 
desechable, que caduca en cuanto termina el día, es probable que se pueda hablar de 
comunicación, entendida ésta como comunión. Poner en común el pensamiento, intereses, 
deseos, temores, inquietudes, diferencias, preocupaciones, etc. Entrar −en primera 
instancia− en comunicación con un@ mism@, para poder comunicarse con l@s demás. Ya 
no es la simple y llana interacción que proponían los tradicionales esquemas teóricos (de la 
comunicación) que a lo único que parecían llegar era a una lamentable realidad: sólo 
tomamos turnos para hablar; no nos comunicamos. 
 Probablemente no está muy lejano el día en que el periodismo se incorpore de manera 
total y definitiva al cuerpo de la literatura y aporte su propia historia, más viva y plena que 
la de los archivos hemerográficos de consulta, cada vez más gélidos y desolados (bendita 
Internet, dirían algun@s). Las nuevas tecnologías son un claro ejemplo de que la 
creatividad puede unificar forma y contenido en pos de una verdadera evolución. Pero esos, 
son temas de otra disquisición, otra investigación. 
 Han pasado cientos de años y la literatura mantiene −al parecer− intacto su poder de 
comunicar. Al menos con este trabajo se pretende demostrar eso. Un título de un poema y 
un verso del mismo autor han sido los detonantes de todo esto: Amor constante más allá de 
la muerte (probablemente su poema más famoso o más reconocido) y los versos del poema 
Desde la torre: 
 
3 
 
Retirado en la paz de estos desiertos, 
con pocos, pero doctos libros juntos, 
vivo en conversación con los difuntos 
y escucho con mis ojos a los muertos. 
 
 Las anteriores, son palabras de Francisco de Quevedo que han motivado esta 
investigación y han trazado una creencia/obsesión: la literatura comunica. Más específico: 
la poesía comunica, hay comunicación en la poesía, la poesía es comunicación más allá del 
tiempo y el espacio. Variantes de una inquietud y, al mismo tiempo, convicción y 
fascinación de un lector que aspira a la escritura de una de las expresiones más sublimes del 
arte: la poesía. Por un lado el perfil estricto de la carrera (comunicación) y por el otro un 
arte estrechamente relacionado (literatura). De eso se trata. 
 Si la comunicación es un fenómeno ubicado dentro de las humanidades, erróneo es 
pretender circunscribir un estudio o reflexión a una perspectiva teórica unidireccional o 
cerrada; mucho menos si está la literatura en juego. Este trabajo es una tesina (dentro de la 
formalidad que el requisito obliga) y al mismo tiempo puede leerse como un ensayo, 
reportaje, reflexión, es decir, un texto heteróclito y proteico; no hay una adscripción ciega a 
teoría o metodología en sentido estricto, pero se reconoce deudor de un espíritu dialéctico. 
En las ciencias sociales se acostumbra pesar, contar y medir para no tener que pensar, 
advierte el gran y marginal filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila, y al parecer eso se 
ha hecho con la comunicación en las aulas (claro, sin olvidar que hay honrosas 
excepciones). Esta propuesta no quiere −y no puede− caer en eso. 
 A partir de la recuperación de diversos enfoques teórico-metodológicos, se ha sustentado 
una idea: la poesía como comunicación. Por eso, siempre se consideró la viabilidad y 
legitimidad del análisis ecléctico, de retomar diferentes voces y perspectivas para respaldar 
una idea, un pensamiento, sin dejar de lado el mayor rigor posible y la seriedad debida. 
 Por otra parte, erróneo e inadecuado sería decir que no hay una guía teórico-
metodológica. El trabajo se despliega bajo la batuta de la propuesta sugerida por Alfonso 
Mendiola y Sergio Zermeño: “Hacia una metodología del discurso histórico” (en Técnicas 
de investigación en sociedad, cultura y comunicación, Pearson, México, 1998), en la cual 
se apuesta por una historiografía entendida como el estudio de los procesos técnicos y 
sociales de la forma escritural con la cual se reconstruye el pasado. Se parte de la noción de 
que “la historia se hacecon documentos. Y estos documentos son comunicaciones 
4 
 
producidas en la sociedad que se estudia, es decir, el documento es una emisión de un 
hablante a un oyente en una situación determinada”.
∗
 Ya no se trata de hechos sino de 
comunicaciones, éstas derivadas de las acciones que constituyen representaciones 
simbólicas existentes por la mediación de la cultura; toda acción debe entenderse como un 
proceso comunicativo inmerso en un contexto determinado. 
 En este caso, la Poesía –como tema principal– puede ser vista como una descripción 
circunscrita a la cultura en su conjunto en la cual, en su aspecto comunicativo, el peso más 
importante se encuentra en el receptor, la forma en cómo se apropia de su mensaje, sin 
olvidar la intención del emisor (creador, poeta, teórico) al producirlo; cómo fue emitido y 
difundido el o los trabajos del poeta y de los teóricos de la poesía. 
 La propuesta historiográfica planteada por los autores apuesta a la re-construcción de 
procesos comunicativos (en este caso poéticas, poesías y reflexiones teórico-poéticas) de 
manera histórico-social, vistos como enunciados emitidos en un contexto específico, la 
sociedad en que fueron producidos y cómo fueron recibidos o asimilados. 
 El sentido historiográfico reconoce el estudio y revisión de textos como algo más que 
meros documentos: textos pertenecientes a procesos de comunicación específicos. Traer a 
cuenta la Poesía y su carácter comunicativo es reconocer el sentido escritural de la historia 
basado en acciones comunicativas pasadas que, vistas desde el presente, cobran vida y 
ayudan a una mejor autocomprensión de la sociedad a partir de una comprensión de la 
otredad en el pasado. Lo que fue o lo que pudo ser, se recupera a través del espíritu 
historiográfico-comunicativo para ver qué puede ser hoy. 
 Es necesario e indispensable abordar un tema que ha sido soslayado o que es 
prácticamente nulo; a lo más que se ha llegado –en cuanto a orientación de carácter 
literario– es al análisis de discurso, sin que esto signifique que carezca de valor dicho 
estudio o procedimiento. Hay un hecho evidente y de suma importancia, por lo menos en el 
papel: la poesía comunica, sí, pero hasta ahora es un hecho que había sido ignorado u 
omitido, por lo menos en cuanto a la posibilidad de estudio desde la óptica de la 
comunicación. No se pretende decir que hay un nuevo descubrimiento, simple y 
sencillamente se trata de resarcir una omisión en aras de abrir nuevas vetas y poner sobre la 
 
∗
 Jesús Galindo Cáceres (coordinador), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, 
Pearson, México, 1998, p. 184. 
5 
 
mesa otros temas de estudio y reflexión desde el ámbito del periodismo y la comunicación 
(en la academia), literaturas a fin de cuentas. Y una aspiración en la práctica: provocar la 
curiosidad y el gusto por la poesía. 
 En el primer capítulo, se hace una aproximación al origen histórico de la poesía, 
principalmente la occidental, pues es la que marca casi en su totalidad nuestra tradición 
literaria. A pesar del interés de poetas y estudiosos por el acercamiento a poesía de otras 
latitudes (y que en esencia no difiere en cuanto a su carácter comunicativo), hasta el día de 
hoy todavía parecen ciertamente lejanas y distantes poesías como la japonesa, árabe, 
africana, por mencionar algunas. Revisar las condiciones que hicieron posible la aparición 
del decir poético, así como lo complejo de su definición. Se destaca su condición de 
actividad en la que la convivencia social se define por la experiencia poética y su 
evolución: petición, testimonio, relato, narración cantada, en fin, actividad de comunión 
con lo otro, el otro, la otra, l@s otr@s. Se trata de vislumbrar los primeros atisbos de la 
poesía como un acto comunicativo. 
 Ubicar y destacar la enorme importancia de las poéticas y cánones más importantes que 
ha aportado la historia literaria, es la finalidad del capítulo segundo: desde la antigüedad 
hasta los movimientos poético-literarios más recientes que han reconfigurado el espectro de 
la literatura universal. Si está implícita la idea de que la poesía nos comunica algo, la 
poética se ha constituido como la reflexión seria y sistemática que trata de dar cuenta de la 
experiencia poética y de sugerir el cómo se logra. Desde las poéticas clásicas hasta nuestros 
días, subyace una preocupación de definir la poesía, cómo debe ser para que su objetivo de 
realización se logre a plenitud, porque finalmente va a comunicar la vida, experiencia de la 
vida en un momento histórico determinado. 
 En el capítulo se ubica la importancia de la definición de la poesía, la manera adecuada 
en que debe ser escrita, todos los aspectos que giran alrededor de su creación, pues es 
considerada un mensaje que habrá de llegar a un receptor, a una colectividad; el emisor 
(poeta), debe tener en cuenta las reflexiones que desde Aristóteles se han planteado, hasta 
los últimos movimientos de gran importancia (Vanguardias, Los Contemporáneos, 
Generación del 27, entre otros) si pretende que su arte sea plenamente comunicado y 
asimilado. En cada uno de los puntos, se rescata y hace énfasis en la insinuación o mención 
del carácter comunicativo de la poesía y, en los casos específicos, la mención directa de la 
6 
 
importancia de la comunicación en el decir poético; en todos los casos, los planteamientos, 
poéticas y proclamas son considerados como presupuestos que prefiguran el fenómeno de 
la comunicación en la poesía. 
 El capítulo tres parte de una óptica claramente multi-inter-transdisciplinaria; se hace un 
recorrido alrededor de las ideas que más han influido sobre la concepción de la poesía y que 
han rebasado –por mucho– la categoría de poética. Todas las visiones consideradas en 
conjunto, no han hecho otra cosa que señalar –algunas veces de manera indirecta– la 
capacidad de comunicar de la poesía y, a partir de esto, el reconocimiento pleno de la otra y 
el otro de la existencia gracias a l@s otr@s; el reconocimiento de nosotr@s mism@s. 
 A partir de una revisión bibliográfica exhaustiva, se consideraron los nombres que en el 
capítulo se mencionan por ser los poetas y/o teóricos que abordan de manera concreta el 
fenómeno de la comunicación en la poesía, de la comunión con la otredad. Pound es 
probablemente uno de los primeros poetas que menciona el hecho de la comunicación, 
comunicar una idea y −en términos poéticos− sus derivaciones (emociones, sensaciones, 
atmósferas, efectos, etc.). Eliot destaca la importancia del habla que se recupera de la 
lengua cotidiana y que nunca deja de ser el habla de una persona con otra, cuya concreción 
en el poema, la poesía, lo convierte en una forma de comunicación; se comunica el poema y 
después la experiencia; la intención de la poesía será siempre comunicar algo, experiencia 
nueva, otra percepción que modifica nuestra vida. Con Valéry, desde una perspectiva más 
onírica, la mención e importancia de la comunicación es vista como el objeto primordial del 
arte; se comunica una impresión tal que es capaz de conmocionar el ser e inspirarlo para 
expresar de manera magnifica su naturaleza y destino. De Heidegger, se retoma la 
importancia del habla como punto de partida para el encuentro con el(la) otr@ y como se 
articulan y existen; el habla poética será la consolidación de la comunicación: del 
encontrarse y abrir la existencia; por obra de la poesía se revela el ser que da sentido al 
mundo y la comunicación hace posible la historia de los seres y su permanencia. Con 
Jakobson, la función poética es el leit motiv que sustenta la inclusión de sus postulados 
centrados en la secuencia estructura verbal→conducta verbal→comunicación verbal, los 
factores que están implicados y la relación que mantiene con las demás funciones del 
lenguaje; la función poética unificay se eleva por encima de las funciones básicas de la 
comunicación verbal y de las funciones del lenguaje y prefigura la comunicación en la 
7 
 
poesía. En cuanto a la polémica española desatada por el aforismo Poesía: comunicación de 
Vicente Aleixandre, se retoma la obra teórica (y medular) que sustentó dicha sentencia, es 
decir, la Teoría de la expresión poética, del poeta/ensayista Carlos Bousoño, en la cual se 
plantea como hilo conductor el hecho de la comunicación en la poesía, desde una 
perspectiva peculiar y en la cual se apuesta a una comunicación de índole psicológica: la 
ilusión de que el autor se comunica con uno como lector. Finalmente, con Octavio Paz se 
aborda el hecho de la comunicación en la poesía, rescatado y articulado a partir de 
conceptos como comunión y otredad: la poesía es el lugar del encuentro-reconocimiento-
comunión con el otro: l@s otr@s, de ahí el tránsito hacia la comunicación. 
 Al final del trabajo (Anexo 1), se incluyó una breve antología –dividida en tres partes y 
en correspondencia a cada capítulo– de poemas que sirven como ejemplo y guía para una 
experiencia más completa y enriquecedora: la intención es que los lectores tengan en sus 
manos la posibilidad de leer algo de lo que se ha hablado, es decir, que no quede todo en 
una abstracción como suele ocurrir cuando se habla de poesía, ¿lo mejor? ir al poema en sí, 
a las palabras de l@s que nos han precedido y que refuerzan la idea de que la poesía 
comunica: todos los textos –lejanos o cercanos– nos han dicho y comunicado algo, un 
momento, un tiempo, una vida; lo que hemos sido. Es por eso que –en sentido estricto– 
todos los poemas que conforman la muestra, no deben ser considerados (ni contabilizados, 
de ahí que la propuesta es que vayan al final del trabajo) como parte del corpus de la 
investigación: son obras consumadas por sí solas; lo único que se hizo fue convocarlas para 
reforzar una idea, una pasión. Más o menos pasa lo mismo con el Anexo 2. 
 Y una aclaración: el incluir el símbolo arroba (@) parte de una creencia cada vez más 
sólida: es probablemente el símbolo que define el tiempo que nos ha tocado vivir: la era 
digital y de la biblioteca más grande de todos los tiempos: Internet, y es el signo que mejor 
corrige una exclusión histórica en el lenguaje español: la presencia de la mujer. Por 
supuesto que el debate lleva algunos años y aunque muchos consideren un sinsentido esa 
discusión, creemos que en un futuro no muy lejano la arroba terminará por ser incluida en 
el alfabeto español para lograr lo que en la realidad ha sido muy difícil: la mujer y el 
hombre como un sólo ser: el ser humano. 
 
 
8 
 
1. EL ORIGEN 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
9 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En el principio era la poesía: zona en donde el pensamiento abstracto y la experiencia se 
entrecruzan e influyen. El tiempo y el espacio son el sístole y diástole de este corazón de la 
eternidad que viene a ser la poesía, zona habitada por las águilas de la intuición y del 
sentimiento. Summa de los lenguajes ígneos, tratado sobre el fuego, la poesía no relata 
sino prueba la historia de la realidad. Sus vitrificadas torres de palabras incuban el 
esplendor, cultivan las eléctricas descargas del lenguaje en donde maleables formas 
sacudidas forjan el epicentro de la eternidad, el epítome auroral de la vida. Hija de la 
Tierra, vástago de los cielos inaccesible del entusiasmo, la poesía fija sus áureas flechas 
dialécticas en el rostro de lo imposible. 
 
 
Raúl Leiva 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
10 
 
1.1.- ¿Es posible definir la poesía? (o Rara avis in terris) 
 
 
 
 
 ... los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de 
decirse algo los unos a los otros. 
 
F. Engels. 
 
 
Hablar de poesía, es hablar prácticamente de la historia del ser humano, del momento en 
que confluyeron todas las condiciones que posibilitaron la aparición del lenguaje hablado. 
Por supuesto que sería descabellado afirmar que lo primero que emitieron nuestros 
antepasados más remotos, es decir, lo que lograron articular, la palabra articulada, fue 
poesía. No. Organizarse, ponerse de acuerdo –en un sentido precario, arcaico– fue la 
primera gran necesidad. ¿Ante qué? Ante lo desconocido, lo inhóspito del ambiente, las 
rudas manifestaciones de la naturaleza, la obtención de los alimentos, en suma: la 
supervivencia. 
 No fue fácil, como aparentemente y grosso modo se ha planteado. El desarrollo de la 
conciencia hacia una lucidez mayor, el superar lenta y paulatinamente la condición animal 
de los primeros hombres (la ley del más fuerte=la ley de las bestias), fue un proceso largo; 
miles y miles de años. Sólo a través de ese proceso, las hordas de monos dejaron de ser 
tales. Engels lo explica de manera clara: 
 
 
El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la 
capacidad de abstracción y de discurso, cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la 
palabra, estimulando más y más su desarrollo y cuando el hombre se separa definitivamente del 
mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas 
direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por 
regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, 
11 
 
considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento 
que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad.
1
 
 
 
 
 
Con el nacimiento de las sociedades primitivas, la evolución de las diversas labores (caza, 
ganadería, agricultura, etc.), hasta establecerlas como actividades más complejas y precisas, 
y el asentamiento gradual de las tribus, se cimentaron las bases de los pueblos, que en el 
futuro serían las naciones que en el futuro serían los estados, y con ellos el advenimiento –a 
la par– de las artes y las ciencias. Lo anterior, gracias a que las antiguas civilizaciones, una 
vez dado el gran salto en la conciencia (una summa de saltos), progresaron de manera 
rápida y “se acostumbraron a explicar sus actos por su pensamiento, en lugar de buscar esta 
explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así 
cobra conciencia de ellas)”.
2
 
 ¿Demasiadas digresiones antropológicas? Se nos preguntará, con justa razón, ¿y la 
poesía?, o con mayor justa razón ¿qué es la poesía? Para intentar acercarnos a una tentativa 
de definición (pretender hablar de una definición total y absoluta, a nuestro juicio es tarea 
imposible
3
, es intentar aprehender la llama que ha alimentado nuestra historia; peor aún: 
querer condensar la historia de la humanidad –cantada– en unas cuantas palabras; pero no 
nos apresuremos, ni adelantemos miembros del cuerpo que intentamos re-construir). 
 Insensato es, nos parece, hablar de una fecha exacta o una ubicación cronológica precisa 
del momento en que nace o aparece la poesía; sólo tenemos algunos elementos, varias 
certezas. Cuando el hombre antiguo superó esa etapa en la que las necesidades básicas 
pasaron a segundo término –en cuanto a que dejaron de implicar un trabajo intelectual 
complejo–, inició una serie de nuevas preocupaciones, fuertes interrogantes: ¿quién provee 
los alimentos?, ¿qué hace que llueva?, ¿quién provoca los destellos en el cielo?, entre otras 
cuestiones de índole –suponían– sobrenatural. Una vez domesticado lo no conocido, lo 
extraño, lo fantástico, la curiosidad se acrecentó en la misma medida que la gran pregunta: 
¿Quién o qué está detrás de todo? La respuesta fue parcial, lo total fue la llegada del 
pensamiento mágico, es decir, la concepción que las civilizaciones antiguas empezaron a1
 Federico Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Moscú, Editorial Progreso, 
1988, p. 8. 
2
 Ibíd., p. 11 
3
 Ver anexo 2 
12 
 
conformar sobre aquello que no podían explicarse, aquellas manifestaciones en las que su 
papel era de meros testigos (asombrados, extasiados y atemorizados); es la llegada de los 
ritos a manera de respuesta, son visos de las prácticas pre-religiosas, lo que James George 
Frazer, vio (en su ya clásico libro, La rama dorada) como magia, pensamiento mágico, la 
primera y más antigua actitud del hombre ante la realidad; del pensamiento mágico, afirmó 
Frazer, devino la religión, la ciencia y la poesía. 
 En ese sentido, por supuesto no hay que olvidar que de lo que se conoce como 
pensamiento mágico, se desprendió el nacimiento del mito: el(los) relato(s) que de manera 
simbólica ha(n) descrito el origen de las diversas civilizaciones y en los cuales se habla de 
un tiempo antes del tiempo, de dioses y operaciones sobrenaturales que prefiguraron el 
arribo de la religión y, como veremos más delante de la primera poesía. Por medio del mito, 
ha sido posible conocer y comprender un poco más acerca de la vida y cultura de los 
pueblos, además de que han sido parte integral de mucha de la poesía antigua. 
 Si todavía no se puede hablar de religión como tal, como todo un sistema e institución 
que intenta explicar el mundo, sí podemos afirmar que a una serie de asociaciones mentales 
ante el espectáculo de la naturaleza, un conjunto de elementales indagatorias, burdas y 
tímidas nociones de lo que ocurría, sobrevino una necesidad mayor: entrar en comunión con 
la naturaleza, agradecer y retribuir de alguna forma lo que prodigaba el paisaje, apaciguar y 
contener aquello que afectaba y ponía en riesgo la vida. 
 Al inicio fueron los movimientos, las reverencias acompasadas. Fue la cadencia de los 
cuerpos –una total y completa expresión comunitaria– lo que conformó la danza, el 
establecimiento de un ritmo con los pasos, la utilización de las palmas de las manos, y a 
todo ello se sumaron, pronto, las palabras cantadas. La historia lo registra: la canción fundó 
la poesía. El canto que mujeres y hombres dedicaban a sus primeros dioses para dar gracias 
ante lo dado y lo no dado. La historia lo registra: las inscripciones jeroglíficas que datan de 
2600 a.C., han sido catalogadas como las primeras formas de poesía. Las tablillas de los 
pueblos sumerios, hititas, asirio-babilónicos, judíos, entre otros, ya contenían poesía, pues 
su intención fue cantar a manera de lamentos, odas, elegías, himnos, aun sin saber que se 
trataba de composiciones con dichos nombres.
4
 
 
4
 La historia literaria se ha encargado de clasificar y catalogar esos escritos, aunque fue en Grecia, como más 
adelante veremos, donde la poesía empezó a ser considerada como objeto de estudio. 
13 
 
 Ceremonias, ritos y fiestas, fueron prácticas que prefiguraron la llegada de la religión y 
cofundaron la poesía. Ahí está como claro ejemplo un importante, significativo y 
trascendental puñado de obras que dan fe de ello: Gilgamesh (Babilonia), Ramayana y 
Mahabarata (India), La Biblia (los judíos), Popol Vuh (acá), La Iliada y La Odisea 
(Grecia); en la lista anterior, hay que aclarar, no hay un orden cronológico, las obras 
mencionadas, entre otras, dispersas en el tiempo, pero unidas como un solo canto, 
significaron un momento decisivo, definido de manera esplendida por el poeta Vicente 
Quirarte (Ciudad de México, 1954): “Cuando el hombre halló que las palabras de su tribu 
podían alcanzar mayor intensidad que la dictada por la utilidad práctica, nació el trabajo del 
poeta”.
5
 
 ¿De un sólo golpe, como el rayo, apareció el poeta y con él la poesía? No. Por supuesto 
que no fue así. Como todo, la llegada del primer poeta fue resultado de años y años, de 
miles de auroras y ocasos acumulados en la memoria hasta ser convertidos –con el lenguaje 
musical– en el testimonio/registro cantado del día y la noche y, claro, del intervalo entre 
esos dos polos. 
 Y si, como ya se mencionó, el canto, los cantos que se manifestaron en diversas culturas 
constituyeron la primera poesía (sin olvidar que en prácticamente todos los continentes se 
dio el mismo fenómeno), fue en la antigua Grecia el lugar donde se caracterizó de manera 
más formal –por así decirlo– a los primeros poetas, con el nombre de aedo: era el cantor, el 
artista que creó un lenguaje a partir de determinados ritmos, es decir, la prosa común y 
corriente se fusionó con la música; las palabras entraron en sintonía con los sonidos 
resultantes del arpejeo sobre las cuerdas de la lira; inició así una sistematización de los 
cantos. Aparecieron ciertos elementos que posteriormente conformarían un sello 
indiscutible de composición poética
6
: cantidad, tono, intensidad, distribución de sílabas, 
longitud, distribución de los acentos, entre los elementos más importantes, fenómeno que 
 
5
 Víctor Toledo (introducción, compilación y notas), Poética mexicana contemporánea, Puebla, Universidad 
Autónoma de Puebla, 2000, p. 110. 
6
 Asunto en el que, por el perfil del trabajo, no se ahondará; es decir, sobre las cuestiones técnicas y la 
versificación, aunque se recomienda la revisión de dos textos iluminadores al respecto: Teoría y técnica de la 
literatura de Francisco Montes de Oca, México, Porrúa (a manera de introducción) y Métrica española de 
Antonio Quilis, España, Ariel (desde una perspectiva estructuralista, uno de los más completos tratados sobre 
la versificación en lengua española) 
 
14 
 
en cada lengua, en diferentes culturas, se repetirá y se ajustará de acuerdo a sus propias y 
particulares características. 
 Y sí; fue en Grecia. Cuna del pensamiento occidental, lugar donde inició la aventura de 
la reflexión como sistema. ¿Lastre? Porque a pesar de lo disímbolo de otras culturas 
(incluida la nuestra), el pensamiento griego sentó las bases de cómo se ve el mundo; se 
quiera o no, somos resultado de occidente, con todo y vasos comunicantes, sincretismos, 
coincidencias más que sorprendentes, paralelismos irrefutables. La poesía, 
irremediablemente, no escapó a ese naciente orden de la razón. El poeta y ensayista 
Eduardo Gómez (Miraflores, Boyacá, Colombia, 1932), nos explica cómo iniciaron las 
cosas: 
 
Para los clásicos griegos y latinos (...) la poesía era una forma sociable de existencia y de 
comunicación (cursivas mías) que tenía una enorme influencia en la vida de todos. Inicialmente la 
poesía abarcaba el área de lo que hoy llamamos la literatura y permeaba y absorbía todas las 
manifestaciones culturales, no sólo literarias (como el teatro y el relato) sino también mítico-
religiosas, filosóficas, históricas y precientíficas. Y viceversa: Heráclito piensa mediante aforismos 
(es decir, mediante sentencias filosóficas-poéticas), Parménides compone un extraordinario poema 
pedagógico –“De la Naturaleza”–, Platón investiga mediante el diálogo teatral apelando con 
frecuencia al lenguaje mítico-poético, y los trágicos griegos interpretan y hacen variaciones de los 
mitos más significativos dándoles un carácter psicosocial y político y creando un coro que comenta 
las vicisitudes argumentales y representa a la comunidad o a ciertos sectores del poder mediante 
versos de severa y honda belleza. En cuanto a la poesía específicamente lírica, también está 
concebida como otra forma de reflexionar abreviada y simbólico-musical, y es frecuente el poema 
aleccionador, como sucede con Arquíloco, Simónides de Ceos y Baquílides, entre muchos otros, e 
incluso Safo y Anacreonte.
7
 
 
 
Se comprenderá el uso de una cita ciertamente extensa, pero fue considerada valiosísima y 
necesaria, pues sintetiza a manera de pequeña cartografía la capital importancia de Grecia 
en el origen y asentamientode la poesía (occidental, sobretodo, pues es la tradición que 
prácticamente configura la tradición, por lo menos, en lengua española). Los aedos (los 
cantores-creadores) fueron los primeros poetas; la creación que resultó de la simbiosis entre 
música y palabra, fue el basamento. 
 
7
 Eduardo Gómez, “Observaciones críticas sobre la función estética y social de la poesía”, en Alforja (revista 
de poesía), no. XXVII, invierno 2003, México D.F., p. 108-109. 
15 
 
 No en balde, dos referencias de consulta obligada en nuestra lengua, nos reiteran el 
origen de la palabra poesía. Por un lado, el Diccionario de la Lengua Española, de la Real 
Academia de la Lengua Española, nos indica que poesía significa crear, y proviene del latín 
poēsis; del otro lado, el Diccionario del uso del español María Moliner, también valida el 
mismo significado y agrega el origen griego: poìēsis. Hay que agregar la variante que 
sugiere la Enciclopedia Hispánica: poesía proviene del verbo griego paiéo, cuyo 
significado es creación. 
 Creación. Música. Canto. Los inicios de la poesía; la oralidad en donde todos 
comulgaban; el epicentro de la convivencia. Poesía, resultado del verbo elevado a categoría 
de revelación, revelación del mundo, revelación de los primeros hombres y mujeres; 
revelación del ser en el mundo. No podía ser de otra forma. Lo que inició a manera de canto 
y que luego se plasmó en diversas superficies, el poema
8
 (texto derivado del registro que 
sólo pertenecía a la tradición oral), encontró en Grecia las primeras inquietudes de estudio 
y definición por parte de los primeros pensadores en serio: los filósofos. 
 La historia señala que los primeros intentos teóricos sobre la noción de poesía, se 
perciben en Platón
9
, quien en uno de sus famosos diálogos, Apología de Sócrates, habla de 
la inspiración como el origen de la creación poética, una cualidad innata en el individuo 
otorgada por lo divino. Son los griegos quienes en esa gran tentativa de establecer 
lineamientos formales sobre la poesía, instauraron el concepto de mímesis
10
 o imitación de 
la realidad. La poesía, entonces, comenzó por ser definida como un arte verbal que por 
medio del ritmo, la melodía y la palabra (de acuerdo a los parámetros que empezaron a 
establecerse en los primeros trabajos de los primeros poetas como, por ejemplo, Homero), 
realiza una imitación de la realidad. 
 Reversa. Un elemento de suma importancia contribuyó a la reflexión-ordenación que los 
filósofos griegos hicieron sobre la poesía: la retórica. Entendida como –según el 
Diccionario de la Lengua Española– el arte del bien decir, de dar al lenguaje escrito o 
 
8
 No sólo en Grecia, sino en otras culturas, una gran cantidad de poemas se perdieron, pues sólo –
inicialmente– eran conocidos por la vía oral-cantada; por el deterioro, causas naturales, saqueos, entre otros 
factores, muchos manuscritos desaparecieron. 
9
 Más adelante, en su obra La República, posterior a los Diálogos, acusa a los poetas –en primera instancia– 
de inmoralidad, por influir en la formación de los valores en los ciudadanos; después, los acusa de 
subjetividad: los poetas sólo se interesan por las apariencias y no por las ideas, que son la verdadera realidad. 
10
 Concepto clave, fundamental/fundacional para Aristóteles, quien –como se verá en el siguiente capítulo– 
puede ser considerado el primer gran teórico sobre poesía, con su obra llamada Poética. 
16 
 
hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover, la retórica fue fundada por 
los sofistas, filósofos presocráticos que, amén de esas máculas en su historial (vender sus 
enseñanzas al mejor postor y ser creadores de falsedades), hicieron de la elocuencia toda 
una teoría y práctica con el fin de definir las reglas que deben regir toda composición o 
discurso (hablado y/o escrito), para lograr la belleza y el vigor en el estilo (asuntos que en 
el futuro van a ser parte medular en el trabajo del poeta y van a conformar todo un corpus 
teórico, léase figuras retóricas
11
), pues “su interés por las formas lingüísticas les condujo a 
analizar el lenguaje, estudiar las figuras retóricas, penetrar en los problemas de la lógica y 
preparar las vías del pensamiento lógico”.
12
 Lógica, belleza y vigor, parecen ser los 
preceptos iniciales que sirvieron a la primera pléyade de filósofos griegos (hasta antes de 
Aristóteles) para intentar definir la poesía. 
 Tiempo. Tránsito permanente. Imposible hablar de una definición acabada de poesía; 
sólo tenemos elementos sobre su origen; las primeras tentativas de definición. Será con la 
llegada del Estagirita con el que veremos el primer estudio, riguroso y sistemático, sobre la 
noción de poesía y su clasificación. Por el momento sólo nos queda el consuelo provisional, 
el bosquejo elaborado con algunos rasgos de los que ya se habló: el canto devino en arte, al 
disponer las palabras de una forma diferente, los enunciados construidos llamaron la 
atención, se establecieron repeticiones, cadencias, sonidos, y otros elementos que 
convirtieron a la lengua empleada para la comunicación cotidiana, en algo diferente, en una 
plurisignificación, una autonomía y perdurabilidad del mensaje, una nueva pretensión que 
con el transcurso de los años se erigió en un anhelo de belleza, pintar el mundo con las 
palabras, cantar el mundo; establecer, desde cada presente, a lo largo de los siglos, la visión 
del mundo, resumir el espíritu de cada época; la palabra como algo absoluto, la otra prosa 
del mundo, la prosa del ser. 
 Rara avis in terris, expresó Juvenal en unos de los versos de sus Sátiras para referirse a 
lo extraordinario, aquello que aparece de manera singular e inesperada y constituye algo 
excepcional, único; sin saberlo, tal parece que se refería al arte que practicaba: la poesía. 
 
11
 Nombre con el que se designa a las palabras cuyo sentido ha sido desviado y alterado de manera deliberada 
por el hablante o creador, para dar énfasis a las ideas o sentimientos; el sentido literal de una palabra es 
trastrocado para lograr un impacto que deleite o conmueva. Producir el extrañamiento y llamar de esa manera 
la atención sobre el lenguaje mismo. 
12
 Ramón Xirau, Introducción a la historia de la filosofía, México D.F., Universidad Nacional Autónoma de 
México, 1995, p. 34. 
17 
 
2.- ARTE(S) POÉTICA(S) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
18 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La poesía es una reflexión moral, teológica y existencial del hombre 
y su paso por la tierra. 
 
 
Emmanuel Carballo 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
19 
 
 2.1.- El legado griego 
 
Es con Sócrates, seguido de Platón y por último Aristóteles cuando la filosofía griega llegó 
a su máximo esplendor. Los discursos que nunca quiso escribir Sócrates, la imaginación y 
creatividad de Platón (quien de adolescente quiso ser poeta, según Xirau) vertida en sus 
obras –sobre todo en los Diálogos– con un tinte dramático, y la abundante, multitemática y 
sistemática obra de Aristóteles, cerraron la triada de la época dorada del pensamiento 
griego; el epítome lo constituyó, sin duda alguna, el Estagirita. 
 No es el lugar ni el momento (y además no tenemos la formación que nos autorice) para 
detallar la vasta obra del oriundo de Estagira, que abarca diversas disciplinas y para quien 
prácticamente ningún tema escapó a su reflexión. Para decirlo de manera contundente: “Así 
en Aristóteles se realiza, cuando ya Grecia entra en plena crisis política, una de estas 
gigantes summas que, en el curso de la historia, suelen servir de última manifestación de 
una época y de material para que nuevos filósofos vengan a entresacar de ellas sus propias 
ideas”.13 
 
2.2.-Aristóteles: génesis de la poética 
 
A este trabajo le compete explorar y hacer un acercamiento/discernimiento de la llamada 
Poética o Arte Poética, pues sin duda alguna es el primer escrito14 serio sobre la poesía, 
cuya influencia, a la postre, resultó ser decisiva para la historia de la literatura. Con la 
poética de Aristóteles se inició el caos: ¿Qué es la poesía? ¿Cómo es? ¿Cómo se escribe? 
¿Cómo debe escribirse? Y así, hasta el infinito. Pero, vayamos por partes. 
 Ya se mencionó con anterioridad el concepto de mímesis y las diversas implicaciones y 
lecturas que se desprendieron: de ser considerada como una simple imitación de la realidad, 
 
13 Ibíd., p. 66 
14 Incluso el escrito mismo –que podemos verlo, sin temor alguno, como una reflexión seria, un ensayo–, en el 
cual el filósofo intentó desentrañar con la mayor precisión posible la esencia de la poesía, suscitó a lo largo de 
los siglos diversos adjetivos: manual, guía de los poetas nacionales griegos, entre otros. 
20 
 
pasó a ser algo más. A partir de las ideas de Platón se hizo una clasificación y 
sistematización de la noción de poesía, y se estableció una división15 de géneros poéticos: 
 
• Lírica: poesía cantada en su totalidad, subjetiva y expresada en poemas breves que 
reflejan sentimientos y emociones íntimas donde sólo habla el autor, es decir, el yo. 
• Épica: canta las hazañas de un héroe o una colectividad, en poemas largos de corte 
narrativo; son considerados fiel representación de las aspiraciones y logros de una 
raza o pueblo (piénsese, como magníficos ejemplos, en las epopeyas: Iliada, 
Odisea, Mahabbarata, etc., o los de gesta medieval como El mío Cid). 
• Dramática: las representaciones teatrales, escritas en versos, que reflejan las 
pasiones humanas; hablan los personajes, el relato se pone en acción. 
 
 Aristóteles en primer lugar rebasó la concepción elemental de poíēsis y la elevó para 
designarla como la creación artística en general, es decir, la poesía como parte de las artes 
imitativas, imita la realidad sensible, pero, la mímesis al tener por objeto la vida humana, la 
imitación artística adquiere un significado espiritual, que no se queda sólo en la mera forma 
de las cosas, un adorno y una generalización de lo real. Al constituirse en arte, la poesía 
aspira a imitar lo más exacta y verdaderamente posible la vida; pero la vida no sólo es la 
forma, hay un valor espiritual. 
Las líneas iniciales de la Poética, sugieren que puede ser apreciada como el primer texto de 
crítica literaria (¿y el primer canon?16): “Trataremos de la Poética y de sus especies, según 
es cada una; y del modo de ordenar las fábulas, para que la poesía salga perfecta; como 
también el número y calidad de sus partes, y asimismo de las cosas concernientes a este 
arte...”.17 
 Sin proponérselo, el Estagirita de alguna forma instauró un ordenamiento surgido –creo– 
de dos preguntas: ¿Qué? y ¿Cómo? Define la poesía y cómo debe ser. ¿Para qué? Parece 
ser la pregunta obligada. Infiero y creo que la preocupación (una entre miles, lo más 
 
15 Es una división que hoy puede parecer demasiado rígida y limitada, pero hay que entenderla como una 
visión correspondiente a un momento histórico determinado, lo que no le resta vigencia y utilidad. 
16 En literatura y en diversos ámbitos, canon es un término de suma importancia ya que designa el conjunto de 
normas, reglas y preceptos que regulan la obra de arte y deben de seguirse estrictamente; el canon o los 
cánones han constituido los modelos varios de creación a lo largo de la historia. 
17 Aristóteles, Arte Poética, México, Editorial Porrúa (Colección “Sepan cuántos...”), 2005, p. 11. 
21 
 
seguro) de Aristóteles, era precisar con rigor cómo iba a ser el resultado de la imitación, es 
decir, la poesía, pues sería recibida por toda una colectividad que ahí se vería retratada. Si 
la poesía es una imitación artística de la vida, se tenían que precisar las diferentes formas, 
los géneros: “... la épica y la tragedia, igualmente que la comedia (...), y en su mayor parte 
la música de instrumentos, todas vienen a ser imitaciones. Mas difieren entre sí en tres 
cosas: en cuanto imitan o por medios diversos, o diversas cosas, o diversamente, y no de la 
misma manera”.18 
 Si bien es cierto que Aristóteles se enfocó más a cuestiones de carácter técnico, también 
hay que aclarar que la Poética –tal y como ha llegado a nosotros– está dedicada de manera 
notable a la tragedia y a la épica; de esos dos géneros hizo toda una disección, para terminar 
situando a la tragedia por encima de la épica. 
 En la tragedia los hombres son retratados como superiores a los de la realidad, se 
representa una acción de carácter alto, hay una determinada extensión, el lenguaje debe ser 
bello y tratado estilísticamente y se opera una especie de purgación, que se denomina 
catharsis, una liberación reconfortante luego de la densa representación trágica en la que 
sentimientos como la piedad y el temor han sido provocados en el espectador. Hasta aquí 
las definiciones de Aristóteles, ahora mencionaremos el(los) cómo(s) llegar a la verdadera 
poesía. 
 Si por definición aristotélica los poetas/imitadores imitan a sujetos que obran, se debe 
tomar en cuenta tanto a los que son malos como a los buenos para establecer las diferencias 
correspondientes, o en otras palabras, dar a cada cual –con palabras– lo que le corresponde; 
la comedia está para los primeros y la tragedia para los segundos. Entonces habría que 
aclarar la imitación “con que medios, qué cosas y cómo”.19 
 Si la tragedia es lo más importante para Aristóteles, él señaló que lo prioritario, ante 
todo, es el ordenamiento de los sucesos, es decir, la fábula es retrato de la acción, seguida 
de las costumbres, el dictamen “saber decir lo que hay y encuadra al asunto”20, la dicción 
(cómo se expresa el pensamiento a través de las palabras), la melodía y la perspectiva, 
asunto eminentemente visual, hoy entendida como algo escenográfico. 
 
18 Ibíd., p. 11. 
19 Ibíd., p. 12. 
20 Ibíd., p. 26. 
22 
 
 En cuanto a la fábula, elemento de primerísima importancia en la tragedia, el Estagirita 
hizo dos precisiones: “... conviene dar a las fábulas tal extensión que pueda la memoria 
retenerla fácilmente. (...) Pero si se atiende a la naturaleza de la cosa, el término de la 
extensión será tanto más agradable cuanto fuera más largo, con tal que sea bien 
perceptible”.21 En otras palabras: la extensión debe atender lo que se dice y darle su 
dimensión justa para una aprehensión adecuada, para que sea comunicada de la manera más 
exacta. 
 ¿Tan mecánica es la imitación? ¿Vil copia fotostática? Por supuesto que la poesía tenía 
que ser diferente, el poeta no tenía que “contar las cosas como sucedieron, sino como 
debieran o pudieran haber sucedido”.22 Es aquí donde los visos de otra cosa empiezan a 
manifestarse, pues, aclara Aristóteles más adelante, también pueden representarse cosas 
nefandas y desconsoladoras, y siempre debe tomarse en cuenta el enlace y desenlace (en 
términos definidos: principio, medio y fin), la manera ordenada en que discurren los 
acontecimientos. Asimismo, destaca la importancia capital de los elementos del habla tales 
como sílaba, conjunción, nombre, verbo, artículo, elemento, caso, y la manera en que son 
usados en la conformación de un estilo claro y alto. 
 Difícil es el trabajo de disección en medio de un amplio cuerpo de reflexiones 
filosóficas, en su mayoría de carácter técnico y/o relativa a la poesía de su tiempo, el de 
Aristóteles. El recorrido anterior –sin pretensiones eruditas y definitivas–, fue un 
acercamiento a los elementos que han conformado una interpretación al parecer aceptada de 
manera unánime por los estudiosos de la literatura: el límiteen la extensión, la economía de 
las partes y la unidad, es decir, las unidades de tiempo, lugar y acción; la poesía, entonces, 
tenía que estar regida por reglas que permitieran una recepción adecuada, que todo tuviera 
su ordenamiento para poder ser comunicado. 
 Si en nociones elementales el poeta era un emisor, su mensaje estaba destinado a un 
receptor, ergo un filósofo determinó que se tenían que tomar en cuenta ciertas 
consideraciones que derivaron en leyes o normas para que ese acto y su contenido fuera 
entendido de manera plena. El primer paso, lo dio el Estagirita. 
 
 
21 Ibíd., p. 27. 
22 Ibíd., p. 28. 
23 
 
2.3.- Horacio y la segunda gran Poética 
 
Es muy probable que el nombre de Quinto Horacio Flaco (65 a.C.- 8 a.C.) no suscite gran 
cosa en nuestro pequeño y limitado capital literario. Horacio. A secas. Así, hay más 
posibilidades de que el nombre nos diga algo. Heredero de la tradición griega y uno de los 
máximos representantes de lo que se conoce como periodo greco-latino de la literatura, el 
poeta, originario de Venusia, Italia, no sólo trascendió su tiempo al ocupar el lugar dejado 
por el gran poeta Virgilio (quien con su obra La Eneida continuó el gran legado de 
Homero), sino por su reconocida obra dividida en sátiras, epodos, odas y epístolas. 
 Y es precisamente en las epístolas donde Horacio prosiguió con el legado de Aristóteles 
y sentó un precedente histórico en la literatura: Arte Poética o Epístola a los Pisones, título 
original del escrito. A lo largo de la epístola, el Venusino desarrolló todo un credo de cómo 
se debía escribir la poesía. Si en Aristóteles había una intención más orientada al tratado 
científico, Horacio desplegó de manera puntual y finamente elaborado un manifiesto 
artístico del cual se pueden extraer sus postulados en frases que rayan en una serie de 
enseñanzas de corte aforístico. 
 Lo mejor es ir directo al texto para comprobarlo, acudir a la sustancia. 
 En primer lugar, Horacio nos indica una regla elemental del poema: tiene que ser unitario 
y simple. El primer viso de lo contrario, es la forma irónica y lapidaria con la que abre su 
Epístola a los Pisones: 
 
 Si a una cabeza humana un cuello equino quisiera unir un pintor y añadir variadas plumas a 
miembros de doquier reunidos y así de modo grotesco terminara en pez negro la mujer hermosa en lo 
alto, admitidos a verlo, ¿la risa contendrías, amigos? Creed, Pisones, que será a este cuadro muy 
semejante el libro cuyas figuras, como sueños de enfermo, se formen varias, de modo que ni pies ni 
cabeza se vuelvan a una forma.23 
 
Grotesco parece ser la palabra clave, pues con ella resume el poeta lo que no se puede 
entender, comprender, ni mucho menos comunicar. No pueden convivir en la creación 
artística elementos dispares e ilógicos, y si él mismo confiere a los pintores y poetas “un 
 
23 Quinto Horacio Flaco, Epístolas (Libros I y II) y Arte Poética, UNAM (Colección Nuestros Clásicos), 
1974, p. 121 
24 
 
poder justo de a todo atreverse”24, lo cierto es que el leit motiv del arte poética de Horacio 
siempre será la coherencia, la justa dimensión y ubicación de todos los elementos que el 
poeta vierte en su trabajo: “En fin, sea lo que intentas al menos único y simple”.25 
 ¿Sobre qué habla el poeta? La vida. Todo lo que transcurre desde que inicia su jornada –
del tipo que sea–, lo que sucede en la aparente infinita sucesión de minutos hasta que el 
sueño lo obliga al descanso. Por lo tanto, el poeta nos va a decir aquello que ha estado a su 
alcance, lo que su fuerza y vitalidad ha recabado, no más allá. Lo contrario lo rebasa, lo 
excede. La lección es contundente: 
 
 Pretendo ser breve, me hago oscuro; a quien busca lo leve le falta nervio y ánimos; quien propónese 
grandes cosas, se hincha; repta por tierra el cauto en demasía y temedor de tormentas; quien variar 
codicia prodigiosamente un asunto, al delfín pinta en las selvas, al jabalí entre las ondas (...) Tomad, 
quienes escribís, la materia adecuada a vuestras fuerzas y pensad mucho qué llevar se rehúsan, qué 
pueden los hombres. Al que eligiere un asunto a su alcance, ni la facundia lo abandonará, ni lúcido el 
orden.26 
 
 
 
 
Para lograr la fuerza y la belleza, siempre tendrá que existir un orden, por eso las palabras 
elegidas, tienen que ser selectas: “También sutil y cauto al enlazar las palabras, habrás 
dicho egregiamente si a una palabra sabida la volviera nueva una astuta unión”.27 
 Ahora bien, si la lección de los griegos fue definir la poesía como imitación, al hacer el 
poeta su propia imitación, ésta debe ser honesta. Otra vez, todo sentimiento debe encontrar 
su correspondencia: “Cada asunto guarde el sitio adecuado que tuvo por suerte”.28 Si se está 
comunicando, a final de cuentas: 
 
 No es bastante el ser bellos los poemas; dulces que sean y lleven el ánimo 
 del oyente a donde desean. Cual ríen con los que ríen, así a quienes lloran 
 se acercan los rostros humanos; si quieres que yo llore, debes primero 
 dolerte tú mismo; tus infortunios entonces me herirán(...); si mal recitas tu 
 encargo, o dormitaré o reiré. Al rostro mustio convienen tristes palabras; 
 llenas de amenazas al indignado; al que juega, traviesas; serias de decirse, 
 
24 Ibídem. 
25 Ibídem. 
26 Ibíd., p. 122 
27 Ibíd., p.123 
28 Ibíd., p. 124 
25 
 
 al severo.29 
 
Claridad, coherencia, unidad. Horacio insiste a lo largo de todo su discurso, y no escatima 
en reiterar lo que él consideraba un deber del poeta, o mejor dicho, una serie de deberes, 
incluso en la súbita ocurrencia, lo inesperado que pugna por salir y ser incorporado al 
poema: “Si algo aún no experimentado a la escena aventuras y osas formar un nuevo 
personaje, que hasta el final se conserve cual procedió desde el principio y sea coherente 
consigo”.30 
 Si de la vida toma el poeta su material para trasladarlo a la escritura: “De escribir bien, el 
saber es el principio y la fuente”.31 Sin duda, incuestionable la sentencia anterior; no sólo es 
imitar-escribir porque sí, hay una responsabilidad más grande. Más adelante, una vez 
aclarada la exigencia, el poeta ordena: “... observar el ejemplo de la vida y los usos al docto 
imitador y tomar de ahí vivas las voces”.32 
 Pero, el Venusino no olvida que el poeta es una persona, un sujeto, y por lo tanto la 
subjetividad es una derivación incuestionable de su condición humana, incluso en los 
momentos en que parece incurrir en el error: “Hay faltas, empero, que perdonar 
desearíamos (...) Más do muchas cosas brillan en un carmen, no he de ofenderme por 
algunas manchas, que o el descuido ha derramado, o la humana naturaleza poco evitó”.33 
 Hasta aquí, nos parece, los grandes consejos de Horacio sobre la práctica de la poesía. 
No se trata de un rígido manual, ni mucho menos de reglas estrictas –como aparentan–, 
simple y sencillamente se trata de un legado constituido por una serie de reflexiones. 
Después de todo, como bien apuntó en un fragmento de la parte última de su Arte Poética, 
con la poesía “se dijeron las suertes y fue mostrado el camino de la vida”.34 No cualquier 
cosa; una cosmovisión y lectura del mundo, tan infinita e inabarcable. 
 
 
 
 
29 Ibídem. 
30 Ibíd., p. 125 
31 Ibíd., p. 132 
32 Ibídem. 
33 Ibíd., p. 133 
34 Ibídem. 
26 
 
2.4.- Boileau: una summa estética 
 
Los años comprendidos entre 1636 a1711, fueron los que marcaron la existencia de 
Nicolas Boileau Despréaux, quien junto con los primeros maestros, ingresó a la 
constelación de filósofos-poetas-escritores-y algo más que reflexionaron sobre la poesía. 
Autor de Sátiras, Epístolas, Epigramas y Poesías diversas, Boileau fue un artista tocado 
por la finura, el rigor y la sensibilidad, cuya obra fue, en cierta forma, opacada35 por otro 
genio: Racine. 
 Si el justo reconocimiento a Boileau tardó en llegar, fue algo meramente circunstancial. 
Lo que no impidió que pasara a la posteridad por su obra más celebrada, su Arte Poética. 
Continuador de toda una tradición perfectamente delineada por los maestros que lo 
precedieron (Aristóteles, Horacio, Escalígero, La Ménardière, entre otros), el texto de 
Boileau es un poema extenso dividido en cuatro cantos, que bien puede considerarse una 
summa de diversas artes poéticas, pero sobre todo una re-creación de los preceptos del 
Estagirita y el Venusino, herencia que constituye el principal andamiaje de su discurso. No 
en balde, a lo largo del texto hay múltiples referencias y alusiones al Arte Poética 
aristotélica y a la Epístola a los Pisones. 
 Primer ejemplo del momento previo a la escritura del poema: “...temed los cebos 
engañosos del placer vacuo y pensad mucho tiempo en cuál es vuestro espíritu y cuáles 
vuestras fuerzas”.36 No sólo el talento y la inspiración son elementales, también la razón, es 
decir, ser conscientes de lo que se va a decir “en cualquier tema que se trate, sea divertido o 
 
35 En el buen sentido de la palabra, es decir, la sombra de Racine se impuso, durante algún tiempo, sobre 
Boileau, sin que esto signifique que haya sido por cuestiones de “calidad” o “superioridad”. Pongamos un 
ejemplo más contemporáneo, de otra disciplina artística (aunque parezca fuera de lugar, pero en realidad no lo 
está), para darnos una idea más clara: la década de los 70, del siglo pasado, marcó un hito en la evolución de 
la música Rock. Fueron los años de la gran experimentación y de la fusión de casi todas las tradiciones 
musicales, que dio como resultado la más alta, fina y elaborada expresión del Rock: el Rock progresivo. En 
1973, Mike Oldfield lanzó un disco que pasaría a la historia como un portento de creación y genio musical 
por su elaboración y múltiple combinación de sonidos, así como por su concepción y arreglos: Tubular Bells. 
A pesar del reconocimiento que de inmediato obtuvo, la obra de Oldfield se vio ensombrecida y relegada por 
otra obra maestra lanzada ese mismo año: Dark Side of the Moon. ¿Los creadores? Pink Floyd. ¿El resto? Es 
historia. 
36 Nicolas Boileau, Arte Poética, España, Editorial Nacional, 1969, p.117 
27 
 
elevado”37, pues, sugiere Boileau, la razón es la principal fuente de la que deben beber los 
escritos para lograr un buen sentido y una mejor comprensión. 
 Mesura en lo que se va a expresar, la desproporción y el exceso –en la lógica del 
francés– está de más, se vuelve un sinsentido: “Todo lo que se dice en demasía es insípido 
y cargante (...) El que no sabe contenerse no supo jamás escribir”38; más categórico no se 
puede ser. 
 Aunque la contención no debe ser entendida como una limitante, pues el poeta ofrece un 
atinado viso de experimentación o, mejor dicho, de modificación constante en la escritura 
para no caer en lo banal, lo repetitivo, en el tedio de la uniformidad: “¡Feliz aquél que en 
sus versos sabe con ligera voz pasar del tono grave al suave y de lo gracioso a lo serio!”39 
La cantidad de receptores, se entiende, será mayor. 
 En cuanto a otra de las responsabilidades del poeta, destaca una en la que sugiere, en una 
perfecta simbiosis de humildad y rigor, un consejo incuestionable, preciso y claro 
 
 (...) sed simples artísticamente, sublimes sin orgullo, agradables sin tapujos 
 (...) Que haya una adecuada selección de palabras armoniosas. Evitad el 
 encuentro odioso de sonidos desagradables: no puede deleitar al espíritu el 
 verso mejor hecho o el pensamiento más noble si se hiere al oído.40 
 
 
 
Y si muchas veces Boileau parece ser repetitivo o machacón, bien se puede decir que hay 
una noble y aleccionadora intención: la transparencia en la expresión; saber pensar antes de 
escribir; lo que se ha concebido de manera adecuada, tendrá una expresión clara, un cauce 
libre de obstáculos. Y de nueva cuenta, el rigor sin miramientos 
 
 Trabajad sin prisa (...) Apresuraos lentamente y sin desanimaros revisad 
 vuestra obra veinte veces: pulidla y volvedla a pulir constantemente; añadid 
 algo esporádicamente y borrad frecuentemente (...) Sed críticos severos 
 con vosotros mismos.41 
 
 
37 Ibíd., p. 118 
38 Ibíd., p. 119 
39 Ibídem. 
40 Ibíd., p. 120 
41 Ibíd., p. 122, 123 
28 
 
El poeta es un ser –ineluctablemente– que no puede ni debe vivir aislado y excluido de la 
realidad (y ésta a su vez la transforme en su realidad), su entorno. Si es la voz de un 
momento histórico preciso y determinado “Que se trace el espíritu en vuestros escritos”.42 
Si el poeta es resultado de una tradición, es necesario “Estudiad las costumbres tanto de los 
siglos como de los países: los ambientes hacen con frecuencia los distintos humores”.43 ¿El 
fin? Ningún otro que la conciencia plena del tiempo que le ha tocado vivir y cómo lo va a 
escribir y, sin olvidar, que la vida no es sólo las palabras, la vida está –valga la 
redundancia– en la vida: “Que los versos no sean vuestro empleo eterno; cultivad vuestros 
amigos, sed hombres de fe: poca cosa es ser agradable y encantador en un libro, también 
hay que saber conversar y vivir”.44 
 Qué mejor forma de finalizar un discurso: vuelta a la realidad: los pies en la tierra. El que 
escribe poesía, no puede olvidar su condición: un mortal cuya estancia en la tierra es 
efímera, acaso se diferencia del resto de sus semejantes por unas líneas, unos versos. Por 
una recreación que ha hecho del mundo. 
 
2.5.- Los movimientos: formas de entender y comunicar el mundo 
 
Es probable que con Boileau haya concluido toda una época que inició con el periodo que 
la historia ha denominado como Renacimiento.45 Sin embargo, hay un momento que no se 
puede dejar de lado, por dos razones fundamentales: la primera, por ser concerniente a 
nuestra lengua, el español, y la segunda porque prefigura de algún modo lo que 
posteriormente sería una característica inevitable en la literatura: los movimientos, 
manifestaciones grupales, corrientes, tendencias y/o escuelas literarias. Es lo que se conoce 
como los Siglos de Oro de la literatura española (XVI y XVII). 
 
42 Ibíd., p. 134 
43 Ibídem. 
44 Ibíd., p. 148 
45 Como su nombre lo indica, fue el renacer de un interés apasionado por el pasado grecorromano, sobre todo 
en el arte. Derivación del Renacimiento, fue el Clasicismo, que más que un movimiento de renovación, fue 
una forma de designar el orden y la persistencia de la tradición clásica en la literatura; mesura, orden, 
equilibrio, fueron conceptos clave que reafirmaron el espíritu de dicho periodo. Boileau es ubicado por 
muchos autores como uno de los más importantes exponentes del Clasicismo. Durante los siglos XVIII y 
XIX, la estética clasicista tendría un efímero resurgimiento bajo el nombre de Neoclasicismo, tendencia que 
se vería sepultada con la llegada del Romanticismo. 
29 
 
 Si en la edad Media todas las artes se circunscribieron y supeditaron a la religión,la 
literatura (y por consecuencia la poesía) no escapó46 a esa dinámica. España, por supuesto, 
no estuvo exenta de ese pensamiento unidireccional, empero, varios hechos se conjugaron y 
dieron origen a la más alta expresión que se ha dado en nuestra lengua: los Siglos de Oro. 
 De la mano de los versos-relatos contados por trovadores y juglares –cuyos temas fueron 
las gestas heroicas (épicas caballerescas), el amor cortés y el orden divino, más la lectura e 
influencia del legado renacentista, con el poeta italiano Francesco Petrarca a la cabeza–, en 
la otrora llamada Madre patria inició en forma, en el año 1526, esa época de grandeza 
literaria de la lengua española. 
 David Huerta y Pablo Lombó nos definen con precisión en el prólogo de La fuente, los 
destellos y la sombra. Antología poética de los Siglos de Oro, el por qué: 
 
 Llamar “de oro” a esos años no es ninguna exageración: nunca ni antes ni 
 después los poetas de nuestro idioma escribieron con tanta y afinada 
 deliberación intelectual, con tantas perfecciones formales y con semejante 
 esplendor imaginativo. Poseían grandes conocimientos históricos y 
 mitológicos, junto a los que habría mencionar el saber geográfico, histórico 
 y militar de la época; utilizaban toda esa información en sus creaciones en 
 verso, tanto en el teatro como en las formas cultas y en las populares y 
 tradicionales, que en la segunda mitad del siglo XVI fueron rescatadas del 
 olvido desdeñoso en que se les tenía y adquirieron, así, una fuerza 
 sorprendente.47 
 
 
 
Como muchos de los grandes acontecimientos, un detalle, una anécdota, fue el origen de 
todo: en 1526, durante los festejos por el enlace matrimonial de Carlos V con la reina Isabel 
de Portugal, el embajador de Venecia, Andrea Navagiero, le sugirió al cortesano y poeta 
catalán Juan Boscan que en España se adoptaran las artes de trovas italianas, Boscan acogió 
la sugerencia y a su vez le confió el hecho a Garcilaso de la Vega; lo demás es historia, la 
gran historia poética que nos legaron todos los hombres y mujeres que fueron actores de tal 
acontecimiento. ¿De qué escribían los poetas de los Siglos de Oro? Ya se mencionaron, en 
 
46 Una excepción notable: los Goliardos. Aquellos monjes errantes y de amplia cultura, cuya poesía fue un 
cuestionamiento ácido, lúdico y desenfadado al orden imperante (civil, monárquico y clerical), son el mejor 
ejemplo del rechazo –vía la embriaguez y sensualidad– a una sola visión de mundo. Carmina Burana, es la 
obra más representativa del espíritu goliardo, cuya relevancia fue notoria a raíz de que el compositor alemán 
Carl Orff compusiera la música para los escritos. 
47 David Huerta, Pablo Lombó (selección, prólogo y notas), La fuente, los destellos y la sombra. Antología 
poética de los Siglos de Oro, México, Alfaguara, 2002, p. 9 
30 
 
la cita anterior, algunos rasgos, aunque es necesario aclararlos. Amén de su gran cultura, el 
espíritu de la época y sus manifestaciones permearon su escritura, su voz: la ideología 
religiosa dominante, el sentimiento amoroso –herencia del amor cortés–, la revaloración de 
la cultura clásica grecorromana, el intenso misticismo (San Juan de la Cruz, Fray Luis de 
León, Teresa de Ávila), el epicureísmo y el humor (representado por Baltazar de Alcázar), 
el militarismo, en fin, su momento histórico. 
 Sin embargo, también es cierto que los Siglos de Oro están divididos por un antes y un 
después: si en sus inicios les tocó –a los poetas de estos años– la estabilidad y el esplendor 
del imperio español, la segunda oleada de bardos áureos atestiguó el declive y decadencia 
de toda una era que, probablemente, dio inició con la derrota de la Armada Invencible en 
1588; la incertidumbre y desencanto fueron el paradójico preludio al cierre magistral de la 
época dorada: el Barroco.48 
 La expresión poética alcanzó un refinamiento mayor y dos formas de nombrar las cosas, 
dos visiones de mundo conformaron lo que tal vez sea en forma los primeros movimientos, 
escuelas o corrientes poéticas: Culteranismo y Conceptismo. El primero fue una 
radicalización del lenguaje expresado en complejas metáforas, el preciosismo y la 
artificiosidad, referencias de difícil interpretación y uso de latinismos, mientras que el 
segundo apostó a un rebuscamiento y agudeza de los términos y conceptos, condensación 
expresiva, juego de palabras cargadas de ingenio. Por un lado, Luis de Góngora, del otro, 
Francisco de Quevedo. 
 Los historiadores de la literatura dictaminaron la división tajante entre culteranos y 
conceptistas como característica principal de los Siglos de Oro, por los feroces 
enfrentamientos literarios y agrias polémicas que sostuvieron ambos bandos, encabezados 
por Quevedo y Góngora. Lo que en términos prácticos sirvió para singularizar la conclusión 
de un periodo histórico sin parangón, no fue más que simple y sencillamente la expresión 
del espíritu de un tiempo desde dos ópticas en apariencia encontradas, cuando en realidad 
se complementaban, es decir, las dos caras de una moneda dorada que simbolizó el 
esplendor de una época. 
 
48 En lo literario, significó una libertad en demasía de la expresión y una amplia diversificación de formas: 
elaboración y complejidad fueron los atributos predominantes. 
31 
 
 Si en lo formal culteranismo y conceptismo no erigieron un programa o arte poética, sí 
anticiparon lo que varios años después, con el Romanticismo, sería una necesidad concreta 
en todos los ismos por llegar: establecer paradigmas de creación, visiones de mundo, re-
definir de manera contundente la creación poética, exponer declaraciones de principios, en 
suma, elaborar directa e/o indirectamente nuevas artes poéticas. 
 
2.5.1.- Romanticismo: el pensamiento en otra parte 
 
Como el primer movimiento literario en forma –teniendo como punto de partida Inglaterra 
y Alemania, en forma paralela– y con resonancia en gran parte de Europa de finales del 
siglo XVIII hasta mediados del XIX, es como puede catalogarse al Romanticismo.49 
 Un alejamiento y al mismo tiempo un cuestionamiento al orden anterior –más 
específicamente Clasicismo y Neoclasicismo– y una entrega desbordada a la imaginación y 
a la subjetividad fue la impronta de los románticos: liberar el pensamiento, la expresión y 
una idealización a ultranza de la naturaleza. 
 Los orígenes e influencias de este movimiento, los podemos encontrar bajo la tutela de la 
historia, de un breve repaso histórico: entre los pensadores considerados como inspiradores 
intelectuales, se encuentra el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el escritor alemán 
Wolfgang von Goethe. El primero por haber establecido el culto al individuo y la apología 
a la libertad del espíritu humano (Siento antes de pensar). “Rousseau y Herder (Johann 
Gottfried von, crítico alemán) habían mostrado que el lenguaje responde, no a las 
necesidades materiales del hombre, sino a la pasión y a la imaginación”.50 Goethe, por su 
parte, con la obra Gotz von Berlichingen (que simboliza la insurrección contra la autoridad 
política) instauró una tendencia literaria conocida como Sturm und Drang (tormenta e 
impulso), que sería el antecedente directo del Romanticismo en Alemania; Las cuitas del 
joven Werther y su particular y desmesurada exaltación de los sentimientos, dejarían huella 
en los futuros románticos. 
 También, es

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