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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN POESÍA: COMUNICACIÓN CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN PERIODISMO Y COMUNICACIÓN COLECTIVA PRESENTA JORGE ARTURO SÁNCHEZ JIMÉNEZ ASESOR: LIC. JOSÉ ANTONIO ACUÑA PÉREZ OCTUBRE DE 2009 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A DOÑA REYNA, DUEÑA ÚNICA Y ABSOLUTA DEL TERCIO, TERCER MUNDO, TERCERO, et. ál. POR LOS BUENOS TIEMPOS. A mi madre Olimpia S. J. y mi hermana Carolina S. J., por ser aporte y soporte; en fin, por soportarme. Tal vez no he sido el hijo y el hermano que esperaban, pero lo he intentado. Os juro. A Florentina, por su lealtad para con un hombre que no ha sabido ser leal. A mi querida (y a veces malquerida) generación 1999-2000: por el año en que perdimos todo y, por ende, ganamos todo. En estricto desorden: Timoteo (–mon semblable, –mon frère!), Orlando (sin llorar Morro), Octavio (Camarada), Karla (товарищ!), Marcos (Tatanka, mi Jefe precioso), Paco (la bandota), Antares (Niñota), Sergio (Chespiro), Roberto (Caballero), Carlos (Chiquillo), Los Manitos (no muy malos: Miguel, Oscar, Víctor, Pascual), las Kikas: Erika-Gringa)–Erika-CEDEP–Erika-Solís, Ana (la Loca), Violeta, Luis (Morrison), Oscar (El Chacal), Cristóbal (Tato), Julia, Oso Pooh, Carlitos, David (Brenan), Susana, Queta, Heavy, Diego (Señor), Nancy, Saúl, Omar (mi Rey), Carlos (Marx), Ricardo (Pollo), Juan (Barney), Carmen (sita), Lidia, Ale Pooh, Omar (El Guapo), Mario (Pavo), Judith (Judas), Susana, Adriana, Ricardo (Doctor Bacha). No estoy seguro de que estén todos los que son, pero SÍ son todos los que están. A los del CCH-N: Darío, Edgar (Choro), Eliseo (Cheo). A Miguelito y Chanito: amigos y hermanos entrañables. Gracias por su generosidad. A mis generación de carrera (Per. y Com. Col.): Alejandro (Moha), César Javier, Gerardo, Luis Antonio, Ramsés, Abraham, Rose Mary. A mi otra generación (f,l,m.): Lobsang (Master), Elvia (Madre), Alí, Álvaro, Vite (m’ijo), Noé, Daniela, Brenda, Priego (My Lord), Jorge (Tocayo), Toriz (My Golden Boy), Sigifredo (Mi Maestro), Edith V. L. (not a fucking single day that I can stop thinking of you), Tonatiuh, Abril, Jaír, Kuri (†). Los mayores: Eduardo Langagne, Verónica Volkow, Bernardo Ruiz. A mis profesores de Acatlán: José Guadalupe Martínez (Что делать?), Leticia Urbina (por su sinceridad sin reparos), Olga Gallo (el rigor que se agradece), Henoc Valencia (la pasión por la palabra), Mario Montes (†), Margarita Sosa, Luis Fernando Martínez. Y muy especialmente a mi asesor José Antonio Acuña, por su amable paciencia y generosa ayuda. A todos: gracias por sus apreciables e invaluables enseñanzas. A mis Maestros de siempre: E. M. Cioran, Fernando Pessoa, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, Francisco de Quevedo, Emily Dickinson, Luis Cernuda, Alejandra Pizarnik, Antonio Porchia, Nicolás Gómez Dávila, Francisco Hernández, Héctor Carreto, Eduardo Lizalde, Francisco Cervantes, Paul Celan, Catulo, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire, Ramón Rodríguez, H. P. Lovecraft, Charles Bukowski, Isabel Fraire, Vicente Huidobro, Safo, Jorge Luis Borges, José Alfredo Jiménez, José Donoso, Vicente Anaya, Rubén Bonifaz Nuño, Miguel Hernández, Clive Barker, W. H. Auden, Konstantinos Kavafis, Efraín Huerta, Carlos Pellicer, Ambrose Bierce, T. S. Eliot, Ezra Pound, Roberto Juarroz, Albert Caraco, Julio Scherer, Oliverio Girando, Nicanor Parra, Ricardo Yánez. A los que faltan y, sobre todo, a los que se acumulen. Finalmente: a todos aquellos que creen en la poesía. Poesía: lo cura. Índice Introducción 1 1.- El origen 8 1.1.- ¿Es posible definir la poesía? (o Rara avis in terris) 10 2.- Arte(s) poética(s) 17 2.1.- El legado griego 19 2.2.- Aristóteles: génesis de la poética 19 2.3.- Horacio y la segunda gran poética 23 2.4.- Boileau: una summa estética 26 2.5.- Los movimientos: formas de entender y comunicar el mundo 28 2.5.1.- Romanticismo: el pensamiento en otra parte 31 2.5.2.- Parnasianismo: el arte por el arte 34 2.5.3.- Simbolismo: mundo=símbolo 35 2.5.4.- Modernismo: ¿romper las cadenas? 37 2.5.5.- Las vanguardias: lo extraño, lo fantástico, lo inesperado 39 2.5.5.1.- Futurismo: el futuro llegó para quedarse 40 2.5.5.2.- Dadaísmo: el discurso de la sinrazón 42 2.5.5.3.- Surrealismo: el asalto del sueño 45 2.5.6.- Los ecos de las vanguardias en Hispanoamérica 48 2.5.6.1.- Creacionismo: Non serviam 49 2.5.6.2.- Ultraísmo: todos caben aquí 51 2.5.7.- Vanguardias varias: los saldos 55 2.5.8.- Generación del 27 y Los Contemporáneos: ¿Fin al margen de las vanguardias? 59 3.- Poesía, comunicación y pensamiento: otras voces, otros ámbitos 63 3.1.- Ezra Pound: el artesano mayor 65 3.2.- Tomas Stearns Eliot: tras las huellas del maestro 69 3.3.- Paul Valery: el sueño de la poesía 73 3.4.- Heidegger: la poesía como el arte supremo 76 3.5.- Jakobson: más allá de la estructura 79 3.6.- ¿Poesía: comunicación? La polémica española 83 3.7.-Octavio Paz: ¿la última summa poética? 88 Conclusiones 95 Anexo 1 99 Anexo 2 157 Bibliografía 160 Hemerografía 164 1 INTRODUCCIÓN Es todo, yo iba a decir algo, yo iba a inventar algo. José Carlos Becerra Periodismo y literatura: ¿un binomio indisoluble? Varios problemas, controversias, polémicas: ¿es pertinente hablar todavía de medios de comunicación cuando lo único que hacen es difundir las noticias? ¿No es más prudente y responsable llamarlos medios de difusión colectiva? Informan y entretienen, de eso no hay duda. Pero, difícilmente se puede asegurar que se establezca una comunicación e interacción que realmente ponga en común tanto a los que emiten como a los que reciben y, peor aún, una realidad cada vez más perversa: lo que se ha llamado medios de comunicación colectiva no han sido otra cosa que instrumentos de control y mediatización; han educado y uniformado el pensamiento con fines políticos, mercantilistas, religiosos, y un largo etcétera. Pero ese es otro tema. ¿El periodismo comunica o informa? ¿Será que sólo la literatura tiene el poder de comunicar? ¿Por qué? ¿El periodismo es un género literario, una suerte de literatura menor, una subliteratura o qué? Una certeza, producto de algunas enseñanzas: el periodismo es acaso una línea delgada que divide la información de la literatura. Cierto: la literatura la mayoría de las veces es ficción, fantasía, imaginación, es decir, invención. El periodismo aspira a retratar y testimoniar la realidad, dar cuenta de ella: no puede ni debe inventar: su materia de trabajo es simple y sencillamente lo que ocurre y tiene repercusión en la sociedad. Es bueno hacer memoria de lo ya sabido: en el periodismo hay géneros y todos tienen sus reglas, posibilidades y alcances. El reportaje, la crónica y la entrevista son flexibles en cuanto a la creatividad; tienen posibilidades literarias; pueden llegar a ser literatura. Lo anterior aplica también para los géneros de opinión (artículo, columna, editorial, ensayo periodístico y lo que se acumule). Pero, el género mayor −la nota informativa− que reina sobre los anteriores es, en esencia, el más cerrado y estricto en cuanto a forma y estructura: sólo una cosa importa, una pregunta: ¿Qué? (seguida de otras 2 dos: ¿Quién? ¿Cuándo?). No hay más. Less is more (menos es más), nos aconseja la máxima minimalista de Mies van der Rohe. Es necesario volver a contemplar y re-definir las posibilidades y potencialidades del periodismo: cada vez más las fronteras que separan al periodismo de la literatura se diluyen de manera acelerada −los tiempos así lo exigen− y lo que antes eran códigos cerrados de información ahora son formas híbridas y laxas de narración de noticias y acontecimientos, ¿es posible reconocer hoy que el periodismo es literatura? Literatura de la realidad. Es otra literatura, la real, necesaria e indispensable: la que da cuenta, reporta y testimonia los hechos de gran envergadura que repercuten y nos afectan −directa o indirectamente− día con día. Claro está, sin olvidar sus deberes y responsabilidades éticas; su irrestricto compromiso (de informar) para con la sociedad. Si a lo anterior se le suma una verdadera reflexión y la noticia deja de ser algo desechable, que caduca en cuanto termina el día, es probable que se pueda hablar de comunicación, entendida ésta como comunión. Poner en común el pensamiento, intereses, deseos, temores, inquietudes, diferencias, preocupaciones, etc. Entrar −en primera instancia− en comunicación con un@ mism@, para poder comunicarse con l@s demás. Ya no es la simple y llana interacción que proponían los tradicionales esquemas teóricos (de la comunicación) que a lo único que parecían llegar era a una lamentable realidad: sólo tomamos turnos para hablar; no nos comunicamos. Probablemente no está muy lejano el día en que el periodismo se incorpore de manera total y definitiva al cuerpo de la literatura y aporte su propia historia, más viva y plena que la de los archivos hemerográficos de consulta, cada vez más gélidos y desolados (bendita Internet, dirían algun@s). Las nuevas tecnologías son un claro ejemplo de que la creatividad puede unificar forma y contenido en pos de una verdadera evolución. Pero esos, son temas de otra disquisición, otra investigación. Han pasado cientos de años y la literatura mantiene −al parecer− intacto su poder de comunicar. Al menos con este trabajo se pretende demostrar eso. Un título de un poema y un verso del mismo autor han sido los detonantes de todo esto: Amor constante más allá de la muerte (probablemente su poema más famoso o más reconocido) y los versos del poema Desde la torre: 3 Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos. Las anteriores, son palabras de Francisco de Quevedo que han motivado esta investigación y han trazado una creencia/obsesión: la literatura comunica. Más específico: la poesía comunica, hay comunicación en la poesía, la poesía es comunicación más allá del tiempo y el espacio. Variantes de una inquietud y, al mismo tiempo, convicción y fascinación de un lector que aspira a la escritura de una de las expresiones más sublimes del arte: la poesía. Por un lado el perfil estricto de la carrera (comunicación) y por el otro un arte estrechamente relacionado (literatura). De eso se trata. Si la comunicación es un fenómeno ubicado dentro de las humanidades, erróneo es pretender circunscribir un estudio o reflexión a una perspectiva teórica unidireccional o cerrada; mucho menos si está la literatura en juego. Este trabajo es una tesina (dentro de la formalidad que el requisito obliga) y al mismo tiempo puede leerse como un ensayo, reportaje, reflexión, es decir, un texto heteróclito y proteico; no hay una adscripción ciega a teoría o metodología en sentido estricto, pero se reconoce deudor de un espíritu dialéctico. En las ciencias sociales se acostumbra pesar, contar y medir para no tener que pensar, advierte el gran y marginal filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila, y al parecer eso se ha hecho con la comunicación en las aulas (claro, sin olvidar que hay honrosas excepciones). Esta propuesta no quiere −y no puede− caer en eso. A partir de la recuperación de diversos enfoques teórico-metodológicos, se ha sustentado una idea: la poesía como comunicación. Por eso, siempre se consideró la viabilidad y legitimidad del análisis ecléctico, de retomar diferentes voces y perspectivas para respaldar una idea, un pensamiento, sin dejar de lado el mayor rigor posible y la seriedad debida. Por otra parte, erróneo e inadecuado sería decir que no hay una guía teórico- metodológica. El trabajo se despliega bajo la batuta de la propuesta sugerida por Alfonso Mendiola y Sergio Zermeño: “Hacia una metodología del discurso histórico” (en Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, Pearson, México, 1998), en la cual se apuesta por una historiografía entendida como el estudio de los procesos técnicos y sociales de la forma escritural con la cual se reconstruye el pasado. Se parte de la noción de que “la historia se hacecon documentos. Y estos documentos son comunicaciones 4 producidas en la sociedad que se estudia, es decir, el documento es una emisión de un hablante a un oyente en una situación determinada”. ∗ Ya no se trata de hechos sino de comunicaciones, éstas derivadas de las acciones que constituyen representaciones simbólicas existentes por la mediación de la cultura; toda acción debe entenderse como un proceso comunicativo inmerso en un contexto determinado. En este caso, la Poesía –como tema principal– puede ser vista como una descripción circunscrita a la cultura en su conjunto en la cual, en su aspecto comunicativo, el peso más importante se encuentra en el receptor, la forma en cómo se apropia de su mensaje, sin olvidar la intención del emisor (creador, poeta, teórico) al producirlo; cómo fue emitido y difundido el o los trabajos del poeta y de los teóricos de la poesía. La propuesta historiográfica planteada por los autores apuesta a la re-construcción de procesos comunicativos (en este caso poéticas, poesías y reflexiones teórico-poéticas) de manera histórico-social, vistos como enunciados emitidos en un contexto específico, la sociedad en que fueron producidos y cómo fueron recibidos o asimilados. El sentido historiográfico reconoce el estudio y revisión de textos como algo más que meros documentos: textos pertenecientes a procesos de comunicación específicos. Traer a cuenta la Poesía y su carácter comunicativo es reconocer el sentido escritural de la historia basado en acciones comunicativas pasadas que, vistas desde el presente, cobran vida y ayudan a una mejor autocomprensión de la sociedad a partir de una comprensión de la otredad en el pasado. Lo que fue o lo que pudo ser, se recupera a través del espíritu historiográfico-comunicativo para ver qué puede ser hoy. Es necesario e indispensable abordar un tema que ha sido soslayado o que es prácticamente nulo; a lo más que se ha llegado –en cuanto a orientación de carácter literario– es al análisis de discurso, sin que esto signifique que carezca de valor dicho estudio o procedimiento. Hay un hecho evidente y de suma importancia, por lo menos en el papel: la poesía comunica, sí, pero hasta ahora es un hecho que había sido ignorado u omitido, por lo menos en cuanto a la posibilidad de estudio desde la óptica de la comunicación. No se pretende decir que hay un nuevo descubrimiento, simple y sencillamente se trata de resarcir una omisión en aras de abrir nuevas vetas y poner sobre la ∗ Jesús Galindo Cáceres (coordinador), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, Pearson, México, 1998, p. 184. 5 mesa otros temas de estudio y reflexión desde el ámbito del periodismo y la comunicación (en la academia), literaturas a fin de cuentas. Y una aspiración en la práctica: provocar la curiosidad y el gusto por la poesía. En el primer capítulo, se hace una aproximación al origen histórico de la poesía, principalmente la occidental, pues es la que marca casi en su totalidad nuestra tradición literaria. A pesar del interés de poetas y estudiosos por el acercamiento a poesía de otras latitudes (y que en esencia no difiere en cuanto a su carácter comunicativo), hasta el día de hoy todavía parecen ciertamente lejanas y distantes poesías como la japonesa, árabe, africana, por mencionar algunas. Revisar las condiciones que hicieron posible la aparición del decir poético, así como lo complejo de su definición. Se destaca su condición de actividad en la que la convivencia social se define por la experiencia poética y su evolución: petición, testimonio, relato, narración cantada, en fin, actividad de comunión con lo otro, el otro, la otra, l@s otr@s. Se trata de vislumbrar los primeros atisbos de la poesía como un acto comunicativo. Ubicar y destacar la enorme importancia de las poéticas y cánones más importantes que ha aportado la historia literaria, es la finalidad del capítulo segundo: desde la antigüedad hasta los movimientos poético-literarios más recientes que han reconfigurado el espectro de la literatura universal. Si está implícita la idea de que la poesía nos comunica algo, la poética se ha constituido como la reflexión seria y sistemática que trata de dar cuenta de la experiencia poética y de sugerir el cómo se logra. Desde las poéticas clásicas hasta nuestros días, subyace una preocupación de definir la poesía, cómo debe ser para que su objetivo de realización se logre a plenitud, porque finalmente va a comunicar la vida, experiencia de la vida en un momento histórico determinado. En el capítulo se ubica la importancia de la definición de la poesía, la manera adecuada en que debe ser escrita, todos los aspectos que giran alrededor de su creación, pues es considerada un mensaje que habrá de llegar a un receptor, a una colectividad; el emisor (poeta), debe tener en cuenta las reflexiones que desde Aristóteles se han planteado, hasta los últimos movimientos de gran importancia (Vanguardias, Los Contemporáneos, Generación del 27, entre otros) si pretende que su arte sea plenamente comunicado y asimilado. En cada uno de los puntos, se rescata y hace énfasis en la insinuación o mención del carácter comunicativo de la poesía y, en los casos específicos, la mención directa de la 6 importancia de la comunicación en el decir poético; en todos los casos, los planteamientos, poéticas y proclamas son considerados como presupuestos que prefiguran el fenómeno de la comunicación en la poesía. El capítulo tres parte de una óptica claramente multi-inter-transdisciplinaria; se hace un recorrido alrededor de las ideas que más han influido sobre la concepción de la poesía y que han rebasado –por mucho– la categoría de poética. Todas las visiones consideradas en conjunto, no han hecho otra cosa que señalar –algunas veces de manera indirecta– la capacidad de comunicar de la poesía y, a partir de esto, el reconocimiento pleno de la otra y el otro de la existencia gracias a l@s otr@s; el reconocimiento de nosotr@s mism@s. A partir de una revisión bibliográfica exhaustiva, se consideraron los nombres que en el capítulo se mencionan por ser los poetas y/o teóricos que abordan de manera concreta el fenómeno de la comunicación en la poesía, de la comunión con la otredad. Pound es probablemente uno de los primeros poetas que menciona el hecho de la comunicación, comunicar una idea y −en términos poéticos− sus derivaciones (emociones, sensaciones, atmósferas, efectos, etc.). Eliot destaca la importancia del habla que se recupera de la lengua cotidiana y que nunca deja de ser el habla de una persona con otra, cuya concreción en el poema, la poesía, lo convierte en una forma de comunicación; se comunica el poema y después la experiencia; la intención de la poesía será siempre comunicar algo, experiencia nueva, otra percepción que modifica nuestra vida. Con Valéry, desde una perspectiva más onírica, la mención e importancia de la comunicación es vista como el objeto primordial del arte; se comunica una impresión tal que es capaz de conmocionar el ser e inspirarlo para expresar de manera magnifica su naturaleza y destino. De Heidegger, se retoma la importancia del habla como punto de partida para el encuentro con el(la) otr@ y como se articulan y existen; el habla poética será la consolidación de la comunicación: del encontrarse y abrir la existencia; por obra de la poesía se revela el ser que da sentido al mundo y la comunicación hace posible la historia de los seres y su permanencia. Con Jakobson, la función poética es el leit motiv que sustenta la inclusión de sus postulados centrados en la secuencia estructura verbal→conducta verbal→comunicación verbal, los factores que están implicados y la relación que mantiene con las demás funciones del lenguaje; la función poética unificay se eleva por encima de las funciones básicas de la comunicación verbal y de las funciones del lenguaje y prefigura la comunicación en la 7 poesía. En cuanto a la polémica española desatada por el aforismo Poesía: comunicación de Vicente Aleixandre, se retoma la obra teórica (y medular) que sustentó dicha sentencia, es decir, la Teoría de la expresión poética, del poeta/ensayista Carlos Bousoño, en la cual se plantea como hilo conductor el hecho de la comunicación en la poesía, desde una perspectiva peculiar y en la cual se apuesta a una comunicación de índole psicológica: la ilusión de que el autor se comunica con uno como lector. Finalmente, con Octavio Paz se aborda el hecho de la comunicación en la poesía, rescatado y articulado a partir de conceptos como comunión y otredad: la poesía es el lugar del encuentro-reconocimiento- comunión con el otro: l@s otr@s, de ahí el tránsito hacia la comunicación. Al final del trabajo (Anexo 1), se incluyó una breve antología –dividida en tres partes y en correspondencia a cada capítulo– de poemas que sirven como ejemplo y guía para una experiencia más completa y enriquecedora: la intención es que los lectores tengan en sus manos la posibilidad de leer algo de lo que se ha hablado, es decir, que no quede todo en una abstracción como suele ocurrir cuando se habla de poesía, ¿lo mejor? ir al poema en sí, a las palabras de l@s que nos han precedido y que refuerzan la idea de que la poesía comunica: todos los textos –lejanos o cercanos– nos han dicho y comunicado algo, un momento, un tiempo, una vida; lo que hemos sido. Es por eso que –en sentido estricto– todos los poemas que conforman la muestra, no deben ser considerados (ni contabilizados, de ahí que la propuesta es que vayan al final del trabajo) como parte del corpus de la investigación: son obras consumadas por sí solas; lo único que se hizo fue convocarlas para reforzar una idea, una pasión. Más o menos pasa lo mismo con el Anexo 2. Y una aclaración: el incluir el símbolo arroba (@) parte de una creencia cada vez más sólida: es probablemente el símbolo que define el tiempo que nos ha tocado vivir: la era digital y de la biblioteca más grande de todos los tiempos: Internet, y es el signo que mejor corrige una exclusión histórica en el lenguaje español: la presencia de la mujer. Por supuesto que el debate lleva algunos años y aunque muchos consideren un sinsentido esa discusión, creemos que en un futuro no muy lejano la arroba terminará por ser incluida en el alfabeto español para lograr lo que en la realidad ha sido muy difícil: la mujer y el hombre como un sólo ser: el ser humano. 8 1. EL ORIGEN 9 En el principio era la poesía: zona en donde el pensamiento abstracto y la experiencia se entrecruzan e influyen. El tiempo y el espacio son el sístole y diástole de este corazón de la eternidad que viene a ser la poesía, zona habitada por las águilas de la intuición y del sentimiento. Summa de los lenguajes ígneos, tratado sobre el fuego, la poesía no relata sino prueba la historia de la realidad. Sus vitrificadas torres de palabras incuban el esplendor, cultivan las eléctricas descargas del lenguaje en donde maleables formas sacudidas forjan el epicentro de la eternidad, el epítome auroral de la vida. Hija de la Tierra, vástago de los cielos inaccesible del entusiasmo, la poesía fija sus áureas flechas dialécticas en el rostro de lo imposible. Raúl Leiva 10 1.1.- ¿Es posible definir la poesía? (o Rara avis in terris) ... los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. F. Engels. Hablar de poesía, es hablar prácticamente de la historia del ser humano, del momento en que confluyeron todas las condiciones que posibilitaron la aparición del lenguaje hablado. Por supuesto que sería descabellado afirmar que lo primero que emitieron nuestros antepasados más remotos, es decir, lo que lograron articular, la palabra articulada, fue poesía. No. Organizarse, ponerse de acuerdo –en un sentido precario, arcaico– fue la primera gran necesidad. ¿Ante qué? Ante lo desconocido, lo inhóspito del ambiente, las rudas manifestaciones de la naturaleza, la obtención de los alimentos, en suma: la supervivencia. No fue fácil, como aparentemente y grosso modo se ha planteado. El desarrollo de la conciencia hacia una lucidez mayor, el superar lenta y paulatinamente la condición animal de los primeros hombres (la ley del más fuerte=la ley de las bestias), fue un proceso largo; miles y miles de años. Sólo a través de ese proceso, las hordas de monos dejaron de ser tales. Engels lo explica de manera clara: El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discurso, cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo y cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, 11 considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad. 1 Con el nacimiento de las sociedades primitivas, la evolución de las diversas labores (caza, ganadería, agricultura, etc.), hasta establecerlas como actividades más complejas y precisas, y el asentamiento gradual de las tribus, se cimentaron las bases de los pueblos, que en el futuro serían las naciones que en el futuro serían los estados, y con ellos el advenimiento –a la par– de las artes y las ciencias. Lo anterior, gracias a que las antiguas civilizaciones, una vez dado el gran salto en la conciencia (una summa de saltos), progresaron de manera rápida y “se acostumbraron a explicar sus actos por su pensamiento, en lugar de buscar esta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas)”. 2 ¿Demasiadas digresiones antropológicas? Se nos preguntará, con justa razón, ¿y la poesía?, o con mayor justa razón ¿qué es la poesía? Para intentar acercarnos a una tentativa de definición (pretender hablar de una definición total y absoluta, a nuestro juicio es tarea imposible 3 , es intentar aprehender la llama que ha alimentado nuestra historia; peor aún: querer condensar la historia de la humanidad –cantada– en unas cuantas palabras; pero no nos apresuremos, ni adelantemos miembros del cuerpo que intentamos re-construir). Insensato es, nos parece, hablar de una fecha exacta o una ubicación cronológica precisa del momento en que nace o aparece la poesía; sólo tenemos algunos elementos, varias certezas. Cuando el hombre antiguo superó esa etapa en la que las necesidades básicas pasaron a segundo término –en cuanto a que dejaron de implicar un trabajo intelectual complejo–, inició una serie de nuevas preocupaciones, fuertes interrogantes: ¿quién provee los alimentos?, ¿qué hace que llueva?, ¿quién provoca los destellos en el cielo?, entre otras cuestiones de índole –suponían– sobrenatural. Una vez domesticado lo no conocido, lo extraño, lo fantástico, la curiosidad se acrecentó en la misma medida que la gran pregunta: ¿Quién o qué está detrás de todo? La respuesta fue parcial, lo total fue la llegada del pensamiento mágico, es decir, la concepción que las civilizaciones antiguas empezaron a1 Federico Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Moscú, Editorial Progreso, 1988, p. 8. 2 Ibíd., p. 11 3 Ver anexo 2 12 conformar sobre aquello que no podían explicarse, aquellas manifestaciones en las que su papel era de meros testigos (asombrados, extasiados y atemorizados); es la llegada de los ritos a manera de respuesta, son visos de las prácticas pre-religiosas, lo que James George Frazer, vio (en su ya clásico libro, La rama dorada) como magia, pensamiento mágico, la primera y más antigua actitud del hombre ante la realidad; del pensamiento mágico, afirmó Frazer, devino la religión, la ciencia y la poesía. En ese sentido, por supuesto no hay que olvidar que de lo que se conoce como pensamiento mágico, se desprendió el nacimiento del mito: el(los) relato(s) que de manera simbólica ha(n) descrito el origen de las diversas civilizaciones y en los cuales se habla de un tiempo antes del tiempo, de dioses y operaciones sobrenaturales que prefiguraron el arribo de la religión y, como veremos más delante de la primera poesía. Por medio del mito, ha sido posible conocer y comprender un poco más acerca de la vida y cultura de los pueblos, además de que han sido parte integral de mucha de la poesía antigua. Si todavía no se puede hablar de religión como tal, como todo un sistema e institución que intenta explicar el mundo, sí podemos afirmar que a una serie de asociaciones mentales ante el espectáculo de la naturaleza, un conjunto de elementales indagatorias, burdas y tímidas nociones de lo que ocurría, sobrevino una necesidad mayor: entrar en comunión con la naturaleza, agradecer y retribuir de alguna forma lo que prodigaba el paisaje, apaciguar y contener aquello que afectaba y ponía en riesgo la vida. Al inicio fueron los movimientos, las reverencias acompasadas. Fue la cadencia de los cuerpos –una total y completa expresión comunitaria– lo que conformó la danza, el establecimiento de un ritmo con los pasos, la utilización de las palmas de las manos, y a todo ello se sumaron, pronto, las palabras cantadas. La historia lo registra: la canción fundó la poesía. El canto que mujeres y hombres dedicaban a sus primeros dioses para dar gracias ante lo dado y lo no dado. La historia lo registra: las inscripciones jeroglíficas que datan de 2600 a.C., han sido catalogadas como las primeras formas de poesía. Las tablillas de los pueblos sumerios, hititas, asirio-babilónicos, judíos, entre otros, ya contenían poesía, pues su intención fue cantar a manera de lamentos, odas, elegías, himnos, aun sin saber que se trataba de composiciones con dichos nombres. 4 4 La historia literaria se ha encargado de clasificar y catalogar esos escritos, aunque fue en Grecia, como más adelante veremos, donde la poesía empezó a ser considerada como objeto de estudio. 13 Ceremonias, ritos y fiestas, fueron prácticas que prefiguraron la llegada de la religión y cofundaron la poesía. Ahí está como claro ejemplo un importante, significativo y trascendental puñado de obras que dan fe de ello: Gilgamesh (Babilonia), Ramayana y Mahabarata (India), La Biblia (los judíos), Popol Vuh (acá), La Iliada y La Odisea (Grecia); en la lista anterior, hay que aclarar, no hay un orden cronológico, las obras mencionadas, entre otras, dispersas en el tiempo, pero unidas como un solo canto, significaron un momento decisivo, definido de manera esplendida por el poeta Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954): “Cuando el hombre halló que las palabras de su tribu podían alcanzar mayor intensidad que la dictada por la utilidad práctica, nació el trabajo del poeta”. 5 ¿De un sólo golpe, como el rayo, apareció el poeta y con él la poesía? No. Por supuesto que no fue así. Como todo, la llegada del primer poeta fue resultado de años y años, de miles de auroras y ocasos acumulados en la memoria hasta ser convertidos –con el lenguaje musical– en el testimonio/registro cantado del día y la noche y, claro, del intervalo entre esos dos polos. Y si, como ya se mencionó, el canto, los cantos que se manifestaron en diversas culturas constituyeron la primera poesía (sin olvidar que en prácticamente todos los continentes se dio el mismo fenómeno), fue en la antigua Grecia el lugar donde se caracterizó de manera más formal –por así decirlo– a los primeros poetas, con el nombre de aedo: era el cantor, el artista que creó un lenguaje a partir de determinados ritmos, es decir, la prosa común y corriente se fusionó con la música; las palabras entraron en sintonía con los sonidos resultantes del arpejeo sobre las cuerdas de la lira; inició así una sistematización de los cantos. Aparecieron ciertos elementos que posteriormente conformarían un sello indiscutible de composición poética 6 : cantidad, tono, intensidad, distribución de sílabas, longitud, distribución de los acentos, entre los elementos más importantes, fenómeno que 5 Víctor Toledo (introducción, compilación y notas), Poética mexicana contemporánea, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, 2000, p. 110. 6 Asunto en el que, por el perfil del trabajo, no se ahondará; es decir, sobre las cuestiones técnicas y la versificación, aunque se recomienda la revisión de dos textos iluminadores al respecto: Teoría y técnica de la literatura de Francisco Montes de Oca, México, Porrúa (a manera de introducción) y Métrica española de Antonio Quilis, España, Ariel (desde una perspectiva estructuralista, uno de los más completos tratados sobre la versificación en lengua española) 14 en cada lengua, en diferentes culturas, se repetirá y se ajustará de acuerdo a sus propias y particulares características. Y sí; fue en Grecia. Cuna del pensamiento occidental, lugar donde inició la aventura de la reflexión como sistema. ¿Lastre? Porque a pesar de lo disímbolo de otras culturas (incluida la nuestra), el pensamiento griego sentó las bases de cómo se ve el mundo; se quiera o no, somos resultado de occidente, con todo y vasos comunicantes, sincretismos, coincidencias más que sorprendentes, paralelismos irrefutables. La poesía, irremediablemente, no escapó a ese naciente orden de la razón. El poeta y ensayista Eduardo Gómez (Miraflores, Boyacá, Colombia, 1932), nos explica cómo iniciaron las cosas: Para los clásicos griegos y latinos (...) la poesía era una forma sociable de existencia y de comunicación (cursivas mías) que tenía una enorme influencia en la vida de todos. Inicialmente la poesía abarcaba el área de lo que hoy llamamos la literatura y permeaba y absorbía todas las manifestaciones culturales, no sólo literarias (como el teatro y el relato) sino también mítico- religiosas, filosóficas, históricas y precientíficas. Y viceversa: Heráclito piensa mediante aforismos (es decir, mediante sentencias filosóficas-poéticas), Parménides compone un extraordinario poema pedagógico –“De la Naturaleza”–, Platón investiga mediante el diálogo teatral apelando con frecuencia al lenguaje mítico-poético, y los trágicos griegos interpretan y hacen variaciones de los mitos más significativos dándoles un carácter psicosocial y político y creando un coro que comenta las vicisitudes argumentales y representa a la comunidad o a ciertos sectores del poder mediante versos de severa y honda belleza. En cuanto a la poesía específicamente lírica, también está concebida como otra forma de reflexionar abreviada y simbólico-musical, y es frecuente el poema aleccionador, como sucede con Arquíloco, Simónides de Ceos y Baquílides, entre muchos otros, e incluso Safo y Anacreonte. 7 Se comprenderá el uso de una cita ciertamente extensa, pero fue considerada valiosísima y necesaria, pues sintetiza a manera de pequeña cartografía la capital importancia de Grecia en el origen y asentamientode la poesía (occidental, sobretodo, pues es la tradición que prácticamente configura la tradición, por lo menos, en lengua española). Los aedos (los cantores-creadores) fueron los primeros poetas; la creación que resultó de la simbiosis entre música y palabra, fue el basamento. 7 Eduardo Gómez, “Observaciones críticas sobre la función estética y social de la poesía”, en Alforja (revista de poesía), no. XXVII, invierno 2003, México D.F., p. 108-109. 15 No en balde, dos referencias de consulta obligada en nuestra lengua, nos reiteran el origen de la palabra poesía. Por un lado, el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia de la Lengua Española, nos indica que poesía significa crear, y proviene del latín poēsis; del otro lado, el Diccionario del uso del español María Moliner, también valida el mismo significado y agrega el origen griego: poìēsis. Hay que agregar la variante que sugiere la Enciclopedia Hispánica: poesía proviene del verbo griego paiéo, cuyo significado es creación. Creación. Música. Canto. Los inicios de la poesía; la oralidad en donde todos comulgaban; el epicentro de la convivencia. Poesía, resultado del verbo elevado a categoría de revelación, revelación del mundo, revelación de los primeros hombres y mujeres; revelación del ser en el mundo. No podía ser de otra forma. Lo que inició a manera de canto y que luego se plasmó en diversas superficies, el poema 8 (texto derivado del registro que sólo pertenecía a la tradición oral), encontró en Grecia las primeras inquietudes de estudio y definición por parte de los primeros pensadores en serio: los filósofos. La historia señala que los primeros intentos teóricos sobre la noción de poesía, se perciben en Platón 9 , quien en uno de sus famosos diálogos, Apología de Sócrates, habla de la inspiración como el origen de la creación poética, una cualidad innata en el individuo otorgada por lo divino. Son los griegos quienes en esa gran tentativa de establecer lineamientos formales sobre la poesía, instauraron el concepto de mímesis 10 o imitación de la realidad. La poesía, entonces, comenzó por ser definida como un arte verbal que por medio del ritmo, la melodía y la palabra (de acuerdo a los parámetros que empezaron a establecerse en los primeros trabajos de los primeros poetas como, por ejemplo, Homero), realiza una imitación de la realidad. Reversa. Un elemento de suma importancia contribuyó a la reflexión-ordenación que los filósofos griegos hicieron sobre la poesía: la retórica. Entendida como –según el Diccionario de la Lengua Española– el arte del bien decir, de dar al lenguaje escrito o 8 No sólo en Grecia, sino en otras culturas, una gran cantidad de poemas se perdieron, pues sólo – inicialmente– eran conocidos por la vía oral-cantada; por el deterioro, causas naturales, saqueos, entre otros factores, muchos manuscritos desaparecieron. 9 Más adelante, en su obra La República, posterior a los Diálogos, acusa a los poetas –en primera instancia– de inmoralidad, por influir en la formación de los valores en los ciudadanos; después, los acusa de subjetividad: los poetas sólo se interesan por las apariencias y no por las ideas, que son la verdadera realidad. 10 Concepto clave, fundamental/fundacional para Aristóteles, quien –como se verá en el siguiente capítulo– puede ser considerado el primer gran teórico sobre poesía, con su obra llamada Poética. 16 hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover, la retórica fue fundada por los sofistas, filósofos presocráticos que, amén de esas máculas en su historial (vender sus enseñanzas al mejor postor y ser creadores de falsedades), hicieron de la elocuencia toda una teoría y práctica con el fin de definir las reglas que deben regir toda composición o discurso (hablado y/o escrito), para lograr la belleza y el vigor en el estilo (asuntos que en el futuro van a ser parte medular en el trabajo del poeta y van a conformar todo un corpus teórico, léase figuras retóricas 11 ), pues “su interés por las formas lingüísticas les condujo a analizar el lenguaje, estudiar las figuras retóricas, penetrar en los problemas de la lógica y preparar las vías del pensamiento lógico”. 12 Lógica, belleza y vigor, parecen ser los preceptos iniciales que sirvieron a la primera pléyade de filósofos griegos (hasta antes de Aristóteles) para intentar definir la poesía. Tiempo. Tránsito permanente. Imposible hablar de una definición acabada de poesía; sólo tenemos elementos sobre su origen; las primeras tentativas de definición. Será con la llegada del Estagirita con el que veremos el primer estudio, riguroso y sistemático, sobre la noción de poesía y su clasificación. Por el momento sólo nos queda el consuelo provisional, el bosquejo elaborado con algunos rasgos de los que ya se habló: el canto devino en arte, al disponer las palabras de una forma diferente, los enunciados construidos llamaron la atención, se establecieron repeticiones, cadencias, sonidos, y otros elementos que convirtieron a la lengua empleada para la comunicación cotidiana, en algo diferente, en una plurisignificación, una autonomía y perdurabilidad del mensaje, una nueva pretensión que con el transcurso de los años se erigió en un anhelo de belleza, pintar el mundo con las palabras, cantar el mundo; establecer, desde cada presente, a lo largo de los siglos, la visión del mundo, resumir el espíritu de cada época; la palabra como algo absoluto, la otra prosa del mundo, la prosa del ser. Rara avis in terris, expresó Juvenal en unos de los versos de sus Sátiras para referirse a lo extraordinario, aquello que aparece de manera singular e inesperada y constituye algo excepcional, único; sin saberlo, tal parece que se refería al arte que practicaba: la poesía. 11 Nombre con el que se designa a las palabras cuyo sentido ha sido desviado y alterado de manera deliberada por el hablante o creador, para dar énfasis a las ideas o sentimientos; el sentido literal de una palabra es trastrocado para lograr un impacto que deleite o conmueva. Producir el extrañamiento y llamar de esa manera la atención sobre el lenguaje mismo. 12 Ramón Xirau, Introducción a la historia de la filosofía, México D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1995, p. 34. 17 2.- ARTE(S) POÉTICA(S) 18 La poesía es una reflexión moral, teológica y existencial del hombre y su paso por la tierra. Emmanuel Carballo 19 2.1.- El legado griego Es con Sócrates, seguido de Platón y por último Aristóteles cuando la filosofía griega llegó a su máximo esplendor. Los discursos que nunca quiso escribir Sócrates, la imaginación y creatividad de Platón (quien de adolescente quiso ser poeta, según Xirau) vertida en sus obras –sobre todo en los Diálogos– con un tinte dramático, y la abundante, multitemática y sistemática obra de Aristóteles, cerraron la triada de la época dorada del pensamiento griego; el epítome lo constituyó, sin duda alguna, el Estagirita. No es el lugar ni el momento (y además no tenemos la formación que nos autorice) para detallar la vasta obra del oriundo de Estagira, que abarca diversas disciplinas y para quien prácticamente ningún tema escapó a su reflexión. Para decirlo de manera contundente: “Así en Aristóteles se realiza, cuando ya Grecia entra en plena crisis política, una de estas gigantes summas que, en el curso de la historia, suelen servir de última manifestación de una época y de material para que nuevos filósofos vengan a entresacar de ellas sus propias ideas”.13 2.2.-Aristóteles: génesis de la poética A este trabajo le compete explorar y hacer un acercamiento/discernimiento de la llamada Poética o Arte Poética, pues sin duda alguna es el primer escrito14 serio sobre la poesía, cuya influencia, a la postre, resultó ser decisiva para la historia de la literatura. Con la poética de Aristóteles se inició el caos: ¿Qué es la poesía? ¿Cómo es? ¿Cómo se escribe? ¿Cómo debe escribirse? Y así, hasta el infinito. Pero, vayamos por partes. Ya se mencionó con anterioridad el concepto de mímesis y las diversas implicaciones y lecturas que se desprendieron: de ser considerada como una simple imitación de la realidad, 13 Ibíd., p. 66 14 Incluso el escrito mismo –que podemos verlo, sin temor alguno, como una reflexión seria, un ensayo–, en el cual el filósofo intentó desentrañar con la mayor precisión posible la esencia de la poesía, suscitó a lo largo de los siglos diversos adjetivos: manual, guía de los poetas nacionales griegos, entre otros. 20 pasó a ser algo más. A partir de las ideas de Platón se hizo una clasificación y sistematización de la noción de poesía, y se estableció una división15 de géneros poéticos: • Lírica: poesía cantada en su totalidad, subjetiva y expresada en poemas breves que reflejan sentimientos y emociones íntimas donde sólo habla el autor, es decir, el yo. • Épica: canta las hazañas de un héroe o una colectividad, en poemas largos de corte narrativo; son considerados fiel representación de las aspiraciones y logros de una raza o pueblo (piénsese, como magníficos ejemplos, en las epopeyas: Iliada, Odisea, Mahabbarata, etc., o los de gesta medieval como El mío Cid). • Dramática: las representaciones teatrales, escritas en versos, que reflejan las pasiones humanas; hablan los personajes, el relato se pone en acción. Aristóteles en primer lugar rebasó la concepción elemental de poíēsis y la elevó para designarla como la creación artística en general, es decir, la poesía como parte de las artes imitativas, imita la realidad sensible, pero, la mímesis al tener por objeto la vida humana, la imitación artística adquiere un significado espiritual, que no se queda sólo en la mera forma de las cosas, un adorno y una generalización de lo real. Al constituirse en arte, la poesía aspira a imitar lo más exacta y verdaderamente posible la vida; pero la vida no sólo es la forma, hay un valor espiritual. Las líneas iniciales de la Poética, sugieren que puede ser apreciada como el primer texto de crítica literaria (¿y el primer canon?16): “Trataremos de la Poética y de sus especies, según es cada una; y del modo de ordenar las fábulas, para que la poesía salga perfecta; como también el número y calidad de sus partes, y asimismo de las cosas concernientes a este arte...”.17 Sin proponérselo, el Estagirita de alguna forma instauró un ordenamiento surgido –creo– de dos preguntas: ¿Qué? y ¿Cómo? Define la poesía y cómo debe ser. ¿Para qué? Parece ser la pregunta obligada. Infiero y creo que la preocupación (una entre miles, lo más 15 Es una división que hoy puede parecer demasiado rígida y limitada, pero hay que entenderla como una visión correspondiente a un momento histórico determinado, lo que no le resta vigencia y utilidad. 16 En literatura y en diversos ámbitos, canon es un término de suma importancia ya que designa el conjunto de normas, reglas y preceptos que regulan la obra de arte y deben de seguirse estrictamente; el canon o los cánones han constituido los modelos varios de creación a lo largo de la historia. 17 Aristóteles, Arte Poética, México, Editorial Porrúa (Colección “Sepan cuántos...”), 2005, p. 11. 21 seguro) de Aristóteles, era precisar con rigor cómo iba a ser el resultado de la imitación, es decir, la poesía, pues sería recibida por toda una colectividad que ahí se vería retratada. Si la poesía es una imitación artística de la vida, se tenían que precisar las diferentes formas, los géneros: “... la épica y la tragedia, igualmente que la comedia (...), y en su mayor parte la música de instrumentos, todas vienen a ser imitaciones. Mas difieren entre sí en tres cosas: en cuanto imitan o por medios diversos, o diversas cosas, o diversamente, y no de la misma manera”.18 Si bien es cierto que Aristóteles se enfocó más a cuestiones de carácter técnico, también hay que aclarar que la Poética –tal y como ha llegado a nosotros– está dedicada de manera notable a la tragedia y a la épica; de esos dos géneros hizo toda una disección, para terminar situando a la tragedia por encima de la épica. En la tragedia los hombres son retratados como superiores a los de la realidad, se representa una acción de carácter alto, hay una determinada extensión, el lenguaje debe ser bello y tratado estilísticamente y se opera una especie de purgación, que se denomina catharsis, una liberación reconfortante luego de la densa representación trágica en la que sentimientos como la piedad y el temor han sido provocados en el espectador. Hasta aquí las definiciones de Aristóteles, ahora mencionaremos el(los) cómo(s) llegar a la verdadera poesía. Si por definición aristotélica los poetas/imitadores imitan a sujetos que obran, se debe tomar en cuenta tanto a los que son malos como a los buenos para establecer las diferencias correspondientes, o en otras palabras, dar a cada cual –con palabras– lo que le corresponde; la comedia está para los primeros y la tragedia para los segundos. Entonces habría que aclarar la imitación “con que medios, qué cosas y cómo”.19 Si la tragedia es lo más importante para Aristóteles, él señaló que lo prioritario, ante todo, es el ordenamiento de los sucesos, es decir, la fábula es retrato de la acción, seguida de las costumbres, el dictamen “saber decir lo que hay y encuadra al asunto”20, la dicción (cómo se expresa el pensamiento a través de las palabras), la melodía y la perspectiva, asunto eminentemente visual, hoy entendida como algo escenográfico. 18 Ibíd., p. 11. 19 Ibíd., p. 12. 20 Ibíd., p. 26. 22 En cuanto a la fábula, elemento de primerísima importancia en la tragedia, el Estagirita hizo dos precisiones: “... conviene dar a las fábulas tal extensión que pueda la memoria retenerla fácilmente. (...) Pero si se atiende a la naturaleza de la cosa, el término de la extensión será tanto más agradable cuanto fuera más largo, con tal que sea bien perceptible”.21 En otras palabras: la extensión debe atender lo que se dice y darle su dimensión justa para una aprehensión adecuada, para que sea comunicada de la manera más exacta. ¿Tan mecánica es la imitación? ¿Vil copia fotostática? Por supuesto que la poesía tenía que ser diferente, el poeta no tenía que “contar las cosas como sucedieron, sino como debieran o pudieran haber sucedido”.22 Es aquí donde los visos de otra cosa empiezan a manifestarse, pues, aclara Aristóteles más adelante, también pueden representarse cosas nefandas y desconsoladoras, y siempre debe tomarse en cuenta el enlace y desenlace (en términos definidos: principio, medio y fin), la manera ordenada en que discurren los acontecimientos. Asimismo, destaca la importancia capital de los elementos del habla tales como sílaba, conjunción, nombre, verbo, artículo, elemento, caso, y la manera en que son usados en la conformación de un estilo claro y alto. Difícil es el trabajo de disección en medio de un amplio cuerpo de reflexiones filosóficas, en su mayoría de carácter técnico y/o relativa a la poesía de su tiempo, el de Aristóteles. El recorrido anterior –sin pretensiones eruditas y definitivas–, fue un acercamiento a los elementos que han conformado una interpretación al parecer aceptada de manera unánime por los estudiosos de la literatura: el límiteen la extensión, la economía de las partes y la unidad, es decir, las unidades de tiempo, lugar y acción; la poesía, entonces, tenía que estar regida por reglas que permitieran una recepción adecuada, que todo tuviera su ordenamiento para poder ser comunicado. Si en nociones elementales el poeta era un emisor, su mensaje estaba destinado a un receptor, ergo un filósofo determinó que se tenían que tomar en cuenta ciertas consideraciones que derivaron en leyes o normas para que ese acto y su contenido fuera entendido de manera plena. El primer paso, lo dio el Estagirita. 21 Ibíd., p. 27. 22 Ibíd., p. 28. 23 2.3.- Horacio y la segunda gran Poética Es muy probable que el nombre de Quinto Horacio Flaco (65 a.C.- 8 a.C.) no suscite gran cosa en nuestro pequeño y limitado capital literario. Horacio. A secas. Así, hay más posibilidades de que el nombre nos diga algo. Heredero de la tradición griega y uno de los máximos representantes de lo que se conoce como periodo greco-latino de la literatura, el poeta, originario de Venusia, Italia, no sólo trascendió su tiempo al ocupar el lugar dejado por el gran poeta Virgilio (quien con su obra La Eneida continuó el gran legado de Homero), sino por su reconocida obra dividida en sátiras, epodos, odas y epístolas. Y es precisamente en las epístolas donde Horacio prosiguió con el legado de Aristóteles y sentó un precedente histórico en la literatura: Arte Poética o Epístola a los Pisones, título original del escrito. A lo largo de la epístola, el Venusino desarrolló todo un credo de cómo se debía escribir la poesía. Si en Aristóteles había una intención más orientada al tratado científico, Horacio desplegó de manera puntual y finamente elaborado un manifiesto artístico del cual se pueden extraer sus postulados en frases que rayan en una serie de enseñanzas de corte aforístico. Lo mejor es ir directo al texto para comprobarlo, acudir a la sustancia. En primer lugar, Horacio nos indica una regla elemental del poema: tiene que ser unitario y simple. El primer viso de lo contrario, es la forma irónica y lapidaria con la que abre su Epístola a los Pisones: Si a una cabeza humana un cuello equino quisiera unir un pintor y añadir variadas plumas a miembros de doquier reunidos y así de modo grotesco terminara en pez negro la mujer hermosa en lo alto, admitidos a verlo, ¿la risa contendrías, amigos? Creed, Pisones, que será a este cuadro muy semejante el libro cuyas figuras, como sueños de enfermo, se formen varias, de modo que ni pies ni cabeza se vuelvan a una forma.23 Grotesco parece ser la palabra clave, pues con ella resume el poeta lo que no se puede entender, comprender, ni mucho menos comunicar. No pueden convivir en la creación artística elementos dispares e ilógicos, y si él mismo confiere a los pintores y poetas “un 23 Quinto Horacio Flaco, Epístolas (Libros I y II) y Arte Poética, UNAM (Colección Nuestros Clásicos), 1974, p. 121 24 poder justo de a todo atreverse”24, lo cierto es que el leit motiv del arte poética de Horacio siempre será la coherencia, la justa dimensión y ubicación de todos los elementos que el poeta vierte en su trabajo: “En fin, sea lo que intentas al menos único y simple”.25 ¿Sobre qué habla el poeta? La vida. Todo lo que transcurre desde que inicia su jornada – del tipo que sea–, lo que sucede en la aparente infinita sucesión de minutos hasta que el sueño lo obliga al descanso. Por lo tanto, el poeta nos va a decir aquello que ha estado a su alcance, lo que su fuerza y vitalidad ha recabado, no más allá. Lo contrario lo rebasa, lo excede. La lección es contundente: Pretendo ser breve, me hago oscuro; a quien busca lo leve le falta nervio y ánimos; quien propónese grandes cosas, se hincha; repta por tierra el cauto en demasía y temedor de tormentas; quien variar codicia prodigiosamente un asunto, al delfín pinta en las selvas, al jabalí entre las ondas (...) Tomad, quienes escribís, la materia adecuada a vuestras fuerzas y pensad mucho qué llevar se rehúsan, qué pueden los hombres. Al que eligiere un asunto a su alcance, ni la facundia lo abandonará, ni lúcido el orden.26 Para lograr la fuerza y la belleza, siempre tendrá que existir un orden, por eso las palabras elegidas, tienen que ser selectas: “También sutil y cauto al enlazar las palabras, habrás dicho egregiamente si a una palabra sabida la volviera nueva una astuta unión”.27 Ahora bien, si la lección de los griegos fue definir la poesía como imitación, al hacer el poeta su propia imitación, ésta debe ser honesta. Otra vez, todo sentimiento debe encontrar su correspondencia: “Cada asunto guarde el sitio adecuado que tuvo por suerte”.28 Si se está comunicando, a final de cuentas: No es bastante el ser bellos los poemas; dulces que sean y lleven el ánimo del oyente a donde desean. Cual ríen con los que ríen, así a quienes lloran se acercan los rostros humanos; si quieres que yo llore, debes primero dolerte tú mismo; tus infortunios entonces me herirán(...); si mal recitas tu encargo, o dormitaré o reiré. Al rostro mustio convienen tristes palabras; llenas de amenazas al indignado; al que juega, traviesas; serias de decirse, 24 Ibídem. 25 Ibídem. 26 Ibíd., p. 122 27 Ibíd., p.123 28 Ibíd., p. 124 25 al severo.29 Claridad, coherencia, unidad. Horacio insiste a lo largo de todo su discurso, y no escatima en reiterar lo que él consideraba un deber del poeta, o mejor dicho, una serie de deberes, incluso en la súbita ocurrencia, lo inesperado que pugna por salir y ser incorporado al poema: “Si algo aún no experimentado a la escena aventuras y osas formar un nuevo personaje, que hasta el final se conserve cual procedió desde el principio y sea coherente consigo”.30 Si de la vida toma el poeta su material para trasladarlo a la escritura: “De escribir bien, el saber es el principio y la fuente”.31 Sin duda, incuestionable la sentencia anterior; no sólo es imitar-escribir porque sí, hay una responsabilidad más grande. Más adelante, una vez aclarada la exigencia, el poeta ordena: “... observar el ejemplo de la vida y los usos al docto imitador y tomar de ahí vivas las voces”.32 Pero, el Venusino no olvida que el poeta es una persona, un sujeto, y por lo tanto la subjetividad es una derivación incuestionable de su condición humana, incluso en los momentos en que parece incurrir en el error: “Hay faltas, empero, que perdonar desearíamos (...) Más do muchas cosas brillan en un carmen, no he de ofenderme por algunas manchas, que o el descuido ha derramado, o la humana naturaleza poco evitó”.33 Hasta aquí, nos parece, los grandes consejos de Horacio sobre la práctica de la poesía. No se trata de un rígido manual, ni mucho menos de reglas estrictas –como aparentan–, simple y sencillamente se trata de un legado constituido por una serie de reflexiones. Después de todo, como bien apuntó en un fragmento de la parte última de su Arte Poética, con la poesía “se dijeron las suertes y fue mostrado el camino de la vida”.34 No cualquier cosa; una cosmovisión y lectura del mundo, tan infinita e inabarcable. 29 Ibídem. 30 Ibíd., p. 125 31 Ibíd., p. 132 32 Ibídem. 33 Ibíd., p. 133 34 Ibídem. 26 2.4.- Boileau: una summa estética Los años comprendidos entre 1636 a1711, fueron los que marcaron la existencia de Nicolas Boileau Despréaux, quien junto con los primeros maestros, ingresó a la constelación de filósofos-poetas-escritores-y algo más que reflexionaron sobre la poesía. Autor de Sátiras, Epístolas, Epigramas y Poesías diversas, Boileau fue un artista tocado por la finura, el rigor y la sensibilidad, cuya obra fue, en cierta forma, opacada35 por otro genio: Racine. Si el justo reconocimiento a Boileau tardó en llegar, fue algo meramente circunstancial. Lo que no impidió que pasara a la posteridad por su obra más celebrada, su Arte Poética. Continuador de toda una tradición perfectamente delineada por los maestros que lo precedieron (Aristóteles, Horacio, Escalígero, La Ménardière, entre otros), el texto de Boileau es un poema extenso dividido en cuatro cantos, que bien puede considerarse una summa de diversas artes poéticas, pero sobre todo una re-creación de los preceptos del Estagirita y el Venusino, herencia que constituye el principal andamiaje de su discurso. No en balde, a lo largo del texto hay múltiples referencias y alusiones al Arte Poética aristotélica y a la Epístola a los Pisones. Primer ejemplo del momento previo a la escritura del poema: “...temed los cebos engañosos del placer vacuo y pensad mucho tiempo en cuál es vuestro espíritu y cuáles vuestras fuerzas”.36 No sólo el talento y la inspiración son elementales, también la razón, es decir, ser conscientes de lo que se va a decir “en cualquier tema que se trate, sea divertido o 35 En el buen sentido de la palabra, es decir, la sombra de Racine se impuso, durante algún tiempo, sobre Boileau, sin que esto signifique que haya sido por cuestiones de “calidad” o “superioridad”. Pongamos un ejemplo más contemporáneo, de otra disciplina artística (aunque parezca fuera de lugar, pero en realidad no lo está), para darnos una idea más clara: la década de los 70, del siglo pasado, marcó un hito en la evolución de la música Rock. Fueron los años de la gran experimentación y de la fusión de casi todas las tradiciones musicales, que dio como resultado la más alta, fina y elaborada expresión del Rock: el Rock progresivo. En 1973, Mike Oldfield lanzó un disco que pasaría a la historia como un portento de creación y genio musical por su elaboración y múltiple combinación de sonidos, así como por su concepción y arreglos: Tubular Bells. A pesar del reconocimiento que de inmediato obtuvo, la obra de Oldfield se vio ensombrecida y relegada por otra obra maestra lanzada ese mismo año: Dark Side of the Moon. ¿Los creadores? Pink Floyd. ¿El resto? Es historia. 36 Nicolas Boileau, Arte Poética, España, Editorial Nacional, 1969, p.117 27 elevado”37, pues, sugiere Boileau, la razón es la principal fuente de la que deben beber los escritos para lograr un buen sentido y una mejor comprensión. Mesura en lo que se va a expresar, la desproporción y el exceso –en la lógica del francés– está de más, se vuelve un sinsentido: “Todo lo que se dice en demasía es insípido y cargante (...) El que no sabe contenerse no supo jamás escribir”38; más categórico no se puede ser. Aunque la contención no debe ser entendida como una limitante, pues el poeta ofrece un atinado viso de experimentación o, mejor dicho, de modificación constante en la escritura para no caer en lo banal, lo repetitivo, en el tedio de la uniformidad: “¡Feliz aquél que en sus versos sabe con ligera voz pasar del tono grave al suave y de lo gracioso a lo serio!”39 La cantidad de receptores, se entiende, será mayor. En cuanto a otra de las responsabilidades del poeta, destaca una en la que sugiere, en una perfecta simbiosis de humildad y rigor, un consejo incuestionable, preciso y claro (...) sed simples artísticamente, sublimes sin orgullo, agradables sin tapujos (...) Que haya una adecuada selección de palabras armoniosas. Evitad el encuentro odioso de sonidos desagradables: no puede deleitar al espíritu el verso mejor hecho o el pensamiento más noble si se hiere al oído.40 Y si muchas veces Boileau parece ser repetitivo o machacón, bien se puede decir que hay una noble y aleccionadora intención: la transparencia en la expresión; saber pensar antes de escribir; lo que se ha concebido de manera adecuada, tendrá una expresión clara, un cauce libre de obstáculos. Y de nueva cuenta, el rigor sin miramientos Trabajad sin prisa (...) Apresuraos lentamente y sin desanimaros revisad vuestra obra veinte veces: pulidla y volvedla a pulir constantemente; añadid algo esporádicamente y borrad frecuentemente (...) Sed críticos severos con vosotros mismos.41 37 Ibíd., p. 118 38 Ibíd., p. 119 39 Ibídem. 40 Ibíd., p. 120 41 Ibíd., p. 122, 123 28 El poeta es un ser –ineluctablemente– que no puede ni debe vivir aislado y excluido de la realidad (y ésta a su vez la transforme en su realidad), su entorno. Si es la voz de un momento histórico preciso y determinado “Que se trace el espíritu en vuestros escritos”.42 Si el poeta es resultado de una tradición, es necesario “Estudiad las costumbres tanto de los siglos como de los países: los ambientes hacen con frecuencia los distintos humores”.43 ¿El fin? Ningún otro que la conciencia plena del tiempo que le ha tocado vivir y cómo lo va a escribir y, sin olvidar, que la vida no es sólo las palabras, la vida está –valga la redundancia– en la vida: “Que los versos no sean vuestro empleo eterno; cultivad vuestros amigos, sed hombres de fe: poca cosa es ser agradable y encantador en un libro, también hay que saber conversar y vivir”.44 Qué mejor forma de finalizar un discurso: vuelta a la realidad: los pies en la tierra. El que escribe poesía, no puede olvidar su condición: un mortal cuya estancia en la tierra es efímera, acaso se diferencia del resto de sus semejantes por unas líneas, unos versos. Por una recreación que ha hecho del mundo. 2.5.- Los movimientos: formas de entender y comunicar el mundo Es probable que con Boileau haya concluido toda una época que inició con el periodo que la historia ha denominado como Renacimiento.45 Sin embargo, hay un momento que no se puede dejar de lado, por dos razones fundamentales: la primera, por ser concerniente a nuestra lengua, el español, y la segunda porque prefigura de algún modo lo que posteriormente sería una característica inevitable en la literatura: los movimientos, manifestaciones grupales, corrientes, tendencias y/o escuelas literarias. Es lo que se conoce como los Siglos de Oro de la literatura española (XVI y XVII). 42 Ibíd., p. 134 43 Ibídem. 44 Ibíd., p. 148 45 Como su nombre lo indica, fue el renacer de un interés apasionado por el pasado grecorromano, sobre todo en el arte. Derivación del Renacimiento, fue el Clasicismo, que más que un movimiento de renovación, fue una forma de designar el orden y la persistencia de la tradición clásica en la literatura; mesura, orden, equilibrio, fueron conceptos clave que reafirmaron el espíritu de dicho periodo. Boileau es ubicado por muchos autores como uno de los más importantes exponentes del Clasicismo. Durante los siglos XVIII y XIX, la estética clasicista tendría un efímero resurgimiento bajo el nombre de Neoclasicismo, tendencia que se vería sepultada con la llegada del Romanticismo. 29 Si en la edad Media todas las artes se circunscribieron y supeditaron a la religión,la literatura (y por consecuencia la poesía) no escapó46 a esa dinámica. España, por supuesto, no estuvo exenta de ese pensamiento unidireccional, empero, varios hechos se conjugaron y dieron origen a la más alta expresión que se ha dado en nuestra lengua: los Siglos de Oro. De la mano de los versos-relatos contados por trovadores y juglares –cuyos temas fueron las gestas heroicas (épicas caballerescas), el amor cortés y el orden divino, más la lectura e influencia del legado renacentista, con el poeta italiano Francesco Petrarca a la cabeza–, en la otrora llamada Madre patria inició en forma, en el año 1526, esa época de grandeza literaria de la lengua española. David Huerta y Pablo Lombó nos definen con precisión en el prólogo de La fuente, los destellos y la sombra. Antología poética de los Siglos de Oro, el por qué: Llamar “de oro” a esos años no es ninguna exageración: nunca ni antes ni después los poetas de nuestro idioma escribieron con tanta y afinada deliberación intelectual, con tantas perfecciones formales y con semejante esplendor imaginativo. Poseían grandes conocimientos históricos y mitológicos, junto a los que habría mencionar el saber geográfico, histórico y militar de la época; utilizaban toda esa información en sus creaciones en verso, tanto en el teatro como en las formas cultas y en las populares y tradicionales, que en la segunda mitad del siglo XVI fueron rescatadas del olvido desdeñoso en que se les tenía y adquirieron, así, una fuerza sorprendente.47 Como muchos de los grandes acontecimientos, un detalle, una anécdota, fue el origen de todo: en 1526, durante los festejos por el enlace matrimonial de Carlos V con la reina Isabel de Portugal, el embajador de Venecia, Andrea Navagiero, le sugirió al cortesano y poeta catalán Juan Boscan que en España se adoptaran las artes de trovas italianas, Boscan acogió la sugerencia y a su vez le confió el hecho a Garcilaso de la Vega; lo demás es historia, la gran historia poética que nos legaron todos los hombres y mujeres que fueron actores de tal acontecimiento. ¿De qué escribían los poetas de los Siglos de Oro? Ya se mencionaron, en 46 Una excepción notable: los Goliardos. Aquellos monjes errantes y de amplia cultura, cuya poesía fue un cuestionamiento ácido, lúdico y desenfadado al orden imperante (civil, monárquico y clerical), son el mejor ejemplo del rechazo –vía la embriaguez y sensualidad– a una sola visión de mundo. Carmina Burana, es la obra más representativa del espíritu goliardo, cuya relevancia fue notoria a raíz de que el compositor alemán Carl Orff compusiera la música para los escritos. 47 David Huerta, Pablo Lombó (selección, prólogo y notas), La fuente, los destellos y la sombra. Antología poética de los Siglos de Oro, México, Alfaguara, 2002, p. 9 30 la cita anterior, algunos rasgos, aunque es necesario aclararlos. Amén de su gran cultura, el espíritu de la época y sus manifestaciones permearon su escritura, su voz: la ideología religiosa dominante, el sentimiento amoroso –herencia del amor cortés–, la revaloración de la cultura clásica grecorromana, el intenso misticismo (San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Teresa de Ávila), el epicureísmo y el humor (representado por Baltazar de Alcázar), el militarismo, en fin, su momento histórico. Sin embargo, también es cierto que los Siglos de Oro están divididos por un antes y un después: si en sus inicios les tocó –a los poetas de estos años– la estabilidad y el esplendor del imperio español, la segunda oleada de bardos áureos atestiguó el declive y decadencia de toda una era que, probablemente, dio inició con la derrota de la Armada Invencible en 1588; la incertidumbre y desencanto fueron el paradójico preludio al cierre magistral de la época dorada: el Barroco.48 La expresión poética alcanzó un refinamiento mayor y dos formas de nombrar las cosas, dos visiones de mundo conformaron lo que tal vez sea en forma los primeros movimientos, escuelas o corrientes poéticas: Culteranismo y Conceptismo. El primero fue una radicalización del lenguaje expresado en complejas metáforas, el preciosismo y la artificiosidad, referencias de difícil interpretación y uso de latinismos, mientras que el segundo apostó a un rebuscamiento y agudeza de los términos y conceptos, condensación expresiva, juego de palabras cargadas de ingenio. Por un lado, Luis de Góngora, del otro, Francisco de Quevedo. Los historiadores de la literatura dictaminaron la división tajante entre culteranos y conceptistas como característica principal de los Siglos de Oro, por los feroces enfrentamientos literarios y agrias polémicas que sostuvieron ambos bandos, encabezados por Quevedo y Góngora. Lo que en términos prácticos sirvió para singularizar la conclusión de un periodo histórico sin parangón, no fue más que simple y sencillamente la expresión del espíritu de un tiempo desde dos ópticas en apariencia encontradas, cuando en realidad se complementaban, es decir, las dos caras de una moneda dorada que simbolizó el esplendor de una época. 48 En lo literario, significó una libertad en demasía de la expresión y una amplia diversificación de formas: elaboración y complejidad fueron los atributos predominantes. 31 Si en lo formal culteranismo y conceptismo no erigieron un programa o arte poética, sí anticiparon lo que varios años después, con el Romanticismo, sería una necesidad concreta en todos los ismos por llegar: establecer paradigmas de creación, visiones de mundo, re- definir de manera contundente la creación poética, exponer declaraciones de principios, en suma, elaborar directa e/o indirectamente nuevas artes poéticas. 2.5.1.- Romanticismo: el pensamiento en otra parte Como el primer movimiento literario en forma –teniendo como punto de partida Inglaterra y Alemania, en forma paralela– y con resonancia en gran parte de Europa de finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX, es como puede catalogarse al Romanticismo.49 Un alejamiento y al mismo tiempo un cuestionamiento al orden anterior –más específicamente Clasicismo y Neoclasicismo– y una entrega desbordada a la imaginación y a la subjetividad fue la impronta de los románticos: liberar el pensamiento, la expresión y una idealización a ultranza de la naturaleza. Los orígenes e influencias de este movimiento, los podemos encontrar bajo la tutela de la historia, de un breve repaso histórico: entre los pensadores considerados como inspiradores intelectuales, se encuentra el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el escritor alemán Wolfgang von Goethe. El primero por haber establecido el culto al individuo y la apología a la libertad del espíritu humano (Siento antes de pensar). “Rousseau y Herder (Johann Gottfried von, crítico alemán) habían mostrado que el lenguaje responde, no a las necesidades materiales del hombre, sino a la pasión y a la imaginación”.50 Goethe, por su parte, con la obra Gotz von Berlichingen (que simboliza la insurrección contra la autoridad política) instauró una tendencia literaria conocida como Sturm und Drang (tormenta e impulso), que sería el antecedente directo del Romanticismo en Alemania; Las cuitas del joven Werther y su particular y desmesurada exaltación de los sentimientos, dejarían huella en los futuros románticos. También, es
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