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U N I V E R S I D A D N A C I O N A L 
A U T Ó N O M A D E M É X I C O 
 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 EL EJERCICIO PERIODÍSTICO EN MÉXICO DURANTE LA 
 SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL CASO DEL 
 PERIÓDICO LA ORQUESTA 
 
 T E S I S 
 Q U E P A R A O B T E N E R E L T Í T U L O D E : 
 LICENCIADA EN 
 CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN 
 ESPECIALIDAD PERIODISMO 
 
 P R E S E N T A : 
 CYNTHIA VIVIANA TALAVERA PÉREZ 
 
 ASESORA: 
 MAESTRA MARÍA TERESA CAMARILLO 
 
 
 
 
 CIUDAD UNIVERSITARIA 2009 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
Agradezco a la Maestra María Teresa Camarillo por su invaluable apoyo, paciencia y consejos 
brindados para la realización de este trabajo. Por sus interesantes observaciones y por confiar 
en mi para lograr los resultados que aquí se presentan. 
También agradezco a los sinodales encargados de revisar este trabajo y que con sus 
observaciones me permitieron enriquecerlo: la Dra. Irma Lombardo, Martha Celis de la Cruz, 
Pilar Mandujano y Rigoberto López. 
Especial atención merecen todos aquellos profesores que mediante sus clases 
motivaron una mejora en mi formación profesional: René Avilés, Alberto Dallal, Susana 
González, Alejandro Gallardo y, nuevamente, Rigoberto López Quesada. ¡Muchas gracias! 
Además agradezco a las autoridades de la Hemeroteca Nacional y el Archivo General 
de la Nación por las facilidades otorgadas para esta investigación. 
Y, por supuesto, mi mayor agradecimiento para la Universidad Nacional Autónoma de 
México y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. 
 
A mis papás, Luis y Rosa, 
por su amor, apoyo y comprensión. 
 
A mis hermanos, Luis y Cristhian, 
por su cariño y ayuda para permitirme llegar a este momento. 
 
A Jazmín, Sandra, Berenice, Karina, Leonardo, Paola, Isaías y Nallely 
por dejarme ser parte de su vida y compartir risas, tristezas y locuras. 
 
A Mariana, Raquel, Gardiel y Rubén por su sinceridad y comprensión. 
 
Índice 
Introducción 1 
 
I. Periodismo mexicano durante el siglo XIX 6 
1.1 Los primeros años del gobierno de Benito Juárez y la Intervención francesa. 
(Contexto histórico) 18 
1.2 Un campo de batalla sin sangre. La lucha en papel entre liberales y 
conservadores 27 
 
II. Libertad de imprenta durante el siglo XIX 40 
2.1 El indiscreto encanto de la sátira 51 
2.2 El papel de la caricatura 56 
2.2.1 Antecedentes de la caricatura en México 61 
 
III. Al son de La Orquesta 68 
3.1 Los “instrumentos” de La Orquesta. (Características generales) 75 
3.2 Los “músicos” de La Orquesta y sus partituras 78 
3.3 Las “melodías” de La Orquesta a través de los sucesos históricos más 
importantes en México entre 1861 y 1877 99 
 
Conclusiones 222 
Bibliografía 227 
 
1 
 
Introducción 
 
El tempestuoso siglo XIX en México significó no sólo el término del dominio español en 
nuestro país sino también la búsqueda de la sociedad por alcanzar el camino que la encauzara 
al progreso y al desarrollo; dentro de esa búsqueda, el periodismo desempeñó un papel de 
formador de la opinión pública, de crítica hacia el gobierno y de propuestas sobre el “deber 
ser” en la marcha del Estado. 
El ejercicio periodístico en el país mostró variantes que se hicieron más evidentes hacia 
la segunda mitad del siglo XIX. Si bien gran parte de la propuesta teórica apunta que el 
periodismo en nuestro país en esa época fue de carácter doctrinario, como señala Irma 
Lombardo en el texto El Siglo de Cumplido. La emergencia del periodismo mexicano de 
opinión (1832 – 1857), “las modalidades de difusión sufrieron a la par diversas 
transformaciones porque el binomio información-opinión adquiere variantes que responden a 
acontecimientos sociales, pero sobre todo obedece a inquietudes personales o de grupo 
cimentadas en la coincidencia política.” 
La prensa durante el siglo XIX adquirió un carácter de profundo compromiso social y 
sufrió, en todos esos años, constantes transformaciones que le otorgaron un papel 
preponderante dentro de la maduración política de México. Se convirtió en propagadora de 
ideas y en gran crítica del sistema. 
En esta investigación se analizó la labor desarrollada en el periódico La Orquesta a 
través de los sucesos más importantes ocurridos en el país entre 1861 y 1877 y mediante la 
revisión de los ejemplares de ese bisemanario que se conservan en la Hemeroteca Nacional. 
Para el presente trabajo se consultaron alrededor de 1080 números de la publicación antes 
mencionada. Aun cuando Lombardo ubica su libro años antes, en La Orquesta se pueden 
apreciar las variantes surgidas en el binomio información-opinión. 
Considero relevante el estudio de una publicación que surge meses después de la 
llegada de Benito Juárez al poder, tras la Guerra de Reforma, y que se mantiene pese a los 
2 
 
conflictos internacionales que enfrenta México contra potencias europeas como España, 
Inglaterra y Francia. 
Incluso, la publicación persiste tras la guerra contra Francia y la posterior intervención 
de las tropas de ese país en México. La Orquesta se convierte en un estandarte del periodismo 
liberal en tiempos de crisis política en el país. Y luego de otros acontecimientos como el 
Segundo Imperio, las dos reelecciones de Juárez y la llegada de Lerdo de Tejada al poder, se 
mantiene como ejemplo claro del tipo de ejercicio periodístico que se realizaba entonces. 
En el primer capítulo de la tesis se plantean las características que definieron al 
periodismo decimonónico, desde el aspecto ideológico hasta el formal y temático. Aunque es 
conocido que las publicaciones fungieron como tribunas ideológicas de los partidos liberal y 
conservador durante gran parte de ese siglo, suele dejarse de lado el papel que tuvo el 
periodismo informativo en la época. 
También en el primer capítulo de esta investigación se presenta un breve contexto 
histórico de México en 1861, año en el que se fundó La Orquesta. A pesar de que en el 
análisis del periódico se abarca una etapa que va hasta 1877, se decidió ubicar la situación 
social, política y económica del país del primer año en que apareció el bisemanario para 
entender cómo la llegada de Juárez al poder y su discurso apegado al liberalismo, permitieron 
que una publicación como La Orquesta, que desde su primer número satirizó al presidente, 
pudiera aparecer en la escena del periodismo nacional. 
En el posterior análisis de las diversas publicaciones de La Orquesta también se 
ofrecen datos que permiten ubicar la situación política, social y económica de México. 
Una característica fundamental para el ejercicio periodístico es la libertad de expresión 
y las normas que la regulan, por ello el segundo capítulo está dedicado a exponer algunas de 
las leyes que rigieron la libertad de prensa durante gran parte del siglo XIX. De manerabreve 
se exponen, desde la Constitución de Cádiz hasta la Ley Lares y la Ley Zarco. 
Según escribe el caricaturista “El Fisgón”, “mientras más tolerante, libre y cultivada es 
una sociedad, más salvajes y agresivos son los „monos‟ publicados en sus diarios”. De 
3 
 
acuerdo con la afirmación anterior, consideramos importante para el estudio aquí planteado la 
inclusión de un repaso por los conceptos de caricatura y sátira, pues en La Orquesta figuraron 
maestros de la caricatura que a más de un siglo de distancia continúan influyendo en el trabajo 
de los “moneros” actuales de nuestro país. 
En el caso de la caricatura, el segundo capítulo del estudio indica cuáles fueron los 
antecedentes de esa labor en México, las características formales que definieron su ejercicio en 
el siglo XIX y su función como “aleccionadora” en un país en el que sólo un 10% de la 
población sabía leer y escribir. 
Finalmente, el tercer apartado de la tesis está dedicado por completo al objeto de 
estudio que nos ocupa, el periódico La Orquesta. En una primera parte de ese capítulo se 
presentan las características generales de la publicación, es decir, su tamaño, extensión, precio, 
periodicidad, duración. El sitio dónde se ubicaba su redacción, la imprenta donde se tiraba y 
sus diversas épocas de publicación, así como sus contenidos y propuestas, las temáticas que 
abordaba con mayor frecuencia y los propósitos que perseguía. 
Respecto de sus colaboradores, se hizo una breve investigación biográfica sobre los 
principales personajes que estuvieron involucrados en la publicación del bisemanario. En el 
tercer capítulo pueden encontrarse datos sobre el editor Manuel C. Villegas, los redactores 
Carlos Casarín, Hilarión Frías y Soto, Vicente Riva Palacio y José R. Pérez. 
También nos acercamos un poco a la vida de los caricaturistas más destacados en el 
periódico: Constantino Escalante, Santiago Hernández y José María Villasana, quienes 
contribuyeron a posicionar a La Orquesta como una de las principales publicaciones liberales 
de la segunda mitad del siglo XIX en México. 
El último apartado del tercer capítulo consiste en el estudio de cómo La Orquesta 
informó, analizó y opinó sobre algunos de los sucesos más trascendentales en la historia 
nacional, pues ello da cuenta del ejercicio periodístico en el país entre el lapso que va de 1861, 
con la llegada de Benito Juárez al poder, hasta 1877, ya con Porfirio Díaz al frente del 
Ejecutivo. 
4 
 
Para elegir los sucesos que fueron estudiados en el apartado, se tomaron como base los 
hechos que Patricia Galeana asienta en el libro Los Siglos de México
1
. La primera 
administración de Juárez, el conflicto con Francia, Inglaterra y España, la intervención 
francesa, el Imperio de Maximiliano, la primera y segunda reelección de Juárez, su 
fallecimiento, la llegada al poder de Lerdo de Tejada y algunos momentos del primer periodo 
presidencial de Díaz son, de manera global los hechos analizados para describir el ejercicio 
periodístico de La Orquesta en la segunda mitad del siglo XIX. 
Si bien acerca del periodismo del siglo XIX existe una variada bibliografía, una de las 
principales dificultades a las que me enfrenté durante la realización de la tesis fue en primer 
lugar, la localización de los ejemplares de La Orquesta, pues en el Archivo General de la 
Nación no están disponibles los números correspondientes a 1861. 
Además, en los ejemplares del Fondo Reservado de la Hemeroteca Nacional me 
encontré con que a pesar de que la colección está completa en cuanto a los años de 
publicación, una gran cantidad de números están mutilados. Principalmente fueron extraídas 
las caricaturas y en algunos casos faltan fragmentos del periódico en la primera página. 
Por otra parte, la revisión cuidadosa del periódico nos llevó incluso a rectificar algunos 
datos asentados en estudios precedentes. Por ejemplo, lo registrado en el texto El periodismo 
en México, 500 años de historia, en el que se afirma que el mariscal Bazaine reunió a los 
representantes de la petite presse el 22 de marzo de 1864, para llamarles la atención por 
publicar, según su punto de vista, noticias “falsas e insultantes”. Sin embargo, la reunión 
ocurrió el 26 de marzo de 1865, pues así lo informó La Orquesta en su número del 27 de 
marzo de 1865. Esto no quiere decir que el libro mencionado carezca de rigor, porque el error 
puede ser atribuible a una falta tipográfica. 
Resulta interesante, por tanto, analizar el papel que La Orquesta jugó dentro del 
contexto histórico y también el aporte e influencia que pudo tener hacia los demás diarios de su 
época e inclusive, el legado y modelo periodístico que ejerció en las publicaciones de la 
 
1 
Galeana, Patricia. Los Siglos de México. México: Nueva Imagen, 2002. 
5 
 
siguiente época, es decir, en los últimos años del gobierno de Lerdo de Tejada y aquellos que 
debieron subsistir inmersos en el muy extenso y opresivo porfiriato. 
 
 
6 
 
 
I. Periodismo mexicano durante el siglo XIX 
El siglo XIX mexicano fue un periodo lleno de luchas, de levantamientos y de constantes 
combates que se tradujeron en inestabilidad económica y social para el país. Por tal motivo, el 
anhelado sueño de independencia de ver a México disfrutando de las bondades que la 
naturaleza le había otorgado, así como de convertirse en una nación desarrollada y progresista, 
se fue desvaneciendo conforme avanzaba el siglo. 
Un estallido social tras otro impedía al país alcanzar la estabilidad necesaria para 
impulsar las transformaciones requeridas. No estaban dadas las condiciones para aplicar un 
programa que permitiera obtener mayores recursos a gran parte de la población que se 
encontraba sumida en la pobreza desde la época virreinal. La diferencia entre las clases 
sociales era muy acentuada. 
Es así que la prensa durante esa centuria adquiere un carácter de profundo 
compromiso social y soporta, en todos esos años, constantes mutaciones que le otorgan un 
papel preponderante dentro de la maduración política de México. Se convierte en propagadora 
de ideas y en gran crítica del sistema. 
Sin embargo, es preciso señalar que existe una distinción entre la labor desarrollada 
por la prensa nacional durante la primera mitad del siglo referido (1805-1849) y las acciones 
realizadas en los periódicos de la segunda mitad del mismo periodo (1859-1896
2
), pues los 
objetivos de las publicaciones estaban claramente influenciados por la situación política 
imperante en la nación. 
Algunos autores, como Laura Suárez de la Torre
3
, dividen el siglo decimonónico en 
tres etapas, marcadas por momentos históricos clave, para estudiar la producción editorial de 
 
2
 Se toma como punto de partida del periodismo decimonónico el año de 1805 cuando aparece el Diario de 
México, pues es el primer diario en forma que se publica en lo que aún era la Nueva España. Por otra parte 1896 
es el punto culminante del periodismo en ese siglo pues en ese año surge el periódico El Imparcial, con el cual se 
inaugura la etapa del periodismo industrializado en México. 
3
 Suárez de la Torre, Laura. “La producción de libros, revistas, periódicos y folletos en el siglo XIX”. En: La 
República de las Letras: Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Tomo II. México: UNAM, 2005. 
7 
 
la nación. La primera de ellas abarca el periodo de 1805 a 1821, la segunda inicia con el 
establecimiento del Imperio de Agustín de Iturbide y finaliza con el último gobierno de 
Antonio López de Santa Anna y la expedición de la tristemente famosa Ley Lares. 
La tercera etapa ocupa el periodo establecido entre la llegada del gobierno liberal al 
poder y el segundo mandato de Porfirio Díaz, cuando la producción industrial de las 
publicaciones deja atrás la época en que los periódicos eran realizados casi demanera 
artesanal y con una difusión bastante limitada. 
Mientras que las publicaciones de la primera mitad del siglo surgen aún bajo el 
dominio español, sus propósitos están directamente relacionados con el término de dicha 
opresión y todos los esfuerzos intentan despertar entre la población el sentimiento 
nacionalista; en tanto que ya avanzado el siglo, y bajo un México que si bien había logrado 
desprenderse del yugo español aún no encontraba el camino idóneo que le permitiera 
progresar, los periódicos se convierten en tribunas de discusión para liberales y conservadores. 
Una de las primeras publicaciones aparecidas en el siglo XIX es el Diario de México, 
editado en 1805 por Carlos María de Bustamante y Jacobo de Villaurrutia. Aunque en sus 
contenidos estaban representadas muchas de las aspiraciones de los criollos, es en los primeros 
años de estallado el conflicto por la Independencia cuando aparecen órganos informativos que 
alientan la lucha contra la corona española. 
Tal es el caso de El Despertador Americano, fundado el 20 de diciembre de 1810 por 
Miguel Hidalgo y Costilla, quien trataba así de conseguir más adeptos a su causa. A pesar de 
que se conservan pocos números de esta publicación, resulta interesante el llamado que hace a 
los habitantes de América a “verse libres por la primera vez de la más cruel y absoluta 
opresión en que han gemido por tres siglos”
4
 
A partir de ese momento, los líderes de las luchas intelectuales y políticas se percatan 
del valor de la prensa como instrumento de batalla y dan inicio a una larga historia dentro del 
periodismo nacional, tal y como lo señala Vicente Quitarte: 
 
4
 María del Carmen Ruiz Castañeda y Luis Reed, El periodismo en México: 500 años de historia. México: 
Edamex, 2002, p.107. 
8 
 
La prensa es el mejor instrumento para medir el pulso a una sociedad, la huella 
que el paso de los días imprime en sus lectores. La letra impresa que modifica 
acciones, orienta y forma opinión, construye su propia historia. Desde su 
levantamiento en contra de la autoridad española, cuando la Independencia aún 
no alcanzaba el prestigio de tal nombre, los insurgentes comprendieron 
instintivamente que la palabra podía convertirse en una de sus armas más 
eficaces. La palabra que arenga y educa, que enciende los ánimos y estimula la 
imaginación.
5
 
Los gobiernos en turno se sirven de la prensa y crean órganos oficiales de difusión. 
Tenemos así a La Gaceta Imperial, cuyo primer número data del 2 de octubre de 1821 y que 
después se convertiría en La Gaceta del Supremo Gobierno de la Federación, publicada entre 
1823 y 1827. También está el caso de El Telégrafo (creado durante la administración de 
Valentín Gómez Farías, entre abril y diciembre de 1833) o bien, El Registro Oficial, publicado 
entre 1830 y 1833 por Lucas Alamán. 
Liberales o conservadores, esos órganos expresaban la postura de los gobernantes ante 
la población y servían también de contrapeso a las publicaciones de la oposición. Años más 
tarde, al ocurrir las invasiones extranjeras, aparecieron publicaciones en distintos idiomas, (en 
inglés durante la intervención de Estados Unidos y en francés una vez llegadas a nuestro país 
las tropas de Forey y durante el Segundo Imperio) también usadas como órganos oficiales. 
El silencio guardado durante los largos años en que se prolongó el virreinato es roto de 
manera contundente por las publicaciones surgidas en los albores de la lucha por la 
independencia y, posteriormente, hacia la mitad del siglo, abre paso a algunas de las páginas 
más brillantes dentro de la escena cultural y política del país, escritas por hombres 
convencidos de sus ideales políticos, que no dudaban en tomar ni la pluma ni la espada con tal 
de defenderlos. 
Tras la obtención de la independencia de la corona española en septiembre de 1821 y 
el fallido Imperio de Agustín de Iturbide, comenzó a gestarse en nuestro país una persistente 
 
5
 Vicente Quirarte, “Grafitos contra bayonetas. De la intervención francesa a la consolidación de la República”. 
En: La prensa crítica en la época imperial, México: Senado de la República, 2000. p16. 
9 
 
discusión acerca de cuál sería la mejor forma de guiar los destinos de la nación recientemente 
constituida. Dicho debate va encontrando, poco a poco, diversas formas de manifestarse, entre 
las que se cuenta la prensa. 
A la caída del Primer Imperio, en 1823, y el reestablecimiento de un Congreso en 
México, se elabora una nueva Constitución Política que intentaba organizar de alguna manera 
el desastre político y económico que había traído consigo la lucha por la Independencia. Inicia 
entonces una batalla ideológica entre quienes deseaban una república federal y quienes estaban 
a favor de un gobierno central. 
No obstante, antes de que pudiera establecerse de manera clara el ideario de ambas 
posturas, Antonio López de Santa Anna, “amigo del borlote”, como lo llama el historiador 
Luis González, tuvo en sus manos el control de la nación durante gran parte de la primera 
mitad del siglo XIX. 
Desde su primera aparición dentro de los destinos de la nación, para pedir la 
abdicación de Agustín de Iturbide en diciembre de 1822 y con el cargo de brigadier, hasta su 
muerte ya con el título de “Su Alteza Serenísima” ocurrida en 1855, Santa Anna apoyó ideas 
según convenía a sus propios intereses. Lo que contribuyó de manera particular a retrasar una 
verdadera discusión de ideologías que permitiera al país enfilarse hacia el progreso. 
 Este personaje, protagonista principal dentro de la historia nacional hasta 1855, 
también se percató del valor de la prensa como instrumento de combate. Durante uno de sus 
diversos periodos presidenciales aparece el periódico El Universal que justificaba todas las 
acciones políticas emprendidas por él, así se trataran de las más indignantes o absurdas. En 
unos de sus números, por ejemplo, justificó la venta del territorio de La Mesilla, y ante 
posibles levantamientos en su contra, el diario utilizaba sus páginas para desprestigiar al 
enemigo. 
 Sin embargo, existieron publicaciones que manifestaban desprecio hacia las políticas 
establecidas por Santa Anna e intentaban contrarrestarlas exponiendo la visión de Estado de 
sus editores. Entre los diarios más destacados de la oposición se encontraban: El Siglo XIX, 
publicado por primera vez en 1841, y El Monitor Republicano, de 1844. Ambos periódicos 
10 
 
exponen el pensamiento liberal que va delineándose poco a poco y que alcanza su madurez en 
los años siguientes. 
Días después de que Santa Anna fuera “requerido” de nuevo por la nación y nombrado 
presidente interino, ante la inminente guerra con Estados Unidos, apareció el 1º de enero de 
1847 en la Ciudad de México El Calavera. Periódico joco-serio, político y literario, que ya 
desde su primer número deja en claro su postura con respecto del gobierno: 
Guerra a muerte, aunque el tímido se asombre 
hacia todo gobierno espiritado 
que a la patria de vándalos no escombre. 
Jamás para medrar me he desvelado 
haciendo en viles versos un soneto 
al hombre poderoso consagrado. 
La pública moral siempre respeto 
y donde encuentro el vicio lo combato 
sin cuidar si el vicioso es gran sugeto.
6
 (sic) 
Años más tarde, Lucas Alamán, ideólogo del pensamiento conservador, escribiría una 
carta a Antonio López de Santa Anna en la cual le explicaba la posición de su partido, así 
como la manera en que su ideario podría afianzarse en el poder. Fechada el 23 de marzo de 
1853, Alamán escribe: “Estos son los puntos esenciales de nuestra fe política… y para realizar 
estas ideas se puede contar con la opinión general… que dirigimos por medio de los 
principales periódicos de la capital y de los Estados, que todos son nuestros. Contamos con la 
fuerza moral que da la uniformidaddel clero, de los propietarios y de toda la gente sensata…”
7
 
La siguiente etapa de ese siglo atestigua la llegada de un periodismo en el que, si bien 
no se puede hablar de una transmisión veloz dentro de las cuestiones informativas, si se 
establece una importante discusión con respecto de los conflictos que afectaban al país. 
 
6
 Rafael Barajas, La Historia de un país en caricatura. Caricatura mexicana de combate, México: Conaculta, 
2000, p.47. 
7
 Alonso Aguilar Monteverde, “La sociedad mexicana de entonces”. En: El pensamiento político de México. 
México: Editorial Nuestro Tiempo, 1987, p.30. 
11 
 
El liberalismo forma parte de la historia de la prensa mexicana desde principios del 
siglo XIX, un buen ejemplo lo encontramos en los periódicos de José Joaquín 
Fernández de Lizardi, pero es hasta la década de 1840 con la aparición de los 
grandes diarios como El Siglo XIX (1841-1896) y El Monitor Republicano (1844-
1896), cuando se desarrolla un periodismo con un proyecto de modernización liberal 
más claramente definido, concreto y propositivo.
8
 
Por otra parte, la segunda mitad del siglo XIX marca el establecimiento de una 
discusión radical de ideologías políticas dentro de las formas del quehacer periodístico, más 
que en los procesos de producción (que inciden definitivamente en el alcance y distribución de 
los diarios) se gesta una gran evolución, marcada por la inestabilidad económica, política y 
social del país, en los contenidos de las publicaciones. 
Los temas tratados iban desde la literatura y costumbres sociales hasta el 
anticlericalismo y la discusión de temas históricos. No obstante, la política era el elemento 
fundamental bajo el cual giraban los diversos semanarios y bisemanarios que aparecían en la 
época. Cualquier decisión tomada por el gobernante en turno, toda acción emprendida era 
motivo suficiente para emitir un punto de vista, una crítica que de alguna manera influyera o 
bien en la propia opinión pública o en el propio gobierno. 
La prensa de oposición se caracterizaba por sus ásperos cuestionamientos hacia el 
sistema. En su mayoría de corte liberal, los periódicos no cedían terreno ante los sucesivos 
gobiernos centralistas. Se trata, pues, de una incipiente plataforma pública en la cual se 
discuten proyectos y se forjan ideas con respecto del futuro del país. 
Debido a lo convulso de la época y a que las publicaciones marcaban sus rumbos 
merced a la situación política del momento, resulta difícil lograr una definición que englobe 
todo lo que significó el periodismo durante esa época. Se trata de cien años que vieron surgir 
una nueva nación, diez décadas del ir y venir de caudillos, de gobiernos efímeros, de estallidos 
militares por doquier. 
 
8
 Nora Pérez Rayón, “La prensa liberal en la segunda mitad del siglo XIX”. En: La república de las letras. 
Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Tomo II, México: UNAM, 2005, p.145. 
12 
 
Cien años que presenciaron intervenciones extranjeras, el establecimiento y la caída de 
dos imperios, la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, una sangrienta guerra civil 
y, a final de cuentas, las persistencia de una población sumida en la pobreza y el atraso. 
A pesar de lo distinto y a la vez similar que fue el siglo XIX y dado que esas mismas 
diferencias influían de manera directa en el tipo de publicaciones que se realizaban 
dependiendo la época, existen ciertas características que permiten definir gran parte de la 
actividad periodística durante esos años. 
Siempre al servicio de alguna causa, siempre tomando partido por algún personaje, la 
prensa del siglo XIX se convierte en un nuevo espacio público donde es posible discutir la 
forma en que debe guiarse la nación. Es un periodismo doctrinario que pretende aleccionar a 
sus seguidores y convertirlos en fieles partidarios de la causa. 
Los periódicos son las tribunas en las que posturas de diversos signos intentan 
defender sus intereses a toda costa, valiéndose para ello de distintas formas de comunicación, 
desde la sátira hasta el editorial con que cada una de las publicaciones hacía su aparición. 
Miguel Velasco Valdés describe a la prensa de la segunda mitad del siglo XIX de la siguiente 
forma: 
Lenguaje ampuloso, ergotismo y debate sistemático, dieron carácter campanudo a la 
prensa, eminentemente doctrinaria, de los tercios segundo y último del siglo XIX. Las 
discusiones en que se hacía gala de cultura, enfáticas y sobrecargadas de retórica, 
ocupaban aun a los más connotados escritores. Todo era réplica y contrarréplica, y 
apenas si un noticierismo anémico hacía acto de presencia en unas cuantas líneas y, en 
ellas, el comentario predominaba.
9
 
Se trataba, pues, de un periodismo completamente distinto al que conocemos en la 
actualidad. Los periódicos de aquellos años no ocultaban de manera alguna sus preferencias 
políticas e intereses; sin el escudo de una “objetividad”, expresaban de manera fehaciente su 
postura. 
 
9
 Miguel Velasco Valdés, Historia del periodismo mexicano. México: Porrúa, 1955, p.59. 
13 
 
Aunque, como señala Irma Lombardo en su texto De la opinión a la noticia, los 
artículos de opinión eran preponderantes dentro de los contenidos de los diarios, hacia fines de 
la década de los setenta del siglo XIX comienza a desarrollarse en México el “reporterismo” en 
la que cada vez cobran mayor importancia las noticias del momento. 
Suele considerarse en los estudios de esta época que el editorial y los artículos de 
opinión fueron los únicos géneros practicados, no obstante la nota informativa, la entrevista y 
el reportaje se ganaron su propio sitio en las publicaciones a lo largo del siglo. Por supuesto, se 
trató de un proceso lento, ya que la época de la post Independencia había marcado el carácter 
polémico y doctrinario del periodismo. 
La “oportunidad noticiosa” aparecía cada vez que México se encontraba inmerso en 
algún conflicto, pues “como resultado de una guerra, una contienda política o una acción en 
busca de poder, se introducen modificaciones en la actividad periodística. Se otorgó cierta 
prioridad a la noticia por reunir elementos de conocimiento más apropiados sobre los 
hechos.”
10
 
Así, los periódicos utilizaban tanto los artículos de opinión como los incipientes 
géneros informativos para expresar su postura. Estos últimos estaban representados por los 
avisos sobre rifas, funciones de teatro, subastas y las sesiones del Congreso. Cabe mencionar 
el papel de Francisco Zarco como uno de los primeros reporteros al detallar todo lo que ocurrió 
durante el Congreso Constituyente de febrero de 1856 a febrero de 1857. 
Los acontecimientos sociales abrieron paso a distintos tipos de periódicos, por ejemplo, 
durante la Intervención Francesa tuvo auge la prensa de carácter satírico. Pero de manera 
general, mientras que la información encontró su cauce dentro de las crónicas, gacetillas y 
anuncios mencionados, así como en algunas notas informativas, los artículos de opinión y 
editoriales, de gran peso en los diarios, trataban de conformar una opinión pública favorable 
hacia la postura que el diario defendía. 
El especialista en la noticia o “reporter”, encargado de llevar información actual y 
oportuna al periódico, llega a las redacciones hasta fines de los años setenta del siglo XIX y es 
 
10
 Irma Lombardo, De la opinión a la noticia, México, Ed. Kiosco, 1992, p.11. 
14 
 
hasta el final de la siguiente década cuando la nota informativa (y la nota roja predomina) se 
impone a los géneros de opinión y la entrevista se convierte en el principal medio para obtener 
información. 
En cuanto al formato de las publicaciones, que en la mayor parte de los casos fue 
modificándose,merced a los avances tecnológicos, se observa que El Siglo XIX y El Monitor 
Republicano, periódicos liberales emblemáticos, “constaban de cuatro páginas. En la primera 
se publicaban las noticias de actualidad. En la segunda podía verse una serie de pequeñas notas 
sobre temas varios, con el título de „Gacetilla‟ o „Miscelánea‟, que a veces se extendían hasta 
la tercera página, en la que se incluían notas de las llamadas „cablegráficas‟, con noticias 
procedentes de la provincia y del extranjero. En ocasiones se incluía también un capítulo de 
alguna novela, que se iba publicando „por entregas‟. La cuarta página se dedicaba por lo 
general a los anuncios publicitarios.”
11
 
Además, según lo indica Velasco, el comentario inundaba las páginas de esas 
publicaciones. Al no poder publicarse de manera diaria, las noticias “de último momento” 
quedaban rezagadas y se daba prioridad a la opinión sobre acontecimientos ocurridos durante 
la semana en que aparecía la publicación. Es decir, lo que se hacía era comentar los hechos 
que habían sacudido al país en días anteriores. Se ofrecía un análisis de la situación política, lo 
que implicaba exponer la preferencia por algún personaje y las perspectivas políticas 
inmediatas. Ejemplo de lo anterior resulta una caricatura publicada en El Palo de Ciego en los 
primeros meses de 1862, en la que aparece un Maximiliano sin rostro y la probabilidad de que 
aceptara el trono de México, aun cuando las primeras comunicaciones establecidas con él se 
dieron a finales de 1861 y el discurso conservador negaba tal posibilidad. 
Los periódicos contaban con secciones de política, extensos editoriales, literatura, 
economía, industria y comercio, e inclusive publicidad, como fue el caso de El Monitor 
Republicano. “Periodismo y política se entrelazaron de manera cada vez más intensa, y los 
 
11
 Alberto Del Castillo, “El surgimiento de la prensa moderna en México”. En: La República de las letras. 
Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. México: UNAM, 2005. Tomo II, p.109. 
15 
 
periodistas empezaron a convertirse, en cierta forma, en representantes de sectores importantes 
de la población, por lo menos en cuanto a algunas posturas políticas se refiere.”
12
 
Josefina Morales
13
 explica que hacia 1835 era posible identificar tres vertientes dentro 
del periodismo nacional: 
a) Cultural, donde encuentran expresión grupos y asociaciones dedicadas al 
estudio científico y/o a la producción literaria. 
b) Conservadora, que incluía la prensa clerical y a la militarista, aunque al 
final, también se incluye a la prensa monarquista. 
c) Liberal, encargada de difundir el pensamiento político liberal. (Aunque 
también la prensa cultural es escrita por liberales, se encuentra separada 
totalmente de la política, por eso se expone como una vertiente distinta) 
El proceso de selección y publicación de las notas también era muy distinto al que se 
conoce ahora. El peso del contenido recaía en las opiniones expresadas por los diversos 
colaboradores a manera de sátira o de comentarios polémicos. El periodismo informativo 
aparece sólo en la medida en que sirve a los intereses peculiares de cada impreso. “El periódico 
se percibe a sí mismo como un intermediario para el diálogo social y el conducto para alcanzar 
la verdad, la justicia, la razón.”
14
 
El periodismo del siglo XIX difiere, entonces, en muchos sentidos del que se produce 
en la actualidad, tanto en sus contenidos como en sus formas de producción. Si bien la 
introducción de la litografía hacia la segunda década de esa centuria (1826) permite la 
publicación de imágenes, lo cierto es que se trataba aún de un periodismo artesanal. 
Las publicaciones aparecían, por lo general, como ya se ha mencionado antes, dos 
veces por semana e inclusive mensualmente, debido a la dificultad para conseguir papel. A 
pesar de tratarse de un país mayormente analfabeta (algunos estudios señalan que para la 
 
12
 Virginia Guedea, “Las publicaciones periódicas durante el proceso de independencia” En: La república de las 
letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. México: UNAM, 2005, Tomo II, p. 38. 
13
 Morales, Josefina, “Vertientes de la cultura nacional”. En: El pensamiento político de México. T II. Entre lo 
viejo y lo nuevo. México: Nuestro Tiempo, 1987. 
14
 Nora Pérez Rayón, op. cit. p. 153. 
16 
 
mediados del siglo XIX sólo una de cada diez personas sabía leer y escribir), siempre había 
alguien que leyera para los demás “el voceo de las esquinas tenía tal influencia al leer los 
papeles y las hojas de la oposición que llegó a prohibirse en 1824”
15
 
Por lo tanto, en cuanto a sus formas de producción, el periodismo decimonónico era 
bastante diferente al modelo actual, en el que se pueden tirar en las rotativas miles de 
ejemplares por minuto. En el siglo XIX se utilizaron en primera instancia prensas de mano que 
fueron sustituidas por las de vapor y después por las prensas de cilindros. 
“Se construyeron máquinas para hacer papel de prensa, se hizo uso del cartón para la 
estereotipia y se inventó la máquina para componer y fundir tipos. Las imágenes contenidas en 
los periódicos ocuparon espacios privilegiados gracias a la introducción del grabado en 
madera, de la litografía y fotografía.”
16
 
En el proceso editorial conformado por las etapas de elaboración, selección, 
organización y distribución de los contenidos, participaban los siguientes personajes: 
- Regente o administrador: encargado de elegir los papeles, tintas y letras 
(tipos) en que se realizaría la publicación 
- Cajistas o formadores: responsables de parar los tipos de metal o de madera y 
de alinearlos en la caja 
- Aprendices: desbarataban la plana para reutilizar los tipos 
- Correctores de pruebas: punto de unión entre los escritores y los tipógrafos, 
encargado de corregir los textos 
- Tiradores o prensistas: responsables de la impresión del periódico 
- Doblapliegos y enfajilladotes: acomodaban las planas y dejaban listos los 
periódicos para que pudieran ser distribuidos 
Así, se formaban renglones con los tipos de plomo en realce y se acomodaban uno por 
uno hasta formar un renglón. Una vez “formado” el renglón, se insertaba en una galera para ir 
formando las columnas. Posteriormente se acomodaban las columnas para crear cada página. 
 
15
 Josefina Morales, op.cit., p.212. 
16
 Irma Lombardo, El siglo de Cumplido. La emergencia del periodismo mexicano de opinión (1832-1857), 
México, UNAM, IIB, 2002, p.62. 
17 
 
Cada página acomodada se situaba debajo de una prensa y se entintaban las letras con un 
rodillo, después de lo cual se ponía una hoja de papel sobre la que se hacía presión para que 
quedara impresa la hoja. 
Esta operación tenía que hacerse con cada una de las páginas de todos los ejemplares 
que fueran a editarse. Se trataba, sin duda, de un sistema de producción bastante lento que, 
como se mencionó antes, con el paso de los años quedaría superado al ser sustituido por 
máquinas cada vez más veloces que permitieran la impresión de un mayor número de 
ejemplares en menos tiempo. 
Hacia la década de 1880 aparecen dos personajes que habrían de revolucionar las 
formas del quehacer periodístico en Estados Unidos: Randolph Hearst y Joseph Pulitzer. El 
primero convirtió al sensacionalismo en protagonista de las primeras planas de los diarios, 
mientras que Pulitzer impulsó un periodismo de investigación más profunda, aunque también 
con toques de sensacionalismo. 
Además del contenido, ambos integraron en sus formas de producción las más 
avanzadas tecnologías del momento: redes telegráficas, cables submarinos, modernas 
rotativas, lo cual les permitió alcanzar cifras récord de tirajes. 
En México es hasta 1896 cuando se rompen los esquemastradicionales de producción. 
En ese año aparece El Imparcial, periódico subvencionado por el gobierno de Porfirio Díaz. 
“El nuevo diario introdujo los primeros linotipos Mergenthale en México y las primeras 
rotativas modernas, copiando los formatos norteamericanos, renovando las estrategias 
publicitarias, reduciendo el tratamiento de los temas políticos y consolidando la técnica de la 
entrevista y el reportaje para la cobertura de los asuntos sociales.”
17
 
Así, con un periódico con el cual se reducen tiempos y costos de producción y que 
además costaba un centavo, quedó rezagado el periodismo que imperó a lo largo del siglo 
XIX. Se trataba del fin de la prensa polémica, sin temor a discutir y exponer sus ideas, pero de 
pequeños tirajes y dirigida a un público netamente politizado. 
 
17
 Alberto Del Castillo, op.cit p.110. 
18 
 
En lo referente a los contenidos y al propio carácter de la prensa decimonónica, es 
posible señalar que se trataba de: 
- Un periodismo de servicio, ya que en sus páginas se encuentra el apoyo a 
diversas causas que iban transformándose conforme avanzaba el siglo. 
- Un periodismo doctrinario, en tanto que se convirtió en vehículo y plataforma 
de los partidos liberal y conservador para difundir su ideario político. 
- Un periodismo de combate, pues a lo largo del siglo XIX se confrontaron en 
la prensa ambas visiones de Estado; sin embargo, también es combativo 
cuando se trata de defender los intereses de la nación ante la amenaza 
extranjera. 
- Al tratarse de nuevas tribunas de discusión, los periódicos se convierten 
también en forjadores de la opinión pública, pues eran leídos por ciudadanos 
de diversas clases sociales. 
- En el caso de los periódicos liberales, también se trataba de un periodismo 
que pretendía “educar” a sus lectores al exponer su visión de estado acerca de 
las formas en que debía impartirse la educación en México (laica, por 
ejemplo). 
 
 
 
 
1.1 Los primeros años del gobierno de Benito Juárez y la Intervención 
francesa. (Contexto histórico) 
 
El México de los primeros años del gobierno de Benito Juárez distaba mucho del que vieron 
los conquistadores españoles tres siglos antes. Si bien existían aún abundantes riquezas 
naturales y nuestro país era visto por los europeos como un lugar exótico, lo cierto es que se 
trataba de una nación que había demostrado incapacidad para mantener la estabilidad política 
y social. 
19 
 
Habían transcurrido más de 40 años desde que se logró la Independencia, pero la 
sociedad mexicana aún conservaba considerables rasgos de la época virreinal. Persistían las 
estructuras sociales heredadas de la colonia y los continuos conflictos armados que azotaban al 
país hacían difícil el establecimiento de reformas que cambiaran el rumbo de la nación. 
El carácter excesivamente minoritario del grupo que detentaba el poder político y la 
riqueza social en la colonia, fue heredado con pocos cambios por la estructura de clases 
posindependiente. Los grandes comerciantes, los terratenientes y mineros y el alto clero 
propietario, siguieron siendo los grupos que acaparaban cuantiosas fortunas hechas 
mediante la tradicional acumulación de rentas. Otro sector de mínimo peso en la 
estructura social, aunque mucho mayor que la clase privilegiada, fue el que constituyó 
las capas medias de la sociedad. Se ha visto que éstas fungieron como el motor de 
cambios sociales importantes.
18
 
La Ciudad de México contaba con más de 200 mil habitantes para la segunda mitad del 
siglo XIX. Sin embargo, los contrastes entre las clases sociales se encontraban sumamente 
marcados. Cientos de indígenas que se habían desplazado de sus lugares de origen en busca de 
mejores perspectivas de vida en la ciudad, se convertían en mendigos y vagos por la escasez 
de empleo. 
Se trataba de personas que llegaban a la ciudad sin los conocimientos necesarios para 
desarrollarse en algún oficio, pues se habían dedicado sólo a cuidar sus tierras y resultaba 
difícil que todos ellos pudieran encontrar un empleo para poder obtener ingresos, es por ello 
que la situación les obligaba a mendigar por las calles pidiendo alguna moneda para subsistir. 
El país presentaba una gran desigualdad social y estaba frente al reto de, por fin, 
conducirse al progreso después de la Guerra de Reforma, que sumió a su población en un 
conflicto civil durante más de tres años y en la cual Benito Juárez salió victorioso a finales de 
1860, sin que ello significara que la oposición conservadora le dejara un camino fácil para 
gobernar. 
 
18
 Ciro Cardoso, México en el siglo XIX. México: Ed. Nueva Imagen, 1984, p. 236. 
20 
 
El antecedente de dicha guerra se encuentra hacia 1850 cuando una generación de 
intelectuales intenta terminar con el atraso social y económico de México. No obstante, esos 
intelectuales se agrupan en bandos con ideas muy distintas acerca de la mejor opción para 
acabar con ese rezago. 
Nombres como los de Melchor Ocampo, Ignacio Comonfort, Miguel Lerdo de Tejada 
y Benito Juárez cobran fuerza dentro de la escena política nacional por parte del bando liberal. 
Félix Zuloaga, Miguel Miramón y Leonardo Márquez son los personajes principales dentro 
del bando conservador. 
La promulgación de la Constitución de 1857, así como de la Ley Juárez, la Ley Lerdo 
y la Ley Lafragua que, entre otras cosas, despojaban de sus privilegios a la iglesia, fueron el 
detonante del conflicto civil que México soportó a lo largo de trescientos años. Lo que dejó al 
país con una economía bastante lacerada, además de los problemas que venía arrastrando 
desde siglos atrás, como la marcada distinción entre las clases sociales. 
En la década de 1860 la estructura de la pirámide social en México estaba compuesta 
de la siguiente manera: el alto clero, los terratenientes y los comerciantes e industriales 
conformaban las clases dominantes. La Iglesia controlaba la tercera parte de la tierra cultivable 
y la riqueza que poseía le permitió también entrar en el campo de los créditos, por lo que para 
la segunda mitad del siglo XIX era la principal prestadora de dinero. 
La clase media de la pirámide social agrupaba a los pequeños comerciantes y algunos 
abogados, burócratas y comerciantes. A pesar de ello, la base de la estratificación era la más 
numerosa. Campesinos, indígenas aparceros, pequeños rancheros así como indígenas 
propietarios de tierras comunales integraban el siguiente escalafón, aún dentro de las capas 
medias. . 
Mineros, obreros, albañiles, aguadores, carpinteros, herreros, artesanos, trabajadores 
domésticos, vendedores ambulantes, entre otros, se encontraban en el siguiente escalón 
descendente de la pirámide. Los léperos, vagabundos y bandoleros constituían el estrato más 
bajo dentro de la sociedad del México decimonónico. 
21 
 
Según un estudio realizado por José María Pérez Hernández en 1862 y que Ciro 
Cardoso utiliza en su texto México en el siglo XIX, casi dos millones de personas se 
encontraban ubicadas dentro del rango de los jornaleros, los trabajadores de minas, y los 
dedicados a la agricultura. Se trataba de poco más del 60% de la población. En contraste, 
apenas se tenían registrados 531 mil terratenientes (17%), 172 mil 281 comerciantes, 15 631 
burócratas y 9344 personas del clero. Sólo el .33% de los habitantes de México se dedicaba a 
alguna actividad intelectual. 
De acuerdo con Ciro Cardoso, el estudio de Pérez Hernández tiene algunos vacíos, 
pues no se habla de porcentajes de población femenina y masculina, por ejemplo, lo que sería 
de gran utilidad para tener una visión global de la manera en que se encontraba conformada la 
sociedad mexicana poco antes de la Intervención francesa. 
Las principales actividades económicas del país no habían sufrido grandes 
transformaciones desde la etapa colonial.Nuestra nación continuaba siendo eminentemente 
agrícola; sin embargo, la producción se vio mermada debido a los constantes conflictos 
armados que imperaban durante la época. 
Debido a las interminables batallas que asolaron a México entre 1821 y 1855 (en poco 
más de 30 años se establecieron 50 gobiernos distintos) se abandonaron las actividades 
económicas primarias. 
Los problemas que enfrentaba la agricultura iban desde el orden geográfico (accidentes 
del terreno, irregularidades climáticas) pasando por las arcaicas técnicas de explotación hasta 
llegar al orden social, pues la posesión de la mayor parte de las tierras se concentraba en pocas 
manos. 
Si algo caracterizó la actividad económica de la Nueva España fue su abundante 
producción minera, gracias a los yacimientos que eran explotados de manera continúa; sin 
embargo, para la década de 1860 y a consecuencia también de los conflictos políticos en los 
que de manera continua se encontraba el país, la minería sufrió una baja sensible en su 
producción. 
22 
 
Capitales extranjeros, en su mayoría ingleses, eran los encargados de explotar los 
yacimientos de oro y plata. El sector industrial era prácticamente nulo en México. No obstante 
los esfuerzos de los gobiernos por crear incentivos financieros que atrajeran capitales de 
inversión, sólo existían pequeños talleres artesanales con técnicas de producción bastante 
rudimentarias. 
En el campo de las finanzas la situación tampoco era favorable. El país vivía en 
constante crisis económica. Los gobiernos en turno se veían obligados a recurrir a prestamistas 
extranjeros que se aprovechaban del momento para obtener ventajosas ganancias en cada 
acuerdo. Las deudas adquiridas se iban acrecentando. 
Por su parte, Gloria Delgado señala que el gobierno de Juárez, instalado en la capital 
de la República en enero de 1861, tenía cuatro puntos urgentes por resolver: “la pacificación 
del país, el reconocimiento internacional, la celebración de elecciones para seguir el orden 
constitucional y la organización de las finanzas públicas”
19
 
Aunque todavía existían guerrillas en algunas zonas del país y los partidarios del 
régimen conservador, recién derrotados, se dedicaban a “cazar” liberales (Melchor Ocampo 
fue una de sus víctimas, pues fue asesinado en Michoacán por una guerrilla reaccionaria), este 
problema se solucionó a principios de 1862, momento en el cual fueron derrotados los últimos 
reductos rebeldes. 
El gobierno de Juárez fue reconocido por Estados Unidos, Francia y Prusia, y en junio 
de 1861 se celebraron elecciones en las que resultó vencedor el propio Juárez para el periodo 
1861-1865. Parecía que los problemas urgentes encontraban pronta solución, pero el aspecto 
de las finanzas continuaba siendo muy delicado. 
Nacionalizar los bienes del clero no proporcionó los resultados económicos esperados. 
La situación era tan crítica que el gobierno se vio en la necesidad de declarar la suspensión del 
pago de la deuda externa el 17 de junio de 1861. Dicha suspensión propició el rompimiento de 
las relaciones internacionales con los países afectados: Inglaterra, Francia y España. 
 
19
 Gloria Delgado, Historia de México 1. México: Addison Wesley Longman, 2000, p.497. 
23 
 
En esa época Francia estaba gobernada por Napoleón III, sobrino de Napoleón 
Bonaparte, quien tenía ideas expansionistas y deseaba, como su tío, convertir a la nación 
francesa en un gran imperio. La suspensión del pago de la deuda por parte de México fue el 
pretexto ideal para promover una intervención en América y contrarrestar así el avance de 
Estados Unidos dentro de la hegemonía mundial. 
España, Inglaterra y Francia firmaron la Convención de Londres en octubre de 1861. 
En ese documento suscribían el envío de tropas a las costas mexicanas, no buscaban 
apropiarse de territorio mexicano, enviaban comisionados para negociar con el gobierno de 
México e invitaban a Estados Unidos a adherirse a su plan. 
Se trataba, sin embargo, de un documento susceptible de las más diversas 
interpretaciones. Los hechos demostraron que las tres naciones tenían intereses muy 
particulares en nuestro país. Las tropas españolas ocuparon primero Veracruz. Los 
comisionados que designaron fueron: Sir Charles Wyke por Inglaterra, por España el general 
Juan Prim, conde de Reus y por Francia el conde Alphonse Dubois de Saligny. 
El conde Saligny fue un personaje especialmente célebre durante esa época debido a 
que se presentó completamente ebrio en un acto del gobierno, escudado en su inmunidad 
política, pero a la vez deseando que el gobierno mexicano le faltara al respeto para tener un 
motivo de intervención por parte de Francia. Saligny fue satirizado y caricaturizado sin 
piedad en las páginas de los diarios nacionales. Siempre representado con una botella cerca, se 
hacía referencia a él como “el asunto del viejo coñac de 50 años” en la prensa. 
En la Convención de Londres se suscribió que las tres naciones encontrarían sus tropas 
en La Habana, para de allí trasladarse juntas con rumbo a México. A pesar de ello, una vez 
que el gobierno mexicano tuvo conocimiento de la firma del acuerdo, buscó opciones para 
evitar el conflicto armado, como la audiencia sostenida entre Sir Charles Wyke y el ministro 
de Relaciones Manuel María de Zamacona. 
Ante el fracaso de dicha audiencia, el gobierno mexicano derogó las disposiciones del 
17 de julio y aplicó de inmediato disposiciones para reintegrar las cantidades adeudadas a los 
24 
 
acreedores afectados. Pero las medidas adoptadas no fueron suficientes. La amenaza a la 
integridad de la República Mexicana era cada vez más cercana. 
Así, el gobierno comenzó a tomar las medidas pertinentes para la resistencia. El 29 de 
noviembre de 1861 se expidió una ley de amnistía por delitos cometidos desde diciembre de 
1857, lo que dio como resultado que muchos jefes reaccionarios pusieran sus tropas a 
disposición del gobierno para defender al país de la intervención extranjera. 
En ese momento Zamacona renunció al Ministerio de Relaciones y su lugar fue 
ocupado por Manuel Doblado. También para ese entonces, las tropas españolas se adelantaron 
de la salida pactada desde La Habana y arribaron a las costas mexicanas el 8 de diciembre e 
izaron la bandera española en el castillo de San Juan de Ulúa el 17 del mismo mes. Por su 
parte, los ingleses llegaron a Veracruz el 6 de enero de 1862 y las tropas francesas alcanzaron 
las costas mexicanas un día después. 
Una vez reunidas las tres naciones aliadas, publicaron un manifiesto dirigido al 
gobierno mexicano, en el que aseguraban tener buenas intenciones y deseaban tender una 
mano amiga a la joven nación que veía mermada su vitalidad merced a las guerras civiles. El 
documento, sin embargo, contradecía lo expresado en las acciones, pues la sospecha de 
intervención se reafirmaba a cada instante con todo el aparato de guerra desplegado en las 
costas veracruzanas. 
Los representantes de los tres países enviaron al presidente de la República una nota 
colectiva en la cual exponían las deudas requeridas, así como la falta de seguridad de sus 
compatriotas. A su vez, el gobierno de México envió una respuesta en la que exponía su total 
disposición a cumplir con el pago de las deudas y, además se les invitaba a discutir en Orizaba 
los convenios que aseguraran el pago. 
 El 19 de febrero, el ministro Doblado y el conde de Reus, representante de los países 
aliados, se reunieron en la Soledad, para firmar los preliminares de lo que sería ese tratado. 
Los Tratados de la Soledad estaban conformados por cuatro puntos: los firmantes aceptaban 
que México no necesitaba auxilio de los representantes de la Alianza, las potencias aliadas no 
atentaban contra la independencia, soberanía e integridad del territorio. Se celebrarían 
25 
 
posteriores negociaciones en abril, en la ciudadde Orizaba; mientras tanto, los aliados podrían 
ocupar Orizaba, Tehuacán y Córdoba. En caso de ruptura de las negociaciones las fuerzas 
aliadas desocuparían esas poblaciones y se fortificarían cerca de Veracruz.. 
Para el 5 de marzo, Napoleón III mostró de manera fehaciente sus deseos 
intervencionistas al enviar a Veracruz al general Carlos Fernando de La Trille con refuerzos. 
Al mismo tiempo, el general Charles de Lorencez ordenó a sus tropas para ir avanzando hacia 
el interior del país y Juan Nepomuceno Almonte (hijo de José María Morelos y Pavón y al 
igual que el Conde de Saligny, blanco constante de los ataques de la prensa liberal), junto a 
otros miembros del partido conservador, desembarcó en el puerto y expuso sus firmes 
intenciones de cambiar la forma de gobierno de México. 
Ante la llegada de Almonte, y tras una discusión entre los comisarios, la alianza 
firmada en Londres fue rota, con lo que cada nación fue libre de adoptar la conducta que más 
conviniera a sus intereses. Una vez destruida la alianza, se informó al presidente Juárez el 
reembarco de las tropas españolas e inglesas. 
 Conforme a lo pactado en los preliminares de la Soledad, las tropas extranjeras 
tendrían que retroceder hacia Paso Ancho. En lugar de ello, Lorencez avanzó de Córdoba a 
Orizaba, iniciando así el conflicto bélico entre México y Francia. 
A mediados de abril de 1862 se registraron los primeros enfrentamientos. Las tropas 
francesas comenzaron a superar los obstáculos que les imponía el ejército liberal, al mando de 
Ignacio Zaragoza. Para el 5 de mayo tuvo lugar la histórica batalla en la que fueron vencidos 
los soldados de Napoleón III. 
A pesar de esa notable victoria, las tropas a cargo del general Tapia, así como las de 
González Ortega fueron derrotadas en diversos puntos, por lo que Zaragoza decidió retirarse 
en vez de atacar Orizaba, para reorganizar a su gente. Para ese entonces el ministro Doblado 
había renunciado a su cargo y se dedicaba a combatir a las fuerzas conservadoras comandadas 
por Mejía, en Guanajuato. 
26 
 
 Las ciudades de México y Puebla se fortificaban en espera del ejército invasor. 
Zaragoza murió en Puebla, mientras que Francia continuaba enviando refuerzos. “Para el mes 
de enero de 1863 el cuerpo expedicionario se componía de 28 126 hombres, además del 
contingente del partido monárquico formado por 1 300 hombres de infantería, 1 100 de 
caballería, 50 de artillería, más la „Legión de Honor‟ formada por 400 oficiales y jefes 
conservadores que no teniendo tropas a su mando quisieron prestar sus servicios como simples 
soldados.”
20
 
Puebla fue derrotada el 17 de marzo, con lo que el camino quedaba abierto para la 
marcha francesa hacia la Ciudad de México. El Distrito Federal fue declarado en estado de 
sitio y el gobierno de Juárez se retiró para establecerse en San Luis Potosí. El ejército francés 
entró en la capital el 10 de junio de 1863. 
Forey instó a los mexicanos, a través de una proclama, a abandonar las ideas liberales 
y reaccionarias, igualmente los llamaba a la fraternidad y la concordia. Al día siguiente 
decretó la formación de una Junta Superior de Gobierno y presentó un dictamen en el cual 
proponía que la nación adoptara un régimen monárquico, el soberano tomaría el título de 
emperador, la corona imperial se ofrecería al príncipe Fernando Maximiliano, archiduque de 
Austria y si él no aceptara, entonces Napoleón III indicaría al pueblo mexicano la persona más 
correcta para guiar sus destinos. 
Una comisión de 10 personas fue enviada al Castillo de Miramar a ofrecer la corona de 
México a Maximiliano. No obstante, éste aceptó de manera condicional, sólo si el pueblo 
mexicano lo deseaba. En ese momento las fuerzas francesas se organizaban en distintos puntos 
del país para mantenerlo bajo su control. 
Únicamente algunas guerrillas causaban estragos de vez en cuando al ejército francés; 
sin embargo, no significaban un real peligro. A principios de 1864, ya con el general Aquiles 
Bazaine al frente del cuerpo expedicionario, las tropas francesas ocuparon Guadalajara, 
Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí. 
 
20
 Lilia Díaz, “El liberalismo militante”. En: Historia General de México. México: Colmex, 1981, p. 867. 
27 
 
Cada vez que el ejército invasor entraba en alguna ciudad, adherían al grueso de la 
población al imperio, por lo que al final de la campaña expedicionaria se contabilizaron más 
de seis millones de personas a favor del imperio, y esta fue la información que se presentó a 
Maximiliano, quien creyendo que el pueblo en realidad deseaba que fuera su soberano, aceptó 
el trono de México. 
Tras la firma de un acuerdo público y otro secreto con Napoleón III, Maximiliano fue 
proclamado emperador de México el 10 de abril de 1864 en el Castillo de Miramar, y de 
inmediato partió con rumbo a su nuevo hogar. Pero la nación que encontró era muy distinta a 
la que él esperaba encontrar a su llegada al puerto de Veracruz el 28 de mayo de 1864. 
Se iniciaba así el Segundo Imperio en la historia mexicana, que habría de prolongarse 
hasta el 19 de junio de 1867, cuando el emperador cayó fusilado en el Cerro de las Campanas, 
marcando con ello el triunfo de Juárez y la ideología liberal. 
1.2 Un campo de batalla sin sangre. La lucha en papel entre liberales y 
conservadores 
 
La época que nos ocupa fue de confrontaciones. Unos eran partidarios de separar la Iglesia 
del Estado, deseaban instaurar la educación laica, el registro civil, la desamortización de los 
bienes del clero y que los cementerios no fueran más administrados por la propia Iglesia ; 
otros pugnaban por continuar con las formas de producción establecidas durante el régimen 
colonial. Los primeros pensaban que México podía regirse a sí mismo, mientras que los 
segundos creían necesario el cobijo de algún monarca europeo que brindara a la nación orden 
y estabilidad. Unos eran liberales y los otros conservadores. 
Gran parte del siglo XIX en México atestiguó el enfrentamiento entre una y otra 
ideología. Personajes notables de ambas corrientes defendieron violentamente sus posturas, 
utilizando los medios que estaban a su alcance. Uno de ellos, quizás el más importante, fue la 
prensa: 
La prensa fue un instrumento clave para la difusión de los principios liberales y 
un arma de combate, tanto frente al proyecto alternativo defendido por las 
28 
 
corrientes conservadoras católicas, como entre las diferentes facciones del 
liberalismo mismo. Los grandes movimientos sociales, la Reforma y la 
Revolución Mexicana fueron, en cierta forma, fruto de sus esfuerzos.
21
 
El periodismo fue el medio por excelencia de la lucha ideológica. Durante el siglo XIX 
los periódicos se convirtieron en plataforma ideológica de los partidos liberal y conservador, 
contribuyendo así a la formación de una identidad nacional, en primera instancia y, 
posteriormente, ejerciendo influencia en la conformación de un proyecto de nación. 
Si bien los dos bandos logran en determinados momentos históricos alcanzar el poder, 
ninguno de ellos se afianzó y, entonces, el propósito era impedir que el contrario ejerciera un 
control absoluto. El liberalismo, por ejemplo, ocupó a lo largo de ese siglo un lugar 
preponderante en la lucha de ideologías a través de la prensa. 
El periodismo se convierte en uno de los principales medios de expresión y 
formación de la cultura nacional y particularmente del pensamiento político. 
Partidista por definición, polémico y político por espíritu: yorkinos vs escoceses; 
puros vs moderados; pronunciados vs gobiernos; liberales vs conservadores. A lo 
largo de esas tres décadas (1824-1855) son numerosas las publicaciones; con 
frecuencia son semanarios, bisemanarios o irregulares, regionales y nacionales, 
culturales, políticas, satíricas y burlescas. Como el periodismo es un medio de 
comunicación paralas masas, así sea corto el tiraje y poca la lectura individual en un 
país casi analfabeta, siempre habrá alguien que lo leerá para los demás.
22
 
Diversos autores hablan de un “periodismo de combate” que enfrenta a los adversarios 
por medio de escritos satíricos y caricaturas. Ese periodismo de combate que se fue abriendo 
paso durante los años conflictivos dentro de la historia nacional, creció a la par que la nación 
misma, como dice Josefina Morales: “Los periódicos liberales participan de una sólida 
tradición (…) la hoja impresa y el diario fueron el mejor medio para moldear la opinión 
 
21
 Nora Pérez Rayón, op cit p.146. 
22
 Josefina Morales, op. cit. p.212. 
29 
 
pública o comunicar un mensaje político, literario o histórico. Durante el siglo XIX el diarismo 
político polémico mantuvo el dominio.”
23
 
Dicha batalla entre liberales y conservadores inicia con el nacimiento mismo del siglo 
XIX. A pesar de que no puede hablarse de partidos políticos como los conocemos en la 
actualidad, las posturas de ambos bandos contaban con características perfectamente definidas. 
Su fuerza radicaba en ser representativos de las clases sociales acomodadas de nuestro país, ya 
sea de los peninsulares o de los propios criollos. Es necesario hablar, entonces, del origen de 
ambos bandos en nuestro país. 
El liberalismo no era ni un partido en sentido estricto ni una fuerza social 
homogénea. En el interior del movimiento existían marcadas diferencias. Las había 
entre moderados y radicales, sobre todo en torno al ritmo o celeridad que debería 
tener el proceso; así como entre los liberales aristocratizantes y las corrientes que 
defendían ciertas formas de participación popular. 
“Importa destacar que es una corriente dentro del liberalismo – los llamados radicales 
o puros – la que, sin menoscabo de las aportaciones de no pocos moderados, trazó los 
fundamentos del nuevo Estado que emergería de la Reforma. Es a la primera 
generación liberal a quien cabe este mérito.
24
 
Se tienen registros de que en 1825 aparece en México la logia del Rito de York para 
contrarrestar la influencia de la logia escocesa (de tendencias aristocratizantes). Esta última 
llega a México hacia 1815 y sus miembros tienen decisiva influencia en la consumación de la 
Independencia y en la caída del Imperio de Iturbide. Integrado por criollos y españoles 
acomodados, los seguidores de este rito temen la acción de las masas. 
Las logias eran sociedades cerradas, encabezadas por importantes personalidades que 
actuaban en diferentes círculos de poder. Ante la ausencia de partidos, fueron el 
medio de acción política a través del cual las nuevas fuerzas buscaron combatir el 
enorme peso ideológico de la herencia colonial, aunque muchas veces su acción se 
 
23
 Ibid, p. 147. 
24
 Iván Gómezcesar, “El partido del progreso “ En: El pensamiento político de México. México: Nuestro 
Tiempo, 1987, p. 145. 
30 
 
limitaba a la empleomanía, esto es, a las aspiraciones por ocupar cargos públicos por 
parte de sus integrantes.
25
 
Por su parte, el rito yorkino se establece en 1825 y en su creación tuvo un gran papel 
Joel R. Poinsett, entonces embajador norteamericano. Esta postura defendía los principios 
republicanos y federalistas. 
Surgió, sobre todo, ante la necesidad de las capas medias en ascenso de obtener 
representación y participación política, así como de adquirir una mayor cercanía con las 
masas. Así, ya en 1826 los yorkinos ocuparon la mayoría de los escaños en el congreso 
nacional. 
El origen del liberalismo se encuentra en las doctrinas políticas derivadas del 
racionalismo del siglo XVIII. Se trata de una ideología político-económica que centraba sus 
acciones en los principios de igualdad y libertad. Se oponía al derecho divino de los reyes y 
proponía limitar el poder mediante la separación de poderes. 
Considera a la Constitución como ley fundamental, además de sagrada e intocable. En 
el aspecto económico defiende la libertad total de acción. Está en contra de la intervención del 
gobierno en los asuntos económicos. 
La ideología liberal, importada de Europa y Estados Unidos era, como lo dice con 
razón D. A. Brading, „ un cuerpo de abstracciones‟- libertad de expresión y 
asociación; libreempresa y librecambio; gobierno republicano, federal y 
constitucional; igualdad ante la ley; anticlericalismo (entre los liberales llamados 
„puros‟), etc.- y como tal, apta para ser adoptada por una gran variedad de grupos 
sociales. En cuanto al bloque conservador, no parecía tener más ideología que la 
simple reiteración y defensa de la raída herencia colonial, aristocrática, centralista y 
autoritaria, mantenedora de los privilegios corporativos y jerárquicos. Liberales y 
conservadores coincidían en un elitismo excluyente de las masas populares, en su 
agrarismo, en su oposición de principio a la intervención estatal en la economía: 
aunque hubo conservadores „industrialistas‟ y proteccionistas como Alamán; y la 
 
25
 Ibid. p.150. 
31 
 
posición liberal al respecto evolucionó por su parte, hacia la concepción de un Estado 
más activo.
26
 
De manera más específica, Luis González resume el pensamiento liberal de la siguiente 
manera: 
Los liberales negaban la tradición hispánica, indígena y católica; creían en la 
existencia de un indomable antagonismo entre los antecedentes históricos de México 
y su engrandecimiento futuro y en la necesidad de conducir a la patria por las vías 
del todo nuevas de las libertades de trabajo, comercio, educación y letras, tolerancia 
de cultos, supeditación de la Iglesia al Estado, democracia representativa, 
independencia de los poderes, federalismo, debilitamiento de las fuerzas armadas, 
colonización con extranjeros de las tierras vírgenes, pequeña propiedad, cultivo de la 
ciencia, difusión de la escuela y padrinazgo de los Estados Unidos del Norte.
27
 
Tomando como modelo el sistema político aplicado por Estados Unidos tras la 
obtención de su independencia, los liberales creían que podrían aplicarlo en nuestro país sin 
problema. Aunque, como se ha revisado, la serie de abstracciones que englobaban distintas 
libertades resultaban bastante progresistas, lo cierto fue que no consideraron características del 
pueblo mexicano ni la situación socioeconómico que se vivía en el momento. 
Hablar de romper con la tradición hispánica resulta bastante difícil en una nación 
dominada durante tres siglos por España y en cuya población existía un importante arraigo de 
las tradiciones y costumbres heredadas del país europeo. Las ideas defendidas por los liberales 
pronto se toparon con una pared difícil de superar: por un lado la situación de gran atraso en la 
que se encontraba sumida la población, y por otro, los conservadores, que impedían la 
aplicación de las reformas anheladas por los liberales. 
El bando conservador encontró, a diferencia de los liberales, quienes a mediados del 
siglo XIX no tenían un líder, su jefe ideológico en la figura de Lucas Alamán, quien sintetizó 
el ideario del pensamiento centralista en siete puntos: “1º Queremos conservar la religión 
católica... sostener el culto con esplendor… impedir por la autoridad pública la circulación de 
 
26
 Ciro Cardoso, op.cit. p.243. 
27
 Luis González, Historia mínima de México. México: Colegio de México, 1981, p.106. 
32 
 
obra impías e inmorales. 2º Deseamos que el gobierno tenga la fuerza necesaria…, aunque 
sujeto a principios y responsabilidades que eviten los abusos. 3º Estamos decididos contra el 
régimen federal, contra el sistema representativo por el orden de elecciones… y contra todo lo 
que se llama elección popular…4º Creemos necesario una nueva división territorial que 
confunda la actual formade Estados y facilite la buena administración. 5º Pensamos que debe 
de haber una fuerza armada en número suficiente para las necesidades del país. 6º No 
queremos más congresos… sólo algunos consejeros planificadores. 7º Perdidos somos sin 
remedio si la Europa no viene pronto en nuestro auxilio”
28
 
Así, parece que los conservadores no confiaban en la capacidad del pueblo mexicano 
para regirse a sí mismo. Creían necesario el cobijo de algún monarca europeo, además de 
conservar y fomentar el modo de vida establecido durante los tres siglos de la dominación 
española. 
Mientras los liberales pugnaban por un debilitamiento de las fuerzas armadas, los 
conservadores deseaban mantener su fuerza en un número considerable para atender las 
“necesidades” del país. La cuestión de la democracia, elecciones y representatividad era tópico 
constante al interior del partido liberal, mientras que el bando conservador negaba cualquiera 
de esas posibilidades. 
Resulta evidente entonces que ambas posturas tenían ideas totalmente opuestas no sólo 
en lo referente al tipo de gobierno que debería instaurarse en la nación, sino también en otro 
tipo de aspectos fundamentales como lo son las libertades de culto y la militarización del país, 
el establecimiento de un congreso, el establecimiento o no de la democracia con la consecuente 
convocatoria a elecciones y la propia educación del pueblo. 
Una vez consumada la independencia y ya con un programa de acción cada vez mejor 
definido, comienza una lucha de palabras en la que cada una de las causas intentaba hacerse 
con más adeptos y convencer a la mayoría de que su proyecto era el necesario para impulsr el 
crecimiento de la nación. 
 
28
 Ibid, p.105. 
33 
 
A lo largo del siglo XIX las diferencias entre uno y otro bando se acentuaron. Cada 
etapa histórica dentro de ese siglo está marcada por el intento de ambos partidos por alcanzar 
el poder y consolidarlo. También con el paso del tiempo y en la medida en que las ideas 
planteadas por liberales y conservadores lograban tener cierto éxito en su aplicación dentro de 
la sociedad mexicana, el ideario de ambas posturas iba agregando puntos de conflicto que 
creían necesarios de resolver. 
Pronto, las tribunas del congreso no fueron espacio suficiente para la discusión, y 
entonces apareció en escena un nuevo campo de discusión y batalla en el cual tenía cabida un 
mayor número de exponentes y en el que las ideas vertidas alcanzaban a más habitantes del 
país: la prensa. 
Es en los años 20 de ese siglo cuando se suscitan los primeros enfrentamientos en los 
periódicos. Entre 1821 y 1829 aparecen 35 publicaciones en la Ciudad de México, de las 
cuales se destacan, tanto por sus contenidos como por sus ataques, El Sol (defensor de la logia 
escocesa) y El Águila Mexicana (de tendencia yorkina). Es tal su enfrentamiento, que en 1827 
se promueve una Ley de Imprenta para regular sus acciones. 
Entre 1830 y 1835 la lucha se vuelve más álgida. Para ese entonces ya no existen las 
logias como tales, sino que cada vez se definen más las posturas de los partidos conservador y 
liberal. Existen 45 publicaciones periódicas, de las cuales 19 son liberales y aparecen durante 
la administración de Valentín Gómez Farías. 
Según Josefina Morales, de 1835 a 1855 se publican 75 periódicos en la capital del 
país. Se trata de los años más importantes de la producción editorial pues surgen algunos de los 
periódicos más emblemáticos. En 1840 aparecen ocho publicaciones, entre las que destaca La 
Ilustración Mexicana; 1841, ocho periódicos, el más sobresaliente, sin duda, El Siglo XIX, que 
se trata también del primer diario de la época. El segundo diario de esos años es El Monitor 
Republicano, surgido en 1844 junto con otras siete publicaciones. 
El tercer diario que aparece es de tendencia conservadora, El Universal, ya 
mencionando anteriormente y que se publica en 1848, año en el que también emergen seis 
publicaciones más. Debido a la trascendencia que estos tres periódicos tuvieron tanto por su 
34 
 
duración como por las ideas que propagaban, Josefina Morales denomina a esta etapa como 
“los años explosivos del periodismo”; además, la misma autora sostiene que el liberalismo 
cuenta con las mejores publicaciones del siglo XIX entre los años 20 y la Reforma. 
Personajes de la historia nacional como Carlos María Bustamante, Lucas Alamán, José 
María Luis Mora y años después Francisco Zarco y Guillermo Prieto, desarrollan gran parte de 
su ideario político en las publicaciones aparecidas las diversas etapas del siglo, intentando 
llegar así a una mayor parte de la población. 
Liberales y conservadores utilizan como tribuna los diarios para exponer su visión de 
estado, el ideal que pretendían alcanzar. Surgen así periódicos emblemáticos para uno y otro 
bando como El Siglo XIX, fundado en 1841 por Ignacio Cumplido y por el cual desfilaron 
notables personajes que enarbolaban la ideología laboral, entre ellos Juan B. Morales, 
Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano e Ignacio Ramírez. 
Cada día, los mexicanos demostraron un interés mayor por los diarios en donde se 
reflejaban las posturas ideológicas de quienes los produjeron. Y no es extraña esta 
situación si consideramos que en esta segunda mitad del siglo XIX, el enfrentamiento 
entre liberales y conservadores radicalizó posturas y encontró en las páginas de los 
periódicos, foros para la discusión.
29
 
Del lado conservador publicaciones como El Diario del Gobierno, El Constitucional y 
El Universal fueron utilizados como órganos de propaganda de las ideas centralistas. Tal y 
como se mencionó en páginas anteriores, El Universal incluso justifica la venta del territorio 
de La Mesilla ocurrido durante la administración de Antonio López de Santa Anna. 
No obstante, es en el bando liberal donde se forja una profunda tradición de lucha 
dentro de la prensa nacional. A pesar de las diferencias surgidas a raíz de la división dentro del 
propio seno del partido, cuando aparecen las facciones moderadas y radicales, los periódicos 
“compartían en mayor o menor grado, principios doctrinales y valores identificados con el 
 
29
 Laura Suárez de la Torre, op.cit, p. 22. 
35 
 
liberalismo, entre ellos el individualismo, el laicismo y el entusiasmo por las nociones de 
progreso y modernidad.”
30
 
Contrario a lo que pudiera pensarse, esa incesante batalla verbal enriquecía las páginas 
de los periódicos nacionales, pues la lucha era, por lo general, de ideas y no de acusaciones 
sin fundamento. Aunque tiempo después, durante la Guerra de Reforma, las palabras no 
fueron suficientes y, como se ha visto en el apartado anterior, tuvo que recurrirse a las armas 
para imponer la forma de gobierno que ambas posturas creían conveniente para la nación. 
Los periódicos se convirtieron en exponentes de las ideologías que iban gestándose en 
México y fueron creciendo a la par. Así, para la década de 1860, ya con una maduración dentro 
de su planteamiento político y con diversos personajes que se habían convertido en 
representantes de esa ideología, el programa de acción del partido liberal se resumía así: 
Práctica de la Constitución liberal de 1857, la pacificación del país, el debilitamiento 
de los profesionales de la violencia y la vigorización de la hacienda pública; en el 
orden social, la inmigración, el parvifundio y las libertades de asociación y trabajo; en 
el orden económico, la hechura de caminos, la atracción de capital extranjero, el 
ejercicio de nuevas siembras y métodos de labranza, el desarrollo de la manufactura y 
la conversión de México en un puente mercantil entre Europa y el remoto 
oriente...programó también las libertades religiosas y de prensa, la transculturación del 
indio, la escuela gratuita, laica, obligatoria y positiva.
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