Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES EL PENSAMIENTO DE ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ ANÁLISIS DE “LOS GRANDES PROBLEMAS NACIONALES” T E S I N A PARA OPTAR POR EL GRADO DE: LICENCIADO EN SOCIOLOGÍA P R E S E N T A: ALEJANDRO MIRANDA NIETO TUTOR: MTRA. VERONICA CAMERO MEDINA 2008 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mi familia. Agradezco particularmente a la Mtra. Verónica Camero por el apoyo, la confianza y la solidaridad. Índice Introducción 1 Esbozo biográfico 3 Su propuesta 6 El desarrollo de su pensamiento 19 La actualidad de Los grandes problemas nacionales 30 Reflexiones finales 37 Fuentes de información 39 EL PENSAMIENTO DE ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ ANÁLISIS DE “LOS GRANDES PROBLEMAS NACIONALES” INTRODUCCIÓN Hace casi cien años se publicó por primera vez Los grandes problemas nacionales 1, escrito por Andrés Molina Enríquez. El libro es un valiosísimo testimonio del período prerrevolucionario, y a lo largo del siglo XX se ha discutido su influencia en la ideología de la Revolución Mexicana, el peso que tuvo en la elaboración del artículo 27 constitucional y la viabilidad de sus propuestas. Diferentes autores han analizado el texto tomando en cuenta la Revolución (que inició un año después de que se publicó el libro) y el desarrollo del Estado posrevolucionario, sin embargo, este ensayo pretende referirse únicamente a las ideas plasmadas en Los grandes problemas nacionales y a las corrientes de pensamiento en las que se basó su autor. 1 Andrés Molina Enríquez, Los grandes problemas nacionales, México, Imprenta de A. Carranza e hijos, 1909. Los grandes problemas nacionales es un estudio de la situación agraria en México en los últimos años del porfiriato. En él, el problema de la propiedad de la tierra es vinculado a la estructura socioeconómica, la evolución social, la raza y la pluralidad étnica. El pensamiento de Andrés Molina Enríquez se apoya principalmente en dos teorías que fueron predominantes en su tiempo: el liberalismo y el positivismo. Si bien, nuestro autor parte de estas teorías para ubicar cuáles son los problemas principales del país, su pensamiento se caracteriza por cierta autonomía respecto a los liberales y positivistas mexicanos de la época. La independencia de pensamiento que muestra en Los grandes problemas nacionales se hace latente en su análisis y en sus propuestas. La solución que Molina Enríquez deriva de su análisis se resume en la división de las haciendas a través de la intervención del Estado, iniciativa que se concretaría mediante la división forzosa de la propiedad cuando haya transmisiones de dominio por herencia y a través de la creación de instituciones de crédito para la adquisición y parcelación de haciendas. Utilizó teorías europeas conservadoras para afirmar el nacionalismo mestizo y formular un modelo para la modernización de México. Adaptó estas teorías al contexto social del porfiriato, matizándolas y transformándolas. Su pensamiento articula los conceptos de raza y propiedad de la tierra para proponer la transformación socioeconómica impulsada por los pequeños y medianos propietarios mestizos que unificarían al país, consolidando la nacionalidad mexicana. ESBOZO BIOGRÁFICO Andrés Molina Enríquez nació en Jilotepec, población ubicada al norte del Estado de México, el 30 de noviembre de 1868. Jilotepec está ubicado en una región montañosa y árida, originalmente habitada por indígenas otomíes. Por esos años hubo cambios políticos importantes en el país: se restauró la república, tras el triunfo de Juárez y los liberales contra Maximiliano y los conservadores. Molina vivió el triunfo del liberalismo y su posterior división. Su familia poseía la hacienda de Doxichó, lo que le permitió vivir una niñez y adolescencia dentro de una familia de clase media. Ingresó como becario al Instituto Científico y Literario de Toluca, que era una institución educativa con una marcada tradición liberal y positivista, y se recibió como abogado en 1901. Un poco antes, en la última década del siglo XIX, se casó con Eloísa Rodea Miranda, mujer nacida en Jilotepec, teniendo con ella dos hijos. Trabajó como escribano público en la notaría de Jilotepec y posteriormente ejerció el cargo de juez de primera instancia en diferentes municipios del Estado de México. Varios autores sugieren que su experiencia como notario lo puso en contacto directo con los problemas agrarios y las disputas legales por la propiedad de la tierra, aunque este punto no está exento de polémica, ya que existen datos que contradicen esta idea. En 1905 ganó el concurso de celebración del centenario del natalicio de Juárez con el ensayo titulado “La Reforma y Juárez, estudio histórico-sociológico”, 1 situación que le hizo obtener cierto reconocimiento entre algunos círculos intelectuales. En el año siguiente ingresó al Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía como profesor de Etnología. Como bien describe Agustín Basave2, Molina Enríquez incursionó en una gran variedad de actividades: “Y es que la sombra de este hombre polifacético dibuja el laberíntico perfil de un antropólogo, historiador, jurista, politólogo y sociólogo que se convierte a un tiempo en padre del agrarismo revolucionario, ideólogo del presidencialismo mexicano y teórico del nacionalismo mestizo. Y a sus credenciales de escritor y a las calificaciones a su legado […] se podrían agregar los oficios de administrador público, educador, juez, periodista y político.”3 Antes de escribir Los grandes problemas nacionales publicó “El evangelio de una nueva reforma” (en 1897), “La cuestión del día” (en 1902) y “Juárez y la Reforma” (en 1906). Adicionalmente escribió una serie de artículos periodísticos, entre los que se encuentran los “Estudios de sociología mexicana”, publicados en varios folletos de un periódico de la época llamado El tiempo. No todos los artículos fueron editados porque Molina Enríquez los 1 Andrés Molina Enríquez, La reforma y Juárez: estudio histórico-sociológico, México, Viuda de F. Días de León, 1906. 2 Andrés Molina Enríquez, Andrés Molina Enríquez: Con la revolución a cuestas, Estudio introductorio y selección de Agustín Basave Benítez, México, FCE, 2001. 3 Ibíd., p. 22. modificó y finalmente dieron origen al texto que en el presente ensayo analizaremos. Es generalmente aceptado que Los grandes problemas nacionales es el libro más importante de Andrés Molina Enríquez, al ser el texto más ambicioso, más profundo y el que mejor refleja las preocupaciones del autor. Siendo publicado justo un año antes del estallido de la Revolución de 1910, su planteamiento no sugiere la insurrección, sin embargo, resulta clara su importancia como antecedente de la Revolución Mexicana.Los grandes problemas nacionales ha tenido un buen reconocimiento en México y en el extranjero, y ha sido acentuada la influencia ideológica que tuvo en la Revolución Mexicana. Cuando el texto fue publicado por primera vez no tuvo una gran aceptación, pero paulatinamente fue creciendo el número de estudiosos que lo consideraron. En la primera mitad del siglo XX, autores como Luis Cabrera y Jesús Silva Herzog analizaron el libro apegándose al discurso ideológico de alguno de los grupos resultantes de la Revolución Mexicana.4 Durante la segunda mitad del siglo XX, numerosos intelectuales se ocuparon de los textos de Molina desde diversas perspectivas, enriqueciendo el análisis del pensamiento de nuestro autor. 4 Luis Cabrera, Discurso del 3 de diciembre de 1912 en la Cámara de Diputados. En este discurso Luis Cabrera planteó que el texto de Andrés Molina Enríquez ayudó a entender mejor las cuestiones económicas mexicanas, principalmente aquellas relacionadas con el problema de la tierra. Citado en Arnaldo Córdova, op. cit., p. 29. También véase Jesús Silva Herzog, El agrarismo mexicano y la reforma agraria, México, FCE, 1980. SU PROPUESTA En Los grandes problemas nacionales subyacen ciertas preguntas básicas sobre la constitución de la población mexicana, la manera en la que los grupos sociales se relacionan con la estructura socioeconómica y la posibilidad de que el país se consolide como una nación homogénea. Molina Enríquez responde a estos cuestionamientos basándose en el liberalismo, el positivismo y las teorías agrarias formuladas por Wistano Luis Orozco en Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos.1 PROPIEDAD DE LA TIERRA Durante el Porfiriato la mayoría de los mexicanos vivían en comunidades rurales. Los habitantes de zonas urbanas tan sólo sumaban el 11% del total.2 La población era básicamente agraria y este periodo se caracterizó por la concentración de la propiedad territorial en pocas manos. “Si se toman las cuatro categorías en que se dividían los propietarios de tierras: hacendados, rancheros, pequeños propietarios y pueblos, para 1910 la propiedad de la tierra resultaba distribuida de la siguiente manera: el 97% de la tierra censada pertenecía a los hacendados y a los rancheros; el total de haciendas era 5 932 y el de 1 Wistano Luis Orozco, Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, México, Imprenta del periódico “El tiempo”, 1895. 2 Daniela Marino, “El problema de la tierra y la propiedad comunal indígena en Andrés Molina Enríquez. Antes y después de la revolución”, en Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM, México, núm. 51, julio- diciembre 2001, p. 206. ranchos 32 557. Los pequeños propietarios poseían sólo el 2% de las tierras censadas, mientras que el 1% restante se repartía entre los pueblos y las comunidades. El 96% de la población rural lo constituían los peones; había dos millones de aparceros y un millón de acapillados. Había en el país 70 mil comunidades rurales, de las cuales 50 mil se hallaban en terrenos pertenecientes a las haciendas. El 40% del área total del país estaba repartida en media docena de latifundios.”3 Resulta consecuente que Molina considerara la propiedad de la tierra como uno de los problemas nacionales más importantes. Es destacable la preocupación que tiene por el problema agrario, y sobre todo su vinculación con las ideas evolucionistas de la época, los grupos étnicos y las formas de propiedad de la tierra. Molina Enríquez afirma que la historia de la humanidad es un proceso evolutivo determinado por la manera en la que el hombre se relaciona con la naturaleza. Basándose en las teorías biológicas de Ernst Haeckel4, postula que todos los seres humanos requieren de oxígeno y carbono para sobrevivir. Habiendo oxígeno en abundancia, y siendo únicamente necesario respirar para obtenerlo, el problema surge de la dificultad para adquirir el carbono. Según esta teoría, el carbono se obtiene gracias a la ingesta de cereales. La forma en la que los seres humanos extraen el carbono indispensable para vivir y asegurar 3 Arnaldo Córdova, Op. cit., p. 16. 4 Ernst Haeckel fue un destacado biólogo, naturalista, físico, filósofo y artista que introdujo el trabajo de Darwin en Alemania. Muchos de sus escritos fueron utilizados para justificar el racismo y el darwinismo social. Los nazis retomaron una de sus frases que decía “la política es biología aplicada”. Véase Wilhelm Bolsche, Haeckel, His life and work, Londres, Unwin, 1906. la supervivencia de la comunidad daría pauta a la constante evolución de la humanidad. Por esta razón, la agricultura define el grado de desarrollo y el progreso de las sociedades. “La ganadería en los pueblos pastores […] hizo la alimentación regular; pero los elementos de alimentación que dio, no proporcionaban el carbono en el estado de división necesaria para hacer fácil, viva y general en el organismo la combustión. Los frutos de producción espontánea que alimentaron de preferencia a muchos de los pueblos primitivos en las regiones calientes en que aparecieron, no daban tampoco en condiciones satisfactorias de regularidad, de riqueza y de división, el carbono necesario para la vida, y por ello dichos grupos no se desarrollaron en esas regiones. Hasta que el hombre no encontró los cereales, no afirmó su existencia y no aseguró la de su especie. Los cereales, en efecto, por el almidón que contienen, dan al organismo carbono en cantidad suficiente y en un estado conveniente de división, para mantener en condiciones favorables la combustión vital. La agricultura vino a hacer regular y sistemático el aprovisionamiento de ese carbono. Tal es la razón de la singular concomitancia que ha enlazado la aparición de la agricultura en todos los pueblos, al principio de la multiplicación y de desarrollo de éstos, y tal es la razón de la relación singular que se advierte entre el estado de desarrollo de un pueblo y la naturaleza de su ocupación del territorio en que vive, relación tan precisa, que puede servir para medir el desarrollo evolutivo de ese pueblo”.5 El desarrollo de las civilizaciones estaría estrechamente ligado a la producción de cereales: “Todos los pueblos de la tierra que han logrado multiplicar rápidamente sus unidades, extender dilatadamente el círculo de su acción y desarrollar ampliamente sus facultades, cualquiera que haya sido la época de la humanidad en que han vivido, han ocupado zonas ricas en la producción de alguno de los cereales, y han debido a esa producción su engrandecimiento”.6 Molina Enríquez estudió la producción de cereales para revelar la evolución de la sociedad mexicana. Dicha producción está primordialmente concentrada en la “zona fundamental de los cereales”, región socioeconómica ubicada en la parte central de México de la cual depende alimentariamente el resto del país. La “zona fundamental de los cereales” es definida como la mayor productora de maíz, trigo y frijol, además de contar con una población más numerosa que la de cualquier otra región. Al ser la agricultura el elemento más importante para la supervivencia de las sociedades, asevera que la historia de México se ha desarrollado en torno a la lucha por el control de la “zona fundamental de los cereales”. 5 Andrés Molina Enríquez, Los grandes problemas nacionales, Prólogo de Arnaldo Córdova, México, Ediciones Era, 1978, p. 74-76. 6 Ibíd., p.76. “Toda nuestra historia, desde los tiempos prehistóricos hasta nuestros días, ha sido la lucha por el dominio de la zona de referencia. El poder que ha tenido la fortuna de ejercer su dominio en la zona delos cereales ha sido permanente; el que esa fortuna no ha logrado ha sido transitorio. Ella tendrá que ser siempre en nuestro país el objetivo principal de toda operación militar trascendente; lejos de ella, un ejército de cierta magnitud se morirá de hambre.”7 El gran problema nacional es la propiedad de la tierra, ya que existe un estrecho vínculo entre la apropiación del territorio y el grado de desarrollo que las sociedades alcanzan: “Como consecuencia de la relación que existe entre la vida humana individual y colectiva, y el suelo en que ellas se desarrollan, llegamos a la conclusión de que la primera condición necesaria para que esa vida sea posible, es que se desarrolle en una superficie determinada de ocupación. Una patria, un pueblo, una sociedad, un estado, formas todas de la vida humana colectiva, necesitan, ante todo, el dominio del territorio que ocupen. La relación entre la vida de una comunidad humana y la ocupación de un territorio determinado es tan estrecha que aquélla no puede existir como tal, sin ésta última.”8 OCUPACIÓN DEL TERRITORIO 7 Ibíd., p. 78. 8 Ibíd., p. 373. En Los grandes problemas nacionales se analizan diferentes formas de ocupación del territorio. Apoyándose en el positivismo y el darwinismo social, Molina desarrolló un esquema evolutivo de las diferentes formas de propiedad de la tierra que daría cuenta del nivel en el que se encontrarían los diferentes grupos sociales. Bajo esta clasificación existen cinco periodos de dominio territorial: 1) falta absoluta de toda noción de derecho territorial, 2) noción de la ocupación, pero no de la posesión, 3) noción de la posesión, pero no de la propiedad, 4) noción de la propiedad, y 5) derechos de propiedad territorial desligados de la posesión territorial misma. A cada uno de estos periodos le corresponden dos estados de desarrollo, completando así un cuadro que busca explicar la evolución de los grupos sociales a través de la historia.9 La evolución dependería de la forma en que la sociedad se apropia del territorio, siendo siempre una transformación lineal. Bajo esta perspectiva, la conquista española ocasionó que dos civilizaciones con grados muy distintos de desarrollo convivieran en un mismo espacio, diversificando los estados evolutivos de los grupos sociales. A pesar de su determinismo, esta teoría asume que la composición de la población es heterogénea y que dentro de los tres grandes grupos étnicos de México (criollos, mestizos e indígenas) había diferencias importantes. Los indígenas estarían ubicados en los tres primeros niveles, caracterizándose por la posesión comunal. A los mestizos los ubica en el tercer y cuarto nivel, y a los criollos únicamente en el cuarto. El quinto nivel no se había alcanzado en 9 Véase anexo 1. nuestro territorio, y su propuesta estaba encaminada a promover la pequeña propiedad. En estas ideas hay dos puntos que me parece necesario destacar. Por una parte existe una relación estrecha entre dominio territorial y las condiciones de desarrollo que los grupos sociales alcanzan. Es por esto que la modernización socioeconómica depende de la transformación de los sistemas de propiedad y, como lo veremos más adelante, de la división de las haciendas y el fomento de la pequeña propiedad. El segundo elemento, que a mi parecer refleja la originalidad de Molina Enríquez, es la reflexión sobre la diversidad de los grupos étnicos. No sólo plantea las distintas formas en que los mestizos, indígenas y criollos poseían la tierra, sino que también observa las diferencias al interior de estos grupos étnicos. Desde esta perspectiva, hablar de indígenas, criollos o mestizos, implicaba pensar en toda una diversidad de comunidades con diferentes costumbres, cultura y formas de poseer el territorio. LA RAZA Molina Enríquez dividió a la sociedad mexicana en tres grandes grupos: mestizos, criollos e indígenas. Cada uno tenía diferentes atributos, de tal suerte que los mestizos eran vinculados con lo nacional, lo auténticamente mexicano, el progreso, la clase media, la pequeña y mediana propiedad, la modernidad. Los criollos eran identificados con la ineficiencia en la explotación de la tierra, el conservadurismo, la herencia colonial, el autoritarismo y el latifundismo. Finalmente, los indígenas eran relacionados con la propiedad comunal, el servilismo y la ignorancia. Los grupos étnicos están diferenciados unos de otros primordialmente por su relación con la estructura económica; específicamente, con las diferentes formas de propiedad de la tierra. Así, el concepto de raza en Molina Enríquez no se refiere únicamente a la apariencia física (a pesar de estar presente en los diferentes grupos), sino a la manera de producir y apropiarse del territorio. No existe una definición clara del concepto de raza en la obra de Molina. De sus textos se puede inferir que las razas (entendidas como grupos étnicos) están formadas por conjuntos de hombres que tienen cierta uniformidad de organización y de aspecto físico por haber vivido en condiciones similares por un periodo considerable de tiempo. “De modo que una raza no es, en suma, más que un conjunto de hombres que por haber vivido largo tiempo en condiciones iguales de medio, han llegado a adquirir cierta uniformidad de organización, señalada por cierta uniformidad de tipo.”10 La idea de raza en Molina Enríquez también está vinculada a los intereses de clase. El antagonismo entre criollos, mestizos e indígenas surge esencialmente de la oposición de los intereses de clase. Aunque parecería que el concepto de raza en Molina Enríquez sería equiparable a la noción de clase social creada por el pensamiento social clásico, existen diferencias importantes: Molina refutaba 10 Andrés Molina Enríquez, Op. cit., p. 36. la visión marxista, y en específico, rechazaba que el conflicto de intereses de clase fuera el motor de la historia. Para él, los conflictos entre los distintos grupos étnicos surgen de las diferencias en la evolución de cada grupo, y estas disimilitudes se reflejan en los sistemas de tenencia de la tierra. Los grupos étnicos se distinguen entre sí por la relación que tienen con la estructura socioeconómica; pero esta diferencia no surge de un determinado modo de producción, sino de las formas de propiedad de la tierra. Según Molina Enríquez, la selección natural llevaría a los mestizos a superar su condición de inferioridad, gracias a su notable adaptación al medio local. La clase mestiza alcanzaría la uniformidad de tipo (entendida como la homogeneidad en la apariencia y constitución física) y la homogeneidad de intereses para construir la verdadera nacionalidad mexicana. La nacionalidad no podría estar fundada en otros grupos sociales ya que sólo los mestizos tenían uniformidad de intereses, uniformidad de tipo y uniformidad en el papel que jugaban en la estructura socioeconómica. Los criollos estaban culturalmente vinculados a los europeos, siendo imposible que contribuyeran a formar una nación homogénea. Por otra parte, los indios siempre estarían vinculados a sus pueblos y no a una nación. Para él, la diversidad cultural de la población no permitiría la cohesión social necesaria para construir una auténtica nación mexicana. Éste punto me parece muy importante: es cierto que Molina ve en la diversidad cultural un obstáculo para la construcción de la nacionalidad, pero no deja de ser interesante que efectivamente reconozca ésta diversidad. Lejos de ver a los indígenas como un grupo atrasado y homogéneo, nuestro autor reconoce la diversidad cultural del país y da cuenta de los diferentes grados de evolución que cada grupo tiene.EL PROBLEMA DE LA HACIENDA En Los grandes problemas nacionales se afirma que las haciendas impedían el progreso material del país y su consolidación como nación ya que eran absolutamente ineficientes y representaban un perjuicio para el país. Las grandes propiedades individuales estaban poseídas exclusivamente por criollos que no aprovechaban el potencial económico de sus tierras, ya que grandes extensiones territoriales permanecían sin cultivar. Esto limitaba a los verdaderos agricultores (los mestizos, y en menor medida, los indígenas) porque los terratenientes acaparaban los territorios cultivables, monopolizaban el uso de las aguas e impedían que mestizos e indígenas acrecentaran su producción, forzándolos a trabajar para los hacendados. Además, los latifundistas obligaban a los trabajadores a permanecer en una misma hacienda a través de deudas hereditarias y anticipos del jornal, imposibilitando la movilidad de mano de obra. Molina, citando a Wistano Luis Orozco, afirma que es absolutamente desproporcionada la relación entre pequeñas y grandes propiedades. Las pequeñas propiedades comprendían unas cuantas hectáreas, mientras que las haciendas llegaban a tener 754 912 hectáreas. 11 El “feudalismo rural” es 11 Andrés Molina Enríquez, Op. cit., p.157. atribuido a la vanidad y al orgullo criollo que, lejos de impulsar la eficiente producción de cereales, impedía el desarrollo agrícola del país. También relaciona la ineficacia de las haciendas con el maltrato a los trabajadores y las condiciones deplorables en las que se ejerce el poder casi absoluto del hacendado. A esto se debe agregar que las haciendas regularmente no pagaban los impuestos que correspondían al tamaño de la propiedad, siendo generalizado el fraude fiscal entre las haciendas. “En nuestro país, el ser hacendado significa tener un título de alta posición, de solvencia y de consideración social, aseguradas y permanentes; pero no significa ser dueño de una negociación productiva. Las haciendas, sin ciertas condiciones de que después hablaremos, no son negocio.”12 Molina, convencido de que el Estado debía dirigir la administración de la propiedad territorial, propuso la reestructuración de los sistemas de tenencia de la tierra mediante dos acciones: imponer la división forzosa de la propiedad cuando hubiera transmisiones de dominio por herencia y crear instituciones de crédito que adquirieran haciendas para ser vendidas con facilidades de pago a los mestizos. La propuesta está encaminada a reducir significativamente el tamaño de las grandes propiedades para fomentar la pequeña y mediana propiedad. Como veremos más adelante, esta propuesta está estrechamente vinculada al pensamiento liberal en sus fines, pero se inclina por un gobierno dictatorial en sus métodos. 12 Ibíd., p.163. INDÍGENAS Y PROPIEDAD COMUNAL La propuesta de Molina Enríquez planteaba una política estatal que no acabara con las formas de propiedad menos evolucionadas, sino que impulsara su transformación paulatina hacia formas más avanzadas de propiedad territorial. Él concebía las diferentes formas de propiedad como un elemento característico de cada grupo étnico, por lo tanto, no creía conveniente acabar de tajo con la propiedad comunal. Razonaba que en definitiva, el mestizaje lograría la homogeneidad en los sistemas de tenencia de la tierra. Al igual que muchos pensadores de su época, Molina sugería que la pequeña y mediana propiedad era el modelo ideal para el desarrollo del país. Sin embargo, concebía a la propiedad comunal como una forma transitoria que desaparecería cuando los diferentes grupos indígenas llegaran a las condiciones evolutivas para ser propietarios individuales. La propiedad comunal no era censurada por ser ineficiente, sino comparada con otras formas de propiedad que coincidían con el proyecto modernizador que él proponía. “En realidad, los indígenas no habían podido llegar a los grados de desarrollo del periodo de la propiedad. Los pueblos indígenas más avanzados, comenzaban a tocar el primero de esos grados. El concepto de la propiedad, independiente de la posesión, sólo puede llegar a ser preciso, desde que existe la titulación escrita. Las tribus de la zona fundamental de los cereales, estaban poco más o menos en el periodo de la posesión: las tribus del resto de la mesa del sur y de las vertientes exteriores de las cordilleras, estaban poco más o menos en el periodo de la ocupación; y las del norte, estaban, de modo general, en el periodo de la falta de toda noción de derecho territorial”.13 13 Ibíd., pp. 92 – 93. EL DESARROLLO DE SU PENSAMIENTO Los grandes problemas nacionales no muestra claramente sus fuentes, y tan sólo menciona ocasionalmente algunos autores u obras en las que se apoyó. Sin embargo, es posible identificar la influencia que recibió de la tradición liberal mexicana, particularmente de Mariano Otero y José María Luis Mora. Su perspectiva positivista tuvo sustento principalmente en Herbert Spencer, Ernst Harckel y Charles Darwin. En el análisis del problema agrario se apoyó principalmente en Wistano Luis Orozco. LIBERALISMO A pesar de que el liberalismo mexicano estuvo constituido por diferentes grupos, entre ellos existían ciertos principios básicos que describen la esencia de este movimiento: libertad, educación, progreso y soberanía de la voluntad general. Charles A. Hale hace una interesante descripción en el libro El liberalismo mexicano 1: “El liberalismo del siglo XIX fue un conjunto de ideas políticas que vieron su formulación clásica como ideología en los años 1820- 1840 y su cumplimiento, en la Constitución de 1857 y en las leyes de Reforma. Con la victoria en 1857 de Benito Juárez sobre el 1 Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora: 1821-1853, México, Siglo XXI, 1972. emperador Maximiliano y el partido Conservador, el liberalismo acabó por imponerse. A partir de entonces se le identificó irrevocablemente con la nación misma, una nación que, en palabras de Juárez, había logrado su independencia por segunda vez.”2 El liberalismo clásico afirma que los individuos deben ser libres, esto es, que las instituciones y los gobiernos no limiten su libertad, garantizando su igualdad por medio de un conjunto de leyes. La separación de poderes, el federalismo y las instituciones representativas garantizarían la libertad de los individuos, siendo reguladas por una Constitución. El constitucionalismo era uno de los objetivos más importantes del liberalismo. En el caso mexicano, para tener igualdad ante la ley era necesario sustituir las instituciones que dejó la colonia (iglesia, ejército y gremios) para modernizar al país e implantar la legalidad. De esta manera se impulsó la laicidad del Estado, se atacó la ingerencia de la iglesia en la educación y se promovió la pequeña y mediana propiedad. Si bien, por un lado se buscó acabar con la propiedad monopolista de la iglesia, el liberalismo mexicano relacionaba la propiedad comunal con el atraso. Se proponía a la pequeña y mediana propiedad, tomando como modelo la experiencia norteamericana. 2 Ibíd., p.15. EL LIBERALISMO Y LA DIVISÓN DE LAS HACIENDAS La idea de dividir la propiedad latifundista no era nueva puesto que el liberalismo mexicano de mediados del siglo XIX ya había planteado la necesidad de fraccionar las grandes propiedades. Los liberales defendían la democracia política, soportada por cierta igualdad social. Esta igualdad era relacionada con la propiedad de latierra. “Todo lo que sea aumentar el número de los propietarios particulares, que solos forman la población de la mayor parte de las ciudades y los lugares de la república, será dar fuerza a esas poblaciones, y extender por todas partes la vida y la ilustración: independientes estas clases de todos lo yugos que imponen la necesidad y el error, y dueñas de los recursos materiales y morales que dan la influencia, ellas vendrán a ser el verdadero principio constitutivo de la república […]”3 Según los liberales, los pequeños propietarios serían los actores principales en la construcción de un país próspero. Dueños de sus recursos impulsarían el desarrollo de una república libre. “La clase media que constituía el verdadero carácter de la población […] debía naturalmente venir a ser el principal elemento de la sociedad […]”.4 3 Mariano Otero, Obras, Vol. I, México, Porrúa, 1967, pp. 57-58. 4 Ibíd., p. 35. Los conceptos de clase media, pequeños propietarios y mestizos están estrechamente ligados en el pensamiento de Molina. Su propuesta de transformación socioeconómica es claramente liberal ya que afirma que la sociedad mexicana debía estar cimentada en un amplio grupo de pequeños propietarios. “Si todo el terreno útil que abarca la zona de los cereales se pusiera en cultivo, en un cultivo igual al de la propiedad ranchería, al de la pequeña propiedad individual, siquiera al de la propiedad comunal indígena, la producción y con ella la población, ascenderían hasta alcanzar proporciones colosales.”5 A partir de 1867, el liberalismo mexicano sufrió una serie de transformaciones. Ya no era precisamente ese conjunto de ideas políticas que se enfrentaron a los conservadores y a las instituciones relacionadas con la colonia. Después de la Reforma, el liberalismo mexicano sirvió más como elemento de cohesión que como elemento de lucha.6 Fue justamente en esta época cuando el positivismo comenzó a tomar fuerza en México, principalmente en el campo de la educación y la justificación del régimen político. El liberalismo que vivió Andrés Molina Enríquez ya no era el mismo liberalismo de la Reforma: era un conjunto de ideas políticas que siguieron su propia transformación, y que además tuvieron que compartir espacios con el positivismo, principalmente con la teoría de Herbert Spencer. 5 Andrés Molina Enríquez, Op. cit., p. 101. 6 David Brading, Mito y profecía en la historia de México, México, FCE, 2004, p. 93. POSITIVISMO SPENCERIANO En su prólogo, Arnaldo Córdova hace una excelente descripción de la filiación spenceriana de Molina Enríquez: “Como todos los mexicanos que lograban formarse intelectualmente hasta alcanzar el nivel de la enseñanza media en las escuelas laicas, Molina Enríquez se hizo positivista desde que era estudiante preparatoriano. Y en ese tiempo el autor positivista de moda en México era Spencer. Molina se hizo spenceriano. Pero sucedió con Molina lo que ocurrió con todos los spencerianos mexicanos de la época: abrazaron con entusiasmo los postulados filosóficos de Spencer, pero rechazaron decididamente sus concepciones políticas, liberal radicales, que hicieron del sociólogo británico el partidario más ardiente del laissez faire. En esto Molina no se diferencia de los positivistas porfirianos de su tiempo. Como ellos fue sostenedor del gobierno fuerte y encontró siempre que éste era la verdadera solución a los problemas nacionales, claro está, como veremos, partiendo de premisas y llegando a conclusiones muy diferentes de las que habían sido típicas de los ideólogos porfiristas.”7 La influencia que recibió Molina de Herbert Spencer se hace latente en su preocupación por la cohesión social y también en la comparación de los grupos 7 Arnaldo Córdova, Op. cit., p. 26. étnicos y su clasificación en diferentes grados evolutivos. Detrás de estas ideas están los conceptos de supervivencia de los mejor adaptados y de la transformación de los grupos sociales mediante la evolución. “Pero no sólo importa la conservación de los mismos sentimientos (se refiere a la cohesión social), para mantener el estado de agregación natural de todas las unidades sociales patrias en su mutua dependencia, sino que hay que desarrollar la fuerza integral que ellos producen, para determinar una agregación más estrecha, una integración más completa y firme de todas esas unidades, con el fin de derivar de la mayor integración así producida, una más perfecta diferenciación y un paso más activo de lo homogéneo a lo heterogéneo, en que consisten, según la fórmula de Spencer, la evolución y el progreso. Es decir, no sólo se necesita conservar las fuerzas de cohesión social para mantener el agregado patria en su natural estado, sino que hay también que desarrollar esas fuerzas para que el agregado se organice y se desenvuelva en una evolución progresiva. Esta evolución, pues, requiere la formación de una organización más o menos integral.”8 LA INFLUENCIA DE LA NOTARÍA 8 Andrés Molina Enríquez, Op. cit., p. 284. Varios autores sostienen que la experiencia que Molina Enríquez tuvo como escribano en diferentes notarías del Estado de México lo puso en contacto con la injusta concentración de la propiedad de la tierra en unas cuantas manos. Renato Molina desarrolla esta idea: “En el diario ejercicio profesional, advirtió cómo se operaba un alarmante proceso de concentración de la tierra; crecían las haciendas en poder de españoles y criollos, mediante el sistemático despojo de ranchos y ejidos poseídos por mestizos e indios, que carecían de titulación escrita para poder salvar sus propiedades. Estas prácticas, toleradas por el porfirismo, aumentaban en vez de disminuir y los campesinos no podían defenderse, atemorizados por los jefes políticos, bajo la amenaza de la deportación y el "contingente" (que sustituían a las "levas" santanistas para reclutar al ejército). Nadie parecía percatarse de que se perfilaba un pavoroso problema de extinción paulatina de los ejidos de los pueblos indígenas, ranchos y pequeñas propiedades, con el consiguiente estancamiento y miseria de la población agrícola, condenada a morirse de hambre o a ser esclavizada por los hacendados. La notaría proporcionaba el observatorio ideal, para seguir el curso de fenómenos que lenta pero inexorablemente minaban la estructura social del país.”9 9 Renato Molina E., "Conciencia de México: Andrés Molina Enríquez", Boletín Bibliográfico, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, n. 41, lunes 15 de agosto de 1955, p. 1, citado en Hildebrando Jaimes Acuña, Un escribano sensible, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Vol. 29. edición electrónica consultada en http://www.iih.unam.mx/moderna/ el 29 de octubre de 2007. Agustín Basave señala esta misma cuestión: “Con 8 255 habitantes en 1867, en su mayoría campesinos indígenas, Jilotepec y sus alrededores fueron durante el Porfiriato un lugar idóneo para palpar las injusticias cometidas por los terratenientes criollos. Y si bien los mismísimos Enríquez se hallaban del otro lado del mostrador gracias a su hacienda de Doxichó, la tradición liberal-progresista del resto de sus antepasados, entre los que se encontraban un gobernador juarista, un guerrillero republicano y, más cercanamente, un director del Instituto de Toluca, hacían a Andrés Eligio inmune a la mentalidad latifundista. Su infancia y adolescencia, además, transcurrieron en el seno de una familia de clase media, que pese a provenir de estirpe ilustre se vio en la necesidad de obtener una beca para queél pudiese estudiar.”10 Un poco más adelante, Basave escribe: “Tanto su judicatura como su escribanía, vale añadir, la cual ejerció además de en Jilotepec (1891), en Toluca (1893), Sultepec (1894), Tenancingo (1898), Otumba y Tenango (1899), contribuyeron 10 Andrés Molina Enríquez, Andrés Molina Enríquez: Con la revolución a cuestas, Estudio introductorio y selección de Agustín Basave Benítez, México, FCE, 2001, p. 12. seguramente a consolidar su aversión por las desigualdades étnico- sociales.”11 Y en ese mismo escrito es reforzada esta idea: “Porque, efectivamente, la pluma de Andrés Molina Enríquez se mueve entre los influjos encontrados de su logos y su ethos, delineando la ondulante caligrafía intelectual de un hombre atrapado entre las líneas rectas del darwinismo social y los trazos cíclicos de su predisposición afectiva por el indio. Como intelectual formado en la educación positivista de los institutos científicos y literarios de nuestro siglo XIX, Molina Enríquez profesa fervientemente el evolucionismo y su principio de la selección natural. Como testigo del racismo y la marginación, se subleva contra la injusticia; no sé si infancia sea destino, pero si la niñez, la adolescencia, la juventud y la madurez se viven frente al drama de la miseria indígena, se requiere de un temperamento muchísimo menos sensible que el de Molina Enríquez para evadir la compasión”12 Es generalmente aceptado que el periodo en que Molina trabajó como notario fue determinante en la conformación de su pensamiento y que de ahí se derivó su concientización respecto a la injusta concentración de la propiedad de la tierra. ¿Qué tan cierto es que Molina Enríquez fue testigo del despojo de los pequeños propietarios, propiciado por la avaricia latifundista? Hidelbrando 11 Ibíd., p. 13. 12 Ibíd., p. 24. Jaimes Acuña cuestiona la idea del notario que se sensibiliza con la injusticia social en un artículo relativamente reciente. 13 En éste, concluye que, ateniéndose a las fuentes primarias, la experiencia notarial en Jilotepec no tuvo que ver en la conformación de una conciencia social respecto a la injusticia del crecimiento de las haciendas a costa del pillaje. Hidelbrando Jaimes analiza las escrituras protocolizadas en la notaría de Jilotepec entre el 31 de agosto de 1891 y el 11 de mayo de 1893, período en el que Molina Enríquez trabajó como notario en esta localidad. Las operaciones protocolizadas en las notarías de la época comprendían hipotecas, testamentos, venta de ranchos, venta de haciendas (la venta de ranchos y haciendas hace más complejo el escenario), casas, terrenos, entre otros. 42% de las operaciones (137 en números absolutos) que tuvieron lugar cuando Molina fue notario en Jilotepec fueron venta de tierras. Aparentemente la venta de tierras corrobora la idea de que “la notaría proporcionaba el observatorio ideal, para seguir el curso de fenómenos que lenta pero inexorablemente minaban la estructura social del país.”14 En todas las operaciones que tuvieron lugar en la notaría, los vendedores poseían títulos de propiedad, o cuando menos, podemos asegurar que a los propietarios se les reconocía legalmente. Las tierras vendidas estaban divididas en régimen de pequeña propiedad y propiedad comunal. Según los datos que 13 Hildebrando Jaimes Acuña, Un escribano sensible, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Vol. 29. edición electrónica consultada en http://www.iih.unam.mx/moderna/ el 29 de octubre de 2007. 14 Renato Molina E., "Conciencia de México: Andrés Molina Enríquez", Boletín Bibliográfico, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, n. 41, lunes 15 de agosto de 1955, p. 1, citado en Hildebrando Jaimes Acuña, Un escribano sensible, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Vol. 29. edición electrónica consultada en http://www.iih.unam.mx/moderna/ el 29 de octubre de 2007. ofrece Hidelbrando Jaimes, 20 de las 137 operaciones pertenecían al régimen de propiedad comunal, y el resto eran pequeñas propiedades. Jaimes razona que la mayoría de las operaciones de compra-venta en el período y lugar en cuestión tenían la forma de pequeña propiedad. Agrega además que las ventas no se concentraron en una misma área del distrito, sino que fueron dispersas y realizadas por compradores distintos, lo que nos lleva a pensar que su labor como notario no contribuyó a “consolidar su aversión por las desigualdades étnico-sociales.”15 Este argumento no descarta que en el período del porfiriato México vivía un proceso de concentración de la propiedad de la tierra injusto, desigual y con repercusiones brutales en la población. Lo que postula este análisis, y coincido con él, es que resulta poco probable que la experiencia que Molina Enríquez tuvo en la judicatura le haya permitido atestiguar el proceso de concentración de la propiedad. Parece convincente que sus opiniones sean producto de la influencia del liberalismo, las polémicas de la época en torno a las haciendas y quizá observaciones que no se dieron precisamente en la notaría. 15 Andrés Molina Enríquez, Andrés Molina Enríquez: Con la revolución a cuestas, Estudio introductorio y selección de Agustín Basave Benítez, México, FCE, 2001, p. 13. LA ACTUALIDAD DE LOS GRANDES PROBLEMAS NACIONALES El que la experiencia notarial no haya sido determinante en el desarrollo de su pensamiento no minimiza su profunda preocupación por la consolidación de la nación mexicana. Este impulso nacionalista lo llevó a proponer la reforma de los sistemas de propiedad de la tierra y promover el mestizaje. Arnaldo Córdova le da una particular importancia a la dimensión política del texto y enfatiza sus tesis políticas: “Lo que hace de éste (Los grandes problemas nacionales) un documento imperecedero, e inclusive, una prueba de la historia nacional, son las poderosas tesis políticas que lo informan, la verdadera plataforma de principios con la cual la Revolución dio la batalla ideológica al antiguo régimen y construyó el nuevo orden político.”1 Un poco más adelante, Arnaldo Córdova escribe: “Más que sus ‘teorías agrarias’, que en lo fundamental había tomado de Orozco, como hemos podido ver, y a las que embrocó arbitrariamente sus esquemas positivistas, excéntricos y dogmáticos, lo que Molina construyó de verdaderamente original, fue una teoría 1 Arnaldo Córdova, Op. cit., p.26. del poder político, fundado, esto sí, en un reconocimiento sumamente inteligente de la importancia que el problema de la tierra había llegado a cobrar.”2 Efectivamente, el poder político es una parte esencial del pensamiento de Molina Enríquez, pero no considero que en sus “poderosas tesis políticas” esté su mayor aportación. La vigencia de Los grandes problemas nacionales, desde mi particular punto de vista, reside en que el libro es un excelente antecedente de la Revolución mexicana, en que propone (aunque sea de manera transitoria) la convivencia de diferentes sistemas de propiedad, planteando la conservación de la propiedad comunal, y sobre todo, en el reconocimiento de la pluralidad y complejidad de la sociedad mexicana. El análisis de la diversidad de la población lo hizo siempre pensando en la consolidación de la nación mexicana. El leer a Molina Enríquez nos lleva a cuestionarnos qué tan consolidada está nuestra nacionalidad, qué tan diversa es nuestra población y qué ha pasado con los grupos étnicos de los que él hablaba. A partir de la conquista española, la diversidad étnica de las comunidades que originalmente habitaban el territorio mexicanofue reducida a una sola categoría: indio. Por siglos se ignoró la diversidad étnica del país y se consideró a los indígenas como un grupo social uniforme, pero hoy no es posible pensar a los pueblos indígenas como un actor social homogéneo. Eso implicaría ignorar las profundas diferencias que existen entre los grupos étnicos. 2 Ibíd., p. 52. ESTADO FUERTE El reconocimiento de la pluralidad de la población llevó a Molina a inclinarse abiertamente por el autoritarismo, situación que no lo vuelve ni muy actual, ni muy popular en una época en la que todo el mundo habla de democracia y derechos humanos. Al concebir la heterogeneidad de la población como un impedimento para la construcción de la nacionalidad, Molina opinaba que era necesario un Estado fuerte que interviniera en los diferentes aspectos de la vida social. Un gobierno autoritario contradecía los postulados básicos del liberalismo económico, sin embargo, esta clase de gobierno podría contrarrestar la inestabilidad del país. Además, la amenaza de una invasión norteamericana le hacía pensar en la necesidad de un Estado que controlara la mayor parte de las instituciones. “Después de lo que hemos dicho en todo el curso de esta obra, parece ocioso decir que la forma de nuestro Gobierno tiene que ser, todavía por muchos años, la dictatorial, tal cual la han establecido nuestros estadistas. Desde el momento en que nuestra población está compuesta, dentro de los grandes elementos en que la hemos dividido y a los que agregamos el elemento extranjero, de unidades, tribus, pueblos y grupos, que, como hemos dicho en otra parte, presentan todos los estados evolutivos que la humanidad ha presentado en su desarrollo en el curso de todas las edades en que ha vivido, es imposible que todos ellos sean regidos por una sola ley y que sean gobernados por un magistrado civil, simple dispensador de justicia.”3 Molina defendía el respeto a la Constitución, pero insistía en la necesidad de un Estado que controle las discrepancias entre los grupos sociales, producto de las diferencias en su evolución. LOS GRANDES PROBLEMAS Al leer Los grandes problemas nacionales es inevitable preguntarse qué está pasando con las cuestiones que él señaló, en específico tres de ellas: las diferentes formas de propiedad de la tierra, la producción de cereales como punto estratégico del desarrollo nacional y la diversidad étnico- cultural de la población. Es necesario reflexionar sobre la actual composición de lo sistemas de propiedad, sobre todo después de las reformas constitucionales de 1992.4 Las enmiendas al artículo 27 constitucional repercutieron en el sistema agrario ampliando el régimen de propiedad privada y desapareciendo la propiedad social del sistema de tenencia de la tierra. La propiedad ejidal se convirtió en una forma de propiedad privada, clasificada como dominio moderado.5 3 Andrés Molina Enríquez, Op. cit., p. 348. 4 En 1992 se reformó en México el marco jurídico relacionado a la apropiación, uso y aprovechamiento de los recursos naturales (tierras, aguas, bosques, selvas y minerales), que se materializó en la modificación del artículo 27 constitucional. Véase Juan Carlos Pérez Castañeda, El nuevo sistema de propiedad agraria en México, México, Ed. Textos y contextos, 2002. 5 Ibíd., pp. 302 -309. La producción de cereales se ha transformado enormemente en los últimos cien años y sería difícil explicar la complejidad de ésta utilizando los planteamientos de Molina Enríquez. El tema sigue sobre la mesa. Uno de los debates más actuales es la producción de biocombustibles usando cereales como el maíz, la soya y el arroz. Se espera que la producción de biocombustibles sustituya una parte de los combustibles fósiles utilizados tradicionalmente, como el carbón y el petróleo, ya que en promedio contaminan menos por emisión de gases invernadero. Uno de los inconvenientes inmediatos es que el incremento en la producción mundial de cereales tendría un impacto ambiental muy severo, además de no eliminar la contaminación por emisión de gases. Otro punto del debate es si se deben producir cereales para la alimentación o para la producción de combustible. Existen millones de personas en el mundo que sufren de desnutrición, y el uso generalizado de biocombustibles incrementaría los precios de los cereales, teniendo consecuencias dramáticas en países como México, que importa una buena parte de los cereales que consume. La producción de cereales sigue siendo, al menos para México, un gran problema nacional. DIVERSIDAD CULTURAL El Estado ha sido el eje organizador de la sociedad mexicana en el siglo XX, y reflexionar sobre la diversidad cultural mexicana implica cuestionarnos sobre el significado del mestizaje, la lucha indígena por el reconocimiento de derechos económicos, sociales y culturales, la construcción de la identidad nacional, la inmigración y el establecimiento de minorías no indígenas en el país, las transformaciones culturales que han tenido los mexicanos en el siglo XX y su relación con la globalización y los cambios que han sufrido los Estados nacionales. El escenario es ciertamente complejo. Durante el siglo XX, los movimientos migratorios, la difusión masiva de la televisión y la radio, el desarrollo de las vías de comunicación y la utilización cada vez más generalizada de las computadoras han transformado culturalmente a la población. Estos cambios tienden a difuminar la identificación del México rural con lo indígena y el México urbano con lo mestizo. Es muy probable que el México actual sea más mestizo que el que Molina estudió, sin embargo, es realmente una pena que en ese proceso desaparezcan lenguas, manifestaciones artísticas, tradiciones culinarias, música… En la diversidad cultural está buena parte de la riqueza de México. Habría que repensar esta diversidad en el contexto de la globalización.6 6 Mundialización o globalización. Aún no hay un acuerdo en como llamarle a ese fenómeno en español. Aparentemente mundialización sería más preciso, ya que el término “global” en castellano no tiene el mismo significado que “global” en inglés. REFLEXIONES FINALES La autonomía de pensamiento plasmada en Los grandes problemas nacionales es uno de los puntos más destacables en la propuesta de Molina Enríquez. Se basó en teorías europeas que conducían al conservadurismo y al racismo para plantear el desarrollo de un México mestizo mediante la transformación de la estructura socioeconómica a través del impulso de la pequeña y mediana propiedad. Adaptó las teorías europeas a la realidad mexicana. Utilizó elementos del liberalismo para afirmar la necesidad de modernizar al país, y tomó al positivismo para sistematizar su pensamiento, haciendo un esquema evolutivo de los grupos sociales. Molina Enríquez hace un estudio histórico de los diferentes grupos étnicos del país que da cuenta de una sociedad plural y compleja. Además, propone diversas soluciones al problema de la propiedad de la tierra tomando en cuenta a los diferentes grupos étnicos del país. Rechaza el latifundismo y aboga por su desaparición, impulsa la pequeña y mediana propiedad y plantea la conservación temporal de la propiedad comunal. El reconocimiento de la propiedad comunal como algo legítimo, que es necesario conservar, es algo totalmente nuevo en el contexto liberal y positivista de la época. El impulso nacionalista que lo llevó a analizar la problemática nacional estuvo fundado en ideologías y experiencias. No está guiado únicamente por un interés teórico o explicativo: la propuesta de Molina Enríquez tiene la firme convicción de que es posible transformar alpaís en una nación próspera y uniforme a través de la intervención del Estado, que impulsaría la división forzosa de las grandes propiedades cuando haya transmisiones de dominio por herencia y creando instituciones de crédito. FUENTES DE INFORMACIÓN BIBLIOGRAFÍA Basave Benítez, Agustín F., México mestizo: análisis del nacionalismo mexicano en torno a la mestizofila de Andrés Molina Enríquez, Pról. de Carlos Fuentes, 2ª Ed., México, FCE, 2002. Bolsche, Wilhelm, Haeckel, His life and work, Londres, Unwin, 1906. Brading, David, Mito y profecía en la historia de México, México, FCE, 2004. Gonzalez Navarro, Moisés, Sociología e historia en México, México, El Colegio de México, 1970. Hale, Charles, El liberalismo mexicano en la época de Mora: 1821-1853, México, Siglo XXI, 1972. Hamon, James L y Stephen R. Niblo, Precursores de la revolución agraria en México: las obras de Wistano Luis Orozco y Andrés Molina Enríquez, traducción de Omar Costa Acosta, México, Secretaría de Educación Pública, Dirección General de Divulgación, 1975. Luis Orozco, Wistano, Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, México, Imprenta del periódico “El tiempo”, 1895. Marino, Daniela, El problema de la tierra y la propiedad comunal indígena en Andrés Molina Enríquez. Antes y después de la revolución, en Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM, México, núm. 51, julio- diciembre 2001. Molina Enríquez, Andrés, Los grandes problemas nacionales, Prólogo de Arnaldo Córdova, México, Ediciones Era, 1978. Molina Enríquez, Andrés, Los grandes problemas nacionales, México, Imprenta de A. Carranza e hijos, 1909. Molina Enríquez, Andrés, La reforma y Juárez: estudio histórico-sociológico, México, Viuda de F. Días de León, 1906. Molina Enríquez, Andrés, Andrés Molina Enríquez: Con la revolución a cuestas, Estudio introductorio y selección de Agustín Basave Benítez, México, FCE, 2001. Molina Enríquez, Andrés, Andrés Molina Enríquez: precursor de la reforma agraria, pról. Antonio Huitrón, México, Univ. Autónoma del Estado de México, Depto. de Extensión Universitaria, 1959. Molina Enríquez, Andrés, Antología de Andrés Molina Enríquez, Pról. y selección. de Alvaro Molina Enríquez, México, ed. Oasis, 1969. Otero, Mariano, Obras, Vol. I, México, Porrúa, 1967. Sánchez Arteche, Alfonso, Molina Enríquez: la herencia de un reformador, Toluca, México, Gobierno del Estado de México: Instituto Mexiquense de Cultura, 1990. Shadle, Stanley Frank, Andrés Molina Enríquez: Mexican land reformer of the revolutionary era, Tucson, University of Arizona., s. tr., 1994. Silva Herzog, Jesús, El agrarismo mexicano y la reforma agraria, México, FCE, 1980. Pensamiento y obra de Andrés Molina Enríquez, México, S.E.P., 1969. Partido Revolucionario Institucional, México. Comité Ejecutivo Nacional, Andrés Molina Enríquez (Serie: Forjadores de México. Tradición democrática), México, s.e, 1987. Pérez Castañeda, Juan Carlos, El nuevo sistema de propiedad agraria en México, México, Ed. Textos y Contextos, 2002. HEMEROGRAFÍA Molina Enríquez, Andrés, Lo que Madero debería pedir, en El Tiempo, jueves 27 de abril de 1911, México. TESIS Flores Flores, Alvaro, El tejido del discurso agrarista mexicano: ensayo historiográfico sobre un texto de Andrés Molina Enríquez / Álvaro Flores Flores. Tesis para obtener la maestría en historiografía, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Azcapotzalco, 2001. Cruz Reyna, Gonzalo de la, Trascendencia del pensamiento de don Andrés Molina Enríquez, en el proceso histórico del derecho agrario. Tesis para obtener el título de licenciado en derecho, UNAM, 1963. FUENTES ELECTRÓNICAS Jaimes Acuña, Hildebrando, Un escribano sensible, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Vol. 29. Edición electrónica consultada en http://www.iih.unam.mx/moderna/, el 29 de octubre de 2007. 1 ANEXO 1 Escala de la naturaleza de los derechos territoriales y de los estados evolutivos correspondientes Períodos de dominio territorial 1.º Falta absoluta de toda noción de derecho territorial. 2.º Noción de la ocupación, pero no de la posesión. 3.º Noción de la posesión, pero no la de propiedad. 4.º Noción de la propiedad. 5.º Derechos de propiedad territorial, desligados de la posesión territorial misma. Estados de desarrollo Sociedades nómades Sociedades sedentarias pero movibles Sociedades de ocupación común no definida Sociedades de ocupación común limitada Sociedades de posesión comunal sin posesión individual Sociedades de posesión comunal con posesión individual Sociedades de propiedad comunal Sociedades de propiedad individual Sociedades de crédito territorial Sociedades de titulación territorial fiduciaria { { { { { Portada Índice Introducción Esbozo Biográfico Su Propuesta El Desarrollo de su Pensamiento La Actualidad de los Grandes Problemas Nacionales Reflexiones Finales Fuentes de Información Anexo 1
Compartir