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El simbolismo de la Cámara 3 
 
1 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS 
POSGRADO EN ANTROPOLOGÍA 
 
 
 
 
EL SIMBOLISMO DE LA CÁMARA 3 DEL 
TEMPLO MAYOR DE TENOCHTITLAN 
 
 
T E S I S 
QUE PARA OPTAR AL GRADO DE MAESTRA EN ANTROPOLOGÍA 
P R E S E N T A 
ALEJANDRA AGUIRRE MOLINA 
 
TUTOR DE TESIS: DR. LEONARDO LÓPEZ LUJÁN 
 
 
 
 
 
CIUDAD DE MÉXICO 2009 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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El simbolismo de la Cámara 3 
 
2 
Índice 
 
 
1. La Cosmovisión mexica en el Templo Mayor de Tenochtitlan 
 
El concepto de simbolismo 8 
El simbolismo del Templo Mayor de Tenochtitlan 16 
La cosmovisión mexica 17 
 
2. Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan 
 
Significado y función de una ofrenda 23 
Tipo de ofrendas depositadas en el Templo Mayor de Tenochtitlan 27 
Importancia del estudio de las ofrendas 31 
Importancia del estudio de la Cámara 3 32 
 
3. El estudio de la Cámara 3 en su contexto arquitectónico 
 
Ubicación y detección de la ofrenda 36 
Excavación y registro 40 
El contenido 44 
Conservación de los materiales in situ 71 
Ofrendas asociadas 74 
 
4. Los dones de la Cámara 3 
 
Objetos manufacturados en piedra verde 
 -Figuras antropomorfas 80 
 -Figuras zoomorfas 84 
 -Máscaras antropomorfas 87 
 -Pendientes 109 
 -Cuentas 110 
 -Orejeras 113 
 -Pedacería de piedra verde 114 
 
Objetos manufacturados en basalto 
 -Cetro chicahuaztli 116 
 -Escultura de Xiuhtecuhtli 118 
 -Tambores (teponaztli) 120 
 -Cajete con decoración en bajorrelieve 121 
 
Objetos manufacturados en travertino 
 -Lápida con la representación de Tlaltecuhtli 122 
 -Deidad del pulque 127 
 -Figuras zoomorfas 128 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
3 
 
Objetos manufacturados en cerámica 
 -Ollas efigie de Tláloc y Chicomecóatl 129 
 -Cajetes 134 
 -Flautas 135 
 
Objetos manufacturados en concha 
 -Círculos con espiral incisa 136 
 -Pendientes 137 
 -Las lagartijas 139 
 -Las ranas 140 
 -Los peces 141 
 -Los escarabajos 142 
 
Objetos manufacturados en copal 
 -Figuras antropomorfas 143 
 -Bolas de copal 144 
 
Objetos manufacturados en hueso 
 -Punzones 145 
 
Objetos manufacturados en pedernal 
 -Cuchillos 149 
 -Cetro en forma de serpiente 150 
 
Objetos manufacturados en metal 
 -Cascabeles de cobre 152 
 
Restos Óseos 
 -El puma 154 
 
5. Análisis de la ofrenda 
 
El simbolismo de Tláloc entre los mexicas 
-Aspectos etimológicos de Tláloc 157 
-Atributos iconográficos de Tláloc 158 
-La morada de Tláloc 160 
Rituales de oblación dirigidos a Tláloc y descritos en las fuentes históricas 163 
El simbolismo religioso de la Cámara 3 (como concepto de cueva) 169 
El simbolismo de la montaña 175 
Qué representa la Cámara 3 en conjunto con las ofrendas 48 y 85 176 
Conclusiones 179 
Bibliografía 184 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
4 
Introducción 
 
El Museo del Templo Mayor, es el depositario de una inmensa colección de 
materiales arqueológicos, procedentes de diversas ofrendas que han sido 
excavadas por el Proyecto Templo Mayor, a lo largo de 30 años. Uno de los 
depósitos más grandes encontrados hasta la fecha, ha sido el de la Cámara 3, 
ofrenda que contenía una gran cantidad de objetos lujosos y suntuarios, y que es 
el motivo del presente estudio. 
 Se han hecho pocos estudios integrales sobre las ofrendas localizadas en 
el Templo Mayor y en el Recinto Sagrado de Tenochtitlan, en los que se haya 
tratado de explicar el simbolismo de las mismas, entre dichos trabajos destacan 
los siguientes: el de Leonardo López Luján (1993) sobre las ofrendas del Templo 
Mayor de Tenochtitlan, quién hace un estudio global de todas las ofrendas 
excavadas hasta ese momento, y quién por medio de matrices de datos agrupa 
dichas ofrendas por similitudes en objetos depositados. Basándose en esto hace 
una propuesta de interpretación de las mismas. El de Juan Roman Berrelleza 
(1986) quién hace un análisis dentro de la antropología física, sobre la ofrenda 48 
donde se encontraron los esqueletos de 42 niños que fueron degollados, está 
ofrenda fue depositada directamente sobre la Cámara 3. El de Laura del Olmo 
sobre la ofrenda 98 quién expone de manera detallada cual fue el contexto de esta 
ofrenda, cómo se realizo el registro y cual fue la técnica de recuperación de los 
datos arqueológicos, además de realizar un catálogo de las piezas en ella 
localizadas, analiza también la procedencia, tecnología y función simbólica de 
dichos objetos como un medio de aproximación a la economía, la política y la 
cosmovisión mexica, pero sin lograr determinar el porqué de la deposición de esta 
ofrenda. El de Guillermo Ahuja (1982) sobre la Cámara 2 del Templo Mayor de 
Tenochtitlan, quién a través de los materiales localizados en ella, concluye que 
esta ofrenda es un modelo a escala de Tlalocan paraíso acuático donde reside 
Tláloc. El de Adrián Velásquez (2000) que se enfoca específicamente en el 
simbolismo de los objetos de concha localizados en las ofrendas de Templo 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
5 
Mayor. El de Ximena Chávez (2007) quien analiza los rituales funerarios en el 
Templo Mayor a través de las ofrendas que contenían restos humanos cremados. 
El objetivo de la mayoría de estos trabajos fue analizar determinados 
materiales que fueron depositados en algunas de las ofrendas localizadas en el 
Templo Mayor y a través de ellos dar una propuesta de interpretación sobre el 
simbolismo de dichos depósitos. 
 La Cámara 3, junto con las ofrendas 48 y 85, forma parte de una secuencia 
de ofrendas depositadas en el interior de un pequeño adoratorio que estaba 
integrado a la plataforma del Templo Mayor de Tenochtitlan. El problema a 
resolver es la resolución del significado de dicha deposición, y su interpretación 
simbólica, la cual, se dará a través del estudio de su contexto y de los materiales 
en ellas depositados; apoyándonos en la información que aportan las fuentes 
documentales, las representaciones pictóricas y el estudio de la cosmovisión 
mesoamericana. Los significados de los depósitos, derivan de la contextualización, 
de principios religiosos que desde el punto de vista simbólico se expresan a través 
de los objetosen las dimensiones espacial y temporal. Pretendemos la 
reconstrucción de la lógica interna generada por la cultura mexica, analizando y 
reconstruyendo los sistemas asociados a la organización del cosmos y cómo se 
daba la intervención humana en el universo natural, el ciclo ritual asociado al 
calendario, el manejo de los recursos naturales, la organización social. 
Haciéndose también analogías entre diferentes sociedades mesoamericanas y 
más allá, etnográficas con cultos parecidos que perduran hasta la fecha. 
Siguiendo la línea metodológica de Geertz (2000: 117), quien primero 
propone analizar el sistema de significaciones representadas en los símbolos 
(sistema que representa la religión) y, posteriormente trata de referir estos 
sistemas a los procesos sociales y psicológicos. Las sociedades contienen en sí 
mismas sus propias interpretaciones, solamente hay que aprender la manera de 
tener acceso a ellas. Hay que construir una red de las relaciones entre las 
prácticas religiosas y sus objetos rituales a partir de un sistema de semejanzas. 
 Intentamos tal como lo han hecho otros trabajos referentes a las ofrendas 
depositadas en el Templo Mayor de Tenochtitlan, correlacionar el contexto 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
6 
arqueológico con las descripciones históricas de ceremonias rituales que pudieron 
dar origen a dicha deposición, cotejándolo con las características simbólicas del 
edificio y con otros depósitos similares, que hayan sido tanto contemporáneos a la 
Cámara 3, como actuales. 
Se propone como hipótesis que la Cámara 3 es la representación a escala 
de una cueva la cual tenía una función análoga al Tlillan que es donde moraba la 
diosa Cihuacoatl, y que en conjunto con las ofrendas 48 y 85 formó parte de 
importantes rituales cuyos fines perseguían la obtención de lluvia para combatir la 
época de sequía que los acosaba. 
En el primer capítulo tratamos tanto el concepto de simbolismo, como la 
cosmovisión mexica y el simbolismo del Templo Mayor, que nos ayudará a 
entender el discurso oculto en esta ofrenda y es un punto fundamental para 
abordar el problema del simbolismo general de la misma, en donde se sintetizan 
los planteamientos de algunas corrientes teóricas que se han dedicado a este 
tema y también de lo que al respecto refieren las fuentes escritas. 
 En el segundo capítulo abordamos el tema de lo que es una ofrenda y 
cuales son los tipos de ofrenda que se han encontrado en el Templo Mayor de 
Tenochtitlan, consultando las diferentes publicaciones que al respecto han referido 
los investigadores del sitio, con la finalidad de ver las diferencias y similitudes que 
existen entre la ofrenda que nos ocupa y otras que también fueron depositadas en 
este edificio. 
 En el tercer capítulo se describe el contexto arqueológico en el que se 
encontró la ofrenda, con cuestiones tales como dónde fue localizada, cómo fue 
excavada, qué objetos contenía, qué procesos de conservación se llevaron a cabo 
en los mismos y qué ofrendas se encontraron asociadas a la Cámara 3. 
 En el cuarto capítulo se presenta una síntesis de todo el análisis del 
material proveniente de la Cámara 3, para ver a través del simbolismo y 
asociaciones entre los objetos, el significado de los mismos. Efectuamos una 
propuesta de interpretación tomando en cuenta la relación que guardaban entre sí, 
punto muy importante que nos ayudó en la comprensión global de la ofrenda. Se 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
7 
trabajó con fuentes históricas y etnográficas para definir aspectos importantes 
sobre el simbolismo de dichos objetos. 
 Finalmente en el quinto capítulo damos una propuesta del posible 
significado de la Cámara 3, en conjunto con las ofrendas 48 y 85 que fueron 
enterradas de manera sucesiva (aunque en diferentes momentos), basándonos en 
lo que refieren las fuentes históricas y etnográficas con respecto a los rituales que 
se destinaban a Tláloc y a otras deidades relacionadas con la fertilidad y los 
mantenimientos. 
Tenemos que enfocarnos para el entendimiento y análisis de esta ofrenda 
más que a paralelismos o analogías entre símbolos a un entendimiento de los 
procesos naturales que conllevaron a la deposición de la misma. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
8 
Capítulo 1 
 
 
 
La cosmovisión mexica en el Templo Mayor de 
Tenochtitlan 
 
 
1. Concepto de símbolo 
 
 
Siempre se ha presentado la problemática de categorizar qué es un símbolo y 
cómo estudiar el fenómeno simbólico. Para interpretar ofrendas, un concepto clave 
es el símbolo, por lo que para fines de nuestro análisis, tomaremos en cuenta dos 
posturas con respecto al estudio del fenómeno simbólico. La primera de ellas, ve a 
los símbolos como construcciones históricamente creadas, que se encuentran en 
los patrones culturales y que no sólo proporcionan información para la ejecución 
correcta del comportamiento social y cultural en determinada sociedad; sino 
también modelos para los procesos de creer, sentir y comportarse. Clifford Geertz 
(1968: 43) ve una capacidad en el símbolo de sintetizar la cosmovisión, de resumir 
el conocimiento que un grupo o individuo tiene sobre el mundo. Para él la cultura 
puede definirse como un sistema en interacción de signos interpretables. El papel 
de la antropología, dice, es desentrañar las tramas de significación que el hombre 
ha creado, en las que vive inserto y las cuales se almacenan en símbolos. 
Evon Vogt (1995: 22-25) también ve a los símbolos como depósitos de 
sabiduría ancestral que una sociedad considera dignos de transmitirse a otras 
generaciones. Dicho de otra manera, los símbolos para este autor serían 
conjuntos de mensajes acerca de algún sector de la vida natural o social. Estos 
mensajes rituales a menudo están cargados de eficacia mágica. De este modo, los 
símbolos son depósitos de poder. Los símbolos rituales importantes siempre 
tienen una gama de significados; siempre son multifacéticos o multivalentes con 
un abanico o un espectro de significados. A su vez cada ritual tiene su propia 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
9 
teleología, tiene sus fines explícitos, y los símbolos instrumentales pueden ser 
considerados como medios para la consecución de esos fines (ibid: 35). 
Los símbolos rituales muestran propiedades como condensación, 
escalamiento y enmarcamiento. La condensación significa que un solo símbolo 
está saturado de significados tanto cognoscitivos como emocionales, es decir, 
muchas cosas y acciones sintetizadas en una representación. El escalamiento se 
refiere a los modelos en pequeña o gran escala de realidades o categorías 
culturalmente percibidas. De hecho, la Cámara 3 es un modelo a escala o en 
miniatura de un concepto más grande. Mientras que el enmarcamiento sirve para 
enfocar la atención, es decir, el marco es un lapso de tiempo, como los días del 
calendario ceremonial, el momento de plantar o cosechar el maíz, el comienzo o el 
fin de las lluvias, etc (Vogt, 1995: 28-30). 
 Por otra parte, Víctor Turner (1999: 21) señala que los símbolos rituales son 
aquellos que conservan las propiedades específicas de un ritual. El ritual para este 
autor es una conducta formal prescrita, en ocasiones, no dominada por la rutina 
tecnológica y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas. El símbolo 
para él es la más pequeña unidad que dicho ritual conserva. El ritual puede 
expresar y regenerar el orden social, al mismo tiempo que parece imitar las 
normas y los valores básicos de una sociedad. Las diversas culturas pueden ser 
vistas como códigos simbólicos que programan sistemas de categorización, 
comunicación e intercambio. 
Los símbolos rituales a menudo muestran una bipolaridad de significación, 
por un lado, ideológica, de transmisión de normas y valores que rigen la conducta; 
por el otro sensorial, de transmisión de significados emocionales, siendo éste elcaso de la ofrenda que nos ocupa, pues responde a una conducta ritual. 
Turner (ibid: 23) indica que la significación del hecho simbólico debe 
considerarse en términos de tres niveles: 1) la significación exegética 
(interpretación endógena nativa), 2) la significación operacional, es decir, el uso y 
3) la significación posicional (es decir, las relaciones estructurales entre los 
símbolos). 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
10 
Para Geertz y Turner las culturas son sistemas de símbolos y de 
significados compartidos. En este caso el significado del símbolo no se remonta a 
las operaciones mentales, sino a la acción misma, a la praxis simbólica. 
Por otra parte, encontramos una segunda postura que indica que todos los 
símbolos son interpretados según un código y todos los humanos lo comparten sin 
advertirlo. Autores como Dan Sperber (1988: 31) refieren que el dispositivo 
simbólico obedece entonces a reglas inconscientes y descansa sobre un 
conocimiento implícito. Aunque las formas universales del simbolismo difieren de 
una sociedad a otra, y varían cuando esta sociedad varía. Bajo esta perspectiva el 
simbolismo es un sistema semiológico y no cognitivo, es decir, el código es igual 
para todos. Adquirir un dispositivo simbólico conforme a la cultura en que se vive 
no consiste en sólo tratar simbólicamente materiales de esta cultura, sino en tratar 
materiales de orígenes diversos de una manera culturalmente determinada 
(Sperber, 1988: 75,115). El simbolismo utiliza como señales elementos, actos o 
enunciados, que existen y se interpretan también independientemente de él. Los 
símbolos varían según la cultura, el individuo y la situación particular. La 
interpretación propiamente simbólica no depende del comentario exegético tan a 
menudo ausente, sino de un saber inconsciente, universalmente compartido (Ibid: 
47). Los elementos simbólicos organizan la representación mental de conjuntos de 
los que forman parte. 
Este es un punto de vista muy similar al de Levi-Strauss (1972: 10), quien 
indica que la naturaleza del contexto cultural en la que la mente opera también 
influye sobre la estructuración simbólica de las personas, donde es muy posible 
que las mismas características del medio hayan sido dotadas de significados 
diferentes, escogiéndose, de igual manera, características diversas para cubrir 
idénticos propósitos. Dicho de otra manera, al entrar en el cerebro cualquier 
aspecto visual es codificado. Entonces lo simbólico es inherente al ser humano y 
la sociedad codifica de acuerdo con la cultura. Las culturas serían entonces 
sistemas de símbolos compartidos, siendo algunos rasgos distintivos de la 
ecología los que se seleccionan. Es imposible establecer de antemano cuáles de 
ellos lo serán y a qué usos serán destinados, es decir, el material simbólico 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
11 
significante lo ofrece el medio ambiente. Pero el significado de éste no va a ser 
siempre el mismo, pues en otras poblaciones bajo condiciones iguales de vida, se 
pueden conformar otro tipo de estructuras sociales. Hay verdades abstractas, cuya 
traducción sensible es el símbolo, el cual no tiene una traducción literal, sino que, 
como ya se indicó, puede expresar varias ideas. De hecho un buen número de 
objetos simbólicos son de carácter dual, es decir, masculinos o femeninos, de 
carácter seco o húmedo, duro o blando, etcétera. 
Hay muchos elementos rituales que provienen del medio ambiente y se 
emplea el símbolo para abreviar o sintetizar cosas en la naturaleza. Por ejemplo 
en las poblaciones mesoamericanas, la cosmogonía se basa en hechos lógicos y 
estas poblaciones de lo material parten hacia lo simbólico mediante la observación 
de la naturaleza, construyendo a partir de ahí todo un aparato simbólico. Es por 
esto que en varias sociedades prehispánicas las personas que observaron los 
mismos fenómenos muchas veces construyeron aparatos simbólicos similares. 
Entonces empíricamente vamos armando concepciones similares con base en los 
hechos observados, ya que estructuramos con la misma lógica; el pensamiento 
siempre representa y organiza las relaciones de los hombres entre sí y con la 
naturaleza. 
Es por esto que esta última corriente es de gran importancia para nuestra 
definición de símbolo y nos interesa examinar aquí, en líneas generales dichas 
propuestas. 
En mi opinión, los símbolos no pueden efectivamente estudiarse de 
manera aislada sino en el contexto en el que aparecen funcionando. Hay que 
mantener el estudio de las formas simbólicas lo más estrechamente ligado a los 
hechos sociales concretos, pues los elementos simbólicos sugieren 
interpretaciones no de sí mismos, sino del conjunto del que forman parte. De 
hecho el simbolismo sería la práctica de representar cosas por medio de atributos, 
significado de objetos, eventos o relaciones. La habilidad para manipular nuestro 
medio ambiente por medio de sistemas simbólicos se convierte en la base del 
conocimiento humano y la inteligencia. 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
12 
Tomando todo esto en consideración, el estudio del sistema simbólico se 
complica, pues aunque obedece a una dialéctica cultural e histórica; las 
significaciones que se le van a atribuir a dicho sistema son arbitrarias; aunque 
haya ciertas reglas o patrones en el hombre que hace que estructure las cosas de 
manera muy similar y por lo tanto dé significaciones muy parecidas, las 
posibilidades de abstracción son infinitas. Por este motivo, aunque el hombre trata 
de armonizar todos los cambios de su acción social dándoles una congruencia, las 
relaciones entre las condiciones generales y las relaciones que uno significa a 
través de esto, es decir, el campo de representaciones dentro de ciertos límites es 
muy variable. Hay que recalcar entonces que cada símbolo tiene que ser 
significado dentro de su contexto, porque en muchas ocasiones mismos 
significantes pueden tener significados distintos. Por ello no se puede pensar 
siempre en una igualdad entre forma y contenido. 
Por todo esto, al símbolo hay que abordarlo desde la relación cultura –
sociedad, pues existen estructuras universales vistas como dispositivos mentales, 
y un determinismo (que es medioambiental) que en conjunto va a crear un sistema 
ideológico. 
Por estos motivos me inclino hacia un análisis estructural, para el estudio 
simbólico, que sólo puede tomar forma en la mente porque anteriormente su 
modelo existe ya en el cuerpo, pues los sistemas humanos incluyen el intercambio 
de materia, energía e información. Los símbolos están condicionados por la 
cultura y el ambiente. 
Tenemos los ejemplos de mitos con un mismo núcleo coherente, pero cuya 
significación de los elementos varía dependiendo del contexto ecológico en el que 
se desarrollaron las personas que crearon dichos mitos, lo que permite definir cuál 
deriva de cuál. El medio se refleja en ello y hay unos principios que regulan la 
articulación de los elementos que los conforman, como estos sistemas míticos de 
los cuales se puede abstraer normas de funcionamiento. Ésta es la manera de 
poner una relación entre el determinante ecológico y los dispositivos mentales. 
Como ya lo indicamos, ante condiciones iguales estructuramos de forma muy 
parecida; pero algunos factores van a cambiar dependiendo del contexto en el que 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
13 
nos desarrollemos. Hay un principio ordenador y clasificador que estructura el 
hombre de la misma forma como especie; bajo este principio existe una misma 
lógica de pensamiento. 
 La tradición religiosa mesoamericana, como muchas otras, tiene un sistema 
con un núcleo resistente caracterizado por su transformación lenta y por la 
posibilidad de ser modificado; es decir, las estructuras simbólicas se van a 
modificar de acuerdo con los cambios sociales, económicos y religiosos. Esta 
continuidad milenaria queda ilustrada, por ejemplo,en los ritos de propiciación de 
lluvia, los cuales perduran hasta la fecha en diversas comunidades y donde los 
conceptos de continuidad y cambio van de la mano. Como la cultura no está 
separada de la naturaleza, el simbolismo va de acuerdo con el contexto en el que 
nos encontramos. 
 Dicho de otra manera, cada cultura selecciona los animales, plantas, 
minerales, cuerpos celestes y fenómenos naturales específicos a los que dota de 
significado y a partir de los cuales construye su sistema lógico (Levi-Strauss, 1972: 
9). 
La mente no sólo reacciona ante el medio ambiente concreto que percibe a 
través de los sentidos, sino que además toma conciencia de medios ambientes 
que no experimenta de manera directa, y de la forma en que otras gentes 
reaccionan ante ellos. Todos estos medios ambientes, los presentes y los 
ausentes, se integran en un sistema ideológico formado por leyes mentales que se 
repiten una y otra vez y que se manifiestan siempre de manera similar por más 
diferentes que puedan ser las circunstancias geográficas. Para él todas las 
culturas desarrollan discursos muy particulares y notablemente homólogos entre 
sí, y hay bases para reconocerlos (Lévi-Strauss 1972: 26). No se limita a describir 
estructuras: define su sentido en relación con la función que tales estructuras 
desempeñan en la compleja situación problemática del hombre. 
 Todo esto nos ayuda a entender con respecto a la deposición de esta 
ofrenda que se puede llegar a comprender un poco el entramado simbólico por 
analogías explicatorias pues como ya se indicó el sistema simbólico de las 
poblaciones mesoamericanas es muy parecido. La deposición de esta ofrenda 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
14 
obedece a una representación abstracta de la naturaleza, solamente explicable al 
comprender el entorno ecológico que rodeaba a la sociedad mexica. 
 Esta misma estructuración mental es un hilo conductor para el 
entendimiento de ciertos actos rituales, que vemos de manera repetitiva en la 
deposición de las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan. Un código de 
posible resolución tomando en consideración el contexto que rodeaba a esta y 
otras poblaciones mesoamericanas y al que nos podemos aproximar a través de 
un estudio estructuralista. 
 Las ofrendas son un complicado discurso simbólico en el que hay que 
buscar las pautas para una correcta interpretación de las mismas. El intercambio 
de dones es un acto de naturaleza simbólica y repetitiva. Es un acto simbólico 
porque tanto los objetos intercambiados como su transferencia representan algo 
más que ellos mismos. 
 Está metodología será tomada en cuenta para llevar a cabo el análisis de 
los objetos de la Cámara 3. Uno de los puntos importantes es que los elementos 
deben ser estudiados dentro del contexto en el que se encuentran funcionando, 
que corresponde al análisis simbólico estructuralista, visto en las propuestas de 
Levi-Strauss. 
 El estructuralismo ve aquellas estructuras que se prestan para el 
intercambio entre los hombres por el hecho de la significación, ve la relación del 
signo con el significante. Por este motivo, nos servirá como método para llegar al 
desciframiento de la ofrenda, pues todos los sistemas culturales son lenguajes con 
una estructura de código, las ofrendas tienen esta estructura y es lo que hay de 
común entre el modelo y el sistema representado. Dicha estructura separa al 
objeto del caos para que pueda concebirse su representación. 
 El análisis estructural es más bien un procedimiento para clasificar los 
niveles de los fenómenos sociales, para conocer las relaciones entre los 
fenómenos en niveles iguales o diferentes y para relacionar los modelos 
conscientes e inconscientes de un mismo pueblo o de varios entre sí (Leach, 
1969: 13). 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
15 
 Las estructuras de la cultura deben revelar, mediante la investigación, una 
finalidad interna que le es propia. La investigación debe poner en evidencia que 
los fenómenos observables son el resultado del juego de leyes necesarias aunque 
ocultas. 
 A través de los símbolos que están en la ofrenda, los mexicas trataron de 
formular, la verdadera naturaleza de las fuerzas destructivas que moran en el 
hombre y la naturaleza. 
 Se procedió a la búsqueda de elementos con los cuales contrastar las 
significaciones que potencialmente se pensaba que existían en las posiciones y 
relaciones espaciales de las piezas, en el sistema simbólico total de la 
cosmovisión mexica. 
 Para esto nos apoyamos en varias fuentes de información que nos 
permitieron ahondar en el análisis simbólico de la ofrenda, como fue el caso de las 
representaciones pictóricas, vistas en pintura mural, códices, etc., que nos 
ayudaron a identificar muchos de los objetos depositados en esta ofrenda y 
pertenecientes al ámbito de la fertilidad, la lluvia y el inframundo; así como las 
fuentes escritas (Durán, Sahagún, Las Casas, Motolinía, Torquemada, etc.) y las 
investigaciones de estudiosos de la religión mexica, que nos ayudaron a entender 
un poco el universo simbólico mexica y el significado de muchos de los elementos 
depositados en la ofrenda. Pues como ya indicamos, los elementos del ritual no 
significan nada en sí mismos; llegan a tener significado en virtud de su oposición y 
relación a otros elementos, y solo se pueden combinar en estructuras significativas 
dentro de un marco específico. Se debe saber mucho del contexto cultural antes 
de poder decodificar el mensaje. 
 Muchas sociedades daban un mayor relieve a las representaciones 
simbólicas no lingüísticas basadas en las imágenes y en las asociaciones 
compartidas de los objetos cotidianos. El simbolismo es el vehículo de significados 
definidos socialmente y, sin embargo, parte de su significado deriva de las 
interacciones de los hombres con su ambiente físico (Hallpike, 1986: 194). 
 Nuestra aprehensión de los modelos de otros pueblos debe basarse en un 
método sistemático y verificable; puesto que estos modelos son en su totalidad 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
16 
productos de mentes humanas, forzosamente deben compartir la estructura de la 
mente, cuyo conocimiento facilitará la tarea del antropólogo (Leach, 1969: 12). 
 Hay que tratar de extender nuestra red de análisis hasta abarcar la totalidad 
de la cultura en que esa religión y esos símbolos se incluyen, por lo que en el 
siguiente capítulo abordaremos la cosmovisión mexica y el simbolismo del Templo 
Mayor de Tenochtitlan, como una herramienta metodológica para poder entender 
el contexto en el que se desarrolla nuestra ofrenda, a través de estos puntos es 
que podemos llegar a la comprensión de la misma. 
 
 
El Simbolismo del Templo Mayor de Tenochtitlan 
 
 
 
Para poder aproximarnos al significado simbólico de esta ofrenda es necesario 
abordar y entender primero cómo era la cosmovisión mesoamericana, pues los 
mexicas formaban parte de ella y existía un sistema de creencias compartido por 
todos los pobladores del área, motivo por el que a continuación se tratará de forma 
general dichas creencias las cuales nos servirán como base para la comprensión 
de nuestra ofrenda. 
 La idea que tenían los hombres mesoamericanos del mundo era más 
importante que la realidad misma, su visión estaba extremadamente codificada por 
la religión y la ideología de la época. La representación mesoamericana del 
universo era más simbólica que naturalista. 
 El espacio y el tiempo estaban vinculados por medio del calendario de 260 
días, cada signo de este calendario estaba asociado con una dirección del 
universo de acuerdo a un movimiento de rotación inmutable este-norte-oeste-sur. 
En virtud de este principio, una fecha siempre estaba asociada a una dirección del 
universo. 
 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
17 
La cosmovisión mexica 
 
Para la comprensión de esta ofrenda es necesario adentrarnos aunque sea 
de manera generala la cosmovisión mexica. Gracias al estudio de las fuentes 
históricas, escritas y pictográficas, se ha podido lograr un amplio conocimiento 
acerca de ésta, lo que ha ayudado al desciframiento de muchos de los símbolos 
presentes en el Templo Mayor de Tenochtitlan. 
Matos Moctezuma (1986:65) considera que el Templo Mayor es el ombligo 
y centro fundamental de la cosmovisión mexica, ya que ahí se encuentra 
concentrado todo el poder sagrado y se representa toda la concepción 
cosmogónica mexica. Indica además que es el lugar donde se cruzan el plano 
vertical y el horizontal de donde parten los cuatro rumbos del universo. De esta 
manera, la plataforma sobre la que se asienta el basamento del templo estaría 
representando el nivel terrestre del cosmos, caracterizado por cabezas de 
serpiente que son un elemento terrestre. Los cuerpos del basamento estarían 
señalando los niveles celestes, por los que se llega a la parte alta del templo, 
donde están los adoratorios, que representarían el Omeyocan (lugar de la 
dualidad y correspondiente a los pisos 12 y 13 del cielo). En contraposición con 
esta hipótesis, López Luján (1993: 290) propone que el nivel de las capillas de 
Huitzilopochtli y Tláloc podría estar vinculado con el quinto piso cósmico, lugar 
donde se entrecruzan helicoidalmente el fuego celeste y el chorro acuático del 
inframundo que más tarde desembocarán sobre la faz de la tierra, formando bajo 
el signo de la guerra cósmica, el tiempo, y el destino. 
Tlaltípac, la Tierra, mediaba entre el inframundo y el supramundo. La Tierra 
estaba constituida por la superficie terrestre y los primeros cuatro niveles celestes, 
que no eran sino una continuación de las aguas del inframundo, las cuales se 
elevaban para conformar los muros sobre los que desplantaban los nueve cielos 
superiores. 
La superficie terrestre era representada tanto en la forma de un círculo 
rodeado de agua, como en la de una cruz o flor de cuatro pétalos, cada uno de los 
cuales correspondía a un punto cardinal, al cual se le asociaba un signo 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
18 
calendárico, un color y ciertas cualidades. El centro y los cuatro extremos eran 
representados por árboles de diferentes colores. La erección de los árboles 
cósmicos marcaba el orden del calendario. Lo masculino quedaba al Este y lo 
femenino al oeste (Sahagún, 1989, II, VII: 487). La superficie de la tierra, cubierta 
por la capa tierna y fresca del principio de las aguas, era la señal de que las 
fuerzas del inframundo invadían la morada del hombre, su color era el azul-verde 
(López Austin, 1994: 19-21). Las direcciones norte-sur y este-oeste formaban 
respectivamente pares de opuestos, en una manifestación más del sistema de 
clasificación dual mesoamericana. La tierra también era concebida en la forma de 
una bestia fantástica que flotaba en las aguas del inframundo; dicho animal, 
denominado cipactli, era una mezcla de pez y reptil (Orozco, 1897: 25). 
Tanto en el centro como en los extremos cardinales del mundo (este, oeste, 
norte, sur) se encontraban los elementos que sostenían la bóveda celeste, 
evitando que ésta se desplomara sobre la Tierra; estos pilares eran imaginados 
como dioses o como árboles de troncos dobles y torcidos helicoidalmente, cuyas 
raíces se hundían en el inframundo y cuyas copas alcanzaban los cielos (Historia 
de los, 1965: 32). Dichos árboles constituían los caminos por donde las fuerzas 
divinas transitaban de un ámbito a otro del cosmos: las fuerzas frías subían a los 
cielos y las fuerzas cálidas bajaban al inframundo. Sin esta dinámica, la marcha 
del universo era considerada como imposible, y su destrucción, inevitable (López 
Austin, 1994: 225-226). 
Según la filosofía mexica, la guerra y la consecuente captura de seres 
humanos para el sacrificio eran actividades que permitían el buen funcionamiento 
de la máquina cósmica. El ofrecimiento de sangre y de corazones daba fuerza a 
los astros (particularmente al Sol) para cíclicamente morir, penetrar en el 
inframundo, fertilizar a la Tierra y renacer (Graulich, 1990: 276). De esta manera 
era posible mantener la alternancia entre el día y la noche, entre las temporadas 
de lluvias y de secas, y unir el agua y la hoguera (atl-tlachinolli), forma metafórica 
de referirse a la guerra. 
De acuerdo con esto, los niveles inferiores se encontrarían hacia abajo de 
la plataforma. Según la interpretación de Matos ( 2002b: 134), al ser el Templo 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
19 
Mayor la representación de la unión de dos cerros, se estaría señalando la entrada 
al Mictlan, ya que según la cosmovisión mexica, el primer obstáculo que se tenía 
que vencer para llegar al Mictlan después de la muerte, era el cruzar entre dos 
cerros. 
 Gran parte de la cosmovisión mexica se encuentra resumida en la 
concepción de lo que era el Templo Mayor de Tenochtitlan, el cual simbolizaba a 
los dos cerros sagrados: el Coatépetl (lugar donde nació Huitzilopochtli) y el 
Tonacatépetl cerro de los mantenimientos, dentro del cual vivían los tlaloque que 
tenían su cargo el resguardo del maíz, que les fue robado por el sustento de los 
hombres (Matos, 1987: 194). Al respecto López Austin y López Luján (2004: 447) 
indican que éstos no son dos montes, sino el mismo edificio cósmico 
particularizado como dador de luz y de mantenimientos. No son dos mitades 
separadas, sino una correlación de opuestos que conforma el axis mundi, es decir, 
el Monte Sagrado unitario y en plenitud cíclica. 
En la cosmovisión mexica, las montañas se concebían como si fuesen 
vasos grandes de agua. Se pensaba que contenían las aguas subterráneas que 
llenaban el espacio debajo de la tierra. Este espacio era el Tlalocan (el paraíso del 
dios de la lluvia) y de él salían las fuentes para formar los ríos, los lagos y el mar. 
 Las cuevas eran la entrada a este reino subterráneo sumergido en el agua. 
Al mismo tiempo, se les consideraba lugares de origen o entradas a las entrañas 
de la tierra. Cuevas y cerros formaban sólo dos lados de la misma moneda; así, 
las montañas se vinculaban también con los ancestros, eran lugares de origen y 
de la legitimación de los grupos étnicos. Por estos motivos las montañas eran 
sagradas para los mexicas y se concebían como deidades atmosféricas (Broda, 
1982: 8). 
De acuerdo con López Austin (2004: 446), los dos santuarios que se 
encontraban en la cúspide resumen oposiciones básicas tales como temporada de 
secas/temporada de lluvias, solsticio de verano/solsticio de invierno, cielo/tierra y 
día/noche. La capilla de Huitzilopochtli queda situada en la mitad sur, dirección del 
Sol cenital, en tanto que la capilla de Tláloc se encuentra en el lado norte, rumbo 
del Mictlan y de la noche. Es decir, en este edificio se conjuga todo el simbolismo 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
20 
dual de los opuestos y complementarios que, entre las culturas mesoamericanas, 
era básico para explicar el desarrollo de la vida y guardar el equilibrio cósmico. En 
él estaba resumida toda su historia como el pueblo elegido por los dioses. Era, por 
lo tanto, el sitio donde se congregaba gran parte de la gama de rituales por ellos 
ejecutados. El Templo Mayor era un edificio piramidal que se construyó en una 
plataforma artificial en medio del islote de Tenochtitlan, el cual cuenta con al 
menos siete ampliaciones por sus cuatro lados, y varios añadidos en su fachada 
principal. 
Matos Moctezuma indica también que el hecho de que el Templo Mayor 
estuviera dedicado al Dios de la Lluvia y al dios de la Guerra, es el reflejo de su 
superestructura económica basada principalmente en la agricultura y en la 
imposición militar como medio para obtener tributo (Matos, 1981: 110). El Templo 
Mayor como cerro sagrado o axis mundi, en medio de la isla de Tenochtitlan, en 
cierta manera, era una réplica de la imagen que los mexicas tenían de la tierra ya 
que concebían a ésta como Cemanahuac,el lugar rodeado por agua, en forma de 
un disco flotando sobre el agua (Broda 1990: 26). 
El Templo Mayor de Tenochtitlan también era considerado una montaña 
sobrenatural asentada sobre unas rocas sagradas que cubría las aguas 
subterráneas como una cueva. La Crónica Mexicáyotl relata que Tenochtitlan se 
fundó sobre dos peñascos que se levantaban encima de dos cuevas, en cuyo 
interior se encontraban cuatro cualidades de agua primordiales (Tezozómoc 1949: 
63). 
De acuerdo con López Austin (1996: 59,65), uno de los principios básicos 
de la cosmovisión mexica es la explicación del funcionamiento del universo como 
producto de la interacción de dos grandes ámbitos de elementos opuestos y 
complementarios, a partir de lo cual se clasifican todos los seres y cosas: una 
parte masculina, caliente, ígnea, luminosa y fecundante, concebida como el gran 
padre e identificada con el cielo, y otra femenina, fría, húmeda y oscura, que es la 
gran madre y cuyo enclave principal es el interior de la tierra. Dicha parte femenina 
era imaginada como lugar acuoso, ya que se asociaba a las aguas subterráneas y 
marinas, y lleno de riquezas minerales y vegetales Era el lugar donde se producía 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
21 
la vida, puesto que de ahí nacían el Sol y las plantas útiles, pero también ahí se 
encontraba el Mictlán, el reino de los muertos (Graulich, 1990: 272). Esta aparente 
contradicción es explicable si consideramos la noción de que el tránsito de los 
seres por el inframundo tras su muerte, era lo que alimentaba y fecundaba a la 
Tierra, haciendo posible que fructificara. 
La cosmovisión mexica como la de los demás pueblos mesoamericanos 
cubre varios campos de pensamiento y acción: percepción de tiempo y espacio, la 
relación de los hombres con la naturaleza, el tratamiento y cuidado del cuerpo 
humano, principios básicos de organización social, religión, mitología, magia, 
medicina y el calendario. Para la comprensión de esta cosmovisión los rituales y 
la iconografía son elementos indispensables (López Austin, 2002: 33). 
 Los mexicas creían que los dioses eran entidades hechas de una sustancia 
imperceptible a los humanos; formaron todo un panteón de dioses que incluían a 
deidades como Huitzilopochtli, Tezcatlipoca, Tláloc, Xiuhtecuhtli, XipeTótec, 
etcétera (ibid, 2002: 36). Por ejemplo una división que se da entre los dioses 
mismos es el caso de Tláloc, quien fue dividido en cuatro tlaloque, cada uno de 
diferente color, azules, blancos, amarillos y rojos, (Leyenda de los, 1945: 121). 
Otro ejemplo es el de Quetzalcóatl, quien se manifiesta así mismo como Ehécatl o 
Tlahuizcalpantecuhtli. 
Un complejo problema que presenta el estudio de la religión mexica, es que 
las numerosas deidades de su panteón cambian e intercambian atavíos y 
emblemas constantemente, lo que dificulta su identificación. Esto ha llevado a 
varios autores a proponer que, más que númenes individuales, los dioses 
personificaban segmentos específicos del cosmos, que tenían una multiplicidad de 
manifestaciones (Davies, 1992: 298). Otra explicación sugiere que, en ciertas 
circunstancias, varias divinidades tendían a agruparse en una sola, mientras que 
en otras se separaban. Lo primero podía deberse a que la integración de varias 
unidades sociales en una formación mayor, con distintos niveles de subordinación 
política, posiblemente se reflejó en una estructura piramidal jerárquica de las 
deidades (Velázquez, 2000: 16). 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
22 
 Como pudimos apreciar la cosmovisión mexica forma parte de un complejo 
sistema de creencias compartido con la mayoría de las sociedades 
mesoamericanas, las cuales se basaban principalmente en la observación y 
divinización de los elementos de la naturaleza, los cuales congregaron en una 
multiplicidad de formas y funciones. De esta manera sustentaban sus creencias 
religiosas, las cuales nos sirven de base para entender la finalidad de sus rituales. 
Entre ellos, el hecho de ofrendar o depositar dones para las diversas deidades. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
23 
Capítulo 2 
 
 
Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan 
 
Significado y función de una ofrenda 
 
La costumbre mesoamericana de depositar objetos materiales ritualmente 
significativos en el interior de construcciones de carácter religioso o en áreas 
ceremoniales ha sido una práctica común registrada desde el periodo preclásico 
en el área olmeca del Golfo, hasta el posclásico, pues era indispensable rendir 
culto a las deidades a través del acto de ofrendar diversos dones. 
Dichos dones variaban muy poco de una sociedad a otra, volviéndose 
comunes la deposición de objetos de piedra y cerámica como figuras 
antropomorfas, pendientes, máscaras, cuentas, vasijas, así como objetos de 
obsidiana, concha y metal entre otros. 
La ofrenda es vista como un objeto o cúmulo de objetos depositados con 
una disposición que significa algo, es decir, que los componentes que la 
conforman tienen, según su colocación un lenguaje interno (Matos, 2002a: 12). 
También ha sido vista como una concentración discreta de dos o más elementos y 
de matrices no recuperables. Las piezas que conforman las ofrendas (productos 
terminados de diversas materias primas, restos óseos humanos y vestigios de 
minerales, flora y fauna) integran conjuntos morfológicamente heterogéneos que 
se asocian entre sí de acuerdo con su función específica en el acto ritual que 
reflejan; por lo que el significado social de cada ofrenda no sólo depende de las 
características intrínsecas de cada objeto, sino de la organización de los mismos y 
de los nexos espaciales con unidades mayores de análisis (López Luján 1993: 
109). 
 “La materialización de lo simbólico lo constituyen las ofrendas, que también 
son una miscelánea de realidades sensibles e inteligibles de lo ideal y de lo 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
24 
cultural que se hace palpable en un objeto. Los materiales con que han sido 
fabricados poseen poderes, contienen dones. Todo sucede como si los hombres 
no fueran los que dan un sentido a las cosas, su sentido tiene su origen más allá 
del mundo de los hombres. Los objetos sagrados producen la síntesis de lo real y 
de lo imaginario. El valor simbólico está designado por quienes han elaborado el 
código” (Bourdie, 1991: 214-215). 
 La sacralidad de la ofrenda oculta una conciencia colectiva, un contenido 
social, algo esencial de la sociedad que es preciso mostrar, pero que al hacerlo 
sagrado se termina ocultándolo. 
 En las ofrendas se intenta que los objetos trasciendan; el hombre en sus 
objetos encuentra la seguridad de vivir en lo sucesivo, continuamente, rebasando 
así simbólicamente su existencia real. Los objetos preservados aseguran la 
continuidad de la vida y de la cultura. Estos adquieren vida propia e identidad, una 
identidad que radica más en los objetos que en los mismos sujetos que los han 
producido (Braudrillard, 1999:110). Es por esto que los objetos pasan de un 
estado real y utilitario a uno simbólico, cambiando radicalmente de status, todo 
gracias a la intención con la que éstos fueron depositados. 
 Durante los rituales, los hombres dirigían sus plegarias y ofrendas a las 
fuerzas de lo invisible, que por definición eran las receptoras de los dones y que 
eran sin duda superiores a los donantes. Se intentaba que los dioses recibieran un 
don mayor para que asumieran una mejor disposición al distribuir los bienes. El 
valor de los bienes está inscrito en la naturaleza de las cosas, el interés por estos 
bienes está en la naturaleza de los hombres (Bourdie, 1991: 204). 
 La ofrenda es un juego de reciprocidad con las deidades quienes reciben 
pequeños dones en comparación de los grandes beneficios que se esperan 
retribuyan a cambio. Es decir, hay que tomar en cuenta la naturaleza del objeto y a 
quien va dirigido.La ofrenda está constituida por dones con efectos mágicos. De 
hecho dar y regresar un don no es un acto voluntario, se tiene la obligación de ser 
reciproco con éste. 
 Dichos intercambios están destinados a consagrar unas relaciones 
simétricas, entre el donante y la persona a la que se dona, por lo que las ofrendas 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
25 
eran dones destinados a mantener el orden ordinario en la relación entre hombres 
y dioses. 
 Al intercambio de dones se le ha visto como el único modo de circulación de 
los bienes, es el único medio de instaurar unas relaciones duraderas de 
reciprocidad pero también de dominación ya que institucionaliza un sentido de 
obligación, es un rito de alianza destinado a efectuar una transacción interesada 
en intercambio generoso. 
 De acuerdo con Lévi-Strauss (1983: 93) los dones no se intercambian sólo 
en virtud de su valor económico, sino como vehículos de instrumentos de 
realidades de otro orden: potencia, poder, simpatía, estatus, etcétera. 
 El don pone de manifiesto la intención ritual mediante el cual fue ofrendado, 
actos rituales cuya eficacia mágica reside en el don. El principio de la eficacia 
mágica radica en el grupo que la reconoce y se reconoce en ella (Bourdie, 1991: 
203). 
 Se posee para dar, pero también se posee al dar. El don que no es 
restituido puede convertirse en una deuda, una obligación duradera. Es la manera 
de retener a alguien: el don o la deuda, crea una atadura afectiva y obligación 
moral; las relaciones de dominación sólo pueden ser instauradas de esta manera. 
 No llevar a cabo el desarrollo de esta acción fuertemente ritualizada lleva a 
un fin funesto, a una ofensa y con ello a una venganza. Ofrendar, por ende, 
conlleva a la paz. 
De hecho Mauss (1970: 67) distingue tres pasos el dar, el aceptar (pues no 
se puede rechazar un don) y el reciprocar. 
 La economía mexica recurría a estas formas de dominación presentes en 
la deuda y en el don que tenían el poder de crear tanto dependencia como 
servidumbre; según las estrategias a las que servían. De hecho la acumulación de 
riquezas materiales era un medio entre otros de acumular poder simbólico. 
 En la sociedad mexica se tenían que instituir los principios de una relación 
práctica con el mundo natural y social en palabras u objetos, pero sobre todo, en 
las manifestaciones colectivas y públicas como los grandes rituales y el 
ofrecimiento de dones. 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
26 
 El caso de nuestra ofrenda se dio por un hecho extraordinario suscitado por 
las circunstancias de crisis económica que exigía la participación de la comunidad 
y que obedeció a un ritual en el que se pretendía obtener ciertos favores como la 
llegada de las lluvias a cambio de los dones ofrecidos. 
 En las ofrendas los objetos dejan de tener función para convertirse en un 
signo. Los objetos dentro de las ofrendas están dotados de un valor y marcan 
ciertos sucesos, estos objetos prestan un servicio. 
 En cada contexto cultural específico, se establecen determinadas 
exigencias rituales para el intercambio, así como parámetros de compensación 
entre dones con base en un principio de equivalencia fundado en la importancia 
cultural que tiene en cada grupo humano los distintos objetos donados u 
ofrendados; por lo que cada grupo define qué constituye un objeto de don. 
Hay una relación sumamente compleja en la que destacan dos 
concepciones: la necesidad que tienen los dioses de la colaboración de los 
hombres y la posibilidad de éstos de alcanzar la comunicación con el otro mundo a 
través de las ofrendas. Los dones son bienes estrictamente prescritos para cada 
uno de los dioses y formas expresivas específicas (Vogt, Evon, 1975: 13). 
 La ofrenda que se tendía sobre el puente que comunicaba a los hombres 
con los dioses debía ser ya, desde su envío, algo que el dios receptor reconociera 
como propio, al grado que la ofrenda llegaba a ser su propia esencia envuelta en 
la apariencia corporal adecuada (López Austin, 1997: 220). 
 Las ofrendas son un resultado de la ejecución de ritos positivos, Cazeneuve 
(1971: 243) incluye aquellos que permiten influir sobre lo sagrado en beneficio de 
individuos o grupos, como en el caso de las ofrendas y sacrificios. Quienes 
practican estos ritos suelen pensar que de no cumplirlos cabalmente se amenaza 
el orden existente, pudiendo desencadenar efectos desfavorables para los seres 
humanos, mientras que su cumplimiento permite conservar o reestablecer el orden 
que se ha trastocado. Para este autor, ofrenda y sacrificio están constituidos por 
objetos otorgados a algún ser sagrado. La especificidad del sacrificio consiste en 
que implica la destrucción de dichos objetos, lo cual evidencia más el don al 
excluirlos del mundo humano y hacerlos pasar por completo al ámbito sagrado. 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
27 
 
-Tipo de ofrendas depositadas en el Templo Mayor de 
Tenochtitlan 
 
 Con qué se hacían ofrendas: con alimentos y con mantas. Se hacían ofrendas también con 
cualquier animalillo, bien sean guajolotes o pájaros; bien sea con mantas o cualquier cosa que se 
producía de nuevo; bien sea con mazorcas de maíz, o con chía, con flores o con cualquier otra 
cosa (Sahagún, 1992: 47). 
 
La historia de las ofrendas que han sido recuperadas en lo que fuera el 
Templo Mayor de Tenochtitlan comienza con Leopoldo Batres en 1900, quién con 
la construcción del colector de agua que corre de oriente a poniente sobre la calle 
de Guatemala, encuentra parte de la escalera de la plataforma de la etapa VI, sin 
saber que se trataba del Templo Mayor. Realizó excavaciones en la calle de las 
Escalerillas (detrás de la Catedral Metropolitana), recuperando y registrando una 
gran variedad de objetos en contexto de ofrenda. 
Posteriormente Manuel Gamio continúa los trabajos arqueológicos en 1913-
1914 y encuentra restos de la esquina suroeste del Templo Mayor, así como una 
de las cabezas de serpiente de la etapa IVb y afirma que efectivamente se trata 
del recinto sagrado del Templo Mayor de Tenochtitlan. 
Por su parte, Hugo Moedano y Elma Estrada Balmori, hacia 1948-49, 
amplían el área excavada por Gamio, encontrando parte de la plataforma sur 
adornada con pequeñas cabezas de serpiente. Asímismo, encuentran un brasero 
y la cabeza de serpiente que está orientada hacia el sur. También reportan la 
excavación de la ofrenda 1, en donde describen cada uno de los objetos 
encontrados en la misma. 
Pero es bajo la dirección del arqueólogo Eduardo Matos, desde 1978 hasta 
1982 que se realizaron los descubrimientos de la mayor parte de las ofrendas que 
resguarda actualmente el Museo del Templo Mayor. 
Los contenidos de las ofrendas mexicas eran muy similares a los 
encontrados en las demás culturas mesoamericanas que los precedieron. La 
mayoría de las ofrendas mesoamericanas eran colocadas para consagrar o 
conmemorar la erección de un monumento, un evento calendárico o estaban 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
28 
dedicadas al culto de una deidad específica, y eran depositadas directamente en 
la tierra, en alguna cista o en tumbas. Dentro de esta tradición se encuentran las 
ofrendas mexicas. 
De las diferentes clases de ofrendas encontradas dentro de lo que fuera el 
Recinto Sagrado de Tenochtitlan, hay básicamente tres diferentes tipos de 
continentes o receptáculos: las ofrendas colocadas en cajas de sillares, es decir, 
en cavidades de forma cuadrangular o rectangular, con piso y paredes hechos 
mediante bloques de piedra careada; las ofrendas colocadas en relleno 
constructivo, que son aquellas depositadas directamente dentro del núcleo del 
edificio y las ofrendas colocadas en las urnas de piedra llamadas tepetlacalli, 
receptáculos transportables y de forma cuadrangular que eran depositados tanto 
en relleno como en cajas de sillares (López Luján, 1993: 124-130). 
A través de años de investigacióny profundos análisis en este sitio, se han 
podido inferir múltiples motivos de ofrendamiento; como es el caso de las ofrendas 
propiciatorias dedicadas a diversas deidades como Huitzilopochtli y Tláloc, y que 
tenían la finalidad de obtener sus favores, ofrendas para acompañar a un difunto y 
en las que se encontraron vasijas cerámicas y de piedra con restos óseos 
cremados y mezclados con diversidad de objetos, como cuentas de piedra verde y 
de obsidiana etc; otras fueron ofrendas de consagración enterradas durante las 
deferentes ampliaciones del Templo Mayor, otras más fueron depositadas por 
fines extraordinarios siendo al parecer el caso de la que nos ocupa (López Luján, 
1991: 171-290), todo esto entre la infinidad de móviles que se perseguían en la 
deposición de las mismas. 
 Muchas de las ofrendas del Templo Mayor tienen una connotación 
simbólica dirigida a la importancia de las dos deidades principales para los 
mexicas (Tláloc y Huitzilopochtli) y hacen alusión al simbolismo global de este 
edificio como parte de la cosmovisión Mexica. 
 Por otra parte, varias ofrendas fueron colocadas a lo largo de ciertos ejes, 
sobre la fachada principal de los templos dobles. También fueron encontradas en 
las esquinas del edificio o bien a lo largo del eje norte-sur aproximadamente a la 
mitad bajo la estructura. Hay también tres ejes en la parte posterior, a la mitad de 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
29 
cada edificio y en su conjunción. Algunas ofrendas fueron colocadas alrededor de 
la base, equidistantes unas de otras (López Luján, 1993: 143-145). Lo que nos 
está hablando de una intencionalidad y una connotación simbólica asociadas al 
lugar en donde fueron depositadas. 
El estudio de las ofrendas nos da las pautas para entender el 
comportamiento ritual de una población determinada, en un espacio también 
determinado. Los objetos enterrados en las ofrendas de Templo Mayor son 
múltiples, hay aproximadamente un 80% de material alóctono y en ocasiones éste 
varía bastante de una ofrenda a otra. El hecho de que haya tanto material foráneo 
reflejaba el dominio sobre los hombres de tierras lejanas y el gran poder que 
alcanzó la población mexica dentro del ámbito político y económico sobre todas 
las provincias sojuzgadas; sin embargo mucho del material depositado tiene una 
gran similitud con el encontrado en ofrendas localizadas en otras poblaciones 
mesoamericanas (Matos, 1981: 110). Todo esto como una consecuencia de la 
expansión del imperio mexica, quienes tenían la conciencia de la importancia de la 
tradición histórica y cultural que conllevaban aquellos objetos depositados. 
Las ofrendas son un ejemplo representativo de objetos y elementos 
estilísticos provenientes de todos los territorios conquistados. Por otra parte, las 
especies naturales de la costa del Golfo y del Pacífico parecen denotar una noción 
de territorialidad, una expresión adecuada de los límites del dominio político del 
imperio mexica, llegando en su expansión hasta dichas tierras tropicales. Además 
las ofrendas de animales marinos al parecer sugieren que los mexicas querían 
conjurar la presencia del océano en el Templo Mayor, que era un símbolo de 
absoluta fertilidad (Broda, 1987: 223). Al mismo tiempo el océano era la 
contraparte necesaria y complemento para la concepción de la tierra y el cielo, 
pues era el lugar donde éstos se encontraban. 
 En el caso de Templo Mayor hubo un incremento en la deposición de 
ofrendas durante la etapa IVb (1469-1481) correspondiente a la expansión del 
imperio Mexica, bajo el mando de Motecuhzoma Ilhuicamina y su sucesor 
Axayacatl, quienes ampliaron la fachada frontal del Templo Mayor durante este 
periodo y que es el que le corresponde a nuestra ofrenda en estudio. 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
30 
Los objetos enterrados en estas ofrendas reflejan también una continuidad 
con tradiciones votivas anteriores a la época mexica, incluyendo una variedad de 
objetos lujosos, funcionales y simbólicos. Para Debra Nagao (1985: 58) muchas 
de las ofrendas mexicas están relacionadas a un ciclo de muerte y resurrección 
que puede ser visto como crecimiento, destrucción y regeneración. 
Para Broda (1987: 214) en cambio muchas de las ofrendas del Templo 
Mayor están orientadas al culto a Tláloc. La localización de las ofrendas para ella 
tiene una connotación simbólica que al parecer va dirigida a la importancia de las 
dos deidades principales y de manera más general hacia el simbolismo global del 
Templo Mayor como parte de la cosmovisión mexica. Esta autora ve en las 
ofrendas la demostración de que el culto a las montañas, cuevas y agua que 
tenían los mexicas fue materializado en este edificio. 
Lo que queda claro es que en dichas ofrendas, los objetos no fueron 
depositados aleatoriamente por los sacerdotes mexicas, sino que cada uno de 
ellos fue cuidadosamente colocado en un lugar específico, de acuerdo a ciertos 
conceptos cosmológicos básicos, por lo que el don en sí nos está hablando de un 
significado en particular, pero este don aunado a otros y en relación con la 
ubicación dentro del edificio en donde fueron depositados, representa un discurso 
que habla acerca de sus dioses, de su concepto del universo, de sus peticiones, 
etc. 
El ritual mexica tenía un efecto importante sobre la vida económica, 
comenzaba a determinarse por el tributo y la agricultura y también era una 
expresión ideológicamente muy importante de la vida política. La realización de las 
complejas actividades rituales se enfocaba en el Templo Mayor que era el centro 
del Recinto Ceremonial; muchas de las ofrendas aquí depositadas eran el 
resultado de rituales que tomaban lugar periódicamente. 
 
 
 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
31 
Importancia del estudio de las ofrendas 
 
 La importancia del estudio de las ofrendas radica en la comprensión del 
mensaje que se quiere descifrar y que iba dirigido a la sobrenaturaleza, entender 
las pautas de conducta llevadas a cabo en diversos momentos durante los rituales 
de oblación, para tratar de esclarecer qué fines se perseguían con la deposición 
de dichas ofrendas. 
Cada ofrenda cuenta con varios niveles verticales de colocación de piezas 
que marcan correspondencia de éstos con diferentes momentos rituales de la 
misma ceremonia (López Luján, 1989: 35). En la colocación de cada objeto hay un 
simbolismo específico; cada ofrenda tiene su propia orientación y su propio centro, 
pero se relacionan al Templo Mayor como centro principal. 
Ya vimos que es de suma importancia para un correcto análisis de las 
ofrendas tomar en cuenta factores como la posición de los objetos, que implica 
tanto el lugar preciso dentro de los depósitos en que se colocaron al momento de 
hacerse las oblaciones como el enclave de las ofrendas mismas dentro del recinto 
ceremonial de Tenochtitlan en su conjunto. 
 Para esto hay que analizar las relaciones espaciales que los diferentes 
objetos de las oblaciones presentan entre sí, lo cual implica examinar con gran 
detalle la forma en que éstos fueron colocados al interior de las ofrendas. 
 El estudio de materiales comparativos permite asociar los elementos 
depositados con el concepto que están simbolizando, de esta manera se puede 
llegar al plano de las relaciones entre el hombre y el cosmos. Se puede aclarar 
todo lo que en la cultura mexica estaba sometido a la naturaleza, pues había una 
interpenetración entre naturaleza y cultura. De esta manera es posible darle un 
sentido a la deposición de ofrendas e ir buscando asociaciones que en conjunto 
nos den una explicación coherente. 
 La interpretación de la ofrenda no va a consistir en encontrar un sentido 
oculto para cada uno de los elementos, sino que la relación entre el contenido de 
la ofrenda y lo que esta quiere expresar son relaciones de una estructura a otra. 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
32 
Importancia del estudiode la Cámara 3 
 
De las 120 ofrendas excavadas hasta la fecha en el Templo Mayor de 
Tenochtitlan, la Cámara 3 es una de las más importantes en cuanto a la calidad y 
cantidad de objetos. Esto puede apreciarse a través de los más de 4000 
elementos en ella depositados, tales como figuras y máscaras Mezcala, ollas 
polícromas de cerámica con iconografía, instrumentos musicales, cetros de piedra, 
objetos de concha, cuentas de piedra verde, etc. Esta ofrenda fue descubierta en 
la plataforma de la etapa IVb (1469-1481 d.C.), localizada en el edificio 
correspondiente a Tláloc. Otras ofrendas contemporáneas a la Cámara 3 son la 
18, 19, 30, 31, y la ofrenda 85 que se encontraba en una fosa excavada bajo la 
Cámara 3, finalmente la 92 y 93 que también se encontraron en la plataforma de 
los edificios de Tláloc y Huitzilopochtli. Un porcentaje del 9% del total de ofrendas 
encontradas en el edificio del Templo Mayor de Tenochtitlan. 
La Cámara 3 fue colocada junto con otras ofrendas en la plataforma que 
corresponde a la etapa IVb del Templo Mayor, sobre la que desplantan las 
escalinatas que accedían hacia los templos, y la cual simbolizaba a la superficie 
terrestre de acuerdo a Broda (1987: 105). 
La importancia de este tipo de estudios radica en los datos que aporta para 
la comprensión de la cosmovisión mexica y su relación con las actividades 
económicas que se ejercían al interior de la población. 
El análisis simbólico de los objetos que contenía la Cámara 3, es el paso 
necesario para esclarecer el motivo de oblación por el que se depositó ésta; el 
significado de dichos dones y lo que representan los distintos niveles de 
deposición, todo esto fundamentalmente a través de la información arqueológica 
del Proyecto Templo Mayor y las fuentes históricas del siglo XVI. 
Una cuestión importante es que para la comprensión de los rituales mexicas 
no se cuenta con datos suficientes acerca de las ceremonias de oblación, ni de su 
significado, al ser éstas del conocimiento exclusivo de los sacerdotes que las 
depositaron. Por tal motivo, es difícil entender lo que el sacerdote quiso decir a sus 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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dioses a través de las ofrendas, y solamente con un análisis profundo de las 
mismas se puede llegar a dilucidar los diversos motivos de ofrendamiento. 
Hay un complicado discurso en la deposición de esta ofrenda y el problema 
radica entonces en saber si se puede descifrar dicho discurso, es decir, 
considerando que al hablar de la finalidad de esta deposición estamos hablando 
del ritual que le dio lugar, dicho ritual necesariamente está expresando algo, una 
especie de lenguaje podríamos decir. 
Por todo esto es indispensable determinar de manera precisa la ubicación 
de todos y cada uno de los objetos que conforman la Cámara 3, debido a la gran 
importancia que reviste para nuestro análisis la reconstrucción del contexto. 
Esta ofrenda fue depositada en la parte correspondiente al adoratorio de 
Tláloc, el dios de la lluvia y la deidad mesoamericana más difundida. La 
importancia de esta deidad radica, en el hecho de que tanto entre los mexicas 
como entre la mayoría de las sociedades mesoamericanas existía la imperiosa 
necesidad de controlar las precipitaciones pluviales, ya que se trataba de 
poblaciones esencialmente agrícolas. Esto se ve reflejado, en nueve de los 
dieciocho meses que integraban su calendario agrícola, donde se realizaban 
ceremonias para propiciar la lluvia y la fertilidad (Broda, 1971: 247). Tláloc era 
además una deidad ambigua que representaba tanto las fuerzas benéficas de las 
lluvias que engendraban la vida como los aspectos negativos del clima del 
Altiplano, donde las tormentas, las heladas y las inundaciones constituían una 
constante amenaza para los cultivos. 
En esta ofrenda al igual que en muchas otras encontradas en el Templo 
Mayor, existen claras asociaciones entre deidades relacionadas con el culto a la 
lluvia y la fertilidad; tal es el caso de Tláloc, Tlaltecuhtli y Ehécatl. La relación 
Tláloc-Tlaltecuhtli, es clara, uno como señor del agua y la otra como señora de la 
tierra, siendo el agua la que fertiliza a la tierra y hace crecer los mantenimientos 
que de ella emergen. Lo mismo sucede con la relación Tláloc-Ehécatl, donde el 
viento es el que atrae a las nubes que propician la lluvia. 
Un dato muy importante es que esta ofrenda fue colocada justamente 
debajo de la ofrenda 48, en la que depositaron entre otras cosas, los cadáveres de 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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42 niños sacrificados junto con varias esculturas de tezontle con la efigie de Tláloc 
que imitan jarras, oblación efectuada en honor a esta deidad con el fin de propiciar 
la lluvia por una gran sequía acaecida en el año de 1454 (López Luján, 1993: 203). 
Por lo que la Cámara 3 debió estar ofrendada por el mismo fin, es decir, por una 
petición que los mexicas le querían hacer a las deidades acuáticas y terrestres, en 
un periodo de crisis social. 
En un sentido simbólico, el Templo Mayor está cimentado sobre ricos y 
abundantes depósitos de objetos, la mayoría de ellos resultado de sus logros 
políticos y militares, cuya función es formar parte de ceremonias de petición y 
agradecimiento a los dioses. 
Indica Leach (1978: 78) que las ceremonias rituales son verdaderos 
discursos dirigidos a la sobrenaturaleza, los cuales pueden dividirse en elementos 
semejantes a párrafos, frases, palabras, sílabas y fonemas. Estos elementos 
fungen como metáforas basadas en códigos específicos (lingüísticos, 
coreográficos, gesticulares, cromáticos, musicales, de ofrendamiento, etc.), 
dependientes a su vez de un código general, y se articulan según una sintaxis 
determinada. De manera similar a los componentes del lenguaje verbal, los 
elementos rituales más simples no tienen significado en sí mismos, sólo cobran 
sentido cuando se combinan con otros elementos espacial y secuencialmente. 
Para este caso el entendimiento del ritual mexica como ya se ha indicado 
debe ser llevado a cabo en su contexto, y por lo tanto los símbolos deben ser 
igualmente estudiados en el contexto en el que aparecen funcionando, los 
elementos simbólicos sugieren interpretaciones no de sí mismos, sino del conjunto 
del que forman parte. 
Hay que considerar por lo tanto como punto principal la posición de los 
objetos, que implica tanto el lugar preciso dentro de los depósitos en que se 
colocaron al momento de hacerse las oblaciones como el enclave de las ofrendas 
mismas dentro del Recinto Ceremonial de Tenochtitlan en su conjunto. 
Para López Luján (1993: 55) el estudio de las ceremonias rituales mexicas 
es el camino más viable en la interpretación semántica de las ofrendas del Templo 
Mayor, para esto además de lo arriba expuesto es necesario tomar en cuenta 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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tanto la cantidad como la diversidad de formas de expresión que en el fondo 
responden a códigos básicos comunes. Como es el caso de las ofrendas y las 
ceremonias rituales. La comprensión de una de las partes de una ceremonia ritual 
será mayor si se refiere a la totalidad de ella. 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
36 
 
Capítulo 3 
 
El estudio de la Cámara 3 en su contexto 
arquitectónico 
 
-Ubicación y detección de la ofrenda 
 
La Cámara 3 forma parte de una secuencia de ofrendas depositadas en el interior 
de un pequeño adoratorio que estaba integrado a la plataforma basamento 
Templo Mayor de Tenochtitlan. Dicho adoratorio fue construido en la Etapa IVa y 
ampliado en la IVb. En efecto, se halló primeramente un tramo de la escalinata de 
acceso que arranca de la plataforma IVb y de la cual se conservan tres escalones 
con sus alfardas (la parte superior ya no existe). Un poco más abajo, se encontró 
el remate superior del adoratorio anterior, también con tres escalones que 
arrancan del piso de la plataforma a la etapa IVa. En este caso se conservóel piso 
superior del adoratorio. Sobre este piso se localizó una caja de sillares 
perteneciente a una época posterior. Esta corresponde a la Ofrenda 48, 
compuesta principalmente por restos óseos de infantes sacrificados. Lo anterior 
significa que la Cámara 3 se encontraba situada abajo del piso de estuco de la 
Ofrenda 48. Con respecto a la localización general de la zona arqueológica, la 
Cámara 3 está ubicada en la cala Q’, cuadros 40-41. 
La Cámara 3 fue localizada en enero de 1981 por el arqueólogo Leonardo 
López Luján. Cuando finalizó el trabajo de excavación de la Ofrenda 48, quedó 
expuesta una tapa discoidal de 61 cm de diámetro y 10 cm de espesor en el piso 
de estuco que la sostenía y que es el mismo piso superior del adoratorio de la 
etapa IVa. Dicha tapa indicaba la presencia de otra ofrenda. Al removerla, se 
localizó la Cámara 3. Se trata de un espacio vacío bastante grande cuyos muros 
miden 1.12 cm de norte a sur, 1.09 m de oriente a poniente y tiene una 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
37 
profundidad de 1.25 cm. Sus paredes internas están estucadas y presentan 
escasos restos de pigmento. De hecho, gran parte del estuco de las paredes se 
encontró desprendido y fragmentado. El techo de la Cámara fue elaborado con 
lajas muy grandes y, sobre éstas, un piso de estuco de la Ofrenda 48. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 1. Dibujo reconstructivo del Templo Mayor de Tenochtitlan, en el que se aprecia la ubicación 
de la Cámara 3. Dibujo de Tenoch Medina. 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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Figura 2. Corte de localización general de la Cámara 3. Dibujo de Bertina Olmedo y Alberto Zúñiga 
 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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Figura 3. Planta del Templo Mayor de Tenochtitlan, donde se localiza la Cámara 3. Dibujo de 
Tenoch Medina. 
 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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Excavación y registro 
 
 La excavación y el registro de las ofrendas son dos de las partes más 
importantes dentro del proceso de estudio de las mismas, ya que el éxito de una 
correcta interpretación dependerá del cuidado con el que se recuperen los datos 
contextuales. Hay un patrón específico de enterramiento que es producto 
combinado del mito y del rito, es decir, de las ideas cosmológicas y la acción 
pautada de los sacerdotes. Este patrón se puede ver reflejado en la distribución de 
los objetos depositados dentro del receptáculo y en las relaciones espaciales de la 
ofrenda con el edificio donde fue colocada. 
La Cámara 3 fue excavada en 1981 por la arqueóloga Bertina Olmedo Vera, 
quien durante 10 meses (del 12 enero al 24 octubre de 1981), llevó acabo de 
manera minuciosa el registro y el levantamiento de los diversos objetos en ella 
depositados. 
 Como ya indicamos, los cuatro muros que conforman la Cámara 3, estaban 
cubiertos de estuco. En todos ellos, con excepción del muro norte, se encontraron 
restos de pigmento negro. La pared sur es la única donde se pudo apreciar la 
representación de lo que al parecer eran huesos humanos de dos piernas. En los 
muros oriente y poniente, el estuco se encontró muy destruido, y aunque se 
alcanzan a ver restos de pigmento, no se distingue ninguna figura. Los fragmentos 
de estuco que se desprendieron de las paredes se encontraron dispersos en el 
suelo de la cámara, cubriendo gran parte del mismo. 
 Con el objeto de excavar la cámara, se procedió a quitar parte del techo. 
Primero se numeraron y quitaron una a una las piedras que formaban parte del 
muro oriente de la Ofrenda 48. Para liberar la laja que se encontraba apoyada en 
el extremo este, sobre el muro norte de la cámara, y en otro extremo oeste sobre 
una laja grande que a su vez se apoyaba en el muro sur. Se determinaron las 
dimensiones de la laja y se hicieron dos cortes paralelos en el piso de estuco de la 
Ofrenda 48 con orientación norte-sur, a lo ancho de la laja, y un corte 
perpendicular en el lugar donde se empalmaba con la segunda laja pequeña que 
también fue removida. El restaurador encargado desprendió el piso de estuco 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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adherido a la laja, el cual fue velado previamente. El fragmento fue enviado al 
taller de restauración para ser consolidado, pues al terminar la excavación de la 
cámara debía restituirse esa parte del techo. La laja, ya liberada por los cuatro 
lados se extrajo y fue guardada también en el taller de restauración. Se procedió 
posteriormente a quitar la segunda laja pequeña que estaba al poniente de la 
anterior. El procedimiento fue el mismo, pero en este caso la laja pudo extraerse 
con todo y el fragmento de piso de estuco que estaba adherido a ella, 
conservándose intacta la huella del tapón de la cámara. De esta forma el acceso a 
la Cámara se amplió, dejando un hueco de 111 cm de oriente a poniente y de 50 
cm de norte a sur. 
 Fue asignada una persona del taller de restauración para resanar el estuco 
de los muros sur, poniente y oriente. Después de ésto fueron extraídos los 
fragmentos del estuco de los muros que estaban tirados sobre los elementos de la 
cámara y entregados al taller de restauración para su tratamiento. Previo a esto, 
se tomaron fotografías de los muros, del estuco desprendido y de detalles de 
algunos de los elementos de la ofrenda. 
 
 
 
Figuras 4 y 5. Paredes de la Cámara 3, recubiertas con estuco. Fotografías del Proyecto Templo 
Mayor. 
 
Uno de los fragmentos desprendidos, que pertenecía al muro oriente y que 
estaba sobre el cráneo del puma localizado en la ofrenda, tenía adherido un 
pequeño fragmento de textil, restos de pigmento rojo y un polvo plateado brillante. 
 Una vez retirado el piso de estuco de la ofrenda 48 que fungía de techo de 
la Cámara 3, se fijó una cota de 2231.556 msnm en el muro sur de la ofrenda para 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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proceder a tomar desde allí las profundidades de los elementos. Se tomaron 
fotografías y se hizo un dibujo de planta de la tapa de la ofrenda. 
 
 
Figura 6. Momento en que se destapó el acceso a la Cámara 3. En cuadro los arqueólogos 
Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján. Fotografía del Proyecto Templo Mayor. 
 
Los dones depositados se encontraron superpuestos en varios niveles 
verticales, asignándosele el número 1 al nivel más superficial, el número 2 al que 
le seguía y así sucesivamente hasta llegar al más profundo que fue el octavo. 
 
 
Figura 7. Vista general de la Cámara 3 al momento de ser descubierta. Fotografía del Proyecto 
Templo Mayor 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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Una vez que se retiraron todos los objetos depositados en la Cámara 3, se 
procedió a remover el piso y efectuar un sondeo bajo él, encontrándose a no más 
de 0.30 m de profundidad una concha madreperla y varios caracoles marinos 
pequeños que indicaban la presencia de una nueva ofrenda, la cual fue numerada 
como Ofrenda 85, y cuya excavación quedó a cargo del arqueólogo Carlos Javier 
González. 
 
 
 
Figura 8. Corte Norte- Sur del primer nivel de la Cámara 3. Dibujo de Bertina Olmedo y Alberto 
Zúñiga 
 
 
El simbolismo de la Cámara 3 
 
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El contenido 
 
Dentro de esta ofrenda fueron depositados diversos objetos, entre los que 
destacan dos grandes ollas de cerámica policroma con la imagen de Chicomecóatl 
en una de sus caras. Una de ellas tiene, además, en la cara opuesta la imagen de 
Tláloc. La olla que nada más tiene la representación de Chicomecóatl posee una 
tapa y en ésta fue pintada la imagen de Tláloc, por lo que en ambos casos se 
encuentra la dualidad Tláloc-Chicomecóatl. La tapa de la olla estaba ladeada, 
recargada parcialmente en el muro norte y tocando una escultura también 
antropomorfa hecha de copal, la cual se encontraba de pie y con la cara orientada 
hacia el noroeste. La tapa presentaba la cara convexa hacia arriba. La otra olla se 
encontraba en la esquina noreste de la cámara; estaba

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