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Una-relacion-perversa--conflictos-negociaciones-y-acuerdos-entre-gobierno-y-radiodifusores-en-Mexico-19232003

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
 
 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
PROGRAMA DE POSGRADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
 
 
 
 
 
UNA RELACIÓN PERVERSA 
 
CONFLICTOS, NEGOCIACIONES Y ACUERDOS ENTRE 
GOBIERNO Y RADIODIFUSORES EN MÉXICO 
(1923-2003) 
 
 
 
 
 
T E S I S 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE 
MAESTRO EN COMUNICACIÓN 
PRESENTA: 
ALFONSO MORALES ESCOBAR 
 
 
 
Tutor: Dr. RAÚL TREJO DELARBRE 
 
 
MÉXICO, D.F. 2008 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
DEDICATORIAS 
 
 
A Rubén Ángel Henríquez Serrano 
 
Mi amor Lacan, único y total; maestro y compañero sin 
reservas ni reveses; desde mi siempre y para siempre. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A mis padres: 
 
Socorro Escobar Aizpuro 
 
Felipe Morales Jiménez 
In memoriam 
 
Por enseñarme a amar la vida sin límite ni miedo; mis 
primeros maestros tan amados. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A la dulce memoria de: 
 
Víctor Lidio Jara Martínez 
 
Mártir del canto y la palabra, a quien no silenciaron ni la tortura ni las 
balas del oprobio y el terror. La vida es eterna en cinco minutos… 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
A Felipe, Marisela, Blanca Lilia, Eduardo, Ángel, Israel Fernando y 
Benjamín y sus familias, quienes son mis hermanos, mis compañeros y 
mis ejemplos para toda la vida. 
 
A Margarita Muñoz Rubio, Galdina Serrano Rivera, Hugo Hernández 
Martínez y Jorge Arturo Almaraz Dávila, por su amor y su amistad 
entrañables y porque de ellos he recibido, a veces inmerecidamente, sólo 
lo mejor de lo mejor. 
 
Al doctor Raúl Trejo Delarbre, por asesorarme en la elaboración de esta 
investigación; por su paciencia y su sabiduría inagotables. 
 
Al jurado revisor de esta tesis, integrado por las doctoras Carola García 
Calderón, Fátima Fernández Christlieb, Alma Rosa Alva de la Selva y 
Aimée Vega Montiel, por sus atinadas observaciones. 
 
A la doctora Judith Bokser Misses, por su dedicación y mística de servicio 
en apoyo de los estudiantes del posgrado. 
 
A los doctores Florence Toussaint Alcaraz, Felipe López Veneroni, 
Enrique Luis Maorenzic Zaffini, Elvira Hernández Carballido, Carlos 
Gallegos Elías, Carmen Avilés Solís y Jorge Calvimontes y Calvimontes, 
profesores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, por sus 
generosas e invaluables enseñanzas. 
 
A mis profesores de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán; muy en 
especial al doctor Daniel Gerber Gerber, al licenciado Manuel Oropeza 
Herrera In memoriam, a la maestra Hermelinda Osorio Carranza y al 
licenciado Rafael Rodríguez Castañeda. 
 
 
 
“Deseo, aunque sin hacerme muchas ilusiones, que mis análisis no sean 
percibidos como `ataques´ contra los periodistas y contra la televisión (…) 
Por más que me sobran razones para temer que servirán, sobre todo, 
para alimentar la complacencia narcisista de un mundo periodístico 
especialmente propenso a proyectar sobre sí mismo una mirada 
engañosamente crítica, tengo la esperanza de que puedan contribuir a 
dotar de medios o de armas a todos aquellos que, dentro de las 
profesiones relacionadas con la imagen, luchan para que lo que hubiera 
podido convertirse en un extraordinario instrumento de democracia directa 
no acabe siéndolo de opresión simbólica.” 
 
Pierre Bourdieu. 
 
INDICE DE CONTENIDO 
 
INTRODUCCIÓN I 
 
 
PRIMERA PARTE: 
INTERSECCIÓN DE LOS PROYECTOS HEGEMÓNICOS DEL GOBIERNO 
FEDERAL Y DE LA INDUSTRIA DE LA RADIO 
(1923-1946) 
 
1 ANTECEDENTE HISTÓRICO-TECNOLÓGICO DE LA RADIODIFUSIÓN 1 
 
2 ANTECEDENTE HISTÓRICO-JURÍDICO DE LA RADIODIFUSIÓN 3 
 
3 OBREGÓN Y LOS PIONEROS DE LA RADIODIFUSIÓN MEXICANA 5 
3.1 POLO EXPERIMENTAL 9 
3.2 POLO GUBERNAMENTAL 11 
3.3 POLO EMPRESARIAL 14 
3.4 CAPITALES NACIONALES 14 
3.4.1 COMERCIANTES 15 
3.4.2 EMPRESARIOS 15 
3.4.3 INDUSTRIALES 16 
3.5 CAPITALES EXTRANJEROS 16 
3.5.1 CAPITAL FRANCÉS 17 
3.5.2 CAPITAL INGLÉS 17 
3.5.3 CAPITAL ESTADOUNIDENSE 18 
3.6 TIPOS DE RADIODIFUSIÓN 19 
3.6.1 LA RADIODIFUSIÓN PÚBLICA 20 
3.7 PRIMER MARCO JURÍDICO DE LA RADIODIFUSIÓN 23 
3.7.1 EL CARÁCTER MIXTO DE LA RADIODIFUSIÓN NACIONAL 24 
3.7.2 LA PRIMERA NORMATIVIDAD SOBRE RADIODIFUSIÓN 27 
 
4 EL MAXIMATO Y LA CONSOLIDACIÓN DEL MODELO MIXTO 31 
4.1 LAS GRANDES CADENAS RADIOFÓNICAS 37 
4.1.1 LA XEB 37 
4.1.2 LA XEW 38 
4.1.3 LA XEFO 40 
 
5 EL CARDENISMO; CORPORATIVISMO EN LA RADIODIFUSIÓN 48 
5.1 EL AVILACAMACHISMO; PERIODO DE TRANSICION 57 
5.2 UN NUEVO REGLAMENTO RADIOFÓNICO 59 
 
6 CONCLUSIONES DE LA PRIMERA PARTE 63 
 
 
SEGUNDA PARTE: 
CONSOLIDACIÓN DE LA NORMATIVIDAD JURÍDICA DE LA INDUSTRIA 
 DE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN 
(1946-1982) 
 
1 ALEMAN Y LA INDUSTRIA DE TELEVISIÓN 71 
1.1 LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO ALEMANISTA 71 
1.2 LA ESTRATEGIA DE LOS INDUSTRIALES DE LA RADIODIFUSIÓN 73 
1.3 LAS PRIMERAS CONCESIONES PARA LA TELEVISION 76 
1.4 RUIZ CORTINES, COMPÁS DE ESPERA 80 
 
2 LÓPEZ MATEOS Y LA LEY FEDERAL DE RADIO Y TELEVISIÓN 82 
2.1 LA ESTRATEGIA DE LOS RADIODIFUSORES 85 
2.2 LA LFRTV EN RESUMEN 92 
 
3 DÍAZ ORDAZ Y LOS TIEMPOS FISCALES 95 
3.1 LA RED NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES 98 
3.2 EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL Y POPULAR 101 
3.3 EL IMPUESTO DE 25 POR CIENTO A LA RADIODIFUSIÓN 102 
3.3.1 LA LÓGICA DEL GOBIERNO FEDERAL 103 
3.3.2 LA LÓGICA DE LOS CONCESIONARIOS 108 
3.3.3 LAS NEGOCIACIONES 109 
3.3.4 EL 12.5 POR CIENTO, ¿UNA FARSA? 112 
 
4 ECHEVERRIA Y EL REGLAMENTO DE LA LFRTV 117 
4.1 ANTECEDENTES DEL CONFLICTO 117 
4.2 EL MUNDIAL MEXICO ´70 126 
4.3 LAS ESTRATEGIAS DEL RÉGIMEN DE ECHEVERRIA 127 
4.4 LAS ESTRATEGIAS DE LOS INDUSTRIALES DE RADIO Y TELEVISIÓN 131 
4.4.1 EL PRIMER ESCENARIO 132 
4.4.2 EL SEGUNDO ESCENARIO 133 
4.4.3 EL TERCER ESCENARIO 133 
4.5 LA SUBSECRETARÍA DE RADIODIFUSIÓN 134 
4.6 LA GUERRA DE LAS DECLARACIONES 136 
4.7 LA COMPRA DE CANAL 13 140 
4.8 TELEVISION RURAL (CULTURAL) DE MEXICO 143 
 
5. EL SISTEMA MEXICANO, REVISITADO 145 
5.1 LA COMPETENCIA ECONÓMICA Y EL SEGUNDO MONOPOLIO 149 
5.2 NACIMIENTO, CARÁCTER Y ESTRUCTURA DE TELEVISA 152 
5.3 EL REGLAMENTO DE LA LFRTV 154 
5.3.1 CECOMSA 161 
 
6. LÓPEZ PORTILLO Y EL DERECHO A LA INFORMACIÓN 164 
6.1 EL PLAN BÁSICO DE GOBIERNO 165 
6.1.1 COORDINACIÓN POLÍTICA DE COMUNICACIÓN 
 SOCIAL Y NEPOTISMO 167 
6.1.2 LA REFORMA ADMINISTRATIVA 168 
6.1.3 LA REFORMA POLÍTICA Y EL GATOPARDISMO 171 
6.2 DE NUEVO, REGLAMENTAR EL DERECHO A LA INFORMACION 173 
6.2.1 LA EXTRAVIADA CUADRATURA DEL CÍRCULO 175 
6.2.2 EL PRINCIPIO DE UNA LEY DE COMUNICACIÓN SOCIAL 176 
6.3 TELEVISION POR CABLE; NUDOS Y ENREDOS 179 
6.4 AUGE DE TELEVISA Y SU ACTITUD FRENTE A LA CRISIS DE 1980 182 
6.5TECNOLOGÍA SATELITAL Y CONVERGENCIA 184 
6.5.1 UN SATELITE PROPIO 185 
6.5.2 FUNDACIÓN CULTURAL TELEVISA 187 
6.6 CANAL 13; PLENITUD Y DETERIORO DE LA TELEVISIÓN ESTATAL 188 
6.6.1 LAS OTRAS RADIOS Y TELEVISORAS ESTATALES 189 
 
7 CONCLUSIONES DE LA SEGUNDA PARTE 191 
7.1 LA CONSOLIDACIÓN DE LA TELEVISIÓN MEXICANA 192 
7.2 LOS TIEMPOS FISCALES Y EL REGLAMENTO DE LA LFRTV 197 
7.3 EL DERECHO A LA INFORMACIÓN A RANGO CONSTITUCIONAL 205 
 
 
 TERCERA PARTE: 
EL NEOLIBERALISMO Y LA CESIÓN DE SOBERANÍA NACIONAL 
EN MATERIA DE RADIODIFUSIÓN 
(1982-2003) 
 
1. MIGUEL DE LA MADRID Y LA ERA SATELITAL-TECNOCRÁTICA 211 
1.1 FORO DE CONSULTA POPULAR SOBRE COMUNICACIÓN SOCIAL 214 
1.2 EL BUROCRATISMO UNA VEZ MÁS 214 
1.3 TELECOMUNICACIONES, SISMOS Y RADIO BANDA CIVIL 217 
1.4 LA TELEVISIÓN RESTRINGIDA 219 
 
2. SALINAS DE GORTARI Y LA PRIMERA CESION DE SOBERANIA 220 
2.1 EL LIBERALISMO SOCIAL SALINISTA 223 
2.2 LA RELACION CON LOS MEDIOS ELECTRÓNICOS 225 
2.3 TELEVISA; MÁS CRECIMIENTO 226 
2.4 TELECOMM Y SU REGLAMENTO 227 
2.5 TELEVISA POR FIN EN LA BOLSA 228 
2.6 LA VENTA DEL PAQUETE DE MEDIOS 229 
2.7 NUEVAS CONCESIONES A TELEVISA 232 
2.8 PRIMERA CESIÓN DE SOBERANÍA EN TELECOMUNICACIÓN 233 
2.8.1 EL DECRETO DE 1993 SOBRE TELEVISIÓN POR CABLE 235 
2.8.2 REGLAMENTO DE TELECOMUNICACIONES 237 
 
3. ERNESTO ZEDILLO PONCE DE LEÓN 239 
3.1 AGENDA PARA LA REFORMA MEDIÁTICA 240 
3.2 RELEVO EN PUERTA EN TELEVISA 244 
 
4. REFORMA DE TIEMPOS OFICIALES Y REGLAMENTO DE LA LFRTV 246 
4.1 FOX Y LA COMUNICACIÓN SOCIAL EN TRES TIEMPOS 248 
4.2 FOX PRESIDENTE ELECTO 262 
4.2.1 EL SEMINARIO DE COCOYOC 265 
4.2.2 LA RELACIÓN CON LOS MEDIOS 266 
4.3 LA REFORMA DEL ESTADO UNA VEZ MAS 268 
4.3.1 UN PASO NECESARIO POR LA REFORMA MEDIÁTICA 269 
4.3.2 LAS CONCLUSIONES DE LA CERE 271 
4.4 FOX COMO PRESIDENTE EN FUNCIONES 272 
4.4.1 LOS PRIMEROS 100 DÍAS DE GOBIERNO 274 
4.4.2 CONTEXTO INMEDIATO DE LAS REFORMAS EN 
 RADIO Y TELEVISIÓN 278 
4.4.3 EL CONSEJO NACIONAL DE RADIODIFUSION 280 
4.4.4 LA MESA DE DIÁLOGO 285 
4.4.5 EL CONSEJO DE AUTORREGULACION 286 
4.4.6 LOS CAMINOS SE BIFURCAN 293 
5. ANALISIS DEL DECRETO DEL 10 DE OCTUBRE DE 2002 295 
5.1 EL CONTENIDO DEL DECRETO 296 
5.2 ANALISIS ESTRUCTURAL DEL TEXTO DEL DECRETO 298 
5.2.1 EL TITULO Y EL PAPEL DE HACIENDA 299 
5.2.2 EL RECURSO DEL DECRETO 299 
5.2.3 LOS CONSIDERANDOS 303 
5.2.4 LOS ARTICULOS 309 
5.3 ANALISIS COMPARATIVO ENTRE AMBOS DECRETOS 311 
5.3.1 LAS DIFERENCIAS MÁS IMPORTANTES 312 
 
6 CONCLUSIONES DE LA TERCERA PARTE 319 
6.1 LAS REFORMAS FOXISTAS EN MATERIA DE RADIO Y TELEVISIÓN 321 
6.2 VENTAJAS QUE EL DECRETO CONCEDIÓ A LOS CONCESIONARIOS 326 
 
 
CONCLUSIONES GENERALES Y PROPUESTAS 
 
1 EL CARÁCTER PERVERSO DE LA RELACIÓN ENTRE EL 
 GOBIERNO FEDERAL Y LOS INDUSTRIALES DE LA RADIODIFUSIÓN 331 
2 PROPUESTAS 333 
 
 
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS 338 
 
 
 
 
 I
INTRODUCCIÓN 
Este análisis pretende dar cuenta de cómo las relaciones que históricamente han 
plasmado el gobierno federal y los industriales de la radio y la televisión en 
México, revelan un proceso excluyente y perverso, mediante el cual ambos 
actores han ido suplantando y marginando al resto de la Nación de la propiedad y 
de los beneficios que legítima y legalmente le corresponden sobre esta industria. 
 
El carácter excluyente de este proceso se materializa en la disputa histórica que 
han sostenido ambos actores por el dominio de la dirección social de la cultura y 
se da en dos dimensiones: una, coyuntural, en los diversos espacios y tipos de 
poder (político, económico y simbólico) y otra, estructural, en el marco jurídico que 
norma el modelo, las actividades y la función social de la radio y la televisión. 
 
El carácter perverso de esas relaciones se sustenta en las prácticas políticas de 
conveniencia mutua, con las cuales ambos actores trastocan el sentido ético de 
los preceptos constitucionales, en aras de la resolución de sus conflictos, y que 
aparece históricamente en dos momentos precisos: uno, cuando ambos actores 
contribuyen con sus prácticas a impedir o a postergar la articulación armónica de 
los principios básicos de todo régimen democrático, como el que supuestamente 
nos rige, es decir: la legitimidad, la gobernabilidad y la participación social; el 
segundo momento ocurre cuando suplantan, en favor de uno u otro, al resto de la 
sociedad en la exigencia de prerrogativas tales como el derecho a la información, 
la libertad de expresión y el acceso a la cultura y la educación. 
 
En el mundo y en México resulta pertinente y posible estudiar el estado que 
guarda el régimen de comunicación social, es decir, ¿cómo están relacionados los 
proyectos, intereses, objetivos y organizaciones de los actores que toman parte en 
estos fenómenos? También es posible seguir la huella histórica de estas 
relaciones y sus negociaciones para explicarnos cómo una de estas entidades ha 
llegado a controlar la hegemonía e imponer su proyecto de comunicación social. 
 
 II
OBJETIVO FUNDAMENTAL 
Partimos, entonces, de una interrogante fundamental: ¿cuál ha sido la 
responsabilidad histórica de los actores involucrados en la gestación del tipo de 
comunicación social vigente? Y, consecuentemente: ¿de qué prácticas y recursos 
se han servido para articular el modelo radiotelevisivo imperante, la socialización 
de sus mensajes y el marco jurídico que norma sus actividades? 
 
Entonces, el objeto central de este trabajo de investigación es dilucidar esta 
cuestión fundamental a la luz del proceso histórico de conflictos, negociaciones y 
resoluciones entre dos proyectos de construcción de hegemonía que han 
representado tanto el gobierno federal como los industriales de radio y televisión. 
 
MARCO TEÓRICO 
De lo anterior se desprende que el punto de partida son las relaciones concretas 
que establecen hombres y mujeres para producir mensajes, así como los medios y 
los modos para su transmisión y difusión, a través de los cuales materializan 
socialmente la construcción de una concepción determinada de la realidad. 
 
Ahora bien, el objeto que nos ocupa puede ser considerado un acto político, un 
hecho histórico o una coyuntura, por mencionar algunas posibilidades. De esta 
manera, puede variar la apreciación de sus significados o sentidos posibles, 
dependiendo todo ello de la confluencia de corrientes teóricas, métodos y 
metodologías con las cuales se lo analice. 
 
Nos hallamos, pues, justo en el instante preteórico en el que podemos advertir tres 
elementos: un suceso concreto (u objeto de estudio), un sujeto cognosciente 
(acaso también actor de esa realidad concreta) y una interrogante fundamental (u 
objetivo preciso), a partir de cuya interacción se habrán de construir hipótesis 
significantes que servirán para problematizar dicho fenómeno. 
 
 III
Considero pertinente iniciar este análisis con el planteamiento de un compromiso 
teórico desde el cual habremos de buscar, producir o seleccionar las categorías 
sociales más amplias posibles para construir nuestro objeto de estudio. No se 
pretende aquí crear una teoría de la comunicación, sino analizar las relaciones 
entre los concesionarios de la radio y la televisión y el gobierno federal,en los 
espacios de poder en México, desde un enfoque histórico-estructural y, a partir de 
ello, tratar de explicarnos la responsabilidad de estos actores en el desarrollo de 
procesos comunicativos a lo largo de la historia, como los que han dado lugar a la 
industria radiotelevisiva mexicana. 
 
DELIMITACION DEL TEMA 
Partiendo de esta premisa, propongo delimitar el objeto de estudio de este análisis 
concentrándolo en las relaciones entre el gobierno federal, como un sujeto 
preponderante dentro del Estado, y los industriales de la radiodifusión, como un 
componente fundamental de la industria de la comunicación y como un destacado 
sector de la sociedad. Ello, en la inteligencia de que las expresiones concretas de 
estas relaciones pueden aportarnos información valiosa sobre la conformación de 
un espacio social e histórico, dentro del cual se advierten dos planos básicos: 
 
En uno, se encuentra la acción de los medios masivos, misma que da cuenta de la 
conformación de un poder que, paradójicamente, se concentra cada vez más en 
menos manos a medida que expande su influencia de manera acelerada, lo cual 
permite a los concesionarios de la industria radiodifusora usufructuar para sí, y 
casi ilimitadamente, un bien que es de la Nación. 
 
Con este doble carácter político y económico del poder, se colocan en condiciones 
materiales suficientes para disputarle al Estado no solamente la agenda política 
nacional, sino principalmente la rectoría de la cultura, la educación y el resto del 
espacio social donde se juegan la producción de las formas simbólicas y el control 
más amplio posible de las conciencias, fortaleciendo y asegurando en su beneficio 
el consumo de las mayorías, e imponiendo sus intereses financieros, políticos y 
 IV 
culturales al resto de la sociedad, dentro de otro proceso similar que, en paralelo, 
se lleva a cabo a nivel mundial y que constituye una forma nueva de colonialismo 
y transculturización global. 
 
En un segundo plano, se halla la conformación de un proceso de negociación 
subsumido a la tensión creada entre la exigencia ciudadana por democratizar la 
vida nacional -cuyo fundamento primordial tienen por base el derecho de los 
ciudadanos a acceder a la información sobre las acciones de su gobierno- y el 
desarrollo de una tradición autoritaria, la cual desde el poder político va cediendo 
ante el avance de una espiral de concentración y expansión del poder mediático, 
hasta quedar supeditado, merced en gran parte a cierta empatía ideológica, a los 
mutuos intereses de estos dos últimos polos. 
 
MARCO CONCEPTUAL 
En este análisis hacemos referencia a términos tales como: régimen, sistema, 
poder, gobierno, Estado, gobernabilidad, legalidad y legitimidad y los vinculamos 
con otros como: disposiciones jurídicas, obligaciones y prerrogativas, derechos a 
la libre expresión y a la manifestación de las ideas, la libertad de prensa, el acceso 
social a la información veraz y objetiva sobre sí misma y sobre el manejo o 
administración de la cosa pública, la función social de los medios de comunicación 
de radio y televisión, bienes generales de la Nación, de consumo, producción, 
explotación, beneficio, etcétera. 
 
Se trata de conceptos y categorías con las cuales trabajan los investigadores de 
las Ciencias de la Comunicación, el Derecho, la Sociología y la Ciencia Política y 
que nos sirven para construir el marco teórico de este trabajo de investigación. Por 
todo ello, considero pertinente la siguiente cuestión: ¿es posible establecer un 
planteamiento multidisciplinario para entender tales hechos históricos y para 
estudiar sus posibilidades de significado y de sentido; su naturaleza y su relación 
con el resto de la realidad social? 
 V
Si es así, propongo una lectura crítica del proceso de legitimación de las 
negociaciones que tienen origen en las relaciones de consenso o conflicto entre 
los actores ya descritos y que tienen lugar en los espacios del poder político, 
económico y simbólico (o cultural). 
 
Con tal planteamiento, estaríamos obligados entonces a extender este análisis al 
proceso histórico de las relaciones entre los actores más destacados, es decir, 
además del gobierno federal y los industriales de radio y televisión, a aquellos 
segmentos de la sociedad civil que, de manera organizada, han reclamado su 
presencia en estos escenarios. Razones por las cuales debemos considerar una 
descripción global y detallada del carácter y la estructura del régimen de 
comunicación social mexicano al que afectan y modifican tales relaciones. 
 
Lo anterior ayudará a explicar, por un lado, el modo en que diversos sujetos y 
organizaciones de la sociedad civil han quedado históricamente relegados de la 
construcción social de la cultura; y, por otro, el desarrollo del proceso de conflictos, 
negociaciones y resoluciones de intereses entre aquellos, el gobierno federal y los 
industriales de la radiodifusión, y finalmente hacia dónde se dirige este proceso. 
Asimismo, uno de nuestros objetos de estudio subsumidos es la radiodifusión, 
servicio que entendemos en los términos convenidos por la Unión Internacional de 
Telecomunicaciones; es decir: 
II.1.35 Radiodifusión; Broadcasting (service); Radiodifusión 
Radiocomunicación unilateral cuyas emisiones se destinan a ser recibidas 
por el público en general. Estas emisiones pueden comprender programas 
radiofónicos, programas de televisión u otro género de informaciones. 
Nota – En el lenguaje habitual, tanto en español como en francés, a 
menudo se utiliza la palabra “radiodifusión” con el sentido restrictivo de 
radiodifusión sonora. 
II.1.36 Radiodifusión sonora; Sound broadcasting (service); Radiodiffusion 
sonore Radiodifusión de programas únicamente radiofónicos. 
II.1.37 (Radiodifusión de) televisión; Television broadcasting (service); 
Radiodiffusion visuelle, (Radiodiffusion de) televisión Radiodifusión de 
programas visuales con las señales de sonido asociadas.1 
 
1 Tomado del Glosario de Términos y Definiciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT-T 
B.13), en: http://www.itu.int/ITU-R/index.asp?redirect=true&category=information&rlink=terminology-
 VI 
METODOLOGÍA 
El decreto del presidente Vicente Fox, mediante el cual se modificó 
sustancialmente la forma de pago del impuesto especial de 12.5 por ciento de 
tiempo diario de transmisión de todas las estaciones de radio y televisión 
comerciales a favor del Estado, nos sirve de pretexto analítico para resignificar el 
proceso histórico de las relaciones entre el gobierno federal y los industriales de la 
radio y la televisión, así como para estudiar sus implicaciones y repercusiones en 
los órdenes social, político y cultural de México. 
 
Por otro lado, el tema específico de las relaciones de poder entre el Estado, las 
industrias de la Comunicación y la sociedad civil, ha sido analizado, tanto en 
ensayos y tesis de diverso grado, como en trabajos de carácter científico, lo 
mismo de investigación académica, que legislativa y hasta periodística. Destacan 
aquí las investigaciones realizadas en México hacia la década de los ochenta, 
mismas que, sin embargo, no han continuado hasta el siglo XXI. 
 
Las relaciones entre el Estado y la Industria de la comunicación en México, en las 
que también ha jugado un importante papel la sociedad, datan de hace al menos 
100 años, cuando se construyeron las condiciones necesarias para el desarrollo 
de capital, de trabajo, de consumo y de tecnológica relativas a las industrias 
culturales. Durante ese proceso, tanto gobierno como propietarios, principalmente, 
pero también los consumidores-ciudadanos se percataron de la enorme capacidad 
económica en expansión que representaba la industria radiotelevisiva. 
 
La acción de estos tres sujetos y sus consecuentes interrelaciones históricas no 
han estado exentas de conflictos ycrisis, a pesar del espíritu armónico que se 
plasma en el marco jurídico vigente y en la demanda de un modelo democrático 
que, aun con sus innegables imperfecciones, se mantiene en la búsqueda de 
legitimación, en medio de una arritmia inquietante y en ocasiones exasperante. 
 
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nterm&kind=anywhere&StartRecord=1&NumberRecords=50 (20 enero 2008) 
 VII
De ello dan cuenta ciertos momentos históricos, cuya descripción nos resultaría 
sumamente provechosa. Consecuentemente, el presente trabajo se divide en tres 
partes, mismas que corresponden a cada uno de las concreciones históricas, 
dentro de las cuales se fueron estructurando las referidas relaciones de nuestro 
estudio hasta el grado de moldear el carácter actual del modelo de comunicación 
social en México. Podemos citar las expresiones más relevantes de estos tres 
periodos en tanto genuinas coyunturas políticas que trascendieron hasta 
inscribirse en el orden estructural de nuestra sociedad: 
 
ESTRUCTURA DE LA TESIS 
El primer periodo comprende la formación y la articulación de las condiciones 
materiales y subjetivas que orientarían el modelo de radiodifusión nacional. Se 
inicia con las primeras transmisiones efectuadas en el país, sigue con la creación 
de las incipientes organizaciones de radiodifusores privados y la gestación del 
marco normativo de su industria, hasta llegar a la expansión de las grandes 
cadenas radiofónicas. Esta parte se relaciona con el proceso de pacificación y 
reorganización político-económica de México, iniciado por Obregón, seguido por 
Calles y afianzado por Cárdenas, que hizo posible transitar de un país dirigido por 
caudillos militares a otro en el que imperaran las instituciones. 
 
El segundo, va desde el surgimiento de la televisión en México y pasa por la 
conformación del marco legal radiotelevisivo, vigente aún, hasta la sucesión de 
conflictos, negociaciones y acuerdos en la cual se enfrentan, por un lado, la 
discrecionalidad con la que el Ejecutivo federal aplica su facultad para otorgar, 
negar, acortar o prolongar las concesiones para la explotación de esos medios y, 
por el otro, la concentración en unos cuantos concesionarios de las riquezas y el 
poder que genera la industria de la radio y la televisión. 
 
Esta parte se relaciona con el proceso mediante el cual se gesta la intervención 
del Estado para tratar de contrarrestar al cada vez más amplio poder de los 
 VIII
medios electrónicos, desde el gobierno de Miguel Alemán hasta los de Luis 
Echeverría y José López Portillo. 
El tercero y último periodo, abarca el surgimiento de un esquema bajo el cual el 
gobierno federal modifica paulatinamente el carácter emisor del Estado, mediante 
la privatización de sus medios masivos de difusión y el abandono de instancias de 
control sobre las empresas radiotelevisivas, como la modificación del impuesto 
especial de 12.5 por ciento de tiempo de transmisión de éstas a favor de aquél, y 
que coincide con el desbordamiento de la mediocracia como un poder ilimitado. A 
este segmento histórico corresponden los regímenes neoliberales, que se inician 
con Miguel de la Madrid, siguen con Carlos Salinas de Gortari hasta llegar al 
primer gobierno no priísta, el de Vicente Fox. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PRIMERA PARTE: 
 
INTERSECCIÓN DE LOS PROYECTOS HEGEMÓNICOS DEL GOBIERNO 
FEDERAL Y DE LA INDUSTRIA DE LA RADIO 
(1923-1946) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 1
1 ANTECEDENTE HISTÓRICO-TECNOLÓGICO DE LA RADIODIFUSIÓN 
 
El contexto de las relaciones entre el Ejecutivo federal y los concesionarios de 
radio y televisión tiene como antecedente inmediato las que mantuvieron, durante 
las dos últimas décadas del siglo XIX, el régimen porfirista y ciertas empresas 
europeas, la cuales poseían y explotaban grandes inversiones en diversas áreas 
económicas de México; entre ellas podemos señalar las industrias: energética, 
minero-siderúrgica y del caucho, así como las vías generales y servicios de 
comunicación tales como: la red ferroviaria, la marítima, la telegrafía y la telefonía. 
 
La telegrafía, cuyos orígenes en México se remontan al 5 de noviembre de 1851, 
se había expandido casi exclusivamente con capital nacional hasta que, en un 
proceso iniciado en 1867 y concluido a principios del siglo XX, pasó casi por 
completo a manos de la Compañía del Cable, de origen alemán, mediante cuatro 
tipos de concesiones: federales, subvencionadas por el Congreso, estatales y 
particulares. Igualmente, y como ejemplo de lo que ocurría en otros servicios, en el 
caso de los ferrocarriles podemos referir que desde 1887 experimentaron un 
proceso de expansión bajo la intervención de capitales privados, también 
nacionales pero, sobre todo, extranjeros. Conforme se ampliaba la red ferroviaria, 
se instalaba el cableado telegráfico al lado de las vías. 1 
 
La figura jurídica de las concesiones y los permisos que permitieran la intervención 
de particulares en la expansión y explotación de estos bienes quedó plasmada en 
la Constitución de 1857, al consagrarse en ella tanto la propiedad estatal como el 
derecho a la propiedad privada. Por su parte, la telefonía había iniciado 
operaciones en el país a partir de 1882, cuando la Compañía Telefónica 
Mexicana, filial de la estadounidense Bell Telephone Company, recibió una 
concesión de manos del gobierno de Manuel González, misma que fue renovada 
por Porfirio Díaz en 1903, año en que además éste otorgó otra para la empresa 
sueca Teléfonos Ericsson, S. A. 
 
1 Datos tomados de: http://www.telecomm.net.mx/corporativo/historia_telegrafo.htm (17 de junio de 2006). 
 2 
Como la interconexión entre ambas firmas no era posible, durante décadas los 
usuarios de la primera no se pudieron comunicar con los de la segunda, dando 
lugar a situaciones anecdóticas y paradójicas en cuanto a comunicación se refiere 
hasta mediados de los años 40, cuando el gobierno compró las acciones de 
Ericsson y unificó los servicios. La radiotelefonía, por su parte, evolucionó a nivel 
mundial hasta convertirse en radiodifusión en los primeros años del siglo XX. 
 
En 1889 se desarrolló la tecnología capaz de producir y transmitir ondas de radio a 
través del espacio aéreo o electromagnético y con ello la telegrafía y la telefonía, 
también llamadas comunicaciones eléctricas o telecomunicaciones, adquirieron 
nuevas capacidades, dando lugar a las telecomunicaciones inalámbricas o 
radiocomunicaciones: la radiotelegrafía y la radiotelefonía. 
 
El 24 de marzo de 1890, México suscribió dos de las resoluciones más 
importantes de la I Conferencia Internacional Americana en materia de 
comunicaciones; una con países que compartieran la costa del Océano Atlántico 
y, la otra, con los del Pacífico: 
En el resolutivo décimo-cuarto de la primera (resolución) se recomienda, a 
los dieciocho países participantes, el fomento de líneas cablegráficas que 
liguen directamente a los países representados en la Conferencia, con 
servicios regulares y tarifas equitativas. En el acuerdo de la segunda 
resolución, la Conferencia recomendó a los Gobiernos que colindan con el 
Océano Pacífico, fomentar entre sí las comunicaciones marítimas, 
telegráficas y postales y que se subvencione a la empresa que una los 
puertos principales de las naciones que confinan con el Pacífico por medio 
de un cable telegráfico submarino, cuyos extremos serían, inicialmente, el 
puerto de San Francisco, Estados Unidos, y Valparaíso, Chile.2 
 
A partir de 1896, tanto la radiotelegrafía y la radiotelefonía, iniciaron su desarrollo 
mundial. En 1910 el gobierno mexicano había logrado tomar paulatinamenteel 
control de la telegrafía nacional, en tanto la que conectada a la red internacional 
continuaba en manos de la Compañía del Cable. 
 
 
2 Tomado de la página web de la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones; “CITEL; sus orígenes”: 
http://www.citel.oas.org/sp/origen.asp#CITEL:%20Sus%20Origenes (10 de noviembre de 2006). 
 3
2 ANTECEDENTE HISTÓRICO JURÍDICO DE LA RADIODIFUSIÓN 
 
El 20 de noviembre de 1910 inició la Revolución Mexicana y, tras ello, una serie de 
consecuencias tales como: la renuncia de Porfirio Díaz a la presidencia; las 
elecciones de 1911 con el triunfo de Francisco I. Madero; su asesinato a manos de 
Victoriano Huerta; la Decena Trágica; el caos político, social y económico; la 
retracción de las inversiones y la recesión total; el fracaso de la Convención de 
Aguascalientes; la toma de la Ciudad de México a manos del Ejército del Sur y la 
División del Norte, así como la inexplicable renuncia de los jefes de ambas 
fuerzas, Emiliano Zapata y Francisco Villa a instaurar un gobierno revolucionario, 
campesino y popular; sobrevino después el asesinato del primero, a manos del 
régimen carrancista. Mientras tanto, en 1914, estalla la I Guerra Mundial y tanto la 
radio telegrafía como la radiotelefonía, probaban su eficacia estratégico-militar. 
 
El 31 de octubre de 1916, el presidente Venustiano Carranza decretó la operación 
y explotación de las estaciones de radiotelegrafía a la obtención de concesiones o 
permisos obligatorios, cuyo otorgamiento era facultad exclusiva del gobierno. 
Posteriormente, en enero de 1917, ordenó la promulgación de la Ley de Imprenta 
y unas semanas más tarde, una nueva Carta Magna. Finalmente, el Jefe Máximo 
de la Revolución fue derrocado y perseguido hasta la muerte en, Tlaxcalaltongo, 
Puebla, la madrugada del 21 de mayo de 1920. 
 
La Constitución Política de 1917 había recogido de su antecesora de 1857 el 
espíritu que, en sustancia, sirvió como base legal para conformar un marco 
jurídico de carácter burgués y nacionalista, que ratificó el predominio de la 
propiedad privada y otras prerrogativas estatales, como el inalienable derecho a 
escribir y publicar sobre cualquier materia, sin mayor limitante que el respeto a la 
paz pública, la moral y el derecho de terceros. Sin embargo, la armonía 
institucional que evocaba la recién aprobada Carta Magna contrastaba con la 
convulsiva realidad en que vivía la sociedad mexicana. 
 
 4 
Mientras tanto, en los países industrializados -en especial Estados Unidos, Reino 
Unido, Francia y Alemania-, tras el reacomodo de la hegemonía internacional que 
produjo la Primera Guerra Mundial, la radiotelefonía se transformaba en 
radiodifusión y dejaba de ser sólo un medio de comunicación de utilidad 
estratégico-militar para convertirse en una poderosa herramienta de difusión 
masiva; se inscribía como uno de los objetivos económicos expansionistas de las 
potencias y los grandes capitales hacia nuevos polos de desarrollo.3 
 
En México, la radiodifusión se inició a partir de la inversión conjunta de recursos y 
capitales privados y estatales, contando siempre y desde el principio con la 
anuencia y la rectoría económica y política del gobierno federal, quien por su parte 
impulsó la creación de estaciones públicas, culturales, experimentales u oficiales y 
hasta gremiales. Más tarde, y aunque el decreto carrancista de 1916 condicionaba 
el otorgamiento de concesiones sólo a la radiotelegrafía, el general Obregón 
habría de hacerla extensiva a la radiotelefonía, en 1923. Ese mismo año, rescindió 
la concesión a la Compañía del Cable, invocando que, de acuerdo con el Artículo 
28 constitucional, sólo el gobierno federal podía monopolizar el servicio telegráfico 
–con o sin hilos- y entonces toda la red pasó a control estatal. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 Albert, Pierre y Tudesq, Andre-Jean. Historia de la radio y la televisión. P. 22. 
 5
3 OBREGÓN Y LOS PIONEROS DE LA RADIODIFUSIÓN MEXICANA 
 
Aunque los industriales de la radio han reconocido históricamente al ingeniero 
Constantino de Tárnava como autor de la primera emisión exitosa de 
radiotelefonía en Monterrey, Nuevo León, el 9 de octubre de 1921, investigaciones 
más recientes revelan que fueron los hermanos Pedro y Adolfo Enrique Gómez 
Fernández quienes, 13 días antes, el 27 de septiembre, transmitieron un programa 
musical desde el Teatro Ideal de la Ciudad de México.4 
 
Cuando salieron al aire esos primeros experimentos de transmisiones de radio 
documentados en México, el país se encontraba en plena recomposición y los 
gobiernos emanados de los sucesivos alzamientos armados ocurridos entre 1910 
y 1920, requerían la institucionalización del Estado y la consolidación del poder, 
recuperar la unidad nacional y generar el consenso político, en especial porque se 
concebían a sí mismos como revolucionarios y preconizaban la protección de 
varias clases y ya no sólo la de una, como ocurría en el Porfiriato: 
“La derrota y asesinato de Carranza el 21 de mayo de 1920 no significó en 
modo alguno que el programa constitucionalista desapareciera...no buscó 
un nuevo sistema de dominación…su meta fue el reacomodo de fuerzas 
dentro del círculo dominante. Los problemas que tuvieron que hacer frente 
Obregón primero y Calles después, fueron varios...Por una parte, debieron 
establecer una posición hegemónica en relación al resto de los líderes y 
facciones del grupo revolucionario, de ahí que el problema político fuera el 
dominante durante todo el periodo. La posibilidad de una división dentro del 
grupo gobernante y de perder el poder a manos de un movimiento similar al 
que acabó con Carranza, estuvo siempre presente, como lo demuestran las 
rebeliones de Adolfo de la Huerta, Gonzalo Escobar, así como los intentos 
fallidos de Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez.” 5 
 
 
 
4 Gálvez Cancino, Felipe. Los felices del Alba; La primera década de la radiodifusión mexicana. Tesis. 
UNAM /FCPS. 1985 pp. 110 y 111. Cf. t. Velásquez E., Rosalía. “El Estado y la radiodifusión”, en revista 
Connotaciones No. 1. AMIC-EL Caballito, ed. México. 1981. p. 9. 
5 Meyer, Lorenzo. “El primer tramo del camino”, en Cosío Villegas, Daniel. Historia general de México 
Tomo II, El Colegio de México, México, 1976, pág. 1186. 
 
 6
Los problemas a los cuales se enfrentaba el gobierno de Alvaro Obregón, al inicio 
de los años 20 del siglo pasado, eran de índole diversa -principalmente política, 
social y económica-, y cuya urgencia le reclamaban mayor atención que el control 
de la radiodifusión o la apertura de estaciones radiofónicas oficiales en territorio 
nacional. Las apremiantes prioridades eran: garantizar la legitimación política, 
pacificar y reunificar al país y reorganizar la economía nacional. 
 
En sentido estricto, el gobierno obregonista fue creando un proyecto político cuyas 
bases y objetivos fundamentales estaban contenidos en la Constitución de 1917, 
que literalmente expresaba el carácter pretendidamente democrático, nacionalista, 
antilatifundista, antimonopolista y antirreleccionista del nuevo Estado, lo cual hacía 
que las prioridades del rescate económico estuvieran cifradas en el combate -
aunque sólo fuera formalmente- contra latifundios y monopolios. 
 
Es decir, el gobierno se proponía la recuperación de los bienes y servicios de la 
nación, como la tierra, las vías férreas, los telégrafos (por hilos o inalámbrica), 
etcétera, que estuvieron privilegiadamente en manos de capitalistas, algunos 
nacionales, pero principalmente extranjeros (especialmente europeos), y que tanto 
prestigio prodigaron a sus poseedores durante el porfiriato; en cuanto al dominio 
directo de los bienes del subsuelo y los litorales, éstos habrían de esperar un poco 
más antes de ser reclamados por la soberaníanacional, a pesar de que ya la 
Constitución consagraba a éstos dentro de la propiedad estatal. 
 
Sin embargo, como tales objetivos no consideraron en lo inmediato la supresión 
de la propiedad privada de los medios de producción, sino más bien su defensa -o 
en todo su modernización-, los capitalistas mexicanos vieron en la Constitución, 
una oportunidad más o menos viable, atractiva y segura para la inversión, la 
acumulación, la explotación y la expansión de sus capitales. 
 
 
 7
Del texto constitucional destaca lo referente a la reglamentación de la propiedad, 
cuya base legal sirvió, desde ese momento, para considerar la posible explotación 
comercial de la industria de la radiodifusión, bajo la condicionante de que dichos 
bienes eran propiedad inalienable de la Nación. Para los extranjeros, en cambio, 
este marco legal significó un obstáculo a sus intereses de inversión y expansión. 
 
También, el Estado se hallaba impelido a evitar la formación de nuevos 
monopolios o latifundios y a impulsar la formación y crecimiento de empresas 
nacionales en todos los sectores de la producción, de tal modo que la agenda 
urgente señalaba la regularización y reacomodo de la propiedad en los tres 
sectores productivos; así, en el sector agropecuario, la prioridad y máximo foco de 
tensión seguía siendo la propiedad de la tierra y la explotación del campo, que se 
hallaba descapitalizado y en crisis; en el de la industria, la inversión estaba 
deprimida y en manos del capital extranjero, mayoritariamente europeo. 
 
En ese sentido, destacaba la urgente reorganización económica a través de la 
creación de nuevas empresas, vía la capitalización nacional y el fortalecimiento del 
mercado interno. El grueso de la riqueza nacional provenía del petróleo, cuya 
estructura estaba en manos del capital extranjero, mismo que, por otro lado, era el 
único capaz de impulsar el desarrollo de nuevas industrias como la radiodifusión, 
de tal manera que, en esos momentos ni el Estado ni los capitalistas mexicanos 
reunían condiciones suficientes para industrializar al país. 
 
Por su parte, dentro del sector servicios -el cual también se hallaba sin capital-, las 
vías generales de comunicación representaban el grueso de la atracción de 
inversión y el espacio donde el gobierno obregonista se había propuesto lograr el 
control y regulación de la propiedad, en tanto que los consideraba bienes 
nacionales; así, ferrocarriles, caminos, telegrafía y telefonía -con y sin hilos- se 
habían convertido paulatinamente en áreas prioritarias del rescate estatal. 
 
 8
Por otro lado, ante el avance de empresas y capitales extranjeros, en especial 
estadounidenses, los cuales presionaban para obtener concesiones, licencias o 
permisos necesarios para la explotación industrial de servicios públicos, el Estado 
oponía un proyecto de corte nacionalista -aunque también capitalista- para el 
desarrollo de nuevas industrias, como lo fue precisamente la radiodifusión, la cual 
se perfilaba como el gran negocio de la nueva era y cuya eficacia había sido 
probada con éxito ya en los Estados Unidos de América y gran parte de Europa. 
 
De hecho, cuando la radiodifusión inició su despegue en nuestro país, a principios 
de los años 20, con apenas una presencia reducida a tres estaciones capaces de 
transmitir con un muy modesto alcance, en la Unión Americana ya funcionaban 
más de 400 mil aparatos receptores y el gobierno de ese país había otorgado 254 
permisos para la explotación comercial de la radio, sin mayores restricciones que 
las impuestas cualquier otro tipo de empresas: es decir, que sus actividades no 
fueran ni ilícitas ni favorecieran al monopolio. 6 
 
Fueron esos intereses extranjeros, los cuales impulsaron los llamados Tratados de 
Bucareli, que a pesar de no constituirse formalmente en documentos oficiales, sí 
influyeron en la consolidación de la estructura económica mexicana durante 
mucho tiempo y cerraron por un largo periodo el camino a las nacionalizaciones; 
atendiendo favorablemente con ello uno de los reclamos más sentidos de estas 
emergentes elites capitalistas posrevolucionarias.7 Esta etapa coincidió justo con 
el momento en que Obregón y su gobierno buscaban urgentemente el 
reconocimiento de la comunidad internacional, especialmente el de Washington. 
 
Todo ello obligó al gobierno a buscar alianzas con fuerzas militares y políticas 
radicales, moderadas e incluso con los residuos porfiristas de la burguesía 
nacional, lo mismo que con capitalistas extranjeros, quienes habían retraído o 
transferido sus inversiones en México, en tanto se desarrollaba la Revolución. 
 
6 Fernández Christlieb., F. Los medios de difusión masiva en México. Juan Pablos Editor. México. 1982. p. 87 
7 Meyer, Lorenzo. op. cit. , pp 1187 y 1222. 
 9
Precisamente en ese entonces, el pretendido carácter revolucionario del Estado se 
oponía radicalmente a las presiones capitalistas y liberales con un discurso 
nacionalista respecto de las áreas estratégicas de los sectores productivos, entre 
ellos el de servicios, dentro del cual se encontraban las comunicaciones y las 
novedosas telecomunicaciones, como la radiotelegrafía, la radiotelefonía y la 
radiodifusión.8 
 
Este es el momento de confluencia entre diferentes visiones respecto del tipo de 
radiodifusión que requería México y el proyecto de Estado. Tres, pueden ser 
considerados los polos desde los cuales se gestó la creación, disputa y 
consolidación del modelo de radiodifusión en México: 
1.- el polo experimental o aficionado; 
2.- el polo estatal o gubernamental, y 
3.- el polo empresarial o industrial. 
 
3.1 POLO EXPERIMENTAL 
Del primer polo, podemos observar cómo, a partir de 1921, las transmisiones 
pioneras de radio se efectuaron de manera libre y experimental, por afición o por 
mera curiosidad. Para 1922, un grupo de estos ciudadanos radioaficionados 
habían creado la Liga (Mexicana o) Nacional de Radio,9 con el objetivo de 
mantener y desarrollar la práctica libre de la radiodifusión; en ese periodo, quienes 
tenían posibilidades económicas, adquirían un equipo de transmisión y recepción 
o lo construían por partes y establecían contacto con sus similares sin más 
restricción que el intercambio voluntario de mensajes entre los participantes. 
 
Entonces, estos particulares practicaban una radiodifusión sin mayor injerencia del 
Estado, lo cual les permitía un libre intercambio de mensajes aunque, debido a los 
costos de equipamiento, capacitación y soporte técnicos, no dejaba de ser elitista 
y sin repercusión social. 
 
8 Albert, Pierre y Tudesq, Andre-Jean. op. cit. p. 13. 
9 No hay unanimidad entre los investigadores e historiadores sobre el verdadero nombre de esta organización 
 10
No es de extrañar, por lo tanto, que esos pioneros de la radiodifusión no hayan 
tenido un proyecto visionario de construcción, dominio o hegemonía industrial, a 
pesar de que no se trataba de ciudadanos comunes y corrientes, pues como ya se 
dijo, requerían de un gran potencial económico. 
 
El resto de la sociedad, por su parte, incipientemente organizada bajo la dirección 
y control del Estado en gremios y sindicatos, como la Confederación Regional 
Obrera de México (CROM); los partidos o las asociaciones políticas, como el 
Partido Antirreleccionista; las agrupaciones civiles, sociales e incluso algunas 
industriales -todas ellas de la más diversa índole- se hallaban en una situación 
histórica más lejana y de mayor desventaja que la de los radioaficionados, el 
Estado o los empresarios para intervenir, encabezar o diseñar un esquema de 
radiodifusión propio o accesible a sus intereses; o para la difusión de sus 
mensajes o sus demandas políticas, educativas o culturales. 
 
Sin embargo, los sectores campesino y obrero, que se hallaban en ascenso comoconsecuencia del movimiento armado y la promulgación constitucional de sus 
derechos, se dirigían a un enfrentamiento entre ambos para ocupar el núcleo 
catalizador de cohesión social que requería el Estado para la legitimación de su 
proyecto político. 
 
El obregonismo se reafirmó con la unidad del movimiento obrero e impulsó los 
Batallones Rojos, formado por cuadros de la Casa del Obrero Mundial contra los 
núcleos campesinos opositores y demandantes de tierra, especialmente los 
sectores más radicales del zapatismo. 
 
Estos organismos obreros requerían de medios para la difusión de sus posiciones 
ideológicas, no sólo en la prensa sino también en la incipiente radiodifusión, algo 
que, desde el punto de vista de los intereses de los empresarios radiodifusores 
podía significar una amenaza.10 
 
10 Mejía Barquera, F. op. cit., pp. 45 y 46 
 11
Por otra parte, desde la lógica de otros sectores organizados de la sociedad, cuya 
composición, como ya hemos dicho, era diversa y aún se encontraba en ascenso 
tras el periodo armado, la radiodifusión representaba una muy importante y útil 
herramienta de convocatoria y comunicación inmediata y masiva, que debía 
colocarse al servicio de la difusión de la educación pública y la cultura nacional. 
 
En ocasiones, el gobierno federal coincidía con esta visión e impulsaba estrategias 
para lograr una mayor integración social a través de programas ideológicos, 
sindicales o de conciencia nacional, como ocurrió durante todo el periodo de los 
gobiernos posrevolucionario dirigidos por militares, en especial el cardenismo. 
Este polo se convertiría en una opción distinta de radiodifusión en México y habría 
de enfrentarse en diversos momentos históricos con el comercial y privado. 
 
3.2 POLO GUBERNAMENTAL 
En este polo, observamos que el gobierno tenía intereses en la radiodifusión que 
iban más allá de la propiedad y que entre 1921, año en que se registraron las 
primeras emisiones experimentales, y 1923, cuando se otorgaron las primeras 
concesiones, la incidencia del Estado propició que la radio nacional adoptara 
características que iban de las motivadas por afición o experimentación científica o 
cultural, a otras, motivadas por el lucro, la propaganda o el interés social. 
 
Respecto de este polo, podemos observar que si bien al Estado le interesaba la 
radiodifusión, en tanto medio de comunicación y bien común susceptible de 
explotación, sin embargo, en términos de reorganización de la economía nacional, 
se trataba apenas una posibilidad experimental más que de una actividad 
productiva y no poseía, por lo tanto, ni un proyecto definido, ni el mismo peso 
específico dentro de los planes rectores del régimen. 
 
Sobre este concepto, Obregón y los dos siguientes regímenes de la posrevolución 
fueron dando forma a la necesidad social de hacer de éste, si no un servicio 
público, por lo menos uno de carácter mixto. 
 12
De modo similar a lo ocurrido en los inicios de la industria de la radiodifusión en la 
Unión Americana, el Estado mexicano mostró un gran interés por intervenir en el 
naciente medio de difusión y lo hizo con un papel preponderante, al grado de que 
las primeras transmisiones masivas fueron impulsadas con recursos del erario 
público.11 
 
Incluso, el gobierno federal llegó a poseer algunas estaciones, pero desde las 
primeras emisiones experimentales de radiotransmisión en México, ni el Estado ni 
el régimen, ni el resto de la clase política contaban con las condiciones o los 
recursos o conocimientos suficientes, útiles y necesarios para destinarlos a la 
inversión e investigación, mismas que permitieran emprender el desarrollo de la 
radiodifusión -y su tecnología- bajo un carácter auténticamente público. 
 
Sumado a ello, el aparato estatal tampoco había alcanzado un nivel de desarrollo 
de sus capacidades administrativas ni su proyecto político había logrado la 
hegemonía, de tal suerte que no podía aprovechar la nueva industria con 
eficiencia y eficacia, e imprimirle al menos una orientación estatal.12 
 
A las razones políticas del gobierno y su marcado carácter bonapartista, 
simbolizado éste en la búsqueda y permanencia de un jefe máximo revolucionario, 
en torno al cual se estableciera una red de alianzas políticas y económicas 
capaces de brindar paz, crecimiento y bienestar sociales, se sumaron ciertos 
hechos de índole económica y jurídica que impidieron la formación y 
consolidación de una industria radiodifusora de carácter público desde sus inicios, 
entre ellas, la falta de conocimiento de modelos distintos al estadounidense. 
 
Podemos constatar la visión que Álvaro Obregón tenía sobre la radiodifusión 
posible en México mediante una conferencia de prensa, pronunciada el 25 de 
enero de 1922 por el entonces secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, 
 
11 Toussaint, Florence. Televisión sin fronteras. p. 29. 
12 Mejía Barquera, op. cit. p. 132 y siguientes. 
 13
Amado Aguirre, quien refirió: “... que (el titular de la SCOP) participaba de la 
opinión del C. Presidente de la República, o sea que cada ciudadano, si así lo 
creía conveniente era muy libre de instalar su propia estación y dar a conocer (...) 
su dimensión de onda y tranquilamente recibir y enviar mensajes.”13 
 
Como se ve, se trataba de una visión más compatible con la de los 
radioaficionados; es decir, un libre ejercicio de la radiodifusión o, cuando menos, 
de un uso genuinamente ciudadano; algo muy cercano a las características del 
servicio público, pero de ninguna manera una noción meramente comercial o 
privada. Destaca aquí, cómo los principios sobre los que se fundamenta la alianza 
entre el Estado revolucionario y los sectores populares jugaron, también, un papel 
importante en la definición del carácter de la radiodifusión nacional. 
 
Consecuente con ello, el gobierno estableció estaciones de radio en diversas 
secretarías y sindicatos como intentos muy serios de impulsar una radiodifusión 
estatal. Así ocurrió, por citar algunos ejemplos, con el equipo completo que el 
presidente Obregón regaló a la Confederación Regional de Obreros de México y 
otros que entregó a la Federación Obrera Hidalguense, el Centro Obrero 
Progresista, la Escuela de Ciegos y el Hospital de Niños; así como el 
establecimiento y equipamiento de las estaciones: CZA, de Relaciones Exteriores 
y la CZZ, de Industria y Comercio, ambas en 1923, y la CYE, de Educación 
Pública, en 1924, misma que cambiaría de nombre por el de CZE y cerraría sus 
transmisiones en 1942, al final del mandato de Lázaro Cárdenas, para retornar al 
aire, años más tarde, como la XEEP o Radio Educación.14 
 
Cabría aquí entonces plantearnos una cuestión fundamental: ¿por qué, si Obregón 
imaginó libre el ejercicio de la radiodifusión, no plasmó esta idea en la ley para 
evitar que la combinación entre voracidad del capital y la debilidad e insensibilidad 
 
13 Mejía Barquera, F. La industria de la radio y la televisión en México y la política del Estado mexicano. 
Fundación Manuel Buendía. México. p. 141. 
14 Berrueco García., A. El marco jurídico de la radio y la televisión durante 1988-1994. Tesis de Maestría en 
Comunicación. UNAM/FCPyS, 1998, p. 32. Cf. t..Mejía Barquera, op. cit. p. 154. 
 14
del Estado terminaran por favorecer que la visión comercial se impusiera frente a 
una posible radiodifusión pública, ciudadana o de participación estatal, que 
hubiera resultado más congruente con la supuesta ideología revolucionaria? 
Quizás podamos encontrar algunas respuestas al estudiar el tercer polo que dio 
origen a la radiodifusión nacional. 
 
3.3 POLO EMPRESARIAL 
En este polo podemos advertir la presencia de capitalistas nacionales y 
extranjeros cuya incidencia marcó en mayor o menor medida el carácterde la 
radiodifusión que habría de imperar en México, desde los inicios de esta industria. 
 
La mayor parte de los capitales de los grupos empresariales –nacionales y 
extranjeros- interesados en la radiodifusión surgieron y se afianzaron durante 
finales del siglo XIX, periodo en el que la tónica fue casi en su totalidad la 
inversión extranjera para explotar bienes y servicios de la nación. 
 
Para su mejor análisis, podemos dividirlos en capitales nacionales y extranjeros, 
de tal manera que, dentro de los primeros, podemos observar la presencia de tres 
grupos: comerciantes, industriales y empresarios de prensa. Respecto de los 
capitalistas extranjeros, los tres más importantes al momento del surgimiento de la 
radiodifusión nacional fueron: franceses, ingleses y estadounidenses. 
 
3.4 CAPITALES NACIONALES 
Dentro de los capitalistas o empresarios nacionales que intervinieron en la 
gestación de la industria de la radiodifusión, destacan tres: el proveniente del ala 
comercial; el del ala empresarial de prensa y el del ala industrial, surgida de 
aquellos sectores que, desde dentro de organizaciones como la CONCAMIN, 
disputaron a las dos primeras el dominio de la radiodifusión. Revisemos la 
integración estratégica de cada uno de estos sectores: 
 
 
 15
3.4.1 COMERCIANTES 
Durante 1922, además de la Liga Nacional de Radio, que aglutinaba a los 
radioaficionados, surgió el Club Central Mexicano de la Radio, impulsada por 
comerciantes, quienes mantenían la visión del uso mercantil de la radiodifusión. 
 
Dentro de sus fundadores, podemos citar a los hermanos Emilio, Rogerio y Raúl 
Azcárraga Vidaurreta. El primero se dedicaba por ese entonces a la venta de 
zapatos y fue en uno de sus constantes viajes a Chicago, sede mundial de este 
producto, donde tuvo oportunidad de observar el invento de la radio y el potencial 
de la naciente industria radiodifusora. El tercero era propietario del Garage 
Alameda y había recibido capacitación en radiodifusión en el Campo Militar de 
Sam Houston, Texas, siguiendo los consejos de su amigo Sandal S. Hodges, un 
coronel estadounidense y agente de la Ford Motor, Co., de tal manera que a su 
regresó a México fundó la Casa del Radio, misma que poco tiempo después 
asociaría con el diario El Universal, mediante convenio con el ingeniero Félix F. 
Palavicini, para dar vida a la estación CYL.15 
 
3.4.2 EMPRESARIOS 
Otros empresarios de diversos ramos, principalmente de la industria editorial –
como Félix Palavicini-, confluyeron con sus intereses financieros en la 
organización de la naciente industria radiofónica, de tal modo que se sumaron a la 
búsqueda de la instauración en México de un modelo de radiodifusión que, aun 
cuando reconociera el uso público que tendría la nueva vía de comunicación, 
estaba decidida a constituirse con un carácter privado y comercial, incluso cuando 
sólo tuvieran espacio para aspirar a la producción de la transmisión de mensajes, 
es decir al establecimiento de estaciones y la explotación del espectro 
radioeléctrico pues, en lo que respecta a la producción de tecnología, aparatos y 
equipos transmisores y receptores -mismos que forman parte básica de la 
industria eléctrica-, la capacidad industrial nacional no estaba ni estuvo nunca en 
condiciones de competir contra las de la Unión Americana o Europa. 
 
15 Fernández Ch., op. cit. p. 89. 
 16
3.4.3 INDUSTRIALES 
Otro de los primeros núcleos organizados que solicitó concesiones al gobierno ese 
año fue el de los empresarios agrupados en la Confederación Nacional de 
Cámaras de la Industria (Concamin). En su afán por obtener un permiso del 
gobierno para establecer estaciones radiodifusoras, los particulares no 
escatimaron ofertas, algunas de ellas como los casos de la Compañía 
Radiotelefónica Nacional, de Atenodoro Herrera y la compañía de Luis G. 
Coindreau;16 o tan singulares como la siguiente: 
“Como dato interesante, diremos que en las primeras solicitudes de 
concesión de particulares se le ofrecía al gobierno el 20% de participación 
en las ganancias. Se comprometía el empresario a no competir con las 
emisoras estatales, sino más bien a someterse a la supervisión de la 
Secretaría, establecer aparatos receptores en escuelas y en salas públicas, 
y construir escuelas técnicas e incluso una fábrica para la producción de 
radios como nueva fuente de empleos.”17 
 
Sin embargo, la naturaleza de estas primeras organizaciones de radiodifusores no 
era homogénea ni mucho menos monolítica; en su interior confluían, y en 
ocasiones hasta se enfrentaban, diversos grupos cuyas visiones, intereses y 
objetivos diferían unos de otros hasta el punto del antagonismo. 
 
3.5 CAPITALES EXTRANJEROS 
De los distintos capitales extranjeros, forjados durante el porfiriato, destacan tres: 
el francés, el inglés y el estadounidense, los cuales, en disputa o en combinación 
con empresarios, editorialistas e industriales mexicanos, tuvieron gran intervención 
e incidencia en la formación de la industria radiodifusora nacional. 
 
Luego de la coyuntura política y económica que se abría tras la pacificación del 
país y el fin de la I Guerra Mundial, el capital estadounidense acentuó el 
desplazamiento del europeo y concentró sus inversiones en nuevos polos de 
desarrollo como las radiocomunicaciones. 
 
16 Mejía, F. Barquera, op. cit. pp. 144-150. 
17 Bohmann, Karin. Medios de comunicación y sistemas informativos en México. Alianza Editorial Mexicana 
y Conaculta, 1986, p. 88. 
 17
3.5.1 CAPITAL FRANCÉS 
El primero, de origen francés, es el de la Societé Financiere pour L’industrie au 
Mexique, fundada por León Signoret quien también fue accionista de la Fundidora 
de Fierro y Acero de Monterrey y presidida por Eduardo Noetzlin, quien fue 
fundador del Banco Franco Egipcio y cofundador del Banco Nacional de México. 
Desde finales del siglo XIX, esta sociedad financió desde París, además de la 
propia Fundidora de Monterrey, a diversas empresas mexicanas, entre ellas: 
Cervecería Moctezuma, Compañía Nacional de Dinamita y Explosivos, Banco de 
Londres y México, Compañía Industrial de Orizaba y la Compañía Cigarrera El 
Buen Tono. Esta última, creada en 1875 por Ernesto Pugibet, y administrada 
desde entonces por él, estableció en 1923 la estación radiofónica CYB, que más 
tarde se convertiría en la XEB, una de las cadenas nacionales más importantes y 
antiguas de la radiodifusión en México.18 
 
3.5.2 CAPITAL INGLÉS 
El segundo, es el capital de origen inglés que, a través de la casa bancaria Patricio 
Milmo e Hijos Sucesores, que era presidida por Patricio Milmo, hijo del banquero 
James F. Milmo, accionista mayoritario, a su vez, del Milmo National Bank of 
Laredo. 
 
La firma operaba con inversiones directas en empresas bancarias, como 
Compañía Bancaria de París y México, Banco de Durango, Banco de Jalisco y 
Banco de La Laguna; ferrocarrileras, como la compañía ferroviaria de Matehuala; 
industriales, como en 1900 con la Jabonera La Laguna; extractivas, como la 
Compañía Minera Norias del Baján y, desde 1895, la Coahuila Consolidated Coal 
Company, con la cual obtiene derechos de explotación del subsuelo de fundos, 
contratados en esa época con el gobierno de esa entidad. 
 
18 Fernández Ch. op. cit . pp. 91 y 92. 
 18
Por esa época, la Casa Milmo entró también en negociaciones con la Fundidora 
de Monterrey, a la cual le subarrendaba diversas haciendas coahuilenses. Tras la 
guerra civil, la firma se declaró en liquidación y sólo conservó una parte de su 
capital que, con el tiempo sería invertido en la radiodifusión para crear en 1930 
otra gran estación y cadena nacional, la XEW.19 
 
3.5.3 CAPITAL ESTADOUNIDENSE 
El tercer capital decisivo para la radiodifusión mexicana fue el estadounidense, 
principalmentea través de las grandes corporaciones de la industria eléctrica de 
ese país, de entre las cuales se distinguen tres grandes firmas: Westinghouse, 
Marconi, y General Electric. 
 
Está última, adquiriría en noviembre de 1919 la participación británica de la 
Marconi’s Wireless Telegraph y crearía, junto con la primera y la American 
Telephone & Telegraph, la división (o trust) Radio Corporation of America (RCA), 
que a su vez, daría origen a una filial disquera en nuestro país: The Mexico Music 
Company -la cual figuraría como accionista mayoritaria de la XEW en 1930- y otra 
en Estados Unidos: The National Broadcasting Corporation (NBC); ambas, 
coafiliadas en el futuro. 20 
 
Como veremos posteriormente, estos capitales extranjeros intervendrán, en mayor 
o menor medida, en la transformación de la industria de la radiodifusión mexicana 
teniendo como telón de fondo ciertos escenarios de la Fundidora de Monterrey y 
bajo la participación de un empresario visionario, cuya actuación en este proceso 
lo convertiría en símbolo indiscutible del monopolio de la comunicación masiva en 
México: Emilio Azcárraga Vidaurreta. 
 
19 Ibid. pp. 93 y 94. 
20 Ibid. pp. 94 y 95. Cf. t : Pierre, A. op. cit. p. 20. 
 19
Convendría aquí considerar los tipos de radiodifusión que históricamente se han 
dado para que, a partir de sus características y del recuento de las estrategias, las 
crisis, las negociaciones y las alianzas que alcanzaron los diversos actores, 
podamos comprender, de la manera más clara posible, el tipo de radiodifusión que 
finalmente se desarrolló en México. 
 
3.6 TIPOS DE RADIODIFUSIÓN 
Aquí, resultaría muy útil revisar aunque sea muy someramente algunos ejercicios 
taxonómicos que algunos estudiosos han planteado para definir los tipos de 
radiodifusión históricamente dados. Por ejemplo, el investigador sudamericano 
Juan Díaz Bordenave nos ofrece los siguientes: 
1. Radiodifusión comercial. 
2. Radiodifusión estatal. 
3. Radiodifusión pública. 
4. Radiodifusión comunitaria. 
5. Radiodifusión educativa. 
6. Radiodifusión internacional. 
 
“La radiodifusión comercial ha sido tradicionalmente concebida como un 
negocio de libre competencia, orientado al lucro y la acumulación de capital 
(y de poder) por parte de empresarios privados. Además de ofrecer 
información y entretenimiento al oyente o espectador, la radiodifusión 
comercial sirve de soporte al marketing de la producción industrial y de 
servicios. 
 
La radiodifusión estatal, financiada y administrada por el Estado, es 
concebida como un instrumento del Gobierno para hacer conocer sus 
directivas políticas y sus planes y proyectos, así como para divulgar sus 
realizaciones. 
 
La radiodifusión pública, aunque financiada por el Estado, es independiente 
del Gobierno, es decir, no es administrada por el mismo sino por algún tipo 
de corporación pública integrada por representantes de la sociedad en 
general. 
 
La radiodifusión educativa, una rama de la Radiodifusión Pública se 
concentra en la difusión de contenidos de la educación formal y de la no 
formal, para elevar el nivel educativo de la población (…) 
La radiodifusión comunitaria, como su nombre lo indica, nació, según 
Brunetti, para `robustecer la participación de los miembros de las 
 20
comunidades, promocionando aquellos procesos que facilitan y permiten 
obtener satisfactores específicos, destinados a las necesidades reales´. 
 
La radiodifusión internacional comprende las transmisiones que hacen los 
países como parte de su influencia geopolítica. Podríamos agregar también 
otras modalidades de radiodifusión, caracterizadas por su especialización 
en un determinado tipo de contenido, tales como la radiodifusión religiosa, 
la radiodifusión policial y la radiodifusión militar.”21 
 
Esto quiere decir que un elemento útil en la construcción de una definición lo más 
amplia posible de la radiodifusión está dado principalmente por el tipo o carácter 
de su propósito fundamental. Así, la radiodifusión comercial tiene como fin el lucro; 
la estatal, la propaganda; la pública, ciertos intereses ciudadanos como, por 
ejemplo, la socialización de la educación y la cultura; la comunitaria, la identidad y 
la supervivencia regionales, etcétera. Desarrollemos ahora los paradigmas de la 
radiodifusión pública, para contrastarlas posteriormente con las características del 
modelo que se siguió en México. 
 
3.6.1 LA RADIODIFUSIÓN PÚBLICA 
El modelo de radiodifusión pública fue creado en Europa, cuyos progresos fueron 
más lentos que la proliferación experimentada en Estados Unidos. Uno de los 
paradigmas fue el caso británico, donde la Marconi Co., había retomado sus 
transmisiones en 1920 y enfrentó la desaprobación del director general de 
Correos, Neville Chamberlain, quien las suspendió en noviembre de ese año para 
permitir su reapertura bajo fuerte presión de los radioaficionados. 
Decidido a impedir la “americanización” de la radio en Inglaterra, Chamberlain 
convocó en 1922 a diversas productoras de material radiofónico, quienes crearon 
la British Broadcasting Company (BBC).22 Marconi, Thompson Houston, General 
Electric, Metropolitan Vickers (ligada a la Westinhouse), Western Electric y la 
Radio Comunication aportaron el 60 por ciento del capital para crear la BBC, el 
 
21 Díaz Bordenave, Juan, “La radiodifusión pública; recurso y derecho en la democracia participativa”, en: 
http://www.radiobras.gov.br/arnaspal/pt/palestrantes/juanDíazbordenave.php martes (28 de marzo 2006). 
22 Albert, P. y Tudesq, A., op. cit. pp. 25. (Chamberlain desempeñaría al año siguiente su primer encargo 
como ministro de Hacienda y más tarde, en 1937, ocuparía el cargo de Primer Ministro, investidura bajo la 
cual firmaría con Adolfo Hitler el pacto de Munich, en un intento por evitar la guerra en Europa). 
 21
resto se dividía entre otras 200 firmas de menor escala. La licencia de emisión se 
otorgó el 18 de enero de 1923 y para 1925 había ya 22 estaciones transmisoras. 
 
Los conflictos ocasionados entre la BBC, la Post Office y algunos diarios 
londinenses, en los inicios, derivaron en la Comisión Sykes, la cual se pronunció 
por un control más férreo del Estado en esta materia. Lord Crawford, sucesor de 
Sykes, rechazó tanto el carácter empresarial de la BBC como una gestión 
excesiva del Estado y logró que el gobierno británico, a partir de enero de 1927, 
otorgara el monopolio de la radiodifusión a la BBC, bajo la tutela de la Dirección 
General de Correos y Telecomunicaciones (PTT, por sus siglas en inglés) por un 
periodo de 10 años, bajo carta real y: 
“cediéndole una parte de los impuestos radiofónicos gravados a quienes 
poseían aparatos receptores. La BBC estaba encabezada por un consejo 
de siete funcionarios nombrados por el gobierno y un director general. El 
Estado volvió a comprar las emisoras a las seis grandes empresas de la 
antigua BBC, la publicidad en la radio estaba prohibida… un servicio público 
que estaba constituido por un monopolio sin ser un organismo estatal.”23 
 
De acuerdo con lo que nos refiere Patricia Ortega, la clave del carácter público de 
un medio está dada por su naturaleza jurídica y existen diferencias de tipo 
estructural entre los modelos privado y público de la radio y de la televisión, y 
define a éste especialmente con base en “sus funciones y su relación con la 
sociedad”. Aun cuando, en la práctica, se han asociado a este concepto diversas 
modalidades como son los medios culturales, educativos, legislativos, 
comunitarios y estatales: 
“Desde una noción teórica podríamos decir que lo que da el carácter de 
público a un medio es, en primer término, su naturaleza jurídica, es decir la 
manera como es conceptualizado y delimitado por una ley o normatividad 
específica. Por otra parte está su función de servicio. En la práctica estos 
factores adoptanuna modalidad particular de acuerdo a la institucionalidad 
que el medio adquiera en un contexto histórico determinado.”24 
 
 
23 Ibid . pp. 27. 
24 Ortega Ramírez, Patricia., Medios públicos y el Estado mexicano moderno. La televisión. Tesis de 
Doctorado. UNAM. México. p. 40. 
 22
Entonces, la noción del tipo de servicio es fundamental en la definición de un 
modelo de radiodifusión; así, el servicio público es definitorio –en razón de sus 
objetivos y funciones- para diversos medios públicos, aun cuando esta función 
pueda ser desarrollada de muy diversas maneras, todas ellas en relación al 
espacio social en que tales medios se desenvuelven. Además, con base en los 
planteamientos de teóricos como Thomas Gibbons y Michael Tracey, Patricia 
Ortega sostiene que existen ciertas características universalmente aceptadas del 
modelo público de la radiodifusión, a saber: 
1.- La universalidad del servicio. Esto es, que garantice el derecho de todos 
a recibir la misma calidad de servicio en todo el territorio nacional; lo cual 
implica que los contenidos de la programación deben ser lo suficientemente 
diversos para todos los gustos y del máximo alcance geográfico para llegar 
a todos los rincones. 
2.- La responsabilidad cultural. Esto es que los contenidos de la 
programación deberán garantizar no sólo información y educación sino 
también entretenimiento de calidad creativa. 
3.- La pluralidad de contenidos. Esto es, que garantice la libre expresión de 
todas las manifestaciones culturales, políticas y creencias del auditorio, 
compuesto por mayorías pero –enfáticamente- también por minorías. 
4.- La autonomía de la estructura económica. Esto es que la radiodifusora 
debe estar ajena tanto al control de intereses privados como de los de 
gobierno. 
5.- La autonomía política. Esto es, que debe alejarse de tendencias 
ideológicas o partidismos de cualquier tipo, así como de intereses de grupo 
o individuales. 
6.- La flexibilidad del financiamiento. Esto es que, a pesar de que la mayor 
parte de los recursos provienen del sector público, esto no debe ser una 
condición sine qua non, sino que puedan coexistir otras formas de 
financiamiento como la publicidad o las aportaciones institucionales o 
privadas.25 
 
25 Ibid. 
 23
Considerando este contexto, observemos ahora cómo se desarrolló el proceso 
histórico en el cual el gobierno, los industriales capitalistas e incontables 
ciudadanos quienes, con fines políticos, empresariales, experimentales o de 
afición, contribuyeron a hacer posible -con sus acciones concretas- la radiodifusión 
en México y de cómo resolvieron históricamente los conflictos y las negociaciones 
hasta llegar a la constitución de la radio y la televisión que hoy consumimos. 
 
3.7 PRIMER MARCO JURÍDICO DE LA RADIODIFUSIÓN 
Hemos revisado hasta ahora el contexto socio histórico sobre el cual se va a 
tramar la estructura de la radiodifusión, así como los actores concretos de ese 
diseño. Por un lado, el proyecto político de Nación, proveniente del Estado 
emanado de la movimiento revolucionario mexicano de 1910-1920; su alianza con 
los sectores populares; el reconocimiento internacional, en especial de Estados 
Unidos; su carácter bonapartista; su determinación de convertirse en rector de la 
economía nacional y en organizador de la sociedad; su objetivo de alcanzar el 
control de la vida política, y, finalmente su consolidación como régimen, jurídica y 
políticamente legitimado. 
 
Por otro lado, el creciente reclamo de determinados sectores de la sociedad para 
que dé inicio el otorgamiento de concesiones y permisos para la explotación de la 
naciente industria de la radiodifusión. 
 
Cada sector mantendrá, en esos momentos iniciales, su propia concepción sobre 
el tipo de radiodifusión más conveniente. Justo en el año de 1922, tuvo ocasión 
una serie de sucesos en los cuales los tres polos originarios se enfrentaron entre 
sí para imprimirle un carácter determinante al tipo de radiodifusión en México, 
dentro de un proceso sui generis que lo fueron apartando de una definición clara 
en sus inicios, y que terminó por conducirlo, en un proceso de concentración y 
expansión político y financiero; selectivo, gradual, complejo y problemático, hacia 
un modelo mixto, que gravitaría por décadas entre lo comercial y lo público. 
 
 24
Lo que sigue, entonces, es observar el proceso de enfrentamiento histórico de los 
diferentes elementos que toman parte en la definición del tipo de radiodifusión que 
se desarrollará en México, a partir de 1922, año en que tuvieron lugar las primeras 
demandas para el otorgamiento de concesiones y permisos a particulares para 
establecer estaciones radiodifusoras y, a partir de ahí, dilucidar el tipo de 
relaciones que terminarían por imponerse y convertirse en el referente real de la 
radiodifusión en México. 
 
3.7.1 EL CARÁCTER MIXTO DE LA RADIODIFUSIÓN NACIONAL 
Dado su carácter pretendidamente revolucionario, pero indiscutiblemente 
conciliatorio de diferentes clases, el Estado mexicano se vio obligado a impulsar 
una alternativa mixta de desarrollo tanto en lo económico como en lo político y a 
reconsiderar su intervención con respecto a la radiodifusión, en tanto nueva 
industria o novedoso servicio; de tal modo que, bajo la supervisión personal de 
Obregón, su gobierno lanzó en enero de 1922 un exhorto a todos los ciudadanos 
mexicanos que desearan abrir estaciones para que solicitaran el permiso 
correspondiente y les ofreció, además, establecer con ellos un contacto cercano y 
permanente para que juntos lograsen el desarrollo de la radiodifusión mexicana. 
 
A esto, se añadieron otros factores de importancia, como los que tienen que ver 
con el tipo de propiedad de la radiodifusión y los sectores que poseían las 
condiciones materiales para su explotación. Entre 1922 y 1923 se crearon las 
primeras organizaciones representativas de los diversos grupos interesados en la 
radiodifusión. Así, nacieron en el siguiente orden: la Liga Nacional (o Mexicana) 
de Radio, el Club Central Mexicano de Radio y el Centro de Ingenieros, éste 
último, creado en el último año por científicos y académicos que reunían en su 
interior objetivos y aspectos de investigación sobre las posibilidades de desarrollar 
tecnologías propias y aprovechar las de Estados Unidos, principalmente, y las que 
provenían de Europa. 
 
 25
En el mismo año de 1923, y a instancias de los empresarios del Club, se 
fusionaron las tres organizaciones en la Liga Central de Radio (LCR). Una vez 
unidos, los empresarios cooptaron a los ingenieros para aprovechar en su 
beneficio sus conocimientos y habilidades técnicas y excluyeron de la Liga a los 
radioaficionados y, con ellos, la posibilidad del libre uso de la radio y el intercambio 
de experiencias sin afán lucrativo, originando así la primera marginación de la 
sociedad en la radiodifusión. A partir de ese momento, la LCR fungía ya en México 
como órgano representativo de la incipiente industria radiodifusora.26 
 
Como hemos dicho, el Estado tenía un enorme interés en hacerse cargo del 
despegue de la radiodifusión. Sin embargo, ante la imposibilidad de imprimirle a 
ésta un carácter público o al menos estatal, decidió impulsar otra vía: en agosto de 
1923, tras las primeras concesiones, se creó el Departamento de Radio, dentro de 
la Dirección General de Telégrafos de la SCOP27; con el objetivo de favorecer la 
coexistiencia de estaciones privadas, con o sin participación estatal, y otras 
públicas, con participación social. Un proyecto público o social sobre radiodifusión 
no existía como tal en aquellos años. Además, el gobierno no podía hacerse cargo 
de tales empresas en esos momentos. Este proyecto mixto de radiodifusión se 
enfrentaba, además, al resto de proyectos viables, básicamente los de

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