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FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN “FRENTE POPULAR FRANCISCO VILLA, DE ORGANIZACIÓN SOCIAL A MAFIA CORPORATIVA”. REPORTAJE QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN COMUNICACIÓN Y P E R I O D I S M O P R E S E N T A: MARTHA ANGÉLICA HERNÁNDEZ PATIÑO ASESORA: MTRA. ELBA TERESA CHÁVEZ LOMELI BOSQUES DE ARAGÓN, MEXICO OCTUBRE 2008 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS A mi madre por ser el viento que impulsa mi alas. A mi padre, del que sólo efímeros momentos sublimes sobresalen de la nada. A mis hermanos Marcelo, Sofi y Norma, por su perseverancia, fortaleza y valor para enfrentar la vida. A Anthony y Mauri por ser el motor que impulsa mis sueños. A mi asesora la Mtra. Elba Teresa Chávez Lomelí, por su confianza y creer en mí. A los profesores Guadalupe Pacheco, Edgar Liñán, Alberto Fernández y Miguel Ángel Quemain por sus valiosas aportaciones para enriquecer este reportaje. EN MEMORIA A mi abuelo Don Ángel Patiño Mi abuela Ma. Engracia García ÍNDICE INTRODUCCIÓN…..……………………………………………………………………………. 1 CAPÍTULO 1 El gran negocio de la vivienda en nombre de la lucha popular ………………………. 4 1.1. La estafa en los enganches, cuotas y cooperaciones …………………………….. 5 1.2. Disposición de espacios comunes ……………………………………………………15 1.3. Obligaciones impuestas a los afiliados ……………………………………………... 19 1.4. Invasión de predios, el inicio de la lucha popular ………………………………….. 25 1.5. La vida en los campamentos ………………………………………………………… 31 1.6. El reciclamiento de campamentos …………………………………………………... 35 1.7. La venta de materiales para la construcción de vivienda…..…………..…….…… 37 CAPÍTULO 2 El surgimiento del Frente Popular Francisco Villa ……………………………………... 38 2.1. Contexto nacional ………………………………………………………………………39 2.1.1. Los movimientos estudiantiles en los 80 y los sismos de 1985 …………………. 45 2.1.2. El resquebrajamiento del PRI y las organizaciones sociales absorbidas por el corporativismo……………………………………………………………………………50 2.2. Conformación del Frente Popular Francisco Villa …………………………………. 52 2.3. Conflictos internos …………………………………………………………………….. 59 2.4. El Frente Popular Francisco Villa Independiente y otras organizaciones sociales …………………………………………………….. 61 CAPÍTULO 3 Mafia corporativa, metamorfosis del Frente Popular Francisco Villa ………………. 65 3.1. Los líderes y su modus operandi …………………………………………………...... 66 3.1.1. De organización social a mafia corporativa …………………………………………. 74 3.1.2. Celosos del poder ……………………………………………………………………… 79 3.1.3. Asambleas controladas al interior del Frente Popular ………………………………80 3.1.4. Métodos de control para sostenerse en los cargos ………………………………... 85 3.1.5. Las amenazas y la violencia contra disidentes …………………………………….. 91 3.2. Otros negocios del Frente Popular Francisco Villa ………………………………… 98 3.2.1. Control de comerciantes y vendedores ambulantes ………………………………..99 3.2.2. Taxis Panteras y el Frente de Taxistas …………………………………………….. 105 3.2.3. Sindicatos ……………………………………………………………………………….116 CONCLUSIONES ………………………………………………………………………………123 FUENTES DE CONSULTA..…………………………………………………………………. 128 1 INTRODUCCIÓN A partir de la segunda mitad del siglo XX, México vive en medio de una crisis económica, política y social: en este periodo surgen el movimiento del 68, las guerrillas y las devaluaciones, los movimientos sindicales y campesinos, entre otros. Para 1980 el panorama seguía siendo desalentador: la deuda externa había alcanzado los 21 billones de pesos; la población registrada era de 75 millones, de los cuales el 60 por ciento no tenía trabajo o era subempleado; la brecha entre sueldos de funcionarios, ejecutivos y obreros era abismal; los precios de alimentos y bienes se habían disparado y el salario real descendió a cerca de 40 por ciento; el índice de desnutrición alcanzó a 45 millones de mexicanos, y en el sector rural más de 4 millones de campesinos no intervenían en ninguna actividad productiva. Este fue el escenario del surgimiento del Frente Popular Francisco Villa (FPFV), en su mayoría conformado por jóvenes estudiantes que sentaron sus bases en las colonias populares a partir de los terremotos de 1985, con la pretensión de mejorar las condiciones de vida del pueblo y, con ello, el de la vivienda. Desde entonces, el FPFV se identifica como radical y protagonista de plantones, marchas y mítines, también ha ocupado un lugar en los diarios y noticiarios radiofónicos y televisivos cuando reivindica las demandas de otras organizaciones o gremios. Sin embargo, bajo la careta de “luchadores sociales”, “revolucionarios”, “reivindicadores de causas justas”, “organización de izquierda en busca de un mundo de justicia y libertad” y otros de sus autocalificativos, se oculta la esencia del FPFV, cuya metamorfosis ha redituado en un millonario negocio para sus líderes, quienes no sólo condicionan la entrega de las casas a sus propietarios, sino suelen solicitar materiales de construcción en 14 de las 16 delegaciones mismos que venden por su propia cuenta e instalan casas de materiales. 2 La dispersión de campamentos y el "reciclaje" de los mismos son factores que les favorecen para continuar el gran negocio con los nuevos inquilinos. Las amenazas, intimidaciones y condicionamientos contra las familias que desde hace casi dos décadas han formado parte del FPFV, han sido la constante en esta “organización social”. Pero el encono, la desesperación y el hartazgo de los integrantes, se respira en el aire de cada campamento y se transforman en el silencio de un grito estruendoso. Los que en su momento eran dirigentes pobres y decían luchar por una causa social justa, actualmente son líderes con grandes negocios como las rutas de microbuses, taxis, empresas constructoras, casas de materiales, bicitaxis, etc., y algunos otros ostentan cargos como funcionarios públicos y legisladores, respaldados por las siglas de algunos partidos políticos. Es importante señalar que siete años antes de iniciar la presente investigación, las circunstancias y los contactos me permitieron tener una aproximación al grupo de Los Panchos, entonces comencé a conocer la otra cara de quienes se autonombran “defensores del pueblo”, donde la estafa, la demagogia, la violencia, la humillación y la explotación, son la columna vertebral de esta agrupación y, sin embargo, me inquietaba saber cómo es que una organización social podía sufrir tal transmutación. Ello fue la punta de lanza para iniciar la investigación a fondo y denunciar lo truculento de su modus operandi para “hacer justicia al pueblo”, que no es exclusivo del FPFV, por el contrario, este grupo es el espejo de otros que se hacen llamar “organizaciones sociales” que también emergen con la complicidad de un sistema político corporativo que los tolera y les permite extender sus tentáculos. Así es como reportear este hecho noticioso fue una obligación, responsabilidad y compromisopara quitar el velo a la “bondades” de este tipo de organizaciones e informar de ello a la sociedad. Recurrir al reportaje me permitió adentrarme a la problemática, valerme de la historia tanto de la organización como del contexto nacional, aun antes de que el FPFV surgiera como tal, para entender las causas y la interrelación de las 3 diversas situaciones y no caer en el error de verlo como un hecho aislado. No podía valerme de otro género periodístico porque hubiese resultado limitado para el objetivo plateado, que era el exponer las causas de fondo que hicieron posible la metamorfosis de la organización. La descripción, narración, la cronología del movimiento social, las entrevistas, la investigación documental, entre otras, están inmersos en este reportaje, sin los cuales no se le hubiese podido dar forma. Así es como en el primer capítulo, El gran negocio de la vivienda en nombre de la lucha popular, se aborda el gran negocio que ha resultado el abanderar una de las causas más socorridas por quienes demandan una vivienda y de la que los líderes han obtenido grandes beneficios con el cobro de cuotas, cooperaciones y hasta de los enganches, donde todas las acciones son celosamente coordinadas desde las marchas, mítines, plantones hasta las huelgas de hambre. El modus operandi que surge aun antes de la conformación del mismo Frente Popular, es lo que se expone en el segundo capítulo titulado El surgimiento de Frente Popular Francisco Villa, donde los estudiantes universitarios tienen una fuerte presencia y son quienes delinean las acciones a seguir; posteriormente la fuerza de su movimiento es utilizada para escalar en el ámbito político, del cual también han sabido sacar provecho personal. En el tercer capítulo, Mafia corporativa, metamorfosis del Frente Popular Francisco Villa, se abordan los métodos de control para sostenerse en sus cargos como líderes, las amenazas y violencias contra aquellos que se rebelan a sus estafas y engaños, así como la creación de otros negocios que tienen en sus manos, todo bajo las consignas de una lucha popular. 4 CAPÍTULO 1 El gran negocio de la vivienda en nombre de la lucha popular Se presentan como redentores del pueblo. Se uniforman de mezclilla y utilizan un lenguaje entre populachero y revolucionario (compañeros, compañeras, la lucha del pueblo, el mal gobierno, ¿qué onda güeyes?, etcétera) que en otro tiempo los colocó en la mira de las autoridades que veían en ellos un riesgo para la estabilidad social, pero que en la actualidad es parte de los valores entendidos para “negociar” y “llegar a acuerdos”. Se han creado un halo místico para mostrarse como viejos y experimentados luchadores sociales que han pasado por cárceles y persecuciones que han dejado no pocos muertos, razones por las que justifican su modus vivendi. Crearon la leyenda de que surgieron como un “Chucho El Roto”, se apoyaban en maleantes que robaban a los ricos para regalarle a los pobres y que defendían los más nobles derechos del pueblo. Surgieron como pretendidos marxistas y ahora se dicen defensores de las conquistas de la Revolución mexicana que reivindicó el PRI por 70 años. Sin embargo, su común denominador es la ausencia total de un análisis serio de la realidad social e histórica y de una teoría coherente, con lo cual sería una organización que busque el cambio social. El abuso de una retórica entre vulgar y demagógica; un amasijo que retoma de aquí y de allá con el fin de justificar el actuar que, por sus propios compañeros de partido, ha sido caracterizado como provocador. Este grupo fue absorbido por el sistema corporativo de control –que antes criticaban– el cual durante 70 años mantuvo al PRI y a sus antecesores en el poder mediante las centrales oficiales favorecidas por las viejas leyes corporativas mismas que aún subsisten y por las instituciones que les permiten la afiliación forzosa y la cotización obligatoria de miles de integrantes. Se trata de las organizaciones sociales de los llamados movimientos urbano- populares, en particular del Frente Popular Francisco Villa, que surgió hace casi dos décadas con la promesa de luchar por una sociedad mejor y que ahora se esfuerza por ocultar en sus entrañas la degeneración de su crecimiento económico y político, cubriéndolo con un velo de bellas y heroicas historias sobre la lucha popular. 5 1.1. La estafa en los enganches, cuotas y cooperaciones Nunca avalaremos que se reprima, golpee y saque a los pobladores que defendían el derecho a una vida digna: Adolfo López Villanueva, líder del FPFV y presidente de la Comisión de Vivienda en la ALDF, 14 de octubre de 2002. Dejamos los mejores años de nuestras vidas en movilizaciones, huelgas de hambre, mítines bajo la lluvia, el sol, día y noche, pero ya estamos hartos de ser una minita de oro: Socios de la cooperativa Mexicu-Izapan II, Iztapalapa, octubre de 2003. El relato de su historia bien aprendida se ha mantenido con los años. Los mismos matices y términos utilizados siempre por los líderes y lideresas cuando los reflectores de los medios se ponen sobre ellos. “Sí, el Frente Popular surge a finales de los 80… el Frente es más que sólo vivienda… luchamos contra un gobierno que oprime a los pobres... estamos en busca de un mundo de justicia y libertad…”. Pero la realidad dista mucho de lo que pregonan. Al oriente de la ciudad de México, en los límites de las delegaciones Iztapalapa y Tláhuac, se localiza una de las unidades habitacionales del Frente Popular Francisco Villa (FPFV) que lleva el mismo nombre de la colonia, El Molino. Sus edificios uniformados del color gris de sus grandes tabiques contrastan con el negro del enrejado que los rodea y el rojo del marco de sus ventanas. Poca vida se observa por las calles aledañas, mientras el ambiente se impregna de suma tranquilidad que se torna cómplice de escenarios inusitados. A unos cuantos metros de distancia se distinguen las bardas blancas de dos pequeños mercados con las siglas de la organización, único lugar donde se vislumbra movimiento. Al interior, los sonidos y olores se entremezclan entre los andares de los marchantes. De los pequeños locales destaca uno que otro bien surtido, eclipsando a aquellos donde los frutos son sumamente pequeños y maduros que un kilo de plátanos de no muy apetitoso por el negro de sus cáscaras y la miel que brota de su interior, es tan caro como aquellos de rebosante presentación. Las manzanas miniaturas y los aguacates arrugaditos hacen compañía a los chiles verdes ya secos y a las cebollas consumiéndose en su propio jugo. 6 A las afueras, las canchas de basquet lucen vacías, mientras que alrededor las casas son mudos testigos de las, aparentemente, pocas situaciones que pudieran presentarse. Sólo el motor de las combis que pasan en la avenida y el eco de alguna música traída por el andar del viento, son los murmullos de esos caminos que apenas hace dos décadas eran verdes llanuras. Así lucen los territorios del Frente Popular Francisco Villa, en los límites de Iztapalapa, demarcación donde han proliferado la invasión de predios, los asentamientos humanos y las unidades habitacionales de los también llamados Los Panchos, que además se suman a aquellas de Antorcha Popular Campesina y de organizaciones no tan grandes. En la unidad El Molino las únicas entradas y salidas se encuentran en extremos opuestos con letreros que prohíben la entrada a toda persona ajena a la unidad, y advierten: “Estos departamentos no se venden ni se traspasan… cualquier información preguntar en la coordinación”. Las entradas se mantienen resguardadas día y noche. Aunque la petición de hablar con los líderes no es garantía de dejar pasar a nadie, la barrera entre la puerta y la calle se desvanece cuando, tras mucha insistencia, el portero permite la entrada.La situación en su interior es tranquila y en aparente orden, en comparación con otras unidades donde el ruido de la música está a todo lo que da, la basura regada por doquier y los tendederos a reventar por tanta ropa. Pero no es precisamente este escenario lo peculiar de la unidad, sino los barrotes que delimitan la entrada en cada uno de los edificios. Rejas por fuera de la unidad y rejas en cada edificio, como si se estuvieran resguardando al máximo ¿de qué?, ¿qué puede haber o pasar al interior de una unidad que cuenta con vigilancia desde las entradas principales y, no suficiente con eso, también ponen enrejados en cada uno de los accesos a los edificios? Como si fueran campos de concentración, cada movimiento al interior es vigilado. Nadie puede entrar o salir del campamento o unidad habitacional sin hacerlo saber a quien vigila la puerta. Para ello, los porteros, habitantes de la misma unidad quienes realizan su rutinaria guardia o aquellos castigados por no cumplir con las labores asignadas, tienen la orden de llevar el control con tarjetas para quienes ingresan o salen en auto, y de revisar las credenciales que acreditan a uno como habitante del lugar, de lo contrario se prohíbe el paso. 7 Una vez dentro, a unos cuantos metros de distancia los vigías siguen tras uno sin perder el paso, hasta que se abandona el lugar. Aunque pareciera que las rejas resguardan a los inquilinos de la delincuencia, el motivo, a decir de Hugo López Villanueva, coordinador de la Comisión de Prensa y Propaganda del FPFV, es frenar al máximo el espionaje de su movimiento social: El gobierno nos ve como sus enemigos por todo lo que hacemos: que nos organizamos, que queremos quitarnos el yugo que nos oprime… entonces nos manda espiar, pero nosotros no tenemos nada que esconder. El Frente es una organización democrática que busca el beneficio común a través del trabajo colectivo. No escondemos nada. "Gobernación tiene información precisa de la organización, sabe que no hay nada porque nos ha espiado hasta cansarse, pero a propósito filtran a los medios cosas que les conviene que se crean", dice Manuel Ramos, exprofesor de antropología y miembro de la comisión política nacional del FPFV. Y una nota publicada en el diario El Economista del 28 de octubre de 1999, pareciera darle la razón: "Para garantizar estabilidad en los futuros comicios prelectorales rumbo al 2000, Seguridad Nacional e Inteligencia Militar indagan a grupos del Frente Popular Francisco Villa, Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Unión Popular Emiliano Zapata y el (Partido) Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo”.1 La nota cita "fuentes de inteligencia" para identificar elementos "potencialmente violentos" en esas organizaciones, que cuentan con más de ocho mil simpatizantes "listos para movilizaciones impugnadoras del proceso en el Distrito Federal”. Sin embargo, parece que el objetivo principal de esa extrema seguridad es el de resguardar los jugosos intereses económicos y políticos que resultan de esa “lucha popular”, al controlar cada movimiento en su interior, y donde la gestión de la vivienda les ha redituado en un millonario negocio, evitando que sus afiliados forzosos se rebelen y ejercer así, un control social total, como veremos más adelante. Así es como en su batalla por obtener una casa, cientos de familias han sido presa de la estafa y el engaño por parte de los dirigentes de ésta y otras 1 Daniela Pastrana, “Mitos y realidades de los Panchos Villa”, La Jornada, Suplemento Masiosare, 09 de enero de 2000, http://www.jornada.unam.mx/2000/01/09/mas-mitos.html, última vista marzo de 2008. 8 agrupaciones sociales, lo mismo en las 16 delegaciones que conforman el Distrito Federal como en algunos estados del interior de la república donde tienen presencia. De las 23 mil familias que dice integrar el Frente Popular Francisco Villa, muchas de ellas se han mantenido y cientos más se han alejado con la desilusión en las manos, pues tras años de vivir en campamentos, de realizar marchas, faenas y dar hasta el último centavo que les exigen los líderes, la entrega de sus casas o departamentos es condicionada. Bajo el anonimato, cientos de vecinos que por más de 14 años han formado parte de la lucha popular, ven cómo los departamentos que se construyeron a un costado de sus campamentos en las colonias Ejército Constitucionalista y El Molino, en la delegación Iztapalapa, y de los que tomarían posesión en cuanto estuvieran listos, están siendo entregados a personas ajenas a la organización. Una práctica ya común a lo largo de más de 15 años, donde el proceso es fatigante e interminable. Atrás quedan meses de arduo trabajo al interior de la agrupación y la esperanza al colocar piedra sobre piedra, porque finalmente los líderes condicionan la entrega de los hogares o departamentos. Una vez terminada la construcción, quien desee ocuparlo tiene que pagar entre 30 mil y cien mil pesos de enganche, por lo general en una sola emisión, pero 10 mil más si se quiere planta baja u otro tanto si es primer piso, esto sin importar las cuotas y aportaciones económicas que las familias hayan realizado en cinco, 10 o 15 años, porque nuevamente se les exigen entre cinco mil o 10 mil pesos al contado. Quien tenga el dinero para pagar se queda con la propiedad, y en caso de no poder cubrir esas cantidades los líderes se encargan de venderlo porque “…a la gente que no pueda pagar, les piden firmar una carta donde se comprometen a ceder el inmueble”.2 Y no tienen más remedio que mirar cómo otros se adueñan de la vivienda que ya era suya. Entonces, la inconformidad y el enfado encienden la mecha que hace estallar el polvorín en el que se ha transformado el entusiasmo y el ánimo de la gente durante todo ese tiempo. Es así, como un monumento a la estafa y al engaño lucen los nuevos edificios en medio de los campamentos de la colonia Ejército Constitucionalista atrás de Cabeza de Juárez, donde los pequeños cuartos con techos de lámina, y las puertas y ventanas de madera que han sido azotadas por los terregales, fuertes vientos y 2 Miriam Segundo, “Lucran organizaciones con la vivienda popular”, El Sol de México, p.4 9 hasta granizadas de cada época del año, contrastan con el color anaranjado de los nuevos departamentos que se encuentran cercados por una malla para impedir el paso de quienes por años vivieron con la ilusión de habitarlos. Con voz suave y pausada, la señora Lucha*, vecina por más de 12 años de ese lugar, también conocido como Frente Nueve, hacía lo posible por ser discreta mientras sus ojos color miel cuidaban de la cercanía de cualquier otra persona. Es su esbelta figura la proyección de sus ayeres, donde la belleza altiva ha sido trastocada por el tiempo. Sus hombros encorvados denotan lo que alguna vez fue lo erguido de su andar, y sobre ellos deja caer el ondulado blanco de sus cabellos. Doña Lucha sabe que los comentarios deben ser bien cuidados. –Ellos (los líderes) suelen traer gente de fuera con autos de lujo, a la que estafan con 50 mil pesos para ocupar nuestros lugares porque nosotros no pudimos juntar todo el dinero. Las familias que no alcanzamos a cubrir esa cantidad tenemos que esperar otros cinco o 10 años viviendo en los campamentos para seguir explotándonos y hacer negocio también con gente que viene de fuera. Tras 16 años de espera Jorge, a quien llamaremos El Tienditas, para resguardar su identidad, decidió romper con los líderes del “feudo” donde se encontraba ante el retraso en la entrega de su vivienda, la cual tuvo que reestructurar en deuda con el Instituto de Vivienda del Distrito Federal y olvidarse de las aportaciones hechas a la organización durante todos esos años. Esto le permitióaventarse el pleito con quienes están al mando. Su charla por momentos era susurrada ante la presencia de gente allegada a los líderes que acudían a su pequeño negocio: una tiendita, con el pretexto de comprar cualquier cosa. “Así son, mandan a su gente para ver con quién estoy y qué platico. El verte aquí conmigo es como si les echaras chile en los ojos… Mira hoy en día hay gente que se ha levantado contra los líderes porque les han robado hasta la risa”. En las afueras de su negocio, el sol pega duro y las piedritas que traen consigo los fuertes terregales nos golpean la cara. Sentados sobre cajas de refresco y con los ojos entreabiertos, El Tienditas señala que enfrentarse a los líderes no ha sido nada fácil por la manipulación y la violencia tanto física como psicológica * Sobrenombre utilizado a petición de la entrevistada para proporcionar la información. 10 ejercida en el Frente Francisco Villa: acoso, maltrato, desigualdad, despotismo contra la integridad de las mujeres o de cualquier miembro de la organización. La gente se rebelaba contra las formas, contra los gastos, contra la prepotencia, la desigualdad que imponen los líderes, pero en esos casos lo menos peor que puede pasar es que les digan: ‘ustedes viven de a gratis porque lo que dan no alcanza ni para los refrescos’. Y pues hay muchos que se agachan y se aguantan; pero últimamente se están rebelando y no es la gente de los campamentos precisamente, sino la que ya cuenta con su departamento o su casa. A pesar de saber el peligro que corren. Y es que la exigencia de miles de pesos ha despertado la inconformidad de los vecinos del FPFV en diversas zonas. De acuerdo con la información proporcionada por ellos mismo, los cobros que hacen los dirigentes constituyen un fraude reflejado en el comprobante de pago tanto del Instituto de Vivienda del Distrito Federal (INVI) como del Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), en el cual sólo se registra la cantidad de 3 mil 800 pesos por concepto de enganche. Es decir, de 50 mil pesos que exigen en promedio, se quedan con 46 mil 200 por propietario. Si a esos montos obligados se les multiplica por el número aproximado de familias asociadas, entonces el resultado es de miles de pesos que ¿a dónde van a parar?, sobre todo cuando se habla de una organización que dice tener más de 20 mil familias asociadas. Tan sólo en el Frente Nueve, en la colonia Ejército Constitucionalista de la Delegación Iztapalapa, en 1990 cada titular de los 450, aportó cuatro millones de viejos pesos como enganche de sus viviendas y el recibo sólo les reconoció dos y medio; dieron cien mil pesos más para ingresar como socios, 800 mil como seguro y otras cuotas de las que nunca tuvieron informes. La lucha por una demanda justa, como lo es el derecho a una vivienda se traduce en millones de pesos de ganancias para los líderes, sin importar las siglas de la organización a la que pertenecen. En el caso de 320 familias asentadas en lo que se conoce como Frente Nueve y Medio en Iztapalapa, el enganche exigido fue de 32 mil pesos, lo que da un total de 10 millones 240 mil pesos, de los cuales, 11 señalan los vecinos, más de 8 millones irán a dar a los bolsillos de sus dirigentes y sólo un millón 600 mil pesos serán ingresados al erario. Con fecha del lunes 13 de octubre de 2003, El Sol de México publicó a ocho columnas de su sección Ciudad un reportaje de Miriam Segundo titulado “Lucran organizaciones con la vivienda popular”. En él la reportera señala que líderes del Frente Popular Francisco Villa obtienen ganancias millonarias por la promoción y entrega de vivienda a sus agremiados. La Jornada, por su parte, no sólo ha publicado notas sobre la imposición de cuotas y autoridad del Frente Popular en colonias donde han llegado a establecer asentamientos irregulares,3 sino además ha dado a conocer el rentable negocio de defender las causas de los pobres por Antorcha Popular4 y las denuncias contra líderes antorchistas.5 Aunque para su “buen funcionamiento” estas organizaciones sociales demandantes de vivienda se rigen bajo leyes como el Código Civil Federal, la Ley General de Sociedades Mercantiles y la Ley General de Sociedades Cooperativas. Además, sus estatutos deben estar inscritos en el Registro Público; sin embargo, son precisamente estas leyes corporativas las que impiden la libertad de asociación mediante los registros obligatorios e imponen el control social al excluir a los disidentes mediante la cláusula de exclusión. Bajo la legalidad que se les confiere y en la que se señala como socios a todos los integrantes, dichas organizaciones recurren a los financiamientos de los 3 M. Josefina Quintero, “Fátima Mena tolera invasiones del FPFV: vecinos”, La Jornada, p.54 4 Ángel Bolaños Sánchez, “Antorcha Popular: el rentable negocio de defender las causas de los pobres”, La Jornada, p.43 5 Ángel Bolaños Sánchez, “Reactivarán denuncias contra líderes antorchistas y ex funcionarios de la GAM”, La Jornada, p.40 HACIENDO CUENTAS Tomando como base los 28 mil 200 pesos excedentes, de los 32 mil que exigen los líderes como enganche para la adquisición de una vivienda y que de éstos sólo 3 mil 800 van al erario público, los miles se transforman en millones de pesos que quedan en sus manos. Familias 1 1000 10,000 15,000 20,000 Dinero excedente $28,200.00 $28,200,000.00 $282,000,000.00 $423,000,000.00 $564,000,000.00 12 * Sobrenombre utilizado a petición del entrevistado para proporcionar la información. gobiernos local y federal, mismos que se contraponen en las acciones. Al exigir fuertes sumas para hacer entrega de los departamentos o casas-habitación pasan por alto los objetivos establecidos por un fideicomiso como el Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), coordinado por la Secretaría de Desarrollo Social y que se supone “financia la demanda nacional de crédito para vivienda de las familias de bajos recursos, operando un sistema de financiamiento acorde con su presupuesto y capacidad de crédito…”.6 Lo mismo el Instituto de Vivienda del Distrito Federal en donde, de acuerdo con su política social, su propósito “consiste en apoyar a las familias residentes en el Distrito Federal, preferentemente a las de menores ingresos económicos, para que puedan acceder a una vivienda”.7 La inconformidad ha orillado a las familias a exigir cuentas claras sobre el dinero que durante años han estado aportando para la liquidación de la vivienda, a sabiendas de que la integridad propia y la de la familia están de por medio, pero los líderes suelen justificar los cobros excesivos por los enganches diciendo que “el resto se utilizará para poner banquetas, guarniciones, arreglar las áreas verdes, meter el drenaje, luz y otros servicios”.8 Estos vicios han sido una práctica común desde que surgió el Frente en 1989, y aun antes de conformarse como tal, los abusos y las denigraciones contra las familias han sido una constante, pues aquel que manifiesta su inconformidad simplemente es echado a golpes de los campamentos, le impiden sacar sus pocas pertenencias y en el mejor de los casos es amenazado e intimidado por los líderes y lideresas, práctica común por mantener el control e imponer sus caprichos económicos. Paco Ta*, ex integrante de Los Panchos y quien actualmente forma parte del Frente Popular Francisco Villa Independiente (FPFVI), ha visto más de una sufrida historia personal, donde las familias han sido sacadas violentamente del lugar, sin importar si son mujeres o ancianos. De acuerdo con su testimonio, “los dirigentes le roban a la gente, la explotan y luego la corren para dejarle su lugar a otros que nunca habían estado en el movimiento”.6 http://www.fonhapo.gob.mx, última vista 30 de mayo de 2008 7 http://www.invi.df.gob.mx/invi.htm, última vista 30 de mayo de 2008 8 Miriam, Segundo, op. cit., p.4 13 Bajo estas circunstancias, los niños son rehenes de los instintos de quienes coordinan los campamentos. A quien está en desacuerdo con lo impuesto se le da un escarmiento. De repente llega un grupo de desconocidos y sin más golpean a aquel que anda alborotando a la gente en contra de los líderes. Y si tienen niños, los coordinadores del campamento los retienen por varias horas y no los entregan a sus padres hasta que éstos firman una carta donde los deslindan de todo lo que ha pasado. Pero los líderes han sacado provecho del temor y la ignorancia de la gente, por lo que violentan, entre otros, el Artículo 6 de la Ley General de Sociedades Cooperativas que establece que “Las sociedades cooperativas deberán observar en su funcionamiento los siguientes principios: I. Libertad de asociación y retiro voluntario de los socios, y II. Administración democrática…”. La usura no sólo la han obtenido de las cantidades exigidas a las familias que viven en los campamentos o hacinamientos en espera de la entrega de su vivienda, también la han hecho de aquellas que, contando ya con un hogar, entregan los pagos mensuales para cubrir los créditos autorizados por el INVI, y las mensualidades los líderes jamás las ingresan. –La gente no sabe qué tipo de negociaciones son las que hacen los líderes con el gobierno –señala El Tienditas– y creen que ellos están negociando sus viviendas, pero tenemos 10, 14 o 16 años, y a pesar de que hoy en día se tienen ya los departamentos, hay una barrera que impide a la gente llegar ahí, esa barrera son los coordinadores de campamentos. Y a quienes están al frente de la organización no les interesa saber de los problemas que hay en el interior. Durante todos esos años, la información que en un principio despertaba interés entre los afiliados, con el tiempo se transformó en un discurso repetitivo. A decir de El Tienditas, 14 en los informes que se dan a los socios de las cooperativas se les hace ver qué es lo que se ha conseguido dentro del gobierno, que siempre es hablar de lo mismo. Y que en un año vemos si su casa se les da y en un año vemos si entra esto; y por más de 14, 15 o 16 años estuvieron hablando de cuáles eran los propósitos y las negociaciones que tienen dentro del gobierno, pero nada. Como digo, quienes están al frente de la organización sólo les interesa lucrar con la gente. Ante la morosidad del pago de créditos al INVI y a Fonhapo, cientos de viviendas han entrado a remate y los líderes han tenido que reestructurar la deuda, sin dar informes de este proceso a los socios de la cooperativa, que en algunas unidades habitacionales asciende a más de 70 millones de pesos aunado a los intereses acumulados. La falta de pagos suelen negociarla con el Instituto de la Vivienda, donde se comprometen a liquidar los créditos en plazos que van desde los 30 años a más, lo cual implica que las familias que hayan entregado la suma de hasta 15 mil pesos para el pago de sus casas, vaya a parar directamente sólo como parte de los intereses. Así, una casa-habitación que comenzó costándoles 33 mil y 48 mil pesos, con la reestructuración de la deuda tendrían que comenzar a pagar 173 mil pesos, monto que la convierte en un adeudo eterno que heredarían a sus hijos. Pero dicha reestructuración implica la individualización del crédito; es decir, los socios pagarían a título personal y ya no como cooperativa o asociación civil –razón social bajo la cual están registrados grupos como el FPFV–, y con ello inician de cero y eliminan toda posibilidad de organización ante los robos y estafas. El interés y la urgencia por saldar los adeudos lleva a los líderes a presionar psicológicamente a la gente, que “si no aceptan la individualización se van a quedar sin nada y entonces ahora que ya tienen una casita hay que aceptar las condiciones de pago, porque para que les toque otra tendrán que pasar muchos años y eso quién sabe cuándo sea”, argumentan integrantes de Los Panchos. Y es que, por otro lado, de no liquidar las deudas adquiridas, los dirigentes ya no podrían solicitar más créditos a los organismos autorizados; por ello su única preocupación es saldarlas como sea y continuar contratando más empréstitos para crear más proyectos de vivienda y seguir la misma línea, enriquecerse de la lucha popular. 15 1.2. Disposición de espacios comunes Cada unidad habitacional cuenta con espacios de uso común como jardines, estacionamientos, salones para las asambleas y espacios de recreación; sin embargo, al negocio en la venta de las viviendas al mejor postor, se suma el ofertar y traspasar casas, departamentos o espacios comunitarios y hasta rentarlos, sin informar de ello a los socios, a pesar de que el Código Civil Federal que rige a todas las sociedades cooperativas establece en el Artículo 35 que: “La autoridad suprema es la Asamblea General y sus acuerdos obligan a todos los socios, presentes, ausentes y disidentes…”. En algunas unidades habitacionales y campamentos los espacios dedicados al supuesto esparcimiento de sus habitantes son utilizados como estacionamientos, los cuales son administrados exclusivamente por los “dirigentes sociales” y su séquito, quienes se encargan de cobrar cuotas semanales de 50 pesos a los habitantes del lugar que cuentan con un vehículo. Mensualmente cada conductor entrega 200 pesos y aunque son contadas las familias que poseen una unidad vehicular, por ser gente de escasos recursos económicos, mínimo hay entre 10 y 20 en cada sección habitacional, aunado a que la promoción de aparcamiento se hace extensiva a camiones foráneos ya sean microbuses, camiones de carga, trailers, taxis o particulares, y de éstos llegan entre 10 y 15 al día. Tan sólo en las visitas frecuentes a los campamentos y unidades habitacionales de diversas colonias en las delegaciones Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Tláhuac, la constante fue de 25 vehículos diarios, esto es, mes con mes se recaudan más de cinco mil pesos en cada unidad o campamento. La rendición de cuentas de ese dinero recabado es inexistente, por lo que los socios de las cooperativas ignoran a dónde va a parar; en casos extraordinarios los dirigentes suelen justificarlo como inversión en servicios públicos para otros campamentos o para el mismo lugar, siendo que para tener energía eléctrica, por ejemplo, se cuelgan de los cables de luz por medio de los diablitos y en cuanto a materiales de construcción, éstos son regalados por las delegaciones, sin que ellos tengan que pagar ni un centavo. Los salones de uso común, construidos con el fin de realizar las asambleas, son rentados al público en general para fiestas en dos mil y hasta cinco mil pesos, “y 16 la limpieza de esos lugares la realizamos los habitantes de las unidades o de las respectivas cooperativas a quienes nos convocan para hacer faena, y quien no vaya tiene que pagar cien pesos”, dice furiosa la señora Chuy* quien desde hace 10 años vive en la unidad habitacional El Arbolillo, en Gustavo A. Madero. A la suma de esas cantidades llegan los traspasos, ventas de casas y lotes, así como de espacios comunitarios que por años han realizado los cabecillas de la organización villista sin someterlo a consideración de la Asamblea General, como lo señala el Artículo 35 de la Ley General de Sociedades Cooperativas: “La Asamblea General resolverá todos los negocios y problemas de importancia para la sociedad cooperativa y establecerá las reglas generales que deben normar el funcionamiento social…”. En Iztapalapa, a los vecinos de la Sociedad Cooperativa de Vivienda y Servicios Habitacionales Mexicu-Izapan II, les informaron que 25 lotes de45 metros cuadrados quedarían sin construir debido a que en ellos se colocarían tableros para medidores de luz. Ocho años después, estos lotes habían sido vendidos en cien mil pesos por sus representantes sin ponerlo a consideración de la asamblea. Pero no sólo eso, lo que también desconocían eran los tratos que aquellos ya habían hecho con particulares para venderles siete casas excedentes que tenían en la unidad, continuar con los traspasos de algunos espacios por 15 mil pesos y ofertar algunos de sus lotes. Es precisamente este modus operandi de las organizaciones sociales el respaldado por el mismo sistema corporativo que las controla, impide y les niega la democracia, simulan la organización popular en foros, asambleas, marchas, etc., que están bajo absoluto control del gobierno a través de sus organismos y de sus dirigentes designados de entre los burócratas más sumisos e incondicionales, complicidad que conlleva a la degeneración, corrupción y estafas. En el INVI y en Fonhapo así funcionan las cosas. A las agrupaciones sociales se les da mayor preferencia en la entrega de créditos para vivienda, hecho que la Subdirección de Valuación y Seguimiento del INVI justifica “por ser las mejores organizadas y entregar sus documentos y requisitos a tiempo”.9 Sin embargo, no son más que los intereses de grupo los que determinan su designación. 9 Ella Grajeda, “Reciben organizaciones 12 por ciento de los apoyos que otorga el GDF”, El Universal, p.1 * Sobrenombre utilizado a petición de la entrevistada para proporcionar la información. 17 En diciembre del 2000, la psicóloga Elena Solís Pérez fue sustituida en la dirección general del INVI por el arquitecto David Cervantes Peredo, dirigente de la Asamblea de Barrios Patria Nueva, y quien había sido representante del DF (1994-97) y diputado federal a la 57 Legislatura (1997-2000). Aunque privilegió a su organización, Cervantes Peredo mantuvo la injerencia de otras entidades y grupos en la política de vivienda, reservando al INVI apenas una fracción mínima de operaciones sin intermediarios.10 Hace 15 años Gerardo Leana llegó a trabajar con una inmobiliaria al terreno ubicado en la calle Belisario Domínguez 10, colonia Centro... y desde hace cinco años ha pedido a las autoridades del Gobierno del Distrito Federal y del Instituto de Vivienda del Distrito Federal que regularice el predio que habita, pues ‘es urgente que mis hijos tengan un patrimonio y que no estemos con el temor de que se nos caigan las paredes’. Pero lamentó el apoyo selectivo: ‘llevo cinco años pidiendo vivienda pero nadie me hace caso. ¿Y sabes por qué?, porque no quiero entrar con ninguna organización, pero si sólo así me van a dar una casa, lo voy a tener que hacer’.11 A pesar de que cientos de vecinos se han organizado al margen de sus líderes para solicitar informes y estados de cuenta en relación con su vivienda e informar de las anomalías en la entrega de éstas, la respuesta que obtienen es la indiferencia de dichos institutos. Aun cuando la Ley de Vivienda del Distrito Federal en su Artículo 39 establece que “para garantizar el derecho a la información, las autoridades de vivienda o cualquier otra relacionada, tendrán la obligación de comunicar con claridad y oportunidad sobre cualquier trámite o gestión que deba realizarse ante ellas”. Indignada la señora Felicitas*, quien por años ha formado parte de Los Panchos, comenta: “Ligia Santoyo, funcionaria de Fonhapo, nos ha dicho que sólo 10 Jaime López, “Una mafia maneja el Instituto de Vivienda del GDF”, Cimac, http://www.cimacnoticias.com/noticias/03ago/03080502.html, última revisión 08 de octubre de 2007 11 Hilda Escalona, “Viven en alto riesgo, pero el GDF les niega una casa”, La Crónica de Hoy, p.17 * Entrevistada quien no quiso proporcionar su nombre completo. 18 negociará con nuestros líderes, y que ellos pueden vender, traspasar, desalojar, hacer lo que quieran porque ellos son los titulares”. Sin embargo, no sólo el organismo incumple con la normatividad al tardar por meses la información requerida, sino que además la infiltra a los líderes de las organizaciones con los que está amafiado, quienes al conocer la identidad de los demandantes toman represalias en su contra. El INVI enfrenta varios conflictos relacionados con la injerencia de coyotes y organizaciones políticas en el otorgamiento y uso de los créditos, pero permitió que crecieran en vez de resolverlos con celeridad; y en los casos de Dr. Atl 237 y Salvador Díaz Mirón 161 –colonia Santa María la Ribera, delegación Cuauhtémoc de esta ciudad– inactuó ante las denuncias y las filtró al Frente de Lucha Urbano Popular (FLUP), cuando su obligación es vigilar el cumplimiento de las normas vigentes,12 de acuerdo con lo subrayado en el Artículo 69 de la Ley de Vivienda del Distrito Federal: La participación de los promotores sociales en los programas de vivienda del Gobierno del Distrito Federal, estará sujeta a la supervisión del Instituto (de Vivienda)… conforme a las disposiciones que emita… orientadas a garantizar la transparencia en el manejo y aplicación de los recursos, vigilando en todo momento el que estén a salvo sus derechos como beneficiarios y productores. Sin más alternativa que aguantarse o retirarse de la organización, las exigencias a cumplir para poseer una casa son el comienzo de un largo camino por recorrer. 12 Ídem. 19 1.3. Obligaciones impuestas a los afiliados La invitación es atractiva para la gente de escasos recursos: “¿No tienes dónde vivir? Nosotros te ayudamos a conseguir una vivienda”; “únete con nosotros a la lucha por una vivienda digna”; “¿te la pasas rentando?, nosotros te decimos cómo adquirir una vivienda”; “acércate, estamos en la lucha por un futuro mejor…” y todo empieza con la consigna de luchar contra el gobierno y demandarle los servicios a los que constitucionalmente se tiene derecho. Para habitar en los campamentos “al inicio se les ofrece obtener un lugar donde vivir y sólo se les pide luchar contra el gobierno para que atienda sus necesidades. Pero al paso de los años, lo que inició como un esfuerzo para conseguir vivienda, se convirtió en su peor tortura…”13 Ya sean villistas, antorchistas, independientes, barzonistas, zapatistas, uniones generales, movimientos de vida digna o cualquiera que sean las siglas, todo comienza por la gestión, en donde los dirigentes acuden ante las autoridades institucionales para iniciar los trámites y acuerdos en la regularización de la tierra, el financiamiento de créditos para poder adquirir la vivienda, el cambio de usos de suelo, la solicitud de materiales de construcción a las autoridades locales, etcétera. Para ello hacen saber a los interesados que tienen que comprar papel, lápiz, cartulinas y toda la papelería necesaria; que necesitan pasajes para el camión, Metro, y que todos tiene que cooperar para hacer los gastos de gestoría, entonces la gente se siente obligada moralmente y comienza a apoyar en la medida de sus posibilidades, ya sea para iniciar la formación del movimiento o continuar con las gestiones. Sin embargo, los gastos empiezan a incrementarse de manera desbordada hasta que las cooperaciones dejan de ser voluntarias para convertirse en una ley de exigencia, donde cada familia tiene que efectuar un pago neto establecido, sin importar si cuentan o no con esos recursos. En un día como cualquier otro, tan común en la ciudad de México es encontrar vendedores ambulantes por doquier, el tráfico que inunda las avenidas y las marchas que bloquean toda posibilidad de transitar en las ya de por sí 13 Miriam Segundo, op.cit., p.4 20 intransitables calles. Sólo es cuestión de una hora y un lugar para fijar la salida de aquello que será una manifestación. En el andar las consignas se gritan, aunque no a todo pulmón, y también se traducen en órdenes para los integrantes, afiliados o socios, quienes se ven obligados a acudir ante las sentencias a pagar por la falta. No importan los fuertes vientos, la imparable lluvia, lo sofocante y extremadamente caluroso del sol, todos tienen que estar ahí con o sin niños en demanda de un sinfín de exigencias, ya sea para la reinstalación de compañeros a algún puesto burocrático, aumento de salarios, la entrega de créditos para vivienda, servicios públicos o en apoyo al partido político, sindicato o agrupación a la que pertenecen. Así se mueven las organizaciones sociales demandantes de vivienda, las cuales se hallan condicionadas también por el corporativismo que ejerce control absoluto sobre sindicatos, asociaciones y confederaciones de maestros, campesinos, empresarios, obreros, comerciantes, etc., cuyos líderes se dicen "luchadores sociales" para obtener beneficios personales. Y sin más los dirigentes no se cansan de repetir que son parte de agrupaciones “democráticas” y “libres”, y de poner en sus bocas los nombres de Emiliano Zapata, Francisco Villa, el Che Guevara, Carlos Marx, Federico Engels, hombres que por cierto nada tuvieron que ver con las prácticas de estos grupos. “En las manifestaciones cuando se ve que va a haber broncas con los policías o los granaderos, los líderes piden a sus achichincles que lleven a las mujeres y niños adelante para que sirvan como escudos humanos, según para evitar enfrentamientos”.14 Cuando por cualquier motivo los integrantes de la organización no pueden asistir a las marchas convocadas, sus dirigentes les cobran de 20 pesos a cien pesos. Pero aquellos que estuvieron presentes deben esperar el tiempo que sea necesario hasta que sus representantes les autoricen su retirada, no sin antes pasarles lista y en algunos casos entregarles un papel sellado con el que avalan su participación. Tres de la tarde, la cita fue en la entrada de la estación del Metro Constitución de 1917 y poco a poco la gente llegaba con sus mantas en tinta negra y roja: “Frente 14 Ídem. 21 civil de Iztapalapa en pro de la lucha obrera y campesina popular”, “poder popular y justicia” y otras consignas que hacían eco en las voces de los ahí presentes. No eran más de 50 los ahí reunidos y la orden fue cerrar la avenida Ermita Iztapalapa. Así comenzó la cansada y tediosa marcha bajo los rayos del intenso sol. Esta vez en apoyo a un sindicato. Dos horas de caminata, niños llorando, caras de enfado de algunas madres, la apatía de muchos otros, y los gritos de los dirigentes a todo lo que da el altavoz. A los costados, gente cercana a los líderes vigilaba el paso y ordenaban gritar más fuerte las demandas. Y así transcurrió el tiempo con miles de transeúntes, pasajeros y hombres desquiciados al volante. Dos horas después de un fatigado trayecto llegamos a la Delegación Iztapalapa Y cuando parecía que ya todo había terminado, nadie podía irse hasta que no se hiciera notar con los líderes. No, pues yo sólo quiero que me vean que aquí ando para ya irme…¿Qué si no vengo? Mmmm, si no hubiera venido es peor porque nos dijeron que el que no viniera iba a hacer guardia en la oficina y no’mbre es una chinga todo el día… sepa la chingada a quién apoyamos, a nosotros nos dicen na’más vamos a apoyar a éstos y a éstos otros, pero ni sabemos pa’qué. Sin embargo, en el momento en el que algún medio de comunicación se acerca a cualquier integrante rápidamente lo hacen también las personas cercanas a los líderes, actitud que impide que la gente se exprese libremente, más cuando tienen la orden de remitir con los dirigentes a todo aquel que pide información. Por eso, quien habla lo hace murmurando y cambiando de conversación cuando siente las miradas de otros. A pesar de que en noviembre del 2000 la muerte de un niño de cinco años de edad que fue atropellado por un conductor durante una manifestación, dio pauta para ya no llevarlos a las manifestaciones, siete años después siguen asistiendo con sus padres. …Y dónde lo dejo? No hay nadie a quien se le pueda dejar, todas las que ves aquí con sus niños es porque no tenemos de otra, ni modo de dejarlos solos en el campamento… ¿Mi esposo? Él está en el otro lado, 22 se fue para allá desde hace tres años… Eso dijeron, que no podíamos traer a los chamacos a las marchas, pero mira, hay que jalar con ellos, dice una de las asistentes que lleva a su pequeño en brazos. Es así como la infancia también corre los riesgos que implica la lucha social, aunque haya quien quiera evadir la realidad. Hasta este momento Agustín (González Cázares, del Frente Popular Francisco Villa y secretario de Gestión Social y Participación Ciudadana del PRD del Distrito Federal en el año 2000) duda antes en contestar: tú no le puedes decir a la gente que no lleve a los niños. Yo tengo un niño de 11 años y desde que tenía tres meses va a las marchas y plantones porque no había dónde dejarlo. Desde que pasó esto se les recomienda que no lleven a los niños. Además, las manifestaciones en la Constitución Política no se consideran como actividades de alto riesgo.15 En los plantones, que llegan a prolongarse hasta por meses, la gente debe mantenerse hasta el último minuto, nadie se levanta del lugar hasta que escuche lo contrario. Quien se queda ahí es la gente elegida; los vigilantes y coordinadores, en el 90 por ciento de los casos, simplemente se van a sus casas, o a un bar o a una oficina para negociar la lucha con las autoridades delegacionales que suelen llegar a buenos acuerdos con ellos con tal de no tener un plantón o que les prometan votos. “También hemos acampado afuera del Reclusorio Norte, del Sur, de la Procuraduría y pasamos más de una noche con los niños, ¡ah! y no podemos faltar porque le tenemos que pagar hasta cien pesos, según digan los líderes”.16 Así sucedió cuando estuvo preso Alejandro López Villanueva, alias El Grandote, uno de los líderes de Los Panchos, quien fue detenido como presunto autor material del homicidio del magistrado Abraham Polo Uscanga, ocurrido el 19 de junio de 1995, y liberado meses más tarde. Y es que al igual que en las marchas, en los plantones también se dictan cuotas a cubrir o el realizar faenas (trabajo colectivo como barrer, recoger la basura, 15 “Agotado, el pacto de silencio e inmovilización entre el Frente Popular Francisco Villa con el PRD, México Hoy, 19 de diciembre de 2000, en www.notas.mexicohoy.com.mx/93na8iew/Opendocument, última vista 28 de marzo de 2005. 16 Miriam Segundo, op.cit., p.4 23 cargar materiales, etc.) en caso de no asistir, y de no cubrir el pago se les corta la luz o el agua, toda vez que por estos servicios no se paga ni un centavo a las compañías respectivas pues son tomas clandestinas. –Sí, mira –dice Hugo López Villanueva, también director del medio informativo ¿Qué Hacer?, mientras fuma su cigarrillo– pues a la gente nunca le va a gustar cooperar en los trabajos de la comunidad, pero tienen que hacerlo. Tú vas a ver muchas caras de enojo, pero así es la cosa ¿no? Tenemos entre todos que ayudar porque el bien es para toda nuestra comunidad, yo también tengo que salir a barrer... No, castigos no, aunque sí hablamos con ellos para hacerles entender que entre todos hay que ayudarnos… hay gente que dice: ‘oye no puedo ir a la faena, mejor yo coopero con algo para la papelería, o luego nos dan dinero para comprar que un cuaderno y esas cosas, pero porque hay conciencia de la gente, de que estamos en la lucha por una sociedad igualitaria.Aunque la realidad es otra. “Las cooperaciones voluntarias son obligadas a pagarse mensualmente en cien pesos, dizque para gastos de papelería, sin entregar jamás cuentas a la asamblea de en qué se está invirtiendo ese dinero y sin que veamos mejora que salga de sus bolsillos, pues todo lo pagamos nosotros”, señalan vecinos que se resguardan en el anonimato por temor a represalias. De esta manera es como la lista comienza a volverse interminable: cooperación para rifas, bailes, fiestas de aniversario, y hasta por los gravemente enfermos o algún sepelio dentro de la comunidad. Aunque no se quiera o se pueda ir a los bailes se debe comprar el boleto cuyo valor es de aproximadamente cien pesos. Las rifas suelen ser fantasmas, ya que curiosamente el o los ganadores siempre son de otros campamentos sin dar mayor explicación y, en casos extraordinarios, sólo un premio sirve de consuelo a aquellos incrédulos de la “honestidad” de sus líderes, porque los demás se quedaron en otros lejanos campamentos. Cuando la desgracia de perder un pariente se vuelve un calvario para la familia, para los cabecillas de la organización se transforma en un botín sin escrúpulos. Todo inicia informando a los líderes sobre el fallecimiento, quienes 24 inmediatamente toman las riendas en la cooperación. Pasan casa por casa o convocan a asamblea y recaban desde cinco hasta veinte pesos o más según pueda dar la gente del campamento. El total de lo recabado llega a ser de miles de pesos, pero sólo entregan una parte mínima a los dolientes. Sin olvidarse del pésame y los vivas para el compañero(a) que se mantuvo en la lucha justa por una mejor vida. Lo mismo pasa cuando se pide ayuda para comprar medicamentos para quienes están gravemente enfermos. Entre los muebles viejos de su cocina y la cortina de tela que la separa de otros cuartos, Don Carlos*, abuelo gordito y de gesto carismático, de poco pelo cano pero fuerte como roble, rememora: Mira, en el campamento se pidió ayuda para un niño que está muy malito y sus medecinas son muy caras, ¿sabes cuánto se juntó de esa cooperación? Fueron veinte mil pesos, porque se pidió en otros campamentos, pero ese dinero se lo dejaron al líder. Llegó una de esas señoras lambisconas y nos dijo: ‘No compañeros, yo pienso que ese dinero hay que dejárselo a nuestro dirigente porque él está enfermo de cáncer, compañeros. Él ha sido buena persona y ahora nos toca ayudarle…’ Y así la vieja siguió hablando y el líder: ‘Ah, gracias compañera, gracias compañeros por ser tan comprensivos’. Nadie dijo nada ¿y sabes por qué? Porque son bien mierdas esos cabrones, y si cualquiera hubiera dicho algo se queda sin luz o agua hasta por una semana, y pues también tenemos familia que es la que más sufre. Pero la cosa no es mejor en el boteo. Para las organizaciones sociales el botear también les deja jugosos dividendos. Desde niños, mujeres y ancianos no importa a quién se le da el bote para que salga a las calles a pedir cooperación a los transeúntes en las plazas, en el Metro, en camiones, en cualquier lugar, en nombre de la lucha, ya sea para grupos indígenas que vienen desde la sierra más lejana del país o de aquellos que, sin venir de lugares recónditos, luchan por una vivienda. Lo mismo sucede en el grupo de Los Panchos que en Antorcha Popular Campesina en donde * Entrevistado que solicitó no poner su nombre completo para proporcionar la información. 25 cada semana una o dos personas de cada lote deben participar, por lo menos una vez durante todo el día, en el plantón del Zócalo. La jornada comienza a las seis de la mañana, con un mitin frente al edificio de Gobierno que se prolonga hasta las ocho de la mañana, para luego mandarlos a colecta. Al día, deben reunir mínimo 50 pesos… Otros en tanto, después del mitin matutino, son enviados a la Central de Abastos (Ceda) o a mercados públicos a solicitar apoyo, tanto en alimentos como económico, y ellos mismos deben de pagar el taxi de regreso al Zócalo con las cajas de verduras que consiguen en la Ceda. En total, unas 50 personas realizan esta actividad diariamente. Si no han reunido aún los 50 pesos de cuota, deben salir nuevamente a la colecta.17 De todas las colectas y cooperaciones los líderes comenzaron a formar un sueldo para ellos, cuando aquí supuestamente el trabajo debería ser por convicción. Actualmente ya no existe ese popularismo que debería existir de corazón ante las normas que manipulaban a la sociedad y que surgen como un poder izquierdista en apoyo a las necesidades y desigualdades, dice El Tienditas. Y por años se la han pasado cooperando y cubriendo cuotas, pero a final de cuentas los dirigentes les reclaman el “vivir de a gratis” en los campamentos formados a partir de la invasión de terrenos. 1.4. Invasión de predios, el inicio de la lucha popular Así como El Tienditas, Paco Ta y Felicitas, a lo largo de los años cientos de familias han emprendido el sueño de tener un hogar con la invasión de tierras en diversos puntos de la ciudad de México, proceso inherente al crecimiento de las ciudades, ya que a inicios del siglo XX, nueve de cada 10 personas vivían en localidades de menos de 100 mil habitantes, y siete en aquellas menores de dos mil 500; en ese entonces el eje central de la economía era la agricultura. Sólo dos ciudades tenían más de 100 mil habitantes (México y Guadalajara). Esta tendencia siguió dándose hasta entrados los años cuarenta. Para 1950 tres de cada 10 17 Ángel Bolaños Sánchez, “Antorcha…”, p.40 26 personas residían en localidades de más de 15 mil habitantes, y dos en aquellas que tenían una población mayor de 100 mil.18 A la par, el crecimiento económico se traducía en el activo intervencionismo estatal en la economía, crecientes gastos gubernamentales en obras de infraestructura, ampliación del número de empresas estatales, exenciones fiscales a las empresas, canalización de créditos a la industria con tasas de interés preferenciales, una política salarial restrictiva traducida en altos niveles de rentabilidad para las empresas, entre otros factores. En contraste, la clase trabajadora resentía el deterioro de los salarios, la tendencia al alza en el desempleo, la brecha entre ricos y pobres se expandía cada vez más, las empresas eran escasamente competitivas y dependientes de los apoyos gubernamentales. Alrededor de los 80 la deuda externa había alcanzado los 156 billones de pesos; de 75 millones de mexicanos el 60% no tenía trabajo o eran subempleados; los precios de alimentos y bienes se habían disparado; el índice de desnutrición en el país afectaba a 45 millones de mexicanos y en el sector rural más de 4 millones de campesinos no intervenían en ninguna actividad productiva.19 Entre otros, estos factores fueron detonantes en la migración a otras naciones como Estados Unidos en donde “actualmente más de 28 millones de mexicanos envían 16 mil 613 millones de dólares al año, que junto con los ingresos disponibles por la venta de petróleo que de 2000 a 2004 fueron de 33 mil 89 millones de pesos, continúan sosteniendo la economía nacional”.20 El éxodo de miles de familias que abandonan el campo por no contar con las posibilidades para sobrevivir, ha repercutido directamente en las grandes ciudades especialmente en Guadalajara, Monterrey y la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), en donde se concentra casi el 50% de la población nacional y se genera el 70% del Producto Interno Bruto (PIB). 18 Alejandro Jesús Arroyo, “Ciudades medias del occidente de México: un análisis de su estructura urbana”, en http://lasa.international.pitt.edu/LASA97/medinarodriguez.pdf, última vista abril de 2008 19 Juan Ortega Arenas, México al Final del siglo XX, pp.141-17020 Juan Antonio García, México en la Internacionalización, p.57 27 Tan sólo el DF produce el 22.76% del PIB y el Edomex el 14%, lo que los convierte en un polo de atracción para las poblaciones campesinas.21 Este proceso de migración campo-ciudad ha transformado en grandes urbes a pequeños municipios y la creación de nuevas colonias o barrios que a su vez han sido absorbidos por el proceso de metropolización. Sin embargo, este crecimiento urbano ha sido desordenado y anárquico y ha repercutido en la agudización de otros problemas como la escasez de agua potable y alcantarillado, así como deficiencia en las vialidades, en los servicios de educación y salud, entre otros. Especialmente en las delegaciones del DF y los municipios mexiquenses se ha concentrado una población de 21 millones de habitantes, que junto con la de los estados circunvecinos se acerca a los 35 millones, que conforman poblaciones que paulatinamente se van integrando con la gran urbe. De hecho, la sola población de la Zona Metropolitana del Valle de México, de acuerdo con las estimaciones de la Secretaría de Desarrollo Social, ascenderá a 26.2 millones para el año 2020.22 Aunque hablamos de las dos entidades del país que hacen la mayor aportación al PIB, la realidad es que el proceso de concentración de la riqueza ha propiciado que al menos el 50% de la población viva en condiciones de pobreza. Los damnificados del sistema ya no sólo viven en Chiapas o Oaxaca, sino también en las enormes zonas urbanas marginadas del centro y la periferia de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Asimismo, sin importar las zonas, cientos de familias se han asentado en áreas de reserva ecológica, de propiedad federal o local o en predios particulares o hasta en lugares considerados de alto riesgo. Aunque en ocasiones lo hacen de manera individual, en la mayoría son respaldados por las siglas del partido u organización a la que pertenecen. En la construcción de fraccionamientos clandestinos, también cientos y hasta miles de familias son engañadas por aquellos promotores que simulan realizar los trámites respectivos ante las dependencias correspondientes y que después de 21 Carpeta Ejecutiva, núm.18, Unidad de Análisis Estratégico, pp.19-21 22 Programa de ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México, Comisión Metropolitana de Asentamientos Humanos, 2006, p.66, http://sedesol2006.sedesol.gob.mx/subsecretarias/desarrollourbano/cometah/documentos/POZMVM.PDF, última vista 30 de noviembre de 2007 28 amasar grandes fortunas se desaparecen, dejando el problema a los gobiernos locales que tienen que solucionarlo. “Uno de los casos más recientes fue el millonario fraude cometido por líderes de la Agrupación Núcleo Comunal y panchosvilla, que asciende a 75 millones de pesos en agravio de mil 500 familias que habitaban el predio Telecom, en abril de 2007… ’A nosotros nos dijeron que después de pagar nuestros 50 mil pesos tendríamos un lugar seguro para poder vivir, confiamos en la gente que nos representaba… Necesitamos que alguien nos ayude porque los dirigentes desaparecieron, no sabemos dónde están ni sabemos en dónde vamos a vivir’”.23 Pero ni siquiera estos fraudes desvanecen la ilusión de tener un hogar. Las estrategias para ocupar terrenos van desde comprar zonas irregulares cercanas a predios que se encuentren deshabitados para posteriormente invadirlos,24 hasta aquellos donde los líderes, que ostentan cargos públicos en áreas estratégicas como la Comisión de Vivienda o Desarrollo Social, son promotores de las invasiones a terrenos. La ocupación ilegal de tierras y el tráfico de las mismas es un fenómeno que se ha dado con el pleno conocimiento de las autoridades de diversas dependencias gubernamentales. Así es como la movilización para invadir predios o zonas ecológicas es tal que en una noche o de un día para otro aparecen casas de madera, cartón o lámina, mientras señoras lavan en los improvisados lavaderos, la ropa es tendida en alambres o de donde se puede y los niños andan por doquier. En la ciudad de México, sólo por mencionar algunos de los muchos puntos en donde se aprecian estos escenarios, tenemos el Desierto de los Leones, Parque del Ajusco, Parque Nacional de Miguel Hidalgo, Sierra de Guadalupe, Sierra de Santa Catarina.25 Este modus operandi es el mismo utilizado por el Frente Popular Francisco Villa. El líder de Los Panchos, Adolfo López Villanueva, quien fuera diputado local por el Partido de la Revolución Democrática, rechazó las acusaciones en su contra en octubre de 2002, en el sentido de que promueve "tomas" o invasiones en terrenos capitalinos de conservación ecológica… “Luego del violento desalojo (el 4 de octubre de ese año) en el predio de Amalacachico, de Xochimilco, el legislador fue acusado 23 Josué Huerta, “Millonario Fraude: cada predio costó 50 mil pesos”, La Crónica de Hoy, 1 de abril de 2007, en http://www.crónica.com.mx/nota.php?id_nota=293520, última vista marzo de 2008 24 Josefina Quintero M., op. cit., p.54 25 Ricardo Olayo, “En nueve meses 97,7 invasiones de predios al día en el DF”, La Jornada, 3 de enero de 1998 en www.jornada.unam.mx/1998/01/09/invasion-predios.html. 29 de apoyar estas ocupaciones, junto con la organización de colonos Frente Popular Francisco Villa, el también presidente de la Comisión de Vivienda en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) repudió las prácticas fraudulentas de viejos líderes de extracción priísta, quienes engañaron a cientos de familias en Xochimilco al venderles terrenos en zonas de conservación ecológica.26 Sin embargo, se hace alarde de inocencia en cualquier medio de comunicación más los hechos no pasan desapercibidos ante los ojos de quienes también forman parte del pueblo al que dicen defender. Por ejemplo, la presencia del FPFV se ha esparcido por diferentes puntos de la Delegación Tláhuac, donde "han invadido terrenos, edificios y locales comerciales, señalaron habitantes de la demarcación. Aseguraron que en esta delegación el Frente Popular es dirigido por Cruz Antioco, quien es jefe de Servicios Educativos en la Dirección de Desarrollo Social de la jurisdicción; a través de él y los acuerdos que mantiene Adolfo López Villanueva con las autoridades de la delegación es como han logrado impunidad".27 Por su parte, Alejandro, hermano de Adolfo López Villanueva, en entrevista para la revista Replicante, dejó en claro que “hay compañeros encargados de buscar todo el tiempo terrenos susceptibles. Si el predio es de un particular se le presiona para comprárselo, si es del gobierno se les presiona para obligarlos a negociar”. De hecho, el primer permiso para construir 170 viviendas se los entregó Marcelo Ebrard cuando era secretario de Gobierno de Manuel Camacho Solís en 1989.28 Y son ese tipo de invasiones las que rompen con la tranquilidad y armonía que había caracterizado a las comunidades provincianas del Distrito Federal durante siglos. En un intento por saber el número de hectáreas por delegación que ha invadido el Frente Popular Francisco Villa, entre otras organizaciones, y solicitada a través del Instituto Federal de Acceso a la Información a la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra, ésta no nos fue proporcionada porque, según se informó, no es competencia de esa dependencia; fue entonces que se nos canalizó a la Unidad de Enlace del Gobierno del Distrito Federal, donde se solicitó la misma información a la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial, pero tampoco se nos proporcionó. 26 Icela Lagunas, “Rechazan legisladores encabezar tomas”, El Universal, p.4 27 Josefina Quintero M., op. cit., p.54 28 “Stalitlán: peor para la realidad”,Replicante, en www.revistareplicante.com/2/Apuntes/Zector01.html, ultima vista noviembre de 2006 30 Esos asentamientos irregulares, sin embargo, dejan de serlo en cuanto se les regulariza y comienzan a dotárseles de servicios públicos; en el Distrito Federal, cuna del FPFV, a diario se urbanizan 13 mil 500 metros cuadrados de terreno en donde se incluyen invasiones y asentamientos ilegales en barrancas, cañadas y áreas naturales protegidas.29 Tan sólo en suelo de conservación existen 36 poblados rurales y 708 asentamientos humanos. Pero las consecuencias que trae consigo la urbanización son devastadores: la eliminación de zonas rurales, deforestación de bosques y cerros considerados como pulmones de oxígeno de la zona metropolitana, contaminación de los ríos, depredación de las áreas verdes, incremento de la delincuencia, congestionamientos viales, la contaminación del medio ambiente, la falta de transporte público, el abastecimiento de agua potable, entre otros daños. La expansión de la marcha urbana también ha repercutido en el tráfico de tierra en los 18 municipios conurbados al DF, está fuera de control y amenaza con continuar devorando amplias extensiones. En los últimos 18 años la Comisión Reguladora del Estado de México (CRESEM) ha escriturado más de 260 mil lotes irregulares, en tanto que 170 mil espacios aún se encuentran fuera de la norma.30 La edificación de casas o edificios en esas zonas o su reubicación, forman parte del motor que alimenta el anhelo de miles de familias que carecen de un hogar dónde vivir y que engrandece los bolsillos y colma de aspiraciones políticas a los líderes que abanderan la lucha popular, que ha resultado ser todo un gran negocio, como lo dejó ver Elí Homero Aguilar, otrora líder de Los Panchos y actual dirigente del FPFVI-UNOPII, que de acuerdo con el testimonio de un exasambleísta: Una vez llevaban una lista larga (de solicitantes de vivienda), pero (Marcelo) Ebrard estaba muy dispuesto. Todo iba avanzando y de pronto (Elí) se paró de la mesa y dijo: 'hasta aquí le dejamos'. Al salir, le preguntamos por qué se había salido si iba muy bien (la negociación). Entonces contestó: 'porque si nos resuelven ahora, ya no tenemos nada para la que sigue.31 29 “Incontenible, la mancha urbana: Villavicencio” La Crónica de Hoy, 29 de agosto de 2005, p.14, en http://www.cronica.com.mx/NOTA1/1325.32, última vista noviembre de 2007 30 Investigación Especial, Estado de México, Unidad de Análisis Estratégico, p.28 31 Daniela Pastrana, “Mitos y realidades de los Panchos Villa”, La Jornada. Suplemento Masiosare, 09 de enero de 2000, http://www.jornada.unam.mx/2000/01/09/mas-mitos.html, última vista en mayo de 2008 31 La contradicción de esta lucha popular surge en cuanto los intereses personales de los líderes se anteponen a ella, pues el hecho de solucionar las demandas rápidamente implica terminar con toda clase de cooperaciones, cuotas y un sinfín de actividades que la han transformado en un jugoso negocio, por eso existen campamentos que duran décadas sin iniciar obras. 1.5. La vida en los campamentos La esperanza arde en tiempos de calor y se hiela en pleno invierno, entre cuatro paredes y techos de cartón y lámina, en predios terregosos donde se construyen casuchas de cuatro a seis metros cuadrados. Como si fueran campos de concentración, las entradas a los campamentos o feudos –como comúnmente les nombran los líderes– siempre están vigiladas. Ojos que espían detrás de las cortinas o que directamente observan sin perder el rastro de quien en sus territorios se adentra. Nadie entra sin ser cuestionado y tras de uno el andar de los vecinos que custodian los caminos recorridos. El aire se respira denso. Al paso se observa el rostro ajado de las mujeres, sus manos partidas y los cabellos marchitos; niños revolcándose en la tierra, perros que van y vienen entre los pasillos estrechos. Los tendederos parecen reventar de tanta ropa que cuelgan, la basura esparcida por doquier, la tierra seca se levanta a cada paso y al menor viento... Y en los rostros, una mueca de enfado, son la bienvenida. “Mmm, ¿avances?, dijo molesta una vecina que habita en una de las unidades del Frente Popular, quien frunció el ceño y el tono de su voz se transformó drásticamente en ironía contenida en el murmullo. Sí como no, avances, ¿cuáles? Si supieras, hay muchas cosas. Para empezar aquí no puedes entrar si no traes esta credencial”. Estira su mano y deja ver un pequeño cartón blanco que en la parte superior derecha llevaba impreso el perfil de Francisco Villa y las siglas FPFV, la fotografía y el nombre del portador, el número del edificio y del departamento. “A donde quiera que vayas debes traerla, porque si no, no entras, aunque vayas a la tienda de la esquina”. 32 Casi en su totalidad la gente que habita en los campamentos es de escasos recursos económicos llegada de provincia, que perciben entre uno o dos salarios mínimos, sin más educación que la primaria inconclusa, sólo pocos saben leer y escribir, y una mínima parte tienen una educación media superior. Entre paredes de lámina y cartón se escapan hasta los susurros y los suspiros más íntimos de las familias que hacinadas en esos cuartos de cuatro a seis metros cuadrados, viven a la defensiva y ofensiva de quienes se les paran enfrente, porque la vida en campamentos no es nada fácil, asegura El Tienditas, excoordinador de campamento del Frente Popular. Ay, si habláramos de vida de campamento es una tristeza lo que se ha visto. Las esposas y los esposos se han engañado unos a otros hasta con los mismos vecinos del lugar, porque lo único que te separa es un alambre. El acoso se da por parte de unos y de otros. Aquí hubo un tiempo una Mesa que supuestamente resolvía los problemas de cada una de las familias y, bueno, en ese entonces las mismas personas resolvían los asuntos del campamento. Yo veía que la gente iba y daba a conocer su forma de vida más íntima y privada ante un jurado que era formado por los mismos coordinadores del campamento, quienes parecían que iban a resolver el problema, pero simplemente se enteraban de todo y después lo contaban. Era algo muy triste porque las familias implicadas eran la burla de la demás gente. Después los integrantes de esa Mesa decían: ‘es que tú eres un chismoso, no es que tú, no es que no se tenía que saber nada de esto...’ y sin embargo se sabía. Esa fue la dirigencia. La vida en los campamentos es muy difícil y se tiene que responder ante todo tipo de circunstancias, por violentas que parezcan porque si tú llegaras y no estás acostumbrada a vivir como ellos, te hacen pedazos, porque así los han hecho, así los han acostumbrado a vivir aquí, por eso la gente se ha vuelto muy mala. Es como cuando a una manada de cerdos los acostumbras a comer carne, en el momento 33 que te metas ahí te hacen pedazos. Así se ha dado el asunto de lo que es el Frente Popular en todos sus campamentos, señala El Tienditas. Por eso los rostros de enfado y el tono altivo de la gente que pregunta a qué vas cuando se pisan sus terrenos. Su trabajo les ha costado, dicen cada vez que se les pregunta cómo han logrado tener lo que tienen. La hermandad, la lucha y todo el sacrificio por alcanzar el tan anhelado sueño, es la referencia de los líderes de la organización. En algunos campamentos los terregales ya forman parte del recuerdo. En medio de un terreno baldío desde donde se pueden observar casas de lámina y de madera a los cuatro puntos cardinales, Paco Ta, integrante de la Mesa Directiva de uno de los predios del Frente Francisco Villa Independiente, escisión del Frente Popular Francisco Villa, narra su historia. Sí, ha sido difícil. Al principio esto era tierra suelta, no teníamos agua y teníamos que ir por ella
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