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Frente-Popular-Francisco-Villa-de-organizacion-social-a-mafia-corporativa

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FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
 ARAGÓN 
 
 
“FRENTE POPULAR FRANCISCO VILLA, DE 
ORGANIZACIÓN SOCIAL A MAFIA CORPORATIVA”. 
 
 
 
 
REPORTAJE 
 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN COMUNICACIÓN 
Y P E R I O D I S M O 
P R E S E N T A: 
 
 
 MARTHA ANGÉLICA HERNÁNDEZ PATIÑO 
 
 
 
 
ASESORA: 
 
MTRA. ELBA TERESA CHÁVEZ LOMELI 
 
 
 BOSQUES DE ARAGÓN, MEXICO OCTUBRE 2008 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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AGRADECIMIENTOS 
 
 
 
 
A mi madre por ser el viento 
que impulsa mi alas. 
 
 
 
A mi padre, del que 
sólo efímeros momentos sublimes 
sobresalen de la nada. 
 
 
 
A mis hermanos 
Marcelo, Sofi y Norma, 
por su perseverancia, fortaleza y valor 
 para enfrentar la vida. 
 
 
 
A Anthony y Mauri por ser el motor 
que impulsa mis sueños. 
 
 
 
A mi asesora 
 la Mtra. Elba Teresa Chávez Lomelí, 
por su confianza y creer en mí. 
 
 
 
A los profesores Guadalupe Pacheco, 
Edgar Liñán, Alberto Fernández y 
 Miguel Ángel Quemain 
 por sus valiosas aportaciones 
para enriquecer este reportaje. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EN MEMORIA 
 
 
A mi abuelo Don Ángel Patiño 
Mi abuela Ma. Engracia García 
 
ÍNDICE 
 
INTRODUCCIÓN…..……………………………………………………………………………. 1 
 
 
CAPÍTULO 1 
 
El gran negocio de la vivienda en nombre de la lucha popular ………………………. 4 
 
1.1. La estafa en los enganches, cuotas y cooperaciones …………………………….. 5 
1.2. Disposición de espacios comunes ……………………………………………………15 
1.3. Obligaciones impuestas a los afiliados ……………………………………………... 19 
1.4. Invasión de predios, el inicio de la lucha popular ………………………………….. 25 
1.5. La vida en los campamentos ………………………………………………………… 31 
1.6. El reciclamiento de campamentos …………………………………………………... 35 
1.7. La venta de materiales para la construcción de vivienda…..…………..…….…… 37 
 
 
CAPÍTULO 2 
 
El surgimiento del Frente Popular Francisco Villa ……………………………………... 38 
 
2.1. Contexto nacional ………………………………………………………………………39 
2.1.1. Los movimientos estudiantiles en los 80 y los sismos de 1985 …………………. 45 
2.1.2. El resquebrajamiento del PRI y las organizaciones sociales absorbidas por el 
corporativismo……………………………………………………………………………50 
2.2. Conformación del Frente Popular Francisco Villa …………………………………. 52 
2.3. Conflictos internos …………………………………………………………………….. 59 
2.4. El Frente Popular Francisco Villa Independiente 
 y otras organizaciones sociales …………………………………………………….. 61 
 
 
CAPÍTULO 3 
 
Mafia corporativa, metamorfosis del Frente Popular Francisco Villa ………………. 65 
 
3.1. Los líderes y su modus operandi …………………………………………………...... 66 
3.1.1. De organización social a mafia corporativa …………………………………………. 74 
3.1.2. Celosos del poder ……………………………………………………………………… 79 
3.1.3. Asambleas controladas al interior del Frente Popular ………………………………80 
3.1.4. Métodos de control para sostenerse en los cargos ………………………………... 85 
3.1.5. Las amenazas y la violencia contra disidentes …………………………………….. 91 
3.2. Otros negocios del Frente Popular Francisco Villa ………………………………… 98 
3.2.1. Control de comerciantes y vendedores ambulantes ………………………………..99 
3.2.2. Taxis Panteras y el Frente de Taxistas …………………………………………….. 105 
3.2.3. Sindicatos ……………………………………………………………………………….116 
 
 
CONCLUSIONES ………………………………………………………………………………123 
 
FUENTES DE CONSULTA..…………………………………………………………………. 128 
 
 
 1
INTRODUCCIÓN 
 
 
A partir de la segunda mitad del siglo XX, México vive en medio de una 
crisis económica, política y social: en este periodo surgen el movimiento del 68, las 
guerrillas y las devaluaciones, los movimientos sindicales y campesinos, entre 
otros. Para 1980 el panorama seguía siendo desalentador: la deuda externa había 
alcanzado los 21 billones de pesos; la población registrada era de 75 millones, de 
los cuales el 60 por ciento no tenía trabajo o era subempleado; la brecha entre 
sueldos de funcionarios, ejecutivos y obreros era abismal; los precios de alimentos 
y bienes se habían disparado y el salario real descendió a cerca de 40 por ciento; 
el índice de desnutrición alcanzó a 45 millones de mexicanos, y en el sector rural 
más de 4 millones de campesinos no intervenían en ninguna actividad productiva. 
Este fue el escenario del surgimiento del Frente Popular Francisco Villa 
(FPFV), en su mayoría conformado por jóvenes estudiantes que sentaron sus 
bases en las colonias populares a partir de los terremotos de 1985, con la 
pretensión de mejorar las condiciones de vida del pueblo y, con ello, el de la 
vivienda. 
 Desde entonces, el FPFV se identifica como radical y protagonista de 
plantones, marchas y mítines, también ha ocupado un lugar en los diarios y 
noticiarios radiofónicos y televisivos cuando reivindica las demandas de otras 
organizaciones o gremios. Sin embargo, bajo la careta de “luchadores sociales”, 
“revolucionarios”, “reivindicadores de causas justas”, “organización de izquierda en 
busca de un mundo de justicia y libertad” y otros de sus autocalificativos, se oculta 
la esencia del FPFV, cuya metamorfosis ha redituado en un millonario negocio 
para sus líderes, quienes no sólo condicionan la entrega de las casas a sus 
propietarios, sino suelen solicitar materiales de construcción en 14 de las 16 
delegaciones mismos que venden por su propia cuenta e instalan casas de 
materiales. 
 
 2
La dispersión de campamentos y el "reciclaje" de los mismos son factores 
que les favorecen para continuar el gran negocio con los nuevos inquilinos. Las 
amenazas, intimidaciones y condicionamientos contra las familias que desde hace 
casi dos décadas han formado parte del FPFV, han sido la constante en esta 
“organización social”. Pero el encono, la desesperación y el hartazgo de los 
integrantes, se respira en el aire de cada campamento y se transforman en el 
silencio de un grito estruendoso. 
Los que en su momento eran dirigentes pobres y decían luchar por una 
causa social justa, actualmente son líderes con grandes negocios como las rutas 
de microbuses, taxis, empresas constructoras, casas de materiales, bicitaxis, etc., 
y algunos otros ostentan cargos como funcionarios públicos y legisladores, 
respaldados por las siglas de algunos partidos políticos. 
Es importante señalar que siete años antes de iniciar la presente 
investigación, las circunstancias y los contactos me permitieron tener una 
aproximación al grupo de Los Panchos, entonces comencé a conocer la otra cara 
de quienes se autonombran “defensores del pueblo”, donde la estafa, la 
demagogia, la violencia, la humillación y la explotación, son la columna vertebral 
de esta agrupación y, sin embargo, me inquietaba saber cómo es que una 
organización social podía sufrir tal transmutación. 
Ello fue la punta de lanza para iniciar la investigación a fondo y denunciar lo 
truculento de su modus operandi para “hacer justicia al pueblo”, que no es 
exclusivo del FPFV, por el contrario, este grupo es el espejo de otros que se 
hacen llamar “organizaciones sociales” que también emergen con la complicidad 
de un sistema político corporativo que los tolera y les permite extender sus 
tentáculos. 
Así es como reportear este hecho noticioso fue una obligación, 
responsabilidad y compromisopara quitar el velo a la “bondades” de este tipo de 
organizaciones e informar de ello a la sociedad. 
Recurrir al reportaje me permitió adentrarme a la problemática, valerme de 
la historia tanto de la organización como del contexto nacional, aun antes de que 
el FPFV surgiera como tal, para entender las causas y la interrelación de las 
 3
diversas situaciones y no caer en el error de verlo como un hecho aislado. No 
podía valerme de otro género periodístico porque hubiese resultado limitado para 
el objetivo plateado, que era el exponer las causas de fondo que hicieron posible 
la metamorfosis de la organización. La descripción, narración, la cronología del 
movimiento social, las entrevistas, la investigación documental, entre otras, están 
inmersos en este reportaje, sin los cuales no se le hubiese podido dar forma. 
 Así es como en el primer capítulo, El gran negocio de la vivienda en 
nombre de la lucha popular, se aborda el gran negocio que ha resultado el 
abanderar una de las causas más socorridas por quienes demandan una vivienda 
y de la que los líderes han obtenido grandes beneficios con el cobro de cuotas, 
cooperaciones y hasta de los enganches, donde todas las acciones son 
celosamente coordinadas desde las marchas, mítines, plantones hasta las 
huelgas de hambre. 
 El modus operandi que surge aun antes de la conformación del mismo 
Frente Popular, es lo que se expone en el segundo capítulo titulado El surgimiento 
de Frente Popular Francisco Villa, donde los estudiantes universitarios tienen una 
fuerte presencia y son quienes delinean las acciones a seguir; posteriormente la 
fuerza de su movimiento es utilizada para escalar en el ámbito político, del cual 
también han sabido sacar provecho personal. 
 En el tercer capítulo, Mafia corporativa, metamorfosis del Frente Popular 
Francisco Villa, se abordan los métodos de control para sostenerse en sus cargos 
como líderes, las amenazas y violencias contra aquellos que se rebelan a sus 
estafas y engaños, así como la creación de otros negocios que tienen en sus 
manos, todo bajo las consignas de una lucha popular. 
 4
CAPÍTULO 1 
 
 
El gran negocio de la vivienda en nombre de la lucha popular 
 
 
Se presentan como redentores del pueblo. Se uniforman de mezclilla y utilizan 
un lenguaje entre populachero y revolucionario (compañeros, compañeras, la lucha 
del pueblo, el mal gobierno, ¿qué onda güeyes?, etcétera) que en otro tiempo los 
colocó en la mira de las autoridades que veían en ellos un riesgo para la estabilidad 
social, pero que en la actualidad es parte de los valores entendidos para “negociar” y 
“llegar a acuerdos”. 
Se han creado un halo místico para mostrarse como viejos y experimentados 
luchadores sociales que han pasado por cárceles y persecuciones que han dejado 
no pocos muertos, razones por las que justifican su modus vivendi. 
Crearon la leyenda de que surgieron como un “Chucho El Roto”, se apoyaban 
en maleantes que robaban a los ricos para regalarle a los pobres y que defendían 
los más nobles derechos del pueblo. Surgieron como pretendidos marxistas y ahora 
se dicen defensores de las conquistas de la Revolución mexicana que reivindicó el 
PRI por 70 años. 
Sin embargo, su común denominador es la ausencia total de un análisis serio 
de la realidad social e histórica y de una teoría coherente, con lo cual sería una 
organización que busque el cambio social. El abuso de una retórica entre vulgar y 
demagógica; un amasijo que retoma de aquí y de allá con el fin de justificar el actuar 
que, por sus propios compañeros de partido, ha sido caracterizado como 
provocador. 
Este grupo fue absorbido por el sistema corporativo de control –que antes 
criticaban– el cual durante 70 años mantuvo al PRI y a sus antecesores en el poder 
mediante las centrales oficiales favorecidas por las viejas leyes corporativas mismas 
que aún subsisten y por las instituciones que les permiten la afiliación forzosa y la 
cotización obligatoria de miles de integrantes. 
Se trata de las organizaciones sociales de los llamados movimientos urbano-
populares, en particular del Frente Popular Francisco Villa, que surgió hace casi dos 
décadas con la promesa de luchar por una sociedad mejor y que ahora se esfuerza 
por ocultar en sus entrañas la degeneración de su crecimiento económico y político, 
cubriéndolo con un velo de bellas y heroicas historias sobre la lucha popular. 
 5
1.1. La estafa en los enganches, cuotas y cooperaciones 
 
 
 
Nunca avalaremos que se reprima, golpee y saque a los 
pobladores que defendían el derecho a una vida digna: 
Adolfo López Villanueva, líder del FPFV y presidente de la 
Comisión de Vivienda en la ALDF, 14 de octubre de 2002. 
 
 
Dejamos los mejores años de nuestras vidas en 
movilizaciones, huelgas de hambre, mítines bajo la lluvia, 
el sol, día y noche, pero ya estamos hartos de ser una 
minita de oro: Socios de la cooperativa Mexicu-Izapan II, 
Iztapalapa, octubre de 2003. 
 
 
 
El relato de su historia bien aprendida se ha mantenido con los años. Los 
mismos matices y términos utilizados siempre por los líderes y lideresas cuando los 
reflectores de los medios se ponen sobre ellos. “Sí, el Frente Popular surge a finales 
de los 80… el Frente es más que sólo vivienda… luchamos contra un gobierno que 
oprime a los pobres... estamos en busca de un mundo de justicia y libertad…”. Pero 
la realidad dista mucho de lo que pregonan. 
Al oriente de la ciudad de México, en los límites de las delegaciones 
Iztapalapa y Tláhuac, se localiza una de las unidades habitacionales del Frente 
Popular Francisco Villa (FPFV) que lleva el mismo nombre de la colonia, El Molino. 
Sus edificios uniformados del color gris de sus grandes tabiques contrastan con el 
negro del enrejado que los rodea y el rojo del marco de sus ventanas. Poca vida se 
observa por las calles aledañas, mientras el ambiente se impregna de suma 
tranquilidad que se torna cómplice de escenarios inusitados. 
A unos cuantos metros de distancia se distinguen las bardas blancas de dos 
pequeños mercados con las siglas de la organización, único lugar donde se 
vislumbra movimiento. Al interior, los sonidos y olores se entremezclan entre los 
andares de los marchantes. De los pequeños locales destaca uno que otro bien 
surtido, eclipsando a aquellos donde los frutos son sumamente pequeños y maduros 
que un kilo de plátanos de no muy apetitoso por el negro de sus cáscaras y la miel 
que brota de su interior, es tan caro como aquellos de rebosante presentación. Las 
manzanas miniaturas y los aguacates arrugaditos hacen compañía a los chiles 
verdes ya secos y a las cebollas consumiéndose en su propio jugo. 
 6
A las afueras, las canchas de basquet lucen vacías, mientras que alrededor 
las casas son mudos testigos de las, aparentemente, pocas situaciones que 
pudieran presentarse. Sólo el motor de las combis que pasan en la avenida y el eco 
de alguna música traída por el andar del viento, son los murmullos de esos caminos 
que apenas hace dos décadas eran verdes llanuras. 
 Así lucen los territorios del Frente Popular Francisco Villa, en los límites de 
Iztapalapa, demarcación donde han proliferado la invasión de predios, los 
asentamientos humanos y las unidades habitacionales de los también llamados Los 
Panchos, que además se suman a aquellas de Antorcha Popular Campesina y de 
organizaciones no tan grandes. 
En la unidad El Molino las únicas entradas y salidas se encuentran en 
extremos opuestos con letreros que prohíben la entrada a toda persona ajena a la 
unidad, y advierten: “Estos departamentos no se venden ni se traspasan… cualquier 
información preguntar en la coordinación”. Las entradas se mantienen resguardadas 
día y noche. Aunque la petición de hablar con los líderes no es garantía de dejar 
pasar a nadie, la barrera entre la puerta y la calle se desvanece cuando, tras mucha 
insistencia, el portero permite la entrada.La situación en su interior es tranquila y en aparente orden, en comparación 
con otras unidades donde el ruido de la música está a todo lo que da, la basura 
regada por doquier y los tendederos a reventar por tanta ropa. Pero no es 
precisamente este escenario lo peculiar de la unidad, sino los barrotes que delimitan 
la entrada en cada uno de los edificios. Rejas por fuera de la unidad y rejas en cada 
edificio, como si se estuvieran resguardando al máximo ¿de qué?, ¿qué puede 
haber o pasar al interior de una unidad que cuenta con vigilancia desde las entradas 
principales y, no suficiente con eso, también ponen enrejados en cada uno de los 
accesos a los edificios? 
Como si fueran campos de concentración, cada movimiento al interior es 
vigilado. Nadie puede entrar o salir del campamento o unidad habitacional sin 
hacerlo saber a quien vigila la puerta. Para ello, los porteros, habitantes de la misma 
unidad quienes realizan su rutinaria guardia o aquellos castigados por no cumplir 
con las labores asignadas, tienen la orden de llevar el control con tarjetas para 
quienes ingresan o salen en auto, y de revisar las credenciales que acreditan a uno 
como habitante del lugar, de lo contrario se prohíbe el paso. 
 7
Una vez dentro, a unos cuantos metros de distancia los vigías siguen tras uno 
sin perder el paso, hasta que se abandona el lugar. Aunque pareciera que las rejas 
resguardan a los inquilinos de la delincuencia, el motivo, a decir de Hugo López 
Villanueva, coordinador de la Comisión de Prensa y Propaganda del FPFV, es frenar 
al máximo el espionaje de su movimiento social: 
 
El gobierno nos ve como sus enemigos por todo lo que hacemos: que 
nos organizamos, que queremos quitarnos el yugo que nos oprime… 
entonces nos manda espiar, pero nosotros no tenemos nada que 
esconder. El Frente es una organización democrática que busca el 
beneficio común a través del trabajo colectivo. No escondemos nada. 
 
"Gobernación tiene información precisa de la organización, sabe que no hay 
nada porque nos ha espiado hasta cansarse, pero a propósito filtran a los medios 
cosas que les conviene que se crean", dice Manuel Ramos, exprofesor de 
antropología y miembro de la comisión política nacional del FPFV. Y una nota 
publicada en el diario El Economista del 28 de octubre de 1999, pareciera darle la 
razón: "Para garantizar estabilidad en los futuros comicios prelectorales rumbo al 
2000, Seguridad Nacional e Inteligencia Militar indagan a grupos del Frente Popular 
Francisco Villa, Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Unión Popular Emiliano 
Zapata y el (Partido) Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo”.1 
La nota cita "fuentes de inteligencia" para identificar elementos 
"potencialmente violentos" en esas organizaciones, que cuentan con más de ocho 
mil simpatizantes "listos para movilizaciones impugnadoras del proceso en el Distrito 
Federal”. Sin embargo, parece que el objetivo principal de esa extrema seguridad es 
el de resguardar los jugosos intereses económicos y políticos que resultan de esa 
“lucha popular”, al controlar cada movimiento en su interior, y donde la gestión de la 
vivienda les ha redituado en un millonario negocio, evitando que sus afiliados 
forzosos se rebelen y ejercer así, un control social total, como veremos más 
adelante. 
Así es como en su batalla por obtener una casa, cientos de familias han sido 
presa de la estafa y el engaño por parte de los dirigentes de ésta y otras 
 
1 Daniela Pastrana, “Mitos y realidades de los Panchos Villa”, La Jornada, Suplemento Masiosare, 09 de enero 
de 2000, http://www.jornada.unam.mx/2000/01/09/mas-mitos.html, última vista marzo de 2008. 
 8
agrupaciones sociales, lo mismo en las 16 delegaciones que conforman el Distrito 
Federal como en algunos estados del interior de la república donde tienen presencia. 
De las 23 mil familias que dice integrar el Frente Popular Francisco Villa, 
muchas de ellas se han mantenido y cientos más se han alejado con la desilusión en 
las manos, pues tras años de vivir en campamentos, de realizar marchas, faenas y 
dar hasta el último centavo que les exigen los líderes, la entrega de sus casas o 
departamentos es condicionada. 
Bajo el anonimato, cientos de vecinos que por más de 14 años han formado 
parte de la lucha popular, ven cómo los departamentos que se construyeron a un 
costado de sus campamentos en las colonias Ejército Constitucionalista y El Molino, 
en la delegación Iztapalapa, y de los que tomarían posesión en cuanto estuvieran 
listos, están siendo entregados a personas ajenas a la organización. Una práctica ya 
común a lo largo de más de 15 años, donde el proceso es fatigante e interminable. 
Atrás quedan meses de arduo trabajo al interior de la agrupación y la 
esperanza al colocar piedra sobre piedra, porque finalmente los líderes condicionan 
la entrega de los hogares o departamentos. Una vez terminada la construcción, 
quien desee ocuparlo tiene que pagar entre 30 mil y cien mil pesos de enganche, por 
lo general en una sola emisión, pero 10 mil más si se quiere planta baja u otro tanto 
si es primer piso, esto sin importar las cuotas y aportaciones económicas que las 
familias hayan realizado en cinco, 10 o 15 años, porque nuevamente se les exigen 
entre cinco mil o 10 mil pesos al contado. 
Quien tenga el dinero para pagar se queda con la propiedad, y en caso de no 
poder cubrir esas cantidades los líderes se encargan de venderlo porque “…a la 
gente que no pueda pagar, les piden firmar una carta donde se comprometen a 
ceder el inmueble”.2 Y no tienen más remedio que mirar cómo otros se adueñan de 
la vivienda que ya era suya. Entonces, la inconformidad y el enfado encienden la 
mecha que hace estallar el polvorín en el que se ha transformado el entusiasmo y el 
ánimo de la gente durante todo ese tiempo. 
Es así, como un monumento a la estafa y al engaño lucen los nuevos edificios 
en medio de los campamentos de la colonia Ejército Constitucionalista atrás de 
Cabeza de Juárez, donde los pequeños cuartos con techos de lámina, y las puertas 
y ventanas de madera que han sido azotadas por los terregales, fuertes vientos y 
 
2 Miriam Segundo, “Lucran organizaciones con la vivienda popular”, El Sol de México, p.4 
 
 9
hasta granizadas de cada época del año, contrastan con el color anaranjado de los 
nuevos departamentos que se encuentran cercados por una malla para impedir el 
paso de quienes por años vivieron con la ilusión de habitarlos. 
Con voz suave y pausada, la señora Lucha*, vecina por más de 12 años de 
ese lugar, también conocido como Frente Nueve, hacía lo posible por ser discreta 
mientras sus ojos color miel cuidaban de la cercanía de cualquier otra persona. Es 
su esbelta figura la proyección de sus ayeres, donde la belleza altiva ha sido 
trastocada por el tiempo. Sus hombros encorvados denotan lo que alguna vez fue lo 
erguido de su andar, y sobre ellos deja caer el ondulado blanco de sus cabellos. 
Doña Lucha sabe que los comentarios deben ser bien cuidados. 
 
–Ellos (los líderes) suelen traer gente de fuera con autos de lujo, a la que 
estafan con 50 mil pesos para ocupar nuestros lugares porque nosotros 
no pudimos juntar todo el dinero. Las familias que no alcanzamos a 
cubrir esa cantidad tenemos que esperar otros cinco o 10 años viviendo 
en los campamentos para seguir explotándonos y hacer negocio 
también con gente que viene de fuera. 
 
Tras 16 años de espera Jorge, a quien llamaremos El Tienditas, para 
resguardar su identidad, decidió romper con los líderes del “feudo” donde se 
encontraba ante el retraso en la entrega de su vivienda, la cual tuvo que 
reestructurar en deuda con el Instituto de Vivienda del Distrito Federal y olvidarse de 
las aportaciones hechas a la organización durante todos esos años. Esto le permitióaventarse el pleito con quienes están al mando. 
Su charla por momentos era susurrada ante la presencia de gente allegada a 
los líderes que acudían a su pequeño negocio: una tiendita, con el pretexto de 
comprar cualquier cosa. “Así son, mandan a su gente para ver con quién estoy y qué 
platico. El verte aquí conmigo es como si les echaras chile en los ojos… Mira hoy en 
día hay gente que se ha levantado contra los líderes porque les han robado hasta la 
risa”. 
En las afueras de su negocio, el sol pega duro y las piedritas que traen 
consigo los fuertes terregales nos golpean la cara. Sentados sobre cajas de refresco 
y con los ojos entreabiertos, El Tienditas señala que enfrentarse a los líderes no ha 
sido nada fácil por la manipulación y la violencia tanto física como psicológica 
* Sobrenombre utilizado a petición de la entrevistada para proporcionar la información. 
 10
ejercida en el Frente Francisco Villa: acoso, maltrato, desigualdad, despotismo 
contra la integridad de las mujeres o de cualquier miembro de la organización. 
 
La gente se rebelaba contra las formas, contra los gastos, contra la 
prepotencia, la desigualdad que imponen los líderes, pero en esos casos 
lo menos peor que puede pasar es que les digan: ‘ustedes viven de a 
gratis porque lo que dan no alcanza ni para los refrescos’. Y pues hay 
muchos que se agachan y se aguantan; pero últimamente se están 
rebelando y no es la gente de los campamentos precisamente, sino la 
que ya cuenta con su departamento o su casa. A pesar de saber el 
peligro que corren. 
 
Y es que la exigencia de miles de pesos ha despertado la inconformidad de 
los vecinos del FPFV en diversas zonas. De acuerdo con la información 
proporcionada por ellos mismo, los cobros que hacen los dirigentes constituyen un 
fraude reflejado en el comprobante de pago tanto del Instituto de Vivienda del 
Distrito Federal (INVI) como del Fondo Nacional de Habitaciones Populares 
(Fonhapo), en el cual sólo se registra la cantidad de 3 mil 800 pesos por concepto de 
enganche. 
Es decir, de 50 mil pesos que exigen en promedio, se quedan con 46 mil 200 
por propietario. Si a esos montos obligados se les multiplica por el número 
aproximado de familias asociadas, entonces el resultado es de miles de pesos que 
¿a dónde van a parar?, sobre todo cuando se habla de una organización que dice 
tener más de 20 mil familias asociadas. 
Tan sólo en el Frente Nueve, en la colonia Ejército Constitucionalista de la 
Delegación Iztapalapa, en 1990 cada titular de los 450, aportó cuatro millones de 
viejos pesos como enganche de sus viviendas y el recibo sólo les reconoció dos y 
medio; dieron cien mil pesos más para ingresar como socios, 800 mil como seguro y 
otras cuotas de las que nunca tuvieron informes. 
 La lucha por una demanda justa, como lo es el derecho a una vivienda se 
traduce en millones de pesos de ganancias para los líderes, sin importar las siglas 
de la organización a la que pertenecen. En el caso de 320 familias asentadas en lo 
que se conoce como Frente Nueve y Medio en Iztapalapa, el enganche exigido fue 
de 32 mil pesos, lo que da un total de 10 millones 240 mil pesos, de los cuales, 
 11
señalan los vecinos, más de 8 millones irán a dar a los bolsillos de sus dirigentes y 
sólo un millón 600 mil pesos serán ingresados al erario. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Con fecha del lunes 13 de octubre de 2003, El Sol de México publicó a ocho 
columnas de su sección Ciudad un reportaje de Miriam Segundo titulado “Lucran 
organizaciones con la vivienda popular”. En él la reportera señala que líderes del 
Frente Popular Francisco Villa obtienen ganancias millonarias por la promoción y 
entrega de vivienda a sus agremiados. 
La Jornada, por su parte, no sólo ha publicado notas sobre la imposición de 
cuotas y autoridad del Frente Popular en colonias donde han llegado a establecer 
asentamientos irregulares,3 sino además ha dado a conocer el rentable negocio de 
defender las causas de los pobres por Antorcha Popular4 y las denuncias contra 
líderes antorchistas.5 
Aunque para su “buen funcionamiento” estas organizaciones sociales 
demandantes de vivienda se rigen bajo leyes como el Código Civil Federal, la Ley 
General de Sociedades Mercantiles y la Ley General de Sociedades Cooperativas. 
Además, sus estatutos deben estar inscritos en el Registro Público; sin embargo, 
son precisamente estas leyes corporativas las que impiden la libertad de asociación 
mediante los registros obligatorios e imponen el control social al excluir a los 
disidentes mediante la cláusula de exclusión. 
Bajo la legalidad que se les confiere y en la que se señala como socios a 
todos los integrantes, dichas organizaciones recurren a los financiamientos de los 
 
3 M. Josefina Quintero, “Fátima Mena tolera invasiones del FPFV: vecinos”, La Jornada, p.54 
4 Ángel Bolaños Sánchez, “Antorcha Popular: el rentable negocio de defender las causas de los pobres”, La 
Jornada, p.43 
5 Ángel Bolaños Sánchez, “Reactivarán denuncias contra líderes antorchistas y ex funcionarios de la GAM”, La 
Jornada, p.40 
HACIENDO CUENTAS 
 
Tomando como base los 28 mil 200 pesos excedentes, de los 32 mil que exigen los 
líderes como enganche para la adquisición de una vivienda y que de éstos sólo 3 mil 800 
van al erario público, los miles se transforman en millones de pesos que quedan en sus 
manos. 
 
 
Familias 1 1000 10,000 15,000 20,000 
Dinero 
excedente 
$28,200.00 $28,200,000.00 $282,000,000.00 $423,000,000.00 $564,000,000.00 
 12
* Sobrenombre utilizado a petición del entrevistado para proporcionar la información. 
gobiernos local y federal, mismos que se contraponen en las acciones. Al exigir 
fuertes sumas para hacer entrega de los departamentos o casas-habitación pasan 
por alto los objetivos establecidos por un fideicomiso como el Fideicomiso Fondo 
Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), coordinado por la Secretaría de 
Desarrollo Social y que se supone “financia la demanda nacional de crédito para 
vivienda de las familias de bajos recursos, operando un sistema de financiamiento 
acorde con su presupuesto y capacidad de crédito…”.6 Lo mismo el Instituto de 
Vivienda del Distrito Federal en donde, de acuerdo con su política social, su 
propósito “consiste en apoyar a las familias residentes en el Distrito Federal, 
preferentemente a las de menores ingresos económicos, para que puedan acceder a 
una vivienda”.7 
La inconformidad ha orillado a las familias a exigir cuentas claras sobre el 
dinero que durante años han estado aportando para la liquidación de la vivienda, a 
sabiendas de que la integridad propia y la de la familia están de por medio, pero los 
líderes suelen justificar los cobros excesivos por los enganches diciendo que “el 
resto se utilizará para poner banquetas, guarniciones, arreglar las áreas verdes, 
meter el drenaje, luz y otros servicios”.8 
Estos vicios han sido una práctica común desde que surgió el Frente en 1989, 
y aun antes de conformarse como tal, los abusos y las denigraciones contra las 
familias han sido una constante, pues aquel que manifiesta su inconformidad 
simplemente es echado a golpes de los campamentos, le impiden sacar sus pocas 
pertenencias y en el mejor de los casos es amenazado e intimidado por los líderes y 
lideresas, práctica común por mantener el control e imponer sus caprichos 
económicos. 
 Paco Ta*, ex integrante de Los Panchos y quien actualmente forma parte del 
Frente Popular Francisco Villa Independiente (FPFVI), ha visto más de una sufrida 
historia personal, donde las familias han sido sacadas violentamente del lugar, sin 
importar si son mujeres o ancianos. De acuerdo con su testimonio, “los dirigentes le 
roban a la gente, la explotan y luego la corren para dejarle su lugar a otros que 
nunca habían estado en el movimiento”.6 http://www.fonhapo.gob.mx, última vista 30 de mayo de 2008 
7 http://www.invi.df.gob.mx/invi.htm, última vista 30 de mayo de 2008 
8 Miriam, Segundo, op. cit., p.4 
 
 
 
 13
Bajo estas circunstancias, los niños son rehenes de los instintos de quienes 
coordinan los campamentos. A quien está en desacuerdo con lo impuesto se le da 
un escarmiento. 
 
De repente llega un grupo de desconocidos y sin más golpean a aquel 
que anda alborotando a la gente en contra de los líderes. Y si tienen 
niños, los coordinadores del campamento los retienen por varias horas y 
no los entregan a sus padres hasta que éstos firman una carta donde los 
deslindan de todo lo que ha pasado. 
 
Pero los líderes han sacado provecho del temor y la ignorancia de la gente, 
por lo que violentan, entre otros, el Artículo 6 de la Ley General de Sociedades 
Cooperativas que establece que “Las sociedades cooperativas deberán observar en 
su funcionamiento los siguientes principios: I. Libertad de asociación y retiro 
voluntario de los socios, y II. Administración democrática…”. 
La usura no sólo la han obtenido de las cantidades exigidas a las familias que 
viven en los campamentos o hacinamientos en espera de la entrega de su vivienda, 
también la han hecho de aquellas que, contando ya con un hogar, entregan los 
pagos mensuales para cubrir los créditos autorizados por el INVI, y las 
mensualidades los líderes jamás las ingresan. 
 
–La gente no sabe qué tipo de negociaciones son las que hacen los 
líderes con el gobierno –señala El Tienditas– y creen que ellos están 
negociando sus viviendas, pero tenemos 10, 14 o 16 años, y a pesar de 
que hoy en día se tienen ya los departamentos, hay una barrera que 
impide a la gente llegar ahí, esa barrera son los coordinadores de 
campamentos. Y a quienes están al frente de la organización no les 
interesa saber de los problemas que hay en el interior. 
 
Durante todos esos años, la información que en un principio despertaba 
interés entre los afiliados, con el tiempo se transformó en un discurso repetitivo. A 
decir de El Tienditas, 
 
 14
en los informes que se dan a los socios de las cooperativas se les hace 
ver qué es lo que se ha conseguido dentro del gobierno, que siempre es 
hablar de lo mismo. Y que en un año vemos si su casa se les da y en un 
año vemos si entra esto; y por más de 14, 15 o 16 años estuvieron 
hablando de cuáles eran los propósitos y las negociaciones que tienen 
dentro del gobierno, pero nada. Como digo, quienes están al frente de la 
organización sólo les interesa lucrar con la gente. 
 
Ante la morosidad del pago de créditos al INVI y a Fonhapo, cientos de 
viviendas han entrado a remate y los líderes han tenido que reestructurar la deuda, 
sin dar informes de este proceso a los socios de la cooperativa, que en algunas 
unidades habitacionales asciende a más de 70 millones de pesos aunado a los 
intereses acumulados. La falta de pagos suelen negociarla con el Instituto de la 
Vivienda, donde se comprometen a liquidar los créditos en plazos que van desde los 
30 años a más, lo cual implica que las familias que hayan entregado la suma de 
hasta 15 mil pesos para el pago de sus casas, vaya a parar directamente sólo como 
parte de los intereses. 
Así, una casa-habitación que comenzó costándoles 33 mil y 48 mil pesos, con 
la reestructuración de la deuda tendrían que comenzar a pagar 173 mil pesos, monto 
que la convierte en un adeudo eterno que heredarían a sus hijos. Pero dicha 
reestructuración implica la individualización del crédito; es decir, los socios pagarían 
a título personal y ya no como cooperativa o asociación civil –razón social bajo la 
cual están registrados grupos como el FPFV–, y con ello inician de cero y eliminan 
toda posibilidad de organización ante los robos y estafas. 
El interés y la urgencia por saldar los adeudos lleva a los líderes a presionar 
psicológicamente a la gente, que “si no aceptan la individualización se van a quedar 
sin nada y entonces ahora que ya tienen una casita hay que aceptar las condiciones 
de pago, porque para que les toque otra tendrán que pasar muchos años y eso 
quién sabe cuándo sea”, argumentan integrantes de Los Panchos. 
Y es que, por otro lado, de no liquidar las deudas adquiridas, los dirigentes ya 
no podrían solicitar más créditos a los organismos autorizados; por ello su única 
preocupación es saldarlas como sea y continuar contratando más empréstitos para 
crear más proyectos de vivienda y seguir la misma línea, enriquecerse de la lucha 
popular. 
 15
1.2. Disposición de espacios comunes 
 
Cada unidad habitacional cuenta con espacios de uso común como jardines, 
estacionamientos, salones para las asambleas y espacios de recreación; sin 
embargo, al negocio en la venta de las viviendas al mejor postor, se suma el ofertar 
y traspasar casas, departamentos o espacios comunitarios y hasta rentarlos, sin 
informar de ello a los socios, a pesar de que el Código Civil Federal que rige a todas 
las sociedades cooperativas establece en el Artículo 35 que: “La autoridad suprema 
es la Asamblea General y sus acuerdos obligan a todos los socios, presentes, 
ausentes y disidentes…”. 
En algunas unidades habitacionales y campamentos los espacios dedicados 
al supuesto esparcimiento de sus habitantes son utilizados como estacionamientos, 
los cuales son administrados exclusivamente por los “dirigentes sociales” y su 
séquito, quienes se encargan de cobrar cuotas semanales de 50 pesos a los 
habitantes del lugar que cuentan con un vehículo. 
Mensualmente cada conductor entrega 200 pesos y aunque son contadas las 
familias que poseen una unidad vehicular, por ser gente de escasos recursos 
económicos, mínimo hay entre 10 y 20 en cada sección habitacional, aunado a que 
la promoción de aparcamiento se hace extensiva a camiones foráneos ya sean 
microbuses, camiones de carga, trailers, taxis o particulares, y de éstos llegan entre 
10 y 15 al día. 
Tan sólo en las visitas frecuentes a los campamentos y unidades 
habitacionales de diversas colonias en las delegaciones Azcapotzalco, Gustavo A. 
Madero, Iztapalapa y Tláhuac, la constante fue de 25 vehículos diarios, esto es, mes 
con mes se recaudan más de cinco mil pesos en cada unidad o campamento. 
La rendición de cuentas de ese dinero recabado es inexistente, por lo que los 
socios de las cooperativas ignoran a dónde va a parar; en casos extraordinarios los 
dirigentes suelen justificarlo como inversión en servicios públicos para otros 
campamentos o para el mismo lugar, siendo que para tener energía eléctrica, por 
ejemplo, se cuelgan de los cables de luz por medio de los diablitos y en cuanto a 
materiales de construcción, éstos son regalados por las delegaciones, sin que ellos 
tengan que pagar ni un centavo. 
Los salones de uso común, construidos con el fin de realizar las asambleas, 
son rentados al público en general para fiestas en dos mil y hasta cinco mil pesos, “y 
 16
la limpieza de esos lugares la realizamos los habitantes de las unidades o de las 
respectivas cooperativas a quienes nos convocan para hacer faena, y quien no vaya 
tiene que pagar cien pesos”, dice furiosa la señora Chuy* quien desde hace 10 años 
vive en la unidad habitacional El Arbolillo, en Gustavo A. Madero. 
A la suma de esas cantidades llegan los traspasos, ventas de casas y lotes, 
así como de espacios comunitarios que por años han realizado los cabecillas de la 
organización villista sin someterlo a consideración de la Asamblea General, como lo 
señala el Artículo 35 de la Ley General de Sociedades Cooperativas: “La Asamblea 
General resolverá todos los negocios y problemas de importancia para la sociedad 
cooperativa y establecerá las reglas generales que deben normar el funcionamiento 
social…”. 
En Iztapalapa, a los vecinos de la Sociedad Cooperativa de Vivienda y 
Servicios Habitacionales Mexicu-Izapan II, les informaron que 25 lotes de45 metros 
cuadrados quedarían sin construir debido a que en ellos se colocarían tableros para 
medidores de luz. Ocho años después, estos lotes habían sido vendidos en cien mil 
pesos por sus representantes sin ponerlo a consideración de la asamblea. Pero no 
sólo eso, lo que también desconocían eran los tratos que aquellos ya habían hecho 
con particulares para venderles siete casas excedentes que tenían en la unidad, 
continuar con los traspasos de algunos espacios por 15 mil pesos y ofertar algunos 
de sus lotes. 
Es precisamente este modus operandi de las organizaciones sociales el 
respaldado por el mismo sistema corporativo que las controla, impide y les niega la 
democracia, simulan la organización popular en foros, asambleas, marchas, etc., 
que están bajo absoluto control del gobierno a través de sus organismos y de sus 
dirigentes designados de entre los burócratas más sumisos e incondicionales, 
complicidad que conlleva a la degeneración, corrupción y estafas. 
En el INVI y en Fonhapo así funcionan las cosas. A las agrupaciones sociales 
se les da mayor preferencia en la entrega de créditos para vivienda, hecho que la 
Subdirección de Valuación y Seguimiento del INVI justifica “por ser las mejores 
organizadas y entregar sus documentos y requisitos a tiempo”.9 Sin embargo, no son 
más que los intereses de grupo los que determinan su designación. 
 
 
 
9 Ella Grajeda, “Reciben organizaciones 12 por ciento de los apoyos que otorga el GDF”, El Universal, p.1 
* Sobrenombre utilizado a petición de la entrevistada para proporcionar la información. 
 17
En diciembre del 2000, la psicóloga Elena Solís Pérez fue sustituida en 
la dirección general del INVI por el arquitecto David Cervantes Peredo, 
dirigente de la Asamblea de Barrios Patria Nueva, y quien había sido 
representante del DF (1994-97) y diputado federal a la 57 Legislatura 
(1997-2000). Aunque privilegió a su organización, Cervantes Peredo 
mantuvo la injerencia de otras entidades y grupos en la política de 
vivienda, reservando al INVI apenas una fracción mínima de operaciones 
sin intermediarios.10 
 
Hace 15 años Gerardo Leana llegó a trabajar con una inmobiliaria al 
terreno ubicado en la calle Belisario Domínguez 10, colonia Centro... y 
desde hace cinco años ha pedido a las autoridades del Gobierno del 
Distrito Federal y del Instituto de Vivienda del Distrito Federal que 
regularice el predio que habita, pues ‘es urgente que mis hijos tengan un 
patrimonio y que no estemos con el temor de que se nos caigan las 
paredes’. Pero lamentó el apoyo selectivo: ‘llevo cinco años pidiendo 
vivienda pero nadie me hace caso. ¿Y sabes por qué?, porque no quiero 
entrar con ninguna organización, pero si sólo así me van a dar una casa, 
lo voy a tener que hacer’.11 
 
A pesar de que cientos de vecinos se han organizado al margen de sus 
líderes para solicitar informes y estados de cuenta en relación con su vivienda e 
informar de las anomalías en la entrega de éstas, la respuesta que obtienen es la 
indiferencia de dichos institutos. Aun cuando la Ley de Vivienda del Distrito Federal 
en su Artículo 39 establece que “para garantizar el derecho a la información, las 
autoridades de vivienda o cualquier otra relacionada, tendrán la obligación de 
comunicar con claridad y oportunidad sobre cualquier trámite o gestión que deba 
realizarse ante ellas”. 
Indignada la señora Felicitas*, quien por años ha formado parte de Los 
Panchos, comenta: “Ligia Santoyo, funcionaria de Fonhapo, nos ha dicho que sólo 
 
10 Jaime López, “Una mafia maneja el Instituto de Vivienda del GDF”, Cimac, 
http://www.cimacnoticias.com/noticias/03ago/03080502.html, última revisión 08 de octubre de 2007 
11 Hilda Escalona, “Viven en alto riesgo, pero el GDF les niega una casa”, La Crónica de Hoy, p.17 
* Entrevistada quien no quiso proporcionar su nombre completo. 
 
 
 18
negociará con nuestros líderes, y que ellos pueden vender, traspasar, desalojar, 
hacer lo que quieran porque ellos son los titulares”. 
Sin embargo, no sólo el organismo incumple con la normatividad al tardar por 
meses la información requerida, sino que además la infiltra a los líderes de las 
organizaciones con los que está amafiado, quienes al conocer la identidad de los 
demandantes toman represalias en su contra. 
 
El INVI enfrenta varios conflictos relacionados con la injerencia de 
coyotes y organizaciones políticas en el otorgamiento y uso de los 
créditos, pero permitió que crecieran en vez de resolverlos con celeridad; 
y en los casos de Dr. Atl 237 y Salvador Díaz Mirón 161 –colonia Santa 
María la Ribera, delegación Cuauhtémoc de esta ciudad– inactuó ante 
las denuncias y las filtró al Frente de Lucha Urbano Popular (FLUP), 
cuando su obligación es vigilar el cumplimiento de las normas vigentes,12 
 
de acuerdo con lo subrayado en el Artículo 69 de la Ley de Vivienda del Distrito 
Federal: 
 
La participación de los promotores sociales en los programas de vivienda 
del Gobierno del Distrito Federal, estará sujeta a la supervisión del 
Instituto (de Vivienda)… conforme a las disposiciones que emita… 
orientadas a garantizar la transparencia en el manejo y aplicación de los 
recursos, vigilando en todo momento el que estén a salvo sus derechos 
como beneficiarios y productores. 
 
 Sin más alternativa que aguantarse o retirarse de la organización, las 
exigencias a cumplir para poseer una casa son el comienzo de un largo camino por 
recorrer. 
 
 
 
 
 
12 Ídem. 
 19
1.3. Obligaciones impuestas a los afiliados 
 
La invitación es atractiva para la gente de escasos recursos: “¿No tienes 
dónde vivir? Nosotros te ayudamos a conseguir una vivienda”; “únete con nosotros a 
la lucha por una vivienda digna”; “¿te la pasas rentando?, nosotros te decimos cómo 
adquirir una vivienda”; “acércate, estamos en la lucha por un futuro mejor…” y todo 
empieza con la consigna de luchar contra el gobierno y demandarle los servicios a 
los que constitucionalmente se tiene derecho. 
Para habitar en los campamentos “al inicio se les ofrece obtener un lugar 
donde vivir y sólo se les pide luchar contra el gobierno para que atienda sus 
necesidades. Pero al paso de los años, lo que inició como un esfuerzo para 
conseguir vivienda, se convirtió en su peor tortura…”13 
Ya sean villistas, antorchistas, independientes, barzonistas, zapatistas, 
uniones generales, movimientos de vida digna o cualquiera que sean las siglas, todo 
comienza por la gestión, en donde los dirigentes acuden ante las autoridades 
institucionales para iniciar los trámites y acuerdos en la regularización de la tierra, el 
financiamiento de créditos para poder adquirir la vivienda, el cambio de usos de 
suelo, la solicitud de materiales de construcción a las autoridades locales, etcétera. 
Para ello hacen saber a los interesados que tienen que comprar papel, lápiz, 
cartulinas y toda la papelería necesaria; que necesitan pasajes para el camión, 
Metro, y que todos tiene que cooperar para hacer los gastos de gestoría, entonces la 
gente se siente obligada moralmente y comienza a apoyar en la medida de sus 
posibilidades, ya sea para iniciar la formación del movimiento o continuar con las 
gestiones. 
Sin embargo, los gastos empiezan a incrementarse de manera desbordada 
hasta que las cooperaciones dejan de ser voluntarias para convertirse en una ley de 
exigencia, donde cada familia tiene que efectuar un pago neto establecido, sin 
importar si cuentan o no con esos recursos. 
 En un día como cualquier otro, tan común en la ciudad de México es 
encontrar vendedores ambulantes por doquier, el tráfico que inunda las avenidas y 
las marchas que bloquean toda posibilidad de transitar en las ya de por sí 
 
13 Miriam Segundo, op.cit., p.4 
 20
intransitables calles. Sólo es cuestión de una hora y un lugar para fijar la salida de 
aquello que será una manifestación. 
En el andar las consignas se gritan, aunque no a todo pulmón, y también se 
traducen en órdenes para los integrantes, afiliados o socios, quienes se ven 
obligados a acudir ante las sentencias a pagar por la falta. 
No importan los fuertes vientos, la imparable lluvia, lo sofocante y 
extremadamente caluroso del sol, todos tienen que estar ahí con o sin niños en 
demanda de un sinfín de exigencias, ya sea para la reinstalación de compañeros a 
algún puesto burocrático, aumento de salarios, la entrega de créditos para vivienda, 
servicios públicos o en apoyo al partido político, sindicato o agrupación a la que 
pertenecen. 
Así se mueven las organizaciones sociales demandantes de vivienda, las 
cuales se hallan condicionadas también por el corporativismo que ejerce control 
absoluto sobre sindicatos, asociaciones y confederaciones de maestros, 
campesinos, empresarios, obreros, comerciantes, etc., cuyos líderes se dicen 
"luchadores sociales" para obtener beneficios personales. 
Y sin más los dirigentes no se cansan de repetir que son parte de 
agrupaciones “democráticas” y “libres”, y de poner en sus bocas los nombres de 
Emiliano Zapata, Francisco Villa, el Che Guevara, Carlos Marx, Federico Engels, 
hombres que por cierto nada tuvieron que ver con las prácticas de estos grupos. 
“En las manifestaciones cuando se ve que va a haber broncas con los policías 
o los granaderos, los líderes piden a sus achichincles que lleven a las mujeres y 
niños adelante para que sirvan como escudos humanos, según para evitar 
enfrentamientos”.14 
Cuando por cualquier motivo los integrantes de la organización no pueden 
asistir a las marchas convocadas, sus dirigentes les cobran de 20 pesos a cien 
pesos. Pero aquellos que estuvieron presentes deben esperar el tiempo que sea 
necesario hasta que sus representantes les autoricen su retirada, no sin antes 
pasarles lista y en algunos casos entregarles un papel sellado con el que avalan su 
participación. 
Tres de la tarde, la cita fue en la entrada de la estación del Metro Constitución 
de 1917 y poco a poco la gente llegaba con sus mantas en tinta negra y roja: “Frente 
 
14 Ídem. 
 21
civil de Iztapalapa en pro de la lucha obrera y campesina popular”, “poder popular y 
justicia” y otras consignas que hacían eco en las voces de los ahí presentes. No 
eran más de 50 los ahí reunidos y la orden fue cerrar la avenida Ermita Iztapalapa. 
Así comenzó la cansada y tediosa marcha bajo los rayos del intenso sol. Esta 
vez en apoyo a un sindicato. Dos horas de caminata, niños llorando, caras de enfado 
de algunas madres, la apatía de muchos otros, y los gritos de los dirigentes a todo lo 
que da el altavoz. A los costados, gente cercana a los líderes vigilaba el paso y 
ordenaban gritar más fuerte las demandas. Y así transcurrió el tiempo con miles de 
transeúntes, pasajeros y hombres desquiciados al volante. 
Dos horas después de un fatigado trayecto llegamos a la Delegación 
Iztapalapa Y cuando parecía que ya todo había terminado, nadie podía irse hasta 
que no se hiciera notar con los líderes. 
 
No, pues yo sólo quiero que me vean que aquí ando para ya 
irme…¿Qué si no vengo? Mmmm, si no hubiera venido es peor porque 
nos dijeron que el que no viniera iba a hacer guardia en la oficina y 
no’mbre es una chinga todo el día… sepa la chingada a quién 
apoyamos, a nosotros nos dicen na’más vamos a apoyar a éstos y a 
éstos otros, pero ni sabemos pa’qué. 
 
Sin embargo, en el momento en el que algún medio de comunicación se 
acerca a cualquier integrante rápidamente lo hacen también las personas cercanas a 
los líderes, actitud que impide que la gente se exprese libremente, más cuando 
tienen la orden de remitir con los dirigentes a todo aquel que pide información. Por 
eso, quien habla lo hace murmurando y cambiando de conversación cuando siente 
las miradas de otros. 
A pesar de que en noviembre del 2000 la muerte de un niño de cinco años de 
edad que fue atropellado por un conductor durante una manifestación, dio pauta 
para ya no llevarlos a las manifestaciones, siete años después siguen asistiendo con 
sus padres. 
 
…Y dónde lo dejo? No hay nadie a quien se le pueda dejar, todas las 
que ves aquí con sus niños es porque no tenemos de otra, ni modo de 
dejarlos solos en el campamento… ¿Mi esposo? Él está en el otro lado, 
 22
se fue para allá desde hace tres años… Eso dijeron, que no podíamos 
traer a los chamacos a las marchas, pero mira, hay que jalar con ellos, 
dice una de las asistentes que lleva a su pequeño en brazos. 
 
 Es así como la infancia también corre los riesgos que implica la lucha social, 
aunque haya quien quiera evadir la realidad. 
 
Hasta este momento Agustín (González Cázares, del Frente Popular 
Francisco Villa y secretario de Gestión Social y Participación Ciudadana 
del PRD del Distrito Federal en el año 2000) duda antes en contestar: tú 
no le puedes decir a la gente que no lleve a los niños. Yo tengo un niño 
de 11 años y desde que tenía tres meses va a las marchas y plantones 
porque no había dónde dejarlo. Desde que pasó esto se les recomienda 
que no lleven a los niños. Además, las manifestaciones en la 
Constitución Política no se consideran como actividades de alto riesgo.15 
 
En los plantones, que llegan a prolongarse hasta por meses, la gente debe 
mantenerse hasta el último minuto, nadie se levanta del lugar hasta que escuche lo 
contrario. Quien se queda ahí es la gente elegida; los vigilantes y coordinadores, en 
el 90 por ciento de los casos, simplemente se van a sus casas, o a un bar o a una 
oficina para negociar la lucha con las autoridades delegacionales que suelen llegar a 
buenos acuerdos con ellos con tal de no tener un plantón o que les prometan votos. 
“También hemos acampado afuera del Reclusorio Norte, del Sur, de la 
Procuraduría y pasamos más de una noche con los niños, ¡ah! y no podemos faltar 
porque le tenemos que pagar hasta cien pesos, según digan los líderes”.16 Así 
sucedió cuando estuvo preso Alejandro López Villanueva, alias El Grandote, uno de 
los líderes de Los Panchos, quien fue detenido como presunto autor material del 
homicidio del magistrado Abraham Polo Uscanga, ocurrido el 19 de junio de 1995, y 
liberado meses más tarde. 
 Y es que al igual que en las marchas, en los plantones también se dictan 
cuotas a cubrir o el realizar faenas (trabajo colectivo como barrer, recoger la basura, 
 
15 “Agotado, el pacto de silencio e inmovilización entre el Frente Popular Francisco Villa con el PRD, México 
Hoy, 19 de diciembre de 2000, en www.notas.mexicohoy.com.mx/93na8iew/Opendocument, última vista 28 de 
marzo de 2005. 
16 Miriam Segundo, op.cit., p.4 
 23
cargar materiales, etc.) en caso de no asistir, y de no cubrir el pago se les corta la 
luz o el agua, toda vez que por estos servicios no se paga ni un centavo a las 
compañías respectivas pues son tomas clandestinas. 
 
–Sí, mira –dice Hugo López Villanueva, también director del medio 
informativo ¿Qué Hacer?, mientras fuma su cigarrillo– pues a la gente 
nunca le va a gustar cooperar en los trabajos de la comunidad, pero 
tienen que hacerlo. Tú vas a ver muchas caras de enojo, pero así es la 
cosa ¿no? Tenemos entre todos que ayudar porque el bien es para 
toda nuestra comunidad, yo también tengo que salir a barrer... No, 
castigos no, aunque sí hablamos con ellos para hacerles entender que 
entre todos hay que ayudarnos… hay gente que dice: ‘oye no puedo ir 
a la faena, mejor yo coopero con algo para la papelería, o luego nos 
dan dinero para comprar que un cuaderno y esas cosas, pero porque 
hay conciencia de la gente, de que estamos en la lucha por una 
sociedad igualitaria.Aunque la realidad es otra. “Las cooperaciones voluntarias son obligadas a 
pagarse mensualmente en cien pesos, dizque para gastos de papelería, sin entregar 
jamás cuentas a la asamblea de en qué se está invirtiendo ese dinero y sin que 
veamos mejora que salga de sus bolsillos, pues todo lo pagamos nosotros”, señalan 
vecinos que se resguardan en el anonimato por temor a represalias. 
De esta manera es como la lista comienza a volverse interminable: 
cooperación para rifas, bailes, fiestas de aniversario, y hasta por los gravemente 
enfermos o algún sepelio dentro de la comunidad. 
Aunque no se quiera o se pueda ir a los bailes se debe comprar el boleto cuyo 
valor es de aproximadamente cien pesos. Las rifas suelen ser fantasmas, ya que 
curiosamente el o los ganadores siempre son de otros campamentos sin dar mayor 
explicación y, en casos extraordinarios, sólo un premio sirve de consuelo a aquellos 
incrédulos de la “honestidad” de sus líderes, porque los demás se quedaron en otros 
lejanos campamentos. 
Cuando la desgracia de perder un pariente se vuelve un calvario para la 
familia, para los cabecillas de la organización se transforma en un botín sin 
escrúpulos. Todo inicia informando a los líderes sobre el fallecimiento, quienes 
 24
inmediatamente toman las riendas en la cooperación. Pasan casa por casa o 
convocan a asamblea y recaban desde cinco hasta veinte pesos o más según 
pueda dar la gente del campamento. El total de lo recabado llega a ser de miles de 
pesos, pero sólo entregan una parte mínima a los dolientes. Sin olvidarse del 
pésame y los vivas para el compañero(a) que se mantuvo en la lucha justa por una 
mejor vida. 
 Lo mismo pasa cuando se pide ayuda para comprar medicamentos para 
quienes están gravemente enfermos. Entre los muebles viejos de su cocina y la 
cortina de tela que la separa de otros cuartos, Don Carlos*, abuelo gordito y de 
gesto carismático, de poco pelo cano pero fuerte como roble, rememora: 
 
Mira, en el campamento se pidió ayuda para un niño que está muy malito 
y sus medecinas son muy caras, ¿sabes cuánto se juntó de esa 
cooperación? Fueron veinte mil pesos, porque se pidió en otros 
campamentos, pero ese dinero se lo dejaron al líder. Llegó una de esas 
señoras lambisconas y nos dijo: ‘No compañeros, yo pienso que ese 
dinero hay que dejárselo a nuestro dirigente porque él está enfermo de 
cáncer, compañeros. Él ha sido buena persona y ahora nos toca 
ayudarle…’ Y así la vieja siguió hablando y el líder: ‘Ah, gracias 
compañera, gracias compañeros por ser tan comprensivos’. Nadie dijo 
nada ¿y sabes por qué? Porque son bien mierdas esos cabrones, y si 
cualquiera hubiera dicho algo se queda sin luz o agua hasta por una 
semana, y pues también tenemos familia que es la que más sufre. 
 
Pero la cosa no es mejor en el boteo. Para las organizaciones sociales el 
botear también les deja jugosos dividendos. Desde niños, mujeres y ancianos no 
importa a quién se le da el bote para que salga a las calles a pedir cooperación a los 
transeúntes en las plazas, en el Metro, en camiones, en cualquier lugar, en nombre 
de la lucha, ya sea para grupos indígenas que vienen desde la sierra más lejana del 
país o de aquellos que, sin venir de lugares recónditos, luchan por una vivienda. 
Lo mismo sucede en el grupo de Los Panchos que en Antorcha Popular 
Campesina en donde 
 
* Entrevistado que solicitó no poner su nombre completo para proporcionar la información. 
 25
cada semana una o dos personas de cada lote deben participar, por lo 
menos una vez durante todo el día, en el plantón del Zócalo. La jornada 
comienza a las seis de la mañana, con un mitin frente al edificio de 
Gobierno que se prolonga hasta las ocho de la mañana, para luego 
mandarlos a colecta. Al día, deben reunir mínimo 50 pesos… Otros en 
tanto, después del mitin matutino, son enviados a la Central de Abastos 
(Ceda) o a mercados públicos a solicitar apoyo, tanto en alimentos como 
económico, y ellos mismos deben de pagar el taxi de regreso al Zócalo 
con las cajas de verduras que consiguen en la Ceda. En total, unas 50 
personas realizan esta actividad diariamente. Si no han reunido aún los 
50 pesos de cuota, deben salir nuevamente a la colecta.17 
 
De todas las colectas y cooperaciones los líderes comenzaron a formar 
un sueldo para ellos, cuando aquí supuestamente el trabajo debería ser 
por convicción. Actualmente ya no existe ese popularismo que debería 
existir de corazón ante las normas que manipulaban a la sociedad y que 
surgen como un poder izquierdista en apoyo a las necesidades y 
desigualdades, dice El Tienditas. 
 
Y por años se la han pasado cooperando y cubriendo cuotas, pero a final de 
cuentas los dirigentes les reclaman el “vivir de a gratis” en los campamentos 
formados a partir de la invasión de terrenos. 
 
 
1.4. Invasión de predios, el inicio de la lucha popular 
 
Así como El Tienditas, Paco Ta y Felicitas, a lo largo de los años cientos de 
familias han emprendido el sueño de tener un hogar con la invasión de tierras en 
diversos puntos de la ciudad de México, proceso inherente al crecimiento de las 
ciudades, ya que a inicios del siglo XX, nueve de cada 10 personas vivían en 
localidades de menos de 100 mil habitantes, y siete en aquellas menores de dos mil 
500; en ese entonces el eje central de la economía era la agricultura. Sólo dos 
ciudades tenían más de 100 mil habitantes (México y Guadalajara). Esta tendencia 
siguió dándose hasta entrados los años cuarenta. Para 1950 tres de cada 10 
 
17 Ángel Bolaños Sánchez, “Antorcha…”, p.40 
 26
personas residían en localidades de más de 15 mil habitantes, y dos en aquellas que 
tenían una población mayor de 100 mil.18 
A la par, el crecimiento económico se traducía en el activo intervencionismo 
estatal en la economía, crecientes gastos gubernamentales en obras de 
infraestructura, ampliación del número de empresas estatales, exenciones fiscales a 
las empresas, canalización de créditos a la industria con tasas de interés 
preferenciales, una política salarial restrictiva traducida en altos niveles de 
rentabilidad para las empresas, entre otros factores. 
En contraste, la clase trabajadora resentía el deterioro de los salarios, la 
tendencia al alza en el desempleo, la brecha entre ricos y pobres se expandía cada 
vez más, las empresas eran escasamente competitivas y dependientes de los 
apoyos gubernamentales. 
 
 Alrededor de los 80 la deuda externa había alcanzado los 156 billones 
de pesos; de 75 millones de mexicanos el 60% no tenía trabajo o eran 
subempleados; los precios de alimentos y bienes se habían disparado; el 
índice de desnutrición en el país afectaba a 45 millones de mexicanos y 
en el sector rural más de 4 millones de campesinos no intervenían en 
ninguna actividad productiva.19 
 
Entre otros, estos factores fueron detonantes en la migración a otras naciones 
como Estados Unidos en donde “actualmente más de 28 millones de mexicanos 
envían 16 mil 613 millones de dólares al año, que junto con los ingresos disponibles 
por la venta de petróleo que de 2000 a 2004 fueron de 33 mil 89 millones de pesos, 
continúan sosteniendo la economía nacional”.20 
El éxodo de miles de familias que abandonan el campo por no contar con las 
posibilidades para sobrevivir, ha repercutido directamente en las grandes ciudades 
 
 especialmente en Guadalajara, Monterrey y la Zona Metropolitana de la 
Ciudad de México (ZMCM), en donde se concentra casi el 50% de la 
población nacional y se genera el 70% del Producto Interno Bruto (PIB). 
 
18 Alejandro Jesús Arroyo, “Ciudades medias del occidente de México: un análisis de su estructura urbana”, en 
http://lasa.international.pitt.edu/LASA97/medinarodriguez.pdf, última vista abril de 2008 
19 Juan Ortega Arenas, México al Final del siglo XX, pp.141-17020 Juan Antonio García, México en la Internacionalización, p.57 
 27
Tan sólo el DF produce el 22.76% del PIB y el Edomex el 14%, lo que 
los convierte en un polo de atracción para las poblaciones campesinas.21 
 
Este proceso de migración campo-ciudad ha transformado en grandes urbes 
a pequeños municipios y la creación de nuevas colonias o barrios que a su vez han 
sido absorbidos por el proceso de metropolización. Sin embargo, este crecimiento 
urbano ha sido desordenado y anárquico y ha repercutido en la agudización de otros 
problemas como la escasez de agua potable y alcantarillado, así como deficiencia 
en las vialidades, en los servicios de educación y salud, entre otros. 
Especialmente en las delegaciones del DF y los municipios mexiquenses se 
ha concentrado una población de 21 millones de habitantes, que junto con la de los 
estados circunvecinos se acerca a los 35 millones, que conforman poblaciones que 
paulatinamente se van integrando con la gran urbe. De hecho, la sola población de 
la Zona Metropolitana del Valle de México, de acuerdo con las estimaciones de la 
Secretaría de Desarrollo Social, ascenderá a 26.2 millones para el año 2020.22 
Aunque hablamos de las dos entidades del país que hacen la mayor 
aportación al PIB, la realidad es que el proceso de concentración de la riqueza ha 
propiciado que al menos el 50% de la población viva en condiciones de pobreza. Los 
damnificados del sistema ya no sólo viven en Chiapas o Oaxaca, sino también en las 
enormes zonas urbanas marginadas del centro y la periferia de la Zona 
Metropolitana de la Ciudad de México. 
Asimismo, sin importar las zonas, cientos de familias se han asentado en 
áreas de reserva ecológica, de propiedad federal o local o en predios particulares o 
hasta en lugares considerados de alto riesgo. Aunque en ocasiones lo hacen de 
manera individual, en la mayoría son respaldados por las siglas del partido u 
organización a la que pertenecen. 
En la construcción de fraccionamientos clandestinos, también cientos y hasta 
miles de familias son engañadas por aquellos promotores que simulan realizar los 
trámites respectivos ante las dependencias correspondientes y que después de 
 
21 Carpeta Ejecutiva, núm.18, Unidad de Análisis Estratégico, pp.19-21 
22 Programa de ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México, Comisión Metropolitana de 
Asentamientos Humanos, 2006, p.66, 
http://sedesol2006.sedesol.gob.mx/subsecretarias/desarrollourbano/cometah/documentos/POZMVM.PDF, última 
vista 30 de noviembre de 2007 
 28
amasar grandes fortunas se desaparecen, dejando el problema a los gobiernos 
locales que tienen que solucionarlo. 
 “Uno de los casos más recientes fue el millonario fraude cometido por líderes 
de la Agrupación Núcleo Comunal y panchosvilla, que asciende a 75 millones de 
pesos en agravio de mil 500 familias que habitaban el predio Telecom, en abril de 
2007… ’A nosotros nos dijeron que después de pagar nuestros 50 mil pesos 
tendríamos un lugar seguro para poder vivir, confiamos en la gente que nos 
representaba… Necesitamos que alguien nos ayude porque los dirigentes 
desaparecieron, no sabemos dónde están ni sabemos en dónde vamos a vivir’”.23 
Pero ni siquiera estos fraudes desvanecen la ilusión de tener un hogar. Las 
estrategias para ocupar terrenos van desde comprar zonas irregulares cercanas a 
predios que se encuentren deshabitados para posteriormente invadirlos,24 hasta 
aquellos donde los líderes, que ostentan cargos públicos en áreas estratégicas como 
la Comisión de Vivienda o Desarrollo Social, son promotores de las invasiones a 
terrenos. La ocupación ilegal de tierras y el tráfico de las mismas es un fenómeno 
que se ha dado con el pleno conocimiento de las autoridades de diversas 
dependencias gubernamentales. 
Así es como la movilización para invadir predios o zonas ecológicas es tal que 
en una noche o de un día para otro aparecen casas de madera, cartón o lámina, 
mientras señoras lavan en los improvisados lavaderos, la ropa es tendida en 
alambres o de donde se puede y los niños andan por doquier. En la ciudad de 
México, sólo por mencionar algunos de los muchos puntos en donde se aprecian 
estos escenarios, tenemos el Desierto de los Leones, Parque del Ajusco, Parque 
Nacional de Miguel Hidalgo, Sierra de Guadalupe, Sierra de Santa Catarina.25 
Este modus operandi es el mismo utilizado por el Frente Popular Francisco 
Villa. El líder de Los Panchos, Adolfo López Villanueva, quien fuera diputado local 
por el Partido de la Revolución Democrática, rechazó las acusaciones en su contra 
en octubre de 2002, en el sentido de que promueve "tomas" o invasiones en terrenos 
capitalinos de conservación ecológica… “Luego del violento desalojo (el 4 de octubre 
de ese año) en el predio de Amalacachico, de Xochimilco, el legislador fue acusado 
 
23 Josué Huerta, “Millonario Fraude: cada predio costó 50 mil pesos”, La Crónica de Hoy, 1 de abril de 2007, en 
http://www.crónica.com.mx/nota.php?id_nota=293520, última vista marzo de 2008 
24 Josefina Quintero M., op. cit., p.54 
25 Ricardo Olayo, “En nueve meses 97,7 invasiones de predios al día en el DF”, La Jornada, 3 de enero de 1998 
en www.jornada.unam.mx/1998/01/09/invasion-predios.html. 
 29
de apoyar estas ocupaciones, junto con la organización de colonos Frente Popular 
Francisco Villa, el también presidente de la Comisión de Vivienda en la Asamblea 
Legislativa del Distrito Federal (ALDF) repudió las prácticas fraudulentas de viejos 
líderes de extracción priísta, quienes engañaron a cientos de familias en Xochimilco 
al venderles terrenos en zonas de conservación ecológica.26 
Sin embargo, se hace alarde de inocencia en cualquier medio de 
comunicación más los hechos no pasan desapercibidos ante los ojos de quienes 
también forman parte del pueblo al que dicen defender. Por ejemplo, la presencia del 
FPFV se ha esparcido por diferentes puntos de la Delegación Tláhuac, donde "han 
invadido terrenos, edificios y locales comerciales, señalaron habitantes de la 
demarcación. Aseguraron que en esta delegación el Frente Popular es dirigido por 
Cruz Antioco, quien es jefe de Servicios Educativos en la Dirección de Desarrollo 
Social de la jurisdicción; a través de él y los acuerdos que mantiene Adolfo López 
Villanueva con las autoridades de la delegación es como han logrado impunidad".27 
 Por su parte, Alejandro, hermano de Adolfo López Villanueva, en entrevista 
para la revista Replicante, dejó en claro que “hay compañeros encargados de buscar 
todo el tiempo terrenos susceptibles. Si el predio es de un particular se le presiona 
para comprárselo, si es del gobierno se les presiona para obligarlos a negociar”. De 
hecho, el primer permiso para construir 170 viviendas se los entregó Marcelo Ebrard 
cuando era secretario de Gobierno de Manuel Camacho Solís en 1989.28 
Y son ese tipo de invasiones las que rompen con la tranquilidad y armonía 
que había caracterizado a las comunidades provincianas del Distrito Federal durante 
siglos. En un intento por saber el número de hectáreas por delegación que ha 
invadido el Frente Popular Francisco Villa, entre otras organizaciones, y solicitada a 
través del Instituto Federal de Acceso a la Información a la Comisión para la 
Regularización de la Tenencia de la Tierra, ésta no nos fue proporcionada porque, 
según se informó, no es competencia de esa dependencia; fue entonces que se nos 
canalizó a la Unidad de Enlace del Gobierno del Distrito Federal, donde se solicitó la 
misma información a la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial, pero 
tampoco se nos proporcionó. 
 
26 Icela Lagunas, “Rechazan legisladores encabezar tomas”, El Universal, p.4 
27 Josefina Quintero M., op. cit., p.54 
28 “Stalitlán: peor para la realidad”,Replicante, en www.revistareplicante.com/2/Apuntes/Zector01.html, ultima 
vista noviembre de 2006 
 30
Esos asentamientos irregulares, sin embargo, dejan de serlo en cuanto se les 
regulariza y comienzan a dotárseles de servicios públicos; en el Distrito Federal, 
cuna del FPFV, a diario se urbanizan 13 mil 500 metros cuadrados de terreno en 
donde se incluyen invasiones y asentamientos ilegales en barrancas, cañadas y 
áreas naturales protegidas.29 Tan sólo en suelo de conservación existen 36 poblados 
rurales y 708 asentamientos humanos. 
Pero las consecuencias que trae consigo la urbanización son devastadores: la 
eliminación de zonas rurales, deforestación de bosques y cerros considerados como 
pulmones de oxígeno de la zona metropolitana, contaminación de los ríos, 
depredación de las áreas verdes, incremento de la delincuencia, congestionamientos 
viales, la contaminación del medio ambiente, la falta de transporte público, el 
abastecimiento de agua potable, entre otros daños. 
La expansión de la marcha urbana también ha repercutido en el tráfico de 
tierra en los 18 municipios conurbados al DF, está fuera de control y amenaza con 
continuar devorando amplias extensiones. En los últimos 18 años la Comisión 
Reguladora del Estado de México (CRESEM) ha escriturado más de 260 mil lotes 
irregulares, en tanto que 170 mil espacios aún se encuentran fuera de la norma.30 
La edificación de casas o edificios en esas zonas o su reubicación, forman 
parte del motor que alimenta el anhelo de miles de familias que carecen de un hogar 
dónde vivir y que engrandece los bolsillos y colma de aspiraciones políticas a los 
líderes que abanderan la lucha popular, que ha resultado ser todo un gran negocio, 
como lo dejó ver Elí Homero Aguilar, otrora líder de Los Panchos y actual dirigente 
del FPFVI-UNOPII, que de acuerdo con el testimonio de un exasambleísta: 
 
Una vez llevaban una lista larga (de solicitantes de vivienda), pero 
(Marcelo) Ebrard estaba muy dispuesto. Todo iba avanzando y de pronto 
(Elí) se paró de la mesa y dijo: 'hasta aquí le dejamos'. Al salir, le 
preguntamos por qué se había salido si iba muy bien (la negociación). 
Entonces contestó: 'porque si nos resuelven ahora, ya no tenemos nada 
para la que sigue.31 
 
29 “Incontenible, la mancha urbana: Villavicencio” La Crónica de Hoy, 29 de agosto de 2005, p.14, en 
http://www.cronica.com.mx/NOTA1/1325.32, última vista noviembre de 2007 
30 Investigación Especial, Estado de México, Unidad de Análisis Estratégico, p.28 
31 Daniela Pastrana, “Mitos y realidades de los Panchos Villa”, La Jornada. Suplemento Masiosare, 09 de enero 
de 2000, http://www.jornada.unam.mx/2000/01/09/mas-mitos.html, última vista en mayo de 2008 
 31
La contradicción de esta lucha popular surge en cuanto los intereses 
personales de los líderes se anteponen a ella, pues el hecho de solucionar las 
demandas rápidamente implica terminar con toda clase de cooperaciones, cuotas y 
un sinfín de actividades que la han transformado en un jugoso negocio, por eso 
existen campamentos que duran décadas sin iniciar obras. 
 
 
1.5. La vida en los campamentos 
 
La esperanza arde en tiempos de calor y se hiela en pleno invierno, entre 
cuatro paredes y techos de cartón y lámina, en predios terregosos donde se 
construyen casuchas de cuatro a seis metros cuadrados. Como si fueran campos de 
concentración, las entradas a los campamentos o feudos –como comúnmente les 
nombran los líderes– siempre están vigiladas. Ojos que espían detrás de las cortinas 
o que directamente observan sin perder el rastro de quien en sus territorios se 
adentra. 
Nadie entra sin ser cuestionado y tras de uno el andar de los vecinos que 
custodian los caminos recorridos. El aire se respira denso. Al paso se observa el 
rostro ajado de las mujeres, sus manos partidas y los cabellos marchitos; niños 
revolcándose en la tierra, perros que van y vienen entre los pasillos estrechos. Los 
tendederos parecen reventar de tanta ropa que cuelgan, la basura esparcida por 
doquier, la tierra seca se levanta a cada paso y al menor viento... Y en los rostros, 
una mueca de enfado, son la bienvenida. 
“Mmm, ¿avances?, dijo molesta una vecina que habita en una de las 
unidades del Frente Popular, quien frunció el ceño y el tono de su voz se transformó 
drásticamente en ironía contenida en el murmullo. Sí como no, avances, ¿cuáles? Si 
supieras, hay muchas cosas. Para empezar aquí no puedes entrar si no traes esta 
credencial”. 
Estira su mano y deja ver un pequeño cartón blanco que en la parte superior 
derecha llevaba impreso el perfil de Francisco Villa y las siglas FPFV, la fotografía y 
el nombre del portador, el número del edificio y del departamento. “A donde quiera 
que vayas debes traerla, porque si no, no entras, aunque vayas a la tienda de la 
esquina”. 
 32
Casi en su totalidad la gente que habita en los campamentos es de escasos 
recursos económicos llegada de provincia, que perciben entre uno o dos salarios 
mínimos, sin más educación que la primaria inconclusa, sólo pocos saben leer y 
escribir, y una mínima parte tienen una educación media superior. 
Entre paredes de lámina y cartón se escapan hasta los susurros y los 
suspiros más íntimos de las familias que hacinadas en esos cuartos de cuatro a seis 
metros cuadrados, viven a la defensiva y ofensiva de quienes se les paran enfrente, 
porque la vida en campamentos no es nada fácil, asegura El Tienditas, 
excoordinador de campamento del Frente Popular. 
 
Ay, si habláramos de vida de campamento es una tristeza lo que se ha 
visto. Las esposas y los esposos se han engañado unos a otros hasta 
con los mismos vecinos del lugar, porque lo único que te separa es un 
alambre. El acoso se da por parte de unos y de otros. Aquí hubo un 
tiempo una Mesa que supuestamente resolvía los problemas de cada 
una de las familias y, bueno, en ese entonces las mismas personas 
resolvían los asuntos del campamento. Yo veía que la gente iba y daba 
a conocer su forma de vida más íntima y privada ante un jurado que 
era formado por los mismos coordinadores del campamento, quienes 
parecían que iban a resolver el problema, pero simplemente se 
enteraban de todo y después lo contaban. Era algo muy triste porque 
las familias implicadas eran la burla de la demás gente. Después los 
integrantes de esa Mesa decían: ‘es que tú eres un chismoso, no es 
que tú, no es que no se tenía que saber nada de esto...’ y sin embargo 
se sabía. Esa fue la dirigencia. 
 
La vida en los campamentos es muy difícil y se tiene que responder ante todo 
tipo de circunstancias, por violentas que parezcan 
 
porque si tú llegaras y no estás acostumbrada a vivir como ellos, te 
hacen pedazos, porque así los han hecho, así los han acostumbrado a 
vivir aquí, por eso la gente se ha vuelto muy mala. Es como cuando a 
una manada de cerdos los acostumbras a comer carne, en el momento 
 33
que te metas ahí te hacen pedazos. Así se ha dado el asunto de lo que 
es el Frente Popular en todos sus campamentos, señala El Tienditas. 
 
Por eso los rostros de enfado y el tono altivo de la gente que pregunta a qué 
vas cuando se pisan sus terrenos. 
Su trabajo les ha costado, dicen cada vez que se les pregunta cómo han 
logrado tener lo que tienen. La hermandad, la lucha y todo el sacrificio por alcanzar 
el tan anhelado sueño, es la referencia de los líderes de la organización. 
En algunos campamentos los terregales ya forman parte del recuerdo. En 
medio de un terreno baldío desde donde se pueden observar casas de lámina y de 
madera a los cuatro puntos cardinales, Paco Ta, integrante de la Mesa Directiva de 
uno de los predios del Frente Francisco Villa Independiente, escisión del Frente 
Popular Francisco Villa, narra su historia. 
 
Sí, ha sido difícil. Al principio esto era tierra suelta, no teníamos agua y 
teníamos que ir por ella

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