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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO 
FACULTAD DE MEDICINA 
DIVISION DE ESTUDIOS DE POSTGRADO E INVESTIGACION 
 
SECRETARIA DE SALUD DEL DISTRITO FEDERAL 
DIRECCION DE EDUCACION E INVESTIGACION 
SUBDIRECCION DE FORMACION DE RECURSOS HUMANOS 
 
 
 
 
 
CURSO UNIVERSITARIO DE ESPECIALIZACION EN 
 
GINECOLOGIA Y OBSTETRICIA 
 
 
 
“INFLUENCIA DEL SINDROME DISFORICO PREMENSTRUAL EN EL DESARROLLO 
PROFESIONAL DEL PERSONAL DE ENFERMERIA DEL HOSPITAL MATERNO INFANTIL 
INGUARAN" 
 
 
 
TRABAJO DE INVESTIGACION SOCIOMEDICA 
 
PRESENTA 
DRA. BLANCA ANER BARROSO SIERRA 
 
PARA OBTENER EL GRADO DE ESPECIALISTA EN GINECOLOGIA Y OBSTETRICIA 
 
DIRECTORA DE TESIS 
DRA. LOURDES GARCÍA LOPEZ 
 
2007 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL 
 México La Ciudad de la Esperanza 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
INFLUENCIA DEL TRASTORNO DISFÓRICO PREMENSTRUAL EN EL DESARROLLO 
PROFESIONAL DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA DEL HOSPITAL MATERNO INFANTIL 
INGUARÁN 
 
 
 
 
 
 
Dra. Blanca Aner Barroso Sierra 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vo. Bo. 
 
Dr. Tomás Octavio Pérez Hernández 
 
 
 
 
 
_____________________________ 
Titular del Curso de Especialización en Ginecología y Obstetricia 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vo. Bo. 
 
Dr. Roberto Sánchez Ramírez 
 
 
 
 
 
__________________________ 
Director de Educación e Investigación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INFLUENCIA DEL TRASTORNO DISFÓRICO PREMENSTRUAL EN EL DESARROLLO 
PROFESIONAL DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA DEL HOSPITAL MATERNO INFANTIL 
INGUARÁN 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dra. Blanca Aner Barroso Sierra. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vo. Bo. 
 
Dra. Lourdes García López 
 
 
 
 
 
 
_____________________________ 
Directora de tesis 
 
Médica adscrita al servicio de Hospitalización del Hospital Materno Infantil Inguarán 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos. 
 
Dedicada a mis padres y hermanos, quienes en todo momento me apoyaron, antes y después de 
iniciar con este que fue uno de mis más grandes sueños, les agradezco infinitamente el haber 
estado siempre, a pesar de la distancia; sin temor a equivocarme, se que no les fallé. 
A mi gran motivo en la vida: Daniela. 
A ti, que desde el principio de este reto has estado a mi lado, gracias por tu comprensión, tu tiempo 
y tu amor. 
A Laura, Inde, Chuy, Isaac, Eric y Oli, nunca me dejaron sola. 
Ninfa gracias por tu bendición, donde quiera que estés. 
A toda mi familia y amigos que siempre aportaron ánimos y alegría para continuar adelante en mi 
carrera. 
 
 Agradezco especialmente a la Dra. Lourdes García López, por su confianza y conocimientos, 
como directora de tesis y como una buena amiga, este trabajo fue posible. 
 
A mis maestros: Dr. José Antonio Memije Neri, quien antes que maestro fue siempre un gran 
amigo, Dr. César Sosa Perea, Dr. Armando Chávez Reyes, Dr. Raúl Ruiz Salinas, Dr. Antonio 
Reyes Cancino, Dra. Susana Roa López, Dr. Tomás Octavio Pérez Hernández, del Hospital 
Materno Infantil Inguarán; Dr. Alfonso Castañeda Sánchez; del Hospital General de Iztapalapa, Dr. 
Raúl Rendón Montoya; del Hospital General de Ticomán, todos ellos con su destreza quirúrgica, 
conocimiento en el campo clínico y su gran sentido humano, me enseñaron a lo largo de estos 
cuatro años, la cirugía, la clínica obstétrica y ginecológica y el respeto por la vida de los seres que 
traemos al mundo y por la mujer, que durante su ciclo de vida es el principal objeto de nuestro 
trabajo. 
 
A todas las enfermeras del hospital materno infantil Inguarán que participaron amablemente en las 
encuestas para llevar a cabo esta tesis y además por ser incondicionales y haberme ayudado 
desde el primer día de mi residencia: Rosi Aviña, Mica, Doris, Bety, Rebeca, Elia, Susi, Sandra, 
Angelita, Chuy, Ale, Reyna,....... gracias por ser además mis amigas. 
 
 
Índice 
 RESUMEN 
I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 1 
II. ANTECEDENTES 2 
 Factores de riesgo y personalidad premórbida 2 
 Etiología y patogenia 3 
 Intervención de la serotonina en Síndrome premenstrual 5 
 Intervención serotoninérgica en la personalidad y la conducta social 6 
 
 Comorbilidad 7 
 Diagnóstico 8 
 Calidad de la atención 11 
III. OBJETIVOS 17 
IV. HIPÓTESIS 17 
V. JUSTIFICACIÓN 17 
VI. MATERIAL Y MÉTODOS 21 
VII. RESULTADOS 22 
VIII. CONCLUSIONES 25 
IX. RECOMENDACIONES 26 
X. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 27 
ANEXOS 
 
Resumen 
 
El trastorno disfórico premenstrual representa, según la literatura en Latinoamérica, un problema 
serio en las mujeres que trabajan, la severidad de los síntomas premenstruales resulta en una 
significativa carga personal y económica a causa de la ausencia laboral, la mayoría de los estudios 
al respecto, señalan que la sintomatología premenstrual, interfiere en alguna medida con su 
capacidad de trabajo. Para conocer y corroborar esta información, se realizó un estudio en el 
personal de enfermería del Hospital Materno Infantil Inguarán, utilizando dos cuestionarios, uno, 
dirigido al diagnóstico del Síndrome Premenstrual en el personal de enfermería, y el otro, a las 
pacientes que tuvieron contacto con el personal encuestado, siendo necesario que hayan tenido 
contacto con ellas al menos 12 horas. 
Los objetivos del estudio, fueron establecer la presencia del síndrome premenstrual en el personal 
de enfermería que labora en la unidad mencionada, así como determinar el efecto del SPM 
(síndrome premenstrual) en la calidad de atención que brinda dicho personal a las pacientes 
hospitalizadas de la unidad tocoquirúrgica y del servicio de hospitalización, informar al personal su 
diagnóstico y las implicaciones de éste en su desempeño diario, asía como establecer medidas 
para lograr que éstas reciban atención. 
De ello resultó la negación de nuestra hipótesis, al presentar una evaluación favorable en la 
mayoría de los casos con el diagnóstico, sin embargo, al considerar que la cantidad de enfermeras 
evaluadas con respecto a la totalidad de la plantilla, se deduce un sesgo, ya que muchas de ellas 
se encontraban durante el periodo de estudio, fuera de su servicio por actividades personales o 
laborales (incapacidad por enfermedad, embarazo, anticoncepción hormonal, permisos sindicales, 
etc.). 
Se concluyó, con el uso de medidas de tendencia central y estadística descriptiva, que el SPM, en 
el personal evaluado, no interfiere con las actividades laborales, esto último, obtenido con el 
cuestionario de evaluación de la calidad de atención por enfermería. 
 
Palabras clave: 
mujeres trabajadoras, síndrome premenstrual, calidad de la atención. 
 
Planteamiento del problema 
 
Dada la casuística encontrada en la literatura, acerca de los problemas que representa el trastorno 
disfórico premenstrual en las mujeres que trabajan, surge la necesidad de evaluar dentro de la 
unidad hospitalaria al personal de enfermería para conocer y/o corroborar la información que se 
presenta en latinoamérica y en el resto del mundo. Los estudios son concluyentes en afirmar que el 
SPM tiene un significativo impacto en el rendimientolaboral de las mujeres. De hecho, se sugiere 
que la severidad de los síntomas premenstruales no sólo resulta en una significativa carga personal 
y económica a causa de la ausencia laboral, sino que también en una reducción del funcionamiento 
ocupacional, específicamente en la productividad, provocando un gran deterioro a nivel individual y 
social. La mayoría de ellos señala que la sintomatología premenstrual interfiere en alguna medida 
con su capacidad de trabajo, siendo directamente proporcional al número de ciclos menstruales 
comprometidos y al grado de severidad con que se presentan los síntomas. Esto se vio manifestado 
en el aumento de la tasa de ausentismo (generalmente menor a 7 días) y reducción de la 
productividad, algunos señalando incluso un porcentaje superior al 50%. Una interesante reflexión 
surge al observar que el impacto del SPM provoca una disrupción tal sobre sus vidas, que se 
extiende más allá de su período sintomático, encontrándose que un 50% de las mujeres 
experimentan algún efecto de esta enfermedad por más de dos semanas. A pesar de esto, el SPM 
continúa enfocándose principalmente desde una perspectiva sólo biomédica en desmedro muchas 
veces de un enfoque holístico, que permitiría abarcar todas las áreas afectadas en la mujer. 
Una vez hechas estas observaciones, emerge la pregunta dentro de la institución y en especial en la 
unidad materno infantil Inguarán con el personal que más contacto directo tiene con las pacientes, 
las enfermeras: 
¿De qué manera repercute la presencia del síndrome disfórico premenstrual en la calidad de la 
atención brindada por parte del personal de enfermería que lo presenta? 
 
 
 
Antecedentes 
 
Hipócrates observó la relación entre las alteraciones del talante y el ciclo menstrual en su referencia 
a “la enfermedad de las Vírgenes”. Pinel en 1979, Prichart en 1853 e Iccard en 1890, hicieron 
también referencia a diferentes síntomas afectivos, conductuales y hasta psicóticos asociados al 
periodo catamenial. 
 En 1931, R. T. Frank acuñó el concepto de “tensión premenstrual”. 
 Ya en 1950, Bleuler resumía los síntomas encontrados en: tensión, irritabilidad, inestabilidad del 
humor, depresión, ansiedad, sensación de cansancio y fases de debilitamiento. 
 
 El trastorno disfórico de la fase luteínica tardía (en inglés LLPDD) se propuso por vez primera en 
1983. En 1987 se incorporó como apéndice en el DSMIII-R (categorías diagnósticas que requieren 
estudios ulteriores). 
 
Factores de riesgo y personalidad premórbida 
En el estudio de los factores que pueden influir en la incidencia del síndrome premenstrual, no se ha 
encontrado clara relación con la edad, el estado marital, la paridad, o la raza de las mujeres 
afectadas. Algunos estudios (Woods y cols.) reportaron que las mujeres con mayor paridad y a 
mayor edad, las mujeres separadas, viudas y solteras manifestaron mayor incidencia de síndromes 
premenstruales; sin embargo, estas observaciones no han sido concluyentes en estudios 
posteriores. Estudios realizados en gemelas sugieren cierta predisposición genética para padecer 
este síndrome. Los estudios realizados entre madres e hijas no han reportado significancia 
estadística al evaluar este padecimiento.1 
 Es necesario considerar que los síntomas de cualquier entidad psicopatológica están influidos por 
la personalidad del individuo. En el caso del síndrome premenstrual se ha evidenciado su relación 
con algunos trastornos de la personalidad y algunos padecimientos psiquiátricas, como la distimia, 
las fobias, los trastornos obsesivo compulsivos y la dependencia al alcohol y otras drogas. 
 El primer estudio que correlacionaba los cambios del ciclo menstrual con el humor fue publicado 
por Benedek y Rubinstein en 1942, en mujeres bajo tratamiento psicoanalítico. Los resultados 
reportaron haber encontrado mujeres felices, alertas y extrovertidas durante la primera mitad del 
ciclo, cuando los niveles de estrógenos estaban elevados. En la ovulación encontraron un punto 
máximo en la integración del ego, el pico psicológico se correlacionaba con el de los estrógenos. 
Después de la ovulación, junto con la elevación de los niveles de progesterona, sus pacientes se 
tornaron más pasivas, narcisistas e introvertidas. En la etapa premenstrual, cuando los niveles de 
estrógenos y progesterona estaban bajos, encontraron a las mujeres agresivas, tensas y ansiosas.2 
 Diversos estudios han reportado mediciones altas en escalas de ansiedad e hipocondriasis. En 
general, los estudios reportan mayor grado de neurosis en pacientes con síndromes premenstruales 
severos. 
 
Etiología y patogenia 
Aunque existen muchos hallazgos biológicos y psicológicos que correlacionan la fisiopatología del 
síndrome, la revisión de la investigación reportada, aún se le considera oscura, habiéndose 
formulado diversas hipótesis: los estudios basales en hormonas séricas (esteroides gonadales, 
gonadotropinas, progesterona, testosterona, androstenediona, GABA, cortisol, etc.) no revelan 
diferencias significativas, y si estas se encuentran son inconsistentes. Algunos estudios reportan 
niveles alterados de hormonas tiroideas, prolactina, aldosterona, beta endorfina plasmática, entre 
otras; sin embargo, no hay evidencia que apoye deficiencia hormonal como causa del síndrome 
premenstrual.3 
 Contrariamente, el síndrome premenstrual puede más bien, representar una respuesta anormal a 
niveles endócrinos normales. 
 En los estudios de dinámica endocrina, se ha encontrado que las mujeres con SPM responden de 
manera anormal ha TSH por estimulación de TRH, hay una secreción temprana de melatonina, entre 
otros hallazgos. Sin embargo, no ha podido mostrarse una anormalidad específica en la fase lútea 
del SPM.4 
 En estudios de manipulación farmacológica (con antagonistas de progesterona) del ciclo 
menstrual, se ha considerado que puede eliminarse la fase lútea, sin que esto modifique el SPM, y 
por lo tanto, este fuera un trastorno autónomo, un desorden cíclico y que pudiera originarse de 
eventos que preceden a la fase lútea. 
 El SPM a diferencia de otros trastornos del afecto relacionados a disfunción endocrina 
(hipotiroidismo, depresión inducida), ocurre en el contexto de rangos normales más que en función 
anormal; concluyéndose que este puede representar un estado físico, afectivo y conductual 
provocado por un estímulo reproductivo en mujeres vulnerables.5 
 Se ha considerado también la similitud de los síndromes premenstruales con trastornos como la 
hipoglucemia y el hipertiroidismo, algunos estudios que apoyan estas consideraciones son: el 
aumento de antojos y consumo de carbohidratos (relacionado probablemente a la disminución de 
metabolitos de serotonina en LCR) y las modificaciones de dieta en el tratamiento de este síndrome 
(privación de sal, azúcares refinados, cafeína y alcohol).6 
 Finalmente habrá de considerarse que la patofisiología del SPM es compleja, multidimensional y 
los síntomas no pueden atribuirse a un solo factor. La fenomenología de los cambios relacionados a 
este padecimiento refleja la participación de muchos sistemas. 
 Estudios que evalúan los niveles de endorfinas han mostrado que los niveles de beta endorfinas 
han sido significativamente más bajos en pacientes con TDPM. Otros neuropéptidos como al 
neurotensina, el péptido pancreático humano, el polipéptido intestinal vasoactivo y la gastrina no 
mostraron niveles significativamente diferentes en mujeres con TDPM. 
 Deficiencias vitamínicas especialmente la B6 se ha relacionado con la presencia de SPM, al 
parecer relacionada con las reacciones autónomas y cambios en el comportamiento. 
 El sistema renina-angiotensina-aldosterona tiene una asociación bien demostrada con los niveles 
de estrógenos que provocan el balance normal entre la diuresis y la retención de líquidos. En las 
mujeres consíntomas premenstruales es frecuente observar una persistente retención de líquidos. 
 
 
 
 
 
Intervención de la serotonina en SPM 
Muchos de los síntomas coexistentes en el SPM (tristeza, sentimientos de desesperanza, 
pesimismo, desinterés, fatiga, irritabilidad, agresión, alteraciones del sueño y apetito) aparecen en 
episodios depresivos. 
 Es clara la importancia que juega la serotonina en la fisiopatología de la depresión (además de la 
evidencia de su alteración en las conductas suicidas, la respuesta a antidepresivos y electrochoque, 
etc.) En las mujeres portadores de SPM se han encontrado niveles séricos de esta y sus metabolitos 
disminuidos. 
 Hay evidencias de una interacción funcional entre hormonas ováricas y serotonina. En ratas de 
laboratorio se ha demostrado que la concentración de serotonina y sus receptores varían en las 
diferentes fases del ciclo estral del animal. En el proestro (vías de ovulación y conducta sexual) se 
encuentra una regulación negativa de los receptores de serotonina en hipotálamo, septum, área 
preóptica e hipocampo. En el estro (que correspondería a la fase premenstrual en la mujer, o los 
días que siguen a la ovulación) existe una regulación hacia arriba. 
 El 5HT1A (metabolito de la serotonina) se ha encontrado disminuido en la fase premenstrual. Hay 
aumento en el catabolismo de triptófano periférico (precursor en la síntesis de serotonina). En la fase 
lútea y durante esta etapa, también hay mayor susceptibilidad de los receptores de 5HT1A. 
 Existen diversas observaciones que apoyan que neurotransmisión puede ser influida por 
hormonas ováricas: la administración de etinilestradiol y progesterona aumenta la concentración de 
serotonina en corteza cerebral, hipotálamo, tálamo y cuerpo estriado. La progesterona aumenta la 
recaptura y recambio de 5HT en áreas cerebrales. Los estrógenos modulan la síntesis de serotonina 
al modificar la actividad de la enzima triptofanohidroxilasa y piridoxina (cofactor en síntesis de 
serotonina), además de modificar la actividad de la enzima MAO (enzima que degrada la 
serotonina). 
 Las mujeres con SPM tienen disminución en el contenido de serotonina plaquetaria en la fase 
premenstrual, además de presentar mayor actividad de la monoaminooxidasa plaquetaria. 
 Estas variaciones no han sido encontradas en mujeres sanas, aunque las mujeres con síntomas 
premenstruales no psiquiátricos tienen resultados similares a las mujeres sanas, y estos si están 
presentes en mujeres con otras alteraciones afectivas y conductuales. 
 El consumo de triptófano sólo aumenta las concentraciones sanguíneas de serotonina en la fase 
folicular y lútea en mujeres con SPM. 
 La administración de antidepresivos (selectivos en la inhibición de la recaptura de serotonina) 
alivia síntomas como la irritabilidad y la tristeza premenstrual (aún en dosis inferiores a las 
antidepresivas), y la administración de carbohidratos y grasas (por su contenido en triptófano) puede 
mejorar también dichos síntomas.7,8 
 
Intervención serotoninérgica en la personalidad y la conducta social 
De manera consistente en los estudios clínicos de pacientes psiquiátricos, se sugiere que la 
disminución en la actividad sertoninérgica puede relacionarse con trastornos que incluyen afecto 
hostil y conducta agresiva. Las personas con una historia de conducta impulsiva y violenta 
(incendiarios, criminales violentos, suicidas por métodos violentos) tienen niveles bajos de 
metabolitos de serotonina en líquido cefalorraquídeo. Los fármacos que aumentan la eficacia 
serotoninérgica reducen sentimientos hostiles y explosiones de violencia.9 
 Estudios con monos rhesus muestran que aquellos con niveles bajos de metabolitos de 
serotonina muestran mayor agresión espontánea, reciben más heridas y mueren a menor edad. El 
aumentar precursores en la idea o administrar inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina 
reduce la agresión, vigilancia y locomoción, y aumenta la aproximación y socialización con sus 
compañeros.10 
 La baja actividad de serotonina en el sistema nervioso central, asociada a la conducta violenta se 
encuentra frecuentemente en individuos con psicopatología caracterizada por pérdida del control del 
impulso. Este cuadro es compatible con el estado de hiposerotonergia central que se caracteriza por 
irritabilidad, hiperexcitabilidad e hiposensibilidad.11 
 Ya que la neurotransmisión serotoninérgica cerebral está influenciada por las concentraciones 
sanguíneas de estradiol y progesterona, se piensa tentativamente que la irritabilidad premenstrual y 
la disforia pueden ser causados por la influencia de los esteroides sexuales sobre la actividad de la 
serotonina. Diversos estudios reportan mejoría más dramática de síntomas como la irritabilidad en 
mujeres con síndrome premenstrual tratados con antidepresivos con mayor acción serotoninérgica. 
 Por tanto, se ha evidenciado también que las mujeres con síndrome premenstrual son más 
susceptibles que el resto de las mujeres para experimentar episodios cortos de síntomas depresivos 
que pueden ser intensos y severos, considerándolas como un grupo de alto riesgo para el suicidio. 12 
 Un número elevado de mujeres ingresan a las clínicas psiquiátricas durante los días que 
anteceden a la menstruación, a menudo los internamientos se deben a actitudes agresivas o 
impulsivas, así como a intentos de suicidio. 13 
 Santosh y Chatuverdi (1995) estudiaron a 223 mujeres atendidas en la clínica de síndrome 
premenstrual. Observaron que 63% de ellas refirió ideación suicida en la fase premenstrual y hasta 
un 15% tuvo alguna vez un intento suicida, afirmando que la cantidad de intentos suicidas o ideas 
suicidas previas a estas mujeres, indican que ellas constituyen un grupo de alto riesgo. 
 Sus hallazgos sugieren que los síntomas como irritabilidad, sensación de pérdida de control, 
labilidad afectiva y afecto depresivo fueron los más frecuentemente reportados en mujeres con 
ideación suicida durante el periodo premenstrual. Consideraciones como la impulsividad y la 
conducta violenta (bien relacionadas con las alteraciones serotoninérgicas mencionadas) sustentan 
tales afirmaciones. 
 Tales datos apoyan el papel fundamental de este neurotransmisor en la fisiopatología del SPM, 
sin embargo no habremos de olvidar que no se le puede atribuir a un padecimiento psiquiátrico el 
exceso o disminución de un solo neurotransmisor. 
 
Comorbilidad 
En la investigación de los síntomas, a veces pueden identificarse síndromes, pero algunas, las 
mujeres sólo presentan un síntoma dominante, o bien, presentan únicamente la exacerbación de 
una enfermedad subyacente (asma, epilepsia parcial y generalizada, porfiria, lupus, dermatitis), que 
se aprecia cíclicamente. 
 Especial mención merece la exacerbación de diferentes trastornos psiquiátricos, que muchas 
veces puede requerir la revaloración de indicaciones farmacológicas. 14 
 Se encuentra una importante relación con la depresión mayor, observándose la exacerbación de 
un episodio depresivo o bien, el riesgo que las mujeres con SPM presentan de deprimirse en el 
futuro. 15,16 
 Se considera que las mujeres con SPM son más vulnerables a otros períodos de inestabilidad o 
cambio, como el posparto, la suspensión súbita de hormonales orales, la menopausia, entre otros. 17 
 
Diagnóstico 
Para algunos autores, el SPM es considerado el trastorno psiquiátrico más común en la mujer “que 
no puede tomarse como una neurosis benigna o primariamente psicogénica”. 18 
 Aún no son claros los factores endócrinos, metabólicos y bioquímicos involucrados en esta 
entidad y todavía esta poco estudiado el rol que los factores del desarrollo y psicosociales juegan en 
la formación o expresión del síndrome premenstrual. La naturaleza y constelación de los síntomas 
dependen de la variabilidad individual.Dado el desacuerdo aún en la patogénesis del padecimiento, su variable presentación y la 
particular diferencia individual, actualmente gran parte de las consideraciones en relación a él, están 
basadas en evaluar si es realmente útil y productivo enlistar los puntos que se consideren más 
importantes. Cuestionan también la necesidad de reunir los criterios de investigación señalados en el 
DSM IV, ya que en ausencia de ellos, existe un gran porcentaje de mujeres que son afectadas por 
algún “subtipo” de trastorno disfórico o predominantemente físico en la fase premenstrual. 
 Muchas veces las mujeres que se incluyen en el grupo de portadoras de trastorno disfórico 
premenstrual son aquellas en las que se identifican claros síndromes; sin embargo, frecuentemente 
las mujeres presentan sólo un síntoma dominante que aparece cíclicamente. 
 De acuerdo a estas consideraciones, la herramienta diagnóstica más útil en el síndrome 
premenstrual es más bien el cuándo se presenta un síntoma que la naturaleza de este (cuando – 
qué), aunque resulta necesario especificar que la duración en el periodo sintomático puede ir de uno 
a dos días hasta la fase lútea entera. 19 
 
 Existe el concurso en la evaluación de condiciones clave para el diagnóstico: 
• Ciclicidad 
• Recurrencia 
• Asociación consistente y temporal con la fase lútea 
• Necesidad de confirmación prospectiva 
• Para considerarse trastorno habrá que producir estrés clínicamente significativo y 
demostrarse su asociación con limitación en su funcionalidad. 
• La consistencia, en lo que se refiere a los síntomas debe enfocarse de manera individual, y 
su severidad puede fluctuar a través de los ciclos. 
 Diferentes consideraciones con respecto al tratamiento son discutidas. Aunque idealmente el 
tratamiento debe encaminarse de acuerdo a la patofisiología del trastorno (y esta aún no es clara) la 
mayoría de las acciones terapéuticas se enfocan a la eliminación del síntoma o bien a la supresión 
de la ovulación. 
 
 Factores como el papel y la eficacia de las intervenciones psicosociales así como la secuencia de 
tratamientos recomendada, aún no son claros. 
 Algunos autores20,21, consideran un incremento significativo de los síntomas premenstruales, 
cuando éstos aumentan un 30% en su severidad de la fase folicular a la lútea. 
 Proponen que un aumento del 50% en la severidad de los síntomas ameritaría tratamiento 
farmacológico, y sugieren la utilización de una fórmula para calcular el porcentaje de cambio: 
 Lútea-folicular/lútea x 100 
 Consideran que su resultado debe combinarse a los de la puntuación alcanzada en escalas (p. 
ej., menos de 20 en fase folicular y mayor a 40 en fase lútea). 
 
 
 
 
 
 De acuerdo a ello, se podrían dividir los siguientes tipos: 
• PURO-PURO. Se trata de mujeres que cumplen criterios para trastorno disfórico 
premenstrual según el DSM IV y en las que no existe comorbilidad psiquiátrica presente ni 
pasada. 
• PURO. Mujeres que cumplen criterios del DSM para TDPM, que actualmente no tienen un 
proceso comórbido pero pueden tener antecedente de algún padecimiento psiquiátrico. 
• MAGNIFICACIÓN PREMENSTRUAL. Aquellas con diagnóstico del DSMIV para IDPM, pero 
que en proceso de atención pueden reevaluarse e identificarse un trastorno psiquiátrico 
mayor o una condición médica inestable. 
• No PMDD (no trastorno disfórico premenstrual). Mujeres sin síntomas premenstruales 
severos, suficientes para reunir criterios según el DSMIV. Pero algunas pueden reunir 
criterios para otro trastorno como depresión intermitente, ciclotimia, etc., en que los síntomas 
no necesariamente concuerdan con la fase lútea. 
Quienes no reúnen criterios para TDPM del DSM IV, pero sí para síndrome premenstrual 
según CIE 10. 
 
• Ligero discomfort psicosocial 
• Constipación 
• Aumento de peso 
• Sensibilidad mamaria 
• Cambios en el apetito 
• Sudoración de manos y pies 
• Acné 
• Dolor 
• Concentración disminuida 
• Trastornos del sueño 
 Según estos criterios es necesario un síntoma para el diagnóstico, pero la sintomatología debe 
restringirse a la fase lútea con un pico corte previo a la menstruación que cesa el presentarse esta. 
 Estos autores reportaron que de una muestra de 300 nuevas referencias a su clínica de síndrome 
premenstrual, 60% de ellas reunieron criterios para TDPM, 273 en la categoría de puro-puro y 173 
en la de puro. 
 Encontraron que el TDPM severo no se asocia usualmente con trastornos de la personalidad. 
 La búsqueda “de la calidad del servicio” representa un desafío o incluso una prioridad estratégica 
para los profesionales de la salud, para el próximo milenio. 
 
Calidad de la atención 
Ofrecer un servicio profesional es, ni más ni menos, que la elaboración progresiva de un conjunto 
de acuerdos imprescindibles para que la intervención profesional pueda llevarse a cabo. Representa 
una instancia realmente creativa, ya que integra aspectos técnicos – conceptuales y de 
comportamiento. 
No es otra cosa que lograr en la realidad que el paciente tome la decisión de elegir el servicio y la 
ejecute en consecuencia. 
Para ello se debe empezar por analizar que es lo que se tiene para ofrecer a los potenciales 
pacientes y cuales son las herramientas válidas para ejecutarlo. 
Todos los estudios recientes muestran que, el paciente es cada vez más exigente sin embargo, la 
percepción de la calidad varía de uno a otro paciente y no es la misma para el usuario que para el 
proveedor del servicio. Por otra parte, la calidad de un servicio se percibirá de forma diferente según 
sea nuevo o muy difundido. La experiencia demuestra que de cada cien pacientes insatisfechos sólo 
cuatro expresarían su insatisfacción de forma espontánea y además en caso de insatisfacción el 
paciente se lo contará a once personas, mientras que si está satisfecho, sólo se lo dirá a tres. 
Resulta, pues, indispensable que cada profesional investigue de forma voluntaria el grado de 
satisfacción de sus pacientes. 
La actitud del paciente con respecto a la calidad del servicio cambia a medida que va conociendo 
mejor al profesional y mejora su nivel de vida. Poco a poco, sus exigencias en cuanto a calidad 
aumentan para terminar deseando lo mejor. No haber comprendido este hecho ha llevado al fracaso 
a muchos profesionales. 
Otro problema adicional es que la calidad concebida y la calidad percibida rara vez marchan a la par. 
La superioridad de un nuevo servicio sólo en contadas ocasiones resulta tan evidente para un 
paciente potencial como para su creador. 
Además los pacientes tienden a callarse su insatisfacción en materia de servicios, porque la mayor 
parte de los servicios requiere la intervención de una persona. Entonces, expresar su descontento 
equivale, a ojos del paciente, a incriminar a alguien, a colocarlo en una situación difícil. La 
experiencia demuestra que de cada cien pacientes insatisfechos sólo cuatro expresarían su 
insatisfacción de forma espontánea y además en caso de insatisfacción el paciente se lo contará a 
once personas, mientras que si está satisfecho, sólo se lo dirá a tres. Resulta, pues, indispensable 
que cada profesional investigue de forma voluntaria el grado de satisfacción de sus pacientes. 
Además, cuando un paciente valora la calidad de un servicio, no disocia sus componentes. Lo juzga 
como un todo, lo que prevalece es la impresión del conjunto, y por ello cuando existe algún defecto 
en un elemento de un servicio, el paciente tiende a generalizar los defectos a todo el servicio. El 
deterioro de la salud conduce a menudo al debilitamiento del trabajo, ya sea en forma de ausentismo 
o de reducción de la productividad. La productividad relativa a la salud ha sido reconocida cada vez 
más como un componente esencial de la carga asociada a una enfermedad. Un problema común de 
las mujeres en edadreproductiva corresponde a los síntomas físicos y emocionales que ocurren 
durante el ciclo menstrual, los que a menudo son clasificados bajo el término genérico "Síndrome 
Premenstrual" (SPM). Diversos autores concuerdan que estos síntomas pueden llegar a ser lo 
suficientemente severos como para interferir en diversas áreas de la vida de la mujer, entre ellas las 
relaciones interpersonales, actividades sociales y desempeño laboral. 23 
Las investigaciones en relación al SPM han ido en aumento, éstas más bien estudian la etiología, 
fisiopatología y las diferentes alternativas de tratamiento, siendo escasas las publicaciones que 
estudian la relación entre SPM y ámbito laboral. El American College of Obstetricians and 
Gynecologists (ACOG) es optimista en señalar que sólo 5 a 10% experimentan síntomas bastante 
severos para ser debilitantes, recientes publicaciones revelan que entre el 23 y 67% de las mujeres 
son portadoras de sintomatología premenstrual moderada a severa las que resultan en disminución 
del funcionamiento y deterioro de las relaciones interpersonales. Al estudiar el impacto de la salud 
en el rendimiento laboral, las investigaciones apuntan a diversas patologías, tanto físicas como 
psicológicas. Al comparar el SPM con otras patologías o síndromes, el impacto y carga de éste es 
similar en magnitud a otros desórdenes. Halbreich y cols., observaron que el impacto social de las 
mujeres con síndrome disfórico premenstrual (SDPM) durante la fase lútea fue muy similar al de las 
mujeres con distimia y depresión mayor crónica. A pesar de la prevalencia del SPM, aun no ha 
logrado posicionarse con el peso comparativo de otras enfermedades. De hecho, en un informe de la 
Organización Mundial de la Salud del año 2001, el SPM no fue incluido dentro de un amplio reporte 
de desordenes en el área de la salud mental. Lolas, ya en el año 1993 nos señalaba que en nuestro 
país el tema tenía poca difusión científica y que no existía conciencia de la real magnitud de esta 
patología. 24 
El rendimiento laboral es un importante dominio de la vida de la mujer adversamente afectado por el 
SPM. Como resultado de la severidad de los síntomas premenstruales surge el ausentismo laboral, 
dando lugar a repercusiones personales y económicas significativas. Una de las principales 
investigaciones llevadas a cabo en torno al tema corresponde a la realizada por Borenstein y cols., 
quienes exploraron la carga de enfermedad asociada al SPM, valorando la calidad de vida vinculada 
con la salud, la utilización de recursos sanitarios y el impacto ocupacional, utilizando una 
combinación del "calendario diario de los síntomas" y los criterios de SPM durante dos ciclos 
menstruales consecutivos. Estos autores señalan que el SPM se asocia al ausentismo y la reducción 
de la productividad laboral, ya que las mujeres presentan 5 veces más probabilidades que el grupo 
control de reportar reducción de la productividad y la mayoría de ellas notaba perder días de trabajo 
por razones de salud. En relación al impacto en el funcionamiento laboral, Hylan y cols. , señalan 
que más del 50% de las mujeres que trabajan fuera del hogar presentan síntomas premenstruales 
que interfirieren "algo" o "enormemente" con su capacidad de trabajar. 25 
En relación al número de días ausentes producto del SPM, Dean y Borenstein24, reportaron que del 
grupo de mujeres laboralmente activas, aquellas que cumplían criterios de SPM en uno o ambos 
ciclos perdieron un mayor número de días de trabajo que aquellas sin SPM. A pesar que el número 
de días ausentes al mes entre las mujeres con SPM durante sólo 1 ciclo menstrual fue 
significativamente mayor que el observado entre mujeres sin SPM (2,5 versus 1,3 días 
respectivamente), no hubo diferencia significativa entre aquellas con SPM y las sin este síndrome al 
ser comparadas durante dos ciclos. Los autores señalan que la probabilidad de experimentar "alto 
ausentismo", definido como dos días al menos de ausencia en un mes, fue dos veces mayor en 
mujeres que presentaban SPM en un ciclo y casi tres veces mayor en mujeres que presentaban 
SPM en ambos ciclos menstruales. Por otro lado, Hylan y cols, señalan que del total de mujeres que 
reportó interferencia laboral, 11 a 38% había perdido por lo menos un día de trabajo, y de estas dos 
tercios habrían faltado entre 1 y 7 días durante el último año. Asimismo, Robinson y Swindler 
refieren en su artículo un porcentaje similar de ausentismo, detallando que del total de mujeres 
afectadas, un 14% se ausentó de 1 a 5 días, 2,3% de 6 a 10 días, y 0,5% lo hizo durante 11 a 36 
días. Estos porcentajes se vieron significativamente aumentados cuando se trató de SDPM. 26 
Con respecto a la relación entre severidad de los síntomas del SPM y ausentismo laboral, se 
encontró que aquellas mujeres con síndrome severo presentan mayor porcentaje de ausentismo 
laboral que el grupo con sintomatología menor. Sin embargo, el ausentismo es sólo un aspecto de 
los costos indirectos de la salud. Para obtener una visión más amplia de cómo se ve afectado el 
rendimiento laboral en relación a los problemas de salud de los trabajadores, otros factores deben 
ser considerados, entre ellos la productividad, aspecto que fuertemente disminuye en las mujeres 
que presentan SPM. Este concepto, conocido también como "presenteeism", hace mención a la 
disminución en la calidad del trabajo en aquellos empleados con problemas de salud que no son lo 
suficientemente severos como para causar ausencia del lugar de trabajo, el que provoca un gran 
impacto económico individual y social. Una de las principales investigaciones que aborda este 
aspecto corresponde a la realizada por Chawla y cols, quienes señalan el impacto de los síntomas 
premenstruales en el debilitamiento de la productividad y limitación del rol en la fase lútea de la 
mujer. Los síntomas premenstruales severos y el SDPM fueron significativamente asociados a una 
reducción del número de horas trabajadas comparado con aquellas mujeres con síntomas mínimos. 
Durante la fase lútea, las mujeres reportaron ser 19% menos productivas en su trabajo que aquellas 
con sintomatología mínima. Dentro de cada fase del ciclo menstrual, los puntajes de las mujeres con 
síntomas mínimos reflejaron una pérdida de productividad lejos más baja que las mujeres con 
síntomas severos. 
Dean y Borenstein señalan que las mujeres con SPM durante un ciclo tienen más probabilidades de 
disminuir su productividad que aquellas sin SPM (7,2 días versus 4,2 días, respectivamente), 
entendiendo como disminución de la productividad al autoreporte de al menos una reducción del 
50%. Del mismo modo, se observó una probabilidad 4,3 y 6 veces mayor de presentar "alta pérdida 
de productividad" (definida como mayor a 5 días en el mes con una reducción de por lo menos un 
50%) en las mujeres con SPM en uno o dos ciclos respectivamente, en comparación con aquellas 
sin SPM. 
Borenstein y cols han señalado que el SPM se asocia también a una significativa reducción de la 
calidad de vida en los aspectos físicos y psicológicos de estas mujeres, al observar puntajes más 
bajos en el SF-36. Estas diferencias fueron aún más pronunciadas entre las mujeres que 
presentaban SPM en dos ciclos menstruales consecutivos. 27 
Otro estudio alude además a un debilitamiento generalizado en las actividades en el colegio, 
hobbies, relaciones interpersonales, actividades sociales y del hogar producto del SPM. El promedio 
de días por mes con debilitamiento general en las mujeres con SPM durante ambos ciclos fue 
significativamente mayor que las mujeres con SPM durante sólo 1 ciclo y mujeres sin SPM (22 días, 
16,5 días y 9,6 días, respectivamente). Así también, aquellas mujeres con SPM tienen 14 veces más 
probabilidad de experimentar "alto grado de debilitamiento", definido como un debilitamiento por más 
de 14 días al mes, que aquellas sin SPM. Esto concuerda con lo señaladopor Hylan y cols, quienes 
afirman que los rangos más altos en la escala de interferencia de los síntomas premenstruales se 
obtuvieron en las preguntas acerca de interferencia en el hogar, vida social y escuela. 28 
A todo lo anterior, se debería agregar también el incremento de los "costos directos" en salud, 
definidos como los gastos derivados del diagnóstico y tratamiento de una enfermedad o el pago a 
proveedores de servicios médicos. Las mujeres con SPM utilizan más recursos en salud, lo que se 
refleja en un aumento de la frecuencia de consultas médicas ambulatorias. Lo expuesto 
anteriormente, permite demostrar el significativo impacto derivado de este síndrome. Sin embargo, 
cabe destacar que la carga económica dada por los síntomas premenstruales se manifiesta más en 
términos de disminución del rendimiento laboral que en costos directos. Al respecto, Borenstein y 
cols señalaron que el diagnóstico de SPM fue asociado con un incremento promedio anual de U$ 59 
en relación a costos directos versus un incremento de U$ 4.333 en relación a costos indirectos por 
paciente en un año. 
 
 
Objetivos 
 
General: 
• Establecer la presencia del síndrome disfórico premenstrual en el personal de enfermería 
que labora en el HMII. 
. Específicos 
• Determinar el efecto del síndrome disfórico premenstrual en la calidad de atención que 
brinda el personal estudiado a las pacientes hospitalizadas, de la unidad tocoquirúrgica y 
del servicio de hospitalización. 
• Informar al personal su diagnóstico y las implicaciones generales de este en su 
desempeño diario (personal, laboral, familiar). 
• Establecer medidas para lograr que las personas con el diagnóstico de SPM tengan 
atención integral de dicha entidad. 
 
Hipótesis y consecuencias verificables 
 
La calidad de la atención por parte del personal de enfermería a las pacientes del hospital resulta 
deficiente como consecuencia de la presencia de la entidad. 
 
Justificación 
El síndrome premenstrual (SPM) constituye un padecimiento frecuente en las mujeres en edad 
reproductiva. Aunque su reporte varía en las series estudiadas, la mayoría de los autores 
argumentan que puede afectar hasta 75% de esta población, y aproximadamente un tercio de ellas, 
las mujeres están seriamente afectadas y pueden requerir de atención médica para su trastorno. 29 
La evaluación y tratamiento de este síndrome se ha dado primordialmente en el campo de la 
Ginecología y la Psiquiatría (en este último caso, la consulta es más frecuente cuando hay un 
proceso psiquiátrico co- mórbido). 
Algunos autores consideran importantes limitaciones en el estudio de este trastorno, es frecuente 
que los médicos no diagnostiquen o que minimicen la frecuencia y severidad de los síntomas. 
Los resultados obtenidos en páneles de discusión han cuestionado la utilización de categorías 
diagnósticas para el SPM en manuales de clasificación estadística (DSM IV). Dado que éste tiene 
grandes diferencias en su presentación, considerando varios “subsíndromes” debido a la variabilidad 
interindividual. Además, diversos factores influyen en el reconocimiento y reporte de los síntomas en 
las mujeres, así como lo que ellas consideran como interferencia o limitación en sus actividades 
sociales, laborales y familiares. Tanto el reporte de los síntomas como su identificación por los 
médicos, dependerá del conocimiento de esta unidad como un trastorno que puede requerir un 
abordaje farmacológico y psicoterapéutico, y que el ginecólogo debe de saber identificar y tratar. 30 
Si bien es cierto los estudios en relación al SPM han ido en aumento, existen pocas investigaciones 
con respecto al impacto de la enfermedad en la calidad de vida de las mujeres. Las publicaciones 
concuerdan en que los síntomas pueden llegar a ser lo suficientemente severos como para interferir 
en una o más áreas de la vida de la mujer, entre ellas las relaciones interpersonales, sociales y el 
desempeño laboral. En países desarrollados, las mujeres abarcan aproximadamente el 70% de la 
fuerza de trabajo actual; en México, las estadísticas de la presencia femenina a nivel de servicio 
corresponde a un %. 31 
Los estudios son concluyentes en afirmar que el SPM tiene un significativo impacto en el rendimiento 
laboral de las mujeres. De hecho, se sugiere que la severidad de los síntomas premenstruales no 
sólo resulta en una significativa carga personal y económica a causa de la ausencia laboral, sino que 
también en una reducción del funcionamiento ocupacional, específicamente en la productividad, 
provocando un gran deterioro a nivel individual y social. La mayoría de ellos señala que la 
sintomatología premenstrual interfiere en alguna medida con su capacidad de trabajo, siendo 
directamente proporcional al número de ciclos menstruales comprometidos y al grado de severidad 
con que se presentan los síntomas. Esto se vio manifestado en el aumento de la tasa de ausentismo 
(generalmente menor a 7 días) y reducción de la productividad, algunos señalando incluso un 
porcentaje superior al 50%. Una interesante reflexión surge al observar que el impacto del SPM 
provoca una disrupción tal sobre sus vidas, que se extiende más allá de su período sintomático, 
encontrándose que un 50% de las mujeres experimentan algún efecto de esta enfermedad por más 
de dos semanas. A pesar de esto, el SPM continúa enfocándose principalmente desde una 
perspectiva sólo biomédica en desmedro muchas veces de un enfoque holístico, que permitiría 
abarcar todas las áreas afectadas en la mujer. 32 
 Al referirnos al impacto del SPM sobre el rendimiento laboral, es necesario abarcar tanto el 
ausentismo como la disminución de la productividad. Aunque muchas veces resulta más fácil 
considerar sólo el primer aspecto, debido a su simpleza al momento de ser cuantificado, no 
debemos dejar de considerar a aquellas trabajadoras con problemas de salud que no son lo 
suficientemente severos como para causar ausencia en el trabajo. Para esto existen diversos 
instrumentos, que aunque podrían extrapolarse a cualquier enfermedad, no son comúnmente 
incluidos en las investigaciones. Sólo un artículo se basó en medidas objetivas para cuantificar la 
carga de esta enfermedad, al utilizar el EWPS como instrumento de medición. Frente a esto, 
sugerimos la aplicación de indicadores de impacto al momento de evaluar a las mujeres que 
consultan por SPM, con el objetivo de propender a una valoración mucho más integral en ellas. 33 
Es preciso reflexionar acerca de las metodologías utilizadas para llevar a cabo las distintas 
investigaciones. Primero, señalar que la mayoría de ellas se basa en análisis retrospectivos, lo que 
lleva a una menor sensibilidad a los cambios en la presencia y severidad de los síntomas en el ciclo 
menstrual, subestimando la prevalencia y efectos de éste. Por lo anterior, la utilización en una de las 
investigaciones analizadas del "calendario diario de los síntomas" presenta varias ventajas sobre un 
análisis retrospectivo, ya que permite evaluar la severidad, el grado de fluctuación de los síntomas y 
su relación con la productividad sobre un registro diario. Además de ilustrar la relación entre la 
ocurrencia del síntoma y los cambios de productividad, permite también la comparación de 
tendencias entre uno y más ciclos menstruales. Con lo anterior se disminuye el sesgo dado por la 
dependencia de períodos largos de memoria y aumentar la eficacia del diagnóstico de SPM, ya que 
se ha visto que las mujeres tienden a exacerbar negativamente al momento de recordar los síntomas 
premenstruales en comparación al registro diario. 34En cuanto a las investigaciones realizadas en 
nuestro país, no se encontraron recientes publicaciones con respecto al impacto del SPM en el 
rendimiento laboral de las mujeres que lo padecen, ni más ampliamente en la calidad de vida de 
éstas. A partir de esto, se podría pensar que el SPM es percibido como unaentidad clínica que 
interfiere poco o nada en los patrones de la vida diaria. Esto es digno de reflexionar, ya que los 
hallazgos de esta revisión bibliográfica contrastan fuertemente con la mirada un tanto despectiva de 
la opinión pública en torno al tema, claramente ejemplificada por los medios de comunicación, 
quienes señalan los síntomas del SPM como triviales y no merecedores de mayor atención ni mucho 
menos de tratamiento médico. Por lo anterior, es labor fundamental de los profesionales validar la 
consulta de las mujeres, para que reciban tratamiento precozmente. Con respecto al manejo de las 
usuarias que presentan esta patología, el rol profesional en la educación de estas mujeres resulta 
también esencial, ya que la terapia no farmacológica constituye la primera modalidad de tratamiento 
frente a pacientes con cuadros menos severos de SPM. El ACOG recomienda cambios en el estilo 
de vida tales como ejercicio aeróbico, una dieta rica en carbohidratos y/o suplementos alimenticios 
para ayudar a resolver los síntomas premenstruales. De esta forma se contribuye al fortalecimiento 
de las habilidades de autocuidado de las mujeres, otorgando información acerca de cambios en el 
estilo de vida de acuerdo a las recomendaciones internacionales. Al tratar este síndrome con 
medidas generales, muchas de ellas podrán experimentar una mejor calidad de vida, lo que se verá 
reflejado en una mayor productividad en el lugar de trabajo y, a largo plazo, en indicadores a nivel 
nacional. Por esto, creemos que al reconocer que existe este problema y el efecto ya descrito en la 
mujer, los profesionales de la salud podemos proporcionar una enorme ayuda a las mujeres 
afectadas optimizando su capacidad de trabajo. Dado que son cada vez más las mujeres que 
trabajan fuera del hogar, se hace imprescindible, en primer lugar, realizar investigaciones a nivel 
nacional que relacionen el SPM con el rendimiento laboral y, también darle a este síndrome el valor 
que realmente merece, ya que al parecer, tal como fue señalado por Lolas en 1993, constituye aún 
un "ignorado problema de salud pública". 35 
 
Material y métodos 
 
Se realizó un estudio de tipo transversal, descriptivo, observacional, prospectivo. 
Diseño de tipo no experimental 
Posteriormente la selección de los sujetos, se realizaron los cuestionarios a las enfermeras que 
reunieron los criterios tales como edad reproductiva, de 18 a 40 años; servicios de tococirugía y 
hospitalización, sin diagnóstico de enfermedades metabólicas ni psiquiátricas previas a la encuesta, 
sin ingesta de drogas de uso ilegal, antidepresivos, anticonvulsivantes, anticonceptivos; no 
embarazadas y con periodos menstruales regulares; dentro del mismo cuestionario, se determinó el 
grado de estudios, auxiliar de enfermería, enfermera general, licenciatura, enfermera especialista; 
estado civil, soltera, casada, viuda, divorciada, unión libre; número de hijos, fecha de última regla y la 
frecuencia de actividad sexual al mes. 
Cada encuesta se realizó de manera personal por el investigador e individualmente para evitar que 
respondieran datos falsos, utilizando el cuestionario de malestar premenstrual de Moos y con una 
escala verbal análoga validados cada uno previamente en el Hospital Psiquiátrico “Fray Bernardino 
Álvarez”, año 2000, México D. F. (ver anexos). 
Por otro lado, la evaluación de la calidad de la atención se realizó con pacientes de los servicios de 
tococirugía y hospitalización cuyos requisitos de inclusión fueron haber permanecido en los servicios 
al menos 24 horas y tener contacto con la enfermera evaluada, se les realizó el cuestionario de 
evaluación de la calidad de atención por enfermería en unidades a pacientes hospitalizadas validado 
en el Hospital de Ginecoobstetricia Taltelolco, IMSS, año 2001 (ver anexos). 
 
Resultados 
De la plantilla de personal de enfermería se encontraron 170 sujetos de base, de los cuales 
únicamente 68 se encontraban dentro del rango de edad y género para incluirse en el estudio y 
únicamente 30 de ellas reunieron todos los criterios de inclusión, se analizaron mediante medidas de 
tendencia central y de dispersión sus características personales arrojando los siguientes resultados: 
La edad promedio fue de 32.53 años con una desviación estándar de 5.32, con rango de 16 años, la 
edad máxima fue de 39 y la mínima de 23 años; en el turno matutino se encuestaron a 10 
enfermeras (33.33%), 11 en el vespertino (36.67% y 9 en el nocturno (30%); 16 se encontraron en el 
servicio de tococirugía y 14 en hospitalización; el grado de estudios fue de 8 enfermeras con 
licenciatura, 11 enfermeras generales y 11 especialistas; el estado civil se encontraron 21casadas 
(70%), 4 solteras (13.3%), 1 divorciada (3.33%), 1 viuda (3.33%) y 3 en unión libre (10%); el número 
máximo de hijos fue de 2 (40%), el mínimo de 0 (23.33%); la frecuencia de actividad sexual 
promedio fue de 6 veces al mes, con una D. E. De 2.9, el mínimo de relaciones fue de cero y el 
máximo de 12. 
De las 30 enfermeras encuestadas, se diagnosticaron 18 de ellas con síndrome premenstrual (tabla 
1.) 
 
Tabla 1. Personal de enfermería diagnosticado con síndrome premenstrual. 
 Personal de enfermería 
Turno Encuestado Diagnosticado % 
Matutino 10 3 33.33
Vespertino 11 10 36.67
Nocturno 9 5 30.00
Total 30 18 100.00
Fuente: Cuestionario de malestar premenstrual de Moos. Hospital 
Materno Infantil Inguarán. 2006. 
 
El grado de severidad del síndrome premenstrual por turno, se expresa en la tabla 2.; las enfermeras 
del turno vespertino presentaron un índice mayor de aparición del síndrome en sus formas leve y 
moderada, el matutino un menor índice de la forma leve, y el nocturno un valor intermedio. 
 
 
 
Tabla 2. Grado de severidad del síndrome premenstrual de acuerdo al turno. 
Severidad del Turno Total 
 síndrome Matutino Vespertino Nocturno 
premenstrual No. % No. % No. % No. % 
Leve 2.00 6.67 6.00 20.00 4.00 13.33 12.00 40.00 
Moderado 1.00 3.33 4.00 13.33 1.00 3.33 6.00 20.00 
Severo 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 
Total 3.00 10.00 10.00 33.33 5.00 16.67 18.00 60.00 
Fuente: Cuestionario de malestar premenstrual de Moos. Hospital Materno Infantil Inguarán. 2006. 
 
 
La limitación de las actividad es laborales de acuerdo al grado de severidad, se determinó de 
acuerdo a la evaluación por las pacientes a cada una de las enfermeras encuestadas, encontrando 
11 pacientes sin síndrome premenstrual con evaluación favorable en un 90.91%, y desfavorable en 
el 9.09% de los casos; dentro del grupo de las enfermeras diagnosticadas, 12 de ellas tuvieron 
síndrome leve, 9 con evaluación favorable y 3 con evaluación desfavorable, 7 con grado moderado 
de severidad 2 de ellas con evaluación favorable y 5 con evaluación desfavorable, ninguna presentó 
un grado severo de la entidad, resultando 21 pacientes evaluadas favorablemente en los 2 rubros 
(con y sin la entidad) y 9 con evaluación desfavorable. 
 
Tabla 3. Desarrollo profesional evaluado por la satisfacción 
del usuario. 
Síndrome disfórico Evaluación del usuario 
premenstrual Buena Regular Mala 
Si 11 7 1 
 
No 10 1 0 
Fuente: Cuestionario de Evaluación de la Calidad de Atención 
por parte de enfermería. 
Hospital Materno Infantil Inguarán. 2006. 
 
 
No se encontró correlación entre la presencia o ausencia del síndrome premenstrual con la edad, el 
estado civil, grado de estudios, número de hijos, turno laboral ni frecuencia de relaciones sexuales. 
Análisis de datos 
 
De acuerdo con los datos asentados en la siguiente tabla de contingencia, el valor de la chi 
cuadrada calculada tendría que ser de 3.84 o mayor, si se aplica un nivel de confianza de 0.05 y un 
grado de libertad. El valor de chi que hemos calculado es de 3.62; por lo tanto, se puede rechazar la 
hipótesis de investigación y aceptar la hipótesis nula. Los resultados sugieren que la calidad de la 
atenciónal paciente no es inferior en el caso del personal que presenta el síndrome premenstrual. 
 
 
Tabla de contingencia para chi cuadrada 
Exposición Calidad de la atención 
 Buena Mala 
Síndrome 11(13.3) 8 (5.7) 19 
Sin síndrome 10(7.7) 1(3.3) 11 
 21 9 30 
Fuente: Cuestionario de evaluación de la calidad 
de la atención por enfermería. Hospital Materno 
Infantil Inguarán. 2006. 
 
 
Conclusiones 
 
De acuerdo a los resultados obtenidos, se puede observar que el grupo de enfermeras que 
reunieron los criterios de inclusión, la presencia de síndrome premenstrual no influye en la calidad 
de la atención, como se demuestra con la prueba de chi cuadrada, pero hay que hacer la 
observación de que el personal incluido en el estudio, no es la cantidad real de las que reunían los 
criterios principales, como la edad y el estado no grávido, muchas de las enfermeras excluidas del 
estudio lo fueron por encontrarse fuera del ámbito laboral (permiso sindical, vacaciones, 
incapacidad, servicio), eso se refleja en la poca proporción de sujetos respecto a su total ya que de 
sesenta y ocho que tenían la edad para ser evaluadas, solo treinta se encontraron en los servicios 
considerados, hay que tener en cuenta la cantidad de personal en el servicio de pediatría, urgencias, 
consulta externa, medicina preventiva, jefaturas y supervisoras, que por ser consideradas personal 
administrativo, no se incluyeron en el estudio. 
Los estudios realizados en Latinoamérica y en México, han incluido a todas las mujeres en edad 
fértil, que, salvo aquellas que padecen enfermedades metabólicas y psiquiátricas, y estados 
ginecoendócrinos inadecuados como la irregularidad menstrual, la anticoncepción hormonal y las 
embarazadas, laboran en un mismo lugar y pertenecen al grupo administrativo, médico, de 
enfermería e inclusive de limpieza, encontrando un alto índice de trastorno disfórico premenstrual el 
cual influye de manera significativa en la calidad de la atención al público usuario. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Recomendaciones 
 
 
Dados los resultados obtenidos, en los cuales no se demuestra de manera sólida la influencia del 
síndrome premenstrual en la calidad de la atención a las pacientes, no hay recomendaciones, 
únicamente se hace la observación de que con una cantidad mayor de mujeres estudiadas 
posiblemente el hallazgo de la entidad se incrementaría. 
 
 
 
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ANEXOS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Evaluación de la calidad de atención de enfermería en la unidad a pacientes hospitalizadas y en U.T.Q. 
 
 Servicio_________________________________ Fecha _____________________________ 
 
1. La atención que recibió de enfermería durante su estancia fue: 
 Turno matutino Turno vespertino Turno nocturno 
 Buena ( ) Buena ( ) Buena ( ) 
 Mala ( ) Mala ( ) Mala ( ) 
 Regular ( ) Regular ( ) Regular ( ) 
 
2. ¿Acude el personal cuando usted lo solicita? 
 Turno matutino Turno vespertino Turno nocturno 
 Siempre ( ) Siempre ( ) Siempre ( ) 
 Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) 
 Nunca ( ) Nunca ( ) Nunca ( ) 
 
3. ¿Las enfermeras le llaman por su nombre cuando se dirigen a usted? 
 Turno matutino Turno vespertino Turno nocturno 
 Siempre ( ) Siempre ( ) Siempre ( ) 
 Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) 
 Nunca ( ) Nunca ( ) Nunca ( ) 
 
4. ¿El personal de enfermaría se interesó por sus problemas de salud y le ayudó a resolverlos durante su 
hospitalización? 
 Turno matutino Turno vespertino Turno nocturno 
 Siempre ( ) Siempre ( ) Siempre ( ) 
 Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) 
 Nunca ( ) Nunca ( ) Nunca ( ) 
 
5. ¿El personal de enfermería le informó sobre el horario de los siguientes aspectos? 
 Visita familiar ( ) Ayuno por estudios ( ) 
 Visita médica ( ) Ubicación y uso de sanitarios ( ) 
 Toma de alimentos ( ) 
 
6. ¿El personal de enfermería lo atendió cuando fue necesario en los siguientes aspectos? 
 Alimentación ( ) Preparación de estudios ( ) 
 Cuidados específicos de su tratamiento ( ) Orientación sobre aplicación de medicamentos ( ) 
 
7. ¿El personal de enfermería le orientó sobre el programa de lactancia materna? 
 Sí ( ) No ( ) 
 
8. ¿El personal de enfermería le informó sobre el programa de planificación familiar? 
 Sí ( ) No ( ) 
 
9. ¿El personal de enfermería le trató con amabilidad y cortesía? 
 Turno matutino Turno vespertino Turno nocturno 
 Siempre ( ) Siempre ( ) Siempre ( ) 
 Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) Algunas veces ( ) 
 Nunca ( ) Nunca ( ) Nunca ( ) 
 10. Sugerencias ___________________________________________________________________
 
	Portada
	Índice
	Resumen
	Planteamiento del Problema
	Antecedentes
	Objetivos Hipótesis Justificación
	Material y Métodos
	Resultados
	Conclusiones
	Recomendaciones
	Referencias Bibliográficas
	Anexos

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