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1 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
IZTACALA 
 
“LA IMPORTANCIA QUE JUEGA EL SECTOR SALUD EN LA 
REHABILITACION DEL PACIENTE ADULTO AFASICO PARA SU 
FUNCIONALIDAD FAMILIAR, SOCIAL Y PRODUCTIVA” 
 
 
T E S I N A 
Q U E P A R A O B T E N E R E L T Í T U L O D E : 
L I C E N C I A D O E N P S I C O L O G Í A 
P R E S E N T A : 
H U M B E R T O M A R E S R O J A S 
 
 
COMISIÓN DICTAMINADORA: 
LIC. ADRIÁN MELLADO CABRERA 
MTRA. ROSA ISABEL GARCÍA LEDESMA 
MTRA. LAURA RUTH LOZANO TREVIÑO 
 
 
 
TLALNEPANTLA, EDO. DE MÉXICO 2005 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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DERECHOS RESERVADOS © 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
Agradecimientos 
A Dios: 
 Debo agradecer a Dios por haberme brindado esta magnifica y última oportunidad de 
titularme, de escalar un peldaño más dentro de la compleja escala social que la vida nos 
antepone. 
 
A mis padres: 
 A quienes les debo mi formación como ser humano, a ellos que me apoyaron durante mi 
estancia en la escuela, que me motivaron incondicionalmente para concluir con mi tesis. 
Tengo que destacar la férrea invitación que me hacía mi padre para titularme y de la cual no 
había hecho caso; hasta que por fin tomé la decisión de llevarla a cabo. Recuerdo el saludo de 
mi padre (q.e.p.d.): “¿Qué pasó con la tesis... ya empezaste con la tesis... y la tesis...?” 
 
A mi esposa e hijos: 
 A mi amada esposa, Rosa Irene; le voy a vivir profundamente agradecido por su apoyo y 
empuje para la realización de éste trabajo, por brindarme su tiempo, sus desvelos y, además, 
por exigirme concluir con el proyecto. A mis “cuatines”, Christian y Liliana; de quienes me 
siento muy orgulloso por ser buenos hijos, les comparto este logro con la idea de que también 
se formen como unos excelentes profesionales. 
 
A mis hermanos: 
 Ellos también participaron con su “granito de arena”, en tanto estaban al pendiente del 
avance; y con sus comentarios como siempre positivos, que me impulsaron a continuar. A 
todos mis demás familiares; sobrinos, cuñados, que me sirvieron como punto de partida para 
destacar como un profesional. 
 
A mis asesores: 
 A ellos les agradezco su participación y ayuda por compartir su experiencia, su valioso 
tiempo y sus consejos, además, su buena disposición para aceptar la asesoría. Considero 
que dentro del proceso de enseñanza, la labor de un asesor es bastante loable; por esto le 
reconozco a Rosa Isabel, a Laura Ruth y Adrián su invaluable ayuda. Pero, sobre todo a 
Adrián porque tengo muchos años de conocerlo y a quien considero como un amigo. 
Muchas gracias. 
 3 
Índice 
 
 
Resumen 4 
 
Introducción 5 
 
 
Capítulo 1. Revisión histórica del concepto de afasia 7 
 
Capítulo 2. Redes de apoyo y su funcionalidad 
 en la rehabilitación del adulto afásico 67 
 
Capítulo 3. Factores clínicos y humanitarios que intervienen 
 en el cuidado de la salud del adulto afásico 89 
 
Capítulo 4. Consideraciones del tratamiento y recuperación 
 del adulto afásico 128 
 
Capítulo 5. Estrategias de apoyo para el cuidado integral 
 del adulto afásico 144 
 
 
Discusión y Conclusiones 156 
 
Referencias 165 
 
Glosario 186 
 
 
 
 4 
Resumen 
 
 
Se describen los antecedentes históricos del daño neuropsicológico de afasia, su definición, 
su clasificación, sus principales tipos y las alternativas teórico-metodológicas para su 
intervención y rehabilitación. Es necesaria la intervención de los elementos de la familia 
del paciente afásico para su recuperación y su concientización para asumir su nuevo rol de 
vida. 
Un factor muy importante para la rehabilitación del paciente afásico, es la intervención del 
personal profesional: psicólogos, terapeutas del lenguaje, neurolingüístas y trabajador 
social; unidos desarrollan estrategias específicas para la resolución de la problemática. 
Es necesario contar con la participación de los centros de salud y con los recursos 
indispensables en las clínicas de rehabilitación, con la finalidad de que el paciente afásico 
logre su estabilidad emocional y su óptima interrelación familiar, social y productiva. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
Introducción 
 
 Uno de los principales fenómenos que la psicología investiga en el comportamiento del ser 
humano es el procesamiento de información a nivel de lenguaje, cuyo origen se da con el buen 
funcionamiento de varias estructuras superiores cerebrales; si bien es cierto que para que se 
manifieste de una manera óptima el comportamiento lingüístico en el individuo, es necesario 
que éste cuente con una estructura y funcionalidad cerebral bien establecidas. Sin embargo, 
cuando una de las estructuras y función cerebral no están bien coordinadas, es posible que se 
presente algún deterioro del lenguaje como puede ser la afasia, descrita como un trastorno 
neuropsicológico del lenguaje a nivel central y que, como consecuencia, en el individuo se 
manifiesta una deformación cognitiva de la realidad, así, como el deterioro de otras funciones 
superiores cerebrales ante la estimulación del mundo con el que interactúa. Una de las 
alternativas clínicas para compensar y en el mejor de los casos rehabilitar al individuo con éste 
problema es la consideración de varios factores medio ambiental como son: la intervención 
cotidiana de cada uno de los miembros de la familia; la intervención de personal profesional 
como es: el psicólogo, el terapeuta del lenguaje, el fisioterapeuta, etc. 
 Este trastorno debe tener su resolución en el campo de la rehabilitación y adaptación del 
individuo ante la familia y la sociedad, para esto; se cuenta con la participación del sector 
salud. La intervención del sector salud ante ésta problemática, le brindará al individuo afásico 
las condiciones necesarias para el desempeño de sus actividades cotidianas, laborales y 
profesionales; ya que se sabe que un individuo sano se caracteriza por tener un bienestar físico 
y emocional ante lo que le rodea. 
 En el capítulo 1, se mencionan los antecedentes históricos de la problemática, y nos 
proporciona una perspectiva más amplia para poder abordarlo de acuerdo al punto de vista de 
su rehabilitación. 
 En el capítulo 2, se describe una alternativa que ayuda al paciente afásico dentro del proceso 
de su recuperación con la participación de individuos y familiares involucrados en esta 
problemática, considerándolos como redes de apoyo para la rehabilitación del afásico. 
 En el capítulo 3, se menciona la necesidad de contar con la infraestructura hospitalaria 
adecuada y con los recursos materiales y el aspecto humanitario que es fundamental para el 
cuidado de su salud del afásico. 
 6 
 En el capítulo 4, se presentan algunas consideraciones teóricas sobre la definición del 
concepto de recuperación y tratamiento del adulto afásico. 
 En el capítulo 5, finalmente se plantea que el sector salud debe considerar la problemática 
del adulto afásico como un aspecto importante y proporcionarle la atención primaria integral 
para su buen desempeño en todos los ámbitos de su vida cotidiana. 
 Conocemos muy bien la relevanciaque tiene para la sociedad el óptimo desempeño 
productivo de los adultos sanos; por esto, nos damos a la tarea de analizar la situación del 
adulto afásico considerando el importante papel que juega el sector salud en su rehabilitación y 
su posible participación en el sector productivo. 
 Dado el enfoque que se pretende dar a este trabajo, sobre el papel que juega el sector salud 
en la atención primaria al adulto afásico, es necesario considerar algunos aspectos en el 
establecimiento del vínculo profesional-paciente con la finalidad de que éste recupere 
plenamente su estado de salud. 
 Es importante considerar el planteamiento de las perspectivas teóricas del problema de la 
afasia, con la finalidad de darle el procedimiento adecuado, tanto para precisar un buen 
diagnóstico, como para elegir el mejor tratamiento. 
 Otro aspecto que se debe de considerar es promover el apoyo familiar a través de las 
campañas de difusión que las instituciones de salud realicen, así, como el apoyo médico en el 
ámbito de prestación del servicio para los pacientes de bajos recursos. 
 A través de la investigación realizada, se observa que existe poco o ningún apoyo por parte 
de los medios de comunicación social para establecer medidas de prevención del deterioro del 
lenguaje en cualquiera de sus modalidades. Finalmente, en la terapia es importante considerar 
la participación integral de todos los sectores involucrados para la recuperación exitosa y el 
establecimiento del lenguaje en el adulto afásico, que permita involucrarlo a la vida productiva; 
existe dentro del ámbito familiar y social un estigma de aquellos que sufren del deterioro del 
lenguaje, situación considerada como limitativa para lograr una pronta recuperación basada en 
la intervención clínica y en la óptima interrelación social. 
 El objetivo principal de este trabajo, es conocer a través de una revisión bibliográfica, 
los recursos y las alternativas que se manejan con la participación del sector salud para la 
rehabilitación del adulto afásico y las posibilidades de su incorporación en los entornos 
familiar, laboral y social. 
 
 7 
1 
 
REVISIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE AFASIA 
 
1.1. Conceptualización de Afasia a Través de Diferentes Teorías 
 
 El origen del lenguaje humano está perdido en la prehistoria; debemos asumir que el 
desorden del lenguaje asociado con el daño cerebral focal, también se le atribuye al género 
humano, mucho antes de los registros médicos. Es asombroso entonces; que la formidable 
y consistente relación entre el lenguaje y el daño cerebral izquierdo hayan sido una 
información considerable desde hace 125 años. Una perspectiva histórica revela que el 
concepto de habilidad lingüística, opuesto a otros usos, como órgano fonador, oral y para 
otras habilidades cognitivas, es raramente distinguido en la información antes del 
Renacimiento. 
 Se cree que la historia moderna de la afasiología, comenzó con un reporte de Broca en 
1861, sobre una lesión situada y asociada con la pérdida de la producción o salida del habla. 
Tres años después, el término “afasia” fue empleado ampliamente dentro del mundo 
occidental, como un término invariable, que abarca la gran cantidad de conceptos del 
deterioro del lenguaje seguido del daño cerebral en la zona perisilvianica del hemisferio 
izquierdo (Goodglass, 1988). 
 Con la perspectiva de finales del siglo XX, la historia de las ideas sobre la relación 
lenguaje-cerebro; ha sucedido a través de una serie de etapas, una de ellas comenzando en 
1861. Para la investigación histórica en el período antes del siglo XIX, se destaca el 
trabajo de Benton y Joynt (1960; en Goodglass, 1988). Se describe históricamente el 
término afasia en varios períodos importantes y posteriormente se define el concepto y su 
clasificación; se considera importante su revisión porque a partir de ésta, nos damos cuenta 
de la evolución teórica que ha tenido el concepto a través del tiempo y sus implicaciones 
para el tratamiento del paciente afásico. 
 
 
 8 
1.1.1. Período Prerenacentista. 
1.1.2. Siglos XV-XVIII. 
1.1.3. Francia: 1800-1860. 
1.1.4. Período clásico: 1860-1950. 
1.1.5. II Post-Guerra: 1950-1980. 
1.1.6. Modelos de Lenguaje-Cerebro: 1950-1980. 
1.1.7. Desarrollo Cercano al siglo XX. 
1.1.8. Período Moderno. 
1.1.9. Desarrollo Contemporáneo. 
1.1.10. Un reporte orientado psicodinámicamente. 
1.1.11. Revisión de Horenstein. 
1.1.12. El estudio de Gainotti. 
1.1.13. Revisión de Benson. 
1.1.14. Estudio de Jaffe. 
1.1.15. Revisión de Lamendella. 
 
1.1.1. Período Prerenacentista 
 
 Si bien es cierto que uno de los documentos quirúrgicos que datan del año 3500 a. c. 
contiene referencias sobre la pérdida del habla; una de las primeras fuentes que reconoce 
claramente el rol del daño cerebral es el Cuerpo Hipocrático. 
 Benton (1964; en Goodglass, 1988) argumentó, que no hay una distinción hecha entre el 
desorden del habla en el ámbito secundario y el desorden afásico, dentro de algún 
documento médico escrito antes del primer siglo d. c. 
 
1.1.2. Siglos XV-XVIII 
 
 Con el comienzo del siglo XV, empezamos a encontrar reportes de pacientes con 
desórdenes del lenguaje, que involucran: escritura, nombramiento, producción motora del 
habla. 
 Entre los autores más notables, se encuentran: Schmidt y Rommel. Schmidt (1676; en 
Goodglass, 1988), describió a un paciente con afasia y hemiplejía derecha, quien recobró el 
 9 
lenguaje oral; pero, permaneció con alexia severa, trastorno adquirido de la lectura, 
logrando escribir palabras correctamente sobre el dictado. Schmidt, observó en particular 
que este paciente fue más hábil para la ejecución de la escritura, que para la lectura. 
Comparó a este paciente con otros, quienes se recuperaron de su alexia por el aprendizaje 
de “los elementos alfabéticos del lenguaje” (Goodglass, 1988). 
 Rommel (1676; en Goodglass, 1988), publicó un caso similar, cuyo paciente manifestó 
la conservación del habla consecutiva y de eventos memorizados, así, como la comprensión 
escrita y oral; pero, fue incapaz de manifestar un lenguaje propuesto. 
 Estos reportes incluyen referencias acerca del deterioro cerebral, específicamente del 
hemisferio izquierdo y hemiplejía derecha. Pero, sin un reconocimiento explícito de la 
asociación entre le pérdida del lenguaje y la parte lateral del hemisferio involucrado 
(Goodglass, 1988). 
 
1.1.3. Francia: 1800-1860 
 
 Gall (1813; en Goodglass, 1988), comentó que el problema de la afasia empezó a 
tratarse como un aspecto intelectual, respecto a la relación de la estructura cerebral y las 
implicaciones, en relación con la psicología del lenguaje; subdividió la facultad del 
lenguaje en dos componentes, memoria para las palabras y sentimiento para el lenguaje; 
describió a dos pacientes afásicos en apoyo a su punto de vista. Uno de ellos, presentó 
debilidad residual del lado derecho con anomia, seguido de una herida profunda que se 
dirige por dentro, hacia el lóbulo frontal. 
 El otro paciente, presentó problemas severos en la producción del habla seguida de un 
choque localizado en su frente, como el origen de su deterioro. Ambos casos aportaron la 
evidencia del punto de vista de Gall, sobre la afección de la parte frontal bilateral para el 
lenguaje. 
 Un personaje quien provocó controversia fue Bouilland (1825; en Goodglass, 1988), 
quien presentó una serie de casos, apoyando la tesis de que el deterioro del lenguaje 
demanda una lesión bilateral del lóbulo frontal. Bouilland, fue atacado a causa de su punto 
de vista dogmático ya que mostró un material pobre, no obstante, se acreditó con el análisis 
perceptivo de la biología del lenguaje que fue un avance para esa época. Distinguió el 
 10 
componente motor del habla, con la actividad no lingüística de los propios órganos: lengua,labios y glotis; se debe considerar el concepto del doble control sobre el mecanismo de 
estos órganos; uno para la conducta aprendida del habla y el otro, para la conducta 
instintiva de tragar. 
 Distinguió, además, a la afasia y a la amnesia para las palabras, haciendo un análisis del 
mecanismo motor del habla; anticipándose a la forma dicotómica descrita por Broca y 
Wernicke. La doctrina de Bouilland, acerca del control del lenguaje sobre la parte frontal 
bilateral cerebral; fue atacada por Andral, Cruivellier y Baillarger, principalmente por su 
fundamento anatómico, sin embargo, fue apoyado por Auburtin, Gratiolet y muchos más 
quienes presentaron cuatro casos dando apoyo a Bouilland (Goodglass, 1988). 
 Otro seguidor del pensamiento de esa época fue Lordat, quien experimenta un episodio 
transitorio de afasia, y contó su propio caso en términos de un análisis intuitivo del 
desarrollo del proceso del lenguaje; de acuerdo a su análisis, la primera etapa del acto del 
habla es el aislamiento de la idea general del mensaje propuesto, seguido por las unidades 
de pensamiento preverbal guiado, las cuales, se involucran dentro de la forma verbal y por 
sus sonidos arreglados en orden, de acuerdo a las reglas del lenguaje y finalmente la 
realización motora. Lordat sostuvo que varias formas de la afasia involucran el análisis en 
diferentes etapas del proceso expresivo o receptivo. Concluyó, sobre las bases de su 
propio recuerdo; que no existe deterioro intelectual habiendo afasia (Goodglass, 1988). 
 
1.1.4. Período Clásico: 1860-1950 
 
 En la época en que Broca (1861; en Goodglass, 1988), presentó sus hallazgos sobre la 
lateralidad de la lesión en la pérdida del lenguaje articulado, se distinguió éste, de otras 
capacidades intelectuales del ser humano, aceptándolo como el sustrato biológico 
localizado dentro del hemisferio izquierdo. Estos conceptos circularon sobre la naturaleza 
psicológica de los procesos del lenguaje; sobre la naturaleza de los cambios inducidos de 
los tipos de afasia y sobre las inferencias trazadas de la relación síntoma-lesión para el 
entendimiento de la anatomía del lenguaje. Mientras que durante este período, el 
conocimiento y la sofisticación crecían por medio de la observación clínica, los métodos de 
 11 
estudio cambiaron poco y las diferentes tendencias del pensamiento que eran discernibles 
en 1935, estaban ya presentes desde 1875. 
 Broca fue cuidadoso al distinguir la pérdida de la articulación del habla, la cual llamó 
“afasia”; de la “amnesia verbal”, a la que consideró similar a la afasia sensorial de 
Wernicke. Esta dicotomía fue reconocida por un número de seguidores de Broca, antes de 
la aparición de la monografía de Wernicke (1874; en Goodglass, 1988). 
 Baillarger (1864; en Goodglass, 1988), se refirió a la “afasia simple” como la pérdida 
del lenguaje, en contraste a la forma en la que ocasiona una perversión en la facultad del 
lenguaje; en la que los pacientes pronuncian palabras no relacionadas con su pensamiento. 
Igualmente, Jackson (1915; en Goodglass, 1988), reconoció dos grupos principales: aquel 
con daño severo o ausencia del habla y otro con habla abundante; pero, errónea. 
 Bastian (1869; en Goodglass, 1988), neurólogo inglés adoptó el término afasia y 
amnesia en un sentido muy parecido a los de Broca. La posición especial de Bastian en la 
afasiología, es su postulado de un sistema de centros y conexiones a través de los cuales, él 
abarcaba todas las formas de afasia. 
 Esta experiencia, tuvo su fundamento en la localización de la afasia sensorial de 
Wernicke, en la porción posterior del giro temporal superior, que ha sido descrito de 
acuerdo a su propio criterio. Geschwind (1966; en Goodglass, 1988) señaló, la monografía 
de Wernicke con su rigurosa cartografía de los datos onto-anatómicos de los procesos 
psicológicos; fue una influencia para la contribución en la historia de la afasia, por varias 
razones: primero, él atribuyó a la afasia sensorial, la destrucción de un centro para las 
imágenes de palabras auditivas considerando a la parafasia en el monitoreo auditivo, 
segundo, formuló el principio de la asociación anatómica sobre las bases firmes que Bastian 
adoptó. El punto de vista que propuso Meynert respecto a la existencia de una vía nerviosa 
del primer giro temporal al área del habla motora de Broca, Wernicke lo comparte 
mencionando la existencia de una forma de afasia (afasia de conducción), la cual pudo ser 
producida por una lesión de tal vía. El paciente pudo entender lo que escuchaba, teniendo 
la habilidad de la producción del sonido del habla; pero, fue incapaz de encontrar palabras, 
debido a su parafasia. Wernicke insistió sobre la independencia de la conceptualización 
del lenguaje, teniendo una postura opuesta a la de Bastian (1869; en Goodglass, 1988), 
 12 
quien postuló que el pensamiento requiere de la manipulación de palabras que están 
almacenadas en el centro de la palabra auditiva. 
 Kussmaul (1881), publicó su propio libro Die Storungen Der Sprache; presentó su punto 
de vista sobre afasia con algunas características en común al modelo de Wernicke; pero, 
incluyendo un centro visual y conceptual. Kussmaul introdujo los términos “sordera para 
las palabras” y “ceguera para las palabras”; consideró a la afasia como un término artificial 
para una disposición de desórdenes autónomos afectando la producción del habla (afasia 
ataxica), recuperación de la palabra (afasia amnésica), producción de oraciones 
(agramatismo), así también, como sordera y ceguera para las palabras. 
 Por otra parte, la explicación de Lichtheim (1884) del modelo de Wernicke está asociada 
con la doctrina clásica de los centros y las conexiones asociativas. Lichtheim estableció 
sus principios fundamentales sobre la función del cerebro, con una total convicción lógica, 
que hoy día se considera un punto de vista mecanicista. Dentro del esquema de Lichtheim, 
la conexión entre el centro del habla motora y el centro de la palabra auditiva, llega a ser la 
vía para la repetición. La afasia de conducción, la cual resulta de una interrupción de esta 
vía, está principalmente marcada por la falla de ésa repetición. Lichtheim también 
introdujo el principio para un centro conceptual que fue el almacén del significado, unido a 
la imagen de la palabra auditiva del área de Wernicke y el cual fue también el origen del 
mensaje, para ser implementado por el centro motor del habla; la afasia transcortical 
provoca la interrupción de esta vía o del centro conceptual. Lichtheim propuso la 
elaboración de su esquema para agregar un centro para las imágenes visuales, 
principalmente para la lectura y otro para la representación motora, mediante la escritura. 
Charcot (1883), propuso una tipología basada en el principio del esquema de Lichtheim; 
después, Grasset (1907), estableció cinco centros que permitieron deducir 18 formas de 
afasia (Grasset, 1907). 
 Déjerine (1901), adicionó al esquema postulado por Lichtheim, y a los esquemas ya 
propuestos por Broca y Wernicke, una zona verbal visual en el giro angular e insistió en 
considerar conexiones corticales cortas y largas, enlazando aquellas zonas potencialmente 
involucradas; al mismo tiempo, propuso considerar la intervención del cuerpo calloso 
tomando en cuenta la inervación bilateral del aparato motor oral. 
 13 
 Mencionó, que una lesión de la zona perisilvianica del lenguaje tiene impacto sobre 
todas las modalidades del lenguaje; aunque en particular, un canal del lenguaje puede estar 
predominantemente afectado de acuerdo a la localización de la lesión. El argumento de 
Déjerine, se basa en la interdependencia de la multiplicidad de conexiones de la zona del 
lenguaje. La contribución de Déjerine sobre la clínico-patología de la ceguera pura para la 
palabra y alexia con agrafia, esparticularmente bien conocida. 
 Kussmaul (1881), incluyó el agramatismo y la amnesia para las palabras de los subtipos 
de deficiencias; que fueron un cabo suelto para la categoría del término afasia. Además, 
cada una de esas manifestaciones estuvo sujeta a un análisis clínico y psicológico por 
numerosos afasiólogos (Kussmaul, 1881). 
 Pitres (1898), distinguió el síndrome de afasia amnésica o dificultad para encontrar la 
palabra; concibió este desorden como una disociación entre el centro conceptual y la 
imagen de la palabra; pero, no propuso el sitio de la lesión en particular. Es notable que el 
esquema Wernicke-Lichtheim no haga alguna revisión para considerar a la afasia amnésica 
(anómica) dentro del mismo (Pitres, 1898). El agramatismo fue observado y nombrado 
muy próximo al período de Broca; más tarde; estuvo sujeto al escrutinio clínico y 
psicológico. 
 Kleist (1916), distinguió entre agramatismo y paragramatismo, a la reducción que 
implicaba a la sintaxis y supresión de elementos sintácticos; que más tarde involucraron el 
mal uso de la sintaxis. La monografía de Pick (1913), sobre el agramatismo, fue 
ampliamente utilizada para la explicación de cómo se desarrolla la pronunciación, desde 
una noción preverbal hasta la realización motora. 
 El fenómeno del asociacionismo en las ideas, es apoyado por Marie (1906) y Head 
(1926), obteniendo mayor fuerza con Jackson de acuerdo a sus escritos. Los escritos de 
Jackson sobre afasia, perduraron 30 años desde 1863; su punto de vista se cita: “… El 
deterioro esta muy cerca al cuerpo estriado, lo más probable; es que el defecto de la 
articulación sea una cuestión más notable y lo más remoto es que sea un error de palabra” 
(Jackson 1932). 
 Jackson consideró los principios psicológicos generales; mismos que aplicó a las afasias 
de casi cualquier tipo, y los cuales llegaron a convertirse en un axioma. El pensamiento de 
Jackson fue fuertemente influenciado por Spencer, intentando mostrar que ciertos 
 14 
principios generales de la actividad neuronal se aplican ampliamente a través de los 
sistemas, incluyendo lenguaje y percepción; una distinción fundamental de esta idea estuvo 
dada entre las conductas volitiva y automática, a las que consideró que están involucradas 
en diferentes niveles de organización neuronal. Dentro del domino del lenguaje, estas 
conductas están representadas por una parte, por interjecciones y por otra, por el lenguaje 
proposicional. La afasia afecta principalmente el uso proposicional del lenguaje; Jackson 
sugirió que el nivel automático del habla, esta mediado por el hemisferio derecho, dado lo 
anterior; existe sobrevivencia a la destrucción masiva del hemisferio izquierdo. 
 La distinción de Jackson entre la comunicación propuesta y la automatizada puede dar 
origen a la elaboración tardía de Goldstein sobre la conducta abstracta en afasia y 
representa un punto de coincidencia entre la función intelectual y la función del lenguaje. 
 Dos autores contribuyeron notablemente en la aproximación de esta teoría: Trousseau 
(1867), que debatió sobre el concepto de afasia para enfatizar el amplio impacto intelectual 
de este desorden que observó en algunos otros pacientes y Finkelnburg (1870), mencionó 
que el deterioro del lenguaje es sólo una faceta de la pérdida de la capacidad simbólica o 
“asimbolia”; la cual también se manifiesta por medio de gestos. 
 La controversia más importante fue la provocada por la publicación de Marie en 1906 
que postulaba que hay realmente, sólo un tipo de afasia: la afasia de Wernicke, que puede 
ser en cierto sentido un desorden de inteligencia con manifestaciones particulares en el 
lenguaje. Para Marie, la dificultad en la producción del habla descrita por Broca, fue sólo 
una disartria la cual paso a co-existir con una verdadera afasia (la de Wernicke). 
 Varios autores sobresalen de los afasiólogos muy cercanos al siglo XX, por su 
introducción de conceptos, sin embargo, éstos no se vinculaban con la idea tradicional 
anatómica-asociacionista. Pick, cuya aproximación a la afasia siguió la línea tradicional 
que llegó a ser un proponente del análisis lingüístico y psicológico del desorden. Su 
trabajo sobre agramatismo toma la forma de una disección psicológica de los procesos de 
formulación y emisión de una oración. 
 Head (1926), que fue sucesor de Jackson y en cuyo trabajo estableció fundamentalmente 
que para todas las afasias, existe un desorden de formulación simbólica y de expresión, que 
se extiende a las operaciones no verbales, así, como a las operaciones cognitivo verbales. 
Mencionó que la afasia es como un deterioro del intelecto que tiene un impacto sobre 
 15 
cualquier conducta; en la que algunos símbolos juegan un rol importante entre la iniciación 
y el completado. Head presentó cuatro tipos de clasificaciones como ejemplo de varias 
perturbaciones parciales de capacidad simbólica. 
 Su clasificación de “afasia verbal”, corresponde a la afasia motora cortical tradicional ó 
afasia de Broca; su “afasia sintáctica”, a la afasia sensorial tradicional o afasia de 
Wernicke; “afasia nominal”, muy cercana a la afasia amnésica de Pitre; la descripción de 
“afasia semántica”, representa un nuevo concepto en la clasificación, el cual 
subsecuentemente fue revisado por Luria. Este desorden libera a las habilidades básicas 
del lenguaje, de la fonología, sintaxis y recuperación de la palabra; pero, daña a la 
capacidad de inferir y percibir relaciones sobre el nivel verbal y no verbal. De acuerdo a la 
tendencia de esa época, Weisenburg y McBride comprendieron el punto de vista de Jackson 
y Head, respecto a la asociación anatómica clásica, tanto “dinámico”; como “estático”. 
 Sus propios estudios permitieron concluir que el grado de coincidencia del daño en sus 
pacientes, no dieron pauta para fortalecer una clasificación más precisa, sino que 
manifestaron: “predominantemente expresiva”, “predominantemente rece ptiva”, 
“receptiva -expresiva” y “amnésica”. Weisenburg y McBride enfatizaron sobre la 
naturaleza pragmática y empíricamente pura de su clasificación; evitando modelos, teorías 
y anatomía, como base para sus categorías. 
 La contribución de Goldstein 1878-1965, hace énfasis sobre los cambios en la capacidad 
adaptativa e intelectual del paciente afásico, aun cuando se determine sus síntomas, 
respecto a su expresión lingüística. El argumento de Goldstein (1948), es la pérdida de la 
capacidad para manifestar la conducta de abstracción; lo cual implica, la incapacidad para 
enfrentarse con símbolos, cambiar de una actividad a otra, etc. La pérdida de la conducta 
de abstracción se explica a través de un número específico de síntomas, tales como 
agramatísmo (a causa de la naturaleza de “abstracción” de los morfemas gramaticales) y la 
incapacidad para nombrar. La afasia amnésica fue para Goldstein un desorden del 
nombramiento causado por la incapacidad del paciente en la concepción de renombrar un 
objeto como un atributo arbitrario asignado al objeto. 
 Los pacientes con afasia amnésica pueden referir ocasionalmente al objeto por su 
nombre; pero, para el referido del paciente, el nombre es funcionalmente el mismo para el 
objeto. De acuerdo a Goldstein, él no tuvo la intención de reducir su conceptualización de 
 16 
afasia a los principios de la pérdida de la conducta de abstracción; uso el término “ayuda 
del lenguaje” para referirse a varios componentes en el uso del lenguaje, que puede ser 
afectado de diversas formas del desorden: articulación, sintaxis, lectura, escritura y las 
habilidades asociadas con el lenguaje. 
 Alajaouanine (1890-1980), fue el primer neurólogo que solicitó la colaboración de un 
psicólogo (Ombredane) y una lingüista (Durand), para un estudio interdisciplinario de un 
desorden de afasia (Alajouanine, Ombredaney Durand, 1939). La influencia de 
Alajouanine fue considerable; tanto por su énfasis en el estudio de las características 
psicolingüísticas de afasia junto con sus fundamentos anatómicos, como por su 
entrenamiento y colaboración con otros neurólogos, quienes tenían prominencia en 
afasiología contemporánea, particularmente Lhermitte y Lecours. 
 
1.1.5. II Post-Guerra: 1950-1980 
 
 La segunda Guerra Mundial tuvo efectos directos e indirectos en afasiología. En los 
Estados Unidos, la corriente dentro del hospital veterano de pacientes con herida cerebral y 
con daño en el lenguaje, levantó una demanda para tratamiento y rehabilitación. Los 
fondos financieros suministrados para la rehabilitación e investigación atrajeron dentro de 
este campo de la afasiología un amplio número de psicólogos y patólogos del lenguaje, 
colegiados en métodos de investigación cuantitativo y experimental. Ambas profesiones 
fueron comisionadas en el entendimiento y tratamiento de los efectos del daño cerebral. 
 Quizá lo más importante de esta nueva influencia en este período, fue la participación de 
psicolingüístas y psicólogos cognitivos en la formulación de preguntas que fueron 
contestadas. En los 50s se observó el surgimiento y el rápido desarrollo de la especialidad 
de la psicolingüística en unión con el proceso informativo y el movimiento de la psicología 
cognitiva en las dos décadas siguientes. Esas aproximaciones se desarrollaron virtual y 
simultáneamente en los Estados Unidos, Inglaterra, continente Europeo y Japón. 
 
 
 
 
 17 
1.1.6. Modelos de Lenguaje-Cerebro: 1950-1980 
 
 Los años 50s y 60s mostraron un gran número de sistemas taxonómicos en relación con 
las ideas que predominaban en esa época y tuvieron alguna aceptación limitada. 
 Bay (1964), rechazó la posición clásica de la taxonomía basada anatómicamente; así 
como con otra que fue basada sobre factores lingüísticos y psicológicos, argumentando 
que ninguna aproximación pudo brindar sin ambigüedad, algún caso clasificable. Él 
pensaba que la afasia era una entidad indivisible; algunos tipos de afasia se pueden sólo 
caracterizar de acuerdo al nivel de severidad y por la presencia o ausencia de alguna 
característica adicional específica, tales como: disartria, euforia, incapacidad a la lectura, 
etc. La aproximación de Bay entonces, llegó a carecer de fundamentos característicos en 
principio, incluyendo la aproximación de Marie. 
 Schuell, fue una directora y patóloga del habla, autora de uno de los más amplios 
programas de rehabilitación de afasia en veteranos. Incursionó en el estudio sistemático de 
los errores del habla en los individuos afásicos, fue muy influyente como maestra de 
patología del habla y una promotora en el reentrenamiento del lenguaje para individuos 
afásicos. Schuell propuso categorizar cinco tipos de afasia; sus categorías no se 
consideraron como variables basadas anatómica y psicolingüísticamente. Su tipología 
estuvo basada, en parte por la severidad y por otra, por la combinación de las dificultades 
del lenguaje con problemas sensorio motores (Schuell, Jenkins y Jiménez-Pabon, 1964). 
 Jakobson, fue un lingüista ruso asociado con la escuela de lingüistas de Prague; cuya 
enorme influencia sobre el pensamiento lingüista en este siglo, se debe a su análisis de 
algunas propiedades del lenguaje y su manifestación a través de un amplio rango de la 
actividad humana relacionada al lenguaje. Su concepto de fonema envuelve distintas 
características, dando apoyo a la fonología moderna. Jakobson consideró cómo el 
desarrollo del lenguaje y el fracaso del mismo, ejemplifica la operación del principio 
universal del lenguaje. En su monografía, Jakobson (1941) sugiere que el orden de la 
adquisición de los sonidos del habla en los niños, es el mismo sonido que prevalece a través 
del lenguaje de las palabras y a la inversa respecto a este orden. 
 Desde su punto de vista sobre los tipos de afasia, Wepman y Jones (1961ª) se 
manifiestan en términos de funciones psicolingüísticas sin referencia a un correlato 
 18 
neuroanatómico. Wepman y Jones investigaron el fenómeno de la afasia, considerando 
que las operaciones del lenguaje están definidos en términos de combinación de los canales 
de salida motoras y canales de entrada sensoriales, de acuerdo a sus investigaciones en 
pacientes afásicos; ellos derivaron cuatro dimensiones del lenguaje, estas fueron: 
transmisión visual a oral; transmisión auricular a oral, transmisión auricular a gráfica e 
igualación de estimulación auricular u oral; concluyeron que un factor simple de lenguaje 
puede ser sólo extraído de la prueba de ejecución de los individuos afásicos (Wepman y 
Jones, 1961ª). 
 
1.1.7. Desarrollo Cercano al Siglo XX 
 
 Durante la cercanía al siglo XX, hubo más elaboraciones del concepto sobre los centros 
subcorticales y corticales y sus interacciones neurológicas de las funciones del lenguaje. 
Déjerine (1849-1917), fue una figura muy importante en este desarrollo; su notable logro 
fue su demostración del sustrato anatómico del síndrome de alexia pura sin agrafia y su 
interpretación como el “síndrome de desconexión” (Lecours, Lhermitte y Bryans, 1983). 
Henschen, realizó un análisis de los reportes clínico patológicos en la literatura sobre afasia 
y formuló un modelo minucioso que postuló la existencia de numerosos centros corticales 
para casi todos los aspectos de la función del lenguaje, incluidas las actividades 
relacionadas para el cálculo, expresión y apreciación musical (Henschen, 1919-1922). 
 
1.1.8. Período Moderno 
 
 El comienzo de la “época moderna” en la investigación de la afasia fue designado para 
el año de 1935, a partir del estudio de Weisenburg y McBride (1935; en Benton y 
Anderson, 1998), quienes generaron una cantidad considerable de información acerca de 
este deterioro y que al mismo tiempo proveyeron un modelo metodológico para las 
investigaciones subsecuentes. 
 Un importante desarrollo en décadas recientes ha sido el enfocado al esfuerzo para 
describir, en términos precisos; las alteraciones del habla presentadas en pacientes afásicos 
y a relacionar esos cambios en los sustratos anatómicos de éste desorden; y conocer el 
 19 
estatus cognitivo del paciente afásico. El trato ó las relaciones con tales disturbios como: 
agramatismo, paragramatismo, “desorden para encontrar palabras” y afasia sintáctica, 
requiere del esfuerzo de expertos en el campo de la lingüística. Como consecuencia, un 
gran número de lingüistas se comprometieron con el estudio de la afasia; se les conoció 
como: neurolingüístas. 
 Aunque algunos neurólogos y psicólogos (Alajouanine, Ombredane y Duran 1939; 
Kleist 1934; Ombredane 1926, 1933; en Benton y Anderson, 1998) trataron con los 
problemas psicolingüísticos en años recientes, la figura creativa en este campo fue 
Jakobson. En su monografía, este autor (1941; en Benton y Anderson, 1998) comparó los 
desórdenes fonémicos en la pronunciación de los pacientes afásicos, con los del habla de 
los niños; haciendo una relación de los aspectos más generales de la fonología y tuvo 
resultados positivos, dando pauta a las investigaciones subsecuentes. Las investigaciones 
continuaron con el propósito de definir las bases anatómicas de la afasia; las 
aproximaciones localizacionistas a la “anatomía” de los desórdenes afásicos, contin uaron 
con el neurólogo Nielsen (1890-1969; en Benton y Anderson, 1998) cuyo pensamiento 
siguió la línea establecida por Henschen (1919-1922 y Poetzl 1928; en Benton y Anderson, 
1998). 
 
1.1.9. Desarrollo Contemporáneo 
 
 Con el rompimiento del curso de las investigaciones anteriores, junto con las hechas por 
Geschwind (1965; en Benton y Anderson, 1998) en las que los desórdenes de apraxia, 
agnosia y afasia, fueron interpretados como producto de la desconexiónneuronal; se 
estipuló el ímpetu para una aproximación reciente para el estudio anatómico del síndrome 
afásico. Desde el momento en que las descripciones de Bouilland y Broca respecto a las 
descripciones del deterioro del habla y del daño del lóbulo frontal; el estudio de la afasia 
tuvo una fuerte ayuda en cuanto al método de esta lesión, en tanto la correlación fue 
establecida entre áreas circunscritas de la disfunción cerebral y el patrón de alteración 
conductual. 
 Geschwind analizó el estudio de las lesiones en el siglo pasado y propuso un modelo 
para el lenguaje y el cerebro, en el que los componentes principales fueron los centros del 
 20 
lenguaje localizados en las áreas de Wernicke y Broca conectados por una importante vía 
(el fascículo arqueado), que recibe apoyo de la corteza auditiva y otras regiones 
perisilvianicas. Los informes de Geschwind precedieron pocos años al comienzo de una 
serie de avances tecnológicos, los que aportaron oportunidades sin precedentes para los 
modelos del cerebro y el lenguaje. Hasta entonces, el medio esencial para obtener una 
correlación anatómica que aportara un indicio de afasia, fue la autopsia del cerebro del 
paciente afásico; pero, al mismo tiempo, la principal limitación inherente es que depende 
exclusivamente de los estudios postmuerte. En realidad, el estudio anatómico 
necesariamente seguido de la evaluación del lenguaje del paciente; dificulta la hipótesis 
para probar la situación de manera convincente. 
 A mitad del siglo XX, la angiografía y neumoencefalografía; fueron aplicadas en la 
clínica para proveer indicadores anatómicos generales en el manejo de una guía de 
pacientes neurológicos, incluyendo aquellos con desorden de lenguaje adquirido. Estos 
procedimientos, tuvieron considerables riesgos asociados con la información anatómica 
ambigua; pero, los reportes de hallazgos limitados del análisis retrospectivo de los registros 
clínicos, estuvieron de acuerdo con el conocimiento de los principios de afasia (Rosenfield 
y Goree 1975; en Benton y Anderson, 1998). 
 El isótopo radioactivo para explorar el cerebro, fue usado por Benson en la mitad de los 
60s en los primeros estudios para correlacionar sistemáticamente los resultados de la 
neuroimagen con los signos comunes de afasia (Benson 1967; Benson y Patten 1967; en 
Benton y Anderson, 1998). Este trabajo proporcionó la primera confirmación radiológica 
de la distinción de Wernicke entre la afasia “sensorial” fluida, asociada con las lesiones con 
el hemisferio anterior izquierdo y la afasia “expresiva” no fluida, asociada con las lesiones 
anteriores. 
 El explorador cerebral de isótopo radioactivo fue aplicado por un número limitado de 
afasiólogos (Karis y Horenstein 1976; Kertesz, Lesk y McCabe 1977; Verhas, Schoutens y 
Demol 1975; en Benton y Anderson, 1998) pero, el intento detallado de su interpretación 
anatómica estuvo basado sobre los índices neurológicos, asociados con imágenes 
radiográficas borrosas (Rubens 1975; en Benton y Anderson, 1998). 
 Esto marcó la llegada de la Tomografía Computarizada (CT) en 1973; la superioridad de 
la CT sobre la Angiografía y el explorador Radioisotópico para el estudio de la afasia, fue 
 21 
demostrada directamente por Yarnell, Monroe y Sobel (1976; en Benton y Anderson, 1998) 
a través de los resultados de un estudio con 14 pacientes. Morh mostró la utilidad 
potencial de la CT dirigido hasta ahora a la desconexión anatómica del tejido; al mismo 
tiempo el uso de la CT basado en los reportes de la afasia, causada por lesiones en el tálamo 
izquierdo (Morh, Watters y Duncan 1975; en Benton y Anderson, 1998) y en el área de 
Broca y las regiones alrededor del área de Broca (Morh 1976; en Benton y Anderson, 
1998). Haward, Naeser y Zatz (1977; en Benton y Anderson, 1998) publicaron el primer 
estudio sistemático sobre afasia en donde aplicaron esta nueva tecnología (Naeser y 
Haward 1978; en Benton y Anderson, 1998). Al mismo tiempo, reconocieron las 
numerosas trampas metodológicas potenciales, las cuales muchas fueron ignoradas; sus 
estudios incluyeron a pacientes con lesiones sólo simples y locales causadas por choque, 
usaron el explorador de la CT cuyos resultados detectaron lesiones relativamente estables, 
finalmente llevaron a cabo un análisis de imagen sobre el perfil conductual del paciente. 
Los descubrimientos fueron consistentes de acuerdo a la localización anatómica clásica 
para la principal categoría diagnosticada de afasia y fueron interpretadas como apoyo 
general del modelo de afasia de Geschwind. 
 Los estudios de la Tomografía Computarizada también depuraron el informe sobre la 
afasia global, la que históricamente estuvo enfocada como la consecuencia de una lesión 
masiva dentro del territorio de la arteria cerebral media izquierda, con daño combinado en 
las áreas de Wernicke y Broca y las estructuras subcorticales. En los casos poco frecuentes 
de afasia global sin semiparálisis, las lesiones estuvieron limitadas de la región prerolándica 
a las regiones conservadas de la corteza motora, establecidas entre las áreas dañadas y la 
corteza posterior y prefrontal del lenguaje (Deleval, Leonard, Mavroudakis y Rodesch 
1989; Granel, Biller, Damasio, Adams y Cornell 1987; Vignolo, Boccardi y Caverna 1986; 
en Benton y Anderson, 1998). 
 Uno de los avances más importantes que resultaron de la aplicación de la CT, fue el 
esclarecimiento de la ubicación del daño subcortical, asociado con las afasias “atípicas”; las 
cuales no corresponden conductualmente a alguna categoría clásica. Las lesiones 
circunscritas al hemisferio izquierdo, involucran a la cápsula interna del sistema límbico 
anterior que encabeza el núcleo caudado, la porción anterior del putamen y el tálamo, 
estructuras que son la causa de la afasia dado lo anterior; los modelos de las bases 
 22 
neuroanatómicas del lenguaje, fueron por consiguiente ajustadas (Damasio, Damasio, 
Rizzo, Varney y Gersch 1982; Graff-Radford y Damasio 1984; Naeser y Cols. 1982; en 
Benton y Anderson, 1998). 
 Antes de la llegada de la CT, la afasia de conducción fue reconocida como una categoría 
independiente. Poca información estuvo disponible respecto a las bases anatómicas 
(Benson y Cols. 1973; Geschwind 1965; Konorski, Kozniewska y Stepien 1961; en Benton 
y Anderson, 1998). Varios investigadores aplicaron la nueva tecnología para definir las 
áreas del daño, que pudieron causar este síndrome; incluyendo el giro supramarginal, la 
materia blanca subyacente, la corteza auditiva y la ínsula (Damasio y Damasio 1980; 
Kertesz y Cols. 1979; Naeser y Hayward 1978; en Benton y Anderson, 1998). 
 La técnica de la Imagen de Resonancia Magnética (MRI), fue desarrollada casi una 
década después de la CT (1983). Este proceso, mide las diferencias en la respuesta del 
núcleo atómico de varios tipos de tejido en un breve pulso de banda de radio, aplicado 
dentro de un campo magnético dinámico; ésta fue la primera técnica de neuroimagen no 
apoyada sobre radiación física. 
 La MRI ha ayudado al estudio progresivo de la afasia, del deterioro del lenguaje gradual 
y progresivo y a la anomia, daño en la fluidez y deterioro en la comprensión auditiva 
(Graff-Radford y Cols. 1990; en Benton y Anderson, 1998). 
 Hubo, además, otras implementaciones dentro del avance tecnológico que auxiliaron al 
estudio de la afasia, como el manejo de la Imagen de Resonancia Magnética Funcional 
(FMRI), Tomografía Computarizada por Emisión de Fotones Sencilla (SPECT), 
Tomografía por Emisión de Positrones (PET), que son otra herramienta usada en la 
exploración del cerebro de pacientes afásicos. Nada parecido a la información estructurada 
que aportaron las técnicas de la CT y la MRI, que permitieron la visualización del torrente 
sanguíneo y el incremento y decremento metabólico de las regiones cerebrales. 
 Muchasde las contribuciones de la imagen funcional para la comprensión de la función 
cerebral y del lenguaje, han sido obtenidas con los estudios de los pacientes no afásicos y 
normales; comenzando con los trabajos de Petersen, Fox, Posner, Mintun y Raichle (1988; 
en Benton y Anderson, 1998). El origen enriquecido de la información, complementa 
claramente el estudio de la afasia y ha habido intentos para unir la descripción de la PET 
disponible del lenguaje, de individuos normales, con la descripción del daño del lenguaje 
 23 
en pacientes con lesión focal (Damasio, Grabowski, Granel, Hichwa y Damasio 1996; en 
Benton y Anderson, 1998). Las imágenes funcionales también se han utilizado para el 
esclarecimiento del síndrome afásico, por tanto, los descubrimientos de las CT y MRI, han 
sido escasamente correlacionados en condiciones clínicas. Por ejemplo, la afasia mixta, en 
la que la lesión del hemisferio derecho en un paciente diestro, causa afasia. 
 Los recientes estudios de la PET y de la SPECT demostraron que el hipometabolismo en 
el hemisferio izquierdo intacto estructuralmente se presenta en afasia mixta en la fase 
aguda; pero, el persistente hipometabolismo del hemisferio derecho, parece ser el principal 
responsable para la condición crítica, favoreciendo la explicación de la dominancia del 
lenguaje en el hemisferio derecho (Baker, Kirshner y Wertz, 1996; Gomez-Tortosa, Marin, 
Sychra y Dujovny 1994; Perani, Papagno, Cappa, Gerundini y Fazio 1988; en Benton y 
Anderson, 1998). 
 La afasia progresiva puede estar acompañada por atrofia focal en la región temporal 
izquierda, la que puede se vista con la MRI. En tanto que la PET, revela el 
hipometabolismo en la región del hemisferio izquierdo, relacionada con el lenguaje 
(Chawluk y Cols. 1986; en Benton y Anderson, 1998). Los estudios de imagen funcional 
combinados con el paradigma funcional en pacientes afásicos y normales; también proveen 
nueva información sobre el proceso afásico sin correlato en la lesión macroscópica, tal 
como el daño en el nombramiento, asociado con afasia progresiva (Grabowski, Damasio y 
Anderson 1997; en Benton y Anderson, 1998) y el correlato neuronal de recuperación de 
afasia (Weiller y Cols. 1995; en Benton y Anderson, 1998). Con la fina referencia que 
proporciona la neuroimagen común, se incursiona en los datos para el progreso de la 
afasiología. 
 La generación de nuevos conocimientos y nueva tecnología está encabezada por los 
científicos para un entendimiento progresivo de la biología del cerebro. Los actuales 
métodos de imágenes proporcionan promesas para el enriquecimiento en la información 
acerca de la naturaleza del desorden neurogénico y su tratamiento en adultos afásicos. 
 Las aproximaciones recientes de intervención farmacológica, aportan resultados 
preliminares para facilitar la recuperación cerebro vascular o daño cerebral y el 
mejoramiento cognitivo a través de factores neurotrópicos. 
 24 
 Las características demográficas de los pacientes, continuarán estimulando el desarrollo 
en la intervención del lenguaje en adultos; las expectativas de vida y el envejecimiento 
progresivo de la población mundial, continuarán influenciando la naturaleza de los 
pacientes atendidos por los afasiólogos clínicos (ASHA, 1989; Larsen 1998; Flower y Sooy 
1987; en Chapey y Hallowell 2001). 
 Es importante realizar una serie de comparaciones teóricas para respaldar la 
conceptualización acerca de la problemática del deterioro del lenguaje; en este caso, la 
neuropsicología cognitiva ha formulado su teoría, tanto para la organización mental, como 
para la organización cerebral y el daño sufrido en individuos con estructuras intactas y a 
partir de éstas, dar explicación del funcionamiento del daño ocasionado a nivel de proceso 
cognitivo. 
 El 5 de agosto de 1982, un varón de 19 años, al que nos referiremos mediante sus 
iniciales PH, sufrió un accidente al caer de su motocicleta. Sufrió un grave traumatismo 
craneal cerrado. Al igual que muchos pacientes con un traumatismo craneal, PH ha 
presentado una recuperación bastante buena, con ayuda de servicios de rehabilitación. 
Cuatro años después del accidente, sus capacidades lingüísticas parecían normales en su 
conversación y podía leer sin dificultad. Sus habilidades de memoria a corto plazo eran 
normales, y a pesar de sus puntuaciones bajas en los test formales de retención a largo 
plazo, era capaz de recordar las cosas importantes para su vida diaria sin aparente 
dificultad. 
 Sin embargo, uno de los problemas de PH fue más resistente a la rehabilitación: no 
podía reconocer las caras de la gente. Tan pronto hablaba una persona familiar, podía 
saber de quién se trataba, pero, todos los rostros le parecían extraños. Podía decir si una 
cara pertenecía a un hombre o a una mujer, a una persona de edad avanzada o joven y podía 
describir el aspecto general de los rasgos faciales con razonable certeza. Pero, PH no 
podía reconocer a la gente que le había sido muy familiar. En términos neuropsicológicos, 
el accidente lo había dejado prosopagnósico: capaz de ver, pero, incapaz de reconocer 
muchos de los rostros familiares (De Haan, Young y Newcombe 1987a; en Ellis y Young, 
1992). 
 EST era un hombre de 65 años con buen nivel de educación, cuyas dificultades no se 
centraban en la percepción o en el reconocimiento, sino en el habla. Sus intentos de 
 25 
conversar estaban alterados, por el hecho de que no podía evocar muchas de las palabras 
que antes habían formado parte de su vocabulario habitual y cotidiano. La causa de la 
anomia (término que designa este trastorno) de EST no fue un traumatismo craneal, sino un 
gran tumor de crecimiento lento en el hemisferio izquierdo de su cerebro, extirpado con 
éxito cuando tenía 53 años. En tanto que la gente normal a veces se encuentra sólo en la 
situación de tener una palabra en “la punta de la lengua” y ser temporalmente incapaz de 
recordarla; EST parecía verse atrapado en tal estado, de forma casi permanente, ya que los 
problemas que tenía para evocar palabras afectaban a vocablos comunes como “piano”, 
“araña” y “lámpara”. Él sabía perfectamente lo que eran tales objetos y lo que se podía 
hacer con ellos; pero, con frecuencia era incapaz de recordar sus nombres. Su 
comprensión del lenguaje era buena y podía comprender las palabras escritas, aunque sus 
intentos de leer en voz alta se veían obstaculizados por los mismos problemas de evocación 
que afectaban su lenguaje oral (Kay y Ellis 1987; Kay y Patterson 1985; en Ellis y Young, 
1992). 
 Las dificultades experimentadas por PH y por EST, son dos ejemplos de la larga serie de 
problemas diferentes que puede causar una lesión cerebral. La neuropsicología cognitiva 
humana es, sin embargo, mucho más que un catálogo de los distintos problemas que una 
lesión cerebral puede ocasionar. Los neuropsicólogos cognitivos creen que mediante el 
estudio de pacientes como PH y EST se pueden obtener conocimientos fundamentales 
sobre el modo de proceder de la mente humana, estos conocimientos deberían analizarse de 
nuevo para obtener una mejor comprensión de los problemas de los pacientes con lesiones 
cerebrales, en consecuencia, conducir al desarrollo de mejores terapias (Hatfield 1987; en 
Ellis y Young, 1992). 
 Como aproximación al conocimiento de la mente y el cerebro, la neuropsicología 
cognitiva es al mismo tiempo antigua y nueva; antigua en la medida en que los problemas 
que aborda son los mismos que han ocupado las mentes de filósofos, psicólogos, 
neurólogos y demás durante cientos, incluso miles de años; y nueva ya que, es 
aproximadamente en los últimos 15 años cuando la neuropsicología cognitiva ha quedado 
establecida y ha articulado una aproximación diferenciada. Considerando el caso, como el 
del paciente anómico EST mencionado, surgen dos interesantespreguntas: 
 
 26 
1. ¿Qué le ha sucedido a este paciente para que presente los síntomas particulares que 
muestra? 
2. ¿Puede este patrón de habilidades deficitarias e intactas enseñarnos algo sobre el modo 
en que están, organizados la mente y el cerebro normales? 
 Si en primer lugar, consideramos que le ha sucedido a EST para desarrollar su anomia, 
entonces rápidamente resulta evidente que la pregunta puede responderse, al menos, de dos 
formas muy distintas. Los procedimientos por imagen del cerebro mostraron que el tumor 
que causó la anomia de EST ocupa una gran porción del hemisferio cerebral izquierdo, 
afectando en particular las áreas temporales y temporoparietales (Kay y Patterson 1985; en 
Ellis y Young, 1992). Es mejor decir acerca de EST, “¿Es anómico como consecuencia de 
la lesión de su hemisferio cerebral izquierdo?” o “¿Es anómico a causa de la alteración de 
los procesos psicológicos que median la evocación de las palabras habladas?”. Aunque 
hay quienes creen que una de estas dos explicaciones es intrínsecamente superior a la otra, 
ambas son válidas a su manera. Sin embargo, la segunda, es una explicación 
neuropsicológica cognitiva. 
 Ahora bien, la psicología cognitiva se ocupa del estudio de los procesos mentales que 
posibilitan y subyacen a nuestra habilidad diaria para reconocer objetos y personas 
familiares, encontrar nuestro camino en el mundo, hablar, leer y escribir, planificar y 
realizar acciones, pensar, tomar decisiones y recordar (Eysenk 1984; Smyth, Morris, Levy y 
Ellis 1987; en Ellis y Young, 1992). La neuropsicología estudia la forma en que las 
estructuras y los procesos particulares del cerebro median el comportamiento, abarcando 
aspectos como los deseos y las emociones y los componentes cognitivos de la vida mental. 
 Como su nombre lo sugiere, la neuropsicología cognitiva representa la convergencia de 
la psicología cognitiva y la neuropsicología. “La neuropsicología es cognitiva en la 
medida que pretende clarificar los mecanismos de las funciones cognitivas como pensar, 
leer, escribir, hablar, reconocer o recordar, haciendo uso de la evidencia procedente de la 
neuropatología” (Campbell 1987a; en Ellis y Young, 1992). Dado lo anterior, la 
neuropsicología tiene dos objetivos básicos. El primero: explicar los patrones de las 
realizaciones cognitivas afectadas o intactas que se pueden observar en los pacientes con 
lesiones cerebrales, en términos de alteración de uno o más componentes de una teoría o 
modelo del funcionamiento cognitivo normal. Así, la prosopagnosia de PH y la anomia de 
 27 
EST, pueden explicarse en términos de la alteración de uno o más de los procesos 
requeridos para llevar a cabo el normal reconocimiento de caras y de producción del habla, 
respectivamente. El segundo objetivo de la neuropsicología cognitiva es, extraer 
conclusiones sobre los procesos cognitivos intactos y normales, a partir de los patrones de 
habilidades afectadas e intactas; observadas en pacientes con lesiones cerebrales (Coltheart 
1986; Ellis 1983; en Ellis y Young, 1992). 
 Las afirmaciones en la forma en que la mente intacta debe estar organizada, se basan a 
menudo en las denominadas disociaciones. Si el paciente X presenta una actuación 
deficiente en la realización de la tarea 1, pero, ejecuta con normalidad la tarea 2, podemos 
afirmar que estamos ante una disociación de las dos tareas. Por ejemplo, si la tarea 1 es 
leer palabras y la tarea 2 es reconocer caras famosas, entonces podríamos afirmar que el 
paciente X presenta una disociación entre la lectura, que esta afectada, y el reconocimiento 
de caras, que esta intacto. A partir de esta única evidencia, la neuropsicología cognitiva 
hallaría la justificación para afirmar, que el sistema cognitivo normal debe estar organizado 
de forma que, el reconocimiento de caras y el reconocimiento de palabras escritas, estén 
manipulados por grupos distintos de procesos cognitivos, permitiendo de este modo que un 
grupo esté afectado en tanto que el otro continúa funcionando normalmente. Otros 
neuropsicólogos cognitivos señalarían que se puede plantear otras explicaciones 
alternativas sobre el paciente X. Podría ocurrir, por ejemplo, que el reconocimiento de las 
palabras escritas, fuera en cierto modo más difícil que el reconocimiento de caras y que la 
lesión cerebral incapacitará al paciente X para las tareas de reconocimiento más difíciles, 
pero, que seguiría siendo aún capaz de ejecutar las tareas más fáciles. Sin embargo, este 
tipo de explicación alternativa, podría descartarse si se encontrara un segundo paciente, Y 
en el que la capacidad para la lectura de palabras estuviera intacta, mientras el 
reconocimiento de caras estuviera alterado. Si se compara este paciente con el paciente X, 
encontramos una doble disociación entre el reconocimiento de caras y el reconocimiento de 
palabras escritas. No existe la menor duda de que las dobles disociaciones, son los 
indicadores más fiables, de que existen procesos cognitivos implicados en la realización de 
la tarea 1, que no están implicados en al realización de la tarea 2, y viceversa (Shallice 
1979a; Teuber 1955; Weiskrantz 1968; en Ellis y Young, 1992). Los argumentos teóricos 
basados en asociaciones de síntomas observados, pueden ser muy atractivos porque con 
 28 
frecuencia existen buenas razones psicológicas para esperar que dos o más déficit 
aparezcan juntos, como resultado de la alteración de un sólo proceso cognitivo; pero, tales 
argumentos deben plantearse siempre con precaución y nunca son tan seguros como los 
argumentos basados en disociaciones (Ellis y Young, 1992). 
 Deben considerarse con cuidado, las diferencias con pacientes que desempeñan un papel 
muy importante en el desarrollo de las teorías de la neuropsicología cognitiva y las 
similitudes de los pacientes en forma de grupos de síntomas comunes asociados. Se han 
descubierto varias disociaciones importantes de síntomas, que la neuropsicología 
tradicional habría ocupado como miembros de la misma categoría sindrómica. 
 Esta diferencia es quizá, lo que mejor distingue a la neuropsicología moderna de la 
neuropsicología tradicional. Esta última empleó las asociaciones de síntomas más 
comunes para agrupar a los pacientes en síndromes. Así, los pacientes con alteraciones del 
lenguaje, consecutivas a lesiones cerebrales (afasias), se agruparon en categorías como: 
afasia de Broca, afasia de Wernicke, afasia de conducción, etc. basándose en síntomas 
compartidos. El supuesto de base, consistía en considerar que los pacientes con afasia de 
Broca serían efectivamente equiparables; llegándose a plantear a veces, enérgicas 
afirmaciones en relación con los complejos sintomáticos que debían asociarse (si la 
paciente Z presenta el síntoma Q, también presentará los síntomas R, S y T, etc.). 
 Otros neuropsicólogos cognitivos, reaccionan ante las insuficiencias de los síndromes 
clásicos, sugiriendo simplemente que quizá no haya necesidad de agrupar a los pacientes en 
categorías, con objeto de practicar una neuropsicología cognitiva eficaz (Caramazza 1984 – 
1986; Ellis 1987; en Ellis y Young, 1992). Si fuera posible agrupar a los pacientes en 
categorías homogéneas, esto representaría un ahorro considerable, dado que los 
neuropsicólogos cognitivos necesitarían elaborar una explicación sólo para cada síndrome, 
no para cada paciente individual. Desafortunadamente, los defensores del planteamiento 
del síndrome revisado, no han logrado encontrar una sola categoría unitaria, duradera y 
homogénea. De este modo, las categorías de los trastornos adquiridos, están ya 
fraccionándose a medida que se descubren diferencias individuales teóricamente 
importantes en los pacientes pertenecientes a una misma categoría. 
 Una posible respuesta a esta situación consiste en sostener que los neuropsicólogoscognitivos, deben tratar a cada paciente como un caso único que requiere una explicación 
 29 
independiente. Los pacientes individuales, pueden tener el mismo papel en la 
neuropsicología cognitiva, que el que desempeñan los experimentos individuales en la 
psicología cognitiva: cada uno de ellos representa un test independiente de la teoría 
cognitiva (Ellis 1987; en Ellis y Young, 1992). Sin embargo, por lo general esto sucede 
porque comparten un síntoma particular que puede recibir la misma explicación en cada 
caso. La cuestión es que los demás síntomas que presentan estos pacientes, pueden ser 
muy diferentes; los pacientes son similares en un aspecto, pero, diferentes en otros y no 
pueden ser agrupados con garantías bajo una categoría sindrómica. 
 Ya hemos señalado que si un paciente presenta una alteración de la lectura, pero, no del 
reconocimiento de caras; mientras que otro experimenta una alteración del reconocimiento 
de caras, pero, no de la lectura, ésta doble disociación indica que existen procesos 
cognitivos implicados en el reconocimiento de caras que no están relacionados con la 
lectura de palabras, y viceversa; esto significa que las habilidades cognitivas están 
mediadas por un grupo de procesos o sistemas semiindependientes, susceptibles de alterarse 
de forma independiente. 
 A esta visión sobre el modo en que la mente y el cerebro están organizados se le 
denomina: hipótesis de la modularidad. Según ésta, nuestra vida mental es posible gracias 
a la actividad orquestada de múltiples procesadores cognitivos o módulos; puede existir un 
grupo de módulos responsables de varios aspectos del reconocimiento de caras, otro grupo 
para el reconocimiento de palabras escritas, un tercer grupo para mantener nuestra 
orientación en el entorno geográfico y así, sucesivamente, cada módulo se ocupa de su 
propia forma de procesamiento, independientemente de la actividad de aquellos módulos 
con los que no se halla en comunicación directa. Los módulos son, también, distintos 
dentro del cerebro de forma que las lesiones cerebrales pueden afectar el funcionamiento de 
algunos módulos y al mismo tiempo, dejar intacto otros (así, un paciente puede 
experimentar dificultades en el reconocimiento de caras como consecuencia de una lesión 
cerebral sin presentar necesariamente dificultades en la lectura). 
 El interés actual en la hipótesis de la modularidad procede en gran parte de los trabajos 
de Marr (1976,1982 y Fodor 1983; en Ellis y Young, 1992). Construida a partir de su 
experiencia en la investigación sobre la visión y en la simulación por ordenador de las 
habilidades humanas complejas, Marr sugirió que los sistemas complejos como las mentes 
 30 
y los cerebros, evolucionarían hacia una organización modular en el curso de su desarrollo. 
Esto obedece a que es más fácil, según Marr, detectar y corregir errores y mejorar los 
sistemas complejos cuya organización es modular. 
 Los neuropsicólogos cognitivos actuales, son mucho más cuidadosos al distinguir entre 
las teorías comprendidas como modelos cognitivos y las cuestiones de dónde puede 
localizarse en el cerebro un conjunto propuesto de módulos. Fodor describió las 
propiedades que consideraba propias de los módulos cognitivos; de estas propiedades es 
importante la encapsulación informativa, que significa que un módulo puede realizar su 
propia forma de procesamiento con total aislamiento de los procesos que se producen en 
otros lugares del sistema cognitivo. Si por ejemplo, hay un módulo o un conjunto de 
módulos que procesa la expresión emocional de la cara y un módulo independiente, o un 
conjunto de módulos que reconocen la cara y determinan quién es la persona en cuestión, la 
encapsulación informativa, exige que los módulos que procesan la emoción de la cara 
operen independientemente de cualquier actividad, dentro de los módulos que procesan la 
identidad de la cara. Los módulos deben disponer también de especificidad de dominio: 
cada módulo acepta sólo un tipo particular de aferencia. Por ejemplo, el módulo que 
procesa la expresión de las caras no sería capaz de procesar el tono emocional de las voces; 
tal procesamiento requeriría un módulo con una especificidad de dominio independiente. 
 Si los conceptos de encapsulación informativa y de especificidad de dominio se 
combinan con el de especificidad neurológica; por lo que los módulos están representados 
de forma diferenciada en el cerebro, la neuropsicología cognitiva se convierte en una 
empresa viable, porque surge la posibilidad de que las lesiones cerebrales afectan 
selectivamente ciertos módulos, mientras dejan a los demás intactos y operando con unos 
niveles de efectividad propios del período anterior a la lesión. Otra propiedad de los 
módulos, es la noción de que los módulos cognitivos son necesariamente innatos, es decir, 
forman parte de la dotación genética (Shallice 1984; en Ellis y Young, 1992). 
 Finalmente, como destacaron Schwartz y Schwartz (1984; en Ellis y Young, 1992) parte 
de la principal evidencia neuropsicológica sobre la existencia de sistemas modulares 
procede de estudios sobre alteraciones adquiridas de la lectura y escritura (dislexias y 
disgrafias). Las habilidades de lectura y escritura parecen ser posibles de acuerdo a la 
actividad concertada y orquestada de varios módulos cognitivos, cada uno de los cuales es 
 31 
susceptible de alterarse independientemente de los demás, y por lo tanto, esos módulos se 
comportan en el lector y en el escritor competente, aparentemente como cualquier otro 
módulo cognitivo. Sin embargo, la lectura y la escritura son habilidades artificiales, 
transmitidas a través de la cultura, y que hasta hace relativamente poco tiempo eran 
adquiridas sólo por un reducido número de personas; pocos psicólogos estarían dispuestos a 
sostener que los módulos requeridos para leer y escribir son parte de nuestra herencia 
biológica (Marshall 1987; en Ellis y Young, 1992). 
 Lakatos ha planteado que cada ciencia tiene en su seno, un conjunto de principios que 
no son directamente comprobables (Lakatos 1974; en Ellis y Young, 1992). Estas 
presunciones pueden ser ciertas o falsas; la única forma de que un científico que trabaja en 
un área determinada, pueda saber si sus principios son ciertos o falsos, es observando si la 
aproximación en su conjunto avanza o se estanca. Como la neuropsicología cognitiva es 
una disciplina de reciente consolidación, sus adeptos han tratado de identificar algunos de 
los principios básicos sobre los que se construye. La modularidad es, sin duda, uno de los 
supuestos esenciales de la neuropsicología cognitiva, algo que nunca podrá, en último 
término, ser comprobado o rechazado, pero, sobre cuya validez se apoya la empresa como 
se plantea en la actualidad. Otra presunción clave, es lo que se denomina especificidad 
neurológica, y que otros designan isomorfismo. Según este principio, existe cierta 
correspondencia entre la organización de la mente y la organización del cerebro. Como 
menciona Lashley (1941; en Ellis y Young, 1992): “El descubrimiento de que las distintas 
capacidades que independientemente contribuyen a la ejecución intelectual se corresponden 
con la distribución espacial de los mecanismos cerebrales, representa un avance hacia el 
reconocimiento de una organización similar en los fenómenos neurológicos y mentales” 
(Ellis y Young, 1992). 
 Este supuesto no es algo que los neuropsicólogos de todas las épocas hayan estado 
dispuestos a admitir. 
 “Los neu rólogos antiguos, pensaban que las diferentes variedades de afasia producidas 
por lesiones de diferente localización podían clasificarse en términos psicológicos… pero, 
esto presume en primer lugar, que el lenguaje esté organizado en el sistema nervioso de tal 
modo que los centros anatómicos se correspondan con las funciones psicológicasy, en 
consecuencia, que la destrucción de un centro concreto afecte simplemente un elemento 
 32 
psicológico particular del habla. Esta visión ha sido por completo abandonada” (Brain 
1964; en Ellis y Young, 1992). 
 La idea que Brain consideró abandonada, es la que ha hecho resurgir en los 
neuropsicólogos cognitivos y una de las que refuerzan la tarea de la neuropsicología 
cognitiva. Debemos señalar, sin embargo, que lo único que la neuropsicología cognitiva 
necesita afirmar es que las alteraciones de los procesos cognitivos pueden ser selectivas; es 
probable observar déficit selectivos, como consecuencia de lesiones en sistemas en los que 
el almacenamiento de la información se halla “distribuido”, en lugar de estar organizado en 
centros físicamente discretos (módulos), que se corresponden con las funciones 
psicológicas. 
 Otra presunción de la neuropsicología cognitiva es la de transparencia, que requiere que 
“la realiza ción patológica observada proporcione las bases para discernir qué componente o 
módulo del sistema está alterado” (Caramazza 1984; en Ellis y Young, 1992). Con este 
propósito, Caramazza sugiere que la ejecución de un paciente debe reflejar cuatro factores: 
 
1. La contribución atribuible al “verdadero” efecto de la supuesta disrupción de uno o más 
 componentes del proceso (módulos). 
2. La normal variación individual de la ejecución. 
3. Los efectos de operaciones de compensación. 
4. Efectos que derivan de alteraciones en otros mecanismos del proceso distintos de los 
 componentes incluidos en la hipótesis (Ellis y Young, 1992). 
 
 Toda la situación que se genera a partir de la problemática de los individuos afásicos y 
su interrelación con el medio ambiente, supone también, consecuencias que se relacionan 
con su estado emocional. Las dimensiones emocionales de la afasia son consideraciones 
importantes, porque éste desorden tiene ramificaciones que se extienden más allá de la 
patología del procesamiento lingüístico. Esta pérdida de la comunicación verbal hostiga 
directamente en el arraigado sentido (propio) de la persona; puesto que, su identidad esta 
basada primordialmente en las relaciones, las cuales dependen ampliamente de la 
comunicación (Brumfitt 1993; en Sarno y Gainotti, 1998). 
 
 33 
1.1.10. Un Reporte Orientado Psicodinámicamente 
 
 En 1961, Friedman reportó observaciones sistemáticas de compañeros de pacientes 
afásicos dentro de la terapia de grupo por un período de 7 y medio meses. Estableció que 
todos los pacientes expresaron sentimientos de aislamiento, soledad, sensibilidad, perjuicio 
psicológico y sentimiento de baja autoestima; ocasionando el rechazo de la gente. Estos 
sentimientos persisten igualmente en el grupo de terapia de donde tiende a apartarse. La 
importancia del lenguaje como mecanismo para ejercitar el dominio sobre el medio 
ambiente es evidente en el problema, experimentado por el paciente (Sarno y Gainotti, 
1998). 
 
1.1.11. Revisión de Horenstein 
 
 Horenstein (1970; en Sarno y Gainotti, 1998), observó los efectos del deterioro cerebro 
vascular en los aspectos emocionales y de la personalidad, destacó algunos fenómenos 
importantes como resultado de este deterioro. Se considera a la depresión, como una 
reacción dolorosa; a la existencia y severidad relacionada al tipo de déficit neuronal, a la 
concientización del paciente de su enfermedad; también como a su capacidad de adaptación 
y nivel intelectual y sentimiento de auto valía. Otros determinantes de severidad y 
duración de la depresión son las situaciones sociales y personales del afásico, por ejemplo: 
la pérdida de la costumbre del rol en casa, en la comunidad o en el trabajo; la calidad de la 
relación familiar y la adecuación de planes para el período de posthospitalización. A partir 
de la importancia de la severidad y amplitud del déficit neuronal, Horenstein enfatizó sobre 
el programa terapéutico con un significado práctico para combatir la depresión; subrayó la 
necesidad de una planeación cuidadosa y efectiva para el futuro del paciente. El desarrollo 
de independencia es importantísimo, tanto para propósitos prácticos, como para la 
contribución del sentimiento de la autoestima del paciente. Todas estas observaciones son 
particularmente relevantes para el paciente afásico. 
 Horenstein, también consideró situación de la enfermedad (o sus manifestaciones) 
dentro de un contexto psicológico; ésta conceptualización ha sido discutida por numerosos 
autores Baretz, y Stephenson (1976; Gainotti 1972; Ullman 1962; Weinstein y Kahn 1955; 
 34 
en Sarno y Gainotti, 1998) y frecuentemente detectada en pacientes con afasia. Baretz y 
Stephenson (1976; en Sarno y Gainotti, 1998) consideraron la negativa necesariamente 
dentro de la situación del paciente, con el propósito de “adquirir tiempo” para alcanzar el 
proceso de adaptación a su nueva realidad; aunque inevitablemente la depresión se 
presenta. Baretz, Stephenson y Horenstein (1970; en Sarno y Gainotti, 1998) les llamó la 
atención el efecto de la negativa sobre los profesionales quienes trabajan con pacientes 
afásicos; otros autores sugieren, respecto a la negativa explícita e implícita, la necesidad de 
la intervención psiquiátrica, particularmente cuando el grado de negativa interfiere con el 
proceso de rehabilitación. Horenstein, incluyó en su revisión una discusión del estado 
seudobulbar, como posible confusión con la depresión; la risa y llorar inapropiadamente, 
expresión facial fija, problemas articulatorios y de tragar, mutismo parcial, y compulsiones 
motoras son manifestaciones de aberraciones anatómico fisiológicas, más que 
manifestaciones dramáticas. Las personas con afasia pueden llorar fácilmente cuando se 
exponen al material cargado emocionalmente. 
 No obstante, la estabilidad emocional de los pacientes afásicos puede no ser 
distintivamente de un agrado “orgánico” del estado seudobulbar, descrito por Horenstein. 
Él menciona que en casi todos los casos que han sido investigados, las lesiones 
corticobulbares bilaterales son generalmente simétricas y difusas. Por otra parte, aunque 
con mucha frecuencia las lesiones son unilaterales, la impresión es que hay una pérdida de 
inhibición o control en el paciente afásico, sugiriendo un proceso fisiogénico; pero, también 
reforzando el papel que juega el hemisferio izquierdo como controlador, más que como 
generador en la expresión emocional (Gainotti 1972; Lamendella 1977; en Sarno y 
Gainotti, 1998). 
 
1.1.12. El Estudio de Gainotti 
 
 Gainotti (1972; en Sarno y Gainotti, 1998), exploró las diferencias en la conducta 
emocional asociada con el hemisferio lateral de la lesión en pacientes, hace referencia 
específica a la reacción emocional; agrupándola en: 
Una categoría de siete reacciones bajo el encabezado de Reacción Catastrófica. 
Cinco estados afectivos, caracterizados como Humor Depresivo. 
 35 
Cuatro, de Reacciones de Indiferencia y, 
Una categoría de otras reacciones; las cuales incluyen: confabulaciones, ilusiones y odio 
por las partes de su cuerpo (piernas, brazos, etc.). 
 Los pacientes con lesiones del hemisferio izquierdo, manifiestan síntomas de depresión 
catastrófica o ansiedad más frecuentemente que aquellos con lesiones del hemisferio 
derecho; mientras que, las reacciones de indiferencia son más comunes en el último grupo. 
Cuando los pacientes del hemisferio izquierdo, se categorizaron de acuerdo a la presencia o 
ausencia de afasia; Gainotti observó más diferencias. Los afásicos de Broca 
estadísticamente tuvieron un arrebato emocional más repentino y dramático que otros 
afásicos, en tanto que, los afásicos amnésicos mostraron un patrón diferente de reacción de 
ansiedad, que pareciera reflejar buen control y conciencia. Los afásicos de Wernicke eran 
también diferentes de los no afásicos;

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