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“LA RELACIÓN ENTRE EL AFRONTAMIENTO Y LA 
DEPRESIÓN EN JÓVENES UNIVERSITARIOS” 
 
 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OPTAR AL TÍTULO DE: 
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
 
PRESENTAN: 
María Luisa Arratíbel Siles 
Ewa Wierzbicka Szymczak 
 
 
 
 
 
DRA. LAURA HERNÁNDEZ-GUZMÁN 
DIRECTORA DE TESIS 
 
DR. SAMUEL JURADO 
REVISOR DE TESIS 
 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 MÉXICO, D. F. 2006 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
 
Dra. Laura Hernández Guzmán por haber compartido con nosotras su amplio 
conocimiento, así como por su gran dedicación, paciencia y excelente guía durante todo este 
tiempo de arduo trabajo. 
 
Samuel Jurado, Fayne Esquivel, Dalila Yussif y Noemí Barragán por sus tan acertados 
comentarios y por su gran disposición para finalizar tan importante etapa académica. 
 
Flor y Graciela por su invaluable ayuda y asesoría para la realización de este proyecto, 
así como por su valiosa amistad y gran compañerismo. Violeta por dejarnos aprender de su 
experiencia personal y profesional, eres una gran persona. 
 
Universidad Nacional Autónoma de México por haber sido nuestro segundo hogar y 
brindarnos siempre una excelencia académica. 
 
Dedicatorias Ma. Luisa 
 
 
Dios, quien va conmigo diariamente rodeándome de su luz, envolviéndome de amor y, 
protegiéndome con su enorme poder. Gracias por proveer los canales por medio de los cuales la 
armonía y perfecta autoexpresión llegan a mí. 
 
Mis padres, Luis y Juanita, por darme la vida y brindarme todo su amor a cada instante. 
Gracias por ser mi mejor ejemplo de prosperidad, felicidad, salud, inteligencia y triunfo. Han 
sido mi mejor guía a través del tiempo y soy lo que soy por ustedes. De corazón, otro de mis 
triunfos para ustedes. Los amo. 
 
Mis hermanos, Gustavo, Pepe y Paty, en quienes siempre encuentro paz, confianza, 
regocijo y mucha alegría. Por siempre tener las mejores palabras o consejos que pueda recibir. 
Cada uno brinda una chispa muy especial a mi vida. Siempre conmigo, siempre juntos. Los 
adoro. 
 
André por estar siempre a mi lado amándome, ayudándome, aconsejándome. Por 
compartir conmigo tantas alegrías, tristezas, y desvelos. Por ser una excepcional pareja, un 
excelente amigo y compañero. Gracias por tus sabias palabras que me ayudan día con día a 
ser mejor persona, por impulsarme a crecer personal y profesionalmente. Siempre tuya, te 
amo. 
 
Mi tita Ma.Luisa quien a pesar de su ausencia física siempre está conmigo. Gracias por 
dejarme tu mejor herencia, tu amor, fortaleza, inteligencia y valentía, así como tus memorias y 
magníficas experiencias de vida. Te quiero mucho. 
 
Mi tita Julia quien ha sido gran ejemplo de lucha y amor a la vida. Gracias por siempre 
cuidar de mi y enseñarme lo sabroso que es vivir. 
 
Mis tíos, Isabel y Rubén, quienes siempre me han brindado un gran cariño. Por que 
siempre cuento con su mano amiga, su aliento y consejo. Tía, gracias por enseñarme y 
quererme tanto a lo largo de mis 25 años. 
 
Javier y Martha Angélica, por darme lo mejor de ellos día a día, preciosas experiencias, 
una invaluable amistad, un cariño familiar y aprendizaje. Gracias por creer en mí y compartir 
conmigo la vida. 
 
Mis mejores amigas Gis, Ale y Meche, siempre en mis mejores o peores momentos de la 
vida. Gracias por confiar, reír, llorar, amar, y crecer juntas. Las quiero mucho. 
 
Mis grandes amigos de la facultad, Briam, Meme, Ale, Miriam, Bianca, María, Liliana, 
Gaby, Liber, Adris, Lili, Carlos y Arturo, con quienes he compartido experiencias inolvidables 
y me han dejado aprender de los diferentes matices de la vida. Sé que cuento con ustedes y 
ustedes conmigo, amistad hay mucha. Ewa, una gran experiencia contigo, una excelente 
amistad, crecimiento, apoyo y mucho cariño: lo logramos en muchos aspectos amiga! 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dedicatorias Ewa 
 
 
 
Dedico esta tesis a la mujer más maravillosa y más importante en mi vida: mi madre. Eres 
mi ejemplo a seguir, mi motivo de orgullo, te debo todo lo que soy, sin ti no hubiera sido posible 
nada. Por supuesto, también a ti Marta, porque has sido un gran apoyo en mi vida, por tus 
sabios consejos, por tu paciencia, por tu comprensión, por tantas cosas. No tengo palabras 
para expresar lo mucho que las amo y las admiro. A ti papá, porque te llevo siempre en mi 
corazón. 
 
Lily, Meme, Charly, Arturo, Vanessa y Paulo, quienes han compartido conmigo los 
momentos más felices y los más tristes, por su amistad incondicional, por el apoyo que 
siempre me han brindado, por ser los mejores amigos. Malú, excelente amiga y compañera de 
tesis, porque en los momentos de angustia, tristeza y alegría estuviste conmigo impulsándome 
a seguir adelante en mi persona y en este trabajo. 
 
Omar, por todo el apoyo que me has brindado, por enseñarme a luchar y a ser una mejor 
persona, por quererme tanto y por quererte tanto. Gracias por compartir todos estos momentos 
juntos. 
 
Román, Yolanda, Ulises, Alejandro, Marco, Marcela y Selene, quienes a pesar del poco 
tiempo de convivir con ellos, confiaron en mí y en mi trabajo brindándome su amistad y sus 
consejos. 
 
Álvaro, por tu confianza, por tu amistad, por todas esas pláticas y sabios consejos; y en 
especial, por enseñarme tanto y por compartir conmigo todos tus conocimientos haciendo de mi 
una mejor persona en todos los aspectos. 
 
Dios, por darme una familia excepcional y por rodearme de personas tan maravillosas de 
las cuales aprendo día a día. Gracias a todos. 
 
 
 
 
 
 
 
 i
ÍNDICE 
 
 
 
Introducción 1 
 
Capítulo 1 
Evolución del concepto de depresión 3 
 
Capítulo 2 
¿Qué es la depresión? 13 
 Definición 13 
 Síntomas 16 
 Etiología 23 
 Importancia del problema 26 
 
Capítulo 3 
Explicaciones recientes de la depresión 35 
 Albert Ellis 35 
 Aaron T. Beck 39 
 Martin Seligman 42 
 Donald Meichenbaum 45 
 
Capítulo 4 
¿Qué es el afrontamiento? 49 
 Afrontamiento 49 
 Esquema representacional 58 
 Relación con la depresión 58 
 Estudios recientes 63 
 
Capítulo 5 
Método 71 
 Participantes 71 
 Características demográficas 71 
 Variables 72 
 Materiales 72 
 Instrumentos 
 Inventario de Depresión de Beck (IDB) 72 
 Escala de Evitación Cognitivo-Conductual (CBAS) 73 
 Cuestionario de Estilos de Respuesta (RSQ) 73 
 Diseño 74 
 Procedimiento 74 
 Análisis estadísticos 75 
 ii
Capítulo 6 
Resultados 76 
 
Capítulo 7 
Discusión 86 
 
ANEXOS 
 Inventario de depresión de Beck 98 
 Escala de Evitación Cognitivo-Conductual 104 
 Análisis Factorial 107 
 Cuestionario de Estilos de Respuesta 109 
 Análisis Factorial 111 
 
Bibliografía 113 
 Introducción 
 
 1
I N T R O D U C C I Ó N 
 
Detrás del bajo rendimiento académico de los estudiantes universitarios, hay una carga 
de estrés y depresión causada por unaserie de situaciones difíciles con las que a diario deben 
lidiar. La adaptación al mundo universitario representa un cambio brusco. No son pocos los 
alumnos que al reprobar alguna materia consideran que se debe a su incapacidad, por lo que 
se angustian, exacerbando las inseguridades y conflictos internos, lo que genera trastornos 
del estado de ánimo, generalmente, depresión. 
 
Si bien, los jóvenes reconocen claramente que existen varias formas de tratar el estrés y 
prevenir dificultades, se sabe poco acerca de cómo afrontan y si ciertas estrategias de 
afrontamiento tienen relación con la aparición de la depresión. La respuesta a esto 
contribuiría no sólo a la mejora en la intervención de este trastorno, sino también a la salud 
mental y física de los estudiantes, lo que ayudaría a su mejor desempeño académico. 
 
El presente trabajo intenta explorar la depresión y el afrontamiento, y cómo éstos se 
relacionan. 
 
 El capítulo uno está dedicado a la Evolución del concepto de depresión. En éste se lleva 
a cabo una exploración de las diferentes épocas y los respectivos investigadores que han 
influido en la definición de este constructo. Se podrá apreciar cómo se ha clasificado este 
trastorno a lo largo de la historia. 
 
El capítulo dos permite entender más ampliamente el trastorno de la depresión pues 
desarrolla aspectos como su definición, sintomatología, etiología y su importancia en la 
actualidad. Se revisa también los parámetros diagnósticos utilizados por el DSM-IV y CIE 10 
para la identificación de éste. 
 
 Introducción 
 
 2
El capítulo tres abarca cuatro diferentes teorías para la explicación de los episodios 
depresivos. Estas teorías ayudarán a entender el proceso cognitivo-conductual, de específico 
interés en este estudio, que se lleva a cabo no sólo en el desarrollo de la depresión sino para 
la formación de percepciones que nos llevan a enfrentar de diferentes formas sucesos diarios 
de la vida. Introduce así al constructo de afrontamiento. 
 
Para comprender el afrontamiento y los diversos estilos de afrontamiento, el capítulo 4 
permite explica la importancia de la relación que tiene el afrontamiento con la depresión. 
Considera los diferentes aspectos que influyen sobre la forma de afrontar, como puede ser 
género, edad, subjetividad en la percepción de sucesos, entre otros. Además, revisa los datos 
de la literatura a partir de los resultados de diversos estudios relacionados con la 
investigación en cuestión. 
 
Finalmente, tres capítulos más desarrollan el método, los resultados, la discusión y la 
conclusión de un estudio diseñado para cumplir con los propósitos: a) Identificar si existen 
diferencias entre género en cuanto a la prevalencia del trastorno depresivo, así como en el 
uso de los diferentes tipos de afrontamiento entre jóvenes universitarios, b) Explorar la 
posible relación entre los estilos de afrontamiento y la depresión, y c) Evaluar cuáles de estos 
estilos predicen la presencia de depresión en general y, por separado para cada sexo; 
buscando responder al objetivo planteado al inicio y enriquecer la investigación con aportes 
significativos al ámbito de la Psicología clínica. 
 Evolución del concepto 
 
 3
CAPÍTULO 1 
EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE DEPRESIÓN 
 
Para comprender mejor el concepto de depresión, resulta importante revisar su 
evolución a lo largo de la historia de la humanidad. 
 
La depresión se remonta en su historia hasta los primeros registros escritos de la 
humanidad. En diversos personajes de antiguos mitos, así como en figuras bíblicas se 
describen síntomas manifiestos que hoy serían clasificados como una típica enfermedad 
depresiva. 
 
La importancia de estos primeros registros, tal como lo observó Zilboorg (1944), reside 
en que se demuestra que la sintomatología del desorden afectivo ha seguido siendo 
esencialmente la misma durante veinticinco siglos. No obstante la constancia histórica de la 
descripción sintomatológica, las causas y los tratamientos sugeridos para la depresión se han 
ido modificando permanentemente, como reflejo sobre la explicación de su etiología y 
teóricas de cada época. 
 
Hipócrates hizo la primera descripción clínica objetiva de la depresión, quien acuñó el 
término “melancolía” para designar la atrabilis en el cerebro del individuo deprimido. Infirió 
que la melancolía se vinculaba estrechamente con la epilepsia, y la categorizó, junto con la 
manía, el delirio y la paranoia, como uno de los cuatro principales tipos de enfermedad 
psiquiátrica. 
 
Areteo de Cappadocia, en el siglo II de nuestra era, fue quien formuló el cuadro más 
completo y notablemente moderno de la depresión. Sugirió que eran factores puramente 
psicológicos los que la causan y que poco tenía que ver con la atrabilis, la flema o los demás 
humores. Areteo parece haberse anticipado diecisiete siglos a Kraepelin al asociar manía y 
depresión y al considerar a ambas como parte de una única entidad nosológica. Incluso 
puede haber sido más exacto que Kraepelin en cuanto al pronóstico, ya que observó que la 
 Evolución del concepto 
 
 4
enfermedad recurría, a pesar de las remisiones y que la recuperación después de un episodio 
no aseguraba la cura (Arieti, 1974). 
 
Galeno también, en el siglo II de nuestra era, desarrolló una teoría de enfermedad 
basada en supuestos humores, teoría que se mantuvo como doctrina hasta la Edad Media. 
Recién en el renacimiento, resurgió el interés en la depresión con un nuevo enfoque de sus 
causas. Los médicos del resto de Europa redescubrían que melancolía y manía suelen 
alternar en el mismo individuo. 
 
Con la difusión de la revolución científica, los investigadores de psiquiatría 
comenzaron a considerar la enfermedad mental como causada por agentes fisiológicos. Era 
una época en que los estados patológicos se describían con exagerados pormenores y 
consagraban cada entidad diagnóstica con una denominación latina. 
 
Kraepelin discriminó los elementos comunes entre la confusión de síndromes 
descritos individualmente y los consolidó en tres categorías principales: demencia precoz, 
parafrenia y psicosis maníaco – depresiva. Dentro de la definición abarcativa de psicosis 
maníaco – depresiva, incluyó una variedad de desórdenes depresivos. En el sistema 
nosológico de Kraepelin, la categoría de psicosis maníaco – depresivas comprendía la 
psicosis intermitente, la manía simple, algunos casos de desórdenes leves de carácter 
precursores de perturbaciones más graves. Globalmente, distinguía cuatro subgrupos 
principales: estados depresivos, estados maníacos, estados mixtos y estados fundamentales 
como desórdenes del carácter experimentados entre, antes o en lugar de los ataques maníaco 
– depresivos (Braceland, 1957). 
 
En la búsqueda de un sistema de clasificación operativo, Kraepelin se basó en el 
modelo de la medicina; consideró así que los desórdenes psiquiátricos tenían una causa 
orgánica aún no identificada pero cierta, un curso característico y un desenlace predecible. 
De acuerdo con estos criterios, diferenció la psicosis maníaco – depresiva de la demencia 
 Evolución del concepto 
 
 5
precoz en que la primera remitía y se restablecía la normalidad a pesar de los graves 
desarreglos sufridos durante los episodios clínicos. 
 
Por otra parte, una de las críticas que más se hizo oír fue la de Adolf Meyer, cuyo 
propio sistema de clasificación, por el contrario, se basabaen una categoría más amplia de 
tipos reactivos. En un principio Meyer había aceptado y aplicado el nuevo sistema de 
Kraepelin, pero con el tiempo fue dejándolo de lado por considerar que dependía demasiado 
del desenlace. Comenzó a tratar los desórdenes psiquiátricos dando preeminencia a la 
influencia de las circunstancias existenciales, más que a las condiciones estrictamente 
orgánicas que evolucionan independientemente de los factores ambientales. Por último, 
descartó por completo el modelo de enfermedad, prefiriendo considerar los desórdenes 
psiquiátricos como reacciones específicas de un individuo ante una sucesión de 
circunstancias existenciales. En 1904 Meyer objetó el término melancolía, afirmando que 
daba un sello de certeza a un estado vago acerca del cual poco se sabía. Sugirió en cambio 
denominar depresión a dicho desorden, por lo menos hasta que se contara con 
manifestaciones positivas de enfermedad. Estos hechos dieron pie a que la corriente 
psicoanalítica también investigara acerca del concepto. 
 
Ante la acogida de las ideas de Freud, en 1911, Karl Abraham publicó la primera 
investigación psicoanalítica sobre la depresión, ya que para ese entonces la psiconeurosis se 
interpretaba como consecuencia de una represión de la libido, y de aquí que Abraham 
comparara depresión con ansiedad, que también se percibía como el resultado de instintos 
reprimidos. Sin embrago, diferenciaba ambos trastornos diciendo que la ansiedad surge 
cuando la represión impide el logro de la gratificación deseada, que aún es posible. La 
depresión aparece cuando el individuo ha renunciado a la esperanza de satisfacer sus 
tendencias libidinales, por lo que no puede sentirse amado ni capaz de amar y desespera no 
alcanzar nunca la intimidad emocional. 
 
También afirmaba que la culpa masiva del depresivo se debía a sus reales deseos 
destructivos que se mantienen inconscientes. Algunos depresivos parecían gozar de los 
 Evolución del concepto 
 
 6
autorreproches y el sufrimiento, que les permitían concentrar todos sus pensamientos en sí 
mismos. 
 
Cinco años después, Abraham manifestó su propósito de dar sustento clínico a las 
teorías expuestas por Freud. Creyó que la depresión podía entenderse como una regresión a 
la primera fase psicosexual, fase oral. Y para 1924, se orientó más a organizar una tipología 
de enfermedad basada en la fijación a distintas etapas libidinales. 
 
Poco tiempo después, Sandor Rado (1928) estudió la depresión y la manía en función 
de una red de interrelaciones entre el yo, el superyó y el objeto amado. Rado observó que 
antes del comienzo de un episodio depresivo, el individuo atraviesa por un período de 
rebeldía arrogante y encarnizada, tratándose de un típica manifestación de la manera en que 
el depresivo trata al objeto amado durante sus períodos de normalidad. Posteriormente los 
depresivos adquieren una especial habilidad para que les demuestren amor, sin embargo, 
durante los períodos de seguridad y relativa normalidad ponen a prueba ese amor hasta 
exceder los límites de tolerancia de cualquier relación. Este comportamiento puede ocasionar 
distanciamiento de la persona amada, lo que produce que el individuo caiga en la depresión. 
 
Casi veinticuatro años más tarde, Rado (1951) retomó el estudio de la depresión en el 
cual concibió la psicopatología como la persistencia inadecuada de patrones adaptativos 
infantiles en la vida adulta. En relación con la depresión, Rado siguió sosteniendo que las 
manifestaciones depresivas son intentos por restaurar la sensación de sentirse atendido. 
 
Congruentes con la necesidad de recibir la atención constante de los demás, otras 
propuestas, como la de Fenichel (1945), se han referido a los depresivos como adictos al amor 
que insisten en recibir un flujo constante de benevolencia, sin preocuparse demasiado por la 
personalidad o las necesidades reales de quien se la otorga. Asimismo, juzgaba crucial la 
caída de la autoestima para la depresión. 
 
 Evolución del concepto 
 
 7
El papel fundamental asignado a la regulación de la autoestima y su relación con la 
depresión modificó el curso de la investigación psicoanalítica de los desórdenes afectivos. 
Bibring, Jacobson y Sandler coinciden en que la regulación de la autoestima es un elemento 
crucial para la depresión y en líneas generales conceptúan la autoestima como la vivencia 
que refleja la discrepancia entre la personalidad real y un estado ideal deseado. 
 
Existen otras condiciones como la indefensión o la impotencia a la que algunos 
autores han equiparado a la depresión. Bibring (1953) menciona que la depresión puede 
definirse como la expresión emocional de un estado de indefensión e impotencia del yo, 
independientemente de los factores que puedan haber causado el colapso de los mecanismos 
que fundamentan su autoestima. Otras características centrales son el franco reconocimiento 
por parte del yo de su indefensión real o imaginaria, y las intensas aspiraciones narcisistas, 
que es incapaz de concretar. 
 
Sandler y Joffe (1965) han considerado que la depresión es un afecto básico 
experimentado cuando el individuo cree haber perdido algo que era esencial para su 
bienestar, y se siente incapaz de anular esa pérdida. Además postulan que en la depresión se 
pierde la sensación de integridad narcisista y no un objeto específico. 
 
Por otra parte, se ha explicado la depresión en términos del desarrollo psicológico, 
Edith Jacobson (1954) ha postulado que la mente se desarrolla a partir de una matriz 
indiferenciada por medio de la gradual formación de representaciones de sí mismo y de los 
objetos, es decir, imágenes internalizadas del propio sujeto y de otros individuos. Cada una 
de estas representaciones puede ser catectizada con energía libidinal, agresiva o 
neutralizada. Por lo que para esta autora, el conflicto básico en todos los desórdenes afectivos 
es la frustración que provoca una reacción de rabia, la que da lugar a tentativas hostiles por 
lograr la gratificación deseada. 
 
Finalmente, Melanie Klein (1940) intentó relacionar su enfoque con los síntomas 
clínicos de la depresión, proponiendo que en la lucha interior de los objetos internos, la 
 Evolución del concepto 
 
 8
depresión se experimenta cuando el yo se identifica con los sufrimientos de los objetos 
buenos, sometidos a los ataques de los objetos malos y del ello. Vinculó también los 
padecimientos del depresivo adulto con la culpa y el remordimiento que en su infancia 
experimentó debido al conflicto entre el amor y el odio incontrolables hacia sus objetos 
buenos. 
 
Si bien, tanto Jacobson como Klein imprimieron un componente evolutivo a su 
explicación de la depresión, los primeros trabajos que se ocuparon específicamente de 
factores no intrapsíquicos al investigar la depresión fueron dos publicaciones de Cohen 
(1949, 1954) sobre pacientes maníaco – depresivos, basadas en estudios realizados por la 
Escuela de Psiquiatría de Washington. Siguió este autor una orientación predominantemente 
sullivaniana. Estos estudios son dignos de mención porque toman en cuenta la atmósfera 
familiar en la que crece el futuro individuo depresivo, el efecto del paciente sobre otras 
personas y las características generales de la personalidad depresiva. 
 
Cohen interpretó el episodio depresivo como la manifestación externa del intento por 
recuperar a la otra persona. Cuando se desvanece la esperanza de reanudar el vínculo, la 
depresión avanza hacia un estado psicótico, a menos que sobrevenga una negación maníaca 
de la otra persona.Aunado a lo anterior, Becker (1964) menciona que la depresión corresponde al 
individuo sobre-entrenado que se ajusta a las pautas culturales con excesiva rigidez, pero 
que necesita de esa observación rigurosa para su bienestar. Sugiere también que el depresivo 
limita sus vínculos objetales a unos pocos individuos, de modo que la pérdida de uno de 
esos vínculos lo afecta duramente. 
 
Planteando la posición de la psicología individual acerca de la depresión, Kurt Adler 
(1961) indicó la manera en que este desorden se ajusta a la teoría general del comportamiento 
humano propuesta por él mismo (búsqueda de superioridad para contrarrestar los 
sentimientos de inferioridad). El individuo desarrolla un sistema de racionalizaciones o 
 Evolución del concepto 
 
 9
excusas para adaptarse a sus fracasos imaginados. Las evasivas que adopta son maniobras 
protectoras que resguardan su autoestima, así como los síntomas de un modo de vida 
patológico. Se supone que en la depresión el individuo ha aprendido a explotar sus 
debilidades y malestares, con el fin de obligar a los demás a ceder y evitar así las 
responsabilidades de la vida. 
 
Asimismo, Adler (1914) afirmó que los individuos depresivos tratan de respaldarse 
siempre en los otros y no desdeñan el recurso de exagerar sus propias debilidades para 
forzar el apoyo, la adaptación y el sometimiento de los demás. 
 
Si bien, la corriente culturalista propone una interpretación de la depresión en la cual 
el acento está puesto en la reacción de las exigencias sociales, en el efecto que la 
sintomatología produce en los demás y en la utilización de la depresión para satisfacer 
objetivos anormales. 
 
Menciona Bonime (1960, 1962, 1976) que la depresión no es simplemente un conjunto 
de síntomas que conforman una enfermedad periódica, sino una práctica, una modalidad 
cotidiana de interacción. Los principales componentes patológicos de este específico modo 
de vida, son las tendencias manipuladoras, la aversión a la influencia de los demás, la 
renuencia a brindar gratificación, una sensación básica de hostilidad y la vivencia de 
ansiedad. 
 
De igual forma, Sullivan describió la depresión como la tendencia repetitiva y 
estereotipada a situaciones destructivas, la concentración de un limitado número de ideas y 
el retardo de los procesos vitales. Creía que vincular el desencadenamiento de la depresión 
con una causa manifiestamente reconocible no es más que una manera de racionalizar el 
propio padecimiento y de integrar la experiencia con la propia personalidad, sin deterioro 
del prestigio ni incertidumbre acerca del futuro social y personal. De este modo Sullivan 
descarta la premisa de que las depresiones son respuestas a circunstancias existenciales. 
 
 Evolución del concepto 
 
 10
Considerando que el pensamiento también es uno de los factores importantes como 
desencadenantes de la depresión, Arieti (1974) resumió estudios realizados por Le Mappian, 
Ey y Sommer quienes interpretaron el desorden como una retención o insuficiencia de todas 
las actividades vitales. Dichos autores destacan también la importancia de la distorsión 
temporal en la experiencia de la depresión: hay una exagerada preocupación por hechos del 
pasado, que están constantemente presentes en la mente y que el individuo utiliza para 
torturarse con recriminaciones culposas. 
 
Si bien, hasta ahora se han explicado los componentes cognitivos - conductuales y 
psicodinámicos del trastorno depresivo; sabemos que los fenómenos psicológicos también se 
acompañan de modificaciones neurológicas, y la depresión no es una excepción a la regla. 
Las teorías bioquímicas, favorecen el enfoque de la depresión como una emoción 
fundamental en la cual los factores psicológicos y fisiológicos están correlacionados. 
 
La concepción bioquímica de la depresión, derivó de observaciones clínicas casuales 
que más tarde fueron corroboradas por investigaciones realizadas con animales. Para 1950 se 
demostró en algunos pacientes que la reserpina disminuye el tenor de norepinefrina (NE) y 
de serotonina (5-HT) del cerebro. 
 
Con posterioridad Hertting (Prange, 1973) demostró que los efectos favorables de los 
antidepresivos tricíclicos, como la imipramina, derivan de un bloqueo de la recaptación de 
NE en las terminaciones nerviosas. 
 
Sobre la base de las mencionadas observaciones clínicas, se determinó que estos dos 
compuestos, la NE y la 5-HT están específicamente vinculados con la depresión. Se ha 
sugerido que el exceso de una o ambas aminas lleva a estados maníacos, y su disminución 
provoca depresión. 
 
 Evolución del concepto 
 
 11
Coppen y colaboradores (1963) demostraron que el triptófano, precursor de la 5-HT, 
acentúa el efecto antidepresivo de los inhibidores de la monoaminooxidasa (MAO). Se 
supuso que el mayor poder antidepresivo se debía a una innovación del nivel de 5-HT. 
 
Otra prueba que apoya la hipótesis de la disminución de la 5-HT fue el hallazgo de 
concentraciones por debajo de lo normal de ácido 5-HIA, un derivado de la serotonina, en el 
líquido cefalorraquídeo de pacientes depresivos y en el tejido cerebral de individuos que 
cometieron suicidio (Bunney, Carpenter & Engelmann, 1972). 
 
Los estudios que por el contrario parecen negar la incidencia de la 5-HT en los 
desórdenes afectivos, se basan en el hallazgo de que las drogas que bloquean la síntesis de la 
serotonina no producen depresión. Por lo tanto, la disminución de 5-HT en sí misma no 
parece producir depresión, aunque se sigue creyendo que esta amina interviene en los 
cambios bioquímicos de los desórdenes afectivos, en combinación con otras alteraciones 
fisiológicas. 
 
La otra hipótesis bioquímica fundamental, se relaciona con la concentración de la 
catecolamina (NE) y de su precursora, la dopamina (DA), en el cerebro. Al igual que en el 
caso de la serotonina, los investigadores han observado una disminución en los niveles de 
NE en la orina de algunos pacientes depresivos, pero no de todos. 
 
Se sugirió que el MHFG, un metabolito de la NE que se encuentra en la orina, puede 
indicar con exactitud los niveles de NE en el cerebro. Sin embargo, no todos los pacientes 
depresivos presentan un descenso en la excreción de MHFG. De este último hallazgo es 
posible inferir que pueden existir diferentes tipos bioquímicos de depresión que varían en 
respuesta a determinadas drogas. 
 
Aunque los efectos de los depresivos tricíclicos de los inhibidores de la MAO han sido 
muy beneficiosos en el tratamiento de la depresión, no se ha llegado todavía a correlacionar 
estos efectos clínicos en el contexto de una teoría bioquímica integral. Las diferentes 
 Evolución del concepto 
 
 12
revisiones de los trabajos experimentales (Akiskal & McKinney, 1975; Baldessarini, 1975; 
Goodwin & Bunney, 1973) concuerdan en que las aminas mencionadas intervienen de algún 
modo en los desórdenes afectivos, pero el conocimiento de los fenómenos bioquímicos del 
cerebro es todavía insuficiente para extraer conclusiones definitivas. La mayoría de los 
investigadores reconocen que es demasiado simplista afirmar que el modelo propuesto de 
desórdenes afectivos refleja directamente los niveles de aminas en el cerebro. 
 
A lo largo de este capítulo, hemos revisado las primeras aportaciones para el mejor 
entendimiento del desarrollo de la depresión, desde la parte fisiológica, psicodinámica y 
cognitiva. Actualmente existen investigaciones quenos proporcionan una visión más amplia 
acerca de este constructo, las cuales se irán desarrollando en capítulos posteriores. 
 Depresión 
 
 13
CAPÍTULO 2 
¿QUÉ ES LA DEPRESIÓN? 
 
I. DEFINICIÓN DE DEPRESIÓN 
 
 La depresión es tan antigua como el hombre. Le ha acompañado a través de toda su 
historia y la literatura mundial le ha concedido una atención amplia y detallada. La 
depresión es una experiencia universal; y las emociones de tristeza y pena constituyen una 
faceta intrínseca de la condición humana (Mendels, 1982). 
 
 Se ha empleado la palabra depresión en muy diversos sentidos: para describir el 
ánimo, un conjunto de signos y de síntomas, así como para designar un grupo específico de 
enfermedades. 
 
 Este término proviene del latín deprimere y significa hundimiento o abatimiento en el 
plano vital del ser humano (Alonso-Fernández, 2001). 
 
 La depresión es una perturbación compleja, ya que es un síndrome con diferentes 
matices sintomáticos promovido por múltiples causas que afectan al sujeto tanto por el alto 
sufrimiento psicológico que le produce como por sus secuelas personales y sociales. El 
término depresión se ha utilizado erróneamente para describir, un sentimiento de tristeza y 
apatía, a menudo acompañado de poca actividad física y considerada como una de las 
condiciones más aterradoras y dolorosas que pudiera enfrentar el ser humano. 
 
 Las dos clasificaciones más ampliamente aceptadas por la comunidad médica y 
científica internacional son la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) y el 
DSM-IV. 
 Depresión 
 
 14
 De acuerdo con el CIE-10 un episodio depresivo típico se caracteriza, tanto en los 
casos leves como moderados o graves, porque: "el paciente sufre un decaimiento del ánimo, 
con reducción de su energía y disminución de su actividad. Se deteriora la capacidad de 
disfrutar, el interés y la concentración, y es frecuente un cansancio importante, incluso 
después de la realización de esfuerzos mínimos. Habitualmente el sueño se halla perturbado, 
en tanto que disminuye el apetito. Casi siempre decaen la autoestima y la confianza en sí 
mismo, y a menudo aparecen algunas ideas de culpa o de ser inútil, incluso en las formas 
leves. El decaimiento del ánimo varía poco de un día al siguiente, es discordante con las 
circunstancias y puede acompañarse de los así llamados síntomas "somáticos", tales como la 
pérdida de interés y de los sentimientos placenteros, el despertar matinal con varias horas de 
antelación a la hora habitual, el empeoramiento de la depresión por las mañanas, el marcado 
retraso psicomotor, la agitación y la pérdida del apetito, de peso y de la libido. El episodio 
depresivo puede ser calificado como leve, moderado o grave, según la cantidad y la 
gravedad de sus síntomas". 
 
 De acuerdo con la clasificación que plantea el DSM-IV "los trastornos del estado de 
ánimo están divididos en trastornos depresivos, trastornos bipolares y dos trastornos 
basados en la etiología: trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica y 
trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias. Los trastornos depresivos se 
distinguen de los trastornos bipolares por el hecho de no haber historia previa de episodio 
maníaco, mixto o hipomaníaco. Los trastornos bipolares implican la presencia de episodios 
maníacos, episodios mixtos o episodios hipomaníacos, normalmente acompañados por la 
presencia de episodios depresivos mayores. 
 
 El trastorno depresivo mayor se caracteriza por uno o más episodios depresivos 
mayores (al menos dos semanas de estado de ánimo depresivo o pérdida de interés 
acompañados por al menos otros cuatro síntomas de depresión). 
 
 Depresión 
 
 15
 El trastorno distímico se caracteriza por al menos dos años en los que ha habido más 
días con estado de ánimo depresivo que sin él, acompañado de otros síntomas depresivos 
que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor. 
 
 El trastorno depresivo no especificado se incluye para codificar los trastornos con 
características depresivas que no cumplen los criterios para un trastorno depresivo mayor, 
trastorno distímico, trastorno adaptativo con estado de ánimo deprimido o trastorno 
adaptativo con estado de ánimo mixto ansioso y depresivo o con síntomas depresivos sobre 
los que hay una información inadecuada o contradictoria. 
 
 La característica básica del episodio depresivo mayor es un período de al menos dos 
semanas durante el que hay un estado de ánimo deprimido o una pérdida de interés o placer 
en casi todas las actividades. En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser 
irritable en lugar de triste. El sujeto también debe experimentar al menos otros cuatro 
síntomas de una lista que incluye cambios de apetito o peso, del sueño y de la actividad 
psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para 
pensar, concentrarse o tomar decisiones y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, 
planes o intentos suicidas. Para indicar la existencia de un episodio depresivo mayor, un 
síntoma debe ser de nueva presentación o haber empeorado claramente si se compara con el 
estado del sujeto antes del episodio. Los síntomas han de mantenerse la mayor parte del día, 
casi cada día, durante al menos dos semanas consecutivas. El episodio debe acompañarse de 
un malestar clínico significativo o de deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de 
la actividad del individuo. En algunos sujetos con episodios leves la actividad puede parecer 
normal, pero a costa de un esfuerzo muy importante. 
 
 El grado de incapacidad asociado a un episodio depresivo mayor es variable, pero 
hasta en los casos más leves ha de haber un malestar clínico significativo o deterioro social, 
 Depresión 
 
 16
laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Si la incapacidad es grave, 
el sujeto puede perder su capacidad para relacionarse o trabajar. En casos extremos el sujeto 
puede ser incapaz de cuidar de sí mismo o de mantener una mínima higiene personal. 
 
II. SÍNTOMAS 
 
 Los enfermos depresivos muestran síntomas muy distintos de unos a otros. La 
totalidad de los rasgos semiológicos depresivos integran un conjunto amplio, disperso y 
heterogéneo. 
 
 La depresión acredita su primordial filiación vital al no ser un trastorno psíquico puro, 
sino psicofísico, puesto que engloba rasgos psicopatológicos y alteraciones somáticas de 
carácter reversible (Glick, 1999). Sin embrago, la legitimidad de reconocer como enfermo 
cualquier individuo en estado depresivo viene avalada por la existencia de un desequilibrio 
neuroquímico subyacente. 
 
 Los síntomas centrales de la depresión son la tristeza, el pesimismo, el descontento de 
sí mismo, junto con una pérdida de energía, de motivación y de concentración. 
 
Estado de ánimo 
 La tristeza es la característica capital del estado de ánimo. Los pacientes se quejan de 
sentirse abatidos, insatisfechos, de no “ser ellos mismos”. Los enfermos depresivos son 
incapaces de reaccionar a las cosas que normalmente dan alegría. Muchos depresivos no son 
capaces de explicar el hecho de sentirse tristes; otros, en cambio, atribuyen su condición a 
acontecimientos específicos. Se extienden éstos desde los problemas inmediatos de las 
diversas situaciones de su vida hasta sistemas completosy desarrollados de tipo delirante. 
 Depresión 
 
 17
 El llanto se da con cierta frecuencia entre los depresivos de grado leve y moderado, no 
sólo como respuesta a experiencias específicas sino también por razón de frustraciones de 
menor importancia, o cuando se irritan o incluso, sin motivo aparente. Los enfermos 
depresivos en grado agudo son incapaces de llorar; por eso dicen: “Siento necesidad de 
llorar, pero me encuentro seco por dentro”. 
 
Pensamiento 
 A medida que la depresión evoluciona, los enfermos se tornan gradualmente 
ineficientes, presentando así, pérdida de interés, disminución de energías, incapacidad de 
llevar a cabo cualquier tarea, dificultad para concentrarse, deterioro de la motivación y de la 
ambición. En muchos depresivos, los primeros signos de enfermedad se dan en el área de su 
incapacidad creciente para salir adelante en su trabajo y en sus responsabilidades. 
 
 El depresivo se enjuicia a sí mismo dentro de una gama de pensamientos que 
comprenden desde la insuficiencia y la ineficacia hasta la extrema culpabilidad. Dando un 
crédito escaso o nulo a la realidad y ofreciendo una respuesta escasa o nula a la confianza 
que se le muestra, al argumento o al recurso emocional, niega éxitos y habilidades pasadas. 
 
 Las ideas de incompetencia pueden limitarse a uno o dos aspectos de la vida o bien 
pueden generalizarse. Entonces el paciente depresivo cree que “no es bueno”. Rechazará 
períodos de eficiencia y de éxitos del pasado como carentes de importancia o anticipará su 
desaparición inmediata. En muchos casos, pacientes depresivos en grado agudo se lamentan 
de cosas que nada tienen que ver con ellos. Se juzgan a sí mismos responsables de los 
problemas de otros. 
 
 
 Depresión 
 
 18
Conducta y aspecto 
 Con frecuencia, el aspecto de las personas delata a éstas como depresivas. Su rostro 
triste, insatisfecho, la actitud decaída y la postura inclinada son claros indicios de este estado. 
Si alguna vez sonríe, en particular si cree que los demás así lo esperan de él, la sonrisa es fría 
y superficial, merecedora al calificativo de “melancólica”. 
 
 A medida que la depresión se hace más profunda, tiene lugar una pérdida progresiva 
del interés por el aspecto y el cuidado personal. Los vestidos aparecen desaliñados, 
arrugados, sucios. Las mujeres cesarán de usar cosméticos y se presentarán con un peinado 
descuidado. 
 
 Otro síntoma que se asocia a menudo con la depresión es el retardo psicomotor, el 
cual implica una inhibición aparente y un decaimiento de los movimientos corporales y 
mentales, así como una disminución de los movimientos espontáneos y de los gestos 
expresivos. Cuando se mueve una persona depresiva parece lenta y cauta, como si estuviera 
realizando un tremendo esfuerzo, pudiendo llegar al “estupor depresivo”, cuyo grado de 
inactividad es comparable con el “estupor catatónico”. 
 
 Se reduce al discurso espontáneo. Apenas si intenta iniciar una conversación o 
comprometerse en una discusión. Son raras las respuestas a preguntas concretas. En casos 
muy agudos, el retraso se evidencia de un modo tal que el paciente parece mudo y pasmado, 
como si se tratara de un esquizofrénico catatónico. Como contraste, un paciente puede 
manifestar un estado de agitación y mostrar una inquietud extrema, tanto física como 
psicológica. 
 
 
 Depresión 
 
 19
Síntomas somáticos 
 Se ha comprobado que los síntomas somáticos tienden a agruparse, asociándose 
varios de ellos en un mismo paciente. Entre estos síntomas pueden enumerarse los 
siguientes: 
 
*Pérdida de peso y de apetito. Muchos pacientes deprimidos muestran una acentuada pérdida 
del apetito, sobre todo a medida que la enfermedad progresa. No tienen ganas de comer y, 
cuando lo hacen, la comida les parece insípida. La pérdida del apetito puede ser realmente 
aguda en algunos depresivos y la pérdida de peso es frecuente y, en ciertos casos, puede 
alcanzar los 15 ó 20 kilogramos en un período de tiempo relativamente corto. Existen 
pacientes en los que el desarrollo de la depresión va acompañado por un aumento del 
apetito; por lo común se trata de depresivos en grado leve y moderado. 
 
*Estreñimiento. Ocurre con frecuencia en la depresión ya que puede alcanzar grados 
realmente agudos en los que el paciente no tendrá evacuaciones por espacio de diez días o 
más. 
 
*Perturbaciones del sueño. Los pacientes depresivos se quejan de la dificultad de dormirse, de 
frecuente desasosiego, de despertarse durante la noche o a horas tempranas de la 
madrugada, de la imposibilidad de volver a conciliar el sueño, de pesadillas. Experimentan 
con frecuencia falta de descanso al despertar por la mañana; sienten como si el dormir no les 
hubiera aprovechado o como si el sueño hubiera sido muy ligero. Otros duermen en demasía 
cuando se hayan deprimidos. Como acontece con los pacientes depresivos que comen 
excesivamente, la tendencia a dormir más ocurre ordinariamente en los casos de depresión 
ligera. 
 
 Depresión 
 
 20
*Dolores y males. Los enfermos depresivos se quejan de síntomas físicos que afectan a todos 
los sistemas del organismo: sequedad de boca, dolores y males, cefaleas, neuralgia, sensación 
de opresión en el pecho, dificultad para ingerir. 
 
*Alteraciones menstruales. Las mujeres depresivas manifiestan con frecuencia cambios en su 
ciclo menstrual. El problema más frecuente es la prolongación del ciclo usual con un flujo 
más ligero. En algún caso, la menstruación puede cesar completamente durante un período 
de varios meses. 
*Pérdida de la libido. Es común en los enfermos depresivos ya que abarca desde una 
disminución de interés espontáneo de la actividad sexual hasta una marcada obsesión contra 
el sexo. 
 
*Rasgos de ansiedad. Aunque sea la tristeza la perturbación central del estado de ánimo, 
muchos pacientes depresivos ofrecen también rasgos de ansiedad y otros estados neuróticos. 
Pueden quejarse de tensión, indecisión, temores vagos e inespecíficos y multitud de 
preocupaciones. Además pueden sufrir temblor y los accesos de sudoración comúnmente 
asociados a los estados de ansiedad. 
 
Conducta suicida. 
 Aunque muchos son los factores que contribuyen al desarrollo de pensamientos o de 
intentos suicidas, es evidente que la depresión desempeña una función central en este 
problema. Las ideas de culpabilidad y desesperación presentes en el depresivo pueden 
conducirlo a creer que merece la muerte (autocastigo) o a ver un futuro tan negro que sea 
mejor morir antes que vivir en el estado actual (huida). El período peligroso comienza 
después del tratamiento o la liberación parcial y un aligeramiento del retardo, cuando el 
paciente tiene la motivación y la energía requeridas para el intento. 
 
 Depresión 
 
 21
CUADRO 1. SIGNOS Y SÍNTOMAS DE DEPRESIÓN 
Estado de 
ánimo 
Pensamiento Conducta y 
aspecto 
Síntomas 
somáticos 
Conducta 
suicida 
Tristeza. 
Insatisfacción. 
Abatimiento. 
Llanto. 
Pesimismo. 
Ideas de 
culpabilidad. 
Autoacusación
. 
Pérdida de 
interés y 
motivación. 
Disminución 
de la eficacia y 
de la 
concentración. 
Negligencia en 
el aspecto 
personal. 
Retardo 
psicomotor. 
Agitación. 
Pérdida del 
apetito. 
Pérdida de 
peso.Estreñimiento. 
Sueño poco 
profundo. 
Dolores y 
males. 
Alteraciones 
de la 
menstruación. 
Pérdida de la 
libido. 
Rasgos de 
ansiedad. 
Pensamiento
s. 
Amenazas. 
Intentos. 
 
Fuente: Mendels, 1982 
 
 La pérdida de interés, a la que se hace referencia con anterioridad, también deteriora 
las relaciones personales. Las personas depresivas suelen producir rechazo en los demás 
haciendo su aislamiento mayor. De esta forma el deprimido confirma la imagen negativa que 
tiene de sí mismo y del mundo que le rodea. De esta forma, se dejan de realizar, en primer 
término, las actividades voluntarias (descenso en la capacidad de disfrutar de éstas), con lo 
que se produce, generalmente, una reducción en las relaciones sociales. 
 
 También se ve afectado el ambiente familiar, donde al principio todos intentan 
mostrar su apoyo para animar al sujeto depresivo asumiendo la responsabilidad de aquellas 
funciones que el paciente deja de realizar. Sin embargo, esta sobrecarga termina fracturando 
a la familia y la compasión se convierte en represalias, acusando al enfermo de no 
recuperarse por no tener voluntad para curarse ni poner empeño en intentarlo. 
 
 Depresión 
 
 22
 Finalmente, y sin olvidar la importancia de los criterios del DSM-IV para el 
diagnóstico de dicho trastorno, podemos mencionar los siguientes: 
 
 A. Presencia de cinco o más de los siguientes síntomas durante un período de 2 
semanas, que representan un cambio respecto a la actividad previa, uno de los síntomas debe 
ser: a) estado de ánimo deprimido o b) pérdida de interés o de la capacidad para el placer. 
1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el 
propio sujeto (por ejemplo, se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (por 
ejemplo, llanto). En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable. 
2. Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas 
las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según lo refiere el propio sujeto u 
observan los demás). 
3. Pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso por ejemplo, un 
cambio de más del 5% del peso corporal en un mes, o la pérdida o aumento del apetito casi 
cada día. En los niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables. 
4. Insomnio o hipersomnia casi cada día. 
5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no 
meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido). 
6. Fatiga o pérdida de energía casi cada día. 
7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva o inapropiados (que pueden ser 
delirantes) casi cada día (no simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar 
enfermo). 
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse o indecisión, casi cada día ( 
ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena). Pensamientos recurrentes de 
muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una 
tentación de suicidio o un plan específico para suicidarse. 
B. Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto. 
 Depresión 
 
 23
C. Los síntomas provocan malestar significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas 
importantes de la actividad del individuo. 
D. Los síntomas son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (por ejemplo, 
una droga, hipotiroidismo). 
E. Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (por ejemplo, después de 
la pérdida de un ser querido), los síntomas persisten durante más de dos meses o se 
caracterizan por una acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, 
ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor. 
 
III. ETIOLOGÍA 
 En los últimos treinta años, hemos pasado de ver a la depresión como una enfermedad 
casi puramente psicológica a considerarla también como una dolencia con un importante 
trasfondo biológico. Sin embargo, también influyen distintos motivos y factores, a veces sin 
causa aparente. En ocasiones es la reacción a una situación o una circunstancia adversa, a un 
hecho desagradable o una noticia no deseada, otras sobrevienen por una expectativa 
truncada, un deseo frustrado, un recuerdo, un sentimiento nostálgico o un pensamiento 
desagradable (Calle, 2000). 
 
 Por otro lado, la influencia de los distintos factores causales básicos depresivos 
converge, en la producción de un desequilibrio en la bioquímica cerebral, con la afectación 
primordial de ciertos sistemas de neurotransmisores, en especial en la forma de una pérdida 
de actividad del sistema noradrenérgico. 
 
 También un factor genético está implicado claramente en el desarrollo de los 
trastornos del estado de ánimo, pero el patrón de transmisión genética sigue mecanismos 
complejos. No sólo resulta imposible excluir los efectos psicosociales, que probablemente 
 Depresión 
 
 24
desempeñan un papel causal de estos trastornos, al menos en algunas personas. El 
componente genético desempeña un papel más importante en la transmisión del trastorno 
bipolar I que en la del trastorno depresivo mayor (Calle, 2000). 
 
 La probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo decrece a medida que se aleja 
el grado de parentesco. La heredabilidad del trastorno bipolar también ha sido corroborada 
por el hecho de que el 50% de los pacientes con este trastorno tienen por lo menos un 
familiar con un trastorno del estado de ánimo, generalmente un trastorno depresivo mayor. 
Si uno de los padres sufre un trastorno bipolar I, existe una probabilidad del 25% de que 
alguno de los hijos sufra un trastorno del estado de ánimo; si ambos padres padecen un 
trastorno bipolar I, existe una probabilidad del 50 al 75% de que su hijo desarrolle un 
trastorno del estado de ánimo (Calle, 2000). 
 
 Por otra parte, los factores psicosociales, como los acontecimientos estresantes 
preceden con más frecuencia a los primeros episodios de trastornos del estado de ánimo que 
a los episodios posteriores. Esta asociación se ha puesto de manifiesto tanto en el trastorno 
depresivo mayor como en el trastorno bipolar I. El estrés que acompaña al primer episodio 
produce cambios a largo plazo en la biología cerebral. Estos cambios de larga duración 
pueden producir variaciones en el funcionamiento de diferentes neurotransmisores y 
sistemas de señales intraneuronales y una disminución exagerada de conexiones sinápticas. 
Como consecuencia, la persona resulta más vulnerable para sufrir episodios posteriores de 
trastornos del estado de ánimo, incluso sin factores estresantes externos. 
 
 Los acontecimientos vitales desempeñan un papel esencial o primario en la depresión; 
otros acontecimientos tienen sólo un papel relativo en el inicio y en la temporalización del 
trastorno. El acontecimiento vital más frecuentemente asociado al desarrollo posterior de una 
 Depresión 
 
 25
depresión es la pérdida de uno de los progenitores antes de los 11 años. El factor estresante 
ambiental más relacionado con el inicio de un episodio depresivo es la pérdida del cónyuge. 
 
 Por otro lado, la psicopatología observada en la familia cuando un paciente 
diagnosticado se somete a tratamiento, tiende a permanecer tras la recuperación del paciente. 
Además, el grado de psicopatologíaen la familia puede afectar la tasa de mejoría, las 
recaídas y la adaptación del paciente. 
 
 Otro factor relacionado con la depresión, es el trastorno corporal; donde se observan 
síntomas depresivos significativos hasta en el 36% de todos los pacientes clínicamente 
enfermos. Aquellos que sufren demencia, diabetes, afección cardiaca e insuficiencia renal, 
presentan tasas especialmente altas de depresión comórbida. 
 
 En los grupos más jóvenes, la depresión incrementa el riesgo de alcoholismo, abuso de 
drogas y suicidio mientras que en los grupos de personas más viejas aumenta el riesgo de 
mortalidad por una enfermedad clínica preexistente (Klerman, Budman, Berwick, Weissman, 
Damico-White, Deuby & Feldstein, 1987). 
 
 Las personas deprimidas presentan más enfermedades médicas que aquéllas sin este 
trastorno y hacen uso de los servicios médicos en mayor proporción. El pronóstico en 
pacientes que tienen varias enfermedades, es menos halagador. Además, la depresión puede 
conducir a una importante morbilidad psicosocial con un menor funcionamiento en roles 
ocupacionales. 
 
 La depresión está asociada con un aumento en la morbilidad de casi todas las 
enfermedades fisiológicas, incluyendo las enfermedades cardiovasculares y los problemas 
 Depresión 
 
 26
respiratorios, así como a un incremento en el índice de muerte repentina por alguna causa 
cardiovascular. 
 
IV. IMPORTANCIA DEL PROBLEMA 
 Casi la mitad de la población se siente deprimida en algún momento de su vida. 
Podemos partir de la base de que la mayoría de ellos no busca ningún tipo de ayuda médica; 
se ha encontrado que solamente un poco más de una quinta parte de los afectados tiende a 
buscar este tipo de ayuda, seguidos por sacerdotes, curanderos y médicos naturistas 
(Greden, 2003). 
- 1 de cada 1000 (1/10%) comete suicidio. 
- 1 de cada 50 (2%) sigue un tratamiento psicoterapéutico. 
- 1 de cada 5 a 7 (15-20%) consulta al médico. 
- Aprox. ¾ (75-80%) no consultan al médico; la mayoría de los afectados se curan solos 
después de 3 a 6 meses. 
 
 La depresión ocupa hoy el primer puesto entre los problemas sanitarios, dada su 
incidencia masiva y su trascendencia social, económica y laboral. En la población general 
mayor de 15 años, hay entre un 6 y 8% de enfermos depresivos, lo que se traduce en la 
existencia en el mundo de cerca de 500 millones de enfermos depresivos (Alonso-Fernández, 
2001). 
 
 En relación con la gravedad de los episodios depresivos, los cuadros moderados 
presentan la mayor tasa con 48.1, los graves ocupan el segundo lugar con 30.8, y finalmente 
los episodios de leve intensidad con 21.1 por cada 100 casos. 
 
 Depresión 
 
 27
 La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó los principales trastornos 
médicos de todo el mundo, y el trastorno depresivo mayor ocupaba la cuarta posición entre 
los trastornos que causan un mayor grado de discapacidad, y la sexta posición fue para el 
trastorno bipolar (Murray & Lopez, 1996). 
 
 Dentro de los problemas de salud mental, la depresión puede diagnosticarse con más 
facilidad por los médicos generales en el primer nivel de atención. La OMS estima que entre 
el 60 y 80% de las personas con trastorno depresivo puede tratarse mediante terapia breve y 
el uso de antidepresivos, sin embargo, cerca del 25 % en algunos países sólo el 10% recibe 
tales tratamientos. Dentro de las barreras que se señalan se encuentra la falta de recursos, así 
como la falta de capacitación a los médicos y también el estigma social asociado con 
cualquier trastorno psicológico, incluyendo a la depresión. 
 
 El riesgo de esta enfermedad aumenta de 2 a 3 veces cuando existe una historia 
familiar de depresión. La edad de mayor riesgo es entre los 25 y los 44 años, que coincide con 
la etapa de mayor productividad en el empleo, así como con los años de maternidad. En 
nuestro país, se ha visto que la edad promedio en la que se inicia este padecimiento se ubica 
en la segunda mitad de la tercera década de la vida. 
 
 En 1998 los trastornos depresivos ocuparon el lugar décimo tercero de las principales 
causas de pérdida de años de vida saludable (AVISA) en México. Según el Sistema Nacional 
de Vigilancia Epidemiológica (septiembre, 2001), en uno de sus informes, señala que 
numerosos estudios epidemiológicos en México han establecido que la frecuencia de la 
depresión oscila entre 6 y 15% para la población en general, y en países industrializados 
entre 6 y 12%. Un estudio realizado en 1995 refiere una prevalencia de 7.9% para habitantes 
de la Ciudad de México, cuyas edades oscilan entre los 18 y 65 años de edad. Las cifras de 
prevalencia en México presentan un patrón más elevado de acuerdo al grupo etáreo 
 Depresión 
 
 28
evaluado, por ejemplo, en niños en etapa escolar se ha encontrado hasta en un 36%, lo mismo 
sucede con los ancianos, en quienes se presentan cifras similares. 
 
 Para 1999, Caraveo realizó un estudio en el cual describe variables sociodemográficas 
relacionadas con los trastornos afectivos: 
 Variables 
Demográficas 
Depresión 
(n = 207964) 
Sexo 
Masculino 
Femenino 
5.2 
10.0 
Edad 
18-24 
25-34 
35-44 
45-54 
Más de 55 
6.2 
6.9 
9.6 
10.0 
9.4 
Escolaridad 
Sin escolaridad 
1-6 años 
7-9 años 
10-12 años 
Más de 13 años 
7.2 
11.2 
6.2 
9.2 
3.8 
Estado civil 
Casado 6.7 
 Depresión 
 
 29
Separado 
Divorciado 
Viudo 
Soltero 
Unión libre 
12.4 
10.1 
22.9 
7.9 
7.3 
Nivel socioeconómico (ingreso) 
A (13,000 o más) 
B (4,000 a 12,999) 
C (2,000 a 3,999) 
D (1,000 a 1,999) 
E (menor a 1,000) 
8.8 
5.4 
7.2 
10.9 
7.0 
 
 Como se observa en el cuadro anterior, la característica sociodemográfica más popular 
de la depresión consiste en que el número de mujeres duplica al de hombres. Las afecta en 
un 20-23% en algún momento de su vida, por lo que se puede considerar que constituye uno 
de los problemas de salud pública más frecuentes en el mundo (Kessler, McGonagle & Zhao, 
1994). Esta proporción de dos mujeres depresivas por un hombre extiende su validez entre 
los 15 y 70 años. 
 
 Dentro del período extendido entre los 15 y los 25 años, los cuadros depresivos son 
todavía más variables que entre los adultos, y su sintomatología se aproxima a la de éstos 
gradualmente a medida que la edad va avanzando. La coincidencia de la sintomatología 
básica de la depresión adolescente-juvenil con la de la edad adulta no impide la presentación 
de ciertos cuadros atípicos depresivos con mayor frecuencia que en edades posteriores 
(Alonso-Fernández, 2001). 
 Depresión 
 
 30
 Por otra parte, es probable que la elevada prevalencia en las mujeres sea 
multifactorial, y que implique una compleja interacción de factores genéticos, 
neuroendocrinos, psicosociales y relacionados con el estrés (Bifulco, Brown & Moran, 1998; 
Heim & Nemeroff, 1999). 
 
 Los períodos en los que la mujer se muestra más vulnerable psicológicamente son 
aquéllos en los que se producen cambios en su estado reproductivo. Se trata de períodos 
marcados por cambios hormonales, en los que también se modifican, en parte, las conductas 
psicosociales, medio-ambientales y ciertos factores psicológicos(Leal, 1999). 
 
 Las fases en la vida reproductora femenina constituyen momentos muy propicios para 
la irrupción de un episodio depresivo. Durante el premenstruo, el postparto y la 
premenopausia, la presentación del estado depresivo se produce con inusitada frecuencia. 
Los estrógenos son sustancias potentes contra la depresión y, la falta de estabilidad 
fisiológica neuroendocrina puede contribuir a la alta vulnerabilidad de la mujer ante la 
depresión (Alonso-Fernández, 2001). 
 
 También el desarrollo de los caracteres secundarios, aunado a estos cambios 
hormonales que ocurren desde la adolescencia, tiene influencia en el desarrollo emocional, 
ya que se ha encontrado que existe una relación del género, autoestima e imagen del cuerpo 
con respecto a la depresión (Davis & Katzman, 1997). Los cambios físicos que se presentan 
afectan de manera diferente tanto al hombre como a la mujer. Tobin-Richards, Boxer y 
Petersen (1983) han encontrado que la imagen del cuerpo durante la pubertad se vuelve más 
negativa para las mujeres y más positiva para los hombres. A las mujeres, les disgusta ganar 
peso y perder su figura estilizada de la prepubertad, aspecto más valorado por las tendencias 
actuales. Por el contrario, a los hombres les complace el aumento de su musculatura y los 
demás cambios que su cuerpo experimenta. Parece ser que la satisfacción con el propio 
 Depresión 
 
 31
cuerpo está estrechamente ligada con el bienestar físico y emocional. Bajo la misma línea, se 
ha hallado que las mujeres mexicanas presentan una mayor autoestima que los hombres 
entre tercer y quinto grado, y para el sexto grado esta relación se invierte (Verduzco Álvarez-
Icaza, Lara-Cantú, Lancelotta & Rubio, 1989) debido a los cambios físicos anteriormente 
mencionados. Por lo tanto, retomando la relación encontrada por Davis y Katzman, este 
cambio físico y biológico sería detonante de la depresión, sobretodo en la población femenil, 
pues la imagen del cuerpo afectará de forma más negativa disminuyendo su autoestima y 
pudiendo así caer en un período depresivo. 
 
 Entonces, si la imagen más negativa del cuerpo se asocia con un mayor índice de 
depresión, las mujeres que significativamente entran más pronto en la pubertad muestran en 
particular un riesgo más alto de insatisfacción con su aspecto físico y, por lo tanto, de 
desarrollo de episodios depresivos mayores (Leal, 1999). 
 
 De igual forma, es muy significativo en este período la incertidumbre que surge en el 
adolescente, sobretodo en la mujer, ya que sus cambios son mucho más visibles que en el 
hombre, por ejemplo el desarrollo de pecho y el incremento de porcentaje de grasa en su 
cuerpo (Ruble & Brooks-Gunn, 1982). Siendo así, que la relación con la madre se vuelve más 
estrecha que con el padre en comparación con los hombres adolescentes, debido a que se 
abre un canal de comunicación con ella como identificación del inicio de su femineidad y de 
su rol sexual. 
 
 El impacto que la aparición de la menarca produce en ésta puede suponer un cambio 
en sus actitudes. Por lo tanto, también es importante valorar las posibles consecuencias de las 
actitudes familiares sobre la situación emocional de la adolescente (Leal, 1999). En un estudio 
realizado por Benjet y Hernández-Guzmán (2001) se encontró que las mujeres con un alto 
nivel de depresión tienen dificultad para adaptarse, tienen mayor actitud negativa hacia el 
 Depresión 
 
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período menstrual, perciben poco afecto materno, mayor control paterno y más 
comunicación con la madre a nivel sexual. Aquéllas con una imagen más positiva de su 
cuerpo, están mejor adaptadas, expresan una actitud más positiva hacia su período 
menstrual y perciben más el afecto materno. Por último, aquéllas con una alta autoestima, 
están más adaptadas, tienen una actitud positiva ante su período menstrual, perciben mayor 
afecto tanto materno como paterno y menor control paterno. En caso de los hombres, una 
mejor adaptación y un mayor afecto paterno contribuyen a disminuir síntomas de la 
depresión. Tener una adaptación social y emocional y percibir mayor afecto paterno predice 
una imagen más positiva de sí mismo. Una mejor adaptación y la percepción de más afecto 
paterno y menos control de la madre predicen una mayor autoestima. 
 
 Por lo tanto, en cuanto a la relación familiar, tanto el afecto como el control que se 
perciba, ya sea por parte del padre del mismo sexo o del sexo opuesto al adolescente, serán 
aspectos significativos para el establecimiento de una relación con ellos (Benjet & 
Hernández-Guzmán, 2001). Sin embargo, si sus relaciones familiares no llegan a ser 
satisfactorias y persisten sentimientos de autodevaluación y pesimismo que alimenten la 
depresión será probable que se desencadenen intentos o consumación de suicidio (Zung, 
1973). 
 
 Aunque resulta difícil predecir la conducta suicida en un individuo particular, se 
dispone de cierta información general sobre las características de las personas que se 
suicidan: sexo masculino, raza blanca, presencia de síntomas psicóticos, aislamiento social, 
historial de intentos suicidas, abuso constante de alcohol y plan suicida con los medios para 
llevarlo a cabo. 
 
 Farberow y Schneidman (1965) han calculado que la conducta suicida significa “un 
grito de auxilio”. De otro modo; la persona suicida transmite un desesperado mensaje de 
 Depresión 
 
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sufrimiento y angustia a los que le rodean con la esperanza de que éstos respondan con 
alguna ayuda. Se ha comprobado que la mayoría de los que se suicidan han dejado 
constancia de sus intenciones; ya sea en comentarios con la familia, amigos, con un sacerdote 
o con el médico (Mendels, 1982). 
 
 En cuanto a frecuencia, el suicidio se ha convertido en una causa de muertes que ha 
ido creciendo en importancia en todo el mundo. Cada suicidio efectivo corresponde de 5 a 
10 intentos suicidas. Diversas razones de índole personal, social y religiosa impiden que se 
reconozcan muchos intentos de suicidio, otros no llegan ni a conocerse. 
 
 En México, se ha encontrado que el grupo de 15-19 años es el que presenta una tasa 
mayor de suicidios. Es para los hombres la tasa de suicidio consumado mayor que la de 
intento de suicidio: 2.71 vs. 0.10. Mientras que en las mujeres la tasa es mayor para el intento 
de suicidio que para la consumación de éste (Caraveo, 1999). 
 
 Se ha encontrado a través de las diversas investigaciones revisadas, así como en 
estudios epidemiológicos que existe un alto riesgo de desarrollar un desorden depresivo al 
iniciar la adolescencia, pudiendo mantenerse hasta la adultez (Burke, Burke, Regier, & Rae, 
1990; Sorenson, Ritter & Aneshensel, 1991). Entonces la pregunta sería ¿Qué pasa con los 
adolescentes deprimidos al llegar a la adultez? Resulta importante esta pregunta debido a 
que es en la adolescencia juvenil el período en el que se presentan tasas más altas de suicidio. 
Por otra parte, en caso de manifestaciones de depresión, en esa etapa vital, podría 
exacerbarse más adelante en la adultez y presentar dificultades o poca motivación para 
enfrentarse a nuevas responsabilidades, como lo son las cuestiones laborales, las relaciones 
interpersonales más sólidas, relaciones de pareja más estables, independencia y la 
satisfacción por la vida en sí. 
 
 Depresión 
 
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 A lo largo de estecapítulo se ha revisado tanto la parte conceptual de la depresión 
como su importancia para el estudio en cuestión, por lo que para extender la comprensión de 
dicho trastorno en el acontecer del ser humano, será conveniente revisar en el siguiente 
capítulo, los diversos sistemas explicativos más recientes que han ayudado al psicólogo a 
identificar los pensamientos específicos que son desencadenantes de emociones y conductas. 
 Modelos 
 
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CAPÍTULO 3 
EXPLICACIONES RECIENTES DE LA DEPRESIÓN 
 
 Como se revisó en un primer capítulo, el trastorno de la depresión se ha explicado 
desde teorías que consideran diversos componentes tanto cognitivos, conductuales y 
psicodinámicos, así como otras basadas en las modificaciones neurológicas y bioquímicas; 
encontrando desde entonces correlación entre todos estos componentes. Gracias a estas 
aportaciones, el trastorno de la depresión se ha convertido en uno de los temas que más 
atención ha atraído y que más se ha investigado. 
 
 Actualmente, diversas teorías han recibido apoyo de datos de investigación que 
ayudan a comprender el proceso psicológico que subyace a este trastorno. Son cuatro los 
autores que han ofrecido explicaciones que han dado lugar a un caudal importante de 
investigación sobre la depresión: Albert Ellis, Aarón Beck, Martin Seligman y Donald 
Meichenbaum. 
 
ALBERT ELLIS 
 En 1956 Albert Ellis inició una nueva corriente con el nombre de "Terapia Racional" 
reemplazada después por la Terapia Racional-Emotiva (TRE) y finalmente, a partir de 1994 
después de considerar los hallazgos de investigación, Terapia Racional Emotiva Conductual 
(TREC). 
 
 La Teoría Racional Emotiva Conductual (TREC) propone que a razón de las 
tendencias naturales y aprendidas, nosotros mismos somos los que controlamos nuestra 
emoción y sobre todo nuestra conducta. Hacemos esto a través de nuestros valores y 
creencias básicos, dependiendo de cómo pensemos, interpretemos y/o valoremos los 
acontecimientos que suceden en nuestra vida y según las acciones que elegimos llevar a 
 Modelos 
 
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cabo. No son los sucesos los que perturban a los seres humanos, sino la opinión o 
interpretación que hacen de ellos. 
 
 El modelo ABC de la TREC funciona de la siguiente forma: 
 La “A” o acontecimiento activante no produce directamente y de forma automática la 
“C” o consecuencias, las que pueden ser emocionales y/o conductuales. De otra manera, 
todas las personas reaccionarían de forma idéntica ante la misma situación. La “C” surge de 
la interpretación de se da a la “A”, a partir de las propias creencias “B”. En el ABC de la 
TREC, el método principal para reemplazar una creencia irracional por una racional se llama 
refutación o debate “D” (Ellis, 1987; Ellis & Becker, 1982; Ellis & Harper, 1961, 1975). 
 
 Las experiencias o eventos activadores" en (A) no hacen que tengamos experiencias o 
consecuencias emocionales en (C) y tampoco llevan a determinadas actuaciones o 
consecuencias conductuales. Más bien uno mismo es el factor o elemento principal que 
produce las propias consecuencias en (C), al creer firmemente ciertas cosas en (B), que es 
nuestro propio sistema de creencias naturalmente predispuestas o aprendidas culturalmente. 
 
 Por ejemplo, se presenta una situación estresante (A) en la cual el sujeto obtiene una 
“mala nota” en alguna materia de la carrera, por consiguiente se desencadenan 
pensamientos, actitudes, creencias, interpretaciones o valorizaciones (B) acerca de A como 
“Eso es terrible”, “Jamás podré ser un buen estudiante”, “No puedo tolerar esto”. Surgen así 
emociones y conductas (C) específicas de B, como en este caso sería la depresión y dejar la 
universidad, respectivamente. 
 
 Como se observó en el ejemplo anterior, el pensamiento, la emoción y la conducta 
están interrelacionados, se afectan mutuamente. Los principales componentes de la salud y 
los trastornos psicológicos, en este caso la depresión, se encuentran a nivel del pensamiento o 
a nivel cognitivo. Estos componentes determinantes son: las creencias irracionales 
 Modelos 
 
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(exigencias) en los procesos de trastorno psicológico y las creencias racionales (preferencias) 
en los procesos de salud psicológica. 
 
 Las evaluaciones irracionales se caracterizan por su rigidez y total intolerancia a la 
frustración. Estas exigencias pueden dirigirse hacia uno mismo, hacia los otros o hacia el 
mundo en general. (por ejemplo: "Yo no soy exitoso", "tú no debes amarme" o "la vida no es 
fácil"). 
 
 Lo racional en la teoría de la TREC es aquello que ayuda a la gente a alcanzar sus 
metas y propósitos básicos, en tanto que lo irracional es lo que se los impide (Dryden 1984). 
Por lo tanto, la racionalidad no puede definirse en forma absoluta, sino que es relativa a cada 
ser humano (Ellis & Dryden, 1987). Las personas, en cierto modo, tienden a deprimirse por 
defender sus metas personales de modo exigente, absolutista e irracional. Lo cual puede 
llevar a autoevaluaciones en una escala de valor que afecte el autoestima, integrante del 
autoconcepto y uno de los factores desencadenantes de la depresión. Dicha autoevaluación 
se origina a partir de: (1) nuestros éxitos o fracasos previos en relación con metas o ideales y 
(2) las opiniones (reales o supuestas) de otras personas (en especial las significativas) sobre 
nosotros. 
 
 Según Ellis esto puede ser una fuente de trastornos, ya que suele conducir, tanto a una 
sobrevaloración insostenible, como a una desvalorización peligrosa ante fracasos o rechazos, 
elementos centrales de las depresiones. 
 
 Ellis (1979, 1980) propone dos principales categorías de las perturbaciones psicológicas 
humanas: la perturbación de la persona, en la que el individuo se condena como resultado 
de exigencias absolutistas sobre sí misma, los demás y el mundo; y la perturbación de la 
incomodidad, en la que estas exigencias reflejan la creencia de que “tienen que” existir 
condiciones como la comodidad o la felicidad. 
 Modelos 
 
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 Hay tres creencias irracionales secundarias, que a veces son primarias, y que 
constituyen el segundo eslabón cognitivo del "procesamiento irracional de la información": 
 Referente al valor aversivo de la situación: tremendismo. "Esto es horroroso, no puede ser 
tan malo como parece". 
 Referente a la capacidad para afrontar la situación desagradable: insoportabilidad. "No 
puedo soportarlo, no puedo experimentar ningún malestar nunca". 
Referente a la valoración de sí mismo y otros a partir del acontecimiento: condena. 
"Soy/Es/Son...un X negativo (por ejemplo; inútil, desgraciado...) porque hago/hace-n algo 
indebido". 
 
 Por lo tanto, esta explicación subyace a las prácticas terapéuticas de la TREC si no 
descubren y ayudan a los pacientes a abandonar estas creencias básicas, dichos pacientes 
muy probablemente seguirán manteniéndolas y desarrollando nuevas variaciones de 
trastornos emocionales, como sería el caso para la depresión al mantener pensamientos 
negativos reforzados por el entorno, y por la persona misma. 
 
 Así, la depresión se asocia con la autodevaluación, el pesimismo, la desesperanza, 
entre otros (Ellis, 1987). Una vez que el pensamiento dogmático y absolutista cambia y el 
paciente devalúa su conducta, pero no su persona, la depresión se convierte en tristeza como 
consecuencia de un cambio cognitivo.

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