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139-4-ELENTORNO

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ESCUELA SUPERIOR DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN 
 
 UNIDAD TEPEPAN 
 
 
SEMINARIO: 
 
 
“LA FUNCIÓN FINANCIERA, ESTRATEGIA PARA EL CAPITAL DE TRABAJO DE LA MICRO Y 
PEQUEÑA EMPRESA” 
 
 
TEMA: 
 
 
“EL ENTORNO SOCIAL Y ECONÓMICO DE LA EMPRESA EN MÉXICO” 
 
 
INFORME FINAL QUE PARA OBTENER EL TITULO DE: 
 
CONTADOR PÚBLICO 
 
 
PRESENTAN: 
 
 
Blanca Estela Beltrán Torres 
Hugo Castillo Vera 
Olinda Isay Ríos Martínez 
Víctor Daniel Benhumea Bernal 
 
 
CONDUCTOR DEL SEMINARIO: 
 
C.P. María Angélica Cruz Reyes 
 
 
 
 
 
INSTITUTO POLITECNICO NACIONAL 
México, D.F., Octubre del 2003. 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
A través del tiempo hemos pasado momentos buenos y malos que han formado nuestra personalidad, 
hemos vivimos con grandes retos, los cuales se han superado gracias a la institución y a los profesores por lo 
que ofrecemos nuestros más sinceros agradecimientos: 
 
 
AL INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL 
 
Por tener instituciones de excelencia académica que nos hagan sentir orgullosos de pertenecer a tan 
honrada comunidad politécnica, llevando los colores que nos identifican ante la sociedad y cumpliendo con el 
lema “LA TÉCNICA AL SERVICIO DE LA PATRIA” 
 
 
A LA ESCUELA SUPERIOR DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN UNIDAD TEPEPAN 
 
Institución de excelencia académica que nos abrió sus puertas para llenarnos de conocimiento en las 
aulas y pasar los mejores momentos escolares. 
 
 
A LOS PROFESORES 
 
s que nos transmitieron todos sus conocimientos, experiencias, enseñanzas a lo largo de nuestra 
carrera, y que se dedicaron con paciencia y profesionalismo, gracias. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 
 
INDICE 
 
 
 
 
INTRODUCCION ……………………………………………………………………………………..... 5 
 
 
 
EL ENTORNO SOCIAL Y ECONÓMICO DE LA EMPRESA Y EL TRABAJADOR EN MÉXICO. 
 
 
TITULO I HECHOS HISTÓRICOS DESDE EL PUNTO DE VISTA ECONÓMICO. 
 
CAPITULO I REVOLUCIÓN MEXICANA. 
 
1.1 Causas que originaron la Revolución Mexicana ……………………………………… 9 
1.2 El movimiento de la Revolución ……………………………………………………. 26 
1.3 Consecuencias de la Revolución …………………………………………………….. 30 
1.4 Caída del monopolio, inicio de la pequeña propiedad ………………………………. 33 
 
CAPITULO II EXPROPIACIÓN PETROLERA 
 
2.1 Causas que originaron la expropiación petrolera …………………………………….. 36 
2.2 Nacionalización del petróleo ………………………………………………………….. 38 
2.3 Consecuencias de la Expropiación Petrolera ………………………………………….. 43 
2.4 Impulso de la Micro y Pequeña empresa en el cardenismo …………………………… 44 
 
CAPITULO III TURISMO 
 
3.1 El impulso del turismo en México ……………………………………………………. 47 
3.2 Efectos económicos del turismo ……………………………………………………… 51 
3.3 Desarrollo del turismo ………………………………………………………………… 55 
3.4 Participación de las MyPE en el turismo ……………………………………………… 58 
 
CAPITULO IV SISTEMA BANCARIO 
 
4.1 Origen del Sistema Bancario ………………………………………………………….. 66 
4.2 Estructura de la Banca ………………………………………………………………. 68 
4.3 Desarrollo y Evolución de la Banca …………………………………………………… 70 
4.4 Privatización de la Banca y la MyPE ………………………………………………….. 71 
4 
 
CAPIULO V APERTURA COMERCIAL Y GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA 
 
5.1 Conceptos básicos de globalización ………………………………………………….. 76 
5.2 Fundamentos de la apertura comercial. y la globalización ……………………………. 76 
5.3 Tratados comerciales ………………………………………………………………….. 85 
5.4 Ventajas y desventajas de la apertura comercial y la globalización en México ………. 88 
5.5 Consecuencias de la globalización económica y apertura comercial en la 
Micro y Pequeña empresa …………………………………………………………….. 90 
 
TITULO II ENTORNO SOCIAL QUE RODEA A LA EMPRESA. 
 
CAPITULO VI PROBLEMAS SOCIALES Y ECONÓMICOS 
 
6.1 Generalidades del aspecto social ……………………………………………………… 94 
 6.2 Parámetros para identificar el desarrollo social 
 6.2.1 Alimentación ………………………………………………………………… 94 
 6.2.2 Salud …………………………………………………………………………. 96 
 6.2.3 Educación ……………………………………………………………………. 97 
 6.2.4 Vivienda ……………………………………………………………………… 101 
 6.3 Aspectos sociales que repercuten en la Micro y Pequeña Empresa …………………… 103 
 6.4 Problemas económicos 
 6.4.1 Necesidad de la economía …………………………………………………… 106 
 6.4.2 Actividades económicas fundamentales …………………………………….. 108 
 6.4.3 Factores de la producción ……………………………………………………. 111 
 6.4.4 Desarrollo de la empresa en un país subdesarrollado ……………………….. 115 
 6.5 Aspectos económicos de México que repercuten en la Micro y Pequeña empresa …... 120 
 
 
VINCULACION TEORICO-PRÁCTICA………………………………………………………. 126 
CONCLUSIONES ………………………………………………………………………………. 130 
 RECOMENDACIONES ………………………………………………………………………… 134 
 ANEXOS ………………………………………………………………………………………... 136 
 BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………………………... 145 
 
 
 
 
5 
 
INTRODUCCION 
 
El crecimiento económico de un país depende de la productividad de sus empresas. En la actualidad 
la economía mexicana esta sustentada en un 95% en la micro y pequeña empresa; debido a la magnitud que 
representan en el sector productivo, es necesario fijar nuestra atención y estudio en ellas. 
 
Estas empresas son la clave en el desarrollo del país, por que están directamente relacionadas en un 
entorno social, económico y político, debido a esto se estudiarán los factores inherentes que traen consigo las 
políticas y acontecimientos de la nación. Desafortunadamente las micro y pequeñas empresas no cuentan con 
la instrumentación para llevar a cabo planes de acción que puedan evadir obstáculos externos y refleje 
resultados en una mejor productividad y levantamiento de la misma. 
 
Algunos sucesos históricos han marcado el rumbo económico del país, los cuales han dado pauta a 
que las empresas se vean afectadas en su momento por estos acontecimientos; de tal forma es necesario hacer 
un análisis para poder entender la situación actual que rodea a la micro y pequeña empresa. 
 
La Revolución Mexicana marcó el inicio de una nación con diferentes expectativas de crecimiento, 
social y económico sentando las bases para el desarrollo de empresas mexicanas y extranjeras que son la 
mayoría en ese momento y que controlaban el mercado interno. Debido a la industrialización que sufrió el 
país en unas décadas anteriores a la revolución el desarrollo de las micro empresas en esta etapa que se dió 
por medio de los talleres artesanales, que producían a pequeña escala, fueron disminuyendo, sin dejar de 
formar parte importante dentro de la economía, que posteriormente se desarrollaría de manera sin 
precedentes, por la forma de cómo crecerían en años posteriores a la Revolución Mexicana. 
 
En la expropiación petrolera Estado Proteccionista, propuesto por Cárdenas dio impulso al sector 
agrario, comercial e industrial, propiciando crecimiento económico y social a nivel nacional, que se 
materializó al dar apoyo a la pequeña y mediana burguesía (pequeña y mediana empresa) y reactivar la 
economía pues en el periodo posrevolucionario no alcanzó a despuntar. 
 
Esto trajo como consecuencia el consumo interno propiciado por la pequeña y mediana burguesía 
beneficiando a la economía, por la producción y venta de bienes estas son empresas subsidiadas por el 
gobierno adoptando políticas de apoyo por medio de créditos para aumentar su infraestructura y que estas 
tengan una productividad eficiente, consecuentemente trajo un mejor nivel de vida social que no se ha 
comparado hasta nuestros días. 
 
A partir de que se gana una lucha por parte de los sindicatos con las empresas se estipula en un 
contrato colectivo de trabajo con mejores salarios y prestaciones que dieron un mejor nivel de vida a los 
6 
 
trabajadores y por lo tanto se fomenta el ahorro y por consiguiente la sociedad adopta el esparcimiento como 
una necesidad implícita de una vida cotidiana. 
 
Con tales antecedentes surge el fenómeno turístico de unamanera espontánea que posteriormente 
cobra interés por parte del gobierno, dándole lugar en la estructura de la economía como fuente importante 
generadora de riqueza y motivador de la inversión de los particulares extranjeros, situación que hoy en día 
prevalece. Con esto surgen las variantes del turismo siendo uno de ellos el ecológico que solo está al alcance 
de un extracto de la sociedad por su elevado costo. 
 
Las micro y pequeña empresas turísticas sufren los estragos de la inversión extranjera por lo que se 
ve amenazada por los grandes capitales y por lo tanto se va a ver en la necesidad de hacerse de los recursos 
necesarios para poder sobrevivir. 
 
En el sistema bancario se analizará el desarrollo y evolución de la banca, pasando este por los 
aciertos y desaciertos, ya que es el soporte que lleva la economía de un país para el crecimiento y desarrollo, 
en el milagro mexicano dado en el Cardenismo se crearon las diferentes instituciones, las cuales dieron 
créditos a los diferentes sectores de la economía marcando el inicio de un intento de desarrollo del país. 
 
Lejos de fortalecer el sistema bancario con la estatización a causa del mal manejo e incumplimiento 
de las obligaciones que venia desempeñando la banca, esta ahonda más el problema ya que no se da solución 
al cobro de las deudas contraídas por los solicitantes. 
 
Por las circunstancias que el Estado ya no pudo manejar una cartera insolvente se privatiza de nueva 
cuenta ocasionando el descontento por parte de los adquirentes por encontrar una banca en malas condiciones 
lo que da pausa a que ya no sen créditos a quienes más lo necesitan. 
 
En el presente se estudiará cómo la banca de segundo piso sirve de ayuda para las empresas en 
desarrollo que se ven en la necesidad de pedir crédito. 
 
En la actualidad el panorama económico en México es de difícil transito para las micro y pequeñas 
empresas ya que se vive una etapa de apertura comercial a nivel mundial y que afecta a países 
subdesarrollados como México, este fenómeno ocasiona el debilitamiento de estas empresas por la 
competencia desmedidas de empresas transnacionales que son subsidiadas por su gobierno para introducir 
productos a bajos costos y que México no cuenta con la infraestructura y subsidios del primer mundo, por lo 
que se estudiara cuales son las verdaderas intenciones de una apertura comercial ya sean buenas o malas. 
 
El medio que rodea a las micro y pequeñas empresas en nuestro país gira en torno a hechos históricos 
7 
 
que de alguna manera han influido su desarrollo desde los acontecimientos internos hasta fenómenos 
mundiales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
8 
 
 
 
TITULO I 
HECHOS HHECHOS HHECHOS HHECHOS HISTÓRICOS DESDE ISTÓRICOS DESDE ISTÓRICOS DESDE ISTÓRICOS DESDE 
EL PUNTO DE VISTA EL PUNTO DE VISTA EL PUNTO DE VISTA EL PUNTO DE VISTA 
ECONÓMICOECONÓMICOECONÓMICOECONÓMICO 
 
 
CAPITULO I 
LA REVOLUCION LA REVOLUCION LA REVOLUCION LA REVOLUCION 
MEXICANAMEXICANAMEXICANAMEXICANA 
 
 
 
 
 
9 
 
TITULO I HECHOS HISTÓRICOS DESDE EL PUNTO DE VISTA ECONÓMICO 
 
CAPITULO I LA REVOLUCION MEXICANA 
 
1. 1 CAUSAS QUE ORIGINARON LA REVOLUCIÓN MEXICANA 
 
 Existen muchos factores que propiciaron la Revolución Mexicana; por lo que es importante conside-
rar algunos puntos de desempeño económico del país que se vivieron durante la época de la colonia. 
 
 La política de la Nueva España estuvo sujeta a los decretos y reglamentaciones que emitía la 
metrópoli. El mercado de carácter mercantilista de tales decretos se reflejó en el desarrollo de la economía 
durante la colonia y en su naturaleza al momento en que inició la independencia. 
 
 Las medidas de la política española tomadas en los siglos XVI y XVII fueron de dos órdenes: las 
destinadas a evitar los envíos de oro y plata a otros países y las adoptadas para obtener un saldo comercial 
favorable de la metrópoli respecto a las colonias. Las primeras no alcanzaron buen éxito y su objetivo era 
ampliar la riqueza monetaria mediante las importaciones de América; las últimas tenían un campo de acción 
directo con el comercio de la metrópoli con las colonias. 
 
 La mayor parte de la población de la Nueva España, constituida por indígenas, estaba dedicada al 
cultivo de las tierras comunales y a las artesanías, lo cual producía únicamente para su subsistencia y no le 
dejaba oportunidad de participar en el incipiente mercado. No obstante, existió una agricultura de carácter 
comercial manejada por los españoles que satisfizo las necesidades de la población en las ciudades, villas, y 
reales de las minas. 
 
La minería fue una de las actividades más difundidas de la época debido a la política que le fue 
impuesta (envío de oro, plata y otros metales a la corona) y también el aumento de la demanda de los metales 
preciosos para usos monetarios. 
 
 Las manufacturas estuvieron enfocadas únicamente a la producción de algunos bienes de consumo, 
ya que la mayor parte de estos se importaban de España, lo cual provocó a la industria nacional dificultades 
de desarrollo. La política mercantilista española tuvo una gran influencia en el raquítico desarrollo industrial 
de la Nueva España, que quedó en una situación similar a la de las sociedades anteriores a la Revolución 
Industrial. Las actividades de las comunidades indígenas fueron principalmente aquellas que la población ya 
conocía desde tiempos anteriores a la conquista y que en la colonia incorporaron con facilidad ciertos avances 
técnicos de la península; por ejemplo las artesanías textiles, la carpintería, la alfarería y algunas más. 
 
10 
 
Los establecimientos donde se desarrollaban tales actividades eran pequeños talleres en que los 
trabajadores se organizaban en gremios, según su oficio o especialidad: aunque hubo casos en que dichos 
talleres, al agrupar operarios (asalariados y en algunos casos siervos y esclavos) bajo la presencia del patrón, 
tenían las características de verdaderas empresas capitalistas. 
 
 El comercio exterior también estuvo sujeto a la política española, lo que propicio el crecimiento de 
un solo puerto para comunicarse y comerciar con la península, mientras otros de menor importancia quedaron 
sin posibilidad de progreso; lo mismo ocurrió con los caminos vecinales. 
 
 El comercio interior también experimentó las consecuencias de esta política: además de que sufrió 
la acción restrictiva de las alcabalas (impuesto sobre ventas) no tuvo el estímulo suficiente para su expansión. 
Debido a la falta de vías de comunicación y a los impuestos regionales, las dificultades a que se enfrentan los 
productores para operar a niveles que rindieran beneficios eran casi insuperables. En general, la situación eco- 
nómica se caracterizaba porque las unidades de producción y de consumo eran casi autosuficientes y 
autárquicas.1 
 
 En épocas posteriores al levantamiento armado de 1910, la forma de gobierno sufrió un cambio en su 
forma de gobierno como consecuencia de dicho levantamiento, por lo tanto, también el aspecto económico se 
vio afectado; por lo que se hace necesario estudiar el desarrollo de la economía (como un cambio 
significativo) en la Reforma. 
 
 Durante la época de la Reforma continuaban operando las mismas condiciones de atraso económico 
que prevalecían a finales de la colonia. Sobre todo la falta de integración de un mercado colonial determinó el 
poco o nulo avance de la actividad económica; las causas fueron la falta de comunicaciones, las alcabalas, la 
escasa educación de la mano de obra, la anarquía fiscal, la falta de capitales y la inseguridad e inestabilidad 
política. 
 
 La mayor parte de la población continuaba diseminada en un gran número de pequeños poblados y 
ranchos, cuya economía interna conservaba aún las características de una economía autosuficiente. La lentitudde los medios de transporte (mulas y carretas) restringía la movilidad de los factores, lo que repercutía en la 
producción y en el volumen de las transacciones comerciales, y mantenía el aislamiento y el estancamiento 
de las regiones individuales, apenas alimentada por una agricultura primitiva y un comercio incipiente. 
 
 La propiedad del suelo aún conservaba las mismas características que en el periodo colonial: vastos 
dominios concentrados en pocas manos. Lo único que había cambiado era la nacionalidad de los dueños; 
 
1 Leopoldo Solís, “La realidad económica mexicana: su estructura y crecimiento en el siglo XX, México, 
FCE, 1973 p. 13,17-26 
11 
 
había más indígenas como peones de haciendas que campesinos que poseyeran tierras individual o colectiva- 
mente, y los mejores predios para desarrollar la agricultura comercial estaban en manos de extranjeros y de la 
iglesia. 
 
 Los métodos agrícolas eran atrasados, pero había otro problema aún más grande: “Los cálculos más 
objetivos nos permiten concluir que el clero poseía, con toda certeza, la tercera parte de la tierra cultivable 
del país. Sin embargo, su afluencia sobre la agricultura era aún mayor, ya que además de controlar el trabajo 
de los campesinos que explotaban sus tierras mediante el sistema de aparcería, también dominaba el de 
aquellos a los que se designaba como pequeños propietarios rurales, casi todos los deudores del clero gracias 
a los préstamos que éste hacía con hipotecas sobre tierras sujetos a intereses muy elevados.1 
 
 La anterior fue una situación que de ninguna manera podía mantenerse igual sí realmente se quisiera 
un cambio en las condiciones sociales y de distribución económica del país, por lo que se optó por desamor- 
tizar los bienes que el clero poseía. 
 
 La restauración de la República afirmó la existencia del país en lo político. Desde el punto de vista 
económico, sin embargo, se estaba aún lejos de alcanzar la integración nacional. La contradicción existente 
entre el clero inmensamente rico y un gobierno con graves problemas económicos derivados de la deuda de la 
colonia, incrementada por la guerra interna, fortaleció la idea (en los dos partidos: los liberales mediante la 
desamortización y los conservadores utilizando los recursos por medio de préstamos forzosos) de aprove- 
char los bienes del clero y de las comunidades indígenas. Esto fue un paso para alcanzar la integración na- 
cional, que había sido considerada. Las tierras de cultivo, que fueron en un tiempo propiedad del clero y de 
las comunidades indígenas, pasaron a ser explotadas bajo el tipo de agricultura latifundista a base de propie- 
dades con grandes extensiones de tierras, con características semejantes a las de las grandes haciendas de la 
época colonial. 
 
 La ley trataba de favorecer a quienes trabajaban la tierra, pero éstos no tenían la capacidad, ni los 
recursos para asumir el papel de agricultores independientes. No podían recurrir a un sistema de instituciones 
fuerte que pudiera protegerlos de presiones económicas o de fuerzas físicas locales. Carecían de experiencia 
en la administración de efectivo o de créditos para comprar la tierra. Además, el campesino que ejercitara su 
poder legal para comprar tierras de la iglesia estaba amenazado de excomunión. Solo los que tenían fondos 
propios o crédito pudieron enfrentarse a esta amenaza. No obstante el temor de la desamortización de la 
riqueza, la tierra pasó a manos de unos cuantos capitalistas y se provocó que esta se vendiera a precio 
bajísimo. Una de las intenciones de los legisladores liberales era la de crear una clase media que apoyara 
políticamente al gobierno. El debilitamiento del sistema comunal de la agricultura y de la aparición de 
grandes latifundios orientados hacia el mercado bajo el control de particulares contribuyó a la aparición de 
 
1 Ibid, 31-34 
12 
 
una economía de mercado. Al lado de una agricultura de subsistencia (características de la iglesia y de las 
comunidades indígenas) empezó a aparecer una agricultura comercial. 
 
Al principio de esta época la industria manufacturera se enfrentó a obstáculos que frenaron su 
desarrollo, similares a los de la agricultura. La mayor parte de la agricultura estaba constituida por un gran 
número de talleres artesanales manejados por pequeños capitalistas mexicanos, en los cuales no se utilizaba 
maquinaria y se hacía uso de técnicas sencillas. 
 
Durante la Reforma, la industria minera ya no tenía la importancia que alcanzó durante la última 
etapa de la colonia. Su producción había disminuido, pero continuaba siendo la mayor fuente de riqueza. El 
gobierno mexicano se veía en la necesidad de acudir a los capitales extranjeros. Con este fin se ofrecieron a 
los capitalistas del exterior estímulos para reestablecer la explotación de las minas, y en efecto fluyeron los 
fondos extranjeros, principalmente los ingleses. En la época de la Reforma las minas habían restablecido 
prácticamente el nivel de producción de oro y plata alcanzado durante los últimos años de la colonia. 
 
De todas las ramas de la economía mexicana, el comercio fue la única que realmente prosperó desde 
la época colonial: constituía la fuente principal de capitales, y continuó su crecimiento durante la Reforma, 
tiempo en que representaba la fuente de formación de capital más importante para el posible avance 
económico del país. 
 
El comercio interior asumió dos formas principales, una constituida por el comercio en tiendas y 
tendajones y la otra por el comercio de “mercado”. El tianguis, otra forma importante de comercio, se 
realizaba en ciudades, pueblos y villas, uno o dos días de la semana, al igual que se acostumbraba en la época 
colonial. 
 
En lo que se refiere a la distribución del ingreso, entre esta época y la colonia, la constituyó la 
formación de la clase media. Los terratenientes, al igual que en la colonia, eran la clase social dominante en 
el México independiente; le seguía el clero, que influyó en la vida del país política y económicamente. 
 
El sistema de producción adoptado creó una clase que por su número fue poco importante, la clase 
media constituida principalmente por pequeños comerciantes, profesionistas, artesanos instalados en la 
ciudad, la burocracia, obreros y empleados de la industria y los mayordomos de las haciendas. Cabe señalar 
que también en una parte de la clase media el grupo de extranjeros era numeroso, formado tanto por los 
comerciantes y profesionistas, como por artesanos. 
 
En cuanto a la población más pobre del país, que a la vez formaba la mayoría, sufrió poco cambio 
respecto a la situación en la colonia: campesinos, servidumbre en las ciudades y haciendas, peones, jornaleros 
13 
 
y esclavos artesanos de oficio (en los cuales no se requería mucha destreza), albañiles y mineros formaban la 
clase inferior de la sociedad mexicana. 1 
 
 Este problema se agravó con la entrada del régimen centralista, que fue impuesto por la fuerza, y du- 
ró un poco más de treinta años. A ésta forma de gobierno establecida en México se le denominó Porfiriato. 
 
Porfirio Díaz inició su dominación de un tercio de siglo. En esta segunda parte de la era moderna, el 
Porfiriato, puede distinguirse una primera etapa, de pacificación, que comprende dos periodos presidenciales: 
el primero Porfirio Díaz (23 noviembre de 1876 a 30 noviembre de 1880), con un breve interinato de Juan N. 
Méndez, y el de Manuel González (1º diciembre. 1880 a 30 noviembre de 1884). 
 
 En esos primeros años Porfirio Díaz reprimió violentamente varias rebeliones, la más importante fue la 
lerdista de Veracruz, en junio de 1879. Manuel González por su parte, inició una ambiciosa política de 
expansión económica, principalmente subvencionando la colonización extranjera, los ferrocarrilesy los 
vapores. No siempre el éxito correspondió a los afanes de Carlos Pacheco, Ministro de Fomento de Manuel 
González, cuya política económica se caracterizó por una inmoralidad administrativa, pero también por haber 
preparado la apertura del país a la introducción del capital extranjero, rompiendo así la legendaria oposición 
atribuida a Sebastián Lerdo de Tejada, quién pedía el desierto entre el fuerte y el débil. 
 
 Porfirio Díaz, una vez salvado el obstáculo de la no reelección, recibió el poder de Manuel González 
el primero de diciembre de 1884, iniciándose de este modo la segunda etapa del Porfiriato, el apogeo, que 
cubre de 1885 a 1905. No quiere decir esto, por supuesto que en estos años no haya habido oposición y aún 
levantamientos armados contra Díaz, solamente que este régimen ya estaba suficientemente asentado como 
para rechazar con relativa facilidad los ataques de sus enemigos. Entre estos puede encontrarse el fallido 
intento del antirreeleccionista Trinidad García de la Cadena en 1886, que terminó con el fusilamiento de éste. 
 
 Las rebeliones agrarias fueron las de los indios yaquis y mayas. Las primeras fueron continuas a lo 
largo del siglo XIX. Alcanzaron su culminación con Cajeme, de 1875 a 1887, fecha en que este fue muerto y 
en la que Tetabiate continuó al mando de los rebeldes hasta 1901 en que fue vencido y fusilado. Los mayas 
iniciaron una violentísima sublevación en 1847, aunque fueron derrotados pocos años después, algunos de 
ellos permanecieron evadiendo a las autoridades hasta que fueron vencidos en 1904. 
 
 La expansión económica también contribuyó mucho a la pacificación. El ministro de Hacienda, José 
I. Limantour, continuó en 1893, el esfuerzo de Matías Romero por nivelar el tradicional déficit de la hacienda 
pública, lo que logró en 1896. En esa misma fecha abolió las alcabalas, y desde un año antes rescató para el 
gobierno federal las casas de moneda, hasta entonces arrendadas a particulares. 
 
1 Ibid, p. 34-44 
14 
 
En la época colonial, y aún en los primeros años del México Independiente, el peso plata mexicano 
tuvo una gran aceptación en el mercado internacional. Hasta 1880, el tipo de cambio se fijaba casi a la par 
frente al dólar norteamericano. Ya para 1900, en virtud de la depreciación de la plata, el cambio se fijó a dos 
pesos por un dólar. En 1905 México abandonó el patrón – plata, al asentarse la depreciación de este metal en 
los mercados internacionales. 
 
 En el Porfiriato, la producción de plata aumentó a un poco más del triple de 1880 a 1910: de 11 
millones a 36 y medio millones de kilogramos. El incremento del oro fue aún más notable, en las fechas antes 
mencionadas, de 34, 500 kilogramos a 464,000. Todavía más notable fue el incremento en la producción de 
algunos metales de exportación, por ejemplo, la del cobre aumentó de $ 260,000 en 1880 a $ 32´000,000 en 
1906. 
 
 La República restaurada heredó al Porfiriato apenas 578 kilómetros de vías férreas, al término de éste 
ya ascendían a 24,559 kilómetros, este hecho contribuyó al desarrollo económico del país. La industria textil 
también aumentó, y en parte se modernizó. Se localizaba principalmente en Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, 
México y Veracruz. 
 
 La ganadería norteña participó de la nota general de expansión, lo que ocurrió parcialmente en la 
agricultura. En efecto, la exportación aumentó de una manera notable, sobre todo en el Porfiriato. La produc- 
ción del henequén en 1873 sólo fue de 3,000 pacas, para 1916 ascendió a 1´ 200,000. A partir de 1866, y en 
virtud de las malas cosechas brasileñas, la producción de café aumentó, sobre todo en Veracruz, Oaxaca y 
Chiapas. La de tabaco también aumentó en esos mismos estados, mientras el algodón se desarrolló notable- 
mente en Laguna, gracias al aprovechamiento de las aguas de los Ríos Nazas y Aguanaval, lo que dio naci- 
miento a las ciudades de Torreón y Gómez Palacio. En los años finales del Porfiriato hubo una explotación de 
tipo capitalista en las haciendas cañeras de Morelos, las que despojaron de sus tierras a los pueblos, con la 
consiguiente proletarización de los campesinos. 
 
La economía del Porfiriato se caracteriza por el predominio del capital extranjero. Para lograr su 
introducción fue necesario que Porfirio Díaz, resolviera el viejo problema de la deuda pública externa, 
mediante la ley del 21 de junio de 1885, a partir de la cual logró nuevos empréstitos en el exterior y afianzó 
un clima de confianza para los inversionistas extranjeros, a quienes se abrieron cada vez más las puertas del 
país. A estas medidas siguieron otras como la ley minera de junio de 1892 que hizo posible la plena propiedad 
sobre el suelo, política contraria a la colonial. También en este sentido debe recordarse la ley del 3 de junio 
de 1893, sobre exención de impuestos a quienes emprendieron industrias nuevas. En suma al finalizar el 
Porfiriato, con unas cuantas excepciones (el henequén yucateco, el algodón de La Laguna, el azúcar 
morelense y la ganadería de Chihuahua), la economía dependía casi fundamentalmente del capitalismo 
15 
 
internacional. 2 
 
 En 1867 cuando los ejércitos liberales abatieron las fuerzas conservadoras, y terminó el llamado 
imperio de Maximiliano de Habsburgo, la República fue restaurada. Durante los diez años transcurridos desde 
el triunfo de las fuerzas liberales hasta la ascensión al poder de Porfirio Díaz (etapa conocida como “la 
República Restaurada”), la situación económica del país no presentó cambios suficientemente importantes 
que justifiquen una sección especial. 
 
 En 1877 Porfirio Díaz asume la presidencia de la Republica y se inicia el Porfiriato. Según lo 
expuso Daniel Cosío Villegas, en este período México pasa de una economía colonial antigua, a la española o 
indoespañola, a una economía nacional más o menos moderna. 
 
 Durante el régimen de Díaz, el crecimiento del ámbito de la economía de mercado estimuló la expan- 
sión económica. Una de las causas de esta expansión la encontramos en las leyes de desamortización que, al 
romper la vieja organización comunal, productora para el autoconsumo, hicieron que gran parte de los campe- 
sinos se fueran a las haciendas a trabajar como peones, y determinaron que por lo menos ciertos bienes de 
origen agrícola y manufacturero, que antes se procuraban por sí mismos a través de la agricultura de 
subsistencia y de las artesanías primitivas, les fueran proporcionados por la producción capitalista, a través 
del intercambio. El crecimiento de la demanda externa acentuó esta tendencia y el establecimiento de ferroca- 
rriles y la suspensión de las aduanas interiores completaron el fenómeno. Dichos efectos se deteriorarían hacia 
finales del Porfiriato. 
 
 Sin duda el acontecimiento más importante del periodo fue la construcción de los ferrocarriles, 
suceso que transformó toda la estructura económica.1 
 
 En relación con la amplia extensión del territorio nacional, el conjunto de caminos troncales que lo 
cruzaban era raquítico. Además de ser insuficientes, tortuosos e inseguros, estaban mal trazados y conserva- 
dos, y eran transitados por medios de transporte lentos y costosos, circunstancias que limitaban la circulación 
de los bienes e impedían la integración de una mercado nacional. 
 
Ya desde los primeros años del México independiente, se reconocía la necesidad y la importancia de 
contar con una red de caminos y se había hecho intentos de construir vías férreas. Pero todos habían 
fracasado. Esto se atribuía a las guerras, las revoluciones y los constantes disturbios, que ahuyentaban al 
inversionista extranjero y paralizaban las obras, así como el hecho de las concesiones que se dieron a 
 
2 Moisés González Navarro, Historia Documental de México II, UNAM, Instituto de Investigaciones 
Históricas,México, 1964, p. 340-343 
1 Ibid, p. 46-47 
16 
 
empresarios de pocos recursos. A principios de la República restaurada existía la convicción de que la única 
forma de romper con la pobreza ancestral que agobiaba a la nación consistía en la introducción del ferrocarril. 
 
 Al tomar Díaz el poder en 1877, la red ferroviaria consistía en 640.3 kilómetros, a los cuales añadió 
433.2 en su primer periodo de gobierno, entregándole a Manuel González una red de 1,073.5 kilómetros. Du- 
rante la administración de Manuel González (1880-1884) la construcción de ferrocarriles recibió un impulso 
nunca igualado posteriormente. En el cuatrienio de 1880-1884 se construyeron 4,658 kilómetros, con lo que 
se quintuplicó la red ferroviaria. Cuando Porfirio Díaz asumió el poder en 1884, México contaba con la espina 
dorsal de un sistema ferroviario que comunicaba a la capital con el Golfo y con la frontera norte.1 
 
 Los ferrocarriles fueron elementales para el desarrollo económico del país; constituyeron una fuerza 
de impulso para muchos sectores de la economía. 
 
 Durante el Porfiriato, México dejó de ser una nación económicamente atrasada: en 1910 presentaba 
todas las características típicas del subdesarrollo moderno y en este proceso no se puede negar la importancia 
del papel de los ferrocarriles. Aunque no se puede precisar con exactitud la proporción del crecimiento dife- 
rencial del sector exportador atribuible al desarrollo de los ferrocarriles, distinguiéndola de los otros factores 
que operaron en el mismo sentido, es claro que los ferrocarriles dieron un impulso significativo al sector 
exportador con tarifas menores y otro tipo de discriminaciones a su favor. 
 
 Es muy importante señalar el papel de los ferrocarriles al estimular la migración interna. La veloci- 
dad del ferrocarril facilitaba la decisión de dejar el hogar. El estímulo indirecto sobre la migración interna, el 
efecto sobre el crecimiento del sector exportador y sobre la localización de la actividad económica, fueron las 
contribuciones más importantes de los ferrocarriles a la redistribución de la población durante el Porfiriato. 
 
 Tal vez suena irónico que durante el Porfiriato los ferrocarriles no contribuyeron al desarrollo de la 
industria, el único renglón en el que se han probado ser realmente indispensables: fueron construidos en una 
economía atrasada y agraria casi en su totalidad, mucho antes del comienzo de la era industrial de la nación. 
La mayor parte de la carga de los ferrocarriles en este periodo consistía en materias primas para la exporta- 
ción, y casi la totalidad de los eslabonamientos posteriores dirigidos a proveedores industriales se realizaron a 
través de la frontera con los Estados Unidos. Los beneficios directos del desarrollo ferroviario acabaron en 
gran medida en manos de los propietarios de la industria minera mexicana. 
 
 En el aspecto político, no hay que olvidar el papel estratégico de los ferrocarriles en el traslado de las 
tropas. El forcejeo político interno de la élite se desvió por canales mucho más pacíficos de lo que en el país 
se acostumbraba, previamente al tendido de la red ferroviaria. Esta nueva canalización fue consecuencia tanto 
 
1 Ibid, p. 47-51 
17 
 
de la influencia de los ferrocarriles sobre la vida económica de México, como de su capacidad para transpor- 
tar efectivos militares. 
 
 Los ferrocarriles transformaron al país, debido a la influencia económica directa sobre la tasa y 
estructura del crecimiento económico; tuvieron también consecuencias sociales y políticas de magnitud y 
ligaron el futuro del país, a pesar de los esfuerzos democráticos de 1910, a los procesos del moderno subdesa- 
rrollo capitalista dependiente. 
 
Los ferrocarriles, al remover una de las principales barreras que habían obstaculizado el desarrollo 
de la economía mexicana (la falta de comunicaciones y transportes), aceleraron el cambio de la organización 
social dominante y representaron un fuerte impulso para el desenvolvimiento de todos los sectores de la 
actividad económica.1 
 
 A continuación se mencionarán algunos sectores que se vieron afectados de manera determinante por 
el periodo del Porfiriato: 
 
De 1895 a 1910 la producción agrícola aumentó a una tasa anual de 4.4%; la rama de alimentos y 
bebidas, productos de consumo interno, decreció en tanto que las materias primas aumentó. La producción 
para la exportación fue la que presentó las mayores tasas de crecimiento. Las características de la agricultura 
latifundista impidieron que se generaran mejoras al equipo productivo, la introducción de obras de riego y, en 
general, el uso de insumos más productivos; de esta manera sobrevino un estancamiento y, en algunos casos, 
un descenso de la producción agrícola para el consumo interno. 
 
En 1900, el 56% de la mano de obra estaba ocupada en la agricultura y, dadas las características de 
esta actividad en México, hacia que la distribución del ingreso fuera notoriamente desigual. 
 
Antes de 1877, ya existían algunas industrias en México. A partir de 1849 surgen las primeras fábri- 
cas que aprovechan los desarrollos de la Revolución Industrial. La base de las fábricas eran las manufacturas 
artesanales que poco a poco fueron cediendo su lugar a la industria. La artesanía dio estímulo y sostén a muy 
diferentes ramas de la actividad primaria, como la producción de fibras textiles, de pieles, y ciertas sustancias 
minerales, proporcionando un conocimiento rudimentario, pero amplio, de los recursos naturales del país. 
 
Era sumamente difícil dar con una rama manufacturera que no tuviera antecedentes ilustrativos en 
los establecimientos artesanales, donde se hacía acopio de experiencia técnica y se cultivaban y disciplinaban 
las aptitudes del la mano de obra que, llegado el momento, podría asimilar con rapidez las nuevas técnicas 
fabriles. 
 
1 Ibid, p. 51-54 
18 
 
Durante el Porfiriato las industrias contaron con una oferta de mano de obra barata, compuesta por 
artesanos desplazados por las fábricas y campesinos migrantes del campo a la ciudad. El sector manufactu- 
rero, aprovechando el creciente mercado interno y fortalecido con inversiones extranjeras, generó recursos 
financieros suficientes para realizar nuevas inversiones, desarrollando todo el aparato industrial. 
 
Comparando la producción minera de la Nueva España con la producción minera del México inde- 
pendiente se observa que en el periodo de 1821 a 1880 la minería prácticamente permaneció estancada. Sin 
embargo, a partir de 1880 se presentaron una serie de hechos que la impulsaron a salir de su largo 
estancamiento, como la introducción del ferrocarril. 1 
 
Durante el periodo comprendido de 1870 a 1910, el comercio exterior de México registró un aumen- 
to muy acentuado. Los principales elementos que motivaron esta expansión fueron: el desarrollo de las comu- 
nicaciones ferroviarias y marítimas iniciado en 1873; la inversión del capital extranjero en las distintas activi- 
dades económicas; el aumento de la población; el auge de la minería; alcanzado gracias al mejoramiento de 
las técnicas de explotación; la creación de nuevas industrias, y la contracción en los costos de producción en 
los países industrializados. 
 
De 1880 a 1910 el comercio exterior de México aumento de 65 a 500 millones de pesos. La mayor 
parte de las exportaciones siguieron siendo (como desde la Colonia) los metales preciosos. El oro y la plata 
representaban, en promedio, 65 % del valor anual de las exportaciones. Los productos vegetales (café, hene- 
quén, maderas preciosas, tabaco y vainilla) seguían en orden de importancia, con aproximadamente 20 % del 
total. Las exportaciones de productos animales y de manufacturas, con 10 y 5 %, en promedio respectivamen- 
te, complementaban el cuadro de la estructura de exportacionesdel país. 
 
En cuanto a la estructura de las importaciones se observa claramente que México se transformó de 
país importador de productos agrícolas a país importador de manufacturas. 
 
Entre la serie de obstáculos que se oponían al desarrollo del comercio interior, la falta de comunica- 
ciones y las alcabalas (impuesto sobre ventas) destacaban en un principio por su importancia. En 1886 se 
decretó la supresión de este gravamen, pero las cosas no mejoraron, por lo que se convocó a una nueva confe- 
rencia en 1891 en la cual se asentaron las bases para la reforma de 1895, que por fin declararon abolidas las 
alcabalas para beneficio de la actividad mercantil. El auge del comercio vino aparejado con la intensificación 
de la construcción de los ferrocarriles, los que permitieron un creciente intercambio con el interior del país y 
hacia el exterior a través de los puertos marítimos y de las ciudades de la frontera. El consumo interno de 
materias primas y artículos elaborados se amplió y creció de manera continua durante el Porfiriato y llego a 
ser el motor del progreso comercial del país. 
 
1 Ibid, p. 57-60, 62 
19 
 
Durante el Porfiriato, al igual que en periodos posteriores, el comercio principal estaba en manos de 
los extranjeros, mientras el mediano y pequeño comercio se dividía entre mexicanos y españoles. 1 
 
 Este periodo tuvo avances muy importantes en materia económica, no obstante, es necesario algunas 
de las contradicciones sociales más sobresalientes. 
 
 El crecimiento de las utilidades le permitió (a la industria) asimilar el progreso tecnológico mediante 
la adopción de equipo más moderno y fuentes más costeables de fuerza motriz, lo que trajo una mayor pro- 
ductividad en las instalaciones. Por otra parte, las inversiones extranjeras y la iniciación de la infraestructura 
(ferrocarriles, energía eléctrica, etcétera) favorecieron la formación del mercado interno y permitieron a las 
fábricas operar en mayores escalas y en situaciones de costos más ventajosos (lo cual se veía reflejado por la 
baja tasa de salarios), circunstancias que facilitaron márgenes de utilidades que nutrieron la formación de 
capitales. 
 
Sin embargo, el desarrollo socioeconómico no se logró, ya que los beneficios de crecimiento econó- 
mico no se repartieron entre todos los miembros de la sociedad mexicana, lo cual provocó una gran cantidad 
de problemas y conflictos debidos a la inestabilidad interna tanto económica como política y militar, que con- 
dujo al movimiento armado de 1910. 
 
En efecto, el crecimiento económico porfirista propició la prosperidad de ciertas capas de la socie- 
dad, pero la mayor parte de la población quedó fuera del proceso de desarrollo. 
 
Al respecto, dice Solís que: 
 
“Ante el crecimiento de la población, el poco aumento de la ocupación productiva y la imposibilidad 
del sistema económico para alcanzar nuevamente una dinámica de crecimiento, la disminución del ingreso de 
las mayorías se afirmó y el descontento se agudizó.” 3 
 
Otro particular punto de vista, es el de John Kennet, que describe las condiciones que se vivieron en 
esta época de la historia de México:4 
 
“La esclavitud y el peonaje en México, la pobreza y la ignorancia, y la postración general del pueblo, 
se deben, en mi humilde opinión, a la organización financiera y política que en la actualidad rige en ese país; 
en una palabra, a lo que llamaré el sistema de general Porfirio Díaz. 
 
1 Ibid, p. 56-58 
3 José Silvestre Méndez, Problemas Económicos de México, México D. F. 2001, cuarta edición, p. 47,48 
4 John Kenneth Turner, México Bárbaro, Editorial Alfaro, México 2002, p. 80-83 
20 
 
Es verdad que estas condiciones se han arrastrado por gran parte de la historia de México desde las 
pasadas generaciones. No quiero ser injusto con el General Díaz en ninguna forma; pero a pesar de que los 
señores españoles hicieron del pueblo mexicano esclavos y peones, nunca los quebrantaron y experimentaron 
tanto como se le quebranta y destruye en la actualidad. En tiempos de los españoles, el peón tenía por lo me- 
nos una pequeña parcela y su humilde choza, pero hoy, no tiene nada. Además, la declaración de independen- 
cia proclamada en 1810, declaró también la abolición de la esclavitud. Esta fue abolida, pero no enteramente: 
los gobiernos mexicanos que se sucedieron, gobierno de clase, de la iglesia o personalistas, mantuvieron al 
pueblo en servidumbre aunque con menor severidad. Por último advino un movimiento democrático que rom- 
pió la espina dorsal de la iglesia; que derribó el gobierno de una casta; que adoptó una forma de gobierno tan 
moderna como la norteamericana; que libertó al esclavo tanto de hecho, como de palabra; que devolvió las 
tierras del pueblo al pueblo; que lavó la sangre derramada del pasado. Fue en ese momento cuando el general 
Porfirio Díaz, sin ninguna excusa válida y en apariencia sin otra razón, que su ambición personal, inició una 
serie de revoluciones que finalmente lo llevaron los poderes gubernamentales del país. Mientras prometía 
respetar las instituciones progresistas que Juárez y Lerdo habían establecido, instituyó un sistema propio, en el 
que su propia persona era la figura central y dominante; en el que su capricho es la constitución y la ley; en el 
que los hechos y los hombres, grandes y pequeños, tienen que sujetarse a su voluntad. Como Luis XIV, 
Porfirio Díaz es el Estado. 
 
Bajo su gobierno, la esclavitud y el peonaje, se reestablecieron en México sobre bases más inmiseri- 
cordes que las que existieron en tiempo de los españoles. Por tales razones, no creo que sea una injusticia cul- 
par principalmente al sistema de Díaz por esas condiciones. 
 
Me refiero al sistema de Díaz que a Díaz personalmente, porque aunque él es la piedra angular, él 
es el gobierno de México, más absoluto sin duda que cualquier otro individuo pueda serlo en cualquier otro 
país del mundo, ningún hombre se halla solo en sus iniquidades. Díaz es el sostén principal de la esclavitud; 
pero existen algunos otros sostenes sin los cuales el sistema no podría mantenerse mucho tiempo. Por ejem- 
plo, hay un conjunto de intereses comerciales que obtienen grandes ganancias del sistema porfiriano de escla- 
vitud y autocracia; estos intereses dedican una parte importante de su gran poder, para mantener en su sitio el 
sostén principal a cambio de los privilegios especiales que reciben. Entre estos intereses comerciales no son 
los menores los norteamericanos, quienes son defensores tan agresivos de la fortaleza porfiriana como el 
mejor. 
 
En otras palabras, el general Díaz con una habilidad que nadie puede negar, se apropió de los ele- 
mentos de poder que había en el país, excepto de la nación misma. Por una parte ejercía una dictadura militar 
y por la otra disponía de una camarilla financiera. Él mismo, clave del arco, estaba obligado a pagar el precio 
de esta situación: el precio fue todo el país. Creó una maquinaria cuyo lubricante ha sido la carne y la sangre 
del pueblo. Premió a todos, excepto al pueblo; este fue el sacrificio. Tan inevitable como la oscuridad de la 
21 
 
noche, en contraste con la gloria luminosa del dictador vino la degradación del pueblo: la esclavitud, el peo- 
naje, y todas las miserias que acompañan a la pobreza; la abolición de la democracia y de la seguridad perso- 
nal creadora de la previsión, del respeto a uno mismo y de la ambición digna y honrada; en una palabra, la 
desmoralización general, depravación.” 
 
 Estos puntos de vista revelan las condiciones generales que prevalecían en la sociedad; sin embargo, 
es importante resaltar otros aspectos como las tiendas de raya, que se dieron en las fábricas (textiles 
principalmente), y que al respecto, en su “Historia de las revoluciones mexicanas”, Andrés Volsky trazó estecuadro: 
 
“Se formaban poblaciones en las que trabajaban, en calidad de peones, los mismos campesinos, de 
quienes eran las tierras; por el salario de 0.25 a 0.50 (pesos) diarios, pero no solo a eso se limitaba su explo- 
tación. Como dichas poblaciones estaban a lugares distantes de los centros poblados o ciudades, el propieta- 
rio o el administrador, abría una tienda llamada de raya. El peón no recibía su salario en efectivo, sino que se 
le extendían bonos para la tienda, donde se le daban los productos de primera necesidad, como por ejemplo, 
café, cacao, caña de azúcar, plátanos. En esos lugares en que la tierra no servía para producir los productos 
mencionados, o los que estaban muy alejados de mercados o los del ferrocarril, los nuevos propietarios arren- 
aban las tierras a los antiguos dueños. Por último, en las regiones poco pobladas, donde no había suficientes 
posibilidades de explotación, pasaban de mano en mano, en espera de la construcción de un ferrocarril o de 
cualquier otra ocasión propicia”… 
 
 “Las tiendas de raya son aún, como en la época colonial, agencias permanentes de robo y factorías 
de esclavos. Allí se compra la libertad del trabajador con sal, jabón, y mantas inservibles que se le cargan a 
precios fabulosos. El pobre obrero no ve casi nunca en su mano una moneda de plata. La tienda de raya paga 
siempre los salarios en despreciables mercancías; y los cuatro pesos y fracción, salario mensual de los trabaja- 
dores, se convierten en una serie de apuntes que el peón no entiende, ni procura entender. El propietario y so- 
bre todo el administrador de la hacienda, son todavía déspotas señores que, látigo en mano, pueden permitir- 
se toda la clase de infamias contra los operarios, sus hijos y sus mujeres. Y el mismo sistema de robarse mu- 
tuamente esclavos y peones hace que nuestra agricultura sea de las más atrasadas del mundo, y que los 
gravámenes hipotecarios pesen de un modo terrible sobre casi todas las fincas rústicas del país”.5 
 
 No queda duda alguna que este grave problema imperaba en la gran mayoría de las fábricas del país. 
Por otra parte, la mano de obra que se brindaba a las industrias, fue un factor clave para el crecimiento econó- 
mico reinante. 
 
5 Diego Abad de Santillán, Historia de la Revolución Mexicana, Frente de Afirmación Hispanista, México 
1992, p. 83,84 
 
22 
 
 Las nuevas actividades capitalistas, contaban con un amplio excedente de mano de obra barata, en el 
cual apoyarse, que se nutría sobre todo del flujo de campesinos y artesanos desocupados hacia las ciudades, y 
de artesanos desocupados hacia las fábricas. En la fase inicial del Porfiriato, la industria pudo hacer crecer sus 
utilidades, y acumular recursos para la ampliación de sus inversiones, aplicando una mayor cantidad de traba- 
bajo a la misma capacidad instalada con que contaba. 
 
 Si eran escasos los capitales con que contaba el país para las diversas empresas de su desarrollo eco- 
nómico, la mano de obra, en cambio, abundaba. Todas las ramas de la economía crecieron y se modernizaron: 
las actividades minerometalúrgicas, las industrias manufactureras y los transportes y otros servicios, encon- 
traron mano de obra suficiente, ya sea entre los artesanos de la ciudad, o entre la población rural dedicada a la 
agricultura o a otras ocupaciones. 
 
 La abundancia de la mano de obra llegó incluso a ejercer una fuerte presión sobre los mercados de 
trabajo, en particular hacia la última década del Porfiriato. Los brazos desocupados o subocupados en el cam- 
po que emigraban hacia las ciudades se sumaban a estos los artesanos sin trabajo, y casi nunca tenían una 
oportunidad, debido a que el desarrollo de las manufacturas y los servicios no era suficiente para absorberlos, 
y esto motivaba una depresión en el nivel de los salarios y lesionaba el bienestar de la población. Un efecto 
de la fuerza de trabajo, excesiva frente a los requerimientos del sistema económico, fue el desalentar las inno- 
vaciones y el empleo de los bienes de capital más eficientes en los procesos productivos, circunstancia que se 
hizo notable en la agricultura. Ello explica también que se mantuvieran en pie actividades artesanales, frente 
a la competencia de la industria moderna, a base de la increíble privación de quienes la practicaban.6 
 
 La condición social de las mayorías, que era donde recaían de manera directa los aspectos contradic- 
torios del crecimiento económico, denotaban a grito abierto un cambio de régimen, por lo que: 
 
 En 1906 se inicia la etapa crítica del Porfiriato. En lo social con la huelga de Cananea de primero de 
junio de ese año, en seguida un mes después, con la publicación del programa del Partido Liberal y medio año 
después, ya en plena efervescencia prerrevolucionaria, con el paro de la huelga textil que tuvieron el trágico 
desenlace de la matanza de Río Blanco el 7 de Enero de 1907.2 
 
 Cananea se encuentra en la Sierra Madre Occidental, en la parte norte del Estado de Sonora. Fue un 
vastísimo latifundio creado por William Cornell Greene y un importante centro minero y de fundición de mi- 
nerales. En 1899 se constituyó “The Cananea Cooper Company”, también por iniciativa de Greene, algo co- 
mo un Estado dentro del Estado, protegido especialmente por Ramón Corral, gobernador del Distrito Federal 
 
6 Fernando Rosenzweig, El Desarrollo Económico de México de 1887 a 1911, en el Trimestre Económico, 
FCE, México 1965 p. 224, 232-234 
2 Ibid, p. 345 
23 
 
y luego vicepresidente de la República. Greene organizó un cuerpo policial de 25 hombres a su servicio, al 
servicio de la empresa. En esas condiciones, el empresario norteamericano acaparó todos los bienes que pudo, 
sin importarle el precio de los procedimientos ni las coacciones. 
 
 En Marzo de 1905 llegó a Cananea Esteban Baca Calderón, natural de Tepic, y encontró trabajo de 
carrero en el piso de carga de la fundición, con un salario de tres pesos por día. Los barreteros mexicanos ga- 
naban cuatro pesos; los extranjeros cuatro dólares. 
 
 El motivo principal del descontento entre los mineros de Cananea era la discriminación racial: el 
hecho de que a los extranjeros se les daba mejor trato y se les pagaban salarios hasta casi el doble que a los 
mexicanos por el mismo trabajo o similar; además, cumplían una jornada más reducida y disfrutaban de 
consideraciones especiales y ascensos. 
 
 5El 1º de Marzo de 1905 escribió Ricardo Flores Magón a Manuel M. Dieguéz desde Toronto, 
Canadá: “Un amigo mío de la ciudad de México, que por mucho tiempo vivió en Cananea. Me indica que 
decir con la situación de ese mineral. Dicho amigo me envió notas interesantes que aparecen en al edición de 
Regeneración, (diario de los hermanos Flores Magón) correspondiente a esta fecha, y que considero que lla- 
marán la atención, porque viene a describir la verdadera situación de Cananea. Digo la verdadera, por que 
tengo plena confianza en la veracidad de mi amigo. Quisiera tener más datos sobre el particular, y sabiendo 
que usted es mexicano, a usted me dirijo, para que, si no tiene usted inconveniente me dé algunas noticias 
sobre lo que ocurre por esos lugares.” 
 
 He aquí la muestra de cómo procedía Ricardo Flores Magón desde el exterior a favor de su pueblo. 
Unos días después, el treinta de marzo, también desde Toronto, escribía Ricardo Flores Magón al destinata- 
rio: 
 
“Con el oro robado al pueblo, había logrado la dictadura corromper a algunos funcionarios america- 
nos, que se comprometieron a entorpecer las labores. Juan Sarabia, mi hermano Enrique y yo, nos venimos 
precisados a abandonar el territorio de los Estados Unidos para quedar en absoluta libertad. Nuestros demás 
compañeros se refugiaron en Saint Louis, Missouri, donde se seguirá publicando Regeneración mientras po- 
damos allegar los fondosnecesarios para reunirnos todos los demás compañeros de la junta organizadora…” 
 
Estas cartas las reprodujo Francisco Medina Reyes en su trabajo Cananea, cuna de la Revolución 
Mexicana. 
 
 Esteban Baca Calderón escribió a Antonio I. Villarreal desde Oversight, Mine, Cananea, el 6 de 
 
5 Ibid, p. 304-313 
24 
 
Abril de 1906. 
 
“…Regeneración avanza en el campo de las ideas, ahora ustedes son perseguidos con más ferocidad; 
estoy más impaciente y quisiera que acá avanzara la acción personal. Al efecto, acabo de abrir una suscripción 
extraordinaria de acuerdo con la Unión, y próximamente remitiré la cantidad que reúna. Quisiera que todos 
los mineros de aquí se dieran cuenta de una manera más práctica de que la dictadura es su peor enemigo y que 
sientan a toda hora el deseo de derrocarla…” 
 
 Hubo la consiguiente agitación entre los mineros y se propagó espontáneamente la idea de recurrir a 
la huelga, y es seguro que se fueron tomando disposiciones en ese sentido. La efervescencia fue advertida por 
las autoridades. Pero en el clima social reinante, la huelga estalló abruptamente sin una previa preparación. 
 
 Las condiciones para poner fin al paro eran las siguientes en lo fundamental: El sueldo mínimo será 
de cinco pesos con ocho horas de trabajo; la Cananea Consolidated Cooper Company, filial de la Anaconda, 
ocupará el 75 por 100 de mexicanos y de 25 por 100 de extranjeros, teniendo los primeros las mismas aptitu- 
des que los segundos. 
 
 Las jornadas de trabajo para los mexicanos eran de diez y doce horas, y además, estaban disconfor- 
formes con la preponderancia y la diferencia de los salarios que gozaban los extranjeros. 
 
 Rechazando el pliego de condiciones de los mineros, Mr. William Cornell Greene, presidente de la 
empresa, respondió que no podía aceptar las exigencias planteadas y acusó a los trabajadores de Cananea de 
quejarse sin razón, pues los salarios y la jornada de trabajo que disfrutaban eran los mejores del país. 
 
 La irritación subió más aún de tono y los manifestantes se dirigieron a Ronquillo, donde el presidente 
y el gerente de la compañía, Greene y Dwight, rodeados de filibusteros llegados de los Estados Unidos, se pa- 
rapetaron cerca del palacio municipal, hacia donde se dirigía la manifestación con sus muertos y heridos. Al 
acercarse al palacio una descarga de fusilería dejó tendidos seis muertos, entre ellos un niño de doce años. 
Los obreros no tenían con que responder a los disparos del enemigo y algunos de ellos corrieron a las casas de 
empeño, las asaltaron y tomaron algunos rifles, pistolas y cartuchos. Con ese escaso armamento hicieron 
frente a los mercenarios norteamericanos, pero los cartuchos se agotaron. Del encuentro desigual quedó un 
saldo de 10 muertos, una veintena de heridos, ocho de ellos graves; se dijo que los americanos usaron balas 
“dundun”. 
 
 Otro detonador definitivo para el levantamiento armado de 1910, fue la huelga de la fábrica textil de 
Rió Blanco, que al respecto se comenta lo siguiente: 
 
25 
 
 Se jactaba el régimen porfirista de los progresos de la industrialización en México, pasando por alto 
que esta industrialización era regenteada y utilizada por el capitalismo extranjero, que hacía de cada fábrica 
una colonia penal para los obreros mexicanos, con salarios excesivamente bajos y jornadas agotadoras; 1.50 
pesos y diez horas de trabajo en líneas generales, explotados, además, en las tiendas de raya. 
 
 Desde comienzos del siglo se producían conatos de organización gremial para la defensa de 
condiciones de vida más tolerables. 
 
 La clase patronal, que no había querido en Puebla admitir ninguna forma de asociación entre sus 
obreros, después de la aparición del Manifiesto y del Programa del Partido Liberal Mexicano, que circuló se- 
cretamente entre los asalariados, vio como se reanimaba la organización clandestina de Círculos de obreros 
libres. El primero que se hizo sentir en público fue el Centro de Obreros Libres en Puebla, que se enfrentó con 
el Centro Industrial Mexicano, organización patronal. El centro industrial, a fines de noviembre de 1906, 
presentó a los obreros de las fábricas de Puebla y Tlaxcala un proyecto de reglamento para la industria, que 
según el cual se rebajaban los salarios a raíz del alza del precio del algodón. Los poblanos se opusieron a los 
proyectos patronales y, después de algunas entrevistas con los empresarios, que no dieron resultado práctico, 
resolvieron iniciar un paro el 4 de diciembre, paro que se hizo efectivo en Puebla, en San martín de Texmelu- 
can y en las factorías de Tlaxcala. Los delegados poblanos se dirigieron hacia Orizaba para que los obreros 
textiles secundasen el movimiento, entrando así en relación con el Círculo de Obreros Libres de aquel lugar, 
formado con los trabajadores de Santa Rosa y de Río Blanco. 
 
 En Orizaba, Veracruz, Manuel Ávila hizo conocer oportunamente el programa del Partido liberal a 
los obreros textiles: el militante obrero José Neira, de Río Blanco, amigo personal de Camilo Arriaga, entró 
también en relación con el Partido Liberal y ayudó a fundar el semanario de los obreros textiles de Río Blan- 
co, La Revolución Social, contando para ello con la ayuda de los editores de El Colmillo Público, de la ciudad 
de México, que lo imprimieron en sus talleres, y fueron encarcelados en julio de 1906 bajo la acusa- ción de 
fomentar el espíritu rebelión. 
 
La propaganda de El Colmillo Público, y de Regeneración había tenido amplia acogida entre los 
textiles de Río Blanco, donde eran muy activos Juan A. Olivares y José Neira. 
 
 Acatado, aunque no con íntima satisfacción, el laudo presidencial, en la mañana del 7 de Enero de 
1907, se reanudaron los trabajos en las fábricas del Distrito Federal, de Puebla, de Tlaxcala, de Jalisco, Queré- 
taro y Veracruz, algunas de las cuales estaban paralizadas por la huelga de los obreros o por el lock-out pa- 
tronal. 
 
 Fue en esta ocasión cuando se produjo la masacre obrera de Río Blanco, Veracruz. José Morales, 
26 
 
presidente del gran Círculo de obreros libres, informó el 6 de enero de 1907 en el teatro Gorostiza de Orizaba 
acerca del laudo presidencial, advirtiendo que en quince días, el presidente Díaz completaría el régimen defi- 
nitivo. La mayoría de los asistentes aceptó las condiciones impuestas, pero algunos protestaron contra ellas. 
Así se produjo una escisión en las filas obreras. José Morales encabezó a los partidarios de la solución porfi- 
rista y Rafael Moreno y Manuel Juárez, presidente y vicepresidente del Círculo de Obreros Libres de Santa 
Rosa, encabezaron a los opositores al laudo. 
 
 A las cinco de la mañana del 7 de Enero se presentaron al trabajo los obreros de la fábrica de Río 
Blanco; sólo fueron admitidos los mecánicos, los albañiles y los tejedores de tela secundarios. La mayoría de 
los hilanderos y tejedores que no fueron admitidos exteriorizaron a gritos su descontento y apedrearon el edi- 
ficio. La casa de Río Blanco ocupaba una manzana. Los obreros asaltaron la tienda y la destruyeron, mientras 
unos intentaban ponerle fuego a la fábrica, otros saquearon la tienda de Garcín. 
 
 Al ver el motín frente a la tienda de raya, los dueños de la fábrica llamaron en su auxilio a las tropas 
federales, y a las nueve de la mañana se hicieron presentes los efectivos del 13 batallón. Las tropas federales 
dejaron un saldo de 17 muertos y 80 heridos. En esta situación decidieron marchar a Santa Rosa y Nogales 
en la tarde del mismo día instigados por Manuel Juárez, que luego huyó a Atlixco. 
 
 Cuando los huelguistas de Río Blanco, llegaron a Nogales, fueron atacados de improviso en el cami- 
no por el contingente de soldados que habían llegado a Veracruz, causando una nueva masacre en la colum- 
na obrera, que hubo que dispersarse. La sangre proletaria corrió abundante, primero enRío Blanco luego en 
Nogales y en San Lorenzo. 
 
 Después de Cananea, la de Río Blanco fue la mayor masacre de trabajadores mexicanos en el largo 
periodo gubernamental de Porfirio Díaz, dos jalones de tragedia que alimentaron la rebelión en mayor escala 
que cualquier otra propaganda. Se dieron datos oficiales de que durante los tres primeros días del movimiento 
fueron fusilados 200 obreros y que los presos fueron unos 400.5 
 
1. 2 EL MOVIMIENTO DE LA REVOLUCIÓN 
 
Revolución Mexicana (1910-1919), periodo de la historia de México comprendido entre la caída de 
la dictadura de Porfirio Díaz en 1910 y el ascenso al poder de la burguesía, tras superar los intentos de revolu- 
ción social protagonizados por los campesinos dirigidos por Emiliano Zapata, asesinado en 1919. 
 
El general mexicano Porfirio Díaz, nacido en 1830, combatió en tres conflictos bélicos (la Guerra 
Mexicano-estadounidense, la de Reforma y la mantenida contra el emperador Maximiliano I) antes de derro- 
 
5 Ibid, p. 355,356,367-373 
27 
 
car en 1876 al presidente Sebastián Lerdo de Tejada y pasar a asumir por vez primera la presidencia de la Re- 
pública. Tuvo que renunciar en 1880, resultó reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una enmienda a 
la Constitución que permitía la sucesión de mandatos presidenciales. Su régimen político, así como el periodo 
de duración del mismo, fue denominado Porfiriato. Permaneció en el poder hasta poco después de dar co- 
mienzo la llamada Revolución Mexicana que, encabezada por Francisco Ignacio Madero, le obligó a dimitir 
en 1911 y a abandonar el país. Díaz falleció en París cuatro años más tarde. 
 
 La publicación, en Diciembre de 1908, del libro escrito por el mexicano Francisco Ignacio Madero y 
titulado La sucesión presidencial en 1910, prohibido por el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, supuso uno 
de los detonantes del proceso que ha pasado a conocerse como Revolución Mexicana, el cual tuvo en Madero 
a uno de sus exponentes más destacados. 
 
El punto de partida del proceso revolucionario fueron las declaraciones realizadas por el presidente 
Díaz al periodista estadounidense Creelman en 1908, en las que afirmaba que el pueblo mexicano ya estaba 
maduro para la democracia y que él no deseaba continuar en el poder. Comenzó en el país una intensa activi- 
dad política y ese mismo año apareció el libro La sucesión presidencial en 1910, escrito por Francisco Ignacio 
Madero, que se convirtió en el manifiesto político de los grupos de oposición a la dictadura: las clases medias, 
los campesinos y los obreros, contrarios a la reelección de Díaz para un nuevo mandato presidencial, pero 
también opuestos a las costumbres aristocráticas y al afrancesamiento dominante, a la política económica del 
colonialismo capitalista y a la falta de libertades políticas bajo el régimen dictatorial. 
 
Francisco (Pancho) Villa fue uno de los grandes protagonistas de la Revolución Mexicana. Ayudó en 
un primer momento a Francisco Ignacio Madero y después a Venustiano Carranza a controlar el país, pero 
finalmente abandonó a ambos y se unió a Emiliano Zapata tras la Convención de Aguascalientes (1914). En 
1923 fue asesinado en Chihuahua. 
 
En abril de 1910 Madero fue designado candidato a la presidencia por el Partido Nacional Antirree- 
leccionista, fundado un año antes con un programa a favor del sufragio efectivo y la no reelección, pero sin 
claros contenidos sociales y económicos. En Mayo del mismo año se produjo en Morelos la insurrección de 
Emiliano Zapata al frente de los campesinos, que ocuparon las tierras en demanda de una reforma agraria. 
Díaz fue reelegido para un séptimo mandato y Madero intentó negociar con él para obtener la vicepresidencia 
de la República, pero fue encarcelado por el dictador en Monterrey el 6 de junio, aunque poco después obtuvo 
la libertad y escapó a San Antonio (Texas). El 15 de Octubre de 1910, Madero y sus colaboradores acordaron 
el Plan de San Luis, que llamó a la insurrección general y que logró el apoyo de los campesinos al incluir en 
el punto tercero algunas propuestas de solución al problema agrario. El 20 de Noviembre se produjo la insu- 
rrección de Francisco (Pancho) Villa y Pascual Orozco en Chihuahua, pronto secundada en Puebla, Coahuila 
y Durango. En Enero de 1911 los hermanos Flores Magón se alzaron en la Baja California y los hermanos 
28 
 
Figueroa en Guerrero. 
 
Pese al fracaso de Casas Grandes, en marzo de ese mismo año, el 10 de mayo los revolucionarios 
ocuparon Ciudad Juárez, donde se firmó el tratado por el que se acordaba la dimisión de Díaz, que salió del 
país el 26 de Mayo siguiente, y el nombramiento como presidente provisional del antiguo colaborador de la 
dictadura, Francisco León de la Barra, que conservó a los funcionarios y militares adictos a Díaz. 
 
 Francisco I. Madero asumió la Presidencia de la República en 1911, y fue depuesto en 1913, Emilia- 
no Zapata Protagonista fundamental de la Revolución Mexicana desde su incorporación a la misma en 1910, 
encarnó la lucha por la mejora de las condiciones de las clases menos favorecidas. Sus principios y propuestas 
siguen siendo hoy en día un punto de referencia básico en gran parte del campesinado mexicano. 
 
El gobierno procedió al desarme de las fuerzas revolucionarias, pero los zapatistas se negaron a ello, 
exigiendo garantías de que serían atendidas sus demandas en favor de una solución para el problema agrario. 
El general Victoriano Huerta combatió a los zapatistas del estado de Morelos en los meses de Julio y Agosto 
de 1911, los derrotó en Cuautla y los obligó a refugiarse en las montañas de Puebla. Sin embargo, en las 
elecciones presidenciales resultó elegido Madero, que tomó posesión de su cargo el 6 de Noviembre de 1911, 
pero que no logró alcanzar un acuerdo con Zapata ni con otros líderes agrarios por su falta de sensibilidad 
para resolver los problemas sociales planteados por el campesinado. 
 
El 25 de Noviembre Zapata proclamó el Plan de Ayala, en el que se proponía el reparto de tierras y la 
continuación de la lucha revolucionaria. Orozco, tras ser nombrado por los agraristas jefe supremo de la revo- 
lución, se sublevó en Chihuahua en Marzo de 1912, y otro tanto hicieron los generales Bernardo Reyes y Fé- 
lix Díaz en Nuevo León y Veracruz respectivamente. El Ejército federal, al mando de Prudencio Robles y 
Victoriano Huerta, reprimió con dureza los levantamientos, estableciendo campos de concentración, queman- 
do aldeas y ejecutando a numerosos campesinos. En la ciudad de México tuvo lugar en Febrero de 1913 la 
que se denominó Decena Trágica, enfrentamiento entre los insurrectos y las tropas del general Huerta, que 
causó alrededor de 2,000 muertos y 6,000 heridos. Con la insólita mediación del embajador estadounidense, 
Henry Lane Wilson, el general Huerta llegó a un acuerdo con el general Díaz, destituyó a Madero y se auto- 
proclamó presidente el 19 de Febrero de 1913. Cuatro días después el presidente Madero y el vicepresidente 
Pino Suárez fueron asesinados por órdenes de Huerta. 
 
 Posteriormente, de 1913 a 1914, se llevó a cabo la revolución constitucionalista, donde el gobierno 
de Huerta no fue reconocido por el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, quien el 26 de Marzo de 
1913 proclamó el Plan de Guadalupe, bandera de la revolución constitucionalista, por el que se declaraba 
continuador de la obra de Madero y procedía a la formación del Ejército constitucionalista, al que no tardaron 
en sumarse el coronel Álvaro Obregón en Sonora, y Pancho Villa en el norte, mientras Zapata volvía a domi- 
29 
 
nar la situación en el sur y este del país. La oposición a Huerta en la capital se realizó a través de la Casa del 
Obrero Mundial, de tendencia anarquista y defensora de las clases obreras urbanas, pero cercana a los plantea- 
mientos agrarios del movimiento zapatista,al que dotaron de una ideología más definida, y del lema “Tierra y 
Libertad”, que los alejaba tanto de Huerta como de Carranza. Las tropas constitucionalistas, formadas por 
campesinos y gentes del pueblo, derrotaron al Ejército federal por todo el territorio nacional: Villa ocupó Chi- 
huahua y Durango con la División del Norte; Obregón venció en Sonora, Sinaloa y Jalisco con el Cuerpo de 
Ejército del Noroeste; y Estados Unidos, tomando partido por los oponentes a Huerta, hizo desembarcar su 
infantería de Marina en Veracruz el 21 de Abril de 1914. Después del triunfo constitucionalista en Zacatecas 
el 24 de Junio de ese mismo año y la ocupación de Querétaro, Guanajuato y Guadalajara, Huerta presentó la 
dimisión el 15 de Julio siguiente y salió del país. En el Tratado de Teoloyucan se acordó la disolución del 
Ejército federal y la entrada de los constitucionalistas en la capital, que se produjo el 15 de Agosto de 1914. 
 
Por otra parte, Venustiano Carranza Presidente constitucional desde 1917, pero actuando de forma 
provisional desde 1914 (aunque sin dominar todavía todo el territorio mexicano), fue asesinado el 21 de Mayo 
de 1920, en Tlaxcalantongo, tras verse obligado a evacuar la capital de la República por la fuerzas de Plutarco 
Elías Calles, Álvaro Obregón y Adolfo de la Huerta. 
 
Pronto surgieron diferencias entre los revolucionarios, divididos en tres grupos: los villistas, que 
ofrecían un programa político y social poco definido; los zapatistas, que mantenían los principios formulados 
en el Plan de Ayala; y los carrancistas, vinculados a la burguesía y deseosos de preservar los beneficios obte- 
nidos por los generales, empresarios y abogados adictos a Carranza. En la Convención de Aguascalientes, en 
Noviembre de 1914, se acordó el cese de Carranza como jefe del Ejército constitucionalista y de Villa como 
comandante de la División del Norte, así como el nombramiento de Eulalio Gutiérrez como presidente provi- 
sional. Carranza se trasladó a Veracruz, Gutiérrez llevó el gobierno a San Luis Potosí y la ciudad de México 
quedó en poder de Villa y Zapata, cuya colaboración inicial terminó un mes más tarde con la salida de ambos 
de la capital y la reanudación de las hostilidades. 
 
 En México se comenzaron a dar las nuevas expectativas para la reformación de la constitución que 
nos rige hasta hoy. 
 
Con los decretos de finales de 1914 y la Ley Agraria de Enero de 1915, Carranza ganó para su causa 
a amplios sectores de la población, mientras los ejércitos carrancistas al mando del general Obregón ocuparon 
Puebla el 4 de Enero de 1915 y derrotaron a Villa en Celaya, Guanajuato, León y Aguascalientes, entre abril y 
julio del mismo año, por lo que Estados Unidos reconoció al gobierno de Carranza en el mes de octubre. Villa 
inició en el norte una guerra de guerrillas y trató de crear conflictos internacionales con Estados Unidos, cuyo 
gobierno, en 1916, envió tropas en su persecución, aunque éstas no lograron capturarlo. En el sur, Zapata rea- 
lizó repartos de tierras en Morelos y decretó algunas medidas legales para intentar consolidar las reformas 
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agrarias y las conquistas sociales logradas, pero también los zapatistas fueron derrotados por las tropas consti- 
tucionalistas al mando de Pablo González y obligados, entre julio y septiembre de 1915, a replegarse a las 
montañas. 
 
En septiembre de 1916, Carranza convocó un Congreso Constituyente en Querétaro, donde se elabo- 
ró la Constitución de 1917, que consolidaba algunas de las reformas económicas y sociales defendidas por la 
revolución, en especial la propiedad de la tierra, la regulación de la economía o la protección de los trabaja- 
dores. En las elecciones posteriores, Carranza fue elegido Presidente de la República y tomó posesión de su 
cargo el 10 de Mayo de 1917. Zapata mantuvo la insurrección en el sur hasta que, víctima de una traición pre- 
parada por Pablo González, cayó en una emboscada en la hacienda de San Juan Chinameca, donde el 10 de 
Abril de 1919 fue asesinado. 7 
 
1. 3 CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN 
 
 Los efectos económicos directos e indirectos de la Revolución Mexicana, a corto y a largo plazo, 
continuaran siendo la materia de discusión por largo tiempo. La destrucción de equipo de capital, sobre todo 
en algunas ramas, parece haber sido cuantiosa, así como la pérdida de vidas humanas. Sin embargo, es claro 
que los efectos más importantes de la revolución fueron de naturaleza política y social. Aunque la revolución 
tuvo efectos económicos bien definidos, estos son difíciles de evaluar con precisión siguiendo el método de 
comparar la actual operación de la economía con su comportamiento, de hace más de medio siglo, toda vez 
que entonces se presentaba un conjunto de influencias externas e internas muy distintas a las de nuestros días. 
En esta manera se puede citar al profesor Clark W. Reynolds, de la Universidad de Stanford, quién estima que 
el costo de oportunidad de la revolución fue aproximadamente de 37% en términos del ingreso no producido; 
costo que él juzga moderado en relación con los efectos ulteriores que propició el cambio de la estructura 
política, económica y social, uno de los resultados directos de aquel movimiento. 
 
 Las escasas y poco confiables estadísticas existentes para la época armada de la revolución indican 
una sustancial caída de la vida económica de 1910 a 1915, en todos los aspectos. Algunas cifras ilustran esta 
afirmación. En el sector de la minería la producción sufrió un descenso sumamente brusco. La explotación de 
oro descendió en 1915 al 18 % de la producción en 1910, la de plata bajó al 50% y la de plomo cayó 4.6% 
en el mismo año. El producto bruto de la minería descendió de 1480 millones (pesos de 1960) en 1910 a 883 
en 1921, declinando a una tasa media anual de 4.0%. 
 
 Toda vez que los minerales constituyen importantes productos de exportación, el descenso de sus 
ventas al exterior fue especialmente severo en 1914 a 1915. Sin embargo, una vez derrotado el ejército fe- 
deral y con el auge de la demanda externa ocasionada por la primera guerra mundial, el valor en dólares de las 
 
7 Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation 
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exportaciones totales se recuperó rápidamente en 1916 y 1917. Pronto excedió los niveles de finales del Porfi- 
riato, pese a que las exportaciones de productos agropecuarios y mineros descendieron de 31.6% y 5.2% del 
total, en 1910-1911, a 3.3% y 0.1% en 1920; mientras tanto las exportaciones del sector petróleo pasaron de 
0.2 millones de pesos en 1910-1911 a 516.8 millones en 1920, representaron el 60.4% de las exportaciones 
totales. Fue hasta 1923 cuando la minería recuperó el valor producido en 1910. En cambio de 1910 a 1921 el 
petróleo tuvo un crecimiento extraordinario, 43.0% anual. 
 
 Entre 1910 y 1925, muchos de los productores agrícolas más importantes nos muestran cambios 
considerables en su nivel de producción. Tal es el caso del maíz, el frijol, la caña de azúcar, el chile seco, el 
café y el henequén. En resumen, el producto bruto agrícola que había crecido al ritmo del 4.4% anual de 1895 
a 1910, descendió a 1441 millones en 1921, lo que representa un descenso medio anual de 5.2%, la ganadería 
por su parte, descendió al 4.6% anual. 
 
 La producción manufacturera, que de 1895 a 1910 creció al 4% anual, sufrió una evolución similar a 
la de la producción agrícola. De 1910 a 1918, el índice de volumen registra descensos pocas veces interrum- 
pidos sin haber alcanzado los niveles de 1910 hasta aproximadamente 1922. El valor agregado en las manu- 
facturas, que en 1910 fue de 3,354 millones (pesos de 1960) tuvo una tasa de crecimiento negativa de -0.9% 
anual en el periodo 1910-1921. Resulta interesante señalar que toda la actividad industrial (manufacturas, 
construcción y electricidad) producía,

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