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Carlos Rivera: Pintor y Urbanista en Xalapa

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DESARROLLO TÉCNICO DE LA INVESTIGACIÓN: 
 
NOMBRE 
EL PINTOR CARLOS RIVERA Y URBANISMO EN XALAPA, 1906-1938. 
 
INTRODUCCIÓN 
El artista pintor Carlos Rivera (1856-1938), uno de los dos destacados alumnos del 
paisajista José Ma. Velazco, permaneció en las sombras durante más de un siglo y medio, 
se desconocía, inclusive, su biografía. 
 
Al proponer la investigación, nunca imaginamos, la cantidad de problemas a los que nos 
enfrentábamos, si bien sus obras se encuentran expuestas en los principales museos de la 
ciudad de México (MUNAL, Palacio de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno, etc.), y el 
más completo de los acervos de su obra en el Museo de Arte Veracruzano en la Ciudad de 
Xalapa, sin embargo las cédulas de identificación carecían, inclusive de las fechas de su 
nacimiento y muerte. 
 
Uno de nuestros principales problemas fue ubicar su biografía, los historiadores del arte, si 
bien conocían sus obras y lo admiraban como un gran paisajista, no se habían preocupado 
por indagar su vida. 
 
El primer acercamiento con el artista, fue una colección de 56 tarjetas postales de la ciudad 
de Xalapa durante los años 1906 a 1938. Importante memoria histórica de una ciudad 
descrita del puño y letra de Carlos Rivera quien con su amplia formación artística nos 
describe minuciosamente la ciudad en la que vivió, y que durante las fechas referidas vivía 
los avatares de la Revolución Mexicana. 
 
Una de nuestras primeras hipótesis fue que era originario de la ciudad de Xalapa, y que a 
partir de 1885 había dejado de pintar aquellos maravillosos paisajes por los que era 
conocido. Sin embargo, y afortunadamente, esta hipótesis no se comprobó y mientras nos 
íbamos adentrando en su obra percibimos una riqueza artística que nos obligaba a 
compartirla con los Historiadores del Arte, con la ciudad de Xalapa y con el mundo en 
general (Sus óleos están catalogados en ciudades tan lejanas como San Petersburgo en 
Rusia, o en museos y galerías en Nueva York). 
 
Las tarjetas postales, fueron el vehículo para conocer la Xalapa de la primera mitad del 
siglo XX, pero también para comparar los cambios sufridos a lo largo del siglo pasado y 
principios de éste. 
 
METODOS Y MATERIALES 
 
En cuanto a los métodos, consistieron primeramente en ubicar la obra del artista, cuestión 
nada fácil, pues aunque en ocasiones la encontrábamos mencionada en catálogos de 
museos, no estaban expuestas, por lo que tuvimos que identificarnos con los curadores de 
las salas especialistas en siglo XIX, para que nos permitieran tomar fotos de los cuadros 
que tenían almacenados. 
 
Nuestro acercamiento con el Cronista de la Ciudad de Xalapa y con el Ing. Carlos Pasquel 
conocedores de la historia regional, nos permitió identificarnos con los métodos de la 
microhistoria. 
 
Otro de los retos fue ubicar a los descendientes del artista, por lo que nos dirigimos a la 
ciudad de Xalapa, y finalmente encontramos a Ana Emilia Rivera Carbonell, quien nos 
recibió con mucha desconfianza, pero al mostrarle el epistolario de su abuelo colaboró de 
una manera franca y abierta con nosotros. Así logramos ubicar a los otros tres de sus nietos, 
aún con vida que viven en la ciudad de México. 
 
A partir de ese momento, usamos el método de la Historia Oral, centrándonos en la línea de 
Historias de vida, lo cual desembocó en la biografía que a continuación presentamos: 
 
CARLOS RIVERA 
Primeros recuerdos 
Carlos Rivera nació en la ciudad de México un 21 de diciembre de 1855, 
siendo sus padres Romualdo Rivera, Teniente Coronel de Ingenieros en retiro, 
y Francisca de la Cuesta y Fuentes, quienes además procrearon a Amparo y 
Carlos Trinidad, quienes murieron a los pocos días de nacidos, Concepción 
(muerta en 1906) y Ángela (aún viva y soltera en 1918). Además, Carlos 
Rivera tuvo dos medias hermanas: Carolina y Francisca. 
Sus primeros años los pasó en la ciudad de México, viviendo en el 
centro de la misma en la casa No. 26, vivienda No. 5 de la Calle de la acequia, 
esquina con la calle de Correo Mayor a espalda del Palacio Nacional. Ahí 
disfrutó del amor y la tranquilidad que le prodigaba su familia. Muchos fueron 
los recuerdos de su niñez y juventud que años después heredó a sus hijos y 
nietos en un diario que intituló: Memorias para mis hijos, Jalapa 1918,1 en él 
 
1 Este diario se encuentra en cuatro cuadernillos, in octavo y esta dividido en cuatro periodos: el primero 
desde el día de su nacimiento hasta el año de 1863, el 2° de 1863 a 1868, el 3|. De 1868 a 1882 y el 4° del 1º. 
De julio de 1882 hasta el 31 de agosto de 1914. El diario se detiene en esta fecha por considerar, el autor, que 
sus hijos tenían la edad suficiente para recordar lo relativo a su vida. 
plasma aquellas vivencias que dejaron una impronta en su memoria para más 
tarde trasmitirlas a través de su arte. 
En su prosa, el artista nos hace revivir la vida cotidiana de una ciudad 
que atravesaba por momentos difíciles, en particular la época posterior del 
Segundo Imperio; recordaba con especial agrado las visitas semanales que 
hacía a un tío que moraba en Tacubaya. Le deleitaba subirse en el pequeño 
transporte tirado por mulas y hacer el largo recorrido por aquellos caminos 
aledaños a Chapultepec, bordeados de grandes árboles y copiosa vegetación, 
estos paseos debieron incidir en su concepto de belleza; reflejo de aquellos 
paisajes plasmados en sus lienzos de años posteriores.2 
Otro de los recuerdos de su niñez fue el asalto a una diligencia que vivió 
su madre y tía al regreso de un viaje de Veracruz, del cual, ha llegado hasta 
nosotros un dibujo; también recuerda en sus memorias la tradición de los 
Altares de Dolores que se levantaban año con año durante la conmemoración 
de Semana Santa y que hundían sus raíces en una devoción novohispana. 
 
Sin título, Marzo de 1883. Dibujo a lápiz y tinta. Museo de Arte del Estado de 
Veracruz 
En la Escuela Nacional de Bellas Artes 
El 8 de agosto de 1868, apenas con 12 años, el joven Rivera entraba a la 
antigua Academia de San Carlos;3 algunos meses después de que entrara en 
 
2 Memorias para mis hijos, manuscrito. Jalapa, 1918. El Dr. Carlos Pasquel Rivera, prepara una edición de 
este manuscrito. 
3 La Academia de San Carlos (hoy Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de 
México) surgió con la iniciativa del virrey Martín de Mayorga en 1781, quien propuso fundar la Academia de 
las Nobles Artes de San Carlos de la Nueva España y quedó instalada por Real Cédula de 25 de diciembre de 
vigor la Ley de Instrucción Pública para el Distrito Federal promulgada el 2 de 
diciembre de 1867. En su artículo 6º se establecía la educación secundaria que 
incluía la enseñanza media y superior; para tal fin, se crearon las Escuelas 
Nacionales de Instrucción Secundaria, siendo una de ellas, la Escuela 
Nacional de Bellas Artes. 
La mencionada ley, definía en su Art. 14 las materias comunes para los 
futuros artistas: “Estudios comunes para los escultores, pintores, grabadores y 
arquitectos: Dibujo de la estampa. Dibujo de ornato. Dibujo del yeso, Dibujo 
del natural, Perspectiva teórico práctica (…). Estudios para el profesor de 
pintura: Claro oscuro. Copia Natural. Composición”.4 De esta manera, Carlos 
Rivera ingresaba a una institución recién reorganizada que pretendía, bajo los 
auspicios del presidente de la República Benito Juárez y el Partido Liberal, 
que la educación se convirtiera en “la vanguardia de su tiempo, concibiendo el 
estado de derecho como la única posibilidad real de entrar a la modernidad”.5 
En sus primeros años de formación tuvo excelentes profesores, algunos 
ampliamente reconocidos. Entre ellos podemos mencionar a Santiago Rebull 
(dibujo al natural), Juan Urruchi (dibujo de yeso y claroscuro), Sebastián 
Navalón (grabado en hueco), Pelegrín Clavé (pintura de temas bíblicos y 
retrato), Rafael Flores, PetroniloMonroy (paisaje), Vicente Heredia y 
 
1783, empezando a funcionar el 4 de noviembre de 1785. En 1865, Maximiliano decidió que la Academia 
mudara su nombre por el de Academia Imperial de Bellas Arte y en 1867, durante la presidencia de Benito 
Juárez, recibió el nombre de Escuela Nacional de Bellas Artes, aunque se le siguió llamando “Academia de 
San Carlos”, aún hasta nuestros días. 
4 Eduardo Baez Macías, Guía del archivo de la antigua academia de San Carlos 1867-1907, México, 
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas (Estudios y Fuentes del 
Arte en México. xxxvi), 1993, p. 42. 
5 Ibid. p. 43. 
Eleuterio Méndez.6 Pero cabe destacar la figura de un profesor en particular, la 
de Eugenio Landesio, quien fuera su maestro durante tres años. 
 
FOTO LANDESIO 
Se encuentra en: Justino Fernández, Arte Moderno y contemporáneo de 
México, México, UNAM-IIE, t. I, 2001. Imagen 97. Landesio. Autorretrato, 
1873. 
 
Entre sus condiscípulos podemos mencionar a Gonzalo Carrasco, 
Cleofás Almanza, Adolfo Tenorio, José María Ibarrarán, Felipe N. Ocadiz y al 
escultor Gabriel Guerra. Y desde luego, a Manuel Pastrana, con quien 
alimentó una amistad que perduró hasta la muerte. 
 
 
Manuel Pastrana 
 
 Rúbrica de Manuel Pastrana. 
 
 
 
 
 
6 En 1867 y 1868, a la restauración del gobierno republicano, el presidente Benito Juárez fue rehabilitando en 
sus derechos de ciudadanos mexicanos a los catedráticos y empleados de la Escuela Nacional de Bellas Artes. 
Flora Elena, Sánchez Arreola, Catálogo del Archivo de la Escuela Nacional de Bellas Artes, México, 
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas (Estudio y Fuentes del 
Arte en México, LIII), 1996, pp. XVII-XVIII. 
 Carlos Rivera 
 
 
 
 Carlos Rivera 
En su primera época formativa, y de acuerdo a los planes de estudio, 
incursionó en dibujo al natural usando los modelos en yeso propiedad de la 
misma escuela 
 Dibujo del yeso. Autor: Carlos Rivera. 
Col. Ana Emilia Rivera y Carlos Pasquel 
Rivera. 
 
 Modelo de yeso. 
 
Posteriormente se dedicó al dibujo de la estampa traída de Europa, 
como lo exigía el programa de estudios. Entre esas copias podemos 
mencionar: El maestro de Escuela (Domenico Induno, Milán 1815-1878); La 
ciudad de Normandía (Tetar Van Velden); Interior de la escuela de San Pedro 
Toscanella (G. broca y G. Bertini, Milán). También hizo copia de destacados 
pintores mexicanos: Estudio de Encina (Eugenio Landesio), 1876; Sauce 
llorón (José Jiménez), 1876.7 
 
Sin título 
 
Sin título 
 
 
7 Investigación hecha por el primer nieto de Carlos Rivera, Fausto Rivera Carbonell, quien se distinguió por 
recuperar la memoria y obra de su abuelo. 
 
Sauce llorón, 1876. 
 
 Estudio de La Encina, 1876. 
En otras ocasiones, como todos los demás alumnos, respondía su arte a 
las indicaciones de los maestros que solicitaban una creación original a partir 
de un tema indicado. Tal es el caso de su cuadro Retrato de niño pordiosero, 
mientras él y sus compañeros incursionaban en la pintura simbolista.8 
 
Papelerito o Niño pordiosero, 1976. Autor: Carlos 
Rivera. Museo de Arte del Estado de Veracruz. 
 
 
 
8 Ver La Mariposa, en la biografía de Manuel Pastrana en este mismo estudio, o los cuadros de Manuel 
Ocarranza, en especial La flor marchita, en el MUNAL. 
A la diestra del maestro 
 
 
 En 1868, cuando Benito Juárez se reelige como presidente, nombra 
como catedrático de la Academia a José María Velasco, en el curso de 
perspectiva pictórica, se le otorga tal nombramiento por haber sido uno de los 
alumnos pensionados de mejor aprovechamiento y haber sido alumno 
destacado de Landesio,9 posteriormente se haría cargo de la clase de Paisaje 
(1877), siendo en ésta época cuando Carlos Rivera, seguiría sus enseñanzas 
dedicándose por completo a la reproducción de los espacios abiertos, se 
inclinó por la vegetación y por los transparentes cielos del valle de México 
convirtiéndose en el más asiduo aprendiz de José María Velasco; Justino 
Fernández lo nombra “el seguidor más fiel de su maestro, pero también el 
mejor”.10 Y no podría ser menos, la cualidad principal de Velasco como 
profesor, fue hacer énfasis en la pintura del paisaje y hacerse acompañar por 
sus alumnos a los lugares mismos desde donde se podían contemplar los 
horizontes, las puestas de sol y tantos otros paisajes que él y sus alumnos 
capturaron en sus obras.11 
 
 
9 Ibid. 
10 Agrega: “su Patio el Antiguo Hospital Real y un Estudio de Rocas son buenos ejemplos dentro de la 
escuela, pero no tienen originalidad”, nosotros consideramos un poco precipitada esta opinión, los alumnos en 
la Escuela Nacional de Arte estaban obligados a seguir únicamente las indicaciones de sus maestros de 
acuerdo a los programas de estudio. 
11 De ahí que tengamos el mismo motivo pintado por él y sus alumnos, como ejemplo podemos citar El 
Chorro de San Pedro, en Jalapa, pintado por Cleofás Almanza y Carlos Rivera, o Los Pórfidos del Tepeyac, 
pintados por Rivera y el Maestro Velasco. 
Pico de Orizaba. Col. Familia Rivera Carbonell 
 
Col. Rivera Carbonell 
 
Col. Rivera Carbonell 
 Otro de los temas en que Rivera incursionó fue en los temas 
nacionalistas, desde 1869 en que “Obregón expuso El descubrimiento del 
pulque que la crítica ha señalado como punto de partida para la recuperación 
de los temas nacionales e históricos y el principio del nacionalismo en el 
arte”,12 los alumnos de la Academia de San Carlos seguirían su ejemplo y en 
el año de 1880, Rivera haría su propia interpretación en este ramo con sus 
cuadros: El flechador del Sol, El asedio de México-Tenochtitlan, Entrevista 
entre Moctezuma y Netzahualpilli. 
Agregar cuadro del asedio de Tenochtitlán subastado en N. Y. 
 
El 11 de enero de 1877, Carlos Rivera fue distinguido con una pensión 
por el Ministro de Justicia e Instrucción Pública en el ramo de paisaje, por su 
dedicado esfuerzo y por “estar asistiendo con puntualidad a sus estudios”.13 
Este distinguido alumno no traicionaría la confianza en él depositada. La 
pensión la conservó hasta 1882 en que a punto de finalizar, renunció a ella por 
haber sido contratado por la Comisión Geográfico-Exploradora. 
 
Carlos Rivera a los 27 años 
cuando entró a trabajar a la 
CGE. Foto: Cortesía del Ing. 
Enrique Pasquel 
 
12 Eduardo Báez Macias, Guía del Archivo…, op. cit. p. 73. 
13 Archivo General de la Nación (desde ahora AGN), Instrucción Pública y Bellas Artes, col. C. 2, exp. 70, ff. 
1-1v.; y AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, Vol. C. 2, exp. 69. 
Participación y crítica en las Exposiciones de la Escuela Nacional 
de Bellas Artes 
Las mejores críticas que Rivera recibió por sus creaciones fue cuando 
participó en las exposiciones de la Escuela Nacional de Bellas Artes, desde 
1876 hasta 1881, podemos afirmar, que ningún otro alumno mereció tantos 
elogios, “en la XVIII exposición (1877) participó con dos composiciones 
originales, cinco en la XIX (1879), y tres en la XX (1881), más otros tantos 
bocetos y cartones”.14 La crítica de arte en México en el siglo XIX, hizo los 
más altos elogios a la obra de tan destacado alumno, ningún otro mereció tanta 
distinción a sus obras. 
 Refiriéndose al salón de exposición en 1879-1880 el periódico La 
Libertad saca a la luz las “impresiones de un aficionado” el martes 3 de 
febrero de 1880 en donde se elogia la perspectiva y el paisaje en la obra de 
Rivera: 
El alumno pensionado Carlos Rivera ha presentado dos cuadros de perspectiva y 
son excelentes,pero los dos primeros darían por sí solos un nombre envidiable a 
cualquier artista. 
Este joven puede abrigar un legítimo orgullo por haber producido dos bellísimas 
obras. 
Estas obras son: El segundo patio del Hospital de Jesús y El patio del antiguo 
Hospital Real. Yo pregunto: ¿no ha sido una necedad poner esas notas ridículas del 
catálogo para explicar cuadros que sin ellas se explican perfectamente? 
¡Qué luz tan bien expresada! ¡Qué efectos tan felizmente sorprendidos! ¡Qué 
verdad, qué delicadeza de pincel, qué sentimiento de naturalismo tan privilegiado! 
No hay duda, la naturaleza reconoce a sus verdaderos sacerdotes y les prodiga sus 
tesoros de amor. 
 
14 Manuel Romero de Terreros, (ed), Catálogos de las exposiciones de la antigua Academia de San Carlos de 
México (1850-1898), 1964, pp. 465, 475, 490, 516 y 540, citado por Fausto Ramírez, “La pintura de paisaje 
como integración del arte y la ciencia”, en Museo de arte del Estado de Veracruz, México, Gobierno del 
Estado de Veracruz, Instituto Veracruzano de Cultura y Fomento Cultural Banamex, A. C., 2001. 
No se encuentra qué censurar en estas encantadoras perspectivas. En la primera, los 
muchachos, las mujeres, la gallina, y los perros, la fuente, todo es verdadero, pero 
hay en los corredores de arriba dos o tres arcos con el fondo oscuro del corredor, los 
pretiles y las macetas de flores que producen una iluminación completa. Sobre todo 
hay una maceta con una flor azul que se destaca del fondo de un modo encantador. 
Yo no soy inclinado a la admiración, pero lo verdaderamente bello en el arte, me 
subyuga y admira. Sé admirar y experimento una gran satisfacción en reconocer el 
mérito dondequiera que lo encuentro. El patio del Hospital Real es tan bello como el 
anterior, al grado que la elección entre los dos sería difícil. Las lavanderas, el 
hombre, el niño, el caballo son de una verdad incontestable, pero lo grande que hay 
en este cuadro, lo mismo que en el otro, es la luz, el color propio de la luz de la 
tarde, como en aquél brilla la luz de la mañana avanzada. Yo creo que el pintor que 
logra reproducir la luz con su colorido propio, ha vencido la dificultad del arte, y 
que puede preciarse de ser un colorista. 
El señor Rivera ha tenido esa fortuna y toda expresión sería débil para felicitarlo. 
Baste decir que sus perspectivas naturales, vistas al través de un lente y nada más. 
Los paisajes son bellísimos y tienen el encanto, la suavidad, la gracia de la 
naturaleza. Revelan también un exquisito gusto para escoger los puntos de mira. 
El primero se llama: Álamos del río del Consulado en el camino de la Villa de 
Guadalupe; el segundo: Pórfidos traquitivos del lado occidental del Cerro del 
Tepeyac; y el tercero: Vista de una parte de la ciudad de México. Los celajes son 
blandos, transparentes, apacibles las nubes flotan y se mecen suavemente en el 
espacio o se acumulan, como vellones blanquísimos y espesos, pero sus contornos 
no presentan una sola dureza; las lontananzas son gratas, se siente en ellas la 
diafanidad de la atmósfera de nuestro valle. 
No hay duda, en el joven Rivera se encierra una gran esperanza para el arte. Si él 
continúa cultivando el trato de la naturaleza y recibiendo de ella sola sus 
inspiraciones, llegará a ser el paisajista por excelencia. Firma: Ignacio M. 
Altamirano.15 
 
INSERTAR FOTOS 
El segundo patio del Hospital de Jesús y El patio del antiguo Hospital 
Real 
 
15 Ida Rodríguez de Prampolini, La Crítica de arte en México en el siglo XIX, Documentos III (1879-1903), 
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas (Estudios y 
fuentes del arte en México), Imprenta Universitaria, 1964, pp. 56 y 58. 
Más aún, sobre esta misma exposición y sobre la obra de Rivera, un autor 
anónimo de El Siglo XIX apuntaría: 
Pero fijemos nuestra atención en los estudios originales del alumno Carlos Rivera; 
inmediatamente nos llama la atención un precioso estudio tomado en la torre de 
Catedral, es muy rico de luz y tocado con vigor. 
CUADRO TORRE DE CATEDRAL CON LOS INDITOS 
El estudio de pórfidos hecho en el cerro del Tepeyac, tiene las mismas cualidades 
un poco más acentuadas. 
 El estudio de los Álamos es delicado y está conducido con bastante 
diligencia. 
 Detengámonos a examinar las dos obras de más importancia que presenta 
este alumno. La una representa: El segundo patio del Hospital de Jesús; la otra, El 
patio del Hospital Real; estas dos obras nos parecen de empeño y de ejecución 
bastante difícil; y sin embargo, el señor Rivera ha triunfado de esas dificultades – el 
dibujo es correcto, hay riqueza de luz, buena inteligencia en la relación de las 
sombras y reflejos, y se interesa bastante el espectador en las escenas representadas 
en la parte principal de los cuadros; las figuras están indicadas con bastante vida y 
con propiedad en sus actitudes; en suma, deseamos que el señor Rivera siga 
cultivando con empeño este ramo de la pintura, que en nuestro país puede tener un 
gran porvenir, y creemos que este señor será uno de nuestros artistas notables, si con 
la constancia y estudios logra recorrer el camino que le falta aún, lo cual no le será 
difícil, siguiendo los consejos y ejemplos prácticos que diariamente tendrá de su 
profesor, que con tanto acierto le ha conducido hasta la altura en que se encuentra.16 
 
Pórfidos traquitivos del lado occidental del Cerro del 
Tepeyac. MUNAL, foto: Víctor Rodríguez. 
 
 
Álamos a orillas del río Consulado. Fam. Rivera Tamborrell 
Desde que José María Velasco se desempeñara en la cátedra de paisaje 
en la Academia, todos los críticos de la época, así como de los subsecuentes 
 
16 Ibid., p. 70. 
consideraban que sus mejores discípulos fueron Cleofás Almanza, y Carlos 
Rivera del que se comentaba: “Otro paisajista notable y a quien el porvenir 
reserva muchas glorias, es el joven Carlos Rivera, que ha llamado la atención 
por sus últimos cuadros de perspectiva presentados en el salón de 1880”.17 
El siglo XIX, refiriéndose a la XX exposición artística de 1881, a la que 
concurre nuevamente el pintor que nos ocupa, el crítico de arte F. S. Gutiérrez, 
nos reseña lo siguiente: 
Al entrar, lo primero que se nos presenta hacia la derecha, al frente, son los dos 
paisajes pintados por el señor Rivera: en éstos manifiesta este aventajado discípulo, 
que sigue muy de cerca los pasos de su maestro (José Ma. Velazco) y sus dos 
estudios poseen las mismas cualidades de éste en color, brillantez, buenas masas de 
claroscuro y finura y variedad en el detalle de la hojarasca y el terreno. Al ver estos 
dos paisajes, se siente uno envuelto en una atmósfera fresca y hasta cree aspirar el 
aroma de la espesa y exuberante vegetación. El tono de la barrera del que representa 
un trozo del ferrocarril, es justa, exactos sus detalles; y su tono frío y vaporoso que 
es el que conviene a los términos lejanos: la buena idea de hacer asomar parte de la 
locomotora que viene dando vuelta sobre la curva practicada a la falda del cerro y el 
humo que despide de la chimenea que se mezcla a la enmarañada vegetación así 
como el rayo del sol que cruza sobre ese lugar, forma un primer término bien 
escogido que por su riqueza, contrata con el resto y lo empuja hasta producir la 
inmensa distancia de las montañas y el horizonte. 
 Las masas de la penumbra y las profundidades oscuras de la vegetación en el 
primer plano del cuadro del bosque de Chapultepec, son de una frescura y 
transparencia incomparables que convidan a permanecer en ellas después de haber 
gozado de los calientes del sol que atraviesan oblicuos a poca distancia. Aquellos 
muchachos que juegan con la culebra por darle muerte y el perro que toma parte en 
la escena, es un episodio que da interés al primer término y le añaden cierto carácter 
salvaje y solitario. 
 A la izquierdade estos dos paisajes vense (sic) otros dos del mismo autor; el 
uno, representa los alrededores de San Ángel y, el otro, un fragmento del pueblo de 
Mixcoac; ambos son hermosos, bien escogidos sus puntos de vista, y el tratamiento 
igual al de los primeros de que hicimos mención. 18 
 
 
 
17 Ibid., p. 158. 
18 Ibid., p. 119 
Mixcoac, D. F. 1916. Fam. Rivera 
 
“Los preciosos paisajes de Velasco y de Rivera su discípulo ¿No 
hablan muy alto del adelanto y verdadero progreso del arte 
entre nosotros?19 
El año de 1881, fue un año especial para la Escuela Nacional de Bellas Artes, 
por cumplirse 100 años de fundada la Academia de San Carlos, por lo que se 
quiso dar especial realce a la exposición de ese año y hacer gala del talento de 
maestros y alumnos, no dudamos que a este hecho se debió que el Director de 
la Escuela Nacional de Bellas Artes, Román S. de Lanscurain, solicitara un 
pase libre por tres meses para que Carlos Rivera pudiera trasladarse a la 
estación del Fortín para copiar paisajes del natural en la región de Orizaba,20 
con la finalidad de estudiar aquella rica vegetación, puesto que se había 
distinguido por los repetidos estudios que había hecho en la Villa de 
Guadalupe, al lado de su maestro José Ma. Velasco, y en vista de que su 
pensión terminaba en 1882 consideraba conveniente que saliera de la capital, 
pues era necesario – aducía el Sr. Lanscurain- que los paisajistas debían 
acostumbrarse a viajar para que adquirieran mayor práctica. 
 Los gastos, si se alojaba en la estación del Fortín, serían de 30 pesos al 
mes, viviendo muy económicamente además de pagar a un criado para que le 
transportara los útiles al lugar, seleccionado por Rivera, sin embargo, debería 
ser vigilado por su maestro José María Velasco, ya que, las correcciones 
deberían limitarse a cinco: dos en el primer mes, una en el segundo y dos en el 
 
19 Ibid., p. 96. 
20 AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes. Vol. 3 bis, Exp. 113, ff. 1-4v. 
tercero. Los gastos que ocasionarían los viajes del maestro consistieron en 10 
pasajes de ferrocarril más 4 a 6 pesos en cada viaje puesto que tenía que 
quedarse a dormir una noche en la estación del Fortín. 
La Secretaría de Fomento solicitó al director del Ferrocarril Mexicano 
para que proporcionara los boletos necesarios para la traslación del alumno y 
el maestro, con fecha de 19 de enero de 1881, otorgándoseles pase libre, por 
tres meses, a partir del 7 de febrero de 1881. El presidente de la República, por 
medio de Tesorería General con cargo a la partida 6411, le otorgó al Joven 
Rivera la cantidad de 30 pesos mensuales por tres meses. 
 
Carlos Rivera 1881, cuadro subastado en N. Y. en 1984. 
Como respuesta a esta pensión, en ese mismo año, en noviembre de 
1881, Rivera expuso en la Exposición de la Escuela Nacional de Arte, su 
primera pintura de la Barranca de Metlac, posteriormente haría otras tres (una 
de ellas sin la máquina del ferrocarril), convirtiéndose esta pintura en el 
emblema del ferrocarril mexicano, los críticos de arte dirían: “La barranca de 
Metlac representa el punto más pintoresco del ferrocarril de Veracruz”.21 Es 
por cierto muy parecida al Citlaltepetl de su maestro Velasco y podría 
pensarse que esta obra le sirvió de inspiración confirmando el criterio de algún 
crítico de que los alumnos de Velasco sólo produjeron imitaciones más o 
menos interesantes sólo que Velasco pintó su cuadro en 1897, es decir 16 años 
después.22 
 
21 Rodríguez de Prampolini, op. cit., p. 183. 
22 “Durante un viajes realizado en Veracruz en 1881, Velasco descendió del tren que le llevaba al puerto (de 
Veracruz) en la estación del Fortín y buscó un sitio apropiado para realizar varios apuntes. En un paraje 
conocido como el Jonotal pintó una vista de la cañada de Metlac, con la vía férrea concluida en 1873 y el 
majestuoso Citlaltepetl en lontananza. En este cuadro basó 16 años después la exuberante vista de la cañada 
de Metlac, expuesta en 1898, y que fuera adquirida al año siguiente por la Secretaría de Justicia e Instrucción 
 
Cañada de Metlac. Carlos Rivera. MUNAL, foto Guadalupe Dávalos 
Macías. 
Pensamos que si se incluyó el ferrocarril en los cuadros de Rivera y 
Velasco, pudo haber sido en agradecimiento a los boletos proporcionados para 
su viaje a la estación del Fortín. Se cuenta con los bosquejos del ferrocarril en 
poder del Museo Nacional de Arte de Veracruz. 
 
Museo Nacional de Arte del Estado de Veracruz 
Así maestro y alumno, en sus composiciones de Metlac, nos cautivan 
con la representación del paisaje, del progreso representado en la máquina del 
ferrocarril y con la exuberante vegetación de los alrededores de Orizaba. 
 
Barranca de Metlac. Detalle de la rica vegetación 
de la Barranca de Metlac. MUNAL, foto: Víctor 
Rodríguez. 
Presencia en las exposiciones internacionales 
La Academia de Bellas Artes remitió a la exposición de Nueva Orleáns 
(1884), cincuenta y dos cuadros de autores mexicanos entre ellos aparecieron 
cinco del alumno Carlos Rivera: 
No. 47. Interior del patio del antiguo Hospital Real. 
No. 48. La barranca de Metlac. 
No. 49. El bosque de Chapultepec. 
No. 50. El bosque de Chapultepec. 
No. 51. Los álamos de la Tlaxpana.23 
 
Pública en 800 pesos”. Catálogo comentado del acervo del Museo Nacional de Arte, Pintura. Siglo XIX, T. 1, 
México, Museo Nacional de Arte, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones 
Estéticas, Patronato del Museo Nacional de Arte, CONACULTA-INBA, 2002, p. 36. 
23 El siglo XIX, México, jueves 6 de noviembre de 1884. Ibid., p. 178. 
En 1889 Rivera participó con tres obras en la Exposición de París, a 
donde se enviaron un total de 14: 
No. 1. Grupo de Pórfidos. 
No. 2. Patio del Hospital Real. 
No. 9. Barranca de Metlac. 
En 1892 recibiría una misiva de su maestro José Ma. Velasco 
invitándolo a participar en la Exposición Internacional de Chicago, con 
motivo de la conmemoración del 4º. Centenario del Descubrimiento de 
América: 
México, mayo 6 de 1892. 
Sr. Carlos Rivera 
Jalapa. 
Estimado discípulo el Sr. Lanscurain fue comisionado por el Ministro de Fomento 
para arreglar el ramo de Bellas Artes en la Exposición de Chicago y el mismo señor 
me ha encargado invite a algunos artistas pintores para que tomen parte en esta 
exposición y este es el objeto de mi carta. 
En dicho certamen se pueden exhibir las obras aún cuando ya hayan sido 
presentadas en otras exposiciones. Espero que Ud. Tomará parte presentando algún 
cuadro nuevo y que también presentará varios de los que pintó en la Academia. 
Es conveniente también el que figure en la sección donde se coloque nuestra 
Escuela de Bellas Artes, alguno de sus concursos, como p. e. El Mensajero del Sol. 
La Academia se presentará como escuela y es importante el que figuren sus mejores 
discípulos. 
Espero que me contestara a la mayor brevedad para darle cuenta al Sr. Lanscurain 
del resultado de mi invitación. 
Salude de mi parte a su papá mi buen amigo y a su apreciable esposa y que toda su 
familia se conserve con salud. 
Su maestro que lo aprecia. 
José Ma. Velasco.24 
 
24 Carta en posesión de la familia Rivera Tamborrell. 
Carlos Rivera no podía dejar de asistir al llamado de su querido 
maestro, así que envió a la exposición de Chicago en 1893, los cuadros: Río de 
Jalapa, Cañada de Metlac y Vista del Bosque de Chapultepec.25 
Fue una costumbre que los cuadros premiados de los alumnos, en las 
exposiciones fueran compradas por la propia Escuela para integrarlas a sus 
galerías, a los alumnos se les pagaba entre $200 y $300 pesos, algunas de las 
obras de Riveraque corrieron esta suerte fueron: Segundo Patio del Antiguo 
Hospital Real (1879), Barranca de Metlac (1881), Pórfidos Traquíticos del 
Cerro del Tepeyac (1879). 
 Otras de las obras expuestas en las exposiciones, se sorteaban entre los 
suscriptores asistentes, fue el caso de: El Segundo Patio del Hospital de Jesús 
(1879), Río de Jalapa (1891), Hacienda de la Escalera (1878), Álamos del 
Río consulado en el camino de la Villa (1878). 
Durante su paso por la Escuela Nacional de Bellas Artes fue merecedor 
de numerosos premios y diplomas: 
- 20 de enero de 1870, diploma de MUY BIEN en el curso de perspectiva, 
firmado por el presidente de la República Benito Juárez. 
- El 9 de febrero de 1873 un segundo premio otorgado por el presidente 
Sebastián Lerdo de Tejada. 
- 5 de febrero de 1878 dos votos de MUY BIEN y una de BIEN en el curso 
de estudios del Natural de Pinturas de Paisaje, firmado por el presidente 
Porfirio Díaz. 
- 5 de febrero de 1880 dos votos de PERFECTAMENTE BIEN y uno de 
MUY BIEN por dibujos de paisajes tomados al natural firmado por el 
presidente Porfirio Díaz. 
- 7 de marzo de 1880 medalla de bronce y un segundo premio por su cuadro 
de paisaje “El segundo Patio del Hospital Real, firmado por el presidente 
Porfirio Díaz. 
 
25 Báez Macías, op. cit., pp. 382-384. 
- 5 de febrero de 1881 dos votos de PERFECTAMENTE BIEN y uno de 
MUY BIEN que obtuvo en el curso de cuarto periodo de Pintura del 
paisaje, firmado por el presidente Manuel González Ortega. 
- 17 de Junio de 1881 el de PERFECTAMENTE BIEN por unanimidad, que 
obtuvo en el curso de la Cuarta Sección de Composición de Pintura del 
Paisaje, firmado por el presidente Manuel González Ortega.26 
 
 
 
 
 
 
 
En lontananza: la Comisión Geográfico-Exploradora 
Después de haber permanecido en San Carlos 14 años, el día 22 de junio de 
1882, estando por vencer su pensión, se le admite su renuncia a la ENBA, por 
el presidente de la República: 
Habiendo sido agraciado por el Supremo Gobierno con el empleo de 2º. Dibujante 
de la comisión Geográfica Exploradora, y teniendo que salir para Jalapa a unirme a 
ella, Tengo el honor de ponerlo en el superior conocimiento de usted. Suplicándole 
se sirva admitir la renuncia de la pensión que disfruto en la Escuela N. de Bellas 
Artes, así como se digne, dar a mí nombre, las más expresivas gracias al Supremo 
Gobierno por haberme concedido dicha pensión.27 
Nuevos horizontes se abrirían al joven artista, ya en Jalapa se une al 
contingente de la Comisión Geográfico-Exploradora, en donde el trabajo de 
gabinete requería de un grupo de dibujantes para la elaboración de los mapas, 
era muy difícil conseguir especialistas en el ramo,28 por lo cual Carlos Rivera 
por su calificada formación se convertiría rápidamente en indispensable para 
 
26 Listado a partir de los diplomas que mereció. Investigación realizada por su nieto Fausto Rivera Carbonell. 
27 AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, Vol. C. 4, Exp. 25. 
28 Bernardo García Martínez, “La Comisión Geográfico-Exploradora”, en Historia Mexicana, México, 
COLMEX, Vol. XXIV, abril-Junio 1975, No. 4, pp- 495-496. 
las labores requeridas. Para la elaboración de los mapas se necesitaba amplio 
conocimiento en la combinación de las tintas, la tipografía utilizada, la firmeza 
del dibujo y del grabado y la nitidez de la impresión que “lograron mapas muy 
claros y legibles. En suma, su calidad, pulcritud y belleza están por encima de 
toda ponderación”.29 Específicamente se le encomendó “tomar vistas 
panorámicas de las serranías… desde los lugares elegidos por la sección 
astronómica…”.30 No dudamos que la disciplina y cuidado que Rivera 
aprendió en la Escuela Nacional de Bellas Artes,31 así como su talento como 
paisajista y dibujante, quedó manifiesta en la elaboración de los mapas y 
planos dibujados por él, contradiciendo a tantos críticos que han comentado 
que cuando abandonó la ENBA, también abandonó su arte. Apenas unos 
cuantos meses, después de llegado a Xalapa, nos ofrece varios perfiles de 
horizonte:32 
 
Comisión Geográfico-Exploradora de la República Mexicana: Exposición Nacional del 
Estado de México, Colección de láminas referentes a los trabajos presentados por la 
expresada Comisión en el referido Certamen. Xalapa-Enríquez, Estado de Veracruz. Año 
de 1902. Lámina No. 22, Ciudad de Teziuhtlan, vista al nor-oeste, desde la iglesia del 
Carmen, 1885. Cortesía de la Historiadora Carmen Boone. 
 
 
Comisión Geográfico-Exploradora de la República Mexicana: Exposición Nacional del 
Estado de México, Colección de láminas referentes a los trabajos presentados por la 
expresada Comisión en el referido Certamen. Xalapa-Enríquez, Estado de Veracruz. Año 
de 1902. Lámina No. 23, Ciudad de México, vista al este, desde la torre este de la catedral, 
1887. Cortesía de la Historiadora Carmen Boone. 
 
29 Ibid, p. 508. 
30 Escrito mecanografiado proporcionado por el Ing. Luis Roberto Rivera Landa. 
31 Como mencionamos, desde 1868, año en que Carlos Rivera, entró a la ENBA, José Ma. Velazco se 
desempeñaba en la clase de Perspectiva pictórica, y es muy probable que Rivera incursionara como alumno en 
estas clases. 
32 El Museo de Arte del Estado de Veracruz, resguarda nueve dibujos a lápiz, siete de la ciudad de México 
desde catedral y dos de la ciudad de Orizaba desde la Iglesia de San José de Gracia, todos ellos fechados en 
1887. 
También nuestro artista nos asombra con la rapidez y perfección con 
que elaboró sus primeros mapas, que si bien dejaron de ser paisajes, no menos 
importante fue para la ciencia el nuevo género que domino asombrosamente: 
 
Lámina No. 10 Reducción a un tercio de la fracción 5-I-© de la citada Carga General de la 
República mexicana a la 250 000, a correspondiente a la primera serie, publicada en 1893. 
Comisión Geográfico-Exploradora de la República Mexicana: Exposición Nacional del 
Estado de México, Colección de láminas referentes a los trabajos presentados por la 
expresada Comisión en el referido Certamen. Xalapa-Enríquez, Estado de Veracruz. Año 
de 1902. Cortesía de la Historiadora Carmen Boone. 
 
Lámina 12. Reducción de la misma carta de alrededores de Xalapa. Dibujada por el 
sistema horizontal, en 1886. Comisión Geográfico-Exploradora de la República Mexicana: 
Exposición Nacional del Estado de México, Colección de láminas referentes a los trabajos 
presentados por la expresada Comisión en el referido Certamen. Xalapa-Enríquez, Estado 
de Veracruz. Año de 1902. Cortesía de la Historiadora Carmen Boone. 
Imaginamos que al recorrer los lugares para levantar sus apuntes debió 
haberse maravillado con algún paisaje y por qué no pensar que pudo haber 
dejado algún testimonio. 
Laguna de Alchichica. Museo de Arte del Estado de Veracruz. 
Así nuevas técnicas de dibujo tendría que dominar nuestro artista, uno 
de los planos en los que colaboró fue la Carta de la República a escala 
cienmilésima que merece calificarse de soberbia por su concepción, estructura 
y presentación, en su descripción se indica que “cada hoja reunía datos sobre 
el relieve, la hidrografía los lugares habitados y las vías de comunicación. Se 
expresaban las altitudes de varios puntos y, desde luego, todo tipo de 
toponímicos”.33 En 1910, se publicó una guía válida para todos los mapas de 
la Comisión Geográfico-Exploradora, en ella se daba el merecido crédito a 
 
33 (Te refieres al artículo de Bernardo???, porque si es así, entonces sería García Martínez, op. cit.) Ibid, p. 
507. 
dibujantes, calculadores, calígrafos, supervisores, etc.34 A Carlos Rivera se le 
considera como uno de los constructores de las cartas en especial como 
dibujante de configuración y relieve además de calígrafo.35 
MAPAS DE JALAPA, ya solicitados, en el Archivo de Jalapa hay 120 
planos,pero voy a poner los de Jalapa que están aquí. 
La Comisión Geográfica Exploradora cambió su sede a la ciudad a Tacubaya 
en 1912 por órdenes de Manuel Calero, Ministro de Fomento, después de 34 
años de haber tenido su asiento en Xalapa, motivo por el cual, Carlos Rivera 
dejó de trabajar en ella, debió considerar como no viable cambiar de 
residencia después de haber vivido tantos años en esta ciudad.36 La Comisión 
Geográfica Exploradora cerró sus puertas en 1914, el país estaba viviendo 
momentos críticos y el personal de la Comisión tenía que enfrentar el 
problema, no sólo de encontrar nuevos trabajos sino el de la propia 
subsistencia; Rivera, gracias a su experiencia de dedicado trabajado encontró 
rápidamente sitio en la Comisión Agraria del gobierno del estado de 
Veracruz,37 para esta época tenía la edad de 59 años, y regresar a la capital de 
la República, era ya impensable para él después de haber pasado 32 años en 
Jalapa. 
 
Sede de la Comisión Geográfico-Exploradora. Foto: Fototeca del INAH. 
 
 
34 Ibid. p. 508. Comisión Geográfico-Exploradora: Catálogo reglamentario de signos, caracteres y 
abreviaturas para el dibujo de cartas a diferentes escalas, Xalapa, Talleres Zinc. De la C. G. E., 1910. 
35 Ibid. 
36 Consultado el 6 de diciembre de 2007. http://www.xalapa.gob.mx/municipio/hechos.htm 
37 Informes de Ana Emilia Rivera, y mencionados por Raymond B. Craib, Cartographic Mexico, a History o f 
State Fixations and Fugitive Ladscapes, lugar?, Duke University Press, 2004, p. 192. Agradecemos esta 
referencia a la historiadora Carmen Boone. 
Jalapa, “su ciudad” y su familia 
Desde su llegada a Jalapa, se sintió cautivado por la ciudad, de acuerdo 
a su nieta Ana Emilia, era “su ciudad” y es ahí donde permanecería hasta su 
muerte. 
Contrajo matrimonio en 1888 con Ana Tamborell Macías con quien 
tuvo cuatro hijos, Ana Elvira, que murió a la edad de 10 años; Carlos José, 
quien heredara su vena artística, ya que fue grabador en madera;38 Luis 
Roberto, ingeniero agrónomo;39 y Manuel, contador. 
 
Carlos Rivera. 
 
Ana Tamborrell. 
En ocasiones se ha mencionado que Rivera, al llegar a Jalapa, abandonó 
el paisaje en donde había destacado, sin embargo, consideramos que tuvo la 
capacidad de adaptación a los requerimientos de su nuevo trabajo. Una vez 
desaparecida la Comisión Geográfico-Exploradora no era fácil continuar 
pintando, principalmente en las dos primeras décadas del siglo XX en donde 
el país atravesó por una Revolución. Las herederas de la obra de Pastrana, nos 
refirieron que en esa época era dificilísimo conseguir los materiales para las 
obras, más aún, estos se cotizaban a precios muy elevados al ser productos de 
importación, pero si era difícil conseguirlos en la ciudad de México, más aún 
era hacerlos llegar a provincia.40 Además de que el arte no rendía beneficios 
económicos suficientes para poder llevar una vida desahogada, ya desde el 
siglo XIX F. S. Gutiérrez apuntaba en 1881: 
 
38 Podemos admirar el escudo de Carlos V, que realizó para el Casino Español y que actualmente se encuentra 
en la primera sala del recinto. Además, labró las bancas para la iglesia de la Hacienda las Ánimas, aún se 
pueden admirar. 
39 Este hijo también trabajó con él en la misma oficina de la Comisión del Agua, a ellos dos se les debe haber 
promovido la colocación, en el Parque Juárez de Jalapa, de la estatua del fundador de la Comisión 
Geográfico-Exploradora. 
40 Comunicación personal de Josefina y Concepción Ruiseco García. 
El arte no reporta a los artistas mexicanos de la época actual, ni gloria ni dinero, y 
por más entusiastas que sean, y aunque estén animados del deseo de despertar el 
gusto en la sociedad, al ver que no tienen asegurado el pan de mañana, muere en 
ellos la inspiración y aun su vehemente deseo, por las necesidades apremiantes”.41 
Y esta máxima pareció perseguir el porvenir del paisajista Carlos 
Rivera. 
 
Castillo, soporte caja de zapatos, col. Rivera Tamborrell 
 
El Pico de Orizaba, Fam. Manuel Rivera 
 
Reverso 
 
A finales de los años 20’s del siglo pasado apareció el muralismo nueva 
tendencia artística que desplazó los gustos por la escuela clásica, y aquellos 
pintores formados bajo estos cánones se vieron desplazados. 
No olvidemos tampoco, la principal de las necesidades, el sostener una 
familia de cuatro hijos siendo el arte una profesión ingrata, que no daba, en 
esos momentos por los que atravesaba el país, para sufragar las mínimas 
necesidades. 
Una vez viudo (1922), continuó con su labor en el gobierno del Estado, 
la oficina donde el laboraba, estaba a unos cuantos pasos de su casa de 
Revolución No. 13, cuando salía al medio día, se atravesaba al Hotel México, 
 
41 Rodríguez Prampolini, La crítica de arte…, op. cit., p. 87. 
a tomar un aperitivo, y llegaba a comer a su casa, para posteriormente regresar 
a su trabajo. Nos dice Ana Emilia, su nieta, quién vivió con él hasta sus 
últimos años de vida, que lo recuerda siempre afable y cariñoso, con un 
cigarro en la mano y siempre sentado ante su restirador. 
 
Casa de Revolución No. 13 donde viviera el pintor hasta el fin de 
sus días, la cual no ha sufrido modificaciones. 
Siguió pintando paisajes hasta que sus manos y ojos se lo permitieron. 
De su época como artista en Jalapa tenemos noticia de las siguientes obras: 
Segunda Barranca de Metlac (1888), Vista de Jalapa (1889), Cofre de Perote 
(1893), Cuesta de San Pedro (1924) y varios paisajes de la hacienda La 
Orduña propiedad de la familia Pasquel. Además de todas las obras que sus 
descendientes han conservado celosamente. 
 
Col. Rivera Carbonell. 
 
Col. Rivera Carbonell. 
 
 
Col. Rivera Carbonell. 
Col. Rivera Carbonell. 
 
 
Col. Manuel Rivera 
 
 
Alrededores del cofre de Perote 
Cofre de Perote desde las Lomas del Estadio 
 
 
 
 
Oleo sobre tela 42 x 52.5 m 
Museo de Arte del Estado de Veracruz 
La vida de Carlos Rivera se extingue el 4 de julio de 1939 a los 83 años 
de edad, fue inhumado al lado de su esposa en el Cementerio Antiguo de 
Xalapa, en el sepulcro de la familia Tamborrell. 
Los días 17 y 18 de septiembre de 1943, su hijo Fausto Rivera 
Tamborrell, promovió un homenaje a Agustín Díaz, el fundador de la 
Comisión Geográfica Exploradora,42 donde se develó una escultura y una 
placa en su honor. Se terminó el evento con una visita al cementerio de 
Xalapa, en donde se depositó una ofrenda floral en las tumbas de aquellos 
científicos y dibujantes que estaban ahí inhumados: Agustín Díaz, Dionisio 
Murillo, Clemente Nadal y desde luego a Carlos Rivera. 
 
Sepulcro de Carlos Rivera, 18 de septiembre de 1943. Foto Cortesía del Ing. Enrique 
Pasquel. 
Otro homenaje que ha recibido, por parte de la sociedad jalapeña fue en 
durante el gobierno del Lic. Agustín Acosta Lagunas, al crearse en el edificio 
del antiguo Centro Recreativo Jalapeño el Centro de Arte de Xalapa, a uno de 
los salones se le puso el nombre de Carlos Rivera. 
 
42 La escultura se puede admirar en el Parque Juárez de la ciudad de Xalapa. 
A sus hijos y nietos quiso transmitirles sus vivencias heredándoles, 
como ya mencionamos, cuatro diarios escritos en 1918. Pero sobre todo una 
máxima en donde se cifraban sus principios morales: 
Ustedes procuren ser siempre iguales, honrados, trabajadores y reconocidos a los 
favores que reciben y que no los invada un falso orgullo. Traten a sus superiores sin 
lisonja pero con respeto; a sus iguales con franqueza y sinceridad y a los pobres con 
cariño. Carlos Rivera. 
Mayo 23 de 1915 
 
Detalle de la Vista de Jalapa (1888). Museo de 
Arte del Estado de Veracruz. 
La Vista de Jalapa, se encuentra completa en el libro: Homenaje Nacional José María 
Velasco (1840-1912), México, Museo Nacional de Arte,1993, p. 251. 
 
 
LOS MATERIALES 
 
Los materiales utilizados fueron múltiples: 
 
a) Un diario escrito por Carlos Rivera en 1918, bajo el título “Memorias para mis 
hijos”. 
b) Hicimos uso de una cámara digital, para tomar fotos provisionales de la obra del 
autor en manos de sus nietos, obra hasta ahora inédita. 
c) El epistolario de Carlos Rivera en tarjetas postales al cual se le acordó el siguiente 
uso: 
 
AMIGOS Y HERMANOS EN ARTE 
 
 
“AMIGOS Y HERMANOS EN ARTE” 
Entre Carlos Rivera y Manuel Pastrana se estableció un puente de arte y afecto 
entre dos Estados, un lazo de amistad que unió dos siglos, y una constante 
comunicación que los mantuvo unidos a pesar de la distancia. 
 Se conocieron en la Escuela Nacional de Arte, antigua Academia de San 
Carlos, sitio donde compartieron no sólo su vocación, sino también la 
necesidad de aferrarse a su arte y distinguirse en él para contar con una 
pensión que se otorgaba a los alumnos sobresalientes y con pocos recursos 
económicos. 
 Manuel Pastrana ingresó a San Carlos en 1873, cinco años después que 
Carlos Rivera, ahí ambos permanecieron al abrigo de distinguidos maestros 
hasta que tuvieron que abandonar la academia para buscar nuevos horizontes 
en la provincia mexicana en el año de 1882. El primero regresó a su ciudad 
natal, Zacatecas; y el segundo se incorporó, como dibujante, a la Comisión 
Geográfico-Exploradora, y cuando ésta sentó sus reales en Xalapa, Rivera fijó 
en ella su lugar definitivo de residencia. 
 Una gran amistad nació en ambos, al grado de considerarse verdaderos 
“hermanos en arte”, relación afectiva capaz de vencer el carácter adusto de 
Pastrana, que no obstante haber contado con buenos compañeros de trabajo, 
nunca los invitó a su casa ni compartió velada o copa de vino con ellos.43 
Rivera por el contrario siempre fue afable y tuvo buenas relaciones con las 
personas que lo rodeaban.44 Leal y verdadero debió ser ese afecto, nacido en 
 
43 Entrevista con Josefina y Concepción Ruiseco. Josefina Ruiseco fue alumna de Otilia Pastrana, hija de 
Manuel Pastrana. Antes de morir, Otilia dejó todas sus propiedades a Josefina por no contar con herederos. 
44 Entrevista con Ana Emilia Rivera, nieta de Carlos Rivera, y Carlos Pasquel Rivera, bisnieto de Carlos 
Rivera. 
los salones de clase de la Academia de San Carlos, fraternidad manifestada en 
múltiples ocasiones: compartiendo e intercambiando sus obras, rememorando 
experiencias vividas, recordando onomásticos, pero ante todo, en una 
perdurable correspondencia que los mantuvo unidos durante cincuenta años. 
 
Manuel Pastrana, 1888. 
En ocasiones, la casualidad y la suerte permite a los historiadores 
registrar materiales y documentos que abordan la vida de algunos personajes 
de la vida pública nacional o regional que merecen ser estudiados; pero en 
contadas ocasiones, se descubren acervos dignos de integrarse a la memoria 
colectiva de una ciudad, donde la vida del personaje es por mucho rebasada, 
ilustrando no sólo la esencia de su vida, sino de la vida social del lugar y 
tiempo en el que se desenvuelve, como lo es el caso del epistolario que nos 
ocupa. 
Afortunadamente, hemos heredado la correspondencia de Carlos Rivera, 
una colección de tarjetas postales de la ciudad de Xalapa de las primeras 
décadas del siglo XX, en la cual podemos apreciar el amor que el pintor 
adquirió por la ciudad que, aunque no lo vio nacer, lo prodigó para que se 
estableciera y formara una familia que con el tiempo se ha convertido en uno 
de los pilares de la sociedad xalapeña. 
 Tener en nuestras manos tan valiosa correspondencia se lo debemos a 
Josefina y Concepción Ruiseco García, herederas de la obra y archivos del 
pintor Manuel Pastrana. Cuando pusieron en nuestras manos las tarjetas 
postales, cuidadosamente acomodadas en una caja de jabón de tocador, fue 
mayúscula nuestra sorpresa, no podíamos creer estar viendo tal tesoro. Pero 
cuando las señoritas Ruiseco nos las obsequiaron, nuestro descontrol fue aún 
mayor, nos rehusamos a aceptarlas, pero ante la amenaza de su destrucción, 
terminamos por estrecharlas muy fuertemente, sabiendo de antemano el 
compromiso que adquiríamos para compartirlas con la ciudad de Xalapa.45 
Las postales abarcan treinta años, de 1907 a 1937, un año después 
muere Manuel Pastrana (1938); Carlos Rivera lo seguirá un año más tarde. 
En estas piezas postales, con una bella prosa, Rivera describe la 
fisonomía de la ciudad, la etapa histórica de un centro urbano y el testimonio 
de áreas de valor cultural y arquitectónico, las cuales forman parte del actual 
Centro de Xalapa. Es notable la minuciosidad con que Rivera define cada 
espacio, cada lugar, cada paisaje y la vinculación de la ciudad con su vida 
personal. Así, encontramos el amor del artista en cada rincón de la ciudad, su 
interés y conocimiento por los eventos importantes, pero también su empeño 
por revivir en su “hermano y amigo en arte”, los momentos disfrutados en 
Xalapa. En ocasiones, Rivera sitúa geográficamente a su amigo y lector, 
indicándole la orientación cardinal de las calles, como corresponde a un 
especialista en la elaboración de mapas. 
Esta colección de tarjetas postales se puede dividir en tres partes: la 
primera, cuando Pastrana visitó Jalapa en 1929,46 este grupo no está fechado, 
por lo que suponemos que Rivera las remitió a Pastrana en un solo envío un 
año más tarde (1930), están escritas con gran cuidado con letra de molde (a 
excepción de dos), tal como él titulaba los mapas que elaboró para la 
 
45 Entre los documentos que se encontraban en el archivo de Manuel Pastrana, estaban las cartas que el 
muralista Rufino Tamayo le escribió a Otilia Pastrana, hija del pintor (ambos habían estudiado en la 
Academia de San Carlos), pero Josefina Ruiseco las quemó por haber considerado que la correspondencia era 
personal y que no debía difundirse a terceras personas. El hecho de que fuéramos jalapeñas y de que habíamos 
escrito una biografía sobre Manuel Pastrana y dado a conocer su obra en una exposición en el Museo de 
Guadalupe del INAH, en Guadalupe, Zacatecas, influyó para que confiara en nosotras. 
46 Ver postal de fecha 1° de enero de 1930, aunque la primera tarjeta que consignamos es de finales de 1927, 
así como el retrato de Carlos Rivera de fecha 25 de enero de 1928. 
Comisión Geográfico-Exploradora; la segunda parte, un corpus de tarjetas 
escritas con letra manuscrita, está fechada en noviembre de 1907. Sus 
mensajes hacen alusión a la correspondencia anterior, desde que abandonaron 
la Escuela Nacional de Bellas Artes, por lo que suponemos que el epistolario 
entre ambos pintores nunca se suspendió, aunque a nosotros únicamente nos 
hayan llegado las postales.47 La tercera parte, la conforman 15 tarjetas sin 
texto, dos de ellas de la cascada de Texolo, pero que complementan el acervo, 
quizá en su viaje a Xalapa, Pastrana las coleccionó y las sumó a las enviadas 
por el hermano xalapeño. Otro mérito de la colección es que ninguna postal se 
repite, lo que comprueba el cuidado que Rivera tuvo para seleccionar sus 
envíos. Una sola tarjeta proviene de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen 
de Tezuitlán, Puebla, de factura del fotógrafo Zarate. 
La mayoría de las piezas postales fueron tomadas por Rafael Medina 
Mateos, en una de ellas se puede leer: “Postales artísticas ‘Luz y sombra’ 
Rafael Medina Mateos, Jalapa, Veracruz”; en otra, que corresponde al lago del 
Dique: “‘La gran Barata’, Miguel Fernández Vélez y Cía.”; tres más fueron 
impresas por M. Díaz Costa. 
Con relación al primer fotógrafo mencionado, desconocemos su 
biografía, aunque podemos apreciar que fue muy prolífico en las tomas de la 
ciudad, en la serie que nos ocupa se llega a la tarjeta número 632. No es de 
extrañar que tuviera su propio establecimiento (“Postales ArtísticasLuz y 
 
47 Pensamos que no contamos con el epistolario de ambos pintores en cartas postales en las dos primeras 
décadas del siglo debido a la lucha armada de la Revolución Mexicana, aunque como expresa Paul J. 
Vanderwood: “la postal vivió sus momentos más intensos en la segunda década del siglo XX, en coincidencia 
con la Revolución Mexicana; fotógrafos de México y Estados Unidos llevaron sus convicciones y prejuicios a 
la línea de fuego –y a la agitada frontera norte– para librar batallas que dejarían su singular huella en la tarjeta 
postal de entonces”. Ibídem, p. 33. Entre los fotógrafos que elaboraron este tipo de tarjetas postales, podemos 
mencionar a Walter H. Horne. En este periodo las postales adquieren presencia como testimonio histórico y es 
evidente que el correo se invadió con imágenes de tropas, fusilamientos, e inclusive con fotos de Francisco 
Villa. 
Sombra”) y que como tantos otros fotógrafos de principio de siglo, ofrecieran 
sus fotografías que ellos mismos tomaban para la elaboración de misivas 
breves, y en las cuales ponía todo el cuidado para que el revelado y la 
impresión del negativo original no desmerecieran el producto final.48 En las 
postales, no olvida el factor humano; sitúa a los personajes a “cierta distancia 
y rara vez les hace acercamientos con la intención de alcanzar equilibrio en la 
composición o para dar un sentido de tamaño o perspectiva”.49 
A un siglo de haberse formado esta colección, percibimos la gran 
importancia que para anticuarios y amantes de la fotografía tienen las tarjetas 
postales como evidencias históricas de la memoria de una ciudad. Esa pequeña 
estampa hereda a la posteridad la imagen de calles y monumentos, escenas de 
la vida cotidiana y política, atrapa algunos momentos de la historia local que a 
la distancia son palpables recuerdos de un viaje compartido con una lejana 
amistad o con un querido pariente. En ellas viajan las buenas nuevas, los 
buenos deseos, la expresión de los sentimientos, el afán por compartir 
pequeños espacios con la ilusión de que quien los contemple pueda algún día 
conocerlos, y tantos otros mensajes que, por vastos, escapan a nuestra 
percepción.50 
 
48 Este método nos hace pensar en las postales y técnica de Hugo Brehme, quien en 1920 estableció en la 
Ciudad de México su estudio Fotografía Artística, donde la manufactura y venta de postales eran el sostén 
financiero de éste. Susan Toomey Frost, “El México pintoresco de Brehme”, en Artes de México, núm. 48 (La 
tarjeta postal), México, Conaculta-INAH, 1999, pp. 17-23. 
49 Ídem, p. 22. 
50 “La paternidad de las tarjetas postales puede atribuirse a Heinrich von Stephan, consejero del Estado de 
Prusia, quien en 1865 sugirió –sin éxito– la idea a la autoridad postal de su país. Cuatro años más tarde, el 1º. 
de octubre de 1869, la primera postal oficial del mundo fue emitida en Austria; consistía en una pequeña 
tarjeta rectangular con la tarifa impresa en el anverso, donde había también espacio para la dirección, mientras 
que el reverso quedaba reservado para el mensaje escrito. Ésta, lo mismo, servía para mantenerse en contacto 
con las amistades, que para anunciar reuniones, confirmar citas, acusar el recibo de bienes o documentos y 
para publicitar productos y servicios. Durante los años siguientes, este sistema se difundió rápidamente por 
Europa, pero como ni el tamaño de las tarjetas ni las tarifas postales eran uniformes en los distintos países, su 
uso se vio confinado a las respectivas fronteras nacionales. En América del Norte, Canadá fue el primer país 
en adoptar una tarjeta postal oficial, en 1871, seguido por Estados Unidos, en 1873. Las tarjetas fueron una de 
En este debutante siglo XXI, las postales, aunque siguen produciéndose, 
cedieron paso a los sistemas electrónicos de comunicación, el correo 
electrónico, los blogs y el chat, también permitieron el surgimiento del 
cartófilo, un personaje apasionado por la historia de su ciudad, o bien, por 
coleccionar tarjetas de un determinado tema, ya sean monumentos, personajes, 
ríos, iglesias, montañas, etcétera. Hoy en día este género se cotiza a altos 
precios en las subastas de anticuarios y es codiciosamente buscado en los 
mercados de “pulgas”. En este sentido, la colección que hoy presentamos, 
integrada pacientemente en las primeras cuatro décadas del siglo XX y 
celosamente conservada, adquiere un valor excepcional. 
Entre los especialistas que abordan el estudio de las postales como 
fuente histórica reconocerán que las postales que se presentan adquieren una 
virtud que sólo pocas observan, y es el maravilloso complemento de su 
discurso epistolario, pues no sólo saltan a la vista los espacios urbanísticos de 
la ciudad de Xalapa, sino que éstos son reseñados con tal precisión, que aun 
las personas que visiten la ciudad por primera vez, podrían apoyarse en los 
textos para hacer los recorridos por la ciudad, ya que la mayoría de los 
lugares, contrariamente a otras ciudades, aún subsisten, por lo que Carlos 
Rivera nos hace redescubrir y comparar la fisonomía de la ciudad a la 
distancia de un siglo, además de hacer reconocibles muchos de los inmuebles 
y aún de la autoría de algunas esculturas que adornan la ciudad. 
 
las modalidades tomadas en consideración cuando, en 1875, nació la Unión Postal General con el fin de 
regular los intercambios internacionales de correo. […] La historia de las tarjetas postales en México corre 
paralela a la de otros países. Las primeras aparecieron en marzo de 1882, en un formato similar al de las 
europeas y norteamericanas: una tarjeta sepia de aproximadamente 140 por 90 milímetros; en los bordes del 
lado reservado para la dirección y la tarifa están impresas, en finas letras y ornamentos azules, las palabras 
‘República Mexicana’ y ‘Unión Postal Universal’ en español y francés”. Margarita de Orellana, “El poder de 
la memoria fugaz”, en Artes de México, núm. 48 (La tarjeta postal), México, Conaculta-INAH, 1999, p. 10. 
Sólo el recuerdo y la gran estimación entre ambos pintores académicos 
permitieron que esas letras se atesoraran preciosamente, para hoy compartirlas 
con los amantes de la ciudad de Xalapa. 
 
VISITA DE MANUEL PASTRANA A SU AMIGO 
Y HERMANO EN ARTE CARLOS RIVERA 
 
 
 
XALAPA 
1929 
Sin la discreta protección del sobre, la postal revela a los 
cuatro vientos- en su anverso y su reverso- la relación que 
une a remitente y destinatario. Más allá de la elección de 
cierto paisaje o retrato, resultan elocuentes la caligrafía 
trazada en tiempos de mayor calma, el lenguaje epistolar que 
suena ya tan distante y la disposición a armar un mensaje 
como si se tratara de un regalo que sobrevivirá más allá de la 
primera intención. 
Gloria Fraser Giffords51 
 
Camino Nacional. Jalapa, Veracruz. 
 
 
Antiguo camino nacional de Veracruz a Xalapa y México, por el cual llegué a 
esta ciudad hace 46 años, 2 meses y 14 días,52 en esta postal se ven las 
 
51 La tarjeta Postal, México, Artes de México, Núm. 48, CONACULTA-INAH, 1999, p. 3. 
primeras casas de la población, las cuales casi nada han cambiado de su 
aspecto desde aquella época; parte de la ciudad destacándose la torre de la 
catedral y en último término la sierra del Cofre de Perote, cuya peña se 
distingue hacia la izquierda y en la parte más alta.- en primer término verás a 
un hombre de campo que regresa a su rancho o jacal en un auto-burro. Por la 
posición que guarda se comprende que va chirlos-mirlos53 entonando una 
canción de amor y contra ellas. Vista tomada de ese S. E. a N. W.54 
 
 
 
632. Parque Juárez. Jalapa, Veracruz.52 Gracias a la precisa fecha que refiere Rivera, permite datar el escrito de la postal para el año de 1928. 
53 Chirlos-mirlos: Dícese de los que andan de una parte a otra y en partes diferentes, vanamente ocupados y 
sin provecho. […] palabras castellanas enfáticas, fingidas del vulgo para pronombres indefinidos de lugares 
diversos, que no se nombran. 4 de diciembre de 2007. http://www.tomaszt.com. 
54 La trascripción es textual del original. 
Lado Sur de la ampliación del Parque Juárez.55 En el fondo se ven los 
balcones de la oficina en que trabajo y en la parte alta los que corresponden al 
salón de sesiones de la Legislatura. Dominando todo esto se encuentran los 
torreones del Palacio.- Vista de Poniente a Oriente. 
 
 
 
 
50.- Parque Juárez. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
55 El parque Juárez fue acondicionado sobre las ruinas del antiguo convento de San Francisco. Hacia 1889, 
Juan de la Luz Enriquez ordenó la demolición del inmueble para construir el Parque Juárez, mismo que 
inauguró el 16 de septiembre de 1892. Hay en esta remodelación una sustitución simbólica de la figura 
religiosa (encarnada por los franciscanos) por la figura política (encarnada en Benito Juárez), convirtiendo el 
espacio privado (el convento) en uno público (el jardín). 
 
 
 
 
 
 
 
 
Parque Juárez. En la banca que he marcado con una X estuvimos sentados 
contemplando el Crepúsculo al regresar de nuestro paseo hasta más allá de la 
“Plaza de Toros”. 
 
 
 
53. Escalinata. Parque Juárez. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
Última obra que se ha hecho a la ciudad y a la que le faltan los candelabros 
que va a llevar en los pedestales. 
 
 
 
 
51. Escalinata. Parque Juárez. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
Otra vista de la escalinata. En esta se ven: la entrada al cine “Victoria” y parte 
de la fachada del “Hotel Juárez”.56 Cuando fue tomada esta vista, aún existía 
el anexo a él en donde estaba la cantina y los billares, el cual fue destruido 
quedando en el muro un manchón que no te gustó. 
 
 
 
56 El cine Victoria fue un edificio de madera construido al sur del Parque Juárez en 1899 conocido 
inicialmente como Salón Victoria. En la postal es el primer edificio con acceso frontal del lado izquierdo, 
tiene techo a dos aguas. Le sigue el Hotel Juárez. 
 
 
217.- Paseo del Ayuntamiento. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
Las tres estatuas que están en la glorieta, son de mármol y representan a la 
justicia, la fortaleza y la templanza. Son obra del escultor jalapeño Enrique 
Guerra.57 
 
 
 
57 Esta sección fue construida hacia 1930, y en 1931 fueron colocadas las esculturas, por lo que puede ser 
fechada la postal y escrito posterior a esta última fecha. Las esculturas de La Templanza, La Prudencia, La 
Justicia y La Fortaleza, formaron parte de un conjunto escultórico que el artista Enrique Guerra esculpió a 
principios del siglo XX para la fachada principal del edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que 
sería inaugurada en 1910. Las piezas fueron enviadas a Italia para reproducirlas en mármol, siendo colocadas 
en el lugar para el cual estaban destinadas. Sin embargo, las piezas fueron retiradas en virtud de las 
modificaciones que sufrió el inmueble, siendo trasladadas en 1923 al Palacio Legislativo que se encontraba en 
plena construcción, hoy Monumento a la Revolución, donde fueron olvidadas. En 1931, el presidente Pascual 
Ortiz Rubio ordenó la construcción de la Fuente de La Templanza en Chapultepec y las otras tres fueron 
trasladadas a Xalapa, Veracruz. Carlos Rivera refiere que una de ellas es la de La Templanza, cometió un 
extraño error de apreciación, pues la que se encontraba en ese momento era La Prudencia. La escultura a la 
que hizo alusión se encuentra actualmente en la fuente que lleva su nombre en el bosque de Chapultepec. 
 
 
Calle Juan Enriquez, antiguamente, 
calle Principal. Vista tomada de 
Oriente a Poniente. Jalapa, Ver. 
 
 
64.- Calle de Enriquez.- Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
Vista de Oeste a Este. En primer término a la derecha se ve la parte inferior 
del edificio “La Ciudad de México”, en la casa siguiente está la “Relojería 
Alemana” en donde te compusieron el relox. 
 
 
 
 
2ª. Zaragoza, Jalapa, Veracruz. 
 
 
 
 
 
2ª. Calle de Zaragoza, con la Iglesia de la Compañía, antiguamente del 
Beaterio. La primitiva iglesia fue demolida hace como unos 30 años y se 
reconstruyó con la fachada que hoy tiene. En 2º. término se ve el ángulo sur-
este de la manzana que ocupan los palacios de Gobierno, de Justicia y 
Municipal. 
 
En el fondo se ven los árboles del Parque Juárez. Los últimos balcones que se 
ven en la calle que comienza en la citada esquina corresponden a la oficina en 
donde trabajo, la cual queda a espaldas del Palacio de Gobierno. (Vista de 
Oriente a Poniente). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
520.- Esquina 1ª. De Zamora y Enríquez, 
Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina 
Mateos. 
 
 
 
 
 
 
 
La leyenda o título de esta postal no es correcta, pues la calle de Zamora 
(Gutiérrez Zamora) no hace esquina sino es la que sigue al oriente, de la de 
Enríquez, cuyo final se ve. Se distingue hacia la derecha de la vista la torre de 
la catedral, las casas de buen aspecto que se encuentran en primer término son 
particulares y en la de un piso o entresolada reside actualmente el C. 
Gobernador provisional, Prof. Abel S. Rodríguez. Esta vista está tomada de 
oriente a poniente. 
 
 
1ª. de Lucio, Jalapa, Veracruz. 
 
 
 
1ª. calle del Dr. Lucio - una de las principales de esta ciudad. En la casa del 
balcón corrido y que tiene unas marquesinas arriba de las puertas, nació dicho 
doctor y por eso se le puso a la calle ese nombre. En el fondo se ve el Palacio 
de Justicia y parte del de Gobierno y detrás de ellos el monte de Pacho. La 
Casa Comercial “La Estrella de Oriente” de Pedro Casis, forma esquina con la 
2ª. de B. Juárez (en donde tienes tu casa). Esta vista está tomada de Norte a 
sur. 
 
 
 
 
 
 
 
Calle 2ª. de B. Juárez. Vista tomada de la esquina en donde está “La Estrella 
de Oriente” hacia el Oriente. Tu casa queda en la acera que esta en la sombra o 
sea a la derecha, y una casa mas acá de la que tiene un balcón. La calle es 
angosta, pero de mucho tráfico de autos y camiones. En primer término verás 
un agente o guardián de tráfico situado en el crucero de las calles de Juárez y 
de Lucio. El balcón a que me refiero, es el último que se ve y no el primero. 
 
 
 
 
Fotógrafo M. Díaz Costa. (falta escasear en alta resolución) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vista de sur a Norte de la 1ª. calle de Dr. Lucio en los momentos en que 
bajaba el cortejo fúnebre de un secretario de una corporación obrera, 
asesinado por unos bandidos o rebeldes en las cercanías de esta Ciudad. En 
primer término se ve la carroza que conduce el cadáver. 
 
FALTA ESCANEAR 
 
 
68.- Avenida Revolución. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
Por esta avenida subimos a la parte alta de la ciudad en camión y regresamos a 
patamóvil, pasando a saludar a Carlos en su taller.58 
 
 
 
58 Se refiere a su hijo Carlos quien fue destacado grabador en madera y tenía su taller en las calles de 
 
 
59. Escuela Industrial para Señoritas. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
Construido el edificio y fundada la Escuela el año del centenario o sea en 
1910. 
 
 
Viñeta que no corresponde a la postal, pero se incluye, para apreciar los personajes 
xalapeños del corpus estudiado.Calle de Bolívar, Jalapa Veracruz. 
 
 
 
 
 
 
 
Avenida Bolívar. Antiguamente Calle de Santiago y después avenida Colón. 
Es la primera que conocen los viajeros pues liga la Estación con el centro de la 
ciudad. En el fondo se ven las araucarias del Parque Juárez. La Iglesia que se 
ve, es la de Santiago cuyo pequeño campanario central, fue destruido por el 
temblor del 3 de enero de 1920.59 (Vista de poniente a oriente). 
 
 
59 “El 3 de enero, por la noche, la ciudad fue sacudida por un temblor de tierra que averió casi todos los 
edificios públicos y un gran número de casas particulares sufrieron derrumbes. Hubo mayores estragos en la 
parte baja de la población, en donde el terreno era menos consistente. El Palacio Municipal quedó en muy mal 
estado”. Carmen Blázquez Domínguez, Xalapa, Veracruz: imágenes de su historia, México, Archivo General 
del Estado de Veracruz, 1992, p. 78. 
 
 
26.- Avenida Estadio. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
 
Por aquí pasamos en camión. A la izquierda se ve la arboleda del lugar que 
llaman “Chapultepec” y en donde hubo un “merendero”. Vista de Este a 
Oeste. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Parque “Hidalgo” que es nuestra Alameda: teniendo la particularidad de ser 
circular y no rectangular como son en lo general estos paseos. 
 
 
 
29.- “Parque Hidalgo”. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
Parque “Hidalgo” (antes “Los Berros”).60 En esta se ven los árboles de tronco 
blanco que te llamaron la atención y te dije que se llaman “Hayas”.61 
 
 
 
60 Se refiere a la planta herbácea, acuática de hojas pinadas y flores en umbela que existe en Veracruz. 
Maximino Martínez, Plantas mexicanas, México, FCE, 1987, p. 104. Todavía es llamado Paseo de los Berros, 
nombre recibido por la abundancia de esta planta que tuvo en otros tiempos cuando ésta crecía a las orillas de 
un arroyuelo que atravesaba la Alameda. El kiosco que se observa en la postal todavía existe; es de forma 
octagonal, de nueve metros de diámetro y ocho y medio de alto. 
61 Hayas: árbol de hasta 20 m, con hojas largamente pecioladas y lobuladas, flores verdes, fruto globoso. 
Platanáceas. Íbidem, p. 411. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Portada del (e)stadio con parte de la ciudad a la derecha y el edificio (sin 
terminar) que iba a ser el Hospital a la izquierda. 
 
 
 
523.- Estadio Jalapa, Veracruz. Sep-20-[1]928. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
El estadio la tarde del 20 de septiembre de 1928 en que hubo una fiesta escolar 
con motivo del onomástico del C°. Gobernador Abel S. Rodríguez. En las 
graderías se ven las alumnas de las escuelas y en la pista parte de los alumnos 
de las escuelas Superiores en correcta formación.62 
 
 
62 El estadio “Jalapa” fue construido entre 1924 y 1926, posteriormente fue llamado Heriberto Jara. Fue obra 
del arquitecto Modesto Rolland. Le tocó ser una de las primeras construcciones que fueron hechas de concreto 
armado. 
 
 
650.- Lago y embarcadero “El Dique”, Jalapa, Veracruz. 
 
 
 
 
 
 
 Simpático y pintoresco lugar.- Este lago lo forma la presa de la Fábrica de 
hilados “La Industria Jalapeña” y sobre esta presa pasa el puente “Atenas” del 
cual ya te remití una postal.63 Actualmente, este lago esta obstruido por el lirio 
acuático, por lo cual ya no se puede navegar en él. El camino en donde se ve 
un auto conduce al Estadio. 
 
 
 
63 La fábrica de hilados “La Industrial Jalapeña” fue construida por un irlandés: Joe Welsh, hacia 1838, la 
construyó a las orillas del manantial Tecuanapan, y que fue desde aquélla época, conocido como “El Dique”. 
Walter L. Bernecker, De agiotistas y empresarios. Universidad Iberoamericana, México, 1992, p. 135. 
 
 
Avenida “Atletas”. Jalapa, Veracruz. 
 
 
Calzada de los Atletas (Antiguamente “Paseo del Dique”). 
 
Forma parte de la carretera asfáltica que de la Estación del F. C. interoceánico 
conduce al Estadio. De la citada estación comienza la gran Avenida del 
Estadio, con dirección O a E; terminada ésta, se tuerce a la izquierda y se entra 
a la Calzada la cual es de corta extensión; después se toma de nuevo la 
dirección al E. por la Avenida Tenochtitlán y se llega al Puente “Atenas”, 
cruzando este, se comienza a subir la loma en que se encuentra el Salón de 
Conciertos y se llega al Estadio. En todo este trayecto hay columnas con focos 
eléctricos, como se ven en esta postal. Al fondo de la vista se ven las últimas 
casas de la parte sur de la Ciudad y a la derecha, se percibe lejana la iglesia de 
La Compañía. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Jalapa vista desde el Salón de conciertos. 
 
 
 
37. Avenidas Estadio. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Rampa que rodea la loma en donde se encuentra la estación de radio. Por ella 
pasamos en camión. A la izquierda y detrás de una mata de plátano, se 
distingue el puente “Atenas” y la casa de los obreros de la fábrica “El Dique”. 
 
 
 
 
 
9.- Estudio Estación Radio. C. Z. C. Estadio. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina 
Mateos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Continuación de la No. 37 en esta se ve el salón de conciertos y tramo de la parte posterior 
del Estado en lontananza el Cofre de Perote. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cumbre del Cerro Macuiltepec con la estación difusora de radio y el camino 
de autos que a ella conduce. 
 
 
 
“Macuiltepec”. Jalapa, Veracruz. Fotógrafo Rafael Medina Mateos. 
 
 
 
 
 
Falda N. E. del Cerro Macuiltepec en la cual se ve el camino para autos que 
conduce a su cima. En lontananza la parte Este de la ciudad, destacándose 
detrás de una arboleda, una cúpula que es el sepulcro del general Juan de la 
Luz Enriquez que fue gobernador del Estado y murió repentinamente en esta 
ciudad, el día 16 de marzo de 1892. Gobernó bien y fue muy querido de sus 
gobernados. En lo particular, era un buen amigo y de carácter franco y 
sencillo; su muerte fue muy sentida. En memoria y honor a él, la calle 
principal de esta población lleva su nombre por derecho de la Legislatura. 
 
 
 
 
 
Panorama de Texolo. Xico, Veracruz. Fotógrafo M. Díaz Costa. 
 
 
 
 
 
 
En este lugar (--) y en el fondo de la barranca, se encuentra la instalación 
eléctrica que proporciona luz y fuerza a Jalapa, Xico y Teocelo. Es un lugar 
muy pintoresco y dista de esta ciudad unos 18 kilómetros. 
 
CORRESPONDENCIA FECHADA DE CARLOS RIVERA 
A 
MANUEL PASTRANA 
 
 
 
 
 
¿Cómo compartir desde la lejanía los solitarios momentos 
de asombro que surgen durante un viaje? ¿Cómo llevarse 
a casa paisajes, ciudades o los personajes anónimos que 
vamos encontrando? La tarjeta postal da respuesta a esas 
aspiraciones, pues sacia de cierto modo ese deseo de 
atrapar –en una imagen y un brevísimo texto- un 
sentimiento, una impresión o simplemente una 
observación que deseamos comunicar. 
 
Margarita Orellana64 
 
64 La Tarjeta Postal, México, Artes de México No. 48, CONACULTA-INAH, 1999, p. 6. 
 
 
Lago del Dique. Jalapa, Veracruz, México. “La Gran Barata”, Miguel Fernández Vélez y 
Cía. 
 
 
Xalapa, noviembre 5/[190]7 
Sr. Don Manuel Pastrana 
Zacatecas 
Instituto del Estado 
Mi querido Manuel: - “al tercer año resucitaste de entre los muertos” - Acabo 
de recibir tu grata felicitación y te confieso que me he quedado estupefacto al 
recibirla, pues ya te consideraba habitando a Venus o Marte y en caso de no 
ser así, me suponía ser yo el difunto en el seno de tus afecciones, pero por 
fortuna ni lo uno ni lo otro ha sido y tus lacónicas frases me hacen ver que aún 
conservo un lugar en la lista de tus

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