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Análise Retórica de Rusticatio Mexicana

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dentro de los límites que establece la presente Ley y sin menoscabo de la titularidad de los derechos 
morales a que se refiere el artículo 21 de la misma. Art. 25.- Es titular del derecho patrimonial el 
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lucrativos en cualquier medio de difusión. 
 
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y 
HUMANIDADES
DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS
DEPARTAMENTO DE LETRAS
LA ARGUMENTACIÓN A TRAVÉS DE LA 
SINGULARIDAD: ANÁLISIS RETÓRICO-
ARGUMENTATIVO DE RUSTICATIO MEXICANA DE 
RAFAEL LANDÍVAR
T E S I S
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE
LICENCIADO EN LETRAS HISPÁNICAS
P R E S E N T A
JOAQUÍN RODRÍGUEZ BELTRÁN
GUADALAJARA, JALISCO. ENERO DEL 2009
LA ARGUMENTACIÓN A TRAVÉS DE LA 
SINGULARIDAD:
ANÁLISIS RETÓRICO-ARGUMENTATIVO DE 
RUSTICATIO MEXICANA DE RAFAEL LANDÍVAR
Joaquín Rodríguez Beltrán
Director de tesis:
Dr. Alberto Ortiz 
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Unos anales históricos de la nación mexicana
Autores provenientes de Tlatelolco
Vox aures refugit, nec fas est verba profari,
ni levibus placeat voces committere ventis.
Rafael Landívar
A Gio
A José Ángel y Chela
AGRADECIMIENTOS
Nada de esto hubiera podido hacerse sin la ayuda de toda la gente que ha estado 
alrededor de mí, sin su apoyo constante e incondicionado. 
Gracias, Gio, y sólo en esa palabra de gratitud espero condensar la enorme 
cantidad de sentimientos, recuerdos, deseos y aspiraciones que involucra para mí. 
Gracias por el ayer y por el mañana que ahora se abre hacia adelante.
Las palabras tampoco bastarían para expresar mi agradecimiento a mi familia: 
Chela, Migue, Gaby y Ángel. Especialmente una persona que ya no está, José Ángel, 
a quien siento vivir dentro de mí cada vez que creo haber hecho algo bien, y otra 
persona que acaba de llegar, Lila. Probablemente no alcanzo a divisar y comprender 
cabalmente todo lo que ellos han hecho por mí. 
Pero también tengo que hablar de quienes han sido como otra familia para mí: 
Eloísa, sin cuya hospitalidad este trabajo habría sido muy distinto, Vero, Víctor y 
Claudia. 
En el plano académico, menciono a tres personas sin otorgar por ello un orden de 
importancia: Jesús Gómez Fregoso, por sus sugerencias y por haberme abierto las 
puertas de su biblioteca; José Reyes González, por sus recomendaciones y a veces 
exigencias en el ámbito metodológico; Alberto Ortiz, por haber supervisado esta tesis 
paso a paso, haber aportado sus puntos de vista y haberme dado la confianza 
necesaria para proseguir con la investigación.
Por último, no queda sino englobar a todos los académicos del Departamento de 
Letras en este agradecimiento, muchos de ellos me vieron y ayudaron a crecer 
intelectualmente. 
ÍNDICE
 
INTRODUCCIÓN 6
CAPÍTULO I
El entorno de Rusticatio mexicana
11
CAPÍTULO II
Marco Teórico: La retórica
43
CAPÍTULO III
Lo singular como una lucha por lo 
universal: Las estrategias retórico-
argumentativas frente al auditorio 
europeo
67
CAPÍTULO IV
Circularidad y paradojas: La 
argumentación frente al auditorio 
novohispano y la conciencia criolla
97
CONCLUSIONES 122
BIBLIOGRAFÍA 128
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
6
INTRODUCCIÓN
La presente investigación tiene como punto de partida cierta desconfianza ante dos de 
las ideas más repetidas en relación con Rusticatio mexicana de Rafael Landívar, a 
saber, que lo que determina la obra es una nostalgia provocada por el exilio en que se 
encontraba el autor, y que el aspecto más significativo es lo que podría llamarse 
“exaltación patriota del suelo novohispano”. En realidad, no es que se intente aquí 
negar la pertinencia de estas ideas, cuyas bases se pueden extraer directamente de la 
obra y de la voz del poeta al decir que intentaba aliviar sus penas con la creación del 
poema o al afirmar que su propósito era “publicar las maravillas del patrio suelo”, 
sino su carácter superficial. En este sentido, se parte del presupuesto de que los 
motivos para publicar tales maravillas no provenían sólo de un amor a la patria en el 
exilio, sino de algo más. La tesis completa puede verse como un esfuerzo por hacer 
ver que la obra se enriquece de manera significativa al verla al trasluz de ese “algo 
más”.
Lo anterior consiste en enmarcar el poema de Landívar en el contexto de una 
disputa –un contexto dialógico–, lo cual quiere decir que dicho poema es visto, desde 
esta perspectiva, como una respuesta a una serie de ideas que estaban en boga en la 
época y que de un modo general calificaban a América y sus habitantes como 
inferiores. Sin duda, esto no es más que una de la infinidad de aproximaciones que se 
pueden hacer a la obra. Se puede afrontar el problema de las condiciones de 
producción de una obra literaria desde muy diversas perspectivas; la que aquí se 
propone se basa en el mundo de las ideas –por así decirlo– en que surge Rusticatio 
mexicana, el cual, entre otras cosas, estaba caracterizado por un clima polémico en 
torno al Nuevo Mundo. Es éste el punto de partida del análisis aquí propuesto y 
teniéndolo en cuenta se puede enunciar la hipótesis que ha guiado este trabajo: la 
singularidad de la Nueva España es utilizada en Rusticatio mexicana como una 
estrategia retórico-argumentativa dentro de un contexto dialógico. 
Ahora bien, una de las principales críticas que se les pueden hacer a los estudios 
que se centran en el aspecto de las condiciones de producción es que, forzosamente, 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
7
no pueden dar cuenta del acto literario. Afirman David T. Gies y Russell P. Sebold 
que:
[las consideraciones socioeconómicas o políticas] ofrecen toda suerte de refugios 
temáticos a estos especialistas en letras que se sienten un tanto tímidos al pensar en 
afrontar la dificultad de estudiar la poiesis y la auténtica res literaria de la obra; y 
así vemos a tantos sedicentes críticos literarios poner casa en los arrabales de la 
literatura, donde olvidan el arte del texto para ocuparse de cómo éste refleja las 
ideas económicas, los problemas sociopolíticos, las teorías pedagógicas, la 
arquitectura privada,la carestía de víveres, el consumo del tabaco y la cría de 
cerdos en el setecientos (Citados en Vevia, 2004, p. 223).
En estos casos, el texto literario es usado como una ventana para observar diversos 
aspectos de la realidad donde fue producido. Asimismo, en los casos en que se intenta 
explicar el surgimiento de una obra a partir de algún aspecto exterior a ella, la 
llamada poiesis queda irremisiblemente descartada; es obvio, entonces, que desde el 
punto de vista de las condiciones de producción sólo se puede dar cuenta de la 
aparición de algunos asuntos específicos dentro de ella y no de su literariedad. Por 
esta razón, hay que hacer la advertencia de que no se encontrará nada aquí respecto al 
hecho literario en Rusticatio mexicana. El lector habrá de juzgar por sí mismo si esta 
investigación cae o no en esos refugios temáticos.
Ligado con lo anterior, como crítica, también se destaca la imposibilidad de 
determinar, en última instancia, las intenciones de un autor. Por supuesto, esto es algo 
indiscutible. Por una parte, es esto mismo lo que hace permisible no creer en los 
objetivos expresados explícitamente en una obra; pero, por otra parte, esto también 
hace que sea una pérdida de tiempo el esfuerzo por descifrar con disquisiciones 
biográficas el verdadero móvil de una obra. Por lo tanto, nunca se podrá demostrar de 
manera completa e indiscutible que, desde el punto de vista personal, el motivo de 
Landívar para escribir el poema haya sido entrar en la disputa.
Lo que sí se puede comprobar –y a esto está consagrado el capítulo I de la tesis–
es que existen los elementos suficientes para, en el plano de las ideas presentes dentro 
y fuera de la obra, pensar en ella como una respuesta. Lo que se intentará en dicho 
capítulo, pues, es revelar primeramente el tipo de diálogo en que surgió esta 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
8
contestación. En un segundo apartado, se hará una evaluación de los estudios sobre la 
Rusticatio a los que se ha tenido acceso en esta investigación.
Por otra parte, hay que hacer explícito un presupuesto más que rige la tesis y que 
puede iluminar lo que aquí se ha llamado contexto dialógico: la aparición de un texto 
ocurre siempre dentro de un marco, que se puede llamar tradición, con el cual entra 
en relación. Esto ocurre simultáneamente como una similitud y como una diferencia. 
Los textos, entonces, por su sola presencia afirman tanto su parentesco como su 
independencia; se conectan con la tradición y se separan de ella. En este doble 
movimiento, que puede analizarse desde el punto de vista de la historia literaria, de 
las ideas estéticas, o incluso de las ideas políticas si el texto se presta para ello, la 
obra se presenta como asimilación y como choque; así, sólo por su aparición, 
transforma –pugnando– el marco en el que fue posible que surgiera. Creo que esta 
reciprocidad es particularmente clara en la Rusticatio y su contexto dialógico.
Todo lo anterior hizo, como un paso casi necesario, que se optara por usar la 
retórica como el ámbito del cual extraer las herramientas para analizar la respuesta 
presente en la Rusticatio. El capítulo II está dedicado a este aspecto. De manera más 
específica, se escogió la llamada nueva retórica o teoría de la argumentación por su 
énfasis en las estrategias retórico-argumentativas como medios para lograr la 
adhesión de un público, de manera que lo que se analizará serán los recursos 
argumentativos en general. Es de resaltar el hecho de que no se presta atención en la 
tesis a las figuras retóricas como meramente estilísticas; tienen cabida aquí sólo en la 
medida en que pueden apoyar un argumento.
En cierto modo, lo anterior hizo que se descartara un análisis detallado de la 
métrica del poema, aunque en realidad no fue la única razón, dado que sí existen 
formas de crear un efecto retórico o una moción de afectos con cierto tipo de 
hexámetros (Herrera, 2004, p. 34): el verdadero motivo debe buscarse en el hecho de 
que hacer un análisis exhaustivo de este aspecto del poema excede por mucho las 
limitaciones de tiempo y espacio de esta tesis e incluso capacidad de su autor. No 
obstante eso, en todos los otros aspectos el análisis es llevado a cabo en el texto 
original latino. 1
 
1 El texto base para la tesis es la edición crítica bilingüe de Faustino Chamorro (Landívar, 2001); pero 
también se toma en cuenta la edición bilingüe de Ignacio Loureda (Landívar, 1924) y la traducción de 
Octaviano Valdés (Landívar, 1942). Mi sistema de lectura ha consistido en ir primeramente directo al 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
9
El capítulo III, por su parte, consiste en los resultados del análisis de la Rusticatio 
vista como una contestación dentro del contexto dialógico. Lo que se tratará de 
sostener es que la principal característica de ésta fue hacer uso de lo singular y lo 
admirable como medios para luchar por un espacio que le era negado a América en la 
disputa, espacio que puede verse como un estatus de humanidad o civilización.
Por último, en el capítulo IV se intentará iluminar de manera tangencial la forma 
en que se proyecta una “conciencia criolla” a partir de dos temas principales: la 
argumentación que la Rusticatio dirige al criollo y las “contradicciones” visibles tanto 
en la obra como en la identidad criolla. 
Al respecto, hay que recalcar que no es que se vea en la Rusticatio una capacidad 
de reflejar mejor que otras obras la conciencia criolla –llámesele identidad o 
subjetividad–, como si fuera más representativa y captara de mejor manera su esencia. 
Se parte de la idea de que las identidades deben ser abordadas como procesos, como 
cosas en construcción que se expresan principalmente mediante discursos o relatos 
(Bermúdez, 2002), pues en el fondo son una representación. Estos discursos no parten 
de una identidad como un todo ya dado y delimitado para después expresarlo y 
definirlo; el mismo acto de su aparición transforma el mosaico de símbolos que hace 
que un individuo se adscriba a una colectividad, esto es, la identidad.
Esta idea tiene dos corolarios: por una parte, significa que si se puede encontrar 
una subjetividad en un texto, ésta será siempre de carácter relacional, posicional e 
incluso conflictivo. Por otra parte, esta visión destaca la heterogeneidad intrínseca y 
también la pluralidad de identidades existentes; dicho de otro modo, al resaltar el 
cambio no se quiere decir que éste sea parte de una esencia que poco a poco 
acrecienta y perfecciona de manera teleológica sus modos de expresión, sino que su 
principal rasgo es un devenir, que paradójicamente encuentra sus mayores sustentos y 
puntos de estabilidad en la historia y en la tierra.
Partiendo de todo lo anterior se puede enunciar la idea conductora del último 
capítulo, que en realidad es un desarrollo de la hipótesis ya mencionada: la Rusticatio,
en tanto que producto de una confrontación ante el otro y la visión que éste había 
ofrecido de América, se ve obligada a presentar ante él una visión propia de la Nueva 
España; responder al otro implicaba mostrar una cara específica ante él. La exaltación 
 
texto latino y, después, corroborar mis interpretaciones –o en otros casos, corregirlas– utilizando 
dichas traducciones.La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
10
de lo propio no es, pues, sólo un discurso dirigido del sí mismo para el sí mismo, sino 
que primeramente es una contestación al otro, lo cual genera un segundo movimiento 
de carácter autorreferencial a través del cual se puede ver una subjetividad criolla, en 
el cual ya sólo es afirmación de sí misma.
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
11
CAPÍTULO I
EL ENTORNO DE RUSTICATIO MEXICANA
Puesto que, como ya quedó asentado, la aproximación que se pretende hacer a la obra 
se fundamenta inicialmente en el contexto que la produjo, se dará primeramente un 
panorama general y breve acerca del autor y las circunstancias que vivió, para 
después explorar y tratar de describir el contexto dialógico y, por último, valorar los 
estudios a los que se ha tenido acceso respecto a la obra. Concretamente, se tratará de 
demostrar que la obra apareció en un entorno caracterizado por la discusión en torno a 
la condición del Nuevo Mundo y que, por tanto, puede ser comprendida como una 
voz dentro del diálogo.
LANDÍVAR Y LA OBRA
Rafael Landívar nació el 27 de octubre de 1731 en lo que hoy en día es la cuidad
de Antigua Guatemala, entonces llamada Santiago de los Caballeros de Guatemala, 
capital de la gobernación o la provincia de Guatemala, dependiente en aquel tiempo 
del virreinato de la Nueva España. De ascendencia criolla, Landívar estudió en el 
Seminario Francisco Borja. Continuó su formación religiosa y literaria en el Colegio 
de San Francisco Javier en Tepotzotlán, donde vistió la sotana de la Compañía de 
Jesús en 1750. Después, pasó al Colegio Máximo de México, principal centro 
educativo jesuita en la Nueva España, de donde egresó como maestro en teología. 
Posteriormente, fue profesor de sintaxis en el Colegio del Espíritu Santo de Puebla y 
de retórica en el Colegio Máximo. En 1767, lo sorprendió la orden de expulsión 
siendo superior o rector del Seminario Francisco Borja en Guatemala. Vivió en 
Bolonia, Italia, donde, ocho años después de la supresión de la Compañía y de la 
orden de dispersión que se les imponía a los jesuitas, publicó Rusticatio Mexicana en 
1781 y, luego, por segunda vez, en 1782. Murió en Italia el 27 de septiembre de 1793.
El libro en su primera edición, que Faustino Chamorro denomina la Mutinense, se 
llamó Rusticatio Mexicana, seu rariora quaedam, ex agris mexicanis decerpta atque 
in libros decem distributa; el título ha sido traducido como “Por los campos de 
México” en la versión de Octaviano Valdés y el subtítulo como “O algunas cosas 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
12
bastante raras recogidas de las tierras mexicanas y distribuidas en diez libros”, en la 
de Chamorro. La segunda edición, publicada en Bolonia y que Chamorro llama la 
Bononiense, llevó el nombre de Rusticatio Mexicana, editio altera auctior et 
emendatior, cuyo subtítulo puede vertirse al español como “segunda edición 
aumentada y corregida”. En ésta se incluyeron cinco libros –o capítulos– más, un 
apéndice y algunos pasajes extras dentro de los otros libros.
MARCO HISTÓRICO E IDEOLÓGICO
Se dice comúnmente que el siglo XVIII es el de la Ilustración; sin embargo, es 
bien sabido que en la Nueva España y, por extensión, en la Provincia de Guatemala,
ésta no es una tendencia que prevalezca de manera uniforme en este periodo, sino que 
se manifiesta como un proceso de asimilación y en algunos casos franco 
enfrentamiento. Sin duda, se trata de algo mucho más complejo que un mero choque 
entre ideas modernas y otras propias de una línea de pensamiento anquilosada, en lo 
cual falta mucho por explorar. Algunos autores ven incluso una tendencia 
marcadamente conservadora en la Ilustración hispanoamericana frente a un 
barroquismo más osado y liberal que ella (Cañizares, 2007).
De cualquier modo, la idea más común es que el siglo XVIII novohispano 
presenta múltiples características que atestiguan el surgimiento de las ideas de la 
modernidad y de la Ilustración, lo cual ocurre sin embargo de manera paulatina y se 
percibe a lo largo de la centuria como un diálogo entre elementos modernos y otros 
pertenecientes a la tradición escolástica; esto llega algunas veces a manifestarse en 
esfuerzos por asimilarlos y reconciliarlos y otras veces en un franco ataque a los 
primeros, lo cual revela ya cierto conocimiento de ellos. 
El pensamiento filosófico novohispano de ese momento osciló entre la escolástica 
y la modernidad adoptando las más de las veces un eclecticismo que privilegiaba o 
bien a la una o bien a la otra. De hecho, de una escolástica tradicional se pasó a una 
escolástica modernizada. No parece que en ese siglo se haya dado un abandono 
completo de la base escolástica, que constituía la formación filosófica de los 
novohispanos (Beuchot, 1995, p. V).
En el plano político, se puede percibir un claro desfase entre las ideas ilustradas 
adoptadas por la Corona española y la realidad novohispana. En este contexto, ocurre 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
13
un choque que provoca una serie de medidas destinadas a paliar esta disparidad: las 
reformas borbónicas. En realidad, son éstas el acontecimiento de mayor trascendencia 
a mediados del siglo XVIII, tan importantes que, para algunos historiadores, con ellas 
inicia la etapa que hace distintivo al siglo:
Si una época se delimita por los rasgos específicos que la hacen diferente de las 
precedentes y de los posteriores, entonces habría que encerrar el siglo XVIII entre 
1760 y 1821, porque entre esas fechas ocurren las transformaciones que dan a esta 
época una personalidad propia. Durante esos años se ensaya la reforma política y 
administrativa más radical que emprendió España en sus colonias, y ocurre el auge 
económico más importante que registra la Nueva España (Florescano y Menegus, 
2000, p. 366).
Según Florescano y Menegus (2000, pp. 366-369), los propósitos de estas 
reformas eran parte de una nueva concepción del Estado, cuyo deber primordial sería 
retomar la dirección administrativa, económica y política de las provincias en 
ultramar. Así, la intención era incrementar la “sujeción” y reforzar el poder del 
Estado en ámbitos donde imperaban los intereses particulares de una gran cantidad de 
funcionarios políticos. Gracias a esto, la Nueva España al parecer comenzó a tener un 
auge económico manifestado de manera más clara en la minería, las industrias textil y 
vitivinícola.
Otra de las consecuencias de estas reformas fue que la rivalidad que se venía 
gestando desde muchos años atrás entre los españoles peninsulares y los criollos se 
recrudeció. La élite administrativa de los Borbones, respaldada por Carlos III en 
España y dirigida por José de Gálvez en la Nueva España, demostró un profundo 
desdén por los criollos y, de manera general, éstos fueron aun más desplazados de los 
puestos de poder (Brading, 1991, pp. 513-515). Igualmente, la intención por parte de 
las reformas de incrementar el poder de la Corona, que implicaba necesariamente la 
disminución del poder del clero, afectaba también de manera directa los intereses de 
numerosos criollos, dado que, como resultado de la misma política de exclusiónde 
cargos públicos vigente durante el Virreinato, los españoles americanos habían 
encontrado en el sacerdocio y en la carrera eclesiástica las mejores perspectivas para 
su futuro. Incluso dentro del ámbito de la Iglesia fueron desplazados, puesto que “se 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
14
nombraron sacerdotes europeos para ocupar cabildos de catedral” (Brading, 1991, p. 
514).
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN LA NUEVA ESPAÑA
Desde su fundación en 1540 por san Ignacio de Loyola, la Compañía de Jesús se 
distinguió por ciertos rasgos específicos: por ser el baluarte de la Contrarreforma en 
contra del protestantismo luterano, su adhesión incondicionada al Papa, su intensa 
labor educativa, la importancia de la predicación y la estricta reglamentación tanto 
dentro de la orden como en los requerimientos para ingresar.
En la Nueva España, los jesuitas fueron una orden que entró al acontecimiento 
evangelizador de manera tardía en comparación con los franciscanos o los dominicos. 
Su aparición en el escenario novohispano en 1572 y su rápido crecimiento 
satisficieron las demandas educativas de los criollos, a las que las otras órdenes 
atendían muy poco.
Aunque ‘el fin principal de la ida de la Compañía a las Indias, es ayudar a los 
naturales’, al llegar a la Colonia se encontraron con ‘que una de las mayores 
necesidades que tenía, era la mala crianza e instrucción de los muchachos’, porque 
no había estudios y colegios para la instrucción de los criollos. Ello, sin duda, era 
comprensible, pues, aparte de la Universidad, la labor educativa había sido dirigida 
hasta entonces hacia los indios (Osorio, 1979, pp. 14-15).
A este respecto, es notable que para el año 1577 ya se enseñaba teología. La 
rapidez y la importancia con las que la Compañía desarrolló sus facultades docentes 
dependieron, por una parte, del financiamiento que recibió de los criollos y españoles 
acaudalados y, por otra parte, de la aceptación con que se recibieron sus peticiones al 
rey de España de que se le concedieran algunos de los privilegios de la Real y 
Pontificia Universidad de México, a saber, que los cursos que ofrecieran los jesuitas 
tuvieran validez dentro de tal universidad (Palencia, 1975, pp. 384-385).
Por el papel decisivo de la educación jesuita en la formación de intelectuales 
criollos, tanto que llegó a rivalizar con la Universidad y generó un clima competitivo 
entre ésta y los colegios de la Compañía (Ochoa, 1975, p. 24), hay que profundizar 
más en su labor pedagógica. En primer lugar, es preciso mencionar que el ingreso a la 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
15
orden requería cursar una serie de niveles por los que tenía que pasar cualquier 
aspirante.
Todos los postulantes o coadjutores y candidatos a sacerdotes en la Compañía 
deben cursar, primeramente, dos años, llamados de noviciado, en que aprenden los 
ideales del instituto y amoldan y organizan su vida de acuerdo con las reglas de 
éste. Concluidos los dos años pasan ambos –postulante y candidatos– al juniorado 
en el que, por espacio de un año, los primeros aprenden el mayor número de oficios 
mecánicos y los segundos se emplean, por el tiempo conveniente, en el estudio 
profundo de la literatura (Osorio, 1979, p. 272).
Especialmente para estos últimos –los candidatos– el método de enseñanza 
utilizado se llamaba Ratio studiorum, adoptado en 1599, con gran énfasis tanto en el 
aprendizaje de las lenguas clásicas y la antigüedad grecolatina, como en la tradición 
cristiana. Osorio (1979) resume el método así:
Sus principales características son: 1) divide a los estudiantes, según su edad y 
aprovechamiento, en mayores, provectiores, rudiores, etcétera, que después serían 
mayores, medianos y menores; 2) ubica a los alumnos con un solo profesor y les 
impide vagar de clase en clase; 3) periódicamente organiza repeticiones y 
discusiones públicas; 4) la docencia pierde el carácter de conferencia para dar paso 
a un trato directo con el alumno; 5) pone especial cuidado en que el alumno lea e 
imite a los autores de la época de oro de la literatura grecolatina; 6) promueve, por 
último, hacia el exterior, solemnes actos públicos y otras manifestaciones literarias 
en que el alumno y el profesor pronuncian oraciones, conferencias y recitaciones 
latinas alusivas a la ocasión (p. 14).
La Ratio studiorum privilegiaba, pues, la práctica –por encima de la memorización–, 
la redacción y el comentario de textos. Siguiendo una vez más a Osorio (1989, p. 15), 
hay que añadir que los pilares en que se basaba su sistema eran el método de la 
Universidad de París y las enseñanzas de Erasmo de Rotterdam, Luis Vives, Antonio 
de Nebrija y Lorenzo della Valla, cuya postura, a rasgos generales, se encaminaba a 
una defensa del conocimiento directo de los autores latinos en detrimento de la 
utilización de las gramáticas de la latinidad medieval, que habían conducido a un “uso 
corrompido del latín”. En realidad, los jesuitas, junto con los franciscanos –
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
16
introductores de Erasmo (Osorio, 1980, p. 74)–, fueron los importadores de estos 
autores renacentistas en las tierras novohispanas. 
Asimismo, hay que advertir que en la provincia de la Nueva España de la 
Compañía de Jesús el predominio lo tenía el latín, a diferencia del griego, que no 
entraba en la formación curricular obligatoria. El estudio de la lengua de Lacio era el 
pilar inicial sobre el que se basaba todo el aprendizaje posterior. En este ámbito, pues, 
es evidente que tal educación entrañaba un carácter aristocratizante que excluía al 
vulgo del acceso a una vasta producción intelectual, carácter todavía más obvio al 
pensar en su marcada ortodoxia religiosa, en oposición a la influencia protestante, y 
su férrea defensa de los intereses de las clases nobles y terratenientes (que hacían 
aportaciones cuantiosas a la Compañía) frente a las de comerciantes y artesanos 
(Osorio, 1980, p. 78).
Guiada por todas estas tendencias generales, la labor educativa de la Compañía de 
Jesús en la Nueva España gravitaba en torno a un centro de aprendizaje: el Colegio 
Máximo, situado en la ciudad de México. Los otros centros que vale la pena 
mencionar aquí son los siguientes: el Colegio de San Ildefonso, donde estaba un 
seminario o convictorio, lugar donde los estudiantes no tomaban clases sino que 
solamente vivían y estudiaban; el Colegio de San Francisco Javier, creado 
específicamente para el noviciado2, en Tepotzotlán, localidad donde había otros 
colegios dedicados a la enseñanza de lenguas indígenas y a la formación de los hijos 
de la “nobleza indígena”; por último, el Colegio de San Lucas y el Seminario 
Francisco Borja, que eran las dos instituciones escolares jesuitas en Guatemala 
(Rodríguez Gil, 1954, p. 12). Asimismo, los jesuitas eran titulares de una cátedra de 
gran importancia que se impartía en la Universidad, dedicada al teólogo y jurista 
jesuita Francisco Suárez:
Las cátedras correspondientes al Colegio [Máximo], en orden de importancia eran:
En la Universidad: la de Suárez
En el Colegio: prima de teología, vísperas de teología, Sagrada Escritura, moral 
(para los que querían ser sacerdotes sin estudiar la teología con grados 
académicos), filosofía (metafísica), lógica, física, retórica, poesía, tercerade 
 
2 Aunque también se podía estudiar uno o dos años más después de él, en lo cual se dice que era único 
(Palencia, 1975, p. 371).
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
17
Gramática, segunda de Gramática y primera de Gramática. (Palencia, 1975, pp. 
386-387)
Con respecto a esto, se dice que las clases de humanidades, esto es, las de 
gramática, retórica y poesía, “no eran estructuralmente parte del currículo” (Palencia, 
1975, p. 387); es decir, que, al ser las primeras que tomaban niños, comenzando a los 
diez años, lo que justificaba que duraran tanto tiempo era la opinión de que éstos 
debían estar lo suficientemente maduros para estudiar filosofía. Fuera o no fuera 
cierto esto, lo que hay que recalcar en ello es que la lengua latina era introducida 
desde una edad temprana en los estudiantes, que ella era lo único que se aprendía 
durante largas temporadas –gramática, poética y retórica abarcaban cinco años– y 
que, por tanto, los alumnos podían alcanzar un nivel de dominio considerable tanto en 
la lectura de la literatura clásica como en la producción oral y escrita, la cual se podía 
manifestar en los actos públicos frecuentemente realizados.
En este contexto, pues, la Compañía de Jesús surgió como uno de los cimientos en 
que se fundaba de manera general la educación novohispana y de donde surgieron 
“los rectores de la vida intelectual y política de la Nueva España” (Osorio, 1979, p. 
204). Pero esto no ocurrió, durante todo el tiempo, como el establecimiento de un 
sistema inamovible; hubo cambios significativos a mediados del siglo XVIII en el 
método de enseñanza, los cuales corrieron a cargo de la generación de jesuitas que 
después iría al exilio y de la que formaba parte Rafael Landívar. 
Los miembros de este grupo, entre otros, fueron Francisco Javier Clavijero, 
Francisco Javier Alegre, Diego José Abad, Manuel Fabri, Rafael Campoy, Juan Luis 
Maneiro. Entre ellos, como se trasluce en la biografía escrita por Maneiro, el que fue 
considerado como el mentor fue Campoy, cuya vida no careció de complicaciones a 
causa de sus ideas novedosas.
Desde un punto de vista general, es posible afirmar que esta renovación se 
produjo como una modificación de método. Este cambio, según se trasluce en los 
escritos del grupo de jesuitas mencionado, fue una mayor apertura ante la ciencia y, 
de manera más precisa, el conocimiento natural. Esto es obvio, por ejemplo, en el 
vívido retrato de Campoy hecho por Maneiro (1989, p. 40), al describirlo en Italia 
examinando diversas especies marinas y estudiando a Plinio el Viejo. Maneiro (p.14) 
afirma que el cambio significó un regreso a la genuina filosofía de Aristóteles, 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
18
opinión que ilumina el sentido que tuvo para el grupo, al tiempo que refleja la crítica 
que hacían al modo de hacer filosofía en su generación anterior. Parece ser que al 
decir “genuina filosofía” se quería expresar la revaloración de los argumentos 
racionales por encima de los de autoridad, como si se absorbiera el espíritu reflexivo 
de la filosofía y no las palabras textuales de filósofos legadas por una tradición 
incuestionable; lo cual en cierto modo explica el hecho de que autores como David 
Mayagoitia afirmen que esta reacción se expresó como una rebelión abierta contra 
Aristóteles y Santo Tomás y como “una inteligente revisión, por parte de los alumnos 
más inquietos, de aquellos puntos que ni Aristóteles ni Santo Tomás pudieron 
estudiar satisfactoriamente, sujetándose a proponer soluciones probables” (Citado en 
Ochoa, 1975, p. 355).
Como explicación de todo esto, hay que observar que, “ante corrientes filosóficas 
nuevas, tenía necesariamente que cambiar un sistema secular que por diversas 
circunstancias no había dado a la enseñanza de las ciencias ni el lugar ni el método 
que les correspondía” (Ochoa, 1972, p. 360).
Por otra parte, en un plano económico, acerca de la Compañía de Jesús es bien 
sabido –y también lo era en ese tiempo– que era poseedora de grandes haciendas y 
propiedades en el campo. Esto se inserta en una tendencia general con respecto a la 
Iglesia y a las órdenes religiosas:
La Iglesia (…) tuvo una influencia decisiva sobre el desarrollo de la agricultura y la 
conformación de la organización agraria. El enorme peso social, político y moral de 
que disfrutaba, y su considerable capital, le abrieron tres vías para intervenir 
directamente en la agricultura: como propietaria, como receptora del impuesto 
pagado por los agricultores y como prestamista de la mayor parte de los 
agricultores. (…) A mediados del siglo XVIII las mejores y más eficientes 
haciendas azucareras, y muchas de las cerealeras y ganaderas, eran propiedad de 
diversas órdenes religiosas, en especial de los jesuitas (Florescano y Menegus, 
2000, p. 421).
Todo esto produjo en algunos sectores desconfianza con respecto a la Compañía, 
acusándola algunas veces de elitismo y extrema acumulación de riqueza. Por una 
parte, la acusación provino de las otras órdenes mendicantes, a lo cual respondieron 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
19
ya desde el siglo XVII con obras como De instauranda aethiopum salute de Alonso 
de Sandoval, jesuita que se dedicaba a la predicación del evangelio a los esclavos 
africanos que llegaban a Cartagena. Por otra parte, surgieron conflictos frente al clero 
secular, ejemplo de lo cual es la intensa disputa en el siglo XVII que tuvieron con 
Juan de Palafox y Mendoza, quien defendía la jurisdicción episcopal y afirmaba que 
la Compañía gozaba de prerrogativas injustificadas. A este respecto, es 
particularmente claro el poder de los jesuitas al tener presente el desenlace de tal 
conflicto: conducir fuera de la Nueva España a un noble de excelente reputación que 
había ocupado cargos como el de virrey interino y el de arzobispo, para no regresar 
nunca más.
La defensa de los jesuitas por estos dos flancos es notoria también en el hecho de 
que “habían tenido cuidado de no entrar en competencia con los mendicantes o 
incurrir en el peligro de una visitación episcopal aceptando encargarse de parroquias 
indias” (Brading, 1991, p. 201); la única excepción a esta regla ocurría en 
Tepotzotlán, lo cual revela, por cierto, el carácter excepcional de los colegios de este 
lugar.
Por último, en relación con el modo en que la propia Compañía se protegió de los 
ataques, hay que mencionar algo significativo: el silencio absoluto por parte de los 
escritores jesuitas acerca de sus riquezas en las haciendas.
Tomando en cuenta lo que se ha mencionado respecto a la Compañía y las 
reformas borbónicas, se pueden comprender en buena medida las razones por las que 
ocurrió la expulsión de los jesuitas. 
Desde las primeras décadas del siglo XVIII los Borbones intentaron reducir la 
fuerza del clero regular prohibiendo la fundación de nuevos conventos en América. 
En 1734 se mandó que las órdenes religiosas no admitieran más novicios por un 
periodo de diez años. En 1754 se prohibió a las órdenes que intervinieran en la 
redacción de testamentos. (…) A partir de 1760 los ataques a la Iglesia fueron más 
violentos. La Compañía de Jesús, la orden más conflictiva por su adhesión al papa 
(quien luchaba por mantener la independencia de laIglesia frente al Estado), por su 
influencia en la educación superior, por su riqueza y su carácter independiente, fue 
sorpresivamente expulsada de los dominios americanos en 1767 (Florescano y 
Menegus, 2000, p. 369).
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
20
La operación estatal que desterró a los jesuitas, dirigida por el visitador José de 
Gálvez y ejecutada con rigor ante las rebeliones populares que se desataron, hizo que 
la gran mayoría de ellos optara por salir de la Nueva España en lugar de renunciar a la 
Compañía3; los condujo a la Habana y después a Europa, para radicar finalmente en 
Italia. Se sabe que Alegre, Clavijero, el padre Castañiza –posteriormente el 
restaurador de la Compañía en México– y Landívar vivieron en Bolonia en la misma 
casa, llamada Sapiencia por el renombre de sus habitantes (Rodríguez Gil, 1954, pp. 
14-15). Al parecer, así permanecieron hasta la orden papal de supresión de la 
Compañía en 1773 –el breve Dominus ac redemptor– que provocó la dispersión de 
todos, obligando a muchos a presentarse a sí mismos como parte del clero secular y a 
oficiar misas. 
Se ha discutido mucho acerca del papel que tuvieron los jesuitas expulsos en la 
Independencia. Sin embargo, la perspectiva que parece más realista es la que afirma 
que ninguno de ellos participó o influyó de manera activa en el estallido de la lucha 
independentista; lo cual, ciertamente, no excluye algo indiscutible: que el efecto 
político de su expulsión y de la oleada de protestas que desató “consistió en crear en 
el pueblo de México y en los expulsos la conciencia de una Patria esbozada
tenuemente en un principio, pero cuyos rasgos fueron cobrando fuerza y aun vigorosa
precisión” (Pérez, 1987, p. 10). Así, se trata fundamentalmente de una influencia 
indirecta pero decisiva.
Una de las ideas de índole jesuita que se ha interpretado como la que tuvo peso 
ideológico al momento de la Independencia es la referente a la importancia del pueblo 
como la fuente de donde emana el poder del rey. Pérez Alonso (1987, p. 36) la 
expresa así: “para los jesuitas la autoridad no venía directamente de Dios al soberano, 
sino al pueblo, quien a su vez la deposita en el soberano. A éste le recordada que la 
autoridad recibida era en beneficio del propio pueblo de quien la derivaba, y no en 
provecho propio.” No obstante, hay que hacer salvedades; desde un punto de vista 
práctico, no se tiene noticia de que algún jesuita expulso haya cuestionado 
directamente la autoridad estatal, que haya puesto en entredicho el poder de la Corona 
española en América, ni mucho menos que haya apelado a la orden de expulsión. De 
hecho, la forma en que acataron la orden es, para algunos, de una abnegación 
 
3 Gómez Fregoso (1975) afirma que “de los casi 700 de la Provincia de México no llegaron a una 
docena los que escogieron quedarse en México” (p. 95).
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
21
ejemplar; en el exilio, la nota predominante es la nostalgia, en ningún momento 
parece haberse manifestado públicamente alguna actitud contestataria a la Corona. 
Una idea que está más en concordancia con esto último y que ostensiblemente se 
opone a lo mencionado por Pérez Alonso es la que resalta el hecho de que “san 
Ignacio forjó su instituto de acuerdo con los ideales nacientes de la monarquía 
absoluta” (Brading, 1991, p. 207). Esta afinidad se mantiene claramente a lo largo de 
las diversas obras que realizaron los jesuitas novohispanos durante el Virreinato y, de 
hecho, está en concordancia con el espíritu criollo –tal como se manifestaba antes del 
furor independentista–, que no tenía ningún problema para mezclar un elogio a la 
Corona española con elementos del pasado indígena, simbiosis evidente en el arco 
triunfal con que Carlos de Sigüenza y Góngora recibió al recién nombrado virrey de 
la Nueva España (González, 2002, p. 63). Se pueden ver otros ejemplos en el poema 
titulado Hernadía de Francisco Ruiz de León o en el proyecto, al parecer tan 
persistente pero que quedó sin realizarse enteramente, de Agustín Castro –jesuita 
criollo de mediados del siglo XVIII, de quien Maneiro hace la biografía– de escribir 
un poema épico llamado La Cortesiada donde, como es claro por el título, Hernán 
Cortés era el héroe principal (Decorme, 1941, p. 223).
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
22
LA DISPUTA DEL NUEVO MUNDO
Si se acepta la idea de que todo texto quiere dar algo a conocer, sea cual fuere la 
índole de ello, se concluirá fácilmente que una obra cuyo rasgo más evidente sea la 
descripción de algo tendrá por objeto principal mostrarlo a un público. Ahora bien, 
cuando sobre un tema ya se ha escrito de manera extensa, la aparición de un texto 
nuevo se justifica por el hecho de que pretende aportar algo novedoso al respecto, que 
adquiere sentido al contrastarlo con lo ya dicho. Rusticatio mexicana, que se centra en 
describir la naturaleza y diversas actividades humanas de la Nueva España, surge 
como parte de una larga tradición volcada al mismo tema. La obra, en tanto que 
escrita por un jesuita criollo novohispano en su exilio en una Europa que acababa de 
renovar su visión acerca de América, puede comprenderse como un intento por 
mostrar su propio punto de vista, es decir, como una respuesta. Lo que se intentará
demostrar en este apartado es que existen suficientes elementos en el entorno de la 
obra –caracterizado por ser un debate– para que dicha respuesta pueda ser entendida 
no sólo como nostálgica, como ya lo han afirmado muchos autores, sino también 
argumentativa. 
Para profundizar en la comprensión de la obra, hay que, por tanto, examinar tal 
entorno, el cual, siguiendo a Antonello Gerbi (1982), se llamará aquí la disputa del 
Nuevo Mundo. Según dicho autor, esta disputa en la historia de las ideas, 
estrictamente hablando, comenzó con Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon. Sin 
embargo, para entender cabalmente sus fundamentos es necesario remitirse 
primeramente de manera somera a sus antecedentes.
La disputa hunde sus raíces en el famoso debate entre Bartolomé de las Casas y 
Juan Ginés de Sepúlveda, en cuyo fondo, según Olga Camps en su prólogo (Las 
Casas, 2001, p. 14), había dos cuestiones teóricas conflictivas: la primera, de orden 
jurídico, fundamentar legalmente la anexión de los territorios americanos a España y 
su monopolio exclusivo; y la segunda, de orden filosófico-jurídico, definir la 
naturaleza y la condición jurídica de los indios.
En el centro de este debate se encontraba la figura del indio americano. Es bien 
sabido que el principal argumento de Sepúlveda se apoyaba en las afirmaciones de 
Aristóteles acerca de los esclavos cuando éste declaraba que los hombres de los que 
no cabe esperar nada más aparte del trabajo físico debían ser gobernados por otros. 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
23
Así, siguiendo a Gerbi (1982, pp. 87-88), el punto de apoyo de Sepúlveda era la 
capacidad física “indiscutible” de los indios y su fortaleza en los trabajos pesados, lo 
cual, no obstante, no contradecíasu inclinación a la pereza; en cambio, Las Casas 
enfatiza su debilidad y los retrata como seres humildes, pacíficos y tranquilos –sin 
caer en la indolencia– que no buscan “bienes temporales” (Las Casas, 2001, p. 32) y 
que están indefensos frente a los conquistadores, esos “lobos” guiados por el oro y la 
ambición personal. 
Las Casas se vio también obligado a argumentar desde el punto de vista natural. 
Ya desde estos momentos, en el siglo XVI, se había utilizado la antigua idea del 
determinismo climático para explicar los defectos que los europeos encontraban en 
los indios por influencia de su entorno natural. En este contexto, defendió 
constantemente la fertilidad de la tierra y el carácter benigno del clima americano.
Asimismo, por su trascendencia, hay que recalcar el papel que jugó la idea de 
derecho natural en el debate. Tanto Sepúlveda como Las Casas la tenían como punto 
de partida, pero llegaban a conclusiones opuestas: para el primero, como afirma 
García-Pelayo en su estudio introductorio (Sepúlveda, 1941, p. 8), el derecho natural 
tal como aparecía en los seres humanos coincidía con el derecho de gentes, esto es, 
con el sentir de los pueblos que sí eran “civilizados”, mediante lo cual los indios eran 
situados “al margen de las elementales condiciones de vida jurídica indispensables 
para el respeto por los demás pueblos” (Sepúlveda, 1941, p. 12); para el segundo, el 
derecho natural constituía uno de los pilares en que descansaba su combate a la visión 
degradante del indio, por medio de lo cual afirmaba la posibilidad de que un grupo 
humano ignorante de la “verdadera religión”, mediante la razón, accediera a una 
organización social justa. Como herencia de Las Casas, los defensores de los indios 
alegaban que éstos, al menos en las dos grandes culturas que tradicionalmente se 
aceptaban como las “más avanzadas” –los aztecas y los incas–, poseían tales 
cualidades.
Lo anterior se apoyó, en realidad, en un cambio de orientación en el debate, 
cambio de gran importancia para entender el desarrollo ulterior y que Brading (1991)
atribuye al dominico Francisco de Vitoria: este religioso “desvió la discusión de las 
afirmaciones acerca de la naturaleza inherente de los indios, hacia un debate sobre la 
calidad de su cultura y su sociedad” (p. 104). En los textos posteriores de Las Casas, 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
24
especialmente en Apologética Historia Sumaria, se puede percibir este viraje y, así, 
su argumentación se vuelca al estudio y el análisis comparativo de los pueblos de “las 
Indias” para demostrar que su sociedad se basaba en el derecho natural4 y en la 
búsqueda innata de Dios por el hombre, argumento respaldado por san Agustín y su 
defensa de la vía introspectiva como camino a la divinidad.
El debate generó, pues, un cúmulo de nociones en torno a las cuales giraron 
continuamente muchos escritos posteriores. El peso que tienen numerosas ideas 
desarrolladas ulteriormente se entiende cabalmente al interpretarlas con la disputa 
como marco de referencia. Así, haciendo evidentemente abstracción de numerosos 
detalles, es posible ver cómo se van perfilando dos tradiciones distintas: por una 
parte, la que Brading (1991) llama “tradición criolla”, entre cuyos representantes más 
notorios están Las Casas y, posteriormente, el Inca Garcilaso de la Vega, Juan de 
Torquemada, Fernando de Alva Ixtlixóchitl y Carlos de Sigüenza y Góngora, muchos 
de los cuales recurrieron en buena medida a Bernardino de Sahagún como fuente; y 
por otra parte, la “tradición imperial”, cuyo abrevadero eran los cronistas Gonzalo 
Fernández de Oviedo y Francisco López de Gómara, de donde Sepúlveda extrajo sus 
ejemplos para mostrar la supremacía cultural española (Sepúlveda, 1941, p. 29).
Un representante de gran influjo de esta última también fue Antonio de Herrera, 
con su Historia general de los hechos castellanos en las islas y tierra firme del mar 
océano. En esta obra, producto del primer cronista mayor de Indias, es clara la 
intención de defender “la justicia y el derecho de la Corona española al dominio de 
América” (Brading, 1991, p. 236), lo cual se basaba en la tesis que denigraba a los 
indígenas al nivel de salvajes idólatras; nótese a este respecto la conexión intrínseca 
entre las dos ideas: justicia del dominio español y salvajismo indígena.
Por lo tanto, al parecer se puede afirmar que la tradición criolla se distinguió 
primordialmente por su desacuerdo con esto último; dicho de otro modo, conllevó 
una revaloración y dignificación de la figura del indígena y, por tanto, de su pasado 
prehispánico, todo ello sin cuestionar directamente la primera idea. Esto es claro en el 
doble elogio de los indígenas y de los conquistadores hecho por los criollos. Pero la 
inercia, la íntima relación entre las dos ideas, condujo finalmente y de manera 
consecuente, después de un largo proceso, al ataque directo a la primera.
 
4 De lo cual era posible desprender que su organización social era inviolable, conclusión que, aunque 
nunca enunciada, permitía vislumbrar cómo podía ponerse en tela de juicio la justicia de la conquista.
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
25
Ahora bien, hay que describir la participación jesuita en este contexto. Para 
finales del siglo XVII, la Compañía de Jesús ya había adquirido una fama indiscutible 
por su obra evangelizadora en lugares muy diversos, como Filipinas, China, 
California y el norte de la Nueva España. De un modo general, se puede afirmar que 
en la mayoría de las valoraciones jesuitas de los oriundos, en parte para justificar y 
mostrar el éxito de su catequesis, se ofrecía una visión que enfatizaba el derecho 
natural.
En relación con esto, es significativo “el creciente ataque [por parte] de los 
jesuitas al modo en que las doctrinas de san Agustín se habían aprovechado para 
atribuir un origen diabólico a toda idolatría, levantando una barrera infranqueable 
entre los valores cristianos y los valores paganos” (Brading, 1991, p. 294). Para diluir 
esta barrera levantada por las condenas agustinianas a los pueblos de la antigüedad –
que es muestra clara de la forma en que a lo largo del debate se hizo uso de todo lo 
que ofrecía la tradición europea para justificar las propias ideas y atacar las contrarias, 
tomando del mismo autor argumentos de los que se concluían cosas opuestas–, no 
sólo se esgrimió el derecho natural, sino que también se exploró la posibilidad de una 
evangelización apostólica en América. Esto es notorio en Antonio Ruiz de Montoya, 
autor jesuita del siglo XVII de la obra titulada La conquista espiritual hecha por los 
religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias de Paraguay, Paraná, Uruguay 
y Tape, en la que aparecía el mito de que Santo Tomás había estado en misión 
apostólica desde Perú hasta Brasil, idea que estaba respaldada por la célebre cruz de 
Carabuco en Perú (Brading, 1991, p. 197) y que persistió hasta finales del siglo XVIII 
revelando sus implicaciones políticas –negación de la justicia de la conquista 
española– en ideólogos como Servando Teresa de Mier.
En la misma línea, surgieron tesis que les daban sentido a los americanos dentro 
de la tradición judeocristiana, postulándolos como una de las tribus perdidas de Israel, 
como en el caso de Gregorio García (Brading, 1991, p. 221). De importancia también 
fueron, sobre todo en el criollismo de Sigüenza y Góngora, según menciona Brading 
(1991), las ideas de AthanasiusKircher, jesuita alemán que localizaba el origen de la 
ciencia y de toda la humanidad en Egipto.
Como puede observarse, entonces, los jesuitas parecen haberse inclinado más a 
favor de la tradición criolla. Se puede percibir, por ejemplo, en Andrés Pérez de 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
26
Ribas y su obra de mediados del siglo XVII llamada La historia de los triunfos de la 
Santa Fe entre los pueblos más bárbaros de nuestro globo obtenidos por los soldados 
de la milicia de la Compañía de Jesús. En esta descripción de la evangelización de la 
parte norte de la Nueva España, se presenta “a los indios de la región como buenos 
cristianos, dóciles y leales, sin nada de la malicia y de la hipocresía de las ‘naciones 
civilizadas” (Brading, 1991, p. 199).
Un caso digno de mención es el jesuita José de Acosta en su Historia natural y 
moral de las Indias. Hay dos aspectos que lo hacen destacable y que lo acercan 
ligeramente a la tradición imperial: el primero, que asume la idea del determinismo 
climático para tratar de explicar tanto las causas del clima tropical americano como 
sus consecuencias en la población indígena; el segundo, que enfatiza la idolatría 
indígena y ve la conquista “como un providencial acto de liberación mediante el cual 
los naturales del Nuevo Mundo quedaron libres del dominio de Satanás y de los 
tiranos humanos, y se les ofrecieron los medios de salvación” (Brading, 1991, p. 218).
Con todo esto como antecedente, la disputa del Nuevo Mundo propiamente dicha 
surge a mediados del siglo XVIII –con tres representantes principales: el conde de 
Buffon, Cornelius de Pauw y William Robertson– como una renovación de la visión 
propia de la tradición imperial con respecto a América por parte de la Ilustración 
europea, pero con diferencias significativas: que se desarrolla desde una perspectiva 
europeocentrista al tiempo que antihispana y, principalmente, que tiene como base un 
esfuerzo racional por explicar los fenómenos naturales, es decir, una secularización 
del debate propia de los ideales ilustrados. 
Por lo que respecta al primer aspecto, para evitar la contradicción que éste podría 
sugerir es preciso resaltar, por una parte, la tendencia innegable de la Ilustración a 
hacer de Europa el marco de referencia con respecto al cual juzgar lo ajeno, y por otra 
parte, el hecho de que las ideas de los autores principales arriba mencionados 
encarnaban la percepción que una buena parte de Europa tenía acerca de España: el 
país de la contrarreforma, la nación que había permanecido más reacia a la entrada de 
ideas ilustradas, la que había adquirido inmensos territorios a la fuerza y a costa de 
sangre derramada. Ya desde el siglo XVI se gestaba una visión negativa de las 
conquistas españolas, perceptible en Girolano Benzoni y su Historia del Nuevo 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
27
Mundo, que subraya la injusticia y las crueldades españolas al tiempo que presenta a 
los indígenas como “seres irracionales” (Brading, 1991, p. 230). 
En un plano más general y de tinte menos político, se puede decir que lo que 
estaba detrás de esta visión negativa de España era una nueva forma de otorgar 
credibilidad a las fuentes históricas, tendencia ya bastante fuerte para mediados del 
siglo XVIII. Según afirma Cañizares (2007), en dichos años se comenzó a poner en 
tela de juicio la veracidad de los relatos españoles de la conquista –junto con una gran 
cantidad de relatos elaborados por viajeros sin la formación filosófica necesaria para 
no dejarse engañar por lo aparente– debido a las numerosas incongruencias que éstos 
presentaban entre sí, o por la falta de coherencia, ya fuera interna o con respecto a 
hechos que parecían palpables, como datos geográficos, lingüísticos, climáticos, 
vestigios arqueológicos o fósiles. Cañizares utiliza, al respecto, el término de 
“viajeros filosóficos” para denominar al grupo de escritores de relatos de viaje con 
estas nuevas tendencias, que son los que formarían el corpus de datos en el que 
posteriormente se basarían Buffon, De Pauw y Robertson.
En esta nueva aproximación a las fuentes históricas, casi todas las de los 
españoles cayeron en descrédito, por ser éstos considerados como fanáticos religiosos 
que, como el vulgo, tenían una propensión a la credulidad ingenua (Cañizares, 2007, 
p. 63), una tendencia a aceptar con facilidad y buscar lo maravilloso. Con este ánimo 
fueron criticadas las visiones jesuitas de China y las descripciones del imperio inca 
hechas por Garcilaso, que parecían exaltaciones basadas en símiles clásicos 
grecorromanos. Con el espíritu, pues, de desechar estas interpretaciones que parecían 
engañosas ante los ojos de los ilustrados, se gestaron nuevas maneras de abordar el 
estudio del Nuevo Mundo, maneras que se rodeaban de un manto de “objetividad” 
supuestamente alcanzado por el análisis filosófico.
Ligado con lo anterior, la nueva visión ilustrada se distinguió, como ya se dijo,
por tratar de abordar y explicar los fenómenos naturales desde un punto de vista 
“racional”; al respecto, lo mejor es cederle la palabra a Gerbi (1982), cuya obra es la 
fuente primordial en las siguientes explicaciones aquí expuestas acerca de la disputa 
del Nuevo Mundo:
Con todo, y no obstante la radical revisión a que sometía Hume, la secular doctrina 
de la conexión entre clima y caracteres –readaptada a las nuevas circunstancias, 
robustecida con el ansia racionalista de relaciones claras, precisas, no variables en 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
28
el curso de los tiempos, sino fijas como las leyes de la naturaleza, esquemática, 
evidente, sencilla e irrefutable como lo caliente y lo frío, la sequía y los aguaceros–
acababa por confluir en el juicio sumario que Europa estaba a punto de pronunciar 
sobre América. El continente que en el siglo XVI había suscitado tantos problemas 
filosóficos y teológicos, cosmográficos y políticos, ahora, tras el eclipse de la era 
barroca, se representaba como Naturaleza y como Clima a los espíritus prácticos y 
apasionados del siglo XVIII (p.55).
Como puede observarse, la principal tesis era la del determinismo climático,
recogida de la tradición. En efecto, “el ‘clima’ servía para salvar el abismo lógico que 
mediaba entre la tesis de la debilidad física del continente americano y la de su 
inferioridad civil y política. Era sólo un factor, pero un factor crucial, que permitía 
esbozar una explicación unitaria de infinidad de fenómenos geográficos e históricos” 
(Gerbi, 1982, pp. 54-55).
Es ésta una de las nociones centrales en el conde de Buffon, iniciador de la 
discusión, quien se suele contar entre los más destacados naturalistas de la época. 
Partiendo de una descripción de la fauna y la naturaleza americanas, del estado de 
conocimiento factual a mediados del siglo XVIII y de la información que podía llegar 
a él a través de los viajeros, este autor percibe cuatro cosas: primero, que en el Nuevo 
Mundo los mamíferos son más pequeños, menos variados y menos fuertes –el tapir es 
diminuto en comparación con el elefante; el jaguar, lampiño, no iguala en fuerza al 
león, tan potente y melenudo–; segundo, que los animales domésticos traídos de 
Europa a América sufren de cierta degeneración o decadencia –el ganado bovino y 
los caballospierden fuerza en el suelo americano–; tercero, que el Nuevo Mundo, en 
comparación con el Viejo, tiene numerosos manglares y zonas pantanosas de gran 
humedad; y cuarto, que América posee insectos y reptiles más variados y de mayor 
tamaño.
En un afán por encontrar una sola explicación para todo esto, Buffon aduce el 
estado bruto de la naturaleza americana, es decir, su carácter primigenio y poco 
desarrollado, el cual presenta dos caras: por una parte, es hostil al crecimiento de los 
animales superiores; por la otra, favorece con su clima a los seres inferiores como 
batracios, reptiles, culebras e insectos, que tienen “sangre de agua” y por tanto se 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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reproducen y desarrollan mejor en un medio húmedo, hasta adquirir algunos 
proporciones “gigantescas”.
Así pues, como parte de una asociación antiquísima, a saber, entre el agua y el 
inicio de la vida, llamar al continente americano el Nuevo Mundo tiene incluso un 
sentido físico y geológico: es un mundo primigenio “que permaneció durante más 
tiempo bajo las aguas del mar, que está recién salido de ellas y aún no se ha secado 
bien” (Gerbi, 1982, pp. 20-21). La infancia geológica buffoniana llega investida como 
inferioridad hasta Hegel, quien hereda en buena medida las ideas de Buffon para 
articular su visión del papel de América dentro de la historia (Salmerón, 2003). 
Se puede percibir fácilmente que, dentro de este razonamiento caracterizado por 
una generalización implacable, el hombre queda englobado en el retraso que la tierra 
provoca en los animales superiores. Tal inferioridad estaba corroborada por la 
supuesta falta de apetito sexual de los indios por sus mujeres, su falta de vello, 
símbolo de masculinidad, y lo que mencionaban los viajeros ilustrados, según los 
cuales los idiomas de los pueblos originarios americanos “carecían de los medios para 
expresar ideas abstractas o generales” (Brading, 1991, p. 465), observación hecha por 
Charles-Marie de la Condamine, un “viajero filosófico” en su viaje por Perú en 1737. 
Nótese la forma en que, partiendo de un dato de un grupo nativo particular, se podía 
concluir algo acerca de todo el continente. 
El caso de Cornelius de Pauw, en Investigaciones filosóficas sobre los americanos 
(1768), presenta algunas diferencias en relación con Buffon. Para este último, la 
inferioridad del indio es un corolario de su visión de la naturaleza americana, que es 
la que ocupa el lugar fundamental en su obra; para De Pauw, en cambio, el centro de 
gravitación pasa de la naturaleza al hombre americano. En su visión, que parte de una 
posición en un plano opuesto a la idea del buen salvaje de Rousseau, los indios son 
mostrados como “bestias, o poco más que bestias, que ‘odian las leyes de la sociedad 
y los frenos de la educación’. Viven cada uno por su cuenta, sin ayudarse los unos a 
los otros, en un estado de indolencia, de inercia, de completo envilecimiento” (Gerbi, 
1982, p. 67). Esto último tiene una importancia capital para comprender sus ideas, 
puesto que refleja otra divergencia con respecto a Buffon: éste habla de hombres 
primitivos y de naturaleza en estado bruto, en la infancia; aquél lo describe como un 
estado viciado, depravado, algo que fue en retroceso.
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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La intención de polemizar y llevar al extremo esta visión es algo con lo que la 
mayoría de los historiadores están de acuerdo con respecto a De Pauw. Sin embargo, 
a pesar de sus obvias exageraciones, articuló su interpretación del problema bajo una 
luz novedosa y en correspondencia con el espíritu ilustrado, lo cual explica su fortuna 
editorial –la obra fue rápidamente traducida a diversos idiomas europeos. Esta 
perspectiva se basaba en un esfuerzo por comprender las razones de los horrores 
cometidos por los europeos –españoles, especialmente– y ver los problemas de los 
países americanos al trasluz de hechos que parecían comprobables, para lo cual adujo 
el clima y las catástrofes como explicaciones. 
Respecto a esto último, hay que recalcar que se trata de un argumento cuyas 
fuentes pueden remontarse hasta Francis Bacon y su idea de que había existido un 
diluvio exclusivo de América: 
La inferioridad telúrica del Nuevo Mundo se explica con los mismos argumentos y 
se colorea con las mismas pinceladas que habían servido para ilustrar la triste 
condición de toda la tierra después del Pecado Original y después del nuevo azote 
del Diluvio: se aduce la degeneración de la fauna, se aduce la pérdida de vigor de la 
naturaleza, (…) se aduce la inestabilidad, causa de decadencia incluso para el 
género humano, se aducen varias señales premonitorias del fin del mundo, y se 
aduce, por último, justamente el Diluvio, entre cuyos efectos enumeraba Lutero la 
extirpación de todos los árboles buenos, la formación de desiertos de estériles 
arenas y la multiplicación de bestias y plantas nocivas (Gerbi, 1982, p. 75).
En efecto, De Pauw planteaba la idea de una gran inundación que había trastornado el 
desarrollo de la naturaleza y los hombres en el Nuevo Mundo, lo cual se puede ver 
como un replanteamiento o reutilización secular de una tradición específicamente 
religiosa.
William Robertson, por su parte, tomó un tono menos polémico y estuvo más 
abierto ante las fuentes históricas españolas, retomando sobre todo a Herrera y a 
Acosta, pero con un argumento muy especial en el caso de los testigos oculares 
hispanos, completamente descartados por De Pauw por ser proclives a lo maravilloso: 
para Robertson, “la ignorancia misma de los observadores garantizaba la credibilidad 
de partes de sus testimonios” (Cañizares, 2007, p. 87); eran los españoles recién 
llegados tan ingenuos que no podían haber inventado por sí mismos algunas de las 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
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cosas tan complejas que relataban referentes a la forma de organización social 
prehispánica.
No obstante esta diferencia, Robertson retrata en su Historia de América la 
naturaleza y al hombre americano en términos emparentados a los anteriores: respecto 
a ésta, resalta el predominio del frío en el continente americano, siguiendo a Buffon; 
respecto al segundo, a pesar de su moderación, plantea un esquema donde deja
relativamente mal paradas a las que se consideraban las grandes civilizaciones
americanas. En efecto, en Robertson queda muy clara una de las tendencias que, 
siguiendo a Cañizares (2007), regían los trabajos de la época de los ilustrados: ante la 
desconfianza que les generaban numerosas fuentes históricas –especialmente las 
elaboradas a partir de escritura no alfabética– el mejor modo de estudiar el desarrollo 
del hombre “objetivamente” era buscar directamente culturas que, por sus 
características, demostraran en aquellos momentos estar en estadios más primitivos 
de la humanidad. Dentro de esta perspectiva, que pretendía hacer una “historia 
conjetural” de tales etapas, el Nuevo Mundo se presentaba como una gran 
oportunidad para descubrir al hombre en etapas anteriores dentro de la escala 
evolutiva en cuyo pináculo se colocaba, evidentemente, Europa. Así, en el esquema 
de tres niveles que defendía Robertson –donde el salvajismo ocupa el lugar más bajo; 
la barbarie, el intermedio; y la civilización, el más alto– los mexicasy los incas 
ocupaban el segundo nivel, dejando a las otras poblaciones americanas en el 
salvajismo. Digno de notarse es el hecho de que uno de los aspectos centrales que 
hacían posible adquirir el estatus de civilización era el comercio, Robertson se 
adscribe en el llamado “humanismo comercial”, que defendía que “el surgimiento del 
comercio no amenazaba las virtudes cívicas” (Cañizares, 2007, p. 82).
Robertson también menciona algo que tendría fuertes implicaciones simbólicas; 
cuando describe los hermosos plumajes de las aves americanas, escribe: “But nature, 
satisfied with clothing them in this gay dress, has denied most of them that melody of 
sound, and variety of notes, which catches and delights the ear” (Gerbi, 1982, p. 
199)5. Este silencio de las aves, señal de la tristeza y carácter lúgubre de la naturaleza 
del Nuevo Mundo, se elevó a símbolo de la impotencia expresiva americana en el 
 
5 “Pero la naturaleza, contenta con vestirlas de alegres ropajes, le negó a la mayoría de ellas la melodía
de sonidos y la variedad de notas que atrapan al oído y lo deleitan”. (Todas las traducciones del inglés 
al español son mías) 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
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ámbito de la poesía, idea que incluso un defensor de la naturaleza americana, Thomas 
Jefferson, mantuvo. 
Así, de un modo global, Buffon presentó las bases naturalistas y De Pauw y 
Robertson las conjuntaron con el aspecto cultural e histórico, engarzándose estos 
últimos con la tradición imperial, que enfatizaba el salvajismo de los indios y que 
estaba en plena oposición a la visión criolla: De Pauw lo hizo “negando abiertamente 
la veracidad virtualmente de todas las fuentes históricas que trataban de los indios de 
la época de la conquista” (Brading, 1991, p. 465), las fuentes que hablaban del nivel 
avanzado de los aztecas y de los incas; Robertson lo hizo cuando “en cada punto, 
desde su denigración de Torquemada y Gracilaso hasta su encomio de Gálvez y 
Carlos III, (…) ofendió las sensibilidades de los patriotas criollos” (Brading, 1991, p. 
476).
Las primeras respuestas a todas estas ideas perfiladas en la visión europea 
ilustrada se generaron primeramente en Europa, con autores como Antoine-Joseph 
Pernety, Paolo Frisi y otros que afirmaban haber tenido una experiencia directa en 
América. Entre las críticas provenientes del Nuevo Mundo, el papel central se le suele 
atribuir a la Compañía de Jesús, especialmente a Clavijero. Se puede decir sin lugar a 
dudas que gran parte de la producción intelectual de los jesuitas novohispanos en el 
exilio se dio a conocer bajo la forma de un alegato, una defensa cuyo prepósito era 
desmentir los duros juicios del bando ilustrado, que falseaban, en su opinión, la 
realidad novohispana.
Clavijero, por ejemplo, apoyado en sus conocimientos del náhuatl y otros idiomas 
indígenas, atacó directamente y proporcionando ejemplos la idea de que éstos 
carecían de términos abstractos. De manera más significativa, su Historia Antigua de 
México combatió desde el flanco cultural, haciendo descripciones de los habitantes 
novohispanos, su historia y su pasado prehispánico. 
Pero Clavijero no fue el único que reaccionó; en realidad, puede insertarse en 
una tendencia de carácter más general, que Cañizares (2007, pp. 358-446) ve como la
creación de una “epistemología patriótica”, no circunscrita únicamente a los jesuitas 
exiliados. Según él, la crítica por parte de los criollos contra los ilustrados y sus 
“historias conjeturales” postuló como limitaciones para ellos y sus principios 
metodológicos la falta de conocimiento de lenguas indígenas para comprender a los 
 
 La argumentación a través de la singularidad 
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informantes directamente o para interpretar los logogramas y pictogramas indígenas, 
la falta de experiencia suficiente –como haber estado en América un tiempo 
considerable–, la mala recopilación y uso de las fuentes bibliográficas. Relacionado 
con lo último, la epistemología patriótica defendió criterios diferentes para la 
evaluación de la credibilidad de las fuentes, privilegiando “los testimonios de las 
élites amerindias y de los criollos clericales” (Cañizares, 2007, p. 362). 
Ahora bien, para regresar al grupo de jesuitas expulsos, en una carta que Maneiro 
le envía a Clavijero se puede ver la actitud crítica que seguramente tuvieron ellos 
respecto a las respuestas de Clavijero y, por extensión, a la visión que los ilustrados 
mencionados habían dado de América; por su labor defensora en el debate, Maneiro 
lo llama: “violatae ultorem veritatis" (Osorio, 1989, p. 357).6 Sin duda, esto también 
muestra lo que pudo haber experimentado un jesuita criollo novohispano ante los 
juicios de Buffon, De Pauw y Robertson: sus ideas acerca de la inferioridad, a pesar 
del respeto que podían tenerle a un notable naturalista como Buffon o a un historiador 
de renombre como Robertson, no podían ser más que calumnias. En la misma carta, 
Maneiro anexa un poema anónimo llamado Pro reparata Patriae forma carmen7, el 
cual, siguiendo a Osorio (1989, p. 350), se le puede atribuir a él mismo; en dicho 
poema se le cede la palabra a América, que, retratada como una mujer afligida, 
expresa: 
Complures alexit amor, neque inde colentes / non ultra natale solum rediere, 
penates / hic facere suos, facere palatia natis. / Quos non chara soli traxit dulcedo, 
sed una / auri sacra fames, veniunt, redeuntque. Beatam / me, sin nunquam illi mea 
regna, et littore nossent! / Hi nova spergentes veterem commenta per orbem, / 
prima fuere mihi labes, et origo malorum (Osorio, 1989, p. 359).8
En el pasaje se puede apreciar una clara separación entre los criollos –en los tres 
primeros versos–, descendientes de los que fueron guiados por el amor e hicieron de 
América su casa, y los europeos –en los versos siguientes–, atraídos por el oro, 
 
6 “El vengador de la verdad violada” (La traducción es mía).
7 “Canto en pro de la hermosura restaurada de la patria”. (Las traducciones de este poema son mías)
8 “A muchos atrajo el amor, y ya como habitantes de esta parte / no volvieron a su suelo natal y crearon 
/ aquí a sus propios penates y palacios para sus descendientes. / Quienes no fueron atraídos por el 
encanto y la dulzura / sino sólo por un hambre insaciable de oro, vinieron y se fueron. / ¡Dichosa yo si 
nunca hubieran pisado ellos mis reinos y riberas! / Ellos, al esparcir sus hallazgos e invenciones por el 
Viejo Mundo, / fueron mi primer desgracia y el origen de mis males”.
 
 La argumentación a través de la singularidad 
 Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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residentes temporales y dispersores de los comentarios y las ficciones que fueron el 
origen de los males para el Nuevo Mundo. Aquí, la acusación de codicia tiene como 
presupuesto la riqueza del continente; al dar esto por sobreentendido, parece quedar 
velado que éste es el verdadero contraargumento, el cual sería retomado por otros 
autores.
Asimismo, las ideas de Maneiro entroncan con la tradición criolla con respecto a 
la imagen del indio y, en oposición a Buffon y De Pauw, se acercan a la noción de 
derecho natural y a la del buen salvaje; en su biografía de Campoy, menciona:
En esos lugares [lejos del bullicio de las ciudades populosas] de América, pueden 
verse ordinariamente

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