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Tesis sobre Cartas a Clara de Juan Rulfo

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La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor 
ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la 
Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, 
esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos 
que posteriormente quiera darle a la misma. 
Universidad de Guadalajara 
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades 
División de Estudios Históricos y Humanos 
Departamento de Letras 
Licenciatura en Letras Hispánicas 
 
 
 
 
 
 
La representación de la ciudad en Cartas a Clara 
de Juan Rulfo 
Tesis 
para obtener el grado de 
Licenciado en Letras Hispánicas 
Presenta 
María Elizabeth Nuño Plascencia 
Directora de tesis 
Dra. Silvia Quezada Camberos 
Guadalajara, Jalisco 
Agosto de 2018 
 
! "!
A Dios, padre celestial, que me puso en este camino, gracias a su inmenso amor y 
bondad iluminó mi mente y mi corazón para escribir este trabajo. 
A mis padres, Sergio Manuel y Ana Margarita, por todo el amor, apoyo y 
comprensión que me han brindado todos los días de mi vida. 
A Silvia Quezada, sin ella esta tesis no habría sido posible. Gracias por 
todas sus enseñanzas y por ser la mejor guía que podría tener. 
A mis hermanos Frank, Gigio y Diego para que vean en mí un ejemplo y 
busquen superarse en todos los ámbitos de la vida. 
A toda mi familia, en especial a mi mamá Yaya, Tata y Katy, por creer en mí 
y escuchar todos mis sueños e ideas. 
Al poeta que con versos construyó una historia como la de Rulfo y Clara. 
 
Gracias a la Secretaría de Cultura Jalisco por el apoyo para la realización de esta 
tesis. 
 
 
! #!
La ciudad está llena de caminos. 
Todos son buenos para escapar de 
ella. 
José María Fonollosa 
 
La ciudad, pensativa, con todas sus 
veletas 
sobre el cuajado caos de las 
techumbres rojas 
parece el corazón diverso del poeta 
con la ruidosas vueltas de tantas 
sinrazones. 
Guillaume Apollinaire 
 
La ciudad que nos sueña a todos y 
que todos hacemos y deshacemos 
y rehacemos mientras la soñamos. 
Octavio Paz 
 
En una ciudad, en un libro, 
recorremos en vano los mismos 
caminos, buscando nostalgias 
que ya no nos pertenecen. 
Valeria Luiselli 
 
No somos nunca verdaderos 
historiadores, somos siempre un 
poco poetas y nuestra emoción tal 
vez sólo traduzca la poesía perdida. 
Gaston Bachelard 
 
Las cartas de amor, si hay amor, 
tienen que ser 
ridículas. 
Pero, al fin y al cabo, 
sólo las criaturas que nunca 
escribieron cartas de amor 
sí que son 
ridículas. 
Fernando Pessoa 
 
En tanto que dure el mundo, no 
acabará la gloria y fama de 
México-Tenochtitlan. 
Miguel León Portilla 
 
 
! $!
 
Índice 
 
Introducción!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.5 
Capítulo I: Estado de la cuestión!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.15 
Capítulo II: La ciudad!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.33 
Capítulo III: Cronología de una historia de amor!!!!!!!!!!!!!...55 
Conclusiones!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!...94 
Referencias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!..99 
! %!
Introducción 
Mucho se ha estudiado la obra de Juan Rulfo, y es que con tan solo dos libros: El 
Llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955) se ha coronado como uno de los 
máximos exponentes de la literatura mexicana, título que sigue vigente hasta 
nuestros días. Si bien hay muchos estudios sobre el libro de cuentos y la novela 
antes mencionada, pocos conocen la correspondencia entre Juan Rulfo y Clara 
Aparicio. 
La literatura mexicana del siglo XX ha tenido gran impacto no solo en 
nuestro continente sino en todo el mundo. Juan Rulfo es considerado uno de los 
grandes escritores mexicanos de todos los tiempos. ¿Qué tiene Juan Rulfo que 
nos llama tanto la atención? No responderé a esta incógnita en este momento, 
pero lo cierto es que aunque ya existan múltiples estudios sobre este autor, aún 
hay mucho que se puede decir, perspectivas que abordar o huecos que llenar. Por 
ello me parece fundamental seguir estudiando sus obras, en particular una que no 
se ha trabajado tanto y que nos da una íntima mirada a los pensamientos del 
escritor, hablo de Cartas a Clara (2000). 
La reciente publicación de la correspondencia de Juan Rulfo con Clara 
Aparicio, nos permite adentrarnos en una parte de su intimidad, ya no solo como 
hacedor de personajes e inventor de lugares fantásticos como Comala o Luvina, 
sino que las cartas nos permiten verlo a él como un hombre, como un ser humano 
que siente, sueña y ama. Las cartas pueden ser medios para conocer a una 
persona porque son vestigios reales. Gracias a las cartas podemos conocer la otra 
! &!
cara del escritor, en sus cartas vemos a un Rulfo apasionado, enamorado, 
sentimental. 
Las dos grandes obras de Rulfo aparecieron hace más de 50 años, sus 
cartas vieron la luz hace apenas 18 años, post mortem, y aún no han sido 
estudiadas a profundidad. Estudiar a Juan Rulfo desde sus cartas nos da una 
mirada más íntima y cercana a su literatura desde una documentación verídica. 
El presente estudio se propone profundizar en el análisis de la 
correspondencia publicada de Juan Rulfo. Este estudio incluirá una revisión 
histórica de la Ciudad de México del periodo en el que fueron escritas las cartas 
1944-1950. La Ciudad de México ha tenido múltiples transformaciones, desde su 
pasado prehispánico donde era conocida como la gran Tenochtitlán, pasando por 
el México colonizado, las luchas en busca de la liberación, primero la 
Independencia en 1810 y posteriormente la Revolución en 1910, la llegada de la 
modernidad hasta lo que hoy conocemos como ciudad posmoderna, la Ciudad de 
México ha sido un espacio de constantes mutaciones. Conocer la historia nos 
ayuda a comprender a la quimera que se ha vuelto hoy la Ciudad de México. Sin 
embargo, el presente trabajo no se adentrará en todas las etapas que ha vivido la 
ciudad sino únicamente en el periodo de 1944 a 1950, etapa conocida como el 
Milagro Mexicano; estos fueron los años previos a la publicación de las dos 
grandes obras de Rulfo, años también en los que Rulfo haría propia a la ciudad de 
México. En otras palabras, la presente tesis hace un análisis de la ciudad de Rulfo. 
Como corpus se trabajará con Cartas a Clara de Juan Rulfo. Para darle 
sustento teórico se tomarán diversos estudios sobre la historia de la Ciudad de 
México y sus procesos de urbanización. 
! '!
De entrada se responderá a la incógnita ¿qué es Cartas a Clara? En el año 
2000 se publicó por primera vez en España una recopilación de 81 cartas que 
Juan Rulfo le mandó a Clara Aparicio entre 1944 y 1950; el libro se publicó bajo el 
nombre Aire de las Colinas. Cartas a Clara. Posteriormente surgió una nueva 
edición en México, con el título Cartas a Clara (2012) en el que se aumentó el 
número de cartas a 83 más una nota breve al final que no está fechada y que 
puede fungir como epílogo. Cabe destacar que esta edición fue obsequiada a los 
profesores de educación media como parte del Programa Nacional de Salas de 
Lectura de la Secretaría de Cultura. 
Es evidente que en Cartas a Clara, una de las temáticas más constantes es 
el amor. Yo percibo que el tratamiento que se le da al amor está sumamente 
ligado a la dicotomía presencia-ausencia. El amor de Juan hacia Clara se ve 
marcado por la lejanía entre Guadalajara y la Ciudad de México. Esto nos permite 
ver, de primera mano, cómo concibe Juan Rulfo cada ciudad. Su amor se ve 
nutrido por cartas, esas cartas que son presencia afectiva aunque haya ausencia 
física. “Se trata de soñar encuentros mientras se multiplican los subterfugios para 
impedirlos o para posponerlos. Se trata de entregarse ala pasión y de poseerse 
en arrebatos de palabras que viajan en hileras, formando frases incandescentes, 
hacia cada destinatario, pero con un plazo siempre inalcanzable” (Preciado, 
2016:21). 
Las cartas de Juan Rulfo a Clara Aparicio están escritas con un lenguaje 
amoroso. “Leer epístolas amorosas entraña un peligro: la cercanía de lo 
sentimental; vale decir, de lo cursi. La cursilería es una elegancia dolorosa; pero 
también es la elegancia risible, su inmediatez cutánea lastima” (Preciado, 
! (!
2016:17). Adentrarnos a la lectura de estas cartas implica conocer el lado cursi del 
escritor, a continuación unos ejemplos: “Para ti, caprichito de Dios, toda la bondad 
del cielo y todo el cariño de la tierra, y este humilde y feliz muchacho tuyo que no 
quiere vivir fuera de tu corazón” (Rulfo, 2017:193); “Clara: corazón, rosa, amor! 
Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña” (Rulfo, 2017:21); “Y a veces 
quisiera dejar todo para ir a donde tú estás y ya no moverme nunca de tu lado. No, 
no puedes imaginar hasta dónde alcanza tu ternura, y la que yo te guardo en mi 
corazón, tuyo” (Rulfo, 2017:157). 
No se puede exigir a las cartas de Rulfo el mismo valor literario que tienen 
sus cuentos o su novela breve; no debe haber punto de comparación ya que su 
naturaleza es intrínsecamente diferente. La correspondencia de Rulfo es la prueba 
tangible de los problemas que representaba mantener una relación amorosa a 
distancia y nos muestran el triunfo del amor sobre las dificultades, los problemas 
económicos, el agobio del trabajo y sobre los 615 kilómetros que los separaban. 
Así pues, no me aliviaré hasta que no logre acabar con mis 
preocupaciones y pueda encontrar el remedio. Yo sé cuál es el 
remedio y en dónde está. Hay 615 kilómetros de aquí a donde ella 
vive, a donde están sus brazos y su corazón, y el cariño mío no se 
estará tranquilo hasta no esconderse entre esos brazos y ese 
corazoncito tan bueno. Eso es lo que está pasando. Y por eso no me 
asusto cuando me siento malo, porque yo sé que mi enfermedad 
tiene remedio. (Rulfo, 2017:129). 
 
Las cartas de Juan Rulfo no son únicamente cartas de amor, sino que nos dejan 
entrar en los pensamientos que tenía previos a publicar sus dos grandes obras: El 
Llano en llamas y Pedro Páramo. Podemos ver sus inicios como escritor, la 
emoción que le causaba la publicación de sus cuentos y qué pensaba acerca de 
su propia escritura. También es un recorrido a través de su vida cotidiana, sus 
! )!
planes, sus anhelos, sus gustos; en otras palabras, sus cartas son una puerta a la 
realidad que vivía. 
El tópico que nos interesa en el presente trabajo es el tema de la ciudad. 
Las descripciones que se hacen sobre las calles, los barrios y la formas de 
convivencia nos permiten adentrarnos a la realidad urbana de la Ciudad de México 
de la década de 1940. De la mano de libros de historia, la reconstrucción de la 
ciudad que esta tesis plantea no es la de la Ciudad de México en sí, sino la de la 
ciudad de Rulfo; una reconstrucción de la ciudad que Rulfo habitó desde sus 
propias descripciones, desde sus palabras que ahora son una mirada íntima a su 
espacio creador. 
 
Justificación 
 
La temática de la ciudad es un tópico recurrente en la literatura. Gracias a las 
descripciones que hacen los escritores sobre las ciudades, uno como lector puede 
traspasar los límites geográficos y temporales. Basta con tomar un libro de Balzac 
para saber cómo era la Francia del siglo XIX o un libro de John Dos Passos para 
saber cómo era Manhattan a principios del siglo XX. Luiselli agregaría: “Existen 
escritores que inventan ciudades y se adueñan de épocas enteras con la 
empuñadura de la pluma y el filo de genio: el Londres de Chesterton y Johnson, el 
París de Rousseau o Baudelaire, el Dublín de Joyce” (Luiselli, 2017:106). 
Dentro de la literatura mexicana también ha habido grandes exponentes 
que nos permiten adentrarnos a las ciudades mexicanas, Agustín Yáñez con su 
novela: Ojerosa y pintada (1960); Carlos Fuentes con La región más transparente 
(1958) o lo que posteriormente vendría a hacer Fernando del Paso con Palinuro 
! *+!
de México (1977). Adentrarnos a la ciudad desde estas obras sería un estudio 
interesante, sin embargo no es el objetivo de este trabajo. 
La temática de las ciudades nos parece un aspecto sumamente importante 
de estudiar, ya que lleva consigo connotaciones históricas y culturales. Gracias a 
las cartas de Juan Rulfo podemos hacer un repaso de la Ciudad de México ya que 
en su correspondencia podemos ver indicios de la realidad urbana de los años 
cuarenta. El estudio de las ciudades es importante en la medida en la que nos 
permite reconstruir un pasado histórico. 
Los estudios sobre la ciudad permiten elaborar las reflexiones 
teóricas, que luego pueden convertirse en el pie de teorías más 
abarcadoras, que nos permiten echar un vistazo a la naturaleza de la 
realidad, con las cuales es posible atisbar el fondo de los elusivos 
fenómenos de la organización, del desarrollo y del surgimiento de las 
formas. (Narváez, 2010:17). 
 
Nuestro objeto de estudio es la correspondencia. Tomemos en cuenta que esta no 
es una obra literaria ni ficcional, es una recopilación de cartas verídicas, son un 
testimonio que ha perdurado el paso de los años. Son cartas que fueron escritas 
con la única intención de que una sola persona, en este caso el ser amado de 
Rulfo, Clara Aparicio, fuera el único lector. Y ahora más de medio siglo después 
están al alcance de todos. 
Así como las cartas de Rulfo, también hay otras correspondencias que 
salieron a la luz: José Clemente Orozco con Cartas a Margarita (1987), Juan José 
Arreola con Sara más amarás. Cartas a Sara (2011), Octavio Paz con Jardines 
errantes. Cartas a J.C. Lambert (2008), César Moro con Cartas a Antonio (1976), 
entre otras. 
! **!
El hecho de que cada vez haya más interés en publicar la correspondencia 
de escritores y artistas nos permite conocerlos desde una perspectiva más íntima. 
La viuda de Rulfo justificó su decisión de publicar la correspondencia para que los 
lectores de su marido conocieran al Rulfo dulce que ella conoció. En nuestro caso, 
la lectura de las cartas nos despertó un interés por la historia de vida de Rulfo y la 
historia de la Ciudad de México. No son los detalles amorosos los que nos 
conciernen sino las descripciones sobre la ciudad y el campo, esto con el fin de 
contraponerlos y así desmitificar aseveraciones que se han hecho sobre la vida 
personal de Juan Rulfo. 
El interés por estudiar autores que son tan reconocidos como Rulfo, aunado 
a la reciente publicación de material inédito como son las cartas, íntimas y 
amorosas; hacen de Cartas a Clara un muy tentador objeto de estudio para los 
estudiosos de la literatura mexicana. Este interés es fácilmente comprobable. En 
el XXIII Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea celebrado en marzo de 
2018 en The University of Texas at El Paso hubo mesas enteras para hablar de 
Juan Rulfo, seis ponencias en total que prueban que el autor de Pedro Páramo 
sigue siendo uno de los escritores mexicanos más estudiados actualmente. Entre 
esas ponencias quisiera destacar dos que trataron temas relacionados con la 
presente tesis: “La proxémica intimista de Rulfo en Aire de las colinas: cartas a 
Clara” de José Antonio García Pérez de la Universidad Autónoma de Chihuahua y 
“La Ciudad de México en la vida y en la obra de Juan Rulfo” de Roberto García 
Bonilla de la UNAM. De la primera coincide el mismo objeto de estudio, de la 
segunda el mismo tema. Por lo tanto, estudiar las cartas que escribió Rulfo y 
! *"!
hablar de la relación entre Rulfo y la Ciudad de México es un trabajo actual, de 
interés internacional y pertinente. 
 
Planteamiento del problema 
Las cartas de Juan Rulfo nos muestran el sufrimiento de tener a su amada, Clara 
Aparicio, lejos de él; que sus condiciones laborales no permitendarle la vida que 
él quiere y esos problemas económicos los mantienen separados. El medio que 
usaban para aminorar esta ausencia era escribirse cartas, estas cartas marcan 
una cronología, la de una historia de amor a distancia. ¿Qué se decían en sus 
cartas este par de enamorados? Las palabras de Clara a Juan no las 
conoceremos, pues esas cartas no fueron publicadas, pero sí tenemos las 
palabras de Rulfo hacia Clara, vestigios de un amor. Las circunstancias los 
mantienen lejos pero gracias a esa distancia Rulfo comparte información sobre la 
vida en la Ciudad de México. Al mismo tiempo, entre los problemas que Rulfo le 
cuenta a Clara, hace descripciones de la ciudad. Su forma de concebir la ciudad 
nos hace replantearnos la pregunta si es que a Rulfo se le ha juzgado mal al 
categorizarlo como un autor de lo rural cuando en realidad tenía una gran 
conciencia de los problemas sociales y urbanos. Lo que parecieran unas sencillas 
cartas de amor, son en realidad una puerta a la realidad urbana del México en su 
etapa conocida como el Milagro Mexicano. 
 
Preguntas de investigación 
¿Cómo describe Juan Rulfo a la Ciudad de México? 
! *#!
¿Qué dice la historia sobre la Ciudad de México del periodo 1944-1950? 
¿Cuáles son las diferencias entre la literatura rural y la urbana? 
¿Cómo se plasma la correspondencia de Rulfo en el contexto político y cultural de 
la época? 
 
Hipótesis 
La correspondencia de Juan Rulfo lo desmitifica como un autor de lo rural ya que 
en ella se muestra la representación de la ciudad. El desapego de Juan Rulfo 
hacia los pueblos de Jalisco está íntimamente ligado al progreso económico y 
cultural que había en la Ciudad de México en la década de 1940. 
 
Objetivos 
• Presentar una cronología de la Ciudad de México del periodo 1944-1950. 
• Examinar las descripciones que Juan Rulfo hace sobre la Ciudad de México 
en su correspondencia. 
• Reconstruir partes de la historia de Rulfo a partir de su correspondencia. 
 
Estructura de la tesis 
El primer capítulo titulado “Estado de la cuestión” es una recopilación de los 
estudios que abordan las cartas a Clara. Este apartado está nutrido por artículos 
académicos, fragmentos de tesis, capítulos de libros y notas de periódicos que nos 
brindan una mirada amplia de cómo se ha trabajado nuestro objeto de estudio. 
! *$!
 El segundo capítulo está dedicado a la ciudad. En primer término la ciudad 
como concepto y sus implicaciones en la literatura. En segundo lugar, se habla de 
una geografía específica, la de la Ciudad de México. En tercer término se 
contraponen el mundo urbano y el mundo rural. El cuarto propósito es explicar la 
relación entre Juan Rulfo y la Ciudad de México. En quinto lugar se hace un 
repaso de la década de los cuarenta en México. Estos cinco tópicos nos ayudarán 
a adentrarnos en la correspondencia de Rulfo. 
 El tercer capítulo titulado “Cronología de una historia de amor” hace un 
análisis de las cartas desde una aproximación retórica. A través de apartados 
divididos por años, se hace un recorrido desde 1944 hasta 1950, temporalidad en 
la que fueron escritas las cartas. 
 Por último un apartado para las conclusiones que intentarán englobar todos 
los propósitos de esta tesis. 
 
Metodología 
El método de trabajo para el análisis de las misivas es una corriente 
Historiográfica denominada Historia Cultural. 
Se propone una reconstrucción de la Ciudad de México durante el periodo 
1944-1950 a través de los recuerdos íntimos de Juan Rulfo. 
Se hará una cronología de la vida de Rulfo y su contexto político y cultural 
durante el periodo en el que fueron escritas las cartas a Clara. 
 
! *%!
Capítulo I 
Estado de la cuestión 
 
La crítica ha hecho cientos de estudios sobre la obra de Juan Rulfo. Cada año 
aumenta el número de tesis sobre dicho escritor. Es un autor muy estudiado, no 
solo en nuestro país sino en América Latina y el resto del mundo. Recordemos 
también que su novela Pedro Páramo ha sido una de las obras más traducidas de 
la literatura mexicana, lo que ha hecho que Rulfo sea leído internacionalmente y el 
interés por estudiarlo ha sobrepasado los límites geográficos de nuestro país. 
Si bien abundan los estudios sobre Pedro Páramo y los cuentos de El Llano 
en llamas; son pocos los estudios que se han hecho sobre Cartas a Clara, el 
epistolario íntimo de interés en esta tesis. 
En “Un acercamiento a Juan Rulfo joven a través de sus Cartas a Clara” 
Alicia de J. Giacinti Comte de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, habla 
del estilo, lo lírico, el idiolecto regional que utiliza Rulfo y analiza brevemente cómo 
son los saludos y despedidas de Cartas a Clara. Uno de los aspectos más 
destacables de este ensayo es que hace comparaciones de frases precisas de las 
cartas con frases insertas en Pedro Páramo o en cuentos de El Llano en llamas. 
Hay similitudes entre la forma en la que Rulfo le habla a Clara y las evocaciones 
que hace Pedro Páramo a Susana San Juan: 
Está ahí, además de la vida y los sueños del joven Rulfo, sus 
primeras publicaciones, los modismos lugareños, las palabras 
coloquiales y las frases que tanto nos impactan en sus obras y sobre 
todo, me parece, está el antecedente del amor constante de Pedro 
Páramo por Susana San Juan, con la diferencia de que el escritor 
logró sus anhelos y, en cambio, su personaje murió atormentado por 
la falta de correspondencia de su amada. (Giacinti, 2007:1). 
! *&!
En su ensayo, rescata los vestigios del quehacer literario de Rulfo: cómo fueron 
sus primeras publicaciones y en qué proyectos literarios trabajaba. El único tema 
al que se adentra de manera profunda es el de la soledad que sufre Rulfo y que se 
ve plasmada en las cartas. Una soledad que arrastra desde la infancia, que se ve 
marcada por la ausencia de la mujer amada y posteriormente por un trabajo que lo 
mantiene lejos de sus seres queridos, la familia que ha fundado junto a Clara 
Aparicio. El único salvavidas contra la soledad en la que se ahoga Rulfo son los 
libros y la literatura. 
Carlos Julio Ayram Chede en “Escribir para resistir la soledad: Nostalgia, 
confesión y amor en Cartas a Clara de Juan Rulfo” se centra en tres estados que 
se conjugan y coexisten en el plano de la expresión: la nostalgia, la confesión y el 
amor. 
La nostalgia tiene que ver con un sentimiento de soledad enorme causado 
por la orfandad y la ausencia. Esto motiva en Rulfo una búsqueda de la madre en 
lo femenino, tanto en Clara como en Consuelo, la madre de Clara. El autor 
sostiene que Clara puede ser un sustituto de la madre o una evocación a ella 
porque el cariño que le tiene es únicamente comparable con el amor que le 
profesaba a su madre. 
Las confesiones que Rulfo le dedica a Clara en sus cartas son respecto a 
sus proyectos y ambiciones. Le confiesa lo que quiere lograr, cómo lo quiere hacer 
y la forma en la que él concibe la vida. También son confesiones de sufrimiento 
por un trabajo abrumador y una vida monótona y solitaria. Le confiesa que quiere 
luchar por su amor, por vencer la distancia y formar una familia con ella; comprar 
una casa y amueblar el departamento en el que quiere vivir junto a ella. Otra 
! *'!
confesión que se hace es la de la propia imagen de Rulfo. Él le manda fotografías 
de él mismo. Fotografías en las que Clara podría notar el paso de la vida. 
Imágenes que Rulfo desea que ella grabe en su corazón. 
El amor está presente en cada una de las misivas. Existen múltiples formas 
para hablar y nombrar al amor. El autor del ensayo expone que es a través de la 
escritura, la forma en la que Rulfo hace suya a Clara. Clara es una especie de 
paraíso al que se quiere llegar y una medicina contra la soledad. La soledad hace 
sentir a Rulfo como un prisionero de su realidad, alejado de Clara y desencantado 
del mundo que habita, su único refugio son las cartas que ella le manda aunque 
nunca son suficientes. El autor exponeque el amor de Rulfo es como los amores 
del siglo XIX, alimentado por cartas. 
 Una de las partes más interesantes del ensayo es que el autor hace 
comparaciones entre la escritura de Rulfo, seleccionando algunos fragmentos de 
Cartas a Clara, con textos de Bécquer y San Juan de la Cruz. 
 Ayram Chede destaca el dolor que siente Rulfo a causa de la distancia y su 
intento de amar lo único que recibe de Clara, sus palabras. El autor también 
rescata la habilidad de Rulfo de crear imágenes en sus cartas como si fueran 
caligramas y concluye en que son siete años de confesiones, siete años de cartas 
de amor que pueden estudiarse desde la nostalgia, la confesión o el amor. 
Otro artículo que también aborda a nuestro objeto de estudio es “Las cartas 
de amor de Juan Rulfo a Clara Aparicio” de Silvia Quezada Camberos. En el 
artículo hace una lectura desde la Historia Cultural, particularizando la 
autobiografía. Nos habla de qué es Cartas a Clara y analiza a profundidad la carta 
XXI, fechada el 26 de mayo de 1947. 
! *(!
Trata el tema de la correspondencia, cómo se conforma una carta, cuáles 
son sus características y lo aplica haciendo un análisis de las cartas de Rulfo. 
Expone desde las diversas variantes de saludo: “Mujercita”, “Chachinita”, 
“Mayecita”, “Madrecita”; hasta las frases de cierre: “Juan tu muchacho”, “Juan el 
tuyo”, entre otras. También repara en los lugares en los cuales se escribieron o 
fueron enviadas las misivas: “Virrey Antonio de Mendoza 125, Lomas de 
Chapultepec (enero 1945, Carta III); Bahía de Santa Bárbara 84, (Carta XI, 
fechada en 1947); Filomeno Mata 17 y la avenida Madero, (en junio de 1947, carta 
XXV) o la calle Kunhardt 55, de la Srita. Clara Aparicio” (Quezada, 2017:88). 
La investigadora nos dice: “Las misivas de Rulfo, de carácter personal, son 
fuente primaria para conocer los pensamientos íntimos del escritor en sus años de 
juventud” (Quezada, 2017:94). Los temas que toca son: el tono confesional de las 
cartas, la orfandad de Rulfo y su soledad. Otro de los tópicos que Quezada aborda 
en el artículo es la desigualdad social; la tristeza en las cartas de Rulfo por un 
trabajo de largas jornadas en la Goodrich Euzkadi que no le da dinero suficiente 
para poderle ofrecer la vida que él desea a la futura madre de sus hijos. 
Quezada afirma que a partir de una lectura atenta de Cartas a Clara, 
“Podría sustraerse una autobiografía, y llamar al texto Juan Rulfo por sí mismo” 
(Quezada, 2017: 90). 
Después viene el análisis de la carta XXI e indica los elementos que 
componen la carta de amor: 
1. El reconocimiento nominal hacia la persona amada: consiste en dotar 
de atributos al objeto amado. 
! *)!
2. La complementariedad: es la unidad que se forma entre destinador y 
destinatario. En esta parte, Quezada nos dice, “Juan y Clara piensan 
igual respecto a las acciones ya hechas, de las cuales no hay que 
arrepentirse, y ambos se sienten mejor en la ciudad, mucho más que 
en los ranchos o los pueblos” (Quezada, 2017:93). 
3. La seguridad: se trata de la certeza de haber encontrado a la 
persona correcta. 
4. La conmiseración: el valor que le da la contraparte. 
5. La ambientación: tiene que ver con los elementos que rodean a la 
narración. 
El texto de Quezada gira en torno a las inseguridades de Rulfo, sus 
preocupaciones económicas, el agobio del trabajo aunado al mal clima de la 
Ciudad de México nos muestra lo difícil que fue la juventud del joven escritor. La 
premisa principal de Quezada es que Cartas a Clara es una autobiografía 
confesional e íntima. 
Alberto Vital, uno de los estudiosos que más ha profundizado sobre la vida 
y obra de Rulfo, escribe el prólogo de Cartas a Clara de la edición con la que se 
trabajará en esta tesis, es autor de otro libro que nos da datos concretos sobre la 
vida de Rulfo: Noticias sobre Juan Rulfo. La biografía (2017). 
El volumen es muy amplio y trata una variedad de temas que abarcan gran 
parte de la vida de Rulfo. En lo que respecta a nuestro objeto de estudio que es la 
correspondencia entre Juan Rulfo y Clara Aparicio en una cuartilla expone que el 
ejercicio de escribir las cartas son un antecedente íntimamente ligado a lo que 
! "+!
vendría a ser la relación de Pedro Páramo con Susana San Juan y compara frases 
de las cartas con frases de la novela. 
Entre otros datos que nos pueden ser útiles, en este libro hay apartados 
específicos que nos dejan conocer cómo fue que Rulfo conoció a Clara Aparicio. 
Hace descripciones detalladas del árbol genealógico de ambas familias. Uno de 
los apartados se titula “Entre México y Guadalajara, 1945-1947”, aquí nos habla 
de la transición de ciudades; Rulfo era más feliz en Guadalajara por la presencia 
de su amada pero por cuestiones de trabajo él debía radicar en la Ciudad de 
México. Todo esto lo sabemos por las cartas. 
En un texto muy breve para la primera edición de Cartas a Clara que en el 
año 2000 apareció con el nombre Aire de las colinas. Cartas a Clara (2000), Víctor 
Jiménez en un texto titulado “Juan Rulfo por Juan Rulfo” intenta justificar la 
publicación de las cartas apelando a que el Juan Rulfo enamorado de Clara 
Aparicio y el Juan Rulfo escritor se gestaron de manera simultánea. Además 
menciona en términos generales qué puede encontrar el lector en las cartas de 
Rulfo, entre las que destaca las temáticas del amor, los caligramas, su proceso 
como escritor y detalles de su vida así como sus sueños y ambiciones. 
Menciona que los lectores actuales de Rulfo tienen una visión más 
completa de la vida y obra del escritor, una visión a la que sus contemporáneos no 
pudieron acercarse pues no tuvieron acceso a las tantas entrevistas, publicaciones 
y a las cartas mismas que años después saldrían a la luz. 
La tesis “Negativos de una rolleiflex: una lectura cruzada entre “Luvina” y 
tres fotografías de Juan Rulfo” de Fernando Herrera García, presenta un tema de 
estudio innovador, Herrera compara el cuento de “Luvina” con tres fotografías 
! "*!
tomadas por el propio Rulfo. Hace un análisis visual y al mismo tiempo 
comparativo entre imagen y literatura. De esta forma, Herrera centra un 
precedente de las otras vertientes por donde se puede estudiar la obra de Rulfo. 
Aunque la temática de la tesis de Herrera dista mucho de mi objeto de 
estudio, menciona la existencia de Cartas a Clara y las usa de ejemplo para 
explicar la diferencia entre epitexto privado y público: “Un claro ejemplo de epitexto 
privado en Juan Rulfo sería la correspondencia entre él y su mujer, Clara Aparicio, 
hoy publicada por la Fundación Juan Rulfo” (Herrera, 2015:40). 
En la más reciente edición de El gallo de oro (1959), editada por la editorial 
RM y la Fundación Juan Rulfo, publicada en mayo de 2017 para celebrar el 
centenario de Rulfo, se incluyó la carta XII fechada en febrero de 1947, además de 
otros textos poco conocidos de Rulfo. En la contraportada del libro podemos leer: 
“A partir de la edición de 2017 se incorporan dos relatos tempranos de Rulfo [!] 
así como una carta de 1947 a su novia, Clara Aparicio, en la que reflexiona sobre 
su medio laboral y un proyecto de vida con ella”. En la edición antes mencionada 
vienen dos estudios sobre El gallo de oro pero no se menciona más sobre la carta 
ni por qué fue incluida en dicha edición. Esta carta es una de las más citadas tanto 
por investigadores como por periodistas. Personalmente creo que esta es una de 
las misivas más importantes de toda la correspondencia porque es una muestra 
más completa de lo que se puede encontrar en el resto del epistolario. Las 
primeras líneas tienen un tono poético: “Ellos no pueden ver el cielo. Viven 
sumidos en la sombra, hecha más oscura por el humo” (Rulfo, 2017:51). Pareciera 
que nos va a narrar una historia y esa es la historia de unos trabajadores 
explotados. Esta carta es un claro ejemplo de los temores y angustias que siente 
! ""!
Rulfo; también expresasus sentimientos hacia la Ciudad de México: “Cuánto me 
gustaría estar allá, y volver a empezar de nuevo a conocerte y vivir allí, pero sin 
miedo, sin dificultades ni ningún temor de perderte. Y es que aquí la vida no es 
nada blandita. Es como si de nueva cuenta también estuviera uno comenzando a 
vivir. A veces me imagino que desde que llegué a esta ciudad he estado enfermo y 
que no me aliviaré ya jamás” (Rulfo, 2017:53). También es una muestra de las 
palabras cariñosas que Rulfo tiene para con Clara durante todo el epistolario: “Sin 
embargo, tu carta me dio un enorme gusto. Puse las dos manos para recibirla y la 
leí con mis dos ojos y luego la volví a leer porque hay algo allí que a mi corazón le 
gusta. Hay algo en todo lo tuyo que a mi corazón le gusta mucho. Y tú sabes que 
a este corazón que yo te he regalado hay que darle gusto” (Rulfo, 2017:52). Por lo 
tanto, considero que la elección precisa de esta carta que combina la crítica social, 
la confesión y el amor, al incluirla en la nueva edición de El gallo de oro, es un 
acierto en el sentido de que puede despertar el interés de los lectores de Rulfo y 
guiarlos hacia la lectura de la correspondencia íntima que es Cartas a Clara. 
Sabemos que ha habido muchas personas que han escrito la biografía de 
Juan Rulfo, entre ellos: Alberto Vital, Nuria Amat, Roberto García Bonilla, Reina 
Roffé, entre otros. En el año 2014 se publicó una biografía más de Rulfo pero con 
la peculiaridad de ser en forma de novela gráfica. Rulfo. Una novela gráfica (2014) 
de Óscar Pantoja y Felipe Camargo, nos hace un recorrido por la vida de Rulfo 
desde 1923, año en el que Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, padre del escritor Juan 
Rulfo, es asesinado; hasta el año 1964. El libro recorre diversos pasajes de la vida 
de Rulfo, en los que destacan la publicación de su novela Pedro Páramo en 1955. 
! "#!
El capítulo XIV está dedicado a Clara Aparicio. En este capítulo se habla de 
cómo conoció a Clara y comenzó a pretenderla. “Rulfo le escribió a Clara una 
infinidad de cartas. En ellas le expresaba su amor, sus miedos, sus inseguridades, 
sus angustias, su admiración infinita por ella” (Pantoja, 2014:161-162). 
Acompañado de ilustraciones, también transcribe un fragmento de la primera 
carta. “Las cartas le ayudaron a sobrevivir, a luchar contra la angustia, a tomar 
decisiones en su vida. Su esposa, años después de la muerte de Rulfo, publicaría 
un volumen con ellas que se llamaría: Aire de las colinas. Cartas a Clara” (Pantoja, 
2014:163). 
La publicación de la correspondencia privada de uno de los máximos 
escritores de la literatura mexicana no podría pasar desapercibida. Desde su 
publicación en el año 2000 han salido diversas notas en periódicos, de las que me 
gustaría destacar algunas; en el conocimiento de que los diarios son prensa 
rápida, no especializada, las incluyo porque, como podrá verse, quienes las signan 
son autores que conocen la vida y obra de Rulfo y le han dedicado estudios 
mayores: 
“Rulfo. Aire de las Colinas” una nota de Juan Bonilla, publicada el 17 de 
mayo del 2000 en el diario El Cultural, de entrada comienza diciendo: “La 
aparición de un libro con ochenta cartas de amor inéditas de Juan Rulfo, es, a no 
dudar, un acontecimiento editorial y literario” (Bonilla, 2000). La nota destaca que 
son cartas de amor en las que se pueden encontrar delicadas muestras de prosa 
lírica. 
Cuestiona si es lícito publicar las cartas de Rulfo, ya que fueron escritas 
para una sola persona y ahora pueden estar al alcance de todos. El periodista dice 
! "$!
que la publicación de las cartas se justifica si es por el propósito de acercarnos a 
las obras de Rulfo. Destaca que hay que tener en claro que Cartas a Clara y 
Pedro Páramo son muy diferentes, a la primera la sitúa en anécdota y banalidad 
mientras que a la segunda en intimidad y poesía. En este comentario, de 
apariencia simple, se encierra una argumentación con respecto a por qué no 
puede compararse el género epistolar y el novelístico, donde ya existe una 
asimilación del oficio creativo. 
Bonilla transcribe un fragmento de la segunda carta para que el lector se de 
una idea del tono con el que están escritas y dice que son muy diferentes a la 
correspondencia entre Gustave Flaubert y Louise Collet o Henry Miller y Anais Nin. 
Agrega que uno como lector puede leer las cartas de Flaubert y disfrutarlas 
intensamente sin la necesidad de haber leído antes Madame Bovary, sin embargo 
para un lector que aún no ha leído a Rulfo, le sugiere no iniciar con las cartas. 
El autor de la nota también habla del prólogo escrito por Alberto Vital en el 
que justifica la publicación de las cartas por ser documentos verídicos, testimonios 
del universo de Rulfo que después reflejaría en sus obras. 
Bonilla menciona también que cada vez estamos más habituados a la 
aparición de libros de este carácter y que se justifican si ayudan a enriquecer la 
figura del escritor. En el caso de Rulfo ayuda mucho ya que siempre fue una 
persona muy reservada. 
Después transcribe un fragmento de la carta XII para sostener la premisa 
de que esa carta es un ejemplo del “sol oscuro” de la prosa de Rulfo. 
Para Bonilla, Cartas a Clara es: 
! "%!
Una colección de cartas agradable de leer, con pocos contrastes en 
el tono, aunque de vez en cuando a Rulfo se le dispara el pesimismo 
y en otras ocasiones, pocas, la euforia le hace temblar las manos. 
Nos permite, desde luego, asomarnos a la cotidianeidad de un amor 
que, como todos, para serlo de verdad necesitaba de unas cuantas 
cartas ridículas y sinceras, de unos cuantos párrafos dulces y una 
cabalgata de dudas y momentos de autocrítica. (Bonilla, 2000). 
 
En “Las cartas de Juan Rulfo enamorado resucitan la leyenda de un autor único”, 
una nota de Miguel Mora publicada el 26 de mayo del 2000 en el diario El País, el 
autor hace referencia a los 38 años de matrimonio en los que Clara Aparicio 
guardó las cartas que Juan Rulfo le escribió entre 1944 a 1950. 
La primera edición de las cartas fue publicada en Madrid con el nombre Aire 
de las colinas. Clara Aparicio y sus hijos Claudia y Juan Carlos asistieron a la 
presentación en Madrid; su otro hijo Pablo, los acompañó por videoconferencia. 
Clara defendió a su marido del calificativo de bebedor que le habían puesto y de 
los ataques que otros escritores hicieron en su contra sobre si le habían ayudado 
a escribir Pedro Páramo. Clara también menciona que Rulfo fue tan feliz de haber 
escrito Pedro Páramo que ya no quiso ni pudo volver a publicar. 
El autor de la nota cuestiona qué pensaría Rulfo de ver sus cartas 
publicadas. Clara defiende que estaría feliz y que no hubo motivos económicos 
para que haya decido publicar las cartas, más bien ella quería que el mundo 
conociera al Rulfo que ella conoció. También nos dice que el proceso creativo que 
llevó Rulfo para escribir Pedro Páramo fue poco a poco, en las cartas hay indicios 
de que ya había iniciado a escribir su única novela. 
Sobre Cartas a Clara Mora nos dice: “Tal vez el mayor mérito de estas 
cartas es que enseñan el alma y la intimidad de una etapa crucial de Juan Rulfo. 
! "&!
Las empieza a escribir con 27 años, sintiéndose todavía huérfano, endurecido por 
el correccional de Guadalajara donde vivió, lejos de su amada once años menor. 
Las acaba con el corazón lleno de esperanza” (Mora, 2000). El adjetivo 
correccional suena fuerte, en realidad el Colegio Luis Silva al que asistió Rulfo era 
un colegio religioso con disciplina férrea. La nota también habla de cómo se 
conocieron Rulfo y Clara en el Café Nápoles en Guadalajara. 
“Aire de las colina (Cartas a Clara)” una nota de Marco Antonio Campos 
publicada el 21 de octubre del 2001 en La Jornada Semanal número 346 nos da 
información sobre nuestro objeto de estudio. 
Comienza introduciendo cómo se conocieron Juan Rulfo y Clara Aparicio. 
Después nos habla de la regularidad con la que Juan enviabalas cartas y detalla 
por años el número de misivas enviadas en el que destaca 1947 como el año en el 
que se enviaron más cartas. El autor de la nota dice que Clara guardó las cartas 
de Rulfo, a diferencia de él que no conservó las de Clara. 
Compara las frases de Rulfo con frases de Bécquer y López Velarde. Habla 
de los investigadores de la obra de Rulfo como: Jorge Ruffinelli, Sergio López 
Mena, Juan Antonio Ascensio y destaca sobre todo a Alberto Vital al que le 
atribuye el rescate de la correspondencia. 
Explica el por qué del título “Aire de las colinas” que es por referencia a una 
frase de la carta del 3 de junio de 1947. También recuerda pasajes de las cartas 
donde Rulfo le cuenta a Clara que le van a publicar sus cuentos y las partes que 
apenas vislumbran lo que llegaría a ser Pedro Páramo. Rescata las partes en las 
que Rulfo le comenta a Clara su amor por los libros y que gasta bastante dinero en 
! "'!
ellos. Además de su gusto por la lectura dedicaba tiempo al alpinismo, el cine y la 
fotografía. 
Campos externa que Rulfo prefería la vida en la ciudad sobre la vida en el 
campo y detalla los años en los que radicó en la Ciudad de México antes de 
instalarse definitivamente en ella hasta su muerte. También menciona las 
direcciones donde Rulfo vivió en la Ciudad de México. Aunque Rulfo prefiere la 
ciudad, en sus cartas se pueden encontrar quejas sobre lo duro que puede ser la 
vida en ella y para sustentarlo transcribe un fragmento de la carta XIV fechada en 
marzo de 1947, en la que Rulfo se queja de la contaminación; y un fragmento de 
la carta XX del 9 de mayo de 1947 en la que se queja de lo dura que es la vida en 
la ciudad. Sin embargo en otras cartas habla de la belleza de la ciudad como si la 
hubiera redescubierto. 
El autor de la nota cuestiona el origen de la desconfianza e inseguridad de 
Rulfo frente al mundo y responde a la incógnita por la orfandad y la soledad que 
sufrió desde muy pequeño. Habla de las confesiones que Rulfo le hizo a Clara, 
sobre lo mal que se sentía y que ella era su único antídoto contra la tristeza y el 
desaliento. 
Campos hace un recorrido por lo que, gracias a las cartas, se sabe de los 
trabajos que desarrolló Rulfo dentro de la Goodrich Euzkadi, desde supervisor de 
los obreros hasta vendedor de llantas y los lugares por los que viajó como 
Zamora, Papantla, Poza Rica y Tuxpan para cumplir con su trabajo. También 
narra que por motivos de trabajo, una temporada Rulfo se quedó solo en la Ciudad 
de México; Clara volvió a Guadalajara para que allá nacieran sus primeros hijos 
! "(!
Claudia y Juan Francisco. Rulfo echaba de menos a Clara, a su familia y 
lamentaba tener el trabajo que tenía. 
El autor de la nota finaliza hablando de la experiencia de conocer a Rulfo en 
persona y de las percepciones que tenía de él. Para Campos, las cartas a Clara 
son: “Un documento sentimental, para saber algo de la persona del enigmático y 
genial autor de El Llano en llamas y Pedro Páramo, dos libros donde la poesía y la 
música hacen hablar en increíbles acordes a la vida y la muerte” (Campos, 2001). 
“El silencio de Juan Rulfo” una nota de César Leante publicada el 19 de 
agosto del 2000 en el periódico español El País nos proporciona información sobre 
cómo llegó a publicarse Aire de las Colinas, el título que se le dio a la primera 
edición de las cartas. 
El periodista menciona que Clara Aparicio por una parte sentía que la crítica 
y los lectores podrían pensar que estaba haciendo algo terrible al publicar los 
cuadernos y que sería algo que Juan Rulfo no habría aprobado pues en vida 
jamás pensó en hacerlo; pero por otro lado se convencía de que debía publicarlos: 
Lo he pensado. Pero algo ocurre dentro de mí cada vez que repaso 
las páginas de estos cuadernos; cada palabra, cada frase, cargadas 
de vivencias y sentimientos, me hacen reflexionar sobre la necesidad 
de compartir estos relatos tan llenos de él y que, sin duda, contienen 
nuevas pistas para la lectura de Pedro Páramo y El Llano en llamas. 
(Leante, 2000). 
 
Recordemos que las cartas fueron publicadas post mortem de Rulfo, al igual que 
muchas otras correspondencias como la de Virginia Woolf que tras su muerte, su 
hijo publicó la correspondencia con Vita Sackville. Esto nos hace cuestionarnos, 
¿dónde quedan los deseos del escritor? 
! ")!
Esa exaltación que más bien parece una expiación, la exhiben todos 
los amantes fallidos, sus hijos, familiares y depositarios de las cartas 
de la amada amante fenecida, como para enmascarar un sentimiento 
de culpa acumulado por el tiempo, la crítica o esa mal llamada 
“democracia literaria” en la que se pregona la gastada frase: “Los 
lectores, el público y sobre todo los jóvenes, tienen el derecho de 
conocer la verdad” (Preciado, 2016:25). 
 
La nota también habla del proceso creativo de Rulfo y de los textos que no llegó a 
publicar. Todo eso se sabe por Los cuadernos de Juan Rulfo (1994). También 
hace énfasis en el silencio de Rulfo, por qué dejó de publicar y lo que respondía 
cuando se lo cuestionaban. Y es que aunque Rulfo ya no volvió a mandar nada a 
la imprenta, se sabe por sus cuadernos que sí tenía otros textos terminados como 
“Cleotilde”, “Guerrillas”, “La noche que lo dejaron solo”, y además trabajaba la 
novela “La cordillera” que dejó de escribir. El periodista nos habla de los 
argumentos de estos textos que no fueron publicados y también lo que algunos 
críticos han dicho sobre los cuentos de El Llano en llamas. 
“Las Cartas a Clara, de Juan Rulfo, testimonio de la entrega de un hombre 
a la vida” una nota firmada por la redacción de La Jornada Aguascalientes, 
publicada el 14 de febrero de 2016 nos aporta una lectura más reciente de las 
cartas. 
 Comienza mencionando los elementos de la carta de amor: “Imaginación, 
emoción, creatividad y un sentido de juego”. Habla de una nueva edición que ya 
compone 84 cartas y que fue distribuida por el Programa Nacional de Salas de 
Lectura de la Secretaría de Cultura en México. 
 El autor de la nota encuentra en las cartas un recorrido por la ciudad: “Le 
acompañamos en restaurantes, en los distintos espacios donde habitó; en las 
! #+!
rutas que le marcaba su trabajo, mientras escribe. Captamos en ellas un 
movimiento espiritual que se desplaza de la desolación a la esperanza” (La 
Jornada, 2016). 
 La nota viene acompañada de 11 citas de distintos fragmentos de las cartas 
para hablar de la soledad y la distancia entre Rulfo y su ser amado. “En estas 
cartas casi todo es futuro que se filtra a través de las expectativas imaginadas por 
el deseo, los planes para que el sentimiento no se pierda, el reto de hacerse 
conocer casi exclusivamente por lo que va contándole de sí mismo”. (La Jornada, 
2016). 
 La presencia de la ciudad es otra de las temáticas que se pueden encontrar 
en las cartas: 
Dejan estas misivas tras de sí un registro de lo cotidiano, como 
ningún documento podría abarcarlo y que va desde lo que 
desayunaba el escritor, a sus excursiones para escalar los volcanes 
o el Nevado de Toluca; de su experiencia e impresiones de la Ciudad 
de México, a comentar de pasada los cuentos que va publicando. (La 
Jornada, 2016). 
 
La redacción finaliza con una breve semblanza sobre Juan Rulfo. 
Uno de los libros más recientes que se han escrito sobre el estudio de Rulfo 
es Había mucha neblina o humo o no sé qué (2016) de Cristina Rivera Garza. 
Este libro con forma de ensayo literario nos habla de la vida de Rulfo desde una 
narrativa experimental. El esfuerzo de Rivera Garza por reconstruir a un Juan 
Rulfo “mío de mí” la llevan al estudio de las múltiples biografías, entrevistas y 
artículos académicos que se han escrito sobre el escritor mexicano. De Cartas a 
Clara recoge varios fragmentos que a veces utiliza como epígrafes y en otras 
partes para explicar los pensamientos de Rulfo y extractos de la vida de este. “Las 
! #*!
cartas que Juan Rulfo le escribióa Clara Aparicio, quien en 1948 se convirtió en 
su única esposa, ‘además de ser de amor, son también un registro del amor que le 
profesaba’, constituyen un registro de ese andar cotidiano que, en conjunto con 
sus libros, configura su ética como escritor y como ciudadano” (Rivera, 2016:90). 
Aunque este libro no es un estudio exclusivo sobre la correspondencia de 
Rulfo, Rivera Garza sí dedica varias páginas a hablar de ella: 
Rulfo enumeraba en sus cartas de amor, con el gusto detallado del 
anticuario y la mirada pragmática del hombre de todos los días, una 
larga lista de negocios, como parece ser que llamaba a los asuntos 
de la vida cotidiana, especialmente los relacionados con el 
matrimonio. Ahí estaba, ciertamente, el tema espinoso de los 
posibles aumentos de suelto y la rabia ante instancias de injusticia 
laboral. También abundaban las preocupaciones por el dinero, o su 
falta, como al tratar el asunto de la renta del departamento y su 
¿desesperada? compra de diez boletos de lotería con los cuales 
terminó por no ganarse nada. [!] Sólo un hombre de provincias, con 
esa atención desmedida ante su entorno, apegado hasta la médula a 
las cosas de la tierra, pudo haber traducido los murmullos cotidianos 
en pura escritura. (Rivera, 2016:91). 
 
En suma, Rivera Garza ve en Cartas a Clara, una documentación de la vida 
cotidiana de Rulfo. También nos muestra que la lectura de estas misivas fueron 
una fuente importante para escribir su libro y generar contenido más actual, 
usando el lenguaje literario para crear una especie de biografía literaria que retrata 
el Rulfo que ella concibe. 
Después de mencionar estos estudios sobre Cartas a Clara, podemos 
observar que ha habido lecturas cruzadas entre la obra literaria de Rulfo y las 
propias cartas. Hay ecos de la voz de Rulfo en sus personajes. Gracias a las 
cartas se ha podido rescatar información valiosa sobre la vida de Rulfo en esos 
años y que han contribuido a la creación de biografías más completas y certeras 
! #"!
sobre Juan Rulfo. Cada uno de estos estudios se centran en diferentes temas, 
aunque muchos coinciden en hablar de la soledad y el amor, todos aportan 
perspectivas diferentes. 
Por otro lado, sobre la vida del autor podemos encontrar mucha 
información, desde reseñas y semblanzas hasta entrevistas, en la que destaca la 
de Joaquín Soler en 1977; y es que Juan Rulfo no solo se destacó como escritor, 
era un hombre apasionado por la fotografía, el alpinismo y la música. Algunas de 
sus fotografías las podemos encontrar en el libro que se ha seleccionado como 
corpus. 
Por lo que pudimos observar, hasta ahora ningún estudio sobre Cartas a 
Clara profundiza en la temática de la ciudad, esa tierra baldía que Rulfo 
representa en sus cartas, aunque muchos sí encuentran esa constante en la 
correspondencia. El ensayo que sí da pinceladas sobre el tema de la ciudad es el 
de Ayram Chede. En ese estudio el autor sí se adentra a la ciudad desde su 
simbología e intenta explicar qué valor ocupa cada ciudad en Rulfo, sin embargo, 
no es el tema principal del ensayo. Ante la falta de estudios profundos sobre la 
representación de la ciudad en la correspondencia de Rulfo, este trabajo se 
enfocará en ello. 
 
! ##!
Capítulo II 
La ciudad 
 
La presencia de la ciudad en la literatura ha existido desde tiempos antiguos. Ya 
Platón la refería en La República: “Cada uno debe atender a una sola de las cosas 
de la ciudad; a aquello para que su naturaleza esté mejor dotado” (Platón, 370c, 
433ª). A lo largo del tiempo, la ciudad ha sido un tema de estudio de muchos 
pensadores, quizá porque la ciudad implica un tema de identidad. 
Sólo en una ciudad, no ideal como la platónica, sino real como la 
renacentista florentina, pudo pensarse esa síntesis en términos 
reales, de manera que en ella el artista pasara a construir la figura 
misma del hombre, el cual, semejante a Proteo, aparece en la 
filosofía de la época como aquel ser que carece de identidad y 
esencia definida. Y que por esa razón puede construir, hacer, 
producir consigo mismo cualquier identidad. (Trías, 1983:23). 
 
En la ciudad tenemos diversos actantes, los pobladores, habitantes de un lugar y 
momento específico; entre estos actantes podemos destacar al artista porque sus 
obras (pinturas, libros, esculturas, entre otras) trascienden el paso del tiempo. Es 
por medio de los vestigios del artista que podemos hacer estudios históricos de 
ciudades y tiempos pasados. 
Tenemos, por otra parte, un artista productor en la base de la ciudad: 
amalgamado a agricultores, médicos, creadores de instrumentos. 
Sólo que ese productor no crea cosas reales sino simulaciones de 
objetos, no transforma cielo y mar, tierra y subsuelo, sino que refleja 
con un espejo las cosas ya existentes. (Trías, 1983:68). 
 
Como decíamos al inicio de este capítulo, la literatura de la ciudad ha existido 
desde tiempos antiguos, no obstante, ha tenido mayor auge en ciertos momentos, 
uno de ellos fue el siglo XIX en Francia, donde la novela realista francesa cobró 
mucha fuerza, especialmente con Honoré de Balzac, autor de libros como: La piel 
! #$!
de zapa (1831), Papá Goriot (1835), La prima Bette (1846), entre otros, cuyas 
tramas se realizaban en ambientes urbanos y retrataban la sociedad de su tiempo. 
A propósito de Balzac: 
Su método de observación minuciosa de los individuos y su entorno 
convirtió sus novelas, su “historia del corazón humano”, en 
magníficos documentos de la vida cotidiana. Convergencia del 
binomio literatura-historia que daría frutos cientos de años después, 
cuando las novelas se convirtieran en puntos de partida para 
estudios historiográficos de la vida social o de la vida cotidiana o, 
incluso, en nutrientes documentales de los mismos. (De los Reyes, 
2012:12). 
 
Mientras tanto en México en el siglo XIX el ambiente en la literatura sigue estando, 
en su mayoría, ubicado en espacios rurales. Incluso al inicio del siglo XX la 
literatura que más abundaba trataba temas de la tierra, esta circunstancia tiene su 
justificación por el momento histórico que se vivía, la del conflicto en las haciendas 
y los caminos y luego el de la Revolución Mexicana en 1910. No es de extrañar 
que la novela de la revolución fuera la corriente literaria que predominaba. Autores 
como Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, Francisco Luis Urquizo, José Rubén 
Romero, Rafael F. Muñoz y Nellie Campobello son algunos exponentes de dicha 
corriente literaria. 
En México vemos el despertar de la literatura de la ciudad hasta 1958 con 
la publicación de La región más transparente de Carlos Fuentes. Es entonces 
cuando los espacios insertos en la narrativa mexicana dejan de ser rurales y 
muestran una sociedad que habita la urbe. Como ejemplos de lo anterior tenemos 
Ojerosa y pintada (1960) de Agustín Yáñez y Palinuro de México (1977) de 
Fernando del Paso. Estas referencias concretas no indican que antes no se 
hablara de la ciudad, de hecho sí se hacía. En el siglo XIX autores como Ignacio 
! #%!
Manuel Altamirano con Clemencia (1869), Manuel Gutiérrez Nájera con La novela 
del tranvía (1887), hablaban ya de las ciudades de México y hacían cuadros de la 
vida cotidiana. 
No se puede decir que toda la literatura mexicana antes de la revolución era 
rural o que la literatura postrevolucionaria se vuelve necesariamente urbana; El 
Llano en llamas (1953) de Juan Rulfo, Al filo del agua (1947) de Agustín Yáñez, El 
luto humano (1943) de José Revueltas, son ejemplos claros de que se seguía 
haciendo literatura rural a mediados del siglo XX. Lo que sí es evidente es que con 
el fin de la revolución y posteriormente con el progreso económico de México, la 
demografía cambió, las personas comenzaron a mudarse del campo a la ciudad y 
este puede ser uno de los factores del porqué la ciudad empezó a cobrar auge en 
la literatura mexicana. “Una parte de los artistas mexicanos difundía los ideales de 
la joven Revoluciónal empaparse de las fuentes de la mexicanidad, mientras otros 
trataban de rivalizar con las metrópolis artísticas de Occidente, movidos por una 
necesidad irreprimible de incorporar a la Ciudad de México al siglo XX y de 
expresar su modernidad” (Gruzinski, 2014:43). Esta bifurcación de tendencias, 
unos hacia lo rural, otros hacia lo urbano no era exclusivo de la literatura. La 
pintura también fue participe de esta encrucijada de mundos que parecen tan 
distintos. “Los caminos de muchos creadores se cruzaban en la Ciudad de México: 
Eisenstein no tenía ojos más que para el campo mexicano, mientras que 
Siqueiros, igual que Rivera, se sentía irresistiblemente atraído por las grandes 
ciudades industriales de Estados Unidos” (Gruzinski, 2014:57). 
Entre las principales diferencias que podemos encontrar entre la literatura 
rural de la urbana, está el habla. En El Llano en llamas encontramos diálogos que 
! #&!
imitan la forma de hablar de los campesinos de Jalisco. En la literatura de la 
ciudad el lenguaje es más estandarizado, más comprensible para las personas 
que nunca han visitado ciertas regiones rurales. 
Otra de las diferencias más evidentes son los espacios. Las descripciones 
que se hacen en la literatura rural suelen ser espacios abiertos, campos, montes, 
ríos; en la ciudad el narrador describe los edificios, las calles, los aparadores; son 
los elementos los que conforman ambientes diversos. La arquitectura es distinta. 
“La ciudad quiere parecerse también al campo [!] pero el campo también quiere 
parecerse a la ciudad, imitar sus arquitecturas, sus espacios. Los pueblos quieren 
olvidar sus arquitecturas clásicas y buscan arquitecturas violentas y 
tremendamente urbanas” (Cortés, 2003:167). 
Las actividades que realizan los actantes distan mucho entre el campo y la 
ciudad. Mientras que en el ambiente rural los personajes se encargan de sus 
animales, de trabajar la tierra, de caminar largas distancias para ir de un pueblo a 
otro; en la ciudad, en cambio, los personajes pueden desarrollar un sinfín de 
actividades, tienen más medios de entretenimiento y ocupan profesiones muy 
variadas. “Si el mundo rural es el mundo de la apropiación (propiedad), el mundo 
urbano es el mundo del intercambio, de la mercancía, del signo” (Cortés, 
2003:167). 
Los tiempos en la narrativa de la ciudad pasan deprisa “se observa que las 
ciudades cambian más deprisa que el corazón de los hombres que las habitan” 
(Cortés, 2003:166); a diferencia de la narrativa del campo donde los días parecen 
eternos. Italo Calvino decía: “Marco Polo es capaz de descubrir las razones 
secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que 
! #'!
puedan valer más allá de todas las crisis” (Cortés, 2003:162). Con frecuencia se 
ha hablado de la ciudad como un espacio caótico a diferencia del campo donde 
los días son más pasivos; sin atrevernos a afirmar si esta aseveración es 
verdadera, sí existen motivos que hacen que los habitantes de las ciudades vivan 
en ellas. Se escuchan casos de personas que sufren de estrés en la ciudad pero 
aun así prefieren vivir en ella. A propósito de Nueva York, una de las ciudades 
más populares del mundo, Cortés nos dice: “La ciudad con la que se tiene que 
tener una relación de amor-odio [!] en realidad, con toda ciudad existe esa 
relación de encantamiento y desencanto, la contradicción del continuo 
(homogéneo) y la diferencia” (Cortés, 2003:165). Esta relación amor-odio la 
podemos encontrar en cualquier ciudad, en especial en las grades urbes como la 
Ciudad de México. En la correspondencia de Juan Rulfo que vamos a analizar 
podemos encontrar también esta relación amor-odio por la ciudad. Por un lado la 
fascinación por todas las actividades, productos y servicios que ofrece la ciudad, 
por otro, la soledad. “Las grandes ciudades son refugios de soledades, espacios 
de frustraciones e insatisfacciones que conducen con frecuencia a la depresión, 
un sentimiento que casi todos padecemos” (Legorreta, 2007). 
Hay muchas incógnitas que giran en torno a Juan Rulfo, la más grande 
podría ser: ¿Por qué no publicó más?, asunto en el que no nos vamos a detener 
porque en este estudio la pregunta que nos importa es: ¿A Rulfo le interesaba la 
ciudad? La información recabada para desarrollar el presente trabajo apunta a que 
sí. “Juan Rulfo es uno de los pocos pensantes de la Ciudad de México” (Legorreta, 
2007). En palabras de Rulfo: “México no es una ciudad que tenga características 
propias, es una ciudad mistificada totalmente, son muchas ciudades” (Roffé, 
! #(!
1973:73). Describir a la Ciudad de México resulta una tarea complicada. En lo que 
coinciden muchos autores es que en la Ciudad de México hay una diversidad 
impresionante fruto del mestizaje entre el pasado prehispánico y la cultura 
española. 
Creo que en ninguna otra ciudad del mundo se palpan, como en 
ésta, las almas de las gentes que la habitan por las fachadas de las 
casas, por la decoración de las paredes, por la disposición de las 
ventanas y puertas, y por el aspecto, en fin, que no es sólo físico, de 
los barrios. Por eso parece natural la desorientación arquitectónica, 
porque es una desorientación espiritual. (Novo, 2011:112-113). 
 
En las cartas de Rulfo encontramos descripciones sobre la Ciudad de México, el 
escritor siente la necesidad de contarle a su amada las cosas que lo asombran. 
Rulfo no fue el único que se dejó deslumbrar por la Ciudad de México. Durante el 
franquismo, México recibió mucha migración española. Entre ellos llegó el escritor 
español Juan Rejano, el cual en una nota publicada el 1 de septiembre de 1945 en 
la revista Letras de México, nos describe de la siguiente forma: 
La verdad es que México sigue siendo para mí un misterio. Me he 
asomado a sus ciudades, a sus campos. He subido a sus montañas, 
me he sumergido en sus ríos, en sus lagos, en sus mares. He 
cultivado la amistad de muchos de sus hijos. Al final, el alma de todo 
eso se me escapa por unas rendijas invisibles, por un tragaluz, a 
través del cual sólo me lleva un ligero resplandor. No es nada fácil 
entender este país. El hombre mexicano parece haber ganado los 
últimos peldaños liberadores de nuestra edad, y, no obstante, algo 
hay en él insinuándonos que la naturaleza –esta tremenda, 
subyugante, aterradora naturaleza de América–, sigue dominándolo, 
ejerciendo un poderoso influjo en su espíritu. (Rejano, 2011:130). 
 
Como decíamos al inicio de este capítulo, la ciudad también tiene que ver con un 
tema de identidad. Es por ello que historia de vida de cada hombre depende de su 
lugar de origen y de los sitios que habita. 
! #)!
La obra de Rulfo aporta dos concepciones contemporáneas sobre la 
Ciudad de México. La primera, es descubrirla como una ciudad de 
ciudades, cuestionando una sola “identidad urbana”; y la segunda, 
quizá la más importante, es su caracterización como una urbe donde 
predominan las relaciones espirituales, sobrenaturales y en 
comunicación con el mundo de las divinidades. No se trata, por 
supuesto, de la ciudad de las minorías, sino de las mayorías 
migrantes que habitan en las periferias, desoladas y silenciosas, y de 
las cuales Rulfo se convirtió antes que muchos otros, en su principal 
vocero. (Legorreta, 2007). 
 
Adentrarnos en el estudio de la ciudad también nos hace preguntarnos cómo son 
sus habitantes, cómo son los mexicanos. Desde una mirada extranjera, el escritor 
español Juan Rejano, dice que el hombre mexicano, como hombre histórico ha 
sido encasillado en lo que se conoce como civilización occidental, sin embargo, en 
este hombre sigue habiendo ecos de una lejana vida aboriginal; esto quiere decir 
que el hombre mexicano aunque forma parte y concuerda con las formas de 
convivencia de la civilización occidental, no puede desprenderse de su pasado 
indígena, y carga en él “la nostalgia irremediable de unas cenizas que aún no han 
podido aventar el huracán denuestras creaciones sociales” (Rejano, 2011:131). 
La historia de vida de Rulfo ha sido uno de los temas más tratados por los 
investigadores. Sabemos que Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno 
nació en 1917, en Apulco, una población rural sumamente pequeña del estado de 
Jalisco. ¿Quién llegaría a pensar que el niño Juan que se quedó huérfano de 
padre en 1923 y de madre en 1927, llegaría a ser uno de los escritores más 
destacados de México? Su destino pudo haber sido diferente de haberse quedado 
en el pueblo, pero Juan salió de su localidad con la convicción de que su lugar en 
el mundo era otro. Al quedarse huérfano desde muy pequeño se traslada a 
Guadalajara y estudia en el Colegio Luis Silva, posteriormente pasa una 
! $+!
temporada en el seminario pero no encuentra ahí su vocación. El primer 
acercamiento que tuvo con la gran Ciudad de México fue en 1932. Posteriormente 
en 1940 emprende viajes por toda la República Mexicana. Después de conocer el 
país vive una temporada en la que no sabe dónde establecerse y divide su vida 
entre Guadalajara y la Ciudad de México. 
Según Cristina Rivera Garza: “Juan N. Pérez V. no se instaló en la Ciudad 
de México de manera permanente sino hasta 1947, un año después de que Miguel 
Alemán, un político sin pasado militar y de refinado gusto en el vestir, fue electo 
para la presidencia del país” (Rivera, 2016:51). Por su correspondencia, sabemos 
que Rulfo ya radicaba en la Ciudad de México desde 1945. Podemos suponer que 
la afirmación de Rivera Garza de que fue hasta el año 1947 se sustenta en que es 
entonces cuando Rulfo hace un proyecto de vida, tiene planes de boda con su 
entonces novia, Clara Aparicio, que aún vivía en Guadalajara, y la idea de adquirir 
un departamento en la Ciudad de México para asentarse definitivamente en la 
capital. 
La primera novela que Rulfo escribió fue El hijo del desaliento, obra que 
posteriormente destruiría sin ser publicada. Esta novela era sobre la Ciudad de 
México. “El personaje central de El hijo del desaliento, señaló el propio Rulfo, es la 
soledad en la ciudad que es triste y violenta, distinta del campo que provoca 
desidia” (García, 1998:11). Rulfo destruyó su novela como después confirmaría en 
entrevistas porque la consideraba mala, extensa, retórica, alambicada, sin valor 
literario. En la entrevista con Joaquín Soler en 1977 para el programa “A fondo” se 
menciona: “Al maestro no le gustó su primera novela, novela al parecer un tanto 
hipersensible. En la cual pretendía analizar la soledad de un campesino 
! $*!
trasplantado a una gran ciudad moderna como era la Ciudad de México, Distrito 
Federal” (Soler, 1977). Aunque esa novela no vio la luz, el interés de Rulfo por 
narrar la ciudad no se detendría: “Bueno, y ahora quiero volver a utilizar esa 
tercera persona en cuentos que tienen algo que ver con el ambiente de la ciudad. 
Pero la novela no me gustó” (Roffé, 1973:52). Sobre la cita anterior, García Bonilla 
agrega: “Esta afirmación, que data de los años sesenta, deja entrever que Rulfo sí 
quería a la ciudad como protagonista o al menos escenario en sus historias” 
(García, 1998:10). 
En contraposición a las declaraciones antes mencionadas, en una 
entrevista con Armando Ponce se menciona lo siguiente: 
-¿Usted escribiría sobre la ciudad? 
-No me dice nada la Ciudad de México. Tengo cuarenta años de vivir 
aquí, y no me dice nada. 
[!] 
-¿A qué atribuye que no le interese la ciudad? 
-Es una megalópolis terrible. 
-¿Entonces no hay novela urbana en México? ¿No ha encontrado la 
ciudad su expresión en la literatura? 
-Los que han escrito sobre la ciudad no han escrito ni siquiera sobre 
su barrio, sino sobre sus problemas personales. Cada quien vive 
aislado. Antes podía ir uno al café París. 
-¿La megalópolis aísla? 
-Sí, confina. 
-¿Los escritores tienen poco porvenir? ¿Deben abandonar la ciudad? 
-Deben salir a conocer el interior. Lo que pasa es que todo viene de 
la educación. Ha decaído mucho. Nuestra generación tenía lecturas, 
los maestros nos enseñaban a hacer composiciones. 
[!] 
-¿Y la ciudad es triste? 
-Es triste y violenta. 
-¿Cómo puede ser triste y violenta si la violencia es acción? 
-No. Es que son las dos cosas. 
-¿Y el campo, qué ánimo despierta? 
-Una especie de desidia. La gente que vive en el campo parece que 
vive sin esperanza. No lo sé del todo, pero creo que no le interesa lo 
que sucede, por el ambiente. (Proceso, 1980). 
 
! $"!
Como podemos ver en los fragmentos citados de la entrevista, Rulfo estaba 
instruido en los temas de la ciudad, de lo que se escribía sobre ella y había hecho 
intentos por narrarla. Aunque Rulfo no habla maravillas de la ciudad, la prefiere 
por sobre el campo. Rulfo tiene un quiebre con sus orígenes rurales, él no es 
partícipe del campo. Es un hombre de ciudad, hay un distancia con el campo, una 
brecha que intenta unir con sus cuentos. 
En la entrevista con Ponce, también habla sobre el reparto injusto de la 
tierra; la vida en el campo inspira en él una gran desesperanza: “¿Qué garantías 
hay en el campo? No hay garantías para nada” (Proceso, 1980), dice Rulfo. En el 
campo no hay futuro, no hay seguridad, en la ciudad hay progreso aunque la vida 
sea triste y violenta. A pesar de los problemas del campo, Rulfo creía en el ejido 
colectivo y la cooperativa. 
En la entrevista antes mencionada, Rulfo critica a La Onda, corriente 
literaria de 1965 con exponentes como José Agustín, Gustavo Sainz, Parménides 
García Saldaña, entre otros, cuyas novelas eran ambientadas en las grandes 
urbes. De perfil (1966) de José Agustín, Gazapo (1965) de Gustavo Sainz, El 
vampiro de la colonia Roma (1979) de Luis Zapata, son historias ambientadas en 
la Ciudad de México, sin embargo Rulfo no encuentra en ellas valor literario. Por 
otro lado a Fuentes, Azuela y Del Paso sí los considera grandes narradores. 
Es que La Onda fue una moda. Azuela, Fuentes, Del Paso, fueron 
diques que la contuvieron. Los que vienen ahora saben que aquello 
no valía nada, y lo saben porque tienen talento. Se habían olvidado 
de los problemas sociales, decían que hacían literatura urbana pero 
¿de qué ciudad? La de México es muchas ciudades (Proceso, 1980). 
 
! $#!
Antes de La Onda hubo un grupo conocido como la Generación de Medio Siglo. 
En esta generación con exponentes como Inés Arredondo, Huberto Batis, Carlos 
Valdés, Juan Vicente Melo, Sergio Pitol, Juan García Ponce, entre otros, se 
muestra el cambio en la expresión literaria, el paso de la cultura rural a una cultura 
urbana y cosmopolita. 
Se dice que Rulfo es un autor de lo rural, el hecho de que su obra publicada 
esté ambientada en el mundo rural fue el argumento principal para que Rulfo haya 
sido categorizado como un autor de lo rural. En muchos estudios que se han 
hecho sobre la obra de Rulfo nos han hecho creer que la tierra es lo único que 
giraba en torno a la mente creadora de este escritor, pues se han centrado 
únicamente en tratar lo rural: “La tierra también está, implícita, en los dos títulos de 
los dos libros de Juan Rulfo [!] El apellido de Pedro significa ‘terreno yermo, raso 
y desabrigado’, y en El Llano en llamas, el incendio tiene lugar en la ‘llanura’, en el 
terreno ‘sin altos ni bajos’. Rulfo invoca, por tanto, en sus dos únicos títulos a la 
tierra desnuda” (Carrión, 2017). Pero desde mi punto de vista, es necesario 
enfatizar que Rulfo no es solo un escritor del mundo rural y que tiene más 
conciencia de la ciudad que muchos escritores de su tiempo. “No es aventurado 
afirmar que los paisajes de desolación que nutren las obras de Juan Rulfo, no son 
solo imaginarios del campo, sino también de los desolados paisajes urbanos de la 
Ciudad de México” (Legorreta, 2007). En los estudios más recientes se apunta que 
Rulfo es un autor de la ciudad: 
Por más que la ciudad de mediados del siglo XX era apenas un 
umbral convulsionado por el quehacer de las fábricas y el ruido de la 
migración;por más que la capital del país empezara apenas a 
deshacerse, con cierto pudor y cierta premura, de su condición de 
rancho grande, en tanto autor, Rulfo fue, sin lugar a dudas, un autor 
! $$!
citadino. Un aledaño, habría dicho él. No un nativo de la Ciudad de 
México, sino uno entre esos tantos que conformaron el gran 
porcentaje de provincianos asentados en la urbe no sin resistencia o 
sin incomodidad. (Rivera, 2016:70). 
 
La ciudad era un tema que le importaba a Rulfo. “Una preocupación de Juan Rulfo 
a lo largo de su vida fue el frágil y áspero vínculo entre el campo y la ciudad que, 
debido al centralismo, aparece como un choque, como una fractura histórica” 
(García, 1998:7). Si bien en su obra publicada, la ciudad no está presente y el 
ambiente que impera es el mundo rural; en su correspondencia la ciudad es uno 
de los aspectos más mencionados. Hay autores como Rivera Garza que apuestan 
por un Rulfo más urbano que rural. “Los textos rulfianos, que temáticamente 
exploraron el campo mexicano y tuvieron como personajes a campesinos y 
hacendados, fueron producto, sin embargo, de ese éxodo campo-ciudad del que 
resultaron las grandes metrópolis modernas. Los textos rulfianos son, por decirlo 
así, urbanos” (Rivera, 2016:69). 
La ciudad estaba presente en sus pensamientos, en su palabras, en sus 
inquietudes; hay una fascinación y un desencanto. “A las preocupaciones de Rulfo 
por la historia, la oralidad y la depuración estilística, se añade su propio recorrido 
vivencial, donde campo y ciudad aparecen como mundos opuestos con 
permanentes conflictos, que van de los ideológicos a un seco racismo” (García, 
1998:8). El campo, la ciudad y las migraciones ocuparon la mente de Rulfo. “Tanto 
en los cuentos como en la novela encontramos sobre todo viajes, migraciones, 
peregrinaciones, movimiento. En todos sus textos late su propia migración, la del 
campo a la ciudad” (Carrión, 2017). 
! $%!
A propósito de lo anterior, García Bonilla en su ensayo “Juan Rulfo y la 
Ciudad de México” ganador del XXX concurso de ensayo Punto de Partida, 
sostiene que la ciudad no está presente en la obra de Rulfo salvo en dos textos: 
“La vida no es muy seria en sus cosas” y “Un pedazo de noche”. Podemos agregar 
que también en Cartas a Clara, como comprobaremos más adelante, pues la 
representación de la ciudad comienza con sus propias vivencias. ¿Cómo es la 
ciudad que Rulfo nos narra en “Un pedazo de noche”? García Bonilla nos dice: 
Fiesta y abandono; placer y resignación, deseo y abstinencia se 
truecan, entre resplandores de luna y zozobra que es la Ciudad de 
México, cuyas geografías testimonian un vigoroso pasado en la 
grandeza de su arquitectura, opacada por la pátina de los años y su 
violencia embozada con luchas intestinas, poderes trastocados y 
símbolos de un país en metamorfosis; la Ciudad de México, urbe 
naciente, es expresión fiel de la soledad del hombre. (García, 
1998:12). 
 
La soledad es una constante en la narrativa de Rulfo. En el texto antes 
mencionado, la ciudad es presentada como un panorama desolador. Rulfo narró a 
la ciudad desde la soledad. Según García Bonilla, la ciudad que marcó a Rulfo: 
“Es el anonimato de hombres y mujeres orillados a vidas perdidas en una ciudad 
que hicieron suya a golpes de explotación” (García, 1998:12). Campo y ciudad se 
contraponen en muchos sentidos pero convergen en otros. “Para Rulfo, quien 
trabajó desde 1965 hasta su muerte en el Instituto Nacional Indigenista, los 
problemas del campo y los de la ciudad no están separados, ya que los 
emigrantes del campo a las ciudades sólo trasladan un problema de lugar” 
(García, 1998:10). Muchas familias abandonaron el campo para buscar una mejor 
calidad de vida en la ciudad. Rulfo al quedar huérfano desde muy joven también 
enfrentó este cambio del campo a la ciudad. 
! $&!
El hombre de la ciudad ve sus problemas como problemas del 
campo. Pero ese es el problema de todo el país. Es el problema 
mismo de la ciudad. Porque el hombre de allá viene aquí, emigra a la 
ciudad, y aquí se produce un cambio. Pero él no deja, hasta cierto 
punto, de ser lo que fue. Él trae el problema. (Roffé, 1973:73). 
 
Cambian las geografías pero no cambian los problemas. Algunos logran encontrar 
oportunidades en la ciudad, otros la hostilidad y la soledad. Sobre las personas 
que migran a la ciudad: “Y algunos de ellos viven en las orillas de la ciudad porque 
no querían perder por completo ese contacto con la tierra que les permite resistir 
la miseria de la ciudad” (García, 1998:13). Durante el periodo que nos interesa 
estudiar hubo una gran migración del campo a la ciudad del que Rulfo fue testigo. 
Rivera Garza sostiene que hubo comunidades que fueron desplazadas, 
desalojadas completamente para abrir paso a obras de infraestructura 
respondiendo al progreso económico que se buscaba en esos años, de esta forma 
se construyeron presas, puentes y carreteras sin importar si destruían 
comunidades rurales a su paso. La represión del Estado y la negligencia 
gubernamental convirtieron poblados en fantasmas. “Las ruinas de un mundo por 
venir. Estos páramos. Vuelos nómadas migrantes, esos pobladores rurales 
llegaron a las periferias de una ciudad para conformar las muchas ciudades que 
siempre ha sido la Ciudad de México” (Rivera, 2016:52). 
Las cartas a Clara de Juan Rulfo que son nuestro principal objeto de 
estudio se escribieron entre 1944 y 1950. Durante ese periodo de tiempo México 
vio el paso de dos presidentes: Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y Miguel 
Alemán Valdés (1946-1952). En 1940 el presidente Ávila Camacho se declaró 
creyente frente a la prensa, esto representaba un cambio ya que se buscaba 
! $'!
reconstruir la paz después de las luchas que se propiciaron a partir de la 
separación de la Iglesia y el Estado. En 1945 fue eliminado el término “educación 
socialista” del artículo 3º Constitucional. “A la estabilidad política y al proceso de 
industrialización que se consolidaron con el régimen de Manuel Ávila Camacho a 
principios de la década de los cuarenta, correspondió un proceso de efervescencia 
en la esfera de la cultura que buscaba horizontes nuevos para el quehacer 
artístico” (Pereira, 2009:7). En los múltiples estudios que existen sobre este 
periodo, los años cuarenta, coinciden en el crecimiento y progreso económico que 
tuvo el país. 
En 1940 México había cambiado. [!] El país vivió uno de los 
grandes momentos de su crecimiento, ya que las nuevas obras 
públicas abrían paso a un México que se había quedado en el 
rezago. El proyecto avilacamachista pretendía la estabilidad política, 
la paz social, a base de un equilibrio de fuerzas sociales que 
permitiera el crecimiento económico que todos los mexicanos 
anhelaban. (Torres-Septién, 2012:171). 
 
Durante el gobierno de Miguel Alemán: “Se iniciaba entonces un agresivo 
programa de industrialización que, al destacar los beneficios de la vida urbana, 
dejaba atrás, al descuido, el mundo rural mexicano, dando lugar así a la gran 
migración campo-ciudad con la que se formó la capital del país” (Rivera, 2016:51-
52). El progreso económico venía construyéndose desde el régimen de Lázaro 
Cárdenas: “Este cambio refleja el crecimiento de la clase media, producto de la 
recuperación económica que se vivió en este gobierno y el fortalecimiento de la 
clase política auspiciado por el obrerismo y la reforma agraria promovidos por el 
régimen” (Collado, 2012:120). 
! $(!
Según el Sexto Censo de Población del INEGI, en 1940 había 1,757,530 
mexicanos habitando la Ciudad de México, entonces llamada Distrito Federal. “La 
región del Valle de México concentraba en 1940 el 14.7% de la población 
comparado con un 10.9% en 1900” (Alba-Hernández, 1976:57). En 1940 la 
esperanza de vida en México era de 41.5 años, las familias eran de 4.5 miembros 
en promedio y solo el 42% de la población era alfabeta. 
Desde aproximadamente 1940 el país se inscribe en

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