Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Av. Hidalgo 935, Colonia Centro, C.P. 44100, Guadalajara, Jalisco, México bibliotecadigital@redudg.udg.mx - Tel. 31 34 22 77 ext. 11959 UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA COORDINACIÓN GENERAL ACADÉMICA Coordinación de Bibliotecas Biblioteca Digital La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos que posteriormente quiera darle a la misma. Universidad de Guadalajara Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades División de Estudios Históricos y Humanos Departamento de Letras Licenciatura en Letras Hispánicas La representación de la ciudad en Cartas a Clara de Juan Rulfo Tesis para obtener el grado de Licenciado en Letras Hispánicas Presenta María Elizabeth Nuño Plascencia Directora de tesis Dra. Silvia Quezada Camberos Guadalajara, Jalisco Agosto de 2018 ! "! A Dios, padre celestial, que me puso en este camino, gracias a su inmenso amor y bondad iluminó mi mente y mi corazón para escribir este trabajo. A mis padres, Sergio Manuel y Ana Margarita, por todo el amor, apoyo y comprensión que me han brindado todos los días de mi vida. A Silvia Quezada, sin ella esta tesis no habría sido posible. Gracias por todas sus enseñanzas y por ser la mejor guía que podría tener. A mis hermanos Frank, Gigio y Diego para que vean en mí un ejemplo y busquen superarse en todos los ámbitos de la vida. A toda mi familia, en especial a mi mamá Yaya, Tata y Katy, por creer en mí y escuchar todos mis sueños e ideas. Al poeta que con versos construyó una historia como la de Rulfo y Clara. Gracias a la Secretaría de Cultura Jalisco por el apoyo para la realización de esta tesis. ! #! La ciudad está llena de caminos. Todos son buenos para escapar de ella. José María Fonollosa La ciudad, pensativa, con todas sus veletas sobre el cuajado caos de las techumbres rojas parece el corazón diverso del poeta con la ruidosas vueltas de tantas sinrazones. Guillaume Apollinaire La ciudad que nos sueña a todos y que todos hacemos y deshacemos y rehacemos mientras la soñamos. Octavio Paz En una ciudad, en un libro, recorremos en vano los mismos caminos, buscando nostalgias que ya no nos pertenecen. Valeria Luiselli No somos nunca verdaderos historiadores, somos siempre un poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesía perdida. Gaston Bachelard Las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas. Pero, al fin y al cabo, sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor sí que son ridículas. Fernando Pessoa En tanto que dure el mundo, no acabará la gloria y fama de México-Tenochtitlan. Miguel León Portilla ! $! Índice Introducción!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.5 Capítulo I: Estado de la cuestión!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.15 Capítulo II: La ciudad!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.33 Capítulo III: Cronología de una historia de amor!!!!!!!!!!!!!...55 Conclusiones!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!...94 Referencias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!..99 ! %! Introducción Mucho se ha estudiado la obra de Juan Rulfo, y es que con tan solo dos libros: El Llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955) se ha coronado como uno de los máximos exponentes de la literatura mexicana, título que sigue vigente hasta nuestros días. Si bien hay muchos estudios sobre el libro de cuentos y la novela antes mencionada, pocos conocen la correspondencia entre Juan Rulfo y Clara Aparicio. La literatura mexicana del siglo XX ha tenido gran impacto no solo en nuestro continente sino en todo el mundo. Juan Rulfo es considerado uno de los grandes escritores mexicanos de todos los tiempos. ¿Qué tiene Juan Rulfo que nos llama tanto la atención? No responderé a esta incógnita en este momento, pero lo cierto es que aunque ya existan múltiples estudios sobre este autor, aún hay mucho que se puede decir, perspectivas que abordar o huecos que llenar. Por ello me parece fundamental seguir estudiando sus obras, en particular una que no se ha trabajado tanto y que nos da una íntima mirada a los pensamientos del escritor, hablo de Cartas a Clara (2000). La reciente publicación de la correspondencia de Juan Rulfo con Clara Aparicio, nos permite adentrarnos en una parte de su intimidad, ya no solo como hacedor de personajes e inventor de lugares fantásticos como Comala o Luvina, sino que las cartas nos permiten verlo a él como un hombre, como un ser humano que siente, sueña y ama. Las cartas pueden ser medios para conocer a una persona porque son vestigios reales. Gracias a las cartas podemos conocer la otra ! &! cara del escritor, en sus cartas vemos a un Rulfo apasionado, enamorado, sentimental. Las dos grandes obras de Rulfo aparecieron hace más de 50 años, sus cartas vieron la luz hace apenas 18 años, post mortem, y aún no han sido estudiadas a profundidad. Estudiar a Juan Rulfo desde sus cartas nos da una mirada más íntima y cercana a su literatura desde una documentación verídica. El presente estudio se propone profundizar en el análisis de la correspondencia publicada de Juan Rulfo. Este estudio incluirá una revisión histórica de la Ciudad de México del periodo en el que fueron escritas las cartas 1944-1950. La Ciudad de México ha tenido múltiples transformaciones, desde su pasado prehispánico donde era conocida como la gran Tenochtitlán, pasando por el México colonizado, las luchas en busca de la liberación, primero la Independencia en 1810 y posteriormente la Revolución en 1910, la llegada de la modernidad hasta lo que hoy conocemos como ciudad posmoderna, la Ciudad de México ha sido un espacio de constantes mutaciones. Conocer la historia nos ayuda a comprender a la quimera que se ha vuelto hoy la Ciudad de México. Sin embargo, el presente trabajo no se adentrará en todas las etapas que ha vivido la ciudad sino únicamente en el periodo de 1944 a 1950, etapa conocida como el Milagro Mexicano; estos fueron los años previos a la publicación de las dos grandes obras de Rulfo, años también en los que Rulfo haría propia a la ciudad de México. En otras palabras, la presente tesis hace un análisis de la ciudad de Rulfo. Como corpus se trabajará con Cartas a Clara de Juan Rulfo. Para darle sustento teórico se tomarán diversos estudios sobre la historia de la Ciudad de México y sus procesos de urbanización. ! '! De entrada se responderá a la incógnita ¿qué es Cartas a Clara? En el año 2000 se publicó por primera vez en España una recopilación de 81 cartas que Juan Rulfo le mandó a Clara Aparicio entre 1944 y 1950; el libro se publicó bajo el nombre Aire de las Colinas. Cartas a Clara. Posteriormente surgió una nueva edición en México, con el título Cartas a Clara (2012) en el que se aumentó el número de cartas a 83 más una nota breve al final que no está fechada y que puede fungir como epílogo. Cabe destacar que esta edición fue obsequiada a los profesores de educación media como parte del Programa Nacional de Salas de Lectura de la Secretaría de Cultura. Es evidente que en Cartas a Clara, una de las temáticas más constantes es el amor. Yo percibo que el tratamiento que se le da al amor está sumamente ligado a la dicotomía presencia-ausencia. El amor de Juan hacia Clara se ve marcado por la lejanía entre Guadalajara y la Ciudad de México. Esto nos permite ver, de primera mano, cómo concibe Juan Rulfo cada ciudad. Su amor se ve nutrido por cartas, esas cartas que son presencia afectiva aunque haya ausencia física. “Se trata de soñar encuentros mientras se multiplican los subterfugios para impedirlos o para posponerlos. Se trata de entregarse ala pasión y de poseerse en arrebatos de palabras que viajan en hileras, formando frases incandescentes, hacia cada destinatario, pero con un plazo siempre inalcanzable” (Preciado, 2016:21). Las cartas de Juan Rulfo a Clara Aparicio están escritas con un lenguaje amoroso. “Leer epístolas amorosas entraña un peligro: la cercanía de lo sentimental; vale decir, de lo cursi. La cursilería es una elegancia dolorosa; pero también es la elegancia risible, su inmediatez cutánea lastima” (Preciado, ! (! 2016:17). Adentrarnos a la lectura de estas cartas implica conocer el lado cursi del escritor, a continuación unos ejemplos: “Para ti, caprichito de Dios, toda la bondad del cielo y todo el cariño de la tierra, y este humilde y feliz muchacho tuyo que no quiere vivir fuera de tu corazón” (Rulfo, 2017:193); “Clara: corazón, rosa, amor! Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña” (Rulfo, 2017:21); “Y a veces quisiera dejar todo para ir a donde tú estás y ya no moverme nunca de tu lado. No, no puedes imaginar hasta dónde alcanza tu ternura, y la que yo te guardo en mi corazón, tuyo” (Rulfo, 2017:157). No se puede exigir a las cartas de Rulfo el mismo valor literario que tienen sus cuentos o su novela breve; no debe haber punto de comparación ya que su naturaleza es intrínsecamente diferente. La correspondencia de Rulfo es la prueba tangible de los problemas que representaba mantener una relación amorosa a distancia y nos muestran el triunfo del amor sobre las dificultades, los problemas económicos, el agobio del trabajo y sobre los 615 kilómetros que los separaban. Así pues, no me aliviaré hasta que no logre acabar con mis preocupaciones y pueda encontrar el remedio. Yo sé cuál es el remedio y en dónde está. Hay 615 kilómetros de aquí a donde ella vive, a donde están sus brazos y su corazón, y el cariño mío no se estará tranquilo hasta no esconderse entre esos brazos y ese corazoncito tan bueno. Eso es lo que está pasando. Y por eso no me asusto cuando me siento malo, porque yo sé que mi enfermedad tiene remedio. (Rulfo, 2017:129). Las cartas de Juan Rulfo no son únicamente cartas de amor, sino que nos dejan entrar en los pensamientos que tenía previos a publicar sus dos grandes obras: El Llano en llamas y Pedro Páramo. Podemos ver sus inicios como escritor, la emoción que le causaba la publicación de sus cuentos y qué pensaba acerca de su propia escritura. También es un recorrido a través de su vida cotidiana, sus ! )! planes, sus anhelos, sus gustos; en otras palabras, sus cartas son una puerta a la realidad que vivía. El tópico que nos interesa en el presente trabajo es el tema de la ciudad. Las descripciones que se hacen sobre las calles, los barrios y la formas de convivencia nos permiten adentrarnos a la realidad urbana de la Ciudad de México de la década de 1940. De la mano de libros de historia, la reconstrucción de la ciudad que esta tesis plantea no es la de la Ciudad de México en sí, sino la de la ciudad de Rulfo; una reconstrucción de la ciudad que Rulfo habitó desde sus propias descripciones, desde sus palabras que ahora son una mirada íntima a su espacio creador. Justificación La temática de la ciudad es un tópico recurrente en la literatura. Gracias a las descripciones que hacen los escritores sobre las ciudades, uno como lector puede traspasar los límites geográficos y temporales. Basta con tomar un libro de Balzac para saber cómo era la Francia del siglo XIX o un libro de John Dos Passos para saber cómo era Manhattan a principios del siglo XX. Luiselli agregaría: “Existen escritores que inventan ciudades y se adueñan de épocas enteras con la empuñadura de la pluma y el filo de genio: el Londres de Chesterton y Johnson, el París de Rousseau o Baudelaire, el Dublín de Joyce” (Luiselli, 2017:106). Dentro de la literatura mexicana también ha habido grandes exponentes que nos permiten adentrarnos a las ciudades mexicanas, Agustín Yáñez con su novela: Ojerosa y pintada (1960); Carlos Fuentes con La región más transparente (1958) o lo que posteriormente vendría a hacer Fernando del Paso con Palinuro ! *+! de México (1977). Adentrarnos a la ciudad desde estas obras sería un estudio interesante, sin embargo no es el objetivo de este trabajo. La temática de las ciudades nos parece un aspecto sumamente importante de estudiar, ya que lleva consigo connotaciones históricas y culturales. Gracias a las cartas de Juan Rulfo podemos hacer un repaso de la Ciudad de México ya que en su correspondencia podemos ver indicios de la realidad urbana de los años cuarenta. El estudio de las ciudades es importante en la medida en la que nos permite reconstruir un pasado histórico. Los estudios sobre la ciudad permiten elaborar las reflexiones teóricas, que luego pueden convertirse en el pie de teorías más abarcadoras, que nos permiten echar un vistazo a la naturaleza de la realidad, con las cuales es posible atisbar el fondo de los elusivos fenómenos de la organización, del desarrollo y del surgimiento de las formas. (Narváez, 2010:17). Nuestro objeto de estudio es la correspondencia. Tomemos en cuenta que esta no es una obra literaria ni ficcional, es una recopilación de cartas verídicas, son un testimonio que ha perdurado el paso de los años. Son cartas que fueron escritas con la única intención de que una sola persona, en este caso el ser amado de Rulfo, Clara Aparicio, fuera el único lector. Y ahora más de medio siglo después están al alcance de todos. Así como las cartas de Rulfo, también hay otras correspondencias que salieron a la luz: José Clemente Orozco con Cartas a Margarita (1987), Juan José Arreola con Sara más amarás. Cartas a Sara (2011), Octavio Paz con Jardines errantes. Cartas a J.C. Lambert (2008), César Moro con Cartas a Antonio (1976), entre otras. ! **! El hecho de que cada vez haya más interés en publicar la correspondencia de escritores y artistas nos permite conocerlos desde una perspectiva más íntima. La viuda de Rulfo justificó su decisión de publicar la correspondencia para que los lectores de su marido conocieran al Rulfo dulce que ella conoció. En nuestro caso, la lectura de las cartas nos despertó un interés por la historia de vida de Rulfo y la historia de la Ciudad de México. No son los detalles amorosos los que nos conciernen sino las descripciones sobre la ciudad y el campo, esto con el fin de contraponerlos y así desmitificar aseveraciones que se han hecho sobre la vida personal de Juan Rulfo. El interés por estudiar autores que son tan reconocidos como Rulfo, aunado a la reciente publicación de material inédito como son las cartas, íntimas y amorosas; hacen de Cartas a Clara un muy tentador objeto de estudio para los estudiosos de la literatura mexicana. Este interés es fácilmente comprobable. En el XXIII Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea celebrado en marzo de 2018 en The University of Texas at El Paso hubo mesas enteras para hablar de Juan Rulfo, seis ponencias en total que prueban que el autor de Pedro Páramo sigue siendo uno de los escritores mexicanos más estudiados actualmente. Entre esas ponencias quisiera destacar dos que trataron temas relacionados con la presente tesis: “La proxémica intimista de Rulfo en Aire de las colinas: cartas a Clara” de José Antonio García Pérez de la Universidad Autónoma de Chihuahua y “La Ciudad de México en la vida y en la obra de Juan Rulfo” de Roberto García Bonilla de la UNAM. De la primera coincide el mismo objeto de estudio, de la segunda el mismo tema. Por lo tanto, estudiar las cartas que escribió Rulfo y ! *"! hablar de la relación entre Rulfo y la Ciudad de México es un trabajo actual, de interés internacional y pertinente. Planteamiento del problema Las cartas de Juan Rulfo nos muestran el sufrimiento de tener a su amada, Clara Aparicio, lejos de él; que sus condiciones laborales no permitendarle la vida que él quiere y esos problemas económicos los mantienen separados. El medio que usaban para aminorar esta ausencia era escribirse cartas, estas cartas marcan una cronología, la de una historia de amor a distancia. ¿Qué se decían en sus cartas este par de enamorados? Las palabras de Clara a Juan no las conoceremos, pues esas cartas no fueron publicadas, pero sí tenemos las palabras de Rulfo hacia Clara, vestigios de un amor. Las circunstancias los mantienen lejos pero gracias a esa distancia Rulfo comparte información sobre la vida en la Ciudad de México. Al mismo tiempo, entre los problemas que Rulfo le cuenta a Clara, hace descripciones de la ciudad. Su forma de concebir la ciudad nos hace replantearnos la pregunta si es que a Rulfo se le ha juzgado mal al categorizarlo como un autor de lo rural cuando en realidad tenía una gran conciencia de los problemas sociales y urbanos. Lo que parecieran unas sencillas cartas de amor, son en realidad una puerta a la realidad urbana del México en su etapa conocida como el Milagro Mexicano. Preguntas de investigación ¿Cómo describe Juan Rulfo a la Ciudad de México? ! *#! ¿Qué dice la historia sobre la Ciudad de México del periodo 1944-1950? ¿Cuáles son las diferencias entre la literatura rural y la urbana? ¿Cómo se plasma la correspondencia de Rulfo en el contexto político y cultural de la época? Hipótesis La correspondencia de Juan Rulfo lo desmitifica como un autor de lo rural ya que en ella se muestra la representación de la ciudad. El desapego de Juan Rulfo hacia los pueblos de Jalisco está íntimamente ligado al progreso económico y cultural que había en la Ciudad de México en la década de 1940. Objetivos • Presentar una cronología de la Ciudad de México del periodo 1944-1950. • Examinar las descripciones que Juan Rulfo hace sobre la Ciudad de México en su correspondencia. • Reconstruir partes de la historia de Rulfo a partir de su correspondencia. Estructura de la tesis El primer capítulo titulado “Estado de la cuestión” es una recopilación de los estudios que abordan las cartas a Clara. Este apartado está nutrido por artículos académicos, fragmentos de tesis, capítulos de libros y notas de periódicos que nos brindan una mirada amplia de cómo se ha trabajado nuestro objeto de estudio. ! *$! El segundo capítulo está dedicado a la ciudad. En primer término la ciudad como concepto y sus implicaciones en la literatura. En segundo lugar, se habla de una geografía específica, la de la Ciudad de México. En tercer término se contraponen el mundo urbano y el mundo rural. El cuarto propósito es explicar la relación entre Juan Rulfo y la Ciudad de México. En quinto lugar se hace un repaso de la década de los cuarenta en México. Estos cinco tópicos nos ayudarán a adentrarnos en la correspondencia de Rulfo. El tercer capítulo titulado “Cronología de una historia de amor” hace un análisis de las cartas desde una aproximación retórica. A través de apartados divididos por años, se hace un recorrido desde 1944 hasta 1950, temporalidad en la que fueron escritas las cartas. Por último un apartado para las conclusiones que intentarán englobar todos los propósitos de esta tesis. Metodología El método de trabajo para el análisis de las misivas es una corriente Historiográfica denominada Historia Cultural. Se propone una reconstrucción de la Ciudad de México durante el periodo 1944-1950 a través de los recuerdos íntimos de Juan Rulfo. Se hará una cronología de la vida de Rulfo y su contexto político y cultural durante el periodo en el que fueron escritas las cartas a Clara. ! *%! Capítulo I Estado de la cuestión La crítica ha hecho cientos de estudios sobre la obra de Juan Rulfo. Cada año aumenta el número de tesis sobre dicho escritor. Es un autor muy estudiado, no solo en nuestro país sino en América Latina y el resto del mundo. Recordemos también que su novela Pedro Páramo ha sido una de las obras más traducidas de la literatura mexicana, lo que ha hecho que Rulfo sea leído internacionalmente y el interés por estudiarlo ha sobrepasado los límites geográficos de nuestro país. Si bien abundan los estudios sobre Pedro Páramo y los cuentos de El Llano en llamas; son pocos los estudios que se han hecho sobre Cartas a Clara, el epistolario íntimo de interés en esta tesis. En “Un acercamiento a Juan Rulfo joven a través de sus Cartas a Clara” Alicia de J. Giacinti Comte de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, habla del estilo, lo lírico, el idiolecto regional que utiliza Rulfo y analiza brevemente cómo son los saludos y despedidas de Cartas a Clara. Uno de los aspectos más destacables de este ensayo es que hace comparaciones de frases precisas de las cartas con frases insertas en Pedro Páramo o en cuentos de El Llano en llamas. Hay similitudes entre la forma en la que Rulfo le habla a Clara y las evocaciones que hace Pedro Páramo a Susana San Juan: Está ahí, además de la vida y los sueños del joven Rulfo, sus primeras publicaciones, los modismos lugareños, las palabras coloquiales y las frases que tanto nos impactan en sus obras y sobre todo, me parece, está el antecedente del amor constante de Pedro Páramo por Susana San Juan, con la diferencia de que el escritor logró sus anhelos y, en cambio, su personaje murió atormentado por la falta de correspondencia de su amada. (Giacinti, 2007:1). ! *&! En su ensayo, rescata los vestigios del quehacer literario de Rulfo: cómo fueron sus primeras publicaciones y en qué proyectos literarios trabajaba. El único tema al que se adentra de manera profunda es el de la soledad que sufre Rulfo y que se ve plasmada en las cartas. Una soledad que arrastra desde la infancia, que se ve marcada por la ausencia de la mujer amada y posteriormente por un trabajo que lo mantiene lejos de sus seres queridos, la familia que ha fundado junto a Clara Aparicio. El único salvavidas contra la soledad en la que se ahoga Rulfo son los libros y la literatura. Carlos Julio Ayram Chede en “Escribir para resistir la soledad: Nostalgia, confesión y amor en Cartas a Clara de Juan Rulfo” se centra en tres estados que se conjugan y coexisten en el plano de la expresión: la nostalgia, la confesión y el amor. La nostalgia tiene que ver con un sentimiento de soledad enorme causado por la orfandad y la ausencia. Esto motiva en Rulfo una búsqueda de la madre en lo femenino, tanto en Clara como en Consuelo, la madre de Clara. El autor sostiene que Clara puede ser un sustituto de la madre o una evocación a ella porque el cariño que le tiene es únicamente comparable con el amor que le profesaba a su madre. Las confesiones que Rulfo le dedica a Clara en sus cartas son respecto a sus proyectos y ambiciones. Le confiesa lo que quiere lograr, cómo lo quiere hacer y la forma en la que él concibe la vida. También son confesiones de sufrimiento por un trabajo abrumador y una vida monótona y solitaria. Le confiesa que quiere luchar por su amor, por vencer la distancia y formar una familia con ella; comprar una casa y amueblar el departamento en el que quiere vivir junto a ella. Otra ! *'! confesión que se hace es la de la propia imagen de Rulfo. Él le manda fotografías de él mismo. Fotografías en las que Clara podría notar el paso de la vida. Imágenes que Rulfo desea que ella grabe en su corazón. El amor está presente en cada una de las misivas. Existen múltiples formas para hablar y nombrar al amor. El autor del ensayo expone que es a través de la escritura, la forma en la que Rulfo hace suya a Clara. Clara es una especie de paraíso al que se quiere llegar y una medicina contra la soledad. La soledad hace sentir a Rulfo como un prisionero de su realidad, alejado de Clara y desencantado del mundo que habita, su único refugio son las cartas que ella le manda aunque nunca son suficientes. El autor exponeque el amor de Rulfo es como los amores del siglo XIX, alimentado por cartas. Una de las partes más interesantes del ensayo es que el autor hace comparaciones entre la escritura de Rulfo, seleccionando algunos fragmentos de Cartas a Clara, con textos de Bécquer y San Juan de la Cruz. Ayram Chede destaca el dolor que siente Rulfo a causa de la distancia y su intento de amar lo único que recibe de Clara, sus palabras. El autor también rescata la habilidad de Rulfo de crear imágenes en sus cartas como si fueran caligramas y concluye en que son siete años de confesiones, siete años de cartas de amor que pueden estudiarse desde la nostalgia, la confesión o el amor. Otro artículo que también aborda a nuestro objeto de estudio es “Las cartas de amor de Juan Rulfo a Clara Aparicio” de Silvia Quezada Camberos. En el artículo hace una lectura desde la Historia Cultural, particularizando la autobiografía. Nos habla de qué es Cartas a Clara y analiza a profundidad la carta XXI, fechada el 26 de mayo de 1947. ! *(! Trata el tema de la correspondencia, cómo se conforma una carta, cuáles son sus características y lo aplica haciendo un análisis de las cartas de Rulfo. Expone desde las diversas variantes de saludo: “Mujercita”, “Chachinita”, “Mayecita”, “Madrecita”; hasta las frases de cierre: “Juan tu muchacho”, “Juan el tuyo”, entre otras. También repara en los lugares en los cuales se escribieron o fueron enviadas las misivas: “Virrey Antonio de Mendoza 125, Lomas de Chapultepec (enero 1945, Carta III); Bahía de Santa Bárbara 84, (Carta XI, fechada en 1947); Filomeno Mata 17 y la avenida Madero, (en junio de 1947, carta XXV) o la calle Kunhardt 55, de la Srita. Clara Aparicio” (Quezada, 2017:88). La investigadora nos dice: “Las misivas de Rulfo, de carácter personal, son fuente primaria para conocer los pensamientos íntimos del escritor en sus años de juventud” (Quezada, 2017:94). Los temas que toca son: el tono confesional de las cartas, la orfandad de Rulfo y su soledad. Otro de los tópicos que Quezada aborda en el artículo es la desigualdad social; la tristeza en las cartas de Rulfo por un trabajo de largas jornadas en la Goodrich Euzkadi que no le da dinero suficiente para poderle ofrecer la vida que él desea a la futura madre de sus hijos. Quezada afirma que a partir de una lectura atenta de Cartas a Clara, “Podría sustraerse una autobiografía, y llamar al texto Juan Rulfo por sí mismo” (Quezada, 2017: 90). Después viene el análisis de la carta XXI e indica los elementos que componen la carta de amor: 1. El reconocimiento nominal hacia la persona amada: consiste en dotar de atributos al objeto amado. ! *)! 2. La complementariedad: es la unidad que se forma entre destinador y destinatario. En esta parte, Quezada nos dice, “Juan y Clara piensan igual respecto a las acciones ya hechas, de las cuales no hay que arrepentirse, y ambos se sienten mejor en la ciudad, mucho más que en los ranchos o los pueblos” (Quezada, 2017:93). 3. La seguridad: se trata de la certeza de haber encontrado a la persona correcta. 4. La conmiseración: el valor que le da la contraparte. 5. La ambientación: tiene que ver con los elementos que rodean a la narración. El texto de Quezada gira en torno a las inseguridades de Rulfo, sus preocupaciones económicas, el agobio del trabajo aunado al mal clima de la Ciudad de México nos muestra lo difícil que fue la juventud del joven escritor. La premisa principal de Quezada es que Cartas a Clara es una autobiografía confesional e íntima. Alberto Vital, uno de los estudiosos que más ha profundizado sobre la vida y obra de Rulfo, escribe el prólogo de Cartas a Clara de la edición con la que se trabajará en esta tesis, es autor de otro libro que nos da datos concretos sobre la vida de Rulfo: Noticias sobre Juan Rulfo. La biografía (2017). El volumen es muy amplio y trata una variedad de temas que abarcan gran parte de la vida de Rulfo. En lo que respecta a nuestro objeto de estudio que es la correspondencia entre Juan Rulfo y Clara Aparicio en una cuartilla expone que el ejercicio de escribir las cartas son un antecedente íntimamente ligado a lo que ! "+! vendría a ser la relación de Pedro Páramo con Susana San Juan y compara frases de las cartas con frases de la novela. Entre otros datos que nos pueden ser útiles, en este libro hay apartados específicos que nos dejan conocer cómo fue que Rulfo conoció a Clara Aparicio. Hace descripciones detalladas del árbol genealógico de ambas familias. Uno de los apartados se titula “Entre México y Guadalajara, 1945-1947”, aquí nos habla de la transición de ciudades; Rulfo era más feliz en Guadalajara por la presencia de su amada pero por cuestiones de trabajo él debía radicar en la Ciudad de México. Todo esto lo sabemos por las cartas. En un texto muy breve para la primera edición de Cartas a Clara que en el año 2000 apareció con el nombre Aire de las colinas. Cartas a Clara (2000), Víctor Jiménez en un texto titulado “Juan Rulfo por Juan Rulfo” intenta justificar la publicación de las cartas apelando a que el Juan Rulfo enamorado de Clara Aparicio y el Juan Rulfo escritor se gestaron de manera simultánea. Además menciona en términos generales qué puede encontrar el lector en las cartas de Rulfo, entre las que destaca las temáticas del amor, los caligramas, su proceso como escritor y detalles de su vida así como sus sueños y ambiciones. Menciona que los lectores actuales de Rulfo tienen una visión más completa de la vida y obra del escritor, una visión a la que sus contemporáneos no pudieron acercarse pues no tuvieron acceso a las tantas entrevistas, publicaciones y a las cartas mismas que años después saldrían a la luz. La tesis “Negativos de una rolleiflex: una lectura cruzada entre “Luvina” y tres fotografías de Juan Rulfo” de Fernando Herrera García, presenta un tema de estudio innovador, Herrera compara el cuento de “Luvina” con tres fotografías ! "*! tomadas por el propio Rulfo. Hace un análisis visual y al mismo tiempo comparativo entre imagen y literatura. De esta forma, Herrera centra un precedente de las otras vertientes por donde se puede estudiar la obra de Rulfo. Aunque la temática de la tesis de Herrera dista mucho de mi objeto de estudio, menciona la existencia de Cartas a Clara y las usa de ejemplo para explicar la diferencia entre epitexto privado y público: “Un claro ejemplo de epitexto privado en Juan Rulfo sería la correspondencia entre él y su mujer, Clara Aparicio, hoy publicada por la Fundación Juan Rulfo” (Herrera, 2015:40). En la más reciente edición de El gallo de oro (1959), editada por la editorial RM y la Fundación Juan Rulfo, publicada en mayo de 2017 para celebrar el centenario de Rulfo, se incluyó la carta XII fechada en febrero de 1947, además de otros textos poco conocidos de Rulfo. En la contraportada del libro podemos leer: “A partir de la edición de 2017 se incorporan dos relatos tempranos de Rulfo [!] así como una carta de 1947 a su novia, Clara Aparicio, en la que reflexiona sobre su medio laboral y un proyecto de vida con ella”. En la edición antes mencionada vienen dos estudios sobre El gallo de oro pero no se menciona más sobre la carta ni por qué fue incluida en dicha edición. Esta carta es una de las más citadas tanto por investigadores como por periodistas. Personalmente creo que esta es una de las misivas más importantes de toda la correspondencia porque es una muestra más completa de lo que se puede encontrar en el resto del epistolario. Las primeras líneas tienen un tono poético: “Ellos no pueden ver el cielo. Viven sumidos en la sombra, hecha más oscura por el humo” (Rulfo, 2017:51). Pareciera que nos va a narrar una historia y esa es la historia de unos trabajadores explotados. Esta carta es un claro ejemplo de los temores y angustias que siente ! ""! Rulfo; también expresasus sentimientos hacia la Ciudad de México: “Cuánto me gustaría estar allá, y volver a empezar de nuevo a conocerte y vivir allí, pero sin miedo, sin dificultades ni ningún temor de perderte. Y es que aquí la vida no es nada blandita. Es como si de nueva cuenta también estuviera uno comenzando a vivir. A veces me imagino que desde que llegué a esta ciudad he estado enfermo y que no me aliviaré ya jamás” (Rulfo, 2017:53). También es una muestra de las palabras cariñosas que Rulfo tiene para con Clara durante todo el epistolario: “Sin embargo, tu carta me dio un enorme gusto. Puse las dos manos para recibirla y la leí con mis dos ojos y luego la volví a leer porque hay algo allí que a mi corazón le gusta. Hay algo en todo lo tuyo que a mi corazón le gusta mucho. Y tú sabes que a este corazón que yo te he regalado hay que darle gusto” (Rulfo, 2017:52). Por lo tanto, considero que la elección precisa de esta carta que combina la crítica social, la confesión y el amor, al incluirla en la nueva edición de El gallo de oro, es un acierto en el sentido de que puede despertar el interés de los lectores de Rulfo y guiarlos hacia la lectura de la correspondencia íntima que es Cartas a Clara. Sabemos que ha habido muchas personas que han escrito la biografía de Juan Rulfo, entre ellos: Alberto Vital, Nuria Amat, Roberto García Bonilla, Reina Roffé, entre otros. En el año 2014 se publicó una biografía más de Rulfo pero con la peculiaridad de ser en forma de novela gráfica. Rulfo. Una novela gráfica (2014) de Óscar Pantoja y Felipe Camargo, nos hace un recorrido por la vida de Rulfo desde 1923, año en el que Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, padre del escritor Juan Rulfo, es asesinado; hasta el año 1964. El libro recorre diversos pasajes de la vida de Rulfo, en los que destacan la publicación de su novela Pedro Páramo en 1955. ! "#! El capítulo XIV está dedicado a Clara Aparicio. En este capítulo se habla de cómo conoció a Clara y comenzó a pretenderla. “Rulfo le escribió a Clara una infinidad de cartas. En ellas le expresaba su amor, sus miedos, sus inseguridades, sus angustias, su admiración infinita por ella” (Pantoja, 2014:161-162). Acompañado de ilustraciones, también transcribe un fragmento de la primera carta. “Las cartas le ayudaron a sobrevivir, a luchar contra la angustia, a tomar decisiones en su vida. Su esposa, años después de la muerte de Rulfo, publicaría un volumen con ellas que se llamaría: Aire de las colinas. Cartas a Clara” (Pantoja, 2014:163). La publicación de la correspondencia privada de uno de los máximos escritores de la literatura mexicana no podría pasar desapercibida. Desde su publicación en el año 2000 han salido diversas notas en periódicos, de las que me gustaría destacar algunas; en el conocimiento de que los diarios son prensa rápida, no especializada, las incluyo porque, como podrá verse, quienes las signan son autores que conocen la vida y obra de Rulfo y le han dedicado estudios mayores: “Rulfo. Aire de las Colinas” una nota de Juan Bonilla, publicada el 17 de mayo del 2000 en el diario El Cultural, de entrada comienza diciendo: “La aparición de un libro con ochenta cartas de amor inéditas de Juan Rulfo, es, a no dudar, un acontecimiento editorial y literario” (Bonilla, 2000). La nota destaca que son cartas de amor en las que se pueden encontrar delicadas muestras de prosa lírica. Cuestiona si es lícito publicar las cartas de Rulfo, ya que fueron escritas para una sola persona y ahora pueden estar al alcance de todos. El periodista dice ! "$! que la publicación de las cartas se justifica si es por el propósito de acercarnos a las obras de Rulfo. Destaca que hay que tener en claro que Cartas a Clara y Pedro Páramo son muy diferentes, a la primera la sitúa en anécdota y banalidad mientras que a la segunda en intimidad y poesía. En este comentario, de apariencia simple, se encierra una argumentación con respecto a por qué no puede compararse el género epistolar y el novelístico, donde ya existe una asimilación del oficio creativo. Bonilla transcribe un fragmento de la segunda carta para que el lector se de una idea del tono con el que están escritas y dice que son muy diferentes a la correspondencia entre Gustave Flaubert y Louise Collet o Henry Miller y Anais Nin. Agrega que uno como lector puede leer las cartas de Flaubert y disfrutarlas intensamente sin la necesidad de haber leído antes Madame Bovary, sin embargo para un lector que aún no ha leído a Rulfo, le sugiere no iniciar con las cartas. El autor de la nota también habla del prólogo escrito por Alberto Vital en el que justifica la publicación de las cartas por ser documentos verídicos, testimonios del universo de Rulfo que después reflejaría en sus obras. Bonilla menciona también que cada vez estamos más habituados a la aparición de libros de este carácter y que se justifican si ayudan a enriquecer la figura del escritor. En el caso de Rulfo ayuda mucho ya que siempre fue una persona muy reservada. Después transcribe un fragmento de la carta XII para sostener la premisa de que esa carta es un ejemplo del “sol oscuro” de la prosa de Rulfo. Para Bonilla, Cartas a Clara es: ! "%! Una colección de cartas agradable de leer, con pocos contrastes en el tono, aunque de vez en cuando a Rulfo se le dispara el pesimismo y en otras ocasiones, pocas, la euforia le hace temblar las manos. Nos permite, desde luego, asomarnos a la cotidianeidad de un amor que, como todos, para serlo de verdad necesitaba de unas cuantas cartas ridículas y sinceras, de unos cuantos párrafos dulces y una cabalgata de dudas y momentos de autocrítica. (Bonilla, 2000). En “Las cartas de Juan Rulfo enamorado resucitan la leyenda de un autor único”, una nota de Miguel Mora publicada el 26 de mayo del 2000 en el diario El País, el autor hace referencia a los 38 años de matrimonio en los que Clara Aparicio guardó las cartas que Juan Rulfo le escribió entre 1944 a 1950. La primera edición de las cartas fue publicada en Madrid con el nombre Aire de las colinas. Clara Aparicio y sus hijos Claudia y Juan Carlos asistieron a la presentación en Madrid; su otro hijo Pablo, los acompañó por videoconferencia. Clara defendió a su marido del calificativo de bebedor que le habían puesto y de los ataques que otros escritores hicieron en su contra sobre si le habían ayudado a escribir Pedro Páramo. Clara también menciona que Rulfo fue tan feliz de haber escrito Pedro Páramo que ya no quiso ni pudo volver a publicar. El autor de la nota cuestiona qué pensaría Rulfo de ver sus cartas publicadas. Clara defiende que estaría feliz y que no hubo motivos económicos para que haya decido publicar las cartas, más bien ella quería que el mundo conociera al Rulfo que ella conoció. También nos dice que el proceso creativo que llevó Rulfo para escribir Pedro Páramo fue poco a poco, en las cartas hay indicios de que ya había iniciado a escribir su única novela. Sobre Cartas a Clara Mora nos dice: “Tal vez el mayor mérito de estas cartas es que enseñan el alma y la intimidad de una etapa crucial de Juan Rulfo. ! "&! Las empieza a escribir con 27 años, sintiéndose todavía huérfano, endurecido por el correccional de Guadalajara donde vivió, lejos de su amada once años menor. Las acaba con el corazón lleno de esperanza” (Mora, 2000). El adjetivo correccional suena fuerte, en realidad el Colegio Luis Silva al que asistió Rulfo era un colegio religioso con disciplina férrea. La nota también habla de cómo se conocieron Rulfo y Clara en el Café Nápoles en Guadalajara. “Aire de las colina (Cartas a Clara)” una nota de Marco Antonio Campos publicada el 21 de octubre del 2001 en La Jornada Semanal número 346 nos da información sobre nuestro objeto de estudio. Comienza introduciendo cómo se conocieron Juan Rulfo y Clara Aparicio. Después nos habla de la regularidad con la que Juan enviabalas cartas y detalla por años el número de misivas enviadas en el que destaca 1947 como el año en el que se enviaron más cartas. El autor de la nota dice que Clara guardó las cartas de Rulfo, a diferencia de él que no conservó las de Clara. Compara las frases de Rulfo con frases de Bécquer y López Velarde. Habla de los investigadores de la obra de Rulfo como: Jorge Ruffinelli, Sergio López Mena, Juan Antonio Ascensio y destaca sobre todo a Alberto Vital al que le atribuye el rescate de la correspondencia. Explica el por qué del título “Aire de las colinas” que es por referencia a una frase de la carta del 3 de junio de 1947. También recuerda pasajes de las cartas donde Rulfo le cuenta a Clara que le van a publicar sus cuentos y las partes que apenas vislumbran lo que llegaría a ser Pedro Páramo. Rescata las partes en las que Rulfo le comenta a Clara su amor por los libros y que gasta bastante dinero en ! "'! ellos. Además de su gusto por la lectura dedicaba tiempo al alpinismo, el cine y la fotografía. Campos externa que Rulfo prefería la vida en la ciudad sobre la vida en el campo y detalla los años en los que radicó en la Ciudad de México antes de instalarse definitivamente en ella hasta su muerte. También menciona las direcciones donde Rulfo vivió en la Ciudad de México. Aunque Rulfo prefiere la ciudad, en sus cartas se pueden encontrar quejas sobre lo duro que puede ser la vida en ella y para sustentarlo transcribe un fragmento de la carta XIV fechada en marzo de 1947, en la que Rulfo se queja de la contaminación; y un fragmento de la carta XX del 9 de mayo de 1947 en la que se queja de lo dura que es la vida en la ciudad. Sin embargo en otras cartas habla de la belleza de la ciudad como si la hubiera redescubierto. El autor de la nota cuestiona el origen de la desconfianza e inseguridad de Rulfo frente al mundo y responde a la incógnita por la orfandad y la soledad que sufrió desde muy pequeño. Habla de las confesiones que Rulfo le hizo a Clara, sobre lo mal que se sentía y que ella era su único antídoto contra la tristeza y el desaliento. Campos hace un recorrido por lo que, gracias a las cartas, se sabe de los trabajos que desarrolló Rulfo dentro de la Goodrich Euzkadi, desde supervisor de los obreros hasta vendedor de llantas y los lugares por los que viajó como Zamora, Papantla, Poza Rica y Tuxpan para cumplir con su trabajo. También narra que por motivos de trabajo, una temporada Rulfo se quedó solo en la Ciudad de México; Clara volvió a Guadalajara para que allá nacieran sus primeros hijos ! "(! Claudia y Juan Francisco. Rulfo echaba de menos a Clara, a su familia y lamentaba tener el trabajo que tenía. El autor de la nota finaliza hablando de la experiencia de conocer a Rulfo en persona y de las percepciones que tenía de él. Para Campos, las cartas a Clara son: “Un documento sentimental, para saber algo de la persona del enigmático y genial autor de El Llano en llamas y Pedro Páramo, dos libros donde la poesía y la música hacen hablar en increíbles acordes a la vida y la muerte” (Campos, 2001). “El silencio de Juan Rulfo” una nota de César Leante publicada el 19 de agosto del 2000 en el periódico español El País nos proporciona información sobre cómo llegó a publicarse Aire de las Colinas, el título que se le dio a la primera edición de las cartas. El periodista menciona que Clara Aparicio por una parte sentía que la crítica y los lectores podrían pensar que estaba haciendo algo terrible al publicar los cuadernos y que sería algo que Juan Rulfo no habría aprobado pues en vida jamás pensó en hacerlo; pero por otro lado se convencía de que debía publicarlos: Lo he pensado. Pero algo ocurre dentro de mí cada vez que repaso las páginas de estos cuadernos; cada palabra, cada frase, cargadas de vivencias y sentimientos, me hacen reflexionar sobre la necesidad de compartir estos relatos tan llenos de él y que, sin duda, contienen nuevas pistas para la lectura de Pedro Páramo y El Llano en llamas. (Leante, 2000). Recordemos que las cartas fueron publicadas post mortem de Rulfo, al igual que muchas otras correspondencias como la de Virginia Woolf que tras su muerte, su hijo publicó la correspondencia con Vita Sackville. Esto nos hace cuestionarnos, ¿dónde quedan los deseos del escritor? ! ")! Esa exaltación que más bien parece una expiación, la exhiben todos los amantes fallidos, sus hijos, familiares y depositarios de las cartas de la amada amante fenecida, como para enmascarar un sentimiento de culpa acumulado por el tiempo, la crítica o esa mal llamada “democracia literaria” en la que se pregona la gastada frase: “Los lectores, el público y sobre todo los jóvenes, tienen el derecho de conocer la verdad” (Preciado, 2016:25). La nota también habla del proceso creativo de Rulfo y de los textos que no llegó a publicar. Todo eso se sabe por Los cuadernos de Juan Rulfo (1994). También hace énfasis en el silencio de Rulfo, por qué dejó de publicar y lo que respondía cuando se lo cuestionaban. Y es que aunque Rulfo ya no volvió a mandar nada a la imprenta, se sabe por sus cuadernos que sí tenía otros textos terminados como “Cleotilde”, “Guerrillas”, “La noche que lo dejaron solo”, y además trabajaba la novela “La cordillera” que dejó de escribir. El periodista nos habla de los argumentos de estos textos que no fueron publicados y también lo que algunos críticos han dicho sobre los cuentos de El Llano en llamas. “Las Cartas a Clara, de Juan Rulfo, testimonio de la entrega de un hombre a la vida” una nota firmada por la redacción de La Jornada Aguascalientes, publicada el 14 de febrero de 2016 nos aporta una lectura más reciente de las cartas. Comienza mencionando los elementos de la carta de amor: “Imaginación, emoción, creatividad y un sentido de juego”. Habla de una nueva edición que ya compone 84 cartas y que fue distribuida por el Programa Nacional de Salas de Lectura de la Secretaría de Cultura en México. El autor de la nota encuentra en las cartas un recorrido por la ciudad: “Le acompañamos en restaurantes, en los distintos espacios donde habitó; en las ! #+! rutas que le marcaba su trabajo, mientras escribe. Captamos en ellas un movimiento espiritual que se desplaza de la desolación a la esperanza” (La Jornada, 2016). La nota viene acompañada de 11 citas de distintos fragmentos de las cartas para hablar de la soledad y la distancia entre Rulfo y su ser amado. “En estas cartas casi todo es futuro que se filtra a través de las expectativas imaginadas por el deseo, los planes para que el sentimiento no se pierda, el reto de hacerse conocer casi exclusivamente por lo que va contándole de sí mismo”. (La Jornada, 2016). La presencia de la ciudad es otra de las temáticas que se pueden encontrar en las cartas: Dejan estas misivas tras de sí un registro de lo cotidiano, como ningún documento podría abarcarlo y que va desde lo que desayunaba el escritor, a sus excursiones para escalar los volcanes o el Nevado de Toluca; de su experiencia e impresiones de la Ciudad de México, a comentar de pasada los cuentos que va publicando. (La Jornada, 2016). La redacción finaliza con una breve semblanza sobre Juan Rulfo. Uno de los libros más recientes que se han escrito sobre el estudio de Rulfo es Había mucha neblina o humo o no sé qué (2016) de Cristina Rivera Garza. Este libro con forma de ensayo literario nos habla de la vida de Rulfo desde una narrativa experimental. El esfuerzo de Rivera Garza por reconstruir a un Juan Rulfo “mío de mí” la llevan al estudio de las múltiples biografías, entrevistas y artículos académicos que se han escrito sobre el escritor mexicano. De Cartas a Clara recoge varios fragmentos que a veces utiliza como epígrafes y en otras partes para explicar los pensamientos de Rulfo y extractos de la vida de este. “Las ! #*! cartas que Juan Rulfo le escribióa Clara Aparicio, quien en 1948 se convirtió en su única esposa, ‘además de ser de amor, son también un registro del amor que le profesaba’, constituyen un registro de ese andar cotidiano que, en conjunto con sus libros, configura su ética como escritor y como ciudadano” (Rivera, 2016:90). Aunque este libro no es un estudio exclusivo sobre la correspondencia de Rulfo, Rivera Garza sí dedica varias páginas a hablar de ella: Rulfo enumeraba en sus cartas de amor, con el gusto detallado del anticuario y la mirada pragmática del hombre de todos los días, una larga lista de negocios, como parece ser que llamaba a los asuntos de la vida cotidiana, especialmente los relacionados con el matrimonio. Ahí estaba, ciertamente, el tema espinoso de los posibles aumentos de suelto y la rabia ante instancias de injusticia laboral. También abundaban las preocupaciones por el dinero, o su falta, como al tratar el asunto de la renta del departamento y su ¿desesperada? compra de diez boletos de lotería con los cuales terminó por no ganarse nada. [!] Sólo un hombre de provincias, con esa atención desmedida ante su entorno, apegado hasta la médula a las cosas de la tierra, pudo haber traducido los murmullos cotidianos en pura escritura. (Rivera, 2016:91). En suma, Rivera Garza ve en Cartas a Clara, una documentación de la vida cotidiana de Rulfo. También nos muestra que la lectura de estas misivas fueron una fuente importante para escribir su libro y generar contenido más actual, usando el lenguaje literario para crear una especie de biografía literaria que retrata el Rulfo que ella concibe. Después de mencionar estos estudios sobre Cartas a Clara, podemos observar que ha habido lecturas cruzadas entre la obra literaria de Rulfo y las propias cartas. Hay ecos de la voz de Rulfo en sus personajes. Gracias a las cartas se ha podido rescatar información valiosa sobre la vida de Rulfo en esos años y que han contribuido a la creación de biografías más completas y certeras ! #"! sobre Juan Rulfo. Cada uno de estos estudios se centran en diferentes temas, aunque muchos coinciden en hablar de la soledad y el amor, todos aportan perspectivas diferentes. Por otro lado, sobre la vida del autor podemos encontrar mucha información, desde reseñas y semblanzas hasta entrevistas, en la que destaca la de Joaquín Soler en 1977; y es que Juan Rulfo no solo se destacó como escritor, era un hombre apasionado por la fotografía, el alpinismo y la música. Algunas de sus fotografías las podemos encontrar en el libro que se ha seleccionado como corpus. Por lo que pudimos observar, hasta ahora ningún estudio sobre Cartas a Clara profundiza en la temática de la ciudad, esa tierra baldía que Rulfo representa en sus cartas, aunque muchos sí encuentran esa constante en la correspondencia. El ensayo que sí da pinceladas sobre el tema de la ciudad es el de Ayram Chede. En ese estudio el autor sí se adentra a la ciudad desde su simbología e intenta explicar qué valor ocupa cada ciudad en Rulfo, sin embargo, no es el tema principal del ensayo. Ante la falta de estudios profundos sobre la representación de la ciudad en la correspondencia de Rulfo, este trabajo se enfocará en ello. ! ##! Capítulo II La ciudad La presencia de la ciudad en la literatura ha existido desde tiempos antiguos. Ya Platón la refería en La República: “Cada uno debe atender a una sola de las cosas de la ciudad; a aquello para que su naturaleza esté mejor dotado” (Platón, 370c, 433ª). A lo largo del tiempo, la ciudad ha sido un tema de estudio de muchos pensadores, quizá porque la ciudad implica un tema de identidad. Sólo en una ciudad, no ideal como la platónica, sino real como la renacentista florentina, pudo pensarse esa síntesis en términos reales, de manera que en ella el artista pasara a construir la figura misma del hombre, el cual, semejante a Proteo, aparece en la filosofía de la época como aquel ser que carece de identidad y esencia definida. Y que por esa razón puede construir, hacer, producir consigo mismo cualquier identidad. (Trías, 1983:23). En la ciudad tenemos diversos actantes, los pobladores, habitantes de un lugar y momento específico; entre estos actantes podemos destacar al artista porque sus obras (pinturas, libros, esculturas, entre otras) trascienden el paso del tiempo. Es por medio de los vestigios del artista que podemos hacer estudios históricos de ciudades y tiempos pasados. Tenemos, por otra parte, un artista productor en la base de la ciudad: amalgamado a agricultores, médicos, creadores de instrumentos. Sólo que ese productor no crea cosas reales sino simulaciones de objetos, no transforma cielo y mar, tierra y subsuelo, sino que refleja con un espejo las cosas ya existentes. (Trías, 1983:68). Como decíamos al inicio de este capítulo, la literatura de la ciudad ha existido desde tiempos antiguos, no obstante, ha tenido mayor auge en ciertos momentos, uno de ellos fue el siglo XIX en Francia, donde la novela realista francesa cobró mucha fuerza, especialmente con Honoré de Balzac, autor de libros como: La piel ! #$! de zapa (1831), Papá Goriot (1835), La prima Bette (1846), entre otros, cuyas tramas se realizaban en ambientes urbanos y retrataban la sociedad de su tiempo. A propósito de Balzac: Su método de observación minuciosa de los individuos y su entorno convirtió sus novelas, su “historia del corazón humano”, en magníficos documentos de la vida cotidiana. Convergencia del binomio literatura-historia que daría frutos cientos de años después, cuando las novelas se convirtieran en puntos de partida para estudios historiográficos de la vida social o de la vida cotidiana o, incluso, en nutrientes documentales de los mismos. (De los Reyes, 2012:12). Mientras tanto en México en el siglo XIX el ambiente en la literatura sigue estando, en su mayoría, ubicado en espacios rurales. Incluso al inicio del siglo XX la literatura que más abundaba trataba temas de la tierra, esta circunstancia tiene su justificación por el momento histórico que se vivía, la del conflicto en las haciendas y los caminos y luego el de la Revolución Mexicana en 1910. No es de extrañar que la novela de la revolución fuera la corriente literaria que predominaba. Autores como Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, Francisco Luis Urquizo, José Rubén Romero, Rafael F. Muñoz y Nellie Campobello son algunos exponentes de dicha corriente literaria. En México vemos el despertar de la literatura de la ciudad hasta 1958 con la publicación de La región más transparente de Carlos Fuentes. Es entonces cuando los espacios insertos en la narrativa mexicana dejan de ser rurales y muestran una sociedad que habita la urbe. Como ejemplos de lo anterior tenemos Ojerosa y pintada (1960) de Agustín Yáñez y Palinuro de México (1977) de Fernando del Paso. Estas referencias concretas no indican que antes no se hablara de la ciudad, de hecho sí se hacía. En el siglo XIX autores como Ignacio ! #%! Manuel Altamirano con Clemencia (1869), Manuel Gutiérrez Nájera con La novela del tranvía (1887), hablaban ya de las ciudades de México y hacían cuadros de la vida cotidiana. No se puede decir que toda la literatura mexicana antes de la revolución era rural o que la literatura postrevolucionaria se vuelve necesariamente urbana; El Llano en llamas (1953) de Juan Rulfo, Al filo del agua (1947) de Agustín Yáñez, El luto humano (1943) de José Revueltas, son ejemplos claros de que se seguía haciendo literatura rural a mediados del siglo XX. Lo que sí es evidente es que con el fin de la revolución y posteriormente con el progreso económico de México, la demografía cambió, las personas comenzaron a mudarse del campo a la ciudad y este puede ser uno de los factores del porqué la ciudad empezó a cobrar auge en la literatura mexicana. “Una parte de los artistas mexicanos difundía los ideales de la joven Revoluciónal empaparse de las fuentes de la mexicanidad, mientras otros trataban de rivalizar con las metrópolis artísticas de Occidente, movidos por una necesidad irreprimible de incorporar a la Ciudad de México al siglo XX y de expresar su modernidad” (Gruzinski, 2014:43). Esta bifurcación de tendencias, unos hacia lo rural, otros hacia lo urbano no era exclusivo de la literatura. La pintura también fue participe de esta encrucijada de mundos que parecen tan distintos. “Los caminos de muchos creadores se cruzaban en la Ciudad de México: Eisenstein no tenía ojos más que para el campo mexicano, mientras que Siqueiros, igual que Rivera, se sentía irresistiblemente atraído por las grandes ciudades industriales de Estados Unidos” (Gruzinski, 2014:57). Entre las principales diferencias que podemos encontrar entre la literatura rural de la urbana, está el habla. En El Llano en llamas encontramos diálogos que ! #&! imitan la forma de hablar de los campesinos de Jalisco. En la literatura de la ciudad el lenguaje es más estandarizado, más comprensible para las personas que nunca han visitado ciertas regiones rurales. Otra de las diferencias más evidentes son los espacios. Las descripciones que se hacen en la literatura rural suelen ser espacios abiertos, campos, montes, ríos; en la ciudad el narrador describe los edificios, las calles, los aparadores; son los elementos los que conforman ambientes diversos. La arquitectura es distinta. “La ciudad quiere parecerse también al campo [!] pero el campo también quiere parecerse a la ciudad, imitar sus arquitecturas, sus espacios. Los pueblos quieren olvidar sus arquitecturas clásicas y buscan arquitecturas violentas y tremendamente urbanas” (Cortés, 2003:167). Las actividades que realizan los actantes distan mucho entre el campo y la ciudad. Mientras que en el ambiente rural los personajes se encargan de sus animales, de trabajar la tierra, de caminar largas distancias para ir de un pueblo a otro; en la ciudad, en cambio, los personajes pueden desarrollar un sinfín de actividades, tienen más medios de entretenimiento y ocupan profesiones muy variadas. “Si el mundo rural es el mundo de la apropiación (propiedad), el mundo urbano es el mundo del intercambio, de la mercancía, del signo” (Cortés, 2003:167). Los tiempos en la narrativa de la ciudad pasan deprisa “se observa que las ciudades cambian más deprisa que el corazón de los hombres que las habitan” (Cortés, 2003:166); a diferencia de la narrativa del campo donde los días parecen eternos. Italo Calvino decía: “Marco Polo es capaz de descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que ! #'! puedan valer más allá de todas las crisis” (Cortés, 2003:162). Con frecuencia se ha hablado de la ciudad como un espacio caótico a diferencia del campo donde los días son más pasivos; sin atrevernos a afirmar si esta aseveración es verdadera, sí existen motivos que hacen que los habitantes de las ciudades vivan en ellas. Se escuchan casos de personas que sufren de estrés en la ciudad pero aun así prefieren vivir en ella. A propósito de Nueva York, una de las ciudades más populares del mundo, Cortés nos dice: “La ciudad con la que se tiene que tener una relación de amor-odio [!] en realidad, con toda ciudad existe esa relación de encantamiento y desencanto, la contradicción del continuo (homogéneo) y la diferencia” (Cortés, 2003:165). Esta relación amor-odio la podemos encontrar en cualquier ciudad, en especial en las grades urbes como la Ciudad de México. En la correspondencia de Juan Rulfo que vamos a analizar podemos encontrar también esta relación amor-odio por la ciudad. Por un lado la fascinación por todas las actividades, productos y servicios que ofrece la ciudad, por otro, la soledad. “Las grandes ciudades son refugios de soledades, espacios de frustraciones e insatisfacciones que conducen con frecuencia a la depresión, un sentimiento que casi todos padecemos” (Legorreta, 2007). Hay muchas incógnitas que giran en torno a Juan Rulfo, la más grande podría ser: ¿Por qué no publicó más?, asunto en el que no nos vamos a detener porque en este estudio la pregunta que nos importa es: ¿A Rulfo le interesaba la ciudad? La información recabada para desarrollar el presente trabajo apunta a que sí. “Juan Rulfo es uno de los pocos pensantes de la Ciudad de México” (Legorreta, 2007). En palabras de Rulfo: “México no es una ciudad que tenga características propias, es una ciudad mistificada totalmente, son muchas ciudades” (Roffé, ! #(! 1973:73). Describir a la Ciudad de México resulta una tarea complicada. En lo que coinciden muchos autores es que en la Ciudad de México hay una diversidad impresionante fruto del mestizaje entre el pasado prehispánico y la cultura española. Creo que en ninguna otra ciudad del mundo se palpan, como en ésta, las almas de las gentes que la habitan por las fachadas de las casas, por la decoración de las paredes, por la disposición de las ventanas y puertas, y por el aspecto, en fin, que no es sólo físico, de los barrios. Por eso parece natural la desorientación arquitectónica, porque es una desorientación espiritual. (Novo, 2011:112-113). En las cartas de Rulfo encontramos descripciones sobre la Ciudad de México, el escritor siente la necesidad de contarle a su amada las cosas que lo asombran. Rulfo no fue el único que se dejó deslumbrar por la Ciudad de México. Durante el franquismo, México recibió mucha migración española. Entre ellos llegó el escritor español Juan Rejano, el cual en una nota publicada el 1 de septiembre de 1945 en la revista Letras de México, nos describe de la siguiente forma: La verdad es que México sigue siendo para mí un misterio. Me he asomado a sus ciudades, a sus campos. He subido a sus montañas, me he sumergido en sus ríos, en sus lagos, en sus mares. He cultivado la amistad de muchos de sus hijos. Al final, el alma de todo eso se me escapa por unas rendijas invisibles, por un tragaluz, a través del cual sólo me lleva un ligero resplandor. No es nada fácil entender este país. El hombre mexicano parece haber ganado los últimos peldaños liberadores de nuestra edad, y, no obstante, algo hay en él insinuándonos que la naturaleza –esta tremenda, subyugante, aterradora naturaleza de América–, sigue dominándolo, ejerciendo un poderoso influjo en su espíritu. (Rejano, 2011:130). Como decíamos al inicio de este capítulo, la ciudad también tiene que ver con un tema de identidad. Es por ello que historia de vida de cada hombre depende de su lugar de origen y de los sitios que habita. ! #)! La obra de Rulfo aporta dos concepciones contemporáneas sobre la Ciudad de México. La primera, es descubrirla como una ciudad de ciudades, cuestionando una sola “identidad urbana”; y la segunda, quizá la más importante, es su caracterización como una urbe donde predominan las relaciones espirituales, sobrenaturales y en comunicación con el mundo de las divinidades. No se trata, por supuesto, de la ciudad de las minorías, sino de las mayorías migrantes que habitan en las periferias, desoladas y silenciosas, y de las cuales Rulfo se convirtió antes que muchos otros, en su principal vocero. (Legorreta, 2007). Adentrarnos en el estudio de la ciudad también nos hace preguntarnos cómo son sus habitantes, cómo son los mexicanos. Desde una mirada extranjera, el escritor español Juan Rejano, dice que el hombre mexicano, como hombre histórico ha sido encasillado en lo que se conoce como civilización occidental, sin embargo, en este hombre sigue habiendo ecos de una lejana vida aboriginal; esto quiere decir que el hombre mexicano aunque forma parte y concuerda con las formas de convivencia de la civilización occidental, no puede desprenderse de su pasado indígena, y carga en él “la nostalgia irremediable de unas cenizas que aún no han podido aventar el huracán denuestras creaciones sociales” (Rejano, 2011:131). La historia de vida de Rulfo ha sido uno de los temas más tratados por los investigadores. Sabemos que Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació en 1917, en Apulco, una población rural sumamente pequeña del estado de Jalisco. ¿Quién llegaría a pensar que el niño Juan que se quedó huérfano de padre en 1923 y de madre en 1927, llegaría a ser uno de los escritores más destacados de México? Su destino pudo haber sido diferente de haberse quedado en el pueblo, pero Juan salió de su localidad con la convicción de que su lugar en el mundo era otro. Al quedarse huérfano desde muy pequeño se traslada a Guadalajara y estudia en el Colegio Luis Silva, posteriormente pasa una ! $+! temporada en el seminario pero no encuentra ahí su vocación. El primer acercamiento que tuvo con la gran Ciudad de México fue en 1932. Posteriormente en 1940 emprende viajes por toda la República Mexicana. Después de conocer el país vive una temporada en la que no sabe dónde establecerse y divide su vida entre Guadalajara y la Ciudad de México. Según Cristina Rivera Garza: “Juan N. Pérez V. no se instaló en la Ciudad de México de manera permanente sino hasta 1947, un año después de que Miguel Alemán, un político sin pasado militar y de refinado gusto en el vestir, fue electo para la presidencia del país” (Rivera, 2016:51). Por su correspondencia, sabemos que Rulfo ya radicaba en la Ciudad de México desde 1945. Podemos suponer que la afirmación de Rivera Garza de que fue hasta el año 1947 se sustenta en que es entonces cuando Rulfo hace un proyecto de vida, tiene planes de boda con su entonces novia, Clara Aparicio, que aún vivía en Guadalajara, y la idea de adquirir un departamento en la Ciudad de México para asentarse definitivamente en la capital. La primera novela que Rulfo escribió fue El hijo del desaliento, obra que posteriormente destruiría sin ser publicada. Esta novela era sobre la Ciudad de México. “El personaje central de El hijo del desaliento, señaló el propio Rulfo, es la soledad en la ciudad que es triste y violenta, distinta del campo que provoca desidia” (García, 1998:11). Rulfo destruyó su novela como después confirmaría en entrevistas porque la consideraba mala, extensa, retórica, alambicada, sin valor literario. En la entrevista con Joaquín Soler en 1977 para el programa “A fondo” se menciona: “Al maestro no le gustó su primera novela, novela al parecer un tanto hipersensible. En la cual pretendía analizar la soledad de un campesino ! $*! trasplantado a una gran ciudad moderna como era la Ciudad de México, Distrito Federal” (Soler, 1977). Aunque esa novela no vio la luz, el interés de Rulfo por narrar la ciudad no se detendría: “Bueno, y ahora quiero volver a utilizar esa tercera persona en cuentos que tienen algo que ver con el ambiente de la ciudad. Pero la novela no me gustó” (Roffé, 1973:52). Sobre la cita anterior, García Bonilla agrega: “Esta afirmación, que data de los años sesenta, deja entrever que Rulfo sí quería a la ciudad como protagonista o al menos escenario en sus historias” (García, 1998:10). En contraposición a las declaraciones antes mencionadas, en una entrevista con Armando Ponce se menciona lo siguiente: -¿Usted escribiría sobre la ciudad? -No me dice nada la Ciudad de México. Tengo cuarenta años de vivir aquí, y no me dice nada. [!] -¿A qué atribuye que no le interese la ciudad? -Es una megalópolis terrible. -¿Entonces no hay novela urbana en México? ¿No ha encontrado la ciudad su expresión en la literatura? -Los que han escrito sobre la ciudad no han escrito ni siquiera sobre su barrio, sino sobre sus problemas personales. Cada quien vive aislado. Antes podía ir uno al café París. -¿La megalópolis aísla? -Sí, confina. -¿Los escritores tienen poco porvenir? ¿Deben abandonar la ciudad? -Deben salir a conocer el interior. Lo que pasa es que todo viene de la educación. Ha decaído mucho. Nuestra generación tenía lecturas, los maestros nos enseñaban a hacer composiciones. [!] -¿Y la ciudad es triste? -Es triste y violenta. -¿Cómo puede ser triste y violenta si la violencia es acción? -No. Es que son las dos cosas. -¿Y el campo, qué ánimo despierta? -Una especie de desidia. La gente que vive en el campo parece que vive sin esperanza. No lo sé del todo, pero creo que no le interesa lo que sucede, por el ambiente. (Proceso, 1980). ! $"! Como podemos ver en los fragmentos citados de la entrevista, Rulfo estaba instruido en los temas de la ciudad, de lo que se escribía sobre ella y había hecho intentos por narrarla. Aunque Rulfo no habla maravillas de la ciudad, la prefiere por sobre el campo. Rulfo tiene un quiebre con sus orígenes rurales, él no es partícipe del campo. Es un hombre de ciudad, hay un distancia con el campo, una brecha que intenta unir con sus cuentos. En la entrevista con Ponce, también habla sobre el reparto injusto de la tierra; la vida en el campo inspira en él una gran desesperanza: “¿Qué garantías hay en el campo? No hay garantías para nada” (Proceso, 1980), dice Rulfo. En el campo no hay futuro, no hay seguridad, en la ciudad hay progreso aunque la vida sea triste y violenta. A pesar de los problemas del campo, Rulfo creía en el ejido colectivo y la cooperativa. En la entrevista antes mencionada, Rulfo critica a La Onda, corriente literaria de 1965 con exponentes como José Agustín, Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña, entre otros, cuyas novelas eran ambientadas en las grandes urbes. De perfil (1966) de José Agustín, Gazapo (1965) de Gustavo Sainz, El vampiro de la colonia Roma (1979) de Luis Zapata, son historias ambientadas en la Ciudad de México, sin embargo Rulfo no encuentra en ellas valor literario. Por otro lado a Fuentes, Azuela y Del Paso sí los considera grandes narradores. Es que La Onda fue una moda. Azuela, Fuentes, Del Paso, fueron diques que la contuvieron. Los que vienen ahora saben que aquello no valía nada, y lo saben porque tienen talento. Se habían olvidado de los problemas sociales, decían que hacían literatura urbana pero ¿de qué ciudad? La de México es muchas ciudades (Proceso, 1980). ! $#! Antes de La Onda hubo un grupo conocido como la Generación de Medio Siglo. En esta generación con exponentes como Inés Arredondo, Huberto Batis, Carlos Valdés, Juan Vicente Melo, Sergio Pitol, Juan García Ponce, entre otros, se muestra el cambio en la expresión literaria, el paso de la cultura rural a una cultura urbana y cosmopolita. Se dice que Rulfo es un autor de lo rural, el hecho de que su obra publicada esté ambientada en el mundo rural fue el argumento principal para que Rulfo haya sido categorizado como un autor de lo rural. En muchos estudios que se han hecho sobre la obra de Rulfo nos han hecho creer que la tierra es lo único que giraba en torno a la mente creadora de este escritor, pues se han centrado únicamente en tratar lo rural: “La tierra también está, implícita, en los dos títulos de los dos libros de Juan Rulfo [!] El apellido de Pedro significa ‘terreno yermo, raso y desabrigado’, y en El Llano en llamas, el incendio tiene lugar en la ‘llanura’, en el terreno ‘sin altos ni bajos’. Rulfo invoca, por tanto, en sus dos únicos títulos a la tierra desnuda” (Carrión, 2017). Pero desde mi punto de vista, es necesario enfatizar que Rulfo no es solo un escritor del mundo rural y que tiene más conciencia de la ciudad que muchos escritores de su tiempo. “No es aventurado afirmar que los paisajes de desolación que nutren las obras de Juan Rulfo, no son solo imaginarios del campo, sino también de los desolados paisajes urbanos de la Ciudad de México” (Legorreta, 2007). En los estudios más recientes se apunta que Rulfo es un autor de la ciudad: Por más que la ciudad de mediados del siglo XX era apenas un umbral convulsionado por el quehacer de las fábricas y el ruido de la migración;por más que la capital del país empezara apenas a deshacerse, con cierto pudor y cierta premura, de su condición de rancho grande, en tanto autor, Rulfo fue, sin lugar a dudas, un autor ! $$! citadino. Un aledaño, habría dicho él. No un nativo de la Ciudad de México, sino uno entre esos tantos que conformaron el gran porcentaje de provincianos asentados en la urbe no sin resistencia o sin incomodidad. (Rivera, 2016:70). La ciudad era un tema que le importaba a Rulfo. “Una preocupación de Juan Rulfo a lo largo de su vida fue el frágil y áspero vínculo entre el campo y la ciudad que, debido al centralismo, aparece como un choque, como una fractura histórica” (García, 1998:7). Si bien en su obra publicada, la ciudad no está presente y el ambiente que impera es el mundo rural; en su correspondencia la ciudad es uno de los aspectos más mencionados. Hay autores como Rivera Garza que apuestan por un Rulfo más urbano que rural. “Los textos rulfianos, que temáticamente exploraron el campo mexicano y tuvieron como personajes a campesinos y hacendados, fueron producto, sin embargo, de ese éxodo campo-ciudad del que resultaron las grandes metrópolis modernas. Los textos rulfianos son, por decirlo así, urbanos” (Rivera, 2016:69). La ciudad estaba presente en sus pensamientos, en su palabras, en sus inquietudes; hay una fascinación y un desencanto. “A las preocupaciones de Rulfo por la historia, la oralidad y la depuración estilística, se añade su propio recorrido vivencial, donde campo y ciudad aparecen como mundos opuestos con permanentes conflictos, que van de los ideológicos a un seco racismo” (García, 1998:8). El campo, la ciudad y las migraciones ocuparon la mente de Rulfo. “Tanto en los cuentos como en la novela encontramos sobre todo viajes, migraciones, peregrinaciones, movimiento. En todos sus textos late su propia migración, la del campo a la ciudad” (Carrión, 2017). ! $%! A propósito de lo anterior, García Bonilla en su ensayo “Juan Rulfo y la Ciudad de México” ganador del XXX concurso de ensayo Punto de Partida, sostiene que la ciudad no está presente en la obra de Rulfo salvo en dos textos: “La vida no es muy seria en sus cosas” y “Un pedazo de noche”. Podemos agregar que también en Cartas a Clara, como comprobaremos más adelante, pues la representación de la ciudad comienza con sus propias vivencias. ¿Cómo es la ciudad que Rulfo nos narra en “Un pedazo de noche”? García Bonilla nos dice: Fiesta y abandono; placer y resignación, deseo y abstinencia se truecan, entre resplandores de luna y zozobra que es la Ciudad de México, cuyas geografías testimonian un vigoroso pasado en la grandeza de su arquitectura, opacada por la pátina de los años y su violencia embozada con luchas intestinas, poderes trastocados y símbolos de un país en metamorfosis; la Ciudad de México, urbe naciente, es expresión fiel de la soledad del hombre. (García, 1998:12). La soledad es una constante en la narrativa de Rulfo. En el texto antes mencionado, la ciudad es presentada como un panorama desolador. Rulfo narró a la ciudad desde la soledad. Según García Bonilla, la ciudad que marcó a Rulfo: “Es el anonimato de hombres y mujeres orillados a vidas perdidas en una ciudad que hicieron suya a golpes de explotación” (García, 1998:12). Campo y ciudad se contraponen en muchos sentidos pero convergen en otros. “Para Rulfo, quien trabajó desde 1965 hasta su muerte en el Instituto Nacional Indigenista, los problemas del campo y los de la ciudad no están separados, ya que los emigrantes del campo a las ciudades sólo trasladan un problema de lugar” (García, 1998:10). Muchas familias abandonaron el campo para buscar una mejor calidad de vida en la ciudad. Rulfo al quedar huérfano desde muy joven también enfrentó este cambio del campo a la ciudad. ! $&! El hombre de la ciudad ve sus problemas como problemas del campo. Pero ese es el problema de todo el país. Es el problema mismo de la ciudad. Porque el hombre de allá viene aquí, emigra a la ciudad, y aquí se produce un cambio. Pero él no deja, hasta cierto punto, de ser lo que fue. Él trae el problema. (Roffé, 1973:73). Cambian las geografías pero no cambian los problemas. Algunos logran encontrar oportunidades en la ciudad, otros la hostilidad y la soledad. Sobre las personas que migran a la ciudad: “Y algunos de ellos viven en las orillas de la ciudad porque no querían perder por completo ese contacto con la tierra que les permite resistir la miseria de la ciudad” (García, 1998:13). Durante el periodo que nos interesa estudiar hubo una gran migración del campo a la ciudad del que Rulfo fue testigo. Rivera Garza sostiene que hubo comunidades que fueron desplazadas, desalojadas completamente para abrir paso a obras de infraestructura respondiendo al progreso económico que se buscaba en esos años, de esta forma se construyeron presas, puentes y carreteras sin importar si destruían comunidades rurales a su paso. La represión del Estado y la negligencia gubernamental convirtieron poblados en fantasmas. “Las ruinas de un mundo por venir. Estos páramos. Vuelos nómadas migrantes, esos pobladores rurales llegaron a las periferias de una ciudad para conformar las muchas ciudades que siempre ha sido la Ciudad de México” (Rivera, 2016:52). Las cartas a Clara de Juan Rulfo que son nuestro principal objeto de estudio se escribieron entre 1944 y 1950. Durante ese periodo de tiempo México vio el paso de dos presidentes: Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y Miguel Alemán Valdés (1946-1952). En 1940 el presidente Ávila Camacho se declaró creyente frente a la prensa, esto representaba un cambio ya que se buscaba ! $'! reconstruir la paz después de las luchas que se propiciaron a partir de la separación de la Iglesia y el Estado. En 1945 fue eliminado el término “educación socialista” del artículo 3º Constitucional. “A la estabilidad política y al proceso de industrialización que se consolidaron con el régimen de Manuel Ávila Camacho a principios de la década de los cuarenta, correspondió un proceso de efervescencia en la esfera de la cultura que buscaba horizontes nuevos para el quehacer artístico” (Pereira, 2009:7). En los múltiples estudios que existen sobre este periodo, los años cuarenta, coinciden en el crecimiento y progreso económico que tuvo el país. En 1940 México había cambiado. [!] El país vivió uno de los grandes momentos de su crecimiento, ya que las nuevas obras públicas abrían paso a un México que se había quedado en el rezago. El proyecto avilacamachista pretendía la estabilidad política, la paz social, a base de un equilibrio de fuerzas sociales que permitiera el crecimiento económico que todos los mexicanos anhelaban. (Torres-Septién, 2012:171). Durante el gobierno de Miguel Alemán: “Se iniciaba entonces un agresivo programa de industrialización que, al destacar los beneficios de la vida urbana, dejaba atrás, al descuido, el mundo rural mexicano, dando lugar así a la gran migración campo-ciudad con la que se formó la capital del país” (Rivera, 2016:51- 52). El progreso económico venía construyéndose desde el régimen de Lázaro Cárdenas: “Este cambio refleja el crecimiento de la clase media, producto de la recuperación económica que se vivió en este gobierno y el fortalecimiento de la clase política auspiciado por el obrerismo y la reforma agraria promovidos por el régimen” (Collado, 2012:120). ! $(! Según el Sexto Censo de Población del INEGI, en 1940 había 1,757,530 mexicanos habitando la Ciudad de México, entonces llamada Distrito Federal. “La región del Valle de México concentraba en 1940 el 14.7% de la población comparado con un 10.9% en 1900” (Alba-Hernández, 1976:57). En 1940 la esperanza de vida en México era de 41.5 años, las familias eran de 4.5 miembros en promedio y solo el 42% de la población era alfabeta. Desde aproximadamente 1940 el país se inscribe en
Compartir