Logo Studenta

Tesis sobre la política exterior mexicana durante el Porfiriato

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Av. Hidalgo 935, Colonia Centro, C.P. 44100, Guadalajara, Jalisco, México 
bibliotecadigital@redudg.udg.mx - Tel. 31 34 22 77 ext. 11959 
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA 
COORDINACIÓN GENERAL ACADÉMICA 
Coordinación de Bibliotecas 
Biblioteca Digital 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor 
ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la 
Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, 
esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos 
que posteriormente quiera darle a la misma. 
Universidad de Guadalajara 
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades 
División de Estudios Políticos y Sociales 
Departamento de Relaciones Internacionales 
 
El papel de la política exterior mexicana en el crecimiento económico y 
modernización del país durante el Porfiriato 
Tesina que para obtener el grado de 
Licenciada en Relaciones Internacionales 
PRESENTA 
Myriam Olivia Yáñez Hernández 
Directora 
Mtra. Raquel Moreno Pérez 
Lectora 
Dra. Fidelina González Llerenas 
Guadalajara, Jalisco Diciembre, 2020 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A mi padre † y a mi madre por su amor, su apoyo incondicional, su esfuerzo y 
dedicación, por enseñarme a ser mejor persona y nunca darme por vencida. 
Gracias por creer en mí siempre… 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
A mis padres, a mi hermano y a toda mi gran familia por apoyarme y creer en mí, por verme 
crecer y ser parte del proceso, por escucharme y aconsejarme cuando más lo necesitaba. 
A la Mtra. Raquel Moreno por ayudarme tanto en esta investigación, por su paciencia y 
dedicación, por motivarme siempre a creer y confiar en mí misma. Gracias por transmitirnos el 
amor por la Historia. 
Al Mtro. Aram Mena por alentarme a trabajar y presentar esta tesina, gracias por su ayuda, 
dedicación y apoyo. Gracias por inculcarnos el interés por el arte y la cultura. 
A la Dra. Laura Ibarra García †, con quien tuve el gusto de trabajar y que siempre me apoyo y 
creyó en mí, vio en mí cualidades que otros no veían y me enseño que nunca hay que darse por 
vencidos. 
Y finalmente a todos mis amigos, que han crecido conmigo y me han brindado su amistad 
incondicional, especialmente a Sofia, por su apoyo y su paciencia a lo largo de todo este proceso. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Índice 
Introducción 1 
CAPÍTULO 1. La paz porfiriana, el orden y el progreso 8 
1.1 Antecedentes del Porfiriato y contexto internacional de Revolución Industrial 8 
1.2 Positivismo: la base ideológica del Porfiriato 11 
1.3 La política económica y el liberalismo político-económico del Porfiriato 15 
CAPÍTULO 2. El restablecimiento de las relaciones políticas mediante una intensa labor 
diplómatica 19 
2.1 Los objetivos y periodos de política exterior durante el Porfiriato 19 
2.2 Inicio de las relaciones políticas y diplomáticas entre México y Estados Unidos durante el 
Porfiriato 22 
2.3 Inicio de las relaciones políticas y diplomáticas entre México y Europa durante el Porfiriato 33 
2.3.1 Relaciones con Gran Bretaña 34 
2.3.2 Relaciones con Francia 38 
2.3.3 Relaciones con Alemania 43 
2.3.4 Relaciones con España 45 
CAPÍTULO 3. Estrategia económica e instrumentos de política exterior 47 
3.1 Diplomacia Pública y Diplomacia Cultural 48 
3.2 Promoción comercial 50 
3.3 Atracción de inversión extranjera 54 
3.4 México en las Exposiciones Universales y la utilización de la diplomacia cultural como 
instrumento de política exterior 58 
3.4.1 Antecedentes de la participación de México en las Exposiciones Universales 61 
3.4.2 Nueva Orleans, 1884 61 
3.4.3 París, 1889 63 
3.4.4 Labor de propaganda y cabildeo 66 
3.4.5 París, 1900 68 
CAPÍTULO 4. La modernización decimonónica llega a México. 72 
4.1 Transportes 74 
4.1.1 Ferrocarriles 74 
4.1.2 Tranvías 76 
4.2 Telecomunicaciones 76 
4.2.1 Telégrafo 76 
4.2.2 Teléfono 78 
4.2.3 Radiotelegrafía 78 
 
 
4.3 Arquitectura 79 
4.3.1 Arquitectura higienista 80 
4.4 Obras públicas 84 
4.5 Cultura y sociedad 87 
4.5.1 Educación 87 
4.5.2 Cambios sociales 88 
4.5.3 Grandes almacenes de novedades 89 
4.5.4 Hábitos de consumo 91 
4.5.5 Entretenimiento 92 
CAPÍTULO 5. Conclusiones 93 
Anexos 96 
Referencias 129 
 
 
 
Índice de cuadros y figuras. 
CUADROS 96 
CUADRO 1. Obras llevadas a cabo para los gobiernos federales y estatales en México por la S. 
Pearson and Son, Ltd. 96 
CUADRO 2. Línea del tiempo de reanudación de las relaciones diplomáticas de México de 1867 a 
1901 97 
CUADRO 3. Inversiones francesas en México (millones de francos) 98 
CUADRO 4. Estructura de las inversiones francesas en 1910 (porcentajes) 98 
CUADRO 5. Distribución por campos de colocación de las inversiones extranjeras en México, año 
de 1911 99 
CUADRO 6. Inversiones extranjeras en México: 1911 (millones de pesos) 99 
CUADRO 7. Inversiones extranjeras en ferrocarriles 100 
CUADRO 8. La participación de la industria minera en 1911 100 
CUADRO 9. Obras públicas llevadas a cabo en los años previos a 1910 para conmemorar el 
Centenario del inicio de la Independencia 101 
CUADRO 10. Inversiones norteamericanas en México (dólares) 103 
CUADRO 11. Cálculo aproximado de las inversiones británicas y norteamericanas en México, 1911 
(pesos) 103 
Cuadro 12. Valor de las exportaciones mexicanas (millones de pesos) 104 
FIGURAS 105 
FIGURA 1. Producción de oro y plata desde el Porfiriato hasta 1987 105 
FIGURA 2. Producción de metales industriales 1891-1911 105 
FIGURA 3. Publicidad para la exposición de Nueva Orleans, 1844 106 
FIGURA 4. Litografía de la exposición de Nueva Orleans de 1884, atrás se aprecia el pabellón 
mexicano junto a los demás pabellones 106 
FIGURA 5. Fotografía tomada durante la exposición de Nueva Orleans de 1884. Pabellón mexicano 
(Pabellón de la Minería) 107 
FIGURA 6. Fotografía tomada durante la exposición de Nueva Orleans de 1884. Pabellón mexicano 
(Pabellón de la Minería) 108 
FIGURA 7. Fotografía actual del pabellón mexicano. Actualmente funge como quiosco en la 
Alameda de Santa María la Ribera en Ciudad de México 109 
FIGURA 8. Patio de los Leones de la Alhambra Granadina 109 
FIGURA 9. Fotografía actual del pabellón mexicano 110 
Figura 10. Fotografía actual del pabellón mexicano 110 
Figura 11. Mapa que muestra la ubicación del pabellón mexicano en la exposición universal de París 
de 1889 111 
 
 
FIGURA 12. Alzado arquitectónico del proyecto de Antonio de Anza y Antonio Peñafiel para el 
pabellón mexicano 111 
FIGURA 13. Fotografía donde se muestran algunas efigies aztecas que decoraban la fachada del 
pabellón mexicano 112 
FIGURA 14. Interior del pabellón mexicano 112 
FIGURA 15. Muestras de productos mexicanos dentro del pabellón 113 
FIGURA 16. Litografía alusiva a la exposición universal de París de 1900. Esta imagen se encuentra 
en la guarda volante del libro Encyclopédie du Siècle - L'Exposition de Paris (1900) 114 
FIGURA 17. Plano arquitectónico y alzado del pabellón proyectado por Antonio de Anza 115 
FIGURA 18. Fachada principal del pabellón mexicano para la exposición universal de París de 1900
 115 
FIGURA 19. Ubicación del pabellón mexicano 116 
FIGURA 20. Ubicación de pabellón mexicano 116 
FIGURA 21. Balcones de la fachada principal del pabellón mexicano con vista al río Sena 117 
FIGURA 22. Nota publicada por el gobierno estadounidense en su gaceta oficial respecto al pabellón 
mexicano 117 
FIGURA 23. Interior del pabellón mexicano 118 
FIGURA 24. Interior del pabellón mexicano 118 
FIGURA 25. Interior del pabellón mexicano 119 
FIGURA 26. Salón de recibo y Bellas Artes 119 
FIGURA 27. Iluminación del pabellón mexicano la noche del 16 de septiembre de 1900 120 
FIGURA 28. Hospital General de México inaugurado el 5 defebrero de 1905 121 
FIGURA 29. Manicomio General de la Castañeda inaugurado en 1910 121 
FIGURA 30. Columna de la Independencia. Fotografía tomada en 1910 122 
FIGURA 31. Maqueta del proyecto arquitectónico de Émile Bénard y Maxim Roisin para el 
inconcluso Palacio Legislativo, hoy Monumento a la Revolución 123 
FIGURA 32. Litografía del Palacio de Correos 123 
FIGURA 33. Fotografía actual del interior del Palacio de Correos 124 
FIGURA 34. Fotografía actual del interior del Palacio de Correos 125 
FIGURA 35. Palacio de Bellas Artes 125 
FIGURA 36. Vista aérea de la Columna de la Independencia 126 
FIGURA 37. Victoria alada que corona la Columna de la Independencia 126 
FIGURA 38. Colonne de Juillet en Plaza de la Bastilla, París 127 
FIGURA 39. “Genio de la libertad” que corona la Colonne de Juillet 127 
FIGURA 40. Fotografía actual de El Palacio de Hierro, construido en 1891, Ciudad de México 128 
 
 
 
Resumen: 
En esta investigación se analiza el proceso mediante el cual la política exterior del Porfiriato 
influyó en el crecimiento económico y modernización del país. El objetivo es analizar la labor 
diplomática que se centró, primero, en la reanudación de las relaciones diplomáticas de México 
con Europa y Estados Unidos, y segundo, en la promoción comercial, económica y cultural de 
México en el extranjero, que coadyuvó en la llegada de inversiones extranjeras al país, al 
desarrollo de las principales industrias y sectores de la economía, que dio como resultado un 
crecimiento económico sin precedentes en la historia de México, lo que a su vez propició el 
crecimiento y urbanización de las ciudades y la edificación de obras públicas, teatros, museos, 
monumentos e instituciones que aún siguen en funcionamiento. 
Abstract: 
This research analyses the process by which Porfiriato's foreign policy influenced the country's 
economic growth and modernization. The objective is to analyze the diplomatic work that 
focused, first, on the resumption of Mexico's diplomatic relations with Europe and the United 
States, and secondly on Mexico's trade, economic and cultural promotion abroad, which aided 
in the arrival of foreign investment to the country, the development of the main industries and 
sectors of the economy, which resulted in unprecedented economic growth in Mexico's history, 
which in turn led to the growth and urbanization of Mexico’s main cities and the construction 
of public works, theaters, museums, monuments and institutions that are still in operation. 
Palabras clave: Porfiriato, política exterior, diplomacia, modernización. 
 
 
 
 
 
 
1 
 
Introducción 
La presente tesina tiene como objetivo principal establecer la relación entre la política exterior 
e interior mexicana con el crecimiento económico y modernización del país durante el Porfiriato. 
En concreto, esta investigación se centra en explicar los siguientes aspectos específicos: el 
contexto interno y externo en el que se desarrolla el periodo de la historia de México conocido 
como el Porfiriato, la influencia de la ideología positivista, el liberalismo político y económico 
y la relación de los eventos externos, como la segunda Revolución Industrial, que influyeron en 
las ideas del gobierno porfirista. Asimismo, se analizará la labor diplomática mexicana de 
finales del siglo XIX y principios del XX, así como la participación de México en las 
exposiciones universales y la influencia que esta participación tuvo en la atracción de inversión 
extranjera y el ingreso de México al concierto de las naciones. 
Desde una perspectiva internacionalista, en el capítulo 1 se pretende analizar y explicar 
la política exterior y las estrategias que se llevaron a cabo durante el Porfiriato mediante el 
análisis de la política económica y la introducción de conceptos propios del Liberalismo, tanto 
político como económico (laissez faire, autorregulación de mercado, inversión extranjera, 
división internacional del trabajo, ventajas comparativas). Por otro lado, muchas de las formas 
de actuar del régimen porfirista en materia de política interna y exterior se basaron 
explícitamente en la ideología positivista, a la cual se le dedica el segundo apartado del primer 
capítulo. 
A partir de lo anterior, se comenzó a desarrollar en México una política exterior 
enfocada: primero, en la reanudación de las relaciones diplomáticas con los países europeos, -
pues éstas se habían interrumpido durante la República Restaurada, cuando Juárez dio a conocer 
los lineamientos de la nueva política exterior, mejor conocida como Doctrina Juárez1-; y 
 
1 Ante el IV Congreso, el 8 de diciembre de 1867, Juárez declaró lo siguiente “a causa de la Intervención, quedaron 
cortadas nuestras relaciones con las potencias europeas. Tres de ellas, por virtud de la Convención de Londres, se 
pusieron en estado de guerra con la República. Luego la Francia sola continúo la empresa de la intervención; pero 
después reconocieron al llamado gobierno sostenido por ella los otros gobiernos europeos que había tenido 
relaciones con la República, a la que desconocieron, separándose de la condición de neutralidad. De este modo, 
esos gobiernos rompieron sus tratados con la República y han mantenido y mantienen cortadas sus relaciones” 
(Juárez citado por Cosío Villegas, 1962: 528). Es así que, mediante la Doctrina Juárez, el gobierno mexicano 
 
2 
 
segundo, atraer inversores extranjeros al país para desarrollar las principales industrias y 
sectores de la economía mexicana con el objetivo de iniciar el despegue económico de México 
e introducir al país a la modernidad.2 
Díaz también buscó el reconocimiento del gobierno de Estados Unidos, mediante una 
labor de cabildeo por parte de los diplomáticos mexicanos en el Congreso, las cámaras de 
empresarios y sindicatos estadounidenses para que ejercieran presión a su gobierno y se 
resolviera la cuestión del reconocimiento satisfactoriamente a través de la puesta en marcha de 
la Diplomacia Pública3. 
Todo esto fue posible y se logró de manera exitosa, en parte debido a la “paulatina 
organización, profesionalización y especialización del servicio exterior desarrollada durante el 
Porfiriato” (Zuleta, 2015: 178). En las décadas de 1870 y 1880, en Europa comenzó a darse 
mayor profesionalización a los diplomáticos, lo que inspiró a la élite porfiriana a seguir el 
ejemplo. Esta nueva organización fue “una condición clave para obtener prestigio y confianza 
internacional” (Zuleta, 2015: 178-179). Todo lo anterior se desarrollará en el capítulo 2 de esta 
tesina. 
De acuerdo con Zuleta (2015: 179), un factor importante para el éxito en la política 
exterior mexicana de esta época fue que la dirección de los asuntos exteriores se mantuvo casi 
ininterrumpidamente en manos de Ignacio Mariscal, entre 1883 y 1910. Los elementos de 
continuidad y estabilidad fueron de especial importancia en el logro de los objetivos de política 
exterior. La Secretaría de Relaciones Exteriores se reorganizó mediante una paulatina 
 
declaró insubsistentes los tratados firmados con naciones que hubieran reconocido al Imperio (Instituto Nacional 
de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2018: 20), sin embargo, no se descartaba que “en 
circunstancias oportunas se pudieren celebrar nuevos tratados bajo condiciones justas y convenientes, especialidad 
en lo que se refiere a los intereses del comercio” (Juárez citado por Cosío Villegas, 1962: 529). 
2 Modernidad entendida como sinónimo de crecimiento económico, de acceso a la producción capitalista, de 
occidentalización, de industrialización (Rodríguez, 1999: 127-142). 
3 La Diplomacia Pública puede definirse como “el intento de un actor internacional de gestionar el entorno 
internacional mediante el compromiso con el público extranjero” (Cull, 2008: 57). Este concepto se analizará en el 
tercer capítulo. 
 
3 
 
especialización burocrática, se crearon dos seccionesespecializadas: la sección político-
diplomática, encargada de asuntos jurídicos, y la económico-financiera para el servicio de 
consulados comerciales, así como de estadística, contabilidad, archivo, biblioteca y cancillería. 
Además, en 1884 la Secretaría de Relaciones Exteriores creó el Departamento Comercial, cuyas 
funciones eran: coordinar las tareas del cuerpo consular relativas a negocios comerciales, 
asuntos mercantiles y colonización” (Lajous, 2000: 19). Al mismo tiempo, comenzó el 
desarrollo de una especialización geográfica en la organización funcional, con el 
establecimiento de la sección de América, Asia y Oceanía, y la de Europa y África. Para 1895 
México ya tenía 186 representaciones consulares en el exterior (Zuleta, 2015: 179). 
Por otro lado, en el capítulo 3 se dedicará un apartado especial para analizar la 
participación de México en las Exposiciones Universales4 de finales del siglo XIX y principios 
del XX para comprender las dinámicas que se desarrollaron entre las potencias y su influencia 
no sólo en el aspecto cultural, sino también en el político y en el económico, es decir, se 
relacionará el impacto que tuvo esta participación con la atracción de inversión extranjera y la 
creación de una identidad nacional basada en la recuperación de elementos de las culturas 
prehispánicas. En este sentido, puede hablarse de una labor de diplomacia cultural, entendida 
como un “conjunto de actividades desarrolladas por los Estados, dentro o fuera del marco de la 
comunidad internacional organizada, tendientes a lograr una interacción recíproca entre los 
actores, procesos y resultados de su labor cultural” (Marcionni, 2004: 31). Aunque México 
participó en diversas exposiciones universales de mediados del siglo XIX a mediados del XX, 
en esta tesina se abordan únicamente las tres más importantes para México durante el Porfiriato: 
la de Nueva Orleans de 1884, y las de París de 1889 y 1900, con especial énfasis en esta 
penúltima. 
Después de analizar en los primeros capítulos los elementos que pusieron a México en 
el mapa como un país a la par de las potencias mundiales, en el capítulo 4 se mostrarán las 
consecuencias y devenires ocasionados por la honorable e importante labor diplomática a través 
de las modificaciones sociales, culturales, políticas y económicas que se suscitaron a lo largo 
 
4 Las exposiciones universales surgen a mediados del siglo XIX. A través de ellas los países participantes 
presentaban sus avances científicos y tecnológicos, así como elementos distintivos de su cultura en el país anfitrión. 
 
4 
 
del Porfiriato y que colocaron a México al nivel de las naciones occidentales modernas. En este 
sentido, se hace especial énfasis en la puesta en marcha de obras públicas y arquitectónicas de 
gran envergadura, la revolución en los transportes y las telecomunicaciones, así como el 
afrancesamiento que ocurrió en diversos ámbitos sociales, culturales y educativos. 
En cuanto a la metodología, esta investigación es un estudio de caso, para el cual se 
utilizarán procesos de investigación mixta para responder al planteamiento del problema, es 
decir, se apoyará en datos cuantitativos y cualitativos5. Los datos cualitativos tendrán mayor 
prioridad y peso a lo largo de la investigación y los cuantitativos servirán de apoyo para 
comprobar algunos datos mencionados. Las fases de revisión de la bibliografía se llevarán a 
cabo de la siguiente manera: búsqueda, selección, revisión, detección, consulta, extracción y 
recopilación e integración. 
El diseño de esta investigación es transeccional/transversal de tipo exploratorio, 
descriptivo y correlacional causal. Esta última característica es la más importante, ya que se 
vincularán las variables y se establecerán procesos de causalidad para dar respuesta al 
planteamiento del problema. La investigación tendrá un alcance descriptivo y correlacional al 
explicar la relación entre variables, en este caso, la relación entre política exterior y el 
crecimiento económico y modernización del país durante el Porfiriato. Por supuesto, tendrá 
además un alcance explicativo, mediante el cual se determinará la causa (política exterior) del 
fenómeno (crecimiento económico y modernización) para poder generar un sentido de 
entendimiento. 
La idea de realizar esta investigación se basa en que el Porfiriato fue un periodo muy importante 
en la historia de México, ya que marcó un parteaguas en la política y la economía del país y 
representó también el nacimiento del México moderno. Desde el punto de vista académico, es 
un periodo rico en acontecimientos importantes para la disciplina de las Relaciones 
Internacionales, pues es precisamente Porfirio Díaz quien introdujo al país en la modernidad 
decimonónica y en el concierto de las naciones. 
 
5 Los datos cuantitativos se reducen básicamente a cifras, números, estadísticas, etc., mientras que los cualitativos 
hacen referencia a una narración descriptiva. 
 
5 
 
Aunque hay autores como Lajous que ya han abordado la política exterior del Porfiriato 
(2010), es pertinente e importante llevar a cabo una investigación, desde la perspectiva 
internacionalista, que esté enfocada en el estudio de la política exterior, la labor diplomática, la 
ideología liberal y positivista del régimen porfiriano y el análisis de las dinámicas de las 
relaciones internacionales en esta época histórica. De este modo, se pretende aportar una visión 
más amplia del fenómeno y un conocimiento más profundo, haciendo uso de la 
interdisciplinariedad de las Relaciones Internacionales, analizando a fondo los aspectos antes 
mencionados que no se han estudiado en conjunto en una misma investigación. 
Es poca la literatura que existe sobre la política exterior y las relaciones internacionales 
de México durante el Porfiriato, no obstante, vale la pena destacar a autores como Cosío Villegas 
y su magna obra Historia moderna de México, que ya en la década de 1960 abordaba el tema 
del Porfiriato analizando especialmente el aspecto político, el aspecto económico y el contexto 
histórico basándose en diversas investigaciones y recopilación de datos. 
Otra obra de referencia para llevar a cabo esta tesina fue Porfirio Díaz ante la Historia 
de Jorge Fernando Iturribarria, publicada por primera vez en 1957. Sin embargo, es a partir de 
2015, con el centenario de la muerte de Díaz que comenzó a desarrollarse cada vez más una 
nueva narrativa histórica matizada que ha centrado sus esfuerzos en estudiar los hechos 
acontecidos durante el Porfiriato desde otras miradas que dan cuenta de su gobierno a la luz de 
su tiempo, así como reconocer los aciertos y los errores cometidos por el régimen en este periodo 
histórico. En este sentido, de acuerdo con Garner, “la historiografía reciente ha restaurado una 
visión más balanceada y matizada, que entiende la política exterior desde la perspectiva del siglo 
XIX y no a través del prisma de la Revolución (2015: 202)”. 
Precisamente Paul Garner6, historiador británico, es otro de los autores principales a los 
que se hace referencia en esta investigación, en cuya obra, Porfirio Díaz. Entre el mito y la 
historia publicada en 2015, desarrolla todo un recuento histórico desde los antecedentes del 
 
6 Garner es Doctor en Historia por la Universidad de Liverpool, fue titular de la Cátedra Cowdray de Estudios 
Hispánicos de la Universidad de Leeds y actualmente es investigador asociado del Colegio de México. Ha escrito 
obras en inglés y en español acerca del Porfiriato y los principales empresarios británicos que invirtieron en el país 
en esta época. 
 
6 
 
Porfiriato hasta la caída del régimen. También se detiene a explicar las distintas visiones que se 
han tenido a lo largo del último siglo respecto al Porfiriato. 
También se hace referencia a la obra de Carlos Tello Díaz7. Principalmente se consultará 
su obra Porfirio Díaz, su vida y su tiempo II: La ambición 1867-1884,publicada en 2018 y que 
forma parte de una serie de tres tomos donde se abordan los inicios de Díaz como militar, su 
ascenso a la presidencia, y la política del régimen. 
Cabe destacar que la autora mayormente consultada para esta investigación, 
especialmente en los apartados de política exterior y diplomacia es la ya mencionada autora 
Roberta Lajous, internacionalista y diplomática mexicana, cuya obra La política exterior del 
Porfiriato, publicada en el año 2000 por el Senado de la República, y nuevamente en el 2010 
por el Colegio de México, fue importante para el desarrollo de esta tesina. 
Con base en lo mencionado en los primeros párrafos de la introducción, los objetivos de 
esta investigación son: analizar la relación entre la política exterior y el crecimiento económico 
y modernización de México durante el Porfiriato, describir los principales objetivos de política 
exterior del Porfiriato, analizar el proceso de reanudación de relaciones diplomáticas de México 
con Estados Unidos y las potencias europeas y examinar las principales estrategias e 
instrumentos de política exterior que se llevaron a cabo durante el Porfiriato con el objetivo de 
atraer inversión extranjera. 
Para dar respuesta a los objetivos antes mencionados, se formulan las siguientes 
preguntas de investigación: ¿de qué forma la política exterior y la diplomacia fueron 
fundamentales para el crecimiento económico y la modernización del país durante el Porfiriato?, 
¿cuáles fueron los principales objetivos de política exterior durante el Porfiriato?, ¿cómo fue el 
proceso de reanudación de relaciones diplomáticas de México con Estados Unidos y las 
potencias europeas? y finalmente, ¿cuáles estrategias e instrumentos de política exterior adoptó 
el gobierno porfirista con el fin de atraer inversión extranjera? 
 
7 Tello Díaz es Doctor en Historia por la École des hautes études en sciences sociales (EHESS) y Maestro y 
Licenciado en filosofía y letras por la Universidad de Oxford, actualmente investigador en la Universidad Nacional 
Autónoma de México. 
 
7 
 
La hipótesis de esta tesina es que después de la restauración de la República, en 1867, con el 
regreso de Benito Juárez y la consolidación del Estado nacional, México se concentra en la 
organización interna tras décadas de guerras internas e intervenciones extranjeras. A la llegada 
de Porfirio Díaz a la presidencia de México, en 1876, el país se encontraba en condiciones 
económicas precarias y la inestabilidad política había sido un elemento recurrente. Es por ello 
que los principales objetivos de política exterior de Díaz fueron reactivar la economía y reanudar 
las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Europa para salir del aislamiento diplomático 
producto de la Doctrina Juárez. De este modo, los objetivos de política exterior estuvieron en 
sintonía con la política interior y las necesidades económicas y políticas del país. 
Una vez logrado lo anterior se adoptaron una serie de estrategias encaminadas a la 
promoción comercial de México con el fin de atraer inversión extranjera, considerada muy 
necesaria para el desarrollo del país. Una de las estrategias principales fue la participación de 
México en las Exposiciones Universales que se llevaron a cabo en diversas ciudades del mundo 
a finales del siglo XIX y principios del XX. La labor de los diplomáticos del Porfiriato y la 
estabilidad política hicieron posible que la economía de México creciera, ya que por primera 
vez hubo certeza para los inversionistas extranjeros, cuyos capitales coadyuvaron a la 
modernización y la industrialización, así como el ingreso de México en el concierto de las 
naciones. 
 
8 
 
CAPÍTULO 1 
La paz porfiriana, el orden y el progreso 
En este primer capítulo se expondrán los antecedentes del Porfiriato y cómo llegó el General 
Porfirio Díaz a la presidencia de México en un contexto internacional de revolución industrial 
especialmente marcado en Estados Unidos y las naciones europeas, pues es precisamente esta 
situación la que, como se verá a continuación, influyó en las ideas del Porfiriato y en la 
formulación de objetivos de política exterior. 
En el primer apartado de este capítulo se abordarán los antecedentes del Porfiriato y el 
contexto internacional en el que surge. Es también necesario mencionar la principal base 
ideológica del régimen porfirista: el Positivismo -al cual se le dedica el segundo apartado de 
este capítulo-. Esta ideología influyó de forma significativa en la política interna y exterior que 
se desarrolló durante el Porfiriato, debido a que los principales pensadores de esta corriente 
apoyaron al régimen, o bien formaron parte del gabinete de Díaz. En el tercer y último apartado 
se explican y analizan los objetivos y estrategias del régimen porfirista en materia de política 
interna y exterior mediante la introducción de conceptos propios de las Relaciones 
Internacionales tomados de las teorías de Política Económica y Liberalismo -político y 
económico-. 
La estrategia de política exterior se basó principalmente en la promoción comercial y 
económica del país con el fin de atraer a los inversionistas extranjeros explicándoles los 
beneficios que les podría dar el invertir en un país estable -como ya lo era México entonces- y 
además presionar a Estados Unidos y a los países europeos para que reanudaran sus relaciones 
diplomáticas con México. La política liberal posterior a 1855 buscó además consolidar el Estado 
nacional, es decir, defender la soberanía del país y al mismo tiempo abrir las fronteras para la 
llegada de capital, inversión y migración extranjera, lo cual no fue una tarea nada fácil (Garner, 
2015: 202-203). 
1.1 Antecedentes del Porfiriato y contexto internacional de Revolución Industrial 
Tras la Segunda Intervención Francesa y el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano, el 
país recuperó su soberanía con Benito Juárez en la presidencia. El General Porfirio Díaz, que 
 
9 
 
luchó contra las tropas francesas a lado de Juárez, se mostró insatisfecho por la situación política 
y las continuas reelecciones de Juárez y lanzó el Plan de la Noria el 1 de octubre de 1871, 
“levantándose en armas contra el gobierno Juarista” (Secretaría de la Defensa Nacional, 2015) 
bajo el lema de la “No Reelección”, pero fracasó. Al morir Juárez el 18 de julio de 1872 su 
sucesor fue Sebastián Lerdo de Tejada, quien pretendió reelegirse al término de su periodo 
presidencial. Entonces Díaz lanzó el Plan de Tuxtepec el 1 de enero de 1876 para evitar una vez 
más la reelección y en esta ocasión triunfó (Secretaría de la Defensa Nacional, 2015). 
Porfirio Díaz asumió la presidencia el 28 de noviembre de 1876 y comenzó por 
reestructurar y mejorar el Ejército, impulsando la educación militar, modernizando el 
armamento y los buques de la Marina y comprando maquinaria de Europa (Secretaría de la 
Defensa Nacional, 2015). Así empezó el Porfiriato, un periodo de la historia de México 
caracterizado por la permanencia de Porfirio Díaz en el poder por 31 años, de 1876 a 1911 -con 
un lapso de 4 años, de 1880 a 1884 en el cual Manuel González ocupó la presidencia-. Este es 
el momento de arranque de la historia moderna de México. 
Por otro lado, los llamados “científicos” (ideólogos, de los que se hablará más adelante), 
entre los que destaca Justo Sierra, afirmaban que no era posible la libertad y la democracia si no 
existía la paz y el progreso material. “Tampoco se podían conseguir los ideales liberales sin 
buenas comunicaciones, ni sin un Estado mínimamente funcional” (Lomnitz, 2015). 
Cabe destacar que cuando Porfirio Díaz llegó a la presidencia la situación del país era 
muy inestable, había conflictos entre liberales y conservadores, Díaz consideró necesaria la 
unión de ambos bandos para lograr la estabilidad política y comenzar las reformas económicas 
que se habían planteado desde el gobierno juarista (Turu, 2014), ya queel país atravesaba por 
una situación económicamente precaria y con la llegada de Porfirio Díaz comenzó el despegue 
económico de México, en gran parte debido a “una serie de leyes que beneficiaban la entrada 
de inversión extranjera” (Bravo y Silva, 2015), que fue realmente necesaria para sacar al país 
del hoyo en que se encontraba, era la única medida que se podía tomar para rescatar la economía 
del país (Bravo y Silva, 2015). 
Por otro lado, en este contexto histórico surgió lo que se conoce como “imperialismo 
capitalista”, que consistió en procesos como la segunda revolución industrial, caracterizada por 
el predominio de los monopolios y el surgimiento de nuevas potencias como Estados Unidos y 
 
10 
 
Gran Bretaña, posteriormente Alemania. Estas potencias económicas se centraron en la 
estrategia de dominación territorial, económica y política en diversas regiones del mundo, lo 
que llevó al aumento de la interdependencia económica (Bravo y Silva, 2015). 
Esta época estuvo marcada por importantes transformaciones en la industria metalúrgica 
y química, así como el descubrimiento de nuevas fuentes de energía como el petróleo y la 
electricidad, el avance tecnológico en las comunicaciones y transportes con la llegada de los 
ferrocarriles, el automóvil, el desarrollo de la navegación marítima y aérea, la introducción del 
teléfono y la telegrafía sin hilos (Bravo y Silva, 2015). De este modo 
[…] a partir de la década de 1850, la casi totalidad de los jóvenes estados latinoamericanos comenzaron 
a experimentar un cambio profundo en sus estructuras económicas de forma relativamente independiente 
de su, en la mayoría de los casos, turbulenta y poco definida evolución política. Dichos cambios, que se 
vieron acelerados sobre todo a partir de la década de 1870, fueron la respuesta lógica a la creciente 
expansión del comercio mundial, que llevaría a una división cada vez más definida entre países 
industrializados y países o regiones productoras de materias primas y de productos alimenticios (Nahm, 
1997) 
Estos procesos de las potencias causaron que el mercado latinoamericano se convirtiera 
en uno de los receptores más importantes de transferencia tecnológica. “Las importaciones se 
centraron en la tecnología que era necesaria para la obtención, transformación y el transporte de 
sus productos de exportación.” (Nahm, 1997). El auge de estas economías derivó en una 
creciente necesidad de infraestructura y un aumento en las importaciones en sectores como 
transporte público, el telégrafo o materiales eléctricos (Nahm, 1997). 
Con el resurgimiento del imperialismo el mundo sufrió grandes transformaciones: por 
un lado, se integró la economía mundial gracias a la revolución en los transportes y las 
comunicaciones; y por otro, se integró la economía política mundial por primera vez y 
precisamente “en este contexto internacional caracterizado por la expansión colonial de las 
potencias europeas y la creciente penetración económica de los Estados Unidos de América 
sobre el continente americano se desarrolló la política exterior de México entre 1876 y 1910” 
(Lajous, 2000: 12). Europa atravesaba finalmente por un periodo de paz gracias a la firma de la 
 
11 
 
Paz de Frankfurt de 18718, esto derivó en un notable incremento en el comercio exterior e 
inversiones europeas. Por su parte, el desarrollo industrial en la costa noreste y la modernización 
de la región fronteriza del sur de Estados Unidos fue determinante para el crecimiento 
económico del norte mexicano durante el Porfiriato (Garciadiego, 2010: 212). 
 Con base en lo mencionado, se puede afirmar que el contexto internacional durante el 
Porfiriato fue favorable para México, ya que los intercambios comerciales le permitieron 
exportar las materias primas que el país producía y que las potencias necesitaban y a cambio 
beneficiarse con la llegada de tecnología e infraestructura vía inversiones extranjeras. 
Tras 31 años en la presidencia, Díaz logró la estabilidad económica y política en México, 
la modernización y urbanización del país. Sin embargo, el Porfiriato llegó a su fin a causa de la 
opresión y el descontento del pueblo, así como por su permanencia continua en el poder. A fin 
de cuentas, los beneficios sólo habían alcanzado a las clases medias y altas de la sociedad y a 
los inversionistas extranjeros (Secretaría de la Defensa Nacional, 2015). 
1.2 Positivismo: la base ideológica del Porfiriato 
El iniciador de la ideología positivista fue el filósofo francés Augusto Comte. Esta ideología fue 
introducida en México por Gabino Barreda, quien fue discípulo de Comte (Estrella, 2010). 
Barreda fue un filósofo, político y médico mexicano, de hecho, médico de cabecera del 
presidente Benito Juárez. La introducción del positivismo en México tuvo una notable 
incidencia en las políticas educativas (Montano, s.f.) 
En 1867, el entonces presidente Benito Juárez designó a Barreda como diseñador y 
gestor del nuevo orden académico (Estrella, 2010). Lo anterior derivó en la creación de la Ley 
Orgánica de Educación Pública, decretada en diciembre de 1867 (Vanguardia, 2018). “Desde 
ese momento fundador, la suerte de la propuesta intelectual iría de la mano del régimen político” 
(Estrella, 2010). Con la Ley Orgánica de Educación Pública, “se creó la Escuela Nacional 
 
8 El Tratado de Frankfurt o Paz de Frankfurt fue un acuerdo de paz firmado entre Francia y Alemania el 10 de mayo 
de 1871, con el cual se puso fin a la Guerra Franco-Prusiana iniciada el 15 de julio de 1870. 
 
12 
 
Preparatoria en la que Barreda fue nombrado director fundador, puesto que mantuvo hasta 1878 
cuando Porfirio Díaz lo nombró embajador en Alemania” (Vanguardia, 2018). 
A pesar de que la introducción del Positivismo en México se remonta a mediados del 
siglo XIX, es durante el Porfiriato que esta ideología llegó a su auge máximo. “Gabino Barreda 
estableció su consideración del futuro mexicano que debía en su concepto, tener como divisa la 
libertad, el orden y el progreso: la libertad, como medio: el orden como base y el progreso como 
fin” (Becerra, s.f.). 
“Durante su estancia en el Viejo Continente, Barreda visitó París y asistió a las sesiones 
de la Sociedad Positivista, donde fue reconocido por haber introducido el positivismo en la 
Escuela Nacional Preparatoria y haber influido en la formación de una nueva generación de 
políticos” (Lomelí, 2018: 72). La reforma educativa fue una prioridad para el gobierno de Díaz. 
Cabe destacar que tradicionalmente la educación había estado en manos de diversas órdenes 
religiosas y esto cambió con las reformas de Juárez, a partir de las cuales se estableció la 
educación laica, gratuita y obligatoria. El pensamiento liberal rompió con la atadura religiosa 
“para crear una instrucción basada en el modelo francés y que tenía como inspiración doctrinaria 
al positivismo (Tovar y de Teresa, 2018: 216-217). A través de la educación, se capacitó a los 
individuos para que ejercieran sus derechos y cumplieran con sus obligaciones con el Estado. 
Para ello, de acuerdo con Lomelí, fue necesario que, 
[…] una élite educada en los principios de las modernas ciencias de la economía y del gobierno llevara 
a cabo las reformas necesarias para acelerar la modernización de la sociedad y barrer con los vestigios 
de los estadios teológico y metafísico que aún subsistían. Solamente superando estos lastres, la sociedad 
podría arribar a su estado definitivo de organización política, económica y social (2018: 121). 
Barreda quizá sea el fundador del Positivismo en México, pero entre los principales 
promotores de esta ideología durante el Porfiriato destacan Porfirio Parra, Pablo Macedo, Justo 
Sierra, Joaquín D. Casasús, José Yves Limantour, Emilio Rabasa, Francisco Bulnes, entre otros 
(Portal Académico del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, s.f.). Este grupo de 
seguidores de Barreda se dieron a conocer en el periódicoLa libertad bajo el lema de “Orden y 
Progreso”. La propuesta de este grupo de pensadores fue establecer un nuevo orden en México, 
no se llamaban a sí mismos liberales, sino conservadores-liberales (Soberanes, 2015: 5). 
 
13 
 
Para estos pensadores, la política y la educación debían ir de la mano y argumentaron 
que se debían sacrificar temporalmente ciertas libertades al establecer una honrada dictadura y 
así 
[…] alcanzar las condiciones necesarias para que la sociedad evolucionara naturalmente hacia un estadio 
positivo, lo primero debía ser el progreso material, ya que las libertades son inútiles en países 
materialmente atrasados. Cuando se logre este adelanto, la libertad en sus múltiples formas se dará por 
añadidura, por natural evolución (Soberanes, 2015: 36) 
Pero, ¿cuáles son sus principios fundamentales y por qué esta ideología fue tan atractiva 
en la época porfiriana?, y ¿en qué sentido influyó ésta en la política mexicana durante el 
Porfiriato? De acuerdo con el Portal Académico del Colegio de Ciencias y Humanidades de la 
Universidad Nacional Autónoma de México, 
El positivismo es una ideología conservadora que tiene como fin el establecimiento de un “orden” en la 
sociedad. El francés Comte opuso a la ideología revolucionaria de libertad sin límite, la idea de una 
libertad ordenada, de una libertad que sirviera al orden. A la idea de igualdad opuso la idea de jerarquía 
social. Ningún hombre es igual a otro; todos los hombres tienen un determinado puesto social. Este lugar 
social estaba determinado por el trabajo y las capacidades de cada uno. Comte consideró que era 
necesario que hubiera en la sociedad hombres que dirijan y trabajadores que obedezcan (s.f). 
Para afirmar que un gobierno autoritario conduciría al orden y al progreso, uno de los 
argumentos de los positivistas, -en aquel entonces llamados “científicos”- fue que el desarrollo 
económico no sería posible sin antes imponer la paz, “esto sólo sería posible por el gobierno de 
un jefe supremo que se convirtiera en el motor del progreso material de la sociedad. Sólo 
después de lograr este objetivo surgiría la posibilidad de avanzar en la transformación del 
gobierno autoritario hacia la libertad política o la democracia” (Portal Académico del Colegio 
de Ciencias y Humanidades de la UNAM, s.f.). Iturribarria afirmaba que los “Científicos”, 
[…] preconizaban la fundamentación científica de “las leyes y las relaciones naturales” y la necesidad de 
“el desarrollo moral y el desarrollo económico” del pueblo. Esta actitud puede entenderse como un anhelo 
de que la marcha del Estado se encauzara hacia una planificación científica de los programas de gobierno, 
en un país donde antes todo había sido tanteo e improvisación, sin tener precisamente ese partido la 
condición que se le atribuye de raíz del grupo científico (1967: 85). 
 
14 
 
En 1888 Díaz se preparó para su tercera reelección, la cual fue posible debido a una 
anterior reforma constitucional9. En este contexto, el diputado Francisco Bulnes, un miembro 
destacado del grupo de los científicos pronunció las siguientes palabras: “El dictador bueno 
resulta un animal tan raro, que la nación que posee uno debe prolongarle no sólo el poder, sino 
hasta la vida” (Velázquez, 2010: 9). De este modo, a través del positivismo se construyó una 
justificación histórica afirmando que la dictadura era “una etapa de transición, necesaria para la 
consolidación del país, para el crecimiento económico e incluso para la defensa de la soberanía” 
y el interés nacional. Fue así que se creó un sincretismo entre las ideas liberales y las positivistas, 
que influyeron en las decisiones políticas durante el Porfiriato (Lomelí, 2018: 41). 
A partir de 1888 Díaz comenzó a rodearse de “gente más joven y preparada, urbana, 
culta y de buenos modales, dando entrada con esta mutación significativa a la etapa científica 
de la política” (Velázquez, 2010: 9). La caracterización del grupo como los “científicos” surge 
en 1893, que se verían a sí mismos “como aquel grupo colaborador del régimen que activaría 
internamente las reformas políticas, económicas y culturales que la nación requería para acceder 
a una verdadera democracia moderna” (Velázquez, 2010: 10). 
Los postulados fundamentales de la política científica fueron dados a conocer el 23 de 
abril de 1892. “El escrito fue redactado por Justo Sierra, y presentaba un programa que podría 
considerarse como un compendio de los principios de la política científica”; en él se hizo énfasis 
principalmente en reafirmar la paz y el progreso logrados por el presidente Díaz, en sustentar el 
sistema tributario en verdaderas bases científicas, en la demanda de acciones que tuvieran como 
objetivo la eliminación de los obstáculos que imposibilitaran el ejercicio del libre comercio, y 
se pretendía elevar el progreso moral e intelectual a través de la educación y que ésta se 
transmitiera aún en los sectores más populares (Velázquez, 2010: 12). De no lograrse estas 
transformaciones, la democracia mexicana corría el peligro de “convertirse en un estéril 
 
9 El presidente Porfirio Díaz reformó la Constitución en tres ocasiones para impulsar la reelección: en 1878 para 
prohibir la reelección inmediata de gobernadores y presidente, en 1887 para permitir la reelección inmediata del 
presidente hasta por dos períodos de cuatro años y en 1890 para eliminar cualquier restricción a la reelección. En 
noviembre de 1911 el presidente Francisco Madero reformó la Constitución para prohibir la reelección de 
presidente y gobernadores (Ramírez, 2019). 
 
15 
 
utilitarismo, dañino para todas las virtudes cívicas y para la producción de ideas” (Velázquez, 
2010: 12). En este sentido, Jiménez afirma que 
[…] esta forma de pensamiento pretendía ser el sustento de un proyecto político que garantizara la paz 
y el progreso. Los principios que sostuvieron el proyecto liberal se tradujeron en un proyecto político 
que sustituyó ideas por hechos concretos y pragmáticos a favor de una élite. Los valores tradicionales 
de la modernidad, asumidos como propósitos humanistas de la sociedad y representados por la 
independencia ante el Estado, la libertad y el valor de la ciencia, fueron sustituidos por una concepción 
política modernizadora que cambió la visión de los grandes problemas nacionales, dándole énfasis al 
crecimiento económico como estrategia principal y sirviendo de pretexto para fortalecer y prolongar los 
grupos políticos en el poder, lo que se ha mantenido desde entonces (2007: 137). 
Ahora, para comprender la relación significativa de la ideología positivista y los 
“científicos” con la política exterior es necesario remontarnos a 1879, pues precisamente en ese 
año comenzó a reunirse un grupo de intelectuales que compartieron la misma ideología 
positivista. Limantour y otros miembros de su generación se reunían en el despacho del entonces 
Secretario de Hacienda, Matías Romero, en el que discutían proyectos en común y los unía una 
fuerte amistad que duraría años. De acuerdo con Velázquez, 
Es en estas reuniones donde se encuentra el verdadero origen del grupo de los científicos, que prosigue, 
durante el régimen de Manuel González, bajo la protección de Manuel Romero Rubio. Estos inquietos 
jóvenes, a quienes se les identificó en un principio como el “grupo” de Romero Rubio, consideraban 
necesaria una dirección “fuerte” que lograra instaurar un “nuevo orden” que condujera al país al 
necesario crecimiento económico, para fortalecer el proyecto de “orden y progreso” que la doctrina 
positivista postulaba como requerimiento necesario para acceder a la tercera etapa del desarrollo 
humano: la fase positiva o científica (2010: 11). 
De la mano del positivismo surge una nueva visión liberal de la economía y la política. El 
liberalismo, como se verá a continuación, atravesó distintas fases a medida que se adaptó a las 
necesidades de cada contexto históricoy social de México a partir de su Independencia. 
1.3 La política económica y el liberalismo político-económico del Porfiriato 
De acuerdo con Witker (2015: 173), México ha atravesado por tres etapas de perfil liberal, la 
primera de ellas es la del liberalismo teórico político que marcó su inicio con la Constitución de 
1857 hasta 1915 aproximadamente, y es precisamente la etapa en la que se desarrollan los 
gobiernos liberales de Juárez y de Díaz. 
 
16 
 
El origen del liberalismo en México podría tener su base en los ideales postulados en la 
Ilustración, misma que fue en cierto modo inspiración para comenzar la lucha de independencia 
de México. Sin embargo, hasta 1876, la libertad fue únicamente una utopía para los mexicanos. 
Los grupos liberales de México se apropiaron de las teorías liberales propuestas en Europa y 
Estados Unidos sin tener en cuenta que el entorno social, económico y político del país hacía 
inviable aplicar estas ideas de forma correcta. “No obstante, la gesta de Benito Juárez hizo 
posible el establecimiento del modelo político liberal, pero fue el general Díaz quien pudo crear 
las condiciones necesarias para su desarrollo” (Gutiérrez, Ávila y Buelna, 2009: 258-259). 
En los inicios del liberalismo en México la prioridad era cambiar el marco constitucional, 
realizar cambios políticos que acabaran con el monopolio que tenía la Iglesia en todos los 
sectores de la vida cotidiana del país. Posteriormente, el liberalismo que se desarrolló durante 
el Porfiriato estuvo estrechamente ligado a las ideas positivistas, ya que, solucionados los 
asuntos con la Iglesia, pacificado el país y restablecidas las relaciones diplomáticas con el resto 
del mundo fue posible priorizar los asuntos económicos y buscar el tan anhelado progreso que 
tanto propugnaba el positivismo. “Las ideas liberales permitieron perfilar el México moderno” 
(Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2019). De acuerdo 
con Rionda, 
Existen dos condicionantes del desarrollo nacional que se dan desde el periodo liberal decimonónico: la 
hegemonía que se establece por una persona como poder nacional y la subordinación de las fuerzas 
políticas, incluso antagónicas, a esta voluntad política unipersonal, donde la participación de nacionales 
como extranjeros es importante para el proyecto político” (2007: 203). 
A través del desarrollo de un sistema fiscal y financiero, la integración territorial 
mediante las comunicaciones y la pacificación del país para establecer sistemas de intercambio, 
“se pretendía conformar un marco institucional que permitiera desarrollar la economía a través 
del mercado. El Estado desempeñó un papel esencialmente pasivo en cuanto a la producción de 
bienes, pero activo en tanto a la infraestructura, siendo en todo momento garante de los derechos 
de las personas” (Gutiérrez, et al., 2009: 264). Tal como lo afirma el liberalismo económico, en 
primera instancia, un gobierno no debe intervenir en la economía, sino promover las condiciones 
y regulaciones que faciliten el libre mercado. 
 
17 
 
Knight afirma que, “a pesar de las transformaciones políticas, los liberales compartían 
cierta imagen de una nación-Estado a la que todo ciudadano debía fidelidad, y una sociedad para 
la que eran importantes la propiedad y las relaciones comerciales” (1985: 63). 
Hasta aquí se ha hablado de los inicios del liberalismo político en México y las 
prioridades que se tuvieron en los diversos periodos del liberalismo mexicano. Ahora bien, el 
liberalismo económico, por otro lado, se fundamenta en el comercio exterior. Como lo afirma 
Rionda, “el crecimiento de la industria nacional debe complementar con la demanda externa sus 
expectativas de desarrollo”. Adam Smith y David Ricardo son los pilares de esta visión. (Rionda 
2007: 208). De acuerdo al laissez faire de Smith, existe una “mano invisible” que mueve los 
engranajes de la economía, y el Estado no debe desarrollar un papel de interventor en ella. 
Sin embargo, para los destacados “Científicos” Justo Sierra y el secretario de Hacienda 
José Yves Limantour, el Estado podría intervenir en la economía en caso de que así lo justificara 
el interés nacional. Es decir, aun cuando el liberalismo económico y el liberalismo político 
radical se oponen a la intervención del Estado, en ocasiones, “la necesidad de control social y 
la urgencia de promover el bienestar público hizo necesaria la intervención estatal” (Tenorio, 
1998: 189). En este contexto, a fines del siglo XIX, comienza a desarrollarse en Europa un 
liberalismo conservador que “amplió las áreas tradicionales de la intervención del Estado 
(seguridad nacional y recaudación de impuestos) abriendo nuevas áreas como salubridad, 
vivienda y fomento industrial” (Tenorio, 1998: 189). Precisamente esta misma fórmula política 
se empleó en el México porfiriano. En este sentido, el pensamiento liberal que se desarrolló a 
comienzos de la primera presidencia de Díaz en los círculos políticos fue evolucionando y 
adaptándose a las necesidades y al contexto político y económico a lo largo del régimen hacía 
una posición más “pragmática” (Lomelí, 2018: 144). De acuerdo con Lomelí: 
Hacia el final del Porfiriato, resultaba evidente que el Estado tendría que asumir cada vez más funciones 
en la regulación de los mercados y en la promoción directa de ciertas actividades económicas. Como 
Stuart Mill -el economista clásico más influyente entre los científicos-, Limantour llegó a la conclusión 
de que las funciones del Estado tenderían a ampliarse a medida que aumentara la complejidad de la 
economía y la sociedad (2018: 374). 
La política científica influenciada por el pensamiento positivista favoreció una amplia 
intervención estatal en la economía, bajo el argumento de que en países con un grado de 
desarrollo como el de México era imposible la autorregulación del mercado (Lomelí, 2018: 
 
18 
 
143). Se reconoció la necesidad de apoyar la diversificación de las inversiones extranjeras, y en 
el momento de ser necesario, equilibrar los intereses económicos de Estados Unidos 
favoreciendo a los capitalistas europeos para lograr un contrapeso del creciente monopolio del 
país del norte. 
Los “Científicos” se inspiraron en las ideas de Stuart Mill, ya que al igual que ellos, él 
era admirador de Comte, y en consecuencia incorporó algunas de estas ideas positivistas a la 
economía política clásica (Lomelí, 2018: 132). Mill, influido por Comte, 
[…] señaló la necesidad de revisar las funciones del Estado de acuerdo con el grado de evolución de las 
sociedades. En su opinión, un análisis de este tipo debería contribuir a superar la polarización acerca de 
las funciones del Estado, para dar paso a un análisis “positivo” sobre la intervención estatal en la 
economía. Según este autor, las discusiones sobre la política económica desde que el liberalismo se 
convirtió en la ideología dominante en el mundo occidental habían oscilado entre dos extremos, del 
intervencionismo a ultranza y el de la oposición empecinada a cualquier tipo de intervención estatal 
(Lomelí, 2018: 133). 
Mill, a diferencia de Smith y Ricardo, afirmó que la intervención estatal era necesaria, 
por ejemplo, en la instrucción pública, considerando que “el Estado conocía mejor lo que le 
convenía a los individuos que ellos mismos” (Lomelí, 2018: 135). 
Por otro lado, el enfoque liberal doctrinario consideró que México, dentro de la división 
internacional del trabajo, por sus características era predominantemente agrícola y minero. Para 
explotar estas ventajas comparativas fue necesario aplicar una serie de medidas tales como la 
reducción de aranceles a la libre explotación de metales y las facilidades otorgadas a los 
inversionistas extranjeros para que invirtieran sus capitales en estos sectores clave de la 
economía (Lomelí, 2018: 125). 
De este modo, una vez lograda la pacificación del país, fue posibleenfocarse primero, 
en la reanudación de las relaciones exteriores con Europa y segundo, en la atracción de 
inversiones extranjeras que fueron necesarias para reactivar la economía mexicana. En este 
sentido, en el próximo capítulo se abordará la labor diplomática que tuvo como fin la 
reanudación de las relaciones diplomáticas con las potencias europeas y la búsqueda del 
reconocimiento por parte del gobierno estadounidense, lo que posteriormente abrió paso a la 
llegada de inversiones extranjeras a México. 
 
19 
 
CAPÍTULO 2 
El restablecimiento de las relaciones políticas mediante una intensa labor diplomática 
El Porfiriato fue un periodo de intensa labor diplomática debido a que tras décadas de guerras 
internas e intervenciones extranjeras las relaciones diplomáticas se vieron seriamente afectadas, 
y, por lo tanto, México se había quedado aislado internacionalmente. Fue tarea de los 
diplomáticos el llevar a cabo la exhaustiva labor de reanudar las relaciones con el exterior y 
promover a México como un país estable y seguro. 
En el primer apartado de este capítulo se abordan de manera general los objetivos y los 
periodos de política exterior mexicana a lo largo del Porfiriato. En el segundo apartado se 
exponen las relaciones entre México y Estados Unidos, que comenzaron con la búsqueda del 
reconocimiento por parte del gobierno estadounidense mediante la resolución de asuntos 
pendientes, la promoción comercial de México en el exterior y la novedosa puesta en aplicación 
de estrategias como el cabildeo. Finalmente, en el tercer apartado se expone un panorama 
general de las relaciones entre México y las potencias europeas -Gran Bretaña, Francia, 
Alemania y España-, que se reiniciaron con una complicada labor llevada a cabo por 
diplomáticos mexicanos. 
2.1 Los objetivos y periodos de política exterior durante el Porfiriato 
En general, durante el Porfiriato la política exterior mexicana se centró en favorecer el proyecto 
nacional liberal del régimen. Porfirio Díaz buscó sacar al país de la pobreza en que se 
encontraba, defender la soberanía, la integridad territorial y, mediante la política interna de 
orden y progreso, insertar al país en la modernidad. Debido a la estabilidad interna de la paz 
porfiriana “se pudo sustentar una política exterior más planeada y con sentido de dirección y 
continuidad” (Vergara, et al., 1991: 38). De acuerdo con Garner (2015: 203) podemos dividir la 
política exterior del Porfiriato en tres periodos: 1) la fase tuxtepecana, 2) la fase de consolidación 
del régimen y 3) la estrategia a favor de Europa. 
En la fase tuxtepecana el primer objetivo fue asegurar la supervivencia del régimen. 
Fueron años de tensión sobre todo en las relaciones diplomáticas entre México y Estados 
Unidos, que postergaron la obtención del reconocimiento diplomático por parte de Estados 
 
20 
 
Unidos hasta 1878. En esta fase Díaz “comenzó a atender los principales obstáculos para el 
restablecimiento de las relaciones con las potencias europeas”, principalmente el 
incumplimiento en el pago de la deuda y la falta de reformas fiscales y reglamentarias que 
favorecieran la inversión extranjera (Garner, 2015: 203-204). 
Entre el primer y segundo periodo presidencial de Porfirio Díaz, es decir, durante el 
gobierno de Manuel González se dio comienzo a un programa legislativo para terminar con las 
restricciones coloniales sobre los derechos del subsuelo y dar paso a las concesiones mineras 
para facilitar la adquisición de la propiedad por parte de extranjeros, lo cual implicó llevar a 
cabo una serie de modificaciones en la Constitución, como se verá más adelante. (Garner, 2015: 
204). 
Durante la fase de consolidación, a partir de 1884 se mantuvo “una orientación 
diplomática hacia Estados Unidos, bajo la dirección de Matías Romero, que había sido 
nombrado nuevamente Ministro Plenipotenciario en Washington en 1882”. Romero fue siempre 
un partidario entusiasta de estrechar los lazos entre México y Estados Unidos y demostró sus 
capacidades como diplomático durante el gobierno de Juárez (Garner, 2015: 204). 
En la última fase de la política exterior, que va de 1885 a 1910, el régimen comenzó a 
estrechar las relaciones diplomáticas con Europa, especialmente con Gran Bretaña, Francia y 
España. Se buscó diversificar las relaciones exteriores de México para crear un contrapeso a la 
excesiva dependencia del capital estadounidense (Garner, 2015: 204). Por su parte, “la estrategia 
a favor de Europa encontró un poderoso defensor en Ignacio Mariscal”, quien fue Secretario de 
Justicia de 1868 a 1869 y de 1879 a 1880, y a quien Díaz nombró Secretario de Relaciones 
Exteriores de 1885 a 1910 (Garner, 2015: 205). 
Mariscal, a diferencia de Romero, “se mantuvo profundamente receloso de la amenaza 
a los intereses mexicanos que representaban los estrechos lazos con Estados Unidos y, por lo 
tanto, actuó dentro del círculo de Díaz como contrapeso a los entusiasmos de Romero en favor 
del vecino del norte” (Garner, 2015: 205). En general, las relaciones con Estados Unidos y los 
países europeos fueron cordiales. Díaz desarrolló una política exterior independiente y 
nacionalista, “se valió de su condición de veterano y héroe condecorado (…) para exaltar su 
participación en la lucha contra invasores extranjeros”. Mantuvo los intereses mexicanos frente 
 
21 
 
a la “agresiva política estadounidense hacia México”, la cual se detallará más adelante 
(Buchenau, 1996: 8) 
En cuanto a los principales objetivos de política exterior durante el gobierno de Díaz se 
destacan los siguientes: 1) atraer inversión extranjera; 2) diversificar las relaciones exteriores; 
3) incidir en la opinión pública en Estados Unidos; y 4) atraer inmigrantes industriosos10. 
Debido a que estos objetivos tuvieron un peso distinto a lo largo del Porfiriato es 
necesario fijar tres periodos. El periodo de 1874 a 1884 se caracterizó por la búsqueda del 
reconocimiento diplomático de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, principalmente, y la 
apertura irrestricta al capital extranjero. Fue precisamente en 1884 cuando Gran Bretaña otorgó 
el reconocimiento a México y ese mismo año se modificó el Código Minero con el fin de hacer 
más atractiva la inversión extranjera en este sector (Lajous, 2000: 18). 
El segundo periodo, de 1884 a 1905,” fue de auge, consolidación y mayor éxito de las 
políticas económicas del Porfiriato” (Lajous, 2000: 18). Además, se establecieron relaciones 
diplomáticas con diversos países de todo el mundo, razones por las cuales México logró alcanzar 
prestigio internacional y “obtuvo los mayores índices de crecimiento económico desde que 
nació a la vida independiente” (Lajous, 2000: 18). 
 
10 Para su vasto territorio México sufría de una marcada despoblación en algunas zonas del país, por lo que fue 
necesario fomentar la llegada de mano de obra calificada que explotara los abundantes recursos naturales del país. 
Se evitó, en medida de lo posible la llegada de migrantes estadounidenses y se fomentó principalmente la 
inmigración de colonos europeos. Para ello “el gobierno subsidió activamente nuevas compañías navieras que 
unieron a México con el resto del mundo” para favorecer los flujos migratorios y aumentar el comercio 
internacional (Lajous, 2010: 37). Para 1907 habían llegado a México 30,000 inmigrantes de diversas 
nacionalidades, y ese mismo año el gobierno canceló todas las concesiones de ocupación de terrenos públicos cuyos 
términos de contrato no se hubieran cumplido, con ello se dio fin a la política de colonización. El fracaso del 
gobierno mexicano en atraer migrantes europeos industriosos se debió principalmente a que existían en América 
destinos más atractivos para los migrantes, como Estados Unidos, Argentina y Brasil. “Tan solo a Estados Unidos 
llegaron, entre 1860 y 1900 más de 14 millones de inmigrantes” (Lajous, 2010: 39). Aunque la estrategia de atraer 
migraciónindustriosa a México no tuvo el éxito deseado, la mayoría de los migrantes que llegaron a México de 
manera formal, con convocatoria y trabajo asegurado en las plantaciones de henequén de Yucatán fueron los 
japoneses. Y aunque la relación de México con Japón fue más simbólica que real, sirvió para diversificar las 
relaciones comerciales del país y obtener un trato diplomático en condiciones de igualdad (Lajous, 2010: 111) 
 
22 
 
El tercer y último periodo se gestó entre 1905 y 1910. En 1905 el peso mexicano se 
devaluó y además creció la oposición interna al gobierno de Díaz. Aunado a lo anterior, en 1908 
Díaz concedió una entrevista al periodista estadounidense James Creelman, a quien aseguró que 
terminaría su último periodo presidencial y se retiraría para que los partidos que surgieran 
compitieran democráticamente por la presidencia, lo cual no sucedió. Además, la relación con 
Estados Unidos se volvió cada vez más difícil, lo que limitó la influencia regional de México. 
“También influyó en el ánimo de los Estados Unidos, la rivalidad con la inversión europea, 
particularmente en el campo del petróleo” y el acercamiento del gobierno mexicano con Japón. 
(Lajous, 2000: 18). 
Fue en este periodo que las relaciones entre México y Estados Unidos alcanzaron su 
punto más bajo desde 1877 “y la élite política porfirista no pudo convencer ni a la creciente ola 
de oposición ni a los críticos dentro de sus propias filas de que estaba protegiendo los intereses 
nacionales. Los defectos de la política exterior reflejaron y contribuyeron a las fallas políticas 
en el ámbito doméstico” (Garner, 2015: 207). 
2.2 Inicio de las relaciones políticas y diplomáticas entre México y Estados Unidos durante 
el Porfiriato 
Desde la presidencia de Lerdo de Tejada (1872-1876) ya existía una cierta preocupación por la 
amenaza a la soberanía mexicana, lo cual desembocó en la negativa del gobierno mexicano de 
aceptar una serie de proyectos de ferrocarril que tenían como objetivo unir a México con la 
frontera estadounidense (Garner, 2015: 213). Además, tras las guerras previas a la llegada de 
Díaz a la presidencia, las quejas de los norteamericanos por daños a sus ciudadanos y 
propiedades, aunado a la inseguridad en la frontera, eran causa de conflictos constantes que 
requerían solución inmediata. El saldo que México tenía en su contra era de más de 4 millones 
de pesos, que se pagarían en anualidades de 300 000 a partir de enero de 1877, de acuerdo con 
lo estipulado por la Comisión Mexicano-Norteamericana de Reclamaciones (Tello, 2018: 290). 
Al inicio del primer gobierno de Díaz, más precisamente el 13 de enero de 1877, el 
entonces canciller Ignacio Vallarta envió un telegrama a Porfirio Díaz en el cual aseguraba que 
estaba ya todo arreglado para el primer pago de la deuda y que se tenía que pagar antes del 
 
23 
 
último día del mes de enero; esta primera suma correspondía a la cantidad de 300 000 pesos 
(Tello, 2018: 290). 
Fue difícil reunir la suma que se requería, pero una vez reunido el monto, la tarea de 
llevar el pago a los Estados Unidos correspondió a Ignacio L. Vallarta, José María Mata y Ciro 
Tagle. Llegaron a Washington en la madrugada del 31 de enero, día límite de pago. Llevaban 
con ellos los 300 mil pesos en oro, mismos que serían cambiados por un giro -una especie de 
cheque- a su llegada a Nueva Orleans en una casa de comercio inglesa (Tello, 2018: 290-291). 
Vallarta informó a Foster que el primer pago de la deuda no entrañaba la cuestión del 
reconocimiento, ya que se hacía “en nombre de la República de México y no de un gobierno en 
particular” (Lajous, 2010: 45). Como anécdota curiosa, ese mismo día Mata informó que el 
buque inglés que llevaba el cargamento de oro a Inglaterra naufragó en medio del Atlántico. 
Afortunadamente el buque estaba protegido por la casa de seguros Lloyd's de Londres. Hoy en 
día, el oro mexicano, con el que se realizó el primer pago de la deuda, continúa al fondo del 
océano (Tello, 2018: 292). 
A fines de mayo de 1877, José María Mata fue nombrado ministro plenipotenciario en 
los Estados Unidos y se encargaría de buscar el reconocimiento del gobierno norteamericano, 
lo cual era fundamental, ya que México se encontraba “aislado” del mundo, el gobierno de Díaz 
no era aún reconocido por las potencias europeas. Sin embargo, la correspondencia privada 
entre el secretario William Evarts y su ministro en México revelaba planes muy contrarios a los 
que esperaba Díaz. El reconocimiento estaba lejos de llegar. Las principales intenciones de 
Estados Unidos fueron proteger los intereses de los estadounidenses que vivían en la frontera, 
modificar el tratado de extradición entonces vigente y suprimir la llamada zona libre decretada 
en el norte de Tamaulipas (Tello, 2018: 306). De acuerdo con Lajous, 
A los rumores de un posible enfrentamiento militar y hasta de guerra con México, se sumó en Estados 
Unidos el resurgimiento de las versiones periodísticas sobre las ventajas de la anexión de más territorio 
mexicano. Para algunos promotores del expansionismo estadounidense, la solución al problema fronterizo 
era bajar la línea divisoria más al sur (2010: 50). 
 
24 
 
Pero, “lo que revela en toda su extensión las intenciones de su gobierno, hostiles y 
belicosas, es la orden de 1 de junio de 1877 que, por decisión del presidente Rutherford Hayes11, 
el Departamento de Guerra comunicó al comandante en jefe del Ejército”, que, de continuar las 
incursiones de los indios y los bandidos en la frontera sur, se sintiera en libertad de cruzar la 
frontera para “apresarlos y castigarlos, así como para recuperar la propiedad robada que se 
encuentre en manos de mexicanos al otro lado de la frontera.” (Tello, 2018: 306). Cabe destacar 
que esta orden no se hizo pública hasta que el gobierno de Díaz la conoció por medio de la 
prensa, lo cual fue denunciado como “un grosero desprecio a la soberanía mexicana” (Tello, 
2018: 307). 
Fue precisamente en estas circunstancias que el secretario Evarts dio su visto bueno a 
Washington para un proyecto de anexión de México que le fue expuesto por el general John 
Frisbie, quien en su juventud participó en la guerra de 1847 entre México y Estados Unidos 
(Tello, 2018: 307). A su llegada a México, Frisbie escribió lo siguiente en un informe dirigido 
al secretario Evarts: 
El general Díaz me parece un hombre eminentemente práctico. Le sugerí que México poseía todavía 
mucho más territorio del que podía concebiblemente aprovechar, y que sería más poderoso sin él. Pareció 
asentir a la proposición, pero dijo que la gran mayoría del pueblo mexicano era extraordinariamente 
celosa de sus líneas fronterizas y rechazaba la idea de contraer sus límites, aunque este sentimiento podía 
ser superado, y una transferencia de territorio podía ser aceptada, si fuera para asegurar las mejoras que 
anhelaban todos los mexicanos (Frisbie citado por Callahan, 1932: 380-381). 
Con lo anterior, Díaz confirmó las verdaderas intenciones de Evarts, y a consecuencia, 
por órdenes de Díaz, el Ministerio de Guerra mandó instrucciones a Jerónimo Treviño, general 
de división y comandante de las fuerzas destacadas del norte, en las que se precisó que él debía 
 
11 La política hostil hacia México tenía que ver con los conflictos internos que estaban teniendo lugar en los Estados 
Unidos. Las elecciones que pondrían a Hayes en la presidencia resultaron ser las más conflictivas que se habían 
visto hasta entonces, pues Hayes había reunido 4,036,000 votos y su contrincante, Samuel Tilden 4,300,000. En 
este mismo contexto, al sur de Estados Unidos comenzaron a salir a la luz pública diversas irregularidades y se 
llegó a afirmar que fueron provocadas por Hayes para distraer la atención de la legitimidad de las elecciones, 
proponiendo anexar parte del territorio mexicano, con lo cual “ganó el apoyo de los legisladores texanos para 
combatir a sus enemigosdentro del Congreso” (Lajous, 2010: 48). 
 
 
25 
 
resguardar la frontera y cooperar con los norteamericanos sin cruzar la frontera ni permitir que 
ellos la cruzaran (Tello, 2018: 308). En el fondo de todo esto yacía la idea que se tenía de que 
la anexión de más territorio mexicano por parte de los estadounidenses era también una 
estrategia política con la cual Evarts, que aspiraba a la presidencia, buscaría el apoyo de los 
anexionistas texanos (Tello, 2018: 309). 
El 10 de agosto de 1877, el gobierno mexicano, a través de Treviño, aprehendió a una 
bandada de mexicanos que atacó la cárcel de Río Grande en Texas, y “los entregó a las 
autoridades de los Estados Unidos, a pesar de que no estaba obligado por el tratado de 
extradición en vigor. Foster agradeció el gesto y aprovechó la coyuntura para plantear el 
reconocimiento de su gobierno a cambio de un tratado para ver los temas que México tenía 
pendientes con los Estados Unidos” (Tello, 2018: 310). A lo que, señala Foster, el general Díaz, 
[…] después de una junta de gabinete, me informó que se había resuelto no ajustar ningún tratado ni 
tratar en lo sucesivo sobre ninguna de las cuestiones pendientes sino hasta que su gobierno hubiera sido 
oficialmente reconocido; que este acto se pedía como un derecho y que no debía estar precedido de 
ninguna condición, pues no era honroso ni respetable solicitar el reconocimiento (Foster citado por 
Genaro Estrada, 1929: 91) 
Por otro lado, la prensa estadounidense comenzó a promover la venta de Baja California 
al considerarla una prolongación natural de la Alta California, explicando además las ventajas 
geoestratégicas que tendría para los Estados Unidos la compra de este territorio. Ante tales 
circunstancias, Díaz fortaleció el control sobre Baja California al dividirla en dos regiones 
administrativas y “giró instrucciones a Romero para que iniciara una campaña en Estados 
Unidos que desalentara cualquier versión sobre la incorporación de territorio mexicano a ese 
país” (Lajous, 2010: 66-67). 
En este mismo sentido, Matías Romero comenzó una campaña de cabildeo para formar 
una opinión favorable de México en los Estados Unidos, asimismo publicó un artículo titulado 
“La anexión de México” en la North American Review, en la cual “expuso categóricamente que 
no había interés de poner en venta territorio mexicano” (Lajous, 2010: 68). Desalentó el ánimo 
de los estadounidenses de emprender una posible anexión al exponer que para Estados Unidos 
no sería ideal ni posible absorber a 12 millones de mexicanos. Por otro lado, se procedió a 
 
26 
 
restringir la venta de territorio mexicano por vía legal, medida aún vigente12. Ese mismo año, la 
Cámara de Comercio de San Francisco aprobó una resolución con la que se oponía a la anexión, 
al ser perjudicial para sus intereses comerciales. De acuerdo con Lajous, 
La campaña diplomática y de prensa que el gobierno de Díaz llevó a cabo en Estados Unidos por medio 
de Matías Romero logró convencer tanto a funcionarios como a legisladores y a la opinión pública de la 
reciedumbre del nacionalismo mexicano. La imagen de México como presa fácil del expansionismo 
californiano fue eficazmente combatida, en la prensa, con la brillante pluma del representante mexicano 
en Washington (2010: 69). 
La invasión de México por parte de los Estados Unidos, como bien lo decía Manuel 
María de Zamacona, -entonces representante del gobierno mexicano en Estados Unidos- debía 
ser pacífica: “si no entran los rieles norteamericanos en México, entrarán las bayonetas” 
(Zamacona citado por Bulnes, 1979: 220). Y precisamente, el 12 de noviembre de 1877, Vicente 
Riva Palacio, entonces ministro de Fomento, firmó un contrato con William Palmer y James 
Sullivan para construir un ferrocarril que conectaría la frontera sur de Estados Unidos con la 
ciudad de México (Tello, 2018: 315). 
En diciembre de 1877, Zamacona se reunió con el secretario William Evarts y con el 
general Edward Ord, y asistió a una comida con los miembros del Comité de Relaciones del 
Congreso de los Estados Unidos. Zamacona estaba al tanto de los intereses de Evarts de invadir 
México como una estrategia política de campaña, sin embargo, el proyecto de guerra y anexión 
“era contrario a los intereses del partido que promovía la invasión pacífica de México” (Tello, 
 
12 Existen varios antecedentes al artículo 27 de la actual Constitución Mexicana, el primero de ellos fue la Ley de 
Colonización promulgada el 18 de agosto de 1824, la cual, en su artículo cuarto estableció que “No podrán 
colonizarse los territorios comprendidos entre veinte leguas limítrofes con cualquier nación extranjera, y diez 
litorales, sin previa aprobación del Supremo Poder Ejecutivo General.” El segundo antecedente al artículo 27 fue 
la Ley del 11 de marzo de 1842 promulgada por Antonio López de Santa Anna, con la cual se prohibía a los 
extranjeros la compra de propiedades fronterizas, salvo licencia expresa del Supremo Gobierno. Finalmente, el 
tercer y cuarto antecedente a este artículo, que es el que aquí compete, hace referencia a la Ley del 1 de febrero de 
1856, promulgada por Ignacio Comonfort, la cual, al igual que la Ley del 28 de marzo de 1886 prohibió a los 
extranjeros adquirir terrenos en veinte leguas desde las fronteras. Esta última Ley fue “expedida por el Congreso 
de la Unión a iniciativa del entonces presidente de la República, General Porfirio Díaz” (Gaceta del Senado de la 
República, 2010). 
 
27 
 
2018: 316-317). Los congresistas y empresarios norteamericanos empezaron a convencerse cada 
vez más de que sería rentable invertir en México, pero para que esto sucediera, el gobierno 
estadounidense tenía que otorgar el reconocimiento al gobierno mexicano (Tello, 2018: 317). 
De acuerdo con Tello Díaz, 
El comité de relaciones, instrumento del grupo que buscaba la penetración del capital de los americanos, 
convocó al ministro Foster a comparecer en Washington. Hubo un voto en favor del reconocimiento del 
gobierno de Díaz. La anexión no era ya atractiva, por una razón más. Los partidarios de la invasión 
pacífica, con el general Grant a la cabeza, tenían en efecto la convicción de que era un disparate 
incorporar a su país un territorio con una población inculta, indígena en su mayoría, que no iba a poder 
ser fundida con el resto de la sociedad de los Estados Unidos. Con ese razonamiento pudieron convencer 
a sus adversarios (2018: 317). 
Fue precisamente en este contexto, que Porfirio Díaz decidió poner a Zamacona en el 
lugar que previamente ocupó José María Mata, con la única excepción de que su puesto no 
tendría carácter oficial ni diplomático y sería únicamente un agente confidencial del gobierno. 
Zamacona tenía las cualidades idóneas para desempeñar este cargo, contaba con años de 
experiencia, al haber sido canciller durante el gobierno de Juárez y representante de Lerdo en la 
Comisión Mexicano-Norteamericana de Reclamaciones. Al haber vivido varios años en Estados 
Unidos conocía perfectamente su idioma y sus costumbres (Tello, 2018: 318). Las instrucciones 
del Ministerio de Relaciones fueron precisas: 
Con este carácter confidencial, el señor Zamacona procurará, aprovechando sus relaciones en los 
círculos oficiales, diplomáticos y particulares de aquel país, buscar la solución más satisfactoria a las 
dificultades pendientes entre los dos países; ilustrar la opinión pública americana respecto de la situación 
de la República en general y en especial de la frontera; hacer comprender la conveniencia mutua de 
ambos países en arreglar bajo las bases convenientes las presentes dificultades, sin pretender por parte 
de los Estados Unidos ventajas injustas que México no concederá (Archivo Histórico de Genaro Estrada 
de la SRE, 1877). 
Así comenzó la labor de cabildeo emprendida por Zamacona en los círculos de oposición 
del Capitolio, “aprovechó también los espacios abiertos en los diarios que eran hostiles

Otros materiales