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Inventario de calidad de vida y salud (INCAVISA) manual

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Inventario de
Calidad de Vida
y Salud
(InCaViSa)
Dra. Angélica Riveros Rosas
Juan José Sánchez-Sosa, PhD
Mark del Águila, PhD
MMAANNUUAALL
Editora responsable
Lic. Adriana A. Mendoza Pedraza
Editorial El Manual Moderno
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www.manualmoderno.com
Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
D.R. © 2009 por Editorial El Manual Moderno S.A de C.V.
ISBN: 978-607-448-012-2 (Obra Completa)
ISBN: 978-607-448-013-9 (Manual)
ISBN: 978-607-448-014-6 (Cuestionario)
Miembro de la Cámara Nacional
de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 39
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LCC. Tania Uriza Gómez
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D.G. Eunice Tena Jiménez
Riveros Rosas, Angélica.
Inventario de calidad de vida y salud [Incavisa] :
manual / Angélica Riveros Rosas, Juan José Sánchez-Sosa,
Mark Del Águila. -- México : Editorial El Manual 
Moderno, 2009.
iv, 52 p. : il. ; 23 cm.
Incluye cuestionario
ISBN 978-607-448-012-2 (obra completa)
1. Calidad de vida - Aspectos psicológicos - Pruebas.
2. Indicadores de salud. 3. Indicadores sociales. 4.
Pruebas psicológicas. I. Sánchez Sosa, Juan José. II.
Del Águila, Mark. III. t.
155.91-scdd20 Biblioteca Nacional de México
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Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
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México, D.F.
El InCaViSa consta de:
Manual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . MP 84-11
Cuestionario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .MP 84-22
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11
Introducción
La Calidad de Vida (CV) es un concepto de amplio uso en la eva-
luación que se utiliza en diversas disciplinas. En la economía y la
política es usado como indicador del bienestar de una población a
través de aspectos como el ingreso, el acceso a bienes y servicios, etc.
En el área de la salud se usa para evaluar la eficacia de las interven-
ciones al considerar la agresividad tanto de padecimientos como de
tratamientos (por ejemplo en efectos colaterales, dolor e incapaci-
dad). En psicología, permite evaluar la percepción de satisfacción
del sujeto ante diversos aspectos de su vida cotidiana. En general,
el concepto brinda una medida del bienestar tanto a nivel macroe-
conómico como individual dependiendo de los indicadores emple-
ados (Fernández-Ballesteros, 1997). Los indicadores objetivos de la
calidad de vida tales como ingreso, servicios en el entorno, posesión
de bienes, acceso a artículos de confort entre otros, se utilizan como
indicadores del bienestar a gran escala (en poblaciones o comunida-
des) mientras que los indicadores subjetivos como la satisfacción
con respecto a las relaciones interpersonales, el apoyo percibido y
las habilidades funcionales se emplean para evaluar el impacto de
situaciones específicas (Velarde-Jurado & Avila-Figueroa, 2002).
La pérdida de la salud es una de las situaciones que más suele
impactar la calidad de vida, debido a que la salud aglutina y condi-
ciona a la mayoría de los aspectos determinantes del funcionamiento
humano tales como interacción, trabajo, recreación, etc., (Moreno &
Ximénez, 1996). En el ámbito subjetivo se reconocen tres vertien-
tes para la evaluación de la calidad de vida: 1) general, 2) relaciona-
da con la salud, y 3) con enfermedades específicas. Las primeras
suelen utilizarse para evaluar aspectos de un grupo o población y en
general son poco específicas e insensibles al efecto de intervencio-
nes. Las escalas relacionadas con la salud hacen una evaluación más
específica sobre las situaciones que suelen afectarse a causa de la
enfermedad, tales como incapacidad e incomodidad. Los aspectos
relativos a la percepción de la intervención médica, sintomatología
física, adherencia terapéutica y relación con el equipo se salud, son
parte de las escalas específicas (Sánchez-Sosa & González-Celis,
2006); aunque éstas tienden a ser más sensibles al efecto de las
intervenciones, tienen la desventaja de que sólo sirven en función
del padecimiento para el que se diseñaron (lo que obliga a tener
escalas confiables para cada enfermedad y fácil acceso a éstas, y por
otra parte, imposibilita la comparación del efecto de diferentes
intervenciones en la calidad de vida de quien atraviesa por un pro-
ceso de enfermedad).
Debido a que el efecto que tiene la salud en la calidad de
vida es una medida de bienestar individual, su percepción se asocia
con el nivel de bienestar personal, sin embargo, no siempre guarda
relación con aspectos objetivos como el ingreso o la posesión de
bienes (Bowling & Windsor, 2001; Hajiran, 2006). Si bien, se trata
de una situación altamente variable y matizada por cualquier situa-
ción que modifique las reacciones emocionales del individuo y por
consiguiente su percepción inmediata de bienestar, es precisamente
esa sensibilidad la que permite su uso como medida de la eficacia
de cualquier tratamiento o intervención que tenga como propósito
mejorar la situación de vida. En el caso particular del impacto de la
pérdida de salud, es en función del paciente que se tendrá una
mejor aproximación a las fluctuaciones que vive por su condición
2 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
de salud. Se ha observado, además, que la evaluación que hace el
médico tratante se relaciona poco con lo que percibe el paciente y
que el primero tiende a subestimar el malestar del segundo (Stevin,
Plant, Lynch, Drinkwater & Gregory, 1988). Se puede decir por lo
tanto que la mejor evaluación de calidad de vida es precisamente la
que puede proporcionar el individuo (Schwartzmann, 2003).
En el campo de la salud, el concepto “calidad de vida” tiene
amplia aceptación y uso. Éste, permite planificar las necesidades de
atención a la salud de una población, evaluar el impacto de los ensa-
yos clínicos y de las investigaciones que buscan intervenciones cada
vez más eficaces, favorecer mejores decisiones sobre la distribución
de recursos en salud, y en medicina, ponderar el efecto de medica-
mentos agresivos en padecimientos terminales (Albrecht &
Fitzpatrick, 1994).
Definición e implicaciones
La Calidad de Vida es un concepto relativamente nuevo, comienza
a aparecer en las bases de datos científicas en 1969, y desde enton-
ces ha recibido una creciente atención debido a que de trata de un
término que engloba varios aspectos del bienestar. Dicho concepto
se ha adoptado como un indicador en disciplinas tan diversas como
la economía, la política, la psicología y la medicina. En ésta última
se ha notado un marcado aumento de los estudios en que aparece
como variable.La comparación de diversas bases de datos (de 1985
a 1995) muestra que, en bases especializadas en psicología, urbani-
zación y biología, se duplicaron las menciones sobre la Calidad de
Vida, mientras que en las bases de datos médicas se triplicó duran-
te el mismo periodo (Fernández, 1997). Sin embargo, la mayoría de
los estudios sobre Calidad de Vida en medicina sólo se refiere al
impacto de un padecimiento en la Calidad de Vida, o bien al efecto
de fármacos en la mejoría.
Definición e implicaciones 3
La Calidad de Vida ha sido objeto de investigación por parte de
profesionales pertenecientes a muy diversas disciplinas (Sánchez-
Sosa & González-Celis, 2006). Así, la contaminación ambiental, la
deforestación y el consumo de energía son indicadores ecológicos
que afectan la Calidad de Vida en una región dada; el crimen, las
tasas de suicidio, la violencia social y el ingreso per cápita son indi-
cadores económicos del bienestar e impactan la Calidad de Vida en
otra región. Asimismo las tasas de mortalidad, morbilidad y expec-
tativa de vida son indicadores epidemiológicos de la salud en una
población y también se relacionan con la Calidad de Vida
(Fernández-Ballesteros, 1998). Sin embargo, a pesar de que todos
estos indicadores están relacionados con la Calidad de Vida, no
representan en sí mismos una dimensión concreta.
Por consiguiente, se trata de una variable que ha recibido cons-
tante atención y que la diversidad de formas en que se ha medido
y conceptualizado es relevante. A pesar de que el desarrollo de la
misma, como objeto de estudio, es relativamente reciente, quizá por
la diversidad de objetivos y variables que se han incluido en su estu-
dio, como por ejemplo satisfacción con la vida, morbilidad, niveles
de funcionamiento social y laboral o efectos adversos de tratamien-
tos médicos, (González-Celis, 2002), estos aspectos parecerían ser
en sí mismos una serie de atributos y características que se relacio-
nan semánticamente con el término “calidad” aplicada al concepto
vida (Fernández-Ballesteros, 1998).
Otra de las definiciones más recientes de Calidad de Vida de
mayor uso, y quizá la más completa, es la que establece la propia
Organización Mundial de la Salud (OMS): “La Calidad de Vida, es
la percepción de los individuos de su posición en la vida en el con-
texto de su cultura y sistema de valores en la cual ellos viven y en
relación con sus metas, expectativas, estándares e intereses” (Harper
& Power, 1998; World Health Organization, WHO, 1995). Esta
definición busca abarcar tanto factores objetivos y situacionales de
las personas como aquellos relativos a la percepción subjetiva de los
propios individuos (González-Celis, 2002); es decir, además de los
indicadores tradicionales (epidemiológicos tales como tasas de mor-
4 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Definición e implicaciones 5
talidad, financieros, como incremento en el nivel de ingreso econó-
mico, etc.) es menester incluir factores sociales y psicológicos
(Fernández-Ballesteros, 1998). Por ello, la OMS ha concebido la
Calidad de Vida en cinco dominios o áreas de contenido: salud físi-
ca, salud psicológica, nivel de independencia, relaciones sociales y
medio ambiente (WHO,1993).
La mayoría de los autores que siguen esta línea ha concebido la
Calidad de Vida como un concepto cuyos componentes incluyen
tanto variables internas como la salud percibida, satisfacción en la
vida y habilidades funcionales, etc.; como externas, por ejemplo: el
estatus socioeconómico, nivel de ingreso económico, estado de
salud, oportunidades de desarrollo personal y uso efectivo del tiem-
po libre, así como factores ambientales y acceso a los recursos mate-
riales y sociales, por ejemplo servicios de salud, trabajo, actividades
recreativas, etc; (Fernández-Ballesteros, 1998, Sánchez-Sosa &
González-Celis, 2006). Calidad de Vida es entonces un concepto
multidimensional que conviene operarse en términos de dimensio-
nes interrelacionadas y es un concepto que se ha evaluado de manera
constante desde dos aproximaciones teóricas en psicología: la nomo-
tética y la idiográfica.
Estrategias de investigación nomotética vs. idiográfica
Dos estrategias metodológicas en la investigación psicológica
(McGuigan, 1997) que por extensión natural son aplicables al
campo de la Calidad de Vida son la nomotética y la idiográfica.
El método idiográfico es el estudio de un individuo, concebido
como ser único con características que lo separan y distinguen de
otros individuos; también puede ser entendido como el estudio
de los sucesos cambiantes de una circunstancia individual. En psi-
cología, a menudo se utiliza la estrategia idiográfica para compren-
der las diferencias individuales (Phares & Trull, 2003) o de manera
más específica, para hacer comparaciones sobre un mismo individuo
a lo largo del tiempo (McGuigan, 1997). En contraste, el método
nomotético es el estudio de las leyes lógicas y de los procesos cau-
sales e invariables que expliquen objetivamente los fenómenos de
la naturaleza.
En psicología el método nomotético suele usarse, sobre todo,
para estudiar diferencias entre los grupos (Phares & Trull, 2003);
con frecuencia incluye las diferencias de los valores medios entre los
grupos en general en estudios de tipo transversal y entre-grupos
(McGuigan, 1997).
Los investigadores utilizan ambas estrategias (nomotética e idio-
gráfica) en la medición de la Calidad de Vida. Un enfoque socio-
normativo para la investigación de la Calidad de Vida es de tipo
nomotético (Fernández-Ballesteros, 1998); en éste se estudian dife-
rencias grupales y no individuales y su argumento central es que
para evaluar la Calidad de Vida de una población o de grupo deter-
minado, es necesario conocer mediciones objetivas de las dimensio-
nes que la afectan, en general externas (por ejemplo, los recursos
financieros, la calidad ambiental, el acceso a servicios médicos, los
resultados de una intervención clínica, etc.). Sin embargo, la premi-
sa es siempre intentar obtener medidas relativamente objetivas; de
ahí que numerosos investigadores reiteren la necesidad de obtener
valoraciones adicionales complementarias a la entrevista directa.
Uno de los métodos más socorridos se apoya en observadores exter-
nos como cuidadores, familiares y profesionales de la salud, en el
caso de la evaluación de resultados de un tratamiento. Otro ejem-
plo incluiría indicadores ambientales y económicos como el nivel
de ingreso, o la cantidad de contaminación en una zona determina-
da y el acceso a áreas verdes que son evaluados por fuentes exter-
nas a la población estudiada (Lehman, 2000).
En contraste, de acuerdo con algunos teóricos e investigadores el
componente esencial y determinante que evalúa la Calidad de Vida
es la percepción subjetiva de cada persona (Schwartzmann, 2003),
que es, en realidad, una variable psicológica (González-Celis,
2002). Se ha argumentado que la mejor fuente de información
sobre la Calidad de Vida es el propio individuo pues es éste quien
finalmente determina cuáles aspectos de dicho concepto son los
más importantes, ya sea con respecto al bienestar percibido antes y
6 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Definición e implicaciones 7
después de una intervención médica y/o psicológica, o con respec-
to a la satisfacción que obtiene en su propia vida, además de la per-
cepción de funcionalidad en relación con sus actividades diarias
(Fernández-Ballesteros, 1998).
Algunos autores han hecho énfasis sobre la conveniencia de estu-
diar la Calidad de Vida desde la subjetividad de los involucrados:
“[...] Si nos hallamos primordialmente preocupados en describir la experiencia de
Calidad de Vida de la población, necesitaremos mediciones diferentes a las que se
usan para describir las circunstancias objetivas en las que la gente vive. Tendremos
que desarrollar mediciones que vayan directamente hacia la experiencia en sí misma.
Estas mediciones subjetivas seguramente carecerán de la precisión deaquellos indi-
cadores expresados en cantidades de dólares, unidades de tiempo, o metros cuadra-
dos, pero poseerán la gran ventaja de lidiar directamente con lo que queremos saber,
el sentido de bienestar el individuo.” (Campbell, 1976.)
Incluso hay quien señala que aun los indicadores que tradicionalmen-
te se consideran “objetivos” (nivel de ingreso, calidad ambiental,
estado de salud) pueden evaluarse desde la perspectiva del propio
individuo, es decir, de manera subjetiva e idiográfica (Fernández-
Ballesteros, 1998).
Las apreciaciones subjetivas, sin embargo, también presentan
dificultades. Una muy frecuente es que un individuo puede exhibir
una distorsión sobre su Calidad de Vida general en función de sus
emociones. Por ejemplo, en el ámbito de la Calidad de Vida relacio-
nada con la enfermedad mental, muchos pacientes deprimidos o
psicóticos suelen reportar inconsistencias importantes con relación
a su felicidad y satisfacción con la vida, dependiendo del estado
emocional al momento de la entrevista. Cuando existen síntomas
maniacos (de euforia), los pacientes suelen valorar tales aspectos de
manera exageradamente positiva; en cambio, cuando predominan la
disforia o la melancolía, la evaluación es excesivamente negativa y
tales apreciaciones casi nunca corresponden con el reporte de los
mismos pacientes en estados menos alterados. Se ha denominado a
esta distorsión falacia afectiva (Katschnig, 2000).
La falacia afectiva posee un espectro que rebasa los escenarios
de la salud mental ya que suele observarse en diversos pacientes
que no necesariamente son psicóticos (Katschnig, 2000); con fre-
cuencia la información obtenida se halla matizada por el estado
emocional de la persona entrevistada y eso produce distorsiones en
los datos al momento de interpretarlos.
El estado de salud es un elemento medular para el desempeño
de cualquier actividad, por lo que su pérdida también altera el fun-
cionamiento cotidiano de quien enfrenta esta situación. La OMS
apunta que la “Salud es el estado de completo bienestar físico, men-
tal y social y no solamente de ausencia de enfermedad o discapaci-
dad” (WHO, 1946). Así, el concepto de Calidad de Vida adquiere
especial relevancia como aspecto insoslayable de la salud, y su aná-
lisis implica aspectos del funcionamiento humano, cuya ausencia o
deterioro imposibilitan su funcionalidad. Algunos de estos aspectos
se refieren a la valoración subjetiva del mismo y a las conductas que
permitan el cuidado adecuado de la salud y del funcionamiento
cotidiano en áreas relevantes como educación, empleo, seguridad
social, recreación, nutrición, convivencia, etc., (González-Puente &
Sánchez-Sosa, 2001; OPS, 1999).
Como se ha mencionado anteriormente, hay organismos inter-
nacionales, como la OMS, que definen la Calidad de Vida como “la
percepción subjetiva y los factores contextuales de los individuos,
en que dicho concepto es la percepción de los individuos de su
posición en la vida en el contexto de su cultura y sistema de valo-
res en la cual viven y en relación a sus metas, expectativas, estándares
e intereses” (Harper & Power, 1998).
Sin embargo, a pesar de lo extendido de su uso, y quizá como
consecuencia de ello, no existe a la fecha un consenso sobre sus
componentes. En parte, esto se debe a que se utiliza como medida
en ámbitos tan diversos como el bienestar global de una población,
del desarrollo económico y social, el impacto de circunstancias
como la pérdida de la salud, y el impacto de diferentes intervencio-
nes, incluyendo las farmacológicas. Así, dependiendo del contexto, el
concepto de Calidad de Vida se compone por variables objetivas,
8 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
La evaluación de la Calidad de Vida 9
subjetivas, otras derivadas de la interacción entre ambas, y de la eva-
luación del individuo en un proceso de comparación en que los
criterios se relacionan con el propio nivel de aspiraciones, expec-
tativas, grupos de referencia, valores personales, actitudes y necesi-
dades (Sánchez Sosa & González-Celis, 2006).
Se reconocen como variables objetivas y socio-ambientales
aspectos como la calidad del medio ambiente, disponibilidad de ser-
vicios sociales, el ingreso mensual y la posesión de bienes. De entre
las variables subjetivas y personales se consideran: percepción de
salud, participación en actividades recreativas, satisfacción general
con la vida, interacción social y habilidades funcionales (Fernández,
1997; WHO, 2002). En general, se considera que las primeras son
especialmente útiles para obtener una evaluación de la Calidad de
Vida en poblaciones generales, tal y como sería relevante para
aspectos políticos y sociales, mientras que las segundas permiten
evaluar el impacto de situaciones específicas y de intervenciones en
salud (Sánchez-Sosa & González-Celis, 2006).
La evaluación de la Calidad de Vida
Existen diversos instrumentos para evaluar la Calidad de Vida de
los que hay considerar su confiabilidad, validez y sensibilidad al
cambio con el fin de que reflejen los efectos de intervenciones. Por
ejemplo la Organización Mundial de la Salud (Gladis, Gosch,
Dishuk & Crits-Christoph, 1999) desarrolló el WHOQoL apegán-
dose a tres criterios secuenciados para su elaboración, mismos que
son recomendados. Primero, que se construyan para una cultura en
su idioma, a partir de la cual se puedan realizar traducciones y retra-
ducciones. Segundo, que se identifique un conjunto de reactivos
comunes y relevantes para un amplio espectro de culturas; y terce-
ro, el establecimiento de expertos de diferentes culturas que identi-
fiquen y contribuyan a la definición de todos los aspectos de vida
necesarios para una evaluación comprehensiva que caracterice la
Calidad de Vida. En el caso del WHOQoL se definieron cuatro
dominios: salud física, psicológica, relaciones sociales y medio
ambiente. Otro instrumento que siguió lineamientos similares es el
propuesto por el Grupo Europeo de Calidad de Vida, el EuroQoL,
en el que las dimensiones se derivaron a partir de una discusión
multinacional entre siete países (Brooks, 1996).
La recomendación general, es que siempre que se trate de eva-
luar intervenciones se utilicen escalas con propiedades psicométri-
cas adecuadas a la población blanco (Cramer & Spilker, 1998). En
el caso de la medición de la Calidad de Vida relativa a la salud re-
sultan especialmente relevantes características como: brevedad y
sencillez en su administración; inclusión en la evaluación de con-
diciones de salud; minimizar efectos de techo y piso; contar con
criterios de precisión (consistencia interna y confiabilidad); preci-
sión longitudinal (estabilidad test-retest); y validez, incluyendo sen-
sibilidad clínica al cambio y evidencia de validez en aplicaciones
individuales (McHorney & Tarlov, 2002).
Se han identificado tres perspectivas para enmarcar los aspectos
medulares en la medición de la Calidad de Vida, a) la Calidad de
Vida en general, b) la Calidad de Vida relacionada con la salud, y c)
la Calidad de Vida específica para cada enfermedad (Sánchez-Sosa
& González-Celis, 2006). Los dos primeros se clasifican como ins-
trumentos genéricos y aunque permiten comparar diferentes pobla-
ciones y padecimientos tienen la desventaja de que pueden ser poco
sensibles a los cambios clínicos, por lo que suelen usarse de manera
descriptiva.
Los instrumentos específicos se basan en las características par-
ticulares de un determinado padecimiento. Estos permiten evaluar
cambios físicos y efectos del tratamiento a través del tiempo y tie-
nen capacidad de discriminación y predicción, además de que resul-
tan particularmente útiles para ensayos clínicos (Velarde-Jurado &
Avila-Figueroa, 2002); es el caso por ejemplo de la Escala de Cali-
dad de Vida para Pacientes Seropositivos, EsCaViPS (González-
Puente & Sánchez-Sosa, 2001). No obstante, tienen la limitación de
que sólo son pertinentes al padecimiento para el que se diseñaron.
Las escalas también pueden ser específicas para ciertas poblaciones,10 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
La evaluación de la Calidad de Vida 11
como las geriátricas o para ciertas funciones, como aquellas sobre
sexualidad (Cramer & Spilker, 1998).
Las escalas relacionadas con la salud han utilizado aspectos
generales que suelen afectarse ante la pérdida de la salud, como
funciones físicas, interacciones sociales y síntomas. Miden aspectos
que contribuyen a que el sujeto perciba el grado de bienestar o
malestar que posee con respecto a su vida y a su salud. El énfasis se
hace sobre dimensiones de incapacidad, incomodidad e insatisfac-
ción, pues son las que pueden ser afectadas por un proceso de
enfermedad. No incluyen aspectos específicos como el ambiente
hospitalario y las relaciones del paciente con el equipo de salud
(Sánchez-Sosa & González-Celis, 2006).
Algunos autores han propuesto que la Calidad de Vida relacio-
nada con la salud posee al menos cuatro dominios: capacidad física,
bienestar psicológico, interacción social y factores económicos
(Cramer & Spilker, 1998). Otros estudios han evaluado la contribu-
ción relativa de dominios como: funcionamiento físico, funciona-
miento social y funcionamiento psicológico; la evaluación global de
Calidad de Vida en pacientes con diferentes enfermedades crónicas,
el dominio psicológico de más peso entre los sujetos sanos (control)
en las condiciones evaluadas: diabetes, artritis, migraña, e hiperten-
sión, entre otras. En los hipertensos, el segundo dominio con mayor
peso es el funcionamiento físico. En general, entre más deterioro en
cuanto a la salud hubo por condición, fue mayor la varianza expli-
cada por los tres dominios en la Calidad de Vida (Arnold, et al.,
2004). Cuando se trata de escalas relacionadas con la salud, la
integración que hacen los pacientes de su situación en las distintas
áreas, cualesquiera que éstas sean, dependerá también de otros as-
pectos del tratamiento tales como reacciones adversas, beneficios
clínicos percibidos, y de la valoración de la relación costo-benefi- cio
(Cramer & Spilker, 1988).
En cuanto a otros aspectos distintos del tratamiento, las relacio-
nes con la familia y los amigos adquieren especial relevancia, ya que
el proceso de enfermedad modifica el apoyo objetivo y emocional
que éstos proveen, y es un importante predictor del bienestar emo-
cional del paciente y de su adherencia terapéutica. La percepción
del paciente y de su familia refleja el sistema de valores y juicios
que constituyen la percepción de Calidad de Vida, mientras que la
percepción del estado de salud y las expectativas sobre el trata-
miento son determinantes en la satisfacción con el tratamiento reci-
bido (Cramer & Spilker, 1998).
Desde el campo de la psicología, la Calidad de Vida es un concep-
to que se refiere a la forma en que el sujeto responde ante situacio-
nes cotidianas (Moreno & Ximénez, 1996). La salud en los estudios
de Calidad de Vida se ha tornado una variable que afecta y agluti-
na a otros componentes como trabajo, ocio, autonomía, relaciones
sociales, etc., por lo que ocupa un lugar clave de estudio que tiene
como objetivo principal evaluar los efectos de intervenciones en el
cuidado de la salud, con el fin de mejorar las decisiones clínicas y
profundizar en el conocimiento de sus causas y consecuencias
(Moreno & Ximénez, 1996).
En México la hipertensión arterial, las enfermedades del cora-
zón, los accidentes vasculares, junto con la diabetes mellitus y el
cáncer, han sido las principales causas de muerte en los últimos diez
años (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática,
INEGI, 2003). Este cambio en el perfil epidemiológico de los paí-
ses en desarrollo, el envejecimiento progresivo de la población y el
aumento en la incidencia de las enfermedades no transmisibles
generan, además, un incremento importante en la demanda de los
servicios de salud (Escobar, Petrásovits, Peruga, Nyvea, Vives &
Robles, 2000).
Desde el punto de vista psicosocial, los padecimientos crónicos
como la hipertensión y la diabetes afectan a la población de dos for-
mas principales: deteriorando la productividad de los pacientes y su
capacidad de generar ingresos y servicios, y por otro lado, aumen-
tando el uso de servicios de salud y asistencia, entre otros (Escobar,
et al., 2000).
En el caso de los diabéticos se ha notado mayor depresión (hasta
seis veces más alta que en el resto de la población), ansiedad, baja
autoestima y sentimientos de desesperanza y minusvalía (Bradley,
12 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
La evaluación de la Calidad de Vida 13
1997; Velasco & Sinibaldi, 2001). En el caso de la hipertensión, la
ansiedad es un factor naturalmente asociado con ésta por las reac-
ciones fisiológicas que implica. Además, debido a su sintomatología,
los hipertensos tienen mayor probabilidad de desarrollar un trastor-
no de ansiedad, en comparación con otras condiciones crónicas
(Sherbourne, Kenneth, Wells & Lewis, 1996); se ha informado ade-
más mayor angustia, problemas de funcionamiento sexual, de
sueño y autocontrol (Ogihara, Nakagawa, Ishikawa, Mikami, Takeda,
Nonaka, Pagano, Sasaki, Kagoshima & Higashimori, 1992;
Osterhaus, Townsend, Gandek & Ware, 1994; Robbins, Elias, Croog
& Colton, 1994; Hume, 1989). Además de los síntomas ya mencio-
nados, se presentan otros ocasionados por el propio tratamiento far-
macológico como dolor de cabeza, mareo, estreñimiento, náuseas
disminución de energía o efectos sedantes, flatulencia, y broncoes-
pasmos, entre otros (Kaplan, 2002).
En el caso de la infección por VIH en lo que se refiere a Calidad
de Vida, los individuos mostraron dificultades cognitivas por esta-
dos de ansiedad y depresión; presentaron problemas de comunica-
ción con el equipo médico, como hablar de nuevos síntomas y
dudas sobre su estado; emocionalmente mostraron inseguridad, ver-
güenza, molestia e impotencia por una serie de alteraciones físicas
ante las que poco o nada podían hacer; en la interacción social
muchos vivían un temor constante a ser descubiertos; y en el área
sexual se observó que su relación directa como vía de contagio se
convirtió en un punto de preocupación constante. La mayoría de
los pacientes mostró temor de infectar a otros y de reinfectarse, ade-
más de disfunciones sexuales como impotencia o inhibición sexual
(González-Puente & Sánchez-Sosa, 2001).
El cáncer también ha recibido atención en los estudios sobre
Calidad de Vida. Diversos estudios han identificado deterioro espe-
cialmente notorio en dolor físico, funcionamiento en actividades
cotidianas, así como preocupaciones sobre la recurrencia de la
enfermedad, los efectos colaterales de las intervenciones, su habili-
dad para afrontar responsabilidades o para el cuidado de su salud,
pérdida del apoyo social o familiar, y dificultad para recibir el apoyo
que necesitan (Costanzo, Lutgendorf, Mattes, Trehan, Robinson,
Tewfik & Roman, 2007).
Los padecimientos crónicos repercuten sensiblemente en el
bienestar y en la Calidad de Vida de quienes los padecen y de sus
allegados. El propio diagnóstico implica la pérdida del estado de
salud, además de la instrumentación de cuidados y de nuevas ruti-
nas que permitan seguir las instrucciones del equipo de salud.
En virtud de que un ingrediente medular de dicho deterioro lo
constituye el comportamiento humano (Knight & Camic, 1998;
Sánchez-Sosa, 2002a) el tratamiento psicológico de las áreas afec-
tadas por el proceso de enfermedad deberá permitir al paciente la
restauración y/o mejoramiento de su adherencia terapéutica, bien-
estar y Calidad de Vida.
Evaluación de cambios en ensayos clínicos,
¿cambios clínicamente o estadísticamente 
significativos? 
Al momento de evaluar el efecto de una intervención en el compor-
tamiento, se ha sugerido que la relevancia estadística otorga una
noción inadecuada del grado de cambio, ya que se basa en la posi-
bilidad de que un resultado se atribuya a cambios aleatorios o bien
a la probabilidad de que la hipótesis estadística de no cambio (hipó-
tesisnula) pueda rechazarse. Estos criterios hacen que un efecto de
magnitud intermedia frecuentemente se etiquete como “significativo”
sin que represente una mejoría notable en el paciente (Cohen,
1988, 1990).
Este problema aumenta con el número de variables en el análi-
sis, el número de sujetos en la muestra o su forma de distribución y
resulta especialmente delicado si se utilizan herramientas de análi-
sis como la correlación y la regresión múltiple. Otro ejemplo son los
estadígrafos que emplean medidas de tendencia central como la
media y la desviación estándar y los análisis con cuadrados mínimos,
que son altamente sensibles a los valores extremos en una distribu-
ción (Cohen, 1988).
14 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
La evaluación de la Calidad de Vida 15
En este sentido algunos autores han propuesto la consideración
del tamaño o magnitud del efecto más que su relevancia estadísti-
ca para ponderar adecuadamente la importancia de un hallazgo
(Prentice & Miller, 1992). Algunos métodos alternos que evalúan el
tamaño de un cambio, incluyen: la manipulación mínima de la va-
riable independiente, en la que se busca el menor número de varia-
bles cuya manipulación tenga un efecto en la varianza o modificación
de la variable dependiente, con el objetivo de que este efecto ocu-
rra aun en las condiciones más adversas. Otra opción es la selección
de una variable dependiente difícil de modificar; así, un efecto
replicable puede considerarse real e importante aun cuando se trate
de un efecto estadísticamente pequeño. De este modo, antes de
definir un hallazgo por la probabilidad asociada al comportamiento
grupal, deben considerarse aspectos como el diseño del estudio, el
número y la naturaleza de las variables independientes y depen-
dientes, así como el tamaño relativo del efecto.
Una desventaja adicional de los métodos estadísticos es que eva-
lúan el cambio en un grupo de participantes y por consiguiente no
es posible aislar el efecto individual de la intervención. Para el caso
específico de evaluaciones sobre la Calidad de Vida relacionada con
la salud, McHorney y Tarlov (1995) han propuesto algunos criterios
para la evaluación individual como: incluir el estado de salud del
paciente, establecer criterios de la enfermedad, evaluar las necesida-
des del paciente y monitorear el progreso de la enfermedad.
Existen diferentes herramientas para la evaluación del cambio
clínico del paciente; en general se acepta ampliamente que los cam-
bios que se alejen, un promedio de dos errores estándar, de la situa-
ción inicial, son clínicamente significativos. Algunas herramientas
de evaluación de la relevancia clínica, requieren de valores normativos
o poblacionales en sus fórmulas. Es el caso de Jacobson y Truax,
Gulliksen-Lord-Novick (GLN), ya que han utilizado la media del fun-
cionamiento de la población normal y la desviación estándar de la
población (Atkins, Bedics, Glinchey & Beauchaine, 2005).
Estas estimaciones han sido criticadas debido a que se argumen-
ta que pocas veces se tiene acceso a datos de toda una población.
De hecho algunos autores consideran que éstos son sólo cálculos
moderados del cambio clínico (Atkins, et al., 2005; Bauer, Lambert
& Nielsen, 2004). Otros autores han propuesto un “Indice del
Cambio Clínicamente Significativo” para la evaluación de la
Calidad de Vida, en el que la magnitud del cambio de un tratamien-
to se evalúa en relación con la condición inicial de cada sujeto y la
que ocurre después del tratamiento. De acuerdo con su fórmula
matemática, sólo aquellos cambios superiores a .20 unidades se
consideran clínicamente significativos, es decir aquellos que hayan
cambiado al menos una quinta parte del nivel inicial individual.
Este coeficiente cubre el criterio de ocupar la misma proporción de
cambio que correspondería a dos errores estándar poblacionales,
por ello se puede considerar lo suficientemente conservador para la
evaluación objetiva individual del efecto de una intervención
(Cardiel, 1994).
En medicina, la evaluación de la Calidad de Vida relacionada
con la salud es indispensable cuando se examina el efecto de trata-
mientos agresivos en los que se busca que el mejoramiento clínico
no se dé a costa del empeoramiento de la Calidad de Vida del
paciente, particularmente en padecimientos crónico-degenerativos
con frecuente desenlace fatal como ciertos tipos de cáncer (Cella,
Bullinger, Scott & Barofsky, 2002).
Para cumplir con el propósito de la detección de cambios en la
Calidad de Vida que no sólo sean estadísticamente significativos
sino también clínicamente, se proponen los siguientes lineamientos:
uso de indicadores objetivos como los fisiológicos o sociales (otras
personas cercanas al paciente que puedan notar mejora en su bien-
estar); utilización de criterios grupales de relevancia, para estudios
sobre instrumentos, e individuales, para ensayos clínicos. En éstos
últimos se deben informar todos los cambios independientemente
de su dirección, es decir, incluyendo los casos con deterioro o no
cambio, y no sólo los que mostraron mejoría. Por último, hay que
considerar que la evaluación ítem por ítem con base en una escala
adecuada es la mejor forma de determinar el nivel objetivo del cam-
bio ya que los pacientes pueden mostrar mucha variabilidad en su
16 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Importancia y desarrollo del InCaViSa 17
juicio global; algunos pacientes dicen sentirse mejor pero presentan
empeoramiento en las escalas y viceversa (Cella, Bullinger, Scott &
Barofsky, 2002).
Importancia y desarrollo del Inventario
de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Los instrumentos existentes sobre calidad de vida relacionada con
la salud no evalúan el impacto de la intervención médica, ni la
adherencia terapéutica por parte del paciente, los cuales son aspec-
tos medulares en el curso de una enfermedad. Por otra parte, poco
se sabe acerca del impacto de las condiciones agudas en la calidad
de vida, probablemente debido a la ausencia de un instrumento lo
suficientemente sensible que pueda evaluar el impacto transitorio
de una condición, que aunque dure poco, tenga un impacto en la
calidad de vida y de alguna manera muestre matices que merecen
atención en la evaluación tales como el efecto de condiciones agu-
das y recurrentes, infecciones, cefaleas, alergias, etc.
El inventario de Calidad de Vida y Salud, InCaViSa, se cons-
truyó con el objetivo de medir la calidad de vida de pacientes,
en una escala lo suficientemente inclusiva como para emplearse en
cualquier condición crónica o aguda y sensible al efecto de las
intervenciones.
El presente inventario fue diseñado a partir de la consideración
inicial de diferentes escalas de calidad de vida para padecimientos
crónicos, seleccionados por su pertinencia en la literatura de investi-
gación. Se tomaron en cuenta aquellas dimensiones que se mencionan
en casi todos los instrumentos por considerarse representativas de los
aspectos medulares que se van a evaluar en la calidad de vida de dife-
rentes padecimientos crónicos. El inventario principal a partir del
cual se agregaron nuevos reactivos de los otros inventarios fue la
Escala de Calidad de Vida para Pacientes Seropositivos (EsCaViPS)
estandarizado para población mexicana (González-Puente &
Sánchez-Sosa, 2000). Éstos también se utilizaron como base para la
18 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
construcción de nuevos reactivos de versiones adaptadas del
Inventario de Salud, Estilos de Vida y Comportamiento (SEViC)
(Sánchez-Sosa & Hernández, 1993); Multiple Sclerosis Quality of
Life Scale (MSQOL) (Vickrey, Hays, Marooni, Myers, et al., 1995);
Obesity Related Well-Being Questionnaire (ORWELL 97)
(Mannucci, Ricca, Barciulli, Di Bernardo, Travaglini, et al., 1999);
Pediatric Oncology Quality of Life Scale (POQOLS) (Goodwin,
Boggs & Graham-Pole, 1994). Y de las versiones adaptadas de la
estandarización del Cuestionario de Calidad de Vida PostInfarto del
Miocardio (MacNew QLMI) (Hillers, Guyatt& Oldridg, 1994); y
del Perfil de Calidad de Vida en Enfermos Crónicos (PECVEC)
(Fernández, Hernández & Rancano, 1999).
En la etapa inicial se realizó una validación por jueceo que arrojó
cinco áreas: percepción de salud y bienestar, relaciones interper-
sonales, funciones cognitivas, síntomas y un estimador general de
calidad de vida. Se encontró una consistencia interna para todo el
instrumento a =0.9023 y valores entre a = 0.7202 a a = 0.8265 para
cada una de las áreas (Rodríguez, 2002).
Los valores de consistencia eran los adecuados, sin embargo, el
balance de las áreas permanecía muy heterogéneo (algunas áreas se
componían de cuatro reactivos y otras de más de veinte) y algunos
reactivos no mostraron discriminabilidad entre valores altos y bajos
de la dimensión en cuestión. De este modo, se corrió un análisis fac-
torial con objeto de conocer los reactivos correlacionados que
pudieran conformar áreas y mantenerlas en el mínimo posible de
ítems. De acuerdo a las impresiones de los participantes, los encues-
tadores y a la experiencia clínica con pacientes, se ponderó la per-
tinencia de los reactivos eliminados o que quedaron aislados del
análisis factorial, con el fin de proponer nuevas áreas y redactar
nuevamente las preguntas para mejorar su discriminabilidad entre
valores extremos de la dimensión. A partir de los resultados el instru-
mento se ha refinado en diferentes grupos de pacientes con enferme-
dades crónicas, sobre todo: hipertensión, diabetes, artritis, gastritis,
desgaste de cartílago y cáncer. Los datos se recolectaron, en su
mayoría, en salas de espera de clínicas de segundo y tercer nivel de
atención a la salud, con pacientes que esperaban consulta.
Importancia y desarrollo del InCaViSa 19
La validez concurrente del instrumento se estableció usando como
criterio el Instrumento de Calidad de Vida de la OMS, WHOQoL-
Bref, en su versión adaptada para México (González-Celis &
Sánchez-Sosa, 2002), contra un grupo de pacientes hipertensos.
Todas las áreas mostraron su respectivo coeficiente de correla-
ción más alto con las áreas similares en constructo del WHO-QoL
(Rodríguez, Virgen, Riveros & Sánchez Sosa, 2003), como se muestra
en la tabla 1.
Tabla 1. Coeficiente de correlación entre el WHOQoL-Bref e InCaViSa (N=130)
Áreas InCaViSa Áreas WHOQoL- Bref
Salud Área Relaciones Medio Total 
física psicológica sociales ambiente WHO-QoL
Apariencia física 0.26** 0.406** 0.313** 0.222* 0.352*
Desempeño físico 0.368** 0.244** 0.29** 0.285** 0.311*
Adherencia terapéutica 0.298** 0.34** 0.196 0.372** 0.375**
Funciones cognitivas 0.39** 0.283** 0.36** 0.254** 0.43**
Familia 0.213* 0.41** 0.301** 0.25** 0.397**
Preocupaciones sociales 0.336** 0.315** 0.452** 0.355** 0.469*
por la enfermedad
Percepción de apoyo social 0.294** 0.497** 0.524** 0.292** 0.496*
Alejamiento 0.389** 0.393** 0.331** 0.268** 0.361*
TOTAL InCaViSa 0.523** 0.597** 0.516** 0.383** 0.633*
*p<.05, **p<.01, Spearman, Rho.
En la segunda versión quedaron algunos reactivos que aunque
no llegaron a conformarse como áreas se consideraron importantes
para el caso de padecimientos crónicos debido a que mostraron ade-
cuada sensibilidad a procedimientos psicológicos en ensayos clínicos
previos (Cortazar-Palapa, 2003, Riveros, Cortazar-Palapa,Alcazar, &
Sánchez-Sosa, 2005). A estas preguntas se añadieron reactivos de la
escala ISAI (IOWA Self-Assessment Inventory) de independencia
funcional en la vejez (Morris, Buckwalter, Cleary, Gilmer, Hatz, &
Studer, 1990) para completarlas y someter a pruebas las nuevas
áreas: “Vida cotidiana”, “Tiempo Libre”, “Dependencia médica” y
“Relación con el médico”. Se readaptó el inventario y los nuevos
reactivos se sometieron a prueba mediante análisis de confiabilidad
20 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
y discriminabilidad por prueba a cada reactivo, entre valores extre-
mos en calidad de vida global. A cada área se añadieron algunas
preguntas extras (cuatro reactivos) con el fin de seleccionar las que
mejor correlacionaran con su área y de añadir más información.
Los análisis finales han revelado que el instrumento se compo-
ne de doce áreas, cada una con cuatro reactivos. Se mantuvieron
cinco reactivos que aunque no se correlacionaron adecuadamente
con ninguna de las áreas pueden, por sí mismos, proporcionar infor-
mación importante como el indicador general de calidad de vida
(reactivo 53), y los referentes a la percepción general de salud
(reactivos 1 al 4).
Definición de áreas del Inventario
de Calidad de Vida y Salud
El Inventario de Calidad de Vida y Salud evalúa una serie de áreas
que abarcan diferentes aspectos de la vida del paciente. Éstas se pre-
sentan a continuación:
• Preocupaciones se refiere a los cambios derivados del proceso de
enfermedad que implican modificaciones en la percepción de la
interacción con otros, como “Me preocupa que alguien se sienta
incómodo(a) cuando está conmigo, por mi enfermedad”.
• Desempeño Físico se refiere a la capacidad con que se percibe el
sujeto para desempeñar actividades cotidianas que requieren
algún esfuerzo, contiene reactivos como “Puedo cargar las bolsas
del mandado sin hacer grandes esfuerzos”.
• Aislamiento explora los sentimientos de soledad o de separación
de su grupo habitual, por ejemplo “Me parece que desde que
enfermé no confían en mí como antes”.
• Percepción Corporal se refiere al grado de satisfacción-insatisfac-
ción que se tiene sobre el aspecto o atractivo físico con que se
percibe el paciente como “Me da pena mi cuerpo”.
Definición de áreas del InCaViSa 21
• Funciones Cognitivas revisa la presencia de problemas en funcio-
nes de memoria y concentración, como “Se me olvida en dónde
puse las cosas”.
• Actitud ante el Tratamiento revisa el desagrado que puede derivar
de adherirse a un tratamiento médico, por ejemplo “Los efectos
de las medicinas son peores que la enfermedad”.
• Tiempo Libre explora la percepción del paciente sobre su padeci-
miento como un obstáculo en el desempeño y disfrute de sus
actividades recreativas; contiene reactivos como “Desde que
enfermé dejé de pasar el rato con mis amigos”.
• Vida Cotidiana revisa el grado de satisfacción-insatisfacción perci-
bido por los cambios en las rutinas a partir de la enfermedad, por
ejemplo “Ahora que estoy enfermo(a) la vida me parece aburrida”.
• Familia explora el apoyo emocional que percibe el paciente de su
familia, contiene reactivos como “Mi familia cuida mis sentimientos”.
• Redes Sociales explora los recursos humanos con que cuenta el
paciente para resolver problemas; contiene reactivos como
“Cuando las cosas me salen mal hay alguien que me puede ayudar”.
• Dependencia Médica se refiere al grado en que el paciente deposita la
responsabilidad de su bienestar y salud en el médico tratante, por
ejemplo “No me importa qué tengo, solo quiero que el médico
me cure”.
• Relación con el médico se refiere al grado en que el paciente se
encuentra cómodo(a) con la atención del médico tratante, por
ejemplo “Me gusta hablar con el médico sobre mi enfermedad”.
El inventario incluye también secciones para el análisis de situacio-
nes transitorias que pudieran estar afectando los resultados de la
escala, comentarios generales sobre el padecimiento o el instrumento, y
una sección de datos socio-demográficos. Los reactivos se califican
en escala de opción forzosa con tres componentes cuantificables: a)
porcentual que va de 0% a 100%; b) semántico que va de “nunca” a
“siempre”; y c) visual al colocarse en una recta continua que permi-
te visualizar como extremos las respuestas de 0% (nunca) hasta
100% (siempre). Los reactivos se califican de 0 a 5 puntos.
22 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Análisis estadísticos del InCaViSa
Los análisis estadísticos arrojan coeficientes altos y bastante confia-
bles. Se aplicó el instrumento en tres grupos con tres condiciones
relativas a la salud: un grupo de enfermos con padecimientos cróni-
cos (n = 172), uno con padecimientos agudos (n = 129) y un grupocontrol de sanos (n = 114), que formaron un total de N = 435.
Con el objetivo de calcular la consistencia interna del inventa-
rio se computaron coeficientes Alpha de Cronbach, al obtener coe-
ficientes razonables siendo el más alto de .9337 para el área de Vida
Cotidiana y el más bajo de .6831 para el área de Actitud ante el
Tratamiento. En la tabla 2 se muestran los valores obtenidos para
cada una de las áreas y el número de reactivos que las componen.
Se realizó también un análisis factorial con rotación varimax
para comprobar la estructura de la escala y así poder extraer la com-
posición factorial del instrumento con el fin de determinar cómo se
agrupan los reactivos con respecto a cada área y la manera en que
cada una de las áreas componen los factores del inventario; los
resultados se pueden observar en la tabla. Cada área quedó com-
puesta por cuatro reactivos y el total de doce áreas explicó el 68%
de la varianza.
Tabla 2. Estructura factorial del Inventario de Calidad de Vida y Salud
Reactivos Cargas Áreas Alpha
Rotadas
Me preocupa que algunas veces necesito ayuda 0.658
con los gastos de mi enfermedad.
Me preocupa que algunas veces mi enfermedad 0.735
es una carga para los demás. Preocupaciones α .8392
Me preocupa que alguien se sienta incómodo(a) 0.668
cuando está conmigo por mi enfermedad.
Me molesta que otras personas me cuiden de- 0.663
masiado debido a mi enfermedad.
Análisis estadísticos del InCaViSa 23
Tabla 2. Estructura factorial del Inventario de Calidad de Vida y Salud (continuación)
Reactivos Cargas Áreas Alpha
Rotadas
Tengo suficiente energía para mis actividades 0.600
cotidianas.
Si es necesario, puedo caminar dos o tres cuadras 0.815
fácilmente. Desempeño α .8238
Puedo cargar las bolsas del mandado sin hacer 0.809 físico
grandes esfuerzos.
Puedo subir varios pisos por las escaleras sin 0.747
cansarme demasiado.
Siento que soy un estorbo, inútil o incompetente. 0.526 
Me siento tan vacío(a) que nada podría animarme. 0.617
Me parece que desde que enfermé no confían en 0.529 Aislamiento α .7985
mí como antes.
Me siento solo(a) aun estando en compañía 
de otros. 0.513
Me siento poco atractivo(a) porque estoy 0.546
enfermo(a). Percepción α .8474
Me siento restringido(a) por mi peso. 0.774 corporal
Me da pena mi cuerpo. 0.769
Mi cuerpo se ve diferente porque estoy enfermo(a). 0.537
Se me olvida en dónde puse las cosas. 0.806
Se me olvidan los nombres. 0.813 Funciones α .8779
Tengo dificultades para concentrarme y pensar. 0.753 cognitivas
Tengo problemas con mi memoria. 0.854
Me fastidia tomar tantas medicinas. 0.700
Los efectos de las medicinas son peores que la 0.769
enfermedad. Actitud ante el α .6831
Me da pena que los demás noten que tomo 0.511 tratamiento
medicinas.
Me siento incómodo(a) con mi médico. 0.577
Desde que enfermé dejé de disfrutar mi tiempo 0.748 
libre.
Me siento triste cuando veo a personas que hacen 0.684
las cosas que antes hacía. Tiempo libre α .8743
Desde que enfermé dejé de pasar el rato con mis 0.729
amigos.
Mi enfermedad interfiere con mis actividades 0.805 
sociales como visitar a mis amigos o familiares.
24 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Tabla 2. Estructura factorial del Inventario de Calidad de Vida y Salud (continuación)
Reactivos Cargas Áreas Alpha
Rotadas
Desde que enfermé mi vida diaria se ha vuelto 0.787
difícil.
Desde que enfermé mi vida diaria dejó de ser
placentera. 0.777 Vida cotidiana α .9337
Ahora que estoy enfermo(a) la vida me parece
aburrida. 0.807
Dejé de disfrutar mi vida diaria porque estoy 0.836
enfermo(a).
El amor de mi familia es lo mejor que tengo. 0.833
Me siento a gusto entre los miembros de mi familia. 0.871 Familia α .8995
Mi familia me comprende y me apoya. 0.846
Mi familia cuida mis sentimientos. 0.773
Tengo a quien recurrir cuando tengo problemas 0.673
de dinero.
Cuando las cosas me salen mal, hay alguien 0.744
que me puede ayudar. Redes sociales α .8174
Hay alguien con quien puedo hablar sobre 0.696 
decisiones importantes.
Si necesito arreglar algo en casa, hay alguien que 0.723 
puede ayudarme.
Espero que el médico cure todos mis síntomas. 0.662 
Sólo el médico puede hacer que me sienta mejor. 0.817 Dependencia α .8101
No me importa qué tengo, sólo quiero que el médica
médico me cure. 0.819
El responsable de que me cure es el médico. 0.751
Disfruto asistir al médico. 0.767
Me gusta hablar con el médico sobre mi 0.686 
enfermedad. Relación con α .7586
Visitar al médico se ha convertido en una parte 0.724 el Médico
importante de mi vida.
Necesito atención médica constantemente. 0.567 
Análisis estadísticos del InCaViSa 25
La estabilidad temporal del instrumento se estableció mediante
un test-retest, al menos un mes después de la primera aplicación, con
los participantes con padecimientos crónicos (n=50) y sanos (n=50),
ya que es en ellos en quienes no se esperaría una modificación
importante en su calidad de vida atribuible a su estado de salud. Se
utilizó el coeficiente Rho de Spearman. Este análisis reveló correla-
ciones altas entre la primera y la segunda aplicación del instrumen-
to en las dos condiciones; los resultados se muestran en la tabla 3.
Tabla 3. Estabilidad Temporal por Áreas (Test-Retest)
Crónicos Sanos 
(N=50) (N=50)
Áreas Coeficiente P Asociada Coeficiente P Asociada
de de 
Correlación Correlación
Preocupaciones .584** .000 .272 .056
Desempeño físico .720** .000 .556** .000
Aislamiento .726** .000 .491** .000
Percepción corporal .790** .000 .413** .003
Funciones cognitivas .836** .000 .684** .000
Actitud ante el tratamiento .751** .000 .341* .016
Tiempo libre .517** .000 .317* .025
Vida cotidiana .677** .000 .278* .050
Familia .381** .006 .646** .000
Redes sociales .397** .004 .500** .000
Dependencia médica .487** .000 .464** .001
Relación con el médico .663** .000 .442** .001
*p<.05, **p<.01.
De manera adicional se aplicó la estadística de Wilcoxon para
determinar si el instrumento es sensible al cambio de condición de
sujetos agudos, que en la segunda aplicación entraron a una condi-
ción saludable; esta comparación fue posible en 24 participantes;
los resultados obtenidos muestran que sólo el área de “actitud ante
el tratamiento” mostró diferencias estadísticamente significativas al
cambio de condición de enfermedad a salud de una aplicación a la
26 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
segunda. Dada la naturaleza de las preguntas, es posible que quie-
nes cambiaron de condición de enfermedad aguda a salud, no recu-
peren de inmediato su calidad de vida, que fueran sujetos que ya
manejaban cierto deterioro, o bien, que fueran sujetos con condicio-
nes agudas recurrentes y contestaran a manera de generalización
sobre la forma en que se sienten cuando enferman. En general, es
un aspecto poco explorado que requiere más atención por parte de
la investigación.
La sensibilidad del instrumento para diferenciar entre los tres
grupos, enfermos crónicos, agudos y sujetos sanos, se evaluó con una
serie de análisis univariados y multivariados. Los valores extremos
univariados resultaron de aquellos sujetos que contestaron de
manera inusual a una variable particular y que claramente se alejan
de la distribución global de sus grupos debido a los valores extre-
mos en sus respuestas; se detectaron y eliminaron del análisis a los
que se alejaban menos de una desviación estándar de la distribución
y se recodificaron (Tabachnick & Fidell, 1989). De manera similar,
se detectaron y eliminaron del análisis aquellos casos con valores
extremos multivariados, es decir, aquellos sujetos cuya forma de
contestar y cuyos valores obtenidos en múltiples variables los aleja-
ron significativamente de sus distribuciones grupales (centroide)
de acuerdo con el criterio de distancia Mahalanobis. Los análisis de
colinealidad y multicolinealidad entre las variables que detectan el
grado en que una variable o área es predicha por las demás y no
aporta información a la escala, mostraron valores de tolerancia entre.256 y .758, que indican que ninguna de las variables es redundan-
te a las demás por lo que se puede hacer un manejo multivariado
de los datos (Tabachnick & Fidell, 1989).
Una vez extraídos los casos con valores extremos univariados y
multivariados se realizó un análisis de varianza para buscar las diferen-
cias entre las medias de los grupos (crónicos, agudos y sanos). Excepto
para el área de familia, hubo diferencias intergrupales estadísticamen-
te significativas. (Véase la tabla con las medias aritméticas.) 
Para mantener la dirección de calidad de vida del resto de la
escala se invirtieron las áreas negativas en sus reactivos (Percepción
corporal, Funciones cognitivas, Actitud ante el tratamiento, Tiempo
Análisis estadísticos del InCaViSa 27
libre y Vida cotidiana); a mayor puntuación, mejor calidad de vida.
Las áreas con connotación negativa en su título Preocupacio-
nes, Aislamiento y Dependencia médica, se conservaron igual por
denotar deterioro; a mayor puntuación, mayor deterioro. El área se
ubica en la primera columna, en la segunda y tercera se encuentran
las sumas de cuadrados y medias cuadráticas; las siguientes tres con-
tienen las medias de los grupos y las últimas dos el valor de F con su
probabilidad asociada.
Tabla 4. Medias aritméticas entre los grupos, enfermos crónicos
y agudos y participantes sanos (ANOVA) 
Áreas. Suma de Medias Medias F P 
cuadrados cuadráticas asociada
gl Crónicos Agudos Sanos
Entre grupos (EG) = 2 (n=158) (n=110) (n=82)
Dentro del grupo(DG)= 347
Relación con el EG=3008.55 DG=7314.23 11.03 7.62 3.64 71.36 .000
médico** EG=1504.27 DG=21.08
Tiempo libre** EG=1031.75 DG=5578.68 4.49 2.98 0.12 32.09 .000
EG=515.87 DG=16.08
Preocupaciones** EG=1284.32 DG=7107.66 5.64 4.02 0.76 31.35 .000
EG=642.16 DG=20.48
Desempeño físico** EG=787.11 DG=4612.6 14.13 15.40 17.95 29.60 .000
EG=393.55 DG=13.29
Vida cotidiana** EG=757.53 DG=4573.68 3.69 1.91 0.00 28.73 .000
EG=378.77 DG=13.18
Percepción corporal** EG=891.21 DG=5511.95 5.31 3.40 1.30 28.05 .000
EG=445.61 DG=15.88
Aislamiento** EG=626.36 DG=4145.65 4.56 2.67 1.28 26.21 .000
EG=313.18 DG=11.95
Actitud ante el EG=650.13 DG=5236.74 5.51 4.30 2.04 21.54 .000
tratamiento** EG=325.06 DG=15.09
Dependencia médica** EG=1015.13 DG=10962.28 9.92 9.62 5.79 16.06 .000
EG=507.57 DG=31.59
Funciones cognitivas** EG=450.84 DG=5272.48 6.67 4.86 3.98 14.83 .000
EG=225.42 DG=15.19
Redes sociales** EG=430.61 DG=7744.89 14.15 15.80 16.84 9.64 .000
EG=215.3 DG=22.32
Familia EG=13.81 DG=3321.52 17.70 17.53 18.07 0.722 NS
EG=6.91 DG=9.57
*p<.05, **p<.01, EG=Entre grupos, DG=Dentro de los grupos.
28 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
Todas las áreas mostraron diferencias estadísticamente significa-
tivas en sus medias con excepción del área de familia; la mayor se
dio en “Relación con el médico” y la menor en “Redes Sociales”. Para
identificar si alguno de los tres grupos era el que presentaba las dife-
rencias significativas en la prueba, se utilizó la prueba Post Hoc de
Games-Howell debido a que el número de participantes en cada
grupo era desigual y porque los análisis con la prueba de Levene
revelaron que las varianzas son estadísticamente distintas en diez de
las doce áreas (véase la tabla sobre diferencia de medias). Esta prueba
es la más conservadora cuando no hay igualdad de varianzas (homo-
cedasticidad) entre los grupos (Universidad de Cadiz, 2007).
La diferencia de medias se refiere al resultado de la resta de la
media del primer grupo menos la del segundo, así, el signo señala
la dirección de las diferencias.
Tabla 5. Diferencia en medias entre pares de grupos; prueba Post Hoc
(Games-Howell)
Diferencia de medias en los grupos
InCaViSa Crónicos-Sanos Agudos-Crónicos Sanos-Agudos
Relación con el médico 7.39** -3.41** -3.98**
Tiempo libre -4.37** 1.51* 2.86**
Preocupaciones 4.88** -1.62* -3.26**
Desempeño físico -3.81** 1.28* 2.54**
Vida cotidiana -3.7** 1.78** 1.92**
Percepción corporal -4.01** 1.91** 2.01**
Aislamiento 3.28** -1.89** -1.39**
Actitud ante el tratamiento -3.47** 1.21* 2.26**
Dependencia médica 4.13** -0.3 -3.83**
Funciones cognitivas -2.69** 1.81** 0.87
Redes sociales -2.69** 1.65* 1.04
Familia -0.36 -0.17 0.54
*p<.05, **p<.01.
Todas las áreas mostraron diferencias estadísticamente significa-
tivas en los tres grupos, excepto el área de familia, en las compara-
ciones entre agudos y crónicos en las áreas “Dependencia médica” y
Análisis estadísticos del InCaViSa 29
en sanos y agudos en “Redes sociales” y “Funciones cognitivas”. Los
signos mostraron que en las variables de interacción médica los cró-
nicos tuvieron las medias más altas y los sanos las tuvieron en las
áreas que denotan bienestar físico e interacción social como: Redes
sociales, Percepción corporal o Desempeño físico.
Los pacientes con padecimientos agudos mostraron un grado
intermedio de deterioro en su calidad de vida, sin embargo en algu-
nas áreas como: “Actitud ante el tratamiento”, “Relación con el
médico” y “Familia” mostraron signos contrarios a los esperados, en
comparación con los crónicos. Es posible que estos pacientes perci-
ban a sus familias ligeramente más apoyadoras y que los crónicos
perciban menos molesto adherirse al tratamiento médico. En este
sentido la interacción con el personal de salud es un aspecto relati-
vamente rutinario para los pacientes crónicos, lo cual puede facilitar
la habituación de éstos a diferencia de los pacientes agudos.
El área de familia, si bien no discriminó entre los grupos, tuvo
una estructura sólida en el análisis factorial; además se trata de
una de las áreas que, en la población mexicana, presenta mayor
malestar en ensayos clínicos entre pacientes bajo tratamiento
psicoterapéutico.
El análisis multivariado de la función discriminante permite
identificar a las variables que mejor se distinguen entre los grupos,
así como sus pesos relativos en la conformación de una función de
la combinación lineal de las variables independientes. Éste busca
maximizar las diferencias entre los grupos (variable dependiente)
para predecir si a partir de las respuestas del sujeto se le pude ubi-
car en una condición u otra en el continuo salud-enfermedad.
El modelo discriminante arrojó dos funciones (f1 y f2), que
maximizan las distancias en la dispersión de puntajes entre los valo-
res individuales y las correlaciones de cada puntaje individual con
las variables predictoras (las áreas del Inventario). Cada una de estas
funciones es ortogonal con respecto a la otra; usualmente la prime-
ra función es la más poderosa para diferenciar las dimensiones o
variables predictoras (Tabachnick y Fidell, 1989). Se trata de la pri-
mera combinación lineal de las variables cuyo efecto es maximizar
la razón de la varianza entre medias e intragrupal; posteriormente
30 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
se deriva una segunda función lineal o factor discriminante que sirve
como el segundo mejor resultado para explicar la varianza residual.
La estadística Lambda de Wilks ( ) expresa la proporción de
variabilidad total no debida a las diferencias entre los grupos, la cual
proporciona el valor predictivo global; los valores cercanos a 1 seña-
lan una gran similitud entre los grupos, mientras que los próximos
a 0 una gran diferencia. Se utilizó el procedimiento por pasos (step-
wise) que arroja una Lambda conforme se va incorporando cada
una de las variables al modelo; la dispersión intergrupos alrededor
de sus centroides está dada por los valores eigen, que indican una
mejor distinción entre los grupos entre más altos sean. Los coefi-
cientes canónicos estandarizados permiten valorar la contribución
de cada variable a la función discriminante (Universidad de Cadiz,
2002). Se utilizaron las sumatorias de las áreas con el fin de mante-
ner la variabilidad de los grupos. Todas las variables se recodificaron
en dirección de Calidad de Vida para mantener en la interpretación
de los resultados la congruencia de los signos con los centroides de
los grupos.La Figura 1 muestra la dispersión de los tres grupos de acuerdo
con las dos funciones que arrojó el modelo.
V
Figura 1. Dispersión de los tres grupos en las dos funciones discriminantes.
Función 1
43210-1-2-3
2 nóicnu
F
4
3
2
1
0
-1
-2
-3
-4
Pertenencia a grupo
Centroides
Casos sin agrupar
Sanos
Agudos
Crónicos
sanos
agudodos
crónicos
Análisis estadísticos del InCaViSa 31
La función 1, sobre la abscisa, es la que mejor permite separar a
los centroides y la dispersión de los grupos. Cabe señalar además
que el lugar en que se ubican los centroides entre las dos funciones
en este tipo de dispersograma no es interpretable, pues sólo sirve
para ubicar la distancia espacial entre los grupos. La mayor disper-
sión se presentó entre los pacientes con enfermedades crónicas; los
asteriscos aparecen en prácticamente todo el espectro de la función
1, ya que abarcan la distribución de los agudos y de los sanos.
La Figura 2 presenta un dispersograma con la probabilidad de
correcta clasificación de los grupos. Cada eje representa la probabi-
lidad asociada a cada grupo: sanos, agudos y crónicos.
El análisis reveló que las funciones permiten clasificar con
buena probabilidad a los participantes en su respectiva clasifica-
ción; los participantes crónicos y sanos fueron los mejor clasificados
(77.8% y 67% respectivamente); en los agudos se logró una correcta
clasificación en el 46.4% de los casos.
La siguiente tabla presenta en detalle los resultados del Análisis
de Función Discriminante. La primera columna muestra los pasos
que se incluyeron en las funciones que compusieron las funciones
Condición
Sanos
Crónicos
Agudos
C
r
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0.0
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.4
.8.8
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.8
1.0
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1.2
.6
SanosAgudos
.4.4 .2.2 0.0
Figura 2. Probabilidad de correcta clasificación de los grupos.
32 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
discriminantes. Se presenta también la correlación entre cada una
de las variables con las funciones, 1 o 2, arrojadas por el análisis y el
peso relativo de cada variable en la función (Coeficiente Canónico
Estandarizado).
Tabla 6. Resultados del Análisis de Función Discriminante por pasos 
en la clasificación de la condición de los participantes.
Paso Variable Correlación Coeficiente Lambda Lambda global
con la canónico de Wilks Eigen (%Varianza)
Función 1 estanda-
rizado
1 Relación con el médico .720 .830 .709** Función 1 Función 2
2 Desempeño físico -.459 -.419 .623** =.539** =.967* 
3 Actitud ante el tratamiento -.392 -.401 .582** .793 (95.8%) .035(4.2%) 
4 Redes sociales -.261 -.371 .566** 
5 Familia -.045 F2 .259 .553** Ubicación de Centroides 
6 Dependencia médica -.308 F2 .105 .539** S=-1.390 S=.167 
‡ Percepción corporal -.395 A=-.180 A=-.271
‡ Tiempo libre -.382 C=.847 C=.102
‡ Aislamiento -.365
‡ Vida cotidiana -.359
‡ Funciones cognitivas -.316
‡ Preocupaciones -.301
‡ Variables no incluidas en el análisis, F2=Mejor correlación con la función 2; S=Sanos; A=Agudos;
C=Crónicos; **p<.01, *p<.05.
Los coeficientes Lambda de las dos funciones resultaron estadís-
ticamente significativos: función 1 = .539 y función 2 = .967
(.000 y .039 respectivamente). La primera explicó casi toda la
varianza (95.8%). Las variables que formaron parte de las funciones
discriminantes se presentan en orden jerárquico, las tres relaciona-
das con intervenciones médicas (Relación con el médico, Actitud
ante el tratamiento, Dependencia médica) y las de interacción
social y familiar (Redes sociales y Familia). El segundo puesto en la
función discriminante lo ocupó “Desempeño físico”. Se observó que
a partir de Redes sociales, el cambio que se produce en el Lambda
añadiendo elementos a la función, es mínimo (de .566 a .539). La
inversión de los signos de la correlación con la función indica coli-
V V
V V
Análisis estadísticos del InCaViSa 33
nearidad entre los grupos en las áreas de Familia y Dependencia
médica, por lo que en sanos, agudos y crónicos, las respuestas están
muy relacionadas.
La distinción entre los grupos se da con mayor precisión entre
los crónicos que entre los sanos y agudos, ya que con excepción del
área “Relación con el médico”, las demás mostraron una relación
negativa con dicha función pues se consideró que sanos y agudos
ocuparon una posición negativa en el espacio de dispersión de las
funciones, mientras que el grupo de crónicos tuvo su centroide en
la parte positiva, especialmente en la Función 1 que explicó casi
toda la varianza.
De acuerdo con el signo del coeficiente canónico estandarizado
una buena relación con el médico (por encima de la media) se aso-
cia con una mayor probabilidad de ser clasificado como crónico. En
participantes con iguales puntuaciones en Relación con el médico,
los que tengan mejor Desempeño físico, Actitud ante el tratamiento y
Redes sociales, tendrán mayor probabilidad de ser clasificados como
sanos y agudos, cuyos centroides se ubican en el espacio negativo.
Las variables Familia y Dependencia médica, tuvieron mejor
correlación con la Función 2; estas áreas ingresaron al modelo ya
que son las que permiten distinguir entre los grupos a partir de la
varianza residual. A pesar de que las demás áreas no entraron en el
modelo, mostraron niveles razonables de correlación con la función
discriminante; Preocupaciones fue el área con menor coeficiente de
correlación (r=-.301).
Validez del InCaViSa
El Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa) muestra ade-
cuadas propiedades psicométricas de consistencia interna, validez
concurrente y test re-test, así como sensibilidad para distinguir entre
diferentes condiciones de salud. Para este propósito resultaron espe-
cialmente importantes las variables relacionadas con aspectos de la
intervención médica.
El inventario resulta útil para evaluar el efecto de las intervencio-
nes dirigidas a mejorar la calidad de vida, es decir, en diseños pre-post
tratamiento, pues se muestra en los seguimientos buena estabilidad
34 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
y posibilidad de reconocer el efecto de situaciones transitorias y
variables socio-demográficas. Además, también presenta una sec-
ción de síntomas físicos comunes en padecimientos sensibles a las
intervenciones, posiblemente por el efecto de desgaste físico favo-
recido por las condiciones subyacentes de una mala calidad de vida.
La siguiente tabla muestra los puntos de corte de acuerdo con los
valores extremos de los grupos evaluados con el InCaViSa. Estos
datos no pueden considerarse generalizables a poblaciones con
características muy distintas a los de población urbana, y no consti-
tuyen criterios diagnósticos formales, sino un indicador de la posi-
ción que ocupa la calidad de vida individual respecto a un grupo de
referencia.
Tabla 7. Características socio-demográficas de los grupos.
Género (frecuencia %), Ocupación Escolaridad Salario
Edad (Media y DS) Frecuencia (%) Frecuencia (%) Media (DS)
Agudos (N = 129)
: 57 (44.5%) Empleados: 81 (66.4%) Primaria: 11 (8.6%)
: 71 (55.5%) Amas de Casa: 11 (9.0%) Secundaria: 27 (21.1%) $5488.03
Edad: 30.83 Autoempleados: 12 (9.8%) Estudios Comerciales: 13 (10.2%) ($5125.28)
DS: 10.04 Estudiantes: 12 (9.8%) Preparatoria: 55 (43%)
Profesionistas: 6 (4.9%) Estudios Superiores: 22 (17.2%) 
Crónicos (N = 172) 
: 52 (30.2%) Empleados: 59 (36.2%) Sin Estudios: 3 (1.8 %)
: 120 (69.8%) Amas de Casa: 61 (37.4%) Primaria: 42 (24.6%) 
Edad: 48.22 Retirados: 10 (6.1%) Secundaria: 35 (20.4%) $4784.23
DS: 15.55 Autoempleados: 17 (10.4%) Estudios Comerciales: 32 (18.7%) ($3938.87)
Estudiantes: 5 (3.1%) Preparatoria: 33 (19.3%) 
Profesionistas: 10 (6.1%) Estudios Superiores: 26 (15.2%)
Sanos (N = 114)
: 50 (43%) Empleados: 34 (31.2%) Primaria: 9 (7.9%)
: 64 (56.1%) Amas de Casa: 13 (11.9%) Secundaria: 17 (14.9%) $8220.78
Edad: 32.28 Retirados: 1 (0.9%) Estudios Comerciales: 11 (9.6%) ($6681.03)
DS: 12.75 Autoempleados: 19 (17.4%) Preparatoria: 33 (28.9%)
Estudiantes: 26 (23.9%) Estudios Superiores: 44 (38.6%)
Profesionistas:16 (14.7%)
o
↓
o+
o
↓
o+
o
↓
o+
Análisis estadísticos del InCaViSa 35
Los puntos de corte se refieren al percentil 75 (P75) que mues-
tra el 25% de la distribución de cada grupo y el área en que obtu-
vieron los valores más altos en calidad de vida; el percentil 25 (P25)
que muestra el 25% que tuvo los valores más bajos en la misma dis-
tribución y la normal corresponde al rango en que se ubicó el 50%
central restante. Los extremos calificados como “Muy Alta” y “Muy
Baja” se refieren a los percentiles 90 y 10, es decir al 10% extremo
de los casos que obtuvieron los puntos más altos y bajos. Estos pun-
tos de corte se establecieron manteniendo la dirección de la escala,
por consiguiente sólo debe obtenerse la sumatoria cruda del área
para tener una aproximación a la posición que ocupa en cada área
de calidad de vida.
La siguiente tabla muestra los puntos de corte en los pacientes
con padecimientos crónicos para cada área. Esta información sirve
a los pacientes como punto de comparación sobre la posición que tie-
ne su calidad de vida en comparación con otros individuos de áreas
urbanas.
Tabla 8. Puntos de corte en Calidad de Vida. Participantes Crónicos.
Crónicos (N=172)
Áreas Muy Alta Normal Baja Muy 
Alta (P 75) (P 25) Baja
(P 90) (P 10)
Preocupaciones 0 1 2-8 9-14 ≥15 
Desempeño físico ≥19 18 12-17 9-11 ≥8 
Aislamiento 0 1 2-6 7 ≥12 
Percepción corporal 0 1 2-7 8 ≥13 
Funciones cognitivas ≥2 3-4 5-9 10-12 ≥13 
Actitud ante el tratamiento 0 1-2 3-7 8-11 ≥12 
Tiempo libre 0 0 1-7 8-12 ≥13 
Vida cotidiana 0 0 1-5 6-12 ≥13 
Familia 20 20 17-19 13-16 ≥12 
Redes sociales ≥6 7-10 11-18 19 20 
Dependencia médica ≥3 4-6 7-13 14-17 ≥18 
Relación con el médico ≥17 15 8-14 4-7 ≥3 
36 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
La siguiente tabla muestra los puntos de corte para pacientes
con padecimientos agudos.
Tabla 9. Puntos de corte en Calidad de vida. 
Agudos (N=129) 
Áreas Muy Buena Normal Baja Muy 
Buena (P 75) (P 25) Baja
(P 90) (P 10)
Preocupaciones 0 0 1-6 7-11 ≥12
Desempeño físico ≥19 18 14-17 11-13 ≥10
Aislamiento 0 0 1-4 5-6 ≥7 
Percepción corporal 0 0 1-4 5-9 ≥10
Funciones cognitivas ≥1 2 3-6 7-9 ≥10 
Actitud ante el tratamiento 0 1 2-6 7-8 ≥9 
Tiempo libre 0 0 1-4 5-9 ≥10 
Vida cotidiana 0 0 1-3 4-6 ≥7 
Familia 20 20 17-19 13-16 ≥12 
Redes sociales 20 20 14-19 10-13 ≥9 
Dependencia médica ≥3 4-5 6-13 14-17 ≥18 
Relación con el médico ≥14 11-13 6-12 3-5 ≥2 
Aplicación y uso del InCaViSa
El Inventario de Calidad de Vida y Salud es un inventario autopli-
cable cuya administración toma entre 15 y 20 minutos; es confia-
ble, válido, sensible y sencillo de aplicar. En la experiencia de los
autores, el instrumento debe administrarse en una situación tran-
quila, con el aplicador presente. Frecuentemente, las preguntas evo-
can anécdotas o historias de vida que pueden coadyuvar de manera
importante en la recolección de datos cualitativos del caso; puede
suceder que el paciente quiera referirse a un aspecto muy específi-
co de la pregunta que modifica el sentido de la respuesta. Aunque
Implicaciones clínicas 37
esto sucede poco, es esencial que el entrevistador tome nota del sig-
nificado exacto que quiere dar el paciente. El instrumento puede
utilizarse en alguna población analfabeta que pueda entender los
valores numéricos; en este caso, por cautela metodológica, los entre-
vistadores deben estar entrenados en la administración de una escala
y en sus opciones para no inducir ninguna respuesta, y de preferen-
cia, ser alguien distinto de quien aplicó la intervención que se desea
evaluar.
Implicaciones clínicas
El resultado en las diferentes áreas es indicativo de necesidades
específicas que deben interpretarse por área y por combinación de
áreas. El Inventario es un importante apoyo para precisar las áreas
que requieren atención y permite evaluar el resultado de las metas
de tratamiento de manera objetiva, tal y como las percibe el pacien-
te. La tabla 10 presenta las implicaciones clínicas del área en el esta-
blecimiento de necesidades y objetivos en el tratamiento por área
problemática y sugerencias para su manejo.
La aplicación de las estrategias para el manejo de la problemáti-
ca identificada con el InCaViSa se ve ampliamente beneficiada por
el trabajo interdisciplinario de médicos, neurólogos, psicólogos y
psiquiatras.
En la sección de referencias, se presenta por separado, una lista
de lecturas que pueden ser especialmente útiles para la compren-
sión a profundidad de la tabla 10, en caso de intervenciones.
38 Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCaViSa)
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