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Taller de liderazgo Unidad 2 Tema 2 2

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I. S. C. y M. E. María de los Ángeles Gutiérrez García 
 INSTITUTO TECNOLÓGICO SUPERIOR DE IRAPUATO 
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 T A L L E R D E L I D E R A Z G O 
COMUNICACIÓN 
 
 Tema 2.2 
COMO INI CIAR UNA CONVERSACI ÓN. COM O COMUNICARSE ANTE UNA AUDIENCIA 
 
 
COMO INICIAR UNA CONVERSACIÓN CON CUALQUIER PERSONA 
La gente sociable está siempre muy dispuesta a conocer personas nuevas 
(a conocerte a ti) y también los tímidos, solamente que a ellos se les hace 
más difícil, pero eso no significa que no se mueran de ganas por hablarte o 
hacerse amigos. 
Para saber cómo iniciar una conversación con cualquier persona tenemos 
que saber cuáles son las características comunes y generales en todas las personas de tu edad o entorno 
en cual prefieres desenvolverte. 
Algo común y característico es que la gente no quiere relacionarse con personas prepotentes ni 
presumidas. No tienes que ser este tipo de persona y para no serlo, es importantísimo tener una buena 
autoestima y también la energía mental es muy importante porque al fin y al cabo es lo que se transmite 
de ti. Por eso debes tener un buen estado de ánimos y también esforzarte por estar relajado. Aunque 
reconozco que en un comienzo estar sereno es bastante difícil y al luchar contra eso solamente se 
acrecienta el nerviosismo. Reconoce que los miedos que tienes son mal enfocados ya que no hay peligro 
alguno en conversar con gente nueva. 
 
Lenguaje verbal 
Este aspecto muchas veces se vuelve el principal problema y dolor de cabeza, el típico de toda la gente 
un poco tímida y con nerviosismo ¿Qué digo ahora? ¿De qué hablo? 
Hace un tiempo tenía un dilema ya que, mi facilidad es hablar de temas psicológicos y obviamente no a 
cualquier persona que conoces de hace cinco minutos le puedes hablar sobre esto, ¿Entonces hablo de 
temas banales? Pues pensé: “¿Qué pasa si se me acerca alguien y me habla de porquerías superficiales?”, 
tampoco se me hará interesante y como siempre digo guarda equilibrio amigo. 
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La idea no es rechazar las payasadas, lo superficial ni tampoco irte al extremo de ser un filósofo o solo 
hablar de temas científicos. Es importante tener estos dos aspectos porque los dos son atractivos para la 
gente, cuando queremos ser divertidos ya tienes el recurso de hablar y reírte de lo cotidiano y por 
experiencia personal te puedo decir que a la gente le gustan también los temas profundos e interesantes. 
Cuando te quieras acercar a una persona que no conoces, pero estás en un ambiente social, está ahí la 
clave, puedes ayudarte y hablar formulando preguntas y también respondiendo las mismas. 
Realmente no te compliques por el tema en específico que vas a hablar, mejor enfócate en la energía 
mental, en el atreverse y en como lo vas a decir. Verás que los sociables solo hablan y no se pasan media 
hora reflexionando sobre sus próximas palabras. 
Una técnica que me parece muy interesante y efectiva es contar tres segundos y lanzarte a tu objetivo. 1, 
2,3 y suerte. Es efectivo porque no le das tiempo en tu inconsciente para que se llene de miedos y 
preguntas. Respeta los tres segundos y obtendrás muchos resultados. 
 
 
CÓMO HABLAR EN PÚBLICO - CONSEJOS PARA APRENDER 
 La actitud 
 Adquirir la actitud es más favorable para enfrentarse al auditorio, no es posible si no te sientes bien 
preparado. Si has desarrollado las actividades de preparación a conciencia y sabes que lo que le contarás 
al público es interesante, ya tienes el primer paso para acercarte al concepto fundamental: la seguridad 
en ti mismo. 
La seguridad en uno mismo es una actitud que muchas personas utilizan frecuentemente; en estos casos, 
los nervios se controlan y uno cree que puede llevar a cabo cualquier actividad con éxito. Sin embargo, a 
la mayoría de las personas nos imponen ciertas situaciones, queremos esforzarnos por hacer alguna cosa 
bien, pero nos cuesta convencernos de que saldremos victoriosos de la situación. Es en estos casos 
cuando tenemos que aplicar ciertas estrategias que nos liberen de la inseguridad. 
Una de las premisas fundamentales es sentirse preparado. Si sabes que has invertido el tiempo suficiente 
en la preparación, los nervios y la angustia se mantendrán a raya. Antes de empezar la presentación, 
recuerda los ensayos, revisa el material y convéncete de que todo está bajo control. 
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Cuando hayas conseguido ‘hacerte fuerte por dentro’, piensa en cómo mostrarás esta seguridad ante los 
demás. Ten en cuenta que los extremos sólo gustan a una minoría y que mostrar un exceso de seguridad 
puede dañar tu imagen. Se trata de que estés tranquilo, no de que resultes pedante. Para equilibrar la 
balanza concéntrate en el concepto de sencillez. Acepta tus limitaciones y afróntalas, pero no las anules 
del todo; no es preciso que te convenzas de que eres ‘el mejor’ ni de que el mundo gira a tu alrededor. La 
sencillez también te ayudará a no subestimar al auditorio y a hablar con dignidad. Nunca olvides que las 
personas que te escuchan y que te están prestando atención, no tienen porqué soportar tus aires de 
grandeza. 
Una vez tengas controladas estas dos premisas, seguridad y sencillez, intenta encajar en ellas tu propia 
identidad. No reprimas tu talante natural; se trata de que te comuniques, de que expreses y transmitas 
tus conocimientos, nadie espera que representes ningún papel. 
En el caso de las presentaciones ante los socios, ellos como espectadores y oyentes valorarán 
positivamente: 
 
1. El sentido del humor y la sonrisa. Estas armas deben ser utilizadas con moderación puesto que 
puede parecer un tanto ridículo un ponente que no deje de sonreír. 
2. Que el ponente tenga un aspecto aseado y respetable (esto no quiere decir que tenga que ir 
vestido obligatoriamente con traje y corbata, sino, simplemente, que su atuendo se corresponda 
con la ocasión). 
3. Que se muestre afable, simpático y tolerante; pero, ojo, afable y simpático no quiere decir lo 
mismo que dicharachero o impertinente. Recuerda que, a veces, por ser simpático, se puede 
ofender al que escucha o caer en la impertinencia. La simpatía irá siempre de la mano del tacto, 
que tiene como base fundamental la prudencia. 
4. La gracia innata y la elegancia. Nos guste o no reconocerlo, es cierto que la gracia innata es un 
factor que se suele valorar positivamente. 
5. La relación que mantiene con su interlocutor. Sobre todo en el momento de ‘ruegos y preguntas’ 
en el que se pretende generar el debate, el ponente tiene que mantener una actitud tolerante y 
respetar los turnos de palabra. En ningún momento se tendría que ofender o ridiculizar ninguna 
de las participaciones. 
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A lo que se enfrentan los participantes. El mayor problema que el principiante debe vencer antes de 
hablar en público es el bloqueo previo a empezar. Antes de comenzar la presentación, el ‘novato’ está 
contando angustioso los minutos que le quedan para empezar; en la garganta se forma una terrible bola 
que nos impedirá hablar y actuar con naturalidad y los nervios parecen incontrolables; lo peor viene 
cuando oímos que nuestro predecesor en el turno de la palabra dice aquello de «en fin, esto es todo»... 
La humildad y el ser conscientes de que somos unos novatos pero que le ponemosvoluntad nos ayudará 
a presentarnos con naturalidad y a aligerar el bloqueo. 
 Trucos y claves para enfrentarse al momento de la verdad. Es recomendable que leas esta lista algunas 
horas antes de la presentación. Recuerda que: 
 Es importante tu aspecto. 
 Una indumentaria que refuerce la seguridad en ti mismo puede ponértelo fácil. Aunque vayas vestido 
informal, presta atención a lo que te pones. 
 El porte. 
 Además de la indumentaria, recuerda que la postura muestra tu actitud. Una persona que habla con los 
hombros caídos da muestras de cierto pasotismo; un orador que se ‘encoge’ sobre sí mismo no 
demuestra seguridad; una persona demasiado envarada puede parecer presuntuosa. La clave está en 
buscar el término medio. 
 Resaltar tus virtudes. 
 Todos tenemos alguna virtud de la que estamos orgullosos. Cuando estés en la fase de preparación, 
identifica tus virtudes y estudia la forma de resaltarlas. 
 El ensayo. 
 No suprimas el ensayo ante el espejo y, a poder ser, ante algún espectador de confianza. Después de la 
prueba verás que te has dado cuenta de fallos y errores que no te serán difíciles de solventar. Recuerda 
también que el ensayo te servirá para ver si tienes bien preparada la presentación o darte cuenta de que 
aún la tendrías que trabajar más. 
 Observa al auditorio. 
 El auditorio habla en silencio. Si ves caras expectantes, interesadas o con expresiones comprensivas 
puedes adivinar que las cosas marchan bien. Si, por el contrario, ves expresiones aburridas o de fastidio, 
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tienes que cambiar el rumbo de tu actuación o terminar. Tienes que conseguir a toda costa que no se 
lleven a casa una mala opinión de ti. Bajo ningún concepto. 
 El lenguaje corporal. 
 No olvides que cuentas con una de las herramientas más útiles para intensificar el discurso: los gestos. 
Sin exagerar, acompaña tu mensaje de movimiento, exprésate. 
 El sentido del humor. 
 El sentido del humor te puede salvar de situaciones imprevistas. Si te tropiezas, si no encuentras alguno 
de tus papeles, si el proyector no funciona... Siempre puedes recurrir a la risa para quitarle importancia a 
estos pequeños errores. 
 Actitud cercana al oyente. 
 Aunque parezca difícil, tendríamos que pensar que estamos entre amigos. Tendríamos que conseguir 
que nuestra actuación nos mostrara simpáticos, afables, tolerantes y sencillos. 
Si has leído la lista y has visto que tienes todos estos puntos controlados, te darás cuenta de que tu trabajo 
de preparación ha dado sus frutos. 
 
¿Leer o hablar? ¿Mirar o no mirar? Si no somos oradores expertos, es muy natural que nos planteemos 
la necesidad de leer el discurso, pero ojo, leer tiene muchos inconvenientes. 
Una cosa tenemos que tener clara: nunca debemos olvidar al espectador. 
En las siguientes tablas podemos ver las dificultades que comporta el leer nuestras notas o hablar ante 
nuestra audiencia: 
Leer 
Leer bien en público no es nada fácil si tenemos que tener en cuenta que nuestro objetivo no es 
que el público se adormile. 
Nuestros objetivos Los problemas que plantea 
Tenemos que mirar 
constantemente a los espectadores 
Si tenemos que ir levantando la mirada es muy posible que 
perdamos de vista el punto de lectura. 
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(incluso a veces a los de la última 
fila) 
Tendríamos que modular la voz y 
leer con naturalidad. 
Leer con naturalidad sólo es posible si ensayamos. Caer en 
la sobreactuación o en la monotonía es muy fácil. 
Reaccionar ante imprevistos no suele ser fácil: si estamos 
leyendo y alguna cosa nos interrumpe, tendríamos que ser 
capaces de enganchar el hilo de la presentación de una 
forma espontánea. 
Al preparar un discurso escrito tendemos a utilizar 
expresiones demasiado formales que luego, al leerlas, 
resultan encorsetadas. 
 
 
Hablar 
Hablar a los espectadores es siempre lo más recomendable, aunque es peligroso. Sólo si somos 
oradores expertos podremos desarrollar la presentación sin ningún tipo de papel escrito. 
Nuestros objetivos Los problemas que plantea 
Hablar con naturalidad. Si no tenemos un apoyo textual, podemos bloquearnos, 
ponernos nerviosos y hablar tartamudeando, omitir partes 
importantes del discurso, utilizar muletillas... 
Si nos hemos aprendido un discurso de memoria 
(previamente escrito) podemos caer en el error de leer 
mentalmente y presentarnos ante los espectadores como 
una máquina que habla. 
Ofrecer un discurso ordenado y 
fluido 
Es conveniente que sólo queramos transmitir pocas ideas y 
procurar que queden bien claras. Tratar ordenadamente 
muchos conceptos es muy difícil sin ningún apoyo textual. 
 
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Vemos que los dos casos plantean numerosos problemas, por lo que no es recomendable seguir ninguno 
de los dos si no se es un orador experto. La solución menos arriesgada, como en tantas ocasiones, es 
adoptar una postura mixta: elaborar un guion o libreto con letras bien grandes y hablar mirando de vez 
en cuando la ‘chuleta’. 
 
Tenemos que vigilar y mantener la sangre fría porque aquí nuestra actuación es definitiva; si escogemos 
una solución poco adecuada, podemos encontrarnos con que todo nuestro trabajo de preparación se 
vaya al traste. Con un poco de suerte, y si estamos realmente diciendo cosas interesantes, puede pasar 
que sean los demás oyentes los que hagan callar al ‘molesto’. Si los demás oyentes, como suele pasar, 
adoptan una postura menos activa, tendremos que calibrar varios aspectos para tomar una decisión: 
 ¿El ‘molesto’ está actuando de mala fe? 
 ¿Está distrayendo a varios espectadores? 
 ¿Los demás espectadores le hacen caso? (si es que sí, corremos el grave riesgo de que se nos alborote 
todo el auditorio). 
 ¿Intuyes que se tratará de un estorbo continuado? 
Si todas estas preguntas tienen una respuesta afirmativa, tenemos que actuar con decisión. No se trata 
de que riñamos a nadie (aunque seguro que nos gustaría), sino simplemente de llamar la atención para 
recobrar el interés de la audiencia. Frases del tipo «¿hay algún problema?» bastarán para aplacar al 
‘molesto’ inconsciente (el que no se ha dado cuenta de que molesta); sólo en algunos casos extremos 
recurriremos al «si le parece podría solucionar sus problemas fuera de la sala». De todos modos, la regla 
que prevalece en estas situaciones es la de actuar con sentido común.

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