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UNIDAD 1: LOS VALORES.
1.1.DEFINICION DE VALOR.
1.2.IMPORTANCIA DE LOS VALORES EN LA FORMACION HUMANA.
1.3.CARACTERISTICAS DE LOS VALORES.
1.3.1.INDEPENDIENTES E INMUTABLES.
1.3.2.ABSOLUTOS.
1.3.3.OBJETIVOS.
1.3.4.SUBJETIVOS.
1.4.CLASES DE VALORES.
1.4.1.VALORES MORALES.
1.4.2.VALORES INFRAHUMANOS.
1.4.3.VALORES HUMANOS INFRAMORALES.
1.4.4.VALORES INSTRUMENTALES.
1.4.5.VALORES TERMINALES.
1.1.DEFINICION DE VALOR: Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.
Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.
Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo que se opine de ellos.
Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias, sentimientos y valores.
Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus valores y la manera cómo los vive.
Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa.
Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una manera y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor. Decidimos creer en eso y estimarlo de manera especial.
Al llegar a una organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos aceptarlos y ponerlos en práctica. Es lo que los demás miembros de la organización esperan de nosotros.
En una organización los valores son el marco del comportamiento que deben tener sus integrantes, y dependen de la naturaleza de la organización (su razón de ser); del propósito para el cual fue creada (sus objetivos); y de su proyección en el futuro (su visión). Para ello, deberían inspirar las actitudes y acciones necesarias para lograr sus objetivos.
Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de lo que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en sus enunciados generales. Si esto no ocurre, la organización debe revisar la manera de trabajar sus valores.
1.2.importancia de los valores en la formación humana: Entendemos los valores como los principios que rigen los comportamientos humanos, y dirigen las aspiraciones de los individuos, o incluso de sociedades, en pro de su perfeccionamiento o realización. Son las pautas que marcan los comportamientos humanos, y/o sociales, orientándolos hacia conductas que presumen la mejora en el desarrollo de la persona o de una colectividad.
Sin embargo, de una manera más específica, para definir los valores, debemos distinguirlos atendiendo a su condición como valores individuales (valores humanos), o como valores colectivos, de los que se distinguen los valores sociales y los valores culturales.
Los primeros, se nutren de las premisas que impulsan al ser humano en su progreso en la continua búsqueda de la perfección. En cambio, los valores sociales son los principios que gestan las acciones comunes de los individuos que pertenecen a una colectividad. Y en tercer lugar, los valores culturales se identifican con la base sobre la que se desarrolla la identidad de un pueblo, sus usos y costumbres.
Por tanto, y partiendo de su definición, los valores son importantes y necesarios, pues son los pilares sobre los que se cimenta la identidad humana, nos sirven de guía para poder convivir sobre la base de la sinergia social, y son la condición que forma y distingue a una comunidad.
Pero no todos los valores poseen la misma importancia, los valores se sistematizan y organizan de forma jerárquica en sistemas de valores que los interrelacionan entre sí, formando relaciones de necesidad y dependencia entre ellos. De este modo, dependiendo del grupo social en cuestión, se concede más relevancia a unos valores que a otros, a pesar de que entre todos ellos existan relaciones de interdependencia. Y así, sobre estos valores centrales se materializan como el Ordenamiento Jurídico, que se instituye con el fin de proteger, organizar y regular la convivencia en un orden social deseado.
Por ello, la formación en valores se hace imprescindible, tanto como son importantes los valores en sí mismos, para procurar que los mismos pervivan y se solidifiquen en las relaciones sociales, desde una perspectiva de cohesión e integración en la convivencia. A través de la familia, la escuela, y el resto de grupos sociales a los que pueda pertenecer la persona, se lleva a cabo la formación en valores por medio de la interacción social. Sin embargo, según las últimas tendencias educativas, se pretende institucionalizar y planificar esta formación con el objetivo de humanizar la educación, reconociendo la importancia incuestionable que sustentan los valores.
1.3.CARACTERISTICAS DE LOS VALORES: Prosiguiendo nuestro análisis acerca de los valores, hoy estudiaremos sus características, entre las que se citan la dependencia, la polaridad, la cualidad y la jerarquía. Estableceremos también la distinción entre valores y bienes, conceptos que hoy tienden a confundirse. Finalmente, a partir de todo lo que hemos visto hasta aquí, haremos una breve reflexión acerca de la crisis de valores que aqueja a nuestro tiempo.
La polaridad se da siempre en toda valoración, no hay obra de arte que sea neutra, ni espectador indiferente ante ella. 
Capacidad: Reconoce las características de los valores.
La dependencia
Los valores necesitan plasmarse en bienes para concretizarse, ya que no existen por sí mismos. Por eso se dice que son dependientes, es decir, necesitan un depositario u objeto en que apoyarse. Sin los objetos, los valores son meras posibilidades.
Los valores son las cualidades o propiedades de los depositarios, llamados bienes. Por ejemplo, la belleza de una escultura, la elegancia de un vestido, la utilidad de un vehículo, etc.
El valor no es un elemento ni agrega cosas, tampoco confiere ser a una cosa, es una especie de cualidad no esencial para la existencia del objeto. La escultura sigue siendo un objeto o bien sin la cualidad de la belleza.
La polaridad
La polaridad consiste en que los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. La polaridad encierra los dos valores límites: bueno – malo (moral), verdadero – falso (ciencia.), bello – feo (arte). Al primer término de toda valoración se le llama valor positivo; al segundo, valor negativo, disvalores, antivalores o contravalores.
La cualidad
Los valores son totalmente independientes de la cantidad y por eso no pueden establecerse relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas. Por ejemplo, el amor es un valor que no se puede cuantificar; una cualidad que no se puede determinar numéricamente. ¿Cuánto ama una madre a su hijo?, o ¿cuánto quiere la esposa al marido? 
La jerarquía
Valorar no es sólo optar entre un valor y el correspondiente disvalor; no consiste en la opción tajante entre extremos excluyentes; no es sólo establecer la diferencia entre bien y mal. Valorar es también definir prioridadesjerarquías, gradaciones. Es lo que llamamos jerarquía de los valores. Esto significa que los valores se presentan de acuerdo con una gradación: hay valores inferiores y valores superiores. 
Los valores superiores pueden pasar a ser inferiores por razones circunstanciales. Por ejemplo, para un árabe extraviado en el desierto una fruta de coco puede ser más valiosa que una bolsa de perlas, porque en ese momento no le sirven para nada. Así, el valor circunstancial de los objetos reales depende de la estimación que se tenga de ellos.
Distinción entre valores y bienes
Los bienes son objetos en los que se depositan cualidades valiosas. Por ejemplo, una estatua, un gesto, una sentencia, un cuadro, un acto moral, un libro, etc. Los valores y bienes se encuentran ligados, pero a pesar de estar muy relacionados, existe una diferencia entre ellos: los bienes, objetos reales, cambian de una época a otra y de un lugar a otro; mientras que los valores, entes inmutables, son de siempre y para siempre. 
Por ejemplo, Las Meninas, de Picasso son muy diferentes desde el punto de vista de su concepción estética y de su estilo de Las Meninas, de Velázquez, porque son bienes relativos e históricos; pero no sucede lo mismo con el valor belleza, que sería una entidad ideal, existente al margen de los productos históricos.
La crisis de valores
Lo importante, además de conocer o intuir lo valioso, es ponerlo en práctica. Cuando los valores elevados no se realizan o se postergan, cuando no existe una conciencia de la dignidad humana, surge lo que se llama una crisis de valores.
La crisis de valores es algo que se da en la sociedad de nuestro tiempo. Vivimos una época de grandes convulsiones morales que alcanzan todos los órdenes de la existencia humana y que en el campo del espíritu ha determinado una confusión de ideas y valores.
En palabras del filósofo Adolfo Sánchez: “Hoy nuestra civilización se rige por los valores materiales y parece no interesarle los valores humanos. La inteligencia llegó a crear una admirable técnica sin precedente en la historia, y ha sido tan desproporcionado el crecimiento y tan maravillosos los resultados que bien pronto su creador los elevó, de medios que eran, a la categoría de fines. Todas las actividades de la vida y la cultura han sufrido a causa de este equívoco”.
Adquirimos las cosas con el puro afán de poseerlas, las adquirimos para tenerla. Al consumir las cosas, perdemos contacto con la realidad. Por ejemplo, con una botella de cerveza bebemos la imagen de la bella y sensual rubia del anuncio. De esta manera, consumir es esencialmente satisfacer fantasías artificialmente estimuladas, una creación de la fantasía ajena a nuestro ser real y concreto.
Pero la crisis de los valores plantea promover cambios, alternativas para un mejor desarrollo moral, verdaderamente humano. Al reflexionar sobre los problemas de la crisis de valores, cobramos conciencia y tenemos el deber de pugnar por un mundo mejor.
	
1.3.1.VALORES INDEPENDIENTES E INMUTABLES: son lo que son y no cambian, por ejemplo: la justicia, la belleza, el amor. Absolutos: son los que no están condicionados o atados a ningún hecho social, histórico, biológico o individual. Un ejemplo puede ser los valores como la verdad o la bondad.
1.3.2.ABSOLUTOS: Absoluto, término que se utiliza para denotar aquello que ni depende de nadie ni está limitado por nada. Así por ejemplo, en ética, un valor absoluto es aquel que es bueno en sí mismo y no porque con él se haya de obtener alguna otra cosa, y un principio absoluto es aquel que no admite excepciones.
1.3.3.OBJETIVOS: Los valores objetivos son aquellos que existen fuera del individuo, independientemente de su percepción o creencias. Esta manera de entender los valores es propia de la corriente axiológica llamada objetivismo.
Según esta corriente, los juicios de valor son, en cierto sentido, objetivos. El objetivismo afirma que algo es valioso sin necesidad de ser valorado. Los objetos son independientes del conocedor o la persona.
También son independientes de los gustos subjetivos, la actitud, las preferencias, los intereses, el conocimiento y otros factores.
En este sentido, los valores y las normas residen en los objetos o en la realidad objetiva, como lo hacen los colores o las temperaturas. De acuerdo con el objetivismo, los valores están basados en la realidad.
1.3.4.SUBJETIVOS: Son valores que están creados por el sujeto y necesita tener objetividad necesita basarse en los hechos reales.
1.4.CLASES DE VALORES: Valores Humanos: 
Estos valores perfeccionan al hombre de tal manera que lo hacen más humanos, por ejemplo, la justicia hace al hombre más noble, de mayor calidad como persona.
1.4.1. LOS VALORES MORALES: Son aquellos valores que perfeccionan al individuo en lo más íntimamente humano, haciéndolo más humano, con mayor calidad como persona.
El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo vivir en la mentira, el hacer uso de la violencia o el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan. Por el contrario las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad, el buscar la justicia, le perfeccionan.
Los valores morales surgen primordialmente en el individuo por influjo y en el seno de la familia, y son valores como el respeto, la tolerancia, la honestidad, la lealtad, el trabajo, la responsabilidad, etc.
Para que se de esta transmisión de valores son de vital importancia la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres, hermanos, parientes y posteriormente amigos y maestros.
Es de suma importancia la comunicación de la familia. Cuando el niño ha alcanzado la edad escolar se hará participe de esta comunicación abierta, en la toma de decisiones y en aportaciones sobre asuntos familiares.
Posteriormente estos valores morales adquiridos en el seno de la familia ayudaran a insertarnos eficaz y fecundamente en la vida social. De este modo la familia contribuye a lanzar personas valiosas para el bien de la sociedad. Una persona valiosa, es una persona que posee valores interiores y que vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale entonces, lo que valen sus valores y la manera en como los vive.
Ya en el ámbito social, la persona valiosa buscará ir más allá de “mi libertad”, “mi comodidad o bienestar” y se traducirán estos valores en solidaridad, honestidad, libertad de otros, paz, etc.
1.4.2.LOS VALORES INFRAHUMANOS: Son aquellos que si perfeccionan al ser humano, pero en aspecto más inferiores, en aspectos que comparte con otros seres, con los animales, por ejemplo. Aquí se encuentran valores como el placer, la fuerza, la agilidad, la salud.
1.4.3.LOS VALORES HUMANOS INFRAMORALES: Son aquellos valores que son exclusivos del ser humano, ya no los alcanzan los animales, únicamente las personas. Aquí encontramos valores como los económicos, la riqueza, el éxito. Por ejemplo; La inteligencia y el conocimiento, el arte, el buen gusto. Y socialmente hablando, la prosperidad, el prestigio, la autoridad, etc.
1.4.4.VALORES INSTRUMENTALES: Los valores instrumentales son aquellas formas de actuar específicas que una persona utiliza en un momento determinado para alcanzar un objetivo deseado. Permiten satisfacer necesidades humanas y son comportamientos circunstanciales socialmente aceptados.
A principios de los años 70 el psicólogo social Milton Rokeach determinó que las personas razonan de forma distinta al considerar lo que deberían hacer y lo que pueden hacer, y creó una encuesta de valores que lleva su nombre.
Rokeach dedujo que cuando las personas piensan en los fines adoptan el criterio del valor intrínseco (es decir, sus valores permanentes), pero cuando piensan en los medios para alcanzar un objetivo aplican el valor instrumental como criterio.
1.4.5.VALORES TERMINALES: Son los que se refieren a los fines deseablesde existencia; las metas que un individuo quisiera lograr a lo largo de su existencia.
Los valores terminales son más abstractos y de innegable universalidad (amistad, aprecio, armonía interior, autoestima, belleza, estabilidad, igualdad, la paz mundial, la salvación, la libertad, el placer, la prosperidad, la realización, la sabiduría, la familia, la felicidad, el amor, la plenitud vital). Como ya fu expresado son estados finales o metas en la vida que al individuo le gustaría conseguir a lo largo de su vida. Estos valores, asimismo, se clasifican en personales e interpersonales.
VALORES INSTRUMENTALES
Que son los que se refieren a la estima que se tiene por determinadas conductas y formas de comportarse de los hombres (abiertos, afectivos, ambiciosos, animosos, auto-controlado, creativos, educados, eficaces, independientes, intelectuales, honrados, limpios, lógicos, magnánimos, obedientes, responsables, serviciales, valientes). El autor de esta clasificación señala que esta escala es relativa, pues de acuerdo con la consideración social de cada uno, se dan preferencia a unos valores sobre otros, destacando que son comportamientos alternativos mediante los cuales se consiguen los fines deseados.
Los valores instrumentales, sirven de medio para alcanzar otros valores superiores; valores vitales, referidos a la ubicación del sujeto en el mundo y a su relación con el entorno; valores sociales, que tienen que ver con las normas de convivencia entre las personas y sus relaciones; valores estéticos; que se refieren a la creación de lo bello o su simple contemplación; valores cognoscitivos, aquellos relacionados con el conocimiento de la realidad objetiva y sus leyes; y valores morales; que impregnan toda la escala de valores, al determinar su enfoque social.
 
	
UNIDAD 2: EDUCACION EN VALORES.
2.1 LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACION EN VALORES.
2.2 LA TRANSVERSALIDAD EN EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO.
2.3. LA CONVIVENCIA ESCOLAR EN UNA SOCIEDAD EN RIESGO DE PERDIDA DE VALORES.
2.3.1. LA CRISIS DE VALORES.
2.4. EL PAPEL DE LA EDUCACION EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ACTUALES.
2.5. LA NECESIDAD DEL DOCENTE PARA EDUCAR EN VALORES.
2.5.1. EDUCACION MORAL.
2.5.2. EDUCAR PARA LA SOLIDARIDAD.
2.5.3. EDUCACION EN VALORES PARA LA DEMOCRACIA.
2.6. LA FAMILIA Y LA EDUCACION EN VALORES.
	
2.1. LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EN VALORES: a familia es la primera escuela de la vida, y es en la misma que los padres intentan transmitir a sus hijos, a través de un ambiente de amor, los valores que creen forman a una persona buena, íntegra, coherente y capaz de estar en sociedad.
El dilema se presenta en el cómo lograr este objetivo tan amplio.
David Isaacs expresa en su libro La educación de las virtudes humanas: "Creo que a todos los padres de familia les gustaría que sus hijos fueran ordenados, generosos, sinceros, responsables, etcétera. Pero existe mucha diferencia entre un deseo difuso que queda reflejado en la palabra ojalá y un resultado deseado y previsto, y alcanzable. Si la formación de los hijos en las virtudes humanas va a ser algo operativo, los padres tendrán que poner intencionalidad en su desarrollo. Para ello hace falta estar convencido de su importancia. Hay que aprovechar la cotidianidad de la vida en familia, pero se necesita aumentar la intencionalidad respecto del desarrollo y reflexionar sobre dos aspectos: la intensidad con la que se vive y rectitud de los motivos al vivirla".
María Lourdes Majdalani, máster en Educación, directora del Centro para el Desarrollo Moral de Fundación Majdalani ( www.fundacionmajdalani.org ), explica cómo padres y docentes pueden fortalecer el desarrollo moral de los niños.
-¿Cómo podemos hacer los padres para educar en valores?
-Es muy importante el trabajo de los adultos (padres, educadores o cuidadores), que interactúan en la cotidianidad de la vida del niño.
Para que el niño desarrolle valores debemos lograr que conozca el bien, ame el bien y haga el bien. O sea que entienda los valores, que adhiera afectiva y emocionalmente a los mismos y que fundamentalmente los manifieste en acciones. El secreto es que los adultos fomenten hábitos operativos buenos en los niños, lo cual ayudará a que adhieran afectivamente al valor.
Es importante tener en cuenta que el niño generalmente comienza por hacer pequeñas acciones en favor de los demás. Sólo cuando su pensamiento madure entenderá el concepto que encierra cada valor moral.
-¿La familia es la primera escuela de valores?
-Sí, y la consigna es vivir los valores que se promulgan. Es importante que el hijo vea que los adultos hacen lo que dicen. Si en casa llaman al padre por teléfono y él le dice a su hijo que conteste que no está, eso marca una conducta ambivalente. Si el padre dice la verdad, trata con respeto a todo el mundo, desde el barrendero al presidente, no tira papeles en la calle, es respetuoso de las leyes, es más sencillo que el hijo entienda el mensaje.
- Parece inalcanzable ser el padre perfecto.
-No idealicemos, el niño necesita padres fuertes, pero también humanos. Padres que se equivocan, que pueden pedir perdón o que tienen días malos. Podría pasar que un día el padre dijera "hoy no puedo, pero mañana sí". Y entonces al día siguiente ese padre debe cumplir con su promesa, porque si no se convierte en alguien no confiable. Es importante tener en claro también el valor de los límites. El límite cuida. El mensaje del límite es: "Constantemente te estoy cuidando, queriendo, estoy con vos".
-¿Qué aspectos debemos tener en claro en el día a día?
-Tanto en la escuela como en la casa, las reglas deben tener un sentido, y detrás de cada regla debe haber un valor que la haga consistente. Es muy diferente pedirle a un hijo que ordene su cuarto porque va a ser más fácil encontrar los juguetes, a dar la orden sin explicaciones. El niño asimilará el valor del orden porque la regla tiene algo que la sostiene. Prima así un orden social independientemente de lo que cada uno desee. A esto se le llama disciplina moral, que se traduce en reglas determinadas.
-¿Cuáles son los errores por revertir en la educación de hoy?
-Nunca debemos rotular a la persona, la conducta es mejorable, la persona no. El verbo ser tiene mucho peso? ¿por qué no cambiamos el "qué egoísta que sos" por "¿podrías ser más generosa?", tratando de rescatar el valor. Si toda la persona es mala, ¿qué espacio se le da para reparar? Esto sucede mucho en la escuela, cuando se etiqueta a los niños con mala conducta. El mensaje debería ser: "Vos valés igual, podés cambiar esta acción".
Por otro lado, cuando emitimos juicios sobre el comportamiento de los niños, debemos hacerlo siempre basados en la intención y no en el resultado de los actos. Muchas veces los niños juzgan por los resultados concretos, por eso es importante hacerles ver la intención.
Asimismo, las penitencias deberían ser la consecuencia de la acción del hijo y no la consecuencia del enojo del padre. Si el niño rompe algo, debe colaborar en la reparación y no quedarse un mes sin tele. Así se educa en la autonomía moral.
2.2. LA TRANSVERSALIDAD EN EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO: Los cambios sociales, culturales, económicos, científicos y tecnológicos del mundo han exigido al currículo educativo no solo aportar conocimientos e información, sino también favorecer el desarrollo de valores, habilidades, destrezas y actitudes que ayuden al mejoramiento de la calidad educativa dentro de las escuelas. Es por ello que la tarea de educar implica el manejo del aspecto psicopedagógico y del conocimiento disciplinar dentro de una sociedad. Ya que los fines que persigue la sociedad han de buscarse a través de la educación y si esto se traduce en generar el desarrollo integral del alumno como persona que le permitirá desenvolverse socialmente y aportar con algo al bienestar común.
“Se ha afirmado que la escuela ha sido rebasada por la realidad, pues lo que en ella se enseña no tiene relación con el mundo de la vida.” (Fuentes, 2000) Es por ello la importancia de implementar un currículo adecuadoa las necesidades que la sociedad está viviendo, mejorar la calidad educativa. Muchos docentes ya están llevando a cabo en el aula la transversalidad, se les está impartiendo cursos para que puedan entender lo que conlleva la transversalidad educativa, que va desde el objetivo del curso hasta la finalidad que se pretende con cada una de las materias que los alumnos están cursando. Ya no es nada más cumplir por cumplir con el programa, sino hacer que el alumno logre desarrollar al máximo sus potencialidades con la finalidad de que pueda enfrentar las necesidades que la sociedad le requiera.
Ahora bien el docente es parte fundamental en la educación es la pieza clave para poder transformar a los discentes, “los maestros serán instructores efectivos” (González, 2008); es por ello que se está llevando a la práctica el desarrollo de competencias que abarca desde nivel preescolar hasta el universitario. Los docentes deben contar con una planeación didáctica en la que se visualice el encuadre de la asignatura es decir, ¿qué voy hacer?, ¿cómo voy hacerlo?, ¿Qué materiales de apoyo voy a utilizar? así como el período que abarcara (fecha). De igual manera el ambiente escolar es fundamental ya que en él se reproducen los estímulos para que el alumno genere respuestas y puede afrontar de la mejor manera los obstáculos que vive dentro de la misma sociedad.
Uno de los criterios fundamentales para ayudar a los alumnos a construir su saber es la secuencia que debe existir entre cada una de las actividades, situaciones y materiales propuestos durante la enseñanza. Esto implica que a medida que se desarrolla la enseñanza se propondrán materiales de estudio más complejos, se requiere de análisis más exactos, mayor profundidad y amplitud en cuanto a las ideas que deberán ser comprendidas, mayor refinamiento y sutileza en las actitudes y mayor dominio en la puesta en práctica de destrezas. Con esto me refiere a la implementación de secuencias didácticas mediante las cuales el alumno adquiera de forma progresiva los conocimientos, habilidades destrezas y actitudes a través del tiempo. Un claro ejemplo de ello es en el colegio de mi hijo, años atrás estaban pidiéndoles a los padres de familia que adquirieran la guía de Santillán a nivel primaria, y con esta nueva estructuración a la educación cambiaron la guía, por el libro que se llama Lab la cual está integrado por las materias, de español, matemáticas, exploración de la naturaleza y formación cívica y ética, y en la parte superior del libro se encuentra la frase “desarrollo de competencias”. Al trabajar con este libro me he dado cuenta de cómo mi hijo ha ido adquiriendo las habilidades, destrezas y capacidades que se necesitan para que comprenda su alrededor.
Los docentes deben contar con las técnicas de enseñanza adecuadas a cada uno de los niveles educativos con el propósito de alcanzar los objetivos establecidos y para ello es indispensable contar con el compromiso del docente y de los estudiantes. Debe tener en cuenta el concepto de interculturalidad ya que se trata de lograr una comunicación permeable permitiendo la integración y convivencia entre culturas. El docente debe incorporar las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), debe ser un agente de renovación y transformación, debe ayudar a los estudiantes a aprender de manera autónoma y promover su desarrollo cognitivo y personal mediante actividades críticas y aplicativas; es decir integrar las prácticas didáctica curricular de manera que facilite la creación de entornos innovadores diferenciados para el aprendizaje.
En conclusión la transversalidad permite que un estudiante sea crítico, analítico y reflexivo de su entorno y consciente de su rol como sujeto en constante interacción con sus semejantes. Se asevera que el enfoque por competencias en la educación, representa retos importantes para la docencia y el proceso de enseñanza-aprendizaje, porque implica el rompimiento con prácticas, formas de ser, pensar y sentir desde un racionalidad en la que se concibe que la función de la escuela es enseñar (acumular saber), para reproducir formas de vida, cultura e ideología de la sociedad dominante, a través de un sistema educativo que pondera los programas de estudios cargados de contenidos y la enseñanza de la teoría sin la práctica.
Un modelo curricular por competencias necesita generar espacios permanentes para la discusión (formación) entre todos los involucrados (docentes, alumnos, familia y autoridades), ello permite la formación teórica de todos y el detectar problemáticas vividas que se pueden solucionar sobre la marcha. Las competencias en la nueva educación contienen el potencial para convertirse en un plan efectivo tendiente a mejorar el aprendizaje de los estudiantes y debe ser un reto que debemos aceptar e integrarlo en nuestra cultura académica, ya que tendríamos un vigoroso instrumento para enriquecer el currículum, fortalecer el aprendizaje y con ello acortar la distancia que se ha ido abriendo entre educación universitaria y práctica profesional.
La función de la educación es preparar gente para el medio particular al que están destinados, teniendo a la escuela y a la familia como instituciones esenciales para ejercer la función de la reproducción social, justa y legítima. El cambio en la educación mexicana, como producto de la reforma, es un proceso abierto. Su eficacia depende del compromiso de los actores sociales y políticos con el fin primordial de toda acción educativa: el desarrollo humano.
2.3. LA CONVIVENCIA ESCOLAR EN UNA SOCIEDAD EN RIESGO DE PÉRDIDA DE VALORES: En los últimos años nuestro contexto sociocultural ha experimentado cambios significativos debidos, en gran medida, al progreso tecnológico, a las nuevas formas de producción industrial y de consumo, a la incorporación definitiva de la mujer al mercado laboral, a la creciente inmigración y al fenómeno de la globalización. Estos factores han configurado un entramado social sin precedentes dentro del cual surgen novedosos planteamientos. 
La juventud ostenta un papel protagonista dentro de la sociedad española ya que representa, aproximadamente, una cuarta parte de la población total existente que ya supera los 43 millones. Por ello, surge la necesidad de plantearse, tanto desde la enseñanza obligatoria como desde el núcleo familiar, si la formación en valores que se ha ofrecido a nuestros jóvenes ha sido la más apropiada para promover la adquisición de aquellos referentes que determinen una conducta individual y social adecuada que permita al sujeto formar parte de una sociedad justa y respetuosa. 
El concepto de juventud contiene una gran carga de subjetivismo dado que ofrece una amplia gama de perspectivas conceptuales. La definición más empleada es la que otorga la condición de joven a aquellos sujetos cuya edad biológica se sitúa entre los 15 y los 29 años. Así pues, el tránsito de la niñez a la adultez, se ubica en este umbral temporal que incluye un amplio conjunto de cambios psicológicos, sociales y físicos, así como la aparición de nuevos problemas a resolver. Algunos de los más significativos son los siguientes:
La adopción de un papel dentro de la sociedad.
La ruptura del modelo de identificación familiar y la búsqueda de nuevos paradigmas de referencia.
Las relaciones de amistad entre iguales.
La incorporación a una sociedad de adultos.
La construcción del autoconcepto.
La inestabilidad.
La dependencia económica.
La incorporación al mercado laboral.
La emancipación.
Si observamos los datos reflejados en el Sondeo sobre la Juventud Española, publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2003, vemos que los rasgos de autodefinición establecidos por la población encuestada (jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años) se distribuyen con los siguientes datos porcentuales:
 	%	 	%	 	%
Cínicos	45.9	Sinceros	45.8	NS/NC	8.2
Inmaduros	63.6	Maduros	28.1	NS/NC	8.2
Egoístas	57.7	Generosos	35.5	NS/NC	14.0
Dogmáticos	27.0	Tolerantes	60.9	NS/NC	12.1
Dependientes	68.4	Autónomos26.0	NS/NC	11.0
Indiferentes	58.8	Comprometidos	33.7	NS/NC	7.5
Insolidarios	27.3	Solidarios	65.9	NS/NC	6.8
Contestatarios	48.9	Conformistas	42.8	NS/NC	8.3
Analizando estos datos, no es de extrañar que, desde el ámbito educativo y familiar, se venga manifestando la existencia de una realidad fehaciente "la crisis de valores” presente en nuestros jóvenes. 
Los padres, tradicionalmente, han sido el principal referente en la transmisión de valores. De esta manera, asumían la enseñanza de las normas psicológicas que marcan la actitud personal y social de sus hijos. Mientras tanto, desde el sistema educativo se complementaba este aprendizaje desde su contexto social primario ofreciendo los refuerzos necesarios para afianzar la labor familiar.
Sin embargo, la situación actual se ha modificado notablemente ya que:
El padre y la madre trabajan fuera de casa.
Entre padres e hijos existe una carencia de comunicación.
Existe una menor implicación educativa por parte de los padres.
La transmisión de valores recae íntegramente en los centros educativos y en sus profesionales.
Los medios de comunicación ofrecen una influencia negativa.
Existe una acentuada tendencia hacia el individualismo.
Todos estos factores propician que la tenencia de valores, por parte de la juventud, sea insuficiente e inadecuada. El problema no es de los jóvenes, que no son más que el resultado de una formación ética y moral paupérrima, sino de la falta de compromiso por parte de las familias que priorizan otras actividades a la transmisión de valores y del fracaso de las políticas educativas aplicadas en este campo. 
Es de todos conocido que existen numerosas barreras que dificultan la observación de comportamientos que denoten sinceridad, honestidad, respeto, bondad, igualdad, generosidad, compromiso… Estas barreras vienen determinadas por una sociedad caracterizada por una fuerte competitividad, por la necesidad de rentabilidad y por una clara primacía de las tendencias individualistas sobre las colectivas, provocando irremisiblemente la búsqueda del bienestar personal y, por consiguiente, el abandono de la dignidad del sujeto como modelo social.
De esta manera, es preciso que se establezca un compromiso dual que integre a la familia y a los docentes en un marco educativo de calidad, promovido por los responsables de diseñar las políticas educativas, que propicie el desarrollo social y moral de los individuos desde edades muy tempranas, de modo que los canales que pretendan desvirtuar la labor educativa resulten inofensivos, promoviendo a una interferencia retroactiva que suponga un mecanismo de defensa eficaz ante las potenciales amenazas que persigan la descomposición de la tarea educativa realizada. 
	
2.3.1. LA CRISIS DE VALORES: Aunque nos enseñen que la honestidad es un comportamiento ideal deseable (y todos lo aceptamos como algo cierto), la interpretación y el sentido que le damos en la práctica suele variar de una persona a otra.
Estas diferencias se traducen en actitudes e incoherencias muy concretas. Por ejemplo, ser honesto, entre otras cosas, significa cumplir con todos los deberes dentro de una organización, pero no es común que se asocie la impuntualidad injustificada con la deshonestidad.
En las organizaciones existe la tendencia a dar por sentado que todos sus integrantes conocen el significado de un valor, pero su definición general no es suficiente para que todos respondamos de la misma manera frente a situaciones con características particulares.
Por ejemplo, hay un consenso generalizado sobre los beneficios de trabajar en equipo. Es un valor implícito en la naturaleza de una organización. Sin embargo, al mismo tiempo, es uno de los comportamientos sobre el que existe más polémica.
El trabajo en equipo no es algo que sucede automáticamente por el hecho de estar todos en un mismo lugar. Poner en práctica de manera armoniosa este valor requiere de un esfuerzo y un coraje individual muy especial. Por tal razón, los grandes equipos trabajan y entrenan mucho para llega a ser así.
El sentimiento de “crisis de valores” nos aborda cuando con frecuencia vemos a los integrantes de nuestro equipo no poner en práctica los principios organizacionales que se supone conocen, o exhiben comportamientos contrarios a los mismos.
Al sentir que no remamos en la misma dirección se produce mucha tensión en la organización o comunidad. Es lógico que así sea, porque todo nos cuesta más: ponernos de acuerdo, actuar de manera coordinada y lograr los objetivos que nos planteamos.
Se ha vuelto un lugar común dentro de las empresas hablar de valores como la excelencia, el liderazgo o la innovación. Pero en la mayoría de los casos son sólo palabras o intenciones generales. Los miembros de esas organizaciones no cuentan con suficiente orientación para comprender lo que esos conceptos significan frente a sus retos cotidianos.
Promover la excelencia se puede convertir en algo difícil en organizaciones con jefes arbitrarios, y la innovación no es fácil de asumir si con frecuencia se interponen argumentos tales como “¿para qué cambiar si siempre lo hemos hecho así y aún funciona?”
Los ejemplos anteriores son apenas algunas de las contradicciones que originan la sensación de crisis de valores. Cuando la teoría y la práctica se contraponen generan tensión, insatisfacción y crisis. En otras palabras, no es fácil promover valores si en la cotidianidad prevalecen otros principios o “anti-valores”.
Las crisis de valores, creencias o principios se producen cuando su significado comienza a perder sentido y utilidad práctica en asuntos concretos.
2.4. EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ACTUAL: La relación entre educación y medios de comunicación es un tema de debate interesante para los profesionales, al tratarse de dos temáticas vinculadas estrechamente. En la actual sociedad del conocimiento existen muchos canales de comunicación y aunque, a menudo es difícil reaccionar ante tanta información, los educadores se han esforzado para crear materiales para trabajar en el aula y han elaborado muchas teorías sobre su función como profesionales en la educación para la comunicación.
En este sentido, el sector educativo se ha centrado en analizar si los medios de comunicación son educativos o no, de qué forma podemos utilizarlos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, de qué forma contribuyen a la formación en valores, etc. Por eso, en el monográfico sobre educación y comunicación se plantea qué implicación deben tener los medios de comunicación en la educación, intentando abrir el debate sobre si existe una cierta responsabilidad por parte de los profesionales de la comunicación.
La importancia de los medios de comunicación en el contexto actual
Hoy por hoy, nadie discute la importancia de los medios de comunicación en la sociedad actual. Nos encontramos inmersos en una sociedad mediática y nuestro estilo de vida convive con los mensajes que nos transmiten los medios de comunicación. De la misma forma, hablar de medios de comunicación implica abarcar un abanico de posibilidades muy amplio: muchos canales de televisión, radio, Internet, publicaciones impresas de todo tipo...
Los medios de comunicación de masas constituyen un aparato de socialización muy importante: influyen en nuestras ideas, hábitos y costumbres. Algunos expertos incluso llegan a afirmar que la cantidad de información comunicada por la prensa, las revistas, las películas, la televisión y la radio, excede en gran medida al volumen de información que llega a través de la enseñanza y los contenidos que se transmiten en la escuela.
De ser cierto este hecho, convertiría a los medios de comunicación en una herramienta educativa muy poderosa, con las ventajas y desventajas que esto supone. Pero, educar no es su finalidad última. Aunque los medios incluyen formatos y contenidos adecuados para el público en edad escolar, existe otro gran volumen de información que no va dirigida a este público pero que es percibida y asimilada por él.
Educar a través de los medios vs medioseducativos
Existen muchas formas de entender la relación entre educación y medios, en este apartado hemos querido abordar algunas de ellas.
En primer lugar, vamos a analizar la incorporación de los medios al currículo escolar. Podemos apreciar que los medios de comunicación se han vuelto imprescindibles en un proceso educativo, ya que forman parte del material didáctico utilizado con frecuencia en el aula. Quizás Internet es el medio que se ha incorporado más rápidamente a la educación, pero el resto aparecen frecuentemente en propuestas curriculares.
Aunque la mayoría de innovaciones en materia educativa están relacionas con la aplicación de las Tecnologías de la Comunicación y la Información (TIC) en el aula, los expertos en la materia afirman que esta incorporación de los medios de comunicación al currículum escolar obligatorio es puramente testimonial y cuando se toca se hace desde una perspectiva descriptiva: como funcionan, que ámbito tienen, registros periodísticos (?) (1)
Aún así, educar utilizando las nuevas tecnologías (pizarra digital, Internet, audiovisuales, prensa, etc.) es quizás más común que planear actividades que contribuyan a formar en el uso de los medios de comunicación.
Este tipo de iniciativas son las que tienen como finalidad ampliar las capacidades de análisis activo y crítico de la oferta televisiva, periodística y radiofónica. A la vez, se intenta familiarizar al alumnado con los códigos propios de los medios y enseñarle cómo se selecciona la información que aparece en los periódicos, de qué forma se nos presentan los contenidos y tratamientos de la información en función del medio, sus propósitos implícitos y explícitos, etc. En definitiva, se trata de propuestas que ayuden a los usuarios de los medios a ser críticos con ellos, a seleccionar lo que les interesa y hacer un buen uso de toda la información que tienen a su disposición.
Pero, la complejidad de esta tarea radica en el hecho que aprender a utilizar y a entender los medios debe ser una responsabilidad compartida entre padres, educadores y profesionales de la educación.
Por último, nos encontramos con los medios educativos, aquéllos que tienen la finalidad explícita de contribuir a la educación y formación de sus usuarios. Actualmente, no abundan, pero podemos encontrarlos en televisión, radio, Internet, prensa? también encontramos propuestas de la mano de profesionales de la educación que han creado el espacio que se adapta a su perspectiva.
Implicación de los medios en la educación
¿Son conscientes los medios de comunicación de la repercusión que tienen en la educación? Tal y como dice José Ignacio Aguaded en el monográfico de Educación y Comunicación 2007, los profesionales de la comunicación prestan escasa atención a la educación, considerando que se trata de un espacio exclusivo de los educadores. De la misma forma, el ámbito educativo no deja de considerar a la comunicación como un contenido que debe tratarse transversalmente.
Por su parte, Ramón Bultó, afirma que el sistema educativo todavía no ha comprendido la importancia de los medios a la hora de socializar a los individuos, hecho que no excluye a los propios comunicadores de asumir la parte de responsabilidad que tienen en la educación.
Es difícil ponerse de acuerdo, pero, a modo de conclusión se puede destacar que es necesario que el profesorado sea consciente de la importancia social de los medios de comunicación y que los comunicadores sean conscientes de que los medios también tienen una función educativa. Una vez asumido este hecho, será más fácil que se establezca una relación fluida entre educación y comunicación.
2.5. LA NECESIDAD DEL DOCENTE PARA EDUCAR EN VALORES: Los diferentes puntos de vista acerca de la Educación en valores están relacionados a interrogantes como: ¿qué son los valores?, ¿qué es la valoración?, ¿qué relación existe entre la educación en valores y el proyecto educativo?, ¿es tarea de la Universidad formar valores?, ¿cómo podrá la Universidad medir la formación y el desarrollo de valores profesionales? Estas preguntas si bien no agotan las inquietudes y preocupaciones existentes, al menos introducen el análisis de los valores en la formación profesional.
Muchas de estas preocupaciones acompañan al mundo actual de modo más general, se habla de crisis de identidad, de fe y de epistemología. De identidad por la ausencia de un sentido claro de pertenencia y por la carencia de proyectos comunes unificadores; de fe, por la incapacidad de creer en algo, por la imposibilidad de cambio y la falta de confianza en el futuro y; epistemólogica, por la supremacía del conocimiento y la razón, que se expresa en una racionalidad instrumental-administrativa-gerencial, capaz de aplastar lo afectivo y sentimental.
Algunos afirman que vivimos en una sociedad sin valores; otros que han aparecido nuevos valores asociados al nuevo paradigma socioeconómico y cultural; también hay quien dice que el problema está en la existencia de multivariedad de valores, lo que produce confusión y desorientación en la actuación y valoración de los seres humanos. Quizás esté ocurriendo todo ello, valdría la pena abordar el asunto teniendo en cuenta que en todas las sociedades y en las diferentes épocas el hombre como guía ha tenido que enfrentar sus propios retos de desarrollo, ¿por qué no podría hacerse ante el acelerado desarrollo científico-tecnológico y la globalización del mundo actual?
No obstante a esta realidad, no es ajeno el hecho de que existen cuestiones no resueltas en la comunicación y en la vida de los hombres, en su educación, en su calidad de existencia, que impiden el desarrollo de una personalidad integral y adecuada a la sociedad en que ésta se despliega.
El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es interés de diferentes ciencias: la filosofía, la psicología, la sociología y la pedagogía, las que desde sus diferentes objetos de estudios enfocan su campo de acción. Así los debates pueden ser desde los distintos puntos de vista. No obstante, el objetivo común está en la comprensión e interpretación de los porqué de las actuaciones de los seres humanos, para lograr orientar el comportamiento humano hacia las tendencias más progresistas y desenajenantes de la humanidad, su crecimiento espiritual y material, todo ello dentro de los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de su análisis se hallen los conflictos entre el ser y el deber ser, y derivado de ello entre el hacer y el saber hacer.
Por otro lado a partir de los diferentes enfoques científicos existen disímiles concepciones, que expresan la complejidad del fenómeno, su carácter multilateral, sistémico y contradictorio, pero que de igual manera contribuyen a avanzar en el esclarecimiento de su alcance.
La comprensión de ¿qué son los valores?, ha sido objeto de reflexión y polémica por los más relevantes filósofos hasta la actualidad. El objetivismo y el subjetivismo como corrientes axiológicas son expresión de ello, manifiesto en “si el hombre crea el valor o lo descubre” (Guervilla, 1994; 31). “El valor como el poliedro posee múltiples caras y puede contemplarse desde variados ángulos y visiones, desde una posición metafísica, los valores son objetivos: valen por sí mismos; desde una visión psicológica, los valores son subjetivos: valen si el sujeto dice que valen; y desde el aspecto sociológico, los valores son circunstanciales: valen según el momento histórico y la situación física en que surgen” (Guervilla, 1994, 32). Por supuesto que con ello no se puede concordar, es necesario integrar todas las posiciones científicas en una concepción única y coherente, puesto en cada uno existe una verdad.
Entender el valor como la significación socialmente positiva (Fabelo, 1989) es verlo contribuir al proceso social, al desarrollo humano. Esto quiere decir, que la significación socialmente positiva del valor está dada por el grado en que éste exprese realmente un redimensionamiento del hombre, de las relaciones en que vive, y no de sujetos aislados,grupos o clases sociales particulares. Esta objetividad del valor trasciende los intereses particulares, para ubicar en el centro al hombre como género. Pero ello no es suficiente, pues su objetividad depende de la subjetividad y su carácter social, de la individualidad, y viceversa, quiere decir, que en el centro de la comprensión de los valores están las relaciones entre lo objetivo y lo subjetivo y entre lo individual y lo social.
Muchos de los intentos y experiencias por lograr una pedagogía que eduque en valores (entendido el término como educar subrayando los valores, intencionándolos dentro de las acciones formativas), pueden fracasar cuando no se tiene claridad de lo antes expuesto, ya que podría desvirtuarse el objetivo de la propia educación, ejemplo de ello:
Cuando se piensa que explicando hechos históricos y actuales de la realidad, o incorporando nuevas asignaturas por sí sólo, su conocimiento produce valores o cambios en la conducta y personalidad del sujeto, es decir, que sólo mediante saberes se forman y desarrollan los valores.
Cuando se buscan comportamientos en hechos aislados, como participación en actividades orientadas, sin objetivos bien definidos, ni comprendidos y asumidos por el sujeto tanto en lo racional como en lo emocional.
Cuando se piensa que formar y desarrollar valores sigue las mismas reglas del aprendizaje de conocimientos y habilidades.
Cuando se considera que no es necesario incorporarlos como un componente de la labor educativa de manera explícita e intencional en el proceso de formación, pues ellos se forman y desarrollan automáticamente a través de la correcta relación alumno-profesor.
Los valores no son pues el resultado de una comprensión y, mucho menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes conducidas sin significación propia para el sujeto. Es algo más complejo y multilateral pues se trata de la relación entre la realidad objetiva y los componentes de la personalidad, lo que se expresa a través de conductas y comportamientos, por lo tanto, sólo se puede educar en valores a través de conocimientos, habilidades de valoración, reflexión en la actividad práctica con un significado asumido. Se trata de alcanzar comportamientos como resultado de aprendizajes conscientes y significativos en lo racional y lo emocional.
El fenómeno de cómo desarrollar y formar valores es un proceso de enculturación (Aguirre, 1995; 498), que dura toda la vida, en el que inciden los cambios sociales que se producen y que provocan transformaciones en las interrelaciones humanas, en las percepciones, y en las condiciones materiales y naturales de vida, es decir, en la calidad y sentido de la vida. Los valores son razones y afectos de la propia vida humana la que no se aísla de la relación de lo material y lo espiritual y, entre lo social y lo individual.
¿Qué es valor?. Para entender este concepto se deben tener claro un conjunto de aspectos que contribuyen a una definición en sentido amplio.
Los seres humanos establecen relaciones con el medio natural y social en que ellos se desenvuelven.
A través de su actividad (productiva, intelectual, artística, deportiva...) se ponen en contacto con objetos materiales e ideales (un producto tangible, una cualidad de la personalidad, una concepción, un sentimiento...)
En este proceso de la actividad humana, en permanente comunicación social, surgen en el ser humano necesidades materiales y espirituales, que al concretarse en objetos materiales y espirituales que las satisfacen, se convierten en valores.
Los valores se identifican con cualquier objeto material o espiritual (o sea, productos tangibles, cualidades de la personalidad, concepciones, sentimientos...) que al satisfacer una necesidad humana, son interiorizados y aprehendidos a través de su propia experiencia vital, esto da un sentido personal a las significaciones del mundo exterior a él.
Cada ser humano interioriza aquello que satisface sus necesidades personales y, sobre esta base posee intereses (los intereses son las necesidades hechas conciencia), forma convicciones, precisa sus aspiraciones futuras y llega a analizar las posibilidades que tiene de alcanzarlas: así se manifiestan los valores.
Dirigen y orientan las acciones humanas de forma consciente y a la vez, como proceso individual, permite diferenciar a unos hombres de otros como entes únicos e irrepetibles. Dos personas pueden realizar una misma actividad y estar impulsados por valores diferentes. De ahí que se afirme que son significados subjetivos que poseen un fuerte componente individual. Por ejemplo: dos estudiantes pueden realizar esfuerzos similares por asimilar los contenidos necesarios para ser un buen profesional, pero uno puede hacerlo porque se siente identificado con la profesión, aprecia su función social y otro porque esa profesión puede darle beneficios económicos, prestigio social y otras ventajas.
Los valores se forman en el proceso de socialización bajo la influencia de diversos factores (familia, escuela, medios masivos de comunicación, organizaciones políticas, sociales, religiosas, etc. )
No son inmutables ni absolutos, su contenido puede modificarse por circunstancias cambiantes y pueden expresarse de manera diferente en condiciones concretas también diferentes.
En la medida en que los seres humanos se socializan y la personalidad se regula de modo consciente, se va estructurando una jerarquía de valores que se va haciendo estable, aunque puede variar en las distintas etapas de desarrollo y situaciones concretas.
Son significaciones sociales que poseen las cosas, las personas, etc. Dicha significación se refiere al grado en que se expresa el progreso y el redimensionamiento humano en cada momento histórico o circunstancia particular.
Son cualidades reales externas e internas al sujeto. “ No es un objeto, ni una persona, sino que está en ellas”. (Xavier Zubiri)
No sólo son cualidades reales externas e internas que expresan las cosas, personas, fenómenos, etc., sino que también componen la estructura de la personalidad, en tanto, que permiten captar esos significados reales a través de la capacidad de los sentidos en su actividad de valoración o estimación, que permiten asumirlos o no, es decir funcionan a su vez como filtros en el proceso de socialización, incidiendo así en la función reguladora de la conducta y por tanto en las actitudes hacia el mundo circundante, actitudes que están dirigidas e intencionadas por motivaciones e intereses, y que expresa una correspondencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace en el plano individual, y que posee una correspondencia con la sociedad.
Al ser la personalidad un sistema de formaciones psicológicas, el valor puede manifestarse en toda su estructura: el carácter, las convicciones, las capacidades, etc., pues se manifiesta en la actuación humana.
“Son guías y principios de conducta que dan sentido a la vida hacia la autorrealización, el progreso y el redimensionamiento humano” (García, 1996).
2.5.1. EDUCACIÓN MORAL: A través de la historia, los padres, los maestros y los integrantes de la comunidad han compartido la responsabilidad de la educación moral, uniéndose para apoyar el desarrollo positivo del sentido moral.
... nada es de mayor importancia para el bienestar público que formar e instruir a la juventud en la sabiduría y la virtud. 
— Benjamin Franklin
La educación moral inculca los hábitos de pensar y actuar que ayudan a las personas a convivir y trabajar juntas como familia, amigos, vecinos, comunidades y naciones.
La educación moral es un proceso de aprendizaje que permite a los estudiantes y adultos en una comunidad escolar comprender, practicar e interesarse por los valores éticos fundamentales tales como el respeto, la justicia, la virtud cívica y la ciudadanía, y la responsabilidad por sí mismo y por el prójimo. Sobre tales valores fundamentales, se forman las actitudes y las acciones que son propias de las comunidades seguras, saludables e informadas que sirven como los cimientos de nuestra sociedad.2.5.2. EDUCAR PARA LA SOLIDARIDAD: En los últimos años la solidaridad se ha convertido en una moda abierta a todas las clases sociales que los sociólogos han tratado de explicar atendiendo a la importante mejora en el nivel de vida, el acceso a la jubilación en buenas condiciones físicas, los intermitentes periodos de paro y la mayor concienciación de la sociedad. Un reciente estudio realizado por la Fundación Empresa y Sociedad descubrió que seis de cada diez españoles han donado dinero a alguna organización en el último año. Podemos citar algunos ejemplos recientes de solidaridad que nos llevan a corroborar dicha afirmación: El 0,7% del PNB se destina a los países del Tercer Mundo; Existe un incremento de ONGs en España en los últimos años. Este aumento no habría sido posible sin la creciente participación y compromiso de la ciudadanía y sin el acuerdo político básico en relación a la importancia de la cooperación en el marco de la política exterior del Gobierno Español; el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y Mattel España han firmado un acuerdo de colaboración con el objetivo de emprender una acción de sensibilización dirigida a los niños de todo el país en favor de los niños del Tercer Mundo. Invitan a los más pequeños a escribir un mensaje de solidaridad, paz y felicidad para los niños de países en desarrollo; está asegurada y va en aumento la participación social en asociaciones, colectivos u organizaciones que se solidarizan con enfermos del SIDA, Ruanda, Minas antipersonales, niños en el trabajo, mujeres e infancia maltratadas, así como en problemáticas similares.
Sabemos que el Estado del bienestar enfatiza, además, los derechos sociales: trabajo, educación, pensiones, y precisamente son estos derechos los que exigen una transformación, no sólo de las políticas gubernamentales sino de las mentalidades y actitudes individuales. Una transformación hacia la solidaridad que obliga, por ejemplo, a emprender tareas tan urgentes hoy como redistribuir el trabajo, resolver las discriminaciones étnicas -formas de desigualdad que provienen de la insolidaridad entre la gente, del miedo y la desconfianza hacia lo desconocido-, y aunar esfuerzos hacia la sensibilidad ecológica que detenga el deterioro del medio ambiente.
Partimos de la base de que la solidaridad es una actitud, una disposición aprendida, que tiene tres componentes: cognitivo, afectivo y conativo. De aquí que los conocimientos que una persona tiene son suficientes para fundamentar la actitud acompañados del componente afectivo -el fundamental-, y el conativo o comportamental que sería el aspecto dinamizador de dicha actitud.,
Entre los determinantes de las actitudes existen los factores genéticos y fisiológicos, pero también los de contacto directo con el objeto de actitud, es decir, que las actitudes se aprenden a través del proceso educativo. Así mismo, el ejemplo o las enseñanzas o recomendaciones de los otros influyen en nuestras actitudes, pero el contacto directo con los objetos es un factor de capital importancia en la conformación de las mismas, también el factor ambiental, porque la infancia es la etapa decisiva que en buena medida predetermina cuáles serán las actitudes básicas generales del sujeto ya adulto, la pertinencia a un grupo, la comunicación, las características de la personalidad y la conducta. Todas estas variables contribuyen a que las personas tengamos ciertas actitudes ante los sucesos o individuos.
Pero adentrándonos más en la actitud de solidaridad, calificada por Victoria Camps de virtud sospechosa, por ser la virtud de los pobres y los oprimidos. Nos dice que no es un concepto frecuente ni central de la ética como la justicia, pero que sin duda va ligada a ella. La justicia intenta hacer realidad esa hipotética igualdad de todos los humanos y la no menos dudosa libertad en tanto derechos fundamentales del individuo. Pero la justicia depende, en buena parte de la buena voluntad de los individuos. Los buenos sentimientos como la solidaridad ayudan a la justicia pero no la constituyen.
Se defiende la solidaridad como el valor que consiste en mostrarse unido a otras personas o grupos, compartiendo sus intereses y sus necesidades.. El valor, para ciertos autores, es un concepto más amplio que el de actitud, porque sobre un mismo valor se fundamentan varias actitudes más específicas.
Por otro lado, la solidaridad se tilda de virtud, que debe ser entendida como condición de la justicia, y como aquella medida que, a su vez, viene a compensar las insuficiencias de esa virtud fundamental. Por lo tanto, la solidaridad se convierte en un complemento de la justicia.
Hasta aquí hemos visto que podemos hablar de solidaridad como actitud, valor y virtud, depende de la fundamentación teórica que proporcionemos al tema.
Creemos importante destacar el hecho de que la solidaridad implica afecto: la fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al perseguido, la apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede no constituir propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de solidaridad. De todas formas como expresión del sentimiento que es, no funciona como un deber frío e impuesto desde la autoridad.
Un análisis del concepto de solidaridad nos ofrece los siguientes componentes esenciales: compasión, reconocimiento y universalización (García Roca, 1994, citado por ORTEGA, P y otros).
1) Compasión: porque la solidaridad es un sentimiento que determina u orienta el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social, condiciona su perspectiva y horizonte. Supone ver las cosas y a los otros con los ojos del corazón, mirar de otra manera. Conlleva un sentimiento de fraternidad, de sentirse afectado en la propia piel por los sufrimientos de los otros que son también propios.
2) Reconocimiento: no toda compasión genera solidaridad, sólo aquella que reconoce al otro en su dignidad de persona. La solidaridad así tiene rostro, la presencia del otro demanda una respuesta.
3) Universalidad: “La desnudez del rostro”, la indefensión y la indigencia es toda la humanidad y simboliza la condición de pobreza de esfera intimista y privada.
A partir de estas premisas podemos preguntamos el por qué de este recién llegado interés por la solidaridad. ¿Serán los graves problemas sociales que se han ido gestando en nuestra sociedad consumista y desarrollada: la marginación, las guerras, la xenofobia, el sida, las drogas, etc.? El bienestar material produce individuos insolidarios, despreocupados de la suerte del otro y de los otros. Se dice que en la actualidad existe una creciente demanda de solidaridad, junto a justicia, igualdad y libertad y que ésta implica progreso social. No se trata solamente de compasión por los males y sufrimientos de los demás, sino que se requiere o se exige un comportamiento ético, responsable y solidario, que las decisiones tengan una dimensión social además de personal. Pero la solidaridad es una posibilidad y un imperativo, de ningún modo contraria al cuidado de cada uno por su propia persona.
Mas, por otro lado, tenemos a los medios de comunicación que contribuyen a la indiferencia de la mayoría sobre aquellos asuntos que teóricamente deberían concernirnos a todos. Informan de todo pero tan fríamente que los males del mundo no afectan a nadie. Los medios de comunicación constituyen un elemento fundamental en la conformación de la conciencia sobre las desigualdades. Son ellos los que suministran información y los que prestan el soporte mayoritario para las grandes campañas de sensibilización de las ONGs y otras instituciones. Sin ir más lejos, un programa de televisión consigue más solidaridad en un día -40.000 apadrinamientos de niños del Tercer Mundo-.que en varios años de trabajo silencioso de una ONGs.
¿Pero cómo vamos a conseguir que la gente, empezando por la infancia, sea más solidaria?
Victoria Camps propone realizar una llamada al civismo, al respeto por las cosas, las plantas, los animales y, en especial, las personas. Sabemos que crear una cierta sensibilidadhacia la naturaleza y los animales puede ser relativamente sencillo, pero sensibilizar hacia los semejantes que padecen y lo pasan mal, es más complicado. Debemos ser conscientes de que los valores del neoliberalismo “la moral del éxito” son más atractivos que la solidaridad. En este mismo plano, la creación de hábitos cívicos, rutinas que muestren la deferencia y el respeto que nos merece el otro, porque le cedemos el asiento, no lo atropellamos, procuramos no molestarle con nuestros gritos, le echamos una mano si está desvalido, le sonreímos, le saludamos. Conviene practicar y predicar la solidaridad, porque la falta de solidaridad revierte en una deficiente vida pública, como educadores tenemos el compromiso de ir descubriendo los intereses comunes de la sociedad.
La solidaridad debe ser selectiva, y como criterio de selección, el tercer principio rawlsiano -el principio de la diferencia- es sin duda el más adecuado. Hay que tender los brazos a la solidaridad de los más desposeídos, a los que no ven reconocida su categoría de ciudadano o de persona. Además la solidaridad debe extenderse tanto al nivel público como al privado. No sólo hay que ser solidario con los países del tercer mundo, a veces uno tiene muy cerca, a unos pasos, a la persona con quien practicar dicha solidaridad.
La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc. para instalarse en el hombre, en cualquier hombre, ya que nunca como ahora se tiene conciencia de formar parte de la aldea global.
Partiendo de la base de que la solidaridad se aprende, desde y en la experiencia de personas que manifiestan conductas solidarias. Vamos a tratar de realizar una propuesta de trabajo para el desarrollo de la actitud de solidaridad.
Desde la perspectiva pedagógica ,de la que partimos y en la que hemos estado trabajando a lo largo de los últimos ocho años, estamos ante una educación moral de mínimos que, mediante el diálogo y la reflexión, la empatía y la autorregulación quiere ser capaz de facilitar la construcción de unos valores que sean universalmente aceptables y que permitan no sólo regular la propia conducta, sino también construir autónomamente formas de vida concretas que en cada situación se consideren las más justas, mejores y más apropiadas.
La finalidad de nuestra perspectiva es que la persona aprenda a pensar sobre temas sociomorales, es decir, desarrolle formas de pensamiento cada vez mejores en el marco de los conflictos de valor. Pretende también que aprenda a aplicar esta capacidad de juicio a la propia historia personal y colectiva para mejorarla. Pero, sobre todo, lo que se busca es superar el nivel de razonamiento y ser capaz de realizar lo que uno piensa a partir de su propia conducta.
Por lo tanto, podemos dirigir nuestro trabajo pedagógico en el ámbito de la solidaridad al desarrollo de una serie de dimensiones morales (Martínez, 1995) que, sin duda, facilitan un aumento de la autonomía, un espíritu crítico y el desarrollo de determinados valores y actitudes, como la solidaridad, entre otros.
	
2.5.3. EDUCACIÓN EN VALORES PARA LA DEMOCRACIA: La transformación sociocultural que vivimos los ciudadanos de los países iberoamericanos, unidos por condiciones culturales y con diferentes condiciones sociales y geopolíticas, no sólo es debida a nuestras acciones individuales sino también es debida a las circunstancias que envuelven nuestros momentos de desarrollo, de progreso y en ocasiones de creatividad, las cuales, influidas por nosotros, alteran lo que podría entenderse como el desarrollo natural o el determinismo histórico de nuestras sociedades y culturas.
Por todo lo anterior, las acciones pedagógicas que a través de los agentes educativos puedan diseñarse en los diferentes escenarios formales, no formales e informales de educación, poseen un potencial de desarrollo y progreso en el capital humano de nuestras sociedades capaz de orientar y de modificar, si es necesario, el rumbo que nuestra historia nos presenta como más probable.
2. En este contexto en el que la educación cobra un papel destacado, es urgente centrar la atención y priorizar adecuadamente aquellos objetivos que desde una perspectiva estratégica y no sólo táctica, nos conviene potenciar para lograr un cambio social que comporte la implicación ciudadana personal y que contribuya al progreso tanto individual como colectivo.
Estamos apelando a un conjunto de acciones que no pueden descansar exclusivamente en la acción de las administraciones públicas y de los Estados, sino que deben estimular y promover de forma decidida la acción conjunta de los grupos sociales y de las instituciones de carácter pedagógico, social y de la comunicación, con la intención de generar sinergias que no sólo contribuyan a un mejor aprovechamiento de recursos de todo tipo sino también a la cooperación desde diferentes perspectivas en la búsqueda de niveles progresivos de consenso sobre aquellos mínimos que han de permitir construir, de forma cooperativa y pacífica, comunidades plurales que procuren profundizar no sólo en su identidad sino también, y especialmente, en las posibilidades de diálogo y búsqueda de niveles progresivos de justicia, confianza activa y solidaridad a nivel global.
3. Las acciones pedagógicas que creemos deben propiciarse en el marco de nuestras preocupaciones éticas y de educación en valores en sociedades plurales y democráticas, o en sociedades que están conformándose como tales a partir de sus propias tensiones, podrían sintetizarse en la promoción de acciones de carácter local y regional orientadas y guiadas por estilos de pensamiento de carácter global y universal. Algunos ejemplos de este tipo de acciones pueden identificarse en ámbitos como el de conservación del medio, el equilibrio en la distribución de la riqueza, el respeto a los derechos de la infancia y humanos en general, la no discriminación y la participación no sólo formal sino activa en la toma de decisiones de carácter colectivo, procurando para ello la promoción de formas de pensar y regular nuestras acciones basadas en el compromiso interpersonal y en la responsabilidad.
4. Y es precisamente en este sentido en el que reclamamos una atención especial tanto en el ámbito de la investigación pedagógica como en el del ejercicio del profesorado sobre aquellas dimensiones relacionadas con los sentimientos y no sólo con la razón; con la voluntad y el cultivo del esfuerzo y no sólo con la autoestima a través del suministro de reforzadores positivos. En definitiva, nos interesa que la educación posibilite vivencias personales, emocionales, afectivas, volitivas y no sólo cognitivas, de la necesidad y excelencia de estar en condiciones de aceptar la contrariedad como vía o camino para respetar y aceptar como valiosa la diferencia y, por ende, entender que lo plural no es sólo una característica de nuestra sociedad sino algo bueno y valioso, que en sí mismo tiene potencia pedagógica en modelos educativos que procuren el progreso en los niveles de solidaridad, justicia y convivencia, respetuosa con la autonomía y a través del diálogo, en sociedades como las nuestras.
2.6. LA FAMILIA Y LA EDUCACIÓN EN VALORES: “La familia, institución reproductora del sistema de valores que conforma la base cultural de todo conglomerado humano, ejerce una presión educativa cimentada en afectos y reglas, modelando actitudes y comportamientos en consonancia con los valores del sector social que representa. Muchos trastornos psiquiátricos están relacionados con la deprivación afectiva en edades tempranas, lo que impide la maduración de centros nerviosos del Diencéfalo, incapacitando de por vida para el pensamiento superior, los sentimientos altruistas y los valores espirituales. Cuanto más amplio el espectro afectivo, más potencialidades éticas, inteligencia emocional y capacidades de socialización, que permitirán atenerse a principios morales, intereses y sentimientos sociales. La familia es transmisora de motivaciones, valores, ideología y cultura, aportandoun sistema de creencias, convicciones y sentimientos que guían y orientan la personalidad, al incorporarlos como mecanismo autorregulador de la conducta social, en la asimilación del sentido y significado de los acontecimientos. Escenario privilegiado de los sistemas integradores de la personalidad a través de los patrones de crianza y de transmisión de valores empleados por los adultos para con los niños, hay que dotarla de los recursos psicológicos y pedagógicos para cumplir la parte que le corresponde en la formación del Hombre Nuevo. Esto no puede ser un problema espontáneo. Las organizaciones sociales, las universidades y los medios de comunicación requieren de un programa concertado a esos fines, a tono con las necesidades de construcción científica del nuevo edificio social, lo que constituye un problema científico de ingeniería social, impostergable”
La educación en valores desde la familia
Escrito por: Alberto Clavijo Portieles. Vicepresidente de la Sociedad Cubana de Psiquiatría ,Universidad Médica de Camagüey
La familia, como sabemos, es una institución reproductora no sólo de la especie, sino, también, de la sociedad y del sistema de valores que conforman la base cultural de todo conglomerado humano. Los padres somos verdaderos gametos culturales. La persona, además de identidad física, adquiere identidad cultural a través de los valores, costumbres, tradiciones, hábitos de vida, sistemas de creencias, formas de estímulo y control, reglas ordenadoras de la existencia en común que, primero y con más impacto que a través de cualquiera otra institución o lugar, se adquieren por mediación de la familia. Ser familia implica vínculos afectivos y morales que se mantienen a lo largo de la vida, así como obligaciones y derechos espirituales y materiales que la tradición y la ley recogen, los que, de violarse, crean problemas que la sociedad censura, afectando de hecho −directa o indirectamente− a transgresores, perjudicados y, por extensión, de un modo u otro, a todo el grupo familiar. La persona aprehende y aprende en su familia el patrón de su cultura; de no hacerlo, corre riesgos de anomia y desarraigo de los afectos y valores que le son propios en el sistema de comunicación social, lo cual resulta, a todas luces, peligroso a su salud mental.
Dentro del marco reproductor de la cultura a que hacíamos referencia, un aspecto que requiere consideración especial es el relativo al papel de reproductor del sistema de relaciones sociales que corresponde a determinado modo de producción material, a determinada forma de sociedad. No era la misma familia −no transmitía iguales valores ni preparaba igualmente a los hombres en su actitud ante el trabajo, las formas de propiedad y las modalidades de relación social que éstas promueven− la existente en tiempos de la sociedad esclavista (la familia del amo y la del esclavo), en el feudalismo (la familia noble y la del plebeyo, la del señor y la del siervo, con los derechos de pernada y otros atributos semejantes), y en el capitalismo (la familia del empresario y la del obrero o del campesino), ni la que se va conformando en la sociedad socialista, con los lazos y formas de relación familiar –con sus contradicciones– que la van caracterizando, en sus diferentes etapas.
Los que vivimos hace medio siglo en una sociedad en revolución, hemos sido testigos de excepción de cómo muchos de los conflictos de valores que se producen en la macrosociedad se reflejan, a su modo, hacia el interior de la familia, influidos por diversos factores entre los cuales descuellan los intereses que se representan, las convicciones que se sustentan, el status económico, la procedencia social y el ejemplo de las figuras parentales, el nivel educacional, el acceso a la información, el trabajo y la profesión de sus integrantes, las tradiciones familiares y culturales, el funcionamiento e integración psicodinámica de la familia, la influencia de los medios de comunicación y de las organizaciones sociales en la vida hogareña, por citar sólo algunos de ellos. La familia porta valores y, en estos, también están presentes, a su modo, los conflictos que pugnan por su hegemonía en la conciencia social.
A la vez, hemos visto cómo de acuerdo con la definición ideológica del núcleo, y los valores que porta, se ejerce una presión educativa grupal, cimentada en afectos y sistemas de compromisos, reglas y valores compartidos, que se constituyen en cultura familiar. De este modo se va conformando a sus miembros de acuerdo con una forma de pensar y hacer la vida y las relaciones sociales, cuyo condicionamiento y aprendizaje a través de los principios de ensayo y error, del premio y el castigo, la imitación y la educación verbal, van preparando a las personas para convivir y desarrollarse en la sociedad, reflejando sus valores en consonancia o disonancia con ella. De este modo van expresándose también en su seno, de forma indirecta y parcial, las principales contradicciones que aquejan a la sociedad, de acuerdo al momento histórico y al mundo que les ha tocado vivir.
La sociedad conforma al grupo familiar a tono con los intereses y valores del sector social que este representa, y la familia, modelando a las personas, condiciona que sostengan y tiendan a perpetuar los comportamientos adaptativos dentro de ciertos límites, en consonancia con las convicciones, creencias, necesidades e intereses del grupo familiar a que pertenecen. A la vez estos grupos, en sus tendencias mayoritarias, favorecen la reproducción o eventual modificación del modelo de relaciones sociales, al propiciar que sus miembros piensen y actúen, o no, de concierto con los valores predominantes. Vienen a ser un elemento activo fundamental del complejo sistema que mantiene en movimiento, de acuerdo a tendencias probabilísticas, la superestructura social y la vida material y espiritual del hombre y la mujer relacionados con ella.
Cuando tratamos con las personas en sus relaciones con el grupo familiar, se pone en crisis cualquier interpretación de causalidad que no justiprecie el valor de los procesos espirituales que operan en ello; el peso de la intimidad, de los afectos y principios morales, de la actividad creadora, de la iniciativa personal, de las convicciones y motivos, de las necesidades inmanentes de libertad y autonomía tan caros al ser humano.
Si el voluntarismo, el racionalismo y el espiritualismo no toman en cuenta los factores materiales, biológicos y económico-sociales que influyen en el comportamiento y dan elementos para comprender muchos de sus impulsos y pasiones, sucede que el materialismo mecanicista, el determinismo económico y la interpretación dogmática de la teoría de los reflejos condicionados y otras afines subvaloran de forma lamentable lo que pueden los resortes espirituales, los principios morales y la lucidez e inteligencia humanas, capaces de saltar sobre las condiciones materiales una y otra vez, conforme nos enseña la ya larga historia del desarrollo humano.
Los vínculos adecuados entre padres e hijos se sustentan en el cariño y los principios. Los lazos familiares son más sólidos y permanentes en tanto se cimientan en afectos y valores positivos. No estoy hablando de algo desconocido, lo que contrasta con su todavía frecuente omisión en la bibliografía científica.
Muchos trastornos psiquiátricos, como las personalidades antisociales y los llamados trastornos border line, están relacionados con la deprivación afectiva, sobre todo en edades tempranas, al punto que tales trastornos tienen un correlato anátomo-funcional al no permitir dicha deprivación la maduración de centros nerviosos del Diencéfalo que han de desarrollarse luego del nacimiento, bajo la influencia de la estimulación afectiva. De no hacerlo a su debido tiempo, se pierde la posibilidad de un adecuado desarrollo posterior, quedando el sujeto marcado para toda su vida con una insuficiencia, biológica ya, para las respuestas afectivas apropiadas de los sujetos normales, ante los estímulos sociales que lo requieren. Pero esto no queda en el

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