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USO DE LAS TÉCNICAS DEL MANEJO DE IMPRESIONES UTILIZADAS POR LOS EMPLEADOS MEXICANOS PARA OBTENER EVALUACIONES DE DESEMPEÑO LABORALES POSITIVAS TESIS MAESTRÍA EN CIENCIAS EN COMUNICACIÓN INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY CAMPUS MONTERREY POR PAULA BONGIOVANNI MARTÍNEZ DICIEMBRE DE 2007 USO DE LAS TÉCNICAS DEL MANEJO DE IMPRESIONES UTILIZADAS POR LOS EMPLEADOS MEXICANOS PARA OBTENER EVALUACIONES DE DESEMPEÑO LABORALES POSITIVAS POR PAULA BONGIOVANNI MARTÍNEZ TESIS PRESENTADA A LA DIVISIÓN DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES ESTE TRABAJO ES REQUISITO PARCIAL PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRA EN CIENCIAS EN COMUNICACIÓN INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY DICIEMBRE DE 2007 INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY PROGRAMA DE GRADUADOS DE LA DIVISIÓN EN HUMANIDAD Y CIENCIAS SOCIALES Los miembros del comité de tesis recomendamos que la presente tesis de la Lic. Paula Bongiovanni Martínez sea aceptada como requisito parcial para obtener el grado académico de: Maestra en Ciencias en Comunicación, con especialidad en Comunicación Organizacional Comité de Tesis Mtra. Ma. Eugenia González Alafita Asesora Dr. Héctor René Díaz Sáenz Sinodal Dr. Juan Manuel Rodríguez Garza Sinodal Dra. Anne Fouquet Guerineau Directora Programa de Graduados de la División de Humanidades y Ciencias Sociales DICIEMBRE DE 2007 Agradecimientos A mi querida Asesora de tesis: la Mtra. María Eugenia González, por haberme brindado su orientación incesante, bajo un marco de aliento continuo y afectuoso. Al Dr. Héctor René Díaz Sáenz, por su disposición para aclarar mis dudas e inducirme a la disciplina y la constancia. Al Dr. Juan Manuel Rodríguez Garza, por sus substanciales sugerencias y despertar en mí su admiración. Dedico este trabajo a mis papás y hermana, por enseñarme a enfrentar los obstáculos con determinación, por ser apoyo incondicional y fuente de inspiración y respeto. Agradezco infinitamente el respaldo que me han brindado a lo largo de mi formación educativa, ya que sin ellos no hubiera sido posible. Índice Abstract 6 Capítulo 1: Introducción al tema 7 Capítulo 2: Revisión de la literatura 13 2.1 Qué es el Manejo de Impresiones (MI) 2.1.1 Técnicas de adquisición del manejo de impresiones 15 2.1.1.1 Las técnicas de agrado: generalidades 16 2.1.1.2 La auto-promoción 19 2.1.1.3 La intimidación 20 2.1.1.4 La ejemplificación 2.1.1.5 La súplica 21 2.1.2 Empleo del manejo de impresiones 22 2.1.2.1 El Charlatán Organizacional (OC) 2.1.2.2 El Camaleón Social 23 2.1.3 Manejo de Impresiones y evaluación de desempeño 25 2.1.4 La cultura en las organizaciones mexicanas 27 2.2 Preguntas de investigación 33 Capítulo 3: Metodología 37 3.1. Participantes 3.2. Procedimiento 3.3. Instrumento 38 3.4. Análisis de datos 42 3.5 Análisis de Confiabilidad Capítulo 4: Resultados 44 4.1 Análisis cuantitativo 4.1.2 Estadísticos descriptivos 4.1.3 Análisis de varianza (Anova) 45 4.2 Análisis cualitativo 47 Capítulo 5: Discusión 66 5.1 Conclusiones 73 5.2 Limitaciones y futuras investigaciones Referencias bibliográficas 74 Vita 82 Índice de tablas y figuras Tabla 1: Índice de confiabilidad Alpha de las variables 42 Tabla 2: Valores medios de los factores del manejo de impresiones 44 Tabla 3: Valores medios de los factores del manejo de impresiones y el género 45 Tabla 4: Resumen del análisis de varianza (Anova) 46 Figura 1. Técnicas de adquisición del manejo de impresiones (MI) Figura 2: Resultados de la pregunta #1 acerca del uso del MI para lograr una evaluación positiva 55 Figura 3: Resultados de la pregunta #2 acerca de la dimensión ética del MI en el trabajo 60 Figura 4: Resultados de la pregunta #3 acerca de los beneficios del MI en el trabajo. 64 Índice de anexos Anexo 1. Escala de las Técnicas de Influencia del subordinado 85 6 Abstract Este estudio tuvo como propósito fundamental esclarecer si los subordinados mexicanos emplean el manejo de impresiones con la intención de obtener evaluaciones de desempeño laborales positivas. Las variables que se analizaron fueron los tres factores identificados por Wayne y Ferris (1990) en los que el manejo de impresiones se ejecuta: enfocado en el supervisor, enfocado en el trabajo y enfocado en si mismo. La escala de medición utilizada obtuvo un nivel de confiabilidad alto para medir el manejo de impresiones en el contexto mexicano, a pesar de que fue creada en Estados Unidos. Los resultados de 182 encuestas aplicadas a empleados mexicanos, indicaron que dentro de las organizaciones, el trabajador utiliza el manejo de impresiones enfocado en el jefe o supervisor y ejecuta de tres de las cuatro técnicas de agrado desarrolladas por Wayne y Ferris (1990): conformidad de opinión, hacer favores y halago a los demás. Los hallazgos revelaron que no existe una distinción significativa entre el género o el puesto laboral ocupado, y el control que ejercen los individuos sobre sus impresiones. 7 Capítulo 1. Introducción al tema El manejo de impresiones (MI) o, como también se le conoce, imagen personal o auto-presentación, es el modo en que los individuos controlan lo que los demás piensan de ellos, y constituye un aspecto fundamental en el ámbito profesional; tan fundamental que normalmente se recurre a éste automáticamente, confirman Rosenfeld, Giacalone y Riordan (2003). La convivencia con otras personas en el trabajo, el centro de estudios o el hogar suele ser una batalla diaria. En muchas partes de la vida, ya no existen directrices sobre cómo deberían comportarse los sujetos (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2003); incluso las expectativas sobre conductas que se creían entender, cambian rápidamente. Hasta cierto punto, y cada vez más, las personas interactúan entre sí, no mediante la conversación en una oficina o en una sala de estar, sino remotamente a través de computadoras. Esta situación dificulta las relaciones con el resto de las personas. Más que antes, entender quién desempeña cada papel, cómo se debe actuar y por qué otras personas hacen lo que hacen, cobra relevancia. Todos estos son comportamientos ligados al manejo de impresiones que pueden ayudar, en cierta medida, a definir quién y qué es un individuo o personaje, ya que éste transmite una identidad y lo que quiere y espera de los demás. Dichas identidades sociales constituyen la forma en que los individuos se definen y consideran en la interacción social (Schlenker, 1980). Schlenker y sus colegas (citados por Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2002), consideraban el manejo de impresiones como una característica universal del comportamiento humano, según la cual las personas tratan constantemente de “venderse” para comunicar a los demás la imagen e identidad deseadas. De acuerdo a esta teoría, las 8 personas llevan a cabo el manejo de impresiones de forma que les permita lograr sus objetivos, individualmente y como miembros de grupos y organizaciones. Ocasionalmente, el manejo de impresiones se realiza de forma consciente y deliberada, mientras que otras veces puede ser inconsciente, automática y habitual. Con frecuencia, las impresiones creadas de forma inconsciente sirven para reforzar o proteger la propia imagen de uno mismo; otras veces, las impresiones se crean para satisfacer a un público significativo para quien emplea el manejo de su imagen. En algunas oportunidades, el manejo de impresiones es fiable y preciso, mientras que otras se traduce en publicidad falsa a través del uso de la exageración, la fabricación, el engaño o la mentira descarada. El manejo de impresiones es unfactor ineludible en la vida moderna en general y en la vida organizacional en particular, puesto que la serie de fenómenos que éste permite explicar incluye todos los aspectos de la conducta organizacional, desde la entrevista de trabajo hasta el liderazgo, desde la ética hasta las encuestas organizacionales, desde la diversidad hasta la evaluación de desempeño o valoración de rendimiento. Además, a menudo puede ser una excelente vía para que las personas alcancen sus objetivos (Baumeister, 1989). Rosenfeld, Giacalone y Giordan (2003) consideran el manejo de impresiones como una parte muy normal y usual de muchos aspectos de la vida organizacional. El manejo de impresiones es fundamental para establecer interacciones y comunicaciones organizacionales efectivas. Sin embargo, aunque parece obvio que el manejo de impresiones es una característica ubicua de la comunicación en la vida social y organizacional, este hecho no ha sido considerado correcto por diversos investigadores. Efectivamente, el manejo de 9 impresiones ha sufrido a través de los años una notoria transformación para llegar a ser una importante corriente del comportamiento y la práctica organizacional. Rosenfeld, Giacalone y Riordan (1994) manifiestan que algunos autores (e.g. Gaes, Kalle y Tedeschi, 1978 citados por Rosenfeld y Giacalone, 1991) han definido el manejo de impresiones en términos negativos, como una forma de manipulación interpersonal que tiene lugar en un número limitado de contextos o que se aplica a unos pocos comportamientos sociales. Esta teoría supone una percepción equivocada bastante usual: que el manejo de impresiones es algo básicamente perjudicial, que implica acciones realizadas principalmente para imponerse o engañar. No obstante, esta visión “extrema” de asociar el manejo de impresiones con acciones deshonestas, falaces, manipuladoras y maquiavélicas, se ha venido disipando. Las teorías más recientes definen el manejo de impresiones como un fenómeno más amplio y generalizado; una parte fundamental de todas las interacciones de comunicación interpersonales. Schlenker y Weigold (1992), afirman que el argumentar que el manejo de impresiones involucra primeramente pretensión, engaño o ilegitimidad es una alteración de la realidad. El MI involucra empaquetar una auto-identificación para que las audiencias lleguen a una conclusión preferida. No existe algo vil, superficial o maquiavélico respecto a empaquetar. Así como un editor de libro de textos debe editar la información para presentarla en una forma legible y concisa, también debe la gente editar información respecto a si mismos en la vida diaria para proveer la “mejor” descripción posible (Schlenker y Weigold, 1992). Seguramente, se pensaría que el manejo de impresiones, siendo popular en el ambiente psicológico y social, tendría abundante presencia en la literatura organizacional. 10 Sin embargo, la literatura indica que existe una falta de interés en las aplicaciones organizacionales del manejo de impresiones. Desafortunadamente, las investigaciones hasta el momento realizadas se han llevado a cabo en países anglosajones como Estados Unidos e Inglaterra (e.g. Bozeman y Kacmar, 1997; Gardner, 1992; Giacalone y Rosenfeld, 1991; Rosenfeld, Giacalone, y Riordan, 1995; Judge y Ferris, 1993; Wortman y Linsenmeier, 1997; Ferris, Judge, Rowand y Fitzgibbons, 1994; Wayne y Ferris, 1990; Wayne y Kacmar, 1991). Además, el tema que predomina no incluye a las organizaciones. En este sentido, una característica común y esencial de las organizaciones es la exigencia realizada a sus miembros de subordinar sus intereses personales cuando entran en conflicto con las obligaciones prescritas por la organización (Katz y Kahn, 1978). Sin embargo, las organizaciones nunca son completamente exitosas en persuadir a los empleados para que subordinen sus aspiraciones personales cuando éstas entran en conflicto con los objetivos organizacionales. El desacuerdo inevitable entre los objetivos personales y organizacionales contribuye al drama político de la vida organizacional, y convierte a la organización en un entorno fértil para el ejercicio de la influencia social (Ferris y Mitchell, 1987), entendida ésta como la suma de relaciones sociales que proveen la base para alterar una actitud o comportamiento por parte de un actor que pertenece a una red social y que interactúa con otro (Marsden y Friedkin, 1993). Un evento organizacional que está repleto de oportunidades para ejercer esta influencia social es la evaluación de desempeño anual (Fandt y Ferris, 1987), misma que constituye el foco de atención de la presente investigación. Aunque las evaluaciones de desempeño han recibido considerable atención entre las 11 investigaciones (e.g. Ittner, Larcker y Meyer, 2003; Millar, 2001; Briggs, Claiborne y Cole, 2006; Fried, Levi, Ben-David y Tiegs, 1999; Wayne y Liden, 1995; Arya, Glover, Mittendorf y Ye, 2005; Wayne, Liden, Graf y Ferris, 1997), sorpresivamente poco trabajo se ha hecho para estudiar los efectos del manejo de impresiones en este contexto (Ferris, Judge, Rowland y Fitzgibbons, 1994; Kipnis y Schmidt, 1988); Wayne y Ferris, 1990; Wayne y Kakmar, 1991). En el desarrollo de este estudio, se detectó que en América Latina y, específicamente en México, existe una falta de investigación concerniente al manejo de impresiones. No obstante, se sabe que el mexicano se siente motivado principalmente por el respeto personal y el reconocimiento. En consecuencia, en una situación laboral, las relaciones personales deberán cultivarse cuidadosamente para obtener el compromiso de la fuerza que logrará la máxima eficiencia y productividad (Kras, 2001; p. 31). El trabajador mexicano demostrará enorme respeto por la autoridad. La forma en que ha crecido se ha basado en la aceptación de la autoridad y en ocasiones parece asumir una actitud casi servil. Cuando un joven trabajador desempeña sus responsabilidades, nunca comenta ni cuestiona las decisiones de su superior, aunque esté en desacuerdo o esté convencido de que la decisión es imprudente. Tampoco el supervisor acepta que alguien cuestione sus decisiones (Kras, 1990; p. 36). Kras (1990) señala que en la cultura mexicana es muy importante para cualquier individuo cuidar su imagen ante los demás: “salvar la cara”. Esto puede conducir a respuestas evasivas, medias verdades y mentiras. Por lo anterior, se esperara que el manejo de impresiones se refleje en la presente investigación como parte de una realidad del trabajador mexicano. 12 Después de haber realizado una búsqueda en recursos electrónicos, bibliotecas, artículos académicos y de divulgación científica, surgió la inquietud de documentar este fenómeno que resulta inherente a las relaciones humanas y que se suscita en el mundo organizacional porque, como se observa en la presente introducción y también se manifiesta en el creciente número de publicaciones, el campo del MI se está extendiendo con rapidez y se presta a la investigación. En términos de este estudio, el propósito es evidenciar empíricamente si el manejo de impresiones es ejercido por los subordinados mexicanos que trabajan en distintas organizaciones, teniendo la intención de influir positivamente en las evaluaciones de desempeño que recibe de su nivel superior de autoridad. Para ello, inicialmente se proporciona una revisión a la literatura que refleja los hallazgos pertinentes hasta el momento; acto seguido, se describe la metodología utilizada, continuada por el análisis de los datos obtenidos y, finalmente, las conclusiones e implicaciones. 13 Capítulo 2. Revisión de la literatura A continuación se presenta una revisión de la literatura acerca de los temas que se van a tomar en cuenta como marco teórico para la realización de esta investigación. Primero se proporciona la definición de manejo de impresiones;posteriormente se detallan las técnicas de empleo de éste: auto-promoción, intimidación, ejemplificación y súplica; acto seguido, se puntualizan los tipos de individuo que hacen uso del manejo de impresiones: el charlatán organizacional y el camaleón social. También se explica la conexión que vincula el manejo de impresiones con la evaluación de desempeño y, finalmente, se incluye un apartado que trata sobre las características relativas a la cultura, forma de ser y trabajo del mexicano. 2.1 Qué es el Manejo de Impresiones (MI) Formalmente, el manejo de impresiones es el procedimiento mediante el cual las personas tratan de controlar o modificar la impresión que causan al resto (Schlenker y Pontari, 2000). Existen muchas formas de llevar a cabo este proceso: qué se hace, cómo se hace, qué se dice, cómo se dice, el mobiliario y la disposición de las oficinas, así como el aspecto físico, desde la ropa y el maquillaje que se utiliza hasta el comportamiento no verbal, como las expresiones faciales o la postura corporal. El manejo de impresiones constituye un ritual mutuo que facilita el control de las buenas relaciones sociales y evita las situaciones embarazosas (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2002). Incluso, las acciones que a primera vista parecen insignificantes, pueden llevarse a cabo estratégicamente para que el actor social dé la mejor imagen posible. Las personas son actores que se meten en la piel de diferentes personajes para construir sus identidades sociales. Cuando estas identidades implican información relacionada con uno 14 mismo, también se suele emplear el término auto-presentación (Schlenker y Pontari, 2000). De acuerdo a Schlenker y Pontari (2000), algunos de estos comportamientos de manejo de impresiones están controlados deliberadamente, mientras que otros, como el contacto visual y la postura, suelen expresarse inconscientemente. El ser humano trata de controlar sus comportamientos de manejo de impresiones porque representan una forma primaria de influir en el trato que recibe de los demás. Los estudios realizados respecto al manejo de impresiones desde la década de los ochentas, giraron en torno al tipo de estrategias empleadas (Buss, Gomes, Higgins y Lauterbach, 1987); las motivaciones que están detrás del uso de cada estrategia (Arkin, Appleman y Berger, 1980); las características individuales de los afectados por el manejo de impresiones (Baumeister y Jones, 1978; Schlenker y Leary, 1982); su vínculo con el liderazgo transformacional (House, 1997; Bass, 1985; Conger, 1988); la influencia del MI en la toma de decisiones (Elsbach y Sutton, 1992; Mazen, 1990); retroalimentación (Ashford y Northcraft, 1992; Morrison y Bies, 1991); el rol del MI en el proceso de selección de empleados (Becker y Colquitt, 1992; Fletcher, 1990); y las reacciones de los afectados ante los comportamientos de manejo de impresiones (Schlenker y Leary, 1982). Asimismo, la sugerencia realizada por Wortman y Linsenmeier (1997) referente a que podrían encontrarse hallazgos relacionados al manejo de impresiones en el campo de la psicología social, detonó el interés de los investigadores para estudiar el manejo de impresiones dentro de las organizaciones (Bohra y Pandey, 1984; Giacalone, 1985; Judge y Ferris, 1993; Wayne y Ferris, 1990). La mayor parte de estos estudios se enfocaron en identificar las tácticas de manejo de impresiones o en desarrollar modelos de su proceso 15 de gestación. Sin embargo, pocos estudios científicos han examinado empíricamente la relación entre el manejo de impresiones y las evaluaciones de desempeño en el lugar de trabajo (Ferris, Judge, Rowand y Fitzgibbons, 1994; Kipnis y Schmidt, 1988; Wayne y Ferris, 1990; Wayne y Kacmar, 1991). Para comprender cómo se desarrolla el vínculo entre el MI y las evaluaciones de desempeño, será necesario el entendimiento de las distintas formas en que este control o manipulación de impresiones es utilizado para la obtención de un beneficio personal. Algunos autores (Jones, 1964; Odom, 1993; Byrne, 1971; Jones, Gergen, Gumpert y Thibaut, 1965; Cialdini, 1993; Stengel, 2000; Kipnis y Vanderveer, 1971; Schlenker, 1980; Kacmar y Carlson, 1994; Arkin y Shepherd, 1990; Jones y Pittman, 1982) desarrollaron las técnicas de adquisición de manejo de impresiones, que se profundizan a continuación. 2.1.1 Técnicas de adquisición del manejo de impresiones Se conoce como técnica el “método empleado para alcanzar un propósito deseado” (Británica, 2007). En los escenarios organizacionales, cinco técnicas de manejo de impresiones parecieran ser las más utilizadas para crear la ilusión de competencia, éxito y merecimiento de promociones y beneficios. Estas técnicas, que se detallarán a continuación son: las técnicas de agrado, la auto-promoción, la intimidación, la ejemplificación y la súplica (Jones, 1964; Odom, 1993; Byrne, 1971; Jones, Gergen, Gumpert y Thibaut, 1965; Cialdini, 1993; Stengel, 2000; Kipnis y Vanderveer, 1971; Schlenker, 1980; Kacmar y Carlson, 1994; Arkin y Shepherd, 1990; Jones y Pittman, 1982). 16 2.1.1.1 Las técnicas de agrado: generalidades El agrado es la técnica de manejo de impresiones más común y la más estudiada. Edward E. Jones (1964) fue el primero en describir el agrado; éste hace referencia a una serie de tácticas de manejo de impresiones interrelacionadas que tienen como objetivo hacer que la persona aparezca más atractiva ante los demás. El agrado, conceptualizado en un principio por Jones, se definió como un tipo de conducta estratégica diseñada ilícitamente para influir en una persona determinada en relación al atractivo de las propias cualidades personales. Para muchos miembros organizacionales, saber que llega “el juez”, “el jefe”, u otra persona de rango superior a ellos, es más que suficiente para empezar a utilizar el guión de agrado sin planificarlo ni premeditarlo mucho. Un escrito realizado por Odom (1993), señala que las técnicas de agrado conceden a un empleado una ventaja de cuatro ó cinco por ciento de su salario respecto a aquellos que dependen sólo de su rendimiento laboral. De acuerdo con Rosenfeld, Giacalone y Riordan (2002), las diferencias de poder son la causa por la que las técnicas de agrado se utilizan con tanta frecuencia en el lugar de trabajo. El empleado, normalmente con bajos recursos de poder, no tiene muchas más opciones para influir en el supervisor de más poder. Un subordinado que haya empleado con éxito dichas técnicas y haya conseguido poner al supervisor a su mismo nivel, ha realizado un gran logro, ya que el supervisor estará más dispuesto a gratificarle y menos dispuesto a penalizarle (Schlenker, 1980). El buen uso de las técnicas de agrado por parte de un subordinado provoca que un supervisor se forme una impresión positiva de dicho subordinado, y que le atribuya características deseables. A partir de estas atribuciones e impresiones positivas, el 17 supervisor categorizará al empleado de forma positiva; esto influirá en las respuestas inmediatas del supervisor hacia el empleado, como el afecto, y en las decisiones posteriores sobre dicho empleado, incluyendo las evaluaciones de su rendimiento y las conductas relativas a la calidad del intercambio (Wayne y Ferris, 1990). Las técnicas de agrado, a su vez, se subdividen en cuatro categorías con base en sus formas específicas de utilización: conformidad de opinión, hacer favores, halago a los demás, halago a uno mismo. A continuación se detallará cada una de ellas. Conformidad de opinión. Esta primera técnica de atracción indica que según la ley de la atracción de Donn Byrne (Byrne, 1971), cuanto mayor sea la proporción de actitudes similares compartidas por dos personas, más se gustarán entre sí. Los individuos que quieren agradar suelen sacar provecho de la relación similitud-atracción convirtiéndose en “camaleones sociales”,definidos como expertos en el arte de la conformidad de opinión. A este tipo de individuos se les dedica un apartado más adelante en el presente escrito. Existen estudios que defienden la eficacia de la conformidad de opinión en el ámbito laboral. Según Odom (1993), los resultados de un estudio realizado a 152 parejas compuestas por un supervisor y un subordinado, la conformidad de opinión es una técnica de agrado usual y eficaz. Llegaron a la conclusión de que las técnicas de agrado funcionan porque pertenece a la naturaleza humana apreciar los cumplidos, obtener la aprobación por su actitud y sentir aprecio por las personas que los admiran. De acuerdo a Odom, incluso cuando el jefe sabe que se le está alabando, esto suele traducirse en evaluaciones de trabajo positivas, promociones y aumentos de ascenso laborales. 18 Al igual que otras técnicas de agrado, la conformidad de opinión se alimenta de las diferencias de poder, como la que existe, por ejemplo, entre jefes y subordinados (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2002). Jones (1964) y sus colegas demostraron que la conformidad de opinión se producía cuando un supervisor tenía el poder para evaluar el rendimiento de su subordinado (Jones, Gergen, Gumpert y Thibaut, 1965). Hacer favores. Con esta segunda técnica de agrado, la persona que hace favores espera sacar partido de la norma de reciprocidad, una regla universal de comportamiento social, según la cual se debe ayudar o devolver el favor a las personas que ayudan o hacen favores (Gouldner, 1960). Sin embargo, la persona que desea agradar busca más la aprobación que el intercambio recíproco de favores; la persona que hace favores intenta crear un sentimiento de deuda que puede aprovecharse como un medio eficaz de influencia social (Cialdini, 1993). El halago a los demás. Es también otra forma específica de empleo de las técnicas de agrado. Stengel (2000) afirma que la persona que desea agradar hace uso de la sencilla y poderosa norma social de acuerdo a la cual los individuos se sienten atraídos por aquellos que los halagan, con la finalidad de aumentar la atracción del receptor hacia ella. Subrayará y exagerará las cualidades positivas del jefe, como la eficiencia, la inteligencia y la apariencia, y ocultará o minimizará los rasgos negativos, como la impaciencia, el mal carácter o la falta de visión de futuro. Varios estudios han demostrado la eficacia del halago a los demás en las organizaciones. Kipnis y Vanderveer (1971) descubrieron que el uso de los mensajes de elogio influía en las valoraciones del subordinado por parte del jefe. El individuo medio que utilizaba las técnicas de elogio recibía evaluaciones de rendimiento tan positivas como las del trabajador de rango más alto al suyo, y más 19 positivas que las del trabajador que no empleaba las técnicas de agrado, aún a pesar de que el rendimiento de todos ellos era el mismo. Por tanto, el rendimiento es importante, pero el empleo de las técnicas de elogio también lo es. El halago a uno mismo. De acuerdo a Schlenker (1980), esta cuarta y última técnica de agrado consiste en utilizar el manejo de impresiones para ser considerado más atractivo a los ojos de los demás. Mediante el halago a uno mismo, se ponen de manifiesto las mejores características de la persona ante el individuo (o individuos) objetivo. El fin de esta técnica de agrado es determinar qué es atractivo para el receptor y poder atribuirse esos rasgos. Con esta última técnica de agrado, se prosigue a explicar las restantes cuatro técnicas de adquisición del manejo de impresiones: la auto-promoción, la intimidación, la ejemplificación y la súplica. 2.1.1.2 La auto-promoción Continuando con las técnicas de adquisición del manejo de impresiones, se puntualizará ahora en el promotor de si mismo. Este individuo trata de hacer creer a los demás que es competente en aspectos generales o en habilidades específicas. Las técnicas de agrado prestan atención, es decir, buscan a un receptor para obtener su aprecio. La auto-promoción acapara la atención, porque dirige la mirada del público a los logros de uno mismo, para que nos consideren competentes (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2002). En el contexto organizacional, se ha demostrado que la auto-promoción es una técnica eficaz en las entrevistas de trabajo, aunque no funciona tan bien en las evaluaciones del rendimiento (Kacmar y Carlson, 1994). Una de las causas es que las evaluaciones de desempeño se asemejan más a las relaciones a largo plazo: los 20 participantes se conocen bien, con lo que es más fácil que el directivo detecte los intentos de auto-promoción de última hora del empleado. Por otro lado, la investigación en este campo ha revelado que la auto-promoción del subordinado en situaciones de evaluación del rendimiento puede fracasar, dando lugar a evaluaciones negativas (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2002). 2.1.1.3 La intimidación Haciendo uso de esta tercera técnica de adquisición del manejo de impresiones, el intimidador crea y modifica su reputación en el trabajo construyéndose la identidad de persona peligrosa, cuyas amenazas y advertencias deben obedecerse, pues de lo contrario las consecuencias serán negativas (Arkin y Shepherd, 1990). En el contexto organizacional, un empleado incompetente e incapacitado que promete interponer una demanda a la empresa si no recibe una promoción, o un empleado entrado en años que hace saber que va a presentar una demanda por discriminación de edad si le sancionan por faltar al trabajo sin autorización están utilizando la intimidación a pesar de su debilidad. 2.1.1.4 La ejemplificación En cuarto lugar, la ejemplificación es otra técnica de adquisición del manejo de impresiones que consiste en gestionar las impresiones de integridad, auto-sacrificio y dignidad moral (Jones y Pittman, 1982). Un ejemplificador es el jefe que llega temprano a la oficina y se queda hasta tarde, el compañero que se lleva trabajo a casa todos los días o el colega que jamás toma vacaciones. Los ejemplificadores se presentan voluntarios para las tareas más difíciles, y sufren por voluntad propia con tal de ayudar a los demás; van más allá de la llamada del deber. 21 2.1.1.5 La súplica La súplica es la última técnica de adquisición del manejo de impresiones, que además se considera de último recurso: el suplicante explota su propia debilidad para influir en los demás. Si un individuo abusa de la suplicación, podría ganarse la reputación de embustero; una buena suplicación es lo contrario a la auto-promoción: se consigue que los demás nos ayuden si creen que no pueden resistirse a ello (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2002). Las distintas técnicas de manejo de impresiones mencionadas anteriormente (las técnicas de agrado: conformidad de opinión, hacer favores, halago a los demás, halago a uno mismo; la auto-promoción, la intimidación, la ejemplificación y la súplica) se pueden apreciar en la Figura 1: Figura 1. Técnicas de adquisición del manejo de impresiones (MI) Las técnicas anteriormente mencionadas serán gestionadas por los miembros organizacionales, quienes han sido llamados en los estudios previos como: Charlatanes Organizacionales (OC) y Camaleones Sociales. A continuación se detallan las características de cada uno de ellos. 22 2.1.2 Empleo del manejo de impresiones Con la introducción actual de una “generación X”, que comprende a los jóvenes y adultos nacidos entre 1961 y 1981, criados en un ambiente permisivo en el que mostraban su enojo contra el orden establecido y que se consideran individuos poco positivos (Craig, 2001), a la fuerza de trabajo, las oportunidades abundan como nunca antes para quienes presentan una máscara de arduos trabajadores en posiciones donde son pobremente evaluados (Wayne y Liden, 1995). A continuación se describen los dos tiposde personaje seleccionados para este estudio, quienes hacen uso de estas máscaras creadas con el manejo de impresiones. 2.1.2.1 El Charlatán Organizacional (OC) Los individuos que buscan incrementar su rendimiento percibido a expensas de su rendimiento real son llamados “Charlatanes Organizacionales (OC)”. Aparentemente, estos sujetos que manejan efectivamente su imagen tienen mayores posibilidades de ser contratados, promovidos y de recibir las asignaciones de trabajo más atractivas que aquellos individuos que no hacen uso de esta herramienta (Judge y Ferris, citados por Parnell y Singer, 2001). Los charlatanes organizacionales tienen la habilidad de ofuscar su desempeño actual para engañar a los supervisores. Ellos progresan a niveles mayores de responsabilidad y autoridad a pesar de su incompetencia. Y además, puede crear discordia entre sus colegas, quienes, a diferencia del objetivo que tiene el manejo de impresiones, usualmente saben separar la realidad de la ilusión. Godfrey (1986) demostró que existen diferencias entre las tácticas de comportamiento que utilizan los charlatanes organizacionales. Algunos lo hacen con el fin de agradar, y otros lo hacen para camuflar 23 sus deficiencias de productividad. Los charlatanes exitosos comúnmente tienen características como: contacto visual, uso de expresiones faciales e inclinación hacia delante en las conversaciones. Una vez que las percepciones favorables han sido iniciadas en la mente del sujeto que es blanco del charlatán organizacional, es improbable que se realicen evaluaciones de desempeño objetivas. Asimismo, será improbable que el blanco acepte que sus percepciones fueron inducidas. Habiendo descrito a uno de los tipos de individuo que emplean el manejo de impresiones en el ámbito laboral, se procede a describir el segundo y último que compete al presente estudio. 2.1.2.2 El Camaleón Social Como se mencionó con anterioridad en las técnicas de agrado, un individuo que desea agradar a otro y sacar provecho de ello se denomina camaleón social. Estos íconos modernos expresan opiniones o actúan de forma coherente con las actitudes, creencias y valores de otra persona, todo ello para conseguir su aprobación (Bohra y Pandey, 1984; Ralston, 1985). Los camaleones sociales rutinariamente ajustan sus comportamientos comunicativos para encontrar las restricciones socialmente apropiadas en situaciones particulares (Stiff, Corman, Krizek, y Snider, 1994). Los camaleones sociales también fueron definidos por Giacalone y Rosenfeld (1991) como “inteligentes y hábiles oportunistas políticos” (p. 59) quienes, a través de sus interacciones comunicativas, manejan impresiones efectivamente para “convertirse” exactamente en lo que dicta una situación. Mientras los camaleones cambian para acoplarse oportunamente, se aseguran de que los cambios en el comportamiento son tales 24 que encajar se convierte en un proceso visible, público, que atrae la atención, un desempeño puesto en escena diseñado para alcanzar un beneficio personal (Giacalone y Rosenfeld, 1991). Además, estos seres no experimentan ninguna sensación de culpabilidad por la violación de una supuesta esencia a la que haya de ser fiel (Revilla, 2003). Escobar y Mantilla (2007), señalan que la versión fuerte de un sujeto que siempre es el mismo, decae en la escena y se presenta ahora como un ser precario o vulnerable en el marco de las relaciones posibles en mundos situados en la cultura. Las comunidades en las que los camaleones sociales pasan la mayor parte del tiempo, el trabajo y la institución, constituyen una hiper-realidad que lo interpretan y determinan; el yo, en consecuencia, deviene en las relaciones, y dichas relaciones son sociales. El yo dejó de ser el lugar físico como esencia que define al sujeto y pasó a ser considerado en términos de relaciones en contextos culturales narrativos; es ahora un yo relacional, con formas de identidad particulares, que posibilita la existencia del camaleón social. Poco esfuerzo se ha dedicado en la identificación de los charlatanes organizacionales y camaleones sociales a pesar de su importante rol en el contexto organizacional. Los investigadores aparentemente están más preocupados por la identificación de las técnicas utilizadas en la formación de las impresiones, el impacto que éstas tienen en el agrado y los efectos del manejo de impresiones en las decisiones de los empleados (Parnell y Singer, 2001). Se ha demostrado que los subordinados (charlatanes organizaciones y camaleones sociales) que sistemáticamente emplean el manejo de impresiones y utilizan sus tácticas de influencia, pueden impactar favorablemente en las valoraciones otorgadas por sus superiores, mientras que en aquellas áreas en las que no se emplean estas tácticas, 25 son susceptibles a recibir evaluaciones más bajas (Jones, 1694; Wayne y Ferris, 1990; Wayne y Kacmar, 1991). A continuación se ahonda en la relación que existe entre el manejo de impresiones y las evaluaciones de desempeño que reciben los empleados. 2.1.3 Manejo de Impresiones y evaluación de desempeño Una de las actividades más importantes en la gerencia de recursos humanos es la evaluación del desempeño de los empleados. A pesar del supuesto tradicional en cuanto a que las evaluaciones de desempeño operan en una forma sistemática y racional, que llevan a evaluaciones válidas y exactas/precisas de un desempeño “real”, Giacalone y Rosenfeld (1991) sugieren que este proceso y sus correspondientes resultados son susceptibles a otro tipo de influencias. Éstas provienen de factores no relacionados al desempeño, sino a la manipulación deliberada, tanto por el evaluador como por el evaluado. Aparentemente, así como sucede con los actores que improvisan, los actores organizacionales tienen una oportunidad considerable en su proceso de evaluación de desempeño para manipular las evaluaciones que reciben. Debido a que las evaluaciones de desempeño en muchos trabajos no son susceptibles a la valoración objetiva y cuantificable, las evaluaciones otorgadas a los subordinados típicamente incorporan una variedad de factores ajenos al desempeño en sí mismo. Este hecho viola el sagrado principio de una evaluación de desempeño: el desempeño, y no la persona en su abstracción, está siendo evaluado (Giacalone y Rosenfeld, 1991). Wayne y Ferris (1990), por ejemplo, encontraron que las técnicas de manejo de impresiones utilizadas por los subordinados, contribuyen a incrementar el agrado del supervisor, lo que ocasiona que este último estime el desempeño del subordinado más 26 favorablemente. En su investigación, realizaron un análisis que indicó tres tipos de manejo de impresiones, denominados por los autores como “Factores”: enfocado en el trabajo, enfocado en el supervisor y enfocado en sí mismo. El Factor 1 comprende comportamientos y afirmaciones verbales relacionados con el desenvolvimiento del individuo en su trabajo. El Factor 2 se centró en comportamientos y afirmaciones verbales dirigidas hacia el supervisor. El Factor 3 se caracterizó por comportamientos que fueron intencionalmente ejercidos para crear la impresión de que el subordinado es una persona buena y educada. Las conductas de manejo de impresiones comprendidas en los Factores citados, producen efectos diferentes en función de las características demográficas del receptor y/o del que la pone en práctica. De acuerdo a Wayne, Liden y Sparrowe (1994), el género está relacionado con la creación de intercambios líder-miembro (ej. La relación entre un empleado y su jefe). Los intercambios líder-miembro de alta calidad, van unidos a resultados organizacionales importantes como el acceso a la información y las oportunidades de desarrollo profesional. Para los individuos que desean seguir una trayectoria exitosa dentro de una organización, la calidad de losintercambios líder- miembro que establezca será esencial. Las mujeres que deban hacer frente a los posibles efectos negativos del género en la calidad de su relación con un supervisor hombre, se verán obligadas a hacer un mayor uso de las técnicas de manejo de impresiones respecto a muchos de sus colegas hombres. Así, debe tenerse en cuenta que el empleo del manejo de impresiones depende de las características demográficas y el entorno cultural del usuario de dichas técnicas y del receptor (Rosenfeld, Giacalone y Riordan, 2003). 27 Teniendo lo anterior en cuenta, y dado que la presente investigación se ejecutó en el entorno mexicano, conviene explorar a continuación cómo es este contexto. 2.1.4 La cultura en las organizaciones mexicanas Para contextualizar el estudio, se requiere examinar cómo es la cultura laboral en México y cuál es la dinámica de comunicación que se suscita en el ámbito organizacional entre sus miembros. En general, la cultura mexicana, y los valores que ésta conlleva profundamente arraigados en el inconsciente de sus ciudadanos, son fundamentales para la cohesión social y la preservación moral, ya que contribuyen a la convivencia humana cotidiana. Estos valores no pueden ser abandonados a la entrada de la fábrica, de la oficina, del despacho; son introducidos en estos espacios junto con las personas, de ahí la importancia de ver su impacto en la organización (Espinosa y Pérez, 1994). En México, el lugar de trabajo está estructurado sobre la realización personal del individuo, todo trabajo se organiza y delega a individuos. Cada persona siente responsabilidad y lealtad hacia su jefe, pero muy poco interés adicional, a menos de que se trate de un vínculo amistoso. El concepto de trabajo en equipo casi no existe y va en contra de los valores individualistas tradicionales de confianza personal y de reconocimiento dentro de la estructura jerárquica. Intentar modificar este valor por el de reconocimiento del grupo, desempeño del grupo, planeación en grupo, toma de decisiones en grupo, sería un cambio radical para una sociedad basada en valores individuales (Kras, 1991). Sin embargo, y debido a que el factor humano constituye la columna vertebral de todas las empresas en México, las relaciones interpersonales son supremas porque los mexicanos no creen en la separación de la personas en dos 28 fracciones: una dedicada al trabajo y otra dedicada a la vida personal. Por esto, el cultivo de la confianza entre los miembros organizacionales es un ingrediente esencial para el éxito (Millan, Kras, Jacques, Fish et. al., 1995). Algunos autores (Kras, 1990; Dorfman y Howell, 1997; Stephens y Greer, 1995; Gutiérrez, 1993; Martínez y Dorfman, 1998) hablan de patrones culturales mexicanos, mismos que ayudan a entender cómo se llevan a cabo las prácticas comunicativas entre los miembros organizacionales que forman parte de la presente investigación. En seguida se presenta una síntesis de los rasgos culturales del ejecutivo mexicano: Familia. Kras (1990) afirma que la familia sigue siendo la base de la sociedad. La familia de una persona lleva prioridad sobre el trabajo y cualquier otro aspecto de la vida cotidiana. Dentro de la unidad familiar, el padre es la figura de autoridad claramente percibida y toda decisión y norma de disciplina proviene de él. La madre tiende a ser servil y busca el consejo y autoridad del marido en todo asunto, aunque se la reverencia como madre abnegada y esposa obediente. Al niño se le aprecia, protege y ama, además de ser aceptado y disfrutado en toda circunstancia. Al llegar a la edad escolar, y habiendo sido acondicionado en su ambiente familiar, el niño tenderá a aceptar la autoridad escolar como una realidad de la vida. Generalmente se vuelve conformista y acepta la rigidez del sistema escolar en el que cualquier mente cuestionante alerta es desalentada. Como resultado de este ámbito familiar y educativo, el ejecutivo joven parecerá obsequioso hacia su supervisor, aceptará la necesidad de llevar a cabo sus instrucciones sin cuestionarlas y no está acostumbrado ni a resolver sus propios problemas, ni a sentirse responsable en lo personal porque su superior es la autoridad aceptada y su responsabilidad se limita al fiel cumplimiento de sus instrucciones (Kras, 1990). 29 En consecuencia, no es sorprendente que la familia emerja como uno de los modelos de estructura organizacional: el modelo patriarcal organizacional, en el que un administrativo provee seguridad y protección a los empleados a cambio de lealtad y trabajo arduo (Dorfman y Howell, 1997). Reconocer que el sistema familiar funge como un modelo para las organizaciones, ayuda a entender los códigos de comportamiento que caracterizan las relaciones entre supervisores y subordinados, particularmente la importancia de la confianza, armonía y solidaridad en el lugar de trabajo (Kras, 1994). Religión. En México, la religión católica está muy arraigada en las tradiciones nacionales y el 88% de la población es católica (INEGI, 2000), aunque no todos los mexicanos asisten con regularidad a las iglesias. En la comunidad empresarial, se percibe a la religión como una fuerza positiva y como un componente valioso del ánimo del personal. Kras (1994) afirma que hay un aspecto religioso que se refleja en un punto de vista claramente fatalista que abarca mucho el pensamiento mexicano. El mexicano siente que su vida está controlada en un sentido místico por un poder superior, de modo que está igualmente dispuesto a aceptar el éxito o el fracaso, la felicidad o la tragedia, la riqueza o la pobreza. Enfoque educativo. En términos generales, los alumnos aceptan el rígido conformismo que el sistema escolar exige, debido a que fueron expuestos a una figura de autoridad durante la niñez. Se le da una enorme importancia a la presentación atractiva del trabajo de los alumnos en todos los niveles escolares, llegándose a veces al extremo de que se considera esto más importante que el contenido (Kras, 1990). Nacionalismo. En promedio, los mexicanos son intensamente patriotas, nacionalistas y hasta regionalistas. Se enorgullecen mucho de la larga historia y tradiciones de su país y 30 de su cultura, hallándose siempre dispuestos a externar este sentimiento en cualquier ocasión (Kras, 1990; p.21). Sensibilidad. El ejecutivo mexicano es sensible, rasgo que se vincula estrechamente con lo que Kras (1990) llama una “naturaleza romántica” en general. Esta sensibilidad a veces se malinterpreta como ser “muy delicado”, pero en realidad es una reacción emocional profunda ante situaciones que le impliquen en lo personal. Por eso, trata de evitar acciones que lo coloquen en posición negativa o conflictiva. Su sensibilidad a veces se interpreta también como complejo de inferioridad por su incapacidad para aceptar situaciones de “ganar o perder”, su extrema reacción ante la crítica y su dificultad general para aceptar “que no sabe” (p. 22). Por otro lado, muestra gran empatía con aquellos con quienes debe interactuar y también ha desarrollado una tremenda agilidad en la diplomacia, arte muy desarrollado en México como mecanismo para poner a salvo el prestigio y que posibilita tratos exitosos de negocios sin confrontación. Etiqueta. Los buenos modales se consideran parte de la buena educación de la niñez. El no ajustarse a las normas básicas de la conducta cortés se interpreta como irrespetuoso y brusco, y se considera falta de una buena educación en el sentido amplio. Estas cortesías se exhiben en diversas formas, como estrechar la mano al ser presentados e invariablemente dar los buenos días al personal al llegar a trabajar. En general, el mexicano es una persona cálida, acostumbrado al contacto físico estrecho, aunque en ocasiones los subordinados reciben un trato descortés. Sin embargo, a los superiores siempre se les tratacon la máxima cortesía y servilismo. En general, el ejecutivo mexicano es cortés y diplomático y nunca se jacta abiertamente de sus logros. Esto se consideraría de mal gusto y le haría perder 31 credibilidad y respeto. La cortesía exige más bien una conducta más suave, respetuosa y de apariencia obsequiosa (Kras, 1990). Aspecto personal. La apariencia general ocupa un lugar importante en el establecimiento de una buena impresión. También es interesante notar que cuando se escucha una descripción de una entrevista inicial, uno de los primeros comentarios se refiere al vestuario y apariencia personal, además de las cualidades del individuo. Siguientes por orden de su importancia son el logro y el desempeño (Kras, 1990). En la situación cotidiana del trabajo, el buen arreglo y buen vestir se consideran automáticamente como vinculados con el nivel ejecutivo. El administrador de alto nivel se da cuenta de la importancia de todo esto para conservar el respeto de sus subordinados. También, se recalca mucho en los empleados la presentación y el arreglo personal. El aliño personal cuidadoso se considera señal de buena educación y la apariencia descuidada y mal arreglada se asocia con clases inferiores. Status. En la sociedad mexicana, el status ocupa un alto nivel en términos de la estima personal. Una posición social o título reconocidos, son a menudo más importantes para los mexicanos que el dinero (Gutiérrez, 1993), ya que quien ostenta un título impresionante recibirá un respeto significativo y admiración de familiares, amistades y la comunidad en general. Los títulos como “licenciado”, “ingeniero”, o “doctor”, o su posición tal vez tengan muy poco que ver con sus logros o desempeño real, porque la mayoría de los puestos se siguen otorgando por contactos familiares o personales, o por influencias. Sin embargo, al aumentar el número de empresas de mayor tamaño y sofisticación, cada vez se da más reconocimiento al logro y se ve ahora a más puestos de nivel medio y superior ocupados por ejecutivos que tienen logros demostrados. Empero, 32 en la pequeña y mediana empresa se sigue haciendo mucho caso del compadrazgo y sus influencias y por eso las conexiones y el status familiar sigue teniendo un enorme peso (Kras, 1990). Ética. El código ético al que se apegan la mayor parte de los mexicanos se basa en el código moral de la Iglesia Católica. Debe recordarse que, debido a la sensibilidad del mexicano, su primera preocupación es evitar herir susceptibilidades y no causar confrontaciones, lo cual produce que no siempre se pueda esperar una respuesta totalmente directa, o completamente veraz a una pregunta directa. Por lo general, no se considera antiético el decir medias verdades o mentiras pequeñas, o el no decir nada para evitar pérdidas de prestigio o confrontación, de modo que aquí se ve surgir el tono gris en sus múltiples matices al hablar de la estricta verdad y la ética personal. En general, el ejecutivo mexicano piensa que la diplomacia y un enfoque directo y discreto pueden ser más eficaces para la mayor comprensión a largo plazo que la verdad escueta y la confrontación directa. Relaciones con otros en el ambiente de negocios. El mexicano siente que es una necesidad conocer y confiar en sus colegas. El desarrollo de una red personal de clientes y proveedores es considerado esencial para el éxito del negocio (Martínez y Dorfman, 1998). Ésta es quizá una de las causas más frecuentes de resentimiento que sienten los administrativos mexicanos al tratar con sus subordinados, colegas o jefes estadounidenses. El conflicto se deriva del enfoque diplomático de los mexicanos y la extrema sensibilidad a las críticas, especialmente a la crítica pública. Esta aversión se deriva de la percepción mexicana: es importante cuidar las apariencias ante una sociedad en la que una reputación entre colegas está en juego (Gutiérrez, 1993). 33 La vida de los mexicanos se caracteriza por muchas formalidades sociales y códigos de conducta que inciden en el comportamiento dentro del ámbito laboral. No obstante, los canales informales de comunicación, los gestos de amistad, la lealtad y el afecto son igualmente importantes (Stephens y Greer, 1995). Distancia de poder en la organización. México se considera una nación cuya distancia de poder es alta (Hofstede, 1991). Por esto, los supervisores y subordinados se consideran uno al otro como desiguales. Las organizaciones mexicanas centralizan el poder tanto como sea posible en unas pocas manos. Se espera que a los subordinados se les diga qué hacer y existe mucho personal supervisor, estructurado en jerarquías altas en las que unos se reportan a otros. El jefe ideal, ante los ojos del subordinado, es un autócrata benévolo o un “buen padre”, señala Hofstede (1991). Aunque el mexicano puede ideológicamente rechazar la autoridad del jefe, en la práctica se mostrará complacido, concordando con la ideología de Rosenfeld, Giacalone y Riordan (2002), quienes establecen que las diferencias de poder aumentan la necesidad de utilizar las técnicas de agrado. Con este último patrón cultural del trabajador mexicano, se tiene suficiente información para determinar las preguntas de investigación que guiaron el presente estudio y posteriormente dar respuesta a cada una de ellas en el apartado de discusión de resultados. 2.2 Preguntas de investigación Como se indicó en el primer capítulo, el propósito de este estudio es explorar, en el entorno laboral, si el manejo de impresiones que los subordinados mexicanos utilizan, tiene la intención de influir positivamente en las evaluaciones de desempeño que reciben 34 de su nivel superior. Para alcanzar este propósito de investigación, las preguntas que guiaron el estudio se presentan a continuación. La primera interrogación se basa en los Factores 1, 2 y 3 que Wayne y Ferris (1990) definen como enfocado en su trabajo, enfocado en el supervisor y enfocado en si mismo respectivamente. El primero se refiere al conjunto de comportamientos y afirmaciones verbales relacionados con el desenvolvimiento del individuo en su trabajo. Es decir, el individuo utiliza estas técnicas para manipular información relacionada a su desempeño laboral y ejercer una impresión positiva sobre su supervisor. El Factor 2 supone la ejecución de comportamientos y afirmaciones verbales dirigidas hacia el supervisor. Esto es, el individuo utiliza estas técnicas elogiando al supervisor y haciendo favores personales para él o ella. El Factor 3 involucra comportamientos que fueron intencionalmente ejercidos para crear la impresión de que el subordinado es una persona buena y educada. Por otro lado, según Wayne, Liden y Sparrowe (1994), el género está relacionado con la creación de intercambios supervisor-subordinado. Estos intercambios de alta calidad van unidos a resultados organizacionales importantes como la influencia personal, el acceso a la información y las oportunidades de desarrollo profesional. Las mujeres que deban hacer frente a los posibles efectos negativos del género en la calidad de su relación con un supervisor hombre, se verán obligadas a hacer un mayor uso de las técnicas de manejo de impresiones respecto a muchos de sus compañeros hombres. Considerando lo anterior, las dos primeras preguntas de investigación son las siguientes. 35 1. De las tres formas en que los individuos manejan sus impresiones, ¿cuál es la que predomina entre los subordinados mexicanos? 2. ¿El manejo de impresiones en el ámbito laboral, es empleado más por las mujeres que por los hombres mexicanos? La tercera pregunta de investigación tiene sus cimientos en los patrones culturales del trabajador mexicano. Gutiérrez (2003), señaló que dentro de las organizaciones es importante cuidar las apariencias ante una sociedad en la que una reputación entre colegas está en juego.De lo anterior se desprende la tercera interrogante: 3. ¿Existe alguna relación entre el uso de las técnicas de manejo de impresiones y los distintos puestos organizacionales de los subordinados mexicanos? Finalmente, se sabe que a pesar del supuesto tradicional en cuanto a que las evaluaciones de desempeño operan en una forma sistemática y racional, que llevan a evaluaciones válidas y exactas/precisas de un desempeño “real”, este proceso y sus correspondientes resultados son susceptibles a otro tipo de influencias. Éstas provienen de factores no relacionados al desempeño, sino a la manipulación deliberada, tanto por el evaluador como por el evaluado (Giacalone y Rosenfeld, 1991). Tomando en consideración esta dimensión ética del manejo de impresiones, la cuarta pregunta se formuló de la siguiente manera: 4. ¿Los subordinados mexicanos piensan que el manejo de impresiones les permite recibir una evaluación favorable, sin considerarlo una práctica anti-ética o perjudicial? 36 Para dar respuesta a esta última interrogante, se analizaron cualitativamente las respuestas proporcionadas a tres preguntas abiertas incluidas en el cuestionario que se aplicó a la muestra. Éstas son: a) ¿Le ha traído beneficios el controlar lo que piensan los demás de Usted? Por favor ejemplifique b) ¿Qué tan válido considera –desde el punto de vista ético- controlar lo que piensan los demás de Usted en el ambiente laboral? c) ¿Considera que el controlar lo que piensan los demás de Usted le ha ayudado a recibir una mejor evaluación laboral? ¿Por qué? 37 Capítulo 3: Metodología El propósito de este capítulo es describir el método de investigación utilizado para lograr los objetivos planteados en el estudio. Se incluyen la descripción de los participantes, el instrumento y el procedimiento utilizado; las variables estudiadas, el análisis de confiabilidad y los estadísticos descriptivos. 3.1 Participantes Los participantes de este estudio fueron un total de 182 personas: 88 hombres y 94 mujeres. Los participantes fueron subordinados de diversos niveles organizacionales de empresas que pertenecen a distintos giros, entre los que se encuentran el educativo, cementero, tabacalero y de financiero. Algunos de los puestos desempeñados por los individuos encuestados son: directores, jefes/ supervisores, docentes, administrativos, consultores, asesores, entre otros. Las edades de los encuestados se encontraron entre los 18 y los 61 años y laboran en Monterrey y la Zona Metropolitana, Nuevo León. Un criterio fundamental en esta investigación fue que los miembros ocuparan puestos como subordinados. 3.2 Procedimiento Los cuestionarios se administraron en un período de dos semanas. La información fue recolectada utilizando como instrumento un cuestionario con un total de 30 preguntas, 27 de ellas enfocadas al estudio y 3 a la obtención de datos demográficos. El cuestionario incluyó preguntas que midieron las técnicas de influencia que emplean los subordinados para manejar sus impresiones, así como el grado ético y benéfico del manejo de impresiones. Para medir las técnicas de influencia, se utilizó una escala de tipo Likert con rango del 1 al 7, en el cual 1 es nunca y 7 siempre. Además, se utilizaron tres 38 preguntas abiertas en las que los encuestados se podían expresar libremente respecto a la dimensión ética del manejo de impresiones y los beneficios, si los hubiera, de la misma. De los 182 cuestionarios aplicados, 92 se realizaron por medio de una liga electrónica en Internet; el resto se aplicó de forma personal en papel. La invitación para participar en el estudio fue completamente voluntaria. Se solicitaron algunos datos demográficos (edad, sexo y puesto laboral), pero no se pidieron datos personales, con la finalidad de que la confianza les permitiera libertad para expresar su opinión. El cuestionario proporcionó instrucciones que detallaban el procedimiento para dar respuesta a las preguntas. A continuación se describe detalladamente cómo fue creada y validada la escala que se utilizó para medir las técnicas de influencia empleadas por los subordinados en la presente investigación. 3.3 Instrumento Para el presente estudio, se utilizó la “Escala de Técnicas de Influencia de los subordinados” (Ver Anexo 1) desarrollada por Wayne y Ferris (1990). Ésta fue creada por los autores para una investigación cuyo objeto era determinar si las técnicas de manejo de impresiones empleadas por los subordinados influyen en el agrado del jefe o supervisor, quien consecuentemente otorgará puntajes más elevados en las evaluaciones de desempeño a sus subordinados. El cuestionario original fue aplicado a un grupo de 84 subordinados (10 hombres y 74 mujeres) y a 23 supervisores (8 hombres y 15 mujeres) de dos bancos establecidos en la zona suroeste de Estados Unidos, todos ellos pertenecientes a departamentos varios: cajas, créditos, contabilidad, apertura de cuentas. Los resultados de su análisis indicaron tres tipos de manejo de impresiones, que fueron 39 denominados “Factores”: enfocado en el trabajo, enfocado en el supervisor y enfocado en si mismo. La confiabilidad (Cronbach α) para esta escala fue de 0.87 para enfocado en el trabajo, 0.78 para enfocado en el supervisor y 0.71 para enfocado en si mismo. En el estudio, Wayne y Ferris encontraron que las técnicas enfocadas en el supervisor afectaban el agrado de los supervisores por sus subordinados, lo que se traducía en mejores evaluaciones de desempeño (Wayne y Ferris, 1990). Para el presente estudio, se hizo uso de la misma escala en su versión original porque se pretende medir los tres tipos de manejo de impresiones. Con el fin de obtener la autorización de su aplicación, se contactó por correo electrónico en dos oportunidades (doce y catorce de agosto de 2007) a una de las autoras de la misma: Sandy Wayne. En el primer contacto, se solicitó la escala en su formato original, obteniendo el consentimiento de la autora para utilizarla. En el segundo contacto, se aclararon dudas referentes al orden y agrupación de los reactivos. La posición original de todos los ítems se respetó para no comprometer la confiabilidad del cuestionario. Dado que las preguntas fueron publicadas originalmente en inglés, se empleó un método similar al utilizado por Brislin, Lonner y Thorndike (1973) para traducirlas. Las preguntas del cuestionario estaban escritas en inglés, se tradujeron al español por varias personas; posteriormente, se volvieron a traducir al inglés por otras personas para comparar los dos cuestionarios en inglés y con esto asegurar la fidelidad de la traducción, verificar las discrepancias entre las dos versiones en inglés y conciliar diferencias. Así se logró la uniformidad conceptual requerida a través de varias versiones del cuestionario para verificar la similitud. Posteriormente, se presentaron las preguntas a un grupo de 40 individuos que reunieran las características requeridas en la muestra, para corroborar que se comprendieran en un cuestionario piloto. El cuestionario incluyó una sección dividida en las tres formas (Factores) de manejo de impresiones identificadas por Wayne y Ferris (1990): Factor 1: enfocado en el trabajo, Factor 2: enfocado en el supervisor y Factor 3: enfocado en el trabajo. Estuvo conformado por 24 reactivos que miden si el subordinado ha llevado a cabo diversos comportamientos vinculados a cada Factor y, además, se solicitaron algunos datos demográficos (edad, género y puesto ocupado en la empresa). A continuación se describe la variable estudiada y los tres Factores en que se ejecuta. Técnicas de influencia. El cuestionario utilizó una escala compuesta por 24 ítems desarrollada para medir las técnicas de influencia que usan los subordinados con la intención de influir en una evaluación positiva por parte de su jefe o supervisor.Los subordinados reportaron qué tan a menudo han puesto en práctica un comportamiento particular (e.g. resaltar el valor de un evento positivo en el que ha participado; mostrar interés por la vida personal de su jefe o supervisor inmediato, presentarse ante su jefe o supervisor como una persona amigable) en una escala de Likert de siete puntos, variando de 1 = nunca a 7 = siempre. El Factor 1 fue denominado Técnicas enfocadas al trabajo porque abarca comportamientos y afirmaciones verbales relacionados con el desenvolvimiento del individuo en su trabajo. Esto es, el individuo utiliza estas técnicas para manipular información relacionada a su desempeño laboral y ejercer una impresión positiva sobre su supervisor. Algunos ejemplos de las preguntas incluidas en este Factor son: 41 1. Resalta el valor de un evento positivo en el que ha participado 2. Trata de que un evento positivo, del que Usted es responsable, parezca mejor de lo que realmente es. 3. Trata de responsabilizarse de eventos positivos, aún cuando no es el único responsable. El Factor 2 se centró en comportamientos y afirmaciones verbales dirigidas hacia el supervisor. Esto es, el individuo utiliza estas técnicas elogiando al supervisor y haciendo favores personales para él o ella. Wayne y Ferris (1990) nombraron a esta técnica como Técnica enfocada en el supervisor. Algunas de las preguntas que se utilizaron en el cuestionario para medir este Factor fueron: 1. Muestra interés por la vida personal de su jefe o supervisor inmediato. 2. Alaba los logros de su jefe o supervisor inmediato. 3. Hace favores especiales a su jefe o supervisor. El Factor 3 se caracterizó por comportamientos que fueron intencionalmente ejercidos para crear la impresión de que el subordinado es una persona buena y educada. Consecuentemente, este factor se llamó Técnicas enfocadas en si mismo. Las respuestas dadas a cada factor fueron sumadas para representar el puntaje obtenido por los subordinados en cada Técnica de influencia. Para medir este último Factor, se utilizaron algunos reactivos como: 1. Se presenta ante su jefe o supervisor como una persona amigable. 2. Se presenta ante su jefe o supervisor como una persona cortés. 42 3. Trata de actuar como un “modelo” de empleado frente a su jefe o supervisor, por ejemplo, al no tomar nunca más tiempo que el establecido para comer. 3.4 Análisis de datos El análisis se realizó a través de una serie de pasos. En primer lugar, se desarrolló un análisis factorial confirmatorio para aquellas variables de las cuales se han reportado varias dimensiones. En este caso, la variable de Técnicas de Influencia, ha sido reportada como multidimensional. Por lo tanto, se requería verificar si se presentaban los tres Factores que han sido reportados en el estudio previo de Wayne y Ferris (1990): Factor 1 (doce reactivos), enfocado al trabajo; Factor 2 (siete reactivos), enfocado en el supervisor y, Factor 3 (cinco reactivos), enfocado en si mismo. Los ítems se agruparon de forma mezclada, pero también en 3 Factores, sólo que alterando su orden y, además, se perdió uno de los ítems. El Factor 1, enfocado en el trabajo, integró posteriormente 8 reactivos; el Factor 2, enfocado en el supervisor, incluyó 7 reactivos; el Factor 3, enfocado en si mismo, envolvió 8 reactivos, dando un total de 23 ítems, uno menos que en la escala original. 3.5 Análisis de Confiabilidad En la tabla 1 se presenta el índice de confiabilidad Alpha de las variables del estudio. Se eliminaron aquellos ítems que no contribuyeron para el nivel de confiabilidad adecuado. Por lo tanto, en la tabla se indica el número de ítems que ayudaron a mantener un nivel de confiabilidad adecuado. 43 Tabla 1. Índice de confiabilidad Alpha de las variables Variable Cantidad de preguntas Alpha Técnicas de Influencia: Factor 1 8 0.79 Factor 2 7 0.75 Factor 3 8 0.74 Una vez obtenidos los índices de confiabilidad, se procedió a integrar los ítems que las componen en una sola variable. En el segundo paso, se realizaron los diversos análisis descriptivos para conocer la media y la desviación estándar de las variables. Posteriormente se realizó un análisis de de varianza para conocer el grado de relación existente entre las variables principales del estudio. Para todos esos análisis se utilizó el programa SPSS y las preguntas de este estudio para guiar los procedimientos. 44 Capítulo 4. Resultados En este capítulo se realizaron dos tipos de análisis para contestar las preguntas de investigación. El primer tipo de análisis ayudó a responder las primeras 3 preguntas de investigación; para ello se investigaron los tres Factores de las Técnicas de Influencia al ejercer el manejo de impresiones. El análisis cualitativo ayudó a responder la cuarta y última pregunta de investigación, que se enfocó en la dimensión ética y beneficiosa del manejo de impresiones. 4.1 Análisis cuantitativo Para contestar las tres primeras preguntas de investigación, se desarrollaron una serie de estadísticos descriptivos que proyectan los datos requeridos para el análisis de la muestra. 4.1.2 Estadísticos descriptivos Se procedió a dar respuesta a la primera pregunta de investigación, que establecía “De las tres formas en que los individuos manejan sus impresiones, ¿cuál es la que predomina entre los subordinados mexicanos?” Para responder a esta interrogante, se realizó una prueba T-Test comparando las Medias de las respuestas correspondientes a los tres Factores de técnicas de manejo de impresiones (enfocado en el trabajo, enfocado en el supervisor y enfocado en si mismo). Como se describió en el capítulo anterior, los participantes contestaron a cada uno de los 24 ítems que miden las técnicas de influencia, y se utilizó una escala tipo Likert de siete puntos, variando de 1 = nunca y 7 = siempre. En orden de magnitud, las tres variables obtuvieron un grado de presencia moderado o bajo: el Factor 2, enfocado en el supervisor, fue el que obtuvo la mayor magnitud (M=5.59, Desv=0.92), seguido por el Factor 1, enfocado en el trabajo (M=4.11, 45 Desv=1.64) y finalmente el Factor 3, enfocado en si mismo (M=3.22, Desv=1.07). La Tabla 2 muestra los resultados: Tabla 2. Valores medios de los factores del manejo de impresiones (N=182)* Estadísticos descriptivos Variable Media Desviación estándar Técnicas de Influencia: Factor 1 4.11 1.64 Factor 2 5.59 0.92 Factor 3 3.22 1.07 *Las comparaciones de medias mediante la prueba t-test en datos independientes no indicaron diferencias significativas entre los grupos. La segunda pregunta de investigación cuestionaba “¿El manejo de impresiones en el ámbito laboral, es empleado más por las mujeres que por los hombres mexicanos?”. Para responder a esta interrogante, se realizó nuevamente una prueba T-Test comparando las Medias de los tres Factores de técnicas de manejo de impresiones (enfocado en el trabajo, enfocado en el supervisor y enfocado en si mismo) con el sexo de los participantes (femenino y masculino). Los resultados proyectan que, a pesar de que existe diferencia entre las Medias de hombres y mujeres para cada Factor, ésta no es significativa. Específicamente, el Factor enfocado en el trabajo obtuvo en las mujeres M=4.23 y Desv=1.23; y en los hombres M=3.99 y Desv=1.09. El Factor enfocado en el supervisor obtuvo para las mujeres M=5.70 y Desv=0.87; y en los hombres M=5.48 y Desv=0.96. Por último, el Factor enfocado en si mismo, obtuvo para las mujeres que M=3.35 y Desv=1.16; y para los hombres M=3.08 y Desv=0.96. La tabla 3 presenta este resultado: 46 Tabla 3. Valores medios de los factores del manejo de impresiones y el género (N=182)* Estadísticos descriptivos Variable Sexo N Media Desviación estándar Sig. Femenino 94 4.23 1.23 Enfocado en el trabajo Masculino 89 3.99 1.09 0.16 Femenino 945.70 0.87 Enfocado en el supervisor Masculino 89 5.48 0.96 0.48 Femenino 94 3.35 1.16 Enfocado en si mismo Masculino 89 3.08 0.96 0.13 *Las comparaciones de medias mediante la prueba t-test en datos independientes no indicaron diferencias significativas entre los grupos. 4.1.3 Análisis de varianza (Anova) La tercera pregunta de investigación establecía “¿Existe alguna relación entre el uso de las técnicas de manejo de impresiones y los distintos puestos organizacionales de los subordinados mexicanos?” Para dar respuesta a esta interrogante, se corrió una prueba estadística Anova que relacionó las Medias de diez categorías de trabajo identificadas en el estudio (director, jefe/ supervisor, docente, administrativo, consultor, asesor, ingenieros/ técnicos, ventas, profesionistas de apoyo y otros), con los tres tipos de técnicas de manejo de impresiones. La tabla 4 demuestra que la ejecución del manejo de impresiones no depende del puesto laboral desempeñado porque la comparación de las Medias entre los grupos (Factores de manejo de impresiones y puesto de trabajo) no es significativa. 47 Tabla 4. Resumen del análisis de varianza (Anova) (N=182)* Análisis de Varianza para puesto laboral y técnicas de influencia Variables gl F Sig. Intergrupales 9 Intragrupales 173 Enfocado en el trabajo Total 182 0.538 0.846 Intergrupales 9 Intragrupales 173 Enfocado en el supervisor Total 182 0.719 0.691 Intergrupales 9 Intragrupales 173 Enfocado en si mismo Total 182 0.788 0.628 *Las comparaciones de medias mediante la prueba t-test en datos independientes no indicaron diferencias significativas entre los grupos. 4.2 Análisis cualitativo Dado que la dimensión ética del manejo de impresiones es un factor importante, se plantearon tres preguntas abiertas para conocer más a detalle acerca de esto. Las preguntas de investigación que contestan esto se presentan a continuación: 1. ¿Considera que el controlar lo que piensan los demás de Usted le ha ayudado a recibir una mejor evaluación laboral? ¿Por qué? 2. ¿Qué tan válido considera –desde el punto de vista ético- controlar lo que piensan los demás de Usted en el ambiente laboral? 3. ¿Le ha traído beneficios el controlar lo que piensan los demás de Usted? Por favor ejemplifique. 48 El método de análisis cualitativo que se llevó a cabo fue la creación de un esquema de categorización y códigos. En el curso de un análisis concreto, el investigador puede optar por crear sus propios esquemas de categorías, a partir de la información que le suministra su conjunto específico de datos. La categorización consiste en efectuar una clasificación de las unidades de registro según las similitudes y diferencias que en ellas es posible apreciar de acuerdo con ciertos criterios. Estos criterios de clasificación pueden ser de naturaleza sintáctica (distinción entre nombres, verbos, adjetivos, etc.) o pragmática (distinción entre actitudes proposicionales, formas de uso del lenguaje, etc.). Las categorías, como unidades de registro, pueden relacionarse entre sí de diversas formas, constituyendo diferentes estructuras o esquemas categoriales. De este modo, es posible definir varios niveles de categorías, de manera que determinadas categorías de orden inferior, o subcategorías, resulten agrupadas como subespecificaciones de ciertas categorías de orden superior (Delgado y Gutiérrez, 1999). En otras palabras, las respuestas de cada pregunta se agruparon para obtener significados concretos y relacionados a cada uno de los aspectos analizados. Se decidió hacer uso de esta metodología cualitativa porque, de acuerdo a Delgado y Gutiérrez (1999), esta opción es especialmente aconsejable en el caso de investigaciones de contenido predominantemente heurístico, en las que se trata de arrojar luz sobre fenómenos nuevos o mal conocidos, como lo es el caso del manejo de impresiones. Acto seguido, se procedió a ligar la información con las categorías a través de los códigos. Estos sirven para etiquetar, separar, reunir y organizar los datos. El propósito de los códigos es enmarcar las unidades de texto que se encuentran relacionadas significativamente a las categorías. Los códigos incluyen una comparación constante de 49 los fenómenos, casos, conceptos y de la formulación de preguntas que se establecen en el texto. Es un proceso que se refiere al resumen de los conceptos en conceptos genéricos y en la elaboración de relaciones entre conceptos y conceptos genéricos o categorías y conceptos superiores. El desarrollo de las conclusiones establece las formulaciones de redes, categorías o conceptos y la relación entre ellos (Flick, 1999). En este estudio, primero se reunieron todas las respuestas a las preguntas abiertas contestadas por la muestra. Acto seguido, se realizó un código abierto en el que se seleccionaban los aspectos importantes de cada una de ellas. Una vez determinados los códigos, se procedió al establecimiento de categorías en cada una de las interrogaciones. A continuación, se presenta el orden de las preguntas abiertas utilizadas en el instrumento de medición, y las respuestas obtenidas de ellas: 1. ¿Considera que el controlar lo que piensan los demás de Usted le ha ayudado a recibir una mejor evaluación laboral? ¿Por qué? Entre las 174 respuestas totales que se proporcionaron a esta pregunta, se encontró que 104 encuestados (60%) afirmaron que el manejo de impresiones no ha contribuido para una mejor evaluación laboral, mientras que 70 participantes (40%) reportaron que sí controlaban lo que pensaban de ellos. Las categorías que se desprenden de las respuestas de esta pregunta, son las siguientes: A) Los trabajadores que niegan gestionar sus impresiones para ser bien evaluados (104 personas, 60%), lo hacen por cuatro razones importantes: el control no es factible, se canaliza la atención en el trabajo, las evaluaciones de desempeño son objetivas y las personalidades son auténticas. 50 A.1 El control no es factible El manejo de impresiones para ser evaluados positivamente no es posible, puesto que los pensamientos que puedan tener terceros acerca de un individuo, no pueden ser manipulados. Finalmente, los hechos son los que marcan la pauta en las evaluaciones de desempeño. Algunos ejemplos de esto son: - “Es que no pienso que se controlen los pensamientos de los demás, sino es lo que hace cada quien lo que provoca que seas evaluado positivamente” (hombre, de 18 a 28 años, asistente). - “No creo que se pueda controlar. Se puede intentar manipular la forma de pensar, pero siempre los hechos resultan más evidentes que cualquier cosa” (mujer, de 29 a 39 años, administrativo). - “No, aún cuando alguna persona trate de controlar lo que piensan de ella, los hechos dentro del trabajo hablan o dicen más que las palabras” (mujer, de 18 a 28 años, asesora). - “No es bueno controlar lo que los demás piensan, porque al final, se salen de control nuestras manipulaciones. Aún así, lo he hecho y no he obtenido resultados positivos” (mujer, de 18 a 28 años, gerente). A.2 Se canaliza la atención en el trabajo Las respuestas establecieron que, en el trabajo, algunos participantes encauzan su atención en el trabajo y no a la creación de impresiones personales favorables para ellos. Muestras de lo anterior son: 51 - “No, no suelo controlar a los demás. Me ocupo de hacer mi trabajo y que en base a ello, la gente forme su opinión sobre mi persona” (hombre, de 29 a 39 años, administrativo). - “No, ya que el trabajo habla por si solo. Las relaciones laborales tienen que ver con la personalidad de cada quien, es por ello que me enfoco en mi desempeño y a ayudar a que las cosas salgan” (mujer, de 18 a 28 años, asistente). - “Simplemente me dedico a hacer mi trabajo de la mejor manera posible, tratando de dar buenos resultados en lo que se