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SalazarChapa-Doctorado-Tesis

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INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY 
ESCUELA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN 
CAMPUS MONTERREY 
 
 
 
 
PARADIGMA ECOLÓGICO DOMINANTE EXPRESADO A TRAVÉS DEL 
CONCEPTO DE SUSTENTABILIDAD EN LA RETÓRICA DIGITAL DE 
HABLA HISPANA. 
 
TESIS PRESENTADA POR 
NALLELI SALAZAR CHAPA 
 
PARA OBTENER EL GRADO DE 
DOCTORA EN ESTUDIOS HUMANÍSTICOS 
 
JUNIO 2022 
TECNOLÓGICO DE MONTERREY 
2 
 
 
PARADIGMA ECOLÓGICO DOMINANTE EXPRESADO A TRAVÉS DEL 
CONCEPTO DE SUSTENTABILIDAD EN LA RETÓRICA DIGITAL DE 
HABLA HISPANA. 
 
Tesis presentada por 
Nalleli Salazar Chapa 
como uno de los requisitos para obtener el grado de 
Doctora en Estudios Humanísticos 
 
 
 
Comité de tesis: 
 Dr. Gabriel Valerio Ureña - Tecnológico de Monterrey 
 Dra. Claudia Yazmín Ortega Montoya - Tecnológico de Monterrey 
 Dr. Manuel Cebral Loureda - Tecnológico de Monterrey 
 Dr. Juan Milton Jair Aragón Palacios - Colegio de Sonora 
 
 
 
 
 
Junio de 2022 
TECNOLÓGICO DE MONTERREY 
3 
 
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey 
Escuela de Humanidades y Educación 
Los miembros del comité aquí citados certificamos que hemos leído la disertación doctoral 
presentada por Nalleli Salazar Chapa y consideramos que es adecuada en alcance y calidad como 
un requisito parcial para obtener el grado de Doctora en Estudios Humanísticos. 
 
 
 
Dr. Gabriel Valerio Ureña Dr. Maximiliano Maza Pérez 
Tecnológico de Monterrey Director del Doctorado en Estudios Humanísticos 
Asesor principal Escuela de Humanidades y Educación 
 Tecnológico de Monterrey 
 
 
 
Dra. Claudia Yazmín Ortega Montoya Dr. Roberto Domínguez Cáceres 
Tecnológico de Monterrey Decano Asociado de Posgrados 
Miembro de comité Escuela de Humanidades y Educación 
 Tecnológico de Monterrey 
 
 
 
Dr. Manuel Cebral Loureda 
Tecnológico de Monterrey 
Miembro del comité 
 
 
 
 
Dr. Juan Milton Jair Aragón Palacios 
Colegio de Sonora 
Miembro externo del comité 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
 
Índice 6 
Agradecimientos 10 
Resumen 11 
 
CAPÍTULO 1. 12 
Introducción 
¿Qué es el paradigma ecológico? 
Evolución del paradigma ecológico 
Paradigma antropocéntrico y ecocéntrico 
 
Planteamiento 17 
Objetivo de la investigación 19 
Justificación del estudio 20 
 
CAPÍTULO 2. 23 
Marco de referencia 
2.1 El paradigma ecológico y su evolución 
El viejo paradigma o el paradigma antropocéntrico 
El nuevo paradigma o el paradigma ecocéntrico 
El amor hacia la naturaleza y sus dimensiones 
La jerarquía entre el ser humano y la naturaleza 
El cambio del paradigma ecológico 
 
2.2. La interdependencia o interparadigma: El concepto de sustentabilidad 
7 
 
La evolución del concepto de desarrollo sustentable y sustentabilidad 
Cómo lograr la sustentabilidad 
Objetivos o indicadores del desarrollo sustentable 
Cambio climático y activismo proambiental 
Ecofeminismo 
La sustentabilidad desde la conciencia ecológica 
Lograr la sustentabilidad desde lo personal 
Relación entre creencias, actitudes y conducta proambiental 
El decir y el hacer y su desarticulación 
Lograr la sustentabilidad desde la praxis 
 
2.3 Retórica digital 
Investigación social utilizando la información de Internet 
El debate ecológico en las redes digitales 
Contenidos digitales disponibles en Internet 
 
CAPÍTULO 3. 58 
Método 
Pregunta general y preguntas específicas 
La escala utilizada para determinar el paradigma ecológico dominante 
Uso del término sustentabilidad en el idioma español 
Justificación de la muestra 
Determinando el paradigma ecológico dominante mediante la escala 
Procedimiento 
Contenido #1: Artículos científicos 
8 
 
Contenido #2: Páginas web 
Contenido #3: Imágenes web 
Contenido #4: Videos de YouTube 
Contenido #5: Tuits 
 
CAPÍTULO 4. 72 
Resultados 
Contenido #1: Artículos científicos 
A) Resultado general 
B) Paradigma dominante en los artículos científicos con base en el período 
C) Paradigma dominante en los artículos científicos con base en el área de conocimiento 
Contenido #2: Páginas web 
Contenido #3: Imágenes web 
Contenido #4: Videos de YouTube 
Contenido #5: Tuits 
A) Comunidades de hashtags más representativos de la red de nodos en base a tamaño 
B) Resultado general del paradigma ecológico dominante en contenido de tuits 
Comparativa de resultados generales de los cinco contenidos analizados 
 
CAPÍTULO 5. 101 
Discusión 
Tendencia hacia lo ecocéntrico 
Greenwash e intereses comerciales 
El espectro pesimista-optimista dentro del paradigma ecológico 
El papel de la disciplina en el discurso de la sustentabilidad 
9 
 
Limitaciones y estudios futuros 
 
Conclusiones 118 
Referencias 122 
Anexos 137 
10 
 
 
Agradecimientos 
 
Quisiera agradecer primeramente al Dr. Gabriel Valerio por su guía, consejos y 
completa disponibilidad durante toda mi estancia en el doctorado. Su buen humor y simpatía 
hicieron de éste un camino ameno y lleno de buenas ideas para desarrollar. Una persona 
brillante, con un gran sentido de humildad y de sensibilidad hacia sus alumnos. Sus cuentos y 
anécdotas siempre me dejan algo en que pensar y en que reflexionar sobre la vida. El 
aprendizaje nunca termina. 
A mi comité: Dr. Manuel, Dra. Claudia y Dr. Milton, por su asesoría y excelente 
disposición para acompañarme en todo este recorrido; por sus contribuciones y valiosos 
comentarios que me han ayudado a enriquecer mi trabajo y así contar con otras perspectivas y 
áreas de oportunidad en las cuales trabajar y mejorar. 
Al Mtro. Dagoberto Herrera por su colaboración y conocimientos acerca de big data, sus 
aportaciones en el método siempre interesantes me ayudaron a complementar este trabajo. 
A mis compañeros del doctorado, tanto de mi generación como de servicio becario: 
Emmanuel, María José, Ana, Raquel, Gerardo, Cynthia y Jorge, quienes me acompañaron en 
todo mi proceso personal de subidas y bajadas, alegrías y frustraciones. Sin su apoyo y 
consejos otra historia hubiera sido. 
Al Dr. Maximiliano Maza y a la Lic. Fátima Martínez, director y coordinadora del DEH, 
quienes siempre estuvieron al pendiente de nuestros proyectos, atentos y comprensivos en el 
difícil período de la pandemia que, aunque hubo obstáculos, salimos adelante con éxito. 
A mi familia, por su apoyo incondicional, por siempre estar interesados en mi proyecto y 
en mi persona. A mi esposo y compañero de vida Mauricio, quien siempre estuvo ahí para 
escucharme y abrazarme en este importante capítulo de mi vida, uno de tantos que hemos 
compartido, y los que siguen. 
11 
 
 
Paradigma ecológico dominante expresado a través del concepto de 
sustentabilidad en la retórica digital de habla hispana 
 
Resumen 
Las actitudes y comportamientos de las personas frente a la naturaleza han 
evolucionado a lo largo de nuestra historia moderna. Durante mucho tiempo el paradigma 
dominante fue el del ser humano como tecnócrata, dirigente y administrador de la naturaleza 
(paradigma antropocéntrico). Después comienza la discusión sobre un nuevo paradigma 
ecológico, en el cual la naturaleza deja de tener solo un valor instrumental y obtiene un valor 
intrínseco (paradigma ecocéntrico). En los últimos años, con la creación del concepto de 
desarrollo sustentable, se postuló una reconciliación de ambos extremos. El objetivo de esta 
investigación fue explorar en que medida esta reconciliación se encuentra presente en la 
retórica digital de habla hispana. En este estudio, de naturaleza cualitativa, se realizó un 
análisis, categorización y clasificación de artículos científicos, páginas web, imágenes, videos y 
tuits, utilizando en la búsqueda “sustentabilidad” como concepto clave. Los resultados muestran 
que el paradigma dominante en el contenido digital, alrededor del tema de sustentabilidad, 
depende en buena medida del área de conocimiento desde donde se aborde;sin embargo, en 
general, parece haber una tendencia hacia el paradigma ecocéntrico. Esto permite concluir 
que, en la información de acceso abierto de Internet analizada parece haber una tendencia 
hacia la reconciliación de las posturas desde lo antropocéntrico hacia lo ecocéntrico. 
 
Palabras clave: Sustentabilidad; desarrollo sustentable; paradigma ecológico; 
ecocentrismo; antropocentrismo; naturaleza; medio ambiente. 
 
12 
 
 
 
CAPÍTULO 1. Introducción 
 
Vivimos en un mundo que cambia constantemente. En la evolución de la sociedad 
global, existen reacciones frente a las actitudes y comportamientos anteriores, un antes y 
después en nuestra historia. Estos cambios se pueden observar en la mentalidad de la 
población al paso de los años, sobre los más diversos temas: la globalización, la democracia, el 
crecimiento económico, social y ambiental. Este trabajo se enfocará en la dimensión ambiental 
y el concepto de sustentabilidad, sobre cómo ha evolucionado hasta convertirse en el término 
actual y los aspectos que lo influyen. 
En ciencias sociales, el concepto de paradigma se iguala al concepto de pensamiento 
de grupo o su equivalente: mindset o mentalidad, como conjuntos de ideas, métodos y/o teorías 
validados por un grupo de personas, y que involucra un cúmulo de comportamientos y 
creencias (Marquiegui, 1997). Los paradigmas surgen como respuesta a problemas específicos 
en un momento social determinado, en una aproximación al estudio de las transformaciones 
sociales. Es sobre esta perspectiva holística y sociológica (González, 2005) que se estará 
refiriendo el concepto a lo largo de este trabajo. 
A lo largo de su existencia, el ser humano se ha enfrentado a situaciones causadas por 
el descubrimiento de nuevos fenómenos. En su afán científico, se ha visto en la necesidad de 
formular nuevas teorías que se ajusten a estas nuevas circunstancias. Según Kuhn, el origen 
de estos descubrimientos está en una anomalía o un hecho que cuestiona a la tradición, de 
esta manera se llega a una etapa de crisis. En este período, se probarán distintos métodos y 
elaborarán nuevas teorías para dar solución a esta nueva situación, estableciendo así un nuevo 
13 
 
paradigma. Es así como se logra la transición entre el paradigma viejo y el paradigma nuevo 
mediante una revolución (Kuhn, 1962). 
Hace más de 150 años se acuñó el término ecología (Haeckel, 1888) y se definió como 
la ciencia de las relaciones del organismo con el medio, que comprende en sentido amplio 
todas las circunstancias de la vida. En la actualidad, se refiere como lo ecológico a todo lo 
relacionado con las diferentes formas de vida presentes en el planeta: flora, fauna, 
ecosistemas, recursos naturales, así como todas las interacciones entre los factores 
ambientales y los organismos que en él habitan. 
Por lo que, para fines de este documento, se definirá el término paradigma ecológico o 
paradigma de lo ecológico como el conjunto de ideas, comportamientos y creencias alrededor 
de la relación del ser humano con su medio natural y sus interacciones con las formas de vida 
que en él habitan. 
Los cambios acelerados que la humanidad está llevando a cabo en el sistema ecológico 
han conseguido superar la capacidad autorreguladora de la propia naturaleza, generando 
impactos cualitativamente diferentes a los históricamente conocidos, tanto en el medio 
ambiente como en la propia sociedad y la cultura (Díaz, Rodríguez y Santana, 2012). Por lo 
que resulta indispensable trabajar sobre el fenómeno que rodea al paradigma ecológico en la 
sociedad y observar las actitudes, creencias y comportamientos con las que nos relacionamos 
con el entorno, tanto a nivel físico como psicológico e incluso espiritual. 
Las actitudes y comportamientos de las personas hacia la naturaleza han evolucionado 
a lo largo de nuestra historia moderna. Durante mucho tiempo ha dominado el paradigma del 
ser humano como tecnócrata, líder y administrador de la naturaleza; bajo este paradigma, el 
ser humano toma la naturaleza como un instrumento para satisfacer sus necesidades y 
comodidades. Sin embargo, durante la década de 1970 se inició el movimiento ambientalista 
que surgió como una crítica social al sistema tecno industrial (Anderson, 2012). En esa época 
se comienza a hablar sobre un nuevo paradigma ecológico, en el que psicólogos sociales 
14 
 
hipotetizan que la visión general de ese entonces, llamado el paradigma social dominante, 
dotado de una clara inclinación antropocentrista, estaba cambiando hacia una mayor 
preocupación hacia el medio ambiente. Investigadores que buscaban entender la trayectoria de 
estos cambios y su relación con la economía, el crecimiento demográfico y los cambios en el 
comportamiento de la población estadounidense, midieron visiones ambientales 
antropocéntricas y visiones ambientales ecocéntricas; a este nuevo fenómeno lo llamaron el 
nuevo paradigma ecológico (Dunlap, Van Liere, Mertig et al., 2000). 
 A partir de este momento histórico se levanta una ola de conceptos relacionados al 
ecologismo: ecocentrismo, biocentrismo, ecofeminismo, ecología profunda (Naess, 1973), 
ecosofía (Naess, 1993), justicia ambiental, política verde, economía ecológica (Barkin et al., 
2012), entre otros. Esta década se considera el inicio de la llamada Tercera Revolución 
Industrial (Rifkin, 2011) caracterizada por la implementación de nuevas tecnologías y el cambio 
de regímenes energéticos. Precedido por el taylorismo y el fordismo, como las dos revoluciones 
industriales anteriores; el primero se centró en la energía del carbón y el vapor, el segundo en 
la convergencia de la energía eléctrica, los motores de combustión interna y las 
telecomunicaciones. Es en esta segunda revolución cuando se desarrolla la sociedad del 
consumo masivo, la sociedad moderna que está marcada por su huella ecológica y por el 
eventual agotamiento de los recursos disponibles. 
Ahora nos encontramos en la llamada cuarta revolución industrial, que trae consigo una 
serie de cambios disruptivos tanto en modelos de negocio como en las cadenas productivas 
que lo sustentan. Este nuevo sistema logístico del futuro apunta a la interconectividad de la 
información, la optimización del tiempo y los recursos, así como el desarrollo de la innovación 
(CEPAL, 2019). Desde entonces, surge la necesidad de concientizar sobre las acciones del ser 
humano en su medio natural, y los efectos que se derivan de utilizarlo para la obtención de 
recursos; una necesidad de tomar consciencia del impacto de la llamada sociedad del 
15 
 
consumo, sus daños colaterales, sus repercusiones en la política, la democracia y la 
preferencia por diferentes sistemas de valores (Bauman, 2007). 
 En esta cuarta revolución, el cambio de perspectiva ha propiciado que se considere al 
ser humano un elemento más del ambiente, y no como el centro de éste. Conforme se avanza 
en la evolución social, se percibe una inquietud surgida de la crisis medioambiental entre la 
población general, que se ha visto reflejada en la expansión global del movimiento ecologista. 
Esta nueva visión holística y sistémica, el ser humano como parte del todo, permea el concepto 
de sustentabilidad actual y abarca un amplio abanico de posibilidades. Asimismo, parece 
aumentar la conciencia política y social con eventos como las cumbres del desarrollo 
sustentable o la agenda 2030 de la ONU, así como los objetivos de desarrollo sustentable. 
 La sustentabilidad o desarrollo sustentable, según la Comisión del Desarrollo Sostenible 
de la ONU, se define como la capacidad que haya desarrollado el sistema humano para 
satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y 
oportunidades para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras (Comisión Mundial 
sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1987). Este concepto se ha transformado a lo largo del 
tiempo para llegar ala definición actual, la cual se origina en los sistemas sociales y ecológicos 
para lograr una nueva configuración centrada en tres puntos: el social, el ambiental y el 
económico (OCDE, 2008). 
 Actualmente, la sustentabilidad abarca temas como la organización social, normas de 
conducta, bienestar social y psicológico, recursos naturales, producción, industria, negocios, 
entre muchos otros. Estos aspectos se han hecho presentes en las agendas de los países en 
desarrollo, quienes han implementado diversas medidas para mejorar la situación ambiental 
actual, y se ha buscado cumplir los objetivos de desarrollo sustentable en prácticamente todas 
las disciplinas, y según la ONU (2019), promover la inclusión participativa de cada uno de los 
sectores de la sociedad: gobiernos, empresas y sociedad civil en conjunto. 
16 
 
Como señalan Corral-Verdugo y Pinheiro (2004), el interés y la implicación por el futuro 
de la vida del planeta se acrecienta a medida que los daños ambientales se hacen más 
evidentes. A medida que esto ocurre, las personas van adquiriendo mayor conciencia de las 
consecuencias que tienen los actos del ser humano sobre el medio ambiente, dando lugar a 
esta nueva visión orientada hacia lo ecológico y relacionada con el conservacionismo. 
Gudynas (2010) menciona que existen atributos de la naturaleza independientes del ser 
humano y que permanecerán aún si el ser humano dejara de existir. Según este autor, en un 
mundo sin raza humana, las plantas y animales seguirán con su evolución y su contexto 
ecológico; y en esta manifestación de la vida existe un valor en sí mismo. Esta visión es 
llamada biocentrista o ecocéntrica, la cual valora todas las formas de vida, humanas y no-
humanas, en un todo. A diferencia de la visión antropocéntrica, una postura convencional y 
propia de la modernidad, la cual concibe a la naturaleza en función de la utilidad o el valor que 
puede brindar a las personas, y que sólo ellas pueden otorgar estos valores. 
Aquí se podría observar un dilema dicotómico, que depende de quien esté contando la 
historia. Por un lado, tenemos las consecuencias catastróficas derivadas del abuso y dominio 
excesivo del ser humano sobre los recursos del planeta y eventos como el cambio climático y 
los 17 objetivos de desarrollo sustentable lejanos de llegar a un nivel aceptable (Sachs et al., 
2019; IPCC, 2018, ONU, 2019). A esto se le llamaría el aspecto antropocéntrico del paradigma 
ecológico, centrado en el ser humano como dirigente de la naturaleza. Y, por otro lado, 
siguiendo la tendencia de la revolución verde, hay otro discurso en el aire, que apunta hacia un 
cambio de los viejos esquemas de dominio y utilitarismo, hacia un nuevo paradigma, de tintes 
ecocéntricos, que permitiría el paso a mejores formas de relación del ser humano y la 
naturaleza, en mayor equilibrio con su entorno y considerándola su aliado y socio (Dunlap, 
2000). Sin embargo, parece que se oscila entre estos dos polos aparentemente opuestos, entre 
la palabra y la acción, pues las acciones parecen indicar que aún está lejos de resolver el 
problema de la sustentabilidad, según los últimos reportes (ONU, 2019). 
17 
 
Algunos teóricos sugieren una posible visión del mundo alternativa, que ve la 
conciliación y no solo la oposición entre estas dos posturas aparentemente radicales o 
extremistas, el ser antropocéntrico y el ser ecocéntrico. Esta visión del mundo puede estar 
acorde con la definición del desarrollo sustentable: por un lado, un equilibrio entre el desarrollo 
humano y la conservación de la naturaleza, y por otro, el uso y administración de los recursos 
naturales para asegurar el bienestar de las generaciones actuales y futuras (Corral-Verdugo et 
al., 2008). 
Según Morin (1996), es inevitable destacar el aspecto paradigmático del pensamiento 
ecologizado. El autor otorga al término paradigma el siguiente sentido: la relación lógica entre 
los conceptos maestros que gobiernan todas las teorías y discursos que dependen de él. Morin 
menciona que el pensamiento ecologizado debe referirse a un paradigma complejo, en el que 
la autonomía de lo que está vivo, concebido como un ser auto-eco-organizador, es 
interdependiente, solidario y se complementa mutuamente entre sus partes, considerando 
éstas como organismos vivos, como los seres humanos, los animales y las plantas, el entorno 
natural y en general, relacionado a todo lo viviente. Esto sería un nuevo paradigma en el que el 
diálogo y la confrontación entre los seres humanos y la naturaleza permite las intervenciones 
mutuamente provechosas para los mismos. 
 
Planteamiento 
 Existe una gran diferencia en la interacción humana con la naturaleza desde los inicios 
de la humanidad hasta la época actual, y parece ir en aumento a medida que la población 
urbana se expande. En general, las personas de los países desarrollados gastan la mayor 
parte de su tiempo en ambientes cerrados (MacKerron y Mourato, 2013). Esta desconexión 
física de los ambientes naturales parece provocar un impacto negativo en nuestro bienestar 
emocional. En contraste, se ha descrito que la exposición frecuente a entornos naturales 
18 
 
verdes se asocia con un aumento del bienestar en las personas (Berman et al., 2008; Mayer et 
al., 2009). 
 Tener una relación positiva con la naturaleza es una parte importante del bienestar, 
comparable a otros factores establecidos como el ingreso y la educación (Capaldi et al., 2014). 
Se ha sugerido que el fenómeno conocido como biofilia (amor o afiliación a la naturaleza) 
funciona como un factor biológico en el ser humano que busca, de manera intuitiva, conectarse 
con la naturaleza, buscando los beneficios en el bienestar general que ésta le proporciona 
(Nisbet et al., 2009). 
Investigaciones apoyan la idea sobre los efectos positivos en la salud al estar en 
contacto con la naturaleza: espacios verdes que pueden proporcionar una protección contra el 
impacto negativo en la salud de los acontecimientos estresantes de la vida (Van den Berg et al. 
2010), diseño de jardines y mayores espacios verdes urbanos en la arquitectura para promover 
la salud en pacientes que sufren de fatiga conocida como burnout (Stigsdotter, 2005), niños 
diagnosticados con trastorno del déficit de atención expuestos a entornos naturales como 
bosques que desarrollan comportamientos y sentimientos positivos como consecuencia (Van 
den Berg y Van den Berg, 2011; Kuo y Taylor, 2004), así como el rediseño de los patios de 
recreo de los estudiantes de primaria con mayores áreas verdes como una opción de refugio 
ante el estrés escolar (Chawla et al., 2014). 
A pesar de esta evidencia en favor de la naturaleza, en la mayoría del mundo existe una 
excesiva explotación de los recursos naturales, saturación en las áreas urbanas y falta de 
espacios verdes, aunado a una alta contaminación del agua, aire y suelo y sus severas 
implicaciones en la salud pública. Solo en el 2016, 4.2 millones de muertes prematuras fueron 
atribuidas a la alta contaminación del aire ambiental exterior (OMS, 2018). 
 Por otra parte, y curiosamente, el exceso de contaminación también se ha asociado a 
actitudes proambientales en la población (Chen et al., 2013). En un estudio realizado en China, 
país donde los problemas ambientales son severos debido a su producción industrial masiva, 
19 
 
reportan que se puede esperar una mayor participación en actitudes proambientales conforme 
aumenta el daño ambiental en áreas urbanas, y se asocia positivamente con la Escala de 
Paradigma Ambiental (NEP). En México sucede algo similar, Corral-Verdugo, Frías y González 
(2003) investigaron una comunidad en Sonora y detectaron que las personas se involucran en 
situaciones de cuidado del medio ambiente cuando sienten que éste se ve amenazado. Dada 
esta situación, se puede decir que las experiencias negativas que involucran daños 
ambientales pueden ayudar a las personasa reconocer el valor asociado a la protección del 
medio ambiente, que posteriormente puede traducirse en comportamientos destinados a evitar 
o reducir dicho daño en el futuro (Whitmarsh, 2008). 
Vivimos en una época en la que catástrofes naturales, inundaciones y temperaturas 
récord dominan las noticias y la preocupación de la sociedad actual (ONU, 2019). Para cumplir 
los objetivos del desarrollo sustentable, los cuales fueron diseñados por la ONU para medir y 
evaluar las acciones en favor del medio ambiente, se deben implementar diferentes políticas y 
programas ambientales que resuelvan el problema de la sustentabilidad, ya que la huella 
ecológica humana ha ido creciendo exponencialmente y se espera que siga creciendo (WWF 
España, 2016). 
El cambio de mentalidad comienza desde el interior de los individuos, con una mayor 
conciencia hacia los procesos vitales de nuestro paso por el planeta, y sobre cómo resolver una 
de las mayores crisis de nuestros tiempos. Esto sólo se logrará con un esfuerzo conjunto de 
pensamiento y acción, ya que parte de ese cambio de paradigma tiene que empezar al actuar 
dentro del entorno, y así ver reflejados los cambios de esta nueva sociedad a la que 
se aspira. De esta manera es posible garantizar óptimas condiciones de vida para las 
siguientes generaciones. 
 
Objetivo 
20 
 
Planteada esta situación, el principal objetivo de esta investigación fue identificar el 
paradigma ecológico dominante expresado a través del concepto de sustentabilidad en la 
retórica digital de habla hispana. Si se toma en cuenta que la mayor parte de la información que 
existe es creada y compartida en Internet, este lugar se tomó como punto de partida para 
buscar esta información y analizarla para conocer lo que la gente encuentra en Internet cuando 
busca el concepto de sustentabilidad. 
 
Justificación 
La popularidad del Internet ha aumentado el interés de la gente por expresar sus 
opiniones hacia el medio ambiente, por lo que muchas plataformas sociales se han convertido 
en nuevos medios de comunicación acerca del entorno natural y nuestras interacciones con él. 
Anteriormente, la comunicación social se realizaba a través de contenidos compartidos 
al público a través de los diversos medios de comunicación de manera indirecta, como la 
televisión, el radio y la prensa, prevaleciendo la distancia temporal y espacial entre el emisor y 
su público. A partir de la creación de Internet y la difusión de información a través de los medios 
digitales, es que el público busca información acerca de los más diversos temas al alcance de 
un clic, principalmente en los motores de búsqueda y redes sociales en línea. Con la creación 
de la web 2.0, ahora el público no sólo busca información, además interactúa y provee de su 
opinión, alimenta estas plataformas de información, reaccionando ante los diversos sucesos 
que dominan el mundo cada día (Kollányi, Molnár y Székely, 2007). 
Según Castells (2009), en este nuevo contexto social, los individuos reconstruyen el 
nuevo modelo de interacción social con la ayuda de estas nuevas posibilidades tecnológicas 
para crear a la sociedad red, derivada de una serie de intercambios no solamente tecnológicos, 
sino económicos y culturales, alterando la forma como la sociedad se relaciona de manera 
permanente. 
21 
 
Es por ello que el papel de los medios de información digitales se ha vuelto fundamental 
en la comunicación social actual. Cuentan con una influencia importante en el cambio de 
actitudes del público y de su comportamiento en torno a los debates más importantes que 
conciernen a la sociedad, como puede ser el tema de la sustentabilidad. 
Dada esta situación, se trabajó con diversos contenidos digitales para esta investigación 
que forman parte de la retórica digital en Internet, como artículos científicos, páginas web, 
imágenes, videos y tuits. Es de interés conocer que es lo que encuentra la gente en Internet 
cuando se explora el término sustentabilidad en diferentes fuentes de información como bases 
de datos, motores de búsqueda como Google, contenido multimedia en redes sociales de 
YouTube y Twitter. Se seleccionaron este tipo de contenidos ya que son de acceso abierto, 
para acceder a la información no se requieren permisos de privacidad, como es el caso de 
otras redes como Facebook o Instagram, en las cuales el contenido que publican los usuarios 
está disponible solo para cierto público, en este caso sus seguidores o amigos. 
Las limitaciones que tuvo el estudio fueron, principalmente, que se tomó una muestra 
sin delimitaciones más exactas sobre los datos demográficos de los participantes, ya que no se 
conoce el perfil de cada uno de ellos. 
Otro aspecto que fue deseable pero no logrado por las limitaciones del algoritmo de 
buscadores como Google, es que, aunque se limpien los filtros y se borre el caché, el algoritmo 
detecta de forma automática la ubicación geográfica del emisor, enviando sugerencias 
específicas para el usuario, por lo que los resultados de esta investigación estuvieron sesgados 
por el mismo. Este sesgo ocurre cuando el sistema refleja los valores de los humanos 
implicados en la codificación y recolección de datos utilizados para entrenar al algoritmo 
informático de Google y puede tener impacto en la manipulación de los datos recolectados. 
22 
 
Se vincula el presente trabajo de investigación con los trabajos de investigación 
estratégicos del CONACYT. Este tema es relevante ya que se intenta contribuir, de alguna 
forma, a resolver el problema de la sustentabilidad desde las humanidades, o al menos 
comprender de mejor forma el tema y así fortalecer a la cultura y las humanidades. Mediante 
esta colaboración se busca abordar los problemas establecidos en los PRONACES, 
reafirmando el compromiso de nuestra institución con ello. El área abordada por este doctorado 
corresponde al de seguridad humana, y el área estratégica de la Escuela de Humanidades y 
Educación del Tecnológico de Monterrey corresponde a la línea de investigación de 
humanidades digitales, ya que como se verá más adelante, se utilizará información de la red y 
análisis de medios digitales en la presente investigación. 
 
23 
 
 
CAPÍTULO 2. Marco de referencia 
 
Se realizará un recorrido teórico para analizar la literatura disponible acerca de la 
relación del ser humano y la naturaleza hasta llegar al concepto de sustentabilidad, siguiendo la 
evolución de esta interacción con el objetivo de conocer los cambios del concepto hasta fechas 
recientes, para desembocar en lo que se conoce ahora como sustentabilidad y sus variantes: 
vida sustentable, ser sustentable, acción sustentable, políticas sustentables, y un largo 
etcétera. De esta forma se definirá el macro concepto que el imaginario social tiene como 
referencia al utilizar el concepto de sustentabilidad. 
Este trabajo toma en cuenta la coexistencia de tres constructos: a) el paradigma 
ecológico y su evolución, b) el concepto de sustentabilidad y c) la retórica digital. Coexisten en 
el objetivo que compete a esta investigación porque, para llegar a determinar el paradigma 
ecológico dominante, hay que indagar en la información disponible que existe en Internet 
acerca de lo que la gente piensa cuando utiliza el concepto de sustentabilidad en diversos 
contenidos: a través de artículos científicos, en búsquedas de Google de páginas e imágenes, 
en videos de YouTube y en tuits. 
Fue de interés determinar el paradigma ecológico ya que, en base a lo observado, 
cuando se menciona el concepto sustentabilidad, surge una aparente dicotomía sobre lo que 
hay que hacer para lograr la sustentabilidad. Existen contradicciones o pocas congruencias en 
el discurso sobre el que decir y sobre el que hacer para resolver este problema, y resulta 
interesante analizar el origen, o al menos, entender un poco más el porqué de este fenómeno, 
de ahí las inquietudes que motivaroneste trabajo. 
24 
 
 
2. 1 El paradigma ecológico y su evolución 
El viejo paradigma o el paradigma antropocéntrico 
El enfoque reduccionista ha estado caracterizado por considerar que el ser humano 
posee atributos excepcionales que le confiere la capacidad de dominar el medio ambiente. Esta 
perspectiva se entiende en la idea de que el medio ambiente está separado de las actividades 
y de las conductas humanas, dejando a un lado las causas sociales que influyen en la 
interacción de la persona con la situación ambiental. Esta corriente ha sido denominada el 
paradigma del excepcionalismo humano o paradigma social dominante (Catton y Dunlap, 
1978). Esta superioridad del ser humano sobre el medio físico o natural ha contribuido, en gran 
medida, al surgimiento de los actuales problemas ambientales (Aragonés y Amérigo, 2002). La 
conducta de las personas, en su mayoría, se encuentra afectada por diversos problemas 
ambientales, tales como: la contaminación atmosférica, el efecto invernadero, la destrucción de 
hábitat naturales, la pérdida de la biodiversidad, la desaparición de especies de la flora y fauna, 
así como el uso inadecuado de aquellos materiales renovables (Castro, 2000). 
El antropocentrismo considera al ser humano como la forma de vida más importante, 
otras formas lo serán sólo en la medida que impacten o puedan ser útiles a los humanos (Toca, 
2011). Los filósofos ambientales no antropocéntricos han argumentado que el antropocentrismo 
legitima una actitud puramente instrumental hacia otros seres vivos. Los discursos morales no 
antropocéntricos comparten que las ideologías políticas dominantes que han ayudado a dar 
forma al mundo moderno han exaltado y celebrado la humanidad a expensas de la naturaleza 
no humana. 
 
El nuevo paradigma o el paradigma ecocéntrico 
 La primera vez que se introdujo el concepto biofilia, lo definió Erich Fromm (1986, p. 
362) como “el amor apasionado por la vida y todo lo vivo, el deseo de crecimiento o desarrollo 
25 
 
en una persona, un vegetal, una idea o un grupo social”. Por otro lado, Wilson (1984) postuló 
que los seres humanos tienen una tendencia innata de asociarse con los demás seres vivos. 
Este autor le ha llamado hipótesis de la biofilia a esta asociación a la vida y los procesos reales 
que puede ser entendida a través de una perspectiva evolutiva. Debido a que los seres 
humanos han pasado casi toda nuestra historia en el medio natural y sólo han emigrado a la 
vida urbana en tiempos relativamente recientes, por lo que esta atracción, identificación y 
necesidad de conectar con la naturaleza se cree que permanecerá en la psicología moderna. 
 Kellert (1993) identificó las siguientes nueve dimensiones o parámetros que describen 
diversos comportamientos, hábitos y características que marcan una tendencia biofílica en los 
individuos: 
a. Utilitaria: Beneficios físicos y de sustento. 
b. Naturalista: Satisfacción, fascinación, curiosidad por la naturaleza. 
c. Ecológica-científica: Interconexión, interdependencia, funcionalidad biomecánica. 
d. Estética: Belleza, armonía, simetría, orden. 
e. Simbólica: Símbolos de la naturaleza en mitos, leyendas, expresiones simbólicas, 
metáforas. 
f. Humanista: Amor a la naturaleza y a los animales, altruismo, intercambio, unión. 
g. Moralista: Responsabilidad ética, afinidad e incluso reverencia a la naturaleza, 
significado espiritual en religión y filosofía, deseo de proteger y conservar a la 
naturaleza. 
h. Dominionista: Deseo de dominar a la naturaleza, tendencias destructivas, 
desperdicio y derroche. 
i. Negativista: Miedo, aversión, alienación y antipatía sobre algunos aspectos de la 
naturaleza. 
 Estos aspectos nos dan una idea sobre cómo el ser humano valora a la naturaleza en 
base a sus atributos, desde lo material hasta lo espiritual. La naturaleza puede ser asombrosa y 
26 
 
al mismo tiempo provocar miedo, en su magnitud y en su crudeza; puede ser amorosa y 
reverenciada; puede ser útil en base a sus procesos y darnos ideas sobre cómo imitarlos para 
lograr armonía en las vidas de las personas y en la funcionalidad del entorno; puede ser bella y 
ser motivo de satisfacción y curiosidad sobre la perfección de sus procesos. Puede ser lo que 
se quiera que sea, pero es un hecho que puede convertirse en un aliado y socio para fines 
prácticos de evolución planetaria. 
Clemens Arvay (2016) habla sobre la habilidad que tienen las plantas de emitir, 
transmitir y decodificar información usando sustancias químicas llamadas terpenos, ya sea para 
emitir señales de alerta contra amenazas como insectos o depredadores, para evitar el exceso 
de luz o impedir la invasión de otras plantas. En entornos naturales tales como los bosques, 
praderas y sabanas, los terpenos abundan en la atmósfera y los absorbemos a través de la piel 
y de nuestros pulmones. El sistema inmune humano se comunica como una antena con los 
estímulos del exterior, y en esta interacción constante con este tipo de entornos se ha 
encontrado que el número de células en nuestro cuerpo llamadas linfocitos se reproducen y de 
esta manera aumentan nuestras defensas, promoviendo el contacto con la naturaleza como 
terapia preventiva. Este tipo de interés se puede considerar como el aspecto naturalista del que 
habla Kellert (1993), la fascinación y curiosidad por los procesos naturales, y de esta forma se 
utiliza como inspiración para el diseño de objetos tecnológicos o de ingeniería que servirán 
como aliados en la evolución de la especie humana. 
Filósofos como Irigaray y Marder (2016) hablan sobre la importancia de revivir las 
formas de culturas más cercanas a la naturaleza, como la tradición griega y las enseñanzas 
orientales. Discuten sobre cómo el ser humano puede volverse más afín al mundo vegetal, y 
considerarlo un hogar anterior a la cultura, el lenguaje y las relaciones sociales. Pensando de 
esta forma se puede acudir a este mundo como refugio, sitio de transformación y renovación de 
la experiencia humana cada vez que sea necesario. 
 
27 
 
La jerarquía entre el ser humano y la naturaleza 
Por otro lado, Born et al. (2001) analizaron el papel de lo que ellos denominan la nueva 
biofilia, caracterizada por un reconocimiento casi universal del valor intrínseco de la naturaleza 
y una rica variedad de tipos reconocidos de naturaleza y maneras en que se experimenta. Se 
encontró en investigaciones posteriores (De Groot et al., 2011) que el papel predominante es la 
visión ecocéntrica de guardián de la naturaleza, mientras que las relaciones más radicales de 
socio y participante también recibieron niveles significativos de adhesión. Desarrollaron la 
escala llamada Ser Humano y Naturaleza (HAN por sus siglas en inglés) para definir la 
clasificación de los niveles de relación entre ambos, iniciando desde el grado más 
antropocéntrico hasta el grado más ecocéntrico. Se consideró que estas relaciones cubrían los 
aspectos filosóficos básicos para ser lo suficientemente distintivas para que los encuestados 
entendieran. Esta clasificación se compone de cuatro niveles: 
 
a. El ser humano, dominador de la naturaleza 
b. El ser humano, guardián de la naturaleza 
c. El ser humano, socio de la naturaleza 
d. El ser humano, participante en la naturaleza 
 
En el nivel de dominador, mencionan que el ser humano tiene derecho a alterar 
radicalmente la naturaleza, que el progreso tecnológico permitirá resolver los problemas 
ambientales en el futuro, que el ser humano tiene más valor que la naturaleza, que los seres 
humanos son más importantes que la naturaleza, y por último, que deben proteger 
especialmente a los animales porque son útiles para el ser humano. 
En el nivel de guardián, afirman que los seres humanos tienen la responsabilidad de 
conservar el entorno natural, que tienen que asegurarse de dejar suficiente naturaleza intacta 
para las generaciones futuras, que aunque esté por encima de lanaturaleza, debe cuidarla 
28 
 
bien, y por último, que el ser humano forma parte de la naturaleza y también es responsable de 
ella. 
En el nivel de socio, las personas y la naturaleza tienen el mismo valor, la naturaleza 
quiere crecer, prosperar y desarrollarse, al igual que los humanos, que no se debe poner por 
encima de la naturaleza, sino trabajar junto a ella, y que sea su amiga. 
 En el nivel de participante, surgen pensamientos como el siguiente: cuando estoy 
rodeado de naturaleza, experimento algo más grande que la humanidad, que a menudo siento 
una conexión intensa con la naturaleza y así me siento uno con la naturaleza. Que el ser 
humano forma parte de la naturaleza, se siente uno con el universo, y que los sitios llenos de 
naturaleza son importantes, independientemente de su utilidad para los seres humanos. En 
esta visión, los autores afirman que la naturaleza es de hecho el gran todo en lugar del sistema 
de entidades relativamente concretas de asociación, y que la conexión espiritual con este todo 
es el sentimiento clave de participación. 
 
El cambio del paradigma ecológico 
Siguiendo la evolución de los estudios derivados de la interacción del ser humano y la 
naturaleza en la sociedad, se comenzó a hablar sobre este nuevo paradigma ecológico, cuyas 
raíces se remontan a la revolución ambiental de Estados Unidos en los años sesenta y 
setentas, donde psicólogos sociales hipotetizan que la visión general global de ese entonces, 
llamado el paradigma social dominante, dotado de una clara inclinación antropocéntrica, estaba 
cambiando hacia una mayor preocupación hacia el medio ambiente (Anderson, 2012). A 
consecuencia de esto, Catton y Dunlap (1978) desarrollaron la Escala del Nuevo Paradigma 
Ambiental (NEP por sus siglas en inglés), para entender la trayectoria de estos cambios y su 
relación con la economía, el crecimiento demográfico y los cambios en el comportamiento de la 
población estadounidense. Esta escala se ha utilizado ampliamente para medir visiones 
ambientales antropocéntricas (viejo paradigma) y visiones ambientales ecocéntricas (nuevo 
29 
 
paradigma) que permanecen vigentes incluso hoy en día, pues miden el progreso de la 
sociedad hacia la sustentabilidad; esto aunado a las campañas de educación ambiental y a un 
mayor conocimiento general que se obtiene gracias a un mayor acceso a la información a 
través de los medios digitales y difusión de noticias sobre catástrofes ambientales. 
Actualmente, existe una versión actualizada de la escala que considera la posible 
interdependencia o integración entre ambos paradigmas (Corral-Verdugo et al., 2008). Esta 
escala de interdependencia es un buen predictor de comportamientos sustentables y resulta un 
poco más confiable que la NEP. 
 
2.2. La interdependencia o interparadigma: El concepto de sustentabilidad 
 Debido a la crisis ambiental actual, el discurso sobre desarrollo sustentable ha hecho 
hincapié en que los humanos tienen que estar activamente a cargo de promover la renovación 
y recuperación de los recursos naturales, no sólo preocuparse por su conservación sino 
regenerar los recursos perdidos dentro de los ecosistemas, para así asegurar el sustento para 
las generaciones futuras. En este trabajo se tomará como sinónimos los conceptos de 
sustentabilidad y desarrollo sustentable, y se referirán al gran concepto sustentabilidad de esta 
manera. 
Hay que detenerse un poco para hablar sobre el término desarrollo sustentable, que en 
su versión más moderna, termina siendo un sinónimo de sustentabilidad cuando la gente 
investiga el término en los buscadores de Internet, ya que ambos términos están relacionados y 
a menudo son utilizados para referirse a la misma cosa. Más adelante se detallará porqué se 
decidió unificar ambos términos. 
Según Calvente (2007), la palabra sustentabilidad se ha transformado en lo que se 
conoce como un buzzword: una palabra de moda que se utiliza más para impresionar que para 
explicar. También cabe mencionar que, para referirse al mismo concepto, varía en el idioma 
30 
 
español el uso indistinto de sustentabilidad y sostenibilidad, siendo el primero más usado en 
países como México, Argentina, Chile y Uruguay (Google Trends, 2021) por ser una traducción 
del término sustainability en inglés, y el segundo más usado en países como España, Costa 
Rica, Colombia y Perú, en una consulta realizada a la herramienta de Google Trends, la cual 
indica la frecuencia en el uso de la palabra en sus búsquedas del año 2004 hasta diciembre de 
2020. Se encontró también que los conceptos desarrollo sustentable y sustentabilidad a 
menudo se mencionan en búsquedas relacionadas en la plataforma, e incluso de manera 
simultánea (sustentabilidad y desarrollo sustentable como palabras clave). 
Ya que este trabajo fue enfocado en idioma español para países latinoamericanos, se 
tomó el concepto de sustentabilidad como base para hablar del gran tema que engloba todo el 
fenómeno de nuestra relación con la naturaleza, con los entornos vivos y con el planeta. Aquí 
conviven las más variadas disciplinas, quienes buscan la integración de su determinada área 
hacia lo sustentable. La agenda 2030 prácticamente permea todo tipo de empresas, gobiernos 
y escuelas, en un esfuerzo por intentar dar marcha atrás a la crisis ambiental, y así orientarse 
hacia un paradigma más equilibrado, en el que el ser humano y la naturaleza conviven como 
socios, y no como antagonistas. 
 
La evolución del concepto de desarrollo sustentable y sustentabilidad 
Si bien es cierto que los esfuerzos por definir la sustentabilidad pueden ser un tanto 
vagos, su aplicación práctica suele estar asociada a problemas de orden ambiental. La 
creciente presión generada por fenómenos como el cambio climático ha venido acompañada 
de una mayor notoriedad de la agenda de sustentabilidad en la esfera de la opinión pública. En 
1987, la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas definió el desarrollo sustentable como la 
capacidad desarrollada por el sistema humano para satisfacer las necesidades de las 
generaciones actuales, sin comprometer los recursos y oportunidades para el crecimiento y 
31 
 
desarrollo de las generaciones futuras (Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 
1987). 
Según Gómez-Contreras (2014), el principal problema de la definición clásica radica en 
ser muy general, no entra en detalles sobre que necesidades son a las que se refiere; además, 
subyace la idea de equidad entre generaciones, sin especificar que se entiende por equidad y 
sus implicaciones; por último, no toma en cuenta las diferencias existentes entre países 
desarrollados y en vías de desarrollo, y establece los mismos tipos de compromisos para 
todos. 
En 1990 tuvo lugar la conferencia anual sobre desarrollo económico, donde Nijkamp et 
al. (1990) sintetizaron el concepto de sustentabilidad, mediante el llamado triángulo de Nijkamp, 
el cual define la relación equilátera entre crecimiento económico, equidad social y 
sustentabilidad ambiental, un equilibrio mediante el cual se logrará el desarrollo sustentable, en 
una zona de reconciliación entre los tres aspectos como se observa en la Figura 1. 
 
Figura 1. 
Triángulo de Nijkamp. 
32 
 
 
Fuente: Elaboración propia. 
 
En base a esta conceptualización, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo 
Económico (OCDE, 2008) adapta el triángulo para lograr una nueva configuración redefiniendo 
los tres conceptos, ampliándose a prácticas específicas para lograr la sustentabilidad: 
a. Social - Desde el ámbito de la responsabilidad, cultura, organización social, normas 
morales, de conducta y bienestar. 
b. Ambiental. La creciente preocupación sobre el futuro del medio ambiente y sus 
consecuencias en los recursos naturales como la atmósfera, sistemas hídricos y de 
la extensión territorial 
c. Económica. El óptimo manejo de los recursos naturales y su producción,agricultura, 
insumos del hogar, industria, transportes y servicios, así como las oportunidades de 
33 
 
negocio y el crecimiento en el mercado en este ámbito con la implementación de 
diversas estrategias en el ahorro y producción de energía. 
 
Por otro lado, Gómez-Contreras (2014) sugiere que se utilice el concepto de 
sustentabilidad sin añadir el término desarrollo, ya que el desarrollo siempre propenderá por el 
crecimiento económico por encima de la sustentabilidad ecológica, por lo que la expresión 
desarrollo sustentable no deja de ser un oxímoron que termina combinando dos conceptos 
totalmente opuestos: desarrollo, en términos de crecimiento económico y sustentabilidad 
ecológica, supeditando ésta última al crecimiento. 
Por su lado, Paz (2010) define la sustentabilidad como una característica de un proceso 
o estado que puede mantenerse indefinidamente. Proviene del latín sustenere, que significa 
sostener, sustentar, soportar, mantener. Según Zarta-Ávila (2018), la sustentabilidad, en 
sentido amplio, puede ser entendida como la producción de bienes y servicios, donde se 
satisfagan las necesidades humanas y se garantice una mejor calidad de vida a la población y 
se desarrollen tecnologías limpias en relación no destructiva con la naturaleza. También incluye 
a la ciudadanía en las decisiones del proceso de desarrollo, fortaleciendo el medio ambiente y 
aprovechando los recursos de la naturaleza dentro de los límites de la regeneración y el 
crecimiento natural. Al pensar en esta definición, desarrollo sustentable y sustentabilidad 
pueden ser usados como sinónimos, pues engloban los mismos conceptos. 
 Al actualizar esta información y proceder a acciones más concretas para resolver el 
problema de la sustentabilidad a nivel global, en el 2015 más de 150 líderes mundiales 
aprobaron la Agenda para el Desarrollo Sustentable. En este documento se incluyen los 17 
Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) cuya misión es poner fin a la pobreza, luchar contra 
la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático para el 2030 en la llamada 
Agenda 2030. Y se incluye a los tres elementos interconectados del desarrollo sustentable: 
34 
 
crecimiento económico, inclusión social y sustentabilidad ambiental en una pirámide 
balanceada en la que cada valor tiene igual importancia (ONU, 2015). Por lo que, en el discurso 
sobre la sustentabilidad podemos observar que efectivamente se busca un balance o equilibrio 
entre lo social, lo económico y lo ambiental. 
 
Cómo lograr la sustentabilidad 
En todo este camino recorrido, desde los inicios del movimiento ecologista, de teoría y 
de conferencias celebradas en favor de la sustentabilidad, las palabras tienen que convertirse 
en acción, cada objetivo debe implementarse en todas las áreas, por lo que el concepto 
sustentabilidad se acerca a todas las disciplinas, en un conjunto de prácticas y políticas que 
cada país, cada estado y cada ciudad llevan a cabo, así como cada empresa o institución, 
hasta llegar al nivel individuo. Estas acciones podrían marcar una diferencia en el amplio 
panorama global de la sustentabilidad. 
México comenzó su participación de manera informal en la Comisión de Desarrollo 
Sustentable desde el arranque de la convocatoria, fue a partir de marzo de 1997 cuando se 
sumó formalmente a otros 21 países que, de manera voluntaria, habían decidido participar en 
la prueba piloto mundial para desarrollar dichos indicadores. En 1998, el número de países 
participantes llegó a los siguientes 22: África: Ghana, Kenya, Sudáfrica, Marruecos y Túnez; 
Asia / Pacífico: China, Filipinas, Maldivas y Paquistán; Europa: Alemania, Austria, Bélgica, 
Finlandia, Francia, Reino Unido y República Checa; América: Barbados, Bolivia, Brasil, Costa 
Rica, México y Venezuela. En el 2015, el número de miembros fue de 193 países, los cuales 
aprobaron la Agenda 2030 para el desarrollo sustentable. 
 
Objetivos o indicadores para el desarrollo sustentable 
Los valores para la mayoría de los indicadores presentados en el informe de los 
objetivos para el desarrollo sustentable de la ONU del 2019 representan cifras con promedios 
35 
 
ponderados de los datos de los países, utilizan a la población de referencia como ponderación, 
y se calculan a partir de los datos nacionales recopilados por los organismos internacionales de 
los sistemas estadísticos nacionales. Los datos nacionales recopilados por los organismos 
internacionales muchas veces se ajustan para su comparación y se completan con 
estimaciones. Las estimaciones utilizadas para la compilación de los indicadores mundiales 
deben producirse bajo plena consulta con las autoridades estadísticas nacionales (ONU, 2019). 
 
Figura 2. 
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable definidos por la ONU. 
 
Fuente: Elaboración propia. 
 
36 
 
Desde un enlace de su página web, se puede tener acceso a la plataforma de difusión 
de la base de datos de indicadores mundiales de los objetivos de desarrollo sustentable. Esta 
plataforma proporciona acceso a los datos recopilados a través del Sistema de las Naciones 
Unidas en preparación para el informe anual del secretario general sobre el progreso hacia los 
objetivos de desarrollo sustentable. En la Figura 2 se aprecian los 17 objetivos de desarrollo 
sustentable publicados por la ONU en su página web. 
A partir del 2015, los ODS nos han proporcionado un amplio marco de referencia para 
mejorar la calidad de vida para todos los habitantes del planeta en múltiples ámbitos. Dentro de 
los 17 objetivos destacan varios que hacen referencia directa a la mitigación de los efectos del 
cambio climático por la acción humana y la degradación del ambiente, que podrían ser los más 
relacionados con la naturaleza. El ODS 12 hace referencia a garantizar modalidades de consumo 
y producción sustentables. El ODS 13 de Acción Climática enfatiza las evidencias cuantificables 
del cambio climático en la calidad de vida y el desempeño económico de naciones en todos los 
continentes. El ODS 14 de vida submarina reconoce la centralidad de los océanos para la salud 
de la vida en la Tierra, a través de su influencia en fenómenos como el clima, los ciclos de 
elementos como la lluvia y el oxígeno, la potabilidad del agua para el consumo humano y la 
alimentación. El manejo responsable de los recursos marinos requiere limitar prácticas nocivas 
como la sobrepesca y las diversas formas de contaminación de los cuerpos de agua. Finalmente, 
el ODS 15 de vida de ecosistemas terrestres trata las alteraciones radicales que las actividades 
humanas han supuesto para la mayor parte de la superficie terrestre poniendo en jaque a millares 
y millares de especies de plantas y animales en todos los ecosistemas. La deforestación y la 
desertificación son amenazas tangibles que aumentan nuestra vulnerabilidad a desastres 
naturales, hambrunas y el surgimiento de nuevas patologías. 
En concreto, los acuerdos de París adoptados en 2015 se perfilan como la principal línea 
de contención para que los países se enfrenten a los impactos del cambio climático, mediante la 
37 
 
reducción de emisiones de dióxido de carbono, la construcción de capacidades y la definición de 
herramientas financieras y tecnológicas. 
 
Indicadores de Crecimiento Verde – OCDE 
Los estudios económicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo 
Económicos (OCDE, por sus siglas), desde hace más de 30 años, evalúan sistemáticamente la 
interacción entre las recomendaciones de política medioambiental y de crecimiento, en áreas 
como fiscalidad, innovación, infraestructura, energía, agricultura y regulación del mercado de 
productos. Recientemente se realizaron estudios que abarcaron el crecimiento verde en países 
como Alemania, Brasil, Corea, Dinamarca, India, México, Nueva Zelanda, Polonia y la 
Federación de Rusia. 
Según la definición de la OCDE, el crecimiento verde (2008, p.4) “trata de fomentar el 
crecimiento económico y el desarrollo al tiempo que se garantiza que los activos naturales 
continúen proporcionando los recursos y los servicios ambientales en los que se basa nuestro 
bienestar". 
Estos indicadores de crecimiento verde fueron publicados en el 2017 e incluyen 
indicadores que ilustran el progreso que han logrado los países de la OCDE del G20 desde 
1990. El índice de crecimiento verde, a diferencia de los objetivos de desarrollo sostenible, 
proporciona más bien un enfoque práctico y flexible para obtener progresos concretos y 
mensurables en la interacción de sus dos pilares, la economía y el medioambiente. 
La OCDE (2017) pronostica que se consolide un cambio climático más perjudicial, ya 
que se prevé que las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) se eleven en 
más de 50%. Se proyecta que hacia el final de siglo el aumento de la temperatura media global 
sea de entre 3 °C y 6 °C por encima de los niveles preindustriales. Las acciones para mitigar 
los GEI a las que se comprometieron los países (en los Acuerdos de Cancún durante la 
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en 2010) serán insuficientes para 
38 
 
evitar que la temperatura global promedio exceda el umbral acordado internacionalmente de 2 
°C, a menos que después de 2020 se concreten reducciones rápidas y costosas de las 
emisiones. Por encima del umbral de los 2 °C, comenzaría una alteración de los patrones de 
lluvia, un mayor derretimiento de glaciares y de hielos permanentes, un aumento del nivel del 
mar y de la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Esto afectaría la capacidad 
de adaptación de las personas y de los ecosistemas (WWF, 2019). 
 
Cambio climático y activismo proambiental 
Cada vez el tema del cambio climático es más relevante entre las sociedades del 
mundo, motivo de discusión y diálogo en los foros más importantes a nivel global. Tragedias 
ecológicas, una población que crece exponencialmente, desigualdad política y social, pobreza, 
migración; son sólo algunos de los objetivos que se han quedado en el rezago, producto del 
llamado antropoceno, el cual sostiene que la coacción forzada del trabajo, subordinada al 
imperativo de beneficiarse a cualquier precio, es lo que provoca la ruptura del equilibrio del 
ecosistema terrestre (Moore, 2017). Dicho autor señala que no es la humanidad como sostiene 
el antropoceno, sino una pequeña parte de ella la principal causante (el 1% que controla los 
medios de producción). Sin embargo, Morton (2016) refuta este pensamiento al afirmar que el 
capital y el capitalismo son síntomas del problema, pero no las causas directas, ya que, si la 
causa del calentamiento global fuese el capitalismo, las emisiones de carbono por parte de 
chinos y soviéticos no habrían contribuido al calentamiento global. Al hablar del antropoceno, 
Morton también explica la idea de que el ser humano se ha convertido en una fuerza geofísica 
a escala planetaria, y es ahí cuando se convierte en un hiperobjeto capaz de tener un impacto 
significativo en la sociedad humana, siendo directamente responsables de lo que él llama el fin 
del mundo, dejando obsoletos el negacionismo como el ambientalismo apocalíptico. 
Autoras feministas han respondido al uso del antropoceno, como Haraway (2016), quien 
define el periodo actual como cthuluceno, en rechazo al término antropoceno. El cthuluceno 
39 
 
llama al poder de la tierra (khton, tierra) y centra la esperanza de salvación de la humanidad, ya 
que el antropos-hombre fracasó en salvar al planeta. El cthuluceno critica al excepcionalismo 
humano, y lo reemplaza con la comunalidad entrópica a base de carbono que existe entre 
seres humanos y el resto de los seres vivos que habitan el planeta. 
Por otro lado, según Castro (2000), la participación ambiental se caracteriza como un 
conjunto de acciones o conductas intencionales, producto de la existencia de pautas 
organizadas de actividad colectiva, funcionalmente instrumentales, cuyos objetivos persiguen 
algún tipo de cambio y contribuyen al logro del beneficio colectivo asociado con las condiciones 
y la calidad ambientales. Asimismo, la militancia ambiental aparece vinculada a otras formas de 
acción comunitaria y política, especialmente en lo que respecta a movimientos alternativos o 
sociales como es el caso del feminismo o el pacifismo, encontrando puntos en común. 
 
Ecofeminismo 
El ecofeminismo surge en los sesenta, a la par del movimiento ecologista, en el que 
diversas activistas feministas se interesaron por la ecología, relacionando a la mujer con la 
naturaleza. Combina el activismo verde con el movimiento feminista, critica el binomio 
patriarcado-capitalismo, y encuentra puntos convergentes, como la explotación y dominación 
del ser humano sobre el planeta, así las mujeres también abogan por esta misma dominación y 
opresión, de la misma manera que el mundo natural es explotado y manejado a voluntad de los 
intereses materiales y de poder que el ser humano ha tomado a voluntad, tomando como punto 
de partida la revolución industrial y el materialismo basado en la producción en serie, aunado a 
la globalización del mundo actual tal como lo conocemos. 
Autoras como Puleo (2019) crean un espacio de igualdad entre los sexos y libre de 
explotación, ya sea humana o de la naturaleza, buscando liberarse del sesgo antropocéntrico, 
en el que la naturaleza es degradada y en el que la mujer puede sentirse identificada, ambas 
víctimas de la violencia patriarcal. 
40 
 
El ecofeminismo como manifiesto según Ynestra King (en Prieto-Villanueva, 2017, 
p.111) se define como: 
 
El ecofeminismo trata de la conexión y la integración de la teoría y la práctica. 
Reafirma el valor y la integridad particulares de cada ente vivo. Somos un 
movimiento que se identifica con las mujeres y creemos que estamos llamadas a 
cumplir una tarea especial en estos tiempos amenazados. Pensamos que la 
devastación de la Tierra y de los seres que la pueblan por obra de las huestes 
empresariales y la amenaza de la aniquilación nuclear por obra de las huestes 
militares son preocupaciones feministas. Son manifestaciones de la misma 
mentalidad masculinista que pretendía negarnos el derecho a nuestro cuerpo y a 
nuestra sexualidad y que se apoya en múltiples sistemas de dominación y de 
poder estatal para imponerse. 
 
La aportación de ambos pensamientos críticos, el del feminismo y el del ecologismo, 
después de verlos juntos da la pauta en cuanto a similitudes de la lucha ideológica y de 
estructura de dominación de ambos, tiene completo sentido. Por un lado, se tiene el paradigma 
antropocentrista del ser humano como amo y controlador de su entorno y los recursos que 
utiliza gracias a la naturaleza; y por otro lado el paradigma patriarcal, el cual parte de la misma 
base del hombre como amo del mundo, tomando indiscriminadamente lo que le apetece para 
saciar sus deseos de control y dominación sobre los medios materiales o humanos. 
Larraín (2012) habla sobre la convergencia entre los paradigmas de género y la 
sustentabilidad. Destaca que ambas posiciones entre los sectores más progresistas aspiran a 
una sociedad más justa, equitativa, democrática y respetuosa de los límites del planeta, y es 
fundamental para el fortalecimiento político de los movimientos sociales y la consecución de 
sus objetivos. Considera que la diversidad de perspectivas que aportan los diversos 
movimientos sociales son la base de su riqueza. 
41 
 
 
La sustentabilidad desde la conciencia ecológica 
En cuanto a los discursos que dominan la retórica alrededor de la llamada crisis 
ambiental, Aragón (2020) resalta esta forma de interpretar lo trágico, ya que, ante la 
incapacidad de acción frente al gran sistema ecológico, sólo se pueden proyectar posibles 
efectos de contingencia, vinculados a un correlato del miedo sustentado en el riesgo y elpeligro. Y que, por otro lado, el imaginario de la sustentabilidad trae consigo la esperanza. Ésta 
se construye en base a un ideal de la transformación de la realidad, en el que se encuentran la 
utopía y la ideología sin llegar realmente a ningún lugar, siendo esta visión la que mayor 
resonancia presenta en el sistema social, sobre todo entre los activistas y personalidades que 
han participado en la discusión sobre el discurso climático. Para fines de este trabajo, se 
considera que esta visión entra en la categoría de ecocéntrico negativo o catastrofista, ya que 
ofrece poca o ninguna esperanza sobre el futuro del planeta, y que se ha pasado el punto de 
quiebre de los sistemas ecológicos que soportan la vida a nivel global. 
Morton (2016), al hablar de conciencia ecológica, explica que la humanidad se ha 
convertido en un bucle, como todos los sistemas biológicos y ecológicos. Morton sugiere que la 
conciencia ecológica es oscura y rara, que este bucle en el que nos encontramos es extraño, 
en el que dos niveles distintos se miran el uno al otro, como el caso del cine negro o noir, en el 
que el detective es el criminal. Esta analogía se puede aplicar para los seres humanos como el 
hiperobjeto-raza humana y como individuo. Este autor sugiere que, si bien somos individuos, 
también formamos parte de esta entidad gigantesca llamada especie humana. 
 Asimismo, como una sola persona no es responsable de toda la crisis ecológica, sí lo 
es cuando se habla de los seres humanos en global como raza y observar el daño que ha 
resultado de toda la acción global sobre el planeta; los seres humanos como los narradores de 
su propio destino, como en la novela noir, en la que el narrador está involucrado en la historia. 
42 
 
Siguiendo esta línea, se puede decir que el ser humano es culpable de la crisis 
ecológica simplemente por formar parte de la especie humana, y que el ser humano 
antropocéntrico podría escudarse del no tener conciencia o levantar acciones a favor del medio 
ambiente. Al no hacerse responsable del daño ecológico, recae la responsabilidad en las 
empresas que producen el capital, como sostiene Moore (2017), dejando al aire la 
responsabilidad y el problema de la sustentabilidad sin resolver. 
 
Lograr la sustentabilidad desde lo personal 
Lograr la sustentabilidad desde lo personal o individual sería sinónimo de un 
comportamiento proambiental acentuado. El constructo llamado comportamiento proambiental 
es un concepto multidimensional que se puede definir en diferentes términos: de actitudes de 
conservación, de creencias morales, de desarrollo económico, producción y ahorro de energía, 
así como de planeación y bienestar social. También puede definirse en base a una conducta 
intencional, a un hábito o a una obligación (Aragonés y Amérigo, 2002). 
Para fines de investigación de este trabajo, el comportamiento o conducta proambiental 
se traduce como el conjunto de elementos o atributos en un individuo que ayudan a lograr la 
sustentabilidad desde la práctica individual, por lo que este tema se incluye en esta sección. 
Parece relevante el conocer los mecanismos psicológicos que funcionan en el individuo y en el 
colectivo, en aras de resolver el problema de la sustentabilidad, que desde este acercamiento 
equivale a sembrar creencias y actitudes a favor del medio ambiente en las personas, con el 
objetivo de buscar cambiar el comportamiento. 
Al observar las investigaciones que se han hecho respecto al tema, este constructo ha 
sido llamado de diferentes maneras: actitudes o creencias ambientales (Clayton, 2003), 
preocupación ambiental (Fransson y Gärling, 1999), orientación ecológica y comportamiento 
sustentable (Tapia-Fonllem et al., 2013), por mencionar sólo algunas. 
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En términos de pro-ambientalismo, desde la psicología social se puede mencionar la 
teoría valores-creencias-normas de Stern et al. (1999), que define este comportamiento como 
una respuesta a las normas morales, un sentimiento de obligación en su conducta en 
individuos conscientes de las consecuencias adversas provocadas por el deterioro ambiental, y 
que también creen que tales consecuencias pueden ser prevenidas por sus mismas acciones o 
conductas. 
Diversos instrumentos en la rama de la psicología se han utilizado para medir este 
fenómeno social. Según los análisis de estos instrumentos por Amérigo et al. (2007), el 
conjunto de creencias ambientales se organiza en tres dimensiones: antropocentrismo (ANT), 
la dimensión basada en el valor instrumental del entorno para los seres humanos; biosferismo o 
ecocentrismo (BIO), la dimensión que valora el medio ambiente por sí misma; y egocentrismo 
(EGO), la dimensión que valora al ser humano dentro de la naturaleza como un todo. 
Sin embargo, dentro de la aplicación de estos instrumentos existe el concepto de 
deseabilidad social, definiéndose como la tendencia que tiene el individuo encuestado de 
contestar la prueba de manera favorable hacia él mismo, contestando en base a lo socialmente 
aceptado o esperado, sin importar que las respuestas sean contrarias a sus creencias reales. 
Este fenómeno es común y situacional en este tipo de temáticas sensibles que involucran una 
conducta esperada por la sociedad (Tourangeau y Yan, 2007). Esto podría verse reflejado en 
los discursos sobre la sustentabilidad, algunos tienden hacia el “deber ser” o lo que se espera 
que uno haga, que es lo que se debe de hacer para lograr la sustentabilidad contra lo que 
realmente se hace, por lo que este tipo de mediciones son poco confiables. 
Otras maneras de medir este tipo de comportamiento son a través de diversos 
indicadores, estos basados en la medición de consumo doméstico y ahorro de los recursos 
naturales en determinada población, y tomando otros criterios ambientales como prácticas de 
reciclaje, reutilización de insumos y manejo de energías renovables (Suárez, 2002). Mediante 
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herramientas como éstas, en la actualidad se puede conocer si un país practica la 
sustentabilidad mediante la evaluación de estos puntos. 
 Según los psicólogos ambientales como Mayer y Frantz, las actitudes proambientales 
promueven una mayor disposición a participar en acciones sustentables, y el aumento de la 
preocupación por el impacto negativo de la conducta humana sobre el medio ambiente. En 
cuanto a su comportamiento, las personas son más propensas a pasar más tiempo al aire libre 
en la naturaleza y participar en una variedad de comportamientos a favor del medio ambiente 
como el comprar productos ecológicos y sustentables (Mayer y Frantz, 2004), lo cual puede 
ayudar al medio ambiente. Se ha observado también que quienes tienen creencias ecológicas 
o proambientales tienen estados emocionales positivos como consecuencia, describiendo una 
relación importante entre creencias ambientales asociadas con el bienestar y la felicidad 
(Moyano-Díaz et al., 2011). Por lo que, a mayor conducta proambiental, mayor bienestar y 
personas más felices y satisfechas con la vida. 
 Algunos investigadores han propuesto el concepto de conectividad con la naturaleza, 
según el cual se describe cómo las personas creen que la imagen que tienen de sí mismas 
está vinculada o separada de la naturaleza (Mayer y Frantz, 2004). Se han desarrollado los 
constructos conectividad con la naturaleza e identidad ambiental para conocer cómo se 
relaciona el ambiente natural con la identidad del individuo. El constructo de conectividad con la 
naturaleza se define por Dutcher et al. (2007) como un sentido de igualdad entre el yo, los 
demás y la naturaleza; a su vez, el constructo multidimensional de la identidad del medio 
ambiente, que Clayton (2003) conceptualiza como un sentimiento de conexión con el entorno 
natural y la creencia de que el medio ambiente es una parte importante del concepto de sí 
mismo, también involucra a uno en una relación afectiva, cognitiva y física con el mundo natural 
(Nisbetet al., 2009). 
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Este hallazgo puede ser congruente con lo propuesto por Kellert y Wilson (1993), 
quienes mencionan este factor afectivo o espiritual que se comparte con la naturaleza, y que es 
este apego o conexión lo que puede hacer actuar a favor o en contra de la naturaleza a través 
de las acciones, por lo que parecería que esta relación afectiva con el entorno natural es parte 
de la evolución natural de la especie. Hay evidencia que demuestra que la exposición a la 
naturaleza conduce a un aumento de la percepción de felicidad (Berman et al., 2008; Mayer et 
al., 2009; Nisbet et al., 2009). Lo más relevante es que se ha relacionado con el bienestar 
emocional y psicológico (Nisbet y Zelenski, 2013). 
Se puede decir que, mientras el ser humano se comporte de una manera proambiental 
se puede disminuir el bienestar hedónico, ya que se pueden sacrificar comodidades en la vida 
como el tener que volver a un estilo de vida más frugal y austero para ayudar a cuidar al medio 
ambiente; sin embargo puede aumentar su bienestar eudaimónico, ya que los conceptos de 
hacer el bien y de sentirse satisfecho con sus acciones se cumplen al inclinarse hacia este tipo 
de comportamiento en beneficio de la naturaleza y la protección de sus recursos (Venhoeven et 
al., 2013). En esto se puede reflexionar que, ser más sustentable es ser más feliz, aunque esto 
represente un esfuerzo adicional que una persona tiene que hacer en beneficio de la 
naturaleza, para salvarla y no malgastarla. Tal vez por este factor de esfuerzo o sacrificio a la 
gente le pueda parecer sencillo decir que la naturaleza es importante y hay que cuidarla por 
encima de lo demás. 
 
Relación entre creencias, actitudes y conducta proambiental 
Hines et al. (1987) identificaron, en un principio, cuatro bloques de variables 
relacionadas con la conducta ecológica o proambiental: factores sociodemográficos, valores 
cognitivos, valores asociados a la intervención ambiental, y factores psicosociales. Los factores 
psicosociales se refieren tanto a representacionales (actitudes o creencias, valores) como a 
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características de personalidad (locus de control) asociadas al comportamiento proambiental. 
En el siguiente modelo propuesto por Castro, en la Figura 3 se puede apreciar la relación y 
progresión de estos factores en el comportamiento. 
 
Figura 3. 
Modelo de relación entre actitud y conducta ambiental. 
 
Fuente: Elaboración propia. 
 
 Según el modelo de Castro, el determinante inmediato de la conducta es la intención de 
la persona de ejecutar la conducta. La conducta dependerá de la actitud de esa persona hacia 
dicha conducta y de la norma subjetiva. La actitud hacia una conducta determinada es el 
resultado de creer que una determinada acción conduce a unos resultados concretos y se 
evalúan estos resultados. Por otro lado, la norma subjetiva surge a partir de creer que las 
demás personas piensan que se debe hacer (creencias normativas) y la motivación para 
someterse a dichas normas. 
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Con este pensamiento presente, se puede determinar que, para lograr la conducta 
proambiental sería a través de las creencias arraigadas en la conciencia del individuo, que se 
traducirían a actitudes proambientales, y, por consiguiente, desembocará en un individuo que 
vive de forma más sustentable que el resto. A nivel individuo, éste es el objetivo principal que 
tienen los discursos sobre sustentabilidad hacia la práctica, el que el ser humano sea más 
sustentable, el que una comunidad o una nación sea más sustentable, que salga del patrón de 
creencias o el viejo paradigma ecológico, que seguiría utilizando los recursos naturales 
indiscriminadamente, sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos ni involucrar 
acciones para enmendarlo. 
 
El decir y el hacer y su desarticulación 
 En el proceso de saber/hacer en su vida e intereses personales, el ser humano fluctúa 
entre estas dos situaciones, entre la información que se recibe, que es conocimiento, y lo que 
se busca hacer con ella, la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos como parte de 
este proceso lógico de pensar-actuar. 
 Bryant (2014) habla sobre los conceptos de contenido y expresión, como dos cosas 
autónomas e independientes, que gozan de una ecología propia, cada una con su propia 
organización y procesos. Pueden interactuar y condicionarse mutuamente, pero no se pueden 
traslapar o dominar a la otra. El contenido es la materialidad, lo que se encuentra en su forma 
física. La expresión es el objeto semiótico. Al respecto, Bryant menciona que la expresión no 
necesariamente representa al contenido, que el contenido no es el significado de la expresión, 
ni es necesariamente su efecto. 
 Siguiendo esta línea de pensamiento, se puede decir que, en el discurso sobre la 
sustentabilidad, puede suceder algo similar. Parece que el binomio decir-hacer se encuentra 
desarticulado, es decir, se dice una cosa y se hace otra, y que ambos pueden coexistir de 
manera independiente en la psique del individuo. 
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Lograr la sustentabilidad desde la praxis 
 Dentro de los aspectos económicos que adjuntan la variable social-ecológica en sus 
esquemas, tenemos a la economía ecológica. Barkin es uno de los principales autores que 
maneja este concepto, su larga trayectoria en México le ha permitido participar en proyectos de 
comunidades sustentables en el país, poniendo en práctica sus conocimientos teóricos en la 
praxis social. En su trabajo sobre la significación de una economía ecológica radical (2011, 
p.154) define a la economía ecológica como: “un campo transdisciplinario, que se ocupa de 
analizar la interacción de los procesos económicos con los ecológicos. Su compromiso para 
enfrentar los retos planetarios la obliga a reconocer la complejidad de los problemas 
socioambientales, proporcionando una visión sistémica de la relación sociedad-economía-
ambiente”. 
 La economía ecológica abarca múltiples posibilidades, como la economía social y 
solidaria, decrecimiento y buen vivir, valorando principios éticos como justicia social, equidad 
intergeneracional, y manejo sustentable de los ecosistemas (Barkin y Lemus, 2011). 
 Sobre la similitud de la propuesta de economía ecológica y el concepto de 
sustentabilidad moderno, Fuente-Carrasco (2008) sostiene que la noción de sustentabilidad se 
liga a la concepción de la economía ecológica, entendida como un campo emergente enfocado 
a analizar y promover un cambio radical en los actuales mecanismos. Se identifica a la 
economía ecológica como un campo emergente caracterizado por un esfuerzo epistémico 
orientado a integrar un diálogo de saberes y prácticas sociales con una perspectiva ético-
histórica abierta que favorezcan la búsqueda y la construcción de otros mundos y 
racionalidades posibles alternos a los impuestos desde la racionalidad económica neoliberal. 
 Sobre la necesidad de una praxis social para lograr la sustentabilidad, tanto Fuente-
Carrasco como Berkin enfatizan la necesidad de la disciplina por los saberes críticos y 
alternativos a la racionalidad económica capitalista, como el objetivo principal de la economía 
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ecológica en su versión radical. Propone la transformación social fuera de la acumulación de 
riqueza, con el fin de combatir la exclusión social, así como el diseño de políticas de 
apropiación social de la naturaleza con una mayor responsabilidad ambiental/social, 
revalorizando a los saberes tradicionales y praxis sociales de antiguas civilizaciones como las 
prácticas comunitarias de los pueblos indoamericanos, prácticas de nuestros antepasados que 
continúan vigentes hoy en día y que podrían brindar soluciones a la actual crisis ambiental. 
 Enrique Leff (2004) por su parte, según su concepto de racionalidad ambiental, en ella 
reivindica una nueva relación teoría-praxis, una política de los conceptos y estrategias teóricas 
que movilizan las

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