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El discurso de la 
conciencia ambiental y 
su relevancia social en 
México: 
un análisis 
periodístico. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
“Una gran cantidad de palabras que empleamos casi 
sin pensar, en especial todos los pares de adjetivos, son 
categorías de percepción, principios de visión y 
división heredadas históricamente, producidos y 
reproducidos socialmente, principios de organización 
de nuestra percepción del mundo social, y en particular 
de los conflictos.” 
Pierre Bourdieu, Pensamiento y Acción. 
 
 
 
A Rocío, el pilar de mi existencia. 
 
A Guillermo, asesor de tesis y de vida. 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
Un agradecimiento especial a Antonio Azuela por su valiosa dirección, su excepcional 
lucidez y su gran calidad humana. 
 
Gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México por mi formación como socióloga, 
por enseñarme a enaltecer a mi país y a no darme por vencida en ello. 
 
Agradezco a la Dirección de Comunicación Social de la Secretaría de Medio Ambiente y 
Recursos Naturales por el apoyo brindado para esta investigación, en especial a Hugo 
Domínguez Pérez y Edgar García Maldonado. 
 
Infinito agradecimiento a mi madre que me enseñó a pensar como árbol, siempre creciendo 
a pesar de las heridas, luchando siempre por alcanzar la luz. 
 
Memochas, por tu cariño, por tus enseñanzas, por tu valentía, por tus enormes ganas de 
vivir, por dejar en mí tu imagen. La sangre te hace pariente, pero el amor te hace familia. Te 
veré en mi sueños, siempre. 
 
Gracias a mis abuelos Arturo y Rosa María por ser siempre mi hogar, el lugar donde sé que 
siempre pertenezco. 
 
Gracias a Héctor por su paciencia magistral, a Rafa por las risotadas, a Victoria por ser 
quien es y a Lizbeth por contagiarme sus ganas de comerse al mundo. A Eli, por invitarme 
tantos y tantos paquetes de palomitas acarameladas. 
 
Amigos sociochidos, ¡gracias! Estudiar con ustedes fue una experiencia de ultratumba. 
Tania María, por acompañarme en este sinuoso camino de ser humano; Salvador, por toda 
la inteligencia y nobleza que irradias; Violeta, por tu calidez y vivacidad; Lidia por tu 
compañerismo y por patrocinarme la carrera; Cristina, por tu autenticidad; Paola, por tu 
sencillez y despiste; Carlos, por tu singularidad; Andrus, por tu simpatía. Bibis, Chelius, 
Flaco, Safa, por los momentos compartidos. 
 
Finalmente, gracias a aquellos que me acompañaron y guiaron durante este proceso; sobre 
todo a aquellos que no son mis parientes pero que son mi familia y aquellos que son mi 
familia y como tal, se portaron. 
 
Todo mi cariño y agradecimiento. 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
Introducción 1 
1. La conciencia ambiental como discurso. Una revisión histórica. 5 
1.1.Contexto Internacional 6 
1.2. Contexto Nacional 11 
1.3. La constitución del discurso 16 
1.3.1. Filosofía “Verde” 17 
1.3.2. Política “Verde” 21 
2. Sociología y Conciencia ambiental. 26 
2.1. La sociología y su aproximación a lo ambiental. 26 
2.2. La conciencia ambiental como objeto de estudio sociológico 37 
2.3 Constructivismo social y discurso ambiental. 41 
3. Construcción del objeto de estudio: Metodología y Análisis 44 
3.1. La teoría fundamentada. 44 
3.2. Estructuración metodológica: Muestreo teórico y codificación 55 
3.3. La base de datos 61 
4. Resultados 68 
4.1. Características de la muestra 69 
4.2. Condiciones 72 
4.2.1. Emisores del discurso 72 
4.2.2. Temáticas relacionadas 74 
4.2.3. Estructura discursiva y términos utilizados 76 
4.2.4.Acontecimientos relevantes de la época 79 
4.3. Acciones-Interacciones 121 
4.3.1. Tipos de acciones referidos en el discurso 121 
4.3.2. Sujetos de la conciencia ambiental 127 
Conclusiones 132 
Alcances y limitaciones 132 
Los usos sociales del discurso: la conciencia ambiental y sus variaciones 134 
La utilidad social del discurso: la conciencia ambiental y la socialización de 
los problemas ambientales 
Reflexiones finales 
141 
 
143 
Fuentes consultadas. 145 
 
 
 
 
Índice de Cuadros. 
 
Capítulo 3. 
3.1. Conceptos centrales del proceso de codificación fundamentada (Teoría 
Fundamentada Evolucionada) 
 
 
49 
Capítulo 5. 
5.1. Comparación del panorama mexicano a partir de los principales actores y los 
discursos sobre conciencia ambiental 
 
 
140 
 
Índice de Esquemas 
 
Capítulo 4. 
4.1. Acciones relacionadas con el discurso de conciencia ambiental 1995-1996 
4.2. Acciones relacionadas con el discurso de conciencia ambiental 2010-2011 
 
126 
126 
 
Índice de Gráficos 
 
Capítulo 4 
4.1. Fuentes periodísticas 1995-1996 
4.2. Fuentes periodísticas 2010-2011 
4.3. Porcentaje general de emisores 
4.4. Comparativo de menciones por año / sector 
4.5. Temáticas vinculadas al discurso 
4.6. Términos utilizados 
4.7. Distribución de términos utilizados por categoría 
4.8. Distribución de variables relativas a las acción expresadas en el discurso 
(porcentajes) 
4.9. Sujetos de la conciencia ambiental 1995-1996 
4.10. Sujetos de la conciencia ambiental 2010-2011 
 
71 
71 
73 
74 
75 
76 
78 
 
125 
130 
130 
 
 
Índice de Tablas 
 
Capítulo 3 
3.1. Ejes para el análisis del discurso de la conciencia ambiental basados en los 
paradigmas de la codificación axial de la Teoría Fundamentada 
3.2. Base de datos. Sección I “Identificación de la nota” 
3.3. Base de datos. Sección II Condiciones. 
3.4. Base de datos. Sección III. Apartado “Referencia del discurso sobre el acto de 
conciencia” 
3.5. Base de datos. Sección III. Apartado “Tipo de acción vinculada al acto de 
conciencia 
3.6. Base de datos. Sección III. Apartado “Tipo de acción vinculada al acto de 
conciencia” 
3.7. Base de datos. Sección III. Apartado “Objeto de la conciencia ambiental” 
3.8. Base de datos. Sección III. Apartado “Sujeto de la conciencia ambiental” 
 
 
60 
61 
62 
 
63 
 
63 
 
64 
64 
 
 
3.9. Base de datos. Sección III. Apartado “Móvil de la conciencia ambiental” 
3.10. Base de datos. Sección IV. Apartado “Se considera dentro del discurso que la 
conciencia ambiental es un factor de cambio o de resolución de problemas 
ambientales? 
65 
66 
 
 
67 
Capítulo 4 
4.1. Número de notas revisadas 
4.2. Distribución de notas por género periodístico 
4.3. Términos utilizados por año 
4.4. Tipos de acciones expresadas en el discurso. Distribución de variables simples y 
compuestas. 
4.5. Tipo de acciones expresadas en el discurso. Variables simples. 
4.6. Tipo de acciones expresadas en el discurso. Variables compuestas. 
4.7. Distribución de los sujetos de la conciencia ambiental por año 
 
70 
70 
77 
 
123 
124 
124 
129 
 
 
1 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
Si conciencia ambiental significa tener mayor conocimiento e involucramiento en 
los problemas ambientales que aquejan a las sociedades modernas, podríamos decir que la 
premisa del ambientalismo de la década de 1960 se ha cumplido: Existe un fuerte flujo de 
información en los medios masivos de comunicación, se han desarrollado complejos 
sistemas políticos a nivel nacional e internacional, términos como desarrollo sustentable, 
cambio climático, peligro de extinción, manejo adecuado de residuos, entre muchos otros 
son comunes al oído social e incluso ser “verde” se ha vuelto redituable tanto 
económicamente como en términos de aprobación social. 
Y sin embargo, descubrimos con desencanto que este nuevo e inmenso flujo de 
información no incide de manera directa, mágica e inmediata en la transformación de 
realidades políticas, sociales y personales. A pesar de las agendas verdes, los congresos 
internacionales, la amplía legislación en la materia, el incremento de grupos y causas 
ambientalistas, y hasta las innumerables invitaciones desde distintos flancos a hermanar el 
espíritu humano con la naturaleza, los problemas ambientales no han desaparecido ni se han 
minimizado, sino todo lo contrario, se han complejizado y se han ramificado en diversidad 
de cuestiones. 
Pero entonces, ¿por qué persiste dentro delas sociedades modernas el discurso 
acerca de que es importante ser conscientes de los asuntos ambientales si todo parece 
indicar que esa conciencia difícilmente se traduce en remediación directa de las 
problemáticas ambientales? 
Más que abocarse a ver la efectividad de una toma de conciencia, es importante 
reconocer el papel que juega un discurso como este a la hora de enfrentar los problemas 
ambientales; sobre todo en el ámbito social, fuera de un ámbito técnico, en donde lo que 
está en juego o cuestión no es solamente lo ambiental, sino la manera en que las sociedades 
y los individuos reaccionan. 
Este trabajo busca analizar desde una perspectiva sociológica, la noción de 
2 
 
conciencia ambiental, por lo que no se trata de un estudio para medirla, sino sobre los 
discursos que la definen. 
Partiendo de la situación contemporánea, en donde el hombre tiene una incidencia 
sobre el medio ambiente como nunca antes la había tenido, la idea de una conciencia 
ambiental surge como esa reflexión que busca transformación, al tiempo que forma parte de 
una reproducción cultural. 
¿Qué se entiende por conciencia ambiental? Más allá de diagnosticar la efectividad 
del proceso de concientización en la realidad o de dictar lo que debería de ser, se busca 
indagar en la forma en que se manifiesta discursivamente en el ámbito social y reflexionar 
sobre su utilidad. 
Para ello, nos adentraremos en el discurso público expresado en un medio de 
comunicación específico: el periódico. La ventaja de hacer un análisis periodístico sobre las 
menciones de conciencia ambiental radica en varios elementos. Primeramente, está la 
representatividad, ya que en las notas periodísticas se plasman de manera intencional, pero 
también no intencional, las posturas asumidas por parte de los actores sociales involucrados 
en una situación específica, como lo son los conflictos ambientales. En segundo lugar, la 
mediante la prensa escrita se pueden reconstruir las expresiones de épocas pasadas y lo 
acontecimientos que las rodearon. En tercer y último lugar, tenemos la selectividad social, 
pues la publicación de una nota implica la distinción entre lo que es importante y lo que no 
para una sociedad en un contexto concreto. 
Con esto no se quiere decir que el panorama ofrecido por el periodismo sea 
objetivo, todo lo contrario. No obstante, a pesar de estar influida por distintos factores, la 
labor periodística ofrece una mirada valiosa para el estudio social al constituirse como una 
arena pública en donde se confrontan diversas posturas en torno a un tema, dándonos 
indicios sobre la interacción entre los distintos sectores de la sociedad. 
Tomando como base el término de campo ambiental propuesto por Antonio Azuela 
–definido como ese espacio social en donde distintos actores desde diversas posturas 
abordan los problemas ambientales y generar respuestas ante estos– el análisis periodístico 
realizado también constituye un esfuerzo por reconstruir el debate ambiental en México de 
las últimas dos décadas. 
En este caso, se escogieron dos periodos a analizar, que comprenden los años de 
3 
 
1995 a 1996 y de 2010 a 2011. Lo interesante de los dos periodos escogidos es lo que 
representan: por un lado, el primero es una época en donde lo ambiental empieza a 
consolidarse como un tema políticamente importante para el estado mexicano, mientras que 
el segundo, representa la afirmación de lo ambiental en múltiples campos de la sociedad 
mexicana. 
Es evidente, que el ascenso del ambientalismo en nuestro país está determinado 
primordialmente por el ámbito internacional, no obstante, se puede afirmar que es en la 
década de los noventa que, tanto en el ámbito político como en el social, lo ambiental 
comienza a cobrar una fuerza propia. 
Tomando en cuenta lo anterior, los principales objetivos de este trabajo son: 
 
 Adentrarse en los discursos en torno a la noción de conciencia ambiental dentro del 
ámbito periodístico mexicano mediante la revisión de diversas notas relativas a la 
temática ambiental, en los periodos comprendidos de 1995-1996 y 2010-2011, 
 Reconocer patrones y diferencias en el uso social de dicho discurso mediante un 
análisis sistemático. 
 Dar cuenta de las transformaciones de dicho discurso a lo largo del tiempo y 
caracterizarlas. 
 Relacionar las dichas variaciones del discurso con los cambios en el contexto social 
y ambiental. 
 Reconstruir el debate ambiental en México de las épocas analizadas. 
 Reflexionar sobre el vínculo entre la conciencia ambiental y el cambio social en 
México. 
 
El primer capítulo consiste en una revisión histórica de los acontecimientos que se 
considera, que propiciaron el desarrollo del discurso de la conciencia ambiental. Se aborda 
principalmente el surgimiento de los movimientos ambientalistas de la década de 1960 en 
Europa y Estados Unidos, la manifestación de estas ideas en el contexto mexicano, así 
como los acontecimientos ambientales, sociales y políticos que acompañaron este proceso. 
En el segundo capítulo se hace un recorrido sobre las diversas formas en que las 
ciencias sociales, y particularmente la sociología han abordado la temática ambiental, 
4 
 
aterrizándolo en una breve revisión del abordaje sociológico de la conciencia ambiental, y 
expresando la importancia de la perspectiva constructivista para el desarrollo de esta 
investigación. 
En el tercer capítulo, se expone la metodología a usar para el análisis periodístico, la 
cual se basa en algunos elementos analíticos de la teoría fundamentada, de la cual se hace 
una breve revisión. 
En el cuarto capítulo se exponen los resultados obtenidos, expresados cuantitativa y 
cualitativamente; finalizando con las conclusiones e interpretaciones de dichos resultados. 
 
5 
 
CAPITULO 1. LA CONCIENCIA 
AMBIENTAL COMO DISCURSO. UNA 
REVISIÓN HISTÓRICA. 
 
La noción de una conciencia ecológica o ambiental tal como se conoce en la 
actualidad, tiene sus raíces en los movimientos e ideas ecologistas que surgieron en la 
década de 1960 en los países desarrollados. Es imposible determinar una fecha exacta o 
adjudicarlo a algún movimiento en particular, pero lo cierto es que es producto de la 
sensibilidad específica de un tiempo. 
Independientemente del término utilizado -conciencia ecológica, conciencia 
ambiental, conciencia medioambiental
1
- y de las diversas significaciones que estos pueden 
tener, el interés primordial de este capítulo es dar cuenta de las condiciones sociohistóricas 
que permearon el discurso en torno a dicho concepto y caracterizarlo a partir de la 
importancia que éste adquiere con relación a los planteamientos acerca de una 
transformación en el ámbito político y social en materia medioambiental dentro de las 
sociedades modernas. 
La noción de conciencia ecológica se deriva de una sensibilidad específica de un 
momento histórico a partir del cual los problemas ambientales revolucionaron las agendas 
políticas del mundo. Desde la década de 1960, la preocupación por el medio ambiente deja 
de ser exclusiva de los círculos de especialistas (científicos, administradores, grupos 
ambientalistas) y pasa a ser un asunto de interés público. 
Esto no significa que la consideración por el medio ambiente sea exclusiva de ésta 
época, pero sí es a partir de ésta que los discursos ambientalistas adoptan un enfoque 
mucho más político. Además del ya conocido amor por la naturaleza y las tendencias 
preservacionistas y conservacionistas de finales del siglo XIX, el nuevo ambientalismo 
(McCormick, 1991) se caracterizó por un activismo fundado en un cuestionamiento de la 
vida derivado del miedo a los efectos negativos de la actividad humana en el medio 
 
1 Para fines prácticos, se usará indistintamente cualquiera de los términos mencionados. Lo anterior en razón a que el 
objeto de este trabajo no es fijar unconcepto sobre lo que debe ser la conciencia ambiental o ecológica sino estudiar 
los discursos en torno a esta idea. 
6 
 
ambiente. 
La emergencia de estas nuevas organizaciones y movimientos ambientalistas que 
buscan un cambio fundamental en los valores e instituciones de las sociedades industriales 
está enmarcada en un nuevo contexto social, más que en los daños ambientales per se. Por 
lo tanto, el desarrollo del discurso moderno de la conciencia ecológica está estrechamente 
ligado a los acontecimientos que hicieron de los problemas ambientales, conflictos sociales. 
Está claro que la conciencia de los hombres acerca de su entorno natural y de los efectos 
que causa en este no es nueva, sin embargo, como discurso adquiere un nuevo sentido. 
 
1.1 CONTEXTO INTERNACIONAL 
 
Para comprender el surgimiento y desarrollo de la noción moderna de conciencia 
ambiental es necesario seguir el desarrollo del ambientalismo que surgió en los países 
desarrollados –Estados Unidos y Europa principalmente– y los acontecimientos que lo 
delinearon. Se entiende aquí por ambientalismo como “la emergencia, desde finales de la 
década de 1960, de un creciente interés público acerca del estado del planeta, nuevas ideas 
políticas acerca del medio ambiente y un movimiento político de las masas.” (Carter, 2001, 
p. 3) 
Ante el bienestar económico de la década de 1950 emerge la cuestión de los límites 
del crecimiento (limits to growth) y la justicia social. La frustración frente a las posturas 
gubernamentales y el desencanto del bienestar material condujo a reafirmar la creencia 
entre algunos grupos sociales (estudiantes, clase media) en la acción directa como vía para 
reclamar la atención en asuntos como la paz o los problemas ambientales, así como el 
cambio de valores sociales. 
Asimismo, en un contexto de posguerra, los peligros nucleares se hicieron más 
evidentes para el ojo público. La carrera nuclear entre las distintas potencias del momento 
(Estados Unidos, Francia, La Unión Soviética, Inglaterra, etc.) y ciertos acontecimientos 
derivados de ésta, como las pruebas nucleares en el Atolón Bikini o en la Isla Navidad en 
Australia por mencionar algunos, no sólo pusieron en marcha intentos por regularizar y 
vetar dichas pruebas
2
 sino que familiarizaron a la mayoría de la gente en el mundo 
 
2 Primera Conferencia Internacional sobre la Utilización de la Energía Atómica con Fines Pacíficos (Ginebra, 1955), 
Tratado de la Prohibición parcial de Pruebas Nucleares (Partial Test Ban Treaty, ratificado en 1963) 
7 
 
occidental con los riesgos latentes de la tecnología, así como con la idea de que la 
contaminación ambiental podía ser ilimitada y estar al alcance de todos. 
En 1962, se publica un libro considerado como uno de los impulsores de la 
revolución ambientalista, Silent Spring de Rachel Carson. Aun cuando no fue la primera 
publicación relativa al impacto ambiental, lo crucial de este libro fue que hizo traspasar la 
divulgación científica de los círculos académicos y técnicos, llevando a la arena pública los 
efectos de los pesticidas. Esto condujo a un incremento en la conciencia pública sobre las 
implicaciones y costos de la actividad humana e impactó directamente en la configuración 
de las políticas relativas al control de las sustancias usadas en los pesticidas en Estados 
Unidos y en el mundo. 
Sumado a esto, la publicidad que tuvieron algunas catástrofes ambientales ocurridas 
a finales de los sesentas y principios de los setentas acrecentó la sensibilidad pública hacia 
los problemas ambientales. Derrames y explosiones de petróleo
3
, catástrofes industriales 
causantes de alarmantes daños a la salud
4
 y accidentes nucleares hicieron evidente la 
vulnerabilidad de los gobiernos y de la ciencia para responder ante este tipo de desastres. 
(Cruz, 2010). Esto dio un giro a la manera en que se percibían estos asuntos: ya no era sólo 
una cuestión de cuidar la naturaleza sino de pensar en las consecuencias negativas del 
desarrollo y la industrialización para la humanidad. 
Por su parte, la emergencia de grupos ecologistas en los países desarrollados se 
remonta a finales del siglo XIX con el surgimiento de grupos interesados en la 
conservación de la vida salvaje y la preservación de recursos naturales y los paisajes, 
siendo los más representativos de esta época Sierra Club (1892), National Audubon Society 
(1905), National Trust (1895), Royal Society for Protection of Birds (1904) y 
Naturschutzbund Deutschland (1899). Sin embargo, es a partir de la década de 1960 que 
estos se internacionalizan y diversifican sus objetivos y modus operandi. En esta época 
surgen grupos como el World Wildlife Fund (1961), Greenpeace (1969), Enviromental 
Defense Fund (1967), Natural Resources Defense (1970), Friends of Earth (1971), entre 
otros. 
 
3 En 1967, el buque superpetrolero Torrey Canyon encalló cerca de las islas Sorlingas en el Reino Unido provocando un 
derrame de crudo en el océano, siendo éste el primer desastre ambiental de este tipo. Posteriormente, se suman 
accidentes como el derrame petrolero en Santa Bárbara, California (1969); y posteriormente en el panorama nacional 
el de la plataforma Ixtoc I en Campeche (1979), entre otros. 
4 “El mal de Minamata” causado por la concentración de Mercurio en las aguas Marinas derivada de las industrias 
químicas en la Bahía de Minamata, Japón (1930-1960's aprox.); la nube de dioxina en Seveso, Italia (1976). 
8 
 
Los movimientos emergentes en la década de los años sesenta vinculados 
principalmente con cuestiones de justicia social también fueron determinantes en la 
emergencia del ambientalismo en occidente. El movimiento por los derechos civiles en 
Estados Unidos derivado de la segregación racial fue importante porque innovó el 
activismo político mediante la adopción de nuevas tácticas de participación en la resistencia 
contra el racismo y porque logró transformar las preocupaciones de una generación, no solo 
de negros, sino de gente joven en general, a partir de una visión en donde las metas a 
alcanzar no eran consideradas como intereses privados, sino públicos. El ambientalismo, 
desde este enfoque, fue tachado de ser un movimiento elitista y no revolucionario al darle 
importancia en un principio a cuestiones como la preservación de la flora y fauna que no 
eran consideradas causas esenciales, en contraste con temas como la pobreza y la 
desigualdad. No obstante, a pesar de que el movimiento de los derechos civiles y el nuevo 
ambientalismo no compartían ciertos valores, es a partir de esta confrontación que este 
último empieza a incorporar consideraciones sociales, como la distribución equitativa de 
los recursos y la calidad de vida, como un elemento esencial para el rescate del 
medioambiente, impulsando también el empoderamiento de la sociedad civil ante el poder 
político para la causa ambientalista. 
En el ámbito científico, la necesidad de acrecentar la certidumbre se vio impulsada 
por la internacionalización de la actividad científica. Destaca el lanzamiento del Programa 
Biológico Internacional (IBP por sus siglas en inglés) entre 1964 y 1974 (The National 
Academies, 2011), el cuál buscaba profundizar en el campo de la ecología de los 
ecosistemas con el propósito de plantear estrategias fundamentadas en la biología para un 
mejor manejo de los recursos naturales; todo ello con el fin de garantizar el bienestar 
humano
5
 (Sargent, 1965). Posteriormente, en 1970 la UNESCO retoma los esfuerzos del 
IBP, y surge el Man and Biosphere Program (UNESCO, 2011), orientado a la protección de 
la biodiversidad mediante la delimitación de reservas de la biosfera que son lugares 
considerados representativos de los ecosistemas terrestres, monitoreados e investigados por 
especialistas. Este cooperativismo científico, además de ser un primerintento de respaldar 
científicamente al nuevo ambientalismo, fue también un factor que influyó en la posterior 
institucionalización del mismo. 
 
5 En un artículo del International Journal of Biometeorology del año 1965 se menciona lo siguiente: “The broad 
objective of the program is “Biological productivity and the Welfare of Man.” 
9 
 
En este sentido, la internacionalización de la temática ambiental también se da a 
partir del surgimiento de diversos proyectos, fundaciones y programas que fomentaron la 
cooperación internacional para la protección de la naturaleza vista por un lado, como 
patrimonio de la humanidad y por otro, como el elemento fundamental para el desarrollo 
humano. La protección patrimonial de la naturaleza se acuerda por primera vez en una 
conferencia realizada en Washington en 1965, de la cual deriva la Fundación del 
Patrimonio Mundial para proteger las zonas naturales y paisajísticas del mundo y sitios 
históricos; luego en 1968 la Unión Mundial para la Conservación desarrolló una serie de 
propuestas similares que fueron presentadas en la Conferencia de las Naciones Unidas 
sobre el Medio Humano en Estocolmo en 1972, a partir de las cuales se adopta en París en 
ese mismo año la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y 
Natural. 
La Conferencia de Estocolmo es un hito a nivel mundial en materia ecológica pues 
se introduce por primera vez, en la agenda política internacional, la dimensión ambiental 
como limitante del crecimiento económico y se reconoce la interdependencia del hombre 
con su entorno natural y no solamente cultural. En la Declaración de Estocolmo se 
establecen 7 afirmaciones: 1. Que el hombre como obra y artífice, depende del medio 
humano para vivir (naturaleza / cultura), 2. Que el mejoramiento del medio humano debe 
ser visto como un asunto esencial que atañe al mundo entero, 3. Que es necesario 
reflexionar acerca de la capacidad que tiene el hombre para transformar su medio, ya que 
ésta puede conducir tanto al progreso como a daños incalculables, 4. Que el medio humano 
se ve afectado por la pobreza en los países subdesarrollados, y por la industrialización en 
los países desarrollados, 5. Que el crecimiento demográfico constituye un problema para la 
conservación del medio ambiente por lo que son necesarias una serie de medidas como el 
progreso social y el desarrollo científico y tecnológico, 6. Que es necesario orientar las 
acciones humanas en razón a las consecuencias que pueden traer para el medio y finalmente 
7. que los ciudadanos, las comunidades, las empresas y las instituciones deben aceptar su 
responsabilidad por el medio ambiente (ONU, 1972). Lo relevante de esto es que por 
primera vez, un organismo de política internacional reconoce la importancia de lo social y 
cultural para la resolución de los problemas ambientales. 
De Estocolmo también surge el Programa de Naciones Unidas para el Medio 
10 
 
Ambiente (1972) con el objetivo de dar seguimiento a los acuerdos realizados en 
Estocolmo, siendo sus tareas fundamentales la evaluación del estado del medio ambiente, la 
implantación de un desarrollo económico y social que este equilibrado con la protección del 
medio ambiente mediante la creación de un marco jurídico internacional y el seguimiento a 
los acuerdos internacionales en materia ambiental. 
Aunado a esto, en 1968 se reúnen en Roma un conjunto de científicos, políticos y 
hombres de negocios para discutir sobre las problemáticas relacionadas con el crecimiento 
poblacional, los patrones de consumo y la creciente interdependencia mundial. Un año 
después surge el Club de Roma como una asociación que tiene como objetivo identificar los 
problemas considerados como determinantes del futuro de la humanidad y el planeta, la 
evaluación de las distintas posibilidades de acción, la propuesta de soluciones prácticas, así 
como la difusión del conocimiento y los nuevos puntos de vista entre la sociedad y los 
líderes para estimular el debate y la acción. El primer informe dado a conocer por dicha 
organización se titula Los límites del crecimiento (1972) en donde se plantea a partir de los 
resultados de una simulación informática, que de continuar de manera exponencial el 
incremento de la poblacional, de la producción de alimentos y de la huella ecológica, se 
alcanzarían los límites absolutos de crecimiento de la tierra durante los próximos cien 
años (The club of Rome, 1972). 
Posteriormente, la temática ambiental se volvió común en la política internacional 
destacando acontecimientos como la proclamación de la Carta Mundial de la Naturaleza 
(1982) en donde se reconoce el vínculo entre el deterioro ambiental y el debilitamiento de 
las estructuras económicas y sociales; el informe conocido como Nuestro Futuro Común 
hecho por Gro Harlem Brundtland para la ONU en donde por primera vez se plantea el 
término de desarrollo sustentable; la Conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo 
realizada en Río de Janeiro en 1992 de donde surge la Declaración de Río y la Agenda 21 
en donde se reconoce el derecho a un medio ambiente sano y la obligación de los gobiernos 
de fomentar políticas regidas por la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente; así 
como la Declaración de Nairobi mediante la que se consolida el PNUMA como la principal 
autoridad ambiental a nivel mundial, entre otros muchos más. 
 
 
11 
 
1.2 CONTEXTO NACIONAL 
 
En México, la tematización pública del medio ambiente está marcada en mayor o 
menor medida por los acontecimientos hasta aquí mencionados, no obstante, no se puede 
dejar de lado la particularidad de la construcción y apropiación de los problemas 
ambientales dentro de la sociedad mexicana. 
Al igual que en la mayor parte del mundo occidental, la principal preocupación 
ambiental dentro del ámbito público en México comenzó siendo la contaminación, pero a 
diferencia de Estados Unidos o Europa en donde surgieron grandes movilizaciones 
ambientalistas, en México los que ejercían presión sobre las autoridades para la inclusión 
de la temática ambiental dentro de las agendas políticas fueron en principio sólo un 
reducido grupo de académicos, científicos, funcionarios y algunos ciudadanos preocupados 
principalmente por la salud humana, la conservación y el aprovechamiento de los recursos 
naturales del país. 
Durante la segunda mitad de la década de los setenta, los esfuerzos de la clase 
política están encaminados al desarrollo económico de la nación, por lo que la inclusión de 
la problemática ambiental dentro de la agenda gubernamental se debe a que se le 
consideraba una amenaza a la estabilidad económica. En el marco de la creación del Club 
de Roma y la publicación del informe Los límites del crecimiento, el presidente Luis 
Echeverría (1970-1976) manifestó que los problemas del medio ambiente en México no se 
debían a una sobreexplotación de los recursos naturales, sino a la falta de desarrollo y 
crecimiento económico (Simonian, 1998). 
Desde esta perspectiva, los problemas ecológicos tienen su origen en el 
subdesarrollo y no tanto en los efectos de la excesiva industrialización con la que se 
pretendía llevar adelante la economía del país. De tal modo, las soluciones propuestas 
estaban orientadas a paliar la contaminación mediante la tecnología, supeditando cuestiones 
como la conservación de los recursos naturales a las posibilidades económicas del país. 
El 23 de marzo de 1971, durante el sexenio del presidente Luis Echeverría, se crea la 
“Ley para prevenir y controlar la contaminación”, y posteriormente el 17 de septiembre 
del mismo año surge el “Reglamento para la prevención y control de la contaminación 
atmosférica originada por la emisión de humos y polvos”, los cuales constituyen los 
primeros esfuerzos de legislación en materia de contaminación en México. Destacan las 
12 
 
medidas impuestasal sector industrial como la obligatoriedad para la instalación de 
tecnología anticontaminante, el registro de industrias ante el gobierno y la creación de un 
mecanismo para realizar denuncias ciudadanas de contaminadores. Se encomienda a la 
Secretaría de Salubridad y Asistencia la formulación de las políticas en materia ambiental, y 
también se crea una comisión intersecretarial encargada de la coordinación de dichos 
programas. En materia de educación ambiental, la Secretaría de Educación Pública incluyó 
la temática dentro de los planes de estudio a nivel primaria y secundaria. 
En 1972 se crea la Subsecretaría para el Mejoramiento del Ambiente al mando de 
Manuel López Portillo y Ramos, quien posteriormente en 1982 promovió la Ley Federal de 
Protección al Ambiente a partir de la cual el gobierno se involucra más en la protección y 
gestión ambiental al tener la facultad de cerrar industrias contaminantes y sancionar a los 
responsables. 
En la década de 1980, la temática ambiental comenzó a cobrar mayor importancia en 
el ámbito político. En su campaña presidencial de 1982, Miguel de la Madrid incorpora los 
problemas ambientales como un tema a tratar dentro de su gestión presidencial. Durante su 
gestión destacan la creación de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) y 
la Comisión Nacional de Ecología en 1985, así como la promulgación de la Ley General de 
Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) en 1988. Dicha ley constituye un 
elemento fundamental de la política ambiental de México, ya que a partir de ella se 
consolidan las facultades legales del Estado para incidir en materia de gestión, 
aprovechamiento y protección del medio ambiente. 
Independientemente del grado de efectividad de las medidas tomadas, para finales de 
los años ochenta ya hay en nuestro país un reconocimiento político consolidado en torno a 
las cuestiones ambientales. Durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, se 
afirmó la idea de que el progreso económico no era contrario al cuidado del medio 
ambiente. Destacan la creación de la Comisión Nacional de Agua (1989), la 
implementación del programa “Hoy no circula” (1989), el cierre de la Refinería “18 de 
marzo” (1991), la creación del Instituto Nacional de Ecología y la Procuraduría Federal de 
Protección al Ambiente (1992), la firma del Acuerdo de Cooperación Ambiental de 
América del Norte (1993) y la posterior creación de la Comisión de Cooperación Ambiental 
de América del Norte (1994). 
13 
 
A partir de 1994 con la entrada de Ernesto Zedillo a la presidencia, la política 
ambiental mexicana estuvo permeada por el discurso del desarrollo sustentable. El objetivo 
gubernamental en materia ambiental durante este sexenio fue que el Estado, además de 
regular, promoviera una cultura ambiental dentro del ámbito económico a partir de una 
serie de medidas como la obligatoriedad del uso de infraestructura ambiental dentro del 
sector productivo, incentivos fiscales, etc. Otros de los temas relevantes de la política 
ambiental de Zedillo fueron el ordenamiento territorial basado en criterios ambientales, el 
aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, el saneamiento urbano, la 
restauración ecológica, el cuidado de la biodiversidad, la consolidación, integración y 
cumplimiento de la normatividad ambiental, corresponsabilidad y participación social en 
materia ambiental, así como el fomento de una cultura ambiental preventiva mediante la 
información, capacitación y comunicación; todo lo cual se vio reflejado en la reforma hecha 
a la LGEEPA en 1996. 
Durante el sexenio de Vicente Fox, la política ambiental siguió con la línea del 
desarrollo sustentable por lo que la problemática ambiental formó parte de la política social 
y económica. Por una parte, el quinto eje rector de la política social plasmada en el Plan 
Nacional de Desarrollo 2001-2006 asignaba al gobierno la tarea de “construir una cultura 
ciudadana de cuidado de medio ambiente y estimular la conciencia de la relación entre el 
bienestar y el desarrollo en equilibrio con la naturaleza.” (México. Presidencia de la 
República, 2001-2006). Por otro lado, dentro del ámbito económico se buscaba crear las 
condiciones para un desarrollo sustentable basándose en el adecuado aprovechamiento de 
los recursos, la descentralización de la gestión ambiental, la innovación, la investigación 
científica, educación ambiental y el control de la contaminación. 
Con Felipe Calderón, la temática ambiental se vuelve un eje central en la política 
dejando de estar supeditado a la política económica y social
6
.Con su planteamiento de un 
Desarrollo Humano Sustentable, el medio ambiente se vuelve un elemento fundamental 
para el bienestar económico y social. Los objetivos centrales de su política ambiental se 
enmarcan en la idea de sustentabilidad guiada por tres líneas de acción: el aprovechamiento 
racional de los recursos naturales, protección al medio ambiente y el fomento a la 
educación y al conocimiento en materia ambiental. Las principales preocupaciones de la 
 
6 Conforma el Eje 4 del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 bajo el nombre de Sustentabilidad Ambiental 
14 
 
actual administración gubernamental giran en torno a la adecuación y cumplimiento 
efectivo de los marcos normativos y legales en la materia, la conciliación entre el sector 
productivo y el medio ambiente, la “valorización” de los recursos naturales, así como el 
combate a la pobreza como factor de deterioro ecológico. En lo que respecta a la educación 
y conocimiento, se enfatiza la importancia del desarrollo científico en nuestro país, así 
como la inserción de información ambiental en el sector educativo. 
En este sentido, una de las estrategias planteadas en el PND es la de diseñar e 
implementar mecanismos políticos para la difusión y valorización de la riqueza ecológica 
de nuestro país: “Se requiere fomentar una mayor participación ciudadana en la atención de 
la problemática ambiental mediante proyectos que ayuden a generar conciencia social e 
instrumentar mecanismos de política que den a conocer y lleven a valorar la riqueza natural 
del país” (México. Presidencia de la República, 2007-2012). 
Paralelamente al desarrollo de la política ambiental en nuestro país, dentro del 
ámbito social, la insatisfacción popular por la contaminación del ambiente (sobre todo en 
las grandes urbes) y una mayor difusión de los temas ambientales por parte de los medios 
de comunicación propiciaron una mayor movilización por parte de la población en torno a 
las problemáticas ambientales. 
En la década de 1970, comenzaron a haber movilizaciones de pobladores, 
trabajadores, y colonos en torno a conflictos que involucraban riesgos para la salud, 
deterioro y destrucción de ecosistemas o hábitats naturales, extinción de ciertas especies de 
flora o fauna, o bien, relacionados con el proceso creciente de urbanización en las ciudades. 
En algunos casos, surgieron de manera emergente grupos colectivos encausados a actuar 
para una causa particular. 
Si bien, dichas movilizaciones no eran exclusivamente de carácter ambiental, son el 
precedente de las posteriores organizaciones civiles ambientalistas en nuestro país y 
propiciaron la tematización pública y el reconocimiento de ciertas problemáticas 
ambientales como la contaminación, la degradación y explotación de los recursos naturales 
y los vacíos gubernamentales en materia política y legal. 
Es hacia la década de los ochenta que se empiezan a constituir de manera formal 
asociaciones dedicadas a defender la causa ambiental. La mayoría asumen una postura de 
protesta y oposición contra medidas y proyectos gubernamentales y privados que fuesen 
15 
 
considerados como dañinos para el medio ambiente, la salud o los ecosistemas. 
Entre las primeras intervenciones de dichas organizaciones civiles se encuentranla 
oposición contra el programa de reordenación urbana y protección ecológica en el D.F., la 
protesta contra la extensión del aeropuerto capitalino hacia el Lago de Texcoco, la 
movilización de colonos en distintas partes de la ciudad (Ajusco, Coyoacán) para mejorar la 
calidad de vida en sus colonias, entre otros. 
El número de asociaciones civiles de corte ambientalista se incrementa 
significativamente en este periodo
7
. Destacan: Pro Mariposa Monarca (1980), Pronatura 
(1981), Biocenosis (1982), Asociación Ecológica de Coyoacán (1982-83), el Movimiento 
Ecologista Mexicano (1984), Grupo de los 100 Artistas por la Ecología (1985), Amigos de 
Sian Ka‟an (1986) y Alianza Ecologista Nacional (1986)
8
. 
Las organizaciones comenzaron a conjuntar esfuerzos y a establecer canales de 
comunicación y organización. En un primer intento de cooperación, surge la Red 
Alternativa de Eco-comunicación en 1984, y un año después en 1985 se lleva a cabo el 
Primer Encuentro Nacional de Ecologistas, el cuál desde una postura que responsabiliza al 
gobierno en turno y al modelo económico predominante de la crisis ambiental, crea una 
agenda ambientalista en la que predominan temas como la detención de la conurbación, la 
descentralización, la defensa de los bosques tropicales, fortalecimiento de lazos entre las 
ONG, así como la participación social en la resolución de problemas ambientales. También 
de esta reunión, surge el Pacto de Grupos Ecologistas (1986) el cual constituyo “un foro de 
análisis, acción y concertación para la defensa de los recursos naturales de México y para la 
búsqueda de una sociedad más justa y en armonía con la naturaleza.” (Sánchez, 2006). 
Posteriormente, en 1988 se hace el Primer Manifiesto Ecologista en Defensa de la Nación y 
por un desarrollo justo, armónico y sustentable; el cuál recoge distintas percepciones y 
trabajos de los ecologistas mexicanos. 
Organizado por la Unión de Grupos Ambientalistas
9
 (UGAM), en el año 2002 se 
lleva a cabo el Segundo Encuentro Nacional de Ecologistas con el propósito de fortalecer 
los lazos entre las ONG‟S, así como el de hacer una serie de demandas al gobierno entre las 
 
7 Oficialmente no existen estadísticas que puedan dar cuenta del incremento de dichas asociaciones. Sin embargo, en la 
bibliografía consultada, se hace énfasis en dicho aumento. 
8 De la que posteriormente derivarían el Partido Verde Mexicano (PVM) en 1986, el cual no obtuvo el registro y el Partido 
Verde Ecologista de México (PVEM) en 1991. 
9 Constituido en Agosto del 1993 
16 
 
que se encuentran una mayor participación social en la toma de decisiones en materia 
ambiental, la creación de una política para el uso de energías alternativas y renovables, la 
implementación de diversas medidas para garantizar la seguridad alimentaria en nuestro 
país y la realización de consultas públicas en el proceso de reforma de las leyes ambientales 
(Alanís, 2002). 
Otra asociación civil importante es el Centro Mexicano de Derecho Ambiental 
(1993) que surge de la unión de varios abogados interesados en el cumplimiento de las 
leyes ambientales en nuestro país como vehículo para la protección del medio ambiente, 
jugando un papel relevante en los debates públicos e institucionales en materia de 
legislación ambiental. 
Por otra parte, la internacionalización de la temática ambiental también fue 
determinante para la política y las organizaciones ambientalistas mexicanas, ya que el 
reconocimiento de la temática ambiental se vio fortalecido por la adhesión a convenios, 
tratados, protocolos, convenciones y acuerdos bilaterales y multilaterales, y por la 
consecuente presión internacional derivada de esto mismo. Con esto, México asume una 
responsabilidad ya no sólo ante sus habitantes, sino ante el mundo. Las temáticas son 
variadas: protección de flora y fauna, regulación de la contaminación y los desechos, 
gestión de hidrocarburos, prevención de accidentes relacionados con hidrocarburos y 
desechos tóxicos, vinculación para el desarrollo científico y tecnológico, etc.
10
 
 
1.3 LA CONSTITUCIÓN DEL DISCURSO 
 
De manera general, los acontecimientos hasta aquí expuestos pueden considerarse 
como el comienzo de la “cotidianización” del debate ambiental dentro de las sociedades 
modernas, en los ámbitos de la ciencia, la política y la opinión pública. 
Retomando el planteamiento de Antonio Azuela, surge un campo ambiental que se 
define como “un espacio social en el que entran en juego actores sociales con diferentes 
<<disposiciones>> frente a lo que todos reconocen en principio como problemas ambientales 
 
10 En el informe sobre medio ambiente presentado por el Centro de Estudios de la Opinión Pública de la Cámara de 
Diputados se muestran las siguientes cifras: “[…] nuestro país ha firmado 77 tratados internacionales o acuerdos 
interinstitucionales en materia de medio ambiente, de ellos, hasta 1969 se firmaron 3, 10 durante la década de 1970, 
23 durante la década de 1980, 40 durante la década de 1990 y 1 más en el año 2000.” (Centro de Estudios Sociales y 
de Opinión Pública, 2006) 
17 
 
[…en el cual] se elaboran (se procesan) todas las respuestas sociales de la crisis ambiental.” 
(Azuela, 2006, p. 15) 
El discurso sobre una conciencia ambiental está estrechamente ligado con la 
emergencia de este nuevo campo social, pues constituye una respuesta socialmente 
construida ante las problemáticas ambientales. 
Hablar de conciencia ecológica implica una jerarquización sobre la temática que 
debe ser concientizada, así como la forma en que debe hacerse; por lo que este discurso 
pone de manifiesto distintas posturas presentes dentro del campo ambiental. 
Al mismo tiempo, el planteamiento de una conciencia ambiental pone de manifiesto 
el carácter social de los problemas ambientales ya que, independientemente de la definición 
que se le dé, el discurso está orientado a la resolución de un problema a partir de una acción 
que reside en el ámbito social o en el individuo visto como un ente social
11
. 
Por otra parte, esta nueva ola de preocupación por la temática ambiental se 
caracteriza por un replanteamiento de la relación entre los humanos y la naturaleza y la 
existencia de límites ecológicos para el crecimiento económico. 
En este sentido, el discurso de la conciencia ecológica tiene sus raíces en dos 
ámbitos: en lo moral y en lo político. Por un lado, está el discurso en donde la conciencia 
ecológica tiene que ver con el replanteamiento de la relación hombre-naturaleza a nivel 
filosófico, y por otro, está aquel enmarcado en la politización de la temática ambiental y 
que está vinculado con la constitución de una ciudadanía y una sociedad “verde”. 
1.3.1 Filosofía Verde 
 
La reflexión acerca de cómo debe ser la relación entre el hombre y la naturaleza ha 
estado presente en el desarrollo de las sociedades humanas. Hablar de filosofía ambiental 
implica reflexionar acerca de la relación humana con la naturaleza, la cual se define tanto 
por la condición orgánica del hombre que requiere “consumirla” para sobrevivir, como por 
la condición cultural que lo lleva a significar y preservar aquello que es considerado como 
valioso. El hacer esta distinción implica reconocer que el hombre interpreta su postura ante 
la naturaleza y la manera en que ésta determina la vida humana. 
 
11 Aun cuando el acto de tomar conciencia se defina como una acción realizada a nivel individual o como algo subjetivo, 
la intención de dicho discurso es un cambio de un paradigma establecido socialmente. 
18 
 
En las sociedades arcaicas, la concepción de la naturaleza era de carácter mítico por 
lo que estaba permeada por la experiencia religiosa. Para el hombre de las sociedades 
arcaicas, la naturaleza está estrechamente vinculada con lo sagrado,en tanto que era una 
manifestación del orden divino. La naturaleza es una hierofanía
12
 mediante la cual el 
hombre religioso puede tener contacto con ese orden trascendental, por lo que la veneración 
hacia ésta se da en función de lo sobrenatural. 
La naturaleza no es vista con ojos pragmáticos ni con una curiosidad intelectual, pues 
no es únicamente el ámbito de sus necesidades inmediatas ni está compuesta de objetos con 
características fijas o neutrales. Por el contrario, la naturaleza mítica es dramática, llena de 
cualidades emotivas y fluctuantes, en constante conflicto entre sí. El hombre primitivo lejos 
de dominar, busca reafirmar su sentimiento de pertenencia a esa unidad vital que es la 
naturaleza. Nos dice Ernst Cassirer: 
 
Para el sentir mítico y religioso, la naturaleza se convierte en una gran sociedad, la sociedad 
de la vida. El hombre no ocupa un lugar destacado en esta sociedad; forma parte de ella 
pero en ningún aspecto se halla situado más alto que ningún otro miembro (Cassirer, 1967, 
p.73). 
 
En el pensamiento religioso más avanzado, la individualidad se vuelve un elemento 
mucho más determinante dentro de la vida humana. Esto se refleja en una transformación 
de la visión de la naturaleza, en donde ésta pasa de ser el canal mediante el cual el hombre 
podía sentirse parte del todo, a ser una fuente de moralidad, de lo bueno, lo bello: la 
naturaleza es divina en tanto que es fuente de lo justo y lo legítimo. 
Esto sitúa al hombre como individuo en una posición mucho más activa en relación 
con la naturaleza. Desde el pensamiento mítico se vislumbra la obligación humana de 
cooperar con la naturaleza, pero es en el pensamiento religioso en donde esta cooperación 
depende más de los deseos individuales, que de un sentimiento unificador. Entra en juego 
un proceso de toma de decisión impregnado de una escisión entre lo bueno y lo malo. En 
otras palabras, desde la visión religiosa de la naturaleza, la hermandad entre el hombre y la 
naturaleza pasa de ser una obligación generalizada a una responsabilidad individual y el 
 
12 Para ahondar más en este tema ver: Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano (1977) capítulo III 
19 
 
vínculo entre hombre y naturaleza deja de ser místico y pasa a ser una cuestión de virtud. 
El pensamiento científico también se inserta dentro de esta nueva mentalidad mucho 
más individualizada, en donde el hombre ya no es parte de la naturaleza, sino que se opone 
a ella. Él es creador de su propio mundo. La trascendencia del hombre ya no está fuera de 
sí, sino en sí mismo, en su capacidad creadora; deja de estar atado a fuerzas ajenas a su 
voluntad impuestas por el sentimiento de una solidaridad vital indisoluble, dando paso a un 
individuo libre de elegir y construir su destino mediante su trabajo e intelecto. De acuerdo 
con Luis Villoro: 
 
El hombre trasciende su situación natural por estar abierto a posibilidades ilimitadas. No sólo es una 
trascendencia hacia lo sobrenatural sino, en este mundo, una recreación y reordenación de la 
naturaleza (Villoro, 2010). 
 
El pensamiento científico sortea la dificultad planteada por la incapacidad del 
hombre de anticiparse a los hechos mediante un determinismo metodológico, el cual le 
permitirá poder interpretar intelectualmente cualquier fenómeno por desconocido que éste 
sea para la experiencia humana. Esto rompe con la imagen de una naturaleza sobrenatural y 
emotiva, y la transforma en una materia homogénea regida por un orden intrínseco que sólo 
puede ser accesible mediante la razón. La ciencia busca conocer la realidad mediante 
“relaciones y propiedades cuantificables” (Villoro, 2010) y no únicamente sensibles, lo cual 
significó que la naturaleza deja de ser vista como un puente hacia lo trascendental, para 
volverse una fuente de verdades absolutas. 
Sin embargo, esto se ve trastocado por las consecuencias no deseadas de la actividad 
humana. Éstas transformaron la percepción de la ciencia y la naturaleza, ya que la ciencia 
dejó de ser infalible y la naturaleza se volvió objeto de una discusión ética. 
En este sentido, el debate ecologista empezó a girar en torno al tipo de valor 
otorgado a la naturaleza y a la relación que guardan los seres humanos con ésta. La 
distinción entre antropocentrismo y ecocentrismo, así como la discusión entre si la 
naturaleza tiene un valor instrumental, inherente o intrínseco
13
 constituyen los pilares de 
esa nueva ética naturalista. 
 
13 Neil Carter define como valor instrumental aquel que es valioso en tanto que es un medio para la consecución de un 
fin, como inherente aquel que es valioso aun cuando no sea útil para un fin y como intrínseco aquel valor “objetivo”, 
es decir, que tiene valor independientemente de que éste sea reconocido. 
20 
 
A raíz de esto, la discusión ambientalista ya no se trató únicamente de ver si la 
ciencia tenía la capacidad de solventar la escasez de recursos o el daño a la flora y la fauna, 
sino también tratar de compensar el rezago de los sistemas éticos existentes frente al 
desarrollo tecnológico y científico. Esto se tradujo en un replanteamiento de los derechos y 
obligaciones del hombre respecto a la naturaleza. 
Los asuntos clave de la filosofía ambiental, siguiendo a Neil Carter, se resumen en las 
siguientes preguntas: ¿Tiene la naturaleza un valor independiente de las necesidades 
humanas?, ¿Algunas partes de la naturaleza son más valiosas que otras?, ¿En qué 
fundamentos podrían los seres humanos tener deberes hacia el mundo natural? (Carter, 
2001, p. 35-36.) 
En torno a estos cuestionamientos se desarrolló una amplia gama de posturas que van 
desde el conservacionismo de recursos en beneficio del hombre hasta el extensionismo 
moral de Peter Singer y la ecología profunda de Arne Naess 
Esto sentó las bases de una moralidad ecologista, es decir, de una serie de principios 
que buscan marcar una serie de pautas de comportamiento a partir de distintas valoraciones 
sobre la naturaleza. A raíz de este replanteamiento moral surge la noción de una conciencia 
ambiental como un deber moral, siendo la ecología profunda en específico, un indicio 
fundamental para la constitución de dicho discurso. 
Esta propuesta surge formalmente en la década de los setentas (Naess, 1995), aunque 
tiene sus bases en los movimientos ambientalistas, pacifistas y de justicia social de los años 
sesentas. Su creador, Arne Naess, planteó una serie de conceptos que por un lado 
tipologizaban al ecologismo (shallow ecology / deep ecology), y por otro lado, hacían 
explícitas las preocupaciones, objetivos y metas de la ecología profunda (ecophilosophy / 
ecosophy,). 
La ecología profunda busca establecer un código de conducta basado en el valor 
intrínseco de la naturaleza y desarrollar una ética fundada desde el ámbito subjetivo a partir 
de una nueva conciencia ecológica que reorienta a los individuos a una nueva forma de ser 
y estar en el mundo. 
En principio, Arne Naess distingue la ecología profunda de los demás movimientos 
ecologistas a partir del reconocimiento de preocupaciones que van más allá de las 
problemáticas de contaminación y escasez de recursos. Nos dice: 
21 
 
Políticas ecológicamente responsables refieren sólo en parte a la contaminación y al 
agotamiento de recursos. Hay preocupaciones mucho más profundas que tocan los principios 
de diversidad, complejidad, autonomía, descentralización, simbiosis, igualitarismo y la 
abolición de clases (Naess, 1995). 
 
A raíz de esto, hace una caracterización de lo que él denomina movimiento de la 
ecología profunda y plantea una serie de principios básicos conocidos como La plataforma 
de la Ecología Profunda, a través de la cual brinda una formalidad normativa al 
movimiento. 
A nivel filosófico, plantea las nociones de ecofilosofía y ecosofía. La primeraconsiste 
en el estudio de la interrelación entre los organismos y su ambiente a partir de una 
aproximación conjunta desde la ecología y la filosofía; mientras que la segunda refiere a 
filosofías subjetivas de vida, conscientemente articuladas, fundamentadas en una 
identificación cercana con la naturaleza y orientadas a un equilibrio armónico con la 
misma. 
Naess sostiene que, más que la lógica y el conocimiento científico, es mediante la 
sabiduría intuitiva y la conciencia del inquebrantable del vínculo de los seres humanos con 
la naturaleza que se puede superar la crisis ambiental. De la adopción de esta ontología, la 
ética y la implementación de la misma en la práctica se dan por sí mismas. 
La conciencia ecológica, vista de esta forma, está vinculada con la internalización de 
ciertos principios como la unidad del hombre con la naturaleza y el valor intrínseco de la 
misma, algo similar a lo que sucedía en el pensamiento mítico. Para la ecología profunda la 
identificación de los individuos con la naturaleza fundamenta la obligación de los seres 
humanos de cuidar el ambiente. Esto constituye una de las bases del discurso de la 
conciencia ambiental moderna. 
1.3.2 Política verde 
 
Como ya se vio al principio de este capítulo, el medio ambiente es un tema que se 
ha ido posicionando paulatinamente en las últimas cinco décadas como un tema central en 
las agendas políticas y la opinión pública. En la búsqueda de transformaciones culturales 
22 
 
radicales, han surgido nuevas formas de participación social y nuevos intereses políticos 
orientados a solucionar los problemas ambientales en las sociedades contemporáneas. 
En estas nuevas condiciones, el discurso sobre una conciencia ambiental parece 
enraizarse en lo político en dos sentidos: por un lado, dentro del modelo político del 
desarrollo sustentable, y por otro, en el ámbito de los movimientos ambientalistas. 
El programa político del desarrollo sustentable tiene sus orígenes en la presentación 
del famoso informe Los límites del crecimiento, consistente en un estudio derivado de un 
modelo computarizado que analiza diversas variables como la producción industrial, el 
agotamiento de los recursos, la contaminación, la producción de alimentos y el crecimiento 
poblacional. Según dicho modelo, si se continuaba con el acelerado ritmo productivo y de 
crecimiento poblacional de las sociedades industriales, en 100 años se rebasaría la 
capacidad de carga la tierra. 
Este desalentador panorama impulsó la inclusión de temáticas ambientales dentro de 
las agendas políticas. Aunque posteriormente algunos de los diagnósticos de este informe 
fueron descartados por diversos motivos (hallazgo de nuevas fuentes de recursos, 
falibilidad del modelo utilizado, adaptación humana y desarrollo tecnológico), las nociones 
de finitud, interdependencia y exponencialidad se volvieron de gran relevancia dentro del 
debate político, en tanto que propició la reflexión sobre el vínculo entre el sistema 
económico y político dominante y sus dinámicas de crecimiento. 
En 1987, Gro Harlem Brundtland formaliza la noción de desarrollo sustentable en 
su informe Nuestro Futuro Común, definiéndolo como el desarrollo que satisface las 
necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las 
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. (Brundtland, 1987) 
Siguiendo a Neil Carter, existen infinidad de posibilidades de retomar el desarrollo 
sustentable dentro del ámbito político, no obstante, es posible identificar algunos principios 
comunes: la responsabilidad ecológica, la justicia social, la democracia participativa y la 
no violencia (Carter, 2001, pág. 45)
14
. 
En una primera instancia, la idea de responsabilidad ecológica está vinculada con la 
necesidad de un cambio de actitudes con respecto al crecimiento económico, el consumo, la 
 
14 Como el mismo Carter señala, esta caracterización se realiza con el propósito de identificar aquellos elementos que 
hacen distintivo al desarrollo sustentable como una tendencia política; por lo que sus fines son analíticos y no 
reduccionistas, pues se reconoce que esta jerarquización de principios está abierta a la discusión. 
23 
 
producción, entre otras cosas. Por su parte, la cuestión de la justicia social está vinculada 
con la justa distribución de riquezas entre los distintos estratos sociales –principalmente en 
términos de la cobertura de necesidades básicas- y con la idea de una justicia 
intergeneracional. La noción de la democracia participativa como modelo político 
sustentable se relaciona con la idea de que es necesaria la participación de la sociedad en su 
conjunto en la toma de decisiones políticas que afecten o involucren al medio ambiente 
(decisiones sobre los modelos productivos y económicos, por ejemplo). Finalmente, la no 
violencia surge como la oposición a la violencia internacional (guerras, armas nucleares) y 
al compromiso con la protesta pacífica. 
Naturalmente, existen diversidad de críticas sobre la pertinencia de estos principios 
a la hora de construir sociedades sustentables, sin embargo, considero que el discurso sobre 
una conciencia ambiental se nutre de dos de los principios recién mencionados: el de la 
responsabilidad ecológica y el de la democracia participativa. 
La responsabilidad ecológica está presente dentro del discurso de la conciencia 
ambiental en tanto que refiere a la transformación de actitudes, prácticas, políticas y/o 
modelos productivos fundamentados tanto en “razones” ambientales como morales. Esto 
es, en un primer plano, que se reconoce que el calentamiento global, la escasez de recursos 
o la extinción de alguna especie nos orilla transformar ciertos hábitos a partir del 
conocimiento de estos acontecimientos. Asimismo, existe también una fundamentación 
moral basada en la idea de que debemos cambiar esos hábitos dañinos o “antiambientales” 
en pos de nuestra bondad como seres humanos. Nos dice Carter: 
 
[…]los “verdes”
15
 identifican lo moral, tanto como lo ambiental, como razones para 
contrarestar el consumismo y cambiar nuestros estilos de vida. El hecho de que 
sobreconsumamos y degrademos el ambiente no sólo es malo para el ambiente, también es 
evidencia de que somos “malas personas”. (Carter, 2001, pág. 48) 
 
Por su parte, la democracia participativa vista como la necesidad de una 
descentralización política sustenta la idea de que la transformación de las sociedades 
modernas a sociedades más sustentables depende en gran medida de la participación 
ciudadana en la resolución de problemas ambientales o en la prosecución de la 
 
15 Refiriéndose de manera general a las políticas proambientalistas. 
24 
 
sustentabilidad ambiental. En estos términos, el discurso de una conciencia ambiental se 
llega a sostener no sólo de cuestiones ambientales y morales, sino también de cuestiones 
políticas que van desde asumir la responsabilidad como miembro de una comunidad 
política a estar informado de las principales problemáticas ambientales de su comunidad, 
por ejemplo. En otras palabras, el discurso de la conciencia ecológica adquiere una 
connotación democrática puesto que se vuelve un elemento básico para la constitución de la 
noción de ciudadanía dentro de las sociedades modernas. 
En suma, con la inserción de las temáticas ambientales en las agendas políticas, se 
empiezan paulatinamente a considerar los derechos y obligaciones que se deben tener hacia 
el medio ambiente como miembro de una comunidad política específica, lo cual implica 
reflexionar acerca de la relación entre el estado y sus ciudadanos. 
En este sentido, uno de los problemas latentes para la esfera política es la disyuntiva 
entre el obligar a la gente a tomar ciertas medidas o convencerlas mediante argumentos 
para cambiar sus actitudesy comportamientos en torno al ambiente. De este modo, el 
discurso sobre la conciencia ambiental emerge como una vía mediante la que el estado 
busca fomentar la responsabilidad entre sus ciudadanos, respaldada en la creencia de que la 
información se traduce en participación. 
Ahora bien, el discurso de una conciencia ambiental participativa también lo 
encontramos dentro del contexto de las agrupaciones ambientalistas. Los grupos ecologistas 
modernos se han caracterizado por un fuerte arraigo a la acción civil como medio para 
lograr cambios radicales. Esto conlleva ciertas implicaciones en el desarrollo discursivo de 
la conciencia ambiental. Por un lado, existe un discurso orientado a cohesionar a los 
miembros de las asociaciones que apela a una toma de conciencia sobre las 
responsabilidades que deben asumir a nivel personal como activistas, ya que ser miembro 
activo significa, en mayor o menor grado, un cambio de vida y la adopción de nuevos 
valores. 
Asimismo, la conciencia ambiental se vuelve una consigna dentro de las campañas 
de sensibilización pública acerca de los problemas ambientales en donde el objetivo 
principal es la formación de individuos informados y capaces de involucrase en acciones 
que conducen a la defensa de una determinada causa ambiental. Así, el discurso sobre la 
conciencia ambiental en el contexto de las movilizaciones ecologistas incide en la 
25 
 
constitución de una identidad “ecologista” por un lado, y por otro, en la formación de 
individuos involucrados en la resolución de problemas ambientales. 
En suma, el discurso de una conciencia ecológica, tanto en el ámbito gubernamental 
como en el de las asociaciones civiles ambientalistas, está vinculado con el fomento de la 
participación social en el viraje hacia una “nueva sociedad ecologista”, sea que esta se dé a 
partir del activismo, la difusión de información, o bien, mediante la participación 
ciudadana. 
Hasta aquí hemos visto que sea en el ámbito de lo político o de lo filosófico, detrás 
del discurso sobre una conciencia ecológica subyace la idea que ésta es un factor de cambio 
en materia ambiental. Sin embargo, ¿Cómo es que se procesa socialmente dicho discurso? 
Antes de responder a esta pregunta, en el siguiente capítulo veremos cómo es que la 
sociología ha abordado la cuestión de la conciencia ambiental. 
 
26 
 
CAPÍTULO 2. SOCIOLOGÍA Y 
CONCIENCIA AMBIENTAL 
 
Como se vio en el capítulo anterior, la temática ambiental ocupa un lugar importante 
en las sociedades contemporáneas. Aun cuando existan distintas interpretaciones y 
problematizaciones sobre el medio ambiente o naturaleza, parece que los problemas 
ambientales constituyen un punto de encuentro entre distintas posturas presentes en el 
ámbito social, tanto a nivel internacional como nacional. 
No es de extrañarse entonces, que la temática ambiental se volviese relevante para 
las ciencias sociales, y en particular para la sociología. Y tal como sucede en el ámbito 
social, también existen distintas interpretaciones desde las ciencias sociales acerca de 
dichos problemas y lo que los rodea. 
Este capítulo consiste en una primera parte, en una exploración por algunas de las 
perspectivas presentes en el panorama de las ciencias sociales sobre la temática ambiental, 
tomando como punto de partida la idea de interdependencia de lo social y lo natural. 
Esta idea ha estado presente en distintos momentos de las ciencias sociales, sin 
embargo, a finales de la década de 1960 y principios de la década de 1970, se da una 
transformación del enfoque con el que se analiza la relación sociedad-naturaleza. Ya no 
sólo se trata de considerar la influencia de lo natural en el desarrollo de las sociedades, sino 
también de abordar la construcción social de los problemas ambientales. 
La segunda parte consistirá en una recapitulación de algunas vías que la sociología 
ha tomado para el estudio de la conciencia ambiental y el desarrollo de los fundamentos y 
propuestas teóricas que respaldarán esta investigación. 
2.1 LA SOCIOLOGÍA Y SU APROXIMACIÓN A LO AMBIENTAL. 
 
Dentro del cuerpo teórico de las ciencias sociales en general, y la sociología en 
particular, encontramos una multiplicidad de enfoques desde los que se ha abordado el 
estudio de la relación sociedad-naturaleza. 
El estudio de dicho vínculo parece tener cada vez mayor importancia en el contexto 
27 
 
de las sociedades modernas puesto que las temáticas ambientales ocupan cada vez más un 
lugar central en el espacio social. Más que una toma de conciencia por parte de la 
sociología, se reafirma aquí que hubo un cambio en la perspectiva sociológica para el 
abordaje de lo ambiental influenciada por la agudización de los problemas ambientales y la 
emergencia del nuevo ambientalismo en la década de 1960. Por lo tanto, en este apartado 
está guiado por la siguiente pregunta: ¿cómo es que la sociología se ha enfrentado a la 
creciente emergencia de los problemas ambientales en el ámbito social? 
Existen múltiples posturas al respecto alrededor de la delimitación o no de una 
sociología ambiental, la escala de los estudios, la metodología, los conceptos y las 
explicaciones. En un principio está la discusión sobre si se debe delimitar lo ambiental 
como un campo disciplinario dentro de la sociología. En este sentido, existe la perspectiva 
de la aplicación de los enfoques sociológicos prexistentes para el análisis de temas 
ambientales (sociología de los problemas ambientales), y aquella que clama por “una 
verdadera sociología ambiental” (Buttel & Humphrey, 2002) basada en el estudio de las 
interacciones entre los fenómenos ambientales y los fenómenos sociales, fundamentado en 
premisas metodológicas o teóricas específicas. 
Riley E. Dunlap, William Michelson y Glenn Stalker en la introducción al libro 
Handbook of Environmental Sociology, afirman que dentro de toda esta variedad, el punto 
en común dentro de la denominada sociología ambiental es que todas estas perspectivas se 
centran en “el estudio de las interacciones socio-ambientales o de las relaciones entre 
ambiente y sociedad” (Dunlap & Stalker, 2002, pág. 10). 
De acuerdo a estos mismos autores, las tendencias centrales de la sociología 
ambiental pueden ser agrupadas por varios criterios entre los que se encuentran: la 
distinción entre ambiente natural (bosques, lo “salvaje”) y construido (ciudades, viviendas, 
lo “civilizado”), la orientación de las explicaciones sociológicas (el hombre impacta la 
naturaleza, la naturaleza impacta al hombre), el énfasis en la degradación o en el 
mejoramiento ambiental, el corte empírico o teórico de los estudios, la postura 
paradigmática (antropocéntrica-ecocéntrica), la fundamentación teórica (paradigma/teoría), 
entre otros. 
Asimismo, enumeran una serie de temáticas que consideran centrales dentro de la 
disciplina: La influencia y la reacción social ante el cambio ambiental (emergencia de 
28 
 
nuevas formas de organización social, nueva jerarquización de prioridades sociales, nuevas 
políticas públicas), el impacto de los desastres naturales en la vida humana, el impacto del 
desarrollo tecnológico y los procesos sociales que subyacen a esto, las dinámicas sociales y 
de comportamiento en torno a la conservación y disposición de desechos, el incremento de 
la conciencia pública y la diversidad de concepciones de las problemáticas ambientales, así 
como la influencia de la opinión pública (sean medios de comunicación, políticos o 
científicos) en la percepción de los problemas ambientales. 
Para Frederick Buttel y Craig Humphrey hay una doble determinación que 
caracteriza a la sociología ambiental. Dicen en su texto Sociological Theory and Natural 
Environment: 
 
La mayoría de las posturas teóricas en la sociología ambiental tienden a basarse en la teoría 
social general, por un lado, y en las observaciones empíricas de las suposiciones 
teóricas/metateóricas relacionadascon los humanos como especie y en las relaciones entre 
sociedad y naturaleza, por otro lado. (Buttel & Humphrey, 2002, pág. 33) 
 
Siguiendo con lo anterior, uno de los sustratos de la sociología ambiental lo 
constituyen algunos planteamientos de la sociología clásica. Dentro de los círculos 
académicos se empezaron a retomar, discutir o refutar ciertas ideas de Èmile Durkheim, 
Max Weber y Karl Marx, principalmente, para el análisis de los sucesos socio-ambientales. 
(Aledo & Domínguez, 2005, págs. 9-11). 
Por un lado, existen perspectivas que rescatan un contenido implícito, aunque no 
central, dentro de la sociología clásica, a partir del cual fundamentan el análisis sociológico 
de ciertos temas ambientales. Por otro lado, existen perspectivas críticas que recalcan un 
antropocentrismo subyacente a la teoría sociológica clásica, o bien increpan la tendencia a 
un darwinismo social
16
. 
Al respecto, aun cuando fue Durkheim quién estableció como principio normativo 
de la disciplina sociológica el estudio de los hechos sociales como algo aislado y separado 
de hechos naturales, con su noción de morfología social marca una pauta para el estudio del 
 
16 En este sentido, entran dos críticas: por un lado, se habla de que el razonamiento “evolucionista” predominante en el 
siglo XIX le dio a la teoría social una perspectiva determinista y lineal sobre el cambio social y el desarrollo, y por 
otro, entra la cuestión de una estructuración “biologicista” de las ciencias sociales que se expresa principalmente en el 
uso de lenguaje de las ciencias naturales dentro de la teoría social (esto principalmente referido a Durkheim). (Buttel 
& Humphrey, 2002), (Hannigan, 2006) 
29 
 
sustrato material de las sociedades y las dinámicas poblacionales. Nos dice en su texto 
Notas sobre la morfología social: 
 
La vida social reposa sobre un sustrato que está determinado tanto en su tamaño como en 
su forma. Lo que lo constituye es la masa de los individuos que componen la sociedad, el 
modo como están distribuidos sobre el terreno y la naturaleza y la configuración de las 
cosas de todo tipo que afectan a las relaciones colectivas. […] Por otra parte, la 
constitución de ese sustrato afecta directa o indirectamente a todos los fenómenos sociales, 
al igual que todos los fenómenos psíquicos están en relación mediata o inmediata, con el 
estado del cerebro. (Durkheim, 1897-1898, pág. 247) 
 
Por su parte, el materialismo histórico de la teoría marxista es un indicio para el 
abordaje de lo social desde sus condiciones materiales de existencia. El conocimiento de lo 
social a partir de los modos específicos de producción conlleva a una “historización” de las 
relaciones sociales, incluidas las del hombre con la naturaleza. En La Ideología alemana, 
Marx y Engels señalan que: 
 
[…] en cada estadio hay un resultado material, una suma de fuerzas productivas, una 
relación con la naturaleza y entre los individuos, relación históricamente creada y 
transmitida a cada generación por la precedente, una masa de fuerzas de producción, de 
capitales y de circunstancias que, por un lado, son modificados por la nueva generación 
pero que, por el otro lado, le dictan las propias condiciones de existencia que le imprimen 
un determinado desarrollo, un carácter específico.” (Marx & Engels, 1978, pág. 61) 
 
Marx y Engels también afirman que el trabajo es el vínculo con el que el hombre se 
relaciona con la naturaleza, imperando una dinámica de dominación que se lleva a cabo 
principalmente mediante el desarrollo del conocimiento humano y la técnica. Friedrich 
Engels expone en Dialéctica de la naturaleza: 
 
En una palabra, el animal utiliza la naturaleza exterior e introduce cambios en ella pura y 
simplemente con su presencia, mientras que el hombre, mediante sus cambios, la hace 
servir a sus fines, la domina. Es esta la suprema y esencial diferencia entre el hombre y los 
demás animales; diferencia debida también al trabajo. 
30 
 
No debemos, sin embargo, lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la 
naturaleza. Esta se venga de nosotros por cada una de las derrotas que le inferimos. Es 
cierto que todas ellas se traducen principalmente en los resultados previstos y calculados, 
pero acarrean, además, otros imprevistos, con los que no contábamos y que, no pocas veces, 
contrarrestan los primeros. (Engels, 1863, pág. 151) 
 
Considerando lo anterior, el marxismo clásico llega a ser bastante polémico dentro 
de los círculos académicos y ambientalistas al plantear que el hombre debe dominar la 
naturaleza, aunque también es retomado por muchos sociólogos dentro del campo de lo 
ambiental para fundamentar sus planteamientos y análisis desde el estudio de las relaciones 
entre sociedad y naturaleza a partir de sus modos de producción.
17
 
Finalmente, Max Weber con su oposición a la idea de que el cambio social es lineal, 
afirma que lo relevante para el estudio de lo social son las cambiantes formas que adoptan 
las fuerzas estructurales, subjetivas y tecnológicas, ya que son éstas las que determinan al 
cambio social. En este tenor, un elemento considerado relevante dentro de la sociología 
ambiental es retomado de sus estudios comparativos histórico-empíricos de distintas 
sociedades en donde llega a otorgar a los recursos naturales un peso importante a la hora de 
analizar la constitución social. Weber trató de explicar la interacción de los factores 
ambientales/recursos con los factores sociales a través de complejos modelos causales 
(Dunlap & Stalker, 2002, pág. 36) 
Asimismo, también se retoma de Weber su tipologización de los distintos tipos de 
racionalidad y orientaciones axiológicas, específicamente la noción de racionalidad 
instrumental, para explicar la crisis ambiental moderna. 
Raymond Murphy, por ejemplo, plantea que la expansión de la racionalidad 
instrumental, siguiendo la noción de Weber, conlleva una fuerte tendencia de dominio 
humano sobre la naturaleza sin considerar las consecuencias negativas que esto pueda traer, 
incluidas consecuencias ambientales. El reconocimiento de estas amenazas derivadas de un 
modelo racionalista se vuelve la base de diversos movimientos sociales que reclaman una 
“desracionalización” (la ecología profunda) o una “reracionalización” (modernización 
ecológica) para la resolución de los problemas ambientales. (Buttel & Humphrey, 2002, 
 
17 Para los fines de este trabajo, únicamente señalamos ciertos indicios dentro de la teoría marxista que pueden ser 
rescatados dentro de la sociología ambiental, dejando de lado la discusión sobre si Marx y sus colaboradores eran o no 
“ecologistas”. 
31 
 
pág. 36)
 
 
En la línea de los clásicos, aunque fuera del círculo de la sociología, el Ensayo sobre 
el Principio de Población de Robert Malthus (Malthus, 1997) es considerado como un hito 
para la constitución de una sociología ambiental. En este escrito, se plantea que la 
población crece exponencialmente mientras que los medios de subsistencia crecen 
linealmente, lo cual puede desembocar en la quiebra del estado o en una crisis de 
sustentabilidad
18
. Malthus señala una serie de obstáculos presentes en la sociedad y en la 
naturaleza que pueden frenar el crecimiento exponencial de la población, entre los que se 
encuentran las restricciones morales, el libertinaje, las guerras, la miseria; o bien, los 
desastres naturales, epidemias, etc. (Malthus, 1997) 
Independientemente de lo acertado u objetivo que pueda ser el análisis que hace, 
Malthus es considerado como un referente obligado en el debate sobre la relación entre la 
calidad de vida y el crecimiento poblacional, no sólo dentro de la sociología sino también 
de diversas disciplinas como la demografía o la economía. 
Hasta aquí podemos ver que, aun cuando se perfilan ciertos aspectos de la relación

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