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El discurso de la conciencia ambiental y su relevancia social en México: un análisis periodístico. “Una gran cantidad de palabras que empleamos casi sin pensar, en especial todos los pares de adjetivos, son categorías de percepción, principios de visión y división heredadas históricamente, producidos y reproducidos socialmente, principios de organización de nuestra percepción del mundo social, y en particular de los conflictos.” Pierre Bourdieu, Pensamiento y Acción. A Rocío, el pilar de mi existencia. A Guillermo, asesor de tesis y de vida. AGRADECIMIENTOS Un agradecimiento especial a Antonio Azuela por su valiosa dirección, su excepcional lucidez y su gran calidad humana. Gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México por mi formación como socióloga, por enseñarme a enaltecer a mi país y a no darme por vencida en ello. Agradezco a la Dirección de Comunicación Social de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales por el apoyo brindado para esta investigación, en especial a Hugo Domínguez Pérez y Edgar García Maldonado. Infinito agradecimiento a mi madre que me enseñó a pensar como árbol, siempre creciendo a pesar de las heridas, luchando siempre por alcanzar la luz. Memochas, por tu cariño, por tus enseñanzas, por tu valentía, por tus enormes ganas de vivir, por dejar en mí tu imagen. La sangre te hace pariente, pero el amor te hace familia. Te veré en mi sueños, siempre. Gracias a mis abuelos Arturo y Rosa María por ser siempre mi hogar, el lugar donde sé que siempre pertenezco. Gracias a Héctor por su paciencia magistral, a Rafa por las risotadas, a Victoria por ser quien es y a Lizbeth por contagiarme sus ganas de comerse al mundo. A Eli, por invitarme tantos y tantos paquetes de palomitas acarameladas. Amigos sociochidos, ¡gracias! Estudiar con ustedes fue una experiencia de ultratumba. Tania María, por acompañarme en este sinuoso camino de ser humano; Salvador, por toda la inteligencia y nobleza que irradias; Violeta, por tu calidez y vivacidad; Lidia por tu compañerismo y por patrocinarme la carrera; Cristina, por tu autenticidad; Paola, por tu sencillez y despiste; Carlos, por tu singularidad; Andrus, por tu simpatía. Bibis, Chelius, Flaco, Safa, por los momentos compartidos. Finalmente, gracias a aquellos que me acompañaron y guiaron durante este proceso; sobre todo a aquellos que no son mis parientes pero que son mi familia y aquellos que son mi familia y como tal, se portaron. Todo mi cariño y agradecimiento. ÍNDICE Introducción 1 1. La conciencia ambiental como discurso. Una revisión histórica. 5 1.1.Contexto Internacional 6 1.2. Contexto Nacional 11 1.3. La constitución del discurso 16 1.3.1. Filosofía “Verde” 17 1.3.2. Política “Verde” 21 2. Sociología y Conciencia ambiental. 26 2.1. La sociología y su aproximación a lo ambiental. 26 2.2. La conciencia ambiental como objeto de estudio sociológico 37 2.3 Constructivismo social y discurso ambiental. 41 3. Construcción del objeto de estudio: Metodología y Análisis 44 3.1. La teoría fundamentada. 44 3.2. Estructuración metodológica: Muestreo teórico y codificación 55 3.3. La base de datos 61 4. Resultados 68 4.1. Características de la muestra 69 4.2. Condiciones 72 4.2.1. Emisores del discurso 72 4.2.2. Temáticas relacionadas 74 4.2.3. Estructura discursiva y términos utilizados 76 4.2.4.Acontecimientos relevantes de la época 79 4.3. Acciones-Interacciones 121 4.3.1. Tipos de acciones referidos en el discurso 121 4.3.2. Sujetos de la conciencia ambiental 127 Conclusiones 132 Alcances y limitaciones 132 Los usos sociales del discurso: la conciencia ambiental y sus variaciones 134 La utilidad social del discurso: la conciencia ambiental y la socialización de los problemas ambientales Reflexiones finales 141 143 Fuentes consultadas. 145 Índice de Cuadros. Capítulo 3. 3.1. Conceptos centrales del proceso de codificación fundamentada (Teoría Fundamentada Evolucionada) 49 Capítulo 5. 5.1. Comparación del panorama mexicano a partir de los principales actores y los discursos sobre conciencia ambiental 140 Índice de Esquemas Capítulo 4. 4.1. Acciones relacionadas con el discurso de conciencia ambiental 1995-1996 4.2. Acciones relacionadas con el discurso de conciencia ambiental 2010-2011 126 126 Índice de Gráficos Capítulo 4 4.1. Fuentes periodísticas 1995-1996 4.2. Fuentes periodísticas 2010-2011 4.3. Porcentaje general de emisores 4.4. Comparativo de menciones por año / sector 4.5. Temáticas vinculadas al discurso 4.6. Términos utilizados 4.7. Distribución de términos utilizados por categoría 4.8. Distribución de variables relativas a las acción expresadas en el discurso (porcentajes) 4.9. Sujetos de la conciencia ambiental 1995-1996 4.10. Sujetos de la conciencia ambiental 2010-2011 71 71 73 74 75 76 78 125 130 130 Índice de Tablas Capítulo 3 3.1. Ejes para el análisis del discurso de la conciencia ambiental basados en los paradigmas de la codificación axial de la Teoría Fundamentada 3.2. Base de datos. Sección I “Identificación de la nota” 3.3. Base de datos. Sección II Condiciones. 3.4. Base de datos. Sección III. Apartado “Referencia del discurso sobre el acto de conciencia” 3.5. Base de datos. Sección III. Apartado “Tipo de acción vinculada al acto de conciencia 3.6. Base de datos. Sección III. Apartado “Tipo de acción vinculada al acto de conciencia” 3.7. Base de datos. Sección III. Apartado “Objeto de la conciencia ambiental” 3.8. Base de datos. Sección III. Apartado “Sujeto de la conciencia ambiental” 60 61 62 63 63 64 64 3.9. Base de datos. Sección III. Apartado “Móvil de la conciencia ambiental” 3.10. Base de datos. Sección IV. Apartado “Se considera dentro del discurso que la conciencia ambiental es un factor de cambio o de resolución de problemas ambientales? 65 66 67 Capítulo 4 4.1. Número de notas revisadas 4.2. Distribución de notas por género periodístico 4.3. Términos utilizados por año 4.4. Tipos de acciones expresadas en el discurso. Distribución de variables simples y compuestas. 4.5. Tipo de acciones expresadas en el discurso. Variables simples. 4.6. Tipo de acciones expresadas en el discurso. Variables compuestas. 4.7. Distribución de los sujetos de la conciencia ambiental por año 70 70 77 123 124 124 129 1 INTRODUCCIÓN Si conciencia ambiental significa tener mayor conocimiento e involucramiento en los problemas ambientales que aquejan a las sociedades modernas, podríamos decir que la premisa del ambientalismo de la década de 1960 se ha cumplido: Existe un fuerte flujo de información en los medios masivos de comunicación, se han desarrollado complejos sistemas políticos a nivel nacional e internacional, términos como desarrollo sustentable, cambio climático, peligro de extinción, manejo adecuado de residuos, entre muchos otros son comunes al oído social e incluso ser “verde” se ha vuelto redituable tanto económicamente como en términos de aprobación social. Y sin embargo, descubrimos con desencanto que este nuevo e inmenso flujo de información no incide de manera directa, mágica e inmediata en la transformación de realidades políticas, sociales y personales. A pesar de las agendas verdes, los congresos internacionales, la amplía legislación en la materia, el incremento de grupos y causas ambientalistas, y hasta las innumerables invitaciones desde distintos flancos a hermanar el espíritu humano con la naturaleza, los problemas ambientales no han desaparecido ni se han minimizado, sino todo lo contrario, se han complejizado y se han ramificado en diversidad de cuestiones. Pero entonces, ¿por qué persiste dentro delas sociedades modernas el discurso acerca de que es importante ser conscientes de los asuntos ambientales si todo parece indicar que esa conciencia difícilmente se traduce en remediación directa de las problemáticas ambientales? Más que abocarse a ver la efectividad de una toma de conciencia, es importante reconocer el papel que juega un discurso como este a la hora de enfrentar los problemas ambientales; sobre todo en el ámbito social, fuera de un ámbito técnico, en donde lo que está en juego o cuestión no es solamente lo ambiental, sino la manera en que las sociedades y los individuos reaccionan. Este trabajo busca analizar desde una perspectiva sociológica, la noción de 2 conciencia ambiental, por lo que no se trata de un estudio para medirla, sino sobre los discursos que la definen. Partiendo de la situación contemporánea, en donde el hombre tiene una incidencia sobre el medio ambiente como nunca antes la había tenido, la idea de una conciencia ambiental surge como esa reflexión que busca transformación, al tiempo que forma parte de una reproducción cultural. ¿Qué se entiende por conciencia ambiental? Más allá de diagnosticar la efectividad del proceso de concientización en la realidad o de dictar lo que debería de ser, se busca indagar en la forma en que se manifiesta discursivamente en el ámbito social y reflexionar sobre su utilidad. Para ello, nos adentraremos en el discurso público expresado en un medio de comunicación específico: el periódico. La ventaja de hacer un análisis periodístico sobre las menciones de conciencia ambiental radica en varios elementos. Primeramente, está la representatividad, ya que en las notas periodísticas se plasman de manera intencional, pero también no intencional, las posturas asumidas por parte de los actores sociales involucrados en una situación específica, como lo son los conflictos ambientales. En segundo lugar, la mediante la prensa escrita se pueden reconstruir las expresiones de épocas pasadas y lo acontecimientos que las rodearon. En tercer y último lugar, tenemos la selectividad social, pues la publicación de una nota implica la distinción entre lo que es importante y lo que no para una sociedad en un contexto concreto. Con esto no se quiere decir que el panorama ofrecido por el periodismo sea objetivo, todo lo contrario. No obstante, a pesar de estar influida por distintos factores, la labor periodística ofrece una mirada valiosa para el estudio social al constituirse como una arena pública en donde se confrontan diversas posturas en torno a un tema, dándonos indicios sobre la interacción entre los distintos sectores de la sociedad. Tomando como base el término de campo ambiental propuesto por Antonio Azuela –definido como ese espacio social en donde distintos actores desde diversas posturas abordan los problemas ambientales y generar respuestas ante estos– el análisis periodístico realizado también constituye un esfuerzo por reconstruir el debate ambiental en México de las últimas dos décadas. En este caso, se escogieron dos periodos a analizar, que comprenden los años de 3 1995 a 1996 y de 2010 a 2011. Lo interesante de los dos periodos escogidos es lo que representan: por un lado, el primero es una época en donde lo ambiental empieza a consolidarse como un tema políticamente importante para el estado mexicano, mientras que el segundo, representa la afirmación de lo ambiental en múltiples campos de la sociedad mexicana. Es evidente, que el ascenso del ambientalismo en nuestro país está determinado primordialmente por el ámbito internacional, no obstante, se puede afirmar que es en la década de los noventa que, tanto en el ámbito político como en el social, lo ambiental comienza a cobrar una fuerza propia. Tomando en cuenta lo anterior, los principales objetivos de este trabajo son: Adentrarse en los discursos en torno a la noción de conciencia ambiental dentro del ámbito periodístico mexicano mediante la revisión de diversas notas relativas a la temática ambiental, en los periodos comprendidos de 1995-1996 y 2010-2011, Reconocer patrones y diferencias en el uso social de dicho discurso mediante un análisis sistemático. Dar cuenta de las transformaciones de dicho discurso a lo largo del tiempo y caracterizarlas. Relacionar las dichas variaciones del discurso con los cambios en el contexto social y ambiental. Reconstruir el debate ambiental en México de las épocas analizadas. Reflexionar sobre el vínculo entre la conciencia ambiental y el cambio social en México. El primer capítulo consiste en una revisión histórica de los acontecimientos que se considera, que propiciaron el desarrollo del discurso de la conciencia ambiental. Se aborda principalmente el surgimiento de los movimientos ambientalistas de la década de 1960 en Europa y Estados Unidos, la manifestación de estas ideas en el contexto mexicano, así como los acontecimientos ambientales, sociales y políticos que acompañaron este proceso. En el segundo capítulo se hace un recorrido sobre las diversas formas en que las ciencias sociales, y particularmente la sociología han abordado la temática ambiental, 4 aterrizándolo en una breve revisión del abordaje sociológico de la conciencia ambiental, y expresando la importancia de la perspectiva constructivista para el desarrollo de esta investigación. En el tercer capítulo, se expone la metodología a usar para el análisis periodístico, la cual se basa en algunos elementos analíticos de la teoría fundamentada, de la cual se hace una breve revisión. En el cuarto capítulo se exponen los resultados obtenidos, expresados cuantitativa y cualitativamente; finalizando con las conclusiones e interpretaciones de dichos resultados. 5 CAPITULO 1. LA CONCIENCIA AMBIENTAL COMO DISCURSO. UNA REVISIÓN HISTÓRICA. La noción de una conciencia ecológica o ambiental tal como se conoce en la actualidad, tiene sus raíces en los movimientos e ideas ecologistas que surgieron en la década de 1960 en los países desarrollados. Es imposible determinar una fecha exacta o adjudicarlo a algún movimiento en particular, pero lo cierto es que es producto de la sensibilidad específica de un tiempo. Independientemente del término utilizado -conciencia ecológica, conciencia ambiental, conciencia medioambiental 1 - y de las diversas significaciones que estos pueden tener, el interés primordial de este capítulo es dar cuenta de las condiciones sociohistóricas que permearon el discurso en torno a dicho concepto y caracterizarlo a partir de la importancia que éste adquiere con relación a los planteamientos acerca de una transformación en el ámbito político y social en materia medioambiental dentro de las sociedades modernas. La noción de conciencia ecológica se deriva de una sensibilidad específica de un momento histórico a partir del cual los problemas ambientales revolucionaron las agendas políticas del mundo. Desde la década de 1960, la preocupación por el medio ambiente deja de ser exclusiva de los círculos de especialistas (científicos, administradores, grupos ambientalistas) y pasa a ser un asunto de interés público. Esto no significa que la consideración por el medio ambiente sea exclusiva de ésta época, pero sí es a partir de ésta que los discursos ambientalistas adoptan un enfoque mucho más político. Además del ya conocido amor por la naturaleza y las tendencias preservacionistas y conservacionistas de finales del siglo XIX, el nuevo ambientalismo (McCormick, 1991) se caracterizó por un activismo fundado en un cuestionamiento de la vida derivado del miedo a los efectos negativos de la actividad humana en el medio 1 Para fines prácticos, se usará indistintamente cualquiera de los términos mencionados. Lo anterior en razón a que el objeto de este trabajo no es fijar unconcepto sobre lo que debe ser la conciencia ambiental o ecológica sino estudiar los discursos en torno a esta idea. 6 ambiente. La emergencia de estas nuevas organizaciones y movimientos ambientalistas que buscan un cambio fundamental en los valores e instituciones de las sociedades industriales está enmarcada en un nuevo contexto social, más que en los daños ambientales per se. Por lo tanto, el desarrollo del discurso moderno de la conciencia ecológica está estrechamente ligado a los acontecimientos que hicieron de los problemas ambientales, conflictos sociales. Está claro que la conciencia de los hombres acerca de su entorno natural y de los efectos que causa en este no es nueva, sin embargo, como discurso adquiere un nuevo sentido. 1.1 CONTEXTO INTERNACIONAL Para comprender el surgimiento y desarrollo de la noción moderna de conciencia ambiental es necesario seguir el desarrollo del ambientalismo que surgió en los países desarrollados –Estados Unidos y Europa principalmente– y los acontecimientos que lo delinearon. Se entiende aquí por ambientalismo como “la emergencia, desde finales de la década de 1960, de un creciente interés público acerca del estado del planeta, nuevas ideas políticas acerca del medio ambiente y un movimiento político de las masas.” (Carter, 2001, p. 3) Ante el bienestar económico de la década de 1950 emerge la cuestión de los límites del crecimiento (limits to growth) y la justicia social. La frustración frente a las posturas gubernamentales y el desencanto del bienestar material condujo a reafirmar la creencia entre algunos grupos sociales (estudiantes, clase media) en la acción directa como vía para reclamar la atención en asuntos como la paz o los problemas ambientales, así como el cambio de valores sociales. Asimismo, en un contexto de posguerra, los peligros nucleares se hicieron más evidentes para el ojo público. La carrera nuclear entre las distintas potencias del momento (Estados Unidos, Francia, La Unión Soviética, Inglaterra, etc.) y ciertos acontecimientos derivados de ésta, como las pruebas nucleares en el Atolón Bikini o en la Isla Navidad en Australia por mencionar algunos, no sólo pusieron en marcha intentos por regularizar y vetar dichas pruebas 2 sino que familiarizaron a la mayoría de la gente en el mundo 2 Primera Conferencia Internacional sobre la Utilización de la Energía Atómica con Fines Pacíficos (Ginebra, 1955), Tratado de la Prohibición parcial de Pruebas Nucleares (Partial Test Ban Treaty, ratificado en 1963) 7 occidental con los riesgos latentes de la tecnología, así como con la idea de que la contaminación ambiental podía ser ilimitada y estar al alcance de todos. En 1962, se publica un libro considerado como uno de los impulsores de la revolución ambientalista, Silent Spring de Rachel Carson. Aun cuando no fue la primera publicación relativa al impacto ambiental, lo crucial de este libro fue que hizo traspasar la divulgación científica de los círculos académicos y técnicos, llevando a la arena pública los efectos de los pesticidas. Esto condujo a un incremento en la conciencia pública sobre las implicaciones y costos de la actividad humana e impactó directamente en la configuración de las políticas relativas al control de las sustancias usadas en los pesticidas en Estados Unidos y en el mundo. Sumado a esto, la publicidad que tuvieron algunas catástrofes ambientales ocurridas a finales de los sesentas y principios de los setentas acrecentó la sensibilidad pública hacia los problemas ambientales. Derrames y explosiones de petróleo 3 , catástrofes industriales causantes de alarmantes daños a la salud 4 y accidentes nucleares hicieron evidente la vulnerabilidad de los gobiernos y de la ciencia para responder ante este tipo de desastres. (Cruz, 2010). Esto dio un giro a la manera en que se percibían estos asuntos: ya no era sólo una cuestión de cuidar la naturaleza sino de pensar en las consecuencias negativas del desarrollo y la industrialización para la humanidad. Por su parte, la emergencia de grupos ecologistas en los países desarrollados se remonta a finales del siglo XIX con el surgimiento de grupos interesados en la conservación de la vida salvaje y la preservación de recursos naturales y los paisajes, siendo los más representativos de esta época Sierra Club (1892), National Audubon Society (1905), National Trust (1895), Royal Society for Protection of Birds (1904) y Naturschutzbund Deutschland (1899). Sin embargo, es a partir de la década de 1960 que estos se internacionalizan y diversifican sus objetivos y modus operandi. En esta época surgen grupos como el World Wildlife Fund (1961), Greenpeace (1969), Enviromental Defense Fund (1967), Natural Resources Defense (1970), Friends of Earth (1971), entre otros. 3 En 1967, el buque superpetrolero Torrey Canyon encalló cerca de las islas Sorlingas en el Reino Unido provocando un derrame de crudo en el océano, siendo éste el primer desastre ambiental de este tipo. Posteriormente, se suman accidentes como el derrame petrolero en Santa Bárbara, California (1969); y posteriormente en el panorama nacional el de la plataforma Ixtoc I en Campeche (1979), entre otros. 4 “El mal de Minamata” causado por la concentración de Mercurio en las aguas Marinas derivada de las industrias químicas en la Bahía de Minamata, Japón (1930-1960's aprox.); la nube de dioxina en Seveso, Italia (1976). 8 Los movimientos emergentes en la década de los años sesenta vinculados principalmente con cuestiones de justicia social también fueron determinantes en la emergencia del ambientalismo en occidente. El movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos derivado de la segregación racial fue importante porque innovó el activismo político mediante la adopción de nuevas tácticas de participación en la resistencia contra el racismo y porque logró transformar las preocupaciones de una generación, no solo de negros, sino de gente joven en general, a partir de una visión en donde las metas a alcanzar no eran consideradas como intereses privados, sino públicos. El ambientalismo, desde este enfoque, fue tachado de ser un movimiento elitista y no revolucionario al darle importancia en un principio a cuestiones como la preservación de la flora y fauna que no eran consideradas causas esenciales, en contraste con temas como la pobreza y la desigualdad. No obstante, a pesar de que el movimiento de los derechos civiles y el nuevo ambientalismo no compartían ciertos valores, es a partir de esta confrontación que este último empieza a incorporar consideraciones sociales, como la distribución equitativa de los recursos y la calidad de vida, como un elemento esencial para el rescate del medioambiente, impulsando también el empoderamiento de la sociedad civil ante el poder político para la causa ambientalista. En el ámbito científico, la necesidad de acrecentar la certidumbre se vio impulsada por la internacionalización de la actividad científica. Destaca el lanzamiento del Programa Biológico Internacional (IBP por sus siglas en inglés) entre 1964 y 1974 (The National Academies, 2011), el cuál buscaba profundizar en el campo de la ecología de los ecosistemas con el propósito de plantear estrategias fundamentadas en la biología para un mejor manejo de los recursos naturales; todo ello con el fin de garantizar el bienestar humano 5 (Sargent, 1965). Posteriormente, en 1970 la UNESCO retoma los esfuerzos del IBP, y surge el Man and Biosphere Program (UNESCO, 2011), orientado a la protección de la biodiversidad mediante la delimitación de reservas de la biosfera que son lugares considerados representativos de los ecosistemas terrestres, monitoreados e investigados por especialistas. Este cooperativismo científico, además de ser un primerintento de respaldar científicamente al nuevo ambientalismo, fue también un factor que influyó en la posterior institucionalización del mismo. 5 En un artículo del International Journal of Biometeorology del año 1965 se menciona lo siguiente: “The broad objective of the program is “Biological productivity and the Welfare of Man.” 9 En este sentido, la internacionalización de la temática ambiental también se da a partir del surgimiento de diversos proyectos, fundaciones y programas que fomentaron la cooperación internacional para la protección de la naturaleza vista por un lado, como patrimonio de la humanidad y por otro, como el elemento fundamental para el desarrollo humano. La protección patrimonial de la naturaleza se acuerda por primera vez en una conferencia realizada en Washington en 1965, de la cual deriva la Fundación del Patrimonio Mundial para proteger las zonas naturales y paisajísticas del mundo y sitios históricos; luego en 1968 la Unión Mundial para la Conservación desarrolló una serie de propuestas similares que fueron presentadas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en Estocolmo en 1972, a partir de las cuales se adopta en París en ese mismo año la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. La Conferencia de Estocolmo es un hito a nivel mundial en materia ecológica pues se introduce por primera vez, en la agenda política internacional, la dimensión ambiental como limitante del crecimiento económico y se reconoce la interdependencia del hombre con su entorno natural y no solamente cultural. En la Declaración de Estocolmo se establecen 7 afirmaciones: 1. Que el hombre como obra y artífice, depende del medio humano para vivir (naturaleza / cultura), 2. Que el mejoramiento del medio humano debe ser visto como un asunto esencial que atañe al mundo entero, 3. Que es necesario reflexionar acerca de la capacidad que tiene el hombre para transformar su medio, ya que ésta puede conducir tanto al progreso como a daños incalculables, 4. Que el medio humano se ve afectado por la pobreza en los países subdesarrollados, y por la industrialización en los países desarrollados, 5. Que el crecimiento demográfico constituye un problema para la conservación del medio ambiente por lo que son necesarias una serie de medidas como el progreso social y el desarrollo científico y tecnológico, 6. Que es necesario orientar las acciones humanas en razón a las consecuencias que pueden traer para el medio y finalmente 7. que los ciudadanos, las comunidades, las empresas y las instituciones deben aceptar su responsabilidad por el medio ambiente (ONU, 1972). Lo relevante de esto es que por primera vez, un organismo de política internacional reconoce la importancia de lo social y cultural para la resolución de los problemas ambientales. De Estocolmo también surge el Programa de Naciones Unidas para el Medio 10 Ambiente (1972) con el objetivo de dar seguimiento a los acuerdos realizados en Estocolmo, siendo sus tareas fundamentales la evaluación del estado del medio ambiente, la implantación de un desarrollo económico y social que este equilibrado con la protección del medio ambiente mediante la creación de un marco jurídico internacional y el seguimiento a los acuerdos internacionales en materia ambiental. Aunado a esto, en 1968 se reúnen en Roma un conjunto de científicos, políticos y hombres de negocios para discutir sobre las problemáticas relacionadas con el crecimiento poblacional, los patrones de consumo y la creciente interdependencia mundial. Un año después surge el Club de Roma como una asociación que tiene como objetivo identificar los problemas considerados como determinantes del futuro de la humanidad y el planeta, la evaluación de las distintas posibilidades de acción, la propuesta de soluciones prácticas, así como la difusión del conocimiento y los nuevos puntos de vista entre la sociedad y los líderes para estimular el debate y la acción. El primer informe dado a conocer por dicha organización se titula Los límites del crecimiento (1972) en donde se plantea a partir de los resultados de una simulación informática, que de continuar de manera exponencial el incremento de la poblacional, de la producción de alimentos y de la huella ecológica, se alcanzarían los límites absolutos de crecimiento de la tierra durante los próximos cien años (The club of Rome, 1972). Posteriormente, la temática ambiental se volvió común en la política internacional destacando acontecimientos como la proclamación de la Carta Mundial de la Naturaleza (1982) en donde se reconoce el vínculo entre el deterioro ambiental y el debilitamiento de las estructuras económicas y sociales; el informe conocido como Nuestro Futuro Común hecho por Gro Harlem Brundtland para la ONU en donde por primera vez se plantea el término de desarrollo sustentable; la Conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo realizada en Río de Janeiro en 1992 de donde surge la Declaración de Río y la Agenda 21 en donde se reconoce el derecho a un medio ambiente sano y la obligación de los gobiernos de fomentar políticas regidas por la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente; así como la Declaración de Nairobi mediante la que se consolida el PNUMA como la principal autoridad ambiental a nivel mundial, entre otros muchos más. 11 1.2 CONTEXTO NACIONAL En México, la tematización pública del medio ambiente está marcada en mayor o menor medida por los acontecimientos hasta aquí mencionados, no obstante, no se puede dejar de lado la particularidad de la construcción y apropiación de los problemas ambientales dentro de la sociedad mexicana. Al igual que en la mayor parte del mundo occidental, la principal preocupación ambiental dentro del ámbito público en México comenzó siendo la contaminación, pero a diferencia de Estados Unidos o Europa en donde surgieron grandes movilizaciones ambientalistas, en México los que ejercían presión sobre las autoridades para la inclusión de la temática ambiental dentro de las agendas políticas fueron en principio sólo un reducido grupo de académicos, científicos, funcionarios y algunos ciudadanos preocupados principalmente por la salud humana, la conservación y el aprovechamiento de los recursos naturales del país. Durante la segunda mitad de la década de los setenta, los esfuerzos de la clase política están encaminados al desarrollo económico de la nación, por lo que la inclusión de la problemática ambiental dentro de la agenda gubernamental se debe a que se le consideraba una amenaza a la estabilidad económica. En el marco de la creación del Club de Roma y la publicación del informe Los límites del crecimiento, el presidente Luis Echeverría (1970-1976) manifestó que los problemas del medio ambiente en México no se debían a una sobreexplotación de los recursos naturales, sino a la falta de desarrollo y crecimiento económico (Simonian, 1998). Desde esta perspectiva, los problemas ecológicos tienen su origen en el subdesarrollo y no tanto en los efectos de la excesiva industrialización con la que se pretendía llevar adelante la economía del país. De tal modo, las soluciones propuestas estaban orientadas a paliar la contaminación mediante la tecnología, supeditando cuestiones como la conservación de los recursos naturales a las posibilidades económicas del país. El 23 de marzo de 1971, durante el sexenio del presidente Luis Echeverría, se crea la “Ley para prevenir y controlar la contaminación”, y posteriormente el 17 de septiembre del mismo año surge el “Reglamento para la prevención y control de la contaminación atmosférica originada por la emisión de humos y polvos”, los cuales constituyen los primeros esfuerzos de legislación en materia de contaminación en México. Destacan las 12 medidas impuestasal sector industrial como la obligatoriedad para la instalación de tecnología anticontaminante, el registro de industrias ante el gobierno y la creación de un mecanismo para realizar denuncias ciudadanas de contaminadores. Se encomienda a la Secretaría de Salubridad y Asistencia la formulación de las políticas en materia ambiental, y también se crea una comisión intersecretarial encargada de la coordinación de dichos programas. En materia de educación ambiental, la Secretaría de Educación Pública incluyó la temática dentro de los planes de estudio a nivel primaria y secundaria. En 1972 se crea la Subsecretaría para el Mejoramiento del Ambiente al mando de Manuel López Portillo y Ramos, quien posteriormente en 1982 promovió la Ley Federal de Protección al Ambiente a partir de la cual el gobierno se involucra más en la protección y gestión ambiental al tener la facultad de cerrar industrias contaminantes y sancionar a los responsables. En la década de 1980, la temática ambiental comenzó a cobrar mayor importancia en el ámbito político. En su campaña presidencial de 1982, Miguel de la Madrid incorpora los problemas ambientales como un tema a tratar dentro de su gestión presidencial. Durante su gestión destacan la creación de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) y la Comisión Nacional de Ecología en 1985, así como la promulgación de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) en 1988. Dicha ley constituye un elemento fundamental de la política ambiental de México, ya que a partir de ella se consolidan las facultades legales del Estado para incidir en materia de gestión, aprovechamiento y protección del medio ambiente. Independientemente del grado de efectividad de las medidas tomadas, para finales de los años ochenta ya hay en nuestro país un reconocimiento político consolidado en torno a las cuestiones ambientales. Durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, se afirmó la idea de que el progreso económico no era contrario al cuidado del medio ambiente. Destacan la creación de la Comisión Nacional de Agua (1989), la implementación del programa “Hoy no circula” (1989), el cierre de la Refinería “18 de marzo” (1991), la creación del Instituto Nacional de Ecología y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (1992), la firma del Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte (1993) y la posterior creación de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (1994). 13 A partir de 1994 con la entrada de Ernesto Zedillo a la presidencia, la política ambiental mexicana estuvo permeada por el discurso del desarrollo sustentable. El objetivo gubernamental en materia ambiental durante este sexenio fue que el Estado, además de regular, promoviera una cultura ambiental dentro del ámbito económico a partir de una serie de medidas como la obligatoriedad del uso de infraestructura ambiental dentro del sector productivo, incentivos fiscales, etc. Otros de los temas relevantes de la política ambiental de Zedillo fueron el ordenamiento territorial basado en criterios ambientales, el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, el saneamiento urbano, la restauración ecológica, el cuidado de la biodiversidad, la consolidación, integración y cumplimiento de la normatividad ambiental, corresponsabilidad y participación social en materia ambiental, así como el fomento de una cultura ambiental preventiva mediante la información, capacitación y comunicación; todo lo cual se vio reflejado en la reforma hecha a la LGEEPA en 1996. Durante el sexenio de Vicente Fox, la política ambiental siguió con la línea del desarrollo sustentable por lo que la problemática ambiental formó parte de la política social y económica. Por una parte, el quinto eje rector de la política social plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 asignaba al gobierno la tarea de “construir una cultura ciudadana de cuidado de medio ambiente y estimular la conciencia de la relación entre el bienestar y el desarrollo en equilibrio con la naturaleza.” (México. Presidencia de la República, 2001-2006). Por otro lado, dentro del ámbito económico se buscaba crear las condiciones para un desarrollo sustentable basándose en el adecuado aprovechamiento de los recursos, la descentralización de la gestión ambiental, la innovación, la investigación científica, educación ambiental y el control de la contaminación. Con Felipe Calderón, la temática ambiental se vuelve un eje central en la política dejando de estar supeditado a la política económica y social 6 .Con su planteamiento de un Desarrollo Humano Sustentable, el medio ambiente se vuelve un elemento fundamental para el bienestar económico y social. Los objetivos centrales de su política ambiental se enmarcan en la idea de sustentabilidad guiada por tres líneas de acción: el aprovechamiento racional de los recursos naturales, protección al medio ambiente y el fomento a la educación y al conocimiento en materia ambiental. Las principales preocupaciones de la 6 Conforma el Eje 4 del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 bajo el nombre de Sustentabilidad Ambiental 14 actual administración gubernamental giran en torno a la adecuación y cumplimiento efectivo de los marcos normativos y legales en la materia, la conciliación entre el sector productivo y el medio ambiente, la “valorización” de los recursos naturales, así como el combate a la pobreza como factor de deterioro ecológico. En lo que respecta a la educación y conocimiento, se enfatiza la importancia del desarrollo científico en nuestro país, así como la inserción de información ambiental en el sector educativo. En este sentido, una de las estrategias planteadas en el PND es la de diseñar e implementar mecanismos políticos para la difusión y valorización de la riqueza ecológica de nuestro país: “Se requiere fomentar una mayor participación ciudadana en la atención de la problemática ambiental mediante proyectos que ayuden a generar conciencia social e instrumentar mecanismos de política que den a conocer y lleven a valorar la riqueza natural del país” (México. Presidencia de la República, 2007-2012). Paralelamente al desarrollo de la política ambiental en nuestro país, dentro del ámbito social, la insatisfacción popular por la contaminación del ambiente (sobre todo en las grandes urbes) y una mayor difusión de los temas ambientales por parte de los medios de comunicación propiciaron una mayor movilización por parte de la población en torno a las problemáticas ambientales. En la década de 1970, comenzaron a haber movilizaciones de pobladores, trabajadores, y colonos en torno a conflictos que involucraban riesgos para la salud, deterioro y destrucción de ecosistemas o hábitats naturales, extinción de ciertas especies de flora o fauna, o bien, relacionados con el proceso creciente de urbanización en las ciudades. En algunos casos, surgieron de manera emergente grupos colectivos encausados a actuar para una causa particular. Si bien, dichas movilizaciones no eran exclusivamente de carácter ambiental, son el precedente de las posteriores organizaciones civiles ambientalistas en nuestro país y propiciaron la tematización pública y el reconocimiento de ciertas problemáticas ambientales como la contaminación, la degradación y explotación de los recursos naturales y los vacíos gubernamentales en materia política y legal. Es hacia la década de los ochenta que se empiezan a constituir de manera formal asociaciones dedicadas a defender la causa ambiental. La mayoría asumen una postura de protesta y oposición contra medidas y proyectos gubernamentales y privados que fuesen 15 considerados como dañinos para el medio ambiente, la salud o los ecosistemas. Entre las primeras intervenciones de dichas organizaciones civiles se encuentranla oposición contra el programa de reordenación urbana y protección ecológica en el D.F., la protesta contra la extensión del aeropuerto capitalino hacia el Lago de Texcoco, la movilización de colonos en distintas partes de la ciudad (Ajusco, Coyoacán) para mejorar la calidad de vida en sus colonias, entre otros. El número de asociaciones civiles de corte ambientalista se incrementa significativamente en este periodo 7 . Destacan: Pro Mariposa Monarca (1980), Pronatura (1981), Biocenosis (1982), Asociación Ecológica de Coyoacán (1982-83), el Movimiento Ecologista Mexicano (1984), Grupo de los 100 Artistas por la Ecología (1985), Amigos de Sian Ka‟an (1986) y Alianza Ecologista Nacional (1986) 8 . Las organizaciones comenzaron a conjuntar esfuerzos y a establecer canales de comunicación y organización. En un primer intento de cooperación, surge la Red Alternativa de Eco-comunicación en 1984, y un año después en 1985 se lleva a cabo el Primer Encuentro Nacional de Ecologistas, el cuál desde una postura que responsabiliza al gobierno en turno y al modelo económico predominante de la crisis ambiental, crea una agenda ambientalista en la que predominan temas como la detención de la conurbación, la descentralización, la defensa de los bosques tropicales, fortalecimiento de lazos entre las ONG, así como la participación social en la resolución de problemas ambientales. También de esta reunión, surge el Pacto de Grupos Ecologistas (1986) el cual constituyo “un foro de análisis, acción y concertación para la defensa de los recursos naturales de México y para la búsqueda de una sociedad más justa y en armonía con la naturaleza.” (Sánchez, 2006). Posteriormente, en 1988 se hace el Primer Manifiesto Ecologista en Defensa de la Nación y por un desarrollo justo, armónico y sustentable; el cuál recoge distintas percepciones y trabajos de los ecologistas mexicanos. Organizado por la Unión de Grupos Ambientalistas 9 (UGAM), en el año 2002 se lleva a cabo el Segundo Encuentro Nacional de Ecologistas con el propósito de fortalecer los lazos entre las ONG‟S, así como el de hacer una serie de demandas al gobierno entre las 7 Oficialmente no existen estadísticas que puedan dar cuenta del incremento de dichas asociaciones. Sin embargo, en la bibliografía consultada, se hace énfasis en dicho aumento. 8 De la que posteriormente derivarían el Partido Verde Mexicano (PVM) en 1986, el cual no obtuvo el registro y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en 1991. 9 Constituido en Agosto del 1993 16 que se encuentran una mayor participación social en la toma de decisiones en materia ambiental, la creación de una política para el uso de energías alternativas y renovables, la implementación de diversas medidas para garantizar la seguridad alimentaria en nuestro país y la realización de consultas públicas en el proceso de reforma de las leyes ambientales (Alanís, 2002). Otra asociación civil importante es el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (1993) que surge de la unión de varios abogados interesados en el cumplimiento de las leyes ambientales en nuestro país como vehículo para la protección del medio ambiente, jugando un papel relevante en los debates públicos e institucionales en materia de legislación ambiental. Por otra parte, la internacionalización de la temática ambiental también fue determinante para la política y las organizaciones ambientalistas mexicanas, ya que el reconocimiento de la temática ambiental se vio fortalecido por la adhesión a convenios, tratados, protocolos, convenciones y acuerdos bilaterales y multilaterales, y por la consecuente presión internacional derivada de esto mismo. Con esto, México asume una responsabilidad ya no sólo ante sus habitantes, sino ante el mundo. Las temáticas son variadas: protección de flora y fauna, regulación de la contaminación y los desechos, gestión de hidrocarburos, prevención de accidentes relacionados con hidrocarburos y desechos tóxicos, vinculación para el desarrollo científico y tecnológico, etc. 10 1.3 LA CONSTITUCIÓN DEL DISCURSO De manera general, los acontecimientos hasta aquí expuestos pueden considerarse como el comienzo de la “cotidianización” del debate ambiental dentro de las sociedades modernas, en los ámbitos de la ciencia, la política y la opinión pública. Retomando el planteamiento de Antonio Azuela, surge un campo ambiental que se define como “un espacio social en el que entran en juego actores sociales con diferentes <<disposiciones>> frente a lo que todos reconocen en principio como problemas ambientales 10 En el informe sobre medio ambiente presentado por el Centro de Estudios de la Opinión Pública de la Cámara de Diputados se muestran las siguientes cifras: “[…] nuestro país ha firmado 77 tratados internacionales o acuerdos interinstitucionales en materia de medio ambiente, de ellos, hasta 1969 se firmaron 3, 10 durante la década de 1970, 23 durante la década de 1980, 40 durante la década de 1990 y 1 más en el año 2000.” (Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, 2006) 17 […en el cual] se elaboran (se procesan) todas las respuestas sociales de la crisis ambiental.” (Azuela, 2006, p. 15) El discurso sobre una conciencia ambiental está estrechamente ligado con la emergencia de este nuevo campo social, pues constituye una respuesta socialmente construida ante las problemáticas ambientales. Hablar de conciencia ecológica implica una jerarquización sobre la temática que debe ser concientizada, así como la forma en que debe hacerse; por lo que este discurso pone de manifiesto distintas posturas presentes dentro del campo ambiental. Al mismo tiempo, el planteamiento de una conciencia ambiental pone de manifiesto el carácter social de los problemas ambientales ya que, independientemente de la definición que se le dé, el discurso está orientado a la resolución de un problema a partir de una acción que reside en el ámbito social o en el individuo visto como un ente social 11 . Por otra parte, esta nueva ola de preocupación por la temática ambiental se caracteriza por un replanteamiento de la relación entre los humanos y la naturaleza y la existencia de límites ecológicos para el crecimiento económico. En este sentido, el discurso de la conciencia ecológica tiene sus raíces en dos ámbitos: en lo moral y en lo político. Por un lado, está el discurso en donde la conciencia ecológica tiene que ver con el replanteamiento de la relación hombre-naturaleza a nivel filosófico, y por otro, está aquel enmarcado en la politización de la temática ambiental y que está vinculado con la constitución de una ciudadanía y una sociedad “verde”. 1.3.1 Filosofía Verde La reflexión acerca de cómo debe ser la relación entre el hombre y la naturaleza ha estado presente en el desarrollo de las sociedades humanas. Hablar de filosofía ambiental implica reflexionar acerca de la relación humana con la naturaleza, la cual se define tanto por la condición orgánica del hombre que requiere “consumirla” para sobrevivir, como por la condición cultural que lo lleva a significar y preservar aquello que es considerado como valioso. El hacer esta distinción implica reconocer que el hombre interpreta su postura ante la naturaleza y la manera en que ésta determina la vida humana. 11 Aun cuando el acto de tomar conciencia se defina como una acción realizada a nivel individual o como algo subjetivo, la intención de dicho discurso es un cambio de un paradigma establecido socialmente. 18 En las sociedades arcaicas, la concepción de la naturaleza era de carácter mítico por lo que estaba permeada por la experiencia religiosa. Para el hombre de las sociedades arcaicas, la naturaleza está estrechamente vinculada con lo sagrado,en tanto que era una manifestación del orden divino. La naturaleza es una hierofanía 12 mediante la cual el hombre religioso puede tener contacto con ese orden trascendental, por lo que la veneración hacia ésta se da en función de lo sobrenatural. La naturaleza no es vista con ojos pragmáticos ni con una curiosidad intelectual, pues no es únicamente el ámbito de sus necesidades inmediatas ni está compuesta de objetos con características fijas o neutrales. Por el contrario, la naturaleza mítica es dramática, llena de cualidades emotivas y fluctuantes, en constante conflicto entre sí. El hombre primitivo lejos de dominar, busca reafirmar su sentimiento de pertenencia a esa unidad vital que es la naturaleza. Nos dice Ernst Cassirer: Para el sentir mítico y religioso, la naturaleza se convierte en una gran sociedad, la sociedad de la vida. El hombre no ocupa un lugar destacado en esta sociedad; forma parte de ella pero en ningún aspecto se halla situado más alto que ningún otro miembro (Cassirer, 1967, p.73). En el pensamiento religioso más avanzado, la individualidad se vuelve un elemento mucho más determinante dentro de la vida humana. Esto se refleja en una transformación de la visión de la naturaleza, en donde ésta pasa de ser el canal mediante el cual el hombre podía sentirse parte del todo, a ser una fuente de moralidad, de lo bueno, lo bello: la naturaleza es divina en tanto que es fuente de lo justo y lo legítimo. Esto sitúa al hombre como individuo en una posición mucho más activa en relación con la naturaleza. Desde el pensamiento mítico se vislumbra la obligación humana de cooperar con la naturaleza, pero es en el pensamiento religioso en donde esta cooperación depende más de los deseos individuales, que de un sentimiento unificador. Entra en juego un proceso de toma de decisión impregnado de una escisión entre lo bueno y lo malo. En otras palabras, desde la visión religiosa de la naturaleza, la hermandad entre el hombre y la naturaleza pasa de ser una obligación generalizada a una responsabilidad individual y el 12 Para ahondar más en este tema ver: Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano (1977) capítulo III 19 vínculo entre hombre y naturaleza deja de ser místico y pasa a ser una cuestión de virtud. El pensamiento científico también se inserta dentro de esta nueva mentalidad mucho más individualizada, en donde el hombre ya no es parte de la naturaleza, sino que se opone a ella. Él es creador de su propio mundo. La trascendencia del hombre ya no está fuera de sí, sino en sí mismo, en su capacidad creadora; deja de estar atado a fuerzas ajenas a su voluntad impuestas por el sentimiento de una solidaridad vital indisoluble, dando paso a un individuo libre de elegir y construir su destino mediante su trabajo e intelecto. De acuerdo con Luis Villoro: El hombre trasciende su situación natural por estar abierto a posibilidades ilimitadas. No sólo es una trascendencia hacia lo sobrenatural sino, en este mundo, una recreación y reordenación de la naturaleza (Villoro, 2010). El pensamiento científico sortea la dificultad planteada por la incapacidad del hombre de anticiparse a los hechos mediante un determinismo metodológico, el cual le permitirá poder interpretar intelectualmente cualquier fenómeno por desconocido que éste sea para la experiencia humana. Esto rompe con la imagen de una naturaleza sobrenatural y emotiva, y la transforma en una materia homogénea regida por un orden intrínseco que sólo puede ser accesible mediante la razón. La ciencia busca conocer la realidad mediante “relaciones y propiedades cuantificables” (Villoro, 2010) y no únicamente sensibles, lo cual significó que la naturaleza deja de ser vista como un puente hacia lo trascendental, para volverse una fuente de verdades absolutas. Sin embargo, esto se ve trastocado por las consecuencias no deseadas de la actividad humana. Éstas transformaron la percepción de la ciencia y la naturaleza, ya que la ciencia dejó de ser infalible y la naturaleza se volvió objeto de una discusión ética. En este sentido, el debate ecologista empezó a girar en torno al tipo de valor otorgado a la naturaleza y a la relación que guardan los seres humanos con ésta. La distinción entre antropocentrismo y ecocentrismo, así como la discusión entre si la naturaleza tiene un valor instrumental, inherente o intrínseco 13 constituyen los pilares de esa nueva ética naturalista. 13 Neil Carter define como valor instrumental aquel que es valioso en tanto que es un medio para la consecución de un fin, como inherente aquel que es valioso aun cuando no sea útil para un fin y como intrínseco aquel valor “objetivo”, es decir, que tiene valor independientemente de que éste sea reconocido. 20 A raíz de esto, la discusión ambientalista ya no se trató únicamente de ver si la ciencia tenía la capacidad de solventar la escasez de recursos o el daño a la flora y la fauna, sino también tratar de compensar el rezago de los sistemas éticos existentes frente al desarrollo tecnológico y científico. Esto se tradujo en un replanteamiento de los derechos y obligaciones del hombre respecto a la naturaleza. Los asuntos clave de la filosofía ambiental, siguiendo a Neil Carter, se resumen en las siguientes preguntas: ¿Tiene la naturaleza un valor independiente de las necesidades humanas?, ¿Algunas partes de la naturaleza son más valiosas que otras?, ¿En qué fundamentos podrían los seres humanos tener deberes hacia el mundo natural? (Carter, 2001, p. 35-36.) En torno a estos cuestionamientos se desarrolló una amplia gama de posturas que van desde el conservacionismo de recursos en beneficio del hombre hasta el extensionismo moral de Peter Singer y la ecología profunda de Arne Naess Esto sentó las bases de una moralidad ecologista, es decir, de una serie de principios que buscan marcar una serie de pautas de comportamiento a partir de distintas valoraciones sobre la naturaleza. A raíz de este replanteamiento moral surge la noción de una conciencia ambiental como un deber moral, siendo la ecología profunda en específico, un indicio fundamental para la constitución de dicho discurso. Esta propuesta surge formalmente en la década de los setentas (Naess, 1995), aunque tiene sus bases en los movimientos ambientalistas, pacifistas y de justicia social de los años sesentas. Su creador, Arne Naess, planteó una serie de conceptos que por un lado tipologizaban al ecologismo (shallow ecology / deep ecology), y por otro lado, hacían explícitas las preocupaciones, objetivos y metas de la ecología profunda (ecophilosophy / ecosophy,). La ecología profunda busca establecer un código de conducta basado en el valor intrínseco de la naturaleza y desarrollar una ética fundada desde el ámbito subjetivo a partir de una nueva conciencia ecológica que reorienta a los individuos a una nueva forma de ser y estar en el mundo. En principio, Arne Naess distingue la ecología profunda de los demás movimientos ecologistas a partir del reconocimiento de preocupaciones que van más allá de las problemáticas de contaminación y escasez de recursos. Nos dice: 21 Políticas ecológicamente responsables refieren sólo en parte a la contaminación y al agotamiento de recursos. Hay preocupaciones mucho más profundas que tocan los principios de diversidad, complejidad, autonomía, descentralización, simbiosis, igualitarismo y la abolición de clases (Naess, 1995). A raíz de esto, hace una caracterización de lo que él denomina movimiento de la ecología profunda y plantea una serie de principios básicos conocidos como La plataforma de la Ecología Profunda, a través de la cual brinda una formalidad normativa al movimiento. A nivel filosófico, plantea las nociones de ecofilosofía y ecosofía. La primeraconsiste en el estudio de la interrelación entre los organismos y su ambiente a partir de una aproximación conjunta desde la ecología y la filosofía; mientras que la segunda refiere a filosofías subjetivas de vida, conscientemente articuladas, fundamentadas en una identificación cercana con la naturaleza y orientadas a un equilibrio armónico con la misma. Naess sostiene que, más que la lógica y el conocimiento científico, es mediante la sabiduría intuitiva y la conciencia del inquebrantable del vínculo de los seres humanos con la naturaleza que se puede superar la crisis ambiental. De la adopción de esta ontología, la ética y la implementación de la misma en la práctica se dan por sí mismas. La conciencia ecológica, vista de esta forma, está vinculada con la internalización de ciertos principios como la unidad del hombre con la naturaleza y el valor intrínseco de la misma, algo similar a lo que sucedía en el pensamiento mítico. Para la ecología profunda la identificación de los individuos con la naturaleza fundamenta la obligación de los seres humanos de cuidar el ambiente. Esto constituye una de las bases del discurso de la conciencia ambiental moderna. 1.3.2 Política verde Como ya se vio al principio de este capítulo, el medio ambiente es un tema que se ha ido posicionando paulatinamente en las últimas cinco décadas como un tema central en las agendas políticas y la opinión pública. En la búsqueda de transformaciones culturales 22 radicales, han surgido nuevas formas de participación social y nuevos intereses políticos orientados a solucionar los problemas ambientales en las sociedades contemporáneas. En estas nuevas condiciones, el discurso sobre una conciencia ambiental parece enraizarse en lo político en dos sentidos: por un lado, dentro del modelo político del desarrollo sustentable, y por otro, en el ámbito de los movimientos ambientalistas. El programa político del desarrollo sustentable tiene sus orígenes en la presentación del famoso informe Los límites del crecimiento, consistente en un estudio derivado de un modelo computarizado que analiza diversas variables como la producción industrial, el agotamiento de los recursos, la contaminación, la producción de alimentos y el crecimiento poblacional. Según dicho modelo, si se continuaba con el acelerado ritmo productivo y de crecimiento poblacional de las sociedades industriales, en 100 años se rebasaría la capacidad de carga la tierra. Este desalentador panorama impulsó la inclusión de temáticas ambientales dentro de las agendas políticas. Aunque posteriormente algunos de los diagnósticos de este informe fueron descartados por diversos motivos (hallazgo de nuevas fuentes de recursos, falibilidad del modelo utilizado, adaptación humana y desarrollo tecnológico), las nociones de finitud, interdependencia y exponencialidad se volvieron de gran relevancia dentro del debate político, en tanto que propició la reflexión sobre el vínculo entre el sistema económico y político dominante y sus dinámicas de crecimiento. En 1987, Gro Harlem Brundtland formaliza la noción de desarrollo sustentable en su informe Nuestro Futuro Común, definiéndolo como el desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. (Brundtland, 1987) Siguiendo a Neil Carter, existen infinidad de posibilidades de retomar el desarrollo sustentable dentro del ámbito político, no obstante, es posible identificar algunos principios comunes: la responsabilidad ecológica, la justicia social, la democracia participativa y la no violencia (Carter, 2001, pág. 45) 14 . En una primera instancia, la idea de responsabilidad ecológica está vinculada con la necesidad de un cambio de actitudes con respecto al crecimiento económico, el consumo, la 14 Como el mismo Carter señala, esta caracterización se realiza con el propósito de identificar aquellos elementos que hacen distintivo al desarrollo sustentable como una tendencia política; por lo que sus fines son analíticos y no reduccionistas, pues se reconoce que esta jerarquización de principios está abierta a la discusión. 23 producción, entre otras cosas. Por su parte, la cuestión de la justicia social está vinculada con la justa distribución de riquezas entre los distintos estratos sociales –principalmente en términos de la cobertura de necesidades básicas- y con la idea de una justicia intergeneracional. La noción de la democracia participativa como modelo político sustentable se relaciona con la idea de que es necesaria la participación de la sociedad en su conjunto en la toma de decisiones políticas que afecten o involucren al medio ambiente (decisiones sobre los modelos productivos y económicos, por ejemplo). Finalmente, la no violencia surge como la oposición a la violencia internacional (guerras, armas nucleares) y al compromiso con la protesta pacífica. Naturalmente, existen diversidad de críticas sobre la pertinencia de estos principios a la hora de construir sociedades sustentables, sin embargo, considero que el discurso sobre una conciencia ambiental se nutre de dos de los principios recién mencionados: el de la responsabilidad ecológica y el de la democracia participativa. La responsabilidad ecológica está presente dentro del discurso de la conciencia ambiental en tanto que refiere a la transformación de actitudes, prácticas, políticas y/o modelos productivos fundamentados tanto en “razones” ambientales como morales. Esto es, en un primer plano, que se reconoce que el calentamiento global, la escasez de recursos o la extinción de alguna especie nos orilla transformar ciertos hábitos a partir del conocimiento de estos acontecimientos. Asimismo, existe también una fundamentación moral basada en la idea de que debemos cambiar esos hábitos dañinos o “antiambientales” en pos de nuestra bondad como seres humanos. Nos dice Carter: […]los “verdes” 15 identifican lo moral, tanto como lo ambiental, como razones para contrarestar el consumismo y cambiar nuestros estilos de vida. El hecho de que sobreconsumamos y degrademos el ambiente no sólo es malo para el ambiente, también es evidencia de que somos “malas personas”. (Carter, 2001, pág. 48) Por su parte, la democracia participativa vista como la necesidad de una descentralización política sustenta la idea de que la transformación de las sociedades modernas a sociedades más sustentables depende en gran medida de la participación ciudadana en la resolución de problemas ambientales o en la prosecución de la 15 Refiriéndose de manera general a las políticas proambientalistas. 24 sustentabilidad ambiental. En estos términos, el discurso de una conciencia ambiental se llega a sostener no sólo de cuestiones ambientales y morales, sino también de cuestiones políticas que van desde asumir la responsabilidad como miembro de una comunidad política a estar informado de las principales problemáticas ambientales de su comunidad, por ejemplo. En otras palabras, el discurso de la conciencia ecológica adquiere una connotación democrática puesto que se vuelve un elemento básico para la constitución de la noción de ciudadanía dentro de las sociedades modernas. En suma, con la inserción de las temáticas ambientales en las agendas políticas, se empiezan paulatinamente a considerar los derechos y obligaciones que se deben tener hacia el medio ambiente como miembro de una comunidad política específica, lo cual implica reflexionar acerca de la relación entre el estado y sus ciudadanos. En este sentido, uno de los problemas latentes para la esfera política es la disyuntiva entre el obligar a la gente a tomar ciertas medidas o convencerlas mediante argumentos para cambiar sus actitudesy comportamientos en torno al ambiente. De este modo, el discurso sobre la conciencia ambiental emerge como una vía mediante la que el estado busca fomentar la responsabilidad entre sus ciudadanos, respaldada en la creencia de que la información se traduce en participación. Ahora bien, el discurso de una conciencia ambiental participativa también lo encontramos dentro del contexto de las agrupaciones ambientalistas. Los grupos ecologistas modernos se han caracterizado por un fuerte arraigo a la acción civil como medio para lograr cambios radicales. Esto conlleva ciertas implicaciones en el desarrollo discursivo de la conciencia ambiental. Por un lado, existe un discurso orientado a cohesionar a los miembros de las asociaciones que apela a una toma de conciencia sobre las responsabilidades que deben asumir a nivel personal como activistas, ya que ser miembro activo significa, en mayor o menor grado, un cambio de vida y la adopción de nuevos valores. Asimismo, la conciencia ambiental se vuelve una consigna dentro de las campañas de sensibilización pública acerca de los problemas ambientales en donde el objetivo principal es la formación de individuos informados y capaces de involucrase en acciones que conducen a la defensa de una determinada causa ambiental. Así, el discurso sobre la conciencia ambiental en el contexto de las movilizaciones ecologistas incide en la 25 constitución de una identidad “ecologista” por un lado, y por otro, en la formación de individuos involucrados en la resolución de problemas ambientales. En suma, el discurso de una conciencia ecológica, tanto en el ámbito gubernamental como en el de las asociaciones civiles ambientalistas, está vinculado con el fomento de la participación social en el viraje hacia una “nueva sociedad ecologista”, sea que esta se dé a partir del activismo, la difusión de información, o bien, mediante la participación ciudadana. Hasta aquí hemos visto que sea en el ámbito de lo político o de lo filosófico, detrás del discurso sobre una conciencia ecológica subyace la idea que ésta es un factor de cambio en materia ambiental. Sin embargo, ¿Cómo es que se procesa socialmente dicho discurso? Antes de responder a esta pregunta, en el siguiente capítulo veremos cómo es que la sociología ha abordado la cuestión de la conciencia ambiental. 26 CAPÍTULO 2. SOCIOLOGÍA Y CONCIENCIA AMBIENTAL Como se vio en el capítulo anterior, la temática ambiental ocupa un lugar importante en las sociedades contemporáneas. Aun cuando existan distintas interpretaciones y problematizaciones sobre el medio ambiente o naturaleza, parece que los problemas ambientales constituyen un punto de encuentro entre distintas posturas presentes en el ámbito social, tanto a nivel internacional como nacional. No es de extrañarse entonces, que la temática ambiental se volviese relevante para las ciencias sociales, y en particular para la sociología. Y tal como sucede en el ámbito social, también existen distintas interpretaciones desde las ciencias sociales acerca de dichos problemas y lo que los rodea. Este capítulo consiste en una primera parte, en una exploración por algunas de las perspectivas presentes en el panorama de las ciencias sociales sobre la temática ambiental, tomando como punto de partida la idea de interdependencia de lo social y lo natural. Esta idea ha estado presente en distintos momentos de las ciencias sociales, sin embargo, a finales de la década de 1960 y principios de la década de 1970, se da una transformación del enfoque con el que se analiza la relación sociedad-naturaleza. Ya no sólo se trata de considerar la influencia de lo natural en el desarrollo de las sociedades, sino también de abordar la construcción social de los problemas ambientales. La segunda parte consistirá en una recapitulación de algunas vías que la sociología ha tomado para el estudio de la conciencia ambiental y el desarrollo de los fundamentos y propuestas teóricas que respaldarán esta investigación. 2.1 LA SOCIOLOGÍA Y SU APROXIMACIÓN A LO AMBIENTAL. Dentro del cuerpo teórico de las ciencias sociales en general, y la sociología en particular, encontramos una multiplicidad de enfoques desde los que se ha abordado el estudio de la relación sociedad-naturaleza. El estudio de dicho vínculo parece tener cada vez mayor importancia en el contexto 27 de las sociedades modernas puesto que las temáticas ambientales ocupan cada vez más un lugar central en el espacio social. Más que una toma de conciencia por parte de la sociología, se reafirma aquí que hubo un cambio en la perspectiva sociológica para el abordaje de lo ambiental influenciada por la agudización de los problemas ambientales y la emergencia del nuevo ambientalismo en la década de 1960. Por lo tanto, en este apartado está guiado por la siguiente pregunta: ¿cómo es que la sociología se ha enfrentado a la creciente emergencia de los problemas ambientales en el ámbito social? Existen múltiples posturas al respecto alrededor de la delimitación o no de una sociología ambiental, la escala de los estudios, la metodología, los conceptos y las explicaciones. En un principio está la discusión sobre si se debe delimitar lo ambiental como un campo disciplinario dentro de la sociología. En este sentido, existe la perspectiva de la aplicación de los enfoques sociológicos prexistentes para el análisis de temas ambientales (sociología de los problemas ambientales), y aquella que clama por “una verdadera sociología ambiental” (Buttel & Humphrey, 2002) basada en el estudio de las interacciones entre los fenómenos ambientales y los fenómenos sociales, fundamentado en premisas metodológicas o teóricas específicas. Riley E. Dunlap, William Michelson y Glenn Stalker en la introducción al libro Handbook of Environmental Sociology, afirman que dentro de toda esta variedad, el punto en común dentro de la denominada sociología ambiental es que todas estas perspectivas se centran en “el estudio de las interacciones socio-ambientales o de las relaciones entre ambiente y sociedad” (Dunlap & Stalker, 2002, pág. 10). De acuerdo a estos mismos autores, las tendencias centrales de la sociología ambiental pueden ser agrupadas por varios criterios entre los que se encuentran: la distinción entre ambiente natural (bosques, lo “salvaje”) y construido (ciudades, viviendas, lo “civilizado”), la orientación de las explicaciones sociológicas (el hombre impacta la naturaleza, la naturaleza impacta al hombre), el énfasis en la degradación o en el mejoramiento ambiental, el corte empírico o teórico de los estudios, la postura paradigmática (antropocéntrica-ecocéntrica), la fundamentación teórica (paradigma/teoría), entre otros. Asimismo, enumeran una serie de temáticas que consideran centrales dentro de la disciplina: La influencia y la reacción social ante el cambio ambiental (emergencia de 28 nuevas formas de organización social, nueva jerarquización de prioridades sociales, nuevas políticas públicas), el impacto de los desastres naturales en la vida humana, el impacto del desarrollo tecnológico y los procesos sociales que subyacen a esto, las dinámicas sociales y de comportamiento en torno a la conservación y disposición de desechos, el incremento de la conciencia pública y la diversidad de concepciones de las problemáticas ambientales, así como la influencia de la opinión pública (sean medios de comunicación, políticos o científicos) en la percepción de los problemas ambientales. Para Frederick Buttel y Craig Humphrey hay una doble determinación que caracteriza a la sociología ambiental. Dicen en su texto Sociological Theory and Natural Environment: La mayoría de las posturas teóricas en la sociología ambiental tienden a basarse en la teoría social general, por un lado, y en las observaciones empíricas de las suposiciones teóricas/metateóricas relacionadascon los humanos como especie y en las relaciones entre sociedad y naturaleza, por otro lado. (Buttel & Humphrey, 2002, pág. 33) Siguiendo con lo anterior, uno de los sustratos de la sociología ambiental lo constituyen algunos planteamientos de la sociología clásica. Dentro de los círculos académicos se empezaron a retomar, discutir o refutar ciertas ideas de Èmile Durkheim, Max Weber y Karl Marx, principalmente, para el análisis de los sucesos socio-ambientales. (Aledo & Domínguez, 2005, págs. 9-11). Por un lado, existen perspectivas que rescatan un contenido implícito, aunque no central, dentro de la sociología clásica, a partir del cual fundamentan el análisis sociológico de ciertos temas ambientales. Por otro lado, existen perspectivas críticas que recalcan un antropocentrismo subyacente a la teoría sociológica clásica, o bien increpan la tendencia a un darwinismo social 16 . Al respecto, aun cuando fue Durkheim quién estableció como principio normativo de la disciplina sociológica el estudio de los hechos sociales como algo aislado y separado de hechos naturales, con su noción de morfología social marca una pauta para el estudio del 16 En este sentido, entran dos críticas: por un lado, se habla de que el razonamiento “evolucionista” predominante en el siglo XIX le dio a la teoría social una perspectiva determinista y lineal sobre el cambio social y el desarrollo, y por otro, entra la cuestión de una estructuración “biologicista” de las ciencias sociales que se expresa principalmente en el uso de lenguaje de las ciencias naturales dentro de la teoría social (esto principalmente referido a Durkheim). (Buttel & Humphrey, 2002), (Hannigan, 2006) 29 sustrato material de las sociedades y las dinámicas poblacionales. Nos dice en su texto Notas sobre la morfología social: La vida social reposa sobre un sustrato que está determinado tanto en su tamaño como en su forma. Lo que lo constituye es la masa de los individuos que componen la sociedad, el modo como están distribuidos sobre el terreno y la naturaleza y la configuración de las cosas de todo tipo que afectan a las relaciones colectivas. […] Por otra parte, la constitución de ese sustrato afecta directa o indirectamente a todos los fenómenos sociales, al igual que todos los fenómenos psíquicos están en relación mediata o inmediata, con el estado del cerebro. (Durkheim, 1897-1898, pág. 247) Por su parte, el materialismo histórico de la teoría marxista es un indicio para el abordaje de lo social desde sus condiciones materiales de existencia. El conocimiento de lo social a partir de los modos específicos de producción conlleva a una “historización” de las relaciones sociales, incluidas las del hombre con la naturaleza. En La Ideología alemana, Marx y Engels señalan que: […] en cada estadio hay un resultado material, una suma de fuerzas productivas, una relación con la naturaleza y entre los individuos, relación históricamente creada y transmitida a cada generación por la precedente, una masa de fuerzas de producción, de capitales y de circunstancias que, por un lado, son modificados por la nueva generación pero que, por el otro lado, le dictan las propias condiciones de existencia que le imprimen un determinado desarrollo, un carácter específico.” (Marx & Engels, 1978, pág. 61) Marx y Engels también afirman que el trabajo es el vínculo con el que el hombre se relaciona con la naturaleza, imperando una dinámica de dominación que se lleva a cabo principalmente mediante el desarrollo del conocimiento humano y la técnica. Friedrich Engels expone en Dialéctica de la naturaleza: En una palabra, el animal utiliza la naturaleza exterior e introduce cambios en ella pura y simplemente con su presencia, mientras que el hombre, mediante sus cambios, la hace servir a sus fines, la domina. Es esta la suprema y esencial diferencia entre el hombre y los demás animales; diferencia debida también al trabajo. 30 No debemos, sin embargo, lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros por cada una de las derrotas que le inferimos. Es cierto que todas ellas se traducen principalmente en los resultados previstos y calculados, pero acarrean, además, otros imprevistos, con los que no contábamos y que, no pocas veces, contrarrestan los primeros. (Engels, 1863, pág. 151) Considerando lo anterior, el marxismo clásico llega a ser bastante polémico dentro de los círculos académicos y ambientalistas al plantear que el hombre debe dominar la naturaleza, aunque también es retomado por muchos sociólogos dentro del campo de lo ambiental para fundamentar sus planteamientos y análisis desde el estudio de las relaciones entre sociedad y naturaleza a partir de sus modos de producción. 17 Finalmente, Max Weber con su oposición a la idea de que el cambio social es lineal, afirma que lo relevante para el estudio de lo social son las cambiantes formas que adoptan las fuerzas estructurales, subjetivas y tecnológicas, ya que son éstas las que determinan al cambio social. En este tenor, un elemento considerado relevante dentro de la sociología ambiental es retomado de sus estudios comparativos histórico-empíricos de distintas sociedades en donde llega a otorgar a los recursos naturales un peso importante a la hora de analizar la constitución social. Weber trató de explicar la interacción de los factores ambientales/recursos con los factores sociales a través de complejos modelos causales (Dunlap & Stalker, 2002, pág. 36) Asimismo, también se retoma de Weber su tipologización de los distintos tipos de racionalidad y orientaciones axiológicas, específicamente la noción de racionalidad instrumental, para explicar la crisis ambiental moderna. Raymond Murphy, por ejemplo, plantea que la expansión de la racionalidad instrumental, siguiendo la noción de Weber, conlleva una fuerte tendencia de dominio humano sobre la naturaleza sin considerar las consecuencias negativas que esto pueda traer, incluidas consecuencias ambientales. El reconocimiento de estas amenazas derivadas de un modelo racionalista se vuelve la base de diversos movimientos sociales que reclaman una “desracionalización” (la ecología profunda) o una “reracionalización” (modernización ecológica) para la resolución de los problemas ambientales. (Buttel & Humphrey, 2002, 17 Para los fines de este trabajo, únicamente señalamos ciertos indicios dentro de la teoría marxista que pueden ser rescatados dentro de la sociología ambiental, dejando de lado la discusión sobre si Marx y sus colaboradores eran o no “ecologistas”. 31 pág. 36) En la línea de los clásicos, aunque fuera del círculo de la sociología, el Ensayo sobre el Principio de Población de Robert Malthus (Malthus, 1997) es considerado como un hito para la constitución de una sociología ambiental. En este escrito, se plantea que la población crece exponencialmente mientras que los medios de subsistencia crecen linealmente, lo cual puede desembocar en la quiebra del estado o en una crisis de sustentabilidad 18 . Malthus señala una serie de obstáculos presentes en la sociedad y en la naturaleza que pueden frenar el crecimiento exponencial de la población, entre los que se encuentran las restricciones morales, el libertinaje, las guerras, la miseria; o bien, los desastres naturales, epidemias, etc. (Malthus, 1997) Independientemente de lo acertado u objetivo que pueda ser el análisis que hace, Malthus es considerado como un referente obligado en el debate sobre la relación entre la calidad de vida y el crecimiento poblacional, no sólo dentro de la sociología sino también de diversas disciplinas como la demografía o la economía. Hasta aquí podemos ver que, aun cuando se perfilan ciertos aspectos de la relación
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